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Versión ampliada y traducida de esta cita[editar]

Parte de la Epístola a Julio Floro:


Quid mihi Celsus agit? monitus, multumque monendus
Privatas ut quærat opes, et tangere vitet
Scripta, Palatinus quæcumque recepit Apollo:
Ne si forte suas repetitum venerit olim
Grex avium plumas, moveat cornicula risum
Furtivus nudata coloribus
Y ¿Qué hace Celso? Díjele ya un día
Y debe repetírsele a porfía
Que a sus propias riquezas se limite
Y apropiarse del templo palatino
Las obras no presume;
Porque después si a reclamar su pluma
Los pájaros acuden a bandadas
De sus alas prestadas
Desnuda la corneja se vea
Y del mundo el escarnio y befa sea10
Idea primigenia[editar]
La idea de simbolizar el plagio mediante una corneja desplumada
provino de una fábula de Esopo, que se resume así:11
El supremo dios heleno Zeus convocó a todas las aves para
proclamar a una como la soberana. Fijó la fecha del concurso
para elegir a la más hermosa. Todas acudieron a la vera de un río
para acicalarse. Al percatarse la corneja de que era la más fea,
recogió las coloridas plumas que se desprendían de sus
competidoras y las sobrepuso a las propias. El resultado fue
deslumbrante: el ave más agraciada jamás vista.
Zeus quedó estupefacto del esplendoroso plumaje de
este córvido. En el momento crítico de la selección, cuando la
deidad máxima estaba a un átimo de emitir su veredicto y –en
virtud de tan impactante beldad– de concederle su título de
realeza, los otros pájaros, indignados por el engaño, le arrancaron
las plumas correspondientes a cada uno. En consecuencia,
desplumada de lo ajeno, la corneja, simplemente corneja se
quedó.
Un refrán similar reza así: «la mona, aunque se vista de seda,
mona se queda».
Por lo tanto, de larga data, al plagiario (o a la plagiaria) de obras,
principalmente de las literarias, se le caracteriza mediante una
corneja desplumada.

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