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JUAN 12:1-8
CONTEXTO: LA RESURRECCIÓN DE LÁZARO
El título que la mayoría de las Biblias dan al pasaje que acabamos de leer es: Jesús es ungido en
Betania (o algo muy parecido a eso). Lo cual quiere decir que alguien va a derramar algún tipo
de ungüento o perfume sobre Jesús con la intención de honrarle. Eso contrasta bastante con el
último pasaje que estudiamos juntos en el evangelio de Juan, donde se nos dice que tiene
lugar un complot para matar a Jesús. ¿Eres capaz de recordar por qué se produce un complot
para matar a Jesús? Tendrías que llegar entonces a nuestro estudio anterior, en el que leímos
acerca de la resurrección de Lázaro. Aunque parezca difícil de comprender, Jesús hizo un
milagro con mayúsculas. Resucitó a una persona que llevaba enterrada 4 días, lo cual debería
haber hecho que todos temblaran y se rindieran ante Él. Y eso es lo que sucede a una parte
importante de los testigos de la proeza. Sin embargo, hay otros que acuerdan acabar con la
vida de Jesús. ¿Por qué? La verdad es que llegan a esa conclusión a través de un argumento
que en filosofía se llama “La falacia de las pendientes resbaladizas” o “La falacia del efecto
dominó”. Se llama así, porque es un engaño o falacia que pretende hacer creer que una acción
iniciará una cadena de eventos que culminarán en un evento posterior no deseado.
Es un argumento falso, porque podemos romper esa secuencia de acciones. Jesús hace señales
por tanto todos creerán en él. Podemos aceptar eso, pero ahora nos dicen que si todos creen
en él vendrán los romanos y destruirán su lugar santo y su nación. Esa es su argumentación, su
excusa para matar a Jesús, pero es un engaño porque creer en Jesús no era sinónimo de
rebelarse contra el Imperio Romano. De hecho, en más de una ocasión han intentado tenderle
trampas en este sentido, como por ejemplo cuando le preguntan si es lícito dar tributos al
César. Buscan poder acusar a Jesús de rebelión contra Roma, pero no pueden. Es más en las
últimas horas de vida de Jesús el mismo Poncio Pilato no haya delito en Él. Pero en el corazón
humano sólo caben dos opciones: Amar a Dios o matarlo. No hay más. Algunos decidieron
amarle, otros matarle, y así sigue siendo desde entonces hasta nuestros días. Unos lo aman y
otros lo matan. Puedes preguntarte ¿quién mata a Dios hoy en día? Y yo te voy a responder lo
siguiente: Nuestra sociedad lo mata cada día, a cada oportunidad que tiene.
En la entrevista que le hicieron a la hija de Billy Graham en el Early Show, Jane Clayson le
preguntó: "¿Cómo pudo Dios permitir que sucediera esto?" (se refería a los ataques del 11 de
septiembre). Anne Graham dio una respuesta sumamente profunda y llena de sabiduría.
"Al igual que nosotros, creo que Dios está profundamente triste por este suceso, pero durante
años hemos estado diciéndole a Dios que se salga de nuestras escuelas, que se salga de nuestro
gobierno y que se salga de nuestras vidas. Y siendo el caballero que Él es, creo que se ha
retirado tranquilamente. ¿Cómo podemos esperar que Dios nos dé Su bendición y Su protección
cuando le hemos exigido que nos deje estar solos?" Anne Graham
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¿Cómo matamos a Dios en nuestra sociedad? Lo echamos de nuestros colegios, lo echamos de
nuestras instituciones, lo echamos de nuestras costumbres y fiestas y lo echamos de nuestras
vidas. En un sentido matamos todo rastro de Dios en nuestra vida ¿Puedes entenderlo?
La cosa hoy no es muy diferente de cómo era en los tiempos del Nuevo Testamento. La otra
semana hablamos acerca de aquellos que querían matar a Jesús, y afortunadamente esta
semana hablaremos de una mujer que decide amar a Jesús, con todas sus ganas, con todos sus
recursos y con toda su pasión.
Ahora estamos en Betania, en casa de sus amigos, en una cena en su honor, pero ojo con no
confundir esta escena. Hay otra historia parecida en los evangelios con la que no debemos
confundiros. Esta no es la mujer pecadora que se arrodilla ante Jesús en Lucas 7 cuando están
en casa de Simón el fariseo y Jesús, conociendo sus pensamientos le dice:
El capítulo que hoy empezamos marca de alguna forma un antes y un después en el evangelio
de Juan, porque podemos decir hay una transición del testimonio público al privado. Hasta
ahora, el evangelista Juan nos ha narrado escenas del bautismo de Jesús, el milagro de las
bodas de Caná, la purificación del templo, la alimentación de los 5000, varios discursos y
sanaciones… Es decir, mucho testimonio público. Ahora Juan nos va a contar cosas que sólo
sus discípulos podían saber. Hoy estamos en una cena en casa de Simón, y en las semanas
siguientes vamos a leer acerca de conversaciones que Jesús tuvo en privado con sus discípulos.
Creo que eso tiene que ver con la amenaza de muerte y el complot para arrestarle. Quizá esa
amenaza explica el cambio que se produce en el evangelio, que hasta ahora nos ha ofrecido
mucho testimonio público, y que desde ahora nos va a ofrecer mucho testimonio privado.
En primer lugar me gustaría contrastar a estas dos hermanas. Sin duda ambas han escuchado
a Jesús, sin duda ambas aman a Jesús, sin duda ambas han visto cosas maravillosas… Pero sin
duda son muy diferentes. Hace unas semanas Jonatan nos hablaba acerca de los diferentes
temperamentos del ser humano según psicología: Colérico, Flemático, Melancólico y
Sanguíneo. Yo no voy a aventurarme en catalogar a Marta o María en alguno de estos
temperamentos, pero simplemente quiero mostraros que cuando miramos a Marta y María
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vemos a dos mujeres muy diferentes. Lucas 10:38-42 nos narra una escena que nos puede
ayudar a entender lo que me gustaría transmitir.
Marta es responsable, conservadora, no se deja llevar por los impulsos, hace lo que debe y es
firme en eso… y demanda que las cosas se hagan como se deben hacer.
En cambio, María es capaz de improvisar, de dejarse llevar por la situación y de hacer algo que
puede ser sorprendente en su entorno y en su cultura. En un sentido le importa poco lo que
piensen los demás.
No hay nada de malo en el carácter de Marta, pero hay algo de bueno en el carácter de María,
algo que agrada al mismo Jesús. Todo lo que sea sencillez y humildad; todo lo que sea
quitarnos cadenas y ataduras; todo lo que sea quitarnos cargas para descansar en Cristo…
Todo eso es bueno. Es evidente que Marta está preocupada en exceso por asuntos domésticos
que no tenían por qué complicarle la vida, pero Jesús es un invitado excepcional y ella no
quiere que nada falle. No creo que María se estuviera preocupando por la ostentación, sino
por mostrar del mejor modo posible su afecto hacia el Señor. Podemos decir que en su
corazón piensa: “Cuanto lo amo, no quiero que le falte de nada a este hombre”
En cambio María está mostrando ese afecto de forma sencilla, sentándose a los pies y
escuchando al maestro. Y en ese planteamiento de vida, no hay una dejadez sino más bien una
profundidad espiritual de la que podemos aprender algunas lecciones. Podemos decir que en
su corazón piensa: “Cuanto lo amo, voy a dejarlo todo y a disfrutar de él”
Personalmente, la lección que yo aprendí debido al entorno donde crecí y donde me desarrollé
espiritualmente ha sido esta:
Siempre he visto la historia de estas dos hermanas como dos formas diferentes de mostrar
afecto al Señor. Yo vengo de un entorno donde había mucha tensión entre dos formas honrar
al Señor.
Una forma era tradicional y conservadora, muy conservadora, hasta el punto que como Marta
llegaban a señalar a los que no hacen las cosas como ellos para que Jesús les reprenda.
Del otro lado una postura diferente, poco tradicional, pero sin mala intención. Mucho más
relajada en cuanto a lo externo, pero con interés real en lo verdaderamente profundo.
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Para que os hagáis una idea de lo que os hablo, en la iglesia donde yo crecí había un sector que
se sentía bien tocando las palmas mientras cantaban, y había otro sector que se sentía
tremendamente incómodo con eso. Os puedo garantizar que ninguno de los dos sectores tenía
la intención de herir al otro, pero estaban convencidos de que su forma de mostrar afecto al
Señor era la correcta y que las otras formas no honraban al Señor.
Esta tensión, a veces era desagradable, pero la historia de estas dos hermanas me ayudó a
comprender que hay espiritualidad y buena intención en la rigidez, y que hay espiritualidad y
buena intención en la flexibilidad y que las cosas nos irían mucho mejor sino ponemos sobre
nuestras espaldas cargas innecesarias.
Hay personas que saltan y tocan las palmas y no saben ni lo que están cantando y hay
personas que no mueven un pelo del bigote cuando cantan, pero tienen una profunda paz, un
profundo gozo en su corazón y viceversa, personas que piensan que llevar los zapatos limpios
es lo que los hace aceptables delante del Señor y personas que van en chanclas sabiendo que
su relación con el Señor no depende de su aspecto, sino de cuanto los ama Cristo.
Por tanto, no gastemos tiempo ni energías con cargas que el Señor no nos ha pedido que
llevemos. Abramos los ojos a la realidad de que aunque somos hermanos somos diferentes.
Pero esa diferencia no debe ser una excusa para señalarnos, sino una oportunidad de cuanto
amamos al Señor, desde nuestra rigidez o desde nuestra flexibilidad.
De manera que volviendo a nuestro texto, puedes leer que parece que Marta ha aprendido la
lección: “Marta servía” pero ya no hay rastro de que esté saturada, ni de que le pida a Jesús
que reprenda a su hermana. Está contenta, agradecida al maestro por la resurrección de su
hermano Lázaro. Y mientras, María sigue a los pies de Jesús. Esta vez María no se va a
conformar sólo con escuchar, va a tomar la iniciativa y va a hacer algo que va a poner nervioso
a más de uno, y sin embargo, a pesar de hacer algo casi extravagante, otra vez va a ser
defendida por Jesús.
Cada vez que los evangelios hablan de María, siempre está siguiendo a Jesús, escuchando a
Jesús, ungiendo a Jesús… a sus pies. No hay ninguna mención negativa hacia su carácter o su
persona.
En cambio, a Judas siempre que se le menciona se le retrata como un codicioso, ladrón, falso,
traicionero… No sólo es en los evangelios, también en el libro de los Hechos. No hay ninguna
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mención positiva o de honor hacia la persona de Judas, por lo tanto el concepto negativo que
tenemos de Judas es completamente bíblico.
Tanto Mateo como Marcos señalan que María ungió la cabeza de Jesús mientras que Juan nos
narra que ungió los pies y los secó con sus cabellos. No creo que sean escenas contradictorias,
sino más bien complementarias. Aproximadamente la cantidad de perfume utilizado eran unos
270g. Eso quiere decir que el contenido del bote era aproximadamente el de una lata de
refresco, de manera que es cantidad suficiente para ungir, la cabeza, el cuello y hasta los pies
de Jesús. De hecho, tanto Mateo como Marcos narran que Jesús dijo: “ha ungido mi cuerpo",
lo cual apoya mi tesis de que el perfume no se derramo sólo en su cabeza o sólo en sus pies,
sino en todo su cuerpo. Por si esto fuera poco Jun nos cuenta que toda la casa se llenó del olor
del perfume, de manera que podemos estar seguros de que María no puso unas gotas, sino de
que vertió el frasco. Y sabemos que hizo eso, por la reacción de Judas: “¡Qué desperdicio!”
Es curioso como Judas ve un desperdicio gastar un perfume valioso para lavar los pies del
maestro. No le parece una buena forma de invertir el dinero. Sin embargo, poco más tarde él
iba a cometer el desperdicio máximo: cambiar al maestro por 30 piezas de plata.
Déjame darte algunos datos sobre este desperdicio, según dice Judas:
“Nardo” era un aceite extraído de la raíz de una planta que crecía en la India. El texto
especifica que era “Nardo puro” así que no estamos hablando de sucedáneos o de perfume
rebajado con agua, sino de un perfume de mucho precio. Ahora, pongamos números a ese
precio.
1 denario, es el sueldo por cada día de trabajo que acuerda el dueño de la finca con sus
obreros en Mateo 20:2. (50€).
2 denarios, es la cantidad de dinero que el buen samaritano dio al mesonero para asumir los
gastos del hombre desconocido que encontró herido en el camino. (100€).
100 denarios, es la cantidad que le debían al siervo que fue perdonado por su Señor, sin
embargo él no los perdonó, a pesar de que a él se le había perdonado mucho más. (5.000€).
200 denarios, es la cantidad de dinero que los discípulos calcularon que haría falta para
alimentar a los 5.000 hombres que siguieron a Jesús, sin contar mujeres y niños. (10.000€).
300 denarios, es el precio que Judas supone al perfuma que María derrama sobre los pies de
Jesús. (15.000€).
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se envolvía por separado. Por eso Lázaro pudo salir fuera del sepulcro cuando Jesús le llamó,
sino aunque hubiese resucitado tendría que haber esperado a que alguien le desatase.
He aquí la gran diferencia entre María y Judas, el valor de Jesús. Para María, el valor de Jesús
es incalculable. Tienes que ponerte en su piel. Ella ha visto con sus propios ojos a su hermano
muerto, ella ha enterrado a su hermano y ha llorado por 4 días su muerte. Y ella, ha visto con
sus propios ojos a su hermano resucitado, de manera que estamos ante alguien que tiene una
convicción tan profunda de quien es Jesús, de su poder y de su autenticidad que nada es
demasiado para su Señor. Ella no cree que Jesús es el Señor, ella está convencida.
Lo triste de esta historia es que Judas ha sido testigo de las mismas cosas que María (y más,
porque había visto cosas que María no), sin embargo para él eso no se llama unción, se llama
desperdicio. De manera que para María, como hemos dicho el valor de Cristo es incalculable,
infinito, nada es demasiado, todo es poco… Sin embargo ¿Cuál era el valor de Cristo para
Judas?
La verdad es que esta conversación hace que aún vea más despreciable a Judas, él ni siquiera
pone el precio, simplemente dice: “¿Qué me das a cambio?” Eso realmente es lo que dice
alguien que quiere vender algo que no tiene valor para él.
Hace unos años, cuando era adolescente, uno de mis amigos se encontró una guitarra acústica
que no usaba a pesar de que sabía tocar. Yo tenía muchas ganas de tener una guitarra
acústica, así que le pedí que me la diera. Él me preguntó que le daba a cambio y yo le respondí
que nada, quería que me la regalase porque él no la tocaba y la tenía media rota. Yo la iba a
arreglar y a usarla, quizá te la deje algún día pero no te la devolveré porque tú no la quieres y
yo si la quiero. Mi amigo me la regaló y yo la toqué por muchos años.
Años más tarde, incluso ya me reunía en esta iglesia con vosotros decidí hacerme un regalo.
Ahora ya trabajaba y tocar aquí era una buena excusa, así que me compré una buena guitarra,
una muy buena guitarra. Como te puedes imaginar, los instrumentos no son nada baratos,
pero pasaron un par de años y quise vender esa guitarra, no porque no me gustara o no la
apreciara, sino porque había probado la miel de una buena guitarra y quería otra aún mejor.
Así que la puse a la venta a un precio altísimo, casi igual que lo que me costó. Una persona
llamó y se interesó y cuando me preguntó el precio le dije muy serio. Tienes el precio en el
anuncio, el precio no es negociable ni un solo céntimo de Euro porque sé lo que vale esa
guitarra y ni yo te voy a hacer perder el tiempo, ni tú me vas a hacer perder el tiempo. Ese
hombre vino a mi casa, probó la guitarra y pagó hasta el último céntimo.
¿Puedes ver el paralelismo? Mi amigo no apreciaba a su guitarra, por eso dijo: “¿Qué me das”
Yo apreciaba muchísimo mi guitarra, por eso le dije a mi comprador, me vas a dar esto y ni un
céntimo menos.
Podemos ver en esta conversación como Cristo no tiene ningún valor para Judas, y eso es
asombroso después de haber visto lo que sus ojos han visto y haber escuchado lo que sus ojos
han escuchado.
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En el libro del éxodo leemos que 30 piezas de plata era el precio de un esclavo (Ex. 21:32) y eso
es lo que vale Cristo para Judas. No tiene el valor del Nardo Puro de la India, sino de un
esclavo.
Cuando Pablo estaba predicando en Éfeso, muchos de los que se convirtieron practicaban la
magia, y después de su conversión trajeron todos sus libros de magia delante de todos y los
quemaron; y hecha la cuenta de su precio, hallaron que era 50.000 piezas de plata (Hechos
19:19)
Así que 50.000 piezas de plata es el valor de un montón de libros de magia, y para Judas 30
piezas de plata es el valor del Hijo de Dios. Al principio de este sermón dije que sólo había dos
opciones: Amar a Cristo o matarlo. Judas no lo ama, y me va a dar la razón.
Juan 12, deja ver que Judas era un traidor desde el principio, y que el acto de entrega del
Señor no fue un tropiezo o una excepción. Judas no apreciaba al Señor. Pienso que no está
muy capacitado para hablar de qué es un desperdicio y que no lo es y desde luego no es el
mejor tasador para valorar las cosas y poner precio.
Esta es una de las reflexiones más importantes a la que pretendo que os enfrentéis en esta
mañana. ¿Cuánto vale Cristo para ti? Y no pretendo que le pongamos un valor numérico, sino
algo más profundo, que nos planteemos hasta qué punto estaríamos dispuestos a pagar el
precio de Cristo. Déjame poner algunos ejemplos para que te ayuden:
Estas comprando en un comercio, y cuando te dan el cambio te das cuenta de que te han
dado un billete de más por error. ¿Estás dispuesto a pagar el precio? Me refiero a que si te
vas a callar y a quedarte con el dinero o vas a ser honesto y vas a devolver lo que no es
tuyo. Porque eso es pagar el precio en este contexto. ¿Qué harías tú?
Estás en tu trabajo con tus compañeros, vamos a suponer que estáis moviendo un artículo
valioso y por accidente se rompe. Inmediatamente uno de ellos empieza a decir palabras
groseras y entre los insultos comienza a maldecir a Dios. ¿Estás dispuesto a pagar el
precio? No me refiero al precio del producto, sino al de la defensa de tu Dios. Al de no dejar
que nadie hable mal de tu Dios en tu presencia. No es un precio en Euros, sino un precio a
nivel de quizá vergüenza de hablar de tu Dios, de defenderlo públicamente. ¿Puedes
plantearte qué harías tú? ¿Callarías y lo dejarías pasar o pagarías el precio del testimonio y
defenderías el nombre de tu Dios?
Imagina que trabajas de comercial y tu jefe te pide que mientas a los clientes para
conseguir aumentar las ventas. En este contexto pagar el precio significa decir no a tu jefe
aunque eso te cueste el puesto. ¿Estás dispuesto a pagar el precio por ser fiel a Jesús?
Vamos a imaginar que estás de viaje a muchos kilómetros de tu casa y eres un hombre
soltero que no encuentra pareja. De forma fortuita te ves en la posición de poder “saciar tu
sed” vamos a decirlo así, con una persona que has conocido y ala que probablemente no
vas a volver a ver en tu vida y de la que nadie va a saber nada. ¿Estás dispuesto a pagar el
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precio? ¿Estás dispuesto a renunciar a algo que deseas por obedecer a Dios? No pretendo
que sean cuestiones teóricas, sino darte varios ejemplos para que te veas reflejado en
alguno de ellos.
Vamos a pensar que estas en un viaje en un país musulmán y que por desgracia unos
terroristas de IS entra en tu hotel y empiezan a separar a la gente que es musulmana de la
que no. Tú sabes que significa estar en un grupo o en otro. ¿Estás dispuesto a pagar el
precio? En este contexto el precio es tu vida.
He puesto varios ejemplos con la esperanza de que os sintáis cercanos a alguno de ellos, y
como habéis escuchado hemos ido aumentando gradualmente el precio.
Estas no son cuestiones filosóficas, sino realidades a las que nos enfrentamos diariamente, por
lo tanto es esencial que cada uno de nosotros responda a la pregunta: ¿Cuánto vale Cristo para
ti? Espero que la respuesta sea todo. Porque esa fue la respuesta de María, y la de la mayoría
de sus apóstoles quienes estuvieron dispuestos a pagar el precio de su vida por su Señor. En el
lenguaje de nuestros días, esto se llama fanatismo, en el lenguaje espiritual eso se llama
fidelidad.
Vamos a sacar algunas conclusiones para ir terminando. Quizá debería haber comenzado
diciendo cual era el título de esta predicación, pero no lo he hecho, sino que a posta lo he
dejado para la reflexión final. He titulado a esta predicación “La hija pródiga” y os voy a
explicar por qué.
Como recordarás, hace unos años hicimos con Steve una serie de predicaciones llamada: “El
Dios pródigo”. Posiblemente esos han sido de los estudios que más han marcado mi vida
espiritual y que me dieron una comprensión bíblica de una de las parábolas más profundas que
Jesús contó. (Sino estabas aquí por aquel entonces o quieres recordarla te invito a visitar
www.eevilassar.org). En ese estudio primero aprendimos que “prodigo” no es sinónimo de
vividor, gorrón, golfo… Pródigo es una palabra que significa derrochador. El hijo pródigo, el hijo
derrochador. Y al final de esos estudios, llegamos a la conclusión que el verdadero derrochador
de la historia no es el hijo, sino el Padre. Que derrocha dinero para volver a dar dignidad a su
hijo, pero sobre todo derrocha amor, perdón, compasión, misericordia y gracia.
Yo he decidido llamar a esta predicación “La hija pródiga” porque María es una derrochadora,
en el mejor sentido de la palabra. Se entrega excesivamente, más allá de donde el sentido
común podría indicarnos que es correcto. Y lo maravilloso de todo es que Jesús, por segunda
vez, no la condena, sino que dice: “Dejadla en paz”.
Te animo a entregarte de forma pródiga al maestro, y cuando lo hagas, prepárate para las
críticas. Porque eso es lo que pasa cuando nos entregamos “en exceso” que somos señalados
hasta por los que creen. Yo no sé si alguno tiene un cuñado o algún familiar con aficiones,
vamos a decir poco productivas. No quisiera herir a nadie, así que pondré un ejemplo que
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espero que no sea ofensivo. Vamos a suponer que tú coleccionas latas de cerveza usada. Así
que gastas mucho dinero en comprar siempre latas diferentes para ir aumentando tu
colección. Gastas mucho tiempo y dinero buscando por internet latas de otros países, vas a
mercadillos… Cuando llegan las vacaciones, tu destino lo marcan las latas de cerveza y viajas a
destinos donde puedas conseguir modelos que aún no tengas. Y toda tu vida es así, gira en
torno a las latas de cerveza. Nadie te va a acusar, quizá seas un poco raro pero todo el mundo
aceptará tu afición e incluso te animarán.
Sin embargo, si en vez de dedicar tu vida a recolectar latas de cerveza vacías la dedicas a la
extensión del evangelio, prepárate, porque te van a llover de todos lados los comentarios
hirientes.
Gastar tiempo, esfuerzo, dinero… en cosas triviales no le parecerá mal a nadie. No será un
despilfarro para nadie. Sin embargo gastar tiempo, esfuerzo y dinero en lo espiritual será
considerado como un desperdicio por aquellos que no creen. Pero en este punto quiero
animarte: