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ACCIÓN DE ANULABILIDAD Y SU DIFERENCIA CON LA ORDINARIZACIÓN DEL PROCESO

EJECUTIVO O COACTIVO
Auto Supremo: 996/2016
Sucre: 24 de agosto 2016
Proceso: Anulabilidad
La acción de anulabilidad en esencia es la acción que busca la ineficacia de un contrato o acto jurídico en el
que concurren todos los requisitos esenciales para la formación de dicho acto (consentimiento, objeto y causa)
pero adolece de un vicio que afecta su estructura, sin embargo dicho vicio puede ser subsanado o convalidado
por acuerdo de partes, razón principal por la que dicha acción está sujeta un término de prescripción (art. 556
del C.C.) a diferencia de la nulidad que resulta una acción imprescriptible porque el vicio de invalidez del
acto no es subsanable o convalidable. 
Acción que se encuetra regulada en el art. 554 del Código Civil que textualmente dispone: “El contrato será
anulable:
1) Por falta de consentimiento para su formación.
2) Por incapacidad de una de las partes contratantes. En este caso la persona capaz no podrá reclamar la
incapacidad del prohibido con quien ha contratado.
3) Porque una de las partes, aún sin haber sido declarada interdicta, era incapaz de querer o entender en el
momento de celebrarse el contrato, siempre que resulte mala fe en la otra parte, apreciada por el perjuicio
que se ocasione a la primera, según la naturaleza del acto o por otra circunstancia.
4) Por violencia, dolo o error sustancial sobre la materia o sobre las cualidades de la cosa.
5) Por error sustancial sobre la identidad o las cualidades de la persona cuando ellas hayan sido la razón o
motivo principal para la celebración del contrato.
6) En los demás casos determinados por la ley.”.
En estos antecedentes, concluiremos que estamos ante un instituto del derecho civil que debe ser declarado
judicialmente y podrá ser accionada por las personas intervinientes en el contrato o sus herederos, que
procede cuando una obligación, un contrato o un acto jurídico tiene vicios en su nacimiento o formación que
pueden ser subsanados o confirmados por la voluntad de las partes, hasta los 5 años de celebrado el acto.
Por otra parte, en cuanto a la Acción de Ordinarización del Proceso Ejecutivo o Coactivo, es preciso citar
el Auto Supremo Nº 672/2015 – L de 13 de agosto respecto dicha acción ha orientado que: “El artículo 490
del CPC, modificado por el artículo 28 de la Ley Nº 1760, establece que: “I.- Lo resuelto en el proceso
ejecutivo podrá ser modificado en proceso ordinario posterior. II.-        Este proceso podrá promoverse por
cualquiera de las partes una vez ejecutoriada la sentencia, en el plazo de seis meses. Vencido este plazo,
caducará el derecho a demandar la revisión del fallo dictado en el proceso ejecutivo. III.- El proceso
ordinario promovido se tramitará por separado ante juez de partido y no podrá paralizar la ejecución de la
sentencia dictada en el proceso ejecutivo.”,  en relación a este precepto normativo resulta necesario realizar
algunas consideraciones respecto a sus alcances en la resolución de este tipo de procesos.
Si bien esta norma no señala en qué casos es viable la ordinarización del proceso ejecutivo, es decir, en qué
casos procede la revisión de la Sentencia. La doctrina, al respecto, tiene dos criterios, el primero en base a
una interpretación restrictiva señala que la revisión no procede en todos los casos, sino sólo en aquellos en
que el ejecutado no pudo hacer valer las defensas con las que contaba o no pudo probar con la necesaria
amplitud, por consiguiente, si la cuestión se ha debatido con amplia prueba en el proceso ejecutivo, la
Sentencia dictada en esas condiciones no amerita ser revisada en juicio ordinario. La interpretación en
sentido amplio parte de que en el proceso ejecutivo sólo se admiten excepciones posteriores al título sin que
sea admitido discutir la existencia de la obligación, la Sentencia ejecutiva tiene un efecto puramente procesal
(ejecutar o no ejecutar), que no resuelve la relación jurídica substancial. En sentido amplio, el ejecutado
puede incluso no haber opuesto ninguna excepción en el proceso ejecutivo para hacerlas valer en proceso
posterior, u opuestas, no ha logrado probarlas o no han sido admitidas, pues, el proceso ordinario sirve para
que el ejecutado pruebe la inexistencia de la obligación que resulte del título que sirvió de base a la
ejecución, o de lo contrario, para que el actor demuestre la inexistencia del hecho alegado por el ejecutado.
Asimismo, la jurisprudencia constitucional delineada en la SC 0264/2011-R de 29 de marzo razono que lo
que debe ser dilucidado en el proceso ordinario es lo resuelto en la sentencia del ejecutivo; es decir, lo
determinado con relación a la demanda de pago en base a un título ejecutivo y/o sobre las excepciones
opuestas como medio de defensa legal, casos en los que presuntamente al ser el juicio ejecutivo breve, entre
otras características, no puede por su propia naturaleza permitir como en un juicio de conocimiento,
demostrarse la certeza de la pretensión o de la excepción, no pudiendo entenderse; sin embargo, que lo que
no se cobró por la vía ejecutiva será cobrable al fin por vía de la ordinarización, pues esta instancia, aunque
tramitada mediante otro proceso, como es el ordinario, es una continuación del ejecutivo para dilucidar
sobre la pretensión de modificarse lo resuelto, y declarar en su caso, la obligación o no de pago.
Sin embargo, lo resuelto en el proceso ejecutivo puede ser modificado en un proceso ordinario posterior,
mismo que tiene como objeto esencial examinar el cumplimiento de los requisitos del primero, o sea, la
competencia del Juez, si la demanda se sustenta en una obligación de plazo vencido y sobre todo la calidad
del título ejecutivo; también revisará la legitimación de las partes, las excepciones planteadas y su
resolución, para concluir en las resoluciones asumidas por el órgano jurisdiccional.”.
En este marco a efectos de aplicación al caso concreto resulta necesario precisar la diferencia, de ambas
acciones que en esencia tienen finalidades y objetos diferentes, aunque no se desconoce la posibilidad de que
ambas puedan ser planteadas de manera conjunta también existe la posibilidad de que la acción de
anulabilidad pueda plantearse como una cuestión accesoria a la acción de ordinarización del Proceso
Ejecutivo o Coactivo, es decir que la anulabilidad se plantee dentro los fundamentos de la ordinarización del
proceso ejecutivo o coactivo por razones de economía procesal, eficiencia o eficacia, es posible que las
pretensiones de nulidad o anulabilidad de títulos ejecutivos puedan sustanciarse dentro del mismo proceso de
conocimiento u ordinarización conforme se orientó en el Auto Supremo Nº 770/2014 de 30 de diciembre;
caso en particular en el que podría computarse el termino de los 6 meses para la ordinarización del proceso
ejecutivo o coactivo, esto en razón –reiteramos- a que la demanda principal es la ordinarización del proceso;
termino de caducidad establecido en el art. 490.II del Código de Procedimiento Civil, que no resulta aplicable
cuando la acción de anulabilidad es planteada de manera independiente con fundamentos exclusivos de dicha
acción, caso en el que rige el termino de prescripción dispuesto en el art. 556 del C.C., desarrollado en el
punto III.2 de la doctrina aplicable.

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