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Tras la lectura inicial

Buenos días,

Lo ideal es que hubieran leído ya la tragedia y el archivo colgado en la carpeta de Documentos


para seguir avanzando en la lectura de la obra. Si no es así, háganlo primero para que las ideas
que expongo a continuación tengan más sentido y sean más provechosas.

  

Ahora ya saben qué pasa en la tragedia sofoclea. El mito de Edipo es complejo. Veamos un
resumen del relato mítico: De Polidoro, hijo de Cadmo y Harmonía, nació Lábdaco; y de éste
Layo, el siguiente miembro de la familia tebana que nos interesa.

Lábdaco murió cuando Layo era aún un niño, por lo que el reino lo usurpó Lico, y
posteriormente Anfión y Zeto, los hijos de Zeus y Antíope. Layo huyó y buscó refugio junto a
Pélope, donde se enamoró del joven Crisipo, hijo de Pélope, inventando así el amor
homosexual. Layo raptó al muchacho y se lo llevó a Tebas, ciudad a la que volvía para reinar.
Para los griegos éste fue el primer caso de secuestro pederasta; sus consecuencias mitológicas
sugieren que, a pesar de la aceptación de la pederastia en la cultura griega, su práctica podía
provocar una fuerte desaprobación social. Crisipo, absolutamente avergonzado, se mató, y su
irritado padre lanzó contra Layo la maldición de que no llegara a tener hijos, y que si los tenía,
muriera a manos de uno de ellos. El resultado de esta maldición fue terrible para la familia real
tebana, que fue heredando esta culpa.

La primera consecuencia fue la falta de hijos entre Layo y su esposa Yocasta. Deseosos de
tener descendencia, visitaron el oráculo de Delfos para preguntar por qué no engendraban
hijos. El oráculo les vaticinó que si tuvieran un hijo éste mataría a su padre y la desgracia se
extendería por toda la familia. Sin embargo, pasaron por alto esta advertencia, y tuvieron un
hijo que inmediatamente fue abandonado. Al niño le llamaron Edipo (“pie hinchado”) porque
fue abandonado con los tobillos perforados por una correa. Pero Edipo no murió, sino que fue
recogido por un pastor y adoptado por Pólibo, el rey de Corinto.

Pero los infortunios de la familia tebana no acaban aquí. Edipo descubre que no es hijo de
Pólibo, sino que fue recogido en el monte, y decide ir a Delfos –de nuevo aparece el oráculo–
para saber acerca de sus orígenes. Pero el oráculo le predice algo mucho más aberrante de lo
que le había vaticinado a Layo, le aconsejó que no volviera a su patria porque, si lo hacía,
mataría a su padre y se casaría con su madre. Edipo ante tal respuesta se propone no volver a
Corinto para evitar a Pólibo. Pero en un cruce de caminos surge un enfrentamiento con un
desconocido, al que mata. El desconocido no es otro que Layo, que volvía a consultar el
oráculo para tratar de buscar una solución contra la Esfinge, monstruo enviado por Hera
contra Tebas por el crimen que Layo había cometido contra Crisipo. Edipo sigue su camino y
llega a Tebas, sin saber que se trata de su propia patria. Allí adivina el enigma que le propone
la Esfinge, provocando el suicidio del monstruo, y recibe como recompensa la mano de

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Yocasta, su madre. Edipo tiene con Yocasta cuatro hijos, dos varones (Eteocles y Polinices) y
dos mujeres (Ismena y Antígona).

Son momentos de bonanza en Tebas, pero de nuevo una peste asoló la ciudad. Edipo consulta
nuevamente el oráculo, cuya respuesta es que se debe encontrar al asesino de Layo, ya que él
es el origen del mal. Edipo, como perfecto soberano que quiere lo mejor para su pueblo, se
muestra implacable en averiguar la verdad, sin saber que es él mismo quien mató a Layo.

Cuando se descubre toda la verdad, Yocasta se suicida y su esposo-hijo se arranca los ojos.
Edipo marchará al destierro y vagará varios años con la única compañía de su hija Antígona.
Finalmente su vida acabará en Colono, una aldea de Atenas. Este desenlace es el de Sófocles
en su Edipo Rey y en su Edipo en Colono, aunque otras fuentes cierran la historia de otra
manera.

Es importante conocer los antecedentes para entender mejor todo el mito y, en buena
medida, también la versión sofoclea, como tendremos ocasión de comprobar.

Una vez leída y repasada –al menos mentalmente– la obra entera, hay proceder a una lectura
mucho más detenida y reflexiva. Hemos podido ver ya que la acción dramática se reduce a dos
etapas centrales: 1) llega a escena la noticia de que hay que encontrar al asesino de Layo y
castigarlo, porque Delfos ha dicho que solo así Tebas se verá libre de la peste, y Edipo
inmediatamente se erige, una vez más, en defensor de la ciudad, como ya hizo con el episodio
de la Esfinge, y planifica el descubrimiento del culpable; y 2) el resto de la tragedia transcurre
en un constante enfrentamiento de Edipo con varios personajes, y es claro que en esos agones
reside el nudo dramático de la acción.

Veamos las partes tópicas de una tragedia: tras el Prólogo, enmarcador, llega el coro (la
Párodos), y luego viene la escena de Mensajero: Tiresias llega para dar la noticia ... pero en un
momento dado de esta escena el rumbo de la acción cambia, y el adivino ya no funciona como
mensajero sino como oponente a Edipo.

Conviene que leamos con calma esos dos momentos: el preparatorio-informativo, que nos
dibuja la situación de partida; y el enfrentamiento Edipo-Tiresias. En este segundo momento
comienza la auténtica acción dramática. El conflicto está servido, pero Sófocles nos lo va a
presentar desde diversos puntos de vista.

Lean despacio y reflexionen sobre ello.

Un saludo para todos.

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