Está en la página 1de 18

Octubre Mes de Tradiciones

OCTUBRE, MES DE TRADICIONES

No hay país en el mundo que tenga tantas tradiciones juntas en un mes, como las
tenemos en el mes de octubre en el Perú.

Octubre, mes de tradiciones en el Perú, trae muchos recuerdos a mi mente. Este mes
se caracteriza por ser el mes del Señor de los Milagros, mes de toros, mes de los
turrones, de la mazamorra morada, de la canción criolla y también de los terremotos.
Esto último se debe a que, casualmente, han ocurrido algunos terremotos en el mes de
Octubre y por ser este mes muy significativo para los peruanos, el temor popular
empezó a relacionarlo como mes de terremotos. Recuerdo que en el terremoto de
Octubre del 74, me encontraba durmiendo cuando empezó el terremoto. En ese
entonces vivía en una quinta donde al fondo teníamos un cuarto mis 3 hermanos y yo.
El movimiento telúrico despertó a uno de mis hermanos y a mí haciéndonos correr
hacia la puerta, desde donde podíamor ver como los demás vecinos y mis padres
estaban en medio del patio de la quinta llorando muy asustados. “Salgan del cuarto”
nos gritaban... pero mi hermano y yo no nos movíamos de la puerta... y no era porque
estábamos petrificados de miedo, sino porque estábamos tan sólo en calzoncillos. La
Procesión del Señor de los Milagros es una tradición y creencia religiosa peruana de
más de 300 años. La imagen del Cristo de Pachacamilla es sacada en andas y la
procesión recorre las calles de Lima durante varios días en el mes de octubre, siendo
cientos de miles los que acompañan al Cristo Moreno, habiéndose convertido en una
de las manifestaciones religiosas más grandes del mundo.

Octubre es conocido también como el "Mes Morado" ya que, especialmente en la


ciudad de Lima, calles, casas y muchos lugares públicos son adornados con banderas
y pancartas de dicho color. Muchas personas se visten con hábitos de color morado
también, otros llevan una corbata o una cinta morada acompañada de un detente en el
pecho y las camisetas del Alianza Lima, uno de los equipos más populares del Perú,
se tiñen de morado durante todo el mes de octubre. Una vela de color morado es
prendida en muchas casas en señal de homenaje a nuestro Cristo Moreno o Cristo de
Pachacamilla.

Desde que tuve uso de razón hasta que me mudé de barrio pude apreciar la imagen
del Señor desde muy cerca, ya que el primer barrio popular que el Señor visitaba en su
recorrido anual era los Barrios Altos, en Lima, lugar donde nací. Si muy bien el Señor
no entraba a mi calle, al menos pasaba por la esquina y echando una mirada de reojo
hacia mi barrio me decía: “ya te vi... deja de hacer diabluras”. La Plaza de Acho de
Lima se viste de gala a fines de octubre ya que se da inicio a la feria taurina más
importante de Sudamérica, donde toreros de diversas nacionalidades se disputan el
Escapulario de Oro del Señor de los Milagros. Entre orejas y rabos es el público el que
decide, con pañuelo blanco al aire, quien es el que ofreció la mejor faena en las tardes
taurinas, haciéndolo ganador de tan disputado Escapulario.

No es que sea un taurófilo, pero de niño me alegraba mucho cuando llegaba la


temporada de toros. Es que mi antiguo barrio está ubicado a una distancia no muy
lejana de la Plaza de Acho y como casi nadie tenía carro en mi antiguo barrio,
entonces la calle se llenaba con los carros de los que asistían a las corridas de toros.
Recuerdo muy bien que a todo aquel que tenía carro le decía “Mister”, con tal de que
me permitiera que le cuide el carro... esa fue la primera palabra en inglés que aprendí.
¡Cómo olvidar el sabor de los turrones de Doña Pepa!... Exquisito manjar que fue
inventado por Doña Josefa Marmanillo, una mujer que vivía en un fundo algodonero en
el Valle de Cañete y a quien todos, cariñosamente, la llamaban con el sobrenombre de
“Doña Pepa”. Ella era una esclava que fue libertada por sufrir de una parálisis a los
brazos y manos, pero que debido a su fe en el Cristo Morado se sanó mientras le
imploraba por ayuda. En agradecimiento al Señor, elaboró un dulce muy delicioso al
que todos en el Perú conocemos como el “Turrón de Doña Pepa”.

Un personaje de mi infancia viene a mi memoria: “El Moqueguano” o “Moque”, como


también lo llamábamos en los Barrios Altos. Moque recorría los colegios de los Barrios
Altos vendiendo alfajores, y también turrones cuando llegaba octubre. Moque cargaba
sus alfajores en una caja de madera con asa que él mismo construyó y allí estaba a la
salida del colegio, vendiendo o cobrando a los que le fiaba. Su clásica adivinanza era
lo que atraía mucho a los escolares. Nunca pude acertar la cantidad de monedas que
cogía en su mano y que uno tenía que adivinar para ganarse un alfajor gratis. Pienso
que el Moqueguano es una tradición olvidada ya que no se le ha hecho justicia en
nombrarlo en las tradiciones limeñas, como se ha nombrado al vendedor de
Revolución Caliente o al Molientero. En uno de mis viajes a Perú y visitando mi antiguo
barrio, pude volver a ver otra vez a Moque con su caminar rápido dirigiéndose, como
siempre, a algún colegio a esperar la salida de los escolares. La mazamorra morada
es un postre infaltable en toda mesa limeña durante el mes de octubre. ¿Qué peruano
no habrá comido alguna vez un combinado de arroz con leche y mazamorra morada
en “los agachados”?... Creo que eso forma parte de las tradiciones limeñas y de una
Lima antigua y mazamorrera que cada vez se va modernizando más.

La historia de Lima conserva el nombre de una de sus más célebres mazamorreras:


“Ña Aguedita”. Manuel Atanasio Fuentes, en 1866, contó que Ña Aguedita era una de
las tres fresqueras que, antaño, vendía en el Portal de Escribanos, en la Plaza de
Armas de Lima, y que era célebre por sus frescos, mazamorra y champús. Por la
mañana, Ña Aguedita vendía frescos, y por la noche vendía mazamorra morada y
champús de agrio y de leche. Durante las noches, era difícil conseguir un asiento en
las bancas donde se sentaban los comensales que buscaban los sabrosos dulces de
Ña Aguedita. Esas bancas recibían a lo más notable de la población de Lima y a
parejas de enamorados y matrimonios que a base de esos deliciosos dulces
conquistaban el paladar, y el corazón, del ser amado.
“Quiero, vida, que comprendas / que nuestro cariño / es tan puro como el alma / de
inocente niño; / que yo soy sólo de ti, / que tú eres para mí / la vida, la luz y el amor”...
Qué hermoso vals peruano de Erasmo Díaz, interpretado por el Zambo Cavero,
“Sincera Confesión”. Por ser octubre el mes de la canción criolla, me gusta recordar y
escribirle a mi Lima criolla y jaranera, especialmente al barrio donde nací y viví muchos
años. Los Barrios Altos de Lima, barrio antiguo, pilar del criollismo y uno de los más
tradicionales de Lima, era famoso por sus peñas y jaranas criollas. En los Barrios Altos
no faltaba una voz melodiosa que, al son de alguna guitarra y un cajón, entonara los
valses de Felipe Pinglo, Chabuca Granda, Félix Pasache, Mario Cavagnaro o Augusto
Polo Campos. Los viernes y sábados eran netamente criollos en Los Barrios Altos,
aunque cuando se trataba de entonar un vals peruano, cualquier día de la semana era
igualmente bueno. Esos valses que hacen cantar y bailar a los árboles y las bancas de
la Plaza de Barranco y que los fines de semana despierta a nuestra Chabuca,
llevándola a bailar desde la Alameda hasta su Puente de los Suspiros. Valses que
llenaban el restaurante Rosita Ríos en el Rímac, la Peña Felipe Pinglo en el Cercado
de Lima, La Valentina en la Victoria o los Callejones de las calles Suspiro, Las
Carrozas, Mercedarias y Cinco Esquinas en los Barrios Altos; lugares que eran los
sitios predilectos de todo buen criollo, quien después de unos tragos y escuchar unas
canciones se volvía hasta músico agarrando un par de cucharas y siguiendo el ritmo
de las guitarras y el cajón entonar a voz llena “Alma, Corazón y Vida”, “Anita”, “Cuando
llora mi guitarra”, “El Huerto de mi Amada”, “El Plebeyo”, “Idolo”, “Mechita”, “Mi Perú”,
“Nuestro Secreto”, “Todos Vuelven” o esa especie de himno que tenemos los peruanos
que se llama “La Flor de la Canela”. Valses de antaño, que se idolatran como si fuese
devoción a la procesión del Señor de los Milagros y que hacen bailar al Señor con la
Virgen en su anda, ante los “¡Olé!” de una Plaza de Acho rebozante de un público
ávido de toros y escapularios. Valses que llevan el aroma de los picarones y los
anticuchos de los puestos ambulantes de las noches en el Rímac, La Victoria o los
Barrios Altos y que hacen que San Martín de Porres se quiera escapar de la iglesia
para zapatear una jarana con Santa Rosa de Lima. Valses que llegan al alma y que
tienen el gusto de la mazamorra morada y el salero de la gente morena de La Victoria
y el Rímac, haciendo bailar al hombre como si fuese un “Caballero de Fina Estampa”...
llevándolo después a un “Rompe y Raja” con su pareja... refrescando el ambiente
como si fuese una “Brisa del Titicaca”... despertando la gracia y belleza de la mujer
limeña que hace que el hombre porfíe por ganar, como buen “Don Porfirio”...
terminando luego cantándolos a voz llena en el “Sachún”. Valses que nos hacen
cantar... y una lágrima soltar, cuando se escuchan a la distancia, ya que nos hacen
recordar lo grande y maravilloso que es nuestro Perú y sus tradiciones.
Día de la canción criolla

DÍA DE LA CANCIÓN CRIOLLA

Cada año Perú lleva a cabo una alegre y contagiosa celebración y exaltación de la cultura popular autóctona
conmemorando el 31 de octubre el Día de la Canción Criolla.

En este día, grupos musicales, cantantes y músicos, autores y compositores se reúnen para recordar e
interpretar para deleite de todos creaciones musicales criollas.

Celebremos todos pues éste y todos los 31 de octubre, y por qué no todo el año, el Día de la Canción Criolla en
Perú y todo el mundo.

Nos cuentan que:

... nuestra alegre fiesta de música peruana se celebra todos los 31 de Octubre con nuestra infaltable guitarra y al
compás de un buen Cajón se suman también otros instrumentos, todos cantamos y bailamos en peñas, locales y
en nuestras propias casas, se hace honor a las composiciones que desde hace siglos acompañan la existencia
de todos los peruanos y en donde se expresan nuestros sentimientos en canciones como Alma, corazón y vida,
Odiame, Cariño malo, Cuando llora mi guitarra, La flor de la canela, Puente de los suspiros, Cariño Bonito,
Nuestro Secreto, Yo la quería patita, Regresa, Nube gris, El plebeyo, Callejón de un sólo caño, Y se llama Perú,
José Antonio, Todos vuelven, Toromata, El alcatraz, El rosario de mi madre, Viva el Perú y sereno, La
concheperla, Sacachispas, Mi Perú, Fina estampa, Limeña, ..... la lista es interminable!!!!, se canta y se baila
hasta el amanecer, por eso !!este 31!!!!Qué viva La Canción Criolla!!!

La pregunta sería... ¿Què hacen los limeños el día de la canción criolla?Primero fijo el lugar es una peña
,lugar especializado en música criolla hay muchas y muy buenas en Lima, ahí se arma la jarana, un par de
cuerdas un cajón o varios, son los encargados de marcar el paso como yo le digo son el corazoncito de la música
aunque a veces se acelera y eso ya es para bailar duro.
Si no te gusta las peñas otro lugar son las fiesta de barrio ahí solo basta el vecino gordito q toca la guitarra con
el sobrino que toca cajón y la arman las famosas reu de callejón

Para comer hay Picarones, anticuchos, carapulcra, aji de gallina acompañada de chicha morada (juguito dulce
de maíz morado) y inka kola Y por supuesto EL PISQUITO peruano campeón nacional en todas las
variedades y modalidades.

De hecho que eso acaba hasta las 6 de la mañana del día siguiente 8 si estas en peñas y eso que si estas en
fiestas de barrio te quedas hasta la hora de almuerzo con un desayuno obligado de caldo de gallina.

De hecho el 31 de octubre en Perú es de rompe y raja!! Nada que hacer!

El Día de la Canción Criolla

Antes de entrar al tema del día de la Canción Criolla, debemos interpretar primero el
significado del término ‘criollo’, para de esa manera tener una mejor comprensión del
asunto. La palabra criollo nace cargada de prejuicios. Es adoptada del portugués
‘crioulo’ que significaba ‘esclavo que nace en casa de su señor’ o ‘negro nacido en las
colonias’. Después pasó a significar ‘blanco nacido en las colonias’ y posteriormente
se llamaba así a los descendientes de españoles nacidos en América que alentaban
sentimientos de nacionalidad propia y se extendió a los mestizos, zambos y mulatos.

Es con los criollos que nace el sentimiento de patria, pues por la lejanía les eran
extrañas las cosas de España y sintieron apego por su tierra y por las costumbres
desarrolladas en ella, de allí las iniciativas separatistas que culminaron con la
independencia de nuestros países. En consecuencia, el ‘criollismo’ en el Perú es una
derivación del término original, que involucra usos y costumbres, comida, música,
cantos y bailes de origen principalmente costeño y limeño en especial.
Según Sebastián Salazar Bondy, ilustre escritor, en nuestro país el criollismo es aún
más. Es también ‘viveza criolla’, una cierta mezcla de falta de escrúpulos y de cinismo,
es el político que cambia de bando según le convenga, el bodeguero que engaña al
pesar mercadería con su balanza, el alumno que copia, en fin, según este concepto
todo el que obtiene algo que está prohibido o que utiliza argucias y a veces hasta la
vía ilícita para obtener lo que quiere. Según este concepto de ‘viveza criolla’, los ‘vivos’
merecen ser perdonados por su picardía y los otros, los que proceden de acuerdo a su
conciencia y a las normas, son unos tontos.

Por supuesto esto es un gran error, como lo demuestran las consecuencias de esa
conducta. Más bien, el criollismo debe ser sinónimo de bonhomía fraterna, confiada
entrega, ayuda sin condiciones y lealtad a toda prueba, como se expresa en ese
término popular cuando llamamos ‘hermano’ a personas con las que no tenemos un
vínculo familiar o parentesco, pero les brindamos nuestra amistad. Dentro de este
contexto, en lo que se refiere a la música, la marinera, la polka, el festejo y por sobre
todo el vals peruano, componen el cuadro definitivo de la música criolla en el Perú.
Algunos dicen que el vals criollo se deriva del vals vienés y que su corte pícaro, se
debe al temperamento de nuestra clase popular que lo acogió y lo trasladó de los
salones que frecuentaba la alta sociedad, al callejón y a los patios de piso de tierra
apisonada y desigual que obligaba a bailarlo picadito y con pasitos cortos. Otros
intentan hallar las raíces del vals peruano en el mestizaje popular, como una genuina
creación del pueblo que nada tiene que ver con el vals vienés, sino más bien con la
conjunción de la jota aragonesa, la mazurca, la habanera y el tanguillo que son los que
le dan ese sabor tan especial.

Sea de una u otra forma, la historia nos dice que es realmente a principios del siglo XX
que empiezan a aparecer los pioneros de la canción criolla. Esta etapa hasta el año
1920, se denominó la ‘guardia vieja’ al conjunto de personas vinculadas a la música
criolla y de ella heredamos valses muy hermosos como ‘Luis Pardo’, Ídolo’, ‘China
hereje’ y ‘La palizada’, entre otros. 

Mención aparte merece Doña Rosa Mercedes Ayarza de Morales, auténtica pionera
de nuestra música peruana. Entre 1920 y 1940, se desarrolla una etapa de gran
importancia con el aporte de Felipe Pinglo, Pedro Espinel, Alcides Carreño y otros
grandes músicos y compositores, que hicieron que en esos años se difundiera y
alcanzara su perfecta definición. Pinglo nos dejó un extenso y hermoso repertorio, con
composiciones como El plebeyo, Mendicidad, El huerto de mi amada, Bouquet, La
oración del labriego, Claro de Luna y tantas otras que han marcado nuestra identidad
peruana. 

Después de 1940, aparece una multitud de compositores que se elevan como los más
altos representantes del cancionero criollo, motivados por la obra extraordinaria de
Felipe Pinglo. 

Así debemos mencionar a Laureano Martínez, Pablo Casas, Manuel Covarrubias,


Nicolás Wetzel, Serafina Quinteras, Amparo Baluarte, Filomeno Ormeño, Lucho de la
Cuba, Felipe Coronel Rueda, Eduardo Márquez Talledo y muchos más que
contribuyeron al desarrollo de nuestra música popular.

De la década del 50 en adelante, se destacan grandes compositores como Mario


Cavagnaro, Augusto Polo Campos, César Miró, Manuel  Acosta Ojeda, Luis Abelardo
Núñez, Juan Mosto, Félix Pasache, Pedro Pacheco y José Escajadillo. Entre las
mujeres destacan Leonor García, Alicia Maguiña y principalmente Chabuca Granda,
una mujer muy culta y particularmente enamorada de todo lo limeño, su tradición,
paisajes y personajes. Chabuca Granda compone La Flor de la Canela, vals que en
1954 se hace popular en la interpretación del famoso trío Los Chamas.
Luego siguieron una serie de composiciones de gran calidad, que junto con su autora
se internacionalizaron, llevando nuestra música hasta lejanas tierras. Este es sólo un
recuento  a vuelo de pájaro de nuestra música y sobre nuestro vals criollo en
particular, que nos permite llegar a la creación del ‘Día de la Canción Criolla’. 

Fue el Dr. Manuel Prado Ugarteche, Presidente de la República del Perú, quien el 18
de octubre de 1944 por Resolución Suprema declaró el 31 de octubre como Día de La
Canción Criolla, con el objetivo de tener un día dedicado a la exaltación de ‘los aires
costeños’. 

Debemos destacar que esto se logró por la iniciativa de Juan Manuel Carrera,
prestigioso profesional gráfico que trabajaba en el diario El Comercio y en ese
entonces era presidente del centro musical Carlos A. Saco. Se escogió el 31 de
octubre por ser quincena y tener un feriado al día siguiente, para poder descansar de
las celebraciones de la noche y luego el 1° de noviembre día de Todos los Santos,
realizar una romería de recuerdo ante la tumba de los compositores fallecidos.

E n la actualidad, nuestra música criolla y especialmente el vals, viene luchando por


resurgir después de haber sido dejado de lado debido a la invasión de la música
extranjera juvenil y por la falta de difusión y apoyo de las autoridades y de las
instituciones pertinentes. 

Felizmente que merced a iniciativas


privadas, así como por el sentir
popular, nuestra música criolla se
mantiene viva y se constituye en parte
esencial de la identidad nacional.
Debemos finalmente hacer una
invocación para que este ejemplo se
transmita a todas las instituciones
educativas, sociales y culturales y a los
medios de comunicación, para llevar
nuestra música peruana al sitial que se
merece.

¿CUANDO SE INSTAURA "EL DIA DE


LA CANCION CRIOLLA"?
La idea de incluir el "Día de la canción criolla" en el calendario histórico popular nació durante el
gobierno de Manuel Prado y Ugarteche, en la conflictiva década de los cuarenta. La iniciativa fue de
Juán Manuel Carrera y contó con el apoyo del diputado por Lima Luis Felipe Andrade.

En un principio se pensó en el 18 de octubre como el día central del criollismo, pero ya que esa fecha
coincidía con la ancestral salida de la Procesión del Señor de los Milagros y, por añadidura, la mayoría
de los cantantes criollos profesaba una profunda religiosidad hacia el Cristo Morado, se optó por
trasladar la celebración al último día del mismo mes.
Cuentan que el presidente Prado, en afán de figuración y populismo, promulgó la ley en el mismo
balcón del Centro Musical "Carlos Saco" -bastión del criollismo y muy popular en aquella época-
despertando agrios comentarios de sus opositores. Sin embargo,esas críticas fueron atenuadas por la
alegría y el orgullo de tener un día especial, señalado con tinta roja, no en el almanaque de papel sino en
la mente y los corazones de los cultores y amantes de la música criolla.

En la retina de muchos seguidores del criollismo aún siguen latentes las imágenes de la primera verbena
realizada el 31 de octubre de 1944 en la plazuela "Buenos Aires", donde se dio rienda suelta a toda la
alegría y fervor de celebrar, por primera vez en la historia, el onomástico de la canción criolla.

PREGONES LIMA
A las seis es la lechera / y a las siete la tisanera, catay, / a las ocho el bizcocho, chumay, / a
las nueve el sanguito, compay. / A las diez los jazmines, sí; / muchachita, ¿no hueles ya? / a
las once la chicha, catay, / a las doce el sereno, chumay, / ¡Ave María Purísima! / ¡Viva el
Perú y Sereno!"... versos con los que Alicia
Maguiña evoca a los pregones en su vals "Viva el Perú y Sereno".

Los pregones son los gritos, cantos o frases que vociferan los vendedores en la calle
anunciando su mercadería. Pero, antiguamente, no sólo los vendedores eran pregoneros sino
que, según Don Ricardo
Palma, a partir de las diez de la noche el sereno anunciaba la hora cada sesenta minutos
hasta que amanecía y la lechera anunciaba, con su pregón, que ya eran las seis de la
mañana...

                            Leche purita


                                         leche sabrosa
                                         de la barrosa
                                         de la vaquita
                                         ¡jazmín y rosa!

                                         Leche purita
                                         de chocolate
                                         bate que bate
                                         pura espumitas.

                                         Bien especita
                                         leche cocida
                                         en la medida
                                         bien colmadita
                                         ¡Leche purita!

Don Ricardo Palma, nuestro ilustre tradicionista, fue quien nos relató los pregones en forma
más detallada, hora por hora, en su obra "Tradiciones Peruanas". Habían algunos vendedores
que coincidian a la misma hora, lo cual también fue relatado por el tradicionista.

En la actualidad, de los pregoneros de antes sólo quedan la tamalera, el humitero y el


vendedor de revolución caliente manteniendo la tradición de antaño. Aunque es muy raro ver
a estos tradicionales vendedores ofrecer sus productos con la gracia que solían hacerlo años
antes.

En uno de mis viajes al Perú, después de una diversión "sana" que tuve un día sábado y que
me hizo llegar a las seis de la mañana a descansar a la casa de mis padres. Acababa de
entregarme a los brazos de Morfeo cuando escucho un grito fuerte que decía: "Tamales, ricos
tamales para el desayuno... compre los ricos tamales". Eran recién las ocho de la mañana del
día domingo y el grito aquel de la morena que ofrecía sus tamales me despertó. Parece que la
morena aquella no había leído las Tradiciones Peruanas de Don Ricardo Palma, donde
nuestro tradicionista contaba que la tamalera pasa a las diez de la mañana. Es que realmente
ya no es como era antes porque hasta el bello canto, que solía tener, ha sido cambiado por
uno simple.

Como ya me habían despertado, me dirigí a la cocina a tomar desayuno con mis padres y
hermanos que suelen llegar a tomar desayuno a la casa de mis padres los días domingo. Mi
madre estaba un poco molesta
porque me habían despertado, pero le dije que no se preocupe que más bien ese pregón me
hacía recordar los tiempos en que vivíamos en los Barrios Altos, donde pudimos gozar de
algunos de los verdaderos pregoneros que todavía existían.

El humitero solía dar un espectáculo de canto y baile cuando ofrecía sus humitas. Los
humiteros llegaban en grupo de por lo menos cinco personas, entre músicos y bailarines.
Unos tocaban el cajón y las tumbas, cantando al mismo tiempo, y otros eran los bailarines que
hasta vestimenta apropiada tenían. Recuerdo que cuando ellos solían llegar a mi antiguo
barrio, toda la gente salía de sus casas para disfrutar del bello espectáculo que ofrecían los
humiteros. Luego de sus bailes y cantos procedían a ofrecer sus humitas a la gente que se
había acercado a verlos, que normalmente era numerosa porque los humiteros ofrecían un
espectáculo digno de cualquier teatro. Todavía se les puede ver por los Barrios Altos, el
Rímac y, rara vez, en
otros distritos.
                            " Revolución caliente,
                                         música para los dientes,
                                         azúcar, clavo y canela
                                         para rechinar las muelas...
                                         Revolución... "

Aquel es el estribillo que suele cantar el vendedor de revolución caliente en las noches
limeñas, pero que está casi desaparecido ya que, aparte de los Barrios Altos, es muy raro
verlo en otros distritos en la actualidad. La "Revolución Caliente" es una especie de galleta
pequeña, en cubos, bien tostada y crepitante que los vendedores ambulantes, en su mayoría
de raza negra, la ofrecían pregonando.
Muchos años atrás, era común ver por las noches a un personaje que agitando su lámpara en
una mano y cargando un costal con "Revolución Caliente" a la espalda, recorría las calles de
Lima. Don Ricardo
Palma menciona que a las cinco de la tarde solía chillar el vendedor de karamanduca.

Según el "Glosario de Peruanismos" del Padre Rubén Vargas Ugarte, publicado en 1953,
"Caramanduca" es el nombre verdadero de esa galleta, popularmente conocida como
"Revolución Caliente". Nuestro
tradicionista la llamó "Karamanduca" y, casualmente, "Karamanduca" fue el seudónimo con el
que se conoció a Alejandro Ayarza por ser un tipo pequeño y gordito que causaba "revolución
caliente" en las
noches limeñas. Y es que aparte de cantor y gran bailarín, era también mujeriego y bebedor...
alguien que vivió para jaranear. "Karamanduca" era amigo y compañero de armas de Augusto
Paz y José Ezeta con quienes integraba la famosa "Palizada", grupo de niños bien que se
portaban mal, que ha dejado muchas páginas escritas en el criollismo limeño, y también
muchas travesuras.

Los Pregones de Lima que llamaron tanto la atención de nuestros padres, abuelos y
antepasados, fueron desapareciendo con el correr de los años y la modernidad. Al menos,
nos quedan las pinturas de Pancho
Fierro que nos lo recuerdan, así como también los gratos relatos, de esa bella tradición
limeña, que nos dejaron tanto Don Ricardo Palma, José Gálvez, Manuel Atanasio Fuentes,
Carlos Prince, como otros
escritores y compositores que amaron al Perú y su tradición. 

El Aguatero

Agüita fresca traigo del río,


para que tomen todos los días.
¡aguateroooooo!
***
¡Agua, agüita para las damas bonitas!.
***
Soy el aguatero;
reparto el agua
que al gran río
voy a buscar.
Es agua dulce
para lavarse,
preparar mate
y amasar.

Aguatero
  

La Lavandera

Voy caminando al río


para lavar su ropita,
verá linda señora
cómo queda blanquita.

Escobero

¡Escobas y plumeros
con plumitas de avestruz!
Limpia la casita Lavandera
con aire de libertad.   

El Lechero

Leche recién ordeñada,


leche espumosa para usted,
mi linda moza.
***
Soy el lechero,
mucho madrugo
y vengo a todos
a despertar.
Traigo abundante
y rica leche
para que puedan
desayunar.

Lechero
  
Pastelera

¡Pasteles calentitos
hoy no podían faltar
pa' los mozos y mocitas
que han venido a festejar!

Mazamorrera

Mazamorra dorada
para la niña mimada,
mazamorra caliente
para la abuela sin diente.
Pastelera
  
El Sereno Vendedora de Empanadas

Soy el sereno, Empanadas bien sabrosas


siempre vigilo para las buenas mozas.
todas las calles Empanadas bien calientes
de la ciudad. para todos los valientes.
Todo lo veo, ***
anuncio el tiempo Yo soy la negra,
y doy la hora, tengo empanadas
siempre actual. que a ustedes
*** han de agradar.
¡Las 12 han dado y sereno! A esta morena
y la noche está tranquila. nadie la iguala
Camino con mi farol en el oficio
por la ciudad dormida. de cocinar.

El Aguatero

Agüita fresca traigo del río,


para que tomen todos los días.
¡aguateroooooo!
***
¡Agua, agüita para las damas bonitas!.
***
Soy el aguatero;
reparto el agua
que al gran río
voy a buscar.
Es agua dulce
para lavarse,
preparar mate Aguatero

y amasar.   
La Lavandera

Voy caminando al río


para lavar su ropita,
verá linda señora
cómo queda blanquita.

Escobero

¡Escobas y plumeros
con plumitas de avestruz!
Limpia la casita Lavandera
con aire de libertad.   

El Lechero

Leche recién ordeñada,


leche espumosa para usted,
mi linda moza.
***
Soy el lechero,
mucho madrugo
y vengo a todos
a despertar.
Traigo abundante
y rica leche
para que puedan
desayunar.

Lechero
  

Pastelera

¡Pasteles calentitos
hoy no podían faltar
pa' los mozos y mocitas
que han venido a festejar!

Mazamorrera

Mazamorra dorada
para la niña mimada,
mazamorra caliente
para la abuela sin diente.
Pastelera
  
El Sereno Vendedora de Empanadas

Soy el sereno, Empanadas bien sabrosas


siempre vigilo para las buenas mozas.
todas las calles Empanadas bien calientes
de la ciudad. para todos los valientes.
Todo lo veo, ***
anuncio el tiempo Yo soy la negra,
y doy la hora, tengo empanadas
siempre actual. que a ustedes
*** han de agradar.
¡Las 12 han dado y sereno! A esta morena
y la noche está tranquila. nadie la iguala
Camino con mi farol en el oficio
por la ciudad dormida. de cocinar.

Grabado de la Ciudad de los Reyes


del Cronista Guamán Poma de
Ayala.
"Lima, audiencia real y corte,
cabeza mayor de todo el reino de las
indias, donde reside su majestad y
su visorrey y de la Santa Madre
iglesia, arzobispo su inquisidor, su
señoría de la Santa Cruzada y los
reverendos comisarios y prelados"
 

LA TISANERA

La vendedora de tisanas ofrecía una bebida con pequeños


trozos de cáscaras de piña o de limón. La tisanera ocupaba la
segunda escala de los vendedores de refrescos.

La tisanera se ubicaba en plazas, plazoletas, mercados y


lugares públicos, al lado de una enorme olla de barro metida en
una canasta de caña entretejida.

Habían tisaneras ambulantes con la olla encanastada en la


cabeza y otras jaladas por un borrico; y se anunciaban con su
pregón:

"¡¡la tisanera se va!....tiisaaana con nieve!!"

LA CHAMPUCERA

La champucera se estacionaba en las puertas de las tiendas, solares y callejones, con


todos los enseres propios de su oficio, como el bracero, la olla, las cucharas de palo y
el farolito colgado con una vela de sebo encendida.

En las noches de invierno se expendía el champuz de agrio y un niño a pedido del


dueño entonaba esta estrofa:

"Champuz caliente,
vamos con el café limeño muchacha;
el que se come medio, se come un real,
para el colegial:
venid, venid, que ya está:
El cuartillo por delante
y la taza por detrás"
 

LA LECHERA

Cabalgando en un viejo caballo trotón y llevando a su derecha e izquierda los


porongos de lata, la lechera recorría los caseríos en las primeras horas de la mañana,
trayendo su producto a Lima desde las haciendas algo distantes, y gritando con voz
atiplada :
"¡¡la lechera !!..¡¡la lechera!!"
 

EL AGUADOR

Antiguamente el pueblo de Lima dependía del


aguador, para conseguir este líquido de
primera necesidad.

Los aguadores iban a pie o en burro. Los


primeros cargaban una pipa pequeña al
hombro y los segundos, dos pipas en los
lomos del animal.

El sonido de una campanilla anunciaba a las


criadas que había agua disponible, quienes  
respondían: EL AGUADOR
Recorría las calles expendiendo agua a pie o
"¡¡aguador, écheme usted un montado en su burro.

viaje!!".

EL MERCACHIFLE

El mercachifle era un comerciante de menor cuantía, quien salía por las calles con sus
atadillos al hombro y gritando:

"¡¡Coca a medio y cuartillo la vara...Damasco para manteles y


servilletas...Bramante para sábanas..!!"
 

Antes, los pregoneros nos daban hasta la hora. De ellos solamente tenemos recuerdos
nostálgicos de su labor. Pertenecen a una Lima que se fue, llevándose sus voces bien
timbradas, por calles arriba y calles abajo, y sin retorno.

De las "Tradiciones Peruanas", del ilustre escritor Ricardo Palma, tomamos lo que eran los
pregones en Lima:

"A las seis de la mañana pasaba la lechera.


A las siete en punto la tisanera y la chichera de terranova.
A las ocho, ni un minuto más, ni un minuto menos, el bizcochero y
la vendedora de leche-vinagre, que gritaba: ¡ A la cuajadita!.
A las nueve, hora de Canónigos, la vendedora de Zanguito de ñanjú y
choncholíes.
A las diez la tamalera.
A las once pasaban la melonera y la mulata de convento vendiendo
Ranfañote, cocada, bocado de Rey, Chancaquitas de cancha y de maní
y frejoles colados.
A las doce aparecían el frutero de canasta llena y el proveedor de empanaditas de picadillo.
La una era indefectiblemente señalada por el vendedor de ante con ante, arrocera y el
alfajorero.
A las dos de la tarde, la picaronera, el humitero, y el de la rica causa de Trujillo.
A las tres el melcochero, la turronero y el anticuchero.
A las cuatro gritaban la picantera y el de la piñita de nuez.
A las cinco chillaban el jazminero, el de las karamanducas y el vendedor de
flores de trapo que gritaba: "¡ jardín, jardín , muchacha..¿no hueles?"
A las seis canturreaban el raicero y el galletero.
A las siete pregonaban el caramelero, la mazamorrera y la champucera.
A las ocho, el heladero y el barquillero.
Aún a las nueve de la noche, junto con el toque de cubrefuego, el animero o el
sacristán que de la parroquia salía con capa colorada y farolito en la mano
pidiendo para las ánimas benditas del purgatorio o para la cena de Nuestro
Amo.
Este prójimo era el terror de los niños rebeldes para acostarse, después de esa
hora, era el sereno del barrio quien reemplazaba a los relojes ambulantes,
cantando entre piteo y piteo: " ¡Ave María Purísima! ¡ las diez han dado !
¡viva el Perú y sereno!". Que eso sí, para los serenos de Lima por mucho
que el tiempo estuviese nublado o lluvioso, la consigna era declararlo ¡sereno!.
Y de sesenta en sesenta minutos se repetía el cántico hasta el amanecer...en que
pasaba voceando de nuevo la lechera".

A Lima no sólo se le aprecia por su historia, sus calles, sus plazas y la calidez de su gente,
sino también por sus platos típicos y bebidas exóticas que degustaban los limeños y
foráneos, encantados con tan exquisitos manjares como los siguientes: el ajiaco -guiso
criollo a base de ají-, el bizcocho "chancayano", los buñuelos, el champuz de agrio
-especie de dulce parecido a una mazamorra-, la chicha de garbanzos -bebida espirituosa
elaborada con garbanzos-, la chicha terranova, las humitas -pasta dulce hecha de harina de
maíz aderezada con pasas-, la pachamanca -manera criolla de cocer los alimentos dentro de
un pozo abierto en la tierra y tapado con piedras calientes- y los picantes -elaborados con
carne, pescado, charque y papas. Pero los aficionados gustaban más del cebiche, vendido por
las picanteras, que anunciaban sus viandas:
"¡¡la picantera...ajiaco, charque, cebiche!!...¡¡motecito pelado!!"

También podría gustarte