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HISTORIA EN BREVE
• Investigaciones
realizadas en animales
demuestran que una
dieta cetogénica puede
mejorar la función
neurovascular, en parte
al optimizar el
microbioma intestinal
• En comparación con
los animales que recibieron alimento regular, se encontró que los roedores
alimentados con una dieta cetogénica durante 16 semanas habían incrementado de
forma significativa su flujo sanguíneo cerebral, mejorado la eliminación de placa
beta-amiloide y reducido la activación de la vía mTOR
• Además, los roedores alimentados con una dieta cetogénica tuvieron mayor cantidad
de bacterias intestinales beneficiosas y menor número de bacterias proinflamatorias,
mayores niveles de cetonas, menores niveles de glucosa en la sangre y menor peso
corporal, lo que mejoró su función neurológica y redujo el riesgo de Alzheimer
Quizás el factor alimenticio más crítico que puede influir en el riesgo de Alzheimer es la
cantidad de carbohidratos netos (carbohidratos totales sin fibra) que consume
regularmente.
Uno de los estudios más llamativos sobre los carbohidratos y la salud cerebral, revelaron
que los tipos de alimentación con alto contenido de carbohidratos pueden aumentar en
un 89 % el riesgo de demencia, mientras que los tipos de alimentación altos en grasas
podrían reducirlo en un 44 %. Según los autores:
Cuando estos receptores son marcados por este beta-hidroxibutirato durante un proceso
de cetosis moderado, ayudan a reducir la activación de procesos inflamatorios, y la
inflamación es un factor en la mayoría de las enfermedades crónicas, ya sea el
Alzheimer, enfermedades cardíacas, diabetes o cáncer. Entonces, no se trata
simplemente de alimentar a sus células con grasas.
En el segundo artículo, concluyeron que la dieta cetogénica actuaba como una verdadera
"fuente de la juventud" para los roedores en envejecimiento ya que mejoraba de forma
significativa sus funciones neurovasculares y metabólicas, en comparación con los que
se les suministraba una alimentación sin restricciones.
Los estudios han demostrado que el microbioma intestinal puede desempeñar un papel
crucial en la integridad neurovascular, por lo que han intentado determinar si llevar una
dieta cetogénica podría tener un impacto beneficioso en el microbioma intestinal, ya que
puede mejorar la función neurovascular y reducir el riesgo de neurodegeneración en
ratones.
Los estudios previos también han demostrado que llevar una dieta cetogénica puede
beneficiar a las personas que sufren lesiones cerebrales traumáticas, derrames cerebrales
isquémicos y autismo, probablemente por cómo influye en el microbioma intestinal.
"En conjunto, [llevar una dieta cetogénica] podría proteger contra diversos trastornos
neurológicos, probablemente al restaurar la función neurovascular y mantener la salud
del microbioma intestinal", señalan los autores.
El presente estudio apoya aún más esta hipótesis. En comparación con los animales que
recibieron alimento regular, se encontró que los roedores alimentados con una dieta
cetogénica durante 16 semanas exhibían:
Se demostró previamente que tanto administrar rapamicina como restringir las calorías
podría inhibir a la vía mTOR —una proteína unida a la rapamicina— lo que puede
mejorar la salud y extender la esperanza de vida en un sin número de especies diferentes.
Para evaluar el impacto de inhibir la vía mTOR in vivo, los estudios han utilizado
diversos métodos de imágenes de resonancia magnética, que incluyen a la angiografía,
espectroscopia, imagen con microscopía confocal y tomografía por emisión de
positrones (PET, por sus siglas en inglés). En resumen, los autores concluyeron que:
Ahora, Lin y sus colegas diseñan un ensayo clínico para investigar de forma más
detallada cómo el microbioma intestinal humano podría influir en la disfunción
neurovascular —que es un factor de riesgo conocido para la enfermedad de Alzheimer—
en adultos regularmente sanos. Lin dijo para Eurekalert:
Si bien, las cetonas producidas en respuesta a llevar una alimentación alta en grasas
(cetogénicas) son una fuente ideal de combustible para el cerebro, una investigación
publicada en 2013 demostró que el azúcar y otros carbohidratos podrían interrumpir la
función cerebral incluso si no padecía diabetes ni signos de demencia.
Se analizaron los marcadores de glucosa a corto y largo plazo en personas mayores sanas
que no padecían diabetes ni demencia. También se utilizaron pruebas de memoria e
imágenes cerebrales para evaluar la función cerebral y la estructura real del hipocampo.
Los hallazgos revelaron que cuanto más altas eran las dos mediciones de glucosa en la
sangre, más pequeño era el hipocampo, más comprometida estaba su estructura y más
agravado era el estado de la memoria en la persona.
Según los autores, los cambios estructurales en el hipocampo solo pueden explicar
parcialmente el vínculo estadístico que observamos entre la glucosa y memoria, ya que
el hipocampo está involucrado con la formación, organización y almacenamiento de los
recuerdos.
Los resultados sugieren que la glucosa puede contribuir directamente en la atrofia del
hipocampo, lo que significa que incluso si no padece resistencia a la insulina o diabetes,
el exceso de azúcar podría afectar negativamente su memoria.
Los autores sugieren que "las estrategias dirigidas a reducir los niveles de glucosa,
incluso a un rango normal, pueden influir de forma beneficiosa en la cognición de la
población de mayor edad".
Un estudio similar publicado en 2014 encontró que las personas que padecían diabetes
tipo 2 perdían más materia gris de lo esperado durante el proceso de envejecimiento, y
esta atrofia cerebral también podría ayudar a explicar por qué las personas que padecen
diabetes tienen un mayor riesgo de demencia, así como un inicio más temprano de
demencia, en comparación con las personas que no padecen diabetes.
Como señaló el Dr. Sam Gandy, Director del Centro para la Salud Cognitiva en el
Hospital Mount Sinai, en la ciudad de Nueva York, estos hallazgos "sugieren que los
niveles altos y crónicos de insulina y azúcar podrían ser directamente tóxicos para las
células cerebrales", además agregó que "en definitiva, puede ser una posible causa de
demencia".
Según un informe de la Asociación de Alzheimer, los Estados Unidos cada año invierte
alrededor de 277 000 millones de dólares en servicios de atención para la demencia, y
eso no incluye los cuidados por parte de cuidadores no remunerados. Alrededor del 70 %
de estos costos son cubiertos por el gasto corriente de las familias.
En promedio, el gasto corriente para cubrir el servicio de los cuidadores para una
persona con demencia asciende a 10 697 de dólares por año, y el 40 % de los cuidadores
tiene un ingreso familiar anual inferior a 50 000 de dólares.
Para el 2050, es posible que haya un gasto por servicios de atención médica de 1.1
trillones de dólares por año para atender a nuestros adultos mayores con demencia.
Aunque los costos financieros podrían ser elevados, el costo emocional y psicológico
relacionado con esta trágica enfermedad es inmensurable.
Dicho lo anterior, sin duda podría ser de utilidad hacer una detección, y ha habido un
avance en el desarrollo de un análisis sanguíneo para detectar la enfermedad de
Alzheimer. En un ensayo, la prueba tuvo una precisión del 90 % en la detección de la
enfermedad en un grupo de 370 participantes.
El libro de Bredesen titulado The End of Alzheimer's: The First Program to Prevent and
Reverse Cognitive Decline (El fin de la Enfermedad de Alzheimer: El Primer Programa
Para Prevenir y Revertir el Deterioro Cognitivo) describe el protocolo completo.
Como regla general, debe mantener sus niveles de insulina en ayunas por debajo de 3
uIU/mL. (Como rango de referencia, el nivel de glucosa en ayunas correspondiente a
este número debe ser inferior a 75 mg/dL).
A esto le agregaría que cualquier estrategia que mejore su función mitocondrial podría
disminuir su riesgo. Con base en la evidencia, considero que la dieta cetogénica
cíclica que describo en mi libro Contra el cáncer podría ser muy útil para evitar la
degeneración neurológica, al optimizar su función mitocondrial y regeneración
biológica.
Además de adoptar una dieta cetogénica cíclica, centrada en los alimentos enteros
(contrario a la comida procesada), enseguida se encuentran algunas estrategias de estilo
de vida adicionales que creo que son importantes y pueden ser útiles a la hora de
prevenir la neurodegeneración relacionada con el Alzheimer:
Optimice sus niveles de grasas omega-3. Consumir elevadas cantidades de las
grasas omega-3, EPA y DHA, ayudará a prevenir el daño celular causado por la
enfermedad de Alzheimer, lo que ralentizará su progresión y reducirá el riesgo de
desarrollar este trastorno.
Lo ideal es realizar una prueba de índice de grasas omega-3 una vez al año, para
asegurarse de que se encuentran en un rango saludable. Su índice de grasas omega-3
debe ser superior al 8 % y su índice de proporción de grasas omega-6 a grasas
omega-3 debe situarse entre 0.5 y 3.0.
Optimice su microbioma intestinal. Para ello, debe evitar alimentos procesados,
antibióticos y productos antibacterianos, agua fluorada y clorada, y asegurarse de
consumir alimentos tradicionalmente fermentados y cultivados, y en caso de ser
necesario, junto con probióticos de alta calidad.
El Dr. Steven Gundry hace un excelente trabajo al abordar detalladamente este tema
en su libro The Plant Paradox (La paradoja de las plantas).
Una vez que haya incrementado el tiempo hasta hacer 20 horas de ayuno
intermitente, todos los días, durante un mes, será metabólicamente flexible y podrá
quemar grasas como su principal combustible; por lo que, podrá progresar para hacer
los más poderosos ayunos de agua, de cinco días.
Las investigaciones han demostrado que las personas con Alzheimer tienen una
menor cantidad de PGC-1α en sus cerebros11 y las células que contienen más
proteínas producen una menor cantidad de proteína amiloide tóxica relacionada con
la enfermedad de Alzheimer.
De hecho, las investigaciones demuestran que las personas que viven en las latitudes
septentrionales tienen tasas más elevadas de muerte por demencia y Alzheimer, en
comparación con los que viven en áreas más soleadas, lo cual sugiere que la vitamina
D o la exposición a los rayos del sol son factores importantes.
Si no puede obtener suficiente cantidad a través de los rayos del sol, tome
diariamente suplementos de vitamina D3 para alcanzar y mantener niveles en la
sangre de 60 a 80 ng/ml. Dicho lo anterior, es importante reconocer que exponerse a
los rayos del sol es importante, por razones que no están relacionadas con la vitamina
D.
Hay algunas sugerencias de que cierto tipo de aguas minerales con alto contenido de
ácido silícico podrían ayudar a eliminar el aluminio del cuerpo.
Evite las vacunas contra la gripe. La mayoría de las vacunas antigripales contienen
mercurio y aluminio.
Desafíe su mente todos los días. La estimulación mental, en especial, saber algo
nuevo, tal como aprender a tocar un instrumento o un idioma nuevo, está relacionada
con un menor riesgo de demencia y Alzheimer.
Los investigadores sospechan que los desafíos mentales ayudan al desarrollo del
cerebro, al hacerle menos susceptible a las lesiones relacionadas con la enfermedad
de Alzheimer.