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Tribus y territorios z
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Título del original en inglés:
Academic Tribes and Territories
Intellectual enquiry and the cultures of disciplines
ISBN: 84-7432-757-1
Depósito legal: B. 34372-2001
Preimpresión:
Editor Service S.L.
Diagonal 299, entresol Ia - 08013 Barcelona
Impreso en España
Printed in Spain
En tanto una subcultura está aislada del resto del mundo y todas sus lí
neas de comunicación son internas, su imagen sueH autosustentarse y au-
toperpetuarse. Todos los mensajes que reciben los individuos que partici
pan confirman sus impresiones, porque en gran medida los mensajes se
originan en esas impresiones. Una sociedad de admiración mutua es una
172
buena manera de convencemos de que somos todos buenos muchachos,
ya que nadie jamás nos contradice.
Ya en 1939 J.D. Bernal aludió, brevemente, a esta tensión entre las con
sideraciones intrínsecas y extrínsecas. Pero se ha hecho más notable
entre los sociólogos de la ciencia en los años recientes, «en un momen
to en que la ciencia necesita cada vez más capital mientras que las polí-
173
ticas económicas requieren restricciones y recortes en diversos sectores
de la sociedad» (Elzinga, 1987b).
Sin embargo, según Elzinga (1987b), la orientación cada vez más
política y comercial de la ciencia no es un proceso de sentido único.
Rechaza la idea propuesta por Weingart (1974) y otros de que «las in
fluencias sociales "externas" se traducen en desarrollos cognitivos que,
a su vez, se traducen en la sociedad» y favorece, en cambio, la idea de
un «proceso de ordenamiento mutuo y de "mediación"» más fuerte
mente recíproco. Opina que existe «una compleja interrelación de de-
sinstitucionalización o reinstitucionalización de la ciencia por un la
do, y de una cientificación de la sociedad por el otro». Como Elzinga
(1987b) argumenta,
174
dente al académico como individuo. El clima económico general es
uno de los principales factores que condicionan que la educación su
perior esté en un período de crecimiento; de estancamiento o de con
tracción. En el boom de los años sesenta, la educación superior, en mu
chos países, se expandió: había muchos puestos académicos y buenas
perspectivas de progreso rápido y de promoción. En la recesión de los
setenta y en el relativo estancamiento de los ochenta, sucedió lo opues
to: los puestos estables eran difíciles de conseguir, la competencia por
ellos era feroz y el período de espera en algunas disciplinas era largo,
los cargos no siempre eran cubiertos luego de que un titular se retirara,
y las oportunidades de hacer carrera eran relativamente limitadas.
Elay otras maneras, menos evidentes pero también importantes, en
que la vida profesional de un académico puede afectar, o verse afectada
por el entorno social más amplio donde trabaja. En algunos casos, la
investigación que hace puede tener consecuencias significativas para el
mundo externo. La especulación y la investigación académica han ori
ginado muchas de las mejoras en la calidad de vida humana que ahora
se dan por sentado, y muchos de los beneficios del adelanto tecnológi
co. Del lado más oscuro, los físicos pueden compartir una particular
sensación de responsabilidad por la creación de armas atómicas y nu
cleares y los ingenieros, por la dudosa bendición de la energía nuclear.
La química ha dado lugar a sus propias formas de armamento; la bio
logía, a la posibilidad de la guerra bacteriológica y, por otro sendero, a
las incertidumbres éticas de la ingeniería genética. Este tipo de acusa
ciones no sólo se dan en las ciencias puras y aplicadas. La apelación a la
historia se encuentra detrás de algunas de las más amargas disputas te
rritoriales y raciales; la teorización sociológica ha dado nacimiento a
poderosos y a veces destructivos movimientos ideológicos; la econo
mía comparte algo de culpa por las políticas financieras desastrosas,
como así también algún mérito por las exitosas. Con todo, el saldo de
la investigación es una mixta bendición de la humanidad.
Pero esta clase de discusión tiene en cuenta dos posibles respuestas
y cuál se adopte es una cuestión de conciencia individual. Algunos aca
démicos pueden estar de acuerdo con la preocupación general de que
su investigación tenga efectos negativos reales o potenciales; otros de
searán disociarse de las consecuencias de su trabajo, al argumentar que
si éste es explotado y cómo, es cuestión de responsabilidad social colec
tiva. Así, mientras que por un lado se encuentra la vieja generación de fí
sicos que buscan la expiación por Hiroshima y lo que uno de mis en-
cuestados llamó: «satisfacer sus conciencias sociales», por el otro, se
encuentran los ingenieros, que al mantener su tradición pragmática,
175
tienden a apartarse de las políticas de protesta sobre Chernobyl y argu c
mentan naturalmente que, si algo funciona, debe ser bueno y que llega c
rá el día en que resulte infalible. «Los ingenieros», destacó uno de ellos, c
«no poseen conciencia social, aunque de la boca para afuera digan que d
deberían tenerla». Si los filósofos antiguos a cuya ideología apeló el ti
movimiento nazi hubieran estado vivos en ese momento, bien podrían q
haber negado su responsabilidad por las particulares maneras como se d
interpretaron y se pusieron en práctica sus puntos de vista. Vi
La decisión de comprometerse en la acción social o de evitarla se ex d
tiende también a aquellas áreas de problemas para los cuales la investi n
gación parecería ofrecer alguna respuesta o mejora, fuera eso o no la c<
preocupación original de los académicos. No muchos de los biólogos ir
del Reino LJnido de mi muestra decidieron comprometerse en grupos n
ecológicos o en otros grupos de presión, no sólo porque usualmente P
consumen mucho tiempo o porque sus miembros tiendan a adoptar P1
un punto de vista simplista de los problemas, sino también porque «no tr
agrega nada a nuestro prestigio profesional». Del otro lado del Atlánti Pi
co, los encuestados hablaron del creciente interés en las cuestiones so es
ciales del momento pero allí, también, «hay aún muchísimos biólogos no
a quienes les importa un bledo». En general, es más sabio, simplemen re
te, evitar las cuestiones de controversia. Los farmacéuticos académicos rr
tampoco suelen estar a la vanguardia en el compromiso en enfrentar el ve
abuso de drogas. Los economistas más ambiciosos y exitosos se ven h¡
más atraídos por las cuestiones intelectuales que por las sociales y las be
políticas, observó uno de mis informantes: para ellos, las consideracio b¡
nes éticas «no son mi problema». Los historiadores evitan, comúnmen ce
te, relacionar las cuestiones académicas con los asuntos contemporá
neos, sobre la base de que la generalización de una situación a otra es al
sumamente sospechosa. En contraste, los sociólogos poseen menos in ir
hibiciones en conectar sus posturas académicas con sus actitudes hacia P
cuestiones políticas más amplias, aunque prefieren hacerlo desde la co se
modidad del sillón más que en el turbulento mundo de las campañas E
electorales o de las manifestaciones.2 d
Junto con los casos que hemos considerado hasta ahora de investi d
gación que contribuye a generar un particular conjunto de cuestiones q
sociales o que puede tener una respuesta pertinente para un particular v
conjunto de demandas sociales, hay ejemplos, a su vez, de trabajo aca n
démico afectado por factores externos. Los valores, las causas y las filo n
sofías que los académicos como individuos apoyan tendrán a menudo n
sus orígenes biográficos fuera de la biblioteca o del laboratorio. Es pro q
bable que sus manifestaciones más evidentes se vean en las áreas del c<
176
conocimiento que están, por sí mismas, cargadas de valor. Los resulta
dos de mi estudio confirman que la economía y la sociología son dis
ciplinas donde la escala de valores de un académico en actividad pue
de ponerse de manifiesto en su trabajo: los economistas de derecha
tienden a defender un conjunto de teorías y los economistas de iz-
quiércrá, otro. Sast&aces SGcáífogGS CGa&derótám que de?
del desvalido». Los historiadores, en común con los sociólogos, rara
vez utilizarían «tendencioso» como un término de crítica, porque «se
da por sentado que todo historiador es tendencioso de una u otra ma
nera». Sin embargo, puede hacerse aquí una distinción entre el estar
comprometido con un conjunto de valores (y quizás permitirle que
influya en nuestra elección de la especialidad) y dejarlo «imponer un
modelo del pasado» o «deformar la evidencia para que se ajuste a los
preconceptos». La posición de los abogados académicos es más com
pleja. De acuerdo con mis informantes, existe «la costumbre de cons
truir argumentos a partir de diferentes conjuntos de valores», en una
profesión donde se considera que un argumento legal bien formulado
es independiente del lado del caso que tome. Los tradicionalistas «si
mulan estar ejerciendo la ciencia de Weber, independiente de los valo
res» y «considerarían un horror que se usara el derecho como una he
rramienta de derecha o de izquierda». Los reformistas, por otra parte,
ven lugar para la función crítica dentro de los estudios legales: «puede
haber, ciertamente, mal derecho ideológico, pero también puede ha
ber del bueno». Otras profesiones sociales, tales como educación, tra
bajo social y salud pública, permiten una relación más directa, y a ve
ces penosa, entre la creencia personal y la práctica laboral.
Parecería que algunos campos de la investigación estuvieran menos
abiertos que otros a la influencia de la ideología externa y que fueran
menos hospitalarios con los valores importados. Puede ser muy sim
plista igualar esta diferencia con la distinción entre las disciplinas que
se ocupan de las cosas y las disciplinas que se ocupan de las personas.
En un sentido, la ingeniería se ocupa de ambas, pero los ingenieros aca
démicos como grupo tienden a considerar que su trabajo es indepen
diente de los valores y apolítico. Ninguno de los matemáticos, físicos o
químicos que entrevisté señalaría que alguna parte de su práctica estu
viera sujeta a la influencia doctrinal externa, salvo en el sentido muy ge
neral de que la visión del mundo de alguien influye su juicio profesio
nal, aunque se señaló que la predilección por una teoría en vez de otra
no era inmune a la posterior demostración de falsedad. Y a pesar de
que, entre muchos otros, Rose y Rose (1974) argumentan en términos
convincentes contra la supuesta neutralidad de la ciencia, quizás sea
177
significativo que elijan la neurobiología para mostrar que los enfoques
rivales reflejan perspectivas particulares sobre los seres humanos.
Las relaciones pueden aquí a veces ser tan profundas y esquivas co
mo los trabajos sobre el Zeitgeist
* en sí mismo. Como implica el influ
yente estudio de Foucault (1970), El orden de las cosas, el clima intelectual
contemporáneo condiciona lo que las personas ven y comprenden.3 Los
valores pueden asimilarse tanto consciente como inconscientemente:
los académicos «pueden encontrarse sujetos a "las mareas del pen
samiento social" que atraviesan la sociedad», como observa Henkel
(1987). Quizás sea el fenómeno que se encuentra detrás de su sugeren
cia de que «los valores académicos se están transformando!...] un proce
so inevitable ya que los académicos están expuestos a más normas e in
fluencias externas». Más específicamente, en relación con la historia,
Wesseling (1985) destaca la «vaga e inconsciente» respuesta de los inves
tigadores a «lo que realmente sucede en la sociedad», y agrega que «bas
tante más inconsciente que conscientemente, la sociedad influye sobre
qué tipo de investigación histórica tiende a realizarse».
No obstante, el proceso de internalización de valores puede, en al
gunos ejemplos, ser más calculado que inadvertido. Henkel (1987)
destaca que:
178
la retórica gerencial, centralizadora e instrumental ha afectado la estructu
ra, la disposición y los contenidos de los cursos. Sin embargo, no es evi
dente que las normas subyacentes del conocimiento o las ambiciones in-
telectuales[...| hayan cambiado. En respuesta a las demandas del sistema,
la enseñanza, en este aspecto, puede cambiar, mientras que la investiga
ción y la erudición académica cambian menos[...] Es justo suponer que
cuando el cambio se impone desde afuera, por motivos que el mundo
académico puede no siempre compartir, la retórica del cambio sobrepasa
rá su aplicación.
179
desde la perspectiva de una especialidad en particular, pero, en su ma
yor parte son internas al mundo académico en general.
En la práctica, la disponibilidad de equipos costosos y del apoyo
técnico que los acompaña es un reflejo de la circunstancia económica.
Como observa Henkel (1987): «la capacidad[...] de atraer [contratos
de investigación] es un criterio importante de evaluación[...] particu
larmente cuando la adquisición de equipos modernos, a menudo
esenciales incluso para mantener el ritmo de una especialidad de rápi
do desarrollo, depende de ellos». Thagaard (1987), a su vez, enfatiza la
importancia de reforzar muchas áreas de la ciencia pura y de la ciencia
aplicada, cuando nos recuerda que «los instrumentos de investigación
no sólo influyen en la elección de los problemas a investigar, sino tam
bién en la organización de la investigación. La costosa maquinaria de
avanzada requiere una organización a gran escala del trabajo científi
co», privando así al académico individual, en alguna medida, de su li
bertad de elección (Ravetz, 1971; Ziman, 1981).
Las restricciones económicas afectan más duramente a las áreas de
la «gran ciencia» urbana, que exigen mucho capital, que a las praderas
rurales de trabajo intensivo en humanidades y ciencias sociales. Pero
otros tipos de sanciones pueden afectar por igual a las áreas duras y
blandas, puras y aplicadas. Las objeciones del lego, o incluso de la le
gislación formal, en contra de ciertas prácticas académicas puede mani
festarse en áreas tan éticamente sensibles como la experimentación
genética, el tratamiento de los animales de laboratorio, el estudio del
comportamiento sexual, el reconocimiento crítico de la literatura por
nográfica o la investigación de pruebas mentales que parecen ir en con
tra de los requerimientos de igualdad racial. Las hostilidades políticas
pueden presentarse tanto dentro como fuera del mundo académico,
con la difusión de puntos de vista que puedan considerarse sediciosos o
blasfemos, o con el aparente apoyo a escritos social, o moralmente,
subversivos. Pueden aparecer demandas para que la investigación le dé
más relevancia a los requerimientos extemos. La presión por la mayor
rendición de cuentas académicas puede surgir tanto de consideraciones
políticas, sociales y éticas de este tipo como de preocupaciones pura
mente económicas sobre la eficacia de la organización y sobre la capaci
dad de la educación superior de devolverle al contribuyente impositivo
un buen servicio por su dinero.
Tendremos que regresar luego al requisito de relevancia, dado que
esto plantea un problema fundamental en relación con la autonomía
de las comunidades científicas. Puede ser útil primero, no obstante, mi
rar hacia otra forma menos visible de inhibición de la actividad de in
180
vestigación: la manera en la cual el mundo académico está en sí mismo
predominantemente organizado. Uno de los físicos que entrevisté ex
presó, sobre la base de su experiencia personal, su preocupación por la
manera como un promisorio tema de investigación podía «caer en las
grietas» de las áreas de especialización consideradas legítimas por el gru
po de pares académicos asentados y por los organismos financieros que
actúan sobre la base de su consejo experto. Grane (1972) se hace eco de
los puntos de vista de Ben-David (1964) y de Campbell (1969), quienes
sostienen que «si se requiere la especialización interdisciplinaria a fin de
desarrollar una innovación, la organización de los departamentos uni
versitarios a menudo la inhibe». Una manera efectiva de revertir esta di
ficultad, sugiere Geiger (1987), ha sido el desarrollo de «unidades de in
vestigación organizadas» (UIO) establecidas dentro de las universidades
a fin de ubicar las formas de investigación que «no se ajustaban a la es
tructura departamental, usualmente por motivos de tamaño, duración
y/o propósito». Demuestra que las UIO son un componente importan
te en el reciente desarrollo de la investigación académica.
181
El apoyo a la investigación básica se ha vuelto selectivo y los criterios de
selección están, para la sociedad, definitivamente unidos a la política eco
nómica industrial o a la agenda de políticas sociales. Se tiende a favorecer
la investigación básica que pueda explotarse rápidamente o que tenga po
tencial para futuros mercados tecnológicos. Así, se transfieren las deman
das de relevancia social del campo de la ciencia aplicada a la investigación
básica[...] La legitimación de las decisiones en la investigación académica
incluyen cada vez más consideraciones «externas» tales como la relevancia
social, la utilidad y la adecuación, que estaban tradicionalmente reserva
das para proyectos y programas de investigación sectoriales y orientados
hacia el resultado.
182
presión del mercado, tiende a llevar la investigación hacia «la comer
cialización» o hacia «la privatización»; de ahí el fenómeno de «los par
ques científicos y tecnológicos [...] pequeños "Silicon Valleys",
* que apa
recen alrededor[...| de las universidades» (Elzinga, 1987a) «un ejemplo
de capital multinacional que compra una platea para el espectáculo de
la Gran Ciencia» (Elzinga, 1987b).5
La vulnerabilidad al movimiento epistémico no está, por supues
to, restringida a las áreas duras puras. Entre las comunidades acadé
micas blandas puras, las ciencias sociales también son susceptibles al
patrocinio y la consultaría industrial, a pesar de que es más probable
que la investigación sea orientada, en general, por los organismos esta
tales y los consejos de investigación con auspicio gubernamental que
favorecen lo que pueda considerarse socialmente útil. Sin embargo, en
las humanidades la investigación es relativamente inmune, tanto por
que la contribución que pueden hacer a la sociedad más amplia es me
nos utilitaria directamente, como porque la investigación académica
que realizan no es tan susceptible a la actividad colectiva a gran escala
ni, en su mayor parte, financieramente exigente, por los motivos ex
plorados en los capítulos anteriores. Pero ipso fado, su independencia
de las cadenas del gobierno y del comercio es acompañada por la per
cepción filistea de que es marginal e irrelevante, de escala pequeña y
trivial. La noción del movimiento epistémico es, también, menos per
tinente para la investigación en las profesiones tecnológicas o sociales,
aunque por un motivo muy diferente. Estas profesiones no han dejado
ningún lugar al movimiento, en parte, porque tienen obligaciones con
los grupos profesionales más grandes cuyos intereses de formación e
investigación representan y, en parte, porque los grupos de investiga
ción dura aplicada sufren los vaivenes de la industria privada y guber
namental (incluida la militar) y los grupos de investigación blanda
aplicada, los vaivenes de los correspondientes ministerios y los orga
nismos de bienestar social.
Las unidades de investigación organizada, tal como demuestra
Geiger (1987), pueden tener un papel importante como intermedia
rias entre los patrocinadores y las comunidades de especialistas de cu
yo saber buscan apropiarse: «la utilización de las UIO ha permitido a
las universidades norteamericanas expandir algunas partes selecciona
183
das de sus compromisos de investigación sin afectar significativamente
su misión fundamental de instrucción representada por los departa
mentos académicos». En términos más abstractos, van den Daele et
al.(1977) se refieren a «nuevas formas de institucionalización y nuevas
estructuras de comunicación», agregando que «los problemas externos
fijados por los programas de políticas científicas se transforman en fo
cos para la formación de nuevas comunidades». Las llaman «comuni
dades híbridas» porque típicamente incluyen investigadores prove
nientes de varias especialidades diferentes, junto con los no científicos.
Las comunidades híbridas, afirman, desarrollan sus propios «estánda
res de evaluación, sus propias estructuras de reputación y sus propios
modelos de carrera». Whitley (1982) continúa el argumento, al obser
var que «las metas y los ideales científicos se alteran para ubicarse en
estas nuevas relaciones (con los establecimientos médicos, de nego
cios y políticos), ya que las nuevas comunidades de reputación se han
establecido alrededor de metas no académicas o cuasi académicas». El-
zinga (1987a)s agudiza el contraste: «Los sistemas tradicionales son
aquellos donde la reputación se incrementa a través del reconocimien
to interno y de la revisión de pares; en los nuevos sistemas, la reputa
ción puede estar unida al reconocimiento de los servicios a una elite
extema económica o política».
Elzinga regresa aquí a su opinión anterior de que la relación entre
«las estructuras regulativas sociales y cognitivas» no es en modo algu
no unidireccional. «Los procesos externos de estímulo, profesionali-
zación, sectorización, etc., no provocan cambios estructurales orga-
nizacionales ni epistémicos directos en el sistema educativo superior,
sino más bien mediante la mediación, por ejemplo de las comunida
des híbridas y de las comunidades de intermediarios»; al mismo
tiempo «una "comunidad híbrida de investigación" asociada con un
campo particular de investigación es buena si además representa exi
tosamente los intereses de la comunidad de investigación y obtiene
dinero, puestos y recursos». Rip (1981), al criticar la anterior explica
ción de las comunidades híbridas de van den Daele et al. (1977),
coincide en que «la aparición de las comunidades híbridas señala el
intento de control político de la ciencia, mientras que su éxito depen
de de que la institucionalización de la normativa externa se realice de
manera compatible con la interna». También apoya otro punto im
portante;
184
científicos hacia la orientación externa. Esto implica que la resistencia de
los científicos no siempre puede ser reducida por las medidas institucio
nales que los funcionarios puedan tomar (ej.: dinero, posibilidades, es
tructura de carreras) y que la política científica debe tomar en cuenta los
aspectos cognitivos del objeto de su política. (Rip, 1981).
185
ñas diferentes y su posterior emergencia como un nuevo campo, como
en el nacimiento de la bioquímica a partir de una fértil unión de la bio
logía y la química. Blume se refiere, en cambio, a la diferenciación, un
concepto cercano a la fisión, si no idéntico, y a la extensión, a la que
describe como «el intento de extender la ciencia para cubrir áreas de ex
periencia, fenómenos, donde previamente no había ciencia alguna» y
da como ejemplos el psicoanálisis desarrollado por Freud y el naci
miento de la crítica práctica en la literatura gracias a I. A. Richards. *
Las disciplinas generadas externamente proporcionan un claro
ejemplo de la interacción entre el mundo académico y el que se en
cuentra más allá de sus confines. Becher y Kogan llaman la atención ha
cia un único modelo de origen: el que surge de la demanda del merca
do potencial. Caracterizan la receptividad a las consideraciones del
mercado como «particularmente notable en relación con los cursos
prácticos», tales como contabilidad y enfermería, cuyo establecimiento
depende de que sean considerados «académicamente aceptables y via
bles en términos de la cantidad de alumnos». Blume llama al mismo
proceso "profesionalización" y proporciona el ejemplo de la educación
en ingeniería, haciendo notar la «dinámica intelectualizante» que lleva
a «más autonomía, más instrucción teórica y más requerimientos para
el ingreso[...] el movimiento hacia un diseño auricular que gradual
mente se va basando cada vez más en la teoría a expensas del anterior
énfasis en la práaica». Pero Blume agrega «un modo [más] mediante el
cual los nuevos campos de investigación llegan a establecerse en la uni
versidad», que él llama "estimulación externa": «el desarrollo de un
campo técnico [que] comienza cuando alguien percibe la potencial uti
lidad de un fenómeno en particular (un proceso o efeao natural) para
cumplir una determinada función social». Los ejemplos de este proceso
incluirían la ingeniería aeronáutica, la biotecnología y la física médica,
todas las cuales comprenden «la reorganización del conocimiento
existente y la generación de nuevas jerarquías de problemas[...] alrede
dor de un concepto o de un conjunto de conceptos técnicos».
Elzinga (1987a) adopta un enfoque más ecléctico respecto de la
emergencia y el establecimiento de nuevas disciplinas, al tener en
cuenta tanto consideraciones internas y externas como sociológicas y
epistemológicas del mismo fenómeno. Su preocupación principal se
* Ivor A. Richards, crítico y poeta británico (1893-1979). Sus obras Principios de Crítica
literaria (1924) y Crítica práctica (1929) influyeron considerablemente en el desarro
llo del movimiento de la Nueva Crítica en los Estados Unidos. [T.]
186
encuentra en los factores externos del cambio. Al tomar las categorías
de Blume, argumenta que la estimulación externa debería incluir «a las
variedades de aprendizaje y a las ciencias no tecnológicas», dado que
las ciencias sociales tienen usos administrativos y las humanidades
pueden servir a fines ideológicos: «en verdad, no es inusual encontrar
que nuevos campos de investigación cristalicen alrededorj...] de nue
vas prácticas administrativas, de necesidades de bienestar o de discur
sos ideológicos en la sociedad». Ejemplo de los últimos son las investi
gaciones sobre la paz y los conflictos, la investigación ambiental y los
estudios de género, aunque Elzinga observa que «a medida que las exi
gencias de los movimientos se traducen en problemas investigablesj...]
la investigación puede encapsularse y perder su punzante radicalidad»,
como resultado de la obligación de «ajustarse a las definiciones de las
corporaciones financieras». Su conclusión general es que
187
Cualesquiera sean sus orígenes, las disciplinas emergentes deben en
frentar las demandas competitivas de las que ya están establecidas.
Crane (1972) observa que, en el desarrollo de un nuevo campo, «el sis
tema académico existente debe ser capaz de expandirse, de crear nue
vos puestos y nuevos departamentos a fin de absorber la innovación y
de permitir que se desarrolle». Si el recién llegado es visto como una
amenaza a los intereses establecidos, o como un rival que consume los
recursos disponibles, es probable que su desarrollo se vea inhibido
(Spiegel-Rösing, 1974).
Desde una perspectiva sociológica en particular, se puede ver que
las disciplinas se involucran en una constante lucha darwiniana por el
poder y el prestigio, en la cual los más duros y adaptables florecen,
mientras que los más débiles van al paredón. Henkel (1987) no es el
único atraído por «la analogía con la evolución y el concepto de la su
pervivencia del más apto». Pero también debe reconocerse, como ya se
hizo antes, que la manera como el trabajo intelectual depende del
apoyo económico externo y de los medios para adquirir y distribuir
ese apoyo ocasiona gran parte de la competitividad. La necesidad de
persuadir a otros de que proporcionen los recursos necesarios general
mente limita la libertad de investigación. Salvo que, como rara vez su
cede, se disponga de suficiente dinero como para prescindir de toda
competencia, las disciplinas forzosamente forman grupos de interés ri
vales. Su búsqueda de prestigio, que podría considerarse, en algunos
aspectos, análoga con la preocupación del académico individual por la
reputación, es estimulada no solamente por el orgullo tribal intrínseco
sino por la necesidad extrínseca de justificar su existencia y de mante
ner su medio de vida colectivo. O, tal como lo plantea Spiegel-Rösing
(1974), la atribución subjetiva del status puede tener consecuencias
objetivas: el prestigio atrae los recursos esenciales para el desarrollo
cognitivo de la disciplina.
Henkel (1987) señala que las disciplinas «pueden encontrarse en
la necesidad de seleccionar y adaptar estrategias en el frente organizati
vo, normativo y político a fin de manejar su cambiante entorno y de
competir exitosamente con los intereses rivales». La discusión de Spie
gel-Rössing sobre el tema examina detenidamente la naturaleza de
«esas estrategias de la disciplina para mantener el status»; aquí, nos
ocuparemos sólo de unas pocas.
Ya se ha identificado un enfoque común en el anterior análisis del
movimiento epistémico: la pretensión de utilidad externa. En la ex
ploración de Kogan, Henkel y otros sobre «la receptividad de la educa
ción superior a las influencias externas», Henkel (1987) observó que,
188
con ciertas importantes excepciones, «el poder de las disciplinas indi
viduales!...] dependía cada vez más de su contribución a la economía».
Cuando la naturaleza de la especialidad exige que esa contribución
sea, al menos, indirecta, sólo se puede argumentar la cuestión en tér
minos más o menos complicados. Así, puede justificarse una investi
gación aparentemente desinteresada, tal como la de la física de las par
tículas en la constitución última de la materia, en términos de la
eventual posibilidad de que produzca resultados aplicables. En mu
chas especialidades de las humanidades, las afirmaciones de este tipo
son tan manifiestamente inverosímiles que rara vez se hace el intento
de sugerirlas: aunque Kogan (1987) menciona el caso de un departa
mento de historia (pero no, debe decirse, de una institución prestigio
sa) cuya supervivencia continuada dependía de la modesta contribu
ción que era capaz de ofrecer al estudio del turismo.
Pero incluso en el clima social más burdamente utilitario, la repu
tación externa de una disciplina es, al menos en cierta medida, inde
pendiente de su real validez económica. En la discusión sobre la je
rarquía de las disciplinas del capítulo cuatro, se vio que, dentro del
propio mundo académico, los dominios del conocimiento duro tie
nen más prestigio que los blandos y los puros más que los aplicados.
Los observadores extemos de la escena académica comparten, en cier
to grado, esta percepción y tenderán, independientemente de los cál
culos de utilidad, a demostrar mayor respeto por la investigación en
bioquímica y física, en un extremo, que por los estudios relacionados
con educación o trabajo social, en el otro. Establecer una imagen aca
démica fuerte no es, por lo tanto, un movimiento irrelevante en el jue
go por la credibilidad externa y el prestigio.
Spiegel-Rösing (1974) distingue entre las estrategias para mejorar
la imagen como tal y las que buscan, además, cambios más funda
mentales de la sustancia. Las primeras pueden apoyarse en cuidadosas
reinterpretaciones de la historia de una disciplina o en las modifica
ciones de lo que se considera la naturaleza de su misión fundamental.
Los cambios de nomenclatura pueden ser significativos. Lino de los
biólogos observó que varios departamentos de botánica opinaban que
valía la pena volver a llamarse departamento de ciencias de las plantas;
otro sugirió que, análogamente, entre los especialistas, la morfología
funcional había adquirido una imagen más vigorosa cuando se la ha
bía renombrado biomecánica. En matemática, también, un informan
te destacó que «las personas hacen juegos de palabras para mejorar su
status. Por ejemplo, el grupo que originalmente se autodenominaba
analistas luego tomó el nombre de analistas clásicos, luego se transfor
189
mó en analistas funcionales y ahora se llama analistas duros». Elzinga
(1987a) observa que el establecimiento de la enfermería como campo
de investigación aplicada se había caracterizado por «las peleas sobre
si el nombre de una parte de la nueva especialidad debía ser "enferme
ría" de manera general, "investigación sobre el cuidado de la salud" o
"investigación orientada a la sala de hospital"». Sin embargo, lo que
está en juego aquí es más que una mera elección del nombre: «la pelea
sobre la terminología|...] no es neutral. Más bien, refleja fuertes intere
ses por parte de los diferentes actores» y el desacuerdo subyacente res
pecto de cual es la forma del conocimiento que debe ocupar el foco
de atención principal. A su vez, en una disciplina asentada, el cam
bio de nomenclatura puede surgir de algo más que de la preocupa
ción social por el «manejo de la imagen», puede, tal como se sugirió
anteriormente, involucrar un cambio cognitive en la sustancia, seña
lado por un cambio identificable en el paradigma, la visión de fenó
menos familiares a través de nuevos ojos.
La viabilidad de una disciplina también está estrechamente unida
a su capacidad de atraer a los alumnos, hecho que no concuerda nece
sariamente con la garantía de un empleo posterior. El mercado de los
ingresos en las disciplinas es tan impredecible y está tan sujeto a los ca
prichos de la moda como el mercado laboral de los graduados, tal co
mo puede verse por las sustanciales variaciones de poder y recursos
que una disciplina en particular puede manejar a lo largo del tiempo.
En su apogeo, el estudio de las lenguas y la literatura clásicas era el pi
náculo del prestigio académico entre las disciplinas no profesionales,
como lo fue la teología entre quienes buscaban entrenamiento en una
profesión.
* Ahora, ambas disciplinas luchan por sobrevivir, ante la es
casez de alumnos inscriptos incluso en los departamentos más anti
guos y mejor considerados. Más recientemente, la gloria que disfmtó
la filosofía analítica en la generación de posguerra parece haberse opa
cado y la lingüística, una mercadería, quizás, sobrevaluada hace una o
dos décadas, parece haberse quedado atrás, reflejando un valor de
mercado más modesto.
Las disciplinas aparentemente más seguras y respetadas no son in
munes a esta clase de influencia externa. Muchos de mis encuestados
economistas informaron una declinación en el estado de ánimo den
tro de su comunidad intelectual, relacionada ampliamente con el fra
190
caso de las medidas económicas para hacer frente a la recesión mun
dial de comienzos de los setenta. Henkel (1987) informa que:
191
de evolución, para lo que pueden hallarse, fácilmente, contraejemplos.
Elzinga (1987a) agrega dos fuertes acusaciones. Primero, «los estudios
de caso que se han llevado a cabo no han tenido éxito en demostrar có
mo los factores sociales influyen en la "verdad" de los campos de cono
cimiento. Más aún, esa misma tesis ha ayudado a avivar las llamas del
relativismo». Su segunda objeción es, quizás, más fundamental:
192
por lo tanto, en alguna medida, de aclarar y subrayar, las características
salientes del mapa del conocimiento.
Con muchos de los detalles ya explorados, queda relativamente
poco para decir sobre la interrelación entre los dominios del conoci
miento vistos de manera conjunta, el clima socioeconómico en el cual
tienen que justificar su existencia. Esta sección, en consecuencia, servi
rá como breve síntesis de lo que se ha dicho hasta ahora, e intentará
extraer, también, sus principales consecuencias.
El conocimiento duro puro suele tener gran prestigio, al dedicarse
como lo hace a buscar las leyes generales que rigen las áreas de enten
dimiento humano de las que se ocupa. Comúnmente, se dice que es
muy exigente intelectualmente y que atrae a los individuos de gran ca
pacidad. La pureza y el elitismo se ven, no obstante, mitigados por la
promesa de que, de manera posiblemente inesperada, puede llegar a
encontrar una aplicación útil. Estas características ayudan a explicar las
importantes sumas que la sociedad parece preparada para invertir en
investigación centrada en problemas y que trabaja con explicaciones
causales de tipo general. Los subsidios de la «gran ciencia» requieren
un lobby político-profesional particularmente eficaz, es alentado por
poderosas asociaciones de especialistas bien organizadas y estrecha
mente ligadas. Aun en las áreas de investigación menos costosas, la
condición para conseguir subvenciones es un arte que los académicos
de carrera exitosos deben cultivar: la obtención de fondos externos es
una influencia positiva en el proceso de reconocimiento y avance pro
fesional. En términos generales, la sustancial dependencia de la inves
tigación dura pura con el patrocinio externo abre el camino a la inter
vención política y comercial y puede llevar, en algunas situaciones, a
enfatizar trabajos considerados socialmente aplicables, a expensas de
aquellas áreas de indagación cuya dirección está determinada por con
sideraciones predominantemente epistemológicas.
En las áreas duras aplicadas, donde la función primordial del co
nocimiento es la generación de técnicas orientadas a los productos, y
más directamente, de productos en sí, el perfil es diferente. El esfuerzo
no suele concentrarse alrededor de una limitada cantidad de proble
mas sino que suele abrirse en un amplio frente. Por lo tanto, no es tan
fácil que un grupo de interés único se fusione y presente un caso cohe
rente y unido para su financiación. La dificultad puede verse aumen
tada por los criterios utilitarios invocados al evaluar la promesa de in
vestigación. En particular, es probable que el punto de vista de los
profesionales no académicos en actividad en el campo de aplicación
tenga cierta influencia, empañando los procesos más simples y do-
193
mésticos del juicio del grupo de pares. El valor unido al conocimiento
directamente útil está relacionado con consideraciones culturales más
amplias y varía con el tiempo y el lugar. En Europa Occidental y Cen
tral existe la tradición de estimar socialmente la investigación relacio
nada con la práctica, tal como puede verse en la fuerte infraestructura
que tienen los institutos de tecnología y aplicación dentro de sus siste
mas educativos en general. En Gran Bretaña, por otra parte, actitudes
sociales menos positivas fueron alentadas por la asociación del elitis-
mo y la pureza teórica con la burguesía y de la aplicación práctica con
las clases trabajadoras (véase Wiener, 1981; Bamett, 1986). Fue nece
sario una infatigable insistencia política en la promoción de la investi
gación utilitaria, basada en contratos, para cambiar el equilibrio y
favorecer la aplicación. Pero hay una tendencia inversa entre los cientí
ficos aplicados de elite a lograr la independencia de la influencia exter
na, favoreciendo los aspectos más teóricos y menos instrumentales del
campo: una forma particular de «cambio académico» (Neave, 1979;
Clark, 1983) que es el alter ego del cambio epistémico ya identificado
en la indagación dura pura.
Tanto el conocimiento duro puro como el duro aplicado compro
meten a sus campeones en la competencia activa por los subsidios para
la investigación y en una correspondiente dependencia de la buena vo
luntad tanto de los sectores públicos de la economía como de los priva
dos. La presión de este tipo es notablemente menos intensa en el extre
mo del campo blando puro que se ocupa de conocimiento inaplicable,
ampliamente ateórico, que comprende el estudio de lo particular más
que de lo general y busca la comprensión empática más que la explica
ción causal. La visión desde el mundo extemo de esta forma de conoci
miento es ambivalente. Por un lado, la erudición es un atributo y una
actividad respetada; por el otro, está abierta a la acusación hostil de ser
confúsa, endogàmica y mayormente sin sentido. Lo que a veces los aca
démicos han designado orgullosamente como la búsqueda del apren
dizaje por sí mismo puede ser comprensiblemente degrado por los le
gos por su falta de justificación social más amplia, y, por lo tanto, tener
poco o ningún derecho al monedero público. Parece demasiado perso
nal y específico para merecer grandes inversiones y es, en todo caso, de
masiado económico para necesitarlas, al involucrar, característicamen
te, una o, cuando mucho, dos personas en vez de un importante equipo
de investigación, y al exigir no más que el acceso al material fuente, mo
destos fondos para libros y el costo de los viajes ocasionales. Dado que
la recaudación de fondos no es una actividad significativa, las especiali
dades involucradas no tienen ninguna necesidad de fuertes relaciones
194
públicas promocionales. Esto, unido al individualismo, que es una de
las características inherentes de la investigación blanda pura, significa
que sus organizaciones profesionales, vistas como grupos representati
vos de sus intereses hacia el mundo exterior, son relativamente débiles.
Pero el campo del conocimiento blando puro es quizás aun más
heterogéneo que sus contrapartidas, dado que también abarca áreas de
investigación que aspiran a algo de la generalidad de la investigación
dura pura y que ofrecen cierta aplicabilidad potencial. La economía es
una disciplina que cruza los límites de lo duro y de lo blando, de lo
puro y de lo aplicado: «el marco analítico de la economía neoclásica
determina mayormente qué es o qué no es un problema económico,
pero las influencias externas afectan realmente la variedad de las cues
tiones abordadas y las exigencias de la política llevan a la extensión de
ese marco hacia nuevas áreas que no se consideraron apropiadas pre
viamente» (Whitley, 1984); «se reclaman[...] teorías unificadoras y
también más sofisticadas. [Las] preocupaciones son sobre todo de ti
po interno, a pesar de que las influencias de tipo externo sobre una es
pecialidad tan ligadas con la sociedad son poderosas» (Henkel, 1987).
En la sociología, también, se buscan teorías grandiosas y envolventes,
en difícil conjunción con la tendencia hacia la indagación orientada
hacia la política: aunque aquí, la influencia de la investigación en la
práctica rara vez es muy directa, y toma más la forma de una ilustra
ción general, una modificación de los conceptos comúnmente sosteni
dos, que la de una eficaz prescripción para el adelanto o la mejora so
cial (Weiss, 1977; Thomas, 1985). En las ciencias sociales en general,
el papel de los organismos políticos externos parecería ser más fuerte
que en las humanidades, en las ciencias naturales o en las profesiones
técnicas.
La característica predominante del conocimiento blando aplicado
es la susceptibilidad de su agenda de investigación al dictado de los in
tereses no académicos. Dados sus estrechos enlaces y la pertenencia su
perpuesta a la comunidad académica, las asociaciones de académicos
profesionales pertinentes tendrán a menudo una fuerte influencia en
la identificación de las cuestiones y de la aprobación de las estrategias
de investigación, como en los casos de enfermería y trabajo social. Los
ministerios gubernamentales tenderán, mediante el control de los pre
supuestos sectoriales para investigación, a promover las actividades de
desarrollo junto a la investigación en temas «útiles» (Kogan y Henkel,
1983). Los grupos de clientes también pueden tratar de ejercer su in
fluencia. Como observa Whitley (1984): «cuando poderosos grupos
no científicos (es decir, no académicos) definen en su mayor parte el
195
fenómeno central de un campof...] su autonomía es muy limitada y
está sujeta a la invasión en nombre de la "relevancia"».
La consecuencia de este análisis es que aun cuando se las observe
agrupadas en un nivel general amplio, las diferentes categorías episte
mológicas están asociadas con conjuntos diversos de relaciones entre
las comunidades académicas involucradas y sus contextos más am
plios. Ninguna parte del mundo del aprendizaje es inmune a la inte
racción con su entorno, pero la forma que la interacción tome reflejará
claramente la naturaleza del dominio del conocimiento en cuestión.
Notas
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mar la doctrina de la política científica pragmática[...] que forman la base de la
orientación hacia los resultados y de la politización de la ciencia».
4. Esta afirmación quizás no sea más que una indicación adicional de la diversidad
dentro de áreas disciplinares superficialmente homogéneas. La frase «investigación
aplicada desinteresada» podría razonablemente utilizarse para referirse al trabajo
predominantemente teórico en campos tales como la farmacia y la ingeniería me
cánica. Un contraste podría observarse aquí con lo que a veces se llama «matemáti
ca aplicada», es decir: temas de investigación dentro de los confines disciplinarios
de la matemática pura que prometen ser explotables en los campos de las especiali
dades aplicadas.
5. La dependencia puede tener ventajas y desventajas. Henkel (1987) observa que
hay campos donde la industria está a la vanguardia del conocimiento. En física, los
ejemplos son la electrónica digital y la láserf...] algunos profesores de educación supe
rior utilizaban sus contactos con la industria para obtener el conocimiento de los desa
rrollos actuales en electrónica láser a fin de transmitirlo a los alumnos.
6. Sin embargo, esto es atemperado por Knorr-Cetina (1982), quien argumenta que
incluso en la aparentemente desinteresada ciencia pura, «las arenas de la acción
dentro de las cuales... se investiga son transepistémicas ,es decir, en principio inclu
yen a los científicos y a los no científicos, y abarcan argumentos y cuestiones de...
naturaleza "no técnica"». Estas arenas transepistémicas son «el lugar dónde el esta
blecimiento, la definición, la renovación o la expansión de recursos-relaciones se
negocia eficazmente».
7. «La "finalización" es un proceso a través del cual las metas externas de la ciencia se
transforman en las pautas para el desarrollo de la propia teoría científica» (Bóhme
etal., 1976).
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