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Universidad de los Andes

Derecho Romano
Octavio Tejeiro
201811064
El Usufructo

En esta sección del libro de Álvarez-Correa, el autor nos introduce más a fondo al concepto
del Usufructo, el cual es una servidumbre personal que permite a una persona gozar de un
bien mueble o inmueble de otro, con la condición de administrarla bien (como el mismo
pater familias o dueño del bien lo haría) y mantener la sustancia de esta (que la destinación
o el objetivo que tiene el bien no cambie con la administración).
Al inicio, la única manera de conseguir un usufructo era por medio de un legado, pero con
el tiempo se adhirieron otras formas como por medio de la compraventa del bien con el
usufructo dentro de ella, por prescripción a largo plazo o bajo acuerdo de un pater familias
sobre los bona adventita (los bienes adquiridos por un hijo en patria potestad proveniente de
trabajo o industria). A pesar de no ser obligatorio, se prefería tener inventario del usufructo
al recibir el bien pues en caso de modificaciones o alteraciones a la destinación de este, el
usufructuario tenía que responder ante el dueño por esto. Para poder realizar un usufructo,
el usufructuario tenía que dar garantías al dueño de los cuidados de la cosa.
Al tener el usus y el fructus de la cosa, el usufructuario podía no sólo gozar de ella, sino
también percibir los frutos que de ella salieran. Otra de las características del usufructo es
que era gratuito y objeto de cuasiposesión cuando el bien usufructuado era incorporal. Para
proteger el usufructo no existía un interdicto especial como los que había para la posesión,
pero se podía pedir un interdicto uti possidetis que se modificaba al caso (no hay que
olvidar que el interdicto uti possidetis sólo se podía hacer para inmuebles). El usufructo era
divisible a diferencia de las demás servidumbres reales, en otras palabras, podía recaer
sobre una parte de la cosa, por esto, no existía copropiedad (propiedad pro indiviso) de un
usufructo, sino que el bien usufructuado podía ser repartido en diferentes partes para ser
administrados por diferentes usufructuarios. La última característica, pero tal vez más
importante, el usufructo no podía ser enajenado. Si el hijo del usufructuario quería hacerse
cargo del usufructo después de la muerte del usufructuario (de cujus) tenía que recibirlo por
legado por medio del dueño.

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