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La dieta cetogénica puede protegerle del

Alzheimer al mantener su cerebro joven y


saludable
Análisis escrito por Dr. Joseph Mercola Datos comprobados
1 de Diciembre, 2020

HISTORIA EN BREVE

• Investigaciones
realizadas en animales
demuestran que una
dieta cetogénica puede
mejorar la función
neurovascular, en parte
al optimizar el
microbioma intestinal

• En comparación con
los animales que recibieron alimento regular, se encontró que los roedores
alimentados con una dieta cetogénica durante 16 semanas habían incrementado de
forma significativa su flujo sanguíneo cerebral, mejorado la eliminación de placa
beta-amiloide y reducido la activación de la vía mTOR

• Además, los roedores alimentados con una dieta cetogénica tuvieron mayor cantidad
de bacterias intestinales beneficiosas y menor número de bacterias proinflamatorias,
mayores niveles de cetonas, menores niveles de glucosa en la sangre y menor peso
corporal, lo que mejoró su función neurológica y redujo el riesgo de Alzheimer

• La resistencia a la insulina está muy relacionada con la enfermedad de Alzheimer, la


forma más grave de demencia. Asimismo, en algunas ocasiones esta enfermedad es
referida como diabetes tipo 3

• Una dieta cetogénica es alta en grasas saludables y baja en carbohidratos netos, lo


cual le permite a su cuerpo quemar grasas como su combustible principal en vez de
azúcar y puede ayudar a optimizar la función mitocondrial y regeneración biológica
La enfermedad de Alzheimer —la forma más grave de demencia— ha demostrado ser
sumamente resistente a los remedios convencionales. Más de 190 pruebas de
medicamentos en humanos han fracasado, y a pesar de que hay una epidemia emergente,
los mejores medicamentos comercializados solo mejoran los síntomas, mientras causan
otros riesgos para la salud.
En la actualidad, la mejor medicina convencional que podemos esperar es contar con un
mejor diagnóstico, por lo que prevenir es de suma importancia. Cada vez hay más
investigaciones que sugieren que su alimentación, sí es un factor fundamental y
estrategia de prevención eficaz para esta enfermedad.

Quizás el factor alimenticio más crítico que puede influir en el riesgo de Alzheimer es la
cantidad de carbohidratos netos (carbohidratos totales sin fibra) que consume
regularmente.

Una alimentación con alto contenido de azúcar puede desencadenar la resistencia a la


insulina —en la actualidad se cree que afecta a 8 de cada 10 habitantes en los Estados
Unidos— y hay un vínculo muy fuerte entre la resistencia a la insulina y enfermedad
de Alzheimer.

Por ejemplo, un estudio longitudinal publicado en la revista Diabetologia, en enero de


2018, que monitoreó a casi 5190 personas durante más de una década, descubrió que
cuanto más alto era el nivel de azúcar en la sangre, más rápida era su tasa de deterioro
cognitivo.

Incluso un leve aumento en los niveles de azúcar en la sangre y resistencia a la insulina


estuvo relacionado con un mayor riesgo de demencia. Además, se sabe que la diabetes
y enfermedades cardíacas pueden elevar el riesgo, y ambas podrían originarse debido a
la resistencia a la insulina.

Uno de los estudios más llamativos sobre los carbohidratos y la salud cerebral, revelaron
que los tipos de alimentación con alto contenido de carbohidratos pueden aumentar en
un 89 % el riesgo de demencia, mientras que los tipos de alimentación altos en grasas
podrían reducirlo en un 44 %. Según los autores:

"Un patrón alimenticio con un consumo calórico relativamente alto de


carbohidratos y bajo en grasas y proteínas, puede elevar el riesgo de
demencia o deterioro cognitivo moderado en adultos mayores".

La cetosis nutricional puede proteger y sustentar la


salud cerebral

La dieta cetogénica es alta en grasas saludables y baja en carbohidratos netos, y uno de


los principales beneficios de este tipo de alimentación es que le permite al cuerpo
comenzar a quemar grasas como su combustible principal, en vez de azúcar.

Cuando el cuerpo quema grasas como su combustible principal, se producen cetonas,


que no solo son quemadas de manera muy eficiente y constituyen un combustible
superior para el cerebro, sino que también generan menos especies reactivas del oxígeno
(ROS, por sus siglas en inglés) y menor daño por los radicales libres. Pero esos no son
los únicos beneficios.

Un tipo de cetona llamada beta-hidroxibutirato también es un importante factor


epigenético, que puede crear efectos significativos en la expresión del ADN, ya que
aumenta las vías de desintoxicación y producción de antioxidantes en el cuerpo.
Además, el beta-hidroxibutirato estimula a los receptores específicos en las células
llamadas proteínas g.

Cuando estos receptores son marcados por este beta-hidroxibutirato durante un proceso
de cetosis moderado, ayudan a reducir la activación de procesos inflamatorios, y la
inflamación es un factor en la mayoría de las enfermedades crónicas, ya sea el
Alzheimer, enfermedades cardíacas, diabetes o cáncer. Entonces, no se trata
simplemente de alimentar a sus células con grasas.

De igual manera, la dieta cetogénica puede ayudar a alterar su metabolismo, ya que


establece bases saludables. De nuevo, dos artículos —un estudio realizado en animales y
una revisión científica— demostraron los beneficios de la cetosis nutricional para la
salud cerebral.

En el primer artículo, los investigadores encontraron que este tipo de alimentación


mejoraba la función neurovascular, en parte al optimizar el microbioma intestinal.

En el segundo artículo, concluyeron que la dieta cetogénica actuaba como una verdadera
"fuente de la juventud" para los roedores en envejecimiento ya que mejoraba de forma
significativa sus funciones neurovasculares y metabólicas, en comparación con los que
se les suministraba una alimentación sin restricciones.

¿Cómo podría la dieta cetogénica protegerle contra


la enfermedad de Alzheimer?

Como señaló el primer estudio, publicado en la revista Scientific Reports, "la integridad


neurovascular, incluyendo al flujo sanguíneo cerebral y la función de la barrera
hematoencefálica, desempeña un papel fundamental en la determinación de la capacidad
cognitiva".

Más específicamente, la mala función neurovascular está sumamente relacionada con la


pérdida de lenguaje, memoria y atención, mientras que cuando hay menor flujo
sanguíneo hacia el cerebro puede aumentar el riesgo de depresión, ansiedad y demencia.

Asimismo, la alteración de la función de la barrera hematoencefálica se ha relacionado


con la inflamación cerebral, disfunción de las sinapsis, eliminación deficiente de las
placas beta-amiloides, trastornos psiquiátricos y demencia.
"Las intervenciones que sustentan al microbioma intestinal e integridad neurovascular
podrían ser críticas para prevenir los trastornos neurológicos", señalan Ai-Ling Lin y sus
colegas del Centro Sanders-Brown sobre el Envejecimiento, de la Universidad de
Kentucky.

Los estudios han demostrado que el microbioma intestinal puede desempeñar un papel
crucial en la integridad neurovascular, por lo que han intentado determinar si llevar una
dieta cetogénica podría tener un impacto beneficioso en el microbioma intestinal, ya que
puede mejorar la función neurovascular y reducir el riesgo de neurodegeneración en
ratones.

Los estudios previos también han demostrado que llevar una dieta cetogénica puede
beneficiar a las personas que sufren lesiones cerebrales traumáticas, derrames cerebrales
isquémicos y autismo, probablemente por cómo influye en el microbioma intestinal.

"En conjunto, [llevar una dieta cetogénica] podría proteger contra diversos trastornos
neurológicos, probablemente al restaurar la función neurovascular y mantener la salud
del microbioma intestinal", señalan los autores.

El presente estudio apoya aún más esta hipótesis. En comparación con los animales que
recibieron alimento regular, se encontró que los roedores alimentados con una dieta
cetogénica durante 16 semanas exhibían:

Incrementos significativos en el flujo sanguíneo hacia el cerebro

Aumento significativo en la cantidad de glicoproteína P enviada a la barrera


hematoencefálica, lo que puede mejorar la eliminación de la beta-amiloide, un
componente principal de la placa que se acumula en el cerebro de las personas que
padecen la enfermedad de Alzheimer.

Disminución en el objetivo de la rapamicina en mamíferos (mTOR), relacionada


con promover la salud general, menor riesgo de cáncer y prolongación de la
esperanza de vida

Mayor expresión de la proteína endotelial óxido nítrico sintasa (eNOS)

Incremento relativo en el número de los beneficiosos Akkermansia muciniphila


(2.5 veces más) y Lactobacillus (3.2 veces más) en el microbioma intestinal, que
producen ácidos grasos de cadena corta (SCFA, por sus siglas en inglés), los cuales
fermentan la fibra alimenticia y nutren las células del colon, que a su vez puede
reducir el riesgo de inflamación intestinal.

Según los autores, la falta de SCFA también puede incrementar la permeabilidad de la


barrera hematoencefálica

Menor número de las bacterias proinflamatorias, Desulfovibrio y Turicibacter.


Los ratones tratados no presentaron ninguna cantidad de Desulfovibrio; además, se
sabe que estas bacterias podrían dañar la barrera intestinal
Mayores niveles de cetonas en la sangre, y las investigaciones demostraron que la
tasa metabólica cerebral de las cetonas representó aproximadamente un tercio (33 %)
del requerimiento de energía cerebral, después de llevar la dieta cetogénica durante
cuatro días

Menores niveles de glucosa en la sangre, posiblemente debido a un incremento en


el número de Akkermansia muciniphila.

Las investigaciones previas han demostrado que el número de A. muciniphila podría


aumentar cuando las personas con diabetes tipo 2 recibían metformina, un
medicamento que incrementa el uso de glucosa al activar la vía de la proteína quinasa
activada por adenosín monofosfato (AMPK).

Además, la A. muciniphila está relacionada con una mayor sensibilidad a la insulina y


pérdida de peso

Menor peso corporal, posiblemente debido al incremento en el número de


Lactobacillus, que en diversos estudios se han relacionado con la pérdida de peso y
mayor pérdida de grasa. Como señalaron los autores:

"Para reducir el riesgo de enfermedad de Alzheimer, conocida como


diabetes tipo 3 con mayor intolerancia a la glucosa en el cerebro, es de
suma importancia tener la capacidad de mantener un peso corporal y
niveles adecuados de glucosa en la sangre...
Los avances recientes indican que el exceso de grasa blanca puede
aumentar la secreción de citocinas proinflamatorias de los adipocitos,
que en consecuencia podría producir neuroinflamación, retención de
placas beta-amiloide, muerte de células cerebrales y demencia...
Además, la dieta cetogénica puede mejorar los compuestos intermedios
del ciclo glucolítico y ácido tricarboxílico del hipocampo, así como el
aminoácido en el modelo 3xTgAD de ratón, lo que sugiere que este tipo
de alimentación también podría mejorar la sensibilidad a la insulina en
el cerebro.
Esto Indica que es posible que la pérdida de peso corporal inducida por
la dieta cetogénica provoque cambios en la función metabólica e
inmunológica, lo que puede generar efectos neuroprotectores".
Según los autores, "Nuestros hallazgos sugieren que iniciar la intervención de una dieta
cetogénica en una etapa temprana podría mejorar la función vascular cerebral, optimizar
la cantidad de bacterias beneficiosas en el microbioma intestinal, mejorar el perfil
metabólico y reducir el riesgo de la enfermedad de Alzheimer". Asimismo, Lin indicó
para el sitio web Eurekalert:

"Si bien, hacer modificaciones alimenticias, en particular la dieta


cetogénica, ha demostrado ser eficaz para el tratamiento de ciertas
enfermedades, hemos optado por hacer pruebas en ratones jóvenes
saludables por medio de la alimentación como una posible medida
preventiva. Nos complació ver que podríamos utilizar la alimentación para
disminuir el riesgo de la enfermedad de Alzheimer".
La neuroimagenología podría proporcionar más
información sobre cómo la dieta cetogénica influye
en el cerebro

En un artículo de seguimiento publicado en la revista Frontiers in Aging Neuroscience,


el equipo de Lin abordó los efectos neuroprotectores de inhibir la vía mTOR en la
enfermedad de Alzheimer y envejecimiento a través de analizar estudios que utilizaban
técnicas de neuroimagenología para evaluar los efectos de tres intervenciones —
rapamicina (un inhibidor de la vía mTOR), dieta cetogénica y restricción calórica simple
— en el cerebro vivo.

Se demostró previamente que tanto administrar rapamicina como restringir las calorías
podría inhibir a la vía mTOR —una proteína unida a la rapamicina— lo que puede
mejorar la salud y extender la esperanza de vida en un sin número de especies diferentes.

Asimismo, se ha demostrado que inhibir la vía mTOR puede proteger contra la


neurodegeneración relacionada con el envejecimiento y enfermedades, al mejorar y
preservar la función mitocondrial y evitar la acumulación de placa beta-amiloide en el
cerebro.

"De forma notable, la rapamicina puede disminuir la placa beta-amiloide y la proteína


tau de los ovillos neurofibrilares, además puede mejorar las funciones cognitivas en
ratones que sirven de modelo para la enfermedad de Alzheimer humano", afirman los
autores.

Para evaluar el impacto de inhibir la vía mTOR in vivo, los estudios han utilizado
diversos métodos de imágenes de resonancia magnética, que incluyen a la angiografía,
espectroscopia, imagen con microscopía confocal y tomografía por emisión de
positrones (PET, por sus siglas en inglés). En resumen, los autores concluyeron que:

"… [L]a rapamicina es un preventivo —y posible tratamiento— para


abordar los efectos del fenotipo [enfermedad de Alzheimer] observado en
los modelos de ratones transgénicos APOE4 y hAPP (J20) de [la
enfermedad de Alzheimer].

[la restricción calórica] y [dieta cetogénica] pueden mejorar las funciones


vasculares cerebrales y cambiar el metabolismo en ratones jóvenes y
saludables; y [la restricción calórica] puede preservar las funciones
metabólicas y vasculares del cerebro durante el proceso de envejecimiento.

Debido a que los métodos cuantitativos de neuroimágen PET y MRI


utilizados en los estudios de modelos animales pueden traducirse en
estudios en humanos, podrán ser de gran utilidad en investigaciones futuras
para examinar los efectos de estas intervenciones relacionadas con la vía
mTOR para prevenir el deterioro de la función cerebral relacionado con el
envejecimiento y neurodegeneración en ensayos clínicos".

Ahora, Lin y sus colegas diseñan un ensayo clínico para investigar de forma más
detallada cómo el microbioma intestinal humano podría influir en la disfunción
neurovascular —que es un factor de riesgo conocido para la enfermedad de Alzheimer—
en adultos regularmente sanos. Lin dijo para Eurekalert:

"Usaremos las imágenes de neuroimagenología para identificar la relación


entre el equilibrio microbiano intestinal y la función vascular cerebral en
personas mayores de 50 años de edad, con el objetivo final de diseñar y
probar intervenciones alimenticias y farmacológicas que prevengan la
enfermedad de Alzheimer".

El azúcar puede atrofiar su hipocampo y causar


deterioro de la memoria

Si bien, las cetonas producidas en respuesta a llevar una alimentación alta en grasas
(cetogénicas) son una fuente ideal de combustible para el cerebro, una investigación
publicada en 2013 demostró que el azúcar y otros carbohidratos podrían interrumpir la
función cerebral incluso si no padecía diabetes ni signos de demencia.

Se analizaron los marcadores de glucosa a corto y largo plazo en personas mayores sanas
que no padecían diabetes ni demencia. También se utilizaron pruebas de memoria e
imágenes cerebrales para evaluar la función cerebral y la estructura real del hipocampo.

Los hallazgos revelaron que cuanto más altas eran las dos mediciones de glucosa en la
sangre, más pequeño era el hipocampo, más comprometida estaba su estructura y más
agravado era el estado de la memoria en la persona.

Según los autores, los cambios estructurales en el hipocampo solo pueden explicar
parcialmente el vínculo estadístico que observamos entre la glucosa y memoria, ya que
el hipocampo está involucrado con la formación, organización y almacenamiento de los
recuerdos.

Los resultados sugieren que la glucosa puede contribuir directamente en la atrofia del
hipocampo, lo que significa que incluso si no padece resistencia a la insulina o diabetes,
el exceso de azúcar podría afectar negativamente su memoria.

Los autores sugieren que "las estrategias dirigidas a reducir los niveles de glucosa,
incluso a un rango normal, pueden influir de forma beneficiosa en la cognición de la
población de mayor edad".
Un estudio similar publicado en 2014 encontró que las personas que padecían diabetes
tipo 2 perdían más materia gris de lo esperado durante el proceso de envejecimiento, y
esta atrofia cerebral también podría ayudar a explicar por qué las personas que padecen
diabetes tienen un mayor riesgo de demencia, así como un inicio más temprano de
demencia, en comparación con las personas que no padecen diabetes.

Como señaló el Dr. Sam Gandy, Director del Centro para la Salud Cognitiva en el
Hospital Mount Sinai, en la ciudad de Nueva York, estos hallazgos "sugieren que los
niveles altos y crónicos de insulina y azúcar podrían ser directamente tóxicos para las
células cerebrales", además agregó que "en definitiva, puede ser una posible causa de
demencia".

La prevención y detección temprana son medidas


clave para detener la ola de demencia

Según un informe de la Asociación de Alzheimer, los Estados Unidos cada año invierte
alrededor de 277 000 millones de dólares en servicios de atención para la demencia, y
eso no incluye los cuidados por parte de cuidadores no remunerados. Alrededor del 70 %
de estos costos son cubiertos por el gasto corriente de las familias.

En promedio, el gasto corriente para cubrir el servicio de los cuidadores para una
persona con demencia asciende a 10 697 de dólares por año, y el 40 % de los cuidadores
tiene un ingreso familiar anual inferior a 50 000 de dólares.

Para el 2050, es posible que haya un gasto por servicios de atención médica de 1.1
trillones de dólares por año para atender a nuestros adultos mayores con demencia.

Si consideramos que, actualmente 5.7 millones de habitantes en los Estados Unidos


padecen Alzheimer, y se proyecta que la prevalencia aumentará casi en un 29 % —tan
solo en los siguientes siete años— convendría que todos tomaran en serio la prevención
y comenzaran a tomar medidas proactivas con antelación.

Aunque los costos financieros podrían ser elevados, el costo emocional y psicológico
relacionado con esta trágica enfermedad es inmensurable.

Dicho lo anterior, sin duda podría ser de utilidad hacer una detección, y ha habido un
avance en el desarrollo de un análisis sanguíneo para detectar la enfermedad de
Alzheimer. En un ensayo, la prueba tuvo una precisión del 90 % en la detección de la
enfermedad en un grupo de 370 participantes.

Una de las evaluaciones más completas sobre el riesgo de Alzheimer es el protocolo


ReCODE del Dr. Dale Bredesen, que evalúa 150 factores conocidos y adyuvantes de la
enfermedad.
Asimismo, este protocolo puede identificar el subtipo de la enfermedad o combinación
de subtipos para que pueda diseñarse un protocolo de tratamiento efectivo. Puede
obtener más información al respecto en mi artículo, "ReCODE: la reversión del
deterioro cognitivo".

El libro de Bredesen titulado The End of Alzheimer's: The First Program to Prevent and
Reverse Cognitive Decline (El fin de la Enfermedad de Alzheimer: El Primer Programa
Para Prevenir y Revertir el Deterioro Cognitivo) describe el protocolo completo.

Sin embargo, si se le diagnostica algún signo de advertencia temprano, significa que la


enfermedad de Alzheimer aún podría encontrarse en proceso, y que en primer lugar no
sería necesario llegar hasta ese punto.

Al igual que con el cáncer, la detección temprana no debe confundirse con la


prevención, ya que el diagnóstico no evitará que requiera averiguar cómo revertir el
daño.

Con base en la información que tenemos en la actualidad, parece extremadamente


absurdo ignorar los factores alimenticios, y una consideración clave sería disminuir el
consumo de carbohidratos netos e incrementar el consumo de grasas saludables.

Según el Dr. David Perlmutter, neurólogo y autor de los libros Grain Brain (Cerebro de


pan) y Brain Maker (Alimenta tu cerebro), finalmente todo lo que promueva la
resistencia a la insulina también elevará el riesgo de Alzheimer.

Como regla general, debe mantener sus niveles de insulina en ayunas por debajo de 3
uIU/mL. (Como rango de referencia, el nivel de glucosa en ayunas correspondiente a
este número debe ser inferior a 75 mg/dL).

A esto le agregaría que cualquier estrategia que mejore su función mitocondrial podría
disminuir su riesgo. Con base en la evidencia, considero que la dieta cetogénica
cíclica que describo en mi libro Contra el cáncer podría ser muy útil para evitar la
degeneración neurológica, al optimizar su función mitocondrial y regeneración
biológica.

Otras estrategias de prevención que pueden ser


útiles

Además de adoptar una dieta cetogénica cíclica, centrada en los alimentos enteros
(contrario a la comida procesada), enseguida se encuentran algunas estrategias de estilo
de vida adicionales que creo que son importantes y pueden ser útiles a la hora de
prevenir la neurodegeneración relacionada con el Alzheimer:
Optimice sus niveles de grasas omega-3. Consumir elevadas cantidades de las
grasas omega-3, EPA y DHA, ayudará a prevenir el daño celular causado por la
enfermedad de Alzheimer, lo que ralentizará su progresión y reducirá el riesgo de
desarrollar este trastorno.

Lo ideal es realizar una prueba de índice de grasas omega-3 una vez al año, para
asegurarse de que se encuentran en un rango saludable. Su índice de grasas omega-3
debe ser superior al 8 % y su índice de proporción de grasas omega-6 a grasas
omega-3 debe situarse entre 0.5 y 3.0.
Optimice su microbioma intestinal. Para ello, debe evitar alimentos procesados,
antibióticos y productos antibacterianos, agua fluorada y clorada, y asegurarse de
consumir alimentos tradicionalmente fermentados y cultivados, y en caso de ser
necesario, junto con probióticos de alta calidad.

El Dr. Steven Gundry hace un excelente trabajo al abordar detalladamente este tema
en su libro The Plant Paradox (La paradoja de las plantas).

Haga un ayuno intermitente. El ayuno intermitente es una poderosa herramienta


para impulsar al cuerpo a recordar cómo quemar grasas y solucionar la resistencia a
la insulina/leptina, que es el principal factor contribuyente para la enfermedad de
Alzheimer.

Una vez que haya incrementado el tiempo hasta hacer 20 horas de ayuno
intermitente, todos los días, durante un mes, será metabólicamente flexible y podrá
quemar grasas como su principal combustible; por lo que, podrá progresar para hacer
los más poderosos ayunos de agua, de cinco días.

Muévase de forma regular y constante a lo largo del día. Se ha sugerido que el


ejercicio podría desencadenar un cambio en la forma en que se metaboliza la proteína
precursora amiloide; por lo tanto, ralentiza la aparición y progresión de la enfermedad
de Alzheimer. Además, el ejercicio incrementa los niveles de la proteína PGC-1α.

Las investigaciones han demostrado que las personas con Alzheimer tienen una
menor cantidad de PGC-1α en sus cerebros11 y las células que contienen más
proteínas producen una menor cantidad de proteína amiloide tóxica relacionada con
la enfermedad de Alzheimer.

Optimice sus niveles de magnesio. La investigación preliminar sugiere firmemente


que tener mayores niveles de magnesio en el cerebro podría disminuir los síntomas
de Alzheimer. Tome en consideración que el único suplemento de magnesio que
aparentemente tiene la capacidad de cruzar la barrera hematoencefálica es el treonato
de magnesio.

Optimice su vitamina D, idealmente al exponerse a la luz solar de forma


prudente. Tener suficiente cantidad de vitamina D es imprescindible para el buen
funcionamiento del sistema inmunológico, y así, poder combatir la inflamación
relacionada con la enfermedad de Alzheimer.

De hecho, las investigaciones demuestran que las personas que viven en las latitudes
septentrionales tienen tasas más elevadas de muerte por demencia y Alzheimer, en
comparación con los que viven en áreas más soleadas, lo cual sugiere que la vitamina
D o la exposición a los rayos del sol son factores importantes.

Si no puede obtener suficiente cantidad a través de los rayos del sol, tome
diariamente suplementos de vitamina D3 para alcanzar y mantener niveles en la
sangre de 60 a 80 ng/ml. Dicho lo anterior, es importante reconocer que exponerse a
los rayos del sol es importante, por razones que no están relacionadas con la vitamina
D.

Su cerebro responde a la luz del infrarrojo cercano de la luz solar en un proceso


llamado fotobiomodulación. Las investigaciones demuestran que la estimulación
cerebral producida por el infrarrojo cercano aumenta la cognición y disminuye los
síntomas del Alzheimer, incluyendo a etapas más avanzadas de la enfermedad.

Suministrar la luz del infrarrojo cercano a las mitocondrias que se encuentran


comprometidas, sintetizará los factores de transcripción genética que desencadenan la
reparación celular, y el cerebro es uno de los órganos que tienen mayor cantidad de
mitocondrias en el cuerpo.

Evite y elimine el mercurio en su cuerpo. Los rellenos de amalgamas dentales son


una de las principales fuentes de toxicidad por metales pesados; sin embargo, debe
estar sano antes de que se los extraigan.

Una vez que se haya adaptado a la alimentación descrita en mi plan de nutrición


optimizado, podrá seguir el protocolo de desintoxicación de mercurio y,
posteriormente, buscar un dentista biológico para que le extraiga sus amalgamas.

Evite y elimine el aluminio de su cuerpo. Las fuentes comunes de aluminio


incluyen a los antitranspirantes, utensilios de cocina antiadherentes y adyuvantes de
vacunas. Para obtener recomendaciones sobre cómo hacer una desintoxicación de
aluminio, consulte mi artículo, "El primer caso práctico que muestra la relación
entre el Alzheimer y la toxicidad por aluminio".

Hay algunas sugerencias de que cierto tipo de aguas minerales con alto contenido de
ácido silícico podrían ayudar a eliminar el aluminio del cuerpo.

Evite las vacunas contra la gripe. La mayoría de las vacunas antigripales contienen
mercurio y aluminio.

Evite las estatinas y medicamentos anticolinérgicos. Se ha demostrado que los


medicamentos que bloquean la acetilcolina, un neurotransmisor del sistema nervioso,
aumentan el riesgo de demencia.

Estos medicamentos incluyen a ciertos analgésicos nocturnos, antihistamínicos,


somníferos, ciertos antidepresivos, medicamentos para controlar la incontinencia y
ciertos analgésicos narcóticos.

En particular, las estatinas son problemáticas porque suprimen la síntesis del


colesterol, agotan los niveles de los precursores neurotransmisores, vitamina K2 y
coenzima Q10 del cerebro.

Además, evitan el suministro adecuado de ácidos grasos esenciales y antioxidantes


liposolubles en el cerebro, al inhibir la producción del transportador necesario, es
decir, la biomolécula conocida como lipoproteína de baja densidad.

Limite su exposición a EMF peligrosos (como teléfonos celulares, enrutadores de


wifi y módems). La radiación de los teléfonos celulares y otras tecnologías
inalámbricas desencadena la producción excesiva de peroxinitritos, un tipo de
especies reactivas del nitrógeno que son muy dañinas.

El aumento de peroxinitritos, debido a exponerse a los teléfonos celulares, daña a las


mitocondrias, y su cerebro es el órgano que tiene mayor cantidad de mitocondrias en
el cuerpo.

Este incremento en la producción de peroxinitritos también se ha relacionado con


mayores niveles de inflamación sistémica, al desencadenar tormentas de citocinas y
disfunción hormonal autónoma.

Duerma la cantidad de horas adecuadas. El sueño es una parte esencial para


mantener la homeostasis metabólica cerebral. Si no duerme la cantidad de horas
requeridas, se suscitará una degeneración neuronal; y tratar de dormir durante los
fines de semana no prevendrá ese daño.

La privación del sueño provoca la interrupción de cierta conexión sináptica que


podría deteriorar la capacidad cerebral para el aprendizaje, formación de la memoria
y otras funciones cognitivas. Dormir deficientemente también acelera la aparición
de la enfermedad de Alzheimer.

La mayoría de los adultos necesitan entre siete y nueve horas de sueño


ininterrumpido cada noche. El sueño profundo es la fase más importante, ya que es
cuando el sistema glifático cerebral realiza sus funciones de limpieza, al eliminar los
desechos tóxicos del cerebro, incluyendo a los beta-amiloides.

Desafíe su mente todos los días. La estimulación mental, en especial, saber algo
nuevo, tal como aprender a tocar un instrumento o un idioma nuevo, está relacionada
con un menor riesgo de demencia y Alzheimer.

Los investigadores sospechan que los desafíos mentales ayudan al desarrollo del
cerebro, al hacerle menos susceptible a las lesiones relacionadas con la enfermedad
de Alzheimer.

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