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Ponencia de la Magistrada Doctora MARJORIE CALDERÓN GUERRERO

En el juicio que por cobro de acreencias laborales sigue el ciudadano VÍCTOR


ALFONSO LAYA URIBE, titular de la cédula de identidad N° V-9.684.848, representado
judicialmente por los abogados Greidy Vanessa Quintana Márquez, Ana Cecilia López Gil
de Rosales, Manuel Laya, Alfonso Laya Uribe, Luis Rosales Medrano y Luis Daniel
Rosales López; y, la ciudadana PATRICIA ADRIANA MOSCARITOLO GRASSANO,
titular de la cédula de identidad N° V-12.338.253, representada judicialmente por los
abogados Greidy Vanessa Quintana Márquez, Manuel Laya, Alfonso Laya Uribe, Luis
Rosales Medrano y Luis Daniel Rosales López, contra las sociedades mercantiles GRUPO
GAIGA 777, C.A., OFICINA TÉCNICA SANTA ELENA, REPRESENTACIONES
JJ FERNÁNDEZ, INVERSIONES OSVAFER, CONSTRUCTORA OSDAVA,
CONSTRUCTORA VENESOL y CONSTRUCTORA JM, C.A., representadas
judicialmente por los abogados Santos Cardozo, Yusmarly Urbina, Greysi Valencia, Santos
Cardozo Morales, Mailin Hidalgo y Elizabeth Zerpa; el Juzgado Superior Segundo del
Trabajo de la Circunscripción Judicial del estado Aragua, en sentencia publicada el 27 de
noviembre de 2017, declaró parcialmente con lugar la apelación de la parte actora, sin lugar
la demanda interpuesta por la ciudadana PATRICIA ADRIANA MOSCARITOLO
GRASSANO y parcialmente con lugar la demanda interpuesta por el ciudadano VÍCTOR
ALFONSO LAYA URIBE, modificando el fallo dictado por el Juzgado Tercero de Primera
Instancia de Juicio del Trabajo de la misma Circunscripción Judicial, que en fecha 9 de
octubre de 2017, declaró sin lugar la demanda.

Contra esa decisión, por escrito presentado oportunamente la parte demandada


anunció recurso de casación. Hubo contestación por parte del ciudadano Víctor Alfonso
Laya Uribe.

El 15 de febrero de 2018 se dio cuenta en Sala y correspondió la ponencia a la


Magistrada Marjorie Calderón Guerrero.

Se fijó la realización de la audiencia oral, pública y contradictoria para el día


diecinueve (19) de junio de 2018, a las once y treinta minutos de la mañana (11:30 a.m.),
todo en sujeción a lo regulado por el artículo 173 de la Ley Orgánica Procesal del Trabajo.
Cumplidos los trámites de sustanciación, se realizó la audiencia oral y pública con
presencia de las partes y siendo la oportunidad para decidir, lo hace la Sala bajo la ponencia
de la Magistrada quien con tal carácter la suscribe, previas las siguientes consideraciones:

RECURSO DE CASACIÓN

-I-

De conformidad con lo establecido en el numeral 2° del artículo 168 de la Ley


Orgánica Procesal del Trabajo, denuncia el formalizante que la sentencia recurrida incurrió
en falta de aplicación del artículo 2 de la Ley Orgánica Procesal del Trabajo por no actuar
en apego al principio de realidad de los hechos sobre las formas o apariencias.

En tal sentido, sostiene que la decisión es contraria al aludido principio, a las


máximas de experiencia e incluso a la lógica, pues no se entiende cómo es posible que
quien trabaja de forma subordinada, dependiente y exclusiva para un empleador, sobreviva
durante casi un año sin percibir salario y sin realizar reclamo alguno.

A tal efecto, cita la sentencia N° 1303 de esta Sala de Casación Social de 25 de


octubre de 2004, que señala lo siguiente:

(…) el principio constitucional de la realidad de los hechos sobre las formas o


apariencias, no puede limitar su utilidad solo a aquellas situaciones donde lo
oculto es la relación de trabajo, sino que puede ser un instrumento eficaz para
otras, donde lo aparente son precisamente las notas de laboralidad…

Considera que en el presente caso es innegable la posible y necesaria aplicación de


este principio, pues permite desvirtuar elementos o rasgos importantes que caracterizan y
distinguen la relación laboral y de haber sido aplicado por la recurrida, necesariamente
hubiese declarado sin lugar la demanda, al no encajar los hechos alegados con el test de
laboralidad y la experiencia.

La Sala observa:

La falta de aplicación de una norma se verifica cuando el sentenciador niega la


aplicación de una disposición legal que está vigente, a una determinada relación jurídica
que está bajo su alcance. (Sentencia N° 1993 de fecha 4 de diciembre de 2008,
caso: Clemente Pastrán  contra Coca Cola Femsa de Venezuela, S.A.).

El artículo 2 de la Ley Orgánica Procesal del Trabajo dispone lo siguiente:

Artículo 2. El juez orientará su actuación en los principios de uniformidad,


brevedad, oralidad, publicidad, gratuidad, celeridad, inmediatez, concentración,
prioridad de la realidad de los hechos y equidad.

La recurrida resolvió lo siguiente:

En lo que se refiere al demandante VICTOR LAYA: En el escrito de


contestación (riela al folio 270 pieza 2/6), la demandada indico: Cito (…)
Niego, de manera expresa que la labor profesional del demandante VICTOR
ALFONSO LAYA URIBE para con mi representada sea por cuenta ajena y
dependiente en vista que la relación sostenida entre las partes estuvo enmarcada
en una convención verbal, donde el actor tenía plena libertad para implementar
todos sus conocimientos como ingeniero electricista, lo que conforma una
relación profesional entre el referido ciudadano y mi representada.(…)

(…)

Es así como en el ámbito del Derecho del Trabajo, las normas jurídicas son de
estricto orden público y por tanto, no pueden ser relajadas en virtud del
principio de la autonomía de la voluntad de las partes, pues se desvirtuaría su
finalidad protectora. Una de esas normas es la contenida en el artículo 65 de la
Ley Orgánica del Trabajo, referida a la presunción de laboralidad en toda
relación que se da entre quien presta un servicio personal y quien lo reciba, en
virtud de la cual, constatada la prestación de un servicio personal, corresponde a
la parte que niega el carácter laboral de la misma demostrar que las condiciones
de hecho en las que se desarrollaba dicha prestación excluyen la posibilidad de
que sea calificada como una relación de trabajo, lo que en el presente asunto no
fue demostrado, por cuanto se desprende además de lo ya citado por esta
juzgadora, que de la declaración de los testigos que quedaron contestes, los
cuales bajo la valoración de la sana critica, aportaron hechos importantes que
determinan, la subordinación, la dependencia, el horario de trabajo sometido a
las necesidades del servicio, por cuanto el actor Víctor Laya, supervisaba el
cumplimiento de las tareas encomendadas, tal y como quedó demostrado con
las deposiciones realizadas.

De allí, la propia demandada demostró los pagos que con regularidad le


cancelaba al actor como contraprestación del servicio prestado, sin aportar las
razones de la variación del monto de ese pago, que coinciden con lo alegado
por el actor de haber recibido esas cantidades en su libelo, por lo que esta
Alzada la asume como tal y demostrativa de pago por una relación de tipo
laboral. Al establecerse el tiempo de trabajo desde el 02 de enero del 2012 hasta
el 07 de enero del 2013 y las condiciones del mismo, resultó demostrado que si
bien no se desprende la existencia de un horario de trabajo fijo, se evidencia la
supervisión, control y dirección por la empresa demandada sobre la forma en
que realizaba sus actividades la demandante mientras permanecía en las
instalaciones de la empresa demandada. No se evidencia de actas que el actor
tuviera a su cargo los riesgos de la labor para la cual fue contratado, o que
asumiera los beneficios y las pérdidas del negocio, se observa igualmente que el
servicio era prestado de manera regular, así mismo considera esta juzgadora que
no desvirtúan la forma especialísima en que se prestó el servicio, la existencia
de la relación de trabajo, ya que esta fue de manera exclusiva para las
demandadas, ya que no quedó demostrado en autos que el accionante durante la
prestación del servicio a la demandada lo efectuara para otras empresas
similares.

Es por lo que en opinión de esta Juzgadora la parte demandada, No cumplió con


su carga de la prueba, de demostrar la existencia de un vínculo de carácter
profesional entre su mandante y la parte actora, por cuanto el legajo probatorio
presentados no aportan elementos suficientes para demostrar lo por ella alegado
(relación honorarios profesionales). Solo se limitó la demandada a promover
unas pruebas de informes, de las cuales ni siquiera estuvo en la audiencia
prevista para su evacuación, de las cuales solo se aportó la existencia de obras y
los pagos realizados, por la prestación del servicio, no se evidencia a los autos,
que presentara otros elementos que permitieran a esta juzgadora inferir en que
no se trata de una relación de carácter laboral, y que el actor, estaba a
disposición de la demandada bajo la subordinación de este, y sometido a sus
órdenes, que no quedo demostrado que las herramientas de trabajo eran
suministradas por el actora. Aunado al hecho que no existen elementos en las
actas procesales del presente expediente que permitan presumir la existencia de
una relación de naturaleza distinta a la alegada por el actor. Por otra parte, a
pesar de insistir en que es una relación por honorarios profesionales, pero no se
evidencia la existencia de una oferta de servicios donde el profesional experto
como anteriormente se indicó haya ofrecido los mismos, ni tampoco de un
contrato de servicio donde el presunto profesional y el cliente hayan pactado las
condiciones para la prestación del servicio, ya que el denominado convenio
verbal, no puede equipararse a las condiciones de un contrato de servicio como
lo prevé el legislador, de la cual la parte demandada solo ha indicado que era la
modalidad pero no explicó cómo se pactó y de qué forma se hizo.

Se concluye así en este aspecto en particular, luego del estudio y revisión, que
conforme a lo preceptuado en el artículo 122 de la Ley Orgánica Procesal del
Trabajo, que autoriza al juez a extraer conclusiones en relación con las partes
atendiendo a su conducta, esta Alzada concluye, en aplicación de la sana crítica,
del principio de la primacía de la realidad sobre las formas y apariencias
establecido tanto en el artículo 89 de la Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela como en la ley adjetiva laboral, que la presunción de
laboralidad que surgió a favor del reclamante no fue desvirtuada por la
demandada a través del cúmulo probatorio aportadas al proceso; la parte
demandada no aporto ningún elemento probatorio que pudiera indicar a esta
Juzgadora que efectivamente la prestación de servicios se realizó bajo la
modalidad de una Relación Profesional y por ello se cancelaban Honorarios
Profesionales, ya que se configuraron los elementos, dependencia, ajenidad y
salario propios de una relación laboral y que la parte accionada no logró
desvirtuar la presunción de Laboralidad establecida en el artículo 53 de la Ley
Orgánica del Trabajo los Trabajadores y las Trabajadoras.

De la transcripción de la recurrida se observa que tomando en cuenta los hechos


alegados en la contestación de la demanda, aplicando los artículos 72 y 135 de la Ley
Orgánica Procesal del Trabajo referidos a la carga de la prueba, así como el criterio
reiterado de esta Sala de Casación Social, y después de analizar todas las pruebas, la alzada
concluyó que la parte demandada no cumplió con su carga probatoria, pues al alegar que la
prestación de servicio era de carácter profesional, asumió la carga de demostrar sus dichos
y no probó que la forma de prestar el servicio fuera de naturaleza distinta a la laboral, por lo
que no incurrió en falta de aplicación del principio de supremacía de la realidad sobre las
formas denunciado por el formalizante.

Por las razones anteriores se declara improcedente la denuncia.

-II-

De conformidad con lo dispuesto en el artículo 168, numeral 3, de la Ley Orgánica


Procesal del Trabajo, denuncia el formalizante que la sentencia recurrida incurrió en
motivación contradictoria.

Señala que el núcleo de la controversia constituyó la determinación de la verdadera


naturaleza de la relación que unió a los demandantes con las demandadas, y es
precisamente en este punto donde existen contradicciones en los motivos, que imposibilitan
conocer el proceso lógico llevado por el juez para decidir; cuando, en primer lugar,
establece que las testimoniales de los ciudadanos Axoben Bastidas Manzano y Maribel
Guzmán Garboza fueron declarados desiertos porque no comparecieron a rendir su
declaración, y a continuación, pasa a transcribir y otorgar valor probatorio a los testimonios
de dichos ciudadanos; lo cual crea confusión sobre el proceso intelectual que aplicó el
sentenciador, sobre todo, cuando afirmó que las declaraciones de los testigos aportaron
hechos importantes que determinan la subordinación, la dependencia y el horario de
servicio, apoyándose en unas declaraciones que afirma quedaron desiertas y sin explicar en
qué forma a través de estas testimoniales quedaron demostrados la subordinación, la
dependencia y el horario de trabajo.

En segundo lugar, la alzada reconoce que fue alegada la naturaleza netamente


profesional de la relación que mantuvieron las demandadas con el ciudadano Víctor Laya y
que los pagos realizados fueron por concepto de honorarios profesionales, y sin embargo,
establece que “la propia demandada demostró los pagos que con regularidad le cancelaba
al actor como contraprestación al servicio prestado, sin aportar las razones de la
variación del monto…”, después de lo cual, pasó a establecer que estos pagos (que nunca
fueron periódicos ni por montos similares) eran demostrativos del pago de una
contraprestación por una relación laboral.

En tercer lugar, el juez de la recurrida sostuvo que el requisito de la ajenidad se


encuentra satisfecho al haber probado las demandadas, mediante prueba de informes, que el
actor no fue contratado como Gerente de Obras, lo cual es contradictorio con la conclusión
de que existió una relación laboral, puesto que quienes afirmaron que el ciudadano era
Gerente de Obra fueron los propios demandantes, cuyos dichos quedaron desvirtuados.

Respecto del último argumento, señala que el juez se contradice en sus dichos al
punto de no ofrecer argumentos que permitan ejercer control sobre lo decidido,
configurándose el vicio de inmotivación, aunado a la tergiversación de los hechos alegados,
pues señala que las demandadas alegaron que contrataron al ciudadano Víctor Laya como
encargado de la obra, cuando lo alegado por las demandadas fue la existencia de una
relación profesional como ingeniero electricista; y de ningún análisis se entiende como una
prueba que demuestra que el actor no era gerente de obras constituye un medio probatorio
para determinar que la prestación de servicio era laboral.

Para decidir, la Sala observa:

La Sala de Casación Social en la Sentencia N° 366 de 9 de agosto de 2000, estableció


que la contradicción se produce cuando los motivos se destruyen los unos a los otros
generando una situación equiparable a la falta absoluta de fundamentos.

Adicionalmente en relación al vicio de contradicción en el dispositivo del fallo, esta


Sala en sentencia Nº 0253, de fecha 01 de marzo de 2007, caso: Pride Internacional, señaló
que el vicio de contradicción en el fallo al que se refiere el artículo 244 del Código de
Procedimiento Civil, sólo puede encontrarse en el dispositivo del mismo, de modo que las
resoluciones contenidas en él sean de tal manera opuestas, que no sea posible ejecutarlas
simultáneamente por excluirse las unas a las otras, no pudiendo determinarse el alcance de
la cosa juzgada, vicio que no debe ser confundido con el de contradicción entre los
motivos, o entre los motivos y el dispositivo, incompatibilidades que de existir y ser
fundamentales, hacen inmotivada la sentencia por inobservancia del requisito establecido
en el ordinal 4º del artículo 243 eiusdem, criterio establecido por la Sala de Casación Civil,
en sentencia Nº 830 de fecha 3 de noviembre de 2006 (caso: Ever Contreras contra Manuel
Gómez Coelho).
El formalizante alega que hubo contradicción en los motivos al declarar desierto el
acto de testigos y luego transcribir la testimonial de dos de ellos, dándoles valor probatorio
y estableciendo hechos de sus declaraciones; al reconocer que fue alegada una relación
profesional y unos pagos por honorarios profesionales al ciudadano Víctor Laya y calificar
los pagos realizados concluyendo que fueron de naturaleza laboral; y, al concluir que
existió una relación laboral con el ciudadano Víctor Laya por haber demostrado que el actor
no fue contratado como Gerente de Obras, lo cual fue argumento realizado por la parte
actora.

En relación con las testimoniales, la recurrida señaló lo siguiente:

Respecto de las testimoniales de los ciudadanos ALBERTO RAMOS


BALZA, AXOBEN BASTIDAS MANZANO, IVETTE MENDEZ
MORENO, MARIBEL GUZMAN GARBOZA, GUSTAVO SOTO, FRANCO
FUSCO y GANNY ROGLIERO, titulares de las cédulas de identidad Nos: V-
2.748.987, V-12.141.138, V-10.992.101, V-7.191.627, V-15.863.787, V-
7.251.419 y V-9.673.455. Esta Alzada verifica que los ciudadanos, no
comparecieron al acto para rendir sus declaraciones por lo que el mismo se
declaró desierto y en tal virtud nada se tiene por valorar. Así se establece.
-Respecto de la testimonial del ciudadano AXOBEN BASTIDAS MANZANO,
titular de la cédula de identidad Nº V-12.141.138, quien una vez juramentado
presto la declaración de la forma siguiente: 
(…)
-Respecto de la testimonial de la ciudadana MARIBEL GUZMAN GARBOZA,
titular de la cédula de identidad Nº V-7.191.627, quien una vez juramentada
prestó declaración de la forma siguiente:
(…)
De la transcripción realizada se observa que efectivamente el ad quem mencionó que
los testigos Axoben Bastidas Manzano y Maribel Guzmán Garboza no comparecieron a
rendir declaración, y seguidamente transcribe sus dichos, la Sala considera que dicho error
no puede causar confusión en la parte demandada, quien asistió a la audiencia y formuló
preguntas a los testigos, consistiendo el yerro un error material en la mención de los
testigos promovidos que no comparecieron a la audiencia de juicio.
Respecto de la naturaleza de los pagos realizados al ciudadano Víctor Laya, la
recurrida señaló lo siguiente:

En lo que se refiere al demandante VICTOR LAYA: En el escrito de


contestación (riela al folio 270 pieza 2/6), la demandada indicó: Cito (…)
Niego, de manera expresa que la labor profesional del demandante VICTOR
ALFONSO LAYA URIBE para con mi representada sea por cuenta ajena y
dependiente en vista que la relación sostenida entre las partes estuvo enmarcada
en una convención verbal, donde el actor tenía plena libertad para implementar
todos sus conocimientos como ingeniero electricista, lo que conforma una
relación profesional entre el referido ciudadano y mi representada.(…)

De las resultas de la prueba de informes (promovida por la demandada), se


desprende que la SUPERINTENDENCIA DE LAS INSTITUCIONES DEL
SECTOR BANCARIO (S.U.D.E.B.A.N.), confirmo que la empresa
Constructora Venesol C.A., identificada con el Nº de R.I.F. J-29567719-7,
realizo una transferencia desde la cuenta del ciudadano JOSE FERNANDEZ,
identificada con el Nº 010140166031660037078, al ciudadano Víctor Laya,
identificado con la cédula de identidad Nº 9.684.848, en fechas: 17 de Mayo de
2012, por la cantidad de cuarenta y cinco mil quinientos bolívares (Bs.
45.500,00); en fecha 07 de Junio de 2012, por la cantidad de veinticinco mil
bolívares (Bs. 25.000,00); en fecha 27 de Septiembre de 2012, por la cantidad
de treinta y cinco mil bolívares (Bs. 35.000,00); en fecha 18 de Octubre de
2012, por la cantidad de treinta mil bolívares (Bs. 30.000,00); en fecha 06 de
Noviembre de 2012, por la cantidad de cuarenta mil bolívares (Bs. 40.000,00);
en fecha 20 de Junio de 2012, por la cantidad de cincuenta mil bolívares (Bs.
50.000,00); en fecha 23 de Noviembre de 2012, por la cantidad de cincuenta
mil bolívares (Bs. 50.000,00) (folio 165 de la pieza 5; 128, 129 y 130 de la
pieza 4 y, 133 y 134), montos estos que según lo indicado por las demandadas
en su escrito de contestación, corresponden a pagos realizados por el actor,
cuando alegaron que para el primer trimestre del año 2012, fue la cantidad de:
1) Bs. 400.000. 2) Bs. 220.000. 3) Bs. 100.000, en los meses de mayo a junio de
2012 la cantidad de: 4) Bs. 47.500, 5) Bs. 25.000, 6) Bs. 25.000; en los meses
septiembre de 2012: 7) Bs. 35.000, 8) Bs. 30.000, 9) Bs. 40.000, 10) Bs.
50.000, que totaliza la cantidad de Bs. 972.500 (riela al folio 269 vto.).

(…)

De allí, la propia demandada demostró los pagos que con regularidad le


cancelaba al actor como contraprestación del servicio prestado, sin aportar las
razones de la variación del monto de ese pago, que coinciden con lo alegado
por el actor de haber recibido esas cantidades en su libelo, por lo que esta
Alzada la asume como tal y demostrativa de pago por una relación de tipo
laboral. Al establecerse el tiempo de trabajo desde el 02 de enero del 2012 hasta
el 07 de enero del 2013 y las condiciones del mismo, resultó demostrado que si
bien no se desprende la existencia de un horario de trabajo fijo, se evidencia la
supervisión, control y dirección por la empresa demandada sobre la forma en
que realizaba sus actividades la demandante mientras permanecía en las
instalaciones de la empresa demandada. No se evidencia de actas que el actor
tuviera a su cargo los riesgos de la labor para la cual fue contratado, o que
asumiera los beneficios y las pérdidas del negocio, se observa igualmente que el
servicio era prestado de manera regular, así mismo considera esta juzgadora que
no desvirtúan la forma especialísima en que se prestó el servicio, la existencia
de la relación de trabajo, ya que esta fue de manera exclusiva para las
demandadas, ya que no quedó demostrado en autos que el accionante durante la
prestación del servicio a la demandada lo efectuara para otras empresas
similares.

Es por lo que en opinión de esta Juzgadora la parte demandada, No cumplió con


su carga de la prueba, de demostrar la existencia de un vínculo de carácter
profesional entre su mandante y actora, por cuanto el legajo probatorio
presentados no aportan elementos suficientes para demostrar lo por ella alegado
(relación honorarios profesionales). Solo se limitó la demandada a promover
unas pruebas de informes, de las cuales ni siquiera estuvo en la audiencia
prevista para su evacuación, de las cuales solo se aportó la existencia de obras y
los pagos realizados, por la prestación del servicio, no se evidencia a los autos,
que presentara otros elementos que permitieran a esta juzgadora inferir en que
no se trata de una relación de carácter laboral, y que el actor, estaba a
disposición de la demandada bajo la subordinación de este, y sometido a sus
órdenes, que no quedo demostrado que las herramientas de trabajo eran
suministradas por el actora. Aunado al hecho que no existen elementos en las
actas procesales del presente expediente que permitan presumir la existencia de
una relación de naturaleza distinta a la alegada por el actor. Por otra parte, a
pesar de insistir en que es una relación por honorarios profesionales, pero no se
evidencia la existencia de una oferta de servicios donde el profesional experto
como anteriormente se indicó haya ofrecido los mismos, ni tampoco de un
contrato de servicio donde el presunto profesional y el cliente hayan pactado las
condiciones para la prestación del servicio, ya que el denominado convenio
verbal, no puede equipararse a las condiciones de un contrato de servicio como
lo prevé el legislador, de la cual la parte demandada solo ha indicado que era la
modalidad pero no explicó cómo se pactó y de qué forma se hizo.

Se concluye así en este aspecto en particular, luego del estudio y revisión, que
conforme a lo preceptuado en el artículo 122 de la Ley Orgánica Procesal del
Trabajo, que autoriza al juez a extraer conclusiones en relación con las partes
atendiendo a su conducta, esta Alzada concluye, en aplicación de la sana crítica,
del principio de la primacía de la realidad sobre las formas y apariencias
establecido tanto en el artículo 89 de la Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela como en la ley adjetiva laboral, que la presunción de
laboralidad que surgió a favor del reclamante no fue desvirtuada por la
demandada a través del cúmulo probatorio aportadas al proceso; la parte
demandada no aporto ningún elemento probatorio que pudiera indicar a esta
Juzgadora que efectivamente la prestación de servicios se realizó bajo la
modalidad de una Relación Profesional y por ello se cancelaban Honorarios
Profesionales, ya que se configuraron los elementos, dependencia, ajenidad y
salario propios de una relación laboral y que la parte accionada no logró
desvirtuar la presunción de Laboralidad establecida en el artículo 53 de la Ley
Orgánica del Trabajo los Trabajadores y las Trabajadoras.(Subrayado de la
Sala)

De la transcripción anterior se desprende que la recurrida partió de los hechos


alegados en la contestación de la demanda, como fueron que la relación con el ciudadano
Víctor Laya era de carácter profesional y que los pagos realizados eran por honorarios
profesionales; analizó las pruebas y estableció que no quedó demostrada la forma en que el
referido ciudadano se vinculó con la demandada, pues no consta oferta ni contrato de
servicio, y que de la prueba de informes a la SUDEBAN, quedó demostrado el pago pero
no que éste fuera por honorarios profesionales, concluyendo que no quedó desvirtuada la
presunción de laboralidad, lo cual considera la Sala no resulta en modo alguno
contradictorio.

Por último, la recurrida solo menciona que el ciudadano Víctor Laya no fue
contratado como Gerente de Obra, al analizar la ajenidad, de la siguiente forma:

Para más ilustración, en sentencia No. 0788 de fecha 26 de septiembre de 2013,


la Sala de Casación Social del Tribunal Supremo de Justicia (“SCS/TSJ”), con
ponencia de la Magistrada Carmen Esther Gómez Cabrera, reiteró que el
criterio fundamental para determinar la existencia de una relación laboral es la
ajenidad de manera concomitante a la aplicación del test de dependencia o haz
de indicios. En este sentido, señalo que existe ajenidad: “(…)Cuando quien
presta el servicio personal -trabajador- se hace parte del sistema de
producción, añadiendo valor al producto que resulta de ese sistema, el cual
pertenece a otra persona -patrono-, dueña de los factores de producción quien
asume los riesgos del proceso productivo y de la colocación del producto
-ajenidad-, obligándose a retribuir la prestación recibida (…)”, lo cual fue
efectivamente verificado de las resultas de las pruebas de informes promovidas
por las demandadas (rielan del folio al folio XX), al momento de indicar estas
resultas, que no reposan en sus archivos el actor VICTOR LAYA haya sido
contratado como gerente de obra, entonces al existir la contradicción de la parte
demandada cuando insiste que en la relación de tipo profesional se contrató en
forma verbal al actor Víctor Laya, como encargado de la obra, esto no
significaba que asumía los riesgos de la obra, por lo tanto aplica las
consecuencias de la presunción de laboralidad de la relación. 
De la transcripción anterior se desprende que la conclusión de la recurrida fue que
aun cuando se demostró que el actor Víctor Laya no fue contratado como Gerente de Obra,
ello no demuestra que el mismo asumía los riesgos y por tanto no se desvirtuó la presunción
de laboralidad.

Si bien el razonamiento del ad quem resulta confuso, pues solo en el escrito de


promoción de pruebas de la parte actora (ni siquiera en el libelo), en la solicitud de
informes, aparece la mención de gerente de obras, ello no constituye contradicción en los
motivos ni modifica el dispositivo del fallo, pues la demandada no demostró que el vínculo
con el mencionado actor fue de naturaleza profesional, operando la presunción de
laboralidad, sin necesidad de examinar los elementos del contrato de trabajo.

Por las consideraciones anteriores se declara improcedente la denuncia.

-III-

De conformidad con lo dispuesto en el artículo 168, numeral 3, de la Ley Orgánica


Procesal del Trabajo, denuncia el formalizante que la sentencia recurrida incurrió en
inmotivación por la falta de aplicación del test de laboralidad.

Señala que el fallo no aplicó el test de laboralidad, aunque lo haya mencionado, ni


ofreció argumentos que realmente permitan entender cómo fue el razonamiento llevado por
el juez para establecer que la prestación de servicio realizada por el actor Víctor Laya
constituyó una relación de trabajo.

Observa la Sala:

La doctrina ha señalado que la inmotivación es un vicio de la sentencia producido por


el incumplimiento de un requisito intrínseco de la decisión cuando ésta carece de los
motivos de hecho y de derecho. En este sentido, es pacífico y reiterado de la casación que
resulta inmotivado el fallo que carece absolutamente de motivos, no aquel en el cual los
motivos son escasos o exiguos. Asimismo, la doctrina ha señalado que hay falta absoluta de
fundamentos, cuando los motivos del fallo, por ser impertinentes, contradictorios o
integralmente vagos o inocuos no le proporcionan apoyo alguno al dispositivo de la
sentencia, que constituye la verdadera finalidad de la pretensión. Igualmente existe
inmotivación absoluta y por lo tanto el fallo es nulo, si el juez no expresa los motivos en
que fundamenta la decisión respecto a un punto específico de la controversia de
cualesquiera de las cuestiones planteadas, bien sean de hecho o de derecho.

Sobre el test de laboralidad, la Sala considera necesario hacer un recuento de cómo


surgió el criterio para la aplicación de esta útil herramienta para la determinación de la
naturaleza de determinada prestación de servicio.

En Sentencia N° 535 de 18 de diciembre de 2000, caso: NABIL


SAAD contra DISTRIBUIDORA DE PRODUCTOS PRODERMA COSMÉTICOS S.R.L. la
Sala de Casación Social estableció lo siguiente:

Así mismo, y a pesar de que el sentenciador descarta la relación laboral


producto de la presencia de los presuntos contratos mercantiles, deriva de ellos
la no existencia del elemento subordinación, es decir, pretende que dicho
elemento se desprenda de las pruebas aportadas, cuando en realidad lo que debe
estimarse es si la demandada, conforme a la distribución legal de la carga
probatoria, pudo destruir la presunción de existencia del mismo.

Debió entonces el Juzgador de Alzada, escudriñar la verdadera naturaleza de los


contratos mercantiles presentados, en búsqueda del hecho real allí contenido, o
sea, si efectivamente corresponde a una actividad comercial o pretenden
encubrir una relación laboral entre las partes. A ello hace referencia el citado
autor Rafael Caldera, cuando señala:

“A veces se da a la relación laboral la apariencia de una relación


mercantil. Cuando los servicios del trabajador se ejercitan vendiendo al
público los productos de una industria determinada, se trata a menudo de
dar al contrato la forma simulada de una compraventa comercial: en
apariencia, el trabajador no es sino un comerciante que adquiere unos
productos para revenderlos. Sin embargo, las modalidades que
acompañan a ese contrato simulado: el hecho de la reventa por la persona
misma del revendedor, la exigencia, por ejemplo, de revender dentro de
determinado radio, en determinadas condiciones y bajo la vigilancia de la
empresa, sirven frecuentemente para demostrar la existencia de un nexo
de dependencia característico del contrato de trabajo.”

A partir de esta sentencia, la Sala comenzaba a advertir que la existencia de un


contrato mercantil no era suficiente para desvirtuar la presunción de laboralidad, pues era
necesario escudriñar la verdadera naturaleza del servicio prestado previsto en el contrato.

Posteriormente, en Sentencia N° 302 de 28 de mayo de 2002, caso: Juvenal Aray y


otros contra Instituto Autónomo Aeropuerto Internacional de Maiquetía
(I.A.A.M.), comenzó la Sala a denominar “zonas grises” a aquellas prestaciones de servicio
donde resulta difícil determinar su naturaleza jurídica:

Reconoce esta Sala los serios inconvenientes que se suscitan en algunas


relaciones jurídicas al momento de calificarlas dentro del ámbito de aplicación
personal del Derecho del Trabajo. Es significativa al respecto la existencia de
las denominadas “zonas grises” o “fronterizas”, expresiones explicativas de
aquellas prestaciones de servicio, cuya cualidad resulta especialmente difícil de
determinar como laboral o extralaboral.

Sin embargo, la legislación laboral, como la aplicación judicial y


jurisprudencial en los casos litigiosos concretos, ha solventado de alguna
manera la problemática, insertando un sistema de presunciones e indicios de
laboralidad para facilitar tal misión de indagación.

Finalmente, en Sentencia N° 489 de 13 de agosto de 2002, caso: MIREYA BEATRIZ


ORTA DE SILVA contra FEDERACIÓN NACIONAL DE PROFESIONALES DE LA
DOCENCIA-COLEGIO DE PROFESORES DE VENEZUELA (FENAPRODO-CPV), la
Sala analizó lo siguiente:

Ciertamente, el conferir pleno mérito probatorio a la instrumental descrita,


distanciamiento hecho de los restantes elementos probatorios, ubica el escenario
en la disyuntiva de convalidar, el que ante la existencia de un contrato mercantil
quede desvirtuada la presunción de laboralidad.

En este sentido, la Sala ha apuntalado:


“(...) resulta erróneo pretender juzgar la naturaleza de una relación de
acuerdo con lo que las partes hubieren pactado, pues, si las estipulaciones
consignadas en el acuerdo de voluntades no corresponden a la realidad de
la prestación del servicio, carecerán de valor. Estas conclusiones son
consecuencia necesaria de la naturaleza del derecho del trabajo: Si un
trabajador y un patrono pudieran pactar que sus relaciones deben juzgarse
como una relación de derecho civil, el derecho del trabajo dejaría de ser
imperativo, pues su aplicación dependería, no de que existieran las
hipótesis que le sirven de base, sino de la voluntad de las partes. (...)

 (...) pues no basta la existencia de un contrato mercantil entre el patrono


y un tercero y la prestación accidental del servicio por otra persona, por
aplicación de los principios de irrenunciabilidad de los derechos del
trabajo y de primacía de la realidad, antes referidos, para desvirtuar la
presunción laboral (...)”. (Sentencia de la Sala de Casación Social de
fecha 16 de marzo de 2000).

Es así, como una vez que opera la presunción de existencia de la relación de


trabajo, avalar el que por contraponer a dicha presunción, contratos que
adjudiquen una calificación jurídica mercantil o civil a la vinculación, queda
desvirtuada la misma; resulta un contrasentido con los principios de
irrenunciabilidad de los derechos del trabajo y de primacía de la realidad
reflejados en la jurisprudencia ut supra.

Por estas circunstancias, “se ha denominado al contrato de trabajo, contrato-


realidad, pues existe, no en el acuerdo abstracto de voluntades, sino en la
realidad de la prestación del servicio y porque es el hecho mismo del trabajo y
no el acuerdo de voluntades, lo que demuestra su existencia”. (DE LA CUEVA,
M. “Derecho Mexicano del Trabajo”, Tomo I, Editorial Porrúa, S.A., Décima
Edición, México, 1967, pp. 455-459.).

A continuación de las consideraciones, después de analizar el caso concreto, en la


misma sentencia citada, la Sala sugirió la aplicación del test de laboralidad de la siguiente
forma:

Ahora bien, todas las conclusiones expuestas por esta Sala con relación a los
hechos contrastados, resultaron encauzadas acorde con un sistema que la
doctrina a denominado indistintamente “test de dependencia o examen de
indicios”

Como lo señala Arturo S. Bronstein, el test de dependencia es “una de las


herramientas esenciales para determinar cuando una persona que ejecuta un
trabajo o presta un servicio a favor de otra ha establecido o no una relación de
trabajo con la misma. A través de los mismos se puede formular una
sistematización, con el fin de distinguir lo fraudulento de lo que no lo es,
clarificar las situaciones ambiguas, y por esta vía extender la protección de la
legislación laboral a quiénes prima facie estarían ejecutando trabajos o
prestando servicios en virtud de una relación de naturaleza civil o comercial.”.
(Arturo S. Bronstein, Ámbito de Aplicación del Derecho del Trabajo, Ponencia
del Congreso Internacional de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social,
Caracas-Venezuela 6-8 de mayo de 2002. Pág. 21)

Acorde con la anterior referencia doctrinal, pareciera pertinente y así lo aspira


esta Sala, construir, claro esta de manera enunciativa y sin pretender que cada
uno de los hechos en lo adelante fijados deban necesariamente ser
corroborados; un inventario de indicios o criterios que permita determinar de
manera general, las situaciones en la que pudiera resultar enervada la
presunción de laboralidad, de aquellas en las que por el contrario tienda ha
consolidarse.

No obstante, antes de aportar esta Sala los hechos o circunstancias que a su


entender, permitan consolidar un sistema como el propuesto, considera de real
importancia transcribir los que el reseñado autor Arturo S. Bronstein contempla
en la Ponencia citada. A tal efecto, señala:

“Sin ser exhaustiva, una lista de los criterios, o indicios, que pueden determinar
el carácter laboral o no de una relación entre quien ejecuta un trabajo o presta
un servicio y quien lo recibe fue propuesta en el proyecto de recomendación
sobre el trabajo en régimen de subcontratación que la Conferencia de la OIT
examinó en 1997 y 1998:
a)    Forma de determinar el trabajo (...)
b)   Tiempo de trabajo y otras condiciones de trabajo (...)
c)    Forma de efectuarse el pago (...)
d)   Trabajo personal, supervisión y control disciplinario (...)
e)    Inversiones, suministro de herramientas, materiales y maquinaria (...);
f)     Otros: (...) asunción de ganancias o pérdidas por la persona que ejecuta el
trabajo o presta el servicio, la regularidad del trabajo (...) la exclusividad o no
para la usuaria (...).”. (Arturo S. Bronstein, Ámbito de Aplicación del Derecho
del Trabajo, Ponencia del Congreso Internacional de Derecho del Trabajo y de
la Seguridad Social, Caracas-Venezuela 6-8 de mayo de 2002. Pág. 22).
Ahora, abundando en los arriba presentados, esta Sala incorpora los criterios que a
continuación se exponen:

a)    La naturaleza jurídica del pretendido patrono.


b)   De tratarse de una persona jurídica, examinar su constitución, objeto social,
si es funcionalmente operativa, si cumple con cargas impositivas, realiza
retenciones legales, lleva libros de contabilidad, etc.
c)    Propiedad de los bienes e insumos con los cuales se verifica la prestación
de servicio.
d)   La naturaleza y quantum de la contraprestación recibida por el servicio,
máxime si el monto percibido es manifiestamente superior a quienes realizan
una labor idéntica o similar;
e)    Aquellos propios de la prestación de un servicio por cuenta ajena.  

De todo lo anterior, resulta claro que la presunción de laboralidad puede ser


desvirtuada por la demandada, para ello debe demostrar que la prestación de servicio fue de
naturaleza civil o mercantil y no laboral, pero aun cuando lo demuestre con un contrato que
regule la relación, el mismo no es suficiente para desvirtuar la presunción pues se debe
escudriñar la verdadera forma de prestar el servicio pues la relación laboral es un contrato
realidad; y, en estos, casos, es que resulta de extrema utilidad la aplicación del test de
laboralidad.

En el caso concreto, del análisis de las pruebas, la recurrida estableció que la


demandada no logró demostrar que la prestación de servicio era profesional y no laboral
por lo que no desvirtuó la presunción de laboralidad y en consecuencia, considera la Sala
no era necesario aplicar el test de indicios o de laboralidad.
Adicionalmente, la alzada explicó suficientemente, con base en las pruebas, por qué
no quedó desvirtuada la presunción, no incurriendo en inmotivación alguna.

Por las razones anteriores, se declara improcedente esta denuncia.

-IV-

De conformidad con lo dispuesto en el artículo 168, numeral 3, de la Ley Orgánica


Procesal del Trabajo, denuncia el formalizante que la sentencia recurrida incurrió en
inmotivación por silencio de prueba.

Señala que la alzada, aun cuando menciona la prueba de informes dirigida a la


Fundación de Edificaciones y Dotaciones Educativas (F.E.D.E.), se limita a establecer que
le otorgará valor probatorio, pero posteriormente silencia las resultas de la prueba, pues de
la misma se deduce que en los archivos de esta fundación no reposa prueba de que el actor
fuere contratado como gerente de obras.

Considera que la valoración de esta prueba es fundamental para determinar la


verdadera naturaleza de la relación que unió a las partes pues fue alegado por las
demandadas que el ciudadano Víctor Laya solo prestó servicio en el marco de una relación
profesional y el análisis de esta prueba conjuntamente con el resto de las pruebas lo
demuestran incidiendo en el dispositivo del fallo.

La Sala para decidir observa:

Queda inmotivada la sentencia por haberse incurrido en silencio de pruebas cuando el


Juez omite cualquier mención sobre una prueba promovida y evacuada por las partes que
consta en las actas del expediente y cuando, a pesar de haberse mencionado su promoción y
evacuación, el Juez se abstiene de analizar su contenido y señalar el valor que le confiere a
la misma o las razones para desestimarla, siendo importante, además, que las pruebas
promovidas y evacuadas por la parte en la oportunidad legal correspondiente, no
mencionadas o valoradas por el Juez, sean relevantes para la resolución de la controversia,
pues con base en disposiciones constitucionales, por aplicación del principio finalista y en
acatamiento a la orden de evitar reposiciones inútiles, no se declarará la nulidad de la
sentencia recurrida si la deficiencia concreta que la afecta no impide determinar el alcance
subjetivo u objetivo de la cosa juzgada, o no hace imposible su eventual ejecución.

La recurrida, al analizar las pruebas, señaló lo siguiente:

-Respecto de la prueba de informes solicitada a la FUNDACIÓN DE


EDIFICACIONES Y DOTACIONES EDUCATIVAS (F.E.D.E.), a objeto de
que informara:

Omissis

(…) constan en autos a los folios del 136 al 273 de la pieza 4 las resultas
recibidas de la FUNDACIÓN DE EDIFICACIONES Y DOTACIONES
EDUCATIVAS (F.E.D.E.), se valoran las mismas conforme al artículo 81 de la
L.O.P.T.R.A., constatándose de las mismas que en fecha 31 de enero de 2012,
para la ejecución de la obra ETI Generalísimo Francisco de Miranda, se celebró
contrato con la empresa GRUPO GAIGA 777, C.A., manifestando la empresa
la ingeniero residente sería la ciudadana PATRICIA MOSCARITOLO; quien
firmó dos valuaciones con informes fotográficos e informe de memoria
descriptiva de obras extras. Que no reposaba en sus archivos que el ciudadano
VICTOR LAYA, hubiere sido contratado como gerente de obra. Que en fecha
06 de marzo de 2012, para la ejecución de la obra Rehabilitación en la U.E.N.
Zoe Xiques Silva, se celebró contrato con la empresa CONSTRUCTORA
VENESOL, C.A., manifestando F.E.D.E., que la ingeniero residente sería la
ciudadana PATRICIA MOSCARITOLO; quien firmó tres valuaciones con
informes fotográficos. Que no reposaba en sus archivos que el ciudadano
VICTOR LAYA, hubiere sido contratado como gerente de obra. Que en fecha
13 de enero de 2012, para la rehabilitación de la obra P.E.N. Villa Castín, se
celebró contrato con la empresa INVERSIONES OSAVAFER 51, C.A.,
manifestando F.E.D.E., que no reposaba en sus archivos documento alguno
demostrativo de que el ciudadano VICTOR LAYA, hubiere sido contratado
como gerente de obra. Que en fecha 12 de enero de 2012, para la ejecución de
la obra Rehabilitación del L.B.N. Luís Beltrán Prieto Figueroa, se celebró
contrato con la empresa CONSTRUCTORA OSDAVA, C.A., manifestando
F.E.D.E., que el ingeniero residente sería el ciudadano VICTOR LAYA; quien
firmó dos valuaciones con sus informes fotográficos. Que no reposaba en sus
archivos que la ciudadana PATRICIA MOSCARITOLO, hubiere sido
contratada para la administración de la obra. Que en fecha 09 de febrero de
2012, para la ejecución de la ampliación de la obra U.E.N. Hermanas Jiménez,
se celebró contrato con la empresa OFICINA TECNICA SANTA ELENA,
C.A., manifestando F.E.D.E., que no reposaba en sus archivos que el ciudadano
VICTOR LAYA, hubiere sido contratado como gerente de obra ni que hubiere
firmado en su representación. Que en fecha 09 de febrero de 2012, para la
ejecución de la obra E.B. Barrialito, se celebró contrato con la empresa
CONSTRUCIONES Y PROYECTOS J.M., C.A., manifestando F.E.D.E., que
la ingeniero residente sería la ciudadana PATRICIA MOSCARITOLO; quien
firmó tres valuaciones de obra con sus informes fotográficos. Que no reposaba
en sus archivos que el ciudadano VICTOR LAYA, hubiere sido contratado
como gerente de obra. Que en fecha 20 de enero de 2012, para la ejecución de
la obra E.B.B. Las Campanas, se celebró contrato con la empresa
REPRESENTACIONES J.J. FERNANDEZ, C.A., manifestando F.E.D.E., que
el ingeniero residente sería el ciudadano VICTOR LAYA; quien firmó una
valuación con informe fotográfico. Esta Alzada, verifica que constan sus
resultas y valora su contenido de conformidad con el artículo 81 de la LOPT,
como demostrativa de que lo allí se indica. Así se establece. (Subrayado de la
Sala)

De la transcripción anterior se observa que la recurrida mencionó la prueba, la


evacuación de la misma, su valor probatorio y su contenido, por lo considera la Sala no
incurrió en silencio de prueba, como lo denuncia el formalizante.

Adicionalmente, si se entendiere que lo denunciado fue un error en el establecimiento


de los hechos al omitir que de la prueba de informes se desprende que en los archivos de
esta fundación no reposa prueba de que el actor fuere contratado como gerente de obras, en
la anterior denuncia el recurrente advirtió que el desempeño como gerente de obras del
ciudadano Víctor Laya, no fue alegado por las demandadas, constatando la Sala que dicho
hecho no fue mencionado en el libelo, apareciendo solo en el escrito de promoción de
pruebas de la parte actora.

Por el contrario, en dicha prueba consta que el ciudadano Víctor Laya fue ingeniero
residente en las obras Rehabilitación del L.B.N. Luís Beltrán Prieto Figueroa; y E.B.B. Las
Campanas.

En relación con ello, por la forma de contestación de la demanda, la demandada tenía


la carga de probar que la relación que la vinculaba con el ingeniero Laya era de carácter
profesional y que los pagos fueron por concepto de honorarios profesionales, hechos que no
constan ni guardan relación con la prueba de informes a F.E.D.E, denunciada como
silenciada.

Por las razones anteriores, se declara improcedente la denuncia.

DECISIÓN

Por las razones antes expuestas, este Tribunal Supremo de Justicia, en Sala de
Casación Social, administrando justicia en nombre de la República Bolivariana de
Venezuela por autoridad de la ley, declara: PRIMERO: SIN LUGAR el recurso de
casación anunciado y formalizado por la parte demandada contra la sentencia dictada en
fecha 27 de noviembre de 2017 por el Juzgado Superior Segundo del Trabajo de la
Circunscripción Judicial del estado Aragua; y, SEGUNDO: Se CONFIRMA el fallo
recurrido.

Se condena en costas del recurso a la parte demandada recurrente de conformidad con


el artículo 59 de la Ley Orgánica Procesal del Trabajo.

Publíquese, regístrese y remítase el expediente a la Unidad de Recepción y


Distribución de Documentos del Trabajo de la Circunscripción Judicial del estado
Aragua. Particípese de esta remisión al Juzgado Superior de origen, antes identificado, todo
de conformidad con el artículo 176 de la Ley Orgánica Procesal del Trabajo.

Dada, firmada y sellada en la Sala de Despacho de la Sala de Casación Social del


Tribunal Supremo de Justicia, en Caracas, a los veintiséis                                   (26) días del
mes de junio de dos mil dieciocho. Años: 208° de la Independencia y 159° de la
Federación.

La Presidenta de la Sala y Ponente,


 
 
 
 
_______________________________
MARJORIE CALDERÓN GUERRERO
 
 
El Vicepresidente,                                                                                           Magistrado,
 
 
 
__________________________________                _____________________________
JESÚS MANUEL JIMÉNEZ ALFONZO                  EDGAR GAVIDIA RODRÍGUEZ
 
 
Magistrada,                                                                                                        Magistrado,
 
 
 
__________________________________               ______________________________
MÓNICA MISTICCHIO TORTORELLA               DANILO A. MOJICA MONSALVO
 
 
La Secretaria,
 
 
 
 
_____________________________________
ANGELA MARÍA MORANA GONZÁLEZ
 
 
R.C. N° AA60-S-2018-000036.
 
Nota: Publicada en su fecha a las

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