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ALUMNO: KEVIN ÁNGEL PUCCIO MEGO

ENTRE LAS NORMAS COLONIALES Y REPUBLICANAS: LA JUSTICIA MILITAR 1821–1898

La existencia de una inestabilidad institucional como resultado de la independencia, un


periodo que ocasionó una ruptura política y económica, visualizando un paisaje duro y crítico,
esto debido a que se incrementó numerosas conductas delictivas provocando el reclamo de las
elites, así como una respuesta punitiva de sancionar con pena de muerte el robo cuando este
sobrepase los dos reales, evidenciándose la fuerte crisis económica existente en este periodo.

Ya en el ámbito del derecho, no surgió un gran cambio después de la independencia, pues se


mantuvieron las leyes propias del ordenamiento jurídico del gobierno anterior; sin embargo, la
regla a imponerse es que se mantendrían siempre que estos no vulneraran la libertad e
independencia. Por tanto, con la Constitución de 1828 se confirmó la presencia de aquellas
normas, leyes y reglamentos coloniales que no contravengan con la libertad e independencia,
estando vigentes hasta mitad del siglo XIX

Como en el anterior punto, el campo de justicia militar se mantuvo vigente las leyes y la mayor
parte de la legislación militar colonial; sin embargo durante este aspecto, existe un punto
resaltante, que como lo he mencionado si bien no ha existido un giro total sobre la legislación
militar, Andrés de Santa Cruz, dispuso algunas disposiciones acerca de la materia, para se
exactos en el Capitulo IX del Reglamento del Ejercito, siendo las principales; el establecimiento
de la judicialidad de las penas dirigidas a los militares en el acto e inclusive se consagró la pena
de muerte para aquellas actuaciones que evidenciaban una cobardía en acción de guerra y
falta de subordinación, y el impedimento de juzgar a los militares sea este en tiempo de paz o
de guerra por aquellos tribunales que no estuvieran contemplados en la ley ex-ante.

Existieron varios intentos que buscan separar la justicia militar del Poder Ejecutivo, el primero
fue el planteamiento de un Consejo Supremo de la Guerra; sin embargo, no se obtuvo
resultados óptimos, pues no se incorporó en la Carta de 1839; lo mismo ocurrió en el segundo
intento para que la justicia militar regule su normativa en el peno republicano, fracasando de
igual forma. Con el gobierno de Antonio Pezet, se avizoraba una luz para que se produzca el
Código Militar, aprobándose la ley; empero, también fracasó dada la dictadura del coronel
Prado, que trajo como consecuencia que no entrara en vigencia el precitado código.

Entre los principales puntos a rescatar posterior a las varias denegaciones que se hicieron por
independizar a la justicia militar, es en el año de 1898 que se produjo la redacción del proyecto
del Código de Justicia Militar presentado al despacho de Guerra y Marina, teniendo como
fuentes principales al Código Penal Militar Frances y al Código Español de Justicia Militar; hasta
que después de varios intentos fallidos el 20 de diciembre de ese mismo año del proyecto, se
promulga el primer Código de Justicia Militar, dividido en 4 libros; siendo lo mas esencial
destacar la agrupación en un solo cuerpo normativo los aspectos sustantivos como procesales,
tanto del Derecho Penal Militar como las faltas militares.

Sin embargo, como en la legislación colonial, se mantuvo la dependencia que existía con el
Poder Ejecutivo; como, por ejemplo, el nombramiento de los vocales del Supremo Consejo de
Guerra, así como los jueces instructores; entre otras acciones. Respecto de su competencia, se
admitía el conocimiento de asuntos en materia civil y patrimonial; como el juzgamiento a
civiles por los jueces y tribunales militares; otra idea a tener en cuenta es que los bienes
jurídicos protegidos en este precepto normativo solo eran de índole militar, como, por
ejemplo, el ataque a centinelas, el abandono de servicio, la deserción; entre otros. En el
aspecto punitivo como respuesta de aquellas conductas infractoras, se tuvo distintos tipos de
pena, desde la pena de muerte hasta la expulsión del Ejercito.

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