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Palabras del Presidente de Euzkadi

Jesus Maria Leizaola


en el vigesimo aniversario
del Centro Vasco de Caracas
Palabras del Presidente de Euzkadi Jesus Maria Leizaola en el vigesimo aniversario
del Centro Vasco de Caracas

Hace veinte años, cuando fue fundado el Centro Vasco de Caracas, nos encontrábamos !los
vascos, en la patria y fuera de ella, en todas las latitudes, frente a duras situaciones.
Salíamos de una guerra cruel en nuestro país, y otra, casi universal, alcanzaba a muchos de
nosotros, esparcidos por el mundo. Aquí y aillá, para hacer frente al incierto porvenir, se
crearon Centros Vascos
.
El de Caracas, verdadero modelo para todos, ha sido y sigue siendo la casa común de los
vascos, de la colectividad creada por las familias salidas de Europa en 1939-1940 y
acrecentada con la venida ulterior de parientes, amigos, asociados y nuevos emigrados, y
con el nacimiento de una posteridad numerosa de quienes en la capital de Venezuela se han
ido reuniendo. Ha congregado, además, y congrega a los vascos de las otras comarcas de
esta República americana cuando llegan o salen de ella o acuden a la gran ciudad que
regenta sus destinos.

Las funciones que mis compatriotas me encomendaron, bajo la presidencia de José A. de


Aguirre, hace veintiséis años, y las de sustituirle en su investidura últimamente recibida por
mí de ellos, me han hecho seguir los pasos de esta colectividad, y la del Centro Vasco de
Caracas, por tanto, desde antes de reanudarse en el siglo XX la corriente inmigratoria vasca
con rumbo a Venezuela, interrumpida a principios del siglo XIX. Desde antes de la fundación
del Centro.

Resumir aquí lo que han sido .para Euzkadi y para la colectividad vasca de Caracas los
veinte años transcurridos sería impropio de este lugar. Me faltaría el espacio exigido por un
esquema tan sintético como quisiera hacerlo.

Al presentarme en Caracas, en diciembre de 1960, oí de labios de las máximas autoridades


venezolanas encendidos elogios al referirse a nuestra colectividad. Referíanse a todos y
cada uno de los aspectos de la vida del país, los cuales van de la creación de riqueza —la
conquista del pan cotidiano a fuerza de trabajo— a las más altas exigencias de la vida social
—el respeto del hombre por el hombre—. En todo lo cual, además, es indispensable
conservar una actitud de celosa defensa de la libertad y los derechos de aquel pueblo al que
se ha ído a rehacer una vida de dignidad, después de habérselos sido arrebatados por la
violencia en los Jares patrios en días de inmensa tragedia.

La experiencia de los vascos en Venezuela en los años 1939-1962 ha sido un ejemplo en


muchos aspectos, en todos los aspectos debería decir. El primero a mencionar es, sin duda,
la parte tomada por el pueblo y las autoridades de Venezuela en el éxito logrado. Cuanto yo
pueda decir en elogio de éstas y de aquél será siempre insuficiente. Los Estados Unidos de
Venezuela y los venezolanos se han enfrentado en el agitado período del mundo enmarcado
por los dos años citados con innúmeros problemas de todo orden. No se ha vivido una era de
paz, de equilibrio, de ascensión social y económica, sino de luchas y de combates en el
mundo y de fuertes sacudidas dentro de las fronteras mismas. Las relaciones de los vascos
con el país y con los venezolanos fueron, sin embargo, permanentemente de cordialidad,
confianza, colaboración y servicios recíprocos; ninguna nube las enturbió aun en los días
más difíciles. Mi primer deber en este lugar es reconocer el mérito del resultado tan
excepcional en los ciudadanos y los Poderes Públicos de este país, al cual demandaron
acogida en los momentos de máxima desgracia nuestros emigrantes.

El segundo aspecto sería la corresipondencia por parte de los vascos venidos a estas tierra
americanas. He dicho ya sobre ello cómo se expresaron ante mí los más eminentes de los
venezolanos de hoy, quienes llevan las responsabilidades primeras en la marcha de los
asuntos públicos.

El tercero y último aspecto a señalar —y ello como testimonio especialísimo— por mi parte,
atañe a la parte que ha tomado y toma la colectividad vasca de Venezuela en la acción
reconquistadora de la libertad de nuestro pueblo.

La venida de los vascos en 1939-1940 se presentaba a los ojos de ellos como una aventura.
Mas no la emprendieron por amor a la vida aventurera. Un precedente famoso en la vida de
la cultura mundial podría ser mencionado en este punto. Tenga o no el valor de un hecho
histórico, o confinado en la categoría de leyenda, el viaje de Eneas, cantado por Virgilio,
debe ser citado aquí. El piadoso troyano, llevando consigo los dioses patrios, salió por el mar
hacia occidente en largo y azaroso viaje, y luego de tocar el África arribó a las costas latinas.
Salió porque su patria había sido destruida por el enemigo. Llegó, pobló, edificó. Y perpetuó
el nombre y la gloria de patria perdida.

Con esta misma religiosidad partieron hace veintitrés años ;los vascos ante cuyos ojos había
surgido otro "caballo de Troya", real y verdadero, lanzándoles al exilio. Se había repetido el
legendario suceso de la proto-historía greco-latina. Navegaron por el mar occidental y
tocaron también en África una gran parte de ellos, antes de arribar a las costas americanas.
En ellas, por fortuna, otros les habían precedido más de un siglo antes y les recibían llenos
de simpatía.

Los vascos de Venezuela merecen de nosotros, los vascos de Europa, mantenedores de la


cotidiana tarea de reconquista de la libertad, pongamos su nombre junto al del viejo
antecesor de los romanos. Sean las palabras del poeta latino las que les harán sentir nuestra
gratitud.

el 7 de septiembre de 1896 nació en Donostia el Lehendakari Zaharra, Jesús Mª de Leizaola.


Licenciado en Derecho, con la calificación de sobresaliente en la prueba final de conjunto,
fue funcionario por oposición del Ayuntamiento de Bilbao, secretario de la Diputación de
Gipuzkoa, diputado en las Cortes republicanas, creador de la Universidad Pública Vasca,
consejero de Justicia y Cultura, represaliado por pedir con un cartel ante Alfonso XIII una
Universidad para Euzkadi, lo que le supuso que le llevaran esposado y andando hasta
Amorebieta-Etxano.

Iniciada la Guerra Civil colaboró con la Junta de Defensa de Gipuzkoa hasta que a mediados
de setiembre de 1936 la capital cayó en manos de las tropas franquistas. Unos días más
tarde, el 7 de octubre fue nombrado por el Lehendakari Agirre consejero de Justicia y Cultura
del Gobierno vasco.

El periodista del Times, George Steer, lo describió así: “Bilbao estaba derrotada, pero el
hombre de rostro triste, de traje negro grueso, que la gobernaba, estaba decidido a que su
historia fuera diáfana hasta el final. En la Presidencia, al lado del teléfono, esperaba el
desenlace. Las líneas de su rostro reflejaban una calma total. Detecté, no por primera vez, en
su inmóvil simetría oval, una nobleza, una severidad propia de un carácter excepcional,
pocas veces observable en este mundo”.

Tras la caída de Bilbao y el traslado del Gobierno a Cataluña, Leizaola fue designado
responsable de la delegación del Gobierno Vasco en Francia y de su portavoz oficial "Euzko
Deya".

Concluida la II Guerra Mundial, durante la cual se vio obligado a permanecer en la zona


ocupada por los alemanes, y reconstituido el Gobierno de Euzkadi en el exilio, Leizaola fue
situado al frente de la delegación del Gobierno en Baiona y se le responsabilizó, entre otros
cometidos, de los servicios de información y de las relaciones con la resistencia en el interior
del País.

En 1948 fue nombrado vicepresidente del Gobierno de Euzkadi y responsable de su órgano


de prensa OPE (Oficina de Prensa de Euskadi). El 28 de marzo de 1960 juró en el
cementerio de San Juan de Luz ante el féretro de José Antonio Agirre como Lehendakari del
Gobierno de Euzkadi en el exilio.

Una vez aprobado el Estatuto de Autonomía de Gernika, el 15 de diciembre de 1979 regresó


definitivamente de un exilio de más de 40 años y delegó sus poderes en el Consejo General
Vasco.

Encabezó la candidatura del Partido Nacionalista Vasco por Bizkaia en las primeras
elecciones al Parlamento Vasco celebradas el mes de marzo de 1980. Unos meses más
tarde, no obstante, renunció a su escaño.

Falleció en Donostia el 16 de marzo de 1989, a los 92 años.

Compilacion, Edicion, y Publicacion


Xabier Iñaki Amezaga Iribarren

Editorial Xamezaga (Catalogo Obras (960)


La Memoria de los Vascos en Venezuela

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