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Chatterjee. La Política de Los Gobernados
Chatterjee. La Política de Los Gobernados
1 Asok Sen, Life and Labour in a Squalters' Colony, Calcuta, C entre for
Studies in Social Sciences, Occaúonal Papers, n° 138, 1992.
126 LA N A C IÓ N EN T IE M P O H E TE R O G É N E O
2 Por razones obvias, los verdaderos nom bres de los ocu p an tes han
sid o m odificad os en este trabajo.
LA P O L ÍT IC A DE LOS G O B E R N A D O S 127
II
sociedad política.8 Los pobres del m undo rural que se movilizan para
reivindicar los beneficios derivados de los program as gubernam enta
les no lo hacen como m iem bros de la sociedad civil. Para conseguir
orientar en su favor estos beneficios, deben aplicar la presión ade
cuada en los puntos adecuados del aparato gubernam ental. Muchas
veces, esto significa forzar o eludir las reglam entaciones, ya que los
procedim ientos existentes frecuentem ente im plican su exclusión y
marginación. T ener éxito implica movilizar grupos de población para
contrarrestar en el ámbito local la distribución de p o d e r existente en la
sociedad considerada com o u n todo. Esta posibilidad se abre paso
trabajando con la sociedad política. C uando los profesores ganan, al
mismo tiem po, la confianza de la com unidad rural para representar
su causa y la confianza de los adm inistradores para asegurar el con
senso local, lo que observamos no es u n proceso de generación de
confianza entre iguales, propio de la sociedad civil. Al contrario, los
profesores actúan como m ediadores entre dos campos con profundas
desigualdades de poder, cada u n o de ellos históricam ente atrinche
rado en su posición. M edian entre quienes gobiernan y quienes son
gobernados.
H abría que agregar, además, que cuando asistimos a una moviliza
ción exitosa de la sociedad política en su em peño p o r asegurar los be
neficios de los program as gubernam entales para grupos de población
pobres y no privilegiados, estamos asistiendo a u n a expansión efectiva
de la libertad de los más pobres, algo que no habría sido posible en el
ámbito de la sociedad civil. Las funciones de gobierno se desarrollan
en el contexto de u n a estructura social profundam ente estratificada.
Los beneficios que deberían estar disponibles para toda la población
con frecuencia son monopolizados p o r quienes poseen mayor conoci
miento e influencia sobre el sistema. Esto no se debe únicam ente a lo
que denom inamos corrupción, es decir, a la tergiversación criminal de
III
civil actúa com o referen te ideal p ara las fuerzas favorables al cam
bio político, pero es a través de la luch a cotidiana p o r el reconoci
m iento de derechos legales y derechos adquiridos com o se pued en
producir, a largo plazo, redeñniciones sustanciales de la pro p ied ad
y de la ley en el ám bito del Estado m o d ern o realm ente existente.
Lo paralegal, a pesar de su estatus am biguo, no es u n a condición
patológica de la m o d ern id ad tardía: en la mayor p arte del m undo
es parte integral del proceso de construcción histórica de la m o
dernidad.
La com unidad, p o r su parte, adquiere legitim idad d entro del do
minio del Estado m oderno sólo a través de la “nación”. Otras solidarida
des que potencialm ente puedan entrar en conflicto con la comunidad
política de la nación son percibidas con sospecha. Sin embargo, hemos
visto que, en la práctica, las políticas públicas generan numerosos gru
pos de población “de hecho”, que pueden o no tener significado polí
tico. Para alcanzar sus reivindicaciones en la sociedad política, un grupo
de población generado por la gubernam entalidad debe ungirse con el
barniz moral de la comunidad. Este es un elemento fundamental en las
políticas de la gubernam entalidad. Hay muchas posibilidades imagina
tivas para transform ar un grupo de población generado em pírica
m ente en u n a com unidad m oralm ente constituida. Como he argu
m entado en otro lugar, no es realista ni tam poco responsable
condenar todas estas transform aciones políticas, acusándolas de sec
tarias y peligrosas,.
En estos textos no he hablado dem asiado del lado oscuro de la
sociedad política. Esto no im plica que no sea consciente de su exis
tencia. Pero aún n o tengo claro de qué m anera la crim inalidad y la
violencia están conectadas con las estrategias de los grupos de po
blación m enos favorecidos, obligados a luch ar p ara que atiendan
sus reivindicaciones de acceso a los program as públicos. Creo que
he dicho lo suficiente sobre la sociedad política com o para sugerir
que, en el cam po de la práctica pop u lar dem ocrática, crim en y vio
lencia no son categorías cerradas, sino que, p o r el contrario, se en
cu en tran abiertas a un alto grado de negociación política. Es un
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