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CAPÍTULO 3

DEDUCCIÓN E INDUCCIÓN

Andrés Rocha.

1. ARGUMENTOS, INFERENCIAS O RAZONAMIENTOS


Los razonamientos, inferencias o argumentos lógicos consisten fundamentalmente
en una sucesión de –por lo menos dos– enunciados, o proposiciones, que se caracteriza por-
que una de las proposiciones o enunciados “se sigue”, “se infiere”, “recibe apoyo o justifica-
ción” de la(s) otra(s). Estas últimas son denominadas premisas y la que se infiere, conclu-
sión. En ocasiones puede omitirse alguna de las premisas, debido a que en el correspon-
diente contexto es clara su presencia implícita; en tal caso se tiene una premisa elíptica. Aun-
que hay diferencias entre enunciado y proposición, en el plano de los comentarios que aquí
se harán resulta innecesaria la distinción. Siguiendo a Díez y Moulines1, a veces se utilizará
también el término ‘afirmación’ para referirse a ambos.
En adelante se usarán los conceptos “verdad” y “verdadero” con el sentido intuitivo con
que se usan en el lenguaje corriente, aunque –como se verá en capítulo posterior– tales con-
ceptos son problemáticos. Hecha esta salvedad, se dirá que las premisas y las conclusiones
(enunciados o proposiciones) de los razonamientos, pueden ser verdaderas o falsas. En
cambio, los razonamientos son correctos o válidos si efectivamente las premisas apoyan la
conclusión; en caso contrario serán incorrectos o inválidos. En un argumento válido las pre-
misas apoyan o justifican la conclusión, en el sentido de que si las premisas están justifica-
das, la conclusión resulta igualmente justificada; así las cosas, los argumentos válidos «trans-
fieren» la justificación de las premisas a la conclusión2 Pero, entonces, aunque un razona-
miento sea válido, la conclusión carecerá de justificación o no será verdadera, si alguna de
las premisas no está justificada o no es verdadera. Es decir la validez del razonamiento no
produce, por sí sola, la justificación o la verdad de la conclusión. Veamos el siguiente ejem-
plo: “Todos los colombianos son escritores; Juan Pablo Montoya es colombiano; por tanto
Juan Pablo Montoya es escritor”. Esa inferencia es válida, pero la conclusión no está justifica-
da porque la primera premisa es falsa. Adicionalmente, puede darse un caso como este: “To-
dos los colombianos son escritores; García Márquez es colombiano; por tanto, García Már-
quez es escritor”. Aquí una de las premisas es verdadera, el razonamiento es correcto, e in-
clusive la conclusión es verdadera, pero ésta no resulta justificada por el razonamiento válido,
toda vez que la primera premisa no es verdadera.
Es importante distinguir en un argumento su corrección formal de su corrección mate-
rial. La primera se da cuando es válido; lo segundo, cuando sus premisas son verdaderas. El
razonamiento es satisfactorio cuando es correcto tanto formal como materialmente. Así, los
razonamientos expuestos sobre Juan Pablo Montoya y García Márquez, aunque válidos, no
son satisfactorios.

2. VALIDEZ Y VERDAD EN LOS DISTINTOS TIPOS DE RAZONAMIENTO


Aquí sólo se tratará de dos tipos clásicos de razonamiento, los deductivos y los inducti-

1
En este capítulo nos apoyaremos ampliamente en la presentación de: DÍEZ, José A. y MOULINES,
C. Ulises. Fundamentos de filosofía de la ciencia. Barcelona : Ariel, 1997. p. 35-59
2
DÍEZ y MOULINES, Op. Cit., p. 37
2

vos. De acuerdo con la posición de la que participan Díez y Moulines3, la distinción entre es-
tas inferencias no puede hacerse de una manera segura a partir de la forma o estructura que
presenten. La diferencia radica en la pretensión que subyace en el razonamiento respecto
del apoyo que la conclusión recibe de las premisas. En los deductivos se pretende que la ver-
dad o la justificación de las premisas garantiza la conclusión (obviamente, siempre y cuando
el razonamiento sea válido), mientras que en los inductivos lo que se pretende es que la ver-
dad (o la justificación) de las premisas apoya la conclusión solamente en cierto grado. Debido
a esta diferencia, los criterios de corrección son también distintos. En consecuencia, para juz-
gar la validez de una inferencia es necesario saber antes si es deductiva o inductiva, lo cual
sólo puede conocerse por las intenciones de quien formula el razonamiento. Desde luego, es
posible que el contexto dé indicios sobre el tipo de argumento, o sea, que revele las intencio-
nes del hablante que lo utiliza.
Hay inferencias (razonamientos) mediatas e inmediatas. En las primeras, la conclusión
se sigue de más de una premisa; así ocurre en los silogismos (un tipo general de
argumento), que tienen dos premisas, en cuyo caso se dice que la conclusión se extrae de la
primera premisa, por mediación de la segunda. En las inmediatas la conclusión se infiere de
una sola premisa y no hay la mediación mencionada4. Por ejemplo, de la afirmación “todos
los estudiantes del curso son tolimenses” se puede inferir, de manera inmediata la ase-
veración “ningún estudiante del curso es no tolimense”. En los textos de lógica se estudian re-
glas para estas inferencias, a los cuales, en gracia de brevedad, se remite a los interesados
en el tema; aquí se centrará la atención en las mediatas, que, dado el contenido de estos
apuntes, exigen mayor consideración.

3. RAZONAMIENTOS DEDUCTIVOS
En una inferencia deductiva se avanza de las premisas a la conclusión a través de un
proceso intermedio de extensión y complejidad variables, sujeto a las reglas de la lógica de-
ductiva5.
Es característico de los argumentos deductivos que la verdad (o la justificación) de las
premisas garantice cabalmente la verdad de la conclusión; desde luego, esta condición se
cumple si el razonamiento es válido. Los estudios de la lógica han establecido distintos tipos
de inferencias deductivas válidas. Es oportuno observar que aquí nos situamos en el terreno
de la lógica y –como lo anotamos en un capítulo anterior– no es pertinente entonces, en este
contexto particular, cuestionar la verdad de las premisas; de hecho, en los discursos científi-
cos a veces se utilizan premisas (supuestos) que se aceptan de modo convencional, indepen-
dientemente de su veracidad empírica. Es decir, desde una perspectiva puramente lógica las
premisas se aceptan como si fueran verdaderas. Por tanto, lo que, en este orden de ideas,
realmente se asevera, es que si las premisas fuesen verdaderas la conclusión sería igual-
mente verdadera. La ciencia fáctica se apoya en los razonamientos lógicos, los utiliza como
instrumentos de pensamiento, pero es parte de su tarea analizar críticamente las premisas
desde un punto de vista científico.
En argumentos deductivos válidos se puede presentar cualquier combinación de ver-
dad/falsedad entre las premisas y la conclusión, con excepción de premisas verdaderas y
conclusión falsa. Veamos: a) premisas y conclusión verdadera: “Todos los hombres son mor-
tales; García Márquez es hombre. Por consiguiente, García Márquez es mortal” (corrección

3
Ibid., p. 40
4
Ibid., p. 220
5
DIÉGUEZ, Antonio. Filosofía de la ciencia. Madrid : Universidad de Málaga-Biblioteca Nueva, 2005.
p. 39
3

formal y material, razonamiento satisfactorio); b) Premisa falsa y conclusión verdadera: “To-


dos los hombres son colombianos; García Márquez es hombre. Por consiguiente, García
Márquez es colombiano”; c) Premisa y conclusión falsas: “Todos los hombres son europeos;
García Márquez es hombre. Por consiguiente, García Márquez es europeo”. Las dos últimas
inferencias son formalmente correctas (válidas), pero materialmente incorrectas, por lo que
los argumentos son insatisfactorios.
Otra característica sustantiva de los razonamientos (inferencias o argumentos) deducti-
vos válidos, consiste en que la información que suministra la conclusión ya está con tenida,
aunque implícitamente, en las premisas consideradas conjuntamente . Justamente por ello es
que no puede ocurrir que las premisas sean verdaderas y la conclusión falsa y, debido a esto,
se dice que las inferencias deductivas son preservadoras de la verdad de las premisas. En-
tonces, lo que hace el razonamiento es explicitar en la conclusión una información ya existen-
te en las premisas. Con base en esta circunstancia se califica a los razonamientos deductivos
como explicitativos. En sentido estricto estos razonamientos no producen conocimiento nue-
vo; sin embargo, son muy grandes la importancia y la utilidad científica y práctica de develar
mediante la deducción un conocimiento que, aunque ya exista tácitamente, no es manifiesto.
Una deducción válida no aumenta el contenido sustantivo de la información tratada, pero pue-
de modificarla –p.e. explicitando lo implícito o poniendo en relación informaciones que antes
parecían separadas– y, en todo caso, puede proporcionar una mejor apreciación al agente e-
pistémico que la ha realizado.6 De la relevancia de la deducción da testimonio su amplio y
productivo uso en la filosofía, en la ciencia y en la vida cotidiana.
Es corriente que se piense que la inferencia deductiva constituye un tránsito de lo gene-
ral a lo particular. Esta apreciación resulta insostenible si se entiende en el sentido de que en
los razonamientos deductivos válidos todas las premisas son generales y la conclusión es u-
na afirmación particular. Lo usual es que una conclusión particular se obtenga de premisas
que combinan afirmaciones generales y particulares, lo cual se observa en ejemplos que se
expusieron atrás. Adicionalmente, hay que destacar que se pueden construir inferencias de-
ductivas válidas, con conclusión general: “todos los mamíferos terrestres son cuadrúpedos;
todos los felinos son mamíferos terrestres. Por consiguiente, todos los felinos son cuadrúpe-
dos”. Como puede verse en este ejemplo, no siempre los argumentos deductivos conducen
de una generalización a una afirmación sobre un hecho particular; pero se observa que en
este caso la deducción sí lleva de un grado mayor de generalidad a uno menor, pues “todos
los mamíferos” es más general que “todos los felinos”.
Los razonamientos contienen expresiones lógicas y no lógicas. Las primeras son del tipo
‘todos’, ‘algunos’, ‘y’, ‘o’, ‘no’, ‘si…entonces’. Las, segundas (no lógicas) son expresiones –re-
firiéndonos a los ejemplos que se han dado– como “García Márquez”, “colombiano”, “mortal”,
etc. Ahora bien, la validez de los razonamientos deductivos depende de su forma o estructu-
ra. Esta se establece mediante la realización de una abstracción con la que se sustituyen las
expresiones no lógicas por variables apropiadas. No es posible cambiar los términos lógicos
sin que se afecte el razonamiento.
Puede ilustrarse la idea de las estructuras de los razonamientos, haciendo una analogía
con las ecuaciones matemáticas. En [p = (x / y – z) + m)], las letras x, y, z, m, representan va-
riables que pueden adoptar cualquier valor, mientras que “=”, “/”, “-“ “+”, “( )” son signos ma-
temáticos, que no pueden modificarse sin que se afecte la ecuación.
Son frecuentes los argumentos –entre ellos algunos de los ejemplos que se han presen-
tado– que tienen la siguiente estructura o forma lógica:
6
MUÑOZ, Jacobo y VELARDE, Julián. (eds.) Compendio de epistemología. Madrid : Trotta, 2000. p.
170
4

Todos los P son Q


a es P
———————— (por tanto)
a es Q
En esta forma de representación esquemática, P y Q son variables y la línea continua e-
quivale a la expresión “por tanto” y a otras similares.
Los criterios generales que determinan la validez de los esquemas o estándares de de-
ducción son materia de estudio de la lógica. Entre los esquemas de más utilidad para los pro-
pósitos de estos apuntes están los siguientes razonamientos hipotéticos (así llamados porque
parten de una premisa condicional):
a) modus ponens:
Si , entonces 

———–———

b) modus tollens:
Si , entonces 
no 
———————
no 
En la primera premisa del razonamiento  es el antecedente y  es el consecuente.
Falacias.
En la argumentación pueden presentarse errores que conducen a inferencias inválidas, las
cuales a menudo se ajustan a ciertos estándares típicos que, en el lenguaje de la lógica, se
denominan falacias; éstas se caracterizan porque parecen razonamientos correctos. Es de
especial interés la falacia de afirmación del consecuente, que tiene la siguiente forma:
Si , entonces 
Verdaderas   Afirmación del consecuente
———————
  No justificada lógicamente
Dado que se presenta como un argumento deductivo y, por lo tanto, las premisas verda-
deras deben garantizar la verdad de la conclusión, se puede mostrar su invalidez construyen-
do un argumento que tenga esa misma forma, con premisas verdaderas y conclusión falsa.
Por ejemplo: “si ha habido un accidente en la vía (α), entonces hay congestión en la misma
(β). Hay congestión en la vía (β, –afirmación del consecuente–). Por consiguiente, ha habido
un accidente (α)”. La proposición hipotética (si , entonces ) afirma que si el antecedente ()
es verdadero también lo es el consecuente (), pero no asevera que el consecuente es ver-
dadero sólo si el antecedente es verdadero. Como puede verse fácilmente, la congestión en
la vía bien puede ser motivada por un hecho diferente del accidente, por ejemplo, el daño de
un semáforo. Así las cosas, se tendría que, aunque las premisas son verdaderas, la conclu-
sión sería falsa y, por tanto, se está ante una falacia de afirmación del consecuente, pues se
trata del caso de un razonamiento propuesto como deductivo, en el cual la verdad de las pre-
misas no garantiza la verdad de la conclusión, lo que contradice una característica indispen-
sable de los razonamientos deductivos. Aquí el consecuente puede ser ocasionado por di-
versos antecedentes y, por ello, a partir de la afirmación del consecuente no se puede afirmar
el antecedente.
5

4. RAZONAMIENTOS INDUCTIVOS
Estas inferencias presentan en su conclusión más información que la que contienen sus
premisas. A diferencia de las deductivas que son solamente explicitativas, estas son “amplia-
tivas” o “aumentativas”. Por ejemplo, la conclusión puede referirse a individuos no incluidos
en las premisas, o a momentos futuros, mientras las premisas se refieren a momentos pre-
sentes o pretéritos. Así las cosas, su criterio de validez no es el mismo que el de las deducti-
vas. En estos razonamientos no puede pretenderse que la verdad o justificación de las premi-
sas asegure totalmente la de la conclusión.
En un argumento inductivo válido puede existir cualquier combinación de verdad y false-
dad en las premisas y conclusiones; inclusive –a diferencia de lo que ocurre en los deducti-
vos– puede darse el caso de premisas verdaderas con conclusión falsa. En la inducción la
conclusión no se sigue demostrativamente de las premisas, sino sólo obtiene de ellas un cier-
to grado de apoyo o de fundamentación; se deriva de las premisas no con necesidad lógica,
sino sólo con probabilidad7. El hecho de que hasta ahora el sol haya salido todos los días, no
prueba lógicamente que saldrá mañana. De manera que la relación de apoyo o de justifica -
ción entre premisas y conclusión reside en que la verdad de aquéllas hace probable (no ver-
dadera) a esta última. La veracidad de la probabilidad de la conclusión depende de la calidad
y cantidad de la evidencia presentada para apoyarla 8. Las conclusiones de estos razonamien-
tos están sujetas a excepciones, es decir, pueden cumplirse en muchos casos, pero no en o-
tros.
Es frecuente que se diga que, al contrario de lo que ocurre en los deductivos, los razona-
mientos inductivos van de lo particular a lo general. No puede sostenerse tal apreciación, en
el sentido de que en todos los casos de estos argumentos las premisas sean particulares y la
conclusión general. De hecho hay razonamientos inductivos con premisa general y conclu-
sión particular: “todos los ganadores del Premio Nobel de Economía hasta ahora han sido
varones. Por lo consiguiente, el próximo Premio Nobel de Economía será varón”. También los
hay con premisa general y con conclusión general: “todos los gallinazos observados son ne-
gros. Por lo consiguiente todos los gallinazos son negros”. (Obsérvese, sin embargo, que en
el último ejemplo se va de una generalidad a otra de mayor alcance). Queda claro, pues, que
no siempre una inducción es una generalización a partir de premisas particulares; no obs-
tante, puede anotarse que las generalizaciones hechas a partir de casos particulares tienen
la estructura de un razonamiento inductivo, en lo cual quizá estriba la apreciación que se ha
criticado.

4.1 Diversos tipos de inducción.


Conviene hacer alusión a una forma especial de entender este tipo de inferencia como
inducción intuitiva, la cual tiene su origen en Aristóteles. Según dice John Losee9, esta moda-
lidad de inducción consiste en establecer por vía de intuición directa los principios generales
que están ejemplificados en hechos particulares; depende de la capacidad de reconocer inte-
lectualmente lo que es esencial en los datos de la experiencia. El ejemplo que presenta Aris-
tóteles es el de un astrónomo que en repetidas veces observa que el lado brillante de la luna
está vuelto hacia el sol, y concluye que la luna brilla porque refleja la luz solar10.
Una clasificación útil de otras formas que puede adoptar la inducción podría ser la si-

7
DIÉGUEZ, Op. cit., p. 40
8
RICHARDS, Stewart. Filosofía y sociología de la ciencia. México : Siglo veintiuno, 2008. p. 35
9
LOSEE, John. Introducción histórica a la filosofía de la ciencia. Madrid : Alianza, 1979. p. p.17
10
Ibid., p. 17
6

guiente11:
Enumeración simple: Ante una serie de casos observados o registrados que coinciden
en una propiedad (o en su carencia), se generaliza y se concluye que todos los casos (inclu-
yendo los no observados o registrados) tienen esa propiedad (o carecen de ella); también
puede ser que se infiera que el siguiente caso observado la tendrá (o carecerá de ella). En la
medida en que aumenta el número de casos, crece la fuerza del argumento. El esquema es:
A1 es B, A2 es B, .... An es B; por lo consiguiente, An+1 es B, o (lo que es más fuerte) todos los
A son B. Aquí es muy importante anotar que en una situación extrema, en la que se han exa-
minado todos los casos posibles y en todos se registra una propiedad, la conclusión se ob-
tiene deductivamente, no inductivamente.
Inducción eliminativa: si siempre que se presenta un cierto hecho concurre la circunstan-
cia c, y cuando ésta falta, permaneciendo todo lo demás constante, no se da el hecho, enton-
ces c es la causa o forma parte de la causa del hecho, al menos como condición necesaria.
La conclusión es susceptible de revisión, pues no se puede estar seguro de haber considera-
do todos los factores causales relevantes. El esquema correspondiente es el siguiente: dado
c, A es B; no se da c, A no es B; por lo tanto, c es causa de que A sea B.
Inferencia estadística o generalización estadística (de esta segunda manera la denomina
Diéguez12): si en una muestra de una población la proporción de miembros que tienen una
propiedad es p, se concluye –con un margen de error que depende de lo representativa que
sea la muestra– que la misma proporción se presenta en la población. Ejemplo: en un estudio
realizado sobre una muestra representativa de estudiantes universitarios, el 45% está satis-
fecho con la calidad de la formación. Por lo consiguiente, el 45% de los estudiantes universi-
tarios (la población) está satisfecho con la calidad de la formación.
Inducción estadístico-probabilista13: Díez y Moulines mencionan esta clase de inducción
que se aplica cuando se justifica una hipótesis particular con base en una regularidad esta-
dística o probabilista, p. ej., cuando se infiere que Santiago tendrá problemas pulmonares (hi-
pótesis particular) a partir de que durante mucho tiempo ha sido intenso fumador y de que la
casi totalidad de esos fumadores sufren enfermedades pulmonares (regularidad estadística).
Abducción o inferencia de la mejor explicación: en la explicación de un hecho se conclu-
ye la hipótesis que mejor lo explica, aceptando como tal la que –entre las hipótesis explicati-
vas alternativas– sea la más simple, la más coherente con el conocimiento aceptado, la más
precisa, etc. El esquema correspondiente podría ser (entre otros): D es una colección de da-
tos; H explica a D tan bien como ninguna otra hipótesis y tiene otras ventajas epistémicas;
por tanto, H es probablemente verdadera; o bien, por tanto, se justifica provisionalmente a-
ceptar y desarrollar H.

4.2 Razonamientos con premisas y conclusiones probabilísticas y estadísticas.


Los enunciados probabilísticos se refieren a las probabilidades que se presentan en las
distribuciones de probabilidad. Los enunciados estadísticos están vinculados a las frecuen-
cias relativas, promedios, medidas de dispersión o estadísticos en general. Unos y otros sue-
len englobarse bajo la denominación genérica de enunciados estocásticos14.
Es frecuente que en los razonamientos se tengan premisas y conclusiones probabilísticas
11
DIÉGUEZ, Op. cit., p. 41-44
12
Ibid., p. 42
13
DÍEZ y MOULINES, Op. cit., p. 396
14
GUTIÉRREZ, Segundo. Filosofía de la estadística. Valencia : Universidad de Valencia, 1994. p.
125
7

y estadísticas. Aunque, por lo general, un razonamiento será (pretenderá ser) inductivo cuan-
do alguna(s) premisa(s) sean estadísticas y la conclusión no lo sea, no siempre sucede así.
Veamos el siguiente ejemplo: “El 80% de los estudiantes presenciales de la Universidad del
Tolima son tolimenses (enunciado estadístico); hay 6.000 estudiantes presenciales. Por lo
consiguiente, hay 4.800 estudiantes presenciales tolimenses en la Universidad del Tolima”.
Se trata de un razonamiento deductivo con una premisa estadística y conclusión no estadís-
tica.
Tanto en razonamientos deductivos como inductivos se pueden presentar, variadas com-
binaciones de premisas y conclusiones probabilistas o estadísticas y no-probabilistas o no-
estadísticas, por lo cual la presencia o ausencia de este tipo de proposiciones no constituye,
por sí sola, un criterio de distinción entre inferencias deductivas e inductivas.
La utilización de la expresión “probablemente” o “muy probablemente”, u otra similar, adi-
cionada al “por consiguiente” (o a otro marcador semejante, p.e. “por tanto”), suele ser una
manera de indicar que un razonamiento pretende ser inductivo. Para el caso nos sirve una
variación de un ejemplo ya mencionado: “todos los ganadores del Premio Nobel de Economía
han sido varones. Por consiguiente, muy probablemente el próximo ganador será un varón”.
Sin embargo, el recurso no funciona siempre, e inclusive se da el caso de que a partir de u-
nas mismas premisas en las que se incluye, por ejemplo, la expresión “muy probablemente”,
se puede construir tanto una inferencia deductiva como una inductiva, ambas válidas, es de-
cir, se pueden tener versiones deductiva e inductiva de un razonamiento con las mismas pre-
misas; veamos un caso:
Deductivo:
– Muy probablemente una persona con tensión arterial y colesterol altos sufrirá
una enfermedad cardiaca.
– Pedro tiene tensión arterial y colesterol altos.
———————————————————————————————––––––
Muy probablemente Pedro sufrirá una enfermedad cardiaca.
Inductivo:
– Muy probablemente una persona con tensión arterial y colesterol altos sufrirá
una enfermedad cardiaca.
– Pedro tiene tensión arterial y colesterol altos.
--------------------------------------------------------------(línea punteada)-------------------
Pedro sufrirá una enfermedad cardiaca. (Salto inductivo)
(La línea punteada se usa en las inferencias inductivas y equivale a la expresión “por
tanto”).
Nótese que en el razonamiento deductivo la conclusión recoge la condición “muy proba-
blemente” que ya está en la primera premisa, o sea, no agrega nada que no esté ya en las
premisas, poniéndose así de manifiesto la condición explicitativa de la inferencia. En cambio
en el argumento inductivo la conclusión no señala simplemente como muy probable el hecho
de que “Pedro sufrirá una enfermedad cardiaca”, sino que lo afirma categóricamente como
cierto; salta, así, de un hecho muy probable a uno que se da por seguro, lo cual se corres-
ponde con su condición ampliativa.
Este último razonamiento inductivo se inscribe en el tipo de inferencia que atrás se
presentó como “inducción estadístico-probabilista”.

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