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Juan José Nieto: la fascinante historia del único

presidente negro de Colombia

1er cuadro: (niños de párvulo disfrazados de árboles de


matarratón ubicados sobre la tarima – vienen caminando el
papá y la mama embarazada sobre el burro – suben a la
tarima y al pasar por los matarratones se baja del burro y
se sienta al pie de los arboles para iniciar el parto de
espalda al público – en ese momento desaparece el burro –
al nacer el niño, se van levantando lentamente y salen del
escenario para pasar con el siguiente cuadro

Fue un 24 de junio del año 1804 en Sibarco, corregimiento


de Baranoa, en ese entonces parte del virreinato de Nueva
Granada, un viejo matarratón al costado del camino vio
nacer a ese niño que llevaría por nombre Juan José.

Hoy, solo una placa recuerda que allí, en la Loma del


Muerto, nació el que fuera el primer presidente negro de
Colombia.

Hijo de Tomás Nicolás Nieto, un inmigrante español y de


Benedicta Gil, quien era miembro de una familia local
criolla, dedicada a la fabricación de mechas de algodón para
las velas.
Andando por el camino que conduce a Sibarco y Tubará
rumbo a Cartagena, le empezaron los dolores de parto a
Benedicta, que iba en burro con su esposo Tomás a vender
las mechas de algodón para las lámparas con la que los
nativos alumbraban sus oscuranas.

Benedicta no alcanzó a llegar a ninguna parte, solo a


guarecerse bajo la sombra de un viejo matarratón, y parir a la
intemperie a ese negrito que marcaría la historia de
Colombia.

Hoy, en la Loma del Muerto solo sopla un viento caliente


que levanta piedras y arena suelta. Y tampoco hay
matarratones…

2do cuadro: (1era escena: Salen los tres caminando


hablando entre si haciendo entender que se enteraron de la
independencia de Cartagena y decidieron irse hacia allá –
2da escena: En el centro del escenario se colocará una silla
con una mesita y un niño sentado estará escribiendo,
estudiando. 3era escena: se cambia por un joven más
grande y se le entregan libros)

Pasó sus primeros años de formación en Baranoa, pero al


enterarse de la independencia de Cartagena de Indias en
1811, su familia decidió trasladarse permanentemente a esa
ciudad donde viviría por el resto de su vida.
Sus orígenes humildes y la situación política de su entorno lo
orientarían. Por ello, lo primero para sus padres fue llevarlo a
escuela para que fuese educado como los niños de la ciudad.
Pero esta voluntad se volvió imposible. No era un problema
de dinero, tampoco de voluntad ni de medios. El verdadero
problema era que la educación seguía siendo un asunto
exclusivo para los nobles y blancos. Si bien, hacia 1780 se
multiplicó el número postulantes que quería acceder a la
educación, pero estos se veían rechazados por sus
condiciones sociales, entre esos el niño Juan José, que, por
ser negro y costeño, tenía que vivir la discriminación que se
manifestaba con la segregación racial que lo alejó de la
educación académica tradicional.

Para sobrepasar esta imposibilidad, el niño tenía que


desarrollar una autoformación, lo que sería una ventaja para
él, en la medida que el mismo tenía que orientar su
formación alejándose de la educación tradicional colonial.

Aprendió a leer por su propia cuenta en la biblioteca


parroquial. Los sacerdotes españoles se conmovieron ante el
niño que quería aprender a leer y escribir y no había podido
ir a la escuela, porque sus padres eran muy pobres: el padre
albañil, curandero y partero; y su madre, vendedora de las
mechas de algodón, de pueblo en pueblo. Nada de eso le
impidió aprender a leer, escribir, y aprender francés.
En su juventud, más atraído por los libros que por su
devoción, se inició profesionalmente trabajando como
escribiente en el almacén del comerciante  José Palacio y
Ponce de León, quien, impresionado por el intelecto de
Nieto, le facilitó poco a poco el acceso a libros que
contribuyeron a la formación autodidacta del joven.

Contrajo matrimonio el 13 de septiembre 1827 con María


Margarita del Carmen Palacio García del Fierro, hija de José
Palacio, después de otorgarle la mano en matrimonio. Siendo
Juan José Nieto un mulato, la boda con la hija de un
comerciante español supuso un impulso hacia arriba en la
escala social de la época. Antes de llegar a los treinta años,
Nieto ya se encontraba sirviendo en cargos públicos de
relativa importancia.

Luego de haber tomado parte en la Guerra de los Supremos,


o Guerra de los Conventos, el primer conflicto interno que se
produjo en la Colombia independiente logró la gobernación
de Cartagena en 1851.

La primera esposa de Nieto murió relativamente joven, tras


lo cual él contrajo segundas nupcias el día 21 de abril de
1834 con María Teresa Plácida de Dolores Cavero. La nueva
familia se estableció en su residencia ubicada en la calle de
la Inquisición, a tres cuadras del Palacio de Gobierno en
Cartagena. Esta proximidad llevó a su nombramiento el 2 de
septiembre de 1833 como Guardalmacén de la Plaza de
Cartagena, su primer cargo público.

Así la inestabilidad de la situación económica, social y


política en la que se desarrolló la niñez de Nieto Gil impactó
en su futura vida, invitándolo a la búsqueda de soluciones
adecuadas para esperar un cambio positivo. Esta niñez difícil
sirvió como fundo para poder construir una mejor vida para
todos los miembros de su entorno obrando por la causa
pública gracias a su inclinación al federalismo. Eso no era
algo fácil porque como se sabe desde el inicio de este trabajo
Juan José Nieto Gil era un niño proveniente de orígenes
humildes, lo que nos deja ver que no tenía un buen asiento
en la jerarquía social.

El 16 de julio de 1866 murió en Cartagena. Había sostenido


una vida de grande actividad, de ideales generosos y de
utilidad para su partido. Fue temible y valeroso como militar;
como hombre civil, demócrata acendrado; como mandatario,
modelo de gobernantes legalistas e igualitarios. Sus servicios
prestados al liberalismo los premió el Congreso de 1865
otorgándole una espada de honor. Juan José Nieto también
se destacó en el campo de la escritura, en 1839 publicó una
Geografía de la provincia de Cartagena, y durante los años
que pasó en Jamaica, escribió las novelas Rosina, Ingermina,
la hija de Calamar y Los Moriscos.
Hoy, en la carretera, el viento solo arrastra una arena
caliente. Juan José Nieto tiene el rostro sonreído y los
bigotes al viento en la placa de la memoria en la loma del
muerto.

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