Está en la página 1de 9

Martínez Vasconcelos Diana Guadalupe, Grupo: 1101

Cristina de Pizán: la mujer, entre escritura, decisión y edad media

A lo largo de la historia, las mujeres siempre han estado ocultas por el velo de

grandes hombres, de héroes y de villanos; atadas de manos, ojos y boca ante la

visibilidad masculina; reservadas a una esfera privada y silenciada. Por ello, este

trabajo se interesa por las mujeres en la Edad Media, en específico por la vida de

Cristina de Pizán, escritora italiana-francesa que aportó grandes ideas feministas y

revolucionarias para su época.

Para comenzar, es importante mencionar el contexto en que Cristina de Pizán se

desarrolló, por lo que se tratarán la edad media, la construcción de la imagen de la

mujer y la influencia del cristianismo; así como su vida, obra e ideología. Por lo

cual, este trabajo tratará de responder a las preguntas: ¿Cuál es la vida y obra de

Cristina de Pizán? ¿Cuál es el aporte y alcance de su obra a la sociedad del

medievo tardío? Y ¿de qué forma el contexto influyo en sus observaciones?

La edad media

El periodo medieval surge tras la caída del imperio romano de occidente a

mediados del siglo V, con una duración aproximada de cinco siglos, donde había

problemas económicos, políticos hasta aproximadamente en 1450 con e

Renacimiento. En los primeros años de 1000, hay una explosión demográfica que

ofreció urbanización, concentrando la riqueza, el crecimiento de escuelas y cultura

intelectual (Van Doren, 2006). Sin embargo, los esfuerzos por dominar los clásicos

romanos y griegos, se les atribuyen a figuras masculinas como Anselmo de Bec y


Canterbury, Pedro Abelardo, Thierry de Chartres, Guillermo de Conches, entre

muchos otros.

El papel de cristianismo en la constitución de la imagen de la mujer medieval

Otro de los aspectos importantes para la sociedad del medievo fue la religión.

Lindberg (2002) menciona que el cristianismo paso de ser una secta judía del

Imperio romano, a ser la principal religión del siglo III y luego parte de las políticas

del Estado a finales del siglo IV. Además, la educación moral y religiosa era

predominante a través de charlas donde las niñas escuchaban y memorizaban

proverbios, quienes “aprendían a leer, lo hacían con los Libros de Horas o con

manuales de habilidades básicas (lectura, escritura y algo de aritmética) basados

en contenido también religioso” (Sala, 2015, p.47).

Corleto (2006), clasifica dos tipos de conceptualización de la mujer, la primera es

una imagen teórica determinada por la imagen proveniente de la biblia y los

eclesiásticos, y se podría resumir en la perfección de la virgen María contra la

impureza de Eva. Ya lo menciona Escudero (2004), la influencia que tenía ciertas

imágenes en la construcción de la mujer:

Desde la expulsión del Paraíso provocada por Eva, la historia de las

mujeres de Salomón, el relato de Sansón y Dalia, hasta la actitud paulina

frente a los deberes de la buena esposa y de sus obligaciones

matrimoniales son muchos y diversos los comentarios que insisten en la

naturaleza perniciosa de las mujeres. (p. 277)


La segunda imagen es la de la vida real de la mujer en el medievo, donde se

encuentra la Dama, quien “llevaba una vida bastante aburrida, era el objeto de

poemas románticos de adoración […] gozaba una relativa libertad” (p.659) y

podría tener algunos derechos que gozaban los hombres. Era aristócrata, tenía

que defender el feudo por medio de su administración, sus procedimientos legales,

el mandado de servidores y era vista como grandiosa. En ocasiones podría ir a la

guerra y se les llamaba “Damas Cruzadas” (en paralelo a los “Caballeros

Cruzados”), se puede reconocer a Juana de Arco como un ejemplo (Corleto,

2006).

La mujer trabajadora y campesina tenían dos tipos de actividades, según Corleto

(2006), las referentes al cuidado de la familia e hijos; y las que tenían que hacer

para subsistir que estaban relacionadas con las labores de la pareja. Po ultimo

estaban las monjas, quienes se recluían en monasterios o conventos, donde se

educaba a niños, y eran activamente adiestradas en el arte, el latín, la cultura, etc.

Vida y obra de Cristina de Pizón

Cristina de Pizán nació en 1364, su padre y su abuelo eran “consejeros

asalariados” del Rey Carlos V (quien tenía cualidades intelectuales y gran interés

por cuestiones científicas); creció en un lugar acogedor en la residencia de Saint

Paul (en Francia), con una aptitud para aprender y ser autodidacta que su padre

animo desde niña. Se caso con Etienne de Castel a los 15 años, con quien tuvo 3

hijos, y con quien comportaría el carácter intelectual y 10 años de matrimonio que

destruiría la muerte prematura de él; que inspirarían no sólo sus poemas sino su

necesidad de sobrevivir como madre soltera (Sala, 2015).


De acuerdo con Rubio (2019), la primera motivación de Cristina para escribir fue

económica, necesitaba sustentar a su familia, esto la convirtió en la primera

escritora profesional de Francia (con 30 libros, ensayos y volúmenes de poesía)

“entre los que destaquen Le libre des Epistres sur le Roman de la Rose (1401-

1402), Le Livre des Trois Vertus (1405) o Le Ditié de Jeanne de Arco (1429)” (p.

6).

Ejemplo de sus ideales se observan en la obra La Ciudad de las Damas (1405),

considerado por Rubio (2019) como el primer renacimiento, pero por las fechas

concuerda con la Edad Media; donde Cristina menciona que al leer el libro

Lamentaciones de Mathéole (donde tratan a las mujeres de mentirosas u

orgullosas), inspirada cuenta la historia de un sueño donde platica con tres damas

(la razón, la rectitud y la justicia), quienes le ayudan a construir la ciudad donde se

aceptaría a las mujeres sin los defectos de los que muchos hombres las

acusaban.

Como bien se puede ver, las mujeres a las que hacía referencia Cristina eran las

Damas, aquellas con capacidades intelectuales, virtuosas, que superaran la

corporalidad y lograran la castidad, pues consideraba que a la mujer se le había

exigido ser “madre” antes que intelectual, y si lo hombres podían hacer “castidad”,

las mujeres igual lo conseguirían con estas tres damas con quienes dialoga a lo

largo de los tres tomos que dura la obra. Pero esto, aunque en los parámetros

modernos suene a exclusión, para su época, apuntaba a argumentos

renacentistas, muy por encima de lo que se creía “normal” para su época i.


Como se puede ver, Cristina tuvo influencia de su padre, podría leer y escribir y

podría considerarse perteneciente a una clase media-alta, es decir, podría verse

como una “dama”, con posibilidades dentro de las limitaciones de su sexo.

El contexto en el que Cristina de Pizán emprende su carrera como escritora, para

1389, Francia se agitaba con miseria, vagabundos, bandidos, secuela de la guerra

y la peste (Sala, 2015). Esto es importante, porque el papel de la mujer en la

época es invisible en los libros de texto, pues las mujeres apenas si podían

escribir (solo las nobles y las monjas podían hacerlo), y en este punto, es Cristina

quien tiene excepciones: 1) era mujer, 2) era viuda (que por su edad podría ser

obligada a volverse a casar, pero no lo hizo); 3) vivió de la escritura.

Entre escritura, decisión y edad media

Siguiendo a Sala (2015), la fuerza de la obra de Pizán es el tomar a su favor el

discurso de los hombres que desfavorecen a las mujeres sobre sí mismos, lo que

rescata es la defensa de sus derechos ante la mirada masculina subversiva.

[…] Pizán provoca una profunda reproblematización del fenómeno de la

misoginia a partir de una serie de “técnicas de sí” que van desde la castidad

y el autoexamen, la correspondencia y la lectura hasta la introspección y la

escritura […] logra ofrecer un modelo de vida que permite controlar los

impulsos ciegos de la carne y neutralizar los efectos perniciosos del

matrimonio, que logra dar forma discursiva a la existencia de cada cual.

(Escudero, año, p. 285)


Si se mira su ideología desde una posición moderna, no se puede ver más que

contradicción con los feminismos actuales; no obstante, hay que analizarlo desde

su momento, por lo que hablar de “castidad” en un contexto donde la mujer tenía

que ser o monja o madre, que no tenía un intermedio (como lo era, además, su

propia vida), es realmente contemporáneo.

Además, para su época, conseguir trabajar de la escritura era casi un lujo y gran

mérito que ha sido oculto, se sentía orgullosa de ser mujer y su identidad, aunque

criticaba su vivencia en sociedad. Fue un honor para ella participar en un debate

publico sobre un libro El romance de la Rosa (conocidos mejor como la Querella

de la Rosa), donde defendía a las de su sexo, apuntaba al sentido común y

tachaba de ridículo el que a la mujer se le condenara por lo que habían hecho

(Sala, 2015).

Habría que recordar que “Las Querellas”, según García (2020), eran una serie de

debates y respuestas a textos con argumentos de por qué una mujer era inferior

frente a los hombres, que se comienza en Francia en el siglo XIV y se alarga en

Europa hasta el XVII.

En conclusión, se puede observar que la participación de las mujeres en el periodo

medieval era en su mayoría invisibilizada por pensamientos como los expuestos

en las Querellas o los que impulsaron a Cristina de Pizán a responder con su obra

La ciudad de las damas.

Por su parte, las ideas que inspiraron el pensamiento e ideología de Cristina

contienen su contexto opresor a la libertad de expresión de todo ser humano, y a


decisión sobre el cuerpo (en cuestiones de la sexualidad) y sobre la decisión de

dedicarse a aquello que uno sabe hacer mejor o quiere ser en la vida; ideas que

estaban muy fuera de su época, ya que 1) la sociedad estamental de la edad

media designaba el lugar social y profesión u oficio que una persona tendría por el

resto de su vida; 2) la mujer solo podía ser o esposa (ya fuera noble, campesina,

trabajadora) o monja; si salía de estos parámetros no era contemplada en la

sociedad (como en el caso de las prostitutas); y 3) al tratarse de abogar por la

decisión, la libertad y dar luz a las mujeres en el debate publico en el que participo,

ella representa una base para la idea feminista que después se desarrollaría en el

renacimiento, o en sociedades más contemporáneas.

Cristina solo es una muestra de que las mujeres participaron —por más mínimo

que pudieran haber hecho— en una época como la Edad Media (que, de igual

manera, no sólo ha sido desprestigiada, sino que se le ha concebido

erróneamente); y que se les han ocultado por figuras que la historia y el

patriarcado consideran más significativas.


REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Corleto, R. W. (2006). La mujer en la edad media. Teología: revista de la Facultad


de Teología de la Pontificia Universidad Católica Argentina. 91(1). 655-670.
En: https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=2189751

Escudero, J. A. (2004). Cristina de Pizán y la sinrazón de la misoginia. Diálogos


Filosóficos. (59). 275-294. En: https://generales.uprrp.edu/humanidades/wp-
content/uploads/sites/5/2018/09/CristinadePiznylasinrazndelamisoginia.pdf

García B., B. (2020). La imagen de la mujer en la Edad Media a través de los


sermones de san Vicente Ferrer. La predicación castellana de los años
1411-1412. [Tesis de grado en Historia, Universidad de Valladolid Facultad
de Filosofía y Letras]. Uva. En: https://uvadoc.uva.es/handle/10324/45584

Lindberg, D. (2002). Los inicios de la ciencia occidental. La tradición científica


europea en el contexto filosófico, religioso e institucional (desde el 600
a.C. hasta 1450). España: Paidós. 235-271.

Rubio B., R. (2019). Una mirada a la «La ciutat de les dames» de Cristina de
Pizán. Revista per a pensar. 5(2). 5-7. En:
http://www.infofilosofia.info/revista-prova/index.php/FA/article/view/
242/308

Sala V., A. (2015). Cristina de Pizán, una innovadora en el mundo medieval. [Tesis
doctoral en Historia de la Educación y Educación Comparada, Universidad
Nacional de Educación a Distancia]. UNAD. 229. En: http://e-
spacio.uned.es/fez/view/tesisuned:Educacion-Asala

Van Doren, C. (2006). La revitalización de saber en Occidente. En:  Breve


historia del saber. La cultura al alcance de todos. España: Planeta. 147-
161.

Notas
i
Para más información, se encuentra el articulo Cristina de Pizán y la sinrazón de la
misoginia de Escudero (2004).

También podría gustarte