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Es fácil vivir sin alcohol... ¡si sabes cómo!


Libérate sin echarlo de menos
Un enfoque diferente al de Alcohólicos Anónimos

Autor: Geoffrey Molloy


Copyright 2013
Todos los derechos reservados.
I.S.B.N.: 978-84-615-0497-8
Producido por Vivir Despierto – Es fácil... ¡si sabes cómo!

Lo que se dice sobre este libro y el programa Es fácil vivir sin


alcohol... ¡si sabes cómo!
Hola Geoffrey. ¿Sabes qué ?Que lo más importante de esto es que el
tiempo que llevo sin beber me da igual, no lo cuento solo cuento lo
que estoy disfrutando ahora de la vida... y valoro mucho más todo...
es increíble el tiempo que he destruido haciendo lo que hacía... cada
día que pasa me doy más cuenta pero como es algo que no volveré a
hacer nunca no le doy importancia, entendí perfectamente el
problema y sé que hay gente que no lo tiene ni lo tendrá, lo
importante es saber que los que lo hemos tenido y no lo tenemos
tengamos muy claro que no existe la opción de beber un poco, no se
puede desaprender a andar en bici..jajaj y no hace falta estoy muy
contento de haberte llamado ese día y doy gracias a dios por
haberme hecho darme cuenta y tomar la decisión ,es lo más
importante que he hecho en mi vida y ¿sabes qué? que es curioso lo
más importante es dejar de hacer algo que te hace mal. Es ridículo.
Ah baje 11 kilos y estoy corriendo 15 km diarios... La empresa va
genial (si hubiera seguido hubiera cerrado te lo aseguro… Todo es
positivo en esto) y estaba tan cerca... Germán.
06/11/2009 Hola Geoffrey. Te escribo para informarte que todo está
bien, sigo sin beber y estoy muy contenta porque no sólo he estado
en situaciones algo estresantes sino que no creía que fuera a ser tan
fuerte la presión social y de amigos: "Tú estás loca" "entras en el
grupo de los aburridos que no beben" etc. etc. pero mi decisión me
ha hecho fuerte y me siento muy segura en otros aspectos de mi vida

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al ser capaz de afrontar estas presiones con una sonrisa en los labios.
También quería decirte que me levanto por las mañanas con dolor de
cabeza y quería saber si esto es normal y si sabes más o menos
cuanto dura, no porque me agobie sino por información. Gracias de
nuevo. Un abrazo, Concha.
10/03/2010 ¡¡¡Geoffrey es mi salvador!!! Yo bebía vino tinto todos los
días desde mi juventud (hace 35 años más o menos). Pensaba que
no podría vivir sin mi ritual de copitas antes de cada cena y, los fines
de semana, en cada comida también. Creía que esto hacía parte de
mí y que me moriría con una copa en la mano.... Pero, a la vez, me
sentía muy culpable de esta necesidad absurda y mi salud no era tan
buena como antes. En realidad, sufría mucho de no poder dejar el
vino. Un día, un amigo me habló de Geoffrey y mi destino cambió del
todo: en una sesión de más de 6 horas, tomé la decisión de no beber
nunca más... Y así fue. Llevo tres meses sin beber y lo mejor de todo,
sin sufrir desde el primer momento, sin tener ningunas ganas de
vino. Me encuentro por fin libre de esta horrible adicción gracias al
excelente trabajo de Geoffrey. GRACIAS mil veces.
Creo, que cuando yo empecé a beber, pensaba al igual que casi todo
el mundo piensa, que beber alcohol era normal y que era totalmente
controlable. ¡No tenía ni idea del pozo al que iría cayendo poco a
poco! Empecé como casi todo el mundo, el fin de semana cuándo
salía por la noche, que era de ciento a viento. Posteriormente,
empecé a beber vinillos por las tardes del fin de semana, ya que era
lo más barato (entonces costaba el clarete 10pts) y no me alcanzaba
la paga para cubrir mucho más. Recuerdo que llegó un día que estaba
estudiando un examen para la carrera, estaba cansada, nerviosa y
con bastante ansiedad; de repente me vino a la cabeza la idea de una
cervecita, nunca había bebido en casa salvo en celebraciones, y
menos en mitad de horas de estudio. Abrí el frigo y me la tomé. No
me vio nadie, pero noté que me quedé más relajada .Esto me sirvió
para adquirir una conducta aprendida; situación de ansiedad -
cerveza que relaja. Yo ya soy una persona bastante ansiosa de por sí
y a esto se unió un cáncer bastante temprano de mi Madre y una
relación sentimental terrible, que hundió mi autoestima en el
subsuelo. Así que en muchas situaciones aun siendo bastante joven
ya recurría a beber para aliviar toda mi tristeza (alivio que era volver
a casa medio cao sin nada solucionado). Todavía en esta situación
seguía pensando que entraba dentro de la normalidad. Por aquel
entonces yo salía mucho con una amiga que bebía casi a la par que
yo, aunque yo me tomaba 2 cervezas ó 2 copas mientras ella se
tomaba una. Ya no me gustaba mucho quedar con amigas que no
bebían, pues me sentía incómoda. También pensaba que la persona
que no bebía era un poco sosa y siempre la animábamos a tomar
algo. Llegó la época de las bodas de las amigas, de las cuales
recuerdo el principio de todas, pero de casi ninguna el final. Y lo que
es peor no me acuerdo de muchas cosas que pude decir o hacer, ya

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que no era yo la que controlaba mis actos, sino el alcohol. Por fin me
tocó el turno y me casé yo. Hoy tengo 2 hijos y 8 años de matrimonio
estropeados en buena medida por el alcohol. Al principio de mi
matrimonio, salíamos todos los días y muchos cenábamos fuera, creo
que más por el beber que por el comer. Yo con 2 copas de más me
volvía agresiva verbalmente y le increpaba a mi marido todo lo que
me daba la gana. Así el respeto mutuo dejó de existir y nuestra
convivencia no servía más que para hacernos daño. Tuvimos la
primera hija, cuando todavía la pareja no estaba tan deteriorada y la
segunda vino por no tener una hija única. Recuerdo que al enterarme
que estaba embarazada, me fastidió pensar que no podría beber en
los nueve meses más la lactancia, a pesar de que me hacía ilusión
tener un segundo niño. Después de las niñas, mi adicción fue
creciendo, me daba cuenta que estaba cansada, tenía menos
paciencia, y pagaba mis muchos problemas enfadándome con ellas.
Yo trabajaba y mientras tuviera que mantener la compostura no
bebía, por lo menos demasiado. Hoy me doy cuenta, que yo noto el
olor a alcohol en la gente, aunque tan sólo haya tomado una cerveza.
Pero entonces, me autoexcusaba y pensaba que los demás, mientras
no hubiera bebido mucho no lo notarían. Me gustaría saber la
realidad; o quizá NO. Entonces me preguntaba también, por qué las
niñas preferían a su padre, pese a estar conmigo casi todo el día. Hoy
lo sé, de hecho las noto mucho más cercanas a mí ahora y si por lo
que sea falto, me reciben con los brazos abiertos y un montón de
achuchones. Una de las cosas que más me pesa de mi adicción al
alcohol y que nunca voy a saber, ni a poder echar marcha atrás es,
cómo les han podido influir mis reproches y si he causado en ellas
inseguridad e incluso baja autoestima. Sea lo que sea, gracias a Dios,
he salido de ese pozo y todo lo que esté en mis manos para
enmendar mis espantosas actuaciones, cueste lo que me cueste, lo
haré; ya que con la adicción al alcohol, además de muchos daños
personales, creas múltiples daños colaterales. Ya era consciente de
que tenía un problema muy serio, que interfería en todo en mi vida,
pero no era capaz de recurrir al único sistema para dejar el alcohol
que conocía, que era A.A. Me moría de vergüenza pensando que mi
condición de lo que por entonces yo creía "alcohólica" se hiciera
pública en mi entorno. Tuve la suerte de dar con este sistema, en el
que te hacen ver la realidad del alcohol, que es una droga tan
extendida que la mayoría de la gente no la ve como tal. Asistí a una
charla y ¡Oh, sorpresa! , la gente que estaba allí, era NORMAL. Una
médico, un dentista, una psicóloga... etc. y yo. Me sentí arropada y
cómoda al poder contar mi experiencia y que se me entendiera y no
se me viera como un bicho raro, sino como una persona que
afortunadamente se había dado cuenta de que el alcohol estaba
destrozando a ella y a los suyos la vida, y que quería poner fin a
aquella adicción. Necesité un refuerzo pues recaí al poco, quizá
porque en el fondo seguía creyendo que si otros pueden controlar yo
también y que por una sola cerveza no pasa nada, y me volví a poner

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en le cuerda floja y me volví a caer. Pero como mi confianza en
Geoffrey y su método es plena, me puse de nuevo en sus manos,
hasta que conseguí dejar de ver el alcohol como algo que me
proporciona ALGO, porque la realidad es que todo lo que me ha
proporcionado hasta ahora es un ASCO. Al dejar el alcohol se me
abrió el cielo y además no me resultó difícil, ni tengo que estar
evitando situaciones, ni nada parecido; es más estoy terminando de
escribir esto tras una cena con amigas en la que me he reído como
nunca, he dado rienda suelta a mi desparpajo y todo esto.......SIN
ALCOHOL. Por eso puedo escribir, de otro forma estaría cayendo
medio desmayada en la cama de cualquier manera. Al librarme de
esta pesadilla; me di cuenta; aunque parezca cursi de lo bonita que
es la vida: disfruto de cada instante y aprovecho el día desde que me
levanto hasta que me acuesto. Disfruto si voy en bici con las niñas,
porque tengo energía, no cómo antes que tenía que sacarla de dónde
no había, ya que se la habían consumido las 3 cañitas de antes o las
del día anterior. Disfruto del trabajo, no tengo que disimular con la
interina, ni con la vecina, ni con mi marido (al que no he conseguido
engañar nunca). Y no me tengo que sentir como una mierda, ya que
aunque tuviera valores, todos estaban emborronados por MI AMIGO
EL ALCOHOL.
Gracias Geoffrey, porque con tu ayuda me has devuelto la vida. En
casa la relación con mi marido ha cambiado de parte a parte, no
somos una pareja ejemplar pero vamos por mucho mejor camino.
Ahora parecemos una familia y yo noto que mis hijas están
sensiblemente mejor. Y sobre todo, he vuelto a valorarme y a
quererme, porque estando más o menos bien conmigo, es la única
manera en la que puedo estar bien con los demás. Sólo tengo una
cosa que lamentar, y es no haberme dado cuenta antes. Gracias
también Geoffrey, por haberme llamado valiente al atreverme a dar
el paso que otros, aun pensando que deben, no lo dan. A la gente
que está en la situación que yo estaba (que yo sé que es mucha), les
animo a que saquen valor y lo enfrenten, nadie te va a señalar; y
aunque lo hagan, no hagas ni caso porque se va a hacer de "día" para
ti y los tuyos. Podemos volcar nuestra vida completamente en
muchas personas o actividades que merezcan nuestra atención, pero
no en esta droga tan extendida que no nos lleva más que a la
autodestrucción. Escribo esto, porque es una pequeña muestra de
todo lo que tengo que agradecer y no se me ocurre mejor manera.
Un abrazo Cristina

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No creas nada simplemente porque lo has escuchado. No creas nada
simplemente porque ha sido hablado o rumoreado por muchos. No
creas nada porque se encuentra escrito en tus libros religiosos. No
creas nada por el mero hecho de que lo dicen tus profesores o gente
mayor. No creas en tradiciones porque han sido transmitidas por
muchas generaciones, sino que después de la observación y el
análisis, cuando encuentras algo que está de acuerdo con tu
razonamiento y es conducente al bien de todos, entonces acéptalo y
vive según ello.
Siddhartha Gautama

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Índice

1. El mono en perspectiva ………………………………………………………………….…. 8


2. Cómo leer este libro………………………………………………………………………….... 11
3. ¿Existe tal cosa como un alcohólico? …………………………………………….. 14
4. Quiero saber... ¿soy alcohólico? …………………………………………………..…. 21
5. ¿Por qué es tan difícil dejar de beber alcohol? …………………….……… 26
6. ¿Por qué la gente bebe alcohol? ………………………………………………..…… 30
7. Por el agradable sabor, ¿verdad? ……………………………………………………. 34
8. ¡Al menos quita la sed! …………………………………………………………………..... 38
9. ¿Es un hábito? …………………………………………………………………………………….. 39
10. Para mí, beber alcohol es un placer. Me hace sentirme feliz….. 41
11. Me ayuda a relajarme …………………………………………………………………….… 49
12. Me ayuda con el estrés ……………………………………………………………………. 52
13. ¿El alcohol te da valor? ………………………………………………………………….… 55
14. Concentración y capacidad recordatòria de estado específico.. 60
15. ¿El alcohol mitiga el aburrimiento? ……………………………………………… 62
16. El coste económico de beber alcohol ……………………………………………. 63
17. Los bebedores pasivos – daños colaterales ……………………………….. 66
18. ¿El alcohol es un buen “lubricane social”? …………………………………. 69
19. Lo que es cierto es que te lo pasas bomba bebiendo en una
noche de juerga ………………………………………………………………………………… 74
20. El placer de estar presente con nitidez mental …………………………. 77
21. La caja de la adicción y el parásito de la adicción ………………….…. 79
22. El bebedor “por atracón” ……………………………………………………………..… 83
23. Estar “en recuperación” o dejarlo “por cojones” – es lo
mismo …………………………………………………………………………………………………. 86
24. Recuperar tu valor y coraje …………………………………………………………... 92
25. La manipulación mental por parte de la industria alcohólica …… 95
26. La manipulación mental – por parte de los adictos al alcohol ……100
27. Los bebedores “ON/OFF” …………………………………………………………..…… 106
28. Reducir el consumo - ¿una solución? …………………………………………… 109
29. Pero no pasa nada por una sola copita ……………………………………….. 113
30. Entonces, ¿Qué es lo que hay que sacrificar precisamente? ………115
31. Entonces ¿Cúando dejarlo? ………………………………………………………….… 116
32. ¿”Curiosidad morbosa” o ganas? ……………………………………………..…… 119
33. El período de adaptación ………………………………………………………………… 121
34. Situaciones “tentadoras” ……………………………………………………………….. 123
35. Disfruta de pensar en ello ………………………………………………………………. 125
36. Sustitutos …………………………………………………………………………………………… 127
37. Tu última copa ………………………………………………………………………………….. 129
38. Las instrucciones ……………………………………………………………………………… 131
39. Consejos dietéticos ………………………………………………………………………….. 134

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1. El mono en perspectiva
Muchos adictos al alcohol quieren dejar de beber pero les asusta
hacerlo por miedo al “mono”. Muchos han oído historias horripilantes
sobre el mono alcohólico (MA) y cómo esto puede incluso tener como
resultado la muerte. Pues, las buenas noticias son que la gran
mayoría de las personas que dejan de beber alcohol experimentarán
síntomas muy leves o ningún síntoma. Personalmente bebía mucho y
me preocupaba el mono, sin embargo, cuando lo dejé, no fui
consciente de ningún mono, sólo de un maravilloso sentido de alivio y
de libertad. He visto a cientos de personas dejar el alcohol
padeciendo un mono no más severo que cuando han tenido una
resaca.
Si bebes alcohol es muy probable que ya hayas padecido el mono
alcohólico – se conoce por la palabra “resaca”. Un mono alcohólico
más severo que una resaca ocurre sólo en un porcentaje muy
pequeño de personas que beben mucho alcohol todos los días y
durante un periodo prolongado. Según los estudios publicados no
suele ocurrir en personas que beben menos de medio litro de licor
(whisky, vodka, etc), 4 litros o más de cerveza al día durante más de
tres meses o tienen un nivel elevado y habitual de consumición
durante más de 10 años. Dentro de este grupo de personas que
tienen estos síntomas hay un porcentaje pequeño que podría tener
síntomas severos (menos de 1 persona por cada 20). Repito, he visto
a cientos de personas dejar el alcohol sin sufrir nada peor que una
resaca.
El problema es que las personas tienden a confundir los aspectos
físicos con los aspectos psicológicos. No importa la droga a la que
seas adicto, intentar dejarla “por cojones”, es decir, con la creencia
de que tienes que sacrificar algo, crea añoranza mental y ansiedad lo
que produce una especie de berrinche auto-impuesto. En muchas
ocasiones he escuchado a mis clientes hablar de su gran sufrimiento
cuando han intentado dejar de beber en el pasado. Sin embargo,
cuando dejan de beber con las ideas claras, es decir, con este libro o
en alguna de mis sesiones, tienden a decir o bien, que ni siquiera
eran conscientes de tener mono alcohólico o que era diferente
cualitativamente, es decir, parecido a salir por última vez del dentista
después de una serie de citas. Se sentían un poco incómodos pero
muy aliviados.
Desafortunadamente, la tendencia con muchos programas para
dejar el alcohol (y en nuestra sociedad en general) es sobre-medicar
a las personas. Muchos de los medicamentos que se emplean
producen efectos secundarios y tomarlos puede tener como resultado
incapacitarte para llevar una vida normal. El impacto de estos
medicamentos puede ser peor que los síntomas producidos por la
retirada del alcohol (excepto en los casos severos de MA) – algo

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parecido a lo que pasa con los medicamentos empleados para dejar
de fumar.
La expresión Mono Alcohólico (MA) se emplea para describir los
cambios por los que pasa el cuerpo cuando una persona deja de
beber de repente después de haber bebido mucho alcohol durante un
tiempo prolongado.
El alcohol tiene un efecto ralentizador (también llamado efecto
sedante o depresivo) en el cerebro. En la persona que bebe mucho
durante mucho tiempo, el cerebro está casi constantemente expuesto
al efecto depresivo del alcohol. A lo largo del tiempo, el cerebro
ajusta su propia química para compensar el efecto del alcohol. Lo
hace al producir sustancias químicas naturalmente estimulantes
(tales como serotinina o norepinefrina (pariente de la adrenalina)) en
cantidades mayores de lo normal. Si se quita el alcohol de repente, el
cerebro es como un vehículo acelerado que ha perdido sus frenos.
Esta condición en su forma más aguda se conoce por el término
“delirium tremens” (también llamado DTs). En delirium tremens, el
cerebro no es capaz de reajustar su química fácilmente después de
que se deje el alcohol. Puede que esto cree un estado de confusión
temporal y puede resultar en cambios potencialmente peligrosos en la
manera en la que el cerebro regula tu circulación sanguínea y
respiración.
La dieta correcta acelerará la recuperación de tu salud. Si sigues
los consejos contenidos en el capítulo “Consejos dietéticos”, ayudarás
a tu cuerpo a volver a un estado sano cuanto antes y experimentarás
un mono muy leve o incluso nada en absoluto. Los síntomas MA
normalmente se manifiestan en personas que dejan de beber
después de haber bebido mucho alcohol y durante un tiempo
prolongado. El mono alcohólico puede abarcar desde la manifestación
de síntomas muy leves casi imperceptibles a resaca clásica con
síntomas que pueden incluir:
• Taquicardia
• Mayor tensión arterial
• Mayor temperatura
• Inquietud
• Trastornos de sueño
• Ansiedad
• Náusea y vómitos
• Dolores de cabeza
• Irritabilidad
• Temblores

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Señales y Síntomas
En casos más severos de mono alcohólico puede que las personas
experimenten convulsiones, alucinaciones o tengan delirios. Estos
síntomas suelen ocurrir entre 24 y 72 horas después de dejar de
beber alcohol. Aparte de estos efectos de mono agudos, el mono
alcohólico puede interrumpir el sueño o afectar la capacidad para
prestar atención o para concentrarse. Si éste es tu caso y sigues
sufriendo estos síntomas después de más de siete días sin alcohol,
deberías pedirle ayuda a tu médico.
El Delirium Tremens es el síndrome más intenso y serio asociado
con el mono alcohólico. Se caracteriza por agitación, temblores,
inestabilidad autonómica, fiebre, persistentes alucinaciones visuales y
auditivas y desorientación.
Las recomendaciones que doy no pretenden sustituir ningún
consejo médico. Recomiendo que informes a tu médico de que vas a
dejar de beber alcohol y también a un amigo o compañero de quien
te fíes. Esto asegurará que se tiene en cuenta el hecho de que has
dejado el alcohol, por si, por ejemplo, tuvieras un accidente o si
necesitaras medicación por otras razones.
UNA ADVERTENCIA MUY IMPORTANTE: En el caso de que
experimentes síntomas peores que una resaca normal-fuerte,
por ejemplo: vómitos severos, convulsiones o delirium
tremens, deberías ir directamente a Urgencias.

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2. Cómo leer este libro
A lo largo de los últimos 18 años he trabajado con literalmente
miles de personas interesadas en liberarse de sus adicciones. Desde
personas muy jóvenes, un joven de 14 años, hasta un señor con 79
años. (Y por cierto, los dos lograron liberarse). Han pasado por mis
manos todo tipo de personalidades y diferentes niveles sociales:
famosos, ricos y no tan ricos; médicos, políticos, cocineros, directores
de empresa, fontaneros, electricistas, taxistas, estudiantes, amas de
casa, abogados, etc. Es decir, todos los niveles profesionales y
sociales. Desde personas cuya adicción ya había provocado una
enfermedad y otras personas que no eran conscientes de ningún
síntoma de daño físico. Otros, que como resultado de su adicción,
habían sufrido gran pérdida en términos de familia, amigos, pareja,
trabajo o una combinación de todas ellas. Puedo decir una cosa con
total confianza: cualquier persona sí puede liberarse sin distinción de
sus creencias, personalidades o genes.
Así que, ¿cuál es la diferencia entre los que consiguen liberarse y
los que no lo consiguen? Es muy sencillo. Los que lo consiguen,
siguieron las instrucciones. Lo que quiero hacer ahora, es darte las
instrucciones en cuanto a cómo deberías leer este libro para obtener
el máximo beneficio y efecto:
Sigue todas las instrucciones: Las instrucciones y toda la
información en este libro están basadas en la experiencia. Así que,
síguelas. La mayoría de mis clientes que las han seguido se han
liberado. Si en algún momento quieres comentar las ideas de este
libro con otra persona, incluso con un “experto”, y te da algún
consejo que contradiga las instrucciones de este libro, no le hagas
caso. Sigue todas las instrucciones en este libro.
Lee este libro sólo cuando estés sobrio: Puede que parezca que
estoy diciendo algo sumamente obvio. Una vez, un cliente me explicó
que la mayoría de las tardes solía colocarse con una copa para
empezar a leer. A medida que pasaba la tarde y bebía más, disminuía
su concentración e interés. De manera que nunca llegó a leer más
que unas pocas páginas del principio de los libros y de todos modos,
era incapaz de recordar el contenido. ¡Ojo! Elige un momento
apropiado para leer este libro, en un lugar lo más libre de
distracciones posible.
Abre tu mente: Puede que esto parezca la instrucción más sencilla
pero puede ser la más complicada de todas. Si entraras en una sala
llena de personas y les dijeras: “Manos arriba todos los que tengan su
mente cerrada,” me sorprendería ver a una sola persona levantar la
mano.
La mayoría de nosotros preferimos considerarnos personas justas y
con la mente abierta. Es decir, primero consideramos todos los
hechos y puntos de vista y en base a esto, llegamos a una opinión.

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Desafortunadamente, la mente no funciona así. El hecho es que ya
tenemos puntos de vista sobre casi todas las cosas. Sin embargo, no
vemos nuestro punto de vista por lo que es: nada más que un punto
de vista. Creemos erróneamente que nuestro punto de vista es “La
Realidad” y empleamos cualquier información para demostrar que
tenemos razón. Nos comportamos de este modo, incluso si nuestro
punto de vista trabaja en contra de nuestro propio bien. Por ejemplo,
en base de años de experiencia, trabajando con miles de clientes,
tengo claro que cualquier persona puede liberarse con nuestro
programa. La mayoría de los clientes llega a la sesión creyendo que
es un caso difícil o especial pero pronto se da cuenta de que tiene el
mismo problema que todos los demás. Sin embargo, de vez en
cuando, a pesar de la evidencia, un cliente niega abrir su mente a la
posibilidad de que su adicción sea la misma que la de cualquier otra
persona. Insiste en decirse algo así: “Puede que lo que Geoffrey dice
se pueda aplicar a otras personas pero “yo soy un caso difícil”, “soy
especial”, “soy diferente a los demás, de manera que esto no se
puede aplicar en mí”. Por tanto, con este punto de vista no importa lo
que digo, lo emplean para confirmar su punto de vista, sin nunca
darse cuenta de que este punto de vista es lo que les impide
liberarse.
No pido fe ciega en lo que digo, de hecho es importante que seas
escéptico (no cínico, que es otra cosa) pero no sólo con lo que digo
yo, sino con tus propias opiniones sobre el alcohol. No caigas en la
trampa de pensar “mal de muchos, consuelo de tontos”. El hecho de
que la mayoría de las personas crean algo, no significa que sea
cierto. De hecho, en base a un análisis de la historia, diría que
cualquier creencia aceptada por la gran mayoría (como algo obvio) es
casi siempre incorrecta.
La historia está plagada de ejemplos de ideas aceptadas por todos,
ideas que luego acaban siendo lo contrario de lo que ahora se acepta
como correcto. Durante siglos fue aceptado que el sol giraba entorno
a la tierra y que el Hombre era el centro del universo. Decir otra cosa
era una herejía. En base a nuestro entendimiento actual del cosmos,
este punto de vista parece absurdo. Nos damos cuenta de que no
sólo el sol no gira entorno a la tierra, sino que tampoco somos el
centro del universo. Hace tan sólo cien años fue aceptado
ampliamente, en base a la ciencia del tiempo, que era imposible que
una máquina que pesa más que el aire pudiera volar. Hoy en día,
este tipo de transporte aéreo está disponible para todos. Podría citar
muchos más ejemplos en los que ciertas ideas fueron aceptadas por
los expertos y por tanto, por la población en general obviamente
como “La Verdad”- ideas que hoy en día parecen ridículas. Recuerda,
en cada época de la historia los humanos han sentido que vivían en
una época “moderna”.

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Se ha demostrado repetidamente que muchas ideas planteadas por
“expertos eminentes”, son en realidad bobadas totales. Es el mismo
caso con el alcohol.
Incluso cuando sabemos que una cosa es de cierta manera, aún así
podemos tener un punto de vista distorsionado de las cosas en
nuestras mentes. Mismamente, las palabras que utilizamos para
describir algo condiciona nuestra percepción. Por ejemplo, durante el
día, la luz del sol es reflejada y refractada por nuestra atmósfera
(mayoritariamente por el vapor de agua que contiene). Esto hace que
la atmósfera sea más brillante que las estrellas (las cuales siguen
estando ahí). Por la noche es al revés: sin luz solar, la atmósfera se
vuelve más o menos transparente. Sin embargo, al atardecer,
hablamos de que las estrellas “salen” y no de que la atmósfera se
vuelve más transparente. También hablamos de que el sol “se pone”
y de que la tierra gira. Nuestra atención tiende a estar atraída al
movimiento del primer plano, en vez de en el fondo, es decir, en el
espacio en el cual ocurre el movimiento.
Es probable que estés pensando: “muy interesante, Geoffrey, pero,
¿qué Diablos tiene esto que ver con el dejar de beber alcohol? En
este libro pongo en duda muchas de las ideas y creencias aceptadas
patentemente como verdades por la mayoría de la población. Te
enseñaré de modo lógico y sistemático que son incorrectas, aunque
son puntos de vista vendidos por “expertos eminentes”. Mantén tu
mente abierta, mientras lees este libro. Recuerda que sólo porque
muchas personas creen que algo sea la verdad, no significa
automáticamente que lo sea. La historia ha demostrado que cuantas
más personas creen algo, tanta menos probabilidad hay de que sea
cierto.
No hojees: Muy importante. Lee los capítulos en el orden en el que
están presentados. Si sientes que necesitas parar un momento para
entender algo, mejor hazlo. Si, en cualquier momento, sientes que un
punto en particular resuena dentro de ti, para un momento para
permitir que la idea se cuaje. Saborea la idea.
Finalmente: Recuerda, no está ocurriendo nada malo, de hecho
precisamente lo contrario. Estás a punto de lograr algo que todos los
adictos al alcohol quieren lograr – la liberación. Permítete sentirte
positivo con la lectura de este libro. Permítete emocionarte sobre lo
que puedes conseguir leyendo este libro. Es un paso emocionante.
Lee con la mente abierta y disfruta de la experiencia.

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3. ¿Existe tal cosa como un alcohólico?
No existe tal cosa como un alcohólico. Cuando lees esta afirmación
puede que estés pensando: “Este hombre es un idiota”, o bien,
pienses que puede que tenga algo diferente, interesante o importante
que contarme. Puede que provoque en ti una reacción de ira, de
incredulidad o incluso de indignación “justificada”. Esta reacción es
bastante probable si en algún momento has creído que eres
“alcohólico” y que sufres la enfermedad del alcoholismo. Aunque
puede que sientas que la afirmación es algo fuerte, es importante que
entiendas que no lo digo con ligereza, sino en base a años de
experiencia trabajando con literalmente miles de personas para
liberarles de sus adicciones – da igual si son drogas legales, ilegales o
con receta. Lo que te demostraré es que no existe tal cosa como un
alcohólico, tal como la sociedad entiende el término y que la
enfermedad alcoholismo es una idea errónea que hace mucho daño.
¿Qué conseguirás con este libro? Este libro tiene el potencial de
liberarte a ti o a cualquier persona que lo desee de la dependencia del
alcohol. Puede que esto parezca una declaración audaz, sin embargo,
si puedes mantener la mente abierta mientras lees este libro,
asegurándote de entender cada parte, serás capaz de liberarte de tu
dependencia del alcohol para siempre.
El alcohol es una droga la cual ocupa una posición extraña en
nuestra sociedad. En primer lugar, es la droga que más
extensamente se usa en nuestra sociedad; es consumida por
aproximadamente el 90% de la población adulta. En segundo lugar,
es probablemente la única droga que si no la consumes te consideran
una persona un poco rara o que tienes un “problema” con el alcohol.
En tercer lugar, existe un masivo estigma social asociado con tener
“un problema con el alcohol”. Cualquier persona que se da cuenta de
que no controla su consumo de alcohol o que expresa un deseo de
liberarse, se le pone la etiqueta de “alcohólico” y se le mira con
lástima o desconfianza como si de algún modo no fuera normal, que
padece de una enfermedad incurable y que tiene que renunciar al
alcohol para siempre.
El hecho es que casi nadie tiene controlado su consumo del alcohol.
(Explicaré esto más adelante). Para nuestros fines podemos decir que
cualquier persona que consume alcohol con frecuencia no tiene
controlado el consumo. La sociedad no debería sentir lástima de las
personas que se dan cuenta de esto, sino que deberían envidiarles ya
que ellos han tomado el primer paso en el camino hacia la liberación.
No puedes liberarte si no te das cuenta primero de que estás
atrapado o en peligro. Si metes una rana en agua hirviendo,
reconocerá el repentino cambio peligroso en la temperatura y saldrá
de un salto instantáneamente, salvándose la vida. Sin embargo, si
metes a la rana en agua fría y calientas el agua poco a poco, la rana
no tiene ningún mecanismo para reconocer los cambios incrementales

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en la temperatura y sólo se dará cuenta de que está en peligro
cuando ya sea demasiado tarde. La rana está en peligro y atrapada,
se dé cuenta o no.
El hecho es que muchas personas intentan convencerse a sí
mismas de que no tienen un problema con el alcohol. Cuando
pregunto a mis clientes o preguntas a cualquier bebedor, “¿cuánto
bebes?”, la respuesta muchas veces es “lo normal.” Estas personas
están atrapadas igualmente, es sólo que no pueden verlo o
probablemente, prefieren no verlo.
Aunque tendemos a no hablar del alcohol en tales términos, el
alcohol es una droga (igual que cualquier otra droga). Las personas
que la consumen habitualmente están enganchadas (igual que
cualquier otro adicto). Lo que te voy a enseñar con este libro no va a
ser sólo cómo liberarte del alcohol, sino cómo disfrutar del proceso de
la liberación desde los principios. También te demostraré que beber
alcohol no te aporta ningún auténtico beneficio y que no renuncias a
nada cuando lo dejas. No sólo puedes vivir igual de feliz sin alcohol,
sino mucho mejor.
Hace 18 años que trabajo con adicciones de todo tipo tanto legales
como alcohol, nicotina, antidepresivos y tranquilizantes como las no
legales, heroína y cocaína. No bebo alcohol y no fumo. Ahora, en el
caso de que sientas que de algún modo haya emprendido una
cruzada contra el alcohol, no es así. Tampoco pienso mal de los
consumidores de alcohol. El hecho es que no soy adicto a la heroína
ni a la cocaína y no lo he sido, pero sí he sido adicto al alcohol. Bebía
mucho. No imaginaba mi vida sin alcohol. Por supuesto, sabía lo malo
que era el alcohol para mí. Mi padre era “alcohólico”, y por ello yo
sabía que tenía que dejarlo. Incluso a veces, me proponía dejarlo
pero el mero pensamiento de tener que renunciar al alcohol y nunca
más poder volver a beberlo me llenaba de pavor. La vida con el
alcohol era mala, pero sin alcohol creía simplemente que sería peor.
Cuando miro hacia atrás me pregunto cómo fue posible que estuviera
enganchado durante tanto tiempo y cómo podía creer estas cosas. A
mí, igual que a todo el mundo, me tenían lavado el cerebro hasta tal
punto que desconfiaba de los que no bebían alcohol, creía que eran
personas que simplemente no sabían cómo disfrutar de la vida y no
eran capaces de “soltarse la melena”, es decir, personas aburridas
que no tenían ningún sentido de aventura o emoción. Una cosa que
tenía clara es que no quería terminar como ellas.
Yo dejé de beber alcohol casi por casualidad. Se trató de una serie
de eventos aparentemente no conectados que me permitieron ver las
cosas con mayor claridad, hasta que el dejar de beber alcohol me
pareció fácil, natural y agradable. Llevaba muchos años pensando
que sería maravilloso no tener que beber alcohol, pero simplemente
no podía imaginar cómo podría “pasarlo bien” sin ello. A veces,
incluso sentía que bebía sin querer hacerlo realmente. Sin embargo,

15
no llegaba a imaginar cómo iba a disfrutar de una juerga sin alcohol.
Me parecía francamente imposible. Igual que muchos otros
bebedores, había experimentado momentos sociales muy agradables
sin alcohol pero pensaba que tenía que haber algo raro o extraño que
lo explicaba. Llegué incluso al punto en el que me obligaba a mí
mismo a beber, y por supuesto a emborracharme. Es el poder del
lavado de cerebro relacionado con el alcohol en nuestra sociedad.
Finalmente, me di cuenta de que el alcohol no me daba nada en
absoluto, que no necesitaba beberlo y que no renunciaba a nada en
absoluto. Esto fue hace seis años. Desde aquel momento no he
experimentado ni el deseo, ni la necesidad de beber alcohol. No lo
echo de menos. Soy libre. Con esto no quiero decir que no puedo
beber alcohol nunca más, quiero decir que puedo beber todo el
alcohol que me apetece beber. Simplemente elijo no hacerlo. No echo
de menos beber alcohol, ni estoy “en recuperación”. Controlo el
alcohol completamente: bebo todo el alcohol que quiero beber y
cuando quiero beberlo. Dicho de otro modo: soy libre.
Cuando era niño odiaba el alcohol. Era un consumidor de alcohol
pasivo, de la misma manera que hay fumadores pasivos – personas
que no fuman pero sufren por encontrarse en compañía de
fumadores. A mí me criaron a troche y moche unos padres
severamente adictos al alcohol. Mi padre era violento, abusivo e
impredecible. Crecí con una actitud ambivalente. Por un lado odiaba
el alcohol y lo que significaba en mi vida, pero por otro no quería
perderme la diversión. La primera bebida alcohólica que tomé fue en
Navidades cuando tenía once años y mi padre me dejó probar
alcohol. Lo bebí cuidadosamente en sorbitos ya que no me gustaba el
sabor pero a la vez, me sentía taaaaaaaaaaaan “mayor”. Antes de
cumplir dieciocho años una juerga no era juerga sin beber al menos
10 “pintas” de cerveza más algún chupito también. En aquella época
mi objetivo principal era salir y beber. Cualquier excusa valía:
sábado, ahogar penas, celebraciones diversas... El hecho es que
cualquier evento o “no-evento” era una excusa para beber alcohol.
No me consideraba un fuerte bebedor, simplemente bebía lo que mis
compañeros normales bebían. Bebía “lo normal”. No tenía amigos
que no bebían, después de todo, ¿quién quería ser amigo de aquellos
aguafiestas aburridos?
En aquella época trabajaba como cadete de cubierta y más tarde
como oficial de navegación. Beber mucho era lo normal. Abstenerse
durante un tiempo era normal (en inglés se llama “on the wagon”)
también, la mayoría de mis compañeros, daba igual su rango,
intentaban en alguna ocasión dejar de beber durante un tiempo –
puede que una semana, o un mes. Muchos no cumplieron su objetivo.
La única área social en la mayoría de los barcos era el bar. Muchos,
yo incluido, evitábamos el bar mientras estábamos “on the wagon”
simplemente para evitar la tentación. En varias ocasiones llegué a

16
estar sin beber durante una semana. Y por tanto, me demostraba a
mí mismo que lo tenía bajo control.
Por mucho que yo quería creer que lo tenía bajo control, mi
pregunta es: ¿Lo tenía bajo control de verdad? El hecho de que podía
estar sin beber durante una semana, me parecía en aquel momento,
la prueba de que lo tenía bajo control pero la realidad es que quería
beber en toda ocasión que podía hacerlo. Muchas veces tenía que
recurrir a la fuerza de voluntad y disciplina simplemente para no
beber. Incluso cuando bebía “normal”, tenía que emplear la fuerza de
voluntad y la disciplina para no beber demasiado y muchas veces
fracasé. Volvamos a la pregunta: ¿Lo tenía bajo control de verdad?
Hoy en día empleo la misma cantidad de fuerza de voluntad para no
beber alcohol que para ser calvo; es decir, ni pizca de fuerza de
voluntad. Si estás obligado a emplear la fuerza de voluntad y la
disciplina para no beber demasiado, esto significa que no lo tienes
bajo control y que estás en una batalla constante de intentar volver a
coger las riendas. Una persona lo tiene bajo control de verdad cuando
no tiene que emplear el control.
He visitado varias páginas web y he leído libros escritos por
expertos de los cuales muchos son médicos o psicólogos que dan
consejos en cuanto a cómo dejar de beber. Muchos de estos así
llamados expertos beben alcohol; algo absurdo que den consejos en
cuanto al dejar de beber. Una pregunta sencilla: ¿le pedirías ayuda a
un fumador para conseguir dejar de fumar? ¡Por supuesto que no!
Luego tenemos a los de Alcohólicos Anónimos que dicen que nunca te
curarás, sino que siempre estarás “en recuperación”. He participado
en diferentes reuniones de Alcohólicos Anónimos donde he conocido a
personas que se han convertido en muy buenos amigos hasta el día
de hoy. Las reuniones están bien estructuradas y todos los asistentes
siguen las normas las cuales en mi opinión son buenas. Sin embargo,
tengo que decir que la calidad de las reuniones varía mucho y
francamente, es algo deprimente escuchar a personas muchas de las
cuales están fumando compulsivamente, decir cosas como: “Mi
nombre es Bob, soy alcohólico. No he bebido nada de alcohol en
quince años… la semana pasada fue difícil… Estaba muy tentado.”
Para alguien que quiere dejar de consumir alcohol, esto es taaaaaan
deprimente. Tengo un amigo que, no ha bebido nada de alcohol en
25 años pero sigue evitando situaciones en las cuales podría sentirse
tentado. Siente que tiene que luchar constantemente para evitar
beber alcohol. Le admiro profundamente pero no me gustaría estar
en su piel: después de 25 años, aún no se siente libre.
Una cosa que todas estas personas tienen en común es que siguen
el modelo de adicción postulado primero por Alcohólicos Anónimos
que es el siguiente:

17
• Hay dos tipos de consumidores: los normales y los que tienen
un problema. Los que tienen un problema se conocen por el
término “alcohólico”.
• Naciste como alcohólico, es algo probablemente genético.
Desde este punto de vista es posible, entonces, ser alcohólico
sin haber probado ni un sorbito de alcohol. (¡Qué extraño!)
• Es una enfermedad degenerativa que no se puede curar, es
decir, que nunca puedes ser libre. Lo mejor que puedes esperar
es estar “en recuperación”, es decir, sólo es posible “frenar la
enfermedad” y detener los efectos luchando diariamente para
no volver a caer en la trampa.
• Existe un auténtico placer o beneficio en el consumo del
alcohol, por tanto, no beber alcohol implica un sacrificio.
En base a estas ideas, puedes encontrar muchas entidades
gubernamentales u otras organizaciones que pretenden ser
“expertos” ofreciendo recomendaciones inútiles o casi inútiles para los
que visitan sus páginas web. Por ejemplo:
“Ahora anota todas las razones por las que quieres dejar de
beber alcohol.”
Suena lógico ¿verdad? Pero el hecho es que todos los adictos al
alcohol ya tienen una larga lista de razones por las que dejar de
beber. Casi seguro han tenido una larga lista durante años pero han
seguido bebiendo a pesar de ello. Cualquier persona que quiere dejar
de beber conoce las razones por las que no debería beber. Está harta
de que todas las personas a su alrededor le estén constantemente
recordando las razones por las que no debería beber. Puede que
estas razones aumenten el deseo de dejar de beber pero no ayudan a
la persona a dejarlo. De hecho, bastantes veces la persona pasa por
el siguiente proceso de razonamiento: “Si beber es tan malo
entonces, ¿por qué no puedo dejarlo? ¿Qué pasa con todos estos
otros idiotas? ¿Por qué no dejan de hacerlo ellos? Al bebedor le
queda la idea de que está en las garras de algo muy potente y que la
alternativa es una vida llena de padecimiento.
Así que, relájate. Este libro no es un sermón en cuanto al por qué
no deberías beber, esto ya lo sabes. Todos los bebedores saben por
qué no deberían beber, y siguen bebiendo. Esto es porque los
bebedores no beben por las razones por las que no deberían beber,
sino por las razones por las que sí beben. Por ejemplo: es un placer,
alivia el estrés, te da confianza en los momentos sociales, te ayuda a
relajarte, te ayuda a dormir.
Creo que muy pocos no han quedado afectados por los efectos
directos o indirectos del alcohol. Estoy seguro de que el alcohol ha
tenido un impacto importante en mi vida. He perdido por lo menos
dos amigos por culpa del alcohol. He visto y he sufrido todo tipo de

18
abusos por culpa del alcohol. Mi padre murió con 53 años por culpa
de una combinación de alcohol y tabaco. He visto a compañeros
quedarse desfigurados permanentemente por culpa del alcohol.
Personalmente he sufrido directamente e indirectamente los efectos
del alcohol.
Entonces, teniendo en cuenta todo esto ¿por qué no dejé de beber
alcohol? Igual que cualquier adicto al alcohol no me gustaban los
efectos que el alcohol muchas veces producía en mi vida. Me
esforzaba mucho para convencerme que lo tenía bajo control (igual
que la mayoría de los adictos al alcohol). ¿Por qué? En una palabra:
por miedo.
Es la única razón que nos hace seguir bebiendo. ¿Por qué era tan
difícil dejar de beber alcohol? Todo lo que tienes que hacer es no
volver a acercar el alcohol a tus labios. Ahora, seas bebedor de
alcohol que aún cree que lo tiene bajo control o seas de los que se
han dado cuenta de que no lo tienen bajo control, es el miedo lo que
hace que sigas bebiendo. Miedo a nunca más poder disfrutar de la
vida, miedo a “¿qué haré en momentos sociales?”; miedo del estigma
social, de ser el pobre “bebedor problemático”. Cada vez que
intentaba imaginarme como ”no-bebedor”, me veía sufriendo en
algún evento social futuro – Don Triste - No Bebedor – Con
Personalidad Nula -, desesperado por una copa y triste por no poder
beberla. Me imaginaba sufrir de esta manera el resto de la vida. Así
que me encontraba en la misma situación que muchos bebedores.
Quería dejar de beber alcohol pero a la vez, quería seguir haciéndolo.
La ironía de esto, es que ahora que soy libre del alcohol está claro
que todo tenía que ver con el miedo: el miedo a dejarlo. El miedo a
dejarlo fue causado por una cosa: el alcohol. La trampa del alcohol, al
igual que ocurre con todas las adicciones, es muy sutil. Mientras
estamos atrapados nos volvemos más conscientes del miedo cuando
nos planteamos la idea de dejar de beber. El miedo se asocia a ser
no-bebedor. Sin embargo, la realidad es que las personas que no
beben alcohol no padecen de ninguno de estos temores. Estos
temores están causados por el alcohol mismo.
Ahora, puede que no estés seguro de que quieres dejar de beber
alcohol. Sigue leyendo simplemente con la mente abierta. Claro, esto
es más difícil de lo que parece. Las creencias que tú y la mayoría de
otras personas tienen en cuanto el alcohol son muy profundas pero
no son más que esto: creencias. Sin embargo, tendemos a no verlas
como creencias, sino como la realidad, los hechos, etc. Así que pon a
un lado tus ideas preconcebidas en cuanto al alcohol, es decir, todo lo
que crees que sabes y abre tu mente. Ahora cualquier persona con
cualquier tipo de adicción, incluso si no es consciente de que es
adicto, siente en un nivel intuitivo que está haciendo algo estúpido.
Así que adopta una postura defensiva, edificando toda una serie de
argumentos para racionalizar su comportamiento. Estas ideas se

19
vuelven automáticas, una especie de reflejo ante cualquier crítica
percibida. Sé consciente de tus reacciones.
Entonces, ¿cómo deberías leer este libro?
1. Este libro puede ayudarte a liberarte y ser feliz de ser libre del
alcohol. Léelo sabiendo esto.
2. Lee con la mente abierta (tal cómo he descrito antes).
3. Sigue todas las instrucciones.
4. Contempla. Puede que encuentres que mientras lees, de
repente adquieras una nueva percepción, puede que de repente
veas las cosas claramente por primera vez. Para un momento y
contempla el impacto de esto. Asimila la idea. Y luego, sigue
leyendo.
Instrucciones:
• Lee el libro hasta el final.
• No dejes de beber antes de terminar el libro, esto no es una
excusa para emborracharte, es para eliminar cualquier posible
distracción. Si ya has dejado de beber, NO EMPIECES DE
NUEVO.
• No te saltes las partes que crees entender o que te hacen
sentirte incómodo.
• Haz estas cosas y te liberarás del alcohol igual que yo, no sólo
disfrutando de la vida igual, sino que mucho, mucho más. Te
sentirás más fuerte física y mentalmente, reducirás el estrés;
tendrás más energía, valor, dinero, vitalidad y aún más
importante, te respetarás más a ti mismo.
Lo primero que tenemos que hacer es responder a la pregunta que
todos nos hemos hecho alguna vez…

20
4. Quiero saber... ¿soy alcohólico?
La respuesta sencilla y obvia es que no lo eres. No existe tal cosa
como alcohólico (tal cómo se define comúnmente.)
La expresión “alcohólico” fue empleada primero por el médico
Magnus Huss en 1849 cuando la causa de la dependencia del alcohol
se consideraba debida a una debilidad moral. La organización AA fue
fundada por dos hombres por sugerencia indirecta de Karl Jung (el
psicólogo famoso).
Después de haber intentado ayudar a Roland H. (uno de los co-
fundadores) a que se liberara del alcohol de todas las maneras, Jung
sugirió que a veces una genuina conversión religiosa daba buenos
resultados. La base de Alcohólicos Anónimos es esto precisamente:
conseguir una conversión espiritual sin tener que afiliarse a ninguna
iglesia o secta aunque se podría argumentar que algunos grupos
rozan el comportamiento de una secta. En mi experiencia de haber
participado no sólo en reuniones de AA, sino en reuniones de otras
ramificaciones de la organización, puedo decir que el trabajo que
hacen es positivo. He visto como personas descubren un aspecto
espiritual desconocido hasta ahora de sí mismos y del universo en el
cual viven, dejan de beber y mejoran considerablemente la calidad de
sus vidas. Sin embargo, el mejor porcentaje de éxito a largo plazo
que puedo encontrar en Internet es un 3%. Para la mayoría el “no
beber” se convierte en el centro de sus vidas. La primera declaración
de cualquier persona que quiere hablar en estas reuniones es algo
así: “Hola, mi nombre es Fulanito, soy alcohólico. No he bebido en 15
años. La semana pasada fue difícil. Me fui a una boda, etc”. Recuerdo
haber escuchado esto y pensar: “¡Joder!, no quiero beber alcohol
pero tampoco quiero convertirme en “exalcohólico” obsesivo y
deprimido que pasa cada día pensando en beber, deseando hacerlo y
resistiendo la tentación. Dicho esto, creo que AA, aunque está algo
equivocado en cuanto al alcoholismo, ofrece sin embargo una manera
efectiva de desarrollar una vida espiritual en una sociedad poco
espiritual. Y también, es gratis. Mi opinión en cuanto a Alcohólicos
Anónimos o en cuanto a cualquiera de los grupos que siguen los
“Doce Pasos” es que si no tienes dinero y quieres una fórmula para
desarrollar una vida más espiritual, entonces los doce pasos que
sugieren podrían ser útiles. Para dejar el alcohol existe una solución
mucho mejor… ¡lo estás leyendo!
Entonces ¿qué significa todo esto? Ahora vamos a imaginar que te
preocupa la cantidad que bebes pero no quieres comentarlo con
nadie, ni siquiera con tu médico. Entonces ¿qué haces? Averiguas
sobre AA, para enterarte si eres alcohólico o no.
En uno de sus folletos AA dice lo siguiente:
Si bebes repetidamente más de lo que pensabas beber o
querías beber, o si te encuentras en líos cuando bebes, puede

21
que seas alcohólico. Sólo tú puedes decidir. Nadie en AA te
dirá si lo eres o no.
Esto no ayuda mucho ¿verdad? Buscas claridad, pero AA, la
organización que definió el concepto y la idea del alcoholismo tal
cómo se conoce en nuestra sociedad, no puede decirte si eres
alcohólico o no. Aparentemente, sólo tú puedes decidir.
Te pregunto, ¿cuántas enfermedades conoces en las cuales tienes
que decidir tú si la tienes o no? Imagina la siguiente conversación con
tu médico: “Señor Médico, tengo un dolor muy fuerte en la parte baja
derecha de mi espalda. Hay sangre en mi orina, tengo sudores y
náuseas, creo que tengo un problema con mi riñón derecho. Dígame
¿es así?” Y el médico responde: “Sólo tú puedes decir si tienes un
problema con el riñón.” ¿Volverías a la consulta de este médico o
empezarías a pensar en cambiar de médico de cabecera?
Cualquier persona que bebe de modo habitual ha bebido más de lo
que pensaba beber. Esta es la naturaleza de la droga. Entras en un
bar porque tienes pensado tomar una caña rápidamente; te
encuentras con un amigo que no has visto en mucho tiempo y el
amigo está o bien celebrando algo o pasando por un momento difícil
– cualquier excusa vale. Esta caña rápida se convierte en tres,
cuatro, cinco o sigues ahí toda la tarde bebiendo. ¿Encontrarse en líos
cuando bebes? ¿Quién no se ha encontrado en algún lío alguna vez
como resultado del alcohol? Así que ahí lo tenemos. Casi toda
persona que bebe de modo habitual se le puede clasificar como
alcohólico… pero sólo tú puedes decir si es así o no.
Conforme vas leyendo más de la información que proporciona AA,
descubres que el alcoholismo es una enfermedad progresiva con la
cual naces, que no hay cura y que lo mejor que puedes esperar “es
frenar los síntomas de la enfermedad”, pero que tendrías que dejar
de beber “un día a la vez”. Hay cada vez más profesionales de la
salud que están cuestionando esto. Va en contra del sentido común.
Para empezar, si es una enfermedad con la cual naces, según esta
teoría entonces, es posible ser alcohólico sin haber bebido alcohol
nunca. Una vez tuve una conversación absurda con un psicólogo cuyo
hermano (vamos a llamarle Pedro) había dejado de fumar y luego de
beber alcohol conmigo. Pedro estaba encantado de ser libre y estaba
disfrutando plenamente de la vida. Su hermano, el psicólogo, me
llamó para decirme que incluso si no bebía o fumaba su hermano,
incluso si estaba feliz con sus decisiones e incluso si no echaba de
menos ni el alcohol ni el tabaco, nunca podría ser libre de verdad ya
que su enfermedad era genética y no había nada que se podía hacer
al respecto.
Le dije que tal vez debería preguntarle a Pedro cómo se sentía.
También expliqué que personalmente yo sí me sentía libre de estas
dos sustancias. También le sugerí que si lo que él decía era cierto,

22
entonces tienen que existir en este mundo “alcohólicos” que no
consumen alcohol. Increíblemente, él insistió que éste es el caso.
Por un momento, en vez de aceptar sin cuestionar todo el lavado
de cerebro al cual hemos sido sujetos desde el mismo día en que
nacemos, pregúntate si esto tiene sentido. Por supuesto que no, para
cualquier persona con ojos y al menos medio cerebro… ¡son
chorradas!
El alcohol es una droga igual que cualquier otra droga y al igual
que otras drogas, una vez empieces a ingerirla te vuelves adicto a
ella. Cuando hablamos de otras drogas las asociamos directamente a
la drogadicción. Por ejemplo, hablamos de adictos a la heroína – no
heroinólicos, que nacen con una enfermedad incurable. No creemos
que los fumadores tengan algún problema genético significando esto
que nacen como fumadores necesitando un cigarrillo urgentemente.
Las primeras palabras entonces del fumador serían probablemente:
“dame un pitillo”. Obviamente, esto es absurdo.
No eres alcohólico. El “alcoholismo” no es más que una etiqueta
artificialmente inventada que tiene poco que ver con la realidad. Si
bebes alcohol de modo habitual, estás enganchado al alcohol. Eres un
adicto al alcohol.
Entonces, ¿cuál es la diferencia? Para la adicción al alcohol existe
una cura sencilla y clara. La estás leyendo. Para el alcoholismo la
misma organización que ha popularizado este término no puede
decirte si lo tienes o no, pero si lo tienes, y recuerda, sólo tú puedes
decir si lo tienes o no, no existe cura. Cualquier persona que bebe
alcohol de modo habitual es adicta. Da igual cómo lo racionaliza, por
muy convincente que suene, está enganchada igual que tú.
Vamos a suponer que no eres adicto a la heroína. Te enteras de
que un amigo consume heroína. Te preocupa y cuando le preguntas
si está enganchado, te contesta: “Claro que no. No tengo ningún
problema con la heroína. Lo utilizo sólo por las tardes porque me
ayuda a relajarme, y el fin de semana y en ocasiones especiales. No
lo empleo todo el tiempo. De hecho, el mes pasado estuve toda una
semana sin tocarla.” Ahora que te ha demostrado que no tiene
problema, sigue: “ni se me ocurriría emplearla por las mañanas.
¿Ves?, no tengo problema con la heroína.” ¿Cuál sería tu reacción?
¿Creerías que lo tiene bajo control de verdad? ¿Qué lo puede
consumir cuando quiera sin engancharse? – o pensarías: ¿A quién
cree que está engañando? Es claramente adicto y sólo está
intentando convencerme a mí y probablemente a sí mismo de que no
está enganchado.
Entonces, ¿Cómo puede ser que si todos los bebedores de alcohol
habituales están enganchados, nadie se haya dado cuenta de esto?
Sencillamente porque el 90% de la población adulta lo está haciendo.
Nos han lavado el cerebro para verlo como algo normal. He dado con

23
una situación parecida hace muchos años cuando trabajaba en
Yemen. En este país, se mastica una planta que se llama “khat”. Khat
(Catha edulis) es un arbusto de flores, nativo del noreste de África y
de la península árabe. Muchas personas en esta zona mastican las
hojas de khat por sus efectos estimulantes, que son parecidos,
aunque menos intensos que los efectos causados por la cocaína o la
metanfetamina, es decir, euforia seguida por leve depresión.
El 80% de la población (mayor de edad) la consume. Como
observador desde fuera, me pareció que todos trabajan sólo media
jornada por sus prisas para masticar su khat. Las personas que usan
el khat experimentan un estado de leve depresión constante después
de consumir el khat durante mucho tiempo. Cuando se consume en
exceso, el khat causa extrema sed, hiperactividad, insomnio y
pérdida de apetito, lo que puede resultar en anorexia. El uso
frecuente de khat muchas veces se traduce en menor productividad
ya que la droga tiende a reducir la motivación de la persona. El uso
repetido puede causar un comportamiento maníaco con autoengaño
grandioso, paranoia y alucinaciones. La droga puede también dañar el
sistema nervioso, respiratorio, circulatorio y digestivo.
Un 40% del agua del país se dedica al cultivo del khat, un lujo que
Yemen no puede permitirse. Cuando trabajaba allí no pude más que
fijarme en lo poco desarrollado que estaba Yemen y en lo difícil que
era la vida para la mayoría de la población. Pensaba muchas veces
que gran parte de su problema se debía a la dedicación a su droga,
khat.
Así que la persona que bebe alcohol de modo habitual, que “se
despierta” y se da cuenta de que no lo tiene bajo control y quiere
hacer algo al respecto, se le pone inmediatamente la etiqueta de
“alcohólico”. Cuando alguien declara que quiere dejar de fumar, casi
todos le aplauden. Sin embargo, cuando alguien quiere dejar de
beber, se encuentra bajo una enorme presión de intentar esconderlo
por miedo al estigma social. Se considera a la persona como el
problema y no a la droga. Esta es la razón por la que tantas personas
ponen tanto esfuerzo en intentar demostrar que son bebedores
“normales” y que lo tienen bajo control.
Con el alcohol hablamos de bebedores “normales” por un lado y
“alcohólicos” por el otro. Entonces ¿dónde se encuentra la línea para
otras drogas? ¿Cuándo pasa un consumidor de heroína de ser
consumidor de heroína “normal” a ser “heroinólico”? ¿O un fumador
normal a “nicotinólico”? Absurdo, ¿verdad? Es igual de absurdo
pensar en adictos al alcohol de esta manera. Sólo porque existe un
lavado de cerebro que nos hace creer estas chorradas, no significa
que esto sea la verdad.
Cuando empecé a fumar y durante gran parte de mi vida como
fumador, nadie hablaba de una adicción a la nicotina. El 80%

24
aproximadamente de los hombres fumaban. Incluso empleaban a
médicos fumadores en la publicidad. Se consideraba un hábito social.
No fue hasta finales de los años noventa cuando se prohibiría fumar
en tantos lugares que muchos fumadores se dieron cuenta de que no
controlaban la droga, sino que la droga les controlaba a ellos. Es lo
mismo con cualquier droga: el adicto nunca controla la droga. Puede
que se esfuerce mucho en convencerse a sí mismo que lo tiene bajo
control pero es siempre la droga quien controla al adicto. El lavado de
cerebro común y aceptado impide que el fumador vea esto. Le anima
a que no reconozca su adicción. La persona elige: o se calla y hace
como si no tuviera un problema, igual que la mayoría, o resalta como
alguien que tiene una enfermedad incurable.
Hace tiempo en Estados Unidos, se hizo un enorme experimento
con el alcohol conocido como el Acto “Volstead” que también se
conocía por el nombre “La Prohibición” – acto que prohibió el alcohol.
La prohibición dio origen al crimen organizado que corrompió aquel
“faro” de la democracia, del cual los Estados Unidos, nunca se
recuperó. Las personas no elegían si bebían o no, simplemente tenían
que hacerlo. Incluso hoy en día, el mayor error que cometen los
gobiernos con respeto a las drogas es prohibirlas. Les encanta hablar
de “la guerra contra las drogas”. La evidencia está ahí para que lo
veamos todos, no funciona. De hecho no puedo imaginar una peor
política en cuanto a las drogas.
Recuerda que antes de que puedas liberarte, tienes que darte
cuenta de que estás atrapado. Al reconocer que estás en una trampa,
te colocas por delante del juego y de la mayoría de los adictos al
alcohol. Pero...

25
5. ¿Por qué es tan difícil dejar de beber alcohol?
No existe tal cosa como un alcohólico. El alcohol es una droga.
Cualquier persona que bebe alcohol de modo habitual es un adicto al
alcohol. Entonces ¿por qué es tan difícil dejarlo? Bueno, hemos
hablado del lavado de cerebro que estigmatiza a todos que quieren
liberarse.
Pero, ¿por qué parece tan difícil dejar de beber? Quiero decir, no
tienes que hacer nada aparte de no beber alcohol. ¿Qué hay de difícil
en esto? ¡Nadie te obliga a beber! Emprendemos proyectos mucho
más difíciles y los hacemos con éxito: aprender a bucear, aprender a
conducir un coche… Esto requiere la capacidad de aprender e integrar
toda una nueva serie de habilidades mentales y físicas.
Intenté dejar de beber muchas veces antes de poder liberarme
finalmente. Siempre fue difícil, sentí que me estaba condenando a
una vida de miseria y privación, de no poder pasarlo bien. Igual que
la mayoría de los bebedores, creía que el alcohol, aunque tenía su
lado malo, por otro lado creía que me proporcionaba algunos
beneficios auténticos. Mientras que seguía creyendo que el alcohol
me proporcionaba estos beneficios, fue difícil para mí dejarlo. ¿Por
qué? Porque sentía que me estaban obligando a renunciar o sacrificar
algo. Sin embargo, una vez que me di cuenta de que no sacrificaba
absolutamente nada y que el alcohol no me proporcionaba ningún
auténtico beneficio, se volvió fácil. No estoy “en recuperación”, ¡soy
libre!
Uno de los grandes impedimentos para que te liberes de la adicción
al alcohol son los así llamados expertos. Visita la Web y busca las
recomendaciones que te dan en cuanto a dejar el alcohol. Lo que
descubrirás es la misma información (a veces chorradas) que facilita
AA, comentando vez tras vez: el alcoholismo es una enfermedad con
la cual naciste, nunca puedes curarte; tienes que aceptar que no eres
“normal”; el camino es largo y difícil, etc.
Son las propias estrategias recomendadas por estas organizaciones
las que hacen más difícil, no más fácil, que dejen de beber los que
quieren hacerlo. Muchos intentan liberarse empleando este tipo de
recomendaciones, creyendo que están escritas por expertos y por
tanto, creyendo que son las más útiles y eficaces que se pueden
encontrar. Cuando no lo consiguen (y ya les han dicho que el fracaso
es muy probable), esto confirma todo este modelo “alcohólico” en su
mente y lo irremediable que es su situación.
A continuación, cito algunas joyas típicas que se encuentran en
estas páginas Web:
Los efectos del alcohol: y empiezan con una lista de las terribles
consecuencias causadas por beber alcohol. Esto no es más que una
táctica de susto – desarrollada con buenas intenciones pero

26
equivocadas. Es el miedo, el estrés, la ansiedad que hace que
sigamos bebiendo. Las tácticas de susto elevan el nivel de miedo,
ansiedad y estrés sin facilitar la ayuda en cuánto a cómo dejarlo.
Entonces, ¿Qué hará el bebedor con niveles más elevados de miedo,
estrés y ansiedad? – es muy probable que tome una copa.
Anota todas las razones por las que quieres dejar de beber: tal
como escribí antes, todos los adictos al alcohol ya tienen una enorme
lista de razones por las cuales quieren dejar de beber. Pero la lista no
les ha ayudado a dejar de beber. Bebemos por las razones por las
que sí bebemos, no por las razones por las que no deberíamos beber.
La clave para resolver cualquier problema es primero entender el
problema. Si te centras en las razones por las que no deberías hacer
algo, te quedas con la sensación de que tienes un verdadero
problema. Cualquier problema es difícil de resolver si no lo entiendes.
Cambia tu rutina: Elige diferentes rutas para ir a trabajar y a casa
para evitar los bares, tiendas, cafeterías y otros lugares que venden
alcohol. La idea suena lógica – intenta evitar la tentación. ¿Conoces
un solo barrio, pueblo o ciudad que no tenga abundancia de bares y
cafeterías? Aunque es difícil conseguir una información completa en
cuanto a números exactos, calculo que hay más de 500.000 lugares
donde puedes comprar alcohol en España. Así que si verdaderamente
quieres evitar la tentación, tendrías que cambiar la ruta radicalmente
al trabajo y a casa. Entonces, mejor no mirar la televisión o escuchar
la radio por la publicidad directa e indirecta del alcohol; en los
programas de televisión muchas veces se ve a alguien tomando una
copa. Y ni hemos hablado de las vallas publicitarias, los anuncios de
alcohol en todas las revistas y periódicos. Tendrías que renunciar a
ver a tus amigos por si tomaran algo delante de ti. Absurdo ¿verdad?
Quieres dejar de beber alcohol, no dejar de vivir. Han perdido el
argumento: Mientras quieres o deseas una copa siempre estarás
tentado, no importa dónde te encuentres o qué cambios haces en tu
rutina.
Encuentra otras maneras de relajarte: Esta idea perpetúa el
lavado de cerebro al implicar que el alcohol verdaderamente te ayuda
a relajarte (la realidad es que no te relaja, te estresa). Un bebedor se
siente más relajado después de una copa de la misma manera que un
esquiador se siente más relajado cuando se quita las botas de esquí
pero la ventaja que tiene el esquiador es que se da cuenta de que
fueron las botas de esquí lo que causaron la tensión en primer lugar.
Interésate de nuevo en pasatiempos y actividades de las que
disfrutabas antes o encuentra otras: otra cosa que refuerza el
lavado de cerebro. La implicación es que no vas a poder disfrutar de
hacer las cosas que hacías como bebedor, por ejemplo, estar de
juerga. Ya que empecé a beber mientras aún estaba en el colegio,
supongo entonces, en mi caso, que tendría que volver a sacar las
canicas porque era buen jugador de canicas.

27
Si tienes sed bebe un gran vaso de algún refresco: aquí
tenemos dos lavados de cerebro por el precio de uno. Primero, la idea
de que el alcohol puede quitar la sed y segundo, que necesitas un
sustituto. El alcohol no puede quitar la sed, es diurético. Hace todo lo
contrario. Además, la implicación detrás de lo que dicen es que tienes
que sacrificar el alcohol, y que por tanto necesitarás un sustituto -
aquí te sugieren un refresco. Los sustitutos sólo sirven para mantener
vivo un sentido de sacrificio. Finalmente, ¿no te parece que te están
recomendando algo totalmente obvio? Si tienes sed, bebe algo. ¿Y si
tengo hambre? Supongo que sería bueno tener algo de comida a
mano, ¿verdad?
Tómalo un día a la vez: esta instrucción implica que sufrirás día
tras día y que nunca serás libre. Que tendrás que luchar y sufrir todo
el día, todos los días durante el resto de tu vida. Si no te deprimía la
idea de dejar de beber, entonces la idea de estar toda una vida
sufriendo asegurará que sí te deprimas.
La creencia que yace por debajo de todo esto es que el alcohol
proporciona auténticos beneficios que los bebedores normales pueden
disfrutar, beneficios que tú vas a tener que perderte ya que no eres
“normal” porque naciste con esta enfermedad llamada alcoholismo.
Este lavado de cerebro es responsable de las cosas tan tristes que
he escuchado en reuniones de AA: “Mi nombre es Fulanito, soy
alcohólico, tomé mi última copa hace 15 años…”
El alcohol es tóxico y por tanto tu cuerpo lo elimina muy
rápidamente. Dentro de 7 hasta 10 días después de tu última copa,
tu cuerpo habrá eliminado todo el alcohol, independientemente de la
cantidad de alcohol que bebías, independientemente de cuánto
tiempo lleva la persona bebiendo alcohol. Esto significa que después
de este tiempo es imposible sufrir cualquier ansiedad física por la
retirada de la droga. Pero sé, por mi experiencia, que abstenerme del
alcohol se hacía progresivamente más difícil para mí y para otros
conforme pasaba el tiempo e irónicamente era más fuerte cuando
estaba “limpio”. Esto significa que cualquier ansiedad después de 10
días es puramente psicológica y se basa en la idea de que existe un
apoyo o placer que hay que sacrificar. Pero da igual la droga, el
problema nunca es físico, el problema es cómo percibimos la droga.
Las empresas farmacéuticas ofrecen soluciones caras pero
esencialmente sin sentido. Una de ellas es la droga “Disulfiram”
(conocido también por el nombre “Antabuse”). Se recomienda una
dosis diaria. Si bebes alcohol después de ingerir esta droga, sufrirás
síntomas muy parecidos a los que tienes cuando tienes una de esas
resacas “industriales”. No exploraré aquí los efectos secundarios y
peligros involucrados que puede haber cuando tomas esta droga pero
sí los puedes encontrar en la web.

28
Sin embargo, piensa en ello durante un momento. Imagina que te
dan una pastilla y te dicen: “Toma esto, si lo tomas no podrás beber
alcohol ya que te pondrás muy enfermo.” ¿Qué harías? ¿Dejarías de
beber alcohol o dejarías de tomar la pastilla? Obviamente dejarías de
tomar la pastilla. Leí en el periódico británico The Guardian que se ha
reconocido este problema y que ahora a los que toman las pastillas
de Disulfiram se les ofrecen ahora inyecciones de Disulfiram que
proporcionan el efecto durante 30 días. Además, a los pacientes se
les recomienda tomar la droga hasta que las ganas de beber se
detienen. Las ganas son mentales, no físicas. Así que, mientras crees
que has tenido que sacrificar algo, seguirás teniendo ganas o
ansiedad de beber. AA nos dice que la ansiedad no se va nunca, lo
que significa, que tendrás que tomar la droga el resto de tu vida.
Muchos clientes me han explicado que tomando Disulfiram las ganas
se volvían aún más intensas. Algunos me explicaron que mentían
sobre si tomaban el medicamento, otros me hablaron de los efectos
secundarios desagradables. Recuerda, la ansiedad es psicológica, no
física. Lo que las personas sufren cuando pasan un mes sin beber
para demostrar que lo tienen bajo control, no es una ansiedad física,
es psicológica. Los medicamentos no pueden funcionar, no pueden
cambiar lo que crees.
Esto es lo bonito de lo que estamos haciendo aquí. La adicción al
alcohol está causada por el lavado de cerebro cuyo mensaje esencial
es el siguiente: “Puede que el alcohol tenga su lado malo pero sí me
proporciona un auténtico placer o apoyo que me ayuda a disfrutar y
hacerle frente a la vida mejor”. El efecto químico que el alcohol tiene
en tu cuerpo sirve para confirmar este lavado de cerebro.
Una adicción siempre es psicológica. Todo lo que tenemos que
hacer es eliminar el lavado de cerebro, es decir, en vez de hablar del
por qué las personas no deberían beber, deberíamos estar
preguntando…

29
6. ¿Por qué la gente bebe alcohol?
Hay dos respuestas a esta pregunta. La primera tiene que ver con
el paradigma general que existe en nuestra sociedad de que el uso de
sustancias químicas es una estrategia aceptable para gestionar la
vida. Este paradigma ha dado origen a nuestra dependencia por
muchas sustancias químicas tanto legales como ilegales. La segunda
respuesta trata el alcohol específicamente.
Vivimos en una sociedad en la cual existe un síndrome que se
puede describir con el siguiente sentimiento: “aunque vamos mejor,
nos sentimos peor”. Es decir, que nuestros niveles de bienestar
material son mejores que nunca; hemos eliminado casi todas las
enfermedades contagiosas peligrosas comunes pero padecemos cada
vez más enfermedades auto infligidas como el cáncer, diabetes,
enfermedades cardiovasculares, etc. La sociedad en el mundo
occidental está edificada sobre la creencia de que podemos resolver
cualquier problema con la ciencia y la tecnología, y que la felicidad,
plenitud y bienestar están “ahí fuera”, es decir, para sentirnos mejor,
más felices y más sanos necesitamos conseguir cosas o comprar
cosas. Toda nuestra sociedad consumista, que si sigue así, asegurará
la extinción de nuestra especie, se basa en la idea de que la
respuesta a la felicidad y satisfacción yace en cosas, en hacer y
que cuánto más, mejor. Nos han lavado el cerebro al creer que es
la adquisición de cosas y/o hacer cosas lo que nos hará felices. Por
supuesto, esto no nos hace felices. Aparte de la experiencia personal
y el sentido común, existen también muchos estudios científicos que
demuestran que una vez que tenemos cubiertas nuestras necesidades
básicas, tener más cosas materiales no aumenta los niveles de
felicidad.
Sin embargo, casi toda nuestra educación y formación se centra en
cómo manipular eventos externos para que podamos adquirir más
cosas. Pero sentimos cada vez con más intensidad que nos falta algo.
A pesar de tener tantas cosas y vacaciones exóticas, nos sentimos
cada vez menos satisfechos, más estresados y menos plenos. Ni por
un momento estoy diciendo que las cosas son malas, sino que
nuestro propósito en esta vida no es simplemente adquirir cosas. Sin
embargo, las cosas sí nos proporcionan un alivio momentáneo de la
sensación de que nos falta algo. Por ejemplo, cuando compras un
nuevo coche, te sientes muy feliz y durante un tiempo, la sensación
de estar mejor pero sentirte peor, desaparece. Después de un tiempo
se convierte en otro coche más que te lleva de A a B. La compra del
coche te ayudó a sentir un alivio temporal. La mayoría de las drogas
o medicamentos modernos – tanto legales, como ilegales - funcionan
de la misma manera. Proporcionan un alivio sintomático, sin alterar la
causa. Vivimos en una sociedad que yo llamo del “tómate algo”:
No importa el problema, no importa cómo te sientes, te sentirás
mejor si tomas algo, sea la aspirina, la marihuana, prozac, cafeína,

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viagra, alcohol; medicamentos anti-colesterol, medicación para la
tensión arterial. Tomamos estas cosas como si fueran una especie de
cura cuando en realidad no hacen más que aliviar los síntomas. Más
del 70% de las enfermedades en nuestra sociedad podrían curarse
simplemente por cambiar nuestro estilo de vida y hábitos (las
causas). El consumo de drogas forma parte de esto. El alcohol es una
droga.
El lavado de cerebro general en nuestra sociedad proporciona un
jardín fértil para que eche raíces el lavado de cerebro específicamente
asociado al alcohol. Entonces, ¿Por qué las personas beben alcohol?
Porque nos han lavado el cerebro desde que nacemos haciéndonos
creer que nos proporciona auténticos beneficios y esto encaja
perfectamente con el lavado de cerebro general. Existe gran cantidad
de investigación y análisis relacionados con la publicidad para el
alcohol y la gente joven. La mayor parte proviene de los Estados
Unidos y el Reino Unido. Un estudio realizado en 2006 en los Estados
Unidos, calculó que antes de que una persona cumpla 18 años, habrá
visto más de 100.000 anuncios para el alcohol. Las cosas no son muy
diferentes en España. Mientras andas por ahí, observa con los ojos
bien abiertos, atento al lavado de cerebro para el alcohol y te darás
cuenta de que se encuentra en absolutamente todos los sitios: la
televisión, el cine, revistas, vallas publicitaras, en autobuses, eventos
deportivos, promociones. Esta publicidad es tan prevalente en
nuestra sociedad que se ha vuelto casi totalmente invisible. Sin
embargo, cuando empiezas a rascar un poco a la superficie y lees los
estudios, emerge la realidad: una industria que busca en sangre fría
enganchar a adolescentes y jóvenes adultos disfrazando el alcohol
como una especie de accesorio de estilo de vida.
Este lavado de cerebro corre tan profundo que es la única droga en
el planeta que si no la tomas la gente pensará que tienes un
problema. Esto me ha ocurrido en muchas ocasiones. Si no bebes
alcohol, obviamente eres algo raro, estás enfermo o simplemente
eres un “alien”.
Vuelvo a lo que dije antes. Si dejas de fumar o vences una adicción
a la cocaína, te felicitan, te consideran incluso como un héroe. Pero si
dejas de beber alcohol la gente muy probablemente sentirá lástima
de ti y muchos creerán que necesitas medicación el resto de tu vida.
¿Cómo explicar esto?
¿Cómo es posible que tanta gente crea algo que tan claramente es
una bobada? Es muy sencillo. Todas las drogas crean una especie de
complicidad.
Los adictos justifican su adicción convenciéndose los unos a los
otros de que lo están pasando bien, y que no sufren por encontrarse
en esta condición, sino que lo disfrutan. Y lo que es más, el resto del
planeta que no toman la droga obviamente son unos aburridos, gente

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que no sabe cómo pasarlo bien verdaderamente, etc. Estas
conversaciones, que realmente no son más que tentativas en grupo
de racionalizar su adicción, se basan completamente en el miedo.
Todos los adictos sienten miedo incluso pánico total cuando
contemplan su vida sin su droga. Con una droga como la nicotina, la
cocaína o incluso la heroína, los adictos a estas drogas están en la
minoría y por tanto, incluso los propios adictos ven claramente que
muchas personas no necesitan, no disfrutan ni echan de menos usar
una droga en particular. Con el alcohol, más del 90% de la población
ingiere la droga y por tanto las personas no tienen ninguna referencia
externa (parecido a la gente de Yemen y la droga Khat) que ayuda a
llamar la atención a las incongruencias y al lavado de cerebro.
Añadido a esto, la mayoría de los que beben alcohol, simplemente no
pueden imaginar la vida sin su droga e igual que cualquier otro
adicto, están comprometidos a la justificación de su adicción -
justificación conducida por el miedo.
Están apoyados perfectamente por la industria del alcohol que
promueve imágenes de deporte, sexo, salud, vitalidad y éxito.
Existen estudios (la mayoría de los cuales están patrocinados por la
industria del alcohol) que nos dicen que algunos tipos de alcohol son
incluso hasta buenos para nuestra salud. Nos venden el alcohol como
una manera de celebrar, ahogar las penas, da igual la ocasión,
siempre y cuando puedas beber. Me acuerdo, siendo niño, cuando
veía a las personas bajo el efecto del alcohol. Vi a personas que
muchas veces eran violentos, abusivos, aborrecibles, polémicos,
agresivos, estúpidos, falsos, poco sinceros, mentirosos,
inconscientes, tambaleándose, vomitando, incluso, haciéndose pis
encima. El comportamiento que observaba no me llevaba a desear
beber alcohol. Sin embargo, como adolescente inseguro, desesperado
por encajar socialmente, ser mayor y atractivo, los anuncios del
alcohol y la publicidad y el constante bombardeo con imágenes de
jóvenes sanos, adinerados y deportivos, me atrajo. Por supuesto,
hubiera podido decir no al alcohol desde el principio pero con 16 años
¿quién quiere ser un marginado social?
Mis amigos bebieron alcohol. Hubo una inmensa presión social para
hacerlo. Las cifras oficiales indican que en España hay unas 12.000
muertes al año relacionadas con el alcohol. En base a una
extrapolación de los datos de otros países europeos creo que esta
cifra es demasiado baja. Uno de los problemas es que nadie quiere
que se registre la muerte de su ser querido como una muerte
relacionada con el alcohol. Muchas muertes relacionadas con el
consumo excesivo del alcohol se registran como otras cosas. Estimo
que la cifra se encuentra por encima de 20.000 muertes relacionadas
con el alcohol al año. Entre 1.400 y 1.700 (probablemente más)
personas mueren cada mes directa o indirectamente debido al
alcohol. El gobierno recibe varios millones al año en impuestos. La

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industria del alcohol española gastó más de 3 mil millones de euros
en publicidad entre 2002 y 2006. El blanco específico para una gran
parte de este presupuesto eran los jóvenes. ¿Sabías que el alcohol es
la causa principal de muerte entre jóvenes en Europa? Está
involucrado en muchas violaciones, accidentes de tráfico y suicidios.
Incluso sabiendo todo esto, la mayoría de las personas que beben
alcohol y dejan de hacerlo, se sienten privadas. Mientras seguimos
bebiendo alcohol hacemos todo lo posible para cerrar nuestras
mentes. Por miedo. El miedo a que no vamos a poder disfrutar o
hacerle frente a la vida es lo que hace que sigamos bebiendo.
Tengo cinco hijos y por tanto, tengo cierta experiencia con fiestas
de cumpleaños. Los niños lo pasan muy bien, alternan y hacen
“fiestas” sin alcohol o cualquier otra droga. Entonces, ¿cómo pasamos
de poder pasarlo muy bien sin alcohol a no ser capaces de imaginar
una ocasión social sin alcohol?
Es la inmensa presión. La recibimos por todas partes: de nuestros
padres, profesores, familia, héroes, estrellas de cine, incluso, los
curas - yo sabía que ellos bebían alcohol (y no me refiero al vino de
comunión). El marketing, la publicidad, la presión por parte de los
amigos. Se trata casi de un ritual cuando te haces mayor de edad.
Cuando empezamos a beber alcohol, o bien ni siquiera pensamos
en las consecuencias o creemos que nunca nos enganchará, igual que
todos los demás que empezaron a beber alcohol. Tampoco es muy
difícil entender por qué más del 90% de la población adulta bebe
alcohol. Es la presión social, la publicidad y el lavado de cerebro lo
que hace que empecemos en primer lugar y son las creencias de que
hay algo que sacrificar las que hacen que sigamos sintiéndonos
privados cuando intentamos dejarlo.
Entonces, ¿Qué son estas creencias que nos enganchan, que nos
mantienen enganchados y hacen que sigamos enganchados a pesar
de todo los daños que sabemos que causa el alcohol tanto a nivel
social como personal? ¿Cuáles son las razones por las que seguimos
bebiendo?
Existen cuatro categorías principales de creencia que hacen que las
personas sigan bebiendo:
1. Que el alcohol verdaderamente sepa bien. (“Un chuletón no
sería lo mismo sin un tinto.”)
2. Que es un hábito.
3. Que es un placer (social, divertido).
4. Que es un apoyo (alivia el estrés, ayuda a relajarte).
Vamos a empezar con la primera...

33
7. Por el agradable sabor, ¿verdad?
Acepto que existen algunas bebidas alcohólicas que saben bien
pero el sabor que disfrutamos cuando bebemos estas bebidas no es el
sabor del alcohol, sino el sabor de las cosas empleadas (aroma,
sabores, frutas,…) para disfrazar el sabor del alcohol. El alcohol es
literalmente tóxico. El mecanismo de supervivencia en nuestro cuerpo
lo reconoce como tal. Esta es la razón por la cual el alcohol sabe tan
horrible.
Piensa en las primeras bebidas alcohólicas que probaste. ¿Eran
deliciosas? Lo dudo seriamente. La mayoría de las personas, si son
honestas consigo mismas recordarán que su primera bebida
alcohólica tenía un sabor extraño o no muy agradable. La mayoría
hubiera preferido beber una limonada o una cola. Recuerdo que bebí
mi primer vaso de vino cuando tenía 11 años, con una mezcla de
sentimientos. Una parte de mí hubiera preferido beber una naranjada
pero a la vez me emocionaba la idea de que me estaban tratando
como “adulto”. Creí que a pesar del sabor horrible tenía que seguir
bebiendo ya que formaba parte de hacerse mayor.
Mi hermano y su mujer están pasando por la fase de tener su
bebida “especial”. Antes era el “Kalhua”, ahora es el “Baileys”. (No
puedes sentir el alcohol en estas bebidas.) Lo han convertido en un
pequeño ritual. Sin embargo, si no disponen de su “trago” preferido
se conformarán con cualquier otra bebida disponible. Les he oído
comentar que el vino que están bebiendo es un poco ácido y fuerte
(una manera de decir que no sabe bueno). Pero ¿dejan de beber?
¡Por supuesto que no! Lo que quieren es el alcohol. Si se puede
disfrazar el sabor del alcohol de modo agradable, ¡tanto mejor! Si no,
aguantarán el sabor no tan agradable, siempre y cuando la bebida
contenga alcohol. Su comportamiento no es nada extraordinario.
¿Has tomado en alguna ocasión alguna bebida alcohólica cuyo
sabor no te ha gustado? ¡Por supuesto que sí! Todos lo hemos hecho.
Y qué pasa cuando estás de vacaciones y tienes que beber la bebida
típica de la zona. Por ejemplo en Grecia el vino típico de ahí es la
“Retsina” y el licor, “Ouzo”. En los principios saben asquerosos pero si
no hay otra cosa te acostumbras rápidamente al sabor, hasta el
punto en el que incluso llevas una botella a casa. Sin embargo, una
vez hayas vuelto a casa y no necesites beber algo cuyo sabor no te
gusta (nunca saben igual en casa, ¿verdad?), aquella botella de Ouzo
o Retsina se quedará en el armario durante años, excepto por
supuesto, si hay una “urgencia” y no hay nada alcohólico para beber.
¿Has estado en alguna ocasión en casa de un amigo donde no tienen
tu bebida preferida y bebes lo que sea, siempre y cuando contenga
alcohol?
Un conocido inglés con pretensiones elitistas se considera bastante
buen juez de vinos y licores. A pesar de todas sus pretensiones, en el

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análisis final el sabor no es lo importante, sino el contenido
alcohólico. Su bebida preferida es el whisky pero si no hay, bebe lo
que sea aburriéndonos terriblemente con sus declaraciones cada vez
más incoherentes.
Ahora, puede que creas que estoy exagerando. Durante un
momento vamos a comparar el alcohol con algo que todos
consideramos que es un auténtico placer, la comida. A mí, por
ejemplo, me encanta la fruta. Me acuerdo de la primerísima vez que
tomé un mango, era delicioso. ¿Por qué?, porque mi cuerpo lo
reconoció como un alimento bueno para mí. Mi fruta preferida son los
mangos pero si comiera un mango que estuviese malo, no seguiría
comiendo este mango sólo porque es un mango. En el caso de que
me invitaran a una fiesta y me dijeran que no va a haber mangos,
aún así iría y no me sentiría ansioso o privado. Si después de haber
comido unos cuantos mangos, me despertara al día siguiente
sintiéndome como si me hubiera atropellado un tren, entonces, no
comería más mangos ¡y punto!
¡Ahhh!, dicen que algunos sabores son sabores adquiridos. ¿Qué
significa esto? Significa que primero no te gustó y tuviste que
esforzarte para “adquirir” el sabor, es decir acostumbrarte al sabor.
Dicho de otra manera, lo que está ocurriendo de verdad es que
primero nos enganchan y luego tenemos que enseñar a nuestras
mentes y cuerpos a volverse resistentes al sabor asqueroso de
manera que eventualmente podemos ingerir la droga (el alcohol) con
el mínimo malestar.
El alcohol sabe horrible. Es un veneno. La mayoría de las bebidas
que consideramos “fuertes” están constituidas por un 40% de
alcohol. A cada bebida alcohólica se le añade un sabor; es necesario.
Acepto que hay personas que pueden beber “chupitos”, las bebidas
fuertes solas. Yo lo hacía. Forma parte de la cultura de “macho” que
aguanta bebiendo mucho y bebidas fuertes. De un modo algo
perverso, el hecho de que sabe horrible forma parte de la atracción.
El alcohol en realidad no es más que un producto derivado de la
fermentación, es decir, el resultado de fruta o vegetales podridos. No
es de extrañar que sepa horrible.
Si buscas en tu supermercado o bar del barrio encontrarás una
proliferación de bebidas alcohólicas con sabor a fruta. Bebidas que
simplemente no existían hace tan sólo unos cinco años. Esto no es
más que una táctica de la industria del alcohol para enganchar a las
personas adolescentes. La industria entiende la trampa del alcohol.
Entiende que cuando cualquier joven prueba una bebida alcohólica
tradicional, como por ejemplo, la cerveza, el vino o el whisky,
encuentra el sabor tan asqueroso que muchos no hacen el esfuerzo
de superar su asco inicial y simplemente no se enganchan nunca.
Hablo por ejemplo de aquellas personas que prueban un sorbito de

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cava para brindar en una boda. El hecho es que las bebidas con sabor
a fruta simplemente no atraen al bebedor “maduro”; están diseñadas
para enganchar a niños. Aunque estas bebidas son más fuertes que la
cerveza, tienen sabor a piña, mango, limón o naranja. Sabores que
disfrutamos. Cuanto más fácil lo haces para que un joven beba
alcohol, tanto más probable es que se enganche. Por ejemplo, hace
unos cinco años, tuvimos que llevar a la amiga (de 14 años) de una
hija a urgencias porque estaba casi en coma por haber bebido una
botella entera de licor de manzana. Dudo que lo hubiera hecho si el
licor fuera whisky.
Por mucho que intentemos convencernos de que bebemos bebidas
alcohólicas por su sabor, sigue siendo una bobada. Hay muchas
cervezas, vinos y zumos de fruta sin alcohol que saben igual o incluso
mejor que cuando llevan alcohol. Muchas veces mis clientes dicen que
beben por el sabor, entonces, ¿por qué no cambiarlo por estos
sustitutos que no llevan alcohol? Normalmente contestan que no es lo
mismo. Por supuesto que no, porque no contienen alcohol. Es el
alcohol lo que buscan, no el sabor.
Tal vez la mayor parte del lavado de cerebro es la trampa “elitista”.
Ocurre con todas las drogas. Con la nicotina tenemos la bobada de
consumir marcas exclusivas y puros caros. Con los adictos a la
cocaína tenemos la parafernalia absurda de cosas como cucharaditas
minúsculas de oro o pipas de oro (en vez de emplear un billete de
dinero enrollado).
Ocurre lo mismo con el alcohol y muchas veces esto se relaciona
con el tabaco. Se cuentan más estupideces sobre el vino y los puros
que sobre casi cualquier otra cosa. Para empezar, no puedes
demostrar de manera objetiva que un vino o puro sea mejor que
otro. Es totalmente subjetivo (¡qué suerte para los expertos!
¿verdad?). Podrías medir la cantidad de alcohol objetivamente pero
todo el propósito del lavado de cerebro elitista es intentar
convencernos de que no se bebe alcohol para drogarse sino que se
trata de algo mucho menos tangible: una apreciación de las cosas
más finas de la vida. No te engañes por un momento. Tiene que ver
con el alcohol por mucho que intenten convencernos de que se trata
de apreciar las cosas más finas en la vida. Quita el alcohol de esta
bebida y simplemente “no es lo mismo”. ¡Por supuesto que no! ¡No
contiene alcohol!
Esto lo vi con claridad cuando salí un día del metro de Moncloa en
Madrid. Vi a un vagabundo bebiendo profundamente de un “tetrabrik”
de vino tinto a la vez que fumaba unas colillas que había encontrado
en el suelo. Al observarle, me di cuenta de lo bien que había elegido
el sitio. Los viajantes fumadores, al entrar en el metro, están
obligados a tirar sus cigarrillos que casi no han fumado, ya que está
prohibido. El mendigo parecía contento. Esto no era nada
sorprendente, ya que tenía una abundante disponibilidad de las dos

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drogas que necesitaba para ayudarle a sentirse menos inquieto (la
nicotina y el alcohol). Al observarle me pregunté, ¿cuál es la
diferencia entre este vagabundo bebiendo su tinto en un tetrabrik y
fumando las colillas de otras personas y las personas más “ricas” que
pasaban a su lado con expresión de asco, que algo más tarde
fumarán un puro y beberán un vino caros costando cien veces más
que lo que consumía el mendigo? La diferencia es simplemente el
dinero. Cuánto más dinero estás dispuesto a gastar en tu adicción,
tanto más fácil es disfrazarla ante los demás y hacia ti mismo. Al
final, no es más que un timo que se alimenta de las necesidades
inseguras de nuestro ego. Yo caí en esta trampa. En una época de mi
vida, gastaba cientos de libras los fines de semana para aprender a
saborear y apreciar el vino. En realidad, estaba pagando para que me
adoctrinasen con los perjuicios de otra persona. Por debajo de todo,
lo que quería era convertirme en miembro de un club elitista. La
industria del alcohol ha lavado bien nuestros cerebros con estas
chorradas elitistas. He escuchado a hombres adultos inteligentes
decirme que un buen vino o un buen puro son como una mujer
hermosa. No sé qué tipo de mujeres conocen, pero siento lástima de
ellos si verdaderamente creen esto. El lavado de cerebro nos puede
hacer creer y decir las cosas más idiotas.
Si el sabor tuviera algo que ver con beber alcohol, nunca nadie
tomaría una segunda copa. Vale, vale, no bebemos por el sabor
pero…

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8. ¡Al menos quita la sed!
Durante la fase de mi vida cuando bebía alcohol, en una fiesta de
unas seis horas, muchas veces bebía más de 12 “pintas” (unos 6
litros) de cerveza y en ocasiones especiales bebería hasta 16
“pintas”, más los chupitos, como por ejemplo, el ron. ¿Crees que
podrías beber esta cantidad de agua en un día? He intentado hacerlo
y sé que cuesta beber más de 3 litros durante una jornada de 16
horas. Así que, ¿cómo podemos beber tanta cerveza durante un
período de tiempo tan corto? Como probablemente ya lo sabes, el
alcohol no puede quitar la sed ya que es un diurético. Te hace hacer
más pis.
Ese dolor de cabeza palpitante que sufres cuando tienes una resaca
es porque tu cerebro está deshidratado. Se ha, literalmente,
encogido. El dolor es reflejo del intento del cuerpo de bombear la
sangre a través tu cerebro arrugado.
Entonces, ¿cómo puede ocurrir esto después de haber bebido tanto
líquido? No se debería subestimar el efecto diurético del alcohol.
Tomemos la cerveza como ejemplo, del cual el 5% es alcohol. El
resto es mayoritariamente agua. Sin embargo, el efecto diurético del
alcohol – aunque ocupa sólo el 5% del volumen total - te hará
excretar el otro 95% del líquido y de paso, mermar otros recursos
(minerales por ejemplo) de tu cuerpo. Acabas algo más deshidratado,
lo que significa, que tienes más sed, así que bebes más cerveza, que
es lo que causó el problema en primer lugar. No está mal como
negocio ¿verdad?
Si bebes una cerveza fría en un día caluroso hace que la
temperatura de la cerveza en combinación con la sensación de
“mojado” crea la ilusión de que te quita la sed. Sin embargo, el efecto
verdadero es dejarte aún más deshidratado.
El hecho es que existen literalmente cientos de bebidas que
quitarán la sed. El alcohol no es una de ellas. La manera más efectiva
para quitar la sed, y coincide que es la más barata, es beber agua.
Entonces si no bebemos alcohol por el sabor o para quitar la sed,
entonces tiene que ser por hábito...

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9. ¿Es un hábito?
No importa con qué droga trabajo, siempre hay alguien que
justifica el consumo de su droga llamándolo un hábito. ¿De verdad
crees que la gente consume alcohol hasta el punto en el que arruina
su salud, pierde su trabajo, su matrimonio y su familia, sólo por un
“hábito”? Está claro que no es un hábito. Es una drogadicción, igual
que cualquier otra. La palabra “hábito” está de moda; se emplea sin
pensar.
Vamos a explorar lo que es un hábito. Los hábitos los podemos
cambiar cuando queremos; lo hacemos todo el tiempo. Cuando, por
ejemplo, una persona española conduce en el Reino Unido, cambia
fácilmente (o no tan fácilmente) el lado de la carretera en el cual
conduce. También por ejemplo, yo muchas veces, cambio la hora en
la cual tomo un café por la mañana. Otro ejemplo: en España la
mayoría de las personas no suele empezar el día con un desayuno al
estilo inglés pero cuando estas mismas personas se van de
vacaciones, muchas veces se permiten un gran desayuno
(especialmente si está incluido en el precio del hotel). Podemos
cambiar estos hábitos fácilmente. Muchas personas caen en la trampa
de creer que darle un nombre a algo significa explicarlo. Es decir, una
vez coloco la etiqueta “hábito” sobre esta cosa que tomo
(cocaína/nicotina/alcohol), no necesito explorarlo o explicarlo más.
Muchas veces cuando hablo con una persona por primera vez de su
adicción al alcohol y le pregunto cuánto bebe, una respuesta muy
común es “lo normal”. Está ocurriendo lo mismo que lo que ocurre
con la frase “es un hábito”. Al decir que bebo “lo normal” no tengo
que esforzarme en pensar más en ello.
Decir que algo es un hábito no es más que observar que alguien
repite una acción de modo frecuente. Por ejemplo, normalmente
como tres veces al día. Un observador diría correctamente que tengo
un hábito de comer tres veces al día, sin embargo, el llamarlo un
hábito no explica el porqué como tres veces al día. El porqué sería
tal vez para satisfacer el hambre, para sobrevivir o simplemente que
soy un glotón.
Con la mayoría de otras adicciones, no es demasiado difícil que el
adicto se dé cuenta de que está “estirando” la verdad cuando llama a
su adicción un hábito. Basta con observar a las personas de su
alrededor que no emplean esa droga; también hay muchos ex-adictos
que actúan como punto de referencia. Sin embargo, con el alcohol
volvemos al problema de que el 90% de la población bebe alcohol. La
mayoría de los bebedores no tienen ni idea de que están
enganchados. Creen las mentiras y el lavado de cerebro a los cuales
hemos estado sometidos desde el nacimiento. Además tenemos la
inmensa presión social: todos quieren ser miembros del club de los
“bebedores normales”. No importa cuánto beben, es “lo normal”, no

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es más que un hábito. Beber alcohol no es un hábito; es una
drogadicción. Sin embargo, algunos beben porque es un placer…

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10. Para mí, beber alcohol es un placer. Me hace
sentirme feliz
Es probable que estés pensando: “¡Ajá! Ahora estamos llegando a
la parte importante. No se puede negar que beber alcohol provoque
un efecto placentero en el cerebro.” Es cierto, beber alcohol sí
provoca cambios en nuestros cerebros pero ¿podemos decir que este
efecto se llama placer o felicidad? ¿El alcohol nos hace felices de
verdad?
Como he dicho antes, trabajo con muchos tipos de adicción.
También he visto a muchas personas bajo el efecto de la droga que
consumen. Cuando observas a una persona drogada cuando tú no lo
estás, proporciona una perspectiva más clara sobre las cosas. Cuando
trabajaba con adictos a la heroína, les veía bajo los efectos de la
heroína. Sin embargo, en ningún momento pensaba: “¡Qué suerte
tiene éste! Ojalá pudiera yo ser feliz como él.” Mientras que aquellos
adictos a la heroína creían que el empleo de la heroína era placentero
y les hacía felices, desde fuera (desde la perspectiva de un “no-adicto
a la heroína”), la persona no tiene pinta de ser feliz; tiene más bien
pinta de estar drogada, como un “zombi”; no estar presente, como si
estuviese en otro planeta. En ningún momento se me vino a la mente
el adjetivo “feliz”.
Lo mismo ocurre con el alcohol. Hace un tiempo mientras conducía
por Madrid al atardecer, esperaba en un semáforo y me fijé en un
hombre de mediana edad vestido con un traje gris – caro pero algo
desarreglado; su corbata estaba torcida. Se tambaleaba algo y
sonreía mucho, casi una caricatura de un borracho. Las otras
personas en la calle claramente se sentían incómodas, alejándose de
él cuando intentaba iniciar una conversación con ellas.
Durante los pocos minutos que observaba esta escena, intenté
imaginar las perspectivas de cada persona. El hombre borracho era
obviamente inconsciente de la incomodidad que causaba a las
personas a su alrededor. Por sus gestos y sonrisa estaba claro que a
través de su perspectiva distorsionada por el alcohol, se consideraba
a sí mismo un hombre atractivo y encantador. (Se veía claramente
que era el único que pensaba así). Los otros peatones le veían
simplemente como un borracho, como una molestia, algo triste o las
dos cosas tal vez. Al observarles pensé: “Ese hombre cree que es
feliz, “moderno”, pero no lo es, está simplemente borracho.” El
alcohol había creado un cortocircuito en su cerebro, había cambiado
su percepción de la vida pero el cortocircuito estaba sólo en su mente
y no en la mente de los demás.
Estoy seguro de que todos nos hemos encontrado en una situación
parecida cuando hemos tenido que tratar con una persona borracha
estando nosotros totalmente sobrios. No consideramos a la otra
persona como una persona feliz, sino como estúpida (y ésta es la

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razón por la que muchas drogas se conocen por el término
“estupefacientes”). Sabes que una conversación con esta persona no
tendría sentido porque no está ahí, está en otro mundo y habla
chorradas de todas formas.
Cuando yo bebía alcohol, estaba convencido de que así es cómo el
alcohol afectaba a otras personas pero a mí no. Creía de verdad que
a mí no me afectaba de la misma manera, que de algún modo yo era
diferente. Esto es el cortocircuito del alcohol en tu cerebro. En una
situación social, todos sufren el mismo cortocircuito, la misma falsa
ilusión y por tanto, no te das cuenta. Sigues creyendo que tú eres
diferente y puedes gestionarlo mejor que otros.
Aquel borracho sufriendo la cortocircuitada ilusión de placer
mientras que los demás peatones desafortunados veían la realidad,
me recuerda a la historia del hombre que desde la ventana de su
habitación observaba un perro que cada día pasaba por delante de su
casa. El perro le recordaba a una mascota de su niñez. La primera
vez que el hombre vio al perro estaba espléndido, un pelaje sano y
brillante; era espabilado y caminaba con soltura. Pero poco a poco, se
daba cuenta de que la condición del perro se deterioraba. Parecía que
tenía cada vez menos y menos energía; su pelo había empezado a
caerse. Cuando vio que salían llagas en su cuerpo el hombre decidió
investigar. Siguió al perro y le encontró masticando un hueso que
estaba cubierto de pinchos puntiagudos. Fascinado, el hombre se dio
cuenta de que los pinchos estaban lesionando las encías y labios del
perro haciendo que sangraran. El hombre se quedó desconcertado al
observar que a pesar del daño que obviamente sufría al masticar el
hueso, continuaba masticándolo con ganas y placer. Su desconcierto
cambió poco a poco al darse cuenta de que el pobre perro iluso
estaba saboreando y disfrutando el sabor de la sangre que creía
erróneamente que salía del hueso. La realidad es tan obvia para la
persona que observa al perro o al adicto al alcohol.
Cuando ves en una fiesta como una persona se vuelve demasiado
emotiva y vomitando en la cuneta, no piensas: “esta persona
necesita algo que le levante el ánimo, le traeré un trago de whisky”.
Sabes que lo último que necesita esta persona es más alcohol. Está
claro que el alcohol no te hace feliz.
Si te encontraras en una fiesta de niños, ¿de verdad se te ocurriría
darles alcohol para ayudarles a que disfruten de la fiesta? O si un
niño estuviera triste, ¿crees que al darle alcohol se volvería
auténticamente feliz? O si se lo están pasando bien en una fiesta, ¿se
te ocurriría darles alcohol para que no sólo estuvieran felices, sino
eufóricos? Si ves a un niño hiperactivo ¿le darías alcohol para
tranquilizarle? ¡Por supuesto que no! En cualquiera de estas
situaciones es imposible que el alcohol proporcione algún beneficio
auténtico o que resuelva cualquier tipo de problema. Entonces, ¿por
qué creemos que es diferente para nosotros? ¿Por qué deberíamos

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creer que algo nos está faltando en nuestras vidas si no podemos
hacerlo? ¿Por qué deberíamos sentirnos incompletos sin ello? Éramos
completos antes de que empezáramos a beber alcohol, no lo
necesitábamos. Un cliente lo expresó de la siguiente manera: “No soy
yo sin alcohol, no soy yo.” Igual que con todas las adicciones la
realidad es lo opuesto de lo que parece. Es el alcohol por sí mismo el
que crea el sentido de no estar completo.
Parecido al hombre observando el perro, cuando estás fuera de la
trampa está claro que el beneficio que se supone que se consigue, es
lo opuesto de la realidad. El perro saborea el hueso creyendo que es
la fuente de su placer. El hombre podía ver que era lo opuesto. Lo
mismo ocurre con el alcohol. Padecemos la ilusión engañosa de que el
alcohol quita la sed, pero el alcohol es un diurético y la realidad es
que te deja deshidratado. Parece que el alcohol te hace feliz pero en
la realidad, es un depresivo del sistema nervioso central. Parece que
te relaja y alivia el estrés pero el alcohol es un veneno y por tanto,
estresa todo tu cuerpo.
La primera vez que recuerdo haberme emborrachado es cuando
tenía unos quince años de edad. Me acuerdo de que después de tan
sólo un par de pintas me mareaba, tambaleaba; mi boca y
movimientos estaban “espesos” y me costaba controlarlos.
Cuando llegué a casa fui furtivamente a la cama. Todo daba
vueltas. Me sentía terrible. Me acuerdo intentar dormir con mis ojos
abiertos. Vomité copiosamente. Al día siguiente, sentía como si me
hubiera atropellado un tren. No disfrutaba de la sensación. La única
parte de la experiencia que disfruté fue la sensación de ser mayor; el
placer ilícito de beber cerveza con mis amigos. La necesidad fue
creada por el lavado de cerebro. Todo lo demás fue horroroso. No
muchos años después, bebía todos los días y creía que simplemente
no podía disfrutar, relajarme, estar de juerga, sin alcohol. Entonces,
¿qué cambió? El alcohol y sus efectos no cambiaron. Los efectos de la
droga nunca cambian, lo que cambió fue simplemente que conforme
pasaban los años desarrollaba una tolerancia hacia la droga.
El día después de beber alcohol, tienes resaca. Aparte del martilleo
en la cabeza hay una inquietud leve difícil de describir pero está ahí.
El cuerpo tarda entre tres y diez días en eliminar el alcohol y
recuperarse plenamente de los efectos del alcohol. Si bebes alcohol
de modo habitual, te acostumbras a este “bajón” y se vuelve tu
estado “normal”. Esto es el “mono” producido por la retirada del
alcohol. Con el alcohol esta sensación es muy leve, una sensación
levemente incómoda de desasosiego. No te sientes totalmente “tú”
hasta que no hayas aliviado esta sensación de desasosiego. Lo que
alivia el mono producido por la retirada del alcohol es el alcohol. De la
misma manera que la heroína alivia el mono producido por la retirada
de la heroína y la nicotina alivia el mono producido por la retirada de
la nicotina.

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El problema es que cuanto más bebes alcohol, tanto mayor es tu
tolerancia; cuanto mayor es tu tolerancia, tanto más alcohol
necesitas para volver a sentirte “tú”.
Lo que no vemos es que el alcohol es lo que ha creado el bajón en
primer lugar, la sensación de “no ser tú”, de estar incompleto.
Simplemente creemos que de algún modo nos sentimos mejor
después de tomar algo. Llegas al punto en el que bebes alcohol sólo
para aliviar la sensación incómoda creada por el alcohol en primer
lugar. Es algo como sufrir la molestia de aguantar ganas de hacer pis
sólo para disfrutar de la sensación de alivio cuando al final lo haces.
Por supuesto, esta sensación de ser “tú” se refuerza por el otro efecto
del alcohol: el cortocircuito en tu cerebro.
Los adictos al alcohol beben por la misma razón que cualquier
adicto toma su droga, porque cree que no puede hacer frente a la
vida o disfrutar de ella sin su droga. Si eres un adicto al alcohol,
entonces una fiesta simplemente no es una fiesta sin alcohol. ¿Cómo
es posible disfrutar de una fiesta sin alcohol? ¿Crees que no sería
divertido? La realidad es que el alcohol no hace buena la fiesta, son
las personas las que hacen buena una fiesta. ¿Has ido alguna vez a
una fiesta aburrida? Dentro de los primeros 30 minutos piensas: “Por
qué no acepté aquella otra invitación”. Aún así, decides quedarte con
la esperanza de que después de un par de copas, las cosas tendrán
mejor pinta pero en realidad, no importa cuánto alcohol bebas, la
fiesta no se mejorará porque las personas son aburridas.
Por el contrario, ¿has estado en alguna ocasión en una fiesta donde
(¡horror de los horrores!) te han designado a ti como conductor y
bebes cola? Al principio te irrita o te molesta pero luego te das cuenta
de que en realidad te lo estás pasando pipa. Te asombra tanto, que al
día siguiente comentas a tus amigos cómo te colocaste sólo con
refrescos y que es algo extraño que pudiste pasarlo bien sin beber
alcohol. Llegas a la conclusión de que tenía que haber sido una
especie de respuesta empática, inducida al encontrarte entre gente
que bebía (o tal vez había algo especial en la cola). El lavado de
cerebro en cuanto al alcohol es tan poderoso que en vez de darte
cuenta de la verdad, que no necesitas el alcohol para pasarlo bien,
ves la experiencia como un extraño acontecimiento puntual. Hace
poco fui a un entierro donde se servía alcohol. Era una ocasión triste.
El hecho de que sirviesen alcohol no hizo que todos estuviésemos
felices y no nos inducía a todos a empezar a bailar.
Así que ¿qué piensas? ¿Es una coincidencia que los momentos en
los que el alcohol nos hace sentir felices, relajados y alegres tienden
a ser situaciones felices, relajadas y alegres de todos modos? Si te
sientes deprimido y te encierras y bebes alcohol ¿de repente te
sientes feliz? ¡Por supuesto que no! Recuerda que el alcohol es un
depresivo. Esto significa, que cuánto más bebes, tanto más deprimido
te vuelves. Es un hecho interesante que el alcohol esté implicado en

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el 65%-70% de los suicidios. Así que si el alcohol te hace feliz, ¿por
qué narices querrías suicidarte? Si el alcohol verdaderamente
proporcionara placer y te hiciera sentir feliz, entonces, sería fácil
curar la depresión: un par de cervezas y te sentirías de maravilla otra
vez.
Las personas no se suicidan cuando se sienten felices. Lo hacen
cuando se sienten deprimidas. Si te sientes deprimido y bebes
alcohol, acabas sintiéndote aún más deprimido. ¿Has oído en alguna
ocasión a alguien que dice cosas horribles e hirientes a su pareja
cuando ha estado bebiendo alcohol? ¿Cosas que ni en sueños se le
ocurriría decir cuando está sobrio? ¿Has observado en alguna ocasión
a gente peleándose cuando han estado bebiendo, dando voces,
comportándose de modo violento y agresivo? ¿Pensaste en algún
momento: “Lo que necesita esta persona ahora mismo es una copa
para que se sienta feliz:”? ¡Por supuesto que no!
El agua fresca quita la sed de verdad. Sé con un 100% de certeza,
que cuando bebo agua tengo menos sed. Esto es porque el agua
siempre proporciona este efecto real y auténtico. El beber alcohol no
proporciona un efecto placentero, no te hace feliz; no hace más que
aliviar la sensación incómoda producida por la retirada del alcohol
mismo y causa, un cortocircuito en el funcionamiento de tu cerebro.
El alcohol no te hace feliz pero uno de los principales efectos del
“cortocircuito” es eliminar el miedo. “¡Aaa!” dices. “Esto tiene que ser
bueno“. En realidad es especialmente peligroso ya que el alcohol
empeora no sólo tu coordinación, sino también tus reflejos. En otras
palabras, te vuelves menos capacitado pero crees que eres más
capacitado. Esto es otro ejemplo de que la realidad está siendo lo
opuesto a la percepción.
Tal vez, estés pensando: “Estoy de acuerdo con esto pero estás
hablando de cómo el alcohol afecta a aquellas personas que beben
mucho; si sólo bebes un poco no es tan malo. Un poco de alcohol te
hace alegre y feliz”. La ilusión del placer que se experimenta cuando
se bebe alcohol, está causada en primer lugar, por el alivio parcial de
los síntomas producidos por la retirada del alcohol y el cortocircuito
que altera la mente. Aquí es donde los adictos al alcohol creen que se
encuentra el placer. No estamos hablando aquí de los otros supuestos
beneficios maravillosos y milagrosos, sino simplemente “del efecto”.
Muchos clientes han intentado describir este efecto como una especie
de leve mareo o colocón. Imagínate por un momento que estás
comprando en el supermercado, de repente y por ninguna razón
aparente, sientes la misma sensación de leve mareo, ¿qué
pensarías? “¡Joé! ¡Qué suerte tengo de sentirme tan mareadillo y
contentillo!” Pues no. Probablemente te asustarías un poco y
buscarías asistencia médica.

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Yo bebía alcohol por las mismas razones que cualquier adicto a
cualquier otra droga. Sentía que no podía hacer frente a la vida o
disfrutarla sin mi droga. De verdad creía que conseguía un auténtico
placer del alcohol y que bebía porque quería hacerlo. La realidad es
que nunca elegí ser adicto al alcohol y nunca conseguí un placer
verdadero.
Como escribí antes, el alcohol elimina el sentido del miedo y
corrompe los procesos racionales del pensamiento. Nos volvemos
atontados cuando bebemos alcohol. “¿Y qué?” te dices. “¿No es
bueno relajarse de vez en cuando, soltarse la melena, hacer un
poquito el tonto?” Estoy de acuerdo. Creo que es maravilloso
relajarse, soltarse la melena y hacer el tonto pero no necesitas
alcohol para hacerlo. Creo que es muy importante poder actuar sin
inhibiciones, disfrutar de la vida como un niño. Pero si, igual que un
niño lo haces sin alcohol, entonces conseguirás los beneficios reales y
verdaderos de hacerlo. Para mí, esto es uno de los mayores
beneficios de no beber alcohol: estar presente, ser yo. Cuando bebes,
no estás presente, no eres “tú” y ésta es la razón por la que no
merece la pena hablar con muchas personas cuando están bebiendo
alcohol; no están “ahí”, no están presentes. El alcohol te aleja de tus
sentidos; perjudica tu capacidad de pensar; es una droga depresiva,
no eres tú. Cualquier emoción que tienes bajo los efectos del alcohol
simplemente no es verdadera. Si salimos de la trampa del alcohol y la
podemos ver desde fuera, podemos ver claramente que el alcohol
realmente no hace a las personas felices y que no encontramos
ningún placer genuino en beber alcohol.
Toda idea de beber sólo un poco, es una falacia. La naturaleza de
la droga del alcohol es que te haga querer beber más. Esa es la
naturaleza de cualquier adicción, hacerlo de modo compulsivo hasta
que no podamos hacerlo más.
Si queremos demostrar que lo tenemos todo bajo control, tenemos
que recurrir constantemente a la disciplina y fuerza de voluntad. Esta
es la trampa del alcohol. Podríamos intentar estar en estas
situaciones sin el alcohol pero entonces, sentiríamos un vacío y nos
sentiríamos privados.
Sé honesto contigo mismo, ¿has bebido alguna vez alcohol sin
haber sentido placer y felicidad? ¿Has bebido alguna vez alcohol y
después sientes ganas de discutir? ¿Has bebido alguna vez alcohol y
seguidamente te sientes estresado? ¿Has dicho cosas hirientes a
alguna persona cuando estás bajo los efectos del alcohol? Si has
respondido sí a cualquiera de estas preguntas, entonces es muy
evidente que el alcohol no te proporciona ningún placer real ni te
hace feliz.
Cuando estoy de juerga lo paso muy bien sin alcohol. Me encanta
bailar, cantar, jugar y hacer el payaso. Una gran ventaja de no beber

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es que puedo recordar todo al día siguiente. No tengo resaca y ya no
sufro esos momentos cuando me moría de vergüenza al recordar lo
que hice la noche anterior. Ya no tengo que pedir disculpas por mi
comportamiento.
Sigue ocurriendo, cada equis tiempo, que alguien me ofrece una
copa que no acepto. Primero empiezan a engatusarme: “Vamos, es
una fiesta, estamos de vacaciones, etc”. Cuando digo que no bebo
alcohol, la reacción o bien es de vergüenza (sienten que han
cometido una especie de metida de pata social), o te echan una
mirada de complicidad; los que no tienen pelos en la lengua dicen en
voz alta lo que los demás están pensando probablemente: “¿Tienes
un problema con el alcohol?” Respondo: “¿Cómo puedo tener un
problema con el alcohol si no lo bebo?” Es como preguntarme si
tengo un problema con la heroína simplemente porque no la
consumo. El hecho es que bebo todo el alcohol que quiero beber,
cuando quiero beberlo y donde quiero beberlo. Puede que la segunda
pregunta sea: “¿No lo encuentras difícil?” “¿No será muy divertido,
no?” La persona que hace las preguntas cree que bebe alcohol porque
elige hacerlo y que consigue un verdadero placer cuando bebe. La
idea de abstenerse de tomar alcohol en una situación social
representa sufrimiento para él, privación y ciertamente el no poder
pasarlo bien. Lo que no ve es que él ha bebido alcohol en cada
situación social de su vida adulta; no puede imaginar una situación
social sin alcohol. Puede que la única vez que ha estado sin alcohol en
una situación social ha sido cuando estuvo obligado a no beber por la
razón que sea – medicación, trabajo, ser el conductor, presión
familiar. Es muy probable que en estas ocasiones se sintiera privado.
El lavado de cerebro simplemente no permite la idea de pasarlo bien
sin alcohol.
El hecho es que el alcohol no hace buena una fiesta o cualquier
ocasión social, pero está claro que ha destruido unas cuantas. El
hecho es que el alcohol no te hace feliz, es sólo que te sientes infeliz
cuando no lo tienes. Has bebido alcohol en cada reunión social
durante toda tu vida adulta. No puedes imaginar cómo sería la vida
sin alcohol en estos momentos. No es que el alcohol te hace feliz en
estos momentos, es sólo que te sientes mentalmente privado si no
puedes llenar la “necesidad”, el vacío sin alcohol. De esta manera, el
alcohol destruye tu valor (hablaré de esto, más adelante). Sientes
que no puedes hacer frente a situaciones o disfrutar de otras en la
vida sin llenar la necesidad por esta droga que ha sido creada por la
propia droga. Yo podría beber alcohol si quisiera hacerlo pero el
hecho es que no quiero hacerlo. No porque es malo, sino porque no
tiene absolutamente ningún sentido. Puedo sentirme cómodo en
situaciones sociales sin tener que aliviar primero una ansiedad creada
por el alcohol. Me siento completo y con confianza en mí mismo sin
tener que llenar un vacío con una droga que nunca necesité en primer
lugar.

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El alcohol funciona de la misma manera que cualquier droga que
produce adicción. Cuanto más bebes, tanto mayor tu tolerancia;
cuanta mayor es la tolerancia, tanto menos es el alivio que recibes
(cuando bebes la misma cantidad); cuanto menor es el alivio, tanto
más necesitas beber pero está claro, si bebes más, entonces
aumentas tu tolerancia. Llegas al punto en el que ya no tiene tanto
que ver con si quieres beber o no, sino tiene más que ver con si
tienes la oportunidad de hacerlo o no: una fiesta, una comida, una
celebración, ahogar penas, una boda, sábado por la noche, si hace
frío… ¿A quién le importa? Siempre y cuando puedas justificar una
copa. El alcohol no hace buena una ocasión social, es sólo que sin el
alcohol te sientes privado y miserable. Sin alcohol no eres “tú”. El
alcohol ha creado un vacío y si no lo llenas con alcohol, ni siquiera
empiezas a sentirte normal. La ironía de esta situación es que si no
eres adicto al alcohol, podrías sentirte completo sin tener que
beberlo. La realidad es que una vez estés bebiendo alcohol, ya no
eres “tú”. Tu cerebro tiene un cortocircuito, tu juicio y coordinación
están distorsionados. No estás presente. Tus emociones no son
reales. El maravilloso efecto placentero no es más que una enorme
ilusión gorda ocasionada por el lavado de cerebro y por el efecto
químico cuando la droga alivia la ansiedad creada por sí misma,
mientras que a la vez, causa el cortocircuito en el cerebro.
La siguiente gran falacia es que…

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11. Me ayuda a relajarme
“Me ayuda a relajarme.” Es la segunda justificación más común que
encuentro en mis sesiones. Siempre pregunto en qué situaciones
creen las personas que el alcohol les ayuda a relajarse. Las
situaciones más comunes son: volver a casa después del trabajo,
domingo por la tarde en casa. Descubrimos que el alcohol relaja en
situaciones y circunstancias las cuales en sí, son situaciones de relax
bebamos alcohol o no. Algo que tienes que tener bien claro es que
son las situaciones y las circunstancias las que cambian, nunca el
efecto de la droga.
Acabamos de hablar de cómo el alcohol te anima aparentemente,
cómo te estimula en situaciones sociales; ahora vamos a hablar de
cómo te relaja aparentemente – un efecto completamente opuesto al
estado anterior. ¡Asombroso! ¿Verdad? Si intentara venderte una
píldora y te dijera que te animaría, puede que me creas. Pero si luego
siguiera diciéndote que además la misma píldora también es capaz de
causar el efecto exactamente opuesto: relajarte, ¿comprarías esta
píldora o pensarías que se tratara de una especie de timo? El hecho
es que tendrías que ser idiota para comprar tal píldora. Pero esto es
justamente lo que nos dice el lavado del cerebro en cuanto al alcohol;
nos lo han vendido así y nosotros hemos comprado esta idea sin
analizarla.
Durante los años cuando bebía alcohol, normalmente bebía un par
de pintas a medio día; al llegar a casa, me quitaba la corbata, la
chaqueta y los zapatos con una patada y, si el tiempo me lo permitía,
me sentaba en mi sillón del jardín. (Si no hacía suficientemente buen
tiempo, me sentaba en el salón mirando por la ventana). Ponía los
pies en alto y abría una cerveza. (A veces, lo variaba con un “gin-
tonic”). La sensación de relax llegó en el instante en que probé el
primer sorbito y muchas veces lo acompañaba con un enorme respiro
de alivio. En otras palabras, me sentía inmediatamente relajado,
incluso antes de que el alcohol tuviera tiempo de surtir su
efecto fisiológico. Todos hemos experimentado el efecto relajante
producido sólo por tener una copa en la mano. De manera que está
claro, que lo que experimentamos en este momento es el alivio de la
ansiedad mental por el alcohol.
Incluso si no bebes alcohol, volver a casa después del trabajo y
poner los pies en alto es relajante. Cuando somos adictos al alcohol
no podemos sentirnos relajados hasta que no hayamos satisfecho
tanto la ansiedad mental como física por el alcohol. La ansiedad física
es tan leve que es casi invisible. Este es uno de los problemas con la
retirada del alcohol: los síntomas son normalmente tan leves que no
sabemos que están ahí; sólo somos conscientes que nos apetece una
copa.

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Con una droga como la heroína es abundantemente claro que la
razón por la que el adicto a la heroína necesita heroína, no es tanto
para conseguir el estado “maravilloso”, sino para aliviar los terribles
bajones que la misma droga crea. Todos hemos sufrido en alguna
ocasión los efectos al día siguiente por haber bebido demasiado, tus
manos y/o cuerpo están temblando y te sientes enfermo. Se trata de
un envenenamiento puro y duro; de una ansiedad aguda producida
por la retirada del alcohol. Si en alguna ocasión te has levantado así,
¿has pensado: “¡Gracias a Dios que bebí tanto ayer, me siento tan
relajado esta mañana!”? No, ¿verdad? Entonces, ¿qué causó esta
sensación? El alcohol.
Muchas veces observaba a mi padre en este estado. Su solución
normal fue beber una botella de “Underberg” (44% alcohol/volumen).
Juraba que se sentía mejor después de habarla bebido. Igual que el
adicto a la heroína, tomaba la droga para aliviar los síntomas
causados por la retirada de la droga.
El hecho es que en estas situaciones, el adicto al alcohol
verdaderamente se siente más relajado de lo que se sentía hace un
momento pero no se siente tan relajado como alguien que no
necesita alcohol. El alcohol sólo relaja hasta el punto en el que alivia
parcialmente el malestar causado por la misma droga.
Prácticamente todos los días tengo un momento cuando me relajo
y descanso. Anticipo sentirme mejor después, mi cuerpo se siente
renovado, las pilas recargadas, mi mente más capaz de centrarse;
mejora el nivel de mi bienestar.
El alcohol no puede hacer ninguna de estas cosas ya que estresa al
cuerpo. Acabas peor. Está científicamente demostrado que el alcohol
causa lo siguiente: primero causa un subidón de azúcar lo que resulta
en un rápido bajón del nivel de azúcar en sangre, deshidratación de
todo el cuerpo (especialmente el cerebro); estresa y enferma el
hígado y los riñones. Esto no es exactamente relajante ¿verdad? No
sé lo que te parece a ti pero esto me suena exactamente a lo opuesto
que busco y espero cuando me relajo.
No me disculpo por machacarte con esto pero es realmente
importante que entiendas que el efecto de la droga siempre es el
mismo, son sólo las justificaciones que empleamos, las que cambian.
Imaginemos que la empresa donde trabajas se vende a otra y
estás seguro que esto significa que te van a ascender… salgamos a
tomar algo para celebrarlo. Luego deciden que no te necesitan y en
vez de ascenderte, te echan…vamos a tomar algo para ahogar las
penas. La misma persona bebiendo dos días seguidos para conseguir
dos efectos totalmente opuestos.
Un señor que vino a una sesión estaba convencido de que el
alcohol le ayudaba a relajarse y a dormir. Bebía unas 8 pintas de
cerveza extra fuerte por las noches antes de acostarse. El hombre

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estaba muy hinchado y se sentía enfermo. Lo que él describía como
sueño en realidad, era un coma. El alcohol es tan tóxico que tu
cuerpo intenta eliminarlo lo antes posible. El 95% de esta eliminación
se lleva a cabo en el hígado. En una persona sana, el hígado
eliminará una unidad de alcohol por hora. Si ingieres por encima de la
velocidad con la que tu cuerpo puede hacerle frente, tu cuerpo
entrará en coma. En otras palabras, tu cuerpo no puede mantenerte
despierto y vivo a la vez. Un coma no es un tipo de relajación, es un
mecanismo de emergencia que el cuerpo emplea. Está a un paso de
la muerte. ¿Cómo te sientes al día siguiente cuando has estado
envenenado por el alcohol? ¿Relajado? Te sientes cansado, letárgico;
no te puedes concentrar, tus manos tiemblan. El hecho de que estás
acostumbrado a sentirte así no significa que sea normal o natural.
Vuelvo a mi punto anterior. ¿De verdad crees que el alcohol te relaja?
¿Qué esperas cuando te relajas?
Si has salido algún sábado por la noche y has visto a gente
peleándose, ¿qué piensas? “Lo que necesitan es un poco de alcohol
para tranquilizarse.” ¡Por supuesto que no! Cuando ves a hinchas del
fútbol intentando matarse o dañándose los unos a los otros o a un
policía ¿pensarías que todo lo que necesitan esos chavales es un poco
más de alcohol para calmarse? ¡Por supuesto que no! Piénsatelo, si el
alcohol relajara verdaderamente, tu médico te lo recetaría para el
estrés ¿verdad? Dado que el 90% de la población adulta toma esta
droga “relajante”, tendríamos que estar viviendo en una de las
naciones más relajadas de la Tierra. No deberían existir los crímenes
violentos, ya que todos estarían muy relajados. Las cosas no están
así, ¿verdad? Porque verdaderamente el alcohol no relaja.
Te escucho insistir: “Pero el alcohol sí me ayuda con el estrés…”

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12. Me ayuda con el estrés
Esto es un buen ejemplo del poder del lavado de cerebro. El alcohol
es de hecho la causa principal del estrés en la vida del adicto al
alcohol. Está claro que cierta cantidad de estrés en la vida es normal
y útil. Forma parte de la vida del ser humano, bebas alcohol o no. La
vida tiene sus altibajos, ya sabes, así es la vida. Sería maravilloso si
los problemas de la vida llegaran en intervalos regulares pero los
problemas son como los autobuses: durante un tiempo no llega
ninguno y de repente llegan tres a la vez.
El cuerpo humano es una máquina maravillosa; ha evolucionado a
lo largo de millones de años. Aunque es capaz de hacer muchas
cosas, la supervivencia es la prioridad más importante. Nuestros
cuerpos han diseñado una maravillosa serie de señales químicas para
asegurar que hagamos lo que se requiere hacer para sobrevivir. Por
ejemplo, para asegurar que comamos, nuestros cuerpos crean una
sensación que se llama hambre; para asegurar que bebamos, la sed.
El dolor, considerado por muchos como una maldición, en realidad es
muy útil. En general cuanto más intenso el dolor, tanto más serio es
el problema y las consecuencias para nuestra supervivencia.
Uno de los verdaderamente grandes problemas en nuestra
sociedad es lo que llamo yo la mentalidad “tómate algo”. Da igual el
problema, la solución que siempre se sugiere es “tomarte algo” – una
pastilla, una bebida o algo. Gran parte de la medicina moderna y
prácticamente todo lo que produce la industria farmacéutica se dedica
a vender drogas que tratan los síntomas y no las causas. Por
ejemplo, la aspirina se vende como la solución para el dolor de
cabeza como si el dolor de cabeza fuera el problema. El problema no
es el dolor de cabeza, sino es lo que está causando el dolor de
cabeza. Un dolor de cabeza podría significar que estés deshidratado;
puede que signifique que estás bebiendo demasiado café; puede que
signifique que necesitas gafas, que necesitas más luz en tu escritorio.
El dolor de cabeza es una luz de advertencia que te avisa de que algo
no está bien. Así que, ¿qué hacemos con la mentalidad “tómate
algo”? Apagamos la luz de advertencia.
Hace muchos años, un compañero de trabajo me comentó que
unos días antes, mientras conducía, empezó a parpadear una luz de
advertencia en el coche; a él le parecía que era la luz de arranque.
Cuando le pregunté qué hizo, me contestó: “Lo cubrí con el paquete
de tabaco.” Fue una respuesta graciosa. Es obvio, que al día siguiente
se encontró en la autopista esperando a la grúa. El problema no fue
la luz de advertencia, sino su generador del coche. Puede que estés
pensando: “¡qué tonto!” Pero antes de que ridiculices el
comportamiento de mi amigo, piénsatelo, él hablaba sólo de su
coche. La mayoría de nosotros tratamos nuestros cuerpos de la
misma manera, ¡incluso peor!

52
Todos nos volvemos estresados a veces. Así es la vida. Parte de la
vida es aprender a identificar y gestionar las causas efectivamente
porque de este modo reduciremos nuestro estrés. Nos han lavado el
cerebro para que cuando nos encontramos en estas circunstancias la
solución es ir a visitar a nuestro médico de cabecera que tiene una
sala de espera llena de pacientes enfermos y que probablemente,
sólo puede dedicarte unos seis minutos de su tiempo. Con muy
buenas intenciones es probable que te recete algún tipo de
ansiolítico. Tomas uno y te sientes mejor. No has resuelto el
problema; sólo has apagado “la luz de advertencia”. Cuando el efecto
de la pastilla se pasa, sigues con las mismas circunstancias que
causaron tu estrés en primer lugar. En realidad, es muy probable que
estas circunstancias originales estresantes hayan empeorado porque
no les has hecho frente. Así que, añadido al estrés original ahora
tienes el bajón causado por la pastilla. ¿Qué podemos hacer? ¡Anda!
tomar otra pastilla. He trabajado con clientes adictos a los
ansiolíticos. Después de años de estar tomando ansiolíticos, su
tolerancia es tal, que incluso con la máxima dosis diaria permitida
reciben poco o ningún beneficio. Es sólo que se sienten aterrorizados
si no pueden tomar sus pastillas; por supuesto, añadido a esto, les
entra pavor pensar en lo que les podría ocurrir si dejaran de tomar
las pastillas. Son adictos. En vez de resolver el problema original, han
creado otro.
Con el alcohol nunca alivias el estrés de verdad, en realidad, creas
más estrés. Cuando te despiertas después de una noche de juerga,
estás físicamente, económicamente, emocionalmente y
probablemente socialmente peor que estarías si no hubieras tomado
la droga. A nivel físico, simplemente no eres tan capaz de hacer
frente a las cosas como lo serías si no hubieras tomado la droga.
Recuerda que se tardan entre tres y diez días en eliminar la droga de
tu cuerpo. De manera que el día después de beber alcohol, aún sufres
la presión física de estar intentando eliminar el veneno. Es probable
que estés pensando: “esto no es mi caso ya que yo me siento
perfectamente normal”. El problema es que después de tanto tiempo
consumiendo alcohol estás casi constantemente intentando
recuperarte de los efectos de la última copa. Como mínimo, estarás
levemente estresado físicamente por los efectos del envenenamiento
por el alcohol y siempre estresado por el mono producido por la
retirada de la droga. Puede que no reconozcas esta sensación de leve
estrés como el mono; es probable, que lo achacas al estrés de la
vida, la familia, lunes por la mañana etc.
Algunos adictos al alcohol discuten este punto conmigo diciendo:
“Vale, entiendo esto, pero al menos consigo un alivio cuando alivio el
estrés de querer una copa.” ¿Cuántas veces salimos con la idea de
tomar una sola copa y acabamos tomando dos, tres, cuatro y
emborrachándonos? ¿Era yo feliz y estaba relajado cuando estaba
borracho? No fui “yo”. No estaba presente.

53
Piensa por un instante: ¿Te has sentido tenso en alguna ocasión
mientras bebías alcohol? ¿Agresivo? ¿Malicioso? ¿Enfadado? La
verdad es que todos nos hemos sentido así. Así que ¿Cómo podemos
creer que el alcohol alivia el estrés cuando todos nos hemos sentido
estresados mientras bebíamos alcohol?
Escribí antes que entre el 80% y 90% de los homicidios se pueden
relacionar con el alcohol de alguna manera. Hace poco vi en las
noticias como un hombre se emborrachó, volvió a casa y disparó a su
mujer, hija y suegra antes de matarse a sí mismo. No pensamos:
“Menos mal que tomó una copa antes, sino sabe Dios a cuántas
personas hubiera matado.” Si creemos que el alcohol alivia el estrés,
nos tranquiliza y nos hace felices, sería lógico pensar esto pero no lo
pensamos porque en nuestros corazones, sabemos que el alcohol no
alivia el estrés, sino que lo causa. Tal vez, el mayor estrés de todos
es tener que controlar el consumo constantemente. De todos los
beneficios que recibes cuando dejas el alcohol, éste tiene que ser el
mejor. Simplemente ser libre. No tener que emplear la fuerza de
voluntad y disciplina para evitar beber demasiado. No tienes que
hacer pequeñas pruebas constantemente para demostrar que lo
tienes controlado.
Tengo menos estrés en mi vida ahora. Siempre soy más capaz de
hacer frente y gestionar las situaciones estresantes ya que no tengo
el estrés adicional de tener que hacer frente a una adicción al alcohol.
Sí pero …

54
13. ¿El alcohol te da valor?
He hecho muchas cosas estúpidas y peligrosas bajo los efectos del
alcohol. He arriesgado mi vida porque sí. Casi me he matado a mí
mismo y a otros cuando estaba bajo los efectos del alcohol. Pero en
ningún momento, describiría cualquiera de estos actos como actos
valientes. ¿Por qué no? Porque no tenía miedo. La definición de valor
o valentía es hacer algo peligroso a pesar del peligro y de tu miedo.
El miedo se considera por algunos como una debilidad; el temor
irracional puede debilitar (por ejemplo, fobias como miedo al volar).
Sin embargo, el miedo es sano y vital para nuestra supervivencia.
Cuando bebes alcohol, eliminas el miedo, tu miedo. El alcohol además
perjudica tu capacidad para juzgar y te atonta. Ya que no funcionan
bien tus mecanismos de defensa normales, te vuelves vulnerable, es
decir, un peligro para ti mismo y para otros.
El alcohol elimina tu miedo y la capacidad de analizar y juzgar los
peligros presentes en las situaciones. Esta es la razón por la que
conducir bajo los efectos del alcohol es muy peligroso. Para conducir
de manera efectiva y segura, es necesario sentir una leve tensión;
necesitas poder apreciar los peligros potenciales. El alcohol elimina tu
miedo, lo que te hace sentirte más capaz y con más confianza,
mientras que a la vez, retrasa tu tiempo de reacción, empeora tus
reflejos, tu percepción y anticipación. Es difícil imaginar una
combinación más mortal.
En mi juventud, en la marina mercante, vi y participé en varias
peleas. Prácticamente todas ocurrieron bajo los efectos del alcohol.
He visto cómo han roto una botella en la cara de varias personas,
cómo les han dado patadas en la cabeza; cómo las personas han sido
acuchilladas, cómo han sufrido daños permanentes como
consecuencia de una pelea inducida por el alcohol. Entre los machos
jóvenes existe bastante el síndrome de “sacar pecho”. Esto se debe a
una sobredosis de testosterona; es superior a ellos; son víctimas de
sus hormonas.
Aunque esto a veces acaba en una “pelea”, la verdad es que nadie
quiere sufrir daños; si no se ha bebido, puede que haya algún
empujón, cada persona espera en secreto que alguien interrumpa la
pelea para disolverla; de esta manera, las dos partes pueden
separarse; el honor ha sido satisfecho y no se han ocasionado
muchos daños. Sin embargo, bajo los efectos del alcohol, estos
instintos naturales de auto preservación desaparecen y sin la
presencia del miedo que normalmente actuaría como freno, las
probabilidades de que acabe todo con violencia real aumentan. He
visto cómo chavales con un físico parecido a Woody Allen intentan
meterse con tíos que pesan 120 kilos tipo "Terminator" con las
proporciones de un frigo americano. No pensaba que eran valientes,
sino que pensaba que estaban borrachos y/o estúpidos. Cuando no
hemos bebido, el sistema de chequeos y verificaciones internos

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funciona para protegernos. Somos capaces de analizar las situaciones
de manera efectiva, interpretando las pistas sociales de modo
correcto, juzgando la respuesta más apropiada. Cuando no hemos
bebido, ganar una pelea significa que una vez esté en el suelo el otro
tío y le has dado un par de patadas, el honor ha sido satisfecho;
terminó la pelea. Además, nuestro miedo a ocasionar algún tipo de
daño permanente nos impide que sigamos.
Sin embargo, en una pelea con el alcohol como combustible, las
dos partes han perdido su miedo. En primer lugar, no tienen miedo a
provocar la pelea. (Muchas veces se provocan las peleas con el
pretexto más pobre: “¡Acabas de tirar mi bebida!”). Tampoco hay
miedo a ocasionar daños permanentes o incluso la muerte. Recuerdo
encontrarme en una pelea de borrachos cuando tenía unos 18 años;
hallarme en el suelo; los “otros” en mayoría y uno que gritaba: “Dale
una patada en la cabeza…”. Nuestra capacidad para juzgar se
encuentra seriamente afectada.
He mirado las estadísticas y análisis de crímenes y violencia
asociados con el alcohol en Europa y en los Estados Unidos. Una cosa
está bien clara: existe una relación muy estrecha entre el alcohol y la
violencia. A nivel nacional, las cifras proporcionan una lectura que da
miedo:
• Entre el 80% y 90% de todos los homicidios está relacionado
con el alcohol.
• Aproximadamente el 60% de todas agresiones sexuales está
relacionado con el alcohol.
• En aproximadamente el 60% de toda violencia doméstica, una
o las dos partes, han consumido el alcohol.
Podría seguir pero creo que tienes la idea. El alcohol no te hace
más valiente, afecta tu capacidad para juzgar; elimina tu miedo, te
hace estúpido. Es difícil imaginar una mejor definición de lo que
no es el valor. El problema es que el adicto al alcohol cree en la
ilusión igual que lo creen sus amigos adictos al alcohol y de este
modo persiste el mito.
El valor es la capacidad de hacer frente a situaciones peligrosas o
difíciles a pesar de cualquier miedo que puedas tener. Cuantas más
veces lo haces, tanto más valiente te vuelves. El valor no tiene que
ver sólo con hacer frente al peligro físico, sino que muchas veces
tiene que ver con hacer frente a situaciones que suponen un desafío
emocional en el trabajo o en relaciones personales. Muchas veces, no
se trata más que de hacer algo fuera de tu “zona de confort” (donde
te sientes cómodo, donde todo está controlado), cambiar un hábito o
probar algo nuevo.
Es un pequeño paso entre creer que el alcohol nos da valor a creer
que necesitamos el alcohol para tener valor. El efecto real del alcohol

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es mermar nuestro valor. Una adicción a cualquier droga crea un
miedo constante. El miedo a no poder pasarlo bien o hacer frente a la
vida sin alcohol; el miedo a no beber y el miedo a seguir bebiendo.
Por supuesto, cuanto más miedo tienes tanto más crees que
necesitas el alcohol y mucha menos probabilidad vas a tener de
practicar el valor. Cuando ves a un vagabundo en la calle bebiendo de
su tetrabrik, no piensas: “¡Guau! Él tiene que tener mucho valor con
todo lo que bebe.” ¡Por supuesto que no! Es obvio que el pobre
hombre ni siquiera puede encontrar el valor para hacer frente al día
sin beber alcohol primero.
¿Has visto en alguna ocasión la película de Walt Disney “Dumbo”?
Brevemente, es una historia típicamente “Disney” sobre el triunfo
personal de un individuo sobre algún aspecto de sí mismo.
Específicamente “Dumbo” trata de un elefantito de circo con orejas
gigantescas que puede volar. Dumbo se gana la vida saltando de
gran altura para aterrizar en una pequeñita piscina. A pesar de las
pruebas, Dumbo no tiene ninguna confianza en su capacidad para
volar. Cree que su capacidad se debe totalmente a una plumita
mágica que se coloca en la trompa. La mera idea de tener que actuar
sin esta plumita le llena de terror. De manera que, desde su
perspectiva, su capacidad, el valor y la confianza provienen todos de
la plumita “mágica”. Por supuesto, todos los niños que miran la
película saben que Dumbo puede volar no por la plumita “mágica”
sino por sus orejas tan grandes. Durante la mayor parte de la
película, Dumbo sufre bastantes abusos (normalmente por parte de
los otros elefantes); sufre muchas indignidades, insultos y abusos
hasta que un día, durante una actuación espectacular en el circo,
tiene que saltar de una torre altísima; pero al saltar el viento le
arranca la plumita de su trompa. De repente, se encuentra sin la cosa
que creía que le daba su capacidad para volar, su valor y confianza.
En este momento descubre que no necesita la plumita, sino que es
capaz de hacerlo todo por sí mismo. De repente, se da cuenta de que
nunca necesitaba la plumita, no fue más que una ilusión. Como
puedes imaginar, a partir de este momento la vida de Dumbo cambia
a mejor. Descubre su valor y aprende otra cosa muy importante: que
cuanto más empleas tu valor, tanto más valiente te vuelves.
Volviendo al vagabundo, ¿De verdad crees que él creía que
acabaría en la calle bebiendo de un tetrabrik y fumando las colillas de
otras personas? Lo dudo mucho. Él, igual que todos nosotros, fue
atraído por un cebo poco a poco para depender cada vez más del
alcohol. Igual que todos nosotros llegó a la fase en la que sentía que
no tenía el valor de hacer frente a situaciones sociales sin alcohol. Se
sentía miserable sin alcohol y más feliz con una copa, de manera que
llegó a la conclusión errónea de que el alcohol le hacía feliz.
La adicción al alcohol funciona de la misma manera que la adicción
a cualquier droga. Cuanto más te tira hacia abajo, tanto más

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dependiente de ella te sientes. Tienes que emplear cada vez más
fuerza de voluntad y disciplina para no beber demasiado. Sientes que
no puedes parar y así te engañas a ti mismo creyendo que puedes
controlarlo. Tu vida se convierte en una serie de pequeñas
demostraciones sin sentido para demostrar que lo tienes
verdaderamente controlado. Sientes que no puedes compartir tus
temores ya que el lavado de cerebro ha adherido un estigma al
admitir que te preocupa el efecto que el alcohol tiene sobre tu vida.
Por esto, parece que eres el único con un “problema”. Escuchas a
otros que presumen y alardean de cómo pueden dejarlo cuando
quieran: “¡Una semana sin tocar gota de alcohol!”, “Nunca bebo entre
semana” o “Nunca bebo durante el día.” Ellos, igual que tú, están
desesperadamente intentando demostrar a los demás que no tienen
un problema con el alcohol, y lo que es más importante,
tranquilizarse a sí mismos.
El simple hecho de que tienen que demostrar que lo tienen bajo
control significa que no lo tienen bajo control.
Por un instante, imagina que me acerco a ti y empiezo a contarte
que llevo toda una semana sin comer ni un solo mango. “Me da igual
si los como o no. El otro día estaba en una fiesta y comí poquísimos
mangos. Menos mal que no soy uno de estos pobrecitos que tiene
que comer mangos por las mañanas. ¡No, no! yo puedo esperar hasta
que llegue a casa antes de que necesite comer un mango. De verdad,
no tengo problema con los mangos; tengo mi consumo de mangos
bajo control.” Si me hubieras oído hablar de esta manera ¿qué
pensarías? ¿Que no tengo problema con los mangos y que lo tengo
todo bajo control? Creo que es muy probable que pienses: “¡Guau!
Este tío tiene un gran problema con los mangos”. Suena tonto cuando
sustituimos la palabra “alcohol” por la palabra “mango” pero creo que
me entiendes. El mero hecho de que tenemos que entrar en una
autojustificación tan elaborada significa que hay un problema. El
problema es que debido a que el 90% de la población bebe alcohol y
que en algún momento una gran proporción está pasando por este
proceso de autojustificación, todos acabamos creyendo nuestras
propias mentiras.
Cuanto más el alcohol destruye tu valor y autoconfianza, tanto
menos capaz eres de resistir la presión a beber y así, igual que
cualquier droga, te tira más y más hacia abajo, y cuanto más hacia
abajo te tira, tanto más dependiente de ella te sientes.
Como he dicho antes, dejar de beber alcohol es maravilloso y fácil.
La única dificultad es el lavado de cerebro, la idea de que
necesitamos alcohol. En cierta manera, cuando dejas de beber esto
significa un doble “golpe” en el sentido de que vemos el dejar de
beber alcohol como una cosa terriblemente difícil de hacer; creemos
que vamos a sufrir no sólo en los comienzos, sino durante el resto de

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nuestras vidas. Nos sentimos estresados. El lavado de cerebro nos
dice que el alcohol alivia el estrés. Así que, aquí estamos haciendo
frente a algo que vemos como estresante sin la muletilla que creemos
que necesitamos en situaciones estresantes.
El estrés en esta situación no es aliviado por el alcohol. Está
causado por el alcohol. Yo no padezco ninguno de estos estreses. A
pesar de lo que cree la mayoría de las personas, es un hecho que el
alcohol no puede aliviar el estrés.
Algunas personas llegan a creer, créelo o no, que el alcohol les
ayuda a concentrarse mejor…

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14. Concentración y capacidad recordatòria de estado
específico
Puede que te parezca absurdo que incluya algo aquí sobre cómo el
alcohol te ayuda a concentrarte. Estoy de acuerdo, es raro que
alguien pueda llegar a esta conclusión. Sin embargo, la idea de que el
alcohol te ayuda a concentrarse ha surgido algunas veces en mis
sesiones.
Cuando tenemos que hacer algo que requiere nuestra
concentración, lo primero que hacemos es eliminar todas las cosas
que podrían distraernos. Por ejemplo, puede que nos traslademos a
una habitación más tranquila; puede que desconectemos el teléfono.
Obviamente si tienes hambre o sed, comerás y beberás algo. Una vez
hayas eliminado todas estas cosas que podrían distraerte, estás listo
para centrarte en la tarea que tienes delante. Si eres adicto al alcohol
y crees que el alcohol te ayuda a concentrarte, entonces cuando
quieras intentar concentrarte, el pensamiento “necesito una copa”
vendrá a tu mente. Es parecido a tener un picor que no puedes
rascar. La leve sensación de mono producido por la retirada de la
droga más el pensamiento: “necesito una copa primero”, son
distracciones creadas por el alcohol en primer lugar. Son
agravaciones e irritaciones que una persona que no bebe alcohol
simplemente no sufre. Una vez más, vemos que la realidad es
opuesta a lo que el adicto al alcohol percibe.
El adicto al alcohol cree que el alcohol le ayuda a concentrarse,
mientras que desde una posición fuera de la adicción, está claro que
el alcohol crea una barrera adicional a la concentración. Incluso si el
adicto al alcohol toma una copa, no puede aliviar el mono
completamente, de manera que aún queda algo de distracción física.
Añadido a esto, tiene el cortocircuito alcohólico en su cerebro. Un
adicto al alcohol, incluso con el alcohol no tiene el nivel de
concentración que tendría si no fuera adicto al alcohol.
Algunas personas que beben mucho afirman que muchas veces
trabajan mejor después de un par de copas y por tanto llegan a la
conclusión errónea de que de alguna manera el alcohol les ayuda a
concentrarse. Una condición bastante común padecida por personas
que beben mucho alcohol es un síndrome conocido por el término:
“capacidad recordatoria de estado específico” lo que en la realidad
significa una capacidad recordatoria reducida. Esto significa que
la persona accede más efectivamente a los caminos de memoria
forjados bajo la influencia del alcohol, cuando está nuevamente bajo
la influencia de la misma droga. Esto explica el aparente aumento en
habilidad que experimentan los jugadores en los juegos típicos de los
bares, como los dardos, el billar, después del consumo de bebidas de
alcohol. No es inusual escuchar a estos jugadores decir y creer que
juegan mejor después de un par de copas. Sin embargo, el

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consumo del alcohol por sí sólo, no tiene ningún efecto
positivo en ningún conjunto de habilidades.
Las habilidades que se necesitan para estos juegos se aprenden
normalmente en el bar cuando el jugador ya tiene algún nivel de
intoxicación. Algo parecido a la creencia errónea de que un coma
alcohólico te ayude a relajarte, cuando está claro que está causando
un estrés tremendo al cuerpo, o de que el alcohol te aporte valor
cuando en realidad actúa como un cortocircuito a tus temores, pues
de una manera parecida, un adicto al alcohol puede fácilmente
confundir esta “capacidad recordatoria de estado específico” con una
mejora en la concentración o memoria. Sin embargo, lo contrario es
la realidad. El alcohol impide el funcionamiento de la memoria cuando
el adicto está en un estado normal, cuando no está bajo la influencia
del alcohol.
El alcohol no puede mejorar tu concentración pero si puede
degradarla o destruirla.
Sí, pero al menos el alcohol entretiene cuando estás aburrido…

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15. ¿El alcohol mitiga el aburrimiento?
El aburrimiento es un estado de ánimo. No puedes volverte menos
aburrido si bebes alcohol. Imagina que estás en casa y que estás
aburrido; no hay nada en la televisión, no tienes nada que hacer; la
casa está en orden, el jardín perfecto, el coche limpio; llueve y estás
metido en casa. Estás aburrido. Siempre tienes el leve malestar físico
de mono producido por la retirada del alcohol, el cual, mientras estás
ocupado haciendo algo por ejemplo, ordenando la casa, limpiando el
coche, trabajando en el jardín, es probable que ni siquiera seas
consciente de ello. Pero ahora, no tienes nada que te distrae y te
vuelves consciente de este pensamiento: “Me apetece una copa”.
Abres una cerveza y la bebes. ¿Te ha entretenido? ¿Piensas de
repente: “¡Guauu!, ya no estoy aburrido”? ¿Sientes que la cerveza te
ha dado una profunda fuente de estímulo intelectual que te deja
satisfecho? Piensas: “Siempre y cuando pueda tomar una cerveza,
nunca estaré aburrido:” ¡NO! Si te fijas, después de beber la cerveza
te sientes un poco mejor que hace un momento porque al beber el
alcohol alivias parcialmente el malestar que causó el alcohol en
primer lugar.
Si todos los efectos que hemos mencionado hasta ahora fueran
verdaderos, entonces el alcohol sería la droga “milagro” de todos los
tiempos: no sólo mitiga el aburrimiento, sino también te ayuda a
concentrarte; no sólo te relaja, sino que actúa de estimulante
también. La droga que puede darte el efecto que necesitas, lo que
sea, cuando quiera que la necesites. Si todo esto fuera verdad,
podrías conseguirla con receta, ¿verdad? De hecho, los médicos ya
tendrían la vida chupada.
Tenlo bien claro. El alcohol es una sustancia depresiva del sistema
nervioso central. Esto significa que impide el funcionamiento correcto
del sistema nervioso central y no hace otra cosa. Experimentamos
este envenenamiento como un cortocircuito en nuestra manera de
juzgar y nuestro control motriz. Elimina aquel filtro tan importante
entre el cerebro y la boca. Nos deja vulnerables y desprotegidos. Este
efecto nunca cambia, sólo cambian las circunstancias en las que
tomas el alcohol. Si te encuentras en una situación feliz, entonces
crees que te hace feliz. Si te encuentras en una situación estresante,
entonces aparentemente alivia el estrés. El único efecto que recibe el
adicto al alcohol cuando bebe alcohol es aliviar parcialmente la
ansiedad (sea mental o física) que el mismo alcohol crea.
Pero te has parado un momento a reflexionar en...

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16. El coste económico de beber alcohol
Cuando llegamos al tema del dinero en mis sesiones, la respuesta
más común es: “No me preocupa el dinero”. Puede que pienses lo
mismo. Pero mi pregunta es: ¿Por qué no te preocupa el dinero? Es
probable que mires aquí y allá para ahorrar un par de euros en las
necesidades de la vida pero con el alcohol, lo tomamos por sentado.
En base a la observación y precios actuales, el bebedor medio gastará
entre 100.000 y 150.000 euros a lo largo de la vida en alcohol. Hay
muchos bebedores que gastarán fácilmente tres veces más de esta
cantidad. El problema es que sólo pensamos lo que cuesta una
cerveza o a veces lo que gastamos en un día. Si creemos que no
podemos disfrutar de la vida sin alcohol, entonces asumimos que
tenemos que gastar este dinero si queremos salir de juerga. Cuando
estudiaba, estaba constantemente sin un duro. Tenía poco dinero,
pero tampoco tenía muchos gastos. La razón por la que no tenía ni un
duro es porque gastaba prácticamente todo mi dinero en tabaco y
alcohol.
Aparte del coste directo de la compra del alcohol, cuando estás
borracho, tienes adicionalmente otros costes indirectos: los taxis, el
dinero perdido en la parte trasera del asiento del taxi; pérdida de
móviles y gafas de sol; la porquería que comes (que ni soñarías
comer si estuvieras sobrio); los analgésicos para los dolores de
cabeza. ¿Qué precio pondrías sobre todo esto? He intentando hacer
una estimación aproximada y llego a la cifra de otros 25.000 - 35.000
euros.
Casi nunca pensamos en estos términos porque se gasta este
dinero en “pasarlo bien”. Mientras sigues creyendo que no puedes
pasarlo bien sin alcohol, entonces ¿qué elección tienes? Existen
además, los costes más sutiles asociados con el alcohol, como por
ejemplo, si estás constantemente bajo los efectos del alcohol (con
ansiedad por la retirada del alcohol o si estás aliviando esta ansiedad
consumiendo alcohol), no puedes rendir óptimamente en ninguna
tarea. Siempre estarás en desventaja sin poder emplear tu potencial
completo.
Luego están los costes adicionales de daños causados a tu
propiedad y la propiedad de otros. El daño misterioso en tu ropa, en
tu casa (puertas y ventanas rotas). Las oportunidades perdidas;
muchas personas se lo pensarían dos veces antes de ofrecerte un
trabajo o una colaboración si te han visto bebido. Luego están los
costes adicionales si te encuentras en una pelea; puede que te
detengan o acabes pagando una multa o algún tipo de compensación
a la otra persona. ¿Cuál es el enorme coste económico si pierdes tu
trabajo debido al alcohol? Para algunos de mis clientes fue la pérdida
de su trabajo lo que les hizo abrir los ojos de que tal vez tenían un
problema.

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Es sólo cuando empecé a trabajar ayudando a otros a liberarse de
su adicción al alcohol que me di cuenta de cuánto dinero había
gastado y perdido yo personalmente en alcohol. Es verdaderamente
asombroso ver hasta qué punto nos han lavado el cerebro para
aceptar esto. Creemos que es el alcohol lo que nos hace felices en
estas situaciones sociales. Nos han lavado el cerebro para que
creamos que “nada de alcohol=nada de vida social”, así que
aceptamos el dinero que gastamos en alcohol como algo necesario si
queremos ser felices o al menos tener una vida social.
Me di cuenta de que había gastado literalmente el equivalente a
decenas de miles de euros en algo que no hacía nada por mí, algo
que de hecho me hacía daño tanto físico como mental y que
aseguraba que simplemente no estuviera presente en algunos de
los momentos más importantes de mi vida. No es más que un timo
de proporciones gigantescas.
No te sirve de nada pedir ayuda al estado, ya que el estado tiene
un verdadero conflicto de intereses: cada año recibe literalmente,
miles de millones de euros en impuestos sobre las ventas del alcohol.
Cuando juntas esto con los impuestos sobre la venta de tabaco llegas
a la conclusión de que el mayor narcotraficante en España es el
estado. Pasea por prácticamente cualquier calle y verás alguna valla
publicitaria que anuncia el alcohol incluso en eventos deportivos.
Prácticamente todas las revistas contienen anuncios con imágenes de
personas sanas, atractivas, graciosas y ricas bebiendo alcohol y
pasándolo muy bien. Estas imágenes son el lavado de cerebro y no
tienen nada que ver con la realidad del consumo del alcohol y la
adicción al alcohol a nivel personal o de la sociedad. ¡Aahh! Pero si
tantas personas lo hacen, ¿cómo es posible que tantas personas
puedan no tener razón? Podría emplear este refrán tan conocido:
“Mal de muchos, consuelo de tontos”. No caigas en la trampa de
pensar que si todos creen algo, tiene que ser la verdad. Nunca
subestimes el instinto “borrego” del ser humano, el instinto de seguir
a la manada. La historia está llena de creencias aceptadas
extensamente, las cuales, posteriormente se demostró que eran
incorrectas. Por ejemplo: la tierra es plana; el sol gira alrededor la
tierra; vida inteligente en Marte. ¿Qué hace el gobierno
vendiéndono una droga que mata a miles de personas cada año y
cuesta a empresas unos cinco mil millones de euros al año?
Se pueden ver programas de televisión dedicados a “buenos vinos”.
Las personas con el mayor lavado de cerebro son los “aspirantes” que
pontifican sobre lo que es y no es un buen vino y están dispuestos a
pagar una auténtica fortuna por una cosecha “excepcional”.
Todo este timo me recuerda al cuento para niños: “La Nueva Ropa
del Emperador”:

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El Emperador de una ciudad próspera que se interesaba más por la
ropa que por actividades militares o los espectáculos, contrató a dos
timadores que prometieron confeccionarle el traje más elegante con
la tela más hermosa. Le explicaron que esta tela era invisible para las
personas estúpidas o no aptas para su puesto de trabajo. El
Emperador no podía ver la tela (que no existía) pero hacía como si lo
viera por miedo a parecer estúpido; sus ministros hacían lo mismo.
Cuando los timadores declararon que el traje estaba listo, hacían
como si estuvieran vistiendo al Emperador. El Emperador luego
desfiló por la capital para presumir de su nueva ropa. Durante el
desfile un niño pequeño de repente gritó: “Pero no tiene nada puesto,
¡está desnudo!” La multitud se dio cuenta de que el niño estaba
diciendo la verdad. El Emperador, sin embargo, mantenía su cabeza
alta y continuó desfilando.
Hablar de los costes asociados con el alcohol no sería completo sin
hablar de los costes no económicos asociados con…

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17. Los bebedores pasivos – daños colaterales
Durante muchos años la industria tabacalera negaba que fumar
tabaco fuese dañino y al fumador pasivo no se la daba ninguna
importancia. Pero de la misma manera que el fumador sí hace daño a
terceras personas (fumadores pasivos), el bebedor pasivo es la
persona que sufre los daños causados por la persona que bebe
alcohol.
Personalmente he experimentado este daño mucho de primera
mano y tengo que admitir, lo he infligido y lo he ocasionado en otros.
La lista de consecuencias que sufre el bebedor pasivo incluye lo
siguiente: violencia, padres ausentes, niños abandonados, abuso
sexual, abuso físico, daño emocional, daño físico, puñaladas,
suicidios, asesinos, accidentes de tráfico, cambios de humor,
discusiones, agresión, puestos de trabajo perdidos, embarazos no
deseados, enfermedades graves o paralizantes, angustia mental y
mucho más.
En una ocasión, asistí a los grupos Al Anon (relacionado con AA
pero con el objetivo de ayudar a los familiares y amigos de
“alcohólicos” (en otras palabras bebedores pasivos). Lo encontré muy
útil. Si has vivido en una casa donde hay problemas con el alcohol, ya
comprenderás las terribles cicatrices profundas creadas por vivir, por
ejemplo, con padres alcohólicos.
Yo era el mayor de cuatro hermanos (siete si cuentas a los medio
hermanos y hermanas). Pasaba horas en el coche con mis hermanos
mientras mi padre bebía en el pub. Me acuerdo, siendo adolescente,
que cuando volvía a casa, la primera pregunta era: “¿Está borracho
Papa?” La siguiente: “¿Borracho bien, o borracho mal?” Con esto me
refiero a cómo la bebida le había afectado, si en esa ocasión estaba
violento o empalagosamente estúpido. Si estaba violento, sabía que
tocaba probablemente que me pegara, de manera que si no me había
visto entrar, me iba furtivamente. Si estaba borracho en plan
estúpido, me quedaría pero intentaría evitarle porque muy
probablemente empezaría a contarnos con lágrimas en sus ojos
cuánto nos quería. Ninguno de nosotros se sentía muy querido en
estas ocasiones, sólo avergonzados e incómodos. Sabíamos que no lo
pensaba de verdad. No estaba presente. No fui al colegio en algunas
ocasiones por los moratones que me hacía cuando me pegaba. Nunca
había dinero porque todo se lo gastaba en tabaco y alcohol. Podría
continuar “entreteniéndote” con cuento tras cuento de abuso físico y
sexual, vergüenza, promesas rotas, violencia o simple abandono. Mi
padre murió con 53 años por culpa del alcohol y el tabaco. Pasé
muchos años después de su muerte integrando la experiencia de
haber sido hijo de un adicto al alcohol. Finalmente llegué a
perdonarle en 1998. Ya no guardo ningún sentimiento negativo. Tenía
que ser una pesadilla viviente ser él.

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Puede que estés pensando: “Bueno, al menos yo no soy así.” No
caigas en la trampa de la racionalización. Mientras bebemos alcohol,
somos adictos al alcohol. Siempre podemos emplear casos como el de
mi padre para demostrar que al menos “no somos tan malos como
éste o no hemos ido tan lejos como éste”. ¿En alguna ocasión has
estado impaciente o de mal humor por culpa de una resaca? Todo
adicto al alcohol ha causado daños a otra persona como resultado del
alcohol. El problema es que cuando el alcohol nos crea el
cortocircuito, simplemente no vemos el daño que causamos.
Hace unos quince años vivíamos cerca de Marbella. Desde lo alto
de nuestra casa, podíamos ver un trozo de carretera de la Costa del
Sol. Cada año morían atropellados unos cuantos turistas borrachos
que intentaban cruzar la carretera entre la playa (donde habían
estado bebiendo la mayor parte del día) y su alojamiento. Intentaban
cruzar una autovía donde los coches muchas veces circulaban a 140
kms por hora. Eran incapaces de juzgar las velocidades de cierre, les
faltaba control y coordinación. Así que, ¿por qué lo hacían? Porque no
tenían miedo. (Todo era efecto del alcohol.) Imagina lo terriblemente
que se sentía el conductor que mató al turista y la familia de la
persona muerta. Las consecuencias emocionales de tales eventos son
muy fuertes y profundas.
He estado en una discoteca en Inglaterra en la cual un hombre
borracho asesinó a su novia en los aseos por haber bailado con otro.
He visto cómo alguien golpeaba en la cara a otro con una botella rota
sólo porque le volcó su copa sin querer. Todo esto está muy lejos de
las imágenes de personas felices, sanas y atractivas que vemos en
los anuncios diseñados por empresas que venden bebidas alcohólicas.
Hacen un débil esfuerzo para demostrar una actitud responsable al
añadir el lema: “bebe con moderación… es tu responsabilidad”. Esto
no es más que hipocresía descarada. Los beneficios maravillosos del
alcohol son una falsa ilusión, un timo. El único beneficio de beber
alcohol va a las empresas de bebidas alcohólicas que en realidad no
son más que traficantes de una droga legal y al gobierno el cual gana
los impuestos correspondientes en esta ecuación. Los efectos del
beber pasivo por el contrario, son reales y duraderos.
Mientras escribo estas palabras me doy cuenta de que podría
fácilmente escribir todo un libro dedicado sólo a las consecuencias
para el bebedor pasivo (de hecho creo que lo voy a hacer). Lo que
tenemos que hacer todos es apartarnos del lavado de cerebro y
despertarnos a la realidad de esta droga: el abuso físico, los
divorcios, los trastornos, las puñaladas, la violencia, las muertes, los
ahogamientos, el abuso sexual, los niños abandonados, los cambios
de humor, los suicidios, la ruina económica, la angustia, el dolor, la
culpabilidad. La inmensa cantidad de sufrimiento y gasto causado por
el alcohol no tiene rival.

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Puede que estés pensando: “no puedo negar que hay algo de
verdad en lo que has escrito referente al bebedor pasivo pero…

68
18. ¿El alcohol es un buen “lubricane social”?
La idea de que el alcohol actúe como lubricante social es una
bobada. Puede que estés pensando: “Ahora, Geoffrey, vas demasiado
lejos cuando dices esto.” Podemos ver esto con más claridad si
miramos a otras adicciones. No importa de qué adicción estemos
hablando, tu ansiedad mental o física por la droga tiene la prioridad –
alternar se vuelve secundario. No hay droga, no se alterna. Trabajo
con adicciones a muchas sustancias. No importa la droga, con
frecuencia me encuentro con el argumento: “pero me ayuda en
situaciones sociales”. Igual que todos los demás “beneficios”
asociados al alcohol, es una creencia ilusoria, opuesta a la realidad.
Esto se ve más fácilmente con otras drogas como la cocaína o la
heroína. Para la mayoría de las personas su primer encuentro con
una droga es en una situación social. Empieza como una cosa
esporádica a la cual das poca importancia cuando la cantidad que
consumes depende de su disponibilidad. Poco a poco se vuelve en
algo imprescindible para poder pasarlo bien. Tarde o temprano el
adicto llega al punto en el cual no puede pasarlo bien si no ha aliviado
primero su ansiedad por la droga.
Con drogas como la cocaína y la heroína que no tienen el mismo
nivel de aceptación social que tiene el alcohol, el adicto normalmente
tiene que tomar su droga fuera de la vista pública. Se encuentra
pasando cada vez más tiempo con otros adictos entre los cuales su
dependencia es aceptable. No pasa tiempo con otros adictos porque
quiere alternar con ellos, sino porque puede aliviar su ansiedad sin
que le juzgue nadie. Su necesidad por la droga le obliga a pasar
menos tiempo con amigos que no consumen la droga y más tiempo
con las personas que sí la consumen. Muchos acaban pasando todo
su tiempo libre consiguiendo su “dosis”. Los adictos en esta situación
hablan del aspecto social pero no tiene nada que ver con el aspecto
social, sino tiene que ver sólo con conseguir la droga.
Como parte de un experimento para controlar el uso de drogas,
algunas ciudades han creado centros donde los adictos a la heroína
pueden ir legalmente para inyectársela. Estos centros están llenos de
heroinómanos chutándose. Estoy seguro de que hablan entre ellos
pero ¿cuál es su objetivo? ¿Es para entenderse mejor a sí mismos y a
otros? ¿Es para participar en una conversación estimulante? ¿Es para
crear y profundizar relaciones llenas de sentido que enriquecerán sus
vidas? ¡No! Es para conseguir la droga. Conseguir su dosis es lo que
más les interesa. Para alternar, necesitas estar presente, necesitas
estar en contacto con cómo te sientes; pero ellos no lo son, están
atontados, entumecidos, en otro mundo.
El adicto al alcohol no tiene que sufrir el rollo de conseguir su dosis
fuera de la vista de los demás. (Aunque a veces lo hacen para
intentar disimular la cantidad que consumen). No necesita ir a un

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centro especial para “chutarse”, sino cualquier situación social es una
oportunidad para beber alcohol.
Las ocasiones sociales son en primer lugar una excusa válida para
beber alcohol: una celebración, una boda, un bautizo, Noche Vieja,
Navidades… Pero igual que el adicto a la heroína, tú no estás ahí.
Puede que empieces alternando pero pronto el alcohol surte su efecto
y estás atontado. Has adquirido las maravillosas habilidades sociales
de articular mal, torpeza y añadido a esto, te vuelves incapaz de
mantener una conversación inteligente. El filtro entre tu cerebro y tu
boca no funciona. Otras habilidades “sociales” que adquieres con el
alcohol son: ser demasiado emocional, ser mal educado, decir cosas
que hieren o ser agresivo. El adicto al alcohol cree que no es posible
divertirse sin alcohol. Si, por la razón que sea, no se le permite beber
alcohol, siente que pierde algo y por tanto, se siente privado,
miserable e irritable (todo maravilloso cuando quieres alternar
¿verdad?).
La gran mayoría de los adictos al alcohol preferirían no salir de
juerga si no pueden beber alcohol. Si crees que necesitas el alcohol
para divertirte y, si por la razón que sea, no te permiten beber, ¿cuál
es el sentido de salir de juerga? La realidad es que no hay nada que
te impida pasarlo bien en situaciones sociales sin alcohol, excepto la
creencia de que no puedes hacerlo. Es esta creencia la que causa el
problema. Una vez más, el alcohol no te ayuda a alternar o hacerte
más sociable pero ciertamente puede destruir cualquier oportunidad
que podrías tener para estar en una situación social.
A Rhea (mi mujer) y a mi nos encanta tener invitados en casa. Nos
encanta la conversación, saber de la vida de los demás, lo que
enriquece nuestras propias vidas; el calor de la amistad, formar
vínculos de mutuo apoyo. Proporcionamos alcohol para los que lo
beben. Con las personas que no beben alcohol, muchas veces,
podemos estar varias horas hasta tarde simplemente hablando. Nos
perdemos en la conversación y nuestros invitados se van más tarde
de lo que tenían pensado. Lo normal es que al terminar nos sentimos
más cercanos a nuestros invitados. Con las personas que beben
alcohol, sin embargo, muchas veces nos pasa que dentro de una hora
o dos, ya no es posible tener una relación social con la persona
porque simplemente no está ahí. En más de una ocasión, me he
encontrado intentando dirigir a la persona hacia la puerta – de la
manera más sutil. Desafortunadamente, ya que no están presentes y
emocionalmente no disponibles, la sutileza es una pérdida de tiempo.
Su cuerpo está ahí pero su mente, espíritu o lo que sea, no lo está.
Empiezan a decir bobadas, estupideces. No es posible alternar de
modo auténtico bajo los efectos del alcohol.
Mi hija mayor vive y trabaja en el Reino Unido. Este año ella y su
novio Ben, pasaron el Año Nuevo con nosotros en Cantabria. Los dos
tienen 25 años.

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Por curiosidad les pregunté si no echaban de menos dar la
bienvenida al año nuevo con sus amigos, la mayoría de los cuales,
están en el Reino Unido. Me sentí intrigado cuando me explicaron que
unos cincuenta de sus amigos habían alquilado un salón de un hotel
para dar la bienvenida al Año Nuevo. Ya lo habían hecho otros años.
Me explicaron que ya no les gustaba la celebración ya que estaba
muy condicionada por el alcohol. Su experiencia de las anteriores
fiestas era que aunque empiezan alternando sobre las ocho de la
tarde, antes de que llegue la medianoche muchos están tan
borrachos que se quedan dormidos. Luego tienes las discusiones, los
vómitos, las respuestas emocionales exageradas, las relaciones
sexuales de borracho. Francamente, me asombró que lo vieran de
esta manera. Ellos mismos habían llegado a la conclusión de que es
irreal, no verdadero, simplemente nada divertido. Por contraste, este
año toda la familia cenamos juntos, charlando y exponiendo lo vivido
durante el año pasado. A medianoche, con las campanadas de la
Puerta del Sol, comimos nuestras uvas. Una copa de cava para los
que lo querían. Nos abrazamos, nos besamos y nos deseamos de
corazón lo mejor para el año que viene. Nuestros hijos salieron juntos
y bailaron hasta las siete y media de la madrugada.
Cuando hablé con Ben al día siguiente, tuve la impresión de que la
experiencia de darle la bienvenida al año nuevo sobrio fue toda una
revelación para él. ¡Le encantó!
He organizado muchas fiestas en mi vida. Siempre pensaba que
una de las reglas para una fiesta exitosa era conseguir que todos
empezaran a beber alcohol lo más rápido posible para poder superar
cuanto antes este primer tramo incómodo y ayudar a las personas a
que se desinhibieran. Pero el hecho es que incluso con el alcohol,
sigue habiendo un tramo incómodo. En estas situaciones, la mayoría
de las personas introvertidas permanecen introvertidas. También he
estado en fiestas en las cuales, por la razón que sea, me sentía
tímido e inhibido. El alcohol no cambió esto. Pasaba la mayor parte
de la noche hablando sólo con un par de personas que ya conocía.
También he ido a muchas fiestas en las cuales quería beber alcohol
pero no podía. Me sentía privado y miserable. La falta de alcohol
destrozó mi juerga.
Hay muchas personas aburridas en este mundo y no parar de
ofrecerles alcohol no cambia el hecho de que sean sosas y aburridas.
Permanecen sosas y aburridas, o por lo menos así nos lo parece a
todos, excepto a sí mismas.
Todas las drogadicciones parecen que ayudan en situaciones
sociales… pero sólo al adicto.
Como he mencionado antes, una gran parte de cualquier adicción es
juzgar a otros para que te sientas mejor contigo mismo. Casi todos
tenemos nuestras “reglas”, líneas invisibles que no cruzamos ya que

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esto significaría perder el control. Por ejemplo, hablé antes de cómo
mi padre bebía Underberg por las mañanas de manera habitual.
Cuando lo hacía, nunca hablaba de ello como si fuera alcohol, sino
como un tónico reconstituyente. Cuando veía a alguien en un centro
comercial bebiendo una lata de cerveza a las diez de la mañana, solía
comentar a la persona con quien estaba: “Mira éste, obviamente
tiene un problema con el alcohol.” Pero una hora después estaría yo
en el “pub” bebiendo una pinta de cerveza. Incluso si tenía que
obligarme a beber la primera, muchas veces acababan siendo dos,
tres, cuatro o a veces más – e incluso, continuaba bebiendo a lo largo
de la tarde hasta la noche. Así que, ¿quién tenía el problema? Según
mis reglas imaginarias, el problema lo tenía el tío bebiendo una lata
de cerveza a las diez de la mañana; ¡yo no! aunque empezaba a
beber a las once de la mañana y seguía bebiendo hasta las once de la
noche.
Al tener a mi padre como ejemplo de lo que podría ocurrir, invertí
mucha energía creativa en convencerme a mi mismo de que no tenía
un problema. Que, a diferencia de mi padre que claramente
pertenecía a aquella categoría vergonzosa de “alcohólico”, yo tenía
todo bajo control. ¡Bobadas! Si hubiera tenido todo bajo control,
entonces nunca hubiera tenido que demostrarlo. Muchos intentan
justificar su consumo al decir: “Bueno, no pasa nada si bebes con la
comida.” Un conocido podía zamparse dos botellas de vino fácilmente
en una comida pero no consideraba que tenía un “problema” porque
no bebía por las mañanas.
Imagina que estás de camino entre tu lugar de trabajo y casa y
sabes que cuando llegues, beberás como siempre, cinco pintas de
cerveza fuerte. Mientras conduces no piensas: “Necesitaré beber
alcohol cuando llegue a casa, voy a emborracharme”, sino que
piensas algo como: “He estado trabajando mucho. Tengo un trabajo
estresante. Merezco un rato de relax. No es tan malo, quiero decir, al
menos no bebo alcohol por las mañanas”. Lo ves muy claramente en
los fumadores que hablan de salir un momento para tomar un café,
cuando lo que hacen en la realidad es salir para fumarse un cigarrillo.
Si te dices: “Necesito un cigarrillo para aliviar la ansiedad que tengo
por nicotina”, te coloca en la categoría de fumador con un problema,
mientras que si dices que sales un momento para tomar un café… y
¿qué es lo que acompaña a un café?...pues sí, un cigarrillo, nos
engañamos a nosotros mismos haciéndonos creer que no tenemos un
problema.
Siempre es la otra persona quien tiene el problema. No importa de
qué droga estemos hablando, no importa la cantidad que consumas,
siempre y cuando seas una persona suficientemente creativa,
siempre puedes convencerte de que no lo tienes tan mal como otros.
Siempre puedes convencerte de que no bebes alcohol porque eres
adicto, sino porque mereces descansar, que necesitas dormir; que

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sólo bebes alcohol con la comida, que nunca bebes antes del
mediodía, etc, etc. Obviamente a veces tienes que ser muy creativo
pero tú tienes una ventaja integrada en el sentido de que quieres
creer la mentira desesperadamente. Y por supuesto, si te cuentas a ti
mismo la mentira el suficiente número de veces, acabas creyéndola.
Una de las primeras preguntas que hago a alguien cuando empiezo
a trabajar con él es: ¿Cuánto alcohol bebes? La respuesta que me
encanta es: “lo normal”. Lo normal puede fácilmente acabar
significando una copa grande de coñac a las siete y media de la
mañana, seguido por tres cañas a media mañana; una botella de vino
y un chupito con la comida (“el chupito ayuda con la digestión ¿lo
sabes?”); un par de cubatas camino hacia casa, cerveza y más
cubalibres por la noche …lo normal. Lo que bebes de verdad es casi
siempre más de lo que tú crees que bebes normalmente.
Un adicto al alcohol siempre tiene ansiedad producida por la
retirada del alcohol. Aunque es muy leve, te acompaña esta
sensación de leve vacío e inseguridad todo el tiempo. Junto a esto
está el lavado de cerebro que te dice que no puedes divertirte sin
alcohol. Este lavado de cerebro crea la ansiedad mental. Así que
cuando bebes alcohol en una situación social, verdaderamente sí te
sientes mejor ya que alivias parcialmente tanto la ansiedad física
producida por la retirada del alcohol, como la ansiedad mental – las
dos creadas por el alcohol en primer lugar.
Todo esto está reforzado por nuestra experiencia en aquellas
ocasiones sociales en las que no nos fue permitido beber alcohol;
cuando, debido a que creíamos que no podíamos disfrutar ocasiones
sociales sin alcohol, nos sentíamos privados y miserables sin él. De
manera que, en vez de ver las cosas como son, es decir, que el
alcohol sólo puede aliviar la ansiedad causada por el propio alcohol y
sólo parcialmente, creemos que no podemos ser felices sin alcohol y
que con alcohol seremos más felices. Sacamos la conclusión por tanto
de que el alcohol nos hace felices y que nos ayuda en situaciones
sociales. El alcohol sólo ayuda a eliminar parcialmente las barreras a
la felicidad que la misma droga creó.
El alcohol no puede hacer que pases una situación social mejor,
sino que la destruye.
El empleo del alcohol conlleva un precio, ya sea emocional, físico,
mental o social. Entiendo todo esto Geoffrey pero…

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19. Lo que es cierto es que te lo pasas bomba
bebiendo en una noche de juerga
En mi juventud, una juerga con los chavales siempre lo
asociábamos a pasarlo bien. En realidad, esto consistía en
emborracharnos. Había un período en mi vida cuando salir de juerga
significaba emborracharme y luego tener algún tipo de “aventura”,
que a lo largo de los años se convertiría en “leyenda de alcohol”.
Todos las tenemos ¿verdad? Estos cuentos, casi leyendas de cosas
que hicimos cuando estábamos borrachos. ¿Son verdaderamente
graciosas? O, ¿se trata más bien de cómo nos han lavado el cerebro
para cubrir nuestro comportamiento estúpido y destructivo? Todas las
leyendas del alcohol tienen lo siguiente en común: tiene que ver con
alguien que hace el ridículo; esto se convierte en un cuento gracioso
que a lo largo de los años se convierte en leyenda. Estas leyendas
que cuentan las personas mayores (y muchas veces personas a
quienes respetamos) también forman parte del lavado de cerebro que
padecemos cuando somos niños o adolescentes.
Las leyendas de cuando se bebía son graciosas de la misma
manera que lo son los videos que vemos en “You Tube”: un
“pelotazo” en la cara, tropezar, caerse en una piscina con la ropa
puesta, caerse de morros de un patinete…
Por ejemplo, un estudiante, compañero en la escuela náutica,
cuando estaba muy borracho solía hacer pis en el armario. En varias
otras ocasiones, hacía caca en la habitación que compartía con otro.
Muy gracioso, ¿verdad? Casi nos meábamos encima cuando su
compañero de habitación nos lo contaba. Que tu ropa huela a la orina
de otro y que tu habitación apeste por el olor de su excremento es
súper gracioso, ¿verdad?
Otro amigo cogió un tren de Londres a Stafford, no bajó en su
parada y se despertó a la mañana siguiente en Carlisle (la otra punta
del país). ¡Genial! Imagina la preocupación de su mujer e hijos. Nadie
sabía dónde estaba o lo que le había pasado. ¡Gracioso!
Cuando un amigo cumplió veinte años, le quitamos toda la ropa, le
dejamos desnudo y le atamos a una farola haciendo un frío que
pelaba. (Esto no era nada inusual). Luego nos fuimos a tomar una
copa y nos olvidamos de él. Estaba llorando y cerca de la hipotermia
cuando alguien le encontró de madrugada. ¡Vaya que si esto fue
divertido!
Otro amigo mío se emborrachó con su novia en casa de sus padres.
Se le ocurrió probar un poco de sexo “interesante”. Ató a su novia a
la cama de sus padres y nada más hacerlo los dos se durmieron. Así
es cómo sus padres les encontraron. Ella, bebida, atada a su cama y
él desnudo, bebido, en el suelo. Raro que sus padres no vieran el lado
gracioso de esto, ¿verdad?

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Existe una competición constante de contar la mejor historia, la
más exagerada. No puedes ser un bebedor “serio”, miembro de la
pandilla si no se te asocia al menos con una leyenda de alcohol.
Como la vez que intentabas ligar con la mujer de tu amigo y no te
dabas cuenta de que estaba presente y observándote; como esta otra
vez cuando vomitaste en el asiento de atrás del taxi; aquella ocasión
cuando te echaron de una discoteca por estar tan borracho que te
caías; la vez que pasaste una noche en la cárcel por embriaguez y
alteración del orden público. Todos estos eventos se convierten en
leyendas de la bebida y demuestran que eres un tipo duro, divertido
que sabe vivir la vida a tope y “jugar duro”. ¿Quién nos dio la idea de
que el atontarnos con una droga muy tóxica hasta el punto de perder
el control se iguala a “jugar duro”? Creo que sería lógico igualarlo a
escalar, montar a caballo, correr y otras actividades que cuestan.
Emborracharse – esto no es “jugar duro”. Lo único que haces es
verter alcohol por la garganta hasta que no puedas seguir haciéndolo.
Nos reímos y quitamos importancia a situaciones que normalmente
se considerarían alarmantes o un poco patéticas. Un amigo solía venir
a la ciudad los fines de semana para emborracharse con nosotros. El
problema es que muchas veces sufría un lapsus de memoria y no se
acordaba dónde había dejado su coche. Dedicamos un par de
domingos por la tarde buscando su coche por los aparcamientos y
calles de la ciudad, y además, con la llave de repuesto – (ya que
había perdido la llave también.) Esto nos hacía partirnos de risa. Aún
más gracioso fue la técnica que desarrolló para vencer esto. Solía
aparcar su coche y antes de empezar a beber, llamaba a su teléfono
dejándose un mensaje a sí mismo explicando dónde había dejado su
coche y llave. Son taaaaaaaaaaaaaan graciosos los lapsus de
memoria que tenemos cuando bebemos alcohol, ¿verdad?
Cuando te encuentras en compañía de hombres que beben puede
que incluso escuches a algún payaso intentar convertir una pelea que
ha tenido en un cuento gracioso. Pero de verdad ¿es graciosa la
violencia, las puñaladas, el abuso?
Me acuerdo que una broma común asociada con la bebida fue: “No
me acuesto nunca con una mujer fea… pero sí me he despertado con
unas cuantas.” (Estoy seguro, Señoras bebedoras, que esto os suene
a muchas de vosotras también).”
Esto es muy divertido hasta que se manifiestan los primeros
síntomas de gonorrea o recibes una llamada informándote de que
está embarazada. ¿Cuántos matrimonios o relaciones desafortunadas
empezaron de esta manera?
Mi sobrino salió a celebrar la Noche Vieja (de la manera normal,
emborrachándose con sus amigos); se cayó y se rompió una pierna
quedando esta tan mal, que necesitaba una operación que implicaba
la inserción de clavos y placas de acero. Como la operación no tuvo

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resultado, necesitó otra operación después. Muchos meses de
sufrimiento y posibles problemas para el futuro. No tardará mucho en
convertirse esto en leyenda ¿verdad?
Normalmente no eres capaz de recordar estas historias graciosas
directamente ya que estabas borracho y no estabas presente; es muy
probable que sufrieras algún tipo lapsus de memoria de todas formas.
Te las cuentan otros cuya memoria tampoco estaba tan clara y
después de que se cuentan varias veces la historia va cambiando
para hacerlas más graciosas y es cuando se convierten en leyendas. Y
esto me lleva a unos de los beneficiosos más maravillosos de no
beber alcohol…

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20. El placer de estar presente con nitidez mental
La mayor alegría de no beber alcohol es la libertad. La libertad de
no intentar controlar la cantidad que consumo. La libertad mental y la
libertad del espíritu. La libertad de ser yo, la libertad de la esclavitud
del alcohol. Pero el segundo gran beneficio fue un beneficio que no
esperaba. Tener claridad mental y estar presente. Entonces, ¿qué
quiero decir con esto? Para mí, dejar de beber alcohol fue como
despertarme sin haberme dado cuenta de que estaba “dormido”. No
me había dado cuenta hasta qué punto estaba siempre
recuperándome de los efectos de mi última copa. Es sólo cuando dejé
de beber alcohol que me di cuenta de que me había acostumbrado a
vivir en esa especie de mundo borroso desenfocado. El alcohol
quitaba nitidez a mi vida. Llevaba tanto tiempo bebiendo que pensé
que así era la vida, que así es cómo todos se sentían por las mañanas
y que si me sentía atontado o con falta de energía, se debía a mi
edad. Cada mañana engullía cantidades monstruosas de café caliente
fuerte sólo para despejar mi cabeza. Me sentía grogui, no podía
concentrarme sin ello. (Me doy cuenta ahora que tampoco podía
concentrarme con el café.) A veces, esta sensación era acompañada
por una sensación de vergüenza o ansiedad conforme iba
acordándome de los eventos de la noche previa.
Una vez estaba en un pub con un grupo de compañeros de trabajo.
Uno de ellos acababa de estrenar sus nuevas gafas. La montura era
bastante vistosa y varios entre nosotros las probamos. Cuando Mark,
(uno de los chicos) probó las gafas exclamó: “¡Joder! Puedo ver”. Lo
que había ocurrido fue que Mark no tenía buena vista. Llevaba
deteriorándose desde hace años pero se había acostumbrado a ello.
Nos explicó que pensaba que los pubs siempre eran oscuros y
estaban llenos de humo y por esta razón, nunca podía ver bien en
ellos. Pensó que era lo mismo para todos. Pero cuando probó las
gafas de repente vio todo con claridad. Hasta este punto no tenía ni
idea que existía este mundo despejado y nítido. De cierta manera
esto resume cómo me siento yo al no tener que beber. Pero al revés.
Fue como si, al beber alcohol, me obligaran a tener puestas unas
gafas, las cuales en vez de mejorar mi vista, la perjudicaba – no sólo
mi vista, sino también mi espíritu, mi energía, mi motivación y
respeto por mi mismo.
Lo que me encanta de verdad, es que nunca tengo resacas. Eso es,
¡nunca! Me despierto casi siempre espabilado y sintiéndome vivo. Soy
más productivo y tengo una nitidez mental que simplemente no es
posible cuando estás siempre ebrio o recuperándote de la última
copa. Tengo más energía, mi cuerpo no está sobrecargado de
combatir los efectos de un envenenamiento crónico. Ya no necesito
envenenarme constantemente con pastillas para los dolores de
cabeza para hacer frente al día.

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Libertad, una sensación de ligereza, fuerza de espíritu, valor, respeto
por mi mismo, paz interior; poder estar aquí ahora mismo, presente
en el momento. Es un mundo diferente.

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21. La caja de la adicción y el parásito de la adicción
Cuando introduces una droga adictiva en el cuerpo es semejante a
lo que ocurre con la carne infectada, es decir, carne infectada por los
huevos de un parásito. Imagina que de uno de estos huevos sale un
parásito algo parecido a una tenia, una solitaria con la diferencia de
que una solitaria come tu comida mientras que este parásito se
alimenta con droga. Para asegurarse de que le alimentes, secuestra
tu sistema de supervivencia. Vale, ¿qué quiero decir con “sistema de
supervivencia”?
Todas las criaturas en este planeta (incluyéndonos a nosotros),
tenemos una cosa en común: un deseo profundamente arraigado de
sobrevivir. Para hacer esto, tenemos un sistema sencillo pero muy
efectivo de señales químicas producidas por el cuerpo para asegurar
que hagamos las cosas esenciales para nuestra supervivencia, por
ejemplo: el hambre para asegurar que comamos, sed para asegurar
que bebamos, tener demasiado frío o calor para mantener la
temperatura correcta; miedo y su respuesta de huida para
mantenernos alejados de los peligros; dolor para llamar la atención al
daño que podemos estar haciéndonos o que hay un fallo o
malfuncionamiento en el sistema. Es un sistema maravilloso, sencillo
y muy efectivo. Cuanto más aguda se vuelve la necesidad por la
supervivencia, tanto más ansiosos, inseguros e impulsados nos
volvemos para satisfacer nuestras necesidades. El parásito de la
adicción secuestra este sistema, empleando el miedo y el alivio para
conseguir que tú sigas alimentándolo.
Este miedo creado por el parásito ayuda a reforzar el lavado de
cerebro y la ansiedad física creada por la retirada de la droga,
haciendo parecer una cuestión de vida o muerte conseguir esta
próxima copa. Los adictos muchas veces no entienden por qué
quieren la droga, simplemente sienten que les ayuda en momentos
malos y que les da un estímulo en momentos buenos. Puedes ver
cómo actúa el miedo por el alivio que experimentas simplemente al
tener una copa en la mano, incluso antes de beberla o antes de que
tenga tiempo de surtir efecto en tu cuerpo. Piensa también en el
pánico y la ansiedad que sientes cuando sientes que necesitas una
copa pero por la razón que sea, no puedes tomarla. Esta ansiedad,
pánico y alivio son obra del parásito para obligarte a alimentarlo.
Otra parte de la trampa es la “caja de la adicción” que está creada
por el lavado de cerebro. Tendemos a aceptar el mundo tal como nos
lo presentan. Caemos en la trampa de creer que si tantas personas
creen algo, entonces tiene que ser la verdad. Con el alcohol, igual
que con cualquier otra adicción, te encuentras atrapado en la caja de
tu adicción creada por el lavado de cerebro. Tú estás dentro de la
caja de tu adicción y por tanto tu punto de vista es desde el interior
de la caja mirando hacia fuera. El lavado de cerebro se asegura de
que veas todo de manera opuesta a cómo es de verdad. Así que,

79
incluso si eres una persona inteligente, con iniciativa y tienes una
tremenda fuerza de voluntad, mientras sigues aceptando y
defendiendo el punto de vista desde el interior de la caja, tus
esfuerzos de liberarte estarán basados en este modelo mental. Por
tanto, parecerá difícil o imposible salir.
En este momento, te encuentras en la situación del perro que he
mencionado antes, que saboreaba el sabor de su propia sangre,
creyendo que estaba saboreando el hueso. Desde fuera, es decir,
desde la posición de ser libre de la adicción, tienes el panorama
completo y te encuentras en la situación del hombre que observa el
perro y puedes ver con mucha claridad que todos los beneficios
percibidos son en realidad lo opuesto de lo que está ocurriendo de
verdad. También entenderías por qué el perro erróneamente saborea
el hueso pero en ningún momento envidiarías al perro.
Todas las drogas que producen adicción funcionan de la misma
manera. Crean un hueco; la trampa se cierra cuando de manera
equivocada intentas llenar ese vacío con la misma droga que lo causó
en primer lugar. El lavado de cerebro no nos deja ver el proceso por
el que verdaderamente es. El miedo lo refuerza. A medida que la
droga te arrastra hacia abajo física, mental y espiritualmente, te
sientes cada vez más dependiente de ella. Empiezas a perder tu valor
y confianza. Parece que la próxima dosis es la única manera de
conseguir algún tipo de alivio. Sientes que estás cada vez menos
capaz de resistirte. El intervalo entre dosis y dosis se vuelve más
corto pero cuanto más ingieres de la droga, tanto más hacia abajo te
arrastra y tanto más dependiente te sientes. Es el camino hacia la
autodestrucción.
En mis talleres pido que aquellas personas que consideren que
tienen la mente abierta levanten la mano. Antes de pedirlo, defino lo
que quiero decir con “tener la mente abierta” de la siguiente manera:
primero coleccionar la evidencia y luego llegar a una conclusión
basada en dicha evidencia. Todos levantan la mano. Luego les
sugiero que aunque abrigamos la creencia de que tenemos la mente
abierta y que somos objetivos, en realidad es lo contrario: lo que
ocurre normalmente es que primero adoptamos un punto de vista
(normalmente el punto de vista que nos presentaron nuestros padres,
la sociedad, la publicidad cuando éramos niños – un punto de vista
que sentimos hasta en los huesos que es el correcto) y luego
forzamos a que los hechos y nuestra experiencia encajen en este
punto de vista; los hechos que no encajan muchas veces se niegan o
se desprecian.
Esto se puede ver en el mundo de la ciencia. Los científicos
(supuestamente los más objetivos recopiladores y analistas de datos)
actúan de esta manera. Se dividen en los que apoyan un modelo o
teoría y en los que apoyan otro modelo. Cada grupo defiende el punto
de vista que ha adoptado ferozmente, convencido de que tiene razón

80
e incluso recurre a ataques personales, difamando a aquellos que
mantienen puntos de vista diferentes a los suyos. Se han llegado a
adoptar modelos que no son ciertos pero que se consideran
verdaderos por la gran mayoría de las personas. Lo que caracteriza
estos modelos creados por el lavado del cerebro es que crean la lente
a través de la cual entendemos nuestra experiencia. El lavado de
cerebro asociado con el alcohol crea un modelo o caja en el cual
intentamos encajar nuestra experiencia. Y si todos los demás aceptan
y defienden el modelo creado por el lavado del cerebro, entonces
hemos creado una especie de falsa ilusión colectiva.
Para entender esto necesitamos entender el concepto de los
modelos mentales. Todos entendemos y sacamos sentido del mundo
a través del uso de nuestros modelos mentales. Tenemos modelos
mentales para todo: cómo deberían ser los padres, cómo sería el
trabajo ideal, cómo ligar, lo que significa la felicidad, qué tipo de
amigos queremos tener. Sin embargo, raramente pensamos en
nuestros modelos mentales como tal. Tendemos a llamar nuestros
modelos mentales “la Realidad”.
Otro aspecto poderoso de nuestros modelos mentales es que
empleamos nuestros modelos como filtro para el mundo físico. Es
decir, tendemos a rechazar toda evidencia que no apoya nuestra
“realidad” y exageramos la importancia de la evidencia que apoya
nuestra “realidad”. Un buen ejemplo es lo que nosotros llamamos el
síndrome del Tío Ramón. La mayoría de los fumadores conocen a una
persona que corresponde a la figura del Tío Ramón. Es decir un
hombre que llegó a cumplir más de ochenta años, fumando dos
cajetillas de tabaco al día toda su vida y no ha estado nunca enfermo.
La mayoría de los fumadores también conocen a alguien que murió
de un cáncer de pulmón sin nunca haber fumado. Negamos el hecho
de que el Tío Ramón tuvo una suerte inusual y que probablemente
aún estaría vivo si no hubiera fumado. También negamos el hecho de
que hasta 90% de personas con cáncer de pulmón han sido o son
fumadores. Un aspecto importante de nuestros modelos mentales es
que encajamos los hechos en nuestro modelo. En otras palabras, se
refuerzan a sí mismos.
Entonces, ¿cómo es que empezamos a beber? Créelo o no en gran
parte tenemos que agradecer al Sr. Edward Bernays (1891-1995),
sobrino del famoso psicólogo Sigmund Freud por la manera en la que
tanto el fumar como el alcohol ha sido tan firmemente introducido,
adoptado e incorporado en la sociedad moderna. Se le reconoce a
Edgard Bernays como el fundador de la industria moderna de
relaciones públicas y marketing.
Lo que hizo Bernays fue reconocer la importancia de los modelos
mentales que tenemos en nuestras mentes para navegar por el
mundo. Pero avanzó un paso más allá. Empleando las ideas
psicológicas desarrolladas por su tío Sigmund, formuló técnicas tales

81
como el uso de imágenes subliminales para manipular nuestras
emociones y percepciones para cambiar nuestros modelos mentales.
Logró hacer esto en una escala masiva. Estamos sometidos
diariamente a las ideas y técnicas de lavado de cerebro inventadas
por Bernays. Están utilizadas por todas las industrias e incluso
gobiernos. La manera en la que estas técnicas han sido empleadas
por las industrias del tabaco, alcohol, industria farmacéutica y
alimentaria ha tenido un impacto especialmente devastador en la
salud y bienestar de la población.
La potente publicidad convincente, la manipulación de datos y
estudios, la manera en la cual el alcohol se retrata en los medios –
todo esto crea el modelo de un imaginario mundo deseable, sano,
divertido, dinámico y exclusivo, en el cual, todos beben “con
responsabilidad” y que en aquellas ocasiones en las que no bebemos
con responsabilidad y metemos la pata, el resultado no es más que
otra leyenda graciosa de alcohol.
Las paredes de la caja de la adicción (la trampa del alcohol en este
caso) son una proyección de este lavado de cerebro pero es tan
realista que no nos damos cuenta de que es lavado de cerebro, una
proyección, sino la percibimos como la realidad. Nuestra experiencia
con el alcohol está completamente acondicionada por esto. Aunque
nos asusta tener que quedarnos en la caja (porque vemos el daño
que nos estamos haciendo a nosotros y a nuestras vidas), también
nos asusta salir de ella. El miedo creado por el parásito nos paraliza.
La parte más cruel del lavado de cerebro en la caja de adicción es
que si intentamos escaparnos y fracasamos, no vemos el lavado de
cerebro como el problema, sino que llegamos a la conclusión de que
somos nosotros los que de alguna manera estamos “rotos” y que
nuestra voluntad es débil o defectuosa genéticamente. No somos
ninguna de estas cosas, es simplemente que, igual que millones de
otras personas, nos hemos dejado engañar por la trampa.
Una vez te hayas liberado de la trampa del alcohol, una vez hayas
salido de la caja de la adicción, parte del inmenso sentido de
liberación es que te vuelves libre para poder escribir tu propio guión
de la vida. Es como despertarte de un horrible sueño y poder seguir
la vida, disfrutar de ella y tener el valor de poder hacerlo.
Pero antes de seguir me gustaría hablar de aquella categoría de
bebedores que aparentemente pueden beber o no beber cuando les
da la gana. Aquellas personas que muchas veces son envidiadas por
las personas que beben alcohol todos los días.

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22. El bebedor “por atracón”
Muchas veces veo a personas en mis sesiones que no beben ni
gota de alcohol en meses pero cuando sí beben, no hay manera de
pararles. El atracón puede durar días o incluso semanas. Déjame
dejar bien claro que no estoy hablando de aquellas personas que
beben mucho más el fin de semana y se disciplinan a sí mismos a
controlar la cantidad que beben durante la semana.
Hay dos categorías de bebedor por “atracón”:
• Aquellos que no echan de menos el alcohol cuando no están
bebiendo, y consideran el alcohol no mucho más que una
especie de anestesia.
• Aquellos que echan de menos el alcohol cuando no están
bebiendo – son los bebedores “on/off”. Cuando no beben están
resistiéndose a no beber. En inglés se emplea la frase“on the
wagon”.
No importa la categoría en la cual se encuentren estas personas,
cuando beben se dedican a beber. Cogen lo que se conoce por el
término “una borrachera”. Una vez empiecen siguen hasta que no
pueden beber más. No hay punto medio. Las consecuencias se
olvidan o se niegan simplemente.
La primera categoría son personas a quienes no les gusta el
alcohol. De hecho, la mayor parte del tiempo lo ven más o menos
como lo que es. Normalmente ni lo tocarían. Sin embargo, sí creen
que es efectivo como analgésico legal, que se puede conseguir sin
receta y está fácilmente disponible. Cuando la vida se vuelve
agobiante, cuando la realidad es simplemente demasiado dura,
cuando sienten que no pueden aguantar más, se dan a la bebida. Se
han dejado engañar por el lavado de cerebro que dice que el alcohol
es una manera efectiva de aliviar el estrés. El problema es que coger
una borrachera no resuelve las causas del estrés, de hecho es al
contrario. Normalmente empeora cualquier situación que podríamos
tener. En primer lugar, si te sientes abatido o estresado, tomar algo
que es un depresivo sólo puede arrastrarte más hacia abajo. La
respuesta de algunos clientes sobre esto es:”al menos se puede
dormir algo”. Hay dos problemas con este argumento: el primero es
que no duermes, sino que entras en una especie de coma. Así es. Tu
sistema nervioso se vuelve tan deprimido y tu cuerpo tan
envenenado, que la energía que se requiere para seguir eliminando
las toxinas, no te deja suficiente energía para mantenerte despierto.
Esto significa que tu cuerpo ya no puede mantenerte vivo y despierto
simultáneamente, de manera que se apaga y entras en coma.
Cuando te despiertas de esto ¿cómo crees que te sientes? ¿Listo
para hacer frente a los problemas de los que estás intentando
escapar? ¿Listo para hacer frente al mundo? ¡Por supuesto que no! Te

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sientes aún más deprimido y menos capaz de hacer frente a la vida,
de manera que en la realidad, sientes que necesitas cada vez más
tomar otra copa. Los problemas que estás intentando apartar de la
mente muy probablemente están empeorándose. Sin la debida
atención, las situaciones se deterioran. Las personas que beben de
este modo no son adictos al alcohol necesariamente, simplemente
buscan el efecto analgésico. Las personas pueden destruir sus vidas
de esta manera en cosa de días o semanas.
Lo que ocurre muchas veces es que la persona que ha cogido una
borrachera empieza a darse cuenta de que la bebida está
destruyendo su vida incluso más que los problemas que querría
apartar de la mente en primer lugar. De manera que decide que
“basta ya”; toma la decisión de dejar de beber y sigue con su vida. El
problema es que tarde o temprano, la persona que bebe de esta
manera, muy posiblemente va a empezar a creer el resto del lavado
de cerebro. El intervalo entre atracón y atracón se vuelve más corto y
el tiempo durante el cual la persona bebe tiende a aumentar.
La segunda categoría es la persona que pasa la mitad de su vida
resistiéndose a no beber. Se abstiene. Me refiero a las personas que
beben durante seis meses, y luego no beben durante los próximos
seis. Son inaguantables cuando no están bebiendo, ya que lo echan
de menos constantemente. Pasan su tiempo juzgando a todos los
demás bebedores y actuando como “castigadores” para que no
beban. Se vuelven santurrones, francamente jilipollas. Lo echan de
menos en vez de sentirse encantados por no beber; se sienten tristes
porque sienten que les están obligando a sacrificar un beneficio - sea
lo que sea - que creen que el alcohol les aporta. Se obsesionan e
intentan evitar las situaciones “peligrosas” tentadoras. Esta es la
manera clásica de hacer frente a las cosas “por cojones”. Mientras
siguen creyendo que han hecho un sacrificio, siguen sintiéndose mal.
La tensión crece; encuentran que están pensando cada vez más en
beber; se encuentran negociando internamente. (“No es tan malo si
lo controlo. Esta vez será diferente. ¿Cómo voy a disfrutar de la boda,
el cumpleaños, las Navidades sin ello?”). Tarde o temprano la vida
produce una situación (normalmente social o de estrés) y toda la
presión de la añoranza constante estalla y empiezan a beber de
nuevo. La presión del deseo significa que beben como si estuvieran
compensando el tiempo perdido. Recuerda, que la necesidad por la
droga alcohol se crea por la misma droga, lo que significa que cuanto
mayor es el atracón, tanto más necesitarán el día siguiente. Una vez
que empiezan a darse cuenta de cómo el alcohol les afecta (una
realidad diferente de lo que añoraban) empiezan a deprimirse. Fíjate,
cuando no bebían se sentían mal también porque añoraban algo que
ellos mismos no querían tener.
Un bebedor en este estado no tiene manera de ganar. Se siente
miserable cuando no bebe porque está añorando las ilusiones creadas

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por el lavado de cerebro. Cuando ya no lo aguanta más vuelve a
beber para volver a sentirse deprimido otra vez cuando se encuentra
en la caja de adicción de nuevo.
Intenta explicar todo esto a una persona que no bebe alcohol. Me
refiero ahora a aquellas personas cuya primera experiencia con el
alcohol fue simplemente tan horrible que no quisieron volver a
probarlo nunca más; o que tienen una sensibilidad tal, que incluso
cantidades pequeñas de alcohol les hacen sentirse enfermas. Ellos no
llegan a entenderlo. “Quiero decir, ¿Qué diablos ven en el alcohol?
¿Cuál es el sentido? ¿Por qué no dejan de hacerlo?” Si nunca has sido
adicto a la heroína es probable que hagas la misma pregunta a los
heroinómanos. Es curioso que las personas que no beben, tienden a
no ser juzgadores tan severos como los bebedores “on/off”. Puedes
ver cómo los bebedores “on/off” están verdaderamente echando de
menos su placer o muletilla y tienen que recurrir constantemente a la
fuerza de voluntad y la disciplina para mantenerse en el “camino
recto”. Ver cómo otros beben mientras ellos están sufriendo les hace
estar irritables. En vez de decir que lo están echando de menos, se
vuelven santurrones, echando sermones a los demás sobre los males
del alcohol y vigilando la cantidad que bebe la gente. Muchos
bebedores que están “en recuperación” encajan en este perfil.
Uno de los temores que experimentan mis clientes es que no
quieren convertirse en ex-bebedores asquerosos que desprecian o
echan semones a los que siguen en la trampa. Esto sólo ocurre si
sientes que has sacrificado “algo”. Una vez hayas entendido la
trampa del alcohol completamente y puedas ver el alcohol por lo que
es de verdad (tal como lo verás antes de terminar este libro), en vez
de dejarte engañar por el lavado de cerebro, es decir, ver el alcohol
tal como la industra del alcohol quiere que lo veas, entonces, si
sientes algo por los que siguen atrapados en la caja de adicción, será
compasión.

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23. Estar “en recuperación” o dejarlo “por cojones” –
es lo mismo
En cuanto al alcohol, estar en recuperación no significa más que
dejar de consumir alcohol “por cojones”. Si estuvieras dejando de
fumar (adicción a la nicotina) o cualquier otra droga, se llamaría el
método de la fuerza de voluntad o dejarlo “por cojones”, pero puesto
que el lavado de cerebro específicamente asociado al alcohol dice que
beber alcohol es normal y que aquellos que no son capaces de
controlar el consumo no son normales de ninguna manera y sufren la
enfermedad alcoholismo, le han puesto el nombre de “recuperación”.
Tal y como hemos visto a lo largo de este libro y he visto en mi
trabajo diario, no existe tal cosa como un bebedor “normal” y que
nadie que bebe alcohol de modo habitual puede controlar su
consumo.
Si buscas por Internet o miras algunas publicaciones sobre el
alcoholismo, encontrarás página tras página de información
deprimente sobre la recuperación y estar en recuperación. Como dije
antes, la idea del alcoholismo como “enfermedad” está basada en la
teoría de la enfermedad de la medicina, AUNQUE NO EXISTA LA
MÁS MÍNIMA PRUEBA QUE APOYE ESTA TEORÍA. Los expertos
en esta materia son de ideas poco precisas pero sí coinciden en que
no existe cura: (según su modelo) naciste como alcohólico siendo un
bebé ansioso por tomar aquella primera copa y no existe una cura
para el alcoholismo. Una vez diagnosticado tienes que pasar el resto
de tu vida en el “limbo” de la recuperación.
Pídeles a los expertos que te den una definición de la enfermedad y
no encuentran palabras porque no existe tal enfermedad. Hablan de
intentar encontrar la causa de la enfermedad. Vamos a darles una
enorme pista a los expertos. ¿Estás preparado? El Alcohol. De la
misma manera que la nicotina es la causa de la adicción a la nicotina,
o la cocaína la causa de la adicción a la cocaína o la heroína la causa
de la adicción a la heroína. A mí, me parece increíblemente obvio.
Uno de mis clientes, un hombre de unos 28 años, dejó de beber
alcohol conmigo. Se sentía libre y feliz. Fue maravilloso recibir sus
noticias cada equis y compartir con él la alegría de haberse liberado.
Algunos meses después de que este joven dejara de beber alcohol,
me llamó su hermano, un psicólogo, para decirme que había
engañado a su hermano al decirle que estaba libre. Además me
explicaba que su hermano tenía una enfermedad que se llamaba
alcoholismo y que nunca podría ser libre. Respondí: “Pero tu hermano
no quiere, ni necesita beber alcohol. Está libre tanto de la sustancia
química que es el alcohol que causó la adicción como del lavado de
cerebro que hacía que siguiese bebiendo. No lo echa de menos y
sigue con su vida, la cual, según lo que entiendo, nunca ha sido tan
feliz o productiva.”

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El psicólogo insistía en que su hermano estaba enfermo, que no
podía curarse y que lo mejor que se podía esperar para él es que
estuviera en recuperación. Negó rotundamente aceptar la evidencia
que estaba delante sus ojos e insistía en lo que le habían enseñado
sobre la adicción, en otras palabras el lavado de cerebro. Yo insistía
que igual que con cualquier otra adicción la “enfermedad” está
causada por la droga. El insistía en que el alcoholismo es algo con lo
que naces y que no hay nada que se pueda hacer. Pensé que si
llevamos este argumento a su conclusión lógica, se daría cuenta de
que sus ideas son absurdas. Le dije: “Entonces, según tu definición,
las personas nacen con la enfermedad alcoholismo, esto tiene que
significar entonces que existen muchos alcohólicos que nunca han
tomado alcohol pero que según tu definición siguen siendo
alcohólicos.” Me contestó con plena convicción: “¡Sí, es así!
¿Has oído alguna cosa tan absurda en tu vida?
Te pido que durante un instante imagines el siguiente experimento.
Convencemos a un grupo de voluntarios que la heroína es una
maravilla y que existen algunas ventajas reales si la toman. De
hecho, lo hacemos tan bien que tienen muchas ganas de probarla.
Después de un par de semanas, nos encontramos con que nuestros
voluntarios quieren tomar más y más heroína. Vemos cómo la droga
empieza a destruirles física y mentalmente; vemos que a medida que
la droga les arrastra hacia abajo se vuelven cada vez más
dependientes. Ahora, imagina que concluyo que la razón por la que
se engancharon en primer lugar y fueron arrastrados hacia abajo por
la droga es porque nacieron con una enfermedad conocida como
“heroínismo”. Y lo que es más, que incluso si dejaran de consumir la
heroína y nunca más fueran tentados a tomarla, nunca se mejorarían
y que sólo pueden estar “en recuperación.” ¿Creerías tú tales
bobadas o pensarías que por supuesto se engancharon a la heroína
cuando comenzaron a tomarla? Parece tan obvio ¿verdad?
Todo esto acerca de la “recuperación” son bobadas. No tiene nada
que ver con tus genes, tu carácter, tu personalidad. Tiene que ver
con el hecho de que tomaste la droga, el alcohol. Estar en
recuperación significa estar añorando tristemente la droga y esto está
causado por el lavado de cerebro.
En Cantabria el clima, la geología y terreno a veces se combinan
para crear pantanos llenos de fango. Son grandes fragmentos de
terreno llenos de fango profundo. El efecto producido en estos
lugares es parecido al efecto que podrías tener en la arena movediza.
Cada año algún animal, normalmente joven, se queda atascado en
unos de estos lugares y muere. Uno de mis pasatiempos es montar a
caballo. Nuestros caballos saben que no deben acercarse a estos
sitios y se ponen muy nerviosos nada más olerlos. Ahora imagina
quedarte tú atascado en uno de estos pantanos, pensando: “¡ya
está!, voy a morir.” Justo en el momento cuando has perdido toda

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esperanza alguien te encuentra y con mucho esfuerzo consigue
liberarte. Pero, nada más rescartarte, la persona empieza a echarte
un sermón. Dice: “No te engañes por el hecho de que estés fuera del
fango porque el hecho es que como "fangólico”, nunca podrás ser
verdaderamente libre. Lo mejor que puedes esperar es estar en
recuperación. Tú eres fangólico. Esto es una enfermedad, una tortura
que durará toda tu vida. Es genético. No será fácil ya que tendrás que
luchar contra un deseo constante de querer tirarte de nuevo al fango.
Si vuelves a meterte en él, es porque eres fangólico y es probable
que te mueras. Resiste la tentación un día a la vez. Es difícil, sufrirás
y nunca serás libre, sólo estarás en recuperación. Una vez fangólico
siempre fangólico.”
Seguramente, puede que digas que esto no puede ser, que el
problema es el fango. Pero la persona insiste en que el fango no es el
problema, sino que ¡tú eres el problema! Suena absurdo ¿verdad?
Esto es porque es absurdo. Hace tiempo un amigo se encontró
atascado en el fango. Le sacamos pero perdió sus zapatos. No tuve
que decirle que no volviera a meterse, ni tengo que explicárselo a mi
caballo. No tienen ningún deseo de repetir la experiencia porque
saben cómo es. Una vez veas las cosas tal como verdaderamente
son, entonces la fuerza de voluntad no pinta nada en la ecuación.
Cuando las personas están en recuperación, no es más que
intentar dejarlo empleando la fuerza de voluntad. Continúan creyendo
que están perdiéndose algo. Con otras drogas se llama emplear la
fuerza de voluntad pero con el alcohol se llama estar en recuperación.
¿Por qué? Porque a todos nos han lavado el cerebro para creer que es
normal beber alcohol y que aquellos que aparentemente no pueden
controlar su consumo son enfermos con una enfermedad llamada
alcoholismo. Repito, cualquier persona que bebe alcohol de modo
habitual no lo tiene controlado. Es una drogadicción.
Todos los bebedores de alcohol habituales están dependientes del
alcohol; es sólo que no lo saben. Aquellas personas que se dan
cuenta de que son adictos están inmediatamente etiquetadas con la
palabra “alcohólicos”. La realidad es que deberíamos felicitarles por
tener los ojos abiertos. No puedes solucionar un problema si no sabes
que lo tienes.
Considero que AA (Alcohólicos Anónimos) y su programa de doce
pasos, puede proporcionar para algunas personas un camino hacia un
crecimiento espiritual que en sí es muy importante. Puede ayudar a
las personas a encontrar valor pero no trata la causa original de la
adicción al alcohol, que es el sentido de sacrificio que los adictos al
alcohol normalmente sufren cuando dejan de beber. Me parte el
corazón escuchar a alguien que no ha tomado una copa en 10 años
diciendo lo difícil que le resultó la última semana y cómo aún tiene
que esforzarse en resistir una copa.

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Tengo un buen amigo que lleva más de veinticinco años sin beber
alcohol y lleva todos estos años acudiendo a AA. Esto en sí es un
maravilloso logro. Hay que felicitarle y admirarle pero incluso ahora
evita entrar en los establecimientos que venden alcohol por la posible
“tentación”. ¿Qué tentación? ¿Por qué siente que no podrá resistir la
tentación de meterse de nuevo en el fango? No se trata más que del
lavado de cerebro, la idea de que existe un auténtico placer en el
alcohol. La idea de que ha sacrificado algo. Nada podría estar más
lejos de la verdad. Dejó de beber alcohol porque no le gustaba ser
adicto al alcohol. Los beneficios del alcohol que él cree que podrían
tentarle, y que él cree que tiene que resistir, ni siquiera existen; son
creencias ilusorias – resultado del lavado de cerebro. Si sigue así,
llegará a su tumba sin nunca darse cuenta de que es libre.
Imagina esto. Todos estos años de sufrimiento causado por añorar
algo que no quiere tener. Esto es absurdo.
Piénsalo por un momento. Pasar el resto de tu vida añorando algo
que tú mismo esperas no tener nunca. No hay manera de ganar. Es
una situación de alta tensión. Pasar el resto de tu vida sintiéndote
mal porque no puedes tener algo que tú mismo no quieres tener o
encontrarte de nuevo en la pesadilla con la misma cosa que no
esperabas nunca más tener, eso es la “recuperación”. Sería divertido
si no fuera tan triste. Una vez te hayas escapado del fango y
entiendas lo que es de verdad, entonces ¿por qué narices necesitarías
pasar el resto de la vida intentando resistir la tentación de meterte de
nuevo?
Repito, una vez veas toda la trampa cómo verdaderamente es, es
fácil dejarlo y permanecer feliz por haberlo dejado durante el resto de
tu vida. Es sólo el lavado de cerebro el que impide que veamos esto.
El lavado de cerebro nos dice que es difícil dejarlo; que es muy
probable que no tengas éxito de todas formas y que aunque no bebas
alcohol, estarás perdiéndote algo que los bebedores “normales”
pueden disfrutar.
Imagina empezar cualquier tarea con una serie de creencias como
éstas, con este lavado de cerebro; ¿cómo crees que serían tus
probabilidades de tener éxito? Bastante bajas ¿verdad? Pero no tiene
nada que ver con tus genes; tiene todo que ver con el lavado de
cerebro. Los adictos al alcohol señalan el sufrimiento de los demás
como prueba de que es difícil pero el punto que perdemos es que los
demás también sufren por el lavado de cerebro. Cerramos el círculo
confundiendo causa y efecto. Es tu creencia en el lavado de cerebro
lo que causa el sufrimiento pero desde el interior de la caja de la
adicción parece ser lo contrario. Tu sufrimiento confirma tus creencias
(lavado de cerebro). Así que tiene que ser verdadero. Se convierte en
una profecía que por su propia naturaleza contribuye a cumplirse, un
problema típico de la gallina y el huevo. De lo que no nos damos
cuenta es que el sufrimiento está completamente auto infligido.

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Añadido a esto, tenemos nuestra propia experiencia de haber
intentado dejarlo durante un tiempo, por ejemplo, cuando hemos
“renunciado” a beber durante una semana o un mes para demostrar
que lo tenemos controlado o cuando hemos sufrido un mal rato en
una fiesta por ser el conductor y no poder beber. Puede que en estas
ocasiones nos sintamos privados. Cuando empezamos a pensar en
vivir sin alcohol ahora, imaginamos que en vez de sentirnos mal
durante una semana o una noche, nos sentiremos terribles durante el
resto de nuestras vidas. ¡Esto es para siempre! Y lo que es más,
¡nunca serás libre! Esta es la raíz del miedo que hace que tantas
personas permanezcan enganchadas al alcohol. El miedo de una vida
llena de sufrimiento y que nunca serán libres.
Así que, ¿qué hacemos con la recuperación o mejor dicho, con
dejar de beber empleando el método de la fuerza de voluntad o por
cojones? Empezamos con un terrible sentido de melancolía nada más
imaginar todo el sufrimiento que nos espera.
Así que, ¿qué ocurre cuando lo dejamos y nos ponemos “en
recuperación”? En vez de celebrarlo pensando: ¡Fantástico! ¡Por fin
puedo dejar de destruirme a mí mismo de modo sistemático con
aquella droga, soy libre! En vez de sentirnos aliviados, emocionados,
liberados, disfrutando de tener más energía y sentirnos muy
motivados, entramos en una especie de sufrimiento autoinfligido,
parecido a un niño que tiene un berrinche en un supermercado
porque no puede tener sus caramelos. Así es la recuperación, la idea
de que tienes que sacrificar algo, lo que resulta en un berrinche
autoimpuesto con la esperanza de que si sufrimos durante un tiempo
suficientemente largo, el sufrimiento se reducirá a un nivel que
podemos aguantar. Tal como he dicho antes, confundimos causa con
efecto y no vemos que este sufrimiento está autoinfligido.
Entonces, ¿cuándo serás libre? ¿Cuándo estás libre del fango? En el
mismísimo momento en el cual sales y piensas: ¡Gracias a Dios! ¡Qué
alivio que nunca más tengo que hacer esto otra vez!” Es lo mismo
con el dejar de beber alcohol. Eres libre una vez dejes de beber y te
des cuenta de que eres libre. De la misma manera que nunca querrás
meterte en el fango otra vez, ¿Por qué narices quisieras volver a
meterte en la trampa del alcohol? Es maravilloso ser libre.
Las pobres personas que dejan de beber con la fuerza de voluntad
y entran en “recuperación” pasan sus vidas creyendo que nunca
podrán ser libres; pasan sus vidas esperando el fracaso porque esto
es lo que esta creencia crea. Toda una vida esperando el fracaso.
¡Imagina esto! Pasar el resto de tu vida esperando el fracaso, aunque
no hayas vuelto a probar ni una copa. Personalmente, encuentro la
idea de pasar el resto de mi vida esperando el fracaso deprimente.
Con esta actitud, incluso al final de tu vida, aún no sabrás que eres
libre porque estarás muerto.

90
Tal y como hemos visto repetidamente, el problema con la adicción
al alcohol, igual que con la adicción a cualquier droga, es el sentido
de privación mental, la idea de que hay algo que tienes que sacrificar,
la idea de que te están obligando a sacrificar una auténtica muletilla o
placer, pero en realidad ¿qué sacrificas? ¿Qué te proporciona el
alcohol? Nada. Es una creencia ilusoria, una trampa, un timo. No
sacrificas nada en absoluto. Sin embargo, si te queda sólo un poco
del lavado de cerebro en tu mente, pasarás tu vida añorando algo
que tú mismo esperas no tener nunca. ¿Cuánto más patéticos
podemos llegar a ser?
Dado todo el daño, el dolor, el sufrimiento, la violencia, vidas
arruinadas, daño social causado por el alcohol, ¿qué demonios hace
que empecemos en primer lugar y ayuda a mantenernos ahí una vez
enganchados? Es el lavado de cerebro – ni más, ni menos.
Ahora verás cómo vas a…

91
24. Recuperar tu valor y coraje
El alcohol, igual que cualquier otra droga adictiva, arruina tu salud,
respeto por ti mismo, confianza en ti mismo, pero también destruye
tu valor. Mientras estás en la caja de la adicción padeces de la
creencia ilusoria de que el alcohol te ayuda a hacer frente a las
situaciones difíciles. Desde fuera, es obvio que hace precisamente lo
contrario. La caja de la adicción es en realidad, un mundo dentro de
otro mundo, se vuelve más poderosa con el temor creado por el
parásito de la adicción y te deja con la idea de que no puedes hacer
frente a la vida o disfrutar de ella sin tu droga, que es imposible
escaparte y que, incluso si por alguna jugada del destino te escapas,
lo que te espera es una vida de sufrimiento y miseria. Las ilusiones y
el lavado de cerebro de la adicción al alcohol son exactamente lo
contrario de la realidad.
Una de las grandes alegrías de ser libre es que las situaciones
estresantes se convierten en retos interesantes, incluso
emocionantes, en vez de crear la necesidad por una copa. Soy mucho
más capaz hoy en día de hacer frente a lo que la vida quiere tirarme.
La vida tiene sus altibajos pero sin alcohol los momentos buenos son
mejores y los inevitables bajos de la vida, no son tan malos. ¿Por
qué? Porque estaré siempre mejor preparado emocional, física y
mentalmente para hacer frente a los retos de la vida sin tener que
luchar primero con aquella sensación de vacío constantemente. La
adicción al alcohol genera miedo en la mente: miedo a dejarlo, miedo
a seguir bebiendo, miedo a lo que podrías estar haciendo a tu salud.
La única cosa que parece que ayuda es una copa. La copa, en la
realidad, te deja aún menos capaz de hacer frente a gestionar
cualquier problema. Lo que estás haciendo en realidad, es crear aún
más estrés.
El estrés es lo que sentimos cuando nos encontramos delante de
una situación o problema y sentimos que no tenemos los recursos
para hacerle frente. Mientras era adicto al alcohol, muchas veces me
encontraba en situaciones que parecían estar más allá de mis
recursos. Y hasta un punto, así fue, porque sentía que no podía hacer
frente a ciertas situaciones sin beber. Esto fue un estrés adicional que
llevaba encima. Añadido a esto, tenía el estrés físico y mental de
tener que recuperarme de los efectos de la última copa o anticipar la
próxima; o sentirme atrapado, estúpido o culpable – todo esto, lejos
de crear valor disminuye la capacidad de hacer frente a los problemas
de la vida.
La vida no se convierte de repente en lecho de miel y rosas sólo
porque has dejado de beber alcohol. Tampoco va a desaparecer el
estrés de repente de tu vida, sólo porque has dejado de beber
alcohol. Sigo teniendo estrés, sigo irritándome pero mi respuesta
tiende a ser más controlada, más apropiada y efectiva, lo que
significa que mi respuesta no crea aún más estrés como muchas

92
veces ocurría. El hecho de que me siento más fuerte y más capaz
dentro de mí significa que hay muchas menos situaciones en las que
me siento sobrecargado. He ganado valor y confianza en mis propias
habilidades. Muchas situaciones que antes me creaban mucho estrés
ahora me dan energía.
Desde fuera de la caja de la adicción está tan claro que el alcohol
nunca ayudó con el estrés. El único estrés que aliviaba y sólo
parcialmente fue el estrés causado por la copa anterior. Las copas
que relajaban se bebían en momentos de relax; las copas felices en
momentos felices. No es el alcohol el que crea la relajación o la
felicidad, es sólo que te sientes fatal si no puedes beber en estas
situaciones, de manera que llegas a la conclusión de que es el alcohol
lo que te hace feliz o te relaja (punto de vista dentro de la caja de la
adicción, lo contrario a la realidad). El hecho es que cada vez que
bebía alcohol, no hacía más que intentar volver a sentirme tal como
me sentía antes de “necesitar” el alcohol. Irónicamente, estaba
bebiendo alcohol para sentirme como alguien que no bebía alcohol.
Puede que esto suene contradictorio pero sólo tienes que observar
a las personas en tu círculo social que no beben alcohol. Van a fiestas
y lo pasan muy bien; se relajan después del trabajo, igual que todos.
Tienen confianza. Hacen todo esto sin alcohol. Cuando bebes alcohol,
nunca estás más relajado que el no-bebedor en la misma situación;
no eres más feliz, no tienes más confianza, de hecho tendrás menos
confianza y valor que el no-bebedor.
Otro maravilloso aspecto asociado con no beber es que cuando me
siento feliz, es porque estoy verdaderamente feliz; ya no tengo que
tomar una droga depresiva sólo para sentirme “normal”. Pero cuando
estoy relajado, estoy verdaderamente relajado tanto en mi mente
como en mi cuerpo. “No me he ido a otro planeta”, sino
genuinamente estoy relajado. Siento como si tuviera más valor
porque llego a practicar tener valor.
El alcohol crea aquella sensación de miedo y de inseguridad. Es lo
que hace que sigamos haciendo algo que no necesitábamos antes de
que empezáramos. Vivimos con el miedo a no poder hacer frente a
situaciones sociales sin alcohol, miedo a no poder relajarnos sin
alcohol, miedo a no ser nosotros mismos sin alcohol, pero lo que no
vemos mientras estamos en la caja es que es el alcohol y el lavado
de cerebro los que crean estas sensaciones. Sin embargo, una vez
estés libre del lavado de cerebro, entonces todos estos temores
desaparecerán.
No sufriste estos temores antes de que empezaras a beber alcohol
y una vez dejes de beber alcohol, los temores desaparecen también.
Es el alcohol lo que crea estos temores y es el adicto al alcohol quien
los sufre.

93
No puedo empezar a hablarte de los maravillosos beneficios que te
regalas cuando dejas de beber alcohol: tengo más dinero, energía,
una mejor salud; tengo más confianza en mi mismo, pienso con
mayor claridad, me siento más capaz; cuando me relajo lo hago de
verdad; me llevo mejor con la gente. Es la diferencia entre la noche y
el día. El mejor aspecto es la libertad, ser libre de la esclavitud de la
droga.
Esto significa que no quiero ni necesito beber alcohol. Bebo todo lo
que quiero beber, cuando quiero. No necesito ejercer ningún tipo de
control. ¡Qué alivio ser libre! – no como las personas que están “en
recuperación”.

94
25. La manipulación mental por parte de la industria
alcohólica
“¡Jaa!” estarás pensando: “A mi no me afecta la publicidad. Yo soy
un sofisticado en cuanto al funcionamiento del mundo moderno. Yo
veo cuándo algo es publicidad en seguida. Me mantengo resistente a
ello.” Si esperas un poco, te lo explico. Una pregunta sencilla: ¿Qué
tipo de publicidad es la más efectiva? La respuesta tiene que ser la
publicidad que no reconoces como publicidad o si la reconoces, es tan
divertida que no parece ser publicidad. Así que ¿en qué gasta la
industria española del alcohol su presupuesto de 500 millones de
euros al año?
Con casi cualquier otra droga, el hecho de que los adictos y
consumidores son una minoría nos ayuda a ver la realidad con otra
perspectiva. Cuando se ve claramente que existen tantas personas
que no emplean o necesitan una droga, entonces es obvio que
aquellos que sí la consumen son adictos (a pesar de cualquier
racionalización que hayan podido desarrollar).
Por ejemplo hoy en día el fumar se ve cada vez más por lo que es:
una adicción a la nicotina. Sin embargo, cuando yo empecé a fumar a
finales de los años sesenta nadie hablaba de que fuera una
drogadicción. En aquella época, la mayoría de los adultos fumaban.
De hecho, se consideraba algo perfectamente normal y no más que
un hábito que “se disfrutaba”. Nadie hablaba de drogadicción. De
hecho, empleaban a médicos en los anuncios, anuncios que hoy en
día parecen absurdos. Los médicos vendían los beneficios de una
marca por encima de otra. Por supuesto, te recordaban que “hacerlo
demasiado” podría causar problemas pero fumar con moderación se
veía como algo positivo y varonil. A las fumadoras se les proyectaban
muchas veces como independientes y liberadas. Sólo tienes que
echar un vistazo a antiguos anuncios de tabaco (algo que puedes
hacer fácilmente en Internet) para darte cuenta cuánto hemos
avanzado. En el contexto de lo que sabemos hoy en día, parece que
el público de antes era un ingenuo y totalmente incauto. Así que,
¿Qué ha cambiado? ¿Cómo puede ser que ahora hay muchos menos
fumadores que en los años sesenta? Pues, la droga no ha cambiado,
seguro. La única cosa que ha cambiado es nuestra percepción del
fumar. En otras palabras es el lavado de cerebro que ha cambiado.
Esto ha sido ayudado por la legislación que prohíbe la asociación del
tabaco con los deportes (por ejemplo, Fórmula 1), lo que limita la
publicidad dirigida hacia jóvenes.
Nos encontramos en una posición parecida hoy en día en cuanto al
alcohol. La mayoría de los adultos beben alcohol; hasta médicos y
científicos nos dicen que el alcohol es incluso bueno para nuestra
salud. Lo que nos venden es que es saludable beber alcohol con
moderación. Que no es más que un hábito que es incluso beneficioso

95
si bebes de modo responsable. La industria del alcohol normalmente
se encuentra directa o indirectamente detrás de estos estudios.
Imagina por un instante que vives en un país donde no existe el
alcohol. Nadie bebe alcohol y por tanto, nadie lo necesita ni lo echa
de menos. Ahora imagina que nunca has probado el alcohol. Yo voy a
intentar convencerte para que lo pruebes. Una regla importante es
que no te puedo mentir. Tengo que decirte la verdad sin adornar
nada. Así que tendría que empezar contándote que:
• Es altamente tóxico. De hecho es muy probable que las
primeras dosis de la droga te provocarán nauseas o te harán
vomitar.
• Es un depresivo para el sistema central nervioso. Si ingieres
demasiado entrarás en coma y morirás.
• Te llevará a un estado de letargo.
• No serás capaz de mantener una conversación inteligente.
• Eliminará el filtro entre tu cerebro y la boca, haciéndote decir
cualquier cosa que pasa por tu mente – no importa que sea de
mala educación, que haga daño, que sea agresiva o violenta.
• Perderás coordinación y control de tu cuerpo.
• El uso prolongado causará daño cerebral global.
• La naturaleza de la droga es tal que acabarás sintiéndote
dependiente de ella y que no puedes funcionar sin ella.
• Destrozará tu valor.
• Destrozará el respeto por ti mismo.
• Te esclavizará.
• Destrozará tu hígado.
• Te va a costar literalmente decenas o cientos de miles de
euros.
• Causará una reducción global en tu efectividad. Creará barreras
serias a tu desarrollo personal y profesional.
• Llegarás a un punto en el cual siempre estarás funcionando con
una eficacia reducida, o bien, porque estarás drogado o
recuperándote de los efectos venenosos de la última dosis y
ansioso por la siguiente dosis.
• Tus hijos tendrán cicatrices psicológicas de ser bebedores
pasivos.
• La droga reduce tu tiempo de reacción al afectar tu
coordinación y capacidad para juzgar.
• La droga también elimina el miedo que es necesario para la
supervivencia. Así que, aunque eres menos capaz de

96
emprender cualquier tarea, la droga creará la ilusión de que
eres más capaz y tienes más confianza: una combinación letal.
• La droga es un potente diurético. Esto significa que en cualquier
momento, la droga causará una deshidratación aguda y por
esto se encogerá tu cerebro. Al día siguiente tu cabeza te
dolerá horriblemente a medida que tu corazón intenta bombear
la sangre a través tu cerebro encogido y deshidratado.
• Añadido a esto, tu cuerpo se sentirá como si le hubiera
atropellado un autobús.
• Necesitarás al menos tres, a veces hasta diez días, para
recuperarte plenamente de la dosis de la droga.
¡VALE! ¡VALE! ¡VALE!
Entonces, ¿Cuáles son las ventajas?... Bueno el hecho es
simplemente que no hay ventajas. La realidad es que la droga no
hace nada por ti, no te da ninguna ventaja, no te proporciona ni un
solo beneficio, ni uno.
Así que, ¿He podido tentarte a probar la droga? Ve el alcohol como
lo que es. No está ocurriendo nada malo aquí. De hecho, al revés,
está ocurriendo algo maravilloso.
Mira las cosas como verdaderamente son, no tal como el lavado de
cerebro te ha condicionado. Si lo vieras tal como es, tal como te lo he
descrito, tal como verdaderamente es, no querrías probarlo, ni hablar
de gastar miles de euros por este privilegio.
Entonces, si éste es el caso, ¿Por qué no se habla más de esto?
Hay mucha pasta por medio. Como siempre, el dinero corrompe.
Cualquier industria involucrada en la venta de drogas está inundada
de liquidez. Las drogas pueden ser legales o ilegales, vendidas a
través de canales oficiales o no oficiales. El alcohol es una industria
global. Si tenemos en cuenta las “primeras” diez empresas de la
industria alcohólica estamos hablando de ventas valoradas en 200 mil
millones de dólares al año. Además, es una industria increíblemente
rentable.
El gobierno recibe unos 1.200.000 millones en impuestos por
alcohol (año 2007). Esto es sólo en España. La mayoría de las
personas encargadas de diseñar y ejecutar las leyes son ellos mismos
también adictos al alcohol.
Los medios están dominados por publicidad sobre alcohol. Mira en
cualquier revista de moda y tendrás una idea del poder adquisitivo de
la industria del alcohol. Muchas vallas publicitarias están dedicadas al
alcohol. Son una de las pocas industrias que pueden permitírselo.
¿Qué imágenes emplean? Imágenes que reflejan sexo, diversión,
riqueza, éxito; los personajes son atractivos con gracia – imágenes
que no tienen nada que ver con la realidad. Además la industria del

97
cine y la televisión perpetúa el lavado del cerebro del alcohol,
vendiendo la imagen del alcohol como un pasatiempo social que es
divertido, nos da valor, nos ayuda a relajarnos y es imprescindible
para que una fiesta sea exitosa.
Algunos de los anuncios de cerveza son graciosísimos. Saben cómo
divertirnos. Luego asociamos la sensación divertida, la gracia e
ingenio del anuncio de cerveza. Una vez más, no vemos nada de las
peleas, la violencia, familias rotas, embarazos no deseados,
comentarios dañinos, vidas arruinadas, días de trabajo perdidos, etc,
etc.
En mi opinión el lavado de cerebro más ridículo es que el alcohol es
una ayuda social y sexual. Nada podría estar más lejos de la verdad.
Recuerdo, en mi época de soltero, pasar meses intentando seducir a
una chica muy atractiva. Salimos con amigos, y como era normal, en
esta fase de mi vida acabamos borrachos. Pasamos nuestra primera
noche juntos. No paraba, no paraba durante horas (no sé si fueron
horas de verdad o es que me lo parecía así.) No podía llegar a una
conclusión. Finalmente, lo logré. Me desperté por la mañana con la
boca que me sabía a excremento de gato. Verdaderamente, mis
recuerdos fueron bastante borrosos. Después de varias
conversaciones posteriores, era evidente que ella no se acordaba de
nada o, en el mejor de los casos, muy poco de la noche anterior. Le
llevé a casa en coche. Tuvimos que parar el coche para que pudiera
vomitar, de manera muy romántica en el arcén de la carretera.
Cuento esta experiencia particular, no porque era especialmente
inusual, sino porque representa el tipo de maravillosa ayuda sexual y
social que me daba el alcohol. Después de todo el tiempo, pasión y
energía persiguiendo lo que para mi era una mujer especialmente
atractiva, la experiencia fue destrozada, no mejorada por el alcohol.
Me he dormido incluso en medio del acto. ¡Qué romántico! Una
auténtica máquina del sexo. El problema fue que casi todas las
experiencias en aquella época fueron conducidas por el alcohol.
Pensaba que el alcohol era una parte esencial del proceso. Ahora, sé
que el sexo (o hacer el amor si prefieres) siempre es mejor si estás
verdaderamente ahí y presente. En otras palabras, sobrio. Es más
intenso, más apasionante; los resultados profundamente más
satisfactorios y lo que es más, puedes acordarte de todo al día
siguiente. ¡Cuántas vidas han estado arruinadas después de una
noche de sexo que fue un desastre, sin ningún recuerdo pero
resultando en embarazo!
Otra imagen especialmente absurda es que el beber alcohol es de
alguna manera emocionante y que refleja rebeldía. Quiero ser
rebelde, así que lo conseguiré haciendo lo que hace el 90% de la
población adulta. No me suena esto mucho a rebeldía; me suena más
a lavado de cerebro. La industria del alcohol gasta millones en crear
una imagen que va con cada marca de bebida. Bacardi para la gente

98
de la noche. El whisky de malta envejecido para el hombre de éxito
con gusto adquirido (significa que sabe horrible). Cerveza para los
chavales machotes. Podría seguir y seguir pero TODOS ESTÁN
VENDIENDO EL MISMO DEPRESIVO DEL SISTEMA CENTRAL
NERVIOSO – ALCOHOL.
La ecuación es muy sencilla. La publicidad está diseñada para
engancharte en primer lugar y luego mantenerte enganchado el resto
de tu vida. La industria del alcohol consigue un porcentaje de tus
ingresos toda tu vida. Garantizado. Vale, puede que pierdas tu salud,
tu hígado, respeto por ti mismo, tu familia, tu trabajo, tu valor;
puede que sufras – igual que todos los adictos al alcohol - peor
calidad de vida y autoestima más baja; puede que tengas menos
energía o puede que te impida desarrollar tu potencial o igual que
unas 20.000 personas al año en España, te mueras de una condición
relacionada con el alcohol.
Por muy potente que pueda ser la publicidad del alcohol, la
publicidad más efectiva son los adictos al alcohol…

99
26. La manipulación mental – por parte de los adictos
al alcohol
No importa de qué droga estamos hablando, no importa la
adicción, siempre existe cierta complicidad entre compañeros adictos.
Los drogadictos necesitan pasar ratos juntos, darse los unos a los
otros el apoyo moral requerido para que no se sientan estúpidos.
Crean una especie de fraternidad llamada: “cualquier persona que no
toma la misma droga que nosotros obviamente es un cretino
aburrido.” No es nada diferente con el alcohol. La industria del alcohol
tiene el equipo de comerciales más grande del mundo – los que
beben alcohol. Aquí tenemos algo que conviene tener presente
siempre: todo bebedor que conozcas en tu vida trabajará para la
industria del alcohol, lo sepan o no. (La mayoría no lo saben). Yo
también, en una época de mi vida, he puesto mi grano de arena para
la industria del alcohol, totalmente aparte de la fortuna que he
invertido por mi parte. Durante una época de mi vida he hecho lo
mejor posible para enganchar a otros y siento admitirlo - con cierto
éxito.
Un hombre que dejó de beber alcohol conmigo se sentía libre, feliz
de no tener que beber alcohol. Su familia también estaba feliz hasta
que en una mariscada, varios miembros de su familia (cuñados)
intentaron conseguir que bebiera. “Por uno no pasa nada”, “no seas
aburrido”, “venga no puedes brindar sin un poco de Albariño”. “Este
vino es tan bueno que no sabes lo que te estás perdiendo,” etc. Una
señora comentó: “¡Dios! Tienen que ser muy malvados para hacer
esto.” No son unos malvados, sino drogadictos. Es sólo que se
sentían estúpidos porque ellos tenían que beber alcohol y él no. La
suposición no expresada en voz alta sobre el no beber alcohol en
ocasiones sociales es que no es posible ser feliz. Si alguien deja de
beber y está obviamente feliz por no tener que hacerlo, puede que el
bebedor empiece a sentirse incómodo. ¿Por qué? Porque le estás
recordando que él necesita su droga. Ahora, repito, que a los
bebedores no les importa que tú no bebas, siempre y cuando seas
infeliz por no beber. Verte a ti feliz, relajado y capaz de hacer frente
a la vida sin necesidad de beber significa que se sentirán obligados a
justificar el porqué beben ellos y que muchas veces harán lo que
puedan para conseguir engancharte de nuevo.
Una vez dejes de beber y seas feliz como no-bebedor, empezarán a
hacerte preguntas estúpidas. El tonto, cuya primera pregunta cada
vez que os veáis será: “¿Aún sigues sin beber?” “¿Cuánto tiempo
crees que durarás?” “Volverás pronto… escúchame bien.” Ellos
quieren o bien que bebas o que estés sufriendo. El lavado de cerebro
que ellos siguen sufriendo significa que no beber alcohol se iguala a
sufrir. Si ellos dejarían de beber con el lavado de cerebro aún
firmemente en su mente se sentirían privados y miserables. Por

100
tanto, suponen que tú también. Parece imposible imaginar cómo no
puedes sentirte privado y miserable.
Lo que no se han dado cuenta es que no has hecho ningún
sacrificio y que has visto la adicción por lo que es de verdad; que te
has liberado de la esclavitud. De hecho, son ellos los que sacrifican
algo – la energía, la vitalidad, el valor, la confianza y la libertad. No
envidies a los bebedores de alcohol; ten compasión por ellos.
Encontrarás que los bebedores están constantemente justificando por
qué beber es tan maravilloso y que beben porque quieren hacerlo.
Algo que necesitas saber es que cualquier persona que es adicta a
algo, incluso si no es consciente de ello y tampoco emplea la palabra
“drogadicción”, se siente instintivamente estúpida. También creen
que no pueden disfrutar o hacer frente a la vida sin ella. En los
principios, encontrarán difícil creer que no bebes de verdad y que
estás feliz sin ello. Recuerda que también se sienten estúpidos. Si tú
eres feliz, entonces, no importa cuánto maravilloso harán sonar el
beber, sonará falso a sus propios oídos. Si se vuelven pesados con su
pregunta: “¿Qué tal te sientes sin beber?”, si te aburres con la
respuesta sincera: “¡Maravillosamente bien!”, si quieres, puedes dar
la vuelta a la tortilla y preguntarles: “¿Qué tal te sientes tú teniendo
que beber?”
Si se deshacen elogios a lo maravilloso que es el beber y luego a
cómo ellos eligen cuándo y cuánto beber, sencillamente recuerda que
todos los adictos mienten no sólo a otras personas, sino sobretodo a
sí mismos. Los adictos al alcohol están siempre intentando
convencerte a ti y a sí mismos de que eligen beber, que ellos lo
tienen controlado. (La alternativa es vivir con el estigma social ligado
a la condición imaginaria conocida por “alcoholismo”, ¡todos están
desesperados por evitar esto!) Sencillamente recuerda que el hecho
de que alguien tenga que controlar su consumo obviamente significa
que no lo tiene controlado; es el alcohol el que le está controlando a
él. Para poder tomar nuestra primera copa tuvimos que obligarnos a
aguantar el sabor asqueroso y sus efectos horribles. Unos años
después, la vida sin alcohol parece imposible; no podemos imaginar
cómo podríamos pasarlo bien sin beber, creemos que no podemos
relajarnos sin ello. Así que, ¿Qué ha cambiado? La droga no ha
cambiado, sino nuestra percepción de la droga. Recuerda, la droga
nunca cambia, lo que cambia es nuestra percepción. No la
necesitábamos entonces y no la necesitamos ahora. El alcohol es
venenoso y adictivo. Una vez estés enganchado, tienes que beber
alcohol sólo para sentirte normal…, es decir, como una persona que
no bebe alcohol. Todo lo demás es lavado de cerebro.
Puede que seamos creativos con nuestras justificaciones y
racionalizaciones. Cuenta con el hecho de que conocerás a personas
inteligentes que se expresan muy bien, quienes harán justificaciones
que suenan muy racionales y lógicas. Les veo todo el tiempo en mis

101
sesiones, pero todos estos argumentos son las justificaciones algo
patéticas de alguien que se siente atrapado y siente que tú has
conseguido algo que ellos creen que no pueden hacer.
Una vez que el bebedor empieza a creer que no puede afrontar o
disfrutar de la vida sin alcohol, (es decir, en algún nivel se siente
atrapado) entonces empieza a racionalizar y justificar su consumo de
alcohol. Nuestras familiares y amigos más cercanos muchas veces
son los peores. Nos conocen y tal vez han observado nuestras
tentativas anteriores de dejar de beber o reducir el consumo y por
tanto, no tienen tal vez confianza en nosotros cuando se trata del
alcohol. Recuerda que lo consideran tarea imposible para sí mismos,
y por tanto, lo ven como algo imposible para ti. Cuando dices algo
como: “¡Maravilloso! ¡Soy libre, no bebo alcohol!” Es probable que
contesten con un comentario aguafiestas como: “Si yo fuera tu, no
cantaría victoria demasiado pronto.” “No es tan fácil.” “Esperemos a
ver.” Pero la pregunta es: ¿Esperar a ver qué? Porque si estás
esperando a que ocurra algo, podrías estar esperando a nada. No
importa cuánto tiempo has sido libre, porque una vez veas la trampa
por lo que es y hayas tomado tu decisión, entonces no importa
cuánto tiempo has sido libre. Eres libre desde el mismo momento en
el cual tomas tu decisión. Así que, ¿cuándo puedes decir que eres
libre? Por supuesto, desde el primer día. Cualquier otra cosa es el
método “por cojones” o de “la recuperación”.
Con el método de “la recuperación” hay que tomarlo un día a la
vez, porque aunque te han sacado del fango, genéticamente eres
fangólico. Esto significa que no es posible curarte, de manera que
pasarás el resto de tu vida resistiendo la tentación de volver a tirarte
al fango. Repito, una vez veas la trampa por lo que verdaderamente
es, ¿Por qué Diablos quisieras volver a tirarte?
Una de las cosas que observé en AA fue que prácticamente todos
sabían hasta el día (algunos hasta la hora y minuto) cuánto tiempo
había pasado desde su última copa. ¡Cuánto malgasto de energía!
Esta postura es tan errónea. El lavado de cerebro nos dice que el
alcohol proporciona auténtico placer o beneficio. Por tanto, dejarlo
significa un sacrificio y que va a ser difícil resistir la tentación de
beber; y que si cuentas los días que has sufrido, es menos probable
que vuelvas a caer; el camino es duro y es muy probable que vuelvas
a caer, de manera que cada día que luchas y logras resistir la
tentación es otro día más que puedes tachar en tu calendario de “un
día a la vez”. Esto te recuerda, que a pesar del sufrimiento, has
podido ralentizar la enfermedad. ¡Qué deprimente!
La actitud subyacente es que “no puedo curarme pero ¿Cuánto
tiempo puedo durar esta vez?” Esto no es una competición. Te estás
liberando de una adicción horrible. Una vez libre, no necesitas perder
tiempo contando los días. Sales de la esclavitud hacia la libertad.

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No olvides que todos los adictos al alcohol padecen el lavado de
cerebro y por tanto, encuentran imposible creer que tú puedes dejar
de beber alcohol sin hacer algún tipo de sacrificio. Creen que incluso
si dejas de beber eres como el “fangólico” que tendrás que emplear la
disciplina durante toda tu vida para no beber. Mientras lo opuesto es
la verdad. Una vez eres libre, no tienes que emplear la disciplina.
¿Por qué Diablos quisieres volver a tirarte en el Fango? No verán o no
querrán ver la realidad, son ellos los que están haciendo un sacrificio
para seguir bebiendo alcohol. Sacrifican su energía, su salud, su
dinero, su memoria, su capacidad de estar presente, la calidad de sus
relaciones, su valor, su confianza, su paz anterior, su respeto por sí
mismos y su libertad. Son ellos los que tienen que pasar todas sus
vidas intentando controlar el consumo del alcohol. ¡Son ellos los que
son los drogadictos! No sientes envidia de un adicto a la heroína,
¿verdad? ¡Por supuesto que no! No hay nada que envidiar.
Recuerda, el mundo está lleno de vendedores de alcohol.
Totalmente aparte de la publicidad y los anuncios diseñados y
pagados por la industria del alcohol, apoyada por el gobierno a través
de los impuestos que genera, los vendedores más efectivos son todos
los adictos al alcohol. Les conocerás, ya que beben alcohol. Recuerda,
hasta el 90% de la población adulta lo hace. Muchos vivirán y
morirán sin darse cuenta de que son adictos. Verán el hecho de que
tienen que controlar el beber como prueba de que lo tienen
controlado, en vez de la siguiente realidad que es: si tienes que
controlar lo que bebes, no lo tienes controlado, ¡es el alcohol que te
está controlando a ti! Y si empiezan a sospechar que no lo tienen
controlado, les preocupa buscar ayuda, ya que hacerlo, significa tener
que sufrir el estigma social de ser un “alcohólico”, tener una
enfermedad que no existe, que no se puede definir con claridad
(incluso por los así llamados expertos); una enfermedad para la cual,
según estos mismos expertos, no hay cura. El miedo a esta
enfermedad imaginaria significa que muchos pasan sus vidas
engañándose a sí mismos y a otros – todo para evitar el estigma. Por
esto, muchos sufren en silencio desesperados cuando se les debería
felicitar por ver las cosas como son.
El alcohol es una droga de la misma manera que la heroína es una
droga. Las dos son altamente tóxicas y altamente adictivas. Entonces
¿Cuál es la diferencia? Sencillamente, que el alcohol es legal y la
heroína, no. Las leyes que gobiernan la venta y el consumo del
alcohol han sido escritas por adictos al alcohol.
Recuerda que fue el lavado de cerebro ayudado por los vendedores
de alcohol (otros bebedores) los que nos engancharon en primer
lugar. Es sólo la creencia ilusoria de que otros bebedores lo tienen
controlado, que a los otros bebedores les encanta beber alcohol, que
hace a la gente sentirse miserable en vez de maravillosamente libre
cuando dejan de beber alcohol.

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Un comentario común es que, si los bebedores no saben que están
enganchados, al menos tienen la ilusión de que les gusta. Al menos
existe una ilusión, lo que en sí tiene que ser positivo de algún modo.
El perro y su hueso es una analogía buena y precisa de lo ridículo
que es esta justificación. ¿Qué piensas? Que siempre y cuando el
perro no se dé cuenta de que la sangre que saborea es la suya y que
es el hueso el que le está destruyendo, entonces, ¿No se ha hecho
ningún daño? Que siempre y cuando no se dé cuenta de que le está
matando, al menos será feliz. No tendría ningún sentido ¿verdad? A
no ser, por supuesto, que seas adicto al alcohol y el miedo te conduce
a buscar racionalizaciones y justificaciones cada vez más ridículas de
algo que tú en tu corazón sabes que es estúpido.
Recuerda que todos los drogadictos mienten no sólo a otros, sino,
sobre todo, a sí mismos. Tienen que hacerlo para poder vivir consigo
mismos. Una cosa que sugiero a mis clientes es que empiecen a
observar las situaciones habituales en las cuales beben alcohol. Un
cliente pasó gran parte de nuestra sesión contándome lo maravilloso
que era su vida social en un bar que se encontraba entre su lugar de
trabajo y su casa. Insistía en que se quedaba en ese bar cada noche
por compañerismo y que el beber era una actividad secundaria. Como
parte del proceso le di la tarea de observarse a sí mismo mientras
bebía. Después de unos días observando esta situación, me llamó
para compartir una realidad chocante que prácticamente todos en el
bar era unos borrachos y que el objetivo que compartían todos fue
beber alcohol. Se dio cuenta de que lo que pasaba en el bar no era
“amigos que bebían alcohol juntos”, sino más bien, “adictos al alcohol
siendo cordiales”. Lo que le chocó más fue el punto hasta el cual
había sido capaz de engañarse a sí mismo en el pasado.
Cuando dejé de beber alcohol, una de las cosas que me sorprendió
verdaderamente (aunque probablemente no tenía que haberme
sorprendido) fue encontrar que los adictos al alcohol me envidiaban.
Al principio, muchos intentaban justificar algo defensivamente, que lo
tenían controlado, el poco alcohol que necesitaban o bebían, que no
les importaba si bebían o no y por supuesto, justificando la copa que
por casualidad tenían en su mano como una copita rápida, ocasional
o especial. Esto fue acompañado por preguntas escépticas como: ¿No
lo echaba de menos de verdad? ¿No estaba sufriendo de verdad? Me
daba cuenta de que querían que sufriera no mucho, sólo un poco.
Luego empezaba a ocurrir algo interesante. Poco a poco, a medida
que algunos empezaron a darse cuenta de que era verdaderamente
feliz y me sentía aliviado de no tener que beber más, se dieron
cuenta de que no era yo el que tenía un problema. (¿Cómo podía
tenerlo? No bebía.) Lejos de sentirme señalado, me sentía libre.
Verme en fiestas, en reuniones sociales cómo bailaba, cantaba y lo
pasaba bien sin tener que embrutecerme con alcohol, fue una
verdadera revelación para ellos y para muchos de ellos, por primera

104
vez, hacía real la posibilidad de encontrarse verdaderamente libre del
alcohol.
Por supuesto, mis clientes y yo de vez en cuando nos encontramos
con aquellos adictos al alcohol que intentan presionarnos a tomar una
copa: “Sólo una”, “¿No me quieres acompañar?” Las personas que
hacen esta presión no son malas personas, son sencillamente adictos
al alcohol. Es sólo que se sienten estúpidos si ellos están bebiendo y
tú no y que eres feliz por ello. Temen hacer frente a una vida sin
alcohol. Lo que no se dan cuenta es que el miedo está causado por el
alcohol.
Así que tenlo bien claro. Una vez dejes de beber alcohol, una vez
libre, nunca más envidiarás a los adictos al alcohol, sentirás
compasión por ellos.

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27. Los bebedores “ON/OFF”
Ya he mencionado los bebedores “ON/OFF” - un grupo pequeño de
personas de las cuales a algunas no les gusta el alcohol pero creen
que se puede justificar su uso como una especie de anestesia sin
receta para el estrés. Son pocos pero existen. El otro tipo de bebedor
“on/off” es la persona que pasa su vida intentando resistir el alcohol
pero tarde o temprano encuentra que es incapaz de resistirlo y luego
bebe un montón. Lo que está claro es que no merece la pena envidiar
nada aquí. Ahora me gustaría hablar de la otra categoría de bebedor,
que puede causar confusión.
Es justamente este aspecto de la trampa del alcohol el que
verdaderamente consigue engañar a la gente. Quiero decir, si
algunas personas pueden beber moderadamente y otros no, esto
tiene que confirmar la premisa del alcoholismo de que existen
bebedores normales y bebedores con problema (alcohólicos).
Existen tan sólo dos factores que determinan cuánto alcohol bebe
un adicto. Son:
1. La tolerancia y sensibilidad física de la persona hacia el veneno
(alcohol).
2. Las restricciones que limitan las oportunidades para beber.
Para algunas personas una cantidad relativamente pequeña de
alcohol empieza a darles nauseas o empiezan a sentirse borrachas,
“piripis”, mareadas o se sienten peligrosamente fuera de control.
La segunda razón es la falta de oportunidad o las restricciones.
Puede que estas restricciones sean el dinero, el trabajo, miedo al
estigma social; que tienes que conducir, el efecto en la familia, miedo
a que podrías convertirte en alcohólico; que te juzgarán los demás,
que harás daño a tu cerebro, que no podrás trabajar debidamente al
día siguiente y dañarás tu hígado o tu salud en general.
El dinero, sobre todo cuando empezamos a beber, es un factor
clave. Sencillamente no tenemos el dinero para beber todo lo que
beberíamos en caso contrario. Empezamos bebiendo bebidas
baratas como “kalimocho”, cerveza o sidra barata. Nuestro consumo
se adapta a nuestro presupuesto. A medida que nuestro poder
adquisitivo mejora, podemos permitirnos bebidas más “sofisticadas”
para disfrazar el proceso de embrutecimiento y adicción al alcohol.
También empezamos a acumular una tolerancia a la droga, lo que
significa que necesitamos más para conseguir el mismo efecto. Esta
es la razón por la que a medida que pasa el tiempo, la tendencia es
comprar bebidas “mejores”, es decir, empezar a beber vino o
“vermut”, y luego licores.
El alcohol se vuelve más concentrado, es decir, el porcentaje de
alcohol en la bebida es cada vez mayor. Y por supuesto, como idiotas
totales pagamos para comprar una imagen que nos hace sentirnos

106
mejor con nosotros mismos disfrazando lo que está ocurriendo de
verdad. Por ejemplo: Bacardi es para personas “de la juerga
nocturna” mientras que Barcardi Limón es “expresión urbana”. Larios
“refresca” y se considera como bebida apta para fiestas. Cada bebida
tiene una imagen que adoptas de manera que puedas sentirte mejor
contigo mismo. No tienes que vivir con el hecho de que la idea de una
situación social sin alcohol te asusta. En tu mente no bebes tanto por
el alcohol, como por la imagen. Cuanto más gastas, tanto más
puedes permitirte el auto engaño, hasta que llegamos a la ridícula
imagen de alguien que paga miles de euros por una antigua botella
de vino o de champán. Lo ves, cuando en tiempos más austeros,
muchos cambian la marca de alcohol que emplean.
Todos tenemos impedimentos en nuestras vidas y bebemos tanto
como nos permiten dichos impedimentos. Por ejemplo, muchas veces
bebía un par de pintas a medio día. No podía beber más porque mi
capacidad para trabajar se reduciría demasiado. Las dos pintas sí
reducían mi capacidad para trabajar pero dentro de “límites
tolerables” y era algo que yo creía que no notaban los otros ya que
aún podía trabajar, aunque más despacio. Así que bebía todo lo que
me permitía el “impedimento” de mi trabajo.
Si sabía que tenía que conducir a algún sitio, bebía lo que pensaba
que podía beber sin que me pillaran. Muchas veces bebía por encima
del límite legal. Calculaba que con mi tamaño y peso corporal podía
salir impune con tres pintas y que si me paraba la policía, diría que
bebí pinta y media unas dos horas antes, porque había leído que el
nivel de alcohol normalmente empieza a bajar a partir de unas dos
horas después de beberlo, lo que significaba que incluso si daba
positiva la prueba de alcoholemia (cosa que me pasó en dos
ocasiones… pero sólo un poco), la policía calcularía que me habían
pillado en el momento de “máximo nivel de alcohol en sangre” e
incluso si lograran llevarme al cuartel para tomar una muestra de
sangre, pensarían probablemente que no merece la pena las
molestias ya que al llegar, mi nivel estaría por debajo del límite legal.
No podía beber demasiado de madrugada, porque me daba ganas
de vomitar. No podía beber demasiado antes de que los niños se
acostaran, aunque aceleraba el consumo después. Mientras trabajaba
en la Marina mercante, algunas veces bebía más de lo que debía.
A veces no calculamos bien (como el famoso Ministro Financiero
japonés en la rueda de prensa).
Algunas personas tienen tanto que hacer durante la semana que
tienen que ser disciplinados para no beber entre lunes y viernes y lo
pueden conseguir sin dificultad aparente. (Lo que demuestra que el
problema está en la mente y no la ansiedad producida por la retirada
del alcohol. Si la ansiedad física fuera la parte difícil, entonces no
sería posible hacer esto.) Muchas personas caen en esta categoría. Se

107
describen a sí mismos como bebedores ocasionales. (Lo que quieren
decir de verdad es que tienen demasiadas restricciones durante la
semana.) El fin de semana o de vacaciones beben con poco o ningún
control. Cuando no hay restricciones, no tienen que limitar su
consumo.
Cuando vivíamos cerca de Marbella conocíamos a varias parejas
inglesas que venían a jubilarse en la costa y en poco tiempo se
mataban con el alcohol – un síndrome común aparentemente. Muchas
de estas parejas han pasado sus vidas trabajando mucho en su
trabajo o negocio pero sus vidas y responsabilidades les obligaban a
limitar su consumo. Luego se jubilan con cincuenta y tantos años y se
afincan en un país donde el precio del alcohol es un 25% del precio
en el Reino Unido. Sin responsabilidades y restricciones beben sin
parar. Lo han hecho y siguen haciéndolo muchas personas. ¡Qué
terrible desperdicio!
Si el alcohol verdaderamente nos hiciera ser más felices, más
relajados y capaces de hacer frente a la vida de mejor forma,
entonces todos podríamos tomar una cerveza para el desayuno pero
sabemos que es una mentira, así que nos sometemos a esperar.
Aunque puede que el pensamiento cruce por nuestra mente, también
nos asusta que el tomar una cerveza por la mañana nos podría
arrastrar demasiado lejos por la cuesta resbaladiza de lo que nosotros
percibimos como el alcoholismo. Sin embargo, de vacaciones, cuando
muchas de las personas se levantan a medio día, muchas veces
toman su primera bebida tan sólo una hora o dos después de
levantarse pero esto está bien, porque es “por la tarde”.
He escuchado tantas veces a las personas decirme que beben “lo
normal”. Por supuesto, lo que omiten decir es que esto significa un
coñac grande con su café por la mañana, seguido por una o dos
cervezas a media mañana, una botella de vino en la comida; por la
tarde una cerveza o dos y por supuesto por la noche un par de
cubatas. “Mal de muchos, consuelo de tontos.”Todos los bebedores
pueden convertirse fácilmente en bebedores “profesionales” en un
instante. Lo que se necesita es una mala racha en la vida o
sencillamente que no haya impedimentos.
Pero si no quiero dejarlo por completo, tal vez la solución es…

108
28. Reducir el consumo - ¿una solución?
Puedes estar seguro que reducir el consumo no es una solución.
¿Qué más es la vida del adicto del alcohol que una tentativa continua
de reducir y controlar el consumo? Tentativas serias de reducir el
consumo tienen el efecto de hacer que el adicto se sienta aún más
deprimido, no menos. Piénsatelo, si eres fumador e intentas reducir
el consumo ¿Qué ocurre? Toda tu vida se dominará por el
pensamiento de aquel próximo cigarrillo. Si te pones a dieta, ¿La
comida se vuelve menos apetecible o mucho más apetecible? Así que
¿Por qué diablos creemos que ponernos una dieta “alcohólica” va a
ser diferente?
Reducir o controlar el consumo es lo que un adicto al alcohol hace
más o menos toda su vida. Cuando yo bebía alcohol, mi vida consistía
o bien en reducir o controlarlo por las restricciones en mi vida
(trabajo, familia, conducir, etc.) o beber todo lo que quería porque no
había necesidad de controlarlo o porque era incapaz de seguir
resistiéndolo.
Una vez estés enganchado, la vida de un adicto al alcohol consiste
en un intento continúo de reducir el consumo. Esto es lo que
significan estos intentos de dejar de beber. Intentos de reducir y
controlar el consumo. Así que, si en algún momento has decidido
dejar de beber durante un mes, ¿Te has sentido libre y feliz durante
este mes? o ¿Has contado los días que van quedando para que poder
volver a tomar algo? ¿Te has sentido más libre o más enganchado?
Existen muchas páginas web “oficiales” y otras que te explican
cómo controlar y reducir el consumo. Los consejos muchas veces
están escritos por adictos al alcohol (que se consideran bebedores
normales) y francamente son igual de útiles que un pedo en un traje
espacial.
Vamos a examinar algunas de las joyas de consejos que se pueden
leer en estas páginas Web:
1. Cambie su rutina, por ejemplo, coge otro camino desde el
trabajo a casa, para evitar la tentación de entrar en un bar.
Pues, con esto lo tienes solucionado ¿verdad? El problema es que
existen unos 400.000 establecimientos en España que venden
alcohol. Supongo que también tenemos que evitar aquella parte del
supermercado donde se vende el alcohol y ¿Qué pasa con las vallas
publicitarias? Y ¿Qué hacemos con mis amigos que beben alcohol?
¿Debería evitarles a ellos también? El alcohol está presente en
prácticamente todos los aspectos de nuestra sociedad. Intentar evitar
acercarse al alcohol es absurdo. De todas formas, ¿No encontrarías
siempre alguna justificación, alguna excusa para cambiar de nuevo la
rutina?

109
2. Empezar a beber más tarde para tomar menos
consumiciones.
¿Habla en serio la persona que escribió esto? Quiero decir, ¿Es esto lo
mejor que se le ocurre? Lo que tengo claro es que en las ocasiones
en las que yo empezaba a beber más tarde, bebía más cantidad y
más rápido para compensar. Si tenía que esperar a alguien mientras
se arreglaba antes de salir de juerga, empezaba a sentir irritabilidad
pensando: “Estamos perdiendo un precioso tiempo.” Ni se me ocurría
pensar “¡Qué suerte, no beberé tanto esta noche!”
3. Disfrute de las bebidas no alcohólicas de vez en cuando.
¡Qué tonto por mi parte no haber pensado en esto! La solución a este
problema es beber bebidas no-alcohólicas. Me pregunto cómo no se
me había ocurrido a mí o a otros bebedores antes. Es parecido a
cuando encuentras a una persona ahogándose en el fango y otro que
se acerca diciéndole: “Lo que verdaderamente necesitas es salir del
fango”. De verdad, si no puedes decir algo útil, mejor no decir nada
en absoluto.
4. Define un límite por semana y por ocasión.
Parece que todos estos consejos no vienen al caso. La razón por la
que una persona lee estos consejos es porque encuentra difícil o no
puede limitarse. Estamos volviendo a la definición de AA. ¿En alguna
ocasión has bebido más de lo que pensabas beber? ¿Quién no lo ha
hecho?
5. Si bebe diariamente, haga “pausas” en el consumo y no
beba nada de alcohol durante 4 o 5 días al mes:
Puede que me haya perdido algo pero pensé que esta es la razón por
la que leo esta página. Queremos saber cómo hacerlo y seguir
sintiéndonos contentos.
6. Llevar la cuenta.
Suena maravilloso en teoría pero una vez hayas tomado un par de
copas, entonces la disciplina de mantener una especie de agenda o
cuenta de lo que bebes, sale por la ventana. O bien porque estás
demasiado borracho para acordarte o preocuparte, o bien quieres
relajarte y “disfrutar” de tu copa.
7. Sustituye tu bebida alcohólica habitual por una sin alcohol o
con menos cantidad de alcohol.
Volvemos a encontrarnos en el territorio del pedo en un traje espacial
¿Por qué diablos estaría leyendo estos consejos si todo lo que tengo
que hacer es beber refrescos o bebidas con menos cantidad de
alcohol?
8. No beba para solucionar problemas personales (angustia,
nerviosismo, etc).

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Raramente he visto unas recomendaciones con tan poco sentido.
La última vez que vi unas recomendaciones parecidas fue cuando era
aprendiz de navegación en la marina mercante. Nos dieron unos
apuntes sobre qué hacer o no hacer en presencia de tiburones. No
me olvidaré nunca de uno de los consejos: “No sangres.”
La razón por la cual las personas siguen bebiendo es precisamente
porque creen que el alcohol les ayuda a hacer frente a la vida, que es
una manera válida para olvidarse de los problemas, que alivia el
estrés y que ayuda a relajarse.
Todos estos consejos en cuanto al reducir el consumo son
igualmente ridículos, ya que no vienen al caso. El alcohol es una
droga adictiva. No puedes controlar una droga adictiva porque es la
droga la que te controla a ti. Si esto no fuera el caso, entonces no
existiría ningún problema en absoluto con la adicción al alcohol, de la
misma manera que no hay problema con la adicción al zumo de
naranja.
El problema es que en el momento en el que prohíbes algo,
instantáneamente se vuelve más atractivo. Este es el efecto de la
prohibición. Hace algo incluso más deseable. Otra cosa común entre
mis clientes es que la mayoría tienden a ser personas inteligentes y
de voluntad firme, a quienes les molesta que les digas lo que tienen
que hacer o no. Este resentimiento sólo puede aumentarse cuando
las recomendaciones oficiales son igual de útiles que un expendedor
de preservativos en el Vaticano. De verdad, empiezas a sospechar
que los consejos están más diseñados para mantener enganchadas a
las personas, en vez de liberarles. Porque esto, seguro, es lo que
logran. Quiero decir, todos en algún momento hemos tenido que
reducir o controlar cuánto bebemos por las restricciones normales de
la vida y generalmente podemos hacerlo. Sin embargo, en el
momento en el cual introduces la idea de que esté prohibido o que no
puedes beber, entonces inmediatamente se vuelve más atractivo,
más deseable y más difícil de controlar, convirtiéndose en una
especie de tortura porque vas por ahí pensando: “quiero pero no
puedo”. El otro problema es que cuanto más tiempo resistes la
tentación, entonces tanto más atractivo te resulta. Es parecido al
patinaje sobre hielo o esquiar. Mis pies me duelen un montón al final
del día pero cuanto más tiempo hemos tenido puestas las botas,
tanto más maravilloso alivio se siente cuando finalmente las quitas.
Esto no es porque existe un auténtico placer, no es más que el fin de
un malestar.
Yo puedo beber cuando quiero, la cantidad que quiero, donde
quiero. El caso es simplemente que no quiero. Me siento relajado por
ello. Puedo tomar heroína cuando quiero. Me podría infectar con una
enfermedad mortal cuando quiera, nadie me lo impide. Así que la
razón por la que no lo hago es simplemente porque no quiero
hacerlo, no tiene ningún sentido. El caso es que no necesito emplear

111
una inmensa fuerza de voluntad para no hacerlo. Es lo mismo con el
alcohol. Nadie me impide que beba alcohol, así que ¿Por qué no lo
bebo? Porque no tiene sentido. ¿Qué me aporta? Nada en absoluto.
No hay absolutamente nada por lo que sacrificar ni renunciar.
En mi opinión, no hay nada más triste que ver a personas “en
recuperación” que llevan años sin probar gota de alcohol pero que
sienten que no pueden beberlo, que es algo que les está negado,
prohibido; añorando tristemente algo que ellos mismos ni siquiera
quieren hacer. Todos los beneficios que nos han vendido relacionados
al alcohol, todos estos beneficios supuestos simplemente no existen.
Están añorando algo que simplemente no existe. Son adictos a una
creencia ilusoria. Algo parecido a los caballos encerrados por una
valla eléctrica, las personas en recuperación o que han dejado el
alcohol ¡por “cojones”! pasan su tiempo atascadas y atrapadas por
una idea o una creencia ilusoria que no tiene ninguna base en la
realidad.
Si sigues los consejos absurdos que encontrarás en esas páginas
web, libros y programas, te sentirás aún más enganchado, no menos
enganchado. La idea que está por detrás de la reducción del consumo
es que la adicción al alcohol es principalmente física y que por tanto
cuanto menos bebes, tanto menos enganchado estarás pero la
realidad es lo contrario, igual que todo, tiene que ver con la adicción
al alcohol. La adicción es mental y psicológica, es decir, cuanto más
intentes controlarlo, tanto más enganchado te sentirás.
Reducir el consumo no es una solución final, tampoco un paso
intermedio para resolver el problema de la adicción al alcohol. No
puede serlo nunca.
Irónicamente, son precisamente estas tentativas de controlarlo, lo
que nos mantiene enganchados.

112
29. Pero no pasa nada por una sola copita
No existe tal cosa como una sola copa. Ni para ti, ni para otro.
Nadie, ninguno de nosotros decidió engancharse al alcohol. Probamos
“una sola copa” e igual que todos los demás tragamos el lavado de
cerebro. Es la idea de “una sola copa” lo que nos engancha en primer
lugar y lo que nos mantiene enganchados cuando intentamos
liberarnos. Si hubiéramos sabido entonces lo que sabemos ahora,
nunca hubiéramos probado esa primera copa, ¿verdad? De todas las
cosas que necesitas entender y aceptar, ésta es la más importante.
No existe tal cosa como una sola copa. No tiene nada que ver con tu
personalidad, carácter o genes. Es simplemente la naturaleza de la
droga.
No importa qué droga o qué adicción. La razón más común por
volver a caer en la trampa es la idea de que es posible tomar “una
sola copa”. Es triste.
Existen muchas personas que pasan sus vidas en recuperación
intentando resistir la tentación de tomar una sola copa. Pasan sus
vidas añorando tristemente algo que ellos mismos no quieren tener.
La adicción al alcohol es igual que cualquier otra adicción. Es una
reacción en cadena. Todo está diseñado para conseguir que pruebes
esa primera copa. Esa primera copa arrancó la cadena de reacción lo
que te ha llevado a beber todo el alcohol que has consumido desde
entonces. Estás curado en el momento en el que ves las cosas como
son, tomas la decisión y tienes claro que nunca tomarás “sólo una
copa”. Si vuelves a introducir alcohol en tu cuerpo, recrearás la
“enfermedad”. No porque el efecto físico de la droga sea tan potente,
no porque los síntomas producidos por la retirada sean difíciles de
aguantar, sino, más bien, porque si tú crees que una sola copa te da
auténtico placer o que actúa como una ayuda, entonces creerás que
mil copas son un auténtico placer o ayuda.
La única vez que he probado el alcohol desde que lo dejé, fue por
casualidad. Hace un par de años, la pareja de una amiga se le
diagnosticó un tumor cerebral. Rhea, mi mujer y yo, fuimos a
visitarle para ver si podíamos ayudarla en algo. Una mañana, al
entrar en la cocina, vi un vaso de zumo de naranja y pensando que
era para mí, bebí un trago. Supo asqueroso y lo escupí
inmediatamente aunque algo pasó por mi garganta. No lo sabía, pero
es cuando me di cuenta de que mi amiga estaba bebiendo alcohol en
un intento de gestionar el estrés que padecía. No me enganché
porque no quería alcohol. No lo echaba de menos. No pensaba: “¡Qué
delicioso es este zumo de naranja con vodka!”, sino pensé:
“¡AIIIIIIII!!
No caigas en la trampa de pensar que si sabe asqueroso, no te
engancharás. La primera copa supo asquerosa. El sabor no tiene
absolutamente nada que ver con la adicción. No lo tuvo nunca.

113
La única manera de mantenerte libre es ver el alcohol por lo que
verdaderamente es, no tal como te han lavado el cerebro. Es una
drogadicción.
Ten claro que no existe ningún auténtico placer cuando bebes
alcohol. Así que, ¿Por qué Diablos quisieras tomar “sólo una “? No
existe tal cosa como una sola copa. Es una creencia ilusoria. Así que
si no existe tal cosa como “una sola copa”, ¿Qué te impide que bebas
la siguiente y la siguiente, y la siguiente? Nada, nada te lo impide,
¿verdad? La única razón por la que te podrías sentir tentado es si
piensas que estás perdiendo algo. Ve el alcohol por lo que es, una
droga adictiva, igual que cualquier otra, igual que la heroína. Y esto
es por lo que no puedes tomar una sola copa. El alcohol no es más
que una droga adictiva altamente tóxica.

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30. Entonces, ¿Qué es lo que hay que sacrificar
precisamente?
Hace poco me encontré en una fiesta con amigos que no podían
hacerse al hecho de que yo no bebo alcohol y que estoy encantado de
no tener que hacerlo. “Venga, por una copa no pasa nada.” Dije. “no
gracias”. Luego vino la inevitable pregunta: “¿Qué te pasa? ¿No
puedes tomar ni una sola copa?” Expliqué sinceramente que podía
beber todo lo que quisiese pero que prefería no hacerlo. “¡Ja! No
sabes lo que pierdes,” fue la respuesta. Pensé: “Mmm interesante, ¿A
qué he renunciado?
Bueno, supongo que a falta de energía, sentirme constantemente
indispuesto; dolores de cabeza, letargo, barriga cervecera, dinero
malgastado, discusiones, pérdidas de memoria, volverme demasiado
emocional, menospreciarme a mí mismo; el estrés extra de tener que
recuperarme de la última copa; la ansiedad por la siguiente, las
mentiras que decía a los demás y a mí mismo; impotencia alcohólica,
la culpabilidad, los cambios de humor; no estar presente para mis
hijos y las personas más cercanas a mí; estar controlado por una
droga mientras intentaba convencerme a mí mismo todo el tiempo
que lo tenía controlado; las promesas rotas; el miedo a dejar de
beber, el miedo a seguir bebiendo, el miedo de que tal vez nunca
sería capaz de dejarlo.
Y en cambio, ¿qué es lo que conseguía con todo esto?
La constante esclavitud mental y física de ser drogadicto
Bueno, no sé lo que piensas pero yo estoy encantado de sacrificar
esas cosas. No se renuncia a nada en absoluto. De hecho es todo lo
contrario.

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31. Entonces ¿Cúando dejarlo?
¿Cuándo es el mejor momento para dejar de beber alcohol?
¿Cuándo es el mejor momento para poner fin a esta adicción para
siempre? ¿Cuándo es el mejor momento para liberarte de la
esclavitud de esta adicción?
Déjame decirlo de otra manera. ¿Cuándo sería el mejor momento
de curarte de una enfermedad mortal? ¿Una enfermedad que
empeora día a día?
¡Ahora mismo!
¡Es la única respuesta lógica!
La adicción física/química al alcohol no es tan fuerte. No es el
problema y de verdad no hay que preocuparse por ello. Fue el lavado
de cerebro que recibimos casi desde nuestro nacimiento el que
consiguió que probáramos aquella primera copa. Y después, a pesar
del sabor asqueroso, ¿Qué es lo que nos hizo seguir haciéndolo? ¡El
lavado de cerebro! Y ¿Qué es lo que nos mantiene adictos? ¡El lavado
de cerebro! Los anuncios, los medios, los otros bebedores cuyos
cerebros también han sido lavados, así como el miedo que genera.
Ahora quiero volver a la imagen del perro con el hueso con
pinchos. La razón por la que el perro sigue masticando el hueso es
que cree que el hueso le sustenta, que le da placer. El gusto y el
sabor provienen no del hueso, sino de las lesiones sangrientas que el
hueso produce en la boca del perro. Sufre de la creencia ilusoria de
que existe un auténtico beneficio, cuando en realidad, le está
matando. Pero el pobre perro no es capaz de comprender lo que le
está ocurriendo. No se da cuenta de que el hueso le está matando
lentamente, sólo siente que necesita el hueso, no entiende por qué
realmente, pero la idea de estar sin su hueso produce miedo y
pánico; luchará para defender lo que siente que necesita.
Cuando somos adictos al alcohol estamos en una situación
parecida. El alcohol es el hueso e igual que el perro, la idea de estar
sin el hueso produce miedo y pánico. Los adictos al alcohol lucharán
para defender su adicción, su “hueso” porque la idea de estar sin él
provoca pánico. El perro morirá por su ilusión. También lo hará el
adicto al alcohol.
Mientras no podemos ver el lavado de cerebro por lo que es,
mientras seguimos creyendo en la ilusión de que dejar de beber es un
gran sacrificio y que lo mejor que podemos esperar es estar en
recuperación, entonces tenemos la misma cantidad de poder en
nuestras vidas que el perro. Somos víctimas. Desafortunadamente
hasta el 90% de la población está en esta situación.
Así que, ¿Cuál es la diferencia entre el adicto al alcohol y el perro?
La gran diferencia fundamental es que el adicto al alcohol tiene su

116
inteligencia e intelecto. Esto significa que podemos ver las cosas por
lo que son. El conocimiento es poder.
Una vez hayas visto las cosas tal como verdaderamente son, ¿Por
qué Diablos quieres seguir envenenándote sistemáticamente,
destruyendo tu valor, tu energía y respeto por ti mismo? Una vez te
des cuenta de que el alcohol no es la solución sino la causa de tus
problemas, ¿Cuánto tiempo deberías esperar para dejar de beber?
No deberías perder ni un solo momento.
Una vez te des cuenta de que no tienes que renunciar a nada en
absoluto; de hecho, lo que estás haciendo es exactamente lo
contrario, ya que te regalas ¡una vida más feliz, más sana y más
larga! Así que cuando entiendas esto, cuando veas la luz, ¿Cuánto
deberías esperar? ¿Cuándo deberías dejarlo? ¿Cuándo sería el mejor
momento para liberarte de la esclavitud mental y física?
¡AHORA MISMO!
No existe otro momento más lógico.
Ni siquiera necesitas recurrir a la fuerza de voluntad o “cojones”.
Para asegurarnos de que todos entendamos lo que queremos decir
con la fuerza de voluntad, vamos a definirla:
La fuerza de voluntad es el poder que necesitas emplear para hacer
algo que no te apetece hacer (por ejemplo, ir a trabajar el lunes por
la mañana) o no hacer algo que te apetecería hacer (comer un pastel
por ejemplo cuando estás a dieta) Pero si no quieres hacer algo que
no te apetece ni siquiera hacer, entonces ¿Para qué necesitas la
fuerza de voluntad?
Entonces, ¿En qué momento te vuelves libre? Eres libre en el
momento en el que ves las cosas tal como verdaderamente son.
Bebes tu última bebida alcohólica y dices: “Ya está, basta ya. Se
terminó. ¡Soy libre por fin! No estoy en recuperación, ¡sino soy libre!”
Es parecido a lo que ocurre cuando apruebas tu carné de conducir.
La realidad es que no eres mejor conductor que hace un momento
pero sientes una sensación instantánea de euforia. Es lo mismo
cuando te liberas de la esclavitud mental y física de la adicción al
alcohol. No tienes que esperar a que nada ocurra, porque no va a
ocurrir nada. Es el esperar a que ocurra algo, lo que crea las dudas,
las esperanzas y el miedo. Eres libre desde el mismo momento en el
cual tomas tu decisión. Se terminó en este momento. Puedes saltar
de alegría desde este mismo momento.
No esperes nada, o digas “Voy a intentarlo,” o “Debería dejarlo,” o
“Podría dejarlo.” Tu decisión significa descartar cualquier otra
alternativa. Saber ciertamente que nunca más beberás alcohol.
Tu decisión de dejar de beber alcohol es una de las decisiones más
importantes, en realidad la decisión más importante que tomarás en

117
tu vida. La duración y la calidad del resto de tu vida dependen de tu
decisión. A veces dicen las personas: “Vale, pero me podría atropellar
un autobús mañana, así que ¿Qué sentido tiene?” El hecho es que
hay sólo dos cosas ciertas en esta vida. La primera es que vas a
morir y la segunda es que no sabes cuándo. Lo que sí podemos hacer
es asegurar que disfrutemos la mejor calidad de vida posible entre
este momento y el momento cuando muramos. Lo que cuenta es lo
que hacemos ahora en el presente, la calidad de nuestra vida hoy.
Cuando yo dejé de beber, me di cuenta de que había sido mi propio
carcelero. El miedo generado por el lavado de cerebro me mantenía
como prisionero, un esclavo pero una vez me di cuenta de que estos
miedos no se aliviaban con el alcohol, sino que estaban causados por
el alcohol, entonces mi decisión se convirtió en una de las decisiones
más fáciles y mejores que he tomado en mi vida. Es una decisión de
la cual nunca me he arrepentido.
Una vez veas las cosas como son, entonces dejarlo se vuelve fácil y
disfrutas de ello. Para mí, una vez que veía las cosas con claridad y
todo se había caído por su propio peso, entonces el dejarlo parecía la
cosa más natural y divertida que podía hacer. Dejar de beber fue
fácill y agradable y sigue siéndolo. Si has entendido todo lo que has
leído aquí y ves las cosas por lo que son, entonces puede que estés
tentado a precipitarte y dejarlo ahora mismo. Sigue las instrucciones
y lee todo el libro. De esta manera encontrarás fácil dejarlo,
disfrutarás del proceso y permanecerás fiel a tu decisión.

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32. ¿”Curiosidad morbosa” o ganas?
Una vez hayas leído este libro, entendido el contenido y seguido las
instrucciones, te encontrarás entre este grupo pequeño de personas
libres del lavado de cerebro y capaz de ver el alcohol por lo que
verdaderamente es. De hecho estarás mejor preparado para
mantenerte libre del alcohol que alguien que nunca lo ha bebido. Sin
embargo, recuerda que seguirás ahí fuera en el mundo, sujeto al
lavado de cerebro. La publicidad del alcohol es muy potente. Algunos
de los anuncios de cerveza son los más divertidos que podrías ver
pero recuerda: las personas atractivas, la gracia y el humor
retratados no tienen nada que ver con la realidad; de hecho, el
alcohol produce precisamente el efecto contrario. La industria del
alcohol está intentando lavarte el cerebro de manera que asocies el
alcohol con calidades que son opuestas a la realidad.
Una de las razones más comunes por las que las personas vuelven
a caer en la trampa de la adicción es lo que yo llamo “curiosidad
morbosa”. Están libres, centradas, felices y no lo echan de menos. Se
sienten mejor física y mentalmente. Se sienten más fuertes, más
capaces; tienen más valor, energía y respeto por sí mismas. Pero,
claro, después de haber pasado años bebiendo alcohol se encuentran
de vez en cuando con “reflejos” de bebedor. Estos reflejos pueden
producir curiosidad en cuanto al alcohol. ¿De verdad sabía tan malo?
Me pregunto, ¿por qué estoy pensando en beber ahora mismo? Esto
me pasó a mí y te pasará a ti. Después de tantos años bebiendo
alcohol, es normal y natural. Esto sólo es peligroso si caes en la
trampa de creer que tu reflejo, tu curiosidad, significa que lo añoras.
Verdaderamente.
Así que vamos a dejar bien claro lo que significa “ansiedad” en este
contexto:
Ansiedad es un deseo o añoranza por algo. Sólo puede surgir si tú
percibes el alcohol como un auténtico placer o muletilla que te han
obligado a sacrificar (dejarlo por cojones o estar en recuperación).
Entonces, sí, la vida se vuelve una tortura.
Así que recuerda, mira el alcohol siempre por lo que es y no como
te han lavado el cerebro. Fue la curiosidad que te enganchó en primer
lugar y fue el lavado de cerebro el que despertó tu curiosidad.
Recuerda que la droga nunca cambia, sólo cambia la manera en la
que la percibes. No lo necesitábamos antes de empezar, de hecho
tuvimos que superar el sabor repugnante; unos años después nos
entraba pánico el mero pensamiento de tener que hacer frente a
situaciones sociales y otras situaciones sin alcohol. Así que, ¿qué
cambió? La droga no cambió, la droga nunca cambió. Los síntomas
físicos leves producidos por la retirada de la droga confirmaron y
fortalecieron el lavado de cerebro.

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Así que, emplea estos momentos cuando tienes el “reflejo” para
acordarte de la verdad. Para recordar la realidad. Emplea estos
momentos para sentirte verdaderamente feliz y agradecido de que
eres libre de la esclavitud de una drogadicción. Recuerda que la
industria alcohólica y sus vendedores (consumidores de alcohol que
pagan por el privilegio) siguen intentando engancharte de nuevo.
Pero acuérdate también que es una ilusión.
Recuerda que el alcohol nunca hacía buenos los momentos buenos.
Los buenos momentos eran buenos por la compañía, la fiesta, el
hecho de que era Noche Vieja, que estabas de vacaciones. Recuerda,
la vida tiene sus altibajos, bebas alcohol o no. Sería bastante
aburrido si no fuera así. Pienso en los problemas como en los
autobuses: no pasa ninguno durante un rato y luego todos llegan a la
vez. Así que si te sientes estresado, mal de moral o aburrido,
recuerda, nunca fue por una deficiencia de alcohol, es la vida
simplemente. El hecho de que vas a estar más fuerte física y
mentalmente significa que estarás mejor preparado para hacer frente
a estas situaciones y encontrarás soluciones efectivas. Los altos serán
más altos y los bajos no tan bajos.

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33. El período de adaptación
Muchas veces se refiere al período de ajuste como el “síndrome de
abstinencia”. Fíjate en el uso de la expresión “síndrome de
abstinencia” ¿De qué tienes que abstenerte? ¿A qué tienes que
renunciar? A nada en absoluto. Yo prefiero llamarlo el “período de
ajuste”.
Tiene dos aspectos. El primero son los síntomas físicos producidos
por la retirada de la droga y para la mayoría dura unos tres días. Esto
no es más que el cuerpo eliminando el veneno lo más rápido posible.
(Ver capítulo uno sobre el mono)
La segunda parte de este proceso son los reflejos vestigiales. Si
has pasado toda tu vida adulta bebiendo alcohol, entonces una cosa
de la cual puedes estar seguro es que continuarás teniendo reflejos
de un bebedor de alcohol durante mucho tiempo. Sin embargo, esto
no ocurre sólo con el alcohol. Cualquier cambio en la vida requiere un
período de tiempo para adaptarse. Por ejemplo, aprendí a conducir en
el Reino Unido y pasé muchos años conduciendo ahí. Incluso ahora,
después de llevar muchos años viviendo en España, de vez en
cuando, después de echar gasolina y pagarla, vuelvo al coche, abro la
puerta y descubro que ha desaparecido el volante.
Ocurre también cuando cambias el coche. Cuando llueve te
encuentras poniendo los intermitentes; cuando necesitas girar, los
limpiaparabrisas. Cambias tu móvil y te encuentras constantemente
pulsando la tecla de ajustes en vez de mensajes. En todas estas
situaciones no tienes problema en aceptar que necesitas un tiempo
para ajustarte. Sabes que te ajustarás y te sientes relajado por ello.
Sería absurdo preocuparte por estos reflejos, ¿verdad? Si cada vez
que abro la puerta equivocada de mi coche empezara a preocuparme:
“¡Dios!, ¿cuándo seré libre de coches británicos?” Entonces en poco
tiempo tendría un verdadero problema ya que estaría creando una
fobia cuando no existe problema en la realidad.
Es igual cuando dejas de beber alcohol. Necesitas un tiempo para
ajustarte pero que sepas, que te acostumbrarás, seguro. La vida está
llena de situaciones en las que de antemano solías beber. Cuando te
encuentres en estas situaciones puede que experimentes un gatillo.
Puede que el gatillo sea un pensamiento como “quiero una copa”.
Recuerda, estos reflejos no significan que quieres una copa de
verdad; no es ansiedad, sólo significa que hiciste algo miles de veces
antes y que ahora te estás ajustando a no tener que hacerlo.
Cuando haces cualquier cambio en tu vida, tienes que pasar por
este proceso. Siempre y cuando aceptes el proceso y permanezcas
firme en tu decisión y lo veas con claridad, no tendrás ningún
problema. Cuando empiezas a pensar: “¡AAAHH! ¿Cuándo acabará
esto?” o “¿Cuánto más tiempo tengo que vivir con esto?”, esto es lo
que causa problemas. O, si empiezas a creer que es algo más de un

121
reflejo. Estos momentos pueden ser maravillosos también. Cuando
dejé de beber, me acuerdo de la sensación de alivio cuando se
dispararon estos gatillos y pensé “¡qué alivio que ya no tengo que
hacer esto!”
Eres libre. Disfruta de ser libre.
Recuerda, nadie ni nada puede obligarte a beber alcohol. Tu
decisión es la clave. Una vez bebí mi última copa y tomé mi decisión,
me convertí en no-bebedor en este mismo instante, libre de la
adicción al alcohol. El hecho de que soy “no-bebedor” significa que
pase lo que pase en mi vida, no importa el gatillo, no importa el
pensamiento que podría pasar por mi mente, no significa que estoy
añorando tristemente una bebida. ¿Por qué no? Porque soy no-
bebedor.

122
34. Situaciones “tentadoras”
¡No hay situaciones tentadoras! Una vez estés fuera del fango, ¿Te
tienta tirarte dentro de nuevo? ¿Evitarías el campo, por si vieras una
zona de fango y no pudieras resistir la tentación de tirarte de cabeza
en el fango? Por supuesto que no.
La experiencia más común que tienen la personas de no beber el
alcohol es cuando han intentado dejarlo durante un tiempo o cuando
hay restricciones. En las dos situaciones normalmente yo sentía que
perdía algo. Esto es lo que suele ocurrir cuando las personas intentan
dejarlo por cojones o la fuerza de voluntad. Lo que ocurre es que
sienten que tienen que quedarse en casa por ejemplo el sábado por la
noche para evitar la “tentación”. Ahora se encuentran solos en casa y
se sienten aún más miserables. Esta experiencia sirve para confirmar
el lavado de cerebro que la vida es aburrida sin alcohol. Después de
semanas de esto empiezan a sentir que no pueden vivir el resto de la
vida como un monje, o incluso peor ya que a algunos monjes al
menos les está permitido beber alcohol.
¿Cómo vas a evitar situaciones en las que está presente el alcohol
durante el resto de tu vida? Se encuentra en todos aspectos de
nuestra sociedad. Quieres dejar de beber, no dejar de vivir. Yo no
como lácteos pero no evito todos los restaurantes, bares y cafeterías
que venden lácteos por si acaso estuviera tentado de beber leche. No
le doy importancia.
Esto es lo maravilloso de entender la trampa. Ya no es el alcohol
que te controla a ti. Eres tú quien manda.
Una de las preguntas que escucho muchas veces en nuestras
sesiones es: “¿Entonces cómo celebras algo sin alcohol?” La palabra
“celebrar” en nuestra sociedad es sinónimo de “beber alcohol”. Nos
han lavado el cerebro a hacernos aceptar que la única manera de
celebrar es beber una bebida alcohólica con burbujas, incluso las
personas a las que no les gusta el champán o cava, cumplen con su
deber en estos momentos y prueban un sorbito, porque si no lo
hacen, no están celebrando. No es más que otra excusa para beber.
Si consigues el trabajo, se celebra con alcohol; si no lo consigues, a
ahogar las penas con alcohol. Pasamos nuestras vidas intentando
controlar el consumo por las restricciones y por tanto las
celebraciones son una maravillosa justificación para beber. Cuando se
emborracha uno ciegamente para ahogar sus penas – esto no está
bien visto. Pero si hacemos lo mismo cuando celebramos algo – esto
es aceptable y disculpamos cualquier comportamiento con el
comentario: “se pusieron un poco alegres”.
Una celebración de algo no significa emborracharse, sino que tiene
que ver con ser feliz por algo que has conseguido tú u otra persona;
celebrar un sentido de esfuerzo y padecimiento compartidos para
conseguir una meta. Se trata de un sentido de cercanía cuando te

123
comprometes a algo, o un sentido de alegría cuando tenemos buenas
noticias. No soy adicto al alcohol y por tanto en estos momentos de
celebración puedo realmente sentir estas buenas emociones
auténticas con toda intensidad. Sin embargo, para un adicto al
alcohol es una oportunidad demasiado buena para perder. La
celebración se convierte en otro borroso recuerdo más de una
borrachera. ¿Cuántas de estas celebraciones se convierten
rápidamente en otra pelea más de gritos acalorados por el alcohol?
El hecho es que me acuerdo de todas las celebraciones en las
cuales he participado desde que dejé de beber y pocas de antes de
dejarlo. Cuando bebes alcohol, te dices que vas al bar cada noche por
razones “sociales”. Uno de los comentarios más comunes que recibo
de mis clientes después de que dejan de beber es que se dan cuenta
de que la verdadera razón por la que antes visitaban el bar cada
noche fue para conseguir su “dosis” de su droga, el alcohol. ¿Les
apetecería a todos ir al bar por razones sociales si no se vendiera
alcohol en el bar? Por supuesto que no
Hoy en día si me voy a un bar es para hacer vida social de verdad.
Disfruto de la compañía de mis amigos y compañeros de trabajo. Si
surge que no lo paso bien, tengo claro que una copa no va a mejorar
las cosas. Lo paso bien a veces y no lo paso también en otras
ocasiones, pero no tengo que resistir ninguna tentación. No tengo
restricciones. Estoy presente con mis amigos. Una de las cosas que
puede ocurrirte es que te sentirás atraído por otras actividades, ya
que estar sentado durante horas y horas con un grupo de gente
borracha puede que deje de llamarte tanto. Pero esto no es para
“evitar la tentación” es porque empiezas a ver que la vida tiene
mucho más que ofrecerte que estar sentado en el mismo lugar noche
tras noche para conseguir tu dosis de alcohol.
Si, por ejemplo, te encuentras en una celebración, ¡Celebra!
¡Siente agradecimiento, emoción, compañerismo, satisfacción! – No
borracho. Hagas lo que hagas…

124
35. Disfruta de pensar en ello
Una vez dejes de beber, encontrarás que piensas en ello con
bastante frecuencia, especialmente, durante las primeras semanas
pero dejémoslo claro, no es igual que pensar en ello cuando te
obligabas a dejar de beber antes. Antes cuando me obligaba a dejar
de beber durante un período, pensaba mucho en beber; mis
pensamientos trataban o bien cuánto privado me sentía o imaginaban
el momento cuando podía volver a beber alcohol de nuevo. Pero esta
vez, cuando pensaba en beber, después de haberme liberado de la
adicción al alcohol, pensaba: “¡GUAUU! Soy verdaderamente libre.
¡Fantástico!” Mi corazón se hinchaba de orgullo y sentía una inmensa
sensación de alivio. Me sentía maravillosamente bien conmigo mismo.
No me obligaba a pensar en ello, sino que disfrutaba de pensar en
ello cuando me encontraba haciéndolo.
Hagas lo que hagas, no intentes no pensar en ello. Es uno de los
errores más graves. En el momento en el que intentas no pensar en
algo, acabas siendo incapaz de pensar en otra cosa. Prueba el
siguiente experimento. Cierra los ojos e intenta no pensar en
elefantes rosas. Imposible, ¿verdad? Las personas a veces caen en la
trampa de creer que no deberían pensar en ello. Esto me indica
instantáneamente que están intentando no pensar en ello. Recuerda,
pensar en ello no es lo mismo que añorarlo.
Leí un libro sobre un hombre que fue equivocadamente encarcelado
durante catorce años por asesinato. Durante 10 de estos años, vivía
en las celdas para los condenados a muerte. Sufría el estrés de al
menos dos indultos de último momento. Fue pegado, maltratado y
sufría terriblemente bajo las manos de policías corruptos, jueces
perezosos, guardias sádicos y prisioneros psicópatas. ¿Qué piensas?
Que cuando finalmente salió de la cárcel ¿Nunca más pensaba en
ello? Pensaba mucho en ello cuando salió, todos los días y cada vez
pensaba en ello, daba gracias a Dios por ser libre. También pensaba
en todas las demás personas encarceladas por error y quería
ayudarlas. A medida que pasaba el tiempo, pensaba en ello cada vez
menos pero una cosa de la que estoy totalmente seguro, es que
cuando pensaba en ello, nunca pensaba: “¡Ojalá pudiera volver a
estar en estas celdas, condenado a muerte, sólo en Noche Vieja y
quedarme ahí, tal vez, durante el resto de mi vida!” Sentía un
inmenso sentido de alivio al no ser la víctima, se sentía libre y capaz
de escribir el guión de su propia vida.
Así es exactamente como pienso sobre el alcohol. Pienso en ello
mucho. Es mi trabajo. Me encanta pensar en ello. No me asusta.
Pensar en ello crea en mí, a nivel personal, un inmenso sentido de
satisfacción y alegría. A nivel profesional, me facilita una oportunidad
de profundizar mi conocimiento sobre todo el tema de la adicción.

125
Vayas donde vayas en nuestra sociedad, te encontrarás rodeado
por la publicidad. La clave del éxito es ver esta adicción por lo que es.
Una ola de adicción al “cristal” está pasando por Estados Unidos en
estos momentos. Vi un documental sobre ello hace un par de noches.
Un joven y su novia, estaban consumidos, enfermos, apáticos y no
veían ningún futuro por sí mismos. Luego se veía como tomaban su
dosis de “meth cristalino”. Fueron transformados y empezaron a
hablar como si fueran los reyes del mundo. Les miraba con una
mezcla de compasión y lástima. Así es como veo a los adictos al
alcohol. No les envidio, siento cierta compasión por ellos,
especialmente cuando me doy cuenta de que ni siquiera entienden
que están atrapados en el fango y que están hundiéndose. Me
considero una persona inteligente y a veces me pregunto: “¿Cómo
fue posible que tardara tanto tiempo en ver a través del lavado de
cerebro para ser libre?”
Disfruta de tu vida libre de la esclavitud de alcohol pero nunca
busques…

126
36. Sustitutos
Al comienzo de este libro te dije que una de las claves al éxito es
seguir las instrucciones. Una de las instrucciones fundamentales es
no emplear sustitutos.
Una pregunta común es “¿Qué debería beber en vez de alcohol?”
“No puedo beber agua toda la noche”. Beber toda la noche es posible,
sí, cuando bebes alcohol por su efecto diurético. Cuando bebía
cerveza, podía, sin demasiadas molestias beber seis litros de cerveza
o más en unas cinco horas. Hoy, y forzándome mucho, encuentro
difícil beber más de 4 litros de agua en diez horas. Tal como lo he
mencionado antes, esto ocurre simplemente porque cuando bebes
cerveza estás intentando saciar tu sed empleando la misma cosa que
causa la sed en primer lugar.
¿Por qué sentimos la necesidad de emplear un sustituto? Porque
cuando estamos intentando controlar el consumo por restricciones o
cuando hemos intentado dejar de beber durante un rato, queremos
beber alcohol pero no podemos. De manera que buscamos un
sustituto como por ejemplo, cerveza sin alcohol o un refresco porque
queremos beber alcohol pero no podemos.
Muchos expertos (la mayoría de los cuales son adictos al alcohol)
dicen que cuando dejas de beber, necesitas reemplazarlo con algo.
No saben de lo que hablan. Cuando ves la trampa por lo que es y
dejas de beber alcohol, te liberas de una horrible enfermedad
progresiva. Imagina que tuvieras cualquier otra enfermedad
progresiva y te curaran, ¿Cuál sería tu reacción? ¿Buscar un sustituto
o sentirte aliviado que eres libre? Hace algunos años en una revisión
médica había dudas en cuanto a un rayos-X de mis pulmones. Me
dieron cita con el médico. Tuve que esperar unos días. Dos días
largos, llenos de ansiedad. Imaginaba toda una serie de escenarios:
¿Qué diría a mis hijos? ¿Cómo lo explico a mi mujer? Un par de días
después, el médico me dijo que la placa original estaba mal y me
confirmó con otra placa que todo estaba bien. Cuando recibí estas
noticias no pensé inmediatamente “¡Dios!” ¿Qué hago ahora?” ¿Qué
haré en vez de sufrir la angustia, estrés y preocupación?” No busqué
un sustituto, sino que me sentía inmensamente aliviado, feliz y
agradecido por mi vida. Así es exactamente como me siento por
haberme liberado de la esclavitud mental y física de la adicción al
alcohol. Aliviado, feliz y agradecido por mi vida. No necesito, ni quiero
un sustituto por la pesadilla de la adicción.
La industria del alcohol gasta una fortuna en un intento de
convencernos de que el alcohol sabe bueno. Tal vez uno de los
mejores trucos que han ideado para hacer dinero es la cerveza y vino
“sin”. Una cerveza sin alcohol está diseñada para mantenerte
enganchado. También demuestra muy claramente que los adictos al
alcohol no beben por el sabor u olor, la beben por el alcohol. Cuando

127
alguien decide dejar el alcohol durante una temporada, da igual
cuánto lo intentan, nunca llegan a disfrutar de la cerveza “sin” de
verdad. ¿Por qué? Porque no contiene alcohol. Parte de la idea es que
los hombres de verdad beben cerveza, de manera que si te
encuentras de juerga con un grupo de amigos que beben cerveza y tú
estás bebiendo agua, entonces la implicación es que eres una especie
de nenaza. Si te preocupa esto, es hora de madurar. Eres un hombre
o una mujer y la industria del alcohol no es capaz de hacerte “más
hombre” o “más mujer”. Sólo pueden esclavizarte. Así que la elección
no es ser hombre o nenaza, sino esclavo o libre. Disfruta tu libertad
en estas ocasiones. El hecho es que tú ya no eres esclavo del lavado
del cerebro, tú ya no tienes que gastar una fortuna intentando saciar
tu sed con algo que lo creó en primer lugar encogiendo tu cerebro
para colmo.
Imagina que se le dijera a un adicto a la heroína que se ha liberado
de la adicción a la heroína que debería seguir haciendo vida social con
la misma gente, haciendo las mismas cosas pero que en vez de
inyectarse con heroína, debería inyectarse con su jeringuilla llena de
agua colorada, ¿Crees que este consejo le haría sentirse bien o crees
que le haría sentirse aún más privado? La pregunta es estúpida. Si no
sientes ningún sentido de sacrificio cuando dejas de beber alcohol y
empiezas a emplear un sustituto, casi seguro crearás un sentido de
sacrificio.
Necesitamos beber agua para sobrevivir. Esta es la razón por la
que tenemos un mecanismo para la supervivencia llamado la sed. La
sed te indica que necesitas beber agua y esto es lo que bebo
normalmente. Si hay zumo de naranja recién exprimido, bebo esto a
veces pero generalmente bebo agua.
Nos estamos acercando a un momento importante. Si has
comprendido todo lo que has leído hasta este momento, entonces
sabrás que no sacrificas nada. Que el alcohol no proporciona ningún
placer auténtico, que no alivia el estrés, sino que lo causa; que
destruye tu valor y tu confianza. Estás en una trampa, la trampa de
la adicción al alcohol. Te lavaron el cerebro desde tu nacimiento y la
primera copa te encerró en la trampa. No estás solo en esta trampa.
El 90% de la población adulta cayó en la misma trampa. Ha tenido un
efecto negativo en todos los aspectos de tu vida. Estás listo a
liberarte de la esclavitud mental y física. Estás listo para empezar a
escribir tu propio guión de la vida y la única cosa que tienes que
decidir ahora es cuándo tomar…

128
37. Tu última copa
Cuando empiezo a trabajar con un grupo de personas o un
individuo, y con cualquier adicción y menciono la última copa/”dosis”,
la respuesta en su rostro varía desde pánico a una sonrisa algo
nerviosa. Esto es porque mientras tienes el lavado de cerebro alojado
en la mente, suena como un sacrificio. Pero para ti no va a ser ningún
sacrificio. Incluso al final de la sesión, cuando las personas hablan de
sentirse nerviosas y exploramos el sentimiento, descubrimos que lo
que sienten no son nervios sino que están emocionadas (no es difícil
confundir ambos estados). No hay nada que temer. Es el lavado de
cerebro lo que produce el miedo y tal como hemos visto el lavado de
cerebro no tiene nada que ver con la realidad. Sin embargo, es el
miedo que nos mantiene enganchados.
Mi última copa fue la única que disfruté de verdad. No se trata del
fin de algo, sino que simboliza un nuevo comienzo. No se trata de
sacrificar algo, sino de lograr lo que a cualquier adicto al alcohol le
encantaría lograr: libertad de la esclavitud mental y física de la
adicción a la droga. Poder vivir y disfrutar de la vida plenamente, sin
tener que envenenarte sistemáticamente. Ser verdaderamente tú
mismo y escribir el guión de tu propia vida.
Una de las razones principales por la que el pensamiento de la
última copa provoca un sentido de miedo es porque aunque es un
paso maravilloso, también es un gran paso y nos han lavado el
cerebro durante todas nuestras vidas para creer en la existencia de
esta enfermedad imaginaria llamada alcoholismo, una enfermedad sin
cura. Y que incluso si consigues dejar debeber, nunca podrás vivir
una vida “normal”, tendrás que permanecer “en recuperación”, y
conformarte a vivir una “vida regular”.
Igual que otros, a lo largo de los años he perdido a amigos y
familiares por enfermedades y accidentes. En cada ocasión los días
después de la muerte han sido los más traumáticos. Un sentido de
estupefacción en primer lugar y luego dificultad en aceptar la
realidad, luego tristeza y una especie de vacío que sentimos que
nunca se podría llenar. Con el tiempo llega la aceptación y la vida
sigue.
Muchas personas en recuperación, de modo algo absurdo, entran
en una especie de luto porque sienten que han tenido que sacrificar
algo. Que aunque el alcohol fue malo, también fue una especie de
amigo (el tipo de amigo del cual tus padres o pareja hubieran
preferido mantenerte alejado….precisamente porque no era bueno),
pero un amigo de todos modos. Un amigo que estuvo siempre a su
lado en momentos estresantes, en momentos difíciles, en momentos
tensos. ¡Qué bobadas! Nunca “se recuperan” porque su “amigo” está
siempre cerca, es sólo que están prohibidos a asociarse con él porque
tienen una enfermedad llamada alcoholismo. La enfermedad no está

129
en la persona, sino en la droga. En la película “La Conexión Francesa”
los malos raptaron a Gene Hackman y le tenían aprisionado durante
unas semanas, inyectándole con heroína; ninguna sorpresa, se
convirtió en adicto a la heroína. No necesitaba ser heroinólico para
convertirse en adicto a la heroína. Sólo necesitaba que le inyectaran
con heroína. Es la droga no la persona.
Cuando empezaste a beber alcohol, introdujiste el parásito del
alcohol en tu cuerpo. Desarrollaste una adicción química. El lavado de
cerebro te hizo creer que fue un amigo, pero en realidad ha sido
utilizando tu dinero para alimentarse a sí mismo y para asolar la
calidad de tu vida; mantenerte estresado, destruir confianza en ti
mismo, enfermarte e incluso matarte. No sé lo que piensas tú, pero
me parece que no merece la pena meterte en luto por la muerte de
este parásito, al contrario. Es motivo para una gran celebración.
Estás logrando no sólo lo que quieres lograr, sino lo que todos los
adictos al alcohol quieren lograr: LIBERTAD. No se trata tanto de
terminar algo, sino se trata más bien de empezar otro nuevo capítulo
maravilloso de tu vida.
Así que, ¿Cuándo y dónde deberías tomarte la última copa? Tú
eliges, tú decides. Pero asegúrate de hacerlo. No lo retrases. Hazlo, lo
antes posible. Si te encuentras sintiéndote un poco nervioso,
obsérvalo y acepta la sensación. Es perfectamente normal sentirte
nervioso ya que se trata de un gran paso y si ya has tomado tu
última copa entonces ¡Felicidades! ¡Se terminó! Pero asegúrate de
terminar el libro. Tu pasado de ser adicto al alcohol pronto se
termina. No importa cuántos años llevas bebiendo alcohol, ni la
cantidad que bebes; no importa tu edad o tu historia pasada. La
libertad es tuya. Todo lo que necesitas hacer es entender la trampa y
seguir…

130
38. Las instrucciones
Primero, una advertencia. Si estás hojeando el libro y estás tentado
simplemente a seguir estas instrucciones sin leer el resto del libro
primero, ¡no lo hagas! Hacer esto sería como ir al baño y olvidarte
bajar los pantalones primero. Esto no es el resultado que buscas. Lee
todo el libro primero.
1. Tu decisión: No se trata de una negociación. En esta decisión
no hay condiciones. No vas a intentar dejar de beber. Tu
decisión es la siguiente: no beber alcohol da igual las
circunstancias, los buenos momentos, los malos. No hay duda
en esta decisión. Has excluido todas otras posibilidades. Toma
tu decisión de esta manera, elimina las dudas y verás que es
fácil.
2. Nunca pienses:”No puedo tomar otra copa”. Esto es lo
que causa el sufrimiento en recuperación. Puedes tomar otra
copa pero tú no quieres hacerlo. Te podrías inyectar con
heroína ¿verdad? Entonces, ¿Por qué no lo haces?
Sencillamente porque no quieres hacerlo.
3. No sacrificas nada. No quiero decir que las desventajas de
beber alcohol pesan más que las ventajas. No hay ventajas.
Una vez te des cuenta y aceptas que no sacrificas nada, es
fácil. Aceptar este hecho significa que caerás en la trampa de la
“recuperación” de pasar tu vida añorando algo que tú mismo no
quieres tener.
4. Disfruta de pensar en ello: Pase lo que pase puedes estar
seguro de que pensarás en ello. Después de tantos años y tanto
alcohol sería raro y más que un poco preocupante nunca más
pensar en ello. Así que cuando el pensamiento surge de repente
en tu mente, disfruta del momento. Piensa: “No es maravilloso,
soy libre. No tengo que hacerlo más -¡qué maravilla!”.
5. No emplees sustitutos: Evita cervezas y vinos sin alcohol.
Sólo mantienen viva la ilusión de que tienes que sacrificar algo.
6. Alégrate por tu decisión: Alégrate por tu decisión no sólo
desde el primer momento sino durante el resto de tu vida. Si
esperas a que ocurra algo, estarás esperando nada. Así que
alégrate por tu decisión desde el primer momento y durante el
resto de vida. No está ocurriendo nada malo, sino algo
maravilloso.
7. No cambies tu vida: No hagas grandes cambios porque has
dejado de beber. Si sientes que tus horizontes están
expandiéndose y sientes que quieres sacar más de tu vida,
entonces ¡maravilloso! Haz estos cambios pero no porque has
dejado de beber alcohol.

131
8. No evites situaciones tentadoras: Recuerda que no existen.
Esto significa que puedes pasarlo bien desde los principios en
cualquier situación. Eres libre. No bebes alcohol, no porque no
puedes, sino porque ves la realidad y no quieres hacerlo.
9. No envidies a los bebedores: Recuerda que puede que ellos
creen que beben alcohol porque lo eligen o porque lo quieren.
Es porque son adictos al alcohol de la misma manera que un
heroinómano es adicto a la heroína. Serías un bobo si
empezaras a envidiar a los adictos a la heroína, igual que
serías bobo si envidias a los adictos al alcohol. Ten compasión
por ellos, no lástima.
10. Deja de pensar en una sola copa: No existe tal cosa.
La adicción al alcohol es una reacción en cadena que destruye
tu valor, respeto por ti mismo, tu energía. Míralo por lo que es,
una esclavitud mental y física. Es hora de saltar de alegría.
11. No cuentes los días: Contar los días es lo que hacen las
personas que lo dejan con la recuperación. Tú no estás “en
recuperación”, sino que eres libre. No necesitas contar los días
que has “sobrevivido” sin alcohol. Sería absurdo contar los días
que has estado libre durante el resto de tu vida ¿verdad? Deja
el alcohol atrás. Estabas sufriendo una pesadilla y ahora te has
despertado. ¡Ahora sigue disfrutando del resto de tu vida!
No existe tal cosa como un alcohólico: No naciste como
alcohólico. No existe tal cosa. Eres igual que millones de otras
personas en el mundo que cayeron en la trampa y ahora tu te estás
liberando. Una vez hayas tomado la decisión de ser libre, no te
tortures poniéndola en duda.

132
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libro, agradecería que dediques unos segundos para que otras
personas conozcan nuestra información:
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existe la posibilidad de vivir felizmente sin alcohol u otras
drogas. Si el resultado de esto es cambiar sus vidas para
mejor marcando una diferencia importante en ellas, te estarán
siempre agradecidos. Y yo, también.

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133
Consejos dietéticos
Existe bastante investigación sobre los beneficios potenciales del
uso de suplementos vitamínicos y la importancia de una alimentación
sana durante el período del mono producido por la retirada del
alcohol. Se ha centrado más en las vitaminas del complejo B, aunque
todas las vitaminas A, C, D y E, también juegan un papel importante.
Un análisis de las investigaciones demuestra que las dietas con
énfasis en comida basura aumentan el consumo de alcohol en
animales. En una prueba con humanos en la cual se limitaba la
cantidad de azúcar refinada y se aumentaba la cantidad de
carbohidratos complejos, verduras y se eliminaba la cafeína, se
observó una reducción de molestias durante el período de la retirada
del alcohol. Mientras que aún no se tiene muy clara la importancia de
la dieta, algunos médicos sugieren que cuando se deja de beber
alcohol, se reduzca el consumo de azúcar y comestibles procesados
evitando también la cafeína.
Una segunda medida que puedes tomar es asegurarte de que tu
dieta incluya una cantidad importante de alimentos ricos en
nutrientes de manera que puedas conseguir todos los nutrientes que
tu cuerpo necesita para funcionar óptimamente, lo que incluye ayudar
a tu hígado y otros procesos de desintoxicación. Desde nuestra
perspectiva, la mejor manera de cumplir este objetivo es comer la
máxima cantidad posible de verduras frescas (mejor las que tienen
un color verde oscuro o colores fuertes) y alimentos con elevado
contenido de carbohidratos complejos, como por ejemplo, legumbres,
patatas, batatas y cereales. El alcohol merma una amplia gama de
nutrientes, entre otros las vitaminas B, así que es importante que
consigas suficiente a través de tu alimentación.
Muchos adictos crónicos al alcohol son deficientes en vitaminas B,
especialmente la vitamina B3. John Cleary, M.D. recomienda
suplementos que contienen unos 500mg de niacina al día. La
situación se empeora por el hecho de que el abuso del alcohol crea
una mayor necesidad por vitaminas B. Es posible que un tratamiento
exitoso de una deficiencia en vitamina B puede incluso reducir los
síntomas producidos por la retirada del alcohol. Muchos médicos
recomiendan unos 100mg de vitaminas del complejo B al día. Parece
ser que la vitamina C ayuda al cuerpo a eliminar el alcohol. Algunos
médicos recomiendan entre 1 y 3 gramos de vitamina C al día.
Debido a las múltiples deficiencias nutricionales asociadas con la
adicción al alcohol, la mayoría de los adictos crónicos al alcohol que
dejan de beber deberían tomar un suplemento multivitamínico-
mineral durante al menos algunos meses después de dejar de beber.
El médico indicará si es necesario hierro o no.
Sin embargo, insisto en que no consideres un suplemento
vitamínico como sustituto de comer más fruta fresca y verduras, ya

134
que estas son la mejor fuente de estas vitaminas y otras muchas
sustancias necesarias para una óptima salud.

135
Otros títulos:
¿Cómo dejo de dejar de fumar?

Lo que comentan otras personas…


Dejé de fumar con Geoffrey hace cinco años y luego dejé el alcohol
hace dos. No puedo empezar a explicar lo maravilloso que ha sido
toda la experiencia. Me siento libre y completa sin tener que
envenenarme a mí misma… Tengo las riendas de mi vida otra vez.
Gracias. Cristina – San Sebastián.
Soy una persona de naturaleza escéptica y no podía ver cómo podría
dejar de fumar solo por leer un libro. Leí el libro de Geoffrey (de
manera que mi amigo que lo había dejado con él me dejara en paz) y
lo hizo tan fácil. Huelo tanto mejor y mi mujer está encantada porque
he dejado de roncar. Cualquier persona que no deja de fumar
siguiendo sus argumentos tiene que estar loco. David – Madrid.
Nunca pensé que sería capaz de dejarlo. He pasado de cuarenta al día
a cero sin el más mínimo problema. Me siento fenomenal. Incluso he
empezado a correr. ¡Fantástico! Gracias. Philip - Barcelona.
Hace ya más de año y medio que deje de fumar gracias a una charla
que fui en Madrid. La verdad al principio pensaba que seria muy
difícil, lo había intentando muchas veces y me era imposible, no
conseguía aguantar más de un día sin poder dejar de fumar, hasta
que un amigo me hablo de las charlas y decidí ir y probar. Tengo que
reconocer que fue lo mejor que pude hacer ya que salí directamente
sin fumar y los días siguientes pasaban sin necesidad de volver a
echarme un cigarro a la boca y lo mejor de todo no había mono era
tan imperceptible como el pellizco de un niño pequeño. Yo se lo
aconsejo a todo el mundo. Si quieres dejar de fumar y ves que no
puedes, inténtalo, merece la pena. Miguel.
Hola. Es más que probable que no me recuerdes, pero casi me
“contratas” el 16 de Abril, como colaborador tuyo en Vitoria. Ese día
no se me olvidará en la vida, fue el día que volví a la vida, a quitarme
de mi cabeza pensamientos raros que me estaban atormentando y
miedos también, por supuesto. Fumaba casi 2 paquetes,
anteriormente había dejado de fumar con vosotros, con el mismo
método, pero caí en la tentación y empecé a fumar de nuevo. Ahora
me veía incapaz, sin fuerzas para dejarlo, aunque deseaba dejarlo,
por mis hijos… Porque deseo verlos crecer, deseo que tengan un
padre sano y que no sufran el terrible dolor que supone ver morir a
alguien por culpa de esa mierda.
Ahora que lo he conseguido, soy muy feliz, mi cuerpo ha
experimentado cambios realmente sorprendentes… No me canso

136
como antes, no tengo esa tos asquerosa, respiro perfectamente, subo
escaleras y cuestas con mucha facilidad, mi aliento no huele a tabaco,
mi ropa tampoco, mi piel tampoco, mi pelo tampoco, y sobre todo, he
recuperado una actividad física que creía perdida para siempre,
además mis hijos cuando les beso o los abrazo, porque soy muy
besucón, no me han vuelto a decir “PUAGGG, QUE MAL HUELES
AITA”, eso para mi es maravilloso. Desgraciadamente he visto a
personas de mi familia y amigos, morir por culpa de esta mierda…No
quiero que eso me pase a mi, con esto he dado el primer paso para
que ello no ocurra. Espero que sea así. Te estaré eternamente
agradecido Rhea, muchas gracias por darme otra vida. Sinceramente
agradecido: Kike.
Hola estoy muy contento pues hace tres meses que hice el curso para
dejar de fumar y lo he conseguido gracias a vosotros, ahora no vivo
encadenado a ese vicio tan absurdo que me tubo enganchado
durante media vida, tengo 44 años y empecé a fumar con 13 más o
menos, he llegado a fumar dos cajetillas diarias, por lo tanto yo
también era de esos que decían yo no puedo pero si pude y ahora me
considero un no fumador y muy contento. Al que de verdad quiera
dejar de fumar os recomiendo el curso pues si a mi me a funcionado
seguro que a vosotros también, un saludo a todos y ánimo. Raúl.
Hola… soy Almudena de Bilbao. Sólo una palabra: GRACIAS.
Soy Carlos. Superado ya el mono de la nicotina, cada vez me
encuentro mejor. De vez en cuando me acuerdo, pero es solo un
segundo. Miro mi reloj nuevo y se va. Saludos.
Hola Rhea, buenas tardes. Empecé a fumar a los 15 años y
actualmente tengo 64, había intentado en múltiples ocasiones dejar
de fumar, pero sin éxito. Me apunte a vuestro cursillo, hace ya cuatro
meses y de momento y esta vez estoy convencido que me he
convertido en un ex-fumador y me siento muy feliz por ello. Te envío
este correo como agradecimiento por la gran ayuda que significo
vuestra terapia para conseguir vencer esta lamentable adición. Sin
otro particular, esperando que mi testimonio pueda servir de ayuda a
otras personas, un cordial saludo. Carlos.
Vuelvo a contactar con ustedes, después de haber dejado
definitivamente de fumar ya hace bastantes semanas (desde el 17 de
febrero). Desde entonces, además de no aumentar de peso, me he
permitido varias licencias y gustazos, que antes difícilmente podría
haber disfrutado atado al cigarrillo. Entre estas experiencias ha sido
poder viajar al extranjero sin necesidad de llevar tabaco de repuesto.
Estuve 4 días en Bruselas (dos de trabajo y dos de placer), y no sentí
en ningún momento la necesidad de depender de la chimenea. Es
más, los dos días de placer, prácticamente me recorrí los edificios
más importantes de Bruselas sin prácticamente ningún esfuerzo. En
el pasado, cuando era fumador, me hubiera costado bastante más y

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no hubiera aguantado todo el día andando. También realicé un viaje
de placer a Berlín, y realmente ahí me di cuenta de lo bello que es
disfrutar de la vida sin necesidad del tabaco. Y eso que los berlineses
fuman mucho y beben más. Pues diariamente calculo que podría
andar en torno a unos 10 kilómetros sin ningún esfuerzo, incluyendo
cruzar el Tiergarten desde el Parque Zoológico hasta la isla de los
museos. Pero el gran avance se dio en mi tercer viaje de placer,
cuando he estado en Extremadura. Concretamente, en el Valle del
Jerte. Un paisaje idílico donde me atreví con un amigo a realizar la
Ruta de la Garganta de los Infiernos. Lo increíble de todo es que, sin
ningún tipo de esfuerzo, con subidas y bajadas y un relativo esfuerzo
o forma física necesaria, no tuve problema para hacer esta ruta de 7
horas. De nuevo, mis agradecimientos a usted y a Geoffrey por el
libro. Me resultó de una gran ayuda para reforzar los conceptos del
libro de Carr. Me acordé de ustedes cuando en una cena de trabajo
en Bruselas nos pusieron como postre el mango, que nunca había
probado anteriormente. No duden en contactar conmigo para
cualquier cosa. Muchas gracias por su atención, Fran Ruiz.
Para más comentarios: testimonios

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El Autor
Geoffrey Molloy nació en 1957 en Singapur y se crió principalmente
en Chipre y luego en el Reino Unido.
Se podría describir su niñez caritativamente como una niñez
caótica. Fue criado esporádicamente por un padre alcohólico y
abusivo y en otros momentos por una madre violenta y narcisista
además de una serie de padres de acogida mayoritariamente
indiferentes y en varias instituciones para niños desamparados.
Salió “de casa” con 16 años sin tener ni idea en cuanto a cómo
funcionaba el mundo y sin ni siquiera saber lo que era una emoción;
ni ningún sentido de conexión consigo mismo. Su inteligencia innata y
buena apariencia (Geoffrey es el autor modesto de esta mini-
biografía) significó que a pesar de este comienzo poco prometedor
fue capaz de funcionar como oficial navegador de la marina mercantil,
piloto militar y luego responsable de marketing en Asia y Oriente
Medio en el mundo de telecomunicaciones por satélite – pero sólo
hasta cierto punto. Después de una serie de relaciones desastrosas y
totalmente disfuncionales, tocó fondo.
Luego a principios de los años ochenta, un amigo (por casualidad,
un “alcohólico”) le señaló algo que hasta ese momento se le había
escapado, es decir, que él mismo, Geoffrey, fue el factor común en
todas estas situaciones. Esto le pareció una especie de revelación,
también arrancó una exploración de lo que hasta ahora no había
reconocido ni examinado – es decir, su mundo interno. La muerte de
un amigo muy cercano cuando Geoffrey tenía 28 años aceleró el
proceso puesto que en un intento de negar su propio luto y “ser
valiente” se encontró a sí mismo esforzándose cada vez más por
gestionar su vida con el alcohol y otras sustancias. Se volvió muy
deprimido y seriamente contempló terminar con todo.
Pero en estos momentos más oscuros muchas veces nace la
esperanza más grande. Geoffrey se volvió consciente de su deseo de
vivir y de vivir bien y así es como comenzó una ´búsqueda voraz
para encontrar sentido y sobre todo paz interior. Este camino le llevó
a través de muchas terapias, profesores y finalmente a la meditación
y sus prácticas asociadas. También le llevó a conocer y luego casarse
con su mujer, Rhea – una decisión que considera como una de sus
mejores decisiones. Ella le enseñó que era posible que fuese querido
por otras personas.
En 1993 dejó de fumar con Allen Carr y después de un par de años
y unas cenas con Allen, empezaron a colaborar – una colaboración
que duró hasta el fallecimiento de Allen en 2006. A finales de los años
noventa Geoffrey empezó a emplear su mezcla única de experiencia y
formación, su experiencia personal con adicciones a diferentes
sustancias y la práctica de la meditación para expandir su trabajo
para ayudar a otros a dejar el alcohol y otras sustancias y también a

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ayudar a las personas a gestionar su ansiedad y problemas
relacionados. Asegura (¡muy modestamente!) que ofrece el sistema
más efectivo para que una persona se libere de sus adicciones y se
redirija la vida. No conoce otro mejor.
Geoffrey vive en Cantabria con su mujer Rhea y – dependiendo del
momento - con todos o algunos de sus cinco hijos o tres nietos. En su
finca, “Finca las Bardas” tiene caballos, cerdos, ovejas, gallinas.
También es un centro de día para diferentes terapias y cursos
residenciales para el tratamiento de ansiedad, adicciones, aprender a
comer sano y a gestionar el dolor. Los caballos, aparte de ganar
premios en doma, se utilizan para proporcionar equinoterapia para
personas con capacidad limitada. Este proyecto es la responsabilidad
de Erika, fisioterapeuta y una de sus cuatro hijas.
El mensaje de Geoffrey es positivo. A pesar de los obstáculos hoy
su vida está llena de amor, trabajo y sentido. Se considera un
hombre muy afortunado y cree profundamente que todos marcamos
una diferencia en este mundo, lo queramos o no. La clave es
asegurarnos de que la diferencia sea lo más positivo posible.

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