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LOS SABERES DEL ESTADO

MARIANO BEN PLOTKIN - EDUARDO ZIMMERMANN


(Compiladores)

LOS SABERES DEL ESTADO


Índice
Introducción. Saberes de Estado en la Argentina, siglos XIX y XX.........9
Mariano Ben Plotkin y Eduardo Zimmermann

Sección 1. Saberes, Estado y Cuestión Social


Diseño de tapa: Juan Balaguer y Cristina Cermeño
El Departamento Nacional del Trabajo y la política laboral
Primera edición en Argentina: XXXXX de 2011 durante el primer gobierno de Hipólito Yrigoyen.................................35
Juan Suriano
© Mariano Ben Plotkin y Eduardo Zimmermann, 2011
© Edhasa, 2011
Córdoba 744 2º C, Buenos Aires Una escuela científica en el Estado. Los estadísticos oficiales
info@edhasa.com.ar en la Argentina de entreguerras ............................................................63
http://www.edhasa.net
Claudia Daniel
Avda. Diagonal, 519-521. 08029 Barcelona
E-mail: info@edhasa.es
http://www.edhasa.com Sección 2. Saberes y Zonas Grises

ISBN: Administradoras, funcionarios y técnicos estatales


en el Hospital de Mujeres Dementes. Buenos Aires. 1880-1890 ........103
Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita de los titulares del Valeria Silvina Pita
Copyright bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción parcial o total
de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía
y el tratamiento informático y la distribución de ejemplares de ella mediante Itinerarios de la profesión médica y sus saberes de Estado
alquiler o préstamo público.
Buenos Aires, 1850-1910 ...................................................................125
Ricardo González Leandri
Queda hecho el depósito que establece la ley 11.723

Sección 3. Ciudades y Caminos:


Impreso por Cosmos Print
el Espacio como Problema de Estado
Impreso en Argentina
Las promesas del urbanismo
como alternativa tecnocrática de gestión (1928/1958)........................159
Ana María Rigotti
8 LOS SABERES DEL ESTADO
Saberes sin fronteras. La vialidad norteamericana
como modelo de la Dirección Nacional de Vialidad, 1920-1940 .......185
Valeria Gruschetsky

Saberes de Estado: Comentarios finales ..............................................213


Joseph L. Love Introducción
Bibliografía.........................................................................................223
Saberes de Estado en la Argentina, siglos XIX y XX
Notas de los compiladores ..................................................................249

Mariano Ben Plotkin y Eduardo Zimmermann

¿Cómo conceptualizar la conformación de elites técnicas estatales? ¿Cómo


se vincula la producción de conocimiento social y el proceso de constitu-
ción del Estado moderno? Estas son las principales preguntas que abordan
e intentan responder, desde perspectivas diferentes, los trabajos incluidos
en este libro.
En los análisis sobre la articulación entre los campos de conocimien-
to y el Estado es posible reconocer dos vertientes que han probado ser par-
ticularmente relevantes. Desde perspectivas que reconocen sus orígenes en
la obra de Max Weber podemos distinguir, por un lado, la línea de pensa-
miento inaugurada por Pierre Bourdieu, que se concentra en los procesos
de constitución de lo que él denomina campos, entendidos como espacios
de combate por la acumulación de capital simbólico. Este capital simbóli-
co remite a un sistema de jerarquías especificas, con reglas propias dentro
de cada campo en particular. Para este autor el Estado y sus saberes cons-
tituyen una especie de “meta campo”, que da sentido y otorga legitimidad
a todas las otras formas de interacción social.1
Por otra parte, Thedda Skocpol, Peter Evans y Dieter Ruescheme-
yer, entre otros, han renovado la mirada sobre el Estado en un doble mo-
vimiento. Retomando desde una perspectiva renovada el clásico tema de
la autonomía del Estado, en Bringing the State Back In estos autores
planteaban la necesidad de reconsiderar al Estado como un actor con ob-
jetivos propios, que no necesariamente reflejan de manera mecánica los
10 LOS SABERES DEL ESTADO MARIANO BEN PLOTKIN - EDUARDO ZIMMERMANN (COMPS.) 11
intereses o demandas de los grupos dominantes, tal como era pensado do también a partir del desarrollo de saberes específicos y de las reformula-
por la tradición marxista clásica.2 Asimismo, esta mirada también nos ciones que los mismos produjeron en percepciones sociales más amplias, las
aleja de conceptualizaciones de inspiración foucaultiana, que tienden a que a su vez han influido, de manera dialéctica, en la evolución de estos sa-
disolver al Estado en “microfísicas del poder” o, como señalara Antonio beres. Se podría argumentar, por ejemplo, que la forma concreta que tomó
Hespanha, en una panpolitización de las relaciones sociales.3 En un se- el mayor nivel de intervención estatal en el área social en la Argentina a prin-
gundo momento, otro libro compilado por Skocpol y Rueschemeyer4 cipios del siglo XX, como lo muestran los textos de Juan Suriano y Claudia
presta atención a tres dimensiones ya sugeridas en Bringing the State Daniel incluidos en este volumen, fue el resultado de transformaciones so-
Back In como agenda de investigación: en primer lugar, al proceso de ciales o ideológicas, pero también de cambios paradigmáticos ocurridos en
constitución de conocimiento social a partir del entrecruzamiento de el interior de un conjunto de saberes específicos como la sociología, la eco-
campos disciplinares en construcción con las demandas del Estado. De nomía, el derecho laboral o la estadística.
esta manera estos conocimientos sociales se constituyen en “saberes de El proceso de articulación entre poder y saber puede rastrearse en los
Estado”, es decir, en saberes expertos y operativos demandados por, y a orígenes mismos del Estado moderno, y en la necesidad de “gobernabili-
la vez constitutivos del, Estado moderno. En segundo lugar se presta dad” en el sentido que le ha asignado Michel Foucault a este término.7 Sin
atención a los mecanismos de conformación de las elites (que eventual- embargo, a lo que aquí nos referimos y que constituye el tema central del
mente devienen estatales) encargadas de producir, transmitir y aplicar es- presente volumen es algo mucho más específico: el vínculo mutuamente
tos conocimientos. Finalmente, la mirada se dirige hacia la dimensión constitutivo que se ha dado entre ciertas formas de conocimiento y su ins-
transnacional de ese doble proceso de construcción de saberes sociales y titucionalización, por un lado, y la formación de elites estatales expertas y
Estado, es decir, hacia los mecanismos de circulación, recepción y legiti- el Estado por el otro, en el contexto de países periféricos, como en este ca-
mación de estos saberes a través de fronteras nacionales culturales y a ni- so la Argentina. Cabe destacar que cuando nos referimos a contexto perifé-
vel local.5 rico no nos estamos refiriendo solamente a la ubicación del país en el mer-
cado internacional de bienes y capitales sino a su ubicación en el mercado
de ideas y modelos institucionales. En este sentido, hablar de un contexto
Saberes y Estado periférico remite al carácter más bien receptor que generador de estas ideas
y modelos y, sobre todo, al hecho de que muchas veces las instancias de con-
Así como se ha sostenido que los Estados hacen las guerras y las guerras ha- sagración y legitimación de los mismos se encontraban por fuera de las fron-
cen los Estados, podría también decirse que a partir de finales del siglo XIX teras nacionales; es decir, que los mecanismos que permitían validar una
los Estados necesitaron el conocimiento proporcionado por las nacientes cierta práctica o un sistema de ideas implementados localmente en realidad
ciencias sociales modernas y otros saberes técnicos, de la misma manera que estaban vinculados a desarrollos ocurridos en otras partes del mundo, usual-
éstos necesitaban del Estado en su proceso de consolidación e instituciona- mente Europa. Dicho más simplemente, muchas veces el hecho de que una
lización.6 Se hace visible, entonces, el entrecruzamiento de la consolidación práctica o modelo institucional estuviera apoyado por una autoridad (ex-
de nuevos campos de conocimiento social y la emergencia de nuevos espa- tranjera) reconocida como tal constituyó un argumento de peso para pro-
cios de intervención estatal, orientados a enfrentar los problemas asociados mover su implementación local. Sin embargo, es claro que el desarrollo de
a la complejización de las relaciones sociales. Podría sostenerse que, históri- los procesos de recepción nunca es pasivo, sino que a menudo implica una
camente, las redefiniciones de los espacios de intervención del Estado no reformulación creativa de estos modelos institucionales y sistemas de ideas.
han sido sólo el resultado de cambios ideológicos (grandes narrativas, o cos- Lo que interesa en estos casos es tanto su implementación concreta como los
movisiones, tales como el liberalismo o el socialismo), sino que han ocurri- mecanismos y argumentos a través de los cuales se los intenta validar.
12 LOS SABERES DEL ESTADO MARIANO BEN PLOTKIN - EDUARDO ZIMMERMANN (COMPS.) 13

El Estado en América Latina. Líneas de investigación te renovación experimentada recientemente por la historia política así como
el interés creciente por analizar trayectorias individuales de funcionarios, sus
En América Latina, la historia de los vínculos entre elites estatales, saberes y espacios de circulación y socialización, presente en mayor o menor medida
Estado ha recibido atención sólo muy recientemente. Esto se debe en parte en casi todos los textos que componen este volumen, es un indicio de este
a que, como señalara Annick Lemperière en un texto reciente, en general los proceso. Como señalan Ernesto Bohoslavsky y Germán Soprano en un libro
historiadores han contribuido escasamente a los análisis sobre el Estado en reciente, “este recorrido historiográfico ha permitido pensar a la política (sus
la región8. Los estudios sobre el Estado llevados a cabo por sociólogos y po- ideas, sus prácticas y sus reglas) de una manera menos determinista, y le ha
litólogos tienden a fijar la mirada en desarrollos generales que suelen dejar devuelto mayor protagonismo a su propia dinámica y a sus instituciones”,
de lado las dimensiones más específicas que constituyen el proceso de cons- recuperando para el Estado su “rostro humano”.12
trucción del Estado y su evolución. Este volumen se inserta en una tenden- Por otro lado, lo que se podría caracterizar como el “momento de las
cia de la historiografía reciente que intenta llenar este vacío articulando una reformas del Estado” de los años 90 –que implicó en casi todos los casos
mirada sobre la historia de las instituciones estatales con la conformación de una retracción del mismo– contribuyó a poner nuevamente al Estado en
“saberes de Estado”, y con un análisis de trayectorias personales. la mira de los historiadores y los científicos sociales, problematizando en
Por otra parte, el predominio que tuvieron hasta hace pocas décadas muchas oportunidades conocimientos que se habían constituido en “sen-
algunos paradigmas teóricos vinculados a ciertas versiones del marxismo tido común social”. El “momento de los 90” y sus secuelas también des-
que sólo veían en el Estado un epifenómeno de las relaciones sociales de pertaron el interés por el origen de las elites estatales y los portadores de
dominación, tampoco contribuyó al desarrollo de estudios particulares so- conocimiento que, como la economía, se habían constituido en fuentes de
bre la evolución del Estado y, menos aun, sobre sus elites intelectuales y legitimidad para los cambios que se estaban llevando a cabo.13 También en
técnicas. Al mismo tiempo, y a nivel de la historiografía producida en los torno a los cambios producidos durante la década de 1990, y desde una
países llamados centrales, como lo ha señalado Nancy Stepan en su estu- perspectiva institucionalista, se ha desarrollado una intensa agenda de in-
dio pionero sobre la eugenesia en América Latina, el subcontinente “ha si- vestigaciones en cuanto a los indicadores de capacidades estatales de ela-
do frecuentemente ignorado o es tratado como consumidor y no como boración de políticas públicas, más que a los determinantes de contenidos
productor de ideas y, por cierto, como un consumidor pasivo”.9 Por lo tan- específicos de las mismas.14
to, una cierta falta de interés por parte de los historiadores en el Estado co- Estos trabajos, junto con otros que también haciendo uso de metodo-
mo problema, sumado a una historiografía por lo general más interesada logías renovadas han tratado en general los procesos de construcción esta-
en los movimientos sociales y, en todo caso, en las formas de resistencia al tal en la región y, más específicamente, temas tales como sistemas de poli-
poder, hicieron que los vínculos entre ideas, elites y Estado difícilmente cía, justicia y orden social y la construcción de sistemas de salud pública y
aparecieran como una cuestión relevante.10 medicina social, han permitido desarrollar una mirada más abarcadora so-
Sin embargo, en las últimas décadas, esta tendencia pareciera haberse bre los problemas vinculados al desarrollo del Estado en América Latina
revertido. La crisis del paradigma marxista y, en general, de las consideradas en general y en la Argentina en particular.15
“grandes narrativas” de mayor poder generalizador que explicativo, sumada
al retorno a la democracia tras las traumáticas experiencias políticas sufridas
por buena parte de las sociedades latinoamericanas, han conducido a una re- El caso argentino
valorización de “lo político”. A su vez, el renovado interés por los intelectua-
les como grupo social generó un nuevo campo de producción de estudios En la Argentina, donde también en las últimas décadas se ha producido
sobre las elites en general, y las elites estatales en particular.11 La importan- una renovación en los trabajos históricos sobre el Estado, se podrían con-
14 LOS SABERES DEL ESTADO MARIANO BEN PLOTKIN - EDUARDO ZIMMERMANN (COMPS.) 15
siderar cinco enfoques o líneas de investigación que abordaron de manera sostiene Juan Carlos Garavaglia, “todo el misterio de las luchas políticas,
especialmente relevante la cuestión de la formación y el desarrollo estatal. como el resultado definitivo de las guerras civiles del siglo XIX en lo que
Todos ellos han permitido bajar el alto nivel de abstracción que afectaba a sería más tarde la República Argentina puede ser de algún modo resumido
los análisis tradicionales sobre el Estado. Este volumen centra su atención en esa lapidaria fórmula que entrelazó durante tanto tiempo a la aduana
en las tres últimas de estas líneas, aunque el eje central de interés radica en con el ejército”.17
la conformación de elites de intelectuales y expertos estatales y de los sa-
beres de Estado.
b. Ciudades, provincias y estados: de la periferia al centro

a. Guerra y finanzas en la formación del Estado argentino Lo que podría caracterizarse como el “relato romántico” sobre el surgimien-
to del Estado nacional luego de las luchas de la independencia, relato que
Existe una larga tradición que pone a los conflictos militares y su financia- enfatizaba la existencia de una identidad nacional que se remontaba a los
miento en el centro de las explicaciones sobre la formación del Estado mo- orígenes del proceso emancipador (o incluso antes), y para el cual la cons-
derno. En el caso particular de las naciones latinoamericanas, dadas las con- titución del Estado-Nación era un resultado casi necesario del devenir his-
diciones traumáticas de su nacimiento (con la posible excepción de Brasil), tórico, ha sido cuestionado por enfoques que ponen en relieve la supervi-
marcadas por las guerras de independencia seguidas de prolongados con- vencia de formas de identidad alternativas aún entrado el siglo XIX. En este
flictos civiles y guerras internacionales, el peso creciente de los ejércitos y de sentido han sido pioneros los trabajos de José Carlos Chiaramonte, en los
los aparatos represivos fue una constante carga sobre sus débiles sistemas fis- que se despliega una nueva mirada sobre los orígenes del Estado nacional a
cales. Paradójicamente, en muchos casos el funcionamiento de estos siste- partir del reconocimiento de dos hechos centrales. En primer lugar,
mas fiscales requería de la existencia de un aparato coercitivo cuya financia- Chiaramonte constató la coexistencia de distintas formas de identidad co-
ción profundizaba las demandas sobre el fisco, generándose así una suerte lectiva después de la independencia (hispanoamericana, rioplatense, pro-
de círculo vicioso que sólo se rompería cuando las jóvenes naciones logra- piamente argentina, provincial, etc.); y, en segundo lugar, este autor mos-
ran insertarse en el mercado internacional y generar condiciones mínimas tró que el proceso de constitución del Estado federal, lejos de ser el
para la paz social y una cierta estabilidad política. La Argentina, como producto de una evolución lineal, lo fue de un lento y complejo desarrollo
muestran los trabajos de Tulio Halperin Donghi, Roberto Cortés Conde, a través del cual la soberanía fragmentada, encarnada en los Estados provin-
Juan Carlos Garavaglia y Oscar Oszlak, entre otros, no fue ajena a este pro- ciales, se consolidó en una unidad política mayor.18
ceso que ha sido estudiado en profundidad desde las décadas de 1970 y De manera simultánea, en los últimos años han surgido una serie de
1980.16 La guerra y la fuerte dependencia de los ingresos provenientes del importantes investigaciones que desafían la mirada clásica con foco en la
comercio exterior fueron, por lo tanto, dos factores esenciales en la consti- penetración del gobierno nacional en la periferia provincial como proceso
tución del Estado argentino moderno. De esta manera, el ingreso de la fundamental en la constitución del Estado argentino.19 Estos trabajos re-
Argentina y de buena parte de los países latinoamericanos al mercado in- cientes fijan su atención en las formas complejas y variadas que adquirie-
ternacional permitió (como dice el preámbulo de nuestra Constitución) ron los vínculos entre los poderes locales y el central durante la consolida-
“consolidar la paz interior”. Sin embargo, en la Argentina este proceso de ción de este último, de modo tal que las provincias dejaron de aparecer
apertura al mercado internacional no fue una novedad del período del au- como meros actores pasivos frente al avance del Estado nacional.20
ge agroexportador consolidado luego de Caseros, sino más bien el resulta- Así, complementando las interpretaciones historiográficas que se han
do de la profundización de una línea que se originaba décadas antes. Como concentrado en el desarrollo de la expansión del Estado liberal hacia el in-
16 LOS SABERES DEL ESTADO MARIANO BEN PLOTKIN - EDUARDO ZIMMERMANN (COMPS.) 17
terior del país, fenómeno que se habría consolidado bajo el roquismo, es- mentaciones podría hacer suponer, definiéndose así una triple frontera:
tas nuevas miradas rescatan los múltiples procesos de adaptación, negocia- geográfica, institucional y simbólica. Estos trabajos, que en algunos casos
ción, resistencia y, por consiguiente, las modificaciones que esos avances se han enriquecidos con el aporte teórico proveniente de los estudios de “re-
del poder central sobre las provincias experimentaron en su confrontación des sociales”, contribuyen a debilitar aún más la imagen del surgimiento del
con elites y sectores subalternos locales. Como bien ha señalado Ariel de Estado nacional como una máquina o aparato represivo que despliega exi-
la Fuente, este énfasis no implica descartar el análisis a nivel nacional en tosamente sobre el interior su capacidad de intervención institucional y de
favor de una óptica puramente local o regional, sino articular ambas pers- coerción. Como bien ha señalado Garavaglia, “¿qué conocemos realmente
pectivas integrando el contexto nacional con las dinámicas y tradiciones acerca de las inevitables redes familiares y sociales que se esconderían bajo
locales.21 los uniformes...? Mejor sería entonces dejar de lado... la pésima metáfora
Otra línea de análisis que se vincula con la anterior es aquella que, del aparato...”23 Esta revisión también alcanza a modificar la imagen tradi-
desde la historia económica y siguiendo la huella trazada por los trabajos cional del régimen rosista, que de un Leviatán todopoderoso pasó a ser con-
de Roberto Cortés Conde, ha focalizado su atención en la política econó- siderado un “gigante con pies de barro”.24
mica de las décadas de 1880 y 1890. Trabajos de reciente publicación ofre- Adentrándonos en los siglos XIX y XX, otras “zonas grises” surgen
cen nuevas perspectivas para analizar las relaciones entre la provincia de igualmente definidas por la existencia de porosidades, fronteras fluidas,
Buenos Aires, el gobierno central y el interior del país, aportando nuevas espacios de circulación de ideas e individuos entre lo que se podría ca-
y más matizadas miradas sobre la consolidación del poder central.22 racterizar como el “espacio estatal” y el “espacio extra-estatal”, como
ilustra el trabajo de Valeria Pita incluido en este volumen en el que se
analizan los límites imprecisos en la distribución de funciones, roles y
c. Fronteras y otras “zonas grises” en la construcción del Estado poder entre los técnicos estatales reconocidos como tales (médicos e in-
genieros) y las damas de la Sociedad de Beneficencia hacia finales del si-
Además de un desplazamiento de la atención desde el centro hacia la peri- glo XIX.
feria, en algunos de los textos ya mencionados y en otros citados más abajo
encontramos otra importante instancia de revisión del conocimiento reci-
bido; ya que en vez de enfatizar aquella perspectiva que podríamos caracte- d. Intelectuales, expertos y burocracias estatales:
rizar como “racional-normativa” en la construcción de las instituciones esta- una historia política de los saberes de Estado
tales, es decir, los aspectos institucionales y legales, hacen foco en los
aspectos “relacionales” que operan en distintas situaciones locales, cambian- Los estudios sobre elites técnicas estatales se han extendido recientemente
do la escala de análisis desde lo macro hacia lo micro. Así, por ejemplo, en a la Argentina así como al resto de América Latina, en parte por los moti-
sus estudios sobre la frontera sur de Buenos Aires Eduardo Míguez ha se- vos mencionados más arriba.25 Sin embargo, el análisis de la administra-
ñalado la necesidad de comprender hasta qué punto el funcionamiento de ción pública y sus funcionarios en gran medida sigue siendo, como seña-
las instituciones estatales (por ejemplo militares o judiciales) dependía más ló Lemperière en el texto ya citado, una cuenta pendiente en los estudios
de la existencia de una red de lealtades personales –clientelares, familiares, sobre el Estado en la región. Este volumen constituye un intento de abor-
políticas– que de las asignaciones de responsabilidades originadas en una dar esta cuenta pendiente, y esta línea de análisis constituye uno de sus ejes
estructura administrativa racionalmente organizada. Es decir, el funciona- articuladores. Aunque la preocupación por el lugar de los intelectuales, los
miento del “Estado” en las zonas periféricas dependía menos de una estruc- expertos y las elites estatales está presente en todos sus capítulos, la prime-
tura burocrática de tipo weberiana de lo que la presencia de leyes y regla- ra sección agrupa trabajos que los toman como eje principal.
18 LOS SABERES DEL ESTADO MARIANO BEN PLOTKIN - EDUARDO ZIMMERMANN (COMPS.) 19
Un área de investigación que se vincula con el de las elites estatales En segundo lugar se encuentran los trabajos que ponen el foco en la
es el de los intelectuales. Podría decirse que la historia de los intelectua- constitución propiamente dicha de elites técnicas estatales, es decir, de
les, como un subcampo de la historia intelectual, ha tenido durante las aquellos grupos profesionales que devienen elite estatal. Se trata de gru-
últimas décadas un momento de auge. En parte, la confirmación de que pos profesionales o subgrupos dentro de ciertas profesiones que (en un
el horizonte de posibilidades abierto por la restauración democrática se sentido weberiano) podrían definirse por vivir “de y para” el Estado. Este
parecía bastante poco al que la dictadura había clausurado generó nuevas proceso de formación de elites técnicas estatales se articula, además, con
inquietudes sobre el lugar que correspondería ocupar a los intelectuales, el tema de las crisis. En efecto, los momentos definidos socialmente co-
inquietudes que tuvieron como correlato un mayor interés por parte de mo críticos incrementan la demanda de este tipo de grupos técnicos,
los intelectuales (es decir, aquellos autodefinidos y reconocidos social- quienes por su parte son los encargados no solamente de intervenir fren-
mente como tales) en historizarse a sí mismos y a su lugar en la forma- te a las crisis sino también de definirla y tornarla un objeto de análisis
ción del Estado.26 científico.
Por lo tanto podemos decir que la mirada renovada sobre las elites es- Finalmente, la tercera área de estudio se dedica a las agencias estatales
tatales se ubica en la convergencia de los nuevos estudios que tienen al que se fueron conformando y en las que operan los grupos técnicos defi-
Estado como protagonista con un renovado foco en los intelectuales co- nidos más arriba. Siguiendo líneas de análisis ya consolidadas en los EUA
mo grupo social y, asimismo, con un interés por la historia de grupos pro- y en Europa, y con las restricciones propias derivadas de la inexistencia o
fesionales que en parte deriva de la recepción de ideas provenientes de la inaccesibilidad de fuentes apropiadas para este tipo de estudio en nuestro
sociología de las profesiones.27 Los aportes más significativos dentro de país, se han comenzado a llevar a cabo investigaciones sobre formas de re-
esta temática se han dado fundamentalmente en tres áreas de análisis que clutamiento y características del funcionariado estatal, y el impacto que es-
se encuentran en distintos niveles de desarrollo y que, a su modo, son to tendría sobre las posibilidades de crecimiento y de generación de polí-
abordadas por los capítulos que componen este libro. ticas públicas.29 De manera creciente, estos estudios han ido cubriendo los
En primer lugar se encuentran los estudios sobre los procesos de ins- cambios producidos en estas áreas a lo largo del siglo XX, focalizando las
titucionalización de ciertas disciplinas académicas o profesionales tales transformaciones impulsadas por la democratización del régimen electo-
como la medicina, la economía, la estadística, la ingeniería y el derecho y ral, los cambios introducidos en el estado a partir de la década del 30 y la
su articulación con el Estado. Los trabajos que centran su atención sobre posterior llegada al poder del peronismo, el “momento desarrollista” y la
estos temas por lo general muestran el vínculo doblemente constitutivo reestructuración del Estado promovida a partir de la última dictadura y
entre institucionalización disciplinar y construcción del Estado moderno profundizada en la década de 1990.
mencionado más arriba.28 El capítulo de Ricardo González Leandri es un
buen ejemplo de esta aproximación y muestra las complejidades y mati-
ces existentes en el proceso doble de construcción de la medicina como e. Circulación transnacional de saberes y construcción del Estado
un campo profesional y como un saber de Estado, como también los vín-
culos entre estos desarrollos y la modernización del Estado mismo. Aun- Otro aspecto importante de la conformación de elites estatales que ha co-
que esta problemática subyace de una u otra manera en todos los textos, menzado a explorarse es la dimensión trasnacional, asunto que constituye
está presente también de manera particular en los trabajos de Claudia el centro del trabajo de Valeria Gruschetsky sobre la influencia de los mo-
Daniel sobre la constitución del campo de la estadística y en el de Ana delos institucionales norteamericanos en la formación de la Dirección
María Rigotti sobre la conformación del urbanismo como saber de Nacional de Vialidad, pero que en mayor o menor medida se encuentra
Estado. también presente en otros trabajos que componen este libro.
20 LOS SABERES DEL ESTADO MARIANO BEN PLOTKIN - EDUARDO ZIMMERMANN (COMPS.) 21
El concepto de “trasnacional” define simultáneamente una cualidad bólico. En países nuevos y periféricos como la Argentina, esos mecanis-
del objeto de estudio, es decir, su capacidad de circular a través de fronte- mos a menudo se ubican por fuera de las fronteras nacionales por dos
ras nacionales y culturales, y una metodología de análisis que pone el fo- motivos. En primer lugar, por el enorme valor que se le ha asignado a un
co de atención en los movimientos, flujos y circulación de gente, ideas y reconocimiento obtenido en ciertos países centrales. Publicar o ser cono-
bienes (materiales y simbólicos) a través de dichas fronteras.30 En el caso cido en Europa, particularmente en Francia, implicó hasta hace poco
que nos ocupa un estudio desde el punto de vista transnacional, prestaría tiempo una especie de garantía que aseguraba el prestigio a nivel local.
atención preferencial a los mecanismos de circulación y recepción de ide- Pero, por otro lado, la asociación con un origen extranjero (de nuevo, en
as y modelos institucionales, pero también a la conformación de formas de general europeo y francés hasta principios del siglo XX, luego anglosajón
legitimación y consagración que, en muchos casos, trascienden las fronte- y en particular norteamericano, como lo muestran Daniel y Gruschetsky)
ras nacionales. otorgaba legitimidad no sólo a ciertas teorías e individuos sino muchas
En el estudio del proceso de circulación y recepción de ideas y modelos veces a las prácticas que les estaban asociadas. En este sentido, y nueva-
institucionales, son tan importantes el contenido de esas ideas y modelos co- mente remitiéndonos a Bourdieu, podríamos decir que mientras este au-
mo las formas que circulan en las mismas.31 Esto abarca una amplia gama tor señalaba –refiriéndose a la circulación de ideas entre Alemania y
de cuestiones que van desde la materialidad misma de los mecanismos de Francia, es decir, dos países centrales–, que las ideas “viajan sin su contex-
circulación estudiados por quienes se ocupan de la historia de las traduccio- to”, en los países periféricos muchas veces los que viajan son los contex-
nes y del mundo editorial hasta los espacios concretos de circulación de esas tos más que las ideas. Es decir que lo que se recibe e implanta frecuente-
ideas y modelos.32 Así por ejemplo, se ha analizado la manera en que las ide- mente obedece más a un sistema de autoridades y validaciones vinculadas
as económicas de origen inglés y alemán llegaban y eran apropiadas hacia fi- a las posiciones que estas autoridades ocupaban en sus lugares de origen
nes del siglo XIX en la Argentina, muchas veces a partir de traducciones y (es decir su contexto), junto con –parafraseando a Yves Dezalay y Brian
comentaristas franceses, así como las diferentes interpretaciones que se les Garth–, “guerras de palacio” ocurridas en espacios centrales, que al con-
daba cuando circulaban en el espacio de la universidad y en ámbitos más es- tenido mismo de las ideas.35
trictamente políticos.33 Por su parte, Ricardo González Leandri, ha mostra- Respecto de la cuestión de la conformación de elites técnicas trasnacio-
do las tensiones provocadas por las recepciones alternativas de modelos de nales se podría decir que desde finales del siglo XIX, pero sobre todo a par-
higienismo provenientes de Francia y Alemania por parte de médicos loca- tir del fin de la Segunda Guerra Mundial, con la creación de los organis-
les.34 En ambos casos, lo que se discutía, en última instancia, eran modelos mos internacionales, se produce el surgimiento de elites técnicas que han
de intervención estatal alternativos. Sin embargo, lo que terminó aplicándo- funcionado como bisagras entre los Estados y dichos organismos. Se trata
se a la realidad argentina fueron formas institucionales híbridas nunca idén- de grupos profesionales expertos que no solamente comparten un saber téc-
ticas a los modelos extranjeros que les otorgaban legitimidad, tal como lo nico determinado sino, además, un lenguaje y, una cierta Weltanshauung
muestran Daniel y Gruschetsky en sus respectivas contribuciones. que les permite fácilmente traspasar fronteras nacionales.
En lo que respecta al problema de la circulación transnacional de ide-
as hay dos temas importantes que se relacionan entre sí. El primero es el
proceso de legitimación transnacional, y el segundo es la conformación Organización del volumen
de elites transnacionales. En lo que respecta al primero, cabe destacar que
en sus estudios sobre la constitución de los campos, Pierre Bourdieu ana- El presente libro está organizado en tres secciones, cada una de ellas pre-
liza los mecanismos de consagración y legitimación originados en cada cedida por una breve introducción a cargo de los editores, donde se hará
campo como formas legítimas aceptadas de acumulación de capital sim- referencia a los textos en particular. Aunque las secciones delimitan la cen-
22 LOS SABERES DEL ESTADO MARIANO BEN PLOTKIN - EDUARDO ZIMMERMANN (COMPS.) 23
tralidad de ciertos temas, dentro de los capítulos incluidos en las mismas Las perspectivas de análisis delineadas hasta aquí han permitido regis-
el lector notará que hay ciertas superposiciones en las temáticas tratadas, trar no solamente miradas novedosas sobre el Estado sino también redefinir
ya que hay problemas que atraviesan todos los textos. el propio objeto de estudio. Ya no se trata de pensar al Estado siguiendo la
La primera sección, “Saberes, Estado y cuestión social”, está compues- tradición weberiana como una agencia que monopoliza la coerción legítima,
ta por dos artículos a cargo de Juan Suriano y Claudia Daniel que enfocan sino más bien como un organismo dinámico, polifacético y en constante
la conformación de cuadros técnicos estatales en el derecho laboral y la es- evolución, evolución que estaría lejos de ser lineal y sincrónica en todas sus
tadística, y sus vínculos con la modernización del Estado. Se señala tanto áreas. Así también, la imagen que emerge de los trabajos incluidos en este
el proceso de formación de esos cuadros a partir de un seguimiento de tra- volumen y, en general, del campo historiográfico en el que el mismo se in-
yectorias individuales, espacios de sociabilidad, y la formulación de meca- serta, es la de un Estado fragmentado que funciona según lógicas múltiples
nismos de legitimación nacional y transnacional para las disciplinas por (a veces contradictorias entre sí), que responden a los distintos actores que
ellos encarnadas como la importancia de este personal técnico para formu- operan en su seno y que generan zonas grises donde a veces es difícil definir
lar y asegurar la continuidad de políticas estatales. las fronteras de lo estatal frente a la sociedad civil.
La segunda sección, “Saberes y zonas grises”, se centra en aquellos En este punto, sólo resta decir que es la esperanza de los editores de
espacios que definen porosidades entre el Estado y la sociedad civil. este volumen que las contribuciones incluidas en el mismo aporten al de-
Estas fronteras difusas, especialmente evidentes en el período de consoli- sarrollo de una agenda de investigación sobre el Estado y sus elites, temá-
dación del Estado hacia fines del siglo XIX, tornaban a veces difícil la ticas sin duda complejas y aún poco exploradas.
identificación de los límites entre el espacio estatal y el no estatal, como lo
muestran los trabajos de Pita y González Leandri. Los textos que compo-
nen esta sección tienen como tema principal identificar y analizar instan- Notas
cias de pasajes de personal técnico, saberes, prácticas y funciones entre el
1
espacio estatal y el extra-estatal, éste último definido no sólo por la activi- Ver: Pierre Bourdieu, Choses dites, París, Les Éditions de Minuit, 1987); Bourdieu,
“Esprits d’Etat. Genèse et structure du champ bureaucratique”, en Actes de la Recherche en
dad privada en sentido estricto sino también por organismos semi-pú-
Sciences Sociales, 96-97 (marzo 1993), pp. 49-62.
blicos, como en su momento lo fuera la Sociedad de Beneficencia. 2 Peter Evans, Dietrich Rueschemeyer y Theda Skocpol (eds.), Bringing the State

La tercera sección, “Ciudades y caminos: el espacio como problema de Back In (Nueva York, Cambridge University Press, 1985).
Estado”, se orienta a dilucidar las formas en las que la modernización técni- 3
António M. Hespanha, Vísperas del Leviatán. Instituciones y poder político (Portugal,
ca en relación con el manejo del territorio produjo cambios en los procesos siglo XVII) (Madrid, Taurus, 1989), Introducción.
4 Dietrich Rueschemeyer y Theda Skocpol (eds.), States, Social Knowledge and the
de institucionalización de las disciplinas respectivas y en la ampliación de áre-
Origins of Modern Social Policy (Princeton, Princeton University Press, 1996).
as de acción estatal.36 Los trabajos incluidos revelan dos nudos de problemas. 5 Ver también: Peter Wagner, A History and Theory of the Social Sciences (Londres,
Por su parte, el trabajo de Rigotti se centra en el proceso de constitución del Sage, 2001).
conocimiento técnico sobre la organización del espacio, en particular el urba- 6 Charles Tilly, “War Making and State Making as Organized Crime”, en Ruesch-

nismo, como saber de Estado, mientras que el trabajo de Gruschetsky anali- meyer Evans y Theda Skocpol (eds.), Bringing the State…, pp. 169-191.
7
za la dimensión transnacional de la conformación de grupos técnicos y mo- Michel Foucault, “Governmentality”, en Graham Burchell, Colin Gordon y Peter
delos institucionales vinculados a la construcción de caminos. Miller (eds.), The Foucault Effect. Studies in Governmentality with Two Lectures by and an
Interview with Michel Foucault (Chicago, University of Chicago Press, 1991).
Finalmente, el volumen se cierra con unas reflexiones a cargo de 8
Annick, Lemperière, “La historiografía del Estado en Hispanoamérica. Algunas re-
Joseph Love, quien ofreció sus comentarios generales sobre las ponencias flexiones”, en Guillermo Palacios (ed.), Ensayos sobre la historia política de América Latina,
de la conferencia en la que tuvo su origen este libro. siglo XIX (México, El Colegio de México, 2007)
24 LOS SABERES DEL ESTADO MARIANO BEN PLOTKIN - EDUARDO ZIMMERMANN (COMPS.) 25
9 Nancy Leys, Stepan,“The Hour of Eugenics”. Race, Gender and Nation in Latin Institutional Foundations of Public Policy: A Transaction Cost Approach and its
America (Ithaca, Cornell University Press, 1996), 3. Application to Argentina”, en Steven Levitsky y María Victoria Murillo (eds.), Argentine
10 Sobre el tema de la construcción del Estado “desde abajo” en América Latina ver, Democracy. The Politics of Institutional Weakness (University Park, The Pennsylvania State
entre otros: Gilbert Joseph and David Nugent (eds.), Everyday Forms of State Formation. University Press, 2005); Pablo T. Spiller y Mariano Tommasi, The Institutional Founda-
Revolution and the Negotiation of Rule in Modern Mexico (Durham, Duke University Press, tions of Public Policy in Argentina (Cambridge University Press, 2007).
15 James Dunkerley (ed.), Studies in the Formation of the Nation State in Latin
1994); Florencia Mallon, Peasant and Nation. The Making of Postcolonial Mexico and Peru
(Berkeley, University of California Press, 1995). America (Londres, Institute of Latin American Studies, 2002); Mario Góngora, Ensayo
11 Para una evaluación reciente de este proceso, véase Tulio Halperin Donghi, “El re- histórico sobre la noción de Estado en Chile en los siglos XIX y XX (Santiago, Editorial
surgimiento de la historia política: problemas y perspectivas”, en Beatriz Bragoni (editora) Universitaria, 7ma. edición, 1998); Fernando López-Alves, State Formation and Demo-
Microanálisis. Ensayos de historiografía argentina (Buenos Aires, Prometeo libros, 2004), pp. cracy in Latin America, 1810-1900 (Durham, Duke University Press, 2000); Vincent Pe-
17-30; Lempérière, “La historiografía”; sobre las grandes narrativas en América Latina ver: loso y Barbara Tenenbaum (eds.), Liberals, Politics and Power. State Formation in Nine-
Fernando López-Alves y Miguel Ángel Centeno (eds.), The Other Mirror. Grand Theory teenth-Century Latin America (Athens, The University of Georgia Press, 1996); Miguel
through the Lens of Latin America (Princeton, Princeton University Press, 2001). Sobre los Centeno, Blood and Debt. War and the Nation-State in Latin America (The Pennsylvania
intelectuales en particular, ver la reciente obra en dos volúmenes dirigida por Carlos State University Press, 2002). Sobre el papel de las instituciones judiciales en la construc-
Altamirano (ed.), Historia de los intelectuales en América Latina (Buenos Aires, Katz, 2008- ción de los Estados nacionales latinoamericanos véanse los trabajos compilados en
2009). Eduardo Zimmermann (ed.), Judicial Institutions in Nineteenth-Century Latin America
12
Ernesto Bohoslavsky y Germán Soprano (eds.), Un Estado con rostro humano. (Londres, Institute of Latin American Studies, 1999); Carlos Aguirre y Robert
Funcionarios e instituciones estatales en Argentina (desde 1880 a la actualidad) (Buenos Buffington, (eds.), Reconstructing Criminality in Latin America (Wilmington, Scholarly
Aires, UNGS/Prometeo, 2010). Un reciente libro compilado por Sabina Frederic, Resources, 2000); Ricardo Salvatore, Carlos Aguirre y Gilbert Joseph (eds.), Crime and
Osvaldo Graciano y Germán Soprano, El Estado argentino y las profesiones liberales, acadé- Punishment in Latin America (Durham, Duke University Press, 2001); Sandra Gayol y
micas y armadas (Rosario, Prohistoria, 2010) aborda este tema focalizando en las institu- Gabriel Kessler (comps.), Violencias, delitos y justicias en la Argentina (Buenos Aires,
ciones de formación de los cuadros estatales. Manantial, 2002). Sobre medicina, salud pública y otros campos profesionales relaciona-
13 Sobre este tema la bibliografía es muy amplia. Ver, entre otros: Sarah Babb, dos con el Estado: Ricardo González Leandri, Curar, Persuadir, Gobernar. La construcción
Managing Mexico: Economists from Nationalism to Neoliberalism (Princeton, Princeton histórica de la profesión médica en Buenos Aires, 1852-1886 (Madrid, Biblioteca de Historia
University Press, 2001); Patricio Silva, In the Name of Reason: Technocrats and Politics in de América, CSIC, 1999), y “Campos e imaginarios profesionales en América Latina.
Chile (University Park, Pennsylvania State University Press, 2008); Miguel Ángel Centeno Renovación y estudios de caso”, Anuario IEHS 21, 2006; Marcos Cueto, editor, Salud,
y Patricio Silva (eds.), The Politics of Expertise in Latin America (Nueva York, St Martin’s cultura y sociedad en América Latina (Lima, Instituto de Estudios Peruanos, 1996); Diego
Press, 1998); Jorge Domínguez (ed.), Technopols: Freeing politics and markets in Latin Armus, Avatares de la medicalización en América Latina. 1870-1970 (Lugar Editorial,
America in the 1990s. (University Park, Pennsylvania State University Press, 1997); 2005); Susana, Belmartino, La atención médica argentina en el siglo XX. Instituciones y pro-
Verónica Montencinos y John Markoff, “The Ubiquitous Rise of Economists”, Journal of cesos. (Buenos Aires, Siglo XXI, 2005); Nancy Leys Stepan, Beginnings of Brazilian Science:
Public Policy, 13: 1 (1993), 37-68; Miguel Ángel Centeno, The new Científicos: Tecnocratic Oswaldo Cruz, Medical Research and Policy, 1890-1920 (Nueva York, Science History
politics in México, 1970-1990 (New Haven, Yale University, 1990); Mariana Heredia, “El Publications, 1976); Teresa Meade, “‘Civilizing Rio de Janeiro’: The Public Health Cam-
Proceso como bisagra. Emergencia y consolidación del liberalismo tecnocrático en la paign and the Riot of 1904”, Journal of Social History, Diciembre 1986; J. Needell, “The
Argentina”, en A. Pucciarelli (comp.), Empresarios, tecnócratas y militares. La trama corpo- ‘Revolta Contra Vacina’ of 1904: The Revolt against ‘Modernization’ in ‘Belle Epoque’
rativa de la última dictadura militar (Buenos Aires, Siglo XXI, 2004). Rio de Janeriro”, Hispanic American Historical Review, mayo 1987. Para una revisión de
14
R. Kent Weaver y Bert A. Rockman (eds.), Do Institutions Matter? Government la literatura reciente sobre el desarrollo histórico de los aparatos estatales en América
Capabilities in the United States and Abroad (Washington DC, The Brookings Institution, Latina y en la Argentina: Eduardo Zimmermann, “Transformaciones del Estado en Amé-
1993). Para un análisis de casos sobre la efectividad del Estado en áreas específicas de polí- rica Latina, 1870-1930”, en Enrique Ayala Mora y Eduardo Posada-Carbó (comps.), Los
tica económica: Peter B. Evans, Embedded Autonomy: States and Industrial Transformation proyectos nacionales latinoamericanos: sus instrumentos y articulación, vol. VII de la Historia
(Princeton University Press, 1995); Ernesto Stein, Mariano Tommasi et al. (coords.), The General de América Latina, París, UNESCO, 2009.
16 Sobre el papel de las finanzas públicas en el proceso de conformación del aparato
Politics of Policies. Economic and Social Progress in Latin America. 2006 Report (Inter-
American Development Bank, Washington D.C./David Rockefeller Center for Latin institucional del Estado argentino, ver: Tulio Halperin Donghi, Guerra y finanzas en los
American Studies, Harvard University, 2005); Pablo T. Spiller y Mariano Tommasi, “The orígenes del Estado argentino (1791-1850) (Buenos Aires, Editorial de Belgrano, 1982);
26 LOS SABERES DEL ESTADO MARIANO BEN PLOTKIN - EDUARDO ZIMMERMANN (COMPS.) 27
Roberto Cortés Conde, Dinero, Deuda y Crisis. Evolución fiscal y monetaria en la Argentina Organización Panamericana de la Salud, 1991); Belmartino, El sector salud en la Argentina.
(Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 1989); Oscar Ozlak, La formación del Estado ar- Actores, conflictos de intereses y modelos organizativos 1960-1985 (Buenos Aires, Organiza-
gentino (Buenos Aires, Editorial de Belgrano, 1982); Juan Carlos Garavaglia, “La apoteo- ción Panamericana de la Salud, 1994); Belmartino, La atención médica en la Argentina del
sis del Leviathan: el Estado en Buenos Aires durante la primera mitad del XIX” y “El des- siglo XX. Instituciones y procesos (Buenos Aires, Siglo XXI, 2005); Diego Armus (ed.), Entre
pliegue del Estado en Buenos Aires de Rosas a Mitre”, ambos en Construir el estado, médicos y curanderos: Cultura, historia y enfermedad en la América Latina moderna (Buenos
inventar la nación. El Río de la Plata, siglos XVIII-XIX (Buenos Aires, Prometeo libros, Aires, Grupo Editorial Norma, 2002); Armus, Avatares; Armus, La Ciudad impura: Salud,
2007). tuberculosis y cultura en Buenos Aires, 1870-1950 (Buenos Aires, Editorial Edhasa, 2007);
17 Juan Carlos Garavaglia, “La apoteosis”. Anahí Ballent, Las huellas de la política. Vivienda, ciudad, peronismo en Buenos Aires, 1943-
18 Entre los numerosos trabajos sobre el tema de José Carlos Chiaramonte rescata- 1955 (Bernal, Universidad Nacional de Quilmes, 2005); Lila Caimari (comp.), La ley de
mos particularmente su Ciudades, provincias, Estados: Orígenes de la Nación Argentina los profanos. Delito, justicia y cultura en Buenos Aires (1870-1940) (Buenos Aires, Fondo de
(1800-1846) (Buenos Aires, Ariel, 1997). Cultura Económica, 2007); Lila Caimari, Apenas un delincuente. Crimen, castigo y cultura
19 Ver, entre otros, el libro clásico de Oscar Oszlak, La formación. en la Argentina, 1880-1955 (Buenos Aires, Editorial Siglo XXI, 2004); Mercedes García
20
Beatriz Bragoni y Eduardo Míguez (coords.), Un nuevo orden político. Provincias y Ferrari, Ladrones conocidos/Sospechosos reservados. Identificación policial en Buenos Aires,
Estado Nacional 1852-1880 (Buenos Aires, Biblos, 2010). Véase también el reciente tra- 1880-1905 (Buenos Aires, Prometeo, 2009); Eduardo Zimmermann, Los liberales reformis-
bajo de Paula Alonso, Jardines secretos, legitimaciones públicas. El Partido Autonomista tas. La cuestión social en Argentina, 1890-1916 (Buenos Aires, Sudamericana, 1995);
Nacional y la política argentina de fines del siglo XIX (Buenos Aires, Edhasa, 2011). Zimmermann, “The education of lawyers and judges in Argentina´s Organización Nacio-
21
Ariel de la Fuente, Children of Facundo. Caudillo and Gaucho Insurgency During nal (1860-1880)”, en Judicial Institutions; Osvaldo Barreneche, Dentro de la ley, TODO. La
the Argentine State Formation Process (La Rioja, 1853-1870) (Durham, Duke University justicia criminal de Buenos Aires en la etapa formativa del sistema penal moderno de la
Press, 2000). Argentina (La Plata, Ediciones Al Margen y Universidad Nacional de La Plata, 2001); Juan
22 Manuel Palacio, La paz del trigo: cultura legal y sociedad local en el desarrollo agropecuario
Véase en particular Pablo Gerchunoff, Fernando Rocchi y Gastón Rossi, Desorden
pampeano 1890-1945 (Buenos Aires, Edhasa, 2004).
y progreso: las crisis económicas argentinas 1870-1905 (Buenos Aires, Edhasa, 2008), y 29
Lucas LLach, “The Wealth of the Provinces: the Interior and the Political Economy of Ver, por ejemplo, Bohoslavsky y Soprano (eds.), Un Estado; Hernán González
Argentina, 1880-1910”, tesis doctoral, Universidad de Harvard, 2007. Bollo, “La Estadística pública y la expansión del Estado argentino: una historia social y
23 Garavaglia, “La apoteosis del Leviatán”, p. 260. Puede consultarse también la pá- política de una burocracia especializada”. Tesis de Doctorado, Universidad Torcuato Di
Tella, 2007; Jorge Pantaleón, Una nación a medida. Creencia económica y Estadística en la
gina web del proyecto colectivo de investigación dirigido por Juan Carlos Garavaglia, State
Argentina, 1918-1952 (La Plata, Ediciones al Margen, 2009).
Building in Latin America (http://www.statebglat.upf.edu/). 30 Ver, por ejemplo, Christophe Charle, Jürgen Schriewer y Peter Wagner (eds.),
24 Jorge Gelman, “Un gigante con pies de barro. Rosas y los pobladores de la cam-
Transnational Intellectual Networks. Forms of Academic Knowledge and the Search for Cul-
paña”, en N. Goldman y R. Salvatore (comps.), Caudillismos rioplatenses. Nuevas miradas
tural Identities. (Frankfurt am Main, Campus Verlag, 2004); Iriye y Saunier (eds.), The
a un viejo problema (Buenos Aires, Eudeba, 1998).
25 Ver sobre este tema Federico Neiburg y Mariano Plotkin (eds.), Intelectuales y ex- Palgrave Dictionary.
31 Daniel T. Rodgers, Atlantic Crossings. Social Politics in a Progressive Age (Cambrid-
pertos. La constitución del conocimiento social en la Argentina (Buenos Aires, Paidós, 2004).
26 Ver Mariano Plotkin y Ricardo González Leandri, “El regreso a la democracia y ge, The Belknap Press, 1998); Ricardo D. Salvatore (ed.), Los lugares del saber. Contextos
locales y redes transnacionales en la formación del conocimiento moderno (Rosario, Beatriz
la consolidación de nuevas elites intelectuales. El caso de Punto de Vista. Revista de Cul-
Viterbo Editora, 2007); Eduardo Zimmermann, “Global Intellectual Elites”, en Akira
tura. Buenos Aires (1978-1985)”, en Plotkin y González Leandri (eds.), Localismo y glo-
Iriye y Pierre-Yves Saunier (eds.), The Palgrave Dictionary of Transnational History (Nueva
balización. Aportes para una historia de los intelectuales en Iberoamérica (Madrid, CSIC,
York, Palgrave MacMillan, 2009), pp. 547-550.
2000). 32 Sobre el mundo editorial y las traducciones ver, por ejemplo, Gustavo Sorá,
27 Ver los trabajos de Ricardo González Leandri, en particular: Curar, persuadir y Las
Traducir el Brasil. Una antropología de la circulación internacional de ideas (Buenos Aires,
profesiones, entre la vocación y el interés corporativo. Fundamentos para su estudio histórico
Libros del Zorzal, 2003); Sorá, “Editores y editoriales de ciencias sociales. Un capital es-
(Madrid, Catriel, 1999).
28
pecífico”, en Neiburg y Plotkin (comps.), Intelectuales.
Aparte de los trabajos de González Leandri, ver los textos de Susana Belmartino pa- 33 Mariano Plotkin y Jimena Caravaca, “A economia entre crises: economia, politica
ra el caso de los médicos, en particular: Belmartino et al., Fundamentos históricos de la cons-
e finanças na Universidade de Buenos Aires (1870-1900)”, en Tempo Social. Revista de so-
trucción de las relaciones de poder en el sector salud. Argentina 1940-1960 (Buenos Aires,
ciologia da USP, 21 (2) (noviembre de 2009), pp. 87-108. Sobre la recepción de doctri-
28 LOS SABERES DEL ESTADO
nas económicas y jurídicas en la Argentina de comienzos del siglo XX véase también: E.
Zimmermann, Los liberales, pp. 83-100.
34 González Leandri, Curar.
35 Yves Dezalay y Brian Garth. La internacionalización de las luchas por el poder: la

competencia entre abogados y economistas por transformar los estados latinoamericanos (Bogo-
tá, Unibiblos, 2002). Pierre Bourdieu, “Las condiciones sociales de la circulación de ide-
as”, en Intelectuales, política y poder (Buenos Aires, EUDEBA, 2000). Sección 1
36 Para contribuciones anteriores en esta línea, véase Anahí Ballent y Adrián Gorelik,

“País urbano y país rural: la modernización del país y su crisis”, en Nueva Historia Argen-
tina, Tomo VII, Crisis económica, avance del Estado e incertidumbre política (1930-1943),
Dir. Alejandro Cattaruzza (Buenos Aires, Sudamericana, 2001); Silvana Palermo, “Elite
Saberes, Estado y Cuestión Social
técnica y Estado liberal: la creación de una administración moderna de los Ferrocarriles del
Estado (1870-1910)”, Estudios Sociales (Universidad Nacional del Litoral) XVI, núm. 30
(primer semestre 2006); Melina Piglia, “Automóviles, Turismo y Carreteras como proble-
mas públicos: los clubes de automovilistas y la configuración de las políticas turísticas y via-
les en la Argentina (1918-1943)”; Anahí Ballent, “Kilómetro cero: la construcción del uni-
verso simbólico en la Argentina de los años treinta”, Boletín del Instituto Ravignani 27,
núm. 1 (primer semestre 2005); Raúl García Heras, Automotores norteamericanos, caminos
y modernización urbana en la Argentina, 1918-1939 (Buenos Aires, Hispanoamérica,
1985).
Si la así llamada “cuestión social” de comienzos de siglo XX fue el pun-
tapié inicial para la integración en el Estado argentino de cuadros téc-
nicos orientados al tratamiento de los problemas económicos y sociales
emergentes, los trabajos que conforman esta sección nos muestran la
proyección de esos esfuerzos durante el período de entreguerras. Sin
descuidar el estudio de los años anteriores, de modo de contextualizar
adecuadamente los desarrollos analizados, los dos trabajos que siguen se
ubican en un período marcado por la acentuación de la democratiza-
ción social y política encarnada en las administraciones radicales, y por
el impacto de la crisis económica y política con la que finalizaría esa ex-
periencia.
Lejos de imputar a ese peculiar contexto político e ideológico un po-
der determinante, los autores capturan adecuadamente la manera en la
que los procesos de conformación de esas nuevas elites técnicas estatales si-
guieron sus propios ritmos y cronologías, en las que los avances y retroce-
sos no siempre acompañaron las periodizaciones y los condicionamientos
de la historia política. Esto permite a Juan Suriano reflejar cómo tanto el
trabajoso establecimiento del Departamento Nacional del Trabajo en au-
toridad de inspección y vigilancia del cumplimiento de la legislación labo-
ral enfrentaba como obstáculos tanto a los que los actores políticos crea-
sen, como a las rivalidades que sus cuadros técnicos sostenían con otras
reparticiones, por ejemplo, el Departamento de Higiene o la Municipa-
lidad porteña. Por su parte, Claudia Daniel nos muestra de qué manera el
proceso de institucionalización de los estadísticos argentinos como una eli-
te técnica estatal involucró no sólo decisiones político-administrativas si-
no también un esforzado proceso de construcción social de una imagen
que fortaleciera la distinción entre legos y especialistas, proceso que, nue-
32 LOS SABERES DEL ESTADO MARIANO BEN PLOTKIN - EDUARDO ZIMMERMANN (COMPS.) 33
vamente, no necesariamente obedecía a los hitos marcados por la historia los conocimientos teóricos que se producían en la disciplina, un verdade-
política del período. ro savoir faire de tipo práctico, útil a su papel como técnicos estatales.
Ambos artículos rastrean los mecanismos de reclutamiento y sociali- Finalmente, los dos trabajos revelan la siempre presente tensión entre el
zación de los cuadros técnicos, y las formas en que las redes profesionales conocimiento técnico y los vaivenes de la política en las trayectorias de es-
contribuyeron a darle forma a las trayectorias individuales. Suriano ejem- tas elites estatales. El trabajo de Suriano presenta a un pequeño grupo de
plifica en las biografías de Alejandro Unsain y Alejandro Ruso el tipo de técnicos (Bunge, Lezana, Unsain, Niklison, entre otros) que desde la crea-
carrera desplegada en el Departamento Nacional del Trabajo; Claudia ción del DNT adquieren un status de “expertos” especializados en políticas
Daniel muestra el papel central que la labor compartida en la cátedra uni- laborales, trabajando “en y para el Estado”, lo que les permitirá atravesar
versitaria y el encuentro en congresos profesionales tuvieron para forjar exitosamente los futuros cambios políticos a nivel nacional y mantener sus
vínculos fuertes entre los estadísticos argentinos, además de permitirles posiciones tanto en las gestiones conservadoras como radicales, lo que se
contar con instrumentos de difusión de sus estudios, como la Revista de habría mantenido incluso después de la caída del gobierno radical. Suriano
Ciencias Económicas. Éstos vínculos eran reforzados, además, por las rela- advierte que, de todos modos, esa independencia no aseguró el éxito de las
ciones de parentesco y amistad que Daniel incorpora como parte de su es- iniciativas del grupo. Por el contrario, estos funcionarios debieron enfren-
tudio. tar durante el período un clima político adverso, por oposición abierta o
Los dos artículos rescatan otro de los ejes temáticos que articulan es- por indiferencia, al despliegue de las políticas propuestas. En el caso de los
te volumen: el papel de la circulación transnacional de saberes técnicos y estadísticos, Claudia Daniel nos muestra cómo los clivajes abiertos entre
su influencia en el proceso de conformación y legitimación de las nuevas quienes se identificaban con una racionalidad puramente técnica y aque-
elites estatales. Suriano expone el contexto internacional de iniciativas de llos que reivindicaban su rol como funcionarios estatales fue profundizán-
regulación de las relaciones entre capital y trabajo como el telón de fondo dose hasta generar serios conflictos entre los distintos grupos. El proceso
en el cual surge la creación del Departamento Nacional del Trabajo argen- de construcción social de una imagen de los estadísticos fue entonces par-
tino. De los modelos disponibles, la adopción del Bureau of Labor del go- te de esa batalla: el estadígrafo que gracias a su saber técnico devino “edu-
bierno federal norteamericano fijó la prevalencia de las funciones “técnica cador del Soberano” fue el camino simbólico elegido para reinventar esa
e informativa” más que de la intervención directa, rasgo que se iría modi- brecha entre técnicos y políticos.
ficando en sucesivas administraciones. La referencia permanente a la labor
de organismos internacionales y los viajes de estudio o la participación en
congresos internacionales serían rasgos recurrentes en las tareas de los fun-
cionarios del temprano DNT, y la primera administración radical, como
bien muestra el autor, mantuvo esa línea de integración al circuito profe-
sional internacional. En el caso de los estadísticos argentinos, Claudia
Daniel refleja una particularidad de la circulación internacional de esos sa-
beres, esto es, el desarrollo de una “doble vía” por la cual, además de los
canales académicos tradicionales de circulación del conocimiento (recep-
ción de publicaciones especializadas y obras científicas), se estableció un
fluido circuito de circulación de modelos de trabajo, rutinas administrati-
vas y procedimientos de organización de los recursos entre las oficinas bu-
rocráticas. Esto permitió a los profesionales argentinos adquirir, además de
El Departamento Nacional del Trabajo
y la política laboral durante el primer gobierno
de Hipólito Yrigoyen*

Juan Suriano

Las instituciones estatales ligadas al mundo del trabajo y las relaciones la-
borales surgieron y se conformaron como parte de una compleja trama en
la que se combinan mediaciones políticas y burocráticas, así como tensio-
nes internas entre las demandas de la política, la racionalidad técnica, la
conflictividad social y la construcción de un marco de regulaciones en el
plano laboral. Si entendemos el proceso de construcción del Estado co-
mo el resultado de un conjunto de prácticas administrativas, para conce-
bir la lógica de su funcionamiento se hace necesario analizar de modo ex-
haustivo cada una de las instituciones que la conforman. Este proceso
forma parte de la historia social del Estado, que comprende funcionarios
y agencias en distintos niveles (nacional y provincial).1 De modo que re-
sulta imprescindible explorar en qué medida esas políticas estuvieron
orientadas por el resultado de luchas, alianzas y negociaciones trabadas
por diversos actores estatales y de la sociedad civil, los cuales, por otra
parte, mantenían entre sí intercambios sociales fluidos y fuertemente an-
clados en los contextos locales.
* Este trabajo forma parte de los proyectos PICT 02248 Historia de las instituciones
laborales en Argentina: del Departamento Nacional del Trabajo al Ministerio de Trabajo,
1907-1955 financiado por la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica y
Circulación internacional de saberes y prácticas institucionales en a consolidación del Estado
Social en Argentina (1920-1970), HAR 2009-13555, financiado por el plan Nacional de
I+D, Ministerio de Ciencia e Innovación, España. Agradezco los comentarios de Mariano
Plotkin a un borrador de este trabajo y la colaboración de Laura Caruso.
36 LOS SABERES DEL ESTADO JUAN SURIANO 37
En este punto vuelve a tomar fuerza el interés de los investigadores y la oficiales poco tiempo antes vacíos como la mediación de conflictos, la pro-
reflexión crítica en torno a los intelectuales como actores políticos importan- moción de convenios y la garantía de su cumplimiento, así como el con-
tes tanto en relación al Estado como a las clases subalternas, pero lo más im- trol de actividades sindicales y empresariales.
portante aquí es el viraje en el interés hacia otros actores clasificados como
“expertos”, “especialistas” y “profesionales”, muchos de los cuales se han des-
empeñado en las agencias estatales como funcionarios calificados. Desde este La creación del Departamento Nacional del Trabajo
nuevo foco de atención, la orientación de la acción de estos agentes sociales
ha sido comprendida positivamente y en un nivel de complejidad que no po- El DNT fue la primera agencia del Estado nacional creada específicamen-
dría lograrse desde los tradicionales enfoques sociológicos “críticos”, que la re- te para dar respuestas a la “cuestión obrera” en la Argentina, aunque es
ducían a un simple instrumento pasivo y/o portador de la lógica del capital, cierto que su nacimiento en 1907 fue azaroso, como lo reconociera el pro-
del Estado capitalista y/o del interés de ciertas elites sociales. Asimismo, se pio Alejandro Unsain al sostener que “su creación presenta curioso origen.
puede afirmar, siguiendo a Neiburg y Plotkin, que las categorías de “intelec- Nació, en efecto, nada más que como consecuencia de la incorporación a
tuales” y “expertos” suelen ser utilizadas por los científicos sociales –sin esta- la ley anual de presupuesto general de una partida modesta destinada a
blecer demasiadas distinciones– por una parte, como categorías sociológicas costearlo. Como ningún estatuto legal precisaba sus funciones ni sus obje-
definidas a partir de algún tipo de prescripción teórica sistemática, y por la to, corrió accidentada vida administrativa”, hasta la sanción de su Ley Or-
otra, como categorías que expresan diversas perspectivas de los actores socia- gánica (Nº 8999) en 1912 durante la gestión de Indalecio Gómez en el
les empleadas para clasificar su propia experiencia y la de otros actores en con- Ministerio del Interior, área a la que pertenecía el DNT.3 Tan azarosa fue
textos en los que está en disputa su consagración social y la imposición de re- su primera etapa que, según el Dr. Alejandro Ruzo, en el presupuesto de
presentaciones legítimas del mundo. Estos autores consideran, además, que 1912 el Ministerio del Interior lo denominó Dirección General del Tra-
si se confrontan las categorías de “intelectuales” y “expertos” con las trayecto- bajo, dando lugar a confusiones con la Oficina de Trabajo de la Dirección
rias sociales de ciertos individuos es posible reconocer que existe un continuo General de Inmigraciones.4
entre ellas, dado que muchos actores pueden autodefinirse y/o ser rotulados Los objetivos y competencias del DNT se fueron delineando entre su
en situaciones sociales específicas de una u otra forma.2 creación en 1907 y la sanción de la ley orgánica, que le concedió la facul-
El presente capítulo examina las ideas y prácticas del Departamento tad de inspección y vigilancia sobre el cumplimiento de las escasas leyes la-
Nacional del Trabajo (DNT) desde su conformación, y se centra en el borales existentes, la confección de un registro de colocaciones para des-
comportamiento de sus técnicos y funcionarios y su rol en las políticas la- empleados, y la facultad de mediar en los conflictos a pedido de las partes.
borales desarrolladas durante la primera gestión del gobierno de Hipólito Su origen se relaciona al frustrado proyecto de Ley Nacional de Trabajo
Yrigoyen (1916-1922). El trabajo se inscribe en el contexto más amplio impulsado en 1904 por Joaquín V. González, del que se habían despren-
del estudio de las instituciones estatales y de los debates y la circulación de dido las dos primeras leyes de protección obrera: la número 4661 de des-
ciertas nociones sobre los modos de afrontar la cuestión social y laboral, canso dominical (1905) y la 5291de trabajo de mujeres y menores (1907).
así como del desarrollo de algunas prácticas específicas en el contexto na- El surgimiento del DNT se inscribe en un contexto internacional en el
cional de formación de administración y de expertos. Apunta, también, a que, ya hacía un tiempo, se estaba poniendo en práctica la creación de
comprender la extensión de las estructuras burocráticas, la organización de agencias estatales con el objeto de intervenir y solucionar los conflictos de-
nuevas áreas de gestión, y el reclutamiento, entrenamiento, especialización rivados de la relación entre patrones y obreros, superando la idea (de ins-
y selección de los cuadros administrativos. La producción de informes del piración liberal) de que esa relación era una cuestión privada de las partes
organismo nos permite entender tanto la progresiva ocupación de espacios que excluía al Estado.5
38 LOS SABERES DEL ESTADO JUAN SURIANO 39
La concepción básica del nuevo organismo se basó en una estrategia obreros, “con el objeto de coordinar la oferta y la demanda de trabajo” (5º),
de intervención neutral entre el capital y el trabajo, aunque sus primeros y la facultad de mediar en los conflictos a pedido de las partes (7º).8
impulsores discreparan sobre si debía desempeñar un rol activo o pasivo. De esta manera el núcleo del proyecto fundacional del DNT en ma-
Durante la gestión de su primer presidente, el Dr. Nicolás Matienzo teria de política laboral se asentaba en la definición de “mecanismos lega-
(1907-1909), predominó la política de prescindencia estatal en materia de les e institucionales de regulación de las relaciones entre empresarios y tra-
intervención, al tomar como modelo el Bureau of Labor del gobierno fe- bajadores asalariados a través de una agencia estatal, proyectando cuatro
deral norteamericano, entidad que no reconocía la intervención directa. ejes fundamentales en la política de intervención del Estado, con base en
Matienzo sostenía en uno de los primeros números del Boletín del Depar- las leyes de asociaciones patronales y obreras, de contratos colectivos de
tamento Nacional del Trabajo que “la policía industrial y comercial no for- trabajo, de conciliación y arbitraje en los conflictos laborales, y con la cre-
ma parte de las atribuciones conferidas al DNT, porque no se aviene a la ación de una justicia del trabajo”.9 Sobre este principio, y con un presu-
índole técnica e informativa de esta institución”.6 La “índole técnica e in- puesto escaso, comenzó a conformarse una agencia compuesta por un pe-
formativa” indicaba que el organismo debía tener por función estudiar, re- queño núcleo de funcionarios, conocedores de experiencias similares
copilar y comparar información, y formular diagnósticos sobre la cuestión desarrolladas en otros países, y compuesto por profesionales provenientes
obrera y publicarlos, para contribuir a la sanción de leyes, aunque sin in- mayoritariamente del derecho laboral, como Avellaneda, Alejandro Bun-
tervenir activamente en las relaciones laborales. ge, Federico Cibils, Federico Figueroa, Matienzo, Lezana, Ruzo, Francisco
Sin embargo, la postura de Matienzo fue modificada por quienes lo su- Stag, Pablo Storni y Unsain.
cedieron en el cargo, los abogados Marco Avellaneda (1909-1911) y Julio La puesta en marcha del DNT fue una tarea ardua y dificultosa; en
Lezana (1911-1920), quienes se inclinaron claramente por darle al Depar- principio, por la oposición ejercida por una parte importante de los actores
tamento capacidad de intervención, esto es, convertirlo de algún modo en del conflicto laboral (algunas organizaciones patronales y los gremios orien-
policía del trabajo. En 1910 Avellaneda presentó al Parlamento el proyecto tados por el anarquismo). Una clara manifestación en este sentido había si-
de Ley Orgánica del DNT, y en sus fundamentos argumentó con convic- do el rechazo en 1904 del Proyecto de Ley Nacional del Trabajo por parte
ción la necesidad de establecer el poder de policía del organismo, tomando de la Unión Industrial Argentina y de la Federación Obrera Regional Argen-
como modelo las divisiones de inspección del Departamento Nacional de tina, conducida por activistas anarquistas. Si bien en la impugnación se ale-
Higiene, la División de Ganadería y la Oficina de Impuestos Internos. “Las gaban diferentes razones, había coincidencia en rechazar la injerencia estatal
delegaciones de las funciones inspectoras en otras reparticiones públicas no en lo que se consideraba una relación privada entre las partes en conflicto.
han dado resultado. En todo el tiempo que llevan en vigor las dos leyes ac- Por supuesto, no era esta la concepción predominante en la Unión Gremial
tuales sólo se menciona un juicio que condena al dueño de un taller de he- de Trabajadores orientada por el socialismo, que (teniendo como modelo la
rrería que ocupaba un menor de 12 años; y esto porque el menor se hirió intervención legislativa de la social-democracia alemana) era partidaria del
un dedo, dando motivo a que interviniera la policía”.7 En el proyecto tam- rol regulador del Estado a partir de la creación de un corpus legislativo en
bién se impulsaba la participación del Estado en la oferta y la demanda de materia laboral. Tampoco el Parlamento respaldó el proyecto y, con respec-
mano de obra a partir de la creación de una agencia estatal de colocaciones, to al organismo laboral, recayó generalmente en posturas ambiguas y hasta
hecho que implicaba la participación estatal en el mercado de trabajo. En negativas como, por ejemplo, cuando demoró por dos años la sanción de la
este punto, la sanción de ley orgánica en 1912 vino a cambiar la situación, Ley Orgánica del DNT o cuando ignoró en 1921 el tratamiento del proyec-
al reforzar y otorgarle al organismo nuevas atribuciones como la facultad de to de Código del Trabajo que le asignaba un rol central a la institución.
inspección y vigilancia sobre el cumplimiento de las leyes existentes Por otra parte, a diferencia de los Departamentos de Policía o de Hi-
(Artículos 2º, 3º y 4º), la confección de un registro de colocaciones para giene, que disponían partidas presupuestarias propias, el DNT dependía
40 LOS SABERES DEL ESTADO JUAN SURIANO 41
del Ministerio del Interior tanto política como financieramente. Esta si- industrias peligrosas o insalubres, a efectos de apartar de su labor y dedicar-
tuación le generó constantes problemas financieros, pues de acuerdo a la los a otras menos penosas a los sujetos de condiciones físicas deficientes”.14
ley de presupuesto el Ministerio del Interior le giraba dinero con cuenta- También señalaba superposiciones con la Municipalidad porteña, debido a
gotas, dificultando su crecimiento.10 El Artículo 9º de la Ley Orgánica es- que el derecho consuetudinario, en razón del bien común, ponía bajo su
tablecía: “serán recursos del Departamento: la asignación que anualmente jurisdicción los aspectos vinculados a la higiene, la seguridad y el funciona-
fije la ley de presupuesto, el rendimiento de las publicaciones que edite y miento de fábricas y talleres, entrando en colisión con la acción del DNT.15
las donaciones que reciba para el desarrollo de los servicios que él mismo Otro de los límites impuestos a la novel agencia se relaciona a su estre-
está dispuesto a prestar”.11 Para el año 1912 se le había asignado la modes- cho alcance jurisdiccional, pues de acuerdo a los principios de organización
ta suma de $125.000, y un claro ejemplo de los problemas suscitados por federal tenía jurisdicción sólo sobre la Capital Federal y los territorios na-
la falta de fondos es que al finalizar ese año el organismo laboral disponía cionales, quedando fuera de ella un importante segmento del mundo del
de muy pocos inspectores para toda el área de la Capital Federal. No obs- trabajo. Los funcionarios del DNT no podían ocultar su decepción frente
tante, la sanción de la ley orgánica le otorgó renovados bríos, y las partidas a este recorte de poder. Ruzo, si bien estaba de acuerdo en respetar las au-
presupuestarias aumentaron sustancialmente durante los años 1913 y 1914 tonomías provinciales, era partidario de extender la jurisdicción del DNT
($265.000 y 618.320, respectivamente), lo que le permitió al Depar- a lo que él denominaba “zonas especiales”: los puertos, “por su carácter pro-
tamento mejorar su capacidad edilicia y aumentar su personal total (técni- pio y porque el Código Civil declara de esta jurisdicción la zona de 35 me-
co y administrativo) de 38 en 1912 a 79 en 1914. Pero esta tendencia va- tros a cada lado de la ribera de los ríos o canales navegables”;16 las líneas fé-
rió sustancialmente a partir de la crisis económica provocada por la Primera rreas nacionales y los talleres de las empresas, pues “todas las leyes de
Guerra Mundial, puesto que, según el ministro del Interior Ortiz, “las exi- concesión de esas líneas comprenden la facultad de expropiar y ocupar las
gencias fiscales hacían imposible solventar todos los gastos del DNT”.12 En zonas necesarias para todas las instalaciones accesorias, lo que quiere decir
1915 se le asignaron $231.000, y volvió a tener una planta de 37 emplea- que se nacionalizan tales zonas”.17 En realidad, Ruzo pensaba que, dada la
dos. Recién en 1920 pudo mejorar su presupuesto ($368.320) y elevar su importancia estratégica de la actividad marítima y del ferrocarril, así como
personal a 67 empleados, aunque de todas formas este modesto aumento la magnitud de las huelgas en dichos gremios, era el gobierno nacional
presupuestario y de personal no alcanzaba para cubrir la ampliación de quien debía uniformar las condiciones del servicio y de los sindicatos.
funciones derivadas de la sanción de nuevas leyes (véase Cuadro Nº 1) y Ante los límites jurisdiccionales del DNT, los esfuerzos iniciales por
del crecimiento de la población industrial.13 extender su influencia al resto de la nación se volcaron al estímulo, a la
También surgían algunos aspectos negativos en cuanto a las relaciones creación de departamentos provinciales de trabajo, que tardarían un
de competencia profesional o política que se establecían con el DNT por tiempo en concretarse a pesar del esfuerzo del DNT en las diversas pro-
parte de funcionarios pertenecientes a otras áreas del gobierno como minis- vincias. En 1916 se creó el Departamento Provincial del Trabajo de la
terios, secretarías o departamentos, lo que dificultaba y trababa la acción Provincia de Buenos Aires, al año siguiente el de San Juan, y en 1921 el
del organismo. En este sentido, Ruzo, entonces jefe de Legislación del de Salta. Entre Ríos organizó en 1920 una Oficina Provincial del Trabajo,
DNT, sostenía en 1918 que el Departamento no podía efectuar de mane- y dos años después se creó en Santa Fe la Dirección de Estadística y
ra consistente su tarea de inspección y vigilancia en tanto la sección de Trabajo, aunque el Departamento del Trabajo recién funcionaría desde
Higiene Industrial dependiera del Departamento de Higiene y no se incor- 1927. Durante estos años, Córdoba y Tucumán también pusieron en fun-
porara al DNT: “Mientras no se llegue a esto, no se podrá realizar una ins- cionamiento organismos laborales. Aunque la gran mayoría tomó el mo-
pección en el concepto moderno, es decir, complementando la información delo del DNT, este creía indispensable establecer un nexo entre los diver-
de los locales de trabajo con la personal e individual de cada obrero de las sos departamentos de modo de coordinar las políticas laborales. Por
42 LOS SABERES DEL ESTADO JUAN SURIANO 43
ejemplo, en febrero de 1918 Unsain, entonces presidente interino del or- –como el Museo Social Argentino– o internacionales –como la Organiza-
ganismo, envió una circular a todos los departamentos provinciales don- ción Internacional del Trabajo (OIT)–.22
de reconoce que había escasa comunicación entre ellos y propone “estre- Paralelamente a este tipo de funcionario existían los inspectores, cuya
char las relaciones que en todo momento deben ligar al DNT con los tarea específica era verificar el cumplimiento de la legislación vigente y
organismos administrativos que en las jurisdicciones provinciales realizan construir informes de situación: “el conocimiento del medio obrero que-
funciones análogas”.18 A esos fines propuso crear una sección del DNT dará en gran parte librado a la acción de los inspectores”, sostenía el
que centralizara toda la información, y recibió respuestas positivas desde Decreto Reglamentario de la Ley Orgánica.23 Sobre la base de estos infor-
Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe y Tucumán, aunque luego el esfuerzo mes los “expertos” elaborarían sus diagnósticos y propuestas. José Elías
no trascendió la intencionalidad original. Niklison fue un modelo en este sentido.24 La peculiaridad de sus detalla-
Ante este panorama negativo, debe consignarse a favor del DNT el no das investigaciones era poner el centro de atención en los sectores sociales
haber sufrido la falta de coordinación y organización que cruzaban otros en- más explotados y marginales, como los trabajadores indígenas de Chaco,
tes administrativos, cuyas estructuras de reclutamiento de personal se vincu- Formosa y de las misiones franciscanas –que eran utilizados como mano
laban menos a lógicas racionales que a relaciones personales y favoritismos de obra forzada en el Ingenio Ledesma y en los quebrachales– así como
políticos. Aunque para corroborar esta apreciación deberíamos conocer la es- también denunció, con una descripción brillante, la explotación de los
tructura de reclutamiento del Ministerio del Interior, se podría suponer que mensúes en los yerbatales del litoral. Niklison combinaba sus concepcio-
este aspecto positivo se debió a su dimensión pequeña, al escaso personal nes caritativas provenientes del catolicismo social con una mirada antro-
ocupado, al hecho de que algunos de sus empleados trabajaran ad honorem pológica, lo que convirtió sus informes no sólo en una fuente de conoci-
y al lugar subordinado dentro de la estructura del Estado. miento de un sector olvidado de la población nacional sino también en
No obstante, este reducido grupo de funcionarios conformó el cuadro una denuncia pública y un llamado de atención para las autoridades antes
inicial del proceso de construcción de una burocracia político –adminis- de que estos trabajadores se sindicalizaran.25
trativa especializada en relaciones laborales,19 y muchos de ellos –profesio- Retomando el tema de la continuidad de los funcionarios a lo largo
nales, como los ya mencionados Bunge, Lezana y el propio Unsain, o los de diversas gestiones de gobierno, coincido con Germán Soprano cuan-
inspectores José Elías Niklison, Antonio Rouco Oliva y Celia Lapalma de do sostiene que los lineamientos principales del proyecto fundacional del
Emery, así como varios escribientes y oficiales auxiliares– permanecieron DNT tuvieron continuidad y se mantuvieron durante estos años, e inclu-
en sus cargos en las gestiones conservadoras como las de los radicales y de- so después de la caída del radicalismo.26 La continuidad de ciertas políti-
sarrollaron su función al margen del color político del gobierno.20 Unsain, cas de las agencias estatales, tal como la permanencia de un cuerpo de
y Ruzo poseían una característica en común que compartían con otros funcionarios especializados con alguna influencia en las políticas de di-
funcionarios como Julio Lezana o Alejandro Bunge: eran “expertos” cuyo versos gobiernos, ayudan a comprender mejor los cambios y las continui-
trabajo era “en y para el Estado”, se especializaron en políticas laborales, y dades de las políticas nacionales y matizan aquellas interpretaciones es-
desarrollaron una larga trayectoria profesional en esa materia.21 Todos ellos tructurales que muestran al aparato del Estado como un ente abstracto y
fueron funcionarios que combinaron su rol en el DNT con la labor do- monolítico, sin fisuras en su función represiva y de control social. Por
cente en la Universidad de Buenos Aires (UBA), tanto en la Facultad de otro lado, como sostiene Hernán González Bollo, “los aportes del DNT
Derecho como en la de Ciencias Económicas, donde dictaban materias a la agenda gubernamental son prueba de continuidad y acumulación de
cuyos intereses eran afines a la labor en el DNT y a la construcción de una conocimiento estatal en el tratamiento de la cuestión obrera”.27 Tanto la
normativa legal en materia laboral. A la vez, establecieron redes con diver- presencia de un elenco estable a lo largo del tiempo como la adquisición
sas organizaciones extrauniversitarias nacionales interesadas en lo social de un capital de información especializada dotaron a los distintos gobier-
44 LOS SABERES DEL ESTADO JUAN SURIANO 45
nos de un corpus estable de conocimientos sobre el mundo laboral. Este Basilea, cuyo objetivo central era reunir a las naciones partidarias del in-
proceso contribuyó a la elaboración de políticas laborales que, general- tervencionismo estatal, invitó a las autoridades nacionales a enviar un re-
mente, se aceleraba y profundizaba en las coyunturas, cuando el conflic- presentante, pero el estallido de la Primera Guerra Mundial frustró las
to social adquiría una cierta gravedad. iniciativas.
El gobierno radical conservó esta línea de adhesión a la conformación
de un sistema de derecho internacional obrero y se mantuvo al tanto de
El rol del Departamento Nacional del Trabajo los importantes cambios ocurridos desde el final de la guerra, integrándo-
durante el primer gobierno radical se a la recién creada OIT, participando en varios foros, y firmando trata-
dos impulsados por la OIT con España e Italia sobre reciprocidad en ma-
La propensión del presidente Yrigoyen a intervenir directamente en los teria de indemnización por accidentes de trabajo, que se materializaron en
conflictos entre el capital y el trabajo con un marcado interés por resolver- sendas leyes (11125 y 11126) sancionadas en junio de 1921.31 Ese mismo
los –en numerosas ocasiones, de manera favorable a los trabajadores– fue, año, el gobierno adhirió también a los postulados de la Convención de
quizás, el aspecto más novedoso de la política laboral durante su primera Berna de 1905 sobre prevención del fosforismo. Resulta importante recal-
gestión. Sin embargo, una mirada al conjunto de estas políticas revela lí- car que el Departamento del Trabajo tuvo una activa participación en los
neas de continuidad con el período precedente. Se constata la sanción de foros internacionales, así como en el diseño de las políticas laborales del
algunas leyes nuevas y la reglamentación de otras aprobadas durante los go- gobierno radical.
biernos anteriores (véase Cuadro Nº 1). Las leyes más importantes de esta El nuevo gobierno no modificó sustancialmente el contenido principal
primera gestión radical fueron la Nº 10505, que regula el trabajo a domi- de las políticas laborales que se venían desarrollando ni el rumbo del DNT,
cilio y que fue sancionada en octubre de 1918, y la Ley Nº 11110 de Jubila- sino que más bien las profundizó. En este sentido es interesante resaltar que
ciones de Obreros y Empleados de Empresas Particulares, de 1921.28 Ade- la historiografía ha prestado escasa atención a esta cuestión, al centrar su fo-
más, en 1917 se había puesto en funcionamiento la Ley de Jubilaciones co de atención en el estilo personalista de conducción de Yrigoyen. Por otro
Ferroviarias, sancionada en 1915 y demorada en su implementación debi- lado, las fuentes del DNT pueden ampliar las perspectivas del análisis de
do a las fuertes resistencias empresarias. Pero sin duda, el proyecto más am- las políticas laborales de este período. Desde el comienzo de su gestión, el
bicioso fue el Código del Trabajo elaborado por el entonces presidente del Poder Ejecutivo (PE) dispuso de la información estadística socio-laboral su-
DNT, Unsain, en 1921, y jamás sancionado por el parlamento. mamente detallada que el DNT venía elaborando desde 1907. Esta infor-
En materia internacional, el gobierno continuó con la tradición inau- mación abarcaba una gran cantidad de datos vinculados a diversos aspectos
gurada por Avellaneda, quien a poco de asumir la presidencia del DNT, de las condiciones de vida de los trabajadores y se publicaba regularmente
en 1909, efectuó un viaje a Europa para conocer de manera más profun- en los números del Boletín y de la Crónica Mensual editados por el organis-
da las políticas sociales implementadas en diversos países, alternando la mo. Mientras los boletines se publicaron desde la creación del DNT, las
asistencia a congresos con la visita a instituciones laborales de Francia, crónicas mensuales aparecieron a partir de enero de 1918, y desde 1920 re-
Italia y España.29 A su regreso intentó relacionar al Departamento y las emplazaron a aquellos. Esta nueva publicación se debió a una iniciativa de
políticas laborales del Estado con el contexto internacional, motivo por el Unsain, pues “la actividad del Departamento Nacional del Trabajo ha au-
cual en 1910 había enviado delegaciones a la reunión de la Association mentado en forma visible”.32 Bajo ese argumento, la crónica apareció con
Internationale pour la Lutte contre le Chômage y a la Conferencia Interna- el objeto de hacer pública y poner al alcance de los lectores interesados una
cional contra el Desempleo, realizada ese año en París.30 En 1913 la Aso- gran cantidad de información que no llegaba a editarse en los boletines por
ciación Internacional para la Protección de los Trabajadores, con sede en razones de espacio. La publicación se inició con un tiraje de 700 ejempla-
46 LOS SABERES DEL ESTADO JUAN SURIANO 47
res, que se enviaban a organismos laborales de las provincias y del exterior, (especialmente la abolición del trabajo a destajo) y motivos diversos (no
bibliotecas públicas y asociaciones obreras y patronales. comprendidos en los anteriores). Por otro lado, llevaban estadísticas anua-
Los temas de ambas publicaciones incluían estadísticas de salarios les de las huelgas que les permitía efectuar una minuciosa evaluación y
(desagregados por industria) y de huelgas (si bien las estadísticas se con- comparación de la cantidad de las mismas, como también establecer las
centraban en la Capital Federal, en ocasiones se publicaban también datos tendencias del conflicto social.
sobre conflictos en el interior); duración de la jornada de trabajo; grado de Es interesante remarcar que, si bien en los informes predominaban ló-
ocupación y desocupación obrera; trabajo a domicilio (salarios, condicio- gica y abrumadoramente los aspectos cuantitativos, expresados en un to-
nes de trabajo, precio de las herramientas); niveles de alcoholismo y mor- no neutral, también presentaban lecturas cualitativas en las que se desliza-
talidad en la población obrera; trabajo infantil; prostitución; costo de vi- ban ciertos análisis de las causas de las huelgas con el objetivo de explicar
da (basado en estimaciones de los gastos de un familia obrera y su relación las tendencias estadísticas derivadas de los conflictos. Los bajos salarios, las
con los salarios percibidos); información sobre los precios en ferias fran- malas condiciones de trabajo, las arbitrariedades patronales aparecían co-
cas; ahorro postal; condiciones de las viviendas; datos sobre jubilaciones; mo motivos típicos del malestar obrero. Algo similar ocurre con la apre-
movimiento en el tráfico ferroviario (vagones de 2ª clase) y tranviario (co- ciación sobre las huelgas producidas por motivos de “organización”, cate-
ches para obreros); nivel de instrucción de los conscriptos; accidentes de goría que en realidad incluía temas vinculados a cuestiones como el
trabajo, seguros colectivos, movimiento mutualista y datos variados sobre reconocimiento de las entidades gremiales, la readmisión de trabajadores
la salud obrera; censos de braceros de diversas regiones del interior; o los despedidos y la solidaridad con sus compañeros cesanteados o reprimidos.
informes ya señalados de Niklison sobre las condiciones laborales y de vi- Este tipo de conflicto connotaba, sin duda, un mayor compromiso y un
da en ingenios, quebrachales y yerbatales. autoreconocimiento de clase por parte de los trabajadores, y los redactores
Una de las secciones de los informes del DNT más relevante para el de los informes se mostraban muy sensibles a estos problemas. “Tomamos
gobierno radical era la dedicada a las huelgas, pues su información era in- los motivos principales que determinaron las diferentes huelgas en el quin-
dispensable para comprender el rumbo del conflicto laboral, sin duda la quenio indicado (1914-18) y observamos que hasta 1918 los paros por ra-
principal fuente de preocupaciones para las autoridades. Si observamos las zones de salario vienen sufriendo una disminución paulatina apreciada al
estadísticas de las huelgas se percibe que están agrupadas de acuerdo a dis- finalizar el período en un 14%; notamos en cambio que las huelgas origi-
tintos criterios que le permitían al PE contar con un panorama amplio so- nadas por razones de organización (readmisión, expulsión, solidaridad)
bre la naturaleza de los reclamos obreros (véase Cuadro Nº 2). Así, las es- han aumentado durante ese mismo lapso en un 10%, es decir, que la soli-
tadísticas recopilaban mensualmente la cantidad de huelgas producidas y daridad y las exigencias de lograr el reingreso de elementos despedidos por
huelguistas participantes, discriminados por sexo y edad (mayores y me- los patrones dan margen para esta otra caracterización, no ya como factor
nores); diferenciaban entre huelgas parciales y generales y suministraban económico sino como exponente de organización gremial.”33 Este infor-
datos sobre su duración; evaluaban los resultados (favorables, desfavora- me fue editado a mediados de 1919 y, sin duda, estas apreciaciones se re-
bles, parciales), así como también las jornadas perdidas y los perjuicios lacionaban con la coyuntura en la que se produjeron los traumáticos su-
económicos provocados por los paros; e identificaban y agrupaban los cesos de la Semana Trágica, cuando los niveles de movilización solidaria
conflictos por rubro industrial (alimenticio, tabacalero, químico, textil y con un marcado “carácter agresivo” –según el informante– alcanzaron su
de confección, vestido, maderas y anexos, poligráfico, metalúrgico, cons- punto culminante. Analizando el movimiento huelguístico del año 1919
trucción, transporte, cueros y pieles, electrónicos y varios). Los motivos de se informa que el 65% de los conflictos se debieron a causas salariales, pe-
las huelgas se agrupaban en cinco rubros: salarios, horario (modificación y ro si se consideran la cantidad de huelguistas las cifras se invierten, pues
disminución de la jornada laboral), organización, condiciones de trabajo el 65% de ellos fueron a la huelga por razones de solidaridad debido,
48 LOS SABERES DEL ESTADO JUAN SURIANO 49
principalmente, a su participación en lo que el informante denomina “la jefe de policía) en el conflicto laboral cuando no lograba imponer su pro-
gran huelga revolucionaria” de enero de 1919.34 pia intervención. No se trataba sólo de las apreciaciones de un Avellaneda
El tema de la profundización de los lazos de solidaridad se tornaba es- seguramente más celoso de la autonomía del Departamento que Unsain, si-
pecialmente preocupante cuando el conflicto se extendía entre los gremios no también de un cambio en las formas del conflicto que se manifestaba
de transporte; en más de una ocasión los choferes de taxi y carreros se so- mediante una mayor presión corporativa por parte de las organizaciones
lidarizaron con los trabajadores ferroviarios y marítimos en conflicto, pa- patronales y sindicales.
ralizando total o parcialmente el movimiento de tráfico porteño. Desde el Con mucho esfuerzo, el DNT intentaba también cumplir con su fun-
comienzo de la gestión presidencial de Yrigoyen el DNT prestó especial ción de inspección y vigilancia, cuestión que potencialmente resultaba más
atención a las condiciones en que se desarrollaban el trabajo ferroviario y factible en el caso de los marítimos, ya que el puerto representaba una zo-
el marítimo (salarios, condiciones de vida y de trabajo, huelgas, acciden- na más acotada que el sistema ferroviario, cuya geografía laboral se exten-
tes laborales, características de sus sindicatos), tanto por los altos niveles de día a todo el país y, recordemos, el DNT no tenía jurisdicción sobre buena
conflictividad como por el rol central que desempeñaban en una econo- parte del territorio nacional. Dada su escasísima dotación de inspectores, el
mía agroexportadora como la argentina.35 La información se detenía de organismo no poseía casi ninguna posibilidad de cumplir con su rol de po-
manera exhaustiva en los duros combates entre las empresas y los sindica- licía industrial ni siquiera en el puerto, mostrando en este punto una debi-
tos, especialmente entre los gremios ferroviarios y las empresas extranjeras lidad que perduraría durante un largo tiempo.37 En los fundamentos de la
o entre la Federación Obrera Marítima (FOM) y el Centro de Cabotaje Ley Orgánica se estipulaba la existencia de un inspector por cada una de las
Argentino en general y la empresa Mianovich en particular. También pres- circunscripciones existentes en la Capital. Si se tiene en cuenta que en 1913
taba minuciosa atención a los repertorios de confrontación (huelgas, pi- la ciudad de Buenos Aires albergaba, además de los gremios de servicio,
quetes, boicots obreros, lock-outs patronales), analizaba las reivindicacio- 10.240 establecimientos industriales que ocupaban a 143.000 trabajado-
nes (pliegos de condiciones) y las respuestas empresariales. res,38 resulta evidente que las previsiones del propio DNT sobre el número
El DNT planteó desde el comienzo del ciclo huelguístico desarrollado de inspectores eran por demás modestas y claramente insuficientes para ve-
durante el primer gobierno de Yrigoyen la necesidad de regular el trabajo, rificar el cumplimiento de las leyes laborales y mediar en los conflictos.39
tanto marítimo como ferroviario, así como reconocer a las organizaciones La relación entre el DNT y el PE durante el primer gobierno radical
sindicales, puesto que consideraban necesaria la existencia de sindicatos só- parece haber sido fluida. Este contaba con detallados informes elaborados
lidos y legalmente reconocidos para contar con interlocutores previsibles. por los técnicos del organismo, los cuales servían de base para su posterior
Otro aspecto importante era el impulso otorgado por el organismo a la for- intervención en la definición de los conflictos. Por ejemplo, cuando se
mación de tribunales arbitrales. En este sentido, el DNT participaba activa- produjo una huelga en los talleres de Rosario y Pérez del Ferrocarril Cen-
mente intentando arbitrar y conciliar en los conflictos, para lo cual mante- tral Argentino por la reincorporación de obreros despedidos, el litigio “se
nía fluidas relaciones con los gremios obreros que se mostraban partidarios solucionó con un decreto del Poder Ejecutivo, quien previo informe del
de la mediación (la Fraternidad, la Federación Obrera Ferroviaria o la jefe de la División de Legislación de este Departamento ordenó la readmi-
FOM).36 Si bien intentó hacer lo mismo con las organizaciones patronales, sión de estos obreros”.40 Lo mismo ocurrió con la huelga marítima de di-
en general estas eran menos proclives a la negociación y a aceptar el rol neu- ciembre de 1916. Ante el rechazo patronal de la mediación del DNT el
tro del DNT, puesto que preferían presionar directamente sobre el PE. gobierno ofreció la suya, y nombró árbitro al jefe de policía Julio Moreno,
Adoptando una postura diferente a la que había motivado la renuncia de quien en base a la documentación presentada por el Departamento medió
Avellaneda, el organismo laboral ahora auspiciaba o apoyaba la participa- a favor de los trabajadores.41 Esta confluencia se repitió en cada uno de los
ción de funcionarios del PE (el propio presidente, ministros, prefectos o el conflictos en los que el PE debía arbitrar.
50 LOS SABERES DEL ESTADO JUAN SURIANO 51
Los informes del DNT no se limitaban a brindar información estadís- [E]sta negativa patronal ha impedido sentar prácticamente un
tica sino también a recomendar la adopción de medidas tendientes a dotar nuevo caso de arbitraje, malogrando el resultado deseado de una
un marco legal a las relaciones laborales y, de esta manera, regularizar y dar- gestión administrativa. Como V.E. sabe, en los últimos tiempos
le un contexto previsible al conflicto social. Por eso insistió reiteradamente la práctica local del arbitraje, como medio de dirimir los conflic-
sobre la necesidad de que el parlamento sancionara leyes relacionadas al tos obreros, ha tenido una notoria acentuación. Inicia los últimos
mundo del trabajo, sobre todo en materia de reconocimiento de las organi- casos el de la huelga marítima, con el laudo del señor jefe de po-
zaciones sindicales y en la regulación de las huelgas a partir de la implemen- licía, de 4 de enero de 1917. A este fallo arbitral sigue el del 28
tación obligatoria del arbitraje.42 A partir de enero de 1920 la dirección del de enero de 1918, dado por el señor gobernador del territorio de
DNT intentó darle cierta formalidad a su atribución arbitral y estableció Misiones para solucionar el caso de los obreros marítimos del
que, en cumplimiento de la Ley Orgánica Nº 8999, en ocasión de cada Alto Paraná y, finalmente, la firma del compromiso arbitral (22
huelga el DNT enviaría un comunicado a los gremios cuyo texto era el si- de junio) para el arbitraje tendiente a solucionar las cuestiones
guiente: “Enterado de la huelga iniciada, cumplo en dirigirme a Ud. ofre- surgidas entre la Compañía General de Ferrocarriles de la Provin-
ciendo los servicios del DNT a los efectos de buscar la mejor solución posi- cia de Buenos Aires y sus obreros maquinistas y foguistas.44
ble y dentro del menor tiempo para resolver o tratar de resolver dicho
conflicto”, pues “cree el suscripto que todas las huelgas tienen posibilidad de Más adelante el redactor sigue expresando su desilusión: “La reciente gestión
arreglo, y piensa, en consecuencia, que cuanto más pronto se consiga poner- que para eliminar las causas de huelgas he iniciado ante la asociación patro-
le fin tanto mejor será”. A partir de esta convicción ofrecía tres fórmulas de nal UIA propiciando la conveniencia de promover, de común acuerdo con
intervención: 1. Mediación: El DNT hablaría con los empresarios a los efec- los obreros, la formación de contratos colectivos de trabajo no ha tenido ma-
tos de buscar una solución; 2. Conciliación: Se trataría de una reunión de yor éxito”.45 Finalmente, recomendaba sancionar una ley de arbitraje que le
las partes en presencia del DNT para hallar la solución al conflicto; 3. diera autoridad al DNT, tomando el modelo vigente en Nueva Zelanda.
Arbitraje: Se llegaba a esta instancia si fracasaban las instancias anteriores. Tiempo después, en noviembre de 1918, el PE autorizó al DNT a realizar
Podía haber un árbitro único, o bien cada parte designaba el suyo y estos se “un estudio detenido de la legislación obrera en Francia, Bélgica, Inglaterra
ponían de acuerdo en nombrar a un tercero. “Lo que este Departamento de- y Alemania”, y considerar especialmente los tribunales arbitrales.46
sea, ante todo, es que, declarada la huelga, las partes no se mantengan en un Estos serían algunos de los temas centrales que retomaría el proyecto
alejamiento que dificulte o postergue la solución del asunto.” En el mismo del Código del Trabajo presentado al Congreso por el PE en 1921. En rea-
sentido, se aclaraba, se enviaría una propuesta similar a los patrones.43 lidad, el Código se basaba en los fundamentos de dos proyectos anteriores,
Sin embargo, en la práctica esta declaración tenía un valor relativo, cuyo destino común fue el olvido de los legisladores. Por un lado, abreva-
pues la Ley Orgánica le atribuía un carácter voluntario al acto arbitral. La ba en el proyecto de Legislación del Trabajo presentado en junio de 1919
ausencia de una modificación legislativa que le adjudicara un carácter obli- por la Comisión Especial de Trabajo de la Cámara de Diputados. Allí se es-
gatorio al arbitraje le quitaba autoridad al DNT, puesto que la mediación tablecía una severa normativa para el funcionamiento de las asociaciones
arbitral dependía de la buena disposición o la conveniencia de las partes en profesionales (sindicatos obreros y patronales). En el Título Tercero, deno-
disputa, como también de la voluntad presidencial. Veamos algunos casos: minado “Medios para organizar los intereses y resolver los conflictos del tra-
en 1918 el DNT fracasó en su intento de mediación en un conflicto de los bajo”, se establecía la figura del contrato de trabajo entre empleadores y em-
obreros molineros y en otro de los trabajadores del calzado. Mientras en es- pleados sobre las condiciones de trabajo y del salario, pudiendo ser tanto
te último el rechazo provino del sindicato, en el primero quien se opuso fue colectivo (entre sindicato y empresa) como individual (entre trabajador no
la empresa. En una nota al ministro del Interior, el informante sostiene que: agremiado y empleador). En el Artículo 93 del mismo título se estipulaba
52 LOS SABERES DEL ESTADO JUAN SURIANO 53
que “toda cuestión relativa al cumplimiento del contrato de trabajo, surgi- cial”, recogiendo entonces “los mismos principios de política social que in-
da entre el sindicato gremial y el empleador o el sindicato patronal será so- formaron los diversos proyectos sobre legislación obrera” enviados al con-
metida obligatoriamente” a consejos de conciliación y tribunales arbitrales, greso por el gobierno radical: asociaciones profesionales (23 de mayo de
cuyas decisiones debían ser inapelables y obligatorias. En todos los casos la 1919), contrato colectivo de trabajo (19 de marzo de 1919) y regulación
autoridad absoluta de aplicación de la ley era el DNT, que sería auxiliado del trabajo en los territorios nacionales (24 de julio de 1919). También se
con la creación de un fuero laboral en el cual se constituirían jurados de tra- incorporaban los principios básicos de la justicia social emanados de las
bajo “para la resolución judicial de todo asunto relativo al cumplimiento de disposiciones generales aprobadas en las conferencias de Washington de
esta ley, de los contratos colectivos de trabajo o de los fallos de los tribuna- 1919 y de Génova de 1920.51
les arbitrales”.47 Más allá de los aspectos represivos-reguladores presentes en El PE insistía en la necesidad de su sanción con el argumento de que
el proyecto, sin duda hay en él elementos progresistas como la obligato- hasta ese momento se había visto privado de una “legislación de fondo” que
riedad del arbitraje, el contrato colectivo, la creación del fuero del trabajo le permitiera eliminar “los obstáculos que al trabajo y al capital separan en
y la consolidación del DNT como autoridad de aplicación. la tarea fundamental de la producción perturbada –y no pocas veces inte-
Por otra parte, buena parte de los postulados del Código se hallaban rrumpida– por hechos que perjudican la potencialidad del país…”.52 Una
ya en el Proyecto González de 1904.48 Así como este había respondido en lectura entre líneas del mensaje presidencial sugiere que mientras el parla-
buena medida al impacto provocado por la gran huelga general que esta- mento no otorgara al DNT sus atributos de policía industrial el PE se ve-
llara a fines de 1901, el Código del Trabajo se elaboró bajo los traumáti- ía obligado a seguir interviniendo en los conflictos. El presidente insistió
cos efectos de los acontecimientos de la Semana Trágica de 1919 y del ra- sobre este punto en su último discurso de apertura a las sesiones del Con-
dicalizado movimiento huelguístico iniciado un par de años antes. Si bien greso de 1922, donde efectuó un detallado estado de la cuestión sobre la
las coincidencias son numerosas, existen diferencias entre el Código y el política laboral y social del gobierno con datos suministrados por el DNT,
Proyecto González: en principio ya no existía un capítulo sobre la selec- institución a la que el presidente ratificó enfáticamente como la autoridad
ción moral y sanitaria de los inmigrantes, y por otro lado se puso menos de aplicación de las leyes obreras.53
énfasis en los aspectos represivos al no otorgarle a la policía la facultad de Sin duda, las políticas laborales del primer gobierno de Hipólito Yri-
disolver por la fuerza las manifestaciones gremiales y no adoptar la Ley de goyen no cambiaron de manera sustancial las estrategias desarrolladas por
Residencia como elemento punitorio.49 las gestiones precedentes. No obstante, más allá de las limitaciones, un as-
Por el contrario, y como se desprende de la lectura del Título II del pecto novedoso (aunque no original) fue la intervención directa y personal
Código –dedicado plenamente al DNT–, se pretendía otorgar mayores fa- del PE en las huelgas de mayor envergadura, que en muchos casos permi-
cultades de intervención al organismo laboral, especialmente en cuanto al tió resolver, aunque sea coyunturalmente, el conflicto laboral. Anali-
rol pleno de policía laboral, que ni el Proyecto González ni la Ley Orgá- zándolo en perspectiva, si este aspecto de la política laboral fracasó, esto su-
nica de 1912 le habían atribuido. El Artículo 12 del Título II del Proyecto cedió en parte debido a la falta de concreción de un corpus legislativo que
de Código establecía: “Corresponde a la división de inspección el cumpli- otorgara un marco legal a las relaciones obrero-patronales y que garantiza-
miento de las disposiciones del presente Código y de las leyes sociales que ra los derechos de los trabajadores. Esto fue así aunque el gobierno realizó
en lo sucesivo se le encomienden”. A su vez, el Artículo 23 profundizaba un esfuerzo para mejorar las políticas laborales. Como creo haber demos-
el anterior al sostener que los inspectores tenían el “derecho de penetrar en trado, desde 1919 y durante toda la segunda mitad de esta primera gestión
los locales donde se ejerza una industria o comercio en las horas destina- radical se realizaron importantes iniciativas para dotar ese marco legal e ins-
das al trabajo”.50 Según el mensaje del PE fundamentando su envío al titucional al conflicto laboral, auspiciando la sanción leyes y cediendo la
Parlamento, el proyecto apelaba a los principios “básicos de la justicia so- iniciativa al DNT.
54 LOS SABERES DEL ESTADO JUAN SURIANO 55
Si bien no logró cambiar sustancialmente su estatus, esta institución Fecha Ley Nº Nombre Decreto Reglamentario
contó con un reducido pero dinámico conjunto de funcionarios que de- 14/12/18 Ídem
sempeñó un rol muy activo en la colaboración con el PE y contribuyó a Abril/19 Trabajo Mujeres y Niños (4) DR: asientos de empleados
conformar un cuerpo de expertos que consolidaría una de las bases del 30/4/19 10659 Caja Nacional de Pensiones
proceso de construcción del Estado Social argentino. Aunque la institucio- y Jubilaciones de Empleados
Ferroviarios (5)
nalización de las políticas laborales durante este período pueda considerar-
16/8/19 Ídem
se un fracaso relativo, esto no fue responsabilidad única del PE, a quien sí
Mayo/19 10676 Reforma Carta
debe adjudicársele tanto la falta de continuidad y convicción como la am-
B. Hipotecario
bigüedad. Pero no se debe olvidar que la ausencia de consenso político de- para Préstamos
sempeñó un rol de relevancia. Prueba de ello es la existencia de un parla- a Empleados Públicos
mento, al menos en su mayoría, poco preocupado por estas cuestiones; la 11/2/21 11110 Jubilación de Obreros
ausencia de voluntad de diálogo de algunos sectores, especialmente las or- y Empleados de Empresas
ganizaciones patronales más recalcitrantes; y una oposición política que Particulares
ponía constantes trabas a cualquier iniciativa gubernamental, incluyendo 9/5/21 11122 Juicios de Desalojo DR: otorgando atribuciones
la institucionalización plena del DNT. al DNT
7/10/21 Ídem
Cuadro 1. Leyes y decretos aprobados entre 1916 y 1922 8/6/21 11125 Convenios con España
relacionados directa o indirectamente al mundo del trabajo sobre Reciprocidad
en el Pago
Fecha Ley Nº Nombre Decreto Reglamentario de Indemnizaciones
Diciembre/16 Inembargabilidad DR: inembargabilidad Accidentes de Trabajo
de Salarios y Sueldos (1) de salarios y sueldos 8/6/21 11126 Convenios con Italia
28/9/17 10284 Ley del Hogar sobre Reciprocidad
Noviembre/17 Agencias Oficiales DR: sobre distribución en el Pago
de Colocación (2) de braceros de Indemnizaciones
Diciembre/18 Ídem DR: libreta de domésticos Accidentes de Trabajo
25/6/18 Accidentes de Trabajo (3) DR: renta de beneficiarios 8/6/21 11127 Aceptación
21/5/18 Ídem DR: derecho de opción de la Convención
21/5/18 Ídem DR: indemnización de Berna sobre
a menores Prevención del Fosforismo
30/4/17 Ídem DR: competencia del Defensor de 8/6/21 11156 Modifica Código Civil
Pobres en caso de violación de la ley en materia de Contrato
12/11/17 Ídem DR: incorporación de Locación Urbana
de los trabajadores de Barracas 19/9/21 11157 Alquileres DR: fija el precio de alquiler
12/11/17 Ídem DR: patrocinio jurídico gratuito
y Arrendamientos Rurales de habitaciones
a obreros accidentados
7/10/21 11170 Arrendamientos Agrícolas
8/10/18 10505 Trabajo a Domicilio
Continúa
Continúa
56 LOS SABERES DEL ESTADO JUAN SURIANO 57
Fecha Ley Nº Nombre Decreto Reglamentario frente del DNT cuando su antecesor, Julio Lezana, dejó el cargo al con-
21/9/21 11173 Creación vertirse en juez en lo correccional de la Capital Federal. Fue el responsable
del Hogar Ferroviario de la redacción del Código del Trabajo en 1921 y delegado del mismo go-
7/10/21 Ídem bierno en las conferencias de la recién creada OIT, institución en la que se
(1) Ley Nº 9537, octubre de 1914
desempeñó como miembro del consejo de administración. Posteriormen-
(2) Ley Nº 9143, septiembre de 1913 te fue presidente de la Caja Nacional de Jubilaciones del Personal de Em-
(3) Ley Nº 9688, octubre de 1915 presas Particulares de Servicios Públicos, y en paralelo fue docente en la
(4) Ley Nº 5291, sancionada en 1907 Facultad de Ciencias Económicas desde 1917, y en la Facultad de De-
(5) La Ley Nº 9653 de jubilaciones y pensiones ferroviarias fue sancionada en 1915, recho a partir de 1921, ambas pertenecientes a la Universidad de Buenos
pero recién se puso en práctica en 1917; la Caja también se había creado en 1915.
Fuente: CMDNT, núm. 54 (julio 1922), 867-68; Antonio Amillano (recop.), Legis-
Aires. Desde esos ámbitos contribuyó de manera determinante a la crea-
lación Nacional del Trabajo (Buenos Aires, Junta Central de la Acción Católica Argentina, ción de las primeras cátedras de derecho del trabajo. Siempre interesado en
1939). las políticas laborales, fue docente y presidente del Museo Social Argen-
tino. También se desempeñó en la actividad privada como asesor de la
Cuadro 2. Motivos de las huelgas en Capital Federal, 1917-1922 Unión Telefónica, y cuando esta fue nacionalizada durante el primer go-
bierno de Juan D. Perón se mantuvo en el cargo a pedido del presidente.
Solidaridad Condición Número Falleció en 1952, año en que se publicó la última edición actualizada de
Salarios Horario Organización de trabajo Diversos Total huelguistas su Ordenamiento de las leyes obreras argentinas, una exhaustiva y necesaria
1917 56 9 47 3 23 138 136.062 compilación de la legislación obrera de la primera mitad del siglo XX, obra
1918 26 23 62 3 80 196 133.042 que se había editado por primera vez en 1943. El lugar central de Unsain
1919 240 21 90 6 10 367 308.967 durante el gobierno de Yrigoyen parece ser una evidencia del importante
1920 92 8 82 19 5 206 134.015 rol desempeñado por el DNT y sus funcionarios en esta gestión, y es ade-
1921 37 2 53 2 2 86 139.751
más un buen ejemplo de una relación fluida entre ambos niveles del
1922 36 6 54 1 19 116 4.737
Estado.
Fuente: elaboración propia en base a las CMDNT correspondientes a los años 1918 Alejandro Ruzo (1885-1939) estudió y se graduó como abogado en la
a 1923. Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos
Aires, donde fue discípulo de José Nicolás Matienzo, primer presidente del
DNT. Su tesis doctoral abordó el estudio de la legislación obrera a partir
Datos biográficos de Alejandro Unsain y Alejandro Ruzo de un detenido análisis de la cuestión social en Argentina, y con ella ob-
tuvo la medalla de oro de su promoción y la publicación en 1906.54 To-
Alejandro Unsain nació en 1881, se graduó como abogado, y en 1906 ob- davía muy joven, se desempeñó como secretario privado de Joaquín V.
tuvo el doctorado en jurisprudencia. A los 17 años ingresó a la adminis- González cuando este fue ministro del Interior durante el segundo gobier-
tración pública de la mano de Joaquín V. González, quien en 1904 lo con- no de Julio A. Roca. El 19 de marzo de 1907, por decreto del PE, fue
vocó para colaborar en el proyecto de Ley Nacional de Trabajo. Se nombrado, junto a Alejandro Unsain, colaborador de Matienzo en el
incorporó al DNT en el momento de su creación, en 1907, y permaneció DNT. Desde fines de 1909 ejerció por tres meses la presidencia interina
en él por muchos años. En 1913 fue nombrado jefe de la División de de la institución a la espera del regreso de Europa de Marco Avellaneda,
Inspección del organismo, y en 1920 el presidente Yrigoyen lo puso al con quien coincidía en la necesidad de otorgar al DNT el poder de poli-
58 LOS SABERES DEL ESTADO JUAN SURIANO 59
cía del trabajo. En 1911 publicó Origen, desarrollo y Estado actual de las Revista de Historia del Derecho (Instituto de Investigaciones de Historia del Derecho),
asociaciones obreras, su influencia en nuestro medio social. Un año más tarde núm. 17 (1989), 59-104; Héctor Cordone, El Departamento Nacional del Trabajo
(Buenos Aires, CEIL-CONICET, 1985); Ricardo Falcón, “La relación Estado-sindicatos
fue puesto al frente de la sección Estudios Legales y Estadísticos del orga- en la política laboral del primer gobierno de Yrigoyen”, Estudios Sociales (Universidad
nismo laboral, y tiempo después encabezó la división de Legislación. En Nacional del Litoral), núm. 10 (1996), 75-85; Enrique Garguín, “Relaciones entre
1916 colaboró en la organización del Congreso Americano de Ciencias Estado y sindicatos durante los gobiernos radicales, 1916- 1930”, en Argentina: trabaja-
Sociales realizado en la provincia de Tucumán como parte de los festejos dores entre dos guerras, José Panettieri (comp.), 87-117 (Buenos Aires, Eudeba, 2000);
del centenario de la Declaración de la Independencia en 1816. Junto a Hernán González Bollo, “La cuestión obrera en números: la estadística socio-laboral y su
impacto en la política y la sociedad, 1895-1943”, en El mosaico argentino. Modelos y re-
Julio Lezana, Unsain y Pablo Storni participó como representante del presentaciones del espacio y de la población, siglos XIX-XX, Hernán Otero (dir.), 331-381
DNT en la sección “Trabajo, Previsión y Asistencia Social”. En 1918, (Buenos Aires, Siglo XXI, 2004); Mirta Z. Lobato, “Historia de las instituciones labora-
siendo Jefe de Legislación del DNT, publicó Política Social, un libro en el les en Argentina: una asignatura pendiente”, Revista de Trabajo (Ministerio de Trabajo,
que se vuelcan todos sus conocimientos sobre legislación laboral (contra- Empleo y Seguridad Social, Buenos Aires) 3, núm. 4 (noviembre de 2007), 145-154;
Germán Soprano, “El Departamento Nacional del Trabajo y su proyectos de regulación
tos de trabajo, justicia laboral, accidentes de trabajo, huelgas, conciliación
estatal de las relaciones capital-trabajo en Argentina. 1907-1943”, en Argentina: trabaja-
y arbitraje, legalidad de los sindicatos obreros, trabajo a domicilio y noc- dores entre dos guerras, José Panettieri (comp.), 31-53 (Buenos Aires, EUDEBA, 2000);
turno, derecho internacional obrero y trabajo de los indios). Estos temas Germán Soprano, “Del Estado en singular al Estado en plural. Contribución para una
dieron lugar a numerosas conferencias. En los años de 1920, aunque no historia social de las agencias estatales en la Argentina”, Cuestiones de sociología
abandonó su dedicación por los temas laborales, ya que fue profesor su- (Universidad Nacional de La Plata) 4 (2007), 19-48; también “Haciendo inspección. Un
análisis del diseño y aplicación de la inspección laboral por los funcionarios del
plente de legislación de trabajo en la Facultad de Derecho de la UBA, su
Departamento Nacional del Trabajo (1907-1914)”, en Un Estado con rostro humano.
actividad académica principal consistió en ser profesor de la cátedra de Funcionarios e instituciones estatales en Argentina (desde 1880 hasta la actualidad), Ernesto
Finanzas en la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA, materia sobre Bohoslavsky y Germán Soprano (eds.), 85-120 (Buenos Aires, Prometeo; Buenos Aires,
la cual publicó varios trabajos. No fue ajeno a la actividad política, habien- Universidad Nacional de General Sarmiento, 2010); Juan Suriano, “El Estado argentino
do ocupado la banca de senador nacional por la provincia de Catamarca frente a los trabajadores urbanos: política social y represión. 1880-1916”, Anuario.
Escuela de Historia. Facultad de Humanidades y Artes. Universidad Nacional de Rosario,
en representación de la Unión Cívica Radical antipersonalista. núm. 14 (1989-1990), 109-136; Eduardo Zimmermann, Los liberales reformistas. La
cuestión social en la Argentina, 1890-1916 (Buenos Aires, Sudamericana; Buenos Aires,
Universidad de San Andrés, 1995), 193-213.
Notas 4 Alejandro Ruzo, Legislación obrera (Buenos Aires, Facultad de Derecho y Ciencias

Sociales, Universidad de Buenos Aires, 1906), 26.


1 5 Sobre el complejo proceso de intervención del Estado en la resolución de la cues-
Los trabajos de Teda Skocpol resultan un marco de referencia interesante para com-
prender las particularidades de las agencias estatales relacionadas al mundo laboral. Véase tión social véase: Robert Castel, La metamorfosis de la cuestión social. Una crónica del sala-
especialmente: Teda Skocpol, Social policy in United States (Princeton, Princeton Univer- riado (Buenos Aires, Paidós, 1997).
sity Press, 1995). 6 Reproducido en Falcón, “La relación Estado-sindicatos…”, 82. Sobre los linea-
2 Federico Neiburg y Mariano Plotkin, Intelectuales y expertos. La constitución del mientos básicos de la creación del DNT véase: Boletín del Departamento Nacional del Tra-
conocimiento social en la Argentina (Buenos Aires, Paidós, 2004). bajo 1, núm. 1 (junio 1907), en adelante BDNT.
3 7 Marco Avellaneda, Del camino andado: economía social argentina (Buenos Aires,
Alejandro Unsain, Ordenamiento de las leyes obreras argentinas (Buenos Aires, El
Ateneo, 1952), 18. Sobre el DNT véase: Néstor Tomás Auza, “La política del Estado en Agencia General de Librería y Publicaciones, 1919), 182.
la cuestión obrera al comenzar el siglo: El Departamento Nacional del Trabajo, 1907- 8 La Ley Orgánica Nº 8999 fue sancionada el 30 de septiembre de 1912 y promul-

1912”, Revista de Historia del Derecho (Instituto de Investigaciones de Historia del Dere- gada el 8 de octubre del mismo año. El texto completo se encuentra en Unsain,
cho), núm. 15 (1987), 101-140, y Néstor Tomás Auza, “La legislación laboral y la com- Ordenamiento…, 403-405. El Decreto Reglamentario se publicó el 2 de enero de 1913,
plejidad del mundo del trabajo. El Departamento Nacional del Trabajo, 1912-1925”, ratificando y ampliando lo dispuesto por la ley. Su texto se puede consultar en Antonio
60 LOS SABERES DEL ESTADO JUAN SURIANO 61
Amillano (recop.), Legislación Nacional del Trabajo (Buenos Aires, Junta Central de la 22 Sobre la relación entre la docencia universitaria y la actividad funcionarial véase:

Acción Católica Argentina, 1939), 54-66. Zimmermann, Los liberales reformistas, capítulos 3 y 4.
9 Soprano, “Del Estado en singular…”, 26. 23 Decreto reglamentario de la Ley Orgánica en Registro Nacional de Leyes (Buenos
10 En el futuro debería profundizarse el estudio de los criterios utilizados por el Aires), 1913, 153.
Estado nacional para determinar el presupuesto asignado al DNT y determinar cuál era 24
Nacido en 1875, se recibió de abogado y tempranamente se preocupó por los te-
su vinculación con el gasto social. Una interesante aproximación al gasto social destinado mas sociales. Se integró al DNT desde el momento de su creación y se convirtió en uno
a desocupación, salud y vejez entre 1915 y 1931 se encuentra en Martín Campos, La po- de los inspectores más notables de la institución hasta su muerte, ocurrida prematuramen-
lítica social en el período 1915-1931 (Buenos Aires, Mimeo, s/f ). te en 1920.
11 Unsain, Ordenamiento…, 405. 25
Véase: José Elías Niklison, “Condiciones de vida y de trabajo en el Alto Paraná”,
12 Zimmermann, Los liberales reformistas, 206. BDNT 8, núm. 26 (abril 1914); “Condiciones de vida y de trabajo en los territorios de
13 Chaco y Formosa”, BDNT 9, núm. 32 (julio 1915); y 10, núm. 34 (mayo 1916). Sobre
Los datos pertenecen a las Leyes de Presupuesto General, años 1912-1923 citados
por Auza, “La legislación laboral…”, 98-101. los informes elaborados por el DNT véase: Soprano, “Haciendo inspección…”.
14 Ruzo, Legislación obrera, 31. 26 Soprano, “Del Estado en singular…”, 33.

15 Ruzo, Legislación obrera, 32. 27 Hernán González Bollo, “Aportes de los técnicos del Departamento Nacional del

16 Ruzo, Legislación obrera, 27. Trabajo a la cuestión obrera, 1907-43” (ponencia presentada en las IXº Jornadas Interes-
17 Ruzo, Legislación obrera, 29. cuelas/Departamentos de Historia, Córdoba, 24-26 septiembre, 2009), 4.
28
18
Crónica Mensual del Departamento Nacional del Trabajo, núm. 2 (febrero 1918), Al cierre de su primer ejercicio anual la nueva caja de jubilaciones disponía de
24-25, en adelante CMDNT. En el proyecto de Código del Trabajo de 1921 se reconoce $ 6.000.000 y 23.000 beneficiarios. CMDNT, núm. 55 (julio 1922), 892.
29 Avellaneda, Del camino andado, 169-175.
la incomunicación, pues el DNT se ofrecía a atender todos los servicios requeridos por las
30
provincias. Véase: CMDNT, núm. 48 (noviembre 1921), 16. Sobre los departamentos de Alejandro Ruzo, Política Social (Buenos Aires, Talleres Gráficos L. J. Rosso y Cía.,
trabajo provinciales véase: María Dolores Bejar, “La política laboral del gobierno de 1918), 312. El PE envió como delegados a Belisario J. Montero, Juan G. Beltrán y Ma-
Manuel Fresco”, en Argentina: trabajadores entre dos guerras, José Panettieri, 155-189 nuel Gálvez (h) y el DNT les impartió las instrucciones necesarias para el desempeño de
(Buenos Aires, Eudeba, 2000); Rafael Bitrán y Alejandro Schneider, “La política obrera de su misión. Véase: Zimmermann, Los liberales reformistas, 200.
31 La OIT fue creada en abril de 1919 en el marco de la Sociedad de las Naciones
Manuel Fresco”, en Argentina en la paz de dos guerras. 1914-1945, Waldo Ansaldi, Alfredo
Pucciarelli y José C. Villarruel (comps.), 255-294 (Buenos Aires, Editorial Biblos, 1993); como resultado de los tratados de paz firmados después de la Primera Guerra Mundial. Su
Emir Reitano, Manuel A. Fresco. Antecedente del gremialismo peronista (Buenos Aires, CE- objetivo central era crear un foro internacional de discusión de temas vinculados a las re-
AL, 1992). Sobre Santa Fe véase: Susana Piazzesi, Conservadores en provincia. El iriondismo laciones laborales, con la intervención de representantes patronales, sindicales y estatales.
santafesino, 1937-1943 (Santa Fe, Universidad Nacional del Litoral, 2009). Sobre la expe- En diciembre de 1919 una resolución del Ministerio de Relaciones Exteriores determinó
riencia de departamentos provinciales en Mendoza, Córdoba y Tucumán véase los trabajos la creación de una Oficina de las Naciones Unidas en Buenos Aires, y en octubre de 1920
presentados en el taller “Instituciones, funcionarios y políticas laborales en la Argentina se sancionó un decreto sobre las funciones de la Oficina de la OIT adscripta al mencio-
del siglo XX”, Instituto de Altos Estudios Sociales, Universidad Nacional de San Martín, nado ministerio.
Buenos Aires, 15 octubre, 2010; Mariana Garzón Rogé, “Las relaciones capital-trabajo en 32
CMDNT, núm. 1 (enero 1918), 7.
la mira de un Estado provincial. Mendoza, 1916–1946” (Mendoza, Mimeo, 2010); María 33 CMDNT, núm. 19 (julio 1919), 292.

José Ortiz Bergia, “La Oficina/Departamento de Trabajo de la provincia de Córdoba, 34


CMDNT, núm. 29 (marzo 1920), 360.
1930-1943” (Córdoba, Mimeo, 2010); Alejandra Landaburu, “Estado, empresarios y 35 Tres números completos del Boletín fueron dedicados a diversos aspectos vincula-
obreros: los industriales y el Departamento de Trabajo frente a las huelgas de 1919 en dos al trabajo marítimo. Véase: BDNT núm. 40 (febrero 1919), núm. 44 (enero 1920),
Tucumán” (Tucumán, Mimeo, 2010). y núm. 47 (septiembre 1920).
19
Oscar Oszlak, “Notas críticas para una teoría de la burocracia estatal”, en 36 Antonio Rouco Oliva, inspector del DNT, tuvo un rol activo en una asamblea de
Desarrollo Económico. Revista de Ciencias Sociales 19, núm. 74 (julio-septiembre 1979), obreros navales realizada en el teatro Verdi en diciembre de 1916 impulsando la media-
211-250. Sobre el rol de los expertos e intelectuales en las políticas públicas véase: Neiburg ción del PE en el conflicto que la FOM mantenía con el Centro de Cabotaje Argentino.
y Plotkin, Intelectuales y expertos. BDNT, núm. 37 (marzo 1918). Un relato pormenorizado se halla en Laura Caruso,
20
Véase “Datos biográficos”, en Apéndice 1. “Estado y trabajo marítimo: el Departamento Nacional del Trabajo y su acción en el puer-
21
Neiburg y Plotkin, Intelectuales y expertos 15. to, 1907-1921” (Buenos Aires, Mimeo, 2009), 12.
62 LOS SABERES DEL ESTADO
37 En febrero de 1916 se habilitó un servicio de inspección permanente en la zona

portuaria a cargo del inspector Antonio Rouco Oliva, quien, dada la vastedad de su tarea,
más que cumplir con la función policial se dedicó a elaborar minuciosos informes para su
institución. Al respecto véase: Caruso, “Estado y trabajo marítimo”, 5-6.
38 Adolfo Dorfman, Historia de la industria argentina (Buenos Aires, Solar/Hachette,

1970), 281.
39 La cantidad de inspectores del Departamento era la siguiente: 19 en 1913, 23 en

1914, 13 en 1917 y 28 en 1920. En Auza, “La legislación laboral…”, 99.


Una escuela científica en el Estado.
40
CMDNT, núm. 2 (febrero 1918), 17. Los estadísticos oficiales en la Argentina
41 BDNT 10, núm. 37 (marzo 1918), 64.
42 BDNT 10, núm. 37 (marzo 1918), 73.
de entreguerras
43
CMDNT, núm. 36 (diciembre 1920), 588.
44 CMDNT, núm. 7 (julio 1918), 97.
45
CMDNT, núm. 7 (julio 1918), 97. Claudia Daniel
46
CMDNT, núm. 13 (enero 1919), 197. Al efecto designó ad honorem al Dr.
Velasco Castellanos, profesor de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de
Córdoba. En la Argentina de la década de 1910, sobre la base de una progresiva di-
47
CMDNT, núm. 18 (junio 1919), 274-84. El despacho de la comisión fue apro- ferenciación de las esferas política e intelectual, una figura que detentaba un
bado con los votos de los diputados radicales Enrique Martínez, Rogelio Araya, Carlos F.
Melo y Pedro L. Cornet, los conservadores Matías Sánchez Sorondo y Rodolfo Moreno y
saber específico sobre la sociedad comenzó a tomar un lugar en el espacio
el demo progresista A. Méndez Casariego. En disidencia votó el diputado socialista Mario público. Sin encontrarse identificados como un grupo profesional particu-
Bravo, quien rechazaba los aspectos regulatorios más represivos contenidos en los capítu- lar, pero beneficiados de la pertenencia a una burocracia estatal en expan-
los sobre huelgas y organización sindical. sión, los estadísticos argentinos se consolidaron como voces autorizadas en
48
El Proyecto González puede encontrarse en Diario de Sesiones (Cámara de el debate público, participando desde su lugar de especialistas, monopoli-
Diputados, Buenos Aires, 1904), Tomo I. El proyecto de Yrigoyen se puede consultar en
Código del Trabajo (Buenos Aires, De Martino, 1921).
zadores de la moderna técnica estadística, al mismo tiempo que su práctica
49 Falcón, “La relación Estado-sindicato…”, 80-82. se jerarquizaba por la creación de oficinas, la realización de operativos de
50
CMDNT, núm. 48 (noviembre 1921), 15-16. recuento y la creciente difusión del lenguaje cuantitativo en el medio local.
51 CMDNT, núm. 42 (junio 1921), 669. En Argentina, el aparato estadístico nacional se organizó durante los
52 CMDNT, núm. 42 (junio 1921), 669.
últimos años del siglo XIX y los primeros del XX bajo la forma de un con-
53
CMDNT, núm. 55 (julio 1922). junto descentralizado de oficinas especializadas que presentaron capacida-
54 Ruzo, Legislación obrera.
des administrativas disímiles, y que en algunos casos vieron superpuestas
sus tareas, pero que concentraron a los especialistas de recurrencia obliga-
da del Estado a la hora de poner en marcha operativos de recuento. Según
Hernán González Bollo, las oficinas poderosas se convirtieron en el núcleo
distintivo de la burocracia estadística, y segregaron –si no subordinaron–
a las más débiles.1 Los funcionarios-jefes de estas oficinas que se desempe-
ñaron tras el recambio generacional que se dio entre las décadas de 1910
y 1920 conforman el elenco burocrático que es aquí objeto de análisis.
Ellos lograron establecer y mantener rutinas de recuento en sus respectivas
64 LOS SABERES DEL ESTADO CLAUDIA DANIEL 65
áreas, estandarizaron procedimientos, dieron sistemática publicidad a su La comunidad de estadísticos:
producción a través de anuarios y boletines y formaron al personal de sus trayectorias encontradas y redes de sociabilidad
oficinas en un contexto en el que no se contaba con espacios académicos
específicos de instrucción y reclutamiento. La publicación, en 1917, de los resultados del tercer censo argentino de
A través del despliegue de toda esta serie de prácticas, los estadísticos población disparó una controversia en torno de la cifra final arrojada por
argentinos adquirieron visibilidad no sólo en el campo burocrático sino el operativo y en relación a su interpretación. La conocida disputa entre
también en un espacio de divulgación científica y en la opinión pública. Alberto Martínez, responsable final de esas cifras como presidente de la
En estos tránsitos los estadísticos fueron configurando una imagen de eli- comisión censal, y el ingeniero Alejandro Bunge expresó entonces la riva-
te técnica. En el caso argentino la literatura existente sobre las estadísticas lidad entre dos estadísticos reconocidos y representativos de generaciones
públicas como objeto de estudio ha realizado importantes aportes en rela- diferentes. El primero se había consagrado debido a su larga trayectoria co-
ción a reconstruir una historia institucional del aparato oficial de cuanti- mo director municipal de estadísticas (1888-1923), y se había convertido
ficación.2 Incluso amplió las posibilidades de análisis, al brindar una mi- en referente de la estadística local durante el período del orden político
rada que revalorizó las implicancias simbólicas de la matriz discursiva de conservador. El segundo estaba en vías de construir los pilares de su auto-
los tres primeros censos nacionales de población.3 Pero no profundizó, en ridad social, tras haber encaminado las estadísticas sociales de la oficina la-
particular, en el proceso histórico de construcción social de esa imagen de boral (1913-1916). Se trataba de una disputa entre dos personalidades pú-
elite técnica, entre las décadas de 1920 y de 1940, en los términos que aquí blicas con capitales sociales disímiles que, en el marco de una creciente
se propone.4 difusión del lenguaje estadístico, competían por el rol de intérpretes auto-
Teniendo en cuenta estos antecedentes, este trabajo busca contribuir rizados de los números oficiales. Frente a la interpretación legitimada por
a la reflexión histórica sobre el proceso de autonomización (relativa) de un la experiencia de una carrera burocrática basada en el mérito, se presenta-
campo de producción de conocimiento y su vinculación con la configura- ba la lectura “científica” de un nuevo perfil de especialista formado en la
ción del aparato estatal, pero desde el punto de vista de la definición del Universidad y respaldado, en particular, por la joven Facultad de Ciencias
perfil y los atributos de sus expertos.5 La posición social que estos exper- Económicas (FCE) de la Universidad de Buenos Aires (UBA).
tos ocuparon será entendida en su doble aspecto: como ubicación socioló- Alejandro Bunge es, sin duda, la personalidad emblemática alrededor
gica, pero también como condición representada, imaginaria, a partir de de la cual pueden ser agrupados los miembros de un nuevo grupo de es-
la cual se reafirma la delimitación trazada entre especialistas y legos. pecialistas en estadística, identificados como tal a partir de la función pú-
Este artículo tiene un doble objetivo. Por un lado, busca reconocer los blica que ejercieron en las distintas agencias del aparato estadístico oficial
ámbitos de circulación y encuentro de los estadísticos argentinos en acti- en el período de entreguerras: en el ámbito de la estadística agropecuaria,
vidad durante el período de entreguerras, sea en sus carreras en el Estado Julio César Urien, Ovidio Schiopetto y Domingo Borea (formado junto a
o en otros espacios de desempeño profesional y/o intelectual. Estos espa- Emilio Lahitte, contemporáneo a Martínez y a Francisco Latzina, pero que
cios de sociabilidad hicieron posible la modulación de este conjunto de continuó en funciones en la Dirección de Economía Rural y Estadísticas
personas como un cuerpo de especialistas técnicos. Por el otro, procura (DERE) después de la muerte del primero); en la Dirección General de
describir los contornos específicos de la representación que este grupo de Estadística de la Nación (DGEN), Alfredo Lucadamo y Raúl Prebisch; en
agentes especializados constituyó para sí, considerando que dicha imagen agencias estadísticas abocadas a materias específicas, Emilio Rebuelto (fe-
es tanto el resultado de una forma de autopercepción como producto del rrocarriles), Adela Zauchinger (demográficas) y José Figuerola (trabajo), y
reconocimiento externo. en reparticiones locales, Argentino Acerboni (provincia de Buenos Aires)
y Juan M. Vaccaro (municipalidad de la Capital).6
66 LOS SABERES DEL ESTADO CLAUDIA DANIEL 67
La mayoría de las figuras que conformaron este grupo de expertos como rudimentaria o pobre, e incluso procuraron quitar las estadísticas
presentaba credenciales universitarias (a excepción de Lucadamo y Urien), demográficas de su jurisdicción.
en contrapartida de los estadísticos de la generación previa, que pudieron En términos similares al nexo observado entre la Facultad de Me-
consagrarse sin contar con estudios universitarios finalizados (como dicina y las estadísticas demográficas, la FCE, UBA, se constituyó en un
Martínez y Lahitte). En este grupo –que fue protagonista de la produc- espacio preferencial de reclutamiento de los cuadros técnicos que fueron
ción estadística de la primera mitad del siglo XX– hubo ingenieros, mé- ocupando los espacios burocráticos generados con la ampliación del apa-
dicos y abogados, pero predominaron los economistas, por lo que resul- rato estadístico de fines de la década de 1920 en adelante. La inserción de
taron privilegiados –como se observará más adelante– los espacios de Prebisch en esta red, de la mano de Bunge, quizá sea el ejemplo más co-
sociabilidad de este campo disciplinar. Este grupo logró el desplazamien- nocido, ya que fue establecido por la historiografía nacional como el caso
to de la disciplina profesional que se había asociado originalmente a las representativo del proceso de “desembarco” del grupo de egresados de la
cifras estadísticas. Médicos higienistas, como Emilio Coni, fueron impul- FCE, UBA, en el entramado estatal. Pero, años más tarde, cuando este jo-
sores en el país de registros estadísticos en el siglo XIX. Diego de la ven discípulo de Bunge alcanzó posiciones directivas, en su función de je-
Fuente, superintendente del primer censo nacional (1869), también esta- fe de la Oficina de Investigaciones Económicas (OIE) del Banco de la Na-
ba titulado en medicina. Aun en materias no demográficas, los estadísti- ción (1928-1934), también desplegó la misma estrategia de selección de
cos reconocían públicamente a estos precursores; Martínez, por ejemplo, su personal entre el grupo de estudiantes y graduados de esa facultad:
se reivindicaba discípulo del Dr. Guillermo Rawson.7 Vaccaro egresó como contador de la FCE, UBA, en 1928; ese mismo año
Otra característica a resaltar es que, por primera vez, una mujer apa- ingresó como jefe técnico a la oficina dirigida por Prebisch.10
rece ocupando funciones directivas en el aparato estadístico nacional,
aunque su inscripción en este círculo de especialistas técnicos resulte pro-
blemática debido a su rol marginal y algo desprestigiado desde el punto Figura 1. Trayectorias de los miembros del grupo
de vista de sus contemporáneos. La Dra. Adela Zauchinger formó parte como funcionarios del aparato estadístico nacional
de la primera generación de mujeres médicas que participaron formal-
mente en el ámbito científico-institucional argentino.8 Dirigió la Sección
Demografía y Geografía Médica (SDGM) del Departamento Nacional
de Higiene (DNH) entre 1913 y 1940. Su ingreso a la función pública se
concretó a través de uno de los mecanismos de reclutamiento del perso-
nal técnico típicos de la época. Los contactos personales, y especialmen-
te los nexos establecidos con profesores universitarios que dirigirían o tra-
bajaban en algunas de esas reparticiones públicas, resultaban entonces
fundamentales.9 Este canal no fue privativo de las mujeres que se integra-
ron al Estado (o a otras instituciones científicas); también fue el vehícu-
lo a través del cual se incorporó el personal que fue engrosando las agen-
cias estadísticas y promoviendo su profesionalización. Sin embargo, la
Dra. Zauchinger no logró un alto reconocimiento en el seno de la comu-
nidad de especialistas. Algunos de los estadísticos que se desempeñaron Fuente: Elaboración propia.
contemporáneamente en otras reparticiones estatales calificaron su tarea
68 LOS SABERES DEL ESTADO CLAUDIA DANIEL 69
Sobrepasando las fronteras de las funciones directivas que ejercieron de for- universitario se transformó tanto en un espacio de encuentro privilegia-
ma contemporánea en los distintos rincones del aparato estadístico nacio- do y de generación de redes personales como de extensión y difusión de
nal (ver Figura Nº 1), estos técnicos llevaron su interés estadístico a otros la actividad estadística. La docencia les daba la posibilidad de encarar ta-
ámbitos institucionales (la universidad, las revistas especializadas, los insti- reas de investigación en el marco de los seminarios o a través de la parti-
tutos de la facultad), y crearon sus propios espacios de encuentro y legiti- cipación en los institutos de la facultad. Los datos estadísticos resultantes
mación (como la Sociedad Argentina de Estadística). En uno y otro caso, de esos trabajos colectivos eran difundidos en revistas académicas (como
funcionaron como canales para acrecentar la legitimidad de su accionar en la Revista de Ciencias Económicas –[RCE]–, publicación oficial de la FCE,
la esfera estatal. Al mismo tiempo, su experiencia en reparticiones oficiales UBA). Además, se perfilaba allí a sus sucesores; en estos ámbitos se daba
era valorada socialmente y se transformaba en ocasiones en un capital que la formación de los futuros cuadros de la estadística pública. La comple-
le facilitaba el ingreso a cargos universitarios, favorecía su acceso a ciertas mentación entre la actividad estatal y universitaria terminaba por reforzar
posiciones de prestigio en el campo científico o, en términos generales, les la autoridad social de este grupo de especialistas en uno y otro ámbito.
permitía refrendarse como opinión autorizada en el debate público. Al mismo tiempo, sus trayectorias atravesaron otros canales académi-
En forma paralela a su rol de funcionarios públicos o en otros mo- cos, más o menos cercanos a la universidad, al participar en la publicación
mentos de sus carreras, la mayoría de ellos desplegaron una actividad do- de revistas especializadas, mediante colaboraciones y/o con funciones di-
cente a nivel universitario. Bunge fue profesor suplente de la cátedra de rectivas. Tres de los miembros de este grupo fueron promotores de publi-
Estadística de la FCE, UBA (desde 1913), bajo la titularidad del matemá- caciones, mientras que el resto de los que lo componen, en su mayoría, es-
tico italiano Hugo Broggi (1880-1965), y dictó cursos en las Universi- cribieron en sus páginas. Prebisch fue redactor (1919-1920) y director
dades de Tucumán (1919) y de La Plata (1918). Acerboni heredó la cáte- (1921) de la RCE, donde también publicaron Acerboni, Rebuelto y Figue-
dra de Estadística de Broggi, en la que Bunge continuó como profesor rola. Allí se tomaban como referencia algunos datos de la revista Estadística
suplente. El jefe de estadística de los ferrocarriles, Emilio Rebuelto, ejerció Argentina. Rebuelto formó parte del grupo fundador de esta publicación,
como profesor en la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales por que aunque circuló pocos años (1929-1931) expresó el interés y compro-
más de 40 años (1907-1950). Prebisch fue docente de la asignatura Eco- miso de un círculo de ingenieros de perfil “académico” en buscar canales
nomía Política en la FCE, UBA, a partir de 1925, donde Rebuelto tam- de propagación del saber estadístico. Bunge fundó y dirigió (hasta su
bién dictó un curso de organización industrial. A partir de 1934 muerte en 1943) la Revista de Economía Argentina (REA), publicación
Schiopetto fue profesor adjunto de la cátedra de Política Económica en la mensual en la que aparecían los informes oficiales firmados por muchos de
FCE, UBA. Figuerola también transitó los pasillos de esta alta casa de es- los integrantes de este grupo de especialistas en su calidad de funcionarios
tudios como adscripto a su instituto de Política Social. Borea ejerció la do- gubernamentales. Esta revista acogía a figuras como Lucadamo que no te-
cencia principalmente en facultades de agronomía (UBA y La Plata), pero nían lugar en publicaciones de perfil más restrictivo o exclusivamente aca-
también dictó materias en la FCE, UBA, y llegó a ser miembro del démico como la RCE.13
Consejo Superior de la UBA entre 1928 y 1931.11 Al margen del campo universitario y los medios de difusión de este sa-
La generación anterior de estadísticos formó parte de la comunidad ber experto, las trayectorias de los estadísticos se cruzaron en otros ámbitos,
científica de su época, adscriptos a instituciones de peso como la Socie- así como confluyeron en la construcción de espacios propios. Un ámbito
dad Científica y el Instituto Geográfico Argentinos, con participación en especial fue el de los congresos realizados en el período, que contaron cada
congresos, publicaciones científicas y membresías en academias locales e vez más con secciones específicamente abocadas a cuestiones de estadística.
internacionales. Sin embargo, no se caracterizó por desplegar una amplia En el Congreso de Ciencias Sociales realizado en Tucumán en 1916, por
y continua labor docente.12 Con este nuevo grupo, en cambio, el ámbito ejemplo, Bunge se desempeñó como secretario de la sección “Trabajo, pre-
70 LOS SABERES DEL ESTADO CLAUDIA DANIEL 71
visión y asistencia social”, que tuvo una parte dedicada a estudios informa- lativas, fue el presidente siguiente de la SAE (1940-1943), secundado esta
tivos. En esa ocasión, Broggi, su profesor, presentó un trabajo sobre la vez por un discípulo de Bunge, José Figuerola.
“Importancia de los estudios estadísticos”, y Adela Zauchinger fue una de Sus carreras no sólo prosperaron debido a la creciente legitimidad que
las cuatro mujeres que participaron del evento. Durante el Congreso de fue adquiriendo el discurso estadístico en el espacio público sino también
Economía Social, organizado por el Museo Social Argentino (MSA) en por el entretejido de redes personales que le aseguraron –en no pocas oca-
1924, Bunge fue presidente de una sección, y Lucadamo –quien lo reem- siones– su acceso a uno y otro ámbito de trabajo por el que circularon. Los
plazó como jefe de la DGEN tras su renuncia– su secretario. La Primera contactos personales –sean éstos expresión de relaciones de parentesco o
Conferencia Nacional de Estadística, reunida en la ciudad de Córdoba el vínculos de amistad– también resultaron fértiles a la hora de acceder a los
30 de octubre de 1925, los convocó alrededor del debate sobre cómo reor- nuevos espacios abiertos al margen del Estado.
ganizar y articular la estadística nacional. En ella se encontraron no sólo re-
presentantes de oficinas públicas de estadística que estaban entonces en Figura 2. Red social
funciones (Urien, Lucadamo, Borea, Acerboni, Rebuelto) sino también
miembros participantes a título de su reconocida trayectoria académica, co-
mo los profesores Bunge y Prebisch.14 El Congreso de Población de 1940
volvió a encontrar a muchos de ellos: participaron Bunge, Zauchinger y
Rebuelto. Este último formó parte de la comisión organizadora.
En el marco del MSA, algunos de ellos participaron de actividades y/o
comisiones de la institución, y llegaron a fundar, en 1937, la Sociedad
Argentina de Estadística (SAE). Pero las relaciones entre la elite estadísti-
ca nacional y el MSA databan de los años próximos a su fundación (1911),
y habían sido entabladas por medio de Lahitte, miembro fundador del
Museo. Lahitte aportaba datos de la dependencia estatal que dirigía (la
DERE) para ser utilizados como fuente del boletín institucional. Bunge
brindó conferencias en el MSA –tribuna que, como el Instituto Popular
de Conferencias de La Prensa, le posibilitó participar del debate público
de los años 1920– y tenía una relación asidua con algunas de sus figuras
más gravitantes.15
La SAE constituyó, en particular, un ámbito especializado de inter-
cambio, organizado alrededor del protagonismo de ciertas figuras que di-
sertaban en sus reuniones públicas sobre sus investigaciones personales.16 Fuente: Elaboración propia.
No sólo contó con la contribución de Bunge, quien fue socio titular y
miembro del Consejo Superior de la sociedad: el matemático Carlos
Enrique Dieulefait, el primero de sus presidentes, fue acompañado en su Cuando las organizaciones corporativas se vieron ante la necesidad de re-
gestión por Rebuelto, un especialista estatal con quien ya se había vincu- currir a saberes validados socialmente para legitimar sus demandas hacia el
lado en la Sociedad Científica Argentina, como su vice.17 Este ingeniero, Estado y decidieron encarar la producción de sus propias cifras estadísticas,
que como estadístico oficial llegó a asesorar ministros y comisiones legis- recurrieron al expertise de estos técnicos. Valoraron tanto sus conocimien-
72 LOS SABERES DEL ESTADO CLAUDIA DANIEL 73
tos como sus habilidades, y los contrataron como asesores en varias ocasio- nes internacionales de carácter político recientemente creadas, como la
nes. Tanto Prebisch como Bunge, Lucadamo y más tarde Acerboni pasa- Liga de las Naciones y la Organización Internacional del Trabajo (OIT),
ron por la oficina estadística de la SRA.18 Bunge también asesoró a la con las que los estadísticos locales se vincularon.22
Unión Industrial Argentina (UIA) durante la creación de su oficina de es- De este modo, los estadísticos argentinos fueron receptores creativos
tudios económicos en 1933.19 El tipo de vínculo desarrollado con las en- de ambos tipos de “paquetes de ideas”: el teórico, conformado por leyes
tidades representativas de los intereses sectoriales diferenció a este grupo universales que procuraron ajustar al caso nacional, y el práctico, que mo-
de estadísticos de la generación previa. Un referente del período del orden deló rutinas administrativas, procedimientos y formas de organización de
político conservador como Latzina había descartado categóricamente de los recursos y las tareas estadísticas. La asimilación de este saber práctico
los propósitos de la estadística pública el de servir a “algunos monopoliza-
por la elite técnica local reconoció dos canales privilegiados. Por un lado,
dores mercantiles… en sus cálculos de provecho exclusivamente propio”.20
la contratación de expertos extranjeros para la organización de rutinas es-
En cambio, hacia la década de 1930, estos lazos eran utilizados por la eli-
te estadística para ampliar las bases sociales de reconocimiento de su auto- tadísticas en oficinas nacionales hizo posible la transmisión de estos co-
ridad pública. nocimientos y el adiestramiento de los funcionarios locales en la aplica-
Por otra parte, una de las fuentes de autoridad de los estadísticos lo- ción de esas recetas. Por ejemplo, el Ministro de Agricultura de Alvear,
cales fue su articulación con una red trasnacional de teorías y modelos de Tomas Le Bretón, contrató en 1923 al especialista León M. Estabrook,
trabajo.21 La generación previa había desarrollado vínculos con los princi- jefe de la Estadística Agrícola del Departamento de Agricultura de
pales foros de la estadística occidental (participando en congresos interna- Estados Unidos, para reorganizar las tareas de la DERE.23 Por otro lado,
cionales, mediante intercambios personales por carta con algunos de los la práctica inversa también fue corriente: funcionarios locales fueron en-
principales referentes del siglo XIX y a través de la lectura y adaptación lo- viados a países de referencia en materia estadística para observar modos
cal de sus obras). En continuidad con ellos, los estadígrafos de entregue- de organización, prácticas estadísticas, cuestionarios, etc. y adaptarlos al
rras se vincularon también a un circuito internacional de difusión de ide- contexto local. Antes de realizarse el censo nacional agropecuario en
as, conocieron las teorías en boga y a las voces autorizadas en la materia. 1937, Schiopetto fue enviado oficialmente a Italia para “empaparse” de
La particularidad de este circuito era que comprendía una doble vía: por las formas de estudio de la economía rural de ese país. Prebisch viajó a
un lado, el canal académico tradicional (el de la recepción local de publi- Australia y Nueva Zelanda con una beca del Ministerio de Hacienda pa-
caciones especializadas y de obras científicas); por el otro, el intercambio ra conocer la organización de los departamentos estadísticos de esos paí-
entre oficinas burocráticas. Si se asocian los nombres citados por los esta- ses, considerados de vanguardia.
dísticos locales con su inserción profesional, surge que gran parte de ellos En términos de las fuentes citadas y las lecturas que expresan el grado
actuaba en ese momento como responsable de oficinas estadísticas en im- de actualización de esta elite técnica estatal en un campo de producción
portantes ciudades (París, Londres) o países de Europa (como Italia) y en del conocimiento fuertemente transnacionalizado como el estadístico, se
los Estados Unidos. El intercambio que los estadísticos oficiales mantení- observa que, en correspondencia con el cambio de eje sobre el que giraba
an con sus pares de otras oficinas del mundo no sólo constituía la correa la comunidad estadística internacional a principios de siglo XX, las refe-
de trasmisión de concepciones intelectuales o de teorías formalizadas sino rencias a autores consagrados en las publicaciones locales se trasladaron
también el traspaso de un conocimiento de otro orden, un savoir faire es- paulatinamente de los franceses a los anglosajones (entonces Karl Pearson,
tadístico, más ligado a esos saberes cosificados en técnicas, manuales ope- Francis Edgeworth y Udny Yule dominaban la escena). Esto no quiere de-
rativos o sistemas autorizados de categorías, portadores, por supuesto, de cir que figuras como Emile Levasseur (1828-1911), central en el sistema
ciertas ideas específicas. Se sumaba a ello la estandarización internacional de citas de autoridad de la generación previa, dejaran de ser reconocidas
de conceptos y mediciones que habían empezado a promover institucio- por los estadísticos locales. En las cuestiones relativas a las estadísticas del
74 LOS SABERES DEL ESTADO CLAUDIA DANIEL 75
trabajo, por ejemplo, L’Office du Travail de Francia fue muy importante, formaron parte de delegaciones representativas del país en eventos organi-
aunque en la misma medida que el Board of Trade de Inglaterra. La esta- zados por ellos.29 Por el otro, la introducción al país de las últimas teorías
dística demográfica argentina continuó rigiéndose por la clasificación de corrió fundamentalmente de la mano de profesores de la FCE, UBA, co-
enfermedades creada por un francés, Jacques Bertillon, pero que ya conta- mo Broggi y José González Galé, quienes no cumplían funciones en la es-
ba con reputación internacional y era miembro honorario de la Royal tadística pública, pero que formaron a los cuadros que progresivamente se
Statistical Society. Lo interesante es que la mirada de los estadísticos loca- fueron incorporando a ella. Estos especialistas en matemática introdujeron
les se volcó hacia el mundo anglosajón en el momento que éste aportaba a esos autores anglosajones –como Galton, Pearson y Yule– en sus cursos
las innovaciones conceptuales que marcaron al campo estadístico interna- universitarios y promovieron su lectura en la revista de la facultad. Así, pa-
cional de principios siglo XX, con epicentro en Inglaterra, lugar donde se recía replicarse en la Argentina la separación, típicamente inglesa, entre los
venía desarrollando una abierta competencia entre los estadísticos admi- espacios donde se manejaban las últimas teorías científicas (la academia) y
nistrativos y los matemáticos universitarios (nucleados fundamentalmente la estadística administrativa. Los temas de debate promovidos en la comu-
en la London Statistical Society).24 Entonces, el ingeniero Alejandro Bunge nidad científica inglesa (correlación, regresión, muestreo) estaban lejos de
–quien había recibido su entrenamiento en la especialidad durante sus es- aplicarse en la estadística pública argentina.
tudios universitarios realizados en Alemania– introdujo al país los index En síntesis, el entrecruzamiento de trayectorias individuales y la pre-
numbers. Bunge se basaba en conceptos de economistas y estadísticos de sencia de espacios de sociabilidad y de proyectos comunes nos permiten
formación matemática y con gran reputación internacional, como Arthur hablar de la paulatina conformación de una comunidad especializada, téc-
Bowley y Irvin Fisher.25 A imagen de las aplicaciones hechas por Bowley a nicos permeables a lo construido como valor (y ambición) en un campo
las estadísticas de salarios (1898) y de desempleo (1912), Bunge aplicaría con sus propias lógicas de validación y legitimación. Esta comunidad de
pocos años después (en 1916) los index numbers para medir el costo de vi- estadísticos empezó a verse crecientemente involucrada en la regulación de
da en la Argentina, y los trasladaría a una amplia variedad de materias eco- la vida industrial, comercial y social del país, ya que con la ampliación y
nómicas (precios, bienes exportados, deuda pública). A partir de allí, este transformación de las atribuciones del Estado en la década de 1930 se pro-
método irradió hacia otros dominios de la estadística nacional (salarios, pagaron los espacios donde los estadísticos oficiales aplicaron sus saberes
ocupación obrera, huelgas, delitos). Con esta adaptación, Bunge “contri- técnicos.30 Esta expansión, lejos de suturar el proceso de consolidación de
buyó decisivamente a la internacionalización del espacio social argentino. una elite estatal, lo expuso a la crítica de outsiders y de especialistas, junto
El país se convirtió en seriable, desde el punto de vista estadístico, bajo al desafío planteado por nuevas definiciones del perfil profesional. Pero,
normas internacionales”.26 antes de ingresar en estas cuestiones, es necesario revisar otro aspecto que
Además, Bunge supo entablar vínculos personales con estos referentes se articula con las condiciones objetivas que hicieron posible la conforma-
internacionales.27 Esto lo colocó en el lugar del principal gestor del flujo ción y el fortalecimiento de un grupo experto: la producción simbólica de
de “importación” de ideas y técnicas al plano doméstico. Por tanto, su ex- una identidad común. Esta es la dimensión de la formación de una elite
periencia de vinculación con lo internacional no fue la regla del grupo, si- técnica estatal que analizaremos a continuación.
no la excepción.28 Las relaciones que ligaron al resto del cuerpo de espe-
cialistas de entreguerras con los referentes de la estadística internacional
fueron más impersonales e indirectas. Por un lado, se trataba más que na- La proyección de una imagen de elite técnica
da de lazos formales con instituciones burocráticas similares de otros paí-
ses o entidades internacionales; a lo sumo algunos de ellos tuvieron contac- Sobre “las sombras ingratas de nuestros antecedentes estadísticos” –como
to con estos referentes en los viajes de intercambio o en las ocasiones en que Estanislao Zeballos se refirió, en 1918, al grupo de especialistas del siglo
76 LOS SABERES DEL ESTADO CLAUDIA DANIEL 77
XIX– la “labor notable” de un “espíritu robusto y organizador” como el de examen “directo” de los hechos debía estar integrado a la disciplina econó-
Bunge era enaltecida y postulada como guía de esa nueva generación de mica. En su opinión, era la presencia de estadísticas la que robustecía a la
técnicos que empezaba a cumplir funciones públicas en el marco de un economía como ciencia. De este modo, su discurso poblado de cifras se
cambio en el horizonte político (la democracia ampliada), pero que no orientó también, de modo indirecto, a sus opositores en el campo univer-
tendría problemas en acomodarse más tarde a otro giro institucional (el sitario, con quienes competían por la definición válida de la disciplina.33
golpe de Estado de 1930), esta vez de signo autoritario, en el que muchos Así, este grupo reconoció nuevos interlocutores (en comparación a la
permanecerían en sus funciones. generación anterior). La estadística se volvía gravitante para definir un per-
En la opinión de Zeballos, los trabajos de Bunge tendían entonces “a fil particular de especialista. Bunge lo identificó (e integró) como: “los que
formar una escuela científica que preparará a la República para el catálogo estudiamos de continuo los problemas nacionales con método realista”.34
numérico de los hechos que, sumados, constituyen su civilización”.31 La adscripción a un halo científico no era tanto la forma de investir la fi-
Resulta interesante rescatar aquí la noción de “escuela”, pues da cuenta de gura del estadígrafo de un academicismo teórico como la vía de asociación
un patrón de ejercicio de la actividad de menor grado de estructuración de su labor con el pragmatismo. Según Bunge, su trabajo debía estar
que el de una profesión. Entonces, la estadística era una actividad institu- “orientado en el terreno de la política económica aplicada”.35 La orienta-
cionalizada, pero que carecía de los mecanismos típicos de consolidación ción práctica, trazada por Bunge, habilitaba al estadístico a presentar en
de una profesión como la exigencia de titulación (lo que establece una ba- sus informes proposiciones políticas junto a sus cifras “neutrales”, sugerir
rrera de ingreso al grupo) o la presencia de instituciones que regularan su medidas de gobierno acompañando los números oficiales.36 Al mismo
ejercicio. Esto la volvía más vulnerable a los desafíos competitivos de otras tiempo, distanciaba al grupo de otras figuras que alcanzaron un manejo es-
profesiones que podían tratar de penetrar su espacio jurisdiccional, al pecializado de los números, pero que descansaron en una vocación forma-
tiempo que la hacía pasible de críticas y cuestionamientos de legos o ama- lista, como los docentes en matemática González Galé o Dieulefait.
teurs. Utilizada para hacer referencia al camino abierto por Bunge, la idea La orientación pragmática mencionada se combinó con cierta incli-
de “escuela” enunciaba, además, la gravitación que tuvo esta figura en el nación publicista dada al perfil del estadístico público (Bunge emerge,
proceso de constitución del perfil del estadístico en virtud de establecer (o otra vez, como caso paradigmático, ya que invirtió importantes recursos,
pretender hacerlo) un definición legítima del contenido de la actividad, se- sociales y simbólicos, en dotarse de visibilidad pública). En el marco de
llar un patrón válido de trabajo para el grupo, y buscar garantizar el futu- la transición de una cultura de notables a otra de carácter más popular,
ro desempeño de sus miembros (modulando su formación).32 Una vez motorizada por la ampliación de la escolarización, los diarios se convir-
afianzados estos elementos, la estadística como práctica quedaría fuera del tieron en una tribuna privilegiada. Para este grupo de estadígrafos, la
alcance de improvisados o competidores. En relación a la construcción de prensa constituía un espacio de difusión de su saber y de su quehacer en
la figura social del estadístico, el adjetivo “científica” –que acompañó en tanto estadísticos. Se presentaba como un medio de reafirmación social,
los dichos de Zeballos al sustantivo “escuela”– es representativo de la uti- paralelo a los canales oficiales (boletines, anuarios, memorias), pero reva-
lización de un criterio no necesariamente anclado en el ámbito de ejerci- lorizado por la comunidad de estadísticos frente a las restricciones econó-
cio de la actividad (la burocracia estatal) en la búsqueda del grupo por al- micas que muchas veces recaían sobre su actividad y que cercenaban sus
canzar cierto prestigio colectivo. publicaciones.37
Los espacios académicos por los que transitó el grupo, y que conecta- Sea como recurso secundario –ante el cierre de los canales oficiales– o
ron a sus miembros entre sí, abrieron la posibilidad de difundir la prácti- como vía de difusión amplia y ágil –canal de intermediación entre las ci-
ca de investigación entre las nuevas generaciones (en su rol de formadores fras y sus destinatarios finales, la clase dirigente–, la prensa fue valorada
de currícula). Detrás de esa práctica estaba la férrea concepción de que el como socio por este cuerpo de especialistas. Constituyó, sin dudas, un ca-
78 LOS SABERES DEL ESTADO CLAUDIA DANIEL 79
nal de persuasión de la importancia de su práctica y lo indispensable de su tica, mesurados, científicos y realistas”,42 la estadística era elevada a “su al-
función. Esta sociedad implícita entre prensa y estadísticos se basaba en ta función de maestra de gobiernos”.43 El estadístico tomaba un nuevo rol
que –según Bunge– “el alto periodismo argentino” compartía algunos de público: el de formar a la clase dirigente, sembrando la estadística en la ló-
los preciados baluartes del grupo: “el culto de la verdad, de la información gica y el pensamiento de los organizadores de la nación. Con su rol de edu-
exacta, del esfuerzo por conocer y difundir los hechos argentinos… con cador del Soberano (y ya no sólo de “Consejero del Príncipe”), el estadísti-
concepto objetivo, independiente y realista”.38 co procuraba ubicarse en lo más alto de la pirámide del prestigio social.
En esta línea, en una conferencia de agosto de 1924, Bunge destaca- La representación de la distinción tajante entre el estadístico y el po-
ba la manera en que “[l]a información verídica y la interpretación realista lítico al mismo tiempo suponía cierta cercanía entre esos ámbitos, ya que
se abr[ía]n camino vigorosamente, como un método que se opon[ía] a la la legitimidad del primero recaía en informar la acción del segundo; es de-
vieja tendencia a hablar y a proceder por impresión”.39 En su discurso, la cir, implicaba cierto flujo entre los portadores de ese saber especializado y
estadística constituía el eje fundamental del desarrollo de una conciencia los encargados del ejercicio del “buen gobierno”. Esta relación se buscaba
nacional.40 Entre los factores adversos a ese desarrollo, Bunge colocaba en establecer en la opinión pública como un vínculo necesario. La metáfora
primer lugar el desconocimiento y los errores en la información. Entonces, más difundida por aquellos años para hacer alusión a la actividad estadís-
la información “verídica”, la interpretación “realista” y el conocimiento re- tica, la brújula, reforzaba en términos simbólicos esa utilidad. Identi-
gional “preciso” aparecían como el vehículo central para robustecer el “es- ficándose con los instrumentos fundamentales de la navegación (“la brú-
píritu propio, independiente” del pueblo argentino. La estadística adqui- jula y el sextante, los anteojos, los mapas y los planos de las rutas”), los
ría así un valor supremo, en tanto aglutinador de la comunidad nacional estadísticos se establecían como indispensables para que “los pilotos de la
y promotor de la identificación patriótica. Sus especialistas pasaban a en- Nación” orientaran la nave del Estado, sobre todo en tiempos de tormen-
carnar el máximo nivel de esa conciencia nacional. ta.44 En momentos de crisis, y fundamentalmente cuando las decisiones
De acuerdo a la forma en que esta elite estadística supo construir sim- públicas se volvían altamente vulnerables a la crítica bajo regímenes demo-
bólicamente su posición social, el carácter apolítico de la actividad técnica cráticos, los números devenían en un recurso fundamental para legitimar
que desempeñaban se consideraba que iba de suyo. La generación previa la acción pública. Las cifras estadísticas contribuían a dotar toda decisión
había ya invertido importantes recursos en establecer esa divisoria; ellos política de una imagen de objetividad, imparcialidad e, incluso, justicia,
ahora recortaron la función del estadístico a la de asesorar al Soberano, que era capaz de imponerse por encima de la arbitrariedad inherente a to-
brindándole información para la resolución de los problemas relativos a la da decisión.
administración de la sociedad. Su propósito era el de aportar el fundamen- Paralelamente, el saber estadístico se consagró como un medio para
to empírico a la ciencia de gobierno: brindar racionalidad a la práctica po- legitimar las demandas de los distintos sectores de la sociedad a partir de
lítica, sustentando o contradiciendo impresiones y prejuicios, contrapo- cifras envestidas de un halo de verdad y objetividad científicas que les da-
niendo el cálculo (base de la racionalidad estadística) a la arbitrariedad ba otro peso en la arena pública. En situaciones de crisis las entidades cor-
(base de la política). La siguiente generación mantuvo la contraposición en- porativas buscaron el asesoramiento de los especialistas en estadística for-
tre racionalidad técnica y política que la definición del rol del estadístico mados en la FCE, UBA; y, entre ellos, recurrieron a los reconocidos por
público contenía en sí, agregándole nuevos matices a esa representación.41 su labor técnica en el Estado, desestimando otros canales que, en princi-
La construcción de la imagen del estadígrafo público como el educador del pio, podrían parecer más directos, como reclutar para esta tarea a profesio-
Soberano fue la forma novedosa de reinventar simbólicamente esa distan- nales que estaban cumpliendo funciones en el mercado privado.45 En este
cia –que se planteaba insondable– entre técnicos y políticos. Ante un po- vínculo, los estadísticos capitalizaron su reconocimiento externo en tanto
der político poco habituado al “uso de los métodos propios de la alta polí- “expertos”. Desde el punto de vista de la construcción de la figura del es-
80 LOS SABERES DEL ESTADO CLAUDIA DANIEL 81
tadístico, sus lazos con las entidades corporativas constituyeron las alian- producción agrícola se convertían en quienes proporcionaban bases sóli-
zas necesarias de la elite estadística para hacer efectiva la institucionaliza- das a las decisiones privadas.48 Se construía así un nuevo destinatario o
ción de su posición en el espacio público, asentando sobre bases más am- consumidor de datos, y con él un nuevo principio de utilidad y legitimi-
plias la figura del estadístico como experto. dad de la labor del estadígrafo oficial.
Si bien estos lazos contribuyeron a acrecentar el prestigio social de al- De aquí en más, como sintetizaba el subtítulo de un artículo publica-
gunas de sus figuras, acarrearon también un costo, puesto que pusieron en do en el diario La Nación en 1937, quedaba asentado en el imaginario so-
cuestión uno de los pilares fundamentales de la imagen construida del es- cial que: “[n]o es posible gobernar un Estado ni dirigir una empresa sin
tadístico: su pretendida objetividad (entendida en términos de imparciali- auxilio de la estadística”.49
dad). La participación de Bunge en instituciones corporativas impactaba en De este modo, los estadísticos lograron ampliar las bases sociales de
una parte de la opinión pública a la que le resultaba problemático conciliar valoración del saber específico que detentaban, aunque ello, a su vez, los
la supuesta neutralidad de las cifras con el servicio a intereses particulares volvía más vulnerables a la crítica de los outsiders. El descontento con el
de parte de un estadígrafo “profesional”. Por ejemplo, los socialistas del dia- quehacer estadístico oficial, el descrédito de las cifras existentes y la denun-
rio La Vanguardia, en desacuerdo con las conclusiones alcanzadas por el es- cia de sus baches (entre los que se destacaba la falta de un censo de pobla-
tudio sobre la crisis vitivinícola mendocina de Bunge (que diagnosticaba en ción, pero no era lo único) fue en paralelo a la construcción de la repre-
ella un problema de exceso de oferta y por tanto proponía difundir el con- sentación social del estadístico como experto gubernamental. La palabra
sumo popular del vino), denunciaban la pérdida de imparcialidad de un ex- del estadístico distaba de ser incuestionable, como lo muestran algunas
perto cuyas conclusiones terminaban siendo “a medida de los intereses de acusaciones de manipulación y falta de imparcialidad, presentes desde la
los bodegueros” e iban en contra de las virtudes morales e higiénicas que “el década de 1910. Durante la década de 1920 y comienzos de la década si-
buen sentido” imponía a los sectores trabajadores.46 guiente, los desafíos presentados a los estadísticos consagrados por agrupa-
Mediante su vinculación con el campo privado y a partir del recono- ciones obreras, entidades corporativas (cerealistas e industriales) o desde
cimiento del actor corporativo como interlocutor legítimo, el estadístico otros círculos profesionales –como los médicos– demuestran la existencia
supo construir la singularidad de su presentación pública como elite téc- de fronteras todavía maleables entre expertos y legos. En este sentido, la
nica. A esta representación también sumó –hacia la segunda mitad de la estadística se presentaba todavía como un campo sujeto a presiones socia-
década de 1920– una posición como mediador en el mercado. Como pro- les y políticas externas. Al menos tres fueron los aspectos que se postula-
ductor de información desde el Estado, el estadístico procuró ubicarse en ban como dominio exclusivo (y excluyente) de especialistas, pero que los
la intersección entre oferta y demanda. La información “verdadera” y “ac- legos se consideraron con competencia para intervenir y opinar pública-
tual” que producía se presentaba como garantía para alcanzar el término mente: 1º) decisiones relativas a qué aspectos de la realidad era necesario
justo del intercambio en el terreno de la actividad económica. Los estadís- medir; 2º) definiciones relacionadas con las formas apropiadas de medir-
ticos, protectores del cálculo exacto, devenían también guardianes de la los; 3º) el modo de organización que debía darse la estadística oficial.50
“justicia” (de un mercado autoregulado) cuando se enfrentaban a un ene- En este último aspecto, si bien los estadísticos buscaron mantener
migo: los especuladores. En este sentido, la DERE, por ejemplo, buscó “puertas adentro” el debate sobre la estandarización de las estadísticas públi-
constituirse en una institución tutelar de productores y comerciantes agrí- cas, como lo muestra el carácter cerrado de la Primera Conferencia Nacional
colas argentinos al brindarles información del mercado –local y mundial– de Estadística de 1925 (es decir, circunscripto a los técnicos oficiales, como
que consideraban necesaria para que éstos no procedieran por impresiones se encargó de subrayar Alfredo Lucadamo en el acto inaugural), los “consu-
personales, deficientes o irracionales, en sus negocios privados.47 De esta midores” de datos reclamaban también potestad sobre estos asuntos. El Ing.
manera, los estadísticos que realizaban los informes con los pronósticos de Luis Duhau, en su carácter de representante de la SRA, opinaba: “No cree-
82 LOS SABERES DEL ESTADO CLAUDIA DANIEL 83
mos que el discurrir en torno de la necesidad de perfeccionar nuestra esta- la que legitimaba a la primer categoría: “Desde el momento que el indivi-
dística sea misión exclusiva de los técnicos. Por el contrario, corresponde a duo abre los ojos, empieza a observar, y desde el momento que compara
los que requerimos diariamente guarismos, informaciones fidedignas, pro- dos observaciones, empieza a hacer estadística”.56 De esta manera, la esta-
mover la preocupación por estos asuntos, que de sobra queda a los técnicos dística se masificaba como forma de entender y explicar la realidad, depo-
la paciente tarea de construir y divulgar”.51 Esta muestra de pretendida inje- sitándola en las aptitudes físicas del ser humano (reducidas a medir, pesar,
rencia en un ámbito (que pugnaba por ser) especializado, así como toda la contar) e integrándola en la racionalidad de sus actos.57 La figura del “es-
serie de objeciones antes señaladas, dan cuenta de un público que había, al tadígrafo ocasional” destacaba algo así como la inclinación “natural” del
menos, perdido su inocencia frente a la “verdad revelada” de las cifras oficia- “hombre común” a la aplicación del razonamiento estadístico frente a los
les, y que incluso llegaba a ser capaz de torcer los dichos de esa voz oficial, problemas y decisiones de su vida cotidiana, en la medida en que –se en-
al lograr tras insistentes reclamos que sus cifras sean reconsideradas oficial- tendía– toda elección se basaba en la experiencia, y ésta, a su vez, debía
mente por las autoridades ministeriales.52 De algún modo, el saber especia- fundarse “en un promedio de observaciones, que no es sino estadística”.58
lizado no se había autonomizado lo suficiente para dejar definitivamente Así, la estadística quedaba inscripta en la forma de razonar del sentido co-
afuera de sus asuntos a los no-especialistas. mún. Se proponía –prácticamente sobre los pasos de la concepción de
En este marco cobra sentido la diferenciación destacada en 1933 por Bunge– como un Estado de la conciencia, personal y colectiva. A partir de
Acerboni (quien había sido encargado de la estadística provincial y que pa- allí, la conformación de un campo profesional se afianzaba sobre el desa-
só por la DGEN) entre el “estadígrafo oficial” y el “estadígrafo ocasional” rrollo y perfeccionamiento de una capacidad “natural” de todo hombre.59
“que todos llevamos dentro, y que todos los días encuentra en la vida cam- Lo que distinguía, sin embargo, al técnico oficial era el manejo “de los mé-
po de acción”.53 Esta distinción apuntaba a singularizar un dominio profe- todos matemáticos”, su “absoluta y conciente imparcialidad” y el “conoci-
sional, definido en términos de una actividad ejercida de manera exclusiva, miento suficiente de la materia sobre la cual versan las investigaciones”.60
y a fundar los pilares de la separación respecto de aquellos “entendidos” o En la misma línea de rescatar la formación especializada del investiga-
algo “versados” en materia estadística que procuraban alcanzar algún tipo dor estadístico, Pedro Baiocco, también docente de la FCE, UBA, y cola-
de injerencia en definiciones medulares de la actividad. borador de la revista Estadística Argentina, identificó cuáles eran las carac-
En principio, es llamativo que esta clasificación dicotómica de Acer- terísticas que debía reunir el sujeto que cultivaba esta ciencia. A cualidades
boni dejaba fuera a aquellos cuya formación especializada se había desarro- relativas a los sentidos (su “fineza”, “curiosidad” y “atención”), al carácter
llado en la actividad privada, en el campo de los seguros, y de la que él mis- (“paciencia”, “sagacidad”) y a su formación (“espíritu crítico” y “erudición”)
mo constituía un ejemplo (ya que parte de su carrera fue actuario en La agregaba, en la misma medida, “imparcialidad y desinterés”.61 La priori-
Inmobiliaria), así como otro profesor de la FCE, UBA, González Galé dad dada a estos atributos buscaba de algún modo desdibujar al sujeto tras
(que actuó en la compañía Germano Argentina).54 Sus trayectorias expre- su producto (la cifra), contribuyendo a reforzar la relación construida en-
saron, por tanto, el proceso emergente de apertura de otro mercado labo- tre números e impersonalidad, que volvía “técnico” a ese conocimiento (y
ral para los estadísticos: el habilitado por la organización del mercado pri- “neutro” a su instrumentador). Entonces, volviendo a la controversia ini-
vado del seguro, orientado a riesgos como los accidentes laborales y la vejez cial, ser parte interesada en el asunto sobre el cual versaban las estadísti-
(con la organización de cajas jubilatorias por gremios instrumentadas so- cas –como era el caso de los cerealistas que habían criticado las cifras de
bre cálculos actuariales).55 la DERE a fines de 1920– inhabilitaba a ciertos sujetos para ser conside-
Sin embargo, la tipificación de Acerboni refería al técnico estatal, es- rados voces autorizadas en materia estadística.
pecialista profesional formado en el cargo, por un lado, y construía, por el A su vez, mediante otra operación de imputación simbólica, valores
otro, la representación de una disposición casi innata en el hombre, sobre asignados al método –como exactitud y precisión– pasaban a ser cualida-
84 LOS SABERES DEL ESTADO CLAUDIA DANIEL 85
des o virtudes del sujeto que lo aplicaba, en cuanto a su rectitud moral. En mistas y políticos, pero curiosamente quedaban fuera médicos e ingenieros,
este sentido, el estadístico laboral Figuerola, por ejemplo, destacaba la “ta- profesiones con tradición y alto prestigio social en el país.
rea imparcial de investigación permanente” desarrollada en la División Los estadísticos que continuaron cumpliendo funciones técnicas en
Estadística del Departamento Nacional del Trabajo (DE, DNT) que él di- agencias oficiales no encontraron dificultades en acomodarse a una vida
rigía, a la que remitía la calidad de los resultados alcanzados, “cuidados, política signada por un clima de ilegitimidad (Década Infame), regidos
desde el punto de vista de la autenticidad, con todo celo y con invariable –como se reconocían– por su “distancia” respecto de la política, su lugar
honestidad”.62 De este modo, se concretaba el pasaje de los atributos del “neutral” y sus valores “técnicos” (racionalidad, objetividad, eficiencia).
método (veracidad) a las cualidades morales (honestidad) del grupo exper- Formando parte ahora de gobiernos fraudulentos, retomaron, en su labor
to que lo ponía en práctica. Las calificaciones técnicas de exactitud, vera- y en su discurso, la matriz de la figura del estadístico legada por Bunge y
cidad, rigor científico, se empezaban a conjugar con otras como las de re- sus contemporáneos.
serva, sinceridad, honestidad, respaldando simbólicamente a este grupo de En primer lugar, como en su momento lo hiciera Bunge, reivindica-
estadísticos en la garantía de una “ética profesional a toda prueba”.63 ron la orientación pragmática del conocimiento por ellos producido. En
Atravesada la crisis del 1930, la estadística renovó, en el discurso de sus informes oficiales Figuerola destacaba las aplicaciones prácticas que ha-
sus promotores, los valores supremos de la Nación a los que se vio tradi- bían encontrado las cifras por él recopiladas en el marco del DNT.68 Ya pa-
cionalmente asociada; se trataba de la búsqueda del bien común, el res- ra mediados de la década de 1940 las medidas de política social desarro-
guardo del interés colectivo, a los que se incorporaba ahora el ideal de jus- lladas por los últimos gobiernos conservadores se pautaban como
ticia social. Los censos se vincularon al ejercicio de la ciudadanía y la deudoras de las estadísticas de esa oficina.69 En segundo lugar, se mantu-
solidaridad social, con los estadísticos como guardianes del cumplimiento vo el reconocimiento a los actores privados como interlocutores válidos de
de esos deberes.64 Fines de promoción social y mejoramiento colectivo jus- sus estadísticas. La satisfacción de consultas a comerciantes, instituciones
tificaban la utilidad de las cifras, pues la población en su conjunto se cons- y empresas privadas se convirtió en un baluarte de su legitimidad. En ter-
tituía ahora en último destinatario de la labor estadística.65 cer lugar, el estadístico siguió mostrándose en su representación oficial co-
La construcción de esa utilidad era también ocasión para la distinción mo un burócrata eficiente, siempre “carente de suficientes recursos econó-
social de la palabra autorizada del experto, pues se consideraba “que las ci- micos”, que lograba hacer lo que un gran administrador con el “escaso
fras censales sólo son útiles cuando se las sabe interpretar en forma correc- pero muy competente personal” con que contaba.70 Por último, continuó
ta... Esta es la misión del sociólogo, del estadígrafo, del legislador y del destacando el profesionalismo de sus cuadros, trasladado incluso de la ac-
hombre de gobierno, ya que ellos serán los encargados de deducir conclu- tividad regular y rutinaria de las oficinas a las tareas eventuales del censo.
siones de los resultados del censo y proceder luego de acuerdo a ellas”.66 De En síntesis, estos elementos, combinados, lograban que valores como uti-
esta manera, el valor de la estadística terminaba de pasar del número en sí lidad, eficiencia y profesionalismo se impusieran sobre la tensión que le
mismo a recaer, fundamentalmente, en su interpretación. Ello ponía en el planteaba a la figura pública del estadístico la ilegitimidad política de los
centro de la escena a la competencia técnica con que estaba dotado el esta- gobiernos en el marco de los cuales desempeñaba sus funciones técnicas.
dígrafo, ya que “el beneficio procurado por la estadística está en relación di-
recta con la facultad especial de comprender los datos ofrecidos y de obte-
ner de ellos conclusiones útiles, claras y correctas”.67 Si bien el estadístico Tensiones en torno a la imagen pública del estadístico
no detentaba el monopolio de esa habilidad interpretativa, se jerarquizaba
al presentarse como parte del círculo restringido de los verdaderos intérpre- Pasada la crisis internacional de 1930 empezaron a tomar visibilidad públi-
tes de la Nación. En este grupo selecto lo acompañaban sociólogos, econo- ca otras representaciones de la figura del estadístico que desafiaron de algún
86 LOS SABERES DEL ESTADO CLAUDIA DANIEL 87
modo la imagen hasta entonces consagrada de elite estatal. Esta competen- La separación entre ambos perfiles –los que pretendían una autoridad
cia se apoyó en la diferenciación paulatina, dentro de un abanico más am- de corte académico e intelectual y los que presentaban como punto fuerte
plio de especialistas, entre quienes detentaban una posición en el aparato su pertenencia a la burocracia estatal, cada vez más cercanos a los espacios
estadístico oficial y los miembros cuya inscripción “fuerte” fue la académi- de decisión política– parece haber ido madurando en la etapa posterior a
ca. De alguna manera, éstos últimos disputaron desde allí, lejos de posicio- la crisis institucional de 1930. Esa división se afianzaba en la crítica de los
nes burocráticas, la definición legítima de la figura del estadístico. “académicos” a las cifras oficiales, en sus objeciones al rumbo adoptado
Este perfil estuvo principalmente encarnado por el matemático por “la estadística del funcionario”74 y en su búsqueda por diferenciar su
Dieulefait, profesor de estadística en la FCE de la Universidad del Litoral. actividad –que consideraban “científica”– respecto de la estadística que lla-
A diferencia de las trayectorias sociales antes analizadas, él no cumplió maban “administrativa”. En opinión de Dieulefait, la estadística oficial se
funciones públicas significativas en la burocracia estadística que muestren quedaba en un mero registro de datos: no bastaba para discriminar la cau-
continuidad. Sin embargo, se erigió, progresivamente, junto a figuras co- sa de los fenómenos, ni alcanzaba “el espíritu de rigor” exigido por la cien-
mo la de González Galé (que venían ya de una larga trayectoria en la FCE, cia. Un hiato separaba a una y otra; por eso, según Dieulefait, en Argenti-
UBA), en uno de los referentes centrales en materia estadística en el país, na todavía se operaba “en el aire… haciendo contabilidad parcial… pero
a juzgar por el creciente espacio otorgado a su palabra en las revistas espe- no elaboración científica que permit[ier]a mirar hacia el futuro con algu-
cializadas, su lugar en los ámbitos de formación (en 1937, Dieulefait des- na certeza, siquiera remota”.75 La crítica a la estadística pública iba acom-
embarcó en la FCE porteña) y por haberse convertido más tarde en fuen- pañada de la advertencia sobre los peligros que acarreaban las deficiencias
te de consulta de la actividad estadística oficial.71 del sistema; esto es, que el poder político terminara recurriendo a institu-
El circuito que permite reconstruir sus trayectorias y funciones cono- ciones privadas para informarse (dependiendo así de los mismos intereses
cidas es de carácter casi exclusivamente académico, con algunos puntos de que debía controlar).76
contacto con ciertos “estadígrafos oficiales” –según la clasificación de Entonces, Dieulefait estaba objetando la labor de funcionarios bu-
Acerboni–, pero en los espacios menos asociados a su rol de burócratas pú- rocráticos de carrera (como Lucadamo), pero también la actuación de es-
blicos: cátedras en universidades, institutos académicos de investigación, pecialistas como Prebisch y Figuerola, que en su cualidad de “expertos”
participaciones en academias, en la Sociedad Científica Argentina (SCA) se arrogaban estar haciendo ciencia desde el Estado, formados –como ha-
y en el MSA.72 Se destacaron por haber sido productivos creadores de ins- bían sido– en la “escuela científica” de Bunge. En ocasión de la creación
tituciones estadísticas, también, de orientación académica: González Galé del IASI en 1940, Dieulefait celebró que se hubiera descartado su orga-
fue uno de los pocos argentinos dentro del grupo que formó el primer nización como una federación de sociedades de estadística (estatales y/o
Instituto Actuarial Argentino (1919), aún antes de que existiese la carrera privadas) –que eran excepcionales entre los países de la región–, pero
universitaria. En 1932 Dieulefait creó un espacio pionero en Latinoamé- más que nada elogió que se hubiera abandonado la posibilidad de inte-
rica: el Instituto de Estadística en la FCE de la Universidad del Litoral, so- grarse como una asociación entre servicios estadísticos nacionales (esta-
bre la existencia previa de un gabinete específico también formado por él tales) –de los que no se podía esperar “un aporte esencialmente técnico
(1930).73 Unos años después González Galé y Dieulefait fundaron, junto y científico”– para coronar esta sociedad americana de estadística “a ima-
a otros, la Unión Matemática Argentina (1936). En 1937 Dieulefait par- gen de la organización del propio ISI”, como espacio de articulación de
ticipó en la creación de la SAE, de la que fue su primer presidente. Des- “los cultores de la estadística” de América (como una suma de individuos
provistos de un anclaje en la burocracia pública, se abocaron a la construc- singulares, desprovistos de cualquier tipo de inscripción institucional).77
ción de una imagen social del estadístico más ligada a la academia, el Devaluado todo respaldo oficial, la admisión de sus miembros pasaba a
formalismo y la autoridad intelectual. descansar en sus antecedentes y credenciales personales. En la medida
88 LOS SABERES DEL ESTADO CLAUDIA DANIEL 89
que el IASI se consideraba, a nivel regional, el “ente que agrupa[ba] a Notas
los expertos en estadística en los diversos países americanos”, la exclu-
1 Según la clasificación de González Bollo, el núcleo de las oficinas poderosas fue-
sión de los estadísticos oficiales argentinos los proponía también fuera
de esa definición.78 ron: la Dirección General de Estadística de la Nación, creada en 1894 y ubicada en el
Ministerio de Hacienda; la Dirección de Economía Rural y Estadística, creada en 1899,
en el Ministerio de Agricultura; la División Estadística del Departamento Nacional del
Trabajo, creada en 1912, en el Ministerio del Interior, y la Oficina de Investigaciones
Comentarios finales Económicas, dependiente del Banco de la Nación Argentina, creada en 1928. La oficinas
débiles fueron: la Oficina Demográfica Nacional (1899-1907), a la que sucedió la Sección
Demografía y Geografía Médica del Departamento Nacional de Higiene, creada en 1911,
Los estadígrafos que conformaron este cuerpo de especialistas de recono-
ambas dependientes del Ministerio del Interior, y la Dirección General de Comercio e
cida autoridad en el período de entreguerras supieron articular un lugar Industria, creada en 1899, en el Ministerio de Agricultura. Ver: Hernán González Bollo,
como funcionarios de la burocracia estatal, cierto prestigio académico y “La estadística pública y la expansión del Estado argentino” (tesis de doctorado, Depar-
nutridos vínculos con entidades privadas o corporativas. Esta elite técnica tamento de Posgrado, Universidad Torcuato Di Tella, 2007).
2 Raúl Mentz, “Sobre la historia de la estadística oficial argentina”, Estadística Espa-
ganó visibilidad con la progresiva ampliación de los ámbitos de injerencia
ñola (Instituto Nacional de Estadística, Madrid) 33, núm. 128 (1991): 501-532. Gladis
del Estado, en materia económica y social, pero también su presencia pú-
Massé, Fuentes útiles para los estudios de la población argentina en el Instituto Nacional de
blica se vio acrecentada por la participación de muchos de ellos en proyec- Estadísticas y Censos (INDEC). Una visión histórica (Buenos Aires, Dirección de Estadísti-
tos editoriales o gracias a su colaboración en revistas, y se propagó a través cas Poblacionales del INDEC, 2000). Susana Novick, “Legislation about censuses and sta-
de la prensa diaria. De este modo, los esfuerzos del grupo de expertos se tistics in Argentina: 1854-1991” (trabajo presentado en el XIII World Congress of the
orientaron tanto a crear una comunidad de lectores especializados como a International Economic History Association, IEHA), Buenos Aires, 22-26 de julio de
2002). González Bollo, “La estadística pública…”.
acercarse al gran público. Sin embargo, en este acercamiento se encontra- 3 Hernán Otero, Estadística y Nación. Una historia conceptual del pensamiento censal
ron con cuestionamientos, impugnaciones, avances sobre materias de su de la Argentina moderna, 1869-1914 (Buenos Aires, Prometeo, 2006).
pretendida jurisdicción que encarnaron algunos de los múltiples desafíos 4
Para la caracterización del período de referencia de este artículo se siguieron obras
planteados a la clausura definitiva de su actividad y de su ámbito de vali- centrales de la historiográfica argentina como: Alejandro Cattaruzza, Crisis económica,
dación como un campo especializado. avance del Estado e incertidumbre política (1930-1943) (Buenos Aires, Sudamericana,
Durante el período estudiado, la autoridad social de los estadísticos 2001); David Rock, El radicalismo argentino (Buenos Aires, Amorrortu, 1997); Tulio Hal-
perin Donghi, La República imposible (1930-1945) (Buenos Aires, Ariel, 2004); Tulio Halpe-
resultó entonces del encuentro entre una imagen labrada y proyectada rin Donghi, Vida y muerte de la República verdadera (1910-1930) (Buenos Aires, Ariel,
–por el grupo para sí– y la variedad de opiniones y reconocimientos que 2000), y Waldo Ansaldi, Argentina en la paz de dos guerras (Buenos Aires, Biblos, 1993).
circularon por el espacio público. El vínculo con lo internacional operó en 5
En este marco, este trabajo sigue los pasos del campo de indagación abierto por la
el plano local como un fundamento de autoridad, pero funcionó también obra de Federico Neiburg y Mariano Plotkin, Intelectuales y expertos. La constitución del co-
como un principio de jerarquización de ciertos individuos (Bunge) dentro nocimiento social en la Argentina (Buenos Aires, Paidós, 2004).
6
No se trata aquí de hacer una reconstrucción exhaustiva de la rica trayectoria pú-
del grupo. La consagración pública de la figura del estadístico mostró su blica y privada de Alejandro Bunge, sino más bien recuperarlo en tanto figura que con-
indisoluble asociación con la reconfiguración y profesionalización del apa- densa los atributos a los que se buscó asociar la imagen pública del estadístico a partir de
rato estatal, así como reveló lo accidentado del proceso de autonomización los años 1920. Para estudios específicos sobre la obra y formación intelectual de Alejandro
(relativa) de un campo de producción de conocimiento que nunca puede Bunge ver, entre otros: Hernán González Bollo, “Alejandro Ernesto Bunge: ideas, proyec-
ser entendido en forma lineal ni progresiva. tos y programas para la Argentina post-liberal (1913-1943)”, Valores en la Sociedad
Industrial (Centro de Estudios de la Sociedad Industrial, Universidad Católica Argentina,
Buenos Aires) XXII, núm. 61 (diciembre 2004): 61-74, y Jorge Pantaleón, Una nación a
medida (Buenos Aires, Ediciones Al Margen, 2009).
90 LOS SABERES DEL ESTADO CLAUDIA DANIEL 91
7 Para profundizar, ver: Claudia Daniel, “¿Cómo auscultar al cuerpo social? Médicos car los antecedentes, actas e informes de la Conferencia, gestionar la aplicación de las reso-
y estadísticas en la Argentina moderna (1880-1930)”, (trabajo presentado en el 12º Semi- luciones y preparar una segunda conferencia dos años más tarde, que no se llegó a realizar.
nário Nacional de História da Ciência e da Tecnologia, 7° Congreso Latinoamericano de 15 Por ejemplo, con Enrique Ruiz Guiñazú, quien llegó a ser presidente del MSA

Historia de Ciencia y Tecnología, Universidad Federal de Bahía, San Salvador de Bahía, –además de profesor de Finanzas y Economía Política en la UBA– Bunge compartió la di-
Brasil, 15 de noviembre de 2010). rección de su revista. En la fundación de la REA, en 1918, también participó el Dr. Juan
8 Nacida en Francia, Adela Zauchinger se inscribió en la Facultad de Medicina de José Diaz Arana (profesor de Economía Política), entonces presidente del MSA.
16
Buenos Aires en 1903, con 20 años, y fue una de las once mujeres graduadas en esa ca- Su creación fue celebrada y publicitada por la revista que, junto a la fundada por
sa de estudio en la primera década del siglo XX (1% del total de diplomados). Karl Pearson en 1902, Biometrika, eran las más importantes del campo estadístico interna-
Proveniente de una familia de inmigrantes de clase media, accedió a la educación su- cional; ver: “Current notes”, Journal of the Royal Statistical Society 102, núm. 2 (1939), 332.
perior solicitando una beca para ingresar a la carrera. Una vez en la Universidad, inter- El presidente de esta institución de renombre internacional, Arthur L. Bowley (1869-
vino en las polémicas todavía abiertas en torno al ingreso de la mujer a las escuelas mé- 1957), había aceptado ser miembro honorario de la SAE, así como Conrado Gini (1884-
dicas y los debates sobre la “capacidad” o no de la mujer para la investigación 1965), director del servicio estadístico de Italia, y Bulhoes de Carvalho (su par de Brasil).
científica. Para profundizar en la iniciación de las mujeres en el campo médico en el 17 Dieulefait nació el 27 de julio de 1901. Este matemático inauguró la enseñanza

contexto de principios de siglo XX, ver: Alfredo G. Kohn Loncarica y Norma I. Sán- de la estadística en la FCE de la Universidad Nacional del Litoral en 1927. Su trayecto-
chez, “La mujer en la medicina argentina: las médicas de la primera década del siglo ria, como profundizaremos más adelante, se caracteriza por haber alcanzado su autoridad
XX”, Saber y tiempo (Asociación Biblioteca José Babini, Buenos Aires) 1, núm. 2 en el campo estadístico por fuera del aparato burocrático estatal, con un perfil marcada-
(1996): 113-138, y Susana García, “Ni solas ni resignadas: la participación femenina mente académico.
en las actividades científico-académicas de la Argentina en los inicios del siglo XX”, 18
El conocimiento previo del ingeniero Luis Duhau, entonces presidente de la
Cadernos pagu (Center for Gender Studies, Pagu-Unicamp), núm. 27 (julio-diciembre Sociedad Rural Argentina, así como los lazos afectivos que lo ligaban a Enrique Uriburu,
2006): 133-172. le posibilitaron a Prebisch volver a esta entidad como asesor de su oficina de estadística en
9
El ingreso de la Dra. Zauchinger al DNH estuvo vinculado al padrinazgo de una 1928, después de su fracasada experiencia en 1922. Duhau también lo respaldaría en el
figura importante de su campo disciplinar, el Dr. José Penna, quien dirigió su tesis docto- marco de la iniciativa de creación de la OIE del Banco de la Nación. Luis Colombo, pre-
ral sobre “La protección de la primera infancia”. sidente de la UIA desde 1925, mantenía una relación cercana con Bunge.
10 19 La UIA, a su vez, encontró en REA, la revista dirigida por Bunge, un espacio de
Vaccaro llegó a ser director de Estadística Municipal en la década de 1930, y lue-
go fue promovido a presidente del Consejo Nacional de Estadística y Censos (Ministerio difusión de las cifras elaboradas por su oficina de estudios económicos. Esta oficina tam-
del Interior) en 1944. Según González Bollo, siguiendo este patrón de reclutamiento, pa- bién tendió puentes con la FCE, UBA. La Comisión que la dirigía estableció un premio
ra 1940, de los 120 empleados que disponía la OIE, entonces integrada al Banco Central para las tesis de sus alumnos que versaran sobre asuntos industriales.
de la República Argentina, todos eran egresados de la FCE, UBA. González Bollo, “La es- 20
Dirección General de Estadística Municipal, Anuario Estadístico de la Ciudad de
tadística pública…”, 212. Buenos Aires (Buenos Aires, Compañía Sud-Americana de Billetes de Banco, 1894), XII.
11
Entre 1921 y 1936 Borea fue profesor suplente de Economía y Legislación Agraria 21 La matriz internacional que desde el siglo XIX caracterizó al campo estadístico es-

en la Facultad de Agronomía de la Universidad Nacional de La Plata, y en el período tá asociada a cómo fue construido históricamente este saber: como un conocimiento uni-
1923-1948 profesor externo de Economía Rural y de Administración Rural y Conta- versal, sin especificidad local, y revelador de las leyes generales del comportamiento huma-
bilidad en la Facultad de Agronomía de la UBA. En la FCE, UBA, ejerció, de 1928 a no. Esa forma de entender el conocimiento estadístico agilizaba su difusión internacional,
1932, como docente de Cooperativismo y Mutualidad, y de 1942 a 1947 como profesor hacía que este tipo de conocimiento fuera, de algún modo, fácilmente transferible. A su vez,
interino de Legislación Agraria. autorizaba replicaciones y adaptaciones en otros contextos nacionales. Este saber incorpo-
12
La única excepción, relativa, es Latzina, quien ejerció la docencia. Cuando llegó al raba, además, un lenguaje que era universal en esencia: el matemático. Ello también facili-
país se integró laboralmente como profesor de matemática en el Colegio Nacional de taba la circulación internacional de este tipo de conocimiento.
Catamarca y en la Universidad de Córdoba. Además, fue miembro activo de la Academia 22
Por ejemplo, un importante funcionario del DNT, Alejandro Unsain, participó de
Nacional de Ciencias de esa provincia. la Tercera Conferencia de Estadística del Trabajo (OIT) en la que se definieron recomen-
13 Para un análisis más profundo de las materias privilegiadas por esta revista y su
daciones respecto de los mejores métodos a adoptar por los Estados nacionales para reco-
grupo de redactores, ver: Pantaleón, Una nación a medida, 40-47. ger y publicar, bajo un formato internacionalmente uniforme y por períodos de tiempo
14 Ellos formaron parte del Comité Permanente que se formó tras la Conferencia, pre-
homologables, informaciones sobre la desocupación. Posteriormente la Organización de
sidido por el director de la DGEN, Lucadamo, y creado para, además de compilar y publi- Estados Americanos también tendría una importante influencia a nivel local a través de
92 LOS SABERES DEL ESTADO CLAUDIA DANIEL 93
apadrinar los Congresos Interamericanos de Estadística (1947 y 1950) iniciados por el Prensa, 1924), 238. Presentación de conferencia en el Instituto Popular de Conferencias
Instituto Inter Americano de Estadística (creado en 1940), nombrados luego Conferen- de La Prensa, Buenos Aires, 16 de agosto de 1918. El subrayado es mío.
cias Interamericanas de Estadística, en especial, con la puesta en marcha del Censo de las 32 En vistas al fuerte reconocimiento personal por parte de sus contemporáneos, y

Américas, cuya primera ronda correspondió a 1950. teniendo en cuenta la importancia de las gestas personales como la de Bunge en la insti-
23
La contratación de expertos extranjeros era entonces un recurso habitual de países tucionalización de la práctica estadística en el país, es difícil establecer hasta qué punto es-
periféricos donde se buscaba impulsar registros estadísticos y coordinar las funciones del ta etapa puede entenderse como un momento en el que el desarrollo de la actividad se des-
sistema. La oficina central de estadística de Chile, por ejemplo, también recurrió en 1927 entendió de ciertas marcas individuales o “sellos de autor”. (Otero, Estadística y Nación,
a un asesor técnico extranjero, en este caso alemán (Walter Grewell). Más tarde Brasil in- 217-218). Según Otero, en el período que sigue a la estadística del orden político conser-
corporaría como consultor técnico al profesor italiano Giorgio Mortara, estadístico de re- vador, perdieron centralidad las personalidades que encarnaron al discurso estadístico en
nombre internacional, quien orientó las tareas del censo poblacional de 1940. Argentina, pues dejaron de resonar marcas individuales. Rasgos propios de la estadística
24 Algunos de los autores franceses citados, como Lucien March (director de la decimonónica, como la firma personal al pie de la publicación estadística, fueron descar-
Statistique Géneral de la France y miembro de la Société de Statistique de Paris), abreva- tados. Este tipo de obras quedaron supeditadas a una presentación de corte más imperso-
ban en la estadística matemática inglesa. March la introdujo en Francia después de parti- nal. Por estas razones, el autor considera más adecuado referirse a los estadísticos de en-
cipar del Congreso Internacional de Eugenesia organizado en Londres por Leonard Dar- treguerras como una generación de técnicos “anónimos”. Sin embargo, la impronta dejada
win en 1912 (donde hubo un representante argentino, Víctor Delfino), y luego de fundar por Bunge en la estadística oficial (no sólo desde el punto de vista de los procedimientos,
la Societé Française d´Eugénique en 1913. técnicas y definiciones sino también en la producción simbólica de la representación so-
25 Arthur Bowley (1869-1957) fue profesor de ciencias económicas y de estadística cial de la figura del estadístico) es innegable, y se potencia, si se tienen en cuenta los rela-
en la London School of Economics, y de matemática en University College, Reading. Fue tivamente cortos (y accidentados) períodos en que éste cumpliera funciones oficiales en el
presidente de la Royal Statistical Society. Junto a Udny Yule contribuyó a renovar los mé- aparato estadístico nacional.
33 Un comentario, aparecido en la prensa tras la aparición del volumen IV del libro
todos de la estadística administrativa inglesa durante su actividad en el Board of Trade, en-
tre 1902 y 1903. Su obra más importante fue Elements of Statistics (Londres, 1907). Irvin de Bunge “La economía argentina”, es representativo de esta disputa por la definición de
Fisher (1867-1947) fue un economista estadounidense reconocido como uno de los pio- la disciplina, el rol de la estadística y la diferenciación respecto de los oponentes: “La eco-
neros de la econometría. La obra de Fisher adoptada por Bunge es unos años posterior: nomía es una ciencia esencialmente estadística; sus conclusiones suceden a la acumulación
The purchasing power of money (Nueva York, 1913). de datos… no abundan las investigaciones de carácter especial y práctico en nuestra bi-
26 Pantaleón, Una nación a medida, 39. bliografía económica y precisamente en ello finca uno de los méritos más destacados del
27 Una carta publicada en la REA en 1919 muestra su contacto directo con Bowley. ingeniero Bunge”. Ver: “Los libros recientes. ‘La economía argentina’ Vol. IV. Por A.
Fisher, por su parte, lo invitó a Bunge a discutir y a presentar conferencias sobre los index Bunge”, La Nación, 3 de mayo de 1930. Para profundizar en el proceso de conformación
numbers en Estados Unidos. del campo de los economistas en la Argentina durante esta etapa, ver: Jimena Caravaca y
28 Como señaló Pantaleón, “el reconocimiento académico internacional de Bunge Mariano Plotkin, “Crisis, ciencias sociales y elites estatales: la constitución del campo de
era inédito para un especialista de una ciencia recién academizada en Argentina”. Panta- los economistas estatales en la Argentina, 1910-1935”, Desarrollo Económico. Revista de
león, Una nación a medida, 60. Ciencias Sociales 47, núm. 187 (octubre-diciembre 2007): 401-428.
34
29 Por ejemplo, Corrado Gini (1884-1965), director del servicio estadístico de Italia, Alejandro Bunge, “La conciencia nacional”, en Anales del Instituto Popular de Confe-
presidió el Congreso Internacional de Población realizado en Roma en 1931, donde hu- rencias de La Prensa, décimo ciclo. Tomo X (Buenos Aires, Instituto Popular de Conferencias
bo delegación argentina. de La Prensa, 1926), 117. Conferencia dictada en el Instituto Popular de Conferencias de
30 Tulio Halperin Donghi reconoció el rol cada vez más importante de la estadística en La Prensa, Buenos Aires, 1 de agosto de 1924. El subrayado es mío.
35
el lenguaje político, visible en las disputas parlamentarias, así como en la planificación eco- Alejandro Bunge, Intercambio económico de la República 1910-1917 (Buenos
nómica y en la creación del armazón institucional que debía permitir al Estado desempeñar Aires, Talleres Gráficos Argentinos de L. J. Rosso y Cía., 1918), 9.
36
con eficacia sus nuevas funciones en ese campo. Tulio Halperin Donghi, La República impo- Esta asociación entre estadístico y ciencia, que funcionó en la universidad como
sible (1930-1945) (Buenos Aires, Ariel, 2004), 136. Sobre las nuevas atribuciones de la bu- principio de legitimidad de un tipo de práctica profesional, puede ser también observada,
rocracia estadística en esta etapa, ver: González Bollo, “La estadística pública…”. en su revés, cuando el grupo de profesionales formado por Bunge desembarcó en el
31
Estanislao Zeballos, presentación de la conferencia de Alejandro Bunge “La eco- Estado. A partir de entonces, y gracias a la presencia de “expertos”, portadores del méto-
nomía positiva y la política argentina”, en Anales del Instituto Popular de Conferencias de do realista, la ciencia se empezaba a practicar desde otros espacios públicos, no universi-
La Prensa, cuarto ciclo. Tomo IV (Buenos Aires, Instituto Popular de Conferencias de La tarios. En 1928, la nueva OIE del Banco de la Nación se presentaba como una oficina de
94 LOS SABERES DEL ESTADO CLAUDIA DANIEL 95
investigaciones científicas, y era la credencial de profesor (de Economía Política en la ción”, Anales de la Sociedad Rural Argentina (Buenos Aires) LXIV, núm. 6 (marzo 15,
UBA) la que habilitaba la experta dirección técnica de Raúl Prebisch. De esta manera, la 1930): 215-216.
estadística “se cobraba” la legitimidad prestada otrora a la disciplina naciente. 48 Esto era reconocido por los propios actores involucrados; la SRA afirmaba que los
37
Promediando 1919, muchas de las publicaciones estadísticas nacionales habían productores rurales se beneficiarían “de las cifras que el recuento arroje [pues] podrán ob-
dejado de aparecer desde 1915/16, siendo víctimas también de las reducciones de las par- tener datos valiosísimos para el encause de su trabajo y la orientación de sus empresas”.
tidas para impresiones que sufrieron casi todas las reparticiones nacionales. En 1919, el “Censo ganadero. Su realización”, 215.
Anuario Estadístico de la Dirección General de Ferrocarriles se encontraba suspendido; tam- 49
“El censo agropecuario es magna obra nacional para defender al país”, La Nación,
poco era publicado el Anuario Demográfico, del Departamento Nacional de Higiene (cu- 18 de junio de 1937.
yo último ejemplar había sido impreso en 1915). Lo mismo ocurría en dos de las oficinas 50 En el primer aspecto, otros profesionales cuestionaban la ausencia de preguntas

institucionalmente poderosas, con el Anuario Estadístico del Departamento Nacional del o las categorías utilizadas en el censo de 1914, y le proponían a los especialistas las pre-
Trabajo (el último databa de 1916) y en la Dirección General de Inmigraciones, que te- guntas que debían estar en el futuro censo –todavía sin confirmación del Congreso– pa-
nía desde 1915 suspendida la publicación de su memoria anual. El problema abarcaba ra que éste fuera “científicamente llevado a cabo”. (Ver, como ejemplo: Nicolás Lozano,
tanto a publicaciones menos costosas como el resumen de datos que, con fines de difu- “El valor humano en la Argentina a través de los censos”, en Anales del Instituto Popular
sión, publicaba la Dirección General de Comercio e Industria del Ministerio de Agricul- de Conferencias de La Prensa, décimo séptimo ciclo. Tomo XVII, 11-22 (Buenos Aires,
tura, con el título de “Comercio internacional argentino” (el último databa de 1916), y a Instituto Popular de Conferencias de La Prensa, 1932), conferencia dictada en el
la publicación municipal, el Anuario Estadístico de la Ciudad de Buenos Aires (1914), que Instituto Popular de Conferencias de La Prensa, Buenos Aires, 22 de mayo de 1931. En
recién volvió a ver la luz con una compilación de los años 1915-1923. Véase: “Supresión relación al segundo punto, cabe mencionar que en la prensa obrera las bases de las es-
de la brújula del Estado”, La Prensa, 26 de mayo, 1919, 3-4. tadísticas del DNT sobre el presupuesto de la familia obrera eran vistas con escepticis-
38 Bunge, “La conciencia nacional”, 123.
mo y desconfianza, mientras que las entidades cerealistas denunciaban como erróneos
39 Ibíd.
los cálculos de stock –de cereal, lino y otros– realizados por la DERE. En lo relaciona-
40 do con el último ítem, desde el diario La Prensa, por ejemplo, se impulsaba el estable-
La identificación de la estadística con los valores de la nación puede rastrearse a la
generación precedente encargada de los primeros censos de población abarcadores de to- cimiento de una junta coordinadora de las diferentes oficinas que quedara situada en el
do el territorio argentino (Otero, Estadística y Nación, 333-382). ámbito del Ministerio de Hacienda e incluyera a las agencias provinciales. A la vez, fo-
41 La disputa de autoridad entablada entre Bunge y las administraciones radicales en mentaba la conversión de la DGEN en una oficina orientada específicamente a la direc-
los primeros años de la década de 1920 en torno a los criterios válidos para la designación ción de censos. Ver: “Organización de la estadística argentina”, La Prensa, 1 de octubre
del personal y la organización de la oficina central (DGEN) puede ser vista como una for- de 1920, 7.
51
ma de escenificación pública de esa distancia –que se planteaba insondable– entre técni- Luis Duhau, “Prólogo”, Anuario de la Sociedad Rural Argentina. Estadísticas econó-
cos y políticos. Hago referencia a la renuncia, reincorporación y nueva renuncia de Bunge micas y agrarias (Buenos Aires) 1, núm. 1 (1928), VIII.
52
a la DGEN. Me refiero a la capacidad de las entidades cerealistas que cumplieron un impor-
42 Bunge, “La conciencia nacional”, 128. tante papel durante la década de 1920 al presentar públicamente los reparos depositados
43 Bunge, “La economía positiva…”, 238. sobre las estadísticas agrícolas, a raíz de su comparación con información proveniente del
44 “Supresión de la brújula del Estado”, 3. Así, por contraposición, para un observa- exterior. Su tradicional cercanía a registros contables y compilaciones administrativas las
dor de la coyuntura de mediados de la década de 1920, la “ignorancia relativa a los fenó- volvía quizá el actor más avezado en el manejo de datos estadísticos, capaz de cotejarlos,
menos económicos” con que se manejaba el gobierno radical de Alvear lo llevaba a “solu- compararlos y cuestionar la autoridad de los números oficiales. Al respecto, ver: Claudia
ciones unilaterales o irreflexivas”. “El censo industrial”, La Nación, 7 de marzo de 1925. Daniel y Hernán González Bollo, “Entre la producción de los números oficiales y la di-
45 Sobre ellos se volverá más adelante. vulgación pública: debates sobre la objetividad estadístico-censal en la prensa escrita
46 “Las conclusiones de un economista”, La Vanguardia, 18 de abril de 1929. (Argentina, 1890-1930)”, (trabajo presentado en el Congress of the Latin American
47 Studies Association, Río de Janeiro, 11-14 de junio de 2009).
Entonces, la SRA manifestaba: “Sin estadísticas, se trabaja a ciegas; esto se reco- 53 Argentino Acerboni, “La formación mental del Estadígrafo”, Revista de Ciencias
noce en todas las actividades del comercio, de la industria, de las finanzas y… la ganade-
ría”. Además, consolidaba una demanda de información al estado al anunciar que, en el Económicas (Facultad de Ciencias Económicas, Universidad de Buenos Aires) XXI, Serie
marco de la situación crítica de 1930, debía “salirse del estado de incertidumbre; porque II, núm. 142 (mayo 1933): 281-287.
54 Dentro de la FCE, UBA, la especialidad de actuario fue institucionalizada por
una vez en posesión de las cifras se podrán realizar los cálculos acerca de las perspectivas
de los negocios con una base seria, de que ahora se carece”. “Censo ganadero. Su realiza- González Galé cuando creó, junto al profesor italiano Broggi, la carrera en 1927.
96 LOS SABERES DEL ESTADO CLAUDIA DANIEL 97
55 Ellos desarrollaron los cálculos financieros necesarios (teniendo en cuenta la ex- científico, con el fin de que sirvieran para mejorar las condiciones del trabajador. A esta
pectativa de vida y las tablas de mortalidad) para establecer un sistema de imposiciones documentación objetiva, técnicamente elaborada, han recurrido reiteradamente diversos
mensuales que formaba el fondo para atender las rentas vitalicias diferidas que los afilia- órganos del Estado para contribuir al esclarecimiento de problemas que afectan el interés
dos percibirían en el futuro. público o para materializar propósitos de mejora obrera, mediante aumentos en las retri-
56 Acerboni, “La formación mental del estadígrafo”, 286. buciones, reducción del costo de la vida, rebajas de los alquileres y variación de los precios
57
Acerboni destacaba en este sentido: “No olvidemos que en todos los hechos de la de artículos de consumo, adopción de medidas para prevenir los riesgos de accidentes y
vida activa hay siempre un residuo de observación estadística; y que todos nuestros actos, enfermedades profesionales y otros de no menor significación y alcance. División de
voluntariamente o no, están influenciados por razones estadísticas”. Acerboni, “La forma- Estadística del Departamento Nacional del Trabajo, Revista Investigaciones Sociales. Síntesis
ción mental del estadígrafo”, 286. de los resultados obtenidos en 1943-1945, 7.
70
58 Acerboni, “La formación mental del estadígrafo”, 286. División de Estadística del Departamento Nacional del Trabajo, Revista Investiga-
59
Por esta razón, Acerboni indicaba que “los requisitos que hemos considerado co- ciones Sociales. Síntesis de los resultados obtenidos en 1939, 2.
71
mo indispensables en la formación mental del estadígrafo técnico deben también estar, en Ver, por ejemplo, el censo de población la ciudad capital de 1936: Municipalidad
mayor o en menor medida, en el estadígrafo ocasional, en el hombre de administración, de la Ciudad de Buenos Aires. Cuarto Censo General. 1936. González Galé aparece como
que debe todos los días fundar y justificar sus conclusiones en observaciones estadísticas, un referente conceptual. Además, ya consagradas, estas figuras tuvieron roles de asesora-
propias o recogidas por otros”. Acerboni, “La formación mental del estadígrafo”, 287. miento técnico (González Galé en el Consejo Nacional de Estadística y Censos, en 1944)
60 Acerboni, “La formación mental del estadígrafo”, 287. o cumplieron transitoriamente funciones directivas (como Dieulefait en la Dirección Na-
61
Pedro Baiocco, “Función de los Institutos Universitarios de Investigación Económi- cional de Investigaciones, Estadísticas y Censos, entre agosto y octubre de 1946). Gon-
ca”, Revista de Ciencias Económicas (Facultad de Ciencias Económicas, Universidad de Bue- zález Galé dirigió en 1943 el censo escolar de la Nación (en el que participó Figuerola).
72
nos Aires) XXII, Serie II, núm. 155 (junio 1934), 440-441. Las carreras docentes de estas figuras se encuentran relacionadas. Acerboni fue je-
62 División de Estadística del Departamento Nacional del Trabajo, Revista Investi- fe de la cátedra de estadística en la FCE, UBA, en reemplazo del matemático italiano Bro-
gaciones Sociales. Síntesis de los resultados obtenidos en 1939 (Buenos Aires), (31 enero, ggi. Junto a Broggi, González Galé creó la carrera de actuario en 1927 en la misma insti-
1940), 3. tución. Recordemos que, además, al momento en que Bunge daba clases con Broggi,
63 González Galé era profesor de matemática financiera II en la FCE, UBA. Cuando el pro-
“Resultados del cuarto censo”, La Nación, 21 de junio de 1947.
64 La indiferencia social a una cuestión vital para la nación como un censo mere- fesor Dieulefait inició la enseñanza de la estadística en la FCE de la Universidad del Li-
toral, en 1927, reconoció la influencia del Dr. Broggi. Más tarde, González Galé, quien
cía la censura moral general. En 1936 un diario se refería así a un grupo de industriales
había sido colaborador de la RCE, de la REA y par de Bunge en la Academia Nacional de
que no había cumplido con la ley de censo: “[M]ás grave que estas penalidades es, por
Economía, desde su ingreso en 1934, puso en posesión de su cátedra de la FCE, UBA, al
cierto, la sanción moral que debe recaer sobre quienes han dado un ejemplo tan censu-
matemático Dieulefait (1937).
rable de desobediencia a una ley nacional y de incomprensión e indiferencia ante un 73 Fue en esta Facultad que se creó en 1948 la carrera de Estadístico Matemático.
asunto de vital importancia en el país”. “Detección inexplicable”, La Nación, 23 de ju- 74
lio de 1936. Carlos E. Dieulefait, “La función de las direcciones de estadística”, Revista de
65 Al respecto, véase: Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Cuarto Censo Ge- Economía Argentina (Buenos Aires) XX, núm. 243 (septiembre 1938), 275.
75
neral. 1936 (Buenos Aires, s/d, 1938), 5. Carlos E. Dieulefait, “La estadística oficial y los censos de población en Argen-
66 El subrayado es mío. Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Cuarto Censo tina”, Boletín del Museo Social Argentino XXII, núm. 139-140 (enero-febrero 1934),
23-24.
General. 1936, 42. 76
67 El informe del profesor Dieulefait –realizado a pedido del Comité argentino de la
El subrayado es mío. División de Estadística del Departamento Nacional del Tra-
Unión internacional para los estudios científicos de la población– antes citado, puede ser
bajo, Revista Investigaciones Sociales. Síntesis de los resultados obtenidos en 1939, 3.
68 considerado una primera expresión de la estrategia de distinción desplegada por este gru-
En 1939, a partir de las investigaciones sobre precios de artículos de primera ne-
po, que no sólo quedó en palabras sino en actos. Una serie de hechos, a nivel local, per-
cesidad de la DE del DNT se establecieron precios máximos (Ley 12591) como forma de
miten aventurar la hipótesis de la búsqueda (sin éxito) de este grupo por quebrar la iner-
controlar la especulación, apenas sucedida la declaración del Estado de guerra en Europa.
69 Decía Figuerola: “En el curso de los últimos 12 años ha sido posible estructurar
cia administrativa que criticaban, lo que implicaba a su vez jerarquizarse por sobre el
grupo de estadísticos oficiales: la propuesta de Dieulefait de crear un instituto permanen-
los servicios de investigación y medición estadística de los hechos económico-sociales, re-
te de censo; la creación en 1941, en el marco de la SAE, de la Comisión Argentina para
copilándose abundante acopio de información y sistematizando sus resultados con rigor
los Estudios Científicos de la Población; su propio paso por la Dirección Nacional de
98 LOS SABERES DEL ESTADO
Investigaciones, Estadísticas y Censos en 1946 o la integración de Gino Germani a la co-
misión de asesoramiento para la realización del Cuarto Censo Nacional (1947) a título de
representante académico del Instituto de Sociología (creado en 1940).
77
Es curioso que, según Dieulefait, este espejo en que procuraba mirarse la orga-
nización del IASA no se ajustaba estrictamente a la realidad, ya que –como plantea
Desrosières– el ISI incluyó tanto a matemáticos como a estadísticos oficiales (de las ofici-
nas de los países miembros). Desrosières, The history of statistics…, 4-5.
78 Carlos E. Dieulefait, “El instituto interamericano de estadística”, Revista de
Sección 2
Ciencias Económicas (Facultad de Ciencias Económicas, Universidad de Buenos Aires)
XXX, Serie II, núm. 253 (junio 1942), 215. Saberes y Zonas Grises
El Estado argentino no se constituyó y modernizó de una vez y para siem-
pre, sino que atravesó procesos complejos, con idas y vueltas, que se desa-
rrollaron a velocidades diferentes en distintos niveles en los que coexistie-
ron distintos grados de “estatidad”. Los trabajos incluidos en esta sección,
dan muestra de la continuidad del proceso. Si la constitución de “saberes
de Estado” tal como fueron definidos en la introducción general ha sido
uno de los factores centrales en la modernización del Estado, la existencia
de zonas fronterizas, “grises”, espacios porosos y a veces indefinidos de ne-
gociación y circulación de saberes y personal entre el Estado y la sociedad
civil, ha sido otro. Es en estas zonas grises donde se generaban y dirimían
tensiones inherentes al proceso doblemente constitutivo de construcción
estatal y de constitución de saberes específicos en vías de devenir en “sabe-
res de Estado”.
Los textos de Valeria Pita y de Ricardo González Leandri hacen foco
en procesos que tuvieron lugar hacia finales del siglo XIX, un período
usualmente considerado como clave en la consolidación del Estado nacio-
nal. Valeria Pita centra su atención en la Sociedad de Beneficencia de la
Capital, nacionalizada luego de la federalización de la ciudad de Buenos
Aires en 1880 y, en particular, en el Hospital de Mujeres Dementes. Su ob-
jetivo es doble: en primer lugar, su capítulo discute con aquellas miradas
que enfatizaban la indiferencia del Estado en temas asistenciales durante el
siglo XIX, mostrando un Estado activo en esta área, generador y deman-
dante de saberes específicos y capaz de emprender acciones. Pero por otro
lado, Pita también muestra cómo esta acción estatal estuvo acotada por la
existencia de otros actores y saberes cuyo estatuto no estaba claramente de-
finido, en particular las damas de beneficencia, quienes tenían una gran
capacidad de negociación originada en su capital social acumulado, no so-
102 LOS SABERES DEL ESTADO
lamente en cuestiones políticas sino también para disputar a los “técnicos
estatales” en proceso de consolidación su aún frágil monopolio sobre sabe-
res específicos (higiene, ventajas de ciertas formas de construcciones sobre
otras, etc.).
Ricardo González Leandri, por su parte, aborda los orígenes del pro-
ceso de institucionalización de la medicina y su constitución en “saber de
Estado”. La imagen que nos muestra de la profesionalización de los médi-
cos en Buenos Aires es mucho menos lineal que la propuesta por ciertas Administradoras, funcionarios y técnicos estatales
aproximaciones clásicas de la sociología de las profesiones. En particular, en el Hospital de Mujeres Dementes
González Leandri se centra en los vínculos existentes, complejos y dialéc-
ticos entre la consolidación del monopolio del arte de curar por parte de Buenos Aires, 1880-1890
los médicos, por un lado, y la constitución del Estado moderno, por el
otro. El logro de este monopolio implicó el desplazamiento de otros acto-
res que previamente habían gozado de cierta legitimidad social para curar, Valeria Silvina Pita
tales como los farmacéuticos o (más importantes) los curanderos.
Los vínculos entre la consolidación del Estado y la de la profesión mé-
dica y la constitución de la medicina en saber de Estado no fueron direc- A mediados de diciembre de 1880, luego de haberse saldado definitiva-
tos ni tuvieron que ver necesariamente (al menos hasta finales del siglo mente la cuestión de la capital de la República, la Sociedad de Beneficen-
XIX) con una mayor eficacia de los médicos respecto de otros competido- cia de Buenos Aires recibió una nota del Ministro de Gobierno bonaeren-
res. Este proceso estuvo mediatizado por la política y por un conjunto de se en la cual se comunicaba su pasaje jurisdiccional de la provincia a la
instituciones y espacios de interacción tales como la universidad, el mun- Nación. Desde su creación en 1823, durante el gobierno de Martín Rodrí-
do académico en general, vínculos transnacionales que funcionaron como guez y su ministro Bernardino Rivadavia, había dependido normativa y fi-
vehículos de legitimación, y organismos sanitarios del Estado que, en al- nancieramente del gobierno provincial.1 Sin embargo, luego de 57 años de
gunos casos, funcionaban también en los márgenes del mismo al tener existencia, la agencia de beneficencia pública que –conformada integral-
funciones más consultivas que ejecutivas. A esto se sumaban las tensiones mente por mujeres de la elite porteña– administraba tres hospitales, la
ocurridas dentro del propio campo médico en formación. Casa de Expósitos, un consultorio oftalmológico, un correccional de mu-
Los trabajos de Pita y González Leandri muestran, pues, dos facetas jeres y dos establecimientos para huérfanos, debió sumarse al proyecto de
del proceso de conformación de saberes de Estado y consolidación del institucionalización que impulsaría la administración roquista.
Estado moderno, por un lado, y sus múltiples mediaciones y tensiones por La noticia no fue una sorpresa para las integrantes de la Sociedad de
el otro. En ambos casos se observa que estos procesos, lejos de ser lineales, Beneficencia. Desde la derrota bonaerense en la revolución de junio el des-
estuvieron cruzados por contradicciones, marchas y contramarchas, y por tino de la agencia, como el de otras dependencias provinciales, estaba en
la participación de actores múltiples y la existencia de zonas indefinidas discusión. Más aun, mientras se dirimían la sucesión política nacional y
entre el Estado y la sociedad. bonaerense, así como el asunto de la capital y sus límites, quienes la lide-
raran se habían movilizado para confirmar su continuidad en el escenario
abierto tras el triunfo de Roca. Aunque no todas acordaron con ese desen-
lace, la criatura rivadaviana pasó a depender, de igual modo, del Ministerio
del Interior.2
104 LOS SABERES DEL ESTADO VALERIA SILVINA PITA 105
El pasaje a la Nación implicó una serie de nuevos desafíos. Entrañó Aunque todavía es usual toparse con interpretaciones similares, dis-
acomodarse a un nuevo organigrama, el del Estado central, con sus de- tintas investigaciones han comenzado a resquebrajar aquellos presupuestos
pendencias, instancias y normativas, varias de las cuales se fueron estable- basados en la indiferencia o la incapacidad del Estado para incorporar fun-
ciendo sobre la marcha. También significó entrar en contacto con nuevos ciones asistenciales como parte de sus atributos.6 Esas líneas de indagación
funcionarios, profesionales y técnicos estatales para acordar las priorida- están en consonancia con otras que proponen un enfoque distinto para
des, los presupuestos anuales, las reformas o construcciones a emprender abordar la formación del Estado moderno porque buscan reconocer a par-
y la redefinición de los sentidos e improntas de las instituciones públicas tir del estudio de casos específicos cómo se fueron conformando los atri-
nacionales que estaban a su cargo. De tal suerte, si desde antaño adminis- butos de la estatidad, cuáles fueron sus singularidades, cómo se generaron
trar el sistema de beneficencia provincial fue un ejercicio de gimnasia po- en el seno del Estado ciertos saberes especializados, de qué manera los por-
lítica, es decir, de constantes debates, negociaciones y construcción de tadores de esos saberes devinieron en elite técnica estatal y cómo funcio-
consensos, su nacionalización amplificó los márgenes de aquel ejercicio narios, agentes y elites técnicas se vincularon entre sí.
político. Este capítulo se pliega al recorrido de estos trabajos para explorar la
Entre nuevos compromisos y acuerdos, la Sociedad de Beneficencia formación del Estado y de sus elites desde el singular ámbito de la benefi-
de la Capital –como fue renombrada– logró ir consolidándose como la de- cencia pública. A tal fin, vuelca la mirada sobre una institución en parti-
pendencia asistencial nacional más poderosa en finanzas, empleados e ins- cular, el Hospital de Mujeres Dementes, establecimiento administrado por
tituciones del territorio argentino, siendo a su vez la principal responsable la Sociedad de Beneficencia desde su apertura en 1854. Pesquisa los en-
de dar forma a las respuestas oficiales en torno al abandono de niños y ni- cuentros y desencuentros que se generaron entre sus administradoras y di-
ñas y a la enfermedad y la pobreza femenina.3 versos funcionarios, agentes y técnicos estatales –tales como médicos, po-
Hasta hace unas décadas existía en la comunidad historiográfica un licías e ingenieros–, en el lapso que va desde 1880 hasta el cierre de esa
acuerdo casi pleno a la hora de definir qué había sido la Sociedad de década. Situar la atención en estas relaciones permite reflexionar sobre las
Beneficencia.4 Pese a la diversidad de enfoques, en general era entendida particulares características de la administración pública sanitaria en esos
como una asociación privada o semi-pública, cuyos vínculos con el Estado años, los vínculos entre esta y el mundo de la política y el peso de distin-
estaban circunscriptos a los recursos que recibía de este; como sintetizaba tos grupos que formaron parte de la elite estatal. Asimismo, posibilita
un historiador en la década de 1980, aunque “recibía una parte importan- comprender cómo la presencia de esas mujeres aunadas en la Sociedad de
te de sus ingresos” de él, la Sociedad sólo concebía al Estado “como un me- Beneficencia delimitó la injerencia de ciertos agentes, profesionales y téc-
ro apoyo pasivo”.5 Este tipo de afirmaciones derivaban de otras que dan nicos estatales en el rumbo que debía asumir el manicomio, en el mismo
cuenta de los instrumentos conceptuales con los que se encaraba el estu- momento en que estos buscaban asentarse en tanto portadores exclusivos
dio de la formación del Estado. Así, la misma presencia de mujeres en la de saberes específicos.
administración de ciertas instituciones públicas asistenciales, la descentra-
lización del sistema sanitario, la disparidad de criterios que se registraban
en el terreno de las intervenciones sociales, la presencia de las asociaciones La nacionalización de la Sociedad de Beneficencia y el manicomio
con fines de filantropía en el escenario urbano y las concepciones liberales
de quienes desde el poder central encararon la tarea de conformarlo eran A comienzos de 1880, cuando aún el manicomio de mujeres, o la Conva-
pensadas como evidencias de la ausencia del Estado, ya que este había en- lecencia, como se lo conocía comúnmente, dependía de la provincia de
ajenado a otras instituciones o sectores parte de sus facultades para incor- Buenos Aires, Osvaldo Eguía –su director médico y que trabajaba allí des-
porarlas a sus propios ámbitos de actuación. de su apertura en 1854– elevó a la Sociedad su balance anual. En él deta-
106 LOS SABERES DEL ESTADO VALERIA SILVINA PITA 107
llaba una serie de reformas que habían hecho posible terminar un salón tinuaba evaluando, hacía imposible no sólo su funcionamiento sino tam-
con galería, avanzar notablemente en el cerco perimetral del estableci- bién abonar las obras que se habían ejecutado en ese último tiempo. Por
miento y, sobre todo, organizar los servicios internos de acuerdo a ciertas todo ello pedía al Ministerio la reevaluación de los montos adjudicados en
divisiones que consistían en la separación de “las furiosas, las semiagitadas, el presupuesto, lo que equivalía a solicitar dotaciones extraordinarias para
las epilepticas, las tranquilas y las convalecientes”.8 Reconocía también que superar sus dificultades financieras.
el local era estrecho para las 334 mujeres que al finalizar 1879 se encon- Un mes después llegó la respuesta. En esta, el ministro expresaba “en
traban internadas. Mas confiaba en la capacidad de la Sociedad para con- nombre del presidente de la República” que la Sociedad “le inspira[ba] el
tinuar ampliándolo. mayor interés” y que por tal razón le prestarían “el más decidido concur-
No obstante, en el curso de ese mismo año las obras de ampliación se so a sus humanitarias funciones”.11 Por esa razón, había tomado la resolu-
detuvieron, ya que el gobierno de la provincia suprimió las partidas para ción de pagar las cuentas adeudadas y autorizar una dotación extra de re-
refacciones y nuevas obras. Mientras las construcciones se habían paraliza- cursos que no estaba incorporada en el presupuesto aprobado por las
do, el número de asiladas continuó creciendo, y hacia fin de año, justa- Cámaras durante 1880.
mente cuando la Sociedad conoció la resolución oficial sobre su nuevo Cuando la respuesta fue leída en la asamblea de las socias, la vicepre-
destino jurisdiccional, la falta de capacidad en la Convalecencia era un sidenta tenía otra novedad. Ella en persona y acompañada por otras seño-
problema serio. ras habían tenido una primera entrevista con el presidente de la Nación.
Aunque el tema del manicomio y sus internadas no siempre había si- Según Peña de Bosch, el primer mandatario les había expresado que haría
do una prioridad para las señoras de la beneficencia oficial, en ese momen- las gestiones necesarias para garantizar que la Sociedad pudiera adminis-
to sí lo fue. Así, el mismo día en que el plenario de socias recibió la noti- trar los establecimientos a su cargo con montos acordes a su misión.
cia sobre su nuevo destino, la vicepresidenta, en ejercicio temporal de la Algo estaba cambiando en el ánimo político de la vicepresidenta. El
presidencia, anunció que elevaría “una nota detallada de todos los estable- tono de sus comentarios hacia el Poder Ejecutivo era más afable, dando
cimientos que se encuentran a cargo de la Corporación”,9 en la cual el ma- cuenta que en el curso de esas semanas sus dudas sobre los beneficios que
nicomio tendría un lugar central. el pasaje a la nación traía para la Sociedad estaban siendo esclarecidas. En
La vicepresidenta, Rosario Peña de Bosch, era una socia veterana que, poco tiempo más, la abierta voluntad política de Roca y sus hombres por
desde su ingreso en la década de 1860, había ejercido en distintas oportuni- colaborar con la agencia sería aún más notoria. Fue en ese marco donde se
dades cargos directivos. Para ella, el traspaso a la Nación no fue un asunto irían estableciendo acuerdos entre ambas partes. De tal modo, el manico-
fácil de aceptar. A diferencia de otras socias, Rosario formaba parte del sec- mio, su falta de capacidad y sus particularidades se integrarían a una nue-
tor que intentó, en los últimos meses, que la Sociedad permaneciera bajo el va agenda que comprometió tanto a sus responsables como a otras depen-
ala de la provincia. A pesar de sus diferencias por el curso de los aconteci- dencias oficiales, a otros funcionarios y agentes estatales. Todos ellos, de
mientos, sabía que el informe acordado para pasar al Ministerio debía ser una u otra manera, incidieron en el destino de la institución, generando
contundente y suficientemente claro. Se trataba de iniciar las negociaciones nuevos retos y también nuevos conflictos y tensiones.
para obtener los recursos necesarios a fin de mantener las instituciones, abo-
nar las deudas pendientes y garantizar la continuidad de ciertas obras.
Así, sin rodeos, la vicepresidenta comenzó su informe explicando que Problemas y soluciones
a pesar del “sistema de economías” que la Sociedad había llevado adelante
en la Convalecencia “no ha podido ni puede sostenerse con regularidad Pese a que durante el verano de 1881 el Ministerio se hizo cargo de las
con la asignación que le da su presupuesto”.10 Dicha situación, como con- deudas y de dotar con más recursos a la Sociedad para la administración
108 LOS SABERES DEL ESTADO VALERIA SILVINA PITA 109
del manicomio, el problema de la cantidad de internadas seguía sin resol- Asimismo había sido rechazada en el Hospital de Mujeres, ya que su sa-
verse. A lo largo de ese año su incremento fue tal que el director Eguía de- la de maternidad estaba cerrada por un brote de fiebre puerperal, moti-
cidió confeccionar un informe especial al respecto. vo por el cual debió entonces permanecer en las dependencias policiales.
En este dejó asentado que era necesario tomar una decisión acerca del Para cuando la Sociedad se reunió, el asunto de la internación había si-
número de internadas para evitar que llegue “muy pronto el día en que no do resuelto por la presidenta. Sin embargo, casos como este ponían de
sea posible admitir una más de las que nos sean dirigidas”,12 al estar com- relieve las dificultades concretas y las presiones que existían para recibir
pletamente colapsadas las instalaciones. Como en otras ocasiones, el mé- a ciertas mujeres consideradas dementes y que, como finalmente tiempo
dico director pensaba en clave higiénica, sopesando el número de interna- después expresó la presidenta, hacían “impracticable” la propuesta de
das, la cantidad de metros cuadrados recomendables por persona, la Eguía.16
circulación y calidad del aire que se requería y, especialmente, las conse- Ante las dudas de las socias, fue la presidencia de la Sociedad la que
cuencias que podrían desatarse si se declaraba alguna epidemia. Según sus dio un paso en otro sentido: autorizó a las inspectoras, “en consideración
cálculos, la institución tenía capacidad para 200 mujeres. Pero estaban alo- a la aglomeración de asiladas”, a dejar de “recibir más alienadas”.17
jadas cerca de 400. La decisión no fue refutada ni por el ministro del Interior ni por los
Frente a esto, Eguía propuso entonces que se evacuase del manicomio miembros del Departamento Nacional de Higiene. Tampoco impidió que
a las enfermas crónicas, es decir, a aquellas que no tenían posibilidad de un mes más tarde el propio presidente Roca visitara, junto con el inten-
cura. La presencia de estas mujeres no era un tema nuevo. Desde hacía dente porteño y varios ministros, las dependencias de una institución cu-
años el director advertía sobre este asunto, aunque era la primera vez que yas puertas estaban formalmente clausuradas.18
se solicitaba abiertamente su exclusión. A pesar de esto, sostener la medida de impedir nuevos ingresos pron-
En octubre de 1881 las inspectoras de turno avalaron su informe. to se transformó en una fuente de tensiones que enfrentó particularmente
Según explicaron a la presidencia, quedaba demostrado “la necesidad de a la flamante policía de la Capital y a las señoras de la Beneficencia. Para
sacar” a las “dementes crónicas e inofensivas” para dar lugar a las que “fre- Marcos Paz, un primo del presidente Roca que había sido nombrado a car-
cuentemente acuden” a la institución, entendiendo a su vez que sin una go de la fuerza, el cierre de las admisiones había puesto un tope al poder
medida de esa naturaleza “se hara imposible la admisión de otras”.13 de policía que él intentaba hacer prevalecer. Por ello, pretendió ignorar la
Sin embargo, cuando el tema fue tratado en la asamblea, las socias no clausura y siguió autorizando a sus agentes el envío de supuestas demen-
estuvieron dispuestas a tomar ninguna medida al respecto.14 Esta negativa tes a la Convalecencia. Mas una y otra vez el ingreso de las locas en el ma-
se debió, en primer lugar, a que entendían que desplazar a las crónicas sig- nicomio fue rechazada.
nificaba, en la mayoría de los casos, aceptarlas en otros establecimientos, Frente a tal situación, el jefe policial tomó la resolución de no recoger
puesto que muchas no tenían familiares que pudieran hacerse cargo de más dementes de las calles, por no poder ubicarlas luego en el estableci-
ellas. Además, el tema de la aglomeración no sólo afectaba a la Convale- miento destinado a ellas. Sin embargo, no estaba en condiciones de soste-
cencia sino al resto de los establecimientos a su cargo. Pero la reticencia de ner esa decisión por mucho tiempo. Los arrestos para el mantenimiento
las socias a asumir una medida de esa naturaleza obedecía a otro motivo: del orden eran una tarea largamente asumida por la fuerza pública que él
sabían que alojarlas en otras instituciones era un tema delicado dirigía, y a su vez demandada por los vecinos de la ciudad. Además, debía
En esa misma reunión debieron tratar una denuncia que había asen- retirar de las instalaciones policiales a las locas que estaban ahí recluidas.
tado el jefe de la policía porteña sobre una “desgraciada” mujer, sin fa- Por esta razón, ya había solicitado a la presidenta de la Sociedad que pro-
milia y “alienada”. La misma había sido llevada hasta el manicomio y, co- cediese a dar albergue a un par de “enajenadas mentales” que se hallaban
mo estaba “próxima a su alumbramiento”, no había sido recibida.15 en el departamento policial. Basaba su pedido en que en este no existían
110 LOS SABERES DEL ESTADO VALERIA SILVINA PITA 111

“las condiciones requeridas para esta clase de detenidas” y, por lo tanto, no do de la Sociedad que había ocupado cargos de responsabilidad durante
se las podía asistir de manera adecuada.19 las presidencias de Sarmiento y Avellaneda y había tenido un estrecho
Su intento no fue eficaz. No obstante, no retrocedió. Antes de que fi- contacto con las socias, actuó con una diligencia tal que a inicios del mes
nalizara el mes de diciembre solicitó asilo para otra mujer.20 Esta vez la res- de abril la presidenta tenía un informe y una propuesta para agrandar el
puesta fue favorable. Sin embargo, cuando unos días después envió a otras manicomio.
dos dementes, la Sociedad contestó negativamente, aclarando que la admi- La premura de Irigoyen no sólo daba cuenta de los vínculos que tenía
sión que habían autorizado días atrás no era más que “una excepción”, al con las socias de la beneficencia, sino que hacía efectivo el compromiso
no haberse solucionado aún “la falta absoluta de local”, lo que impedía asumido por el poder ejecutivo de sostener a la agencia tras su nacionali-
–como se precisaba– colocar ni siquiera “una sola cama más”.21 zación. También revelaba que los principales problemas de la Convalecen-
Un mes después de aquel intercambio epistolar se leyó en la asamblea cia –su sobrepoblación y los límites edilicios– formaban ahora parte de las
de la Sociedad el balance de la Convalecencia correspondiente al año an- preocupaciones y áreas de acción del Estado nacional.
terior. La estadística arrojó entonces que al 31 de diciembre de 1881 la po- Por esos años, el compromiso gubernamental abarcó tanto al manico-
blación del manicomio era de 377 mujeres internadas, es decir, 13 menos mio como a otras instituciones sanitarias públicas. Aunque con dificulta-
que a comienzos de ese mes.22 Esa pequeña diferencia fue asumida por las des y tensiones, los fondos públicos financiaron las ampliaciones edilicias
socias como una prueba de que la decisión asumida era un acierto y que, en los hospitales de la ciudad, buscando sanear sus interiores e instalar no-
por lo tanto, debían mantenerla. ciones higiénicas que permitieran disminuir los riesgos de infecciones y fu-
Pero para la flamante policía de la Capital sería cada vez más notorio turas epidemias. Por eso se blanquearon muros, se cambiaron letrinas, se
que se trataba de una medida discrecional que la obligaba, en definitiva, a instaló en algunos la red de agua potable y, sobre todo, se construyeron
custodiar a las dementes. nuevos pabellones y barracas para alojar más enfermos.
En los meses siguientes el cierre de las admisiones se mantuvo. Sin Aquellas políticas se sustentaron en un conjunto de presupuestos que
embargo, las inspectoras aceptaban a algunas dementes cuando lo consi- configuraron a la higiene como una ideología de las transformaciones ur-
deraban posible. Y las socias debieron reconocer que ante cada negativa el banas a partir de la cual era posible transitar el camino hacia “la civiliza-
malestar crecía. Justamente por eso, decidieron avanzar en el proyecto de ción” de una forma “científica” y, por lo tanto, “neutra” o ajena a los con-
edificar un nuevo departamento donde asilar a las crónicas.23 Comenzaba flictos sociales en general y a las diferencias sociales existentes.25 Llevarlas
así una larga serie de proyectos, ampliaciones y refacciones que atravesarían adelante no significó un avance lineal y sin pugnas y, menos aún, que las
a la institución a lo largo de la década de 1880. razones pudieran prevalecer sobre las políticas. Contrariamente, como se
analiza más adelante, las marchas y contramarchas que se generaron tras
los bastidores de la administración pública desnudaron dos situaciones. La
La ampliación de los acuerdos: los ensanches edilicios primera era que la higiene y las instituciones sanitarias no constituían pro-
blemas de orden técnico ni científico, sino político. La segunda, que aún
Fue a fines de febrero de 1882 que la Sociedad elevó una solicitud para era largo el trecho que se debía recorrer para conformar un proyecto más
que el ministro del Interior enviara a un arquitecto del Departamento de definido en torno a la salud pública.
Ingenieros de la Nación “para que examine el local e indique el paraje más Si bien muy pronto las socias reconocerían que las obras de ensanche
adecuado para la construcción de un salón” y proyecte, a su vez, la forma traerían nuevos problemas e incertidumbres al seno del manicomio, en
“que debe darse a la construcción”.24 En ese momento, la respuesta no se abril de 1882 su atención se dirigió en otra dirección. En ese momento de-
hizo esperar. El ministro Bernardo de Irigoyen, un viejo conocido y alia- bieron decidir si aceptaban o no las modificaciones plasmadas en los pla-
112 LOS SABERES DEL ESTADO VALERIA SILVINA PITA 113
nos entregados por el Poder Ejecutivo. Así lo hicieron. Pero iniciar la cons- En efecto, a finales de octubre de ese año, cuando el proyecto del en-
trucción de un nuevo salón no era un asunto sencillo ni inmediato. sanche llevaba cinco meses de ejecución, la Sociedad se confrontó con el
Significaba contar con las asignaciones presupuestarias correspondientes y, ingeniero de la obra cuando este propuso colocar pisos de madera en vez
más aún, sortear ciertas dificultades que podían presentarse por las dispo- de las baldosas inicialmente consignadas. Su pedido se basó en la necesi-
siciones de la nueva Ley de Contabilidad de la Nación, que prescribía que dad de bajar los costos, pues ya se había agotado el dinero destinado. Las
toda la administración pública debía llamar a licitación para cubrir todos señoras no estuvieron de acuerdo. Según explicó la presidenta al ministro,
los rubros sostenidos por aquellos. Las licitaciones no eran algo descono- los pisos de madera no eran “convenientes para un establecimiento de es-
cido para las señoras. Pero sí lo eran las disposiciones y las implicancias ta clase”,31 pues “las locas, por lo general, ensucian mucho los pavimentos,
que establecía la nueva ley. lo que no se puede siempre evitar, por más cuidado que se tenga”. Aclara-
Hacia fines de ese verano de 1882 la Sociedad ya había tenido proble- ba, además, que permanentemente debían ser lavados, y si estos eran de
mas al respecto, pues la Contaduría General se negó a abonar las partidas madera “se destruirían muy pronto”. Agregaba que tampoco era el tipo de
de los alimentos de los meses de enero, febrero y marzo.26 La razón era que revestimiento más indicado, ya que la madera era “conservadora de las mias-
no se habían hecho “efectivas las disposiciones de la ley”,27 es decir, no se mas” y, por lo tanto, era un elemento tanto antihigiénico como “susceptible
habían realizado las licitaciones pertinentes. de incendiarse”.32 Las razones argumentadas eran atinadas en una ciudad
A pesar de estar en falta, la Sociedad demandó que esas partidas les en la cual los incendios eran frecuentes en las construcciones de madera.
fueran entregadas. Nuevamente la respuesta ministerial fue favorable, no También eran preponderantes en una época donde las nociones médicas
sólo porque avaló su pedido, sino porque la eximió a futuro de llamar a li- referentes a que las enfermedades se transmitían por emanaciones maléfi-
citaciones por alimentos.28 Se hacía así evidente que, a pesar de las nuevas cas provenientes de la materia animal o vegetal en descomposición que
normativas, quedaba un margen de maniobra política para liberarse de contaminaban el aire. Asimismo, los argumentos empleados daban cuen-
ellas, lo que permitiría a la Sociedad de Beneficencia manejar algunos ta de un conocimiento entre las señoras de los principios de la higiene y
asuntos de forma autónoma y hasta discrecional. de sus intentos por establecerlos en las instituciones a su cargo. Pero, a su
Un tiempo después, Irigoyen comunicó su decisión de encargar la vez, ponían en evidencia la capacidad de esas mujeres para emplearlos po-
obra de ensanche al Departamento de Ingenieros, que dependía de su mi- líticamente cuando se trataba de sostener una decisión asumida por las ins-
nisterio.29 Esto significaba que un técnico supervisaría las obras, mientras pectoras a cargo de la institución o cuando era necesario –como sucedió–
que el propio ministerio convocaría a las licitaciones. negociar con el Ministerio una dotación extra de recursos para el ensanche
En esos años de acomodamiento tras la nacionalización, las socias de- del manicomio.
bieron reconocer las ventajas de depositar la supervisión en dicha depen- Como en otras oportunidades, el ministro avaló a la Sociedad ponien-
dencia, puesto que los diversos emprendimientos podrían desarrollarse sin do de relieve que, frente a las disidencias, las socias podían emplear a su fa-
su plena atención. Así, ellas se encargarían –según las bases del contrato vor razones sensibles para una administración comprometida con la ideo-
posteriormente suscripto– de retirar el dinero del Banco y abonar al con- logía de la higiene.
tratista,30 mientras que el resto de los controles serían materia del Minis- La discrepancia por los pisos no fue la única. En 1884, por ejemplo,
terio y sus técnicos. apareció una diferencia aún más notoria cuando las señoras rechazaron los
Sin embargo, las señoras descubrieron enseguida que el ingreso del planos levantados por el Departamento para un nuevo pabellón. Según ex-
Departamento de Ingenieros significaba la ampliación de los marcos en pusieron, si se avanzaba en dichos planos deberían tener que aguardar dos
que deberían concertar los acuerdos con respecto a las nuevas construccio- años para poder hacer uso de esas instalaciones; el valor de las obras sería
nes. Y ese descubrimiento estuvo asociado a un nuevo conflicto. sumamente gravoso sin que por ello se diera una solución definitiva a la
114 LOS SABERES DEL ESTADO VALERIA SILVINA PITA 115
falta de espacio en la institución. Ante esto preferían que se diseñara otro pisos a colocar, la clausura de la institución era ya un asunto del pasado. Si
tipo de propuesta que implicara menos dinero y que, sobre todo, pudiera bien la Sociedad había dispuesto inicialmente mantener su cierre hasta la
ser inaugurada en un plazo de tres meses.33 Los términos empleados en es- inauguración de la nueva obra, a comienzos de agosto debió abandonar tal
ta ocasión no ingresaron directamente en el universo higienista, poniendo decisión. La decisión no estuvo asociada a una revaluación interna acerca
de manifiesto que frente a las discrepancias esas mujeres podían hacer uso de la medida en sí misma, sino que –se lamentaron las señoras– estuvo di-
de otros argumentos, esta vez, económicos y financieros, aspectos que no rectamente vinculada a algo que aconteció en un calabozo policial.
eran menores al momento de negociar una ampliación edilicia. En efecto, luego de nueve meses de remitir nota tras nota solicitando
Durante la década de 1880 las tensiones que se generaron tras los pro- albergue para supuestas locas que se hallaban en la policía, el jefe Paz man-
yectos de ampliación del manicomio no sólo dieron cuenta de miradas y dó una última misiva. En esta comunicaba que una “alienada recojida en
propuestas diferentes y a veces entrecruzadas acerca de cómo debían enca- ese departamento” había sido hallada “muerta de frío” en el piso del cala-
rarse las obras, sino que también estuvieron asociadas a las características bozo donde había sido recluida, y que él temía que las demás que se en-
de una gestión pública en formación. Esta iba complejizando su mapa de contraban en el lugar corrieran “la misma suerte”36 si no eran de una vez
dependientes, dependencias y normativas aun cuando ello no significaba por todas conducidas al manicomio.
que sus mecanismos de regulación y funcionamiento estuvieran totalmen- La nota y los ecos en la prensa lograron vencer las últimas resistencias
te aceitados. En consecuencia, las demoras en las licitaciones, el extravío de las socias, y la clausura de las admisiones fue levantada.37 La resolución
de algún expediente o el retraso en los pagos a los contratistas podían im- asumida, según el director Eguía, significaba un paso atrás.38 Sin embar-
plicar atrasos o la suspensión de las obras, así como la intervención de las go, aunque él no lo reconoció, la eficacia del cierre ya había sido puesta en
inspectoras, del Consejo Directivo de la Sociedad y del Ministerio.34 duda, pues en esos meses se habían habilitado internaciones provenientes
Pese a las idas y vueltas, los ensanches siguieron siendo una respuesta no solamente de la policía sino también de particulares, jueces u otros fun-
concreta desde el poder central a los problemas denunciados. Este compro- cionarios estatales.
miso trajo aparejado diferencias y desafíos. Simultáneamente, constituyó Fracasada la clausura, qué hacer con las enfermas crónicas volvió a
otra de las singularidades de la institución en esa década: la compleja aso- transformarse en un tema de preocupación para el director Eguía. Ya no se
ciación entre administradoras, médicos, técnicos, ministros, funcionarios y trataba de impedir sus ingresos o colocarlas en alguno de los nuevos salo-
contratistas para, a lo largo de diez años, emprender cuatro etapas de am- nes dormitorio, sino de avanzar en otra dirección. Según creía, había lle-
pliación. Estas abarcaron nuevos salones dormitorios, galerías, patios, ba- gado la hora de utilizar las instalaciones del establecimiento para asilar ex-
ños, letrinas, comedores, dependencias de cocina y lavadero, y hasta un sa- clusivamente a las dementes crónicas y levantar en las inmediaciones “un
lón separado para alojar exclusivamente a las internas que padecieran verdadero manicomio”.39 Proyectaba así la construcción de un cuerpo de
alguna enfermedad infecciosa o contagiosa, el cual –según consignaba el di- edificios pensados desde sus cimientos para funcionar como tal.
rector y no sin cierto orgullo– se había basado “con ligeras modificaciones” Fueron varios los argumentos que Eguía empleó para convencer a las
en el “Plano de los pabellones del Hospital Washington” de Inglaterra.35 socias y al gobierno de la necesidad de emprender dicho proyecto. Sostuvo
que los ensanches eran respuestas que finalmente no daban solución a la
cantidad de internadas que todos los años se acumulaban en la Conva-
Las demandas médicas lecencia y que, por lo tanto, las condiciones higiénicas seguían siendo pre-
carias y los riesgos de infecciones, latentes. También intentó transmitir que
En octubre de 1882, cuando las obras de ampliación de la Convalecencia construir un nuevo manicomio representaba mucho más que levantar un
se suspendieron momentáneamente por las diferencias de criterios sobre los edificio. Se trataba de una tarea pendiente: dotar a la nación de una insti-
116 LOS SABERES DEL ESTADO VALERIA SILVINA PITA 117
tución cuya presencia, asumía, reflejaría los adelantos de la República en La fórmula era conocida en Buenos Aires, pues otros hospitales como
pos del “progreso”.40 Según explicaba, la ciudad de Buenos Aires, con su los de las colectividades se habían levantado gracias a las donaciones y sus-
consabida “importancia moral y material”, era ya “una de las primeras de cripciones públicas. Las socias de la beneficencia oficial bien sabían de este
Sud América”, y por eso “no podía quedar atrás de Río de Janeiro y Mon- camino que unía la solidaridad de los porteños al aporte financiero públi-
tevideo”41 en la solidez de sus instituciones. co, pues así habían planteado la edificación de la nueva sede del Hospital
Sus apelaciones al “progreso”, a la competencia con otras naciones y a de Mujeres.
la “importancia moral y material” que cobraba Buenos Aires no eran ca- Pero, justamente a comienzos de 1887, cuando la propuesta de Eguía
suales. La ciudad era el escenario de una serie de cambios: se demolían vie- fue leída, aquella experiencia era lo suficientemente cercana para conven-
jos edificios, se cavaban calles, se levantaban palacios en medio de baldíos cer a las socias de que emprender un proyecto de características similares
o viejas fincas, y se continuaba con las obras de aguas corrientes y cloaca- para el manicomio era sólo una cuestión de “voluntad”. Para ellas, llevar
les. Con ellos iba creciendo la certeza en un sector de los porteños que la adelante la edificación del nuevo hospital había sido una ardua tarea, tan-
nación construida desde la capital de la República estaba transitando una to por sus costos y su larga duración como por la dificultad que supuso in-
senda cuyo destino de grandeza la acercaba al mundo civilizado. También tegrar a diversas reparticiones y sectores estatales.
ponían de relieve expectativas y demandas compartidas en un sector de la A la vez, esos años fueron tiempos de cambios y reacomodamientos
comunidad médica que, apelando a la “honorabilidad” de los gobernan- no sólo para las socias de la beneficencia sino también para el poder cen-
tes, el “progreso” o “la ciencia”, buscaba reformar los manicomios y trans- tral, el municipal y las diversas reparticiones que conformaban a ambos,
formarlos en espacios diferenciados de las antiguas casas de reclusión de para la ciudad porteña y varias zonas del interior, como para la sociedad
dementes. argentina en general. Pero, en cierto modo, también fue una época de con-
Más allá de la creciente participación médica en diversas agencias es- tinuidades e indeterminaciones. La atención sanitaria y el control higiéni-
tatales y de las preocupaciones gubernamentales en torno a los problemas co formaron parte de la agenda pública, si bien sus contornos no estaban
de los manicomios públicos, la primacía de la ciencia sobre la política fue claramente perfilados, ni sus antiguas significaciones habían sido dejadas
por esos años una batalla perdida. Las decisiones que hicieron posible las atrás. De esta manera, la cuestión de los hospitales, sus dependencias ju-
ampliaciones fueron respuestas políticas derivadas de acuerdos y confron- risdiccionales, a quiénes debían atender y cómo debían ser sus edificios
taciones que, como se analiza a continuación, formaban parte de una eran asuntos que estaban aún definiéndose.
agenda estatal que aún estaba en estado de gestación. En esa época, el sistema sanitario público no estaba centralizado y los
hospitales públicos porteños dependían de la Nación o del municipio.
Aún no existía una repartición oficial que supervisara todas las institucio-
Las respuestas posibles nes sanitarias, y todavía no estaban claramente determinados los roles ni
la articulación entre las agencias estatales que confluían sobre aquellas. Por
Poco tiempo después de la epidemia de cólera de 1886, Eguía volvió a in- ello, eran recurrentes los roces y conflictos entre las diferentes reparticio-
tentar convencer a las socias de que había una alternativa capaz de ser lle- nes jurisdiccionales.
vada a la práctica para levantar un “manicomio modelo”. Expuso entonces Asimismo, era materia de debate quiénes debían recibir atención mé-
que su creación era “una cuestión de voluntad”,42 ya que para su realiza- dica de parte del Estado y en qué condiciones. Aunque por esos años en
ción era necesario contar con el apoyo del “Gobierno” y con la solidaridad Buenos Aires ya se habían inaugurado distintos consultorios médicos gra-
del “Pueblo”, quienes –no dudaba– “concurrirían hasta con entusiasmo” a tuitos que dependían de distintas instancias públicas, su apertura no signi-
tal empresa. ficó un desplazamiento de las antiguas significaciones que ceñían la aten-
118 LOS SABERES DEL ESTADO VALERIA SILVINA PITA 119
ción médica a “las clases menesterosas” o a “los pobres de solemnidad”. Esta que una epidemia asumía el “carácter de conflicto público”,47 como había
categoría tenía antiguas raíces y agrupaba a aquellas personas cuya condi- sucedido con anterioridad.
ción de pobreza era certificada por los jueces de paz, los curas párrocos, los Las indefiniciones y los desacuerdos no acababan allí, sino que abar-
vecinos notables y, también, por ciertos empleados municipales. Pese a que caban a los propios emprendimientos de reforma edilicia que se llevaban
en los años 1880 ni la sociedad porteña ni la del interior del país eran las adelante por esos años. De tal forma, mientras algunos proponían la cons-
mismas que antaño, constatar públicamente la pobreza siguió siendo una trucción de pabellones o edificios económicos montados a la manera de
práctica vigente. hospitales barracas de chapa y madera, otros acusaban lo improductivo de
Se habilitaba a ciertos pobres para que fueran atendidos gratuitamen- dichos proyectos por su condición “provisoria”, pues los materiales emplea-
te y se excluía formalmente a otros que no habían apelado a una autoridad dos no podían ser considerados “de larga duración”.48 En ocasiones, don-
pública para certificar su condición de pobreza. De hecho, por esos años, de antes se había festejado la inauguración de nuevos pabellones, pocos
esa exclusión se refrendó en la búsqueda de “fijar lo más netamente posi- años después se acusaba “que la disposición de sus salas están en oposición
ble cuáles son los pobres que tienen derecho entre nosotros a los socorros con todas las reglas de higiene hospitalaria”,49 poniendo en evidencia la
del Estado”.43 Algunos funcionarios llegaron a demandar la creación de un precariedad que portaban las nociones sobre la higiene y el saneamiento
“registro de pobreza” que determinara a ciencia cierta quiénes eran los po- institucional.
bres, como también a reclamar cambios en la reglamentación de las admi- Los establecimientos a cargo de la agencia rivadaviana no quedaban al
siones hospitalarias, tal como lo hizo el director de la Asistencia Pública, margen de estas indefiniciones y tensiones. Las presiones para recibir a las
intentando establecer que “la asistencia gratuita no sea concedida” a cier- crónicas, las indigentes y a toda una serie de mujeres enfermas o inválidas,
tos trabajadores como los portuarios que, cuando se accidentaban, eran por un lado, y la desconfianza que despertaban la diversidad de situacio-
conducidos a un hospital municipal.44 nes de marginalidad o los debates sobre los costos del mantenimiento hos-
Bajo la consideración de que los hospitales públicos debían atender a pitalario, por el otro, afectaban de manera directa a la Sociedad.
los pobres menesterosos de manera gratuita y al resto en carácter de pen- En suma, construir una nueva sede para el manicomio era un asunto
sionista –categoría instalada desde hacía largo tiempo y a partir de la cual que trascendía a la “voluntad” y la capacidad para reunir fondos como so-
se establecía el pago diario por la internación, los servicios médicos y los ñaba Eguía. Se trataba de generar consenso político y asumir un compro-
alimentos–, se ponía en el tapete el tema del financiamiento hospitalario miso que respondiera a un “¿para qué?”, en el momento adecuado y con
y, por ende, el rol del Estado nacional o municipal.45 Algunos funciona- un rumbo más cierto que aquel que por entonces primaba en los proyec-
rios o médicos influyentes creían que los hospitales y otros establecimien- tos, reformas y políticas sanitarias públicas.
tos de beneficencia pública debían sustentarse menos en las finanzas pú- En este mapa complejo, atravesado por idas y vueltas, por indefinicio-
blicas y más en la solidaridad de los ricos e, incluso, del pueblo en general. nes y contradicciones, para las integrantes de la Sociedad el principal pro-
Otros iban más allá, fundamentando la retirada del Estado. Por ejemplo, blema del manicomio consistía en la relación entre la falta de espacio y la
en 1887, el ministro Eduardo Wilde, médico de profesión, expresaba en presencia de un grupo de mujeres crónicas que no podían ser ubicadas en
un informe público su oposición a que las rentas de la Nación estuvieran otras instituciones. Por esto, la posibilidad de ampliar el edificio –aunque
cada vez más comprometidas a causa del funcionamiento de la beneficen- fuera con pabellones provisorios–, de sumar dormitorios y camas, y de
cia pública. Argumentaba que para el Estado era imposible “hacerse cargo mantenerlo en condiciones de salubridad e higiene era aún una solución
de la asistencia, manutención y educación de todos los enfermos”,46 pues concreta a los problemas del establecimiento.
sus cuidados, como el de los pobres o analfabetos, no era “un atributo del
Estado”, e insistía en que este debía ceñir su participación al momento en
120 LOS SABERES DEL ESTADO VALERIA SILVINA PITA 121
Cierre en marcha desde la administración roquista. Al mismo tiempo, permite re-
conocer cómo para esos contemporáneos el despliegue de los marcos de la
Durante la década de 1880 la Sociedad de Beneficencia debió afrontar di- estatidad supuso construcciones densas y particulares, nunca carentes de
versos desafíos asociados al pasaje jurisdiccional desde la provincia a la conflicto, sobre lo que para ellos ingresaba dentro de lo público, el Estado
Nación. Aunque para sus integrantes la nacionalización significó la reváli- y sus instituciones.
da de un pasaporte que les permitió mantenerse y consolidarse como la
principal agencia de beneficencia pública del país, también representó in-
sertarse en un denso mapa de relaciones, alianzas, desencuentros. Notas
A vista de lo sucedido en el manicomio de mujeres, la nacionalización
1 Ministro de Gobierno a la presidenta de la Sociedad de Beneficencia de Buenos
y los acuerdos a los cuales arribaron las socias con los hombres del Poder
Aires, 15 de diciembre de 1880. Instituciones Sociedad de Beneficencia y Asistencia Social
Ejecutivo hicieron posible elevar su presupuesto anual, contar con el aval
(en adelante SB), Copiadores de notas (1823-1926), Archivo General de la Nación (en
político para suspender las admisiones, tener exenciones a las normas es- adelante AGN).
tablecidas para la administración pública y, por sobre todo, avanzar con los 2
Carlos Correa Luna, Origen y desenvolvimiento de la Sociedad de Beneficencia (Bue-
proyectos de ampliación edilicia. Pero, simultáneamente, las señoras de- nos Aires, Establecimiento Tipográfico M. Rodríguez Giles, 1913); Carlos Correa Luna,
bieron aprender a desenvolverse en un marco más amplio y complejo que Historia de la Sociedad de Beneficencia, Tomo I (Buenos Aires, Talleres Gráficos del Asilo
de Huérfanos, 1926).
trajo al manicomio a otros agentes estatales y a otras agencias y dependen- 3 “Acuerdo sobre la entrega de la Sociedad de Beneficencia”, Registro Nacional Repú-
cias públicas. Por momentos, la presencia de ingenieros, arquitectos y con- blica Argentina, Tomo VIII, 1878-1881 (Buenos Aires, Taller Tipográfico de la Peniten-
tratistas o constructores generó tensiones y conflictos que hicieron eviden- ciaria Nacional, 1896), Nº 11801, 423.
te que la administración, la técnica y la ciencia no eran asuntos neutrales. 4
Valeria Silvina Pita, “Política, conflictos y consensos en torno al brazo asistencial
Por el contrario, como se puso de relieve en este trabajo, la confluencia en del Estado argentino. La Sociedad de Beneficencia de la Capital, 1880-1910”, en Mujeres
el manicomio de distintos funcionarios, agentes, técnicos y profesionales y Asistencia Social en Latinoamérica, siglos XIX y XX. Argentina, Colombia, México, Perú y
Uruguay, Yolanda Eraso (ed.), 95-130 (Córdoba, Alción Editora, 2009).
fue la clave que reforzó en esas mujeres insertas en el entramado estatal el 5
Ver: María Inés Passamante, Pobreza y acción social en la historia argentina. De la be-
ejercicio político de negociar, disputar y consensuar el rumbo que la insti- neficencia a la acción social (Buenos Aires, Humanitas, 1987); Eduardo Ciafardo, “Las da-
tución debía tomar, y los cambios o propuestas que debían ponerse en mas de beneficencia y la participación social de las mujeres en la ciudad de Buenos Aires,
marcha. Dicho de otro modo, las acciones políticas de las Socias pusieron 1880-1920”, Anuario IEHS (Instituto de Estudios Histórico-Sociales), núm. 5 (1990):
de manifiesto la complejidad que comportó para ciertos grupos profesio- 161-170; Héctor Recalde, Beneficencia, asistencialismo estatal y previsión social (Buenos
Aires, Centro Editor de América Latina, 1991).
nales, supuestos portadores de saberes específicos, consolidarse como una 6 Ricardo González, “Caridad y filantropía en la ciudad de Buenos Aires durante la se-
elite técnica. gunda mitad del siglo XIX” en Sectores populares y vida urbana, José Pedro Barran et al. (eds.)
Finalmente, este trabajo invita a reflexionar en torno a las incertidum- (Buenos Aires, CLACSO - Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, 1984, 253.
bres que en los años 1880 recorrieron los proyectos sanitarios públicos, y 7 Me refiero en particular a un variado grupo de trabajos entre los cuales se encuen-

cómo estas marcaron a la institución manicomio, a sus administradoras, a tran: José Luis Moreno, “Modernidad y tradición en la refundación de la Sociedad de
Beneficencia por las damas de la elite, durante el Estado de Buenos Aires, 1852-1862”,
otros agentes estatales, a la policía y a quienes desarrollaban su práctica
Anuario IEHS (Instituto de Estudios Histórico-Sociales), núm. 18 (2003); Alejandra
profesional en ella. Relevar las indecisiones de los funcionarios, las mar- Vassallo, “Bordando virtudes en la trama de la nación: la creación de mujeres republica-
chas y contramarchas de los proyectos de reformas, las presiones policiales nas, 1823-1880”, Mimeo, 2005; Donna Guy, “Madres vivas y muertas. Los múltiples
o las demandas desoídas del médico director del manicomio permite ver conceptos de la maternidad en Buenos Aires”, en Sexo y sexualidades en América Latina,
una cara menos conocida del proceso de institucionalización que se puso Daniel Balderston y Donna Guy (eds.) (Buenos Aires, Paidós, 1998); Donna Guy, “La
122 LOS SABERES DEL ESTADO VALERIA SILVINA PITA 123
verdadera historia de la Sociedad de Beneficencia”, en La política social antes de la política 27 Emma Van Praett de Napp al Ministro del Interior, 6 de marzo de 1882. SB,

social (caridad, beneficencia y política social en Buenos Aires, siglos XVII a XX), José Luis Copiador de notas 2 (1879-1882), 201, AGN.
Moreno (comp.), 321-341 (Buenos Aires, Trama Editorial; Buenos Aires, Prometeo, 28 Bernardo Irigoyen, Disposición de eximición de licitaciones públicas para provisión

2000). de alimentos y vestidos, 11 de abril de 1882. SB, Circulares Oficiales, Vol. I, 142, AGN.
8
Osvaldo Eguía, Movimiento anual del Manicomio Convalecencia, 15 de enero de 29
Bernardo Irigoyen a la Presidenta de la Sociedad de Beneficencia, 5 de mayo de
1880. SB, Hospital Nacional de Alienadas (en adelante HNA), Legajo 218, Tomo I, 238, 1882. SB, HNA, Legajo 218, Tomo I, 275, AGN.
AGN. 30 Sobre el contrato ver: nota de Presidencia de la Sociedad de Beneficencia al
9 Acta de Sociedad, 20 de diciembre de 1880. SB, Administración Central (en ade-
Ministro del Interior, 30 de diciembre de 1882. SB, Libro copiador 3 (1882-1885), 29-
lante AC), Tomo VIII, 249, AGN. 30, AGN; sobre la forma de los pagos mensuales ver: Presidencia de la Sociedad de
10
Rosario Peña de Bosch al Ministro del Interior, Antonio del Viso, 30 de diciem- Beneficencia al Ministro del Interior, 2 de enero de 1883. SB, Libro copiador 3 (1882-
bre de 1880. SB, Copiador de notas 2 (1879-1882), 114, AGN. 1885), 31, AGN.
11 Acta de Sociedad, 31 de enero de 1881. SB, AC, Tomo VIII, 252, AGN. 31
Rosario Peña de Bosch al Ministro del Interior, 28 de octubre de 1882. SB, Libro
12 Osvaldo Eguía a las señoras Inspectoras, 24 de octubre de 1881. SB, HNA, Legajo copiador 3 (1882-1885), 19, AGN.
218, Tomo I, 250, AGN. 32 Rosario Peña de Bosch al Ministro del Interior, 28 de octubre de 1882. SB, Libro
13
Ana C. de Perdriel y Rosario P. de Bosch a la Presidenta de la Sociedad de Bene- copiador 3 (1882-1885), 20, AGN.
ficencia, 30 de octubre de 1881. SB, HNA, Legajo 218, Tomo I, 252, AGN. 33
Sociedad de Beneficencia de la Capital, Informe al Ministro del Interior, 6 de fe-
14
Acta de Sociedad, 3 de noviembre de 1881. SB, AC, Tomo VIII, 286, AGN. brero de 1884. SB, Libro copiador 3 (1876-1878), 120-121, AGN.
15 Marcos Paz a la Presidenta de la Sociedad de Beneficencia, 18 de octubre de 188. 34 Acerca de los retrasos, ver: Bernardo Irigoyen a la Presidenta de la Sociedad de

SB, HNA, Legajo 218, Tomo I, 248, AGN. Beneficencia, 1 de abril de 1884. SB, HNA, Legajo 218, Tomo I, 318, AGN; sobre difi-
16 cultades en las licitaciones ver: Ministerio del Interior a la Presidenta de la Sociedad de
Emma Van Praett de Napp al Presidente del Consejo Nacional de Higiene, 3 de
noviembre de 1881. SB, Copiador de notas 2 (1879-1882), 172, AGN. Beneficencia, 4 de julio de 1884. SB, HNA, Legajo 218, Tomo I, 326, AGN.
17 35
Acta de Consejo, 3 de noviembre de 1881. SB, AC, Tomo VIII, 288, AGN. Osvaldo Eguía, Informe anual Manicomio de la Convalecencia, febrero 1887. SB,
18
Emma Van Praett de Napp al Presidente de la República Argentina, 1 de diciem- HNA, Legajo 218, Tomo II, 62, AGN.
36 Rosario Peña de Bosch al Jefe de la Policía, 3 de agosto de 1882. SB, Libro copia-
bre de 1881. SB, Copiador de notas 2 (1879-1882), 177, AGN; Julio Argentino Roca a
la Presidenta de la Sociedad de Beneficencia, 3 de diciembre de 1881.SB, AC, Legajo 218, dor de notas 3 (1876-1876), 3, AGN.
37
Tomo I, 256, AGN. “Episodio vergonzoso”, La Prensa, 30 de julio de 1882.
19 38
Marcos Paz a la Señora Presidenta de la Sociedad de Beneficencia, 6 de diciembre Osvaldo Eguía, Memoria anual Hospital de Mujeres Dementes, 18 de enero de
de 1881. SB, HNA, Legajo 218, Tomo I, 257, AGN. 1883. SB, HNA, Legajo 218, Tomo I, 283, AGN.
20 39
Filemon Naon a la Presidenta de la Sociedad de Beneficencia, 23 de diciembre de Osvaldo Eguía, Memoria anual Hospital de Mujeres Dementes, enero de 1885.
1881. SB, HNA, Legajo 218, Tomo I, 258, AGN. SB, HNA, Legajo 218, Tomo I, 350, AGN.
21 40
Santiago Correa al Comisario de Ordenes de la Policía de la Capital, Filemon Osvaldo Eguía y Felipe Solá a la Presidenta de la Sociedad de Beneficencia, 5 de
Naon, 30 de diciembre de 1881. SB, Copiador de notas 2 (1879-1882), 182, AGN. agosto de 1884. SB HNA, Legajo 218, Tomo I, 232, AGN.
22 Acta de Sociedad, 15 de febrero de 1882. SB, AC, Tomo VIII, 298, AGN. 41 Osvaldo Eguía y Felipe Solá a la Presidenta…, 231.
23 42
Acta de Sociedad, 15 de febrero de 1882. SB, AC, Tomo VIII, 299, AGN. Osvaldo Eguía, Memoria Anual del Manicomio, febrero de 1887. SB, HNA,
24 Emma Van Praett de Napp al Ministro del Interior, Señor Bernardo de Irigoyen, Legajo 218, Tomo II, 63, AGN.
43
27 de febrero de 1882. SB, Copiador de notas 2 (1879-1882), 197-198, AGN. Memoria de la Intendencia Municipal de la Capital de la República correspondiente
25 Ver: Sidney Chalhoud, Cidade Febril. Corticos e epidemias na corte imperial (San a 1885. (Buenos Aires, Sud-América, 1886), 207.
Pablo, Companhia das Letras, 1996); Diego Armus, “El descubrimiento de la enfermedad 44 “Asistencia Pública”, en Memoria de la Intendencia…, 129.

como problema social”, en Nueva Historia Argentina, Tomo V, El progreso, la moderniza- 45 Ver Ricardo González Leandri, “José María Ramos Mejía. Médico, intelectual y

ción y sus límites (1880-1916), Mirta Lobato (ed.), 507-561 (Buenos Aires, Sudamericana, funcionario del Estado (1870-1900)”, en Saberes y prácticas médicas en Argentina. Un re-
2000). corrido por historias de vida, Adriana Alvarez y Adrián Carbonetti (eds.), (Córdoba,
26 Asamblea de Sociedad, 6 de marzo de 1882. SB, AC, Tomo VIII, 304, AGN. Universidad Nacional de Córdoba, 2008), 119-120.
124 LOS SABERES DEL ESTADO
46 Memoria del Ministerio del Interior presentada al Honorable Congreso Nacional por

el Dr. Eduardo Wilde correspondiente a 1887 (Buenos Aires, La Tribuna, 1888), 51.
47 Memoria del Ministerio del Interior…, 55.
48 Memoria del Ministerio del Interior…, 57.
49 “Asistencia Pública”, en Memoria de la Intendencia Municipal de Buenos Aires co-

rrespondiente al año 1889 (Buenos Aires, Sud-América, 1891), Tomo I, 127.


Itinerarios de la profesión médica
y sus saberes de Estado
Buenos Aires, 1850-19101

Ricardo González Leandri

Un temprano proyecto médico profesional

Este capítulo propone analizar el itinerario recorrido por las elites médicas
de Buenos Aires en el proceso social de conversión de sus prácticas y co-
nocimientos específicos en “saberes de Estado”. Esa transformación no se
trató de un trayecto lineal, puesto que durante su transcurso los médicos
diplomados –que hacia mediados de siglo XIX no gozaban de una identi-
dad de cuerpo clara y uniforme– se enfrentaron a múltiples dificultades.
Estas derivaron sobre todo del vínculo directo entre ese proceso y la crea-
ción de un espacio que permitiera a la práctica médica convertirse en legí-
tima y monopólica, ámbito que se amplió, además, a la búsqueda de lo
que algunos autores denominan un “monopolio cognitivo”.2
Ya desde mediados del siglo del siglo XIX, e incluso antes, puede ha-
blarse de la existencia de un proyecto médico, no exento de coherencia,
que se arrogaba la capacidad de abordar una multiplicidad de cuestiones
que –dadas las características de la época– podrían definirse de una mane-
ra amplia como sociales. En un discurso pronunciado en 1852 con moti-
vo de la refundación de la Escuela de Medicina –que sería convertida en
forma casi inmediata en Facultad independiente–, y en un clima social ca-
racterizado por la preocupación por los peligros externos en cuestiones sa-
nitarias, el presidente de la institución, Dr. Antonio Fernández, explicita-
ba ese proyecto de amplias miras. Consideraba que las atribuciones
médicas características debían incluir el estudio y tratamiento de cuestio-
126 LOS SABERES DEL ESTADO RICARDO GONZÁLEZ LEANDRI 127
nes vinculadas al clima, los alimentos y el carácter, hábitos, pasiones y mé- la relación curador-paciente– no descansaba de forma predominante en
todo de vida de las personas. Según el vicepresidente Juan José Montes de una mediación “técnica” generada desde el interior de unos grupos más o
Oca, el cumplimiento de esos objetivos era posible por la estrecha relación menos profesionalizados, sino más bien en criterios de prestigio social
que los médicos mantenían con el Estado, lazo estratégico que pensaban derivados de la ubicación de los respectivos curadores en la escala de
fortalecer aún más en el futuro.3 estratificación social. Esto se aplicaba tanto en el ámbito de las elites como
Si bien sus elites se mostraban satisfechas con su papel relevante en las en el de los sectores populares. Desde una determinada perspectiva, un
facciones políticas, los médicos como cuerpo presentaban marcados rasgos aspecto relevante de la construcción social de la salud como problema
de debilidad que los situaban lejos de las prerrogativas y los privilegios de específico en Buenos Aires en el siglo XIX no habría consistido principal-
corporaciones más consolidadas, como la milicia o la abogacía. Otra cues- mente en el diseño de criterios curativos eficaces –cuestión culturalmente
tión que los afectaba era su marcada división interna entre una elite que muy lábil– sino sobre todo en la consolidación de un clima de confianza
–sin ser exclusivamente académica– impulsaba desde la Facultad iniciati- generalizada en la capacidad mediadora de los diplomados en esferas
vas de acercamiento al Estado, y un heterogéneo grupo de otros practican- personales y colectivas especialmente sensibles y conflictivas. Los resulta-
tes con muy variadas trayectorias. En este último se destacó un notable nú- dos obtenidos durante ese período por los médicos diplomados fueron
mero de médicos extranjeros, algunos de los cuales tenían una dilatada bastante decepcionantes en ese aspecto, especialmente si se tiene en cuen-
presencia en el país. A esta particular situación de los médicos se sumaba ta la envergadura de sus expectativas iniciales.
el hecho de que dentro del propio campo del arte de curar actuaba otro Pero las elites médicas recorrieron también otros caminos. Trataron de
colectivo, el de los químico-farmacéuticos, que también gozaba de sus persuadir a un Estado que en general disponía de pocos recursos y un radio
mismos vagos privilegios legales e institucionales. Con aspiraciones simi- de acción muy limitado de la bondad de sus saberes y de su utilidad técnica
lares a las de los médicos, estos mostraban sin embargo un enraizamiento y política. Lo paradójico del caso –que sitúa a los médicos muy lejos de la
social amplio y una organización corporativa más sólida y eficaz. idea de un grupo de presión en el sentido clásico– es que trataban con au-
Las elites médicas intentaron salvar la gran distancia existente entre toridades a veces más convencidas que ellos mismos de la utilidad para el
unos objetivos tan ambiciosos y una realidad social plena de matices e in- Estado de ciertas prácticas médicas. A pesar de sus dudas con respecto a la
dicios negativos por medio de una política de largo plazo que descansó, acción del Estado, los médicos basaron sus intentos de predominio en plan-
en una parte importante, en la consolidación institucional y académica. tear espacios fluidos de colaboración con dicho organismo –en fase de cons-
Esta implicó la formación, reproducción y disciplinamiento de estudian- titución– y con la administración local. La construcción y ampliación pos-
tes y profesores jóvenes que se convertirían, al poco tiempo, en actores so- terior de esos espacios afianzaron concepciones específicas de lo público y de
ciales de influencia creciente. Por otro lado, y de forma complementaria, la intervención municipal o estatal.5
esas mismas elites promovieron la subordinación y el recorte de atribu- Como resultado, los médicos participaron activamente en la cons-
ciones a un conjunto amplio de otros curadores. Ello fue posible gracias trucción, mejora y control de instituciones curativas específicas, como los
a la implementación de estrategias limitativas de índole credencialista y hospitales. Se trató de un proceso social que atravesó por grandes dificul-
de gestiones –muchas veces informales– propias de un sistema político de tades debido a las distintas jurisdicciones y grupos sociales involucrados, a
notables.4 las múltiples concepciones caritativas y filantrópicas que entraron en jue-
Una de las grandes dificultades que se presentó a los médicos diplo- go y, en particular, a sus escasos logros prácticos, por lo menos hasta fina-
mados durante esos años fue la inexistencia de un mercado “curativo” que les de siglo. Al mismo tiempo, grupos de diplomados que fueron adqui-
abarcara al conjunto de la población. La cuestión de mayor trascendencia riendo una creciente especificidad intentaron insertarse de lleno en el
durante todo el siglo fue que el pacto de confianza –sobre el cual se basaba monitoreo de cuestiones de política higiénica. En consecuencia, este pro-
128 LOS SABERES DEL ESTADO RICARDO GONZÁLEZ LEANDRI 129
ceso social –que en cierta medida ya estaba prefigurado en el propio idea- de influencia de los catedráticos, durante bastante tiempo esa vinculación
rio de los líderes de la Facultad en 1852– se caracterizó por una compleja –fuente importante del desarrollo de un poder médico– existió sólo como
y original amalgama de iniciativas políticas, saberes específicos que busca- deseo.8 Sin embargo, fue un hecho importante que junto a la Academia y
ban legitimidad, y cuestiones institucionales vinculadas a la consolidación la Facultad se creara también el Consejo de Higiene, dado que, además de
estatal. la atribución de proteger las incumbencias médicas frente a los curadores
Dicho proceso se mostró clave en el curso de la segunda mitad del si- irregulares, esta institución gozó de la capacidad de vincular los saberes y
glo XIX, ya que en su base se situaba una cuestión insoslayable: que la prácticas médicas a las políticas impulsadas desde el Estado. De todas
composición, desempeño institucional y estrategias predominantes de las formas, el hecho de que fuera por mucho tiempo un organismo meramente
elites médicas de la época se relacionaron de una manera muy estrecha con consultivo da cuenta de las dificultades que tuvieron las elites médicas, a
el mundo de la política, por lo que dieron lugar a circunstancias borrosas pesar de su importancia y poder, en sus intentos de posicionarse en la
en las que “saberes técnicos” y política se afianzaban, pero a la vez se limi- primera línea de la acción estatal. Por eso mismo, los debates que durante
taban mutuamente en un complejo movimiento.6 décadas se centraron en la composición del organismo y sus escasas
Conviene enmarcar históricamente la cuestión. Las medidas concretas atribuciones dan cuenta de la forma que adquirió a lo largo de esos años la
que comenzaron a adoptarse tras la refundación de la Facultad para afianzar intersección entre saberes, prácticas médicas y lógicas de crecimiento de
la posición legalmente privilegiada de los médicos diplomados y la un Estado incipiente.9 Debido a su relevancia, este tema siguió presente en
institucionalización de sus saberes y prácticas pronto pusieron a la vista la la agenda médica y en la de los respectivos gobiernos, incluso bastante
seria ambivalencia que corroía a su elite, que en ocasiones mostraba una después de la nacionalización del Consejo en 1880.
cierta displicencia con respecto a esas iniciativas, tal vez por ser el único El Estado y la Municipalidad prometían intervenir para paliar los
sector que tenía una clientela asegurada. Por ello mismo, los catedráticos problemas higiénicos, pero chocaban con dificultades de orden político y
muy pronto comenzaron a ser cuestionados por otros sectores médicos técnico, puesto que para hacerlo de manera efectiva era imprescindible
–algunos emergentes y otros de arraigo más tradicional– que, debido a su que la Higiene y la prevención fueran definidas en términos tales que
propia debilidad, fruto de la inexistencia de un mercado amplio del arte de legitimaran sus acciones. La solución a ese desafío fue resultado de una
curar, necesitaban imperiosamente que ese proyecto institucional tuviera pugna por el control del sentido de esos conceptos entre los distintos
éxito. Fue un primer aviso de cómo el ámbito académico y el del resto de los grupos implicados. A su vez puede afirmarse que la conformación de la
diplomados –con sus múltiples y heterogéneos proyectos de inserción idea de Higiene –en cuanto mecanismo de intervención pública asociado
profesional– se interrelacionaban a pesar de la modestia del medio, y por lo a la figura del médico diplomado y a la trayectoria institucional del Con-
tanto, se afectaban mutuamente. Se trató de una cuestión que se iba a sejo– siguió el ritmo que le marcó la irrupción de las epidemias de cólera,
mostrar decisiva tras los notorios cambios sociales e institucionales del fin de fiebre amarilla y viruela.10
siglo. Durante la epidemia de fiebre amarilla de 1858 se hizo notoria la pre-
El impulso a un ámbito específicamente académico –signo muy apre- sencia de un pequeño grupo de “especialistas” –en el cual se destacaban los
ciado por su valor simbólico y por su ligazón al “progreso”– fue visualizado químico-farmacéuticos Miguel Puiggari y Charles Murray– que discutía so-
como de gran importancia por los médicos diplomados y por los altos bre las distintas concepciones de “Higiene pública” e “Higiene municipal”.
representantes gubernamentales desde la década de 1850. La orientación Los ejemplos que ambos citaban y las experiencias que proponían emular
clínica que predominó fue crucial para el afianzamiento profesional.7 –que conocían exhaustivamente– pusieron de manifiesto que nacía un nue-
Aunque fue intensa la vocación de vincular –al estilo francés– la Facultad vo espacio de debate higiénico en el que sus participantes actuaban como
con los hospitales y tender a conformar una red que ampliara el espectro traductores e impulsores de conocimientos que superaban cualitativamen-
130 LOS SABERES DEL ESTADO RICARDO GONZÁLEZ LEANDRI 131
te a los vigentes hasta entonces. Sus características más notorias fueron, en La extrema gravedad de la epidemia de fiebre amarilla de 1871
primer lugar, su internacionalización, a tono con las Conferencias de Hi- sacudió y puso a prueba al cuerpo médico y a sus instituciones, y persuadió
giene promovidas por instancias gubernamentales y científicas para com- a las autoridades de la necesidad de contar con un “cuerpo técnico” que
batir de forma coordinada el peligro epidémico global. En segundo lugar, impidiera los usos políticos que se hacían de esos momentos de crisis. Se
se destacó su clara apelación al gobierno tanto para que aplicara políticas trataba de prevenir y producir intervenciones regulares, para lo cual, sin
concretas como para que colaborara en la difusión de ciertos conocimien- embargo, ni las autoridades ni los médicos tenían la suficiente solidez
tos. Hubo que esperar todavía un tiempo para escuchar la opinión de los institucional.17
médicos locales, hecho que se dio a través de Pedro Mallo en la Revista Dos cuestiones importantes merecen ser destacadas aquí por su rela-
Médico-Quirúrgica. Curiosamente se trató de un médico joven que no ción con distintos aspectos de la articulación entre expertos y saberes
mantenía un trato fluido con el estamento médico académico dominante.11 demandados por el Estado. En primer lugar, la Higiene adquirió mayor
Los años transcurridos entre la epidemia de cólera de 1867/68 y la de legitimidad como herramienta de intervención gubernamental pasó a for-
fiebre amarilla de 1871 fueron decisivos para la historia del vínculo entre mar parte, de una manera mucho más importante, del imaginario social y
saberes, prácticas médicas e higiene pública.12 La epidemia de cólera de fi- urbano de las elites, lo que potenció el papel de instituciones médicas como
nes de 1867 ayudó a que se visualizara con más claridad la relación entre el Consejo. En ese sentido fueron notorias las obras de infraestructura y sa-
higiene, política y estabilidad institucional, a la vez que incentivó las dis- neamiento urbano que se iniciaron inmediatamente después.18 En segundo
cusiones sobre el origen del cólera, sus características y formas de transmi- lugar, la magnitud de la epidemia de 1871 hizo que los gobiernos de
sión.13 Fue entonces que el tema de la higiene adquirió, como preocupa- Argentina, Brasil y Uruguay se decidieran a celebrar un congreso sanitario
ción pública, muchos de los rasgos centrales con los que se consolidaría en para estudiar la elaboración de planes y protocolos de acción conjunta. A
años posteriores. A pesar de un abordaje todavía confuso, dado que aún Eduardo Wilde, jefe de la delegación argentina, se le encargó la redacción
no se conocían los agentes de la enfermedad, puede decirse que los gran- de un anteproyecto de código sanitario internacional, con lo que se vio
des temas de la higiene –como la idea de “foco de infección”, la de preven- encumbrado a la categoría de médico higienista de primera fila. Era eviden-
ción y el énfasis en el control de las condiciones de vida y salubridad de la te que, de forma perentoria, el joven Estado necesitaba contar con repre-
población, sobre todo a través de inspecciones domiciliarias– ya estaban sentantes y gestores.19 Se trata en estos casos de claros indicios de cómo
presentes.14 Como consecuencia de esta nueva situación, los médicos di- ciertas estrategias médicas habrían sido también un subproducto del pro-
plomados locales iniciaron una ofensiva desde la recién creada Asociación ceso de consolidación de un Estado que, a su vez, se hallaba inmerso en una
Médica Bonaerense para que se les reconociera el derecho a participar en coyuntura internacional de creciente interconexión, uno de cuyos rasgos
la elaboración de las medidas adoptadas.15 relevantes en la esfera higiénica/sanitaria fue la proliferación de con-
Un hito se produjo en ese aspecto con la promulgación en 1870 de ferencias y tratados.
la ley del Consejo de Higiene, que al limitar la capacidad de actuación En el transcurso de la década de 1870, una época de profundas divi-
de los químico-farmacéuticos e incorporar varias de las exigencias de los siones políticas, se produjeron importantes reacomodamientos en el seno
médicos renovadores, dio un fuerte espaldarazo a la corporación médi- de las elites médicas que en más de una ocasión dieron lugar a sonados
ca. Lo importante en este caso fue cómo, para sortear la negativa del li- conflictos. El cambio más decisivo fue la creación de una nueva Facultad
beralismo hegemónico a promover espacios de intervención pública que de Ciencias Médicas, que fue incorporada a la Universidad en 1874 y pasó
pudieran dar lugar a derechos exigibles, la elite médica se describió a sí a ser gobernada por una remozada Academia.20 Tras veinte años de auto-
misma como impulsora de iniciativas que eran a la vez caritativas y cien- nomía frente a otras elites corporativas como los abogados, y acostumbra-
tíficas.16 da a un trato directo con los respectivos ministros de gobierno, la corpo-
132 LOS SABERES DEL ESTADO RICARDO GONZÁLEZ LEANDRI 133
ración médica no podía sino mostrar sus dudas acerca de un proceso que, co, pero sobre todo el Círculo– pusieron en entredicho, en una pugna de
si bien la beneficiaba en muchos aspectos, colocaba entre ella y el gobierno alto contenido simbólico, el papel que la Academia se atribuía como
una estructura institucional y burocrática que implicaba la necesidad de impulsora y única garante de la “Medicina Nacional”.
negociaciones permanentes, arduas y no deseadas con otros cuerpos Otro proceso que se desarrollaba en paralelo a esas pugnas, y que tuvo
profesionales. lugar durante los últimos años de la década de 1870 y en la siguiente, fue
La creación de la nueva Academia fue producto de una serie de ne- la entronización de la Higiene como “saber de Estado” a cargo de los
gociaciones y tensiones bastante extendidas entre un conjunto heterogé- médicos. Este proceso estuvo estrechamente relacionado con los cambios
neo de actores del campo médico. El resultado al que se llegó –que no fue que sucedieron en el seno de la corporación de los químico-farmacéuticos,
otro que un superficial remozamiento de la elite dirigente gracias a la in- en especial con la pérdida de preponderancia de su sector profesional/aca-
corporación en su seno de algunos miembros más jóvenes y otros cer- démico. Ese sector se vio seriamente constreñido por varias cuestiones,
canos a los círculos gubernamentales– fue decepcionante para muchos. entre ellas por el avance de un grupo interno que era portador de una lógica
Dado que esos cambios no prestaban suficiente atención a los criterios, más estrictamente comercial, por los límites que le impuso la elite médica
más amplios y radicales, que ya fuera en aspectos estrictamente académi- que controlaba el Consejo de Higiene y por la negativa de los académicos
cos como de gestión habían esgrimido estudiantes profesores y médicos a autorizar una Facultad de Farmacia independiente. Fueron también sin-
subalternos, la recién creada Academia pronto se vio sumida en nuevas tomáticos en tal sentido los avatares que condujeron a la creación de la
dificultades. Conviene resaltar que uno de los impulsores de esa reno- cátedra de Higiene en la Facultad de Medicina.23
vación fue el propio Estado que, dada la coyuntura, se vio atrapado entre En el debilitamiento de ese sector profesional/académico de los far-
dos lógicas que no podían sino colisionar, y que terminaron afectando a macéuticos incidió también de una manera importante la promulgación
las Academias, en la medida en que habían sido creadas como institu- –hacia el final de la década– de una nueva ley del arte de curar que afianzó
ciones paradójicamente poderosas y frágiles a la vez.21 la posición privilegiada que los médicos comenzaban a disfrutar con res-
Como parte de ese mismo proceso el espacio médico se amplió y di- pecto al gobierno, organismo que en ese momento pasaba por cambios
versificó con la fundación del Círculo Médico –asociación de estudiantes y institucionales cruciales. La nueva normativa daba fuerza de ley a una vieja
médicos jóvenes de importante papel, presente y futuro, en la conflictiva aspiración de los médicos y farmacéuticos diplomados: la prohibición de
renovación académica y de otros ámbitos médicos– y con la “refundación”, ejercer ramo alguno del arte de curar sin título expedido por la Facultad
durante esos años, de la Revista Médico-Quirúrgica. Esta publicación se de Medicina.24
orientó a potenciar objetivos médicos más sociales y a ensalzar la impor- Durante los treinta años transcurridos entre la refundación de la Facul-
tancia que el establecimiento de vínculos con centros académicos europeos tad de Medicina y la promulgación de la Ley del Arte de Curar en 1877, la
podía tener como estrategia de legitimación para los médicos jóvenes corporación médica –de por sí muy fluida en su composición y característi-
interesados en la función pública y como activo para su negociación con cas– experimentó una profunda alteración en su entramado interno. De la
políticos y funcionarios.22 mano de cambios sociales y urbanos que se harían muy notorios en décadas
La señalada diversificación del espacio médico implicó cuestiones de posteriores, nuevos actores colectivos surgieron entre los diplomados, quie-
notable trascendencia futura tanto para la difusión de novedades cien- nes entonces se vieron obligados a una redefinición constante de su fisono-
tíficas e institucionales como para el realzamiento del papel de los médi- mía corporativa. A su vez, se fueron forjando importantes pautas de relación
cos en ese proceso de transmisión de saberes. Dicho proceso de ampliación –prácticamente inexistentes en un comienzo– entre el espacio académico, el
y diversificación de espacios se vio también apuntalado por el hecho de grueso de los practicantes diplomados e instituciones médicas como el
que ambas formaciones –la Revista Médico-Quirúrgica y el Círculo Médi- Consejo de Higiene y los hospitales. Entre esos tres ámbitos médicos, que se
134 LOS SABERES DEL ESTADO RICARDO GONZÁLEZ LEANDRI 135
mostraban cada vez más interdependientes, se consolidó una trama de rela- En ese marco, una cuestión significativa fue el ascenso, a caballo entre
ciones densa y plena de matices, condicionada por factores de distinto or- los años 1870 y 1880, de varios médicos a la más alta esfera gubernamental.
den. Por una parte, comenzó a incidir de una manera cada vez más relevan- Debido a la particular coyuntura, les cupo jugar un papel fundamental
te la idea de progreso, que se hizo especialmente fuerte entre un sector de como constructores y, a la vez producto, tanto de algunas dimensiones
médicos vinculados a la Facultad, lo que contribuyó a que el incipiente ám- específicas del Estado como de la propia profesión médica.28 En forma
bito médico académico se tiñera de un alto contenido simbólico, con la paradójica, y gracias precisamente a su papel relevante en los “círculos”
“Medicina Nacional” como estandarte. Por otra parte, el despertar de un in- políticos, lograron innovar en aspectos importantes de la acción pública y
cipiente mercado médico generaba nuevas tensiones y lógicas de funciona- diferenciarse de otros médicos/políticos/catedráticos anteriores e incluso
miento que aquejaban al conjunto de los diplomados. Por último, institu- contemporáneos, lo cual fue logrado gracias al énfasis que pusieron en el
ciones como el Consejo de Higiene, y más tarde la Asistencia Pública, a carácter “técnico” de su carrera hacia la cúspide.29
pesar de su precaria institucionalización y escasos recursos comenzaban a En este punto se impone preguntarse cuánto y cómo innovaron con
constituirse como espacios generadores de conocimiento, experiencia y prác- respecto a las limitaciones y lugares comunes de su época. Fue
ticas médicas específicas. La combinación variable de esos tres factores a lo paradigmática en ese sentido la trayectoria de Guillermo Rawson, quien
largo de las décadas siguientes determinaría las maneras y los tonos de la tanto en sus lecciones de Higiene como en su ensayo sobre las casas de
conversión de ciertos conocimientos y prácticas de gestión de los médicos inquilinato señalaba la importancia de cuestiones ya abordadas en años
diplomados en “saberes de Estado”, y les permitió formar parte relevante de anteriores con bastante precisión por otros médicos, farmacéuticos y
una lógica de intervención estatal temprana, con sus debilidades y contra- filántropos como Juan H. Scrivener, Miguel Puiggari o Charles Murray.
dicciones.25 Lo mismo puede decirse de sus reflexiones más sociales sobre la manera en
que la irrupción de epidemias volvía evidente la interdependencia entre
ricos y pobres. A tenor de este ejemplo emblemático podría pensarse que
Las décadas del fin de siglo: lo realmente innovador de estos personajes médicos no habría estado tanto
nacionalización, reforzamiento institucional en sus lecciones ni en su obra escrita, sino más bien en el lugar desde
y reconfiguración del campo académico donde pronunciaban sus discursos.30 Por otra parte, tanto Rawson como
Eduardo Wilde lograron que las cuestiones que abordaban trascendieran
El año 1880 marcó un punto de inflexión importante en la historia ar- precisamente porque estaban arropados por un prestigio que entonces sólo
gentina. A la consolidación definitiva del Estado nacional se sumaron el otorgaba la política de facciones.
inicio de una mayor estabilidad política y un crecimiento económico sin Mayor potencialidad innovadora mostraron sin embargo algunos
precedentes. El lema “Paz y administración” ilustró muy bien aquella juicios vertidos por Wilde, sobre todo si se tiene en cuenta que adhería a
voluntad institucional, a la que también se plegaron los médicos como una ideología liberal y anticorporativa bastante radical, como quedó claro
corporación naciente.26 La modernización del país –que a partir de en su participación en el diseño de la Ley Avellaneda.31 En tales juicios y
entonces se aceleró– trajo aparejados nuevas realidades y problemas en sus intervenciones públicas Wilde articuló ideas específicas sobre la
derivados sobre todo del arribo masivo de inmigrantes, la transformación salud como problema con otras nociones que enfatizaban el papel inter-
urbana y una incipiente industrialización. Así se prefiguró una nueva ventor del Estado en cuanto garante de la “salud del pueblo”. Fijó de tal
realidad social que años más tarde daría lugar a la moderna Cuestión forma las pautas de un liberalismo interventor en materia de salud que, de
Social, con sus tensiones y su demanda de una más amplia y compleja manera sutil, soslayaba al mismo tiempo todo control sobre la actividad
intervención gubernamental.27 propia de los médicos.32
136 LOS SABERES DEL ESTADO RICARDO GONZÁLEZ LEANDRI 137
Wilde puede ser considerado como el personaje médico clave de la fueron también la nacionalización de la Universidad y el traspaso del
década de 1880. Por sus cargos gubernamentales se vio obligado a lidiar Hospital Buenos Aires a la Facultad en 1883, lo que tuvo consecuencias
con una situación sin duda compleja y plena de ambigüedades, que de relevancia sobre la orientación docente adoptada efectivamente por la
necesitaba de una política que articulara sentimientos e intereses locales y corporación médica, debido al papel que pasó a ocupar en dicho hospital
nacionales de una manera novedosa. No obstante, su actividad estuvo escuela la experiencia “al pie de la cama” y la consolidación del pensamien-
favorecida por una situación político social que movía al optimismo, con to anatomopatológico.37
abundancia de recursos y la inexistencia de peligros de involución.33 Un hecho de notable trascendencia con respecto a la vinculación entre
Al mismo tiempo, también fue peculiar la relación que Wilde entabló saberes médicos y actividad estatal fue también la convocatoria por parte
con la Academia de Medicina, de la que era uno de sus miembros más del gobierno, tras la epidemia de cólera de 1886, de una conferencia
relevantes. Esta relación no fue simple en absoluto, y osciló entre la solici- médica que “nacionalizó” los problemas higiénicos al plantear la necesidad
tud más extrema y un control férreo, hasta de los detalles más específi- de elaborar un proyecto sanitario de carácter permanente en las provincias
cos.34 Que los médicos hubieran colocado a uno de los suyos en la más al- bajo la coordinación del Departamento de Higiene. Si por un lado la
ta esfera gubernamental se presentó entonces como una realidad plena de proclamada nacionalización reformuló a partir de sus propuestas la relación
matices, algunos de ellos incómodos para quienes detentaban el poder in- con los distintos ámbitos provinciales y locales, por el otro fue consecuencia
terno en la corporación. de una internacionalización que tenía varias caras: una intelectual, otra po-
Hitos importantes de esta etapa fueron la nacionalización del Consejo lítica y una tercera, comercial y diplomática.38 Efectivamente, los resultados
de Higiene –que durante los primeros tiempos se mantuvo a un nivel más de esa conferencia médica nacional fueron inseparables de otra convoca-
bien formal– y la creación de la Asistencia Pública en la ciudad de Buenos toria internacional previa, en la cual los comisionados argentinos Susini y
Aires. A pesar de su modestia inicial, esta última significó también un Astigueta participaron junto con los de Brasil y Uruguay.39 El nuevo e
importante indicio de cómo comenzaban a influir los problemas médicos importante tratado sanitario que se firmó entre los tres países incluyó, en
“internos” en las decisiones gubernamentales. Sin embargo, la vinculación forma expresa, que cada uno de los Estados firmantes debería contar con
posterior de ambas instituciones con la más amplia propuesta de centralidad autoridades médicas con capacidad de control efectivo sobre la sanidad y
juarista y, en especial, con los mecanismos de promoción que incrementa- los flujos mercantiles y de personas.40
ron el protagonismo de algunos médicos jóvenes como Telémaco Susini, Se inició a partir de esa fecha un proceso de remozamiento estructural
José Penna, José María Ramos Mejía y Mariano Astigueta, entre otros, de de la actividad sanitaria orientada desde el Estado que gozó del apoyo de la
notoria actividad institucional y académica posterior. En este punto fue prensa política y de los sectores influyentes de la opinión pública.41 Parale-
decisiva la continuidad de Wilde como ministro, dado que primero los lamente se produjo una maduración de la experiencia médico institucional,
promovió durante el mandato presidencial del general Roca y luego los que se reflejó en los debates que tuvieron lugar durante estos últimos años
consolidó durante el de Miguel Juárez Celman.35 y que implicaron un importante salto cualitativo. El artífice de ese salto fue
En el ámbito académico fue fundamental la promulgación de la Ley Guillermo Udaondo, en especial a partir de sus reflexiones sobre el modelo
Avellaneda, que orientó las innovaciones institucionales y científicas que de “centralidad” y el concepto de “jurisdicción sanitaria”, los que, según su
comenzaban a producirse desordenadamente en esos años. Pero no obs- criterio, y en caso de ser aplicados de manera concienzuda, permitirían un
tante, el afán anticorporativo del ministro Wilde, uno de los artífices de la afianzamiento del proyecto médico/estatal frente a las autoridades políticas
reforma, y su prevención contra la actividad concertada de los profesores locales.42 Pero la aplicación de esa estrategia debía ser obligadamente lenta,
universitarios terminó por consolidar a las Academias en su papel de dada la persistencia de carencias profilácticas serias y de jurisdicciones sani-
círculos monopolizadores del poder profesional.36 De similar importancia tarias confusas.
138 LOS SABERES DEL ESTADO RICARDO GONZÁLEZ LEANDRI 139
La caída del gobierno de Juárez Celman tras la frustrada revolución y Bastante diferentes resultaron las cosas en el ámbito académico. La re-
la crisis económica de 1890 afectó de una manera distinta a cada uno de lación entre Academia y gobierno, mediada desde 1874 por las autorida-
los ámbitos de la corporación médica, lo que condujo a una decisiva des universitarias, se complejizó tras los sucesos de 1890. Lo más novedo-
redefinición de sus relaciones. El retiro de Wilde de la escena política, so fue la conformación de un nuevo tipo de relación que derivó en un
anticipado por el deterioro que sufrió su imagen pública con motivo de la renovado consenso entre el elenco directivo de la Facultad y los médicos
enajenación de las obras de salubridad de Buenos Aires, implicó, sin duda, activos en el Círculo Médico Argentino, quienes se habían mostrado su-
una disminución de la influencia directa de la corporación médica en el mamente críticos con respecto a su orientación científica, donde las pau-
gobierno. Sin embargo, también produjo un cierto relajamiento del control tas generales de una medicina clínica jugaron un papel clave, como con la
gubernamental, lo que permitió el afianzamiento de una relación más gestión interna de la Facultad.47
matizada, como lo demostró el nombramiento de Guillermo Udaondo El nuevo consenso permitió una importante reconfiguración –casi
–partícipe de la revolución de 1890– para el cargo de director del Consejo una refundación– del espacio académico, al incidir sobre líneas de traba-
de Higiene. Si bien a raíz de la crisis política se produjeron algunas jo, experimentación y pautas de especialización, y al facilitar el surgi-
sacudidas en el armazón médico burocrático diseñado por Wilde, no hubo miento de nuevas jerarquías. Dado que el acuerdo alcanzado implicaba
en general cambios de importancia, al menos en lo inmediato: la influencia cuestiones de “política” interna y temas científicos, facilitó también que
de los médicos que habían afianzado su posición en la burocracia estatal varios de los más relevantes ex alumnos y profesores críticos –que estaban
con Juárez siguió consolidándose con efectos importantes sobre el conjunto ya entrando en plena madurez– desecharan opciones alternativas de inde-
de la corporación profesional. pendencia y se incorporaran poco a poco a la estructura académica, pri-
La trayectoria del Consejo de Higiene fue una prueba de ese afianza- mero en puestos docentes subalternos y posteriormente como directivos.
miento. Un conflicto jurisdiccional entre el Consejo y la Intendencia de Esto fue posible por la incipiente orientación de varios de ellos como “es-
Buenos Aires convenció al presidente Carlos Pellegrini de la necesidad de pecialistas” durante esos años.48 De importancia en el mediano plazo, el
fortalecer su alcance nacional por medio de una ley.43 Una vez promulgada acuerdo alcanzado comenzó a mostrar sus límites casi en forma inmedia-
la norma, la presidencia del Consejo recayó en Ramos Mejía, con lo cual el ta debido a una realidad social que lo desbordaba y cuyos síntomas más
gobierno lo legitimaba en el papel de interlocutor “científico” de las evidentes fueron, por un lado, el declive del Círculo Médico Argentino
autoridades en un momento en el que se estaban redefiniendo los vínculos como representante de profesores jóvenes y estudiantes, y por el otro, sus
entre los altos cargos “técnicos” del Estado y el elenco político.44 conflictos y divisiones internas, que estallaron en 1890 y, en forma más
Ramos Mejía intentó un cambio estratégico de la institución que él nítida, en 1900.49
mismo definió como el ejercicio de un “rol complejo”, que consistía en Gracias a ese nuevo clima de acuerdo inestable que se estaba creando
combinar, a nivel nacional, intervenciones frente a los “peligros exóticos” en su seno, el grupo de médicos que ahora era cooptado por la dirigencia
con políticas preventivas orientadas a transformar el “medio interno”. Lo de la Facultad, sumaba a su experiencia organizativa, adquirida en el seno
novedoso de esta situación fue que, a diferencia de notables casos anteriores, del Círculo, la que también logró en la Capitanía del Puerto, el Consejo
estos planes se esgrimían desde la misma cúspide “técnica” del Estado: ahora de Higiene y la Asistencia Pública. El hecho de que tales organismos estu-
hablaba un médico, y lo hacía como tal y no como un médico ejerciendo de vieran en proceso de consolidación otorgaba un valor agregado al apren-
político, aunque obviamente ocupaba el cargo por “confianza política”.45 dizaje de estos médicos, enriquecido por el análisis, sobre el mismo terre-
Estas transformaciones coincidieron con un nuevo impulso que se dio a la no, de las dificultades imperantes para el diseño de una política sanitaria
Asistencia Pública desde la Municipalidad de Buenos Aires a partir de la pública y por el monitoreo de otras cuestiones, también concretas y espe-
reestructuración iniciada por Emilio Coni en 1892.46 cíficas. Todo ese bagaje de conocimientos y experiencias era así “reincor-
140 LOS SABERES DEL ESTADO RICARDO GONZÁLEZ LEANDRI 141
porado” al espacio académico, en el cual esos médicos de carrera colabora- demiólogo Penna, eran todos a su manera higienistas de experiencia, las
ban tanto en su consolidación efectiva como en dotarlo de un carácter más innovaciones en este campo tuvieron un vínculo ambiguo con el núcleo
flexible. dirigente de la Facultad de Medicina, lo que otorgó un sentido un tanto
A ese enriquecimiento del espacio académico también contribuyó la paradójico al itinerario recorrido por ciertos saberes médicos en su conver-
propia heterogeneidad de la experiencia del grupo que ahora se incorpora- sión en “saberes de Estado”.
ba. A Ramos Mejía y Astigueta –que habían ocupado importantes cargos di-
rectivos– se sumaban varios otros, como Penna, Susini, Wernicke, Baldome-
ro Sommer, Pedro Arata, quienes en general habían ocupado espacios Campo académico, saberes de Estado
jerárquicamente más acotados.50 Estos últimos eran de importancia dado y profesionalismo a principios del siglo XX.
que era mucho lo que en ellos se jugaba en relación con la construcción de Una mirada hacia el futuro y consideraciones finales
un cierto sentido específico de la intervención médica.51 No fue casual que,
enmarcados por la consolidación ideológica que facilitó la emergencia de ese Hacia 1895 distintos sectores de la opinión y de la prensa señalaban que la
nuevo y lábil consenso entre los académicos y sus antiguos críticos, emergie- corporación médica había alcanzado un importante nivel de éxito y vatici-
ran con fuerza en el seno de la Facultad varios debates interrelacionados naban un futuro todavía más halagüeño. El afianzamiento que observaban
acerca del tipo de relación deseado entre práctica médica privada y práctica los contemporáneos se asentó sobre tres pilares sólidos, a pesar de que cada
científica, y entre “ciencia al servicio del Estado” y “al servicio de la satisfac- uno de ellos presentaba sus flaquezas. El primero fue que, a pesar de que
ción de las necesidades materiales”. médicos como Emilio Coni seguían considerando a Buenos Aires como el
Buena parte de la reconfiguración del campo médico académico en la paraíso de los curanderos y curanderas, comenzaba a observarse en las ciu-
década de 1890 se debió a los esfuerzos del Círculo Médico y estuvo rela- dades –y entre determinados sectores sociales que el propio proceso de ur-
cionada con el largo proceso de afianzamiento de una “mirada clínica”, ya banización ampliaba– un predominio creciente de la práctica de los médi-
presente en los discursos de reinstalación de la Facultad hacia mediados de cos diplomados. Los atisbos de lo que Susana Belmartino denominó un
siglo, en la posterior reforma de 1875 y en la implantación del Hospital “protosistema de salud”, que ella sitúa entre 1890 y 1930, se hacían cada
de Clínicas como eje central de la Facultad de Medicina a partir de 1883. vez más evidentes. Este sistema implicaba la consolidación de una nueva ló-
También influyó en la reconfiguración la consolidación de la Higiene co- gica de funcionamiento asistencial y curativo, basada en una combinación
mo “saber de Estado”. Sin embargo, aquí la imbricación de la Facultad fue de servicios públicos, mutualidades (nuevo actor de proyección creciente)
más bien indirecta, puesto que las cátedras específicas de esta materia ca- y consultorios particulares. No obstante, la pretensión de los médicos de
recieron durante esta década de la necesaria envergadura y visibilidad, so- convertirse en el eje central de ese sistema estaba aún lejos de ser una reali-
bre todo si se tiene en cuenta la importancia de sus temas para la consoli- dad, dado que compartían el protagonismo en la gestión con otros actores
dación de una dimensión específica del Estado. Además, desde el campo sociales e institucionales como la Sociedad de Beneficencia.53
académico –entendido en un sentido restringido– escasas obras alcanzaron El segundo pilar fue el papel relevante que comenzaron a jugar el
entonces la trascendencia y el valor simbólico que habían adquirido en su Consejo de Higiene, una vez que precisó algunas líneas de actuación de
momento las lecciones de Wilde, Rawson y Pedro Mallo. Por otra parte, efectivo alcance nacional y, en el ámbito metropolitano, la Asistencia
aquellos que producían obras sobre Higiene o estaban en condiciones de Pública. Se destacó la continuidad y regularidad de las actuaciones de am-
hacerlo –como Coni, por ejemplo– sólo accedían a nombramientos hono- bos organismos, lo que a la vez que incrementó las capacidades y la auto-
rarios.52 Si bien puede decirse que muchos de los recién incorporados a las nomía de los médicos diplomados, y ayudó a consolidar su papel como
distintas cátedras, como Wernicke, Susini, el mismo Ramos Mejía y el epi- corporación de expertos vinculada al Estado.54
142 LOS SABERES DEL ESTADO RICARDO GONZÁLEZ LEANDRI 143
El tercer pilar, clave para explicar la dubitativa evolución de las eli- tables que, de a poco, entraba en decadencia, corroída en su propio seno
tes de la profesión médica en la primera mitad del siglo XX, fue la re- por el surgimiento de aires reformistas.
configuración del campo académico que tuvo lugar en la década de La influencia del proceso de reconfiguración del campo académico en
1890. Tras años de intentos con resultados agridulces, este proceso apun- el fin de siglo sobre el conjunto de la actividad médica y sobre la conver-
taló mecanismos reglados de reproducción del cuerpo profesional, la ne- sión de sus prácticas y conocimiento en “saberes de Estado” resulta una
cesaria experimentación y también el valor simbólico de la práctica aca- cuestión clave que necesita ser precisada con más detalle en investigacio-
démica. Permitió asimismo ligar de forma más estrecha las iniciativas nes futuras. Existen, sin embargo, indicios que muestran que durante esa
médicas con valores deseados por los sectores social y políticamente re- década la relación entre los miembros del ámbito universitario y el colec-
levantes, aunque fueran expresados de manera poco clara y hasta contra- tivo de médicos practicantes se intensificó al mismo tiempo que se hizo
dictoria. A pesar de un déficit de legitimidad originaria de sus elites rec- más fluida y compleja. Aunque ambos polos cambiaban, sobre todo lo ha-
toras, durante esta década la Facultad de Medicina creció de una manera cía el de los practicantes, inducido por la emergencia de nuevos pacientes
significativa. Y se vio a su vez reforzada por una serie de reformas que in- de clase media y la consolidación de actores colectivos como las mutuali-
cluyó nuevos planes de estudio, la incorporación de especialidades como dades.
resultado del acuerdo entre distintos grupos académicos y la reglamenta- La mayor interdependencia entre sectores médicos se hizo evidente en
ción de las actividades de los profesores suplentes.55 Sin embargo, tal vez las tensiones experimentadas en el campo académico y que expresaron, de
más importante que estas transformaciones haya sido la mayor circulación manera sintomática, cambios y demandas sociales globales y modificacio-
demostrada por su elenco de profesores en aquellos otros espacios e ins- nes internas. Un análisis “relacional” de esas tensiones –algunas de las cua-
tituciones mencionados más arriba, dentro de un proceso de creciente les derivaron en conflictos institucionales de envergadura, y por tanto
burocratización donde se aplicó de manera concreta la política estatal. abierto al conjunto de los médicos practicantes– permite ubicarlas como
Conviene resaltar por último que el afianzamiento señalado se dio en el mojones de un proceso de constitución profesional de características am-
marco de un amplio crecimiento social, urbano e institucional, con de- plias y trascendentes. Conviene destacar en este sentido que en general las
cisivas consecuencias sobre múltiples aspectos internos y externos al tensiones se produjeron como consecuencia de iniciativas encaminadas a
campo académico. revertir la orientación “profesionalista” de la Universidad y de la Facultad
Lo que los contemporáneos observaban era el afianzamiento de un de Medicina, y debido a los intentos de ampliación de la base social del
modelo profesional sólido en varios aspectos. Sin embargo, también estaba campo académico impulsados por un heterogéneo grupo que incluía a
bastante difundida la opinión de que si bien el modelo organizativo vigen- profesores, estudiantes y aspirantes y que gozaba del apoyo de la prensa y
te era exitoso para determinados sectores profesionales –aunque lento con la opinión pública.56
respecto a las demandas de una sociedad en pleno proceso de cambio–, no Una crítica contra el “profesionalismo” imperante, que incluía un se-
lo era en absoluto para todos los médicos, y mucho menos para todos los rio cuestionamiento del modelo de organización académica propuesto por
involucrados en el campo del arte de curar. Una mirada más atenta, basa- las elites, comenzó a emerger en distintos ámbitos, incluso en el mismo
da en juicios posteriores y también en los de algunos contemporáneos, gobierno. Su impacto fue tan intenso que no pudo ser amortiguado ni por
muestra ya entonces la existencia de rasgos de debilidad para la proyección la incorporación de profesores y académicos nuevos ni por los cambios en
futura de los médicos como actores colectivos, quienes irían adquiriendo los planes de estudio, a pesar de todo lo que tenían de innovadores. Fue
mayor relevancia en las primeras décadas del siglo XX. Paradójicamente, esa esencial en este aspecto que la crítica a las instituciones académicas vigen-
debilidad descansaba en aquello que hasta entonces había sido su mayor tes diera pie a debates acerca de cómo los médicos se insertaban en las dis-
fortaleza: el estrecho vínculo del proyecto médico con una política de no- tintas alternativas del reformismo político, social e institucional en auge y
144 LOS SABERES DEL ESTADO RICARDO GONZÁLEZ LEANDRI 145
podían convertir sus prácticas y conocimientos en “saberes de Estado”, en la lógica –o no sólo a ella– del movimiento juvenil universitario reformista
especial en lo vinculado al control higiénico, urbano y de las “enfermeda- o prereformista. El elemento clave aquí fue el hecho de que el modelo de
des sociales”. gobernabilidad al que se tendía durante el período de los reformistas libe-
En paralelo a esos debates, la emergencia de opiniones encontradas en rales necesitaba de forma imperiosa convertir una serie de temas vagamen-
el campo político con respecto a la gestión sanitaria y el papel crecientemen- te definidos como sociales o institucionales –relacionados a la gestión de
te impugnador de nuevos grupos estudiantiles, apoyados por importantes problemas de una población heterogénea y crecientemente conflictiva– en
sectores de la opinión pública, pusieron en tela de juicio la propia legitimi- auténticas cuestiones culturales y científicas de largo alcance. El gobierno
dad de los académicos. Y de una manera bastante más contundente que las obtenía conocimientos esenciales para lidiar con la cuestión social, a la vez
críticas que desde la década de 1870 se vertían sobre su monopolio. Ya no que la relación entre expertos y Estado comenzaba a redefinirse.58
se trataba, como entonces, de una pugna por definir la “medicina argentina” El nuevo ideal profesional que comenzó a forjarse descansaba tanto en
y por determinar quién debía liderarla sino de otra cuestión. De un carácter una redefinición de las jerarquías académicas, y en una visión más com-
más social, si se quiere, esta controversia involucraba aspectos importantes pleja de las posibilidades de la intervención estatal y de la acción de su in-
para la gobernabilidad de un país que estaba transformando su fisonomía so- teligentzia técnica como en una reflexión –más fina que la que se venía de-
cial y en el que comenzaba a pesar cada vez más la existencia de nuevos sec- sarrollando entre los médicos– acerca de la capacidad del “juicio de los
tores sociales con mayores demandas. pares” para matizar la lógica del mercado sobre las cuestiones de índole sa-
El afán de cierta historiografía de realzar la importancia de las críticas nitaria e higiénica.59 Esos ideales se plasmaron en estrategias de actuación
a la orientación predominantemente “profesionalista” de las facultades en el pública en cuya orientación tuvieron un papel destacado médicos funcio-
proceso modernizador de la Universidad a partir de un uso restringido del narios como José Penna y Gregorio Aráoz Alfaro.
concepto “profesional” ha derivado en interpretaciones que, si bien apun- Al proponer una relación aún más sólida entre los médicos, sus saberes
tan cuestiones relevantes, polarizan en exceso el papel jugado por cada uno y un Estado en proceso de transformación, no resultó fácil que ese ideal pro-
de los actores implicados.57 Según esta mirada, la cuestión se habría dirimi- fesional se afianzara. Ello se debió sobre todo al apego de importantes miem-
do en la pugna entre viejas elites corporativas, académicas y de profesores bros de la elite médica al anterior modelo, adherido al entramado propio de
–portadoras de una lógica institucional fundamentalmente “profesional”– la política de notables del siglo XIX y que había sido particularmente eficaz
y otros grupos y asociaciones que abogaban por convertir a la universidad para sus intereses corporativos. Pero si bien este modelo fue perdiendo prota-
en un ámbito en el que predominaran el debate cultural y las prácticas cien- gonismo, ni las elites médicas transformadas ni el propio Estado –a pesar de
tíficas. Sin embargo, una realidad más matizada surge a partir de una ob- la capacidad innovadora que por momentos desplegó– fueron capaces de
servación de los acontecimientos del campo médico en la última década del consolidar alternativas más concretas sino hasta pasados los años treinta.
siglo XIX y la primera del XX, que presta más atención a ciertos fenóme-
nos de interdependencia entre el ámbito académico, el conjunto de los mé-
dicos practicantes y los procesos de producción de saberes y nuevas prácti- Notas
cas que comenzaban a darse en el seno de instituciones y organismos
1 Este artículo es uno de los resultados del proyecto de Investigación “Circulación
sanitarios estatales y municipales. Lo que parece haber acontecido como
internacional de saberes y prácticas institucionales en la consolidación del Estado Social
novedad fue la emergencia de un ideal profesional, al cual podríamos adje-
en Argentina” HAR 2009-13555, financiado por el programa I+D del Ministerio de
tivar como “integrador”, que consideró que los cambios y reconfiguracio- Ciencia e Innovación del gobierno de España, y contó con la colaboración de María Belén
nes del campo académico constituían requisitos fundamentales para su pro- Irazábal. Agradezco tanto los comentarios de Pilar González Bernaldo, Juan Suriano, Elda
pia consolidación. Se trató de un proceso que no necesariamente atendió a González, Mirian Galante y Pablo Souza a versiones previas como las sugerencias de
Mariano Plotkin, Eduardo Zimmermann y Jimena Caravaca.
146 LOS SABERES DEL ESTADO RICARDO GONZÁLEZ LEANDRI 147
2 Para el proceso de profesionalización médica en Buenos Aires en el siglo XIX véase: 7 Cantón, Historia de la medicina…, 68-91. Según Magalli Sarfatti Larson el número

Ricardo González Leandri, Curar, persuadir, gobernar. La construcción histórica de la profesión de sus grandes hospitales fue lo que llevó a París a convertirse en la capital mundial de la
médica en Buenos Aires 1852-1886 (Madrid, Biblioteca de Historia de América / CSIC - ciencia médica en la primera mitad del siglo XIX. Magalli Sarfatti Larson, The Rise of
Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1999). Puede analizarse también adaptan- Professionalism: A Sociological Analysis (Berkeley, University of California Press, 1979), 24-25.
do el concepto de “experto”. Al respecto véase: Federico Neiburg y Mariano Plotkin 8 Ello se debió sobre todo a la escasez de recursos (materiales y organizativos) y a la

(comps.), Intelectuales y expertos. La constitución del conocimiento social en Argentina (Buenos pugna de atribuciones que la Facultad mantuvo con la Municipalidad y la Sociedad de
Aires, Paidós, 2004), 15-28. Para el concepto de monopolio cognitivo: Andrew Abbott, The Beneficencia.
System of Professions (Chicago, Chicago University Press, 1988), 35-85. Este se vio enmarca- 9 Juan Carlos Veronelli, Medicina, gobierno y sociedad (Buenos Aires, El Coloquio,

do a su vez dentro de una cuestión más amplia, la de la construcción social de la salud co- 1975), 43-45; Ricardo González Leandri, “Breve historia del Departamento Nacional de
mo problema, que en los últimos años ha sido abordado desde distintas perspectivas por una Higiene. Estado, gobernabilidad y autonomía médica en la segunda mitad del siglo XIX”,
serie de autores: Hugo Vezzetti, La locura en la Argentina (Buenos Aires, Folios, 1981); en Un Estado con rostro humano. Funcionarios e instituciones estatales en Argentina (desde
Diego Armus, La ciudad impura (Buenos Aires, Edhasa, 2007); Diego Armus (ed.), Entre 1880 hasta la actualidad), Ernesto Bohoslavsky y Germán Soprano (eds.), 59-85 (Buenos
médicos y curanderos. Cultura, historia y enfermedad en la América Latina moderna (Buenos Aires, Prometeo; Buenos Aires, Universidad de General Sarmiento, 2010).
Aires, Norma, 2002); Diego Armus, “El descubrimiento de la enfermedad como problema 10
Diego Armus, “El descubrimiento de la enfermedad como…”, 521-532; González
social”, en Nueva Historia Argentina, Tomo V, El progreso, la modernización y sus límites Leandri, Curar, persuadir, gobernar, 57-112; Héctor Recalde, Las epidemias de cólera,
(1880-1916), Mirta Lobato (ed.), 507-561 (Buenos Aires, Sudamericana, 2000), los artícu- 1856-1895 (Buenos Aires, Corregidor, 1993), 43-79; Olga Bordi de Ragucci, Cólera e in-
los incluidos en Mirta Lobato (ed.), Política, médicos y enfermedades. Lecturas de Historia de migración (Buenos Aires, Leviatán, 1992), 13-111; José Penna, El cólera en la República
la salud en la Argentina (Buenos Aires, Biblos, 1996); Héctor Recalde, La salud de los traba- Argentina (Buenos Aires, Imp. La Semana Médica, 1897); Agustina Prieto, “Rosario,
jadores en Buenos Aires (1870-1910). A través de las fuentes médicas (Buenos Aires, Grupo Epidemias, higiene e higienistas en la segunda mitad del siglo XIX”, en Política, médicos y
Editor Universitario, 1997); Susana Belmartino et al., Las instituciones de salud en la enfermedades, Mirta Lobato (ed.), 57-71 (Buenos Aires, Biblos, 1996).
Argentina, desarrollo y crisis (Buenos Aires, Secretaria de Ciencia y Técnica, 1987); Susana 11 Proponían emular al Consejo de salubridad de París y seguir las recomendaciones
Belmartino, La atención médica argentina en el siglo XX. Instituciones y procesos (Buenos Aires, de la conferencia de Higiene de Bruselas. Consejo de Redacción, “Consejo de Higiene
Siglo XXI, 2005); Susana Belmartino et al., Corporación médica y poder en salud (Rosario, Pública”, Revista Médico-Quirúrgica 1, núm. 2 (23 de abril de 1864), 21; Consejo de
Centro de Estudios Sanitarios y Sociales, 1988); Jorge Salessi, Médicos, maleantes y maricas. Redacción, “Artículos comunicados. El Consejo de Higiene Pública”, Revista Médico-
Higiene, criminología y homosexualidad en la construcción de la nación argentina (Buenos Aires, Quirúrgica 1, núm. 3 (8 de mayo de 1864), 38; Miguel Puiggari, “¿Debe la realización de
1817-1914) (Rosario, Beatriz Viterbo, 1995); Adrián Carbonetti y Ricardo González las medidas higiénicas y sanitarias fiarse exclusivamente a las iniciativas de las municipali-
Leandri (eds.), Historias de salud y enfermedad en América Latina, siglos XIX y XX (Córdoba, dades?”, Revista Médico-Quirúrgica 2, núm. 1 (8 de abril 1865), 2.
Centro de Estudios Avanzados, Universidad Nacional de Córdoba, 2008); María Silvia Di 12
Durante esos años, con motivo de la reforma del Consejo de Higiene, un sector
Liscia, Saberes, terapias y prácticas médicas en Argentina (1750-1910) (Madrid, Biblioteca de de médicos que abogaba por la reforma de las atribuciones de este organismo se enfrentó
Historia de América / CSIC - Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 2002). a sectores con fuerte peso en la legislatura provincial que intentaban impedir toda nor-
3
Eliseo Cantón, Historia de la medicina en el Río de la Plata, Tomo 3 (Madrid, ma en tal sentido. Dichos sectores eran de la opinión de que se trataba de una injerencia
Hernández y Galo Sáez, 1928), 33-34. indebida del Estado en cuestiones privadas. Por ello fueron tildados de “liberticidas” por
4
González Leandri, Curar, persuadir, gobernar, 31-55. los médicos implicados en esas iniciativas. Consejo de Redacción, “La Junta de Higiene
5 Algunas de esas ideas estaban implícitas en la acción comunal que por mandato
Pública”, Revista Médico-Quirúrgica 4, núm. 16 (23 de noviembre de 1867), 242-243.
constitucional comenzaba a implementarse para esas fechas. Ricardo González Leandri, 13
Un tumulto popular obligó a las autoridades municipales a renunciar, y posibili-
Pilar González Bernaldo de Quirós y Juan Suriano, La temprana cuestión social. La ciudad tó que la oposición política asumiera el control del gobierno como “Comisión de
de Buenos Aires durante la segunda mitad del siglo XIX (Madrid, Colección América / Salubridad”. Prieto, “Rosario: Epidemias, higiene…”; González Leandri, Curar, persuadir,
CSIC-Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 2010), 31-86. gobernar, 66-76; Consejo de Redacción, “Consejos al Pueblo”, Revista Médico-Quirúrgica
6 Los médicos se valían de su posición en las facciones para imponer sus criterios, pe-
3, núm. 3 (8 de mayo de 1866), 40.
ro estaban a su vez constreñidos por una lógica que no alcanzaban a modificar, al menos 14 Predominó la opinión de médicos extranjeros con experiencia en la lucha
hasta casi el fin de siglo. Ver: Ricardo González Leandri, “Madurez y poder. Médicos e anitepidémica de otros continentes, como J[uan] H. Scrivener y Thomas Hutchkinson,
instituciones sanitarias en la Argentina a fines del siglo XIX”, Entrepasados XIV, núm. 27 este último cónsul inglés en Rosario. Proponían en la prensa diaria planes de saneamiento
(principios de 2005), 133-153. interno, e instaban a actuar sobre los “corralones” y aplicar las medidas higiénicas que ya
148 LOS SABERES DEL ESTADO RICARDO GONZÁLEZ LEANDRI 149
se estaban adoptando en Gran Bretaña y Alemania. En el intercambio de opiniones que Historia de la Ciudad de Buenos Aires, Ramón Melero García (coord.), 35-38 (Buenos
se produjo a continuación intervinieron algunos médicos jóvenes locales como Miguel Aires, Instituto de Estudios Históricos de la Ciudad de Buenos Aires, 1988); González
Ángel Golfarini, cuya visión escéptica sobre la capacidad de la ciencia en ese caso concreto Leandri, Curar, persuadir, gobernar, 185-222; Pablo Souza, “El Círculo Médico y su pa-
encubría además una crítica contundente al funcionamiento institucional y académico de pel en la configuración del pensamiento médico clínico, Buenos Aires, 1875-1883”, En-
la profesión médica local. J. H. Scrivener, “Higiene contra el cólera”, La Tribuna, 22 de trepasados XVI, núm. 31 (comienzos de 2007), 141-159; Mariano Bargero, “Condi-
enero de 1868, 2-3; Thomas Hutchkinson, “El cólera así llamado, en el Rosario”, Revista ciones institucionales y culturales de la enseñanza de la Medicina en Buenos Aires:
Médico-Quirúrgica 4, núm. 3 (8 de mayo de 1867), 38-47; Recalde, Las epidemias de có- reformas académicas y movimientos estudiantiles en 1874 y 1906”, Entrepasados XI,
lera, 43-79; Miguel Ángel Golfarini, “El eclecticismo en Medicina”, Revista Médico- núm. 22 (principios de 2002), 91-112.
Quirúrgica 4, núm. 12 (23 de septiembre de 1867), 179. 23
Francisco Cignoli, “Contribuciones a la Historia de la Farmacia Argentina”, Revis-
15
La Asociación solicitaba que sus miembros fueran consultados con mayor frecuen- ta del Centro de Estudiantes de Farmacia y Bioquímica (Universidad de Buenos Aires) Tomo
cia por las autoridades provinciales y la municipalidad y que ese vínculo se institucionali- 32, (1942), 315-336; Redacción, “La Farmacia entre nosotros”, Revista Farmacéutica XX,
zara de alguna manera. Consejo de Redacción, “Revista de la Quincena”, Revista Médico- Tomo XVI (1878), 94-95; Ricardo González Leandri, “Autonomía y subordinación: los
Quirúrgica 5, núm. 22 (23 de febrero de 1869), 199-201. farmacéuticos diplomados y la constitución de un campo médico en Buenos Aires (1852-
16 El eje de la cuestión radicaba para los responsables gubernamentales en que “[e]l 1880)”, LLULL. Revista de la Sociedad española de Historia de las Ciencias y de las Técnicas
ejercicio de la Medicina y la Farmacia no debe ser entregado a la libre concurrencia…”. 21, núm. 40 (1998), 63-88; con respecto al contexto de creación de la Cátedra de Higiene
Charles Murray, “El Consejo de Higiene Pública”, Revista Médico-Quirúrgica 7, núm. 9 en la Facultad de Medicina: Norma Isabel Sánchez, La higiene y los higienistas en la Argen-
(8 de agosto de 1870), 139-143. tina (1880-1943) (Buenos Aires, Sociedad Científica Argentina, 2007), 31-33; González
17 La debacle casi inmediata del Consejo de Higiene durante la epidemia fue sorteada Leandri, Curar, persuadir, gobernar, 166-183.
24 Redacción, “Ley reglamentando el ejercicio de la Medicina, Farmacia y demás ra-
gracias a la improvisada conformación de un nuevo consejo orientado desde la Facultad y
dirigido por Santiago Larrosa. A pesar de las grandes dudas que arreciaron sobre la mos del arte de curar, sancionada por la Honorable legislatura de la Provincia”, Revista
auténtica capacidad curativa de la ciencia, los médicos del nuevo Consejo demostraron una Farmacéutica XX, Tomo XVI, núm. 2 (1 de febrero de 1878), 49-60.
25 González Leandri, González Bernaldo de Quirós y Suriano, La temprana cuestión
capacidad ejecutiva que fue valorada. “El Consejo de Higiene y la epidemia”, La Prensa, 16
de febrero de 1871, 1; González Leandri, Curar, persuadir, gobernar, 85-112. Relatos gene- social, 2-29 y133-151.
rales sobre la irrupción epidémica y su evolución pueden consultarse en: Leandro Ruíz 26
James Scobie, Buenos Aires, del centro a los barrios (Buenos Aires, Solar/Hachette,
Moreno, La peste histórica (Paraná, Nueva Impresora, 1949), 156-302 y Miguel Ángel 1977); Natalio Botana, “La federalización de Buenos Aires”, en La Argentina del Ochenta
Scenna, Cuando murió Buenos Aires (Buenos Aires, La Bastilla, 1974), 195-455. al Centenario, Gustavo Ferrari y Ezequiel Gallo (eds.), 107-121 (Buenos Aires, Sudameri-
18
Diego Armus, “El descubrimiento de la enfermedad como…”, 521-532. cana, 1980); Mirta Lobato (ed.), Nueva Historia Argentina, Tomo V, El progreso, la moder-
19 González Leandri, Curar, persuadir, gobernar, 111. nización y sus límites (1880-1916) (Buenos Aires, Sudamericana, 2000).
20 Tulio Halperin Donghi, Historia de la Universidad de Buenos Aires (Buenos Aires, 27
Eduardo Zimmerman, Los liberales reformistas en la Argentina, 1890-1916,
Eudeba, 1962), 84-85; “Decreto orgánico de la instalación de la Universidad y las facul- (Buenos Aires, Sudamericana; Buenos Aires, Universidad de San Andrés, 1995), 41-109;
tades”, Revista Médico-Quirúrgica 11, núm. 1 (8 de abril de 1874), 4-8. Juan Suriano (ed.), La cuestión social en Argentina, 1870-1943 (Buenos Aires, Manantial,
21 Si, por una parte, al promover la innovación y la introducción de determinado 2000), 1-29.
28
tipo de conocimientos y prácticas desde el Estado se intentaba un reforzamiento de la Guillermo Rawson se desempeñó como ministro del Interior del gobierno de
actividad académica, por otro lado los ministros necesitaban sobre todo interlocutores Bartolomé Mitre, mientras que Eduardo Wilde ocupó primero la cartera de Educación
políticos entre los círculos de confianza, lo que los llevaba a potenciar un perfil profesional durante la presidencia de Julio A. Roca y posteriormente la de Interior con Juárez Celman.
29
escasamente específico. Halperin Donghi, Historia de la Universidad de Buenos Aires, 51- Ricardo González Leandri, “Notas acerca de la profesionalización médica en
82; Ricardo González Leandri, “Académicos, doctores y aspirantes. La profesión médica y Buenos Aires durante la segunda mitad del siglo XIX”, en La cuestión social en Argentina,
la reforma universitaria, Buenos Aires, 1871-1876”, Entrepasados VI, núm. 12 (noviem- 1870-1930, Juan Suriano (ed.), 217-243 (Buenos Aires, Manantial, 2000).
bre 1997), 31-54; Pablo Buchbinder, Historia de las universidades argentinas (Buenos 30 Guillermo Rawson, Conferencias sobre higiene pública (París, Donnamette et Hattu,

Aires, Sudamericana, 2010), 50-58; “La Tribuna y los doctores D. Manuel Montes de 1876); Guillermo Rawson, Estudio sobre las casas de inquilinato de Buenos Aires (Buenos
Oca, Wilde e Iturrioz”, La Prensa, 6 de noviembre de 1873, 3. Aires, Imprenta La Vanguardia, 1942); Recalde, La salud de los trabajadores, 75-95.
22 Julio Ángel Luqui Lagleyze, “Apuntes para la historia del Círculo Médico Argen- 31 Norberto Rodríguez Bustamante, Debate parlamentario sobre la ley Avellaneda

tino y Centro de Estudiantes de Medicina”, en La Salud en Buenos Aires. II Jornadas de (Buenos Aires, Solar/Hachette, 1985), 32-52.
150 LOS SABERES DEL ESTADO RICARDO GONZÁLEZ LEANDRI 151
32 Conviene destacar también que además de político Eduardo Wilde fue un autor 39 “Arreglos internacionales”, La Prensa, 21 de septiembre de 1887, 2; “Nuestros re-

prolífico de temas científicos y obras literarias. Eduardo Wilde, Obras Completas (Buenos presentantes al congreso sanitario de Brasil”, Sudamérica, 20 de octubre de 1887, 2; “La
Aires, Imprenta Belmonte, 1914); Eduardo Wilde, Curso de higiene pública (Buenos Aires, convención sanitaria y el Brasil”, Sudamérica, 2 de noviembre de 1887, 2; “La convención
Imprenta y Librería de Mayo, 1885), 10. sanitaria”, Sudamérica, 10 de noviembre de 1887, 3; “Convenciones sanitarias”, Suda-
33 Miguel Juárez Celman, “Mensaje del presidente de la República Miguel Juárez mérica, 20 de abril de 1888, 2.
Celman al abrir las sesiones del Congreso Argentino en mayo de 1887”, en Los mensajes. 40 La Prensa señalaba: “ Ya no podemos vivir ‘a la antigua’, como a cada uno le agra-

Historia del desenvolvimiento de la Nación argentina redactada cronológicamente por sus go- de más, prescindiendo de los vecinos; el progreso tiene el privilegio de ‘exteriorizar’ la exis-
bernantes, 1810-1910, Tomo IV, Heraclio Mabragaña (ed.), (Buenos Aires, Compañía tencia de las naciones”. “Arreglos internacionales”, La Prensa, 21 de septiembre de 1887,
General de Fósforos, 1910), 175. 2. El diseño de un Consejo de Higiene con amplias atribuciones y capacidad ejecutiva era
34 por lo tanto una cuestión de la mayor necesidad e importancia a nivel local, nacional e
En más de una ocasión el ministro instó a la Academia a alterar sus planes origi-
nales, en otras la obligó a realizar gestos de deferencia que reafirmaran su poder. Relevan- internacional.
41 “Regeneración”, La Prensa, 31 de mayo de 1887, 1.
tes en ese sentido fueron tanto la política de nombramientos en la Facultad, que el po-
der ejecutivo se reservaba con firmeza, nombrando directamente a los profesores o 42
Los argumentos de Udaondo mostraban un buen conocimiento de las interven-
manteniendo la prerrogativa de alterar las ternas que le proponía la Academia y, sobre to- ciones de científicos en congresos internacionales, como la de Pettenhoffer en el Congreso
do, el mantenimiento de su competencia presupuestaria, que le permitía delinear según de Higiene de Viena de 1887, y de la legislación y experiencia de otros países, como la ley
sus preferencias algunos objetivos estratégicos del cuerpo profesional. Cantón, Historia de inglesa de protección de la salud de 1875, la experiencia alemana y la “sagacidad de la
la medicina…, 33-34. legislación italiana”: Guillermo Udaondo, “Higiene Administrativa”, Anales del Departa-
35
“Regeneración”, La Prensa, 31 de mayo de 1887, 3. A algunos de ellos, como mento Nacional de Higiene II, núm. II (febrero 1892), 18-27.
Telémaco Susini, director del laboratorio bacteriológico, y Pedro N. Arata, jefe de la 43 La ley orgánica del Departamento Nacional de Higiene (Nº 2829) fue sanciona-

Oficina Química Municipal, se los reconocía por su notoria actividad durante el período da el 3 de octubre de 1891. Veronelli, Medicina, gobierno y sociedad, 47-50.
que José María Ramos Mejía había estado a cargo de la Asistencia Pública. Mariano 44 Sobre la trayectoria médica e intelectual de José María Ramos Mejía ver: Oscar

Astigueta era un hombre de la plena confianza del gobierno, que lo llamaba para dirigir Terán, Vida intelectual en el Buenos Aires fin-de-siglo (1880-1910) (Buenos Aires, Fondo
instituciones nuevas, hacerse cargo de situaciones conflictivas y actuar como representante de Cultura Económica, 2000), 83-133; José Ingenieros, “La personalidad intelectual de
en eventos que requerían la mayor responsabilidad. Gregorio Aráoz Alfaro, Crónicas y es- José M. Ramos Mejía”, en José María Ramos Mejía, La neurosis de los hombres célebres en
tampas del pasado (Buenos Aires, El Ateneo, 1938), 185-257. la historia argentina, 9-73 (Buenos Aires, La Cultura Argentina, 1915).
36 Rodríguez Bustamante, Debate parlamentario…, 32-52; Halperin Donghi, Histo- 45 Un importante paso en la reorientación de los objetivos del Consejo se dio con la

ria de la Universidad de Buenos Aires, 70-82; Buchbinder, Historia de las universidades ar- creación del Instituto Nacional de Higiene, también llamado Oficina Sanitaria Argentina.
gentinas, 58-62. Sus secciones específicas de Higiene General y Epidemiología, Química y Bacteriología se
37 Pablo Souza, “Formación histórica de un partido de la ciencia en la ciencia médi-
convirtieron en equipos que combinaron la investigación en temas específicos con
ca Argentina. El Círculo Médico Argentino y configuración de una experiencia científica intervenciones focalizadas. Las actividades planificadas y realizadas por el Departamento
de base clínica en la Facultad de Medicina de la UBA, 1875-1890” (tesis de maestría, a lo largo de los años 1890 mostraron su afianzamiento dentro del organigrama estatal.
Maestría en Política y Gestión de la Ciencia y la Tecnología, Facultad de Filosofía y Letras, Sin embargo, también se vio sometido a importantes límites. José María Ramos Mejía,
Universidad de Buenos Aires, 2005), 141-199. Memoria del Departamento Nacional de Higiene, correspondiente a los años 1892, 1893,
38 En el acto de apertura el ministro Wilde señaló que su realización era un “reco- 1894, 1895, 1896 y 1897, presidencia del Dr. José María Ramos Mejía (Buenos Aires, Im-
nocimiento de que ya no sólo la espada triunfadora, ni la diplomacia astuta dicta la ley si- prenta y Encuadernación de “El Correo Español”, 1898), 18-25 y 448-458.
no que la ciencia armada de la razón y en nombre de fines humanitarios, se mezcla en las 46 Ernest A. Crider, Modernization and Human Welfare (Columbus, Ohio State

deliberaciones para concurrir a la formación de las leyes”. “La Conferencia Médica”, La University, 1976), 121-156.
Prensa, 1 de febrero de 1887, 3; “La Conferencia Médica”, La Prensa, 18 de marzo de 47
González Leandri, Curar, persuadir, gobernar; Souza, “El Círculo Médico y su pa-
1887, 3; “El Congreso Médico”, Sudamérica, 15 de marzo de 1887, 2; Roberto Wernicke, pel…”; Bargero, “Condiciones institucionales y culturales…”.
“La conferencia médica”, Sudamérica, 16 de marzo de 1887, 2; “La Conferencia Médica”, 48
Pablo Souza hace referencia a los casos de algunos médicos notorios: el del Dr.
La Prensa. 16 de marzo de 1887, 3; “Retrospecto. Salud Pública”, La Prensa, 1 de enero Antonio Gandolfo, presidente del Círculo entre 1888 y 1890, al que señala como un ca-
de 1888, 4. Bordi de Ragucci, Cólera e Inmigración, 63. so de ascenso pausado por cada uno de los puestos internos de la Facultad hasta llegar a
la titularidad de la cátedra de Medicina Quirúrgica en 1895; el de Roberto Wernicke,
152 LOS SABERES DEL ESTADO
quien fue incorporado como catedrático suplente en el año 1888 y como titular en 1892
de la cátedra de Anatomía Patológica; el de Enrique Sudnick, quien se hizo cargo del la-
boratorio de estudios fisiológicos del Hospital de Clínicas. También señala los de José
María Ramos Mejía, quien accedió a la cátedra de Enfermedades Nerviosas, y los de
Telémaco Susini y Adalberto Ramaugé, quienes ocuparon las cátedras de Anatomía
Patológica y Medicina Operatoria respectivamente. Souza, “Formación histórica de un
partido…”, 141-199; Cantón, Historia de la medicina…, 156-468.
49 Souza, “El Círculo Médico y su papel…”; Bargero, “Condiciones institucionales Sección 3
y culturales…”.
50 Ramos Mejía y Astigueta ocuparon la dirección de la Asistencia Pública y del

Consejo de Higiene. Wernicke había sido nombrado delegado del ministro del Interior en
Ciudades y Caminos:
el caso de la epidemia de cólera de 1886 en Rosario. Susini fue director del laboratorio el Espacio como Problema de Estado
bacteriológico, y Arata jefe de la Oficina Química Municipal. Aráoz Alfaro, Crónicas y es-
tampas del pasado, 185-257.
51 En un momento de creciente burocratización y racionalización de las institucio-

nes de las que formaban parte, estos médicos atravesaban por experiencias bastante distin-
tas de la de muchos personajes emblemáticos de la profesión y de su espacio académico.
Como era característico en la época, estos últimos se mostraban atentos de manera casi ex-
clusiva a su clientela de elite.
52 Aráoz Alfaro, Crónicas y estampas del pasado, 287-300; Emilio Coni, Memorias de

un médico higienista (Buenos Aires, Imprenta Coni, 1918), 142-144.


53
Belmartino et al., Las instituciones de salud…; Belmartino, La atención médica ar-
gentina…
54
González Leandri, “Breve historia del Departamento Nacional de Higiene”.
55 Cantón, Historia de la medicina…, 187-476.
56 Halperin Donghi, Historia de la Universidad de Buenos Aires, 76-82; Buchbinder,

Historia de las universidades argentinas, 62-67.


57 Buchbinder, Historia de las universidades argentinas, 62-67.
58 Terán, Vida intelectual…, 83-207; Zimmermann, Los liberales reformistas…, 41-

109; Suriano (ed.), La cuestión social en Argentina, 1-29.


59 El afianzamiento del “juicio de los pares” en detrimento de otras lógicas de actua-

ción, hecho importante en la constitución de campos académicos, es considerado por dis-


tintos autores como un elemento fundamental de los procesos de profesionalización.
Algunos han ido más allá y han destacado su amplia trascendencia social. Véase: Ricardo
González Leandri, Las profesiones. Entre la vocación y el interés corporativo. Fundamentos
para su estudio histórico (Madrid, Catriel, 1999), 38-141; Harold Perkin, The Rise of
Professional Society. England since 1880 (Londres y Nueva York, Routledge, 1989), 359-
404; Harold Perkin, The Third Revolution: Professional Elites in the Modern World (Londres
y Nueva York, Routledge, 1996), 1-18.
Los cambios en el despliegue de la acción estatal sobre el territorio físico
del país constituyeron una de las caras centrales del proceso de moderni-
zación de entreguerras. Esos cambios involucraron necesariamente el desa-
rrollo de grupos técnicos especializados y de saberes de Estado. Insertos en
una agenda de investigaciones colectivas en la que los estudios sobre el ur-
banismo, la arquitectura, la infraestructura vial y ferroviaria del país han
producido valiosos antecedentes historiográficos, los trabajos de Valeria
Gruschetsky y Ana María Rigotti retoman varios de los temas centrales
que organizan este volumen.
El artículo de Valeria Gruschetsky sobre las influencias transnaciona-
les presentes en la conformación de la Dirección Nacional de Vialidad
contextualiza apropiadamente los orígenes de esa repartición en las inicia-
tivas estatales en materia de construcción de caminos impulsadas con pro-
pósitos de integración territorial y conducentes a la realización de un sis-
tema vial nacional. Es a través del despliegue de esos proyectos que se
establece una fuerte relación entre expertos de los Estados Unidos y de la
Argentina en torno a los saberes técnicos involucrados en la creación de un
organismo como la DNV. Al igual que en trabajos de las otras secciones,
el artículo rastrea los mecanismos sociales por los cuales se produce la cir-
culación de esos conocimientos: congresos internacionales, publicaciones
especializadas y viajes de funcionarios.
Como otros estudios ya han señalado, la primacía de los conocimien-
tos provenientes de los Estados Unidos no respondió sólo a una superiori-
dad técnica de los mismos sobre otros. Consideraciones económicas, polí-
ticas, y simbólicas dieron forma a esas preferencias y a los procesos de
recepción de esos saberes. Queda así reflejado un fuerte emparentamiento
entre lo ocurrido en este caso particular y otras formas de “americaniza-
156 LOS SABERES DEL ESTADO MARIANO BEN PLOTKIN - EDUARDO ZIMMERMANN (COMPS.) 157
ción” desarrolladas en la Argentina de entreguerras, desde la política hasta está muy alejado de los cambios hacia el planning que tienen lugar por los
los consumos populares. Por otra parte, el artículo muestra de qué mane- mismos años en los Estados Unidos y Gran Bretaña. La consagración de
ra ese proceso de “americanización” acompaña el gradual desplazamiento criterios técnicos de administración como instrumentos para regular los
de las imágenes del progreso argentino vinculadas a la expansión de la red conflictos sociales a través de la racionalidad y la eficiencia fortalece la de-
ferroviaria por nuevas imágenes asociadas a la presencia de los automóvi- manda de especialistas para definir y ejecutar las políticas estatales, y even-
les y las nuevas carreteras. tualmente, deja establecida una imagen del urbanista como “gerente cien-
Por su parte, Ana María Rigotti presenta al desarrollo del urbanismo tífico de la producción y distribución de recursos humanos y naturales a
como disciplina con sus propios modos de pensamiento y acción, como la escala territorial.”
emergencia de una nueva profesión que se construye como saber de
Estado a partir de la década de 1930, sin negar sus antecedentes interna-
cionales previos, que desde la Town Planning Conference de Londres, de
1910, había sumado este cuerpo de conocimiento a las diversas iniciativas
reformistas de comienzos del siglo XX.
En ese proceso, Rigotti señala dos momentos claves en el desarrollo
de la disciplina, que a su vez demarcan esferas diferenciadas de la acción
estatal. En los años treinta, los municipios buscan resguardar su área de
competencia y se convierten en el ámbito en el que los nuevos técnicos
pueden desplegar sus conocimientos. De esa manera, el Plan Regulador se
convierte en el instrumento legitimador de la acción de los gobiernos mu-
nicipales, ejemplificado primero en la exitosa experiencia en Rosario, que
será luego imitada en varios casos sucesivos en los años siguientes.
El segundo momento clave (y esto plantea nuevamente lo menciona-
do en la introducción sobre el lugar de las crisis en la conformación de los
saberes de Estado) tiene lugar a mediados de la década del cuarenta, como
resultado del terremoto en la provincia de San Juan. En esta instancia es la
autoridad del gobierno nacional la que redefine una nueva área de compe-
tencia. Aquí Rigotti señala la oportunidad que se presenta para que los
nuevos cuadros técnicos impongan su agenda por sobre las jurisdicciones
político-administrativas, retomando el tema de las tensiones entre técnicos
y políticos que varios de los trabajos reunidos analizan.
Finalmente, Rigotti plantea una última etapa de transformación de la
disciplina, en la que los conocimientos del urbanismo parecen servir de
base a una concepción más amplia de la planificación estatal. La figura de
Alejandro Bunge, que en tantos de los procesos de conformación de nue-
vas áreas de conocimiento social se ha hecho presente, y sus diagnósticos
de la Nueva Argentina, es vital para esa evolución hacia un modelo que no
Las promesas del urbanismo
como alternativa tecnocrática de gestión
(1928/1958)

Ana María Rigotti

Hoy toda ciudad tiene su Plan Regulador y, además, en muchos casos, su


Plan Director, su Plan Estratégico, su Código Urbano y sus Planes Particu-
larizados. En las administraciones nacionales y provinciales hay ministe-
rios y oficinas de planificación cuyo objetivo es prever obras e inversiones
en relación al territorio. El sentido común da por descontada la necesidad
de tales instrumentos técnicos y reparticiones para subsanar racionalmen-
te la complejidad de conflictos sociales, económicos, funcionales y cultu-
rales vinculados a los asentamientos humanos. La razón de ser se halla
asentada en la existencia de una disciplina que sostiene sus modos de pen-
samiento y acción: el Urbanismo.
Hace más de sesenta años que existe un título de posgrado específico,
al que se sumaron numerosos programas de especialización. Sin embargo,
los expertos y técnicos a cargo en las distintas oficinas son arquitectos, in-
genieros, geógrafos, economistas o sociólogos que han desarrollado “inte-
reses” urbanísticos. Esta situación refleja una tensa lucha horizontal entre
profesiones que se atribuyen capacidades sobre un campo definido con la-
xitud. Mientras tanto, sigue vigente la línea agregada subrepticiamente en
1932 a un informe de la Universidad Nacional del Litoral, según la cual
quedaban reservadas para el título de arquitecto la planificación arquitec-
tónica y urbanística, y la participación en planes de ordenamiento físico
del territorio.1 Las cátedras universitarias, casi exclusivas de las carreras de
Arquitectura, hablan indistintamente de Urbanismo, Planeamiento o Pla-
160 LOS SABERES DEL ESTADO ANA MARÍA RIGOTTI 161
nificación para referir a un universo de prácticas, conceptos y obras ejem- con jurisdicción por sobre los cuerpos tradicionales de la democracia parti-
plares de referencia que han sido entretejidas por una misma tradición. El cipativa. A tal fin, redefinieron el marco doctrinal y los instrumentos de in-
monopolio de la actividad, el recorte de su campo específico y hasta su tervención de una disciplina que denominaron Planeamiento, ampliando
misma denominación siguen en debate, lábiles al cuestionamiento de sus su campo de acción a la distribución de aglomeraciones en el territorio pa-
fundamentos y reglas operacionales. ra alcanzar la “regeneración” social y el reequilibrio regional.
Muchas de estas ambigüedades y la dificultad para constituirse acaba- Estas dos instancias de cristalización de la profesión tienen al Muni-
damente en profesión, según el modelo aportado por la medicina en el si- cipio y a la Nación como entidades del saber de Estado y constituyen los
glo XIX,2 estuvieron marcadas por el ensayo de alternativas que les permi- mayores esfuerzos por la definición de su objeto de estudio y de interven-
tieran consolidarse como nuevo saber de Estado. Salvo algunas consultoras ción: de la ciudad al territorio.
de dudosa autonomía, los expertos han sido cooptados por dependencias Al concentrar los argumentos sobre estos dos momentos no pretende-
públicas o centros de investigación universitarios, aunque no fueron estos mos sustituir el análisis de un desarrollo complejo y extenso, sino poner
los únicos tipos de relación buscados. Estos ensayos tuvieron un fuerte im- en foco unos núcleos duros del Urbanismo como saber de Estado que aún
pacto en la constitución del Urbanismo como saber y en su marco episte- siguen presentes, aunque con expresiones más matizadas. En estos dos mo-
mológico como ciencia o técnica. mentos, que funcionaron como encrucijadas de la historia disciplinar, se
Reflexionar sobre el devenir de este proceso en Argentina es el objeti- dirimieron las fichas que se han vuelto a jugar, una y otra vez, en una dan-
vo de este ensayo de síntesis que, apoyándose en investigaciones empíricas za de oposiciones retóricamente exacerbadas entre proyecto y plan, ciudad
previas, formula interpretaciones sobre el largo plazo y procura no sobre- y territorio, arquitecturas e infraestructura, forma y programa.
valorar la inercia ni la volatilidad de los acontecimientos.3 Nos detendre-
mos en dos momentos significativos cuando, en consonancia con el pro-
pósito de los municipios y la administración nacional de ampliar sus La nueva disciplina y su articulación con el Estado
respectivas competencias, la incipiente profesión planteó y ensayó estrate-
gias para consolidarse como saber de Estado, adecuando sus fundamentos El Urbanismo, como un nuevo dominio especializado del saber y de la ac-
teóricos y la operatividad ofertada. ción, se consolidó internacionalmente en torno a la Town Planning Con-
Las primeras estrategias se debatieron a inicios de los años treinta. Se ference de Londres en 1910.4 Se pretendía absorber las distintas aproxima-
dirigían a las gestiones municipales, buscando la contratación de expertos ciones parciales a los problemas urbanos que habían sido propias de la
locales, apelados como urbanistas, para enfrentar un crecimiento de las ciu- arquitectura, las ingenierías, la higiene, la topografía social, la estadística, la
dades que se definía como patológico y se asociaba a los efectos indeseados agrimensura y la gestión municipal. Se prometía encauzar eficazmente el
de la modernización. Con el respaldo de un saber “científico” y el sustento desarrollo y la integración social y económica de las ciudades primero, y del
de un cuidadoso diagnóstico de estos “males”, la oferta fue un plan proyec- territorio después, desde una perspectiva tecnocrática que fuese alternativa
to que prefigurara un desarrollo armónico del conjunto de la ciudad, alcan- respecto a la gestión política. Los comitentes casi exclusivos habrían de ser
zable en treinta años mediante un plan sistemático de obras y regulaciones. las administraciones municipales, provinciales y nacionales.
Un segundo momento de maduración de estrategias fue a mediados de los Emergente de lo que Christian Topalov denominó la nébuleuse réfor-
años cuarenta, como epílogo del terremoto de San Juan y en consonancia matrice,5 el Urbanismo capturó la sedimentación del conjunto de miradas
con la hegemonía de una retórica del plan. Los expertos, ahora autodefini- construidas sobre el tejido empírico de las encuestas y las innovaciones del
dos como técnicos, ofrecieron sus servicios al Estado nacional para integrar- reformismo industrial tendientes a distinguir, clasificar y racionalizar los
se como funcionarios en comisiones multidisciplinares, en algunos casos nuevos fenómenos sociales asociados a la proletarización y concentración
162 LOS SABERES DEL ESTADO ANA MARÍA RIGOTTI 163
urbanas. Tal desplazamiento de la cuestión social a la cuestión urbana como gramas y tomó en préstamo conceptos y procedimientos analíticos de las
variante explicativa de la pobreza y la conflictividad social permitió refor- ya consagradas ciencias de la vida, la historia y la geografía. Se adjudicó al-
zar los intercambios y establecer presupuestos y vocabularios comunes en- cance internacional en razón de la universalidad atribuida a los procesos
tre varias tradiciones nacionales. de modernización, los estándares de salubridad, los criterios de justicia y
El Urbanismo no se postulaba como un saber más sobre la ciudad. Se la efectividad de sus instrumentos técnicos. Su singularidad era el trabajo
adjudicó la capacidad de operar, simultáneamente, sobre el conjunto de con el tiempo, prediciendo tendencias y ordenando operaciones en el lap-
variables y problemas que la afectaban. Se fundaba en un estrecho víncu- so de décadas en base a un plan que se registraba en un plano (coinciden-
lo entre escenario y drama, entre la estructura material y la vida social. tes en un único término: plan, en inglés y francés) como representación de
Siguiendo el dictum de Saint Simon, prometía gobernar sobre las personas un conjunto complejo de operaciones en el territorio.6
administrando cosas: edificios, calles, plazas. La relación que el Urbanismo estableció con el Estado fue variable en
Con intervenciones capaces de rescatar y adaptarse a las particularida- razón de las particularidades nacionales de su proceso de emergencia.
des y preexistencias de ciudades entendidas como organismos singulares, En Alemania, el Städtebau se afianzó sobre una sólida tradición del
se presentó como una superación de las aproximaciones abstractas de los poder de policía municipal, redundando en la integración de los expertos
ingenieros, agrimensores e higienistas. Al mismo tiempo, renegó del perfil a las burocracias locales y la preeminencia de prácticas ya instaladas vincu-
artístico y la escala recortada del Arte Urbano que sólo beneficiaba a los ladas al tráfico, las infraestructuras y la regulación de la edificación por zo-
más pudientes. La belleza fue considerada sólo un componente más de nas.7 El Urbanisme francés resultó de la ampliación de los alcances de la
una estrategia global para ordenar los movimientos, actividades, conflictos grand composition arquitectónica con argumentos prestados de las na-
y valores de la sociedad en su conjunto, racionalizando el mercado inmo- cientes ciencias sociales; fue entonces el Estado el que reguló la deman-
biliario y la inversión pública. La escala de intervención superó la de algu- da y los procedimientos, impuso jerarquías internas adecuadas a su pro-
nos conjuntos edilicios o ejes viales, para alcanzar la totalidad de la planta pia estructura centralizada y orientó sus contenidos a la expansión
urbana y sus posibles extensiones en el tiempo y el espacio, incluso a esca- colonial y a la reconstrucción de la primera posguerra.8 En Inglaterra, el
la regional. Town Planning nació en relación a los movimientos regionalistas, en ma-
La capacidad de coordinar legitimó su existencia. Superó la fragmen- nos de organizaciones cívicas y arquitectos paisajistas. También los paisa-
tación de distintos diagnósticos y técnicas de intervención sobre la exten- jistas tuvieron relevancia en el Planning norteamericano, que estabilizó ha-
sión urbana, la renovación y regulación edilicia, la distribución de infraes- bilidades maduradas por los movimientos reformistas y las demandas de
tructuras y servicios, los sectores sociales conflictivos y la actividad las asociaciones de propietarios; de allí la relevancia del zoning como ins-
económica ensayados por distintas profesiones e, incluso, los ya consolida- trumento para asegurar la previsibilidad del mercado de tierras.9 Final-
dos cuerpos de gestión municipal. Lo hizo desde la hipótesis articuladora mente, la centralidad de la aproximación histórica y estética de la Urbanis-
de la “congestión”, englobando una serie de conflictos ya identificados tica italiana fue producto de la tardía codificación de saberes sobre la
(aumento y concentración de población, extensión desordenada de la ciudad bajo la égida dominante de los arquitectos, fortalecidos como cor-
planta urbana, insalubridad, desorden funcional, individualismo, tensión poración por el fascismo y, consecuentemente, en estrecha dependencia
social, debilitamiento cívico y comunitario) y enunciándolos como pato- con las políticas del Estado nacional.10
logías de un organismo vivo: la ciudad. En este variado contexto, la emergencia del Urbanismo en la Argentina
Apoyándose en las regularidades observables de un fenómeno tan plu- y sus estrategias tendientes a constituirse en un saber de Estado también re-
ral y mutable, el Urbanismo reclamó su condición de discurso verídico, conoce especificidades que dan cuenta de procesos políticos singulares; asi-
justificó sistemáticamente sus decisiones con el uso retórico de cifras y dia- mismo, del protagonismo de algunos expertos en la selección estratégica de
164 LOS SABERES DEL ESTADO ANA MARÍA RIGOTTI 165
modelos disponibles en el campo ya internacionalizado de la disciplina, y en oficinas municipales, y los avances en la topografía de los males urbanos
su ajuste a las cambiantes circunstancias y pujas locales. En nuestro país, la de los censos de ciudades.
aspiración a superar saberes y prácticas dispersas signó el primer instrumen- El Urbanismo y sus instrumentos técnicos –el Expediente Urbano y
to del Urbanismo: el Plan Regulador. Instalada tal voluntad de totalidad, al el Plan Regulador– habrían de ofertar otra cosa. Su conocimiento, difu-
pasar de la ciudad al territorio como objeto de intervención la disciplina se sión y debates pueden estudiarse en nuestro país a partir del regreso, en
redefinió como Planeamiento, y su herramienta fue el Plan Director. 1928, de Carlos María Della Paolera, diplomado en el Instituto Francés de
Urbanismo.
Ingeniero, con un temprano interés en las cuestiones urbanísticas,
El Plan Regulador, instrumento legitimador Della Paolera desarrolló los fundamentos del nuevo saber en diez confe-
de los municipios activos rencias en la Facultad de Ciencias Exactas, publicitando una aproximación
científica a los problemas de la ciudad que había desarrollado en su tesis
La apelación al Urbanismo como disciplina acreditada en experiencias y en París.11 Tomando como unidad de estudio la aglomeración bonaeren-
tratados europeos había comenzado a introducirse como un tópico recu- se, demostraba la insuficiencia de iniciativas anteriores, preocupadas por
rrente en la prensa, las demandas de asociaciones de propietarios y el de- acicalar el frente ribereño cuando el verdadero problema eran los barrios
bate político en torno al Centenario. El argumento para cuestionar las fa- malsanos y las tolderías de lata que año a año crecían a las puertas de la
llidas experiencias de los planes de embellecimiento contratados a expertos Capital. No sólo recolocó la cuestión social en las preocupaciones urbanas,
extranjeros estuvo promovido por técnicos locales que reclamaban compe- sino que, a través de una jerga renovada, apeló a las regularidades descrip-
tencias acreditadas por sus conocimientos y su capacidad para ajustarse a tas por la nueva ciencia de la ciudad de la cual su director de tesis, Marcel
los problemas y posibilidades de acción en las ciudades argentinas. Poëte, era entonces el más avanzado sistematizador. Sofisticadas técnicas y
Mientras tanto, una serie amplia y plural de diagnósticos y cursos de parámetros de análisis de las particularidades anatómicas y las anomalías
acción con una marcada tendencia a considerar el total del ejido urbano fisiológicas de la ciudad fueron la base para desplegar complejas iniciativas
como objeto de intervención, pero siempre parciales por estar centrados concurrentes para una terapéutica descentralizadora.
en una estrecha perspectiva del conflicto, se habían ido multiplicando, en Un mes más tarde, en dos conferencias realizadas en Rosario, reflexio-
gran parte ofertadas como donación a las gestiones municipales o la opi- naba sobre la relación a establecer con los potenciales comitentes que serí-
nión pública. Tales propuestas se habían concentrado en alguna variable, an centrales para su propuesta –las asociaciones de propietarios y las admi-
ya fuese el tráfico, el embellecimiento, la higiene, la infraestructura sanita- nistraciones municipales– y con los técnicos que, hasta ese momento, se
ria, la integración de nuevas urbanizaciones, los espacios verdes o las nue- atribuían competencias sobre la ciudad.12
vas entidades administrativas. Tras las mismas, es posible distinguir las ló- Rechazó el “encargo por concurso” de varias propuestas factibles modu-
gicas de las profesiones involucradas. Nos referimos a los planos de ladas por la creatividad del proyectista y sintetizadas en una prefiguración
extensión de los agrimensores, los proyectos de sistematización vial con la tridimensional de los núcleos representativos de la ciudad mediante planos
introducción de una red de diagonales o los sistemas comprehensivos de y maquetas. Propio de las disciplinas artísticas, el concurso era defendido
saneamiento de los ingenieros, los proyectos de reforma en el registro de por la corporación de arquitectos. Della Paolera propuso, en cambio, un
aperturas en el tejido consolidado para conformar oasis de belleza y civili- plan sin planos. Consistiría en la contratación directa de un experto a cargo
dad de los arquitectos, las proposiciones de sistemas de parques de los pai- del monitoreo permanente de la fisiología urbana que, apoyándose en los re-
sajistas, las propuestas que entrelazaban regulaciones espaciales y redes ins- levamientos de las oficinas municipales, pasaría a integrar la elite burocrática.
titucionales de los higienistas, los reglamentos de edificación de las Desde este Expediente Urbano, en continua revisión, se definirían acciones
166 LOS SABERES DEL ESTADO ANA MARÍA RIGOTTI 167
terapéuticas específicas contratando a agrimensores, arquitectos, higienistas, signaba los intendentes, esta ciudad encarnaba como pocas la idea de los
ingenieros viales o sanitarios para la concreción de los proyectos específicos. “municipios activos” sobre los cuales el Urbanismo habría de construir su
Esta modalidad la habría de ensayar él mismo en la Oficina del Plan de demanda a través de la captura, reformulación y oferta de una articulación
Urbanización de Buenos Aires (1932/1943) y en Mar del Plata (1931). Sin nueva a viejos conflictos desde códigos propios y específicos.13
embargo, una inteligente evaluación de las fuerzas en juego le aconsejó ex- A pesar de haber perdido atribuciones con respecto a la policía, la ins-
poner una tercera opción, el plan proyecto. Se trataba de la contratación di- trucción pública y los recursos de la contribución directa y patentes,
recta de expertos, en tanto profesionales liberales, encargados de dirigir y Rosario y otras gestiones locales pugnaban entonces por ampliar significa-
controlar una operación recortada en el tiempo. Apoyándose en la colabora- tivamente sus incumbencias y autonomía. Fueron férreas defensoras de la
ción de las oficinas municipales y en proyectos preexistentes, tras la minu- distinción establecida por Juan Bautista Alberdi entre la política, propia del
ciosa indagación de las variables en juego y una prefiguración de las tenden- Estado nacional o provincial, y la administración, relativa al gobierno co-
cias de crecimiento se propondría un plan que ordenase las acciones sobre la munal en tanto corporación de vecinos con derecho a administrar sus inte-
ciudad en relación a un proyecto de transformación sintetizado en un plano reses particulares con fondos que les son propios. Los Concejos Delibe-
donde se localizaran, caracterizaran y articularan –como un todo ordenado, rantes (todavía constituidos con representantes de distintos grupos de
jerarquizado y armónico– los distintos espacios y sus usos. actividad económica y lugares de residencia) resistían la intromisión de los
Así, la ciudad de Rosario fue el ámbito propicio para la emergencia poderes extraterritoriales encarnados en la figura del Intendente. Procuraban
del Urbanismo como nueva disciplina y profesión. acaparar para su gestión asuntos vinculados al conflicto social y la promo-
La ciudad estaba conmovida por un conflicto con la principal empre- ción económica traducidos en medidas que, con el aparato interpretativo
sa ferroviaria, porque la propuesta de una nueva estación habría estrangu- adecuado, seguían dirimiéndose en sus campos tradicionales de acción: re-
lado definitivamente la extensión al norte de la trama urbana. En esos mo- gulación de loteos y construcciones, coordinación de inversiones privadas y
mentos el Concejo Deliberante llevaba a cabo una amplia encuesta para la algunas obras posibilitadas por la toma de empréstitos que exteriorizaran
sanción de una ordenanza contratando el primer Plan Regulador del país. materialmente su presencia. Para eso requerían fortalecer un dominio efec-
Sus términos iban a estar definidos por un programa sugerido por la tivo y legítimo sobre el desarrollo de las infraestructuras (en manos de em-
Sociedad Central de Arquitectos: un plan proyecto de la ciudad y sus 20 presas extranjeras que indirectamente regulaban el mercado de tierras y vi-
km radiales de área de influencia fundado en un extensivo análisis de to- viendas), la provisión de alimentos de primera necesidad, la formación de
das las variables físicas y sociales urbanas articuladas en un Expediente nuevos espacios verdes para el recreo popular y, sobre todo, el proceso de ur-
Urbano. Los elegidos para concretar ambas tareas fueron el ingeniero banización. En el afán de fortalecer su capacidad de mediar entre intereses
Carlos María Della Paolera, el ingeniero Adolfo Farengo, autor de un pro- particulares asimétricos, buscaban acrecentar sus atribuciones problemati-
yecto de reordenamiento de los accesos ferroviarios al puerto, y el ingenie- zando nuevas cuestiones sociales y creando o apropiándose de nuevos ámbi-
ro-arquitecto Ángel Guido, promotor de la creación de la Escuela de tos operativos.
Arquitectura que acababa de tener sus primeros graduados y autor anóni- El Urbanismo y su instrumento, el Plan Regulador, podían ofrecer al-
mo de un reciente Proyecto de Urbanización para la ciudad de Santa Fe. ternativas a las preocupaciones municipales.
Segunda ciudad de la República, centro de intercambio de la región del En primer término, la construcción de un nuevo tema conflictivo: el
cereal, Rosario estaba próxima a alcanzar el medio millón de habitantes, en desorden urbano y sus nefastas consecuencias sociales y económicas. Si bien
su mayoría extranjeros que buscaban caminos de participación alternativos había estado presente, estaba opacado y diluido por las viejas prácticas y re-
a la ciudadanía y lo encontraban en el voto censitario a nivel local. Con una presentaciones, y ahora era percibido desde una mirada y un lenguaje nue-
dependencia y confrontación no resuelta con el gobierno provincial, que de- vos. En segundo lugar, la oferta de recursos técnicos renovados para avanzar
168 LOS SABERES DEL ESTADO ANA MARÍA RIGOTTI 169
en el dominio de la renta urbana de una ciudad que era no sólo el ámbito límite a la extensión urbana y mejorar las áreas construidas, inclusive gra-
sino la materia misma de la riqueza. Desde la presunta prescindencia respec- vando los baldíos, desde un discurso centrado en la crítica a la especula-
to de los intereses que la ciencia garantizaba y desde un enfoque comprehen- ción. La mediación entre estas dos demandas es lo que el Plan Regulador,
sivo de los factores en juego, respaldado debidamente por experiencias ex- con una mirada amplia, va a saber resolver.
tranjeras, el Plan Regulador se presentaba como el instrumento adecuado
para asumir esta agenda compleja de problemas y para reforzar el consenso
sobre la efectividad de la gestión municipal. La consagración y un paso hacia su constitución
La Argentina tenía ciudades nuevas, con calles rectas, tendidos infraes- como saber de Estado
tructurales avanzados y una matriz edilicia renovada, sin límites topográfi-
cos o jurisdiccionales severos para ampliar la planta urbana, es decir: sin los El éxito del Plan Regulador como instrumento de gestión municipal fue in-
problemas europeos que habían condicionado los instrumentos del mediato. El de Rosario fue seguido por los de la Oficina del Plan de
Urbanismo. Incluso se habían reducido significativamente los conventillos Urbanización de Buenos Aires (1932), los promovidos por la Asociación de
y rancherías, y las curvas de crecimiento estaban contenidas por la caída Propaganda y Fomento de Mar del Plata (1931 y 1941), los de las inten-
abrupta de la inmigración. No obstante, el nuevo saber se mediría de una dencias de Tucumán (1937), Salta (1938), Mendoza (1940) y Santa Fe
manera crucial con circunstancias específicas. Además de la permanente de- (1943), y los del gobernador de San Juan (1941).
manda de pavimentos, aguas, electricidad y de grandes terrenos para alojar En su mayoría fueron el resultado de la contratación directa de un ex-
actividades insalubres, los municipios enfrentaban dos graves conflictos: perto y, salvo en el caso de los monitoreados por Della Paolera, asumieron
uno asociado a los tendidos ferroviarios que fracturaban la ampliación de la el formato de plan proyecto. Sólo el de Mendoza fue producto de un con-
planta urbana, y otro relativo al alto costo y los rígidos recorridos de los curso de antecedentes y anteproyecto que, teniendo en cuenta lo discuti-
tranvías, que dificultaban el loteo de las tierras intermedias. Se requerían do de sus resultados, bien puede pensarse como una contratación directa
nuevos instrumentos de coerción y mediación para negociar con las empre- encubierta. Quizás el más insólito fuera el de Le Corbusier para Buenos
sas concesionarias de servicios, disponer límites al derecho a la propiedad y Aires. Intuido en su visita como experto itinerante en busca de encargos
responder a las presiones del creciente número de profesionales de la cons- d’autremer, y concluido y difundido a través de la publicación en una re-
trucción. Esto es, precisamente, lo que el Urbanismo va a tener que com- vista especializada, se trató de un refinado recurso publicitario que apare-
prender y articular. ce como una rémora de las viejas prácticas de la donación de gracia para
Por último, tras conflictivos intentos de construcción directa de ba- acceder luego al encargo total o parcial de las obras.
rrios obreros y costosas iniciativas para la descentralización de servicios, las A pesar de las diferencias de escala, todos partían de un mismo diagnós-
gestiones locales concentraban su preocupación en la ampliación del mer- tico: la amplia gama de conflictos urbanos reconocían como causas princi-
cado de viviendas. En este campo, debían manejar la disputa entre dos sec- pales el cinturón de hierro de las vías férreas y el libre accionar de las empre-
tores bien diferenciados. Un sector lo constituían las empresas inmobilia- sas concesionarias de servicios. Sobre la reestructuración de los accesos
rias, que en nombre de la carestía de los alquileres y la ampliación del ferroviarios y la sustitución del tranvía por el ómnibus y el subterráneo se
acceso a la propiedad reclamaban la extensión de pavimentos e infraestruc- sentaron las bases para una mediación entre los intereses de los propietarios
turas y el abaratamiento del transporte para promover la conversión de sus de las áreas centrales y las empresas inmobiliarias. Para los primeros: la recu-
tierras en uso urbano e, indirectamente, el subsidio de su venta a plazos. Y peración de las tierras ferroviarias vacantes con espacios verdes y equipa-
el otro sector estaba conformado por los propietarios del área central, con mientos especializados, como también la profesionalización y cierto discipli-
cuyas contribuciones se costeaban esas obras públicas, que pedían poner namiento estético de las construcciones. Para los segundos: la confirmación
170 LOS SABERES DEL ESTADO ANA MARÍA RIGOTTI 171
de los modos tradicionales de loteo y la extensión de infraestructuras y de ferencias con invitados extranjeros. El sitio fue organizado como una tabla
servicios de manera de conformar una red de centros que aseguraran calidad clasificatoria y el criterio elegido fue el institucional: un modo de favore-
urbana en toda la extensión de la ciudad. Para ambos, el zoning hacía previ- cer los acuerdos con los equipos técnicos del Estado y sus representaciones
sible el mercado de tierras y viviendas, circunscribiendo en áreas las indus- anónimas que ocuparon las salas del frente, dejando para los municipios
trias, depósitos y otros usos disruptivos, a la vez que habilitaba la construc- las salas de atrás y reservando el sector medio para los stands de las publi-
ción en altura en las áreas céntricas y establecía una demarcación social de caciones y algunas empresas que, así, podían publicitar sus actividades.
las extensiones periféricas entre barrios obreros y residenciales. También los premios fueron distribuidos equitativamente entre represen-
Sistemático, y en manos de expertos que respaldaban su prescindencia tantes de distintas profesiones y funcionarios públicos, buscando estable-
frente a los intereses económicos y la irracionalidad “electoralista” en la ob- cer un pacto de convivencia entre los candidatos a ejercer la nueva profe-
jetividad de sus diagnósticos y propuestas, el Plan Regulador otorgó (y si- sión. De todas maneras, los premios de honor para los autores del Plan
gue haciéndolo) los recursos de legitimidad, mediación y control de los Regulador de Rosario y la primera institución permanente en el munici-
cuales estas débiles administraciones carecían. Como herramienta tecnocrá- pio de la Capital Federal no dejaron dudas con respecto al escalafón inter-
tica de gestión, permitió negociar con el Estado nacional, las instituciones no establecido por el juicio de los pares.
de crédito y las grandes empresas y, sobre todo, aportó argumentos funda- Así, en menos de una década, el Urbanismo se había instituido como
dos en el bien común para enfrentar al conjunto heterogéneo de propieta- disciplina, saber de Estado y nueva profesión. Las frecuentes exposiciones y
rios cuyos derechos se verían seriamente recortados. la publicación de los Planes Reguladores en vistosos tomos en papel ilustra-
Como se comprobó una y otra vez, su grado de materialización que- ción, con gráficos a color, aseguraron la difusión del este nuevo servicio.
dó atado al ritmo de las inversiones públicas y a la dinámica de la edilicia Delimitado su dominio específico de acción, sistematizado su marco teóri-
privada, siempre más lentos de lo previsto, pero no obstante sirvió para es- co y sus métodos con la referencia a un plan modelo y al programa de las
tablecer localizaciones y obras que se concretarían efectivamente décadas cátedras universitarias, reconocida la idoneidad de un conjunto de exper-
más tarde. Es que el plan proyecto trabaja sobre las expectativas de los in- tos, en su mayoría ingenieros,16 estabilizada una jerarquía interna que per-
versores y el orgullo ciudadano; opera más como un instrumento de pro- mitía ser más flexible en el reconocimiento de capacidades, sólo faltaba la
paganda para atraer empresas e inmigrantes que como la prefiguración es- institución de una credencial especifica mediante un curso de posgrado que
pecificada de un conjunto a edificar. Es un proyecto, una invitación a consagrara al saber urbanista como la supraciencia de la ciudad.17
torcer las inercias y cambiar el futuro.
Reconocido el Urbanismo dentro de la topografía de saberes median-
te las primeras cátedras universitarias (Rosario 1929, Buenos Aires 1933),14 Terremoto de San Juan: una bisagra
el Primer Congreso de Urbanismo de 1935 fue el acontecimiento ideado
para sellar su consagración como saber de Estado, intentando superar una El terremoto del 15 de enero de 1944 no sólo sacudió a la opinión pública
circunscripción restringida a las gestiones locales y sentar las bases de su sino que ofreció al partido militar la oportunidad de afianzarse en el poder,
profesionalización.15 mostrando sus aptitudes para el ejercicio centralizado y agresivo del poder
Los instrumentos fueron los premios y la distribución de espacios en que parecía reclamar la hora, y sometiendo los intereses particulares y las
una exposición que reunió más de dos mil piezas entre láminas, maquet- inercias de la tradición a las prioridades de la Nación. Desde esta lógica, el
tes, fotografías e impresos, funcionó durante un mes, fue visitada por más territorio –cual campo de batalla– era puesto en disponibilidad; las pobla-
de cien mil personas (entre ellas el presidente, gobernadores y un impor- ciones fueron vistas como tropas movilizables, y las prácticas productivas y
tante número de legisladores), y concluyó coronada por un ciclo de con- hasta la topografía pasaron a ser simples datos de un inventario de recursos
172 LOS SABERES DEL ESTADO ANA MARÍA RIGOTTI 173
a explotar y, eventualmente, alterar mediante grandes obras de infraestruc- las construcciones fue destruido o seriamente dañado), el sismo abrió la
tura. Esto lo comprendió el presidente de facto Pedro Pablo Ramírez que, oportunidad de actuar desde cero a escala regional. Perdidas sus raíces his-
de inmediato, viajó al lugar de los hechos y constituyó una comisión, inte- tóricas, los asentamientos urbanos podían ser redistribuidos y relocalizados,
grada por ingenieros del Ministerio de Obras Públicas de la Nación, para es- atribuyéndoles grados de sociabilidad en términos de número de habitan-
tudiar el lugar y formar una nueva ciudad con criterio urbanístico moderno. tes y radio de influencia, y agregándolos por sumatoria de módulos desde
En un clima enrarecido que cuestionaba el principio de representación la unidad vecinal a la Nación.
política desde una crítica reaccionaria al liberalismo, el desastre natural fue La explícita voluntad política de intervención y los fondos prometi-
visto como la oportunidad para una reestructuración tecnocrática del Estado dos (que finalmente llegaron tres años más tarde y estuvieron restringidos
desde nuevas figuras institucionales con autoridad por sobre las jurisdiccio- a la construcción de algunas viviendas y equipamiento) se percibieron co-
nes político-administrativas. Eran necesarias una gran concentración de po- mo una ocasión para trascender los recursos correctivos y la escala muni-
der y una clara asignación de prioridades. Resultaba fundamental un Plan cipal donde, hasta el momento, había actuado el Urbanismo. Más aún, el
que tomara como referencia las experiencias soviéticas, alemanas, italianas, ocaso de esas administraciones activas resultó simultáneo a la ampliación
convenientemente legitimadas por lo que se va a conocer como planificación de las intervenciones desde el Estado nacional. José Pastor, en una profe-
democrática; es decir, la experiencia del Tennessee Valley Authority, cuyos sión de fe con respecto al planning anglosajón, propuso cambiar la deno-
logros eran difundidos por David Lilienthal en ese mismo año.18 minación de Urbanismo por Planeamiento, operación lingüística que di-
Todos hablaban de Plan, de un plan para casi todo, y de la Planifica- ferenció al nuevo término respecto de las pretensiones científicas y la
ción como el método abstracto para la toma de decisiones, traduciendo va- preeminencia de la forma implícitas en las formulaciones anteriores. Esta
lores y objetivos sociales en términos operativos; un criterio racional de go- definición transparenta el giro que para entonces se había consolidado: es
bierno que, vinculando medios con fines en una secuencia lógica, resultaba la “técnica de modelación y remodelación del ámbito geográfico para que
aplicable a cualquier esfera de problemas y permitiría a las sociedades or- la sociedad humana pueda ocuparlo con el mínimo esfuerzo y máximo
ganizar su futuro en razón de estándares objetivos, libres de las ideologías rendimiento, con un aspecto visible, físico, y uno invisible y fundante, la
y la lucha de intereses propia del juego político. El marco teórico de este realidad social”.20
nuevo y difuso saber estaba siendo elaborado por Harvey Perloff en la Aplicando a las agregaciones humanas criterios para la explotación efi-
Universidad de Chicago.19 Su modelo era el Urbanismo: una convergen- ciente de otros recursos, la disciplina actualizó sus capacidades y prometió
cia de saberes de la cual derivaría una renovada confusión de denomina- “regenerar” las relaciones sociales induciendo patrones de convivencia con-
ciones, competencias e instrumentos. gruentes con la diversificación agrícola y el desarrollo industrial. Para lo-
Más allá de esta retórica del plan y la Planificación, que habría de im- grarlo, el Planeamiento concurrió a la constitución de nuevas entidades re-
pregnar por décadas el discurso político, el terremoto conmocionó el re- gionales sostenidas en la ampliación de las fronteras productivas, las
cientemente constituido campo del Urbanismo en un sentido concurren- fuentes de energía y las carreteras, desde una lógica geopolítica que asegu-
te con las nuevas demandas del Estado. rara la ocupación total del territorio, reorientara las migraciones internas
y absorbiera el excedente de las grandes ciudades.
Esta oferta resultaba particularmente pertinente a la nueva percepción
Urbanismo transfigurado en Planeamiento de los males locales que había sido sintetizada en 1940 por Alejandro
Bunge en Una nueva Argentina.21
Por su impacto extensivo (ya que afectó la ciudad de San Juan y varias po- Debido a una desequilibrante concentración de las riquezas y activi-
blaciones del valle del Tulúm) y por su extraordinaria magnitud (el 95% de dades productivas en el Litoral, el nuevo mal era el empobrecimiento de
174 LOS SABERES DEL ESTADO ANA MARÍA RIGOTTI 175
un interior que expulsaba su población a los suburbios de lata de las gran- Muy vinculado a esta perspectiva se encontraba el valor atribuido al
des ciudades, con la consecuente degeneración de la raza, a lo que se su- uso de la tierra como sustento de la política, uno de los principios que lue-
maban los efectos siempre devastadores de las crisis económicas cíclicas. go vertebraría el Segundo Plan Quinquenal.23
Ambas cuestiones requerían una fuerte intervención reguladora, centrali- En este sentido, el Planeamiento aportaba argumentos útiles para re-
zada y estatal que se sustentara en la ingeniería racial, la planificación te- gular y restringir el uso de la tierra mediante servidumbres estéticas o higié-
rritorial y la asistencia social. Sus tópicos eran: la urgencia de una conduc- nicas, declarando áreas de utilidad pública e incluso decidiendo su expro-
ción enérgica por parte de una elite moralizada, la inclusión de las piación forzosa. Es más, la posibilidad misma del traslado y/o alteración
corporaciones de intereses en la gestión pública, el autoabastecimiento y la drástica del trazado de la ciudad de San Juan hubiera sido impensable sin
descentralización industrial, y una reforma productivista centrada en “la la sustitución de la concepción romana de propiedad absoluta por arrien-
familia procreadora adaptada al suelo nacional”, cuyo mejoramiento euge- dos vitalicios que permitieran su reorganización en torno a unidades veci-
nésico quedaría en manos de la previsión social, la educación física y téc- nales estimulando “una nueva forma de vivir”.24
nica y ciertos parámetros normados de vitalidad (salario mínimo, vivien-
da mínima). También se proponía el desarrollo de la industria de la
construcción a través del fomento de viviendas estandarizadas y la con- Planeamiento, vector técnico de la política
formación de un mercado interno, que permitiera el aumento equilibrado
de salarios y consumo e impusiera límites a las consecuencias socialmente Los siete proyectos sucesivos para la reconstrucción de San Juan, que en
negativas del patrón de reproducción. sólo cuatro años estuvieron en manos de otros tantos equipos técnicos for-
Este pensamiento interpretaba el conflicto como desequilibrio y con- mados en todos los casos por arquitectos (más por pujas para el control y
centraba las soluciones en la redistribución de inversiones, pobladores, in- extensión de las obras de reconstrucción que por desinteligencias), fueron
dustrias o equipamientos. el laboratorio para esta renovación del vocabulario, los presupuestos y las
No se trataba de una redistribución abstracta y homogénea sino fuer- herramientas del Urbanismo y, también, para ensayar nuevos modos de re-
temente marcada por las diferencias que atravesaban la sociedad. Se nutría lación con el Estado a través de la integración en comisiones técnicas, en
en los argumentos de la geografía regional desarrollada en nuestro país por algunos casos, interdisciplinarias.
Federico Daus y sus discípulos, que había sido introducida en los planes de El así llamado ahora Planeamiento renunciaba a la ciudad como un
estudio de la escuela secundaria en 1948. A diferencia del anterior concep- organismo con personalidad y destino propios resultantes de la sedimen-
to de región natural, se aludía a áreas cuya singularidad no sólo derivaba de tación de acciones colectivas en el tiempo y las determinaciones geográfi-
particularidades geomorfológicas homogéneas sino de los recursos econó- cas e históricas, y postulaba, en cambio, superar la polaridad urbano-rural
micos y del “aspecto humano” que las constituían. Esta idea de región per- para reprimir tanto la hipertrofia metropolitana como la formación de su-
mitía atribuir la desigualdad no a la división en clases sociales inherentes al burbios y conurbaciones.25
capitalismo, sino a segmentos claramente delimitados en el territorio (la re- Basándose en hipótesis sobre el desarrollo productivo, el Planeamien-
gión) o en las ciudades (el barrio).22 Se trataba de un diagnóstico de las asi- to proponía redistribuir poblaciones y equipamientos en constelaciones
metrías en razón de las heterogeneidades geográficas (naturales o derivadas interrelacionadas de aglomeraciones de diferente densidad, función y gra-
de políticas territoriales anteriores) que no sólo aportaba una “solución” a vitación, en un territorio concebido como espacio isotrópico.26 En esta
los conflictos no resueltos del país –despoblamiento, desigualdad–, sino operación, el tejido urbano era replanteado radicalmente según un parce-
que hacía de la recomposición armónica del territorio nacional o urbano la lamiento racional que, tomando a los circuitos viales como barrera, cir-
metáfora perfecta de una posible integración social. cunscribiera las distintas formaciones vecinales en torno a equipamientos
176 LOS SABERES DEL ESTADO ANA MARÍA RIGOTTI 177
comunes, como alicientes de la solidaridad. Estas unidades vecinales se terés y los cuerpos representativos regionales. Dejaba atrás el tratado,
agregarían como federación de comunidades en toda la extensión de la re- entendido como sistematización de principios y regularidades propias de
gión, garantizando, matemáticamente, la integración social y la participa- un saber científico, y lo sustituía con manuales que fijan estándares de
ción cívica. desarrollo, tamaños óptimos, densidades, distancias y otras normas cuan-
Esta ampliada escala regional obligaba a dejar atrás el parti, que había titativas para los distintos elementos de estas aglomeraciones concebidas
funcionado como visualización de un posible reordenamiento de los asen- con un sentido genérico.
tamientos urbanos por y desde la forma (salvo en el caso de las soluciones Las sucesivas intervenciones militares, y luego las presidencias de Juan
urbanas desde arquitecturas a escala ingenieril de los discípulos de Le Domingo Perón, insistirían en la superación de un concepto liberal y re-
Corbusier).27 Lo sustituía el diagrama. Este modo de representar las rela- publicano de gobierno por un criterio técnico de administración capaz de
ciones sociales y funcionales ideales no sólo permitía dar legibilidad a los controlar los comportamientos y suprimir los conflictos mediante la racio-
principios y conceptos sino que, mediante pequeñas adaptaciones, servía nalidad y la eficiencia. El nuevo encuadre requería la incorporación efec-
para modelar espacialmente las aglomeraciones, liberándolas de toda refe- tiva de saberes y especialistas para conformar una nueva red de institucio-
rencia a formaciones urbanas históricas, espontáneas o proyectadas. nes encargadas de definir y ejecutar las políticas de Estado. Abiertos los
Así fue que el Plan Director sustituyó al Plan Regulador. nuevos canales de colaboración, se ampliaron los encargos de obras públi-
Este plan no consistía en una traducción a planta de una gran com- cas, creció el número de profesionales que integraban anónimos cuerpos
posición arquitectónica tridimensional a escala de la ciudad y sus alrede- técnicos, y la figura del arquitecto o ingeniero funcionario amenazó con
dores recompuesta como una formación física y socialmente reequilibrada desplazar el perfil “liberal” de la profesión inculcado en las universidades
y armónica. Se trataba, más bien, de un instrumento auxiliar de legislación argentinas.
con nomenclaturas abstractas que refieren al Código Urbano, el documen- Estos nuevos vínculos de dependencia y el reparto de cargos nego-
to jurídico que regulaba la propiedad del suelo normando loteos, densida- ciados por las distintas corporaciones se vieron matizados por los apoyos
des, áreas non aedificandi y actividades permitidas por zonas, y definiendo políticos expresos. Tras la dura campaña electoral de 1946 quedó confir-
áreas de reserva para futuros proyectos unitarios de urbanización. No eran mado un paulatino desplazamiento de los ingenieros a favor de los arqui-
las inercias históricas o las determinaciones geográficas las que definían el tectos en los proyectos del Estado, que ya reconocía antecedentes anterio-
programa, sino una voluntad política fuertemente dirigista en relación a la res. El decano de la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad de
cual se coordinaban territorialmente las acciones de gobierno y se progra- Buenos Aires y el directorio del Centro Argentino de Ingenieros habían
maban los gastos según los ciclos fiscales.28 participado activamente en la Unión Democrática; una actitud que con-
Estas transformaciones –en la escala del objeto de estudio y en los én- trastó con la prescindencia de la Sociedad Central de Arquitectos liderada
fasis en los efectos a producir– resultaban de un ajuste de la profesión a las por Federico de Achával, un nacionalista católico que apoyó la interven-
demandas del Estado nacional. ción universitaria para “reformar la Reforma” y aceptó integrar la Con-
Ya no se pretendería formular un discurso verídico y autónomo, a federación General de Profesiones. No sólo fueron arquitectos algunos
cargo de un profesional liberal contratado temporalmente por las admi- Delegados Interventores de las facultades de ingeniería de Buenos Aires y
nistraciones públicas, pero manteniendo una colocación de jerarquía y Rosario (Ermete De Lorenzi, Carlos Mendioroz, Carlos Becker) y los rec-
autonomía con respecto de las oficinas técnicas permanentes. El Planea- tores de las universidades del Litoral y Buenos Aires (Ángel Guido, Julio
miento optaba por autodefinirse como una técnica que habla de medios, Otaola), sino que se creó la primera Facultad de Arquitectura y Urbanismo
pero calla respecto de los fines establecidos por la conducción política en la Universidad de Buenos Aires, con potestad para otorgar la primera
del Estado o acerca de sus demandas para actuar sobre los grupos de in- credencial de urbanista.29
178 LOS SABERES DEL ESTADO ANA MARÍA RIGOTTI 179
A primera vista resulta curioso que en los años treinta, cuando predo- urbanísticas en el nomenclador, como un proyecto arquitectónico más.31
minaban los ingenieros en la elite urbanística, los instrumentos fueran la Por otra parte, para alcanzar los hiperbólicos objetivos de la Planificación
prefiguración formal y el parti propios del hacer arquitectónico. Pero en los Integral tampoco habría bastado el saber de un urbanista diplomado.
años cuarenta y cincuenta, cuando la actividad fue capturada por los arqui- Debían conformarse equipos sin excluir ninguna disciplina –antropolo-
tectos, éstos no dudaron en renunciar a la prefiguración tridimensional y la gía, sociología, geología, geografía, paisajismo, economía– y donde las su-
forma, y sustituirla por vagos diagramas y reconstrucciones demográficas, puestas especificidades del Urbanismo, al superponerse, se diluían.
sociales y económicas. También quedan así contradichas algunas presuncio-
nes sobre la estadofilia o estadofobia de, respectivamente, ingenieros y arqui-
tectos. Estos expertos operaban, antes que nada, como urbanistas, dejando La disolución en la Planificación
en un segundo plano las lógicas de las respectivas culturas profesionales.
Así fue como el campo laxo y sin exclusiones evidentes del Urbanismo El nuevo marco de la disciplina y la integración del experto como funcio-
–donde luego del Primer Congreso de Urbanismo parecía haber lugar pa- nario en equipos multidisciplinarios se consolidaron aún más con la
ra casi todos– resultó penetrado y dividido por la política. Revolución Libertadora.32 La nueva ley universitaria redefinió la función
La inestabilidad caracterizó a los encargos y a las instituciones técnicas, social de la institución a través de servicios de asistencia técnica vincula-
tanto de la reconstrucción de San Juan como de la Municipalidad de dos con el medio, y promovió la formación de institutos de asesoramien-
Buenos Aires y la Universidad de Tucumán (por citar sólo los focos de ac- to a cargo de investigaciones y proyectos contratados por terceros: una fi-
tividad más importantes). Se contrató en forma directa a jóvenes sin mayor gura institucional concurrente con la del funcionario incorporado a
experiencia urbanística previa y se incorporaron técnicos extranjeros –en es- cuerpos técnicos anónimos, y en clara competencia con el ejercicio liberal
te caso italianos que, en su mayoría, habían tenido una importante actua- de la profesión.33
ción durante el fascismo–. La profesión resultó dividida y desmembrada Gracias al nuevo paradigma desarrollista, la imagen del urbanista co-
mientras el Estado le imponía una jerarquía interna en reemplazo de la es- mo gerente científico de la producción y distribución de recursos huma-
tabilizada por los propios pares una década antes. Las fracturas internas y nos y naturales a escala territorial resultó congruente con el crecimiento de
los episodios de insólita virulencia en la disputa por los encargos quebraron la influencia norteamericana en el campo de la Planificación.
los códigos deontológicos: se ofrecían argumentos para conseguir un encar- Basado en un enfoque comparativo con los países centrales que apor-
go mediante el desplazamiento de un colega (Jorge Ferrari Hardoy respec- taban los modelos ineluctables de progreso, el desarrollismo proponía estra-
to de Fermín Bereterbide), se aceptaban encargos que estaban realizando tegias para sortear los “atrasos” o “desvíos” que habrían determinado un
otros (Julio Villalobos respecto de José Vivanco), o se trasladaba a los me- quiebre en los procesos de modernización de los países periféricos, y plan-
dios de comunicación una violenta disputa técnica con desautorizaciones teaba vías de superación teniendo en cuenta las particularidades de cada re-
morales incluidas (Bereterbide y Mendioroz).30 gión. Era la perspectiva “impulsada” desde la División de Vivienda y Pla-
El debilitamiento provino también de definir a la disciplina como neamiento (DVP), instituida por la OEA en 1948 para establecer un centro
técnica –un saber práctico, tabulado y fácilmente aplicable–, lo que re- de intercambio de expertos y estudiantes en las Américas. Jorge Enrique
sultaba contradictorio con los esfuerzos anteriores por consolidar una Hardoy, graduado en el departamento de Urban and Regional Planning de
profesión. la Universidad de Harvard, fundador y dos veces presidente de la Sociedad
El Estado atribuía tácitamente competencia a los arquitectos, sin de- Interamericana de Planificación derivada de la DVP, cumplió un rol impor-
mandar credenciales o experiencias que certificaran una formación espe- tante sistematizando, adecuando y difundiendo este nuevo cuerpo de doc-
cífica. Asimismo, José Pastor propuso incluir los honorarios por las obras trinas y reglas operacionales desde sus cátedras en la Escuela de Arqui-
180 LOS SABERES DEL ESTADO ANA MARÍA RIGOTTI 181
tectura de Rosario, como desde el Instituto de Planificación Regional de la Notas
Universidad del Litoral (IPRUL), primero, y el Centro de Estudios Urbanos
1
y Regionales (CEUR) después.34 “Informe caracterizando las atribuciones de las profesiones involucradas en un fu-
El marco fue un nuevo Plan de Estudios fuertemente comprometido turo Consejo de Ingenieros a fin de reglamentarlas” (manuscrito, 1932, archivado en la
Secretaría Académica, Facultad de Ciencias Exactas, Universidad Nacional del Litoral,
con los temas urbanísticos. Se proponía “impartir los conceptos básicos Rosario). En este informe, solicitado a raíz de un primer proyecto para regular las profe-
del Planeamiento urbano y rural desde el principio de la carrera a través siones ligadas a la Ingeniería, se reconoce la atribución de los arquitectos de “proyectar y
de los cursos de Arquitectura, para situar al alumno en la misión específi- dirigir trabajos de urbanización que se refieran a la estética de la población”. Resolución
ca del arquitecto: determinar el uso y dimensionamiento de los espacios N° 498 del Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología (Buenos Aires, mayo de 2006)
–actualmente vigente– incluye dentro de las actividades reservadas al título de arquitecto:
destinados a la vida del hombre sobre la superficie de la tierra, con proyec-
“Efectuar la planificación arquitectónica y urbanística de los espacios destinados a asenta-
tos analizados como parte integrante de la ciudad, el área metropolitana, mientos humanos. Proyectar parcelamientos destinados al hábitat humano… Participar
la región, la unidad nacional”.35 El objetivo era formar profesionales aptos en planes, programas y proyectos de ordenamiento físico-ambiental del territorio y de
para integrarse a la burocracia estatal responsable de la dimensión física del ocupación urbano-rural”.
2 Ana María Rigotti, “La que no fue. Notas preliminares para un análisis de la pro-
territorio y las agrupaciones humanas.36 Para lograrlo, era explícita la ten-
fesionalización del Urbanismo en Argentina”, Argumentos (Facultad de Humanidades y
dencia a desdibujar el Urbanismo en la metodología abstracta de la
Artes, Universidad Nacional de Rosario) 1, núm. 1 (octubre 2003), 187-204.
Planificación, prefigurando intervenciones a escala territorial (redes de ser- 3 Ana María Rigotti, “Las invenciones del Urbanismo en Argentina (1900/1960).
vicios e infraestructuras, normativas de uso del suelo) en los que se busca- Inestabilidad de sus representaciones científicas y dificultades para su profesionalización”
ba “trascender” las soluciones físicas y concentrarse en otro tipo de técni- (tesis de doctorado, Universidad Nacional de Rosario, 2005).
4 Anthony Sutcliffe, Towards the Planned City. Germany, Britain, the United States
cas para “elevar el nivel de vida” y la riqueza social “mediante una más justa
distribución de la renta y el suelo”.37 Para los problemas de mediana esca- and France, 1780-1914 (Oxford, Basil Blackwell, 1981).
5 Christian Topalov (dir.), Laboratoires du nouveau siècle (París, Éditions de l’École
la (“soluciones habitacionales”, proyectos de parques industriales o de re- des Hautes Études en Sciences Sociales, 1999).
novación urbana) el Urbanismo era redefinido como Diseño Urbano, una 4
Cuestionamos así la distinción tajante que ha pretendido establecerse entre plan y
variante más del diseño arquitectónico. plano. Véase: Alicia Novick “El plan y el proyecto como dimensiones del urbanismo mo-
Desde este enfoque, el Plan Director hizo coincidir sus herramientas derno, Buenos Aires, 1900-1940”, en Anais du IV Seminário de História da Cidade e do
con las de la Planificación. Urbanismo. Vol. II, Denise Pinheiro Machado (org.), 1122-1124. (Río de Janeiro,
Programa de Pós-Graduação em Urbanismo, Faculdade de Arquitetura e Urbanismo,
Y adquirió un neto sesgo administrativo, jerarquizando como recursos Universidade Federal do Rio de Janeiro, 1996).
los estándares, las comparaciones estadísticas, las curvas de inversión y la co- 7 Véase: Franco Mancuso, Las experiencias del zoning (Barcelona, Gustavo Gili,

dificación numérica del uso del suelo. En este borramiento de fronteras se 1980).
llevó al paroxismo la reivindicación originaria del Urbanismo como síntesis 8 Véase: Gwendolyn Wright, The politics of Design in French Colonial Urbanism

superadora de los múltiples saberes y prácticas, ya no sólo sobre la ciudad, (Chicago, Chicago University Press, 1991).
9 Véase: Christian Topalov, “La ville congestionnée”, en Genèses. Sciences sociales et
sino sobre el territorio y la sociedad en su conjunto. Mientras tanto, el ur-
histoire (París) 1, núm. 1 (septembre 1990), 88-111.
banista siguió –y sigue– insistiendo en postularse como el chef d’agence de 10
Véase: Guido Zucconi, La città contesa (Milán, Jaca Book, 1989).
equipos interdisciplinarios subordinados o contratados por el Estado. Y re- 11 Carlos María Della Paolera, “Contribution à l’étude d’un plan d’aménagement,

clama, con suerte desigual, ser considerado como el más capaz para orientar d’embellissement et d’extension de Buenos Aires” (tesis, Institut Français d’Urbanisme,
una visión comprehensiva de las agregaciones urbanas y sus problemas, y pa- noviembre de 1927).
12 Carlos María Della Paolera, Dos conferencias sobre Urbanismo. Rosario y sus proble-
ra seleccionar, de entre un amplio reservorio, las técnicas más adecuadas pa-
ra enunciar su análisis y los procedimientos tendientes a su transformación. mas urbanos (Rosario, Imprenta Taborda, 1928).
182 LOS SABERES DEL ESTADO ANA MARÍA RIGOTTI 183
13 Ana María Rigotti, “Municipio y vivienda. La Vivienda del Trabajador, Rosario, 23 Presidencia de la Nación, Subsecretaría de Informaciones. Manual Práctico del 2º

1923/1947”, (tesis de maestría, FLACSO Argentina, 1996). Plan Quinquenal (Buenos Aires, Presidencia de la Nación, Subsecretaría de Informa-
14 Carlos María Della Paolera, “Enseñanza del Urbanismo. Método y Programa”, en ciones, 1953), VIII. E. 7: “Urge la necesidad de reprimir la especulación inmobiliaria y fi-
Revista del Centro de Estudiantes de la Facultad de Ciencias Matemáticas (Universidad jar normas legales sobre loteos y ventas de tierra”; ibid, X. G. 1: “La tierra es un bien in-
Nacional de Rosario), núm. 5 (2º trimestre 1933), 39-49. dividual en función social. Es un bien de trabajo y no de renta o especulación”.
15 24 Fermín H. Bereterbide, “Reconstrucción de San Juan. Ideas para un sistema de fi-
Primer Congreso Argentino de Urbanismo. Tomo III (Buenos Aires, Imprenta
Mercatali, 1937). nanciación”, en Revista de Arquitectura (Sociedad Central de Arquitectos, Buenos Aires)
16
Resulta llamativo, en este sentido, que Ángel Guido eligiera la apelación de inge- XXX, núm. 295 (julio 1945): 274-275.
25 José Pastor, Curso Básico de Planeamiento Urbano y Rural (La Plata, Ministerio de
niero para sus encargos urbanísticos.
17 Alcides Greca, “La enseñanza del urbanismo en la Universidad Nacional del Obras Públicas, 1950). Allí los define como urbe clandestina que no es ni ciudad ni cam-
Litoral”, en Revista de Ciencias Jurídicas y Sociales (Universidad Nacional del Litoral, Santa po, sin ninguna de las ventajas de una u otro, y con todos los inconvenientes de ambos,
Fe) II (3a época), núm. 21-22 (1937), 5-12; José Lo Valvo, “Segundo Congreso Interame- caracterizados por una fealdad indescriptible donde se entremezclaba el caos de la indus-
ricano de Municipios”, Universidad 10 (diciembre 1941), 255-261. tria con los barrios residenciales, desalojando los cultivos periurbanos y dificultando los
18 David Lilienthal, Democracy on the March (Nueva York, Ed. Harper & Brothers, accesos carreteros.
26 Walter Christaller, Die zentralen Orte in Süddeutschland (Jena, Gustav Fischer,
1944). Pregona las ventajas de esta experiencia con técnicos imbuidos de las problemáti-
cas “del pueblo”, desde reparticiones descentralizadas que favorecían la participación y el 1933). Esta teoría cuantitativa sobre las localizaciones e interrelaciones entre servicios y
consenso. comercio pasó a ser una referencia obligada y fue aplicada por primera vez, casi literalmen-
19 Harvey Perloff, Education for Planning (Baltimore, The Johns Hopkins University te, en Balcarce. Julio Villalobos, “Plan para la colonización de Balcarce”, en Revista de
Press, 1957). En él se reseña el Program for Education and Research in Planning, 1946- Arquitectura (Sociedad Central de Arquitectos, Buenos Aires) XXVIII, núm. 293 (mayo
1956, realizado junto a Eduard Banfield y Martin Mayerson, que por años sirvió de ma- 1945), 215-235.
27 Los mejores ejemplos de un sesgo formalista extremo que propiciará, desde otro
triz a otros cursos de posgrado. Toma como referencia las experiencias de Rexford Tugwell
en Puerto Rico a través de la Junta de Planificación instituida en 1942. Al respecto, ver: ángulo, la dilución del Urbanismo en la Planificación son los planes para Bahía Blanca
Santiago Iglesia, “La función de la planificación en Puerto Rico”, Arquitectura (La Haba- (Miguel C. Roca y Enrique Geghard), la Ciudad Universitaria de Tucumán (Horacio
na), núm. 268 (noviembre de 1955); 499-505. Caminos y equipo), Jujuy-Palpalá (José Vivanco) y la Urbanización del Bajo Belgrano
20
José Pastor, Urbanismo con planeamiento. Principios de una nueva técnica social (Oficina de Estudio del Plan de Buenos Aires).
28 El período más socorrido es el quinquenal; en nuestro país se formularon el de
(Buenos Aires, Editorial Arte y técnica, 1947), 106. Más tarde profundiza en esta condi-
ción técnica: “El planeamiento urbano y rural no constituye una ciencia bajo ningún as- 1947, recopilando ex post diecisiete proyectos de ley, y el de 1952.
29 Se trata del Curso Superior de Urbanismo dictado en la Facultad de Arquitectura,
pecto en que se la tome. Desde el enfoque arquitectónico es simplemente una techné, una
técnica plástica-funcional, cuasi arte, cuasi ciencia, pero ni lo uno ni lo otro separadamen- Diseño y Urbanismo de la Universidad de Buenos Aires, dirigido por Della Paolera, y cu-
te: es un conjunto de técnicas sociales”. José Pastor “El concepto de Región en Planea- yo primer curso en 1949 estuvo a cargo del especialista francés Gaston Bardet.
30 Incluso intervino el Departamento de Estado norteamericano, seduciendo a Ferrari
miento”, en Revista de Arquitectura (Sociedad Central de Arquitectura, Buenos Aires)
XXXV, núm. 355 (marzo, abril y mayo 1952) 47-48. Hardoy, para usar el fracaso de la reconstrucción de San Juan como herramienta electoral.
21 Alejandro E. Bunge, Una nueva Argentina (Buenos Aires, Editorial Guillermo 31 José Pastor, “La reconstrucción de San Juan y los profesionales particulares al ser-

Kraft Ltda., 1940). vicio del Estado”, en Revista de Arquitectura (Sociedad Central de Arquitectura, Buenos
22 Federico Daus, “Geografía regional. Una orientación de la enseñanza de la geo- Aires) XXXV, núm. 353 (Mayo 1950), 145-157.
32
grafía”, en Boletín de la Universidad Nacional de La Plata, Tomo 9, núm. 1 (1935), 89-97. Jorge. F. Liernur, “Vanguardistas vs. expertos”, en Block (Universidad Torcuato Di
Para un desarrollo de esta interpretación de la regionalización como modo de representar Tella) 6 (marzo 2004), 18-39.
33
y organizar las diferencias internas de una sociedad: Silvina Quintero, “Geografía y terri- Primer Congreso Argentino de Planeamiento y Vivienda, “Conclusiones de la Co-
torio. Regiones y regionalizaciones en la Argentina durante la primera mitad del siglo XX” misión de Investigaciones y Educación”, en Nuestra Arquitectura (Editorial Contémpora,
(ponencia presentada en las Jornadas Interdisciplinarias: Formas y Representaciones del Buenos Aires) 28, núm. 338 (enero 1958), 40-51.
Territorio y la Ciudad del Laboratorio de Historia Urbana, Centro Universitario Rosario 34
El IPRUL fue creado en 1962 en directa vinculación con el rectorado de la
de Investigaciones Urbanas y Regionales (CURDIUR), Rosario, 7 y 8 de julio de 2000). Universidad Nacional del Litoral. El CEUR funcionó por un breve lapso en la Univer-
184 LOS SABERES DEL ESTADO
sidad de Buenos Aires para pasar a depender del Instituto Torcuato Di Tella entre 1967 y
1976.
35 Jorge Ferrari Hardoy, “Informe sobre lo actuado en 1956-57 y panorama lectivo

para 1958” (manuscrito mecanografiado, 1957), archivado en la Escuela de Arquitectura,


Universidad Nacional del Litoral, Rosario.
36 Jorge Enrique Hardoy, “Programa de los cursos Planeamiento 1 y 2” (programas

de cursos, Rosario, Escuela de Arquitectura, Universidad Nacional del Litoral, 1956), Saberes sin fronteras. La vialidad norteamericana
Archivo de la Secretaría Académica, Facultad de Arquitectura, Planeamiento y Diseño,
Universidad Nacional de Rosario. como modelo de la Dirección Nacional de Vialidad,
37
Urban renewal fue una noción establecida por Joseph Mcgoldrick en 1945. Susti- 1920-1940*
tuye la preocupación por la extensión, por la rehabilitación de áreas tugurizadas, trasla-
dando a sus habitantes y redefiniendo usos y loteo. Va a otorgar legitimidad a los planes
de erradicación de las “villas miserias”; el primero se implementó en 1956.
Valeria Gruschetsky

De la impresión recogida de los hombres, estudios, investigaciones,


procedimientos de trabajo y del sano sentido económico y de beneficio
general que inspira la vialidad norteamericana, deducimos que es acer-
tada nuestra orientación general de cultura de la técnica de caminos ha-
cia esas fuentes, sin excluir algunos interesantes aspectos europeos y
sudamericanos.
Justiniano Allende Posse1

En 1932 se creó la Dirección Nacional de Vialidad (DNV) como una re-


partición autárquica del Estado Nacional. La antigua dependencia del
Ministerio de Obras Públicas de la Nación (MOP) cambiaba su jerarquía
y se formaba a partir de la sanción de la Ley 11658 –Ley Nacional de
Vialidad–. En parte, dicho cambio se debió a la necesidad de construir ca-
minos que se ajustasen a las nuevas demandas que reclamaba el transporte
automotor o, como lo definían los contemporáneos, “buenos caminos” que
permitieran la circulación rápida de los vehículos de tracción mecánica.
Entre las últimas décadas del siglo XIX y las tres primeras del siglo XX
varias regiones de la Argentina, particularmente los principales centros ur-

* Una versión preliminar del artículo se presentó en el seminario “Saberes de Estado


y elites estatales” del grupo que coordina Mariano Ben Plotkin en el IDES. Se agradecen
los comentarios de todos los participantes, especialmente los de Alicia Novick y Silvana
Palermo.
186 LOS SABERES DEL ESTADO VALERIA GRUSCHETSKY 187
banos vinculados a la economía agroexportadora, transformaron su fiso- En este artículo se analiza la relación que se estableció entre expertos
nomía. La inmigración masiva, el impacto del progreso económico y el y saberes en materia de vialidad de Estados Unidos y Argentina en el mo-
desarrollo de ciertas infraestructuras se vieron reflejados en el crecimiento mento de la conformación de la DNV.6 Para ello se parte de una aproxi-
de la actividad constructora y en la realización de obras públicas. Para la mación al contexto que llevó a la creación de la repartición y que definió
década de 1930, este proceso promovido por el Estado se propuso enfati- sus líneas de acción en el territorio nacional, indagando, también, una se-
zar los aspectos de integración nacional, prestando particular atención a la rie de discursos técnicos de los ingenieros que estuvieron en contacto con
distribución espacial de las obras en términos territoriales. La acción del las políticas de vialidad norteamericana. En ellos se busca reconocer cuá-
Estado se hizo visible en gran medida a través de la creación de agencias les fueron los intereses que se pusieron en juego en la organización y las
estatales y la implementación de planes nacionales. La construcción, con- prácticas que llevó a cabo la nueva repartición.
servación y mejoramiento de los caminos mediante la realización de un El análisis se centra en la circulación de ideas, modelos y experiencias
sistema vial nacional fue una política clave en esta nueva etapa. Aunque la viales que afectaron el desarrollo de esta dependencia, focalizando en los
comunicación vial no desconocía el papel que habían tenido previamente vínculos que se establecieron con los Estados Unidos. Dos aspectos se ten-
los ferrocarriles, la flexibilidad, la potencialidad y la proyección de futuro drán en cuenta, por un lado, las formas organizativas que adoptó la recién
que representó la vialidad, sumada a la presión de los grupos involucrados creada repartición que encontró en el organismo norteamericano (“Bureau
(asociaciones civiles o importadores de autos, entre otros) y a la decisión of Public Roads”) un modelo de agencia estatal basado en la “eficiencia” y
política del Estado de construir una red nacional de caminos le otorgaron la “racionalidad”, y por el otro, cómo las políticas adoptadas por la DNV
a la vialidad un papel protagónico en los años treinta.2 estuvieron condicionadas no sólo por la capacitación de los cuerpos técni-
Durante esta década no sólo había una necesidad de que hubiera ca- cos por parte del nuevo organismo en los Estados Unidos y el conocimien-
minos y buena comunicación, sino que existía una conciencia pública a fa- to de otras experiencias similares, sino también por los intereses –tanto
vor de una “buena vialidad”.3 La sanción de la Ley Nacional de Vialidad económicos como políticos– que surgieron alrededor del automóvil y la
no fue sólo una respuesta a las demandas de diferentes sectores de la socie- construcción de carreteras.
dad, sino también un punto de partida que potenció y multiplicó la ac- La primacía de los conocimientos provenientes de Norteamérica no
ción modernizadora que se propuso encarar el Estado nacional en térmi- respondió solamente a cuestiones técnicas. Aspectos económicos, decisio-
nos de política vial. La nueva agencia tuvo la función de crear un sistema nes políticas y construcciones simbólicas también gravitaron en la elección
troncal de caminos nacionales de bajo costo que preveía la unión de las ca- de este país como principal referente. Esta elección, en algunos casos, es-
pitales de provincia, de los centros de producción, los puertos y las esta- tuvo influenciada por las representaciones de Estados Unidos construidas
ciones de ferrocarril.4 Ya en 1934, a raíz de la presión de agentes públicos desde Europa. A pesar de que este último vínculo se desarrolló de manera
y privados involucrados en las cuestiones viales, hubo un cambio en la po- distinta, ya que la potencialidad, practicidad y dinamismo de la ciudad
lítica de la repartición que apuntó a ampliar su radio de acción, cambio norteamericana sorprendió al visitante europeo al toparse con algo total-
que posibilitó la realización de obras que demandaron altos niveles de in- mente desconocido y novedoso,7 se debe tener en cuenta que el acerca-
versión y, a su vez, permitieron poner en práctica los últimos adelantos de miento hacia los Estados Unidos, particularmente de parte de aquellas dis-
la técnica. Estos conocimientos fueron apropiados por profesionales y fun- ciplinas afines a cuestiones urbanas, arquitectónicas, constructoras y
cionarios locales a través de los viajes de capacitación al extranjero que aus- paisajísticas, no era nuevo ni extraordinario. Desde fines de siglo XIX se
pició la DNV, de las conferencias y seminarios dictados por visitantes ilus- pueden rastrear referencias hacia la “gran república de los Estados Unidos”
tres, y de la contratación de especialistas extranjeros en cuestiones urbanas por parte de algunos dirigentes locales y por expertos europeos que desa-
y viales por oficinas estatales.5 rrollaron actividades profesionales tanto en ese país como en la Argentina.8
188 LOS SABERES DEL ESTADO VALERIA GRUSCHETSKY 189
Por último, se analizará de qué manera el diseño de los proyectos téc- En la década de 1920 habían sido las organizaciones relacionadas con
nicos y la propia conformación de la burocracia técnica específica de la el transporte, la producción o el consumo automotor quienes tomaban la
DNV obedecieron a discursos que defendían la “racionalidad” y la “efi- iniciativa de colocar en la agenda del debate público la necesidad de cons-
ciencia”, temas que produjeron también valencias en el plano simbólico. truir una red de caminos. De este modo, el Congreso y los partidos polí-
En efecto, durante los años treinta, la acción de los ingenieros viales y su ticos se enfrentaban a una sociedad en la que intervenían múltiples pers-
producción se convirtieron en imágenes de un Estado moderno amplia- pectivas y posiciones, y en donde las asociaciones se fortalecieron
mente recogidas por los medios de comunicación.9 Es desde esta perspec- disputando el favor de la opinión pública. La sociedad, a través de sus or-
tiva que se abordan algunos aspectos presentes en los Congresos de viali- ganizaciones, formó parte de la decisión política estatal. Los clubes auto-
dad y el lugar que ocuparon los Estado Unidos en la construcción del movilísticos, liderados en primer término por el Touring Club Argentino
sistema panamericano de carreteras. (TCA) y luego por al ACA, encabezaron las demandas y acciones por la
construcción de caminos y la sanción una legislación acorde.13
Pese a que en esa misma década se realizó el Primer Congreso Na-
Autos y caminos: el contexto de la creación de la DNV cional de Vialidad (1922) y el Primer Congreso Panamericano de Carre-
teras (1925), y que el presidente Marcelo T. de Alvear y su Ministro de
Durante la década de 1920 la Argentina dio un salto importante en el creci- Obras Públicas Roberto M. Ortiz presentaron al Congreso un proyecto
miento del campo automotor. Según datos del Automóvil Club Argentino de ley vial, éste nunca llegó a discutirse. En 1927, el Poder Ejecutivo
(ACA) y de la Asociación de Fábrica de Automotores, en 1920 había 48.007 nuevamente se presentó ante las Cámaras a fin de reproducir el proyec-
automóviles en todo el país, número que para 1929 había aumentado a to de 1925, pero sin tener demasiada suerte. Entre 1928 y 1932 se mul-
411.404.10 La existencia de vehículos se había octuplicado en una década. tiplicaron proyectos y mociones para que se tratara la cuestión de la via-
Cuando la Ley Nacional de Vialidad se discutió en el Congreso existían lidad en el Congreso.14 En estos estuvieron presentes las posturas de
420.820 unidades, cifra que representó un número relativamente alto de ve- diputados de las diferentes provincias y también los aportes de las orga-
hículos por habitante –es decir, un automóvil cada veintiséis habitantes–, ma- nizaciones civiles. Particularmente, la propuesta presentada por el TCA
yor que el de Alemania y comparable con los de Francia y Gran Bretaña.11 cobró presencia en el recinto, ya que algunos diputados actuaron como sus
En cuanto a los caminos, el panorama era muy distinto: en 1931 el voceros, y contaron además con asesores técnicos del Club para presentar
país sólo contaba con 2.000 km de carreteras de tránsito permanente. Por y justificar sus proyectos. Estos asesores enriquecieron los discursos de es-
esta situación, la presión de diferentes sectores interesados en la adecua- tos políticos, otorgándoles una legitimidad construida sobre la base de un
ción de la red caminera a los “nuevos tiempos”, a lo que se agregaba la cri- conocimiento técnico y racional. Tal fue el caso de los ingenieros civiles
sis económica, política e institucional del comienzo de la década de 1930, del TCA Roberto Kurtz y Lucas A. Barrionuevo, que asesoraron al dipu-
se vio plasmada en la sanción de la Ley Nacional de Vialidad, pese a que el tado de la Capital Alfredo L. Spinetto y al diputado de Córdoba J. C.
tema vial contaba con debates, emprendimientos puntuales o iniciativas no Rodríguez en la presentación de sus proyectos. Este cruce matiza la idea
concretadas desde la primera década del siglo. Esta ley transformó a la presente en las burocracias técnicas estatales que cuestionaba a la diná-
Dirección General de Vialidad, creada unos meses antes por decreto presi- mica parlamentaria, mayormente identificada con los intereses partida-
dencial, en la DNV. Esta repartición autónoma aglutinó múltiples sectores rios y los resultados electorales. En este sentido, no sólo el avance de las
involucrados con la vialidad, dado que diversos representantes regionales y burocracias técnicas dentro del Estado, en este caso dentro del MOP y
sectoriales –algunos de ellos vinculados con los transportes y las co- más adelante en la DNV, se asentaba en la formación y los conocimien-
municaciones– fueron convocados a formar su directorio.12 tos específicos de sus cuadros –idioma que compartían con las asociacio-
190 LOS SABERES DEL ESTADO VALERIA GRUSCHETSKY 191
nes–, sino que también el conocimiento técnico como fuente de legiti- realizar las expropiaciones y valorizar los terrenos cercanos a las nuevas ca-
mación avanzó en el ámbito de la política.15 rreteras. Finalmente, en este proyecto también se tomó como antecedente
La apelación a las experiencias extranjeras viales fue otras de las for- la legislación vial que se aplicó en Nueva Zelanda para el desarrollo de su
mas a las que recurrieron estos hombres de la política para argumentar sus política caminera.
tomas de posición en cuanto a qué tipo de proyecto vial debía llevar ade- Un caso particular representó la presentación del proyecto del diputa-
lante el Estado nacional. En este punto parecía haber un consenso general do Carlos J. Rodríguez, que apuntó a la construcción de “caminos espe-
en cuanto a tomar a los Estados Unidos como modelo para reflexionar so- ciales para automóviles y camiones”. En su argumento el auto no debía
bre los distintos aspectos involucrados en la legislación vial. Estudiar las “ser condenado a moverse dentro del tráfico de los caminos públicos en
diferentes clases de caminos, mirar la forma de organización de la agencia general”. Advertía que mientras los fabricantes del automóvil apuntaban a
gubernamental encargada de la vialidad, comparar la legislación y obser- perfeccionar el vehículo y su motor para que se adaptara a los peores ca-
var cómo la construcción de vías férreas se relegaba a un segundo término minos, los gobiernos se habían preocupado muy poco por mejorarlos.
para ser sustituida por las extensas carreteras era parte de la información Evocando al urbanista alemán Martin Wagner, sostenía que “es norma
que se manejaba a la hora de esgrimir argumentos a favor de la ley. Esto fundamental de la vialidad… combinar adecuadamente estos tres factores:
no significó que las experiencias de otros países no fueran tenidas en cuen- el vehículo, el motor y la vía”. En este planteo el automóvil necesitaba su
ta, tal como sucedió, entre otros, con los programas de vialidad implemen- propia vía, lo que elevaba los costos en la construcción. La concesión a em-
tados en Italia y en Alemania, aunque para los años de entreguerra la pri- presas privadas fue la solución que se eligió para la realización de este tipo
macía de la vialidad norteamericana era insoslayable. de obras tanto en Estados Unidos como en Italia. Este último país imple-
La experiencia del “gran país del norte” daba cuenta del progreso mentó las “autoestrade”, carreteras construidas para la circulación de “au-
que generaba el desarrollo de caminos aptos para automóviles, acortan- tovehículos”, mediante su concesión a una sociedad anónima denomina-
do las distancias entre las ciudades y los tiempos de circulación. El dipu- da “Autostrade”, en 1922. Este fue el criterio que adoptó el Estado italiano
tado Spinetto reproducía las palabras del ingeniero Kurtz, quien en su para que se comenzaran a construir las autovías. Para Carlos J. Rodríguez,
visita a los Estados Unidos como delegado del TCA al Congreso de el gasto más alto en la construcción de caminos generaría en el largo pla-
Vialidad pudo notar “en el camino de Nueva Jersey, la circulación de zo un automovilismo más barato.17
2.000 vehículos en una hora, por una arteria que podría compararse a Aunque diputados y asesores apelaran a experiencias diversas, la nor-
nuestra avenida Alvear, prolongada hasta Rosario y recorrida en toda su teamericana era la referencia principal en la materia. Este proceso, que se
longitud por los automóviles que van y vienen de Palermo los días feria- inició con el crecimiento del campo automotor y la necesidad de tener ca-
dos”.16 minos acordes para su expansión, dio lugar a una nueva etapa con la san-
En cuanto a la forma de organización que debería adquirir la agencia ción de la Ley Nacional de Vialidad y la creación de la DNV. A pesar de
encargada de llevar adelante la política caminera, el mismo diputado recu- que la elaboración de la política pública vial nacional tuvo en cuenta la
rrió a los argumentos esgrimidos por los Estados Unidos y a la experiencia multiplicidad de experiencias similares en otros países, el proyecto oficial
italiana para señalar que la “Comisión de Vialidad” debía poseer una au- apuntó, en un primer momento, a responder a las necesidades básicas de
tonomía absoluta. Apuntaba a establecer la estabilidad de los miembros y un país agroexportador. Es decir, era un proyecto contrario a la idea que
la permanencia del ingeniero de modo de dar continuidad a las obras más representada la “autoestrada” italiana.
allá de los vaivenes políticos. La experiencia de Canadá también fue teni-
da en cuenta, particularmente en la propuesta de aplicar un impuesto a la
nafta como forma de financiamiento de los caminos y en cuanto a cómo
192 LOS SABERES DEL ESTADO VALERIA GRUSCHETSKY 193

Congresos y publicaciones: Los contenidos de los congresos y de las deliberaciones legislativas que
la primacía de la experiencia vial norteamericana tramitaron el apoyo a los mismos no sólo documentan importantes discu-
siones técnicas y políticas, sino que también permiten hacer visibles los
Desde la década de 1920 en la Argentina se comenzaron organizar congre- múltiples intereses que se ponían en juego en la celebración de estas acti-
sos y/o exposiciones vinculadas a las cuestiones viales. Hasta la creación de vidades. En este sentido, en un artículo publicado en la revista del Centro
la DNV, estos espacios fueron convocados por instituciones privadas y por Argentino de Ingenieros (CAI) se observaban posiciones muy críticas sobre
organizaciones transnacionales que tuvieron el apoyo y la participación del el Primer Congreso Panamericano de Carreteras. Su autor, el ingeniero ci-
Estado nacional. Así, el TCA estuvo a cargo de la organización de los dos vil Carlos Wauters, profesor de la Universidad de Buenos Aires, revelaba, a
primeros congresos nacionales de vialidad (1922 y 1929), que contaron su entender, las reales intenciones de los promotores de ese Congreso. Que
con el aporte financiero del Estado y la participación de funcionarios gu- no eran otras sino promover la realización de caminos aptos para vehículos
bernamentales. Así también, en ellos intervinieron entidades dedicadas a de tracción mecánica, lo que representaba más un interés de las empresas
caminos, comunicación y turismo, instituciones académicas y organizacio- automotrices, particularmente las norteamericanas, que una necesidad real
nes de profesionales. El Primer Congreso de Panamericano de Carreteras ocasionada por la “gran cantidad” de automóviles en circulación. Señalaba
realizado en Buenos Aires en 1925 fue producto de una decisión de la Junta también que el objetivo principal del Congreso Panamericano era comer-
Directiva de la Unión Panamericana con sede en Washington, que en la V cial e industrial. Según su perspectiva, estas instancias de diálogo, de difu-
Conferencia Internacional Americana (Santiago de Chile, 1923) se propu- sión de experiencias y conocimientos técnicos eran excedidas por intereses
so estudiar los medios más adecuados para la construcción de una carrete- económicos y políticos.
ra que uniera las ciudades más importantes entre los países de la Unión: la “En Estados Unidos se ha creado una poderosa industria para la cons-
así denominada Carretera Panamericana.18 La realización de este Congreso trucción de autos y camiones; la población está allí servida a saturación ca-
–más allá de que contó con el apoyo de los Estados Unidos– estuvo a car- si completa; la producción industrial sobrepasa las necesidades limitadas
go del MOP, y en esta ocasión la participación del TCA fue accesoria, ya de la renovación; hay un excedente que tenemos que exportar. ¿Dónde di-
que se comprometió solamente a realizar una “Exposición de vialidad, rigirnos de preferencia? Pues a la Argentina; y como nuestra maquinaria
transporte y turismo” con el fin de complementar la labor del Congreso.19 requiere buenas carreteras para usarse bien, no nos queda más recurso que
Como puede observarse, el compromiso del Gobierno nacional para provocar su construcción a gran escala…”21
la celebración del Congreso Panamericano de Vialidad fue mayor que el Esta toma de posición del ingeniero reflejaba su idea de que el even-
mantenido en relación con otros eventos previos, porque más allá de sus to respondía a los intereses de los Estados Unidos para que los caminos la-
finalidades prácticas –fomentar el desarrollo de la vialidad en general, re- tinoamericanos fueran aptos para la circulación de los nuevos medios de
copilar y difundir las documentaciones y elementos sobre la misma y pre- transporte. Continuando con su razonamiento, no había sido un dato me-
sentar proyectos y proposiciones tendientes a beneficiar las carreteras ame- nor el hecho de que la preparatoria del Congreso se hubiese realizado en
ricanas–, reconocía que este tipo de actividades habrían de influir en forma Washington, y que los delegados argentinos fuesen invitados a participar.
auspiciosa sobre las relaciones internacionales de “ambas Américas”.20 Con- Según su relato, se montó una intensa y perseverante propaganda perio-
solidando esta tendencia creciente de apoyo estatal a las instancias de de- dística donde aparecían “grandes avisos de los introductores de autos y ca-
bate de vialidad, una vez sancionada la Ley Nacional de Vialidad y creado miones americanos, repuestos y accesorios, empresas de pavimentación de
su organismo ejecutor fue éste el que estuvo cargo de la organización de varios tipos y sistemas”.22
los congresos de vialidad en el ámbito local y de enviar las comitivas repre- Wauters se encontraba entre aquellos ingenieros que pensaban el de-
sentativas a los del exterior. sarrollo de la red caminera como subsidiaria del ferrocarril, idea que tam-
194 LOS SABERES DEL ESTADO VALERIA GRUSCHETSKY 195

bién compartían algunos representantes del partido socialista,23 y por eso “problema vial debe ser estudiado teniendo en cuenta sus variantes, el sue-
rescataba la importancia que tuvo la Ley Mitre de 1907 para el desenvol- lo, el clima, el tránsito, la topografía, los materiales, las condiciones loca-
vimiento de los caminos y los puentes en la Argentina. El Estado nacio- les y los recursos en dinero, máquinas, hombres, etc.”.28 También priori-
nal, a través de esta ley, establecía que las empresas ferroviarias debían con- zaba la idea de que cada caso debía ser estudiado con un criterio local, pero
tribuir con el 3% del producido líquido de sus líneas a la construcción y sin dejar de estar al tanto de los progresos de la técnica: observar otras ex-
conservación de puentes y caminos, principalmente aquellos que comple- periencias servía para impregnarse de nuevas ideas, imágenes y conceptos,
mentaban las vías férreas, mientras que en Estados Unidos la ayuda fede- para luego ajustarlas a las realidades y necesidades locales.
ral en materia de vialidad recién comenzó a tener vigencia entre 1916 y La mirada crítica que construyó Wauters sobre el Primer Congreso
1924, como consecuencia de la presión que ejerció el fuerte crecimiento Panamericano y sus cuestionamientos a la necesidad de desarrollar una po-
del aparato industrial automotor.24 A la ausencia de políticas federales del lítica vial nacional representó algunas de las posturas presentes en la socie-
gobierno norteamericano, Wauters contraponía la política caminera del dad. No obstante, en el Congreso Nacional hubo otro tipo de argumenta-
Gobierno Nacional argentino a través de la Ley Mitre, que desde princi- ciones que a pesar de estar a favor del desarrollo de los caminos no
pio de siglo XX había privilegiado “la unión nacional, antes que las con- acordaban con ciertas líneas que se consideraban implícitas en los fines del
veniencias económicas de la producción y las estratégicas para la defensa evento panamericano. Socialistas y demócratas progresistas cuestionaron
del país sacrificando en su obsequio los mejores trazados técnicos: se tra- la decisión de destinar fondos públicos para la realización de la exposición
taba de afianzar la nacionalidad argentina, uniendo las capitales de provin- complementaria al Congreso, documentando la existencia de posiciones
cia entre sí y con la Capital Federal”.25 encontradas dentro de las Cámaras y el cruce de intereses socioeconómi-
Sin embargo, no mencionaba que las nuevas demandas de la era del cos y políticos al amparo de argumentaciones sustentadas en un discurso
automóvil transformaron rápidamente el rol del Estado y elevaron su posi- técnico.
ción. El “Bureau of Public Roads” fue la expresión del nuevo papel que asu- En primer lugar, los diputados socialistas cuestionaron la idea del ca-
mió el Estado en los Estados Unidos. Esta dependencia, que representaba mino asociada al desarrollo del turismo, entendiéndolo como “una activi-
al poder federal, centralizó la administración del sistema caminero, y los go- dad eminentemente aristocrática”, aunque reconocían la importancia de la
biernos estatales fueron los que se encargaron de la realización de las obras, vialidad para el desarrollo agrícola como el objetivo prioritario de los ca-
de acuerdo a los estándares profesionales estipulados por el Bureau.26 En minos. En segundo lugar, criticaban los beneficios que obtendrían las ca-
cuanto a los contenidos técnicos del Congreso Panamericano, Wauters se- sas automotrices, como Ford o Dodge, al conocer qué modificaciones de-
ñaló la ausencia de criterios de adaptación a las necesidades locales. Hacía bían hacer en sus vehículos para adaptarlos a las futuras carreteras: las
notar que las características de la construcción de caminos debían surgir empresas, que pagaban altísimos impuestos en los Estados Unidos, po-
de “la feliz combinación en el aprovechamiento de los recursos locales; y drían beneficiarse en la Argentina sin ningún tipo de costo. Finalmente, no
por eso las descripciones técnicas de las obras ejecutadas en cualquier país estaban de acuerdo sobre el lugar protagónico que se le asignaba al TCA,
no pueden fundar recomendaciones de carácter general porque, sólo por una institución que era considerada como representante de los intereses de
excepción, se reproducirían las mismas condiciones locales que las justifi- clase de los grupos privilegiados, en detrimento del desdibujado papel que
caron”.27 le tocaba a la Dirección General de Puentes y Caminos en este asunto.29
Este tipo de advertencias sobre la adopción de especificaciones exter- La crítica de Wauters, publicada en una revista especializada, y el de-
nas también estuvo presente en los discursos de los ingenieros de vialidad. bate sobre las partidas presupuestarias para la realización del Congreso
Una década más tarde, el ingeniero Justiniano Allende Posse, al regreso de Panamericano de Carreteras dan cuenta, por un lado, de la multiplici-
su viaje de estudio por Sudamérica y Norteamérica, señalaba que cada dad de intereses creados alrededor del desarrollo de una política camine-
196 LOS SABERES DEL ESTADO VALERIA GRUSCHETSKY 197
ra, y por el otro, muestran las diferencias en las tomas de posición tanto ron elegidas como sedes de los primeros congresos panamericanos de ca-
dentro de los cuerpos de ingenieros como entre los representantes de la rreteras. En este contexto, el proyecto de construcción de la carretera
política. Existían figuras que defendían la primacía del ferrocarril, y Panamericana –objetivo que convocó a los primeros congresos de carrete-
otras que veían en la carretera y el automóvil una nueva forma de comu- ra– se constituyó en la bandera del fomento del automóvil en América, un
nicación, más flexible y adaptada a los nuevos tiempos. Durante la dé- bien en el que la primacía empresarial estadounidense era indiscutible.33
cada de 1920 coexistieron ambas posturas, y por lo tanto no resulta ex- Estas dimensiones políticas de las cuestiones técnicas que la historio-
traño que la misma revista que diera espacio a las críticas de Wauters un grafía ha rescatado se registran con claridad en los discursos de los años
año más tarde publicara un artículo publicitando al “automóvil como veinte, ya que, finalmente, para los años treinta el enfrentamiento analiza-
factor de progreso” que resaltaba las ventajas de su empleo mientras ex- do se inclinó en favor de los sectores que bregaron por el desarrollo de una
hortaba a los “poderes públicos” a que se embarcasen en la construcción política nacional caminera. Además de la consolidación definitiva del uso
de caminos apropiados por ser “una sentida necesidad de la economía del automóvil, la necesidad de abaratar los costos de transporte de la pro-
nacional”.30 ducción agroexportadora después de la crisis y un renovado énfasis estatal
La historiografía sobre el tema ha retomado algunos de los argumen- en la búsqueda de la integración territorial nacional configuraron un nue-
tos de los actores del período. Así, por ejemplo, esta oposición de intere- vo contexto en el cual la vialidad se convirtió en una política prioritaria del
ses ha sido interpretada desde una perspectiva económica por Raúl García Estado. La nueva situación no sólo se vio plasmada en la creación de la
Heras como parte de la real e intensa rivalidad “interimperialista” que exis- DNV y el aumento del presupuesto destinado a carreteras, sino que tam-
tía entre Estados Unidos e Inglaterra por cooptar el mercado latinoameri- bién repercutió en instancias específicamente técnicas: la nueva repartición
cano.31 La importante participación de las empresas automotrices nortea- recomenzó a encargarse de la organización de congresos y actividades de
mericanas en el mercado local es leída entonces como un elemento clave difusión en la materia, reemplazando a la acción privada que había impul-
de las políticas expansionistas de Estados Unidos, en detrimento de los ca- sado actividades similares en la década anterior, así como la vialidad ad-
pitales británicos. Desde nuestro análisis podríamos afirmar que el rol pro- quirió mayor entidad en las publicaciones especializadas.
tagónico que tuvo ese país en la realización de los congresos panamerica-
nos de carreteras también puede ser considerado como otro factor a favor
de esas políticas. Un cambio de horizonte: Estados Unidos a la vanguardia
Por otra parte, desde una perspectiva de la historia cultural, Ricardo
Salvatore sugiere una lectura en donde los congresos panamericanos –en- En los años veinte el automóvil era considerado como un objeto “moder-
tendidos como actividades realizadas por la Unión Panamericana– forma- no” y “novedoso”. Fernando Rocchi lo considera emblema de la moderni-
ron parte del aparato que desarrolló el imperio informal norteamericano dad del período cuando analiza la evolución del consumo durante los años
en América Latina.32 Ese aparato se montó sobre la expansión de la cultu- de entreguerra. El crecimiento explosivo que tuvo en esos años generó un
ra del consumo y el conocimiento técnico a través de la publicidad y las desplazamiento en dos sentidos: dejó de ser un artículo de lujo para con-
relaciones públicas, mediante la difusión de imágenes de progreso y mo- vertirse en un bien relativamente accesible para el consumidor argentino, y
dernidad. Ciertas representaciones, entre las que se encontraban las de au- la primacía que habían tenido los autos europeos durante las primeras dé-
tos y carreteras, habrían servido de objeto de una interpelación constante cadas del siglo XX –en particular los franceses– fue remplazada por la de los
llevada adelante por Estados Unidos para distinguir las regiones de Amé- norteamericanos. Las firmas estadounidenses aglutinaban el 75% de las
rica del Sur que pudieran comportarse como consumidoras. Puesto que ventas y el otro 25% estaba integrado por las empresas europeas, entre las
tanto Buenos Aires como Río de Janeiro entraban en esa definición, fue- que se destacaban la italiana Fiat y la francesa Renault.34
198 LOS SABERES DEL ESTADO VALERIA GRUSCHETSKY 199
Este fenómeno, que significó una mayor presencia de los Estados se trataba de tramos cortos o de vialidad urbana. Es decir, si en un primer
Unidos en el mercado argentino, fue también consecuencia de la política momento se propuso “hacer una obra económica pero de gran longitud,
de gobierno del presidente norteamericano Herbert Hoover, que cooperó tendiente a abrir el comercio y el tránsito en todo el país”,40 no cabía du-
con la expansión del sector privado en el exterior, donde la industria au- da en que el modelo a seguir era el norteamericano. Pero cuando la DNV,
tomotriz y sus accesorias llevaron la delantera. En la década de 1920 Ford gracias a las acciones de diferentes agentes y de un intenso debate en las
y General Motors instalaron plantas para armar coches en el país35 y esta- Cámaras debió hacer su primera excepción al plan proyectado y hacerse
blecieron una eficiente red comercializadora, y por medio de la publicidad cargo de la realización de la “avenida de circunvalación” para la Capital
en diarios y revistas, de la propaganda radiofónica y de los Salones del Federal, las referencias al viejo continente se pusieron a la par de las nor-
Automóvil fomentaron la demanda.36 Los congresos panamericanos de ca- teamericanas, destacándose los modelos camineros italianos y la vialidad
rreteras se desarrollaron en este contexto y, aunque no exclusivamente, se urbana francesa.41 En este sentido, la avenida General Paz fue la primera
vincularon con estos procesos. vía urbana a cargo del Estado nacional que por sus características deman-
La idea de contar con una red de caminos troncales cobró forma y dó altos niveles de inversión y la puesta en práctica de conocimientos téc-
materialidad a partir de 1930, cuando el gobierno de facto, a través de una nicos con ideas más sofisticadas, tales como la amplitud, la belleza, el buen
política expeditiva, dio inicio a la era del camino.37 Este giro en la actitud trazo, la libertad de cruces y obstáculos y la visibilidad, es decir un entor-
de los agentes oficiales, que se mostraron dispuestos a financiar las obras, no apropiado para la “gran velocidad”.42
también fue consecuencia del “cambio de mentalidad en las autoridades Las polémicas en torno a las formas de financiamiento que se imple-
como resultado de la crisis. Al crear fuentes de trabajo, la construcción de mentaron para construir la red caminera terminaron por darle nuevamen-
caminos contribuiría a aliviar la desocupación producida por la depre- te a los Estados Unidos un lugar prioritario como ejemplo a seguir. Así, en
sión”.38 Esta idea puso el foco en el lugar que ocupó la obra pública cami- marzo de 1928 el Ministerio de Obras Públicas de la Provincia de Buenos
nera como una actividad para dinamizar la economía de principio de los Aires mandó a la Legislatura un proyecto de ley para la “Creación de un
años treinta. Si a esto se le suma la forma en que se planteó su construc- fondo permanente para caminos pavimentados y consolidados”, cuya for-
ción y financiamiento, así como el espacio ocupado por las industrias au- ma económica y financiera remitía al modelo norteamericano. Este radi-
tomotrices y sus subsidiarias de origen norteamericano, observamos que caba “en el establecimiento de una tasa indirecta a pagar por quien usa y
las referencias a los Estados Unidos, tanto en aspectos materiales como se beneficia del camino”. Por ende, se debía cobrar el servicio que los ca-
simbólicos, adoptaron un lugar central en el desarrollo del sistema cami- minos prestaban a los vehículos, y el impuesto a la nafta, junto con el im-
nero argentino. puesto a la venta de automóviles y accesorios, parecían ser los gravámenes
El protagonismo en la materia que tuvo este país no parece generar indicados para crear el fondo.43 Esta propuesta elaborada para la provincia
demasiado conflicto si se piensa en términos de las dimensiones indiscuti- de Buenos Aires sería luego aplicada por la DNV en todo el territorio na-
bles de su industria automotriz y del sistema vial que desarrolló desde la cional.44 La primera gestión, a cargo del ingeniero Justiniano Allende
década de 1920.39 En cuanto a las técnicas viales, parecía lógico que los in- Posse (1932-1938), defendería este modelo por ser el que mejor se ajusta-
genieros de la DNV se dirigieran hacia el país del norte para informarse ba a las problemáticas territoriales del país, al poseer grandes similitudes
sobre las últimas innovaciones. Por otra parte, el modelo vial norteameri- espaciales y una organización política comparable. De esta forma fue jus-
cano se ajustaba mejor a las demandas locales en cuestiones como distan- tificado el rechazo de la propuesta realizada por el gobierno de Uriburu,
cias entre ciudades y diversidad de paisajes, si bien las referencias del viejo previa a la creación de la DNV, que –siguiendo los ejemplos europeos, es-
continente siguieron estando presentes en las diferentes soluciones pro- pecialmente el italiano– proponía la construcción de una red troncal na-
puestas por ingenieros, funcionarios y políticos, particularmente cuando cional pavimentada financiada por el peaje.45
200 LOS SABERES DEL ESTADO VALERIA GRUSCHETSKY 201
Tal como lo habían advertido políticos y funcionarios del gobierno de tidad empleados administrativos. La relación era de 43 ingenieros por so-
Yrigoyen, la realidad europea caminera estaba más alejada de la nuestra bre 24 empleados.48 Pero en el caso local la situación era distinta, y la ex-
que la norteamericana. Al promediar la década del veinte Estados Unidos cesiva cantidad de empleados administrativos era objetada por los ingenie-
contaba con una importante red de caminos, pero a diferencia de Europa, ros. La cantidad de papeleo generada por la burocracia administrativa les
su explosivo desarrollo estuvo fuertemente ligado a los cambios sociales y impedía cumplir su verdadera función, que era dedicarse de lleno a las
culturales asociados al crecimiento del automóvil como medio de trans- obras, aunque paradójicamente esta situación los hacía reclamar más em-
porte. pleados administrativos. A partir de la experiencia que vivió en su viaje por
En Europa se hablaba del renacimiento del camino gracias a la acción los Estados Unidos, Allende Posse confirmó su idea de que el excesivo per-
del automóvil; y aquí, en nuestra pampa abierta a la voracidad del espacio sonal administrativo era lo que hacía pesada y difícil la obra de los técni-
y a la esperanza promisoria del trabajo, el camino no puede renacer, debe cos.49
primero nacer; y para ello hay que dotarlo de su característica fundamen- El modelo norteamericano le dio elementos para cuestionar la fun-
tal: que por él pueda transitarse en todas las épocas del año.46 ción de la burocracia de los empleados públicos administrativos de la de-
La expansión caminera en la Argentina fue consecuencia de la presión pendencia, y también puso en el tapete el proceder del cuerpo de ingenie-
que ejerció el crecimiento del campo automotor durante la década prece- ros, e incluso su propio accionar. El distrito norteamericano analizado no
dente y de la acción estatal durante la siguiente. Hasta ese momento, la red disponía de chauffeurs, ni de ordenanzas o mensajeros. Cada ingeniero dis-
férrea cumplía la función de comunicación territorial, priorizando las re- ponía de un auto y, sin importar su puesto, recorría un promedio de 5.000
giones vinculadas con la economía agroexportadora. Pero el camino y la km por mes. Esa era la vida normal de todos ellos. En este punto, es sig-
carretera la multiplicaron de manera exponencial durante los años treinta, nificativo el relato de la experiencia del Presidente de la dependencia:
de la mano de un Estado que, a través de un sector de la obra pública,
apuntó a la integración y modernización de todo el territorio nacional.47 [E]l propio Ing. [Thomas M.] MacDonald, Jefe del Bureau, en la
Las referencias a Estados Unidos también tuvieron un rol protagóni- gira a que fuimos invitados manejaba personalmente su vehículo
co en cuanto a las formas de organización de la DNV: las oficinas viales, y para vergüenza mía nos seguía mi coche particular guiado por
tanto del orden federal como particulares de cada Estado, se convirtieron un chauffeur, al estilo criollo, que casi todo el tiempo fue vacío,
en modelos para las autoridades locales. La organización del “Bureau of pues Mr. MacDonald prefería tener a su lado a las cinco personas
Public Roads” fue un interesante ejemplo para las autoridades jerárquicas que integrábamos el grupo.50
de la flamante dependencia. Al regreso de su gira por lo Estados Unidos
en 1936, el primer presidente de la DNV destacó la “enorme eficiencia y Esta forma de actuar era admirada por el ingeniero. Aquel pueblo era el
el alto grado de trabajo personal de los empleados técnicos y no técnicos” exponente de la eficacia, la inteligencia y la acción en el trabajo tanto del
de aquel país. Primero reconocía lo importante que era la colaboración es- obrero como del potentado. Esta imagen se reflejaba en el reglamento in-
trecha entre los técnicos de cada uno de los departamentos para que no se terno del Bureau, que estipulaba que todos los técnicos debían “manejar
recarguen y dupliquen las tareas y, en consecuencia, se malgaste el tiempo personalmente en las obras las máquinas de la casa, durante tres días con-
y los recursos. Así, cuestionaba la “tendencia individualista” de nuestro pa- secutivos cada año”, acción que significaba meterse en el barro o en el pol-
ís que conducía a los departamentos, secciones e ingenieros a una labor ce- vo que generaba la obra.51
rrada y con muy poco contacto entre ellos. Y en segundo lugar, al analizar Todo este cuestionamiento sobre la organización del trabajo en la re-
la organización de la repartición vial norteamericana señalaba que la can- partición terminaba con la necesidad de revisar las leyes de retiro o de ju-
tidad de ingenieros que trabajaban para esa dependencia duplicaba la can- bilación. Según un comentario del Ing. Thomas M. MacDonald, estas le-
202 LOS SABERES DEL ESTADO VALERIA GRUSCHETSKY 203
yes privarían a la Dirección de sus mejores hombres a los 50 años, edad en Sur. Este itinerario generó un caudal de observaciones, reflexiones y ense-
la que habían adquirido la experiencia y la claridad para ejercer funciones ñanzas. Tanto en Sudamérica como en los Estado Unidos se estudiaron los
directivas, y peor aún, cuando el Estado argentino había gastado mucho caminos más variados y en las zonas más diversas, y los especialistas se re-
dinero en educarlos; los viajes de capacitación al exterior financiados por lacionaron con colegas de reparticiones homólogas a la Dirección Nacio-
la DNV fueron un ejemplo de este tipo de gasto o inversión. nal de Vialidad y de instituciones de profesionales de cada país y/o estado
Desde una perspectiva simbólica, cruzada con cuestiones técnicas, se que visitaron.
colocó a los Estados Unidos como el ejemplo a seguir para lograr el buen En su paso por Sudamérica, la observación de caminos les permitió
funcionamiento de la nueva dependencia. Ideas, imágenes y conceptos so- concluir que en algunos casos, a pesar de la escasez de recursos y de las di-
bre la implementación de la racionalidad y la eficiencia cobraron relevan- ficultades naturales de los paisajes montañosos, las carreteras fueron cons-
cia para la “buena” organización del trabajo dentro de la DNV.52 truidas gracias a la capacidad de los cuerpos técnicos. El progreso de los ca-
minos era visible en Chile y en Perú, a los que se podía agregar la
modernidad de las carreteras de Brasil y Uruguay, si bien los problemas de
La formación de los expertos: viajes de estudio circulación vial que se les presentaron en Centroamérica pusieron en evi-
y traducción de publicaciones dencia las dificultades con que se enfrentaba la realización de la carretera
Panamericana. Es decir, podían existir diferentes tipos de caminos, pero su
El primer presidente del directorio de la repartición, el ingeniero Allende “éxito” y “utilidad” dependían principalmente de un sistema armónico y
Posse, figura reconocida y respetada desde el punto de vista técnico, encar- coordinado, y eso todavía era parte de los problemas con que se encontra-
nó a la perfección la nueva concepción de la acción estatal propuesta por ban algunos países no obstante tener excelentes carreteras. El ejemplo de la
el gobierno del Presidente Agustín P. Justo. La decisión estatal de activar carretera que atravesaba a lo largo la isla de Cuba fue ilustrativo: “un mag-
la política caminera al intensificar las obras viales en el país se tradujo en nífico camino de 114 km, pero carente de tráfico afluente por falta de ra-
el destino de fondos para importar máquinas y en un aumento en la par- males”.53
tida presupuestaria para obras viales. La gira por Estados Unidos se inició en los estados del Sudeste bajo la
Por entonces, Allende Posse se perfiló como un poderoso líder que guía del jefe de distrito de los cuatro estados de Virginia y Carolina. En ese
tuvo el objetivo de personificar en esta repartición del Estado la eficien- tramo los ingenieros abarcaron una gran cantidad de obras en construc-
cia y la buena administración. En su rol del funcionario de la DNV, se ción, y luego continuaron con la guía del jefe del Bureau, MacDonald
preocupó por la capacitación del personal profesional, y organizó giras –quien había visitado la DNV unos años antes–, para finalizar en los esta-
de estudios a Norteamérica para los funcionarios, con el objetivo de con- dos del Nordeste acompañados por el jefe del Departamento de Proyectos.
formar un cuerpo especializado y actualizado en materia de caminos y Durante los trayectos compartieron la experiencia con numerosos técni-
vialidad. Su idea no era solamente que se capacitaran, sino que también cos, quienes les trasmitieron un gran caudal de información, conocimien-
realizaran informes técnicos para publicar en la revista oficial del orga- to y saberes prácticos, que los ingenieros argentinos volcaron luego en las
nismo. conferencias y publicaciones de la DNV.
Entre 1936 y 1937 se organizaron dos viajes, dentro del marco pro- En 1937 la DNV organizó la “Segunda gira por Norte América”, en
puesto por la Comisión de Cooperación Panamericana. Allende Posse par- la que participó una comisión de estudios integrada solamente por cuer-
ticipó del primero, junto con los ingenieros Enrique Humet y Eduardo pos técnicos de ingenieros. La experiencia se extendió por seis meses, y los
Coll Benegas. La gira duró cuatro meses, y antes de arribar a los Estados participantes tuvieron la misión de estudiar la estabilización del suelo,
Unidos y retornar a la Argentina visitaron algunos países de América del obras básicas y superficies bituminosas. Esta gira constaba de dos partes:
204 LOS SABERES DEL ESTADO VALERIA GRUSCHETSKY 205
primero debían realizar un curso de especialización en los laboratorios ex- Publicaciones técnicas, un documento producido por el Ministerio de
perimentales del Bureau, y después un curso teórico-práctico en el que re- Agricultura de los Estados Unidos titulado “Embellecimiento a los costa-
corrían carreteras e inspeccionaban obras en construcción acompañados dos del camino”.57
por ingenieros locales.54 El intercambio de experiencias entre los ingenieros latinoamericanos
Más allá de los aspectos de corte netamente técnico, los informes ela- y norteamericanos llevó a los primeros a conocer logros materiales que to-
borados por los ingenieros evidenciaban las relaciones que se iban entrete- davía eran impensables en sus países.58 En consonancia con esta idea, en
jiendo con las oficinas y diversos funcionarios. Así, las giras cumplían va- la Argentina se priorizó avanzar sobre la extensión de la red vial basada en
rias funciones. Primero, capacitaban al cuerpo técnico tanto de forma el bajo costo de los caminos (entre 1932 y 1944 se pasó de 2.000 a 30.000
directa –realizando el viaje– como indirecta –publicando los informes en km), y se dejó para una segunda etapa la construcción de carreteras que
la revista oficial del organismo y brindando conferencias y cursos de capa- demandasen conocimientos técnicos más sofisticados y mayores niveles de
citación a su regreso–, así como la capacitación proponía impregnarse de inversión.
nuevas experiencias e ideas que luego se ajustarían a las características y de-
mandas locales. En segundo lugar, apuntaban a establecer relaciones entre
reparticiones y funcionarios. Los meses que duraba la gira propiciaban un Reflexiones finales
ambiente adecuado para estrechar y afianzar vínculos de camaradería pro-
fesional y construir redes de contactos. Este tipo de encuentros colocaba Este trabajo se propuso indagar la relación que se estableció entre expertos
la técnica al servicio de la construcción de lazos de amistad que, desde la y saberes en materia de vialidad de Estados Unidos y la Argentina en el
década de 1920, fueron característicos de las relaciones que se establecie- momento de la conformación de la DNV. El importante crecimiento que
ron entre los cuerpos técnicos de los países que integraron el proyecto de experimentó el campo automotor en los años veinte y el desarrollo de un
la construcción de la carretera Panamericana.55 sistema de carreteras en los treinta fueron dos aspectos decisivos en esta
En tercer lugar, el viaje brindaba un espacio de intercambios de ideas historia. El primer factor representó la bandera indiscutida de quienes
y publicaciones, y así fue que la DNV tradujo varios artículos técnicos bregaban por la construcción de carreteras, a la vez que ambos factores se
producidos por el Bureau of Public Roads y por profesionales afines. convirtieron en los símbolos del progreso que el Estado nacional buscaba
Por último, la experiencia en Estados Unidos era la oportunidad de impulsar. A esto se le sumó la conformación de una burocracia técnica es-
conocer el funcionamiento del aparato estatal administrativo sobre el que pecífica, como la de la DNV, guiada por discursos que enfatizaban la “ra-
se desplegaba la red caminera del país que era señalado como el pionero y cionalidad” y la “eficiencia”.
líder en estos temas. La importancia que comenzó a tener la vialidad y el desarrollo de una
La figura de Allende Posse y su relación con los Estados Unidos resul- red caminera puso en evidencia diferentes intereses y disputas. Discusiones
taría clave sobre todo en estos dos últimos puntos. Este funcionario defen- que buscaban su fundamentación en argumentos técnicos contenían tam-
día el modelo norteamericano por sobre los ejemplos brindados por bién intereses económicos y políticos. La creación de un mercado automo-
Europa. Sin embargo, en cuanto al criterio que orientó la inversión en las tor iba acompañada del desarrollo de una infraestructura acorde: vías de
obras de vialidad se inclinó por una postura que priorizaba los caminos de circulación aptas para el tránsito mecánico. Al mismo tiempo, las discu-
bajo costo, de modo de resolver, según su criterio, el problema del país al siones políticas dentro de las Cámaras por la sanción de la Ley Nacional
posibilitar el tránsito en un territorio extenso.56 Por esta razón, la compo- de Vialidad estuvieron legitimadas por el saber de los expertos y por expe-
sición de un paisaje amable a la vera de los caminos quedaría para otra eta- riencias extranjeras precedentes, que ampliaron el panorama más allá del
pa, aunque eso no privó a la DNV de traducir y publicar, a través de modelo norteamericano. Tanto las experiencias europeas como las de paí-
206 LOS SABERES DEL ESTADO VALERIA GRUSCHETSKY 207
ses más alejados, pero con situaciones de desarrollo comparables a la bién permitió preguntarse por el lugar que tuvo la política en la toma de
Argentina, formaron parte del abanico de posibilidades que luego se plas- decisiones. Desde el siglo XIX los ferrocarriles habían representado una
maron en la redacción de la legislación. imagen de progreso, a la que se le sumaba la idea de servicio, al definírse-
Teniendo en cuenta este último punto, la realización de los congresos los como transporte público. En este trabajo hemos mostrado cómo la
de carreteras, particularmente los panamericanos, y la circulación de cono- imagen de progreso asociada al ferrocarril fue remplazada por la del auto-
cimientos técnicos y de expertos son claves para analizar la forma en que móvil y la carretera, proceso que acompañó y legitimó la toma de decisio-
los Estados Unidos se constituían en referencia privilegiada en la cuestión nes políticas. Sin embargo, queda pendiente establecer el desafío que tuvo
vial nacional. Se ha observado que la adopción de esta referencia fue con- que sortear esta nueva repartición para establecer al automóvil como un
siderada, por un lado, como expresión de los intereses norteamericanos servicio público nacional.
que presionaban a las autoridades locales para que se desarrollara una red
vial que fomentara la expansión de la industria automotriz en la Argentina
–actitud que se extendería a toda Latinoamérica, en el afán de los Estados Notas
Unidos por conquistar ese mercado–, aunque también se podría pensar
1 Justiniano Allende Posse, “Cuarta Conferencia”, en La vialidad en América. Publi-
que la adopción de dicha referencia indica un interés surgido en algunos
caciones Técnicas (Dirección Nacional de Vialidad, Buenos Aires) 24, (1936), 71-80.
grupos, ya fueran de los sectores gobernantes como de los propios cuerpos 2
Es interesante observar en los diarios de sesiones del Congreso Nacional el aumen-
de expertos, que percibían a Norteamérica como un ejemplo a seguir en el to de proyectos y propuestas para hacer caminos y rutas en comparación con las décadas
camino que se abría hacia el progreso y la modernización del Estado. La anteriores, situación inversa en términos de construcción del ferrocarril (durante las déca-
DNV y los ingenieros y arquitectos que la integraron parecen encarnar es- das de 1920 y 1930 disminuyen las propuestas de construir nuevos tendidos de ferroca-
ta postura. La emulación de los modelos norteamericanos se registra tan- rriles). Igualmente, cabe señalar que el tendido de los FFCC se había realizado durante las
décadas precedentes, razón que explica la merma de proyectos. Para la política ferrocarri-
to en la forma de organización de la nueva repartición como en la forma-
lera llevada adelante por el Estado nacional véase: Silvana Palermo, “Elite técnica y Estado
ción de sus cuerpos técnicos. Esto no significó la importación mecánica de liberal: la creación de una administración moderna de los Ferrocarriles del Estado (1870-
un modelo, puesto que siempre se priorizó su adaptación a las realidades 1910)”, en Estudios Sociales (Universidad Nacional del Litoral) XVI, núm. 30 (primer se-
locales. Las ideas y las experiencias circulan pero se transforman en su nue- mestre 2006), 9-42.
3
vo lugar, y el resultado bien puede ser otro al esperado y estipulado en su Véase: Melina Piglia, “Automóviles, Turismo y Carreteras como problemas públi-
cas: los clubes de automovilistas y la configuración de las políticas turísticas y viales en la
origen.
Argentina (1918-1943)”, (tesis de doctorado, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad
Finalmente, otro de los aspectos que el trabajo se propuso establecer de Buenos Aires, 2009), 171-198.
fue el vínculo entre Estado, conocimiento técnico y la toma de decisiones 4
Piglia, “Automóviles, Turismo y Carreteras…”, 196.
políticas. La creación de esta repartición estuvo asociada a un saber técni- 5
Entre las obras que demandaron mayores niveles de inversión se destacaron la rea-
co que fue creciendo con ella. En este sentido, adentrarse en la DNV per- lización de la avenida General Paz, el puente sobre el Riachuelo y la ruta turística Buenos
mite considerar el lugar del experto –en este caso, el ingeniero vial– tanto Aires-Mar del Plata.
6
Este artículo se inscribe en una investigación más amplia sobre el trazado, proyec-
en su rol de proyector y ejecutor de obras viales como de integrante de un
ción y ejecución de la avenida General Paz como parte de las obras públicas que transfor-
cuerpo técnico dentro de una repartición del Estado que apuntó a erigir- maron materialmente, políticamente y simbólicamente a la ciudad de Buenos Aires.
se como “modelo” de eficiencia, y que construyó una nueva imagen de 7 Véase: Jean Louis Cohen, Scenes of the World to Come: European Architecture and

progreso asociada a la carretera y el automóvil. Priorizar la vialidad, y con the American Challenge, 1893-1960 (París, Flammarion, 1995).
8 Para el caso de los dirigentes véase: el debate legislativo sobre la autorización del
ello el automóvil como medio de transporte, implicó no sólo dar cuenta
de las potencialidades que proyectaba esta nueva tecnología, sino que tam- destino de fondos para asistir a la Feria Internacional de Chicago de 1893; Cámara de
208 LOS SABERES DEL ESTADO VALERIA GRUSCHETSKY 209
Diputados de la Nación. Diario de sesiones. Cámara de Diputados de la Nación (Buenos 21 Carlos Wauters, “El congreso panamericano de carreteras y las verdaderas caracte-

Aires), 26 de agosto de 1891, 585-589. (En adelante CDN-DS). Para los expertos véase: rísticas de nuestro problema vial”, en La Ingeniería, núm. 618 (abril de 1926), 183-187.
las trayectorias del paisajista francés Nicolas Forestier, contratado por la Comisión Estética 22 Wauters, “El congreso panamericano de carreteras…”.

Edilicia en 1925 y del urbanista alemán Werner Hegemann que visitó la Argentina por 23 CDN-DS, 11 de septiembre de 1925, 394-405.
invitación de los Amigos de la Ciudad en 1931; Adrián Gorelik, “Hegemann, Werner”, 24 Según Wauters, entre 1916 y 1924 la cantidad de automóviles en Estados Unidos
en Diccionario de Arquitectura en la Argentina. Estilos, obras, biografía, instituciones, ciuda- pasó de 3.500.000 a 17.600.000, respectivamente. Para 1924, en Estados Unidos había
des, Jorge Francisco Liernur y Fernando Aliata (comps.), 146-148 (Buenos Aires, Agea, un automóvil cada 7 habitantes, mientras que en la Argentina esa proporción era de un
2004). automóvil cada 26 habitantes. Wauters, “El congreso panamericano de carreteras…”.
9
Para ver el plano simbólico de la acción estatal sobre el territorio véase: Anahí 25 Wauters, “El congreso panamericano de carreteras…”.
Ballent, “Kilómetro cero: la construcción del universo simbólico en la Argentina de los 26
Jon C. Teaford, The Rise of the States, Evolution of American Government
años treinta”, en Boletín del Instituto Ravignani 27, núm. 1 (primer semestre 2005), 110 (Baltimore, The Johns Hopkins University Press, 2002), 95-119.
y CDN-DS, 6 de julio de 1932, 646-650. 27
10 Datos tomados de Héctor J. Iñigo Carrera, “El transporte automotor entre la ciu-
Wauters, “El congreso panamericano de carreteras…”.
28 Justiniano Allende Posse, “Primera Conferencia”, en La Vialidad en América.
dad de Buenos Aires y los partidos vecinos (1936-1940). Aproximación a su influencia
Publicaciones Técnicas (Dirección Nacional de Vialidad, Buenos Aires) 24 (1936), 12.
metropolitana”, en Boletín del Instituto Histórico de la Ciudad de Buenos Aires IV, núm. 6 29
Véase: CDN-DS, 11 de septiembre de 1925, 394-405.
(Buenos Aires, 1982), 39-49. 30
11 Estados Unidos era el país que marcaba la diferencia, ya que en 1931 contaba con “El automóvil como factor de progreso”, La ingeniería, núm. 628 (abril 1927),
198.
un mercado automotor en el que circulaban 26.523.779 de autos, es decir, un automóvil 31
Véase: Raúl García Heras, Automotores norteamericanos, caminos y modernización
cada 4,5 habitantes. Datos extraídos de Ballent, “Kilómetro cero”.
12 Véase: Piglia, “Automóviles, Turismo y Carreteras…” y Anahí Ballent, “Imágenes urbana en la Argentina, 1918-1939 (Buenos Aires, Hispanoamérica, 1985).
32 Véase: Ricardo Salvatore, Imágenes de un imperio. Estados Unidos y las formas de re-
de un vínculo. Ingeniería y Estado: la red nacional de caminos y las obras públicas en la
presentación de América Latina (Buenos Aires, Sudamericana, 2006).
Argentina, 1930-1943”, en História, Ciências, Saúde-Manguinhos 15, núm. 3 (Julio-Sep- 33 Rodrigo Booth establece que la carretera “panamericana constituyó un elemento
tiembre 2008), 827-847.
13 Véase: Piglia, “Automóviles, Turismo y Carreteras…”, 121-124. destacado en la proyección de la ‘civilización de la máquina’ estadounidense en el terreno
14 de las relaciones interamericanas”. Rodrigo Booth, “El camino en Chile. Modernización
Téngase en cuenta que el Congreso entre 1930 y 1932 fue clausurado por el gol-
técnica y transformación territorial en torno a la irrupción del automóvil (1913-1931)”,
pe de Estado de Uriburu.
15 En 1931, luego del restablecimiento democrático institucional, cobrará fuerza la
(versión preliminar de tesis doctoral. Pontificia Universidad Católica de Chile, julio de
2009), 68.
articulación entre un nuevo tipo de concepción estatal, basado en el prestigio del técnico 34
Véase: Fernando Rocchi, “La americanización del consumo: las batallas por el
y la toma de decisiones políticas. La DNV fue una de las nuevas reparticiones estatales en
mercado argentino, 1920-1945” en Americanización. Estados Unidos y América Latina en
donde se cristalizaron estas particulares inflexiones de la relación entre Estado y política.
el siglo XX. Transferencias económicas, tecnológicas y culturales, María I. Barbero y Andrés
Véase: Ballent, “Imágenes de un vínculo…”.
16 CDN-DS, 22 de agosto de 1929, 786-821.
M. Regalsky (eds.), (Buenos Aires, EDUNTREF, 2003), 148.
35 Ford instaló en 1917 una planta para armar autos, y en 1925 se instaló la General
17 “El automovilismo más barato sólo se puede esperar mejorando más carreteras y
Motors. García Heras, Automotores norteamericanos…, 11, y Rocchi, “La americanización
eso únicamente puede producirse con el expediente de dedicar más dinero para la cons-
del consumo”, 146.
trucción de caminos”. CDN-DS, 15 de enero de 1930, 585-661. 36 Guillermo Giucci, La vida cultural del automóvil. Rutas de la modernidad cinética
18
Véase: “Quinta Conferencia Internacional Americana. Santiago, 25 de marzo - 3 de
(Buenos Aires, Universidad Nacional de Quilmes Editorial/Prometeo 3010, 2007).
mayo de 1923, en “Conferencias Internacionales Americanas 1889-1936. Recopilación de 37
Ballent y Gorelik señalan que fue paradójico que “…la acción gubernamental
tratados y otros documentos”, 203-286 (México DF, Secretaría de Relaciones Exteriores,
de la década del treinta fue la que materializó aquellos núcleos ideológicos de los que
1990). Disponible en la Biblioteca Digital Daniel Cosío Villegas: http://biblio2.colmex.
serían sus opositores”. Durante la década del veinte el camino aparecía enfrentado a to-
mx/coinam/coinam_1889_1936/base2.htm (fecha de consulta: 6 de abril de 2010).
19
do aquello que estaba representado por el trazado ferroviario y tranviario y subterráneo,
CDN-DS, 11 de septiembre de 1925, 394-405.
20
servicios, en su mayoría, representantes de capitales británicos. Véase: Anahi Ballent y
Ibíd. Adrián Gorelik, “País urbano y país rural: la modernización del país y su crisis”, en
210 LOS SABERES DEL ESTADO VALERIA GRUSCHETSKY 211
Nueva Historia Argentina, Tomo VII, Crisis económica, avance del Estado e incertidumbre 54 Hipólito Fernández García, Egberto Tagle y Mario San Miguel, “2ª Gira de estu-

política (1930-1943), Alejandro Cattaruzza (dir.), (Buenos Aires, Sudamericana, 2001), dio a Estados Unidos de Norte América. Informes técnicos. 1º de mayo - 8 de diciembre
157-158. 1937”, en Publicaciones Técnicas (Dirección Nacional de Vialidad, Buenos Aires) 29
38
García Heras, Automotores norteamericanos, 63. (1938), 5-40.
39 Véase: Jon C. Teaford, The Rise of the States, 95-119. 55 Véase: Booth, “El camino en Chile…”, 91-130.
40 56
Justiniano Allende Posse, “Segunda Conferencia”, en La vialidad en América. Ballent, “Kilómetro cero: la construcción…”, 10.
Publicaciones Técnicas (Dirección Nacional de Vialidad, Buenos Aires) 24 (1936), 29-48. 57 Wilbur H. Simonson y R. E. Royall, “Embellecimiento a los costados del cami-
41
Dirección Nacional de Vialidad, La avenida General Paz (Buenos Aires: Editorial no”, en Publicaciones Técnicas (Dirección Nacional de Vialidad, Buenos Aires) 26 (s/f ), 1-
Guillermo Kraft Ltda., 1938). 44 (traducción de Roadside Improvement, Washington, US Department of Agriculture,
42 Véase: Allende Posse, “Primera Conferencia”. 1934).
43 Por un lado, el impuesto a la nafta medía “ese servicio con una provisión mucho 58
Véase: Rodrigo Booth, “El camino en Chile…”, 91-130.
más aproximada que cualquier otro procedimiento”. Y por el otro, el impuesto “a la ven-
ta de automotores y accesorios, est[ando] directamente vinculados a la buena vialidad, ya
que el mejoramiento de ésta trae aparejado un aumento de tracción mecánica…”, bene-
ficiaba al automóvil ya que la mayor parte de los servicios financieros producto de las ven-
tas iba directamente a la construcción de las obras viales. “Creación de un fondo propio
para caminos pavimentados y consolidados”, en La Ingeniería, núm. 641 (marzo de
1928), 146-149.
44 Anahí Ballent en su artículo “Kilómetro cero” da cuenta de que, a pesar del afán

que tuvo la nueva repartición y el nuevo gobierno de diferenciarse del accionar estatal del
gobierno depuesto por el golpe de septiembre de 1930, a la luz de los hechos hubo pun-
tos de continuidad. Ballent, “Kilómetro cero”, 7-8.
45 Ballent, “Kilómetro cero”, 11.
46
“Creación de un fondo propio…”. Este texto acompañó el proyecto de ley para la
creación de un fondo para la construcción y mantenimientos de caminos firmado por el
gobernador de la provincia de Buenos Aires, Valentín Vergara, y su ministro de Obras
Públicas, Ernesto C. Boatti.
47 Véase: Ballent y Gorelik, “País urbano y país rural”.
48
Cabe aclarar que el distrito en cuestión estaba conformado por siete estados, ma-
nejaba 30 millones de dólares por año y estaba a cargo de una red de caminos de 22.000
km. Véase: Allende Posse, “Primera Conferencia”.
49 Véase: Allende Posse, “Primera Conferencia”.
50 Ibíd, 45.
51 Ibíd.
52
En esta misma línea, Mirta Lobato, refiriéndose al caso de los ingenieros indus-
triales, trabajó sobre cómo el país del norte se proyectó como símbolo de la modernidad
industrial a través de la organización científica del trabajo. Mirta Lobato, “Racionalidad y
eficiencia en la organización del trabajo en la Argentina: el sueño de la americanización y
su difusión en prensa”, en Americanización. Estados Unidos y América Latina en el Siglo XX.
Transferencias económicas, tecnologías y culturales, María I. Barbero y Andrés M. Regalsky,
(eds.), 101-129 (Buenos Aires, EDUNTREF, 2003).
53
Allende Posse, “Primera Conferencia”, 10.
Saberes de Estado: Comentarios finales

Joseph L. Love*

El incremento de formas expertas de conocimiento vinculadas al desarrollo


histórico del Estado moderno se puede remontar al cameralismo en la
Prusia del siglo XVIII: una “ciencia fiscal” que fortaleció el Estado abso-
lutista. La simplificación y racionalización de las finanzas estatales se
propagó por toda Europa después de la Revolución Francesa, a medida
que los monarcas buscaron defenderse del poder de la Francia revolu-
cionaria. Los movimientos y los reformadores sociales demandaron cada
vez más servicios del Estado a medida que el liberalismo –en palabras de
Isaiah Berlin– evolucionó de una concepción “negativa” de libertad –es de-
cir, libertad del arresto arbitrario– hacia una definición “positiva” de liber-
tad –es decir, hacia la libertad para perseguir objetivos autodeterminados
y buscar el desarrollo de las capacidades y personalidades de cada uno–.1
En este sentido, las libertades “positivas” requerían para su desarrollo un
acceso más general o universal a una educación de calidad. En Europa, a
partir de la época de Bismarck, y muy pronto también en America, la es-
fera de responsabilidad estatal se expandió hacia una mayor intervención
en pos de proteger a los débiles y fomentar el bienestar social.
Se puede decir que en la América Latina del siglo XIX el control del
Estado pasó de las manos de los caudillos a las de los letrados (en las pala-
bras algo elusivas de Ángel Rama). Este proceso sucedió por lo menos en
los niveles más altos del gobierno, donde la posesión de meros conocimien-
tos generales ya no era suficiente para ejercer la autoridad. Hacia finales del
siglo, el control empezó a estar en manos de burócratas en posesión de

* Director del Instituto Lemann de Estudios Brasileños de la Universidad de Illinois.


214 LOS SABERES DEL ESTADO JOSEPH L. LOVE 215
saberes especializados. Como sostuvo Foucault, existe una relación íntima entendida en el sentido clásico: es decir, una comunidad intelectual sub-
y compleja entre el saber y el poder. El saber está vinculado a una tradición empleada que estuviera en conflicto radical con las estructuras de poder
de investigación. Problemas culturales e institucionales habían impedido hegemónicas. Comparemos, por ejemplo, Argentina y Rusia en la década
tanto el desarrollo de las ciencias naturales como el de las ciencias sociales de 1870: mientras los intelectuales en el primer país discutían sobre cómo
en América Latina. Las tradiciones intelectuales de la región se organizaban construir un Estado, los miembros radicalizados de la intelligentsia rusa
alrededor de la figura del “pensador”, una especie particular de letrado que debatían sobre cómo destruirlo. Los intelectuales más convencionales en
se enorgullecía de la posesión de una cultura humanística y que, al mismo puestos universitarios en América Latina, a menudo tendían hacia una ori-
tiempo, rehuía la especialización. A menudo escribía con igual facilidad so- entación reformista. De todos modos, rara vez el “pensador” latinoameri-
bre sociología o política contemporánea como sobre literatura, y sus estu- cano pudo llegar a ser un “intelectual orgánico” en el sentido que Antonio
dios cruzaban con frecuencia las fronteras disciplinarias. El canal de expre- Gramsci le ha dado a este término, es decir, un portavoz de los intereses
sión del pensador era el ensayo, una forma literaria que en América Latina de una clase o fracción de clase bien definida, dado que las clases sociales
todavía retiene algo de su antiguo prestigio, que prácticamente se ha perdi- estaban aún relativamente poco desarrolladas. La Argentina se diferencia-
do en el mundo angloparlante. Este estilo era tal vez apropiado para so- ba de los EUA y Chile, países cuyas instituciones fundacionales fueron de-
ciedades pre-industriales de alta estratificación; no obstante, quien escribía lineadas relativamente temprano, en la década de 1780 y 1830 respectiva-
sobre temas sociales lo hacía en general sin referirse a estudios monográfi- mente, ya que en el primer país la construcción del Estado comenzó en los
cos, los cuales ya eran citados en Europa del Este –una suerte de proto- años 1870 y 1880, en forma más o menos paralela con la creación o im-
Tercer Mundo– aun antes de la Primera Guerra Mundial. Los juicios de los portación de los primeros saberes de Estado. En este aspecto, el desarrollo
ensayistas tendían a ser definitivos, y su tratamiento de la realidad, históri- del Estado argentino era contemporáneo al proceso de construcción de su
co. Antes del año 1900, e incluso más tarde, pocos escritores latinoameri- par mexicano, después de que Porfirio Díaz consolidó el Estado federal en
canos sobre temas sociales eran académicos, y todavía menos habían estu- 1876-77.
diado en el extranjero; y si lo hicieron, casi nunca obtuvieron títulos en Los expertos necesitan apelar a fuentes de legitimación para sus
investigación, sino diplomas en derecho, ingeniería o medicina. Según el saberes por medio de su inclusión en un sistema internacional de con-
estudio de Charles Hale sobre el pensamiento social y político latinoamer- sagración (diplomas, becas, premios, publicaciones). Uno puede pregun-
icano durante el medio siglo que terminó en 1930, de los casi 90 intelec- tarse si la necesidad de una validación extranjera es de mayor importancia
tuales considerados en el relevamiento solamente uno, el antropólogo mex- en sociedades que se consideran “periféricas” que en sociedades “centrales”.
icano Manuel Gamio, poseía un título de doctor.2 Semejante hecho puede Como observó el antropólogo Fernando Coronil, mientras la producción
indicar las debilidades de una tradición de investigación en oposición a la cultural puede surgir en cualquier sitio, las fuentes de legitimación y vali-
teorización abstracta, como también una indiferencia hacia la recolección dación aún tienden a acotarse a un puñado de sociedades centrales: París,
sistemática de datos, atributos tan característicos del estilo pensador. Había Londres y Nueva York vienen a la mente inmediatamente.
muy poco en América Latina para poder comparar con la investigación en
ciencias sociales llevada a cabo en Europa del Este, otra región “subdesar- [L]os cánones, y no las teorías, son atributos imperiales. Mientras
rollada” del mundo; en particular, estoy pensando en los estudios sobre la la producción teórica… surge en formas y sitios múltiples, los
comunidad científica rumana en los años 1920 y 1930 emprendidos por cánones disciplinarios y la canonización de sus creadores mayor-
Dimitri Gusti y sus discípulos.3 mente siguen siendo privilegio de los poderosos. Aun así, a pesar
Un rasgo de la sociedad latinoamericana que la diferenciaba de la de su rigidez, hasta los cánones albergan ecos subalternos.4
Europa del Este de este período es la relativa ausencia de una intelligentsia
216 LOS SABERES DEL ESTADO JOSEPH L. LOVE 217
Los estudios de los saberes particulares presentados en este volumen son Act (Ley de Reforma del Empleo Público) del año 1883, legislación que
claramente ilustrativos, y desde luego no exhaustivos. En líneas generales, echó por tierra el sistema de “tráfico de influencias” de la política clien-
pueden ser agrupados como aquellos conjuntos de conocimientos esen- telista de ese país. El gobierno de los EUA tomó esta iniciativa luego del
ciales para la creación y funcionamiento del Estado moderno –por ejem- asesinato del Presidente James Garfield por parte un aspirante a un puesto
plo, la estadística, la construcción de carreteras, el urbanismo, y la salud–, de funcionario cuyas ambiciones habían sido frustradas. Entre los países
y aquellos para los cuales el Estado era proveedor, acreditador y regulador de América Latina, Brasil introdujo una reforma del servicio público en
de servicios. 1938, cuando el dictador Getulio Vargas creó el Departamento Admi-
A fines del siglo XIX y comienzos del XX surgieron nuevas disci- nistrativo de Servicio Público. En cambio, la Argentina no realizó ningu-
plinas, por ejemplo la economía neoclásica y la ciencia regional, y como na racionalización generalizada de su burocracia a pesar de los esfuerzos
parte de un campo interdisciplinario más amplio, la geografía económica. existentes en esta dirección desde los tiempos de la Ley Sáenz Peña y, en
En América Latina, la Argentina fue sin duda pionera en materia de particular, durante la década de 1920. No es que los políticos argentinos
economía, y la Facultad de Ciencias Económicas no solamente fue la no se hubieran enterado de la existencia de tales reformas en otras latitu-
primera de América Latina (1913), sino también la mejor, al menos hasta des; por el contrario, miembros del Congreso argentino elogiaron las re-
la segunda postguerra, cuando la intervención de Perón en la Universidad formas burocráticas llevadas a cabo en los países “adelantados”, citando los
de Buenos Aires expulsó a profesionales competentes, entre ellos al propio ejemplos de los EUA, Italia, el Imperio Austro-Húngaro y Alemania. Sin
Prebisch. embargo, los proyectos a tal efecto no llegaron a sancionarse como leyes.
Mientras la economía ganó prestigio a comienzos del siglo XX, como Aunque la oposición al Partido Radical denunciaba la “empleomanía” de
consecuencia de la urbanización e industralización surgieron nuevos pro- estos últimos, ellos mismos habían practicado políticas semejantes durante
blemas que generaron una demanda de expertos estadísticos. Alejandro su gobierno y luego, en los años 1930-1943.5
Bunge lideró el esfuerzo para entrenar personal capaz de recolectar, or- Dirijamos nuestra atención ahora a la siguiente pregunta: ¿cómo se
denar e interpretar información numérica de todo tipo, vinculado esto a capacitaban, se certificaban y se acreditaban los expertos? Quisiera llamar
las necesidades originadas en las actividades industriales, de trabajadores, la atención sobre los siguientes procesos:
empleadores y el Estado, todos los cuales necesitaban información objeti-
va sobre accidentes, huelgas y desempleo. Esta información tenía obvias 1. La importación de conceptos y categorías para las nuevas profesiones.
dimensiones políticas. Entre estas nuevas profesiones en la Argentina de los años 1920 figu-
La urbanización y la popularización del automóvil, por su parte, pro- raba el “urbanismo”, disciplina que entrelazaba la arquitectura, la in-
movieron una nueva demanda de planificación de carreteras y avenidas de geniería civil, la economía y la geografía.
circunvalación y, por consiguiente, de nuevas agencias estatales (entre ellas 2. Viajes y estudios en el extranjero. El estudio de la planificación de carre-
la Dirección Nacional de Vialidad). Por medio de perspicaces demostra- teras y su construcción recibió un estímulo muy significativo de los vi-
ciones de planificación urbana –por ejemplo, organizando ferias y ajes de estudio al extranjero, en particular de aquellos con destino a los
aprovechando la oportunidad presentada por el terremoto de San Juan EUA. Estos esfuerzos, junto con un amplio espectro de experiencia in-
para reconstruir la ciudad–, los planificadores lograron hacer llegar sus ternacional, perfeccionaron la pericia de los nuevos profesionales y les
mensajes al público a nivel nacional. confirieron prestigio en la escena local. Entre estos emprendimientos
El estudio de la conformación de un cuerpo experto de funcionarios figuraban, por un lado, los viajes de capacitación para estudiar la con-
públicos evoca el tema más general de la reforma de burocracias patrimo- strucción de carreteras y, por el otro, la creación y organización de aso-
niales, tal como sucedió en los EUA en el caso del Civil Service Reform ciaciones y congresos internacionales de técnicos especializados. Varias
218 LOS SABERES DEL ESTADO JOSEPH L. LOVE 219
organizaciones internacionales, y hasta algunos gobiernos extranjeros, Analicemos a continuación algunos de los problemas que debieron ser en-
brindaron apoyo al desarrollo del estudio de la protección legal de los frentados en el proceso de la creación de nuevos saberes y la formación de
derechos humanos en la Argentina y en otros países. Estas entidades personal vinculado a los mismos.
también fueron instrumentales en mantener los estándares educativos
en los tiempos de purgas universitarias, como por ejemplo bajo el gob- 1. Hubo conflictos entre los objetivos políticos y los administrativos: la
ierno de Juan Carlos Onganía. Tanto el Consejo Latinoamericano de tarea de adoctrinar a los empleados públicos con principios peronistas
Ciencias Sociales (CLACSO) y la Facultad Latinoamericana de Ciencias y a la vez desarrollar servicios estatales racionales y eficaces fueron dos
Sociales (FLACSO), así como también fundaciones y universidades ex- objetivos prácticamente imposibles de reconciliar. Mientras la meta de
tranjeras cumplieron un papel clave en proveerles empleo a los profesores equilibrar “eficacia, racionalidad y control político” era un objetivo que
argentinos exiliados en distintos países de América Latina –primero en podría haber figurado entre las aspiraciones de José Figuerola en 1943,
Chile, hasta el coup d´êtat realizado por el general Augusto Pinochet en la interferencia de Perón en las agencias estatales parece casi cómica en
1973, y luego en México–. retrospectiva, en particular tomando en cuenta que la doctrina pero-
3. Empleo en el gobierno. Los economistas, estadísticos, planificadores ur- nista fue elaborada durante el Segundo Plan Quinquenal. En 1952
banos, ingenieros en vialidad y funcionarios de salud pública fueron sesenta mil empleados públicos participaron en cursos sobre doctrina
empleados principalmente por los gobiernos federales, provinciales y peronista en el marco de la Escuela Superior Peronista y en otros lu-
municipales, y con frecuencia recibieron capacitación en el trabajo. Los gares, por lo que los esfuerzos para el adoctrinamiento constituyeron
economistas de toda América Latina durante las décadas de 1930 y un emprendimiento de una escala considerable.
1940 fueron en su mayoría empleados por los gobiernos, en particular 2. Una planificación a gran escala acarrea problemas que pueden impedir
por los bancos centrales recientemente creados, lo que en la Argentina la introducción de conocimientos expertos en el largo plazo. Si uno de
sucedió a partir de 1935. Los expertos estadísticos, en cambio, fueron los principios de los planificadores fue “no hagan planos pequeños”
empleados de forma más generalizada, puesto que se los necesitaba para –según Ana María Rigotti atribuye a David Berman–, los grandes em-
recolectar y analizar información cuantitativa en campos tan diversos prendimientos pobremente concebidos constituían un peligro. Me re-
como las relaciones laborales, la demografía, el ámbito de la produc- fiero a la crítica que James Scott hace a la ideología del Alto Moder-
ción, la persecución de las actividades criminales y el comercio exterior. nismo en su libro Seeing like a State.6 Brasilia, tal como fue proyectada
4. La creación de cátedras en las nuevas disciplinas y el establecimiento de por Oscar Niemeyer y Lucio Costa bajo la influencia de Le Corbusier,
nuevos títulos universitarios. El prestigio de los puestos universitarios recibe la crítica de Scott como un ejemplo de planificación estatal que
era una consecuencia natural de la difusión de los saberes. La planifi- nunca llegó a funcionar de manera adecuada. El Alto Modernismo no
cación urbana y la economía constituyeron ejemplos tempranos de es- tomó en cuenta las condiciones locales, y en el caso de Brasilia fracasó
tas nuevas disciplinas. en cuanto a planificar de una manera adecuada la infraestructura nece-
5. La interacción entre iniciativas gubernamentales y grupos del sector pri- saria para la vida cotidiana. Sin embargo, a pesar de los problemas in-
vado. Esta relación debería ser reconocida como una posible fuente de herentes en los grandes esquemas, los planificadores urbanos de la
legitimación. Se puede mencionar tanto la cooperación entre el Argentina en algunas ocasiones fueron capaces de convencer al público
Departamento Nacional de Trabajo y las asociaciones de socorro mutuo de la utilidad de sus competencias, bajo la suposición de que la planifi-
de los trabajadores señalada por Juan Suriano, como la colaboración cación era un mero problema técnico, de fácil aplicación.
entre el Hospital de Mujeres Dementes y la Sociedad de Beneficiencia 3. Un financiamiento inadecuado limitó la eficacia de algunas agencias
antes de 1880, que menciona Valeria Pita. gubernamentales. Un ejemplo de esto fue la incapacidad del Departa-
220 LOS SABERES DEL ESTADO JOSEPH L. LOVE 221
mento Nacional del Trabajo para hacer cumplir los reglamentos labo- Tanto la Argentina como Brasil fueron repúblicas con un sistema fede-
rales en la ciudad de Buenos Aires, debido a la escasez del finan- ral consolidado a fines del siglo XIX y a principios del siglo XX, pero
ciamiento disponible. los distintos arreglos constitucionales y las distintas tradiciones condu-
4. La percepción de la hegemonía de los EUA en términos de tecnología, jeron a la aplicación de patrones de innovación diferentes. Mientras la
educación de posgrado y cultura popular tiene también importantes innovación en la Argentina se produjo a nivel nacional, en Brasil a
consecuencias negativas. Esta ha producido jerarquías entre las institu- menudo eran los Estados más ricos y más progresistas los que abrían
ciones y un paradigma único para la formación de expertos. El ejemp- el camino. El estado de Rio Grande do Sul, por ejemplo, unió sus
lo más obvio de ello es la economía como disciplina, donde prevalece fuerzas con las de donantes privados a efectos de crear, en 1907, una
el modelo neoclásico (o anglosajón). El inglés es el idioma de las revis- de las más importantes escuelas de ingeniería del Brasil, institución
tas profesionales y de las reuniones internacionales en economía, así que capacitaba constructores expertos y futuros administradores. Fue
como en numerosos países de habla no inglesa los cursos de niveles ese mismo Estado el que, bajo el gobernador Getulio Vargas, fundó el
superiores se dictan solamente en inglés (me refiero a la Universidade primer banco de desarrollo de Brasil, en 1928. En San Pablo fue el go-
Nova de Lisboa, por ejemplo). El declive o colapso del idioma francés bierno estadual el que estableció la primera Secretaría de Trabajo en
en las instituciones de educación secundaria ha sido un fenómeno 1911, seguida por la creación de un ministerio nacional de trabajo ba-
relacionado. jo el Presidente Provisional Vargas en 1930. Mientras tanto, el gobier-
no federal argentino había desarrollado el Departamento Nacional del
Por último, existe la necesidad de investigar otras elites y su proceso de Trabajo (DNT) en 1907, dando origen a un proceso que culminó con
adquisición de saberes. Por nombrar algunos, cito: la creación del Ministerio del Trabajo en 1943. El estado de San Pablo
también buscó formar nuevos expertos militares a través de la contrat-
1. El ejército merece nuevos estudios. Las monografías de Alain Rouquié ación de una misión militar francesa en 1906. Para la década 1920, el
y Robert Potash ya tienen más de una generación de antigüedad. La estado de San Pablo poseía sus propios tanques y fuerza áerea, así co-
“columna vertebral del Estado” necesita ser estudiada no solamente a mo un cuerpo de expertos militares. Tengamos en cuenta que el gob-
nivel del staff general (como lo hizo Alfred Stepan en Brasil) sino tam- ierno federal brasileño contrató una misión militar extranjera (de nue-
bién a nivel de la capacitación y socialización de los cadetes.7 vo, francesa) recién en 1919.
2. La criminología constituye otra laguna. A finales del siglo XIX era una
disciplina de una importancia especial, cuando las teorías de Cesare
Lombroso eran prevalentes en las sociedades mediterráneas. En Brasil Notas
estas teorías tuvieron un peso importante no solamente en los depar-
1 Isaiah Berlin, “Two concepts of Liberty”, en Four Essays on Liberty, (Nueva York,
tamentos de policía, sino también en las fuerzas armadas.8
Oxford University Press, 1969).
3. Aunque todos los estudios en este volumen indagan el Estado feder- 2
Charles Hale, “Political and Social Ideas in Latin America, 1870-1930”, en
al, sería valioso considerar algunos de esos mismos problemas en el Cambridge History of Latin America, Vol. 4, Leslie Bethell (ed.) (Cambridge, Cambridge
contexto de los gobiernos provinciales, por lo menos el de Buenos University Press, 1986), 434, nota 138.
Aires. ¿Es cierto que el sistema clientelista tradicional sobrevivió más 3 Véase: Joseph L. Love, Crafting the Third World (Stanford, Stanford University

tiempo en los gobiernos provinciales que en las agencias federales, co- Press, 1996), capítulo 4.
4 Fernando Coronil, “New Intro” en Fernando Ortiz, Cuban Counterpoint: Tobacco
mo deja ver la tesis doctoral de Ana Virginia Persello? ¿Tuvieron las
and Sugar (Durham, Duke University Press, 1995), xlii.
provincias algún rol innovador en las políticas sociales y económicas?
222 LOS SABERES DEL ESTADO
5 Ana Virginia Persello, “Administración Pública y Partido Governante”, capítulo 4

de “El partido radical. Gobierno y oposición, 1890-1943” (tesis de doctorado, Universi-


dad de Buenos Aires, 2004), 130, 151 y 156.
6 James Scott, Seeing Like a State (New Haven, Yale University Press, 1999).
7
Nota de los editores: La reciente compilación de Sabina Frederic, Osvaldo Gracia-
no y Germán Soprano, El Estado argentino y las profesiones liberales, académicas y armadas
(Rosario, Prohistoria Ediciones, 2010), y la bibliografía allí citada vienen a suplir esta ne- Bibliografía
cesidad. Ver también: Máximo Badaró, Militares o ciudadanos. La formación de los oficia-
les del Ejército Argentino (Buenos Aires, Prometeo, 2009)
8 Nota de los editores: Véanse los trabajos de Lila Caimari, Ricardo Salvatore,

Mercedes García Ferrari y Diego Galeano citados en la introducción de este volumen pa-
ra la atención de este problema en la historiografía argentina reciente. Abbott, Andrew. The system of professions. An essay on the division of expert labor.
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cia en el Instituto Popular de Conferencias de La Prensa, Buenos Aires, 16
de agosto de 1918.
Nota de los compiladores

Este volumen es el resultado del trabajo de un equipo de investigación so-


bre “Saberes de Estado” constituido en el 2005 bajo la dirección de Ma-
riano Plotkin y Eduardo Zimmermann, con sede en el IDES. Este grupo
recibió financiamiento de la Agencia Nacional de Promoción Científica y
Tecnológica en 2006 (PICT 798) y en 2010 (PICT Bicentenario 1445).
Los textos que componen este volumen son versiones revisadas de al-
gunas de las ponencias presentadas en las “Jornadas sobre Elites Intelec-
tuales y Formación del Estado”, que tuvieron lugar entre los días 28 y 30
de abril de 2009 en la sede de la Universidad de San Andrés y en el IDES.
Las mismas contaron con financiamiento del CONICET y de la Agencia
Nacional de Promoción Científica y Tecnológica a través de sus respecti-
vos programas de Reuniones Científicas, y de la Universidad de San An-
drés. Los editores desean agradecer profundamente a todas las institucio-
nes involucradas, así como a los participantes de esa reunión, y al proyecto
“Circulación internacional de saberes y prácticas institucionales en la con-
solidación del Estado Social en la Argentina (1920-1970)” HAR 2009-
13555, financiado por el Plan Nacional de I+D, Ministerio de Ciencia e
Innovación, España, Institución Centro de Ciencias Humanas y Sociales,
Consejo Superior de Investigaciones Científicas. También desean agrade-
cer muy especialmente a Piroka Csúri por su trabajo de corrección de los
originales, y a Fernando Fagnani, de editorial Edhasa, por su apoyo a este
proyecto.

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