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La “Psicología del dominicano”

El primer intento por describir psicológicamente al hombre dominicano


está contenido en el ensayo “La Alimentación y las Razas” del periodista,
cuentista y sociólogo intuitivo dominicano, José Ramón López (1866-1922),
publicado por primera vez en Santiago de Cuba en 1896 (véase López,
1991).  La tesis de López se puede resumir en que la pobre salud física del
dominicano, su atrofia intelectual y su incapacidad para ascender a las
formas más elevadas de la vida civilizada, tienen su origen en la mala
alimentación; ésta debilitó al hombre dominicano, le empobreció la fuerza
cerebral y lo hizo perezoso e indolente.  Tres son los rasgos principales
que, en opinión de López, la degeneración causada por la deficiente
alimentación ha impreso en el carácter de los campesinos dominicanos: La
imprevisión, la violencia y la doblez.  La imprevisión, porque la previsión es
una sucesión de esfuerzos mentales bien dirigidos, de los cuales no es
capaz un espíritu desprovisto de vigor y conocimiento.  Sólo quien tiene
conocimiento de causa puede ser previsor, pues a fuerza de razonamiento,
puede ir de lo conocido a lo porvenir.  Los degenerados, los escasos de
entendimiento apenas pueden columbrar el presente.  En cuanto a la
violencia, ésta es la consecuencia natural de un entendimiento perezoso e
ignorante, para el cual razonar es trabajo recio y a veces imposible; por
ello, en toda contradicción preferirá siempre aniquilar al contrario antes
que desarrollar una complicada argumentación para convencerle. 
Finalmente, la doblez como rasgo del carácter del campesino dominicano,
responde, según López, a la inferioridad en que coloca la degeneración
intelectual al que la sufre, respecto a los que gozan de un entendimiento
despejado.  Según López, es un homenaje a la superioridad ajena, un
temor constante de salir mal librado en todas sus relaciones.  Los tres
rasgos del carácter señalado generan vicios secundarios.  Por ejemplo, la
perezosa imprevisión hace al campesino jugador empedernido, la violencia
le convierte pronto en homicida, y la doblez le cierra el camino a la
prosperidad honrada (López, 1991, pp. 33-38).

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