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¿Todos los amigos que se tienen en Facebook o Instagram son realmente amigos?

Como todo el mundo sabe, la amistad es un sentimiento que gana adeptos con
facilidad y, lo más importante, que puede ser determinante en las vidas de muchas
personas. Precisamente, y por ello, conviene ser muy cauto con aquellos individuos a
quienes se les abre el corazón, no vaya a ser que salgan perjudicadas las emociones
propias y ajenas.

Aún más si cabe en los tiempos que corren, que, más que correr, esprintan gracias a la
facilidad con la que se pueden realizar contactos gracias a las nuevas tecnologías. En
este sentido, la experiencia personal puede ser a veces una buena consejera, antes de
dar el “sí, quiero” a alguien que se acaba de conocer. En mi caso, un sujeto así
traicionó mi confianza al publicar en una red social unas fotos que me había hecho con
él y en las que no salía nada favorecido, con la consiguiente decepción cuando mi
familia se enteró por terceras personas.

Desde luego, y como se suele decir popularmente, “los amigos se cuentan con los
dedos de la mano”. Las personas que calan hondo en el alma son unos pocos elegidos
y, generalmente, se debe a una trayectoria larga en la que se ha puesto a prueba la
amistad en diversas situaciones, ya sean académicas, sentimentales o en cuestiones de
ocio. Es recomendable que así sea porque, a fin de cuentas, y según reza otro refrán,
“un amigo bueno es para toda la vida”.

Además, desde que somos pequeños, los padres recomiendan a sus hijos que no se
fíen de los extraños como remedio para que luego no ocurra nada desagradable. Del
mismo modo, se tendría que actuar con las amistades, ya que puede ser que no todas
esas personas tengan las sanas intenciones que se suelen atribuir. Y con lo sencillo que
es hoy en día manipular en internet, conviene ser extremadamente cuidadosos.

Otro detalle importante al que la sociedad da valor es a las amistades de la infancia, las
cuales tienen la ventaja de que siempre estarán ahí, por mucho tiempo que transcurra
o por mucha distancia que las separe. La prueba evidente es que hay muchas personas
que se ven una sola vez al año en los pueblos y, normalmente, es como si no hubieran
pasado los meses por ellos. Son los mismos de siempre. La amistad es inquebrantable,
a diferencia de la que une a dos conocidos advenedizos.

En definitiva, trabar nuevas amistades es algo positivo en nuestro currículum vital pero
es cuanto menos dudoso que lleguen a impactar tanto como los vínculos de larga
duración. Después de lo dicho, sería aconsejable pasar algo así como un verificador de
sentimientos para que no se dé el conocido como “gato por liebre”.

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