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Ejercicios Espirituales / online

Encuentro 2: leyendo en el libro de mi vida

acompañante: Isaac Daniel Velásquez S.J.


San Ignacio comienza la experiencia de los Ejercicios Espirituales, presentándonos su
Principio y Fundamento. Es una apretada síntesis sobre el sentido de la vida humana,
desde la perspectiva de un seguidor de Jesús. Este texto fue fruto de un largo proceso de
discernimiento en el que la razón y la experiencia mística fueron de la mano. Se pueda
apreciar cómo están presentes los cuatro cuadrantes principales: relación consigo mismo,
relación con el factor Dios, relación con el mundo, relación con los otros.
Principio y Fundamento: El hombre es creado para alabar, hacer reverencia y servir a Dios
nuestro Señor y, mediante esto, salvar su alma; y las otras cosas sobre la haz de la tierra son
creadas para el hombre, y para que le ayuden en la prosecución del fin para que es creado.
De donde se sigue, que el hombre tanto ha de usar de ellas, cuanto le ayuden para su fin, y
tanto debe quitarse de ellas, cuanto para ello le impiden.
Por lo cual es menester hacernos indiferentes a todas las cosas creadas, en todo lo que es
concedido a la libertad de nuestro libre albedrío, y no le está prohibido; en tal manera, que
no queramos de nuestra parte más salud que enfermedad, riqueza que pobreza, honor que
deshonor, vida larga que corta, y por consiguiente en todo lo demás; solamente deseando y
eligiendo lo que más nos conduce para el fin que somos creados. [E.E. No 23]

Sobre este texto clásico de la tradición católica, nos comenta el P. Carlos González Valles,
SJ, autor de varios libros sobre espiritualidad:

Para mí, estas palabras son tan sagradas, tan exactas, tan sabias que prefiero no cambiarlas;
me gustan tal como están, y así las he usado toda mi vida. Por otro lado, he ido cayendo en
la cuenta en años recientes de que no todos encuentran esas palabras tan llenas de sentido
como yo.
Un joven muy espiritual y muy moderno hizo cristalizar mis temores cuando me dijo que la
frase “salvar mi alma” no tenía atractivo para él. Tal expresión olvidaba el cuerpo, miraba
solo al futuro, era individualista y casi egoísta, hablaba de “salvar” cuando Jesús mismo
había hablado más bien de “perder” por su causa, y de todos modos no encajaba en su
idioma espiritual.
Al discutir sobre este asunto, el P. Carlos G Valles, SJ, llegó a esta conclusión:

Dios me ha creado para que lo ame, lo adore, le sirva… y así llegue yo a ser plenamente yo
mismo. Yo soy alma y cuerpo, he sido hecho por Dios tal como soy, y siendo en verdad
plenitud todo lo que Él quiso que yo fuera es como le sirvo y alabo y le doy gloria. Ya no
puedo darle gloria a Dios si no empiezo a ser yo.
Si yo no soy yo, no le doy gloria… Para darle la gloria plena que yo pueda darle, yo he de
ser plena y totalmente yo. De hecho, esa es la única manera que tengo yo de servirle y de
darle gloria: ser yo mismo en plenitud alegre y reconocida.
Al ser yo mismo, no una copia, una réplica, una momia, sino un ser vivo y único, distinto,
hago resaltar la originalidad y el poder del creador, que nunca se repite. Y así de descubrir
todas las potencialidades de mi existencia, todas las dimensiones de mi ser, todas las facetas
de mi vida, y de desarrollar cada una de ellas con plena responsabilidad y minucioso cariño,
para que no se pierda ni una sola partícula de la revelación de Dios en mí, de su arte, su
amor y su poder a través de mí.

Por este motivo, la primera tarea que tienes que hacer, al empezar a conocer sobre tu
espiritualidad, es leer el libro de tu historia. “La vida se vive hacia delante, pero se entiende
hacia atrás”, escribió un filósofo.
Esta puede ser una experiencia fascinante. Evocar tu infancia y adolescencia. Puntualizar
qué cosas, personas y situaciones han conformado tu historia. Ahora bien, esta es una tare
que debe hacerse con una mirada misericordiosa, cariñosa.
El P. Julio Velilla, SJ, profesor de psicología y poseedor de una profunda experiencia en el
conocimiento de los laberintos de la mente y el alma humana, nos brinda esta serie de
recomendaciones antes de iniciar el proceso de revisión de la auto-biografía.

Descubrirse a sí mismo supone estar consciente de:

• Nada en la vida humana está perdido, ni siquiera el pasado, porque siempre puede
ser vivido de otro modo.
• Tu historia personal, con sus aspectos agradables y desagradables, está llena de
sentido, porque es tu historia y no la de otro.
• Cada página de tu historia que quisieras arrancar te está revelando algo importante
que no quieres aceptar, por tanto, si las haces tuyas cobran sentido.
• Sumergirte en tu pozo provoca un eco personal, revives situaciones desagradables,
pero es necesario ponerte en contacto con tus sentimientos y dejarlos que fluyan.
• Debes darle nombre a TODO lo que surja, ya sea amenazante o doloroso.
• Ante todo, lo que surja debes mantener la paz y la serenidad.
• El problema no está en lo que ocurrió sino en ti, porque no lo haces tuyo.
• En toda historia hay temas que se repiten, así como se repite el tema musical de una
película.
• “Quien no conoce su historia está condenado a repetirla”.

Sigue los pasos sugeridos en la hoja “Ayudas para mejor hacer la oración”.

1º Paso: Buscar tu lugar de oración


2º Paso: ¿A qué vengo?
3º Paso: La pacificación
4º Paso: Oración preparatoria

Una vez pacificado encomiéndate a Dios y pide que te suscite el gesto y la palabra oportuna
para las diversas situaciones de la vida. Puedes decir, lentamente, la siguiente oración:
“Señor, que en el día de hoy, todas mis intenciones, pensamientos y acciones estén
encaminadas a cumplir tu voluntad”.

5º Paso: Petición
Señor, concédeme valor y sinceridad para descubrir cuál ha sido realmente mi experiencia
de vida, o…
Señor, que pueda contemplar mi historia, pero con tu mirada de misericordia.
6º Paso: Composición de lugar
Leer lentamente el Salmo 139, 1-16, como haciendo tuyas sus palabras.

7º Paso: La materia

1º Punto:
a) Mi sentido de la vida
• ¿Cuáles son esas cosas que son vitales en mi vida? Describirlas.
• ¿Qué sueños, proyectos, ideales… están dando sentido a mi vida?
• ¿Cuáles son mis grandes preocupaciones?
• ¿Podría enunciar algún principio, convicción o creencia que no estoy dispuesto a
negociar y por lo que daría la vida?

b) La imagen real de mi mismo:


• ¿Qué imagen tengo de mí? (cualidades, defectos) ¿Cómo me describo?
• ¿Cuál es la página de mi vida que me da vergüenza enseñar? ¿… o qué quisiera
arrancar?
• ¿Qué es lo mejor de mí?
• ¿Cuáles son los temas que más se repiten en mi vida?
• ¿Cuál es la imagen que yo creo que los demás tienen de mí?
• ¿Qué actitudes han predominado más en mí: ¿verdad o mentira, responsabilidad o
mediocridad, pro-actividad o reactividad, transparencia o racionalismo, aliento o
queja, aislamiento o comunicación?

c) Mis responsabilidades:
• ¿Cómo siento mis responsabilidades familiares y universitarias?
• ¿Qué me han enseñado? ¿Por qué afirmar esto?
• ¿Cuáles son las más importantes?

d) Mis afectos:
• ¿Cuáles han sido mis grandes amores? ¿Cuál es el de hoy?
• ¿Puedo decir que, el paso por la vida, me ha dejado algo que recuerdo con dolor?
¿Qué heridas he tenido a lo largo de mi vida?
• ¿Puedo decir que, el paso por la vida, me ha dejado algo que recuerdo con mucha
alegría y entusiasmo? ¿Qué personas, situaciones y cosas constituyen un referente
de alegría, entusiasmo y/o esperanza en mi vida?
• Hoy en día, ¿puedo afirmar que me siento querido?

8º Paso: El coloquio
En silencio, si te parece bien, mantén tu “conversación espiritual” sobre lo vivido durante la
experiencia.

9º Paso: Examen de la oración


Sigue las instrucciones de la guía: “Examen de la oración”.

“Cada amor tiene una historia y toda historia es una


historia de amor”

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