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24/2/2020 La huella de los ausentes.

Desaparición forzada en Guatemala

Amérique Latine Histoire et


Mémoire. Les Cahiers
ALHIM
Les Cahiers ALHIM

38 | 2019 :
Les crimes des dictatures en Amérique latine : poursuites judiciaires et mémoires
sociales

La huella de los ausentes.


Desaparición forzada en
Guatemala
S S H

Resúmenes
Español English
La práctica de la desaparición forzada planeada desde los aparatos estatales dañó
profundamente a un sector de la sociedad que vive en la incertidumbre sobre el paradero de
aquel ser querido que fue llevado con vida pero que no volvió y, por tanto, su destino es
dudoso. En la falta de certezas es en la que radica la mayor parte de la tragedia que viven los
familiares del desaparecido. El fondo sobre el cual profundizaré es en saber que las víctimas
(los familiares de las personas desaparecidas) en la medida en que dedican su vida a la
búsqueda de su familiar, que se introducen en actividades nuevas y desconocidas, que
porfían a pesar de las amenazas, tienen mucho que aportar para asir un proceso de
politización que no parará. Sus palabras, su memoria convertida en testimonio, es la materia
fina de la cual se puede extraer conocimiento. Parto de testimonios directos de militantes en
Guatemala, que se convierten en la base epistemológica para ofrecer un panorama de
exigencia por la justicia así como por la búsqueda de la verdad.

The enforced disappearance was planned by the state apparatus, and it’s a practice deeply
damaged a sector of society which lives in uncertainty about the whereabouts of their loved
ones which were taken alive but did not return and whose destiny is doubtful. That lack of
certainty is the tragedy in which families of the disappeared persons lives. The element on
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which I will deepen is the knowledge of how the victim’s families at the same time that keep
searching for their disappeared, they introduced into new and unknown activities despite
threats. These victims have a lot to contribute to create a process of politicization that will
not stop. Their words, their memories turned into testimony, is the gem from which
knowledge can be drawn. Direct testimonies of militants in Guatemala become the
epistemological basis to demand justice and for the search of truth.

Entradas del índice


Keywords : testimony, Guatemala, disappeared, FAMDEGUA, militancy
Palabras claves : testimonio, Guatemala, desaparecidos, FAMDEGUA, militancia

Texto completo
¡Ay, pero hubiera visto lo que siguió, hermano! ¡Ay, no en balde, desde mañana, las
madres habrán de lagrimear cuanto montón de tierra confundan con una tumba
desconocida…!

Fernando del Paso Palinuro de México

Presentación
1 En un coloquio sobre las personas desaparecidas realizado en Paris el 31 de enero y 1 de
febrero de 1981, Julio Cortázar habló sobre ese sentimiento que prevalece de lo
infrahumano, “de una fuerza que parece venir de las profundidades, de esos abismos
donde inevitablemente la imaginación termina por situar a todos aquellos que han
desparecido.” (Cortázar, 1981, 21). Varias décadas han transcurrido desde entonces y dos
cuestiones podemos constatar: la persistente actividad de familiares de los desaparecidos
que no cejan en su intento de conocer su paradero y como corolario, la poca respuesta por
parte del gobierno en turno, en cualquiera de los países donde se dio la desaparición
forzada, ya que sin importar quien se encuentre en el poder, suele ser un tema poco
escuchado, no hay voluntad política para dar certeza a los familiares, siendo ellos los que
promueven la búsqueda y en algunos casos, encuentran. En años posteriores, en Uruguay
el obispo Pablo Galimberti realizó una propuesta en mayo de 1997 para que se diera “una
solución al drama de las familias de los desaparecidos en la dictadura”1 (Haberkorn, 2017,
8) con un civil en la presidencia, la oposición militar se deja sentir ante la respuesta. Estos
ejemplos retratan la situación de familiares de los desaparecidos en el continente
latinoamericano. El abismo en el que se imagina a la víctima de desaparición forzada y la
nula o parca resolución de quien debe darla, un Estado impasible.
2 Con la frase “Y usted, ¿a quién busca?” se interrogaba a las mujeres que se encontraban
en la morgue, las estaciones de policía, los hospitales y prisiones, además de frente a algún
cadáver que aparecía en cualquier sitio de la ciudad de Guatemala, hacia donde corrían a
tratar de identificarlo. En la Guatemala de las dos últimas décadas del siglo pasado, la
desaparición forzada de personas se convirtió en una práctica común de los regímenes
militares que gozaron de impunidad, después del golpe de Estado de 1954. Los familiares
de esos detenidos-desaparecidos, se comenzaron a conocer a partir de coincidir en la
búsqueda individual y decidieron organizarse para unir sus voces, sus reclamos y su miedo
en una fuerza que interpelara al Estado represor. Esos padres, en su mayoría mujeres, que
no volvieron a tener noticia de su hija o hijo, se articularon en la denuncia de la violación
sistemática a los derechos humanos que condujo a la desaparición de sus seres queridos y
exigieron saber su paradero. Me refiero, dado el protagonismo que sostuvieron y
sostienen, a las madres, pero hay que tener presente que, con ellas, hubo padres, hijas e
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hijos. En la década de los noventa surgió la Asociación Familiares de Detenidos-


Desaparecidos de Guatemala (FAMDEGUA) que no ha dejado de luchar desde el momento
mismo en que se constituyó y que sigue preguntando ¿dónde están?, a la par que colma de
retratos las paredes de su sede, rostros que también son expuestos en cada manifestación
callejera, en cada plantón, en cada oportunidad que tienen.
3 Mi objetivo es considerar la experiencia guatemalteca de FAMDEGUA como la
expresión de un movimiento social en la exigencia de la aparición de los detenidos-
desaparecidos, para ello parto de la propuesta de Tilly y Wood (2010) que lo consideran
como una forma de hacer política enfatizando la importancia de situarlo en una
perspectiva histórica. La combinación de tres elementos señalados por los autores está
presente en este caso: reivindicación colectiva; “abanico de actuaciones para llevar a cabo
estas reivindicaciones que incluyen a asociaciones con un fin específico” y
“manifestaciones públicas del valor, la unidad, el número y el compromiso de la causa”
(28).
4 En el primer apartado presento un breve contexto histórico que ubica el escenario
donde se comienza a utilizar la desaparición forzada como práctica institucional en
Guatemala; en el segundo profundizo en el significado simbólico, real, sentimental y
político de la ausencia forzada de un familiar para avanzar en la distinción de la memoria y
la palabra vuelta testimonio, como parte, ya no de la militancia del desaparecido, sino de
la madre que le busca y al hacerlo se politiza confiriéndole a sus recuerdos un cariz de
lucha. Me propongo resaltar la relación que vincula al discurso del desaparecido con el de
quien o quienes le buscan. Aunque evidentemente ambos no son el mismo
irreductiblemente, sí hay, como afirmo, un punto de articulación entre los dos discursos
que, además, puede servir de soporte para un tercero que retoma, hasta cierto punto, los
otros dos. Cierro con una reflexión del sentido del buscar dónde un nuevo sujeto social se
encuentra. Intento demostrar cómo la creación de la memoria vinculada a la acción que
ésta implica, participa en la construcción de un ser histórico que, en la praxis política
puede abrir, por medio de la exploración de un pasado y de un presente, posibilidades
para un futuro diferente. Me valgo del testimonio de algunos militantes porque, como
afirma Beverly, que “la cuestión del testimonio siga vigente en los nuevos desafíos que
proponen el análisis y el compromiso político.” (2010, 18)
5 Un último aspecto que considero pertinente aclarar, no voy a detenerme en las cifras
que se debaten sobre el número de personas desparecidas, no únicamente por la
inexactitud de ellas, que considero una cuestión menor, sino porque parto de la premisa
de que así fuese una sola la víctima de este delito, habría que buscarla y exigir su aparición
con vida. Por eso la vigencia del tema y la necesidad de abordarlo desde entonces y hasta
que exista una respuesta. Muchos de las familiares de las víctimas de desaparición forzada
no olvidan y tampoco perdonan, de ahí surge la hipótesis de que la exigencia de justicia y
verdad no se termina mientras no se conozca el paradero y se sepa cómo llegó ahí; los
familiares seguirán movilizados y organizados y mantendrán un discurso acorde a su
contexto.

De la revolución a la contrarrevolución
6 De la dictadura de Jorge Ubico (1931-1944) se transitó a procesos electorales que
prometieron un cambio radical en un país con un alto porcentaje de población indígena,
de sectores analfabetos y monolingües, de sobreexplotación en el trabajo, de exclusión y
marginación. El militar Jacobo Árbenz, quien fue actor decisivo en la llamada Revolución
de 1944 que destituyó a Ubico, fue candidato a presidente por el Partido Guatemalteco del
Trabajo PGT y elegido en 1951, aplicó reformas que afectaron intereses estadounidenses,
entre otros. Fue derrocado por un golpe de Estado, enviado al exilio donde murió, acusado
de comunista y hostigado por la CIA hasta sus últimos días2. A partir de 1954 hubo juntas
militares, presidentes provisionales, de facto y electos; el retorno a la democracia está
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fechada en 1986 con el triunfo de Vinicio Cerezo. El general Efraín Ríos Montt tomó el
poder en junio de 1982 y lo dejó en agosto del siguiente año, su política de tierra arrasada
es considerada por la Comisión del Esclarecimiento Histórico, como la causante del mayor
número de masacres (CEH, 1999). Fue juzgado por genocidio en el 2013, condenado a 80
años de prisión y exonerado poco después. Murió recientemente, a los 91 años con total
impunidad.
7 Años después del golpe contra Árbenz surgieron las primeras organizaciones
guerrilleras, siendo las principales las Fuerzas Armadas Rebeldes, el Ejército Guerrillero
de los Pobres y la Organización del Pueblo en Armas. Estas tres, junto al PGT formaron la
Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca URNG en el año de 1982. Impulsada por
Naciones Unidas, se comenzó a negociar el fin de la guerra, la URNG dejó las armas en
1996 y el 29 de diciembre del mismo año se firmó la paz, meses después se convirtió en
partido político. La insurgencia y la contrainsurgencia convivieron durante muchos años
dejando a miles de víctimas de una fuerte violencia aplicada por el Estado.
8 Para entender la dimensión de la contrainsurgencia, la pienso como la defensa del orden
establecido por todos los medios posibles, incluyendo las persecuciones, la tortura y las
desapariciones, en contra de los insurgentes. La necesidad del Estado, por reducir al
mínimo las posibilidades que podrían desestabilizar e incluso derrocar al poder en turno,
lo lleva a articular, por medio de sus fuerzas opresivas, una asfixia coordinada en contra de
dichos riesgos, que no excluye todo tipo de violaciones a los derechos humanos. En
consecuencia, uno de los rasgos característicos de la contrainsurgencia es el terror o el
terrorismo de Estado. La violencia psicológica, aunada al asesinato real, se apodera de las
masas. Ésta, al no ser precisa, hace crecer el terror, uniendo el miedo con la incertidumbre
y, así, multiplicando ambos.
9 Es importante puntualizar que son dos patrones los que se vivieron en la práctica
sistemática de la desaparición forzada: la orquestada en el campo y la instrumentalizada
en la ciudad. La primera fue indiscriminada, masiva y con fuerte carácter persuasivo o
intimidatorio; la segunda fue selectiva y dirigida en lo fundamental a militantes, jóvenes,
la mayoría hombres pero también hubo mujeres. La exhibición de cadáveres como
mecanismo de intimidación, terriblemente eficaz, nos remite, al término necropolítica de
Achille Mbembe (2011) estrategia usada en Guatemala. El terror al azar podía hacer de
cualquier persona una víctima, tuviera o no alguna relación con la guerrilla, en el caso de
exponer los cuerpos mutilados, torturados, masacrados, la advertencia y el terror eran
totales. Se afirma por la CEH, que la mayoría de los asesinados en el ámbito rural era
ajeno a las organizaciones guerrilleras3. Se constata cómo la industria del terror y de la
muerte se desarrolla, alimentándose del pánico de la sociedad civil. A este pavor se
sobrepusieron familiares de aquellos que fueron llevados con vida y después se les dejó de
ver.

Una ausencia inexplicable


10 Si algo caracteriza al tiempo de la guerrilla, en los diferentes países latinoamericanos, es
el culto a la muerte, no solo aquel que se vincula a la frase repetida “patria o muerte” sino
a todo aquello que reivindicaba al mártir, al héroe que daría la vida por la revolución “Al
interior del universo guerrillero cobra visibilidad la ceremonialización de la muerte, uno
de cuyos capítulos centrales tiene que ver con la construcción de su martirologio…”
(Melgar, 2008, 50)
11 En este contexto no entra el desaparecido, ni para la guerrilla ni para la familia, la
tragedia es mucho mayor: no está pero no se sabe qué fue de él. La dimensión de su
ausencia vuelta presencia permanente solo será posible por la intervención decidida de la
madre, en la mayoría de los casos, de la esposa, del padre y los hijos e hijas quienes por lo
regular contaban con muy corta edad, quienes probablemente ni siquiera conocieron al
padre físicamente pero que vivieron con su recuerdo y le buscan. Como Paulo Estrada:
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Mi madre Beatriz Velásquez, empieza a buscar, ya teníamos el secuestro de mi
abuelo materno, el secuestro de mi papá y mi tío, mi mamá fundando el GAM
[Grupo de Apoyo Mutuo] ya había como bastante en la familia. Entonces yo
heredé eso, yo era muy chiquito, yo nací en el 83; esto fue en el 84, yo no
conocí a mi papá, yo empecé a buscar a mi papá, como hace cualquiera.
(Estrada, 2019)

12 El “yo heredé eso” es la expresión, desde su testimonio, de un conocimiento transmitido


de sujeto que busca a sujeto que retoma la búsqueda; él considera que así es como se debía
actuar, aunque no todos lo hicieran. O como Ofelia Salanic quien comenzó a acompañar a
su padre en la indagación sobre su hermano y a la muerte de aquél, ella continúa

Pues yo prácticamente también me involucré desde que pasó el caso en el 84.


Siempre acompañaba a mi papá los sábados que eran las reuniones del GAM o
estaba ahí pendiente en algunas actividades porque también trabajaba en ese
tiempo, pero sí, siempre lo acompañé incluso sé exactamente qué es lo que
hizo mi papá desde el principio hasta estos días. Estoy bien empapada de lo
que se ha hecho, durante todo este tiempo. (Salanic, 2019)

13 La última frase de Ofelia. “Estoy bien empapada de lo que se ha hecho, durante todo
este tiempo” es contundente en el sentido del conocimiento desde la acción con la
movilización conjunta, es decir, de la producción de conocimiento como parte de una
práctica que es una con la organización. Jóvenes que cargan esa ausencia como herencia
moral. Una exigencia ética desde la familia como la célula que reproduce la demanda.
14 Como política contrainsurgente, la desaparición de opositores es una práctica de los
regímenes dictatoriales, en su mayoría, pero no exclusivamente, como lo muestra el caso
de México4. El país centroamericano no fue la excepción. La gran mayoría de los
desaparecidos en la ciudad de Guatemala, eran militantes ya sea sindicales, partidistas,
estudiantiles, en otras palabras, eran personas que trabajaban para cambiar la situación
política, económica y social de su país. Formaban parte de una generación que nació con el
golpe contra la democracia y que se miró a sí misma como la obligada a restablecer la paz,
a construir relaciones más cordiales, a terminar con la dictadura. Esto significa que era
una juventud inquieta y perseverante, que en un contexto de violencia y represión se
organizaba para actuar. La magnitud de la represión no fue calculada y alcanzó a muchos.
A la ausencia del familiar se añadía el miedo de hablar frente a un régimen dictatorial y
represivo que estigmatizaba como comunista a cualquiera que simplemente preguntara
por el paradero de aquel que fue detenido.
15 La primera organización que se formó con la intención de localizar a los desparecidos,
fue el Grupo de Apoyo Mutuo GAM5. A pesar de su innegable importancia es conveniente
mencionar que se fraccionó y que una parte de las personas, al separarse, formaron a
FAMDEGUA, organización sobre la que profundizo en las siguientes líneas6.

Surgió que un grupo de mujeres, que en ese tiempo, sabíamos que aparecían
en las banquetas, en las cunetas, en las carreteras; a veces dos a veces tres
personas, hombres jovencitos, adolescentes muertos, empezamos a ir a la
morgue, el mismo recorrido de ir a la morgue, a los hospitales, a las cárceles,
hospitales privados, todos los días; así fue como nos fuimos conociendo con
varias personas. En la televisión, en la radio salía que en tal zona aparecieron
tres jóvenes muertos, a veces daban características a veces no, entonces lo
primerito que hacíamos cada familiar era correr para la morgue. Ahí ya de
tanto vernos empezamos a platicar, en ese tiempo pues no se podía decir nada,
cualquier cosa ya era uno guerrillero, era subversivo, ya era blanco para el
secuestro o bien para ser asesinado. Entonces nos fuimos conociendo y ya
empezamos a platicar, y usted a quién busca, cómo le pasó y así. Ahí surgió que
teníamos que unirnos para hacer una fuerza porque eso de recorrer los mismos
lugares, no nos iba a ser efectivo y ya pues, empezamos a platicar. (Quiroga,
2019)

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16 En la década de los ochenta, todo aquel familiar que buscaba a alguien comenzaba por
tratar de ubicarle como detenido porque sabía quiénes se lo llevaron, ante la negativa de
tenerlo ahí, es que se dirigían a los otros sitios, con la esperanza de encontrarle, vivo, como
se lo llevaron, o muerto, pero encontrarlo. La pérdida de alguien siempre va acompañada
de una inconclusión, de un enigma que no termina de comprenderse, como nos lo sugiere
(retomando a Freud) la estadunidense Judith Butler:

Freud nos recuerda que cuando perdemos a alguien no siempre sabemos qué
es lo que perdimos en esa persona. Así, al perder algo, nos enfrentamos a lo
enigmático: algo se oculta en la pérdida. Si el duelo supone saber que algo se
perdió (y en cierta manera, la melancolía significa originalmente no saberlo),
entonces el duelo continuaría a causa de su dimensión enigmática, a causa de
la experiencia de no saber incitada por una pérdida que no terminamos de
comprender. (Butler, 2006: 48)

17 Con las desapariciones el enigma es doble, pues lo no encontrado nunca se da del todo
por perdido, sino que se halla en el terreno de la ausencia indeterminada, lugar de la
búsqueda, no totalmente desligada de la posibilidad de la recuperación. La ausencia es, a
un tiempo, simbólica y real, política y sentimental. El simbolismo de esa separación radica
en que cada una en concreto simboliza el quebranto que implica los desaparecidos y, así,
cada pérdida precisa es, sin dejar de ser concreta e individual, un reclamo social y político,
una exigencia histórica. La búsqueda y el reclamo son públicos. Lo cual se liga con lo que
más adelante, indica Butler:

…parece importante pensar que la esfera pública misma se constituye sobre la


base de la prohibición de ciertas formas de duelo público. Lo público se forma
sobre la condición de que ciertas imágenes no aparezcan en los medios, de que
ciertos nombres no se pronuncien, de que ciertas pérdidas no se consideren
pérdidas y de que la violencia sea irreal y difusa. Tales prohibiciones no sólo
sostienen un nacionalismo basado en objetivos y prácticas militares, sino que
también suprimen cualquier disenso interno que pueda exponer los efectos
concretos y humanos de su violencia. (Butler, 2006: 65)

18 Así es como esas pérdidas, al volverse públicas, insisten en aparecer como tales, como
ausencias, en un contexto que necesita de su negación para su funcionamiento, la
actividad de un Estado que niega las desapariciones. Lo perdurable y el esfuerzo de la
búsqueda, junto con la insistencia de que los desaparecidos están perdidos y que deben de
aparecer, es, también, el reclamo político de que el funcionamiento del Estado es, en
realidad, disfuncional y esencialmente coactivo. Esta demanda es, así, materia prima, de
otra crítica, una que, orientada por la esencia de los testimonios que buscan (como sujetos
políticos) puede elaborar una perspectiva encaminada a encontrar soluciones. Es decir que
quienes buscan poseen el potencial de propiciar una teoría y una praxis que pueden
sostenerse desde otros sectores sociales. Podemos hablar del testimonio como de una
materia orgánica (en el sentido de que sucede dentro de un proceso histórico en el que
busca constituirse como sujeto que hace la historia) epistemológica.

Palabra, memoria y militancia


19 Al valerme de los recuerdos de los familiares de los desaparecidos que se convierten en
militantes, estoy hablando de testimonios de lucha, para esto recupero la propuesta de
Renato Prada (2001) de considerar sus palabras como discurso testimonio en la medida en
que cuentan con una fuerte enunciación, se expresan desde la lucha y son referenciales,
entre otras características.
20 Es de importancia repetir que el patrón de desapariciones fue diferente en el campo y la
ciudad, de allí que la recuperación de restos también lo sea. En tanto que en el segundo

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escenario estamos hablando de fosas, la mayoría clandestinas, conteniendo varios


cuerpos, producto de la incursión del ejército que masacraba y obligaba a enterrar, en el
segundo poco se sabe del destino de las personas. Así recuerda Blanca Rosa Quiroga de
Hernández, fundadora de FAMDEGUA, su comienzo y el tránsito de su activísimo para
avanzar, después, con las exhumaciones.

Bueno así fue como nos organizamos, entonces ya empezamos, se llenaba una
ficha, con los datos de la persona: edad, color, pelo, tamaño, dientes y todas las
características de la persona, la forma como iba vestida, la dirección y el
parentesco de la persona, cuántos hijos tenía, si era casado; era como se
llenaba la ficha. Ya cuando la gente se dio cuenta de todo lo que hacíamos, fue
agarrando un poco de confianza y entonces empezaron a hablar de los
cementerios clandestinos, gente que el ejército mató y ellos mismos los
enterraron, sus mismas familias los enterraron, entonces ya empezaron ellos a
hablar: que a mis familiares el ejército los mató, pues yo estaba trabajando o…
había salido y cuando regresamos estaban en la comunidad todos muertos,
nosotros hicimos las fosas y ahí los metimos, entonces empezamos a trabajar
ya en la búsqueda de cementerios clandestinos, en la búsqueda de testigos, de
los familiares y todo y empezamos a hacer exhumaciones. (Quiroga, 2019)

21 FAMDEGUA se formó en la ciudad de Guatemala pero sus integrantes sabían que los
desaparecidos estaban en todo el país, por eso hacían convocatorias por la radio para que
la gente se atreviera a denunciar. A ello refieren las palabras de Quiroga, la gente del
campo llegaba con desconfianza y después de confirmar el carácter de la organización,
comenzaba a hablar. Dice Gatti (2019, 29) que “El desaparecido es ausencia, invisibilidad,
falta de representación, imposibilidad de palabra y de nombre, es identidad rota y
exclusión; es cuerpo disociado, mala muerte y mala vida.” Y es cierto pero, si algo está
presente en esta ausencia es su fotografía y su nombre, él no tiene la palabra pero la tiene
su madre, su esposa, su hija, la que busca y porfía. Es ella la que porta la representación y
con ésta una voz potente que cuestiona, confronta y exige. Es la presencia en la ausencia,
es aquella persona que no le deja irse, que no permite que su rostro juvenil se borre, que se
acopla a otras voces para clamar y que une su reclamo denunciando una tragedia
mayúscula.
22 En ese sentido hablo de dos testimonios: el testimonio del desaparecido y el testimonio
del familiar que emprende la búsqueda de su pariente ausente. Cada testimonio responde
a un contexto preciso. Si bien podemos disociar ambos, lo cual es pertinente, también hay
una línea que los une, la que va de uno a otro. Pienso en un militante, hijo, desaparecido, y
en una madre, que emprende su búsqueda, persistente, en medio de un contexto oscuro,
que les niega a ambos. El testimonio del hijo es un testimonio vivo, en la medida en que
está inconcluso y en que su voz persiste y se transforma, tomado direcciones no siempre
previsibles, desde el testimonio de la madre. No solo es el simple hecho de tomar un
relevo, aunque puede ocurrir, porque el sujeto detrás del discurso es otro (una madre en
este caso) el discurso mismo adquiere otra tonalidad y, en ese sentido, en última instancia,
es otro.
23 Es un contexto oscuro. Búsqueda en la oscuridad, por un lado, y un discurso frente a
una audiencia oscura, por otro. La indagación de pistas difusas y difíciles de encontrar, y el
camino lleno de obstáculos por hacer oír la voz de quien busca. La averiguación tantea en
dos terrenos oscuros. El del pasado, siempre por descubrir, siempre explorable y, al
mismo tiempo, imposibilitado por examinarse con total exactitud. Y el terreno de presente
en movimiento, espacio donde transcurre la exploración, lleno de temor y de angustia,
pero también de esperanzas y fuerza. Sin estas dos últimas características la búsqueda se
detendría. No es, pues, un movimiento unidireccional, sino complejo, que avanza dentro
de fuerzas contradictorias. Además de la oscuridad que implica la acción del familiar, con
todos los obstáculos que ponen los procesos estatales, hay que agregar la que es propia de
un pasado, siempre difuso, concluido por completo y, no obstante, indeterminadamente

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explorable. Es en esa contradicción, entre lo explorable, y por tanto inconcluso, y lo


concluso y cerrado del pasado, que se emprende la búsqueda del familiar.
24 Marc Bloch, en un libro póstumo emblemático, propuso, con la intención de dotar al
oficio del historiador del mayor rigor posible, trazar algunas coordenadas para poder usar
los distintos testimonios como materia para la creación de la Historia. Para la tarea del
historiador, dice el francés, el rastreo de huellas es fundamental. El término huella, plural
en cuanto a todo lo que puede incluir, es decisivo a la hora de emprender el trabajo que la
investigación histórica requiere. Sostiene que el pasado no es cognoscible con exactitud,
pero que, por medio de vestigios que quedan (ya sean distintos tipos de documentos,
textuales o no, o de los diversos testimonios, que, a su vez, también son documentos) es
explorable y, en la medida en que un pasado lo es, se puede construir la labor del
historiador. Afirma: “Como primer rasgo, el conocimiento de todos los hechos humanos en
el pasado y de la mayoría de ellos en el presente, tiene que ser un conocimiento por
huellas” (Bloch, 2001: 79) y agrega “¿qué entendemos, en efecto, por documento sino una
‘huella’, es decir la marca de un fenómeno que nuestros sentidos pueden percibir, pero
imposible de captar en sí mismo?” (Bloch, 2001: 79). En el mismo texto especifica que hay
investigadores que tienen el poder de provocar el surgimiento de las huellas, aunque en
otros casos, su aparición depende de “una fuerza del azar que es independiente de ellos”
(Bloch, 2001: 80). Así pues, hay pasados que no conservan huella alguna, y hay otras que
son premeditadamente destruidas. Asimismo las hay que pueden permanecer ocultas por
largo tiempo, o aquéllas que son leídas e interpretadas de manera o maneras erróneas.
Digo todo esto para poner en evidencia la importancia de la memoria y la búsqueda
emprendida por los familiares de las víctimas desaparecidas. Como productores de
recuerdos rastrean, por medio del incesante sondeo de huellas (con las cuales se intenta,
de ser posible, provocar su aparición) el rescate de un pasado para darle otra dirección al
presente.
25 Afirmé líneas arriba que si bien el testimonio de la madre que busca al desaparecido y el
testimonio del ausente no son el mismo, sí hay cierta unidad entre ambos. Intento ahora
retomar y aclarar esta idea. La militancia del hijo implicaba un discurso en contra de un
gobierno autoritario. La militancia de la madre empieza siendo en torno a la búsqueda de
su hijo, pero, en el proceso, adquiere mayor complejidad. La búsqueda de la madre se
encuentra con la de otros familiares, de tal modo que, lo que en un principio era un rastreo
y un reclamo individual, pasa a ser una exigencia y una búsqueda colectiva. El paso de la
exigencia personal a la colectiva es el tránsito del reclamo individual y la visión particular
a la perspectiva política y a la necesidad histórica grupal y, por tanto, social. Lo que en un
comienzo podía aparentar ser un caso aislado se revela como una ruptura del tejido social
y, en ese sentido, la demanda se politiza y, de ese modo, retoma los reclamos iniciales de
las víctimas desaparecidas, una sociedad con justicia. La memoria misma de las madres
que, es histórica, al ahondar en un momento preciso, en el cual amplios sectores en su
conjunto sufren graves agravios.
26 Así pues, la palabra de las madres que buscan es una palabra politizada que, al mismo
tiempo que exige, busca. Es la suya una indagación política e histórica que explora en la
averiguación de huellas que el presente puede conservar del pasado, produce una memoria
alternativa, a aquella, oficial y estatal, que tiene preferencia por desaparecer las huellas.
Así pues, hay rastros que pueden perdurar a pesar de que todo un contexto busque su
eliminación.
27 El testimonio del hijo desaparecido es un testimonio vivo. Lo es al menos en dos
sentidos. Lo es desde la voz y la palabra de las madres que inquieren sobre los
desaparecidos, y lo es en la medida en que es una huella, y como tal posee vida en el
sentido en que tienen la capacidad de hablarnos del pasado, y por tanto de darle existencia
para dotar al presente de otra perspectiva, pero también lo son en tanto que, como huellas,
aún no terminan de ser descifradas pues, como escribe el historiador francés: “El pasado
es por definición algo dado que ya no será modificado por nada. Pero el conocimiento del

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pasado es una cosa en progreso que no deja de transformarse y perfeccionarse.” (Bloch,


2001: 79)
28 Se trata de las madres y de la gente que emprende la búsqueda de los desaparecidos
políticos quienes, desde sus propios medios y desde las organizaciones de las cuales
forman parte, una vez que se organizan entre sus distintos elementos, transforman y
perfeccionan el conocimiento del pasado, indispensable para reorientarnos en el presente,
politizar el pasado con la memoria, y redescubrir el porvenir. La memoria, vemos, está
íntimamente ligada a las posibilidades de un futuro. No sólo las propone sino que,
siguiendo a Bloch, con respecto a las huellas, provoca su aparición. Volviendo a Gatti,
estoy de acuerdo con lo que afirma, pero, añado que en esa ausencia, aunada a la
búsqueda de los familiares, hay, además de una voz que pronuncia y exige saber y justicia,
la misma posibilidad del conocimiento y de entereza. De esta manera la memoria es una
exigencia. Y, la exigencia, una posibilidad de abrir, desde el pasado, el camino hacia la
justicia.

Una búsqueda perseverante


29 Como resultado de esa súbita ausencia, la familia reacciona, inmediatamente comienza
a buscarle esperando encontrarle con vida, sabiendo el Estado represivo en el que está,
espera que mientras más pronto se movilice, más posibilidades habrán de localizarle. Pero
se equivoca en eso. FAMDEGUA, como muchas otras organizaciones de derechos
humanos que aparecieron durante los años de la dictadura militar, continúa en la lucha.
De poner recursos, hacer plantones, tomar edificios y oficinas gubernamentales, exigir
ante cualquier autoridad, avanzaron a contar con un registro de miles de hombres y
mujeres sin localizar, y de allí a la ubicación de fosas y a la identificación de algunos de los
restos.

…nosotros hablábamos con los familiares, les tomábamos todos los datos,
íbamos a reconocer el lugar donde ellos decían estaban enterrados, les
tomábamos nuevamente su declaración formal para presentar el caso ante el
juzgado y ya ante el juzgado llevábamos a los familiares a que ratificaran su
denuncia y entonces empezábamos a trabajar para que nos dieran la orden
para poder exhumarlos. Les avisábamos a los antropólogos entonces íbamos
con ellos y así fue. Se iba a hacer la inspección ocular y fijar la fecha para la
exhumación, en el principio pues por la ropa, por los dientes, por alguna
característica, así se identificaba, ahora pues ellos lograron, se hicieron
grandes avances, porque sólo nosotros como organización hemos hecho creo
que cien exhumaciones y hemos sacado como mil… ¡ay! son como 1,700
osamentas… nosotros abrimos esa brecha. (Quiroga, 2019)

30 Y cuál es el sentimiento cuando se identifica los restos

Pues mire no vamos a decir que alegría, sino que una satisfacción muy grande
porque uno sabe que no se van a quedar como perros, perdidos, tirados entre
un barranco o enterrados a ver dónde, es una satisfacción, un momento de
tristeza porque la forma en que ellos fueron muertos. Yo le digo a toda la gente,
que no hay crimen más horrendo en el mundo que la desaparición forzada de
una persona, porque ellos no están entre los vivos ni entre los muertos, es un
ciclo de vida que no terminó y un duelo que no podemos cerrar. El ciclo de vida
porque todos estaban sanos, no fue una enfermedad, no fue que los atropelló
un carro, que se cayeron sino que muchos de ellos fueron sacados, por la
fuerza. (Quiroga, 2019)

31 Los avances en los estudios genéticos se unen a la lista y fotografía de los detenidos-
desparecidos para dotar no solo de certeza al familiar sino de prueba irrefutable de que el

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Estado represor se los llevó y al inhumarlos los quiso desparecer. Gracias a que
permanecieron en las palabras de sus familiares, algunos han ido apareciendo.

Los antropólogos buscan, como también ellos llenan una ficha y le hacen la
prueba de ADN a uno, la prueba de saliva, entonces ya cuando ellos identifican
a la persona, buscan a la familia y nos avisan a nosotros también, que fue
identificada una persona fulano de tal, ya fue notificada la familia, entonces
nosotros nos ponemos de acuerdo con la familia para poderle dar cristiana
sepultura, ayudarlos a ellos, tal vez en la cuestión de la velación porque le
hacen velatorio y eso, los huesitos, a veces dos o tres huesitos nada más, pero
le hacen su velación, pues es la costumbre que nosotros tenemos, se les ayuda
con la caja, poner una lápida donde lo va a enterrar con su nombre, la fecha, a
veces hasta un párrafo de su historia. (Quiroga, 2019)

32 Para cerrar me gustaría referirme brevemente al tema del perdón, ¿quién puede
perdonar? La respuesta simple es que solo puede otorgarlo aquel que sufrió el daño, el
agravio. Pero, ¿es posible hacerlo? “para nosotros no es suficiente que pida perdón el
gobierno porque… se necesita que estén, que entreguen los cuerpos” (Quiroga) “nuestro
lema también es sólo castigando, porque cómo dicen que la paz y la reconciliación, pero si
no los encontramos y no sabemos, con quién nos vamos a reconciliar, a quién vamos a
perdonar y de cuál paz están hablando, de qué democracia están hablando.” (Quiroga).
Estos son algunos de los testimonios como huellas que escriben la historia.

Reflexión final
33 Así como en el campo y la ciudad la represión se dio de forma diferente, de masiva a
individual y selectiva, la recuperación e identificación de los cuerpos también corre por
caminos encontrados. Los desaparecidos que han sido identificados son en su gran
mayoría rurales, y es así porque la gente misma ha hecho pública la existencia de fosas
clandestinas y esto coadyuva en la localización; como testigos han dado su testimonio. A
los de la ciudad se les llevó y siempre se negó y se sigue negando su detención, su
búsqueda es más compleja pero no detiene a quienes les siguen buscando.
34 El énfasis colocado en la memoria y las palabras de quienes se organizaron a partir de
vivir la desaparición forzada de un familiar, retrata la búsqueda de las huellas que
confrontan versiones diferentes de la historia reciente de Guatemala. Son voces vivas que
reflejan un proceso de politización, que hablan de dolor y de esperanza, que mezclan su
lucha con la del ausente, que porfían a pesar del miedo y la intimidación. La esperanza es
su brújula.
35 El dolor que vive el familiar a partir de la desaparición de un hijo, una hija, se convierte
en catalizador para dar paso a una nueva persona, un sujeto activo que transforma su vida,
que en adelante se enfoca a una acción prioritaria que dará sentido al vivir. Los familiares
de los desaparecidos ya no buscan solo al suyo, al que conocieron, con el que vivieron y
convivieron, buscan a todos aquellos de los cuales tienen registro, su búsqueda es amplia,
es individual y colectiva, es primordial, es persistente e incesante.

Bibliografía
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COMISIÓN PARA EL ESCLARECIMIENTO HISTÓRICO, Guatemala, memoria del silencio,


Guatemala, UNOPS, 1999, 40.383 p.
CORTÁZAR, Julio, “Negación del olvido”, Araucaria de Chile, Madrid, n° 14, 1981, p. 21-23.
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Guatemala, México, GAM, CIIDH, 1999, 223 p.
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HABERKORN, Leonardo, Milicos y Tupas, Montevideo, octava edición, Fin de Siglo, 2017,
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TILLY, Charles, WOOD, Lesley J., Los movimientos sociales 1768-2008. Desde sus orígenes
a Facebook, Barcelona, Crítica, 2010, 365 p.
Entrevistas realizadas por la autora
ESTRADA, Paulo, Ciudad de Guatemala 31 de mayo de 2019.
QUIROGA de Hernández, Blanca Rosa. Ciudad de Guatemala 30 de mayo de 2019.
SALANIC, María Ofelia, Ciudad de Guatemala 1 de junio de 2019.

Notas
1 El ofrecimiento consistía en la mediación de la iglesia católica, sobre un tema que sigue
dividiendo a los uruguayos: “En ese contexto, el entonces obispo de San José, Pablo
Galimberti, hizo una propuesta: que la Iglesia mediara para intentar averiguar el destino de
los desaparecidos, ofreciendo el secreto de confesión como medio para que los militares que
tuvieran cierta información pudieran brindarla.” (Haberkorn, 2017, 233)
2 En el año de 2003, fueron desclasificados, por el Departamento de Estado de los Estados
Unidos, los documentos que confirman la intervención de su gobierno en el derrocamiento
del presidente Árbenz. Sobre lo cual ya había la certeza, en particular sobre la presión
ejercida por la United Fruit Company (Schelesinger y Kinzer 1982).
3 Se pueden ver las conclusiones de la CEH donde se afirma que el 83 por ciento de las
víctimas eran población maya no combatiente, así como el juicio que se le siguió a Ríos
Montt por genocidio y crímenes de lesa humanidad.
4 País latinoamericano en el que no hubo dictadura militar en la segunda mitad del siglo XX,
pero que aplicó la misma política de detener, torturar y desaparecer a militantes en todo el
territorio nacional, particularmente en el estado de Guerrero. Varias décadas después y tras
grandes batallas emprendidas por los familiares, lograron concretar la formación de una
comisión de la verdad (Comverdad) para esa región, que a partir de más de 400 testimonios,
pudo ponerle rostro y nombre y muchos de los desaparecidos.
5 Puede verse Figueroa, 1999.
6 Una muy breve explicación de esta separación. En 1984 Nineth Montenegro, esposa de
Fernando García, desaparecido en el mismo año, junto a otras mujeres fue la impulsora del
GAM, grupo que indudablemente abrió la brecha en la denuncia y búsqueda de personas
desaparecidas. Mujeres que fueron hostigadas, amenazadas y perseguidas. El momento de
quiebre se dio cuando Montenegro consideró que luchar por fuera del aparato estatal no les
había dado la solución que esperaban por lo que decidió ser candidata a un escaño para,
según afirmó, dar la lucha desde dentro del sistema político. A partir de entonces ella se
mantiene en la lucha electoral por varias candidaturas, ha ganado escaños y ha incumplido la
propuesta de presionar para la búsqueda de los desaparecidos desde dentro del sistema. A
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partir de allí fue que cinco miembros fundadores del GAM, cuatro mujeres y un hombre
decidieron formar su propia organización, así lo recuerda Blanca Rosa Quiroga de
Hernández (2019): “ellos luchan para su bolsa, para que sus familias vivan mejor y para
hacerse más ricos de lo que ya son, porque hay un señor ahí, que es diputado hace 35 años
que nosotros nos organizamos como GAM, es lo que tienen ellos de desaparecidos, y el señor
ya era diputado cuando nosotros nos constituimos, y ahorita va otra vez. Cierto que uno es
ignorante, no es un profesional de carrera, ni de títulos, ni de cartones, pero tampoco es
tonto para no darse cuenta de las cosas. Entonces todo eso fue lo que le dijimos a ella
[Montenegro], fuimos cuatro mujeres y un hombre, nada más que el señor ya se nos fue.”

Para citar este artículo


Referencia electrónica
Silvia Soriano Hernández, « La huella de los ausentes. Desaparición forzada en
Guatemala », Amérique Latine Histoire et Mémoire. Les Cahiers ALHIM [En línea],
38 | 2019, Publicado el 14 enero 2020, consultado el 24 febrero 2020. URL :
http://journals.openedition.org/alhim/8113

Autor
Silvia Soriano Hernández
Universidad Nacional Autónoma de México
Doctora en estudios latinoamericanos. Investigadora del Centro de Investigaciones sobre
América Latina y el Caribe y profesora del posgrado en estudios latinoamericanos de la
UNAM, México. Agradezco profundamente a Blanca Rosa Quiroga de Hernández,
fundadora de FAMDEGUA, a Paulo Estrada y a María Ofelia Salanic, quienes me
autorizaron a compartir su experiencia. Asimismo, agradezco a la Coordinación de
Humanidades de la UNAM la beca que me otorgó para visitar la colección latinoamericana
de la Biblioteca Nettie Lee Benson.

Derechos de autor

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Atribución-NoComercial-SinDerivar 4.0 Internacional.

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