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38 | 2019 :
Les crimes des dictatures en Amérique latine : poursuites judiciaires et mémoires
sociales
Resúmenes
Español English
La práctica de la desaparición forzada planeada desde los aparatos estatales dañó
profundamente a un sector de la sociedad que vive en la incertidumbre sobre el paradero de
aquel ser querido que fue llevado con vida pero que no volvió y, por tanto, su destino es
dudoso. En la falta de certezas es en la que radica la mayor parte de la tragedia que viven los
familiares del desaparecido. El fondo sobre el cual profundizaré es en saber que las víctimas
(los familiares de las personas desaparecidas) en la medida en que dedican su vida a la
búsqueda de su familiar, que se introducen en actividades nuevas y desconocidas, que
porfían a pesar de las amenazas, tienen mucho que aportar para asir un proceso de
politización que no parará. Sus palabras, su memoria convertida en testimonio, es la materia
fina de la cual se puede extraer conocimiento. Parto de testimonios directos de militantes en
Guatemala, que se convierten en la base epistemológica para ofrecer un panorama de
exigencia por la justicia así como por la búsqueda de la verdad.
The enforced disappearance was planned by the state apparatus, and it’s a practice deeply
damaged a sector of society which lives in uncertainty about the whereabouts of their loved
ones which were taken alive but did not return and whose destiny is doubtful. That lack of
certainty is the tragedy in which families of the disappeared persons lives. The element on
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which I will deepen is the knowledge of how the victim’s families at the same time that keep
searching for their disappeared, they introduced into new and unknown activities despite
threats. These victims have a lot to contribute to create a process of politicization that will
not stop. Their words, their memories turned into testimony, is the gem from which
knowledge can be drawn. Direct testimonies of militants in Guatemala become the
epistemological basis to demand justice and for the search of truth.
Texto completo
¡Ay, pero hubiera visto lo que siguió, hermano! ¡Ay, no en balde, desde mañana, las
madres habrán de lagrimear cuanto montón de tierra confundan con una tumba
desconocida…!
Presentación
1 En un coloquio sobre las personas desaparecidas realizado en Paris el 31 de enero y 1 de
febrero de 1981, Julio Cortázar habló sobre ese sentimiento que prevalece de lo
infrahumano, “de una fuerza que parece venir de las profundidades, de esos abismos
donde inevitablemente la imaginación termina por situar a todos aquellos que han
desparecido.” (Cortázar, 1981, 21). Varias décadas han transcurrido desde entonces y dos
cuestiones podemos constatar: la persistente actividad de familiares de los desaparecidos
que no cejan en su intento de conocer su paradero y como corolario, la poca respuesta por
parte del gobierno en turno, en cualquiera de los países donde se dio la desaparición
forzada, ya que sin importar quien se encuentre en el poder, suele ser un tema poco
escuchado, no hay voluntad política para dar certeza a los familiares, siendo ellos los que
promueven la búsqueda y en algunos casos, encuentran. En años posteriores, en Uruguay
el obispo Pablo Galimberti realizó una propuesta en mayo de 1997 para que se diera “una
solución al drama de las familias de los desaparecidos en la dictadura”1 (Haberkorn, 2017,
8) con un civil en la presidencia, la oposición militar se deja sentir ante la respuesta. Estos
ejemplos retratan la situación de familiares de los desaparecidos en el continente
latinoamericano. El abismo en el que se imagina a la víctima de desaparición forzada y la
nula o parca resolución de quien debe darla, un Estado impasible.
2 Con la frase “Y usted, ¿a quién busca?” se interrogaba a las mujeres que se encontraban
en la morgue, las estaciones de policía, los hospitales y prisiones, además de frente a algún
cadáver que aparecía en cualquier sitio de la ciudad de Guatemala, hacia donde corrían a
tratar de identificarlo. En la Guatemala de las dos últimas décadas del siglo pasado, la
desaparición forzada de personas se convirtió en una práctica común de los regímenes
militares que gozaron de impunidad, después del golpe de Estado de 1954. Los familiares
de esos detenidos-desaparecidos, se comenzaron a conocer a partir de coincidir en la
búsqueda individual y decidieron organizarse para unir sus voces, sus reclamos y su miedo
en una fuerza que interpelara al Estado represor. Esos padres, en su mayoría mujeres, que
no volvieron a tener noticia de su hija o hijo, se articularon en la denuncia de la violación
sistemática a los derechos humanos que condujo a la desaparición de sus seres queridos y
exigieron saber su paradero. Me refiero, dado el protagonismo que sostuvieron y
sostienen, a las madres, pero hay que tener presente que, con ellas, hubo padres, hijas e
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De la revolución a la contrarrevolución
6 De la dictadura de Jorge Ubico (1931-1944) se transitó a procesos electorales que
prometieron un cambio radical en un país con un alto porcentaje de población indígena,
de sectores analfabetos y monolingües, de sobreexplotación en el trabajo, de exclusión y
marginación. El militar Jacobo Árbenz, quien fue actor decisivo en la llamada Revolución
de 1944 que destituyó a Ubico, fue candidato a presidente por el Partido Guatemalteco del
Trabajo PGT y elegido en 1951, aplicó reformas que afectaron intereses estadounidenses,
entre otros. Fue derrocado por un golpe de Estado, enviado al exilio donde murió, acusado
de comunista y hostigado por la CIA hasta sus últimos días2. A partir de 1954 hubo juntas
militares, presidentes provisionales, de facto y electos; el retorno a la democracia está
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fechada en 1986 con el triunfo de Vinicio Cerezo. El general Efraín Ríos Montt tomó el
poder en junio de 1982 y lo dejó en agosto del siguiente año, su política de tierra arrasada
es considerada por la Comisión del Esclarecimiento Histórico, como la causante del mayor
número de masacres (CEH, 1999). Fue juzgado por genocidio en el 2013, condenado a 80
años de prisión y exonerado poco después. Murió recientemente, a los 91 años con total
impunidad.
7 Años después del golpe contra Árbenz surgieron las primeras organizaciones
guerrilleras, siendo las principales las Fuerzas Armadas Rebeldes, el Ejército Guerrillero
de los Pobres y la Organización del Pueblo en Armas. Estas tres, junto al PGT formaron la
Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca URNG en el año de 1982. Impulsada por
Naciones Unidas, se comenzó a negociar el fin de la guerra, la URNG dejó las armas en
1996 y el 29 de diciembre del mismo año se firmó la paz, meses después se convirtió en
partido político. La insurgencia y la contrainsurgencia convivieron durante muchos años
dejando a miles de víctimas de una fuerte violencia aplicada por el Estado.
8 Para entender la dimensión de la contrainsurgencia, la pienso como la defensa del orden
establecido por todos los medios posibles, incluyendo las persecuciones, la tortura y las
desapariciones, en contra de los insurgentes. La necesidad del Estado, por reducir al
mínimo las posibilidades que podrían desestabilizar e incluso derrocar al poder en turno,
lo lleva a articular, por medio de sus fuerzas opresivas, una asfixia coordinada en contra de
dichos riesgos, que no excluye todo tipo de violaciones a los derechos humanos. En
consecuencia, uno de los rasgos característicos de la contrainsurgencia es el terror o el
terrorismo de Estado. La violencia psicológica, aunada al asesinato real, se apodera de las
masas. Ésta, al no ser precisa, hace crecer el terror, uniendo el miedo con la incertidumbre
y, así, multiplicando ambos.
9 Es importante puntualizar que son dos patrones los que se vivieron en la práctica
sistemática de la desaparición forzada: la orquestada en el campo y la instrumentalizada
en la ciudad. La primera fue indiscriminada, masiva y con fuerte carácter persuasivo o
intimidatorio; la segunda fue selectiva y dirigida en lo fundamental a militantes, jóvenes,
la mayoría hombres pero también hubo mujeres. La exhibición de cadáveres como
mecanismo de intimidación, terriblemente eficaz, nos remite, al término necropolítica de
Achille Mbembe (2011) estrategia usada en Guatemala. El terror al azar podía hacer de
cualquier persona una víctima, tuviera o no alguna relación con la guerrilla, en el caso de
exponer los cuerpos mutilados, torturados, masacrados, la advertencia y el terror eran
totales. Se afirma por la CEH, que la mayoría de los asesinados en el ámbito rural era
ajeno a las organizaciones guerrilleras3. Se constata cómo la industria del terror y de la
muerte se desarrolla, alimentándose del pánico de la sociedad civil. A este pavor se
sobrepusieron familiares de aquellos que fueron llevados con vida y después se les dejó de
ver.
13 La última frase de Ofelia. “Estoy bien empapada de lo que se ha hecho, durante todo
este tiempo” es contundente en el sentido del conocimiento desde la acción con la
movilización conjunta, es decir, de la producción de conocimiento como parte de una
práctica que es una con la organización. Jóvenes que cargan esa ausencia como herencia
moral. Una exigencia ética desde la familia como la célula que reproduce la demanda.
14 Como política contrainsurgente, la desaparición de opositores es una práctica de los
regímenes dictatoriales, en su mayoría, pero no exclusivamente, como lo muestra el caso
de México4. El país centroamericano no fue la excepción. La gran mayoría de los
desaparecidos en la ciudad de Guatemala, eran militantes ya sea sindicales, partidistas,
estudiantiles, en otras palabras, eran personas que trabajaban para cambiar la situación
política, económica y social de su país. Formaban parte de una generación que nació con el
golpe contra la democracia y que se miró a sí misma como la obligada a restablecer la paz,
a construir relaciones más cordiales, a terminar con la dictadura. Esto significa que era
una juventud inquieta y perseverante, que en un contexto de violencia y represión se
organizaba para actuar. La magnitud de la represión no fue calculada y alcanzó a muchos.
A la ausencia del familiar se añadía el miedo de hablar frente a un régimen dictatorial y
represivo que estigmatizaba como comunista a cualquiera que simplemente preguntara
por el paradero de aquel que fue detenido.
15 La primera organización que se formó con la intención de localizar a los desparecidos,
fue el Grupo de Apoyo Mutuo GAM5. A pesar de su innegable importancia es conveniente
mencionar que se fraccionó y que una parte de las personas, al separarse, formaron a
FAMDEGUA, organización sobre la que profundizo en las siguientes líneas6.
Surgió que un grupo de mujeres, que en ese tiempo, sabíamos que aparecían
en las banquetas, en las cunetas, en las carreteras; a veces dos a veces tres
personas, hombres jovencitos, adolescentes muertos, empezamos a ir a la
morgue, el mismo recorrido de ir a la morgue, a los hospitales, a las cárceles,
hospitales privados, todos los días; así fue como nos fuimos conociendo con
varias personas. En la televisión, en la radio salía que en tal zona aparecieron
tres jóvenes muertos, a veces daban características a veces no, entonces lo
primerito que hacíamos cada familiar era correr para la morgue. Ahí ya de
tanto vernos empezamos a platicar, en ese tiempo pues no se podía decir nada,
cualquier cosa ya era uno guerrillero, era subversivo, ya era blanco para el
secuestro o bien para ser asesinado. Entonces nos fuimos conociendo y ya
empezamos a platicar, y usted a quién busca, cómo le pasó y así. Ahí surgió que
teníamos que unirnos para hacer una fuerza porque eso de recorrer los mismos
lugares, no nos iba a ser efectivo y ya pues, empezamos a platicar. (Quiroga,
2019)
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16 En la década de los ochenta, todo aquel familiar que buscaba a alguien comenzaba por
tratar de ubicarle como detenido porque sabía quiénes se lo llevaron, ante la negativa de
tenerlo ahí, es que se dirigían a los otros sitios, con la esperanza de encontrarle, vivo, como
se lo llevaron, o muerto, pero encontrarlo. La pérdida de alguien siempre va acompañada
de una inconclusión, de un enigma que no termina de comprenderse, como nos lo sugiere
(retomando a Freud) la estadunidense Judith Butler:
Freud nos recuerda que cuando perdemos a alguien no siempre sabemos qué
es lo que perdimos en esa persona. Así, al perder algo, nos enfrentamos a lo
enigmático: algo se oculta en la pérdida. Si el duelo supone saber que algo se
perdió (y en cierta manera, la melancolía significa originalmente no saberlo),
entonces el duelo continuaría a causa de su dimensión enigmática, a causa de
la experiencia de no saber incitada por una pérdida que no terminamos de
comprender. (Butler, 2006: 48)
17 Con las desapariciones el enigma es doble, pues lo no encontrado nunca se da del todo
por perdido, sino que se halla en el terreno de la ausencia indeterminada, lugar de la
búsqueda, no totalmente desligada de la posibilidad de la recuperación. La ausencia es, a
un tiempo, simbólica y real, política y sentimental. El simbolismo de esa separación radica
en que cada una en concreto simboliza el quebranto que implica los desaparecidos y, así,
cada pérdida precisa es, sin dejar de ser concreta e individual, un reclamo social y político,
una exigencia histórica. La búsqueda y el reclamo son públicos. Lo cual se liga con lo que
más adelante, indica Butler:
18 Así es como esas pérdidas, al volverse públicas, insisten en aparecer como tales, como
ausencias, en un contexto que necesita de su negación para su funcionamiento, la
actividad de un Estado que niega las desapariciones. Lo perdurable y el esfuerzo de la
búsqueda, junto con la insistencia de que los desaparecidos están perdidos y que deben de
aparecer, es, también, el reclamo político de que el funcionamiento del Estado es, en
realidad, disfuncional y esencialmente coactivo. Esta demanda es, así, materia prima, de
otra crítica, una que, orientada por la esencia de los testimonios que buscan (como sujetos
políticos) puede elaborar una perspectiva encaminada a encontrar soluciones. Es decir que
quienes buscan poseen el potencial de propiciar una teoría y una praxis que pueden
sostenerse desde otros sectores sociales. Podemos hablar del testimonio como de una
materia orgánica (en el sentido de que sucede dentro de un proceso histórico en el que
busca constituirse como sujeto que hace la historia) epistemológica.
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Bueno así fue como nos organizamos, entonces ya empezamos, se llenaba una
ficha, con los datos de la persona: edad, color, pelo, tamaño, dientes y todas las
características de la persona, la forma como iba vestida, la dirección y el
parentesco de la persona, cuántos hijos tenía, si era casado; era como se
llenaba la ficha. Ya cuando la gente se dio cuenta de todo lo que hacíamos, fue
agarrando un poco de confianza y entonces empezaron a hablar de los
cementerios clandestinos, gente que el ejército mató y ellos mismos los
enterraron, sus mismas familias los enterraron, entonces ya empezaron ellos a
hablar: que a mis familiares el ejército los mató, pues yo estaba trabajando o…
había salido y cuando regresamos estaban en la comunidad todos muertos,
nosotros hicimos las fosas y ahí los metimos, entonces empezamos a trabajar
ya en la búsqueda de cementerios clandestinos, en la búsqueda de testigos, de
los familiares y todo y empezamos a hacer exhumaciones. (Quiroga, 2019)
21 FAMDEGUA se formó en la ciudad de Guatemala pero sus integrantes sabían que los
desaparecidos estaban en todo el país, por eso hacían convocatorias por la radio para que
la gente se atreviera a denunciar. A ello refieren las palabras de Quiroga, la gente del
campo llegaba con desconfianza y después de confirmar el carácter de la organización,
comenzaba a hablar. Dice Gatti (2019, 29) que “El desaparecido es ausencia, invisibilidad,
falta de representación, imposibilidad de palabra y de nombre, es identidad rota y
exclusión; es cuerpo disociado, mala muerte y mala vida.” Y es cierto pero, si algo está
presente en esta ausencia es su fotografía y su nombre, él no tiene la palabra pero la tiene
su madre, su esposa, su hija, la que busca y porfía. Es ella la que porta la representación y
con ésta una voz potente que cuestiona, confronta y exige. Es la presencia en la ausencia,
es aquella persona que no le deja irse, que no permite que su rostro juvenil se borre, que se
acopla a otras voces para clamar y que une su reclamo denunciando una tragedia
mayúscula.
22 En ese sentido hablo de dos testimonios: el testimonio del desaparecido y el testimonio
del familiar que emprende la búsqueda de su pariente ausente. Cada testimonio responde
a un contexto preciso. Si bien podemos disociar ambos, lo cual es pertinente, también hay
una línea que los une, la que va de uno a otro. Pienso en un militante, hijo, desaparecido, y
en una madre, que emprende su búsqueda, persistente, en medio de un contexto oscuro,
que les niega a ambos. El testimonio del hijo es un testimonio vivo, en la medida en que
está inconcluso y en que su voz persiste y se transforma, tomado direcciones no siempre
previsibles, desde el testimonio de la madre. No solo es el simple hecho de tomar un
relevo, aunque puede ocurrir, porque el sujeto detrás del discurso es otro (una madre en
este caso) el discurso mismo adquiere otra tonalidad y, en ese sentido, en última instancia,
es otro.
23 Es un contexto oscuro. Búsqueda en la oscuridad, por un lado, y un discurso frente a
una audiencia oscura, por otro. La indagación de pistas difusas y difíciles de encontrar, y el
camino lleno de obstáculos por hacer oír la voz de quien busca. La averiguación tantea en
dos terrenos oscuros. El del pasado, siempre por descubrir, siempre explorable y, al
mismo tiempo, imposibilitado por examinarse con total exactitud. Y el terreno de presente
en movimiento, espacio donde transcurre la exploración, lleno de temor y de angustia,
pero también de esperanzas y fuerza. Sin estas dos últimas características la búsqueda se
detendría. No es, pues, un movimiento unidireccional, sino complejo, que avanza dentro
de fuerzas contradictorias. Además de la oscuridad que implica la acción del familiar, con
todos los obstáculos que ponen los procesos estatales, hay que agregar la que es propia de
un pasado, siempre difuso, concluido por completo y, no obstante, indeterminadamente
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…nosotros hablábamos con los familiares, les tomábamos todos los datos,
íbamos a reconocer el lugar donde ellos decían estaban enterrados, les
tomábamos nuevamente su declaración formal para presentar el caso ante el
juzgado y ya ante el juzgado llevábamos a los familiares a que ratificaran su
denuncia y entonces empezábamos a trabajar para que nos dieran la orden
para poder exhumarlos. Les avisábamos a los antropólogos entonces íbamos
con ellos y así fue. Se iba a hacer la inspección ocular y fijar la fecha para la
exhumación, en el principio pues por la ropa, por los dientes, por alguna
característica, así se identificaba, ahora pues ellos lograron, se hicieron
grandes avances, porque sólo nosotros como organización hemos hecho creo
que cien exhumaciones y hemos sacado como mil… ¡ay! son como 1,700
osamentas… nosotros abrimos esa brecha. (Quiroga, 2019)
Pues mire no vamos a decir que alegría, sino que una satisfacción muy grande
porque uno sabe que no se van a quedar como perros, perdidos, tirados entre
un barranco o enterrados a ver dónde, es una satisfacción, un momento de
tristeza porque la forma en que ellos fueron muertos. Yo le digo a toda la gente,
que no hay crimen más horrendo en el mundo que la desaparición forzada de
una persona, porque ellos no están entre los vivos ni entre los muertos, es un
ciclo de vida que no terminó y un duelo que no podemos cerrar. El ciclo de vida
porque todos estaban sanos, no fue una enfermedad, no fue que los atropelló
un carro, que se cayeron sino que muchos de ellos fueron sacados, por la
fuerza. (Quiroga, 2019)
31 Los avances en los estudios genéticos se unen a la lista y fotografía de los detenidos-
desparecidos para dotar no solo de certeza al familiar sino de prueba irrefutable de que el
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Estado represor se los llevó y al inhumarlos los quiso desparecer. Gracias a que
permanecieron en las palabras de sus familiares, algunos han ido apareciendo.
Los antropólogos buscan, como también ellos llenan una ficha y le hacen la
prueba de ADN a uno, la prueba de saliva, entonces ya cuando ellos identifican
a la persona, buscan a la familia y nos avisan a nosotros también, que fue
identificada una persona fulano de tal, ya fue notificada la familia, entonces
nosotros nos ponemos de acuerdo con la familia para poderle dar cristiana
sepultura, ayudarlos a ellos, tal vez en la cuestión de la velación porque le
hacen velatorio y eso, los huesitos, a veces dos o tres huesitos nada más, pero
le hacen su velación, pues es la costumbre que nosotros tenemos, se les ayuda
con la caja, poner una lápida donde lo va a enterrar con su nombre, la fecha, a
veces hasta un párrafo de su historia. (Quiroga, 2019)
32 Para cerrar me gustaría referirme brevemente al tema del perdón, ¿quién puede
perdonar? La respuesta simple es que solo puede otorgarlo aquel que sufrió el daño, el
agravio. Pero, ¿es posible hacerlo? “para nosotros no es suficiente que pida perdón el
gobierno porque… se necesita que estén, que entreguen los cuerpos” (Quiroga) “nuestro
lema también es sólo castigando, porque cómo dicen que la paz y la reconciliación, pero si
no los encontramos y no sabemos, con quién nos vamos a reconciliar, a quién vamos a
perdonar y de cuál paz están hablando, de qué democracia están hablando.” (Quiroga).
Estos son algunos de los testimonios como huellas que escriben la historia.
Reflexión final
33 Así como en el campo y la ciudad la represión se dio de forma diferente, de masiva a
individual y selectiva, la recuperación e identificación de los cuerpos también corre por
caminos encontrados. Los desaparecidos que han sido identificados son en su gran
mayoría rurales, y es así porque la gente misma ha hecho pública la existencia de fosas
clandestinas y esto coadyuva en la localización; como testigos han dado su testimonio. A
los de la ciudad se les llevó y siempre se negó y se sigue negando su detención, su
búsqueda es más compleja pero no detiene a quienes les siguen buscando.
34 El énfasis colocado en la memoria y las palabras de quienes se organizaron a partir de
vivir la desaparición forzada de un familiar, retrata la búsqueda de las huellas que
confrontan versiones diferentes de la historia reciente de Guatemala. Son voces vivas que
reflejan un proceso de politización, que hablan de dolor y de esperanza, que mezclan su
lucha con la del ausente, que porfían a pesar del miedo y la intimidación. La esperanza es
su brújula.
35 El dolor que vive el familiar a partir de la desaparición de un hijo, una hija, se convierte
en catalizador para dar paso a una nueva persona, un sujeto activo que transforma su vida,
que en adelante se enfoca a una acción prioritaria que dará sentido al vivir. Los familiares
de los desaparecidos ya no buscan solo al suyo, al que conocieron, con el que vivieron y
convivieron, buscan a todos aquellos de los cuales tienen registro, su búsqueda es amplia,
es individual y colectiva, es primordial, es persistente e incesante.
Bibliografía
BEVERLEY, John, Testimonio: sobre la política de la verdad, México, Bonilla Artiga
Ediciones, 2010, 151 p.
BLOCH, Marc, Apología para la historia o el oficio de historiador, México, D.F, segunda
edición, Fondo de Cultura Económica, 2001, 181 p.
BUTLER, Judith, Vida precaria. El poder del duelo y la violencia, Buenos Aires, Paidós,
2006, 192 p.
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Notas
1 El ofrecimiento consistía en la mediación de la iglesia católica, sobre un tema que sigue
dividiendo a los uruguayos: “En ese contexto, el entonces obispo de San José, Pablo
Galimberti, hizo una propuesta: que la Iglesia mediara para intentar averiguar el destino de
los desaparecidos, ofreciendo el secreto de confesión como medio para que los militares que
tuvieran cierta información pudieran brindarla.” (Haberkorn, 2017, 233)
2 En el año de 2003, fueron desclasificados, por el Departamento de Estado de los Estados
Unidos, los documentos que confirman la intervención de su gobierno en el derrocamiento
del presidente Árbenz. Sobre lo cual ya había la certeza, en particular sobre la presión
ejercida por la United Fruit Company (Schelesinger y Kinzer 1982).
3 Se pueden ver las conclusiones de la CEH donde se afirma que el 83 por ciento de las
víctimas eran población maya no combatiente, así como el juicio que se le siguió a Ríos
Montt por genocidio y crímenes de lesa humanidad.
4 País latinoamericano en el que no hubo dictadura militar en la segunda mitad del siglo XX,
pero que aplicó la misma política de detener, torturar y desaparecer a militantes en todo el
territorio nacional, particularmente en el estado de Guerrero. Varias décadas después y tras
grandes batallas emprendidas por los familiares, lograron concretar la formación de una
comisión de la verdad (Comverdad) para esa región, que a partir de más de 400 testimonios,
pudo ponerle rostro y nombre y muchos de los desaparecidos.
5 Puede verse Figueroa, 1999.
6 Una muy breve explicación de esta separación. En 1984 Nineth Montenegro, esposa de
Fernando García, desaparecido en el mismo año, junto a otras mujeres fue la impulsora del
GAM, grupo que indudablemente abrió la brecha en la denuncia y búsqueda de personas
desaparecidas. Mujeres que fueron hostigadas, amenazadas y perseguidas. El momento de
quiebre se dio cuando Montenegro consideró que luchar por fuera del aparato estatal no les
había dado la solución que esperaban por lo que decidió ser candidata a un escaño para,
según afirmó, dar la lucha desde dentro del sistema político. A partir de entonces ella se
mantiene en la lucha electoral por varias candidaturas, ha ganado escaños y ha incumplido la
propuesta de presionar para la búsqueda de los desaparecidos desde dentro del sistema. A
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partir de allí fue que cinco miembros fundadores del GAM, cuatro mujeres y un hombre
decidieron formar su propia organización, así lo recuerda Blanca Rosa Quiroga de
Hernández (2019): “ellos luchan para su bolsa, para que sus familias vivan mejor y para
hacerse más ricos de lo que ya son, porque hay un señor ahí, que es diputado hace 35 años
que nosotros nos organizamos como GAM, es lo que tienen ellos de desaparecidos, y el señor
ya era diputado cuando nosotros nos constituimos, y ahorita va otra vez. Cierto que uno es
ignorante, no es un profesional de carrera, ni de títulos, ni de cartones, pero tampoco es
tonto para no darse cuenta de las cosas. Entonces todo eso fue lo que le dijimos a ella
[Montenegro], fuimos cuatro mujeres y un hombre, nada más que el señor ya se nos fue.”
Autor
Silvia Soriano Hernández
Universidad Nacional Autónoma de México
Doctora en estudios latinoamericanos. Investigadora del Centro de Investigaciones sobre
América Latina y el Caribe y profesora del posgrado en estudios latinoamericanos de la
UNAM, México. Agradezco profundamente a Blanca Rosa Quiroga de Hernández,
fundadora de FAMDEGUA, a Paulo Estrada y a María Ofelia Salanic, quienes me
autorizaron a compartir su experiencia. Asimismo, agradezco a la Coordinación de
Humanidades de la UNAM la beca que me otorgó para visitar la colección latinoamericana
de la Biblioteca Nettie Lee Benson.
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