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LO AFRO Y LA PLURINACIONALIDAD

El caso ecuatoriano visto desde su literatura


Michael Handelsman

LO AFRO Y LA PLURINACIONALIDAD
El caso ecuatoriano visto desde su literatura

Reedición para Ecuador de Romance Monographs Nº 54


University, Mississippi

2001
LO AFRO Y LA PLURINACIONALIDAD
El caso ecuatoriano visto desde su literatura
Michael Handelsman

1ra. Edición en Romance Monographs Nº 54


Estados Unidos: University, Mississippi, 1999
ISBN-1-889441-04-X

1ra. Edición Ediciones Abya-Yala


en Ecuador: Av. 12 de octubre 14-30 y Wilson
Telfs.: 562-633 / 506-267
Fax: 506-255 / 506-267
Casilla 17-12-719
E-mail: editorial@abyayala.org
www.abyayala.org
Quito-Ecuador

ISBN 978-9978-04-688-3

Autoedición: Ediciones Abya-Yala


Quito-Ecuador

Impresión: Producciones digitales Abya-Yala


Quito-Ecuador

Impreso en Quito-Ecuador, junio de 2001


Nota preliminar

Este libro no hubiera sido posible académicas: Afro-Hispanic Review, Revista


sin el apoyo y colaboración de muchos de Estudios Colombianos y Latinoamerica-
amigos, colegas y estudiantes que han te- nos y Chasqui. Estos colegas me concedie-
nido la paciencia y buena voluntad de ron el permiso para reproducir materiales
compartir conmigo sus ideas y conoci- que se habían publicado anteriormente y
mientos acerca de lo afro, la plurinaciona- cuyos datos constan en las notas biblio-
lidad y lo ecuatoriano. La Universidad de gráficas del presente volumen.
Tennessee ha sido constante con su apoyo Un agradecimiento muy especial le
financiero que me ha permitido realizar debo al amigo Humberto Robles, manabi-
mis investigaciones en el Ecuador y publi- ta y profesor de Northwestern University.
car este volumen con Romance Mono- También, quisiera mandar abrazos a Ra-
graphs. En particular, estoy sumamente fael Hernández, Richard Jackson, David
agradecido por mi semestre con licencia William Foster, Raúl Vallejo, Greg Kaplan,
en la primavera de 1998 y por el auspicio Nelson Estupiñán Bass, Argentina Chiri-
del fondo universitario de SARIF EPPE. boga, Luis Zúñiga, Buddy Arrington y Ot-
Quisiera reconocer la gentileza de to Suárez. Finalmente, he de constatar que
los directores de las Editoriales Abrapala- sin la presencia de mi esposa, Toya, e hijas,
bra y El Conejo del Ecuador; también, la Leah y Alysa, nada tendría mucho sentido.
de los directores de las siguientes revistas
Indice

Introducción. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9

Capítulo I
I. La literatura afroecuatoriana en el contexto nacional:
¿Ilusión o realidad?. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15

II. Personajes negros y realismo social: el caso del grupo de Guayaquil . . . . . . . . . . . . . 25

III. Recuperando una canción dos veces perdida: una análisis afrocéntrico
de tambores para una canción perdida de Jorge Velasco Mackenzie . . . . . . . . . . . . . 61

IV. Lo afro, la costa y la plurinacionalidad del Ecuador:


Un tríptico visto a partir de viajando por pueblos costeños de Jorge Martillo . . . . . 71

Capítulo II
V. Las contradicciones ineludibles del “no-racismo” ecuatoriano:
A propósito de Juyungo como artefacto de la diaspora afroamericana . . . . . . . . . . . 87

VI. Jonatas y Manuela: Lo afroecuatoriano como discurso alternativo


de lo nacional y lo andino . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 103

VII. Del mestizaje al “proceso de comunidades negras”:


Reflexiones sobre la evolución de una política afrocéntrica en el Ecuador . . . . . . . . 117

Coda final . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 147

Obras citadas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 149


Introducción

La plurinacionalidad como expresión de cambiante de la sociedad ni el rápido pro-


la transculturación ceso de aculturación por el que atraviesan
los pueblos indígenas. Más aún [según el
Uno de los temas más candentes de reportaje], Corral teme que la Carta Polí-
discusión en el Ecuador del fin del milenio tica no refleje la predominancia mestiza
es el de la plurinacionalidad. Impulsado en una sociedad tan compleja como la
primordialmente por diversos grupos in- ecuatoriana, donde ‘ni siquiera el poncho
dígenas que se han autodeclarado como es indígena, si no mestizo’” (6).
nacionalidades, el tema de la plurinacio- Los sentimientos de Corral recogi-
nalidad ha puesto en jaque el paradigma dos en el artículo periodístico que se aca-
tradicional de la nacionalidad ecuatoriana ba de citar revelan algunos equívocos que
cuyas raíces se encuentran en el siglo XIX. no pocos ecuatorianos manejan al expre-
En un artículo intitulado, “El debate sobre sar su oposición a la temida plurinaciona-
la plurinacionalidad aún no concluye,” lidad. Concretamente, la referencia a la su-
publicado en el El Universo de Guayaquil puesta “aculturación” de los indios sugiere
(31 mayo 98; 6-7), se vislumbran la con- un abandono de vivencias propias mien-
flictividad y la intensidad de dicho debate. tras que el mestizaje se entiende como un
Por un lado, Nina Pacari, dirigente de “La gran crisol cultural en el cual las herencias
Confederación de Nacionalidades Indíge- particulares de algunos grupos que han
nas del Ecuador,” ve en la nueva constitu- dado forma al Ecuador desaparecen o, por
ción elaborada y propuesta por la Asam- lo menos, dejan de ser percibidas como
blea Nacional de 1998 un “momento de componentes constituyentes del país. De
considerar a los indígenas como actores ahí la imagen del poncho mestizo, símbo-
en el proceso de un desarrollo autogestio- lo de “una sociedad tan compleja como la
nario, ‘sin plantear la caridad ni la mendi- ecuatoriana,” que paradójicamente, ha
cidad’” (6). Por otro lado, en cambio, Fa- perdido su rica historia evolutiva en un
bián Corral, Decano de la Facultad de Le- mestizaje genérico que ya no reconoce sus
yes de la Universidad San Francisco de múltiples identidades.
Quito, lamenta que las reformas propues- Conviene recordar aquí a Fernando
tas, “al establecer ciertos principios consti- Ortiz, pensador cubano y autor de Con-
tucionales, [… hayan generado] ciertos trapunteo cubano del tabaco y el azúcar,
conceptos [que] se ‘anclaron’ en una quien en 1940 explicó que la cultura sin-
Constitución que no refleja el carácter crética de Cuba (y, por extensión, las de
10 / Michael Handelsman

América Latina, en general) fue el produc- minos de uso y de sentido hasta un punto
to de la transculturación más que de una tal que su identidad moderna—pese y tal
aculturación. En su introducción al libro vez gracias a esos cambios—sigue siendo
de Ortiz, el antropólogo Bronislaw Mali- inconfundiblemente indígena. (“Condi-
nowski celebró lo genial del nuevo con- ción migrante e intertextualidad multi-
cultural…” 101)
cepto creado por el colega cubano, y pun-
tualizó: Indudablemente, la plurinacionali-
Un proceso en el cual emerge una nueva dad—por lo menos, como la maneja Pa-
realidad, compuesta y compleja; una rea- cari en la referencia citada en El Universo-
lidad que no es una aglomeración mecá- —puede interpretarse como una nueva
nica de caracteres, ni siquiera un mosaico, manifestación de la transculturación. Es
sino un fenómeno nuevo, original e inde- decir, la plurinacionalidad pretende rea-
pendiente. [… La] transculturación pro- firmar y reactivar el rol protagónico de to-
porciona dos los miembros de la familia ecuatoria-
na. Volviendo a Cornejo Polar, no es una
un término que no contiene la implica-
casualidad que él haya puesto de relieve la
ción de una cierta cultura hacia la cual
relación entre el mestizaje y la transcultu-
tiene que tender la otra [i.e., la acultura-
ción], sino una transición entre dos cul-
ración:
turas, ambas activas, ambas contribuyen- […] no intento formular una dicotomía
tes con sendos aportes, y ambas coope- entre mestizo y migrante, y entre sus res-
rantes al advenimiento de una nueva rea- pectivos lenguajes e inserciones intertex-
lidad de civilización. (xxxiii)1 tuales, sino establecer dos posiciones de
enunciación, que a veces pueden y deben
En efecto, si se entiende el mestizaje articularse. En todo caso, por el momen-
en los términos empleados por Ortiz, el to, me entusiasma la idea de cruzar de ida
poncho al que ha aludido Corral no tiene y vuelta el paradigma del mestizo y la
por qué perder su identidad indígena ya transculturación, y su modelo en última
que la interacción cultural es constante, instancia sincrético, de una parte, con la
protéica y mutua. Pertinente a esta discu- movediza sintaxis del migrante y su mul-
sión es la perspectiva del crítico peruano, ticultura fragmentaria, de otra. Tal vez só-
Antonio Cornejo Polar, quien ha razona- lo con ambas perspectivas—que por cier-
do en uno de sus estudios acerca del na- to no excluyen otras—nos será posible
rrador ejemplar, José María Arguedas: dar razón de la trama de una literatura
enredada, de un vasto y escurridizo dis-
En el indio moderno—pensaba Argue- curso, de una cultura que prolifera en va-
das—casi no hay rastros del pasado pre- riantes, de un universo plural y plurali-
hispánico, pero lo que se le ha impuesto zante cuyo único orden quizás no sea otro
desde fuera y lo que más o menos libre- que el caos de una creación (¿gozosamen-
mente ha asumido de otras tradiciones te?) incompleta. (“Condición migrante e
resulta radicalmente transformado en tér- intertextualidad multicultural…” 108)
Lo afro y la plurinacionalidad: El caso ecuatoriano visto desde su literatura / 11

Las referencias al migrante en com- Aunque hay la tendencia de tratar el pro-


binación con el mestizaje y la transcultu- yecto plurinacional casi exclusivamente en
ración resultan profundamente sugerentes términos de los reclamos articulados por
al reflexionar sobre la plurinacionalidad los indígenas, es esencial anotar que si di-
ecuatoriana, un conjunto de culturas en cho proyecto va a conducir a una nueva
constante movimiento. De hecho, el histo- concepción y a una amplia aceptación de
riador ecuatoriano, Jorge Salvador Lara, la heterogeneidad del país, urge reconocer
ha constatado que “el Ecuador ha sido no plenamente la presencia afro en todo dis-
sólo en la prehistoria encrucijada de mi- curso plurinacional, especialmente en lo
graciones y tendencias: también lo ha sido que respecta a la evolución dinámica de la
durante toda la historia” (Breve historia Costa ecuatoriana, o retomando la imagen
contemporánea del Ecuador 14). Más ade- de Fernando Ortiz, al contrapunteo ecua-
lante, Lara siguió elaborando su retrato de toriano de la Costa y la Sierra.
un Ecuador dinámico y pluralista: “[…] Si bien es cierto que la diáspora
vivir a horcajadas sobre la línea equinoc- afroamericana llegó hace más de 500 años
cial, recibir el pleno sol de la mitad del al Ecuador envuelta en y empujada por
mundo, mirar y pisar los dos hemisferios uno de aquellos “vientos del planeta” des-
a la vez—el austral y el boreal—, contem- tacados arriba, es también cierto que la
plar constelaciones antípodas que sólo presencia afroecuatoriana ha sido margi-
desde aquí se pueden ver simultáneamen- nada del imaginario nacional y andino ya
te […]; estar, en fin, abiertos a todos los que se la ha considerado erróneamente
vientos del planeta” (16-17). como ancilar o exótica—como una cultu-
Lo afro como componente medular de la ra desplazada del Caribe. En este libro, de-
plurinacionalidad ecuatoriana fiendo su centralidad respecto a lo ecuato-
riano y, por extensión, a lo andino, con-
La simultaneidad de las diversas vencido de que será posible forjar un des-
culturas y herencias del país tan bellamen- tino común sólo a partir de todas las dife-
te expresada por Jorge Salvador Lara re- rencias, un planteamiento apasionada-
sulta ser una invitación a superar concep-
mente discutido en todo el mundo ac-
tos esencialistas de la(s) identidad(es) na-
tual.2 Por consiguiente, más que la frag-
cional(es) y, además, de un mestizaje na-
mentación o la desunión, un acercamien-
cional/latinoamericano amorfo y amnési-
to afrocéntrico a lo ecuatoriano ha de
co. De ahí viene a la mente la analogía (y
la necesidad) de captar el bosque a través contribuir a la construcción de un Ecua-
de sus árboles. Es precisamente en este dor más democrático y plurinacional con
contexto múltiple y plurinacional que la capacidad y la voluntad de comprender,
ofrezco Lo afro y la plurinacionalidad: el respetar y celebrar la valía y la heteroge-
caso ecuatoriano visto desde su literatura. neidad cultural de todos sus ciudadanos.
12 / Michael Handelsman

A diferencia de otros proyectos cul- académicos y no-académicos. Al volver a


turales y/o políticos que han sido elabora- la literatura con una nueva óptica, una an-
dos a partir de una supuesta amalgama de clada en el afrocentrismo, por ejemplo, se
las diversidades nacionales y que constitu- descubre la medida en que los esfuerzos
yen una expresión propia de la acultura- reivindicativos de un escritor como Nel-
ción en vez de la transculturación, la plu- son Estupiñán Bass del Ecuador (y Ma-
rinacionalidad no pretende evitar (negar) nuel Zapata Olivella de Colombia o Nico-
los conflictos y las tensiones que seguirán medes Santa Cruz del Perú, entre muchos
marcando las relaciones entre grupos dis- otros), siempre apuntaban en el fondo a
tintos que viven renegociando y redefi- un Ecuador (léanse, también, Colombia y
niendo continuamente dichas relaciones, Perú) que consistía tanto de la marimba
según el momento y las circunstancias en como de la flauta andina. En efecto, el
que se hallan. Esta fluidez de intereses, afrocentrismo como método crítico, tanto
propósitos y comportamientos sigue sien- en los estudios literarios como en cual-
do una de las principales características de quier otro campo, revela que el interés en
la experiencia afroecuatoriana en un país resaltar lo afro trasciende separatismos ya
(en una región) donde se ha definido lo que complementa las vivencias que siguen
nacional/andino exclusivamente en térmi- formando el conjunto plurinacional del
nos tripartitas: los blancos, los mestizos y Ecuador. Respecto a esta perspectiva com-
los indios. Por eso, no extraña encontrar prehensiva de lo afro y su relación con lo
en el reportaje sobre la plurinacionalidad plurinacional, conviene recordar de nuevo
ya citado de El Universo que representan- a Fernando Ortiz, quien explicó en su
tes afroecuatorianos hayan expresado su Contrapunteo cubano del tabaco y el azú-
inconformidad “con las reformas hechas car:
en la Asamblea, ya que argumentan que Hemos escogido el vocablo transcultura-
no se trató los derechos del pueblo negro ción para expresar los variadísimos fenó-
por separado” (6). Más concretamente, menos que se originan en Cuba por las
Oscar Chalá, antropólogo de la comuni- complejísimas transmutaciones de cultu-
dad negra del Chota, puntualizó: “No ras que aquí se verifican, sin conocer las
queremos ser añadidura de nadie ni que la cuales es imposible entender la evolución
sociedad ecuatoriana en su conjunto quie- del pueblo cubano, así en lo económico
ra mirarnos a través del espejo organizati- como en lo institucional, jurídico, ético,
vo del pueblo indígena” (7). religioso, artístico, lingüístico, psicológi-
Parece evidente que el debate sobre co, sexual y en los demás aspectos de su
vida. (86)
la plurinacionalidad está abriendo un es-
pacio nuevo desde el cual se puede adelan- Puesto que la revaloración elabora-
tar una revaloración de lo afro, lo ecuato- da en el presente libro arranca, de una ma-
riano y lo andino en todos los campos nera u otra, del concepto de la transcultu-
Lo afro y la plurinacionalidad: El caso ecuatoriano visto desde su literatura / 13

ración de Ortiz (y de conceptos posterio- gros, y gran número de las fuentes de con-
res como los de la hibridez y el multicul- sulta viene de todas las latitudes de la diás-
turalismo), lo afro y lo ecuatoriano se pro- pora afroamericana. En cierta manera,
yectan aquí como lo afroecuatoriano—es tanto la selección de materiales como su
decir, íntimamente unidos e igualmente aplicación constituyen una manifestación
visibles, pero sin ser opacados o absorbi- clara de la transculturación, de ese cons-
dos lo uno por lo otro.3 tante ir y venir de influencias y coinciden-
Si bien es cierto que los textos ana- cias que rompen esquemas unidimensio-
lizados a continuación revelan la historia nales y equivocadamente aislados.
conflictiva, y todavía elusiva, de la pluri- Lo afro y la plurinacionalidad: el ca-
nacionalidad ecuatoriana, por lo menos so ecuatoriano visto desde su literatura con-
en términos de una identidad ampliamen- siste de siete capítulos. En el primero, se
te aceptada e internalizada, es también plantea el problema de un racismo sutil
cierto que se prestan a lecturas liberadoras que, a pesar de la retórica de un mestizaje
puesto que dejan al descubierto ciertas fi- nacional, ha mantenido a los negros en los
suras en las maneras tradicionales de pen- márgenes de la sociedad ecuatoriana. En
sar/conceptualizar/jerarquizar las relacio- los capítulos II, III y IV, mediante un aná-
nes entre los ecuatorianos. A veces, dichas lisis de la caracterización del negro en va-
fisuras surgen de una escritura de protes- rias obras de escritores no-negros de la
ta, abierta u oblicuamente expresada, Costa ecuatoriana, se examina un recono-
mientras que en otras ocasiones, las fisu- cimiento paulatino de la centralidad de lo
ras son el producto de lecturas contestata- afro en el vivir costeño del Ecuador, un fe-
rias que desafían interpretaciones canoni- nómeno que pone en tela de juicio los pa-
zadas de obras que han sido leídas dentro rámetros tradicionales de una identidad
de una tradición políticamente exclusivis- nacional andina. En los tres capítulos res-
ta y socialmente privilegiada. tantes, el análisis se dirige a obras escritas
Si se toma en cuenta el papel social por afroecuatorianos quienes siguen lu-
y reivindicador que la literatura ecuatoria- chando por establecer un equilibrio entre
na ha jugado desde el siglo XVIII, y la me- su condición doble de ser afro y ecuatoria-
dida en que ha sido empleada en la cons- no en una sociedad que tradicionalmente
trucción conceptual de la nación desde el ha desacreditado todo discurso racial co-
siglo XIX, se comprenderá la lógica de re- mo un atentado contra la supuesta unión
currir a la literatura para examinar el lu- nacional.4
gar que lo afro ha ocupado en el imagina- A diferencia de otros investigadores
rio nacional. Además, puesto que el pro- que han resaltado la singularidad y la es-
pósito mayor de este libro trasciende fron- pecificidad de lo afroecuatoriano, estable-
teras raciales y nacionales, los textos anali- ciéndolo como una categoría legítima de
zados son de escritores negros y no-ne- estudio de por sí, vuelvo a señalar que en
14 / Michael Handelsman

el presente libro he ampliado la discusión Notas


para demostrar que lo afroecuatoriano
1 Es de notar que Ortiz se les había adelantado
también existe en varios contextos simul- con varias décadas a aquellos teóricos postco-
táneos. De hecho, por su identificación loniales y postmodernos cuyas ideas acerca de
con la diáspora afroamericana, es transna- la “hibridez” y el “multiculturalismo” han ejer-
cional y, por consiguiente, las experiencias cido gran influencia en círculos académicos de
de las comunidades negras del país pue- Europa y de Estados Unidos durante los últi-
mos años del siglo XX.
den contribuir mucho a una resolución 2 Djelal Kadir ha observado que la otredad no es
justa del debate sobre la plurinacionalidad un fenómeno absoluto ni ha de considerarse
ecuatoriana. Al mismo tiempo, la condi- un fenómeno exótico destinado a ser romanti-
ción diaspórica de lo afro es un recuerdo zado o mitologizado. “De hecho, la otredad
más de que lo ecuatoriano también rebasa puede ser lo que más tenemos en común” (4;
traducción mía).
fronteras artificiales y arbitrarias, sean és- 3 Aunque Ortiz escribió específicamente sobre el
tas geográficas o mentales. Por lo tanto Lo caso cubano, él era consciente de una mayor
afro y la plurinacionalidad: el caso ecuato- proyección para su análisis: “El concepto de
riano visto desde su literatura es un modes- transculturación es cardinal y elementalmente
to intento de comprender y de reafirmar indispensable para comprender la historia de
Cuba y, por análogas razones, la de toda la
la centralidad de todos los grupos y de to-
América en general” (90).
dos los países en un mundo transcultural 4 Aunque los capítulos I, III, IV y V fueron publi-
al cual le urge terminar con toda una “his- cados anteriormente en varias revistas anota-
toria humana de conquista y de destruc- das en la bibliografía de este libro, he incorpo-
ción que se han justificado en nombre de rado numerosos cambios en los textos para ac-
tualizarlos y para mantener un desarrollo cohe-
mitos de pureza y privilegio” (Ashcroft, et
rente de ideas críticas a través de todo el libro.
al., 36; traducción mía).
Capítulo I
La literatura afroecuatoriana
en el contexto nacional: ¿Ilusión o realidad?

Acotaciones preliminares contínuamente hacia una sociedad que


también es una creación en ciernes que
La relación estrecha entre el texto li- busca a sus propios lectores. De modo que
terario y su contexto sociohistórico, entre se encontrarán a continuación muchas de
la escritura y su recepción, viene a ser el las inquietudes que analizaré a lo largo de
punto de partida de mis reflexiones acerca este libro, inquietudes fundamentales para
de lo afro, la plurinacionalidad y la litera- una aprehensión cabal de lo afroecuato-
tura ecuatoriana. Wolfgang Iser ha obser- riano en el escenario plurinacional.
vado que “cualesquiera que sean los jui-
cios críticos transmitidos, la obra reflejará ***
también varias actitudes y normas del pú-
blico y, por consiguiente, se podrá decir A primera vista, parece que debe
que la literatura funciona como un espejo haber suficientes razones históricas para
del código cultural que condiciona dichos afirmar que el negro ocupa un lugar de
juicios críticos” (28; traducción mía). Con cierto prestigio social en el contexto na-
este primer capítulo, pondré de relieve la cional del Ecuador. A diferencia del negro
medida en que la literatura afroecuatoria- de otros países latinoamericanos que co-
na apunta a valores sociales que han ence- menzó su historia en el Nuevo Mundo co-
rrado al negro, y todo lo que se sabe de él, mo esclavo y que luego se convirtió en ci-
en un espacio ambiguo y contradictorio. marrón, el ecuatoriano invirtió el proceso
En efecto, el tema de lo afroecuatoriano de la esclavitud tradicional debido a un
resulta ser una especie de Caja de Pando- naufragio fortuito en 1553, año en que los
ra, una caja que, al abrirse, echa al aire primeros negros que llegaron al Ecuador
otros temas que, en su conjunto, forman el lograron escaparse de los negreros y esta-
mosaico de la nación ecuatoriana, una na- blecerse en una zona que más tarde se co-
ción múltiple y diversa que sigue buscán- nocería como la provincia de Esmeral-
dose dentro y fuera de su literatura. das.1 Estos orígenes de rebeldía y libertad
Puesto que la creación y la recep- prepararon el terreno para que, a través de
ción de la literatura afroecuatoriana son los siglos, se desarrollara en el Ecuador
inseparables, mis inquisiciones se mueven una concentración numerosa de negros
16 / Michael Handelsman

capaces de construir y de fomentar una mo que el drama del indio y del cholo, es
identidad cultural afroecuatoriana. De he- decir, es el de cualquier persona explota-
cho, parte de esta conciencia se ha enri- da, sea la que fuera su raza o nacionali-
quecido con el orgullo de haber dado a la dad….” (Jackson, Black Writers …, 122;
traducción mía)
patria a figuras tan ilustres como Carlos
Concha, defensor acérrimo del alfarismo- Tal vez esa amplitud de propósitos y
/liberalismo de comienzos del siglo XX, y de conciencia social se comprenderá me-
Adalberto Ortiz, Nelson Estupiñán Bass y jor al recordar que la presencia del negro
Antonio Preciado, escritores célebres de la en el Ecuador no ha de limitarse a un solo
literatura nacional de este mismo siglo espacio geográfico llamado Esmeraldas.
XX. En cuanto a estos últimos tres, se ha De hecho, ya en 1937, el cuentista costeño,
afirmado que “a diferencia de la situación José de la Cuadra, había señalado la im-
de escritores negros en Uruguay y Perú, portancia histórico-cultural del negro en
estos afroecuatorianos han sido incorpo- la formación del montuvio ecuatoriano,
rados en la tradición literaria nacional; sus describiéndolo como “la resultante de la
obras han sido reseñadas y se están publi- fusión del indio con el negro y en la que el
cando en casas editoriales bien estableci- correr de los siglos ha depositado gotas de
das” (Lewis, Afro-Hispanic Poetry 1940- sangre blanca, y es fruto, además, de la he-
1980…, 83; traducción mía). De hecho, en rencia dejada por las antiguas importacio-
1993, Estupiñán Bass recibió el Premio nes africanas de los terratenientes esclavis-
Eugenio Espejo de Literatura, el máximo tas” (8). De modo que, si se toma en cuen-
galardón nacional en lo que respecta a la ta el sector esmeraldeño con el del montu-
cultura en general. vio, la Costa ecuatoriana se perfila de una
Además de esta aceptación por la manera muy especial, haciendo necesario
crítica literaria nacional, algunos han vis- cuestionar ciertos conceptos tradicionales
to en la creación afroecuatoriana una pro- sobre las llamadas “esencias” del Ecuador.
yección mayor que la de los intereses par- Pese a ese trasfondo sociohistórico y
ticulares del negro. Por eso es que al refe- socioliterario aparentemente lleno de po-
rirse a Adalberto Ortiz y su novela Juyun- sibilidades para que la cultura afroecuato-
go (1943), se ha puntualizado que ésta es riana floreciera, la supuesta aceptación del
negro ecuatoriano como componente in-
una novela clásica porque resalta la uni- tegral del contexto nacional ha sido más
versalidad de la experiencia de los negro-
bien un “simulacro.” En lo que respecta a
s—el racismo en Ecuador es poco dife-
los afroecuatorianos, el clivaje que existe
rente al de cualquier otro lugar. Además,
Ortiz utiliza la experiencia de los negros entre lo que algunos dicen (no hay racis-
para lograr lo que parece ser una pro- mo, por ejemplo) y lo que se vive (la mar-
puesta mayor, a saber, la de demostrar que ginalidad) es demasiado patente para se-
“el drama del negro ecuatoriano es el mis- guir aferrándose a un concepto utópico de
Lo afro y la plurinacionalidad: El caso ecuatoriano visto desde su literatura / 17

mestizaje que, en muchos casos, ha cons- afroecuatoriana como una expresión cul-
tituido un proceso de blanqueamiento o tural acerca del lugar que el negro ha ocu-
de linchamiento étnico (“ethnic lyn- pado en la historia nacional tiene que to-
ching”). Es así que en un estudio intitula- mar en cuenta el predominio de un dis-
do, “Teoría del simulacro,” Fernando Ti- curso oficial cuyas palabras, con demasia-
najero ha constatado (aunque sin haberse da frecuencia, han tenido mucho más que
referido concretamente al afroecuatoria- ver con las apariencias que con las “Verda-
no) que existe en el Ecuador un vacío en- des.”
tre las explicaciones oficiales de la cultura No se debe olvidar que el crítico, Ri-
nacional y las verdaderas condiciones que chard Jackson, ya ha destacado la ambiva-
marcan esta(s) cultura(s) nacional(es). lencia inherente a un deseado mestizaje
Según él ha planteado: que para los escritores afrolatinoamerica-
nos ha constituido un
El valor de la Palabra no está dado por la
mayor o menor proximidad a las teorías proceso de fusión cultural y étnica que ha
fundamentales sobre la realidad, sino por disminuido su número. Ellos creen, sin
su grado de coherencia con ella. Esa cohe- embargo, que pese a obstáculos racistas, el
rencia otorga a la Palabra su valor pri- ambiente creado por el proceso permite
mordial, que es la autenticidad, aunque un desarrollo de una negritud como una
por sí misma no garantiza la Verdad. La justificación de lo negro, pero dentro del
Verdad, para decirlo simplemente, no só- contexto de la composición mezclada de
lo es Palabra auténtica, sino también Acto las naciones latinoamericanas. (The Black
consecuente. La palabra para ser propia- Image… 92; traducción mía)
mente Palabra, no sólo es Verbo, sino
también Acción. (en Sánchez Parga, Tina- Es precisamente este ideal de fusión
jero, Araujo, et al., Signos de futuro: La cul- que Ortiz, Estupiñán Bass y Preciado han
tura ecuatoriana en los 80, 51) utilizado al definir sus respectivos proyec-
tos literarios. Por su parte, Ortiz ha cons-
Y, a continuación, Tinajero conclu- tatado:
ye: “Donde no hay coherencia no hay au-
tenticidad, pero puede haber apariencia La negritud para los americanos no pue-
de verdad. Donde no hay coherencia rei- de ser un “retorno a Africa,” o una defen-
nan las palabras y los gestos, esforzándose sa exagerada de la cultura africana, sino,
más bien, un proceso de mestizaje étnico
por sustituir a las Palabras y los Actos. El
y cultural en este continente que se puede
dominio de las palabras y los gestos es el comprender cabalmente en estos tiempos
Simulacro” (51). En efecto, y en la medida no sólo en sus manifestaciones físicas de
en que un mestizaje imperfecto e incom- matrimonios mixtos, sino también en las
pleto ha sido manipulado como un mito ramificaciones estéticas de un movimien-
nacional de una sociedad sin racismo, to- to literario particular, como también en la
do intento de contextualizar la literatura música folklórica, creencias y supersticio-
18 / Michael Handelsman

nes. (“Negritude in Latin American Cul- tu de rebeldía, de resistencia y de creativi-


ture” 76; traducción mía)2 dad. Todo eso se vislumbra, primero, a
partir de sus orígenes de cimarrón cuando
Desgraciadamente, entre una pri-
llegó al país en el siglo XVI; después, me-
mera etapa en la que cada uno de estos
diante su defensa de los ideales liberales de
tres escritores afroecuatorianos ha incur-
Eloy Alfaro a comienzos del siglo XX; y
sionado hondamente en sus raíces africa-
luego, por la vitalidad constante de su
nas, y otra etapa posterior en la que los
aporte sociocultural, cuyas múltiples ma-
tres han tratado de trascender el rescate de
los orígenes (i.e., la identidad racial como nifestaciones se patentizan de una manera
un sine qua non), algo se ha perdido. muy especial en las letras nacionales, y que
Mientras que Ortiz, Estupiñán Bass y Pre- ha dado al país una distinción a nivel con-
ciado han seguido desarrollando y am- tinental. Por otro lado, sin embargo, surge
pliando su aprehensión del negro ecuato- la triste verdad de que en vez de constituir
riano, pocos ecuatorianos los han acom- realmente una fuente de orgullo nacional,
pañado y, por consiguiente, en la actuali- la cultura afroecuatoriana, más bien, con-
dad “el negro esmeraldeño continúa ex- tinúa considerándose una aberración fol-
plotado y marginado—además folkloriza- klorizada. Es así que se ha observado: “En
do—en este mundo en el que imperan el la población negra de la provincia de Es-
racismo y la segregación, simples esque- meraldas existe una importante expresión
mas que disfrazan la injusticia y la opre- cultural en música, danza y poesía, lamen-
sión social…” (Hidalgo 39). Y, más allá de tablemente poco conocida y estudiada
la provincia de Esmeraldas, en Guayaquil, hasta hoy” (Hidalgo 11). De una manera
concretamente, se ha observado que “el más concreta que pone de relieve el estado
negro ha sido uno de los grupos impor- ilusorio de la supuesta aceptación de es-
tantes del mestizaje del cual somos pro- critores como Ortiz, Estupiñán Bass y Pre-
ducto…” (Garay, “La élite económica de ciado, el crítico, Henry Richards, ha co-
los negros en Guayaquil de 1742 a 1765,” mentado en su estudio intitulado, La jor-
120). Sin embargo, “En nuestra ciudad ser nada novelística de Nelson Estupiñán Bass:
negro es un tema conflictivo al máximo, “Después de registrar fuentes bibliográfi-
para las familias sean éstas de la clase so- cas ecuatorianas en busca de valoraciones
cial que fueren, alta, media o popular. A críticas de la narrativa de Nelson Estupi-
ninguna les interesa y peor aún aceptan ñán Bass, concluí que este distinguido es-
[sic] el tener sangre africana en sus venas” critor esmeraldeño no es profeta en su tie-
(Garay, “Los negros en Guayaquil en rra, ya que su obra no ha recibido en el
1850,” 123). Ecuador la atención que merece” (xi).
La paradoja está clara. Se descubre, Los silencios de las diferentes histo-
por un lado, que la historia del negro en el rias oficiales (y de la crítica literaria, tam-
Ecuador se ha caracterizado por un espíri- bién) que han mantenido al negro en una
Lo afro y la plurinacionalidad: El caso ecuatoriano visto desde su literatura / 19

periferia nacional durante los últimos cin- […] pese a los diversos cálculos e índices
co siglos en el Ecuador han sido el resulta- sobre lo racial en el litoral y en otros luga-
do, en parte, de una confusión de lo que es res, un hecho está clarísimo. Lo negro es
lo opuesto a lo blanco, y conceptos nacio-
raza y etnicidad en el país. Ya se ha adver-
nales del mestizaje en Colombia y Ecua-
tido: dor son lo opuesto a lo negro precisamen-
Uno de los problemas más complejos que te de la misma manera que lo blanco se
se ha encontrado al analizar la población contrasta con lo negro. (199; traducción
ecuatoriana es el de definir raza y etnici- mía)
dad. Por la ausencia de definiciones acep-
Ya mencioné a José de la Cuadra,
tadas sobre raza y etnicidad, los cálculos
quien había definido al montuvio ecuato-
sobre el tamaño de varios grupos tienden
a revelar más sobre los prejuicios de la riano como una mezcla compleja que sí se
gente que hace los cálculos que una reali- ha nutrido de lo negro. De hecho, gran
dad objetiva, propiamente. (Alexander parte de la Costa ecuatoriana al sur de Es-
24; traducción mía) meraldas (especialmente, las provincias
del Guayas y Los Ríos) se distingue por es-
Por consiguiente, las estimaciones ta complejidad racial y cultural que rom-
demográficas más actualizadas sobre la pe cualquier esquema que pretenda borrar
población ecuatoriana todavía se destacan la presencia negra del llamado mestizaje,
por su imprecisión en lo que respecta al por un lado, y que pase por alto los víncu-
negro. Entre los diez millones y medio de los socioculturales caribeños omnipresen-
ecuatorianos oficialmente reconocidos en tes en este país andino, por otro lado.3 Sin
1990 en diferentes censos, por ejemplo, el duda alguna, el fuerte regionalismo entre
porcentaje de negros variaba desde un 3% la Costa y la Sierra que ha marcado pro-
hasta un 10% de la población general. Y fundamente la historia nacional—junto
aunque parece haber un acuerdo sobre la con el peso de ciertos conceptos exclusi-
población negra de Esmeraldas (i.e., vistas de “lo andino”—ha impedido una
300.000 habitantes), es muy raro que se apreciación cabal de lo negro como com-
matice la composición del mestizaje na- ponente cultural vital y medular del país.
cional en otros términos que no sean los Además, el centralismo burocrático y so-
de la mezcla de indios y blancos (“Mixed ciocultural anclado en la Sierra que sigue
Indian and Spanish”) (Atlas histórico-geo- siendo una parte constitutiva del mentado
gráfico del Ecuador). En efecto, la relación regionalismo, también ha contribuido a
entre raza y color de piel constituye una opacar la verdadera amplitud de la cues-
cuestión harto difícil de precisar en el tión raza/etnicidad en el Ecuador.4 No es
Ecuador. Norman Whitten, Jr. la trató lú- una mera casualidad que el punto de
cidamente en su Black Frontiersmen: A arranque de lo mucho que se ha dicho en
South American Case: la última década del siglo XX acerca del
20 / Michael Handelsman

Ecuador y de su composición multiétnica Pero, al mismo tiempo, y a pesar de


y plurinacional se haya fundamentado una aparente sensibilidad por la naturale-
primordialmente en los sectores indíge- za diversa del país, el citado texto se refie-
nas. Es decir, una supuesta apertura en la re a “la sociedad ecuatoriana de 1980” co-
concepción de lo nacional sigue definién- mo “una simbiosis de tradición y moder-
dose a partir de parámetros centralistas nidad, que en no pocos de sus rasgos, par-
que, si bien ha iniciado una importantísi- ticipa tanto de la ‘cultura burguesa’ como
ma revaloración de los diversos sectores de la ‘cultura indígena’ del país” (19). Y
indígenas, también ha alejado del debate mientras se pone de relieve el hecho de
gran parte de lo “no andino” de este país que “la década de los 80 ha escenificado
“andino.”5 una nueva presencia de los indígenas
Sería un grave error considerar esta […]” (18), uno ha de sentirse un poco
miopía como algo aislado o como una perplejo ante la ausencia de lo afroecuato-
mera señal de un supuesto resentimiento riano.
de los costeños. Libro tras libro publicado En los pocos estudios dedicados a
en el país por las principales editoriales en diversos aspectos de lo negro en el Ecua-
los años 80 sobre cuestiones como la iden- dor, una constante que sale a la luz tiene
tidad nacional, la relación entre nación y que ver con la necesidad de contrarrestar
estado o la naturaleza pluralista del Ecua- los silencios oficiales. De ahí la adverten-
dor, se ha caracterizado por su silencio so- cia de que quienes tradicionalmente “for-
bre lo afroecuatoriano y, por ende, por lo man parte de la población afro-esmeral-
costeño. En un estudio que ejemplifica el deña, no han encontrado mención alguna
fenómeno anotado, se lee: de sus antepasados ni de sus ricas mani-
festaciones culturales, en donde reconocer
El proceso de democratización iniciado a sus raíces y reforzar su identidad” (García,
fines de los 70 y principios de los 80, en-
Cuentos y décimas afro-esmeraldeñas, 5).
tre otros efectos socioculturales… ha
Entre las tentativas de rescate cultural que
creado las condiciones no sólo para que el
discurso sobre la cultura e identidad na- más han aportado a la justa ubicación del
cionales se fragmentara, sino también pa- negro dentro del contexto ecuatoriano, se
ra que las culturas regionales (cruzadas encuentran aquellas en las que se ha des-
por reivindicaciones históricas y actuales tacado, sobre todo, la vitalidad de las tra-
demandas al nuevo Estado) reclamaran el diciones orales cuya supervivencia se debe
estatuto y ejercicio de su diversidad. No a gente de gran creatividad y talento.6 Es
resulta por ello extraño que el tema dis- instructivo recordar que “los procesos de
cursivo que ha predominado con más cultura son procesos sociales, y que sólo
amplias e intensas interpelaciones haya si- los diferentes actores de la sociedad son
do el de las “diversidades culturales” […].
sujetos de procesos culturales” (Sánchez
(Sánchez Parga, Signos de futuro, 27)
Parga, “Cultura, sociedad y estado,” 21).
Lo afro y la plurinacionalidad: El caso ecuatoriano visto desde su literatura / 21

De una forma u otra, toda noción sobre dias vivas del indio, del montuvio o del
esta condición de “sujeto” del negro ecua- cholo, las obras de Ortiz, Estupiñán Bass y
toriano—es decir, de su capacidad de de Preciado no constituyen solamente un
creación y de resistencia—se ha perdido acercamiento interpretativo hacia un gru-
fuera de las comunidades negras del país po marginado del país, sino que son el
justamente cuando los grupos indígenas, producto mismo del afroecuatoriano. Es
también tradicionalmente oprimidos y si- decir, el negro ecuatoriano no ha tenido
lenciados, parecen estar apropiándose de que esperar que otros lo defendieran, que
su auténtico espacio dentro de la nación lo estudiaran o que lo interpretaran. El ne-
ecuatoriana. gro, en fin, ha creado su propia voz dentro
No quisiera insinuar que los indíge- de la literatura escrita que, curiosamente,
nas estén cerca de un triunfo definitivo, ni no ha sido asimilada o retomada mayor-
que hayan superado cinco siglos de opre- mente por otros sectores del país. En vez
sión. Pese a la receptividad y solidaridad de una integración, se ha producido el ais-
que diversos grupos progresistas han ex- lamiento del afroecuatoriano, encerrán-
presado a favor de las causas de reivindi- dolo en un espacio geocultural todavía
cación indígena, los principales sectores distante de un centro nacional considera-
blanco-mestizos dominantes de la socie- do andino y/o blanco-mestizo.
dad nacional siguen sujetando las riendas Los estudios y textos que han trata-
del poder. Lo que interesa, sin embargo, es do al negro en el Ecuador, y que podrían
cómo en la actual coyuntura histórica, que dar la impresión de que mis observaciones
aparentemente se presta a todo esfuerzo pecan de ser forzadas y hasta exageradas,
por democratizar al país, el negro ecuato- han sido, hasta la fecha, esporádicos y po-
riano, con todos sus matices de raza y cul- co difundidos. De hecho, esta falta de con-
tura, continúa siendo un elemento ausen- tinuidad y de constancia ha impedido que
te o, cuando mucho, marginado en lo que lo afroecuatoriano, con todos sus matices,
respecta a la percepción pública del esce- deje de ser algo más que una mera curio-
nario nacional.7 sidad. Esta afirmación parece comprobar-
Vuelvo a resaltar lo paradójico de se al leer el prospecto de la Historia de las
esta ausencia en un país donde tres escri- literaturas del Ecuador, un proyecto de his-
tores se han establecido como fuerzas ma- toriografía literaria ambicioso que la Cor-
yores dentro de la literatura afrolatinoa- poración Editora Nacional del Ecuador
mericana y, más aún, como representantes había decidido auspiciar.8 Entre los obje-
plenamente integrados a los cenáculos li- tivos principales anunciados en el dicho
terarios de más prestigio nacional. A dife- prospecto estaba el de contrarrestar la “vi-
rencia de Huasipungo, Los Sangurimas o sión etnocéntrica que hasta hoy ha preva-
Don Goyo, novelas rectoras en las que el lecido en los estudios de nuestra literatura
público lector pudo descubrir las trage- [y que] ha privilegiado en forma exclusiva
22 / Michael Handelsman

a las manifestaciones literarias en lengua cha efectiva.” Esta ausencia de lucha por
castellana y originarias del sector blanco- su parte minimiza el surgimiento de una
mestizo de la sociedad…” (3). Desgracia- Estética Negra, por lo menos en el sentido
damente, de las dos mil páginas proyecta- del Nacionalismo Negro. (Black Writers in
das, sólo veinte habían sido designadas Latin America 102; traducción mía)
para un ensayo general intitulado, “Litera- Aunque no es mi intención insinuar
tura afroecuatoriana.” aquí que el nacionalismo afroamericano
Este tipo de omisión de una historia de Estados Unidos constituya para el inte-
que pretende reivindicar y difundir las di-
lectual afroecuatoriano una alternativa
versas literaturas nacionales parece sinto-
apropiada o deseable, sí quisiera resaltar el
mático de la situación general que sigue
peligro inherente a un discurso que, mien-
viviendo el negro ecuatoriano en el con-
tras aspira a lo nacional/universal, termi-
texto nacional. Además, constituye una es-
pecie de llamada general para reflexionar na siendo refuncionalizado por una socie-
abiertamente sobre el papel que ha jugado dad que, consciente o inconscientemente,
y, que ha de jugar, el escritor afroecuato- se niega a reconocerlo como un elemento
riano en todo el proceso de búsqueda de integral de lo ecuatoriano. Es decir, si Ju-
identidad nacional. Lógicamente, hay que yungo y Cuando los guayacanes florecían,
reconocer la necesidad y lo acertado del por ejemplo, se leen como novelas de de-
interés de cualquier escritor de trascender nuncia social principalmente desde una
su mundo inmediato y particular. Anto- perspectiva supuestamente nacional/uni-
nio Preciado, por ejemplo, reflejó este de- versal, no es de extrañar que se pierda de
seo de lo universal al comentar que “mi vista la especificidad de la resistencia em-
poesía en su totalidad, aunque toque los prendida contra la opresión sufrida por
temas negros como afirmación de mi los negros ecuatorianos como miembros
identidad cultural, de la que me enorgu- de una raza particular. Entre las posibles
llezco, voy al abrazo del hombre en gene- consecuencias literarias y extraliterarias
ral. […] Yo voy al abrazo de todos los se- que pueden surgir de tal lectura está la ya
res humanos porque la humanidad es de mentada miopía blanco-mestiza.
todos los seres humanos” (“Entrevista con Por lo tanto el proyecto literario
Antonio Preciado” 26). Ante este mensaje, mediante el cual Ortiz, Estupiñán Bass y
sin embargo, está la observación del críti- Preciado han procurado superar esque-
co, Richard Jackson: mas localistas parece haber dado lugar a
Por toda América Latina, la negligencia una especie de lectura de apropiación cul-
benigna y el mestizaje han creado un sen- tural que, en no poca medida, ha desar-
tido falso de seguridad y una conciencia mado doblemente dicho proyecto. Por un
falsa en América Latina que, como St. lado, y en nombre de una deseada nacio-
Clair Drake ha señalado, “impide una lu- nalidad/universalidad, el mundo del ne-
Lo afro y la plurinacionalidad: El caso ecuatoriano visto desde su literatura / 23

gro ha sido absorbido de tal forma que, en defender la libertad. Pero, ¿qué libertad
efecto, se ha eliminado la necesidad de tra- habían tenido ellos?” (82).
tar frontalmente la situación concreta y Para concluir, no se puede respon-
complejísima del afroecuatoriano en el sabilizar a Ortiz, a Estupiñán Bass o a Pre-
contexto nacional. Por otro lado, y por ha- ciado por las lecturas de una apropiación
berse dejado sumergir dentro de un crisol cultural ya comentada, ni tampoco se ha
utópico de mestizaje, la cultura negra to- de esperar que la literatura como tal reali-
davía no figura de un modo patente en ce grandes transformaciones sociales de
ninguna concepción oficial de la naciona- por sí. No obstante, creo que si los intelec-
lidad. En efecto, la situación afroecuato- tuales afroecuatorianos no toman la ini-
riana no parece estar muy lejos de la que ciativa de contrarrestar dicha apropiación
comentó Aimé Cesaire: “Il y a deux ma- llevada a cabo por los sectores blanco-
nières de se perdre: par ségrégation murée mestizos, pese a los múltiples obstáculos
dans le particulier ou par dilution dans que hubiera, todo el proceso de búsqueda
l’universel’” (en Miller, 139). de identidad nacional seguirá estancándo-
Preciado ha afirmado, y con toda se en un desconocimiento propio de una
razón, que el “reconocimiento ancestral visión parcial y parcializada—producto de
en nosotros es una necesidad, es bueno sa- un mestizaje homogeneizador—que, en el
berlo—¡cómo no!—pero no como para fondo, sirve de pantalla de humo destina-
quedarse anclado en ese reconocimiento” do a detener una verdadera democratiza-
(“Entrevista con Antonio Preciado” 26). ción nacional. En fin, sin un proyecto
Sin embargo, el desfase que existe entre un abiertamente afrocéntrico que acompañe
proyecto literario de superación multifa- otros proyectos multiétnicos en el país, se
cética y un medio social, cuyas necesida- corre el peligro de perder de vista lo que
des y cultura todavía se encuentran hun- Ortiz había señalado acerca del Ecuador
didas en el olvido y la indiferencia, hace hace ya medio siglo en Juyungo: “El que no
imprescindible una reevaluación de pro- tiene de inga, tiene de mandinga” (277).
pósitos y de estrategias. No cabe duda de
Notas
que el éxito de las obras de Ortiz, Estupi-
ñán Bass y Preciado ha sido relativo y par- 1 Aunque hay alguna discusión acerca de la fecha
cial. Ha habido un cortocircuito; y, por lo exacta de la llegada al Ecuador de estos prime-
ros negros y de las condiciones en que apare-
tanto, todavía se mantiene vigente lo sus- cieron, los investigadores que mejor conocen
tancioso del lamento de aquellos tres con- este aspecto de la historia ecuatoriana no cues-
ciertos de Cuando los guayacanes florecían tionan en absoluto el espíritu rebelde y liberta-
que “Querían expresar sus dudas, explicar rio de los orígenes afroecuatorianos. Para más
su triste condición de esclavos y pedir una información sobre estos orígenes, véase el capí-
tulo III en el cual me refiero a los comentarios
aclaración. El capitán decía que había que de Juan García Salazar y Leslie Rout, Jr.
24 / Michael Handelsman

2 Para un análisis detallado de Ortiz y lo proble- cuando los patrones tradicionales de vida de la
mático de su concepto de la negritud y el mes- Sierra fueron desafiados por los nuevos aires de
tizaje, véase el capítulo V donde estudio Juyun- la modernidad que llegaban desde la metrópo-
go en el contexto del realismo social. li de la Costa, Guayaquil. Si Esmeraldas hubie-
3 Un interesante paralelo que ayuda a relacionar ra sido colonizada en el siglo XVII, el carácter
lo caribeño con la costa andina, especialmente subsecuente de la sociedad en la Sierra podría
en lo que respecta a Colombia y Ecuador, se haber sido menos tradicional y, por lo tanto,
vislumbra en un estudio sobre la cultura plura- más receptivo a lo nuevo. De ahí que un equili-
lista del Caribe realizado por Antonio Benítez- brio más dinámico entre la Sierra y la Costa
Rojo. Al referirse a una escena común de un podría haber emergido mucho antes que en el
mercado público, él señala que “es un encuen- presente siglo” (21; traducción mía).
tro de ritmos en que hay mucho de lo africano, 5 No se debe olvidar que el Ecuador es, también,
pero también de lo europeo; no es una mezcla un país amazónico.
‘mulata,’ si ese término pretende destacar una 6 Un trabajo ejemplar de consulta acerca de las
especie de ‘unidad’; es un espacio polirrítmico tradiciones orales es Décimas esmeraldeñas
que es simultáneamente cubano, caribeño, afri- (1982) de Laura Hidalgo.
cano y europeo” (81; traducción mía). 7 Me refiero aquí a “la percepción” de las mayo-
4 John Leddy Phelan ha analizado la influencia rías del país. Para un análisis de las comunida-
de la historia de Esmeraldas en esta escisión na- des negras como una fuerza democratizante y
cional de Costa/Sierra. Según él comenta, el no pujante, véase el último capítulo sobre el “Pro-
haber establecido hace tiempo un puerto diná- ceso de las Comunidades Negras.”
mico en Esmeraldas, “La Sierra quedó virtual- 8 Lamentablemente, parece que el proyecto que-
mente aislada del resto del mundo por tres- dó estancado y, hasta la fecha, no ha sido publi-
cientos años. […] No fue hasta el siglo XX cado.
Capítulo II
Personajes negros y realismo social.
El caso del Grupo de Guayaquil

“Magia negra, mentalidad primitiva, ani- para, así, aprehender cabalmente la com-
mismo, erotismo animal, todo esto reflu- plejidad característica de las relaciones in-
ye hacia mí. Todo esto es lo que caracteri- terraciales en el Ecuador. En cierta medi-
za a los pueblos que no han seguido la da, la cuestión racial planteada aquí se re-
evolución de la humanidad.” (Frantz Fa- mite a una plurinacionalidad de la cual se
non, Piel negra, máscaras blancas)
está discutiendo si sus diversos discursos
El concepto tradicional de una na- han de ser complementarios o adversa-
ción mestiza llamada Ecuador ha ofusca- rios. Es en este contexto que pienso anali-
do con frecuencia las diferencias de pers- zar la representación de algunos persona-
pectiva que marcan las relaciones socio- jes y temas negros que aparecen en impor-
culturales que existen entre múltiples gru- tantes obras del Grupo de Guayaquil. Con
pos del país y, en particular, entre los ne- el trasfondo de las tensiones y contradic-
gros y demás ecuatorianos. Esta división ciones inherentes al debate en torno a la
sale a flor de piel al yuxtaponer dos afir- literatura escrita sobre los negros versus la
maciones acerca del tema racial en el literatura escrita por los negros, pretendo
Ecuador. Por una parte, se destaca un co- poner de relieve las posibilidades interpre-
mentario del escritor mestizo, Demetrio tativas y enriquecedoras propias de una
Aguilera Malta, quien ha negado la exis- lectura afrocéntrica de varias obras repre-
tencia de un “problema racial” en el país sentativas de aquellos escritores ya clásicos
(aunque sí reconocía, curiosamente, que de la literatura ecuatoriana, a saber: De-
había discriminación racial), mientras metrio Aguilera Malta (1909-1981), José
que Juan García Salazar, dirigente negro de la Cuadra (1903-1941), Joaquín Galle-
de Esmeraldas, ha denunciado como pro- gos Lara (1911-1947), Enrique Gil Gilbert
blema de fondo el racismo preponderante (1912-1973) y Alfredo Pareja Diezcanseco
en el Ecuador.1 (1908-1993).2
Aunque en primera instancia se po- A estas alturas, no hace falta entrar
dría desprender de lo anterior una polari- en detalles al reconocer la importancia
zación endurecida de conceptos y actitu- que el Grupo de Guayaquil ejerció en el
des, sería más fructífero rescatar el poten- desarrollo de la literatura del Ecuador y de
cial dialogal de estos dos puntos de vista América Latina en general.3 Lo que intere-
26 / Michael Handelsman

sa aquí es señalar el compromiso social “[…] el Estado utiliza la noción del


que marcó la obra que los cinco gestaron, mestizaje como argumento para eliminar
especialmente en lo que se refería a los la posibilidad de permanencia de las iden-
marginados de la Costa ecuatoriana. Den- tidades indias diferenciadas. La ideología
tro de su preocupación por la liberación y del mestizaje se reactiva bajo este propósi-
la justicia, era natural que ellos incorpora- to, por lo que en este momento y en estas
ran al personaje negro a sus textos litera-
circunstancias el concepto de mestizo se
rios ya que los negros, junto a los montu-
vacía de todo contenido y se convierte en
vios y los cholos, constituían una parte ex-
tensa del pueblo costeño al cual el Grupo negación de cualquier especificidad socio-
de Guayaquil pretendía reivindicar. cultural” (Espinosa Apolo 219). Aunque lo
A pesar de sus buenas intenciones, citado trata de la situación concreta de los
sin embargo, su caracterización del negro indígenas, su aplicación a la de los negros
pecaba a menudo de ser estereotípica y, la- del país me parece pertinente y profunda-
mentablemente, la complejidad del drama mente instructiva.
vivido por los negros ecuatorianos corría Para evitar excesivas generalizacio-
el riesgo de perderse en una denuncia so- nes, hay que reconocer que el Grupo de
cial que no contemplaba la raza más allá Guayaquil y su producción literaria, espe-
de su dimensión fenotípica. La opinión de cialmente en lo que tocaba a los persona-
Aguilera Malta ya citada viene al caso jes negros, no arrancaron de un proyecto
puesto que el realismo social que se prac- de oclusión o de negación de las diferen-
cias sociales. Es archiconocido que estos
ticaba en los años 30 en el Ecuador estaba
escritores vieron en el mestizaje un vehí-
anclado en la lucha de clases, el sine qua
culo de democratización y, en este sentido,
non del pensamiento de la mayoría de los
su labor de creación sigue representando
intelectuales más progresistas y de más in-
un gran avance en el desarrollo paulatino
fluencia de la época.4 En efecto, éstos asu-
de una conciencia viva de lo multicultural
mían que no tenía sentido hablar en tér- y lo plurinacional del Ecuador. En efecto,
minos raciales en países como el Ecuador la solidaridad que ellos habían expresado
donde prevalecía el mestizaje como mito en sus obras para con los sectores oprimi-
nacional. dos del país (y de la Costa, sobre todo)
Las limitaciones del mestizaje conti- amplió las posibilidades de incorporar a
núan afectando las condiciones generales los negros ecuatorianos (i.e., hacerlos más
en que se encuentran los afroecuatoria- visibles) en el imaginario nacional, por lo
nos, por un lado, y las percepciones que la menos en lo que respectaba al pueblo. No
sociedad dominante tiene al respecto, por me parece una exageración sugerir que
otro. Conviene traer a colación aquí la Baldomera, aquella mulata prepotente de
conclusión de otro investigador: la novela homónima de Pareja Diezcanse-
Lo afro y la plurinacionalidad: El caso ecuatoriano visto desde su literatura / 27

co que se publicó en 1938 y, que comenta- da en que la “otredad” puede reproducir la


ré más adelante, simboliza un esfuerzo falsa y opresiva dicotomía de “civilización
(aunque truncado) por captar a través de y barbarie” que tanto daño ha hecho “a los
la literatura la presencia vital y hasta me- pueblos que no han seguido la evolución
dular del negro en la Costa ecuatoriana. de la humanidad.”
De modo que el proyecto reivindi-
cativo del Grupo de Guayaquil ha tenido Literatura escrita sobre negros versus li-
importantes implicaciones para el pueblo teratura escrita por negros: un contexto
negro del Ecuador. Sin embargo, puesto teórico para examinar algunas obras del
que era la presencia social más que la ra- Grupo de Guayaquil
cial la que les había preocupado a los inte- Aunque parezca una perogrullada,
grantes del Grupo de Guayaquil, muchos la experiencia de ser negro es imprescindi-
de sus personajes negros carecían de la ble si se espera captarla cabalmente. En-
plenitud creativa tan evidente en obras es- tiendo lo de “ser negro” en un sentido cul-
critas por los negros mismos del país. Esta tural que trasciende nociones biologistas y
observación no ha de leerse como una ne- que implica una conciencia de toda una
gación de méritos, ni literarios ni sociales, trayectoria histórica. Estas premisas no
sino como una advertencia de la proble- son una negación de la capacidad de los
mática del tema negro en el país, tanto no-negros de solidarizarse con la gente
dentro como fuera de la literatura. negra ni de la posibilidad de escribir lúci-
Hay que recordar que la producción damente sobre temas propios de los ne-
literaria del Grupo de Guayaquil no ha si- gros.5 Más bien, insisto en el diálogo que
do monolítica y, por consiguiente, la ca- privilegia la voz del negro al mismo tiem-
racterización del negro revela una gran po que valora la co-participación de los
variedad de matices e interpretaciones, no demás. Mientras más oportunidades ten-
sólo de un escritor a otro, sino entre las gan los negros de hacerse escuchar como
mismas obras de un solo autor. Es decir, autoridades de sus propias experiencias,
aunque el material por analizarse tiene co- más completo será el diálogo que, tradi-
mo una constante la del negro como sím- cionalmente, se ha caracterizado por una
bolo de la explotación y la exclusión, su dislocación de dichas voces. Es decir (si-
condición del “otro” muchas veces se ha guiendo modelos ámpliamente conocidos
quedado estancada en lo caricaturesco y, de la crítica contra el colonialismo), los
por lo tanto, la denuncia supuestamente no-negros se apropiaron de la palabra pa-
democratizante terminaba arraigando ra imponer su interpretación más imagi-
aun más en los lectores ciertas actitudes nada que vivida del mundo de los negros.
racistas. Las consecuencias de esta contra- Vale recordar aquí a Richard L.
dicción entre propósitos y efectos se hacen Jackson, crítico de la literatura afrolati-
patentes al leer el epígrafe de este capítulo. noamericana, quien ha enseñado (como
Con ironía, Fanon ha recordado la medi- Mariátegui lo había hecho al analizar el
28 / Michael Handelsman

indigenismo) que “el Negrismo poético Black Image in Latin American Literature
era mayormente un movimiento de inte- 45-46; traducción mía).
lectuales blancos.” Y, más concretamente, Críticos como Jackson pretenden
sacar a la luz una tendencia profunda-
el Negrismo poético del Caribe […] era
mente arraigada en el arte occidental de
[…] primordialmente una explotación de
la cultura negra por escritores blancos.
mantener al negro en un plano exotista
[…] Tales poetas no-negros como Alejo que, si bien satisface un sinnúmero de ne-
Carpentier, Ramón Guirao, Emilio Balla- cesidades psicológicas o emocionales del
gas y Luis Palés Matos llegaron a ser público no-negro, también niega al negro
maestros del sonido verbal y el juego de importantes aspectos propios de la condi-
palabras con o sin sentido. Ellos, como los ción del ser humano. De modo que, el ne-
intelectuales africanistas anteriores, se hi- gro como símbolo de lo primitivo y exóti-
cieron expertos en el folklore y en los ritos co ha servido para que el intelectual occi-
negros que repitieron estéticamente en su dental se escapara de los fracasos de su
poesía. (The Black Image in Latin Ameri- propia cultura y, en el proceso de la crea-
can Literature 41; traducción mía) ción artística, se ha identificado al perso-
Según Jackson, los orígenes blancos naje negro más con las fuerzas cósmicas
de este Negrismo poético terminaron pro- de la naturaleza que con el verdadero
duciendo un juego artificial basado en lo mundo en que vivía (Jackson, Black Lite-
pintoresco más que en lo verdaderamente rature and Humanism…, 23). El resultado
vivencial de los pueblos negros. de este tipo de caracterización ha sido una
El mismo Jackson ha comentado superficialidad que a menudo se ha pres-
que a pesar de las buenas intenciones, mu- tado a manipulaciones racistas ya que el
chos novelistas del siglo XX han sido de- negro parecía carecer de “un alma, de pro-
masiado paternalistas y arrogantes en fundas emociones, de nobles sentimientos
cuanto a la representación de sus persona- y hasta de dignidad humana” (Wilson, en
jes negros. “Su fascinación para con los DeCosta, 92; traducción mía).
negros […], se dirige hacia lo supersticio- Se ha insistido así que en América
so y lo primitivo, hacia la celebración de lo Latina, por ejemplo, “la literatura sobre
atávico y lo exótico. […] En suma, […] al- los negros que los negros mismos han es-
gunos novelistas modernos de América crito es claramente distinta de la de los au-
Latina usan, o abusan, la cultura negra co- tores no-negros debido a sus temas, enfo-
mo un pretexto para perpetuar imágenes ques y propósitos” (Jackson, xv; traduc-
unidimensionalmente racistas de la gente ción mía). A su vez, Frantz Fanon ha cons-
negra, y tatado al respecto que “Jean Paul Sartre ol-
[…] hay escritores del siglo XX que vidó que el negro sufre en su cuerpo de
todavía se subscriben al mito del esclavo manera distinta que el blanco.” De hecho,
negro dócil sin espíritu rebelde” (The “Si los estudios de Sartre sobre la existen-
Lo afro y la plurinacionalidad: El caso ecuatoriano visto desde su literatura / 29

cia del otro son exactos (en la medida, in- Esta misma complementaridad de
sistimos, en que El ser y la nada describe lo afro y lo hispánico caracteriza la situa-
una conciencia alienada), su aplicación a ción de los negros del Ecuador, los afroe-
una conciencia negra es falsa. El blanco no cuatorianos. En efecto, cuando los críticos
es solamente el Otro, sino el señor, real o afrocéntricos ponen de relieve ciertas dife-
imaginario por otra parte” (174). rencias que dan forma a una identidad ne-
Al leer que “ni Freud ni Adler, ni si- gra, no lo hacen con el afán de renunciar
quiera el cósmico Jung pensaron en los nacionalidades o de negar experiencias
negros al realizar sus investigaciones” (Fa- compartidas con otros grupos. La crítica
non 193), se comprende hasta qué punto afrocéntrica más bien pretende despertar
la negritud constituye un conjunto cultu- una sensibilidad de tolerancia y de respeto
ral e histórico de experiencias que ha que- mutuo capaz de ratificar la co-participa-
dado fuera del alcance de los otros. Pero, la ción de los negros en la evolución y desa-
diferencia como una categoría de singula- rrollo de sus respectivas sociedades.
ridad cultural, o como una identidad pro- Conciencia de la condición doble,
pia, no ha de sugerir necesariamente un cuando no múltiple, del negro se vislum-
separatismo infranqueable. Se entiende bra a través de toda la diáspora.6 Según
que nadie vive en un vacío. Por consi- comentó Ralph Ellison, novelista de Esta-
guiente, cuando el crítico Marvin Lewis dos Unidos, “No es el color de la piel que
estudió la poesía negra de América del produce a un afroamericano, sino la he-
Sur, él observó: rencia cultural determinada por la expe-
riencia americana, la situación social y po-
En cuanto al lenguaje, estilo y técnica, la
mayoría de estos poetas siguen la tradi-
lítica; la participación en aquella ‘concor-
ción hispánica, empleando décimas, ro- dia de sensibilidades’ que el grupo expresó
mances, liras, sonetos y otras formas eu- mediante circunstancias históricas y a tra-
ropeas. Sin embargo, la poesía es afro en vés de la cual ha llegado a constituir una
su concepción de la negritud y en su in- subdivisión de la cultura americana gene-
terpretación de la dimensión negra de la ral” (en Gates, The Signifying Monkey, 121;
cultura sudamericana. Mientras que la traducción mía). El mismo concepto de
poesía expresa actitudes socialmente crí- identidad fue expresado por Aimé Césaire:
ticas y es elegíaca al tratar la destrucción
de los negros y sus tradiciones, combina Yo no reniego de las influencias francesas.
los dolores de la esclavitud y la opresión Quiéralo o no, yo soy un poeta de expre-
del prejuicio contemporáneo. Al hacer es- sión francesa, y es evidente que la literatu-
to, la poesía demuestra que sí hay una ra francesa me ha influido. Pero, hay algo
constante que unifica a los escritores de la sobre lo que insisto mucho, y es que ha
poesía afrohispánica, es la negritud y sus habido, a partir de los elementos que me
ramificaciones concomitantes. (Afro-His- aportó la literatura francesa, ha habido en
panic Poetry 176; traducción mía) mí, al mismo tiempo, un esfuerzo por
30 / Michael Handelsman

crear una lengua nueva, capaz de expresar son negros e indígenas constituyen un
la herencia africana. Dicho de otro modo, “problema” para la nación, uno que pue-
para mí el francés era un instrumento que de resolverse sólo cuando la gente de co-
yo quería plegar a una expresión nueva. lor y de diversas prácticas y creencias cul-
Quería hacer un francés antillano, es de- turales acepten las metas de las élites res-
cir, un francés <<negro>>, que, aún sien- pecto al mestizaje étnico y racial. Desafor-
do francés, lleva la marca <<negra>>. (en tunadamente, este supuesto mestizaje de-
Depestre 52-53) ja a los negros y a los indígenas—quienes
juntos constituyen más del 30 por ciento
En efecto, el reconocimiento de la de la república—en los antípodas del es-
convivencia constituye un aspecto medu- pectro étnico […]. (Whitten y Quiroga,
lar del pensamiento afro y, en no poca me- “Ecuador,” 310; traducción mía)
dida, éste demuestra hasta qué punto las
experiencias de los negros con resolver los La negación de las diferencias en
conflictos inherentes a una identidad nombre de una deseada unión nacional
múltiple pueden servir de modelo para el no es solamente contra natura, sino que ha
proyecto plurinacional que tanto se discu- producido un espejismo desde el cual la
te en el Ecuador. identidad nacional se ha proyectado bo-
Lamentablemente, afirmaciones rrosamente, dejando la impresión de que
que celebran las diferencias todavía tien- pertenecía a todos los ecuatorianos. Ya se
den a ser sometidas a cualquier cantidad sabe que a través de la historia, esta falta
de escepticismo, sospecha y miedo. Hasta de claridad—a veces el resultado de la ma-
en un país tan heterogéneo como el Ecua- nipulación, a veces de una ignorancia in-
dor se encuentra a muchos individuos que genua—ha permitido innumerables in-
creen que la etnicidad y la nacionalidad se justicias. Stutzman ha advertido, al respec-
excluyen mutuamente. Por eso el antropó- to, que “el cambio de la etnicidad por la
logo Ronald Stutzman ha señalado que “se nacionalidad y, vice versa, es común, no
considera la etnicidad una contracultura sólo en el Ecuador sino en la experiencia
que corresponde a un concepto de la na- humana en general. Sin embargo, el signi-
turaleza, del significado y del propósito de ficado cultural de dicho cambio todavía
la existencia humana que se opone a las no se entiende bien” (en Whitten, Cultural
percepciones del estado oficial de esas Transformations…, 46; traducción mía).
mismas realidades” (en Whitten, Cultural Yo agregaría a esta última observa-
Transformations and Ethnicity in Modern ción de Stutzman que los grupos más di-
Ecuador, 46; traducción mía). En otra par- rectamente afectados por la negación co-
te, se ha comentado acerca del caso ecua- mentada arriba entienden perfectamente
toriano: las consecuencias culturales del sacrificio
de la identidad propia. Por eso es tan ne-
Para los nacionalistas y desarrollistas del cesario el diálogo que, en gran parte, se ha
estado nacional [the nation-state], los que de realizar mediante la lectura y el estudio
Lo afro y la plurinacionalidad: El caso ecuatoriano visto desde su literatura / 31

de los textos escritos por ellos mismos. De La conciencia racial fue impuesta a los
hecho, es en este sentido que he planteado trabajadores de las plantaciones por las
la cuestión de literatura escrita sobre los estructuras estrictamente fechadas de la
negros versus literatura escrita por los ne- historia de la esclavitud y de la coloniza-
gros. Es decir, no en términos antagonis- ción. (113)
tas, sino a partir de un espíritu de coope- Por su parte, Gates ha constatado:
ración.
En cuanto a la situación particular La noción de que la trata de esclavos fue
de los negros frente a cualquier intento de tan traumática y que funcionó para crear
minimizar su africanidad, por un lado, y en el africano una conciencia propia de
alguna tabula rasa, es tan extraña como lo
de deslegitimar sus reclamos raciales, por
es una ficción, una ficción que ha servido
otro, al leer a tales escritores como a René a varios órdenes económicos y sus ideolo-
Depestre y a Henry Louis Gates, Jr., por gías correspondientes. La completa elimi-
ejemplo, se reciben perspectivas enrique- nación de los rastros de culturas tan es-
cedoras que hacen posible una profundi- pléndidas, tan antiguas […]
zación de lo que se sabe de los negros y de
los demás. De nuevo, en vez de un temido como las culturas clásicas de la tradicio-
nal Africa Occidental hubiera sido ex-
separatismo que amenace con desmem-
traordinariamente difícil.
brar la nación, se desprende del pensa-
miento afrocéntrico la noción de una coe- […] Inadvertidamente, la esclavitud afri-
xistencia conflictiva de grupos diversos cana en el Nuevo Mundo cumplió con las
que inevitablemente se influyen los unos a precondiciones para la emergencia de una
los otros. Según ha escrito Depestre: nueva cultura africana, una cultura verda-
deramente pan-africana fabricada como
[…] el hombre africano, deportado a las un encaje lleno de colorido de hilos lin-
Américas o colonizado, ha sido obligado güísticos, institucionales, metafísicos y
por las circunstancias, con sus riesgos y formales. [… ] La cultura afroamericana
peligros, a formarse una conciencia racial. es una cultura africana con una diferencia
Esta conciencia se le ha producido, no determinada por los catalizadores que
porque tuviera, desde tiempos inmemo- eran las lenguas y culturas inglesas, ho-
riales, un <<alma negra>>, o una <<ne- landesas, francesas, portuguesas o espa-
gritud>> consustancial a su <<naturale- ñolas que influyeron en las estructuras
za>>, sino más bien a causa de las especi- precisas que cada cultura panafricana del
ficidades coloniales de la economía mer- Nuevo Mundo asumió. (The Signifying
cantil. La situación de los africanos escla- Monkey 4; traducción mía)
vizados o colonizados se definió por las
circunstancias americanas (el sistema de Lejos de todo concepto esencialista
plantación) de un modo preciso de pro- acerca de los negros, tanto Depestre como
ducción y de distribución de los bienes. Gates demuestran cómo la negritud ha si-
32 / Michael Handelsman

do (y sigue siendo) un “llegar a ser” den- combatir todo intento de diluir la presen-
tro de la historia. A diferencia de muchos cia vital de los negros en sus sociedades
estereotipos que han sido empleados con respectivas. Por eso, más que proponer
demasiada frecuencia para presentar a los una polaridad de expresiones literarias, he
negros como un conglomerado estático y utilizado el “versus” como una voz de aler-
uniforme de gente, la visión histórica que ta ante las tendencias de silenciar a las mi-
se patentiza en los comentarios de Depes- norías o a otros grupos sin poder.7
tre y Gates resalta la complejidad de la in- El afrocentrismo es por lo tanto un
teracción entre los negros y los no-negros. modelo crítico que puede ayudar a esta-
Al mismo tiempo, sugiere la gran diversi- blecer un equilibrio conceptual en la revi-
dad característica de la diáspora. Por eso, sión de la identidad nacional en socieda-
Césaire se vio obligado a advertir: “Si la des multiculturales o plurinacionales. El
negritud consiste en vaticinar, pues bien esquema propuesto por Ralph Ellison y, el
no, porque yo creo […] que existe la lucha que Henry Louis Gates, Jr., ha recogido,
de clases, que hay otros elementos, que por ejemplo, me parece sugerente. Según
hay elementos filosóficos, etc. que deben recuerda Gates, con el árbol literario que
determinarnos. Yo […] me niego total- Ellison había imaginado como una repre-
mente a considerarme, en nombre de la sentación de su genealogía familiar, él hi-
negritud, el hermano del Sr. François Du- zo una distinción entre sus antecedentes
valier” (en Depestre 104). negros, a quienes había clasificado como
Mis referencias continuas a la “con- parientes, y sus ancestros que eran blan-
vivencia,” a la “co-participación” y al “diá- cos. Este paradigma constituía “una im-
logo” ponen de relieve la necesidad de su- portante revisión conceptual sobre aque-
perar esquemas polarizados al tratar las llas influencias” simbolizadas por dichos
diferencias de cualquier sociedad. De he- parientes y ancestros “puesto que sus an-
cho, la manera misma en que he plantea- cestros ofrecían textos modelos para revi-
do el problema de una literatura escrita sar, mientras que sus parientes compar-
sobre los negros versus una literatura es- tían con él temas comunes. […] Varios de
crita por los negros sería un equívoco en la los textos canónicos de la tradición afroa-
medida en que sugiriera una rígida antíte- mericana parecen estar relacionados a
sis de propósitos y perspectivas. En vez de otros textos negros primordialmente por
expresarme en términos de una relación su sustancia o su contenido, al mismo
de “versus,” tal vez hubiera sido preferible tiempo que parecen estar relacionados a
emplear una frase como “junto a” para, textos occidentales por la forma” (Gates,
así, evitar posibles dualismos que pudie- The Signifying Monkey, 121-122; traduc-
ran contradecir los fundamentos de mi ción mía).
análisis. La larga tradición del racismo— ¿No tendrán los no-negros un árbol
consciente o inconsciente—, sin embargo, genealógico similar? Una posible respues-
todavía requiere estrategias capaces de ta se encuentra en un comentario de René
Lo afro y la plurinacionalidad: El caso ecuatoriano visto desde su literatura / 33

Depestre quien ha identificado la negritud escritas por los integrantes del Grupo de
“‘con un créolité esencial del Caribe y de Guayaquil. De hecho, la incorporación del
América.’ Ser ‘americano’ es ser híbrido, negro en la literatura representa uno de
métis; y según la visión de Depestre, los los aspectos que distingue las letras de la
verdaderos herederos de la negritud han Costa de las de la Sierra. Pero, a pesar de
sido escritores como Carpentier, Guillén, su inclusión en las obras del Grupo de
Amado, Vallejo, Cortázar, Márquez. De Guayaquil, el personaje negro no consti-
nuevo, la negritud es transmutada; ya no tuía una expresión de negritud o de lo
es una cuestión de raíces, sino de un pro- afro, por lo menos en términos culturales
ceso actual en una realidad polifónica” e históricos más allá de la denuncia social
(Clifford 179). Como espero demostrar a o de lo exótico y lo primitivo. Por eso, los
continuación, los miembros del Grupo de personajes negros del Grupo de Guayaquil
Guayaquil también fueron influidos por no llegaron a ser afroecuatorianos, pro-
una herencia negra, aunque a veces más piamente; los comentarios ya citados de
intuida que comprendida. Demetrio Aguilera Malta y Juan García
Salazar ayudan a explicar la diferencia de
El Grupo de Guayaquil y la función de perspectivas acerca de lo racial, una dife-
los personajes negros rencia que sigue condicionando el debate
Aunque se encuentra a gente negra sobre la identidad nacional/plurinacional
en todo el Ecuador, es en la Costa donde del Ecuador.
su presencia realmente se hace sentir.8 De Baldomera, Alfredo Baldeón, Masa
hecho, en Crónicas del Guayaquil antiguo, Blanca y Bulu-Bulu son, indudablemente,
Modesto Chávez Franco escribió: algunos de los personajes negros más me-
morables de la ficción del Grupo de Gua-
Ellos construyeron nuestros fuertes, com- yaquil y, al mismo tiempo, revelan la me-
batieron con los piratas, apagaron nues- dida en que la caracterización simbólica
tros incendios, cargaron a nuestros apes- puede opacar y desarticular (aunque sea
tados, barrieron y pavimentaron las ca- inconscientemente) la problemática de ser
lles, hicieron la luz o las tinieblas en nues- negro en el Ecuador. Los cuatro persona-
tras silentes o tempestuosas noches colo-
jes caben dentro de dos tradiciones: el ne-
niales; fueron soldados; y en sus ocios y en
gro como vehículo de la protesta social y el
sus noches se dieron tiempo para dejar-
nos sus bailes, sus cantos y su música con negro como encarnación de lo mágico,
que […] rememoraban sus ya confusos máxima expresión de la “otredad.” En
recuerdos y añoranzas de su vida libre en cuanto a Baldomera y Alfredo Baldeón,9
las selvas africanas. (181) cuya función principal dentro del realis-
mo social de los años 30 fue la de repre-
De diversas maneras, este mismo re- sentar las injusticias sufridas por el pueblo
conocimiento de la participación de los ecuatoriano, el concepto de raza que les
negros en la vida costeña permea las obras dio forma parece haberse expresado clara-
34 / Michael Handelsman

mente en Las cruces sobre el agua. Al volver blanca, era como si su madre fuera blan-
a Guayaquil, Baldeón descubrió que el pa- ca. Se parecía a la estampa de la virgen
dre, quien era originalmente de la Sierra y que había colgada, junto a un pequeño es-
no era negro, había perdido su panadería. pejo, en las cañas de la pared de un rincón
En este momento del texto, el narrador se de su cuarto.
refirió al padre y a Alfonso, el amigo de […] La mano que le había puesto sobre la
Baldeón, para explicar: cabeza era rosada y su olor, de suave, lo
atontaba. (24)
Actualmente es que era de veras un hom-
bre. Y era pueblo: nada quería con blan- Además, “Alfredo se acordaba de la
cos y ricos. ¿Y Alfonso? ¿Acaso era blanco?
blanca a todas horas” (27). De manera
Esa palabra blanco era una palabra zonza:
ricachones de jeta habían (sic), a los que que, pese a lo prevaleciente del enfoque
se les llamaba así. En Guayaquil ser blan- económico, se puede leer la inocencia del
co es tener plata. Su padre era más blanco niño Alfredo en cuanto a la blanca como
que cualquier gamonal. Y Alfonso Cortés una amplificación tácita de lo racial, lle-
era pobre tanto como Alfredo, y carecía vándolo a una dimensión psicológica y so-
de presunciones y era hombre de verdad. ciocultural y, como tal, poniendo en tela
(175)
de juicio aquella aseveración ya citada de
En efecto, lo racial se presentaba so- Aguilera Malta de que podría existir la dis-
bre todo como un componente de la lucha criminación racial sin haber un problema
económica, una lucha de blancos contra el racial en el Ecuador.10
resto del pueblo, de aquellos con poder Por supuesto, lo de “problema” es
contra los oprimidos. muy relativo y su definición se presta a
La dicotomía racial como expresión muchas interpretaciones. Aunque Las cru-
de las relaciones del poder revela, sin em- ces sobre el agua trataba de la masacre en
bargo, un racismo latente y traicionero que murieron huelguistas y manifestantes
que confunde la denuncia y la admira- en Guayaquil el 15 de noviembre de 1922,
ción, el rechazo y la aceptación de lo su- por una parte, y de las condiciones socioe-
puestamente especial (¿la superioridad?) conómicas que paulatinamente causaron
de los blancos. En este sentido, se com- la tragedia, por otra, no se debe leer la no-
prende que el tema de la raza implica mu- vela en blanco(s) y negro(s). Es decir, a pe-
cho más que lo económico. Es así que, de sar de una evidente denuncia, hace falta
niño, Alfredo sentía una fascinación casi tener en cuenta que Alfredo Baldeón era
idólatra por una mujer blanca, la cual era
zambo y, en cierta manera, su condición
como su angel de la guarda.
mixta sugería ciertas ambivalencias y con-
Jamás había conocido una persona igual. tradicciones relacionadas a la presencia
No sabía que existieran. Era una mujer del negro en el Ecuador, pero no desde el
Lo afro y la plurinacionalidad: El caso ecuatoriano visto desde su literatura / 35

interior del personaje, sino desde su re- Convéncete vos hermano” (195). Y al final
cepción/interpretación, tanto por el escri- de la novela, años después de la masacre,
tor como por los lectores. Alfonso regresó a Guayaquil para cons-
Referencias textuales a la guerra de tatar:
Carlos Concha en Esmeraldas dieron lu-
No debía ser sólo Guayaquil la que seguía
gar a una protesta dirigida específicamen-
igual. En los calientes campos costeños,
te contra la explotación sufrida por los ne- los hacendados y la Rural continuarían
gros: 11 manteniendo a balazos la esclavitud de los
montuvios, y más adentro, en la sierra, el
El negro es negro para que trabaje y para
acial caería siempre, monótono, inacaba-
patearlo; la negra es negra para tumbarla
ble, sobre las espaldas de los indios. (244)
y hacerle un mulato. Eran esclavos antes.
¿Y acaso habían dejado de serlo? ¿No los En Las cruces sobre el agua, Gallegos
metían al cepo? ¿No los golpeaban hasta
Lara retomó uno de los momentos más
matar, si en el puerto se negaban a vender
su tagua al precio que a ellos les daba la
trascendentes de la historia moderna del
gana? Hoy les enseñaban de filo los ojos, Ecuador para denunciar las injusticias de
los dientes y los machetes. Era su hora. un sistema capitalista caracterizado por
(59) una rígida jerarquización social de clases.
Una de las funciones principales de Alfre-
Curiosamente, la decisión de Alfre- do Baldeón fue la de representar a toda la
do de unirse a los conchistas tenía muy gente de color, a los oprimidos y explota-
poco que ver con una conciencia de ser dos, al pueblo sufrido. La condición de ser
negro. Más bien, Alfredo se fue para Es- zambo colocaba a Alfredo en una posición
meraldas porque estaba aburrido: “Alfre- de representatividad ejemplar puesto que
do avisaba al taita que se iba a la guerra, a las “impurezas” de su mezcla simboliza-
pelear del lado de los negros y por su pro- ban el potencial de consolidar las diferen-
pio gusto; que estaba harto de la escuela; cias de la nación frente a una tradición ex-
que regresaría con plata y hecho militar” clusivista de “purezas” arbitrarias y sus co-
(52). Aunque hay alguna que otra referen- rrespondientes privilegios.
cia a “la sangre zamba que le venía de la En el prólogo a las Obras escogidas
madre” (61), en un sentido cultural o étni- de Gallegos Lara, Miguel Donoso Pareja
co, la condición de ser negro parece acci- ha advertido, con mucha razón, que Las
dental. Alfredo era un vocero de todos los cruces sobre el agua no debe leerse sola-
explotados y, por lo tanto, si fuera cholo mente como “‘la novela de la matanza del
en vez de zambo, ni el personaje ni la no- quince de noviembre’ […], minimizando
vela habrían sufrido mayores cambios. Por su proyección y la de la propia masacre
eso se lee: “Me he convencido de una cosa, […]” (9). Hay que tomar en cuenta que la
¡carajo! ¡mientras quede uno solo tenien- novela “maneja y combina cuatro focos de
do hambre, todos tendremos hambre! significación básicos: la ciudad, las accio-
36 / Michael Handelsman

nes de los protagonistas, la búsqueda de nizado no sólo vive, como todo proletario,
una identidad y la interpretación política la opresión en el hecho de vender su fuer-
de los acontecimientos” (13). Además, se- za de trabajo en el mercado capitalista, si-
gún el mismo Donoso Pareja, no que la vive al mismo tiempo, con igual
intensidad, en su singularidad epidérmica.
Baldeón y Cortés son amigos del barrio,
El es explotado como proletario y como
pero de diferentes extracciones sociales, el
hombre de piel negra” (Depestre 48).
primero proletario, el segundo de la pe-
queña burguesía, el primero un trabaja- Para los propósitos de este estudio,
dor manual, el segundo un intelectual pe- Las cruces sobre el agua se destaca por
queño burgués. Ambos andan en busca de constituir una expresión metonímica de la
una conciencia y de una identidad, in- situación de los negros en el Ecuador.
mersos en las contradicciones que […] se Aunque se reconoce su presencia, cele-
manifiestan en diversas expresiones, fre- brándola a menudo con proporciones he-
cuentes a lo largo de toda la novela […]. róicas, todavía muchos ecuatorianos se re-
(14-15). sisten a aceptar lo afro como un factor de-
terminante de identidad que corresponde
En efecto, el tipo de lectura compre-
a tradiciones y fuerzas histórico-culturales
hensiva que pide Donoso Pareja invita a
independientes de un mestizaje diluido o
considerar lo racial como un elemento
de un pueblo de explotados anónimos. En
fundamental dentro de aquella búsqueda
efecto, para lograr la lectura totalizadora
de “una conciencia y de una identidad.”
que Donoso Pareja ha propuesto, hará fal-
Si bien es cierto que la raza de Bal-
ta una nueva visión capaz de abordar tan-
deón no se ha leído tradicionalmente co-
to lo económico como lo racial al valorar
mo una preocupación central de la nove-
las múltiples identidades que componen
la, es también cierto que Gallegos Lara ha-
al Ecuador.
bía insertado en el texto suficientes refe-
rencias que se prestan a nuevas reflexio- El personaje que más ilustra el vacío
nes, especialmente en vista de las propues- que existe entre el reconocimiento super-
tas afrocéntricas comentadas en páginas ficial del negro, relegándolo a lo simbólico
anteriores. En cierta manera, el tema de la o a lo pintoresco, y el examen problemati-
condición racial de Baldeón, símbolo del zador de lo que significa ser negro frente a
pueblo, ha quedado sin resolución ante la su historia particular como negro es Bal-
urgencia de la lucha mayor y común a to- domera. El sitial que ella ocupa entre las
dos los explotados. En el Ecuador, serán figuras más queridas de la ficción ecuato-
los escritores que se identifican como riana se patentiza al leer la opinión de
afroecuatorianos que llevarán el tema de Hernán Rodríguez Castelo: “Baldomera
la negritud con todos sus matices raciales merece un lugar especial en el realismo so-
a un contexto afrocéntrico en el cual se cial ecuatoriano por su personaje, impre-
comprenderá que “el hombre negro colo- sionante tipo de mujer mulata costeña”
Lo afro y la plurinacionalidad: El caso ecuatoriano visto desde su literatura / 37

(9). Lo que interesa de lo citado es la refe- Sencillamente, Baldomera no es lo


rencia a la mulatez, un marcador que no que parece ser. Además, hay que compren-
va más allá de lo físico. Como fue el caso der que las repetidas advertencias del na-
de Alfredo Baldeón, la mulatez de Baldo- rrador de mirarla más de cerca trascien-
mera la convertía en el símbolo de los den el plano puramente físico/descriptivo.
marginados frente a los explotadores que, Todos sus rasgos, comportamientos y va-
en su mayoría, se consideraban blancos. lores supuestamente nuevos encontrados
Esta dicotomía le sirvió a Pareja Diezcan- al principio de la novela no son más que
seco como base conceptual en la estructu- aberraciones momentáneas. Es decir, sus
ración de su denuncia contra las injusti- primeros visos de ser una mujer indepen-
cias sufridas por el pueblo durante la mis- diente, rebelde y mulata terminan siendo
ma época tratada por Gallegos Lara en Las solamente elementos de color local ya que
cruces sobre el agua. Pero, a diferencia de la intención fundamental de Pareja ha si-
su compañero de generación que empleó do la de hacer una denuncia genérica con-
tra la explotación sufrida por las clases po-
algunos referentes histórico-culturales
bres de la ciudad y no por las mujeres o
que abrirían la posibilidad de contextuali-
mulatas, específicamente.
zar (aunque fuera de una manera inci-
La primera descripción citada arri-
piente) la mulatez/negritud del personaje
ba también revela un concepto de raza que
central,12 Pareja Diezcanseco dejó a su
implícitamente le niega al negro compleji-
personaje en un plano simbólico, insis- dad ya que se lo define principalmente en
tiendo sobre todo en su condición física términos del color de piel y, en el proceso,
descomunal y en su espíritu rebelde.13 se lo descontextualiza de varios siglos de
Desde la primera descripción de historia. Esta simplificación es preocu-
Baldomera, se vislumbra una ambivalen- pante puesto que ha habido (hay) muchas
cia que marcará profundamente la con- Baldomeras en la sociedad ecuatoriana
cepción y la recepción del personaje. Se- cuyas experiencias han sido profunda-
gún el texto:
mente afectadas por su condición racial.
Es Baldomera una mujer todavía joven…. De hecho, Pareja mismo ha comentado el
Sentada, se la ve mediana. Pero si Baldo- origen de su personaje: “Mi suegra me
mera se levanta, hay que ver. Parece tener contó sobre Baldomera que nació en las
más de un metro ochenta de estatura, barriadas; una mujer borracha, que se pe-
aunque, en verdad, no tenga más de los leaba a puñetazo limpio y que participó en
setenta o setenta y cinco…. Viéndola un
los hechos que culminaron el 15 de no-
poco lejos, y en sombras, se apostaría que
viembre de 1922” (Febres Cordero 102).
no tiene barba. Pero, no. Es inconfundi-
ble: sus pelos…. Además, Baldomera es Al mismo tiempo, Pareja parece haber re-
negra. No tanto. Tiene más bien un ligero velado la honda impresión que las mujeres
tinte violáceo. (9-10) trabajadoras de color habían dejado en él
38 / Michael Handelsman

cuando evocó algunos de los recuerdos es- clavitud.14


peciales de su infancia en Guayaquil: “En Vuelvo a insistir en las ventajas (¿la
mi infancia [Guayaquil] no debe haber te- necesidad?) de leer textos como Baldome-
nido más de setenta mil habitantes…. Y ra desde una perspectiva afrocéntrica. Las
las negras, las mestizas y mulatas con sus preguntas que el afrocentrismo despierta
charolas en la cabeza vendiendo tamali- sobre la verosimilitud de los personajes y
tos” (Febres Cordero 114). la perspicacia de las interpretaciones que
Desgraciadamente, el contacto que se hacen acerca de las relaciones interra-
Pareja tuvo con estas mujeres no fue sufi- ciales captadas en cada texto prometen lle-
cientemente profundo para evitar los este- var las lecturas a nuevos niveles de com-
reotipos y cierta tendencia a folklorizarlas. prensión. Más que un accidente biológico,
De hecho, la caracterización que Pareja le la raza supone vivencias culturales que se
dio a Baldomera representaba un cruce de han desarrollado conscientemente frente a
aquellos dos estereotipos primordiales diversas circunstancias sociohistóricas y,
que Susan A. Soeiro ha puesto de relieve: por lo tanto, hacen falta más atención y
La mujer latinoamericana, la del pasado y sensibilidad frente a lo que significa ser
la del presente, según la hemos conocido, negro. Estos reparos no han de quitarle a
es inconfundible por sus cualidades de Pareja Diezcanseco, por ejemplo, sus
mujer virtuosa que detesta el sexo y adora grandes méritos como escritor, historia-
a su familia: una esposa sumisa y madre dor, diplomático y defensor acérrimo de
cariñosa, cómodamente segura en su do- los derechos humanos. Pero, como todos,
mesticidad y devoción a los niños, la igle- él tampoco pudo eludir por completo la
sia y la cocina. Un estereotipo comple- miopía cultural de su época. En este senti-
mentario es el de la mulata frívola, tenta- do, nuevas lecturas de las obras clásicas
dora y promiscua. Por supuesto, estas for-
constituyen una necesaria revisión de mu-
mas de comportamiento son ideales y no
necesariamente normativas. [.. ] Estas chos de aquellos criterios y presupuestos
imágenes tienen poco que ver con la rea- que han deformado la dilucidación gene-
lidad afrontada por una multitud de mu- ral de la literatura y las sociedades en las
jeres latinoamericanas. (497-498; traduc- que se ha escrito. En efecto, para grupos
ción mía) tradicionalmente marginados y poco
comprendidos fuera de los esquemas in-
Además, la superficialidad con que ventados por diversos sectores hegemóni-
se ha tratado la mulatez de Baldomera pa- cos, la revisión mencionada sugiere un
rece haber opacado la presencia histórica imperativo similar al que Adrienne Rich
de muchas mujeres mulatas que vivían en
planteó desde una perspectiva feminista:
Guayaquil desde la época colonial y que
jugaban papeles sociales dinámicos a pe- Re-visión—el acto de mirar atrás, de ver
sar de un sinnúmero de obstáculos socioe- con ojos nuevos, de entrar en un viejo
conómicos y políticos con raíces en la es- texto desde un nuevo ángulo crítico—es
Lo afro y la plurinacionalidad: El caso ecuatoriano visto desde su literatura / 39

para nosotras más que un capítulo de la caso de Baldomera); al otro extremo se


historia cultural: es un acto de supervi- encuentra al personaje negro arraigado en
vencia. Hasta que comprendamos las su- tradiciones supuestamente africanas y aje-
posiciones en que estamos empapadas, no nas a la experiencia general de los lectores
podremos conocernos a nosotras mismas. (como son los casos de Masa Blanca y Bu-
[…] Una crítica radical de la literatura
lu-Bulu). El exagerado interés en lo negro
[…] consideraría la obra, sobre todo, co-
mo una clave de cómo vivimos, de cómo
como símbolo de los misterios de la natu-
hemos estado viviendo, de cómo se nos raleza puede producir la misma negación
ha enseñado a imaginarnos, de cómo de vivencias y valores que resalté al co-
nuestro lenguaje nos ha atrapado y, tam- mentar Las cruces sobre el agua y Baldome-
bién, de cómo nos ha liberado; y de cómo ra. Mientras que en el primer grupo se
podemos comenzar a ver—y, por consi- niegan vínculos con una historia particu-
guiente, a vivir—nuevamente. […] Nece- lar, el retrato unidimensional del brujo,
sitamos conocer la escritura del pasado, y por ejemplo, puede negarle la compleji-
conocerla de maneras hasta ahora no dad y universalidad que caracterizan a to-
imaginadas; no para transmitir una tradi- do ser humano.15
ción, sino para romper su dominio sobre
Al tomar en cuenta el afrocentrismo
nosotras. (124-125; traducción mía)
que ha puesto en tela de juicio la verosimi-
Sin duda alguna, parte del proceso litud y la representividad de muchos de
de liberación que Rich evocó en la cita de estos perso infranqueables. Lógicamente,
arriba ha de incluir la superación de aque- no se trata aquí de responsabilizar a los es-
llos estereotipos que son aceptados irrefle- critores por las lecturas que se hacen de
xiva y ciegamente con menoscabo de los sus obras. De hecho, en lo que respecta a
grupos afectados. Una de las imágenes que Aguilera Malta y de la Cuadra, una sensi-
más ha influido a los lectores ha sido la del bilidad afrocéntrica ayuda a ver más allá
brujo y guardián de ciertos secretos malé- de las superficialidades comunes para, así,
ficos o prohibidos de la naturaleza. Masa descubrir posibles claves en el texto que
Blanca, una creación de José de la Cuadra, subvierten algunos de los estereotipos
y el Bulu-Bulu de Aguilera Malta ejempli- perjudiciales que tanto se ha criticado. En
fican al negro como una fuerza primitiva
el caso de Bulu-Bulu, por ejemplo, mien-
que no pertenece realmente al mundo de
tras que su mundo mágico predomina en
los civilizados. Es de notar lo variable que
Siete lunas y siete serpientes (1970), crean-
son las referencias a la negritud, según los
do “la dimensión primitiva de la novela”
propósitos de cada autor al caracterizar a
sus personajes negros. Cuando predomina (Fama 111) y constatando que el brujo
un afán integracionista, lo negro se identi- “tiene una existencia que trasciende las le-
fica más que nada como el color de piel, yes temporales” (Fama 101), el lector cui-
sin ningún referente cultural (como en el dadoso no perderá de vista las referencias
40 / Michael Handelsman

a los prejuicios raciales y a la esclavitud. Es —¿No s’apoderará otra vez de la casa el


decir, inmerso en un texto mítico donde Compadre?
sería fácil reducir a la gente negra a la Masa Blanca vaciló al responder:
otredad por su asociación aparente con el
brujo—y con todas las connotaciones que —Puede de que no, si hacen lo que yo di-
éste lleva—, se encuentran indicios de una go…
existencia más compleja que oscila entre Otro negocio. Cerrado el asunto, el hechi-
lo mítico y lo histórico.16 cero habló pausadamente. Era visible que
Masa Blanca también desafía inter- le costaba dificultad inventar <<la con-
pretaciones demasiado rígidas y reduccio- tra>>; pero, las Miranda no se percataron
nistas. En Los monos enloquecidos (1931), de ello. (175)
se lee que él era de Africa y “Lo menos que
Este retrato de Masa Blanca encaja
decían era que el negro curandero sería
perfectamente bien en el proyecto desmi-
Satanás o un enviado suyo […]” (159).
tificador que caracteriza la obra de Cua-
Aunque la otredad, el misterio y lo diabó-
dra. Humberto Robles ha señalado:
lico son las rasgos más patentes del perso-
naje, hay que recordar que Cuadra era un Es en vista de características atribuidas al
maestro de la creación irónica y, por lo montuvio como “la tendencia mítica,” el
tanto, es de notar que el brujo revelaba panteismo que “se manifiesta en la creen-
cualidades y vicios muy humanos; era va- cia… de poderes protectores,” la “fabrica-
nidoso, presuntuoso y “profundamente ción de héroes” y en vista de su condición
ambicioso, y su ambición rayaba en la ava- de “secular explotado” que habría que leer
obras de madurez como “La Tigra,”….
ricia” (143). En fin, Masa Blanca era un
Esa lectura recalcaría que en la poética de
aprovechador, por no decir farsante. De Cuadra se ha afincado una mayor con-
hecho, en el cuento, “La Tigra” (1935), el ciencia social…; que el interés en la elabo-
mismo Masa Blanca oportunista emplea- ración literaria del proceso mitopoético,
ba su fama de brujo para engañar a las llevado a un máximo refinamiento en-
hermanas Miranda, supersticiosas e inge- …[“La Tigra”], se le ha anudado una
nuas ante los misterios de lo desconocido. preocupación igualmente importante: la
Al acercarse al brujo para pedirle la pro- urgencia y necesidad de desmitificar esa
tección, Masa Blanca “pensó en el nego- realidad fabulosa. El alegato social ven-
cio…. Pero, mi precio es una vaca rejera… dría a ser el otro filón constitutivo de su
con er chimbote claro” (174). Luego de producción narrativa. (“De la escritura a
la oralidad…” 77)
llevar a cabo una “misa mala” donde “se
movía como un verdadero poseído” (174), Aunque se puede seguir interpre-
la Tigra quería que él asegurara que el dia- tando al brujo desmitificado estrictamen-
blo no regresara nunca más a su hogar: te en términos negativos, afincando aún
Lo afro y la plurinacionalidad: El caso ecuatoriano visto desde su literatura / 41

más ciertos estereotipos racistas emplea- 721). Es así que no se ha de olvidar el giro
dos para marginar y excluir a los negros de irónico que Cuadra le dio al contexto en
la sociedad oficial, la propuesta de Cuadra que Nicasio Sangurima se jactaba de ser
apuntaba hacia otro fin. Al deconstruir a “hijo de gringo” (Los Sangurimas 41):
Masa Blanca, Cuadra no solamente sub-
Las canas estaban ausentes de esa mata de
vertía toda una historia de supersticiones, hilos ensortijados. Por ahí, en esa ausen-
sino que desmantelaba el estereotipo mis- cia, denotaba su presencia remota la raza
mo del brujo negro malévolo, poniendo de Africa.
de relieve la viveza y la astucia del perso-
naje negro que sabía manipular los defec- Pero don Nicasio lo entendió de otra ma-
tos y las debilidades de los demás. Esta úl- nera:
tima observación no pretende justificar —¿Pa qué canas? Las tuve de chico. Aho-
maldades y engaños de parte de nadie; ra no. Yo soy, de madera incorruptible.
más bien, destaca la complejidad de la ca- Guachapelí, a lo menos. (41-42)
racterización de algunos personajes ne-
gros de la literatura ecuatoriana y, al mis- La explicación de Nicasio Sanguri-
mo tiempo, reclama lecturas creativas ca- ma no solamente sugiere una negación de
paces de romper moldes anacrónicos pa- raíces negras que siguen resistiendo todo
ra, así, entender mejor algunas de las diná- intento de eliminarlas/mestizarlas/blan-
micas que todavía condicionan las relacio- quearlas, sino que indica la medida en que
nes entre las razas. algunos de los escritores del Grupo de
Guayaquil reconocieron en lo negro un
El Grupo de Guayaquil y la gestación de problema por exponerse. En este sentido
un nuevo concepto de los personajes ne- creo que Dientes blancos (1955) e Infierno
gros negro (1967) de Aguilera Malta, Los monos
enloquecidos (1931) de José de la Cuadra y
En cierta manera, la confluencia de
usos simbólicos del personaje negro y un “El negro Santander” (1933) de Enrique
aparente cuestionamiento de estereotipos Gil Gilbert constituyen un corpus de mate-
tradicionales mediante referencias históri- rial en que se asentaron las bases para la
cas o procesos desmitificadores revela una gradual (e irregular) incorporación del
búsqueda de identidad costeña que, por lo negro en el imaginario plurinacional del
menos, se intuía en pugna con el mestiza- Ecuador. Concretamente, mediante el en-
je oficial de la nación. Humberto Robles foque internacionalista de Aguilera Malta,
ha puntualizado que “el carácter conflicti- la parodización de la esclavitud nacional
vo del asunto raza no se limita al ámbito en Cuadra y la construcción de una histo-
del cholo, a la oposición entre lo indio y lo ria nacional con la presencia medular del
español, como parece sugerir Icaza […], negro tan patente en Gil Gilbert, se puede
sino que incluye el del mulato […]” (“Re- rescatar un proyecto dirigido contra el ra-
seña sobre El Chulla Romero y Flores” cismo cuya existencia tanto se ha negado
42 / Michael Handelsman

en nombre del ya mentado mestizaje na- En una entrevista con Rabassa,


cional. Aguilera Malta insistió:
A. Demetrio Aguilera Malta […] en algunos de nuestros países donde
tenemos minorías negras, el porcentaje de
Aguilera Malta representa el caso ellas es tan pequeño que realmente no sig-
más problemático de los tres autores men- nifican un problema de importancia. Pero
cionados arriba; de hecho, su perspectiva esto es algo diferente de la discrimina-
internacional puede interpretarse como ción. La discriminación, sí existe. […]
una negación más del “problema racial”
en el Ecuador, concretamente. Es de notar En Ecuador las minorías negras casi no
que ningún otro escritor no-afroecuato- constituyen problema. (en Rabassa 116)
riano ha tratado tan extensa y frontalmen-
te la discriminación racial contra los ne- Luego, Aguilera Malta continuó ase-
gros como Aguilera Malta. Sin embargo, lo verando que
que llama la atención es cómo su solidari- Con todo, para mí la gran diferencia, la
dad para con los negros no ha podido evi- diferencia más negativa para los negros de
tar ciertas contradicciones y equivocacio- América Latina, es que mientras en Esta-
nes, tanto de parte suya como de la de mu- dos Unidos se advierte un espíritu de ra-
chos de sus lectores.17 za, de autodefensa y de “negritud,” […]
A manera de ilustración de lo pro- entre nosotros las gentes de color están
blemático de las contribuciones de Aguile- bastante desunidas y muchas cifran más
ra Malta (y de su recepción), me remito a bien su conquista en ser menos negras, en
los siguientes comentarios de Clementine mezclarse con los blancos, en asimilarse a
éstos en todo. Es galardón. En EE.UU. el
Rabassa, Gerardo Luzuriaga y del mismo
negro quiere ser negro y defender todas
Aguilera Malta. Según Rabassa, Aguilera
las virtudes esenciales de su raza. (en Ra-
Malta bassa 117)
Es uno de los pocos autores de Hispanoa-
Y, finalmente, un importante estu-
mérica que distinguen entre lo pintoresco
o folklórico y lo humano y verdadero pa-
dioso de la obra de Aguilera Malta ha con-
ra recrear la realidad negra tal como era, cluido que “el tema de la discriminación
como es, y como será. Infatigable obser- contra la raza negra, presente ya en Dien-
vador, ha estudiado al hombre de color en tes blancos […] podría parecer extraño en
muchos contextos sociológicos y litera- la pluma de Aguilera Malta, por tratarse
rios […]. Por ser humanista […] revela su de un problema casi inexistente en su país
afinidad de profundizar y comunicar el de origen” (Luzuriaga 135).
espíritu negro desde sus primeras nove- Desde un punto de vista afrocéntri-
las. (112) co, hay mucho que objetar a lo citado. A
Lo afro y la plurinacionalidad: El caso ecuatoriano visto desde su literatura / 43

pesar de las buenas intenciones de Aguile- estereotípica de un supuesto abismo cul-


ra Malta, es imposible aceptar la noción tural entre el pueblo negro norteamerica-
de que él pudiera haber recreado “la reali- no y los del resto de América, incluyendo
dad negra tal como era, como es, y como el del Ecuador. Ya se sabe que hubo mucha
será.” Tal comentario peca de paternalista comunicación entre los intelectuales ne-
y colonialista ya que a los negros mismos gros de todo el continente, especialmente
les competerá semejante recreación, espe- a partir del surgimiento del Harlem Re-
cialmente en lo que respecta a su futuro. naissance y el afrocriollismo del siglo XX.
Además, la referencia que hace Rabassa a En efecto, a pesar de las obvias diferencias
“profundizar y comunicar el espíritu ne- “nacionales,” la experiencia racial a través
gro” presupone un esencialismo rancio de toda la diáspora ha producido una lar-
que niega la gran diversidad que caracteri- ga tradición de pueblos negros que han
za tanto a los negros como a los de cual- querido “defender todas las virtudes esen-
quier otro grupo humano. ciales de su raza.” De hecho, esta defensa
En cuanto a los comentarios hechos constituye un aspecto medular de lo que
por Aguilera Malta, sorprende que él haya significa ser afroecuatoriano en un país
medido la importancia de un problema donde se sigue combatiendo la negritud
mayormente en términos del número de con el silencio, la indiferencia y otras for-
la población afectada. Como se verá más mas ríspidas de negación.
adelante, especialmente en el capítulo VII Estos reparos sirven para sacar a la
(“Del mestizaje al ‘Proceso de Comunida- luz las múltiples manifestaciones del “pro-
des Negras’: Reflexiones sobre la evolu- blema racial,” algunas más sutiles que
ción de una política afrocéntrica en el otras. En cuanto a la literatura como un
Ecuador”), hace varios siglos que los ne- proceso en el cual se han creado no pocas
gros del Ecuador luchan por defender su de las principales imágenes que muchos
identidad afroecuatoriana frente a innu- tienen de los negros, vale recordar el pre-
merables obstáculos (económicos, políti- dominio de la imaginación de los escrito-
cos, educacionales, culturales) y, por con- res/lectores blanco-mestizos. Una obser-
siguiente, el concepto de la magnitud del vación instructiva al respecto es la que hi-
“problema” resulta profundamente relati- zo Toni Morrison al constatar que “hasta
vo. También, sorprende que Aguilera Mal- muy recientemente, y pese a la raza del au-
ta haya minimizado la gravedad de aquel tor, se ha dado por sentado que los lecto-
deseo de muchos negros de blanquearse, res de casi toda la ficción [norte]america-
describiéndolo como una “diferencia […] na han sido blancos. Me interesa saber qué
negativa,” pero sin haberlo comprendido ha significado esa suposición para la ima-
como una importante manifestación del ginación literaria” (xii; traducción mía). A
“problema” racial. De igual modo, Aguile- estas alturas, el paralelo entre el caso esta-
ra Malta se equivoca cuando acepta la idea dounidense (según lo ha planteado Mo-
44 / Michael Handelsman

rrison) y el latinoamericano (y el ecuato- yo-acuso ha opacado otras posibles inter-


riano, más concretamente) debe ser obvio. pretaciones del mundo negro, tanto en el
Con demasiada frecuencia ha habido una Ecuador como en el resto de la diáspora.
apropiación de las experiencias de los ne- La obra dramática, Dientes blancos,
gros mediante la cual se ha confundido ejemplifica la medida en que la denuncia
autoría con autoridad, interpretación con puede alejar a los lectores de una verdade-
verdad. Las distorsiones inevitables de es- ra aprehensión de las complejidades (la
ta apropiación salen a flor de piel cuando humanidad, diría Jackson) de lo que signi-
Richard Jackson explica: fica ser negro en el mundo. De lo mucho
que se ha comentado sobre esta obra, se
La poesía negra, entonces, gran parte de
vislumbra una tendencia de ubicarla en
ella falsa, se extendió por el Caribe y Amé-
un contexto general de protesta para, así,
rica del Sur, y, como en EE.UU. y en Euro-
pa, los negros se convirtieron en una garantizar su importancia. Es decir, cons-
atracción principal de teatro, donde el ciente o inconscientemente, parece que se
blanco—y algunos negros, también—hi- ha sentido la necesidad de resaltar su cua-
cieron que el negro actuara como títere, lidad supuestamente simbólica ya que
hasta que el cubano, Regino Pedroso, un aquella “imaginación literaria” predomi-
poeta de color, entró con su famoso poe- nantemente blanco-mestiza comentada
ma, “Hermano negro,” y le dijo al bailarín, arriba sigue relegando a los negros a la
“apaga un poco tus maracas,” para que otredad y, por lo tanto, una plena identifi-
dejara de tocar tanto las maracas, para cación con ellos como seres humanos (en
que dejara de sonreír, de bailar y de saltar vez de como símbolos) es todavía elusiva.
para el blanco. Le dijo a su hermano ne-
Es en ese contexto simbólico (y des-
gro que diera al mundo más bien su voz
humanizante) que Aguilera Malta ha se-
de rebeldía, su voz humana. (The Black
Image in Latin American Literature 44; ñalado que “El problema racial no es sólo
traducción mía) el de la raza negra […]” (Luzuriaga 201);
y, por su parte, el crítico Luzuriaga ha
En efecto, al leer a Aguilera Malta y puntualizado que “Dientes blancos se con-
la crítica que se ha escrito sobre su obra, vierte, excediendo la denuncia de injusti-
no se encontrará “la voz” de los negros, si- cias raciales, en un grito de acusación con-
no una interpretación parcial e incomple- tra las clases dominantes opresoras que de
ta, aunque también, honesta y solidaria. El múltiples maneras intentan sojuzgar al
mismo ha definido su acercamiento al hombre, arrebatándole su dignidad y sus
mundo negro en los términos nobles de derechos” (115). Si bien es cierto que la di-
combatir irrevocablemente la discrimina- mensión general de lo racial es pertinente,
ción racial. Pero, en el proceso de la crea- es también cierto que la marginalidad a la
ción y su correspondiente recepción, el que se ha sometido tradicionalmente a los
Lo afro y la plurinacionalidad: El caso ecuatoriano visto desde su literatura / 45

negros no ha permitido que salgan a la luz nario a una pareja de blancos ebrios bai-
las particularidades del mundo negro y, lando con William:
por consiguiente, lo simbólico rara vez ha
(William se acerca a los Ebrios y empieza
adquirido una dimensión plena y huma-
a hacerles muecas. A bailarles. A hacerles
namente universal. Lo preocupante del gracias, como si se tratara de un payaso
uso generalizado de lo simbólico en lo que negro. Los Ebrios, al principio, no se dan
respecta a los negros tiene que ver con el cuenta de qué se trata. Después, ríen. A su
potencial de anular y de negar la legitimi- vez, William empieza a reír, enseñando
dad de ciertas causas y reclamos particula- sus dientes blancos. Su carcajada va sien-
res. Es decir, en nombre de una supuesta do tan contagiosa, que, al final, todos, ex-
condición universal (“El problema racial cepto Peter, estallan en carcajadas es-
truendosas. […]). (42)
no es sólo el de la raza negra.”), se corre el
peligro de desviar la atención para, así, no Peter no soporta ni el comporta-
tratar frontalmente las condiciones espe- miento servicial del compañero, a quien
cíficas de determinados grupos que viven ha llamado “¡Descastado!” (46), ni la in-
aislados de los centros ideológicos del trusión de la pareja y, enfurecido, se arre-
poder. mete contra los dos blancos; a pesar de las
Brevemente, Dientes blancos tiene protestas de William, el dueño del cabaret
lugar en un cabaret centroamericano don- despide al músico alzado y le obliga a
de un conjunto de tres músicos negros se aquél a seguir trabajando según el gusto
presenta ante un público blanco. William, del público.
el de la sonrisa y las carcajadas, el que se Para Luzuriaga,
proclama “¡El alma negra del cabaret!”
(41), ocupa el centro del escenario; a un […] es un desenlace anticlimático, por-
lado, se encuentra a Peter, “sombrío” (40), que la simpatía que sentimos por William
ha creado en nosotros la expectación, de
quien acusa al compañero alegre: “¡Eres
tipo romántico, de que va a convertirse en
un traidor a ti y a la raza!” (41). La “rabia un héroe al superponerse a la presión, pe-
creciente” (39) de Peter se explica en parte ro nuestro “héroe” fracasa en su intento y
porque es su noche de bodas y tiene que termina devorado por el hábito de la obe-
trabajar. A primera vista, la tensión entre diencia diaria, […] Creemos […] que por
los dos músicos parece ser el resultado de el cariz irónico del desenlace, el énfasis
sus reacciones distintas ante la humillante verdadero está puesto, no tanto en la inu-
necesidad de entretener a los blancos bo- tilidad de la rebeldía, cuanto en la opre-
rrachos. Mientras que Peter expresa su sión exorbitante ejercida por esas fuerzas
prepotentes; por tanto, más que una tona-
desprecio y rebeldía, William da la impre-
lidad fatalista […], predomina el iterativo
sión de ser un conformista vacío. tono de denuncia que caracteriza a la pro-
El desenlace de la obra ocurre cuan- ducción dramática de Aguilera Malta.
do Peter pierde el control al ver en el esce- (115-116)
46 / Michael Handelsman

Aunque Luzuriaga acierta al desta- sólo sé reír… (Transición. Eufórico). ¡Una


car la falta de control y libertad que mar- mujer casi blanca!… ¡Jajajá!… ¡Lo que vas
ca la vida de estos músicos, hace falta mi- a tener que trabajar para que dure a tu la-
rar más allá de la protesta social y exami- do!” (39).
nar la relación entre William y Peter (i.e., Es al final de la obra cuando se com-
la tragedia humana) como uno de los ejes prende que la burla inicial de William con-
fundamentales de la pieza. Conviene re- tenía, paradójicamente, una expresión de
cordar que a pesar de las limitaciones, Wi- compasión y solidaridad. El otro músico
lliam no fracasa totalmente ni es comple- del grupo, Ernest, ya le había advertido a
tamente “devorado por… la obediencia.” Peter: “¿Por qué estás así con William? El es
Cuando los ebrios subieron a la tarima, él tu amigo” (41). Lamentablemente, Peter
proclamó: “¡Hay que aprovecharlos!” (42). nunca entendió al compañero cuya risa
William sabe sobrevivir y, en cierta mane- eterna servía de arma de resistencia en una
ra, él sabe manipular las circunstancias en sociedad con pocas alternativas viables.
que se halla. La sonrisa, las carcajadas y los Con las carcajadas estruendosas, William
dientes blancos son un escudo detrás del no solamente evitaba caerse víctima de la
cual el mundo blanco no penetra nunca y, desesperación y el rencor, sino que supo
acomodarse en un cabaret que él había
por lo tanto, William adquiere cierto po-
convertido parcialmente en un espacio
der; es decir, él también ejerce algún con-
propio: “¡Aquí he nacido! Aquí he vivido
trol sobre las relaciones que tiene con los
siempre. ¿Te imaginas esto sin la risa del
demás:
negro William? Sabría mal el champaña.
Yo siempre tomo champaña. Me gusta. Las mujeres no darían el mismo placer a
¿No me has visto recoger las sobras de to- los hombres. El cabaret me necesita” (40-
das las copas, cuando se van los clientes? 41).
¡Champaña! (45) Tampoco comprendía Peter que el
contraste de actitudes y comportamientos
Este tipo de poder, aunque parcial e de los dos (i.e., la aceptación de una forma
imperfecto, no fue comprendido ni valo- de servidumbre de William frente a la re-
rado por Peter quien se dejó dominar por beldía de Peter) era más aparente que real.
las indignidades que lo rodeaban. De he- La situación concreta de los dos persona-
cho, su reacción explosiva contra William jes se asemejaba dolorosamente puesto
y la pareja de ebrios tuvo más que ver con que las sobras del champaña que William
la incertidumbre que él sentía por haberse tomaba en el cabaret no eran muy diferen-
casado con una mujer “casi blanca.” Hay tes que casarse con una mujer “casi blan-
que recordar que la tensión inicial de la ca.” En efecto, ambos compartían una
obra surgió cuando William se reía de la existencia, dentro y fuera del cabaret, de
situación del compañero: “Tú sabes. Yo sobras, deshechos y marginalidad.
Lo afro y la plurinacionalidad: El caso ecuatoriano visto desde su literatura / 47

Por eso, la despedida de Peter fue que a menudo los lectores no perciben
tan sentida por William. Al dejar de reírse desde su lado de los “dientes blancos” (o
momentáneamente, William se hizo vul- de cualquier otra máscara empleada por la
nerable, encontrándose sin el escudo de gente negra). La compasión, la solidari-
los dientes blancos para que el público dad, la angustia, el sufrimiento, la vulne-
atento (y él mismo) descubriera el torbe- rabilidad y el valor de seguir luchando se-
llino de conflictos y emociones contradic- gún lo que las circunstancias del momen-
torias que conforman la vida de los negros to permitan constituyen el verdadero lega-
todavía inmersos en mundos racistas. Pa- do de William, el legado que garantiza que
ra William, la despedida de Peter repre- su función simbólica del texto dramático
sentó mucho más que un desenlace arrai- no encubra su condición imperfecta y hu-
gado en aquella protesta social vociferada manamente universal.18
por el compañero: “Aun puedo darme Al escribir Infierno negro en 1967,
cuenta de la vida que llevamos. ¡Nos con- Aguilera Malta se acercó aun más al mun-
sumimos como antorchas negras, para do negro de la diáspora. Se recordará que
alumbrar la alegría de los blancos!” (46). A la obra ocurría en dos lugares: en la ciu-
fin de cuentas, Peter perdió el control, se dad de Nylónpolis y en el más allá de Ne-
dejó consumir por las iras y, por último, al crópolis. El protagonista era el inventor,
cambiar un cabaret “de sobras” por otro Hórridus Nabus, un inescrupuloso que
(i.e., un hogar con una mujer “casi blan- ofrecía sus invenciones al mejor postor. Su
ca”), William se angustiaba por saber al ambición lo llevó a traicionar a los negros;
amigo indefenso y solo y, también, por con el afán de ganar dinero y prestigio so-
comprender la futilidad de renunciar a la cial, Hórridus inventó un sistema oficial
risa como una forma de autodefensa y, por de antropofagia en el cual se trituraba a
extensión, de supervivencia: los negros para fabricar embutidos desti-
nados a los clientes blancos. Al morir, un
William—¡No quiero champaña! ¡No
grupo de negros tuvo la oportunidad de
quiero reír! […] Patrón—Si no ríes, ¿para
enjuiciar al inventor desde Necrópolis,
qué sirves? ¿Quieres que también te des-
pida a ti y a Ernest? (49) donde “no hay diferencia de raza, ni de
fortuna, ni de jerarquía, ni de nada. ¡Todos
Una sensibilidad agudizada por al- somos iguales! Lo único que sirve para
gunas de las propuestas afrocéntricas ya evaluarnos es el comportamiento que tu-
tratadas ayuda a poner de relieve la di- vimos en la vida terrena” (46). En cuanto
mensión profundamente humana de a su condena, se declaró: “¡Que sufra una
Dientes blancos. Sin diluir la importancia y mil veces, como todos nosotros cuando
de la protesta social tan hábilmente anali- nos desenraizaron para esclavizarnos y
zada por Luzuriaga, por ejemplo, he que- lanzarnos al perpetuo exilio!” (133); “¡Y
rido rescatar la centralidad de cualidades que en las selvas urbanas de acero y ce-
48 / Michael Handelsman

mento sea despreciado, perseguido, mar- tenso al que Aguilera Malta se había some-
ginado, escarnecido y condenado al ham- tido antes de escribir la obra.19 A diferen-
bre de pan, de saber y de justicia… ¡por cia de Canal Zone y Dientes blancos, dos
sus propios hermanos blancos!” (134). textos en que él había sido impulsado por
Sin duda alguna, uno de los aspec- experiencias fugaces e impresionistas pro-
tos mejor logrados de Infierno negro ha si- pias de viajes momentáneos a lugares con
do la intercalación de fragmentos poéticos importantes poblaciones negras, Infierno
de diecisiete escritores, la mayoría de ellos negro fue el producto de una especie de
negros, para reproducir fielmente pers- afrocentrización en que los conocimientos
pectivas afrocéntricas frente al tema de la adquiridos directamente de fuentes afro
discriminación racial. Según su propia ex- parecen haber convencido a Aguilera Mal-
plicación, Aguilera Malta pretendió “pre- ta de sus propias limitaciones como intér-
sentar […] con esa mínima antología poé- prete del mundo afro. Por lo tanto, la es-
tica […] la biografía poética de los negros tructura paralela de Infierno negro sugiere
con su raza africana, con su ritmo, con su un modelo de acción para futuras alian-
sentido peculiar de la vida, con una espe- zas; es decir, la denuncia con su corres-
cie de medianismo reivindicado que está pondiente interpretación de los hechos no
animando hoy la negritud” (en Rabassa ha de ser una apropiación cultural que
130). Luzuriaga, también, ha observado: termina negándole a la gente afectada (a
los negros, por ejemplo) el rol protagóni-
Por su contenido y emoción, la secuencia
poemática representa una evocación tras-
co en la defensa, articulación y resolución
cendente de la raza africana, y el drama- de su causa particular.
turgo, para lograr una evocación auténti-
B. José de la Cuadra
ca, ha acudido, con buen criterio, a quie-
nes, por pertenecer a esa raza—como A diferencia de Dientes blancos y de
Langston Hughes, Nicolás Guillén o Bira- Infierno negro donde el referente ecuato-
go Diop—están más capacitados que él,
riano está completamente ausente (ni si-
de ascendencia europea, para tal cometi-
quiera se encuentra una voz poética afroe-
do. (138-139)
cuatoriana en la antología de la segunda
La relación dialogal entre negros y pieza dramática), en Los monos enloqueci-
no-negros a la que me referí al principio dos de José de la Cuadra, la presencia vital
del capítulo parece haber florecido en In- de la Costa ecuatoriana es inconfundible.
fierno negro. Sin proponer hablar por los Por lo tanto, mientras que lo pertinente al
negros, Aguilera Malta se puso a un lado tema negro en el contexto nacional puede
para que ellos mismos se establecieran co- perderse en el enfoque abstracto de Agui-
mo las autoridades de sus experiencias co- lera Malta, para Cuadra lo racial consti-
mo negros. Indudablemente, esta apertura tuía un “problema” definitivamente na-
de comunicación se debía al estudio in- cional. Humberto Robles, uno de los ma-
Lo afro y la plurinacionalidad: El caso ecuatoriano visto desde su literatura / 49

yores críticos de la obra de Cuadra, ha Algunos malintencionados circulaban la


puntualizado: especie de que todo aquello era pura fá-
bula, y que los próceres criollos la habían
[…] una recuperación literaria del topos inventado para justificar los feos saltos
sobre el prestigio racial y sus consecuentes atrás que se notaba en algunos de ellos a
ramificaciones respecto a sujeto, hábitos, lo largo de las generaciones. Nada se logró
usos, valores y ejercicios de poder, tiene probar sobre estos puntos, y eran admiti-
que tener en cuenta en el Ecuador obras dos con ciertas reservas. (9)
como, por ejemplo, Los monos enloque-
cidos (1931, 1951) […]. Esta novela in- Y, de nuevo, los comentarios de Ro-
conclusa se adelantó al exponer e inter- bles son instructivos:
pretar, con no poco de ironía, las manías
de los grupos hegemónicos guayaquileños Resulta claro que de la Cuadra no sólo se
que niegan y desdeñan su cualidad mesti- propone desmitificar y parodiar las ínfu-
za (mulata), apuntando así a una funda- las y fantasías de las clases dominantes
mental escisión y crisis de identidad. guayaquileñas, sino incluso ir más allá—
(“Reseña sobre El Chulla Romero y Flo- insistir en que los componentes raciales
res” 721) que determinan el mestizaje costeño del
Ecuador, sin excluir el de los “criollos” te-
Por eso me referí en páginas ante- rratenientes, consignaban una mezcla his-
riores a la tendencia de negar las raíces ne- tórica de amerindio, negro y blanco.
gras como tema palpitante en la obra de (“Los monos enloquecidos en el país de
Cuadra, corroborando lo que Toni Morri- las maravillas…” 7)
son había observado desde otro rincón de Básicamente, Los monos enloqueci-
la diáspora: “Lo que se hizo evidente fue- dos trata de la vida de Gustavo Hernández,
ron las maneras patentes que los [norte]a- quien después de veintinueve años de via-
mericanos escogen para hablar de sí mis- jar por todo el mundo, regresó al Ecuador
mos mediante y dentro de una representa- a establecerse en Pampaló, la hacienda fa-
ción de una presencia africanista que si miliar de la Costa, donde supuestamente
bien es a veces alegórica y, otras veces, me- existía un tesoro de oro escondido. Su
tafórica, es siempre sofocada” (Playing in gran ambición era encontrar dicho tesoro
the Dark… 17; traducción mía). La coinci- y, para este fin, pensaba emplear a una
dencia entre el caso norteamericano y el veintena de monos para la excavación. Se-
ecuatoriano se patentiza al leer en Los mo- gún Masa Blanca, el brujo y socio de Gus-
nos enloquecidos que se había creado la fá- tavo, él mismo había visto el tesoro, pero,
bula sobre el matrimonio del primer Her- desgraciadamente, “el diablo se había apo-
nández de la familia del protagonista, un derado del entierro y que lo hundía cuan-
español, con “la hija de un reyezuelo afri- do cavaban para buscarlo” (149-150). Pa-
cano” (9), precisamente para disimular ra rescatar el tesoro, Masa Blanca indicó la
ciertos rastros cuestionables de alcurnia: fórmula:
50 / Michael Handelsman

Mandar a decir por el ánima del difunto “la revisión histórica” y “la conciencia na-
dueño del tesoro, las treinta misas de San cional” es la narración misma acerca de
Gregorio y las tres de la Santísima Trini- los monos que, según mi lectura, sugiere
dad… Que paseara en cruz sobre el terre- una denuncia de la esclavitud y de muchas
no una doncella probada… Que se escar- de sus consecuencias en la historia del
bara el suelo cuando la luna estuviera en
Ecuador.
su cuarto creciente… Que las manos que
laboraran en la excavación, no se hubie-
Además de las obvias asociaciones
ran mojado jamás en agua bendita… Que que, desde hace mucho tiempo, se acos-
el trabajo fuera empezado en domingo… tumbra hacer entre los monos y la gente
En fin… (150) negra—asociaciones que, con demasiada
frecuencia, han sido profundamente mar-
Poco después de escuchar al brujo, cadas por motivos racistas—, la corres-
se le ocurrió a Gustavo que los monos pondencia entre los monos y los costeños
eran los que podían hacer la excavación ecuatorianos, concretamente, es archico-
puesto que “sólo ellos y los indios salvajes- nocida en el folklore nacional; también, se
—que son en menor número de lo que sabe que, a nivel internacional, los perua-
debieran ser—, no han sumergido sus de- nos todavía acostumbran emplear el apo-
dos en el líquido sucio y salobre de las pi- do al referirse a sus vecinos del norte.20 En
las consagradas de este convento grande este sentido, entonces, no parece que Cua-
que es, todavía, la que estuvo a punto de dra haya hecho nada nuevo al llevar a su
convertirse […] en la República del Cora- novela una imagen tan conocida para el
zón de Jesús” (153). disfrute general de sus lectores. Pero, las
Es precisamente en ese mundo exa- apariencias engañan, especialmente cuan-
gerado de fantasías, ilusiones y magia do se trata de un escritor como Cuadra,
donde Cuadra asentó su visión paródica maestro de la ironía y del doble sentido.
para llevar a cabo “un proyecto cultural En efecto, las referencias constantes al po-
cuya meta, en el fondo, no era otra que la tencial humano de los monos, junto con la
de señalar anomalías en vigencia. El obje- ya mencionada crítica de un racismo la-
tente tan manifiesto en la negación de raí-
tivo sería promover una revisión histórica
ces negras, parecen anunciar otra pista de
de la conciencia nacional con miras a efec-
interpretación que hasta ahora no se ha
tuar cambios en las estructuras de poder
comentado mayormente al analizar Los
que regían la esfera pública, el ámbito so-
monos enloquecidos.
cial, y el sentido de identidad ecuatoriana”
No estará de más traer a colación
(Robles, “Los monos enloquecidos en el país
aquí la referencia satírica que Gustavo lan-
de las maravillas…,” 5). Me parece que
zó contra los etnólogos alemanes y, por
una de las claves fundamentales de la no-
extensión, contra muchos de los teóricos
vela para comprender cabalmente la preo-
evolucionistas del siglo XIX: “Esos ridícu-
cupación de Cuadra por “las anomalías,”
los doctores de cabezas cuadradas, que
Lo afro y la plurinacionalidad: El caso ecuatoriano visto desde su literatura / 51

han viajado por Oceanía […], no vieron de nuevas lecturas creativas que no se han
las realidades lealmente, fielmente…, sino de acabar nunca.21
a su acomodo, tratando de comprobar las En la novela, hay dos episodios en
lerdas y cachazudas teorías que inventan. particular donde se vislumbran los parale-
¿No comprenden? ¡Si lo propio han hecho los entre el cuento de Gustavo, quien pen-
en las Galápagos!” (41). En contraposición saba usar a los monos en su búsqueda del
de esta ciencia inventada de los europeos, tesoro perdido, y la historia de los negre-
se lee en la novela que ros quienes habían encontrado en la escla-
vitud un mecanismo de enriquecimiento
Hernández poseía [… ] una fantasía des-
y de poder. Primeramente, se lee:
bocada; y, es de suponer que su estada en
las islas de los galápagos, unida a sus lec- Contra los monos nunca había disparado.
turas posteriores de Darwin, Agassiz y
otros, juntamente con sus viajes por el —Se me ocurriría estar cometiendo un
sertao del Mozambique portugués, fue lo homicidio. ¡Son tan semejantes a noso-
que hizo brotar en su cerebro aquellas sus tros!
raras ideas sobre los monos y su evolu-
Los llamaba “nuestros primos” y jugaba
ción, que más tarde pretendió poner en
chanzas sobre el atribuido parentesco.
práctica. (34)
—He leído en un trabajo del profesor
Al romper la autoridad sin límites Campos que, en nuestro país, hay cuaren-
de los científicos europeos, Gustavo pudo ta especies de simios. Es un récord.
introducirse en otras esferas del saber:
“Dijo Gustavo Hernández que los negros Después decía que había razón para que a
brujos de Africa conocían métodos mara- los ecuatorianos nos apodaran de monos,
villosos para adelantar la evolución de los y que, si fuéramos aún tribu salvaje, indis-
cutiblemente nuestro totem sería el mo-
monos y que él—de quererlo—podía em-
no. (114)
plear tales métodos, cuya clave dominaba”
(134). De modo que de su “fantasía desbo- Con lo citado, Cuadra estableció
cada” frente a teorías sagradas, que desde claramente, por un lado, la humanidad de
hace muchas décadas habían sido descali- aquellos personajes llamados monos, pero
ficadas por ser igualmente desbocadas, lo hizo desde una perspectiva de superio-
surgió una yuxtaposición de fantasías, al- ridad. Gustavo los consideraba primos en
gunas más oficiales que otras, a partir de vez de hermanos; semejantes, sin ser igua-
la cual Cuadra había preparado el terreno les. Este distanciamiento (o jerarquiza-
narrativo para invertir y entrelazar con- ción) era la misma estratagema que mane-
ceptos, convirtiendo realidad en ficción y jaba el esclavista (o cualquier colonialis-
ficción en realidad. La confluencia de in- ta); mientras que éste aceptaba al negro
terpretaciones diametralmente opuestas como parte de una gran familia cristiana,
sigue manteniendo abierta la posibilidad no olvidó nunca quién era el amo. Por
52 / Michael Handelsman

otro lado, se desprende de lo narrado que Siguió pensando. Pensando. El—Gustavo


aquellos monos ocupaban un lugar cen- Hernández—haría. ¡Haría! Su nombre
tral en el Ecuador, tanto por su variedad y volveríase famoso, imperecedero. Los si-
número como por ciertos rasgos cultura- glos se amontonarían encima de los si-
les comunes que no se nombraban abier- glos; y, sin embargo, su nombre quedaría.
tamente, pero que sí habían de existir en Colón dio un mundo más, al mundo. Su
vista de la aceptación del mono como to- obra sería superior a la del pobre almiran-
tem propio, como un icono mítico nacio- te. Porque él daría una humanidad nueva
nal. a la humanidad.
El segundo episodio pertinente a la
[…]
parodización que Cuadra había empleado
como recurso novelesco para denunciar Pero era menester, primeramente, mirar
(¿deconstruir?) la esclavitud se encuentra por lo inmediato.
al final de la novela. Según ofrece el texto:
Los monos estaban ahí, y estarían ahí por
Hernández contemplaba a los simios. Los siempre, arcilla propicia para cualquier
admiraba. Fijaba la atención, prolongada- obra. Los tendría cuando quisiera. Ahí. A
mente, en sus gestos vivos, en sus faces in- su disposición. A su mandar, cautivos.
teligentes donde los ojillos se movían in- Ahí.
cansables, brillantes, expresivos.
Lo inmediato era el tesoro. Extraerlo. De-
¡Los monos! sentrañarlo. Sacar a superficie lo que la
tierra se había tragado.
[…]
Por lo pronto habría que emplear a estos
Sí; innegablemente remedaban hombres seres humanos en potencia en la modesta
no acabados de hacer, humanidades en labor de cavadores.
potencia.
Lo otro… ¡lo otro!… sería más tarde….
En especial, aquél. Aquél, mayor que to- (165-166)
dos, que se colgaba del rabo prensil, enre-
dándolo en una de las vigas cañizas del te- De nuevo, la humanidad de los mo-
cho…. nos se pone de relieve junto con la domi-
nación de Gustavo y su razonamiento es-
Era un hombre. Le faltaba hablar como
los hombres, reír como los hombres, llo- clavista/colonialista que prometía una la-
rar como los hombres. Nada más. Pero, a bor evangelizadora (i.e., completar la hu-
pesar de eso, era un hombre. manización de los monos) para, así, justi-
ficar el trabajo forzado que era supuesta-
—Un hombre…. mente temporal. De ahí que son innega-
[…] bles las correspondencias con la esclavi-
tud: se considera a los monos (sub)hom-
Lo afro y la plurinacionalidad: El caso ecuatoriano visto desde su literatura / 53

bres; se los reconoce como “cautivos” a la mi lectura, no se puede aprehender plena-


disposición de Gustavo, el amo. En fin, la mente este trastrocamiento nacional sin
esclavitud como una institución oficial tu- tomar en cuenta la presencia, muchas ve-
vo su base en lo económico, en aquella ces invisible, de los afroecuatorianos. En
fuente de poder y de privilegios. Dentro de efecto, mediante la parodia de Gustavo y
la parodia de Cuadra, Gustavo recordaba los monos enloquecidos, Cuadra ha re-
toda una tradición e historia de “anoma- creado la oblicuidad con que la presencia
lías” y, más concretamente, según Robles: afro ha sido tratada (i.e., negada/encubier-
ta/blanqueada) en el Ecuador. Al mismo
[…] sólo viendo las experiencias del pro-
tiempo, Cuadra ha dejado a sus lectores
tagonista en su totalidad es posible fijar la
con una inquietud por resolverse: ¿no será
organización interna de esta obra. Sólo así
se podrá señalar que quizá toda la vida de el tesoro perdido de Pampaló la verdadera
Hernández no es más que un velado afán historia nacional, la historia plurinacional
por restaurar, por actualizar en sí mismo, en la cual ha de brillar, con toda su poten-
el esplendor que cuenta la tradición de su cia, aquella presencia afroecuatoriana que
estirpe. (Testimonio y tendencia mítica en tantas veces ha sido apoderada y enterra-
la obra de José de la Cuadra 157) da por algún “diablo” de turno?
La inversión de signos y significados C. Enrique Gil Gilbert
dentro de un ambiente mítico donde los
límites entre la locura y la cordura eran Enrique Gil Gilbert escribió “El ne-
borrosos, cuando mucho, remite al lector gro Santander” en 1932, publicándolo en
a un mundo en el cual proyectos funda- 1933 como parte de su colección de rela-
cionales de una supuesta nación se han ca- tos intitulada, Yunga. A primera vista, “El
racterizado tanto por sus afirmaciones co- negro Santander” era principalmente un
mo por sus negaciones, y éstas (las afirma- cuento del realismo social; el “yo-acuso”
ciones y las negaciones), claro está, tam- parece prevalecer en ese texto sobre el tra-
bién se han caracterizado por sus límites bajo forzado que sufrieron, entre otros, los
igualmente borrosos. Por eso se ha consta- indios, los negros y los cholos a fines del
tado que toda nación es producto de la siglo XIX y a comienzos del XX cuando se
imaginación (Anderson, Imagined Com-
construía el ferrocarril que, eventualmen-
munities) y, en este sentido, en Los monos
te, vincularía a Guayaquil (la Costa) con
enloquecidos Cuadra parodizó a una na-
ción cimentada en “la propensión a negar Quito (la Sierra). La denuncia contra el
la realidad cotidiana, a querer ser más que imperialismo norteamericano no se le es-
los otros y, mucho más pertinente en la capó a Gil Gilbert, tampoco. A pesar de las
novela, a suplantar la verdad con la fanta- advertencias de Santander (“Yanquis, yan-
sía” (Robles, Testimonio y tendencia mítica quis. Mala gente,” 16), a muchos no les fue
en la obra de José de la Cuadra, 155). Según fácil vencer la tentación de los dólares:
54 / Michael Handelsman

—Los dólares son de oro y valen más que —¿Ustedes qué saben?; ustedes no han
el sucre. trabajado allí. El negro se hizo viejo en la
línea.
—Nos pagarán en dólares.
—Alfaro, y dicen que García Moreno
—En dólares. (17) también, fueron los que hicieron la línea.
Por eso ya el uno tiene estatua.
Desgraciadamente, “Los gringos se
creían superiores a todos” (20) y, como era —Ellos no hicieron nada, no trabajaron.
de esperar, la promesa de los dólares se No; ellos no comprenderían lo que les di-
convirtió en una pesadilla de explotación, jo Santander. Y a más, Santander era loco,
racismo y destrucción. y:
La singularidad del cuento, sin em-
—Los locos no son hijos de Dios. (52)
bargo, surge de la caracterización del pro-
tagonista, el negro Santander. Como ha si- De modo que, todo el cuento gira
do el caso con otros textos del Grupo de en torno al testimonio del negro y la me-
Guayaquil, este cuento se adelantó a su dida en que él constituía una autoridad de
época, especialmente en cuanto a la con- los acontecimientos tratados:
cepción que Gil Gilbert formuló sobre lo
nacional desde la marginalidad. Hay que Y todos saben de memoria, y lo repiten, lo
recordar que la construcción del ferroca- que les ha contado el negro Santander
cuando no está loco. (13)
rril implicó la unificación del país y, por
consiguiente, no sería una exageración re- Diz que [los gringos] venían de lejos, de
lacionar ese proyecto de infraestructura donde hay que pasar el mar. Santander los
nacional con la construcción de un Ecua- conocía […]. (16)
dor moderno. Curiosamente, lo más des-
Santander supo que a los indios no les pa-
tacable de la interpretación que Gil Gil-
gaban. (19)
bert hizo acerca de ese momento histórico
fue la función central realizada por un Los costeños eran tísicos. Los vio, sí, los
personaje negro, el mayor intérprete de los vio él. (19)
orígenes de la nación moderna. Fue a tra-
Santander sabía por qué era idiota el in-
vés de sus recuerdos y de su testimonio
dio Chiluisa.
que los lectores pudieran trascender aque-
llos mitos oficiales que habían glorificado Y narró […]. (31)
lo que todavía reclama la justicia y la ver-
dad. Según se lee: Lógicamente, su condición de otredad
(i.e., era negro y extranjero) complicaba
—Pero, don Santander, si el ferrocarril es la recepción de sus memorias, hundién-
lo mejor… dolas en un ambiente de confusión, es-
cepticismo y miedo:
El los cortó groseramente.
Lo afro y la plurinacionalidad: El caso ecuatoriano visto desde su literatura / 55

—Mamita, el negro diablo, ¿lo oyes? bajar en el ferrocarril y, por lo tanto, su


otredad radicaba en el doble hecho de ser
[…]
negro y de habla inglesa en un país que
—Habla una lengua que no entendemos, tradicionalmente se definía como blanco-
cuando está loco. mestizo, católico y de habla española.22 En
términos simbólicos, al convertir al negro
—La lengua del diablo. (12)
Santander en el vocero del Ecuador mo-
[…] derno, Gil Gilbert insertó la historia na-
cional dentro de la diáspora, la liminali-
El negro blasfema a la noche impasible. La dad y, sobre todo, dentro de la plurinacio-
noche, negra abajo, azul arriba, baila la nalidad. En efecto, para Gil Gilbert, el
inquietud de las estrellas.
Ecuador como nación era “un espacio
—El negro Santander es loco. fluido y ambivalente entre mundos pro-
fundamente diferentes” (Goldberg).23 De
—Los locos no son hijos de Dios. ahí, la explicación de que
—¿Si no de quién? Santander no estaba del todo loco y, reu-
nidos en el galpón grande, les narró—co-
—Del diablo.
mo siempre—mal. Dejaba ver en sus ojos,
—Mamita, dame agua bendita para santi- en su cara, que revivía aquella vida. Ha-
guarme. (13) blaba desde muy lejos de ese momento,
lentamente, con su mezcla de inglés y de
En realidad, Santander no estaba lo- castellano, royendo las palabras. Miraba
co ni era el diablo. El gran acierto de Gil más allá, donde no entraba su idioma pa-
Gilbert fue el haber captado en el cuento ra salir hasta los peones.
la conflictividad y la complejidad inheren-
Mas, él veía todo intacto, como enton-
tes a sociedades cultural y socialmente ces.(37)
pluralistas como el Ecuador. Frente al mi-
to nacional de un mestizaje unificador, Gil El lenguaje mezclado de Santander
Gilbert recordó a sus lectores la diversidad pertenecía a dos mundos y a dos épocas
ecuatoriana mediante un personaje que que eran diferentes y, a la vez, estaban pro-
manejaba un nuevo lenguaje, un lenguaje fundamente interconectados. Por eso, la
híbrido y plurinacional que exigía la de- confluencia de su pasado como afro, como
construcción de una historia nacional jamaiquino y como integrante de la (de-
anacrónica y la reconstrucción de un )(re)construcción del Ecuador moderno:
Ecuador fiel a su multiplicidad.
Vale recordar de nuevo que Santan- Silenció el negro. Con los ojos medio ce-
rrados, vio su vida dejada. Lejos, allá, en
der era uno de los jamaiquinos que había
un arrozal lleno de agua, blanca la exten-
llegado al Ecuador precisamente para tra- sión, dorada del sol por encima, gruesa de
56 / Michael Handelsman

blancura como carne de coco. Lleno esta- rota… Y antes también vi negros, ¡pobres
ba todo del grito pampero del tambor y negros!, amarrados y muertos de tres
del trinar dolido de la marimba negra y días… (46)
del roncar de patada de los bongós. […]
¡si todo eso volviera! Gil Gilbert comprendió que la am-
plia y heterogénea historia del Ecuador no
—¡Ya no sería loco el negro Santander! sería completa hasta que se escucharan to-
A él mismo lo extrañó su voz. Compren- das las voces, incluyendo entre ellas, las de
dió en la sonrisa de los peones el creer de los afroecuatorianos. Las experiencias co-
ellos en su locura. lectivas del sufrimiento y del sacrificio de
los negros en el Ecuador han de conside-
—No es locura, no; me acordaba… rarse la otra cara de las supuestas glorias
—Pero no acabó de contar de la Nariz del nacionales. Pero, como ha sido el caso del
Diablo. negro Santander—aquel negro extranjero
que, debido a su incorporación paulatina
—Cierto, cuéntenos… en la historia nacional, representaba a un
Y él habló. (44-45) afroecuatoriano en formación—, los ne-
gros ecuatorianos compartían la misma
Angustia más que locura; la angus- experiencia de estar sujetos a diversos pro-
tia del recuerdo de los orígenes del Ecua- cesos de marginalización y anulación:
dor moderno era lo que caracterizaba al “Los demás que lo oían, no comprendían,
negro Santander. También, él se angustia- en verdad, lo que opinaba el negro” (52).
ba por saber que sus orígenes como afroe- Seguramente, el racismo latente de la so-
cuatoriano habían surgido junto con la ciedad, de alguna manera, había detenido
Nariz del Diablo, con aquella formación los esfuerzos por comprenderlo; por eso,
de piedra en los Andes, emblema de la tra- tanta insistencia en su supuesta “locura.”
gedia humana que nació al estallar la di- La representatividad actual de lo enigmá-
namita que se usaba para abrir el paso en tico de Santander como un mecanismo
la construcción del ferrocarril y, por ex- potencial de deslegitimación se refleja en
tensión, del Ecuador moderno. un reporte publicado por la Organización
de Estados Americanos en 1997. Según la
Tuvo un sonar horrible, como si la roca
entera se trizase en mil pedazos. Comisión de los Derechos Humanos:

Santander estaba bien hasta contar esto. Se le informó a la Comisión que la histo-
Aquí le saltaron los ojos, los fijó en el in- ria de la población afroecuatoriana no se
finito, y entre inglés y castellano, dijo: conocía mayormente y, tampoco, se la in-
cluía en el pensum académico nacional en
—Los vi, muchos, sí, muchos volaron cuanto a la historia nacional del país. Es-
junto con las piedras… Y yo vi a Johnson to fue caracterizado por los afroecuatoria-
quedar muerto y amarrado con la cabeza nos como una manifestación de la infe-
Lo afro y la plurinacionalidad: El caso ecuatoriano visto desde su literatura / 57

rioridad con que se los trata como un sec- rece haber intuido esa realidad al colocar
tor social—y como un mecanismo para al negro Santander en el centro mismo del
seguir reprimiendo su identidad, historia Ecuador moderno.
y cultura. (118; traducción mía)
Conclusión
Al leer hoy día “El negro Santander,”
uno se da cuenta de la importancia de in- Uno de los cometidos de los escrito-
cluir al negro en la recuperación de la na- res de los años 30 en el Ecuador fue el de
ción. Su autoridad se fundamentaba, pre- crear una literatura nacional, dejando
cisamente, en su otredad que servía de atrás una larga tradición oligárquica y
complemento esencial de aquellas histo- aristocratizante. Dentro del papel ejem-
rias oficiales en las que se había creado a plar que el Grupo de Guayaquil jugó en
un Ecuador según los intereses tradiciona- ese proyecto de reivindicación de las ma-
les de algunos conocidos grupos hegemó- yorías del país, se destaca su interés por
nicos del país. A pesar de las tentativas de captar la presencia de los negros en el es-
silenciar la voz del negro Santander me- cenario nacional. De las obras analizadas,
diante las ya mencionadas acusaciones de se vislumbra la complejidad del tema ne-
su locura, por ejemplo, Gil Gilbert logró gro en la literatura ecuatoriana, tanto co-
contrarrestarlas con la ironía y con un mo un objeto de la escritura como de la
trastrocamiento de valores y significados lectura.
tradicionales: la construcción venía a ser Sin duda alguna, en las obras de los
la destrucción, la locura venía a ser la cor- integrantes del Grupo de Guayaquil, ha
dura y la otredad venía a ser uno de los pi- habido mucha variedad en cuanto a la ca-
lares fundamentales del Ecuador plurina- racterización de los personajes negros que
cional. Por eso, es significativo que el ne- ha oscilado entre lo caricaturesco y los co-
gro Santander haya recogido a todos los mienzos de una perspectiva que apuntaba
marginados en su recuperación de los orí- hacia lo afroecuatoriano. Puesto que el
genes del Ecuador moderno: “indios, cos- principal contacto que muchos lectores
teños, serranos, gringos, negros” (39). En han tenido con los negros ha sido a través
efecto, Gil Gilbert volvió a la historia para de la literatura, se comprende la medida
(re)escribirla desde los márgenes de la so- en que la ficción (y otras formas de escri-
ciedad oficial, constatando que una parte tura) ha condicionado muchas actitudes
vital de la historia ecuatoriana seguía (si- respecto a la gente negra del país. Al mis-
gue) enterrada en la memoria colectiva de mo tiempo, hay que recordar que, a me-
los afroecuatorianos, de aquella gente cu- nudo, se han empleado las lecturas para
yos orígenes transnacionales han de consi- legitimar conceptos perjudiciales y hasta
derarse fundamentales para la sustancia racistas. Por eso, sigue siendo vital some-
misma de la plurinacionalidad ecuatoria- ter las obras y su recepción a lecturas com-
na. De una manera u otra, Gil Gilbert pa- prehensivas, a lecturas que valoren los tex-
58 / Michael Handelsman

tos simultáneamente como expresiones 3 Para los que no tienen mayores conocimientos
estéticas e interpretaciones sociocultu- de la literatura ecuatoriana, convendría con-
sultar los siguientes dos estudios generales
rales.
acerca de los principales escritores de los años
Aunque será imposible aprehender 30, incluyendo a los cinco de Guayaquil: el pró-
cabalmente la complejidad del mundo de logo de Jorge Enrique Adoum en la edición
los negros sin la participación activa de los que él y Pedro Jorge Vera prepararon y que se
negros mismos, las contribuciones litera- tituló Narradores ecuatorianos del 30 (Caracas:
rias del Grupo de Guayaquil han consti- Biblioteca Ayacucho, 1980); Miguel Donoso
tuido un gran avance en la lucha por sacar Pareja, Los grandes de la década del 30 (Quito:
Editorial El Conejo, 1985).
a los negros de la invisibilidad. En el fon-
4 Para un análisis más elaborado de las tensiones
do, al estudiar los textos comentados arri- entre la clase social y la raza negra como fuen-
ba, lo que más llama la atención es una tes y objetos de protesta, véase el capítulo V en
creciente concientización de la centrali- que estudio Juyungo, la novela de Adalberto
dad que los negros del Ecuador han ocu- Ortiz.
pado (y ocuparán) en la construcción de 5 Empleo el término “no-negros” en vez de
un país plurinacional. Desde lo simbólico “blancos” por dos razones. En primer lugar, el
mundo en que vivimos es más complejo que
empleado como instrumento de protesta
uno de dos razas; en segundo lugar, “no-ne-
y denuncia hasta su conversión en vocero
gros” establece como norma la negritud para,
de un nuevo Ecuador, el negro ecuatoria- así, poner de relieve la condición incompleta
no sigue evolucionando en la imaginación de los demás vis-à-vis los negros.
de los blanco-mestizos. Se espera que me- 6 Vuelvo a tocar este tema al referirme a W.E. B.
diante nuevas lecturas, lecturas informa- DuBois y su concepto de la doble conciencia en
das por perspectivas afrocéntricas, se logre el capítulo sobre Juyungo.
desenterrar el tesoro escondido de conoci- 7 Traté este problema en el capítulo anterior al
comentar brevemente los efectos nocivos de la
mientos y experiencias que son la sustan-
apropiación cultural en sociedades antidemo-
cia misma de lo afroecuatoriano, de uno cráticas. No estaría de más mencionar aquí lo
de los pilares inquebrantables de un Ecua- polémica que ha sido la creación de categorías
dor democrático, justo y plurinacional. de identificación y de estrategias de presenta-
ción para grupos no canónicos. Gran parte de
Notas los debates al respecto han girado en torno a
los peligros del separatismo y de la integración.
1 Volveré a estos comentarios más adelante: para
Por ejemplo, se piensa que si se habla de una li-
el de Aguilera Malta, véase el capítulo IV; para
teratura negra (o de mujeres), se corre el ries-
el de García Salazar, el capítulo VII.
go de separarla de “la literatura”; al mismo
2 La misma problemática fue planteada por Ma-
tiempo, si no se hace ninguna distinción, se co-
riátegui al referirse a las limitaciones de la lite-
ratura indigenista; en cuanto a la literatura es- rre el riesgo de perderse en generalidades que
crita por mujeres, la ginocrítica ofrece concep- encubren las particularidades de las diferen-
tos útiles para una lectura afrocéntrica. cias.
Lo afro y la plurinacionalidad: El caso ecuatoriano visto desde su literatura / 59

8 Para más información histórica y cultural acer- quil en una conferencia que ella dio en un con-
ca de la presencia negra en la Costa ecuatoria- greso auspiciado por SECOLAS en abril de
na, véanse los siguientes dos capítulos. 1992. También, Jonatás y Manuela, la novela de
9 Ya indiqué que Baldomera es la protagonista Argentina Chiriboga que analizo en el capítulo
de Baldomera, novela de Pareja Diezcanseco de VI ofrece una visión profunda de la mujer ne-
1938; Alfredo Baldeón es el protagonista de Las gra del Ecuador de fines del siglo XVIII y co-
cruces sobre el agua, novela de Gallegos Lara de mienzos del XIX.
1946. 15 Toni Morrison, Premio Nobel de Literatura de
10 Convendría recordar aquí a Leslie Rout, quien Estados Unidos, ha recordado que tanto en el
escribió: “Exteriormente, el problema de los teatro de variedades como en la literatura se ha
negros parecería casi idéntico al de un sinnú- empleado a menudo a figuras negras para re-
mero de indios y mestizos de América Españo- presentar temas que, de otra manera, se hubie-
la. Sin embargo, aunque esa gente es pobre, ran considerado tabúes (véase Playing in the
analfabeta y explotada por una minoría rica Dark…).
que se considera blanca, hay diferencias signi- 16 Para más comentarios sobre Siete lunas y siete
ficativas. En Paraguay, los países andinos y Mé- serpientes, véanse Luis A. Díez, “The Apocalyp-
xico, un mestizo o hasta un indio que hable tic Tropics of Aguilera Malta,” Latin American
bien el castellano y lleve ropa occidental puede Literary Review, 10, 20 (Spring-Summer 1982),
hacerse ‘blanco.’ Además, en Perú y México 31-40; Antonio Fama, Realismo mágico en la
[…] el indigenismo ha sido ratificado oficial- narrativa de Aguilera-Malta (Madrid: Playor,
mente, y una afirmación de tener sangre india, S.A., 1977).
de una manera variada, puede estar a la moda. 17 La primera obra de Aguilera Malta en que apa-
Fíjese, como contraste, que no hay lugar en reció su interés por la discriminación fue su
América Española donde la negritud sea fo- novela, Canal Zone (1935). Aunque esta nove-
mentada por orden del gobierno” (318; traduc- la fue escrita en la misma época de Los monos
ción mía). enloquecidos y “El negro Santander,” no será
11 Después del asesinato de Eloy Alfaro y el co- comentada en este estudio por dos razones: en
mienzo del segundo gobierno de Leonidas Pla- primer lugar, trata el problema del racismo en
za en 1912, el Coronel Carlos Concha inició en el contexto preciso de Panamá y, por lo tanto,
nombre de los principios liberales de Alfaro su dimensión “internacional” se reduce a otro
una lucha armada en Esmeraldas que duró tres espacio “nacional” que hace difícil establecer
años (1913-1916). vínculos con la situación ecuatoriana; por otro
12 Aunque un zambo no es exactamente un mu- lado, el nivel de abstracción de los dos dramas
lato, he tomado aquí cierta licencia al emplear permite una lectura más afín con mis propósi-
un término racial ampliamente conocido para tos comparativos.
señalar la mezcla que caracteriza a Baldeón, 18 Clementine Rabassa ha ofrecido una interpre-
una mezcla sumamente difícil de precisar si se tación muy sugerente de William en “Hacia la
toma en cuenta los múltiples cruces raciales de ‘negritude’: las ediciones variorum de Dientes
la población general del Ecuador. blancos,” en su En torno a Aguilera Malta, 132-
13 Para un análisis feminista de esta novela, véase 152.
mi “Baldomera y la tra(d)ición del orden pa- 19 En una entrevista con Clementine Rabassa,
triarcal,” Inti, 40-41 (otoño 1994-primavera Aguilera Malta comentó: “En Dientes es el im-
1995), 195-205. pacto de una realidad inmediata. En Infierno
14 Camilla Townsend ha ofrecido un análisis lúci- hay una larga preparación y estudio. Por razo-
do sobre la historia de las mulatas en Guaya- nes de trabajo, y desde luego debido a mi pa-
60 / Michael Handelsman

sión por el tema y la injusticia social y antihu- los” (Salazar, comp. Benjamín Carrión, Corres-
mana implicada en el mismo, empecé lecturas pondencia I, 108).
y traducciones de algunos autores negros, co- 23 Básicamente, la liminalidad se refiere a un es-
mo por ejemplo Frantz Fanon […] Fue un pe- pacio transicional donde grupos diferentes (re-
ríodo de lecturas voraces de cuanto pude obte- )negocian sus límites y fronteras—es decir,
ner para conocer un tanto la materia” (Rabas- aquellas divisiones (distinciones) tradicionales
sa 126). que ahora se comprenden por su fluidez y con-
20 Aparte del plano despectivo y racista, hay que fluencia constante. El afroecuatoriano, por
recordar que el mono ocupa un lugar positivo ejemplo, es el producto de la liminalidad ya
en ciertos mitos afro; véase, por ejemplo, que sus múltiples condiciones (i.e., afro, ecua-
Henry Louis Gates, Jr., The Signifying Monkey, toriano, hombre, mujer, clase social, identidad
77. geográfica, etc.) se encuentran en un estado de
21 Con mucha razón, Robles ha constatado que definición perenne. Para una aplicación de es-
Los monos enloquecidos “es quizás la obra que te concepto de la liminalidad a la literatura
más se presta a mayores posibilidades de lectu- ecuatoriana, véanse: Paul Goldberg, “Currents
ra […]” (“Los monos enloquecidos en el país de of Liminality: Religious Syncretism and the
las maravillas…” 1). Symbolism of the River in Cumandá,” ponen-
22 Es interesante notar que el modelo del perso- cia presentada en el Congreso de Literatura de
naje era muy querido por Gil Gilbert, quien en Kentucky (abril 1997); Michael Handelsman,
una carta dirigida a Benjamín Carrión en “Cumandá entre el proyecto nacional decimo-
1932, explicó que su cuento “Trata sobre la nónico y la plurinacionalidad de fines del siglo
construcción del ferrocarril de Guayaquil a veinte: una lectura postcolonial,” ponencia
Quito, tal como me lo contó un negro sobrevi- presentada en el Congreso de Americanistas
viente que trabaja en la hacienda de mis abue- (julio 1997).
Capítulo III
Recuperando una canción dos veces perdida:
Un análisis afrocéntrico de Tambores para una
canción perdida, de Jorge Velasco Mackenzie

La canción dos veces perdida a que mente durante cinco siglos de historia na-
me refiero en el título de este capítulo tie- cional. Conviene recordar que la mayoría
ne que ver con una novela que trató de de la gente “en la región caribeña, de he-
rescatar la historia del negro en el Ecuador cho, es de origen africano. La herencia cul-
y, en el proceso de leerse y de discutirse, tural africana constituye uno de los rasgos
también fue silenciada y marginada por definitorios de lo caribeño […]” (Smart,
una serie de circunstancias curiosas y con- Central American Writers of West Indian
trovertibles. De buenas a primeras, he de Origin, 12; traducción mía). Por otra par-
sugerir que tanto Tambores para una can- te, lo caribeño/africano en la Costa ecua-
ción perdida (1986) como el lugar que toriana ha superado toda configuración
ocupa la cultura afroecuatoriana en la his- fenotípica. A diferencia de otros estudios
toria nacional, constituyen un reto a cier- en los cuales se ha destacado lo afroecua-
tos conceptos tradicionales de una ecuato- toriano como la creación de un sector ne-
rianidad vista principalmente dentro de gro del país arraigado, sobre todo, en Es-
un contexto andino. meraldas, y que ha tenido que enfrentarse
Insistir en un mestizaje primordial- con otras culturas nacionales capaces de
mente blanco-indio, o conceptualizar lo blanquear y desvirtuar lo negro, yo pre-
andino en base a criterios exclusivamente tendo poner a un lado las dicotomías fe-
geográficos (i.e., las cordilleras), equivale a notípicas y partir, más bien, de una premi-
forjar esquemas nacionales en los que se sa afrocéntrica que resalta un proceso cul-
diluyen las complejidades de las culturas tural de africanización adaptada al con-
costeñas, por ejemplo, cuya afinidad con texto ecuatoriano, y sobre todo, al contex-
el Caribe es ampliamente sentida. Como to costeño del país. En efecto, “La negritud
es de suponer, al destacar lo caribeño co- es más que un hecho biológico; realmente,
mo componente vital de la Costa ecuato- es más que el color; funciona como un
riana, se está reconociendo la centralidad compromiso a un proyecto histórico que
de herencias y rastros africanos que han coloca de nuevo a la persona africana en el
sobrevivido consciente o inconsciente- centro…” (Asante 125; traducción mía).
62 / Michael Handelsman

Lo polémico de este enfoque cultu- Y aún más pertinente al presente


ral ya fue tratado por Herskovitz en su es- análisis es la afirmación del mismo Velas-
tudio clásico, The Myth of the Negro Past, co Mackenzie, narrador guayaquileño sin
donde él cuestionó todo intento de negar raíces aparentemente parecidas a las de
la supervivencia de lo africano en el Nue- Ortiz, quien ha señalado que su novela,
vo Mundo. Según puntualizó: Tambores para un canción perdida, “fue es-
crita en el taller desde la primera hasta la
Y ¿si el cálculo de africanismos no es co-
última letra…. Allí… le sacaron el aire al
rrecto? Y ¿si estas culturas [de Africa, de
negro Margarito, que fue—es—el perso-
donde los negros del Nuevo Mundo han
venido] les habían influido a sus transmi- naje central, y al otro negro, el Velasco
sores, y a los descendientes de sus trans- Mackenzie” (Calderón Chico, “Conversa-
misores, con demasiada profundidad pa- ciones con Jorge Velasco Mackenzie”).
ra no ser eliminadas más de lo que fueron Aunque la presencia africana no pa-
aquellas herencias culturales de various rezca tan patente en las provincias coste-
grupos de inmigrantes europeos? Es más. ñas ubicadas al sur de Esmeraldas como
¿Qué pasaría si se descubriera que la he- en el Caribe propiamente, vale recordar
rencia africana aborigen, en cierto modo, que hubo tres momentos claves en la his-
se les había transmitido a los blancos y, toria de la inmigración de los negros al
así, había convertido el contacto en un
Ecuador. Se ha señalado que los primeros
intercambio cultural—como lo fue en el
caso de otros grupos—en vez de una he- esclavos llegaron en 1553 debido a un
rencia de una gente inferior con hábitos naufragio; luego, los jesuitas del siglo XVII
de un grupo superior? (29-30; traducción llevaron al país esclavos para trabajar sus
mía)1 plantaciones de caña de azúcar en la sie-
rra; y en la época de Eloy Alfaro (a fines
Es precisamente esta noción de in- del siglo XIX y a comienzos del XX), llega-
tercambio de culturas la que parece surgir ron negros de Jamaica, principalmente,
al escuchar a Adalberto Ortiz, represen- para trabajar en la construcción del ferro-
tante por excelencia de lo afroecuatoriano, carril que iba a unir a Quito con Guaya-
quien ha comentado: quil. Más concretamente aún, se ha nota-
[…] yo soy mestizo, mi ancestro es negro. do que, para 1830, la mitad de la pobla-
Mi abuela era una señora que parecía ale- ción guayaquileña era negra (Townsend,
mana, tipo colorado, de ojos azules, pri- sin página), y para fines del siglo XVIII y
ma de los Vargas Torres, Concha Torres, y comienzos del XIX, se ha constatado que
por otro lado, ella era muy amante de to- en el Ecuador “Negros esclavos había do-
do esto y había sido asimilada por la cul- quier, principalmente en las grandes ha-
tura negra, por eso nos iba muy bien ciendas del Guayas, Los Ríos, Manabí….
cuando llegábamos a esos puntos de la
Como no tenían derecho eran explota-
geografía esmeraldeña…. (Calderón Chi-
co, Tres maestros, 106)
dos…; pero también comenzaron a tener
Lo afro y la plurinacionalidad: El caso ecuatoriano visto desde su literatura / 63

conciencia de su situación…. Ellos fueron Los descendientes zambos de estos negros


libres y a pesar de la vigilancia, surgían re- e indios llegaron a ser caciques y crearon
vueltas, fugas” (Loor Villaquirán 195- una importante sede de operaciones de la
196). De hecho, esta tradición de cimarro- costa del Pacífico llamada El Portete. Esta
fundación en particular se convirtió en
naje que se puede trazar desde la llegada
una especie de “faro” que atraía a otros es-
de los primeros esclavos negros al Ecuador clavos que decidieron fugar en vez de
en el siglo XVI, seguía alimentándose con aceptar una muerte en vida, separando el
el ejemplo de Ambrosio Mondongo en oro en gamella en los arroyos del sur de
1789 y Juan José Marques en 1805, “los Colombia. (116; traducción mía)
primeros caudillos de la rebelión de escla-
vos” (Piedad y Alfredo Costales 63-64). Con esta base historico-cultural de
Si bien es cierto que la historiogra- los africanos en el Ecuador, y recordando
fía sobre los negros en el Ecuador todavía a Herskovitz, vuelvo a insistir que ha habi-
se encuentra en un estado incipiente, es do suficientes oportunidades para que los
también cierto que ha habido suficientes negros costeños influyeran en la composi-
investigaciones serias para que el público ción mestiza del litoral. En vez de haber
haya comenzado a tomar más en serio la vivido un proceso paulatino de negación
presencia de lo afro (y sus correspondien- cultural frente a otros sectores dominan-
tes influencias) en la historia nacional. Es tes, los negros y sus descendientes de to-
así que mientras Juan García ha cuestio- dos los matices habidos y por haber han
nado la posibilidad de poner una fecha logrado africanizar ciertas vivencias cultu-
exacta a la llegada del primer negro al rales que distinguen al costeño ecuatoria-
no de su contraparte serrano. Por cierto,
Ecuador, él ha señalado que “Para 1540, es
no estoy insinuando que los costeños sean
seguro que grupos pequeños de cimarro-
africanos, pero sí estoy reconociendo un
nes vivían en la zona de Esmeraldas, tal
pasado vital que hace posible afirmar con
vez aisladamente o, tal vez, en contacto
Herskovitz que “No hay más evidencia
con los indios cayapas que habitaban la re-
teórica para una hipótesis de que no se ha
gión” (Collective Memory 7; traducción
conservado nada de sus ancestros africa-
mía). Por su parte, Leslie Rout, Jr. se ha re-
nos que de suponer que han seguido sien-
ferido a las migraciones de negros entre
do completamente africanos en cuanto a
Colombia y Ecuador:
su comportamiento” (145; traducción
Casi desde los tiempos en que los españo- mía). Por consiguiente, no parece una me-
les comenzaron a importar a africanos a ra casualidad que entre los ecuatorianos es
trabajar en las excavaciones de oro del Río solamente al pícaro y vivaracho costeño, y
del Cauca en Colombia, los negros han sobre todo al guayaquileño, a quienes se
logrado escapar; algunos buscaron refu- les identifica como monos. Aunque puede
gio entre los indios Manabí y Mantux de haber mucha especulación sobre su origen
la costa tropical del noroeste del Ecuador. en el Ecuador, “the signifying monkey”
64 / Michael Handelsman

aparece en todas las culturas afroamerica- mestizaje nacional que, hasta la fecha, só-
nas y se supone que está vinculado a la fi- lo ha esfumado la vigencia de ciertas tra-
gura del “Pan-African trickster, Esu-Eleg- diciones africanas venidas de Colombia,
bara” (Gates, The Signifying Monkey… Panamá, las Antillas y Africa. Es decir,
88), que en el Caribe, este “smartman… is aunque algunos quisieran tergiversar la
a pícaro trickster, the ultimate cimarrón discusión, insistiendo que lo afroecuato-
(maroon)” (Smart, Nicolás Guillén: Popu- riano ha sido plenamente reconocido e in-
lar Poet of the Caribbean, 95). Por todo es- corporado en lo nacional (y para compro-
to, se puede entender porqué Antonio barlo se señalaría a tales figuras eminentes
Preciado, importante poeta esmeraldeño, como Adalberto Ortiz, Nelson Estupiñán
ha afirmado que es inconcebible pensar en Bass y Antonio Preciado), la innovacion
la literatura afroecuatoriana como un de la novela de Velasco radica en su capa-
campo exclusivo de los negros (Kutzinski cidad de haber ayudado a reconsiderar el
34-35). lugar que ocupa lo africano en el conjun-
La observación de Preciado ha de to multiétnico del Ecuador.2 En cierto
leerse de dos maneras. Por un lado, el es- sentido, Tambores para una canción perdi-
critor negro debe sentirse plenamente li- da es lo que Iser clasificaría como “la reco-
bre y con plena autoridad para escribir so- dificación literaria de normas históricas y
bre cualquier tema. Por otro lado, no hace sociales [que] tiene una doble función:
falta ser de Esmeraldas para reconocer que permite que los participantes—o los lec-
el Ecuador es un país multiétnico en el tores contemporáneos [de la escritura]—
cual lo africano, de una manera u otra, vean lo que no pueden ver normalmente
pertenece a todos los ecuatorianos. Hay en el proceso común de la cotidianidad; y
que reconocer que hasta la cumbia es un permite que los observadores—las gene-
baile que combina armónicamente ele- raciones subsiguientes de lectores— cap-
mentos indios y africanos (Kutzinski 26). ten una realidad que nunca les había per-
No ha de ser extraño, entonces, que tenecido“ (74; traducción mía).
un escritor costeño haya reconstruido la Este proceso de recodificación, con
historia nacional a partir de las experien- su “doble función” que Iser ha planteado,
cias de un cimarrón negro y de diversos ayuda a comprender lo que, a primera vis-
referentes historico-míticos anclados en ta, parece ser una contradicción en la no-
tradiciones africanas, aunque remotas y vela. Por un lado, se escucha al protagonis-
lejanas. Con Tambores para una canción ta (Margarito, el cantador), quien reclama
perdida, Jorge Velasco Mackenzie ha roto, a Iris, un personaje enigmático que perte-
por una parte, aquellos esquemas tradi- nece simultáneamente al mundo terrestre
cionales que han relegado lo afroecuato- de los esclavos y al panteón de los dioses
riano a la provincia de Esmeraldas y, por africanos, advirtiéndole: “Deja ya de invo-
otra parte, él ha contrarrestado un falso car a Changó que está dormido en su ra-
Lo afro y la plurinacionalidad: El caso ecuatoriano visto desde su literatura / 65

ma, no es nuestro dios…” (23). Por otro había otorgado a Velasco, lamentó públi-
lado, sin embargo, se le aconseja al canta- camente haber participado en tal fallo.
dor que “antes de dar el primer paso para Al mismo tiempo, Tambores para
alejarte recuerda tus tradiciones…” (85). una canción perdida iba a hundirse directa
Es así que sale a flor de piel la tensión que o indirectamente en otra maraña de con-
Velasco resalta dentro de la experiencia troversias por haber sido el producto de
ecuatoriana al buscar un equilibrio entre un taller literario. Conceptos de creación y
la necesidad de conocer y aceptar su pasa- de originalidad artísticas se discutieron y,
do (“recuerda tus tradiciones”) y el descu- con todo lo que se había declarado respec-
brimiento de que este pasado ha asumido to al supuesto plagio, la suerte de esta no-
nuevos matices ya que Changó, propia- vela fue irreversiblemente echada—se
mente, es de otros. En lo que respecta a los perdió en el silencio y en el olvido.
lectores de Tambores para una canción En cuanto a las denuncias de un
perdida, Velasco parece estar desafiándolos plagio, no se debe olvidar que a veces la
a ser sensibles y receptivos frente a las distinción entre la originalidad y la copia
complejidades de la presencia negra en el es ambigua e incierta. No es tan fácil de-
Ecuador. De hecho, según él escribe: “Hay terminar cuáles son los temas y figuras
un río de aguas benditas que… los habi- poéticas que ya pertenecen a todo el mun-
tantes del valle de los Chillos lo adoran co- do y, por lo tanto, no requieren mención
mo a un oricha y lo llaman San Pedro, el especial. De hecho, Zora Neale Hurston ha
puntualizado que “lo que realmente que-
nombre blanco de Changó” (36).
remos decir con originalidad es, en efecto,
Curiosamente, esta obra de Velasco
revisión ejemplar, porque ‘originalidad es
que había ganado en 1985 El Premio Na-
la modificación de ideas.’ Con la modifica-
cional de Novela “Grupo de Guayaquil,” y
ción de ideas, Hurston quiere decir ‘rein-
que según un crítico, desde ahora en ade-
terpretación’” (Gates, The Signifying Mon-
lante, constituirá un punto de partida de key… 118; traducción mía). Es así que yo
cualquier “novela que dé cuenta del escla- creo que Velasco Mackenzie más bien op-
vismo, de los ritos africanos en el Ecua- tó por trabajar con una serie de tópicos de
dor” (Balseca 48-49), ha sido víctima de su diversas literaturas afroamericanas mien-
naturaleza iconoclasta y, por lo tanto, se la tras que buscaba un mundo poético que
ha malentendido. Huelga recordar que intencionadamente oscilaba entre la his-
poco después de una entusiasta recepción toria y el mito (Calderón Chico, “Conver-
inicial, Velasco fue acusado de haber pla- saciones con Jorge Velasco Mackenzie”).
giado a Laura Hidalgo, autora de Décimas Es precisamente este juego entre historia y
esmeraldeñas. Hubo una serie de denun- mito donde se patentiza la originalidad de
cias y réplicas, contrarréplicas y explica- Tambores para una canción perdida.
ciones; y hasta Alfredo Pareja Diezcanse- Los referentes históricos sitúan al
co, jurado del premio de novela que se le texto en el Ecuador. La llegada de los pri-
66 / Michael Handelsman

meros esclavos, la población llamada Pidi mericana, una diáspora que incluye al
que fue uno de los primeros sitios donde Ecuador. Huelga recordar que
los esclavos se establecieron, el Cristo Ne-
[…] la mayoría de los afroecuatorianos
gro de Daule, la presencia de Eloy Alfaro y
tienen su origen en las sociedades mine-
el incendio de Guayaquil son del saber co-
ras de Barbacoas, Iscuandé y Tumaco, que
mún nacional. A la vez, la apropiación por en la Colonia pertenecían a Popayán. Esto
Velasco de diversos orichas africanos, el lo confirma la toponimia de la región del
empleo de los tambores como medio de río Cayapas y Onzole (Esmeraldas), ratifi-
comunicación, las alusiones a un sacerdo- cando que las fronteras en este caso son
te defensor de los esclavos y el recurrir a arbitrarias y artificiales; pues dividen a
un cimarrón para establecer un eje nove- las comunidades de un mismo origen, sin
lesco insertan a la novela en una tradición tener en cuenta la unidad del pueblo ne-
panafroamericanista. Dentro de este pro- gro, descendientes de los africanos que
ceso de intertextualidad donde Tambores trabajaron en las haciendas y las minas
para una canción perdida recuerda a tales del Litoral Pacífico. (Jurado Noboa 19-
20)
obras como El reino de este mundo, Juyun-
go, Changó, el gran putas, Raíces y Biogra- Puesto que mucho queda todavía
fía de un cimarrón, no se descubre un in- por investigar y precisar en lo que respec-
tento de plagiar sino un esfuerzo por reco- ta a lo afroecuatoriano, especialmente si se
ger y (re)interpretar experiencias de una piensa más allá de Esmeraldas, Velasco
diáspora que millones de personas han Mackenzie ha fusionado mitos africanos
compartido en todo el continente. En este de diversos orígenes para, así, crear la mis-
sentido, se ha señalado que “modos de fi- ma ambigüedad y el mismo estado enig-
guración comunes resultan solamente mático que caracterizan gran parte de los
cuando los escritores se leen entre sí y se conocimientos actuales de lo afroecuato-
apropian de topos y tropos para revisar riano frente a lo nacional y, a la vez, frente
sus propios textos. Esta forma de revisión a la diáspora. De hecho, no se ha de olvi-
es un proceso de establecer bases de crea- dar que la canción que Velasco quería can-
ción y ha servido para generar curiosas lí- tar se había perdido. Por lo tanto, luego de
neas formales de continuidad entre los partir de datos concretos sobre el negro en
textos que en su conjunto componen el el país, él se sirvió de la imprecisión de los
texto común de la negritud…” (Gates, The orígenes y de las fuentes de diversas leyen-
Signifying Monkey… 128-29; traducción das y tradiciones para sugerir nuevas posi-
mía). bilidades de lectura y de comprehensión.
Sin duda alguna, esta última refe- Al respecto, Iser ha comentado:
rencia a “una continuidad entre los tex-
tos… de la negritud” es una constatación He aquí la relación singular entre el texto
más de la vitalidad de la diáspora afroa- literario y la “realidad,” a manera de siste-
Lo afro y la plurinacionalidad: El caso ecuatoriano visto desde su literatura / 67

mas de pensamiento o modelos de reali- ahí están tu historia y la mía, haciéndose


dad. El texto no los copia, ni tampoco se nudos, amarrándose fuertemente para
desvía de ellos […]. En cambio, represen- que nadie pueda desatarlas, dejarlas libres
ta una reacción a los sistemas de pensa- para que alguien las repita, vuelva a enre-
miento que ha escogido y que ha incorpo- darlas contando otras historias, más in-
rado para su propio repertorio. Esta reac- trincadas todavía, ocultando siempre el
ción es impulsada por la habilidad limita- principio que es en realidad donde está el
da del sistema de hacer frente a la diversi- final. (73)
dad de la realidad y, por consiguiente, po-
ne al descubierto sus deficiencias. El re- No hay duda de que esta novela de
sultado de esta operación es el reordena- Velasco Mackenzie es también un nudo de
miento y, en efecto, la rejerarquización de palabras que se niega a desenredarse por
los patrones existentes de los significados. completo. Y, por consiguiente, cada lectu-
(72; traducción mía) ra revela una nueva sorpresa, una nueva
Por lo tanto, la fragmentación, los verdad, que recuerda al lector que la histo-
múltiples narradores y la confusión entre ria del Ecuador es también múltiple, frag-
historia y ficción, obligan al lector de mentada y caótica. En el mismo sentido
Tambores para una canción perdida a po- de la novela—o de ese nudo de palabras—
ner orden a un mundo aparentemente , la historia nacional contiene todos los
caótico. Pero, curiosamente, se descubre componentes necesarios para que se los
que todo intento de establecer dicho or- descubra eternamente. Al final de Tambo-
den termina resaltando la arbitrariedad de res para una canción perdida se advierte
las interpretaciones y, a la vez, los vacíos que “la canción nunca estuvo perdida, la
de la historia nacional que se esperan lle- tienes frente a ti, hecha el hombre que ves,
nar. La fuga de Margarito, el cimarrón ne- cuenta su historia ya que no puedes can-
gro de la novela que busca la libertad y la tarla, ni saber lo que dicen tocando los
verdad, se convierte en la experiencia del tambores que hablan lengua” (157).
lector que comprende que no puede haber De acuerdo con mis lecturas de
la verdad sin libertad, ni libertad sin la Tambores para una canción perdida, uno
verdad. Por eso, en la novela se lee: de los mensajes fundamentales de Velasco
Mackenzie está claro. Lo que se necesita
Vivimos en… medio de un nudo de pala-
saber está ahí, frente a todos, pero siempre
bras que ocultan el principio, como en un
ovillo al que hay que buscarle la punta;
inalcanzable. En vez de postrarse en un es-
desenredas desenredas sin encontrarla, tado de frustración, sin embargo, la ambi-
sin hallar el punto donde todo se ha ini- güedad bien entendida sirve como catali-
ciado para después irse enredando, tejien- zador de un constante cuestionamiento,
do la maraña de sucesos que son las ver- de una constante acción. Por eso, Iser ha
dades, marañas sobre las palabras, torpes argumentado: “Si el lector y el texto litera-
palabras que a veces no dicen nada cierto; rio son compañeros en un proceso de co-
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municación, y si lo que se comunica va a bladas por los otros dioses en sus respecti-
tener algún valor, nuestra principal preo- vos dominios…’” (Gates, The Signifying
cupación no será sobre el significado de Monkey… 23-4; traducción mía). De mo-
ese texto… sino sobre su efecto. He aquí la do que en Tambores para una canción per-
función de la literatura…” (54). dida, Velasco Mackenzie escucha la músi-
¿Cuál es el efecto, entonces, de Tam- ca lejana del “Tan Tan” (expresión de
bores para una canción perdida? Obliga al Adalberto Ortiz) y, al interpretarla, él crea
lector a revalorar el papel medular que ha una canción que es a la vez antigua y nue-
jugado, y que sigue jugando, una herencia va, de tiempos y tonalidades distantes y
africana de muy diversos matices que vin- cercanos, desconocida y conocida, perdida
cula al Ecuador y, sobre todo, a la Costa o silenciada inconsciente o consciente-
ecuatoriana, a un circuito cultural pana- mente. En fin, esta canción de Velasco
fricanista que a su vez incorpora, de una Mackenzie rescata unos acordes que no
manera u otra, a toda América. En el caso han de faltar si se espera aprehender ple-
concreto del Ecuador, al plantear la cen- namente aquel coro de diversas voces y
tralidad de lo africano en el conjunto mul- culturas que es el Ecuador.
tiétnico y plurinacional del país, Velasco
supera una tradición reduccionista fenotí- Notas
pica para, así, insistir que raza y etnia se 1 El texto original es así: “But what if the estima-
caracterizan según sus contenidos cultu- te of Africanisms is not correct? What if these
rales y la medida en que uno se identifica cultures [of Africa from which the New World
Negroes were derived] impressed themselves
con ellos. El “negro Velasco”— para em- on their carriers, and the descendants of their
plear sus propias palabras ya citadas—no carriers, too deeply to be eradicated any more
es negro por el color de la piel sino por te- than were the cultural endowments of the va-
ner raíces en Jamaica, por tener como su- rious groups of European immigrants? More
ya la música salsa, por saber orgullosa- than this, what if the aboriginal African en-
dowment were found, in certain respects, even
mente que como, “mono guayaquileño,” él to have been transmitted to the whites, thus
lleva muy adentro la tradición del oricha making the result of contact an exchange of
africano, Elegba, aquel dios pícaro cuya culture—as it was in the case of other groups-
relación con el destino “está inscrita en su —rather than the endowment of an inferior
people with habits of a superior group?”
papel como la fuerza orientadora de la in-
2 Si se toma en cuenta el capítulo anterior sobre
terpretación misma” (Gates, The Signif-
los escritores del Grupo de Guayaquil, se ven
ying Monkey… 23; traducción mía). Es claramente algunos de los vínculos entre Velas-
decir, “‘A Elegba le designaron el rol de co y ellos (especialmente, Cuadra y Gil Gil-
lingüista entre los reinos de dioses y dio- bert). En efecto, la originalidad de la novela de
ses, y de dioses y hombres. Entonces, ade- Velasco no viene del tema tratado, sino de la
más de saber la ‘lengua’ de Mawa-Lisa, le manera “abierta” y multifacética de haberlo
hicieron entender todas las ‘lenguas’ ha- presentado.
Capítulo IV
Lo afro, la costa y la plurinacionalidad
del Ecuador: Un tríptico visto a partir de
Viajando por pueblos costeños, de Jorge Martillo

“¿Híbrido o nuevo hombre? ¿Soy real- a la “barbarie” que a la “civilización.” Los


mente un traidor a mi raza? ¿Un zambo estudiosos sobre lo afrolatinoamericano
escurridizo? ¿Un mulato entreguista? O que han definido el mestizaje como un
sencillamente un mestizo americano que proceso de “blanqueamiento” ya son le-
busca defender la identidad de sus sangres gión. Negar las herencias africanas en
oprimidas.” (Manuel Zapata Olivella, Le-
nombre de la unidad nacional se ha con-
vántate mulato)
vertido en una política de manipulación y
La relación entre lo afro, la Costa y distorsión programada para construir una
la plurinacionalidad del Ecuador tiene re- nacionalidad “eficaz” que desgraciada-
sonancia en el epígrafe de arriba donde se mente tiene su base en una homogeneidad
resalta gran parte de la polémica sobre las mítica destinada a producir sistemas in-
identidades heterogéneas y la búsqueda de justos debido a su racismo inherente. Por
una unidad nacional capaz de reconciliar- eso, Zapata Olivella se pregunta hasta qué
se con dicha diversidad. Aunque mi inte- punto le es posible a uno aceptar su con-
rés aquí apunta primordialmente hacia la dición de “mestizo americano” sin perder
situación en el Ecuador, parto de una re- de vista (es decir, “defender” y “celebrar” a
flexión hecha por un escritor colombiano la vez) sus diversos componentes étnicos.
para constatar que el tema que se elabora-
A propósito de Viajando por pueblos
rá a continuación trasciende fronteras y,
costeños de Jorge Martillo Monserrate:
sobre todo, constituye un desafío concep-
Una hipótesis
tual en los países andinos cuya tradición
indomestiza ha opacado a menudo sus vi- Esta pequeña introducción sirve pa-
vencias de origen africano. De hecho, Za- ra matizar importantes aspectos del deba-
pata Olivella pone en tela de juicio el con- te sobre el plurinacionalismo en el Ecua-
cepto mismo del mestizaje latinoamerica- dor. He de señalar que el enfoque princi-
no ya que éste tiende a eliminar del esque- pal, tanto de los que han defendido el ca-
ma nacional aquellas tradiciones étnicas rácter mestizo del Ecuador (sin dejar de
que han sido consideradas más próximas insistir en una supuesta superioridad his-
70 / Michael Handelsman

pánica, claro está) como de los que han toriano no es un fenómeno nuevo. Leslie
destacado el carácter plurinacional del B. Rout, Jr. ya ha observado, por ejemplo:
Ecuador, se ha anclado en los sectores in-
Entre 1954 y 1958 se realizaron veinticin-
dígenas del país. Por una parte, ha sido
co estudios y programas de ayuda en el
“común en la interpretación de la realidad
Ecuador para mejorar la condición so-
nacional, la concepción del Estado Ecua- cioeconómica de la población india. Co-
toriano integrado por una sola cultura na- mo contraste, no se creó ningún progra-
cional, la cultura nacional, que se origina ma para ayudar al afroecuatoriano. Como
en la nacionalidad mestiza hispano ha- en Perú, la condición de la población in-
blante y con manifestaciones de culturas dia es el problema más saliente, y así es
periféricas indígenas aborígenes que se es- que la minoría afroecuatoriana es senci-
tructuran en torno a ésta“ (Coba 19). Por llamente ignorada. Pero, a diferencia de la
otra parte, mientras que “investigaciones situación en Perú, personas de origen
recientes… han permitido llegar a la con- africano son la mayoría, por lo menos en
clusión y/o comprobación… que el Ecua- una provincia, y una minoría numerosa
en otras tres…. (235; traducción mía)
dor es un estado Multinacional y Hetero-
géneo” (Coba 19), se ha puntualizado que No ofrezco esta acotación con el
la presencia de nacionalidades diversas no afán de minimizar las injusticias sufridas
significa que aquí en el Ecuador hay va- por los indígenas del Ecuador, ni tampoco
rias Naciones o mucho menos varios Es- deseo debilitar posibles proyectos de soli-
tados; sino buscar la afirmación de los di- daridad que puedan surgir entre diversos
versos pueblos que constituyen el país grupos de gentes oprimidas del país. Sin
buscando normas de respeto a sus parti- embargo, hace falta seguir insistiendo en
cularidades, lo cual más bien consolida la la amplitud de la cuestión plurinacional
unidad. Vale decir, por fin, que el propio ya que el Ecuador, país andino, traspasa
contenido del término que define a las geográfica, económica, política y cultural-
nacionalidades indígenas se irá enrique- mente las cordilleras. Norman E. Whitten,
ciendo conforme éstas encuentren formas
Jr. logra resumir claramente algunas de las
autónomas de desarrollo. (Ayala, de la
Cruz, et al., 39)
contradicciones inherentes a muchos in-
tentos por definir “lo ecuatoriano.”
Aunque la intención del discurso
La gente étnicamente “no-nacional,” espe-
sobre la heterogeneidad nacional (patente
cialmente la población afro-hispánica de
en esta última cita) busca una apertura la zona tropical del noroeste de la costa
hacia una participación más democrática del Ecuador y del sur de Colombia, y las
en el país, huelga reconocer ciertas limita- poblaciones indígenas del Ecuador ama-
ciones en su concepción, por lo menos, en zónico, son generalmente excluidos de
lo que se refiere a los ecuatorianos de ori- una participación directa en la planifica-
gen africano. La exclusión de lo afroecua- ción de cambios en su habitat. El esfuerzo
Lo afro y la plurinacionalidad: El caso ecuatoriano visto desde su literatura / 71

en el Ecuador por nacionalizarse, con su nal concentrado casi exclusivamente en


centralización de contrapunto entre Qui- los Andes y el “blanqueamiento” como un
to y Guayaquil, parecido al de naciones proceso de etnocidio. Pero a diferencia de
hermanas que luchan en plena dependen- Whitten y a otros investigadores que han
cia euro-americana, a menudo proclama escrito sobre lo afroecuatoriano, el mesti-
una ideología de homogeneización étni-
zaje y la identidad nacional, yo quisiera
ca. El producto de la homogeneización se
ampliar más el concepto de lo afroecuato-
llama, a veces, el hombre ecuatoriano, pe-
ro se contradice esta promesa de “inclu- riano. Es decir, mi análisis no se detiene en
sión” como “el hombre ecuatoriano” con Esmeraldas, provincia afroecuatoriana
una insistencia en la supremacía blanca. por excelencia, ni se dirige primordial-
El proceso práctico de excluir a los que mente a aquellos grupos fenotípicos que
son considerados no mezclados es llevado todo el mundo sigue considerando negros
a cabo por la gente misma que sostiene y al margen (geográfica y culturalmente)
una ideología de inclusión basada en la de la sociedad mayoritaria del Ecuador.
mezcla racial, el mestizaje, y la contradic- Dicho de una manera más concreta, pre-
ción que resulta les es obvia tanto a los tendo destacar lo afro como una fuente
ecuatorianos étnicamente identificables medular en la construcción de una cultu-
como costeños negros y serranos negros ra costeña que a su vez pone en tela de jui-
como a la gente indígena del Ecuador. cio el concepto mismo que tradicional-
Además, las propuestas superficialmente
mente se ha empleado para definir al
inclusivas de la ideología del mestizaje se
minan, aún más, mediante una cláusula
Ecuador como país andino.
tácitamente calificativa que aumenta el Al comentar Tambores para una
precio de admisión de una mera “mezcla canción perdida de Jorge Velasco Macken-
fenotípica” al blanqueamiento cultural zie, aludí al lugar que lo afro ocupa en la
(“blanqueamiento,” en términos de ha- historia nacional, por lo menos según la
cerse más urbano, más cristiano, más civi- perspectiva de un escritor costeño. Mi in-
lizado; menos rural, menos negro, menos terés en la relación que existe entre lo afro
indio). Esto complica la contradicción
por generar contínuamente disensión y
y la Costa coincide con el trabajo afrocén-
dissensus internos dentro de “categorías trico que otros investigadores están reali-
mixtas.” (Cultural Transformations and zando en tales países vecinos como Co-
Ethnicity in Modern Ecuador 15; traduc- lombia, Perú y Venezuela. En su estudio,
ción mía) Blackness and Race Mixture: The Dynamics
of Racial Identity in Colombia, Peter Wade
Me he permitido reproducir in ex-
tenso estas observaciones de Whitten por- pone de manifiesto un enfoque parecido
que en ellas se vislumbran algunas de las al mío en lo que respecta al Ecuador: “Mi
ideas que se desarrollarán a continuación, propósito no es trazar retenciones africa-
a saber, la ubicuidad de lo afro en el Ecua- nas, sino destacar cómo la cultura negra se
dor, la superación de un concepto nacio- ha manifestado tan claramente en la Cos-
72 / Michael Handelsman

ta. Los negros desarrollaron una tradición ños como constitutivos del vivir costeño
de resistencia que creció junto a, y luego, del Ecuador es aceptar tácitamente, por lo
se unió a la resistencia de indios y mesti- menos, que la Costa ecuatoriana en no
zos pobres” (91; traducción mía). En el poca medida es una extensión vital de lo
campo de la crítica literaria propiamente, afrolatinoamericano.
Marvin Lewis también ha empleado un Esta identificación con lo afro en la
instrumento afrocéntrico de análisis para Costa sale a flor de piel en Viajando por
así establecer aquel equilibrio tan patente pueblos costeños (1991) del poeta y cronis-
en las palabras de Zapata Olivella que apa- ta guayaquileño, Jorge Martillo Monserra-
recen en el epígrafe de este capítulo. Según te. No interesa aquí si Martillo es o no es
Lewis, en cuanto a los escritores que él ha negro, mulato, mestizo, trigueño o cual-
analizado, su propósito no ha sido el de quier otro calificativo racial. Lo destaca-
negar “su ancestro colombiano o su nacio- ble, más bien, es el reconocimiento que
hace un escritor costeño sobre la impor-
nalismo cultural, sino el de señalar lo po-
tancia cultural de lo afro y cómo lo ha in-
sitivo de las influencias de su herencia
ternalizado, demostrando la medida en
africana en sus estrategias literarias. En la
que lo afro ha trascendido la provincia de
mayoría de los casos, no se ha tomado en
Esmeraldas.
cuenta este último aspecto, en parte por-
Además de poeta, Martillo se ha dis-
que estos escritores no escriben exclusiva-
tinguido como uno de los intérpretes más
mente sobre la experiencia negra en Co- agudos de la cultura popular de Guaya-
lombia” (Treading the Ebony Path: Ideo- quil. Sus crónicas publicadas principal-
logy and Violence in Contemporary Afro- mente en El Universo de Guayaquil reve-
Colombian Prose Fiction 1; traducción lan un profundo cariño, respeto y enten-
mía). dimiento de aquellas gentes a quienes la
Por lo tanto, si los análisis acerca de sociedad oficial ha relegado a los márge-
lo afroecuatoriano siguen reduciéndose a nes—socioeconómicos, sociopolíticos, so-
una sola provincia o a un solo fenotipo, se cioculturales—de la gran urbe guayaqui-
producirá inevitablemente una deslegiti- leña. En efecto, Martillo tiene la capacidad
mización de lo afro en el esquema nacio- de descubrir y de apreciar la vitalidad y la
nal.1 Además, al insistir en definir lo afro creatividad de aquellas gentes a quienes
solamente en términos fenotípicos, se co- los detentadores del poder preferirían bo-
rre el peligro de desvirtuar importantes rrar de la vista cuando no de la memoria.
vivencias de la Costa ecuatoriana. De he- Por estar Martillo más cerca al Calibán de
cho, hay que recordar que no ha sido raro Fernández Retamar que al Ariel de Rodó,
que la Costa del Ecuador haya sido descri- no extraña que la Costa que se vislumbra
ta según sus diversos rasgos supuestamen- en las páginas de Viajando por pueblos cos-
te caribeños. Reconocer elementos caribe- teños no pertenezca a las imágenes predi-
Lo afro y la plurinacionalidad: El caso ecuatoriano visto desde su literatura / 73

lectas del turismo burocrático y oficial de asumir que la selección del orden de ma-
algún Ministerio más interesado en atraer teriales y la presentación de los mismos
a clientes que en conocer cabalmente lo están de acuerdo con la geografía—es de-
que no aparece en sus folletos y panfletos. cir, que son desarrollados siguiendo sim-
La Costa de Martillo es la que se vive todos plemente los caminos que se toman desde
los días con sencillez, modestia y constan- el norte hacia el sur del litoral, es también
cia frente a las penurias y dificultades que posible entrever una intencionalidad más
el turismo oficial insiste en encubrir. Esta de fondo. De hecho, Martillo escribe: “El
aclaración es de suma importancia puesto bus devora distancia, acercándonos a
que ayuda a explicar por qué la Costa de nuestros orígenes” (33). Esta idea de retor-
Martillo vibra con todo su carácter caribe- no aparece en varios momentos dentro de
ño, con toda su vitalidad afroecuatoriana. las reflexiones que el autor hace acerca de
Mientras que otros intérpretes carecen de Esmeraldas. No es difícil captar las afini-
la sensibilidad o la voluntad necesaria pa- dades profundas que Martillo, observador
ra ir más allá de conceptos trillados y par- guayaquileño, siente por esa provincia de-
ciales, Martillo se acerca espontáneamente finitoria. Sin un afán de estereotipar o de
y con entusiasmo a esas verdades que son folklorizar a los esmeraldeños, convirtién-
visibles a los que realmente desean cono- dolos en unos “buenos salvajes” congela-
cerlas. dos en un tiempo histórico inexistente,
Lo primero que llama la atención al Martillo pone de relieve un mundo en
leer Viajando por pueblos costeños es la constante evolución que corre el peligro
prevalencia de Esmeraldas y Guayaquil. de perder sus vivencias originarias mien-
En cierta manera estos dos centros consti- tras continúa marchando dentro de una
tuyen el meollo conceptual e interpretati- modernidad de exclusión y omisión. Las
vo del litoral ecuatoriano según la visión crónicas sobre Esmeraldas de este libro in-
de Martillo. Por su tamaño e importancia cluyen información histórica (la funda-
política y económica, es lógico que gran ción de la provincia), antropológica (las
parte de toda interpretación de la Costa costumbres), económica (la pobreza, so-
encuentre en Guayaquil, el puerto máxi- bre todo) y política (las relaciones con un
mo del país, una especie de microcosmos gobierno centralista y distante). Conse-
costeño. En lo que respecta a Esmeraldas y cuente con su identificación con los secto-
la manera como Martillo la trata al co- res populares del país, Martillo deja que
mentar su recorrido por la Costa ecuato- los mismos esmeraldeños hablen de sus
riana, el lector atento comienza a intuir tradiciones y analicen su propio entorno.
asociaciones sorprendentes entre lo afro y Es dentro de este ambiente de diálogo
lo nacional por un lado, y estas dos zonas donde se descubre que junto a un interés
por otro. por conocer e informar, la verdadera
Martillo inicia su texto mientras atracción que Esmeraldas tiene sobre
viaja hacia Esmeraldas. Si bien se podría Martillo radica en su larga historia de re-
74 / Michael Handelsman

sistencia y de creación. Por eso él escribe: de que Martillo ha logrado trascender las
“Hacia aquellas tierras, donde no se acep- señales superficiales y puramente decora-
taba la servidumbre, fueron a parar otros tivas que tradicionalmente han reducido
cimarrones que huían de mercaderes lo afro en el Ecuador a una cuestión de
blancos. Arribaban desde tierras norteñas exotismos y aberraciones raciales. Con un
de la actual Colombia, incrementando buen oído, Martillo ha escuchado a la gen-
una población que se orgullecía (sic) de te; con los ojos bien abiertos, él la ha ob-
sus libres orígenes” (34). servado. Según le habían explicado en Es-
De manera que, para Martillo, en el meraldas, hacia el norte de la provincia,
esquema nacional Esmeraldas juega un ”’aún los viejos tocan la marimba y glosan
papel que va más allá de la cuestión estric- de lo bello, pero poco a poco van murien-
tamente racial. Todo ecuatoriano puede do, llevándose todo a la tumba. Hay que
encontrar en la provincia esmeraldeña un rescatar nuestra memoria, hay que resca-
espíritu rebelde que pertenece a todo el tar y reproducir nuestras raíces. Si no lue-
país. Esta amplitud de criterios en cuanto go qué seremos: un pueblo sin cultura’”
a la evaluación del afroesmeraldeño den- (42). Dentro de la concepción que Marti-
tro de la construcción nacional se vislum- llo tiene de lo afro en el Ecuador, esta ad-
bra aún más cuando Martillo puntualiza: vertencia constituye una voz de alerta pa-
“Al llegar los tiempos de la lucha indepen- ra todos los ecuatorianos. Es decir, la ex-
dentista, los negros y mulatos engrosaron periencia de los afroesmeraldeños—el pe-
tropas combatientes…. De negros y mula- ligro de perder la memoria, por ejemplo-
tos procede una rica poesía popular, can- —les pertenece a todos aunque sea de ma-
tos y bailes folclóricos que caracterizan la neras diversas.
vida cultural de Esmeraldas, que se han ex- De modo que el viaje de Martillo a
tendido por todo el país” (34; lo subrayado Esmeraldas lo ha llevado a lo suyo. En el
es mío). La clave aquí es la noción mani- momento de establecer una identificación
fiesta de una presencia ubicua de lo afro con lo afroesmeraldeño, lo cual ha permi-
en el Ecuador que en no poca medida sa- tido que la negritud no ofusque la nacio-
ca lo afro de los márgenes de lo nacional. nalidad ecuatoriana y que ésta no niegue
Ya no se trata de curiosidades culturales o lo afro de la provincia, se vuelve con Mar-
accidentes históricos. Lo afroecuatoriano tillo a Guayaquil—al Guayaquil de los
se convierte en uno de los baluartes de la Guasmos (los barrios marginados de la
nacionalidad ecuatoriana. ciudad), naturalmente—donde ya libres
Es así que Martillo ha afirmado: del peso de la tradición oficial aburguesa-
“Hemos llegado, no tras piedras preciosas da se siente vibrar lo afro como si se estu-
que se encontraban en estos ríos verdosos viera todavía en Esmeraldas. Escribe Mar-
y que hacían delirar a españoles. Hemos tillo:
llegado a nuestros orígenes” (35). Implíci- El Viejito ha descubierto que en cierto lo-
ta en esta última observación está la idea
Lo afro y la plurinacionalidad: El caso ecuatoriano visto desde su literatura / 75

cal la rumba está que arde…. El dueño del antítesis o negación de parecidas y diver-
bar debe ser esmeraldeño por el son mon- sas historias de los Andes, sino como su
tuno que bailan negros y mulatos. Muje- complemento. Viajando por pueblos coste-
res bellas marcan el paso, espuma de cer- ños coloca a Esmeraldas en el centro mis-
veza que adorna las mesas, pomos hela-
mo del vivir y sentir costeños. Para Marti-
dos, vasos repletos del amarillo bielero. El
volumen alto: “Llegó el sonero del amo- llo, viajero guayaquileño, no hay duda so-
r/esto que les traigo, sí tiene sabor./Esto bre sus orígenes. En toda esa panoplia cul-
que les traigo, sí tiene sabor./Soy un sone- tural que constituye la Costa ecuatoriana,
ro que canta a las mujeres bonitas.” (190) la presencia afro sigue vibrando enérgica-
mente. Sin Esmeraldas, el Guayaquil que
Con Martillo, se intuye que Guaya- Martillo siente con tanta pasión sería otra
quil y Esmeraldas no son tan distintas ni ciudad, sería una ciudad menos caribeña,
están tan distantes la una de la otra. Uno menos costeña, menos ecuatoriana.
comprende que se trata de la Costa: “Dan-
te coquetea con una sirena chola…. La sal- Lo afroecuatoriano más allá de Esme-
sa salpica notas y sones. El Viejito pide raldas
otra porque en repetir está el contento. En
la Playita de Miami del Guasmo se hace la Puesto que la presencia de lo afro en
la historia del Ecuador ha sido sometida a
noche, pero no importa. ¡Salud!” (190-
un proceso de blanqueamiento y de mar-
91).
ginalización, no se acostumbra tratar con
Con la ayuda de su sensibilidad
la necesaria amplitud de criterios el tema
poética y su afán por participar plena-
de Africa con sus múltiples matices que
mente en el mundo complejo de las mayo-
aparecen a lo largo y a lo ancho de toda
rías de su ciudad, de su región y de su país,
América. Por eso, la apropiación y la asi-
en su recorrido por la Costa, y en especial milación culturales que hace Martillo de
por Esmeraldas y Guayaquil, Martillo re- lo afroecuatoriano corren el riesgo de no
vela una cultura que en no poca medida valorarse plenamente. Ante un escepticis-
responde a un mismo sistema de movi- mo tradicional (por no decir una nega-
mientos, sonidos e imágenes. La flauta an- ción) de la importancia de lo afro en el
dina queda muy lejos de estas tierras en las país, vale recordar una vez más que el
que hablan primordialmente la marimba, componente afro de la nacionalidad ac-
la guasá y el cununo. En este sentido, Mar- tual del Ecuador llegó a la costa ecuatoria-
tillo ve en Esmeraldas mucho más que un na en el siglo XVI y no ha dejado de evo-
mundo aisladamente afro cuya identidad lucionar desde entonces. Es decir, aunque
se debe principalmente al color de piel de la cultura afroecuatoriana no se ha carac-
la gente. Esmeraldas es donde nació la terizado por los mismos vínculos patentes
Costa, es donde toda una historia de lu- con Africa que han estado y que están to-
chas por la libertad y la justicia se descu- davía omnipresentes en Brasil, Cuba y
brió y creó su propia expresión, no como Haití, por ejemplo, no se ha de descartar
76 / Michael Handelsman

sin más ni más la herencia cultural de lo cional, especialmente durante el siglo


africano en el Ecuador. Nelson Estupiñán XIX. Según ha puntualizado,
Bass ha señalado que “La marimba, trans-
plantada de Africa, vino en el bagaje espi- en 1835 los colombianos comenzaron a
vender calladamente sus “piezas de éba-
ritual del negro, junto a sus dioses, sus
no” que ya no querían a clientes perua-
danzas, sus canciones, sus panoplias”
nos, y Ecuador se convirtió en una esta-
(Desde un balcón volado 55). El poeta An- ción de abastecimiento y en un centro de
tonio Preciado también reconoce la vitali- reembarque para tal comercio. La presión
dad de algunas herencias africanas en el británica instó a Juan José Flores a firmar
Ecuador. A pesar de muchos de los obstá- un tratado contra la esclavitud en 1841,
culos que siguen negando su existencia, pero el congreso nacional tardó cinco
Preciado ha observado en una entrevista años en ratificar el acuerdo; cualquier
con el mismo Jorge Martillo Monserrate: efecto que las restricciones hubieran teni-
do en la trata de esclavos fue ceremonial.
Si te refieres a la ascendencia africana, eso (228; traducción mía)
se pierde de vista. Los negros ecuatoria-
nos, y hablo particularmente de los esme- Rout también se ha referido a la
raldeños, no hemos podido rastrear estos época de José María Urbina de mediados
antecedentes. Dudo que en otros lugares del siglo XIX (1851-1856): “Al haber to-
del país, como en el Chota o en Loja, se mado el poder en 1851, Urbino (sic) se
haya logrado. Tenemos noticias muy re- encontró sin suficientes tropas, un requi-
motas y casi perdidas de estos anteceden-
sito si él esperaba retener el control sobre
tes pero no muy ciertas. Estudios real-
mente serios no se han realizado, y duele
su país combatido. Urbino (sic) no sólo
porque conozco pueblos negros que man- comenzó a reclutar a ex-esclavos para su
tienen viva su lengua y elementos africa- ejército, sino que estableció una fuerza es-
nos en su vida diaria. Lo que he recibido, pecial de negros, el batallón Taura, que
por mis abuelos y mis padres, son usos y ganó una reputación nefasta por realizar
costumbres, como la medicina de la yer- ataques de terror contra los enemigos del
ba, que era a la que se recurría. Cuando poder” (230; traducción mía). Finalmen-
era muchacho yo tomaba esas abluciones. te, Rout constata que el Ecuador ”ha sido
Todo ese mundo mágico al que yo respe- una de las pocas naciones latinoamerica-
to, que va dentro de mí y del que nunca he nas que había permitido la inmigarción de
podido ni querido sacudirme y al que le negros libres…. La insistencia británica y
tengo una sincera reverencia. (“El poeta la necesidad de una mano de obra barata
les muestra sus raíces” 11) para la construcción del ferrocarril y las
Por su parte, el investigador Leslie minas de oro produjeron un cambio par-
Rout, Jr., ha identificado un proceso pau- cial de política, y por lo menos, 4.000 tra-
latino y constante en que gente de origen bajadores jamaiquinos eventualmente se
negro ha participado en la formación na- radicaron en el país” (230-31; traducción
mía).2
Lo afro y la plurinacionalidad: El caso ecuatoriano visto desde su literatura / 77

De los comentarios citados de Estu- lectura de Viajando por pueblos costeños.


piñán Bass, Preciado y Rout, se puede des- La novedad del texto de Martillo radica en
prender que la exclusión del negro como el hecho de sugerir que lo afro ha dejado
componente integral de la nacionalidad de caracterizarse como una alteridad ab-
ecuatoriana se debe más al desconoci- soluta. Este encuentro de culturas y viven-
miento de él (sea esto consciente o incons- cias diversas fundamentado en la toleran-
ciente por parte de las mayorías de la so- cia, el respeto y la aceptación implica im-
ciedad) que a su supuesta ausencia. Cuan- portantes modificaciones a ciertas mane-
do Preciado lamenta la falta de “estudios ras tradicionales de definir lo que consti-
realmente serios” sobre lo africano en el tuye lo afro tanto en el Ecuador como en
Ecuador, se entiende que existe algo que el resto de las Américas. Bastante sugeren-
investigar y resaltar. Sin duda alguna, el te es la observación de Zapata Olivella:
caso ecuatoriano refleja lo que sucede en “América se negreó con los africanos, no
muchos países donde la valoración de lo por su piel negra, sino por su rebeldía, sus
afro se ha estancado a través de los siglos
luchas antiesclavistas, su unión con el in-
en un sinnúmero de imprecisiones y dis-
dio para combatir al opresor, por sus tam-
torsiones. Es así que Winthrop Wright ha
bores, por su músculo, por su inquebran-
señalado que pese a la condición híbrida
table optimismo de pueblo vencedor”
de Venezuela que incluye lo europeo, lo
(330).
indígena y lo afro, ha sido solamente des-
de apróximadamente la Segunda Guerra Por consiguiente, hay que insistir en
Mundial que las élites blancas venezolanas la necesidad de no reducir lo afro a algún
han comenzado a reconocer abiertamente color llamado negro ya que tales distincio-
“la parte negra de su ancestro” (8-9). De nes siempre han sido arbitrarias y peligro-
modo que, sólo al superar conceptos bio- samente ambiguas. Peter Wade ha pun-
logistas/racistas ha sido posible empezar a tualizado al respecto que “‘lo negro’ no es
aprehender con toda su complejidad el lu- una categoría patente, sino que se presta a
gar que ocupa lo afro dentro de la identi- la negociación y a la manipulación….
dad nacional de Venezuela y a darse cuen- Aunque está claro que señales físicas jue-
ta de que “La música, la vestimenta, la len- gan un papel para ‘fijar’ la identidad, es
gua, la comida, las herramientas, los cultos imprescindible reconocer que estas seña-
religiosos, el folklore y las instituciones les físicas están de por sí construidas his-
políticas y económicas de los venezolanos tóricamente” (343; traducción mía)). A su
se caracterizan por las contribuciones de vez, Crawford Young ha destacado la mis-
los tres grupos raciales” (Wright 8-9; tra- ma subjetividad y fluidez de conceptos al
ducción mía; lo subrayado es mío). estudiar la etnicidad como un fenómeno
Encontrar y afirmar el lugar justo de esencialmente subjetivo: “la definición de
lo afro en los esquemas nacionales han si- atributos comunes de etnicidad puede in-
do precisamente el punto de partida de mi cluir la lengua, el territorio, el sector polí-
78 / Michael Handelsman

tico, o valores culturales comunes o sím- que migraron de su propia tierra a una
bolos. En cualquier caso, estos factores ciudad nueva, políglota, ipso facto se ha-
pueden ser importantes rasgos definito- bían sacado a sí mismos del sistema “tri-
rios en diferentes medidas, o uno o más de bal,” y así se habían “destribalizado.”…
Sin embargo, nada podría estar más lejos
ellos pueden estar ausentes” (48-9; traduc-
de la verdad. Las identidades se cambian
ción mía). en circunstancias urbanas, en función a
Al rechazar categorías basadas en el los requisitos sociales marcadamente di-
color de la piel por una parte, y al recono- ferentes. En el fondo, la metáfora de la
cer las diversas posibilidades de interpre- “destribalización” confunde estructura
tación en lo que respecta a las etnias por con identidad. Se quita al individuo del
otra parte, uno comienza a captar la natu- patrón total de relaciones sociales del
raleza proteica e interrelacional de dife- campo, por lo menos parcialmente. Pero,
rentes grupos humanos que coexisten y la identidad es un asunto muy distinto. La
que mantienen un contacto que puede ser autodefinición étnica requiere la recon-
fugaz como puede ser continuo. Esta últi- ceptualización para satisfacer las necesi-
ma acotación es fundamental puesto que dades de la vida urbana—un proceso faci-
litado por la naturaleza entrelazada y
pide que se abandone una rígidez concep-
múltiple del fenómeno de la identidad….
tual que tradicionalmente ha construido (37; traducción mía)
un pensamiento binario y falsamente está-
tico que, en efecto, ha servido para negar La apertura conceptual que resulta
la pluralidad dinámica del mestizaje. De de los planteamientos de Young y de Wade
nuevo, Crawford Young es pertinente al ayuda a valorar lo afroecuatoriano como
análisis. Al comentar el punto de vista an- un fenómeno cultural más que racial en
tropológico tradicional acerca de la “tri- una sociedad mestiza donde distinciones
bu” y el supuesto proceso de “detribaliza- de sangres carecen de sentido. Al aplicar la
tion” debido a las migraciones hacia cen- explicación que Young hace sobre la iden-
tros urbanos, Young ha anotado que si tidad de la tribu desplazada a la diáspora
bien es cierto que la identificación con la afro en general, aquellos esfuerzos por
tribu natal desde la ciudad se transforma y confinar lo afroecuatoriano principal-
asimila nuevas experiencias y vivencias, mente a una sola provincia (Esmeraldas)
no deja de existir, sin embargo, como un o a un solo color de piel pierden vigencia.
elemento medular de la identidad de los Paralelamente, las distancias espaciales y
grupos migratorios. Concretamente, ha temporales que separan al Ecuador de
explicado: Africa propiamente no deben seguir em-
pleándose como motivos de deslegitima-
Si “tribu” se refería a la unidad rural auto-
ción de lo afro en el Ecuador. En otras pa-
suficiente, era lógico pensar que aquéllos
labras, las mezclas múltiples y las adapta-
Lo afro y la plurinacionalidad: El caso ecuatoriano visto desde su literatura / 79

ciones diversas que han ocurrido desde el suficiente evidencia por sí mismas, sosla-
siglo XVI no deben considerarse una ne- yando rasgos más profundos y funda-
gación absoluta de los orígenes por más mentales que estaban necesariamente
remotos que éstos parezcan. De hecho, presentes. En realidad, manifestaciones
Norman Whitten ya ha puntualizado: superficiales (tales como la probable pre-
sencia de palabras de raíz africana) pudie-
Gestos del cuerpo, modos de llevar a los ran o no ser los más africanos de los ras-
niños… y algunas cargas…, modos de es- gos sobrevivientes; su ausencia puede dis-
quivar la vista ajena traer a los estudiosos de la presencia de
materiales más fundamentales, pero más
… junto con modos musicales, el papel de sutiles, de origen africano. (“Africa en
ciertos santos como San Antonio, y algu- América Latina: una reflexión despreve-
nos temas del folklore son, tal vez, tan nida,” en Moreno Fraginals, ed., 389)
africanos como en cualquier otra parte
del Nuevo Mundo. Pero no es una cultura En el caso concreto de Colombia,
africana que parece perdurar; más bien, Wade confirma la tesis de Mintz al pun-
tenemos lo que he preferido llamar infor- tualizar que “los negros colombianos es-
malmente “la cultura afro-hispánica.” No tán relativamente distanciados de su he-
importa lo que sea la configuración de rencia cultural africana… Esto no quiere
eventos y de posiciones sociales, ni tam- decir que no haya muchos aspectos cultu-
poco las relaciones particulares entre apa-
rales en Colombia que vienen de Africa: el
ratos culturales (materiales, sociales y
mentales), el sentido general que se tiene
estilo musical de mucho de la música,
es de una sociedad vital con raíces fuertes cuando no la forma y el contenido, es muy
en Africa y Europa, pero del Mundo Nue- africano… ” (267; traducción mía). Luego,
vo. (Black Frontiersmen. A South Ameri- Wade continúa su análisis afirmando: “Es-
can Case 13; traducción mía) tá claro que los africanos importados a
Colombia han ejercido un gran impacto
Indudablemente, lo que hace difícil sobre la evolución de la cultura colombia-
aprehender ampliamente lo afro en el na, especialmente a través de los dos lito-
contexto cultural de la Costa ecuatoriana rales, pero también en otras partes…. De
es la tendencia de depender de referentes acuerdo a ideologías nacionalistas del
demasiado superficiales e inmediatos. El mestizaje, entendido como blanqueamien-
mismo problema ha marcado la suerte de to, las contribuciones africanas a la cultu-
lo afro en otros países de América. En un ra colombiana han sido, por lo general, ig-
sentido general, Sidney Mintz ha consta- noradas” (267-68; traducción mía).
tado: La evidente coincidencia de inquie-
tudes e ideas que comparto con los inves-
Las manifestaciones superficiales de los
orígenes africanos… han sido usadas con
tigadores ya citados demuestra una vez
demasiada frecuencia como las únicas más que lo afro y la cultura costeña en el
medidas del grado de “africanía” o como Ecuador apuntan hacia una problemática
80 / Michael Handelsman

más global que a una estrictamente nacio- gos de carácter estereotípicamente identi-
nal. Además, el acercamiento cultural y ficados con la sangre negra en la cultura
emocional a Esmeraldas que Martillo hace nacional son casi todos perjudiciales. Los
en Viajando por pueblos costeños trascien- no-negros dicen que los negros están dis-
de dicho texto. En efecto, el lector se en- puestos a hacer el esfuerzo necesario sólo
cuentra inmerso en una confluencia de para sobrevivir….” (Stutzman, “El Mesti-
tiempos y espacios donde lo nacional es lo zaje: An All-Inclusive Ideology of Exclu-
continental y donde un reportaje de viajes sion,” en Whitten, ed., Cultural Transfor-
termina borrando las fronteras artificiales mations and Ethnicity in Modern Ecuador,
que tantas veces han obstaculizado una 79; traducción mía). La actitud de Marti-
aprehensión amplia de la vida, por lo me- llo, en cambio, parece ubicarse dentro del
nos en lo que se refiere a las relaciones en- pensamiento afrocéntrico que enseña que
tre razas y etnias diferentes. Dicho de una “la amplia distribución y diversidad de los
manera más precisa, mi lectura de Marti- pueblos de origen africano—y su inmensa
llo parece remontarse a las ideas de Miguel contribución cultural y estética a la rique-
Acosta Saignes—ideas de otra época y de za de las tradiciones hemisféricas—cons-
otro país—quien tituyen el producto final de largos siglos
de cambio, durante los cuales los afroame-
creía que… un proceso largo de mestizaje
ricanos no fueron simplemente el sujeto
racial y cultural, en realidad, había africa-
pasivo e inconsciente de procesos externos
nizado a blancos y a pardos en vez de ha-
ber hispanizado a los negros. Mientras sino, a menudo, y por el contrario, agentes
que estudios anteriores acerca de la po- activos de las propias transformaciones”
blación de Venezuela… resaltaron los as- (Mintz, en Moreno Fraginals, 392).
pectos mestizos de la población, Acosta Lamentablemente, las condiciones
Saignes demostró la necesidad de tomar necesarias para que el negro ecuatoriano y
en cuenta las raíces africanas de la nación. lo afroecuatoriano se consideren esencia-
Como dijo una vez, “La historia del pro- les en la formulación conceptual de la
ceso de la cultura venezolana es, entonces, identidad nacional, y sobre todo, de la
la historia de la indigenización y la africa- identidad costeña, todavía no existen. Ac-
nización del español en nuestras tierras.” titudes racistas siguen dominando el pa-
(Wright 119-20; traducción mía).
norama nacional y se vislumbran desde
Esta misma africanización de lo na- los inicios mismos de la nación ecuatoria-
cional está implícita en Martillo quien na del siglo XIX. En la campaña presiden-
describe su viaje a Esmeraldas como un cial de 1835, Vicente Rocafuerte atacó al
retorno a los orígenes. Su entusiasmo por régimen militar del General Juan José Flo-
lo afro invita a poner en tela de juicio to- res por haberse servido de negros y mula-
da una tradición racista en la cual “los ras- tos nacidos en Colombia y Venezuela al
Lo afro y la plurinacionalidad: El caso ecuatoriano visto desde su literatura / 81

organizar las fuerzas armadas del país. El en Whitten, ed., Cultural Transformations
investigador, Leslie Rout, ha comentado and Ethnicity in Modern Ecuador, 63; tra-
que Rocafuerte “sostuvo que la presencia ducción mía). No ha de extrañar, enton-
de estas tropas negras del exterior era una ces, que en el Ecuador “La gente clasifica-
amenaza para la seguridad nacional. El da nacionalmente como no-negra tiene
punto de vista de Rocafuerte ganó fuerza más acceso a los recursos de la economía
debido a las actividades controvertibles política que la gente clasificada como ne-
del Coronel José Otamendi, un negro que gra” (Whitten, Black Frontiersmen: A
mató e hirió a varios blancos de clase alta South American Case 16; traducción mía).
en … Riobamba porque ellos supuesta- Por consiguiente, a pesar de toda la aten-
mente le habían faltado el respeto a su es- ción que se ha dado en los últimos años a
posa” (227; traducción mía). la plurinacionalidad ecuatoriana, la situa-
Entrados ya en el siglo XX, el miedo ción actual del negro en el país sigue sien-
expresado por Rocafuerte para tratar a los do patética. Antonio Preciado no ha deja-
negros se había cambiado a un desprecio do lugar a dudas en cuanto a estas condi-
típico del pensamiento sociológico racista ciones:
del siglo XIX. El mismo Rout ha anotado La última rueda del coche sigue siendo el
que “los intelectuales ecuatorianos con negro, aún y paradójicamente en su pro-
frecuencia han manifestado una actitud vincia natal. En los principales puestos
de indiferencia o desdén para con los ne- burocráticos y del sector privado no en-
gros y los mulatos. Entre los más conspi- cuentras gente negra, existen poquísimas
cuos es Alfredo Espinosa Tamayo, quien excepciones. Hay un etnocentrismo a ni-
en 1918 descartó a los afroecuatorianos vel nacional, pretendidamente blanco, ex-
como miembros de ‘una raza servil, crea- cluyente y peyorativo con los negros. Tan-
da en la esclavitud,’ y anunció su oposi- to así que el negro se acostumbró, casi, a
ción inalterable a la mezcla de razas pues- pensar en negativo, a peyorarse él mismo,
se lo hizo históricamente un ser inferior, y
to que el africano era conocido por haber
es necesario superar esa imposición histó-
sido maldecido con ‘cualidades mentales
rica, pero es fácil decirlo cuando no se es-
inferiores’” (232; traducción mía). tá inmerso en esa realidad apabullante
No estará de más recordar que “A lo que vive el negro. El racismo persiste más
largo de todos los eventos históricos que allá de la pátina de aparente igualdad; si
dieron forma y contenido a la nacionali- escarbas un poquito lo encuentras muy
dad ecuatoriana, si aceptamos lo escrito latente, muy vivo y doloroso. (En entre-
en los textos escolares, la población de es- vista con Jorge Martillo, “El poeta les
clavos africanos jugó un papel mínimo. Se muestra sus raíces,” 11)
dice que el mestizaje asumió, durante cier-
tos períodos y en ciertos lugares, un com- Este rechazo con toda su historia en
ponente negro. Pero no se mencionan fru- el Ecuador ayuda a explicar por qué en-
tos positivos de esta mezcla” (Stutzman, cuentro en Martillo (y en Velasco Mac-
82 / Michael Handelsman

Kenzie con su novela, Tambores para una que todavía aíslan Esmeraldas del resto del
canción perdida) una nueva posibilidad de litoral. No con poca razón ha observado
revalorar lo afroecuatoriano. No es decir Whitten: “El que participa en la cultura
que no hubiera hasta ahora un interés en afro-hispánica es, primero, un ‘costeño,’ y
lo afro. Pero, la influencia del mestizaje luego, un ‘moreno’” (Black Frontiersmen:
como esencia de la nacionalidad ha impe- A South American Case 177; traducción
dido que algunos de los intelectuales más mía).
progresistas del país asimilaran algunos De las diversas ideas desprendidas
aspectos de lo afro como algo propio. Se del texto de Martillo, quisiera insistir en la
ha observado que “La noción de que la necesidad de reconocer que las influencias
gente desea y está dispuesta a cambiar la culturales vienen y van. Es decir, un pue-
etnicidad por la nacionalidad, a aceptar blo es simultáneamente un receptor y un
las metas de la cultura nacional y hacerse generador de vivencias. Así es el caso de
blanca, rara vez ha sido cuestionada en el Esmeraldas en relación con el resto del
Ecuador o en los Andes, en las Américas o país. Laura Hidalgo ha anotado que “Es-
en el mundo” (Stutzman, en Whitten, ed., meraldas no es la misma provincia de
Cultural Transformations and Ethnicity in principios de siglo…. El medio tradicio-
Modern Ecuador, 49; traducción mía). nal se transforma. La radio, la televisión,
Ya hice referencia a cierta ambiva- las carreteras abren su mundo a otros es-
lencia de actitudes y conceptos sobre lo pacios, a otros problemas. Guayaquil,
afroecuatoriano en el pensamiento de Quito, Manabí reciben a centenares de ne-
Aguilera Malta, por ejemplo. Mientras que gros que emigran de Esmeraldas desga-
su solidaridad para con los negros ha sido rrando lazos con su tradición” (Décimas
incuestionable, su insistencia en describir- esmeraldeñas 177). Pero como he puntua-
los como una “minoría, que vive casi aisla- lizado varias veces ya, la separación del es-
da” podría haberse prestado a distorsiones pacio natal no implica una aniquilación
que otros habrían terminado empleando de la cultura originaria, sino una transfor-
para detener una verdadera campaña con- mación. Además, es de una importancia
tra el racismo sufrido por los negros y, al vital recordar que los grupos migratorios
mismo tiempo, para negar las contribu- también transforman sus nuevos escena-
ciones no aisladas de lo afro en el vivir na- rios. Ya no hay enclaves totalmente aisla-
cional. En efecto, al retomar esa inquietud, dos en los grandes centros urbanos como
he argumentado a través de este capítulo Guayaquil. Por eso, Martillo ha podido
que relegar lo afro a los márgenes de lo encontrar lo afro en algunos barrios po-
ecuatoriano repercute de una manera pulares no necesariamente negros de esa
muy especial en la Costa del país. Esmeral- ciudad. De una manera parecida, Wade ha
das es la Costa, y de acuerdo con mi inter- comentado respecto a la Costa de Colom-
pretación de Viajando por pueblos coste- bia: “El sincretismo que produjo la músi-
ños, hay que trascender aquellas fronteras ca de la Costa es complejo, pero la influen-
Lo afro y la plurinacionalidad: El caso ecuatoriano visto desde su literatura / 83

cia negra es patente y, más importante dor son archiconocidos, y aunque muchos
aún, entre los mismos colombianos, en pensadores se han esforzado por explicar-
general, se la ve como un rasgo primordial los desde diversos puntos de vista (la geo-
de la cultura costeña” (90; traducción grafía, la economía y la política, por ejem-
mía). plo), la presencia afroecuatoriana en la
Sería un grave error, sin embargo, li- Costa todavía no se ha estudiado como
mitar las influencias de lo afro a la música. una fuerza cultural positiva con aportes
No se trata aquí de validar viejos estereo- importantes dentro de la diferenciación
tipos para quedarse en la superficie. Pero, de las dos regiones. Un ejemplo reciente
para que haya una verdadera profundiza- de este fenómeno se vislumbra cuando
ción, se tendrán que emplear nuevos ins- Milton Alava Ormaza comenta un ensayo
trumentos analíticos y de investigación al que Enrique Ayala escribió sobre la pluri-
mismo tiempo que el país empiece a acep- nacionalidad. Mientras que la escisión tra-
tar lo afroecuatoriano como algo real- dicional entre la Costa y la Sierra vuelve a
mente suyo. Y, dentro de ese proceso, es ló- sentirse, en el análisis se sigue excluyendo
gico que los costeños y, sobre todo los gua- lo afro como parte de las explicaciones.
yaquileños, asuman un papel decisivo en Según el comentarista,
la elaboración de nuevos modelos de pen-
mi enfoque del problema no puede ser
sar y de convivir. Whitten ya ha observado
ajeno a mi costeñidad…. [La] Costa ecua-
que en lo que se refiere a Guayaquil, “Su
toriana no surgió a la vida republicana
fuerza nacional no surge por haber preser- con una población indígena, pues allí se
vado la jerarquía andina, sino por haberla operó eso que los antropólogos llaman
desafiado. Guayaquil, como la base metro- aculturación y que en esta región tuvo la
politana del poder de la Costa, no sirve so- característica de ser total. El tipo humano
lamente como un contrapunto ecológico- que en la literatura se conoce como “cho-
económico de Quito, sino como un desa- lo,” es en buena parte resultado de este
fío al conservadurismo y al catolicismo, proceso. En consecuencia,… nosotros los
también” (Cultural Transformations and costeños no concebimos ni sentimos el
Ethnicity in Modern Ecuador 4; traducción problema indígena como, con toda razón,
mía). En efecto, la obra de Martillo—es- se lo plantean los serranos. (En Ayala y de
la Cruz, Pueblos indios, estado y derecho,
critor guayaquileño—parece apuntar ha-
50)
cia ese fin de revisión.
Aunque el comentario citado me
Conclusión
parece acertado al reconocer que el coste-
Al tomar en cuenta la última cita de ño no se identifica con lo indígena a la ma-
Whitten, conviene recordar que las rivali- nera serrana, hace falta complementar tal
dades y los conflictos entre la Costa y la aseveración con una afirmación de “coste-
Sierra a través de toda la historia del Ecua- ñidad” que sí apunta hacia lo afro ya que
84 / Michael Handelsman

las afinidades caribeñas del costeño perte- siguen siendo más bien propios de la zona
necen a un circuito cultural que une la andina, en términos de una exaltación de
Costa ecuatoriana con el Caribe y está am- herencias culturales que podrían trazarse,
pliamente matizado por lo esmeraldeño. directa o indirectamente, desde Africa. En
Volviendo de nuevo a Viajando por parte, la ignorancia ha impedido tal acer-
pueblos costeños, en lo que respecta al con- camiento y, por lo tanto, urge que se reali-
cepto de la identidad nacional, el espíritu cen múltiples estudios en diversos campos
de asimilación de lo afro encontrado en investigativos. Sólo así se podrá descubrir
Martillo es sumamente sugerente. En ge- la verdadera diversidad que constituye la
neral, mientras que el Ecuador como con- Costa por un lado, y la nación ecuatoriana
cepto nacional visto desde la Sierra se ha por otro.
fundamentado muchas veces en la acepta-
ción de la herencia indomestiza (por lo Notas
menos en teoría), los costeños nunca se 1 A pesar del reconocimiento general que hay en
han sentido completamente cómodos con el país acerca de la importante población de
tales perspectivas étnico-raciales. Debido gente negra del Valle del Chota en la Sierra, Es-
a una larga tradición de racismo respecto meraldas sigue siendo la provincia definitoria
a lo afro ya tratada en este capítulo (y en cuando alguien se refiere a los afroecuatoria-
nos.
los anteriores), el costeño no ha podido
2 La referencia al cambio en la inmigración de
expresar su oposición a aquellos concep- negros trata de la política del Presidente García
tos de nacionalidad prevalecientes, y que
Capítulo V
Las contradicciones ineludibles del “no-racismo”
ecuatoriano: A propósito de Juyungo
como artefacto de la diáspora afroamericana

Moreno quien rechazó la entrada al país de los “The problem of the Twentieth Cen-
negros de los Estados Unidos durante la época tury is the problem of the color-line.”
de 1862-1869. (W.E.B. DuBois, The Souls of Black
Folk)

Introducción: Lo afroecuatoriano en un
contexto transnacional
Aunque el epígrafe fue escrito en
1903, y se refería primordialmente a la si-
tuación de los Estados Unidos de aquel
entonces, la visión de DuBois no fue sola-
mente profética, según su contexto, sino
que terminó trascendiendo fronteras geo-
gráficas y temporales. Con el advenimien-
to vertiginoso del siglo XXI, la vigencia del
problema racial sigue afectando profun-
damente las relaciones humanas en todo
el mundo, y más concretamente, en todo
el continente americano. A través de todo
el siglo XX (cuando no antes), ha habido
mucha gente que ha pretendido limitar la
cuestión de las razas y sus matices racistas
a la situación particular de los Estados
Unidos. En cuanto a América Latina, el
mestizaje supuestamente ha creado una
tolerancia y aceptación general de las di-
versas razas. Pese a esa retórica vasconce-
liana, una mirada detenida revela un sin-
86 / Michael Handelsman

número de fisuras en aquella identidad la- do intento de resaltar diferencias cultura-


tinoamericana tradicionalmente arraiga- les, raciales y étnicas se vio como una
da en dicho mestizaje. Es así que se ha ob- amenaza al orden social y a la estabilidad.
servado en un reportaje acerca de “The No sorprende que se haya puntualizado
Black Americas (1492-1992),” que fue pre- que
parado como aporte al análisis general del
Se llegó a considerar subversiva la diversi-
Quincentenario de las Américas: dad étnica, racial y cultural, un desafío a
A pesar de las letanías ampliamente di- la nación oficial definida según su su-
fundidas sobre “la democracia racial” sin puesta homogeneidad: un solo pueblo
color de América Latina, la discrimina- mestizo que habla una sola lengua y cree
ción obvia continúa avasallando a los des- en un solo Dios. La Izquierda latinoame-
cendientes de diez millones de esclavos ricana, una creación del nacionalismo y
africanos a quienes se los trajo a trabajar del anti-imperialismo, ha hecho muy po-
en las plantaciones y minas del Nuevo co para desafiar este principio básico de la
Mundo. Tal discriminación se agrava aún identidad. En diferentes medidas, la lucha
más debido a una negación casi universal de liberación multifacética de los negros,
de la herencia e identidad negras, algo vigente desde 1502, fue absorbida por la
que, en efecto, ha hecho invisibles a los lucha de “clases,” el racismo blanco, ante-
negros. (NACLA 15; traducción mía) riormente una característica de la socie-
dad abiertamente reconocida, se hizo un
La tendencia de eliminar lo afro de tema tabú, negado junto con la gente que
toda discusión seria y comprehensiva sufría sus efectos. (NACLA 15; traducción
acerca de la nacionalidad mestiza ecuato- mía)
riana es la consecuencia de lo que se po- Respecto al Ecuador, Nelson Estupi-
dría categorizar como una tradición racis- ñán Bass parece haber captado gran parte
ta que se vislumbra, de una manera u otra, de los matices del problema racial frente al
en todos los lugares de la diáspora africa- mestizaje y los conceptos de nacionalidad
na. Richard Jackson ha puntualizado que al escribir en el número inaugural del Me-
“el concepto del […] mestizaje, un proce- ridiano Negro (1980), “una revista que
so que, si bien se define libremente como constituyera la voz de la negritud ecuato-
una fusión étnica y cultural, se lo com- riana”:
prende a menudo como la violación espi-
ritual y cultural de la gente negra” (The Toda vez que por el Ecuador pasa un me-
Black Image in Latin American Literature ridiano de la negritud universal, hecho
1; traducción mía). En un sentido más ge- innegable por la existencia de densas y
neral, dentro de la construcción de un es- crecientes comunidades negras en varias
tado nacional, el mestizaje sirvió también provincias del país, consideramos conve-
niente relevar nuestro pigmento, median-
de fuente aglutinadora y, por lo tanto, to-
te la publicación de este órgano que hoy
Lo afro y la plurinacionalidad: El caso ecuatoriano visto desde su literatura / 87

sale a la luz pública, seguro de aglutinar ta al Ecuador dentro de la diáspora afroa-


todas las voces negras de la Patria, y de mericana e invita a los demás a reformular
convertirse por lo tanto, en el auténtico sus conceptos sobre la nacionalidad, el
pregón de este gran segmento, marginado mestizaje y la negritud.
y aplastado, de nuestra nacionalidad, has- Las implicaciones del citado texto
ta hoy sin voz ni voto en las grandes deci-
de Estupiñán van más allá de la cuestión
siones nacionales. No preconizamos la
puramente afroecuatoriana, sin embargo.
odiosidad racial. Recalcamos, como su-
prema norma de convivencia, la fraterni- Las inquietudes expresadas por Estupi-
dad universal … (Este largo camino 202) ñán, junto a todos los intereses políticos e
ideológicos oficiales del país que siguen
Mientras que el mensaje de reivin- tergiversando y deslegitimando los esfuer-
dicación racial presentado por Estupiñán zos por crear una nueva nacionalidad ca-
rompe con la tradición homogeneizadora racterizada por un pluralismo y heteroge-
del mestizaje oficial al destacar la exclu- neidad visibles y abiertamente desafiantes
sión sistemática padecida por los negros a toda fuerza canónica o hegemónica,
ecuatorianos, él insiste en expresarse en apuntan a un movimiento global y, más
términos nacionales y, consecuentemente, concretamente, latinoamericano. A nivel
su conciencia racial se ha de entender más continental, muchos han denunciado el
bien como un intento de ampliar el con- contenido represivo de los discursos del
cepto del mestizaje en vez de negarlo. Es mestizaje tradicional al relacionar éste a
de notar que además de buscar una nacio- una nueva forma de “una ideología mo-
nalidad más amplia que la tradicional, Es- nolítica en la que el problema del Otro
tupiñán también coloca la cuestión racial marginalizado puede resolverse mediante
en un contexto doblemente universal. Por una mera integración dentro de prácticas
una parte, se refiere al negro como miem- dominantes de lo cultural, lo político, lo
bro integral de todo el país; por otra par- económico y lo discursivo, y no por un de-
te, él vincula al afroecuatoriano a una co- seo de escuchar la ‘voz’ del Otro como ver-
munidad transnacional: “por nuestra ubi- daderamente oposicional y capaz de mo-
cación social y nuestro ancestro expresa- dificar conceptos hegemónicos de la na-
mos sistemáticamente nuestra solidaridad ción y estrategias de la construcción na-
con los hermanos de otras naciones—¡sus cional” (Chanady xvi; traducción mía).
luchas son nuestras!—donde las clases En efecto, una de las contribuciones
milenariamente dominantes mantienen más rescatables de los defensores de lo
aún al Hombre Negro bajo las horrendas afro en América Latina trasciende los es-
condiciones de sojuzgamiento” (203). quemas insulares y pertenece a un movi-
Consciente o inconscientemente, con este miento reivindicativo propio de diversos
doble discurso de ser negro y ecuatoriano grupos marginados de toda América Lati-
(o ecuatoriano y negro), Estupiñán inser- na (especialmente ciertas comunidades
88 / Michael Handelsman

indígenas y ciertos grupos de mujeres) crático. El tiempo para “asimilar” mino-


que han difundido la noción de una cultu- rías a nociones totalizadoras y orgánicas
ra latinoamericana híbrida y eternamente de valor cultural se ha acabado dramáti-
abierta a modificaciones. A diferencia de camente. (The Location of Culture 175;
la fusión esencialista y, por lo tanto, estáti- traducción mía)
ca del mestizaje tradicional limitado sobre No será una exageración sugerir que
todo a sus componentes blancos e indíge- el propósito expresado por Estupiñán en
nas, se ha propuesto una identidad cultu- aquel primer número de Meridiano Negro,
ral vista como un “crisol de influencias he- ya citado, ha de leerse como un reflejo de
terogéneas que cambia continuamente” la medida en que algunos sectores del
(Chanady xxxv; traducción mía). Por con- Ecuador están contribuyendo al discurso
siguiente, “Para un número creciente de poscolonial (por lo menos, según Bhabha
intelectuales, no existe una cultura lati- lo define). Pero, aunque se ha prestado
noamericana ‘auténtica,’ ni siquiera una bastante atención a las luchas indígenas
síntesis mestiza” (Chanady xxxvi; traduc- dedicadas a solidificar un reconocimiento
ción mía). Es así que el crítico peruano, general del Ecuador como un país pluri-
Julio Ortega, ha constatado al comentar la nacional, pocos han visto en los grupos
situación peruana: “Creer … que la na- afroecuatorianos una fuerza medular den-
ción andina deberá marchar hacia un tro del debate poscolonial sobre la nacio-
mestizaje nivelador es iluso y peligroso: nalidad ecuatoriana. Huelga recordar que
una suerte de ‘destino manifiesto’ que no el poner de relieve lo afro como elemento
podemos sino rechazar” (215). nuclear de las diferencias raciales al tratar
La insistencia en una América Lati- la identidad cultural del país data desde
na híbrida, producida dentro de un proce- los años cuarenta con la publicación de
so constante de contactos sociales que a su Juyungo (1943) de Adalberto Ortiz. Este
vez genera transformaciones evolutivas, es texto, más que cualquier otro que se haya
propia del pensamiento poscolonial de fi- escrito en el Ecuador, recoge la compleji-
nes del siglo XX. Homi Bhabha ha pun- dad y la conflictividad inherentes al tema
tualizado: afro y el lugar que éste ha de ocupar en la
La perspectiva poscolonial nos obliga a construcción teórica de la nacionalidad
repensar las limitaciones profundas de un ecuatoriana.
consensual y colusorio sentido “liberal”
de comunidad cultural. [Esta perspectiva Juyungo como testimonio y artefacto de
insiste] que la identidad cultural y políti- la diáspora
ca se construye mediante un proceso de
alteridad. Cuestiones de raza y diferencia
Aparte de los elementos claramente
cultural se sobreponen a temas de sexua- afros de Juyungo (e.g., referencias a las cos-
lidad y género y sobredeterminan alianzas tumbres, tradiciones y folklore de Esme-
sociales de clase y del socialismo demo- raldas), lo que más interesa aquí son las
Lo afro y la plurinacionalidad: El caso ecuatoriano visto desde su literatura / 89

tensiones internas (textuales) y externas ‘problemas’ de la negritud desaparecieran


(contextuales) que problematizan el tema con la creciente mezcla racial de las regio-
racial en el Ecuador y que establecen la nes” (Pioneros negros 232).
novela de Ortiz como un artefacto socio- En la misma entrevista con Calde-
cultural fundamental dentro del proceso rón Chico citada arriba, Ortiz continuó
evolutivo e híbrido que sigue siendo la hundiéndose en contradicciones al afir-
diáspora tanto en el Ecuador como en el mar: “Uno pierde mucha energía pensan-
resto del mundo.1 De hecho, la misma ac- do en la raza, en una raza que, perseguida
titud ambivalente de Ortiz respecto a lo o marginada, va creando el complejo:
afro es testimonio de lo difícil que ha sido pensar en negro, pensar en indio o pensar
integrar la diáspora y conceptos de nacio- en judío. Aunque eso de pensar como un
nalidad. Es así que su condición de mula- grupo racial marginado o perseguido, y
to y su formación intelectual realizada du- perder mucha energía y mucho tiempo en
rante una época profundamente influida eso, a la larga se convierte en un estímulo
tanto por el realismo social como por el de superación” (127). La oscilación entre
mestizaje tradicional, revelan contradic- una supuesta futilidad, por una parte, y la
ciones que todavía no se han resuelto. En posibilidad de una “superación” colectiva
una entrevista con Carlos Calderón Chico, al “pensar en negro,” por otra parte, pare-
publicada en 1991, Ortiz constató que “no ce ser producto de un conflicto interior en
soy un negro ciento por ciento; yo soy un el cual Ortiz quería ser aceptado como un
mestizo y me he criado en un ambiente de miembro más de una sociedad ecuatoria-
blancos. Por un lado, tengo una influencia na, utópicamente construida según el
emocional de la cultura negrista, de los concepto decimonónico de “la nación ho-
sentimientos negros …; [pero] la forma- mogénea,” mientras que él seguía sintien-
ción mía y de muchos hispanomericanos, do la necesidad de cultivar una herencia
aunque lo quieran negar, es hispánica-es- distinta que fácilmente podría tergiversar-
pañola, la formación era netamente hispá- se como un comportamiento separatista
nica” (128). Tal aseveración sobre lo esen- en contra del conjunto nacional. La ten-
cial de la hispanidad podría entenderse sión entre estos dos extremos también fue
como una negación de lo afro, especial- identificada como un rasgo central de Ju-
mente al reducir éste al plano puramente yungo cuando Richard Jackson escribió:
emocional. Además, la insistencia en su
condición de mestizo en vez de mulato no El autor nunca parece estar seguro de có-
parece ser un mero giro semántico ya que mo tratar la negritud de Lastre en rela-
ción a su propósito más amplio. La fuerte
recuerda la observación del antropólogo,
imagen negra que le da a Lastre es tan
Whitten: “El error usual de los latinoame-
fuerte que, de hecho, la evolución psicoló-
ricanos es asignar demasiado peso al con- gica de la raza a la clase que se supone que
cepto del mestizaje, como si todos los estamos presenciando en la novela nunca
90 / Michael Handelsman

se materializa. Lastre nunca pone a un la- tro de un ambiente profundamente mar-


do su memoria étnica; él de ninguna ma- cado por la reivindicación social y por un
nera la relega a una posición secundaria. fuerte deseo de crear una nación a partir
(Black Writers in Latin America 125; tra- de una nueva consolidación de los diver-
ducción mía) sos grupos campesinos y urbanos que has-
La ambivalencia que se patentiza, ta entonces habían sido marginados de los
tanto en las declaraciones de Ortiz como centros del poder. No estará de más seña-
en su Juyungo, obliga que se vuelva a la lar aquí que los principales exponentes in-
época en que toda su obra se gestó, para telectuales del proyecto nacional-popular
así, descubrir algunas circunstancias e in- de la época estuvieron vinculados, directa
fluencias que ayudan a explicar las actitu- o indirectamente, a los Partidos Socialista
des contradictorias de Ortiz. Primero hay y Comunista y, por lo tanto, sus propues-
que reconocer que, como escritor e inte- tas apuntaban a una nueva conciencia de
lectual, Ortiz se había formado dentro del clase junto a una transformación radical
realismo social ecuatoriano de los años de las bases económicas del país. Tal ha si-
treinta, una época intensamente progre- do el caso de Joaquín Gallegos Lara, uno
sista en la cual la producción literaria cla- de los escritores y pensadores más desta-
maba por la justicia social y por un estado cados de la época. De hecho, Ortiz ha re-
nacional auténticamente representativo conocido que Gallegos Lara “fue un gran
de las mayorías del país. Según Fernando hombre y en mi caso personal fue mi
Tinajero, los principales escritores de la maestro” (Calderón Chico 113-14).
época expresaron la situación de una clase Es a partir de este reconocimiento
media emergente que “indaga los trasfon- que hace Ortiz sobre la influencia profun-
dos de una cultura popular hasta entonces da que Gallegos Lara había ejercido sobre
negada; crea los códigos necesarios para él que uno comienza a percatarse de los
consolidarla en el mismo proceso de su obstáculos que descarrilaban toda discu-
comunicación …; funda, en una palabra, sión acerca de la negritud ecuatoriana. La
la posibilidad antes impensable de una lucha de clases se consideraba un sine qua
cultura nacional-popular” (De la evasión non y, por consiguiente, las cuestiones ne-
al desencanto 53-4). Por su parte, Patricia tamente raciales, étnicas, culturales y de
Varas ha constatado que en lo que respec- género sexual se perdieron en los proyec-
taba a la narrativa de los años treinta, “Las tos socioeconómicos de la época. En una
nuevas técnicas fueron adoptadas en fun- reseña que Gallegos Lara había escrito so-
ción de un plan de integración nacional bre Juyungo en 1945, el mentor de Ortiz
que adquirió una voz narrativa con claro puntualizó: “Los negros sufren la civiliza-
contenido popular … ” (Narrativa y cultu- ción como trabajadores y como negros. Su
ra nacional 69-70). liberación sólo la conseguirán con la de
De manera que Ortiz se formó den- todos los hombres. La causa del trabajo en
Lo afro y la plurinacionalidad: El caso ecuatoriano visto desde su literatura / 91

rebelión es la suya propia, sin racismo a la simplificar la interrelación dinámica e in-


inversa” (Guerra Cáceres 55). En efecto, la separable que existe entre la clase/la ra-
liberación sólo sería posible mediante una za/el género sexual. Para él, el racismo era
lucha de “todos los hombres” ya que la in- producto primordialmente del capitalis-
sistencia en particularidades raciales, por mo y de una mentalidad burguesa que su-
ejemplo, sólo conduciría a la fragmenta- puestamente no existirían en un futuro
ción de la consolidación de las masas socialista, un futuro que se realizaría siem-
obreras. pre que hubiera una lucha común de las
La posición articulada por Gallegos masas trabajadoras, tanto las del campo
Lara no ha de sugerir una indiferencia o como las de la ciudad. Volviendo de nue-
una ignorancia del sufrimiento del negro vo a la reseña de Juyungo, Gallegos Lara
como negro, sin embargo. En la reseña so- comentó la situación del mulato para con-
bre Juyungo, se denuncia la discrimina- cretar su mensaje revolucionario.
ción y sus efectos nocivos. Pero, curiosa-
¿Cómo lograr que la unión sea no sólo fí-
mente, dentro del breve análisis que hace sica sino psíquica? ¿Cómo encontrar la
Gallegos Lara sobre la situación del negro síntesis de las tendencias contradictorias?
se vislumbra un pensamiento contradic- Naturalmente sólo por la rebelión socia-
torio. Según él había observado: “Es cierto lista y humanista contra la diferenciación
que en Ecuador, en América Hispana … el racial de la sociedad burguesa, la persona-
prejuicio discriminativo no domina … lidad blanca y la negra, dentro del mulato,
¡Pero, aunque sea en América Hispana, ser alcanzarán a fundirse, integrando la indi-
negro, es ser negro!” (Guerra Cáceres 57). vidualidad única… Cuando al mulato no
La frase final de esta última declaración le enorgullezca ser más claro que los de-
no tendría sentido si la discriminación en más negros, ni le avergüence ser menos
blanco que los demás blancos, habrá lle-
América Hispana, o en el Ecuador, fuera
gado a ser un sólo individuo, él mismo,
tan benigna como se sugería en la prime- eso que dicen nada más y nada menos que
ra frase de lo citado. En cierta manera, la un hombre. (Guerra Cáceres 56)
conclusión de “ser negro, es ser negro,”
contenía una tensión ideológica arraigada El drama tan patente en la descrip-
en una tendencia a reprimir lo que no se ción que hace Gallegos Lara del mulato
dejaba ocultar por completo. Es decir, la despierta dudas sobre su estrategia de có-
negación del racismo contra el negro y la mo cultivar la deseada unificación puesto
búsqueda de un mestizaje armónico no que parece minimizar los múltiples abis-
coincidían con la verdadera situación que mos que—quiéralo o no—separaban (y
se vivía, y que se sigue viviendo, tanto en siguen separando) a las razas en el Ecua-
el Ecuador como en toda América. dor y en América Latina. De hecho, las di-
El dilema con aceptar el análisis de ferencias y las contradicciones raciales no
Gallegos Lara radica en su tendencia a quisieron desaparecer y, por consiguiente,
el mismo Gallegos Lara terminó conclu-
92 / Michael Handelsman

yendo sus comentarios sobre la discrimi- tancia de una conciencia de clase al tratar
nación con aquella frase contradictoria ya de realizar verdaderas transformaciones
citada arriba de “ser negro, es ser negro.” en el Ecuador, o en cualquier país del
Esta misma tensión creada por las mundo en que las mayorías se encuentran
diferencias que salen a flor de piel, pese a atrapadas en sistemas injustos y explotati-
una deseada fusión, sugiere una vez más la vos. Inclusive, desde el punto de vista pre-
influencia de Gallegos Lara en la concep- dominante de muchos intelectuales pro-
ción misma de Juyungo. Al recordar el gresistas de los años treinta en el Ecuador,
proceso de escribir la novela, Ortiz ha por ejemplo, poner de relieve el factor ex-
constatado que “nadie había escrito sobre clusivo de “clase social” frente al problema
el negro; entonces, esa fue mi idea, y ha- socioeconómico del país tenía su lógica y
blamos con Gallegos Lara, estuvimos pen- razón de ser. Pero, a estas alturas, cual-
sando en eso, discutíamos constantemen- quier revisión efectiva que se espere hacer
te, cambiábamos ideas” (Calderón Chico acerca del pensamiento de los años 30 y 40
120).2 De manera que el compromiso con y de sus textos más representativos—por
una revolución socialista basada en la lu- lo menos, en lo que respecta al negro den-
cha de clases, tal como Gallegos Lara lo tro del conjunto nacional ecuatoriano—
había enseñado en el Ecuador de los años ha de exigir criterios y lecturas que no so-
treinta y cuarenta, contribuyó a confundir lamente tomen en cuenta el horizonte de
los términos del debate. Es decir, el temor expectativas de la época (para usar la ter-
de desarticular un movimiento obrero minología de Hans Robert Jauss), sino
contra las injusticias de un estado opresi- que incorporen nuevos conceptos perti-
vo hizo difícil cualquier esfuerzo por desa- nentes que no circulaban mayormente en
rrollar plenamente reflexiones sobre la si- el pasado.3 Por lo tanto, un análisis actual
tuación particular del afroecuatoriano. De de lo afroecuatoriano ha de complemen-
hecho, el cuidado de no adoptar posicio- tar las formulaciones sociales de clase de
nes separatistas y, por lo tanto contrarre- Gallegos Lara y de Ortiz y, sobre todo, las
volucionarias, sigue manifestándose cin- que aparecen en Juyungo, con los compo-
cuenta años después de la época en que nentes culturales y raciales tan patentes en
Gallegos Lara defendió sus ideales. Ortiz las contradicciones inherentes a todo pen-
ha comentado: “Yo no soy racista. El racis- samiento excesivamente unidimensional.
mo bien canalizado conduce a tener con- En efecto, aquella frase de Gallegos Lara ya
ciencia de clase, por eso vemos en Estados citada (“ser negro, es ser negro”) cobra su
Unidos el racismo, que hay … muchachos verdadero sentido al leerla como un reco-
negros que odian al blanco porque sí …, nocimiento de lo racial frente al contexto
hay que tener una conciencia de clase más socioeconómico. Norman Whitten ha si-
social …” (Calderón Chico 121-22). do contundente al recordar:
No se pretende aquí negar la impor- La mayoría de la gente en las naciones de
Lo afro y la plurinacionalidad: El caso ecuatoriano visto desde su literatura / 93

Ecuador y Colombia se considera de un de la función en que guerra y magia, tra-


ancestro racial mezclado. Sin embargo, se bajo y religión se hallan mezclados en cua-
emplea el concepto de color a menudo dros de rica plasticidad, me pareció propi-
para señalar la clase, el status o las posi- cio para dar comienzo a un proyecto aca-
ciones de poder entre aquéllos que se con- riciado desde hacía muchos años. Bajo ese
sideran a sí mismos, y a los demás, racial-
clima debía yo traer mis recuerdos, sacu-
mente mezclados. En tal clasificación, es-
ta regla se impone: mientras más alta la
dir mis pensamientos, volcar mis emocio-
posición de una persona frente a otra, nes, ordenar mis lecturas, en homenaje—
más blanca se la considera. (Black Fron- no importa que modesto—a la Raza Ne-
tiersmen 176; traducción mía)4 gra, en la no tan desdeñable porción de
africanos que moran en tierras ecuatoria-
Desgraciadamente, el mero acto de nas, y como un llamamiento a los otros—
reconocer lo racial como factor medular zambos y mulatos—al cumplimiento de
dentro de la composición nacional ecua- una obligación sagrada. (5-6)
toriana no garantiza una aprehensión ca- Sin embargo, el entusiasmo por lo
bal de lo afroecuatoriano. Este es el caso afro, tan patente en las palabras de Corne-
de Justino Cornejo, importante antropó- jo, pertenece a la misma tradición de mes-
logo y folklorista del Ecuador, que escribió tizaje que influyó a Gallegos Lara y a Or-
en 1973 un largo ensayo intitulado, “Los tiz. Según había afirmado Cornejo: “Po-
que tenemos de mandinga.” Hacer refe-
blación americana blanca no es población
rencia a este texto es pertinente aquí pues-
americana, como tampoco lo es la india.
to que, junto a Gallegos Lara, Ortiz ha
Nuestro signo diferencial con respecto a
destacado a Cornejo como otro de sus
otros continentes es el mestizaje total: la
mentores: “Justino Cornejo, gran maestro;
parte de mi formación intelectual se la de- fusión de las cuatro razas principales”
bo a Cornejo” (Calderón Chico 108). (12). En efecto, mientras que la intención
A primera vista, “Los que tenemos primordial del discurso de Gallegos Lara y
de mandinga” parece marcar un paso ade- Ortiz pretendió integrar lo afro en lo so-
lante en cuanto a la concepción de la ne- cioeconómico y, de esta manera, su men-
gritud ecuatoriana. Cornejo, que no era saje del hombre universal ayudó a soslayar
negro, insistió en celebrar lo afro y denun- los efectos nocivos del racismo en el Ecua-
ció continuamente aquellas actitudes de dor, Cornejo trató de asumir una perspec-
negación racial que durante la historia na- tiva más afín con la antropología cultural
cional habían convertido lo afro en un que, también, llevó al prologuista anóni-
motivo de vergüenza y burla. Por lo tanto, mo de “Los que tenemos de mandinga” a
después de asistir a una función del Ballet concluir que en el Ecuador “no existe con-
del Senegal en Guayaquil en 1973, Corne- flicto racial alguno” (1).
jo explicó: Ni el entusiasmo por el folklore
El estado de ánimo que tuve al salir afroecuatoriano, ni la insistencia en un
mestizaje armónico, sin embargo, pudo li-
94 / Michael Handelsman

brar a Cornejo de muchas de las contra- tendencia paternalista que puede conver-
dicciones y sutilezas del racismo. Con un tir inconscientemente el contenido de su
contenido hondamente biologista y pater- ensayo en un instrumento racista, espe-
nalista, “Los que tenemos de mandinga” se cialmente después de leer: “Malo, muy
pierde en generalizaciones y estereotipos malo insolentar al negro, bestializarlo al
que distorsionan y trivializan las vivencias negro, …; pero siempre será sano y prove-
y experiencias del negro ecuatoriano. El choso aleccionarlo sobre su historia y dig-
pensador africano, Kwame Anthony Ap- nificarlo” (61). El mensaje de estas últimas
piah, ha constatado que “una concepción palabras sólo puede conducir a un con-
de raza arraigada en lo biológico es, al cepto del negro pasivo ya que supuesta-
mismo tiempo, peligrosa en la práctica y mente les compete a otros escribir su his-
engañosa en la teoría” (176; traducción toria y darle un sentido de identidad. Esta
mía). Por consiguiente, es preocupante imagen del negro que necesita que otros lo
leer en el ensayo de Cornejo tales afirma- representen—o peor aún, que lo dignifi-
ciones como: quen—no lo reconoce como un agente
—[…] tiene que haber habido plasma ne- efectivo de acción y de lucha. Henry Louis
gro, lo que explica la sexualidad ardiente Gates, Jr., en cambio, ha puesto de relieve
de Montalvo y su altanería incesante la originalidad y creatividad del negro al
…(87) comentar: “La capacidad del negro de
crear esta rica poesía y de sacar de estos ri-
—De los negros, que unieron sus cromo- tos una actitud compleja ante intentos de
somas a los de los blancos—hombres y
dominación, la cual se puede trascender
mujeres—los costeños del Ecuador here-
damos la altanería irreflexiva, que en oca- dentro de y a través del lenguaje, es una
siones nos pierden. El serrano, en cambio, señal de su originalidad, de su conciencia
es generalmente reposado y frío. (36-7) intensa de lo metafísico” (The Signifying
Monkey 77; traducción mía). Y, finalmen-
—El negro es insolente, además de gritón te, pese a sus buenas intenciones, el racis-
y temerario. No creo que sea malo … Pe- mo tantas veces negado por muchos ecua-
ro no perdona… Así es el negro, y mucho
torianos a través de la historia parece inci-
más, el mulato. (24)
dir una vez más en el pensamiento de
Por más que Cornejo haya insistido Cornejo quien había escrito: “¡qué alma
que “en el Ecuador no padecemos de sar- tan blanca la que lucen algunos morenos,
na racista” (8), y a pesar de sus investiga- capaces de acciones ejemplares aún en fa-
ciones incansables sobre el folklore de Es- vor de los mismos que ayer gozaron tortu-
meraldas, el concepto esencialista que él rándolos y aniquilándolos!” (74). La aso-
había empleado al tratar al negro en “Los ciación que Cornejo hace entre el alma
que tenemos de mandinga” revela una ac- blanca y el negro heróico corrobora toda
titud etnocéntrica perjudicial para el una tradición blanco-mestiza en que no se
afroecuatoriano. Así lo es, también, una le concedió nunca al negro un espacio dig-
Lo afro y la plurinacionalidad: El caso ecuatoriano visto desde su literatura / 95

no de respeto y emulación generales.5 por lo tanto, rebasa fronteras puramente


Con el análisis que se ha propuesto nacionales. Juan Maiguashca ha constata-
en estas páginas sobre algunos de los co- do que “la visión del mundo es trans-sis-
témica” (186); por su parte, Norman
mentarios de Gallegos Lara y de Cornejo
Whitten ha señalado que los habitantes
acerca de lo afroecuatoriano, se espera ha-
afroamericanos del litoral lluvioso del Pa-
ber sacado a la luz el contexto sociohistó-
cífico “comparten una cultura suprana-
rico en el cual Ortiz había creado Juyungo, cional en común” (Pioneros negros 206); y
“tal vez la novela negra más ampliamente finalmente, Paul Gilroy ha sugerido que
reconocida que haya salido de América “el medir las similitudes y las diferencias
Latina” (Jackson, Black Writers in Latin entre las culturas negras sigue siendo una
America, 122; traducción mía). La afirma- preocupación urgente. Esta respuesta de-
ción de Jackson sobre la importancia de pende crucialmente del concepto de la
Juyungo parece estar en contraposición diáspora, … Quiero afirmar que la diás-
con aquella noción de un Ecuador mesti- pora todavía es indispensable para resaltar
zo en que no hay racismo contra los ne- la dinámica política y étnica de la historia
gros. En un medio supuestamente carac- incompleta de los negros del mundo mo-
terizado por tanta tolerancia y aceptación derno” (80; traducción mía). Estos mis-
racial, resulta difícil comprender cómo mos conceptos de lo “trans-sistémico,” “lo
Jackson podía haber llegado a la conclu- supranacional” y “la diáspora” están im-
sión de que “La narración de Ortiz … se plícitos en aquella doble conciencia de ser
considera un logro en la prosa que se pue- ecuatoriano y negro que ya comenté al
de comparar con la poesía de Nicolás Gui- mencionar a Estupiñán Bass.
Por lo tanto, en vez de un fenómeno
llén: ambas obras constituyen comenta-
biologista tan patente en algunas de las
rios clásicos sobre la experiencia negra de
ideas de Cornejo, y más que un proceso de
América Latina” (Jackson, Black Writers in
síntesis racial manifiesto en ciertos co-
Latin America, 122; traducción mía). En
mentarios de Gallegos Lara y Ortiz, la ex-
fin, la experiencia de ser negro, a la cual
periencia de ser negro ha de comprender-
Jackson alude al referirse a Juyungo, surge
se en toda su diversidad y complejidad. De
de la tensión que existe entre un discurso hecho, al mismo tiempo que Kwame Ant-
oficial arraigado en una supuesta consoli- hony Appiah ha sido contundente al re-
dación racial y una cultura afroecuatoria- chazar la noción de que exista un solo
na que se niega a ser absorbida. “African worldview,” él también ha ense-
En cierta forma, el mestizaje nacio- ñado que “los escritores africanos com-
nal no ha podido apropiarse de lo afro parten tanto una situación sociohistórica
puesto que éste constituye una visión del como una perspectiva sociohistórica” (82;
mundo propia de la diáspora africana y,
96 / Michael Handelsman

traducción mía). De ahí, se puede plantear simplista a lo vasconceliano, Homi Bhab-


que, en cuanto a los afroamericanos, lo so- ha ha puntualizado:
ciohistórico con sus raíces en la trata, la
Discursos críticos poscoloniales requieren
esclavitud y la diáspora trasciende fronte- formas del pensamiento dialéctico que no
ras geopolíticas y coloca la experiencia de nieguen o minimicen la otredad (la alteri-
ser negro en el centro mismo de toda dis- dad) que constituye el dominio simbólico
cusión postcolonial. Vale recordar a Nés- de las identificaciones psíquicas y socia-
tor García Canclini quien ha observado: les. La desproporción de valores y priori-
dades culturales que el crítico poscolonial
Las naciones y las etnias siguen existien- representa no puede ser acomodada den-
do. El problema clave no parece ser el tro de teorías de relativismo o pluralismo
riesgo de que las arrase la globalización, cultural. (The Location of Culture 173;
sino entender cómo se reconstituyen las traducción mía)
identidades étnicas, regionales y naciona-
les en procesos de hibridación intercultu- En base a las reflexiones hechas has-
ral. Si concebimos las naciones como es- ta aquí (especialmente sobre el contexto
cenarios multideterminados, donde di- sociohistórico en que se escribió Juyungo),
versos sistemas simbólicos se intersectan e es lógico que el mismo Ortiz no haya
interpenetran, la pregunta es qué tipos de comprendido muchas de las implicacio-
literatura, cine y televisión pueden narrar
nes poscoloniales de su novela. Pero así
la heterogeneidad y la coexistencia de va-
rios códigos en un mismo grupo y hasta
como lo afro no se ha dejado absorber
en un mismo sujeto. (“Narrar la multicul- dentro de las diferentes sociedades ameri-
turalidad” 13) canas (incluyendo a la ecuatoriana), las
lecturas asimilacionistas tampoco han po-
En efecto, lo genial de Juyungo radi- dido desarticular lo medular de la novela
ca en el haber marcado un primer paso en que sigue siendo la negritud del protago-
lo que García Canclini ha identificado co- nista, Ascensión Lastre. Inclusive, muchos
mo la reconstrucción de una nacionalidad de los lectores mismos que han querido
abiertamente intercultural. El haber inser- ver en Nelson Díaz la encarnación de un
tado lo afro en el escenario nacional ecua- proyecto social que superara toda distin-
toriano abrió fisuras en el andamiaje blan- ción racial/racista, también han termina-
co-mestizo y, aunque el problema racial do reconociendo la vitalidad del persona-
todavía está lejos de resolverse en el Ecua- je en cuanto a su condición de negro. Es el
dor, Ortiz logró remover muchas de las caso del crítico Johnathan Tittler, por
tensiones y fuerzas sociales que siguen de- ejemplo. Por una parte, éste ha comentado
teniendo la construcción de un estado que “Bajo la influencia del mulato, Nelson
unido a partir de sus múltiples particula- Díaz, Lastre termina viendo la cuestión
ridades. A diferencia de fórmulas tradicio- racial como un callejón sin salida, una di-
nales de asimilación como el mestizaje cotomía falsa y una barrera para la solida-
Lo afro y la plurinacionalidad: El caso ecuatoriano visto desde su literatura / 97

ridad de clases” (175; traducción mía). Por cierto que pocos han tomado en cuenta
otra parte, observa que las únicas dudas que es Nelson quien mueve la novela hacia
que caracterizan a Lastre “tienen que ver el fin con una afirmación fundamental-
con el odio racial, y es su fuga incierta del mente racial: “el que no tiene de inga, tie-
racismo que lo rescata de ser una figura de ne de mandinga” (277). De nuevo, lo ra-
cartón” (175; traducción mía). O sea, lo cial sale a flor de piel. Por consiguiente, ni
logrado del personaje se define en térmi- el personaje que más apunta a una socie-
nos de su conciencia de ser negro. Es así dad sin razas, ni el autor que busca una re-
conciliación entre ser negro y ecuatoriano,
que por más que se insista en el problema
puede borrar lo afro de sus interpretacio-
racial como un callejón sin salida, las ex-
nes sobre la identidad nacional.6
periencias de Lastre en Juyungo confirman
lo acertado de lo que Gallegos Lara escri- Conclusión
bió en 1945, aunque con otro propósito:
“ser negro, es ser negro.” Como ya se ha anotado, los lectores
Lo ineludible del problema racial en originales de la novela eran mayormente
Juyungo también se patentiza al leer a Ri- blanco-mestizos, intelectuales urbanos de
chard Jackson. Según este crítico, una clase media emergente, que llegaban
La verdadera fuerza en Juyungo, entonces, al texto con un bagaje de determinados
se encuentra en la incapacidad de Lastre conceptos y nociones sobre la buena lite-
de poner a un lado la raza aunque Ortiz lo ratura y sobre lo que ésta debería repre-
presenta como un negro en evolución ha- sentar. Aunque el mundo afroecuatoriano
cia una conciencia de clase. Esta contra- requería nuevas formulaciones para com-
dicción resalta la mayor ambigüedad de la
novela, una que ha sido opacada por la
prenderse cabalmente dentro del estado
sobrevivencia de Nelson de la guerra—el nacional, Ortiz—tanto como creador, co-
único sobreviviente del grupo de Lastre— mo expositor de su propia creación—es-
aparentemente para continuar resaltando taba supeditado a las expectativas de sus
su mensaje de la clase sobre la raza. (Black lectores. El desfase entre el referente afroe-
Writers in Latin America 128-29; traduc-
cuatoriano y la lectura blanco-mestiza de
ción mía)
la novela es precisamente una de las razo-
Se debe suplementar el comentario nes principales por la cual Juyungo sigue
de Jackson acerca de la ambigüedad de la siendo un texto vital.
novela con otra acotación. Si bien es cier- De hecho, y en no poca medida, Ju-
to que se acostumbra a identificar el men- yungo y la situación general del afroecua-
saje principal de la novela con Nelson toriano desafían propuestas de una identi-
Díaz y sus famosas palabras de “Ten siem- dad nacional integracionista. Diego Itu-
pre presente estas palabras, amigo mío:
rralde ha recordado:
más que la raza, la clase” (88), es también
98 / Michael Handelsman

Al concepto político de estado correspon- se cuidaba de no despertar antagonismos


de el sociólogo [sic] de nación, como ex- entre los grupos marginados del país. A
presión de sociedad unitaria, construida partir de un mestizaje utópico, muchos de
sobre un amplio consenso cultural; pero los análisis de más resonancia acerca de la
la sociedad unitaria y consensual no exis- problemática del país tendían a eliminar
te, es una ficción construida y reproduci-
de sus esquemas todo lo que no se definie-
da, simbólicamente, mediante el signo del
estado nacional, sujeto de una supuesta
ra en términos de la tenencia de tierras o
cultura nacional. (13) de la distribución injusta de los bienes na-
cionales. Por consiguiente, la mayoría de
Aunque Ortiz trató de acomodar su los intelectuales más influyentes de aque-
novela dentro del proyecto nacional-po- llos tiempos no resaltó lo racial, lo étnico
pular de su época, y aunque muchos lecto- y lo pertinente al género sexual como pro-
res se han aferrado a algunos episodios blemas medulares de por sí. En lo que se
que parecen negar la preponderancia de lo refería concretamente a lo racial, la retóri-
racial en el esquema nacional, es la mo- ca oficial del no-racismo ecuatoriano fue
dernidad (la lucha de clases), simbolizada suficiente para distorsionar lo afroecuato-
por Nelson Díaz, que se deja absorber por riano, manteniéndolo en un plano pri-
el poscolonialismo (el multiculturalismo) mordialmente exótico y ajeno a la diáspo-
de Ascención Lastre. En efecto, cuando el ra afroamericana. Aunque Ortiz trató de
narrador de Juyungo se refiere a Lastre y trabajar dentro de los parámetros estable-
dice que “Sentía que su odio racial fla- cidos, insistiendo en un mestizaje ilusorio,
queaba” (79), el acercamiento del negro al él no pudo dislocar lo afro del centro mis-
blanco que esto implica no ha de sugerir la mo de su visión del mundo. En cierta for-
eliminación de las diferencias raciales sino ma, las contradicciones de Ortiz ratifican
la creación de un espacio en el cual los di- lo acertado del concepto de la “doble con-
ferentes grupos que forman un país pluri- ciencia,” según lo concibió W.E.B. DuBois:
nacional y multiétnico pueden negociar el
Es una sensación peculiar, esta doble con-
sentido mismo de la identidad, recordan-
ciencia, este sentido de estar siempre mi-
do que “pese a historias compartidas de rándose a través de los ojos de los demás,
privación y discriminación, el intercam- de estar midiendo el alma de uno con la
bio de valores, significados y prioridades, cinta métrica de un mundo que mira to-
a lo mejor, no será siempre colaborador y do con desprecio divertido y con lástima.
dialógico, sino profundamente antagonis- Uno siempre siente su condición doble—
ta, conflictivo y hasta desproporcionado” un americano, un negro; dos almas, dos
(Bhabha, The Location of Culture, 2; tra- pensamientos, dos ambiciones irreconci-
ducción mía). liables; dos ideales en guerra en un solo
En conclusión, Adalberto Ortiz es- cuerpo oscuro cuya fuerza tenaz de por sí
hace que no se lo destruya por completo.
cribió Juyungo durante una época en que
(The Souls of Black Folk 3; traducción
Lo afro y la plurinacionalidad: El caso ecuatoriano visto desde su literatura / 99

mía) rica.7
Si bien es cierto que DuBois refle- Notas
xionaba fundamentalmente sobre el negro
de los Estados Unidos, el sociólogo, Paul 1 Mi análisis de Juyungo se basa en una lectura
más “cultural” que “literaria,” y por lo tanto, mi
Gilroy, ha constatado que, además de ex- intención crítica es más contextual que textual.
presar “el punto de vista distintivo de los Además, puesto que soy de la opinión de que
negros americanos,” DuBois empleó su una aprehensión cabal de lo afroecuatoriano se
concepto de la “doble conciencia” para ilu- realizará solamente en el contexto global de la
minar “la experiencia de poblaciones po- diáspora afroamericana, mi estudio sobre Ju-
sesclavistas, en general” (126; traducción yungo se mueve continuamente entre fronteras
disciplinarias (i.e., literatura, historia, antropo-
mía). logía) y geográficas (el Ecuador y el resto de
Lamentablemente, la amplitud de la América).
cuestión racial todavía carece de suficien- 2 Aunque Ortiz ha exagerado al identificarse co-
tes interesados en el Ecuador. El peso de la mo el primero que había escrito sobre el negro
tradición del supuesto no-racismo del en el Ecuador, no cabe duda de que ninguna
obra anterior a Juyungo había alcanzado su en-
país, junto con sus ineludibles contradic-
vergadura o calidad en lo que respecta a lo
ciones, sigue impidiendo la creación de afroecuatoriano.
una nueva aprehensión de lo afroecuato- 3 Wlad Godzich ha señalado en su introducción
riano. Por una parte, los estereotipos de a Aesthetic Experience and Literary Hermeneu-
siempre ofuscan el mundo complejo y vi- tics de Jauss: “El público también sirve como
tal de lo afroecuatoriano; por otra parte, el árbitro entre una obra mayor y una más recien-
te y, así, ofrece la base para comprender la for-
silencio y la ignorancia que caracterizan la
mación de las secuencias literarias que la histo-
manera en que los medios de comunica- riografía presentará… Por lo tanto, […] cada
ción siguen tratando al negro en general, generación de lectores tiene que re-escribir la
crean la impresión errónea de que las co- historia. Esto no es un defecto de la teoría […]
munidades afroecuatorianas son cultural- sino su rasgo más liberador, puesto que asegu-
mente estáticas y que están irremediable- ra que ninguna perspectiva fija prevalecerá y
que cada generación debe leer los textos de
mente fragmentadas, sin interés en defen-
nuevo e interrogarlos dessde su propia pers-
der sus derechos y necesidades particula- pectiva y encontrarse preocupada, a su propio
res. Aunque se esté lejos todavía de orga- modo, por las preguntas de la obra” (xii-xiii;
nizar en el Ecuador un movimiento afro traducción mía).
parecido al indígena, Pachakutik-Nuevo 4 Comprendo que hay personas que hacen una
País, que ganó siete diputados en las elec- distinción marcada entre conceptos de color y
ciones de mayo de 1996, se esperan nuevas raza. En lo que respecta a lo afro, concretamen-
te, me parece que tal separación es una distor-
reflexiones capaces de insertar y de man-
sión que ofusca el lugar que ocupa la diáspora
tener lo afro en el centro mismo del deba- en la formación de las naciones americanas. No
te sobre la identidad plurinacional y mul- estará de más, tampoco, recordar el racismo la-
ticultural del Ecuador, y del resto de Amé- tente de los diversos discursos “somáticos” de-
nunciados hace más de veinte años por Jackson en su estudio seminal, The Black Image in Latin Ame-
rican Literature.
5 Le agradezco a Raúl Vallejo, escritor y catedrático del Ecuador, quien me ha recordado que en la cita
de Cornejo se había empleado “morenos” de una manera eufemística ya que es el término que se sue-
le utilizar socialmente en el Ecuador para “suavizar” la palabra “negro” que puede tener connotaciones
peyorativas.
6 El amigo y colega Rafael E. Hernández me ha hecho ver que el nombre mismo del protagonista resal-
ta la conflictividad comentada. Mientras que Ascención, como palabra, apunta hacia arriba, hacia una
especie de salvación o superación de la condición social, el apellido (Lastre) apunta hacia abajo, sugi-
riendo fuerzas contrarias a una deseada armonía o reconciliación entre lo social y lo racial.
7 Coda: La elección de Mónica Chalá, afroecuatoriana, como Miss Ecuador 1996 es una manifestación
más reciente de la problemática del “no-racismo” ecuatoriano. ¿Es su elección una señal de una verda-
dera aceptación de la negritud ecuatoriana? ¿O confirma, más bien, ciertos estereotipos como el de la
mujer negra sensual? En un reportaje de la revista, Vistazo (diciembre 1995), se patentiza de nuevo la
ambivalencia de actitudes y expectativas que se había destacado en Juyungo. Según declaró Mónica
Chalá: “Sí, sé que eso del racismo existe en todas partes y Ecuador no iba a ser la excepción. En todo
caso con mi designación se prueba que estamos dejando atrás esas nefastas posturas. La verdad es que
ni yo misma creí que ganaría.” A diferencia de las experiencias de las Miss anteriores, poco después de
la elección de Chalá, el público se olvidó de ella.
Capítulo VI
Jonatás y Manuela: Lo afroecuatoriano como
discurso alternativo de lo nacional y lo andino

“… still my tie to Africa is strong… one


thing is sure and that is the fact that
since the fifteenth century these ances-
tors of mine have had a common his-
tory, have suffered a common disaster,
and have one long memory… the bad-
ge of colour [is] relatively unimportant
save as a badge; the real essence of this
kinship is its social heritage of slavery;
the discrimination and insult and this
heritage binds together not simply the
children of Africa, but extends through
yellow Asia and into the South Seas. It
is this unity that draws me to Africa.”
(W.E. B. DuBois)1

Jonatás y Manuela es una novela


histórica de Argentina Chiriboga que se
publicó en 1994 y que comparte los senti-
mientos más sobresalientes del epígrafe
citado arriba. Africa y la conciencia de que
el Ecuador pertenece a la diáspora consti-
tuyen el punto de partida de esta novela
que, entre sus múltiples temas y propósi-
tos, pretende redefinir las bases fundacio-
nales de la República del Ecuador. Ubica-
da entre las últimas décadas del siglo
XVIII y las primeras del XIX, la narración
recupera los albores de la lucha por la in-
dependencia nacional, pero desde la expe-
riencia de la esclavitud afro, y por lo tanto
invita al lector a reevaluar las raíces blan-
102 / Michael Handelsman

comestizas como únicas y absolutamente siderar la presencia vital de lo afro en la


definitorias dentro de la construcción de composición nacional; también, es esta
la nación ecuatoriana. En efecto, esta no- misma presencia afro que inserta al Ecua-
vela es un testimonio de un Ecuador plu- dor, por ejemplo, dentro de la diáspora
ricultural cuyas diferencias siguen resis- afro-afroamericana y, por consiguiente,
tiendo cualquier intento de homogenei- sugiere una visión histórica del país mu-
zarlas y de encerrarlas dentro de esquemas cho más compleja y enriquecedora que la
ideológicos propios de una tradición ex- tradicional que nació en el siglo XIX.
clusivista y, por ende, antidemocrática. Es así que identificar Jonatás y Ma-
En cuanto a la construcción con- nuela con lo que DuBois había planteado
ceptual de la nación, y de acuerdo con nu- en el epígrafe de este capítulo cobra vali-
merosas ideas ya comentadas en páginas dez al recordar:
anteriores, al señalar que el Ecuador es un
país primordialmente andino, surge de in- Para cada una de las 90 millones de perso-
mediato la imagen del mestizaje como ele- nas de herencia africana que vive en Amé-
mento medular del país, por una parte, y rica Latina, hay un relato que nace de ge-
la geografía de las cordilleras por otra. Lo neraciones atrás. Los relatos forman un
rico legado de lucha y de supervivencia.
racial y lo geográfico ocupan un sitial pri-
Aunque cada uno es diferente, todos tie-
vilegiado en lo que respecta a la identidad
nen su comienzo en Africa. Son relatos
nacional; la mezcla entre blancos e indios que han sido ignorados por las historias
junto a la omnipresencia de los Andes pa- nacionales oficiales y omitidas de los tex-
recen ser la esencia misma de la nación. tos escolares. De hecho, esta historia no se
Este concepto del Ecuador como país an- conoce mayormente entre muchos lati-
dino, sin embargo, es un espejismo que noamericanos, y la mayoría de los nortea-
hace falta cuestionar y hasta combatir. En mericanos ignora las contribuciones afri-
primer lugar, las historias oficiales tanto canas a la cultura e historia de América
del Ecuador como de los otros países an- Latina. (Collective Memory 2; traducción
dinos, han diluido la amplitud y riqueza mía)
raciales de la zona, especialmente en cuan-
Aunque sigue siendo un proceso
to a los habitantes de la costa del Pacífico
lento e irregular, el rescate de la herencia
de tales países como Colombia, Ecuador y
afro en el Ecuador que es tan patente en la
Perú. Además, y en relación a la simplifi-
novela de Chiriboga se está haciendo rea-
cación de los conceptos raciales del área,
lidad fuera del texto de ficción. De hecho,
hemos de recordar que la geografía de los
entre los países donde los afrolatinoame-
tres países mencionados incluye mucho
ricanos luchan por reafirmar su cultura
más que los Andes. De hecho, el litoral co- mientras que reclaman que se les reconoz-
mo parte integral del entorno nacional de ca su justo lugar dentro de los sistemas le-
los llamados países andinos obliga a con- gales y educacionales, se ha constatado
Lo afro y la plurinacionalidad: El caso ecuatoriano visto desde su literatura / 103

que en Esmeraldas se han formado grupos otro capítulo los orígenes de la esclavitud
como Confraternidad de Negros Ecuatoria- que datan desde el siglo XVI. Aunque hay
nos, La Máscara de Oro, Amigos del Bos- quienes quisieran delimitar la esclavitud
que, Grupo de Teatro y Lamento Campesi- como un fenómeno de trascendencia his-
no que dan expresión a este proyecto ge- tórica al Caribe y a Brasil, vale recordar
neral de reivindicación socio-cultural y que hasta en Quito de fines del siglo XVII
socio-político (Collective Memory 3). “abundaron las esclavas domésticas de fa-
Sin duda alguna, la década de los milias medias de profesionales o de perso-
años 90 de este siglo XX ha sido propicia nas mayores, para las cuales resultaban ca-
para todo intento de redefinir los paráme- si esenciales” (Salmoral 102). Esta acota-
tros de la identidad nacional del Ecuador. ción sirve de recuerdo de que aún en las
Gracias a algunos levantamientos indíge- primeras décadas del siglo XVIII, en el
nas y al trabajo de varias organizaciones Ecuador los esclavos “valían una verdade-
indígenas de este período, se está discu- ra fortuna. La necesidad y el estatus social
tiendo la supuesta plurinacionalidad del lo daban ellos. Una familia noble no podía
país. Es en este ambiente tan cargado de estar sin tener esclavos para que los sir-
pasiones e intereses contrarios y conflicti- van…” (Garay, “Los negros en Guayaquil
vos que ha sido posible presentar lo afroe- en 1850,” 133). El investigador Leslie Rout
cuatoriano como un componente medu- también ha anotado que, según el censo
lar de la nación, en general. Es decir, al po- de 1858, entre mulatos, zambos y negros,
ner en tela de juicio el centro mestizo-an- este conjunto racial llegó a constituir el
dino de la identidad ecuatoriana tradicio- 28% de la población total del país (231).
nal, lo afro ha podido surgir como un dis- Con estos antecedentes históricos, el lec-
curso alternativo, o si se prefiere, comple- tor de Jonatás y Manuela comprenderá
mentario dentro del imaginario nacional. mejor la razón por la cual la esclavitud le
Es esta perspectiva afrocéntrica que consi- ha servido a Chiriboga como un punto de
dero ser uno de los mayores aciertos de arranque efectivo en la creación de un dis-
Argentina Chiriboga en su Jonatás y Ma- curso alternativo de lo nacional y, por ex-
nuela. tensión, de lo andino.
Al aceptar la idea de que la historia Indudablemente, la presencia de lo
del africano en América “es una parte in- racial en la ficción latinoamericana no es
tegral de la historia de las Américas” (Pes- ninguna novedad, ni tampoco lo es el uso
catello 12), se comprende la centralidad de la novela como un instrumento funda-
que ha ocupado la esclavitud en todo el mental en la construcción de conceptos de
continente, incluyendo la zona que algu- la nación.2 La medida tan generalizada en
nos sectores de hoy llaman la Comarca que se ha empleado la novela como una
Afropacífica (i.e., Panamá, Colombia, expresión de identidad nacional a través
Ecuador y Perú). Respecto al Ecuador, de toda América Latina, comenzando con
concretamente, ya señalé someramente en el mismo Periquillo (1816), la primera no-
104 / Michael Handelsman

vela latinoamericana, resalta profundos En lo que se refiere concretamente


vínculos entre raza, nación y literatura a Jonatás y Manuela, las referencias de
que, según ha puntualizado Kwame Ant- Hutchinson a la complejidad histórica y a
hony Appiah, caracteriza también mucho la hibridez también invitan al lector a re-
del pensamiento euro-americano desde flexionar sobre la simultaneidad de temas
los siglos XVIII y XIX (48). Por su parte, e inquietudes de la novela que mucha gen-
George Hutchinson, crítico norteamerica- te acostumbra considerar dispares y des-
no que escribió Harlem Renaissance in conectados. Es decir, la preocupación por
Black and White (1995), indica que por ser lo afro no conduce a un discurso separa-
la raza todavía una causa determinante tista (o a un racismo al revés como algu-
social de mucha envergadura en EE.UU., nos quisieran denunciar), sino que pro-
por ejemplo, “es inútil hablar de ‘trascen- blematiza dos siglos de identidad nacio-
derlo’ o de desear que deje de existir por nal, indicando que la presencia afro en el
muy novelesco que sea” (26, traducción Ecuador no es un tema ocioso o rebusca-
mía). do, ni ha de limitarse a un plano exotista
Aunque el análisis de Hutchinson se dentro de la nacionalidad ecuatoriana. En
refiere a otro medio nacional, creo que es efecto, la visión que Chiriboga desarrolla
pertinente a la situación ecuatoriana en su novela es multifacética e íntima-
puesto que apunta a muchas de las expe- mente vinculada a todo un proceso de re-
riencias compartidas a través de toda la democratización que lucha por la unidad
diáspora. De especial importancia para mi a partir de las diferencias y no de una ho-
interpretación de lo afro y la nacionalidad mogeneización mítica, exclusivista y en-
del Ecuador es la insistencia de Hutchin- cubridora.
son en la complejidad histórica del tema En el plano puramente racial, Jona-
racial que requiere “un reconocimiento tás y Manuela confirma la centralidad y
tanto del carácter nacional (y por lo tanto, representatividad general de lo afro que
híbrido) de nuestras identidades raciales Alice Walker, por ejemplo, ha puesto de
como el carácter racial de nuestras identi- relieve al comentar “la manera en que es-
dades norteamericanas, puesto que la sub- critores negros y blancos parecían escribir
conciencia nacional afecta nuestras reac- un solo cuento inmenso, con diferentes
ciones acerca de la ‘raza’ como indudable- partes del cuento que venían de una mul-
mente la subconciencia ‘racial’ afecta titud de perspectivas diferentes” (en Co-
nuestras ideas de la nación norteamerica- llins 36-37; traducción mía). Es por eso
na” (26, traducción mía). Lógicamente, en que Walker ha aseverado que ella cree fir-
el contexto ecuatoriano, esta misma inte- memente que “la verdad de cualquier te-
racción entre raza y nación se ha examina- ma sólo surge cuando todos los elementos
do desde hace mucho tiempo, pero siem- del cuento se combinan y que sus signifi-
pre con miras al mestizaje clásico de blan- cados diferentes forman una nueva ver-
cos e indios.
Lo afro y la plurinacionalidad: El caso ecuatoriano visto desde su literatura / 105

dad. Cada escritor escribe las partes que se encapsula la presencia de la diáspora den-
les han escapado a otros escritores” (en tro de la historia nacional. Sobre todo, lo
Collins 36-7; traducción mía). que llama la atención en esta novela, es el
La naturaleza dialogal del proceso proceso paulatino que protagonizan los
de escritura tan patente en los comenta- negros al incorporarse dentro de su nuevo
rios de Walker encaja perfectamente en entorno. El proceso, claro está, se caracte-
sociedades que se reconocen como sincré- riza por cualquier cantidad de contradic-
ticas, heterogéneas, híbridas o poscolonia- ciones y conflictos en lo que respecta a la
les. Sea la que sea la terminología emplea- creación de un sentido nuevo de identi-
da, hemos de recalcar que Jonatás y Ma- dad. Ba-Lunda, mujer africana, capturada
nuela pertenece a la búsqueda de un dis- en Africa y llevada a América en cadenas,
curso pluricultural, que para una sociedad resiste todo intento de desafricanización;
como la ecuatoriana, es imprescindible si Nasakó, la hija pequeña, que también lle-
se espera representar cabalmente lo nacio- gó a América como esclava, se siente dis-
nal. Y, a propósito de la relación entre lo tanciada y alejada de los orígenes, y a dife-
pluricultural y lo nacional, recordemos a rencia de la madre, su formación como
Ashcroft quien ha señalado que “dentro de persona iría a realizarse fundamentalmen-
la realidad sincrética de una sociedad pos- te en el Nuevo Mundo; y Nasakó Zansi, la
colonial es imposible volver a una condi- nieta americana, cuya vida entera fue una
ción cultural pura y precolonial. El texto búsqueda por la madre perdida, a ella le
poscolonial es siempre una formación corresponde unificar el pasado y el pre-
compleja e híbrida. Es inadecuado leerlo sente, Africa y América.
como una reconstrucción de valores tradi- Como novela, Jonatás y Manuela
cionales y puros o simplemente como una pertenece a una tradición literaria que ha
expresión de extranjeros o de intrusos” pretendido dar expresión a la diáspora
(The Empire Writes Back 109-110; traduc- afro-afroamericana y, por lo tanto, mu-
ción mía). chos temas empleados por Chiriboga re-
Para reconstruir la historia nacional cuerdan tales textos como Raíces (Roots)
del Ecuador, Chiriboga escoge a tres mu- de Alex Haley y Changó el gran putas de
jeres negras de tres generaciones diferen- Manuel Zapata Olivella. El recibir nuevos
tes como sus protagonistas en una época nombres en América como mecanismo de
que corre desde los fines del siglo XVIII conquista y negación, el uso de hierbas
hasta el 24 de mayo de 1822, fecha de la para envenenar a los amos blancos, los le-
Independencia del Ecuador. Las tres mu- vantamientos, las fugas, la invocación a los
jeres son la abuela (Ba-Lunda/Rosa), la hi- orishas y la voluntad inquebrantable de
ja (Nasakó/Juana) y la nieta (Nasakó Zan- sobrevivir son algunos de los temas que
si/Jonatás),3 y su vida colectiva con todas ayudan a situar Jonatás y Manuela. Frag-
las penurias y peripecias de la esclavitud mentos de la novela como los siguientes
106 / Michael Handelsman

constituyen una visión afrocéntrica de lo “Se acostumbró a creer que las cosas siem-
que significa ser negro en América: pre fueron como las veía ahora, que nun-
ca tuvo padres ni hermanos, […] la vida la
Ba-Lunda comprendió que ahora debía
había dejado sin memoria. [… ] Después,
ser fuerte para enfrentar un nuevo desti-
habló: a los jóvenes les toca luchar, yo es-
no y planear su venganza. (17)
toy bien como esclava” (96).
No contentos con quitarle la libertad, Sin duda alguna, el caso más trágico
ahora le quitaban su nombre, ¡qué ho- de lo que se podría considerar un desca-
rror! Se aseó y juró vengarse. (34) rrilamiento de principios y valores frente
a un sistema que vivía del comercio de la
Estaba prohibida la comunicación con
otras plantaciones, pero, en alas del vien-
carne humana fue el de Nasakó, la madre
to, el Kan se de Jonatás. Con su nuevo nombre e iden-
tidad a cuestas—en América se llamaba
esparcía por todas partes, tal una palabra Juana—, se olvidó de sus orígenes y de su
mágica, una pleamar de rebeldía. (51) razón de ser como esclava (es decir, la lu-
cha por la liberación propia y colectiva).
Olvidados de la travesía, de las caricias de
sus padres, del rostro de su Africa, vivían Lejos del ejemplo inquebrantable de Ba-
desmemoriados por completo de su vida Lunda, “Juana estaba ahora ligada al mun-
anterior. (98) do de los negreros; sentía el placer de los
que solo (sic) aman el dinero. Asesoraba a
Desde el día en que se bifurcaron sus des- las autoridades en la persecución y captu-
tinos, se sintió más esclava que antes por ra de los cimarrones. Andaba buscando
estar condenada al suplicio de la disgrega- fugitivos que había comprado” (163).
ción. (127)
Al encontrar a su madre después de
En todo momento del texto, Chiri- varios años de separación, y al descubrir la
boga insiste en la lucha de los negros con- verdad de su conducta traidora, Jonatás
tra la dominación tanto física como cultu- comprendió que su familia como fuerza
ral. Lejos de aquel estereotipo infame del unificadora y baluarte de una identidad
“negrito pasivo y sumiso” que ha llenado cultural se había desintegrado y, por con-
tantas páginas de la literatura, la interpre- siguiente, era necesario crear un nuevo
tación de Chiriboga resalta el cimarronaje proyecto basado en lo rescatable del pasa-
como fuerza medular de la experiencia del do (i.e., la herencia viva de la abuela, Ba-
esclavo americano.4 Pero, al mismo tiem- Lunda) y las nuevas circunstancias y nece-
po, la autora reconoce los peligros de un sidades del presente. Es así que Jonatás lo-
sistema esclavista que a menudo logró gró trascender polaridades y combinó su
neutralizar la capacidad y el deseo de re- herencia de luchadora africana con su
sistir y de rebelarse. Por eso se lee, al refe- condición de americana independentista.
rirse a uno de los personajes secundarios: En efecto, mediante el ejemplo simbólico
de Jonatás, se vislumbra en la novela el pa-
Lo afro y la plurinacionalidad: El caso ecuatoriano visto desde su literatura / 107

pel medular que jugaron los esclavos en la tante elaboración.


creación de una América libre, pero sin Puesto que muchas fuerzas tradi-
caer en simplificaciones idealistas o ro- cionales a lo largo y a lo ancho de toda
mánticas.5 América han pretendido borrar y silenciar
No estaría demás observar aquí la esa complejidad cultural durante el últi-
medida en que la perspectiva que Chiri- mo siglo y medio, volver al pasado se ha
boga tiene sobre el negro y su adaptación convertido en un sine qua non para aque-
a América coincide con la imagen que Ni- llos americanos cuyos orígenes múltiples
colás Guillén había expresado en su famo- se han perdido en proyectos nacionales
sa “Balada de los dos abuelos” de 1934. Se- exclusivistas forjados en nombre del or-
gún el poeta cubano: den y de la armonía general. Por lo tanto,
el nuevo interés en la historia que ha mar-
Don Federico me grita, cado a muchos países latinoamericanos
y Taita Facundo calla; del último cuarto del siglo XX, especial-
los dos en la noche sueñan, mente evidente en el “renacimiento […
y andan, andan.
de] la novela histórica” (Kirkpatrick 52),
Yo los junto. (Summa poética 92)
no ha sido una simple casualidad. Tales
En ambos textos se celebra la capa- grupos marginados y subalternos como
cidad de las nuevas generaciones de ne- los de los negros, los indios y las mujeres
gros nacidos y criados en América de for- reclaman su pasado porque comprenden
jar su propia identidad a partir de sus orí- que la recuperación del pasado perdido es
genes múltiples y complementarios. imprescindible para la construcción de un
Mientras que el verso de Guillén de “Yo los futuro democrático. Gwen Kirkpatrick ha
junto” es una afirmación de responsabili- constatado:
dad y de creatividad, ya que es al negro a
La historiografía de las mujeres tiene co-
quien le corresponde definir su ser, la no- mo uno de sus fines el de buscar o excavar
vela de Chiriboga también pretende forjar unos orígenes olvidados o sumergidos.
la identidad afro desde su heterogeneidad. Como el proyecto intelectual de tantos es-
Por consiguiente, la insistencia en recupe- critores e intelectuales latinoamericanos
rar el pasado afro que sale a flor de piel a de este siglo—Mariátegui, Vasconcelos
través de toda la diáspora constituye mu- […]—las mujeres han buscado las raíces
cho más que un retorno caprichoso a un de una cultura auténtica en el pasado.
pasado remoto e inexistente; de hecho, es (50-51)
la expresión de una identidad compleja
Volviendo a Jonatás y Manuela, las
cuya autenticidad depende de un sincre-
coincidencias entre los comentarios cita-
tismo cultural que cultiva todas sus raíces
dentro de un proyecto consciente de ame- dos de Kirkpatrick acerca del feminismo y
ricanización abierta, proteica y en cons- el proyecto afro de Chiriboga son clarísi-
108 / Michael Handelsman

mas. En efecto, toda la novela apunta a gunas metas del feminismo, y especial-
una reivindicación del afrohispanoameri- mente en lo que respecta a una interpreta-
cano como agente de cambio y creación ción de Jonatás y Manuela. Según se ha co-
desde la historia del continente, especial- mentado:
mente en el momento de su nacer republi-
El desplazamiento del centro, el desen-
cano. Pero, el afrocentrismo que Chiribo-
mascarar de un poder céntrico que hace
ga emplea en su novela trasciende catego- el papel de lo universal, ha sido un arma
rías aisladas o parciales. Al convertir lo ra- central de los discursos feministas. Por
cial en lo nacional y lo nacional en lo ra- haber cuestionado el centro solar del pa-
cial, huelga insistir que Chiriboga no se triarcado, el movimiento ha puesto en
detiene en polarizaciones o dualismos marcha toda una serie de desplazamien-
puesto que ella comprende que su preocu- tos. […] El feminismo ha servido como
pación por la raza/nación no existe en un elemento catalítico de una crítica cultural
vacío y, por lo tanto, la contextualiza profunda. (Kirkpatrick 54)
abriéndose a tales complementos sociales
El afrocentrismo, el feminismo y la
como la clase social y el género sexual. Por
democratización constituyen, entonces,
eso, Chiriboga interpreta los aconteci- los pilares sobre los cuales Chiriboga
mientos de la época desde las experiencias construye su visión de la nación. Recorde-
de Jonatás, un personaje que es simultá- mos que “para las mujeres negras, el con-
neamente esclava (clase social), mujer (gé- siderar que las relaciones de dominación
nero sexual) y afroamericana (raza). La han sido estructuradas en cualquier con-
hibridez del texto permite que el lector se texto sociohistórico mediante un sistema
mueva entre diferentes centros interpreta- de opresión en que se entrelazan raza, cla-
tivos, poniendo en tela de juicio la historia se y género expande el enfoque de análisis
oficial como única y absoluta fuente de de describir meramente las similitudes y
autoridad. En este sentido, la novela de las diferencias que caracterizan estos siste-
Chiriboga cabe dentro de lo que algunos mas opresivos para, así, poner más aten-
han identificado en las últimas décadas ción en cómo se complementan” (Collins
como el poscolonialismo (Ashcroft, por 222; traducción es mía). Puesto que Chiri-
ejemplo). Es decir, la nueva historia se es- boga es plenamente consciente de su con-
cribe desde los márgenes tradicionales y, dición de mujer por una parte, y de mujer
así, se rompe la noción misma de los dua- afro por otra, Jonatás y Manuela termina
lismos jerarquizados para crear múltiples siendo la expresión de un proyecto litera-
centros simultáneos y coexistentes, los rio afro-feminista en el cual Barbara
cuales se complementan y se enriquecen Smith ha destacado la necesidad absoluta
los unos a los otros. de conectar la política sexual (“the politics
No se debe pasar por alto la medida of sex”) con la política de raza y de clase
en que el poscolonialismo coincide con al- (“the politics of race and class”) (en
Lo afro y la plurinacionalidad: El caso ecuatoriano visto desde su literatura / 109

Leitch, 90-91). Es así que se ha planteado: ciedad pluralista y heterogénea.


La convergencia o interacción de los
La habilidad de las mujeres negras de to-
mundos de Jonatás y Manuela, tanto en el
mar […] expresiones individuales, no ar-
sentido concreto de las dos como en el
ticuladas, de una conciencia cotidiana y
forjarla con una perspectiva colectiva, ar- simbólico, apunta a nuevos esquemas de
ticulada y autodefinida, es esencial para la identidad entre las razas y clases sociales
sobrevivencia de las mujeres negras. […] que constituyen el Ecuador y América. La
Para las mujeres negras, la lucha consiste misma figura de Manuela Sáenz ya se de-
en abrazar una conciencia que es simultá- fine en términos de su contacto con Jona-
neamente afrocéntrica y feminista. (Co- tás y, en general, con las influencias del
llins 26; traducción mía) mundo afro. El componente afro deja de
ser exótico y extraño. Por eso se lee:
El concepto de las múltiples opre-
siones y la estrecha vinculación que existe Paulatinamente, iba separándose del
entre Jonatás y Manuela marcan la rela- mundo blanco para entrar al de la negri-
ción que las une. Sin tener todavía la posi- tud, al mundo de los colores alegres, al
bilidad de eliminar por completo las dife- mundo de la fantasía. Manuela caminó
rencias inherentes al sistema clasista y es- hacia el espejo y, al colocarse el tejido so-
clavista en que ambas mujeres vivían, sur- bre el pecho, se miró feliz, aceptando la
raíz de su abuela panameña, era de ella de
ge una profunda identificación entre las
quien había heredado su cabellera negra.
dos. Se recordará que Manuela era una hi- [… Y] se trataba de una nueva forma de
ja bastarda y, por lo tanto, ella fue someti- pensar, de ser, sentirse segura de sí misma.
da a ciertos prejuicios de exclusión que la Manuela eligió un peinado con trenzas y
hacían más sensible a la necesidad de re- canutillos. (94)
belarse contra el orden social del día. En
este sentido, la lucha constante por la libe- De hecho, según la interpretación
ración que caracterizó a Jonatás fue reco- afrocéntrica de Chiriboga, se entiende que
gida por Manuela como una necesidad es Jonatás quien prepara a Manuela para
propia. De manera que, en la novela, la lu- su futura participación en las guerras de
cha de Jonatás como esclava traspasa fron- Independencia, pero a partir de una pre-
teras y se convierte en un componente vi- via lucha contra la esclavitud. Es decir, es
tal dentro de una liberación múltiple: la la criada quien prepara al ama para que
de los esclavos, la de las mujeres, la de los ésta asuma su papel protagónico como la
hijos ilegítimos y la de las repúblicas na- Libertadora del Libertador. Indudable-
cientes de América. En fin, la experiencia mente, esta revisión histórica o, si se pre-
del esclavo ya no se perfila como un fenó- fiere, esta reinterpretación literaria recuer-
meno aislado o periférico en la historia, si- da al colombiano, Manuel Zapata Olivella,
no que se proyecta como una expresión quien ha afirmado: “América se negreó
ejemplar de la democratización de una so- con los africanos, no por su piel negra, si-
110 / Michael Handelsman

no por su rebeldía, sus luchas antiesclavis- titud de agradecimiento sumiso no hace


tas, su unión con el indio para combatir al más que poner de relieve la aceptación de
opresor, por sus tambores y orichas gue- parte de las víctimas mismas de una jerar-
rreros, por sus pregones, por su músculo, quización social que se nutría de la opre-
por su inquebrantable optimismo de pue- sión y la injusticia.
blo vencedor” (330). Pero, casi en seguida, Jonatás reac-
Esta imagen positiva del negro co- ciona:
mo actor dentro de la historia de América
Le invadió una ráfaga de angustia, pero
adquiere mayor importancia en Jonatás y
algo que le andaba por las venas y no po-
Manuela puesto que Chiriboga demuestra día apartarlo, le afloró de pronto. Clavó
que es el negro mismo quien reclamó y los ojos en sus ojos, los vio brillantes, ex-
creó su justo lugar en la sociedad a partir presivos, gozosos; sonrió, el espejo retrató
de su propia definición de valor personal. sus dientes blancos; ah, aquellas trenzas
Es decir, la liberación y la justicia no fue- terminadas en canutos de colores la vol-
ron principalmente el resultado de gestos vían atractiva; no, no soy tan fea. Al des-
paternalistas o de algún espíritu magnáni- pedirse del espejo, llevó la convicción de
mo de uno que otro amo. Los negros rom- que era bonita, que Changó sea contigo,
musitó y fue a golpear el dormitorio de
pieron las cadenas de la esclavitud porque
sus amas. (93)
ellos mismos se apropiaron de su identi-
dad, definiéndola y valorándola con con- Esta escena implica una reconcilia-
fianza y orgullo.6 ción consigo misma como mujer negra.
La creación de una identidad propia Por consiguiente, Jonatás adquiere un po-
como acto de rebeldía y de radicalización der nuevo sobre su propia persona que le
frente a conceptos humillantes sale a la luz permitirá dinamizar sus relaciones con
en la novela cuando Jonatás se ve por pri- Manuela y con todos los demás. De hecho,
mera vez en un espejo. Su primera reac- después de “golpear el dormitorio de sus
ción es de repugnancia y de negación. Al amas,” le abren la puerta a Jonatás, y “Do-
comentar que “no había duda, esa fea era ña María [la madre de Manuela], por pri-
ella” (93), Jonatás “le lanzó un escupitajo” mera vez, observó detenidamente a la ne-
(93) a su propia imagen y, al hacerlo, se grita con quien jugaba Manuela” (93). El
perdió momentáneamente en un estado mirar a Jonatás por “primera vez” no es
de inmovilización psicológica y política, una mera coincidencia porque la niña es-
encomendándose a una supuesta bondad clava ya es una nueva persona con una
y generosidad de su ama, Manuela: “Com- nueva conciencia de su propio valor, una
prendió, entonces, que su ama era buena; conciencia que anuncia los comienzos de
más que buena, no la había rechazado un proceso de liberación tanto para Jona-
siendo tan fea, jugaban de igual, sin echar- tás como para Manuela. Puesto que Jona-
le nunca en cara su fealdad” (93). Esta ac- tás jamás se verá como inferior (y todo lo
Lo afro y la plurinacionalidad: El caso ecuatoriano visto desde su literatura / 111

que implica ser “fea”), tampoco dejará que de Pichincha del 24 de mayo de 1822. Las
los demás la vean así.7 dos mujeres, la criada y su ama, compro-
Con el cambio de actitudes, Jonatás metidas con la creación de un nuevo país,
y Manuela consolidan una relación que es reivindican el papel protagónico que juga-
simbiótica y de una ayuda mutua, aunque ron mujeres y negros en la creación de una
dentro de las limitaciones históricas del América libre. Al marchar juntas por el ca-
momento. Según se lee: “Ambas sentían mino de la liberación, ambas mujeres fun-
placer al enseñar y aprender” (126); en dieron sus luchas personales (la de la es-
otro momento del texto: “la blanca miró a clava y la de la bastarda/adúltera) para
su esclava. Sin ella volvería a sus triste- crear un proyecto común, un proyecto re-
zas…” (86-87); y finalmente, “Jonatás publicano.9 Si los sueños y las promesas
comprendió que de veras su ama la quería. de la época independentista (simboliza-
Tenía clara esa idea, todo lo que proyecta- dos por Jonatás y Manuela) quedaron in-
ba hacer en su vida era unir su destino al conclusos, no sería por las nuevas ideas
de Manuela, ahogar su odio contra la propiamente, sino por los detentadores
blanca” (87).8
del poder tradicional cuyo yugo todavía
Hemos de recalcar que las referen-
no se ha logrado romper. Pero la semilla
cias de Jonatás a unirse a Manuela no im-
existe, y Chiriboga la celebra en su novela
plican una negación de sí misma. Jonatás
híbrida, múltiple y democrática. Por me-
comprende que Manuela tiene acceso a los
dio de su visión afrocéntrica/afrofeminis-
recursos y al poder social tan necesarios
ta de los comienzos de la nación ecuato-
para llevar a cabo el proyecto de liberar a
riana, y por extensión, de todas las nacio-
los esclavos. Pero, Jonatás no es una mujer
nes latinoamericanas, Jonatás y Manuela
cínica ni manipuladora; su acercamiento
recuerda una observación del crítico, Ri-
hacia Manuela es el resultado de un proce-
chard Jackson:
so gradual que, como ya se ha menciona-
do, incorpora a ambas mujeres en una El humanismo… se entiende como una
alianza basada en una igualdad incipiente. actitud de preocupación por el hombre y
Es decir, el contacto, la convivencia y la co- por los problemas que lo acosan en su vi-
laboración entre las dos, que comenzaron da. La crítica humanística mide la litera-
cuando eran niñas, tumbaron murallas tura contra esta actitud. Sea una preocu-
sociales tradicionales por un lado, y con- pación por la injusticia racial y social de
virtieron a las dos mujeres en compañeras un individuo o de un grupo, o una preo-
cupación abstracta y existencial de la con-
por otro, colocándolas en un camino que
dición humana, una preocupación huma-
prometía abrirse hacia nuevas posibilida-
nística por la interacción entre hombres
des de democracia y justicia social. ha sido un tema primoridal de la literatu-
No es casual que toda esta historia ra latinoamericana desde hace mucho
desemboque en la batalla definitiva de la tiempo. (Black Literature and Humanism
independencia del Ecuador, en la batalla
112 / Michael Handelsman

in Latin America 120 y passim; traduc- es la afirmación de un centro, pero sola-


ción mía) mente de un centro entre muchos.
La tolerancia que caracteriza la
Sin duda alguna, las poblaciones
perspectiva de Chiriboga, entonces, apun-
afroamericanas han sido actores ejempla-
ta a un proceso de deconstrucción de vie-
res en esta búsqueda de justicia a través de
jas “relaciones de poder previamente
toda América.
construidas sobre estables tradiciones bi-
Conclusiones narias del poder blanco versus la falta del
poder étnico” (Jehenson 124). Además,
Las diferentes interpretaciones a las puesto que esquemas binarios tienden a
que se presta Jonatás y Manuela convergen basarse en posturas esencialistas, el plura-
continuamente entre sí; en este sentido, lismo de Chiriboga se acerca a una identi-
Chiriboga ha creado un espacio pluralista dad afro parecida a la que Aimé Césaire
en el cual no existe ningún discurso privi- había conceptualizado: sincrética e impu-
legiado o hegemónico precisamente por ra (Clifford 59). Por consiguiente, en Jo-
estar todo y todos entrelazados. Sin em- natás y Manuela, no se pretende volver a
un pasado africano idílico e inexistente ni
bargo, mientras que el modelo concebido
recuperar raíces autóctonas que distan
por Chiriboga pone de relieve las múlti-
mucho de las vivencias propias de los ne-
ples relaciones cambiantes entre el indivi- gros de América Latina. De hecho, Kwame
duo y la colectividad, esto no ha de suge- Anthony Appiah ha enseñado que ya no
rir la ausencia de un centro, un concepto existe “una cultura africana plenamente
fundamental de los diversos post-estruc- autóctona [‘a fully autochthonous echt-
turalismos los cuales se han destacado por African culture’] que espera que los artis-
su “oposición a una ideología del indivi- tas la rescaten, ni tampoco existe una cul-
dualismo y de una Verdad Absoluta” (Mo- tura americana sin raíces africanas” (155).
rris 159). Es decir, a diferencia de algunas Por eso, Jonatás es eminentemente ecua-
tendencias post-estructuralistas que con- toriana. Su condición heterogénea de mu-
jer, esclava y negra la convierte en un sím-
vierten el saber en un juego de arbitrarie-
bolo nacional de un Ecuador democráti-
dades y lo desprenden de una especifici- camente múltiple donde todos los ecuato-
dad histórica o política (Morris 159), el rianos son co-partícipes en la construc-
pluralismo que practica Chiriboga celebra ción perpetua de una identidad nacional
la coexistencia de múltiples centros, cada que nunca ha sido (ni jamás será) fija ni
uno anclado en su contexto sociocultural estática.
y vinculado con los de su alrededor. Por Para concluir, la perspectiva afro-
eso el afrocentrismo de Jonatás y Manuela céntrica (y afrofeminista) que Chiriboga
ha empleado en su Jonatás y Manuela de-
Lo afro y la plurinacionalidad: El caso ecuatoriano visto desde su literatura / 113

sarticula el mito del indomestizaje (y del latigazos. Llegaron porque querían aprender.
patriarcado) como esencia nacional del Su capacidad intelectual había sido sacrificada
por sus amos crueles. Habían sido encerrados
Ecuador y de los países vecinos de los An-
en una oscuridad mental. Yo les enseñé porque
des.10 Al reinterpretar la historia de los co- hacer algo que parecía mejorar la condición de
mienzos de la nación a partir de las expe- mi raza era la felicidad de mi alma” (121; tra-
riencias de una esclava, Chiriboga no se ducción mía).
encierra en particularidades aisladas o se- 5 Es de notar que a pesar de la preocupación por
paratistas. Su afrocentrismo invita a nue- la raza tan manifiesta en Jonatás y Manuela,
Chiriboga evita esquemas esencialistas y biolo-
vas lecturas de la historia nacional. Al tra-
gistas. La perspectiva de Chiriboga recuerda a
zar la vida de Jonatás, se comprende que la Kwame Anthony Appiah quien ha denunciado
nación como tal no es una síntesis sino un el uso absolutista del concepto racial que con-
proyecto sincrético eternamente por ha- duce a un desconocimiento de la gran diversi-
cerse. dad que caracteriza a la gente afro. Según él ha
escrito: “‘La raza’ nos incapacita porque propo-
Notas ne como base de una acción común la ilusión
de que la gente negra […] está aliada por natu-
1 Citado por Paul Gilroy en su The Black Atlan- raleza y no por el esfuerzo; por lo tanto, nos de-
tic; la traducción al español sería: “mis vínculos ja sin la preparación necesaria para manejar los
a Africa todavía son fuertes… lo cierto es el he- conflictos intrarraciales que surgen de las si-
cho de que desde el siglo XV estos ancestros tuaciones tan disímiles de la gente negra […]
míos han tenido una historia común, han su- en diferentes partes de la economía y del mun-
frido un desastre común, y tienen una larga do” (176; traducción mía).
memoria… la insignia del color es relativa- 6 Me parece que es este aspecto protagónico y de
mente insignificante salvo como una insignia; “afirmación” del negro (sin ser artificial o for-
la verdadera esencia de este parentesco es su zado) lo que distingue la novela de Chiriboga
herencia social de la esclavitud; la discrimina- de la mayoría de los textos escritos por los
ción e insulto; y esta herencia vincula no sólo a ecuatorianos que, a pesar de su solidaridad pa-
los hijos de Africa, sino que se extiende a Asia
ra con los negros, no se identifican como afroe-
amarilla y llega hasta los Mares del Sur. Es esta
cuatorianos.
unidad que me atrae a Africa.” (La traducción
7 Patricia Hill Collins señala que la literatura es-
es mía.)
crita por mujeres negras ofrece la visión más
2 Para una buena explicación de esta idea, véase
amplia de las luchas de las mujeres negras por
Foundational Fictions de Doris Sommer.
formar sus propias definiciones positivas fren-
3 Así son los dos nombres de cada personaje—el
te a imágenes denigrantes sobre la mujer negra
de origen africano y el de la esclavitud en Amé-
(83). Sin duda alguna, Chiriboga está vincula-
rica.
da a este proyecto de reivindicación. En cierta
4 Digo aquí “americano” en pleno sentido conti-
medida, el retrato que Chiriboga elabora de Jo-
nental, inmerso en la diáspora. El mundo cap-
natás recuerda a Maria Stewart, una esclava
tado por Chiriboga no está lejos del de Frede-
norteamericana, también de comienzos del si-
rick Douglas, esclavo de EE.UU., quien enseñó
glo XIX, quien “no se contentaba con identifi-
a otros esclavos a leer como forma del cimarro-
car la fuente de opresión sufrida por la mujer
naje. Según explicó Douglas: “Cada momento
negra. Ella les insistió a las mujeres negras que
que pasaron en aquella escuela, corrían el ries-
forjaran sus propias definiciones de firmeza de
go de ser detenidos y de recibir treinta y nueve
voluntad y de independencia” (Collins 3).
114 / Michael Handelsman

8 La relación entre Jonatás y Manuela (criada y nece a un proyecto visto en obras de otras es-
ama) que Chiriboga elabora en la novela perte- critoras latinoamericanas que han tratado de
Capítulo VII
Del mestizaje al “proceso de comunidades
negras”: reflexiones sobre la evolución
de una política afrocéntrica en el Ecuador

recrear la interacción que ha dejado profundas ofrecerse igualmente. La posición de Hurtado,


marcas en las relaciones entre mujeres de dife- aparentemente contraria a la de Roldós, perpe-
rentes clases sociales. Miriam Yvonne Jehenson túa el conflicto más hondo entre una síntesis
se ha referido a autoras como Ocampo, Gam- étnica y un pluralismo étnico” (Cultural Trans-
baro, Allende, Garro, Castellanos, Poniatowska formations… 778; traducción mía).
y Piñón. Aunque ha habido en algunos casos
un “colonialismo materno,” Jehenson resalta
que las relaciones entre esas mujeres se han ca-
racterizado por una intimidad honda y genui-
na (19).
9 A diferencia de muchas escritoras cuyos perso-
najes femeninos pocas veces tienen opciones
positivas en sus luchas respectivas por realizar-
se plenamente como seres humanos, tanto Jo-
natás como Manuela no se pierden en la locu-
ra o la muerte como únicas formas de escape o
de liberación. Para un análisis elaborado del te-
ma del encierro o del confinamiento sufrido
por las mujeres en la literatura, véase Talking
Back: Toward a Latin American Feminist Lite-
rary Criticism de Debra A. Castillo (24).
10 Especialmente pertinentes a este análisis sobre
el indomestizaje son las observaciones del an-
tropólogo, Norman E. Whitten, Jr., quien ha se-
ñalado una importante distinción entre la po-
lítica cultural de Jaime Roldós y la de Osvaldo
Hurtado, dos ex-presidentes del Ecuador. Se-
gún Whitten: “Mientras que la posición públi-
ca e ideológica tanto de Roldós como de Hur-
tado desafía una doctrina de la supremacía
blanca, la posición de Roldós incorpora al
blanco junto con el negro a una nación de diver-
sidad en la cual el sufragio para todos debe
116 / Michael Handelsman

“Unlike the black heroes used by white plo, Juan García Salazar, un dirigente del
writers to symbolize nation, religion, or pueblo negro ecuatoriano, no vacila al
national culture, true black heroes today proclamar que el Ecuador es un país racis-
are idolized by blacks because like the ma- ta y que para las comunidades negras es
roon heroes of old, they represent heroic hora de “atrincherarnos, apalencarnos”
insistence on their own societal values
(Samaniego Ponce 9A).2 Esta posición de
rather than somebody else’s.” (Richard L.
Jackson)1
desafío dista mucho de las fórmulas mes-
tizas (o integracionistas) que procuraban
Ya he señalado en capítulos anterio- “acomodar” al negro dentro de la nación
res la medida en que el mestizaje se consi- ecuatoriana. Es así que se ha reconocido
dera un proceso de blanqueamiento. A un discurso negro que a nivel nacional in-
continuación se examinará otro proceso, siste en los poderes positivos de la negri-
el que se identifica como el “Proceso de tud y en los efectos negativos de la explo-
Comunidades Negras” y que se proyecta tación e injusticia impuestas por blancos y
como una respuesta contestataria frente a mestizos (Whitten, Jr. y Quiroga 309).
la tradición mestiza. El epígrafe de arriba Más concretamente, se ha escrito:
pone de manifiesto algunos de los compo- La población negra del Ecuador se está
nentes principales que caracterizan la po- extendiendo en cuanto a su número, se
lítica afrocéntrica que se está desarrollan- está diversificando en los sectores abiertos
do hoy en el Ecuador, y sobre todo en Es- al desarrollo negro y está buscando nue-
meraldas. Volver a la tradición de los pa- vas y mejores oportunidades. Los víncu-
lenques (por eso la referencia al cimarro- los entre la gente negra en áreas rurales y
naje) para insistir en los valores particula- urbanas se están estrechando mientras
que la infraestructura nacional crece. Al-
res de los negros como una afirmación ét-
gunos movimientos negros ligeramente
nica por un lado, y como un modelo de
articulados a través de las provincias de
resistencia activa contra las fuerzas tradi- Esmeraldas e Imbabura-Carchi, y grupos
cionales de apropiación ajena por otro la- de Ibarra, Quito y Guayaquil responden a
do, constituye un testimonio más de la la retórica nacional del mestizaje con sus
constancia de los afroecuatorianos por de- discursos internacionales, nacionales, re-
fender la legitimidad de su presencia en el gionales y locales de la negritud. (Whit-
conjunto nacional. ten, Jr. y Quiroga 312; traducción mía)
A diferencia de aquella ambivalen-
La yuxtaposición de discursos, el
cia racial ya analizada al estudiar Juyungo
uno supuestamente nacional/mestizo y el
de Adalberto Ortiz, la firmeza de algunos otro abiertamente múltiple/afrocéntrico,
sectores afroecuatorianos actuales sugiere pone de relieve algunas contradicciones y
una radicalización en cuanto a la repre- tensiones propias del debate nacional/plu-
sentación que el negro hace de sí mismo y rinacional del Ecuador. Aunque hay los
de su situación en el Ecuador. Por ejem- que insisten que el mestizaje es la verdade-
Lo afro y la plurinacionalidad: El caso ecuatoriano visto desde su literatura / 117

ra expresión de la pluralidad latinoameri- de los que han manejado conceptos tradi-


cana (la raza cósmica, según Vasconcelos) cionales sobre la raza como un fenómeno
al mismo tiempo que denuncian lo afro estrictamente biológico, los afroecuatoria-
como una tendencia separatista y aislada, nos ofrecen propuestas más complejas. Se
se descubre lo inverso. Es decir, el mestiza- ha observado que
je se desarticula al fundirse dentro de lo
nacional mientras que lo afrocéntrico se como resultado del colonialismo, del im-
expande al insertarse en la diáspora. El pa- perialismo, de la esclavitud […] y de otros
sistemas de dominación racial, los negros
radigma revela un contraste marcado en-
comparten una experiencia común de
tre lo estático (lo nacional como una iden-
opresión. [Por lo tanto…,] hay valores
tidad fija y esencialista—la “ecuatoriani-
afrocéntricos compartidos que están di-
dad,” por ejemplo) y la fluidez (lo transna- fundidos en la estructura de la familia, las
cional que abre la identidad ecuatoriana a instituciones religiosas, la cultura y la vi-
definiciones no fijas y siempre en discu- da de comunidad de los negros en diver-
sión). No parece haber duda de que la ex- sas partes de Africa, el Caribe, Sudaméri-
periencia transnacional o diaspórica del ca y Norteamérica. (Collins 206; traduc-
afroecuatoriano ha contribuido a la no- ción mía)
ción de que la identidad es un proceso;
por lo tanto, el “Proceso de Comunidades La misma complejidad conceptual
Negras” sugiere que el negro ha de ser un se vislumbra al leer: “El concepto de una
actor clave en el debate sobre la plurina- ‘cultura afro-latinoamericana’ emerge en
cionalidad del Ecuador. el Ecuador en 1992, y resalta las tres cons-
Mis referencias a tales conceptos co- tantes que caracterizan a los negros mo-
mo el mestizaje, lo afrocéntrico, lo nacio- dernos que mantienen en el país sus diná-
nal, lo transnacional y la plurinacionali- micas y tradicionales vivencias: los negros
dad son un recuerdo de que “Nada se pue- son de ‘Latinoamérica’; vienen de Africa; y
de saber y conocer si no es a través del uso son negros” (Whitten, Jr. y Quiroga 311;
y manejo del lenguaje, que trae en sí las traducción mía).
descripciones y nociones respecto al mun- De modo que el proyecto afrocén-
do. Sin embargo, es necesario re-articular- trico como un proceso de forjar una iden-
lo para saber y conocer lo que aún no se tidad encuentra en la diáspora una ampli-
sabe y no se conoce” (Rivera-Rodas 4). En tud de criterios y de experiencias que vin-
efecto, el afrocentrismo se proyecta como cula lo racial con lo económico, lo políti-
un discurso que posibilita una rearticula- co, lo social y lo cultural. Esta nueva lectu-
ción del lenguaje “para tener acceso a una ra de lo que es la negritud garantiza que lo
reflexión renovadora, es decir, a formas afro funcione (y que se comprenda) si-
nuevas del saber y conocimiento” (Rivera- multáneamente en varios niveles. Por eso,
Rodas 5). Dentro de este proyecto de rear- Paul Gilroy ha afirmado que “la diáspora
ticulación, se comprende que a diferencia es todavía indispensable si se piensa desta-
118 / Michael Handelsman

car la dinámica política y ética [the politi- terés en lo negro ha pasado por tres eta-
cal and ethical dynamics] de la historia no pas, a saber: el negrismo, la negritud y el
terminada de los negros del mundo mo- afrocentrismo. Brevemente, el negrismo
derno” (80; traducción mía). De ahí sur- fue un movimiento europeo de las prime-
gen los discursos de la negritud que según ras décadas del siglo durante las cuales los
Whitten, Jr. y Quiroga, dos antropólogos a intelectuales y artistas (como Picasso) vol-
quienes ya he citado, son “internacionales, vieron la atención a Africa en busca de
nacionales, regionales y locales” (312). nuevas musas de inspiración. En el negris-
La comprobación de la universali- mo predominaban el exotismo y el primi-
dad de la situación de los negros se paten- tivismo. En cuanto a la negritud como
tiza en un comentario hecho por Barley movimiento de los años 30 y 40, un grupo
Gayle, dirigente negra de Costa Rica: de intelectuales africanos y afrocaribeños,
principalmente, intentó sacar lo afro de
En 1992 me decidí a crear la FUSCAL
aquel primitivismo superficial que fue es-
[…] debido al fuerte interés […] sobre el
tablecido anteriormente por los artistas
por qué la población negra no es visibili-
zada en todos los ámbitos de la vida na- blancos de Europa. Para Leopold Senghor
cional, y sobre todo el por qué cada vez y sus compañeros, Africa y lo afro consti-
que se hacía, el referente era y es el <<ri- tuían las bases de una civilización rica en
ce and beans>> o el <<carnaval>>, o tradiciones e historia y no un mero depó-
peor aún, se resaltan algunos rasgos físi- sito de curiosidades que sólo servía para
cos (como el color de la piel), de tal ma- las exposiciones de los museos occidenta-
nera que denigran nuestra condición hu- les. A pesar de los avances realizados por el
mana. Me preguntaba por qué no apare- movimiento de la negritud en lo que res-
cemos en los censos, […] por qué sólo se pectaba a la difusión de las culturas afro,
habla de los negros de Limón como si so- algunos críticos posteriores han lamenta-
lamente ahí existiéramos. (en Berron 29)
do la orientación excesivamente intelec-
Estas mismas inquietudes sobre la tual que marcaba su producción. De ahí
exclusión que sufren los negros podrían surgió el afrocentrismo que ha querido
haber sido expresadas por un afroecuato- convertir lo negro en algo más que un mo-
riano. De hecho, son precisamente las que vimiento artístico e intelectual.3
han impulsado en parte el “Proceso de Dentro de este esquema histórico, se
Comunidades Negras” y la campaña que patentiza una gradual politización de inte-
pretende reapropiar la Comarca Afropací- reses y objetivos, un hecho que pone de
fica. manifiesto la evolución del ya menciona-
do proceso que interesa estudiar aquí. Ya
“El Proceso de Comunidades Negras del lejos de aquel negrismo de corte europeo
Norte de Esmeraldas” destinado sobre todo para los museos, el
afrocentrismo emergente del Ecuador
En lo que se refiere al siglo XX, el in-
Lo afro y la plurinacionalidad: El caso ecuatoriano visto desde su literatura / 119

apunta a las cámaras legislativas del país. expresa con un guión entre las diferencias.
Por lo tanto, el proceso como tal es un ha- Es decir, son afroecuatorianos y no afro-
cerse continuo que se opone a cualquier ecuatorianos ya que el guión denotaría
proyecto que quisiera mantener lo negro una separación o una ruptura dentro de
en el plano de un “folklore” que errónea- una identidad que ahora se define como
mente se ha entendido como una colec- entera e íntegra.
ción de vivencias estáticas y hasta muertas. En cuanto a los derechos reclama-
Los documentos que se examinarán dos en el manifiesto, hay siete: derechos
a continuación son una muestra actual culturales, derechos de participación, de-
que confirma la vitalidad de los pueblos rechos a la organización, derecho al terri-
afroecuatorianos, tanto por su manejo del torio, derecho al desarrollo, derecho al
concepto de proceso como por su identifi- medio ambiente y derechos políticos. Los
cación con la diáspora afro-afroamerica- derechos culturales tienen la etnoeduca-
na. El primer texto es una especie de ma- ción como eje referencial. Al reconocer sus
nifiesto intitulado “Algunos de los dere- diferencias dentro del conjunto nacional
chos que a los negros nos gustaría tener en ecuatoriano, se rechaza la tradición mesti-
la constitución,” firmado por el “Proceso za de la asimilación cultural y declara:
de Comunidades Negras del Norte de Es- “Que existimos comunidades Negras con
meraldas.”4 Lo que sale a la luz de inme- una cultura y tradiciones que el gobierno
diato es el manejo de una doble identidad, y la sociedad ecuatoriana deben proteger,
la de ecuatorianos y la de negros, que se respetar y promover” (1). Pero, la pro-
mueve continuamente entre un “noso- puesta no se queda en un plano teórico ya
tros” nacional (Ecuador) y un “nosotros” que el pueblo negro acepta la responsabi-
afro (el pueblo negro): “La constitución lidad de educarse según sus circunstan-
Nacional es la Ley [sic] más importante cias: “La educación para nuestros hijos de-
que tenemos los ecuatorianos […]”; y en be tener en cuenta nuestra realidad: los lu-
seguida, se refiere al “pueblo Negro del gares donde vivimos, nuestra verdadera
Ecuador [que] debería tener por lo menos historia, la cultura de nuestro pueblo.
los siguientes derechos […]” (1). Este des- Queremos que el estado nos reconozca el
doblamiento subvierte el concepto esen- derecho a tener nuestros propios sistemas
cialista de una nacionalidad unida ya que de educación. La etnoeducación” (1).
entrelaza el “nosotros” de lo que es común El reclamo viene acompañado de la
a todos y el “nosotros” de las diferencias. voluntad de actuar y, al asumir el rol pro-
La fluidez entre las dos voces no es una ne- tagónico de agentes del cambio social, uno
gación de la nacionalidad sino una afir- comienza a liberarse de la dependencia
mación de la condición pluralista de todos cultural mientras que se aspira a tomar
los ecuatorianos. En cuanto a los negros, control de una de las instituciones funda-
son afroecuatorianos cuya identidad no se mentales del Estado que ha dirigido la
120 / Michael Handelsman

creación/invención de la identidad nacio- tercera categorías tratadas en el manifies-


nal. En lo que se refiere específicamente al to que estoy comentando. En no poca me-
norte de Esmeraldas, el reclamar los dere- dida, lo que impulsa el “Proceso de Co-
chos culturales mediante un sistema autó- munidades Negras” es su compromiso a
nomo de la etnoeducación no ha de inter- construir una nueva nación en la cual las
pretarse como un acto separatista sino co- relaciones entre los diferentes sectores del
mo un reconocimiento de un sistema ofi- país, incluyendo las que todos tienen con
cial de educación que ha fracasado. En un el Estado, dejen de ser jerárquicas. La ple-
artículo publicado el 4 de agosto de 1997 na participación del pueblo negro en su
en El Comercio de Quito, se denunció el propio desarrollo exige estructuras políti-
abandono que la provincia esmeraldeña cas, económicas y culturales que sean ho-
ha sufrido desde hace mucho tiempo: rizontales, una propuesta que apunta a la
“1.000 niños están sin escuela” (D3). De democratización del Ecuador. Por eso se
hecho, el abandono oficial del Estado ha afirmado: “El pueblo negro tiene dere-
ecuatoriano sigue siendo tan extremo en cho a participar en las decisiones que ten-
el norte de Esmeraldas que la identidad gan que ver con la vida de nuestras comu-
nacional ecuatoriana corre el riesgo de de- nidades […]. Tenemos derecho a pedir in-
saparecer entre los habitantes de la región. formación a las instituciones privadas y
Es así que dicho reportaje periodístico se- entidades del Estado sobre los programas
ñaló: “Los menores también están más fa- que estén implementándose en nuestros
miliarizados con el himno nacional de territorios y en general de todo lo que ne-
Colombia, pues las notas del himno ecua- cesitamos conocer” (1).
toriano casi no hay donde cantarlo” (D3). La participación activa que el pue-
De manera que si hay un peligro de blo negro reclama también revela un re-
fragmentar la nación, será más por la ne- surgimiento de confianza en sí mismo. Di-
gligencia del Estado que por las aspiracio- go “resurgimiento” porque hay un recono-
nes culturales particulares de algunos cimiento creciente de las tradiciones del
ecuatorianos.5 “El Proceso de Comunida- pasado afroecuatoriano que fueron pro-
des Negras del Norte de Esmeraldas” es un fundamente marcadas por el cimarronaje.
reconocimiento de la capacidad de los di- Ante el estereotipo racista del “negro va-
ferentes pueblos ecuatorianos de forjar su go,” “El Proceso de Comunidades Negras”
destino, por una parte, y una afirmación rescata modelos de un comportamiento
de su voluntad de llevarlo a cabo, por otra. rebelde y autónomo para, así, reapropiar-
El deseo de protagonizar sus pro- se de su pasado, su presente y su futuro. Es
pias luchas dentro del campo de la educa- en este contexto que Juan García Salazar
ción coincide con el reclamo que se hace afirmó en una entrevista en 1997:
de los derechos de participación y de los Para toda América Latina vinieron cerca
derechos a la organización, la segunda y la
Lo afro y la plurinacionalidad: El caso ecuatoriano visto desde su literatura / 121

de 11 millones de negros. Si los negros voceros del “Proceso de Comunidades Ne-


fuéramos vagos, ¿por qué se tomaron la gras,”“Los Territorios Ancestrales del Pue-
molestia de traer 11 millones de negros a blo Negro deben tener la protección del
pasear a América Latina? Entonces, vaya
si son vagos estos españoles. No vinimos
Estado para que siempre estén en manos
de Africa a pasear, vinimos a trabajar y de las Comunidades y Organizaciones Ne-
nosotros somos concientes que los capita- gras y poder garantizar la propiedad de los
les que formaron el patrimonio de estas territorios Ancestrales para nuestros rena-
naciones fueron el producto del trabajo cientes” (2). El derecho actual se funda-
de mano esclava. (Samaniego Ponce 9A) menta en la presencia ancestral de hace si-
Pero las miras hacia el pasado no glos, la que antecede la creación del Esta-
han de sugerir algún paliativo retórico que do ecuatoriano que nació en el siglo XIX.6
solamente sirva para amortiguar el sufri- Lógicamente, sin ser dueños de sus tierras,
miento y la desesperación actuales mien- los afroecuatorianos jamás podrán ser li-
tras se espera morir en paz. El pasado al bres ni dueños de sí mismos. Como algu-
cual el afroecuatoriano se remonta más nos dirigentes negros han puntualizado, el
bien lo conduce a la acción puesto que, territorio es
por una parte, siente su relación con los
cimarrones de ayer, y por otra parte, com- el espacio de vida donde se crea y se recrea
prende que su liberación (la de todos los la cultura del pueblo negro. El territorio
negros de todos los tiempos) sigue siendo está compuesto por lo tangible como ríos,
un proyecto por hacerse. Además, el com- bosques, esteros, playas, mar, animales,
promiso para con los antepasados lleva plantas; y lo intangible como mitos, le-
yendas, cuentos, magia, ritos. En definiti-
consigo la convicción de que éstos habían
va, el conocimiento y saber ancestral. (“II
forjado formas alternativas de organiza-
Encuentro Afro Binacional…” 10)
ción (y de lucha) que los negros de hoy
deben utilizar. De manera que se conside- Al insistir en que el gobierno ecua-
ran el pasado y el presente íntimamente toriano reconozca formalmente “la pro-
vinculados: “Podemos formar organiza- piedad de los territorios donde vivimos,” y
ciones de negros que respondan a las pro- que “el Estado busque soluciones para las
puestas políticas ancestrales de nuestros comunidades que han perdido sus territo-
antepasados, Comunas, Palenques, Co- rios por las invasiones de colonos o de
marcas, grupos de mantenimiento y difu- compañías madereras, camaroneras y mi-
sión cultural y otros, para trabajar por el neras” (2), el pueblo negro está constatan-
bienestar de nuestra población Afroecua- do que el derecho al territorio es impres-
toriana” (1). cindible si espera gozar también de sus de-
La identificación con los antepasa- rechos al desarrollo, al medio ambiente y,
dos también da legitimidad al reclamo del en general, a sus derechos políticos. Fren-
derecho al territorio. Según razonan los te a los intereses económicos y políticos de
122 / Michael Handelsman

siempre que se conocen por su costumbre dentro y fuera del Ecuador) pueda asumir
de fijarse sobre todo en las ganancias y el plenamente las responsabilidades inhe-
poder, el pueblo negro plantea la cuestión rentes a la libertad y a la democracia.
territorial en términos que trascienden in-
tereses particulares y espacios geográficos La Comarca Afropacífica y la consolida-
aislados. “El Proceso de Comunidades Ne- ción de la identidad del pueblo negro
gras” adquiere su verdadera importancia La proyección transnacional de “El
cuando se lee/se interpreta su llamada co-
Proceso de Comunidades Negras del Nor-
mo una expresión representativa de una
te de Esmeraldas” se hace evidente al leer
lucha global contra aquellas fuerzas del
las memorias del II Encuentro Afro Bina-
poder que siguen sacrificando a pueblos
enteros en nombre del progreso y de la efi- cional Colombo-Ecuatoriano que se cele-
ciencia. Exigir su derecho a ser co-partíci- bró entre el 30 de mayo y el 1ro. de junio
pe en el proceso de tomar decisiones sobre de 1997 en San Lorenzo, Esmeraldas. La
la distribución de recursos humanos y na- misma insistencia en la historia y en las
turales pone en jaque todo un sistema he- tradiciones ancestrales ya comentada arri-
gemónico que ha preferido que las mayo- ba sale a flor de piel en el texto del II En-
rías de cada sociedad fueran receptores cuentro. Según se lee: “La población negra
pasivos en vez de actores dinámicos en la existe desde antes que se constituya el Es-
construcción y en la evolución de sus paí- tado Ecuatoriano. Por tanto su derecho es
ses respectivos. Al leer, por ejemplo, “Las ancestral y está por encima del derecho
comunidades negras debemos participar patrimonial del Estado” (2). Al remontar-
en las decisiones que se tomen sobre el se a los ancestros como base de sus dere-
medio ambiente en nuestra región, para chos y de su identidad, se rompe con los
evitar que se cause daño a nuestros recur- esquemas oficiales de la nacionalidad y
sos naturales” (2), se comprende la medi-
con las normas de comportamiento que
da en que “El Proceso de Comunidades
cada país espera de sus ciudadanos (la
Negras” aspira a dinamizar las relaciones
tradicionales entre los pueblos y el Estado. lealtad y el patriotismo, por ejemplo). A
En efecto, lo que se propone en el Ecuador riesgo de ser acusados de antipatrias, los
es que el Estado deje de ser un guardián o participantes del Encuentro han converti-
una especie de pater familias (cuando no do la raza en uno de los factores definito-
un craso explotador de carne humana) rios de su identidad y, de esta manera, han
frente a un pueblo supuestamente com- puesto de relieve la arbitrariedad de las
puesto de niños indefensos o de incompe- fronteras nacionales creadas, en parte, pa-
tentes para, así, dedicarse a garantizar las ra imposibilitar la solidaridad entre pue-
condiciones necesarias en las cuales el blos con historias comunes. Por eso la de-
pueblo negro (y todos los demás pueblos legación afrocolombiana había planteado
Lo afro y la plurinacionalidad: El caso ecuatoriano visto desde su literatura / 123

en su intervención: tro Afro Binacional han aceptado su rela-


ción antagónica con gran parte del Ecua-
La unidad es un aspecto prioritario para
la recuperación de los derechos territoria-
dor no afro. Según sus declaraciones:
les en todos los asentamientos ubicados El concepto de negritud es válido para di-
en la Comarca Afropacífica. La responsa- ferenciar el accionar político de la comu-
bilidad de los actuales actores es abrir los
nidad negra de la otra cultura. La susten-
caminos necesarios y tratar de eliminar
tación de este término es el elemento de la
aquellas líneas que separan unos pueblos
historia común, una forma de ver y de es-
de otros. Consolidar la identidad del pue-
blo negro y su relación armoniosa con la tar en el mundo, a partir de elementos he-
naturaleza. (3) redados y recreados que forman parte de
la etnia. No es una concepción racista si-
Indudablemente, enmarcar la lucha no una forma distinta de mirar la vida.
de los pueblos negros en la diáspora afroa- Un negro diputado no es lo mismo que
mericana resulta ser un mecanismo efecti- un diputado que trabaja por el pueblo ne-
vo para construir alianzas frente a un tra- gro. La nación negra corre el riesgo de ser
dicional abandono de parte de las socieda- olvidada si no concibe al mundo en su
des mayoritariamente mestizas. Para los real dimensión. (7)
afroecuatorianos que han tenido que lu-
Posiciones tan desafiantes como la
char perennemente contra una marginali-
que acabo de citar ponen al descubierto
dad general claramente manifiesta en la
un rotundo rechazo del mestizaje integra-
falta de servicios básicos como la cons-
cionista que tanto ha influido en el con-
trucción de escuelas y de caminos en la
cepto tradicional de la nación ecuatoria-
provincia de Esmeraldas, por ejemplo, la
na. En cierta manera, sin embargo, parece
Comarca Afropacífica les ofrece una base
que la eliminación de unas fronteras viene
amplia de apoyo y de solidaridad. De ahí
acompañada de nuevas divisiones. Es de-
los pronunciamientos de la delegación
cir, mientras que la diáspora permite que
afroecuatoriana: “El Estado no respeta los
los pueblos negros trasciendan sus límites
derechos de la población negra […]” (4);
nacionales, se corre el riesgo de destruir
“El Estado ha hecho grandes concesiones
otras posibles zonas de contacto que serán
de tierra a colonos manabitas que tienen
esenciales si se espera construir sociedades
mejores condiciones económicas que el
realmente capaces de funcionar de acuer-
pueblo negro. Por esa razón el proceso de
do a su condición de multiculturales y
colonización avanza en forma rápida” (4).
plurinacionales.
Ya lejos de épocas en las cuales los Pero existen heridas profundas y no
representantes del pueblo afroecuatoriano vale armar enjuiciamientos precipitados
se aferraban a una ecuatorianidad que su- ya que desde hace mucho tiempo hay di-
puestamente los sacaría del anonimato y visiones y fronteras. Por eso se ha observa-
del olvido, los participantes del II Encuen- do: “El negro no ha entrado en la sociedad
124 / Michael Handelsman

dominante no porque no ha querido sino antepasados para, así, no caer víctima de


porque no lo han dejado” (8). Para enten- un desarraigo cultural. Por eso, tanto “El
der mejor las propuestas aparentemente Proceso de Comunidades Negras” como
extremistas del II Encuentro, conviene las memorias del II Encuentro Afro Bina-
considerar un concepto que parece servir cional Colombo-Ecuatoriano resaltan la
de punto de partida: “Si bien hay que to- urgencia de defender la territorialidad y la
mar en cuenta la globalización no hay que cultura afro. Por una parte se explica que
descuidar la propia cultura que parte de la “La territorialidad determina el aspecto fi-
relación del hombre con la naturaleza, con sico de una cultura cuyos elementos vivos
los demás y con la religión” (8). Mientras generan cambios. De manera que no hay
que la referencia a la globalización es una cultura sin territorio” (5-6). Por otra par-
indicación de que no se pretende aislarse te, se declara que la cultura “Es el ‘hilo
del resto de la sociedad, hay también la ad- conductor’ que rompe todas las fronteras
vertencia de la necesidad de contextualizar y determina el accionar, pensar y sentir en
las relaciones según las circunstancias
la construcción de las aspiraciones y valo-
propias de cada grupo social. De esta ma-
res, individuales y colectivos, del pueblo
nera se evita cualquier tendencia de ho-
negro” (11).
mogeneizar lo que es por naturaleza hete-
Lo que podría haber sugerido un
rogéneo.7 De hecho, hasta el pueblo negro
proyecto separatista (por no decir racista),
mismo se caracteriza por su diversidad:
entonces, se ha de entender como una
“El pueblo negro es diverso en lo étnico.
proyección afrocéntrica desde la cual se
Existe diversidad entre las comunidades
construye un modus operandi consecuente
del Pacífico y del Caribe y no se puede
con las necesidades y experiencias defini-
pensar en una homogeneización” (9). Por
torias de los negros, las mismas que serán
consiguiente, lo afro no se configura como
la sustancia vital de cualquier aporte que
una expresión de purezas raciales desco-
los afroecuatorianos puedan ofrecer tanto
nectadas de otras influencias sino como el
reconocimiento de las diferencias cultura- por su propio bien como por el bien de to-
les que coexisten en espacios conflictivos dos los ecuatorianos. Al evaluar los plan-
donde continuamente hace falta renego- teamientos reivindicativos del II Encuen-
ciar identidades y fronteras, sean éstas po- tro Afro Binacional desde esta perspectiva
líticas, económicas, geográficas, sociales o de afirmación de derechos y de responsa-
culturales. bilidades, se comprende mejor la fuerza
La articulación de propuestas que simbólica y práctica que ejerce la tradición
del palenque para los negros. De hecho, a
defienden los intereses propios de los pue-
través de todo el documento presentado
blos negros en un mundo de constantes
por los delegados colombianos y ecuato-
renegociaciones requiere un profundo
rianos del II Encuentro Afro Binacional, el
sentido de identidad, una identidad fun-
palenque se perfila como una especie de
damentada en la historia vivida por los
Lo afro y la plurinacionalidad: El caso ecuatoriano visto desde su literatura / 125

sine qua non. Por eso, se ha señalado que gunos expositores de la negritud de me-
“La construcción de palenques tiene dos diados de este siglo, los afroecuatorianos
finalidades: la una para buscar la libertad de hoy están anclando sus propuestas en la
y la otra para rescatar la cultura del pueblo historia y en el presente de su América.
negro” (4). Puesto que el palenque americano (la his-
Huelga recordar que la creación de toria vivida) ha desplazado a Africa (la
los palenques tiene una larga historia en mitología soñada) en el discurso afrocén-
las Américas, constituyendo un testimo- trico de los ecuatorianos y colombianos,
nio concreto del valor inquebrantable de por ejemplo, ha sido posible rescatar una
los pueblos negros en su lucha por la li- actitud propia del pasado que garantiza
bertad. Pero, más que un escondite donde que toda protesta y todo reclamo de dere-
los cimarrones pudieron protegerse con- chos sean una expresión legítima de los
tra la esclavitud o la opresión, en general, intereses generales de la nación.8 Posibles
el palenque se convirtió en un espacio tergiversaciones aparte, la lucha actual no
desde el cual los negros mismos asumie- implica separatismo o antipatriotismo
ron la responsabilidad de forjar su propio siempre que la patria sea democracia; los
sentido de la vida. De manera que, para el afroecuatorianos son del Ecuador, pero
imaginario afro, el palenque significa son de un Ecuador que ellos insisten en
construcción, la voluntad de ser y de ha- definir desde el palenque, o si se prefiere,
cer, la comprobación de que los negros desde la Comarca Afropacífica ya que “se
son actores y agentes de la creación de so- llegó a concluir que la participación en or-
ciedades libres y autosuficientes. ganismos como el Congreso puede perju-
En lo que se refiere a la concepción dicar a las organizaciones negras. El cami-
misma del lugar que los negros ocupan (y no más adecuado es el palenque, un espa-
el que han ocupado) en la nación ecuato- cio de reflexión y expresión propio de este
riana (y colombiana), considero de mayor pueblo” (10). Al fin de cuentas, esta nueva
importancia el hecho de que los partici- definición tiene sus bases en los diversos
pantes del II Encuentro Afro Binacional pueblos que conforman al Ecuador pluri-
no evocan las tierras lejanas y hasta míti- cultural y plurinacional, constatando que
cas de Africa como principal medio de la verdadera democracia ecuatoriana sólo
afirmación cultural y de acción. Aunque se encontrará en su multiplicidad y no en
Africa siempre estará presente como lega- las estructuras privilegiadas de raigambre
do histórico-cultural, son los palenques colonial/neocolonial.
americanos los que contienen las semillas
del pueblo afroecuatoriano. Ya lejos de las La Revista cultural esmeraldeña como
tendencias mistificadoras del movimento expresión pionera de “El Proceso de Co-
negrista de comienzos del siglo XX, o de munidades Negras”
los discursos a menudo idealizados de al- Inicio el análisis de esta sección con
126 / Michael Handelsman

un comentario más del documento que continuamente identifican la preservación


acabo de estudiar: y la enseñanza de las expresiones cultura-
les como uno de los imperativos de los
En Ecuador existen algunos grupos que pueblos negros. Según el reporte del II En-
dicen representar a los negros del Ecua-
cuentro Afro Binacional:
dor. Sin embargo, a veces la realidad es di-
ferente. Los hermanos del norte sienten La cultura afroecuatoriana no sólo com-
desconfianza de los intelectuales. Por eso prende aspectos como la danza, música
consideran que se debe organizar un gran sino también otros como la religión y el
encuentro en el que participen las bases pensamiento. Todos estos elementos son
del pueblo negro. (9) parte importante de la cultura para forta-
lecer el comportamiento y la conducta de
Lo que cabe resaltar de esta cita es el la comunidad negra colombiana o afroe-
proceso de democratización que parece cuatoriana. Este conjunto de elementos
estar impulsando a algunos sectores afroe- ayudan a manejar situaciones de conflicto
cuatorianos dentro de sus propias comu- y permiten participar del conocimiento
nidades. Es decir, la plena participación de la tecnología de la otra cultura para
del pueblo no se perfila solamente en tér- poder combatirla. (6-7)
minos de negros contra blancomestizos,
Y, más adelante, se vuelve a insistir
sino también del pueblo contra todos los
que la cultura “Es la fuente de la que se de-
que le nieguen su justo lugar en la (re-
be construir y reconstruir los símbolos,
)construcción del Ecuador.
signos, conceptos y estrategias del apalen-
Aunque los palenques marcan una
camiento” (11). De modo que, la cultura
larga tradición popular dentro de la histo-
funciona como un instrumento de unidad
ria afro en las Américas, mucho de lo que
la sociedad no afro sabe de los afroecuato- y de resistencia. Por una parte, deja cons-
rianos se debe al aporte literario de algu- tancia de las vivencias e intereses comunes
nos intelectuales que se han dedicado a in- que constituyen la díaspora; por otra par-
terpretar, cultivar y difundir la cultura te, establece una identidad propia desde la
afro. A pesar del recelo expresado arriba cual los pueblos negros pueden definir el
en cuanto a ciertos intelectuales no repre- papel que piensan jugar en sus países res-
sentativos del pueblo negro, las obras es- pectivos.
critas por Nelson Estupiñán Bass, Adal- En el caso del Ecuador, donde gran
berto Ortiz y Antonio Preciado, por ejem- parte de la literatura escrita se caracteriza
plo, demuestran que la literatura bien he- por su orientación social y reivindicativa,
cha y honesta sí puede jugar un papel im- no sorprende que muchos de los principa-
portante dentro de lo que hoy se está refi- les escritores afroecuatorianos también
riendo como el “Proceso de Comunidades hayan creado obras literarias en las cuales
Negras.” No hay que olvidar que ambos se complementan las exigencias estéticas
textos que he comentado en este capítulo con las éticas. De hecho, puesto que estos
Lo afro y la plurinacionalidad: El caso ecuatoriano visto desde su literatura / 127

escritores siempre han sido conscientes de cias negras del Ecuador, como en cual-
su doble función de artistas y ciudadanos, quier otro lugar, exigen métodos integra-
por una parte, y de los múltiples espacios dos y creativos que crucen líneas discipli-
en que siguen ejerciendo sus actividades narias para, así, tratar con seriedad la et-
(e.g., la literatura, el periodismo, la docen- nografía, la historia, la literatura y la ri-
cia, la política), por otra, es lógico consi- queza cultural de la gente afrolatinoame-
derarlos verdaderos trabajadores de la cul- ricana de todas partes” (Whitten, Jr. y
tura. Entre ellos y el pueblo no ha habido Quiroga 313; traducción mía).
barreras realmente infranqueables, y por Para los propósitos de mi análisis,
lo tanto desde sus obras se percibe una he optado por concentrarme en algunas
fluidez que corre entre la cultura formal y revistas culturales de Esmeraldas en vez de
la popular, entre la escritura y la oralidad, la literatura reconocida de algunos escri-
entre el arte y el compromiso social. En tores ya estudiados por otros críticos.9 A
fin, las obras revelan que la creación de ca- diferencia de las obras literarias que gene-
da escritor destacable se ha hecho desde y ralmente son leídas como una expresión
en representación de su pueblo afroecua- individual, las revistas nacen de proyectos
toriano. más colectivos y, por consiguiente, se rela-
La interacción constante entre los cionan más claramente con movimientos
escritores y el pueblo que acabo de resaltar populares como “El Proceso de Comuni-
corrobora la idea de que “los textos litera- dades Negras.” Al analizar algunas revistas
rios y los no-literarios circulan insepara- culturales de Esmeraldas como una expre-
blemente” (Leitch 164; traducción mía). sión pionera de “El Proceso de Comuni-
Por eso mi interés en asentar a continua- dades Negras,” se pone de relieve la natu-
ción vínculos entre los textos examinados raleza constante y evolutiva del actual mo-
arriba y los que han aparecido en diversas vimiento. Además, al establecer una pers-
revistas literarias publicadas a través del pectiva histórica de la lucha del pueblo
siglo XX. Mi preocupación como investi- afroecuatoriano que desde hace mucho
gador cabe en lo que hoy se conoce como tiempo se está realizando en espacios pa-
“la crítica cultural” (cultural criticism). A ralelos y complementarios, se comprende-
diferencia del análisis literario convencio- rá mejor que “El Proceso de Comunidades
nal, “la crítica cultural no sólo se fija en la Negras” no ha surgido de ningún vacío ni
literatura canónica, sino en toda una ga- es el resultado de modas fugaces.
ma de artefactos, fenómenos y discursos De hecho, ya desde 1905, en plena
supuestamente no-canónicos y no-estéti- época turbulenta del liberalismo incipien-
cos” (Leitch 2; traducción mía). También, te que abriría al Ecuador hacia la moder-
la estrategia que empleo coincide con la nidad, se encuentra en El Luchador de Es-
noción de que “las investigaciones y las meraldas una conciencia de identidad, ora
valoraciones que se hacen sobre las viven- de provincia, ora de raza, fundamentada
128 / Michael Handelsman

en condiciones sociales profundamente en Esmeraldas.” El antagonismo y la frus-


marcadas por la explotación y la injusticia tración tan patentes en El Luchador ahora
frente al resto de la sociedad ecuatoriana. se expresan con sátira, y esto sugiere un
En un artículo intitulado, “Verdades importante cambio discursivo. De un to-
amargas,” se vislumbra una profunda no amargo de lamentación y de queja, se
frustración ya que los sacrificios y los mé- pasa a una voz de combate abierto y agre-
ritos de los esmeraldeños no se recono- sivo. Según se lee:
cían:
Para aquel que no nos concoce de cerca,
La sangre de los esmeraldeños ha sido Esmeraldas significa lo último, la cola de
vertida donde quiera que se ha combatido la República; un lugar donde no se puede
por el triunfo de la causa liberal, y noto- vivir, porque las condiciones climatológi-
rias y proverbiales han sido y son la cons- cas hacen de él un infierno inhabitable;
tancia y la intrepidez con que siempre la un lugar donde no se puede encontrar
han defendido; ¿y el premio a todas estas una sociedad con humos de civilizada
que podemos llamar virtudes públicas?… […]; una tierra en donde los habitantes-
El olvido… el silencio… y hasta el despre- —negros semisalvajes—andan vagando
cio. [I, 12 (1 diciembre 1905), 1] desnudos por las selvas. [I, 44 (8 junio
1929), 4]
A pesar de los casi cien años que
han transcurrido desde la publicación de El racismo contra los negros es el eje
este texto, es fácil ver en su reclamo un an- de los estereotipos que se denuncian aquí.
tagonismo que servirá de semilla para la Con un desarrollo lógico de ideas, el que
creación posterior de una política oposi- escribe va desde lo más general (el proble-
cional tan patente en lo que se escucha ac- ma de la marginación de la provincia)
tualmente en la provincia. hasta lo más específico (la causa principal
Aunque no aparece en lo citado una de dicho problema). Si bien es cierto que
referencia directa a lo racial, la realidad el clima tropical explica en parte lo inhós-
demográfica e histórica de la provincia es pito de la provincia, se entiende que es
incuestionable y, consecuentemente, se realmente la gente negra la que mantiene
puede entrever la tensión inherente a una la provincia en un estado bárbaro debido
identidad múltiple (ser esmeraldeño, ne- a su supuesta falta de civilización. La cari-
gro y ecuatoriano) que el resto de la socie- catura despectiva al final del párrafo deja
dad quisiera desconocer o desarticular. Es al descubierto toda una mentalidad colo-
precisamente esta tensión la que estalla en nialista que ha sabido justificar sus políti-
un artículo publicado en 1929 en El Co- cas opresivas mediante una negación ro-
rreo, una revista cuyo lema era “Una Es- tunda de la humanidad de sus víctimas.
meraldas Mejor.” El artículo que interesa Pero, en este artículo, el escritor no
aquí se titulaba, “El problema educacional se contenta con sólo denunciar los prejui-
Lo afro y la plurinacionalidad: El caso ecuatoriano visto desde su literatura / 129

cios y la injusticia. Un aspecto central de manejan el poder, el que escribe en El Co-


su crítica es la deconstrucción del discur- rreo insiste en la complejidad de lo que
so racista que quisiera dividir a todo el significa ser negro y esmeraldeño, e implí-
mundo en dos campos—o en el de los citamente desafía todo un sistema socio-
bárbaros o en el de los civilizados. Es así cultural que todavía encuentra en los este-
que escribe: reotipos su justificación para no tratar
frontalmente los problemas apremiantes
Pero pasa que muchos hasta ignoran que
de la provincia y de los afroecuatorianos,
entre las 17 provincias que forman el te-
rritorio de la nación ecuatoriana existe en general.
una que por ventura se llame Esmeraldas. Dos años más tarde en 1931, se pu-
Este mal se debe a la educación que se re- blicó en El Correo otro artículo en el cual
cibe en las escuelas—especialmente en la se siguió matizando el tema de la identi-
Sierra, donde la enseñanza de Geografía dad como un fenómeno conflictivo. Con
en 4to. grado se reduce al estudio del ca- el título de “Intereses esmeraldeños,” el ar-
llejón interandino. (4-5) ticulista anónimo puntualizó:
Lo que más se destaca de los civili- Es muy lógico que […] el interés nacional
zados es su ignorancia, producto de un debe primar por sobre todos los demás
sistema de educación centralista que no intereses; por consiguiente, todas las acti-
conoce la magnitud de su territorio; por vidades públicas y privadas […] deben
extensión, sus conceptos acerca de aque- orientarse hacia aquel interés nacional
llos habitantes del país que viven más allá […]. Pero no es menos cierto, que la na-
cionalidad ecuatoriana no es una abstrac-
de su radio de experiencia han de ser de-
ción sino una realidad, y como tal se com-
fectuosos, cuando no completamente fala- pondrá de realidades. La nación es una
ces. De manera que la imagen de los “ne- realidad de colectividades humanas inte-
gros semisalvajes [que] andan vagando gradas por individuos […]. [III, 267 (15
desnudos por las selvas,” revela más sobre agosto 1931), 6]
los que manejan tales estereotipos que so-
bre los que son el objeto del desprecio. La distinción que se hace entre una
El golpe de gracia de esta crítica que nación abstracta y una compuesta de “rea-
ha invertido el esquema sarmentino de lidades” parece anunciar un cuestiona-
“civilizados y bárbaros,” se vislumbra al miento conceptual que posteriormente
leer: “Verdad es que muchos somos tosta- será elaborado para ocupar el centro mis-
dos por el sol trópico, pero no somos to- mo del debate sobre la plurinacionalidad.
dos negros, y los que lo somos, poseemos Por supuesto, todavía en 1931 el debate no
algo mejor en la cabeza […]” (5). Frente a llegaba tan lejos; sin embargo, el juicio que
la visión simplista e ignorante de los que estoy comentando revela ciertas fisuras en
130 / Michael Handelsman

el pensamiento nacional de la época. Para y socioeconómica esmeraldeña y por arti-


los esmeraldeños, en particular, aún se cular una identidad híbrida capaz de reco-
trataba de reconciliar los intereses de la ger sus componentes de provincia, de raza
provincia con los de la nación: y de nación. Hasta aquí, en lo poco que he
comentado de las revistas, se vislumbra un
[…] los esmeraldeños debemos tener co-
diálogo abierto en el cual se debate el des-
mo ideal inmediato, como tarea inaplaza-
tino de Esmeraldas (y desde Esmeraldas)
ble que cumplir, el preocuparnos del por-
venir de Esmeraldas […]. Y ello sin miras al mismo tiempo que se buscan las vías
particularistas […], teniendo como ideal apropiadas para realizarlo.
supremo hacer una Esmeraldas grande Con la publicación en 1935 de Ma-
dentro de un Ecuador grande por su pro- rimba, el proceso de concientización si-
greso moral y material. (6) guió avanzando. El título mismo de la re-
vista despertaba una alusión cultural que
Con el tiempo, sin embargo, se no se puede desprender de sus raíces ra-
comprendería que la esperanza de que pu- ciales. En el primer número, Nelson Estu-
diera haber una reconciliación de intere- piñán Bass y Horacio Drouet, los directo-
ses era, más bien, una ilusión que sola- res de la revista, señalaron que Marimba
mente prolongaría el estado de dependen- era una “Revista trimestral (vialidad, agri-
cia en que se hallaba la provincia. De ahí cultura, industrias, deportes, educación y
surgiría una creciente radicalización de literatura)” [I, 1 (agosto 1935), portada], y
posiciones, especialmente en la medida en en base a esta descripción, se comprende
que iba a prevalecer la cuestión racial en la la medida en que los intelectuales se dis-
identidad esmeraldeña. En efecto, fue la ponían a asumir un papel multifacético en
concientización racial que convirtió la si- la sociedad. Así es el caso de Estupiñán
tuación de Esmeraldas en un problema Bass; él no solamente se ha establecido co-
mayor que el de un mero asunto de regio- mo uno de los mayores escritores del
nalismo tan generalizado en las relaciones Ecuador y de la diáspora americana, sino
que el gobierno central tiene con otras que se ha distinguido como uno de los
provincias. mayores defensores y promotores de la
Naturalmente, la radicalización a cultura y de los derechos del pueblo afroe-
que me refiero ha sido un proceso paula- cuatoriano.
tino, y en no poca medida ha crecido mu- En la “Nota editorial” del número
chas veces a partir de inquietudes y pro- inaugural de la revista, salen a la luz varios
puestas dispersas y, aparentemente, desco- temas que servirán de puente entre algu-
nectadas. Las revistas ayudan a contextua- nas inquietudes expresadas en el pasado y
lizar este proceso puesto que ellas consti- ciertas aspiraciones que posteriormente
tuyen un archivo histórico y un testimo- impulsarán “El Proceso de Comunidades
nio vivo de los esfuerzos del sector intelec- Negras” de la actualidad. Lo primero que
tual por analizar la situación sociopolítica
Lo afro y la plurinacionalidad: El caso ecuatoriano visto desde su literatura / 131

quisiera destacar es el doble discurso que rimba supieron desarrollar un proyecto de


caracteriza Marimba. Mientras que se reivindicación que acercaba lo afro y lo es-
abogaba en primer plano por las necesida- meraldeño, por un lado, y sentaba las ba-
des de la provincia como territorio ecua- ses para la futura unificación de lo afroes-
toriano, había una estrategia soterrada pa- meraldeño, por otro. Las necesidades de la
ra mantener viva la presencia afro de Es- provincia como tal son evidentes al leer:
meraldas, pero sin crear sospechas de ser
Resulta, para nosotros, impostergable dar
una publicación separatista. Para el lector
una exacta noción de la sección más nor-
superficial, las referencias a lo afro trata-
te del litoral ecuatoriano, ya que las ele-
ban de un folklore inofensivo y hasta tu- mentales nociones geográficas que se tie-
rístico visto, por ejemplo, en el título de la ne de Esmeraldas en nuestras propias lati-
revista. Pero, para los lectores iniciados, tudes están plagadas de errores, totalmen-
los referentes culturales preparaban el te- te perjudiciales, a los que nos propone-
rreno para otro tipo de discurso—el dis- mos extirpar de raíz. [I, 1 (agosto 1935),
curso afroecuatoriano. 1]
En el capítulo sobre Juyungo traté el
tema de la ambivalencia racial de Ortiz Ante las referencias a la misma ig-
como una manifestación de las tensiones norancia general acerca de la provincia y
sociopolíticas y socioculturales de la épo- sus habitantes, que ya habían aparecido en
ca, y creo que los directores de Marimba otras revistas de Esmeraldas, se hacía una
también se vieron obligados a responder a llamada a la acción que debía ser educa-
las mismas circunstancias del momento, cional y política, a la vez:
pero con mecanismos expresivos que no Laboraremos porque se satisfagan las ne-
provocaran malentendidos o antagonis- cesidades vitales de Esmeraldas, que in-
mos en la sociedad ecuatoriana, en gene- tencionalmente han sido indefinidamente
ral. De hecho, en conversación con Estupi- postergadas por todos los Gobiernos, ha-
ñán Bass, éste me manifestó que para él y ciendo que Esmeraldas permanezca en un
sus compañeros el mayor peligro de los recodo del progreso, negándole el avance
años 30 que afectaba a todos los ecuato- que está no sólo en el derecho de recibir,
rianos era el fascismo y, por lo tanto, en sino también en el derecho de exigir. (1)
nombre de la solidaridad nacional e inter- El tono combativo de dicha llamada
nacional se optó por suspender los recla- surge con la denuncia de una política ofi-
mos raciales hasta después de la Segunda cial del Estado que pretendía mantener
Guerra Mundial cuando retomaron la ne- Esmeraldas en la miseria. Además, al ex-
gritud como tema vital.10 presarse en términos de sus derechos de
De modo que a pesar de la vida fu- protestar y luchar, comienza a percibirse
gaz de la revista,11 los directores de Ma- una politización de principios y actitudes.
132 / Michael Handelsman

Aunque esta politización todavía no la llamada a la acción de la “Nota edito-


se identificaba abiertamente con un pro- rial” (“Laboraremos”) tenía resonancia en
yecto concientemente racial, el lector el poema al afirmar: “Negro!/tu porvenir
atento entendía que la negligencia del Es- está inédito!” En efecto, para los lectores
tado se debía a la presencia afro en Esme- de la época, existía una relación estrecha
raldas. La protesta ganaba profundidad y entre Esmeraldas y el negro del poema, re-
sentido al leerla junto al poema de Arcelio velando una estrategia hábil de los direc-
Ramírez que se titulaba, “Negro,” y que fue tores de Marimba que he caracterizado
escrito especialmente para Marimba. En como un doble discurso, y que radicaba en
una estrofa se leía: la yuxtaposición intencionada de un re-
clamo aparentemente no racial y la afir-
La Iglesia quiso esclavizarte para siempre;
mación aparentemente benigna de lo afro.
te habló de Cam y trazó un demonio con
En otras palabras, la supuesta separación
la epidermis tuya!
de Esmeraldas y lo afro satisfacía, por una
La democracia apenas intentó suavizar tu parte, los imperativos oficiales de una na-
dolor. [I, 1 (agosto 1935), 18] cionalidad que se definía como mestiza y
en plena armonía racial, y por otra parte,
Y, en otra estrofa:
cumplía con las exigencias inmediatas de
Negro! un socialismo internacional que abogaba
por la solidaridad de clase frente a sus ene-
tu porvenir está inédito! migos comunes. Entretanto, mientras que
Eres una reserva poderosa de la especie se reconocía la necesidad de detener la ar-
humana. ticulación de un discurso abiertamente
afroesmeraldeño, revistas esmeraldeñas
Tu sangre es la más pura que corre por ve- como Marimba constituían un espacio
nas de raza alguna. (19) desde el cual se podía equilibrar intereses
La publicación de este poema en es- adversos y mantener viva la herencia afro
te número de la revista no me parece una durante la espera.
mera casualidad puesto que completó la Así fue el espíritu de Hélice, la revis-
denuncia de la “Nota editorial.” Según se ta oficial del grupo cultural esmeraldeño
puede desprender de las dos estrofas cita- del mismo nombre que se fundó en
das, Esmeraldas y el “Negro” eran víctimas 1949.12 Nelson Estupiñán Bass servía otra
de las instituciones oficiales del mismo vez de director de revista, y el consejo de
sistema de poder (i.e., el Estado y la Igle- redacción incluía a otras figuras que tam-
sia) y de la misma democracia falsa; por bién habían participado en Marimba.13
consiguiente, ambos compartían una mis- Me parece que la presencia de algunos de
ma experiencia. Además, el “nosotros” de los mismos participantes en las dos revis-
Lo afro y la plurinacionalidad: El caso ecuatoriano visto desde su literatura / 133

tas implica una continuidad de propósitos necesitadas. Estos defensores de los intere-
y objetivos, especialmente en lo que se re- ses esmeraldeños, sin embargo, compren-
fiere a la función del intelectual de Esme- dían su compromiso para con el pueblo
raldas. El compromiso social del grupo y más allá de la miseria y del estancamiento
su revista se anunciaba desde su lema ofi- general de la provincia. Para ellos, Esme-
cial: “Por una cultura al servicio del Pue- raldas se caracterizaba por su situación
blo” [V, 12 (enero 1956), en la portada]. “verdaderamente distinta,” con “caracte-
Más concretamente, en un artículo intitu- rísticas acentuadas,” y toda representación
lado, “Estatutos del Grupo Cultural Héli- de dicha situación exigía el “signo pecu-
ce,” se explicaba: liar” de la provincia. No cabe duda de que
las referencias a la especificidad de la pro-
Y es que siendo la situación de Esmeral- vincia emanaban de una profunda con-
das verdaderamente distinta de las otras ciencia del ser afroesmeraldeño. Además,
zonas de la República, con características y de especial importancia para cualquier
acentuadas, que producen marcado con-
aprehensión cabal del aporte del intelec-
traste entre nuestra provincia y las demás,
el espíritu del hombre esmeraldeño tiene
tual afroecuatoriano, los estatutos del gru-
que expresar esencialmente su signo pe- po Hélice establecieron como su modus
culiar. […] Ante el sombrío panorama de operandi intelectual el trabajar (“obliga-
una provincia que parece hubiera nacido ción estética”) desde lo afro, para así, “le-
bajo los auspicios de una estrella funesta vantar nuestra historia.”
[…], comprendemos que nuestra prime- Aunque la identidad afro todavía se
ra obligación estética es ubicarnos en geo- expresaba a sotto voce, oblícuamente si se
grafía verde de Esmeraldas para levantar prefiere, en base a los materiales analiza-
nuestra historia. [V, 12 (enero 1956), 39) dos hasta aquí, y debido a un efecto acu-
mulativo de dichos materiales, se puede
Es de notar que todavía parece ha-
detectar entre los intelectuales una cre-
ber una reticencia en cuanto a la presencia
ciente ebullición de planteamientos e in-
afro como el rasgo definitorio de la iden-
quietudes que cobran su verdadera im-
tidad esmeraldeña. Pero, de nuevo, la omi-
portancia cultural al leerse en el contexto
sión es aparente. Conscientes del peso his-
de un futuro afrocentrismo abierto, com-
tórico del mestizaje como el carácter na-
bativo y del pueblo mismo de Esmeraldas.
cional (i.e., la ecuatorianidad vista en
Otra revista destacable dentro del
blanco e indio), los miembros de Hélice
proceso evolutivo de la creación y promo-
siguieron expresándose con un doble dis-
ción de la identidad afro, ora en Esmeral-
curso, a veces sutil y a veces no tanto.
das ora en el resto del Ecuador, fue Tierra
Según los estatutos citados, la razón
Verde, la publicación oficial del Núcleo de
de ser del grupo todavía consistía en pro-
Esmeraldas de la Casa de la Cultura Ecua-
testar el atraso eterno de Esmeraldas, un
toriana. Tierra Verde comenzó a publicar-
proyecto común al de todas las provincias
se en 1952, y así como con Marimba y Hé-
134 / Michael Handelsman

lice, sobresale la participación de los mis- Por ser Esmeraldas una tierra auténtica-
mos intelectuales de antes. Lo que distin- mente ecuatoriana, su vocación ha sido
guía Tierra Verde de otras revistas fue el siempre, […] la Justicia y la Libertad. El
auspicio de una importante institución hombre de este lado del Ecuador ha vivi-
cultural como la Casa de la Cultura Ecua- do realmente apegado a estos nobles pos-
toriana; el prestigio institucional y los re- tulados que son orgullo de nuestra nacio-
cursos, por más modestos que hubieran nalidad.
sido éstos, convirtieron Tierra Verde en un
[…]
vocero de la cultura nacional de no poca
influencia en la provincia.14 Ya en la era republicana Esmeraldas fue
Puesto que esta revista sobrevivió siempre una antena sensible a todas las
por varias décadas, se la puede considerar palpitaciones del vivir nacional. [II, 4
como un compendio del pensamiento in- (agosto 1954), 2]
telectual de Esmeraldas que prevalecía en-
tre 1952 y 1987. A pesar de algunos perío- Y, en 1956, el mismo autor siguió
dos en que la revista no se publicaba debi- afirmando en “Hay que enseñar a amar a
do a problemas presupuestarios, la longe- Esmeraldas”:
vidad de Tierra Verde facilita una recons-
trucción de las ideas pertinentes a la evolu- Esmeraldas, respondiendo a un anhelo
tradicional, tiene que incorporarse urgen-
ción de una identidad afro y esmeraldeña.
temente a la cultura nacional, vincularse
El contenido del conjunto de números pu-
estrechamente a ella y contribuir podero-
blicados se caracterizaba por una gran va- samente a la creación de una cultura espe-
riedad de enfoques, perspectivas e inter- cíficamente ecuatoriana. Esto es lo funda-
pretaciones acerca de dicha identidad. In- mental.
ternamente, parece que había una lucha
por fijar los parámetros adecuados para […]
un proyecto que oscilaba entre lo ecuato- Pero además y sobre todo, educamos aquí
riano y lo esmeraldeño, por no decir lo para el Ecuador; inculcamos en nuestros
afro. César Névil Estupiñán, el primer di- alumnos el amor fervoroso, encendido a
rector de Tierra Verde, resulta bastante nuestra Patria que siempre la deseamos
problemático al respecto. En un sentido, su digna, grande, elevada, unificada del uno
afán por incorporar a Esmeraldas en la na- al otro confín y fuerte [… ]. [III, 11-12
ción ecuatoriana amenazó con diluir por (marzo 1956), 3)]
completo cualquier posibilidad de expre-
Parece que tanta insistencia en Es-
sar aquel “signo peculiar” de la provincia
meraldas como una provincia “auténtica-
que apareció en los estatutos del Grupo
mente ecuatoriana” es tautológica y con-
Hélice, y que ya comenté. En un artículo
firma la medida en que el racismo ha con-
de 1954, intitulado “Esmeraldas, tierra de
dicionado la manera de pensar y de actuar
libertad,” César Névil Estupiñán escribió:
Lo afro y la plurinacionalidad: El caso ecuatoriano visto desde su literatura / 135

tanto de los esmeraldeños como de los de- que es verdadero infierno del trópico.
más ecuatorianos. ¿Qué más podía ser Es- […] A Esmeraldas se puede venir para no
meraldas si no ecuatoriana? Lógicamente, salir con vida. […] La provincia es una
la omnipresencia de lo afro convertía a la tierra bárbara, primitiva, [… ]. Por eso
provincia en un territorio extraño que no muchos […] llegan a Esmeraldas, según
creen ellos, a civilizar, porque los negros
cabía dentro del imaginario nacional ofi-
salvajes lo ignoran todo. Pero para esa
cial.15 Por eso, la retórica altisonante em- obra civilizadora es preciso, afirman, lle-
pleada por César Névil Estupiñán debe var el arma lista, porque los negros ma-
leerse como un intento de desmantelar to- cheteros están acostumbrados a comerse
da una tradición de sospecha y de rechazo vivo a todo ser extraño que ven. [II, 9-10
que ha creado la necesidad de justificar la (agosto 1955), 5]
legitimidad esmeraldeña frente al resto del
país. La estrategia de exaltar lo nacional al Y, a continuación, seguía el autor
mismo tiempo de no hacer ninguna refe- afirmando:
rencia a lo afro, sin embargo, llevaba el Muchos nos echan en cara nuestra mula-
riesgo de producir el efecto contrario. Es tería, nuestra zambería, nuestro negris-
decir, el silencio ante lo afro podía haber- mo. Pero, precisamente, en eso debe ci-
se interpretado como un deseo de blan- mentarse nuestro orgullo. El negro ha si-
quearse, y como tal, la única legitimidad do siempre y en todas partes—pese a la
que se estaría estableciendo hubiera sido esclavitud en que ha vivido y a la bárbara
la del racismo. explotación de que ha sido víctima—un
Muy otro resultaba el mensaje del campo abonado para la prédica democrá-
mismo César Névil Estupiñán, cuando él tica y para la lucha contra la tiranía y el
escribió en 1955, “Breve síntesis del paisa- despotismo. Por eso los esmeraldeños he-
mos sido rebeldes y nos hemos lanzado
je y del hombre de Esmeraldas.” El marca-
contra la opresión. Lo han sido nuestros
do contraste con el discurso nacional co- antepasados y nosotros debemos seguir
mentado arriba hace necesario reproducir siéndolo para ser honrada y lealmente es-
in extenso selecciones de este nuevo texto: meraldeños.
Y así dicen unos que Esmeraldas es una […]
tierra de negros. Por todas partes los
hombres de color obscurecen la luminosi- Los poetas, novelistas e intelectuales de la
dad maravillosa de la naturaleza y quie- raza oprimida levantan valerosamente su
bran la plácida armonía del paisaje con la voz para protestar contra la injusticia de
estridencia de sus risas. Los ojos de los ne- que han sido víctimas los negros, los zam-
gros tienen el fulgor de una audacia salva- bos y los mulatos. Y al hacerlo han incor-
je. Esmeraldas es tierra de negros, donde porado a la literatura un nuevo motivo
es absoluta la ausencia del blanco. Tierra hoy en boga en la música, en la danza, en
136 / Michael Handelsman

la pintura, en la escultura [… ]. La moda de los herederos de los esclavos, y en ese


del negro, digamos mejor: de lo negro, se contexto, se reconocía la misión del inte-
ha generalizado tanto que está inundan- lectual que estaba en condiciones de pro-
do toda la vida de nuestros días. No sólo mocionar lo afro (i.e., hacerlo conocer, le-
aquí en el Ecuador, sino en muchos de los gitimarlo según sus propios méritos) en
países a los que nosotros acostumbramos
todas partes. Pero, huelga insistir que el ti-
a considerar como civilizados. (20)
po de promoción que las palabras de Cé-
No cabía confusión ninguna con la sar Névil Estupiñán pedían no se leía des-
actitud frontal de este texto. Esmeraldas de ningún pasado utópico y perdido. Lo
era y es una provincia afro, y la defensa afro tenía que comprenderse desde la ex-
que se hacía de la provincia en lo citado ya periencia misma de la negritud, y en ese
no se basaba en una ecuatorianidad idea- sentido, concientemente o no, César Névil
lizada, una que se consideraba imprescin- Estupiñán ya anunciaba “la actitud de
dible para la supuesta legitimidad de la apalencarse” que sirve de piedra angular
provincia. Ahora, más bien, se atribuía la en el actual “Proceso de Comunidades Ne-
grandeza de Esmeraldas (“su vocación por gras.”
la Justicia y la Libertad”) a su negritud, y Aunque los tres textos de César Né-
más concretamente aún, a su experiencia vil Estupiñán que acabo de analizar po-
colectiva de la esclavitud. En efecto, aquí drían sugerir alguna vacilación de princi-
César Névil Estupiñán dejaba a un lado el pios y de estrategias discursivas debido a
discurso de un patriotismo trillado para una aparente contradicción entre los
remontarse a la verdadera historia afroe- planteamientos publicados en 1955 y los
cuatoriana, y así terminó subvirtiendo los que aparecieron en 1954 y 1956, creo que
estereotipos que él había ridiculizado en el es necesario no perder de vista que el mo-
primer párrafo de arriba. Mediante la vimiento afro a través de toda la diáspora
(re)apropiación de conocidos símbolos sigue siendo un proceso. Por lo tanto, una
racistas, el autor liberó a su “tierra de ne- lectura de los materiales seleccionados
gros” del oprobio de ser un “verdadero in- ayuda a trazar históricamente dicho mo-
fierno del trópico,” y la exaltó como “un vimiento.
campo abonado para la prédica democrá- También, es importante señalar que
tica….” la perspectiva afro de César Névil Estupi-
Para el lector atento de la época, pa- ñán, y la de muchos de sus contemporá-
ra el que acostumbraba interpretar el len- neos, no se expresaba con un afán separa-
guaje del doble sentido como una forma tista. Esmeraldas, y todo lo que la provin-
tradicional del cimarronaje, el discurso cia implicaba, eran el Ecuador. Pero, pese
irónico de César Névil Estupiñán cumplía a cierta tendencia de evocar el esencialis-
su función de reivindicación. Se compren- mo de la raza cósmica de Vasconcelos, Cé-
día que la única “obra civilizadora” era la sar Névil Estupiñán quiso enfrentar la di-
Lo afro y la plurinacionalidad: El caso ecuatoriano visto desde su literatura / 137

versidad de su provincia y, por extensión, expresión incipiente de la plurinacionali-


la del Ecuador. El resultado de su “Breve dad ecuatoriana, por una parte, y como
síntesis del paisaje y del hombre de Esme- una afirmación enérgica del papel medu-
raldas” fue, entonces, una superación del lar que siguen jugando los afroecuatoria-
concepto homogeneizador del mestizaje nos en la democratización del país, por
nacional como una fusión de las razas. Ya otra, los vínculos entre una revista cultu-
desde 1955, César Névil Estupiñán escri- ral como Tierra Verde y el actual “Proceso
bía en términos de lo híbrido, poniendo de Comunidades Negras” se hacen evi-
de relieve un pluralismo dinámico que ce- dentes. Además, entre los múltiples mate-
lebraba la co-participación de diversos riales publicados en Tierra Verde, se des-
sectores del conjunto nacional.16 Según él cubre una identificación étnica profunda-
explicaba: mente transnacional que acercaba a los
pueblos de Esmeraldas y del Chocó de Co-
[…] en el torbellino étnico de nuestra tie-
lombia. Es decir, la iniciativa actual de
rra esmeraldeña, surgieron como resul-
crear la Comarca Afropacífica parece re-
tantes híbridos: el zambo y el mulato con
un pensar y un sentir pujantes. Trayendo presentar una culminación de un amplio
una nueva emoción y una nueva actitud proyecto afrocéntrico cuyas raíces han en-
para mirar el ancho panorama del mun- trelazado a varios sectores de los pueblos
do. Este hibridismo trajo también una vi- afro desde hace tiempo. Es así que Juan
gorosa insurgencia para luchar contra la Checa Drouet había constatado lo si-
opresión que había esclavizado y menos- guiente en un artículo de 1956 intitulado,
preciado y sumido en la miseria a sus obs- “La fraternidad de los pueblos ecuatoria-
curos antepasados y que aún trataba de no-colombiano en la provincia de Esme-
emplear idénticos sistemas con ellos. (20) raldas”:
De esta manera, en el artículo de Mas en donde palpita […] con más entu-
1955, se comprendía que la liberación de- siasmo […] esta tradicional fraternidad
finitiva del pueblo afro no se iba a encon- de los pueblos colombiano-ecuatoriano,
trar en el mestizaje tradicional, sino en lo es en la provincia de Esmeraldas.
que hoy se acostumbra llamar la plurina-
cionalidad. Por supuesto, para que esta […]
plurinacionalidad sea una verdadera de- Los esmeraldeños prácticamente carecen
mocratización, será imprescindible que se de frontera natural con Nariño y en gene-
cultive en el país una nueva mentalidad ral con la región colombiana del río Mira,
que comprenda que el futuro del Ecuador que baña ambos países. Tampoco existe la
depende de la participación activa, y hasta frontera humana. […] La raza es la mis-
protagónica, de los afroecuatorianos. ma, mestiza, un poco recargada de pig-
Al interpretar el concepto de lo hí- mentos, al punto que no hay familia es-
brido de César Névil Estupiñán como una meraldeña que no tenga sus ancestros, la-
138 / Michael Handelsman

zos familiares en Colombia. Su folklore es El uso del término “afroecuatoria-


igual. La marimba esmeraldeña no es sino no” de por sí señalaba un cambio de acti-
la misma marimba de Tumaco y Barba- tud. A diferencia de la notable tendencia
coas. Lo mismo ocurre con sus canciones, en las revistas anteriores de suavizar las re-
sus bailes, sus aires populares. […] Pero
ferencias a lo negro, en Meridiano Negro se
también los bambucos, el torbellino, el
proclamaba abiertamente lo afroecuato-
berejú, participan del calor y color tropi-
cal de la selva […]. La negra y el negro riano como lo esencial de su identidad y,
enardecidos, presas de epilepsia, hacen también, como su estandarte de lucha. In-
una verdadera creación del baile afro-cu- dudablemente, el hecho de haberse publi-
bano. [III, 11-12 (marzo 1956), 1] cado en Guayaquil contribuyó a ampliar
los parámetros del proyecto afro en el
Si bien es cierto que las observacio- Ecuador. Al salir de Esmeraldas, lo afro ya
nes de Juan Checa Drouet no salían de un no podía seguirse definiendo estrictamen-
marco puramente folklórico, y como tales te como una cuestión de una sola provin-
distaban mucho de las propuestas políti- cia. Es decir, aunque Esmeraldas conti-
cas expuestas en el II Encuentro Afro Bi- nuaba sirviendo como la matriz cultural
nacional de 1997, es también cierto que de los negros del Ecuador, por lo menos
mantenían abiertas las fronteras para que en el sentido de sus orígenes, el crecimien-
más tarde hubiera una solidaridad de lu- to de su realidad demográfica exigía nue-
cha por los intereses comunes de los pue- vos referentes. La insistencia en lo afroe-
blos de la Comarca Afropacífica. cuatoriano, entonces, comunicaba dos
En 1980 salió a la luz Meridiano Ne- cambios primordiales de perspectiva. En
gro, una nueva revista cultural que preten- primer lugar, los movimientos migrato-
dió democratizar las relaciones entre el rios hacia centros urbanos como Guaya-
pueblo y los que tradicionalmente produ-
quil en la Costa y Quito en la Sierra pusie-
cían semejantes publicaciones.17 Aunque
ron de relieve la presencia nacional de los
muchos de los mismos temas que ya he re-
negros; y, simultáneamente, desapareció
saltado aparecieron en Meridiano Negro,
toda vacilación en cuanto a reconocer que
esta revista anunció una nueva etapa en la
articulación de la identidad afroecuatoria- la raza constituiría el corazón mismo de
na. De hecho, en la portada misma del pri- cualquier proyecto de reivindicación o de
mer número, se identificaba Meridiano liberación. Por eso, en la “Nota del direc-
Negro como “una revista cultural para los tor” del primer número de Meridiano Ne-
afroecuatorianos” (agosto 1980). Curiosa- gro se declaraba:
mente, en el segundo número se modificó Toda vez que por el Ecuador pasa un me-
la descripción, expresándola como “una ridiano de la negritud universal, hecho
revista cultural de los afroecuatorianos” innegable por la existencia de densas y
(octubre 1980),18 un cambio que comen- crecientes comunidades negras en varias
taré más adelante. provincias del país—consideramos con-
Lo afro y la plurinacionalidad: El caso ecuatoriano visto desde su literatura / 139

veniente relievar nuestro pigmento, me- individuos no considerados intelectuales,


diante la publicación de este órgano que propiamente. En efecto, Meridiano Negro
hoy sale a la luz pública, seguro de agluti- representó un avance en lo que respectaba
nar todas las voces negras de la Patria, y a la publicación de una revista cultural
de convertirse, por lo tanto, en el auténti-
porque logró comunicar el sentido colec-
co pregón de este gran segmento margi-
tivo del pueblo afroecuatoriano al mismo
nado y aplastado, de nuestra nacionali-
dad, hasta hoy sin voz ni voto en las gran- tiempo que pretendió borrar las barreras
des decisiones nacionales. [I, 1 (agosto sociales de clase que impedían la solidari-
1980), 6] dad. La importancia de haber un frente
único se planteó en la “Nota del director”
Dentro de la nueva configuración del segundo número de la revista: “Todo
de la nación y la raza que Meridiano Negro negro debe comprender que sólo cuando
adoptó al examinar la situacion de los ne- constituyamos una sólida unidad inex-
gros, surgió también el reconocimiento pugnable, podremos estar en capacidad de
del pueblo afroecuatoriano como el actor exigir a los gobiernos la solución de nues-
central de su lucha de liberación. Así in- tros problemas específicos” (6).
terpreto el cambio de la preposición em- Aunque Nelson Estupiñán Bass fue
pleada en la descripción de la revista que el director de Meridiano Negro, su presti-
ya anoté arriba. Por lo menos en un senti- gio de intelectual no opacó la presencia
do simbólico, el pasar de ser una revista del pueblo en la revista. De hecho, la pre-
“para” los afroecuatorianos a una “de” los ponderancia de voces no intelectuales de
afroecuatorianos sugiere una nueva diná-
los dos números creó un diálogo demo-
mica de relaciones y comportamientos
crático en el cual se valoraba la experien-
que, posteriormente, florecerá plenamen-
cia vivida de cada persona como una legí-
te con la política comunitaria de “El Pro-
tima base de autoridad. Por eso, junto a
ceso de las Comunidades Negras.” En
los comentarios de Estupiñán Bass, se pu-
cuanto a Meridiano Negro, concretamen-
te, el cambio al “de” señalaba un espíritu blicaban los de Betty Charcopo, una esme-
de comunidad cimentado en la participa- raldeña radicada en el “Cristo del Consue-
ción activa de todos y, por lo tanto, se lo,” uno de los barrios marginados de
comprendía que la revista era “de” todos Guayaquil. En una entrevista publicada en
porque todos la hicieron una realidad, di- Meridiano Negro, la joven tuvo la oportu-
recta o indirectamente. nidad de hacer sentir su presencia vital en
En los dos números de Meridiano la lucha afroecuatoriana. Según explicaba:
Negro, la presencia del pueblo se manifes- Creo que por algo se define la raza negra,
taba de múltiples maneras: a través de fo- por ser fuertes, que jamás nos sentimos
tografías, de entrevistas, del contenido de vencidos ante cualquier problema o cir-
los reportajes, y de las contribuciones de cunstancia en la cual nos encontramos.
140 / Michael Handelsman

Siempre se mantiene ese optimismo vigo- Negro como algo más que un brevísimo
roso de parte de los negros; siempre esta- momento de aliento y de esperanza en la
mos en constante lucha para lograr nues- lucha continua del pueblo afroecuatoria-
tros objetivos. [I, 1 (agosto 1980), 5] no por consolidar su justo lugar en el
Y, más adelante, la joven continuó Ecuador. Para no perder de vista el drama
afirmando: que el pueblo afroecuatoriano sigue vi-
viendo, vale hacer referencia a un discurso
Y a todos los negros que se sienten acom- que se había pronunciado en el “Semina-
plejados por su color, que no sigan some- rio de Música Autóctona” de 1987 y que se
tidos en la ignorancia, que el ser negro publicó en Tierra Verde.19 Según el expo-
simboliza fuerza y dinamismo de lucha. sitor, Orlando Tenorio, algunas de las in-
Yo me siento orgullosa de llevar la piel ne- quietudes que motivaron su intervención
gra. Pido a los esmeraldeños donde éstos
eran, a saber:
se encuentren que de una u otra manera
hagan algo por sacarla del estado de pos- […] inquietar a estudiantes, profesores e
tración en que se encuentra ya que noso- instituciones, para que se interesen por
tros debemos siempre hacer resaltar los conocer, estudiar, practicar y defender
valores de nuestra raza. (18) nuestro folclor y música autóctona esme-
raldeña, que en los actuales momentos es-
Por el tono positivo e instruido con tá a punto de desaparecer por el que-
que se expresaba Betty Charcopo, es fácil meimportismo de los esmeraldeños mis-
imaginarla como una futura dirigente del mos. [2a época, IV (1987), 49]
pueblo afroecuatoriano. Al recordar que
su voz ha sido solamente una de muchas, […] sé que la realidad actual de la música
y que Meridiano Negro se había identifica- y danza, es un problema sumamente serio
do como una revista “de” los afroecuato- y alarmante en Esmeraldas, conciente o
inconcientemente, estamos desde ya asis-
rianos, uno aprecia mejor el verdadero
tiendo al entierro de nuestra identidad
significado histórico de esta publicación. cultural. (49)
Definitivamente, por haberle devuelto al
pueblo el uso de la palabra en un foro […] se está aprendiendo a olvidar y muy
igualitario y de respeto mutuo, Meridiano equivocadamente por cierto, se quiere ig-
Negro logró comprobar que, a pesar de norar nuestras raíces étnicas, nuestro an-
tantos años de explotación y de discrimi- cestro que es de origen africano y el tér-
nación, los afroecuatorianos todavía con- mino negro refiriéndose al ser humano se
lo quiere reemplazar con moreno, como
servaban la esencia misma de su tradición
queriendo suavizar la expresión, en defi-
de los palenques. En fin, “el afro-ecuato-
nitiva se siente vergüenza de ser negro.
riano nunca se doblegó” [I, 1 (agosto (50)
1980), 3].
Sería una ingenuidad, sin embargo, […] ¿Cómo es posible que en esta Améri-
si se considerara el triunfo de Meridiano ca de indios, mulatos y negros, se busque
Lo afro y la plurinacionalidad: El caso ecuatoriano visto desde su literatura / 141

sangre azul? Esta América es de flauta, de la coexistencia de las diferencias nacio-


rondador, bombo y marimba y en lo que nales se presta a políticas y a conductas
concierne a Esmeraldas, esta tierra es de opresivas y represivas. Así lo entienden los
negros de origen africano y su música au- defensores de lo afroecuatoriano, por no
tóctona es el chigualo, el arrullo, el alabao mencionar a otros grupos afectados.
y la marimba; gústele o no le guste a algún
En nombre de un falso mestizaje
esmeraldeño desubicado del tiempo y de
la historia. Quien cometa el error de ne-
nacional, se han negado e ignorado los in-
gar la tradición, niega su ancestro y su tereses y las necesidades particulares de
origen. (50) diversos sectores del país; también, en
nombre de un falso mestizaje nacional, se
Estos fragmentos del discurso de ha negado la existencia nociva de un racis-
Orlando Tenorio se ofrecieron como una mo que ha penetrado todos los niveles de
voz de alerta ya que el abandono de la mú- la sociedad. En lo público, esta negación
sica esmeraldeña abordaba un problema suele producir la injusticia, mientras que
mayor. El asedio cultural ha sido (y sigue en lo personal suele hundir la identidad en
siendo) general, atacando todos los aspec- un estado de enajenación. Naturalmente,
tos de la vida del pueblo afroecuatoriano. resaltar lo racial como una causa primor-
Además, se desprende de las aseveraciones dial de las múltiples manifestaciones de la
de Tenorio la idea de que la raza no se ha injusticia y la enajenacion no debe leerse
de definir como un fenómeno meramente como una negación de otras causas. Esto
fenotípico, del color de la piel, sino que sería otra simplificación. Más bien, la in-
supone toda una historia cultural y étnica sistencia en la centralidad de la raza como
que requiere de parte de los afroecuatoria- una vía efectiva de análisis promete llevar-
nos el estudio y el cultivo constantes. En nos a nuevas perspectivas y a nuevas sen-
otras palabras, ser negro es asumir la res- sibilidades. Por eso, el crítico literario, Ri-
ponsabilidad de serlo. chard Jackson, ha enseñado que la lectura
misma de las letras afrohispanoamerica-
Conclusión nas “exige que los lectores se abran a múl-
tiples interpretaciones y perspectivas ante
Las fuerzas del poder tradicional si- la realidad” (Black Writers and the Hispa-
guen aferrándose a aquel mestizaje tergi- nic Canon 1).
versado que se ha empleado para confun- De manera que tanto para los diri-
dir un proyecto nacional sincrético y plu- gentes del “Proceso de Comunidades Ne-
ralista con uno que tiene sus bases ideoló- gras” como para los de las revistas cultura-
gicas en una engañosa síntesis y unión les estudiadas en este capítulo, no puede
monolítica. Como he indicado ya tantas haber una verdadera liberación sin la su-
veces en este libro, el mestizaje que celebra pervivencia de la raza. Tanto la urgencia
la supuesta fusión de razas y etnias en vez como la vigencia de este imperativo se ha-
142 / Michael Handelsman

cen clarísimas al leer las revistas en el con- 4 Quisiera agradecerle a Luis Zúñiga, co-repre-
texto de la Comarca Afropacífica. Al mis- sentante del American Friends Service Com-
mittee de la zona andina, quien me proporcio-
mo tiempo, mientras mejor se conoce el
nó fotocopias de este texto y del reporte del “II
material de estas revistas culturales, mejor Encuentro Afro Binacional Colombo-Ecuato-
se comprende que el “Proceso de Comuni- riano” que se celebró desde el 30 de mayo has-
dades Negras” constituye un verdadero ta el 1ro. de junio de 1997 en San Lorenzo, Es-
proceso dinámico que es consecuencia de meraldas. Este último texto será la base de mis
muchas contribuciones realizadas por di- comentarios sobre el rol que la diáspora está
jugando en la construcción de una nueva iden-
versos sectores del pueblo afroecuatoriano tidad afroecuatoriana.
a través de la historia. Finalmente, por ha- 5 Pertinente a mi análisis es el comentario que
ber examinado juntas estas dos expresio- hizo Leslie B. Rout, Jr. en su The African Expe-
nes complementarias de la historia afroe- rience in Spanish America. Según Rout, muchos
cuatoriana, uno se da cuenta de la medida negros de la provincia de Esmeraldas creían
que la negligencia y la falta de atención del go-
en que “El Proceso de Comunidades Ne-
bierno central (especialmente hasta comenzar
gras” pretende amalgamar los logros de la construcción del ferrocarril en los últimos
los proyectos del pasado para, así, superar- años de la década de 1950), se debían al hecho
los en el camino hacia la liberación defini- de ser Esmeraldas mayoritariamente negra
tiva. (234; traducción mía).
6 El tema de la territorialidad también aparece
Notas en el movimiento indígena como uno de los
reclamos básicos de la plurinacionalidad. En
1 Véase Black Literature and Humanism in Latin este sentido, las aspiraciones del pueblo negro
America; la traducción al español sería: “A dife- han de comprenderse como una parte integral
rencia de los héroes empleados por escritores de un amplio movimiento democrático y po-
blancos para simbolizar a la nación, la religión pular.
o la cultura nacional, los verdaderos héroes ne- 7 Este mensaje es pertinente al problema de las
gros de hoy son ídolos de los negros porque, incursiones del neoliberalismo y la globaliza-
como los héroes del cimarronaje de antaño, ción en las relaciones entre el llamado Tercer
ellos representan una insistencia heroica en sus Mundo y los países post-industrializados.
propios valores sociales en vez de los de otra Frente a la tentación de incorporarse al mundo
gente” (40; traducción mía). global, hay el peligro de parte de países como el
2 Juan García Salazar se identifica como “un tra- Ecuador de olvidarse de la relación estrecha
bajador de la cultura negra.” El “representa al que existe entre globalización y neocolonialis-
pueblo negro de las provincias de Imbabura, mo.
Carchi y Esmeraldas, además de organizacio- 8 Esta interpretación no ha de sugerir una re-
nes urbanas, algunas de ellas en Guayaquil” nuncia de la importancia de Africa en la histo-
(Samaniego Ponce 9A). ria de los afroamericanos de todo el continen-
3 Entre las referencias bibliográficas que exami- te. La relación que se está haciendo entre el pa-
nan las distinciones comentadas, véase Molefi lenque y Africa representa una rearticulación
Kete Asante, The Afrocentric Idea, Philadelphia: (y no un rechazo) de símbolos y estrategias en
Temple University Press, 1987. la lucha por la libertad y la justicia.
Coda final

9 Agradezco a la Universidad de Tennessee por el lado, “Situación actual de la cultura en Esme-


auspicio que me permitió realizar la investiga- raldas,” el Grupo Cultural Hélice era “la prime-
ción de las revistas en el Ecuador entre junio y ra agrupación cultural conocida” en Esmeral-
agosto del 1997. Las revistas esmeraldeñas que das. Otros grupos que Capurro mencionó
pude localizar fueron El Luchador (1905), El eran: el Grupo Cultural Vértice (1955), el Gru-
Correo (1929), Marimba (1935), Hélice (1952), po Cultural Somos (1959) y el Grupo Cultural
Tierra Verde (1952) y Meridiano Negro (1980). Rumbo al Pueblo (1969). [Véase Meridiano
Aunque Meridiano Negro se publicó en Guaya- Negro, I, 1 (agosto 1980), 11]
quil en vez de en Esmeraldas, la considero una 13 Durante mi investigación, sólo localicé dos nú-
creación esmeraldeña puesto que los partici- meros de Hélice: III, 7-9 (septiembre 1952) y V,
pantes en su mayoría eran esmeraldeños que 12 (enero 1956). Estupiñán aparecía como di-
vivían en Guayaquil. Si bien no pretendo ser rector en el número de 1952; en el de 1956, el
exhaustivo con mi selección de materiales, creo
director era Maximiliano Haas.
haber recogido una muestra representativa de
14 Aunque Hélice también recibió fondos de la
las revistas culturales esmeraldeñas publicadas
Casa de la Cultura Ecuatoriana en la misma
a través del siglo XX.
época, esta revista nunca fue la publicación
10 Tuve esta conversación con Estupiñán Bass en
oficial de la institución. En efecto, el Grupo
su casa en Quito, el 10 de julio de 1997.
11 En general, el destino de la gran mayoría de re- Cultural Hélice y su revista se consideraron un
vistas culturales del Ecuador ha sido (y sigue proyecto entre muchos que merecía el apoyo
siendo) fugaz. Localicé los primeros dos nú- de la Casa de la Cultura Ecuatoriana.
meros de Marimba, y tengo por entendido que 15 Es necesario recordar que no todos los esme-
no se publicó más. raldeños han sido (son) negros, y según el co-
12 Según Enrique Capurro, en un artículo intitu- lor de la piel, habría muchos “negros” que en-
contraban en la retórica nacional un mecanismo de blanqueamiento (o, si prefiere, de ecuatorianiza-
ción) tanto a nivel individual como a nivel de provincia.
16 Es de notar que el concepto de la hibridez que manejaba César Névil Estupiñán se adelantaba al pen-
samiento posterior del poscolonialismo de tales figuras como Homi Bhabha y Nelson García Cancli-
ni, por ejemplo.
17 Ya me referí a esta revista en el capítulo sobre Juyungo, destacándola como una publicación represen-
tativa de la diáspora afroamericana.
18 Tengo por entendido que solamente salieron los dos números de 1980.
19 El número de Tierra Verde a que me refiero pertenece a la segunda época de la revista; el presidente
del Núcleo era Tomás Rueda Chaux.
Obras citadas

Al referirse al etnógrafo francés el nacionalismo que quisiera borrar las di-


Marcel Mauss, James Clifford observó que ferencias en nombre de una armonía y
“si cada ‘hecho’ es susceptible a múltiples unidad nacionales más inventadas que
interpretaciones, teniendo sentido en di- reales. Sin duda alguna, lo afroecuatoriano
versos contextos e implicando en su com- como tema de análisis apunta a todo esto
prensión el conjunto ‘total’ de las relacio- y pone de relieve la urgencia de cultivar
nes que constituye la sociedad estudiada, vivencias que son, por antonomasia, si-
entonces esta premisa puede servir de es- multáneamente propias y universales.
tímulo para aprehender dicho conjunto
mientras que se concentra en una de sus
partes” (63; traducción mía). Aunque ha-
brá algunos lectores que quisieran ver en
lo afroecuatoriano un tema aislado y de
mínima importancia en lo que respecta a
un Ecuador mestizo y andino, Lo afro y la
plurinacionalidad: el caso ecuatoriano visto
desde su literatura fue impulsado por la
misma orientación múltiple/simultá-
nea/entrelazada que Clifford ha destaca-
do. Lo afro—lo indígena—lo nacional—
lo plurinacional—lo andino—lo latinoa-
mericano son, a la vez, muchos temas y
uno solo. De hecho, el material analizado
y comentado en este libro constituye en
no poca medida un cuestionamiento de la
llamada globalización del fin del milenio,
una globalización económica que a menu-
do ofrece paradigmas culturales de homo-
geneización en un mundo hondamente
heterogéneo. Y, de nuevo, uno se encuen-
tra inmerso en la problemática del colo-
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