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El

Animero
Cuenta la leyenda que el señor
Ángel Díaz, tenía la penitencia
de salir todos los años, el día de
los difuntos, dos de noviembre, a
la media noche
con el propósito de levantar a las almas del cementerio y
con ellas tocaba la campanilla durante tres ocasiones en
cada esquina del pueblo y rezaba una oración.
Finalmente regresaba al cementerio
para que las almas descansen en paz.
Se dice que usaba una sotana de color
café, la cual lo tapada de pies a cabe-
za para que los moradores del pueblo,
no conozcan la identidad del animero,
en su mano izquierda llevaba un crá-
neo y un rosario; y en la mano derecha
una campanilla de bronce.
Todo el que se despertaba durante la noche y escuchaba al
animero, tenía que rezar en su casa un padre nuestro y un ave
maría, pidiendo por el descanso de las almas.
fin

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