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El ClubDe La Rosa

Members Only 02 : Hearts and Handcuffs


Solamente Miembros 02 :
Corazones y Esposas

Ann Jacobs
El ClubDe La Rosa
Ann Jacobs – RX Corazones y Esposas

Advertencia:

Este archivo es un libro que contiene escenas de sexo explícito y lenguaje


para adultos, que algunos podrían considerar ofensivo y que no es apropiado
para un público joven. Changeling Press EBooksare vende exclusivamente para
adultos, solamente, según lo definido por las leyes del país donde haya
realizado su compra. Por favor, guarde sus archivos con prudencia, donde no
puedan acceder los lectores menores de edad.

Acerca del Autor

Ann Jacobs, cuyos pseudónimos son también Ann


Josephson y Sara Jarrod, es una autora de romance
erotico con lujuriosos héroes Alfa y finales felices. El
romance erótico, para ella, es la combinación perfecta
de sexo y sensualidad, la implicación emocional
profunda y el permanente compromiso de las fantasías
de las mujeres que con frecuencia son difíciles de
alcanzar.
Publicó por primera vez en 1996, a partir de ahí Jacobs ha vendido más de
cincuenta libros y novelas. Actualmente está nominada para el Romantic Times
por su excelencia en el romance erótico. Tres de sus libros han sido traducidos y
vendidos en varios países europeos.
Es una ex gerente financiera que ahora escribe a tiempo completo, con la
ayuda de Mr. Blue, el gato de la familia que a veces gusta posar en lo alto de la
silla del escritorio para expresar su sabio consejo. Le encanta escuchar a sus
lectores.

TRADUCCIÓN EXCLUSIVA DEL CLUB DE LA ROSA


María SoLo
El ClubDe La Rosa
Ann Jacobs – RX Corazones y Esposas

Argumento:
"Átame y tómame."
Cuando Josh Gerard entró en su dormitorio y su esposa, Nancy,
pronunció esas palabras, no dio crédito a sus oídos. No sólo a sus oídos,
tampoco a sus ojos. Su esposa se había atado a sí misma y esperaba por él.
Cerca del final del interludio de felicidad, una bocina les hace saber que
sus niños llegan a casa de la liga de béisbol. Al día siguiente, Nancy entrega a
Josh una invitación del local "Sólo miembros", un club dirigido por el Doctor X.
Nancy desea más que nada ir. Para dejar de lado todas sus
preocupaciones, cargas y tensiones. Ahora tiene la posibilidad en la
oportunidad de Sólo los Miembros. Ella sólo puede esperar que Josh tomara su
indirecta uniéndose al club. Después de haber oído hablar de él por su amigo
que es miembro, suena como el lugar perfecto para dejarse ir.
Después de ver las realidades de Sólo los Miembros, Josh se siente
incómodo con la idea de un estilo de vida BDSM, pero decide que hará
cualquier cosa para mantener a su mujer feliz. Tras realizar una serie de
compras, incluyendo un par de esposas rojo cereza, Josh va a su casa para
decirle a Nancy que se ha convertido en un miembro. ¿Podrá Josh participar en
este estilo de vida?
¿Podrá Nancy conseguir lo que quiere?

Prólogo

-Átame y tómame. Por favor.


Josh Gerard entró a su dormitorio y cerró la puerta, quitandose su traje
chaqueta mientras cruzaba la habitación. Él bajó la mirada hacia su muy
desnuda mujer. Su postura le hizo pensar en un sacrificio pagano, expuesta
para el placer de un antiguo dios. Apenas podía creer lo que veía.
-¿Quieres que haga qué? - No es que se opusiera a follar hasta saltar su
cerebro fuera, pero de repente ¿ella quería que él la atara?
Ella se rió, señalando las limitaciones de velcro.

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María SoLo
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-Yo ya las aseguré a la cama. Vamos. Soy incapaz de resistirme a ti.


-¿Quieres decir que no lo eres sin ellas? - su pene prácticamente estalló
fuera de sus pantalones de color caqui, aparentemente no tenía escrúpulos en
hacer lo que fuera para entrar en el caliente y húmedo coño de Nancy.
-Espera, al menos, déjame salir de mis pantalones.
¿Qué demonios se había apoderado de ella? Esta no era la mujer que
había dejado en su casa esta mañana. Ni siquiera era la chica aventurera de la
universidad que había caído en el amor y se casó con él hace diez años, antes
de que los niños y sus respectivas responsabilidades hubieran domado su
libido.
Últimamente Nancy había estado, bueno, caliente era la única palabra
que se le ocurría que definía su nueva actitud.
Cada vez que hacían el amor, ella parecía querer más de él. Ella
necesitaba darle más a él. Demonios, había tenido incluso sexo oral, un antojo
que normalmente no era su tipo favorito de juegos previos. Incluso había
insinuado que le gustaría probar el juego anal.
¿Ahora quería que se uniera a ella en algunos juegos BDSM?
Hace apenas unos meses habría pasado la noche en el sofá si se hubiera
atrevido a intentar cualquier cosa por el estilo. Varias noches, muy
probablemente.
No es que él no estuviera dispuesto a complacer su apetito por la
perversión. Pero le preocupaba un poco este cambio repentino. Era casi como si
Nancy estuviera desesperada por reencontrar a esa estudiante universitaria que
solía ser hace mucho tiempo. Como si su vida ahora, una buena vida, aunque
fuera un poco aburrida en ese lado de la habitación, no fuera suficiente para
satisfacerla.
Ahora mismo no importaba. Tenían un máximo de dos preciosas horas a
solas antes que los niños llegaran a casa de la práctica de las Pequeñas Ligas, así
que si quería jugar juegos bondage estaba bien para él. Se quitó la camisa,
haciendo estallar un par de botones en su afán de participar en su juego actual,
y luego bajó sus calzoncillos. Alcanzando el otro lado de la cama, levantó
primero un brazo y luego el otro, dejando caer besos en la punta de sus dedos
antes de envolver los puños de Velcro en las muñecas delgadas.
-Ahora, me ocupare de tus piernas - dijo con fingida ferocidad.
Su coño cuidadosamente recortado le hizo señas.

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Él nunca había considerado una necesidad atar a su amante, pero esto


era malditamente excitante, pensó mordisqueándole los dedos del pie.
-Separa las piernas para mí, cariño.
-Sí, Maestro.
Ella deseaba que él la controlara. Eso era evidente. Lo que sorprendió a
Josh era que tenerla a su merced lo puso caliente como el infierno, también.
Tomándose su tiempo, le ató los tobillos a cada lado de su antigua cama de
latón.
-Ooh. Más apretado. Sí, eso es todo.
Dios, ella tenía un aspecto lo suficientemente bueno como para
comérsela y él estaba a punto de darse un festín.
-¿Dónde encontraste estas restricciones?
Demonios, el almidonado y conservador abogado en él esperaba que ella
no se hubiera paseado por alguna de las tiendas triple X cerca del hospital
donde trabajaba, donde cualquier persona que caminara por allí la hubiera
reconocido.
Al hombre machista que había casi sofocado estos últimos años le
importaba un comino si la mitad de Dallas había visto a su esposa comprando
juguetes para servir a su placer.
Ella se rió de nuevo.
-Yo las pedí a una tienda en Internet. Voy a conseguir algunos juguetes
más, también.
Sólo podía imaginar lo que podría aparecer en su próximo envío.
-Creo que te torturaré negándome a jugar tus juegos - gruñó, besando su
camino hasta su pierna derecha. Su piel se sentía como la seda, y ella olía como
las cerezas y el sexo, algo así como la loción de masaje que había frotado en él la
otra noche y lamió lentamente, tan lentamente que había pensado que podría
morirse antes de conseguir calmar su dolorido pene y testículos.
-Más tarde, sin embargo. Ahora mismo voy a jugar.
Él no la haría esperar. Su coño le llamaba. Él se zambulló en él, buscando
su clítoris y agitandolo con su lengua. Cuando ella gimió y se tensó contra sus
ataduras, él la calmó colocando ambas manos en las caderas.
-Mi trabajo de hoy, recoger miel - susurró contra su húmeda hendidura
hinchada, y al mismo tiempo, deslizo sus manos hacia arriba para ahuecar sus
senos pequeños y firmes.
-Sí, Maestro. Ooh, eso se siente tan bien. No pares.

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-No lo haré.
Él encontró su coño con su lengua, profundizando en el interior. Él
amaba su sabor, su olor… infiernos…amaba todos sus pedazos. No había
estado tan duro en años.
-Fóllame ahora, Maestro. Por favor.
Tendría que obligarla, con mucho gusto. Levantó la cabeza y se puso de
rodillas entre sus piernas atadas e instalo su polla a la entrada del coño
cremoso.
-¿Cómo lo quieres, lento y fácil o difícil y rápido?
-Haz que me corra. Por favor.
Él casi se retiró, para luego empujarse lentamente hacia atrás en su calor
acogedor. Apretado. Tan apretado.
-Exprímeme.
Ella lo hizo.
-Más duro.
Dios, le encantaba follarla. Sus músculos internos lo apretaron como un
puño. Esto no iba a durar mucho tiempo. Consiguió contenerse.
Esperandola.
Inclinó la cabeza, tomó un pezón fruncido en la boca, y lo chupó. Su
respiración se hizo rápida y superficial. Ella levantó sus caderas un poco
cuando se estrelló contra ella, más duro cada vez. Ella estaba cerca.
Llegando.
Él en equilibrio sobre sus manos, profundizó la penetración,
estrellandose contra su coño tan profundamente que encontró el cuello del
útero.Su coño empezó a convulsionar alrededor de su polla, y ella comenzó a
hacer esos pequeños ruidos que le decían que se iba a correr.
-Eso es todo, cariño. Correté para mí.
-Ya estoy.
Un claxon tocando la bocina lo sorprendió justo cuando se corrió y
comenzó a brotar la crema caliente entrando en su coño en grandes espasmos.
La realidad se había entrometido.
Los niños llegaban a casa temprano, y dada la repentina rigidez de
Nancy debajo de él, sabía que ella se había dado cuenta que su juego de
dormitorio había terminado.
Había sido bueno mientras duró. Habría sido mejor si la práctica de los
chicos hubiera durado media hora más. Maldición, habría sido mejor aún si

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ambos no hubieran estado escuchando con una oreja el coche compartido de


los muchachos a soltarlos.
Josh tenía la sensación de que aunque Nancy llegara más de una vez, no
había llegado aún al orgasmo alucinante que ella tan evidentemente necesitaba.
Dos horas pensó mirando el reloj, no iban a ser suficiente.
Estaban muy ocupados para unas vacaciones. Quizás incluso para una
escapada de fin de semana.
Cuando vio la carta que le pasó a la mañana siguiente, él supo que tenía
razón.
-Están cordialmente invitados a Solo Miembros, dónde le aseguramos su
privacidad - La tarjeta con una vitela marfil, tan gruesa como una invitación de
boda, llevaba una pequeña dirección discreta y el teléfono... y la firma
audazmente garabateada del Doctor X.
Nancy se puso de puntillas y le susurró al oído.
-Prométeme que le echaras un vistazo. Mi amiga pidió que te dijera que
te encantariá su gira de bienvenida.
Josh apenas podía esperar a salir para ese lugar, donde él y Nancy
podrían cumplir sus fantasías sin niños o la vida real para interrumpirlos.
Tomaría el sobre y la invitación de ese doctor X - y pronto.

Capítulo Dos
Sumisión.
Acceder al menor deseo de un amante.
Dejarse ir. Cuanto más pensaba en ello Nancy Williams-Gerard, más
quería hacer precisamente eso. Dejar ir las presiones de su carrera, las tensiones
que se habían acumulado en ella estos años desde que ella y Josh había sido
estudiantes universitarios, con tanto amor y lujuria que habían pensado que
nada volvería a cambiar.
El tiempo había cambiado las cosas cambiadas - el tiempo, los niños, y las
responsabilidades. Eso dolía. El amor romántico seguía allí en algún lugar,
enterrado bajo las presiones de vivir, trabajar y criar a sus dos hijos. Los chicos
estaban lo suficientemente grandes ahora por lo que ella y Josh tenían que tener
cuidado de no ser demasiado demostrativos ya que en cualquier lugar sus ojitos
podrían estar espiando.

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Nancy envidiaba a su amiga Maggie Berman, ahora Maggie Calhoun,


por que había tomado el nombre de Cade tanto profesional como
personalmente cuando se habían casado cuatro meses atras. Maggie
prácticamente brillaba cuando miraba a su hombre, como si no pudiera esperar
a llegar a casa para tocarlo - abrazarlo - amarlo.
Nancy quería ese tipo de relación con Josh. Las palabras de Maggie
resonaban en sus oídos. "Tienes que dejarte ir. No pienses. Siente. Que tome el
control cuando haceis el amor. Tienes que estar a cargo en el quirófano, pero cuando te
alejas de el trabajo, haz que Josh asuma el control”.
Eso tenía sentido, tanto es así que Nancy había tomado la conversación
más allá, se enteró de que Cade y Maggie vivían en una relación Maestro /
esclavo que al parecer mantenía a ambos sumamente satisfechos. Al principio
Nancy había estado conmocionada al pensar en sus amigos disfrutando de un
estilo de vida secreto y altamente sexual, pero a medida que pasaba el tiempo la
idea había empezado a intrigarla lo suficiente como para querer aprender más.
Cuanto más estudiaba Nancy el estilo de vida BDSM, más sabía que
quería someterse... y quería a Josh para ejercer el tipo de control sensual y
sexual que la ponía caliente y húmeda sólo de pensarlo.
Por eso, después de varios intentos furtivos para atraer a Josh a ese estilo
de vida en casa, ella había hablado con su mejor amiga para conseguirles a ella
y a Josh una invitación a la mazmorra donde Maggie y Cade a menudo iban a
jugar. Si sólo Josh tomara la indirecta y se uniera a Sólo Miembros...

***
Josh no lo entendía. No es que le importara, exactamente. Desde que
Nancy había desarrollado esta fascinación por los deportes pervertidos antes de
dormir, su vida sexual se había convertido en… bueno, mucho más interesante.
Odiaba admitirlo, pero en diez años definitivamente habían caído en una rutina
que aunque él no la llamaría aburrida, había estado sin duda a punto de
convertirse en eso, bien, en predecible.
Él levantó la vista y bajando la calle arbolada donde la mayoría de las
centenarias casas habían sido reformadas y reconvertidas en despachos
profesionales y empresas de primer nivel. Luego comprobó la dirección en la
tarjeta que Nancy le había dado una vez más.

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Era una casa grande de arenisca bien situada detrás de la calle. Unas
cortinas oscuras estában detrás de las ventanas con vidrieras vintage del siglo
XIX, si no se equivocaba. El lugar le recordó a la finca de una viuda, bien
mantenida y orgullosa de su patrimonio, relativamente respetable en el barrio
caro, no muy lejos del centro de Dallas.
Envalentonado por el aspecto del lugar, Josh sacó su coraje, se dirigió
hasta el paseo de adoquines, y levantó un llamador de bronce reluciente sobre
una puerta de madera sin marcar.
-¿Puedo ver su invitación, señor?
Josh se la entregó, sintiéndose ridículo al ser mirado por una mujer de
pelo oscuro vestida de negro. Ella no se parecía a nadie que pudiera someterse a
un hombre. Alguna vez. No pudo dejar de notar el látigo con mango de plata
metido en el cinturón apretado alrededor de su cintura, o el esmalte de color
rojo sangre de sus uñas, similares a garras.
-¿Esta en orden? - le preguntó cuando ella escudriñó lo que no podía
dejar de pensar como su boleto hacia el libertinaje.
-Por supuesto. Entre. Cualquier amigo del Doctor X, siempre es
bienvenido.
Josh entró en la mazmorra llamada Sólo Miembros. Del aspecto del
lugar asumió que le costaría por lo menos un par de honorarios legales jugosos
para unirse. El lugar era lujoso. Un paraíso sensual que le recordaba a
escenarios de películas que representaban los salones del viejo oeste y los
palacios de placer. Sorprendido, miró a su alrededor intentando mostrar una
expresión de aburrida aceptación, hasta que su anfitriona le hizo pasar por un
espejo de cristal unidireccional desde el que tenía una excelente vista de una
cámara de tortura grande y bien equipada.
Oh, Dios mío. ¿Los miembros tenían relaciones sexuales allí, justo delante de
Dios y de todo el mundo?
-¿Teneis algunas - ah - habitaciones privadas? - Maldición si podía
imaginarse a sí mismo actuando para una audiencia.
-Sí, las tenemos. Su identidad permanecerá segura dondequiera que
usted vaya en esta casa.Una vez que abandone los vestuarios estará
enmascarado - explicó su anfitriona - es una condición para entrar a las salas
comunes y a las cámaras de tortura, aunque nadie jamás contará lo que pasa
aquí fuera de estas paredes.

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Ella debió notar que miraba fijamente a un Dom enmascarado follando


el culo de una sub atada que estaba profiriendo un sonido muy orgásmico y
cuyo rostro también estaba oculto. La capucha, de hecho, cubría toda la cabeza
salvo la punta de su nariz y sus labios de rosa escarlata. Sí, pensó Josh, una
máscara en ese lugar sin duda sería una necesidad.
Después de todo, él pasaba su vida defendiendo gente que había entrado
en conflicto con la ley, y en unos pocos minutos logró enumerar por lo menos
una docena de estatutos actualmente violados en la cámara de tortura de este
establecimiento. Sin importar que esas leyes fueran fósiles arcaicos que nadie se
molestaba en tratar de hacer cumplir. Los legisladores de Texas no habían
conseguido la derogación de las antiguas leyes de moralidad.
¿Dónde diablos lo había metido Nancy? Sí, la idea de hacer correrse a
esa sub en el columpio lo ponía duro como la piedra. ¿A qué tipo con sangre en
las venas no le gustaría tener en su mujer a una esclava total de sus deseos?
Sin importar qué deseos fueran.
Nancy tenía que haber perdido la razón. Había enloquecido. A Josh le
gustaba Margaret, pero ¿por qué demonios tuvo la mujer que persuadir a
Nancy para involucrarse en la escena BDSM? A Josh no le importaba jugar
pequeños juegos de bondage, como el que había instigado la noche anterior,
siempre que lo hicieran en la intimidad de su propio dormitorio. Atarla le había
puesto más caliente de lo que él había estado en meses. Pero ¿tener sexo
pervertido ante un público? Debía amar mucho a Nancy, o él ni siquiera habría
llegado hasta aquí, y mucho menos considerado unirse al club.
-Aquí está la tienda de juguetes - dijo su anfitriona - ¿Quiere un poco de
tiempo para usted, hacer compras para su esclava?
Él no tenía una maldita esclava. No quería una. Él y Nancy habían sido
siempre iguales. Detestaba a los hombres que utilizaban su mayor fuerza para
forzar su voluntad sobre las mujeres. Se negaba a defender a los clientes
potenciales acusados de violencia doméstica.
-No, gracias.
Entonces ellas llamaron su atención. Un par de esposas. Parecían muy
reales, excepto por el hecho de que eran de color rojo brillante en vez de
plateadas.
- Tal vez aquellas - se corrigió - Nancy las amaría.
-Ciertamente. Ya sabe, parece renuente. Puedo adivinar que, ¿es su
pareja la que quiere que se involucre en la escena BDSM?

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-Si - ¿Estaba tan evidentemente incómodo? – Es una idea que una amiga
de ella puso en su cabeza. Algo acerca de necesitar un descanso de la toma de
decisiones que tiene que hacer todo el tiempo en su trabajo. Así que ahora se
supone que debo convertirme en un Dom y hacerla mi esclava de dormitorio.
A pesar de que trató de sonar desinteresado, Josh no pudo controlar las
reacciones de su cuerpo. Este lugar lo excitaba. La sangre fluyó a su polla
cuando miró a través del cristal unidireccional de nuevo y vio a una sub
dándole la cabeza a un Dom mientras que otro la follaba.
-No quiero compartir a mí - mi sub así - dijo, en protesta por su propia
excitación más que por la sugerencia implícita de un ménage.
-Eso es estrictamente cosa suya como su maestro. Algunos de nuestros
miembros están en esa escena. Algunos no. Muchos de nuestros clientes
prosperan en tríos. Una gran cantidad de las relaciones comprometidas no lo
hacen, sin embargo.
Eso tenía sentido.
-¿Aseguran el anonimato de determinados miembros? - Los socios de su
bufete de abogados no apreciarían oír que estaba jugando en el mundo BDSM,
no más que los superiores de Nancy en el hospital aprobarían que su remilgada
y correcta anestesista obtuviera sus placeres como una sub.
-Muy privado y anónimo. Usted escoge su nombre en el club, y una vez
que entra por la puerta en el calabozo con su máscara, esa es su única identidad.
Es lo mismo para su esclava. Supongo que dada su renuencia a compartir a su
sumisa que es su esposa. ¿Estoy en lo cierto?
-Sí - Y Josh haría cualquier cosa que hiciera falta para hacerla feliz -Creo
que estoy listo para unirme al club.

***
Reuniendo coraje unos minutos después, el "Maestro Jay" se puso una
semimáscara de cuero y se aventuró por primera vez en el mundo del club de
BDSM. Durante los primeros minutos se sintió incómodo en la cámara,
completamente vestido mientras que la mayoría de los participantes estaban
desnudos o vestidos con varias piezas provocativas de cuero. La excitación
pronto peleó con su malestar, sin embargo.

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Un maestro con voz ronca entregó a su esclava encapuchada un nuevo


tapón anal aún en su embalaje y le ordenó cuidar del placer del Maestro Jay.
¡Guau! Josh se tomaba sus votos matrimoniales malditamente en serio.
Esa era la razón por la que había venido aquí en primer lugar. Él no iba a dejar
que una mujer...
¿Era parte del ritual de bienvenida, como un inicio de clases?
Seguramente Nancy no le habría enviado aquí si ella lo hubiera sabido. ¿Lo
sabría? ¿Era eso lo que había querido decir con su comentario susurrado esta
mañana?
Tal vez ella lo sabía, e imaginarlo siendo atendido por otra mujer la
encendía. No. No a su Nancy. No a la vieja Nancy, la correcta mujer profesional
y madre de sus hijos. ¿Pero a la nueva Nancy, la que había agenciado una
invitación para él de este lugar? Sí, esa Nancy sólo conseguía sacudirlo...
La resistencia de Josh vaciló cuando la sub desabrochó su cinturón,
deslizó sus boxers abajo alrededor de sus tobillos, y deslizó cuidadosamente un
condón por la longitud de su pene. Había algo embriagador acerca de estar de
pie en la esquina de la mazmorra con los pantalones amontonados alrededor de
sus tobillos, mirando la cabeza cubierta de cuero negro de una mujer
desconocida meneandose hacia arriba y abajo sobre su polla expuesta, sintiendo
sus dedos en su saco mientras ella trabajaba el tapón en su culo. Se imaginó a
Nancy mirando, bajando la vista abajo. A ella le gustaba lo pervertido. Bueno,
eso era ciertamente perverso.
Oh Dios. La sub estaba chupando la sal de él, tragandose su polla
mientras ella estaba enculada y ligeramente apretaba sus bolas. Con sus
escrúpulos olvidados, él agarró la cabeza con las manos, obligandola a tomarlo
más profundamente en su garganta cuando él disparó su carga.
-Gracias, Maestro Jay, y bienvenido a Sólo Miembros - ella le sonrió
mientras quitaba el condón de su polla, luego giró a su propio maestro.
-¿Quieres que te sirva ahora, maestro?
-Colócate en el maldito columpio - el Maestro habló en un tono que no
dejó lugar a discusión - Maestro Jay, me hago eco de la bienvenida de mi
esclava. Unase a nosotros en cualquier momento. Él se rió entre dientes
mientras se ponía un condón y embestía con su impresionante polla en el culo
fruncido de su esclava. El saco de sus bolas limpiamente afeitado rebotó contra
sus regordetes labios vaginales de color rosa con cada golpe. Ambos estaban sin

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vello por enmedio, Josh había notado que eso tenía que mejorar las sensaciones
del sexo.
Antes de irse, Josh pasó otra hora mirando y gastando otro fajo de dinero
en efectivo comprando parafernalia de ese estilo de vida que estaba bastante
seguro que él y Nancy iban a disfrutar.
Imaginándose a Nancy desnuda excepto por el corsé rojo que había
comprado lo tenía prácticamente salivando con la anticipación.
A la salida cogió cita para el día siguiente con la esteticista del club.
Pensando en él y Nancy depilados desde el cuello hasta los pies le puso duro
como una roca nuevamente mientras empacaba la mayoría de sus nuevos
juguetes en su casillero del club. Con niños o sin niños, sin embargo, él debía
tener esas esposas rojas en casa.

Capítulo Tres
-Cierra la puerta, luego dame tus manos.
Por fin habían metido a los niños en la cama y se retiraron a su
dormitorio. Nancy se quedó mirando el metal frío entre sus manos ahuecadas.
Un par de esposas de color escarlata y una llave elaborada la miraban
-¿Qué son? - Pregunta tonta. Ella supo que no tenía sentido en el
momento en que lo preguntó, pero...
- Es tu regalo del día de San Valentín, con un día de adelanto. Yo quiero
que Madge se quede con los niños mañana por la noche. Vamos a salir a jugar
en Sólo Miembros.
Él lo había hecho. Él realmente había ido y se había unido a la mazmorra
de Maggie. Su coño se mojo ante la idea, Nancy dejó la llave en la mesita de
noche y le devolvió las esposas.
- ¿Deseas utilizar estas ahora?
- Oh, sí - con un movimiento ágil, Josh le esposó las manos detrás de su
espalda. - Ahora estoy a punto de hacer que te sientas bien. Muy bien.
Nancy esperó que él tirara de ella sobre la cama, pero en lugar de eso se
arrodilló a sus pies y le abrió las piernas. Su clítoris se hinchó y se endureció
contra sus dedos cuando él separó sus labios mayores y sopló en su hendidura
húmeda. Oh Dios. Eso se sentía tan bien. Ella amaba tenerlo sobre ella, pero
había pasado mucho, mucho tiempo...

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-Oh, si. No te detengas - sentía su lengua como terciopelo húmedo y


caliente sobre su clítoris Ella se tensó en sus ataduras, con ganas de enterrar sus
dedos en el suave y oscuro cabello y retenerlo allí, convencerlo para que follara
su coño con la lengua. Pero ella no podía. Estaba indefensa ante su ataque
sexual.
-Me encanta - ella quedó sin aliento cuando las primeras oleadas de su
clímax largamente esperado recorrieron su cuerpo - Te quiero.
Cuando él se incorporó, ella supo que aún no había terminado. Su
grande y hermosa polla estaba rígida, su saco estirado y apretado contra su
cuerpo. Una gota cremosa de lubricación brilló en la punta.
- Amo tu polla, ya lo sabes.
Él le dio la vuelta y desabrochó las esposas, sólo para contener sus manos
otra vez después de colocarla boca abajo en la cama.
-Y yo amo tu coño.
Él le dio una palmada en el culo elegantemente
-Ponte de rodillas, así puedo poner mi polla dentro de él.
Su orden susurrada inició otra punzada de emoción en su vientre cuando
ella obedeció, abriendo las piernas y levantando el culo en el aire. Increíble, la
sensación de él frotando su polla a lo largo de su hendidura, la mezcla de la
lubricación que llenaba el aire con el aroma embriagador del apareamiento.
Cuando se zambulló en su coño desde ese ángulo desconocido, ella gritó con la
presión de su polla gruesa en su punto G.
-¡Shhh, silencio! - advirtió - Mañana puedes gritar todo lo que quieras.
Agarrando sus pezones, tiró de ellos mientras golpeaba en su coño.
Lentamente al principio, un mojado y estrecho recorrido paso a... un chapoteo,
a un sonido terriblemente sexy cuando se retiró y se lanzó de nuevo dentro. Sus
testículos se estrellaron contra su clítoris
-Correte para mí ahora.
Esa orden susurrada abrió las compuertas de la sensibilidad como si su
cuerpo hubiera aceptado su dominio y estubiera resuelto para acceder a su
exigencia. Ella mordió la almohada, decidida a no emitir un sonido. Cuando
llegó, ella ordeñó su polla, amando completamente la sensación de hormigueo
en su coño... la sensación de estar llena... los chorros calientes de su propio
clímax aumentando el de él. Él se desplomó sobre ella, y ella dió la bienvenida a
su peso... tranquilizandose.

TRADUCCIÓN EXCLUSIVA DEL CLUB DE LA ROSA


María SoLo
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Lo sintió jugar con las esposas, sintió cuando se las quitó, oyó el sonido
metálico cuando golpearon la mesita de noche. Él rodó a su lado, llevándola
consigo, abrazándola. Los sonidos de ellos respirando, la calidez compartida de
sus cuerpos desnudos... el golpe y latido de su corazón contra su espalda le
recordó que era Josh. El hombre al que había amado durante más de diez años,
sin embargo, un nuevo amante, excitante, también.
Un maestro en dominación.

***
Nancy contaba las horas que faltaban para ir con Josh a Sólo Miembros.
La llave colgaba de una cadena de oro entre sus pechos, un recordatorio
constante de que en tan sólo una hora ella caminaría a través de esas puertas,
identificandose a sí misma únicamente como esclava del Maestro Jay, y se
embarcaría en un viaje sensual a un nivel de placer por el que ella había
fantaseado pero nunca alcanzado.
Josh miró su reloj. Casi era la hora. Su polla tembló cuando pensó en la
noche por delante. No habrían niños, sin interrupciones. Sin tapujos a la hora de
dar y recibir placer sexual.
Aproximadamente a esta hora Nancy estaría obteniendo lo que la
anfitriona de Sólo miembros había descrito como "los trabajos". Depilación con
cera de cuerpo completo, un masaje para eliminar las tensiones que hubiera
acumulado durante su día de trabajo ... Consiguió al momento una erección
cuando imaginó cómo se vería, ataviada como su sumisa Valentine en ese corsé
rojo, con los tacones de aguja y no mucho más.
La suave tela de sus bóxers rozó contra su entrepierna desnuda.
Asombroso cómo el trabajo de la cera que había tenido durante su hora del
almuerzo magnificaba cada sensación en su polla y sus testículos. Se sentía
diferente, no tener un pelo en su cuerpo, excepto el que tenía en su cabeza. El
peluquero del club había intentado, sin éxito, hablar con él de que, además
insistiendo, una cabeza limpiamente afeitada era la última moda para un Dom.
Se había resistido, sin embargo, optando en su lugar por un corte altamente
elegante que le daba, imaginaba, una especie de aspecto militar y aún así no
sería destacable cuando tuviera que argumentar un caso en la corte.

TRADUCCIÓN EXCLUSIVA DEL CLUB DE LA ROSA


María SoLo
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No tener vello lo mantenía constantemente consciente de su cuerpo de


una manera que no le había sucedido antes. El roce de su ropa contra su piel
desnuda cuando caminaba lo mantenía en un constante estado de semi-
erección. Incluso la cabeza, aliviada de los mechones ondulados bastante largos
que había llevado desde la universidad, registraba cada pequeña brisa, sobre
todo en la limpiamente rapada parte posterior y los lados.
Apilando los papeles en su escritorio, Josh se preparó para irse.
En treinta minutos ya se había convertido en el Maestro Jay, El Dom
encapuchado en cuero negro y cadenas.
El Dom de Nancy.
A pesar de que había estado frío con la idea al principio, de repente,
apenas podía esperar.

***
Nancy nunca se había sentido tan sexy. Tan consciente de su propia
feminidad. El corsé de terciopelo escarlata ceñido en la cintura, mostrando los
pechos desnudos que se ofrecían para el placer de su amo. Los tacones de aguja
rojos y medias de red negras sostenidas con ligas unidas al corsé enmarcaban su
pálido coño, recién depilado. Su clítoris asomaba, hinchado por la anticipación
erótica, vulnerable a los embates de los dientes de su amo y de su lengua.
-El Maestro Jay te desea enmascarada - dijo la encargada del vestuario
que le había atado el corsé, levantando una capucha de satén escarlata - Dobla
la cabeza y te la coloco.
El tejido frío moldeó su cara, ocultandola, excepto por dos ranuras para
la nariz y un agujero que dejaba la boca libre. La luz entraba vagamente a través
del material, no bastaba para que ella pudiera ver, pero lo suficiente como para
arrojar un resplandor rosado y evitar que perdiera el equilibrio.
-Ya está. Es un ajuste perfecto. Su maestro también ordenó que la
amordazara. Abra la boca.
Un escalofrío de miedo se disparó a través de ella cuando entregó sus
poderes de expresión. ¿Jay habría ido demasiado lejos? Recordó lo que le había
contado esta mañana, cuando habían abandonado el trabajo.
-Tu palabra de seguridad es "oreja".

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María SoLo
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¿Cómo demonios iba a utilizar una palabra de seguridad con una


mordaza en la boca? No. Ella no entraría en pánico. No importaba. Ella
confiaría a Josh su vida. Ahora que lo pensaba, eso era básicamente lo que
estaba haciendo. Y disfrutaría cada minuto de ello.
La mordaza - una bola de mordaza el tacto contra su lengua y contra el
techo de su boca - se sentía sorprendentemente erótica, casi como si la estuviera
estirando para tomar su enorme polla rígida y mamarsela de la forma en que
ella no lo había hecho en años. La forma en que ella había querido hacerlo
anoche. La correa alrededor de su cabeza le aseguró la mordaza, y encontró la
presión de la misma contra su hueso occipital excitantemente extraña.
Privada de la vista y el habla, se concentró en los sonidos suaves, música
sensual - juncos e instrumentos de viento, con un fondo rítmico de
instrumentos de percusión apagados. La música la rodeó, inquietante y
provocadora - increíblemente erótica, aunque sutil, como si esperara estallar a
pedido de su amo.
Él la llevó, la transformó, la sacó de su mundo cotidiano y rutinario a un
lugar en la cabeza que ella encontró vagamente aterrador, enormemente
excitante, cargado de emoción sensual.
-Os llevaré a la mazmorra que su maestro ha tomado para la noche.
Otros te verán a medida que avanzamos por el pasillo, pero no después de que
estés a solas con él.
Nancy vaciló cuando la mujer la agarró del codo. Sus pechos estaban
desnudos. Los pezones hormiguearon. Imaginaba que se verían duros como
joyas, dos joyas rosadas. Su culo desnudo tenía la piel de gallina por el aire
fresco, recordándole que estaba desnuda debajo del corsé y encima de las
medias. Totalmente desnuda, despojada de la piel para el placer de su amo.
Ella quería esto, lo necesitaba, suplicó a Josh para unirse al club de BDSM
y que la trajera aquí.
Entonces ¿por qué cada pisada pesada que salpicaba el suelo
embaldosado con el fuerte ruido de los tacones de aguja hacían que quisiera
correr y esconderse? Ella mantuvo la cabeza alta, trató de no imaginarse a
desconocidos comiéndose con los ojos su húmedo coño desnudo.
Maggie hizo esto... sin duda lo hizo, aunque ella no había mencionado el
exhibicionismo que estaba presente en el club. Una puerta se abrió y cerró con
un sonido sólido. Al entrar sonó un aliento muy masculino lo que le dijo a
Nancy que ya no estaba sola con su asistente.

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Capítulo Cuatro
Su mujer.
Esta criatura deliciosa era su esposa.
Él la agarró de la cintura, que comprimida por los cordones podía
abarcar con las dos manos, la levantó, probó primero un pezón pintado y luego
el otro. Cuando la bajó, lo hizo lentamente, saboreando cada roce de su piel
increíblemente suave contra la suya. Si hubiera sabido que se sentiría tan
condenadamente bien se habría deshecho del vello de su cuerpo hace años. Y
del de ella.
-Vamos a llevarte a este columpio.
Disfrutó el silencio... el pequeño gemido de placer cuando él ahuecó su
montículo y ajustó el pequeño botón duro que era su clítoris.
Nunca había estado tan duro. Su polla parecía que estallaría.
Comprobando dos veces para asegurarse de que las correas la sostendrían, él la
aseguró boca abajo en el maldito columpio. Dios, se veía caliente, su culo
redondeado ardía por debajo del corsé apretado, su coño depilado enmarcado
por las ligas y esas medias hasta los muslos morenos. Apenas podía esperar
para comersela... follarla... comerle ese culo bonito con su polla dolorida.
-Dios mío, estás malditamente hermosa.
Él abrió sus piernas y se colocó entre ellas, asegurando sus tobillos y
muslos en el columpio, tal como mostraban las fotos que el amo del calabozo le
había proporcionado. Frotar su polla a lo largo de su coño hinchado fue puro
placer, contenerse de hundirse en su coño cremoso fue pura agonía.
Ella gimió detrás de la mordaza, como si quisiera más. Lo deseaba.
Nancy lo quería. Desesperadamente. Pero él no le dio su polla. En su
lugar, dio un paso atrás y trabajó algo que parecía casi como una polla en su
coño. Sus lentas vibraciones persistentes parecían mejorar los sonidos de la
música... la cadencia de su respiración, deliberadamente entrecortada.
Dios, Nancy quería correrse.
El aire frío en los labios de su coño debería haberla calmado, pero en vez
de eso le daba más calor. Ella percibió que su asistente había salido, y que Josh
la estaba mirando. Estaría viendo en que puta sumisa se había convertido, no
sólo a Nancy, la esposa y madre de sus hijos o incluso la mujer profesional
competente que era en la vida real. Su coño se apretó, sus jugos inundaron su

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hendidura. Una gota se deslizó por el muslo, deteniendose en la parte superior


de su media.
-¡Bienvenida a Sólo Miembros!
Su voz, suave, característica... seductora ahora, era inconfundible. Ella la
reconocería en cualquier parte.
Su aliento le hizo cosquillas en la parte posterior del cuello cuando se
inclinó y le pasó la lengua por ahí. Llevaba una máscara, también, ella lo dedujo
por su suavidad fría encima de la sombra de su barba en la mandíbula. El olor
característico del cuero nuevo llenó sus fosas nasales, invadía la capucha
abarcandolo todo. Sería negro, se imaginó, lo pensando en su mente en la
parafernalia con adornos de plata de un verdadero Dom.
-Tócame - dijo él con voz áspera, tomando una de sus manos y
atrayendola a su ingle. Él gimió cuando ella obedeció, curvando los dedos
alrededor de su eje totalmente excitado, dandose cuenta de inmediato que él
también se había depilado. Ella tocó su saco suave y satinado, lo ahuecó
amando sentir sus bolas pesadas desplazandose contra sus dedos. Su boca se
hizo agua, y ella quiso gritar para que él tomara la mordaza, dejandola probar
su caliente polla satinada.
-Te gusta esto, ¿no es así? Ser mi zorra del Día de San Valentín.
-Mmmff - Ella no podía aspirar así que chupaba la bola de mordaza,
pretendiendo... fingiendo que él estaba en su boca, en su coño.
Ella probó sus ataduras, las encontró tan fuertes como había imaginado.
Desamparada. Estaba indefensa a su capricho y a sabiendas de que eso todavía
estaba más desesperada por que él la llenara.
Por la forma en que arqueó la espalda, su respiración superficial rápida y
la lubricación que brotaba alrededor del vibrador en su coño y hacía relucir su
coño hinchado, Josh lo sabía.
A ella le encantaba.
Le encantaba saber que él la poseía de este modo.
El conocimiento le dio una sensación embriagadora.
Ella estaba más húmeda, más caliente de lo que nunca la había visto. Le
pellizcó el clítoris, la protuberancia dura como una roca silenciosamente
rogando por su atención. Los pliegues hinchados de su coño satinado
parecieron agarrarse a sus dedos cuando aumentó la velocidad de las
vibraciones en el coño.

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-Tus pechos necesitan un poco de atención, ¿verdad? - con la mano libre


los acarició, pellizcando y tirando de los tensos pezones -Vamos a probar estas
delicias - apretó primero un pezón, luego el otro, observando con satisfacción
cuando ella comenzó a retorcerse tanto como sus ataduras lo permitían.
-Tu bonito culo me está llamando - se inclinó y mordió una rosada
mejilla del culo - voy follarte ahí y te va a encantar.
Ella murmuró algo, probablemente una súplica, pero si era para
continuar o detenerse él no podría decirlo.
-Voy a poner un condón... lubricándolo... lubricandote… Dios, estás
apretada aquí.
El vibrador en el coño zumbó mientras insertó primero uno, luego dos
dedos lubricados en su culo, el sonido de succión acentuando el silencio cuando
los retiró.
-Voy a poner mi polla en ti ahora. Relájate y déjate disfrutarlo.
Nancy no tenía elección. La amplia cabeza de su polla presionó contra su
entrada posterior, lentamente. Deliberadamente. Él no paró hasta tomarla
completamente - más completamente de lo que nunca hubiera hecho antes. Era
todo sobre él estando al mando, más de la capucha y la mordaza, y las correas
que la sujetaban firmemente para su placer. El control marcado por el dolor que
empequeñecía el escozor en sus pezones cuando él los había pellizcado, dolor
de él forzándo su carne rígida en su ano.
-Fácil, cariño. Puedes tomarme aquí. Es como perder la virginidad de
nuevo.
No lo creía, aquello no había dolido así, no la había hecho sentirse como
si estuviera partiendose en dos.
Nunca se había sentido tan llena.
Así de aceptada.
Así de... dominada.
Ella estaba allí, abierta, vulnerable, tratando de relajar su esfínter anal
mientras el vibrador zumbaba en su coño.
Los músculos abdominales de él ondearon contra su espalda como si
estuviera luchando por el control.
-Te amo, nena. Te quiero. Vamos relájate y dejame entrar.
Él presionó hacia adelante y luego, la llenó.

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Dolió terriblemente, pero se sintió extrañamente erótico... El dolor dio


paso a una sensación de plenitud, de estar totalmente poseída. Se construyó con
cada una de sus lentas y profundas estocadas en su culo.
Con cada vibración, con cada uno de los tirones de sus dedos sobre sus
pezones y su clítoris hormigueante, la sensación se intensificó. Cuando estalló
en una oleada de sensación deliciosa, él se hundió en ella hasta sus bolas y se
dejó ir mientras liberaba las pinzas de los pezones, aumentando su placer con el
dolor breve y cegador.
Un buen rato después él se retiró de ella y sacó el vibrador.
Se inclinó y mordisqueó la mejilla de su culo izquierda más una caricia
que un castigo.
-Estoy desechando el condón ahora. ¿Sabías que anoche, cuando me uní
al club vi a dos Doms dar placer a una sub? ¿Te gustaría eso?
¡No! Aunque ella encontró la idea extrañamente excitante, así como
impactante.
- Piensa en ello. Tal vez la próxima vez probaremos la sala pública.
Ahora mismo estoy a punto de ponerte de pie contra la pared y follar tu coño
húmedo y caliente.
Él desabrochó, las correas que la sujetaban al columpio, pero su
liberación duró poco, ya que él la puso de pie, con la espalda contra una pared
acolchada, y la sujetó con algún tipo de dispositivo de metal alrededor de la
cintura y de los muslos. Colgó, suspendida sobre el suelo, con las piernas
abiertas.
-Esta vez te estoy dejando las manos libres.
Abrasada por el calor de su cuerpo cuando él se acercó, extendió la mano
para tocarlo.
El corazón latía en su pecho suave y musculado, acelerando su cadencia,
al parecer al compás de crescendo de la percusión que fluía por sus oídos. Los
pezones pequeños endurecidos como guijarros al instante cuando cepilló los
nudillos a través de ellos.
-Mmmf - si tan sólo hubiera retirado la mordaza, dejarla decir todo lo
que estaba pensando.
Él se colocó entre sus piernas, su pene, obviamente, erecto de nuevo
cuando deslizó su cabeza ancha y suave a lo largo de su húmeda, hendidura
hinchada. Estaba caliente. Húmeda.
-Todavía estás caliente, también.

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¡Dios! Por un instante pensó que él la tomaría por el culo de nuevo, la


perspectiva no era tan temible como lo había sido antes de que hubiera
experimentado el profundo placer de la entrega total, sirviendo a su amo cada
necesidad. No lo hizo, sin embargo.
En un impulso duro llenó su coño.
Piel sobre piel - su escroto limpiamente depilado descansando en su coño
húmedo, los testículos pesados moviendose deliciosamente contra ella mientras
bombeaba lentamente dentro y fuera.
Incapaz de moverse con él, ella apretó sus músculos internos,
ordeñándolo... amando la manera en que se hundió tan profundo, el empujón
de su pene cuando se retiró y empujó aún más profundo.
Cuando ella deslizó sus manos por el sudor resbaladizo que resbalaba
por su espalda y apretó los pechos al descubierto contra su pecho, él gimió. La
suavidad total era tan erótica, tan sensualmente excitante, esperaba que él
quisiera mantener a ambos de esa manera. Oh Dios. Ella necesitaba que él
tomara sus pechos, que se amamantara de ella.
Aparentemente, oyó su súplica silenciosa porque bajó la cabeza, tomó un
pezón dolorido en su boca. Ella ahuecó la parte posterior de su cabeza, se dio
cuenta de que era tan suave como su cuerpo. Ella encontró el punto dulce que
siempre lo volvía loco, lo acarició, tan diferente pero tan excitante para ella
como siempre - no, más aún, para este no era el Josh el de su vida cotidiana,
pero sí el Maestro Jay de sus fantasías más salvajes.
No podía aguantar más, debía tener la liberación que se construía con
cada embestida. El sonido de las bofetadas de sus bolas sobre el coño desnudo,
el deslizamiento de su polla a lo largo de su húmedo, coño hinchado, la
sensación de su piel desnuda acariciándole sobre su propio satén sobre los
músculos acerados ... ella nunca había llegado así antes.

Epílogo
Su Maestro.
Una vez que la había desenmascarado y que lo había visto, enmascarado
y usando chaparreras de cuero tradicionales y chaleco negro, Nancy no tuvo
dudas.

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María SoLo
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Este dominante Dom tenía leve parecido a su amado Josh, sin embargo,
ella lo amaba también.
Lo quería más.
Ella seguiría al Maestro Jay a cualquier lugar, incluso a la cámara
principal de tortura opulenta y decadente donde él había insinuado que podría
algún día compartirla con un compañero Dom.
De vuelta a casa a su mundo vainilla, Josh mantenía esa aura de mando
que había asumido en el club. Tal vez era su corte de pelo sin sentido, o el
timbre de su voz que conservaba un elemento de control. Incluso vestido con
un traje de tela a rayas grises y una camisa blanca - o haciendo el trabajo en el
jardín, con cortes molestos y nada más - transmitía la confianza absoluta que él
mostraba en sus fiestas de pijamas semanales en Sólo Miembros.
Ellos iban al club otra vez esta noche.
Nancy cerró los ojos y se imaginó a sí misma sobre sus rodillas de la
manera que había estado en su habitación la noche anterior después de que los
niños estuvieran dormidos, su rostro subiendo y bajando sobre su polla.
Amaba profundamente masturbarlo, acunando sus bolas satinadas en
sus manos, tragando la salada esencia, que salía de él cuando se corría. Le
encantaba sentir sus dedos a través de su cabello, ejerciendo su voluntad sobre
ella, con vigor pero exquisitamente suave.
En los meses transcurridos desde el Día de San Valentín habían hecho
varios nuevos amigos que compartían el estilo de vida que habían abrazado
plenamente.
Esta noche sería la noche.
Ella se pondría su capucha, el corsé, y sus tacones de aguja y dejaría que
su amo la guiara a la mazmorra principal de espejos y la asegurara en la
complicada cruz de San Andrés.
Y el Maestro Jay permitiría a otro maestro follar su culo mientras él
enterraba su polla en su coño.
Para su placer... la realización de una de sus fantasías más vívidas.
Su coño se apretó con anticipación.
Nancy se despojó de su ropa de trabajo y se metió en la ducha, haciendo
una pausa para frotar su mano sobre su coño recién depilado.
Atrapó el pequeño pendiente en su clítoris, que su amo había insistido
que usara como prueba de su esclavitud, con su dedo, y ella le dio un tirón.

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María SoLo
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Le encantó. Le encantaba el estilo de vida que había cambiado su vida


sexual de aburrida a alucinante. Su clítoris se hinchó y endurecio, con ganas de
jugar.
-Pronto - susurró ella, secandose con una toalla y levantando el collar de
oro macizo que no se atrevía a llevar para trabajar. La hebilla chasqueó al
cerrarse, y ella era su esclava nuevamente. Obligado por la voluntad de su amo
hasta que él decidiera terminar el juego por un tiempo y liberarla.
Ya fuera que llevara el collar o no, ella era su esclava. Siempre vinculada
por su amor por el Maestro Jay. Por Josh, el hombre que siempre sería el deseo
de su corazón. Por él, ella era su Valentine.

Fin...

Pero para ellos es sólo el principio...

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María SoLo
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PROXIMAMENTE
Members Only 03: RX for submission

Sólo Miembros 03: RX para la sumisión

Argumento:

El anestesista Tom Latimore está confundido. Él supone que no debería

sentirse atraído por una chica gótica con un piercing atravesándole la ceja y

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María SoLo
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Ann Jacobs – RX Corazones y Esposas

tatuajes en su trasero. Después de todo, él es un miembro respetado de la

comunidad médica de Dallas, y no puede imaginar a Selina encajando con las

mujeres de sus colegas en las fiestas navideñas del hospital del que es jefe de

residentes de anestesiología. Tom también es un Dominante sexual, y Selina

atrajo su atención como Domme en Sólo miembros, su mazmorra favorita.

Selina es una dicotomía para Tom.

Sin embargo, cuanto más la ve, más arde por ella. A él le gusta la

sensación de su lengua sobre su polla perforada, el sabor de su miel en su

lengua.

Además de todo eso, ella le hace reír y olvidarse de sus preocupaciones

cuando pasan el rato juntos lejos del trabajo.

Entonces, ¿qué puede hacer un hombre cuando encuentra a su mujer y

no es exactamente como había soñado, pero se encuentra deseando asumir esos

cambios?

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María SoLo

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