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El Problema del Monoteísmo Hebraico. Un Método para su Análisis

Por: Cristhian A. Suárez

Shemá Israel es una de las principales y más sagradas plegarias de la religión judía.

Contemplada a partir de Deuteronomio 6:4, esta oración contiene uno de los fundamentos más

relevantes del judaísmo como lo es el monoteísmo: “Escucha Israel, Jehovah nuestro Dios,

Jehovah uno es”. No obstante, el Antiguo Testamento nos revela que el pueblo israelita en

diferentes periodos de su historia, tuvo una inclinación a los cultos idolátricos, a pesar de la

advertencia de una clase dirigente de tendencia monoteísta.

Si bien, la idolatría en Israel es claramente reprochada por sus profetas y hagiógrafos, no es

claro si el politeísmo que narra el texto veterotestamentario constituye una trasgresión de un

monoteísmo primitivo o, más bien, es un punto de partida de una construcción monoteísta

progresiva en la cultura y religión judía. Esta es solo una de las aristas de lo que llamamos el

problema del monoteísmo hebraico, que para su análisis requiere de un método; como lo resalta

Paul Tillich (1982), el principio de racionalidad metodológica implica que la teología como todo

conocimiento científico de la realidad siga un método, es decir, un instrumento que debe adecuarse

a su objeto (p. 86).

A continuación, vamos a caracterizar el problema del monoteísmo hebraico a partir de la

obra del destacado historiador y teólogo español Maximiliano García Cordero, para posteriormente

presentar dos formas de acercarnos al análisis de dicho problema, a partir de un método distinto:

El método diacrónico y el método de correlación.


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El Problema del Monoteísmo Hebraico Según Maximiliano García

Como lo subraya García (1970) el monoteismo hebraico constituye uno de los grandes

misterios de la historia de las religiones (p. 197). Si este pueblo tiene un origen nómada y una

cultura difícilmente auténtica frente a las antiguas civilizaciones politesístas que lo rodearon, es

necesario preguntarnos ¿Cómo los hebreos llegaron a la creencia de un Dios único? Y sobre todo

¿Cómo se convierten en una de las religiones monoteístas más antiguas?

De acuerdo a un esquema evolucionista, la escuela de Welhausen contempla cuatro estadios

en la historia religiosa de Israel, los cuales recoge García (1970):

1) La época patriarcal. Abraham siendo el primer patriarca emigró hacia la tierra de

Canaán, donde su vida religiosa como la de sus descendientes, se desarrolla en un ambiente

politeista de santuarios locales, y aunque tenia una relación con un Dios personal al cual obedecía,

esto no impedía reconocer otras divinidades como la de Elyon, venerada por Melkisedec, rey de

Salem (García, 1970, p. 198).

2) Israel en el desierto. En esta etapa el pueblo inicia a agruparse como comunidad

teocrática en torno a la divinidad de Yahveh, Moisés trata de vincular la divinidad del desierto a

la antigua creencia de los patriarcas, sin embargo, la religión de esta época es henoteísta, dado que

se reconoce la existencia de un Dios de la nueva comunidad, pero no se negaba la existencia de

otros dioses para otros pueblos (García, 1970, p. 199). “solo puede hablarse de monoteísmo en

sentido embrionario, todavía muy lejos de la formulación neta de los tiempos de los profetas”

(García, 1977, p. 163).


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3) La monarquía. A medida que se centraliza el poder político en Israel, crece un

sentimiento nacionalista que tiene implicaciones reigiosas, un orgullo nacional por el Dios Yahvé

que les ha permitio conquistar todo el territorio de los cananeos y les ha permitido incluso dominar

zonas de Transjordania, manifestando un poder superior a los dioses vecinos de Moab, de Ammón,

de Filistea, entre otros (García, 1970, p. 200).

Los profetas presentan a Yahvé no sólo como Dios de Israel, sino que le imprimen un

caracter universal con atributos similares a las divinidades cananeas, hasta que se formula según

García (1970) un “monoteísmo moral”, gestado a través de varias generaciones en medio de la

influencia politeísta cananea.

4) Exilio y Post Exilio. En el exilio surgen diversas corrrientes para reinterpretar el pasado

religioso de Israel, aquí los escribas tienen un papel preponderante en tratar de preservar la fe judia

en medio de un pueblo politeísta. La clase sacerdotal, ante la imposibilidad de la restauración

monárquica en el post exilio, le da un sentido liturgico a la comunidad religiosa. Esta etapa se va

a caracterizar por el “nomismo”, “el mito de la ley frente al espiritualismo ético de los tiempos

proféticos” (García, 1970, pp. 200-201).

Frente a este esquema evolucionista, es necesario preguntarnos por el significado que tuvo

para los hebreos el monoteísmo en cado uno de estos momentos históricos, y no simplemente

quedarnos con el análisis teológico de la unicidad de Dios a partir del texto veterotestamentario.

Como lo asegura Hasel (1991), la distinción entre lo que un texto significó y lo que un texto

significa está en el centro del problema más fundamental de la Teología del Antiguo Testamento,

porque “Qué significó” no es simplemente descubrir el significado del texto bíblico dentro de su
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propio contexto bíblico-canónico; es reconstrucción histórica hecha con los principios del método

Histórico-Crítico. Mientras que “Qué significa” es una interpretación teológica ( p. 30).

Ahora, nos aproximaremos a un análisis del problema del monotesismo hebraico desde la

orilla del “Qué significó” a partir de dos métodos teológicos disímiles entre sí: El método de

correlación y el método diacrónico.

El Método de Correlación

Para Tillich (1982) la teología usa el método de correlación, el cual “explica los contenidos

de la fe cristiana a través de la mutua interdependencia de las cuestiones existenciales y de las

respuestas teológicas” (p. 86). Al utilizar el método de correlación, la teología sistemática procede

de la siguiente manera: realiza un análisis de la situación humana del que surgen las cuestiones

existenciales, y demuestra luego que los símbolos utilizados en el mensaje cristianos son las

respuestas a tales cuestiones (p. 89).

Marc Donzé considera que hablar de correlación es sobre todo hablar de un proceso teológico

donde se ubican en relación recíproca (y no simétrica), el ser humano y Dios (Torres, 2011). La

correlación se fundamenta en la participación del ser alienado del hombre en el ser en sí, Dios.

Esta teología reposa sobre dos fundamenos ontológicos

Dios, presente en todo eso que es y existe, permite trascender los polos finito e infinito y

fundar la unidad de todo; el hombre, por esa falta que hay en él (alienación), es pregunta de

la cual Dios es repuesta (p. 249).

Cuando el término correlación se usa en teología, su significado puede tener tres aplicaciones

importantes: 1) Una correlación en el sentido de correspondencia entre los símbolos religiosos y


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lo que ellos simbolizan. 2) Una correlación en el sentido lógico entre los conceptos que designan

lo humano y los que designan lo divino. Y 3) Una correlación en el sentido fáctico entre la

preocupación última del hombre y aquello por lo que se preocupa últimamente (Tillich, p. 87).

Este tercer significado de correlación cualifica la relación divino-humana en el seno de la

experiencia religiosa.

Esta tercera acepción de correlación ha tenido la crítica de grandes teólogos como Karl Barth,

debido a que consideran un riesgo que cualquier clase de correlación divino-humana haga a Dios

parcialmente dependiente del hombre, sin embargo, Tillich (1982), considera que aunque Dios en

su naturaleza no depende del hombre, “en su auto manifestación al hombre depende de la manera

cómo el hombre recibe su manifestación” (p. 87) .

Un análisis del problema del monoteísmo hebraico a partir del método de correlación implica

considerar la situación humana y su relación respecto a Dios. Un ejemplo de ello estriba en el

“monoteísmo moral” que menciona García (1970), dado que esta concepción implica no sólo la

creencia en un Dios único, sino que éste además es justo, punitivo y misericordioso, lo cual, va a

ser determinante en la relación divino-humana: por un lado, Dios puede castigar la infidelidad de

su pueblo elegido, pero por otro, permanece fiel a las promesas dadas a sus padres.

El Método Diacrónico

El método diacrónico para la Teología del Antiguo Testamento está ligado a la investigación

de la Historia de la Tradición desarrollada en la década de 1930. Uno de sus grandes exponentes

fue el destacado teólogo alemán Gerhard von Rad, que en su Teología del Antiguo Testamento

busca “recontar” el kerygma o confesión del texto veterotestamentario a partir del método

diacrónico de la Historia de la Tradición (Hasel, 1991, pág. 71).


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Von Rad introduce su teología de las tradiciones haciendo un bosquejo de la historia del

Yahvismo y las instituciones sagradas de Israel tal como lo determina el método Histórico-Crítico,

sin embargo, asegura que, mientras este tipo de investigación histórica va en busca de un mínimo

asegurado por la crítica, la imagen kerygmática busca un máximo teológico que debe ser

reconocida por el teólogo, dado que Israel con sus testimonios tiene una profundidad de la

experiencia histórica, a la cual, la investigación histórica-crítica no puede llegar (Hasel, 1991, pág.

72).

De esta forma, el autor alemán introduce la fe del pueblo de Israel como nueva categoría en

el estudio del Antiguo Testamento, esta fe se vive en la historia y hace parte de un cuadro

confeisonal-kerigmático que es más relevante que el núcleo histórico que le dio origen o la

experiencia original a partir de la cual se desarrolló la tradición. Por esta razón, el teólogo no debe

preocuparse tanto por el mundo religioso y cultural de Israel, ni su constitución espiritual o mundo

de fe, sino que debe centrarse en todo aquello de lo que el mismo Israel expresó de su Dios, el

testimonio del pueblo sobre la dinámica de la relación con Yahveh.

Para Von Rad (1993) el problema del monotesísmo en el antiguo Israel está en relación con

el primer mandamiento, dado que dicha creencia fue un conocimiento que el pueblo no hubiera

podido adquirir, sin la extensa disciplina del primer precepto (p. 270). Si bien, para este autor

existen suficientes testimonios a favor de un monoteísmo práctico y teórico en la historia de Israel,

tiene una visión totalmente distinta a la de Maximiliano García:

El monoteísmo en cuanto tal, no fue jamás un asunto al que Israel dedicó un interés

particular; nunca fue su patrón y medida como lo había sido el primer mandamiento. Se trata,
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pues, de un proceso cognoscitivo, del que Israel no tuvo plena conciencia (Von Rad, 1993,

p. 271).

Conclusión

Para el análisis del problema del monoteísmo hebraico, nos resulta más útil el método de

correlación expuesto por Paul Tillich, dado que nos permite contemplar las implicaciones del

monoteísmo en la historia de Israel en la relación divino-humana como lo vimos. A su vez, este

método es preciso ser aplicado en nuestro contexto eclesial unicitario (IPUC), ya que la concepción

del Dios único que tenemos, no puede reducirse a una abstracción sino que debe afectar nuestra

vida cristiana.

Referencias

García, M. (1970). Teología de la Biblia I: Antiguo Testamento. Biblioteca de Autores Cristianos.

García, M. (1977). La Biblia y el Legado del Antiguo Oriente. Biblioteca de Autores Cristianos.

Hasel, G. F. (1991). Teología del Antiguo Testamento. 4a Edición. Compañía Editorial William

B. Eermans.

Tillich, P. (1982). Teología Sistemática I. La Razón y la Revelación el Ser y Dios. 3a Edición.

Ediciones Sigueme.

Torres, J. M. (2011). El método de correlación en la teología práctica: fundamentos, objetivos,

intereses y límites. Theologica Xaveriana. Vol. 61 No.171, 241-262.

Von Rad, G. (1993). Teología del Antiguo Testamento I. 7a Edición. Ediciones Sigueme.

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