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—Capítulo 1—

El Hablar Para Muerte—O Para Vida

Jesús mismo dijo: "Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás
condenado" (Mateo 12:37).

Al meditar sobre este tema, una de las palabras de este texto continuó resaltando una y otra
vez en mi espíritu. Me refiero a la palabra PALABRAS. Algo dentro de mí parecía
conducirme a enseñar acerca de las PALABRAS. Las PALABRAS tienen más im portancia
de lo que muchos se dan cuenta.

Las PALABRAS nos hacen o nos deshacen. Las PALABRAS nos sanan o nos enferman.

De acuerdo con la Biblia, las PALABRAS nos destruyen o nos llenan de vida, felicidad
y salud.

Nuestras PALABRAS—las PALABRAS que hablamos ayer—hicieron de nuestra vida


lo que es hoy.

Eso está de acuerdo con lo que dijo Jesús en Marcos 11:23,


"Porque de cierto os digo que cualquiera que DIJERE a este monte: Quítate y échate en el mar, y no dudare
en su corazón, sino creyere que será hecho lo que DICE, lo que DIGA le será hecho."
También podría leerse del siguiente modo: "El tendrá cualquier cosa—las PALABRAS—que diga."

En el mes de Junio del año 1943 estaba comenzando una reunión para cierto pastor (al cual
llamaré "A"), en los campos de petróleo en el este del estado de Tejas. El pastor había tenido
un serio ataque al corazón. Uno de los pastores vecinos me dijo, "Hermano Hagin, durante dos
o tres días el médico trató de que dejáramos de orar por el pastor A. Se encontraba entre la
vida y la muerte; y el doctor dijo, 'Usted lo están manteniendo vivo con sus oraciones y su fe.
Si se recupera, lo cual dudo, su mente nunca será la misma, ya que su cerebro estuvo sin
recibir sangre durante más de diez minutos.'"
"Pero no podíamos dejar de orar por él," dijo el pastor. "Seguirnos orando y al tercer día el
pastor A. se recuperó, y su mente estaba bien. Los doctores están asombrados."

El pastor A. aún no había vuelto a predicar. Su esposa, quien también estaba en el ministerio,
le sustituía en el púlpito. Mi esposa, nuestros hijos y yo nos hospedábamos en su hogar, y todos
juntos íbamos a la iglesia en el mismo automóvil.

Una noche, el pastor A. comenzó a hacer un anuncio y lo digo al revés. Al instante en el que
entró en el automóvil, su esposa le dijo, "¡Qué anuncio más terrible hiciste! Es como dijo el
doctor, supongo que tendrás que dejar de predicar."

Mi esposa tomó la palabra y dijo, "Nada le pasa a la mente de Kenneth, sin embargo hizo peor que
tu esposo; a Kenneth se le enredó la lengua tres veces esta noche."
Pero la esposa del pastor A. dijo, "Tendrás que dejar de predicar." Constantemente le decía lo que
no podía hacer.

Un día, después de haber comida, mi esposa se fue a la peluquería, y el pastor A. se fue a visitar a un
enfermo; así que me puse a ayudar a la señora A. a lavar los platos. Mientras estábamos lavando y
secando los platos, el Señor me inspiró a decir, "Hermana A., no sé cómo me va a tomar esto, pero si no
deja de hablarle a su esposo como lo hace, él morirá en dos años. ¡Usted le llevará a la muerte con sus
palabras!"
La señora A. se molestó conmigo, pero yo le dije, "Espere un momento, hermana, ¡espere un
momento! Usted sabe que no ha sido Kenneth Hagin quien le ha dicho éso. El Espíritu de Dios
me inspiró a decirlo. Arriesgada mí vida en ello." Se calmó y dijo, "Hermano Hagin, le hemos
conocido durante muchos años, y sabemos el modo en que Dios le utiliza, así que lo aceptaré
como del Señor."

Mientras estuvimos allí, se comportó mejor. Al año siguiente los visitamos de nuevo, y ella
había vuelto a su hábito, comunicando palabras de muerte a su marido, diciendo, "Te vas a
morir. ¡Nunca serás el mismo!" Traté de conseguir que parara, pero sacudía la cabeza
diciendo que "no" y no me escuchaba.

Unos meses, más tarde me encontraba predicando un avivamiento para un amigo, el cual
pastoreaba la iglesia donde el hermano A. se había criado. Mientras estaba allí vinieron y con-
dujeron el funeral del hermano A. Examiné mis notas, y eran casi dos años exactos desde que
había tenido aquellas palabras con su esposa.

Después de su muerte, la señora A. se molestó con Dios porque su marido se había muerto, y
ella nunca volvió a predicar otro sermón. Se apartó de la fe, y que yo sepa, sus hijos nunca
vivieron para el Señor. Gracias a Dios, el esposo se fue al cielo. Todo esto sucedió como
resultado de las PALABRAS usadas.

Hace cuarenta y cinco años, yo era un joven bautista enfermo y confinado a la cama, cuando
recibí la revelación de la palabra de Dios. Empecé actuando de acuerdo con Marcos 11:23,
diciendo, "Yo creo."

PALABRAS FUERON HABLADAS.

Dije, "Yo creo que recibo sanidad para mi corazón deformado."


"Creo que recibo sanidad para la enfermedad incurable la sangre."

"Creo que recibo sanidad para la parálisis."


"Creo que recibo sanidad desde la punta de mi cabeza hasta la planta de mis pies."

Y en el luego de una hora estaba en pie. Habla encontrado el secreto de las PALABRAS—
PALABRAS DE FE. Han pasado cuarenta y cinco años, y no he tenido ni un dolor de cabeza. Ni
uno ni medio. El último dolor de cabeza que recuerdo haber tenido fue en el mes de Agosto
del año 1933. No he tenido un dolor de cabeza ni espero tener uno. Pero si tuviera un dolor de
cabeza no se lo diría a nadie. Y si alguien me preguntara cómo estoy, le diría, "Estoy bien,
gracias." Hablaría las PALABRAS correctas, ya que Jesús dijo en Marcos 11:2 3, "él tendrá
cualquier cosa que diga, o, lo que diga le será hecho." Yo creo lo que la Palabra de Dios dice en
Isaías 53:5, "por sus llagas fuimos sanados." Lo creo. Creo que estoy sanado.

—Capítulo 2—

Sus Palabras Afectan A Sus Hijos

Cuando mi hijo Ken tenía dos horas y media de nacido, levanté al pequeño en mis manos y
dije: "Señor, gracias por este niño. Reconozco que Tu nos has dado a mi esposa y a mí esta
nueva vida que ahora sostengo en mis manos." "Reconozco que es mi responsabilidad, ya que
conozco lo que la Biblia dice, acerca de entrenar a este niño en su camino y cuando sea viejo
no se apartará de ella." "Reconozco que Tu Palabra dice que criemos a nuestros niños en la
disciplina y amonestación del Señor, y así lo voy a hacer. Lo voy a hacer ya que los niños no
son entrenados simplemente por preceptos, sino también por el ejemplo. Viviré una vida
ejemplar delante de él. Haré lo correcto; y si en alguna ocasión fallare, seré sincero contigo."

Cuando nació nuestra hijita Pat, la tomé en mis brazos inmediatamente, y dije lo mismo que
había dicho sobre Ken: "Haré lo correcto. La criaré bien. La entrenaré. Viviré el mejor ejemplo
delante de ella y le enseñaré los preceptos de la Palabra de Dios. También le enseñaré a través del
ejemplo."

"Sé que lo que diga me será hecho, por lo tanto digo que esta niña, al igual que Ken, crecerá
fuerte físicamente, sin enfermedades ni dolencias; será alerta mentalmente, y fiel espiritual-
mente."

Años más tarde, incluso nuestros familiares, quienes pensaban que lo habíamos arruinado
todo por el hecho de habernos juntado con los que hablaban en lenguas, dijeron, "Hay algo
en cuanto a todo esto. Lo tiene que haber. Los hijos de Kenneth nunca están enfermos." Nunca
oré para que mis hijos fueran salvos. No hice ni una sola oración. No oré para que fueran llenos
del Espíritu. Hoy en día ambos son adultos y tienen sus propias familias, y no creo que haya
orado por ellos más que media docena de veces durante todos esos años.
¿Por qué? Porque lo que diga le será hecho—¡Y yo ya lo había dicho! Si me pusiera a orar por
aquello ahora, eso significaría que no lo había dicho de corazón entonces. Los dos fueron
salvos y llenos del Espíritu a una edad temprana.

En ocasiones, cuando eran pequeños, tuve que ir a ellos y decirles: "Perdónenme, he actuado
mal." Si me molestaba tuve que decirles: "Les he dado un mal ejemplo. Ya le he pedido perdón
al Señor y Él me ha perdonado, ¿Me perdonan usted?"

Y ellos me decían: "Está bien, papá."


Nunca les dije a mis hijos que no hicieran algo, "sólo porque así lo digo yo." Me sentaba y les
leía la Biblia, mostrándoles que tenía un interés genuino en ellos.

Si tenía que corregirles o incluso pegarles, les decía, "Lo dice aquí en Efesios 6, 'Hijos,
obedeced en el Señor a vuestros padres porque esto es justo. Honra a tu padre y a tu madre, que es
el primer mandamiento con promesa; para que te vaya bien, y seas de larga vida sobre la
tierra."

Les explicaba que los días en que una persona está enferma o en el hospital no eran días
buenos. Les decía, "Ven, yo quiero que todo les vaya bien, y que disfruten de largos años en la
tierra."

LOS HIJOS SON UN PRODUCTO DE PALABRAS. Las palabras nos sanan o nos
enferman.

Las palabras nos bendicen o nos maldicen.


Las palabras que oiga por la mañana permanecerán conmigo todo el día.

Qué poco comprenden las esposas que una palabra áspera y cortante por la mañana le robara de
eficiencia a su esposo durante todo el día; sin embargo una palabra amorosa, tierna, hermosa —
pequeña palabra de oración—llenará de música y le llevará a victoria.
Aprenda a hacer que las palabras obren a su favor. Aprenda a llenar sus palabras con tal
poder que no pueda ser resistido. El modo en que sus palabras son llenas de ese poder que no
puede ser resistido es llenándolas con amor y fe.

Los padres necesitan darse cuenta que el ambiente del hogar es un producto de PALABRAS.

En el año 1958, mientras mi esposa y yo estábamos viajando cerca de Los Ángeles, ella
sugirió, "¿Por qué no paramos a visitar a los hermanos que viven aquí cerca?" Habíamos
conducido un avivamiento en su iglesia hacía varios meses, y su casa estaba muy cerca de la
autopista.

"Está bien," dije, "vamos a pasar."


Estacionamos el automóvil en la entrada de su casa, pero no vimos ningún movimiento. Toqué el
timbre de la puerta, y oí que alguien se acercaba. El pastor abrió la puerta y me dio la mano, entonces le
hice una señal a mi esposa para que viniera.
El pastor nos dijo, "Hermano Hagin, estábamos descansando. Mi esposa se está vistiendo. Siéntense
aquí en la sala." Tenía puesta su bata, así que él también se fue a vestir. En aquel momento mi es posa
entró en la casa. Ella no le vio ni habló con él.
Tan pronto como nos sentamos en el sofá, nos miramos el uno al otro y dijimos al mismo
tiempo, "Palabras ásperas se han hablado en este hogar."

El ambiente era malo. Los dos lo presentimos inmediatamente. Cosas espirituales son creadas
por medio de PALABRAS. Incluso las cosas naturales y físicas también son creadas por medio
de PALABRAS.

Si uno entra en un lugar donde han acabado de freír pescado, uno puede percibir el olor. El
olor todavía queda en el ambiente. El aire era pesado en esa sala. Aquellas palabras todavía
estaban en el ambiente. (Hay palabras en el aire alrededor de usted en este mismo instante; si
no lo cree, encienda un radio transistor.) A medida que conversamos con este pastor y su
esposa, nos dimos cuenta que ciertamente ellos habían tenido un desacuerdo.

Las vidas y las personalidades de los niños criados en esa clase de ambiente serán
trastornadas. Padres: El ambiente de su hogar es un producto de PALABRAS. Los niños
fracasan ya que se les hablaron las PALABRAS incorrectas. No se les hablaron las PALABRAS
correctas.

¿Por qué es que algunas familias crecen fuertes y son victoriosas en las batallas de la vida? Se
debe a que las PALABRAS correctas fueron habladas en el hogar.

Mi esposa y yo nos encontrábamos visitando el estado de Nuevo México en cierta ocasión


durante nuestro día libre. Viajamos más de 100 kilómetros para visitar a unos amigos que
acababan de construir una iglesia muy hermosa.

Mientras nos enseñaban el nuevo edificio, la esposa del pastor estaba hablando con mi esposa,
y le dijo, "Sabe que, no podemos hacer nada con nuestro hijo mayor. Tiene casi 17 años. No
quiere venir a la iglesia. Desea inscribirse en la Marina, y cuando cumpla los 17 años le
firmaremos los papeles y le dejaremos ir para deshacernos de él. Supongo que sabe a lo que me
refiero porque tiene un hijo adolescente."

Mi esposa respondió, "No, no sé a lo que se refiere. A nuestro hijo habría que darle con un palo en
la cabeza para sacarle de la iglesia, aun cuando debería quedarse en casa para estudiar."

¿Por qué? Porque fue criado de esa forma. Las PALABRAS correctas fueron habladas en el hogar.
PALABRAS son las que hacen que un muchacho ame la educación. PALABRAS traen a un
joven a la iglesia o lo mantienen alejado. Somos producto de PALABRAS.
Uno puede ir a la iglesia los domingos, sentarse y actuar piadosamente si uno quiere, orar, cantar en
el coro y hasta dar clases bíblicas los domingos. Pero si pierde el control en su hogar, maldice, grita, y
se queja, perderá a sus hijos. Los hijos no son criados en el ambiente de la iglesia, son criados en el
ambiente del hogar. Y el ambiente de la iglesia durante los domingos les afectará muy poco.
Un domingo por la mañana durante el verano del año 1943, estaba predicando en una iglesia en la
parte norte-central de Tejas. Mi texto era Colosenses 2:9-10 donde dice, "ustedes están completos en
Él." Mi tema era: "¿Qué es la Espiritualidad?" Nunca he vuelto a tener el valor suficiente para usar
este texto otra vez.
Hice la pregunta, ¿A dónde iría para encontrar una persona espiritual?

Algunos pensaron en aquellas personas en la iglesia que siempre eran los primeros en saltar,
danzar y dar gritos, y dijeron: "Ellos son espirituales."

Le dije a la congregación, "Eso no es espiritualidad, ustedes no pueden definir espiritualidad


por esas cosas."

Yo dije: "No, no. La espiritualidad no se puede juzgar de esa forma, ya que Dios usará
cualquier vaso que pueda. La Biblia dice que Dios habló en cierta ocasión a través de un
burro, y éso no quiere decir que el burro fuera espiritual."

"No," dije, "reconozco que la gente espiritual va a la iglesia; pero yo no iría a la iglesia si
estuviera en busca de una persona espiritual. ¿Saben usted el primer lugar dónde iría?"

Todos respondieron que no. Les dije: "Iría al hogar de la persona."

Cuando se trata de cosas religiosas, la gente tiene dos caras. Una se la ponen los domingos, y la otra
entre semana. Los he visto como pastor. He llamado a sus puertas y los he oído decir en voz baja,
"¡Esconde éso! ¡Esconde éso! ¡Esconde éso! Había algo que no quería que viera. No se pueden imaginar
el bullicio que hacían. Parecía que nunca vendrían a abrir la puerta.

"No," les dije a la congregación, "me gustaría hacerme invisible; entrar por la puerta, mirar y
escuchar." Y dije, "Aquellos que son espirituales—aquellos que de verdad tienen algo—viven
correctamente en sus hogares." ¡Y si usted no vive correctamente en su hogar, no ha entendido
nada!

Una señora en la segunda fila dijo, ¡Ay, Dios mío, eso me excluye a mí!" (Mas tarde explicó
que sólo lo había pensado; no se dio cuenta que lo había dicho en voz alta.)

Me arruinó el sermón. Todo el mundo comenzó a reírse a carcajadas. Yo me caí sobre el púlpito

riéndome. Paré aquel sermón en aquel mismo momento, y nunca más he tratado de predicarlo. —

Capítulo 3—

La Lengua De Los Sabios Es Salud

¿Ha visitado a los enfermos? ¿Los ha oído hablar? Si lo hace se dará cuenta de la razón por la
cual están enfermos.

En Proverbios 12:18 encontramos una revelación maravillosa, una verdad tremenda: "Hay
hombres cuyas palabras son como golpes de espada; más la lengua de los sabios es medicina."
Usted no tendrá salud a no ser que hable salud.
¿Se ha dado cuenta que estamos programados erróneamente? (Me refiero al punto de vista
natural.) Estamos programados negativamente.

La Biblia dice, "Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos" (Salmo 1:1). No
debemos pensar como piensa el mundo.

Romanos 12:1 dice, "Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis
vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional."

Ahora veamos el versículo 2, "No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la
renovación de vuestro entendimiento." Dios no quiere que se conforme a este mundo, sino que
sea transformado. ¿Y cómo? Por medio de la renovación de su mente. No piense como el
mundo piensa. Ellos piensan negativamente.

Sin embargo, hemos leído en Romanos 12:2, y hemos pensado que estaba diciendo, "No hagas
muchas de las cosas que la gente del mundo hace." Pues bien, hay muchas cosas que ellos
hacen que usted también hace. Por lo general usted come como ellos comen, y duerme
como ellos duermen.

Hace varios años, estaba llevando a cabo una reunión en cierta iglesia en Oklahoma. Allí creían
que las mujeres irían al infierno a no ser que llevaran mangas largas, vestidos largos, pelo
largo—y lenguas largas. (Yo agregué la última parte. Ellos pusieron el resto.) Siempre hablaban de
"mundanalidad."

"No nos conformamos a este mundo," decían. "La Biblia dice que no nos conformemos.
Nosotros no somos mundanos."

El pastor me pidió que predicara el domingo por la mañana.


Cada vez que me despertaba durante la noche del sábado, me ponía a orar por el mensaje.
"Señor, yo no predico de esta forma generalmente," dije al darme cuenta de qué iba a tratar mi
sermón. Sin embargo Dios había tratado conmigo de forma muy clara.

Aquella mañana salté de la plataforma, recorrí los pasillos de arriba abajo, y dije,
"Verdaderamente, ésta es la iglesia más mundana en la que he predicado en mi vida."

¡Fue como si les hubiera dado una bofetada en la cara! Allí estaba yo diciéndoles que su iglesia
era la más mundana de las que había visitado, y ellos se enorgullecían de los santos que eran.

Se parecían a los fariseos. Oraban, "Señor, somos mejores que las demás personas de esta ciudad.
Somos los mejores y somos maravillosos. Desde luego, sabemos que Tu ya lo sabes. No
hacemos esto... no hacemos lo otro ... no hacemos aquello." Sin embargo eran el grupo más
negativo que había conocido en toda mi vida.

Les dije, "Usted todavía piensan tal y como el mundo lo hace.


Piensan enfermedad. Piensan temor. Piensan duda. Piensan fracaso. Piensan derrota—tal y como el
mundo piensa. ¡Renueven sus mentes con la Palabra de Dios! ¡Piensen de acuerdo con la Palabra de
Dios! ¡Crean de acuerdo con la Palabra de Dios!"
Muchos de los que piensan que están tan separados del mundo son en ocasiones los más
mundanos. Como dije, el mundo entero está programado negativamente, y si usted no tiene
cuidado cometerá el mismos error que el mundo comete. En verdad, el mundo sin Dios está
muerto espiritualmente. Están programados para muerte en vez de para vida.

Si alguien se asusta, dice, "Me muero de miedo."


Nunca diga eso. Yo nunca digo que tengo miedo, porque no lo tengo.

Si soy tentado para tener miedo, le hablo al miedo. Le digo,

"¡Temor, te resisto en el Nombre de Jesús!" Rehuso temer. Si viene la duda, le hablo a la duda,
digo, "¡Duda, te resisto en el Nombre de Jesús!" Rehuso dudar.

Si tuviera un pensamiento de duda o de temor, no se lo diría a nadie; no lo aceptaría. No se


lo diría a nadie si el pensamiento viniera a mí—y usted sabe que el diablo puede poner toda
clase de pensamientos en la mente de uno.

Nosotros somos el producto de PALABRAS. ¿Ha pensado alguna vez que la Biblia enseña que hay
salud y sanidad en su lengua? ¿Ha observado que Dios dijo aquí, "La lengua de los sabios es
medicina"?

Yo nunca hablo enfermedad. No creo en la enfermedad. Hablo salud. "La lengua del sabio es
medicina. "La Biblia no dice, "La lengua del sabio es enfermedad." Dice, "La lengua del sabio
es medicina (salud)."

Yo hablo salud. Creo en la sanidad. Creo en la salud. Nunca hablo de enfermedad. Nunca hablo
de dolencias. Hablo salud. Hablo sanidad.

Nunca hablo fracaso. No creo en el fracaso. Creo en el éxito. No hablo derrota. No creo en la
derrota. Creo en la victoria. ¡Gloria sea a Jesús!

Nunca hablo acerca de lo que el diablo ha hecho. No estoy interesado en sus obras. Hablo de las
obras de Dios y de lo que Él está haciendo. ¡Alabado sea el Señor! No hablo acerca del poder del
diablo ya que él no es tan poderoso como Dios.

La otra noche un predicador en la televisión ocupó todo el tiempo hablando de lo que el diablo
estaba haciendo. Pensé, ¡Señor mío, voy a apagar eso! Y lo apagué en medio de su exposición de
ignorancia Mientras más hablaba, peor me sentía. En ningún momento les dijo a la gente algo que no
supieran, y además estaba glorificando al diablo.
Uno hubiera pensado que el pobre Dios se había retirado—que había perdido todo el poder—
y que todos los cristianos iban a tener que pasar la vida sufriendo, enfermos y afligidos;
viviendo en "La calle del Poco Progreso," allá en la última casa, al final de la manzana, aliado del
"Callejón de las Quejas," refunfuñando y cantando, "... Si yo tan solo pudiera entrar al Cielo."
Sin victoria. Sin éxito.

Jesús dijo, "Yo estoy con vosotros todos los días" (Mateo 28:20). Yo creo que si Él está conmigo,
significa éxito.
La Biblia dice en Romanos 8:31, "Si Dios es con nosotros, ¿quién contra nosotros?" ¡Oh, Gloria a
Dios!

Si Él es por nosotros, ¿qué importa quién esté en contra de nosotros? ¿Qué importa lo que
esté haciendo el diablo en este mundo? ¡Dios es por nosotros! ¡Dios está de nuestro lado!

En Primera de Juan 4:4 se nos dice, "Mayor es El que está en vosotros que el que está en el
mundo." ¿Qué importancia puede tener lo que usted enfrenta si EL QUE ES MAYOR está en
usted?

Yo he sido tentado a la preocupación, tal y como cualquier otra persona, pero no me preocupo.
Nunca hablo desánimo. Nunca hablo preocupación. Nunca hablo derrota.

Algunos son liberados de fumar cigarrillos, y otros son liberados de beber whiskey, pero
desearía que los cristianos fueran liberados del pecado más grande—un pecado peor que el
fumar cigarrillos o beber whiskey—el pecado de la preocupación.

Muchos se sienten tan orgullosos que dicen, "Yo no fumo. Dios me liberó de eso." Pues bien, yo
quisiera que también fueran liberados de ese gran pecado que tienen en sus vidas. El pecado de la
preocupación es peor que fumar un cigarrillo.

El fumar y tomar bebidas alcohólicas es malo. No estoy a favor de ninguno de ellos, y no


tengo ninguno de esos malos hábitos; pero la preocupación es peor que cualquiera de ellos.
La preocupación le llevará a la muerte. Más de un médico me ha dicho (y también lo he leído en
periódicos), "Hay más gente en instituciones mentales, y en la tumba a causa de la preocupación que
por cualquier otra causa."
¿De qué se preocupa la gente? De circunstancias. Se preocupan del día de mañana. Se
preocupan de cosas que les enfrentan.

Yo he sido tentado a preocuparme del día de mañana y de cosas que sabía que tendría que
afrontar. Pero entonces me acordaba de lo que la Biblia dice que está dentro de mí. Ni siquiera
tuve que orar por ello. Simplemente afronté las dificultades y las aparentes imposibilidades cara
a cara, y no pude más que reírme. ¡Gloria a Dios!

Le dije al problema, "Si no puedo pasar sobre ti, entonces te rodearé y te pasaré. Si no puedo
rodearte, entonces pasaré debajo de ti. Si no puedo pasaré debajo de ti, entonces te
atravesaré, porque MAYOR ES EL QUE ESTA EN MI."

Y mientras me estaba riendo, las circunstancias cambiaron y desaparecieron.

EL QUE ES MAYOR ESTA EN MI. EL MAYOR ESTA EN MI. MAYOR ES EL QUE ESTA EN
VOSOTROS QUE EL QUE ESTA EN EL MUNDO. Pues bien, ¿Quién está en el mundo? El diablo
es el dios de este mundo. ¿Qué más está en el mundo? El pecado, pero el que es MAYOR está
en mí. Él es mayor que el pecado. El venció al pecado. El destruyó al pecado.

¿Qué más hay en el mundo? Enfermedades. La enfermedad no es de Dios. No viene del cielo.
Allí no hay enfermedad; la enfermedad es de este mundo. En el cielo no habrá enfermedad.
EL QUE ES MAYOR está en mí. Él es mayor que las enfermedades, porque Él es el Sanador.
¿Qué más hay en el mundo? Problemas. La gente siempre está hablando de los problemas
que existen en este viejo mundo; pero Aquel que está en mi es Mayor que todos los problemas
que existen en este mundo.

¿Qué más hay en el mundo? Circunstancias adversas. Aparentes imposibilidades. Pero yo no


soy de este mundo. Estoy en este mundo, pero no soy del mundo. ¡Mi ciudadanía está en el
cielo!

¡Gloria a Dios! Y mientras estoy aquí en el mundo tengo al QUE ES MAYOR residiendo en
mí. El es mayor que el que está en el mundo. El hará que todo me salga bien. El hará un éxito
de mí. ¡Aleluya! No puedo ser derrotado.

Esa es mi confesión. PALABRAS. Esta es la clase de palabras que he estado diciendo durante 60

años. PALABRAS. PALABRAS. PALA

—Capítulo 4—

¿Cual Es Su Confesion?

PROVERBIOS 18:21
21 La muerte y la vida están en poder de la lengua, y el que la ama comerá de sus frutos.

PROVERBIOS 21:23
23 El que guarda su boca y su lengua, su alma guarda de angustias.

MATEO 12:37
37 Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado.

MARCOS 11:23
23 Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere a este monte: Quítate y échate en el mar,
y no dudare en su corazón, sino creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho.

Hace tiempo que se ha enseñado fe en las iglesias, y que se ha alentado a la gente para que
creyera. Sin embargo no se ha oído mucha enseñanza acerca de PALABRAS, o de decir lo que
uno cree.
Los versículos Bíblicos precedentes ilustran la importancia de las PALABRAS. Otro
versículo del mismo tipo lo encontramos en Hebreos 4:14, "Por tanto, teniendo un gran sumo
sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestro profesión."

La palabra traducida "profesión" en la versión Reina Valera es la misma palabra griega traducida
"confesión" en otros lugares.

En el margen de mi Biblia al lado de este versículo hay una nota que dice "en el griego,
confesión." Busqué esta palabra en la concordancia griega, leí otras traducciones, y descubrí
que el texto griego en verdad dice, "Mantengámonos firmes en decir la misma cosa."

Observe que nuevamente hay PALABRAS envueltas.

Hace más de 40 años, siendo un joven Bautista en el lecho de enfermedad empecé a comprender
Marcos 11:23, "Cualquiera que dijere . . . y no dudare en su corazón, sino creyere que será hecho lo que
dice, lo que diga le será hecho." En otras palabras, tendrá las PALABRAS que diga.

Al nacer y ser criado entre Bautistas del Sur, se me enseñó a creer para salvación y a creer la Biblia.
Cuando ví estas verdades en Marcos 11:23, las creí. Lo que me mantuvo en cama por 16 meses fue el
no saber cómo desatar mi fe, poner mi fe en acción.
Uno no recibirá las bendiciones de Dios tan solo porque tiene fe. No será sanado o bautizado en
el Espíritu Santo sólo por tener fe, ni recibirá respuestas a sus oraciones sólo por tener fe. La
mayoría de los cristianos piensan que lo harán, pero están equivocados. La Biblia no nos enseña
eso.

La Biblia nos enseña que uno es salvo porque cree y dice algo—no sólo porque cree.
ROMANOS 10:9-10
9 Que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le
levantó de los muertos, serás salvo.

10 Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación.
No sólo el corazón tiene que ver con la salvación, sino que la boca también tiene algo que ver. Las
PALABRAS tienen algo que ver con ello.

La Biblia no dice que si sólo se cree con el corazón que Dios levantó a Jesús de los muertos uno es salvo.
Uno no es salvo con sólo creerlo. Observe en el versículo 10 la frase "con la boca." Con la boca se confiesa
para salvación.

MARCOS 11:23
23 ...cualquiera ... que no dudare en su corazón, sino creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le
será hecho.

Jesús no enseñó en Marcos 11:23, "lo que crea le será hecho." El enseño "Lo que diga le será
hecho." En otras palabras, usted recibirá lo que diga. Recibirá sus PALABRAS.
La fe siempre se expresa en PALABRAS. La fe tiene que ser puesta en acción a través de
PALABRAS que salen de su boca. Esto lo podemos ver en todas las Escrituras que hemos
leído. Cuando usted dice algo, eso es acción. A mí me costó mucho tiempo el descubrirlo-16
meses en cama—ya que nadie me lo había enseñado.

No me refiero a las PALABRAS que usted dice en la iglesia, o a las PALABRAS que usted usa
al orar. Me refiero a las PALABRAS que usted usa en su diario vivir: las PALABRAS que se
hablan en el hogar, con los amigos, en el trabajo. Estas PALABRAS hacen tres cosas por usted
y para usted:

Las PALABRAS que usted habla le identifican.


Las PALABRAS que usted habla marcan los límites de su vida.
Las PALABRAS que usted habla afectan a su espíritu (su hombre interior.)

Si se quiere localizar a sí mismo, escuche las PALABRAS que habla.

Nunca alcanzará algo más allá del nivel de sus PALABRAS. Para ponerlo de otro modo, Jesús dijo
en Marcos 11:23, "lo que diga le será hecho."

Lo que trae derrota a muchas personas es su doble confesión. En un momento confiesan una
cosa, y al siguiente dicen lo contrario.

Si usted les habla le dirán, "Sí, el Señor es mi Pastor; nada me faltará. Sí, sé lo que dice en Filipenses
4:19, 'Mi Dios suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús,' y estoy
creyendo que Dios suplirá todas mis necesidades."
Pero luego ven a algún conocido por el vecindario, en la tienda o en la iglesia, ellos aún
tienen la mente en el problema, y dicen,

"Bueno, no nos va muy bien, ¡tenemos tantas cuentas que pagar, que estamos a punto de
perder el automóvil y todo lo demás!"

¿Qué pasó con aquella otra confesión? Esta segunda confesión anuló la primera.

Aprenda a decir lo mismo. En el griego, Hebreos 4:14 dice literalmente, "Mantengámonos


firmes en decir la misma cosa."

Nunca, nunca se dé por vencido. No, no es fácil. Si está buscando algo fácil, es preferible que se
rinda porque no lo será.

La Biblia dice, "pelea." Creo que eso es todo lo que muchos han leído; y así empezaron a pelear.
Pensaron que se refería a pelear con otras iglesias, o con compañeros cristianos. No, eso no es
a lo que Primero Timoteo 6:12 se refiere. Uno debe pelear "la buena batalla de la fe."

En esta batalla tendrá que pelear en contra de todos sus sentidos físicos. En ocasiones, la batalla
de fe es en contra de sus familiares; y a veces hasta incluso en contra del pastor. A veces la
batalla de fe es con todos los miembros de la iglesia, e incluso a veces hay que pelear la batalla
de fe con el maestro de Escuela Dominical. Yo sé, ya que las he peleado todas ellas.
Hubo veces en las que hice una confesión e ignoré a todos. El hacerlo fue una batalla, ya que ellos me
decían que yo estaba equivocado y que no daría resultado. ¡Dio resultado entonces; y da resultado
ahora!

Demasiada gente está en busca de que alguien haga algo por ellos. Yo no puedo pelear su
batalla, ni usted puede pelear la mía. Cada uno tiene que pelear su propia batalla.

¡Sus PALABRAS son tan importantes! Necesita darse cuenta de ello. Sus PALABRAS fijan los
límites de su vida. Usted nunca llevará nada a cabo por encima de lo que diga; nunca tendrá
más que lo que sus PALABRAS expresen.

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