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EL LIBRO DE EMANUEL 7–12

La primera división de la segunda sección del libro de Isaías


abarca los capítulos 7–12 y se conoce como “El Libro de
Emanuel”. Su propósito era comunicar que la nación debía
confiar en el Soberano Santo porque él estaba con ellos. La
división comienza con el nacimiento de Emanuel (7:14) y
termina con el Santo de Israel morando eternamente en
medio de su pueblo (12:6b). El concepto también se
encuentra en 8:8 y 10.

El enfoque de los capítulos 7–10 es histórico. Con pocas


excepciones, las profecías se cumplieron en la misma época.
Hablan de los reinos de este mundo. Casi toda la porción es
profecía ya cumplida. Los capítulos 11 y 12 son netamente
escatológicos porque atañen a acontecimientos todavía
futuros y tratan del reino mesiánico.

La situación histórica concreta

Se encuentra definida en 7:1–2, 5–6. Asiria se estaba


movilizando hacia el occidente e iba conquistando todos los
pueblos que encontraba a su paso. Israel (el reino del norte) y
Siria, se habían aliado para resistir su ataque y querían que
Judá, el reino del sur, se uniera a ellos. Pero el rey Acaz no
quiso colaborar. Así que Israel y Siria atacaron a Jerusalén
esperando imponerse y obtener la ayuda judía en su lucha
contra Asiria. El rey y la gente quedaron totalmente
aterrorizados por la situación. ¿Qué debían hacer los
israelitas? Simplemente confiar en el Soberano Santo que
nunca los abandonaría. El año era 734 a.C.
MENSAJES A JUDÁ 7:3–9:7

Acaz y su pueblo necesitaban aliento y en estos capítulos,


Isaías da una serie de mensajes alentadores para animarlos a
confiar en su Dios

Confianza en la presencia del Señor 7:3–25

No teman, sino confíen en los dichos del Señor (vv. 3–9). El


Altísimo les dio tres frases para quitarles el temor.

1) “Un remanente volverá” es el significado del nombre del


hijo de Isaías, Sear-jasub (v. 3). Todos los nombres de esta
sección tienen importancia para el desarrollo del tema (8:18).
El Señor siempre tiene un remanente fiel.

2) Son “cabos de tizón que humean” (v. 4), prontos a


apagarse. Los dos reyes y sus reinos tendrían poca duración.
De hecho, en 732 a.C., sólo dos años después, ambos
monarcas fallecieron.

3) “No subsistirá, ni será” (v. 7). Su plan (vv. 5–6) no tendría


éxito y para el año 669 a.C. Israel perdería totalmente su
identidad (vv. 8–9a). Fue en ese año que los asirios
transportaron tantos gentiles para que poblaran el reino del
norte, que la nación dejó de existir (Esdras 4:2; 2 Reyes
17:24). Con estos dichos, la gente tenía todo lo que
necesitaba para confiar, pero Dios les dio una palabra
adicional, instándoles a ejercer su fe: “Si vosotros no
creyereis, de cierto no permaneceréis” (v. 9b).
No teman, sino confíen en la señal de Emanuel (vv. 10–17).
Jehová tomó la iniciativa ofreciendo dar una señal a Acaz para
reforzar su fe en los dichos divinos. En forma totalmente
hipócrita, el rey rechazó la oferta divina (vv. 10–12). La
historia revela que él tenía sus propios planes. En vez de
confiar en el Señor en tiempo de crisis, optó por confiar en la
fuerza del hombre. Ya había hecho una alianza con Asiria para
que ella peleara en contra de Israel y Siria, salvando así a Judá
de la situación crítica (2 Reyes 16).

¡PENSEMOS!

¿Cuántas veces se ha comportado como Acaz? Teniendo la


palabra segura del Señor y sabiendo que él siempre cumple lo
que ha prometido, ¿ha preferido utilizar su propio plan de
escape al tener dificultades en vez de confiar? ¡Qué fácil es
depender de brazos de carne y hueso!

La señal rechazada por el rey fue enviada por el Omnipotente


a pesar de su resistencia humana (vv. 13–17). La señal
consistía en anunciar el nacimiento de un niño cuya madre era
virgen. El nombre del niño sería Emanuel, “Dios está con
nosotros”. Note que lo importante de la señal no era la
criatura, sino su nombre. Cada vez que los judíos lo vieran,
serían confrontados por el hecho de que Dios estaba con ellos
y podían confiar en él.

Hay dos aspectos de la señal. El primero es el histórico, que


vemos en los versículos de nuestro texto. Antes de que el niño
llegara a la edad de raciocinio, los dos monarcas enemigos
serían derrotados (vv. 15–16) y el aliado de Judá (Asiria) se
convertiría en su perseguidor (v. 17). Todo esto sucedió
históricamente.

El segundo aspecto es el profético. Mateo, en 1:23, bajo


inspiración del Espíritu Santo, cita Isaías 7:14 como respaldo
para la doctrina de la concepción y nacimiento virginal de
Cristo, el Mesías.

Puesto que no confían, enviaré un azote disciplinario (vv. 18–


25). Estos versículos son una exposición de la promesa del
versículo 17. La vara disciplinaria, la invasión asiria, sería
aplicada por el Soberano Santo a su pueblo rebelde.

Lloyd, R. (1995). Estudios Bı ́blicos ELA: ¡Tu Dios reina! (Isaı ́as y
Miqueas) (pp. 18–21). Puebla, Pue., México: Ediciones Las
Américas, A. C.

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