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Puebla en las exposiciones universales

del siglo xix: La inserción de una región


en el contexto global
María de Lourdes Herrera Feria

Puebla en las exposiciones


universales del siglo xix:
La inserción de una región
en el contexto global
Primera edición: 2014

d. r. © Benemérita Universidad Autónoma de Puebla


4 Sur 104, Centro Histórico,
Puebla, Pue. C. P. 72000
Dirección de Fomento Editorial
2 Norte 1404, Centro Histórico,
Puebla, Pue., C. P. 72000
Tel. 246 8559

ISBN: 978-607-487-825-7

Diseño Editorial: Abraham Zajid Che

Impreso y hecho en México

Se prohíbe la reproducción, el registro o la transmisión


parcial o total de esta obra por cualquier medio impreso,
mécanico, fotoquímico, electrónico o cualquier
otro existente o por existir, sin el permiso previo del
titular de los derechos correspondientes.
índice

agradecimientos  9

introducción  11

escenarios distantes  33
Puntos de encuentro en la ruta de la modernidad  42
Las exposiciones universales y sus principios clasificatorios  78

la puesta en escena de la nación mexicana  121


La próspera imagen del territorio nacional  124
La construcción de la experiencia expositiva  144
Los pabellones mexicanos en las exposiciones universales  169

la inserción de una región en el contexto global  197


Reconfiguraciones políticas y fluctuaciones económicas regionales  199
Objetos y productos poblanos en las colecciones nacionales  228
Actores locales en escenarios internacionales  307
conclusiones  341

anexo: expositores poblanos en la segunda mitad


del siglo xix  349

fuentes y bibliografía  403

índice de ilustraciones  435

índice de tablas  437

índice de figuras  439


agradecimientos

La primera versión de este texto fue presentada en la Universidad


Libre de Berlín, en los primeros días de julio de 2012, para obtener el
grado de doctor en Historia Moderna. Posteriormente, para fines de pu�
blicación, se reorganizó su estructura, se eliminaron y agregaron algunas
partes. En la preparación de las diferentes versiones recibí el apoyo de va�
rias personas e instituciones a quienes deseo expresar mi reconocimiento
por su acompañamiento y orientación: Georg Fischer, Michel Bertrand,
Jeffrey Bortz, Evelyne Sanchez, Mariano Torres, María del Pilar Pacheco,
Carlos Contreras y Miguel Ángel Cuenya, en diferentes oportunidades,
se mostraron dispuestos a discutir mis dudas, a sugerir formas de pre�
sentación de los resultados, a recomendar y proporcionar bibliografía de
difícil acceso. Les agradezco sus opiniones críticas y sus sugerencias, ade�
más de su consideración y aprecio personal.
El Instituto Latinoamericano de la Universidad Libre de Berlín me
brindó la oportunidad de desarrollar y concluir mis estudios doctorales
con su guía y respaldo, por tanto, mi deuda con su comunidad acadé�
mica es impagable. Especialmente deseo expresar una enorme gratitud
al profesor Stefan Rinke, destacado estudioso de la historia latinoame�
ricana, por su riguroso y atento asesoramiento científico y al profesor
emérito Reinhard Liehr, reconocido especialista de la historia poblana,
quien se interesó por los progresos de mi trabajo y revisó cuidadosa y
pacientemente mi escrito. Sus puntuales y generosas observaciones y los
comentarios críticos de los profesores Nikolaus Böttcher, Ingrid Kum�
mels, Michael Goebel y Nina Elsemann han mejorado sustancialmente la
estructura y el contenido de esta versión final.
En diferentes etapas, mi trabajo de investigación contó con el apoyo
financiero del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), del
Programa de Mejoramiento del Profesorado de la Secretaría de Educa�
10 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

ción Pública (Promep), del Programa de Apoyo a la Investigación de la


Vicerrectoría de Investigación y Estudios de Posgrado de la Beneméri�
ta Universidad Autónoma de Puebla (buap) y, de manera decisiva, del
Deutscher Akademischer Austauschdienst (daad).
Del mismo modo, mi labor se benefició con la atención solícita y pro�
fesional del personal encargado de diferentes repositorios documentales
por lo que deseo dejar constancia de mi reconocimiento a los archivistas y
bibliotecarios del Archivo Municipal de Puebla, del Archivo General del
Estado de Puebla, de la Biblioteca José María Lafragua y de la Biblioteca
del Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades de la buap en la ciudad
de Puebla; del Archivo General de la Nación, del Archivo Histórico de la
Secretaría de Relaciones Exteriores y de la Biblioteca Miguel Lerdo de Te�
jada de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público en la Ciudad de Mé�
xico y de la Biblioteca del Instituto Iberoamericano de la ciudad de Berlín.
Finalmente, no tengo palabras que alcancen a expresar mi agrade�
cimiento a Adolfo Alejandro, José Fabián, Javier Alejandro y Elizabeth;
y sólo me queda reconocer que su paciencia, amor y comprensión son
absolutamente inmerecidos.

Puebla, Pue., verano de 2014


introducción

En este texto se aborda un aspecto del proceso de construcción de


la imagen de la nación mexicana en el contexto internacional durante la
segunda mitad del siglo xix, cuando los conflictos internos y las inter�
venciones extranjeras plantearon, con urgencia, la necesidad de ganar
reconocimiento y credibilidad en la sociedad de las naciones. Diversas
gestiones diplomáticas, movimientos de opinión, edición de obras propa�
gandísticas y participación en eventos internacionales dejaron testimonio
del interés del Estado mexicano por figurar en el concierto de las naciones
con una identidad propia.
En la historiografía de este período, caracterizado por la fractura y la
búsqueda de consensos en torno a una idea de nación y a la imagen que
debía proyectar, la descripción y el análisis de este proceso se ha centrado
en la actuación de los grupos dirigentes asentados en el centro político
de la nación y se ha pospuesto la revisión del papel que desempeñaron
los poderes regionales. Por lo que, el propósito principal de esta investi�
gación es presentar la forma en que el estado de Puebla contribuyó a la
integración de las colecciones mexicanas que se exhibieron en las exposi�
ciones universales de la segunda mitad del siglo xix.
La elección del estado de Puebla como espacio propicio para dilu�
cidar los mecanismos mediante los cuales una región estableció relacio�
nes con el centro nacional del poder político y contribuyó a configurar
una representación de la nación para su uso y consumo en los circuitos
internacionales estuvo determinada por la disponibilidad de fuentes do�
cumentales y por las características de la historia de su ciudad capital,
elementos que en conjunto permiten formar una idea de la relación que
se forjó entre la capital federal del país y sus centros periféricos.
La ciudad de Puebla, capital del estado, fundada desde las prime�
ras décadas del Virreinato español, se convirtió en el centro político y
12 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

administrativo de una de las regiones económicas y demográficas más


dinámicas y productivas tanto de la Nueva España como del México in�
dependiente, ubicada estratégicamente en el corredor Veracruz–México–
Acapulco, entre el Atlántico y el Pacífico, tempranamente formó parte
de los circuitos comerciales mundiales y sus habitantes pronto tomaron
consciencia de su propio valor.1 Los comerciantes, industriales y hacen�
dados, representados en el ayuntamiento, trataron de mantener un orden
social favorable a sus intereses, aunque eso significó la confrontación con
los representantes de los diferentes poderes metropolitanos. Se les identi�
ficó como baluarte del conservadurismo político y del proteccionismo in�
dustrial. Varios grupos sociales de Puebla, desde los grandes y pequeños
productores y empresarios, los comerciantes, industriales, hacendados y
artesanos, hasta los mismos grupos dirigentes, se distinguieron, en diver�
sos momentos y con diferentes grados de intensidad, por su activismo en
las guerras civiles y en los conflictos nacionales del siglo xix, con posturas
que en más de una ocasión fueron contrarias a las de los poderes políticos
federales.
Con antecedentes que se remontan a los primeros años del Virreina�
to, el territorio poblano ha sido escenario de complejos procesos políticos,
económicos y sociales que han dejado huella en su organización como
obispado, intendencia, departamento y, finalmente, Estado libre y sobe�
rano. La fundación de su ciudad capital, con todas sus particularidades,
y su devenir en el tiempo como una de las mayores concentraciones urba�
nas del período novohispano han provocado la atención de cronistas, via�
jeros e historiadores por su importancia económica y política. Relevancia
que aún conservaba en los albores del siglo xxi. En la actualidad, la zona
conurbada de la ciudad de Puebla ocupa el cuarto lugar en importancia
dentro de la república mexicana por su densidad demográfica y por su
influencia económica que gravita, incluso, sobre varios municipios del
vecino estado de Tlaxcala.2 La concentración de actividades industriales

  Liehr, Reinhard, Ayuntamiento y oligarquía en Puebla, 1780–1810, 2 t., México, Secretaría de Edu�
1

cación Pública, 1976, p. 157.


2
  Los municipios conurbados de la ciudad de Puebla son San Martín Texmelucan, San Pedro
Cholula, Amozoc, Cuautlancingo, San Miguel Xoxtla, Huejotzingo, San Andrés Cholula. En tanto,
San Pablo del Monte, Papalotla, Xicohtzingo, Zacatelco y Tenancingo pertenecen al estado de Tlax�
cala. Véase Consejo Nacional de Población, Evolución de las ciudades en México 1900–2000, México,
Consejo Nacional de Población, 1994, p. 96.
introducción 13

y productivas la ha constituido como una de las regiones económicas


más importantes del país, independientemente de límites territoriales
administrativos, al mismo tiempo es escenario de grandes desigualdades
sociales.3
En los estudios históricos sobre esta región se aprecia como tenden�
cia general: primero, la preeminencia de investigaciones sobre el período
colonial de la ciudad capital y, segundo, la crónica como principal fuente
de información y sustento de esos trabajos. El resultado ha sido una rica
descripción que incluye desde las características del espacio geográfico
hasta la recreación de cuadros costumbristas que ejemplifican la vida so�
cial, sin dejar de lado continuas referencias a las construcciones civiles
y religiosas. Estas descripciones dieron forma a un paisaje urbano que
recupera la presencia hispana, en detrimento de otros grupos como los
indios y los mestizos, al tiempo que establece la centralidad de la ciudad
capital frente a la enorme extensión del obispado o de la intendencia,
revelando los elementos con los que se constituiría una identidad cultu�
ral marcada por su origen como república de españoles. Esta percepción
ha sido perpetuada en posteriores interpretaciones, las cuales asimilaron
la imagen institucional que nos legaron los cronistas, correspondiente al
ideal de las elites angelopolitanas coloniales.4

3
  De los 217 municipios que integran al estado de Puebla, sólo 25 localidades sobrepasan los 15
mil habitantes, de los cuales la mayoría se ubica en la franja central del estado donde también se
encuentra su ciudad capital. En el territorio poblano se ubican algunos de los municipios con ma�
yores índices de pobreza. Véase Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social.
Informe de pobreza y evaluación en el estado de Puebla 2012, México, Consejo Nacional de Evaluación
de la Política de Desarrollo Social, 2012.
4
  Los cronistas pertenecían a la elite y, por ende, sus escritos reflejan sus intereses. Zerón Zapata,
Miguel, La Puebla de los Ángeles en el siglo xvii. Crónica de la Puebla, pról. de Mariano Cuevas, Puebla,
México, Patria, 1945; Bermúdez de Castro, Diego Antonio, Theatro Angelopolitano o Historia de la
ciudad de Puebla, México, Junta de Mejoramiento Moral, Cívico y Material del Municipio de Puebla,
1985; Villa Sánchez, Juan de, Puebla sagrada y profana. Informe dado a su muy ilustre ayuntamiento el año
de 1746, notas de Francisco Javier de la Peña (1835), estudio introductorio, cotejo y adaptaciones de
Francisco Téllez Guerrero y María Esther López–Chanes, Puebla, México, Benemérita Universidad
Autónoma de Puebla, Fomento Editorial, Vicerrectoría de Investigación y Estudios de Posgrado,
1997; López de Villaseñor, Pedro, Cartilla vieja de la nobilísima ciudad de Puebla (1781), ed. e índices
de José I. Mantecón, introd. de Efraín Castro Morales, México, Universidad Nacional Autónoma
de México, Instituto de Investigaciones Estéticas, 1961; Fernández de Echeverría y Veytia, Mariano,
Historia de la fundación de la ciudad de Puebla de los Ángeles en la Nueva España, su descripción y presente
estado, 2 v., ed., pról. y notas de Efraín Castro Morales, Puebla, México, Ediciones Altiplano, 1962;
Otte, Enrique (comp.), Cartas privadas de emigrantes a Indias, 1540–1616, México, Fondo de Cultura
Económica, 1996.
14 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

A las crónicas sobre la ciudad se suman los apuntes y relatos de


viajeros.5 El descubrimiento, conquista y colonización del nuevo mun�
do provocó, desde épocas tempranas, un profundo interés por conocer y
describir las riquezas naturales y las condiciones de vida que existían en
los dominios coloniales españoles. La descripción del paisaje poblano, la
riqueza de su suelo y la abundancia de mano de obra, así como la magni�
ficencia de su arquitectura civil y religiosa fueron elementos distintivos
de la región, expuestos desde el siglo xvii. Al despuntar el siglo xix, Hum�
boldt6 dedicó varias de las páginas de su Ensayo político a describir las po�
tencialidades de desarrollo del territorio poblano y de sus habitantes. En
1990 fue publicada una amplia recopilación de relatos elaborados por los
viajeros más notables que se ocuparon de describir la ciudad de Puebla
durante la Colonia y el siglo xx; obra útil que recupera, aunque de manera
fragmentada, diversas facetas de su vida urbana.7
En resumidas cuentas, tres aspectos se han destacado: primero, la
demografía y el estudio histórico de la población; segundo, los problemas
relacionados con la era fundacional y el desarrollo urbano; y, tercero, el
estudio de la historia del arte y de la arquitectura,8 aunque también la

5
  Gage, Thomas, Nuevo reconocimiento de las Indias Occidentales, México, Secretaría de Educación
Pública, Fondo de Cultura Económica, 1982; Gemelli Careri, Giovanni Francesco, Viaje a la Nueva
España, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1976; Vázquez de Espinoza, Antonio,
Descripción de la Nueva España en el siglo xvii, México, Patria, 1944. En relación a los viajeros colonia�
les puede consultarse el trabajo de Flores Salinas, Bertha, México visto por algunos viajeros (siglos xvi y
xvii), México, Ediciones Botas, 1964. Además Flores Salinas, Bertha, México visto por algunos viajeros
(siglo xviii), México, Ediciones Botas, 1967.
6
  Humboldt, Alexander von, Ensayo político sobre el reino de la Nueva España, México, Porrúa, 1991.
7
  Ibarra Mazari, Ignacio (comp.), Crónica de la Puebla de los Ángeles según testimonios de algunos
viajeros que la visitaron entre los años 1540 a 1960, Puebla, México, Gobierno del Estado de Puebla,
Secretaría de Cultura, Comisión V Centenario, 1990.
8
  Vollmer, Günter, “La evolución cuantitativa de la población indígena en la región de Puebla
(1570–1810)”, Historia Mexicana, 89, v. xxiii, n. 1, julio–septiembre de 1973, pp. 43–51; Calvo, Tho�
mas, Acatzingo, demografía de una parroquia mexicana, México, Instituto Nacional de Antropología e
Historia, 1973; Grajales Porras, Agustín, Explotation démografique d'un dénombrement mexicain ancien.
Le cas de la paroisse d'Analco a Puebla, 1792 (Tesis de maestría en Demografía), Université Catho�
lique de Louvain, 1982; Cuenya, Miguel Ángel, “La evolución demográfica de una parroquia en
la Puebla de los Ángeles (1660–1800)”, Historia Mexicana, 143, v. xxxvi, n. 3, enero–marzo de 1987,
pp. 443–464; Contreras Cruz, Carlos y Cuenya, Miguel Ángel (eds.), Ángeles y constructores. Mitos
y realidades en la historia colonial de Puebla (siglos xvi–xvii), Puebla, México, Benemérita Universidad
Autónoma de Puebla, Fomento Editorial, 2000; Hirschberg, Julia, “Social experiment in New Spain:
A prosopographical study of the early settlement at Puebla de los Ángeles (1531–1534)”, Hispanic
American Historical Review, v. lix, n. 1, 1979, pp. 1–33; Méndez Sáinz, Eloy, Urbanismo y morfología de
las ciudades novohispanas. El diseño de Puebla, Puebla, México, Universidad Nacional Autónoma de
introducción 15

composición de los grupos de poder y la educación han sido objetos de


estudio.9 Estos estudios se han centrado fundamentalmente en la ciudad
de Puebla, dejando de lado las particularidades del vasto territorio pues�
to bajo la jurisdicción de la ciudad.
En el momento actual, la historiografía poblana ha abonado el cami�
no para reconocer las vías de intercambio entre lo local y lo global, pero
no ha planteado una exploración consistente sobre la simultaneidad de
esos procesos de intercambio ni de la relación que vinculó a los diferentes
actores sociales. La formulación de una explicación coherente sobre la in�
serción de la región en el contexto global, particularmente en la segunda
mitad el siglo xix, es una tarea pendiente.
Si bien las aportaciones de la historiografía mexicana10 permiten vis�
lumbrar la diversidad de los procesos que tienen lugar en los contex�
tos regionales, aún falta reconocer y articular series de eventos que den
cuenta de las particularidades de la historia local. Con este propósito he

México, Universidad Autónoma de Puebla, 1988; Yanes Díaz, Gonzalo, Espacios urbanos del siglo xvi
en la región Puebla Tlaxcala, Puebla, México, Gobierno del Estado de Puebla, Comisión V Centenario,
1991; Yanes Díaz, Gonzalo, Desarrollo urbano virreinal en la región Puebla–Tlaxcala, Puebla, México,
Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, Fomento Editorial, Síntesis, 1995; Fernández, Mar�
tha, Diego de la Sierra, un arquitecto barroco de la Nueva España, México, Universidad Nacional Autó�
noma de México, Instituto de Investigaciones Estéticas, 1986; Díaz, Marco “La arquitectura domés�
tica en Atlixco”, Jahrbuch für Geschichte von Staat, Wirtschaft und Gesellschaft Lateinamerikas, n. 20,
1983, pp. 377–392; Azar, Héctor, A la luz de Puebla, Puebla, México, H. Ayuntamiento del Municipio
de Puebla, 1992; Bühler, Dirk, Puebla: patrimonio de arquitectura civil del Virreinato, München, Deuts�
ches Museum, 2001; Bühler, Dirk, Inventario de los monumentos arquitectónicos del siglo xvi al xx en
San Pedro y San Andrés Cholula, Puebla, Puebla, Universidad de las Américas, 1991; Terán Bonilla,
José Antonio, El desarrollo de la fisonomía urbana del centro histórico de la ciudad de Puebla (1531–1994),
Puebla, México, Universidad Popular Autónoma de Estado de Puebla, 1996.
9
  Liehr, Reinhard, Ayuntamiento y oligarquía en Puebla, 1780–1810, 2 t., México, Secretaría de Edu�
cación Pública, 1976; Peña, José F. de la, Oligarquía y propiedad en la Nueva España, 1550–1624, Mé�
xico, Fondo de Cultura Económica, 1983; Medina Rubio, Arístides, La Iglesia y la producción agrícola
de Puebla, 1550–1795, México, El Colegio de México, 1982; Torre Villar, Ernesto de la, Historia de la
educación en Puebla. Época colonial, Puebla, México, Universidad Autónoma de Puebla, 1988; Torres
Domínguez, Rosario, Colegios y colegiales palafoxianos de Puebla en el siglo xviii, Puebla, México, Uni�
versidad Nacional Autónoma de México, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, Fomento
Editorial, 2008.
10
  Las tres últimas décadas del siglo xix han motivado el mayor interés por la necesidad de
replantear el significado del Porfiriato, ya que desde los años cuarenta del siglo pasado dejó de
considerarse como un breve episodio de la historia patria en el que se rompió la tradición liberal
o se sublimó el caudillismo dictatorial. Véase Cosío Villegas, Daniel, Extremos de América, México,
Tezontle, 1949, pp. 114–180; Cosío Villegas, Daniel (ed.), Historia moderna de México, 10 t., México,
Hermes, 1956–1972; Barrón, Luis, Historias de la Revolución Mexicana, México, Centro de Investiga�
ción y Docencia Económicas, Fondo de Cultura Económica, 2004.
16 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

limitado mi observación a la contribución poblana en las muestras mexi�


canas exhibidas en el extranjero, en un período donde se registraron, en
el ámbito nacional, los mayores esfuerzos para la modernización política
y económica de un país con casi diez millones de habitantes dispersos en
un vasto territorio, mientras en el contexto mundial se desarrollaban las
grandes exposiciones universales en las que se celebraban las conquistas
y avances del progreso material y cultural de la humanidad.
Este período está atravesado por un conjunto de transformaciones
de larga duración, que varios autores han coincidido en definir como glo�
balización y, más puntualmente, como “primera globalización”,11 las cua�
les resultaron de un proceso de integración del mercado mundial que no
tenía precedentes en la historia de la humanidad.12 Las demostraciones
de estas transformaciones fueron escenificadas en las exposiciones uni�
versales, que se iniciaron con la primera en la ciudad de Londres en 1851.
Para el gobierno mexicano, las exposiciones celebradas en la segun�
da mitad del siglo xix fueron la oportunidad de mostrar las posibilidades
que el país ofrecía a la inversión y a la colonización extranjera, y para los
habitantes y el gobierno de Puebla, representaron la posibilidad de nego�
ciar nuevos consensos con los poderes centrales, además de incursionar
progresivamente en los circuitos comerciales y de aprender nuevos mo�
delos económicos y culturales. Los datos disponibles confirman la pre�
sencia de México en las exposiciones universales más relevantes, desde
Londres en 1851 hasta la de París en 1900, donde alcanzaría su mayor lu�
cimiento. Con ésta última se cierra el período de análisis, pues considero
que después de esta fecha la organización de la participación mexicana
en esos certámenes mundiales ya mostraba algunos signos de la crisis del
Porfiriato que desembocaría en la revolución de 1910.
La historiografía sobre las exposiciones universales ha dejado esta�
blecido que éstas fueron iniciativas globales. La pretensión de exhibir to�
dos los objetos desarrollados para satisfacer las necesidades materiales
y espirituales de la humanidad involucró a diferentes países, indepen�
dientemente de su régimen político y económico. Al mismo tiempo, hace

  Kuntz Ficker, Sandra y Liehr, Reinhard, (eds.), “Introducción”, Estudios sobre historia econó-
11

mica de México desde la época de la independencia hasta la primera globalización, México, El Colegio de
México, 2014.
12
  Kuntz Ficker, Sandra, Las exportaciones mexicanas durante la primera globalización (1870–1929),
México, El Colegio de México, 2010.
introducción 17

evidente la necesidad de revisar su impacto en las comunidades locales,


que finalmente asumieron el costo y el trabajo de la representación na�
cional. La revisión de los procesos y de los elementos que formaron las
colecciones poblanas permite pensar aquellos fenómenos globales como
parte de la historia local y reconocer diferentes acciones como parte del
proceso de inserción de esta región en el contexto mundial de la segunda
mitad el siglo xix.
Las reflexiones vertidas en torno a la participación mexicana en las
exposiciones universales la presentan como una tarea del gobierno fede�
ral hacia afuera, que poco o nada había tenido que ver con las diferentes
regiones que integraban al México decimonónico, en la que sólo se in�
volucraron los funcionarios gubernamentales sin que la mayoría de los
habitantes tuviera noticia de ello, como si las exposiciones universales
hubieran sucedido muy lejos del acontecer cotidiano del ciudadano co�
mún. Pero la información localizada en el archivo de la Escuela de Artes
y Oficios del Estado de Puebla sugiere nuevas perspectivas sobre la his�
toria local y sus entrelazamientos con los eventos de la historia mundial.
Desde finales del siglo xviii y a lo largo de la primera mitad del siglo
xix, se constituyeron grupos de poder local que pusieron en marcha me�
canismos para mantener el orden y la gobernabilidad en diferentes regio�
nes de México.13 La capacidad para administrar el gobierno, la justicia,
la policía y las finanzas fue lo que convirtió a esos grupos en interlocu�
tores obligados frente al proceso de construcción de un Estado nacional
durante el siglo xix.14 Por consiguiente, la participación mexicana en los
circuitos internacionales se pudo realizar mediante procesos de negocia�
ción entre el poder central y los poderes locales, en tanto que éstos no
compartían en el mismo grado ni de la misma forma los referentes que
imponía la modernización.
El trabajo empírico de recopilación de datos sobre los objetos y los
artífices de las colecciones poblanas arroja luz sobre la interacción de los

13
  Al respecto véanse los trabajos de Bakewell, Peter, Minería y sociedad en el México colonial.
Zacatecas, 1549–1700, México, Fondo de Cultura Económica, 1976, para el caso de Zacatecas, y Lie�
hr, Reinhard, Ayuntamiento y oligarquía en Puebla, 1780–1810, 2 t., México, Secretaría de Educación
Pública, 1976, para el caso de Puebla.
14
  Carmagnani, Marcello, “Territorios, provincias y estados: las transformaciones de los espa�
cios políticos en México, 1750–1850”, en Josefina Zoraida Vázquez (coord.), La fundación del estado
mexicano, 1821–1855, México, Nueva Imagen, 1994, pp. 39–74. La realidad mexicana resulta menos
caótica si se le observa desde la perspectiva regional.
18 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

poderes locales y los poderes federales para establecer un consenso en


torno a la imagen de nación que se exhibía y también ofrece indicios de
los modelos que las grandes capitales del mundo occidental irradiaron a
las regiones más apartadas.
Esta perspectiva nos obliga a mirar, no la totalidad de los procesos
que configuran la historia mundial ni la particularidad que se atribuyen a
la historia regional, sino aquéllos en los que se concentran las interaccio�
nes de lo global y lo local y, en particular, aquéllos que teniendo un alcan�
ce mundial encuentran su correlato en manifestaciones locales. En este
caso, describir las estrategias, las acciones y los elementos presentes en
la integración de las muestras poblanas que se agregaron a las coleccio�
nes nacionales expuestas en los circuitos internacionales con el objetivo
de exhibir una imagen de nación progresista y moderna permite enfocar
el análisis en la interacción de los actores sociales, en diferentes niveles,
para comprender los procesos de integración de México y sus regiones a
los espacios internacionales, más allá de la diversidad regional.
En la fase inicial de la investigación, las tareas de recopilación y or�
denamiento de la información se guiaron, intuitivamente, por el afán de
recabar los datos sobre los elementos que aportó el estado de Puebla a
la integración de las muestras mexicanas en la segunda mitad del siglo
xix. Sin embargo, la exposición de los resultados de la búsqueda está
determinada por una perspectiva metodológica que pretende explicitar
el proceso de inserción de una región en el contexto global. Este trabajo
parte del supuesto de que la imagen del mundo que actualmente circula
sugiere que el planeta dejó de ser un escenario en el que tienen lugar dis�
tintas historias para convertirse en una categoría histórica, cuya pertinen�
cia no está determinada metahistóricamente sólo por la naturaleza o por
la geografía, sino, sobre todo, por la interrelación de actores y procesos
sociales. De las múltiples inferencias que se derivan de esta apreciación,
dos las considero como relevantes: la primera consiste en que las diferen�
tes colectividades humanas han tomado conciencia de que comparten un
mismo horizonte, un mismo espacio temporal; la segunda, que muchos
de los fenómenos que afectan la vida social de grupos y comunidades
sólo pueden concebirse en una dimensión global.
En particular, la historia de América Latina, en vista de la influencia
introducción 19

que reviste la experiencia y la herencia colonial,15 no se puede concebir


sin considerar la relación entre el pasado de la región y los acontecimien�
tos mundiales.
En los inicios de la segunda mitad del siglo xix aparecieron sólidos
fundamentos e instituciones en la economía mundial que alentaron una
red, cada vez más densa, de intercambios de bienes, servicios y personas,
conectando a los países desarrollados entre sí y éstos con el mundo no de�
sarrollado.16 La predominancia de los intereses del mercado internacio�
nal sobre los mercados nacionales y la emergencia de una serie de crisis
simultáneas en la organización del poder, la producción y la cultura en
todas las regiones del planeta, signos del cambio cualitativo que se ave�
cinaba en la configuración mundial, ponían en evidencia las trayectorias
de desarrollo en las regiones.
Las soluciones a las crisis nacionales o regionales recurrieron de ma�
nera sostenida a adaptaciones y apropiaciones interregionales, que pro�
piciaron la interacción cada vez más competitiva entre las regiones. Las
periferias, salvaguardadas por la distancia, comenzaron a desdibujarse,
lo mismo que los espacios entre las regiones, no sólo por la aceleración de
una continua expansión europea, sino también por el establecimiento de
un nuevo orden de relaciones de dominación y subordinación entre las
distintas regiones del planeta. Esta dinámica permite entender el predo�
minio europeo a partir del siglo xix.
A diferencia de las otras regiones en crisis, Europa resolvió sus pro�
blemas regionales volcándose hacia afuera de sus límites geopolíticos
(migraciones, flujos de capital), externalizando la búsqueda de solucio�
nes a través de la expansión (imperialismo) y la ocupación espacial (co�
lonialismo), sincronizando el tiempo mundial (los medios de transporte,
de comunicación y el patrón oro) y coordinando las interacciones en el
mundo (las exposiciones mundiales, la creación de organizaciones inter�
nacionales). Las iniciativas europeas se coludieron, sobrepusieron e in�
teractuaron con las dinámicas de crisis paralelas en las otras regiones,
configurando así una época global internacionalizada. 17

15
  Stanley, J. y H. Stein, Barbara, La herencia colonial de América Latina, México, Siglo XXI, 1977,
citado en Adelman, Jeremy, “Latin American and World Histories: Old and New Approaches to
the Pluribus and the Unum”, Hispanic American Historical Review, v. 84, n. 3, 2004.
16
  Hobsbawm, Eric, La era del capitalismo, Barcelona, España, Guadarrama, 1976.
17
  Fazio, Hugo, “La historia global: ¿encrucijada de la contemporaneidad?”, Revista de Estudios
20 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

En este escenario se puso de manifiesto la capacidad de los habitan�


tes de las diferentes regiones del mundo para proyectarse en el plano
internacional; ellos se configuraron históricamente como actores sociales,
para compartir información y experiencia a fin de participar en la toma
de decisiones o para optar por el aislamiento o la resistencia, frente a los
procesos de globalización. Estas dos posturas se confrontan, mientras los
primeros propagan la pertinencia de la cooperación internacional como
recurso para la solución de problemas sociales y económicos, los últimos
reivindican la importancia de la sobrevivencia de la cultura e identidad
“locales”. Así, la colaboración y la resistencia coexisten en una relación de
tensión que otorga a las actuales formas de convivencia internacional una
variabilidad temporal de mediano o largo plazo.
El reciente examen revela un largo proceso histórico que avanza
desigualmente, impulsado por la interacción entre los protagonistas his�
panoamericanos y quienes no lo son, que inventan un recorrido para
propiciar el acercamiento entre el mundo hispanoamericano y el mundo
europeo, creando gradualmente la convergencia en torno a determinadas
formas de comportamiento y de organización social, normas jurídicas y
mecanismos económicos y sociales comunes que permitieron la coexis�
tencia marcada por influencias recíprocas. Lo que se ha visualizado como
un proceso unilateral, hoy se problematiza cuando la evidencia histórica
muestra las iniciativas y las acciones de colaboración o resistencia que los
protagonistas juzgaron pertinentes, de tal suerte que su inserción en el
contexto global no puede concebirse como acciones inconscientes o aje�
nas a su voluntad.18 Al mismo tiempo, el paradigma de la interacción no
debe inducir a simplificar la reciprocidad de las relaciones en un plano
de igualdad y equivalencia. La mayoría de los contactos surgieron de
interacciones que fueron frecuentemente desiguales, jerárquicas y has�
ta represivas. El acento puesto en los entrelazamientos, en principio, no
dice nada acerca de las modalidades de la interacción, que puede abarcar
desde un pase forzado, asimilación libre, destrucción brutal, hasta rees�
tructuración variada.19

Sociales, n. 23, abril de 2006, p. 66, consultado el 14 de agosto de 2010, disponible en http://redalyc.
uaemex.mx/pdf/815/81502306.pdf.
18
  Carmagnani, Marcello, El otro Occidente. América Latina desde la invasión europea hasta la globali-
zación, México, El Colegio de México, Fondo de Cultura Económica, 2004, pp. 11–13.
19
  Conrad, Sebastian y Randeria, Shalini, “Einleitung”, en Conrad, Sebastian y Randeria, Shalini
introducción 21

Desde esta perspectiva, la comprensión del fenómeno no puede li�


mitarse al ámbito de los intercambios comerciales, aun cuando es en ese
terreno donde más evidentemente se reconocen mecanismos e instru�
mentos de la expansión de los intereses europeos.
El control de los nuevos territorios que garantizaba la explotación
de riquezas —ya en forma directa o a través del intercambio comercial,
que en los siglos xviii y xix generó una notable aceleración de las trans�
formaciones sociales y económicas para consolidar el sistema capitalista
como un orden social y económico dominante— sugiere una pluralidad
de fuerzas que interactuaron acompañando la aspiración de los protago�
nistas de la historia para coexistir, dialogar y participar en los aconteci�
mientos del mundo, sin renunciar, por ello, a sus específicas característi�
cas locales y nacionales.20
La toma de conciencia de que está en marcha un proceso de mun�
dialización, a partir de las nuevas demandas generadas por la revolución
industrial y por el mejoramiento de los medios de transporte, alienta el
deseo de compartir experiencias culturales. Este ánimo posee una enor�
me capacidad de propagación espontánea que no deja de influir en las
decisiones, condicionando las dimensiones nacionales e internacionales.
Desde mediados del siglo xix, las elites políticas y económicas de las
diferentes regiones impulsaron diversas iniciativas para vincular los ám�
bitos locales a los contextos internacionales, muestra de ello fueron los
ejercicios de aprendizaje selectivo de otras sociedades, la promoción de
oleadas de inmigración y las exposiciones universales que comenzaron a
mediados del siglo xix, donde se desplegaban de manera organizada las
glorias y logros particulares de las naciones. Estos eventos exaltaban las
diferencias y buscaban lo común dentro de la estructura de una cultura
emergente para relacionar lo particular y lo universal.
La historiografía sobre las exposiciones universales las muestran
como empresas de las grandes potencias comerciales para exhibir ante el
mundo su fortaleza y pertinencia como modelos, al tiempo que abre vías
de exploración sobre los esfuerzos organizativos y la enorme cantidad de

(eds.), Jenseits des Eurozentrismus. Postkoloniale Perspektiven in den Geschichts und Kulturwissenschaf-
ten, Frankfurt y Nueva York, 2002. Agradezco al Dr. S. Rinke el acceso a una versión en español de
este material bajo el título de Historias divididas. Europa en un mundo postcolonial.
20
  Carmagnani, Marcello, El otro Occidente. América Latina desde la invasión europea hasta la globali-
zación, México, El Colegio de México, Fondo de Cultura Económica, 2004, p. 10.
22 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

recursos que debían poner en juego las naciones en proceso de consolida�


ción que eran invitadas a las celebraciones del progreso y la modernidad.
En su intento por hacer una reconstrucción del siglo xix, en el que
nace la sociedad industrial,21 W. Benjamin se topó con el gran tema de las
exposiciones universales como uno de los objetos históricos que, junto a
los pasajes, los panoramas y las barricadas, definió la centralidad cultu�
ral de París durante el siglo xix. En su estudio, definió a las exposiciones
universales como los lugares de peregrinación en los que se rendía culto
al fetiche que es la mercancía.22
Las reflexiones de este pensador pueden considerarse como el pri�
mer hito de un movimiento historiográfico que se ha interesado por el
estudio de esos ritos de la sociedad industrial y de la burguesía, que se
propagaron por el mundo y pautaron el horizonte cultural de la segunda
mitad del siglo xix.23
Desde entonces, el estudio de estos eventos, considerados como las
oportunidades idóneas para mostrar los avances del progreso y la mo�
dernidad y su percepción, como uno de los mecanismos mediadores que
hicieron operativa la difusión de modelos culturales, ha despertado el
interés de diferentes disciplinas.
Por la pluralidad de significados que revisten estas grandes manifes�
taciones de la cultura moderna, quienes han incursionado en este vasto
territorio se encuentran con múltiples direcciones de exploración, pues
en las exposiciones universales se percibe, en primer lugar, el esfuerzo
por hacer triunfar las doctrinas económicas librecambistas, el fomento
de la industria y del comercio y la conquista de mercados; en segundo
lugar, la exhibición de la fuerza organizativa de los Estados, su capacidad
de convocatoria para estimular el patriotismo industrial y el orgullo na�
cional en corto plazo; en tercer lugar, la profunda confianza en la utopía
del progreso que marcó la segunda mitad del siglo xix y, finalmente, el
estímulo para desarrollar innovaciones técnicas y disciplinas científicas

  Aguirre, Jesús, “Prólogo: Walter Benjamin. Fantasmagoría y objetividad”, en Walter Benja�


21

min, Poesía y capitalismo. Iluminaciones ii, Madrid, España, Taurus, 1998, p. 16.
22
  Benjamin, Walter, Poesía y capitalismo. Iluminaciones ii, Madrid, España, Taurus, 1998, p. 179.
23
  López–Ocón Cabrera, Leoncio, “La exhibición del poder de la ciencia. La América Latina en
el escenario de las exposiciones universales del siglo xix”, en José Augusto Mourão, Ana María
Cardoso de Matos y María Estela Guedes (coords.), O mundo ibero–americano nas grandes exposições,
Lisboa, Portugal, Vega, 1998, pp. 67–90.
introducción 23

emergentes y para divulgar los adelantos científicos que establecieron el


imperio de la ciencia y la ciencia del imperio.24
La realización de las exposiciones universales ha merecido el interés
de especialistas y curiosos y ha generado una enorme cantidad de textos.
A principios del tercer milenio se preparó una útil recopilación25 de traba�
jos sobre el tema que incluye aproximadamente 1 200 registros sobre las
exposiciones realizadas en veinte países, principalmente en Norteamérica
y Europa occidental; los textos incluidos pueden considerarse fuentes se�
cundarias descriptivas y no necesariamente académicas; los compilado�
res aclaran que organizaron las referencias en cinco apartados: primero,
obras de consulta para la investigación, como bibliografías, artículos de
revistas, publicaciones periódicas, recursos en internet; segundo, obras
generales sobre historia y teoría de las exhibiciones internacionales; terce�
ro, exposiciones antes de 1851; cuarto, exposiciones celebradas entre 1851
y 1951 organizadas geográfica y cronológicamente; y quinto, exposicio�
nes celebradas después de 1951.
En el ámbito latinoamericano, historiadores, críticos literarios, antro�
pólogos y críticos de arte de Argentina, Brasil, Chile, Estados Unidos de
América y latinoamericanistas europeos han construido un sitio web en
el que se expone material audiovisual, documental, bibliográfico y ensa�
yístico sobre la participación de Argentina, Brasil y Chile en las exposi�
ciones universales en las décadas finales del siglo xix.26
El interés de los especialistas en el tema ha sido alentado por exten�

24
  López–Ocón Cabrera, Leoncio, “La exhibición del poder de la ciencia. La América Latina en
el escenario de las exposiciones universales del siglo xix”, en José Augusto Mourão, Ana María
Cardoso de Matos y María Estela Guedes (coords.), O mundo ibero–americano nas grandes exposições,
Lisboa, Portugal, Vega, 1998, pp. 68–73.
25
  Geppert, Alexander, Coffey, Jean y Lau Tammy, “International Exhibitions, Expositions Uni�
verselles and World's Fairs, 1851–1951: A Bibliography”, Wolkenkuckucksheim: Internationale Zeitschrift
für Theorie und Wissenschaft der Architektur, Special Issue, 2000, consultado el 20 de enero de 2010,
disponible en http://www.theo.tu–cottbus.de/Wolke/eng/Bibliography/ExpoBibliography.htm.
26
  Birkbeck College de Londres, Programa de Postgrado en Español y Latinoamericano de la Cultura
Visual, Andermann, Jens y Schell, Patience A. (dirs.), Birkbeck College y Universidad de Londres
Universidad de Manchester, consultado el 27 de enero de 2011, disponible en http://www.bbk.
ac.uk/ibamuseum/home.html.
24 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

sas colecciones de informes,27 noticias28 y relatos29 que presentan datos


diversos sobre las exposiciones universales que se verificaron desde 1851
en Londres. Del mundo latinoamericano se pueden citar, por lo menos,
dos ejemplos. José Martí en 1889 creó en Nueva York, gracias a la ayuda
financiera del brasileño Da Costa Gómez, una efímera revista infantil, La
Edad de Oro, destinada a los niños americanos, donde se incluyeron, en
sus cuatro números publicados, tres largos artículos y numerosas ilustra�
ciones sobre esa exposición universal. Al presentar tal evento como un
gigantesco tiovivo de la naturaleza y un enorme caleidoscopio de la plu�
ralidad de las culturas humanas, Martí pretendía despertar en sus par�
ticulares lectores una atención y un asombro no sólo ante las maravillas
de la sociedad industrial, sino también ante la riqueza y variedad de las
sociedades humanas y la complejidad de la historia que la habían hecho
posible.30 Martí apuntó:

[…] ya las exposiciones no son lugares de paseo. Son avisos: son lec�
ciones enormes y silenciosas: son escuelas […]. Ningún libro, ni ninguna
colección de libros pueden enseñar a los maestros de agricultura lo que
verán por sus propios ojos en los terrenos de la Exposición.31

27
  Informes históricos, financieros y administrativos, generales y particulares sobre las expo�
siciones universales se pueden consultar en una colección especialmente formada y resguardada
en los fondos del Conservatorio Nacional de Artes y Oficios de Francia; la mayor parte de los ma�
teriales está digitalizado y disponibles en http://cnum.cnam.fr/RUB/fcata_expo.html; aparte se
deben mencionar los variados y abundantes materiales que para el caso de México se localizan en
la serie de Exposiciones extranjeras del fondo de Fomento resguardado en el Archivo General de la
Nación y en el Archivo Histórico de la Secretaría de Relaciones Exteriores. Un ejemplo de informe
presentado por un comisionado a sus superiores es el de Escandón, Pedro, La industria y las bellas
artes en la Exposición Universal de 1855. Memoria dirijida [sic] al excelentísimo señor Ministro de Fomento
de México, París, Francia, Imprimerie Centrale de Napoleón Chaix etc., 1856.
28
  La mayoría de los periódicos de la época reseñaron las exposiciones universales. Entre los
más notables se puede mencionar La Ilustración Española y Americana, publicada en Madrid, España;
además la mayoría de los gobiernos nacionales editaron publicaciones periódicas para orientar a
los potenciales expositores y para dar cuenta de sus labores organizativas. Véase http://cnum.
cnam.fr/RUB/fcata_expo.html.
29
  Véase, por ejemplo, Ruiz de Velasco, Felipe, Revista descriptiva de la Exposición de Nueva Orleans
de 1884–1885, México, Tipografía El Gran Libro, 1886.
30
  López–Ocón Cabrera, Leoncio, “La formación de un espacio público para la ciencia en la
América Latina durante el siglo xix”, Asclepio. Revista de historia de la medicina y la ciencia, v. 50, n. 2,
1998, p. 224, consultado el 15 de septiembre de 2011, disponible en http://asclepio.revistas.csic.es.
31
  Martí, José, “Exposiciones”, en Obras completas, 8 t., La Habana, Cuba, Editorial Nacional de
Cuba, 1963, pp. 343–399.
introducción 25

Para el caso de México, se puede mencionar a José Godoy quien,


después de declarar que su libro carecía de méritos literarios, presenta
datos fidedignos y exactos respecto a la historia y situación de la ciudad
de Chicago y sobre el estado que guardan los trabajos iniciados para lle�
var a cabo la exposición universal de 1893, anexando una puntual des�
cripción de las exposiciones universales realizadas hasta esa fecha.32 Esta
disertación retomará varios de estos informes y relatos; los que aquí se
mencionan sólo deben servir como ejemplo de la atención dispensada, en
su momento, a estos eventos.
Las noticias, informes y relatos son fuentes valiosas que permiten
recuperar impresiones que dejaban en la mentalidad de los hombres de la
época las exposiciones universales, consideradas como la quintaesencia
de los tiempos modernos en los que se accedía a novedades, ideas y cono�
cimientos; se tejían relaciones basadas en la transferencia y la apropiación
de experiencias, y se negociaban ante los ojos de un público internacio�
nal los elementos representativos de las identidades nacionales. La nota
dominante de estos primeros trabajos es la descripción y comparación
de datos cuantitativos de las exposiciones: fechas de apertura, número
de expositores y visitantes, así como montos invertidos y las ganancias
obtenidas.
En el caso de México, recientes balances historiográficos establecen
que el estudio de la participación mexicana en las exposiciones universa�
les, aunque con pocos trabajos, cuenta con un buen nivel de análisis.33 Sin
embargo, los trabajos existentes hasta el momento sólo se ocupan de des�
cribir la planeación y organización general de las incursiones mexicanas
en esos eventos internacionales como resultado de dos estrategias, una
cultural y otra ideológica: la inserción en el “concierto de las naciones”
civilizadas y la afirmación de una identidad nacional. Mientras algunos
autores se dedican a examinar la presencia mexicana en una exposición

32
  Godoy, José F., La ciudad de Chicago y la exposición universal de 1893, Chicago, Estados Unidos
de América, Cía. Publicista Panamericana, 1892.
33
  Tenorio Trillo, Mauricio y Gómez Galvarriato, Aurora, El Porfiriato, México, Centro de Inves�
tigación y Docencia Económicas, Fondo de Cultura Económica, 2006.
26 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

en particular,34 Tenorio Trillo35 analiza el ingreso de México al circuito de


las ferias mundiales que se celebraron entre 1880 y 1930, poniendo espe�
cial atención en las de París, Río de Janeiro y Sevilla, y procura, a través
de la descripción y exégesis de los pabellones de México, reconstruir las
líneas de un proyecto político y cultural; sin embargo, su análisis se cen�
tra en las acciones de las elites en el gobierno central del país y deja de
lado particularidades regionales.
En este panorama, salvo el trabajo de Tenorio Trillo, el centralismo
y la fragmentación predomina en la historiografía sobre la representa�
ción de la nación mexicana en el formato de las exposiciones universales.
Considero que el creciente interés por documentar la configuración de la
identidad nacional, siempre a la zaga de la construcción del Estado nacio�
nal, se puede enriquecer con el registro pormenorizado de las acciones y
las estrategias que desarrollaron los habitantes de las regiones del Méxi�
co decimonónico ante las demandas de participación en las exposiciones
universales que las elites reclamaban desde el centro de la administración
política del país.
Esta investigación reflexiona sobre los procesos globales a partir de
sus manifestaciones locales. Para examinar los elementos que el estado
de Puebla y sus habitantes aportaron a la construcción de la imagen na�
cional de modernidad y progreso en la segunda mitad del siglo xix, y que
ésta fuera difundida en los circuitos internacionales, es necesario precisar
las diferentes vías que sirvieron para instrumentar la participación de
México en las exposiciones universales. A mi parecer, esta cuestión sólo
puede determinarse, si se revisa la actuación de las elites regionales ―sus
vínculos a diferentes niveles, su capacidad de convocatoria y las tareas
que acometieron― en la labor de integrar colecciones de objetos locales

34
  Yeager, Gene, “Porfirian commercial propaganda: Mexico in the World Industrial Exposi�
tions”, The Americas, a Quarterly Review of Inter–American Cultural History, v. xxxiv, n. 1, julio 1977,
pp. 230–243; Fuente Salceda, María de la Concepción de la, La participación de México en la Exposición
Universal de Filadelfia, 1876 (Tesis de licenciatura en Historia), México, Universidad Iberoamericana,
1984; Riguzzi, Paolo, “México próspero, las dimensiones de la imagen nacional en el Porfiriato”,
Historias. Revista de la Dirección de Estudios Históricos, n. 20, 1988, pp. 137–157; Díaz y de Ovando,
Clementina, “México en la Exposición Universal de París, 1889”, Anales del Instituto de Investigacio-
nes Estéticas, n. 61, 1990, pp. 109–171; Díaz y de Ovando, Clementina, Las ilusiones perdidas del general
Vicente Riva Palacio: la Exposición Internacional Mexicana, 1880 y otras utopías, México, Universidad
Nacional Autónoma de México, 2002.
35
  Tenorio Trillo, Mauricio, Artilugio de la nación moderna. México en las exposiciones universales
(1880–1930), México, Fondo de Cultura Económica, 1998.
introducción 27

capaces de evocar una representatividad nacional. Las políticas y estra�


tegias definidas desde el centro político de la nación, bajo la impronta de
referentes culturales globales, sólo podían operarse a nivel local.
En los apremios al gobierno y habitantes del estado de Puebla para
formar colecciones de objetos, con miras a participar en las exposiciones
universales, se puede entrever la estrategia selectiva de la dirigencia polí�
tica del país. El afán por lograr el reconocimiento internacional, en medio
de las críticas circunstancias que predominaban durante la formación del
Estado–nación en México, activó los resortes de la participación, la cual
para el estado de Puebla se analizará en las exposiciones universales de
1851, 1855, 1876, 1885, 1889, 1893 y 1900 a fin de comprender la actuación
de las elites locales y nacionales en el proceso de inserción de la nación en
el contexto internacional.
El examen de la información se orientó por tres hipótesis de trabajo.
En primer lugar, considero que la respuesta de los habitantes de las regio�
nes a la convocatoria del poder político central para construir una imagen
de nación moderna se constituyó en el elemento básico para que las elites
constituyeran esa imagen como medio para insertarse en el contexto glo�
bal. En las diferentes regiones de México, este proceso se cumplió por la
vía de la colaboración, la negociación o la imposición. Hacia el exterior
se desdibujaron las abismales diferencias entre las zonas urbanas y las
rurales, entre el centro de la nación y sus regiones periféricas. En segundo
lugar, el afán por lograr una digna representación de la nación impulsó el
reconocimiento de las regiones y sus potencialidades, en otras palabras,
los imperativos del contexto global demandaron la puesta en escena de
las particularidades regionales, destacándolas como signo de identidad
nacional. Finalmente, la presencia mexicana en las exposiciones univer�
sales, si bien respondía al interés público de figurar en los escenarios del
mundo occidental en donde se condensaban los valores de la época, no
desencadenó de manera automática acciones inmediatas por parte de los
poderes locales y de los habitantes de las regiones, quienes sólo se suma�
ron a esta tarea de manera progresiva obedeciendo a sus propios intereses.
Para entender el alcance de las tareas que las autoridades centrales
exigían a la población y a los grupos dirigentes de los entornos locales, he
dividido la presentación del tema en tres apartados y un anexo.
Primero, haré una reflexión general sobre escenarios aparentemente
distantes que confluyen en los recintos de las grandes exposiciones uni�
versales. La puesta en escena de las colecciones de objetos en esos recintos
28 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

estaba predeterminada por su carácter representativo de lo nacional, de


tal manera que esos eventos estaban destinados a recuperar los produc�
tos y los objetos, naturales y culturales, conforme a su pertenencia a una
comunidad nacional. Entonces, es necesario ofrecer un panorama general
de la realización de estas celebraciones, atendiendo criterios cronológicos
pero también geográficos, para establecer las semejanzas y las diferencias
entre los eventos organizados en Europa y los que se hicieron en Norte�
américa, poniendo especial atención en los sistemas de clasificación de
objetos que formaban parte de los reglamentos anexos a las convocatorias
elaboradas por los países anfitriones. La revisión de esos sistemas y sus
principios clasificatorios, así como su comparación, permitirá reconocer
los elementos comúnmente demandados para su exposición, mismos que
debían reunir las naciones participantes en las fiestas del progreso para
aparecer como naciones modernas.
Enseguida, me propongo examinar con más detalle la forma cómo
México concurrió a cuatro exposiciones internacionales europeas y a tres
norteamericanas para mostrar su adhesión a los paradigmas del progre�
so y la modernidad. En cada oportunidad los artífices de la participa�
ción mexicana reeditaron la próspera imagen de la nación que empezó a
circular sistemáticamente desde principios del siglo xix.
La puesta en escena mexicana se materializó en pabellones y objetos
que apuntaron a construir una nueva imagen nacional, aunque ésta no
correspondiera a la realidad mexicana. El diseño de sus recintos exposi�
tivos y la integración de sus colecciones siguieron los formatos previstos
en los reglamentos y los sistemas de clasificación de objetos preparados
en los países organizadores de las exposiciones, los cuales funcionaron
como instrumentos homogeneizadores, pues sus indicaciones y restric�
ciones favorecían la selección de elementos representativos de la realidad
nacional. Sin una escuela arquitectónica propia, los responsables de las
muestras mexicanas montaron edificios expositivos eclécticos en los que
se mezclaban materiales y estilos que fueron bien recibidos por la comu�
nidad internacional aunque, en el plano interno, desataron la polémica
sobre lo que debería ser el estilo arquitectónico nacional.
La asidua participación mexicana en estos eventos, a pesar de sus
conflictos internos y sus diferendos con las grandes potencias, logró que
los operadores del gobierno mexicano percibieran la enorme asimetría
que caracterizaba la estructura productiva mexicana y, en consecuencia,
se dedicaron a hacer gala de la abundancia de los recursos naturales que
introducción 29

podía atraer a los inversionistas extranjeros. Las colecciones de objetos


remitidas por México aspiraban a mostrar un país que ofrecía paz, segu�
ridad, justicia, riquezas naturales poco comunes, leyes protectoras de la
vida, de la propiedad y del espíritu de empresa, recreando una imagen
de México como territorio de oportunidad. Esa imagen se compuso con
la integración de las cualidades de sus regiones. Y todo indica que el te�
rritorio poblano se representó a partir de la particularidad y la calidad de
sus productos naturales.
En tercer lugar, examino las formas de participación de los habitan�
tes del estado de Puebla en las exposiciones internacionales de la segun�
da mitad del siglo xix, conforme a sus propias circunstancias e intereses,
para configurar lo nacional. La adaptación de la idea de progreso que
los organizadores y expositores llevaron a cabo, a fin de configurar lo
nacional, hizo posible la puesta en escena de la nación en los circuitos
internacionales. La interacción de los actores locales con los poderes na�
cionales, la definición de sus estrategias a diferentes niveles y la ejecución
de las acciones finalmente llevó a la inserción de la región en el contexto
global. Hasta ahora, los estudios históricos sobre el tema se han centrado
en las acciones de las elites instaladas en el gobierno central del país y han
dejado de lado las particularidades regionales situadas en la periferia del
poder central. Por tanto, es importante describir la participación de los
actores locales en esa empresa colectiva como responsables de la puesta
en escena de la nación, entre los recursos que emplearon para represen�
tar al estado de Puebla, destaca la organización de exposiciones locales y
regionales y las estrategias que desarrollaron para insertarse progresiva�
mente en el contexto global que se representaba en los escenarios de las
exposiciones universales decimonónicas.
Finalmente, se presentan las conclusiones y un anexo que pretende
recopilar y organizar los datos empíricos recabados; los expositores po�
blanos que participaron en las diferentes exposiciones de la segunda mi�
tad del siglo xix aparecen nominalmente, por orden alfabético de apellido.
La información para sustentar esta investigación proviene de fondos
documentales situados en repositorios locales, nacionales e internaciona�
les. En principio he revisado la información disponible en fondos pobla�
nos tales como el Archivo General del Estado de Puebla, especialmente
los documentos históricos de la extinta Escuela de Artes y Oficios porque
esa fue la institución designada por el gobierno del estado para fomentar
y organizar la muestra que debería llevarse a París en 1889; en sus insta�
30 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

laciones se concentraron los productos de los expositores provenientes


de todos los distritos del estado para organizar su inventario, registro y
envío. También son útiles, para mi propósito, los documentos del Archi�
vo del Ayuntamiento de Puebla y los materiales impresos de la Biblioteca
José María Lafragua de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.
A nivel nacional han sido fundamentales los acervos documentales
de dos dependencias del gobierno federal: el Ministerio de Fomento, Co�
lonización, Industria y Comercio y el Ministerio de Relaciones Exterio�
res, cuyas funciones, actualmente, están encomendadas a sendas secre�
tarías del gobierno federal. Del Ministerio de Fomento se utilizaron los
documentos de su Sección Segunda que están reunidos en la serie “Ex�
posiciones extranjeras” del ramo de Fomento, resguardada en el Archivo
General de la Nación; esta serie documental está integrada por diversos
tipos documentales: invitaciones al gobierno mexicano para participar en
las exposiciones, nombramientos de delegados, representantes y comi�
siones; proyectos de construcción de pabellones, edificios e instalaciones
(planos y fotografías); relaciones de los productos presentados, cuentas
de erogaciones, premios, entre otros muchos documentos que dan cuenta
de la forma en que México participó en diversas exposiciones internacio�
nales a partir de 1855. Su relevancia deriva del registro que guarda de
la organización interna que debió desplegar el gobierno nacional para
involucrar a todas las regiones del país en la tarea de integrar las coleccio�
nes mexicanas para las exposiciones celebradas en París (1855), Nacional
Mexicana (1875), Internacional de Filadelfia (1876), París (1889), Chica�
go (1893), Atlanta (1895), Nashville (1896), Omaha (1898), San Antonio
(1900), París (1900) por citar sólo las que se corresponden a nuestro perío�
do de estudio.
Si la serie de “Exposiciones extranjeras” es útil para conocer la diná�
mica interna que se desarrollaba cuando el gobierno mexicano decidía
participar en una exposición universal, los documentos del Archivo His�
tórico de la Secretaría de Relaciones Exteriores revelan el momento y las
condiciones en las que se iniciaba el proceso en el contexto internacional.
El personal del servicio consular mexicano se mantenía atento a las ini�
ciativas y sucesos que se registraban en las grandes capitales del mundo
en las que estaban apostados sus informes y recomendaciones, algunas
veces sesgados por sus propios intereses, podían influir en la decisión del
ejecutivo mexicano para tomar parte o no en determinadas exposiciones,
una vez tomada la decisión, fueron piezas fundamentales para llevar la
introducción 31

empresa a buen término. La consulta de estos materiales permite ampliar


nuestra visión sobre las razones que animaron al gobierno mexicano para
participar en esos grandes eventos de alcance transnacional.
Gracias a los avances en la digitalización de importantes acervos,
también se exploró la colección de publicaciones y documentos de las
exposiciones nacionales y universales del Conservatorio Nacional de Ar�
tes y Oficios de Francia. En éste se localiza una cantidad abrumadora de
información que mayoritariamente se refiere a la actividad organizativa
de las comisiones francesas, ya como anfitrionas de las cinco exposicio�
nes universales —1855, 1867, 1878, 1889, 1900— que instrumentaron los
diferentes regímenes de gobierno francés, ya como participantes en las
exposiciones universales que se organizaron en Londres, Nueva York,
Viena, Filadelfia, Melbourne, Anvers y Chicago. Esta información resulta
especialmente pertinente para visualizar la forma y el alcance de las gran�
des exposiciones universales, sus pretensiones y su espíritu, del Conser�
vatorio Nacional de Artes y Oficios de Francia se tomaron los datos para
cuantificar países participantes, expositores, premios y para comparar los
sistemas de clasificación de las diferentes exposiciones. Y, para ilustrar
esta disertación, el Catálogo de Impresos y Fotografías en línea de la Li�
brary of Congress de los Estados de Unidos.
También se revisó un conjunto de fuentes impresas publicadas en
la época, entre las que se cuentan: publicaciones con fines promociona�
les elaboradas por el gobierno o por particulares con subsidios oficiales,
publicaciones periódicas, tanto particulares como gubernamentales con
fines informativos y formativos y otras más, que se prepararon con miras
a apoyar la labor de los expositores mexicanos;36 estos datos se han con�
trastado con una bibliografía especializada sobre el tema que aparece al
final del texto.

  Las fuentes impresas se consultaron en la Biblioteca José María Lafragua de la Benemérita


36

Universidad Autónoma de Puebla, en la Biblioteca Miguel Lerdo de Tejada de la Secretaría de


Hacienda y Crédito Público de México y en la Biblioteca del Instituto Iberoamericano de Berlín.
escenarios distantes

El contexto histórico decimonónico estuvo marcado por el reorde�


namiento, casi universal del espacio político en un sistema de Estados–
nación: imperios, reinos, ciudades–Estado, protectorados y colonias del
mundo occidental; se orientaron a definir una identidad, un territorio,
una cultura y un lenguaje comunes para configurar una presencia sin�
gular en el escenario internacional. Desde entonces, la idea de nación,
como principio legitimador del Estado moderno, ha desempeñado un
papel determinante en la articulación de las colectividades humanas y su
representación se ha instalado como una tarea inacabada.
En el espacio geopolítico europeo, los conflictos armados precipi�
taron algunas unidades nacionales, mientras que en Hispanoamérica el
declive de las comunidades tradicionales —pueblos, familia, parroquias,
barrios, gremios, cofradías y muchas otras—, resultante de la desintegra�
ción de la monarquía hispánica, impuso la necesidad de materializar o
imaginar nuevas formas de organización política de la vida social.
Desde finales del siglo xviii se proclamaron Estados en nombre de
naciones que aún estaban en proceso de construcción o inexistentes. Los
diferentes proyectos nacionales debieron conciliar poblaciones fenotípi�
camente diferenciadas, con diversos grados de mestizaje, con una gran
pluralidad lingüística y con historias fragmentadas.
En el cambiante orden mundial, los problemas asociados a la identi�
dad nacional y a la legitimación del ejercicio del poder siempre fueron una
fuente inagotable de conflictos, cuya solución más exitosa, en las socieda�
des posteriores a la caída del antiguo régimen, ha sido la configuración de
la nación como organización política, por excelencia, de la modernidad.1

1
  Pérez Vejo, Tomás, “La construcción de las naciones como problema historiográfico: el caso
34 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

La evidencia empírica muestra que esas entidades del mundo occi�


dental no corresponden a un modelo único, sino, más bien, son resultado
de procesos históricos particulares que determinan diversos grados de
integración y de desarrollo de las comunidades humanas.
La insistencia en la importancia del papel que juegan las naciones, y
de su operatividad, como formas representativas de complejos y vario�
pintos grupos humanos en el contexto internacional, nos lleva a reflexio�
nar sobre el concepto de nación2 —cuando el proceso de globalización
ha puesto en duda su relevancia, por lo que las ciencias sociales parecían
apuntar su obsolescencia como concepto articulador de la identidad y de
la pertenencia de los individuos a las colectividades— y en cómo algunas
de éstas llegan a convertirse en modelos hegemónicos.
El desarrollo teórico de la idea de nación3 nos remite a dos modelos,
sin embargo los datos empíricos muestran que esos dos modelos resultan
tanto alternativos como complementarios. Mucho se ha abundado para
matizar la distinción entre las concepciones de nación étnica y cívica, y
para destacar la indisociable relación entre las dimensiones étnico–cultu�
ral y política de toda nación; el mismo Smith4 ha puesto de relieve el com�
ponente étnico que reside en la base de las naciones como fenómenos po�
líticos de la modernidad al subrayar el decisivo componente étnico de las
naciones —el conjunto de mitos, recuerdos y símbolos que se recuperan

del mundo hispánico”, Historia Mexicana, v. liii, n. 2, octubre–diciembre 2003, pp. 275–311.
2
  Una revisión, en lengua española, sobre el problema de la nación y el nacionalismo se puede
consultar en Faraldo, José M., “Modernas e imaginadas. El nacionalismo como objeto de investigación
histórica en las dos últimas décadas del siglo xx”, Hispania. Revista Española de Historia, n. 209, lxi/3,
2001, pp. 933–964, consultado el 15 de octubre de 2010, disponible en http://hispania.revistas.csic.es.
3
  Existe una bibliografía muy extensa sobre el tema desde el siglo xix. Durante el siglo xx apa�
recieron libros considerados hoy día como clásicos, entre ellos destacan: Hayes, Carlton J. H., The
Historical Evolution of Modern Nationalism, Nueva York, ee. uu., R. R. Smith, 1931; Deutsch, Karl W.,
Nationalism and Social Communication: An Inquiry into the Foundations of Nationality, Cambridge, mit
Press, 1953; Kohn, Hans, The Age of Nationalism, Nueva York, ee. uu., Harper and Row, 1944. En las
décadas siguientes se publicaron aportaciones notables: Armstrong, J., Nations before Nationalism,
Chapel Hill, ee. uu., University of North Carolina Press, 1982; Breuilly, J., Nationalism and the state,
Manchester, uk, Manchester University Press, 1982; Balibar, Etienne y Wallerstein, Immanuel, Race,
Nation, Class, London, Verso, 1991; Gellner, Ernest, Nations and Nationalism, Oxford, Blackwell,
1983; Hroch, M., Social Preconditions of National Revival in Europe. A Comparative Analysis of the So-
cial Composition of Patriotic Groups among the smaller European Nations, Cambridge, Cambridge Uni�
versity Press, 1985; Smith, Anthony D., Theories of Nationalism, London, Duckworth, 1983; Smith,
Anthony, The Ethnic Origins of Nations, Oxford, Blackwell, 1986; Smith, Anthony D., La identidad
nacional, Madrid, España, Trama Editorial, 1997.
4
  Smith, Anthony, The Ethnic Origins of Nations, Oxford, Blackwell, 1986.
escenarios distantes 35

para la legitimación de la nación—, al tiempo que destaca la importancia


para la constitución moderna de la nación, de la índole de esa herencia,
mitos y narrativas heredados, para la orientación política de la nación.
De ahí que resulte vana toda pretensión de distinguir lo cívico de lo
cultural, pues los atributos de ambas concepciones están presentes en los
diferentes procesos de construcción nacional y para desbloquear el aná�
lisis empírico de la articulación de los procesos de construcción nacional
es preciso superar el obstáculo epistemológico que supone la celebrada
dicotomía en la concepción de nación, cívica/étnica, cargada de conteni�
do normativo, que genera, mediante la claridad feliz de su código binario
—que la haría tan popular durante todo el siglo xx entre los estudiosos
del nacionalismo—, muchos más problemas de los que ayuda resolver.5
Sin embargo, esta concepción dicotómica es pertinente para mostrar
las dificultades inherentes a la formulación de una abstracción con vali�
dez universal sobre la idea de nación, en tanto que, como tal, resulta insu�
ficiente para dar cuenta de la articulación inextricable de elementos étni�
cos y cívicos que en cada caso se concreta en síntesis político–ideológicas
muy diferentes mediante procesos abiertos y contingentes que evolucio�
nan de modo desigual en el tiempo, a tenor de circunstancias internas
y externas, por lo que no pueden ser fijados de una vez y para siempre
como cívicos o como políticos. La lengua o la etnicidad, el territorio o
la historia común, rasgos culturales homogéneos o una combinación de
estos factores han resultado inútiles como referentes para una definición,
pues estos factores son de naturaleza cambiante y ambigua.6 Entonces, si
resulta poco satisfactorio definir a la nación con base en tipologías, cate�
gorías fijas, rasgos objetivos o las cualidades empíricas comunes como la
lengua, la cultura, el origen étnico o la unidad territorial, se debe apelar al
recurso de considerarla como resultado de un proceso que se desarrolla
desigualmente entre los grupos sociales en las diferentes regiones, pues
las ideas sobre la nación no son unívocas ni inmutables, sino que están
sujetas a variaciones a lo largo del tiempo y a lo ancho de la geografía.
En Europa, derivados de diversas situaciones históricas y geográfi�
cas, se pueden tipificar tres tipos de procesos en la conformación de los

5
  Máiz Suárez, Ramón, “Per modum unius: Más allá de la dicotomía nacionalismo cívico vs.
nacionalismo étnico” en Ander Gurrutxaga, Abad (ed.) El presente del Estado–Nación, Leioa, España,
Universidad del País Vasco, Servicio de Publicaciones, 2004, pp. 107–127.
6
  Hobsbawm, Eric, Naciones y nacionalismo desde 1780, Barcelona, España, Crítica, 1995.
36 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

Estados nacionales: una revolución interna en el interior del Estado que


transformó al ya existente y constituyó a la nación como una comunidad
de ciudadanos en la Europa Occidental con Francia como caso paradig�
mático; la creación de un nuevos Estados a partir de la unificación de
comunidades culturales, políticamente divididas, como en los casos de
Alemania e Italia; la disolución de los grandes imperios multinacionales
a consecuencia de movimientos nacionales contra el Estado monárquico
existente, como en la Europa del Este. Para Hispanoamérica es oportuno
revisar las características de sus experiencias a fin de intentar establecer
las particularidades de los procesos que allí conformaron la nación.
Tanto la tipología dicotómica de las concepciones de nación como los
trabajos sobre la primera fase del proceso de formación del Estado y de la
nación en América Latina permiten hablar de un modelo propio, paralelo
en el tiempo y hasta anterior a los procesos europeos.7
A la luz de estas reflexiones, König plantea que la especificidad del
proceso de construcción de las naciones en el subcontinente debe buscar�
se en su estatus colonial, o mejor dicho, en su deseo de emanciparse de
imperios coloniales decadentes y en su aspiración a la libertad política y
económica.8 Esta apreciación trae a colación la cuestión de la territoria�
lidad, ya que los afanes emancipadores y la idea de libertad que consti�
tuían el principal criterio de pertenencia a la nación sólo podían hacerse
realidad si los grupos dirigentes lograban el control del territorio dejando
atrás su estatus colonial. La negación del estatus colonial fue fundamen�
tal para que los americanos se pensaran y reconocieran como parte de un
nuevo cuerpo político: la nación.
En el desarrollo reciente de la historiografía latinoamericanista9 se
han revalorado ideas, imaginarios, valores, comportamientos y su con�

7
  Anderson, Benedict, Comunidades imaginadas. Reflexiones sobre el origen y la difusión del naciona-
lismo, México, Fondo de Cultura Económica, 1993, pp. 77–101.
8
  König, Hans–Joachim, “Nacionalismo y nación en la historia de Iberoamérica”, en Hans–
Joachim König, Tristan Platt y Colin Lewis (coords.), Estado–nación, comunidad indígena, industria.
Tres debates al final del milenio, Netherlands, ahila, 2000, p. 38.
9
  Por citar unos pocos ejemplos: Guerra, François–Xavier, Modernidad e independencias. Ensa-
yos sobre las revoluciones hispánicas, México, Mapfre, Fondo de Cultura Económica, 2000; Guerra
François–Xavier y Quijada, Mónica (coords.), Imaginar la nación, Münster, Hamburg, Alemania,
Lit Verlag, 1994; Annino, Antonio; Castro Leiva, Luis y Guerra, François–Xavier, (comps.), De los
imperios a las naciones: Iberoamérica, Zaragoza, España, IberCaja–Forum Internacional des Sciences
Humaines, 1994; König, Hans–Joachim, Platt, Tristan y Lewis, Colin (coords.), Estado–nación, comu-
nidad indígena, industria. Tres debates al final del milenio, Netherlands, ahila, 2000.
escenarios distantes 37

fluencia para comprender la integración de un nuevo modelo de comu�


nidad política en el que se sintetizaron diversos atributos ligados entre
sí. En Hispanoamérica, pero no solamente allí,10 la vinculación e identi�
ficación con el territorio constituyó un elemento de integración básico,
que sirvió para sustentar la formación de Estados nacionales antes de
que se afirmara la idea de nación en los espacios geopolíticos del sub�
continente, en tanto que fueron los Estados independientes los que cons�
truyeron las modernas comunidades políticas después de la ruptura del
pacto colonial, con lo que se rectifica la percepción de que la causa de los
movimientos de independencia y la consecuente formación de Estados
nacionales fue resultado de una previa toma de conciencia nacional, pues
al despuntar el siglo xix no existían nacionalidades cultural o étnicamente
determinadas como fundamentos de los nuevos Estados. El vago senti�
miento americano, como lo califica Brading,11 no correspondía a ningún
territorio político en específico.
El vasto territorio de la región hispanoamericana y la diversidad de
naciones que en ella surgirían permite observar, en la larga duración,
cómo las viejas identidades colectivas locales, ligadas a la religión católi�
ca y a la producción agraria y artesanal, dejaron de representar de modo
satisfactorio a la red social en la que tenía lugar el grueso de la actividad
económica, social y política que determinaba el entorno de las personas y
aparecieron y se desarrollaron nuevos criterios para conformar una nue�
va comunidad imaginada, “la nación”, que podía ocupar ese vacío12 con
la intermediación y la integración de los espacios regionales.
Mónica Quijada13 observa que los procesos hispanoamericanos de
construcción nacional en el siglo xix se caracterizaron por dos fenómenos
estrechamente relacionados: por la expansión de una voluntad homoge�
neizadora, entendida como la construcción de una nación de ciudadanos
unidos en la identificación de referentes comunes que convirtieran a una
sumatoria de individualidades en un colectivo cohesionado, y la conso�

10
  Véase por ejemplo el análisis sobre los casos del País Vasco y la Provincia de Québec en el
siglo xx en Santiago García, José A., “Las fronteras (étnicas) de la nación y los tropos del naciona�
lismo”, Universidad de Navarra, consultado el 18 de marzo de 2011, disponible en http://www.
unavarra.es/puresoc/pdfs/BP–Santiago.pdf.
11
  Brading, David, Los orígenes del nacionalismo mexicano, México, Era, 1980.
12
  Hobsbawm, Eric, La era del imperio, Barcelona, España, Crítica, 1998.
13
  Quijada, Mónica, “Nación y territorio: la dimensión simbólica del espacio en la construcción
nacional argentina (Siglo xix)”, Revista de Indias, v. lx, n. 219, 2000, pp. 373–394.
38 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

lidación de una ideología territorial que implicó la unificación y consoli�


dación del espacio nacional en su percepción tanto simbólica como física.
Los alcances de la vinculación con la tierra natal, con el lugar de ori�
gen, se manifestaron en el poderoso sentimiento patrio de los criollos des�
de antes de los movimientos independentistas.14 El aprecio por el lugar
de procedencia también se vislumbra en las obras de los jesuitas ameri�
canos exiliados por la política borbónica, de tal manera que las represen�
taciones territoriales sirvieron para construir los referentes con los que se
fundaron los sentimientos de apego y pertenencia de las comunidades.15
En la América hispánica, el territorio adquirió un carácter decisivo
al momento de crear la nación. El componente fundamental que va a dis�
tinguir el proceso de construcción nacional hispanoamericana, a lo largo
del siglo xix, no podía ser la unidad étnica, sino la exaltación de las carac�
terísticas del territorio y la territorialidad como expresión del control po�
lítico del espacio geográfico por parte de los nuevos poderes. Entonces,
se puede observar que allí donde falla la apelación al linaje o a la especi�
ficidad cultural, la territorialidad como expresión geográfica del poder16
se convierte en un factor de singularización y de diferenciación nacional.
De aquí viene la importancia de la geografía o de un paisaje determinado
con el que se identificaron los miembros de las comunidades nacionales
hispanoamericanas.
Esta breve reflexión sirve para llamar la atención sobre el hecho de
que a pesar de la distancia, a lo largo del siglo xix, tanto en Europa como
en América, tuvieron lugar una gran diversidad de procesos que desem�
bocaron en la constitución de las modernas naciones, cuyas elites gober�
nantes coincidieron en el afán de poner en escena sus proyectos naciona�
les y la operatividad de sus realizaciones.
Uno de los medios más eficaces para difundir y promover la idea de
nación y su representación fue las exposiciones universales, que, en con�
junto, nos restituyen la imagen de la sociedad decimonónica. La partici�

14
  Martínez Peláez, Severo, La patria del criollo. Ensayo de interpretación de la realidad colonial gua-
temalteca, Guatemala, Universidad de San Carlos, 1970.
15
  Betancourt Mendieta, Alexander, “Patria y territorio en dos regiones de América Latina: An�
tioquía (Colombia) y San Luis Potosí (México)”, Cultura y representaciones sociales, año 2, n. 4, marzo
2008, pp. 94–118, consultado el 30 de enero de 2011, disponible en www.culturayrs.org.mx/revis�
ta/num4/Betancourt.pdf.
16
  Nogués, Joan, Nacionalismo y territorio, Lleida, España, Milenio, 1998, p. 60.
escenarios distantes 39

pación en las exposiciones universales, al decir de un hombre de negocios


británico en el curso de una encuesta oficial, era la única forma legítima
para una nación de hacer publicidad sobre sí misma.17 Sin embargo, para
promoverse en el escenario internacional, las comunidades nacionales
debían definir la imagen de nación que deseaban proyectar. Este proceso
de definición tuvo diferentes puntos de partida y siguió derroteros varia�
bles determinados por el grado de integración de las diversas comunida�
des regionales.
Al despuntar la segunda mitad del siglo xix, los nexos entre las con�
diciones económicas, el desarrollo tecnológico y la elaboración intelec�
tual, que organizaban la vida social, permitieron arribar a una época del
pensamiento occidental dominada por la creencia de que Europa era el
centro de la historia, el punto culminante del desarrollo de la civilización.
No obstante, las transformaciones de las viejas estructuras que impuso la
modernidad sustentada en los procesos de industrialización no tuvieron
ni podían tener el mismo ritmo, alcance y profundidad en toda la geogra�
fía europea. Gran Bretaña, gobernada por una estable monarquía, podía
ostentarse como una indiscutible potencia: su expansión colonial por los
cinco continentes, el poderío de su flota y la envergadura de su sistema
financiero y comercial le conferían un lugar de primer orden en el con�
cierto de las naciones; la prolongada era victoriana permitió que en los
súbditos de la corona británica se interiorizara un sentimiento de superio�
ridad. Francia, por su parte, tras fallidas experiencias imperiales, sobre�
saltos revolucionarios y persistentes tentaciones autoritarias consiguió,
finalmente, estabilizar sus estructuras republicanas fortalecidas por su
adhesión al laicismo. Entre los cuatro grandes imperios que se repartían
la mitad centro–oriental del continente europeo, el alemán, organizado
sobre el arrogante poderío de Prusia, era el que poseía unas estructuras
económicas, sociales y políticas más avanzadas, si bien mediatizadas por
un básico autoritarismo emanado de la propia naturaleza y desarrollo
histórico de las entidades que lo configuraron; a su lado, la monarquía
dual de Austria y Hungría, sombra ya del mítico Sacro Romano Imperio,
mostraba un desarrollo más débil. Al este, el imperio ruso se mantenía
como una autocracia incapaz de avanzar y el imperio otomano, el per�

17
  Schroeder–Gudehus, B., “Les grandes puissances devant l'Exposition Universelle de 1889”,
Le mouvement social, n. 149, octubre–diciembre de 1989, p. 15.
40 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

manente hombre enfermo de Europa, se mostraba sumido en una extrema


descomposición. Italia, por su parte, atravesaba la compleja ruta en busca
de unidad nacional. Finalmente, España vivía el proceso de organización
de una monarquía liberal de base democrática, pero se hallaba atrapada
en unas arcaicas estructuras reacias a la modernización y apenas lograba
conservar algunos jirones de lo que había sido su gran imperio colonial.
Por otra parte, en los territorios situados al otro lado del Atlántico,
la construcción de la identidad nacional debió sobreponerse, en el plano
internacional, a su pasado colonial y a la rivalidad entre las potencias
económicas para conservarlos como su área de influencia y, en el plano
interno, a la debilidad resultante de la confrontación, sin aliados, de una
larga y cruenta lucha.18
En este contexto, las comunidades nacionales fueron convocadas a
mostrar en las exposiciones universales, efímeros microcosmos en los
que circulaban las representaciones de lo racional y de lo imaginario, sus
logros y fortalezas, materializados en objetos y productos. Las que se ce�
lebraron en la segunda mitad del siglo xix fueron un cuadro comparativo
de los pueblos,19 que exponían sus producciones materiales y cultura�
les bajo los paradigmas del progreso; en ellas competían vertiginosa y
desigualmente las naciones convertidas en sus propios fetiches.20 Utiliza�
das como emblemas del progreso, modelos de clasificación y símbolos de
las transformaciones en curso, las exposiciones universales pueden ser
vistas como uno de los mecanismos más eficaces para irradiar, al resto de
las naciones, la validez y la pertinencia del modelo europeo de nación.
La ausencia o la participación en las exposiciones podía modificar
la representación de una nación en el contexto global, toda vez que esos
eventos sirvieron como escenarios de maniobras culturales y políticas en
las que se configuraron, por comparación y oposición, identidades na�

18
  Zoraida Vázquez, Josefina, “Una difícil inserción en el contexto de las naciones”, en Antonio
Annino y François–Xavier Guerra (coords.), Inventando la nación. Iberoamérica, siglo xix, México, Fon�
do de Cultura Económica, 2003, pp. 255–259.
19
  Leprun, Silvyane, “Paysages de la France extérieure: la mise en scène des colonies à
l'Exposition du Centenaire”, Le mouvemente social, n. 149, octubre–diciembre de 1989, pp. 99–128.
20
  González–Stephan, Beatriz, “La construcción espectacular de la memoria nacional: cultura vi�
sual y prácticas historiográficas (Venezuela siglo xix)”, Memorias culturales: circulación del conocimien-
to en la educación y la sociedad, Jalla 2006, Universidad de los Andes, Colombia, 2007, consultado el 22
de noviembre de 2011, disponible en http://jalla2006.uniandes.edu.co/docs/GonzalezBeatriz.pdf.
escenarios distantes 41

cionales y transnacionales21 —pues su realización comprometía, tanto a


organizadores como a expositores, a definir la naturaleza de su identidad
nacional y a afirmarla— y, de manera general, contribuyeron a avalar
la idea de la unidad cultural de la civilización occidental, al tiempo que
legitimaron la superioridad europea sobre el resto de los continentes y el
colonialismo en su versión civilizadora.22
Aunque los cambios que sustentaban el poderío económico y la su�
premacía cultural de las naciones europeas no latían al mismo ritmo en
todo el territorio del Viejo Continente, sino que en realidad se concen�
traban en puntos geográficos perfectamente delimitados y localizados
—Londres, París, Viena, Berlín—, el relato oficial, canónico, sobre la evo�
lución y constitución de las comunidades nacionales construyó un espa�
cio de observación que convirtió a Europa en el centro de la organización
política y económica, en un modelo de vida social, en un ejemplo del
progreso de la humanidad y, sobre todo, en el punto desde el que se ob�
servaba y clasificaba al resto del mundo.23
Las ferias comerciales que se realizaban en las ciudades europeas,
desde el Medioevo, para el intercambio de mercancías y capitales, lo mis�
mo que las exposiciones públicas, de alcance local y nacional, de produc�
tos e innovaciones técnicas que tuvieron lugar desde el siglo xviii, consti�
tuyeron el antecedente de las exposiciones universales decimonónicas. A
partir de los últimos años del siglo xviii —en París, Francia (1798)— estos
eventos se propusieron rebasar el ámbito de lo local y de lo nacional, pero
las pretensiones de universalidad sólo alcanzaron a materializarse hasta
1851, con la organización de la “Gran Exposición de los Trabajos de la In�
dustria de Todas las Naciones” en Londres, Inglaterra, donde las poten�
cias occidentales empezaron a formalizar la aspiración de presentar, en

21
  Geppert, A. C. T., “True Copies. Time and space travels at British Imperial Exhibitions (1880–
1930)”, en H. Berghoff et al. (eds.), The making of modern tourism: the cultural history of the British
experience (1600–2000), Nueva York, ee. uu., Palgrave, 2002, p. 243.
22
  Lasheras Peña, Ana Belén, España en París. La imagen nacional en las exposiciones universa-
les (1855–1900) (Tesis de Doctorado en Historia Moderna y Contemporánea), Universidad de
Cantabria, 2009, p. 62, consultado el 15 de septiembre de 2011, disponible en http://hdl.handle.
net/10803/10660.
23
  Para revisar el proceso de configuración de Europa Occidental como centro geopolítico y
geohistórico y la ideología de la expansión occidental a partir del reconocimiento e invención de
América, véase Mignolo, Walter, La idea de América latina. La herida colonial y la opción decolonial,
Barcelona, España, Gedisa, 2007, p. 60.
42 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

un solo recinto, todos los objetos y adelantos que el ingenio humano era
capaz de producir a lo largo y a lo ancho del mundo, inaugurando, así,
la posibilidad de incorporarlos en la escena internacional. La exposición
universal de 1851 fue percibida, aun por sus coetáneos, como un signo
inequívoco de una nueva época, como un quiebre en el devenir histórico
que auguraba los tiempos modernos.
Hasta 1851, grupos de particulares agrupados en sociedades eco�
nómicas o científicas, en algunos casos contando con el patrocinio del
poder público, habían promovido exhibiciones de objetos y productos,
principalmente con fines comerciales; después de esa fecha, esos eventos
adquirieron nuevos alcances y significados, determinados por sus fines
representativos. Las exposiciones universales fueron el lugar de exhibi�
ción de naciones situadas en puntos geográficos distantes y disímiles.
Sin detenernos en los datos cuantitativos que dan noticia de su or�
ganización y financiamiento, aquí nos interesa abordar las exposiciones
universales celebradas en la segunda mitad del siglo xix como un fenó�
meno global que tuvo resonancia en los ámbitos locales, en tanto que
impuso a las diferentes comunidades del orbe la necesidad de definir
su idea de nación y las estrategias para representarlas en los circuitos
internacionales a fin de lograr su inserción en el concierto de las nacio�
nes. El esbozo de un panorama general de esta serie de acontecimientos,
siguiendo un orden cronológico y, en ocasiones, topográfico, se hace in�
dispensable para apreciar cómo se erigieron en un principio clasificatorio
de aplicación universal.

Puntos de encuentro en la ruta de la modernidad

La ventajosa posición económica alcanzada por un reducido número


de países europeos en el contexto internacional hizo que sus avances téc�
nicos, sus planteamientos políticos y sus aportaciones culturales tuvieran
una difusión generalizada que los colocaba en un lugar predominante,
y la celebración de las exposiciones universales, desplegada a partir de
1851, como escaparate de exhibición de las capacidades industriales, co�
merciales y creativas, afirmó el poderío económico y la centralidad cultu�
ral de las naciones que las organizaron.
Frente al espectáculo que ofrecía la exposición parisina de 1855, visi�
tantes españoles como Benito Pérez Galdós o Emilia Pardo Bazán, expre�
escenarios distantes 43

saron su certeza de que se encontraban en el centro de la cultura occiden�


tal. Pedro Alarcón, literato español romántico, no dudó en apuntar que

Suponiendo que la civilización es una gran pirámide que la humani�


dad ha levantado sobre la tierra, […] el lugar en que nos encontramos en
este momento constituye la verdadera cúspide de esa pirámide, ó sea, [sic]
la suprema altura a la que ha llegado nuestro siglo, el mayor de los siglos
[…] si no mienten los periódicos. No: nadie lo negará. Europa es la patria
de la ciencia y del poder que hoy prevalecen en el planeta que habitamos:
Francia es la cabeza de Europa: París el cerebro de Francia […]. Estamos,
como quien dice, en el corazón de la sociedad humana, en el centro de su
vida, en el laboratorio de la historia contemporánea. En torno nuestro se
alzan los templos de los modernos dioses (los palacios de las exposiciones
universales…). París es hoy la metrópoli del universo […].24

Este sentimiento de centralidad cultural, que inspiraba la contem�


plación de esas empresas expositivas, encontró en la pluma de los in�
telectuales su explicación sistemática. Muchos años después, en la
“Introducción”25 preparada en 1920 a su Recopilación de ensayos sobre so-
ciología de la religión, Weber resumió una percepción de cuño corriente
entre los europeos:

[…] para un hijo de la moderna civilización europea, la investigación


de cualquier problema de la historia universal, inevitablemente le plan�
teaba la siguiente cuestión: ¿qué serie de circunstancias han llevado a que
precisamente en el suelo de Occidente, y sólo aquí, se hayan dado ciertas
manifestaciones culturales, mismas que —al menos tal y como solemos re�
presentárnoslas— se encuentran en una dirección evolutiva de alcance y
validez universales?26

24
  Alarcón, P. A., De Madrid a Nápoles, Madrid, España, Imp. y Lib. de Gaspar Roig, 1861, p. 32.
25
  Considerada como la “clave” fundamental para entender los objetivos de su obra, la “Intro�
ducción” se redactó en 1920 para sendos artículos que aparecieron publicados en 1904 y 1905, des�
pués fue incluida en el primer volumen de sus “Gesammelte Aufsätze zur Religionssoziologie”. Véase
Villegas M., Francisco Gil, “Introducción del editor”, en Max Weber, La ética protestante y el espíritu
del capitalismo, México, Fondo de Cultura Económica, 2003, pp. 15–16.
26
  Weber, Max, La ética protestante y el espíritu del capitalismo, México, Fondo de Cultura Econó�
mica, 2003, p. 53. Las cursivas son nuestras.
44 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

Argumentó que sólo en Occidente había ciencia, arte, literatura, le�


gislación, administración pública, Estado y organización política, comer�
cio, industria y relaciones laborales en aquella fase de su evolución que
se reconocía como ‘válida’ por su sistematización y utilización racional. A
medida que Weber expone la fundamentación racional de las manifesta�
ciones culturales presentes en la vida social europea, opone la existencia
de procedimientos y recursos que carecen de esa organización racional
en otras partes del mundo, calificándolas como expresiones de conoci�
mientos empíricos, soluciones rudimentarias a los problemas de la vida
material y espiritual, en fin, divagaciones sobre los problemas del mundo
y de la vida sin orden ni principios clasificatorios.27 Entonces, la raciona�
lidad, otrora un sistema de pensamiento subversivo,28 se afirmó como el
elemento básico de los nuevos tiempos, en tanto que permitía conocer y
moldear la realidad de manera sistemática para sustentar el desarrollo
técnico y científico de la civilización moderna y la creencia en el perma�
nente y progresivo ascenso del género humano.
De la disertación de Weber se pueden colegir las ideas, que ya cir�
culaban desde siglos atrás, de que sólo en Europa Occidental se podían
encontrar sociedades constituidas y construidas, esencialmente, a partir
del conocimiento teórico o del conocimiento experto. Desde el logos occi�
dental eurocentrista se había propuesto al racionalismo como fundamen�
to universal de la ciencia, de la economía, de la técnica, de la moral, del
derecho, del Estado, y el remolino de esta racionalización cultural y so�
cial arrasó y disolvió las tradicionales formas de convivencia social, pues
entre otras consecuencias, definió patrones de socialización que norma�
ban identidades, comportamientos, situaciones y productos conforme a
modelos homogéneos que pretendían reducir a su mínima expresión las
diferencias.
La marcha triunfal de la moderna historia europea, supuestamente
universal, daba cuenta, a decir de Jürgen Habermas, de la realización de

27
  Weber, Max, La ética protestante y el espíritu del capitalismo, México, Fondo de Cultura Econó�
mica, 2003, pp. 53–70.
28
  En sus inicios, durante los siglos xvi y xvii, el racionalismo era casi tan herético, en términos
políticos, como la herejía religiosa representada por Pascal y el jansenismo. Descartes, en busca de
mayor libertad, prefirió emigrar a Holanda. En esa época, las matemáticas y, sobre todo, la física al
impugnar las concepciones teológicas tenían un carácter subversivo. El siglo xviii, heredero del pen�
samiento de Descartes, marca con la Ilustración el triunfo del racionalismo, de la razón propagando
sus luces, de la creencia en la evolución y el progreso.
escenarios distantes 45

[…] una gavilla de procesos acumulativos que se refuerzan mutuamen�


te: la formación de capital y la movilización de recursos; el desarrollo de las
fuerzas productivas y el incremento de la productividad del trabajo; la im�
plantación de poderes políticos centralizados y el desarrollo de identidades
nacionales; la difusión de los derechos de participación política, las formas de
vida urbana y la educación formal; la secularización de valores, normas, etc.29

Esta tendencia planteó la necesidad de subvertir los códigos preexis�


tentes, de disolver los viejos valores que entraron en profunda contradic�
ción con nuevos estatutos del conocimiento cuando se pretendía respon�
der a tales conmociones mediante lógicas totalmente nuevas. Entonces, la
modernidad, que no podía ni quería tomar sus criterios de orientación de
modelos de otras épocas, se desgajó de sus orígenes y se convirtió en un
patrón autónomo de procesos de evolución social,30 cuyas características
representaban una ruptura con el pasado y exhibían el carácter distintivo
de una época enfáticamente nueva,31 orientada siempre hacia el futuro.
Pero la ruptura radical con el pasado es tan sólo uno de los mitos de la
modernidad, ante la evidencia de que las rupturas radicales son imprac�
ticables, pues ningún orden social puede alcanzar cambios que no estén
latiendo previamente en su condición existente.32
Una vez que la revolución industrial se consolidó como régimen pro�
ductivo dominante en el siglo xix, principalmente en Inglaterra, Francia y
en los territorios de los imperios de la Europa central, el espacio urbano
comenzó a cambiar de carácter, adquiriendo paulatinamente la doble fi�
nalidad de ordenar la creciente complejidad de actividades urbanas, oca�
sionada por el desarrollo del comercio, la industria y el incremento de
población, y, a la vez, articular el nuevo tipo de sociabilidad impulsada
por la floreciente burguesía europea. La vida individual y colectiva en
las grandes ciudades acusó recibo del impacto de las nuevas y radicales
transformaciones sobre el hábitat humano, manifestadas en la urbaniza�

29
  Habermas, Jürgen, El discurso filosófico de la modernidad. (Doce lecciones), Buenos Aires, Argen�
tina, Taurus, 1989, p. 12.
30
  Habermas, Jürgen, El discurso filosófico de la modernidad. (Doce lecciones), Buenos Aires, Argen�
tina, Taurus, 1989, p. 13.
31
  Una revisión de los conceptos de “antiguo” y “moderno”, y su oposición, se puede encon�
trar en Le Goff, Jacques, Pensar la historia. Modernidad, presente, progreso, Barcelona, España, Paidós,
1991, pp. 145–173.
32
  Harvey, David, París, capital de la modernidad, Madrid, España, Akal, 2006.
46 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

ción de las condiciones de vida, asociadas al desarrollo de los centros


habitados, lo cual planteó un nuevo estilo de vida que sirvió de modelo
al progreso de todos los habitantes del orbe.
Los ambientes de las grandes ciudades33 estuvieron sujetos a impo�
nentes metamorfosis urbanístico–arquitectónicas, en un contexto en el
que los signos del pasado convivieron con proyecciones, a veces teme�
rarias, hacia el futuro; en su remodelación y planeación convergieron, de
manera contundente, los vertiginosos procesos de cambio en curso.34 Esto
fue particularmente visible en la transformación que sufrieron las ciuda�
des europeas a lo largo del siglo xix: una nueva racionalidad se impuso en
su planificación para dar cabida a una multitud de habitantes, emigrados
desde el entorno rural y a la diversidad de sus relaciones —ya de solida�
ridad, ya de competencia— orientadas por un nuevo tipo de afinidades
que debían ser vigiladas y controladas; las nuevas funciones del espacio
urbano, de carácter político y económico, obligaron a un desarrollo edili�
cio en el que se hicieron patentes todas las ambigüedades prolíficas que
caracterizan los momentos de transición.
Las ciudades europeas y las que emergieron al otro lado del Atlánti�
co bajo la impronta del capitalismo35 aspiraron a convertirse en miradores
privilegiados desde donde se pudiera observar y dictar el orden mundial
para hacerse de un lugar en el tablero internacional. Sin embargo, esas
aspiraciones sólo fueron cristalizadas por un selecto puñado de ciudades
que lograron encumbrarse como capitales de la modernidad.
Una de las estrategias más visibles para que una ciudad alcanzara un
estatus cultural hegemónico fue la organización de exposiciones univer�
sales. Entonces, no es por azar que las ciudades capitales o aquéllas que
presentaban signos ciertos del proceso de industrialización se disputaran

33
  En Europa, las más notables eran Londres, París, Viena, Berlín, Barcelona, Roma, Florencia,
Praga, San Petersburgo, Moscú, pero al otro lado del Atlántico, las elites de América del Norte se
esforzaban por posicionar en el escenario internacional a Chicago, Nueva York, Filadelfia, Boston
y Nueva Orleans.
34
  Pizza, Antonio, Arte y arquitectura moderna. 1851–1933. Del Crystal Palace de Joseph Paxton a la
clausura de la Bauhaus, Barcelona, España, Edicions de la Universitat Politècnica de Catalunya, 1999,
p. 11.
35
  En la década de 1890, Daniel Burnham planificó el desarrollo de una serie de ciudades, inclu�
yendo el centro de Washington D. C. y Chicago, su The White City, que fue levantada en el entonces
desolado Parque Jackson, a orillas del Lago Michigan, en 1893 como parte del Pabellón de la expo�
sición colombina, fue incorporada en el plano de Chicago en 1907.
escenarios distantes 47

la posibilidad de ser sede de esos eventos, aun cuando los proyectos para
su realización confrontaran a los diferentes sectores de su comunidad.36
Herederas de una tradición que se remontaba a los últimos años del
siglo xviii, la serie de empresas expositivas con pretensiones de univer�
salidad empezó en 1851, teniendo como sede la ciudad de Londres, y de
esa fecha a 1900 se organizaron un sinnúmero de exposiciones a lo largo
y ancho del mundo, estableciendo el ciclo de lo que James B. Gilbert de�
finió como exposiciones victorianas, las cuales compartieron un estilo de
difusión cultural: promover la “alta cultura” que se gestaba en las gran�
des capitales en oposición a las exposiciones que se celebraron después
de la Primera Guerra Mundial, que mayoritariamente se orientaron a la
difusión de la “cultura popular”.37
A partir de 1851, cada año, nuevos productos, ideas, actitudes y
oportunidades comerciales fueron sometidos a la atención de millares de
personas38 en recintos expositivos, ya locales, ya nacionales o universales
que se habilitaron regularmente, a veces de manera paralela, en distintos
puntos de la geografía mundial. Pero, entre todas ellas, las que se celebra�
ron en Londres, París, Filadelfia, Viena, Nueva Orleans y Chicago fueron
las que lograron la mayor resonancia e impacto.
Londres, ciudad capital del Imperio Británico, pasó de 1 000 000 de
habitantes en 1800 a 6 500 000 en 1900, la causa fundamental de su creci�
miento fue, sin lugar a dudas, el nuevo sistema económico asentado en la
ciudad que demandaba la concentración de recursos humanos y materia�
les. La la urbe ofrecía ventajas únicas y atractivas oportunidades, pero su
carácter pionero que le permitió beneficiarse del desarrollo tecnológico
aparejado a la revolución industrial, también, la llevó a experimentar, de
manera temprana, las dramáticas contradicciones de la civilización in�
dustrial y sus consecuencias sociales.39 Sin embargo, esto no impidió que

36
  Aimone, Linda y Olmo, Carlo, Les expositions universelles (1851–1900), París, Francia, Belin,
1993, pp. 22–23.
37
  Gilbert, J. B., “World's Fair as Historicals Events”, en R. W. Rydell y N. Gwinn (eds.), Fair
representations: World's Fairs and the modern world, Amsterdam, University Press, 1994, pp. 13–27.
38
  Ferguson, Eugene S., “Exposiciones tecnológicas (1851–1900)”, en Melvin Kranzberg y Ca�
rroll W. Pursell, Jr. (eds.), Historia de la tecnología: la técnica en Occidente de la Prehistoria a 1900, Bar�
celona, España, Gustavo Gili, 1981, pp. 785–805.
39
  Éxodo rural, desarrollo urbano anárquico, problemas de vivienda, explotación inhumana de
las fuerzas de trabajo, inequidad social, contaminación ambiental y degradación de algunas partes
urbanas fueron vividas con plena conciencia por los pensadores de la época, tal como lo atestiguan
48 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

la serie de exposiciones universales se iniciara, precisamente, en Londres


con la celebración en 1851 de The Great Exhibition of the Works of Industry
of all Nations.
El lugar habilitado como sede de esa gran exposición, la primera que
se verificó en los tiempos modernos con el carácter de internacional, fue
un edificio especial conocido con el nombre de Crystal Palace que tenía
555 metros de longitud, 125 de anchura y 19 de altura, y 32 metros de
altitud sobre el crucero abovedado en el centro del edificio, situado en el
Hyde Park, fue una fantasía de hierro y cristal que sedujo la imaginación
del gran público desde antes de su inauguración el 1 de mayo de 1851,
durante todo del verano y hasta el 15 de octubre cuando se clausuró el
certamen.40
La iniciativa de la Royal Society of Arts obtuvo el respaldo financiero
del Banco de Inglaterra y el apoyo del príncipe consorte, que encabezó la
junta directiva encargada de la organización de los trabajos de la expo�
sición. Las invitaciones se enviaron por vía diplomática a los diferentes
gobiernos extranjeros, señalándoles el espacio que se les había asignado
dentro del Crystal Palace para recibir las remisiones de su producción in�
dustrial, con la observación de que “todo está preparado y detalladamen�
te previsto y presiden en todos los acuerdos el orden, los miramientos y
la delicadeza para alejar hasta la más remota sospecha de parcialidad en
perjuicio de los extranjeros a aquel país”.41

Dickens y Engels; este último, aunque de origen alemán, eligió precisamente a la clase trabajadora
inglesa como ejemplo de una situación de especulación capitalista: “Las grandes ciudades están
principalmente habitadas por obreros [...] estos obreros no tienen ninguna propiedad y viven del
salario, que pasa casi siempre de la mano a la boca; [...] todos los obreros hasta el más experto están
siempre expuestos al hambre, es decir, a la muerte por inanición, y muchos sucumben a ella. Las vi�
viendas de los obreros están generalmente mal ordenadas, mal construidas, mal conservadas, mal
ventiladas, húmedas y sucias; sus inquilinos disponen del mínimo espacio, y en la mayoría de los
casos duerme por lo menos una familia en una habitación”, citado en Pizza, Antonio, Arte y arqui-
tectura moderna. 1851–1933. Del Crystal Palace de Joseph Paxton a la clausura de la Bauhaus, Barcelona,
España, Edicions de la Universitat Politècnica de Catalunya, 1999, pp. 67; véase también Dugast,
Jacques, La vida cultural en Europa entre los siglo xix y xx, Barcelona, España, Paidós, 2003, pp. 65–70.
40
  Fue visitada por poco más de seis millones de personas según datos apuntados en Findling,
J. E. y Kimberly, D. P. (eds.), Historical Dictionary of World's Fair and Expositions (1851–1988), Nueva
York, ee. uu., Greenwood Press, 1990; Ferguson, Eugene S., “Exposiciones tecnológicas (1851–
1900)”, en Melvin Kranzberg y Carroll W. Pursell, Jr. (eds.), Historia de la tecnología: la técnica en
Occidente de la Prehistoria a 1900, Barcelona, España, Gustavo Gili, 1981.
41
  Invitación de la Dirección de Colonización e Industria nombrada Comisión Central Mexicana para lo
concerniente a la exposición de los objetos de industria que debe verificarse en Londres el 1º de mayo de 1851,
México, Imprenta de Vicente García Torres, 1850.
escenarios distantes 49

Ilustración 1. “El Palacio de Cristal, pabellón de The Great Exhibition of the Works of Industry
of all Nations, Londres 1851”. Vista panorámica desde Hyde Park
Fuente: Imagen de dominio común, consultada el 30 de julio de 2011, disponible en http://
classconnection.s3.amazonaws.com/46/flashcards/227046/jpg/picture421318313892196.jpg

Durante los cinco meses que duró la exposición, en la que predomi�


nó la presencia de los expositores británicos y la de los que provenían de
sus colonias,42 se presentaron objetos representativos de las naciones en
un ambiente que conminaba al olvido de pasadas confrontaciones, a la
solidaridad de los pueblos a favor de las causas del progreso y la civiliza�
ción, en el que se exaltaban los sentimientos de amor a la patria, hacién�
dolos compatibles con el culto al bien general de la humanidad. De esta
manera, la exposición londinense trazó el derrotero que debían seguir las
relaciones entre las diferentes naciones.

42
  Los datos cuantitativos en torno a las exposiciones siempre presentan variaciones. De acuer�
do con Findling y Kimberly, Historical Dictionary of World's Fair and Expositions, concurrieron 13 937
de expositores, de los cuales 6 861 fueron de Inglaterra, 520, de las colonias inglesas y 6 556, de las
demás naciones. Según los informes de la Comisión Francesa, el número de expositores rebasó los
17 mil, de los cuales 9 730 fueron británicos, 1 760, franceses y los restantes 5 510 correspondieron al
resto de las naciones. Véase Picard, Alfred, Exposition universelle international de 1889 à Paris. Rapport
général. Historique des expositions universelles. Preliminaries de l'exposition universelle de 1889, i t., París,
Francia, Imprimerie Nationale, 1891, pp. 235–236, consultado el 10 de diciembre de 2011, disponi�
ble en http://canum.cnam.fr/redir?8XAE349.1.
50 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

Ilustración 2. “Vista interior de la nave oriental de la sala de la Exposición de Londres en 1851”.


Se muestran los elementos distintivos de las naciones expositoras
Fuente: Library of Congress. Prints & Photographs Catalog On Line (ppoc), consultada el 30 de
julio de 2011, disponible en http://www.loc.gov/pictures/item/2012646365/

El éxito que en todos los órdenes alcanzó la exposición londinense


de 1851 removió sentimientos nacionales y reavivó las aspiraciones de
los parisinos, quienes reclamaron que la idea de una exposición universal
pertenecía a Francia, pues las peticiones y las gestiones para lograrla se
habían hecho desde antes de la caída del rey Luis Felipe y aun en tiempos
de la Asamblea Constituyente, pero juzgaron que a la clase gobernante le
faltaron los bríos necesarios para llevar a feliz término la empresa, decla�
rando sin titubeos: “la Francia inventa, la Inglaterra ejecuta”.43
París, como metrópoli cultural, gozó de un prestigio considerable en
toda Europa. La vida urbana de París y las reformas impulsadas en esa
ciudad por Napoleón y Haussman, durante la década de 1850, se pueden

43
  Arnoux, J. J., El Palacio de Cristal. Exposición de la Industria Universal en Londres en 1851, París,
Francia, Correo de Ultramar, Editores propietarios MM. X. de Lasalle y Mélan, 1851.
escenarios distantes 51

citar como el paradigma de la urbanización de la ciudad moderna del


siglo xix. La apertura de anchos y extensos bulevares abrió la antigua ciu�
dad medieval al paseo del público, al tráfico acelerado de carruajes y tre�
nes, a la proliferación de comercios, cafés, bares y teatros en el centro de
la ciudad; a la centralización de las actividades político–administrativa,
al confinamiento a las zonas periféricas de las actividades productivas, o
todo aquello considerado “molesto”, como hospitales, cárceles, manico�
mios, etcétera, dejando rastros visibles de la nueva lógica que imperaba en
la planeación urbana. Estas obras, además de la construcción de grandes
palacios destinados a la cultura, parques, mercados, alumbrado y muchas
otras obras de infraestructura, dotaron a París de una nueva capacidad
para soportar y promover el incipiente desarrollo comercial e industrial
del momento, y también le auspiciaron una vida social bulliciosa y vario�
pinta. El terreno parisino quedó listo para un rápido e irrefrenable desa�
rrollo capitalista que induciría a cambios radicales en el uso de la ciudad.

Ilustración 3. “Vista panorámica del Palacio de la Exposición Universal de París, en 1855, en los
Campos Elíseos”
Fuente: L'Illustration, París, 1854–11–11, en John Carter Brown University Library, consultada el
30 de julio de 2011, disponible en http://library.brown.edu/cds/catalog/catalog.php?verb=rende
r&id=1223581258187500&colid=6
52 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

Las transformaciones de la capital francesa tuvieron como objetivo


mostrar la prosperidad nacional a pesar de las convulsiones internas y
los descalabros militares. Los costos de la derrota ante el ejército prusiano
en 1870 y de la proclamación de la república, no impidieron el reordena�
miento urbano y las obras de mejoramiento material de la ciudad para
probar el renacimiento de la nación francesa ante los ojos del mundo eu�
ropeo. En 1890, las nuevas reformas y las nuevas construcciones daban
a la ciudad su aspecto monumental y triunfal. Este modelo urbano se
convirtió rápidamente en un ejemplo que se irradió hacia diferentes par�
tes del mundo como el paradigma de las nuevas formas de vida en las
ciudades modernas.44
La celebración de cinco exposiciones universales en la segunda mi�
tad del siglo xix sirvió a la afirmación de París como capital de la mo�
dernidad. La serie inició con la Exposición Universal de los productos de la
Agricultura, de la Industria y las Bellas Artes, en 1855, donde la nación fran�
cesa pudo mostrar su idea de lo que debía reunirse en esos eventos, y por
primera vez se incluyó un pabellón dedicado exclusivamente a las bellas
artes.
Las exposiciones universales, como uno de los primeros fenómenos
de comunicación de masas en la emergente sociedad industrial, se celebra�
ron en la capital parisina con una periodicidad matemática, casi cada once
años. La siguiente edición se inauguró oficialmente el 1 de abril de 1867 y
se clausuró el 31 de octubre de ese año, decretada por Napoleón III para
demostrar la grandeza del Segundo Imperio, tuvo como tema principal
el progreso y la paz, a pesar de que la exposición estuviese, irónicamente,
situada frente al edificio de la École Militaire, en un espacio que abarcaba
48 hectáreas, al cual se añadió la isla de Billancourt de 21 hectáreas. Du�
rante los siete meses, la exposición fue visitada por millones de personas,
incluidos expositores y empleados. Fue la más grandiosa exposición in�
ternacional habida hasta ese momento, tanto por su magnitud como por
el propósito del proyecto.

44
  Sobre la centralidad cultural de París y su transformación urbana existe una bibliografía muy
amplia; aquí se retomaron los planteamientos contenidos en Harvey, David, París, capital de la mo-
dernidad, Madrid, España, Akal, 2006; Dugast, Jacques, La vida cultural en Europa entre los siglo xix y
xx, Barcelona, España, Paidós, 2003.
escenarios distantes 53

Ilustración 4. “Vista oficial de la Exposición Universal de París en 1867, vista aérea del terreno de
la exposición”. Litografía coloreada a mano. Eugenio Cicéri et Philippe Benoist; Berlín, Verlag von
Goupil & Co.; París, Publié par Goupil et Cie. y Nueva York, M. Knoedler de 1867
Fuente: Library of Congress. Prints & Photographs Catalog On Line (ppoc), consultada el 30 de
julio de 2011, disponible en http://www.loc.gov/pictures/item/00652015/

La impresión que causó quedó asentada en las crónicas de la época:

[…] quien visitó la Exposición Universal de París en 1867, puede con


verdad decir que ha visto el mundo entero, que ha visto todo lo que hay en
el mundo. Jardines, casas, cabañas, palacios, ruinas, cascadas, faros, cam�
panarios, cúpulas, minaretes, chimeneas, máquinas, y cien mil cosas más
se veían en aquel vasto recinto […]. Al entrar en aquel centro de la civiliza�
ción, en aquel magnífico templo del trabajo y la actividad humana, todo es�
píritu cristiano había de admirar el infinito poder de Dios, que ha hecho tan
grande al hombre. […] allí se contemplaba la prueba evidente del inmenso
poder del trabajo y del talento.45

45
  Frontaura, Carlos, Viaje cómico a la Exposición de París, París, Francia, Librería de Rosa y Bou�
ret, 1868, p. 188.
54 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

Ilustración 5. “Vista de la Exposición de París en 1867, edificio principal de la exhibición y globo


volando en la distancia” (título asignado por el personal de la Biblioteca). Cromolitografía, 1867.
Colección Tissandier
Fuente: Library of Congress. Prints & Photographs Catalog On Line (ppoc), consultada el 4 de
agosto de 2011, disponible en http://www.loc.gov/pictures/item/2002717344/

Y de manera inevitable, el visitante extranjero procedía a comparar


la realidad representada en los recintos expositivos con su propia reali�
dad nacional:

Mi primera impresión al entrar en la exposición universal y contemplar


aquel mundo de la inteligencia y del verdadero progreso, fue de profunda
tristeza; como no podía menos de recordar a mi patria querida, víctima de
la política mal entendida, desgarrada por continuas luchas y empobrecida
por las ambiciones desmedidas y la desunión que reina […].46

Sin duda alguna, la opinión de este periodista español bien podía ser
compartida por visitantes de otras naciones, como las hispanoamericanas.

46
  Frontaura, Carlos, Viaje cómico a la Exposición de París, París, Francia, Librería de Rosa y Bou�
ret, 1868, p. 189.
escenarios distantes 55

El posicionamiento internacional que ofrecía la organización de una


exposición universal no estaba a discusión. Aunque el panorama nacio�
nal francés estaba ensombrecido por su aplastante derrota en la Guerra
Franco–Prusiana de 1870, por las consecuencias de la invasión alemana
—pérdida de territorio y elevados costos de la indemnización exigidos
por los vencedores—, y por la lucha fratricida de la Comuna, los poderes
públicos de Francia y de su capital no se resignaron al aislamiento de su
república ni a la contemplación de las ruinas de sus monumentos. En
medio de críticas y vacilaciones se dispusieron a exhibir la recuperación
nacional y a mostrar la vitalidad, la inteligencia y la laboriosidad del pue�
blo francés, reclamando su posición en la misión secular de promover
el progreso y la civilización.47 La tercera Exposición Universal de París
tuvo lugar del primero de mayo al 10 de noviembre de 1878, y su tema
fue Agricultura, Artes e Industria. Esta exposición cumplió con creces su
objetivo, al superar en dimensiones y dividendos a las realizadas hasta
entonces: las artes plásticas y mecánicas fueron representadas a gran es�
cala; la Avenida de las Naciones, una calle con 730 metros de longitud, se
dedicó a ejemplos de la arquitectura doméstica de casi todas las ciudades
de Europa y algunas de Asia, África y América.
Esta vía fue una de las más transitadas de la exposición; en ella se
combinaron y convivieron arquitecturas y tipos separados naturalmente,
dando lugar a una extraña vecindad de las antípodas, lo que supuso todo
un éxito para los organizadores.

[…] el conjunto de la calle de las naciones presentaba una fisonomía


bellísima, de encantador aspecto, de tradiciones gloriosas, de tipos extraños
que formaban un museo arquitectónico, una vía, nunca vista hasta ahora
[…]. Allí se oían todas las lenguas, se veían todos los trajes y todos los colo�
res, se aspiraban todos los aromas y se mezclaba todo lo raro, todo lo bello,
todo lo más separado y equidistante entre sí […].48

47
  Picard, Alfred, Exposition universelle international de 1889 à Paris. Rapport général. Historique des
expositions universelles. Preliminaries de l'exposition universelle de 1889, i t., París, Francia, Imprimerie
Nationale, 1891, p. 235, consultado el 10 de diciembre de 2011, disponible en http://canum.cnam.
fr/redir?8XAE349.1.
48
  Santos, J. E., España en la exposición universal celebrada en París en 1878, publicase de Real Orden
del Ministerio de Fomento, ii t., Madrid, España, Imp. y Fundición de Manuel Tello, 1881, pp. 60 y
61; citado en Lasheras Peña, Ana Belén, España en París. La imagen nacional en las exposiciones uni-
versales (1855–1900) (Tesis de Doctorado en Historia Moderna y Contemporánea), Universidad de
56 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

Ilustración 6. “Calle de las Naciones, en el Palacio del Campo Marte, cerca de la fachada portuguesa”
Fuente: Vandière, Simon, L'Exposition universelle de 1878 illustrée, París, Calmann Lévy, 1879, en
John Carter Brown University Library, disponible en http://library.brown.edu/cds/paris/img/
worldfairs/1254173015449692.jpeg

La celebración de los ideales republicanos y del centenario de la


Toma de la Bastilla fue la justificación de la exposición que se celebró del
6 de mayo al 31 de octubre de 1889. En ella se ampliaron sistemáticamen�
te todos los aspectos relacionados a las exposiciones: superficie, expo�
sitores, presupuesto. Abarcó una superficie de 96 hectáreas, incluyendo
el Campo Marte, el Trocadero, la estación de Orsay, una parte del Sena
y la explanada de los Inválidos. El propósito fue mostrar la riqueza y la
fortaleza de la república francesa, erigida no sólo en potencia política y
económica, sino sobre todo, civilizadora.

Cantabria, 2009, p. 169, consultado el 15 de septiembre de 2011, disponible en http://hdl.handle.


net/10803/10660.
escenarios distantes 57

Ilustración 7. “La Torre Eiffel y el Campo de Marte visto desde Trocadero Palace, París exposi�
ción de 1889”. Impresión fotográfica: albúmina. Fecha de creación 1889
Fuente: Library of Congress. Prints & Photographs Catalog On Line (ppoc), consultada el 13 de
septiembre de 2011, disponible en http://www.loc.gov/pictures/item/92500845/

Más allá de las pretensiones políticas y culturales de los organizado�


res, se percibe la tendencia a magnificar los objetos industriales y tecno�
lógicos sobre las colecciones artísticas o agrícolas, enmarcados en el im�
ponente escenario constituido por la Galería de las Máquinas. Las formas
ojivales de los veinte arcos en hierro de esta catedral industrial albergaban
la exhibición de máquinas en movimiento diseñadas para todo tipo de
aplicaciones con el objetivo principal de demostrar los avances mecáni�
cos del país anfitrión, ya que las máquinas francesas ocuparon cerca de
dos tercios del espacio expositivo.
58 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

Ilustración 8. “Interior de la Galería de las Máquinas en la Exposición de París de 1889”. Impre�


sión fotográfica: albúmina
Fuente: Library of Congress. Prints & Photographs Catalog On Line (ppoc), consultada el 14 de
agosto de 2011, disponible en http://www.loc.gov/pictures/item/91725851/

A su vista, doña Emilia Pardo Bazán apunta:

[…] sólo de entrar en la galería y ver el continuo y periódico movi�


miento de tanto artilugio, me entra un malestar, un desasosiego, un azo�
ramiento físico, que se convierten pronto en sufrimiento y alteración ner�
viosa. Allí todo se mueve, todo anda: las máquinas sudan, gimen, trabajan
como esclavas que son, de una tenacidad sombría e implacable.49

Por primera vez en los escenarios expositivos se utiliza la electrici�


dad, lo que va a permitir aumentar considerablemente los horarios de
visita, prácticamente hasta la media noche, apareciendo también otro es�

49
  Pardo Bazán, E., Al pie de la torre Eiffel. Crónicas de la Exposición, Madrid, España, La España
Editorial, 1889, p. 179.
escenarios distantes 59

pectáculo novedoso para la época: las fuentes luminosas y lo que pasaría


a convertirse en el símbolo de la ciudad, la Torre Eiffel.

Ilustración 9. “Fuentes luminosas”. Espectáculo nocturno en la Exposición Universal de 1889


Fuente: Colección de ilustraciones y grabados de la Biblioteca José María Lafragua (buap)

El ciclo de las exposiciones francesas en el siglo xix se cerró con la de


1900, celebrada entre el 15 de abril y el 12 de noviembre. Su recinto expo�
sitivo engulló los espacios que habían sido ocupados por las anteriores
exposiciones parisinas: los Campos Elíseos y el muelle aledaño en 1855,
el Campo de Marte en 1867, el Trocadero en 1878 y la Explanada de los
Inválidos y el muelle de Orsay en 1889, la exposición acabó por ser una
ciudad dentro de la ciudad. A lo largo del Sena se ubicaron los pabellones
nacionales de los 58 países.
60 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

Ilustración 10. “Vista panorámica de la Exposición Universal de París en 1900”. Litografía 72 x


93 cm. Lucien Baylac (1851–1913), Toulouse, París, B. Sirven, imp. EDIT., [1900]
Fuente: Library of Congress. Prints & Photographs Catalog On Line (ppoc), consultada el 14 de
agosto de 2011, disponible en http://hdl.loc.gov/loc.pnp/ppmsca.15645

Los visitantes quedaron pasmados ante la enormidad y diversidad


de la exposición: “aquello es un maremágnum, un verdadero laberinto,
un burdel donde se cansa, se fatiga, se hastía y se aburre. ¡Qué bullicio
y qué mareo!”,50 y van de asombro en asombro ante los descubrimientos
científicos, los objetos de arte, las mercancías y la celebración de los Jue�
gos Olímpicos.

50
  Vallina Subirana, E. de la, El certamen universal de 1900 y la reforma de la enseñanza del Excmo.
Sr. Marqués de Pidal con otras impresiones anotadas en mi cartera de viaje, Madrid, España, Imp. del
Asilo de Huérfanos del S. C. de Jesús, 1900, citado en Lasheras Peña, Ana Belén, España en París. La
imagen nacional en las exposiciones universales (1855–1900) (Tesis de Doctorado en Historia Moderna
y Contemporánea), Universidad de Cantabria, 2009, p. 193, consultado el 15 de septiembre de 2011,
disponible en http://hdl.handle.net/10803/10660.
escenarios distantes 61

La recurrente regularidad de las exposiciones parisinas, 1855, 1867,


1878, 1889, 1900, carece de parangón, no ya en otras capitales, sino en
otros países; ningún otro, europeo o no, organizó con tanta constancia este
tipo de celebraciones.51 De ahí que además de ser el ícono de la naciente
sociedad burguesa, de la modernidad, París haya sido considerada la ca�
pital del siglo xix. Justamente así, París, capital del siglo xix, tituló Walter
Benjamin52 sus meditaciones sobre el Segundo Imperio, donde describía
los pasajes, los panoramas, las exposiciones universales o las reformas
urbanas de Haussmann. Los trabajos y afanes de los organizadores, de
los contribuyentes y de los expositores franceses fueron recompensados
con la afirmación de su nación como potencia, no sólo económica, sino
sobre todo cultural.
El carácter plurinacional del imperio de los Habsburgo atrajo hacia
su ciudad capital a poblaciones de variadas tradiciones culturales. Vie�
na, en la década de 1860, se libró del collar que la ahogaba, un cinturón
de murallas medievales que rodeaban a su pequeño centro urbano, y, al
desaparecer, quedó disponible para la edificación. El espacio liberado se
destinó a una sola calle circular, la Ringstrasse, que dio lugar a la conver�
sión de la vieja capital imperial en una ciudad moderna y cosmopolita.53
En la nueva urbanización de la Ringstrasse se celebró, en la arquitectura,
el triunfo del Recht (derecho) constitucional sobre el Macht (poder) impe�
rial. Esto se hizo evidente en el tramo delimitado por el Parlamento, el
Ayuntamiento, la Universidad y el Teatro, donde cada edificio presen�
taba un estilo arquitectónico diferente, pero en ningún caso irrelevante.
El Parlamento enfocó su fachada hacia el Palacio Imperial, al otro lado
del Ring, posicionamiento que parecía una metáfora de la pugna entre el
sistema parlamentario y el absolutismo cesáreo. La edificación más po�

51
  Lasheras Peña, Ana Belén, “Emigrados en el París de las exposiciones universales del siglo
xix:la visión de España fuera de España”, Universidad de Cantabria, consultado el 15 de septiembre
de 2011, disponible en http://www.unican.es/NR/rdonlyres/0000e14b/iqijxxohbwiafxaecopkzo�
glhyflcndd/AnaBelenLasherasEmigradosenelPar%C3%ADsdelasexposicionesuniversalesdelsiglo
XIX.pdf.
52
  Benjamin, Walter, Poesía y capitalismo. Iluminaciones ii, Madrid, España, Taurus, 1998.
53
  La burguesía vienesa, que no sólo buscaba pavonearse, sino también el confort y la ganancia,
levantó a lo largo de la Ringstrasse soberbias casas a las que se llamó Mietpalast (palacio de renta):
en el majestuoso piso principal vivía el nuevo rico y el resto de los pisos albergaba apartamentos
de alquiler. Pero más allá, estaba el contrapunto del Mietpalast, el Mietkaserne (casa de vecindad), el
bloque de viviendas para obreros, que pagaban alquiler por vivir en el hacinamiento y en la falta
de intimidad, guardando más parecido con los espacios que ocupaba la soldadesca en un cuartel.
62 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

lémica fue la Universidad, por la oposición de los militares a un edificio


que reuniese todas las facultades, porque en la revolución de 1848, una
milicia estudiantil, la Legión Académica, había hecho huir al ejército im�
perial de Viena. En todo caso, los cuatro edificios representaban, como en
una rosa de los vientos, el sistema de valores del liberalismo.54
La urbanización de la nueva Ringstrasse, junto a los grandes edifi�
cios monumentales que la flanqueaban, permitió la creación de un es�
pacio público dotado de gran fuerza representativa, exactamente la que
requerían las necesidades simbólicas de un proyecto basado en la gran
escala, en los valores estéticos académicos y en una concepción del espa�
cio público ligado a unas instituciones simuladas o inexistentes.55
Viena fue el lugar de la Weltausstellung en 1873, que tuvo lugar entre
el primero de mayo y el 31 de octubre en el corazón del Imperio Austro�
húngaro. Su tema central fue Cultura y Educación. Para su celebración, se
levantaron los recintos expositivos en el Prater, que era el paseo favorito
de aquella ciudad. El edificio principal consistió de una nave central y
dieciséis naves laterales; además, para la exhibición de la maquinaria, de
las bellas artes y de la agricultura se prepararon pabellones especiales.
La superficie total de la Exposición de Viena rebasó por mucho la que
se había asignado a anteriores exposiciones y el costo de todos los edifi�
cios ascendió al equivalente de 7 850 000 pesos. Estuvo abierta 186 días,
fue visitada por un promedio diario de 18 779 visitantes; el número de
expositores que remitieron objetos a ese certamen ascendió a 70 000 en
números redondos.56

  Schorske, Carl, Viena Fin–de–Siècle. Política y cultura, Barcelona, España, Gustavo Gili, 1981.
54

  Pizza Antonio y Pla., Maurici, Viena–Berlín. Teoría, arte y arquitectura entre los siglos xix y xx,
55

Barcelona, España, Edicions de la Universitat Politècnica de Catalunya, 2002.


56
  Las cifras sobre las exposiciones siempre deben tomarse con reserva, pues varían de acuerdo
a la fuente consultada. Véase Godoy, José F., La ciudad de Chicago y la exposición universal de 1893,
Chicago, Estados Unidos de América, Cía. Publicista Panamericana, 1892, p. 150.
escenarios distantes 63

Ilustración 11. “Entrada principal del recinto expositivo de la Weltausstellung, Viena 1873”.
Fotografía de Michael Frankenstein, de la Asociación de Fotógrafos de Viena, Wien, Technisches
Museum Wien, 1873
Fuente: Gateway World Expo 1873, consultada el 14 de agosto de 2011, disponible en http://
de.wikipedia.org/wiki/Weltausstellung_1873

A pesar de su fugacidad temporal, las exposiciones universales no


sólo fomentaban la industria, el comercio y la conquista de mercados,
sino que, sobre todo, funcionaron como mecanismos de afirmación, de
posicionamiento de las naciones en el contexto global, porque dejaban
sedimentos imborrables en la cultura de la época y por esta razón, su
realización fue disputada por ciudades situadas fuera del continente eu�
ropeo, aunque con un éxito desigual.
64 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

Ilustración 12. “Pabellón de la empresa Krupp en la Weltausstellung, Viena 1873”. Fotografía


de Oscar Kramer de la Asociación de Fotógrafos de Viena, Wien, Technisches Museum Wien, 1873
Fuente: Krupp Pavillon Expo 1873, consultada el 14 de agosto de 2011, disponible en http://
de.wikipedia.org/w/index.php?title=Datei:Krupp_Pavillon_Expo_1873.jpg&filetimesta
mp=20090227162414

Las ciudades de América del Norte se distinguían por su novedad.


Erigidas a finales del siglo xviii, en su construcción se advertía el afán de
ruptura con su pasado. Alrededor de 1850 no podía decirse que tuvieran
una gran concentración demográfica ni una larga tradición como con�
juntos urbanos ni siquiera una arquitectura distintiva. Las más notables
guardaban resabios de antaño a pesar de su adhesión a la modernidad:
eran ciudades portuarias de mar o río surgidas al fragor del comercio co�
lonial como Boston, Filadelfia, Charleston, Nueva Orleans o Nueva York.
De la misma forma, tampoco se podía ignorar la pujanza económica de
sus habitantes, quienes vieron en las exposiciones universales una gran
oportunidad para los negocios.
Por otra parte, el interés por convertirlas en sede de esos certámenes
más bien parecía obedecer a la urgencia de dotar de densidad simbóli�
escenarios distantes 65

ca a las ciudades norteamericanas con argumentos diversos y, a veces,


desproporcionados. Así, Filadelfia, que había funcionado entre 1798 y
1800 como capital de la nueva nación norteamericana, promovió en 1876
la Centennial International Exhibition para conmemorar su movimiento
de independencia.

Ilustración 13. “Vista del terreno y los edificios de la Exposición Internacional de Filadelfia
en Fairmount Park, 1876”. Litografía, color, 52.5 x 70.2 cm (hoja). August L. Weise, Philadelphia,
ee. uu., AL Weise lith, c1876
Fuente: Library of Congress. Prints & Photographs Catalog On Line (ppoc), consultada el 30 de
julio de 2011, disponible en http://www.loc.gov/pictures/item/96510878/

En el lugar escogido para ubicar la exposición —Fairmount Park—


se levantaron el Edificio Principal, el Salón de la Maquinaria, el Palacio
de Bellas Artes, el Palacio de Horticultura, el Edificio de Agricultura y el
Edificio de la Señoras. El gobierno de los Estados Unidos también erigió
un bello edificio para su departamento. El número total de expositores
fue de 38 864, siendo 8 175 americanos y el resto de países extranjeros. La
exposición se abrió el 10 de mayo de 1876 y permaneció abierta hasta el
10 de noviembre de ese mismo año, con un aforo de visitantes de más de
nueve millones de personas.57
Años después, la Asociación Nacional de Cultivadores de Algo�
dón, de los Estados Unidos de América del Norte, al celebrar su con�

57
  Véase Godoy, José F., La ciudad de Chicago y la exposición universal de 1893, Chicago, Estados
Unidos de América, Cía. Publicista Panamericana, 1892, p. 150.
66 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

greso anual en octubre de 1882, resolvió por voto unánime solemnizar


el primer centenario de la producción manufacturera y el comercio del
algodón, simbolizado con el envío al exterior de la primera remesa de
algodón, anunciando para el año de 1884 una Exposición Industrial Uni�
versal, bajo los auspicios combinados del gobierno nacional, de la misma
asociación y de la ciudad de Nueva Orleans (Luisiana), la gran metrópoli
del cotton south, donde había de efectuarse el concurso.

Ilustración 14. “La Exposición Centenaria del Algodón, Nueva Orleans, Luisiana, abierta del 1°
de diciembre 1884 al 31 de mayo 1885”. Cromolitografía de Joseph Ferdinand Keppler, 1838–1894,
Nueva York, Keppler y Schwarzmann, 10 de diciembre de 1884. La ilustración muestra al Tío Sam
y a la Libertad saludando a un grupo de mujeres con la etiqueta “México, Brasil, Cuba, Perú, La
Plata, Chile, Haití, [y] Ecuador” para la Exposición Mundial del Centenario Industrial y de algodón
en Nueva Orleans, Louisiana
Fuente: Library of Congress. Prints & Photographs Catalog On Line (ppoc), consultada el 30 de
agosto de 2011, disponible en http://www.loc.gov/pictures/item/2012645153/

Para argumentar la validez de los motivos que justificaban la realiza�


ción del certamen se utilizaron datos estadísticos que avalaban la calidad
y eficiencia de los Estados Unidos de América como país exportador: en
1883, el algodón producido en los estados del sur ascendió a la cifra de
escenarios distantes 67

siete millones de pacas, que fueron exportadas a todos los “países civi�
lizados del universo”, y cerca de tres millones de toneladas de semilla,
después de la siembra necesaria para la cosecha de 1884; esa enorme can�
tidad de semilla había podido producir, con la manipulación necesaria,
105 millones de litros de aceite de algodón, millón y medio de toneladas
de panes de aceite o de harina y otro medio millón de toneladas de cásca�
ras para la fabricación de papel. Entonces, la localidad de Nueva Orleans,
considerada como el mercado algodonero más grande del mundo, venta�
josamente situada como portal de acceso al Golfo de México, a Centroa�
mérica y a las Antillas españolas, fue la elección natural como sitio de la
exposición, cuyos edificios y anexos se situaron convenientemente cerca
de las estaciones principales de ferrocarril y de la línea, de 15 millas de
longitud, de los muelles de carga y descarga.58

Ilustración 15. “Salón de Horticultura”. Exposición Mundial de la Industria y del Centenario del
Algodón en Nueva Orleans, Luisiana. Litografía, color. H. Armas, del.; Thos. Hunter, lith., Phila�
delphia, Thos. Hunter, lit., 1884
Fuente: Library of Congress. Prints & Photographs Catalog On Line (ppoc), consultada el 28 de
octubre de 2011, disponible en http://www.loc.gov/pictures/item/93503154/

58
  Véase La ilustración Española y Americana, año xxviii, n. xli, Madrid, 8 de noviembre de 1884,
pp. 265–267.
68 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

A pesar de su impacto en la promoción de las relaciones comerciales


entre las naciones del continente americano, o precisamente por eso, la
exposición de Nueva Orleans no ha sido considerada como una de las
grandes exposiciones, su mención aquí obedece a la trascendencia que
tuvo para su nación vecina, México.
Para algunos observadores y estudiosos europeos de la época59, las
exposiciones americanas más sorprendentes fueron dos: la de Filadelfia
en 1876 y la de Chicago en 1893, en tanto que revelaron la fecunda acti�
vidad y la potencia productiva de la industria y de la agricultura de los
Estados Unidos de América del Norte.

Ilustración 16. “Exposición Colombina Mundial de Chicago 1893”, vista panorámica. Litografía,
coloreada, 41 3/4 x 28 pulgadas, Chicago, Bank Note Co., c1893
Fuente: Library of Congress. Prints & Photographs Catalog On Line (ppoc), consultada el 28 de
octubre de 2011, disponible en http://www.loc.gov/pictures/item/2003670686/

  Krantz, Camille (dir.), Exposition internationale de Chicago en 1893. Rapports. Rapport administra-
59

tif sur l'Exposition internationale de Chicago, París, Francia, Imprimerie Nationale, 1895, p. xv, consul�
tado el 29 de diciembre de 2011, disponible en http://cnum.cnam.fr/redir?8XAE394.
escenarios distantes 69

Los habitantes de Chicago,60 después de superar los proyectos que


presentaron las ciudades de Nueva York y San Louis Missouri, tuvieron la
oportunidad de promover la Exposición Colombina en 1893 para conme�
morar el cuarto centenario del descubrimiento del continente americano.
La elección de la ciudad de Chicago, la Reina del Oeste, situada en pleno
corazón del continente, lejos de la influencia europea que aún dominaba
en las ciudades americanas en el borde del Atlántico, contribuyó a esa
revelación y a desterrar la idea eurocentrista de que el mundo civilizado
tenía sus confines en el Estrecho de Gibraltar. Aunque en la exposición
de Chicago los países europeos conservaron un lugar preponderante, los
otros continentes estuvieron más y mejor representados que en ninguna
otra exposición: Asia, África, América del Norte y los territorios latinoa�
mericanos exhibieron su propia visión del progreso y su adhesión a la
modernidad. Por otra parte, ese certamen internacional activó la recons�
trucción de la ciudad que había sido devastada por un incendio en 1871.
La organización de la exposición en la ribera derecha del lago Michigan
dio como resultado un ambicioso modelo urbano conocido como la Whi�
te City, que marcó el retorno a una arquitectura académica y convencio�
nal. La Exposición Colombina de 1893 aparece así, más que nunca, como
un modelo fáctico para el desarrollo del futuro asentamiento urbano.61
En la segunda mitad del siglo xix, la fuerza representativa de las ex�
posiciones impulsó proyectos de organización e iniciativas de participa�
ción más allá de los territorios europeos y norteamericanos. Independien�
temente de su fortaleza institucional, de su capacidad económica, de su
peso político o cultural, naciones de todo el orbe saltaron a la palestra inter�
nacional con el objetivo de organizar su propia versión de una exposición
universal, que en la mayoría de las ocasiones tuvieron una resonancia li�

60
  La ciudad de Chicago se distinguió por un rápido desarrollo. Sus relaciones comerciales la
ligaron con todas las naciones y los artefactos de sus fábricas eran conocidos aún en las partes más
remotas del globo. Su comercio se desarrolló de una manera sorprendente en los últimos años del
siglo xix y lo mismo puede decirse de su industria: el valor total de las transacciones mercantiles
de la plaza en 1890 fue de 1 380 millones de pesos; los artículos en los que se registró mayor movi�
miento fueron: géneros y alfombras, abarrotes, madera, ropa hecha, botas y zapatos, libros, efectos
de escritorio y papel tapiz, papel, fierro, carbón, ferretería y cuchillería, joyas, relojes y diamantes.
Véase Godoy, José F., La ciudad de Chicago y la exposición universal de 1893, Chicago, Estados Unidos
de América, Cía. Publicista Panamericana, 1892, p. 22.
61
  Pizza, Antonio, Arte y arquitectura moderna. 1851–1933. Del Crystal Palace de Joseph Paxton a la
clausura de la Bauhaus, Barcelona, España, Edicions de la Universitat Politècnica de Catalunya, 1999,
p. 42.
70 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

mitada a sus regiones. Ciudades como Santiago de Chile, Buenos Aires,62


Caracas,63 Guatemala,64 Sidney, Melbourne, Adelaide, Hobart, la neoze�
landesa Dunedin o Calcuta y otras más lograron promover a sus naciones
en el contexto global con la organización de una exposición universal.
Entre las varias iniciativas que surgieron para organizar esos fastuo�
sos eventos en las últimas décadas del siglo xix se cuenta la del Ministro
de Fomento del gobierno mexicano en 1880.65

Ilustración 17. Proyecto del “Palacio de la Exposición Internacional Mexicana de 1880” a partir
del dibujo realizado por Ramón Rodríguez y Arangoity en 1879
Fuente: Archivo General de la Nación, México, fondo Fomento, serie Exposiciones extranjeras,
v. 99, exp. 1

Sus preparativos y afanes fueron infructuosos,66 ya que tropezó con


duras críticas en los recintos parlamentarios y en la prensa. Al respecto,
un redactor anónimo escribió:

  Invitación a México para que concurra a la Exposición de Buenos Aires (1879), Archivo His�
62

tórico de la Secretaría de Relaciones Exteriores, México, exp. 19–22–27.


63
  Documentos relativos a la Exposición de Caracas (1898–1900), Archivo Histórico de la Secre�
taría de Relaciones Exteriores, exp. 19–20–107.
64
  Documentos relativos a la Exposición Centroamericana a celebrarse en Guatemala en 1897.
Informes y notas consulares sobre la participación mexicana y descripción del evento (1894–1897),
Archivo Histórico de la Secretaría de Relaciones Exteriores, exp. 19–20–81.
65
  Para una revisión del proyecto de la Exposición Internacional Mexicana, véase Díaz y de
Ovando, Clementina, Las ilusiones perdidas del general Vicente Riva Palacio.
66
  Sobre la desafortunada recepción interna que tuvo el proyecto, se puede consultar el discurso
del diputado al Congreso General por el estado de Morelos, Fernández, José Diego, Discurso que
contra el proyecto de Exposición Internacional pronunció en la Cámara de Diputados el 22 de abril de 1879,
México, Imprenta de J. F. Jens, 1879.
escenarios distantes 71

¡Una Exposición Internacional! Clamamos al oír el proyecto de Riva


Palacio y no pudimos contener nuestra risa. Confesamos que nuestra burla
sólo alcanzó a Riva Palacio, pues creímos que en el gabinete de don Porfirio
habría un hombre, siquiera de mediano juicio, que pusiera un hasta aquí a
la locura del encargado del Departamento de Fomento […].67

Justo es apuntar, que en este terreno, la primacía absoluta la tuvieron


las ciudades europeas, sobre todo París.
Los países latinoamericanos no participaron en todas las exposicio�
nes e inicialmente su presencia fue poco significativa: en la primera gran
exposición universal celebrada en Londres, apenas se hicieron presentes
en las flores de pluma y en las alas de escarabajo de Brasil, tapioca, nuez
moscada, cacao y esmeraldas de la Nueva Granada, la actual Colombia;
un gran pedazo de mineral de oro de Chile y obras de cera de México.
La presencia latinoamericana fue mínima en la Exposición de París
de 1855, pues a ese certamen sólo acudieron 142 expositores latinoameri�
canos de un total de 20 839, de los que 10 148 eran extranjeros. Ese inicial
puñado de expositores fue creciendo paulatinamente y alcanzaron a for�
mar un contingente notable en la exposición parisina de 1889, en la que
de un total de 55 000 expositores, más de 5 000 fueron latinoamericanos;
los cuales llegaron a obtener el 10 % de los premios que se concedieron.
En efecto, de los 33 639 premios que se otorgaron en esa ocasión los expo�
sitores latinoamericanos obtuvieron 3 653, destacando en esa cifra global
los 873 premios obtenidos por los mexicanos, los 670 de los argentinos o
los 489 de los brasileños.68
En la última gran exposición del siglo xix, la celebrada en París en
1900, la presencia latinoamericana no creció con respecto a la de 1889. En
términos relativos, incluso disminuyó, los registros oficiales69 muestran

67
  “La Exposición Internacional Mexicana”, El Republicano, 2 de marzo de 1879, p. 2.
68
  “Crónicas de la Exposición de París”, La Ilustración Española y Americana, ii v., 1889, p. 199,
citado por López–Ocón Cabrera, Leoncio, “La formación de un espacio público para la ciencia en
la América Latina durante el siglo xix”, Asclepio. Revista de historia de la medicina y la ciencia, v. 50,
n. 2, 1998, pp. 205–226, consultado el 15 de septiembre de 2011, disponible en http://asclepio.re�
vistas.csic.es. Veáse también López–Ocón Cabrera, Leoncio, “La exhibición del poder de la ciencia.
La América Latina en el escenario de las exposiciones universales del siglo xix”, en José Augusto
Mourão, Ana María Cardoso de Matos y María Estela Guedes (coords.), O mundo ibero–americano
nas grandes exposições, Lisboa, Portugal, Vega, 1998, pp. 72–77.
69
  Picard, Alfred, Exposition universelle international de 1889 à Paris. Rapport général. Historique des
72 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

una participación limitada a cinco países de la región —Ecuador, Guate�


mala, México, Nicaragua, Perú y El Salvador— con sólo 4 947 exposito�
res, de un total de 83 047; los expositores latinoamericanos lograron 1 898
recompensas de las 45 944 que fueron distribuidas en esa ocasión, de las
cuales más de la mitad, 1 037, fueron para los expositores mexicanos.
Para promover y sostener su presencia en las exposiciones univer�
sales del último cuarto del siglo xix, las atribuladas naciones latinoame�
ricanas debían movilizar una considerable cantidad de energías y recur�
sos. Su situación como Estados en vías de formación y como economías
emergentes las llevó a figurar marginalmente por dos razones: los países
organizadores se reservaban para sí una desproporcionada cantidad de
espacio y, por otra, sus escasos recursos y el incipiente desarrollo de su
estructura productiva ponían límites a sus pretensiones de exhibición.
En estas condiciones los países latinoamericanos empeñaron sus mejores
esfuerzos para participar, principalmente, en las exposiciones que desde
su particular punto de vista les aseguraban la mejor proyección, en los
lugares de celebración con los que reconocían mayor afinidad. No es ca�
sual, entonces, su participación multitudinaria en la exposición universal
parisina de 1889, celebrada para conmemorar el triunfo de la república,
ideal civilizatorio compartido por las emergentes naciones latinoamerica�
nas. Esa estrategia selectiva de las elites latinoamericanas se revela como
una constante en los estudios de caso sobre diferentes países del subcon�
tinente.70
Entre 1851 y 1900, cuando no existía ninguna normatividad que re�
gulara estos eventos, se inauguraron más de un centenar de exposiciones
que se autoproclamaron universales o internacionales; independiente�
mente de los cambios de régimen y de las guerras,71 cada año de este pe�
ríodo no pasó sin la celebración de más de una exposición en la vasta geo�
grafía del mundo occidental.72 Pero, a pesar de su denominación, hubo

expositions universelles. Preliminaries de l'exposition universelle de 1889, i t., París, Francia, Imprimerie
Nationale, 1891, pp. 659 y 802, consultado el 10 de diciembre de 2011, disponible en http://canum.
cnam.fr/redir?8XAE349.1.
70
  Especialmente sugerente sobre la República de Argentina es el trabajo de Barth, Volker, “Na�
tion et alterité: l'Argentine aux Expositions universelles de 1867, 1878 et 1889 à Paris”, Les Cahiers
alhim, n. 15, 2008, pp. 211–232.
71
  Rebérioux, Madeleine, “Au tournant des expos: 1889”, Le mouvement social, n. 149, octubre–
diciembre de 1989, p. 4.
72
  Véase la detallada cronología elaborada por Aimone, Linda y Olmo, Carlo, Les expositions
escenarios distantes 73

entre ellas diferencias notables, tanto en sus formatos de organización


como en el impacto que lograron.
Un primer tipo consistió en la exposición de productos industriales,
que pretendían promocionar y estimular determinada industria o todas
las industrias de una región o un país y no siempre contaban con el pa�
trocinio oficial de sus gobiernos. Un segundo tipo, muy común en los
Estados Unidos, era de carácter local, justificado por la conmemoración
de algún acontecimiento histórico, significativo, muchas veces, sólo para
la comunidad local y era resultado de iniciativas particulares o de asocia�
ciones comerciales. El tercer tipo, la exposición universal, tenía un alcance
internacional, era organizada por un Estado y en ella se podían presentar
todo tipo de productos bajo un sistema de clasificación elaborado por el
país anfitrión; este tipo de exposiciones se registró, principalmente, en los
países europeos. También hubo exposiciones que conjugaron característi�
cas de más de uno de los tipos señalados.
Por sus pretensiones, la diversidad de los objetos exhibidos, los es�
pacios ocupados, el número de expositores y visitantes, las recompensas
entregadas y los montos de inversión aplicados en su realización, algu�
nos autores73 no han dudado en identificar a una decena de estos eventos
como grandes exposiciones, entre las muchas que tuvieron lugar en la
segunda mitad del siglo xix.

universelles (1851–1900), París, Francia, Belin, 1993, pp. 295–304.


73
  La calificación de la importancia de las exposiciones universales es abordada por varios au�
tores, aquí sólo retomamos los datos de Aimone, Linda y Olmo, Carlo, Les expositions universelles
(1851–1900), París, Francia, Belin, 1993, pp. 295–304; Ferguson, Eugene S., “Exposiciones tecno�
lógicas (1851–1900)”, en Melvin Kranzberg y Carroll W. Pursell, Jr. (eds.), Historia de la tecnolo-
gía: la técnica en Occidente de la Prehistoria a 1900, Barcelona, España, Gustavo Gili, 1981, p. 792; y
Schroeder–Gudehus, B. y Rasmussen, A., Les fastes du progrès: le guide des expositions universelles
(1851–1992), París, Flammarion, 1992. Al momento actual, la página oficial del Bureau Internatio�
nale des Expositions menciona estos eventos como las exposiciones internacionales más relevantes,
información consultada el 30 de noviembre de 2011, disponible en http://www.bie–paris.org/
site/fr/expos.html.
74 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

Tabla 1. Grandes exposiciones universales, 1851–1900


Recom-
Superficie
Miembros pensas
Año Lugar ocupada Expositores Visitantes
del jurado entrega-
(en ha)
das
1851 Londres 9.6 17 000 6 039 000 314 5 187
1855 París 16.8 24 000 51 600 00 410 11 033
1862 Londres 9.5 27 500 6 000 000 567 12 305
1867 París 68.7 52 000 10 200 000 627 19 395
1873 Viena 183.4 42 000 7 254 000 420 25 552
1876 Filadelfia 115 38 864 9 678 000 250 13 104
1878 París 74 52 385 16 032 000 800 29 810
1889 París 96 61 722 32 350 000 1 052 33 889
1893 Chicago 274 70 000 27 539 000 852 23 757
1900 París 112 83 047 50 860 801 2 333 70 896
Las cifras en torno a las exposiciones registran variaciones de acuerdo a las fuentes consultadas
Fuente: La mayoría de los datos que aquí se ofrecen se tomaron de Krantz, Camille (dir.), Expo-
sition internationale de Chicago en 1893. Rapports. Rapport administratif sur l'Exposition internationale de
Chicago, París, Francia, Imprimerie Nationale, 1895, p. 213, consultado el 29 de diciembre de 2011,
disponible en http://cnum.cnam.fr/redir?8XAE394

La resonancia de las celebraciones europeas fue más significativa en


comparación a la gran mayoría de las exposiciones decimonónicas que no
lograron cumplir con sus pretensiones de universalidad, ya fuera por su
localismo, por la especialización de la colección exhibida o por sus límites
organizativos; para ejemplificar su frecuencia y distribución geográfica,
aquí enlistamos algunas de las más notables, entre las que aparecen va�
rias de las que extendieron a México la invitación correspondiente, no
siempre atendida, y otras a las que sí concurrió como nación expositora:
escenarios distantes 75

Tabla 2. Exposiciones internacionales especializadas, 1851–1900


Año Lugar Nombre
1853 Dublín, Irlanda The Great Industrial Exhibition
1860 Besançon, Francia Exposition Universelle
1862 Hamburgo, Alemania International Agricultural Exhibition
1868 Le Havre, Francia Exposition Maritime Internationale
1872 Lyon, Francia Exposition Universelle e Internationale
1875–1876 Santiago de Chile, Chile Exposición Internacional de Chile
Buenos Aires, Exposición Sud–Americana Industrial,
1880
República Argentina Agrícola y de Bellas Artes
1881 Atlanta, ee. uu. International Cotton Exposition
1881 París, Francia Exposition International de l'Electricité
1882 Bordeaux, Francia Exposition International des vins
1882 Edimburgo, Escocia International Fisheries Exhibition
1882 Munich, Alemania Exposition International de l'Electricité
1883 Amsterdam, Países Bajos Exposition Colonial
American Exhibition of the Products,
1883–1884 Boston, ee. uu. Arts and Manufactures of Foreign Na�
tions
1883–1884 Calcuta, India International Exhibition

World's Industrial and Cotton Centen�


1884–1885 Nueva Orleans, ee. uu.
nial Exposition

International Forestry and Woodworks


1884 Edimburgo, Escocia
Exhibition
1885 Londres, Gran Bretaña International Exhibition of Inventions
1886 Londres, Gran Bretaña Colonial and Indian Exhibition
International Exhibition of Navigation,
1886 Liverpool, Gran Bretaña
Commerce and Industry
1888 Barcelona, España Exposición Universal de Barcelona
1889 Buffalo, ee. uu. International Industrial Exposition
76 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

Tabla 2. Exposiciones internacionales especializadas, 1851–1900


Año Lugar Nombre
1889–1890 Boston, ee. uu. Exposition Maritime International
1894 Lyon, Francia Exposition International et Colonial

California Midwinter International Ex�


1894 San Francisco, ee. uu.
position

Cotton States and International Exposi�


1895 Atlanta, ee. uu.
tion
1896 Berlín, Alemania Berliner Gewerbe Ausstellung 1896
1897 Guatemala Exposición Centroamericana
Tennessee Centennial and International
1897 Nashville, ee. uu.
Exposition

TransMississipi and International Expo�


1898 Omaha, ee. uu.
sition
Fuente: Aimone, Linda y Olmo, Carlo, Les expositions universelles (1851–1900), Francia, Belin, 1993

Estos datos, sin aspirar a ser exhaustivos, muestran: primero, la in�


sistencia con la que las naciones pretendieron mostrarse en el contexto
global, exhibiendo su capacidad de convocatoria y sus fortalezas organi�
zativas, que llevaba implícito el reconocimiento a su condición de nación;
segundo, la preeminencia de los países europeos, en los que es evidente
la competencia entre Gran Bretaña y Francia; tercero, la decidida emer�
gencia de las ciudades norteamericanas en la carrera por figurar en los es�
cenarios internacionales; y, por último, la aparición, si bien marginal, de
algunas ciudades hispanoamericanas que comparecieron exhibiendo la
naturaleza de su territorio y la particularidad de sus recursos naturales.
La idea de mapamundi, que defendieron los organizadores de es�
tos eventos, reproducía dentro del recinto expositivo la diversidad del
mundo en miniatura; esta manipulación del espacio hizo germinar una
visualización particular de los diferentes grupos humanos ahí represen�
tados. Desde los salones y las galerías de las exposiciones se transmitían
mensajes ideológicos y educativos a las masas para crear una cultura con
pretensiones globales, hasta entonces desconocida; la distribución se�
cuencial de las mercancías materializaba la metáfora sobre la estandari�
escenarios distantes 77

zación de las sociedades industrializadas y, a la vez, la bondad utópica


de una humanidad homogeneizada. Al organizar y clasificar el mundo
como una exhibición, las exposiciones crearon y concretizaron las dife�
rencias, tornando las culturas en objetos desplegados en vitrinas en el
orden histórico evolutivo que reflejaba la hegemonía de Occidente, o más
bien de Europa.74 Desde ahí se miraba al mundo y se construían los nue�
vos paradigmas.
La intención de representar todas las manifestaciones culturales del
mundo en pacífica convivencia respondió al ferviente anhelo expresado
desde 1851 por el príncipe Alberto, para quien las exposiciones univer�
sales debían ser “un medio feliz para promover la unidad entre las na�
ciones, así como la paz y la buena voluntad entre las diversas razas de la
humanidad”.75 De los recintos expositivos, se procuró proscribir la con�
flictiva y cambiante realidad política y social de la Europa de la segunda
mitad del siglo xix para dar paso a un nuevo orden simbólico en el que
el mundo y sus objetos ya no nos es dado, sino que es producido, do�
minado, manipulado, inventariado y controlado, en resumidas cuentas,
adquirido.
Las exposiciones, en un mismo espacio, revelaban civilizaciones y
culturas remotas. Mostraban los resultados de los trabajos de las nacio�
nes, sus pueblos, sus artefactos, sus costumbres, sus modos de vida y sus
vestigios arqueológicos. Las naciones organizadoras siempre ocupaban,
junto con sus países vecinos o sus colonias, los lugares centrales dentro
de los recintos; más allá se ubicaban los territorios situados en la periferia
del progreso: de ignota geografía —Oceanía o el África negra—, los paí�
ses nuevos —las repúblicas latinoamericanas—, o las pujantes economías
emergentes representadas, casi exclusivamente, por los Estados Unidos
de América. Esta manipulación del espacio expositivo clasificó a las na�
ciones y a los pueblos en naciones viejas y jóvenes, en naciones exóticas
y modernas, constituyendo una jerarquía, con principios occidentales, de
etnias, civilizaciones y territorios. Se afirmó, así, que los valores europeos

74
  Muratorio, Blanca, “Nación, identidad y etnicidad: imágenes de los indios ecuatorianos y sus
imagineros a fines del siglo xix”, en Imágenes e imagineros. Representación de los indígenas ecuatorianos
(siglos xix y xx), Quito, Ecuador, Flacso Sede Ecuador, 1994, pp. 109–198.
75
  Arnoux, J. J., El Palacio de Cristal. Exposición de la Industria Universal en Londres en 1851. París,
Francia, Correo de Ultramar, Editores propietarios MM. X. de Lasalle y Mélan, 1851, véase capítulo
II, donde se recoge el discurso del príncipe Alberto y de la reina Victoria.
78 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

tematizados en las exposiciones universales, fundados en la primacía de


la razón, tenían un destino y una aplicación universal que justificaba su
enseñanza, difusión e imposición a todos los pueblos del mundo.

Las exposiciones universales y sus principios clasificatorios

En los recintos de las exposiciones universales se exhibieron las ca�


racterísticas más meritorias de las naciones, en una época marcada por la
construcción de los nacionalismos; en ellos se expresaron, al mismo tiem�
po, la gran diversidad de la sociedad humana y la aspiración a configurar
una civilización global unificada, gobernada por los mismos referentes
culturales y económicos, una contradicción que fue puesta al margen por
la mayoría de los fervientes seguidores de la ideología del progreso.
La noción de progreso, presente ya desde la antigüedad clásica, ad�
quirió una nueva significación después de la Revolución Francesa y a lo
largo del siglo xix se afianzó sobre la acumulación de mejoras materiales,
de conocimientos científicos y de nuevas instituciones que la propagaron
con eficacia. Entre 1840 y 1890, paralelamente al gran boom económico e
industrial del Occidente, se registró el triunfo de la ideología del progre�
so76 y, a pesar de algunas voces críticas, se instaló como el único referente
explicativo del proceso civilizatorio. Los resultados espectaculares del
avance científico y técnico lograron que el hombre común se familiariza�
ra con el crecimiento indefinido del poder humano sobre la naturaleza, al
tiempo que su mente penetraba en los secretos de ésta.77
En este sentido, las exposiciones universales fueron el reconocimien�
to público del progreso material, donde se atestiguaba la rápida transfor�
mación de las condiciones de vida, un movimiento cuya continuidad pa�
recía no tener límites. Los avances del progreso, representados en objetos
y productos desde 1851, pronto se convirtieron en atributos susceptibles
de comparación entre las diferentes comunidades nacionales y, su exhi�

76
  Le Goff, Jacques, “Progreso/reacción”, en Pensar la historia. Modernidad, presente, progreso,
Barcelona, España, Paidós, 1991, pp. 196–233. Los estudios clásicos sobre el tema son: Bury, John,
La idea de progreso, Madrid, España, Alianza Editorial, 2009; y Nisbet, Robert, History of the Idea of
Progress, Nueva York, ee. uu., 1980.
77
  Bury, John, La idea de progreso, Madrid, España, Alianza Editorial, 2009; y Nisbet, Robert,
History of the Idea of Progress, Nueva York, ee. uu., 1980, p. 330.
escenarios distantes 79

bición, alentó la competencia y la rivalidad entre ellas. La primera expo�


sición, celebrada en Londres en 1851, fue prontamente replicada por una
ciudad al otro lado del Atlántico, aunque sólo pudo ofrecer una versión
limitada, simbolizada por la copia del Palace of Crystal, construido por
una organización de particulares para albergar la Exposición de Nueva
York en 1853. Las exposiciones universales de la segunda mitad del siglo
xix fueron la escenificación de una vieja apuesta europea. El desafío a la
iniciativa londinense provino de la exposición parisina de 1855, en con�
creto de Napoleón III, quien llevó al terreno de las exposiciones la antigua
rivalidad entre las dos naciones situadas a orillas del Canal de la Mancha.
Aparte de las manifiestas tensiones políticas que en ellas subyacían,
las exposiciones universales que tuvieron lugar en la segunda mitad del
siglo xix alcanzaron a imponer nuevas formas de percepción de la reali�
dad. La organización de esos eventos, en general, y la composición de los
sistemas de clasificación que ordenaron los objetos dentro de los recin�
tos expositivos, en lo particular, construyeron modelos de interpretación
de aplicación universal. Es pertinente, entonces, repasar los sistemas de
clasificación que instauraron algunas de las principales exposiciones con
fines comparativos.
De facto, la celebración de estos eventos clasificaba a las naciones
en dos grandes grupos: las que poseían las capacidades para organizar
una exposición y el resto de las participantes, simples convidadas a la
celebración de los fastos del progreso y la modernidad. Este principio
clasificatorio no estaba a salvo de las tensiones que imponía el rejuego de
la diplomacia internacional. El prestigio de una nación podía quedar en
entredicho si no se le invitaba a participar, negándole, con ese gesto, el
reconocimiento a su calidad de nación, como ocurrió en el caso de México
en 1878; o cuando su invitación era desairada o rechazada, como suce�
dió en la edición parisina de 1889, cuando las monarquías europeas se
resistieron a participar en lo que consideraron sería la celebración de los
valores republicanos.78 No obstante, tanto en el primer como en el segun�
do caso, siempre quedaba el recurso de la participación extraoficial de
expositores particulares: muchos productores mexicanos que deseaban

78
  Un detallado recuento de la tensión diplomática que precedió a la exposición parisina de
1889 se puede consultar en Schroeder–Gudehus, B., “Les grandes puissances devant l'Exposition
Universelle de 1889”, Le mouvement social, n. 149, octubre–diciembre de 1989, pp. 15–24.
80 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

buscar un mercado a sus efectos, participaron con sus propios recursos y sin
el apoyo del gobierno, el cual aún no restablecía relaciones diplomáticas
con la Francia de 1878;79 de la misma forma que la censura de Bismarck
al festejo de la Francia republicana no impidió la participación de artistas
alemanes en la exposición de 1889 con el apoyo de fondos privados.80
Alianzas y conflictos entre las naciones se expresaron en la celebra�
ción de las exposiciones, que se convirtieron en arena de la diplomacia
internacional,81 donde se escamoteaba o se afirmaba la calidad de nación
y su importancia en el contexto global. El tono y los recursos empleados
para alentar la participación de las naciones en las exposiciones universa�
les determinaba su jerarquía en el contexto internacional.
La potencia de ese principio clasificatorio, de la que acusaron recibo
las comunidades del orbe, irrumpió en los imaginarios locales, imponién�
doles la urgencia de diseñar acciones y estrategias que hicieran posible su
inserción en el concierto de las naciones civilizadas. Una vez convocadas,
esas comunidades nacionales debían sujetarse a procedimientos orga�
nizativos y a sistemas de clasificación diseñados por los organizadores,
cuyo objetivo era hacer legible la concentración de una gran diversidad
de objetos, a los ojos tanto de los visitantes como de los jurados encarga�
dos de su comparación, valoración y calificación.
Las bases de la normatividad que rigió a las exposiciones universales
fueron inicialmente planteadas por los organizadores de la exposición
londinense de 1851. La convocatoria a esa primera exposición universal
fue acompañada de un reglamento y de una Lista clasificada de los objetos
admisibles, a los que debían sujetarse los interesados en participar. La cer�
teza de que no era posible admitir todos los objetos que pudieran remitir�
se definió el procedimiento para reunir lo más notable de las produccio�

79
  Kuntz Ficker, Sandra, Las exportaciones mexicanas durante la primera globalización (1870–1929),
México, El Colegio de México, 2010, p. 76.
80
  Schroeder–Gudehus, B., “Les grandes puissances devant l'Exposition Universelle de 1889”,
Le mouvement social, n. 149, octubre–diciembre de 1989; Lasheras Peña, Ana Belén, España en París.
La imagen nacional en las exposiciones universales (1855–1900) (Tesis de Doctorado en Historia Moder�
na y Contemporánea), Universidad de Cantabria, 2009, p. 79, consultado el 15 de septiembre de
2011, disponible en http://hdl.handle.net/10803/10660.
81
  Como uno de tantos ejemplos, vale recordar que en la exposición parisina de 1900 se celebró,
con gran pompa, la alianza franco–rusa de 1894 con la inauguración del Puente Alejandro III. Véase
Brown, R. W., “Paris 1900”, en Findling y Kimberly (eds.), Historical Dictionary of World's Fairs and
Expositions, 1851–1988, Nueva York, ee. uu., Greenwood Press, pp. 155–164.
escenarios distantes 81

nes naturales y culturales de cada nación: las comisiones inglesas, al tanto


del delicado cargo de decidir sobre la admisión o repulsa de los artículos
extranjeros destinados a la exhibición, consideraron que no debía pesar
sobre ningún tribunal inglés la responsabilidad de excluir o incluir los
objetos de procedencia extranjera, sino que esa tarea debía ser acometida
por una comisión central calificadora en cada país, que gozara de la con�
fianza de los mismos exhibidores y que estuviera absolutamente libre de
imputaciones de parcialidad. Es decir, los organizadores de la exposición
delegaban en la autoridad central de cada país (cualquiera que fuese) la
responsabilidad de representarse a sí mismos, decidiendo sobre el mérito
de los objetos enviados, al tiempo que reclamaban el envío de los ejem�
plos más perfectos de las producciones nacionales.
Inevitablemente, acontecimientos y decisiones que tenían lugar en
el contexto global se manifestaban en los entornos locales, más allá de
la distancia y de las diferencias políticas y culturales. Los responsables
locales82 de promover, reunir, seleccionar y enviar los objetos de sus paí�
ses a la exposición londinense debían empezar por traducir a su lengua
oficial los documentos que detallaban las condiciones, el tiempo y modo
para enviar los objetos, así como aspectos organizativos de la exposición83
para descifrar la lógica que subyacía en los sistemas de clasificación de
los objetos. La exposición londinense de 1851 no sólo alcanzó resonancia
por haber sido la primera edición de una larga serie de exposiciones, sino
también porque lanzó la primera iniciativa para clasificar el heterogéneo
mundo de los objetos en 4 secciones y 59 clases:

82
  En México, la responsabilidad recayó en la recién instituida Dirección de Colonización e In�
dustria, que fue habilitada como Comisión Central Mexicana para la Exposición en Londres. La de�
cisión fue tomada el 25 de mayo de 1850 bajo la presidencia de José Joaquín de Herrera y Ricardos.
83
  Circular del 1º de Julio de 1850, publicada en México por Mariano Gálvez, secretario de la
Comisión Central Mexicana para la Exposición de Londres.
82 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

Tabla 3. Clasificación de los objetos admisibles en la Exhibición de las Obras


de Industria de todas las Naciones, Londres, 1851
Núm. de
Sección Grupos de objetos
clases

Primeras materias y productos para


Productos de los reinos mineral,
demostrar las producciones natura-
vegetal y animal usados en manu�
les sobre que se emplea la indus-
facturas metálicas, medicina, ma�
tria humana.
nufacturas de cristal, loza y barro;
En esta sección se incluirán bajo la de-
porcelana; piedras y sustancias
nominación de primeras materias, todos
minerales para edificios, utensilios
los productos de los reinos mineral, ve-
y adornos; sustancias usadas como 32
getal y animal, ya sea en un estado me-
alimentos o en su preparación, en
ramente primitivo o en cualquier grado
procesos químicos o en la medicina;
de preparación antes de llegar al de ma-
sustancias para manufacturas texti�
nufactura; y se clasificarán conforme a
les y tejidos, para objetos domésti�
los usos que hace de ellos el hombre en
cos o de ornato, para manufactura
su estado original, y en sus transforma-
de utensilios, para pinturas y tintes
ciones químicas y mecánicas.

Maquinaria para objetos de agri- Maquinaria: de uso directo; para


cultura, manufacturas, construc- elevar y mover cuerpos; para pesar,
ción y demás, e igualmente toda medir, observar; instrumentos ma�
clase de inventos mecánicos para temáticos y filosóficos; instrumen� 9
demostrar los agentes que el inge- tos para dibujar y aparatos usados
nio humano ha llegado a crear so- por artistas y grabadores; maquina�
bre los productos naturales ria agrícola, entre otros

Manufacturas: fábricas de hilados


y tejidos; manufacturas de metales
en que se use oro, plata, cobre, zinc,
Manufacturas para demostrar el re- hierro, acero, plomo, bronce, peltre
sultado producido por la operación o metales mezclados; manufactu�
de la industria humana en las pro- ras de cristal o vidrio, porcelana,
ducciones de la naturaleza. Las ma- terracota o alfarería; manufacturas 11
nufacturas que se presenten en esta de sustancias vegetales: madera,
sección deberán estar perfectamen- paja, cáñamo, hierba, goma elásti�
te acabadas en estado de usarse ca, gutapercha; manufacturas de
sustancias animales: marfil, hueso,
cuerno, pegamento, cuero, concha,
plumas, pelo, cerdas
escenarios distantes 83

Tabla 3. Clasificación de los objetos admisibles en la Exhibición de las Obras


de Industria de todas las Naciones, Londres, 1851
Núm. de
Sección Grupos de objetos
clases
Escultura, modelos y arte plástica:
Escultura, modelos y arte plástica
escultura como arte bella en meta�
en general para demostrar el gusto
les, minerales, madera y otras sus�
y destreza ostentados en todas las
tancias vegetales, y en sustancias
aplicaciones de la industria humana
animales; grabados en cuño para
En esta sección se admitirán todos los
producir entalles: adornos de ar� 7
objetos formados de cualquiera materia,
quitectura, mosaicos y ataujía, es�
con tal de que manifiesten cierto grado
maltes, materiales y procedimien�
de gusto y destreza que permita clasi-
tos aplicables a las bellas artes en
ficarlos bajo la denominación de Bellas
general, modelos de arquitectura,
Artes
topografía, anatomía
Fuente: Dirección de Colonización e Industria, Invitación de la Dirección de Colonización e Industria
nombrada Comisión Central Mexicana para lo concerniente a la exposición de los objetos de industria que
debe verificarse en Londres el 1º de mayo de 1851, México, Imprenta de Vicente García Torres, 1850?;
Olivera López, Luis y Meza Oliver, Rocío, Catálogo de la Colección Lafragua de la Benemérita Universi-
dad Autónoma de Puebla (1616–1873), México, Universidad Nacional Autónoma de México y Bene�
mérita Universidad Autónoma de Puebla, 2006

A diferencia de la interpretación de la comisión mexicana, la comi�


sión francesa registró que el sistema de clasificación quedó definitiva�
mente establecido en seis secciones que se subdividieron en 30 clases de
objetos que, a su modo de ver, presentaba lamentables ausencias: la agri�
cultura no estaba representada más que por su maquinaria e instrumen�
tos, la pintura fue excluida de la exhibición de las bellas artes bajo el ar�
gumento de que resultaba ajena a los fines de la industria y los objetos de
la enseñanza tampoco encontraron lugar en la exposición, a pesar de su
importancia en la vida social y de su beneficiosa influencia en el desarro�
llo de la productividad industrial y de la civilización entre los pueblos.84
Si bien imperfecta, pues en algunos ítems no queda claro si los objetos
mencionados se consideran parte de un grupo o una clase, o aún incom�
pleta, pues con excepción de grabados y esculturas, las obras pictóricas

84
  Picard, Alfred, Exposition universelle international de 1889 à Paris. Rapport général. Historique des
expositions universelles. Preliminaries de l'exposition universelle de 1889, i t., París, Francia, Imprimerie
Nationale, 1891, pp. 109–111, consultado el 10 de diciembre de 2011, disponible en http://canum.
cnam.fr/redir?8XAE349.1.
84 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

y otros objetos de las bellas artes no fueron incluidos, sus pretensiones


de universalidad quedaron a buen resguardo y tanto los procedimientos
organizativos85 como el sistema de clasificación propuesto se instalaron
como referencia obligada, ya para igualar, ya para superar, en las poste�
riores ediciones de las exposiciones universales.
El emperador de los franceses, “por la gracia de Dios y la voluntad
nacional”, decretó la celebración de una exposición universal de produc�
tos agrícolas e industriales que tendría lugar en París, desde mayo hasta
septiembre de 1855, en la que serían admitidos los productos de todas
las naciones,86 y en un segundo decreto consideró que uno de los medios
más eficaces para contribuir al progreso de las artes era la celebración
de una exposición, con el concurso de todos los artistas del mundo, que
ofreciera una fuente de fecundas comparaciones, por lo que la exposición
de 1855 debía incluir, también, la puesta en escena de las bellas artes.87
La exposición de la colección francesa y de sus colonias quedó bajo el
cuidado, observación y vigilancia de un grupo de reconocidos hombres
de la política, las ciencias y las artes que se distribuyeron las responsabi�
lidades de acuerdo a sus habilidades e intereses, creando el precedente
de comisiones especializadas, al tiempo que conminaban a los gobiernos
extranjeros a formar sus propias comisiones y comités responsables de
examinar, elegir y enviar los productos de sus naciones; esas comisiones
autorizadas por sus respectivos gobiernos serían el único enlace posible
con la Comisión Imperial, que declinaba así la responsabilidad de aten�
der a los expositores en lo particular.

85
  A fin de eliminar los productos indignos de una exposición universal, la comisión francesa
los sometió a un doble examen a cargo, primero, de comisiones departamentales y, después, de la
comisión central. Este proceso de selección se fue instaurando como el más eficaz para el lucimien�
to de las naciones. Véase Picard, Alfred, Exposition universelle international de 1889 à Paris. Rapport
général. Historique des expositions universelles. Preliminaries de l'exposition universelle de 1889, i t., París,
Francia, Imprimerie Nationale, 1891, pp. 235 y 236, consultado el 10 de diciembre de 2011, disponi�
ble en http://canum.cnam.fr/redir?8XAE349.1.
86
  “Decreto firmado por Napoleón y fechado el 8 de marzo de 1853”, en Rapport sur l'exposition
universelle de 1855, présenté à l'Empereur par S. A. I. le Prince Napoleón, président de la commission, París,
Francia, Imprimerie Impériale, 1856, p. 170, consultado el 15 de noviembre de 2011, disponible en
http://cnum.cnam.fr/CGI/fpage.cgi?8XAE55/21/110/492/491/492.
87
  “Decreto firmado por Napoleón y fechado el 22 de junio de 1853”, en Rapport sur l'exposition
universelle de 1855, présenté à l'Empereur par S. A. I. le Prince Napoleón, président de la commission, París,
Francia, Imprimerie Impériale, 1856, p. 72, consultado el 15 de noviembre de 2011, disponible en
http://cnum.cnam.fr/CGI/fpage.cgi?8XAE55/21/110/492/491/492.
escenarios distantes 85

Esa comisión de expertos estudió y resolvió la preparación de todos


los trabajos relativos a la exposición universal parisina de 1855, entre las
cuales mereció una gran atención la definición del sistema de clasifica�
ción de los objetos. En su seno se debatió entre la opción de adoptar el
sistema de clasificación de las exposiciones quinquenales francesas o la
elaborada por la Comisión Real de Londres, que ofrecía la ventaja de que
ya se había puesto en práctica en 1851 y era conocida por la mayor parte
de las posibles naciones asistentes a la exposición de 1855. El examen pre�
liminar de esta grave cuestión y la elaboración de una propuesta quedó a
cargo de Frédéric Le Play, quien concluyó:

[…] no creo que se deban subordinar los productos de la industria hu�


mana a las numerosas concepciones filosóficas, sino que esta clasificación
debe servir, sobre todo al principal objetivo de la exposición que es brindar
al público y al jurado internacional los medios de apreciar los méritos de
los productos expuestos.88

En atención a estas consideraciones, propuso que en torno a cada


objeto se organizaran las materias primas necesarias para su fabricación,
así como los instrumentos y máquinas que han concurrido a su elabora�
ción y los oficios de las personas que hacían posible su transformación.
Este orden, establecido mediante composiciones secuenciales, creó una
imagen intencionada de series, en virtud de la cual la industria aparecía
como una inmensa cadena de montaje, cuyos eslabones se hallaban en�
trelazados entre sí.89
Los objetos se ordenaron en ocho grupos que agrupaban treinta cla�
ses de las cuales, veintisiete sirvieron a la clasificación de los objetos de
la industria y tres a la clasificación de los objetos de las bellas artes. Toda
clasificación persigue un propósito y el esquema tripartito que aquí se
aplicó (productos brutos, máquinas y productos elaborados) intentó des�
terrar la descontextualización de los objetos, situándolos en el proceso de
su creación.

88
  Rapport sur l'exposition universelle de 1855, présenté à l'Empereur par S. A. I. le Prince Napoleón,
président de la commission, París, Francia, Imprimerie Impériale, 1856, pp. 16–17, consultado el 15 de
noviembre de 2011, en http://cnum.cnam.fr/CGI/fpage.cgi?8XAE55/21/110/492/491/492.
89
  “Exposición Universal de París de 1855”, La Ilustración. Periódico universal, 24 de septiembre
de 1855, p. 378.
86 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

Tabla 4. Esquema de clasificación de los objetos admisibles a la Exposition


Universelle de Paris, 1855
Núm. de
División Grupo Clase
clases

Arte de las minas y metalurgia


Industrias que tiene
como objeto principal Artes forestales, caza, pesca y reco�
la extracción o la pro� lección de productos obtenidos sin 3
ducción de materias cultivo
brutas
Agricultura

Mecánica general aplicada a la


industria

Mecánica especial y materiales


Productos de la industria

Industrias que tienen para ferrocarriles y otros medios de


especialmente el obje� transporte
4
to de emplear fuerzas
mecánicas Mecánica especial y material de
talleres industriales

Mecánica especial y materiales para


la manufactura de tejidos

Artes de precisión, industrias y su


relación con las ciencias y la ense�
ñanza

Industrias especial� Industrias relacionadas con la pro�


mente fundadas sobre ducción y el empleo del calor, la luz
el empleo de agentes y la electricidad
4
físicos y químicos o
relativas a las ciencias Artes químicas, tinturas, e impre�
y la enseñanza siones, industrias del papel, de las
pieles, del caucho, etc.

Preparación y conservación de sus�


tancias alimenticias
escenarios distantes 87

Tabla 4. Esquema de clasificación de los objetos admisibles a la Exposition


Universelle de Paris, 1855
Núm. de
División Grupo Clase
clases
Higiene, farmacia, medicina y
Industrias relaciona� cirugía
das con las profesio� Marina y artes militares 3
nes científicas
Construcciones civiles
Industrial del acero en bruto y ma�
nufacturado
Manufacturas de pro� Fabricación de obras en metales
4
ductos minerales Orfebrería, joyería, industria del
bronce
Industrias del vidrio y la cerámica
Industria del algodón
Industria de la lana
Manufactura de Industria de la seda 5
tejidos
Industria de lino y del cáñamo
Bonetería, pasamanería, tapicería,
bordados y encajes
Industrias del mueble y la decora�
ción
Confección de ropa, objetos de
Muebles y decora� moda y fantasía
ción, modas, diseño
4
industrial, imprenta y Dibujo y plástica aplicado a la in�
música dustria, impresiones y fotografía
Fabricación de instrumentos de
música
Pintura, grabado y litografía
de arte
Obras

Bellas artes Escultura y grabado de medallas 3


Arquitectura
Fuente: “Decreto firmado por Napoleón y fechado el 6 de abril de 1854”, en Rapport sur l'exposition
universelle de 1855, présenté à l'Empereur par S. A. I. le Prince Napoleón, président de la commission, París,
Francia, Imprimerie Impériale, 1856, pp. 176–194, consultado el 15 de noviembre de 2011, disponi�
ble en http://cnum.cnam.fr/CGI/fpage.cgi?8XAE55/21/110/492/491/492
88 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

Este sistema de clasificación, derivado del que se aplicó en Londres


en 1851, considerado flexible, pragmático y muy adaptable a la práctica
comercial, intentó expresar la visión armónica del progreso que campea�
ba en el siglo, sin olvidar su misión didáctica: clasificar es conocer. El afán
clasificatorio del sistema parisino de 1855 se extendió a los objetos comu�
nes y corrientes, se formó una galería de economía doméstica para mos�
trar alimentos y provisiones, muebles y vestimentas de uso cotidiano; así,
junto a la exhibición del lujo, del arte y de las grandes riquezas industria�
les aparecieron los objetos directamente relacionados con el bienestar de
las mayorías.
La intención de clasificar todos los objetos se instaló como un deno�
minador común en todas las exposiciones. En la exposición universal de
1867, Frédéric Le Play intentó mostrar en un único espacio todos los pro�
ductos del trabajo humano, haciendo coincidir la forma del palacio y el
esquema clasificatorio. El edificio de 1867 destacó por su racionalismo, en
el que los objetos se clasificaron atendiendo a su naturaleza y a su lugar
de procedencia. El sistema superó la presentación inglesa articulada so�
bre el principio de la unidad de la producción, que tenía el inconveniente
de diseminar productos similares de los diferentes países en recintos se�
parados, siendo difícil establecer comparaciones.
En la exposición parisina de 1867, los objetos fueron distribuidos en
diez grupos y en 95 clases:

Tabla 5. Lista de clasificación de objetos. Exposición Universal


de París, 1867
Núm. de
Grupo Descripción
clases
I Obras de arte De la 1 a la 5

II Material y aplicaciones de las artes liberales De la 6 a la 13

III Muebles y otros objetos destinados a la habitación De la 14 a la 26

Vestimentas, tejidos y otros objetos para uso de las


IV De la 27 a la 39
personas

Productos en bruto y manufacturados de las indus�


V De la 40 a la 46
trias extractivas
escenarios distantes 89

Tabla 5. Lista de clasificación de objetos. Exposición Universal


de París, 1867
Núm. de
Grupo Descripción
clases

VI Instrumentos y procedimientos de las artes usuales De la 47 a la 66

Alimentos frescos o conservados en diversos gra�


VII De la 67 a la 73
dos de preparación
Productos vivos y especímenes de establecimientos
VIII De la 74 a la 82
agrícolas
Productos vivos y especímenes de establecimientos
IX De la 83 a la 88
hortícolas

Objetos especialmente expuestos para mejorar la


X De la 89 a la 95
condición física y moral de los pueblos
Fuente: Rapport sur l'Exposition universelle de 1867, à Paris. Prècis des opérations et listes del collabo-
rateurs. Avec un appendice sur l'avenir des expositions, la statistique des opérations, les documents officiels
et le plan de l'Exposition, París, Francia, Impremerie Impériale, 1869, pp. 572–573, consultado el 15 de
noviembre de 2011, disponible en http://cnum.cnam.fr/CGI/redir.cgi?8XAE148

Este sistema de clasificación presentó cambios con respecto a los


anteriores sistemas clasificatorios. Primero, aumentó de ocho a diez el
número de grupos de objetos, los productos de la agricultura y los de la
horticultura formaron grupos diferentes; y, para destacar el mejoramien�
to material, intelectual y moral de las grandes mayorías, los objetos rela�
cionados con la economía doméstica —que se habían reunido en una ga�
lería anexa durante la exposición de 1855— y los asociados a la vivienda
humana fueron apartados de la clase que anteriormente los agrupaba con
objetos de la imprenta y de la música, pasaron a constituir, en conjunto,
el grupo décimo. Segundo, se triplicó el número de clases, algunas de las
cuales fueron reubicadas en grupos diferentes, en el afán de distinguir,
con más precisión, la naturaleza de los objetos. Tercero, las bellas artes
ocuparon un primerísimo lugar, su representación mereció la apertura de
dos nuevas clases con las que se separaban las pinturas al óleo de los de�
más tipos de pinturas y dibujos, y se apartaron los grabados en medallas
de otros tipos de grabados. Finalmente, la enseñanza, sin constituir un
grupo especial, fue representada en varias clases de objetos, aunque sólo
90 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

el nivel primario, excluyendo la enseñanza secundaria y superior. Estos


cambios buscaban una coherencia más perfecta entre las clases de objetos
susceptibles de exhibición.
Al igual que en la exposición de 1855, el reto de organizar la gran
heterogeneidad del mundo de los objetos se resolvió con el recurso de las
exposiciones anexas. En 1867, la comisión francesa consideró pertinente
mostrar al gran público un montaje sobre la historia del trabajo humano,
con productos representativos de todas las épocas y de todos los pue�
blos para su fecunda comparación. También se efectuó una exhibición
sobre pesos, medidas y monedas para favorecer las relaciones comercia�
les entre naciones. El éxito de esta celebración llevó a Frédéric Le Play a
expresar la necesidad de que se sustituyeran las exposiciones temporales
por exhibiciones permanentes en dos modalidades: museos generales y
museos comerciales.
Al despuntar el último tercio del siglo xix, las exposiciones se habían
instalado en el imaginario de la época porque abrían oportunidades a
nuevos productos, desarrollaban, por la vía de la comparación, el gusto
artístico y el conocimiento científico y permitían constatar periódicamen�
te los avances logrados por los diferentes pueblos. Si las primeras mos�
traron una gran cantidad de objetos novedosos, en la exposición vienesa
de 1873, además de las novedades tecnológicas, se exhibió el perfecciona�
miento de los productos, los progresos realizados en la construcción de
las máquinas, en la precisión de los ajustes, en la fineza de las piezas y en
la calidad de las materias primas. La atracción por lo desconocido, por lo
nuevo, lo exótico y lo diferente se expresó en un sistema clasificatorio que
organizaba los objetos en 26 grupos, además de exposiciones adicionales
y temporales que presentaron colecciones de objetos sobre historia de las
invenciones, historia de la industria, de los precios, representaciones del
comercio mundial, pabellones sobre la infancia y trabajos de las mujeres.
escenarios distantes 91

Tabla 6. Clasificación de objetos admisibles en la Weltausstellung


de Viena, 1873
Núm. de
Grupo Sección (descripción general)
secciones
I. Explotación de las
Explotación de minas 3
minas y metalurgia

Economía rural, cría de ganado, industria fo�


II. Explotación agrícola
restal. Cultivo de la vid y de árboles frutales. 5
e industria forestal
Horticultura. Máquinas agrícolas

Productos químicos empleados en la indus�


tria. Preparaciones farmacéuticas, aceites
III. Industria química esenciales, perfumería, drogas y otras ma� 5
terias primas para la farmacia y la industria
química. Cuerpos grasos. Materias tintóreas

Harinas y productos elaborados con la hari�


IV. Sustancias alimen�
na. Azúcar, confitería y chocolatería. Vinos
tarias y de consumo
y sustitutos del vino, maltas, cerveza y otros 5
como productos de la
líquidos fermentados, vinagres. Tabaco y
industria
productos análogos

Tejidos de lana, de algodón, de lino, de seda.


V. Industria textil y Pasamanerías, tejidos de hilo de oro y plata,
materias para la con� encajes y bordados, plumas y flores artificia� 8
fección les. Vestidos para los dos sexos, peletería,
sombreros y guantes. Calzado. Tapicería

VI. Industria del cuero Cueros, pieles y forros. Objetos de cuero y


3
y del caucho de caucho

Objetos de oro y de plata, orfebrería, joyería,


VII. Industria de los bisutería. Objetos en fierro y acero. Armas
4
metales de todo tipo, exceptuando armas de guerra.
Objetos fabricados en otros metales

Carpintería, ebanistería, chapas, objetos tor�


neados, escultura en madera. Madera graba�
VIII. Madera labrada 3
da, objetos de corcho y cestería. Pintura en
madera, madera teñida y dorada
92 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

Tabla 6. Clasificación de objetos admisibles en la Weltausstellung


de Viena, 1873
Núm. de
Grupo Sección (descripción general)
secciones
IX. Objetos en piedra, Objetos en piedra y cemento. Porcelanas,
industrial del cristal y loza de barro, terracotas y cerámicas. Crista� 3
la cera les, cristalería de lujo y vitrales

Objetos de espuma de mar, en escala, en


cuerno, en hueso, en marfil, en nácar, etc.
X. Artículos de
Objetos de cera, juguetes. Objetos de fantasía 4
mercería
en cuero, en bronce, en laca. Látigos, parasol,
sombrillas

Cubiertas, cartones y papel. Papeles de fan�


tasía, papeles pintados, naipes. Objetos de
escritorio, materiales para las artes gráficas,
XI. Industria del papel 4
instrumentos para el uso de pintores y dise�
ñadores. Objetos confeccionados en papel,
en cartón y en papel maché

Tipografía, grabado en cobre y acero, lito�


XII. Artes gráficas y
grafía, cromografía. Fotografía. Diseños in� 4
diseño industrial
dustriales, diseños y pinturas de decoración

Motores, transmisiones, componentes de


XIII. Máquinas y mate� máquina, material de transporte y otros ma�
4
rial de transporte teriales para vías férreas. Carros y otros me�
dios de transporte

Instrumentos matemáticos, de geometría


XIV. Instrumentos de práctica, de astronomía, de física y de quími�
3
precisión y de medicina ca. Relojería. Instrumentos de cirugía, próte�
sis plásticas y mecánicas

Instrumentos de teclado. Instrumentos de


XV. Instrumentos de
cuerda. Instrumentos de viento y otros apa� 3
música
ratos acústicos
escenarios distantes 93

Tabla 6. Clasificación de objetos admisibles en la Weltausstellung


de Viena, 1873
Núm. de
Grupo Sección (descripción general)
secciones

Equipamiento y ropa. Armamento en gene�


ral, artillería. Atención médica y enfermeda�
XVI. Arte militar des del ejército de tierra y de mar. Educación 4
militar, enseñanza e instrucción, cartografía
e historiografía

Construcciones navales y armamento. Cons�


XVII. Marina trucciones diversas que sirvan a la navega� 2
ción, hidrografía

Planos, modelos y diseños de casas y de mo�


XVIII. Ingeniería civil y numentos públicos. Trabajos hidráulicos.
3
arquitectura Materiales y procedimientos de construc�
ción de caminos y vías férreas

XIX. Tipos de habi�


tación burguesa, su
Sin
distribución interior, su
secciones
decoración y su amue�
blamiento

XX. Tipos de habitación


rural, su distribución, Sin
sus utensilios y su secciones
mobiliario

XXI. La industria Sin


nacional secciones

XXII. Representación
de la eficacia de los Sin
Museos de Bellas Artes secciones
aplicadas a la industria
XXIII. Objetos de arte
Sin
para los servicios reli�
secciones
giosos
XXIV. Exposiciones de
Sin
aficionados (sin exa�
secciones
men)
94 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

Tabla 6. Clasificación de objetos admisibles en la Weltausstellung


de Viena, 1873
Núm. de
Grupo Sección (descripción general)
secciones
XXV. Bellas Artes.
Obras que han sido
Arquitectura. Escultura. Pintura. Artes grá�
producidas después de 4
ficas
la Exposición Universal
de Londres de 1862

Planos, disposiciones, medios de enseñanza


y producciones de la escuela primaria, de la
XXVI. Educación ense� escuela secundaria, de las escuelas especia�
4
ñanza, instrucción les, de las escuelas técnicas superiores y de
las universidades. Medios auxiliares para la
instrucción de adultos.
Fuente: Description des machines les plus remarquables et les plus nouvelles de l'exposition de Vienne en
1873: motrices, machines–outils, locomotives, appareils divers, précédée d'une notice sur les progrès récents
de la métallurgie, París, Francia, Baudry, 1874, pp. 6–9 y 16–18, consultado el 17 de diciembre de
2011, disponible en http://cnum.cnam.fr/redir?8XAE194

La clasificación de objetos adoptada aquí difirió esencialmente de la


que se había venido imponiendo en las exposiciones francesas; en esta
ocasión casi se triplicó el número de grupos en los que estos se podían
clasificar y más de la mitad de esos grupos se dedicó a organizar la cre�
ciente diversidad de objetos resultante de la producción industrial, aun�
que se redujo el número de secciones o clases a 78 posibilidades para
reunir los objetos. Por la descripción general de las secciones en las que
se agruparon los objetos para su exhibición, se puede observar la impor�
tancia que se concedió al perfeccionamiento de la mecanización e indus�
trialización de la actividad humana, lo mismo que las limitaciones para
clasificar los objetos de la vida cotidiana: los objetos de los grupos 19 al 23
asociados a los modos de vida rural y urbano, a los servicios religiosos y
a la difusión de las bellas artes no fueron seccionados, como si fueran un
conjunto de imposible clasificación y su inclusión en el sistema, lo mismo
que su valoración, la cual dependió de su utilidad para la industria; para
estos grupos de objetos no hubo jurados especialmente designados, en
tanto que su apreciación estaba condicionada por su utilidad a las acti�
vidades productivas, su calificación corrió a cargo de los jurados de los
otros grupos.
escenarios distantes 95

Una sección absolutamente novedosa fue la XXII, en la que se pre�


tendió reunir los objetos representativos de la eficacia de los museos de
bellas artes aplicadas a la industria, aunque su descripción quedó omiti�
da en el sistema clasificatorio se la puede percibir como parte del interés
específico en el proceso educativo. Ese interés tuvo su manifestación más
clara en la definición de la sección XXVI, la cual no se integró únicamente
con material pedagógico —libros, mapas, instrumentos—, sino, princi�
palmente, con métodos de enseñanza y reglamentos escolares de todos
los niveles educativos que permitían mostrar la relación de la educación
con las diferentes ramas de la actividad productiva.90 Dedicada a la cul�
tura y la educación, la exposición vienesa fue la primera en asignar una
sección especial a los objetos relacionados con la promoción de la cultura
intelectual en todas sus formas y en todos sus grados, materializando una
de las reiteradas aspiraciones de las exposiciones: servir al progreso de la
humanidad mostrando los procedimientos mediante los cuales el hom�
bre común podía lograr el ascenso social. De esta manera, la comisión
imperial austríaca contextualizaba la importancia de la educación en los
procesos de mejoramiento social de la población.
Afianzadas ya como el medio más idóneo para promover la imagen
de una nación, tres años más tarde, al otro lado del Atlántico, los Estados
Unidos de América celebraron, en Filadelfia, su primera gran exposición
universal.91 Los preparativos se habían iniciado desde 1871, cuando el
Congreso de la Unión determinó que el centenario de la independencia
del país sería conmemorado con una exposición internacional de bellas
artes, de la industria, de los productos del suelo y de las minas; la celebra�
ción tenía dos objetivos explícitos, dar a conocer sus productos industria�
les en el mercado europeo y alentar sus exportaciones, pero también, de
manera implícita, perseguía exhibir los resultados de sus progresos en el
arte y en la industria después de un siglo de vida independiente.
Si bien la presencia de los Estados Unidos de América en las expo�

90
  Picard, Alfred, Exposition universelle international de 1889 à Paris. Rapport général. Historique des
expositions universelles. Preliminaries de l'exposition universelle de 1889, i t., París, Francia, Imprimerie
Nationale, 1891, pp. 220–222, consultado el 10 de diciembre de 2011, disponible en http://canum.
cnam.fr/redir?8XAE349.1.
91
  “Declaración del Presidente de los Estados Unidos de América. Firmada en Washington D.
C., el 3 de julio de 1873”, en Rapports. France. Commission supérieure. Exposition internationale et uni-
verselle de Philadelphie (1876), París, Francia, Imprimerie Nationale, 1877, xxiii–xxiv, consultado el 20
de diciembre 2011, disponible en http://cnum.cnam.fr/redir?8XAE206.
96 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

siciones universales no fue constante, eso no impidió que mostrara los


resultados de un rápido desarrollo en varios de sus sectores industriales,
constituyendo siempre una revelación, además su desempeño como na�
ción convocante fue muy activo y original. Fue la primera nación ame�
ricana que tomó la iniciativa de celebrar en su territorio una exposición
universal desde 1851 para inaugurar su propia serie de celebraciones; no
concentró la realización de estos eventos en su ciudad capital, Washing�
ton, sino que alentó su organización en varias ciudades situadas a lo largo
y ancho de su territorio —Nueva York, Filadelfia, Nueva Orleans, Boston,
Chicago, Omaha, Atlanta, San Luis, San Francisco— como una estrategia
de promoción económica y cultural orientada a fortalecer la emergencia
de sus nuevos centros urbanos como polos de desarrollo, promovió las
celebraciones con la mayoritaria concurrencia de capitales privados y las
explotó publicitariamente, habilitando en forma espectacular los lugares
destinados a la exhibición de los objetos. Junto a las novedosas formas de
organización, uno de los componentes más originales de la serie de ex�
posiciones americanas fueron sus sistemas de clasificación de los objetos,
que abrieron espacios para la representación de la condición femenina
después de la exposición de Filadelfia en 1876.92
La exposición de Filadelfia fue la oportunidad de los norteamerica�
nos para mostrar al mundo su propia interpretación de la clasificación
del mundo de los objetos, agrupándolos en siete grupos y 329 clases.

Tabla 7. Sistema de clasificación adoptado por la Dirección General


Americana en Filadelfia, 1876
Núm. de
Grupo Sección
clases
minas y metalurgia

Minerales, metales, minerales para la construcción y productos


I. Explotación de

de las minas

Productos metalúrgicos 15

Explotación de minas, modelos, mapas

  Véase Hodeir, Catherine, “En route pour le pavillon americaine”, Le mouvement social, n. 149,
92

octubre–diciembre de 1989, pp. 89–98; Aimone, Linda y Olmo, Carlo, Les expositions universelles
(1851–1900), París, Francia, Belin, 1993, pp. 81 y 82.
escenarios distantes 97

Tabla 7. Sistema de clasificación adoptado por la Dirección General


Americana en Filadelfia, 1876
Núm. de
Grupo Sección
clases
Productos químicos

Cerámicas, porcelanas, etc.

Cristalería y objetos de vidrio

Muebles y objetos de uso general en la construcción

Materias hiladas y tejidas de origen vegetal y animal


II. Productos manufacturados

Objetos de lana y mezclas de lana

Sedas y otros tejidos en los que predomina la seda


96
Vestuario, bisutería, ornamentos y artículos de viaje

Papeles, papelería, registros y archivos

Armamento militar y naval, armas de fuego y motores de caza

Medicina, cirugía y prótesis

Quincallería, herramientas de corte, cubertería y productos me�


talúrgicos

Objetos manufacturados de origen vegetal, animal o mineral

Carros, coches y accesorios

Sistemas de educación, métodos y libros


III. Educación y ciencias

Instituciones y sociedades (sociedades científicas y museos)

Instrumentos científicos, filosóficos y métodos


35
Ingeniería, arquitectura, mapas, planos y representaciones grá�
ficas

Condición física, social y moral del hombre


98 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

Tabla 7. Sistema de clasificación adoptado por la Dirección General


Americana en Filadelfia, 1876
Núm. de
Grupo Sección
clases
Escultura

Pintura
IV. Bellas artes

Grabado y litografía
27
Fotografía

Diseño industrial y arquitectónico, modelos y decoración

Decoración en cerámica y en materiales vítreos, mosaicos y ob�


jetos incrustados
Máquinas, útiles y dispositivos para las minas, la metalurgia, la
química y las artes extractivas

Máquinas y útiles para trabajar los metales, la madera y la pie�


dra

Maquinaria e instrumentos para las fábricas de tejido y de papel

Máquinas, dispositivos e instrumentos empleados en la costura


y confección de vestimentas y de objetos de ornamentación

Maquinaria y dispositivos para la tipografía, la impresión, el


V. Máquinas

estampado, la encuadernación y la industria del papel


73
Motores y aparatos para la generación y transmisión de fuerza

Máquinas hidráulicas y neumáticas, bombas, grúas y ventila�


dores

Vías férreas, materiales y dispositivos

Máquinas empleadas en la preparación de productos agrícolas

Aparatos de transporte por aire, por vacío y por agua

Máquinas y aparatos especiales para el servicio de la exposi�


ción, calderas, máquinas, grúas, bombas, etc.
escenarios distantes 99

Tabla 7. Sistema de clasificación adoptado por la Dirección General


Americana en Filadelfia, 1876
Núm. de
Grupo Sección
clases
Agricultura y productos de los bosques (maderas, resinas, go�
mas, semillas)

Fruticultura

Productos agrícolas (cereales, leguminosas, tabaco)


VI. Agricultura

Animales terrestres
Animales acuáticos 63

Productos animales y vegetales


Sustancias textiles de origen vegetal o animal

Máquinas, utensilios y procedimientos de fabricación


Ingeniería agrícola y administración
Sistemas de cultivo y explotación

Árboles, arbustos y plantas de ornato; plantas y flores


VII. Horticultura

Invernaderos calientes y templados, orangeries y viñas


25
Instrumentos de jardinería, accesorios para jardines

Diseño y construcción de jardines, economía hortícola


Fuente: Rapports. France. Commission supérieure. Exposition internationale et universelle de Philadel-
phie (1876), París, Francia, Imprimerie Nationale, 1877, p. xlv–lxii, consultado el 20 de diciembre
2011, disponible en http://cnum.cnam.fr/redir?8XAE206

Los sistemas de clasificación de cada exposición universal muestran,


por un lado, la recuperación de experiencias previas pero, por otro, ex�
ponen los intereses nacionales de los países anfitriones. En la clasifica�
ción de la primera gran exposición universal americana se percibe una
orientación pragmática para hacer legible la heterogénea masa de objetos
resultante de la revolución industrial. Las manifestaciones materiales de
la innovación tecnológica fueron valoradas por su impacto en los ámbitos
de la producción y del intercambio comercial, de donde resultó el interés
100 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

por clasificarlas puntualmente; los tres grupos de objetos dedicados a los


productos manufacturados, las máquinas y la agricultura explotada de
forma mecanizada, por sí solos, reunieron 232 clases de objetos, más de
dos tercios de las posibilidades que ofrecía el sistema.
La importancia concedida a la innovación tecnológica replanteó los
métodos y los fines de la práctica pedagógica. En Filadelfia, al igual que
en Viena, el tema educativo fue expuesto en un grupo especial, en el que
se reunieron los objetos representativos de la teoría y la práctica de la
enseñanza, así como los recursos para la educación física, intelectual y
moral en todas las edades y para todas las clases sociales. Pero, a diferen�
cia de la exposición vienesa, en Filadelfia el tema educativo se alineó con
el desarrollo de las ciencias y la innovación tecnológica, asignando un
nuevo objetivo a la enseñanza y al aprendizaje: la transferencia de conoci�
mientos para alentar la innovación, lo que motivó la integración tanto de
objetos como de procedimientos del campo de la educación y de la cien�
cia. Para algunos observadores,93 el esquema del grupo III era demasiado
ambicioso y sus límites estaban imperfectamente trazados: los objetos de
la educación y de la ciencia, propiamente dicha, no debían ser reunidos
en un solo grupo, pues cada una de estas actividades generaban, por sí
mismas, objetos que merecían un grupo especial por separado.
Mientras el sistema clasificatorio utilizado en Filadelfia se articuló
en torno a la industrialización y a los procesos de mecanización, eviden�
ciando su apuesta por un modelo económico de desarrollo, la tercera ex�
posición universal francesa, celebrada en 1878, estableció un sistema de
clasificación en el que se determinaba la jerarquía de los objetos con base
a su utilidad en la vida social. Las obras artísticas se colocaron a la cabeza
del sistema de clasificación general y los demás objetos se fueron agru�
pando en gradación descendente hasta la horticultura; de esta manera,
a través del sistema de clasificación, la primera exposición de la Francia
republicana preconizó un orden de los objetos en el que tenían los prime�
ros lugares los que eran producto de la creatividad humana, después los
que servían al cultivo del intelecto y sucesivamente, por nivel de comple�
jidad, agrupó los que servían al sustento material del cuerpo.

93
  Picard, Alfred, Exposition universelle international de 1889 à Paris. Rapport général. Historique des
expositions universelles. Preliminaries de l'exposition universelle de 1889, i t., París, Francia, Imprimerie
Nationale, 1891, pp. 230–232, consultado el 10 de diciembre de 2011, disponible en http://canum.
cnam.fr/redir?8XAE349.1.
escenarios distantes 101

El sistema de clasificación de la exposición parisina de 1878 fue prác�


ticamente calcado del que se había preparado para la exposición de 1867,
pero en esta ocasión abarcó noventa clases reunidas en nueve grupos.

Tabla 8. Lista de clasificación de objetos. Exposition Universelle de Paris, 1878


Grupo Descripción Núm. de clases
I Obras de arte De la 1 a la5

Educación y enseñanza. Material y proce�


II De la 6 a la 16
dimientos de las artes liberales

III Mobiliario y accesorios De 17 a la 29


IV Tejidos. Vestimentas y accesorios De la 30 a la 42

Industrias extractivas. Productos en bruto


V De la 43 a la 49
y manufacturados

Herramientas, instrumentos y procedi�


VI De la 50 a la 68
mientos de las industrias mecánicas

VII Productos alimenticios De la 69 a la 75


VIII Agricultura y piscicultura De la 76 a la 84

IX Horticultura De la 85 a la 90
Fuente: Rapport administratif sur l'exposition universelle de 1878 à Paris. Rapport au Président de la
République, à l'appui du décret du 14 avril 1876, ii t., París, Francia, Imprimerie Nationale, 1881, pp.
33–67, consultado el 20 de diciembre de 2011, disponible en http://cnum.cnam.fr/redir?8XAE278

En este caso, la desaparición de un grupo y la disminución de 95


a 90 clases no necesariamente significó la exclusión de objetos anterior�
mente considerados sino, más bien, su reacomodo y la inclusión de otros
más, ya en diferentes grupos o en exposiciones especializadas dentro de
la gran exposición.
Así, la muestra de las obras artísticas, correspondiente al primer gru�
po, se limitó a aquéllas que fueron ejecutadas después del primer día de
mayo de 1867, pero se abrió una sección de arte retrospectivo para exhi�
bir los objetos de arte europeo creados desde la antigüedad más remota
hasta el año de 1800 con el propósito de apreciar mejor el estado contem�
poráneo del arte en el mundo y la marcha de la civilización a través de
102 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

los tiempos.94 Su objetivo fue no solamente satisfacer la curiosidad de los


espectadores, sino también exponer ante los ojos de los artistas los mejo�
res modelos legados por sus predecesores para desarrollar el buen gusto
y el sentimiento estético, a fin de contribuir al progreso de las industrias
ligadas al arte como la joyería, el diseño y construcción de mobiliario, la
cerámica, etc. Los objetos del arte europeo fueron ordenados cronológi�
camente, mientras que los objetos de otros países fueron clasificados en
orden geográfico.
Por otra parte, el grupo décimo de 1867, creado para reunir los obje�
tos destinados a la mejora de la condición física y moral de la población,
se eliminó bajo el argumento de que sus colecciones eran más aparatosas
que útiles a la representación del tema, pero no desaparecieron del siste�
ma: la enseñanza de niños y adultos, en 1878, fue integrada al grupo II,
el mobiliario y la vivienda de las clases populares pasaron a los grupos
III y IV, mientras que, los productos y las herramientas de la pequeña
industria fueron ubicadas al lado de los productos y herramientas de las
grandes casas.95 La representación de la cuestión sobre el estado moral de
las mayorías bajo el régimen republicano fue redondeada con la apertura
de la Galerie du Travail, ubicada en el palacio principal del Campo Mar�
te, en la que se recuperaron las colecciones de la clase 95 del suprimido
grupo X de 1867. En esta galería se establecieron talleres para trabajos
manuales donde se realizaban objetos a la vista del público.
Entre los cambios más notables deben apuntarse los que se registran
en el grupo II. El número de clases para ordenar los objetos dedicados a
la educación y la enseñanza se amplió para incluir, de manera específica,
tres niveles de enseñanza: la primaria, la secundaria y la superior, pues
el éxito de las exposiciones pedagógicas de Viena y de Filadelfia, aunado
a los progresos en la organización de la enseñanza pública después de
1867, hicieron necesario atribuir a los objetos de la educación un lugar
más extenso que en las anteriores exposiciones. Del mismo modo, los

94
  Rapport administratif sur l'exposition universelle de 1878 à Paris. Rapport au Président de la Ré-
publique, à l'appui du décret du 14 avril 1876, i y ii t., París, Francia, Imprimerie Nationale, 1881,
pp. 90–99 y 179–184, consultado el 20 de diciembre de 2011, disponible en http://cnum.cnam.fr/
redir?8XAE278.
95
  Picard, Alfred, Exposition universelle international de 1889 à Paris. Rapport général. Historique des
expositions universelles. Preliminaries de l'exposition universelle de 1889, i t., París, Francia, Imprimerie
Nationale, 1891, pp. 240–241, consultado el 10 de diciembre de 2011, disponible en http://canum.
cnam.fr/redir?8XAE349.1.
escenarios distantes 103

objetos de la medicina, la higiene y la asistencia pública, concebidas en


estrecha relación con la educación, ameritaron que se les reuniera en una
clase especial dentro del grupo II.
En cambio, fue reducido el número de clases del grupo VIII corres�
pondiente a las actividades de la Agricultura y la Piscicultura: se mantu�
vieron tres clases, referidas a modelos de explotaciones rurales y fábricas
agrícolas, insectos útiles y peces, crustáceos y moluscos, pero desapare�
cieron las seis clases dedicadas a animales vivos.
La representación de toda la producción humana y de los problemas
de la civilización se valió de exposiciones especiales anexas, por ejemplo,
sobre las aguas minerales francesas,96 sobre el desarrollo del arte musical97
o sobre sus puertos comerciales.98 Pero la exposición de retratos nacio�
nales históricos99 y la exposición de ciencias antropológicas,100 de indis�
cutible éxito entre el público, pusieron de manifiesto tanto la aspiración
de los organizadores franceses como el ánimo de los visitantes: penetrar
los misterios de extintas civilizaciones, mediante el estudio del pasado,
y así recorrer el devenir de los tiempos para comprender el avance de la
humanidad desde sus orígenes. La fascinación por los mecanismos del
progreso, entendido como un perpetuo movimiento hacia adelante, fue
el sello distintivo de la exposición parisina de 1878.
Siguiendo la tradición establecida por anteriores exposiciones, la que
se organizó en París en 1889, admitió todo tipo de productos de la agri�

96
  Destinada a mostrar las riquezas hidrotermales de Francia y a ofrecer datos completos sobre
su búsqueda y localización, su captación, su composición química, su conservación y su empleo.
97
  Considerando su importancia en la civilización moderna, las audiciones musicales fueron
organizadas con más cuidado que en 1867.
98
  En la que se expusieron las disposiciones portuarias, su planificación, su mantenimiento, sus
posibilidades de comunicación hacia el extranjero y hacia el interior del país, entre otros muchos
aspectos.
99
  Más de 900 obras —entre pinturas, esculturas, tapices y diseños— fueron adjuntadas a la
sección de Bellas Artes con el concurso de municipalidades, autoridades diocesanas, coleccionistas
y descendientes de ilustres familias; la muestra no necesitó de la participación de las colecciones de
los Museos de Louvre ni del de Versalles.
100
  La exhibición internacional de Antropología —organizada por la Sociedad Antropológica
de París— contó con la participación de dieciséis países, cuyas colecciones fueron preparadas por
los representantes de las naciones expositoras, aunque Francia aportó la mayor cantidad de objetos
provenientes, principalmente, de su colonia argelina y sirvió para contextualizar el congreso que
con ese tema se celebraba en el Palacio del Trocadero. Véase Rapport administratif sur l'exposition
universelle de 1878 à Paris. Rapport au Président de la République, à l'appui du décret du 14 avril 1876, i
t., París, Francia, Imprimerie Nationale, 1881, pp. 571–578, consultado el 20 de diciembre de 2011,
disponible en http://cnum.cnam.fr/redir?8XAE278.
104 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

cultura, de la industria, excluyendo algunas materias peligrosas, y obras


de arte. El sistema de clasificación para organizar la heterogénea masa
de objetos no presentó cambios estructurales significativos, pues una vez
más se adoptó la yuxtaposición de dos criterios básicos: el orden científi�
co que atiende la naturaleza de los objetos expuestos y el criterio geográ�
fico para destacar las diferencias nacionales.
El reglamento general de la exposición, publicado el 26 de agosto de
1886, dispuso un sistema de clasificación de los objetos dividido en nue�
ve grandes grupos que abarcaban 85 clases a los que se agregó un grupo
especial dedicado a la economía social. Ese sistema fue afinado mediante
sucesivos decretos, quedando definitivamente en 87 clases.

Tabla 9. Sistema de clasificación


en la Exposition Universelle de Paris, 1889
Núm. de
Grupo Denominación
clases
I Obras de arte 6
Educación y enseñanza. Materiales y procedi�
II 12
mientos de las artes liberales
III Mobiliario y accesorios 13
IV Tejidos, vestimentas y accesorios 11
Industrias extractivas, materias primas y produc�
V 7
tos manufacturados
Instrumentos y procedimientos de la industria
VI 19
mecánica. Electricidad
VII Productos alimenticios 7
VIII Agricultura, viticultura y piscicultura 6
IX Horticultura 6
Fuente: Picard, Alfred, Exposition universelle international de 1889 à Paris. Rapport général. Exploi-
tation, services divers, régime financier et bilan de l'exposition universelle de 1889, iii t., París, Francia,
Imprimerie Nationale, 1891, p. 6, consultado el 10 de diciembre de 2011, diponible en http://cnum.
cnam.fr/redir?8XAE349.3
La clasificación general quedó arreglada con varios decretos posteriores (11 de marzo, 1 de
mayo, 9 de junio, 23 de julio de 1887 y 9 de agosto de 1888)

Sin apartarse de la estructura clasificatoria ideada por Le Play desde


1867, el sistema formulado en 1889 buscaba incluir en los salones y ga�
lerías de la exposición los últimos descubrimientos y los más recientes
escenarios distantes 105

inventos de aplicación práctica, que hacían tangible y accesible al gran


público la idea de progreso material y cultural de la humanidad. Y para
dar cuenta de ese proceso, se crearon nuevas clases de objetos, a manera
de ejemplo se pueden citar: la clase 62 en el grupo VI (Instrumentos y
procedimientos de la industria mecánica) para presentar las aplicaciones
y desarrollo de uno de los hallazgos más importantes del mundo mo�
derno: la electricidad o la inclusión, en ese mismo grupo, de la clase 64,
para presentar la benéfica aplicación de los recursos de la Higiene y la
asistencia pública; del mismo modo, en el grupo VIII (Agricultura, viti�
cultura y piscicultura) se desterraron las clases dedicadas a la exhibición
de animales útiles a las labores y explotaciones agrícolas para dar paso a
clases de objetos que reflejaran el desarrollo de la metodología científica
en el sector agrícola como la 73 bis (agronomía y estadística agrícola) o la
73 ter (organización, métodos y material para la enseñanza agrícola). La
preocupación por mostrar los últimos avances en el quehacer humano
llevó a agregar de manera tardía dos clases más: una en el primer grupo,
para reunir los objetos y los procedimientos relativos a la enseñanza de
las artes del diseño y, otra en el segundo grupo, para integrar las eviden�
cias materiales de la enseñanza técnica.101
La inquietud sobre la problemática social no era ajena a los recintos
expositivos franceses. Con antecedentes desde 1855 y 1867, el tema re�
surgió en un grupo especial denominado Economía social, añadido a la
clasificación por disposición del 9 de junio de 1887. La cuestión social y
la situación de las clases trabajadoras atenazaban al siglo y fueron abor�
dadas en este grupo que se organizó en dieciséis secciones, en las que
se agruparon obras debidas a la iniciativa privada, de establecimientos
públicos y asociaciones, cuyo fin último suponía la mejora de las condi�
ciones materiales y morales de la clase obrera, abordando temas como la
vivienda obrera, el seguro de accidentes, el asociacionismo, la educación,
la higiene, etcétera. Cada sección se organizó a partir de un comité de
admisión, que unidos formaron la Commission d'organisation presidida
por Léon Say.102

101
  Picard, Alfred, Exposition universelle international de 1889 à Paris. Rapport général. Historique des
expositions universelles. Preliminaries de l'exposition universelle de 1889, iii t., París, Francia, Imprimerie
Nationale, 1891, pp. 10 y 11, consultado el 10 de diciembre de 2011, disponible en http://canum.
cnam.fr/redir?8XAE349.1.
102
  Picard, Alfred, Exposition universelle international de 1889 à Paris. Rapport général. Historique des
106 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

Del mismo modo, el conjunto se completó con varias exposiciones


especiales como la Retrospectiva del Arte Francés, las de Manufacturas
Nacionales, Monumentos Históricos, Historia del Teatro, Historia de la
Enseñanza del Dibujo, Retrospectiva del Trabajo y de las Ciencias Antro�
pológicas, de Economía Social, Concursos Temporales de Animales Ce�
bados y Concursos Temporales de Agricultura, Viticultura, Piscicultura
y Horticultura. Los ajustes al sistema clasificatorio de 1889 concitaron los
elementos de una enorme enciclopedia, intentando, una vez más, inven�
tariar el imparable desarrollo humano.
La utilización de las exposiciones universales como recurso para
promover, de manera legítima, la supremacía cultural de las naciones, a
través de la exhibición de sus producciones, socavó sus propósitos origi�
nales. La Exposición Universal de París en 1889, más que cualquier otra,
puso en evidencia cómo esas celebraciones se convertían en el escenario
de rivalidades políticas y diplomáticas. La confrontación entre el régimen
republicano francés y los Estados monárquicos abonó el desencanto por
las grandes exposiciones: “Nuestro gobierno, no es favorable, en prin�
cipio, a tales exposiciones, empresas onerosas para el Estado y para los
expositores y de utilidad dudosa”,103 le explicó el secretario de relaciones
exteriores del gobierno alemán, Herbert von Bismarck, a su embajador
en París. Los expositores más representativos de las grandes potencias
europeas desplazaron su energía a la participación en las exposiciones es�
pecializadas, poniendo en entredicho la función que venían cumpliendo
las grandes exposiciones generales.
Sin embargo, para los Estados Unidos de América, al otro lado del
Atlántico, el desafío que representaba la organización de una exposición
universal seguía constituyendo el medio más eficaz para acceder al es�
tatus simbólico de gran potencia. En 1893, para conmemorar el cuarto
centenario del descubrimiento de América, se resolvió la celebración de
la World's Columbian Exposition en la ciudad de Chicago, con el propósi�
to de ofrecer una brillante demostración de la fecunda actividad y de la
potencia productiva de la industria y de la agricultura norteamericanas.

expositions universelles. Preliminaries de l'exposition universelle de 1889, i t., París, Francia, Imprimerie
Nationale, 1891, pp. 324 y 325, consultado el 10 de diciembre de 2011, disponible en http://canum.
cnam.fr/redir?8XAE349.1.
103
  Citado en Schroeder–Gudehus, B., “Les grandes puissances devant l'Exposition Universelle
de 1889”, Le mouvement social, n. 149, octubre–diciembre de 1989, p. 17.
escenarios distantes 107

No vamos a resumir aquí las estrategias organizativas ni las for�


mas de financiamiento que llevaron a la audaz ejecución del evento, no
exenta de vicisitudes, sino la concepción norteamericana de lo que debía
mostrarse en sus recintos expositivos, la cual se refleja en el sistema de
clasificación adoptado. La clasificación norteamericana de la exposición
colombina dividió los objetos y productos en doce grandes departamen�
tos, identificados alfabéticamente, los cuales fueron distribuidos en una
superficie de más de 120 hectáreas, de las cuales 40 hectáreas correspon�
dían a espacios cubiertos en pabellones y galerías. Estos doce grandes
departamentos se subdividieron en 172 grupos y 917 clases de objetos.

Tabla 10. Sistema de clasificación de los objetos en la World's Columbian


Exposition. Chicago, 1893

Departamento Descripción general Lugar de exhibición

Productos alimenticios. Aguas Palacio de la Agricul�


minerales. Vinos y licores. Cer� tura. Pabellón forestal.
a) Agricultura vezas. Productos forestales. Pabellón de productos
Productos lácteos. Instrumentos lácteos y anexos al Pa�
agrícolas lacio de la Agricultura

Vinos. Licores. Horticultura. Palacio de la Horticul�


Floricultura. Fruticultura. Frutas tura. Exposición floral
b) Viticultura
y legumbres conservadas. Ins� al aire libre en Wooded
trumentos de la horticultura Island

Exposición en un par�
Animales domésticos y salvajes.
que reservado en los
c) Ganados Aves de corral. Insectos. Proce�
alrededores del Pala�
sos de mejora
cio de la Agricultura

d) Flora y fauna Instrumentos y procedimientos


Palacio de Pesquerías
acuática de pesca y de piscicultura

Productos de las minas y meta�


e) Minas Palacio de Minería
lurgia

Generadores. Máquinas textiles.


f) Máquinas Máquinas de vapor. Máquinas Palacio de la Máquinas
de impresión
108 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

Tabla 10. Sistema de clasificación de los objetos en la World's Columbian


Exposition. Chicago, 1893

Departamento Descripción general Lugar de exhibición

Palacio de los Trans�


portes y sus anexos
g) Medios de transporte Ferrocarriles. Barcos. Vehículos destinados a la exposi�
ción de vagones y loco�
motoras

Objetos manufacturados. Vesti�


mentas. Mobiliario. Productos Palacio de las Manu�
farmacéuticos. Productos ce� facturas y de las Artes
h) Manufacturas
rámicos. Quincallería. Joyería. liberales. Palacio de los
Bronces. Orfebrería. Armamen� cueros
to. Cueros y pieles. Juguetes, etc.

Motores eléctricos. Iluminación. Palacio de la Electrici�


i) Electricidad
Telefonía. Telegrafía. Metalurgia dad

Pintura. Escultura y artes deco�


j) Bellas artes Palacio de Bellas Artes
rativas. Exposición retrospectiva

Educación. Instrucción. Trabajos


públicos. Arquitectura. Música. Palacio de las Manu�
k) Artes liberales Arte dramático. Higiene. Instru� facturas y de las Artes
mentos de precisión. Fotografía. liberales
Economía social

Arqueología. Historia del traba�


l) Etnología jo y de las invenciones. Religio� Palacio de Etnología
nes antiguas
Fuente: Krantz, Camille (dir.), Exposition internationale de Chicago en 1893. Rapports. Rapport ad-
ministratif sur l'Exposition internationale de Chicago, París, Francia, Imprimerie Nationale, 1895, pp.
48–50, consultado el 29 de diciembre de 2011, disponible en http://cnum.cnam.fr/redir?8XAE394

Este sistema de clasificación rompió con la tradición expositiva que se


había desarrollado hasta el momento. Los organizadores de la exposición
colombina exhibieron su confianza en el futuro y en la potencia creativa
del pueblo norteamericano, hicieron tabla rasa del sistema de clasifica�
escenarios distantes 109

ción aplicado en la exposición de Filadelfia en 1876 y se apartaron nota�


blemente de la tradición francesa, sostenida sin modificaciones esenciales
en 1867, 1878 y 1889. Mientras que el sistema francés respondía a una
orientación filosófica que agrupaba metódicamente los objetos, de acuer�
do con su naturaleza y a su lugar de origen, el sistema norteamericano se
limitó, exclusivamente, a agrupar objetos similares, sin distinción de ori�
gen. El pragmatismo de los organizadores tenía en la gran disponibilidad
de espacio una firme base de apoyo; entre las grandes exposiciones, la
de Chicago fue la que contó con los mayores espacios expositivos, lo que
permitió distribuir a los expositores y a sus productos en recintos perfec�
tamente delimitados conforme al sistema de clasificación. Sin embargo,
esa desagregación significó grandes inconvenientes al momento de valo�
rar, en conjunto, las capacidades productivas de las naciones expuestas.
En un movimiento inverso a la representación expresada en el siste�
ma clasificatorio de la exposición parisina de 1878, en esta ocasión apa�
recieron, en primer lugar, los objetos y productos de las actividades pro�
ductivas primarias: agricultura, ganadería y minería, para seguir con las
actividades productivas relacionadas con la industria: máquinas, herra�
mientas, manufacturas, medios de transporte y generación de energías,
para concluir con aquéllas que eran producto de la actividad intelectual y
con las expresiones de la cultura: bellas artes, artes liberales y etnología.
En términos declarativos, los organizadores no se apartaron del obje�
to que animaba este tipo de eventos, la educación del pueblo, por eso in�
sistieron en que la World's Columbian Exposition debía presentar objetos
interesantes asociados al descubrimiento y a los resultados de esa gran
empresa. Esa misión educativa se materializó en la integración de una
colección histórica de objetos provenientes de Europa y Sudamérica que
se exhibió en el Museo Nacional de Washington durante la exposición e
ilustró la época del descubrimiento y el estado que guardaba el continen�
te cuando Colón pisó suelo americano. El proyecto expositivo abarcaba:

Un modelo de la casa en que nació Colón. Una colección de retratos de


él, de su familia y del mayor número de personas que estuvieron asociados
con él y tomaron parte en sus descubrimientos.
Una ilustración de la corte de Fernando e Isabel, con figuras de ta�
maño natural, vestidas a la usanza de la época y retratos y facsímiles de
documentos de Estado referidos a su primer viaje y a los acontecimientos
subsecuentes a la vida del descubridor.
110 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

Una reproducción perfecta de la carabela en que Colón se embarcó,


tripulada por marineros genoveses con vestidos de aquella época y que se
atracara en o cerca de los terrenos de la Exposición, debiendo equiparla con
cuanto sea posible, como lo estuvo durante su viaje: mapas, instrumentos, etc.
Un modelo de bulto de las Islas Antillas y de la costa norte de Sur
América, demostrando la ruta de Colón y los demás descubridores en sus
diversos viajes […].
Modelos de tamaño natural de los habitantes de América cuando fue
descubierta, con una colección de objetos que demuestren sus costumbres,
vestidos y manera de vivir.
Los últimos días de Colón ilustrados por medio de modelos, retratos,
una colección de documentos originales, su último testamento, su muerte,
su entierro, modelos de su ataúd y su tumba.
La época de la Conquista, ilustrada con modelos del palacio de Mocte�
zuma y sus templos, con otros objetos ya sea en su forma original o repro�
ducidos con exactitud, demostrando el estado de las partes semicivilizadas
del continente, su organización social, religiosa y política, figuras de los
conquistadores, con sus vestidos, armas y armaduras […]. Igual ilustración
de la civilización de los incas del Perú […].
Colecciones que muestren el desarrollo de los recursos del continente
durante cuatrocientos años, ilustrando por medio de lecciones objetivas los
progresos de la civilización.
La época de la revolución ilustrada por medio de retratos, documentos
históricos y otros objetos que expliquen la historia de esa lucha que resulto
en la separación de las colonias españolas de la corona de España […].
Esta colección histórica debía tener como complemento una exhibición
que demuestre el estado actual de la sociedad y civilización en las otras
repúblicas americanas, el modo de vivir y las costumbres de los pueblos,
su clase de vida, sus métodos de agricultura y el progreso de las artes me�
cánicas y de las ciencias, sus vestidos nacionales, etc., que se ilustrarían por
medio de tipos exactos, desde el ranchero de México hasta el gaucho de la
República Argentina.104

104
  Godoy, José F., La ciudad de Chicago y la exposición universal de 1893, Chicago, Estados Unidos
de América, Cía. Publicista Panamericana, 1892, pp. 98 y 99.
escenarios distantes 111

Fuera de los Estados Unidos, los países latinoamericanos fueron los


que manifestaron mayor interés y entusiasmo respecto a la exposición
universal de 1893; en ella quedó demostrado que en ese país no sólo el
progreso marchaba con pasos de gigante, también se evidencio que su
influencia económica y cultural se extendía vigorosamente a lo largo del
continente. Ante el espectáculo que ofrecía el avance estadounidense, los
observadores europeos reconocieron que las transformaciones económi�
cas que se avecinaban con el nuevo siglo traían aparejado el peligro de
perder su antigua preeminencia frente a las jóvenes naciones lanzadas a
la conquista del mundo. Para ellos, la exposición de Chicago fue fecunda
en enseñanzas y los acercó al conocimiento de una potencia desmesura�
da, no desprovista de nobleza y de gracia.105
Ante esa perspectiva y aún bajo la impresión del espectáculo que
había ofrecido la exposición de 1889, el diputado François Deloncle hizo
una propuesta de resolución a la Cámara de Diputados de Francia en el
sentido de que “La Cámara invite al Gobierno a decretar una exposición
universal en París, para el año 1900”, a fin de cerrar dignamente el siglo
xix dejando testimonio de las maravillas del genio de la Francia y de su
influencia en la nueva etapa de la civilización, que se inauguraba con el
nuevo siglo.106
Tanto los poderes nacionales como los de la ciudad de París se apres�
taron a tomar las medidas necesarias para preparar la gran celebración,
donde las artes, la ciencia y las actividades productivas presentarían los
avances seculares en sus procedimientos, métodos y materiales, constitu�
yendo, así, la síntesis del siglo xix, que al tiempo que proporcionaría las
más preciosas enseñanzas atraería poderosamente la atención y curiosi�
dad de los espectadores: educar divirtiendo.
El proyecto parisino para una grandiosa exposición en 1900 tenía
firmes bases: una infraestructura edilicia heredada de exposiciones pre�
vias, que para esta ocasión se ampliaría desmesuradamente, y un sistema

105
  Krantz, Camille (dir.), Exposition internationale de Chicago en 1893. Rapports. Rapport adminis-
tratif sur l'Exposition internationale de Chicago, París, Francia, Imprimerie Nationale, 1895, p. xxiii,
consultado el 29 de diciembre de 2011, disponible en http://cnum.cnam.fr/redir?8XAE394.
106
  “Propuesta de resolución presentada a la Cámara de Diputados el 2 de julio de 1892”, en
Picard, Alfred, Exposition universelle de 1900 à Paris. Rapport général administratif et technique, París,
Francia, Imprimerie nationale, 1902–1903, p. 7, consultado el 12 de enero de 2012, disponible en
http://cnum.cnam.fr/redir?4XAE69.1.
112 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

probado y mejorado, de manera continua, para clasificar y arreglar la


exhibición de los objetos.
A pesar de la experiencia de los franceses en el terreno de la orga�
nización de exposiciones universales, sistemáticamente documentada en
extensos informes, el Comisario General de la exposición, como primer
paso, sometió a una minuciosa revisión y a un detallado estudio el siste�
ma de clasificación de los objetos que se pondría en práctica en 1900, toda
vez que, desde su punto de vista, la clasificación ejercía una influencia
capital en el éxito de la empresa, por tanto, nada exigía más atención que
esa clasificación que constituía una de las bases esenciales del Reglamen�
to General y del proyecto en su conjunto. El sistema clasificatorio debía
ofrecer los objetos y los productos a la vista de los visitantes en un orden
lógico, simple y preciso para facilitar, a la vez, la apreciación del mérito
relativo de los expositores y el mayor impacto educativo en el público.
Los trabajos para definir el sistema clasificatorio pusieron en eviden�
cia que las diferentes ramas de la actividad artística, industrial o agrícola
tenían innumerables puntos de contacto, se entrelazaban unas con otras,
se mezclaban, se confundían. Entonces, sus objetos y productos no po�
dían ser agrupados de manera puntual, porque ningún sistema clasifica�
torio era capaz de establecer clases, ni grupos de objetos con un dominio
perfectamente definido, pues los objetos poseen un carácter mixto que
hacían incierta cualquier elección de una categoría para agruparlos. Los
objetos podían ser apreciados por sus cualidades intrínsecas o por sus
posibles usos, podían constituir el producto de una industria determina�
da y, a la vez, la materia prima; por tanto, muchos de ellos eran suscepti�
bles de cambiar de clase o de grupo dependiendo de sucesivos procesos
de elaboración o manipulación. Así, tanto el público como los jurados
calificadores difícilmente valorarían justamente sus cualidades si se los
presentaba aislados de sus orígenes, de sus aplicaciones o de sus usos.107
Después de un atento examen de los modelos clasificatorios prece�
dentes, elaborados tanto en Francia como en el extranjero, se optó por
permanecer fieles a la tradición nacional, tomando como punto de par�
tida la clasificación de 1889, pero procurando el perfeccionamiento del

  Picard, Alfred, Exposition universelle de 1900 à Paris. Rapport général administratif et technique,
107

París, Francia, Imprimerie nationale, 1902–1903, pp. 47 y 48, consultado el 12 de enero de 2012,
disponible en http://cnum.cnam.fr/redir?4XAE69.1.
escenarios distantes 113

sistema, con base en la experiencia, a fin de mantener la armonía entre


la denominación de los grupos y las características más notables de los
productos y objetos en ellos reunidos. A sabiendas de que el número
casi inconmensurable de objetos exhibidos en una exposición superaba
cualquier esfuerzo clasificatorio, los organizadores franceses ampliaron
el sistema utilizado en 1889. La clasificación general de 1900 contempló
18 grupos en los que se distribuyeron 121 clases; englobó 1506 tipos de
productos a los que se añadió una docena más de tipos de objetos de la
exposición retrospectiva.

Tabla 11. Sistema de clasificación de los objetos


en la Exposition Universelle de Paris en 1900
Núm. de
Grupo Descripción general de las clases
clases
Educación de la infancia. Enseñanza prima�
ria y de adultos. Enseñanza secundaria. En�
I. Educación y enseñanza señanza superior e instituciones científicas. 7
Enseñanzas especiales (artística, agrícola,
industrial y comercial)

Pinturas y diseños. Grabados y litografía.


II. Obras de arte Escultura y grabado en medallas y piedras 4
finas. Arquitectura

Tipografía e impresiones diversas. Foto�


grafía. Ediciones (musicales, periódicos y
III. Instrumentos y pro�
afiches). Cartas y aparatos de geografía y
cedimientos generales de
cosmografía. Topografía. Instrumentos de 8
las letras, las ciencias y las
precisión. Monedas y medalla. Medicina y
artes
cirugía. Instrumentos de música. Materiales
para el arte teatral

IV. Materiales y procedi� Máquinas de vapor. Diversas máquinas


mientos generales de la motrices. Aparatos diversos de la mecánica 4
mecánica general. Máquinas–herramientas

Producción y utilización mecánica de la


electricidad. Electroquímica. Iluminación
V. Electricidad 5
eléctrica. Telegrafía y telefonía. Aplicacio�
nes diversas de la electricidad
114 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

Tabla 11. Sistema de clasificación de los objetos


en la Exposition Universelle de Paris en 1900
Núm. de
Grupo Descripción general de las clases
clases
Materiales y procedimientos de la inge�
niería civil. Modelos, planos y diseños de
trabajos públicos. Carrocerías, carros, auto�
VI. Ingeniería civil. Me�
móviles. Talabartería y guarniciones. Ma� 7
dios de transporte
terial para ferrocarriles, rieles y tranvías.
Materiales para la navegación de comercio.
Aerostática
Materiales y procedimientos de las explota�
ciones rurales, de la viticultura y de las in�
dustrias agrícolas. Agronomía. Estadísticas
agrícolas. Productos agrícolas alimenticios
VII. Agricultura 8
de origen vegetal, de origen animal. Pro�
ductos agrícolas no alimenticios. Insectos
útiles y sus productos. Insectos perjudicia�
les y vegetales parasitarios

Material y procedimientos de la horticultu�


ra y de la arboricultura. Verduras. Árboles
VIII. Horticultura y arbo� frutales y frutos. Árboles, arbustos, plantas
6
ricultura y flores de ornato. Plantas de invernadero.
Granos, semillas y plantas de la horticultu�
ra y de viveros

Materiales, procedimientos y productos de


las explotaciones y de las industrias fores�
IX. Bosques, caza, pesca y tales. Armas de caza. Productos de la caza.
6
pequeñas cosechas Equipos, instrumentos y productos de la
pesca. Acuacultura. Equipos, instrumentos
y productos para pequeñas cosechas

Material y procedimientos de las industrias


alimentaria. Productos harinosos y sus de�
rivados. Productos de la panadería y de la
pastelería. Conservas de carnes, pescados,
X. Alimentos legumbres y frutos. Azúcares y productos 8
de la confitería, condimentos y estimulan�
tes. Vinos y vinos espirituosos. Siropes y
licores, alcoholes industriales. Bebidas di�
versas
escenarios distantes 115

Tabla 11. Sistema de clasificación de los objetos


en la Exposition Universelle de Paris en 1900
Núm. de
Grupo Descripción general de las clases
clases

Explotación de minas y canteras. Gran me�


XI. Minas y metalurgia 3
talurgia. Pequeña metalurgia

Decoración fija de edificios públicos y ha�


bitaciones. Vitrales. Papeles pintados. Mue�
bles baratos y de lujo. Tapices y otros tejidos
XII. Decoración y mobilia�
de mobiliario. Decoración móvil y obras de
rio para edificios públicos 10
tapicería. Cerámica. Cristales y vidriería.
y habitaciones
Aparatos y procedimientos de calefacción y
de ventilación. Aparatos y procedimientos
de iluminación no eléctrica

Material y procedimientos del hilado, del


tejido, del blanqueamiento, tintura e im�
presión de materias textiles, de la costura y
fabricación de ropa. Hilados y tejidos de al�
XIII. Hilados, tejidos y godón, de lino, de cáñamo, de lana, de seda.
11
vestimentas Productos de la cordelería. Cuerdas. Enca�
jes, bordados y pasamanería. Industrias de
la confección y de la costura para hombres,
mujeres y niños. Diversas industrias del
vestido

Artes químicas y farmacia. Fabricación de


XIV. Industria química papel. Cueros y pieles. Perfumería. Manu� 5
facturas de tabaco

Papelería. Cubertería. Orfebrería. Joyería


y bisutería. Relojería. Bronces, fundición,
hierro forjado. Metales repujados. Cepillos,
XV. Industrias diversas artículos de cuero, cestería. Industrias del 9
caucho y del hule (material, procedimien�
tos y productos. Objetos de viaje y de cam�
pamento. Baratijas
116 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

Tabla 11. Sistema de clasificación de los objetos


en la Exposition Universelle de Paris en 1900
Núm. de
Grupo Descripción general de las clases
clases

Aprendizaje. Protección de la infancia obre�


ra. Remuneración del trabajo. Participa�
ción de los beneficios. Grandes y pequeñas
industrias. Asociaciones cooperativas de
producción y de crédito. Sindicatos profe�
sionales. Grande y pequeña cultura. Sindi�
XVI. Economía social. Hi� catos agrícolas. Crédito agrícola. Seguridad
12
giene y asistencia pública en los talleres. Reglamentación del trabajo.
Habitaciones obreras. Sociedades coopera�
tivas de consumo. Instituciones para el de�
sarrollo intelectual y moral de los obreros.
Instituciones de previsión social. Iniciativas
públicas o privadas para el bienestar de los
ciudadanos. Higiene. Asistencia pública

Procesos de colonización. Material colonial.


XVII. Colonización Productos especiales destinados a la expor� 3
tación en las colonias.

Armamento y material de artillería. Inge�


niería militar y servicios de abastecimiento.
XVIII. Ejércitos de tierra y Ingeniería marítima. Trabajos hidráulicos.
6
mar Torpedos. Cartografía, hidrografía y sus
instrumentos. Servicios administrativos.
Higiene y material sanitario
Fuente: Picard, Alfred (dir.), Exposition universelle de 1900 à Paris. Rapport général administrative et
technique. Pieces annexes. Actes officiels, tableaux statistiques et financiers, i t., París, Francia, Imprime�
rie Nationale, 1902–1903, pp. 52–56, consultado el 20 de diciembre de 2011, disponible en http://
cnum.cnam.fr/redir?4XAE69.8
La Comisión Superior Francesa reunida en asamblea plenaria el 6 de julio de 1894 adoptó este
sistema de clasificación, el cual fue aprobado definitivamente por decreto del 4 de agosto de 1894

En términos generales, se puede notar que este sistema de clasifica�


ción expresó una jerarquización de la actividad humana, ya preconizada
desde 1878, en la que se asignaba un primer lugar a los sistemas y proce�
sos educativos y a la creación artística, seguido por las evidencias mate�
riales del desarrollo científico y de las innovaciones tecnológicas, después
escenarios distantes 117

por las actividades productivas, para cerrar con los objetos de los grupos
de economía social, colonización y armamentos, cuestiones insoslayables
al final del siglo xix. Para lograr la representación del complejo fin de
siglo y a diferencia de los certámenes previos, que incluían diferentes
exposiciones especializadas para lograr una representación más acabada,
el sistema clasificatorio de 1900 previno que cada grupo, y de ser posible
cada clase de objetos, debía incluir exposiciones retrospectivas que expli�
caran gráficamente los avances y los procesos de transformación de los
objetos desde 1800.
Este sistema reflejó una tendencia general al fraccionamiento de los
grupos. Por ejemplo, se diferenciaron los productos de educación y en�
señanza de los procedimientos de las ciencias, las artes y las letras, y se
separaron la agricultura de la pesca y la recolección. Por otro lado, lo
que en certámenes anteriores fueron clases, ahora figuraron en el rango
de grupos. Es el caso del grupo V (Electricidad), que habiendo sido una
clase en 1889, ameritó constituirse en un grupo, y no era para menos, al
finalizar el siglo xix las aplicaciones de la electricidad —el ‘hada’ de la
electricidad— a la industria, a las comunicaciones y a la vida cotidiana
permitían vislumbrar posibilidades insospechadas. Del mismo modo se
consagró un grupo a la producción bélica e igual sucedió con la industria
química, que fue elevada a la categoría de grupo, a consecuencia de la
creciente importancia que adquiría este sector en la economía y, posible�
mente, para lucimiento de la nación anfitriona, destacada en este ámbito.
La intención de representar en los recintos expositivos la evolución
de las necesidades del ser humano, de la industria y de sus posibles so�
luciones técnicas, llevó a la aparición de nuevos grupos de objetos. Los
problemas sociales, anteriormente tematizados en exposiciones especia�
lizadas anexas a la gran exposición, emergieron como nuevos campos
semánticos susceptibles de representación en grupos de objetos. La cues�
tión social, que había sido abordada en exposiciones especializadas des�
de 1855, y que en algunas exposiciones llegó a constituir hasta dieciséis
clases repartidas en diferentes grupos, ahora se representó en un grupo
notablemente extenso, abarcó doce clases de objetos, acusando la influen�
cia del asociacionismo. Por otro lado, un nuevo grupo fue consagrado a
los procesos de colonización, a sus efectos morales y materiales; su inclu�
sión, al decir de los organizadores, se hacía por dos razones: por la nece�
sidad de expansión colonial que experimentaban todos los pueblos civi�
lizados y por el importante papel que las colonias tenían para el porvenir
118 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

de las naciones colonizadoras; huelga decir que, desde esta perspectiva,


el sometimiento de los pueblos y la explotación de sus recursos, en aras
de la civilización, aparecía como un hecho natural y reafirmaba la misión
civilizatoria de Occidente, que aquí podía exhibir, además, su preocupa�
ción por el destino de los pueblos colonizados sin voces discordantes que
cuestionaran los efectos negativos de los procesos de colonización.
Esta somera revisión de los sistemas de clasificación sobre los que se
montaban las exposiciones universales nos muestran las rápidas y cons�
tantes transformaciones que tuvieron lugar en la segunda mitad del si�
glo xix. Nada permaneció inmutable: los descubrimientos de la ciencia,
los fenómenos económicos, las relaciones internacionales y otros varios
fenómenos ejercían su influencia en una cambiante y compleja realidad
mundial. Y los sistemas de clasificación, en cada edición, debían respon�
der a la situación del momento, traducirla y reflejarla en un orden lógico
dividido en clases, en el que cada clase encarnaba una cierta información
que determinaba un carácter común a varios objetos. En ese orden lógico
subyacía un propósito: jerarquizar los objetos expuestos y lo que ellos
representaban, las comunidades nacionales que los producían.
Los sistemas de clasificación funcionaron como un recurso para veri�
ficar la posesión o capacidad de producción de los artefactos de la moder�
nidad entre los pueblos a lo largo y a lo ancho del mundo; estandarizaron
nomenclaturas y unidades de medición que sirvieron para crear equiva�
lencias y conexiones entre realidades sociales distantes y heterogéneas.
Los grupos y las clases de objetos aparecieron como una lista orde�
nada de elementos pertenecientes al mismo conjunto, definido como pro�
greso cultural y material de la sociedad, que por su diversidad precisaba
una catalogación para facilitar su identificación. Entonces, las comuni�
dades nacionales participantes en esos grandes eventos procuraban reu�
nir el mayor número de objetos posibles, registrados en esos sistemas de
clasificación, aunque no todas lograban ese propósito, pues las naciones
concurrentes no necesariamente participaban con sus objetos y productos
en todos los grupos y clases.
Convertidos en escaparates en los que se reunían los artefactos y ob�
jetos que representaban el progreso científico y técnico, en los recintos
expositivos de la segunda mitad del siglo xix se desplegó una intención
enciclopédica, ya que en cada edición se intentaba mostrar una sínte�
sis completa de la época. Este propósito enciclopédico, compartido por
los grandes organizadores de las exposiciones universales, se expresó,
escenarios distantes 119

de manera general, en dos tendencias expositivas: la anglosajona, en la


que predominaba una vocación pedagógica, utilitaria y experimental, en
las que se utilizaron abundantes métodos explicativos sobre el funciona�
miento de las máquinas o nuevos procedimientos técnicos; y la francesa,
que saltó a la palestra internacional en 1855, incorporando a la exposición
de productos industriales, la producción artística, revelando con ello su
inclinación por la espectacularidad, la suntuosidad, la singularidad y ra�
reza de las piezas, así como por el valor intrínseco tanto de las colecciones
como de las instalaciones. En las ediciones francesas, el progreso se redu�
cía a un espectáculo que no necesitaba mayor explicación.108
Sin embargo, ambas tendencias expositivas estaban firmemente co�
nectadas, la anglosajona, de hecho, fue incapaz de perpetuarse y lenta�
mente fue incorporando elementos de espectacularidad para atraer a la
gran masa de visitantes. A la larga se impuso la tendencia gala: en los
años ochenta del siglo xix se constata un considerable incremento en las
instalaciones dedicadas al ocio y la diversión de los visitantes en las ex�
posiciones universales; la de Chicago en 1893 montó una espectacular pa�
rafernalia109 y definitivamente triunfó en la exposición parisina de 1900,
en la que se registró un afortunado balance entre contenidos educativos
y entretenimiento. Todas las exposiciones buscaron funcionar como es�
cuelas de aprendizaje de la civilización industrial y, para mantener la
atención del gran público, incorporaron formas de presentar lúdicamente
los contenidos educativos que crearan la sensación de que todo lo impor�
tante —geografía, cultura, historia, artes, economía…— estaba en ellas
contenido sin menoscabo del espectáculo, al tiempo que imponían una
forma paradigmática de percibir el mundo, sus procesos y sus objetos.
De acuerdo con M. Rebérioux, el análisis e interpretación del fenó�
meno que representaron las exposiciones universales no se puede propo�
ner de manera aislada, como una mónada, como un objeto en sí mismo,
sino que se les debe explorar como puntos de confluencia de una coyun�

108
  Lasheras Peña, Ana Belén, España en París. La imagen nacional en las exposiciones universales
(1855–1900) (Tesis de Doctorado en Historia Moderna y Contemporánea), Universidad de Can�
tabria, 2009, pp. 8–10, consultado el 15 de septiembre de 2011, disponible en http://hdl.handle.
net/10803/10660.
109
  Bassignana, P. L., Le feste popolari del capitalismo: esposizioni d'industria e coscienza nazionale in
Europa (1798–1911), Torino, Italia, Umberto Allemandi, 1997, pp. 55–62.
120 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

tura específica, formando parte de una serie de eventos.110 Las que se cele�
braron en la segunda mitad del siglo xix compartieron como característica
más visible, el que no fueron reguladas ni organizadas por organismos
internacionales, por lo tanto, su frecuencia, localización y duración fue�
ron imprevisibles111 y dependieron de la voluntad, los recursos y la capa�
cidad organizativa de los países anfitriones; además, coincidieron en la
pretensión de reunir, en cada edición, objetos naturales y culturales que
representaran la totalidad de las actividades humanas, esta aspiración
permitió el concurso de lo bello, lo útil, lo raro, lo viejo, lo nuevo…; y,
finalmente, se desarrollaron en una época marcada por la fe en el progre�
so, en la capacidad creadora del género humano para dar solución a los
problemas sociales que obstaculizaban la convivencia armónica de toda
la humanidad.
De la larga serie de exposiciones universales que inició desde 1851,
aquí me interesa constituir una serie sólo con las que se celebraron en la
segunda mitad del siglo xix a las que México concurrió con sus objetos
y productos para construir una imagen de prosperidad, de estabilidad,
de adhesión a los principios de la modernidad y del progreso; éstas se
distinguieron por la progresiva intención de publicitar la imagen de la
nación mexicana como contenedora de grandes posibilidades económi�
cas para la inversión y la colonización extranjera. Los datos disponibles
confirman la presencia de México en Londres, 1851; en París, 1855, 1867,
1889 y 1900; en Filadelfia, 1876; Nueva Orleans, 1884 y Chicago, 1893. En
esta disertación abordaré aquéllas que ejercieron una mayor influencia
en la definición de la forma como la nación mexicana se presentó en los
escenarios globales, imponiendo referentes culturales y estrategias orga�
nizativas que impactaron sus ámbitos regionales por muy dispersos y
heterogéneos que éstos fueran en el complejo siglo xix mexicano.

110
  Rebérioux, Madeleine, “Au tournant des expos: 1889”, Le mouvement social, n. 149, octubre–
diciembre de 1989, pp. 3–14.
111
  En 1888, coincidió la realización de exposiciones universales en Barcelona, Bruselas y
Melbourne, mientras que la Exposición de Nueva Orleans se mantuvo abierta durante casi tres
años. Véase Schroeder–Gudehus, B. y Rasmussen, A., Les fastes du progrès: le guide des expositions
universelles (1851–1992), París, Flammarion, 1992, p. 238.
la puesta en escena de la nación mexicana

La vinculación entre la idea de nación y la territorialidad, que distin�


gue a la moderna construcción de las comunidades nacionales en Hispa�
noamérica, se fundó sobre la acción de los habitantes de esos territorios
que, a lo largo de su historia, le otorgaron densidad simbólica a su es�
pacio geográfico y político, destacando sus características y exaltando la
riqueza y la fertilidad como cualidades de su territorio.
El discurso que enunciaba a la nación se fundó sobre los atributos
físicos del espacio geográfico de tal forma que productos y objetos se con�
virtieron en distintivos propios de los territorios y se instalaron como
elementos de identidad nacional,1 en una suerte de iconización, ya que
determinados productos se volvieron representativos de las naciones his�
panoamericanas en formación, sirviendo de carta de presentación ante
las comunidades del orbe.
La naturaleza de los territorios americanos, celosamente guardada
por el aislamiento que impuso el riguroso control de la administración
colonial española, fue redescubierta a partir de los primeros años del si�
glo xix por naturalistas, viajeros y cronistas extranjeros, que compusieron
una imagen de ellos —impregnada de una perspectiva neocolonial— a
partir de la abundancia de sus recursos naturales y de la alteridad cul�
tural que revelaban sus vestigios arqueológicos, paisajes exuberantes y
exóticos, flora y fauna, escenas cotidianas, ciudades y pueblos, ruinas y

1
  Por citar sólo un caso: la intensa actividad económica en torno al palo de Brasil tuvo como
efecto inmediato la adopción del nombre de Brasil para las tierras descubiertas y ocupadas por los
portugueses en la parte sur del continente americano. Una interesante reflexión la brinda Murilo
de Carvalho, José, “Brasil, Brazil: sueños y frustraciones”, en José Carlos Chiaramonte, Carlos Ma�
richal y Aimer Granados (comps.), Crear la nación. Los nombres de los países de América Latina, Buenos
Aires, Argentina, Sudamericana, 2008, pp. 17–40.
122 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

testimonios del pasado fueron capturados, sobre la marcha, por su mi�


rada y plasmados en dibujos, pinturas, grabados y relatos de viajes que
destacaron la riqueza y diversidad de recursos naturales y humanos.2
Aunque la mirada de los extranjeros, principalmente europeos, que
recorrieron las antiguas posesiones españolas en América, sirvió al uso
representativo de determinados productos y objetos del territorio, la
exaltación de la abundancia de recursos naturales fue un tópico recurren�
te en el discurso oficial de las emergentes naciones hispanoamericanas:
sus emblemas, escudos y símbolos nacionales incorporaron, en diferentes
momentos, alegorías de la abundancia, para referirse a ventajosas con�
diciones materiales que garantizaban las posibilidades de explotación
productiva en sus territorios. La capacidad evocadora de los objetos y
productos del suelo americano, como fragmentos de una naturaleza exu�
berante y pródiga, se articuló en torno a su utilidad económica.
En este sentido, México no se diferenció de la mayoría de las repú�
blicas que surgieron en América durante el siglo xix, su territorio fue
presentado como una tierra de promisión. La idealización del territorio
mexicano, basada en el recuento de sus ricos y abundantes recursos, es�
pecialmente agrícolas y minerales, estaba en concordancia con los princi�
pios fisiocráticos que entonces circulaban: el mundo físico y sus recursos
eran la base de la riqueza, el capital podía ayudar a explotarla y el trabajo
a extraerla, pero sólo la naturaleza la creaba.3 Las descripciones que enfa�
tizaban el alto rendimiento de las tierras mexicanas, la diversidad de sus
productos y la abundancia de sus recursos minerales sólo confirman cómo
las ideas fisiocráticas influyeron en la representación que se construyó
del territorio mexicano después de su independencia política de España.
En los dos primeros tercios del siglo xix, las elites mexicanas cultiva�
ron la idea de un territorio nacional pródigo en recursos naturales, para
consumo interno y externo, cuyos productos podían asegurarle un lu�
gar destacado en el orden económico internacional como exportador de
productos agrícolas y minerales. En un contexto nacional lastrado por la

2
  Mongne, Pascal, “Imaginaire et réalité: l'imagerie du Mexique durant la première moitié du
xixe Siècle”, en Michel Bertrand y Laurent Vidal (dirs.), À la redécouverte del Amérique. Les voyageurs
europèens au siècle des indépendances, Toulouse, Francia, Presses Universitaires Du Mirail, 2002, pp.
97–124.
3
  Weiner, Richard “El declive económico de México en el siglo xix: una perspectiva cultural”,
Signos Históricos, n. 12, julio–diciembre de 2004, pp. 73–75.
la puesta en escena de la nación mexicana 123

bancarrota del erario público, por las amenazas externas y por la inesta�
bilidad política provocada por los movimientos separatistas y los golpes
militares, no podía ser de otro modo, la actividad industrial presentaba
signos de máxima debilidad y paralización económica.
La expansión de la actividad industrial se notaba, principalmente, en
el ramo textil en un espacio geográfico claramente delimitado, el centro–
oriente del territorio nacional, en el cual estaban comprendidos los estados
de Puebla y de México,4 identificados desde los aztecas como el corazón
de la nación. La multiplicación de establecimientos fabriles en los años
posteriores a la década de 1840 —después de la inauguración, en 1835, en
territorios aledaños a la ciudad de Puebla de la primera fábrica textil me�
canizada—5 no alcanzó a desdibujar la impresión de que las actividades
de la industria textil se desarrollaban sobre la base de la industria domici�
liaria practicada en el medio urbano y rural. Para los observadores exter�
nos, obsesionados por los recursos minerales,6 la industria y sus productos
aparecen muy lejos de identificarse con el territorio mexicano.7 Así, sólo
los productos y objetos que habían destacado en la economía novohispa�
na permanecían como representativos del país. Por abundantes, la plata y
sus míticos recursos minerales eran un sinónimo del territorio mexicano.
A mediados del siglo xix, México, como nación, sobrevivía penosa�
mente ante los innumerables retos que le planteaba la situación externa
e interna: la derrota ante los Estados Unidos y la consiguiente pérdida
de territorio, los levantamientos indígenas que sucedieron a la guerra,

4
  En 1843, el 64 % de las empresas textiles se localizaban en los estados de México y Puebla.
Esa situación se modificó lentamente: en 1843, las fábricas textiles se concentraban en ocho es�
tados del país, para 1879 casi todos los estados contaban con una, por lo menos. Véase Gó�
mez Galvarriato, Aurora, “Fragilidad institucional y subdesarrollo: la industria textil mexi�
cana en el siglo xix”, en La industria textil mexicana, México, Instituto Mora, 1999, pp. 142–182.
5
  Propiedad de Estevan de Antuñano, se denominó La Constancia Mexicana.
6
  Entre 1861 y 1862 Charles Lemprière presentó una lista sobre las producciones del estado de
Puebla, destacando en primer lugar la posibilidad de explotación de minas, cuando hasta la fecha
se sabe que el territorio poblano no se distingue por su producción minera, y sólo menciona al final
la existencia de numerosas fábricas de algodón. Véase Lemprière, Charles, Notes in Mexico in 1861
and 1862, Londres, Gran Bretaña, 1862, pp. 154–156.
7
  Los principales tópicos de interés presentes en los relatos de viajes de esos años son dos: las ri�
quezas naturales y el redescubrimiento de las civilizaciones prehispánicas, cuyos vestigios arqueo�
lógicos aparecen abandonados en medio de una naturaleza indómita. Sanchez Guillermo, Evelyne,
“L'industrie mexicaine vue par les voyageurs européens du xixe Siècle”, en Michel Bertrand y Lau�
rent Vidal (dirs.), À la redécouverte del Amérique. Les voyageurs europèens au siècle des indépendances,
Toulouse, Francia, Presses Universitaires Du Mirail, 2002, pp. 207–222.
124 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

el fracaso de los esfuerzos conciliadores de los liberales moderados, la


debilidad de un aparato productivo, concentrado en actividades agríco�
las y extractivas, disperso y sin vías de comunicación y un balbuceante
desarrollo de la industria. Pero los problemas por los que atravesaba la
joven república no cambiaron la impresión de que su suelo era productor
de materias primas y asiento de antiguas civilizaciones; en el exterior se
le conocía como una tierra pletórica en recursos naturales y en vestigios
arqueológicos, esas particularidades ante los ojos de los extranjeros eran
las que identificaban al país. Sobre esos referentes, las generaciones pos�
teriores a la independencia política de España sustentaron, histórica e
ideológicamente, un proyecto de nación.

La próspera imagen del territorio nacional

Desde finales del siglo xv aparecieron y circularon las primeras imá�


genes de las tierras americanas, de sus habitantes y de los objetos que le
eran propios, las cuales se difundieron en Europa, contribuyendo al lento
conocimiento del Nuevo Mundo. La idea de la exuberante riqueza de re�
cursos naturales en México surgió desde los primeros años del dominio
colonial, reseñada generosamente por conquistadores, cronistas y evan�
gelizadores8 en relaciones, cartas e informes. El rendimiento económico
en beneficio de la corona española parecía confirmarla. Se pueden citar
las opiniones de los cronistas de Indias, como la de Pedro Mártir de An�
glería quien subrayaba la abundancia y la riqueza existentes en las tierras
novohispanas, particularmente la “inmensa [cantidad de] cuadrúpedos
[y la fertilidad de los suelos, tan notable que] el trigo aumenta inmensa�
mente como dicen que ha dado ciento por uno, y alguna vez más, donde
se tiene cuidado de sembrarlo en los collados o en las lomas de las mon�
tañas […] también prosperan las vides en las mismas partes […]”.9 El cro�
nista Antonio de Solís, por su parte, al tomar en cuenta el tamaño de las
canoas hechas con sólo un tronco de árbol, concluía: “tal es la corpulencia
de aquellos árboles y tal la fecundidad de la tierra que los produce”.10

8
  Véanse desde las Cartas de Relación de Hernán Cortés o las Crónicas de la Conquista de Bernal Díaz
del Castillo o de Antonio Solís.
9
  Mártir Anglería, Pedro, Décadas del Nuevo Mundo, México, Porrúa, 1964, p. 2: 364.
10
  Solís, Antonio de, Historia de la conquista de México, población y progresos de América septentrio-
la puesta en escena de la nación mexicana 125

A pesar de sus recurrentes períodos de crisis, la capacidad de recupe�


ración económica sustentada en sus recursos naturales convirtió a la Nue�
va España en la posesión más preciada de la corona española. Después de
más de dos siglos y medio de una constante explotación de sus recursos,
con la imposición de las reformas borbónicas de por medio, los territo�
rios novohispanos todavía alcanzarían su mayor florecimiento: los reales
de minas de Guanajuato, Zacatecas y Parral lograron sus más elevados
índices de producción, inundando de plata al mundo, mientras las indus�
trias textil y vitivinícola se desarrollaban a pesar de leyes prohibitivas.
Sin embargo, para los novohispanos de la segunda mitad del siglo
xviii, la toma de conciencia sobre la calidad y potencialidad de su territo�
rio, pródigo en recursos, no resultó únicamente de su eficiencia producti�
va, más bien se estructuró a partir de la airada respuesta a las observacio�
nes que hicieran Buffon,11 De Paw, Raynal y Robertson, en el sentido de
que la vida en América “nació tarde y no tuvo jamás la misma fuerza y
potencia activa que las regiones septentrionales” por lo que los territorios
americanos eran “malsanos”, por su inmadurez evolutiva, sobre los que
tenía asiento una “naturaleza corrompida”, que no sólo producía espe�
cies pequeñas y débiles, sino que degeneraba a las que se le trasplantaran.
Los argumentos de defensa de los criollos,12 contra lo que consideraron
calumniosas apreciaciones, exaltaron las cualidades de hombres y tierras
americanas, abriendo la puerta a un desmedido optimismo sobre la ri�
queza del territorio, que se fundaba, además, en la certidumbre de que
faltaba explotar abundantes recursos naturales de los que todavía no se
tenía noticia, en el enorme e inexplorado territorio de la Nueva España.
En este ambiente, se comprenderá la favorable recepción que tuvie�
ron los trabajos de Humboldt, quien vio a la “geografía de la Nueva Es�

nal, conocida por el nombre de Nueva España, México, Miguel Ángel Porrúa, 1988, p. 35.
11
  Sus conclusiones se hacían extensivas a la población: incluso los colonos europeos, al esta�
blecerse en América, sufrían la inevitable degradación orgánica proveniente de la atmósfera y pre�
cisamente esta tesis —la degeneración de los europeos en América— fue la que provocó no sólo
la reacción apologética de los criollos, sino también la indignación de la elite ilustrada. Buffon,
Georges–Louis, Las épocas de la naturaleza, Madrid, Alianza, 1997, citado en Castro Gómez, Santiago,
La hybris del punto cero: ciencia, raza e ilustración en la Nueva Granada (1750–1816), Bogotá, Colombia,
Editorial Pontificia, Universidad Javeriana, 2005, pp. 273–291.
12
  Dos ejemplos de la argumentación de los criollos americanos se pueden encontrar en Clavi�
jero, Francisco Javier, Historia antigua de México, iii t., México, Porrúa, 1958; y en Velasco, Juan de,
Historia del Reino de Quito en la América Meridional escrita por el Presbítero Don Juan de Velasco, nativo
del mismo Reino, i v., Quito, Ecuador, Casa de la Cultura Ecuatoriana “Benjamín Carrión”, 1998.
126 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

paña benévola, rica, más que propicia para el desarrollo de una nación
ilustrada y fuerte. A partir de entonces, México fue ‘el cuerno de la abun�
dancia’, y su capital ‘la ciudad de los palacios’”. Su Ensayo político se con�
virtió en una de las obras extranjeras más leídas, comentadas y citadas en
México, y gozó de una casi exclusiva autoridad en lo que a la geografía
y a la economía del país tocaba. Su perspectiva, construida a la vista de
las regiones que exploró y describió, alimentó la inmensa fe en el medio
geográfico mexicano como eficaz fuente de riqueza.13
En buena medida, la percepción de México como fuente de abasteci�
miento de materias primas fue construida por los extranjeros, la mirada
ajena ha sido el origen y sustento de la idea sobre la riqueza legendaria de
México.14 Esa percepción dio motivo de reflexión a pensadores liberales
y conservadores en la primera mitad del siglo xix mexicano, que se inte�
resaron por desentrañar las beneficiosas relaciones entre los recursos del
espacio físico y el desarrollo de la comunidad nacional, y, para ello, par�
tieron de la revisión de los datos geográficos y estadísticos de Humboldt
y su amable visión sobre la opulencia mexicana.
La obra del economista Tadeo Ortiz (1832)15 enfatizó la riqueza agrí�
cola de México, la fertilidad de su suelo y la abundancia de sus recursos
naturales. Por su parte, Mora apuntó que “México después de 1804 ha
sufrido cambios de mucho tamaño que han causado una variación total
en su fisonomía”,16 por lo que la descripción de Humboldt ya no bastaba
para conocer al país, pero no contradijo la idea de la riqueza natural de su
territorio, como tampoco la contradijo Lucas Alamán, quien se lamentaba
de la terrible situación que sufría el país por sus continuas revoluciones,
centrando su esperanza en que las nuevas generaciones aprendieran del
pasado, viendo “por qué medios se desvanecen las más lisonjeras espe�
ranzas, y cómo los errores de los hombres pueden hacer inútiles los más

13
  Salmerón Sanginés, Pedro, “El mito de la riqueza de México. Variaciones sobre un tema de
Cosío Villegas”, Estudios de historia moderna y contemporánea de México, v. 26, documento 315, 2003,
pp. 127–152, consultado el 2 de septiembre de 2011, disponible en http://www.iih.unam.mx/mo�
derna/ehmc/ehmc26/315.html.
14
  Cosío Villegas, Daniel, “La riqueza legendaria de México”, en Extremos de América, México,
Tezontle, 1949, pp. 94 y 95.
15
  Ortiz, Tadeo, México considerado como nación independiente y libre, Guadalajara, México, Edicio�
nes itg, 1952, pp. 2: 7–51.
16
  Mora, José María Luis, México y sus revoluciones, México, Fondo de Cultura Económica e Insti�
tuto Cultural Helénico, 1985, 1: páginas introductorias.
la puesta en escena de la nación mexicana 127

bellos presentes de la naturaleza”,17 y corrigieran el rumbo. A pesar de la


inestabilidad política de esos años, que bien permitía poner en duda un
futuro promisorio para la joven república, la idea de la riqueza poten�
cial del territorio mexicano por la abundancia de sus recursos naturales,
fundada en la obra humboldtiana, se mantuvo intacta y ejerció una pro�
longada influencia entre las elites culturales y políticas, no solamente al
interior del país, sino también más allá de sus fronteras.
El Estado mexicano decimonónico, obligado a procurarse un lugar
en el concierto de las naciones civilizadas, explotó los referentes de la
cultura occidental18 y los postulados económicos19 que en ese momento
circulaban, los adoptó y adaptó a las características del país, para argu�
mentar que contaba con los atributos necesarios para marchar, con dere�
cho propio, por la senda del progreso. Para destacar la prosperidad del
territorio nacional, la abundancia y variedad de sus recursos naturales, se
instrumentaron medidas para fortalecer el aparato productivo y la ima�
gen de la nación en el contexto global. Esas medidas empezaron a tomar
forma a partir de 1840, con la creación de un conjunto de instituciones
destinadas a fomentar la industria y la agricultura.20
Sobre la organización administrativa de las actividades de fomento
económico, se pueden hacer dos consideraciones. Primera, no se distin�
guió claramente entre las funciones y la administración del fomento mer�
cantil, industrial, minero y agrícola. Segunda, se basó en la coordinación
de dos tipos de estructuras: una consultiva y otra ejecutiva. Es decir, se
trató de una organización de la administración del fomento basada en la
acción compartida entre los grupos con intereses directos, en los ramos

17
  Alamán, Lucas, Historia de México, México, Jus, 1990, p. 1: 8.
18
  La identificación de la forma del territorio mexicano con la alegoría de la abundancia, propia
de la cultura occidental, en México fue adoptada desde finales del siglo xviii y ha permanecido hasta
nuestros días. Véase García Rojas, Irma Beatriz, “El cuerno de la abundancia: mito e identidad en
el discurso sobre el territorio y la nación mexicanos”, Revue HISTOIRE(S) de l'Amérique Latine, v. 1,
2005, consultado el 15 de mayo de 2011, disponible en http://www.hisal.org/index.php?journal=
revue&page=article&op=viewFile&path%5B%5D=2005–9&path%5B%5D=31.
19
  La asociación de la abundancia de recursos naturales con la riqueza de una nación se alineaba
con el pensamiento fisiocrático en boga. Véase Weiner, Richard, “El declive económico de México
en el siglo xix: una perspectiva cultural”, Signos Históricos, n. 12, julio–diciembre de 2004, pp. 68–93.
20
  En 1841 se creó una Dirección General de la Industria Nacional, las Juntas de Fomento a la
Agricultura en 1843 y en diciembre de 1846 la Dirección de Colonización e Industria, y cesaron las
funciones la Dirección General de la Industria Nacional.
128 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

en cuestión, y la autoridad gubernamental.21 En ese contexto, la Dirección


General de la Industria Nacional y las Juntas de Fomento fueron institu�
ciones diseñadas como cuerpos consultivos e informativos más que eje�
cutivos. Este modelo de estructura administrativa “consultiva” fue mo�
dificado cuando, en 1853, se creó el Ministerio de Fomento, cuya labor se
vio obstaculizada por las agitaciones políticas de la época. Este primer
Ministerio de Fomento, Colonización, Industria y Comercio concentró la
administración del conjunto de asuntos económicos no hacendarios, has�
ta entonces a cargo de los ministerios de Relaciones, Justicia y Hacienda,
tales como: obras públicas, colonización y terrenos baldíos, asuntos de
fomento directo e indirecto de todos los ramos industriales, formación de
la estadística general,22 entre otros.
Los alcances y el funcionamiento del Ministerio quedaron sancio�
nados en el marco normativo de la constitución federal de 1857, cuando
se institucionalizó la república federal. En sus proyectos e informes, los
funcionarios republicanos reafirmaron la imagen de prosperidad del te�
rritorio mexicano; sin apartarse de esa convicción, en 1857, el Ministerio
de Fomento se planteó el aprovechamiento de los inmensos bienes nacio�
nales, de su ventajosa posición geográfica, de la fertilidad de sus campi�
ñas, de la exuberancia de sus frutos.

[…] en una palabra, de los fecundos gérmenes de prosperidad con que


pluguiese a la Divina Providencia dotarla, [no sin dejar de reconocer que]
esta desgraciada república, por sus convulsiones políticas y por la falta de
patriotismo de muchos de sus ricos habitantes, se ha quedado atrás, pues
las acciones que […] hacen la felicidad de los pueblos que quieren ade�
lantar, marchando con la civilización y aprovechando las conquistas de la
ciencia y de la industria.23

21
  Decreto orgánico para el arreglo de la industria agrícola y fabril de la República, de Nicolás Bravo,
Presidente sustituto de la República, México, 2 de diciembre de 1842.
22
  Decreto de Antonio López de Santa Ana de creación de cinco secretarías de estado para la
administración de las funciones de gobierno, México, 22 de abril de 1853, citado en Zuleta, Ma�
ría Cecilia, “La Secretaría de Fomento y el fomento agrícola en México (1876–1910). La invención
de una agricultura próspera que no fue”, Mundo Agrario, v. 1, n. 1, julio–diciembre de 2000, con�
sultado el 15 septiembre de 2011, disponible en http://www.scielo.org.ar/scielo.php?script=sci_
arttext&pid=S1515–59942000000200004&lng=es&nrm=iso.
23
  Siliceo, Manuel, Memoria de la Secretaría de Estado y del Despacho de Fomento, Colonización, In-
dustria y Comercio de la República Mexicana escrita por el ministro del ramo… para dar cuenta con ella al
la puesta en escena de la nación mexicana 129

Resultaba de imposible realización porque

[…] muchos han cooperado para hacer interminable la inestabilidad


y el egoísmo, […] los hombres acaudalados, no me cansaré de repetirlo,
con excepciones rarísimas, se han encerrado en un egoísmo criminal, con
pretextos especiosos que tienden a barnizar su falta de patriotismo; en este
país no se despierta aún el espíritu de empresa y no se sabe más que hacer
el agiotaje, eso sí, en muy grande escala.24

Las aspiraciones de hacer germinar, con trabajo y dedicación, los


abundantes recursos naturales quedaron postergadas ante los sucesivos
conflictos armados: guerras de reforma y de intervención. De tal manera
que, la creación de una instancia gubernamental dedicada exclusivamen�
te a la promoción, fomento y ejecución de obras que, positivamente y
de una manera muy directa, alentaran la prosperidad nacional, era una
exigencia para la república mexicana, reconocida por sus habitantes y
por todos los gobiernos, cualquiera que fuera su orientación y su sistema.
Durante el breve período imperial, la atención a los asuntos relativos al
fomento de las actividades productivas se planteó a partir del estudio de
la geografía nacional y del detallado recuento de sus recursos naturales.
Luis Robles Pezuela, ministro de fomento expuso que el extenso territo�
rio mexicano comprendía terrenos inmensos, “ricos por lo general en los
tres reinos de la naturaleza, que al sur se localizaban ríos navegables que
convidan a establecer una fácil comunicación interoceánica”, y que, en lo
general, estaba “ampliamente dotado por la naturaleza de una inmensa
variedad de climas”, por lo cual sólo faltaba

[…] la voluntad para hacer de nuestro territorio el país más rico del mun�
do, [cuando] el completo restablecimiento de la paz, base de la prosperidad
pública, [para que] el Gobierno pueda aumentar sus rentas, y con ellas en�
sanchar los límites de su acción, para llenar los deseos de Vuestra Majestad,
que tan generosamente protege todo lo que tiende a engrandecer el país.25

soberano Congreso Constitucional, México, Imprenta de Vicente García Torres, 1857, p. 1: 19.
24
  Siliceo, Manuel, Memoria de la Secretaría de Estado y del Despacho de Fomento, Colonización, In-
dustria y Comercio de la República Mexicana escrita por el ministro del ramo… para dar cuenta con ella
al soberano Congreso Constitucional, México, Imprenta de Vicente García Torres, 1857, pp. 1: 20–23.
25
  Robles Pezuela, Luis, Memoria presentada a S. M. el Emperador por el ministro de fomento… De los
130 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

Sin embargo, el efímero Segundo Imperio Mexicano no se consolidó


y la paz, base de la prosperidad pública, no se materializó durante esos
años. Aun así, los funcionarios imperiales de diferentes instancias guber�
namentales, sus organismos y comisiones científicas y exploradoras al�
canzaron a ejecutar trabajos de reconocimiento del territorio que mante�
nían bajo su control político y militar: las regiones que bordeaban la ruta
que iba del puerto de Veracruz a México y las aledañas a las principales
ciudades del altiplano central. Los resultados de esos trabajos, alineados
a la perspectiva humboldtiana, sirvieron de base para alimentar la idea
de que los recursos naturales del país, por su abundancia y variedad,
eran potenciales fuentes de riqueza. En ellos, las cualidades del terreno,
la naturaleza de los habitantes, la flora y la fauna, tan poco conocidos en
ese entonces, fueron valoradas ventajosamente para su aprovechamien�
to económico después de proceder al reconocimiento y estudio de las
particularidades regionales, como en el caso de los trabajos científicos
emprendidos sobre el paraje de Metlaltoyuca.
Como ejemplo del proceder de las autoridades del Segundo Imperio,
se pueden citar los fecundos y útiles resultados, geográficos y arqueoló�
gicos, obtenidos del trabajo exploratorio de la Comisión Científica del
Valle en la expedición a Metlaltoyuca, motivado por las comunicaciones
de los prefectos políticos de Tlaxcala y de Huauchinango, en los que ma�
nifestaban que cerca de esa localidad se encontraban terrenos baldíos de
feracidad prodigiosa, cubiertos de bosques inmensos de preciosas made�
ras, y en cuyo centro se ubicaban las ruinas de una ciudad con monumen�
tos, ídolos y otros objetos que probaban su antiguo origen. Estas noticias
fueron comprobadas por comunicaciones subsecuentes, en virtud de las
cuales se dio orden al ingeniero Ramón Almaraz, jefe de la Comisión
Científica del Valle, para que en unión de los señores Antonio García y
Cubas y Guillermo Hay,26 que manifestaron ardientes deseos de hacer

trabajos ejecutados en su ramo el año de 1865, México, Imprenta de J. M. Andrade y F. Escalante, 1866.
26
  Por otra parte, estos trabajos sirvieron para alentar el desarrollo de trayectorias profesionales
ligadas a la exploración y a la labor científica. Menos conocido que García Cubas, Guillermo Hay,
a partir de aquí, labró su prestigio como hombre de ciencia y se destacó por su interés en la inves�
tigación y en el desarrollo de la técnica, lo cual le valió para que el gobierno del estado de Puebla
lo designará como el primer director de la Escuela de Artes y Oficios del Estado en 1885, cargo
que dejó en 1886 al obtener el privilegio exclusivo para explotar un nuevo método de beneficio de
las sales contenidas en los tequesquites y en las aguas de los lagos salados y para blanquear la sal
amarilla que se cosechaba en las inmediaciones del Lago de Texcoco. Véase Herrera Feria, María de
la puesta en escena de la nación mexicana 131

parte de la expedición, marcharan a los lugares indicados a practicar los


reconocimientos y estudios necesarios, a fin de producir un informe cir�
cunstanciado acompañado de los planos, vistas y demás trabajos científi�
cos que ilustraran tan importante descubrimiento.27
El 15 de julio de 1865 la comisión marchó a Huauchinango para re�
conocer el camino de Tulancingo a Tuxpan, tocando a Huauchinango, y
establecer contacto con las autoridades locales, en concreto con el señor
subprefecto del distrito de Huauchinango, Juan B. Campo, a fin de exa�
minar los terrenos baldíos y levantar un croquis de estos terrenos, procu�
rando obtener el mayor número de noticias, con objeto de dar una idea de
su situación y superficie. Se proyectó la elaboración de una descripción
de la topografía y clima, de las producciones y demás circunstancias de
dichos terrenos, para saber si éstos se podían dedicar con ventaja a la co�
lonización; levantar un plano de las ruinas de la antigua ciudad y hacer
una minuciosa descripción; sacar, además, algunas vistas de ellas y de los
objetos más notables, para lo cual fue de utilidad la buena voluntad del
señor Hay que fue incorporado a la comisión y puso a disposición de ella
sus conocimientos y útiles fotográficos.28
La limitada territorialidad que mantuvo el Segundo Imperio Mexi�
cano derivó en una visión fragmentaria de la realidad mexicana, desde
el Ministerio de Fomento, sus acuciosos funcionarios inventariaron los
recursos que sirvieran al desarrollo económico del país: yacimientos mi�
neros y establecimientos industriales ubicados, principalmente, en la
porción central de México.
Los datos, las cifras y los informes que presentaron tanto las comisio�
nes mexicanas como los estudios de la Comission Scientifique du Mexi�
que se organizaron bajo una nueva racionalidad, que permitía reconocer
con mayor claridad los recursos naturales y su utilidad económica. Los

Lourdes, La educación técnica en Puebla durante el Porfiriato: la enseñanza de las artes y los oficios, Puebla,
México, SIZA–Conacyt, Secretaría de Educación Pública, Benemérita Universidad Autónoma de
Puebla, 2002, pp. 17 y 27.
27
  Robles Pezuela, Luis, Memoria presentada a S. M. el Emperador por el ministro de fomento… De los
trabajos ejecutados en su ramo el año de 1865, México, Imprenta de J. M. Andrade y F. Escalante, 1866.
28
  Robles Pezuela, Luis, “Memoria acerca de los terrenos de Metlaltoyuca, presentada al Minis�
terio de Fomento por la Comisión exploradora presidida por el ingeniero Ramón Almaraz, docu�
mento n. 10”, en Memoria presentada a S. M. el Emperador por el ministro de Fomento… De los trabajos
ejecutados en su ramo el año de 1865, México, Imprenta de J. M. Andrade y F. Escalante, 1866, pp.
213–238.
132 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

estudios de la Comission Scientifique du Mexique, instituida por un de�


creto imperial el 27 de febrero de 1864 bajo el cuidado del Ministerio de
Instrucción Pública de Francia, abarcaron diversos aspectos de la reali�
dad mexicana: zoología, botánica, geografía, lingüística y arqueología.29
Su visión tuvo un impacto de larga duración entre las elites políticas y
culturales por la amplia difusión de sus resultados, los cuales continua�
ron publicándose hasta 1909.
Vencido el “usurpador que quiso aclimatar un sistema exótico, aquí,
en la tierra clásica de la democracia”, los liberales consideraron que era
menester crear todo nuevo, desde el principio, para organizar todos los
ramos de la administración pública, desde sus instalaciones hasta sus em�
pleados; restauraron el sistema republicano, combatido largo tiempo por
reveses y adversidades y reinstalaron, en julio de 1867, el Ministerio de
Fomento, Colonización, Industria y Comercio que había dejado de fun�
cionar durante el período imperial.30
La guerra contra el invasor extranjero había afectado hondamente
las actividades productivas. El comercio, la agricultura y la industria
resintieron la falta de obras de mejoramiento material y de apoyos del go�
bierno, que se había visto obligado a grandes economías y a destinar sus
escasos fondos a la defensa de la patria. Una vez ganado con las armas el
derecho a existir como nación, los liberales pasaron a ocuparse de la crea�
ción de un marco jurídico que delimitara, de manera uniforme, la esfera
pública de la privada en el terreno de la economía, pues era fundamental
diseñar la plataforma que sirviera para la “carrera del progreso”. Inspi�
rados en la certeza de la abundancia de recursos naturales, a partir de la
década de 1870 se planteó la política de fomento del progreso material
como un fin prioritario de la acción gubernativa de la federación.
Bajo esta lógica, ligada al ascenso de Porfirio Díaz al poder en 1876 y
el advenimiento de la paz, se retomaron los objetivos económicos que no
se habían logrado concretar en los gobiernos presididos por Juárez y Ler�
do. La consolidación de las instituciones nacionales y la normalización de

29
  Le Goff, Armelle y Prevost Urkidi, Nadia, Commission de l'exploration scientifique du Mexi�
que (1862–1893). F/17/2909 à 2914/3. Répertoire méthodique et semi–analytique, París, Francia,
Archives Nationales, 2009.
30
  Balcárcel, Blas, Memoria que el secretario de estado y encargado del Despacho de Fomento, Coloniza-
ción, Industria y Comercio presenta al Congreso de la Unión, México, Imprenta del Gobierno en Palacio,
1868.
la puesta en escena de la nación mexicana 133

la vida republicana permitieron acotar las competencias económicas del


Estado federal, dentro de las cuales tuvo lugar el diseño de una política
de fomento como promoción31 de las actividades productivas. La instru�
mentalización de esta política, durante la década de los años ochenta del
siglo xix, tuvo como telón de fondo una transformación en los referentes
culturales que determinaban la riqueza o la pobreza de una nación.32
A diferencia de la postura sostenida por Humboldt, asumida por las
elites mexicanas en los dos primeros tercios del siglo xix, en el sentido de
que la naturaleza y sus recursos eran la fuente de toda riqueza, entre los
ideólogos y funcionarios del régimen porfiriano empezó a cobrar fuerza
la idea de que la principal causa de riqueza no se encontraba en los recur�
sos naturales, sino en la acción del trabajo humano y la tecnología aplica�
da, en otras palabras, en la fructífera interacción entre los seres humanos
y el medio natural.
En la memoria presentada al Congreso de la Unión en 1887, Carlos
Pacheco, ministro de fomento, apuntó que:

Los elementos generadores de la riqueza son la tierra, el trabajo y el ca�


pital. La tierra nos suministra las materias primas; el trabajo, que ha coope�
rado ya a su producción, las adapta a nuestras necesidades y, […] el capital,
que no es más que subsistencia acumulada, permite, sin privaciones, la len�
ta producción y la lenta transformación de las primeras materias que han de
servir después para el consumo. De la combinación de estos tres elementos
fundamentales resulta el estado de la riqueza pública como de la privada.33

Su reflexión expresa la adhesión a la idea de que la prosperidad del


país existía en potencia por las cualidades y la riqueza del territorio, pero

31
  Carmagnani, Marcello, Estado y mercado. La economía pública del liberalismo mexicano, 1850–1911,
México, El Colegio de México, Fideicomiso Historia de las Américas y Fondo de Cultura Económi�
ca, 1994, pp. 48–55.
32
  Weiner, Richard “El declive económico de México en el siglo xix: una perspectiva cultural”,
Signos Históricos, n. 12, julio–diciembre de 2004, p. 78, señala que los cambios en las nociones de
riqueza en el pensamiento occidental se pueden seguir desde principios del siglo xix en las obras
de A. Smith y D. Ricardo. Las elites políticas en México asimilaron esta evolución con un retraso
de medio siglo.
33
  Pacheco, Carlos, “Introducción”, en Memoria presentada al Congreso de la Unión por el secretario
de Estado y del Despacho de Fomento, Colonización, Industria y Comercio de la República Mexicana, General
Carlos Pacheco. Corresponde a los años transcurridos de enero de 1883 a junio de 1885, México, Oficina
Tipográfica de la Secretaría de Fomento, 1887.
134 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

puntualizó que: “si bien es verdad que nuestro territorio es rico, en cambio,
en punto a trabajo y en punto a capital, hay una deficiencia manifiesta”.
Para esta generación de liberales —nacida entre 1845 y 1859, testi�
go de la lucha entre el imperio y la república y del advenimiento de la
paz, formada, básicamente, por Gabino Barreda, bajo los postulados del
Positivismo y asimilada a la alta burocracia porfiriana—34 la riqueza del
territorio no era más que una leyenda que se oponía al progreso material
de la nación…

[…] nuestras montañas no se juzgaban tremendos obstáculos para el


tráfico, sino depósitos inagotables de plata y oro; nuestras enormes distan�
cias, aunque sin caminos ni población, probaban nuestra grandeza; nues�
tras selvas vírgenes de la tierra caliente no se consideraban pobladas de las
dificultades que encierra una naturaleza inexplotada e inculta que, como
una fiera, no se deja domesticar sino devorando a los primeros que se le
acercan; eran fragmentos de un paraíso terrenal, en donde no había más
que recoger en abundancia sin capital ni trabajo, maderas preciosas, frutos
tropicales de alto precio y tesoros de toda especie; la falta de ríos navega�
bles, y aun de lluvias, nada significaban como elementos adversos.35

Manuel Fernández Leal y Carlos Díaz Dufoo coincidieron en señalar


que la naturaleza del territorio mexicano era más bien un impedimento
para el desarrollo económico de México, remarcando la ausencia de ríos
navegables, la pobre calidad del mineral y de la tierra destinada a la explo�
tación agrícola y, sobre todo, la falta de agua para los terrenos de cultivo.36
Estas consideraciones, elaboradas por los hombres que detentaban
el poder y la administración, acabaron por socavar la construcción de
Humboldt sobre el territorio mexicano, imponiendo la idea de que en

34
  Matute, Álvaro y Trejo, Evelia, “La historia antigua en México: su evolución social”, Estudios
de Historia moderna y contemporánea de México, v. 14, 1991, pp. 89–106.
35
  Macedo, Pablo, La evolución mercantil. Comunicaciones y obras públicas. La hacienda pública, Mé�
xico, Universidad Nacional Autónoma de México, 1989, pp. 175–178. En su colaboración a la mo�
numental obra de la historiografía porfiriana coordinada por Sierra, Justo, México: su evolución social
(1901), se describen las condiciones geográficas del territorio mexicano para explicar los obstáculos
para el desarrollo de las comunicaciones y su impacto en la evolución del comercio en México.
36
  Díaz Dufoo, Carlos, “La evolución industrial”, en Justo Sierra, México: su evolución social, ii t.,
México, J. Ballescá y Cía., 1900–1902, pp. 99–158.
la puesta en escena de la nación mexicana 135

materia de recursos, México era pobre.37 A medida que se devaluaba


la idea de los recursos naturales como fuente de riqueza, cobraba fuer�
za la creencia en el trabajo humano y en la aplicación de la tecnología
como los medios más eficaces para vencer los obstáculos que se oponían
al engrandecimiento y desarrollo de la economía nacional: “las grandes
obras materiales, el desarrollo de fuentes de energía, la suma de capitales,
la educación científica” eran los medios idóneos para el desarrollo del
bienestar nacional.38
Este cambio de perspectiva determinó la organización del fomento
a la actividad económica en el último tercio del siglo xix mexicano, la
cual se orientó definitivamente a la exploración del territorio con fines
utilitarios, a alentar las iniciativas empresariales nacionales y extranjeras,
a promover la colonización extranjera como medio para la recuperación
de la industria, la minería y la agricultura con el concurso de la población
industriosa del país y de la que se aviniera a asentarse en el territorio na�
cional y a la promoción del país en el extranjero. Sus estrategias se enca�
minaron a desarrollar un plan de obras de infraestructura —entre las que
principalmente se contó el mantenimiento y la apertura de vías de comu�
nicación: caminos, ferrocarriles, telégrafos— y a estimular la asociación
del capital nacional con el extranjero. Así, el fomento tuvo que ver menos
con la protección y la concesión de privilegios y más con la promoción de
la actividad económica.
No se puede dejar de advertir la enorme brecha que separó las pro�
puestas de las políticas, y a éstas de los resultados obtenidos con respecto
a las metas definidas previamente; las deficiencias en la estructura y en
la organización administrativa, muy probablemente, condicionaron la
puesta en práctica de los proyectos y la efectividad de las políticas de fo�
mento.39 Pero, a pesar de sus limitaciones políticas, financieras y técnicas,
el Ministerio de Fomento comandó una gran diversidad de tareas, orga�

37
  No pocos estuvieron en desacuerdo con esta afirmación, algunos mexicanos y extranjeros in�
sistieron en la riqueza del territorio señalando que ya era legendaria su fama como vasto depósito
de recursos que, sin embargo, habían sido explotados de manera incompleta.
38
  Díaz Dufoo, Carlos, “La evolución industrial”, en Justo Sierra, México: su evolución social, ii t.,
México, J. Ballescá y Cía., 1900–1902.
39
  Zuleta, María Cecilia, “La Secretaría de Fomento y el fomento agrícola en México (1876–1910).
La invención de una agricultura próspera que no fue”, Mundo Agrario, v. 1, n. 1, julio–diciem�
bre de 2000, consultado el 15 septiembre de 2011, disponible en http://www.scielo.org.ar/scielo.
php?script=sci_arttext&pid=S1515–59942000000200004&lng=es&nrm=iso.
136 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

nizadas en diferentes secciones administrativas, que no sólo estuvieron


dirigidas a fomentar la producción, sino la exportación en sí misma. Sus
actividades en ese terreno pueden caracterizarse como de auténtica pro�
paganda mercantil, pues se encaminaron a divulgar las potencialidades
de México como productor de materias primas y de productos agrícolas,
las ventajas para la colonización extranjera y las variadas posibilidades
de productivos negocios en los principales mercados internacionales. Y
esa propaganda con fines mercantiles se armó sobre la difusión, median�
te discursos, publicaciones y representaciones iconográficas de la gran
variedad y disponibilidad de riquezas naturales y sobre la exhibición de
sus recursos económicos y culturales en los circuitos internacionales con
el objetivo de presentar a México como una auténtica “tierra prometida”
para los capitales en busca de nuevas oportunidades de inversión.40
Desde su origen, y en las posteriores reestructuraciones administra�
tivas, la Sección Segunda del Ministerio quedó a cargo de la organización
de las exposiciones industriales y agrícolas, nacionales, internacionales y
permanentes en diferentes países del orbe, en las embajadas y consula�
dos, así como de la firma de tratados comerciales, como el que se firmó
(pero no llegó a ratificarse) con Estados Unidos en 1883.41 Su labor de
difusión, principalmente dirigida al exterior, no soslayó la importancia
de difundir y divulgar las “novedades” mercantiles, técnicas y producti�
vas entre los productores nacionales para sensibilizarlos sobre la impor�
tancia de atraer proyectos de inversión y de colonización extranjera.
La aspiración de los regímenes liberales mexicanos de fomentar las
actividades productivas para conquistar los mercados internacionales, a
partir de la segunda mitad del siglo xix, encontró en las exposiciones in�
ternacionales la oportunidad para exhibir sus escasas ventajas: la abun�
dancia de sus recursos y la diversidad de sus productos naturales para
exportación, como medio para hacerse publicidad y para reclamar una
posición en los circuitos económicos internacionales. Su aspiración coinci�
dió con la búsqueda de nuevos centros de abastecimiento para alimentar

40
  Riguzzi, Paolo, “México próspero: las dimensiones de la imagen nacional en el Porfiriato”,
Historias. Revista de la Dirección de Estudios Históricos, Instituto Nacional de Antropología e Historia,
n. 20, abril–septiembre de 1988, pp. 137–157.
41
 Archivo General de la Nación, México, fondo Fomento, serie Exposiciones Extranjeras, v.
28; Romero, Matías, Reciprocidad comercial entre México y los Estados Unidos (El Tratado Comercial de
1883), 1890, [facsimilar, 1971].
la puesta en escena de la nación mexicana 137

la imparable maquinaria industrial y comercial de las grandes potencias


económicas y gracias a esa confluencia de eventos, México y otras áreas
de la región latinoamericana lograron insertarse, de manera decidida, en
el mercado mundial gracias a la puesta en valor de una serie de materias
primas y recursos naturales reclamados por los consumidores europeos.
Por ejemplo, las lanas, carnes y cereales del Río de la Plata; el azúcar y
el café del Brasil y de la América central; el guano peruano, el salitre y el
cobre chileno, o la plata mexicana.42
El interés por los productos y objetos de las desconocidas tierras
americanas se puede ver reflejado en la intensa propaganda para alentar
la presencia de los países latinoamericanos en las exposiciones universa�
les. Por ejemplo, Ramón de la Sagra,43 que había sido el responsable de la
muestra española en la Exposición de Londres de 1851, en su labor como
editorialista de El Eco Hispanoamericano, desplegó durante varios meses
sus conocimientos y talentos para convencer a sus lectores latinoamerica�
nos de la importancia de su presencia en la exposición parisina de 1855.
Y así, no sólo les explicó cómo se debían de reunir los objetos o muestras
para su presentación en París, también les ofreció una serie de argumen�
tos para que aprovechasen la ocasión de mostrar sus progresos científicos
y sus recursos agrícolas e industriales, insistiendo en la idea de que los
productores latinoamericanos disponían en Europa, cuyo suelo estaba
depauperado, de un amplio mercado para los productos agrícolas de sus
fértiles tierras, entre los que él destacaba materias colorantes, tintóreas,
curtientes, bálsamos, gomas, resinas, fibras textiles y maderas.
En la primera mitad del siglo xix, México, al igual que el resto de
América Latina, tuvo dificultades para mantenerse en los circuitos comer�

42
  López–Ocón Cabrera, Leoncio, “La formación de un espacio público para la ciencia en la Amé�
rica Latina durante el siglo xix”, Asclepio. Revista de historia de la medicina y la ciencia, v. 50, n. 2, 1998,
pp. 205 y 226, consultado el 15 de septiembre de 2011, disponible en http://asclepio.revistas.csic.es.
43
  El naturalista español Ramón de la Sagra, quien había sido director del Jardín Botánico de La
Habana entre 1827 y 1835, ejerció de portavoz trasatlántico del ideario de El Eco Hispanoamericano,
al informar al público europeo de las riquezas americanas y de los adelantos y progresos científicos,
agrícolas e industriales de aquellos países ultramarinos, y, viceversa, al dar cuenta al público latino�
americano del desenvolvimiento científico técnico europeo. Él fue responsable, a partir del número
tres, de la sección que pasó a denominarse “El precursor de la exposición industrial de 1855”, que
tenía como fin dar publicidad a ese evento y estimular la participación en él de los latinoamerica�
nos. Véase López–Ocón, Leoncio, “Mensajeros de la ciencia en la periferia. La divulgación de los
conocimientos científico–técnicos en la América Latina durante el siglo xix a través de la prensa”,
Región, n. 5, 1996, pp. 19–21.
138 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

ciales internacionales. Como resabio colonial, las actividades productivas


se concentraban en el altiplano central, territorios vulnerados por cons�
tantes confrontaciones políticas y militares, mientras que los territorios
del norte y del sur, salvo los distritos mineros, subsistían en un aislamien�
to casi total. Los informes sobre el desarrollo de vías de comunicación
eran desalentadores: a pesar de las convocatorias hechas desde 1827 para
abrir, mejorar y diversificar las vías de comunicación de la república, no
había resultados satisfactorios; en 1833 se decía: “los barcos de vapor pro�
yectados por algunos comerciantes de Tampico, así como el camino que
se propuso abrir el gobierno de Oaxaca, desde las costas del Sur hasta
Veracruz, es probable hayan tenido pocos o ningunos adelantos”.44 En
1847 y 1849 se limitaron a deplorar el mal estado de ellas y la necesidad
de ocurrir prontamente a su reposición.
Las dificultades que se oponían a la comercialización de productos
más allá del entorno local —pobres e inseguras vías de comunicación,
dispersión de las comunidades, regulaciones comerciales efímeras y, a
veces, contradictorias— afectaron incluso a las regiones con mayor tradi�
ción y experiencia comercial del altiplano central, sin embargo, no dejó
de insistirse en su importancia como potenciales productores de materias
primas. Pero en el último tercio del siglo xix, la abolición del sistema de
alcabalas, la relocalización y crecimiento de los centros mineros y, sobre
todo, el desarrollo de una red nacional de ferrocarriles contribuyeron a
la incorporación de México al mercado mundial como exportador de ma�
terias primas, pero también como importador de textiles, de bienes de
consumo y de bienes de producción.
Después de su independencia política y hasta la década de 1870,
las principales potencias europeas —Gran Bretaña, Francia, Alemania,
Bélgica y España— fueron los socios dominantes en el comercio exterior
mexicano, de los cuales los tres primeros concentraban más del 50 % de
los intercambios de México con el exterior, aunque la economía mexicana
sólo representaba el 0.3 % del comercio agregado de esos tres países.
En algún momento de la década de 1880, el comercio exterior de Mé�
xico registró un importante proceso de reorientación geográfica: la pre�

44
  Siliceo, Manuel, Memoria de la Secretaría de Estado y del Despacho de Fomento, Colonización, In-
dustria y Comercio de la República Mexicana escrita por el ministro del ramo… para dar cuenta con ella al
soberano Congreso Constitucional, México, Imprenta de Vicente García Torres, 1857, p. 1: 7.
la puesta en escena de la nación mexicana 139

sencia europea disminuyó de forma progresiva y consistente, mientras


se estrechaban los lazos comerciales con los Estados Unidos de América,
cuya proximidad se convirtió en una vecindad operante.45
Siguiendo a Sandra Kuntz, hasta 1870 la estructura tradicional de las
relaciones comerciales mexicanas básicamente consistía en exportar plata
acuñada en grandes cantidades y de manera secundaria tintes, maderas
(tintóreas y de ebanistería), vainilla y algunos otros artículos en cantida�
des modestas; e importar textiles, vinos y abarrotes para el consumo de la
elite peninsular y criolla. En la década siguiente, a los metales preciosos se
sumaron los minerales industriales, y luego éstos empezaron a exportar�
se con mayor grado de elaboración; los productos tradicionales —tintes y
maderas— cedieron su lugar a productos de la agricultura tropical como
el café, el henequén y el tabaco. En cuanto a las importaciones, los artícu�
los para el consumo suntuario fueron crecientemente reemplazados por
bienes de capital, insumos y combustibles empleados en la producción.
Con lo que se observa una pérdida del dinamismo de las exportaciones
tradicionales y una lenta diversificación en los productos importados a
pesar del incipiente proceso de industrialización.
Europa permaneció como el principal abastecedor de textiles del
mercado mexicano, pero para otros bienes de consumo y sobre todo para
los bienes de producción que se iban convirtiendo en el componente
principal de las importaciones mexicanas, el país encontró abastecedores
alternativos que para 1910 satisfacían en más del 70 % la demanda local:
los Estados Unidos de América se convirtieron en el proveedor domi�
nante del mercado mexicano, pues respondieron a la demanda emergen�
te, vinculada con las necesidades de la producción más que con las del
consumo. Europa fue, hasta cierto punto, confinada al comercio tradicio�
nal, de los artículos menudos y valiosos cuyo manejo era controlado por
las antiguas casas comerciales y sus distribuidores en el interior del país.46
Tanto el desarrollo de las actividades productivas como la incorpo�
ración a los circuitos comerciales no fueron procesos homogéneos, pues

45
  Kuntz Ficker, Sandra “El patrón del comercio exterior entre México y Europa (1870–1913)”,
en Sandra Kuntz Ficker y Horst Pietschmann (eds.), México y la economía atlántica (siglos xviii–xx),
México, El Colegio de México, 2006, pp. 147–149.
46
  Kuntz Ficker, Sandra “El patrón del comercio exterior entre México y Europa (1870–1913)”,
en Sandra Kuntz Ficker y Horst Pietschmann (eds.), México y la economía atlántica (siglos xviii–xx),
México, El Colegio de México, 2006, pp. 165–167.
140 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

[…] la extensión del territorio, la diseminación en él de una población


escasa y lo accidentado del terreno alejan de tal manera los centros de pro�
ducción de los de consumo, que en muchos casos son inexplotables riquísi�
mas regiones porque los fletes consumirían toda la utilidad del productor.
Es ésta una de las causas que impiden el equilibrio de los precios y que
elevan el costo de las mercancías de primera necesidad. Limitación de la
producción, limitación del cambio y del consumo, carestía constante de las
materias de primera necesidad: tales son los resultados de la falta de vías de
comunicación. El comercio exterior sufre, tanto como el interior, de esa falta
y nuestro mercado, ya muy limitado en el interior para cada zona producto�
ra, carece del desahogo que le proporcionaría el cambio con el extranjero.47

Aun así, las elites mexicanas fundaron las esperanzas de progreso


futuro del país en la expansión de la actividad económica, cuando toda�
vía faltaba mucho por lograr en ese terreno. En un acto de imaginación,
de invención, no desistieron de proyectar una imagen de prosperidad;
tomaron el ejemplo de los cambios que se producían en el contexto glo�
bal y procuraron adecuarlo a sus posibilidades locales. Desde el Minis�
terio de Fomento se animó a los productores de las regiones económicas
más dinámicas a promover sus productos y objetos en el exterior, bajo
su dirección, éstos se presentaron organizados bajo una racionalidad
que, en conjunto, sirviera a la representación de una próspera imagen
de la nación. Sin menoscabo de su filiación política —liberales o conser�
vadores, federalistas o centralistas, imperialistas o republicanos—, a lo
largo del siglo xix, gobernantes y grupos de particulares se afanaron en
desarrollar estrategias para transformar la organización política, las es�
tructuras económicas, las ideas, la sociabilidad, las costumbres, los há�
bitos e incluso las vestimentas usadas por la mayoría de la población,
pues ningún sacrificio era suficiente si con ello se lograba acceder a la
modernidad. Desde 1857, el ministro de fomento había sentenciado:

[…] nada seremos, en fin, si no procuramos con fe y con decisión com�


pleta, y con cualquiera sacrificio, por costoso que se suponga, mejorar nues�

47
  Pacheco, Carlos, “Introducción”, en Memoria presentada al Congreso de la Unión por el secretario
de Estado y del Despacho de Fomento, Colonización, Industria y Comercio de la República Mexicana, General
Carlos Pacheco. Corresponde a los años transcurridos de enero de 1883 a junio de 1885, México, Oficina
Tipográfica de la Secretaría de Fomento, 1887.
la puesta en escena de la nación mexicana 141

tras vías de comunicación y aclimatar entre nosotros esos inventos prodi�


giosos que hacen desaparecer las distancias; tener una población abundante
y morigerada que venga a participar de las riquezas que la Providencia nos
ha dado con mano pródiga; e impulsar nuestros diversos ramos de indus�
tria hasta ponerla a la altura que el siglo reclama.48

Para los mexicanos de la época, la modernidad reclamaba una serie


de transformaciones: en el plano político, lo moderno eran las institucio�
nes y las ideas propias de la doctrina liberal, tales como el constitucio�
nalismo, la división de poderes, el sistema electoral, la representación
política, la igualdad jurídica y la garantía de los derechos individuales;
una sociedad moderna era una comunidad integrada por individuos, en
lugar de grupos con derechos y obligaciones especiales; culturalmente,
lo moderno era la imposición de la razón y la racionalidad, así como una
desmedida confianza en la ciencia y sus posibilidades; en el ámbito de la
economía, la modernidad equivalía a un sistema productivo basado en el
maquinismo que privilegiaba la cantidad sobre la calidad, al desarrollo
de la infraestructura necesaria para la industria (sistema bancario, me�
dios de transporte y comunicación) y para garantizar una eficiente dis�
tribución de insumos y productos para ampliar las esferas del mercado.49
Para el responsable de la política de fomento a las actividades producti�
vas, al final de la década de los ochenta, el objetivo era:

Comunicar los centros productores con los consumidores, y especial�


mente la mesa central, árida por su altura, con las costas fértiles por su
clima, y con las fronteras; mejorar las deplorables condiciones de nuestros
puertos; tales son en este orden las medidas más urgentes a que un gobier�
no patriota debe convertir todos sus esfuerzos.50

48
  Siliceo, Manuel, Memoria de la Secretaría de Estado y del Despacho de Fomento, Colonización, In-
dustria y Comercio de la República Mexicana escrita por el ministro del ramo… para dar cuenta con ella al
soberano Congreso Constitucional, México, Imprenta de Vicente García Torres, 1857, p. 1: 5.
49
  Agostoni, Claudia y Speckman, Elisa (eds.), “Presentación”, en Modernidad, tradición y alteri-
dad. La Ciudad de México en el cambio de siglo (xix–xx), México, Universidad Nacional Autónoma de
México, Instituto de Investigaciones Históricas, 2001, pp. 5–14.
50
  Pacheco, Carlos, “Introducción”, en Memoria presentada al Congreso de la Unión por el secretario
de Estado y del Despacho de Fomento, Colonización, Industria y Comercio de la República Mexicana, General
Carlos Pacheco. Corresponde a los años transcurridos de enero de 1883 a junio de 1885, México, Oficina
Tipográfica de la Secretaría de Fomento, 1887, p. 1: Introducción.
142 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

No obstante, esas transformaciones, sobre todo en materia política,


estaban lejos de realizarse: cotidianamente se violaban los derechos indi�
viduales, y ni que decir sobre el montaje de la recurrente ficción electoral
que prevaleció en México durante el último tercio del siglo xix y la prime�
ra década del siglo xx.
A pesar de los invencibles obstáculos que enfrentaba la moderniza�
ción en países como México, la elite gobernante no renunció a adoptar los
parámetros de la modernidad como referentes culturales. Ante la impo�
sibilidad de modernizar al conjunto de la sociedad, sus acciones se enfo�
caron a convertir a las ciudades en el lugar de los beneficios del progreso;
sus afanes se orientaron a ordenarlas, embellecerlas, sanearlas, hacerlas
seguras y dotarlas de un aspecto semejante al que tenían los grandes cen�
tros urbanos de Europa y del norte de América. Este objetivo fue compar�
tido por la mayoría de las ciudades latinoamericanas.
En las últimas décadas del siglo xix, las principales ciudades de Amé�
rica Latina sufrieron una gran transformación: su estructura social y su
fisonomía fueron alteradas por los ritmos que imponía el desarrollo del
sistema industrial. 51 Embriagados por el llamado vértigo del progreso,
los centros urbanos crecieron, y en ellos se asentó una población del más
diverso origen, se multiplicó su actividad económica, comercial y finan�
ciera; el aspecto de las ciudades se modificó con grandes construcciones y
con la aparición de los ferrocarriles y de la energía eléctrica, a la vez que
se alteraron las costumbres tradicionales y las maneras de pensar de los
distintos grupos que se concentraban en las zonas urbanas.
Las ciudades capitales de Latinoamérica y los puertos que conecta�
ban la vida y las economías nacionales a los crecientes circuitos del mer�
cado mundial fueron los principales escenarios de esa transformación: la
mayor parte de las capitales latinoamericanas duplicaron, incluso tripli�
caron su población, a la vez que ampliaron la magnitud de su actividad
económica;52 desde las administraciones municipales se intentó sanear las
finanzas para un mejor aprovechamiento de los impuestos y se reorientó
el gasto público para fortalecer la infraestructura urbana a fin de favo�

51
  Véase Romero, José Luis, Latinoamérica. Las ciudades y las ideas, México, Siglo XXI, 1977.
52
  Hacia el cambio de siglo las ciudades más grandes de Latinoamérica eran Buenos Aires con
810 000 habitantes; la Ciudad de México con 350 000; Santiago de Chile, 300 000; La Habana, 330 000;
Montevideo, 300 000. En segundo lugar estaban Valparaíso con 160 000; Rosario con 110 000 y Gua�
dalajara con 100 000.
la puesta en escena de la nación mexicana 143

recer su transformación como mercados de productos, de capitales y de


fuerza de trabajo. Sus distintos sistemas políticos alentaron, en diversos
grados, el proceso de centralización convirtiéndolas, en el paso de un
siglo a otro, en grandes urbes marcadas por la concentración del poder
y de los servicios públicos. Ciudades como Río de Janeiro, Buenos Aires,
Montevideo, La Habana y, por supuesto, la Ciudad de México participa�
ron activamente de estos movimientos, y a ellas se sumaron los principa�
les puertos y algunas ciudades del interior ligadas a regiones densamente
pobladas o asentadas en zonas económicas de importancia. Entonces, las
ciudades tuvieron un papel protagónico en la constitución de la gran ilu�
sión de la modernidad y el progreso.53
La Ciudad de México y las capitales provinciales se convirtieron en
el blanco de sus anhelos modernizadores, y fueron los sitios elegidos
para poner en marcha instituciones, experiencias y prácticas considera�
das como modernas, con el propósito de convertirlas en escaparates del
progreso de la nación.
La principal intención de la política urbana fue crear una fisonomía
edilicia que reflejara la imagen de una burguesía pujante y, por ende,
de un país próspero y moderno con grandes edificios públicos e impre�
sionantes mansiones privadas. Los regímenes liberales mexicanos de la
segunda mitad del siglo xix se vieron colmados de planes y proyectos
para la formación y consolidación del Estado moderno. El discurso enar�
bolado remarcaba la finalidad y las maneras concebidas para lograrlo: la
seguridad pública como un elemento primordial del orden social y factor
propicio para el desarrollo económico y el progreso nacional; la orien�
tación del espíritu cívico hacia el respeto a la autoridad; el fomento de
la imagen del buen gobierno y del buen ciudadano, fueron, entre otros,
propósitos ampliamente difundidos por la administración nacional y por
los gobiernos estatales.
Los largos años del gobierno porfiriano (1877–1910) establecieron la
máxima de “Orden y progreso” como la base de la reconstrucción políti�
ca y económica del país. Siguiendo a François–Xavier Guerra, es un he�
cho que la modernización en México no comenzó, exclusivamente, con el

  Contreras Cruz, Carlos, La gran ilusión urbana. Modernidad y saneamiento en la ciudad de Puebla
53

durante el Porfiriato. 1880–1910 (Tesis de doctorado en Historia y Geografía), Universidad del País
Vasco/Euskal Errico Unibertsitatea, 2000.
144 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

ascenso de Porfirio Díaz al poder, pero los cambios que trajo aparejados
su régimen definieron el rumbo del país hacia ese derrotero. La política
porfiriana creó las condiciones para que los actores económicos nacio�
nales y extranjeros se desarrollaran sin trabas. “En el Porfiriato [sostiene
el autor] la estabilidad política de un régimen sin fisuras va a la par con
la mutación extraordinaria de la economía y de la sociedad”,54 interven�
ción del Estado, abolición de las alcabalas, reorganización del aparato
administrativo y fiscal, desarrollo de los ferrocarriles, crecimiento de la
economía y del comercio ligado fuertemente con el mercado mundial,
reforma monetaria, etcétera, marcaron indeleblemente los años que van
entre 1880 y 1910.
Independientemente de que el proceso de modernización en México
prohijó profundas desigualdades regionales y una gran polarización so�
cial, en la que surgían nuevos grupos sociales y se consolidaban grupos
minoritarios que acaparaban una riqueza desmedida frente a la pobreza
y marginación de amplias capas de la población rural y urbana, la imagen
de la nación que se construyó en esas décadas, para consumo interno y
externo, fue la representación de la prosperidad y el progreso, y a este
propósito sirvió la participación mexicana en las exposiciones universa�
les, en donde se pretendió exhibir la identidad, la fortaleza, la potenciali�
dad y la riqueza de la nación.

La construcción de la experiencia expositiva

Al despuntar la segunda mitad del siglo xix, en medio de la ausen�


cia de un consenso básico en torno a un proyecto político de nación, los
funcionarios del gobierno mexicano, independientemente de su filiación
política, tomaron conciencia de dos cuestiones: primero, construir una
imagen positiva de la nación, conforme a los referentes culturales y políti�
cos que circulaban en el mundo occidental, para desterrar la desconfianza
y el recelo sobre la capacidad de autogobierno de la joven república y así,
atraer la inversión y la colonización extranjera y, segundo, que en esta
tarea, el papel protagónico le correspondía a las instituciones de gobier�

54
  Guerra, François–Xavier, México: del antiguo régimen a la revolución, México, Fondo de Cultura
Económica, 1991, p. 1: 302.
la puesta en escena de la nación mexicana 145

no del Estado nacional. En principio, esta toma de conciencia alcanzaba


únicamente, de manera general, a los hombres de gobierno situados en
el centro político de la nación y, de manera particular, a los individuos
encargados de los Ministerios de Relaciones Exteriores y de Fomento,
revelando con ello una falta de cohesión de los gobiernos regionales y de
los actores políticos locales en torno a un proyecto de nación.
La búsqueda del reconocimiento internacional determinó la acepta�
ción de las invitaciones a participar en las exposiciones universales que
se celebraron durante la segunda mitad del siglo xix, a pesar de la desar�
ticulación del aparato productivo, de la dispersión de la población y de
la evidente incapacidad de las estructuras de gobierno para coordinar
acciones de alcance nacional. Aún así, el anuncio de la intención de cele�
brar una exposición universal en alguna remota capital del orbe movía a
la reflexión y a la acción al inestable aparato de gobierno, con un único
objetivo: figurar dignamente en el concierto de las naciones civilizadas y
lograr el reconocimiento. Al principio, dos fueron las dependencias de
gobierno directamente involucradas: el Ministerio de Relaciones Exterio�
res, primero, y, enseguida, el Ministerio de Fomento. A medida que el
aparato administrativo del Estado se estabilizó, merced a su consolida�
ción política, fueron coincidiendo las acciones de los funcionarios de los
gobiernos federales, estatales y locales, abriendo un espacio de negocia�
ción acotado por sus intereses, conocimientos y capacidades. Pero, inva�
riablemente, encontraremos a estas dos dependencias, interactuando en
la definición de las estrategias y de las acciones necesarias para represen�
tar a México en los escenarios expositivos internacionales.
La invitación a participar en la Gran exhibición de los trabajos de la
industria de todas las naciones que tendría lugar en Londres de 1851 lle�
gó en un momento crítico para el gobierno y el pueblo de México, abru�
mado por las secuelas de la derrota frente a Estados Unidos de América
y de la guerra de castas en Yucatán, por la desarticulación de su aparato
productivo y la anarquía política reinante, México concurrió de manera
marginal “por la posición abatidísima en que se encontraba la república
[…]”.55 Para los operadores de la puesta en escena de la colección mexi�
cana y también para los sectores letrados,56 se hizo evidente que estaban

55
  Periódico Oficial del Departamento de Puebla, domingo 15 de enero de 1854, pp. 1 y 2.
56
  “Exposición Universal de Londres en 1851: artículo primero”, La ilustración mexicana, México,
146 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

frente a un nuevo tipo de exposición, totalmente alejado de las tradicio�


nales ferias comerciales de las que tenían memoria, pues en ellas no sólo
se compraban y vendían productos sino que tenía lugar un proceso de
intercambio de ideas, informaciones y novedades en todos los ámbitos
del quehacer humano, conforme a las condiciones que diseñaban los paí�
ses organizadores.
En esa primera gran exposición universal de 1851 la participación de
México como país expositor fue marginal, pero aun así se puede apreciar
cómo funcionarios, empresarios, políticos y algún audaz expositor57 asu�
mieron la celebración de este evento como una oportunidad para mostrar
al gran público europeo el esplendor de la naturaleza americana, dotada
de una geografía peculiar que permitía gozar de una primavera perpe�
tua, pues la trascendencia del evento no pasó desapercibida para algunos
mexicanos atentos a lo que sucedía en el ancho mundo,58 y más adelante,
los veremos aparecer como organizadores y expositores de las coleccio�
nes mexicanas que se prepararon en diferentes oportunidades para exhi�
birse en los escenarios internacionales.
La acción colectiva y la organización que le era concomitante para
favorecer la participación de México, como dos facetas indisociables
del mismo problema, se estructuraron más claramente a medida que el
país se consolidaba política y económicamente, porque éstas fueron las

Imprenta de Ignacio Cumplido, 1851, p. 2: 121 y ss. La crónica del evento que apareció en noviem�
bre de ese año fue una crítica mordaz a los funcionarios de gobierno y a su pobre desempeño como
organizadores de la muestra mexicana, fue firmada por Fortún, seudónimo del periodista liberal
Francisco Zarco.
57
  Mención especial merece Juan Nepomuceno Adorno, nacido en la Ciudad de México (1807–
1887), ingeniero de personalidad inquieta y gran capacidad creativa viajó por Europa y permaneció
en Inglaterra entre 1845 y 1853; a lo largo de su carrera diseñó una gran variedad de máquinas y
modelos mecánicos lo que le dio prestigio como inventor. En la gran exposición londinense de
1851 presentó su Introduction of the harmony of the universo; or principles of physico harmonic geometry
publicada por Reynell and Weight y expuso un método de anotación musical. Véase Illades, Carlos,
Las otras ideas. Estudio sobre el primer socialismo en México 1850–1935, México, Ediciones Era y Univer�
sidad Autónoma Metropolitana–Cuajimalpa, 2008, pp. 45–74.
58
  Además del señor Adorno asistieron en calidad de visitantes Tomas Gillow, inglés avecinda�
do en Puebla, y su hijo, en aquel entonces de diez años, Eulogio Gillow, quien llegaría a ser, años
más tarde, arzobispo de Antequera, Oaxaca; además de ellos y de manera conjunta, hicieron el viaje
Manuel Escandón, funcionario de gobierno, Manuel Payno, ya para entonces un escritor de cierta
notoriedad y Carlos Sánchez Navarro, empresario. Véase Reminiscencias del Ilustrísimo y Reverendí-
simo Señor Doctor D. Eulogio Gillow y Zavalza, Arzobispo de Antequera Oaxaca. Obsequio cariñoso que
como recuerdo ofrece a su amado Clero Oaxaqueño y a sus amigos de confianza (2ª ed.), Puebla, Escuela
Lino–tipográfica Salesiana, 1921, p. 22.
la puesta en escena de la nación mexicana 147

oportunidades doradas del triunfante liberalismo mexicano no sólo para


aprender a concebir lo que era una nación moderna, sino, sobre todo, a
mostrar su propia versión de ella conforme a los formatos previstos en
los reglamentos y disposiciones preparados por los organizadores de las
exposiciones.
La participación en esos grandes escenarios planteó nuevas exigen�
cias a los actores involucrados en la puesta en escena: nuevas habilida�
des, nuevos saberes y el establecimiento de una estructura organizacio�
nal controlada desde el poder central para operar a favor del principal
objetivo de los regímenes liberales, el reconocimiento internacional.59 Y
esa primera experiencia permite observar el punto de partida de las ade�
cuaciones que los responsables de las políticas y estrategias nacionales
debieron afrontar no sólo hacia el exterior sino, principalmente, en el in�
terior, motivadas por las adhesiones y las resistencias de los habitantes de
las diferentes regiones y localidades.
La responsabilidad en materia de promoción económica, que en la
época se definía como “progreso material”, se había asignado desde 1853
al Ministerio de Fomento, Colonización, Industria y Comercio de la Re�
pública Mexicana, mismo que se denominaría como Secretaría de Fomen�
to de la Federación al finalizar el siglo xix. La gestión del fomento de las
actividades económicas, aunque no estuvo completamente centralizada,
pues los gobiernos estatales tenían funciones en este campo de la admi�
nistración pública, fue ejercida fundamentalmente por esta dependencia.
Los gobiernos de los estados no dispusieron de una infraestructura admi�
nistrativa específica para los fines del fomento, sino hasta bien avanzado
el siglo xix; así, los asuntos relacionados con la promoción económica se
gestionaron en los estados a través de las secretarías del gobierno central,
por lo menos hasta 1915.60 La comprensión de la importancia que revestía
la integración de muestras mexicanas, con fines representativos, motivó
que en ese Ministerio de Fomento, Colonización, Industria y Comercio se
creara una sección administrativa dedicada a fomentar las exposiciones

59
  Tenorio Trillo, Mauricio, Artilugio de la nación moderna. México en las exposiciones universales
(1880–1930), México, Fondo de Cultura Económica, 1998.
60
  Zuleta, María Cecilia, “La Secretaría de Fomento y el fomento agrícola en México (1876–1910).
La invención de una agricultura próspera que no fue”, Mundo Agrario, v. 1, n. 1, julio–diciem�
bre de 2000, consultado el 15 septiembre de 2011, disponible en http://www.scielo.org.ar/scielo.
php?script=sci_arttext&pid=S1515–59942000000200004&lng=es&nrm=iso.
148 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

nacionales y extranjeras. A pesar de las recurrentes negociaciones políti�


cas entre las facciones provocadas por la tensión y el desacuerdo sobre el
rumbo de la nación, que causaba la constante sustitución de funcionarios,
la sección segunda del Ministerio de Fomento, responsable de las exposi�
ciones, consiguió alentar la formación, a lo largo y ancho del territorio, de
las Juntas de Fomento a las Exposiciones que concertaron los esfuerzos
de pequeños y grandes productores y promovieron los primeros ejerci�
cios de participación en los escenarios internacionales desde mediados
del siglo xix;61 esta estrategia gubernamental contribuyó a la definición
de un nuevo tipo de actor social. Los productores y comerciantes que
participaban en ferias comerciales de carácter local fueron estimulados
a incursionar en circuitos comerciales internacionales, y su aspiración de
ampliar los mercados para sus productos sirvió también a los fines repre�
sentativos que perseguía el régimen.
La participación mexicana en las exposiciones universales empezaba
a fraguarse desde sus delegaciones y sedes consulares en el extranjero,
donde formalmente se recibía la invitación y donde los países anfitrio�
nes realizaban las primeras acciones de cabildeo a favor de su causa. Los
funcionarios del servicio consular, al tiempo que transmitían la invita�
ción a sus superiores en México, anexaban informes sobre el estado de
las relaciones bilaterales, sobre la percepción de México entre los círculos
políticos y financieros de los lugares en que se encontraban apostados
o sobre los alcances del evento expositivo, y emitían recomendaciones
sobre la conveniencia, o no, de la participación mexicana; tanto sus infor�
mes como sus recomendaciones estaban orientadas por el contacto con
modelos culturales y políticos alternos y por sus propias relaciones per�
sonales con el gobierno y con los hombres de negocios del país en el que
cumplían su misión diplomática.
Este curso de acción del servicio exterior mexicano empezó a tomar
forma desde la invitación que se hizo a México, en 1852, para participar
en la exposición general de productos naturales e industriales que tendría

61
  Periódico Oficial del Gobierno del estado de Puebla, domingo 7 de agosto de 1853, p. 1; y Busto,
Emiliano, Estadística de la República Mexicana. Estado que guardan la agricultura, industria, minería y co-
mercio. Resumen y análisis de los informes reunidos a la secretaría de Hacienda por los agricultores, mineros,
industriales y comerciantes de la República y los agentes de México en el exterior en respuesta a las circulares
del 1º de agosto de 1877, México, Imprenta de Ignacio Cumplido, 1880, p. 1: 26.
la puesta en escena de la nación mexicana 149

lugar en Nueva York en 1853. Francisco Arrangoiz,62 a la sazón cónsul


de la república en los Estados Unidos de América, en su carta del 11 de
diciembre de 1852 recomendó la conveniencia de que México estuviera
representado en esa exposición “pues no se tiene en este país idea de lo
adelantada que esta nuestra república en algunas de sus manufacturas”.63
La correspondencia entre el cónsul y los funcionarios del Ministerio de
Relaciones Exteriores y de Fomento en México, a propósito de la deses�
timación de su recomendación, revelan la tensión política entre faccio�
nes, haciendo evidente que la composición de las estructuras de gobierno
obedecían a acuerdos y negociaciones entre los grupos para mantener un
equilibrio de poder que no alcanzaba para operar acciones concertadas.
El cuerpo diplomático mexicano, como se ve, no podía estar al margen de
los esfuerzos por conciliar las grandes divergencias en torno a un proyec�
to común de nación. A pesar de sus desencuentros, tanto los funcionarios
del Ministerio de Fomento como los de Relaciones Exteriores fueron los
responsables de diseñar y ejecutar políticas y estrategias encaminadas a
lograr el reconocimiento internacional del país; sus acciones, desarrolla�
das en medio del expansionismo estadounidense y del intervencionis�
mo europeo, se distinguieron por un pragmatismo que obedecía a sus
propias interpretaciones y a su capacidad de adaptación a las difíciles
circunstancias geopolíticas.64
Aunque en la segunda mitad del siglo xix se organizaron más de una
docena de grandes exposiciones en diversos escenarios internacionales,
el gobierno mexicano sólo desplegó los mayores esfuerzos organizativos
en aquéllas que le permitieron, conforme al dicho de los responsables de
las muestras, presentar a la vista del mundo entero el cuadro de los ade�
lantos artísticos e industriales y de las riquezas naturales de México. Bajo

62
  Francisco de Paula de Arrangoiz y Berzábal nació en Jalapa hacia el año de 1812. Hijo de una
familia de convicciones realistas y tendencias conservadoras, se identificó plenamente con Lucas
Alamán. Fue ministro de Hacienda en 1848, durante el gobierno de Manuel de la Peña y Peña y
con diferentes cargos en el servicio consular durante los gobiernos de José Joaquín de Herrera y de
Mariano Arista, sirvió en el mismo ramo a Maximiliano de Habsburgo de quien terminaría distan�
ciándose por las tendencias liberales del archiduque. Véase Arrangoiz, Francisco de Paula, México
desde 1808 hasta 1867, México, Porrúa, 1968.
63
  Archivo Histórico de la Secretaría de Relaciones Exteriores, México, exp. 19–22–37.
64
  Aguilar Zínser, Adolfo, “Prólogo”, en A. Sánchez Andrés et al. (coords.), Artífices y operadores
de la diplomacia mexicana. siglos xix y xx, México, Porrúa, umsnh, Universidad Nacional Autónoma
de México, 2004, p. xii.
150 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

esta orientación México lograría ser percibido como uno de los países
más importantes y mejor representados en las exposiciones internaciona�
les, imagen que se afirmaría, sobre todo, en el último cuarto del siglo xix.65
La exposición universal que tendría lugar en 1855 fue la primera oportu�
nidad de los hombres del régimen para ensayar la puesta en marcha de
nuevas formas de organización que sirvieran a los fines promocionales
de la joven república.
Esta nueva estructura organizativa involucró a funcionarios en Mé�
xico y a los que estaban apostados en diferentes sedes consulares euro�
peas, principalmente en París, incluyó la consabida organización de una
exposición nacional de objetos de industria y artes, en la primera semana
de noviembre de 1853, pero a diferencia de lo que había sucedido en 1850
cuando se atendió la invitación a la gran exposición londinense de 1851,
esta vez los agentes del Ministerio de Fomento se dieron a la tarea de reu�
nir los artefactos y productos más notables de todos los departamentos
para remitirlos a la Ciudad de México, a fin de que “se escogieran los más
preciosos” para su envío a la exposición;66 del mismo modo se nombró
una comisión67 integrada por funcionarios del Ministerio de Relaciones
Exteriores y de individuos suficientemente instruidos para colocar los
objetos enviados por México que, además, estaban capacitados para dar
todos los informes y explicaciones que requiriesen los miembros del ju�
rado de la exposición.

65
  Riguzzi, Paolo, “México próspero: las dimensiones de la imagen nacional en el Porfiriato”,
Historias. Revista de la Dirección de Estudios Históricos, Instituto Nacional de Antropología e Historia,
n. 20, abril–septiembre de 1988, pp. 149–151.
66
  Carta signada por el ministro de Fomento Velázquez de León y fechada el 1 de junio de 1854,
dirigida a Ramón Pacheco, ministro plenipotenciario de la República Mexicana en París, Archivo
Histórico de la Secretaría de Relaciones Exteriores, México, exp. 401.
67
  En esa ocasión la comisión estuvo integrada por Pedro Escandón, secretario de la legación de
México en París, los señores conde de Brignola, don Guillermo O'Brien, cónsul general de México
en París, don Juan N. Adorno, don Juan Agea, empleado en este ministerio y D. J. Guillemin como
agregado a dicha comisión. Los nombramientos pueden localizarse en Legación de los Estados
Unidos Mexicanos en Francia, 1855, Archivo Histórico de la Secretaría de Relaciones Exteriores,
México, exp. 401, leg. 31.
la puesta en escena de la nación mexicana 151

Figura 1. Organigrama de las dependencias gubernamentales involucradas en la representación


de México en la Exposición Universal de París de 1855
Fuente: Archivo Histórico de la Secretaría de Relaciones Exteriores, México, exp. 401, leg. 31

De manera general, se puede apreciar la verticalidad en esa primera


estructura organizativa y, en su engranaje, la inclusión de tradicionales
y nuevos recursos de operación. Al funcionamiento de las dependencias
gubernamentales, recientemente formadas, se sumó la participación de
individuos, agrupados en juntas protectoras. Estas juntas, resabio de la
organización social del antiguo régimen, estaban integradas por persona�
152 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

jes prominentes de cada localidad que prestaban sus servicios sin remu�
neración alguna para alentar y promover diversas tareas públicas: asis�
tencia y auxilio a los pobres, educación, salud, higiene y moralización. A
la hora de articular la acción social en favor de la digna representación de
la nación, esta forma tradicional de organización fue reeditada y aprove�
chada por las nuevas estructuras de gobierno.
El presidente de la Comisión Mexicana y secretario de la Legación
Mexicana en París, Pedro Escandón, rindió un informe detallado68 en el
cual no sólo describió la participación mexicana, sino que consignó la
experiencia lograda para favorecer un mejor desempeño de los organi�
zadores y expositores mexicanos en futuras exposiciones. Puntualmente,
reseñó su negociación para lograr el mejor lugar posible que habían de
ocupar en el Palacio de la Industria los objetos remitidos por la república,
su extensión y su posición; y anunció, satisfecho, que México había obte�
nido un buen lugar, entre los Estados Unidos y Bélgica; personalmente se
ocupó de disponer de la manera más conveniente para su exhibición los
productos mexicanos,69 revelando con ello su percepción sobre la impor�
tancia del lugar desde donde se quería ser mirado: “el cuadro del señor
Cordero ya se halla colocado pero no me ha agradado mucho el sitio que
le han destinado por ser uno de los ángulos de la galería; veré si puedo
conseguir que me lo cambien de lugar”.70 Entonces, el reconocimiento a
la industria mexicana fue posible, no sólo por el esfuerzo de anónimos
expositores que enviaron sus objetos, sino también por la eficacia de los
organizadores.
Pero lo más importante de las comunicaciones de Escandón tiene
que ver con la apreciación que hace de los objetos expuestos por las na�
ciones más industrializadas y su comparación con la colección mexicana,
de donde extrae referencias aleccionadoras y recomendaciones para el

68
  Escandón, Pedro, La industria y las bellas artes en la exposición universal de 1855. Memoria diri-
jida [sic] al excelentísimo señor ministro de Fomento de México, París, Francia, Imprimerie Centrale de
Napoleón Chaix etc., 1856.
69
  Archivo General de la Nación. fondo Fomento, serie Exposiciones Extranjeras, v. 1, exp. 1.
70
  Archivo General de la Nación, México, fondo Fomento, serie Exposiciones Extranjeras, v. 1,
exp. 1. Véase también Siliceo, Manuel, “Documento 39: Documentos justificativos correspondientes
a la cuarta parte de esta memoria que trata de la industria y medios de fomentarla”, en Memoria
de la Secretaría de Estado y del Despacho de Fomento, Colonización, Industria y Comercio de la República
Mexicana escrita por el ministro del ramo… para dar cuenta con ella al soberano Congreso Constitucional,
México, Imprenta de Vicente García Torres, 1857.
la puesta en escena de la nación mexicana 153

Ministerio de Fomento. Después de observar los logros de las naciones


exhibidas en el gran escenario de la exposición, Escandón apuntó que la
exposición universal, grande en su concepción y fecunda en sus resulta�
dos, debía ser “la gran escuela”.
Dos aspectos destacó Escandón al inicio de su informe: primero, que
a la comisión mexicana se le habían otorgado el mismo reconocimiento,
derechos y prerrogativas que a los integrantes de las comisiones de otros
países, lo cual fue utilizado como un recurso de legitimación a favor del
emergente régimen liberal mexicano en dos niveles, tanto hacia el exterior,
pero, principalmente, hacia el interior de la atribulada segunda república
federal que terminaría derrumbándose a mediados de 1855, mientras los
comisionados mexicanos intentaban mostrar, en París, la solidez de las
instituciones republicanas. Y, segundo, el éxito logrado en esa exposición
universal: “México entre todas las repúblicas hispanoamericanas, es la
que con más lucimiento se ha presentado en la exposición universal y
por eso ha sido ella la que ha recibido mayores recompensas”,71 a pesar
de las críticas circunstancias que en esa época angustiaban a la república,
las cifras sobre las recompensas logradas por la colección mexicana y su
comparación con los resultados obtenidos por otras repúblicas hispanoa�
mericanas sirvieron para justificar su apreciación.
Los hombres del régimen aprendieron que México no podía concu�
rrir ventajosamente a estos escenarios internacionales sin una intensa y
extensa labor de preparación. A todas luces habían resultado insuficien�
tes las exposiciones que los gobiernos locales promovían en todo mo�
mento, lo mismo que las exposiciones de la industria mexicana que ya se
organizaban desde 1849: la exposición realizada en la Ciudad de México
en noviembre de 1854,72 con el propósito explícito de preparar la muestra
con la que México debía concurrir a París en 1855, no dio los frutos espe�
rados ya que, por muy buenas que fueran las intenciones, era bien difícil
atender al mismo tiempo la defensa de una existencia constantemente

71
  Al evento concurrieron 20 839 expositores, de los cuales 10 691 eran nativos de Francia y sus
colonias, 2 574, de Gran Bretaña y sus colonias; de los países americanos, Estados Unidos participó
con 130 expositores, México con 107; Nueva Granada, con 13; Guatemala, con 7; Argentina, con 6;
Costa Rica, con 4 y República Dominicana, con 1. La colección mexicana obtuvo 19 recompensas: 4
medallas de primera clase, 8 de segunda clase y 7 menciones honoríficas. Véase Escandón, Pedro,
La industria y las bellas artes en la exposición universal de 1855. Memoria dirijida [sic] al excelentísimo señor
ministro de fomento de México, París, Francia, Imprimerie Centrale de Napoleón Chaix etc., 1856, p. 9.
72
  Periódico Oficial del Departamento de Puebla, 17 de noviembre de 1854, v. 2, n. 47.
154 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

amenazada y el progreso de los intereses morales y materiales del país.


La ansiada credibilidad ante la comunidad internacional se conver�
tía en una meta inalcanzable para un país sumido en la anarquía. Los
eventos políticos y sociales en la década de los años sesenta y parte de los
setenta imposibilitó la participación mexicana en las exposiciones univer�
sales que tuvieron lugar en esa década.
Instalado por la fuerza de las armas francesas y con la connivencia
del sector conservador, el gobierno imperial de Maximiliano de Habs�
burgo retomó el asunto de la representación del ahora Segundo Imperio
Mexicano en los certámenes internacionales. Con ese propósito, se formó
una estructura organizativa en la que se integró a individuos notables en
sus campos de conocimiento con representantes de los poderes políticos
locales, y por la revisión sistemática de experiencias previas.

Figura 2. Organigrama de funcionamiento de la Junta Permanente de Exposiciones y Protectora


de la Industria del gobierno imperial de Maximiliano de Habsburgo
Fuente: Robles Pezuela, Luis, Memoria presentada a S. M. el Emperador por el ministro de fomento...
De los trabajos ejecutados en su ramo el año de 1865, México, Imprenta de J. M. Andrade y F. Escalante,
1866, pp. 35–37
la puesta en escena de la nación mexicana 155

El ministro de Fomento, Colonización, Industria y Comercio del


Imperio, Luis Robles Pezuela, recogió de Veracruz, donde permanecía
depositada en una casa de comercio, la Memoria que Pedro Escandón
había escrito sobre la exposición universal de 1855 para hacerla circular
entre los habitantes del imperio a fin de alentar su concurrencia a la anun�
ciada exposición de 1867, en París. Al mismo tiempo se reinstaló una Jun�
ta Permanente de Exposiciones y Protectora de la Industria —compuesta
por Leopoldo Río de la Loza,73 en calidad de vicepresidente; José Urbano
Fonseca, Enrique Griffon, Patricio Murphy, Carlos Sánchez Navarro, Dr.
Jourdanet, Ignacio Cumplido, como vocales y Aniceto Ortega, en el papel
de vocal y secretario sin sueldo— y se dispuso que, en cada una de las
capitales de los 50 departamentos, en que se había dividido el territorio
nacional, se instalara una Junta de Exposiciones encabezada por el pre�
fecto político y cinco vocales, que dependería de la junta central, arriba
citada; esos organismos debían formar sus propios reglamentos y alentar
a los productores agrícolas, a los artesanos y a los artistas distinguidos a
concurrir al concurso de la exposición nacional, aplazada para el mes de
mayo de 1866, de la que seleccionarían los efectos y productos del país,
que se presentarían en la Exposición Universal de París en el año de 1867.
Al momento de rendir su informe sólo 24 de los 50 departamentos habían
cumplido con esa disposición. 74

73
  El doctor Leopoldo Río de la Loza y Urbano Fonseca se habían distinguido en la dirección de
la Escuela Nacional de Agricultura fundada por el gobierno liberal de Ignacio Comonfort. Río de
la Loza (1807–1876) fue un connotado científico del siglo xix, cuyos trabajos se circunscriben dentro
de los procesos de profesionalización e institucionalización de la química y la farmacia mexicana.
Su trabajo destacó por la introducción de la química en los estudios de los médicos cirujanos, far�
macéuticos, agricultores, veterinarios, artistas y artesanos. Fue el primer científico en México que
aisló en el laboratorio sustancias como el oxígeno, el anhídrido carbónico y el nitrógeno. Estudió
los productos de los vegetales y sus componentes y caracterizó el ácido pipitzoico, descubrimiento
que le mereció en 1856 un importante premio internacional, la Medalla de Primera Clase de la So�
ciedad Universal Protectora de las Artes Industriales de Londres. Véase Siliceo, Manuel, Memoria
de la Secretaría de Estado y del Despacho de Fomento, Colonización, Industria y Comercio de la República
Mexicana escrita por el ministro del ramo… para dar cuenta con ella al soberano Congreso Constitucional,
México, Imprenta de Vicente García Torres, 1857, p. 1: 76; Urban Martínez, Guadalupe Araceli y
Aceves Pastrana, Patricia Elena, “Leopoldo Río de la Loza en la institucionalización de la química
mexicana”, Journal of the Mexican Chemical Society, v. 45, n. 1, 2001, pp. 35–39.
74
  De acuerdo con la nueva nomenclatura imperial y reflejando el control que el gobierno im�
perial tenía del territorio, esos departamentos eran: Aguascalientes, Autlán, Campeche, Colima,
Durango, Fresnillo, Guanajuato, Guadalajara, La Laguna, Matamoros Izúcar, Matehuala, Mazatlán,
Mérida, Oaxaca, Puebla, Querétaro, San Luis Potosí, Tehuantepec, Tlaxcala, Tula, Tulancingo, Tux�
pan, Veracruz y Zacatecas.
156 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

Los afanes organizativos de Maximiliano y sus ministros quedaron


suspensos ante los insalvables obstáculos que enfrentó el proyecto impe�
rial. En el plano interno se pueden consignar: limitaciones presupuestales
impuestas por la supeditación de los recursos financieros del país a la
administración y fiscalización de los funcionarios franceses, resistencias
del bando conservador que no encontró en el régimen monárquico las
reivindicaciones anheladas, y una territorialidad acotada por los rebel�
des republicanos; el gobierno imperial nunca alcanzó a controlar la tota�
lidad del territorio nacional. En el contexto internacional fue decisivo el
abandono del proyecto del imperio mexicano por parte de Napoleón III,
quien libraba sus propias batallas en el continente europeo, y el retorno,
a la arena política internacional, de los Estados Unidos de América que,
una vez concluida su Guerra Civil, volvía a ocuparse decididamente de la
defensa de sus zonas de influencia política y económica. En ese escenario,
el proyecto de construir un imperio mexicano era irrealizable, lo mismo
que su representación en la exposición parisina de 1867.
Los funcionarios franceses, organizadores de la exposición de 1867,
resolvieron la ausencia mexicana con el concurso de uno de sus comi�
sionados científicos en México, Léon Méhédin, quien insistió en la cons�
trucción de un pabellón mexicano y en la exposición de una colección de
objetos reunidos durante sus exploraciones. De la errática representación
de México en la exposición de París en 1867 nos da cuenta el periodista
español Carlos Frontaura,75 quien refiere en su descripción de los sitios
que ocuparon los diferentes países y reinos que, “[…] a poco que volva�
mos la cabeza, admiraremos un templo mejicano, copia fiel de aquel en
que según cuentan las crónicas, los aztecas se complacían en degollar es�
clavos, ni más ni menos que si fueran carneros […]”.76 La breve mención,
que confirma la exigua participación mexicana en este evento, informa
sobre la percepción que se tenía de México en Europa, casi cinco décadas
después de que había dejado de ser dominio español. El desenlace de la
aventura imperial francesa en territorio mexicano daría mucho material
para reafirmar la imagen de México como un país de bárbaras costumbres.

75
  Frontaura, Carlos, Viaje cómico a la Exposición de París, París, Francia, Librería de Rosa y Bou�
ret, 1868. En la dedicatoria el autor se refiere a sí mismo como el “escritor más insignificante de
España“ y apunta como fecha de elaboración de su obra: Madrid, 1 de agosto de 1867.
76
  Frontaura, Carlos, Viaje cómico a la Exposición de París, París, Francia, Librería de Rosa y Bou�
ret, 1868, p. 191.
la puesta en escena de la nación mexicana 157

Una vez restaurada la república, para el Ministerio de Fomento fue


fundamental desarrollar una política orientada a rectificar la percepción
negativa sobre el país que hiciera posible la inversión extranjera y la crea�
ción de mercados para los productos mexicanos en el exterior, haciendo
visibles las bondades de su clima, la laboriosidad de su mano de obra, las
ventajas fiscales que ofrecía el régimen y su estabilidad política. Por esos
años, para las elites afincadas en el centro del país, orientar la estructura
productiva del país a la exportación de sus productos parecía la única vía
para alcanzar la tan ansiada prosperidad legitimadora, perspectiva que
era ampliamente compartida por las elites gobernantes en el continente
latinoamericano. En consecuencia, el gobierno federal asumió la promo�
ción de la exportación como una misión fundamental de su gestión, pero
se comenzó a advertir que el éxito del modelo dependía no sólo de la
existencia de una creciente demanda internacional, sino también de una
respuesta adecuada a ésta por parte de los productores, a la sazón en el
papel de posibles expositores.
Un cuarto de siglo después de que iniciaron las exposiciones inter�
nacionales, el gobierno mexicano estaba en condiciones de exhibir lo
aprendido. Funcionarios del Ministerio de Fomento y los productores
en calidad de expositores tuvieron en la exposición internacional que se
organizó en Filadelfia, para conmemorar el Centenario de la Firma del
Acta de Independencia de los Estados Unidos en 1876, la oportunidad de
mostrar sus avances materializados en objetos diversos y en capacidad
organizativa.
Con base en anteriores experiencias, el presidente de la república
nombró una Comisión Central con amplios poderes para resolver todo
lo relacionado a las exposiciones. El primer paso que dio esta comisión
para asegurar el desarrollo del intercambio comercial, de la industria y
la difusión y aprendizaje de conocimientos útiles fue encomendar al in�
geniero Gabriel Mancera77 un estudio sobre las probabilidades de éxito

77
  Nacido en Pachuca, estado de Hidalgo el 6 de mayo de 1839. Realizó estudios de ingeniería
en el Colegio de Minería, donde se tituló en 1857. En Tulancingo construyó la fábrica de tejidos La
Esperanza. Sus ideas liberales provocaron su vigilancia y destierro a Puebla por parte del gobierno
de Maximiliano en 1866. Al restablecerse la república fue diputado por el estado de Puebla en la IV
Legislatura. Más adelante, al establecerse la VI Legislatura resultó electo presidente de la misma.
Eran tiempos en que los grupos lerdistas y juaristas se aliaron contra Porfirio Díaz, y en los que
Mancera apoyó al presidente Juárez. En 1876 representó a México en la exposición de Filadelfia, de
la cual trajo proyectos a México que permitieron la construcción de las vías de ferrocarril de Hidal�
158 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

que el país podría alcanzar, si concurría a la exposición de Filadelfia; sus


apreciaciones fueron presentadas en un extenso informe el 20 de abril de
1875.78 Mancera arregló su disertación en torno a dos cuestiones: qué ven�
tajas podría obtener la república mexicana si decidía participar en esta
exposición internacional y de qué manera debía ser representada para
obtener los mejores resultados. Para responder a esas cuestiones, Mance�
ra procedió a valorar el ánimo y la disposición, tanto del gobierno como
de la opinión pública norteamericana con respecto a la organización del
evento; sirviéndose de la revisión de la prensa y de numerosas entre�
vistas con “personas suficientemente caracterizadas” dio por sentada la
favorable disposición y el formal compromiso de ese gobierno para pa�
trocinar la exposición, lo cual, en principio, aseguraba su éxito y justifi�
caba el esfuerzo y el desembolso de recursos tanto del gobierno como de
los expositores mexicanos. Esta opinión la sustentó con el recuento de las
medidas adoptadas, desde 1866, por los diferentes niveles de la adminis�
tración pública norteamericana. Al mismo tiempo, advirtió que, si bien,
en los primeros años, el pueblo norteamericano había visto con apatía la
iniciativa, sus hombres proverbialmente prácticos, poco a poco compren�
dieron las oportunidades que a los intereses privados ofrecía una expo�
sición internacional, por lo que, conforme se acercaba la celebración, la
opinión pública se tornaba cada vez más favorable y por eso, sin dudarlo,
recomendó que México no debía desaprovechar la ocasión de mostrar sus
recursos y, así, destruir, aunque fuera en parte, los incalculables errores
y las incomprensibles preocupaciones que circulaban entre los potencia�
les inversionistas y el pueblo norteamericano. Mancera aprovechó para
exponer sus observaciones sobre algunas costumbres y prácticas de ese
pueblo. Hizo notar la tendencia a considerar como bienes de la comuni�

go y del Noreste. De igual manera, su renombre en ingeniería le permitió realizar estudios para la
instalación del drenaje del Valle de México. Nombrado subsecretario de Fomento en el gabinete del
general Díaz en 1878, fungió más tarde como senador en 1882. Realizó diversas obras de beneficen�
cia como la manutención de varios orfanatos y becas anuales a niños del Colegio de las Vizcaínas.
Escribió el Diccionario enciclopédico de historia, geografía, mitología y geografía. Su labor filantrópica
fue reconocida por los estados de Puebla, Tamaulipas, México y Querétaro al declararlo ciudadano
local. El 22 de enero de 1925 falleció en la Ciudad de México. Véase en Ludlow, Leonor (coord.),
“Gabriel Mancera”, en 200 emprendedores mexicanos. La construcción de una nación, 1 v., México, lid
Editorial, 2010.
78
  Archivo General de la Nación, México, fondo Fomento, serie Exposiciones Extranjeras, v. 70,
exp. 14.
la puesta en escena de la nación mexicana 159

dad todos aquellos establecimientos que producían un beneficio directo


o indirecto a la sociedad: fábricas, imprentas, librerías y establecimientos
comerciales de primer orden; y dedujo que a este principio obedecía el
interés por promoverlos. Todos esos establecimientos estaban provistos
de catálogos, folletos y libros explicativos sobre su origen y organización,
aun las oficinas públicas proporcionaban, de manera gratuita, a todo el
que lo solicitara, memorias e información impresa sobre su funciona�
miento. Esa costumbre de intercambiar informes y conocimientos útiles
llamó poderosamente su atención y le pareció que debía adoptarse en
México como una práctica general para facilitar los negocios y el progre�
so en todos los ramos.
La exposición de Filadelfia fue la oportunidad de México para rein�
sertarse en los circuitos internacionales y, por lo mismo, fue cuidadosa�
mente valorada su participación. Los funcionarios mexicanos sabían que
la nación necesitaba, tanto como la más desconocida, una ocasión a pro�
pósito para presentar a la vista del extranjero un indicio de lo que había
sido, de lo que era y, sobre todo, de lo que podía llegar a ser.
Mancera apuntó que en Estados Unidos se tenía una idea exagerada
de los recursos naturales del país, pero “muchos ignoran que hay en él
una sociedad verdaderamente civilizada”. La idea de que en México la
vida y la propiedad estaban a merced de la barbarie y el vandalismo se
asumió como una de las principales causas para impedir la inversión, el
establecimiento de negocios y de relaciones diplomáticas con México. Por
tanto, la reflexión y la acción se orientaron a desestimar cualquier sacrifi�
cio con tal de corregir la imagen de México en el exterior.
De manera pragmática, calculó que en los seis meses que duraba la
exposición se podía realizar una importante labor, que en otras condicio�
nes llevaría largos años de afanes. Por tanto, si se quería sacar el máximo
provecho de ese evento, no sería suficiente enviar los productos de todo
el territorio mexicano si no iban acompañados de aquellas noticias esta�
dísticas útiles que exigía el sentido práctico de los hombres de empresa,
inversionistas potenciales. Entonces, para presentar los objetos mexica�
nos en Filadelfia, se debían organizar los trabajos necesarios para recoger
noticias estadísticas e históricas, preparar ediciones de folletos explicati�
vos para ser distribuidas de manera gratuita, los cuales debían presen�
tarse en español, inglés, francés y alemán, y debían contener noticias de
cada uno de los grupos de productos exhibidos, expresando metódica y
claramente: el lugar de origen de los productos, la cantidad de productos
160 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

que se podían obtener por distrito, sus costos, los precios de las unidades
productivas, los medios y gastos de transporte, sus puntos de venta y los
mercados en los que se demandaban, los derechos aduanales, el precio
medio del trabajo en la localidad, las condiciones del terreno y el clima,
las facilidades de explotación, el número de habitantes; en una palabra,
todo lo que un hombre emprendedor necesitaba saber con el fin de em�
plear su trabajo o de invertir su capital. Las instituciones, los monumen�
tos y las antigüedades debían ser presentados en álbumes fotográficos, en
esculturas o en publicaciones para indicar el propio interés y para alentar
el estudio de los hombres de ciencia.
Con el objetivo de “[…] cambiar la errónea opinión que sobre no�
sotros se tiene en el extranjero, y contribuir, acaso instantáneamente, a
aumentar el número de nuestros consumidores dentro y fuera del país”,
la Comisión Mexicana para la Exposición en Filadelfia se aprestó a dar los
primeros pasos para formalizar su propio funcionamiento y en primer
lugar logró la aprobación del reglamento que establecía su estructura ad�
ministrativa como se muestra en la figura 3.
Al tiempo que funcionarios de los Ministerios de Fomento y de Re�
laciones Exteriores recababan informes y opiniones en el extranjero y se
diseñaba la estructura administrativa de la Comisión Central, sus inte�
grantes se ocuparon de organizar sus tareas y de asegurar la provisión de
recursos financieros para su operación, pues la información reunida por
Mancera les permitió tomar conciencia de la gravosa carga económica
que significaba la participación en una exposición internacional. Senta�
das las bases legales, la Comisión Central obtuvo un margen de acción
suficiente para demandar la colaboración de los gobiernos de los esta�
dos, de los territorios y del Distrito Federal, de diferentes individuos o
asociaciones y para designar las comisiones que considerara necesarias.79
Los responsables de las comisiones administrativas eran nombrados por
el presidente de la Comisión Central, Manuel Romero Rubio, mientras
que los responsables de las comisiones facultativas eran los mismos inte�
grantes de la Comisión Central. Las atribuciones otorgadas a este cuerpo
de organizadores les permitían mantener contacto directo con los poten�
ciales expositores, lo mismo que con autoridades y comisiones locales,

79
  Reglamento formado por Comisión Mexicana de la Exposición Nacional y de la Internacional de Fila-
delfia, México, Imprenta de Díaz de León y White, 1875.
la puesta en escena de la nación mexicana 161

las cuales, una vez que eran nombradas por el gobernador del estado o
territorio, quedaban bajo la jurisdicción de los comisionados.

Figura 3. Esquema organizativo de la Comisión Mexicana para la exposición en Filadelfia en


1876
Fuente: Reglamento formado por Comisión Mexicana de la Exposición Nacional y de la Internacional de
Filadelfia, México, Imprenta de Díaz de León y White, 1875
162 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

Como parte de los preparativos, se organizó la exposición nacional


a celebrarse en la Ciudad de México en 1875, para de ahí seleccionar los
objetos que se presentarían en la Exposición Internacional de Filadelfia en
1876, pues una de las funciones más importantes de esos comisionados
era la de fungir como jurados calificadores de los méritos de los objetos
presentados, no sólo en la Exposición de la Industria Mexicana, sino in�
cluso de otros más que no habiéndose presentado pretendieran partici�
par en el certamen internacional.
El proceso para reunir los objetos plasmado en el mencionado regla�
mento puede esquematizarse de la manera siguiente:80

Figura 4. Diagrama de flujo para organizar la muestra mexicana en Filadelfia, 1876


Fuente: Reglamento formado por Comisión Mexicana de la Exposición Nacional y de la Internacional de
Filadelfia, México, Imprenta de Díaz de León y White, 1875

80
  Reglamento formado por Comisión Mexicana de la Exposición Nacional y de la Internacional de Fila-
delfia, México, Imprenta de Díaz de León y White, 1875, pp. 17–20.
la puesta en escena de la nación mexicana 163

En esta oportunidad se percibe a un Estado mexicano urgido de


reconocimiento internacional, pero con muy escasos fondos que le im�
pidieron atender las solicitudes de subvención que hicieron potenciales
expositores:

[…] aunque el reglamento que rige a esta comisión [...] no hay ninguna
prohibición para acordar subvenciones o suplementos como el que ahora se
solicita y aunque la comisión está animada de la mejor voluntad para pro�
teger en casos especiales las industrias o trabajos de sobresaliente mérito
por la escasez de los fondos de que hasta ahora puede disponer el Supremo
Gobierno para los gastos preparatorios de la Exposición Nacional y de la
representación [...] en Filadelfia [...] se ve precisada a proceder con absoluta
prudencia y a no establecer precedentes que más tarde pudieran obligarla
a ser injusta […].81

A partir de 1876, se sientan las bases tanto de la estructura organiza�


tiva como del proceso de formación de las colecciones representativas de
México en las exposiciones internacionales, mismas que se irían afinando
a medida que se consolidaban las estructuras de gobierno y se incorpo�
raban funcionarios, políticos y técnicos especializados en estas labores.
A fuerza de repetir el proceso, se perfeccionaron las formas de operación
para lograr el objetivo de promover la imagen de México como destino
idóneo para la inversión de capital.
Una vez que la capacidad organizativa del gobierno liberal mostró
su eficacia en 1876, tanto los funcionarios del Ministerio de Fomento,
como políticos y empresarios escalaron sus aspiraciones a otro nivel. En
este orden de ideas, destaca la iniciativa de organizar una exposición in�
ternacional mexicana, que ya había empezado a germinar desde los años
cincuenta sin encontrar mucho eco en el gobierno del general Santa Anna
quien estaba más ocupado en sofocar la revolución de Ayutla que preten�
día derrocarlo.
La ilusión de organizar una exposición universal en México revivió
en la década de los años setenta, a la luz de los premios obtenidos por
los productos mexicanos en la Exposición Centenaria de Filadelfia, y se

81
  Archivo General de la Nación, México, fondo Fomento, serie Exposiciones Extranjeras, v. 70,
exp. 3.
164 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

discutió acaloradamente en la prensa; la Revista Universal, El Siglo Diez y


Nueve, Le Trait d'Union, El Monitor Republicano, entre otros aplaudieron
la feliz ocurrencia. Por encima de sus diferencias ideológicas, Francisco
Díaz Covarrubias, Manuel María de Zamacona, el obispo Labastida, Pe�
dro Santacilia y Vicente Riva Palacio, entre otros individuos, no menos
prestigiosos, apoyaron el proyecto a fin de “deshacer los infundios que se
propalaban en Europa contra México”.
Designado como secretario de fomento del gobierno de Porfirio Díaz,
Vicente Riva Palacio finalmente pudo presentar, en 1879, el proyecto para
realizar la Exposición Internacional Mexicana en 1880 a fin de “[…] pa�
sar de la defensa argumentada de las intrínsecas virtudes de la patria a
la muestra material y fehaciente de sus incipientes progresos y de sus
fundadas esperanzas de alcanzar un lugar prominente entre las naciones
más cultas”.82 Sin embargo, el proyecto se vio frustrado ante la renuencia
del poder legislativo para discutir el dictamen relativo a esa exposición
universal. El diputado al Congreso General por el estado de Morelos, José
Diego Fernández, argumentó en contra por dos razones: una de forma y
otra de fondo. Primero, en la documentación relativa que se envió a la
Cámara de Diputados ya se incluía el decreto del poder ejecutivo para
la realización de la exposición, sin el concurso y la aprobación del poder
legislativo, lo cual dio material para un largo debate sobre las atribucio�
nes y el respeto a los poderes de la Unión, amén de que para financiar el
proyecto, la Cámara de Diputados no se dejó engañar sobre los cuantio�
sos fondos, no declarados o mal disimulados, que exigía la empresa en un
momento de grandes penurias para las arcas nacionales y, segundo, por
las grandes dudas de que se alcanzaran los objetivos del proyecto, pues:

[…] encontramos a la cabeza de todos los males que afligen a nuestra


situación la falta de seguridad: no pueden desarrollarse de ninguna manera
el comercio y la industria, cuando el gobierno que recibe el impuesto para
dar seguridad, no puede salvar de los ladrones, bandidos y asesinos a los
ciudadanos que se dedican al desarrollo de la industria.
[…] Los capitales extranjeros no pueden desprenderse para nuestra

82
  Díaz y de Ovando, Clementina, Las ilusiones perdidas del General Vicente Riva Palacio (La Expo-
sición Internacional Mexicana, 1880) y otras utopías, 2 t., México, Universidad Nacional Autónoma de
México, 2002.
la puesta en escena de la nación mexicana 165

patria, porque esos capitales no pueden venir a desarrollarse sino en un


país donde reine la libertad, donde se respete perfectamente el derecho,
haya plena seguridad y mucha moralidad. Pues cuando venga el extranjero
a este país y vea que no hay seguridad en los caminos, que no hay libertad,
que el pobre pueblo no tiene instrucción alguna, que no tiene hábitos eco�
nómicos, que no tiene principios de moralidad, entonces, ciudadanos dipu�
tados, ¿este hombre permanecerá entre vosotros?, ¿no preferirá ir a obtener
un menor lucro a su país, pero sin el temor de los ladrones, sin el temor de
las violaciones a la ley?
[…] Yo creo, que antes de pensar en traer extranjeros a nuestro país,
antes de pretender que los capitales extranjeros vengan a establecerse en
nuestro suelo, debemos procurar las condiciones de libertad y desarrollo
del progreso. Mientras esto no se realice, no tengamos esperanza de que el
extranjero venga al nuestro, porque lo primero que buscan es seguridad,
tranquilidad, libertad, y donde no se encuentren estas condiciones no ven�
drán a vivir.83

Independientemente de las pugnas solapadas entre los miembros


del gabinete, la situación que presenta el diputado J. D. Fernández no
estaba alejada de la realidad del país; para los representantes legislativos
de las regiones, otros debían ser los proyectos urgentes: la seguridad en
los caminos, la instrucción y moralización del pueblo, la aplicación de la
justicia, la realización de obras de infraestructura que hicieran posible las
actividades productivas, mientras que para los representantes del poder
central, lo más importante era combatir las ideas erróneas que se tenían
sobre México y que tanto daño causaban a los intereses del capital y el
trabajo. La extensa argumentación del diputado revela la gran distancia
que mediaba entre la visión de nación, que tenían los hombres de la elite
liberal que operaban desde el centro político del país, y la mayoría de la
población y de sus representantes, asentados en el accidentado y muchas
veces amenazado territorio nacional.
La explicación de la diversidad de estas visiones quizá debamos bus�
carla en los diferentes recursos de los actores sociales: mientras que la

  Fernández, José Diego (diputado al Congreso General por el estado de Morelos), Discurso que
83

contra el proyecto de Exposición Internacional pronunció en la Cámara de Diputados el 22 de abril de 1879,


México, Imprenta de J. F. Jens, 1879.
166 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

elite estaba en posesión de vínculos e informaciones que les permitían


visualizar la integración a la comunidad internacional como un medio de
legitimar su proyecto de gobierno y para lograr la prosperidad económi�
ca a través del comercio internacional; el común de la población, iletrada
y alejada de los centros de decisión, no tenía acceso a la información y
dependía para su sobrevivencia de sus relaciones familiares o clientelares
en reducidos ámbitos locales.
En este contexto debemos entender las actividades de propaganda
que desplegó la Secretaría de Fomento, que no estaba en condiciones de
alentar la producción ni la construcción de infraestructura más allá de la
zona central del territorio nacional, pero sí podía construir un simulacro
de país moderno y estable políticamente.
Después de esta fallida iniciativa, los esfuerzos del poder central se
concentraron en lograr el mayor lucimiento de la participación mexicana
en las exposiciones universales, con tal celo que propios y extraños re�
conocían a México como el país que con mayor entusiasmo y constancia
asistió a esos eventos: organizadores, participantes y visitantes no duda�
ban en calificar a las colecciones y a los pabellones mexicanos como muy
superiores en comparación con los de otros países latinoamericanos,84 del
mismo modo, las delegaciones mexicanas encargadas de organizar las
muestras mexicanas en los escenarios internacionales, con el apoyo del
ministro de fomento y de la presidencia de la república, se esforzaban
por hacer notable la presencia mexicana en el extranjero, aprovechando
los variados eventos especiales que tenían lugar durante las exposiciones.
Un observador de Nueva Orleáns señaló que, “[…] ningún evento de la
exposición atrae más atención que el Mexico's Day que se celebraría el 29
de mayo con un estilo principesco”.85
Para la exposición de Nueva Orleans en 1885, Porfirio Díaz, en su
calidad de presidente de la comisión mexicana, estaba en condiciones de
poner a funcionar una red de relaciones muy extensa que tenía su núcleo
en una comisión central que se replicaba en los estados e incluso en los

84
  Yeager, Gene, “�����������������������������������������������������������������������
Porfirian commercial propaganda: Mexico in the World Industrial Exposi�
tions”, The Americas, a Quarterly Review of Inter–American Cultural History, xxxiv, n. 1, julio de 1977,
pp. 234 y 235.
85
  Yeager, Gene, “�����������������������������������������������������������������������
Porfirian commercial propaganda: Mexico in the World Industrial Exposi�
tions”, The Americas, a Quarterly Review of Inter–American Cultural History, xxxiv, n. 1, julio de 1977,
p. 238.
la puesta en escena de la nación mexicana 167

municipios que, a su vez, comandaba un grupo de agentes y técnicos


encargados de alentar a los habitantes a la patriótica tarea de contribuir a
la construcción de la imagen de modernidad de México en el extranjero.
La efectividad de este esquema organizativo mostró sus bondades en
la Exposición Universal de París en 1889, a partir de esa fecha la presen�
cia mexicana en los escenarios internacionales cobraría relevancia gracias
a la experiencia acumulada. En las exposiciones subsecuentes, Chicago
en 1893 y París en 1900, por mencionar las más relevantes, los comisio�
nados encargados de organizar el primer nivel de acción colectiva, la
cooperación de los habitantes de la república a partir de la integración de
diversos comportamientos de individuos y grupos obtuvieron notables
resultados.
Comisionados y agentes de los diferentes grupos recorrieron el país
difundiendo circulares, cuestionarios y formularios, explorando el terri�
torio y sus riquezas, convocando a los posibles expositores particulares
y oficiales, reuniendo muestras no sólo del progreso material, sino sobre
todo de los recursos naturales con los que contaba el país para demostrar
de la manera más elocuente las muchas ventajas que la nación ofrecía. La
recolección de datos e información sobre la base de cuestionarios y for�
mularios nos muestra cómo esos grupos de elite captaron el sentido de la
exposición y resolvieron de manera pragmática la urgente presentación
del inventario de la modernidad, manipulando afectiva e ideológicamen�
te las voluntades de los participantes.
A fin de alcanzar las inmensas ventajas que se pensaba ofrecían las
exposiciones universales, de manera abierta o velada, tanto organizado�
res como participantes reconocían que dos eran los móviles que anima�
ban a México a presentarse ante una Exposición Universal, uno de ellos
era buscar el mercado para los productos de su clase; otro, el presentar
“[…] la baratura de las materias primas y lo bajo de los jornales […] como
un aliciente para que industriales y capitalistas extranjeros viniesen al
país a establecer talleres y fábricas que darían trabajo al mexicano y ma�
yor comodidad y extensión al consumo […]”.86
Otra de las tareas que asumió el Ministerio de Fomento y promovió
con singular empeño entre los gobiernos locales fue la producción de un

86
  Boletín de la Exposición Mexicana en la Internacional de París (1888), i t., México, Oficina Tipográ�
fica de la Secretaría de Fomento, 1888, p. 168.
168 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

gran volumen de textos de todo género, panfletos y libros dedicados a re�


señar la participación mexicana en las exposiciones universales con fines
propagandísticos, publicados en varios idiomas y distribuidos gratuita�
mente entre los asistentes a los eventos. El comisionado para la exposi�
ción de París en 1900, por ejemplo, distribuyó gratuitamente quince dife�
rentes títulos, entre guías y panfletos; y al cierre de la exposición escribió
un tratado promocional sobre el tema. Se auspició la publicación de obras
con marcados propósitos propagandísticos que describían con detalle la
geografía, la población, el comercio, las vías de comunicación, el estado
de la instrucción pública y las oportunidades de inversión de los esta�
dos y territorios nacionales que dieron a la estampa en lujosas ediciones,
profusamente ilustradas muchas veces, autores nacionales y extranjeros.
Este conjunto de acciones, y otras más, que tenían por objeto mostrar
las posibilidades de desarrollo que ofrecía México al gran capital, forma�
ban parte de un activo programa de promoción del país en el extranjero,
programa que fue ejecutado sin vacilación conforme a la racionalidad
de las elites gobernantes, pasando, a veces, por encima de los intereses y
aspiraciones de sus gobernados, con el apoyo de un cuerpo de cuadros
especializados en el ramo: funcionarios, burócratas y técnicos fueron sur�
giendo a medida que la vida material y cultural de la sociedad mexicana
acusaban recibo de la paz, de las mejoras materiales y de la propagación
de la instrucción básica y superior. Al finalizar el Porfiriato, este grupo
de burócratas y científicos había construido una imagen de México como
nación moderna para consumo interno y externo: premios y diplomas
obtenidos en los certámenes internacionales acreditaban su desempeño.
Desde la perspectiva de la elite que administraba el México porfi�
riano, la construcción de la nación pasaba por el reconocimiento interna�
cional. Las estrategias diseñadas para alcanzar ese objetivo movilizaron
recursos a favor de construir una idea de nación que pudiera ser compar�
tida por la mayoría de la población y exhibida en el plano internacional,
en la que coexistían elementos de su pasado prehispánico, que la dotaban
de una identidad diferenciada, y las aspiraciones de progreso material,
que la equiparaban con el mundo occidental.
En la segunda mitad del siglo xix, México era un país en donde casi
el 90 % de la población residía en el campo. Al ser un país rural y agrí�
cola, el análisis de cómo los habitantes de las patrias chicas, constituidas
en torno a las principales localidades y municipios, participaron en esa
gran empresa que resultó ser la construcción de una imagen nacional de
la puesta en escena de la nación mexicana 169

modernidad, no es una cuestión menor. Aun cuando especialistas en el


tema, como Mauricio Tenorio Trillo, afirmen que la presencia mexicana
en las exposiciones universales cuenta con un buen nivel de análisis,87
todavía está pendiente la reflexión sobre el comportamiento de las elites
y de los individuos situados en la periferia del poder central.

Los pabellones mexicanos en las exposiciones universales

Después de 1851, cuando arrancó la serie de las grandes exposicio�


nes universales, en las que la civilización occidental medía su propio es�
tadio de desarrollo, mediante la comparación de colecciones de objetos
representativos de la riqueza y fortaleza nacionales bajo los principios
clasificatorios y las normas impuestas por los países anfitriones, se reveló
la fuerza y el alcance de esos espacios expositivos internacionales como
escenarios de la modernidad; pronto se hizo evidente que la organización
de las exposiciones universales decimonónicas era comandada por dos
países europeos, Gran Bretaña y Francia, que se disputaron la paternidad
de la idea. Aunque fueron resultado de la competencia entre dos modelos
de modernidad, tanto económica como política, probaron su comunión
en torno a una misma idea: la idea del progreso.88 Invitadas a esos impo�
nentes escenarios, las nuevas naciones hispanoamericanas buscaron in�
gresar a los ámbitos políticos y económicos internacionales poniendo en
escena una imagen de progreso y modernidad en la que destacaron los
atributos de su producción material y cultural para atraer inmigrantes y
capitales, aunque la relación entre la imagen y la realidad era, de seguro,
evidentemente incierta; se trataba de una representación de la realidad
atendiendo los códigos expositivos, no la realidad misma. Las exposi�
ciones internacionales dieron la oportunidad, a las naciones emergentes,
para promover su nueva comunidad imaginada, aunque al interior de
cada una de ellas esa comunidad estuviera en vías de gestación.89

87
  Tenorio Trillo, Mauricio y Gómez Galvarriato, Aurora, El Porfiriato, México, Centro de Inves�
tigación y Desarrollo Estratégico y Fondo de Cultura Económica, 2006.
88
  Ory, Pascal, “Les Expositions universelles, de 1851 à 2010: huit fonctions de la modernité”,
consultado el 15 de noviembre de 2011, disponible en http://ww.ac–orleans–tours.fr/hist–des–
arts/conference–expos–universelles.pdf.
89
  Norambuena Carrasco, Carmen, “Imaginarios nacionales latinoamericanos en el siglo xix”,
170 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

Desde los primeros años de su vida independiente, la visión de los


extranjeros asoció al territorio mexicano con la prosperidad, a tal grado
que el primer antecedente de una puesta en escena de México y de lo
“mexicano” con fines comerciales en los escenarios internacionales fue
resultado del redescubrimiento de la potencialidad económica del suelo
mexicano que hicieron los extranjeros. El empresario William Bullock fue
uno de los primeros viajeros británicos que visitó México después de su
independencia política de España; movido por la curiosidad y habien�
do estudiado escrupulosamente el trabajo de Humboldt, emprendió su
viaje a tierras mexicanas. Acompañado de su hijo, pasó seis meses en el
país en 1823 y a su regreso a Gran Bretaña, a principios de 1824, abrió al
público londinense la primera exposición sobre México en el extranjero.
Hábil naturalista y exitoso museógrafo, pretendió reconstruir en los dos
cuartos de su Egyptian Hall, en Picadilly Square, la atmósfera del México
moderno y antiguo; el show de Bullock prefiguró la forma como México
se exhibiría en las exposiciones decimonónicas.
En el cuarto destinado al México antiguo, el expositor reunió objetos
representativos de la antigua religión de los mexicanos, con particular
instinto para despertar la sensación de terror ante las prácticas sacrificia�
les. Se exhibieron piezas prehispánicas que el organizador llevó consigo,
reproducciones de grandes monolitos, como del llamado calendario azte�
ca, de la Coatlicue —que Bullock hizo desenterrar para elaborar un molde
de tamaño natural— y de Quetzaltcóatl; las paredes se recubrieron con
códices prehispánicos, originales y copias, provenientes de la colección
reunida por Lorenzo Bouturini desde mediados del siglo xviii y conserva�
da en el Seminario de Minería. Lo raro, lo exótico generaban curiosidad y
expectación en el público de la Europa Occidental. El mundo anglófono
se mostró receptivo a su exhibición. El evento causó revuelo y tuvo un
importante eco, tanto en la prensa como entre los espectadores, que se
mostraron interesados en aquel nuevo país, hasta entonces desconocido.
La exposición se completaba con objetos representativos del México
moderno: modelos de plantas y frutas, un gran número de animales em�
balsamados, muestras de panoramas, artesanías, estadísticas y un vistoso

História Unisinos, v. 10, n. 2, mayo–agosto de 2006, pp. 121–132, consultado el 17 de agosto de 2011,
disponible en http://www.unisinos.br/publicacoes_cientificas/images/stories/Publicacoes/his�
toriav10n2/art01_carrasco_historia.pdf.
la puesta en escena de la nación mexicana 171

conjunto de muestras minerales, incluyendo un mexicano vivo atavia�


do con sus trajes tradicionales. José Cayetano Ponce de León, nativo de
“Chuyula”, se movía libremente por los salones del Egyptian Hall, de
carácter dócil e inteligente, bien informado sobre la historia y los asuntos
de su país; era capaz de explicar los usos de los objetos expuestos, así
como de interpretar y leer algunos de los códices expuestos en la parte
dedicada al México antiguo.90

Ilustración 18. Exhibición de antigüedades mexicanas en el Egyptian Hall


Fuente: William Bullock, A Descriptive Catalogue of The Exhibition Ancient and Modern Mexico,
Picadilly, Gran Bretaña, 1824

La primera puesta en escena de México en el extranjero fue la exhibi�


ción de aspectos culturales con pretensiones científicas o pseudocientífi�
cas y propagandísticas para atraer proyectos de inversión y colonización.
En esos años fue notable la ausencia de cualquier intento por encontrar

90
  Achim, Miruna, “El Museo Nacional de México y los guiones de la nación, 1825–1867”,
en Gustavo Leyva, Brian Connaughton, Rodrigo Díaz, Néstor García Canclini y Carlos Illades
(coords.), Independencia y revolución: pasado, presente y futuro, México, Fondo de Cultura Económica
y Universidad Autónoma Metropolitana, 2010, pp. 491–514.
172 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

en la civilización de los antiguos mexicanos el origen de la nación moder�


na o por establecer vínculos o continuidades entre las dos.91
En esta primera exposición mexicana organizada allende de sus
fronteras —como resultado de la iniciativa de un extranjero, cuyos sa�
beres y experiencia le hacían apreciar la realidad mexicana desde una
racionalidad diferente a la de las elites trabadas en la disputa por la na�
ción— se puso el acento en la potencial riqueza de recursos naturales,92
al tiempo que se destacaba lo exótico y la originalidad de objetos de las
antiguas culturas prehispánicas. Convencido de los prodigios del país, la
intención de Bullock de atraer inversionistas y colonos fracasó estrepito�
samente por las azarosas condiciones políticas que primaban en la joven
nación en el arranque de su vida independiente.
La participación de México en las exposiciones celebradas en las pri�
meras décadas de la segunda mitad del siglo xix, bajo el patrocinio de los
poderes nacionales, implicó un accidentado proceso de aprendizaje, cuyos
aspectos más conflictivos fueron: primero, concertar los esfuerzos guber�
namentales y de grupos de particulares en medio de la debacle de la Se�
gunda República Liberal (1846–1853) y, segundo, desentrañar la lógica que
subyacía en los reglamentos de las diferentes convocatorias para demos�
trar la adhesión a los principios rectores de la modernidad y el progreso.
La expresión de esa adhesión resultaba más compleja a medida que
los organizadores de las exposiciones detallaban más puntualmente, en
sus convocatorias y reglamentos, los mecanismos y las condiciones de
participación. La imposibilidad de los países anfitriones de costear los es�
pacios que albergaran al creciente número de expositores y la aspiración
de que en el escenario de las exposiciones se representaran las glorias
nacionales se resolvió con la construcción de pabellones nacionales. Esta
solución se documenta por vez primera en el certamen parisino de 1867.
Hasta entonces las colecciones mostradas por cada país se exhibían en las

91
  Achim, Miruna, “El Museo Nacional de México y los guiones de la nación, 1825–1867”,
en Gustavo Leyva, Brian Connaughton, Rodrigo Díaz, Néstor García Canclini y Carlos Illades
(coords.), Independencia y revolución: pasado, presente y futuro, México, Fondo de Cultura Económica
y Universidad Autónoma Metropolitana, 2010, p. 506.
92
  Museo Nacional de San Carlos, México en los pabellones y las exposiciones internaciona�
les (1889–1929). Guía de la exposición, México, mnsc, inba, Conaculta, 2010, p. 78; Mongne, Pascal,
“Imaginaire et réalité: l'imagerie du Mexique durant la première moitié du xixe Siècle”, en Michel
Bertrand y Laurent Vidal (dirs.), À la redécouverte del Amérique. Les voyageurs europèens au siècle des
indépendances, Toulouse, France, Presses Universitaires Du Mirail, 2002, pp. 103 y 104.
la puesta en escena de la nación mexicana 173

inmensas salas comunes de los grandes palacios expositivos sin que se


estableciera otro elemento de diferenciación o identificación que los car�
teles indicadores, diseñados por los organizadores. El único rasgo defini�
dor de las diferentes identidades nacionales era el nombre del país y su
bandera, aunque en realidad fueron las propias colecciones exhibidas los
referentes directos y más decididamente evocadores de esas identidades.
La invitación a la construcción de pabellones nacionales, a partir de
1867, tenía un propósito evidente: que cada nación ofreciera a través de
esas construcciones la imagen pretendidamente más representativa de
sí mismas, en definitiva, de sus tradiciones, de su arte, de su cultura. Lo
más significativo en el diseño arquitectónico de los pabellones era el ex�
terior, aunque la estructura interna de los edificios no dejaba de tener im�
portancia, la definición de las formas y los elementos decorativos usados
con fines representativos en el exterior de los edificios fue controversial.93
Las colecciones mexicanas en las exposiciones universales decimo�
nónicas se habían exhibido en edificios compartidos con otros países lati�
noamericanos, sólo en cuatro oportunidades México diseñó sus propios
espacios expositivos: durante la Exposición de París en 1867 erigió el Pa�
bellón Xochicalco; en la de Nueva Orleans en 1884, construyó el pabellón
conocido como La Alhambra Mexicana; en la Exposición de París de 1889
diseñó el Palacio Azteca; y, por último, nuevamente en París en 1900 cons�
truyó un pabellón de características neoclásicas. El diseño y construcción
de los pabellones mexicanos, la elección de sus elementos decorativos,
de los materiales constructivos, de las vitrinas y mobiliarios, no sólo son
indicio del desarrollo del sentido estético nacional, revelan, sobre todo,
la conciencia que tenían los responsables de organizar las muestras mexi�
canas de la importancia del lugar desde el cual querían que se mirara al
país en el extranjero.
La preparación de la espléndida celebración del Segundo Imperio
de Napoleón III, que se escenificó en París en 1867, coincidió en México
con una época marcada por dos particularidades: por un lado, la ocupa�
ción militar de fuerzas extranjeras y la lucha republicana contra el inva�
sor francés y, por otro, la puesta en marcha de una política imperial de

93
  Sánchez Gómez, Luis Ángel, “Glorias efímeras: España en la exposición universal de París
de 1878”, Historia Contemporánea, n. 32, 2006, pp. 257–283, consultado el 15 de julio de 2011, dis�
ponible en http://www.historiacontemporanea.ehu.es/s0021–con/es/contenidos/boletin_revis�
ta/00021_revista_hc32/es_revista/adjuntos/32_12.pdf.
174 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

fomento a la creación artística, orientada a la recuperación y celebración


de la época prehispánica. Los elementos de la cultura indígena, cuyos
“triunfos de ciencia y de arte y sus genios que se habían encumbrado
en muchos puntos a una posición más elevada que la vieja Europa”, fue
revalorada tras la llegada de los emperadores, en un intento por legitimar
el Segundo Imperio, sostenido militar y políticamente por el poderío im�
perial francés, dotándolo de un pasado nacional.94
Diversas acciones muestran el interés que tenía Maximiliano de
Habsburgo de que su patria adoptiva estuviese dignamente representada
en la exposición parisina de 1867. Previendo retrasos y obstáculos, Maxi�
miliano despachó a París a M. Hidalgo a finales de noviembre de 1865,
como enviado extraordinario aunque sin designación oficial confirmada,
para que tomara contacto con Frédéric Le Play, responsable de la organi�
zación de la exposición universal.95
Los temores del archiduque no eran infundados. La fragilidad del
imperio mexicano, abrumado por sus compromisos financieros y asedia�
do por los nacionalistas republicanos, complicaba seriamente la partici�
pación mexicana; en los primeros meses de 1866, el ministro de México
en París escribió a las autoridades francesas:

Las severas economías que se están haciendo en los gastos públicos


del Imperio y que comprenden a todos los ramos de la administración no
permiten que se haga erogación alguna para el envío de objetos de arte,
agricultura e industria de México a la exposición Universal que debe tener
lugar en París el año de 1867.
S. M. el Emperador toma esta disposición con el mayor sentimiento,
pues es notorio su anhelo por todo cuanto pueda conducir al honor, crédito
y adelantos de la Nación […].96
Esta medida resultó inaceptable para la Francia imperial que, empe�

94
  Pani, Erika, “Cultura nacional, canon español”, en Clara E. Lida (comp.), España y el imperio
de Maximiliano. Finanzas, diplomacia, cultura e inmigración, México, El Colegio de México, 1999, pp.
218–221.
95
  Demeulenaere–Douyère, Christiane, “Le Mexique s'expose à Paris: Xochicalco, Léon Méhédin
et l'exposition universelle de 1867”, Revue HISTOIRE(S) de l'Amérique Latine, v. 3, 2009, consultado
el 28 de octubre de 2011, disponible en http://www.hisal.org/revue/article/Demeulenaere–Dou�
yere2009–1.
96
  Legación de los Estados Unidos Mexicanos en Francia, 1865, Archivo Histórico de la Secreta�
ría de Relaciones Exteriores, México, exp. 749, leg. 48.
la puesta en escena de la nación mexicana 175

ñada en mostrar su acción civilizadora, no podía permitir que un territo�


rio bajo su ocupación quedara al margen de la exhibición que ella misma
organizaba. Las vacilaciones del gobierno imperial mexicano dieron pie
a diferentes iniciativas, que iban desde el montaje de la muestra mexica�
na como un negocio de particulares hasta la organización de la misma a
cargo de las autoridades francesas.97 Lo notable es que en estas iniciativas
el gran ausente era el gobierno imperial de México.
Ante la incertidumbre, Le Play obtuvo la aprobación de que la Com�
mission Scientifique du Mexique98 concertara los esfuerzos necesarios
para organizar la muestra mexicana, como finalmente sucedió, no sin
desatar rencillas entre sus integrantes. En el diseño del pabellón mexica�
no rivalizaron las propuestas de Jean–Charles Alphand, ingeniero en jefe
de los Servicios de Paseos y Jardines de París, y de Léon Méhédin, quien
se había desempeñado como científico expedicionario de la Commission
Scientifique du Mexique desde agosto de 1864.99
A finales de 1866, la comisión francesa para la exposición mexicana
se inclinó por la propuesta de L. Méhédin: un pabellón que reproducía
una pirámide de Xochicalco, de 25 metros de largo por 18 metros de an�
cho, con dos niveles de 5 y 4 metros de altura, respectivamente; en la
planta baja se proyectaron 200 m2 de vitrinas verticales de 2.60 metros de
alto y 30 m2 de vitrinas horizontales, mientras que, para la planta superior
se planeó la colocación de 100 m2 de vitrinas verticales. En la decoración

97
  La labor de organizar, patrocinar y presentar colecciones de objetos en las exposiciones inter�
nacionales se había convertido, a estas alturas, en un buen negocio para particulares. A esto obe�
decen los ofrecimientos de los arquitectos A. Cambreleny y Paul Benard para instalar y decorar el
pabellón mexicano con buena ejecución y economía deseables y los de León Droux, ingeniero civil,
quien se pone a la disposición del gobierno mexicano para desempeñarse gratuitamente como su
agente y representante para lo concerniente a la exposición universal. A. Cambreleny se firma como
arquitecto de la Prefectura de Policía y antiguo inspector de construcciones de la corona, Paul Benard
como 2º Gran Premio de Roma e inspector de obras de la Opera Nueva y Leon Droux como Caballero
de la Orden de Nuestra Señora de Guadalupe. Véase Legación de los Estados Unidos Mexicanos en
Francia, 1865, Archivo Histórico de la Secretaría de Relaciones Exteriores, México, exp. 749, leg. 48..
98
  La Comisión funcionaba, básicamente, en tres niveles jerárquicos: a) científicos franceses que
trabajaron desde París; b) científicos expedicionarios en México, ya sea franceses o de nacionalidad
distinta (particularmente europeos) y c) científicos corresponsales mexicanos o latinoamericanos, o
bien, europeos con residencia en Latinoamérica. Véase Lara Mimbrera, Iván Rubén, Reacciones, co-
laboraciones y proyectos científicos. Los ingenieros de minería durante la Intervención Francesa y el Segundo
Imperio en México (1862–1867) (Tesis de licenciatura en Historia), México, Universidad Autónoma
de México–Iztapalapa, 2006.
99
  Léon Méhédin desplegó una intensa actividad en el campo de la arqueología; de noviembre
de 1865 a agosto de 1866 trabajó en el valle de Cuernavaca, particularmente en Xochicalco.
176 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

interior y exterior del edificio predominaría “el estilo mexicano” y el inte�


rior albergaría muestras de zoología, mineralogía, geología, botánica; pla�
nos, dibujos, grabados y fotografías, estatuas y antigüedades mexicanas.
Aunque inicialmente se favoreció la propuesta de Méhédin, asignán�
dole recursos financieros y logísticos para que la obra estuviera lista el
15 de marzo de 1867, las autoridades francesas renunciaron a organizar
la muestra mexicana. El 6 de febrero de 1867, el ministro de Educación
francés anunció su decisión de no apoyar la exposición de la Comission
Scientifique au Mexique. Demeulenaere–Douyère atribuye este cambio
de actitud al activismo de L. Méhédin, que resultó contraproducente a
sus afanes, pero lo cierto es que, a esas fechas, resultaba evidente que el
proyecto imperial en México era una causa perdida y Napoleón III se re�
tiraba de México dejando a su suerte a Maximiliano de Habsburgo.
L. Méhédin, empecinado, tomó por cuenta propia y a sus expensas,
la realización de la pirámide de Xochicalco a fin de que sirviera como pa�
bellón para la colección mexicana.100 Escasas referencias describen cómo
era ese pabellón mexicano en su exterior: un basamento con una escali�
nata al frente reproduciendo una construcción de Xochicalco, con su gran
templo superior completo. En medio de la entrada se ubicaron una co�
losal copia de la Coatlicue, dos grandes esculturas de Teotihuacán sobre
las alfardas y un gran calendario azteca a uno de los lados, que comple�
mentaban la obra. Está por demás decir que una observación minuciosa
indica que existían enormes diferencias entre este modelo y el edificio
original, de todas formas el parecido fue notable.101

100
  Demeulenaere–Douyère, Christiane, “Le Mexique s'expose à Paris: Xochicalco, Léon Méhé�
din et l'exposition universelle de 1867”, Revue HISTOIRE(S) de l'Amérique Latine, v. 3, 2009, consul�
tado el 28 de octubre de 2011, disponible en http://www.hisal.org/revue/article/Demeulenaere–
Douyere2009–1.
101
  En Francia habían circulado grabados y litografías de Xochicalco, las primeras fueron realiza�
das por Antonio Alzate en 1791 y publicados por el padre Márquez en 1804; los de la expedición de
Dupaix y Castañeda publicados en 1834 y los románticos dibujos de Waldeck a partir de 1834. Así
mismo, los grabados de Désiré Charnay, publicados junto con sus fotografías con una introducción
de Viollet–le–Duc, causaron gran impacto en Francia desde su primera aparición en 1863. Véase
Schávelzon, Daniel (comp.), La polémica del arte nacional en México (1850–1910), México, Fondo de
Cultura Económica, 1988, pp. 165–170.
la puesta en escena de la nación mexicana 177

Ilustración 19. Fotografía del pabellón mexicano construido por Léon Méhédin para la Exposi�
ción Universal de París en 1867
Fuente: Demeulenaere–Douyère, Christiane, “Le Mexique s'expose à Paris: Xochicalco, Léon
Méhédin et l'exposition universelle de 1867”, Revue HISTOIRE(S) de l'Amérique Latine, v. 3, 2009,
consultado el 28 de octubre de 2011, disponible en http://www.hisal.org/revue/article/Demeu�
lenaere–Douyere2009–1

En algún momento de su gestión, Méhédin no vaciló en exponer su


deseo de que este edificio sirviera como un monumento conmemorativo
e imperecedero de la expedición científica francesa en México, del mismo
modo en que el obelisco de la Concorde evocaba la expedición científica
francesa en Egipto.102 Materializada como una empresa más particular
que oficial, la muestra mexicana fue la oportunidad para L. Méhédin de
exponer una colección de sus trabajos formada en quince años de expedi�

102
  Esta idea quedó registrada en algunas notas de Léon Méhédin, sin fecha, conservadas en los
Archives Nationales Paris, F/17/2914/2, pero Demeulenaere–Douyère (“Le Mexique s'expose à
Paris…”) las data en enero de 1867.
178 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

ciones que denominó Misiones artísticas y científicas de Léon Méhédin, quien


además, para cubrir sus gastos, pidió la autorización para que se instalara
en el pabellón un café–restaurant de estilo pintoresco atendido por perso�
nal ataviado con trajes típicos de los pueblos que había visitado.103
De esta manera, en torno al palacio de la exposición parisina de 1867
que albergaba los productos de la agricultura, de la industria y de las be�
llas artes, y formando parte de las atracciones más eclécticas, se levantó
el pabellón mexicano, la pirámide de Xochicalco, como escenario de una
pretendida muestra de objetos mexicanos, sirviendo a la explotación del
exotismo que dominó en ese certamen.
En la historiografía mexicana especializada en la historia del arte
mexicano, poca atención ha recibido este pabellón, quizá porque corres�
pondió al repudiado período del Segundo Imperio mexicano y porque su
realización corrió a cargo del gobierno francés, a través de sus diferentes
comisiones, por tanto, no se ha asimilado como una producción cultural
nacional, sino como una manifestación del intervencionismo extranjero.
Sin embargo, es necesario recapitular sobre el hecho de que, aun�
que Maximiliano de Habsburgo, como emperador de México, tuvo un
escaso margen de maniobra para ocuparse de la representación del país
en el exterior, en este asunto su actuación fue consistente con su desem�
peño como gobernador de las provincias lombardo venecianas.104 Mien�
tras duró el sueño imperial, fue partidario de establecer en México un
gobierno sustentado más en instituciones y en la consulta a una elite de
expertos, y menos en el autoritarismo despótico.
Para proyectar la participación mexicana en la exposición parisina de
1867 se guió por su propia admiración de las glorias del pasado prehis�
pánico y por las apreciaciones y estudios de la Commission Scientifique
du Mexique, formada por savants franceses y mexicanos, en cuyo seno se
desató la polémica sobre la definición de los elementos estéticos que me�
jor representaran a la nueva nación mexicana. Y esa comisión se enfrentó

103
  Demeulenaere–Douyère, Christiane, “Le Mexique s'expose à Paris: Xochicalco, Léon Méhé�
din et l'exposition universelle de 1867”, Revue HISTOIRE(S) de l'Amérique Latine, v. 3, 2009, consul�
tado el 28 de octubre de 2011, disponible en http://www.hisal.org/revue/article/Demeulenaere–
Douyere2009–1.
104
  Luigi Fontana, Giovanni, “La práctica política de Maximiliano de Habsburgo antes de llegar
a México” (Conferencia impartida en el marco de la conmemoración del 150º Aniversario de la
Batalla del 5 de mayo en el Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades de la Benemérita Univer�
sidad Autónoma de Puebla, Puebla, 7 de febrero de 2012).
la puesta en escena de la nación mexicana 179

a varios dilemas, primero, integrar en una única representación tanto la


diversidad como la totalidad de los grupos sociales que constituían Mé�
xico, segundo, dirimir cuál tradición tenía más densidad simbólica en la
definición de la identidad nacional, la prehispánica o la colonial.

Ilustración 20. Parque de la Exposición Universal de París de 1867, vista parcial en la que apare�
ce, al centro, el pabellón mexicano: la Pirámide de Xochicalco
Fuente: Demeulenaere–Douyère, Christiane, “Le Mexique s'expose à Paris: Xochicalco, Léon
Méhédin et l'exposition universelle de 1867”, Revue HISTOIRE(S) de l'Amérique Latine, v. 3, 2009,
consultado el 28 de octubre de 2011, disponible en http://www.hisal.org/revue/article/Demeu�
lenaere–Douyere2009–1

El Segundo Imperio Mexicano fue incapaz de llevar a buen térmi�


no la representación mexicana en 1867, su materialización corrió a cargo
de comisionados franceses, para quienes “lo mexicano” se identificaba
con el pasado prehispánico; la idealización de ese pasado descartaba el
legado colonial, dando paso a una solución ecléctica, al arte neoprehis�
pánico, como una forma de apropiarse de la tradición genealógica, de
materializarla vaciándola de su verdadero contenido para cargarla con
180 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

otro nuevo, de tipo meramente estético,105 para su utilización en formas


representativas para el consumo global. De esta manera, se abrió la puer�
ta a la institucionalización de una forma representativa de México y de lo
mexicano, el arte neoprehispánico que tuvo resonancias que alcanzaron
hasta el siglo xx.
En un contexto radicalmente diferente se diseñó y construyó el pa�
bellón para albergar la colección mexicana en la exposición de Nueva
Orleans. El Estado republicano, legitimado por un proceso electoral, es�
taba encabezado por Manuel González, quien asumió el cargo después
de cuatro años del primer período de gobierno del general Porfirio Díaz
y vio la conveniencia de mantener ocupado, y a una prudente distancia,
al ambicioso militar nombrándolo comisionado general de la república
mexicana para la Exposición Universal de Nueva Orleans.106 Díaz aceptó
el encargo, “sin méritos que pudieran hacerme acreedor a tan señalada
distinción, desconfiando de mis aptitudes […], pero animado de los me�
jores deseos de contribuir al buen éxito de los patrióticos propósitos del
Gobierno Supremo”,107 dejando asentado que México apenas había po�
dido figurar débilmente en las exposiciones internacionales desde 1851,
ya por el aislamiento y la falta de vías de comunicación, ya por las con�
mociones políticas que largo tiempo le han agitado. Pero, afirma Díaz,
en 1884 esas circunstancias se han modificado radicalmente: la paz ha
traído aparejado el desarrollo, las vías férreas cruzan el dilatado territo�
rio mexicano, las vías marítimas aumentan, la industria se perfecciona,
las instituciones de crédito se establecen y como consecuencia de esto,
México consolida sus relaciones comerciales; por todo esto, el país estaba
obligado a ponerse en íntimo contacto con las naciones más ilustradas
para participar con ellas de los beneficios del progreso, “debe intentarse
todo esfuerzo para que la república mexicana siendo bien conocida sea
justamente estimada”.108

105
  Schávelzon, Daniel (comp.), La polémica del arte nacional en México (1850–1910), México, Fondo
de Cultura Económica, 1988, pp. 11–15.
106
  Archivo General de la Nación, México, fondo Fomento, serie Exposiciones Extranjeras, v. 79,
exp. 1; Documentos oficiales de la Secretaría de Estado y del Despacho de Fomento, Colonización,
Industria y Comercio de la República Mexicana, sección 2ª, documento n. 5, 9 de enero de 1884.
107
  Archivo General de la Nación, México, fondo Fomento, serie Exposiciones Extranjeras, v. 79,
exp. 1; Documentos oficiales de la Secretaría de Estado y del Despacho de Fomento, Colonización,
Industria y Comercio de la República Mexicana, sección 2ª, documento n. 5, 9 de enero de 1884.
108
  Archivo General de la Nación, México, fondo Fomento, serie Exposiciones Extranjeras, v. 79,
la puesta en escena de la nación mexicana 181

El interés del gobierno mexicano por obtener el reconocimiento in�


ternacional se ensayó primeramente, y de manera vigorosa, en la oportu�
nidad que le brindó la vecina potencia del norte, por razones operativas y
políticas. Para los liberales del último tercio del siglo xix, discípulos de las
filosofías modernizadoras occidentales en boga durante el siglo xix, creye�
ron que al estrechar los vínculos con las pujantes naciones industriales del
norte desarrollarían un Estado mexicano fuerte. Pondrían fin así a la ines�
tabilidad política y a las invasiones extranjeras de las décadas anteriores.109
La invitación a participar en la exposición de Nueva Orleans fue
aceptada casi inmediatamente y enseguida se pasó a planear el modo
de lograr el mayor lucimiento. Gran parte de la colección mexicana se
exhibió en recintos compartidos con el resto de las naciones, distribuyén�
dose en los edificios siguientes: en el Main Building o edificio principal,
en el Departamento de Señoras, en el de Artes; en el Departamento de
Horticultura, donde además se ocuparon los jardines aledaños al edifi�
cio, destacando su origen con grupos de banderas mexicanas colocadas a
regular altura.
Además, el gobierno mexicano construyó un edificio de madera para
recibir una banda militar de música y un escuadrón de caballería que sir�
vió como alojamiento y cuartel al personal encargado de la muestra110 y
un pabellón especial, que cubría una superficie de 505 m2, para albergar
su colección de muestras minerales, conocido como la Alhambra Mexi�
cana, una rica construcción multicolor, de estilo morisco, hecha a base de
hierro y acero, diseñada por el ingeniero mexicano José Ramón Ibarrola,
quien dirigió los trabajos de construcción en las fundidoras de Pittsburgh.
El edificio estaba ricamente ornamentado con relieves dorados sobre
fondo de color rojo y azul produciendo un efecto admirable. La planta era
octogonal, las paredes estaban formadas por columnas sobre las que se
apoyaban los respectivos arcos, estando ocupados los espacios interme�
dios en la parte inferior por láminas ornamentadas y la superior por vi�

exp. 1; Documentos oficiales de la Secretaría de Estado y del Despacho de Fomento, Colonización,


Industria y Comercio de la República Mexicana, sección 2ª, documento n. 7, 29 de febrero de 1884.
109
  Buchenau, Jürgen “Inversión extranjera y nacionalismo: lo paradójico de la política inter�
nacional de Porfirio Díaz”, Dimensión antropológica, v. 6, 1996, consultado el 17 de julio de 2011,
disponible en http://www.dimensionantropologica.inah.gob.mx/?p=1475.
110
  Informe rendido por Mariano Bárcena, Representante del Comisionado General de México
en la Exposición de Nueva Orleans, 9 de mayo de 1885, Archivo General de la Nación, México,
fondo Fomento, serie Exposiciones Extranjeras, v. 76, exp. 1.
182 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

drieras de color rojo y azul. En el centro del edificio había ocho columnas
libres soportando sus respectivos arcos sobre los que descansaba una ele�
gante y elevada cúpula coronada por el águila mexicana. Daba entrada al
edificio un pórtico de tres arcos ornamentados como el resto del pabellón.
Ibarrola se inspiró en el palacio de Mahomet–Al–Hamar, última mansión
del famoso Mahomet Boabdil, de la Alhambra de Granada, revelando
la inclinación de los responsables de la muestra mexicana a no explotar
el exotismo indígena de México, sino más bien exhibir uno más familiar
para el gusto europeo, la arquitectura morisca.
La explicación que se ha dado a esta fantasía de Ibarrola está vincula�
da a dos hechos: primero, el estilo morisco había alcanzado su consagra�
ción en Gran Bretaña desde la primera mitad del siglo xix y su presencia
en los Estados Unidos de América y en la región caribeña se debía, en
buena medida, a los contactos culturales con ese país, además, la com�
parecencia a las grandes exposiciones internacionales desde 1851 había
potenciado el gusto por este tipo de concreciones arquitectónicas, prueba
de ello fue el pabellón brasileño en la exposición de Filadelfia en 1876.
Y, segundo, la influencia que pudo ejercer en Ibarrola el contacto con el
arquitecto Eduardo Tamariz y Almendaro, autor de numerosas obras en
la ciudad de Puebla en las que se incluían elementos decorativos neoára�
bes.111 Si la imagen de México, que ya circulaba en el imaginario europeo,
estaba emparentada con el arte egipcio desde 1825 por obra de Bullock y
destilaba el encanto de las modas cosmopolitas que gustaban de lo exó�
tico; el estilo elegido por Ibarrola fue el acertado, además permitía una
lectura de reconciliación con el ascendiente hispánico. El recinto mexi�
cano se adornó con la bandera mexicana, la bandera del país anfitrión
y la bandera de España, “demostrando que si México como hija suya se
había emancipado al llegar a la edad viril, agradecida, le guardaba cariño
y amistad filial”.112 Según la opinión de Ruiz de Velasco, “la perla de la
exposición fue el pabellón mexicano de minería”.

111
  González Alcantud, José Antonio, El orientalismo desde el sur, Barcelona, España, Anthropos,
2006, pp. 235–237.
112
  Ruiz de Velasco, Felipe, Revista descriptiva de la Exposición de Nueva Orleans de 1884–1885,
México, Tipografía El Gran Libro, 1886, p. 23.
la puesta en escena de la nación mexicana 183

Ilustración 21. La Alhambra mexicana en los terrenos de la exposición de Nueva Orleans


Fuente: Kenblog, consultada el 15 de enero de 2012, disponible en http://expoguy2.blogspot.
com/2009/01/new–orleans–1885–color–illustrations–of.html

De manera general, la colección mexicana ocupó un espacio de casi


18 850 m2.113 Al parecer, el gobierno mexicano no escatimó esfuerzos
ni recursos para mostrarse como una nación moderna en un escenario
mundial.114 Para el gobierno mexicano y sus operadores, la exposición de
Nueva Orleans fue una gran lección, no sólo por lo que significó en el te�
rreno de la formación de cuadros especializados, sino, sobre todo, por la
comprensión de la resonancia que estos eventos alcanzaban para lograr
la promoción del país.

La prensa de toda la Louisiana y la de muchos estados de la Unión


Americana han declarado que el departamento extranjero de mayor im�
portancia es el de México […] el conocimiento verdadero que se va exten�
diendo de los adelantos intelectuales e industriales de México va desvane�
ciendo el juicio erróneo y apasionado que se hacía con tanta frecuencia en
la prensa extranjera y, ciertamente, el mejor modo de combatir ese error es
manifestar al país en su estado actual, haciéndolo concurrir a los certáme�
nes donde otras naciones presentan sus adelantos y sus recursos.115

113
  Archivo General de la Nación, fondo Fomento, serie Exposiciones Extranjeras, v. 1, exp. 6.
114
  Tenorio Trillo, Mauricio, Artilugio de la nación moderna. México en las exposiciones universales
(1880–1930), México, Fondo de Cultura Económica, 1998, pp. 70 y 71.
115
  Informe rendido por Mariano Bárcena, representante del comisionado general de México
184 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

El reconocimiento internacional que buscaba México en estos años


siguió dos vías, por un lado, el Estado mexicano del último tercio del
siglo xix se propuso estrechar los vínculos con la economía estadouni�
dense, y, por otro, procuró la normalización de las relaciones diplomáti�
cas con el grupo de viejos adversarios: Gran Bretaña, Francia y España.
Mientras el gobierno de Manuel González negoció un acuerdo con Gran
Bretaña —el más recalcitrante de los viejos enemigos—, Díaz abrió nego�
ciaciones con Francia y España y obtuvo el reconocimiento diplomático
incondicional para su gobierno; cuando regresó al poder en 1884, orientó
la política exterior mexicana hacia el punto de equilibrio entre los deseos
de los inversionistas extranjeros y los de los nacionalistas mexicanos. Los
porfiristas consideraban que, al menos, Gran Bretaña y Francia eran las
principales fuentes de inversión de capitales y, al mismo tiempo, busca�
ban impedir el peligro real de una excesiva dependencia con el capital de
Estados Unidos. Los inversionistas y banqueros desempeñaron papeles
claves en ambos esfuerzos, persuadiendo a sus gobiernos de normalizar
las relaciones con México.116
Restablecidas las relaciones diplomáticas, México recibió la invita�
ción del gobierno francés, el 15 de abril de 1887,117 para concurrir con sus
productos a la exposición universal parisina de 1889, la cual aceptó en los
últimos días de ese mismo año, después de pocas vacilaciones y largas
deliberaciones, bajo el razonamiento de que “nuestra república debería
aprovecharse de esta oportunidad para hacer conocer a las naciones ex�
tranjeras los adelantos que ha tenido en todos los ramos en los últimos
años en que ha podido gozar de una paz firme y duradera”.118

en la Exposición de Nueva Orleans, 9 de mayo de 1885, Archivo General de la Nación, México,


fondo Fomento, serie Exposiciones Extranjeras, v. 76, exp. 1. En el mismo sentido fueron las apre�
ciaciones de Ruiz de Velasco, quien lamentó la miserable y pequeña opinión en que se nos tenía en
una nación tan vecina, opinión de la que se participa lastimosamente en Europa, pero la atinada
organización de la muestra mexicana en Nueva Orleans demostró, según él, que México ocupa un
lugar distinguido en la escala social y, por lo tanto, es digna del respeto y la estimación de los pue�
blos. Véase Ruiz de Velasco, Felipe, Revista descriptiva de la Exposición de Nueva Orleans de 1884–1885,
México, Tipografía El Gran Libro, 1886, p. 22.
116
  Buchenau, Jürgen, “Inversión extranjera y nacionalismo: lo paradójico de la política inter�
nacional de Porfirio Díaz”, Dimensión antropológica, v. 6, 1996, consultado el 17 de julio de 2011,
disponible en http://www.dimensionantropologica.inah.gob.mx/?p=1475.
117
  Archivo General de la Nación, México, fondo Fomento, serie Exposiciones Extranjeras, v. 1,
exp. 2.
118
  “Actas de las sesiones de la Comisión Organizadora para la Exposición Mexicana en París.
la puesta en escena de la nación mexicana 185

La celebración de los valores republicanos propició la ocasión para


reencontrarse con un antiguo adversario y para reiniciar, de facto y bajo
diferentes premisas, una relación fracturada por la fallida aventura inter�
vencionista francesa. Una vez decidida la participación en el certamen, se
desplegó una actividad febril: el secretario de fomento, al frente de arqui�
tectos y artistas, se ocupó de negociar y diseñar el espacio que ocuparía
el recinto expositivo mexicano y de definir el proyecto arquitectónico del
edificio que “[...] ha de servir para la exhibición de los productos mexi�
canos en París, cuyo edificio se desea tenga el estilo arquitectónico de
los antiguos monumentos aztecas y demás construcciones primitivas de
nuestro país, que tan ricamente decorados existen en el territorio mexica�
no y a cuyo tipo se quiere darle un carácter nacional en el extranjero”. La
tarea fue encomendada, mediante sendos nombramientos, a los ingenie�
ros Luis Salazar, Vicente Reyes, José María Alva, Antonio M. Anza y a los
destacados Alfredo Chavero, Jesús Sánchez y Antonio Peñafiel.119
Difícil tarea que debía hacer tabla rasa del pasado colonial, recupe�
rando un pasado indígena glorioso, que por consanguinidad no perte�
necía a las elites, pero que resultaba muy útil para sustentar, política y
culturalmente, la identidad nacional. La elaboración del proyecto desató
la polémica al interior de la comunidad académica mexicana, toda vez
que implicaba, no sólo la demostración de capacidades técnicas y de un
particular gusto estético sino, sobre todo, la elección de los elementos
representativos de la nueva comunidad imaginada.
Para la exposición universal celebrada en París en 1889, los respon�
sables de organizar la muestra mexicana tuvieron que elegir entre varios
proyectos constructivos para el pabellón mexicano. El diseño selecciona�
do, presentado por Antonio Peñafiel y denominado como el Palacio Az�
teca, pretendió resumir los rasgos esenciales de la historia prehispánica y
de sus monumentos y dar una idea de su civilización, de sus costumbres,
de sus adelantos en las ciencias morales y materiales, a fin de darlas a co�

Primera junta preliminar, 21 de enero de 1888”. Algunas se pueden localizar en Archivo General de
la Nación, México, fondo Fomento, serie Exposiciones Extranjeras, v. 1, exp. 4, 5, 6, 14, éstas y otras
aparecen en el Boletín de la Exposición Mexicana en la Internacional de París, i y ii t., México, Oficina
Tipográfica de la Secretaría de Fomento, 1888–1889.
119
  Las indicaciones para el diseño del pabellón mexicano están contenidas en los nombramien�
tos que extendió el Despacho de Fomento, Colonización e Industria a diferentes personalidades del
ramo. Véase Boletín de la Exposición Mexicana en la Internacional de París, i t., México, Oficina Tipográ�
fica de la Secretaría de Fomento, 1888, pp. 117–119.
186 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

nocer en el extranjero, pues en opinión del autor, lo azteca correspondía


al auténtico pasado de México. El proyecto de Peñafiel fue un homenaje a
las antiguas culturas mexicanas, especialmente la azteca, que fue coloca�
da en un plano de igualdad, a veces hasta de superioridad, con respecto a
las culturas clásicas de Occidente.120 La arquitectura clásica de frontones
y columnas fue sustituida por formas trapezoidales; los escalones se de�
coraron con motivos de grecas. Aparecieron los equipales, las jícaras y los
cántaros. Las togas romanas se trocaron en mantas y rebozos, las espadas
en macanas y el indio que las porta, con muy pocos detalles de sus carac�
terísticas raciales, asumió el gesto de la teatralidad y la pureza de rasgos
a los que nos acostumbró el ideal clasicista.121

Ilustración 22. Pabellón de México en la Exposición de París en 1889. Impresión fotográfica en


albúmina
Fuente: Library of Congress. Prints & Photographs Catalog On Line (ppoc), consultada el 15 de
enero de 2012, disponible en http://www.loc.gov/pictures/item/91725830/

120
  Silva Barón, Marco Antonio, “Exposition Universelle de París 1889”, México en los pabellones y
las exposiciones universales (1889–1929), Museo Nacional de San Carlos, p. 98.
121
  Rodríguez Prampolini, Ida, “La figura del indio en la pintura del siglo xix: fondo ideológico”,
en Daniel Schávelzon (comp.), La polémica del arte nacional en México (1850–1910), México, Fondo de
Cultura Económica, 1988, pp. 202–217.
la puesta en escena de la nación mexicana 187

En un texto publicado en francés, en inglés y español, Peñafiel, quien


contó con el auxilio del ingeniero Antonio M. Anza, hizo la descripción
del pabellón mexicano; su extensa y puntual explicación encuentra jus�
tificación en la necesidad de validar su trabajo como una encomienda
oficial que fue aprobada por las más elevadas esferas de poder, lo mismo
que por distinguidos y eminentes anticuarios, que habían consagrado su
vida y su inteligencia a los difíciles estudios de la arqueología mexicana.

El edificio está construido según el estilo azteca más puro […] se com�
pone de una parte central, que simboliza con sus principales atributos la reli�
gión azteca […], mide 70 metros de largo por 30 de ancho, teniendo de altura
14 metros 50 centímetros hasta las almenas. El salón central mide 40 metros
de largo y 24 metros de ancho: los pabellones laterales tienen 23 metros 80
centímetros por 12 metros 40 centímetros de altitud. Entre los pabellones
laterales y la parte central se han colocado seis grandes figuras para perso�
nificar en sus fundamentales acontecimientos la antigua historia mexicana,
el principio y el fin de la nacionalidad y autonomía de las tribus aztecas, el
principio de su ser y el fin de su período histórico con la conquista de Cortés.
La forma general del edificio se ha tomado de los pocos restos que
quedan en las construcciones de un origen verdaderamente regional de las
tribus mexicanas, como son, una pared de un antiguo palacio de Huexotla,
perfectamente conservada, que lleva el nombre de Texolocalco, y del mag�
nífico monumento de Xochicalco, que se encuentra en el estado de Morelos.
La parte central del edificio es un pórtico donde se sube por una escali�
nata alta y fuertemente inclinada, como la tenían los antiguos teocalis. A los
lados de esta escalera están dos grandes pilastras adornadas con el signo
del fuego y coronadas por los braseros de Huehueteotl, simbolizado por
un anciano sentado, cargada su cabeza con la hoguera sagrada, en donde
periódicamente se encendía el fuego nuevo, el fuego secular, grande acon�
tecimiento religioso de los pueblos del Anáhuac […].
La parte histórica representada entre los dos pabellones laterales y el
pórtico se compone de seis figuras: a la derecha los reyes Itzcoatl, Neza�
hualcoyotl y Totoquihuatzin, la triple alianza de las monarquías de México,
Texcoco y Tlacopan; en el lado izquierdo del pórtico Cacama, Cuitlahuac
y Cuauhtémoc, los personajes de la trágica caída del imperio mexicano.122

  Peñafiel, Antonio, Explication de l'edifice mexicain l'Exposition Internationale de Paris en 1889,


122
188 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

La utilización de motivos prehispánicos de sitios arqueológicos co�


nocidos y explorados por el autor —Huexotla, Teotihuacán, Mitla y Xo�
chicalco— sólo recubrieron los elementos de un edificio construido de
acuerdo con el alzado de uno de inspiración grecorromana, al tiempo
que sus materiales y decoración interior se dispusieron a tono con el lujo
francés de la época.123

Ilustración 23. Vista interior del pabellón mexicano, mostrando su monumental escalinata y
parte de la colección mexicana. París, 1889. Impresión fotográfica en albúmina
Fuente: Library of Congress. Prints & Photographs Catalog On Line (ppoc), consultada el 15 de
enero de 2012, disponible en http://www.loc.gov/pictures/item/92520806/

Barcelona, España, Imprimiere D'Espasa et Cie., 1889.


123
  Silva Barón, Marco Antonio, “Exposition Universelle de Paris 1889”, en México en los pabello-
nes y las exposiciones universales (1889–1929), Museo Nacional de San Carlos, p. 98.
la puesta en escena de la nación mexicana 189

El Palacio Azteca ha quedado como un punto de referencia en el lar�


go debate sobre cómo representar a la nación. El protagonismo de las cul�
turas prehispánicas que dotaban de originalidad a la representación de
lo auténticamente mexicano y la indiferencia hacia los indios contempo�
ráneos parecería una contradicción si se los desliga de la meta última que
vislumbraban los ideólogos liberales: el triunfo de la república federal.
Para la elite porfiriana, la consolidación de la nación estaba por enci�
ma de los intereses de las comunidades indígenas. Las voces que pedían
el respeto a las costumbres, tradiciones y derechos de los pueblos indios
fueron acalladas por los arquitectos ocupados en simbolizar la consolida�
ción nacional. La reivindicación del indio tendría que hacerse por medio
de la educación y la integración a la cultura impuesta, y no por la restitu�
ción de sus derechos de propiedad ni por el respeto a su cultura.124

A la raza indígena no se la debe ver aislada, sino como parte de una


nación y en consecuencia ligados sus intereses a los del país al que pertene�
cen. El querer remediar a los indios tiene por objeto evitar los males que su
situación ocasiona a México […].
Debe procurarse que los indios olviden sus costumbres y hasta su
idioma mismo, si fuere posible. Sólo de este modo perderán sus preocupa�
ciones y formarán con los blancos una masa homogénea.125

Por tanto, la representación de la identidad nacional debía sintetizar


la exitosa integración ocurrida en los siglos coloniales entre los valores
simbólicos y los referentes culturales españoles y el espíritu y la sensibili�
dad indígena. El mestizaje, por legítimo derecho natural, fue el heredero
ideológico de la república independiente,126 en tanto que el perpetuo mo�
vimiento hacia delante de la sociedad mexicana, su progreso, no podía
ser recubierto con fachadas indias, por muy gloriosas que fueran, sólo
eran reminiscencias de un pasado ya superado.

124
  Rodríguez Prampolini, Ida, “La figura del indio en la pintura del siglo xix: fondo ideológico”,
en Daniel Schávelzon (comp.), La polémica del arte nacional en México (1850–1910), México, Fondo de
Cultura Económica, 1988, pp. 202–217.
125
  Pimentel, Francisco, Memoria sobre las causas que han originado la situación actual de la raza indí-
gena y medios para remediarla, México, 1864, p. 266.
126
  Lozoya, Johanna, “El discurso sobre la identidad mestiza en la historiografía finisecular
mexicana de la arquitectura”, Les Cahiers alhim, n. 16, 2008, consultado el 10 de enero 2012, disponi�
ble en http://alhim.revues.org/index2994.html.
190 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

Una identidad nacional mestiza se afirmó desde la última década


del siglo xix, aunque su pretendida homogeneidad estaba montada sobre
una realidad multicultural, en la que cohabitaban, en franca desigualdad,
grupos étnicos y culturales completamente distintos entre sí, inclusive
antagónicos. Así, llegado el momento de participar en el Exposición Uni�
versal de París en 1900, la elite porfiriana consideró la propuesta arqui�
tectónica del Palacio Azteca de 1889 como un rotundo fracaso, sobre todo
porque en ese momento se consideraba como un esfuerzo inútil la pre�
tensión de crear un verdadero estilo arquitectónico a partir de modelos
prehispánicos.
La exposición parisina de 1900, paradigma de las grandes exposi�
ciones universales —ha sido considerada la más ostentosa, ambiciosa
y memorable—, se organizó con el único pretexto de despedir el siglo,
conmemorar el presente y celebrar la modernidad. A ella concurrieron
58 países, la mayoría de los cuales construyó imponentes pabellones a
ambas márgenes del río Sena.
Para el encargado de los trabajos de México en el París de 1900, la
búsqueda de un estilo arquitectónico propio que pudiese representar al
país ante el mundo, se había agotado; resultaba ocioso y artificial intentar
imitar los estilos prehispánicos o adoptar los referentes coloniales espa�
ñoles, pues ninguna de esas tendencias se adecuaba a los patrones moder�
nos de confort, higiene y estética que prevalecían en el mundo del nuevo
siglo, pero sobre todo tenía la certeza de que ninguno de estos estilos
representaba cabalmente a México. Entonces, si México no tenía un estilo
arquitectónico propio que pudiese expresar tanto su identidad —étnica
y cultural, histórica y política, integrada y homogénea—, como su buen
gobierno —pacifista y fuerte, moderno y progresista— se consideró perti�
nente adoptar uno internacionalmente aceptado y se decidió construir un
palacio de estilo neoclásico para la muestra mexicana en 1900.127 “A falta
de un género arquitectónico verdaderamente nacional y característico de
México, se adoptó el estilo Neo–Greco”.128

127
  Saltiel de la Peña, Jimena, “México en la exposición universal de París (1900)” en México en
los pabellones y las exposiciones universales (1889–1929), Museo Nacional de San Carlos, pp. 110–112.
128
  Mier, Sebastián B. de, México en la exposición universal internacional de París (1900), París, Fran�
cia, Imprenta de J. Dumoulin, 1901, p. 87.
la puesta en escena de la nación mexicana 191

Ilustración 24. Vista del pabellón mexicano en la Exposición Universal de París en 1900
Fuente: Mier, Sebastián B. de, México en la exposición universal internacional de París (1900),
París, Francia, Imprenta de J. Dumoulin, 1901, pp. 104 y 105

A tono con el ambiente imperante, se optó por un proyecto construc�


tivo austero, diseñado por el experimentado Antonio M. Anza,129 quien
tomó como referencia las obras del arquitecto Ramón Rodríguez y Aran�
goity, fallecido en 1884, quien había promovido el estilo neogriego en
México, cobrando notoriedad con el diseño y construcción del Palacio de
Gobierno de Toluca y con la realización de las obras de remodelación al
Castillo de Chapultepec, por encargo de Maximiliano de Habsburgo, en
su calidad de emperador de México, pero, sobre todo, por la elaboración
en 1880 del proyecto arquitectónico del Palacio de la Exposición Interna�
cional Mexicana que, aunque no llegó a realizarse, sí alcanzó a dejar cons�
tancia de sus capacidades técnicas y de su refinado gusto cosmopolita. Así,
Anza volvió la mirada hacia la obra de Rodríguez Arangoity para retomar
un estilo arquitectónico ya probado en la exposición parisina de 1889.130

  Antonio M. Anza fue el constructor del Palacio Azteca en 1889.


129

  El estilo neogriego se había canonizado como el estilo Napoleón III y fue expuesto por arqui�
130

tectos como Garnier y Formigé en 1889. Véase Tenorio Trillo, Mauricio, Artilugio de la nación moderna.
México en las exposiciones universales (1880–1930), México, Fondo de Cultura Económica, 1998, p. 259.
192 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

Ilustración 25. Corte longitudinal, plano con ubicación y diseño de vitrinas del pabellón mexica�
no en la Exposición Universal de París, 1900
Fuente: Archivo General de la Nación, México, fondo Fomento, serie Exposiciones Extranjeras,
v. 32, exp. 6. Plano de autor desconocido

El pabellón mexicano en París contaba con dos fachadas principales,


una a lado del muelle de Orsay, que formaba la entrada principal, y otra
que daba sobre el Sena. Todo el exterior del edificio revelaba su distribu�
ción interna. El carácter general de la fachada era de estilo renacentista
italiano; las proporciones de los pórticos estaban tomadas de la mejor
época del estilo griego y los perfiles de sus cornisas eran de estilo neogre�
co, en el que todas las formas curvas son elípticas, hiperbólicas o parabó�
la puesta en escena de la nación mexicana 193

licas, pero nunca circulares como en el estilo romano.131 Estratégicamente,


los organizadores de la muestra mexicana buscaron encuadrar la forma y
el contenido de “lo mexicano” en los modelos artísticos y culturales, que
en ese momento, circulaban en el contexto global.
Para comprender la imagen creada por los operadores mexicanos,
se debe considerar no solamente lo mostrado, sino también lo omitido.
Sin un concurso previo para seleccionar el diseño que se materializaría
como el pabellón mexicano, se rechazó la petición del arquitecto Jesús
Herrera de un espacio para construir un teatro con el estilo de los anti�
guos mexicanos;132 la misma suerte corrieron los tres o cuatro proyectos
enviados por el reconocido escultor Jesús Contreras, uno de sus diseños
estaba basado en la Capilla del Pocito y otro, en la Casa de los Azulejos,
ambos edificios de la Ciudad de México con claras alusiones a los ele�
mentos arquitectónicos del período colonial. En un intento por plasmar la
historia nacional, otro más fusionaba elementos estilísticos de las ruinas
arqueológicas de Mitla con una fachada de estilo colonial español y un
friso de estilo romántico francés.133
Los recintos expositivos de las diferentes naciones que concurrieron
a París en 1900 buscaron impactar la mirada y el ánimo del espectador y
se esforzaron por crear una imagen arquitectónica que las representara
de la manera más completa y memorable; el pabellón mexicano no fue
la excepción, su elección del estilo neoclásico fue motivada por el interés
de proyectar la imagen de una nación alineada al gusto estético y a los
referentes culturales occidentales, en los que primaban la mentalidad po�
sitivista y el entusiasmo por el progreso.
La representación de México en los circuitos internacionales está pro�
fundamente vinculada al proceso de expansión cultural de Occidente y a
su propio desarrollo como nación independiente. En principio, la mirada
ajena fue la que puso en valor los elementos distintivos del ser nacional
y sus intereses, después, impusieron un orden racional al heterogéneo

131
  Una extensa descripción del pabellón mexicano y de su proceso de construcción se puede
consultar en Mier, Sebastián B. de, México en la exposición universal internacional de París (1900), París,
Francia, Imprenta de J. Dumoulin, 1901, pp. 82–111.
132
  En el Archivo General de la Nación se pueden localizar planos, esquemas ornamentales y
el proyecto de contrato para el funcionamiento del teatro. Archivo General de la Nación, México,
fondo Fomento, serie Exposiciones Extranjeras, v. 69, exp. 3 bis.
133
  Tenorio Trillo, Mauricio, Artilugio de la nación moderna. México en las exposiciones universales
(1880–1930), México, Fondo de Cultura Económica, 1998, p. 257.
194 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

conjunto de elementos y objetos en los que se materializaba la identidad


nacional. En la búsqueda de un estilo arquitectónico que reflejara el ser
nacional con una identidad propia en el concierto de las naciones, los
constructores de los pabellones mexicanos se enfrascaron en largos y es�
pinosos debates en los que se pueden identificar tres tendencias: primero,
la que proponía la recuperación del pasado prehispánico y su puesta en
valor como signo distintivo de lo mexicano, bajo el argumento de que
en ese pasado se constituyó la esencia misma de la comunidad nacional;
segundo, la apuesta por la fusión de las tradiciones prehispánicas y colo�
niales, como acto de reconocimiento del carácter mestizo de la nación y,
finalmente, la imitación y adaptación de los referentes culturales occiden�
tales que permitiría ostentar la adhesión de la nueva comunidad imagi�
nada a los paradigmas de modernidad y progreso. No puede soslayarse
que los liberales mexicanos se ocuparon afanosamente de componer una
imagen de nación en la que se representaba una nueva comunidad de
intereses, de objetos, de actos o de acontecimientos, a pesar de que sus
esfuerzos pasaran desapercibidos para la gran mayoría de la población o
que resultaran infructuosos para un significativo grupo de letrados que
no se reconocían en ella.
En la idea de nación que se gestó en el caso de México, como en la
mayoría de las nuevas naciones hispanoamericanas, la apropiación sim�
bólica del territorio tuvo un papel fundamental. Por tal motivo, el proce�
so de construcción del Estado–nación trajo aparejadas acciones para de�
terminar, asegurar y representar sus cualidades físicas y humanas, para
su control y administración. Entonces, las mediciones y las descripciones
que daban cuenta de él no fueron neutrales ni automáticas, reducidas a la
simple construcción de datos y cifras, ni acciones unilaterales de las elites
políticas y culturales afincadas en el centro político de los territorios, más
bien, expresaron los reclamos y las negociaciones sostenidas con sus ocu�
pantes y con las elites situadas en la periferia.
La independencia política de España y el apremio por establecer la
territorialidad de la nueva nación impuso la tarea de exaltar las bondades
y cualidades del territorio nacional, tarea que, por sus alcances y carac�
terísticas, sólo podía ser acometida por la administración pública desde
los principales centros de poder político, tanto nacionales como estatales.
Los operadores técnicos y políticos de los regímenes liberales, ligados a
la Escuela de Ingenieros y a los organismos creados por el Ministerio de
Fomento, recorrieron y estudiaron la geografía nacional en numerosas
la puesta en escena de la nación mexicana 195

expediciones, pero, aunque sus itinerarios de reconocimiento fueron tra�


zados con fines utilitaristas no intentaron proponer un plan de desarro�
llo de beneficio social que integrara a grandes grupos de población; este
objetivo quedó fuera del alcance del reducido cuerpo de exploradores e
investigadores, a pesar de que todos ellos eran destacados profesionales
en sus campos científicos. A lo largo del siglo xix, el reconocimiento, estu�
dio y descripción del territorio mexicano no se aplicaron a la totalidad de
la extensión territorial de la nación ni alcanzaron un grado de desarrollo
homogéneo, más bien, se limitaron a la prospección económica de cier�
tas zonas potencialmente ricas en recursos naturales, generando, una vez
más, representaciones parciales e incompletas. Los trabajos para elaborar
una fastuosa representación del territorio mexicano cobraron vigencia y
relevancia durante la segunda mitad del siglo xix, a medida que creció
el auge de las exposiciones universales. En esos escenarios, México se
exhibió como una unidad territorial en la que no tenían cabida los con�
flictos de poder entre las diferentes facciones, ni la confrontación entre
los intereses regionales, derivados de sucesivas transformaciones en la
configuración del espacio geográfico; su estrategia expositiva abundó en
datos cifrados que respondían a los sistemas clasificatorios de los grandes
certámenes y hacían comprensible su representación independientemen�
te de la diversidad de sus regiones, de sus habitantes, de sus lenguas, de
sus usos y sus costumbres.
La exigencia global de presentar lo diverso, lo distintivo ���������
—��������
como si�
nónimo de exótico— abrió posibilidades de colaboración, entre el gobier�
no y los habitantes, para cumplir con la patriótica labor de representar
dignamente a la nación, allanando el camino al poder central para invo�
lucrar a los poderes locales en una empresa de alcance nacional, como en
el caso del estado de Puebla.
El espíritu que animó la organización de las exposiciones universales
fue, precisamente, reunir en un solo escenario la diversidad de los paisa�
jes naturales y culturales del mundo. Esa pretensión, para una nación en
proceso de integración de sus regiones, como México, se resolvió con la
exhibición de objetos representativos de los espacios locales.
Las acciones desplegadas por los organizadores de las muestras, vo�
ceros del régimen, representantes del poder, los expositores y habitantes
de las regiones del territorio nacional confrontaron problemas de orga�
nización derivados de la adhesión, la indiferencia o la resistencia a los
planes emanados desde el poder central. Resulta pertinente examinar el
196 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

comportamiento de los habitantes del estado de Puebla ante los reclamos


de contribuir a las muestras mexicanas en las exposiciones universales, a
fin de revalorar las acciones y las estrategias de los actores locales.
la inserción de una región en el contexto global

La puesta en escena de las naciones en las exposiciones universales,


que sirvieron a la expansión del mercado mundial y a la internacionaliza�
ción de modelos y paradigmas culturales, sólo fue posible con la partici�
pación organizada de individuos, pues las colecciones de objetos, investi�
das con la representatividad de lo nacional no se exhibían por sí mismas,
sino que eran resultado del dinamismo de actores y de las relaciones que
entre ellos se establecieron.
La participación en las exposiciones universales como parte de la po�
lítica de promoción, diseñada por los gobiernos liberales de México en la
segunda mitad del siglo xix, no podía ponerse en marcha sin la moviliza�
ción de un importante contingente de individuos encargados de remover
las conciencias, de alentar el concurso de los habitantes de todo el terri�
torio nacional, de reunir los objetos y de montar las colecciones con fines
representativos.
Una serie de eventos se desencadenaba desde el momento en que se
anunciaba la intención de realizar una exposición internacional. Tanto
el país anfitrión como los países invitados desplegaban un conjunto de
actividades que hacía suponer la existencia de un esquema organizativo
complejo, pero bien dispuesto y esa suposición parecía confirmarse a la
luz de los resultados. El éxito que alcanzaron las exposiciones universa�
les ha llevado a sobrevaluar la racionalidad de su organización; sólo un
análisis más detallado permite reconocer que la acción concertada de los
hombres —�����������������������������������������������������������
������������������������������������������������������������
tomando decisiones, estableciendo vínculos, ejerciendo fun�
ciones y cumpliendo tareas— está lejos de responder a un modelo sim�
plista de coordinación mecánica.
A partir de la revisión de la respuesta organizativa que logró articu�
lar tanto el gobierno como los habitantes de México, en su calidad de país
invitado a las fastuosas exhibiciones del progreso, es posible agrupar, con
198 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

fines analíticos, en un conjunto a los individuos encargados de la tarea de


construir una favorable imagen de la nación mexicana para su consumo
en los circuitos internacionales, sus comportamientos particulares y los
vínculos desarrollados entre ellos. Este camino metodológico se ofrece si�
guiendo las últimas reflexiones de los estudios historiográficos, producto
de una singular renovación que tuvo lugar en los años ochenta y noventa
del siglo pasado, que ahondan en la complejidad de lo social, abriendo
diversas vías para el estudio de hombres y mujeres como agentes de los
procesos de cambio, con una fuerza que ha llevado a concebir el “retorno
del sujeto” y a cuestionar el valor de las categorías con las que se venía
operando, pues se transfiere el protagonismo histórico de las clases, los
grupos sociales y el Estado a los actores efectivos de los procesos históri�
cos, así como a sus interacciones en contextos cambiantes.1
El reconocimiento de que los grupos sociales no existen per se, sino
que es el enfoque del analista el que los configura como tales atendiendo
su relevancia para el estudio de un problema dado, plantea una cuestión
de orden práctico: el punto de partida de la investigación no es la selec�
ción de los individuos involucrados en acciones colectivas en función de
sus vínculos familiares, su categoría ocupacional, su género o categoría
socioeconómica, sino su implicación en una coyuntura precisa.2 El estu�
dio de los expositores poblanos nos pone en la vía de analizar el trabajo
de persuasión y los vínculos personales puestos en juego en los espacios
de negociación abiertos entre las autoridades federales y los productores
locales, poco convencidos de la efectividad y la importancia de estas ma�
nifestaciones públicas.
En este apartado proponemos el examen de datos empíricos perti�
nentes para reconocer y distinguir el comportamiento de diversos indi�
viduos que se agruparon coyunturalmente en el territorio del estado de
Puebla para contribuir, en cada oportunidad —ya como organizadores,
ya como expositores—, a las muestras mexicanas en las exposiciones
internacionales celebradas en la segunda mitad del siglo xix, poniendo
especial atención en sus formas de participación y resistencia, que los

1
  Imízcoz, José María, “Actores, redes, procesos: reflexiones para una historia más global”, Re-
vista da Faculta de Letras–Historia, serie iii, v. 5, 2004, pp. 3 y 4, consultado el 15 de enero 2012, dispo�
nible en http://www.ehu.es/grupoizmicoz.
2
  Ponce Leiva, Pilar, “Redes sociales y ejercicio del poder en la América Hispana: consideraciones
teóricas y propuestas de análisis”, Revista Complutense de Historia de América, v. 34, 2008, pp. 15–42.
la inserción de una región en el contexto global 199

acercaban o los distanciaban de las elites gobernantes empeñadas en


componer una imagen de México como una nación moderna.
Carentes de recursos y en medio de las convulsiones propias de una
nación en proceso de definición, los representantes del poder central pro�
movieron el aprendizaje selectivo de otras sociedades expuestas en los
escenarios en los que se exhibían las “glorias” nacionales; con una retó�
rica que se nutría de argumentos centrados en el deber patriótico, la mo�
dernidad y el progreso, en la que se reflejaba más las aspiraciones de las
elites gobernantes que la realidad nacional, su convocatoria configuró un
espacio de acción social en el que los individuos interactuaron guiados
por sus interpretaciones, valores y de acuerdo a sus propios intereses,
aunque, en ocasiones, el resultado de su interacción no necesariamente
coincidía con los objetivos planteados desde el poder central.

Reconfiguraciones políticas y fluctuaciones económicas regionales

La segunda mitad del siglo xix poblano despuntó ensombrecida por


efecto de la Guerra de Intervención y la ocupación del ejército norteame�
ricano. La situación de la administración pública fue presentada al Con�
greso del Estado en los primeros días de octubre de 1849 por el encargado
del despacho de gobierno y, a pesar de la retórica, el informe mostró un
panorama dominado por dos constantes: escasez de fondos públicos y
desarticulación de las instancias de gobierno.

Encargados de la administración de los municipios […], desempeñan


sus obligaciones, en cuanto lo permiten las circunstancias nada favorables
que los cercan. Sin recursos suficientes en lo general para cubrir las ecsigen�
cias [sic] municipales, y hasta sin ordenanzas que regularicen sus trabajos,
su marcha está rodeada de dificultades […].
No había un sólo camino seguro […]; y el traficante que no caminaba
bajo la protección de los malhechores mismos, que hacían pagar su custo�
dia á peso de oro, tenía que someterse á sufrir una pérdida casi indefectible.
Las mismas poblaciones indefensas estaban sojuzgadas por ladrones […].
Odios comprimidos con la presencia de éstos, amagando estallar fuer�
temente contra personas que justa o injustamente se los habían granjeado:
amenazas no menos fuertes contra la propiedad; y amagos aun para alterar
el orden establecido por los que aprovechan todas las coyunturas, acumu�
200 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

laban elementos bastantes para poner en riesgo la seguridad de las perso�


nas y bienes, no menos que el orden público.
[…] La presencia de los invasores relajó en la capital todas las reglas
de policía y buen gobierno.3

Esa relajación en el cumplimiento y aplicación de la ley no afectaba


únicamente a la capital provincial, varias poblaciones del interior del es�
tado tuvieron que reunir esfuerzos y organizarse para resistir el asalto de
gavillas de hombres armados que amenazaban su vida y propiedades. La
fractura de la gobernabilidad y la resistencia contra el intervencionismo
norteamericano trastocó el frágil orden establecido e instaló la incerti�
dumbre en el ánimo de los habitantes; en ese escenario se modificaron las
formas de la acción colectiva y aparecieron actores sociales y políticos con
nuevas lealtades y compromisos.
En el estado de Puebla, las disputas por el poder no se limitaron a re�
publicanos contra partidarios de la monarquía o liberales contra conser�
vadores sino que, después del triunfo militar de los republicanos sobre
los imperialistas, se dirimieron entre las facciones que se reclamaban a sí
mismas como liberales. La lucha contra el invasor extranjero y los con�
servadores, la restauración de la república, la revuelta de La Noria y la
rebelión de Tuxtepec, en 1876, dio notoriedad, por la fuerza de las armas,
a pueblos y caciques de la Sierra Norte de Puebla. Su activismo en favor
de la causa republicana los consolidó como una fuerza política a nivel
regional y nacional, los puso en ventajosas condiciones para negociar su
autonomía local y para disputar el control político del estado a la elite
asentada en la ciudad capital.
Inaccesibles y apartados, los pueblos de la Sierra Norte habían alen�
tado un desarrollo autónomo: promovieron el comercio de los productos
de su tierra —tabaco, vainilla, café y azúcar—; la práctica de una educa�
ción gratuita, laica y obligatoria; la separación de la Iglesia y el Estado,
y, la supresión de la pena de muerte y castigos corporales, mediante la
opción de pagar sus impuestos por medio del servicio militar lograron
mayor control de cuerpos de seguridad que sirvieron para el combate a

3
  Memoria sobre la administración del Estado de Puebla en 1849 bajo el gobierno del Escmo. Sr. D. Juan
Múgica y Osorio formada por el secretario del despacho Don José M. Fernández Mantecón y leída en el Ho-
norable Congreso del mismo Estado en las sesiones de los días 1, 2 y 3 de octubre de 1849, México, Imprenta
de Ignacio Cumplido, 1849, pp. 11–20.
la inserción de una región en el contexto global 201

la inseguridad pública4 y, de esa manera, consiguieron prosperar sin el


concurso de los poderes estatales y nacionales. Su aislamiento les había
permitido construir sus propias soluciones al margen de las disposicio�
nes del poder político central, las cuales fueron percibidas como una in�
tromisión innecesaria.
Los liberales serranos, con su radical adhesión a la constitución fe�
deral de 1857 y a la constitución estatal de 1861, pronto empezaron a
diferenciarse de los liberales asentados en los valles centrales del territo�
rio poblano. El conflicto entre los liberales exaltados de la Sierra Norte,
que habían protagonizado la mayor parte de las acciones militares, y los
liberales moderados del centro del estado y de la capital, partidarios de
una política de reconciliación,5 hicieron de la esperanza de una paz defi�
nitiva, una vana esperanza. Así, los intereses regionales determinaron el
perfil de las facciones liberales en disputa: los liberales de la llanura y los
liberales de la montaña; y las tensiones del reacomodo, a veces violento,
de las distintas fuerzas dentro del liberalismo triunfante hicieron que la
reconstrucción de la vida pública en el estado marchara a paso lento.
La posición estratégica de la sierra norte poblana y la fuerza mili�
tar al mando de los caciques serranos, Juan Nepomuceno Méndez, Juan
Crisóstomo Bonilla y Juan Francisco Lucas, puesta al servicio de la causa
liberal en la gran década nacional allanó el camino para que Porfirio Díaz
reconociera la importancia de forjar sólidas alianzas con los liberales se�
rranos, alianzas que se afirmaron en el campo de batalla. Hasta media�
dos de los años ochenta del siglo xix, los líderes serranos mantuvieron
una presencia hegemónica en el estado de Puebla y alcanzaron un papel
protagónico en la política nacional, ligados a las aspiraciones políticas
del general Porfirio Díaz. Juan N. Méndez, representante indiscutible de
los liberales de la montaña fue nombrado gobernador interino y coman�
dante militar del estado por Porfirio Díaz en abril de 1867 y en las accio�
nes posteriores a la rebelión tuxtepecana fue designado, por el mismo
Porfirio Díaz, como segundo jefe del ejército revolucionario y, con ese
carácter, asumió provisionalmente la presidencia de la república el 11 de
diciembre de 1876 hasta el 17 de febrero de 1877, cuando, celebradas las

4
  Thomson, Guy P. C., La Sierra de Puebla en la política mexicana del siglo xix, Puebla, México, Edi�
ciones de Educación y Cultura y Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, 2010, pp. 24–38.
5
  Lomelí Vanegas, Leonardo, Breve historia de Puebla, México, El Colegio de México y Fondo de
Cultura Económica, 2001, p. 239.
202 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

elecciones nacionales según el Plan de Tuxtepec, entregó el poder a Porfi�


rio Díaz; otro tetelense, Juan Crisóstomo Bonilla, logró el cargo de gober�
nador del estado por la vía electoral para el período de 1877 a 1880 y Juan
N. Méndez volvería a ejercer la gubernatura del estado entre 1880 y 1884.6
En su papel de gobernantes, estos hombres de origen montaraz como
los calificaban sus enemigos políticos, asumieron la tarea de reconstruir la
vida económica y social en el estado de Puebla conforme a los principios
constitucionales y la aplicación de las Leyes de Reforma; procuraron apa�
ciguar a los rebeldes e inconformes, negociaron la definición de las territo�
rialidades y los conflictos de jurisdicción, emprendieron el reordenamiento
de la recaudación fiscal y el restablecimiento del erario público, la creación
de instituciones educativas, obras públicas, mejoras materiales y el fomen�
to a una red de comunicación, principalmente en materia de ferrocarriles.
En el siglo xix, al igual que el resto del territorio nacional, Puebla acu�
só grandes cambios y transformaciones en su extensión y organización
política, en las que se aprecian las huellas de diferentes generaciones, de
su acción transformadora, de su intencionalidad e intereses. En la prime�
ra mitad del siglo xix, diferentes procesos de segregación determinaron
la extensión territorial del estado de Puebla; la pérdida del departamento
de Tlapa, conformado por los partidos de Tlapa y Ometepec integrados
por 22 municipalidades y 139 pueblos, redujo su superficie y jurisdicción
a ocho departamentos y 162 municipalidades. En la Memoria de Gobier�
no de 1849,7 quedó expuesto el ánimo que privaba entre la elite gobernan�
te poblana ante la segregación de los territorios ubicados al suroeste del
valle poblano, mismos que se perderían con la creación del vecino estado
de Guerrero.

Para formar el nuevo estado de Guerrero, el territorio del nuestro va


a quedar menoscabado del Departamento de Tlapa, que comprende desde
la costa del Pacífico hasta Ometepec, una gran parte de la Sierra Madre lla�
mada Anáhuac, y de su vertiente norte hasta lindar con el departamento de

6
  Guerra, François–Xavier, México: del antiguo régimen a la revolución, México, Fondo de Cultura
Económica, 2010, pp. 1: 93–107.
7
  Memoria sobre la administración del Estado de Puebla en 1849 bajo el gobierno del Escmo. Sr. D. Juan
Múgica y Osorio formada por el secretario del despacho Don José M. Fernández Mantecón y leída en el Ho-
norable Congreso del mismo Estado en las sesiones de los días 1, 2 y 3 de octubre de 1849, México, Imprenta
de Ignacio Cumplido, 1849, pp. 25–27.
la inserción de una región en el contexto global 203

Matamoros, con una extensión de ochenta leguas de norte a sur, y treinta


de anchura media de este a oeste, y con superficie de dos mil y cuatrocien�
tas leguas cuadradas. El estado, privándose de un departamento tan vasto,
tan rico en producciones naturales de todo género, y tan bien situado, que
por él Puebla estendia [sic] sus brazos hacia los dos mares, hace un sacri�
ficio verdaderamente generoso. Pero no tendremos que arrepentirnos de
él, como no se arrepiente un padre de la emancipación de sus hijos cuando
ella labra su dicha; si aquellos habitantes logran la suya con el nuevo ser
político que se ha dado a los pueblos del sur, y si por un desgraciado evento
sus lisonjeras esperanzas no se realizan, a lo menos quedará el consuelo de
que se ha obrado por la legislatura y por el gobierno con circunspección, y
obsequiando los deseos de la mayoría de los interesados.8

Tras la creación del estado de Guerrero en 1849, el estado de Puebla


quedó sin jurisdicción en las costas del océano Pacífico y, cuando el 10 de
diciembre de 1853, la administración de López de Santa Anna dispuso la
separación del distrito de Tuxpan9, situado al noreste, para integrarlo al
estado de Veracruz, el territorio poblano perdió también el acceso a las
costas del Golfo de México.
A pesar de la resistencia de los poblanos, que defendieron la conser�
vación del distrito de Tuxpan por ser la salida natural de los productos
de su industria y su comercio, y por su tradicional pertenencia a la dió�
cesis de Puebla, terminó imponiéndose la medida tomada desde el poder
central. Después de tres años de controversia, las disposiciones de López
de Santa Anna fueron confirmadas por el Congreso Constituyente el 17
de diciembre de 1856: los diputados argumentaron a favor de los límites
naturales del estado de Veracruz y subrayaron la vocación marítima de
Tuxpan, ligada a la de Veracruz; el poder político central se impuso a
los intereses regionales para definir el perfil cartográfico que el territorio
poblano conserva hasta la actualidad.10

8
  Memoria sobre la administración del Estado de Puebla en 1849 bajo el gobierno del Escmo. Sr. D. Juan
Múgica y Osorio formada por el secretario del despacho Don José M. Fernández Mantecón y leída en el Ho-
norable Congreso del mismo Estado en las sesiones de los días 1, 2 y 3 de octubre de 1849, México, Imprenta
de Ignacio Cumplido, 1849, p. 28.
9
  Formado por los partidos de Chicontepec y Tuxpan que se integraban por 10 municipalidades
y 49 pueblos, que pasaron a la jurisdicción del estado de Veracruz.
10
  Téllez Guerrero, Francisco “El territorio: asentamientos y límites”, en Carlos Contreras
Cruz, Nydia E. Cruz Barrera y Francisco Téllez Guerrero (comps.), Puebla, una historia compartida
204 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

La ley provisoria del nuevo congreso constituyente poblano, pro�


mulgada en enero de 1861 para que rigiese mientras se expedía una nue�
va constitución política estatal, extinguió la división territorial en depar�
tamentos y partidos, en su lugar establecieron los distritos que resultaron
de la agrupación de municipalidades colindantes. Las municipalidades
fueron las unidades básicas de la división territorial, idealmente adminis�
tradas por ayuntamientos electos, aunque en realidad estaban subordi�
nadas a la administración central del estado por intermedio de prefectos,
subprefectos y jefes políticos. Al finalizar 1861, el estado de Puebla estaba
integrado por 21 distritos: Acatlán, Atlixco, Chalchicolmula, Chiautla,
Cholula, Huauchinango, Huejotzingo, Matamoros, Pahuatlán, Puebla,
Tecali, Tecamachalco, Tehuacán, Tepeaca, Tepeji, Tetela, Teziutlán, Tla
tlauquitepec, Villa de los Libres, Zacapoaxtla y Zacatlán.
Sin embargo, este reordenamiento del territorio estaba sujeto a nego�
ciaciones y arreglos políticos. Al finalizar la década de los años sesenta,
la disputa entre las facciones liberales había provocado la rebelión de los
distritos al norte y la proliferación del bandolerismo al sur del estado.
Los resultados de la elección a gobernador, que despojaban del triunfo a
Juan N. Méndez, provocaron la intervención del ejército federal, la pros�
cripción del líder serrano y el ascenso de Ignacio Romero Vargas a la pri�
mera magistratura del estado. Con fama de liberal moderado y proclive
a favorecer los intereses de Sebastián Lerdo de Tejada, Romero Vargas
se propuso pacificar al estado mediante operaciones militares y arreglos
políticos, acciones orientadas a crear reconciliaciones y equilibrios entre
los poderes regionales y el poder central en el estado de Puebla.
Por estas reformas, se reorganizaron las municipalidades con el pro�
pósito de debilitar a los distritos más rebeldes en el norte del estado,11 se

(1808–1917), Puebla, México, Fomento Editorial Benemérita Universidad Autónoma de Puebla y


H. Ayuntamiento de Puebla, 2008, p. 43; y Aranda Romero, José Luis y Cuenya, Miguel Ángel,
“El perfil demográfico de un comportamiento desigual”, en Carlos Contreras Cruz, Nydia E. Cruz
Barrera y Francisco Téllez Guerrero (comps.), Puebla, una historia compartida (1808–1917), Puebla,
México, Fomento Editorial Benemérita Universidad Autónoma de Puebla y H. Ayuntamiento de
Puebla, 2008, pp. 20–22.
11
  Téllez Guerrero, Francisco, “El territorio: asentamientos y límites”, en Carlos Contreras
Cruz, Nydia E. Cruz Barrera y Francisco Téllez Guerrero (comps.), Puebla, una historia compartida
(1808–1917), Puebla, México, Fomento Editorial Benemérita Universidad Autónoma de Puebla y H.
Ayuntamiento de Puebla, 2008, pp. 45–46.
la inserción de una región en el contexto global 205

crearon nuevos distritos12; y Romero Vargas entabló negociaciones con


Juan Francisco Lucas logrando un acuerdo favorable de paz que otorgaba
a Xochiapulco la plena autonomía municipal así como su separación del
distrito de Zacapoaxtla para unirse al de Tetela. A cambio, los xochiapul�
quenses accedieron a entregar las armas, no al gobierno del estado sino a
su nueva cabecera. Siguiendo este mecanismo de negociación, el gober�
nador concedió jefaturas políticas a antiguos jefes rebeldes.13
Por otra parte, en el valle central, los hacendados de Texmelucan, in�
conformes con el régimen fiscal impuesto por el gobernador, intentaron
agregarse al vecino estado de Tlaxcala. Su tentativa no prosperó y, como
medida precautoria, la municipalidad de Texmelucan fue separada del
distrito de Huejotzingo y pasó a depender del de Puebla para someterla a
una mayor vigilancia. Con los mismos fines, porciones de los distritos de
Tecamachalco y de Tepeaca, donde se asentaban productivas unidades
agrícolas, fueron segregadas para formar, en 1875, el distrito de Benito
Juárez con cabecera en Acatzingo.14 Todas estas medidas apuntaron a so�
lucionar el añejo problema de definición de los límites jurisdiccionales de
los pueblos y las disputas de los pueblos indígenas contra las haciendas.
Esas confrontaciones no se limitaban a los pueblos y distritos del estado,
también se extendían fuera de sus límites, involucrando el territorio de
los estados colindantes. La solución exigió el concurso de la voluntad po�
lítica del poder central del estado poblano y los representantes de los po�
deres locales pues, la indefinición en la división política y administrativa
del territorio provocaban la incertidumbre de propietarios y productores
y mantenía en suspenso la reactivación de las actividades económicas.
Delimitado por la Sierra Nevada al oeste, la Sierra Mixteca al sur y la
Sierra Madre Oriental por el este y el norte, el territorio poblano está inte�

12
  Las municipalidades de Aquixtla, Chignahuapan e Ixtacamastitlán quedaron integradas al
nuevo distrito de Alatriste, nombrado así en honor a Miguel Cástulo Alatriste, dirigente liberal du�
rante las guerras de Reforma. Véase Thomson, Guy P. C., La Sierra de Puebla en la política mexicana del
siglo xix, Puebla, México, Ediciones de Educación y Cultura y Benemérita Universidad Autónoma
de Puebla, 2010, p. 105.
13
  Thomson, Guy P. C., La Sierra de Puebla en la política mexicana del siglo xix, Puebla, México,
Ediciones de Educación y Cultura y Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, 2010, p. 103.
14
  Téllez Guerrero, Francisco “El territorio: asentamientos y límites”, en Carlos Contreras
Cruz, Nydia E. Cruz Barrera y Francisco Téllez Guerrero (comps.), Puebla, una historia compartida
(1808–1917), Puebla, México, Fomento Editorial Benemérita Universidad Autónoma de Puebla y H.
Ayuntamiento de Puebla, 2008, p. 47.
206 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

grado por una serie de llanuras y valles interconectados; la relación entre


las faldas de las montañas y las simas de los valles propició, más que en
otras regiones templadas del México central, inmejorables condiciones
para la agricultura. Varios observadores15 han destacado la benignidad
de su clima, pues con escasas excepciones, grandes zonas de la provincia
cuentan con el riego natural proveniente de los cuatro volcanes más gran�
des del territorio mexicano. Las características de su suelo, principalmen�
te el que se localiza en el valle central y su capital provincial, permitieron
el florecimiento de la vida económica y de la actividad comercial que lo
identificaron como uno de los polos económicos más dinámicos.
En torno a los límites municipales de la ciudad de Puebla tradicional�
mente se producía, de manera intensiva, trigo, maíz, alfalfa, verduras, fru�
tas, flores, productos lácteos y maguey pulquero; tenía lugar la molienda
de harina, había doce molinos en la municipalidad, la producción de texti�
les de algodón; se explotaban canteras para la extracción del barro, piedra
y cal; se criaban aves de corral y ganado porcino, además del pastoreo.
Varios estudios16 han puesto de relieve el potencial productivo del terri�
torio aledaño a la capital provincial y del valle poblano y, se ha destacado
menos, que las variadas condiciones del suelo del estado poblano fueron
propicias para la explotación de recursos minerales para las industrias bá�
sicas: ónix; barro rojo, negro y blanco para la fabricación de azulejos, ladri�
llos, cerámica y porcelana, piedra caliza dura y yeso para la construcción,
pedernal para la fabricación de cristal, tequesquite de alta calidad para
la manufactura de jabón, cristal y mayólica, hierro en zonas colindantes
con el estado de Tlaxcala, plomo y cobre en Teziutlán, y oro en Tetela.
La abundancia de recursos naturales y mano de obra, la fertilidad de
la tierra, un clima benigno, su situación geográfica y las prerrogativas de
su fundación, que le otorgaron una amplia autonomía política, permitie�
ron que en el territorio poblano se estableciera y mantuviera una sólida
economía regional orientada a atender mercados extrarregionales.

15
  Palacios, Enrique Juan, Puebla, su territorio y sus habitantes, México, Departamento de Talleres
Gráficos de la Secretaría de Fomento, 1917, p. 1: 140.
16
  Entre los que destacan Thomson, Guy P. C., Puebla de los Ángeles. Industria y sociedad de una
ciudad mexicana, 1700–1850, Puebla, México, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, Gobier�
no del Estado de Puebla, Universidad Iberoamericana, Instituto de Investigaciones José María Luis
Mora, 2002; y algunos de los ensayos reunidos en Contreras Cruz, Carlos, Cruz Barrera, Nydia E.,
y Téllez Guerrero, Francisco (comps.), Puebla. Una historia compartida, Puebla, México, Benemérita
Universidad Autónoma de Puebla y H. Ayuntamiento de Puebla, 2008.
la inserción de una región en el contexto global 207

El largo período de la guerra de independencia destroncó la vida


económica de las áreas agrícolas del centro del país dedicadas principal�
mente al cultivo de cereales. Según Florescano y Lanzagorta, “la región
agrícola de los valles de Puebla y Tlaxcala, especializada en maíz, trigo y
pulque [...] fue objeto de continuos saqueos a manos de las partidas que
se disputaban el control” de la ruta México–Veracruz.17
Para las autoridades poblanas, los signos de decadencia obedecían a
diversas causas: la guerra, la pérdida de mercados por el establecimien�
to de talleres y de fábricas en los territorios que habían sido potenciales
compradores de los productos poblanos y la libre introducción de mer�
cancías extranjeras;18 los años que transcurrieron entre 1821 y 1853 fueron
de constante lucha en la que los productores poblanos levantaron la ban�
dera del proteccionismo para contrarrestar el impacto de la introducción
de mercaderías extranjeras.
Desde mediados de la década de los años treinta, la reorientación
de la política aduanera hacia el proteccionismo reanimó parcialmente
la economía poblana y favoreció el establecimiento, en el municipio de
Puebla, de las primeras unidades fabriles mecanizadas, principalmente
en la rama textil del algodón. La fundación de La Constancia Mexicana,
primera fábrica textil mecanizada de México, por Estevan de Antuñano
en terrenos del molino de Santo Domingo en enero de 1835, con recursos
propios y fondos provenientes del Banco de Avío, sirve como referencia
de los esfuerzos emprendidos por los productores locales.19 En la década
siguiente se pusieron en marcha otras fábricas textiles como: Amatlán, El
Patriotismo, La Economía, también propiedad de Antuñano; La Teja, por
mencionar las más renombradas. Entre 1835 y 1845 se contaban con un to�
tal de once fábricas textiles ubicadas en la ciudad de Puebla y sus alrede�

17
  Florescano, Enrique y Lanzagorta, María del Rosario “Política económica. Antecedentes y
consecuencias”, en Luis González et al. (coords.), La economía mexicana en la época de Juárez, México,
Secretaría de Educación Pública, 1972, p. 78, (Colección SepSetentas, 236).
18
  Citado en Contreras Cruz, Carlos y Grosso, Juan Carlos, “La estructura ocupacional y produc�
tiva de la ciudad de Puebla en la primera mitad del siglo xix”, Puebla en el siglo xix, contribución al
estudio de su historia, Puebla, México, Universidad Autónoma de Puebla, 1983, p. 143.
19
  Sin embargo, y de acuerdo a estudios recientes, los afanes modernizadores por los que Es�
tevan de Antuñano arriesgó su patrimonio, con la convicción de que lo que estaba en juego era
la independencia económica de la región, se ha revelado como un comportamiento atípico. Véase
Sanchez Guillermo, Evelyne, Las elites empresariales y la independencia económica de México. Estevan
de Antuñano o las vicisitudes del fundador de la industria textil moderna (1792–1847) [en preparación].
208 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

dores, y tres más erigidas en el cercano distrito de Atlixco. Sin embargo,


hacia 1843 el primer impulso de la mecanización perdió fuerza, al término
de ese año sólo había en toda la entidad diez establecimientos de hilados
y tejidos de algodón usando maquinaria movida por la fuerza hidráulica.
De manera general se puede apreciar que, al despuntar la segunda
mitad del siglo xix, las actividades económicas en el territorio poblano
mostraban signos de decadencia como resultado de la aplicación de one�
rosas contribuciones extraordinarias, voluntarias o forzosas, que se im�
pusieron a una población que sufría los estragos del desorden político
y económico. Por otra parte, la indefinición de una política económica
federal que vacilaba entre el liberalismo y el proteccionismo, la aplica�
ción de medidas fiscales como las alcabalas, la existencia de monopo�
lios gubernamentales y las concesiones y privilegios a un selecto grupo
de poderosos comerciantes y especuladores de la capital del país habían
repercutido negativamente en el fomento de la actividad industrial y co�
mercial de la región.20
Los primeros años de la segunda mitad del siglo xix atestiguaron los
esfuerzos de los poblanos por recuperar el dinamismo de su vida eco�
nómica. En 1854 existían en el municipio de Puebla catorce fábricas de
hilado y tejidos de algodón, con una capacidad productiva instalada de
32 012 husos y 368 telares, que representaban el 25 % y el 10 % de los res�
pectivos totales nacionales, y daban ocupación a 1 372 personas entre em�
pleados y obreros.21 Esta rama del sector fabril no era homogénea en sus
dimensiones ni en su capacidad instalada. Sólo en tres establecimientos
se concentraban alrededor del 54 % del total de la mano de obra y más del
50 % del total de husos instalados en las fábricas del municipio, entre ellos
La Constancia Mexicana empleaba a 280 personas, aunque en 1840 llegó
a emplear hasta 600 operarios, y poseía 7 680 husos en actividad, por lo
que podía compararse con las fábricas textiles más importantes del país.22

20
  Gamboa Ojeda, Leticia, Las actividades económicas. Negocios y negociantes en la ciudad de Puebla
(1810–1913), Puebla, México, Ediciones de Educación y Cultura, 2010.
21
  “Estado de las fábricas de hilados y tejidos de algodón existentes en la República Mexicana,
México, julio de 1854”, en Anales del Ministerio de Fomento, Colonización, Industria y Comercio de la
república Mexicana y repertorio de Noticias sobre Ciencias, Artes y Estadísticas Nacionales y Extranjera,
México, Imprenta de F. Escalante, 1854, pp. 18 y 19.
22
 La fábrica Hércules, en Querétaro, poseía, en 1853, 7 500 husos en actividad, 8 500 en
erección y 500 telares de poder; y empleaba 3 000 operarios y empleados. La fábrica de Cocolapan,
en Orizaba, tenía 700 obreros, mantenía en actividad 10 366 husos y 397 telares de poder en 1853.
la inserción de una región en el contexto global 209

La fabricación de textiles de algodón en Puebla se complementaba


con dos fábricas de hilados y tejidos de lana (con 800 y 400 malacates),
una fábrica de lino y cuatro establecimientos dedicados al estampado de
telas. A mediados de siglo la producción textil y las actividades ligadas a
la confección e indumentaria eran las principales ramas de la industria de
transformación poblana, comprendía el 22 % de las unidades productivas
censadas y cubría el 83 % de la contribución mensual. Este núcleo estaba
constituido, principalmente, por dieciséis fábricas de hilados y tejidos de
algodón, que a su vez cubrían el 80 % de la contribución total, trece fábri�
cas de tejidos de manta, 35 obradores y talleres de fabricación de sombre�
ros, 31 sastrerías, 17 tintorerías y 5 fábricas de rebozos.23
La rama de alimentos, bebidas y tabaco seguía en importancia a la de
textiles e indumentaria. En torno a aquella se agrupaba el 19.04 % de los
establecimientos que generaban cerca del 7 % de la contribución total. Los
molinos de trigo y aceite y los hornos de pan y tocinerías eran, de acuerdo
a la cuota de contribución por unidad productiva, los establecimientos de
mayor dimensión y de mayor peso económico.
Pero en la ciudad también tenían lugar otro tipo de actividades pro�
ductivas y de ello da cuenta el registro de una fábrica de vidrio plano,
otra de loza fina que “cuando trabaja emplea 100 oficiales”; probable�
mente algunos de los cuatro establecimientos dedicados a la fabricación
de fideos, de los catorce molinos de harina, de las ocho ladrilleras o de los
doce “hornos de cal” existentes en la ciudad podían incluirse como parte
de la actividad fabril, aunque carecemos de la información precisa sobre
sus técnicas de producción y tipo de fuerza de trabajo utilizada.24
El resto de los sectores productivos urbanos como la industria del
cuero, la cerámica y el vidrio, la fabricación de productos de hierro y me�
tal... a pesar de agrupar a más de la mitad de los 625 establecimientos cen�
sados sólo podían generar menos del 10 % de la contribución mensual.Las
industrias del cuero estaban integradas en 1864 por quince curtidurías,

“Estado de las fábricas de hilados y tejidos de algodón existentes en la República Mexicana, Méxi�
co, julio de 1854”, en Anales del Ministerio de Fomento, Colonización, Industria y Comercio de la república
Mexicana y repertorio de Noticias sobre Ciencias, Artes y Estadísticas Nacionales y Extranjera, México,
Imprenta de F. Escalante, 1854, pp. 18 y 19.
23
  Guía de forasteros de Puebla para 1852, Puebla, México, Imprenta de Juan N. Valle, 1851, pp. 194
y ss.
24
  A pesar de que la Guía establece una diferenciación entre establecimientos “industriales” y
“artesanales”, es difícil ubicar en el sector fabril a muchos rubros considerados como “industria”.
210 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

cuarenta talleres de zapatos y diez talabarterías. Estas cifras indicarían,


en principio, una cierta recuperación en relación a 1804. La composición
interna de la rama se caracterizaba por el predominio de las pequeñas
unidades de producción.
La rama de los muebles y trabajos en madera participaban con 102
unidades productivas que en su mayoría eran pequeños talleres (73 es�
tablecimientos eran carpinterías). En cuanto a su número alcanzaban el
16.32 % del total y aportaban el 2.02 % de la contribución global. Su apor�
tación promedio era de las más bajas de la industria de transformación
poblana en 1864. Finalmente en cuanto al hierro y metal, las tradicionales
herrerías, hojalaterías y platerías conformaban el grueso de las unida�
des productivas de la rama y eran las responsables de la mayor parte de
la contribución. Cabe mencionar que sobresalía la fundición de Thomas
Marshall que cubría una cuota mensual de tres pesos.
La información disponible hace evidente que la mayoría de las uni�
dades productivas en explotación dentro de la ciudad de Puebla y sus al�
rededores (cerca del 41 %) se orientaban hacia mediados del siglo xix a la
fabricación de productos textiles, a la confección de prendas de vestir y a
la elaboración de alimentos y bebidas. Su preponderancia en la estructura
productiva queda de manifiesto al considerar que mensualmente cubrían
el grueso de la contribución (un poco más del 90 %).
La planta productiva presentaba entre los años de 1840 y 1860 un
panorama donde el peso cuantitativo recaía, fundamentalmente, en las
manufacturas y talleres medianos y en los pequeños talleres artesanales.
El padrón de 1864 refleja claramente esta situación: las unidades produc�
tivas con una contribución por derecho de patente inferior a 0.37 pesos
representaban el 53 % de las unidades registradas, aquéllas que oscilaban
entre 0.37 y 0.50 pesos alcanzaban el 26 % de las unidades, y entre 1 y 2.50
pesos sólo fueron censadas el 15 % del total. Por encima de este nivel ha�
bía once establecimientos que pagaban una cuota mensual de 3 a 10 pesos
y, por último, sólo las grandes unidades de hilados y tejidos de algodón
cubrían una contribución superior a los 10 pesos mensuales.
En los primeros años de la restauración de la república, la disputa
de los liberales por la hegemonía política paralizó el desarrollo econó�
mico en el estado, con funestas consecuencias sociales pero, al finalizar
la década de los años setenta del siglo xix, cuando ya estaba en ciernes el
régimen porfiriano, empezó a notarse cierta reanimación de las activida�
des productivas en el estado. Durante el Porfiriato poblano sobresalieron
la inserción de una región en el contexto global 211

las administraciones de los generales Rosendo Márquez (1885–1892) y


Mucio P. Martínez (1893–1911) que se propusieron mantener a toda costa
la tranquilidad social en el estado y promover el adelanto de las institu�
ciones educativas, asistenciales y productivas.25
Durante el Porfiriato la ciudad de Puebla frenó su continuo proceso
de despoblamiento. La ciudad y sus alrededores registraron una impor�
tante recuperación demográfica al aumentar el número de nacimientos
y disminuir la cifra de defunciones. En 1888 el Boletín Municipal registró
a 72 743 habitantes, para 1892 la población ascendió a 91 295 personas,
con lo cual se duplicó el nivel existente en 1830.26 Para 1900, los distritos
de Puebla, Tehuacán, Chalchicomula y Huauchinango tenían más de 70
mil habitantes cada uno y concentraban la tercera parte de la población
estatal. Entre los 21 distritos que componían al estado destacaba el de
Puebla constituido por la ciudad de Puebla y los pueblos de Canoa, San
Jerónimo Caleras, San Felipe Hueyotlipan y La Resurrección. A su vez,
el municipio de Puebla estaba integrado por la ciudad capital del estado
y su entorno agrario en el que estaban incluidos el pueblo de San Balta�
zar, tres haciendas, veintisiete ranchos, seis terrenos de labor anexos a los
principales molinos y seis más anexos a varias fábricas textiles. El muni�
cipio de Puebla ocupaba hacia 1883 una superficie de 1 600 hectáreas al
interior de las diez garitas existentes a finales del Porfiriato.27
La mayor parte de las unidades productivas agrícolas se localizaban
dentro de un radio a partir de la ciudad de diez kilómetros. Su actividad
productiva estaba orientada, principalmente, a satisfacer el consumo de

25
  Para un balance sobre sus administraciones véase: Zamacona, R., Reseña histórica de México y
sus estados, Puebla, México, Tipografía de Alejandro Marcué, 1892, pp. 73–86, y Zamacona, R., Labor
administrativa del señor Mucio P. Martínez, gobernador de Puebla, Puebla, México, Tipografía de Isidro
M. Romero e hijo, s. f.
26
  No se cuenta con cifras confiables para un análisis detallado del comportamiento demográfi�
co. Cualquier acercamiento al estudio de la población durante el Porfiriato plantea, desde un inicio,
profundas dificultades debido al tipo de fuentes disponibles. La única fuente global (excluyendo
los Archivos Parroquiales y del Registro Civil) la forman los Censos Nacionales de Población de
1895, 1900 y 1910 que se restringen a un período demasiado corto para observar con detenimiento
los principales cambios demográficos; los datos que nos sirven como referencia se tomaron del
Boletín municipal, órgano especial de la asamblea de concejales, t. xii, n. 30, julio de 1882.
27
  Las garitas que bordeaban la ciudad eran las siguientes: la de San Pablo, la de Tlaxcala, la de
Pulques, la de México, la de Cholula, la de Amatlán, la de San Baltasar, la de Totimehuacan, la de
Tepoxúchil y la de Veracruz o llamada de Amozoc. Palacios, Enrique Juan, Puebla, su territorio y sus
habitantes, México, Departamento de Talleres Gráficos de la Secretaría de Fomento, 1917, p. 258.
212 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

la población urbana.28 Por otra parte, en las goteras de la ciudad y en tor�


no a las márgenes del río Atoyac, para aprovechar el agua como fuerza
motriz, se fue ubicando la industria textil algodonera.
El valor fiscal de la propiedad raíz (rústica y urbana) registrada para
el distrito de Puebla en 1892 era de casi 14 millones de pesos, de los cuales
el 89.04 % correspondía a las fincas urbanas. En relación al valor total de la
propiedad urbana del estado de Puebla, la ciudad capital concentraba el
71.85 %. En orden de importancia seguían los centros urbanos de Tehua�
cán, Atlixco, Chalchicomula y Teziutlán. Estos datos dan la pauta para
identificar los puntos en los que se concentraba tanto la población como la
actividad económica del estado de Puebla en el último tercio del siglo xix.
Según Manuel Caballero,29 en 1892 el valor oficial de todas las fincas,
incluyendo aquéllas que tenían un valor declarado de hasta cinco mil pesos
para el pago de la contribución, ubicadas en la ciudad de Puebla llegaba
a 12 038 232.34 pesos; las propiedades con un valor mayor a los cinco mil
pesos y menor a los diez mil pesos alcanzaban un valor global de 8 807 866
pesos; por arriba de veinticinco mil pesos de valor fiscal y hasta un tope
de sesenta y cinco mil pesos, sólo fueron registradas 19 grandes fincas:

Tabla 12. Lista de grandes propietarios urbanos en el distrito de Puebla, 1892


Número de Valor fiscal declarado
Nombre del propietario
propiedades en pesos
Julio Ziegle 10 casas 108 276
Eduardo Valverde 12 casas 104 121
José Luis Bello 9 casas 100 698
Familia Matienzo compuesta de Carmen,
7 casas 93 399
Elena y Juan
José Díaz Rubín 7 casas 91 593

28
  Vélez Pliego, Roberto, “La agricultura poblana”, en Carlos Contreras Cruz, Nydia E. Cruz
Barrera y Francisco Téllez Guerrero (comps.), Puebla. Una historia compartida, Puebla, México, Bene�
mérita Universidad Autónoma de Puebla y H. Ayuntamiento de Puebla, 2008. pp. 49–70.
29
  Caballero, Manuel, Primer Directorio General del Estado de Puebla, México, T. de E. Dublán y
Comp., 1891–1892. Estos datos deben ser considerados bajo las reservas que señala el mismo autor:
“el valor real puede asegurarse que excede de esa suma, cuando menos, en un 50 %”.
la inserción de una región en el contexto global 213

Tabla 12. Lista de grandes propietarios urbanos en el distrito de Puebla, 1892


Número de Valor fiscal declarado
Nombre del propietario
propiedades en pesos
Familia García Teruel 11 fincas 87 326
Antonio y Teresa López Sainz 7 propiedades 78 197
José María Calderón 10 casas 75 473
Santos López Letona 5 propiedades 71 000
Joaquín Pacheco 3 propiedades 71 000
Clara e Ignacio Huerta 6 propiedades 70 800
Luz N. De Oropeza 6 casas 65 428
Josefa y Vicente de la Hidalga 6 casas 64 450
Fuente: Caballero, Manuel, “Directorio de la propiedad urbana. Nombre de los propietarios de
fincas y valor declarado al fisco para el pago de contribuciones de cada una de ellas”, Primer Direc-
torio General del Estado de Puebla, México, T. de E. Dublán y Comp., 1891–1892, pp. 79–95

De esta información se desprende quienes eran los principales propie�


tarios del suelo urbano de la ciudad de Puebla, de acuerdo al valor fiscal
declarado. Este pequeño núcleo de doce propietarios individuales y fami�
liares concentraba en 1896 cerca de un millón de pesos del total de la propie�
dad urbana, el valor fiscal de sus propiedades era de más de cinco mil pesos.
En cuanto a la propiedad rural, el valor de los ranchos, haciendas,
molinos y terrenos dispersos existentes en los alrededores de la ciudad
era de 1 298 631 pesos.30 De acuerdo a los informes recopilados por Caba�
llero, los dueños y las principales propiedades con un valor superior a los
treinta y cinco mil pesos eran los siguientes:

30
  Caballero, Manuel, Primer Directorio General del Estado de Puebla, México, T. de E. Dublán y
Comp., 1891–1892.
214 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

Tabla 13. Lista de grandes propietarios rurales en el distrito de Puebla, 1892


Valor fiscal declarado
Nombre del propietario Número de propiedades
en pesos
Molino y hacienda de
Pedro Berges Zúñiga 89 914
Santo Domingo

Hacienda del Pópulo y el


Ignacio Pérez 65 000
Gallinero

Serafín Maurer Molino de San Francisco 64 000

Hermanos Ortiz Borbolla Varios ranchos 52 208

Molino del Carmen, Casa


José Gavito del Rosal y terreno la 49 265
Magdalena

Hacienda de la Noria y el
Ramón Maldonado 46 000
rancho de las Ánimas

Molino del Cristo y otras


Florencio Llacuri 45 516
propiedades

Rancho de la Magdalena
Antonio García Cano y corral en la calle de An� 40 400
drade

Ramón Benítez Molino de Huexotitla 38 109

Luisa y Guadalupe Haquet Molino de San Antonio 36 120

Tomás Larre Molino de Santa Bárbara 35 000


Fuente: Caballero, Manuel, “Directorio rural”, Primer Directorio General del Estado de Puebla, Mé�
xico, T. de E. Dublán y Comp., 1891–1892, pp. 97–99

Un indicio del predominio de lo rural sobre lo urbano se obtiene a


partir de la información que se reunió en 1902, cuando el gobierno del ge�
neral Mucio P. Martínez levantó la estadística general sobre el valor fiscal
de la propiedad rústica y urbana del estado de Puebla,31 a partir de esa

  Memoria instructiva y documentada que el Jefe del Departamento Ejecutivo del Estado presenta al
31

Congreso Constituyente, Puebla, México, Imprenta de la Escuela de Artes y Oficios del Estado, 1902,
pp. 386–389.
la inserción de una región en el contexto global 215

información quedó establecido que su valor global alcanzaba poco más


de 56 millones de pesos. De ellos, el 59.28 % correspondió a la propiedad
rústica mayor y menor agrupada en los 21 distritos que conformaban la
división territorial poblana, y el 40.72 % a la propiedad urbana. Al mismo
tiempo, estos datos mostraron la preeminencia en términos demográficos
y económicos de la zona que circundaba a la ciudad de Puebla, pues los
distritos de Atlixco, Cholula, Huejotzingo, Tecali y Tepeaca exhibieron la
mayor concentración fincas rurales y fincas urbanas, mayores y menores.
Para identificar los puntos geográficos que registraron una mayor
actividad económica en el territorio del estado de Puebla, además de la
región que bordeaba a la ciudad de Puebla en la que se distinguió el dis�
trito de Atlixco por su larga tradición en la explotación agrícola y por su
incorporación al trabajo industrial en el Porfiriato, debe seguirse la vieja
ruta del comercio colonial hacia Veracruz, en donde se ubican los centros
urbanos de Teziutlán, Chalchicomula, Tehuacán y Tecamachalco. En la
estadística oficial de 1902, estos cuatro centros urbanos, más el de Puebla
y Atlixco, concentraban el 57.25 % de todas las fincas urbanas mayores.
Liberados del fantasma de la guerra y de la zozobra de los conflictos
militares, la explotación agropecuaria cobró nuevos ímpetus, los campos
poblanos producían abundantemente diversos tipos de cereales, legum�
bres de toda especie, café, papa, pulque, chile, frijol y plantas forrajeras
para el alimento del ganado.
Hacia 1890, las cosechas en el estado alcanzaron la cifra de 11 490 650
pesos y aumentaron considerablemente en años posteriores. En el apogeo
del régimen porfiriano fue notable la recuperación que experimentó la
producción en el campo poblano, esta elevación de la productividad agrí�
cola fue consecuencia de un alto grado de concentración de la propiedad
de la tierra en manos de terratenientes. En las regiones del valle de Mata�
moros, colindante con Morelos, la confrontación entre las haciendas y los
pueblos alcanzó altos grados de violencia y terminó con el despojo de las
tierras de la mayor parte de las comunidades y con la transformación de
sus habitantes en jornaleros.
Para estos años las unidades productivas agrícolas en el distrito de
Puebla se habían multiplicado: había 10 haciendas, 31 ranchos, unas 32
huertas y 12 terrenos anexos a molinos, en tres de los cuales se asentaban
también sendas factorías de hilados y tejidos. En los valles de Puebla,
Atlixco y en la Sierra Norte, los cambios más significativos en la estruc�
tura de la propiedad tuvieron que ver con su fraccionamiento, de ahí
216 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

que aparecieron varias fincas, terrenos, solares y fracciones en número


indeterminado. Y en ese rejuego de la propiedad raíz se aprecia el retor�
no de los españoles como propietarios, dominando en la agricultura y
en otras actividades productivas; ejemplo de esta reconfiguración y del
dinamismo de estos grupos es la preeminencia que alcanzaron Florencio
Llacuri, José Gavito y los hermanos Rafael y José Rugarcía, quienes a par�
tir de la explotación agropecuaria acumularon capitales que destinaron a
la inversión en negocios diversos.32
Con el repunte de la producción agrícola se consolidaron ciertas re�
giones y sus cabeceras municipales como importantes centros producti�
vos. En el distrito de San Andrés Chalchicomula aumentó notablemente
la producción de maíz, cebada, haba, centeno, trigo y papa. Teziutlán
consolidó su posición como productor de maíz, cebada y frijol. El distrito
de Huauchinango se distinguió por su cultivo de la caña de azúcar, des�
tinada a la producción de piloncillo, y por el cultivo de café, además de
maíz, frijol y cacahuate. Sin embargo, esta prosperidad no logró atraer la
atención gubernamental ni sirvió para romper el aislamiento de estos dos
distritos serranos.
La producción de trigo se incrementó notablemente en 1901 en los
distritos de Chalchicomula, Huejotzingo, San Juan de los Llanos y Atlix�
co, aunque, la fertilidad del suelo de este último distrito hacía que con el
cultivo de trigo compitieran otros productos tanto o más rentables como
el cáñamo, el lino, el algodón y la grana.
Miles de cabezas de ganado pastaban en los terrenos propiedad de
los hacendados, dueños de la vida y los bienes de los campesinos. Hacia
1906 se calculaba una cifra no menor de 50 000 cabezas de ganado en el
territorio poblano; en ese año, las operaciones de compraventa de reses
sobrepasaron los dos millones de pesos.
Con Díaz en la presidencia se impuso el pragmatismo en la política
comercial. Los industriales que pudieron establecer una relación directa
con el gobierno federal obtuvieron una política proteccionista favorable
al desarrollo de sus industrias y ese fue el caso de los industriales pobla�
nos, quienes después de padecer las políticas librecambistas que predo�
minaron durante la restauración de la república, lograron la protección

32
  Gamboa Ojeda, Leticia, Las actividades económicas. Negocios y negociantes en la ciudad de Puebla
(1810–1913), Puebla, México, Ediciones de Educación y Cultura, 2010, p. 32.
la inserción de una región en el contexto global 217

presidencial para rehacer sus empresas e incluso lograr su expansión. En


la aclamada prosperidad porfiriana, regocijo de pocos y desconsuelo de
muchos, se reorganizaron los grupos empresariales, especialmente los
del ramo textil, fortaleciendo y expandiendo su poder económico a tra�
vés de las viejas tradiciones de enlaces familiares y de la aparición de las
sociedades anónimas.33
Mucio Martínez, convencido de que el papel económico del gobierno
era eliminar los obstáculos que impidieran las iniciativas empresariales
particulares, instrumentó una política de apoyo incondicional a los inte�
reses de los inversionistas nacionales y extranjeros que aportaron capita�
les para el desarrollo de nuevas industrias y para la consolidación de las
ya existentes.
Entre 1893 y 1905 se aprecia una gran expansión de establecimien�
tos fabriles y de los volúmenes de producción. Para 1898 la estadística
regional registró en todo el estado veinte fábricas de hilados y tejidos de
algodón con 67 464 husos, 1 187 telares antiguos y 1 171 telares modernos
y con una fuerza de trabajo de 3 037 operarios; para 1900 la quinta parte
de la industria textil mexicana se concentraba en el territorio poblano. En
los seis años siguientes la industria algodonera poblana creció a un ritmo
acelerado: en 1904 existían en el estado 32 fábricas con 147 000 husos, de
los cuales el 89 % eran modernos; 4 807 telares y 5 196 operarios. Entre
1892 y 1902 se instalaron veinte fábricas contando en sus filas empresas
de grandes dimensiones como La Covadonga, El León, San Martín y so�
bre todo Metepec. Al iniciar el nuevo siglo, la instalación textil poblana
concentraba el 18.9 % del total de las 153 fábricas que había en el país. La
mayor parte de las fábricas se fueron instalando no sólo en las inmedia�
ciones de la ciudad de Puebla, como ocurrió desde mediados del siglo
xix, sino también en otros distritos como Atlixco, Huejotzingo, Cholula,
Tecali y Tehuacán.34 A lo largo del Porfiriato, la instalación de nuevas

33
  Gamboa Ojeda, Leticia, Los empresarios de ayer. El grupo dominante de la industria textil de Puebla
(1906–1929), Puebla, México, Universidad Autónoma de Puebla, 1985.
34
  Sobre la evolución de la industria textil poblana entre mediados del siglo xix y principios del
xx, véase Grosso, Juan Carlos, Estructura y fuerza de trabajo, Puebla (1830–1890), Puebla, México, Uni�
versidad Autónoma de Puebla, 1984; y Gamboa Ojeda, Leticia “Primer siglo de vida. La industria
textil en Puebla”, en Leticia Gamboa Ojeda et al., Historia e imágenes de la industria textil mexicana.
Puebla, Tlaxcala y Veracruz, México, Cámara de la Industria Textil de Puebla y Tlaxcala, Instituto de
Ciencias Sociales y Humanidades de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, Gobierno
del Estado de Puebla, 2000, pp. 19–59.
218 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

y modernas fábricas textiles en el municipio de Puebla quedó rezaga�


da, disminuyendo considerablemente su importancia y participación en
el nivel regional y nacional. Por las ventajas para la localización indus�
trial, pureza y calidad del agua proveniente del deshielo de los volcanes
y abundancia de mano de obra, las fábricas textiles más modernas y más
grandes se situaron en el distrito de Atlixco, de esa manera se convirtió
en el centro fabril más importante de la industria textil poblana, ahí se
localizaban La Concepción, la Carolina, El Volcán, El León, San Agustín,
El Carmen y Metepec. Basta mencionar que en la instalación de la fábrica
de Metepec, inaugurada en 1902, su propietaria, la Compañía Industrial
de Atlixco, había invertido seis millones de pesos para construir una em�
presa con 36 852 husos, 11 570 telares y 1 948 operarios. Por otra parte,
en Cholula también se instalaron las modernas factorías de Santa Cruz,
La Providencia y La Beneficencia. En el distrito de Huejotzingo estaban
en actividad productiva las fábricas de San Martín, El Pilar, San Pablo,
San Félix, San Juan y La Asturiana. Finalmente, en los distritos de Tecali
y Tehuacán se localizaron las fábricas de Guadalupe Analco y San Juan
Nepomuceno Xaltepec.35
Al comenzar el nuevo siglo, en la ciudad de Puebla y sus alrededo�
res, las actividades textiles eran fundamentales de la estructura producti�
va poblana, de tal manera que en la primera década del siglo xx, su peso
absoluto y relativo al interior de la industria de transformación se vio
incrementado, llegando a disponer de casi el 86 % de la potencia en uso
y de cerca del 61 % del valor de la producción anual. De la información
concentrada en los fondos municipales se desprenden las características
de otras actividades productivas.36
La producción de alimentos y bebidas constituía, al igual que a me�
diados del siglo xix, el sector de mayor relevancia económica después
de los textiles. En el período que va de 1881 a 1905 existían por toda la
ciudad una gran variedad de expendios ligados a la producción de pan,

35
  En relación a la estadística textil véase Contreras Cruz, Carlos et al. (comps.), “La estadística
textil (1841–1910)”, Puebla. Textos de su historia, México, Gobierno del Estado de Puebla, Instituto de
Investigaciones José María Luis Mora, Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades de la Benemé�
rita Universidad Autónoma de Puebla, 1993, pp. 2: 91–128.
36
  Noticia Industrial del año de 1906, formada en 1907 y terminada en 1908, publicada el 22 de
noviembre de 1909, Archivo Municipal de Puebla, expedientes de Estadística, exp. 11, letra D bis,
t. 473, 1907, f. 1–30.
la inserción de una región en el contexto global 219

de harina, de chocolate, así como fondas y cafés donde acudía con regu�
laridad la población. En muchos casos la integración de la producción y
venta era completa, en otros el proceso estaba plenamente separado.
En 1902 había para la producción de pan, por ejemplo, catorce ex�
pendios de harina, diez molinos de trigo y los expendios de pan fluctua�
ban entre 16 y 18 para los años 1891–1905.
Las carnicerías se encontraban diseminadas por los diferentes rum�
bos de la ciudad, Toussaint menciona sesenta expendios en manos de
siete propietarios y “además 42 expendios repartidos por la ciudad”.37
La producción tocinera, famosa desde la Colonia no aparece regis�
trada y es sintomático que el oficio de tocinero no se incluya en el voca�
bulario censal.
En cuanto a la venta de alimentos preparados, en 1902, además de los
grandes hoteles que generalmente disponían de sus propios restaurantes
existían, a decir de A. Carrasco, “más de 50 fondas de menos categoría,
repartidas por la ciudad”.38
Hay que considerar que la mayor parte de las fábricas de aguas ga�
seosas, licores y cerveza, así como algunas de fideos y pastas alimenticias
fueron creadas entre 1890 y 1906. Para 1906, la producción de alimentos y
bebidas disponía del mayor número de establecimientos registrados, su
producción anual era de alrededor del 28 % de valor total y sus trabaja�
dores alcanzaban a casi el 17 % de la fuerza de trabajo ocupada. Para 1908
la estadística oficial indica una menor participación absoluta y relativa de
este sector, sin embargo, se mantuvo como una de las actividades funda�
mentales de la economía urbana.
El curtido y la producción de artículos de cuero exhibían hacia fi�
nales del Porfiriato una sensible recuperación, debido a la aparición en
1885 de grandes manufacturas del curtido y de fábricas de zapatos, que
la colocaba en tercer lugar dentro de la industria de transformación. Su
peso productivo era, sin embargo, bastante lejano en relación a la indus�
tria textil y a la elaboración de alimentos y bebidas; en 1906 dio empleo al

37
  Directorio Toussaint. Directorio completo de la ciudad de Puebla, Puebla, México, Carlos V Tous�
saint Editor, 1905, p. 77.
38
  Carrasco, Atenógenes N., Directorio y guía de la ciudad de Puebla. Contiene cuanto puedan nece-
sitar los viajeros y hombres de negocios. Itinerarios de ferrocarriles y el plano de la ciudad, formado por un
método fácil y sencillo, por el cual se encuentran inmediatamente las calles, edificios públicos y templos que
se busquen, Puebla, México, Escuela de Artes y Oficios del Estado, 1902, p. 55.
220 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

10.72 % de los trabajadores y aportaba el 7.44 % del valor de la producción


anual.39
Otras actividades productivas relevantes eran la producción de ciga�
rros y puros, la industria molinera y la industria panificadora, que produ�
cía cerca de dos millones de pesos anuales (el 21 % del total de la industria
de transformación) y empleaba a 911 personas (13 % del total de la fuerza
de trabajo). Este pequeño núcleo productivo y la moderna industria textil
constituían hacia finales del Porfiriato la base de la industria de transfor�
mación de la ciudad de Puebla y sus alrededores.40
La industria de la construcción fue uno de los sectores más favore�
cidos por el proceso de reconstrucción urbana que se dio a partir de los
años ochenta. En la captación del empleo su volumen aumentó de 2 102
trabajadores en 1895 a cerca de 2 800 en 1910. El período de máxima ex�
pansión del empleo de la industria de la construcción se dio entre 1895 y
1900 coincidiendo de manera directa con el impulso porfiriano de finales
del siglo xix. Las canteras y ladrilleras que abastecían a la industria de la
construcción se localizaban desde finales del siglo xviii en las afueras de
la ciudad. Las canteras principalmente al norte y las ladrilleras al noreste
siguiendo el curso del río de San Francisco. En 1881 se localizaban cua�
tro ladrilleras y varios hornos de ladrillo y teja; para 1895 se mencionan
alrededor de 22 ladrilleras, varias de ellas en la calzada de Loreto, en
Xanenetla y en Xonaca. Por su parte, tres o cuatro de las 17 caleras que se
registraban en ese año estaban en el barrio de El Refugio.
El ónix grisáceo y blanco proveniente de Tecali, Zapotitlán y Acat�
lán fue ampliamente aprovechado; en 1881 Luis García Teruel y Julián
Gutiérrez formaron una sociedad para explotar las canteras de Tecali
mientras que la sociedad formada en 1892 por Antonio Pérez Marín y
Pascual Fenochio para explotar mármol lograron exitosas operaciones de
exportación a la empresa Volkering y Cía., de Nueva York. En décadas
anteriores, los descendientes de Hipólito Quintero Mármol habían logra�
do mejorar las operaciones para manipular el mármol: tallaban mármoles
blancos, grises y negros y en 1875, otra marmolería, de Manuel Olimán,
trabajaba el ónix en variadas formas y aplicaciones, sus obras merecieron
el reconocimiento en varias exposiciones nacionales y extranjeras.

39
  Archivo Municipal de Puebla, serie Expedientes, exp. 8, letra R, t. 498, 1909, f. 241y ss.
40
  Archivo Municipal de Puebla, serie Expedientes, exp. 6, letras L, O, T, Z, O y C, 1906, t. 465.
la inserción de una región en el contexto global 221

En las ciudades y pueblos del interior, pacificados por la mano férrea


del régimen, se pusieron en marcha talleres e instalaciones fabriles desti�
nados a transformar y dar salida a la producción agrícola. Entre otros, la
elaboración de vinos en las zonas frutícolas, talleres de tejido de palma,
aserraderos, molinos de caña de azúcar o ingenios. Los ingenios de Aca
tlán, Chietla, Tehuacán e Izúcar de Matamoros, por ejemplo, constituye�
ron fuentes de trabajo y fuentes de riqueza en la extensa región del sur
del estado, con lo que se intensificó el movimiento comercial.
La inversión también incursionó en la minería, con capital extranjero
se fundó la Teziutlán Cooper Mining and Smelting Company y la Tetela
Mining Company, que recibieron trato preferencial tanto del gobierno
federal como estatal; capital canadiense invirtió en la Puebla Ligth and
Power, que participó en la electrificación de la ciudad de Puebla.
El gran beneficiario de la introducción del ferrocarril, del mejora�
miento de los caminos y de la lucha contra el bandidaje fue el comercio,
que había sido el origen de las grandes fortunas en Puebla, ciudad que no
había dejado de ser uno de los principales centros comerciales, ni siquiera
en los días más aciagos. Sin duda, la pacificación del territorio permitió
que las actividades comerciales tomaran nuevos bríos y se expandieran
hasta recuperar su antiguo nivel, sólo para superarlo posteriormente.41
La diversificación de las actividades comerciales alcanzó un amplio
desarrollo. Además del comercio tradicional aparecieron los grandes al�
macenes que pusieron a consideración del público, básicamente de las
clases propietarias, una gama de productos nacionales y extranjeros que
las hacían sentir como en cualquier capital europea. Entre las principales
casas comerciales estaban: La Ciudad de México, fundada en 1862 por el
señor J. B. Lions, misma que a principios de 1902 aparecía bajo la denomi�
nación social de Lions Hnos. y Cía. En sus amplias salas, ubicadas en la
calle de Mercaderes despachaban diariamente a una numerosa clientela
“las últimas novedades en lencería, confecciones parisienses, sedería, ar�
tículos de fantasía, perfumería, guantes, paraguas, sombrillas, casimires,
toda clase de telas de algodón, lana, lino o seda”. En ella trabajaban dia�
riamente de 45 a 50 empleados. Otro gran comercio era La Sorpresa de J.
Doremberg y Cía. situado en el viejo edificio que durante años fuera la

41
  Tirado Villegas, Gloria A., Los efectos sociales del Ferrocarril Interoceánico. Puebla en el Porfiriato,
Puebla, México, Fomento Editorial Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, 2007.
222 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

Alhóndiga, el cual ocupaba un área de 2 330 metros cuadrados y disponía


de no menos de 25 aparadores. Los departamentos en que estaba dividi�
do el establecimiento eran numerosos e incluían entre otros: “cuchille�
ría, artículos electro–plateados y de cuero, accesorios eléctricos, joyería,
relojería, muebles, papel tapiz, ferretería, juguetería, vidriería y cristale�
ría, papelería, pianos, implementos para la agricultura, materiales para
construcciones, carruajes y maquinaria de todas las descripciones”.42 A
éstos había que añadir, La Primavera de Paulino Richard, La ciudad de
Londres de Sommer Hermman y Cía. En 1902 entre los grandes almace�
nes de ropa, además de los señalados, estaban El Puerto de Liverpool,
Las Fábricas de Francia, El Nuevo Siglo, Au Bon Mouche. En 1902, los
directorios comerciales hacen referencia a once tiendas importantes de
bonetería y camisas entre las cuales destacaban: La Parisiense, El Buen
Tono, El Boulevard y El Surtidor.43
Este nuevo tipo de establecimientos comerciales, controlado prin�
cipalmente por propietarios extranjeros, coadyuvó a modificar el paisa�
je del viejo centro comercial de la ciudad. La propaganda, los grandes
anuncios y los nombres mismos de los comercios remodelaron la visión
que se tenía de la ciudad de Puebla a finales del Porfiriato. Junto al gran
comercio había una gama de pequeños expendios tradicionales de ali�
mentos, de bebidas, de ropa y de artículos para el consumo doméstico
que se arremolinaban en torno al mercado de La Victoria o del Parián,
donde desde las 6 de la mañana hasta las 8 de la noche se vendían los pro�
ductos de la región. En 1905 el Directorio Toussaint menciona 30 tiendas de
abarrotes, 14 expendios de harina, 92 expendios de carbón y 20 establos.
La ampliación del intercambio mercantil favoreció la instalación de
una ágil estructura financiera y bancaria. Además del Banco Oriental, en�
contramos en 1902 las sucursales del Banco de Londres y México, del
Banco Nacional de México y del Banco de Veracruz. Aparecen compañías
de seguros contra incendios y de seguros de vida. Las primeras pasan de

42
  Southworth, J. T., Oaxaca y Puebla ilustrado (2ª ed.), México, Verdehalago, Benemérita Uni�
versidad Autónoma de Puebla, Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de
México, Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca, 2000, pp. 56–61.
43
  Carrasco, Atenógenes N., Directorio y guía de la ciudad de Puebla. Contiene cuanto puedan nece-
sitar los viajeros y hombres de negocios. Itinerarios de ferrocarriles y el plano de la ciudad, formado por un
método fácil y sencillo, por el cual se encuentran inmediatamente las calles, edificios públicos y templos que
se busquen, Puebla, México, Escuela de Artes y Oficios del Estado, 1902.
la inserción de una región en el contexto global 223

cuatro a siete y las segundas de tres a cinco entre 1902 y 1905, de ellas
sobresalían: La Mutual, La Mexicana, La Fraternal y La Confederación.
En los mismos años aparecieron en funciones, ocho compañías anóni�
mas ligadas a los servicios públicos, de las cuales sobresalían: la Cía. Te�
lefónica Mexicana, la Cía. de Aguas Potables, la Cía. de Tranvías de la
Ciudad, la Cía. de Alumbrado Eléctrico. Los nuevos adelantos técnicos
materializados en productos de consumo, antes desconocidos, se podían
encontrar en el comercio citadino. En 1905 había diez fotografías, dos es�
tablecimientos de aparatos y materiales para teléfonos y campanas eléc�
tricas, siete expendios de máquinas de coser (entre ellos cabe destacar la
sucursal de Singer y Cía.).
Por otra parte los grandes almacenes se convirtieron en proveedores
de insumos para la producción a través de la importación de maquinaria
para el campo y la industria: La Sorpresa fue agente de Bufalo Piots (tri�
lladoras y locomóviles), de Parlin & Orendorff Co., Canton Illinois (útiles
para la agricultura y carruajes), de Mac Cormick Harvesting Machine Co.
Chicago lllinois (segadoras, rastrillos...) y de Emerson&Fischer Co. Cin�
cinnati (coches). En el mismo sentido actuaban las empresas de Sommer
Hermann y Cía., Max A. Phiilippy Comp., R. Boker y otros.
Aunado al crecimiento de las actividades comerciales y financieras,
la modernidad porfiriana también permitió el aumento en otro tipo de
servicios: los hoteles registrados en las guías y directorios de la época
aumentaron de 25 en 1902 a 32 en 1905; a su lado, el número de restau�
rantes y fondas también se elevó, y los baños públicos y las peluquerías
se fueron diseminando rápidamente por todos los rumbos de la ciudad.
Desde 1902 ya existían 23 casas de empeño y 38 escritorios públicos.
Por las características de las profesiones y oficios con que hemos inte�
grado el sector de los servicios, creemos que se trataba de un mercado de
fuerza de trabajo íntimamente ligado a la vida urbana.44 Las categorías que
agrupan a los trabajadores domésticos, a los comerciantes y financieros
y a los empleados particulares fueron en ese orden, las que mostraron el
mayor crecimiento absoluto, juntas aportaron el grueso del empleo para el
distrito de Puebla durante los últimos quince años del Porfiriato: el 27.9 %
del total de la población activa en 1895, el 28.15 % en 1900 y el 36 % en 1910.

44
  Grosso, Juan Carlos, Estructura y fuerza de trabajo, Puebla (1830–1890), Puebla, México, Univer�
sidad Autónoma de Puebla, 1984.
224 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

Veamos ahora el papel particular de estos sectores en la generación


del empleo urbano: el sector del comercio y las finanzas empleó alrede�
dor del 10 % de la población activa en el transcurso del período. Su cre�
cimiento absoluto fue mayor entre 1900–1901 que entre 1895–1900. De
3 816 personas ocupadas en este renglón en 1895 pasaron a cerca de 5 000
en 1910. Es interesante aclarar que, en su mayoría, el sector comercial y
financiero estaba constituido por una serie de distintos grupos de pro�
pietarios de comercio y de un amplio núcleo de vendedores ambulantes.
Ambos crecieron en números absolutos entre los años de 1900 y 1910.
Por su parte, los empleados privados no domésticos casi se triplicaron
entre 1895 y 1910. En cuanto al servicio doméstico, es incuestionable su
papel como generador de empleo dentro de la estructura ocupacional de
la región. Su peso es impresionante si lo comparamos con el resto de los
servicios y sobre todo con las actividades directamente productivas. En
1895 captó el 15 % del empleo total y para 1910 el 20 %. Numéricamente
creció en este período en más del 35 %. Finalmente, el crecimiento del
trabajo doméstico proveniente de los sectores más descalificados de la
población también pudo ser un refugio frente a la incertidumbre del em�
pleo netamente productivo. Además, la revolución en los medios de co�
municación y transporte se expresó en la estructura ocupacional. Por una
parte, aumentaron los cocheros y los telegrafistas; por la otra, los arrieros
y cargadores tuvieron una continua tendencia a la desaparición. De igual
manera, el crecimiento del aparato burocrático del estado al igual que el
desarrollo de la enseñanza, dieron como resultado una ampliación del
sector que se empleaba como profesores y empleados públicos, quienes
pasaron a jugar un relevante papel en este sector de la ocupación urbana.
En el último tercio del siglo xix mexicano, Puebla, junto con México y
Guadalajara, era una de las tres principales ciudades capitales por su nú�
mero de habitantes y por la influencia política, económica y cultural que
ejercían a nivel regional o nacional. Por tanto, fue representada mediante
planos comerciales, anunciadores o mercantiles. De especial interés es el
plano topográfico de la ciudad de Puebla levantado por el ingeniero Luis
G. Careaga y Sáenz en 1856 y reformado en 1883, dedicado al Ministerio
de Fomento.45 Posteriormente, otros planos de la ciudad intentaron repre�

45
  Véase Vélez Pliego, Francisco y Guzmán, Ambrosio, Cartografía histórica de la ciudad de Puebla,
Puebla, México, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, 1997.
la inserción de una región en el contexto global 225

sentar su decidida marcha hacia el progreso, mostrando lo bien dotada


que estaba para el florecimiento de los negocios y el comercio. Para atraer
la inmigración y colonización europea, aparecían ilustrando directorios y
guías comerciales.46 De los textos que con este objetivo se publicaron en
la época, nos referiremos sólo a dos ejemplos.
El apartado que se refiere a Puebla del Nomenclator comercial, agrícola,
industrial, artes y oficios y directorio general para 1884–1885 de México, Isla de
Cuba y principal comercio de Nueva York iniciaba, además de la descripción
geográfica del estado situando su latitud y longitud, sus colindancias, su
extensión en kilómetros cuadrados, datos numéricos de su población, el
tipo y valor de su propiedad raíz en pesos, las corrientes de agua que lo
surcaban, su clima, su división política, sus principales ciudades y el vo�
lumen y clase de sus producciones agrícolas e industriales.47
Un ejemplo más acabado lo encontramos en el trabajo del publi�
cista norteamericano J. R. Southworth,48 publicado originalmente en
1901, quien presentó a los estados de Oaxaca y Puebla bajo la perspec�
tiva progresista del pensamiento decimonónico finisecular: mostraba la
abundancia de recursos naturales en el territorio, para atraer la inversión
extranjera, pues al finalizar el siglo xix, entre la elite gobernante domi�
naba la idea de que la explotación de las grandes riquezas naturales del
territorio era el motor que impulsaría al país por la senda del progreso.
Southworth señaló:

46
  En la retícula de la ciudad este plano indica la manzana en que se ubicaba cada establecimien�
to comercial, y estaba dedicado a “los viajeros y hombres de negocios”, en Carrasco, Atenógenes
N., Directorio y guía de la ciudad de Puebla. Contiene cuanto puedan necesitar los viajeros y hombres de
negocios. Itinerarios de ferrocarriles y el plano de la ciudad, formado por un método fácil y sencillo, por el
cual se encuentran inmediatamente las calles, edificios públicos y templos que se busquen, Puebla, México,
Escuela de Artes y Oficios del Estado, 1902, p. 45. Otro plano poblano es anónimo: Nuevo Plano
Topográfico. Anunciador de la ciudad de Puebla, probablemente de 1908. Véase Vélez Pliego, Fran�
cisco y Guzmán, Ambrosio, Cartografía histórica de la ciudad de Puebla, Puebla, México, Benemérita
Universidad Autónoma de Puebla, 1997, quienes han calculado como fecha de elaboración de este
texto 1908, debido a que el plano muestra, en su inicial emplazamiento, el edificio concebido para
la Exposición Nacional sede de las fiestas poblanas del Centenario.
47
  Nomenclator comercial, agrícola, industrial, artes y oficios y directorio general para 1884–1885 de
México, Isla de Cuba y principal comercio de Nueva York, La Habana, Cuba, Centro Editorial de Obras
Ilustradas de Molina y Juli, 1884, pp. 225–234.
48
  Southworth, J. T., Oaxaca y Puebla ilustrado (2ª ed.), México, Verdehalago, Benemérita Uni�
versidad Autónoma de Puebla, Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de
México, Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca, 2000.
226 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

La naturaleza ha sido sumamente pródiga en derramar sus dones so�


bre el estado de Puebla, pues este tiene uno de los climas más perfectos; y
puede llamarse la tierra del verano perpetuo, de las frutas y de las flores.
[…] La Naturaleza, que ha dado al estado este clima y paisajes sin igual,
también lo ha hecho un jardín perpetuo, de una gran fertilidad. Su cielo
sin nubes y su variada temperatura (fría, templada y tórrida), hacen que
sea posible cultivar la mayor variedad de productos de la agricultura y la
horticultura. Para el capitalista, ya grande, ya pequeño, ningún otro estado
ofrece mejores oportunidades para dedicarse a la agricultura, minería, in�
dustria o comercio.49

En la representación del territorio poblano, la materialización de pai�


sajes que hacían visible su carácter utilitario pasó a expresar los cambios
espaciales provocados por la instauración de un nuevo orden político.
Para Southworth, un porvenir de pronto y extenso desarrollo se avizora�
ba para el estado de Puebla, no sólo por sus ventajas naturales, recursos
minerales, fértil terreno, ricos valles y corrientes cristalinas, sino, tam�
bién, por el carácter emprendedor de sus habitantes y su buen gobierno.
En resumen, la estructura productiva de la ciudad de Puebla con�
tinuaba caracterizándose, hacia finales del Porfiriato, por el creciente
predominio de la producción textil, sobre todo de la producción fabril de
los hilados y tejidos de algodón, a la cual seguía en orden de importancia
la elaboración de alimentos y bebidas.
Por otra parte, el desarrollo de la planta productiva porfiriana no
implicó la desaparición de la producción artesanal que se amplió y dise�
minó en casi todos los sectores productivos que formaban la economía
urbana de la ciudad. Paralelamente es muy significativa la ausencia de
actividades fuera del sector textil que reflejaran un avance cualitativo en
el proceso de lo que se ha dado en llamar “industrialización”.
En Puebla, a diferencia de otras regiones y ciudades, no existían ra�
mas productivas destinadas a la fabricación de máquinas y herramientas.
Se sabe que el nacimiento de la industria pesada fue la gran novedad del
Porfiriato y si bien su peso no fue significativo, su aparición marcó un

49
  Southworth, J. T., Oaxaca y Puebla ilustrado (2ª ed.), México, Verdehalago, Benemérita Uni�
versidad Autónoma de Puebla, Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de
México, Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca, 2000, p. 3.
la inserción de una región en el contexto global 227

cambio cualitativo para la economía nacional. Su origen y desarrollo se


debió al incremento en la demanda de sectores específicos; así, la siderur�
gia y la producción de cemento se vieron ligadas a la expansión urbana y
al crecimiento de los ferrocarriles, mientras, el nuevo auge minero favo�
reció la producción de dinamita.
En nuestro caso, la industria del metal y la de “productos químicos”
se restringía a pequeños establecimientos productivos como las herre�
rías, hojalaterías, “fábricas de velas”, coheterías... Sólo conocemos la exis�
tencia de un establecimiento, fundado en 1902, que producía refacciones
para la industria textil.
Parecería que las causas del relativo atraso económico de la estruc�
tura productiva poblana no se pueden buscar, exclusivamente, en la falta
de efectos multiplicadores de la moderna industria textil, sino más bien,
en la composición y magnitud de mercado.
A partir de la última década del siglo xix las grandes empresas, cons�
tituidas con la participación de capital extranjero y con la concesión de
privilegios que les dieron ventajas sobre las empresas locales, reanima�
ron las actividades productivas en Puebla. En no pocas ocasiones, esas
grandes empresas barrieron con una o varias empresas tradicionales o
por lo menos redujeron su participación en el mercado. En este caso se
hallaron, entre otros, los giros industriales de carrocería, purería, velería
y en el comercio las maicerías, chocolaterías y lecherías que desaparecie�
ron al modificarse sus tradicionales canales de venta.
La importación cada vez más elevada de artículos europeos y esta�
dounidenses disminuyó la fabricación de vidrio y loza, de artículos de pa�
samanería y la de objetos de metales preciosos, pero también introdujeron
nuevos productos en el gusto de los poblanos como los perfumes, los vis�
tosos sombreros de dama, los ferrocarriles, los teléfonos y el automóvil.
Los alemanes50 y sobre todo los franceses51 llegados poco a poco

50
  Para una valoración más directa de la presencia de los alemanes en Puebla véase: Rojas Marín,
Ana Luis, Del bosque a los árboles. Miradas a los alemanes residentes en la ciudad de Puebla (1821–1910),
Puebla, México, Fomento Editorial Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, 2011.
51
  Estudios puntuales sobre la presencia francesa en Puebla se pueden consultar en Gamboa
Ojeda, Leticia, “Los barcelonnettes en la ciudad de Puebla. Panorama de sus actividades econó�
micas en el Porfiriato”, en Javier Pérez Siller (coord.), México–Francia. Memoria de una sensibilidad
común (siglos xix y xx), México, Fomento Editorial Benemérita Universidad Autónoma de Puebla,
El Colegio de San Luis, Centro de Estudios Mexicanos y Centroamericanos, 1998, pp. 171–194;
Gamboa Ojeda, Leticia, Au–delà de l'ocean. Les barcelonnettes à Puebla (1845–1928), Puebla, México,
228 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

desde la tercera y cuarta década del siglo xix introdujeron las novedades
propias de un capitalismo incipiente: productos, organización del traba�
jo, tecnología y capitales modificaron las tradicionales empresas y nego�
ciaciones. Esos extranjeros trajeron a Puebla ciertos ramos industriales,
comerciales y de servicios en los que, al finalizar el siglo, tomarían parte
muy activa una nueva generación de españoles que retornaron luego de
haber sido expulsados en 1829 y 1833.52 Su presencia adquirió perfiles
definidos cuando, junto con los productores locales, respondieron a la
convocatoria de formar las colecciones de objetos que representarían a
Puebla y a México en las exposiciones universales.

Objetos y productos poblanos en las colecciones nacionales

La celebración de las grandes exposiciones universales de la segun�


da mitad del siglo xix, que convocaban a las naciones para mostrar sus
avances sociales y tecnológicos, dio un nuevo sentido a la recopilación
de datos para la formación de estadísticas y la representación geográfica
del territorio en cifras: exhibir la adhesión a los parámetros de la moder�
nidad, a pesar de las limitaciones organizativas impuestas por los desór�
denes políticos internos.
Las administraciones federales y estatales de la naciente república
mexicana dispusieron las medidas a su alcance para justificar su perte�
nencia al concierto de las naciones civilizadas. Aunque las evidencias
sobre la participación mexicana en las primeras exposiciones universa�
les revelan una presencia apenas marginal, en ellas se puede apreciar el
creciente interés del gobierno mexicano, expresado en el desarrollo de
estrategias organizativas, para mostrarse en estos escenarios.
Sobre la participación mexicana en The Great Exhibition de 1851 sólo
existe referencia documentada de esfuerzos individuales. La invitación
para participar en la primera exposición universal en Londres llegó a

Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, Sabença de la Valeia, 2004; Gamboa Ojeda, Leticia
(coord.), Los barcelonnettes en México: miradas regionales (siglos xix y xx), México, Fomento Editorial
Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, 2008.
52
  Gamboa Ojeda, Leticia, Las actividades económicas. Negocios y negociantes en la ciudad de Puebla
(1810–1913), Puebla, México, Ediciones de Educación y Cultura, 2010, pp. 210–212.
la inserción de una región en el contexto global 229

México en 1850,53 cuando en el país se expresaba un profundo malestar


político contra la errática administración santanista, alimentado no sólo
por las deshonestidades administrativas, los excesos de fuerza contra los
opositores políticos, la perpetuación de un poder incontrolado e incon�
trolable, sino principalmente, por una terrible desigualdad social y eco�
nómica, por la inequitativa distribución de la tierra, por el sostenimiento
de grupos oligárquicos en diversas regiones, por la falta de capitales que
permitiera una explotación racional de los recursos del país, por la caren�
cia de instituciones culturales y educativas que difundieran la ilustración
y alentaran la movilidad social.
Las terribles consecuencias de la invasión norteamericana conmocio�
naron a las generaciones de jóvenes y de hombres de mediana edad, dis�
cípulos de los reformistas liberales de 1833, de Mora y de Gómez Farías,
que los hicieron anhelar una ruptura total con todo lo que representara el
viejo régimen, incluso con las conexiones históricas del pasado, un cam�
bio hacia la modernidad en su más amplio sentido. En esas condiciones
se recibió el exhorto a participar en un evento internacional que proponía
reunir en un solo lugar todos los productos naturales e industriales del
mundo, en el cual México tenía asignada una superficie de 2 mil pies cua�
drados.54 Los registros de la época revelan que esa invitación sólo tuvo
eco en la ciudad capital, mientras el grueso de la población, ajena a los
acontecimientos del ancho mundo, se debatía en una de las tantas crisis
políticas que recurrentemente afligían a la joven república.
Así, un puñado de burócratas, designados por el Ministerio de Fo�
mento, y unos cuantos individuos, por iniciativa propia, resolvieron de
manera pragmática la cuestión de representar al país en lejanas tierras.
Sin embargo, la forma cómo la Dirección de Colonización e Industria

53
  La invitación se hizo mediante el comunicado de Carlos Bankhead, ministro plenipotenciario
de Su Majestad Británica, fechado el 29 de mayo de 1850, dirigido a José María de Lacunza, con el
cual le remite el memorándum de los comisionados británicos J. Scott Russel y Stafford H. Northco�
te, fechado en el Nuevo Palacio de Westminster el 21 de febrero de 1850. En estos documentos se
detallan las condiciones, el tiempo y modo para enviar los objetos, así como aspectos organizativos
de la Exposición. Véase Olivera López, Luis y Meza Oliver, Rocío, Catálogo de la Colección Lafragua de
la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (1616–1873), México, Universidad Nacional Autónoma
de México, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, 2006, pp. 397–398.
54
  Invitación de la Dirección de Colonización e Industria nombrada Comisión Central Mexicana para lo
concerniente a la Exposición de los objetos de industria que debe verificarse en Londres el 1º de mayo de 1851,
México, Imprenta de Vicente García Torres, 1850.
230 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

—nombrada Comisión Central Mexicana para todo lo concerniente a la


exposición de 1851— atendió esa invitación fue objeto de severas críticas,
principalmente en los periódicos de la capital se le reprochó: su incompe�
tencia para reunir una colección de objetos digna de representar al país
en un evento internacional “[…] si se hubiera excitado a todos los esta�
dos, si se hubiera procurado formar preciosas colecciones de productos
naturales, y si se hubieran estimado ciertos artefactos que sólo se hacen
en México, la nación no hubiera quedado mal en la exposición”; su pobre
comprensión del significado de la exposición y de la importancia de ha�
cer figurar, siquiera medianamente, las riquezas naturales y los adelantos
de la civilización nacionales; y más aún, que para justificar su incapaci�
dad se argumentara el escaso entendimiento y adelanto de la población.

Nada se hizo y justo es que la befa y el escarnio que contra un país


desgraciado habrán querido lanzar los extranjeros, recaiga solo en unos
cuantos hombres para quienes la patria y la industria y el honor no son
más que miserables mercancías. Ellos, para disculpar su punible descuido,
dirán que México no es nada, que el pueblo es semibárbaro, y añadirán a su
torpeza, la mentira y la calumnia.55

La participación de México en esta primera exposición universal


pasó casi desapercibida para propios y extraños. Un indicio de la escasa
atención que mereció la empresa es la ausencia de registros documen�
tales sobre preparativos, expositores o productos enviados, sólo de las
crónicas periodísticas de la época pueden obtenerse algunas referencias.
La Ilustración mexicana reseñó extensamente la exposición nacional, orga�
nizada por el Ayuntamiento de la Ciudad de México, con el fin de selec�
cionar los objetos más notables para integrar la colección mexicana que
debía enviarse a Londres, su apreciación fue lapidaria:

[…] en un salón reducido se aglomeran toda clase de objetos, sin la


separación conveniente, y la exposición careciendo de importancia indus�
trial, artística o económica, no es sino un paseo más, […] de lejos parecía
un mercado de pueblo; una ranchería; una colección de cabañas, gracias a

55
  “Exposición universal de Londres en 1851: artículo primero”, La ilustración mexicana, México,
I. Cumplido, 1851, pp. 2: 121–132.
la inserción de una región en el contexto global 231

la colección de sombras, petates, biombos, que entran en la construcción


de las transitorias tiendas de dulces. En las banquetas, puestos de frutas de
muerto, naranjas, plátanos, jícamas, camotes. Ésta era la primera línea de
la exposición.
[…] imposible es seguir un orden cualquiera al mencionar lo que más
llamó nuestra atención, porque allí mismo todo estaba mezclado, y porque
además, siendo tan pocos los objetos expuestos, una clasificación exacta
serviría sólo para que resaltara más la pobreza de cada ramo de industria.56

El mismo autor de esta crónica se ocupó de hacer el recuento de los


escasos objetos enviados a Londres: “un cuadro de camelote, flores de
cera, un frasco de aceite de coquillo, un poco de chitle, una escasa colec�
ción de maderas, unos cuantos muñecos de cera y nada más”.57
En esa reseña no se puede distinguir la procedencia de los objetos ni
reconocer los esfuerzos individuales: no le mereció ningún comentario
el trabajo de Juan N. Adorno58 como inventor de ingeniosas máquinas y
aventurado expositor en Londres, pues al autor de la nota periodística le
interesaba destacar el descuido, la improvisación y las pocas luces de una
administración pública incapaz de organizar los trabajos para poner en
los escaparates de la modernidad a la nación mexicana. Definitivamente
ésta no era la forma como las elites políticas y económicas querían que el
país fuera mirado desde el exterior.
Esta primera experiencia reveló la importancia de las instituciones
gubernamentales como patrocinadoras y organizadoras de los ejercicios
expositivos subsecuentes; sin una coordinación centralizada y sin una
partida presupuestal asignada al financiamiento de las iniciativas expo�
sitoras, difícilmente podía materializarse ventajosamente la presencia de
México en los escenarios globales.
La inestabilidad del régimen, que vivía los últimos años de la Se�
gunda República Federal, impidió que se atendieran las invitaciones para

56
  “Crónica de la exposición”, La ilustración mexicana, México, I. Cumplido, 1851, pp. 2: 58–69.
57
  “Exposición universal de Londres en 1851: artículo primero”, La ilustración mexicana, México,
I. Cumplido, 1851, p. 2: 131.
58
  Además de presentar dos de sus obras escritas expuso máquinas para elaborar cigarros, puros
y picados de tabaco. Véase Illades, Carlos, Las otras ideas. Estudio sobre el primer socialismo en México
1850–1935, México, Ediciones Era y Universidad Autónoma Metropolitana–Cuajimalpa, 2008, pp.
50 y 51.
232 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

participar en las exposiciones de Dublín59 y Nueva York en 1853. En su


correspondencia oficial,60 el cónsul mexicano en Nueva York recomendó,
infructuosamente, la participación mexicana en la exposición neoyorkina
de 1853, sugiriendo que el papel, los casimires, las alfombras, el azúcar,
las maderas, las figuras de cera y otros artículos de producción nacio�
nal podrían obtener un buen lugar en la exposición, si se adoptaban la
medidas necesarias para seleccionar cuidadosamente los de elaboración
“más adelantada”, y por eso suplicaba que se exhortara a labradores y
fabricantes para que, en provecho propio y en honor al país, concurrie�
ran abundantemente con sus productos para “dar una idea favorable de
México”. Sus apremios fueron desoídos bajo el argumento formal de que
su nota consular estaba concebida en términos generales, no fijaba las
condiciones ni remitía las bases de la exposición,61 pero en realidad la re�
pública se debatía en una guerra civil que impedía atender asuntos más
allá de sus fronteras.
Aún así, las publicaciones periódicas oficiales de los estados regis�
traron la realización de esos eventos, convencidos de que en esos recin�
tos “había mucho que admirar, y no poco que aprender, pues se sabía
que se han presentado gran número de objetos de diferentes países del
mundo”.62
A pesar de la crisis política, se alcanzaba a entrever la importancia
de atender el llamado de la civilización, la cual se representaba en las
exposiciones universales celebradas en las ciudades identificadas como
capitales de la modernidad. Los esfuerzos se enfocaron a responder la
invitación francesa para la exposición parisina de 1855, a la que México
concurrió bajo la dirección de una comisión encabezada por Pedro Escan�
dón como responsable directo de la organización de la muestra mexicana.
Aunque las dificultades internas impidieron reunir una digna colección
de objetos, pues la Exposición Nacional de Objetos de Industria y Artes
realizada en la primera semana de noviembre de 1853 “no correspondió
a los deseos que se habían formado respecto de ella”,63 se exhibieron los

59
  Archivo Histórico de la Secretaría de Relaciones Exteriores, México, exp. 19–22–47.
60
  Véase, especialmente, la carta firmada por Francisco de Paula Arrangoiz el 11 de diciembre de
1852, Archivo Histórico de la Secretaría de Relaciones Exteriores, México, exp. 19–22–37.
61
  Archivo Histórico de la Secretaría de Relaciones Exteriores, México, exp. 19–22–37.
62
  Periódico Oficial del Gobierno del Estado de Puebla, domingo 7 de agosto de 1853, p. 3.
63
  Siliceo, Manuel, Memoria de la Secretaría de Estado y del Despacho de Fomento, Colonización, In-
la inserción de una región en el contexto global 233

objetos contenidos en 26 cajas que llegaron a París custodiados por el


vigilante cuidado del señor Agea.
Una idea sobre la impresión que causó la muestra mexicana en esa
ocasión la ofrece el periódico español El Eco Hispanoamericano64 que ini�
ció su reseña sobre la muestra mexicana haciendo observaciones sobre la
calidad del territorio mexicano y sus habitantes de la siguiente manera:

Vamos a cumplir la oferta que hicimos a nuestros lectores de examinar


la esposición [sic] de los productos procedentes de la República Mejicana
[sic]. Este país ha respondido, a lo menos, al gran llamamiento de la civi�
lización moderna, aun cuando la serie de objetos enviados no sea un fiel
esponente [sic] de su riqueza natural y de su trabajo. Pero conocemos las
dificultades que en aquellos países presenta la realización de todo plan que
supone simultaneidad en las cooperaciones parciales. Al contemplar di�
chos objetos, cualquiera comprenderá que son una mínima parte de lo que
pudieran haber enviado ocho millones de habitantes esparcidos en una su�
perficie de 116 mil leguas cuadradas que a la ventaja de su posición geográ�
fica entre los propicios grados 15 y 32 de latitud, reúne la de tener, casi una
tercera parte, formando una meseta elevada, dos mil y tres mil varas sobre
el nivel del mar. De esta feliz configuración resultan todos los climas, desde
el ardiente de la zona tórrida, en las localidades bajas, hasta los templados
y fríos sobre la meseta central y en las faldas de las cordilleras que sobre
ella se elevan otro tanto ocultando al fin sus cimas en la región de las nieves
perpetuas. Asociando por la imaginación estas circunstancias naturales con
las artificiales del trabajo, no puede menos de augurarse para una época
más o menos remota, una producción agrícola e industrial comprensiva de
todas las series; pues efectivamente no hay una sola que no pueda obtener
carta de naturaleza en la privilegiada zona de 17 grados de anchura que se

dustria y Comercio de la República Mexicana escrita por el ministro del ramo… para dar cuenta con ella al
soberano Congreso Constitucional, México, Imprenta de Vicente García Torres, 1857, p. 1: 112.
64
  El Eco Hispanoamericano se publicaba en París, centro de decisión política y militar y caja de
resonancia de la opinión pública europea, se dirigía a lectores de toda la América hispánica, se dis�
tribuía en Brasil, Argentina, Uruguay y Filipinas, así como en las ciudades de Nueva York, Nueva
Orleans y San Francisco. En México llegó a tener agencias de distribución en las ciudades de Méxi�
co, Veracruz y Tampico; tres eran sus corresponsales en la capital, entre los que se contaba Niceto
de Zamacois. Véase Covo, Jacqueline, “Una mirada española desde París: El Eco Hispanoamericano
(1860–1867)”, en Clara E. Lida (comp.), España y el imperio de Maximiliano. Finanzas, diplomacia, cul-
tura e inmigración, México, El Colegio de México, 1999, p. 179.
234 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

estiende desde el golfo mejicano [sic] y mar de las Antillas hasta el océano
Pacífico y golfo de Cortés.65

La descripción del territorio mexicano, en su conjunto, con la que ini�


ciaba la mayoría de las reseñas periodísticas sobre la muestra mexicana
en la exposición de París en 1855, era la única posible en ese momento,
pues no había modo de referirse a la particularidad de sus regiones. Los
trabajos de la comisión encargada de los preparativos para que México fi�
gurara de manera digna en los escenarios internacionales habían iniciado
con la difusión del reglamento respectivo y con la organización de una
exposición de la industria mexicana de la que se seleccionaron parte de
los objetos que se enviaron a París.66
El minucioso y extenso reporte que hizo Pedro Escandón, presidente
de la comisión mexicana en París, incluyó, entre otros muchos tópicos, el
registro detallado de los objetos mexicanos, su lugar de procedencia y en
ocasiones, la identificación de los expositores. A partir de sus informes se
puede presentar la desagregación de los objetos poblanos en el conjunto
de la colección mexicana.

65
  Notas periodísticas incluidas en los informes enviados por Pedro Escandón; esta nota sobre
la muestra mexicana está firmada por R. de la Sagra, véase Archivo General de la Nación, México,
fondo Fomento, serie Exposiciones Extranjeras, v. 1, exp. 1.
66
  Periódico Oficial del Departamento de Puebla, viernes 22 de septiembre de 1854, p. 4.
Tabla 14. Colección mexicana y objetos poblanos en la Exposición Universal de París, 1855
Grupo Clase Colección mexicana Objetos poblanos

Colección de minerales: plata nativa, cobre abiga�


rrado, rosicler, minerales de mercurio, cobre ama�
rillo, malaquita silicífera, blenda, manganesa sul�
la inserción de una región en el contexto global

fúrea, manganesa negra, estaño oxidado, galena,


metal en agujas, hierro oolítico, hierro pardo, pirita
Arte de minas común, cuatro variedades de ópalo de fuego, kao� Colección de mármoles y
y metalurgia lín, obsidiana, corcho fósil, roca de granate, valen� alabastros
cianita, topacios, variedades de selenita, austracita,
fullagrasa, graphita granuda. Diversas especies de
hierro, estaño, sulfuros de plomo, cobres sulfúreos,
alabastro, sulfato de cobre, colección de arcillas,
creta margosa, carbonato de cal

o la producción de materias brutas


Industrias que tienen como objeto principal la extracción
235
236
Tabla 14. Colección mexicana y objetos poblanos en la Exposición Universal de París, 1855
Grupo Clase Colección mexicana Objetos poblanos

Colección de insectos, colección de 46 especies de


aves, colecciones de maderas de construcción y
de ebanistería, palo de Campeche, palo de Brasil.
Seda silvestre (madroño), mariposa y capullos de
orugas, gusanos que producen seda silvestre en
México; cera de Campeche, esponjas, especies de
cocombros sponciosos, axin, metissa de México, ha�
bas de san Ignacio, raíces de pipitzahoac, aceite que
Arte forestal, caza, se extrae de una resina; especies de granos diver�
pesca y productos sos, contraveneno, raíz de darstenia contra–herva,
agrícolas diversas plantas medicinales, vainilla, corteza de
obtenidos sin cultivo copalche, quinina blanca, corteza de canela, cor�
teza de encina y de robinia para curtir, frutos del
palmero de Sagon, pimienta, raíces de zarzaparri�
lla, de cúrcuma y de jengibre; corteza de nanche,
resinas de copal, liquidámbar, goma elástica, aceite
de almendras amargas, fibras textiles de cocotero,
cera, resina, extensa colección de más de 300 tipos
de maderas del estado de Veracruz explicando sus
aplicaciones

o la producción de materias brutas


Muestras de algodón, añil del territorio de Tehuan�
tepec, cañas de azúcar, granos de café, de chía, de
Atlanchan (Cuphea Lanceola-
bija–achiote, de linaza, de mostaza, arroz, sagú,
ta), yerba de Puebla (Lenne-
Agricultura zacatlascale, semillas de culantro, de comino, ta�

Industrias que tienen como objeto principal la extracción


cio Canicida), azafrán (Car-
bacos de Córdoba, cacao de Soconusco, cochinillas
thamus tinctorius)
o grano de Miahuatlán, colección de capullos de
seda, lanas del distrito de Jalapa
puebla en las exposiciones universales del siglo xix
Tabla 14. Colección mexicana y objetos poblanos en la Exposición Universal de París, 1855
Grupo Clase Colección mexicana Objetos poblanos

Mecánica general apli�


Ruedas de hierro fundido de Got y Bontemps
cada a la industria

Espuelas del Sr. Balderra�


Mecánica especial y
ma de Amozoc, freno del
materiales para ferro�
Coche Sr. Bonilla de Amozoc,
carriles y otros medios
estribos del Sr. R. Moreno
la inserción de una región en el contexto global

de transporte
de Amozoc

Modelo de un aparato para extraer los aceites


Mecánica especial y vegetales de Carlos Blakeskey Lambley, modelo de
material de talleres una máquina para hacer fideos de Nicolás Campa,
industriales modelo de máquina para la fabricación del azúcar
de F. Sánchez

Mecánica especial y

Industrias que tienen el objeto de emplear fuerzas mecánicas


materiales para la ma� Telar para tejer paños de rebozo
nufactura de tejidos
237
238
Tabla 14. Colección mexicana y objetos poblanos en la Exposición Universal de París, 1855
Grupo Clase Colección mexicana Objetos poblanos

Artes de precisión, Estadística del comercio exterior de la república de


industrias y su relación México
con las ciencias y la Cuadros sinópticos relativos a la república de Mé�
enseñanza xico del señor Miguel Lerdo de Tejada

Industrias relacionadas
con la producción y el
empleo del calor, la luz
y la electricidad

Acido extraído de pipitzahoac del señor Leopoldo


Río de la Loza, negro animal, esencia extraída de
Artes químicas, tin�
Fagara–lignalae, cera animal, aceite de olivo, aceite
turas, e impresiones,
de semilla de maní, de nabo, de linaza, de ricino;
industrias del papel, de
piel de ardilla, piel de martucha, papeles, libro
las pieles, del caucho,
en blanco, puros de Compostela, tabacos de las
etc.
tierras bajas y calientes, tabacos de las tierras altas
y templadas

Harinas y salvado producido por los trigos del

o relativas a las ciencias y la enseñanza


Valle de México, fécula de jatrafha manihot (al�
midón de yuca), fécula de maranta arundinacea,
Preparación y conser�
fécula de sagú, fécula de patata dulce, aguardiente
vación de sustancias
mezcal, aguardiente mezcal de Tequila, ron hecho
alimenticias
de azúcar y destilado en los alambiques del país,
chocolate de la fábrica Norma, café del Comercio,

Industrias fundadas sobre el empleo de agentes físicos y químicos


café escogido llamado caracolillo
puebla en las exposiciones universales del siglo xix
Tabla 14. Colección mexicana y objetos poblanos en la Exposición Universal de París, 1855
Grupo Clase Colección mexicana Objetos poblanos

Higiene, farmacia, Aparato para impedir que los epilépticos se rom�


medicina y cirugía pan los dientes

Marina y artes militares Hamaca, esmeril de Francisco Pérez

Piedras de construcción, betún de asfalto,


Construcciones civiles
chapopote

las profesiones científicas


Industrias relacionadas con
la inserción de una región en el contexto global

Industria del acero en


bruto y manufacturado

Fabricación de obras
Caldera económica, cañerías de plomo de Adam
en metal de un trabajo
Turnbull
ordinario

Orfebrería, joyería,
industria del bronce

Vasijas de tierra cocida, cuadros de porcelana de la


Industrias del vidrio

Manufactura de productos minerales


fábrica de B. Bustamante de Salamanca, figuritas de
y la cerámica
barro de Juan Ramírez
239
240
Tabla 14. Colección mexicana y objetos poblanos en la Exposición Universal de París, 1855
Grupo Clase Colección mexicana Objetos poblanos

Tejidos de algodón e hilaza de la fábrica de Miraflo�


Industria del algodón res, calicot, manteles, servilletas de algodón y otros
tejidos de hilaza de la fábrica de la Magdalena

Casimires y paños de la fábrica de San Ildefonso,


Industria de la lana
casimir de la fábrica El Hércules, jorongo
Industria de la seda Seda torcida, chales llamados paños de rebozo
Industria de lino y del
Cuerdas de Justo Pastor
cáñamo

Manufactura de tejidos
Bonetería, pasamane� Alfombras de la fábrica El Hércules de Cayetano
ría, tapicería, bordados Rubio, bordados destinados para adorno de salas Charreteras, borlas de oro
y encajes de Ignacio Mendoza, bordados
Industrias del mueble y
Bufete
la decoración
Trajes de los indios hechos por ellos mismos, botas
hechas con cuero curtido en México, botines barni�
Confección de ropa, ob� zados, botines de raso para señoras, flores de cera
Figuras hechas de trapo
jetos de moda y fantasía de las hermanas Rayón, flores, frutas y figuritas,
adornos, flores y figuritas hechas de pluma, figuri�
nes de cera con trajes mexicanos
Dibujo y plástica apli� Libros impresos en México de Ignacio Cumplido,
cado a la industria, im� impresiones del señor Rafael Rafael, estereotipias
presiones y fotografía de A. Decaen, registros de Manuel Gutiérrez Rosas
Repertorios de música religiosa, sistema de lectura

industrial, imprenta y música


Fabricación de instru� y escritura musicales (melografía), instrumento de
mentos de música acústica llamado geometrina, piano melógrafo del

Muebles y decoración, modas, diseño


puebla en las exposiciones universales del siglo xix

señor Juan N. Adorno.


Tabla 14. Colección mexicana y objetos poblanos en la Exposición Universal de París, 1855
Grupo Clase Colección mexicana Objetos poblanos

Pintura, grabado y lito�


Cuadro del Sr. Cordero (Jesús y la mujer adúltera)
grafía
Escultura y grabado de
medallas

Bellas artes
Arquitectura
Fuente: Escandón, Pedro, La industria y las bellas artes en la exposición universal de 1855. Memoria dirijida [sic] al excelentísimo señor Ministro
de Fomento de México, París, Francia, Imprimerie Centrale de Napoleón Chaix etc., 1856; y Siliceo, Manuel, Memoria de la Secretaría de Estado
y del Despacho de Fomento, Colonización, Industria y Comercio de la República Mexicana escrita por el ministro del ramo… para dar cuenta con ella
al soberano Congreso Constitucional, México, Imprenta de Vicente García Torres, 1857, ii t. [Documentos justificativos correspondientes a la
cuarta parte de esta memoria que trata de la industria y medios de fomentarla]. Documento 39, 40 y 41.
La selección y el resumen de los datos son elaboración propia
la inserción de una región en el contexto global
241
242 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

Aun cuando sus reportes pudieran ser incompletos, la visión que


ofrece este cuadro permite apuntar algunas consideraciones generales:
primera, en 1855, la colección mexicana que se presentó en París no fue
extensa ni variada; segunda, reflejando la realidad de la estructura pro�
ductiva nacional, básicamente se limitó a productos naturales y, tercera,
en su integración se observa una mayor participación de la capital del
país, en contraste con la mayoría de las regiones, salvo del departamento
de Veracruz que aportó ricas colecciones de maderas, aves, insectos y
plantas medicinales, el resto de los departamentos tuvo una débil pre�
sencia, similar a la que registró Puebla. A pesar de ello, Pedro Escandón
defendió la postura de que la participación mexicana había sido exitosa,
sobre la base de que su colección había merecido elogiosos comentarios
en la prensa internacional pero, más importante aún, premios y reconoci�
mientos otorgados por los jurados de la exposición: la colección mexicana
obtuvo diecinueve recompensas, cuatro medallas de primera clase, ocho
de segunda clase y siete menciones honorables. Además, se otorgaron
medallas a la Comisión Mexicana: “este honor, más que a nosotros, per�
tenece al país”.67 Esos resultados, a la luz de los obtenidos por el resto de
los países latinoamericanos, validaban la apreciación de Escandón.
Los comisionados mexicanos situados en el extranjero se desempe�
ñaban en medio de la zozobra por la crisis política que ha tenido lugar
en nuestro país, la cual ha sido tan radical, que puede asegurarse, que
no se puede prever hasta qué punto serán anulados los actos del último
[gobierno].68 Con toda certeza, la inestabilidad política reinante no abo�
naba la causa de la joven república para presentarse como un destino
seguro y confiable para la inversión y la colonización extranjera; aun así,
los comisionados se afanaron por mostrar la adhesión del país a la mo�
dernidad en los escenarios más visibles de la época.
Después de la experiencia lograda en 1855, la cuestión de organi�
zar preparativos para participar en las exposiciones universales que con�
tinuaban teniendo lugar en el contexto internacional quedó totalmente
relegada ante los conflictos armados que afrontó la república: las guerras
de reforma y la posterior intervención extranjera.

67
  Escandón, Pedro, La industria y las bellas artes en la exposición universal de 1855. Memoria dirijida
[sic] al excelentísimo señor Ministro de Fomento de México, París, Francia, Imprimerie Centrale de Na�
poleón Chaix etc., 1856, pp. 230 y 231.
68
  Archivo Histórico de la Secretaría de Relaciones Exteriores, México, exp. 401.
la inserción de una región en el contexto global 243

En principio, la debilidad de las instituciones públicas, durante las


décadas de 1850, 1860 y 1870 determinó la titubeante participación mexi�
cana en las exposiciones universales. Infructuosamente, el gobierno im�
perial de Maximiliano de Habsburgo intentó organizar la representación
de su patria adoptiva en la Exposición Universal que tendría lugar en
París en 1867. Sólo el afán de los organizadores franceses por mostrar la
potencia civilizadora del Imperio de Napoleón III alcanzó a vislumbrar
una solución expositiva para el Segundo Imperio Mexicano: que la Co�
mission Scientifique du Mexique asumiera la tarea, pero esta sólo sería
una solución parcial, esa Comission, abrumada por rencillas internas y
con escasos recursos pronto abandonó el proyecto y los resultados fueron
desalentadores.
La presencia mexicana en la exposición parisina de 1867 fue orques�
tada, finalmente, por Léon Méhédin, uno de los comisionados franceses
en México. La colección exhibida incluyó, junto a las obras publicadas
por la Comission Scientifique du Mexique, instrumentos y herramientas
de labranza —palas, picos, hachas, hoces, cuchillos—, objetos de la vida
cotidiana, artefactos confeccionados con fibras de maguey y palma —cor�
dones, cuerdas, sombreros, hamacas, bolsas— y muestras de maderas.
También se expuso la colección de A. de Boucard compuesta, principal�
mente, por insectos, plantas y raíces, estatuillas y otros objetos hechos
en México; figuraron también dos vistas panorámicas de las ciudades de
México y Puebla de Boucard. Para la ocasión, se exhibieron colecciones
geológicas reunidas en México, América Central y el Caribe y muestras
mineralógicas.69
Las condiciones excepcionales en que se dio la presencia mexicana
en este certamen, en cierta medida, explican su presentación como parte
de una amplia región latinoamericana y no de una nación, lo cual hace
inaccesible el reconocimiento de objetos y productos locales mexicanos,
pero su descripción general sirve como referencia de lo que era represen�
tativo de México para los extranjeros: vestigios arqueológicos y produc�
tos exóticos en primera fila, seguidos de productos naturales, animales y
vegetales, susceptibles de explotación industrial y comercial cuando los

69
  Demeulenaere–Douyère, Christiane, “Le Mexique s'expose à Paris: Xochicalco, Léon Méhédin
et l'exposition universelle de 1867”, Revue HISTOIRE(S) de l'Amérique Latine, v. 3, 2009, consultado
el 28 de octubre de 2011, disponible en http://www.hisal.org/revue/article/Demeulenaere–Dou�
yere2009–1
244 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

benéficos efectos de la civilización occidental encontraran aplicación en


estos territorios, afligidos por la inestabilidad política y la barbarie.
Derrotado el proyecto de instalar un régimen monárquico, con un
príncipe extranjero a la cabeza y fracturadas las relaciones diplomáticas
con las principales potencias europeas, los gobiernos liberales que res�
tauraron la república tuvieron como tareas prioritarias pacificar al país,
restablecer el orden constitucional, reactivar la economía y romper el
aislamiento diplomático derivado del incumplimiento del servicio de la
deuda externa y de la inestabilidad política. Sus acciones se encaminaron
a desterrar la visión que circulaba en el contexto internacional de que
México era un país rico pero mal gobernado.
Esas acciones sólo quedarían formuladas en el discurso oficial pues,
en la década posterior a la caída del Segundo Imperio Mexicano, el país
y sus estructuras de gobierno acusaban los estragos de la guerra civil:
las obras de mejoramiento material, por falta de recursos, estaban para�
lizadas; ningún paso se daba para hacer efectiva la añorada inmigración
extranjera; las medidas para favorecer y alentar la agricultura, el comer�
cio y la industria eran de ejecución lenta y tortuosa; a la instrucción y a
la ciencia tampoco se le impartía la protección necesaria, pues los fondos
destinados a los asuntos públicos se invertían en las atenciones de la gue�
rra.70 En estos momentos, la participación de México en las exposicio�
nes internacionales fue un tema ausente en la gestión de la dependencia
encargada de su organización, la sección segunda del Ministerio de Fo�
mento, Colonización, Industria y Comercio.
La necesidad de reconstruir la imagen del país para romper el ais�
lamiento diplomático y comercial al que lo había confinado el trágico
desenlace del régimen imperial y el incumplimiento de los compromisos
financieros con sus acreedores, hizo que se retomara, con una conciencia
renovada, la cuestión de la representación nacional en los certámenes in�
ternacionales. En el discurso de apertura del segundo período de sesio�
nes del Congreso Mexicano, Sebastián Lerdo de Tejada anunció que la
comisión encargada de arreglar la Exposición Nacional y de preparar la
parte que corresponda a México en la Exposición de Filadelfia continua

70
  Riva Palacio, Vicente, Memoria presentada al Congreso de la Unión por el secretario de Estado y del
Despacho de Fomento, Colonización, Industria y Comercio de la República Mexicana… Corresponde al año
transcurrido de diciembre de 1876 a noviembre de 1877, México, Imprenta de Francisco Díaz de León,
1877, p. 6.
la inserción de una región en el contexto global 245

desempeñando satisfactoriamente sus interesantes trabajos. Al tiempo


que reportaba los progresos en la reanudación de relaciones diplomáticas
con diversos países.71
A diferencia de ocasiones pasadas, la Exposición Nacional de Méxi�
co, celebrada en 1875, cumplió su cometido, pues a ella concurrieron los
productores de diferentes puntos de la república para exhibir sus objetos
conforme a una clasificación que intentaba replicar la que tendría la Ex�
posición de Filadelfia. Las comisiones calificadoras nacionales tuvieron,
entre otras, la tarea de seleccionar y recomendar el envío de los productos
más notables para el lucimiento de la muestra mexicana en el extranjero.
Sus reportes, sin embargo, sólo se ocuparon de dar el pormenor de los
artículos exhibidos que merecieron un premio o reconocimiento, dejando
en el anonimato a un gran número de participantes. La colección expues�
ta en la Exposición Nacional de México, en 1875, fue extensa y el otorga�
miento de premios muy generoso, bajo el argumento de que los objetos
examinados a toda luz son acreedores del premio asignado.
Con clara conciencia de que los trabajos de esta exposición nacional
eran el antecedente de una exposición internacional, las comisiones dic�
taminadoras seleccionaron objetos y productos que debían mostrar los
avances de la naciente industria nacional, a fin de combatir el grado de
atraso que se le atribuía. Sus dictámenes recomendaron la presentación,
en la Exposición Centenaria de Filadelfia, de los productos y objetos po�
blanos siguientes: trigos de las haciendas de Chautla y Nacatepec, ma�
deras de construcción, puros y cigarros, harinas del Molino de Guada�
lupe, azúcar, tejidos de algodón de las fábricas de El Valor, La Victoria,
El Patriotismo, La Carolina, La Beneficencia, El Mayorazgo, Santa Cruz,
Conde; sedas de los señores Rivas y Tarrada, pieles curtidas de la seño�
ra Domerg y Luis Lecona, velas esteáricas, piezas de construcción para
carros de Francisco Fernández y ladrillos del señor Guerrero y Berriel,
muestras de azufre del general Sánchez Ochoa, ónix de la fábrica de José
Julián Gutiérrez, ejemplares de hulla y antracita de la Sociedad Minera,

71
  “El Sr. [Sebastián] Lerdo de Tejada, al abrir el Séptimo Congreso el segundo período del se�
gundo año de sesiones, el 1º de Abril de 1875”, en Los presidentes de México ante la Nación: informes,
manifiestos y documentos de 1821 a 1966: Informes y respuestas desde el 28 de septiembre de 1821 hasta el
16 de septiembre 1875 (versión digital de la Universidad de Texas), México, XLVI Legislatura de la Cá�
mara de Diputados, Cámara de Diputados, 1966, pp. 1: 605–607, consultado el 10 de enero de 2011,
disponible en http://lanic.utexas.edu/larrp/pm/sample2/mexican/history/1/6600655d.html.
246 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

tequesquite de la hacienda de Vicencio, sulfatos de fierro de Tepeji, retra�


tos elaborados por José Obregón, trabajos de orfebrería del Hospicio de
Pobres.72 Al igual que en el resto de las regiones del país, esta selección
de objetos y productos representaba la actividad productiva tradicional
del territorio poblano.
Del mismo modo, la comisión encargada de organizar la participa�
ción mexicana en Filadelfia sólo dio amplia difusión a las listas de ex�
positores mexicanos premiados en la exposición americana celebrada
en 1876, privándonos de la posibilidad de identificar al conjunto de los
participantes. A partir de sus informes se pueden obtener datos sobre
los objetos, los expositores, el tipo de reconocimiento otorgado y, sólo en
algunos casos, el lugar de procedencia.73

72
  Busto, Emiliano, “Actas de calificación en la Exposición Nacional de México de 1875”, en
Estadística de la República Mexicana. Estado que guardan la agricultura, industria, minería y comercio.
Resumen y análisis de los informes rendidos a la Secretaría de Hacienda por los agricultores, mineros, indus-
triales y comerciantes de la república y los agentes de México en el exterior, México, Imprenta de Ignacio
Cumplido, 1880, pp. 26–39.
73
  Busto, Emiliano, “Recompensas acordadas por la Comisión Centenaria de los Estados Unidos
de América, a los expositores de México que concurrieron y obtuvieron premios en la Exposición
Internacional de 1876, verificada en Filadelfia”, en Estadística de la República Mexicana. Estado que
guardan la agricultura, industria, minería y comercio. Resumen y análisis de los informes rendidos a la Se-
cretaría de Hacienda por los agricultores, mineros, industriales y comerciantes de la república y los agentes
de México en el exterior, México, Imprenta de Ignacio Cumplido, 1880, pp. 12–22; y Riva Palacio,
Vicente, Memoria presentada al Congreso de la Unión por el secretario de Estado y del Despacho de Fomento,
Colonización, Industria y Comercio de la República Mexicana… Corresponde al año transcurrido de diciem-
bre de 1876 a noviembre de 1877, México, Imprenta de Francisco Díaz de León, 1877, pp. 534–541.
la inserción de una región en el contexto global 247

Tabla 15. Colección mexicana y objetos poblanos premiados


en la Exposición Internacional de Filadelfia, 1876
Grupo Colección mexicana Objetos poblanos
Ejemplares de azufre
Colección de minerales de plomo y plata presen� nativo extraídos del
tada por la Sociedad Minera Mexicana (diploma Popocatépetl presen�
recibido por sus apoderados José Sebastián tados por el Sr. Gaspar
Segura y Miguel Pérez) Ochoa (diploma y
medalla)
Un ejemplar de bromirita procedente del Mineral
de Catorce presentado por el Museo Nacional
(diploma recibido por su apoderado Manuel
María Villada)
Un ejemplar de hierro meteórico de 4 000 libras
presentado por E. Müller (diploma y medalla)
I. Explotación de minas y metalurgia

Colección de ejemplares de galena argentífera y


piritas de fierro presentada por Sotomayor Hnos.
(diploma y medalla recibida por su representante
Ignacio Pérez Lebrija)
Colección de minerales de plata presentada por
Miguel Rul (diploma y medalla recibidos por su
representante Emilio Pardo)
Colección de minerales de plata presentada por
la Compañía Minera del Real del Monte (diplo�
ma y medalla recibida por su apoderado Benito
Gómez Farías)
Productos metalúrgicos presentados por Federi�
co Farrugia Manly (diploma y medalla recibidos
por sus hijos por disposición testamentaria)
Variada colección de
mármoles (ónix mexi�
cano) presentada por
José Julián García de la
Colecciones geológicas presentadas por Mariano
Compañía Explotadora
Bárcena (diploma y medalla)
(diploma y medalla
recibido por su rep�
resentante José Julián
García)
Masa de plata copelada presentada por Pío Ber�
mejillo (diploma y medalla)
248 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

Tabla 15. Colección mexicana y objetos poblanos premiados


en la Exposición Internacional de Filadelfia, 1876
Grupo Colección mexicana Objetos poblanos

Sales de sodio extraídas del Valle de México y be


neficiadas por Guillermo Hay (diploma y medalla)

Esencias de lináloe y toronjil preparadas por


Maximino Río de la Loza (diploma y medalla)
Velas de estearina fabricada por Mariano Ligero
(diploma y medalla)
Muestra de índigo presentada por el estado de
Colima (diploma recibido por el comisionado
Antonio del Castillo)

Porcelana y ensayos de decoración presentados


por Alejandro Casarín y Cía. (diploma y medalla)
II. Productos manufacturados

Muebles, imitación forma austríaca construidos


por Francisco García (diploma y medalla)
Guantes fabricados por A. Cusset (diploma y
medalla)
Bordados de Margarita Matute (diploma y
medalla que recibe Enrique Pasos representante
del estado de Jalisco)
Trabajos de aguja de Josefina Mata y Ocampo
(diploma y medalla)
Colección de bordados presentados por el Co�
legio La Paz (diploma recibido por Manuel de
Zamacona)
Ramo de flores artificiales de la señorita M.
Pensado (diploma y medalla recibidos por su
apoderado Ignacio Altamirano)
Flores de cera manufacturadas por Antonia
Alcocer (diploma y medalla)
Papel de ixtle fabricado por Benfield, Breker y
Cía. (diploma y medalla)
Tres especies de quina presentadas por Hugo
Finck (diploma y medalla que recibe su repre�
sentante Fernando Finck)
Piezas de cerámica presentadas por Sr. Villalobos
(diploma y medalla)
la inserción de una región en el contexto global 249

Tabla 15. Colección mexicana y objetos poblanos premiados


en la Exposición Internacional de Filadelfia, 1876
Grupo Colección mexicana Objetos poblanos
Cuatro obras científicas presentadas por Fran�
cisco Díaz Covarrubias (diploma y medalla que
recibe en su representación Ignacio Garfias)
Colección de mapas presentados por Antonio
García Cubas (diploma y medalla)
Obra sobre Instrucción Pública en México pre�
sentada por José Díaz Covarrubias (diploma y
medalla que recibe en su representación Ignacio
Garfias)
III. Educación y ciencias

Obra sobre fósiles mexicanos presentada por


Mariano Bárcena (diploma y medalla)
Obra sobre filología americana presentada por
Francisco Pimentel (diploma y medalla)
Publicaciones científicas presentadas por la So�
ciedad Humboldt (diploma recibido por Agustín
Barroso, secretario de la Sociedad)

Publicaciones presentadas por la Sociedad Mexi�


cana de Geografía y Estadística (diploma recibido
por Santiago Ramírez, secretario de la Sociedad)
Publicaciones científicas presentadas por la So�
ciedad Mexicana de Historia Natural (diploma re
cibido por Alfonso Herrera, presidente perpetuo
de la Sociedad)
Publicaciones científicas presentadas por la Socie�
dad Minera Mexicana (diploma recibido por José
Sebastián Segura y Miguel Pérez)
Pintura al óleo “El Valle de México” presentada
IV. Bellas

por José María Velasco (diploma y medalla)


artes

Colección de retratos fotográficos presentada por


los señores Cruces y Campa (diploma y medalla)
V. Máqui-
nas

No se registró ningún premio


250 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

Tabla 15. Colección mexicana y objetos poblanos premiados


en la Exposición Internacional de Filadelfia, 1876
Grupo Colección mexicana Objetos poblanos
Colección de 32 espe�
cies de madera que
Colección de 24 especies de maderas y un ejem�
presentó el Gobierno
plar de caoutchouc presentadas por el gobierno
del estado de Puebla
del estado de Campeche (diploma que recibe el
(diploma recibido por
gobernador del estado)
Gorgonio Rosas, repre�
sentante del estado)
Colección de maderas presentada por el gobierno
del estado de México (diploma que recibe Tomás
Salgado en su representación)
46 especies de maderas presentadas por el gobi�
erno del estado de Hidalgo (diploma que recibe
Manuel Fernández Soto en su representación)

Colección de maderas presentada por el gobierno


del estado de Morelos (diploma que recibe Fran�
cisco Pacheco en su representación)
VI. Agricultura

Colección de 40 especies de madera que presenta


Francisco Palencia (diploma y medalla que recibe
Ignacio Covián)

Colección de 16 ejemplares de maderas (diploma


y medalla)

Extensa colección de productos vegetales pre�


sentada por la Sociedad de Historia Natural (di�
ploma recibido por Alfonso Herrera, presidente
perpetuo de la Sociedad)

Colección de cereales, yerbas y café presentada


por el gobierno del estado de México (diploma
que recibe Tomás Salgado en su representación)

Muestras de café presentadas por Cirilo Mingo


(diploma y medalla que recibe su apoderado,
Bruno Rivera)
Muestras de café presentadas por Santiago Villa
(diploma y medalla que recibe Martín Malgor en
su representación)
la inserción de una región en el contexto global 251

Tabla 15. Colección mexicana y objetos poblanos premiados


en la Exposición Internacional de Filadelfia, 1876
Grupo Colección mexicana Objetos poblanos
Muestras de café presentadas por la Compañía de
Cusatecomatán (diploma y medalla que recibe el
apoderado de la misma, Ignacio Covián)

Tabacos labrados presentados Madrazo y Cía.


(diploma y medalla que recibe Nicolás Azcárate
en su representación)

Muestras de café presentadas por el gobierno del


estado de Veracruz (diploma recibido por Luis
Mier y Terán, gobernador del mismo estado)

Muestras de café de Uruapan presentadas por


Mariano Escobedo (diploma y medalla)
Variedad de tabacos labrados presentados por
Tomás S. Gardida (diploma y medalla)

Tabacos labrados presentados por Balsa y Hno.


VI. Agricultura

(diploma y medalla)
Colección de tabacos
labrados presentados
por el Hospicio de
Variedad de tabacos labrados presentada por
Puebla (diploma que
Anastasio Ortiz (diploma y medalla)
recibe Gorgonio Rosas,
representante del es�
tado de Puebla)

Muestras de vainilla
presentada por Agapito
Muestras de vainilla presentada por José L. Silve�
Fontecilla (diploma y
ra (diploma y medalla que recibe su apoderado,
medalla que recibe en
Ángel L. Cambas)
su representación Jose�
fina Mata y Ocampo)

Cera vegetal presentada por el gobierno del es�


tado de Yucatán (diploma que recibe Miguel
Rendón Peniche, representante del estado)

Muestras de cera que presentó el gobierno del es�


tado de Oaxaca (diploma recibido por Luis Mier y
Terán, en su representación)
252 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

Tabla 15. Colección mexicana y objetos poblanos premiados


en la Exposición Internacional de Filadelfia, 1876
Grupo Colección mexicana Objetos poblanos
Muestras de cera presentadas por el gobierno del
estado de Morelos (diploma recibido por Francis�
co Pacheco, representante del estado)

Azúcar presentada por Barron, Forbes y Cía. (di�


ploma y medalla recibido por Ricardo Lasquetty
en su representación)
Azúcar presentada por Faustino de Goríbar (di�
ploma y medalla recibidos por su representante,
Manuel Fernando Soto)
Azúcar presentada por la Fábrica de San Carlos
(diploma y medalla recibidos por Juan Iglesias,
apoderado de Ramón Gaviño)
Azúcar mascabada presentada por el gobierno del
estado de Yucatán (diploma recibido por Miguel
Rendón Peniche, representante del estado)
VI. Agricultura

Muestras de chocolate presentadas por la fábrica


de I. K. Ferrer (diploma y medalla)
Variedad de licores presentada por S. Baeza (di�
ploma y medalla)

Vinos de Parras (estado de Coahuila) presentados


por Remigio Rojo (diploma y medalla recibidos
por Simón Baeza en su representación)

Colección de tejidos y cordeles de henequén pre�


sentada por el gobierno del estado de Yucatán
(diploma recibido por Miguel Rendón Peniche,
representante del estado)
Colección de fibras de maguey, telas de varias
clases y colores, jarcia y vinos destilados y fer�
mentados presentada por el gobierno del estado
de Hidalgo (diploma recibido por Manuel Fer�
nando Soto)
Muestras de carmín y cochinilla presentada por el
gobierno del estado de Oaxaca (diploma recibido
por Luis Mier y Terán, en su representación)
la inserción de una región en el contexto global 253

Tabla 15. Colección mexicana y objetos poblanos premiados


en la Exposición Internacional de Filadelfia, 1876
Grupo Colección mexicana Objetos poblanos

Herbario que contiene plantas mexicanas clasifi�


cadas y arregladas en seis volúmenes, presenta�
VII. Horticultura

dos por la Escuela Nacional Preparatoria (diplo�


ma recibido por Gabino Barreda)

Colección de mapas botánicos presentado por


Mariano Bárcena (diploma y medalla)
Fuente: Busto, Emiliano, Estadística de la República Mexicana. Estado que guardan la agri-
cultura, industria, minería y comercio. Resumen y análisis de los informes rendidos a la Secretaría
de Hacienda por los agricultores, mineros, industriales y comerciantes de la república y los agen-
tes de México en el exterior, México, Imprenta de Ignacio Cumplido, 1880; y Riva Palacio, Vi�
cente, Memoria presentada al Congreso de la Unión por el secretario de Estado y del Despacho de
Fomento, Colonización, Industria y Comercio de la República Mexicana… Corresponde al año transcur-
rido de diciembre de 1876 a noviembre de 1877, México, Imprenta de Francisco Díaz de León, 1877
La selección y el resumen de los datos son elaboración propia

El ministro de Fomento, Vicente Riva Palacio, informó que la partici�


pación mexicana en Filadelfia había sido más que satisfactoria porque se
concedieron 73 diplomas y 43 medallas a los expositores mexicanos, más
un diploma extraordinario al gobierno por haber hecho

[…] una exposición de los recursos naturales del país, incluyendo en


ella una extensa e importante colección de rocas y minerales; publicaciones
y mapas, demostrando el sistema de instrucción pública… El pabellón que
ese gobierno ha instalado, en el Palacio Principal, es grande, su decoración
es de gusto y esta ingeniosamente adaptado al objeto propuesto.74

Su opinión la fundó en el hecho de que, finalmente, sólo habían sido


enviados los objetos y productos de un centenar de expositores mexica�
nos, más o menos, por lo cual se debía convenir en que la proporción de
los premiados había sido en extremo honrosa para México.

74
  “Dictamen del juez J. Daumfelt”, en Vicente Riva Palacio, Memoria presentada al Congreso de
la Unión por el secretario de Estado y del Despacho de Fomento, Colonización, Industria y Comercio de la
República Mexicana… Corresponde al año transcurrido de diciembre de 1876 a noviembre de 1877, México,
Imprenta de Francisco Díaz de León, 1877, p. 541.
254 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

A partir de esta descripción de la colección mexicana en Filadelfia,


de manera general, se puede observar que, al iniciar el último tercio del
siglo xix, las actividades en el sector primario de la economía, agricultura
y explotación minera eran las más representativas del país, mientras que
el desarrollo de la tecnología, construcción de máquinas y herramientas
estaban totalmente ausentes; la producción cultural y las bellas artes ape�
nas despuntaban. Y, de manera particular, la identificación de los objetos
poblanos que merecieron algún tipo de reconocimiento en esa exposición
plantea dos cuestiones: primero, las tradicionales actividades producti�
vas de la región, que lo identificaban de manera unívoca, la industria
textil y la producción de cereales, no aparecieron como elementos repre�
sentativos del territorio poblano, el cual sólo logró un reconocimiento
marginal por sus productos naturales (muestras de azufre, colecciones
de ónix, colecciones de madera y tabacos labrados); y, segundo, la valo�
ración de sus objetos en el ámbito nacional distaba sustancialmente de
los criterios de evaluación aplicados en un contexto internacional: lo que
a los jurados nacionales les pareció relevante en el conjunto de la expo�
sición nacional no tuvo mayor mérito para los jurados internacionales,
así, los objetos de la industria textil de algodón y seda, lo mismo que los
productos de la industria del cuero o la fabricación de velas, tan represen�
tativos de la industria poblana, no fueron atractivos ni interesantes en un
escenario en el que se presentaron diversas soluciones tecnológicas para
la mecanización del trabajo en la industria textil o la bombilla eléctrica,
por citar sólo dos ejemplos.
Después de 1876, el gobierno central de la república reconoció la
utilidad de las exposiciones industriales, comerciales y de bellas artes y
alentó su periódica realización como un eficaz medio para estimular la
industria, activar el tráfico comercial y promover el cultivo del arte y la
instrucción pública, a fin de dar a conocer, tanto al interior del país como
en el extranjero, los elementos de su riqueza nacional. En los primeros
días de mayo de 1879 se organizó una notable exposición en la ciudad de
Mérida, Yucatán; en 1880, “para hacer adelantar las ciencias, las artes y
la industria patria”, la Sociedad Poblana de Artesanos llevó a cabo una
Exposición Nacional, mientras que, la Academia de San Carlos retomó la
práctica de celebrar anualmente una exposición para presentar al público
sus trabajos y para dar una idea exacta del adelanto de los mexicanos en
la inserción de una región en el contexto global 255

la ejecución de obras artística.75 Y, como evidencia de las enseñanzas que


dejaba la organización de estos eventos, ya aparece la preparación de ca�
tálogos de los objetos exhibidos para que el resultado de las exposiciones
sirviera al propósito de alentar su realización.
La recurrente organización de exposiciones nacionales hizo resurgir
la idea de celebrar en México una Exposición Internacional como reme�
dio supremo para consolidar la paz política, alejar la amenaza de una
nueva intervención de los Estados Unidos y, sobre todo, poner remedio
a la degradante situación económica mediante la inversión extranjera.76
El proyecto del ministro de Fomento, Vicente Riva Palacio tropezó con la
decidida oposición de algunos diputados77 en el Congreso de la Unión y
de la prensa lerdista,78 y fue de imposible realización.
La resistencia a asumir los gastos que significaba la organización de
una exposición internacional no impedía la comprensión de la utilidad
que reportaba la participación en las exposiciones internacionales —tanto
para dar a conocer al país en el extranjero, como para lograr su reconoci�
miento diplomático en el contexto internacional—, de tal manera que la
presencia mexicana en esos eventos se convirtió en un recurso estratégico
para afianzar su posición como nación independiente. Para estrechar sus
vínculos con los países latinoamericanos se atendió la invitación a parti�
cipar en la Exposición Continental Sudamericana de Buenos Aires, que
tendría lugar en 1880 con objeto de conmemorar el tercer centenario de
la fundación de esa ciudad por iniciativa del Club Industrial de Buenos
Aires, bajo el patrocinio del gobierno de la República Argentina.79

75
  Una descripción detallada de los objetos presentados en estas exposiciones nacionales y la
valoración de sus méritos se puede consultar en Busto, Emiliano, Estadística de la República Mexi-
cana. Estado que guardan la agricultura, industria, minería y comercio. Resumen y análisis de los informes
rendidos a la Secretaría de Hacienda por los agricultores, mineros, industriales y comerciantes de la república
y los agentes de México en el exterior, México, Imprenta de Ignacio Cumplido, 1880, pp. 39–72.
76
  Buxó, José Pascual, “El sueño de una patria nueva. Riva Palacio y la Exposición Internacional
Mexicana de 1880”, Revista de la Universidad de México, n. 4, 2004, pp. 91–96, consultado el 15 de
diciembre 2011, disponible en http://revistadelauniversidad.unam.mx/0404/pdfs/91–96.pdf.
77
  Fernández, José Diego (Diputado al Congreso General por el estado de Morelos), Discurso que
contra el proyecto de Exposición Internacional pronunció en la Cámara de Diputados el 22 de abril de 1879,
México, Imprenta de J. F. Jens, 1879.
78
  En particular, El Republicano, El Mensajero y El Organote se distinguieron por su actitud mili�
tante en contra de la Exposición Internacional Mexicana y su promotor oficial.
79
  Invitación a la Exposición de Buenos Aires, Archivo Histórico de la Secretaría de Relaciones
Exteriores, México, exp. 19–22–27.
256 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

A pesar de las dificultades que representó el envío a tiempo de los


productos y objetos mexicanos, pues los medios de transporte eran más
accesibles y regulares hacia Europa que hacia el sur del continente, los
informes de los funcionarios mexicanos encargados de la exhibición
reportaron que el pabellón mexicano, aunque pequeño en comparación
con los de otros países sudamericanos, quedó dignamente decorado y
exhibió una selecta colección de productos que mereció treinta premios:
seis medallas de oro, catorce de plata y diez de bronce, más siete mencio�
nes honoríficas. La lista de los objetos premiados sirve para dar una idea
de la colección mexicana en Buenos Aires:

Tabla 16. Objetos mexicanos premiados


en la Exposición Continental Sudamericana de Buenos Aires, 1880

Objeto Expositor Reconocimiento

Cromolitografías artísticas e impre�


Gran premio
siones de mapas geográficos en cro� Debray y Cía.
Medalla de oro
molitografía

Gobierno de los Esta� Gran premio


Carta celeste
dos Unidos Mexicanos Medalla de oro

Productos agrícolas y mármol de


Gran premio
Tecali, Puebla, trabajado por los Ministerio de Fomento
Medalla de oro
indígenas

Carta oro–hidrográfica de la Repú� Gran premio


Antonio García Cubas
blica Mexicana Medalla de oro

Farmacopea, trabajo de gran valor, Sociedad Farmacéutica Gran premio


único en su especialidad Mexicana Medalla de oro

Academia de San Car� Primer premio


Fotografías artísticas
los Medalla de plata

Primer premio
Vidrios blancos y de colores José Azcona
Medalla de plata

Carta general de la República Gobierno de los Esta� Primer premio


Mexicana dos Unidos Mexicanos Medalla de plata
la inserción de una región en el contexto global 257

Tabla 16. Objetos mexicanos premiados


en la Exposición Continental Sudamericana de Buenos Aires, 1880

Objeto Expositor Reconocimiento

Gobierno de los Esta� Primer premio


Revista Científica Mexicana
dos Unidos Mexicanos Medalla de plata

Primer premio
Chocolate Ignacio Ferrer
Medalla de plata

Informe sobre el reconocimiento del Primer premio


Manuel Fernández
Istmo de Tehuantepec Medalla de plata

Plano orográfico de la zona recorri� Primer premio


Antonio García Cubas
da por el Ferrocarril Mexicano Medalla de plata

Cueros curtidos del estado de Primer premio


M. Gómez Nicolás
Puebla Medalla de plata

Primer premio
Historia de América Manuel Larraínzar
Medalla de plata

Aguardiente de alta graduación del Primer premio


Ministerio de Fomento
estado de Puebla Medalla de plata

Almidón de yuca del estado de Primer premio


Ministerio de Fomento
Veracruz Medalla de plata

Museo Nacional de Primer premio


Anales del Museo Nacional
México Medalla de plata

Compendio de la Historia de Méxi�


Primer premio
co para uso de los establecimientos Manuel Payno
Medalla de plata
de instrucción pública

Primer premio
Tratado de Filología Mexicana Francisco Pimentel
Medalla de plata

Sociedad de Geografía Primer premio


Boletín
y Estadística Medalla de plata
258 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

Tabla 16. Objetos mexicanos premiados


en la Exposición Continental Sudamericana de Buenos Aires, 1880

Objeto Expositor Reconocimiento

Segundo premio
Un poncho y dos rebozos Manuel Bauche
Medalla de bronce

Segundo premio
Preparaciones farmacéuticas J. M. Bustillos
Medalla de bronce

Segundo premio
Vino de membrillo (San Ángel) Becerril y Ordoñez
Medalla de bronce

Segundo premio
Fotografías A. Cruces
Medalla de bronce

Segundo premio
Un apero completo Nicolás Cásares
Medalla de bronce

Segundo premio
Vino de membrillo Agapito Cortés
Medalla de bronce

Segundo premio
Chocolate Manuel A. Fernández
Medalla de bronce

Segundo premio
Cacao del Soconusco Manuel A. Fernández
Medalla de bronce

Segundo premio
Aceite de oliva puro Ruperto Jaspeado
Medalla de bronce

Segundo premio
Algodón sin hueso de Chihuahua Ministerio de Fomento
Medalla de bronce

Segundo premio
Cacao de Tabasco Ministerio de Fomento
Medalla de bronce

Segundo premio
Colección de habas Ministerio de Fomento
Medalla de bronce

Segundo premio
Colección de frijoles Ministerio de Fomento
Medalla de bronce

Segundo premio
Té mexicano Ministerio de Fomento
Medalla de bronce
la inserción de una región en el contexto global 259

Tabla 16. Objetos mexicanos premiados


en la Exposición Continental Sudamericana de Buenos Aires, 1880

Objeto Expositor Reconocimiento

Segundo premio
Azúcar de Santa Clara Ministerio de Fomento
Medalla de bronce

Segundo premio
Filamentos de ixtle y pita floja Ministerio de Fomento
Medalla de bronce

Segundo premio
Harina de trigo de Querétaro Ministerio de Fomento
Medalla de bronce
Segundo premio
Productos forestales y semillas Ministerio de Fomento
Medalla de bronce

Maximino Río de la Segundo premio


Preparaciones farmacéuticas
Loza Medalla de bronce

Cigarros puros de “El Comercio” de


Juan Esteva Mención honorífica
Veracruz

Harina de arroz de Guerrero Ministerio de Fomento Mención honorífica

Sémola de arroz de Veracruz Ministerio de Fomento Mención honorífica

Café Ministerio de Fomento Mención honorífica

Vainilla Ministerio de Fomento Mención honorífica

Cerámicas de Coayuca del estado


Ministerio de Fomento Mención honorífica
de Puebla
Cigarros “El César” de Orizaba,
Julio Uhink Mención honorífica
Veracruz
Cabullería para jarcias y cordelería
Cía. La Yucateca Mención honorífica
de henequén
Fuente: Pacheco, Carlos, Memoria presentada al Congreso de la Unión por el secretario de Estado y del
Despacho de Fomento, Colonización, Industria y Comercio de la República Mexicana, General Carlos Pache-
co. Corresponde a los años transcurridos de enero de 1883 a junio de 1885, México, Oficina Tipográfica de
la Secretaría de Fomento, 1887
La selección y el resumen de los datos son elaboración propia
260 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

A diferencia de la exposición celebrada en Filadelfia, aquí merecieron


reconocimiento productos naturales y objetos culturales de manera equi�
tativa, pues de los 30 premios otorgados 15 correspondieron a publicacio�
nes científicas, mapas y estudios históricos o filológicos, revelando una
mayor coincidencia de criterios entre la comunidad hispanoamericana, al
momento de valorar los méritos de la colección presentada. Lo que no va�
rió fue la naturaleza de los objetos poblanos premiados, los cuales siguie�
ron siendo, principalmente, materias primas de origen vegetal y animal.
Teniendo como antecedente el hecho de que el gobierno de Alemania
y el de España habían sido los primeros países europeos en restablecer
relaciones diplomáticas con México desde los años setenta,80 el gobierno
mexicano no perdió la oportunidad de atender la invitación de Alemania
para participar en la exposición celebrada en Berlín, en 1883. A Berlín
se enviaron principalmente muestras de productos naturales: colecciones
de maderas, trabajos de pluma, manufacturas indígenas y en menor pro�
porción cartas y planos de la Sección de Cartografía y obras científicas y
estadísticas.81 Los funcionarios mexicanos en Berlín y los organizadores
alemanes, cautelosamente, comentaron que esos objetos eran muy aptos
para despertar y asegurar el interés por México en los circuitos comerciales
pero, al mismo tiempo, echaron en falta otro tipo de objetos, aquellos que
dieran una idea de la cultura y los progresos nacionales. Particularmente,
los encargados alemanes de la muestra indicaron que, faltan, entre otros,

[…] fotografías de México, tan rico en paisajes hermosos; fotografías


de puertos, de la capital, de los pueblos, de casas, de campos, de animales,
y sobre todo, de tipos de hombres […]. Los mexicanos no debieran limitarse
a exponer lo que ellos pueden y quieren vender, igualmente debe mostrar
lo que necesitan comprar.82

80
  Riguzzi, Paolo, “México próspero: las dimensiones de la imagen nacional en el Porfiriato”,
Historias. Revista de la Dirección de Estudios Históricos, Instituto Nacional de Antropología e Historia,
n. 20, abril–septiembre de 1988, p. 138.
81
  Pacheco, Carlos, “Exposición de objetos mexicanos en Berlín. Factura de las cajas que remite
esta Secretaría al administrador de la Aduana Marítima de Veracruz para enviar al Cónsul de Mé�
xico en Hamburgo con destino a…”, Memoria presentada al Congreso de la Unión por el secretario de
Estado y del Despacho de Fomento, Colonización, Industria y Comercio de la República Mexicana, General
Carlos Pacheco. Corresponde a los años transcurridos de enero de 1883 a junio de 1885, México, Oficina
Tipográfica de la Secretaría de Fomento, 1887, p. 1: 690.
82
  “Carta del Dr. Jannasch, representante de la Sociedad de Geografía Comercial”, en Carlos Pa�
la inserción de una región en el contexto global 261

Por tanto, reclamaron el envío de objetos para satisfacer el interés de


los letrados, particularmente estudios etnográficos e históricos, porque
a su juicio, esta información también alentaba los intereses materiales,
léase comerciales.
Como bien había apuntado Escandón, en 1855, las exposiciones uni�
versales eran “la gran escuela” en la que debía aprender el pueblo y el
gobierno de México. Y, hasta aquí, la participación mexicana, ya fuera
marginal o con el patrocinio oficial del régimen, en las diferentes exposi�
ciones universales empezó a dejar importantes lecciones. La más deter�
minante fue tomar conciencia de que en el ancho mundo, México era o
un país desconocido o sólo reconocido por su incapacidad de gobernarse.
La recepción de esa desfavorable imagen orientó una política de autopro�
moción y propaganda que sólo fue posible con el advenimiento de la paz
porfiriana.
Si bien la participación de México en la Exposición de Filadelfia fue
el primer ejercicio sistemático del gobierno federal para lograr una re�
presentación nacional acorde a sus intereses, la experiencia sudamerica�
na y la berlinesa le permitieron ensayar novedosos recursos y diferentes
estrategias para el lucimiento y la promoción del país en el extranjero.
La experiencia acumulada sería la base organizativa de su participación
en futuras exposiciones. Y la ocasión llegó con la Exposición Mundial
del Centenario de la Industria del Algodón, celebrada en Nueva Orleans,
entre 1884 y 1885. Años después, se afirmaría que el progreso de México
había empezado a ser conocido en todo el orbe a partir de la Exposición
de Nueva Orleans de 1884.83
La presencia de México en Nueva Orleans se articuló en torno al in�
terés del gobierno liberal de dar a conocer el nuevo orden que imperaba
en sus asuntos públicos y sus riquezas nacionales, y a su aspiración de
colocar sus materias primas en la moderna economía mundial, además
de mostrar las grandes posibilidades que ofrecía a la inversión del gran
capital. La colección de objetos y productos, que se exhibió en esta opor�

checo, Memoria presentada al Congreso de la Unión por el secretario de Estado y del Despacho de Fomento,
Colonización, Industria y Comercio de la República Mexicana, General Carlos Pacheco. Corresponde a los
años transcurridos de enero de 1883 a junio de 1885, México, Oficina Tipográfica de la Secretaría de
Fomento, 1887, pp. 1: 692–693.
83
  Mier, Sebastián B. de, México en la exposición universal internacional de París (1900), París, Fran�
cia, Imprenta de J. Dumoulin, 1901, p. 6.
262 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

tunidad, resultó cuantitativamente notable y conscientemente apuntó a


combatir la creencia generalizada de que México “no era más que un país
muy rico y hermoso, poblado de gente sumida en la más negra ignoran�
cia incapaz de efectuar progreso alguno y entregada, cual tribus salvajes,
a su propia disolución y ruina con sus eternas luchas”.84
En buena medida, la vistosa colección mexicana presentada en Nue�
va Orleans fue resultado de las recomendaciones de los agentes mexica�
nos apostados en el extranjero. Ramón Ibarrola, en una carta fechada el
14 de junio de 1884, dirigida a Porfirio Díaz, jefe de la comisión mexicana,
lo apremia a que incite, por todos los medios posibles, el patriotismo de
los ciudadanos para que contribuyan con todos sus productos al éxito de
la muestra mexicana, pues

[…] todos nuestros minerales, todas nuestras maderas, nuestros ma�


teriales de construcción, nuestras plantas fibrosas, las diferentes semillas
que producen nuestros campos, las variadas especies de chile aquí escasa�
mente conocidas, toda especie de nopales, magueyes, biznagas, nopalillos,
órganos son aquí objeto de admiración; nuestras sillas y arreos de montar,
lo demás que a la talabartería se refiere, las pieles usadas para vestidos, los
sarapes, rebozos y otros objetos semejantes son altamente apreciados, en
una palabra, no hay objeto por insignificante que nos parezca que no sea
aquí de grande interés […] esto hay que inculcárselo a nuestros expositores
para que se despojen de su infundada timidez […].85

La extensa colección mexicana —reunida por el celo del responsable


de la comisión mexicana— se mostró en los recintos generales de la ex�
posición y en un pabellón construido por el gobierno mexicano para la
exhibición de sus muestras minerales.86

84
  Ruiz de Velasco, Felipe, Revista descriptiva de la Exposición de Nueva Orleans de 1884–1885, Mé�
xico, Tipografía El Gran Libro, 1886, pp. 21 y 22.
85
  Archivo General de la Nación, México, fondo Fomento, serie Exposiciones Extranjeras, v. 72,
exp. 2.
86
  “Muéstrase rico México desde tiempo inmemorial, particularmente en plata, siendo sus teso�
ros inagotables; allí están para confirmarlo, la riquísima colección de mi amigo Fernando Ponce, de
Zacatecas; siendo bellísimas entre otras la cristalización de plata bajo multitud de estados que su
colección encierra, las diferentes muestras también de Zacatecas que presentó el ingeniero José Bo�
nilla, y las no menos famosas de platea sulfúrea y nativa de los estados de Guanajuato, Michoacán,
Guerrero, Veracruz, las de Real del Monte y Pachuca del estado de Hidalgo, y las riquísimas mues�
la inserción de una región en el contexto global 263

Ilustración 26. “Muestra de plata mexicana de 5 640 libras de peso en la Exposición de Nueva
Orleans, 1884–1885”. Dibujo a lápiz y tinta de Edward Windsor Kemble, 1861–1933. Publicado en
febrero de 1885
Fuente: Library of Congress. Prints & Photographs Catalog On Line (ppoc), consultada 25 de
agosto de 2011, disponible en http://www.loc.gov/pictures/item/2010717056/

La gran masa de objetos concentrados en los sitios de la exposición


hace improcedente detallar su descripción para los fines de este trabajo,
por esta razón sólo apuntaremos algunos datos generales sobre la colec�

tras de plata Batopilas de Chihuahua. El oro, el rey de los metales tan codiciado […] está repre�
sentado por las muestras que exponen en el ortógono, el territorio de la Baja California, Oaxaca,
Zacatecas, Sonora y Coahuila. Los minerales de los que se extraen metales no menos útiles que los
anteriores para sus trabajos e industrias, el fierro, el cobre, y el plomo son muy abundantes; son
notables los minerales que vi de fierro proviniendo de los estados de Guerrero, Veracruz, México,
y sobre todo del cerro del Mercado, del estado de Durango; las muestras de minerales de cobre de
California, Chihuahua, Veracruz, y las de plomo de Chiapas y México. Pero el producto del por�
venir al que le está reservado contribuir al engrandecimiento de nuestro país, fomentando todas
sus fuentes de riqueza, industria, agricultura, comercio, etc., es el carbón de piedra, el cual gracias
a Dios, lo tenemos en abundancia, según se juzga por las ricas muestras que mandaron los estados
de Veracruz, Oaxaca, Puebla, Hidalgo y California. Citaré en fin el fierro magnético del estado de
Oaxaca, los mármoles y ónix del estado de Puebla, los ópalos de Querétaro, y los topacios blancos
de San Luis Potosí […].” En Ruiz de Velasco, Felipe, Revista descriptiva de la Exposición de Nueva
Orleans de 1884–1885, México, Tipografía El Gran Libro, 1886, pp. 25 y 26.
264 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

ción de objetos registrados de manera final por el estado de Puebla. La


gran mayoría de los distritos poblanos presentó productos que corres�
pondían al grupo 3 (Productos naturales y manufacturados, minerales y
maderas): colecciones de mármol, muestras de azufre, minerales de pla�
ta, de plata y plomo, de plata y oro, carbón de piedra, diferentes tipos
de arcillas, piedra de yeso, tierras refractarias, salitre, kaolín; colecciones
de maderas para ebanistería y construcción, hierbas medicinales; ceras y
aceites, paxtle, bejuco, musgos, raíz de zacatón, lana blanca, lana negra,
capullos de seda, ixtle, filamentos de maguey, muestras de tabaco. Del
grupo 4 (Muebles y sus accesorios): muestras de loza corriente y alfare�
ría. Del grupo 5 (Géneros tejidos, ropa y accesorios): reatas, aventadores
de palma, capotes, escobas, petates, sombreros, chiquihuites, canastillas,
canastos, frazadas de lana, enaguas de lana, cotones, fajas. Del grupo 6
(Artes industriales): arenas, muestras de barro, de marmaja, de cal, de
tiza, de tepetate, variedades de canteras, muestras de rocas, variedades
de tezontle, muestras de piedra para metates, rocas de construcción, pie�
dras de agua, piedras de cantería, piedras de granito, piedras de peder�
nal, ladrillos, muestras de pizarra para techos, muestras de arenas, arena
de hormigón, muestras de tejas, variedades de piedras de construcción,
muestras de piedra calcárea, muestras de piedra pómez. Del grupo 7
(Productos alimenticios): variedades de maíz, trigo, cebada, café, hari�
na de trigo, arroz en greña, arroz limpio, café en grano, café caracolillo,
bizcochos de maíz cacahuazintle, adobera de queso añejo, longaniza con�
servada en latas, variedades de haba, arvejón, frijol, lentejas, garbanzos,
frutas frescas, dulces de frutas, miel virgen, cebollas encurtidas, varie�
dad de chiles encurtidos, jarabe de maguey, aguacates, vinos y licores,
un pilón de azúcar, vinos de frutas, aguardientes, mezcales. Del grupo 8
(Educación e instrucción): un plano del distrito de Atlixco, un herbario
con plantas del distrito de Tecamachalco y 237 figuras de ónix de Tecali.
Del grupo 9 (Obras de arte): una placa de Tecali grabada por el Sr. Oli�
mán que dice “Los expositores del distrito de Tecali en la Exposición de
Nueva Orleáns”.87
Sin embargo, en estos registros finales faltó mencionar la gran co�
lección de productos agrícolas y de animales vivos que aportó Eulogio

87
  Archivo General de la Nación, México, fondo Fomento, serie Exposiciones Extranjeras, v. 74,
exp. 1–13, 14–33, 34–54; v. 75–79.
la inserción de una región en el contexto global 265

Gillow,88 proveniente de sus haciendas en el Distrito de Chautla, que


bien pudo engrosar la colección poblana en los grupos 1 (Agricultura) y 2
(Horticultura). Del mismo modo faltó incluir las obras impresas enviadas
por Julio Zárate,89 por Mariano Eduardo Ramos90 y una pieza de música
intitulada “Traviata” de don Antonio Pacheco91 en el grupo 8 (Educación
e instrucción).
Una idea más precisa sobre la naturaleza de la contribución poblana
a la colección mexicana en Nueva Orleans se obtiene cuando se revisa la
lista de objetos premiados para destacar los objetos poblanos que mere�
cieron algún tipo de recompensa:

Tabla 17. Objetos poblanos premiados


en la Exposición de Nueva Orleans, 1884–1885
Grupo Objeto premiado y su procedencia Premio
2. Horticultura

Mención
Semillas de melixtle, presentadas por el gobierno del estado
honorífica

Mención
Semillas de Perú presentadas por el gobierno del estado
honorífica

Muestras de mármol de ónix y su exhibición presentadas por Primer


Fernando María Campos del distrito de Tehuacán premio

Muestra de goma de nopal presentada por el gobierno del es� Primer


tado de Puebla premio
Pieles de cabritilla negra presentada por Nicolás Gómez del Primer
distrito de Puebla premio

88
  El Ilmo. y Rmo. Señor doctor Eulogio Gillow y Zavalza, además de gran propietario agrícola
era Arzobispo de Antequera (Oaxaca) y se desempeñó como representante personal de Porfirio
Díaz en Nueva Orleans. Los detalles de los objetos enviados se registran en Inventario fechado el 6
de octubre de 1884, véase Archivo General de la Nación, México, fondo Fomento, serie Exposicio�
nes Extranjeras, v. 75, exp. 39.
89
  Tres ejemplares de su Compendio de Historia general de México, desde los tiempos más remotos hasta
1880 y tres ejemplares de su Catecismo geográfico del estado de Puebla. Carta enviada a Porfirio Díaz,
fechada en la Ciudad de México, el 2 de junio de 1884, Archivo General de la Nación, México, fondo
Fomento, serie Exposiciones Extranjeras, v. 79, exp. 7.
90
  Remitió dos ejemplares de 22 “obrillas” en las que se dramatizaban algunos episodios de la
historia de México desde su independencia política de España. Véase Archivo General de la Na�
ción, México, fondo Fomento, serie Exposiciones Extranjeras, v. 79, exp. 18.
91
  Archivo General de la Nación, fondo Fomento, serie Exposiciones Extranjeras, v. 79, exp. 29.
266 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

Tabla 17. Objetos poblanos premiados


en la Exposición de Nueva Orleans, 1884–1885
Grupo Objeto premiado y su procedencia Premio

Exhibición de mármoles de ónix y sus manufacturas presenta� Segundo


da por Manuel Olimán premio
3. Productos naturales y manufacturados,

Segundo
Copal virgen presentado por el gobierno del estado
premio
minerales y maderas

Mención
Muestras de lino presentadas por el gobierno del estado
honorífica
Mención
Ixtle de Huejotzingo presentado por el gobierno del estado
honorífica
Mención
Zacatlaxcale presentado por el gobierno del estado
honorífica
Mención
Achiote presentado por el gobierno del estado
honorífica
Mención
Goma de mirra presentada por el gobierno del estado
honorífica
Mención
Aceite presentado por Tomás Hinojosa
honorífica
sus accesorios
4. Muebles y

Segundo
Loza de barro corriente presentada por el gobierno del estado
premio

Estampados de algodón de la fábrica La Alsacia del distrito de Primer


Puebla premio
5. Géneros tejidos, ropa

Sombreros de fieltro sin engomar y su exhibición presentados Primer


y accesorios

por Manuel y Gisclard y sucesores del distrito de Puebla premio

Segundo
Manta trigueña presentada por Ciríaco Marrón
premio
Segundo
Reatas presentadas por el gobierno del estado
premio
Mención
Juguete en miniatura presentado por Nicolás Gómez
honorífica
la inserción de una región en el contexto global 267

Tabla 17. Objetos poblanos premiados


en la Exposición de Nueva Orleans, 1884–1885
Grupo Objeto premiado y su procedencia Premio
Muestras de mezcal presentadas por viuda de Hernández del Primer
distrito de Puebla premio
alimenticios
7. Productos

Segundo
Muestra de mezcal presentadas por el gobierno del estado
premio

Muestras de mezcal presentados por el pueblo de San Buena� Mención


ventura honorífica

Fuente: Boletín de la Comisión Mexicana, n. 18, 29 de abril de 1885, p. 15 y ss., Archivo General de
la Nación, México, fondo Fomento, serie Exposiciones Extranjeras, v. 79, exp. 1, f. 157–168
La selección y el resumen de los datos son elaboración propia

Vale apuntar que en esta ocasión, y no por casualidad, el mayor nú�


mero de expositores premiados, resultado de una nutrida participación,
correspondió al estado de Oaxaca, tierra natal del comisionado general,
Porfirio Díaz, y del principal operador diplomático de México en los Es�
tados Unidos, Matías Romero Rubio.
De acuerdo a los informes de los comisionados mexicanos y los re�
portes elaborados con fines propagandísticos,

Todo lo que expuso México en Nueva Orleans causó gran sensación,


por ser, para ellos, cosas completamente desconocidas las unas y las otras
inesperadas de nuestro país. Cuando nos presentamos con nuestro contin�
gente de productos naturales, de productos de la industria, objetos cientí�
ficos, instrumentos de enseñanza, colecciones de historia natural y los mil
objetos que son el efecto del trabajo de nuestros artesanos, cambió pronto
en los Estados Unidos la errónea idea concebida sobre México, pues sólo es�
peraban de nosotros el que presentáramos algunos ricos minerales que con
facilidad hubiésemos recogido en la superficie de la tierra, algunas frutas, y
tal vez como país guerrero, muestras de los instrumentos imperfectos con
que nos destruíamos y nada más.92

92
  Ruiz de Velasco, Felipe, Revista descriptiva de la Exposición de Nueva Orleans de 1884–1885, Mé�
268 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

De esta manera, el gobierno mexicano estaba ya en el camino de ma�


terializar su política de promoción, tanto de las bondades del régimen
como de las fabulosas oportunidades que ofrecía a la inversión y a la
colonización extranjera. Para ello, ya contaba con un equipo de expertos,
comandados por el Ministerio de Fomento, que pusieron en juego todas
sus capacidades para construir la imagen de una nación próspera y tenía
como referencia las exigencias del contexto internacional que circulaban
en forma de reglamentos y sistemas de clasificación de objetos, con los
cuales se organizaba la puesta en escena de los objetos que representaban
la modernidad y el progreso occidental.
La invitación de la Francia republicana, junto con los reglamentos de
la exposición y el sistema de clasificación de objetos, llegó a México por la
vía diplomática el 26 de abril de 1887. La recepción e interpretación de los
paradigmas que circulaban en el contexto global, expresados en esos do�
cumentos, motivaron el diseño de estrategias y la ejecución de acciones
en el contexto local, influyendo de manera determinante en la planeación
del montaje de la muestra mexicana en París. Para cada uno de los nueve
grupos de objetos, previstos en el sistema de clasificación de la exposi�
ción universal de 1889, el Secretario de Fomento designó una comisión,
responsable de reunir lo mejor y más variado de la producción nacional
para su exhibición. Los agentes de los nueve grupos recorrieron el país
para reunir objetos naturales y culturales, alentaron la organización de
exposiciones locales y regionales,93 fue el caso del estado de Puebla, y el
local destinado a tal efecto fue la Escuela de Artes y Oficios del Estado; el
afán por reunir y mostrar las glorias nacionales no se limitó a la búsqueda
en el territorio nacional, fue más allá de nuestras fronteras: en un comuni�
cado fechado en París en abril 10 de 1888 el Sr. Díaz Mimiaga informaba,

[...] me ocupé de buscar y tomar nota de las copias de antigüedades


mexicanas que existen aquí tanto en los museos como en poder de par�

xico, Tipografía El Gran Libro, 1886, p. 32.


93
  Desde julio de 1888 varios estados —Querétaro, México, Tlaxcala, Michoacán, Zacatecas, Du�
rango— y el territorio de la Baja California, comunicaron al gobierno central que exhibirían en sus
propias localidades sus objetos antes de remitirlos a la exposición, a fin de estimular, hasta donde
fuese posible, a los ciudadanos que deseasen coadyuvar a la realización de esta empresa. Véase
Boletín de la Exposición Mexicana en la Internacional de París, ii t., México, Oficina Tipográfica de la
Secretaría de Fomento, 1888–1889, pp. 237–239.
la inserción de una región en el contexto global 269

ticulares. [...] manifiesto a Ud. que el ingeniero Léon Méhédin, jefe de la


comisión arqueológica mexicana nombrada por Napoleón III durante la
Intervención Francesa, posee una importante colección de moldes tomados
sobre varias ruinas de México correspondiente a edificios de época anterior
a la conquista, siendo los más notables y completos los de Xochicalco.94

En la noticia anexa se enlista, por estado, los objetos localizados y de


Puebla se refiere la existencia de dos yugos, grandes collares de piedra
que servían para los sacrificios; uno de ellos muy bien trabajado y varios
vasos antiguos de Cholula. Del Valle de México provino la mayor parte
de los objetos aquí coleccionados: objetos toltecas, aztecas, tepanecas, y
acolhuas.
El resultado de este esfuerzo fue reseñado por un autor anónimo de
El mundo ilustrado, el 15 de mayo de 1889, ofreciendo una descripción del
aspecto general que tuvo el pabellón mexicano en la exposición. A la en�
trada del pabellón se colocaron representaciones, mediante muñecos de
trapo, de los diversos tipos de la población mexicana: indios, mestizos,
blancos. México exhibió la riqueza de sus entrañas en las que se pueden
encontrar minas de hierro, cobre, plomo, oro y sobre todo plata. Muchos
aparadores se llenaron con muestras de los minerales de plata en diferen�
tes formas y mezclas, como minerales negros, colorados, blancos y verdes
demostrando con ello que la plata tiene en México a su verdadera patria,
pues tiene más de tres mil minas que envían al viejo mundo este valio�
so metal, acuñado en moneda o trabajado para el adorno y la utilidad
doméstica. Particularmente interesante en el pabellón mexicano, por su
transparencia, resultó el ónix que fue mostrado en forma de candelabros,
portamonedas, pisapapeles o una hermosa cruz, de un metro de alto,
formada por un mosaico de todas las variantes de esta piedra. México
mostró que posee casi todos los productos de los fuegos volcánicos que
nunca se apagaban en su interior, los ópalos de Querétaro, de incompa�
rable hermosura, rocas lucientes de minerales verdosos, trozos de carbón
de piedra. De la misma forma exhibió gigantescos árboles, empleados
en las construcciones. Las maderas preciosas, cedro, caoba y otras más
se emplearon en el levantamiento del pabellón y en la estantería en que

94
  Boletín de la Exposición Mexicana en la Internacional de París, i t., México, Oficina Tipográfica de
la Secretaría de Fomento, 1888–1889, pp. 713–716.
270 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

se colocaron los objetos más diversos. Se apreciaron variadas especies de


cafetos, agaves, ixtle, tabaco, maíz, caña de azúcar, cera, miel; montones
de botellas conteniendo aguas minerales, vinos, licores, pulque, tequila y
una multitud de plantas de cuyas fibras se hacen tejidos.

Ilustración 27. “Exhibición de alimentos en el Pabellón de México, Exposición de París de 1889”.


Fotografía en albúmina. Publicada en 1889
Fuente: Library of Congress. Prints & Photographs Catalog On Line (ppoc), consultada el 15 de
diciembre de 2011, disponible en http://www.loc.gov/pictures/item/92520813/

El olor de la vainilla evaporándose de una caja de cristales encuadra�


dos en bronce dorado saturaba el ambiente en el que se mostraban colec�
ciones de frutas de cera, plantas medicinales y trigos, animales silvestres
y domésticos, mariposas e insectos. Tejidos de algodón y ricas sedas en
los colores más variados y hermosos se exhibieron junto a vestidos nacio�
nales de cuero y de paño, adornos de flores, tramadas de plata, sombre�
ros puntiagudos con alas anchas, ribeteados y adornados con galones y
aplicaciones de plata. Ricas y fantásticas sillas de montar. México envió
también varios de sus modelos de máquinas para la agricultura y la in�
dustria, lo mismo que un modelo de ferrocarril de buques.
la inserción de una región en el contexto global 271

Ilustración 28. “Vista interior del pabellón de México con el modelo de un sistema de canales en
primer plano, Exposición Universal de París de 1889”. Fotografía en albúmina. Publicada en 1889
Fuente: Library of Congress. Prints & Photographs Catalog On Line (ppoc), consultada el 15 de
diciembre de 2011, disponible en http://www.loc.gov/pictures/item/92520809/

Una multitud de publicaciones llenaron las mesas y los aparadores;


en las muestras de pintura se apreciaron dos géneros principalmente: el
paisaje y la historia del espíritu de independencia; instrumentos musica�
les como bandolinas, arpas, salterios y otros trataban de mostrar el gusto
por la cultura, el sentimiento de lo bello y el talento para el arte de la
nación mexicana.95
Así, en la exposición parisina de 1889 se logró integrar a la tradicio�
nal muestra mexicana de productos naturales —agrícolas y minerales—,
productos manufacturados, reproducciones y modelos de máquinas y
herramientas, así como, una extensa colección de objetos culturales —co�
lecciones de fotografías, libros, boletines de sociedades científicas, mapas

95
  Citado en Schávelzon, Daniel (comp.), La polémica del arte nacional en México (1850–1910), Mé�
xico, Fondo de Cultura Económica, 1988, pp. 171–173.
272 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

y cartas geográficas, informes estadísticos, piezas musicales— que pre�


tendía dar cuenta del progreso de la instrucción pública y del desarrollo
científico nacional. De la misma forma, se refrendó la actividad de los
artistas mexicanos —pintores, escultores y grabadores— en los recintos
expositivos dedicados a las bellas artes.

Ilustración 29. Portada del libro de Samuel Morales Pereira. Puebla, su higiene, sus enfermedades,
México, Oficina Tipográfica de la Secretaría de Fomento, 1888. Preparado para su presentación en
la Exposición Universal de París de 1889
Fuente: Biblioteca José María Lafragua, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla
la inserción de una región en el contexto global 273

Ilustración 30. Colección de cactáceas del Distrito de Tehuacán, Puebla, en París 1889. Fotografía
de Gustavo Schiebe, expositor de cactáceas
Fuente: Archivo General de la Nación, México, fondo Fomento, serie Exposiciones Extranjeras,
v. 8, exp. 24

Los funcionarios del Ministerio de Fomento, en su papel de respon�


sables del lucimiento nacional en el extranjero, informaron que después
de 1889, se habían rectificado las negativas apreciaciones que sobre Mé�
xico se había formulado en Europa, ya que se había elevado la estima�
ción de muchos productos mexicanos y se había despertado el interés por
reanudar relaciones de negocios, por tanto, los considerables sacrificios
que se habían impuesto al erario para corregir esos juicios quedaron com�
pensados con creces, pues de los 1 429 expositores que se presentaron en
París, 953 obtuvieron recompensas de diversas clases.96

96
  Fernández Leal, Manuel, Memoria presentada al Congreso de la Unión por el secretario de Estado y
del Despacho de Fomento, Colonización, Industria y Comercio de la República Mexicana, ingeniero... Corres-
ponde a los años transcurridos de 1892 a 1896, México, Oficina Tipográfica de la Secretaría de Fomento,
1897, p. 55. Años después, Mier afirmaría que a esa exposición concurrieron 3 026 expositores y
confirmaría que 953 merecieron algún tipo de recompensa por lo que calculó en 31 % la proporción
274 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

Esta diversidad y variedad de la colección mexicana resultó de la


vigorosa participación, ya no sólo de la capital de la república sino, tam�
bién, de sus diferentes estados y regiones, aunque debe apuntarse que,
esos territorios seguían aportando, masivamente, colecciones de objetos
naturales, mientras que, la mayor diversidad se registraba en las colec�
ciones provenientes de la capital del país, donde se concentraban las ins�
tituciones educativas y culturales y el mayor desarrollo de la industria.
Una primera revisión de los documentos permite identificar la con�
tribución del estado de Puebla a la gran colección mexicana que se exhi�
bió en París, en 1889:
Estos datos no recuperan la totalidad del contingente poblano en la
exposición parisina de 1889, pero sirven como indicio de los cambios que
se registraron en su composición. A diferencia de lo sucedido en anterio�
res exposiciones, en esta ocasión, el número de objetos exhibidos creció
considerablemente y no se limitó a los grupos que reunían objetos natu�
rales —agrícolas y minerales— sino que, también participó en los que
integraban herramientas y procedimientos de las industrias mecánicas y
tejidos, actividad productiva que tradicionalmente identificaba al estado
de Puebla.

Tabla 18. Objetos y productos poblanos


en la Exposición Universal de París, 1889
Grupo Clases Productos
II. Educación I. Obras
y enseñanza de arte

Sin datos

7. Organización y material Cuestionarios resueltos, fotografías, regla�


de enseñanza secundaria mentos, programas, listas de personal docente

de los expositores premiados, véase en Mier, Sebastián B. de, “Apéndice J”, en México en la expo-
sición universal internacional de París (1900), París, Francia, Imprenta de J. Dumoulin, 1901, p. 247.
la inserción de una región en el contexto global 275

Tabla 18. Objetos y productos poblanos


en la Exposición Universal de París, 1889
Grupo Clases Productos
17. Muebles corrientes y Pajareras de madera y alambre, dos sillas de
muebles de lujo estilo americano
Cortina de hilo y objetos varios, varias pintu�
18. Obras de tapicería y
ras, pastas y amoldados imitando frutas y le�
decoración
III. Muebles y accesorios

gumbres
19. Cristales, cristalería y
Flores de cristal
vitrales
Barro refractario, varias piezas de loza y azu�
20. Cerámica
lejos, tinajas de barro, objetos de barro

25. Bronces artísticos Banca de fierro fundido, rechazados al torno


27. Aparatos y procedi�
Aparato de petróleo
mientos de calefacción
Alfiletero, maceta flores género, floreros, una
29. Tafiletería, cestería y canastilla de carrizo, tenate floreado, tenate
cepillería bruzado, tenate blanco grueso, petate, reatas,
petates corrientes, entre fino y muy finos

Hilo para tejer, tejidos de algodón, géneros


lisos y labrados, hechos en máquina: mantas
30. Hilos y tejidos de algo�
IV. Tejidos, vestidos y accesorios

indianas, lonas, lonetas, driles, calicots, cam�


dón
bayas, percales, cotíes, cantones, alemaniscos,
piqués y telas diversas

31. Hilos y tejidos de lino,


Hilos de lino, hilo de ramié, jarcia en general
cáñamo, etc.

Géneros de lana hechos a máquina: casimires,


32. Hilos y tejidos de lana
barraganes, bayetas, paño, franela, alfombras,
lisa, hilos y tejidos de lana
cobertores y frazadas; géneros de lana hechos
cardada
a mano

Sedas crudas en greña y torcidas, hilos de bo�


33. Sedas y tejidos de seda rra de seda, tejidos de seda pura, lisos, labra�
dos, recamados y sobretejidos
276 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

Tabla 18. Objetos y productos poblanos


en la Exposición Universal de París, 1889
Grupo Clases Productos
Tejidos de agujas, de gancho, de malla, de bo�
lillos, de nudos; bordados en blanco, en tercio�
34. Encajes, tules borda�
pelo, en raso o paño; tapicería y demás labores
dos y pasamanerías
de mano; bordados sobre cuero; pasamanerías
finas y corrientes

Tejidos de punto hechos en máquina, camise�


tas, calzoncillos, enaguas, medias, calcetines,
colchas, toallas y servilletas; pequeña indus�
35. Artículos de bonetería tria: camisas, fajas, bandas, ligas, pañuelos;
y de lencería. Objetos ac� lencería confeccionada con géneros nacionales
cesorios para vestidos o extranjeros, abrigos: rebozos de algodón, de
IV. Tejidos, vestidos y accesorios

lana, de seda, tramados, etc.; sarapes, joron�


gos, ponchos y tilmas; plaids y tápalos de lana
y tramados

Trajes para hombres, sombreros de seda, de


fieltro, jaranos, de palma, de paja, de popo�
36. Vestidos para ambos te, de jipijapa; dos sombreros de palma y una
sexos chistera; pelucas y postizos, calzados, trajes
populares de diversas comarcas, traje de cha�
rro

Joyas o alhajas de diversos metales y de fili�


37. Joyería
grana de oro y plata; ónix mexicano

38. Armas portátiles Carabinas estilo Remington

39. Objetos de viaje Petacas de cuero, petacas para camino, baúles


y campamento barnizados de axe

Juguetes nacionales, frutas y otras figuras de


40. Juguetería
cera
la inserción de una región en el contexto global 277

Tabla 18. Objetos y productos poblanos


en la Exposición Universal de París, 1889
Grupo Clases Productos

Piedras de una mina, sal gema o fósil, tierra


casi blanca que se emplea como mezcla para
construcción, tierra negra para abonar tierras
estériles, yeso, piedra de pizarra, de roca; pie�
dra con ley de plata, roca negra de una mina,
tierra blanca, pizarrí en roca, caja con yeso,
V. Industrias extractivas, productos en bruto y manufacturados

caja con salitre, botella caparrosa, alumbre en


41. Productos de la explo�
bruto, cuarzos, arena refractaria, amonitas, la�
tación de las minas y de la
jas de color negro, lajas conocidas como “es�
metalurgia
camela”, mineral que contiene plata y plomo,
roca negra porosa, tlibehuitl; roca blanca poro�
sa, tetliztac; piedra boluda o atetl, piedras mi�
nerales, mármol y piedras fósiles, mármoles
de Tecali, 75 ejemplares minerales, 12 bloques
de mármol, minerales, muestras minerales,
muestras de rocas y canteras

Colecciones de maderas: muchil, cuahuino o


árbol del Perú, guaje, mezquite, boj, tzotzoma,
tempixquixtle, niquimitl, misquitl o acacia,
huaxi, cuahuini, ahuexotl, amate, guaje; sabi�
no, tlaxca, encino piñón, encino colorado, en�
cino blanco, oyamel, ayacahuite, ocote blanco,
42. Productos de las ex� sabino, colorín o quimite, zotolin, coco blanco,
plotaciones y de las indus� coco colorado, bálsamo, cedro, rosadillo, ci�
trias forestales prés, nogal, xochicuahuitl, chiquilichicuahuil,
guaco, cedro, colorado, gateado, jonote, ci�
prés, nogal, tepehuaje, rosadillo, ekite, enci�
na, tetlactia, acuole, sangre de drago, cuatro
trozas de madera de caoba de buena calidad
y grandes dimensiones, 27 trozos de madera
sin clasificar
278 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

Tabla 18. Objetos y productos poblanos


en la Exposición Universal de París, 1889
Grupo Clases Productos
Plantas medicinales, alimenticias, industriales;
V. Industrias extractivas, productos

raíz de zacatón, en estado natural, después


de tres años lavada y como la entregan los
en bruto y manufacturados

indígenas que la trabajan, ixtle, mecahilo, fi�


lamentos de maguey, maguey en bruto, ixtle
labrado, reatas, maderas y hierbas medicina�
les, palo mulato, madera de cuatillo, pegajosa,
44. Productos agrícolas no tianquixpepetla, orégano, doradilla, hierba de
alimenticios zapote y goma de nopal, �������������������
ítamo��������������
real de capu�
llo, ítamo real de venado, gordolobo, lengua
de ciervo, cuahuala, zarzaparrilla, salvia real,
biznagas, hierba del aire amarilla, hierba del
aire colorada, salvia real, laurel, hule, zarzapa�
rrilla, algodón, tabaco, tabacos labrados, coa�
pagtle, sihuapagte, ruda, estafiate, sacocotzi,
orégano, romero, romerillo, seda vegetal
VI. Herramientas y procedimientos de industrias mecánicas

48. Material y procedi�


mientos de la explotación Fotografías de bocaminas y cuadros estadísti�
de las minas y de la meta� cos y económicos
lurgia

49. Material y procedi� Máquina para escarmenar algodón, molino de


mientos de explotaciones olote, desgranadora de maíz, varios arados,
rurales y forestales tierras arables

50. Material y procedi�


Aparatos para la fabricación de pastas alimen�
mientos de las oficinas
ticias, máquinas para la fabricación de choco�
agrícolas y de las indus�
late
trias alimenticias

51. Material de las artes Alambiques, materiales y aparatos para fábri�


químicas, de la farmacia y cas de productos químicos, material para la
de la tenería preparación de productos farmacéuticos

52. Máquinas y aparatos Piezas de mecanismos sueltas, apoyos, garru�


de la mecánica general chas, etc.

53. Máquinas herramien� Cortador de forrajes, piedras de amolar, 10


tas ejemplares
la inserción de una región en el contexto global 279

Tabla 18. Objetos y productos poblanos


en la Exposición Universal de París, 1889
Grupo Clases Productos
55. Material y procedi�
Lanzaderas para telar
miento para tejer
VI. Herramientas y procedimientos de industrias mecánicas

57. Material y procedi�


mientos para la confección Máquina–herramienta para la preparación y
de objetos de mueblaje y labrado de las maderas, sierras de todas clases
de habitación
Sillas de montar, piezas sueltas de carrocería:
60. Carrocería y carretería.
ruedas, ejes, etc.; artículos de arneses y para
Talabartería
guarnecer, albardas, bastos, sillas, etc.
61. Material de caminos de
Piezas sueltas, resortes, topes, etc.
fierro

Materiales de construcción: azulejos para pi�


sos, mármoles, piedras de Tecali, ladrillos,
piedra de construcción, ónix mexicano; ma�
63. Material y procedi�
deras de construcción, muestras de materiales
mientos de ingeniería ci�
de construcción, modelos, planos y dibujos de
vil, de obras públicas y
obras públicas, puentes, viaductos, acueduc�
arquitectura
tos, etc., colección completa de materiales de
construcción empleados en Tehuacán, 2 ejem�
plares de mármoles, 30 muestras de maderas

64. Higiene y beneficencia Cuaderno “Puebla, su higiene y sus enferme�


pública dades”, cuaderno “Mortalidad en la infancia”
66. Material y procedi�
Armas Remington, salitre, pólvora y cohetes
mientos del arte militar
Colecciones de maíz, trigo, alpiste, frijol, ceba�
67. Cereales, productos da, arvejón; plantas de arroz con fruto y raíz, 2
VII. Productos alimenticios

feculentos y sus derivados arrobas de arroz en greña, muestras de arroz,


cajas con muestras de cereales
Calabazas, cebolla, semilla de cebolla, vegeta�
71. Legumbres y frutas
les

72. Condimentos, estimu�


Café, ajos, azafrancillo, vainilla, un bulto con
lantes. azúcares y artícu�
siete cañas dulces
los de confitería
280 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

Tabla 18. Objetos y productos poblanos


en la Exposición Universal de París, 1889
Grupo Clases Productos
VIII. Agricultura,

y piscicultura
viticultura

76. Insectos útiles e insec�


Una cajita con insectos
tos perjudiciales
IX. Horticultura

80. Hortalizas, especies


correspondientes a diver� Órganos, magueyes y biznagas
sas comarcas

Fuente: Boletín de la Exposición Mexicana en la Internacional de París, i y ii t., México, Oficina Tipo�
gráfica de la Secretaría de Fomento, 1888–1889; y de la documentación en Archivo General de la
Nación, México, fondo Fomento, serie Exposiciones Extranjeras, v. 2–6
La selección y el resumen de los datos son elaboración propia

En comparación con las colecciones poblanas enviadas a las ante�


riores exposiciones, la que se envió a París en 1889 resultó más repre�
sentativa, amén de más extensa, de la actividad productiva en la región,
pues los objetos poblanos participaron en un mayor número de grupos y
clases de objetos. Las características que adoptó la contribución del esta�
do de Puebla al contingente nacional estaban alineadas con los objetivos
formulados por los funcionarios del gobierno central de la república: pri�
mero, dar a conocer al país en el extranjero para disipar las desfavora�
bles apreciaciones que sobre él circulaban en el contexto internacional y,
segundo, difundir la gran variedad de productos naturales que ofrecían
oportunidades para nuevos y productivos negocios a fin de ampliar el
movimiento comercial del país, en resumidas cuentas, fomentar en todos
los sentidos y de todas formas posibles las condiciones para el desarrollo
de la prosperidad material y del prestigio nacional en el extranjero.97 Y

97
  Fernández Leal, Manuel, Memoria presentada al Congreso de la Unión por el secretario de Esta-
la inserción de una región en el contexto global 281

por primera vez, con la estabilidad política que resultó de la conciliación


de los intereses regionales bajo el mando de un gobernador liberal mo�
derado, Puebla atendió puntualmente los requerimientos de la política
nacional de promoción del gobierno central.
Tanto la exposición de Nueva Orleans, en 1884, como la de París, en
1889, muestran un cambio de actitud de los habitantes de las regiones
situadas más allá del centro político de la nación, la resistencia, que tra�
dicionalmente habían ofrecido, para colaborar en la integración de una
colección de objetos representativa del progreso material y cultural de
la nación fue sustituida por una participación masiva, que se reflejó en
el tamaño de las colecciones y en la obtención de reconocimientos. Des�
pués de estas experiencias, las actividades promocionales del régimen
mantuvieron un ritmo sostenido y vigoroso, consolidando una estructura
permanente del gobierno porfiriano que funcionó de manera regular y
consistente hasta el final del siglo xix.
En febrero de 1891, la Secretaría de Relaciones recibió la invitación
del presidente de los Estados Unidos al pueblo y al gobierno de México
para participar en una gran exposición conmemorativa del cuarto cente�
nario del descubrimiento de América, que tendría lugar en la ciudad de
Chicago los meses de mayo a octubre de 1893. La invitación, inmediata�
mente, se hizo circular entre individuos y corporaciones, tanto privadas
como públicas.
Con el objeto de que el certamen pudiera dar resultados comerciales
en favor de México, se estudiaron con detenimiento qué artículos de pro�
ducción nacional podían ser exportados con ventaja, llegando a la conclu�
sión de que materias primas, productos agrícolas y animales eran los que
tenían mejores oportunidades de exportación. A los gobernadores de los
estados y jefes políticos de los territorios, se les pidió la formación de co�
lecciones completas y abundantes de fibras, gomas y resinas acompañán�
dolas del mayor número de datos sobre condiciones y costos de produc�
ción. Para ciertos productos como el café, el cacao y el chocolate se indicó
la conveniencia de hacer distribuciones ya in natura, ya preparadas, a los
visitantes de la exposición, para lo cual convenía enviar considerables

do y del Despacho de Fomento, Colonización, Industria y Comercio de la República Mexicana, ingeniero...


Corresponde a los años transcurridos de 1892 a 1896, México, Oficina Tipográfica de la Secretaría de
Fomento, 1897, p. 54.
282 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

cantidades de esos artículos divididas en pequeños paquetes destinados


a la distribución. Sin embargo, muchos estados de la federación no pu�
dieron poner en práctica esta idea por la crisis agrícola que la prolongada
sequía había producido en ellas.
La organización de la muestra mexicana se desarrolló siguiendo un
guión que ya había probado su eficacia. Como lo había hecho Escandón
en 1855, el periodista Irineo Paz hizo una descripción detallada,98 vitrina
por vitrina, de los objetos mexicanos puestos en exhibición en Chicago, al
tiempo que ofrecía su comparación con las colecciones de los otros países.
Su narración sobre el aspecto de la colección mexicana en Chicago apuntó
que, “hubo algún esmero en colocar los objetos, de modo que dan buen
golpe de vista y hay muchos de mérito”.99
El esmero de los poderes locales y nacionales estuvo más que
demostrado, los gobiernos de los estados de Veracruz, Oaxaca y Mi�
choacán, especialmente, enviaron algunos quintales de café para obse�
quiar a los visitantes de la exposición y la mayoría de los gobiernos de
los estados se aprestaron a suplir la falta de iniciativa de sus habitantes.
En el caso de Puebla, el gobernador informó que ante la indiferencia
de la población debió constituirse en el principal expositor y promotor de
la presencia poblana en el certamen, por lo que, con recursos públicos se
financió la inserción de una sección dedicada al estado y a la ciudad de
Puebla en la obra propagandística México en Chicago que aparecería en
esa ciudad en el mes de junio de 1893, a tiempo para su conveniente cir�
culación.100 En esa obra, el territorio poblano se materializó en productos
y objetos naturales susceptibles de una ventajosa explotación económica:

[…] donde las más valiosas maderas de construcción viven en espera


de la mano del hombre para entregarle sus tesoros, y hacia el sur el soplo
fecundante de la zona cálida nutre las producciones de los trópicos, hacien�

98
  Paz, Ireneo, Correspondencias. La Exposición Internacional de Chicago, México, Imprenta de La
Patria de I. Paz, 1894.
99
  Paz, Ireneo, Correspondencias. La Exposición Internacional de Chicago, México, Imprenta de La
Patria de I. Paz, 1894, p. 6.
100
  Archivo Municipal de Puebla, serie Expedientes, v. 359, f. 404–411. Expediente formado con
el ocurso del C. Manuel Caballero solicitando al Cabildo del Ayuntamiento de Puebla que se le
tomen seis páginas de su obra México en Chicago para publicar en ellas los datos que se designen
por las autoridades municipales referentes a esta capital para su promoción en los Estados Unidos
de América.
la inserción de una región en el contexto global 283

do que el algodón, el café y la caña de azúcar, el naranjo, los limoneros y las


anonáceas se derramen en profusión, y exciten a la industria y a la ciencia
a aprovecharse de tan codiciada e incomparable riqueza, en tanto que los
áureos trigales, el agave de plateadas fibras, el lino y otros muchos riquí�
simos productos agrícolas de los climas templados decoran los valles y se
prodigan en hermosos, tupidos y extensísimos plantíos.101

De los informes del gobernador presentados al Ministerio de Fomen�


to y de la descripción elaborada por Paz se pueden recuperar los datos
sobre el contingente poblano presentado en Chicago:

Tabla 19. Objetos poblanos en la World's


Columbian Exposition. Chicago, 1893
Núm.
Departamento Objetos y productos de obje-
tos

Trigo, varias clases; maíz, varias clases; cebada, varias


clases; arroz, plantas forrajeras, harina, caña de azúcar,
azúcar, papas, camotes y sagú, frijol, haba, arvejón,
garbanzo, lenteja, chile, varias clases; semillas de cala�
Agricultura baza, melón y sandía; semillas de ajonjolí, semillas de 1 872
chía, linaza y nabo; ajos y cebollas, chito, queso, té, café,
especias, cacao, tabaco, algodón, lana, plantas textiles,
pieles sin curtir, aceite, jabón, maderas, gomas, resinas,
bejucos, jícaras, escobas, cestos, esteras, muestrarios

Mezcal, aguardiente y vinos, musgos, cacahuate, fru�


Viticultura tas artificiales de ónix, frutas naturales en conserva, 844
chocolate y dulces

Miel de abejas y panales, cera labrada y en bruto, capu�


Ganados 391
llos de seda, colección de animales disecados

Flora y fauna
Pescados y otros animales acuáticos, útiles para pescar 29
acuática

101
  Caballero, Manuel, “El estado de Puebla y su espléndida capital”, México en Chicago, México,
Knight, Leonard and Co., 1893, p. 258.
284 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

Tabla 19. Objetos poblanos en la World's


Columbian Exposition. Chicago, 1893
Núm.
Departamento Objetos y productos de obje-
tos
Diferentes minerales, material de construcción, pie�
dras litográficas, piedras de origen volcánico, diferen�
tes mármoles, pizarra, piedra cristal y riscos, madera
petrificada, estalactitas, carbón mineral, piedra de
afilar, cuarzo, tripul, tierras para pulir, piedra pómez,
Minas 626
tierras colorantes, arcillas, piedra secante, jaboncillo y
arcilla jabonosa, kaolín, plombajina, sílice, arena, pie�
dra y arena refractarias, asbestos, cal, yeso, cloruro de
sodio, sales, salitre, caparrosa, tequesquite, minerales
colorantes, aguas minerales, fósiles
Máquinas Máquinas, arado, calefactor 4
Medios de
Silla de montar, freno y espuelas 4
transporte
Productos químicos, útiles de escritorio, decoraciones
artísticas, cerámica, artísticos de metal, tejidos de seda
Manufacturas y cordonería, esteras, jarcia y fibras de plantas textiles, 1 046
tejidos de algodón, artículos de lana, vestidos y modas,
pieles, juguetes y artículos de fantasía
Álbum de fotografías que representan las instalaciones
eléctricas en el estado, libro con fotografías al ferro
Electricidad 2
prusiato que representan las instalaciones eléctricas en
el estado
Bellas Artes Figuras de bronce, pinturas 10
Instrumentos de cirugía, colecciones sobre instrucción
Artes liberales primaria, secundaria y profesional; colecciones de le� 487
yes, libros, fotografías
Etnología Plantas medicinales 60
Junta auxiliar de
Juguetes y objetos de fantasía 94
Señoras
Total de objetos presentados 5 647
Fuente: Archivo General de la Nación, México, fondo Fomento, serie Exposiciones Extranjeras, v.
8,1 exp. 11 y v. 82, exp. 2
La selección y el resumen de los datos son elaboración propia
la inserción de una región en el contexto global 285

El gobierno local argumentó que su colección debió ser más amplia


y variada, si se tomaba en consideración la riqueza y fertilidad del suelo
poblano, así como los adelantos de la industria y la cultura de sus habi�
tantes, pero reconoció que “sus trabajos enfrentaron obstáculos que no
pudo remover”. Teniendo a la vista los informes rendidos por los gobier�
nos de otros estados, se puede afirmar que la colección poblana fue más
bien modesta, revelando con ello que en esta ocasión la actitud de los
poblanos, ante la empresa de construir el prestigio nacional, fue más de
indiferencia que de cooperación.

Ilustración 31. Ejemplo de los libros poblanos que se presentaron en la Exposición Colombina
en Chicago, 1892–1893
Fuente: Biblioteca José María Lafragua, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla

Sin embargo, hay algunos elementos que deben destacarse: primero,


el esfuerzo por presentar objetos en todos y cada uno de los grupos pre�
vistos por el sistema de clasificación, situación que no se había registrado
en anteriores exhibiciones; segundo, si bien se mantuvo la predominan�
cia de objetos y productos de la agricultura, alentada por la política dicta�
da desde el Ministerio de Fomento, se observó una significativa presencia
en el rubro de manufacturas, los objetos correspondientes a este grupo
286 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

ocuparon un segundo lugar, por su cantidad, en la colección poblana;


tercero, los productos minerales, finalmente, representaron la realidad
de un territorio en el que sólo se localizan yacimientos de minerales ap�
tos para la decoración y la construcción —ónix y mármoles—; cuarto, se
abrieron paso los objetos representativos del nivel cultural y educativo en
la región y, finalmente, emergió la colaboración de un sector de la pobla�
ción marginado de los grandes eventos públicos: las mujeres.
La identificación de los objetos poblanos en las listas de premios
concedidos en la exposición de Chicago sirve de sustento a estas primeras
observaciones:

Tabla 20. Objetos y productos poblanos premiados


en la Exposición Mundial de Chicago, 1893
Total de obje-
tos premiados
Departamento Objeto premiado
de la colección
mexicana
Maíz presentado por el gobierno del estado
Maíz presentados por Daniel González del distri�
to de Tehuacán
Maíz presentado por José María Traslosheros del
distrito de Acajete
Heno y paja presentado por el gobierno del
estado
Harina presentada por Emilio Maurer del distri�
to de Atlixco
Agricultura
Caña de azúcar presentada por Hacienda de Ra�
(Aquí se
boso
incluyeron
Azúcar presentada por Hacienda de Raboso 239
productos
forestales y Azúcar presentada por el gobierno del estado
maderas)
Caña de azúcar presentada por el gobierno del
estado
Lentejas presentadas por José María Trasloshe�
ros del distrito de Acajete
Semillas y garbanzo presentada por el gobierno
del estado
Pimienta presentada por el gobierno del estado
Café presentado por José G. Cruz del municipio
de Pahuatlán
la inserción de una región en el contexto global 287

Tabla 20. Objetos y productos poblanos premiados


en la Exposición Mundial de Chicago, 1893
Total de obje-
tos premiados
Departamento Objeto premiado
de la colección
mexicana
Café presentado por Pedro V. Suez del distrito
Agricultura de Teziutlán
(Aquí se Fibra de maguey presentada por el gobierno del
incluyeron estado
productos Plantas tintóreas y curtientes, raíz de zacatón
forestales y presentadas por el gobierno del estado
maderas) Colección de maderas presentada por el gobier�
no del estado
Vinos presentados por Ignacio Guerrero del dis�
Viticultura trito de Tlatlauqui
(Aquí se inclu-
Frutas de pasta de mármol presentadas por el
yeron pro- 27
gobierno del estado
ductos de la
horticultura) Jaleas presentadas por Andrea Romero del dis�
trito de Puebla
Minerales de plata, oro, plomo, cobre y fierro
presentadas por la autoridad política de Alatriste
Ónix presentado por Manuel Olimán
�����������������
de la ciu�
dad de Puebla
Materiales de construcción y madera petrificada
presentadas por el gobierno del estado
Minas Piedras de asentar, de amolar, secante y cristal de 150
roca presentadas por el gobierno del estado
Kaolín, arcillas y arcillas jabonosas presentadas
por el gobierno del estado
Yeso presentado por el gobierno del estado
Sal, salitre y tequesquite presentados por el go�
bierno del estado
Fustes para silla de montar presentados por Ig�
nacio Mellado de la ciudad de Puebla

Transportes Fustes para silla de montar presentado por Trini� 10


dad Mercado de la ciudad de Puebla
Espuelas plateadas y freno presentadas por Jesús
Saavedra de la ciudad de Puebla
288 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

Tabla 20. Objetos y productos poblanos premiados


en la Exposición Mundial de Chicago, 1893
Total de obje-
tos premiados
Departamento Objeto premiado
de la colección
mexicana
Bálsamo de aberroniano, sulfato de hierro, sub�
carbonato de sosa, nitrato de plata, éter acético,
sulfato de zinc presentados por J. Ibánez y T. La�
marque de la ciudad de Puebla
Secantes, pisapapeles presentados por Manuel
Olimán de la ciudad de Puebla
Tejas presentadas por Antonio Díaz Bustos de la
Hacienda de Temextla
Ladrillos presentados por el gobierno del estado
Rebozos de seda presentados por el gobierno del
estado
Reatas presentadas por el Gobierno del estado
Colchones de coco presentados por el Gobierno
del estado
Reatas blancas presentadas por Diego Bernardo
de Miahuatlán
Manufacturas Canastas, costales, ayates y escobetas presenta� 522
das por el gobierno del estado
Toallas presentadas por Margarito Jaramillo de
la ciudad de Puebla
Manteles, efectos de algodón y rebozos presenta�
dos por el gobierno del estado
Rebozos presentados por Francisco Rosas del
Distrito de Matamoros
Frazadas presentadas por el gobierno del estado
Sombreros presentados por Margarito Carcaño
de la ciudad de Puebla
Traje completo de china poblana presentado por
Sofía Gómez de la ciudad de Puebla
Chaqueta de gamuza presentada por Herlinda
Martínez de la ciudad de Puebla
Canastilla para niño presentada por Juana Marín
de la ciudad de Puebla
la inserción de una región en el contexto global 289

Tabla 20. Objetos y productos poblanos premiados


en la Exposición Mundial de Chicago, 1893
Total de obje-
tos premiados
Departamento Objeto premiado
de la colección
mexicana
Choclos de raso blanco bordados presentados
por Carlos R. Bueno de la ciudad de Puebla
Cuadro con bordado de lino presentado por el
Colegio Teresiano de la ciudad de Puebla
Cuadro con bordado de oro presentado por el
Colegio de la Providencia de la ciudad de Puebla
Dos toallas con bordado de tapicería presentadas
por Gabina Gómez de la ciudad de Puebla
Chaleco de gamuza bordado de oro y plata pre�
sentado por Herlinda Martínez de la ciudad de
Puebla
Tres paños de altar, bordado antiguo presentado
por Soledad Miranda de la ciudad de Puebla

Pañuelo calado presentado por Paulina C. Vda.


de Aldana de la ciudad de Puebla
Manufacturas
Funda de almohada presentada por el Colegio
Teresiano de la ciudad de Puebla
Cubierta de malla presentada por Soledad Martí�
nez de la ciudad de Puebla
Figuras de trapo presentadas por Trinidad Ga�
lindo de la ciudad de Puebla
Juguetes y figuras de trapo presentadas por Tri�
nidad Galindo de la ciudad de Puebla
Zapatitos de madera presentados por Luisa Gar�
cilazo de la ciudad de Puebla
Cueros y pieles presentados por el general Mucio
Martínez
Portalámpara de mármol y metal presentados
por el gobierno del estado
Frutas de ónix, placas de ónix con figuras en re�
lieve presentados por Manuel Olimán de la ciu�
dad de Puebla
290 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

Tabla 20. Objetos y productos poblanos premiados


en la Exposición Mundial de Chicago, 1893
Total de obje-
tos premiados
Departamento Objeto premiado
de la colección
mexicana
Informes y fotografías presentados por la Casa
de Maternidad de la ciudad de Puebla
Fotografías y trabajos escolares presentado por el
gobierno del estado
Preparaciones microscópicas presentadas por
Alberto C. Moreno de la ciudad de Puebla
Muestras de trabajos escolares presentados por
la Escuela de Artes y Oficios del Estado
Fotografías presentadas por el ayuntamiento de
la ciudad de Puebla
Artes liberales Informes sobre instrucción pública presentada 194
por Rafael Isunza de la ciudad de Puebla

Gramática azteca presentada por Miguel Palma


y Campos de la ciudad de Puebla
Fotografías de Lorenzo Becerril de la ciudad de
Puebla
Estudios de antropología criminal de Francisco
Martínez Baca de la ciudad de Puebla
Colección de leyes presentada por el gobierno
del estado
200 animales disecados presentados por el go�
bierno del estado
Trajes indios y exhibición arqueológica presenta�
Etnología 10
dos por el gobierno del estado
Fuente: Premios concedidos a los expositores mexicanos en la Exposición Universal Colombina de Chi-
cago de 1893, México, Oficina Tipográfica de la Secretaría de Fomento, 1894, Archivo General de la
Nación, México, fondo Fomento, serie Exposiciones Extranjeras, v. 83, exp. 9
La selección y el resumen de los datos son elaboración propia
la inserción de una región en el contexto global 291

Esta recopilación todavía puede considerarse imperfecta, pues en


sucesivos apéndices102 se agregaron algunos reconocimientos más, de tal
suerte que el ministro de Fomento pudo reportar que la muestra mexica�
na obtuvo 1 177 recompensas,103 de los cuales 74 se otorgaron a los objetos
poblanos. Pero, de manera general, sirve para contrastar la colección po�
blana en el conjunto de lo que México exhibió en Chicago. Ese ejercicio
de contraste ilustra sobre algunos aspectos que bien merecen reflexión.
En lo general, la colección mexicana expuesta en Chicago, a contra�
corriente de los planes esbozados por el Ministerio de Fomento, no se
distinguió por sus productos agropecuarios sino por sus manufacturas
y, aunque si lucieron sus materias primas minerales, fueron mejor valo�
rados sus objetos y productos de las artes liberales, mostrando un cambio
de percepción sobre las capacidades y habilidades de los mexicanos.
Ahora bien, este cambio de percepción también fue resultado de
un hábil acomodo de los objetos en el sistema de clasificación, como lo
demuestra la naturaleza de la colección poblana, pues a ojos vistas, las
pretendidas manufacturas eran en realidad trabajos manuales y de aguja
de un importante contingente de mujeres. Se escenificó, así, un exitoso
proceso de recepción, apropiación y adaptación local de los referentes
culturales occidentales, expresados en los sistemas de clasificación y su
manipulación para el consumo global.
Y, finalmente, se afirmó la centralidad de los núcleos urbanos como
productores de objetos culturales, en Puebla, al igual que en el resto del
país, los objetos y productos representativos de las artes liberales, de la
ciencia y la instrucción pública provinieron precisamente de las capitales
provinciales y de la capital del país, poniendo en evidencia la enorme
brecha que, en materia cultural, se abría entre las zonas rurales y las zo�
nas urbanas.

102
  Por ejemplo, “Apéndice a la lista general de premios concedidos a los expositores mexica�
nos en la Exposición Universal Colombina de Chicago, en 1893”, Archivo General de la Nación,
México, fondo Fomento, serie Exposiciones Extranjeras, v. 83, exp. 9, f. 36–38. De acuerdo a otras
fuentes, el número de premios obtenidos por la colección mexicana fue de 1 195. Véase Informe de
Manuel Caballero a George R. Davis, Archivo General de la Nación, México, fondo Fomento, serie
Exposiciones Extranjeras, v. 83, exp. 18.
103
  Fernández Leal, Manuel, Memoria presentada al Congreso de la Unión por el secretario de Esta-
do y del Despacho de Fomento, Colonización, Industria y Comercio de la República Mexicana, ingeniero...
Corresponde a los años transcurridos de 1892 a 1896, México, Oficina Tipográfica de la Secretaría de
Fomento, 1897, p. 57.
292 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

En la exposición colombina, el gobierno mexicano reiteró, con mayor


brillo que en Filadelfia y Nueva Orleans, la variedad y riqueza de los pro�
ductos de su territorio sobre las que fundaba sus esperanzas de un gran
porvenir económico y, sobre todo, los incontables progresos realizados
con el concurso de la paz pública instalada por el régimen porfiriano. La
paz era el más caro anhelo de esos años, pues significaba la reconciliación
de las facciones tras una larga disputa y constituyó el primer consenso
político real. Así, los discursos que proclamaban el progreso del país no
sólo hacían referencia al avance material, sino también subrayaban los lo�
gros sociales, administrativos y políticos alcanzados con el concurso de la
paz, requisito indispensable para la consolidación del Estado–nación. Su
conservación era una condición insoslayable para la inserción de México
en el contexto mundial.
Para afirmar los lazos comerciales que, de manera imperceptible,
trasladaban el centro de gravedad económico mexicano de Europa hacia
Estados Unidos, y una declinación, lenta pero constante, de la hegemonía
europea,104 después de Chicago y hasta antes de 1900, México participó
en varias exposiciones estadounidenses de carácter regional. En la Ex�
posición Pan–Americana de Nueva York, inaugurada en esa ciudad los
primeros días de noviembre de 1894, el gobierno mexicano contrató los
servicios de la compañía Pan–Americana de Nueva York para el mon�
taje de la exhibición de sus productos. Los resultados de esta operación,
según la opinión de los funcionarios del Ministerio de Fomento, fueron
positivos, pues, por intermedio de esa compañía, se establecieron rela�
ciones entre expositores mexicanos y consumidores norteamericanos y
se celebraron transacciones comerciales entre ellos. Fueron objeto de esas
transacciones muchos artículos; entre ellos figuraron los magueyes mexi�
canos, de los que se hicieron pedidos de parte de floricultores de Nueva
York y Brooklin; el café del territorio de Tepic, desconocido hasta enton�
ces en aquel mercado, se hizo conocer y estimar y promovió demandas
de alguna consideración, siendo la primera de 10 000 libras, hecha por los
señores Fisches y Cª., de Nueva York, a los señores Aguirre y Cª. de Tepic
y prometieron los consumidores comprar toda la cosecha, si obtenían el

104
  Riguzzi, Paolo, “México próspero: las dimensiones de la imagen nacional en el Porfiriato”,
Historias. Revista de la Dirección de Estudios Históricos, Instituto Nacional de Antropología e Historia,
n. 20, abril–septiembre de 1988, p. 152.
la inserción de una región en el contexto global 293

mismo buen resultado operando en gran escala; el tecali mexicano fue


objeto de contratas de compra de parte de varias casas de Nueva York,
y la Aimone Manufacturing Co. adquirió diez mil pies cúbicos para la
construcción de un hotel en Filadelfia; también se arreglaron exporta�
ciones de tecali a Italia; análoga aceptación obtuvo el coquito de aceite,
que dio al análisis 662/3 por ciento de aceite puro, la American Oil Co.
entabló negociaciones con los cosecheros de Tepic y otros puntos para
adquirir grandes cantidades de este producto. La exhibición de tabacos
labrados y en rama suscitó en Nueva York una Junta de Comerciantes
que trató de constituirse en compañía explotadora de un producto que se
reconoció como digno de competir con el de Cuba; las pieles curtidas, la
raíz de zacatón y el ixtle fueron también muy apreciados y su demanda
acrecentada durante la exposición. Además, se vendieron con estimación
muchos artículos manufacturados, como rebozos, una compañía ameri�
cana se mostró dispuesta a adquirir grandes cantidades para venderlos
en Norteamérica; los artículos de talabartería también fueron bien acogi�
dos, los sombreros alcanzaron altos precios, lo mismo que figuras de cera
y tecali, trabajos de pluma y otros. Se tiene noticia de que en virtud de los
informes, documentos, planos y estudios que suministró el Ministerio de
Fomento, importantes inversionistas se interesaron en trasladarse al Mé�
xico para formar empresas mineras, agrícolas e industriales. “Entre otros,
los señores Gregory, Preu y Comp. han traído al país considerable capital
para la cultura de tierras en el Istmo de Tehuantepec”.105
Un año después, en noviembre de 1895, se abrió la sección mexicana
en la Exposición Internacional de Atlanta, organizada por los estados al�
godoneros de la Unión Americana, sin el patrocinio oficial del gobierno
porfiriano pero con su beneplácito. Por acuerdo presidencial se mandó
una banda militar que permaneció en Atlanta varios días y allí concurrie�
ron más de 1 609 expositores mexicanos, y sus exhibiciones abarcaron la
mayor parte de las secciones establecidas en el reglamento respectivo. En
esa ocasión, la colección mexicana mereció 111 recompensas.106

105
  Fernández Leal, Manuel, Memoria presentada al Congreso de la Unión por el secretario de Esta-
do y del Despacho de Fomento, Colonización, Industria y Comercio de la República Mexicana, ingeniero...
Corresponde a los años transcurridos de 1892 a 1896, México, Oficina Tipográfica de la Secretaría de
Fomento, 1897, pp. 58 y 59.
106
  Fernández Leal, Manuel, Memoria presentada al Congreso de la Unión por el secretario de Esta-
do y del Despacho de Fomento, Colonización, Industria y Comercio de la República Mexicana, ingeniero...
294 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

La Exposición Internacional en Omaha, 1898, fue una imitación de la


de Chicago, 1893, para los estados de la ribera occidental del Mississippi,
en ella México mostró productos agrícolas y materias primas, además de
objetos prehispánicos.107
Al finalizar el siglo xix, la presencia mexicana en las exposiciones
universales, así como en las ferias agrícolas y comerciales se había con�
solidado; su participación organizada y consistente en los circuitos in�
ternacionales, que alcanzó niveles de protagonismo desde la década
de los años ochenta, se orientó a disipar la desconfianza y el descrédito
derivados de la suspensión de pagos a sus diferentes acreedores europeos
y su inestabilidad política. Alcanzado el objetivo de convertirse en una
“increíble revelación”, para los inversionistas y el gobierno norteameri�
canos, a raíz de una exitosa exhibición de objetos y productos en Nueva
Orleans, en 1884, que se reafirmó en sucesivas exposiciones americanas,
para el gobierno mexicano y sus funcionarios del Ministerio de Fomento
el siguiente paso era lograr que esa imagen se difundiera, también, entre
las potencias europeas. Por ello, pusieron especial cuidado en la organi�
zación de la muestra mexicana en París en 1889 y cautelosamente sope�
saron las dificultades y las responsabilidades que implicaba su participa�
ción en la exposición parisina de 1900. Estas consideraciones confirman la
apreciación de Riguzzi en el sentido de que la participación mexicana en
las exposiciones universales fue, probablemente, uno de los recursos más
significativos para la creación de la nueva imagen nacional, y de manera
consciente los funcionarios mexicanos, apostados en los lugares de exhi�
bición, buscaron impresionar a los visitantes, a la prensa, a los círculos
políticos y a las delegaciones de hombres de negocios.108
Tomando como referencia que, a la brillante exhibición de muestras
minerales en Nueva Orleans siguió una gran inversión de capitales ex�
tranjeros en la explotación minera y que resultados similares se obtuvie�
ron después de la participación en París, en 1889; el gobierno porfiriano

Corresponde a los años transcurridos de 1892 a 1896, México, Oficina Tipográfica de la Secretaría de
Fomento, 1897, p. 59.
107
  Tenorio Trillo, Mauricio, Artilugio de la nación moderna. México en las exposiciones universales
(1880–1930), México, Fondo de Cultura Económica, 1998, p. 249.
108
  Riguzzi, Paolo, “México próspero: las dimensiones de la imagen nacional en el Porfiriato”,
Historias. Revista de la Dirección de Estudios Históricos, Instituto Nacional de Antropología e Historia,
n. 20, abril–septiembre de 1988, pp. 148 y 149.
la inserción de una región en el contexto global 295

se avino a organizar su participación en el certamen parisino de 1900,


que sólo tenía como fin celebrar el cambio de siglo. Con clara conciencia
de que los objetos mexicanos serían juzgados ya no como una revelación,
sino como el resultado de un sistema político que preconizaba el orden y
el progreso como divisa de gobierno, la integración de la muestra mexi�
cana debía hacerse tomando en cuenta la superior calidad de sus objetos
para afrontar, ventajosamente, la comparación con otras colecciones na�
cionales concurrentes.
En términos generales, se puede apuntar que los objetos reunidos
para esta ocasión fueron producto de los avances logrados por las insti�
tuciones que florecían al amparo de la paz pública; órganos de gobierno,
asociaciones culturales y empresas no se limitaron a la recolección y pre�
sentación de objetos raros o curiosos sino que enviaron objetos represen�
tativos de actividades productivas y culturales acompañados de estudios
de carácter descriptivo, estadístico, analítico o francamente propagan�
dístico. Por la amplitud de la colección presentada en París, en 1900, es
imposible hacer un recuento detallado, pero a partir de las solicitudes de
admisión de objetos y de los informes dados por el Comisario General de
México se puede obtener un cuadro comparativo de los objetos poblanos
en la colección mexicana exhibida en 1900.

Tabla 21. Objetos poblanos premiados


en la colección mexicana presentada en París, 1900
Objetos
Grupo de Tipo
mexicanos Objetos poblanos premiados
objetos de premio
premiados
13 obras científicas, históricas y literarias
presentadas por diferentes autores: Pedro
I. Educación y enseñanza

González Orduña, Francisco Martínez Baca,


13 medallas
Leopoldo Mayet Castillo, Manuel Mirus,
de plata
Delfino Torijano, Carlos M. Toussaint, Paz
Montaño, Junta Local del estado de Puebla
y gobierno de estado
39
Legislación, programas y reglamentos de Medalla
instrucción pública en el estado de Puebla de bronce

Encuadernaciones holandesas y españolas


Medalla
presentadas por los alumnos de la Escuela
de bronce
de Artes y Oficios del Estado
296 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

Tabla 21. Objetos poblanos premiados


en la colección mexicana presentada en París, 1900
Objetos
Grupo de Tipo
mexicanos Objetos poblanos premiados
objetos de premio
premiados
Esculturas en cera, esculturas en arcilla,
II. Obras
de arte

busto de bronce, frutas y legumbres en Mención


11
polvo de mármol presentadas por la Junta honorífica
Local para la Exposición
Mención
Álbum presentado por Isidoro Romero
III. Instrumentos y procedimientos generales

honorífica
Fotografías presentadas por Joaquín S. Medalla
de las letras, las ciencias y las artes

Miera de bronce
12 fotografías presentadas por Steadman y Medalla
Frager de bronce
35 fotografías presentadas por Ramón Mención
Barreiro honorífica
91
7 obras musicales presentadas por diferen�
tes compositores: Juan B. Anzures, Aurelio
7 medallas
M. Campos, Agustín Dimarias, Aurelio
de bronce
Machorro, Carlos Samaniego, Edmundo
Somellera, José Fernando Vallejo

Censo de la ciudad de Puebla presentado Medalla


por Agustín M. Fernández de bronce
IV. Materiales y
procedimientos
generales de la
mecánica

3 Ningún objeto poblano premiado


V. Electricidad

5 Ningún objeto poblano premiado


la inserción de una región en el contexto global 297

Tabla 21. Objetos poblanos premiados


en la colección mexicana presentada en París, 1900
Objetos
Grupo de Tipo
mexicanos Objetos poblanos premiados
objetos de premio
premiados
Sistema de andamios para albañiles y pinto� Mención
niería civil.
Medios de
transporte
VI. Inge-

res presentado por Emilio López Vaal honorífica


42
Dos sillas de montar presentadas por la Medalla
Junta Local para la Exposición de oro
Álbum fotográfico con vistas de las granjas
Mención
de San Martín Texmelucan, presentado por
honorífica
el Ayuntamiento
5 sacos de cereales presentados por Miguel Medalla
B. Cervantes de oro

Muestras de cereales presentadas por Doro� Medalla


teo Carpio de plata

Muestras de cereales presentadas por Luis Medalla


Contreras Rubín de plata

Muestras de maíz, trigo, centeno, haba y Medalla


frijol presentadas por Octaviano Couttolenc de plata
VII. Agricultura

Muestras de arroz presentadas por Ignacio Medalla


209 Guerrero de plata
Muestras de cereales presentadas por el Medalla
municipio de Petlalcingo de plata
Muestras de maíz presentadas por Felipe Medalla
Tenorio de plata
Muestras de ajonjolí presentadas por Praxe� Medalla
dis Adan de bronce
Muestras de cebada presentadas por Fran� Medalla
cisco Aguilar de bronce
Muestras de café presentadas por José C. Medalla
Arias de bronce
Muestras de cereales presentadas por Ma� Medalla
nuel M. Calderón de bronce
Muestras de maíz presentadas por Tranqui� Medalla
lino Cortés de bronce
298 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

Tabla 21. Objetos poblanos premiados


en la colección mexicana presentada en París, 1900
Objetos
Grupo de Tipo
mexicanos Objetos poblanos premiados
objetos de premio
premiados
Muestras de maíz presentadas por Nieves Medalla
Dávalos de bronce

Muestras de trigo presentadas por Pablo Medalla


Díaz de bronce

Muestras de maíz y frijol presentadas por Medalla


José M. Ibarra de bronce

Muestras de trigo presentadas por José M. Medalla


Ovando de bronce

Muestras de maíz presentadas por Cruz Medalla


Padilla de bronce
Muestras de frijol presentadas por Hilario Medalla
Palma de bronce
VII. Agricultura

Muestras de sorgo presentadas por Joaquín Medalla


Tenorio de bronce

Muestras de maíz presentadas por Patricio Medalla


Tlaseca de bronce

Muestras de cereales presentadas por Fran� Medalla


cisco Torres de bronce

Muestras de maíz presentadas por Cándido Mención


Acevedo Labrador honorífica

Muestras de maíz y frijol presentadas por Mención


Celso Gutiérrez honorífica

Muestras de maíz y frijol presentadas por Mención


Jesús Gutiérrez honorífica
Muestras de trigo presentadas por Jesús Mención
Juárez honorífica

Muestras de frijol presentadas por Refugio Mención


Popoca honorífica
la inserción de una región en el contexto global 299

Tabla 21. Objetos poblanos premiados


en la colección mexicana presentada en París, 1900
Objetos
Grupo de Tipo
mexicanos Objetos poblanos premiados
objetos de premio
premiados
Muestras de frijol presentadas por José M. Mención
Robles honorífica
VII. Agricultura

Muestras de café en grano presentadas por Mención


Antonio Téllez honorífica

Muestras de arroz presentadas por Francis� Mención


co Vázquez honorífica

Muestras de frijol presentadas por Felipe Mención


Viveros honorífica
VIII. Horticultura y arboricultura

Muestras de árboles frutales del país,


semillas de calabaza, de ajos, de chipotle,
Medalla
de melón y de sandías. Muestras de ajos,
de oro
de cebollas y de jícamas presentadas por la
Junta Local para la Exposición

20
Colecciones de frutas de cera presentadas Medalla
por gobierno del estado de Puebla de oro

Una acuarela representando frutas presen� Medalla


tada por Mariano Centurión de bronce
IX. Bosques, caza, pesca

Muestras de madera presentadas por el Medalla


y pequeñas cosechas

Gobierno del estado de Puebla de oro

Muestras de diversas maderas presentadas Medalla


64
por Joaquín Crespo de bronce

Muestras de maderas de construcción


Medalla
y para ebanistería presentadas por Juan
de bronce
Olvera
300 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

Tabla 21. Objetos poblanos premiados


en la colección mexicana presentada en París, 1900
Objetos
Grupo de Tipo
mexicanos Objetos poblanos premiados
objetos de premio
premiados

Muestras de harina de diversas calidades y


Medalla
fotografía del Molino San Francisco presen�
de oro
tadas por Matilde Sánchez de Lorenz

Muestras de harina presentadas por Marce� Medalla


lino Presno de plata
Muestras de harina presentadas por Anto� Medalla
nio Couttolenc de bronce
X. Alimentos

Muestras de azúcar morena presentadas Medalla


por Pedro de la Luz Arias de oro
218
Muestras de azúcar presentadas por Pérez Medalla
y Llaca de bronce

Muestras de pimienta seca presentadas por Mención


la Prefectura política de Tlatlauqui honorífica

Vino de naranja y muestras de naranja


Medalla
champagne presentados por Casimiro
de oro
Galicia
12 botellas de vinos de tres clases presenta� Mención
das por Pedro Martínez honorífica
Colecciones de ónix de diversos colores en
Medalla
y metalurgia

placas y bloques presentadas por Manuel


XI. Minas

de plata
Olimán
90
Muestras de mármol y mineral de plomo Mención
presentadas por Camilo Bonfil honorífica
edificios públicos
y mobiliario para
XII. Decoración

y habitaciones

6 Ningún objeto poblano premiado


la inserción de una región en el contexto global 301

Tabla 21. Objetos poblanos premiados


en la colección mexicana presentada en París, 1900
Objetos
Grupo de Tipo
mexicanos Objetos poblanos premiados
objetos de premio
premiados

Cuadro bordado, imitación litografía, pre� Medalla


sentado por María Guerrero de plata

Un pañuelo bordado presentado por Lucía Medalla


Cervantes de bronce
Colchita bordada, dos sabanitas, sachet y
Medalla
dos pañuelos bordados presentados por
de bronce
Josefina Jamet
Colección de bordados y un sombrero galo�
Medalla
XIII. Hilados, tejidos y vestimentas

neado presentados por Junta Local para la


de bronce
Exposición

Bordados presentados por Sofía Rosas y Medalla


María Acevedo de bronce
Velador, cojines, sachet y pañuelos borda� Medalla
143 dos presentados por Dolores Vega de bronce
Labores de bordado presentadas por las Mención
señoritas Caballero honorífica
Muestras de pasamanería presentadas por Mención
Bernardo Calderón honorífica
Una colcha bordada presentada por Car� Mención
men Isla honorífica
Una carpeta bordada “recuerdo” presenta� Mención
da por Refugio Nava honorífica
Un par de botitas de color, un par de polo�
nesas en piel de cabra, un par de zapatillas Medalla
de raso blanco, un par de borceguíes abier� de bronce
tos presentados por Carlos R. Bueno
Muestras de calzado presentadas por Cris� Medalla
tóbal Zeniso de bronce
Muestras de calzado presentadas por J. M. Mención
Villegas honorífica
302 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

Tabla 21. Objetos poblanos premiados


en la colección mexicana presentada en París, 1900
Objetos
Grupo de Tipo
mexicanos Objetos poblanos premiados
objetos de premio
premiados
Especialidades farmacéuticas en 231 fras�
Medalla de
quitos de emulsión presentadas por Joaquín
bronce
Ibáñez

Tequesquite, carbonato de sodio impuro


natural de tres clases: marqueta, marque� Medalla de
tilla y corriente presentados por José de la bronce
Luz Traslosheros
XIV. Industria química

Especialidades farmacéuticas y solución


Mención
inyectable de fierro y estricnina presentadas
honorífica
por O'Farril y Guerrero
83
Parche maravilloso “Monópolis” presenta� Mención
do por Epigmenio Vergara honorífica

Pieles del país presentadas por Atanasio Medalla de


Jaramillo oro
Muestras de pieles del país presentadas por Medalla de
Lorenzo F. Osorio bronce

350 carteritas con cigarros y 130 cajas de


Medalla de
puros presentados por Rodolfo Bello antes
plata
Penichet y Cía.

Muestras varias de raíz de zacatón presen� Medalla de


tadas por Ambrosio Guerra bronce
XV. Industrias diversas

1 tenate de palma fino presentado por el Mención


jefe político de Tehuacán honorífica

36 21 objetos de palma, tejidos distintos y una


Mención
caja de viaje presentados por la Junta Local
honorífica
para la Exposición

2 chiquihuites de otate llamado “cubito” Mención


presentados por Román Juan Bautista honorífica
la inserción de una región en el contexto global 303

Tabla 21. Objetos poblanos premiados


en la colección mexicana presentada en París, 1900
Objetos
Grupo de Tipo
mexicanos Objetos poblanos premiados
objetos de premio
premiados
XVI. Economía
social. Higiene
Colonización y asistencia
pública

Aguas minerales presentadas por Daniel Medalla


5
González de bronce
XVII.

1 Ningún objeto poblano premiado


Ejércitos de
tierra y mar
XVIII.

22 Ningún objeto poblano premiado

Fuente: Archivo General de la Nación, México, fondo Fomento, serie Exposiciones Extranjeras,
v. 25, 27, 37–39, 41–46, 55, 68–69; y Mier, Sebastián B. de, México en la exposición universal internacional
de París (1900), París, Francia, Imprenta de J. Dumoulin, 1901
El resumen de los datos es elaboración propia

En conjunto, y de manera general, las colecciones de objetos mexi�


canos exhibidos en el extranjero pueden ser caracterizadas como artifi�
ciosas, en la medida que apuntaban a construir una imagen ideal de la
nación que no, necesariamente, correspondía con la realidad, una imagen
para el consumo global. Sin embargo, la desagregación de los elemen�
tos enviados por los diferentes estados y territorios, como en el caso del
estado de Puebla, puede mostrar con más detalle hasta qué punto esos
objetos eran representativos, o no, de las regiones situadas en la periferia
del centro político de la nación.
Sin soslayar el hecho de que México era un mosaico de contradic�
ciones, un territorio en el que coexistían: el desarrollo de una pujante
economía con un sector financiero deficiente, una agricultura orientada
al comercio de exportación con instituciones obsoletas como la tienda de
raya y la práctica del endeudamiento para impedir la movilidad de la
304 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

mano de obra; una sociedad que adoptaba los comportamientos de occi�


dente y el cosmopolitismo francés con una población mayoritariamente
analfabeta,109 el esmero dedicado a formar colecciones de objetos cualita�
tivamente superiores, su efectiva integración y su puesta en escena reve�
lan cierto grado de articulación entre los objetos y las nuevas condiciones
culturales y materiales que los producían.
En la exposición universal de París, en 1900, la contribución pobla�
na a la muestra mexicana fue una expresión de los logros de su sistema
educativo y del desarrollo de su estructura productiva. Desde los años
ochenta, se había alentado, tanto en la ciudad capital como en sus distri�
tos, la propagación de la instrucción elemental con el establecimiento de
escuelas públicas para niños y adultos y la apertura de clases nocturnas,
cursos sabatinos y dominicales para las clases trabajadoras; se había reor�
ganizado la instrucción superior, abriendo nuevas cátedras en El Colegio
del Estado y fundado nuevas instituciones como la Escuela de Artes y
Oficios del Estado y dos escuelas normales, una para profesoras y otra
para profesores, que aunque concentraban su acción entre los habitantes
de la ciudad capital también ejercían su influencia entre los pobladores
de los distritos, pues estas instituciones estaban obligadas a otorgar luga�
res de gracia a alumnos sobresalientes del interior del estado.110 Al tiem�
po que la afluencia de capitales foráneos dinamizaba las tradicionales ac�
tividades industriales, comerciales y agrícolas en la zona centro–oriente
del país, la región de Puebla, conocida por sus artesanías de algodón y su
producción de cereales, consolidó su presencia con la introducción de la
mecanización en sus procesos de fabricación y explotación.111 En particu�
lar, la industria textil en el territorio poblano registró un auge inusitado:
la buena ubicación geográfica, las concesiones y subvenciones estatales
y federales, más la afluencia de capitales extranjeros, convenientemente

109
  Tortolero, Alejandro, “Moneda, crédito y exposiciones: el inasible triángulo de la moderni�
dad en la agricultura mexicana (1876–1920)”, Jahrbuch für Geschichte Lateinamerikas, n. 42, 2005.
110
  Para el caso de la Escuela de Artes y Oficios del Estado, véase Herrera Feria, María de Lour�
des, La educación técnica en Puebla durante el Porfiriato: la enseñanza de las artes y los oficios, Puebla, Mé�
xico, SIZA–Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, Secretaría de Educación Pública, Benemérita
Universidad Autónoma de Puebla, 2002. En este estudio monográfico también se encuentran refe�
rencias a las Escuelas Normales y a las escuelas elementales del Hospicio de Pobres.
111
  Gamboa Ojeda, Leticia, La urdimbre y la trama. Historia social de los obreros textiles de Atlixco,
1899–1924, México, Fondo de Cultura Económica y Benemérita Universidad Autónoma de Puebla,
pp. 25–66.
la inserción de una región en el contexto global 305

asociados a capitales locales y nacionales, favorecieron la transformación


de negocios agroindustriales en productivas fábricas textiles algodoneras
que, a la larga, constituirían las grandes empresas de la industria textil
que surgirían en la era porfiriana, con el distrito de Atlixco como eje.
En estas condiciones, los objetos poblanos enviados a la exposición
parisina de 1900 tenían características sustancialmente diferentes, reafir�
mando una tendencia que se había iniciado en 1889, en París; y en Chi�
cago, en 1893. Sus tradicionales colecciones de objetos y productos natu�
rales fueron enriquecidas con una extensa muestra de objetos culturales
logrados con la mediación de sus nuevas instituciones: leyes y reglamen�
tos, programas educativos, obras didácticas y métodos de enseñanza, tra�
bajos escolares, pinturas al óleo y acuarela, esculturas en diversos mate�
riales, diseños y fotografías, proyectos constructivos y planos de edificios
públicos y escuelas, trabajos tipográficos, piezas musicales, obras estadís�
ticas, diseños de máquinas y herramientas, productos manufacturados,
compuestos químicos y especialidades farmacéuticas. Este tipo de obje�
tos representaban los logros del sistema educativo poblano, pues en su
mayoría fueron elaborados por alumnos, profesores y egresados de sus
instituciones educativas que, además, incursionaban como proveedores
de servicios profesionales tanto en negocios particulares como en inicia�
tivas gubernamentales.
A diferencia de otras ocasiones, por primera vez se presentaron ob�
jetos poblanos en los grupos de “Obras de Arte (II)”, así como en “Instru�
mentos y procedimientos generales de las letras, las ciencias y las artes
(III)”, “Materiales y procedimientos generales de la mecánica (IV)”, “Elec�
tricidad (V)”, “Ingeniería civil y medios de transporte (VI)” e “Industria
química (XIV)”, logrando, en algunos casos, el reconocimiento a su grado
de elaboración y desarrollo. Tanto la extensión como la diversidad de la
contribución poblana pueden considerarse representativas de la actitud
que empezaba a prevalecer en un reducido y selecto grupo social, benefi�
ciario del sistema de instrucción y del desarrollo económico en la región,
que activamente manifestó su patriótica convicción de participar con
empeño en la construcción de la nueva imagen de la nación.
Aquí, la exclusiva mención de los objetos premiados deja en el ano�
nimato un numeroso contingente de productos del ingenio local que por
su calidad no lograron más que una presencia nominal, cuya presenta�
ción no alcanzó a desdibujar el tradicional perfil productivo de la región:
Puebla era un territorio eminentemente agrícola, en el que se abrieron
306 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

paso la explotación de minerales —para decoración y construcción— y la


industria textil en zonas perfectamente delimitadas.
Las colecciones de objetos arregladas conforme a los sistemas de cla�
sificación de cada exposición sirvieron para representar, en los escenarios
de la modernidad, naciones y gentes de ignotas latitudes, produciendo
en el ánimo de los espectadores la ilusión de que estaban frente a la ma�
nifestación total de la actividad humana de su época. Instrumentalizadas
como referencia de lo lejano, lo desconocido sirvieron al encuentro entre
comunidades diversas en una de las primeras manifestaciones de la glo�
balización contemporánea.
Cita obligada para las naciones que se reputaran como civilizadas,
las exposiciones universales les ofrecieron la ocasión de mostrar su po�
tencia productiva y sus logros culturales. A ellas concurrió México para
exhibir su adhesión a los paradigmas del progreso y la modernidad, y su
representación se materializó en objetos y pabellones que apuntaron a
construir una nueva imagen nacional, aunque ésta no correspondiera a la
realidad mexicana. El diseño de sus recintos expositivos y la integración
de sus colecciones siguieron los formatos previstos en los reglamentos y
los sistemas de clasificación de objetos preparados por los organizadores
de las exposiciones, los cuales sirvieron como instrumentos homogenei�
zadores para la elaboración de versiones selectivas de la imagen que se
proponían representar ante la diversidad y la complejidad de las realida�
des que ofrecía el contexto internacional a finales del siglo xix.
La asidua participación mexicana en estos eventos, a pesar de sus
conflictos internos y sus diferendos con las grandes potencias, permitió
aprender del ancho mundo; los diferentes regímenes de gobierno y sus
operadores percibieron la enorme asimetría que caracterizaba a la estruc�
tura productiva mexicana y, en consecuencia, se inclinaron por hacer gala
de la abundancia de los recursos naturales que podían tentar la inversión
de los capitales foráneos. Las colecciones de objetos remitidas por México
aspiraban a mostrar un país que ofrecía paz, seguridad, justicia, riquezas
naturales poco comunes, leyes protectoras de la vida, de la propiedad y
del espíritu de empresa, recreando una imagen de México como territorio
de oportunidad para la inversión y la colonización extranjera.
Esa imagen se compuso con la integración de las cualidades de sus
regiones. Así, el territorio poblano se representó a partir de la particu�
laridad y la calidad de sus productos. Desde las primeras exposiciones
universales se le identificó con el ónix, al punto que este material empe�
la inserción de una región en el contexto global 307

zó a ser designado con el nombre de la región en que se localizaban sus


yacimientos —Tecali—, por la calidad de sus cereales o por su productos
textiles.
A medida que la presencia mexicana ganaba consistencia en los cir�
cuitos expositivos de la segunda mitad del siglo xix, las crecientes, en tér�
minos numéricos, colecciones exhibidas —que alcanzaron su punto cul�
minante en la década de los años ochenta, bajo la presión de los poderes
públicos, nacionales y locales— cedieron su lugar a colecciones diversas,
integradas por objetos cualitativamente superiores, obedeciendo a un
proceso de interiorización de la idea de nación y su digna representación
en los escenarios internacionales, este proceso que involucró un reducido
pero dinámico sector de la población alcanzó su máxima expresión en la
muestra mexicana expuesta con ocasión de la Exposición Universal de
París en 1900.

Actores locales en escenarios internacionales

La renovación de la historia social surge de una nueva sensibilidad


teórica, la cual rompe con los enfoques unilateralmente objetivistas del
marxismo, el estructuralismo y el funcionalismo que enfatizaban las de�
terminaciones sociales “externas”. Esta sensibilidad teórica se puede ca�
racterizar por dos temas relacionados entre sí: el constructivismo social
y la centralidad de la acción. El constructivismo social sostiene la idea de
que las realidades sociales deben ser consideradas como construcciones
históricas de actores individuales y colectivos, que no son ni naturales ni
dadas de una vez por todas.
La acción, la intencionalidad de los protagonistas y la dimensión in�
terpretativa del análisis se convierten en temas estructuradores para estas
investigaciones. En esta perspectiva se arriba a la conclusión de que no
hay historia sin actores; los actores y su comportamiento son el mate�
rial empírico con el que trabajan los historiadores,112 por tanto, es preciso
reconocer al actor social como todo sujeto que actúa, en otras palabras, el
sujeto de la acción.

112
  Delacroix, Christiane, “Acteur”, en Christiane Delacroix et al. (dirs.), Historiographies. Con-
cepts et débats, París, Francia, Gallimard, 2010, pp. 2: 651–663.
308 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

La actuación del actor individual tiene cuatro características defini�


torias: a) es una intervención intencionada, aunque sea inconsciente; b)
sobre la que el sujeto puede reflexionar y de la que es responsable; c) que
depende no tanto de las intenciones del sujeto cuanto de su capacidad
y d) que no está determinada sino que es “contingente y variable”, en el
sentido de que el actor tiene la posibilidad de actuar de otra manera.113
La contingencia, la arbitrariedad, la irracionalidad, la empatía, la
coyuntural concurrencia de circunstancias dispares o la confluencia de
intereses de origen diverso son factores, que si bien no explican el com�
portamiento humano, indudablemente forman parte esencial de él y, en
última instancia, introducen eventuales márgenes de libertad de acción
que configuran el principio de incertidumbre en el que se desarrollan
las relaciones humanas. Entonces, la incertidumbre aparece claramente
como un problema a considerar, pues prevalece en la toma de decisiones.
De acuerdo con Sanchez, F. Barth define a la incertidumbre como el espa�
cio de la acción social: cualquier actor toma sus decisiones, teniendo una
cantidad relativamente limitada de información y, por eso, el acceso a la
información es uno de los recursos más importantes de la acción social,
igualmente puede carecer de los recursos adecuados para interpretarla;
además el actor no tiene el control de las reacciones que se pueden desen�
cadenar a partir de su toma de decisión. De allí la necesidad de elaborar
estrategias para alcanzar objetivos a pesar de la incertidumbre.114
Crozier y Friedberg,115 desde la sociología, enriquecen esta perspec�
tiva demostrando que la incertidumbre también se puede transformar,
bajo el impulso de los actores, en un recurso dentro del marco de un con�
flicto. Otro concepto fundamental, se puede extraer de la obra de Levi y
de Barth,116 es el de la fragmentación del sistema de normas, noción que en sí
misma implica un completo rechazo a cualquier forma de determinismo.

113
  García Sánchez, Ester, “El concepto de actor. Reflexiones y propuestas para la Ciencia Políti�
ca”, Andamios. Revista de investigación social, v. 3, n. 6, junio 2007, pp. 199–216.
114
  Sanchez Guillermo, Evelyne (coord.), Actores locales de la nación en América Latina. Estudios es-
tratégicos, Tlaxcala, México, El Colegio de Tlaxcala y Benemérita Universidad Autónoma de Puebla,
2011, pp. 7–22.
115
  Crozier, Michel y Friedberg, Erhard, El actor y el sistema. Las restricciones de la acción colectiva,
México, Alianza Editorial Mexicana, 1990.
116
  Para revisar la relación teórico–metodológica entre la obra de Barth y Levi, véase Rosental,
Paul–André, “Construire le ‘macro’ par le ‘micro’: Fredrik Barth et la microstoria”, en J. Revel (dir.),
Jeux d'échelles. La micro–analyse à l'expérience, París, Francia, Gallimard, 1996, pp. 141–159.
la inserción de una región en el contexto global 309

En efecto, se plantea que ningún sistema de normas es lo suficientemen�


te monolítico para “obligar” a los individuos o grupos a actuar de tal o
cual forma, hecho que sólo se puede observar si se renuncia a la escala
macrosocial. Estas observaciones plantean como postulado la complejidad
de las relaciones causales —un actor toma sus decisiones en función de
su posición en relación con una serie de contextos, de recursos y de otros
actores— y la racionalidad irreductible del actor que nos hace entendible
su acción. Esta racionalidad se expresa básicamente en su capacidad para
definir objetivos y crear estrategias para alcanzarlos. Claro que esta ra�
cionalidad se puede aplicar tanto a un individuo como a un grupo, por
ejemplo, una comunidad.
Todas las relaciones sociales que conforman el espacio de acción de
un sujeto se analizan entonces en términos de relaciones de poder. Este tér�
mino ha sido bien definido por Crozier y Friedberg como el resultado de
una relación, como un espacio de negociación. El poder no es un atributo
del actor sino una relación cuya calidad depende de la pertinencia de
sus recursos. Esta pertinencia no es dada de forma objetiva o de forma
ajena a los actores, al contrario, depende de los valores que están en juego,
los cuales están social e históricamente definidos. Estos valores pocas ve�
ces son negociables, por eso las negociaciones se suelen limitar a asuntos
más formales, a espacios donde existe la posibilidad de crear un acuer�
do. Adicionalmente, la pertinencia de los recursos movilizados depende
también, no tanto de la situación objetiva en la que se encuentran los acto�
res sino, de la forma en que éstos entienden esta situación. Esta diferencia
es muy importante para no salirse de la racionalidad del actor: muchas
de sus decisiones pueden parecerle irracionales al investigador porque
éste no toma en cuenta la situación de incertidumbre que lleva a los acto�
res a tomar decisiones que resultaron poco adecuadas para alcanzar los
objetivos planteados. No sólo los actores no tienen toda la información
sino que además interpretan la que tienen conforme a su capacidad y a
sus convicciones. El historiador se encuentra, entonces, frente a una do�
ble tarea: la de reconstruir el contexto objetivo que enmarca a los actores
que estudia y la de restituir también la situación tal como los actores la
percibían.117

117
  Sanchez ha reconstruido, por ejemplo, el contexto económico objetivo de la fundación de la
primera fábrica textil moderna en la ciudad de Puebla en la primera mitad del siglo xix y el contex�
310 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

Las descripciones tradicionales, de carácter deductivo, en las que


predominan criterios de clasificación y análisis que tipifican a los indi�
viduos por etnia, estamento, nivel socioeconómico, filiación política o
religiosa, ocupación, edad o género han revelado sus limitaciones para
explicar cómo se construyen las relaciones efectivas entre los individuos,
sus formas de organización social y la relación de éstos con el conjun�
to de representaciones, valores y normas en los que están inmersos. Por
tanto, el seguimiento de la experiencia de hombres y mujeres en la tarea
de construir las relaciones incluyentes o excluyentes necesarias para el
desarrollo de acciones colectivas, mediante datos empíricos sin atender
modelos de explicación predeterminados, asume la variación y la disper�
sión como criterio para interpretar la diversidad de los comportamientos
observados a fin de enriquecer el análisis de la dinámica social.
La construcción de Estados nacionales a raíz del desmembramien�
to del imperio español dio lugar a procesos largos de negociación en�
tre varios actores. El tipo de vínculos personales que se hacían presentes
en la sociedad mexicana decimonónica comportaban un alto grado de
dependencia del individuo: dependencia del superior jerárquico y, tam�
bién, dependencia de las costumbres, normas y obligaciones por las que
se regían las comunidades o los grupos a los que el individuo pertenecía.
Al mismo tiempo, estos vínculos de dependencia no eran realidades es�
táticas ni monolíticas, sino relaciones revestidas de una amplia gama de
variabilidad y ambivalencia en los comportamientos personales.
Los estudios de F. X. Guerra recuperaron la naturaleza consensual
de los vínculos entre los diferentes actores sociales y políticos mexicanos,
mostrando cómo las elites tradicionales movilizan a sus dependientes en
la acción política y cómo éstos los secundaron prestándoles apoyo y ser�
vicio; concluye que esas solidaridades, libremente contraídas, eran siem�
pre vínculos revocables.118
Como herencia del período colonial, los países hispanoamericanos

to tal como el empresario la había entendido. Cuando éste se encontró amenazado por la quiebra,
también reconstruyó la red política con la que el industrial esperaba contar y la que realmente se
movilizó para apoyarlo. Véase Sanchez Guillermo, Evelyne, L'indépendance économique du Mexique.
Le parcours d'Estevan de Antuñano (1792–1847), Villeneuve d'Ascq, Francia, Presses Universitaires
du Septentrion, 2002.
118
  Véase particularmente las conclusiones sobre vínculos y solidaridades en Guerra, François–
Xavier, México: del antiguo régimen a la revolución, México, Fondo de Cultura Económica, 1991.
la inserción de una región en el contexto global 311

recién independizados heredaron la presencia de poderes locales fuertes.


Las patrias chicas constituidas alrededor de sus principales municipios
eran centros de poder con los que el Estado–nación, en construcción, de�
bía contar, competir y finalmente negociar.
Entonces, la paulatina y accidentada construcción del Estado nacio�
nal mexicano, de corte republicano, y la configuración de un poder fede�
ral, con capacidad para dictar políticas de aplicación general en todo el
territorio nacional, tuvieron momentos de definición en los que entraron
en juego las experiencias de los actores sociales y políticos, sus intere�
ses locales y sus visiones particulares que tomaron forma a través de la
acción social.
La ampliación de la base social del liberalismo, necesaria para el
fortalecimiento del Estado federal, se nutrió con la participación de re�
presentantes locales, a través del acceso a cargos políticos de las clases
medias provinciales, haciendo posible la legitimación del poder federal
en las regiones.
Los cambios adoptados en las sucesivas elaboraciones constituciona�
les favorecieron la configuración de elites locales sobre la base de un inte�
rés común, mantener el orden en los estados, y de esta manera, el poder
central se ganó lealtades en todas sus provincias.119 El Estado terminó, así,
tomando la forma, más o menos autoritaria, ciudadana o clientelista, que
le dieron las relaciones de poder de los actores.
Todos los períodos de cambio se convierten, entonces, en momentos
privilegiados de recomposición de las configuraciones en que los actores
miden sus fuerzas y crean nuevas alianzas para imponer sus propios pro�
yectos y sus propios objetivos. Los conflictos y las negociaciones se hacen
presentes a cada paso y en cada proceso de la vida social y, a lo largo del
siglo xix mexicano, la definición del proyecto de nación constituyó un es�
pacio abierto a la negociación, más o menos formal, en el que los diferen�
tes actores sociales y políticos dirimieron su visión sobre la orientación
de la economía, sobre el modelo de ciudadanía, sobre los atributos que
debía reunir el país para sumarse al concierto de las naciones civilizadas,
sobre el papel que debía desempeñar la Iglesia en la configuración de un

119
  Bertola, Elisabetta; Carmagnani, Marcello y Riguzzi, Paolo, “Federación y estados: espacios
políticos y relaciones de poder en México (siglo xix)”, en Pedro Pérez Herrero (comp.), Región e his-
toria en México (1700–1850). Métodos de análisis regional, México, Universidad Autónoma de México,
1991, pp. 241 y ss.
312 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

Estado laico, y sobre el lugar que debía ocupar la nación en la escena in�
ternacional, entre otros muchos aspectos de la vida nacional.
La participación mexicana en las exposiciones universales se inició
en un contexto nacional marcado por los conflictos derivados de la lu�
cha por el poder político entre grupos y facciones, un escenario eminen�
temente distanciado de una racionalidad integrada en torno a objetivos
comunes. Por tanto, el curso de la acción que siguieron los individuos
encargados de la puesta en escena de la nación puso en evidencia la au�
sencia inicial de un marco de referencia, en tanto que no actuaban en su
propio nombre sino en representación de otras unidades más complejas;
en este caso, la indefinición del proyecto de nación y el desconocimiento
de las cualidades y atributos de las regiones que la integraban explican
la vacilante actuación con la que México incursionó en las primeras ex�
posiciones universales. El estudio de la experiencia individual de estos
actores puede acercarnos al uso contingente que hicieron de los recursos
que les ofrecía el contexto y de sus propias capacidades, determinado por
las posibilidades de un conocimiento intuitivo sobre las implicaciones de
alcanzar, o no, una adecuada representación en la escena internacional.
A medida que se fue consolidando un proyecto de nación, que se definió
una perspectiva de futuro común como marco de referencia, se limitó el
margen de incertidumbre, haciendo posible la acción concertada de los
individuos para lograr el lucimiento de la imagen de México en el con�
texto internacional.
Los perfiles de los individuos comprometidos en la representación
nacional en el extranjero empezaron a ser trazados por Tenorio Trillo,120
quien los definió como “magos del progreso”, desde un enfoque centra�
do en la elaboración del nacionalismo por la elite, situada en el centro
político de la nación, la ciudad capital, pero han quedado desdibujados
los de quienes actuaron desde las regiones, el vasto territorio donde los
sentimientos locales de pertenencia y las nociones centrales de nación se
relacionaban mediante el conflicto y la negociación. Los perfiles difusos y
escasamente formalizados de los actores sociales situados en la periferia
del poder político sólo son reconocibles, entonces, por su actuación.

  Véase Tenorio Trillo, Mauricio, “Apéndice I. Los magos del progreso”, Artilugio de la nación
120

moderna. México en las exposiciones universales (1880–1930), México, Fondo de Cultura Económica,
1998, pp. 339–345.
la inserción de una región en el contexto global 313

La respuesta organizativa que articularon en conjunto, desde el cen�


tro y la periferia o, incluso, allende las fronteras nacionales, permite, para
fines analíticos, identificar como actores colectivos, a esos sujetos de la
acción social integrados en torno a intereses, percepciones y creencias co�
munes o al menos convergentes, organizados en estructuras de variable
grado de complejidad que les permitía la resolución de conflictos internos
y la atribución de responsabilidades y dotados de capacidades para ac�
tuar intencionada y estratégicamente por el logro de un objetivo común.121
La organización de las muestras de México en el extranjero era una
tarea compleja que involucraba, de manera general, a funcionarios de go�
bierno y a productores de objetos naturales y culturales: los primeros eran
responsables de la organización de la puesta en escena de las colecciones
de objetos, estaban adscritos a diversos niveles de gobierno —federal,
estatal, municipal, local—, operaban tanto en el territorio nacional como
en el extranjero y sus funciones eran alentar y promover la participación,
interpretar los reglamentos y sistemas de clasificación de los países an�
fitriones, reunir y seleccionar los objetos más notables, clasificarlos y en�
viarlos a los recintos expositivos, diseñar y arreglar los sitios de exhibi�
ción, presentarlos a los miembros de los jurados internacionales, recabar
informes y datos sobre la recepción que tenía la colección mexicana entre
el público asistente, representar a los expositores mexicanos, favorecer la
premiación de los objetos mexicanos y servir de enlace con los inversio�
nistas interesados en los productos mexicanos; los segundos eran provee�
dores de los objetos que integraban dichas colecciones, participaban de
manera individual o colectiva —como instituciones, asociaciones, comu�
nidades políticas, vecinales o étnicas—, podían ser grandes o pequeños
productores —industriales, hacendados, artesanos—, hombres o mujeres
y presentaron productos naturales, minerales o agrícolas, productos ela�
borados o productos culturales; sus funciones eran proponer sus mejores
productos y entregarlos a los agentes del gobierno designados al efecto y,
si era el caso, reclamar la entrega de premios o distinciones.
Como se ve, en la respuesta organizativa a la invitación a figurar
en las exposiciones universales, los implicados en el proceso no pueden
ser identificados ni agrupados por su condición civil, de género, política,

121
  García Sánchez, Ester, “El concepto de actor. Reflexiones y propuestas para la Ciencia Políti�
ca”, Andamios. Revista de investigación social, v. 3, n. 6, junio 2007, p. 206
314 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

social, económica o cultural, por lo que, esas colectividades taxonómicas


—funcionarios de gobierno y productores de objetos— son meras ficcio�
nes útiles al reconocimiento y estudio de un grupo social complejo. Sólo su
actuación y desempeño, así como los conflictos y negociaciones que desa�
rrollaron para construir una representación de la nación en las exposicio�
nes universales permiten identificarlos como actores sociales del proceso.
La participación de México en las exposiciones internacionales per�
mite identificar a un grupo de hombres y mujeres reunidos coyuntural�
mente, también permite percibir la diversidad de sus aspiraciones, reve�
lar su comportamiento en lo individual y en lo colectivo, distinguir a las
elites locales y seguir el proceso de institucionalización de sus estructuras
organizativas.
En los primeros ejercicios, la acción gubernamental se limitó a con�
vocar a la población industriosa para que contribuyera a representar al
país con sus productos y sus trabajos, estos intentos iniciales acusaron
la inexperiencia de los organizadores y las limitaciones de los exposito�
res particulares, quienes no tardaban en reclamar subvenciones y apoyos
gubernamentales a cambio de su participación. Progresivamente, las ac�
ciones que emprendieron los representantes del poder central se fueron
instalando como una práctica regular, dando lugar a la normalización en
aras de la eficiencia; así, la integración de las muestras mexicanas se for�
maron con dos secciones: la oficial y la de expositores particulares.
La organización de las muestras se constituyó en una suerte de espa�
cio de negociación de los actores locales frente al sistema, pues mientras
los discursos oficiales, ampliamente difundidos en las publicaciones gu�
bernamentales, exaltaban la conveniencia de sumarse al patriótico deber
de contribuir, con trabajo y esfuerzo, a la digna representación nacional,
las crónicas de la época describen la indiferencia y apatía con las que la
población respondía a las excitativas del gobierno.
A pesar de su fama como región rica e industriosa, de sus produc�
tivas actividades agropecuarias, de su dinámico desarrollo industrial, y
de la magnificencia que su ciudad capital proyectaba, motivo de orgullo
local, los habitantes de Puebla inicialmente no fueron muy entusiastas en
su respuesta a la convocatoria de participar en los certámenes internacio�
nales ni aun en las ferias que se organizaron a nivel local. La explicación
a esta indiferencia no puede limitarse únicamente a las difíciles condicio�
nes económicas por las que atravesaban, también deben considerarse las
variadas identidades locales y regionales que determinaban lealtades y
la inserción de una región en el contexto global 315

generaban acciones de cooperación o resistencia hacia los representantes


del poder central y hacia las autoridades locales. La confusión de voces
sobre la idea de nación expresada en la lucha entre facciones, la debilidad
de las estructuras gubernamentales y la ausencia de cuadros versados en
el tema marcaron los primeros ejercicios de participación.
En la nota editorial publicada por Francisco Zarco bajo el seudónimo
de Fortún, en el semanario literario La ilustración mexicana,122 se recono�
cía la importancia de promover las exposiciones industriales y, al mis�
mo tiempo, la escasa atención que el gobierno central y la Dirección de
Industria daban al asunto, motivo por el cual, en 1851, el ayuntamiento
de la Ciudad de México se vio obligado a organizar una exposición de
horticultura e industria con resultados más bien exiguos. Según su opi�
nión, la exposición de la industria mexicana no pasó de mediana, pero, en
descargo, apunta que este ejercicio no podía servir de señal para conocer
el estado de las artes ni de la industria en México, porque ni siquiera una
vigésima parte de la población industriosa de la misma ciudad capital
había concurrido, y menos aún los productores de los estados, cuya au�
sencia fue notable. En esta crónica se apunta, por ejemplo, que

En el ramo de tejidos, que es el que hace más ruido en nuestra indus�


tria, y el que más dificultades presenta a la reforma de nuestras aduanas
y para la alza de prohibiciones, hubo notable escasez en la exposición, si
bien parecía que en estos momentos debía ostentar todos sus primores para
hacerse de partidarios. Pero seguramente los dueños de las fábricas saben
muy bien que tienen otra clase de recursos más eficaces para favorecer sus
intereses y conservar el poder de su dinero.123

Y, particularmente sobre el estado de Puebla, señala: “Puebla la ciu�


dad industrial no nos envió ni una vara de manta, pero en cambio nos
manda protestas y nos hace escuchar el clamoreo incesante de sus pro�
pietarios, que hablan por boca de infelices artesanos”.124 En esta oportu�
nidad, sólo algunos artesanos poblanos contribuyeron con el envío de
algunos pocos objetos de muy mediana calidad. Zarco no duda en se�

122
  “Crónica de la exposición”, La ilustración mexicana, México, I. Cumplido, 1851, pp. 2: 58–69.
123
  “Crónica de la exposición”, La ilustración mexicana, México, I. Cumplido, 1851, p. 2: 61.
124
  “Crónica de la exposición”, La ilustración mexicana, México, I. Cumplido, 1851, p. 2: 62.
316 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

ñalar que la pobreza de la muestra es resultado de la indolencia de las


autoridades y de los mezquinos intereses de los propietarios de fábricas,
haciendas y negocios, pues “[...] el gobierno general se limita a concurrir
a la distribución de premios, creyendo acaso que su presencia, anunciada
al son de clarines y tambores, es el estímulo suficiente para el progreso
de las artes”.125
Si esto sucedía en la exposición nacional, es claro que los adminis�
tradores del gobierno mexicano no estaban en condiciones de reunir una
colección mexicana para participar en la Gran Exhibición celebrada en
Londres en 1851. Con las escasas referencias disponibles, no es posible
reconocer la contribución de los productores regionales en la formación
de esta muestra.126 A contrapelo con las experiencias que asimilaban los
integrantes de las elites que incursionaban, principalmente como obser�
vadores, en los escenarios internacionales, asumiendo como propias las
ideas relativas a la modernidad y al progreso, podemos traer a cuento
la reacción colectiva de los habitantes de la ciudad de Puebla en ocasión
de la celebración de la exposición de arte que se celebró en los primeros
días de noviembre de 1853, de la que debían seleccionarse los objetos más
destacados para incluirlos en la muestra poblana en la Exposición de la
Industria Mexicana, que se celebraría el próximo año y que fue reseñada
y comentada en un artículo editorial del Periódico Oficial del Departamento
de Puebla.

Desde el día 30 del mes próximo pasado hasta el 13 del presente ha es�
tado abierta la exposición de dibujos y pinturas, que la academia de bellas
artes de esta ciudad, conforme a sus reglamentos, debe verificar anualmen�
te, y que había estado suspensa por mucho tiempo, […]. Corto número de
los objetos exhibidos y escaso el número de los que han concurrido a la exposición,
parece ser esta uno de esos últimos esfuerzos, después de los cuales en nuestro
país vuelven a su estado de sosegada inercia todos esos elementos de ade�
lanto mezquinamente explotados. […] el interés nacional en uno de sus
más interesantes ramos, todo lo hemos visto reflejado con tristísimos colores, en
esa modesta reunión de objetos de arte, tan poco apreciada por la mayor parte

  “Crónica de la exposición”, La ilustración mexicana, México, I. Cumplido, 1851, p. 2: 60.


125

  “Exposición universal de Londres en 1851: artículo primero”, La ilustración mexicana, México,


126

I. Cumplido, 1851, p. 2: 121.


la inserción de una región en el contexto global 317

de una población indolente y tan escaso en sí, como ha debido serlo el bro�
tar bajo los esfuerzos aislados de unos pocos […] en medio de las angustias
que traen consigo una vida trabajosa y ninguna protección que ha podido
impartirse a las artes en países que como el nuestro.127

El escaso interés que este tipo de eventos despertaba entre los po�
blanos muestra que sus preocupaciones y acciones giraban en torno a
asuntos más cotidianos y apremiantes: sobrevivir a brotes epidémicos y a
continuas amenazas de sitios militares, o bien a los constantes conflictos
entre las facciones que se disputaban el poder. En esas condiciones de
incertidumbre, poco espacio quedaba para atender el reclamo a cultivar
las artes, la instrucción y la cultura. Sin embargo, el hecho de que el lla�
mamiento se hiciera desde el órgano oficial de difusión del aparato esta�
tal de gobierno da indicios de nuevos recursos y nuevos métodos para
convocar a la población, además de los vínculos tradicionalmente presen�
tes, para atender los apremios de la nación.
Sin embargo, no todos los productores ignoraban el llamado. Según
el informe de Escandón, los canteros y marmoleros de la localidad de
Tecali enviaron sus productos a la Exposición Universal de París de 1855,
motivados, quizá, por el interés de ampliar sus mercados, a pesar de las
desventajosas condiciones para la comercialización de los mismos.128
Su observación de que México no alcanzó a mostrar lo mejor de sus
producciones, de la capacidad e inteligencia de sus habitantes, lo cual no
impidió que tuviera una representación digna y destacada en compara�
ción de otros países hispanoamericanos,129 apunta a recuperar el apren�

127
  Periódico Oficial del Departamento de Puebla, miércoles 16 de noviembre de 1853, p. 3. Cursivas
nuestras.
128
  “Las muestras de nuestros mármoles jaspeados del departamento de Puebla llamaron muy
particularmente la atención del jurado. El mármol blanco del mismo departamento se habría mos�
trado sin desmerecer al lado del de Carrara. Con todo, a causa de los grandes gastos de transporte
que estos productos exigirían por la distancia a que se encuentran no creo que pudiesen resistir en
los mercados de Europa, a la concurrencia que ésta les haría; ya por la abundancia de sus mármo�
les, ya por los prontos y cómodos medios de comunicación con que aquí cuenta.” Véase Escandón,
Pedro, La industria y las bellas artes en la exposición universal de 1855. Memoria dirijida [sic] al excelen-
tísimo señor Ministro de Fomento de México, París, Francia, Imprimerie Centrale de Napoleón Chaix
etc., 1856, p. 33.
129
  Escandón, Pedro, La industria y las bellas artes en la exposición universal de 1855. Memoria diri-
jida [sic] al excelentísimo señor Ministro de Fomento de México, París, Francia, Imprimerie Centrale de
Napoleón Chaix etc., 1856.
318 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

dizaje logrado en el escenario internacional para poder mostrar las posi�


bilidades de la nación en términos de recursos y capacidad organizativa
como elemento de prueba de su adhesión a la racionalidad del progreso.
Por esto, su informe se ocupa insistentemente en destacar los objetos ex�
hibidos y el éxito de los esfuerzos para lograr su exhibición, dejando en el
anonimato a los sujetos que con sus propios recursos se hacían presentes
como expositores.
El comportamiento de los habitantes y productores del territorio po�
blano se perfiló más claramente a medida que, desde el poder central y
estatal, se institucionalizó la estructura administrativa para organizar las
exposiciones nacionales e internacionales a partir de 1875, ya que se pue�
den contrastar sus acciones efectivas con las expectativas puestas en ellos.
Con la finalidad de demostrar que la naciente industria mexicana
no estaba en el grado de atraso que se suponía y de acuerdo a las atribu�
ciones que se le habían otorgado, la Comisión Mexicana de Exposiciones
promovió entre los gobiernos de los estados y territorios que se convocara
a los habitantes a organizar y participar, tanto en la Exposición Nacional
de la Industria como en la Exposición Internacional de Filadelfia en 1876.
En el último tercio del siglo xix, la organización de la acción colectiva
todavía apelaba a reminiscencias del pasado: se convocaba a individuos
notables, por sus redes de relaciones y sus recursos, a asumir, sin remu�
neración alguna, tareas de dirección y administración en diferentes ám�
bitos de la vida pública. El gobierno del estado de Puebla nombró una
Junta Central encargada de reunir la colección de objetos representativa
de su territorio. Sin embargo, por la naturaleza del objetivo, en este caso,
ese nombramiento recayó principalmente en pequeños agricultores y ar�
tesanos dueños de pequeños talleres, quienes se habían destacado por
sus productos y sus obras.
La intención del gobierno encabezado por Romero Vargas, liberal
moderado, de ampliar su base de apoyo con la participación de los es�
tratos medios de la sociedad poblana tuvo escasa respuesta: el nombra�
miento no fue bien recibido, varios de ellos declinaron la distinción con
argumentos de exceso de trabajo, enfermedad, falta de conocimientos
específicos para presidir comisiones facultativas o, incluso, suprema ne�
cesidad económica que los obligaba a dejar la ciudad en busca de mejores
la inserción de una región en el contexto global 319

oportunidades.130 El tono de la correspondencia revela que, para los agri�


cultores y artesanos medios, ser miembro de la comisión era un puesto
honorario, que no redituaba ningún beneficio económico y sí exigía re�
cursos, influencias y una dedicación completa, lo cual lo convertía en un
cargo poco atractivo para el ciudadano común, poco acaudalado y sin
preeminencia social, apremiado por las urgencias de la vida cotidiana.
Esta actitud puede interpretarse como el tácito reconocimiento de que
no contaban con la influencia suficiente para promover esa tarea entre
sus conciudadanos, su resistencia a incorporarse como responsable de la
organización de la muestra poblana, a nivel estatal o local, era un honor
del que podían prescindir; pocas comisiones locales llegaron a constituir�
se de manera voluntaria, ya fuera por falta de recursos materiales o por
ausencia de redes de influencia.
Pero, al tiempo que unos rechazaban la distinción, otros más la asu�
mieron. El gobierno del estado y su Junta Central fueron colocados en la
posición de aceptar todas las iniciativas que en esta dirección aparecie�
ron en distritos, municipios o localidades, aunque esto pudiera significar
problemas en términos de organización y de representación, pero para el
logro de los objetivos, ninguna contribución podía desdeñarse. De esta
forma, se puede apreciar que la gran mayoría de los poblanos estaba al
margen de las preocupaciones del poder central pero la organización de
la muestra poblana configuró un espacio de oportunidad para la acción
colectiva; en el aparecieron nuevos actores que se agregaron a los que
tradicionalmente tenían presencia en la vida pública del estado poblano.
Por tanto, para la integración de esta Junta Central, el gobierno estatal
recurrió a los grandes propietarios de haciendas y fábricas textiles, pero
también a artesanos notables y a reconocidos letrados.
Algunos de los integrantes de la Junta Central, o de las Juntas Lo�
cales, aprovecharon su posición de organizadores o promotores para fi�
gurar también como expositores de productos que merecieron reconoci�
mientos y premios en la Exposición Nacional de la Industria Mexicana en
1875: fue el caso de Eulogio Gillow, Ciríaco Marrón, Antonio Couttolenc,
Serafín Maurer o Ángel Gavito.

  Archivo General de la Nación, México, fondo Fomento, serie Exposiciones Extranjeras, v. 70,
130

exp. 5, incluye varias cartas en las que se declina el honor de integrar la Comisión para la Exposi�
ción Nacional Mexicana y la Internacional de Filadelfia.
320 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

Figura 5. Organigrama de la Junta Central de Exposiciones del Estado de Puebla, formada para
integrar la colección poblana en Filadelfia, 1876
Fuente: Archivo General de la Nación, México, fondo Fomento, serie Exposiciones Extranjeras,
v. 70, exp. 1, f. 11

A estos poblanos notables por su actividad económica, o por sus


nexos políticos, les correspondió asumir el doble papel de organizado�
res y expositores, pues pertenecían a grupos cohesionados por vínculos
tradicionales y estaban en posibilidad de influir en el ánimo de grupos
regionales o locales subordinados a esferas de acción propia o de su pa�
rentela. Un ejemplo de esto es el caso de Antonio Couttolenc —hermano
de José María Couttolenc, militar vinculado a Porfirio Díaz, lo que le va�
lió el nombramiento de gobernador interino y jefe militar del estado de
Puebla el 20 de noviembre de 1876—, quien presidía la Junta Local para
la Exposición en el distrito de Chalchicomula.
la inserción de una región en el contexto global 321

Leticia Gamboa,131 quien ha seguido la trayectoria de los barcelonnet-


tes en el territorio poblano, nos indica que Joseph (Antoine) Couttolenc se
estableció en 1847 en la villa de Chalchicomula, situada al pie del Pico de
Orizaba o volcán de San Andrés. En esa cabecera de distrito vivió el resto
de su vida y llegó a ser uno de los vecinos más prósperos, dedicado en
principio a la minería y luego al comercio, a la pequeña industria —tenía
un molino de trigo— y a la agricultura —fue dueño de la hacienda de
Zacatepec—. Murió ahí mismo en 1865 y dejó seis hijos, todos nacidos
de su matrimonio con María Ana Tridon. Los cuatro varones destacarían
no sólo en los negocios, sino también en la política: Antonio, Cristóbal,
José María y Octaviano. A la mayoría de ellos los encontraremos como
expositores y organizadores de las muestras poblanas en el último ter�
cio del siglo xix. La decisión de integrarlos en las tareas de organización
de la muestra poblana para la exposición internacional de Filadelfia fun�
cionó como una estrategia para atraer la cooperación de empresarios y
hacendados menores o pequeños artesanos y, en contrapartida, estos no�
tables poblanos —descendientes de barcelonnettes— pudieron exhibir su
influencia y afianzar su posición ante el poder central y al interior de sus
redes de influencia, además de obtener la posibilidad de mostrar ventajo�
samente sus productos en los escenarios internacionales.
Si bien los resultados obtenidos en esta ocasión fueron más bien limi�
tados, pues los expositores poblanos sólo obtuvieron dos reconocimientos
de diploma y medalla en el departamento de “Minería y metalurgia”132
y dos diplomas en el departamento de “Agricultura”;133 la suma de los

131
  Gamboa Ojeda, Leticia, “Los barcelonnettes en la ciudad de Puebla. Panorama de sus activi�
dades económicas en el Porfiriato”, en Javier Pérez Siller (coord.), México–Francia. Memoria de una
sensibilidad común (siglos xix y xx), México, Fomento Editorial Benemérita Universidad Autónoma
de Puebla, El Colegio de San Luis, Centro de Estudios Mexicanos y Centroamericanos, 1998, p. 176.
132
  “Los diplomas y medalla en Minería y metalurgia correspondieron a Gaspar Sánchez Ochoa,
por ejemplares de azufre nativo extraídos del Popocatépetl y a José Julián Gutiérrez y Cía., por la
variada colección de mármoles (ónix mexicano), […] dignos de premio por la variedad y belleza
de sus colores, por su dureza y alto grado de pulimento y por ser susceptibles de una vasta apli�
cación a las artes ornamentales”. Véase Busto, Emiliano, Estadística de la República Mexicana. Estado
que guardan la agricultura, industria, minería y comercio. Resumen y análisis de los informes reunidos a la
secretaría de Hacienda por los agricultores, mineros, industriales y comerciantes de la República y los agentes
de México en el exterior en respuesta a las circulares del 1º de agosto de 1877, México, Imprenta de Ignacio
Cumplido, 1880, pp. 1: 12–21.
133
  “Los diplomas en Agricultura fueron para el gobierno del estado de Puebla, por una colec�
ción de 32 especies de madera y para el Hospicio de Puebla por sus tabacos labrados […] los ciga�
rros presentados por los hijos del Hospicio de Puebla están muy bien hechos y hacen mucha honra
322 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

modestos éxitos locales permitió a Emiliano Busto afirmar que “[…] En


Filadelfia pudo México confirmar que tiene en sí recursos numerosísimos
para ser feliz, para conquistar el respeto que merece”.134
La experiencia expositiva en Filadelfia sirvió para alentar la partici�
pación de los poblanos y, también, para animarlos a emprender acciones
que mostraran su decidida adhesión a las nuevas ideas. Bajo el argumen�
to de que las exposiciones, bella idea de los ilustrados gobiernos de Euro�
pa, eran útiles para popularizar las ciencias, las artes, la industria y todos
los ramos que alimentan la vida del hombre, Miguel O'Farrill propuso
“hacer un soberbio palacio de exposiciones en el viejo cuartel de San José,
convirtiéndolo en una verdadera obra de arte que sea digno de la institu�
ción que representa”.135
La iniciativa de O'Farrill consideró la utilización de los terrenos en
los que se había librado la batalla del 5 de mayo de 1862 contra la inter�
vención francesa, los cerros de Guadalupe y Loreto hasta el cuartel de
San José en los límites de traza colonial de la ciudad y, al mismo tiempo,
propuso los medios para financiar su empresa. Para alcanzar su propósi�
to involucró al gobierno del estado, encabezado por un liberal radical so�
breviviente de la lucha contra la intervención, al gobierno municipal y a
las denominadas clases productivas: industriales, agricultores, artesanos
y comerciantes. El tono de su convocatoria puede advertirse en la carta
enviada a las autoridades del Ayuntamiento:

La exposición actual nos ha hecho ver, una vez más, de cuanto es ca�
paz el agricultor, el industrial y el obrero poblano, y que basta el más ligero
impulso para encontrar con avidez la cooperación de los hijos del trabajo.

a los niños pobres que los fabrican”. Véase Busto, Emiliano, Estadística de la República Mexicana.
Estado que guardan la agricultura, industria, minería y comercio. Resumen y análisis de los informes reuni-
dos a la secretaría de Hacienda por los agricultores, mineros, industriales y comerciantes de la República y los
agentes de México en el exterior en respuesta a las circulares del 1º de agosto de 1877, México, Imprenta de
Ignacio Cumplido, 1880, pp. 1: 12–21.
134
  Busto, Emiliano, Estadística de la República Mexicana. Estado que guardan la agricultura, indus-
tria, minería y comercio. Resumen y análisis de los informes reunidos a la secretaría de Hacienda por los
agricultores, mineros, industriales y comerciantes de la República y los agentes de México en el exterior en
respuesta a las circulares del 1º de agosto de 1877, México, Imprenta de Ignacio Cumplido, 1880, p. 1: 12.
135
  O'Farril, Miguel, Proyecto del ciudadano Miguel O'Farril aprobado por el gobierno del estado, para
la construcción de un monumento conmemorativo de la patria, en los cerros de Guadalupe y Loreto, edifica-
ción de un soberbio palacio industrial, y formación de un bello jardín en el planío de la plazuela de San José,
Puebla, México, Imprenta del Hospicio, 1880, p. 12.
la inserción de una región en el contexto global 323

Explotado tan preciosos ejemplo nadie pondrá en duda que una obra
por grandiosa que sea puede afrontarse no sólo en la ciudad, sino en el es�
tado con seguridad de buen éxito.
En esta confianza y sin que parezca atrevimiento, he creído que no es
difícil mejorar la conocida plazuela de San José convirtiéndola en jardín
que más tarde se comunique con el de San Francisco, hoy de Hidalgo.
Se hace tanto más necesaria esta mejora, estimando estos antecedentes.
Personas de alta influencia en el gobierno general han acogido con benevo�
lencia la indicación mía para que el cerro de Guadalupe que es el emblema
de las glorias del cinco de mayo, sea adornado cual lo merece un monumen�
to conmemorativo de la patria. Esta obra que debe ser costeada por la Fe�
deración y por los demás Estados inclusive el nuestro debe ser una grande
obra de arte que haga honra a nuestra nación y que deberá ser dirigida por
los más hábiles ingenieros del Ministerio de Fomento, y bajo su inspección.
La Junta directiva de la exposición, orgullosa del buen éxito que han
tenido sus tareas en el presente año, ha acogido con entusiasmo el proyecto
mío de hacer un soberbio palacio de exposiciones en donde está hoy colo�
cado el viejo cuartel de San José, y de esta idea que se recomienda por sí
sola se debe esperar que llegue a un feliz término; pues será costeada por
los mineros, agricultores, industriales, artesanos y comerciantes a quienes
es tan productiva esta benéfica institución.
La plazuela de Antuñano, que va a enriquecer y aumentar el paseo
de Hidalgo que deberá unirse al proyecto, tiene decretado por el Congreso
una cantidad regular de pesos para erigir una estatua al inmortal fundador
de la industria en Puebla, lo que hará formar el complemento que encadena
esta solicitud, y que no analizo por no permitirlo la reducción de un escrito,
ni ofender la ilustración de los concejales que me escuchan.136

Su iniciativa fue bien recibida y de ella se hicieron partícipes los


hábiles ingenieros que dirigían las obras del ferrocarril urbano y de Ma
tamoros, Guillermo Hay y Felipe Fortuño, quienes interpretaron la idea
trazando el diseño de un edificio que aunque no llegó a realizarse si nos
muestra las aspiraciones de las elites poblanas.

136
  O'Farril, Miguel, Proyecto del ciudadano Miguel O'Farril aprobado por el gobierno del estado, para
la construcción de un monumento conmemorativo de la patria, en los cerros de Guadalupe y Loreto, edifica-
ción de un soberbio palacio industrial, y formación de un bello jardín en el planío de la plazuela de San José,
Puebla, México, Imprenta del Hospicio, 1880, pp. 16 y 17.
324 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

Ilustración 32. Diseño del Palacio Industrial de Exposiciones, Ferrocarriles y Paseos, formado
por los ingenieros Felipe Fortuño y Guillermo Hay, en Puebla de Zaragoza, 1880
Fuente: O'Farril, Miguel, Proyecto del ciudadano Miguel O'Farril aprobado por el gobierno del estado,
para la construcción de un monumento conmemorativo de la patria, en los cerros de Guadalupe y Loreto,
edificación de un soberbio palacio industrial, y formación de un bello jardín en el planío de la plazuela de
San José, Puebla, México, Imprenta del Hospicio, 1880, p. 36, en la Biblioteca José María Lafragua
Benemérita Universidad Autónoma de Puebla

Para la Exposición Industrial Universal y Centenario Algodonero que


tendría lugar en Nueva Orleans desde el primer lunes de diciembre de
1884 hasta el día 31 de mayo de 1885, la estructura administrativa respon�
sable de organizar las muestras mexicanas se vio reforzada con el lideraz�
go del general Porfirio Díaz en el papel de Comisionado General. A las
formas de operación que venían desarrollando las comisiones, tales como
difusión de la convocatoria, reglamentos y disposiciones por medios ofi�
ciales, realización de exposiciones locales y nacionales de las artes y la
industria mexicana, llamamientos e invitaciones formales e informales,
se sumó la experiencia y habilidad de un miembro de la elite liberal que
se había destacado por su capacidad de crear consensos políticos. Esta hi�
bridación, en la que confluían viejas y nuevas formas de acción colectiva,
la inserción de una región en el contexto global 325

permitió la consolidación del aparato organizativo encargado de formar


las colecciones mexicanas para su exhibición en el plano internacional.
Profundo conocedor del país y de sus gentes, Díaz mantenía redes
personales con representantes de grupos de poder locales. En Puebla, su
relación con las diferentes facciones liberales, radicales —de la monta�
ña— y moderados —de la llanura—, con grupos conservadores y aún con
representantes del clero como monseñor Gillow, se nutría de lealtades
personales construidas en el campo de batalla, de alianzas concertadas
coyunturalmente en el terreno de la disputa por el poder y del interés por
atraer a representantes de sectores económicos tradicionalmente conser�
vadores, grandes hacendados e industriales. En esta época, sus correli�
gionarios del ala más radical de los liberales, identificados como el grupo
serrano, gobernaba el estado de Puebla; y su compadre Manuel González,
el país, desgastándose en el ejercicio del poder; su nombramiento como
presidente de la Comisión Mexicana para la Exposición Internacional de
Nueva Orleans le dio la oportunidad de convocar a viejos correligiona�
rios y de hacer nuevos adeptos, en suma, de renovar sus redes personales
y tejer nuevas alianzas.
Con la colaboración de Matías Romero, ministro plenipotenciario de
México en los Estados Unidos de América, de Francisco de Zamacona,
cónsul de México en Nueva Orleans, de Ramón de Ibarrola como inge�
niero arquitecto de la comisión y, más adelante, del arzobispo Eulogio
Gillow, se formó una comisión cuyos integrantes se distinguían por sus
atributos personales: poseedores de un elevado grado de instrucción,
muchas veces lograda fuera del país, posicionados en la cúspide de la
pirámide social y con vínculos dentro y fuera del país, esta comisión tuvo
una clara oportunidad de poner en juego novedosos recursos para apren�
der, inventar y determinar nuevas formas de participación en el proceso
colectivo de crear una imagen representativa de la nación.
A diferencia de ocasiones anteriores, en que los funcionarios del Mi�
nisterio de Fomento se ocupaban de incitar a los gobiernos de los esta�
dos y territorios para que nombraran a las comisiones estatales y locales
encargadas de organizar la recolección de objetos en sus regiones, en la
que los nominados bien podían aceptar o rechazar la encomienda, Porfi�
rio Díaz, en su papel de comisionado general, se encargó personalmente
de seleccionar e invitar tanto a organizadores como a expositores locales.
Para el estado de Puebla, Díaz propuso a un grupo de individuos que
formarían dicha comisión organizadora, cuyos integrantes no vacilaron
326 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

en manifestar su adhesión; la mayoría eran funcionarios del gobierno es�


tatal, profesionistas, médicos y abogados, que prestaban sus servicios en
las principales instituciones de educación superior, como El Colegio del
Estado y las Escuelas Normales de Profesores, o artesanos ya reconocidos
por sus obras.

Figura 6. Esquema de la actuación del general Porfirio Díaz como comisionado general para la
exposición mexicana en Nueva Orleans en 1884–1885
Fuente: Archivo General de la Nación, México, fondo Fomento, serie Exposiciones Extranjeras,
v. 76, exp. 4

Y de la misma forma convocó a los posibles expositores, entre ellos


se contaban a los principales hacendados e industriales de la región, de
diversa filiación política; esto nos da una idea sobre la extensa red de
relaciones con las que contaba en el estado de Puebla, lo que le permitía
rebasar las jerarquías de la estructura organizativa para tratar directa�
mente con los comisionados y con los expositores, sin la mediación de
las autoridades locales y estatales que, a fin de cuentas, habían sido sus
correligionarios o sus subordinados y aspiraban a mantener sus víncu�
los personales con él. La mayoría de los convocados manifestó su agra�
decimiento por la invitación a participar, su temor de que los objetos
que pudieran presentar no estuvieran a la altura de un certamen inter�
nacional, pero todos coincidieron en expresar su deseo de contribuir al
la inserción de una región en el contexto global 327

engrandecimiento de la patria con su modesta participación. En su interés


por agradar al caudillo se confunde su lealtad al personaje con su lealtad
a la patria. En el tono de las respuestas se nota que difícilmente podían
resistirse a la invitación que Porfirio Díaz les hacía personalmente137 y
sin resistencia pusieron a su disposición sus personas y sus recursos, por
ejemplo, las compañías de transporte, de ferrocarriles y de vapores decla�
raron que personas y objetos con destino a la exposición podrían transitar
libres de pasaje, siempre que mostraran una autorización autógrafa de
Porfirio Díaz.
La figura de Díaz como convocante, el tono de apremio a una em�
presa de carácter patriótico, la apertura a recibir todo tipo de cooperación
de los habitantes del país, sin menoscabo de clase social o de grupo; y la
persistente labor de los agentes comisionados para la recolección de obje�
tos tuvieron efectos significativos en el ánimo de los posibles expositores.
Habiendo comprendido mejor los fines que se perseguían y las posibi�
lidades que ofrecían los certámenes internacionales, los organizadores
de las muestras mexicanas no se limitaron a reunir los productos de la
tierra y los recursos naturales, sino que se afanaron en mostrar los ade�
lantos de la inteligencia de los habitantes del país, para ello promovieron
la exhibición de productos culturales. De Puebla, Julio Zárate remitió tres
ejemplares de dos de sus obras y se comprometió a enviar “la biografía
del ilustre caudillo Morelos y algunas otras obras relativas a la historia y
a la geografía de nuestro país”;138 Manuel Ramos envió dos ejemplares de
22 de sus obrillas, la mayoría piezas teatrales de carácter histórico, ano�
tando que “[...] con reserva se anima a dar a conocer la obra de un oscuro
escritor, que si carece de las eminentes cualidades [...] tiene a lo menos, la
del patriotismo para relacionar dramáticamente algunos episodios de la
historia de nuestra independencia [...]”.139 Y don Antonio Pacheco, direc�
tor de música del estado de Puebla, remitió una pieza musical intitulada
“Traviata”.140

137
  Archivo General de la Nación, México, fondo Fomento, serie Exposiciones Extranjeras, v. 71,
exp. 11.
138
  Archivo General de la Nación, México, fondo Fomento, serie Exposiciones Extranjeras, v. 74,
exp. 7, carta fechada el 2 de junio de 1884.
139
  Archivo General de la Nación, México, fondo Fomento, serie Exposiciones Extranjeras, v. 74,
exp. 18.
140
  Archivo General de la Nación, México, fondo Fomento, serie Exposiciones Extranjeras, v. 75,
exp. 29.
328 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

Sin embargo, la mayor experiencia de participación en las exposicio�


nes universales la tenían los hacendados, los comerciantes, los políticos y
los empresarios; en respuesta a las invitaciones del general Díaz, el señor
Vicente de la Hidalga envió muestras de los productos de sus haciendas de
Matlala y Colón, situadas en el distrito de Atlixco,141 mientras que Enrique
Mont, jefe político de Tehuacán, remitió diversas muestras de frutas.142
Sin lugar a dudas, Eulogio Gillow fue quien más contribuyó al lu�
cimiento de los productos agroindustriales del estado de Puebla, con el
envío de una gran colección de cereales, leguminosas, frutas, plantas y
flores de ornato, plantas medicinales y comestibles, maderas, alimentos
procesados, encurtidos y animales vivos provenientes de sus haciendas y
de las regiones aledañas con indicaciones precisas para su conservación.143
Lo mismo hicieron empresarios textiles: Ciríaco Marrón y Carballo
aprovechó la ocasión para explicar que las huelgas declaradas en sus fá�
bricas de Puebla y Tlaxcala habían retrasado sus trabajos, pero que desde
finales de octubre ya estaba preparando su contingente.144 En la respuesta
de este industrial están implícitos dos mensajes: primero, su disposición
a vencer cualquier obstáculo para atender el requerimiento que le hacía
Porfirio Díaz y, segundo, su convicción de que los conflictos laborales no
demeritaban la calidad de sus productos. Aquí se aprecia cómo la reali�
dad económica de la región distaba mucho de la imagen que deseaban
proyectar las elites. Mientras los trabajadores se confrontaban con sus
patrones para mejorar sus condiciones de vida, éstos, apoyados por el go�
bierno central, no vacilaban en propagar la idea de la mansedumbre y ba�
ratura de la mano de obra para atraer la inversión de capitales extranjeros.
Los señores Lions, Rueda y Gavito le comunicaron a Díaz que ya
enviaban sus productos de la fábrica La Alsacia por conducto de su agen�
te especial Joaquín Carrasco.145 Estos dueños de grandes empresas, en

141
  Archivo General de la Nación, México, fondo Fomento, serie Exposiciones Extranjeras, v. 74,
exp. 24.
142
  Archivo General de la Nación, México, fondo Fomento, serie Exposiciones Extranjeras, v. 74,
exp. 25.
143
  Archivo General de la Nación, México, fondo Fomento, serie Exposiciones Extranjeras, v. 75,
exp. 39, Inventario fechado el 6 de octubre de 1884.
144
  Archivo General de la Nación, México, fondo Fomento, serie Exposiciones Extranjeras, v. 74,
exp. 53.
145
  Archivo General de la Nación, México, fondo Fomento, serie Exposiciones Extranjeras, v. 75,
exp. 10.
la inserción de una región en el contexto global 329

las que predominaban capitales y cuerpos de administración extranje�


ros, españoles y franceses, no dejaron pasar la oportunidad de fortalecer
sus vínculos con el poder central, mediante acciones de cooperación, aun
cuando sus productos no podían considerarse representativos de la in�
dustria ni del consumo nacional, por los procesos de fabricación en ellos
empleados y los mercados a los que estaban destinados. Las actividades
económicas de barcelonnettes y franceses, así como las de los inmigran�
tes en general, se habían distinguido por orientarse a la satisfacción de
un conjunto de necesidades suntuarias de los sectores acomodados de
la población urbana, sobre todo de la burguesía en ascenso; particular�
mente los barcelonnettes, que monopolizaron el comercio de ropa y nove�
dades de cierta calidad, tanto de importación como de factura nacional,
fomentaron patrones de consumo elitista y con ello incidieron no sólo en
la esfera de la economía sino, también, en la formación de una cultura
urbana de tinte cosmopolita.146 Pero desde la perspectiva de las elites, lo
importante era mostrar los avances en la modernización de la industria
mexicana, pasando por alto la realidad del país.
La convocatoria de Díaz movilizó a intelectuales, hacendados, indus�
triales, comerciantes y artesanos, grandes y pequeños. Desde diferentes
regiones del país, entre las que se destacaba el estado de Puebla, los ha�
bitantes respondieron a la convocatoria, remitiendo objetos y productos
para que México “[…] brillara a la par de las naciones más civilizadas”, y
para responder a la invitación que les hacía el general Porfirio Díaz quien
apelaba al amor por la patria. Curiosamente, ese amor a la patria se ma�
terializaba en acciones, cuando se invocaba como garante y testigo de ese
amor a una figura de la talla de Porfirio Díaz. Comerciantes, pequeños y
medianos, como Adolfo Montiel, de la Tocinería de la Estrella, ubicada en
la esquina de las calles de Gavito y Torreblanca en la ciudad de Puebla,
especialista en jabón común de glicerina e higiénico y en cerdos de tierra
fría y de tierra caliente al mayoreo y menudeo, remitió como obsequio a
Díaz y para la exposición varios de los productos de su negociación.147

146
  Gamboa Ojeda, Leticia, “Los barcelonnettes en la ciudad de Puebla. Panorama de sus activi�
dades económicas en el Porfiriato”, en Javier Pérez Siller (coord.), México–Francia. Memoria de una
sensibilidad común (siglos xix y xx), México, Fomento Editorial Benemérita Universidad Autónoma
de Puebla, El Colegio de San Luis, Centro de Estudios Mexicanos y Centroamericanos, 1998, p. 193.
147
  Archivo General de la Nación, México, fondo Fomento, serie Exposiciones Extranjeras, v. 74,
exp. 29.
330 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

A pesar de los esfuerzos de los organizadores, los premios y reconoci�


mientos fueron para los expositores de productos naturales, en su mayo�
ría, y en menor medida, para expositores de productos manufacturados.
La organización de las colecciones mexicanas en la Exposición Uni�
versal de París en 1889, en la Exposición Colombina en Chicago en 1892
y en la Exposición de París en 1900, con Porfirio Díaz como presidente
del país, exhibe características que la diferencian cualitativamente de los
ejercicios previos. Para lograr el propósito explícito de difundir una ima�
gen de México como nación moderna, independientemente de la realidad
imperante, las tareas de organización, a través de una Comisión Central
y de comisiones o juntas locales, se institucionalizaron vía decretos, re�
glamentos y procedimientos, los cuales fueron claramente definidos, en
cada oportunidad, conforme a los requerimientos expresados por los paí�
ses convocantes.
La definición del marco legal dentro del cual operaban los comisio�
nados, que les permitía interactuar en todos los niveles, fue objeto de
revisión y actualización cada vez que México concurría a los escenarios
internacionales.
A partir de la participación mexicana en la Exposición Universal
de París en 1889, se puede observar que para lograr el lucimiento de la
muestra mexicana, a los vínculos personales tejidos entre el poder central
y sus representantes con los productores se agregaron nuevas formas de
vinculación que estaban previstas en las disposiciones legales: prepara�
ción de publicaciones periódicas oficiales con el exclusivo fin de orientar
a los expositores, lo que permite suponer avances en el nivel educativo
de la población; utilización del Periódico Oficial como medio de comuni�
cación con la población, además del trato personal y el diálogo directo
ya utilizado en anteriores eventos. De tal forma que, a partir de 1888, en
la preparación de las colecciones se combinaban formas tradicionales y
modernas de organización que permitían la articulación de la política a
diferentes escalas. La institucionalización de las comisiones organizado�
ras de las muestras mexicanas configuró espacios de participación al que
podían acceder nuevos actores, además de los que, tradicionalmente, se
habían presentado.
Para la Exposición Universal de París en 1889, Rosendo Márquez,
gobernador del estado de Puebla, formó la Junta Auxiliar, nombrando a
los jefes de los nueve grupos en que se clasificaban los objetos que debían
remitirse a la exposición. La responsabilidad recayó en ciudadanos iden�
la inserción de una región en el contexto global 331

tificados como hacendados, empresarios y profesionistas, para después


formar las juntas auxiliares en las cabeceras de los distritos. Al igual que
en el resto de los estados del país, las jefaturas de los distritos poblanos
desempeñaron un papel fundamental para incluir en la empresa a las
comunidades más apartadas, logrando que, incluso, las comunidades in�
dígenas se sumaran al patriótico compromiso de aportar sus productos
agrícolas y artesanales.
A tono con el perfil profesional de los comisionados designados por
el poder central, entre los que predominaban profesionistas técnicos, el
gobernador poblano consideró conveniente designar al director de la Es�
cuela de Artes y Oficios del Estado, institución creada bajo su mandato
en 1886, como responsable de la recepción, descripción, clasificación y
envío de la muestra poblana y a la institución, como el sitio idóneo para
guardar la colección y ejecutar los trabajos manuales necesarios relativos
a la misma exposición,148 bajo la orientación de la junta nombrada.
En la visita de inspección a los trabajos realizados por la Junta Local
para la Exposición en Puebla y teniendo a la vista la colección de objetos
reunidos en la Escuela de Artes y Oficios del Estado, el ingeniero Agus�
tín M. Chávez, agente de la Comisión Central, observa que, “[…] sien�
do el estado de Puebla, uno de los más industriosos del país, particular�
mente la capital y las poblaciones inmediatas […]”, no se encuentra bien
representado el grupo de productos de “Útiles y procedimientos de las
industrias mecánicas”, ante lo cual el presidente de la Junta Local para la
Exposición, el licenciado Crispín Aguilar Bovadilla, a la sazón secretario
de Fomento del Estado, le informa que

[...] ya se había visto a los industriales de la capital, que unos se habían


rehusado y otros estaban a punto de terminar sus objetos. Que algunos de
dichos objetos era necesario comprarlos en razón de la pobreza [!] de los
industriales, pero que naturalmente esto sólo podía hacerse hasta la última
hora, porque de lo contrario todos querrían vender sus objetos y solo así
cooperarían [...].149

148
  Archivo General del Estado de Puebla, México, grupo Documental Beneficencia Pública, fon�
do Artes y Oficios, sección Dirección, serie Miscelánea, v. 53, exp. 5, f. 960, agosto de 1888.
149
  Archivo General de la Nación, México, fondo Fomento, serie Exposiciones Extranjeras, v. 3,
exp. 1, informe fechado el 15 de diciembre de 1888.
332 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

Al parecer, este grupo de expositores al no encontrar en los repre�


sentantes del poder local a los interlocutores idóneos, acudieron a la
mediación de los representantes del poder central. Chávez estaba en po�
sibilidad de gestionar las peticiones que Aguilar Bovadilla se resistía a
considerar siquiera.

Quise hacer la tentativa de lo que por mi parte podía conseguir, y vi


al efecto a muchas personas que en su mayor parte se rehusaron a prestar
su cooperación como algunos de los principales talabarteros, sombrereros
y muchos otros industriales. Sólo puede conseguir que los señores Antonio
Téllez Dorantes, Margarito Carcaño e Ignacio Torres; presente el primero
una silla de montar y los dos últimos varios sombreros. Debo manifestar
que el señor Téllez Dorantes no se halla en la condición de poder construir
su silla sin algún sacrificio, y que su cooperación es por lo mismo más es�
timable. Todos los datos respectivos a la noticia de los productos de los
expresados señores expositores se encuentran en las hojas respectivas.
El señor Torres tiene la contrata del vestuario de los Rurales, su som�
brerería puede llamarse verdaderamente nacional, pues tanto el pelo de
conejo que emplea, galones y demás, así como la fabricación de los som�
breros es todo mexicana. Sus productos han merecido ya algunos premios
en varias exposiciones y el expresado Sr. Torres desea introducir en su in�
dustria todos los adelantos modernos, me manifestó que ojalá pudiera ir a
París con motivo de la exposición, aunque fuera por muy corto tiempo para
poder ver lo relativo al ramo de sombrerería. Yo le ofrecí manifestarle sus
deseos […].150

La capacidad de los comisionados y agentes de la Junta Central para


gestionar apoyos a los expositores tenía como respaldo lo dispuesto por
el Ministro de Fomento, Carlos Pacheco, quien instruyó a los gobernado�
res para que se estimulara a los pequeños productores, pues las modestas
condiciones de sus industrias no les permitían producir con el sólo objeto
de exhibir.151 Por eso recomendó a los gobernadores de los estados que

150
  Archivo General de la Nación, México, fondo Fomento, serie Exposiciones Extranjeras, v. 3,
exp. 11, informe fechado el 15 de diciembre de 1888.
151
  Boletín de la Exposición Mexicana en la Internacional de París, ii t., México, Oficina Tipográfica
de la Secretaría de Fomento, 1888–1889, p. 560. En este documento se señaló que “Cada objeto que
exhiben representa para ellos una suma inmovilizada e improductiva que, si considerada en sí
la inserción de una región en el contexto global 333

asignaran una partida especial para apoyar a esos pequeños productores,


confiando en que una medida de tal naturaleza aseguraría la participa�
ción de la pequeña industria en la exposición de París, beneficiando a la
prosperidad del estado que gobernaban.152
Los pequeños productores y artesanos, a los que se refiere el ministro
de Fomento en su circular, asentados en los centros urbanos, estaban en
condiciones de presentar objetos que requerían procesos de elaboración
más compleja pero no se mostraron dispuestos a costear únicamente con
su propio peculio la manufactura y el envío de los objetos. Su entusiasmo
decayó ante la perspectiva de negociar de manera individual el apoyo
económico para financiar su participación.
Una situación diferente se presentó entre los expositores de las mu�
nicipalidades y localidades más apartadas, que fundamentalmente apor�
taron productos naturales, pues, en su caso, sus representantes, jefes po�
líticos o presidentes municipales, quienes los habían alentado a presentar
sus objetos y trabajos, se encargaron de gestionar ante las autoridades
estatales o ante los comisionados respectivos el apoyo necesario para el
transporte y embalaje de sus productos, así como la elaboración de los
informes que explicaban su uso y utilidad.
En la integración de la colección poblana se puede apreciar la compo�
sición de las redes de colaboración, presentes en el medio rural y ausen�
tes en medio urbano, por lo que los pequeños productores de la ciudad
capital no obtuvieron las mismas condiciones para su participación, pues
como individuos aislados no estaban en condiciones de negociar el apoyo
para su participación o de entablar comunicación con los representantes
de los agentes o comisionados nacionales.
A partir de la exposición de 1889, claramente se pueden observar, a
nivel local y nacional, las características del grupo de organizadores de
las colecciones mexicanas para su exhibición en el extranjero que llevó a
Tenorio Trillo a calificarlos como “magos del progreso”. En la estructura

misma es siempre pequeña, es, en relación con los recursos y necesidades del productor, siempre
cuantiosa. Otros productores están en la mejor disposición de consagrar parte de su trabajo a la
elaboración de un objeto destinado a ser exhibido, pero carecen de recursos para procurarse las
materias primas indispensables. Prescindir del concurso de estas dos clases de productores sería a
todas luces una medida desacertada”.
152
  Boletín de la Exposición Mexicana en la Internacional de París, ii t., México, Oficina Tipográfica de
la Secretaría de Fomento, 1888–1889, p. 561.
334 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

social porfiriana estos individuos se constituyeron en una suerte de clase


media emergente, que compartía una visión del mundo, una condición
socioeconómica, una cultura, así como una forma de vida con los valores,
ocupaciones y expectativas concomitantes. Para Weber la intelligentsia
sin propiedad y los expertos profesionales así como los privilegiados por
educación, entre otros, forman una verdadera clase social.153
En la preparación de la muestra poblana para la exposición Colom�
bina de Chicago en 1893 fue notorio que la población recibió con indife�
rencia la invitación.154 El gobierno del estado informó que sólo contó con
la colaboración de 181 expositores particulares, número insignificante,
por lo que tuvo que suplir la falta de expositores, constituyéndose en el
principal de ellos, y debió apoyarse en la colaboración de la Junta Au�
xiliar de Señoras. Las mujeres ya habían participado marginalmente en
anteriores exposiciones, principalmente con labores de aguja. Mientras
los productores locales se mostraron refractarios a enviar sus productos,
las mujeres, no sólo en Puebla, sino en la mayoría de las regiones y en la
ciudad capital, optaron por una participación masiva: además de figurar
en las comisiones de organización y de contribuir con sus tradicionales
labores de aguja, algunas mujeres incursionaron con sus obras en el gru�
po de las bellas artes155 y de las artes liberales,156 como si su estrategia de
posicionamiento social fuera la cooperación con los intereses nacionales.
La aparición de las mujeres poblanas en su condición de exposito�
ras estableció un cambio cualitativo para la exposición parisina de 1900,
a la que concurrieron no sólo con labores manuales, pues atendiendo a
las recomendaciones de que debían presentarse los productos que dieran
“idea del adelanto incesante, del progreso no interrumpido y del estado
presente de la actividad nacional”,157 enviaron obras científicas y litera�

153
  Velázquez, Pedro A., Amor, ciencia y gloria. La contribución de los Chávez y los Castañeda en el
desarrollo del México moderno, Michoacán, México, El Colegio de Michoacán, 2001, pp. 281–282.
154
  Archivo General de la Nación, México, fondo Fomento, serie Exposiciones Extranjeras, v. 81,
exp. 11.
155
  Gertrudis García Teruel presentó varias pinturas. Archivo General de la Nación, México,
fondo Fomento, serie Exposiciones Extranjeras, v. 84, exp. 18.
156
  José María Vigil preparó una colección de poesía escrita por mujeres mexicanas para mostrar
sus capacidades literarias en comparación con las de mujeres estadounidenses y europeas. Véase
Vigil, José María, Poetisas mexicanas, siglos xvi, xvii, xviii y xix, México, 1893.
157
  Circular n. 9 que el Ministerio de Fomento giró el 12 de noviembre de 1898 a los goberna�
dores de los estados, Archivo General de la Nación, México, fondo Fomento, serie Exposiciones
Extranjeras, v. 22, exp. 5.
la inserción de una región en el contexto global 335

rias. Prueba de ello es el reconocimiento que obtuvo Paz Montaño, a la sa�


zón directora de la Escuela Normal de Profesoras, quien mereció medalla
de plata como autora de obras de instrucción.158
La aparición de comunidades indígenas, mujeres e instituciones en
el papel de expositores y organizadores en el ámbito regional, puede to�
marse como evidencia de la resonancia que alcanzaron las ideas de pro�
greso entre los habitantes y de la eficacia de la labor desplegada por los
representantes del poder central para sumar a su causa a una población
dispersa en el vasto territorio nacional.
Sin embargo, lo que más interesaba a los organizadores de las mues�
tras era atraer a los expositores de la gran industria poblana, como la de
hilados y tejidos, la de vidrio, porcelana, tabacos y otras más que pudie�
ran demostrar que México no era tan sólo un país minero y agrícola, sino
que podía llegar a ser un importante país industrial; conscientes de ese
interés, los industriales llevaron al terreno de la negociación su participa�
ción, por lo menos eso se aprecia en el caso de los industriales poblanos.
Para los comisionados, la negociación con los expositores y los pode�
res locales representaba sólo la parte inicial de su trabajo, que realmente
empezaba una vez que lograban integrar la colección. Enseguida debían
proceder a negociar desde los espacios de exhibición hasta los premios y
recompensas para los productos mexicanos en las sedes internacionales,
a fin de alcanzar los objetivos propuestos. En la exposición parisina de
1900, los delegados mexicanos abiertamente declaraban que una de sus
tareas consistía en influir en la designación de los jurados que calificaban
los trabajos de los expositores. En oficio dirigido al secretario de fomento
por el delegado mexicano, Sebastián B. de Mier le manifestaba que

[…] después de algunas discusiones con el Director General de la Ex�


posición que sólo quería concedernos diez jurados propietarios y cinco su�
plentes, señalándoles las clases en que debería figurar, pude obtener dos
más de los primeros y el consentimiento de poner a todos en las clases que
más importancia tienen para nuestro país.159

158
  Archivo General de la Nación, México, fondo Fomento, serie Exposiciones Extranjeras, v. 69,
exp. 12.
159
  Archivo General de la Nación, México, fondo Fomento, serie Exposiciones Extranjeras, v. 60,
exp. 1.
336 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

Y cuando esto no era suficiente para garantizar el reconocimiento a


los expositores mexicanos, los comisionados mexicanos no dudaban en
lograr influencia mediante otro tipo de estrategias:

No habiendo podido obtener de la Dirección General de la Exposición


que se concediese a México un jurado en la clase 9 del grupo II (Obras de
arte), el señor Jesús Contreras me sugirió la idea de que me dirigiese a los
eminentes artistas, Bartholdi y Bougerau solicitando de ellos el que nos re�
presentasen en dicho Jurado [...].160

Este jurado calificaría las obras presentadas por los expositores mexi�
canos, quienes se sirvieron aceptar ese cargo en términos benévolos.
Los afanes por ganar el favor de los miembros del jurado originó que
los comisionados prepararan una lista de los jurados por país de origen,
con mención de sus domicilios particulares en París, y que les asignaran
una compensación de 8 500 francos a los miembros de la comisión mexi�
cana que fueron designados como jurados, para sufragar gastos deriva�
dos de atenciones y regalos a sus colegas.161
Como se ve, el gobierno porfiriano a través de sus delegados procuró
por todos los medios obtener el reconocimiento en el extranjero, de tal
manera que el comisionado general pudo informar que el resultado de
los esfuerzos reflejó fielmente la prosperidad y el progreso logrados, mer�
ced a la paz y al trabajo; que todo buen mexicano debía sentirse orgulloso
de haber visto figurar a su país sin desdoro al lado de los más podero�
sos y grandes y que la nación había revelado al mundo su prosperidad
augurando mayores grandezas para el porvenir; según su percepción,
México se había mostrado a gran altura, rivalizando con naciones que
disfrutaban de considerable prosperidad y con muchas de las cuales no
habría podido competir treinta años antes, por lo que este éxito no debía
producir una satisfacción momentánea, sino que debía ser estímulo para
el trabajo y sostén de la paz para, más adelante, levantar todavía más alto
el pabellón de la patria.162

160
  Archivo General de la Nación, México, fondo Fomento, serie Exposiciones Extranjeras, v. 60,
exp. 2.
161
  Archivo General de la Nación, México, fondo Fomento, serie Exposiciones Extranjeras, v. 60,
exp. 6 y 7.
162
  Mier, Sebastián B. de, México en la exposición universal internacional de París (1900), París, Fran�
la inserción de una región en el contexto global 337

La participación de México en las exposiciones universales corrió al


parejo de su consolidación política y económica. La elite porfiriana in�
ventó un país a imagen y semejanza de la idea de progreso material que
campeaba en el mundo occidental. Pero esta observación general sobre
los actores de este proceso ha sido analizada aquí para reconocer las ca�
racterísticas particulares y los niveles de integración de los individuos
en la acción colectiva de cooperación que se desarrolló para alcanzar ese
objetivo.
La acción colectiva, en tanto que no es natural ni un ejercicio gra�
tuito, debe ser revisada como una coalición de individuos organizados
para atender la solución de problemas materiales. Innegablemente la
participación mexicana en los escenarios internacionales fue una acción
colectiva para construir una imagen del progreso material de la nación,
que ofrece la oportunidad de revisar los comportamientos individuales
y de grupo, incluso por región, y las características de los integrantes
de un grupo, hasta ahora identificado con el apelativo genérico de elite
porfiriana. Esa elite no era homogénea en su composición, pero lo que
construye esa percepción es que compartían un interés general, y en aras
de ese interés estuvieron en posibilidad de convocar a todos los habitan�
tes de la república, quienes respondieron de manera desigual, de acuerdo
con la información de la que disponían y a la red de relaciones en las que
estaban inmersos.
En este contexto, los participantes en la empresa pueden visualizarse
como actores ya individuales, ya colectivos que no se limitaron a funcio�
nes abstractas, sino que dentro de las restricciones que les imponían las
condiciones de atraso y dispersión que prevalecían en el México decimo�
nónico dispusieron de un margen de libertad que emplearon de manera
estratégica en su interacción con sus pares, con los representantes del
poder nacional o local y en los grupos que ejercían alguna clase de in�
fluencia. Así, podríamos decir que actores fundamentales de este proceso
fueron, por una parte, los organizadores de las muestras y, por otra, los
expositores mismos.
En su papel de organizadores de las muestras mexicanas identifica�
mos a individuos que, en principio, están en posibilidad de acceder a los
contextos internacionales, ya por sus recursos personales o familiares, ya

cia, Imprenta de J. Dumoulin, 1901, pp. 191 y 192.


338 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

por su formación académica o incluso por sus relaciones y posición po�


lítica en los gabinetes de los gobiernos liberales. Como responsables de
la organización de las colecciones mexicanas en las exposiciones univer�
sales desplegaron una serie de acciones que tenían por objeto presentar
una nación homogénea y coherente con los patrones del progreso mate�
rial establecido en el escenario internacional, para lo cual era necesario
mostrarlas con la clara conciencia de que los objetos no se exhiben por
sí solos, sino que se requiere de una mente que los haga accesibles a un
público determinado mediante su descripción, procedencia y aplicación.
De manera general, y el caso del estado de Puebla parece confirmar�
lo, se aprecia que el Estado se asumió como el organizador por excelencia
de las muestras mexicanas en el extranjero, y a medida que logró su con�
solidación, estuvo en posición de integrar a esta tarea a un grupo cada
vez más numeroso de individuos, primero, los más notables por su peso
político y económico, después, a los que egresaron de las aulas de las ins�
tituciones de educación superior y a los que se destacaban en su ámbito
profesional, constituyendo así una clase media emergente identificada
como intelligentsia; ensayistas, escritores, funcionarios ilustrados, artistas,
maestros, historiadores, ingenieros —que en muchos casos combinaron
dos o más roles— tejieron el entramado de la imagen homogénea de mo�
dernidad que México deseaba proyectar en el ancho mundo de las expo�
siciones universales.
Las muestras mexicanas se reunieron gracias a la febril actividad
desplegada por los organizadores y agentes de los grupos, designados
por el poder central, los cuales lograron mayor efectividad en la medida
que las estructuras de gobierno se consolidaban. Pero atribuir la realiza�
ción de la empresa a la racionalidad de la organización y de sus estrate�
gas nos deja en los límites del razonamiento a priori, que resulta ineficaz
para explicar el comportamiento de los actores individuales y colectivos
que participan como expositores, de sus objetivos y de la lógica de su
acción. Para los expositores, la participación en las exposiciones era una
empresa costosa y con fines difusos.
El repaso de la extensa lista de expositores poblanos permite algunas
observaciones de carácter general:

• la mayoría de los expositores individuales incursionó una sola


vez en estos certámenes;
• la presencia más constante y consistente es la de las autoridades,
la inserción de una región en el contexto global 339

en primer lugar, las municipales, 43 diferentes ayuntamientos


aparecen como expositores, aunque son muy pocos los que se
mencionan más de una exposición o que presentan objetos repre�
sentativos de más de un grupo; en segundo lugar aparecen las
autoridades distritales, 14 distritos poblanos presentan coleccio�
nes correspondientes a más de un grupo de objetos y participan
en más de una exposición y finalmente las autoridades estatales
y juntas locales de las exposiciones que muestran la participación
más consistente, pues integran colecciones de diversos grupos y
en todas las exposiciones que se celebraron a partir de 1875;
• la mayoría de las unidades productivas, minas, haciendas y fá�
bricas, aparecen mencionadas como expositores en una sola oca�
sión, reflejando quizás sus existencia efímera;
• el caso más excepcional, y por lo tanto minoritario, lo representan
los expositores individuales que reiteran su participación en más
de una ocasión.

Por otra parte se hace evidente que la participación de los exposito�


res poblanos adquirió un ritmo ascendente a partir de la afirmación del
régimen liberal como orden político, por tanto, fue en la exposición pari�
sina de 1900 cuando se alcanzó la mayor concurrencia.
El comportamiento de los expositores a lo largo del período estuvo
marcado por la resistencia y la indiferencia, y sólo fue modificado con
la mediación de la influencia de los representantes del poder local o del
poder nacional, dependiendo de sus redes de relaciones. La presión sobre
los habitantes de las más remotas localidades del territorio poblano, para
participar con su personal trabajo, con sus recursos o con su esfuerzo
como expositores, fue ejercida por los organizadores respaldados por el
aparato gubernamental y los líderes locales. Esa presión los obligaba a
compromisos pero también a acciones evasivas para eludir esos compro�
misos: declaraciones en el sentido de que comprenden la urgencia de la
tarea pero su imposibilidad para cumplirla en razón de sus limitaciones
físicas, intelectuales o económicas son una muestra de ello.
Dispersos en un vasto y accidentado territorio, sujetos a vínculos
construidos sobre relaciones solidarias y ocupados, principalmente, en
actividades relacionadas con la explotación agrícola y de recursos natura�
les, los potenciales expositores en los eventos internacionales tienen una
libertad restringida y sólo son capaces de una racionalidad limitada. Una
340 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

constante que se puede apreciar en la participación de los expositores


poblanos, en particular, pero que puede ser extensiva para el grueso de
los expositores nacionales, es que fueron, sobre todo, los habitantes del
medio rural los más presionados para presentarse como expositores. Los
vínculos y las solidaridades, en el período que nos ocupa, mostraron ma�
yor capacidad de cohesión y movilización en el medio rural pues estaban
organizados en torno a grupos estables de hombres que actuaban como
actores colectivos. Esto podría explicar porque la mayoría de los exposi�
tores poblanos fueron del medio rural y, en menor medida, industriales
o artesanos del medio urbano, a contracorriente de lo que cabría espe�
rar de una región de reconocida tradición manufacturera e industrial y
porque los expositores son anónimos, pues sus productos y sus obras
son representativos de las comunidades, de las municipalidades, de los
distritos o incluso del estado mismo. En el anonimato del expositor como
actor hay dos lecturas posibles, primero, la exhibición de la fortaleza de
los vínculos y las solidaridades locales ante el poder central y, segun�
do, la comprobación de la pertenencia a una colectividad, así, en caso de
reconocimiento, adicionalmente el mérito se acredita más a la colectivi�
dad que a un individuo.
Una reflexión aparte merecen los expositores de productos cultura�
les, autores de obras científicas, literarias o musicales que aparecen en las
exposiciones del último tercio del siglo xix. Estos deben ser percibidos
más como actores individuales que como actores colectivos y su compor�
tamiento responde más objetivos trazados individualmente. El reclamo
del mérito individual y su discurso, en el que hacen coincidir sus propios
objetivos con los del contexto organizativo de las exposiciones, demues�
tran la asimilación de la información y la experiencia como recurso de
promoción social. Pero aun cuando la opacidad del sistema les escamoteó
la justa recompensa al esfuerzo empeñado, no impidió que se colocaran
en una posición estratégica, dotándolos de recursos de negociación ante
los procesos de cambio por venir. En este sentido, la reflexión sobre el
comportamiento de los expositores como actores no debe concebirse fue�
ra del contexto en el que se elabora su racionalidad.
conclusiones

Esta investigación ha intentado mostrar las particularidades de la


contribución poblana a las colecciones mexicanas que se exhibieron en
las exposiciones universales de la segunda mitad del siglo xix, tanto la
especificidad de los objetos como de las acciones que la hicieron posible.
La elección del estado de Puebla, como objeto de estudio, estuvo
determinada por su larga tradición como dinámica región productiva,
estratégicamente ubicada en el corredor Veracruz–México–Acapulco, y
por el activismo de sus diferentes grupos sociales en los grandes con�
flictos nacionales que tuvieron lugar a lo largo del siglo xix mexicano.
Los habitantes de ese territorio —grandes y pequeños productores, em�
presarios industriales, hacendados y artesanos, lo mismo que sus grupos
dirigentes— asumieron en distintos momentos, y con diferente grado
de intensidad, posturas que los confrontaron con los poderes políticos
asentados en la capital del país. A pesar de su cercanía geográfica con el
centro político de la nación, los poblanos mantuvieron posiciones que los
identificaron como baluarte del conservadurismo político y del protec�
cionismo económico.
Las añejas tensiones entre los grupos de poder de la Ciudad de Méxi�
co y los de la ciudad de Puebla, que durante el período colonial se habían
reflejado en las pretensiones de esta última de convertirse en la capital
política y administrativa de la Nueva España, resurgieron con nuevos
bríos, adoptaron nuevas expresiones y, en el siglo xix, se hicieron visibles
al momento de definir el proyecto político de nación. En este contexto, la
progresiva incorporación de los poblanos al esfuerzo nacional de formar
colecciones que sirvieran a la representación del país en el extranjero no
fue producto, únicamente, de los reclamos o de las presiones del poder
político central sino, más bien, obedeció a sus propios intereses políticos
y económicos.
342 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

Este trabajo de investigación intentó explorar aspectos escasamente


abordados en la historiografía poblana: en primer lugar, las formas que
adoptó la contribución del estado de Puebla a la formación de las colec�
ciones mexicanas desde 1851 hasta 1900, identificando objetos, artífices
de las muestras poblanas y estrategias de organización y, en segundo lu�
gar, cómo esta labor abrió espacios a los procesos de negociación entre
los poderes locales y los poderes nacionales para establecer un consenso
en torno al proyecto de nación. Esta primera exploración mostró que la
formación del consenso quedó en un nivel básico, no podía ser de otra
forma, pero alcanzó para proyectar una imagen de la nación mexicana
como una comunidad homogénea, civilizada y moderna, en resumidas
cuentas útil para su exhibición y consumo en las exposiciones universa�
les. La formación de ese consenso básico obedeció no sólo a los intereses
de la clase política nacional, sino también a los intereses de los grupos lo�
cales que detentaban el poder político y económico en la entidad, ya que
vislumbraron las ventajas que ofrecía el aprovechamiento de esas opor�
tunidades para reinsertarse, a través de la exhibición de sus productos y
potencialidades, en los circuitos comerciales internacionales.
El cuestionamiento sobre los fines que perseguían algunos indivi�
duos situados en contextos regionales al incursionar en escenarios inter�
nacionales, sólo pudo ser abordado cuando se reconoció que el proceso
de expansión, multiplicación y profundización de las relaciones sociales
y de las instituciones han constituido, a través del tiempo y del espacio,
un sistema internacional de alcance planetario que afecta las actividades
cotidianas, las experiencias de vida de hombres y mujeres en diversas
regiones del mundo, del mismo modo que las decisiones y acciones de
grupos y comunidades locales pueden tener repercusiones globales.
La observación puntual de ese proceso se limitó al período acotado
por la segunda mitad del siglo xix, cuando las naciones hispanoamerica�
nas buscaban asegurar su participación en el sistema internacional como
naciones soberanas, promoviendo la actividad diplomática sobre el com�
promiso de la aceptación y el respeto al derecho internacional, incremen�
tando el gasto público en el sector de la defensa para salvaguardar su
soberanía, definiendo y fortaleciendo la organización administrativa de
sus Estados, invirtiendo en la modernización de sus estructuras económi�
cas para lograr una mayor participación en el comercio y en las finanzas
conclusiones 343

internacionales,1 mientras los países europeos se enfilaban a la exacer�


bación de los nacionalismos transitando por contextos políticos radical�
mente opuestos, que iban desde la celebración del imperio a la exaltación
de la república.2 En el medio siglo que precedió a la primera gran confla�
gración mundial, las grandes metrópolis, establecidas desde hace siglos
como lugares eminentes de producción cultural, fueron las depositarias
de los beneficios, las contradicciones y las tensiones inherentes al creci�
miento y la concentración urbana que acompañaba la industrialización.
En ese mismo período tuvieron lugar un sinnúmero de exposiciones uni�
versales, cada una de ellas más extensa y pretenciosa que la precedente,
en las que se materializaban grandes inventarios de logros y conquistas
nacionales de los Estados.
La historiografía sobre las exposiciones universales las muestran
como iniciativas globales que bien podrían concebirse totalmente distan�
ciadas de la realidad local de una región latinoamericana constituida des�
de la “era del descubrimiento” de las tierras americanas, pero el carácter
de estos eventos, definido por su pretensión de mostrar todos los objetos
desarrollados para satisfacer las necesidades materiales y espirituales de
la humanidad, impactó a los diferentes países y sus regiones, a sus clases
dirigentes y a su población, comprometiéndolos a mostrar sus productos
nacionales. Herederas de una tradición que nació con las ferias comercia�
les, se distinguieron de ellas porque no se limitaban al intercambio co�
mercial, sino que privilegiaron la exhibición de colecciones de objetos con
fines representativos de las comunidades que los producían y, a través de
ellos, la viabilidad de sus proyectos nacionales.
Entre 1851 y 1900, la organización de la puesta en escena de la na�
ción mexicana en los circuitos internacionales pasó de la dispersión a la
consistencia. Las diferentes facciones que alcanzaron a hacerse del con�
trol político en México se debatieron entre limitaciones organizativas y
financieras y la urgencia de figurar en el concierto de las naciones para
validar sus propios proyectos políticos y para lograr el reconocimiento
de la soberanía nacional. Pero, en principio, tropezaron con la falta de
consensos sobre el tipo de comunidad nacional que integrarían —formas

1
  Carmagnani, Marcello, El otro Occidente. América Latina desde la invasión europea hasta la globali-
zación, México, El Colegio de México, Fondo de Cultura Económica, 2004, p. 207
2
  Barth, Volker, “Nation et alterité: l'Argentine aux Expositions universelles de 1867, 1878 et
1889 à Paris”, Les Cahiers alhim, n. 15, 2008, pp. 211–232.
344 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

de gobierno, normas y leyes, instituciones, sistema educativo, grupos de


individuos, etc.—, tropiezo al que se sumó la debilidad interna de las
instituciones públicas y la desarticulación de sus estructuras socioeconó�
micas y de sus diferentes regiones. En estas condiciones México apareció
marginalmente en las primeras exposiciones universales y sólo la paula�
tina consolidación de sus instituciones públicas le permitiría aparecer en
el escenario internacional. Andando el tiempo, México sería uno de los
países hispanoamericanos que con mayor éxito se presentaría en las ex�
posiciones de Filadelfia en 1876, de Nueva Orleans en 1884–1885, de París
en 1889, de Chicago en 1893 y de París en 1900.
Aunque París fue el centro desde el que se irradiaban los modelos
culturales hegemónicos, México salió a la escena internacional en los
eventos internacionales organizados en las ciudades norteamericanas
para afirmar sus derechos como Estado soberano, ya por su cercanía geo�
gráfica, por afinidad o por conveniencia política. Su primer ejercicio, or�
questado desde las instancias gubernamentales, fue su participación en
Filadelfia en 1876, mismo que reiteró en Nueva Orleans en 1884, y sólo
después de haber puesto a prueba la maquinaria organizativa que invo�
lucró a la mayoría de sus regiones en la patriótica labor de proyectar la
imagen de una nación que marchaba por la senda del progreso, acometió
la empresa de figurar en el contexto europeo en París 1889. A partir de
entonces, la actuación mexicana en el escenario de las exposiciones uni�
versales, celebradas hasta 1900, nos ofrece un panorama general de cómo,
independientemente de su heterogeneidad, se construyó una imagen de
la nación, fundamentalmente para ser exhibida en el contexto global,
resumiendo “lo mexicano” en un conjunto de personas y de objetos.
Desde 1851, los poderes nacionales tomaron conciencia de la necesi�
dad de establecer una estructura organizativa capaz de proyectar interna�
cionalmente una imagen renovada de México y, a partir de 1876, esa es�
tructura se montó sobre tres referentes básicos: el mítico pasado indígena,
su afirmación como una comunidad mestiza en la que habían encontrado
acomodo los elementos indígenas y criollos; y la apropiación del medio
natural, exaltando la riqueza y productividad del territorio. En torno a
esa imagen, se articularon políticas económicas y culturales orientadas a
captar inversión e inmigración extranjera y reconocimiento político. De
esas políticas derivaron estrategias de promoción que se materializaron
en una extensa gama de publicaciones propagandísticas y en el cuidado�
so montaje de las colecciones mexicanas en el extranjero.
conclusiones 345

La definición de políticas y la aplicación de estrategias orientadas


a promover la imagen de México en el extranjero estuvieron estrecha�
mente ligadas al aprendizaje de prácticas y modelos que circularon en
las exposiciones universales. En esos eventos, los funcionarios tanto del
Ministerio de Fomento como del Ministerio de Relaciones Exteriores
aprendieron a valorar el impacto y el alcance de las exposiciones, a ope�
rar los instrumentos de difusión y promoción, y a seleccionar el modo y
la ocasión más convenientes para comprometer los esfuerzos nacionales
en esas grandes empresas de divulgación internacional que fueron las
exposiciones universales de la segunda mitad del siglo xix.
En sentido estricto, la definición de una imagen nacional fue un re�
quisito para la inserción de México en los circuitos internacionales y, por
lo mismo, fue obra de quienes ejercían el poder político y económico,
quienes debieron negociar entre sí y con los poderes locales la forma
cómo debía representarse a la nación; la negociación era obligada en tan�
to que implicaba la constante transformación, destrucción y reinvención
de las identidades locales, de sus mitos y tradiciones y, sobre todo, sus
sistemas de lealtades.
El papel de la elite porfiriana en la celebración de conmemoraciones,
ferias locales y exposiciones universales fue crear esa imagen de nación
moderna, más allá de su existencia real, para asegurar su vinculación a
la comunidad internacional y fortalecer su sentido de pertenencia. Con
su mediación se adoptaron prácticas y se promovió el establecimiento de
instituciones conforme a modelos culturales globales, los cuales habrían
sido inoperantes sin la existencia de actores y mecanismos mediadores
para su adaptación a las necesidades locales.
El aprendizaje del modelo de modernidad, que circulaba en el mun�
do occidental, fue posible a través de los reglamentos organizativos de
las exposiciones universales y de sus sistemas de clasificación, elementos
que sirvieron a las elites para identificar productos y objetos representa�
tivos del progreso material y de la modernidad. El interés público, por
posicionarse como destino seguro para capitales y colonos extranjeros,
orientó la adopción de soluciones pragmáticas que permitían adaptar las
colecciones mexicanas a los principios clasificatorios de las exposiciones
universales, que una vez asimilados y reinterpretados fueron volcados a
la escena internacional desde los contextos nacionales y regionales.
La interpretación de los sistemas de clasificación y la formación de
colecciones de objetos de acuerdo con esos sistemas son dos caras de un
346 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

mismo proceso: la adopción y adaptación de referentes culturales globales


para organizar la realidad local conforme a los formatos internacionales.
Así, los objetos y productos poblanos que contribuyeron a la integración
de las colecciones mexicanas encontraron su lugar y pertinencia gracias
a los sistemas de clasificación universales. En principio, Puebla fue recu�
rrentemente representada por los objetos de sus tradicionales actividades
productivas: el cultivo y comercialización de cereales, la explotación de
yacimientos de ónix o mármol de Tecali y la industria textil de algodón.
La naturaleza de sus objetos, enviados a las ferias nacionales y a las expo�
siciones universales, exhibió el perfil productivo de la región, el cual se
mantenía sin variaciones significativas desde el período colonial. Como
reflejo de ese perfil productivo las estructuras sociales y económicas poco
se habían modificado, como lo revela la red de vínculos y relaciones que
se ponía en marcha ante los reclamos del poder central para contribuir
a las colecciones nacionales. En principio, fueron las jefaturas políticas,
los pueblos en abstracto, las municipalidades o las comunidades indias
las que aparecieron con mayor frecuencia como expositores de productos
naturales —especies agrícolas, minerales, vegetales y animales— dejando
en el anonimato las iniciativas individuales; sólo en el caso de los grandes
productores —hacendados y empresarios industriales— las contribucio�
nes tenían nombre y apellido.
Nuestra observación del comportamiento de los expositores pobla�
nos ha constatado lo que Carmagnani3 ha descrito como un proceso multi�
forme y multilineal, caracterizado por un alto nivel de espontaneidad. La
participación de los poblanos en las primeras exposiciones universales fue
resultado de la presión de los poderes locales, pero a medida que la idea
de las exposiciones universales se internalizaba en el imaginario social y
se comprendían sus posibilidades y ventajas, los productores locales se
avinieron a la tarea de preparar sus objetos con fines expositivos y los con�
tingentes poblanos crecieron en cantidad, calidad y variedad, entonces,
su participación en esos eventos no estuvo determinada únicamente por
factores ajenos a su voluntad, sino también por su propia conveniencia.
En la composición de las muestras poblanas, a lo largo de la segun�
da mitad del siglo xix, se pudo entrever que su respuesta a los apremios

3
  Carmagnani, Marcello, El otro Occidente. América Latina desde la invasión europea hasta la globali-
zación, México, El Colegio de México, Fondo de Cultura Económica, 2004, pp. 10 y 11.
conclusiones 347

del poder central no fue homogénea, ni inmediata, ni automática y, en


principio, obedeció a un sentido de pertenencia, obediencia o lealtad con
autoridades y patrones locales.
A partir de 1876, las colecciones de objetos poblanos, en particular, y
las colecciones nacionales, en general, alcanzarían mayor extensión y di�
versidad, como reflejo de la consolidación de una estructura de gobierno,
dedicada permanentemente a la promoción y propaganda nacional, y de
su eslabonamiento a una estrategia económica y política.
En este contexto, la contribución de los habitantes del estado de
Puebla, que bien puede resultar como un ejemplo del comportamiento
general en las diferentes regiones que integraban la nación, pasó de la
indiferencia, con visos de resistencia, a una colaboración negociada. Este
cambio de actitud obedeció no sólo a la presión que ejercieron los repre�
sentantes de los poderes locales y nacionales, sino también a la modifi�
cación de las configuraciones sociales en el espacio político poblano: la
posibilidad de promover la comercialización de sus productos más allá
de su región hizo posible la apertura de espacios de negociación entre las
aspiraciones locales y las expectativas nacionales. La estabilidad política,
forzada o no, la recuperación económica y la emergencia de una clase
media educada favoreció un consenso a favor de un proyecto político de
nación, haciendo posible, con pragmatismo, la adopción y adaptación de
los referentes culturales occidentales para construir la representación de
México como un país seguro, salubre, libre, soberano, liberal, republica�
no y democrático. En resumidas cuentas, una ficción que no resistiría el
reacomodo de las fuerzas que el mismo régimen había engendrado.
anexo: expositores poblanos en la segunda mitad del siglo xix

El registro de los expositores poblanos —individuos y corporacio�


nes—, que aquí se presenta, adoptó como criterio general de organiza�
ción la identificación nominal, por orden alfabético, de quienes aparecen
en los documentos oficiales (catálogos, listas de pedimentos de admisión,
informes, memorias o listas de premios)1 como participantes en las expo�
siciones nacionales e internacionales de la segunda mitad del siglo xix.
La identificación nominal se apegó a la información contenida en los

1
  La información se recopiló y organizó a partir de los datos localizados en: Archivo General de
la Nación, fondo Fomento, serie Exposiciones Extranjeras; Archivo General del Estado de Puebla,
grupo Documental Beneficencia Pública, fondo Artes y Oficios; Boletín de la Exposición Mexicana en
la Internacional de París, i y ii t., México, Oficina Tipográfica de la Secretaría de Fomento, 1888–1889;
Busto, Emiliano, Estadística de la República Mexicana. Estado que guardan la agricultura, industria, mine-
ría y comercio. Resumen y análisis de los informes reunidos a la secretaría de Hacienda por los agricultores,
mineros, industriales y comerciantes de la República y los agentes de México en el exterior en respuesta a las
circulares del 1º. de agosto de 1877, México, Imprenta de Ignacio Cumplido, 1880; Escandón, Pedro,
La industria y las bellas artes en la exposición universal de 1855. Memoria dirijida [sic] al excelentísimo
señor ministro de Fomento de México, París, Francia, Imprimerie Centrale de Napoleón Chaix etc.,
1856; Fernández Leal, Manuel, Memoria presentada al Congreso de la Unión por el secretario de Estado
y del Despacho de Fomento, Colonización, Industria y Comercio de la República Mexicana, ingeniero…
Corresponde a los años transcurridos de 1892 a 1896, México, Oficina Tipográfica de la Secretaría de
Fomento, 1897; Mier, Sebastián B. de, México en la exposición universal internacional de París (1900),
París, Francia, Imprenta de J. Dumoulin, 1901; Pacheco, Carlos, Memoria presentada al Congreso de la
Unión por el secretario de Estado y del Despacho de Fomento, Colonización, Industria y Comercio de la Re-
pública Mexicana... Corresponde a los años transcurridos de enero de 1883 a junio de 1885, México, Oficina
Tipográfica de la Secretaría de Fomento, 1887, 1 y 2 v. (1885 y 1887); Premios concedidos a los exposi-
tores mexicanos en la Exposición Universal…; Riva Palacio, Vicente, Memoria presentada al Congreso de
la Unión por el secretario de Estado y del Despacho de Fomento, Colonización, Industria y Comercio de la
República Mexicana… Corresponde al año transcurrido de diciembre de 1876 a noviembre de 1877, México,
Imprenta de Francisco Díaz de León, 1877; Siliceo, Manuel, Memoria de la Secretaría de Estado y del
Despacho de Fomento, Colonización, Industria y Comercio de la República Mexicana escrita por el ministro
del ramo… para dar cuenta con ella al soberano Congreso Constitucional, 1 y 2 v., México, Imprenta de
Vicente García Torres, 1857.
350 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

documentos consultados, sólo agrupó el ayuntamiento de..., la autoridad


municipal de..., o la municipalidad de... bajo la entrada de autoridad mu�
nicipal de...; del mismo modo se unificó a los expositores que aparecie�
ron como jefatura política, jefe político del distrito..., distrito de... bajo la
denominación de autoridad del distrito de..., para distinguir el alcance
territorial de esas autoridades políticas y administrativas. Se respetó la
denominación de Junta Local para la Exposición y la de gobierno del es�
tado, porque sobre esas dos entidades recayó directamente la responsabi�
lidad, ante el poder político central, de integrar las colecciones poblanas.
Cómo se verá, funcionaron como los grandes expositores por la frecuen�
cia de sus participaciones, por el número y la diversidad de objetos que
presentaron. Las unidades productivas, como haciendas y fábricas, sólo
se mencionan como entrada principal cuando en los documentos no se
incluye el nombre de los propietarios. Las instituciones se identifican con
su nombre oficial cuando exhibieron colecciones de objetos por iniciativa
de sus integrantes. Finalmente, y dado que los documentos así lo regis�
traron, se identifica a las viudas por su condición de viudez, a las mujeres
solteras con la indicación de señoritas entre paréntesis, lo mismo que a
los profesionistas para destacar la diversidad de los participantes. Los
expositores individuales se registran por apellido.
En la mayoría de los registros fue posible agregar el lugar de proce�
dencia de los expositores y este dato, además de aclarar casos de homo�
nimia, es útil para reconocer el nivel de participación por microrregiones
y establecer los obligados contrastes entre los centros urbanos y el medio
rural.
Inmediatamente se apunta la distinción por función: expositor o or�
ganizador de las muestras poblanas, aunque en este último caso es fre�
cuente que también aparezcan como expositores.
A continuación se menciona en qué grupo de objetos participaron
y en qué exposición, señalando si los productos presentados merecieron
algún tipo de reconocimiento. Su participación en las exposiciones se pre�
senta en orden cronológico, para establecer la recurrencia de su desem�
peño como tales.
Sabemos que la organización de este apéndice por lugar de origen
o género de los expositores, por fecha y lugar de cada exposición, por
grupo de objetos en los que participaron o por su condición de haber
sido o no premiados permitiría diversas lecturas, pero optamos por la
modalidad de la identificación nominal para agrupar el mayor número
anexo 351

de datos posible a fin de poder ofrecer el seguimiento de la trayectoria de


los expositores a lo largo del período revisado.

***

1.  Abaroa, Ignacio, expositor de pasamanerías finas y corrientes en


el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889.
2.  Acevedo Labrador, Cándido, de Xolalpan del distrito de Chiaut�
la, expositor de muestras de maíz en el grupo VII (Agricultura), mención
honorífica en París, 1900.
3.  Acevedo, María y Sofía Rosas, de la ciudad de Puebla, exposito�
ras de bordados en el grupo XIII (Hilados, tejidos y vestimentas), medalla
de bronce en París, 1900.
4.  Adán, Praxedis, de Chiautla, expositor de productos agrícolas en
el grupo VII (Agricultura), medalla de bronce en París, 1900.
5.  Aguilar, Francisco, de Cholula, expositor de muestras de cebada
en el grupo VII (Agricultura), medalla de bronce en París, 1900.
6.  Aguirre, Guillermo, de la hacienda de Buenavista, Ahuazotepec,
expositor en el grupo XIV (Industria química) en París, 1900.
7.  Aguirre, José M., de la ciudad de Puebla, expositor de trabajos
tipográficos en el grupo III (Instrumentos y procedimientos generales de
las letras, las ciencias y las artes) en París, 1900.
8.  Aguirre, Manuel, del distrito de Pahuatlán, expositor de marcos
y puertas en el grupo XII (Decoración y mobiliario para edificios públicos
y habitaciones) en París, 1900.
9.  Agustín, Marcos, de Mecapalapa del distrito de Huauchinango,
expositor de colección de maderas en el grupo IX (Bosques, caza, pesca y
pequeñas cosechas) en París, 1900.
10.  Ajuria, Ernesto, de Petlalcingo, expositor de condimentos y es�
timulantes en el grupo X (Alimentos) en París, 1900.
11.  Alarcón, Ignacio, de la ciudad de Puebla, expositor de escultu�
ras en cera en el grupo II (Obras de arte) en París, 1900.
12.  Alas, Ignacio, de Tecomatlán, expositor de ejemplares de hulla
y antracita en el grupo V, medalla de plata en la Exposición Nacional de
México, 1875.
13.  Aldana, Everardo, de Pantepec, expositor de plantas tintóreas y
colecciones de insectos en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900.
352 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

14.  Aldave, Luis G., de Acajete, expositor de productos agrícolas y


lanas en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900.
15.  Almazán, Buenaventura, de Cholula, expositor en el grupo XIII
(Hilados, tejidos y vestimentas) en París, 1900.
16.  Alvarado, Feliciano, de Pahuatlán, expositor de productos agrí�
colas en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900.
17.  Alvarado, Gabriel, expositor de muebles de uso común en el
grupo III (Muebles y accesorios) en París, 1889.
18.  Alvarado, Julio, de la ciudad de Puebla, expositor de modelos,
planos y dibujos de obras públicas en el grupo VI (Herramientas y proce�
dimientos de las industrias mecánicas) en París, 1889.
19.  Álvarez, Ismael, de la ciudad de Puebla, expositor de modelos,
planos y dibujos de obras públicas en el grupo VI (Herramientas y proce�
dimientos de las industrias mecánicas) en París, 1889.
20.  Álvarez, Macedo y Mendoza (ingenieros), del distrito de Te�
huacán, expositores de muestras minerales y colecciones de maderas en
el grupo V (Industrias extractivas, productos en bruto y manufacturados)
en París, 1889.
21.  Amado, Teodoro, de Acajete, expositor de productos agrícolas
en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900.
22.  Amador, Ramón, de Atzala, expositor de productos agrícolas
en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900.
23.  Anduaga, Ángel, de Ahuazotepec, expositor de productos agrí�
colas en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900.
24.  Anzures, Juan B., de la ciudad de Puebla, expositor de obras
musicales en el grupo III (Instrumentos y procedimientos generales de
las letras, las ciencias y las artes), medalla de bronce en París, 1900.
25.  Anzures, Margarita, de la ciudad de Puebla, expositora de tra�
bajos escolares en el grupo I (Educación y enseñanza) en París, 1900.
26.  Aparicio, Perfecto T., de Cuaxtla del distrito de Huauchinango,
expositor de productos forestales en el grupo IX (Bosques, caza, pesca y
pequeñas cosechas) en París, 1900.
27.  Aportela, José J., de la ciudad de Puebla, expositor de instru�
mentos musicales de cuerda en el grupo II (Educación y enseñanza) en
París, 1889.
28.  Arana, M. de la Luz, expositora en el grupo III (Muebles y acce�
sorios) en París, 1889.
29.  Arias, Elías, de la ciudad de Puebla, expositor de máquinas para
anexo 353

preparar y labrar la madera en el grupo VI (Herramientas y procedimien�


tos de las industrias mecánicas) en París, 1889.
30.  Arias, José Celerino, de Chietla, expositor de café en el grupo
VII (Agricultura), medalla de bronce en París, 1900.
31.  Arias, Pedro de la Luz, de Chietla, expositor de azúcares en el
grupo X (Alimentos), medalla de oro en París, 1900.
32.  Arriaza, Ignacio Gonzalo de, de la ciudad de Puebla, expositor
en el grupo XIV (Industria química) en París, 1900.
33.  Arrioja, Delfino, de la ciudad de Puebla, expositor en el grupo
XIV (Industria química) en París, 1900.
34.  Arrioja, Francisco, de la ciudad de Puebla, expositor de máqui�
nas para preparar y labrar la madera en el grupo VI (Herramientas y
procedimientos de las industrias mecánicas) en París, 1889.
35.  Autoridad municipal de Aquixtla, expositor en el grupo XII
(Decoración y mobiliario para edificios públicos y habitaciones) en París,
1900.
36.  Autoridad municipal de Atzizintla, expositor de leguminosas
en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900.
37.  Autoridad municipal de Axalpam, expositor en el grupo III
(Muebles y accesorios); de colecciones de maderas y plantas medicinales
en el grupo V (Industrias extractivas, productos en bruto y manufactura�
dos) y de muestras de cereales, legumbres y frutas en el grupo VII (Pro�
ductos alimenticios) en París, 1889.
38.  Autoridad municipal de Caltepec, expositor de muestras mine�
rales, colecciones de maderas y plantas medicinales en el grupo V (Indus�
trias extractivas, productos en bruto y manufacturados) en París, 1889,
expositor de cereales en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900.
39.  Autoridad municipal de Cañada, expositor de colecciones de
maderas y plantas medicinales en el grupo V (Industrias extractivas, pro�
ductos en bruto y manufacturados) en París, 1889.
40.  Autoridad municipal de Chalchicomula, expositor de cereales
en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900.
41.  Autoridad municipal de Chiautla, expositor de caña de azúcar
en el grupo VII (Agricultura) y de canteras en el grupo XI (Minas y meta�
lurgia) en París, 1900.
42.  Autoridad municipal de Chiautzingo, expositor de cereales en
el grupo VII (Agricultura) en París, 1900.
43.  Autoridad municipal de Chilac, expositor de muestras mine�
354 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

rales, colecciones de maderas y plantas de uso industrial en el grupo V


(Industrias extractivas, productos en bruto y manufacturados) y de con�
dimentos en el grupo VII (Productos alimenticios) en París, 1889.
44.  Autoridad municipal de Coronango, expositor de cereales en el
grupo VII (Agricultura) en París, 1900.
45.  Autoridad municipal de Cuapulco, expositor de colecciones de
maderas en el grupo V (Industrias extractivas, productos en bruto y ma�
nufacturados) en París, 1889.
46.  Autoridad municipal de Cuautinchan, expositor de muestras
de frijol en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900.
47.  Autoridad municipal de Cuetzalan, expositor de café en el gru�
po VII (Agricultura) en París, 1900.
48.  Autoridad municipal de El Verde, expositor de cereales en el
grupo VII (Agricultura) en París, 1900.
49.  Autoridad municipal de Eloxochitlán, expositor de colecciones
de maderas, plantas medicinales y plantas de uso industrial en el grupo V
(Industrias extractivas, productos en bruto y manufacturados) y de café
en el grupo VII (Productos alimenticios) en París, 1889.
50.  Autoridad municipal de Huejotzingo, expositor de cereales en
el grupo VII (Agricultura) en París, 1900.
51.  Autoridad municipal de Huitziltepec, expositor de sombreros
de palma en el grupo XV (Industrias diversas) en París, 1900.
52.  Autoridad municipal de Jalpan, expositor de cereales en el gru�
po VII (Agricultura) en París, 1900.
53.  Autoridad municipal de la ciudad de Puebla, expositor de foto�
grafías en el departamento de Artes liberales, premio en Chicago, 1893.
54.  Autoridad municipal de Mixtla, expositor de muestras de frijol
en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900.
55.  Autoridad municipal de Pantepec, expositor de cereales, café y
tabacos en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900.
56.  Autoridad municipal de Petlalcingo, expositor de cereales en el
grupo VII (Agricultura), medalla de plata en París, 1900.
57.  Autoridad municipal de Piaxtla, expositor de muestras de már�
mol en el grupo XI (Minas y metalurgia) en París, 1900.
58.  Autoridad municipal de San José Miahuatlán, expositor de tra�
jes de los naturales en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) y de
plantas de uso industrial en el grupo V (Industrias extractivas, productos
en bruto y manufacturados) en París, 1889.
anexo 355

59.  Autoridad municipal de San Juan de los Llanos (Libres), expo�


sitor de minerales y piedras de construcción en el grupo XI (Minas y me�
talurgia) en París, 1900.
60.  Autoridad municipal de San Martín Texmelucan, expositor de
un álbum fotográfico con vistas de los ranchos de la zona y de productos
agrícolas en el grupo VII (Agricultura), mención honorífica en París, 1900.
61.  Autoridad municipal de Santiago Miahuatlán, expositor de
muestras minerales y colecciones de maderas en el grupo V (Industrias
extractivas, productos en bruto y manufacturados) y muestras de cerea�
les en el grupo VII (Productos alimenticios) en París, 1889.
62.  Autoridad municipal de Tecali, expositor de cereales en el gru�
po VII (Agricultura) en París, 1900.
63.  Autoridad municipal de Tecamachalco, expositor de muestras
de frijol en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900.
64.  Autoridad municipal de Tecuanipan, expositor de muestras de
frijol en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900.
65.  Autoridad municipal de Tehuacán, expositor de sal en el grupo
XI (Minas y metalurgia) en París, 1900.
66.  Autoridad municipal de Tepanco, expositor en el grupo III
(Muebles y accesorios) y de colecciones de maderas en el grupo V (Indus�
trias extractivas, productos en bruto y manufacturados) en París, 1889.
67.  Autoridad municipal de Tepeji de la Seda, expositor de mues�
tras minerales en el grupo V (Industrias extractivas, productos en bruto y
manufacturados) en París, 1889.
68.  Autoridad municipal de Tlachichuca, expositor de cereales en
el grupo VII (Agricultura) en París, 1900.
69.  Autoridad municipal de Tlahuapan, expositor de cereales en el
grupo VII (Agricultura) en París, 1900.
70.  Autoridad municipal de Tochtepec, expositor de productos fo�
restales en el grupo IX (Bosques, caza, pesca y cosechas) en París, 1900.
71.  Autoridad municipal de Tzicatlacoyan, junta auxiliar de Acuex�
comac, expositor de miel en el grupo VII (Agricultura); de objetos de otate
en el grupo XV (Industrias varias) en París, 1900.
72.  Autoridad municipal de Tzinacatepec, expositor de colecciones
de maderas en el grupo V (Industrias extractivas, productos en bruto y
manufacturados), de salitres y pólvora en el grupo VI (Herramientas y
procedimientos de las industrias mecánicas), muestras de cereales, le�
gumbres y frutas en el grupo VII (Productos alimenticios) en París, 1889.
356 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

73.  Autoridad municipal de Tzitlacayan, expositor de cereales en el


grupo VII (Agricultura) en París, 1900.
74.  Autoridad municipal de Yecapixtla, expositor de plantas medi�
cinales en el grupo V (Industrias extractivas, productos en bruto y manu�
facturados) en París, 1889.
75.  Autoridad municipal de Zacatlán, expositor de maderas, arci�
lla, minerales y piedras de construcción en el grupo XI (Minas y metalur�
gia) en París, 1900
76.  Autoridad municipal de Zapotitlán, expositor de muestras mi�
nerales y plantas medicinales en el grupo V (Industrias extractivas, pro�
ductos en bruto y manufacturados) en París, 1889.
77.  Autoridad municipal de Zautla del distrito de Zaragoza, expo�
sitor de vegetales y muestras de insectos en el grupo VII (Productos ali�
menticios) en París, 1889; cebada en el grupo VII (Agricultura); sustancias
minerales en el grupo XI (Minas y metalurgia) en París, 1900.
78.  Autoridad municipal de Zoquitlán, expositor de colecciones de
maderas y plantas medicinales en el grupo V (Industrias extractivas, pro�
ductos en bruto y manufacturados) en París, 1889.
79.  Autoridades del distrito de Acatlán, expositores de colecciones
de maderas en el grupo V (Industrias extractivas, productos en bruto y
manufacturados) en París, 1889.
80.  Autoridades del distrito de Alatriste, expositores de colecciones
de maderas en el grupo V (Industrias extractivas, productos en bruto y
manufacturados) en París, 1889, expositores de minerales en el departa�
mento de Minas, premio en Chicago, 1893.
81.  Autoridades del distrito de Huachinango, expositores de colec�
ciones de maderas y plantas medicinales en el grupo V (Industrias extrac�
tivas, productos en bruto y manufacturados) en París, 1889.
82.  Autoridades del distrito de Izúcar de Matamoros, expositores
de plantas medicinales en el grupo V (Industrias extractivas, productos
en bruto y manufacturados) en París, 1889.
83.  Autoridades del distrito de Pahuatlán, expositores de muestras
minerales, ejemplares de maderas y plantas medicinales en el grupo V
(Industrias extractivas, productos en bruto y manufacturados) y de café
en el grupo VII (Productos alimenticios) en París, 1889.
84.  Autoridades del distrito de Puebla, expositores de plantas me�
dicinales en el grupo V (Industrias extractivas, productos en bruto y ma�
nufacturados) en París, 1889.
anexo 357

85.  Autoridades del distrito de San Juan de los Llanos (Libres), ex�
positores de colecciones de maderas en el grupo V (Industrias extracti�
vas, productos en bruto y manufacturados) en París, 1889.
86.  Autoridades del distrito de Tecamachalco, expositores de tie�
rras arables en el grupo VI (Herramientas y procedimientos de las indus�
trias mecánicas) en París, 1889.
87.  Autoridades del distrito de Tehuacán, expositores de coleccio�
nes de maderas y plantas medicinales en el grupo V (Industrias extracti�
vas, productos en bruto y manufacturados) en París, 1889; expositores de
objetos de palma en el grupo XV (Industrias diversas), mención honorí�
fica en París, 1900.
88.  Autoridades del distrito de Tepeji, expositores de colecciones
de maderas en el grupo V (Industrias extractivas, productos en bruto y
manufacturados) en París, 1889.
89.  Autoridades del distrito de Tetela de Ocampo, expositores de
colecciones de maderas en el grupo V (Industrias extractivas, produc�
tos en bruto y manufacturados) en París, 1889; expositores de piedras de
construcción en el grupo XI (Minas y metalurgia) en París, 1900.
90.  Autoridades del distrito de Teziutlán, expositores de coleccio�
nes de maderas en el grupo V (Industrias extractivas, productos en bruto
y manufacturados) en París, 1889.
91.  Autoridades del distrito de Tlatlauqui, expositores de muestras
minerales, colecciones de maderas, plantas de uso industrial y seda ve�
getal en el grupo V (Industrias extractivas, productos en bruto y manu�
facturados), de tierras arables en el grupo VI (Herramientas y procedi�
mientos de las industrias mecánicas), muestras de cereales y cañas dulces
en el grupo VII (Productos alimenticios) en París, 1889; expositores de
muestras de pimienta seca en el grupo X (Alimentos), mención honorífica
en París, 1900.
92.  Autoridades del distrito de Zacapoaxtla, expositores de colec�
ciones de maderas en el grupo V (Industrias extractivas, productos en
bruto y manufacturados) en París, 1889.
93.  Autoridades del distrito de Zacatlán, expositores de colecciones
de maderas en el grupo V (Industrias extractivas, productos en bruto y
manufacturados) en París, 1889.
94.  Ávalos, Ignacio y Cía., del distrito de Atlixco, expositor de hari�
nas en el grupo X (Alimentos) en París, 1900.
95.  Ávila, Alberto, de la ciudad de Puebla, expositor en el grupo
358 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

XII (Decoración y mobiliario para edificios públicos y habitaciones) en


París, 1900.
96.  Ávila, Refugio, de Cholula, expositor en el grupo XIII (Hilados,
tejidos y vestimentas) en París, 1900.
97.  Ayala, J. M., expositor de juguetes en el grupo IV (Tejidos, ves�
tidos y accesorios) en París, 1889.
98.  Baces, J. de la Luz, expositor en el grupo III (Muebles y acceso�
rios) en París, 1889.
99.  Báez, Guadalupe, del distrito de Puebla, expositor de calzados
en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889.
100.  Balderrama, de Amozoc, expositor de espuelas en el grupo de
Industrias que tienen el objeto de emplear fuerzas mecánicas, en París, 1855.
101.  Balseca, Francisco, de la ciudad de Puebla, expositor en el gru�
po XIV (Industria química) en París, 1900.
102.  Bandini, Agustín F., de la ciudad de Puebla, expositor en el
grupo XIV (Industria química) en París, 1900.
103.  Barranco, S. J. M., Fábrica de, expositor en el grupo IV (Tejidos,
vestidos y accesorios) en París, 1889.
104.  Barranco, Sixto e hijo, de la ciudad de Puebla, expositor de
productos de cuero en el grupo VI (Ingeniería civil. Medios de transpor�
te) en París, 1900.
105.  Barreda, Adolfo, de Quecholac, expositor de productos agríco�
las en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900.
106.  Barreiro, Ramón, de la ciudad de Puebla, expositor de foto�
grafías en el grupo III (Instrumentos y procedimientos generales de las
letras, las ciencias y las artes), mención honorífica en París, 1900.
107.  Barroso, Buenaventura, de la ciudad de Puebla, expositor de
piezas sueltas de carrocería en el grupo VI (Herramientas y procedimien�
tos de industrias mecánicas) en París, 1889.
108.  Baur, Carlos, de la ciudad de Puebla, expositor de plantas de
uso industrial en el grupo V (Industrias extractivas, productos en bruto
y manufacturados) en París, 1889, expositor de productos forestales en el
grupo IX (Bosques, caza, pesca y pequeñas cosechas) en París, 1900.
109.  Bautista, Epitacio, de Nopalucan, expositor de plantas medici�
nales en el grupo IX (Bosques, caza, pesca y pequeñas cosechas) en París,
1900.
110.  Bayas, M., del distrito de Puebla, expositor en el grupo III
(Muebles y accesorios) en París, 1889.
anexo 359

111.  Bazán Calderón, José, de Acatlán, expositor de condimentos y


estimulantes en el grupo X (Alimentos) en París, 1900.
112.  Becerril, Lorenzo (fotógrafo), de la ciudad de Puebla, exposi�
tor de fotografías en el departamento de Artes liberales, premio en Chi�
cago, 1893.
113.  Bello, Carlos (ingeniero), organizador de los grupos IV (Mate�
riales y procedimientos generales de la mecánica) y VI (Ingeniería civil.
Medios de transporte) de la muestra poblana en París, 1900.
114.  Bello, Rodolfo antes Penichet, M. y Cía., de la ciudad de Pue�
bla, expositor de estuches y empaques de cigarros en el grupo XIV (In�
dustria química), medalla de plata en París, 1900.
115.  Beltrán, Antonio, del distrito de Puebla, expositor de bordados
en cuero en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889.
116.  Beltrán, Eduardo, de San Andrés Chalchicomula, expositor de
productos lácteos en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900.
117.  Beltrán, Encarnación, de la ciudad de Puebla, expositor de bor�
dados en cuero en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) y de piezas
sueltas de carrocería en el grupo VI (Herramientas y procedimientos de
industrias mecánicas) en París, 1889.
118.  Benítez, Hnos., de la fábrica La Concepción, expositor en el
grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889.
119.  Benítez, Hnos., de la fábrica San Juan Amatlán, expositor en el
grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889.
120.  Benítez, Hnos., expositor de hule liso en el grupo II, medalla
de bronce en la Exposición Nacional de México, 1875.
121.  Berkembuch (señor), de la ciudad de Puebla, expositor de ma�
teriales y aparatos para la industria química en el grupo VI (Herramien�
tas y procedimientos de las industrias mecánicas) en París, 1889.
122.  Bernal, Miguel, de la Escuela de Artes y Oficios del Estado de
Puebla, organizador de la muestra poblana (jefe del grupo II Educación y
enseñanza) en París, 1889.
123.  Bernardo, Diego, de Miahuatlán, expositor de reatas blancas
en el departamento de Manufacturas, premio en Chicago, 1893.
124.  Boclar, Soledad B. de, del distrito de Puebla, expositora en el
grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889.
125.  Bolaños, F. y Cía., de la ciudad de Puebla, expositor en el gru�
po XIV (Industria química) en París, 1900.
126.  Bonfil Labrador, Agapito, de Xolalpan, expositor de insectos
360 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

perjudiciales en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900.


127.  Bonfil, Camilo, de Chiautla, expositor de colecciones de már�
mol y mineral de plomo en el grupo XI (Minas y metalurgia), mención
honorífica en París, 1900.
128.  Bonilla (señor), de Amozoc, expositor de un freno en el grupo
de Industrias que tienen el objeto de emplear fuerzas mecánicas, en París,
1855.
129.  Bonilla, Octaviano, del distrito de Tetela, expositor en el grupo
IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889.
130.  Bonilla, Pascual, de la ciudad de Puebla, expositor de materia�
les de construcción en el grupo VI (Herramientas y procedimientos de las
industrias mecánicas) en París, 1889.
131.  Bravo Martínez, Aureliano, de Chalchicomula, expositor de
cerillas en el grupo XIV (Industria química) en París, 1900.
132.  Bravo, Martiniano, de Acatlán, expositor de licores en el grupo
X (Alimentos) en París, 1900.
133.  Bueno, Carlos R., de la ciudad de Puebla, expositor de cal�
zados en raso blanco en el departamento de Manufacturas, premio en
Chicago, 1893; expositor de calzados en el grupo XIII (Hilados, tejidos y
vestimentas), medalla de bronce en París, 1900.
134.  Bustamante Valdés, F., de la ciudad de Puebla, expositor de
fotografías en el grupo III (Instrumentos y procedimientos generales de
las letras, las ciencias y las artes) en París, 1900.
135.  Bustamante, Francisco, expositor de juguetes en el grupo IV
(Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889.
136.  Caballero (señoritas), expositoras de bordados en el grupo XIII
(Hilados, tejidos y vestimentas), mención honorífica en París, 1900.
137.  Caballero de los Olivos, Julio, de Tehuacán, expositor de aguas
minerales en el grupo XVI (Economía social. Higiene y asistencia pública)
en París, 1900.
138.  Cabrera Wenceslao, Ángel, del distrito de Zacatlán, expositor
de obras escolares en el grupo I (Educación y enseñanza) en París, 1900.
139.  Cabrera y Bello (señores), de la fábrica La Concepción del dis�
trito de Atlixco, expositores en el grupo IV (Tejidos, vestidos y acceso�
rios) en París, 1889.
140.  Cacho y Hno., del distrito de Tehuacán, expositores de mues�
tras de azúcar en el grupo VII (Productos alimenticios) en París, 1889.
141.  Calderón, Bernardo, de la ciudad de Puebla, expositor de
anexo 361

muestras de pasamanería en el grupo XIII (Hilados, tejidos y vestimen�


tas), mención honorífica en París, 1900.
142.  Calderón, José María (doctor), de la ciudad de Puebla, organi�
zador de la muestra poblana enviada a París en 1889, expositor de foto�
grafía, radiografías y trabajos científicos en el grupo I (Educación y ense�
ñanza) en París, 1900.
143.  Calderón, José María, de Xalmimilulco distrito de Atlixco,
expositor de productos agrícolas en el grupo VII (Agricultura) en París,
1900.
144.  Calderón, Juan B. (doctor), de la ciudad de Puebla, expositor
en el grupo XIV (Industria química) en París, 1900.
145.  Calderón, Manuel M., de Nopalucan, expositor de cereales en
el grupo VII (Agricultura), medalla de bronce en París, 1900.
146.  Caloca, Jesús, de Acatlán, expositor de muestras minerales en
el grupo XI (Minas y metalurgia) en París, 1900.
147.  Caloca, José Guadalupe, de Acatlán, expositor de productos
agrícolas en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900.
148.  Calvo y Romero, Juan, de la fábrica La Independencia, exposi�
tor en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889.
149.  Camacho, José María, de Chalchicomula, expositor en el gru�
po XIV (Industria química) en París, 1900.
150.  Camargo Beristáin, Luis, de Tecamachalco, expositor de lico�
res en el grupo X (Alimentos) en París, 1900.
151.  Camarillo, Miguel Anacleto, de San Agustín del Palmar, expo�
sitor de muestras minerales en el grupo XI (Minas y metalurgia) en París,
1900.
152.  Camarillo, Miguel, del distrito de Puebla, expositor de borda�
dos en cuero en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889.
153.  Campomanes, Josefa y Hnas., del distrito de Puebla, exposito�
ras de labores de mano en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en
París, 1889.
154.  Campomanes, Manuel, de la ciudad de Puebla, expositor de
trabajos tipográficos en el grupo III (Instrumentos y procedimientos ge�
nerales de las letras, las ciencias y las artes) en París, 1900.
155.  Campos, Aurelio M., de la ciudad de Puebla, expositor de
obras musicales en el grupo III (Instrumentos y procedimientos genera�
les de las letras, las ciencias y las artes), medalla de bronce en París, 1900.
156.  Campos, Fernando de María, del distrito de Tehuacán, expo�
362 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

sitor de muestras de mármol en el grupo III (Productos naturales y ma�


nufacturados, minerales y maderas); primer premio en Nueva Orleans,
1884–1885; expositor de mármoles en el grupo VI (Herramientas y proce�
dimientos de las industrias mecánicas) en París, 1889.
157.  Cancela, Manuel, de la ciudad de Puebla, expositor de piezas
sueltas de carrocería en el grupo VI (Herramientas y procedimientos de
industrias mecánicas) en París, 1889.
158.  Candia, Manuel e hijo, del distrito de Zacatlán, expositores de
molinos de maíz en el grupo IV (Materiales y procedimientos generales
de la mecánica), de molino para granos en el grupo VII (Agricultura) en
París, 1900.
159.  Cano, Isidro, del distrito de Puebla, expositor de calzados en el
grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889.
160.  Cano, Miguel G., de la ciudad de Puebla, expositor en el grupo
XIV (Industria química) en París, 1900.
161.  Cano, Vicente, expositor de muebles de uso común en el gru�
po III (Muebles y accesorios) en París, 1889.
162.  Carcaño, Margarito, de la ciudad de Puebla, expositor de som�
breros de fieltro y de seda en el grupo IX, medalla de bronce en la Expo�
sición Nacional de México, 1875; expositor de sombreros en el grupo IV
(Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889; expositor de sombreros en
el departamento de Manufacturas, premio en Chicago, 1893.
163.  Cardoso, Febronio, del distrito de Atlixco, expositor de mues�
tras de azúcar en el grupo VII (Productos alimenticios) en París, 1889;
expositor de productos agrícolas en el grupo VII (Agricultura) y de azú�
cares en el grupo X (Alimentos) en París, 1900.
164.  Cardoso, Joaquín, expositor de lencería en el grupo IV (Teji�
dos, vestidos y accesorios) en París, 1889.
165.  Carpinteiro, Francisco, del distrito de Puebla, expositor de tra�
jes para hombre en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París,
1889.
166.  Carpinteiro, J. M., de la ciudad de Puebla, expositor de borda�
dos en cuero en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) y de piezas
sueltas de carrocería en el grupo VI (Herramientas y procedimientos de
industrias mecánicas) en París, 1889.
167.  Carpio, Doroteo, expositor de cereales en el grupo VII (Agri�
cultura), medalla de plata en París, 1900.
168.  Carranza, Mariano, expositor de materiales de construcción en
anexo 363

el grupo VI (Herramientas y procedimientos de las industrias mecánicas)


en París, 1889.
169.  Carrillo, Gilberto y Hno., de la ciudad de Puebla, expositor
de trabajos tipográficos en el grupo III (Instrumentos y procedimientos
generales de las letras, las ciencias y las artes) en París, 1900.
170.  Casa de Maternidad (hospital), de la ciudad de Puebla, exposi�
tora de planos, fotografías y una memoria del establecimiento en el grupo
VI (Herramientas y procedimientos de industrias mecánicas) en París,
1889; expositor de informes y fotografía en el departamento de Artes li�
berales, premio en Chicago, 1893.
171.  Cásarez, Lorenzo, de Atzala, expositor de semillas en el grupo
VIII (Horticultura y arboricultura) en París, 1900.
172.  Casco, Andrés, de Cholula, expositor en el grupo XIII (Hila�
dos, tejidos y vestimentas) en París, 1900.
173.  Castañeda, Concepción, de Cholula, expositora en el grupo
XIII (Hilados, tejidos y vestimentas) en París, 1900.
174.  Castañeda, Miguel, de la ciudad de Puebla, expositor de pie�
zas sueltas de carrocería en el grupo VI (Herramientas y procedimientos
de industrias mecánicas) en París, 1889.
175.  Castillo, José María del, de la ciudad de Puebla, expositor en
el grupo XII (Decoración y mobiliario para edificios públicos y habitacio�
nes) en París, 1900.
176.  Castrejón, Mario, de Chiautla, expositor de productos fores�
tales en el grupo IX (Bosques, caza, pesca y pequeñas cosechas) en París,
1900.
177.  Castrejón, Mario, de Xolalpan, expositor de productos agríco�
las en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900.
178.  Centurión, J. Mariano (profesor de la Escuela de Artes y Oficios
del Estado y de El Colegio del Estado), de la ciudad de Puebla, expositor
de alto–relieves en madera en el grupo I (Obras de arte), de maniquís
y esculturas de madera en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios)
en París, 1889; organizador en el grupo VIII (Horticultura y arboricultu�
ra) de la muestra poblana y expositor de pinturas al oleo en el grupo II
(Obras de arte); de una acuarela representando frutas en el grupo VIII
(Horticultura y arboricultura), medalla de bronce en París, 1900.
179.  Centurión, Manuel, del distrito de Tecali, expositor de joyería
en diversos metales y ónix en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios)
en París, 1889.
364 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

180.  Cercado, José María, del distrito de Puebla, expositor de som�


breros en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889.
181.  Cerón, Marcelino, del distrito de Puebla, expositor de materia�
les y aparatos para la industria química en el grupo VI (Herramientas y
procedimientos de las industrias mecánicas) en París, 1889.
182.  Cervantes, Lucía, de la ciudad de Puebla, expositor de borda�
dos en el grupo XIII (Hilados, tejidos y vestimentas), medalla de bronce
en París, 1900.
183.  Cervantes, Miguel B., de Chiapa, expositor de cereales en el
grupo VII (Agricultura), medalla de oro en París, 1900.
184.  Chaix, Eduardo y Cía., expositores de lencería en el grupo IV
(Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889.
185.  Charles, Mariano, expositor de muebles de uso común en el
grupo III (Muebles y accesorios) en París, 1889.
186.  Charles, Teresa, del distrito de Puebla, expositora de labores
de mano en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889.
187.  Chilaca, Mauro, de Cholula, expositor en el grupo XIII (Hila�
dos, tejidos y vestimentas) en París, 1900.
188.  Cisneros, Manuel, de la ciudad de Puebla, expositor de mate�
riales de construcción en el grupo VI (Herramientas y procedimientos de
las industrias mecánicas) en París, 1889.
189.  Cisneros, Román, expositor de abrigos y rebozos en el grupo
IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889.
190.  Coeto, Vicente, de la ciudad de Puebla, expositor en el grupo
XIII (Hilados, tejidos y vestimentas) en París, 1900.
191.  Colegio de Providencia, de la ciudad de Puebla, expositor de bor�
dados en oro en el departamento de Manufacturas, premio en Chicago, 1893.
192.  Colegio del Estado, El, expositor de planos, reglamentos y fo�
tografías del establecimiento, de observaciones meteorológicas y noticias
sobre el clima de Puebla en el grupo II (Educación y enseñanza) en París,
1889; expositor de arcillas, minerales y piedras de construcción en el gru�
po XI (Minas y metalurgia) en París, 1900.
193.  Colegio del Sagrado Corazón de Jesús, de la ciudad de Puebla,
expositor de colecciones de observaciones meteorológicas en el grupo II
(Educación y enseñanza) en París, 1889.
194.  Colegio Pío de Artes y Oficios, de la ciudad de Puebla, expo�
sitor de trabajos de impresión en el grupo I (Educación y enseñanza) en
París, 1900.
anexo 365

195.  Colegio Teresiano, de la ciudad de Puebla, expositor de bor�


dados en el departamento de Manufacturas, 2 premios en Chicago, 1893.
196.  Colina, Rafael B. de la., de la ciudad de Puebla, expositor de
poesías en el grupo II (Educación y enseñanza) en París, 1889.
197.  Colombres, Luis y Hnos., de Rancho Colorado de la ciudad de
Puebla, expositores de aguas minerales en el grupo XVI (Economía social.
Higiene y asistencia pública) en París, 1900.
198.  Colombres, Luis y Hnos., del Molino de Hueyotlipan, exposi�
tores de productos agrícolas en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900.
199.  Conde, Manuel M., de la fábrica La Economía en el distrito de
Puebla, expositor en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París,
1889.
200.  Contreras Rubín, Luis, de Chiautzingo, expositor de cereales
en el grupo VII (Agricultura), medalla de plata; de productos forestales
en el grupo IX (Bosques, caza, pesca y pequeñas cosechas) en París, 1900.
201.  Cora, Joaquín, de la ciudad de Puebla, expositor de modelos,
planos y dibujos de obras públicas en el grupo VI (Herramientas y proce�
dimientos de las industrias mecánicas) en París, 1889.
202.  Cornish, Carlos, de Cuetzalan, expositor de productos agríco�
las en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900.
203.  Corona, Alejo, del distrito de Tecali, expositor de rocas labra�
das en el grupo XI (Minas y metalurgia) en París, 1900.
204.  Cortés, Domingo, de Chiautla, expositor de productos fores�
tales en el grupo IX (Bosques, caza, pesca y pequeñas cosechas) en París,
1900.
205.  Cortés, Tranquilino, de Atzala, expositor de productos agríco�
las en el grupo VII (Agricultura), medalla de bronce en París, 1900.
206.  Cortéz, Vicente, del distrito de Puebla, expositor de trajes para
hombre en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889.
207.  Corzas, Silviano, de Quecholac, expositor de productos agrí�
colas en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900.
208.  Couttolenc, Antonio, de Chalchicomula, expositor de harinas
en el grupo X (Alimentos), medalla de bronce en París, 1900.
209.  Couttolenc, Octaviano, de Aljojuca, expositor de cereales en el
grupo VII (Agricultura), medalla de plata en París, 1900.
210.  Crespo, Joaquín, del distrito de Puebla, expositor de coleccio�
nes de madera en el grupo IX (Bosques, caza, pesca y pequeñas cosechas),
medalla de bronce en París, 1900.
366 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

211.  Crespo, Quirino, de Acatlán, expositor de productos agrícolas


en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900.
212.  Cruz, Agapito, de Ixtacamastitlán, expositor de kaolín en el
grupo XI (Minas y metalurgia) en París, 1900.
213.  Cruz, Carlos, de Tlaxla, expositor de productos agrícolas en el
grupo VII (Agricultura) en París, 1900.
214.  Cruz, Ignacio, de Huaquechula, expositor de fotografías en el
grupo III (Instrumentos y procedimientos generales de las letras, las cien�
cias y las artes), en París, 1900.
215.  Cruz, José G., del municipio de Pahuatlán, expositor de café en
el departamento de Agricultura, premio en Chicago, 1893.
216.  Cruz, Manuel, de Zacatlán, expositor de maderas y piedras de
cantera el grupo XI (Minas y metalurgia) en París, 1900.
217.  Cuartas, Ricarda, del distrito de Puebla, expositor en el grupo
IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889.
218.  Cueto, Antonio, de la ciudad de Puebla, expositor de cristales
grabados en el grupo XII (Decoración y mobiliario para edificios públicos
y habitaciones) en París, 1900.
219.  Dávalos, Nieves, de Tlahuapan, expositor de productos agrí�
colas en el grupo VII (Agricultura), medalla de bronce en París, 1900.
220.  Dávila, Daniel, de la ciudad de Puebla, organizador en el gru�
po I (Obras de arte) de la muestra poblana en París, 1889; organizador de
los grupos XII (Decoración y mobiliario para edificios públicos y habita�
ciones) y XIII (Hilados, tejidos y vestimentas) de la muestra poblana en
París, 1900.
221.  Déjan, Esteban, expositor de flores de cristal en el grupo III
(Muebles y accesorios) en París, 1889.
222.  Díaz Barriga, Plácido (hijo), de la ciudad de Puebla, expositor
en el grupo XII (Decoración y mobiliario para edificios públicos y habita�
ciones) en París, 1900.
223.  Díaz Barriga, Plácido, de la ciudad de Puebla, expositor de cal
en el grupo VI (Ingeniería civil. Medios de transporte) en París, 1900.
224.  Díaz Bustos, Antonio, de la hacienda de Temextla, expositor
de tejas en el departamento de Manufacturas, Premio en Chicago, 1893.
225.  Díaz Ceballos, Alberto, del distrito de Tehuacán, expositor de
harinas en el grupo X (Alimentos) y de colecciones de aguas minerales
en el grupo XVI (Economía social. Higiene y asistencia pública) en París,
1900.
anexo 367

226.  Díaz Ceballos, Rafael, del distrito de Tehuacán, expositor de


máquinas herramientas en el grupo VI (Herramientas y procedimientos
de las industrias mecánicas) en París, 1889.
227.  Díaz Rivera, José, de Panzacola, expositor de molinos de maíz
en el grupo X (Alimentos) en París, 1900.
228.  Díaz, Félix, expositor en el grupo IV (Tejidos, vestidos y acce�
sorios) en París, 1889.
229.  Díaz, Luis, de Tlahuapan, expositor de productos agrícolas en
el grupo VII (Agricultura) en París, 1900.
230.  Díaz, Neftalí M., de Tehuacán, expositor del periódico La Re-
forma en el grupo II (Educación y enseñanza) en París, 1889.
231.  Díaz, Pablo, del Tlahuapan, expositor de productos agrícolas
en el grupo VII (Agricultura), medalla de bronce en París, 1900.
232.  Díaz, Rafael, expositor en el grupo IV (Tejidos, vestidos y ac�
cesorios) en París, 1889.
233.  Dimarías, Agustín, de la ciudad de Puebla, expositor de obras
musicales en el grupo III (Instrumentos y procedimientos generales de
las letras, las ciencias y las artes), medalla de bronce en París, 1900.
234.  Domenech, José, de Tehuacán, expositor de piezas decorativas
y recubrimientos de ónix en el grupo III (Muebles y accesorios), de már�
moles en el grupo V (Industrias extractivas, productos en bruto y manu�
facturados) en París, 1889.
235.  Domínguez Toledano, Miguel, del distrito de Puebla, exposi�
tor de mármoles en el grupo VI (Herramientas y procedimientos de las
industrias mecánicas) en París, 1889.
236.  Domínguez, Manuel, organizador de los grupos I (Educación
y enseñanza), II (Obras de arte) y III (Instrumentos y procedimientos ge�
nerales de las letras, las ciencias y las artes) de la muestra poblana en
París, 1900.
237.  Doremberg (señora), de la ciudad de Puebla, expositora de
chagrín de grano en el grupo III, medalla de bronce en la Exposición Na�
cional de México, 1875.
238.  Doremberg, José, de la ciudad de Puebla, expositor de orna�
mentos antiguos en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París,
1889.
239.  Doremberg, Pedro, del distrito de Puebla, expositor de calza�
dos en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889.
240.  Duran, Antonio, del distrito de Puebla, expositor de sombre�
368 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

ros en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889.


241.  Enríquez, Félix, de Nopalucan, expositor de productos agríco�
las en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900.
242.  Escalante y Llaguno, de Tlahuapan, expositor de productos
agrícolas en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900.
243.  Escuela de Artes y Oficios del Estado de Puebla, de la ciudad
de Puebla, expositor de fotografías de las escuela en el grupo II (Edu�
cación y enseñanza) y en el grupo III (Muebles y accesorios) en París,
1889; expositor de muestras de trabajos escolares en el departamento de
Artes liberales, premio en Chicago, 1893; expositor de encuadernaciones,
muestras de tipografía y mobiliario escolar en el grupo I (Educación y en�
señanza), medalla de bronce; y en el grupo XII (Decoración y mobiliario
para edificios públicos y habitaciones) en París, 1900.
244.  Escuela de Medicina y Farmacia del Estado de Puebla, exposi�
tora de plan de estudios, reglamentos, ocho tesis y siete fotografías en el
grupo II (Educación y enseñanza) en París, 1889.
245.  Escuelas Salesianas de Artes y Oficios, de la ciudad de Puebla,
expositoras de trabajos de impresión en el grupo I (Educación y enseñan�
za) en París, 1900.
246.  Espíndola, J. M., del distrito de Puebla, expositor de sombre�
ros en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889.
247.  Espino Barros, Martín, de la ciudad de Puebla, expositor de
colecciones de timbres en el grupo II (Educación y enseñanza) en París,
1889.
248.  Espinoza Bravo, Ernesto (doctor), de la ciudad de Puebla, ex�
positor de plantas de uso industrial en el grupo IX (Bosques, caza, pesca
y pequeñas cosechas) en París, 1900.
249.  Espinoza, Jesús, del distrito de Puebla, expositor de trajes para
hombre en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889.
250.  Estévez, Dolores, expositor de trabajos de jarcia en el grupo IV
(Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889.
251.  Fabre, Manuel, del distrito de Puebla, expositor de sombreros
en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889.
252.  Fábrica Arrecogidas, del distrito de Puebla, expositora de gé�
neros de lana en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París,
1889.
253.  Fábrica de Coayuca, expositora en el grupo III (Muebles y ac�
cesorios) en París, 1889.
anexo 369

254.  Fábrica de Conde, de la ciudad de Puebla, expositora de man�


tas en el grupo II, mención honorífica en la Exposición Nacional de Mé�
xico, 1875.
255.  Fábrica El Alto, del distrito de Puebla, expositora en el grupo
IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889.
256.  Fábrica El Cristo, del distrito de Puebla, expositora de géneros
de lana en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889.
257.  Fábrica El Obraje, del distrito de Puebla, expositora de géneros
de lana en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889.
258.  Fábrica El Pópulo, del distrito de Puebla, expositora de géne�
ros lisos y labrados de algodón en el grupo IV (Tejidos, vestidos y acce�
sorios) en París, 1889.
259.  Fábrica La Cholulteca, expositora de géneros lisos y labrados
de algodón en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889.
260.  Fabrica La Noria, del distrito de Puebla, expositora de géneros
de lana en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889.
261.  Fenochio, Alfredo (profesor de la Escuela de Artes y Oficios
del Estado y de El Colegio del Estado), organizador en el grupo V (Elec�
tricidad) de la muestra poblana en París, 1900.
262.  Fernández, Agustín M., de la ciudad de Puebla, expositor en
el grupo III (Instrumentos y procedimientos generales de las letras, las
ciencias y las artes), medalla de bronce en París, 1900.
263.  Fernández, Antonio, de la ciudad de Puebla, expositor en el
grupo XIV (Industria química) en París, 1900.
264.  Fernández, Francisco, del estado de Puebla, expositor de pie�
zas para la construcción de carros y una barrica para harina en el grupo
IV, medalla de plata en la Exposición Nacional de México, 1875.
265.  Fernández, I., del Molino de Guadalupe, expositor de harinas
en el grupo II, medalla de plata en la Exposición Nacional de México, 1875.
266.  Fernández, Pedro, de Zacatlán, expositor en el grupo XIII (Hi�
lados, tejidos y vestimentas) en París, 1900.
267.  Ferrari y Pérez, Fernando, de la ciudad de Puebla, expositor de
modelos, planos y dibujos de obras públicas en el grupo VI (Herramien�
tas y procedimientos de las industrias mecánicas) en París, 1889.
268.  Finca de Allapaleca del distrito de Zaragoza, expositor de tie�
rras arables en el grupo VI (Herramientas y procedimientos de las indus�
trias mecánicas), muestras de cereales en el grupo VII (Productos alimen�
ticios) en París, 1889.
370 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

269.  Finca de Techachalco del distrito de Zaragoza, expositor de


tierras arables en el grupo VI (Herramientas y procedimientos de las in�
dustrias mecánicas), muestras de cereales en el grupo VII (Productos ali�
menticios) en París, 1889.
270.  Flores, Antonio, de Cholula, expositor en el grupo XIII (Hila�
dos, tejidos y vestimentas) en París, 1900.
271.  Flores, Ignacio Macario, de Tzicatlacoyan, expositor de pro�
ductos agrícolas en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900.
272.  Flores, Luis, de Tlacuilotepec, expositor de productos agríco�
las en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900.
273.  Flores, Manuel M., de la ciudad de Puebla, organizador de la
muestra poblana y expositor de poesías en el grupo II (Educación y ense�
ñanza) en París, 1889.
274.  Flores, Piedad, expositor en el grupo IV (Tejidos, vestidos y
accesorios) en París, 1889.
275.  Flores, Samuel J., de Tecamachalco, expositor de venenos en el
grupo XIV (Industria química) en París, 1900.
276.  Fontecilla, Agapito, del distrito de Teziutlán, expositor de teji�
dos de algodón en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios), de plantas
de uso industrial en el grupo V (Industrias extractivas, productos en bru�
to y manufacturados), de maderas de construcción en el grupo VI (Herra�
mientas y procedimientos de las industrias mecánicas) y de vainilla en el
grupo VII (Productos alimenticios) en París, 1889.
277.  Franco, Jesús, de la ciudad de Puebla, expositor de trabajos
tipográficos en el grupo III (Instrumentos y procedimientos generales de
las letras, las ciencias y las artes), en París, 1900.
278.  Furlong, Rosalía P. de, de la fábrica de San Juan de Enmedio,
expositora en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889.
279.  Galicia, Casimiro, de Acatzingo, expositor de licores en el gru�
po VII (Productos alimenticios) en París, 1889; expositor de vinos y lico�
res en el grupo X (Alimentos), medalla de oro en París, 1900.
280.  Galicia, Concepción, del distrito de Puebla, expositora en el
grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889.
281.  Galindo, José A., de Villa de Juárez, Huachinango, expositor
de plantas medicinales en el grupo IX (Bosques, caza, pesca y pequeñas
cosechas) en París, 1900.
282.  Galindo, Miguel, de Cholula, expositor en el grupo XIII (Hila�
dos, tejidos y vestimentas) en París, 1900.
anexo 371

283.  Galindo, Trinidad, de la ciudad de Puebla, expositor de jugue�


tes y figuras de trapo en el departamento de Manufacturas, dos premios
en Chicago, 1893.
284.  Gamboa, Franco y Cía., de la ciudad de Puebla, expositores en
el grupo XII (Decoración y mobiliario para edificios públicos y habitacio�
nes) en París, 1900.
285.  Gamboa, Ramón, de San Salvador El Verde, expositor de le�
gumbres en el grupo VIII (Horticultura y arboricultura) en París, 1900.
286.  García, Pedro, de Nauzontla, expositor de cereales en el grupo
VII (Agricultura) en París, 1900.
287.  García Teruel, Luis, expositor de ónix mexicano en el grupo VI
(Herramientas y procedimientos de las industrias mecánicas) en París, 1889.
288.  García Teruel, Manuel, de la fábrica La Carolina, distrito de
Atlixco, expositor de mantas en el grupo II, mención honorífica en la Ex�
posición Nacional de México, 1875; expositor en el grupo IV (Tejidos, ves�
tidos y accesorios) en París, 1889.
289.  García, Abraham (profesor de la Escuela de Artes y Oficios del
Estado y de El Colegio de Estado), organizador en el grupo XI (Minas y
metalurgia) de la muestra poblana en París, 1900.
290.  García, Antonio, de la ciudad de Puebla, expositor de aparatos
de mecánica general en el grupo VI (Herramientas y procedimientos de
las industrias mecánicas) en París, 1889.
291.  García, Baudelio, de Xicotepec de Juárez, expositor de vinos en
el grupo X (Alimentos) en París, 1900.
292.  García, Benito, expositor de rebozos y tejidos de seda en el
grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889.
293.  García, Catarino, de Zacatlán, expositor en el grupo XIII (Hila�
dos, tejidos y vestimentas) en París, 1900.
294.  García, Eduardo, de la ciudad de Puebla, expositor de materia�
les y aparatos para la industria química en el grupo VI (Herramientas y
procedimientos de las industrias mecánicas) en París, 1889.
295.  García, Emilio, expositor de lencería en el grupo IV (Tejidos,
vestidos y accesorios) en París, 1889.
296.  García, Francisco, de la ciudad de Puebla, expositor de piezas
sueltas de carrocería en el grupo VI (Herramientas y procedimientos de
industrias mecánicas) en París, 1889.
297.  García, Francisco, del distrito de Atlixco, expositor de azúca�
res en el grupo X (Alimentos) en París, 1900.
372 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

298.  García, J. M., expositor de bordados en cuero en el grupo IV


(Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889.
299.  García, José Ramón, de Tlahuapan, expositor de productos
agrícolas en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900.
300.  García, Miguel, de Los Reyes, expositor de productos agríco�
las en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900.
301.  Garcilazo, Luisa, de la ciudad de Puebla, expositora de ma�
nualidades en madera en el departamento de Manufacturas, premio en
Chicago, 1893.
302.  Garnica, J. de J., del distrito de Puebla, expositor de bordados
en cuero en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889.
303.  Gauna, Rosaliano, de Apapantilla del distrito de Huauchinan�
go, expositor de productos forestales en el grupo IX (Bosques, caza, pesca
y pequeñas cosechas) en París, 1900.
304.  Gaviota, Juan, del distrito de Puebla, expositor de trajes para
hombre en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889.
305.  Gavito, Ángel, de Acatlán, expositor de azúcares en el grupo X
(Alimentos) en París, 1900.
306.  Gavito, Florencio, de la fábrica Santa Cruz en la ciudad de
Puebla, expositor de mantas en el grupo II, mención honorífica en la Ex�
posición Nacional de México, 1875; expositor de tejidos de punto y ropa
en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889.
307.  Gavito, Leopoldo, organizador en el grupo IV (Tejidos, vesti�
dos y accesorios) de la muestra poblana en París, 1889.
308.  Gobierno del estado de Puebla, expositor de velas estéricas en
el grupo III, medalla de oro en la Exposición Nacional de México, 1875;
expositor de 32 especies de maderas en el departamento de Agricultura,
diploma en Filadelfia, 1876; expositor, mención honorífica en Horticultu�
ra; primer premio, segundo premio y 5 menciones honoríficas en Produc�
tos naturales y manufacturados, minerales y maderas; segundo premio
en Géneros tejidos, ropa y accesorios; segundo premio en Muebles y sus
accesorios; segundo premio en Productos alimenticios, en Nueva Or�
leans, 1884–1885; expositor de informes, fotografías, muestras de escritu�
ra y trabajos escolares de 21 escuelas municipales, códigos, estadísticas y
reglamentos estatales en el grupo II (Educación y enseñanza); de objetos
de terracota y palma en el grupo III (Muebles y accesorios), en el grupo
IV (Tejidos, vestidos y accesorios), en el grupo V (Industrias extractivas,
productos en bruto y manufacturados), de planos arquitectónicos de ins�
anexo 373

tituciones de asistencia social en el grupo VI (Herramientas y procedi�


mientos de industrias mecánicas); en el grupo VII (Productos alimenti�
cios) en París, 1889; expositor, nueve premios en Agricultura, un premio
en Viticultura, cinco premios en Minas, ocho premios en Manufacturas,
tres premios en Artes liberales, un premio en Etnología en Chicago, 1893;
expositor de colección de animales disecados en el grupo I (Educación y
enseñanza), medalla de plata; de un álbum de instalaciones eléctricas de
aparatos eléctricos en el grupo V (Electricidad), de colecciones de frutas
de cera en el grupo VIII (Horticultura y arboricultura), medalla de oro; de
colecciones de madera en el grupo IX (Bosques, caza, pesca y pequeñas
cosechas), medalla de bronce en París, 1900.
309.  Gómez Conde, Quintín, del distrito de Puebla, expositor de
harinas en el grupo X (Alimentos) en París, 1900.
310.  Gómez, Andrés, expositor de muebles de uso común en el gru�
po III (Muebles y accesorios) en París, 1889.
311.  Gómez, Gabina, de la ciudad de Puebla, expositora de toallas
bordadas en el departamento de Manufactura, premio en Chicago, 1893.
312.  Gómez, Manuel, de Xolalpan del distrito de Chiautla, expo�
sitor de productos forestales y plantas medicinales en el grupo IX (Bos�
ques, caza, pesca y pequeñas cosechas) en París, 1900.
313.  Gómez, Nicolás M., del distrito de Puebla, expositor de cueros
curtidos, primer premio, medalla de plata en Buenos Aires, 1880; exposi�
tor de pieles de cabritilla en el grupo III (Productos naturales y manufac�
turados, minerales y maderas), primer premio; de juguetes en miniatura
en el grupo 5 (Géneros tejidos, ropa y accesorios), mención honorífica en
Nueva Orleans, 1884–1885; expositor de calzados en el grupo IV (Tejidos,
vestidos y accesorios) en París, 1889.
314.  Gómez, Sofía, de la ciudad de Puebla, expositora de traje de
china poblana en el departamento de Manufacturas, premio en Chicago,
1893.
315.  González Orduña, Pedro, de Huachinango, expositor en el
grupo I (Educación y enseñanza), medalla de plata en París, 1900.
316.  González, Alberto G., de Xicotepec, expositor de productos
agrícolas en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900.
317.  González, Andrés, de la ciudad de Puebla, expositor de má�
quinas para preparar y labrar la madera en el grupo VI (Herramientas y
procedimientos de las industrias mecánicas) en París, 1889.
318.  González, Antonio de, del distrito de Puebla, expositor de
374 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

sombreros en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889.


319.  González, Braulio, de Pahuatlán, expositor de productos agrí�
colas en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900.
320.  González, Daniel (abogado), del distrito de Tehuacán, exposi�
tor de miel en el grupo VII (Productos alimenticios) en París, 1889; expo�
sitor de muestras de maíz en el departamento de Agricultura, premio en
Chicago, 1893; expositor de aguas minerales en el grupo XVI (Economía
social. Higiene y asistencia pública), medalla de bronce en París, 1900.
321.  González, Diego, de Cholula, expositor en el grupo XIII (Hila�
dos, tejidos y vestimentas) en París, 1900.
322.  González, Félix, expositor de objetos de jarcia en el grupo IV
(Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889.
323.  González, Gilberto, de Villa de Juárez, Huachinango, exposi�
tor de plantas medicinales en el grupo IX (Bosques, caza, pesca y peque�
ñas cosechas) en París, 1900.
324.  González, Jesús, de Metlaltoyuca, Huachinango, expositor de
gomas y resinas en el grupo IX (Bosques, caza, pesca y pequeñas cose�
chas) en París, 1900.
325.  González, Vicente, de Cholula, expositor en el grupo XIII (Hi�
lados, tejidos y vestimentas) en París, 1900.
326.  González, Víctor, de Cholula, expositor en el grupo XIII (Hila�
dos, tejidos y vestimentas) en París, 1900.
327.  Guarneros, J., del distrito de Puebla, expositor de trajes para
hombre en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889.
328.  Guerra, Ambrosio, del distrito de Tlatlauqui, expositor de
plantas de uso industrial en el grupo XV (Industrias diversas), medalla
de bronce en París, 1900.
329.  Guerrero Cordero, Ignacio, del distrito de Tlatlauqui, exposi�
tor de vinos en el departamento de Viticultura, premio en Chicago, 1893;
expositor de cereales en el grupo VII (Agricultura), medalla de plata; de
vinos generosos en el grupo X (Alimentos) en París, 1900.
330.  Guerrero y Berriel (señor), expositor de ladrillos para cons�
trucción en el grupo VII, medalla de plata en la Exposición Nacional de
México, 1875; expositor de materiales de construcción en el grupo VI (He�
rramientas y procedimientos de las industrias mecánicas) en París, 1889.
331.  Guerrero, Agustín, del distrito de Puebla, expositor de pelucas
y postizos en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889.
332.  Guerrero, Arcadia, del distrito de Tlatlauqui, expositor en el
anexo 375

grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889.


333.  Guerrero, Félix, de Tecali, expositor de joyería en diversos me�
tales y ónix en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889.
334.  Guerrero, Francisco, de la ciudad de Puebla, expositor de un
calefactor económico en el grupo VI (Herramientas y procedimientos de
industrias mecánicas) en París, 1889.
335.  Guerrero, Ignacio, de Chietla, expositor de productos agríco�
las en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900.
336.  Guerrero, Jesús, de Tecali, expositor de joyería en diversos me�
tales y ónix en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889.
337.  Guerrero, María, de la ciudad de Puebla, expositora de un cua�
dro bordado imitación litografía en el grupo XIII (Hilados, tejidos y ves�
timentas), medalla de plata en París, 1900.
338.  Guevara, Ignacio, del distrito de Puebla, expositor de sombre�
ros en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889.
339.  Guevara, J. de J., expositor de muebles de uso común en el
grupo III (Muebles y accesorios) en París, 1889.
340.  Guevara, Rosario, del distrito de Puebla, expositor de sombre�
ros en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889.
341.  Gutiérrez, Celso, de Pahuatlán, expositor de muestras de maíz
y frijol en el grupo VII (Agricultura), mención honorífica en París, 1900.
342.  Gutiérrez, Felipe, de la ciudad de Puebla, expositor de un re�
trato en el grupo VIII, medalla de plata en la Exposición Nacional de
México, 1875.
343.  Gutiérrez, Jesús, Pahuatlán, expositor de muestras de maíz y
frijol en el grupo VII (Agricultura), mención honorífica en París, 1900.
344.  Gutiérrez, José Julián y Cía., de la Compañía Explotadora, ex�
positores de calizas estilaticias de suprema calidad en el grupo V, meda�
lla de oro en la Exposición Nacional de México, 1875; expositor de colec�
ción de mármoles en el departamento de Minería y Metalurgia, diploma
y medalla en Filadelfia, 1876.
345.  Gutiérrez, Manuel, del distrito de Tehuacán, expositor de
muestras minerales en el grupo V (Industrias extractivas, productos en
bruto y manufacturados) en París, 1889.
346.  Gutiérrez, Santiago, expositor en el grupo III (Muebles y acce�
sorios) en París, 1889.
347.  Hacienda de Chautla y Nacatepec, expositora de trigos en el
grupo I, segundo premio en la Exposición Nacional de México, 1875.
376 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

348.  Hacienda de Jalapasco, de la municipalidad de Tepeyahual�


co, expositora de tierras arables en el grupo VI (Herramientas y procedi�
mientos de las industrias mecánicas) en París, 1889.
349.  Hacienda de Pizarro, de la municipalidad de Tepeyahualco,
expositora de tierras arables en el grupo VI (Herramientas y procedi�
mientos de las industrias mecánicas) en París, 1889.
350.  Hacienda de Raboso, del distrito de Izúcar de Matamoros, ex�
positora de azúcar y caña de azúcar en el departamento de Agricultura,
dos premios en Chicago, 1893.
351.  Hacienda de San Roque, de la municipalidad de Tepeyahual�
co, expositora de tierras arables en el grupo VI (Herramientas y procedi�
mientos de las industrias mecánicas) en París, 1889.
352.  Hacienda de Santa Catarina del distrito de Atlixco, expositora
de maderas en el grupo V (Industrias extractivas, productos en bruto y
manufacturados) en París, 1889.
353.  Hacienda de Tezontepec de la municipalidad de Tepeyahual�
co, expositora de tierras arables en el grupo VI (Herramientas y procedi�
mientos de las industrias mecánicas) en París, 1889.
354.  Hacienda de Tlascalpam, expositora de plantas medicinales en
el grupo V (Industrias extractivas, productos en bruto y manufacturados)
en París, 1889.
355.  Hernández, Agustín, del distrito de Puebla, expositor de som�
breros en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889.
356.  Hernández, Carlos, del distrito de Puebla, expositor de som�
breros en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889.
357.  Hernández, Eduardo, del distrito de Puebla, expositor de ma�
teriales y aparatos para la industria química en el grupo VI (Herramien�
tas y procedimientos de las industrias mecánicas) en París, 1889.
358.  Hernández, J. M., de la ciudad de Puebla, expositor de mate�
riales de construcción en el grupo VI (Herramientas y procedimientos de
las industrias mecánicas) en París, 1889.
359.  Hernández, Maclovio, de Jalpan, expositor de productos agrí�
colas en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900.
360.  Herrada, Gregorio, de Cholula, expositor en el grupo XIII (Hi�
lados, tejidos y vestimentas) en París, 1900.
361.  Hidalga, Agustín, de Tilapa, expositor de azúcares en el grupo
X (Alimentos) en París, 1900.
362.  Hierro, Soledad, expositor de objetos de jarcia en el grupo IV
anexo 377

(Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889.


363.  Hinojosa, Tomás, del estado de Puebla, expositor de aceites en
el grupo III (Productos naturales y manufacturados, minerales y made�
ras), mención honorífica en Nueva Orleans en 1884–1885.
364.  Hospicio de Pobres del Estado de Puebla, expositor de traba�
jos de orfebrería en el grupo IX, medalla de plata en la Exposición Nacio�
nal de México, 1875; expositor de tabacos labrados en el departamento de
Agricultura, diploma en Filadelfia, 1876; expositor en el grupo IV (Teji�
dos, vestidos y accesorios), de planos, fotografía y una memoria grupo VI
(Herramientas y procedimientos de industrias mecánicas) en París, 1889.
365.  Huerta, José María, del distrito de Atlixco, expositor de azúca�
res en el grupo X (Alimentos) en París, 1900.
366.  Huerta, Miguel, de la ciudad de Puebla, expositor de acuarelas
en el grupo II (Obras de arte) en París, 1900.
367.  Huerta, Rafael, de la ciudad de Puebla, expositor de molduras
y marcos en el grupo XII (Decoración y mobiliario para edificios públicos
y habitaciones) en París, 1900.
368.  Huesca, Jesús, expositor de muebles de uso común en el grupo
III (Muebles y accesorios) en París, 1889.
369.  Ibáñez, Enrique, organizador en el grupo V (Industrias extrac�
tivas, productos en bruto y manufacturados) de la muestra poblana en
París, 1889.
370.  Ibáñez, J. y Lamarque T., (Asociados), de la ciudad de Puebla,
expositores de preparaciones farmacéuticas en el grupo V (Industrias ex�
tractivas, productos en bruto y manufacturados) en París, 1889; expositor
de bálsamos y preparaciones químicas en el departamento de Manufac�
turas, premio en Chicago, 1893.
371.  Ibáñez, Joaquín, de la ciudad de Puebla, expositor de especia�
lidades farmacéuticas en el grupo XIV (Industria química), medalla de
bronce en París, 1900.
372.  Ibarra, Joaquín, de Chiautla, expositor de productos lácteos en
el grupo VII (Agricultura) en París, 1900.
373.  Ibarra, José María, de Pahuatlán, expositor de productos agrí�
colas en el grupo VII (Agricultura), medalla de bronce en París, 1900.
374.  Illescas, F., expositor de muestras de azúcar en el grupo VII
(Productos alimenticios) en París, 1889; expositor de panes de azúcar en
el grupo X (Alimentos) en París, 1900.
375.  Inchaurregui, Arturo, de la ciudad de Puebla, expositor de
378 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

pinturas al óleo en el grupo II (Obras de arte) en París, 1900.


376.  Indígenas del estado de Puebla, expositores de géneros de
lana tejidos a mano en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en
París, 1889.
377.  Infante, Rafael, expositor de un aparato de petróleo en el gru�
po III (Muebles y accesorios) en París, 1889.
378.  Isla, Carmen, de la ciudad de Puebla, expositora de bordados
en el grupo XIII (Hilados, tejidos y vestimentas), mención honorífica en
París, 1900.
379.  Isunza, Rafael, de la ciudad de Puebla, expositor de informes
sobre la instrucción pública estatal en el departamento de Artes liberales,
premio en Chicago, 1893.
380.  Isunza, Teresa G. de., del distrito de Puebla, expositora en el
grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889.
381.  Jamet, J., de la ciudad de Puebla, expositora de bordados en el
grupo XIII (Hilados, tejidos y vestimentas), medalla de bronce en París, 1900.
382.  Jaramillo, Anastasio, de la ciudad de Puebla, expositor de cal�
zados de piel y cuero en el grupo V (Industrias extractivas, productos en
bruto y manufacturados) en París, 1889; expositor de pieles curtidas del
país en el grupo XIV (Industria química), medalla de oro en París, 1900.
383.  Jaramillo, Margarita, de la ciudad de Puebla, expositora en el
grupo XIII (Hilados, tejidos y vestimentas) en París, 1900.
384.  Jaramillo, Margarito, de Cholula, expositor de servilletas en
el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889; expositor de
toallas en el departamento de Manufacturas, premio en Chicago, 1893.
385.  Jarillo, Emiliano, de Pahuatlán, expositor de productos agríco�
las en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900.
386.  Jiménez Salazar, Manuel, del distrito de Tehuacán, expositor
de materiales de construcción, mármoles y maderas en el grupo VI (He�
rramientas y procedimientos de las industrias mecánicas) en París, 1889.
387.  Jiménez, Apolinar, de Chiautzingo, expositor de plantas medi�
cinales en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900.
388.  Jiménez, José María, de Cholula, expositor en el grupo XIII
(Hilados, tejidos y vestimentas) en París, 1900.
389.  Jiménez, Zacarías, de Cholula, expositor en el grupo XIII (Hi�
lados, tejidos y vestimentas) en París, 1900.
390.  Juárez, Jerónima, expositora en el grupo IV (Tejidos, vestidos
y accesorios) en París, 1889.
anexo 379

391.  Juárez, Jesús, de Tlahuapan, expositor de muestras de frijol en


el grupo VII (Agricultura), mención honorífica en París, 1900.
392.  Juárez, Juan J., del distrito de Puebla, expositor de bordados
en cuero en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios), de accesorios
para carruajes en el grupo VI (Herramientas y procedimientos de indus�
trias mecánicas) en París, 1889.
393.  Junta Auxiliar de Progreso, expositor de carbón de piedra y
muestras minerales en el grupo XI (Minas y metalurgia) en París, 1900.
394.  Junta Local para la Exposición, de la ciudad de Puebla, exposi�
tor de legislación y obras escolares en el grupo I (Educación y enseñanza),
medalla de bronce; de colecciones de acuarelas y esculturas y proyectos
de edificios públicos en el grupo II (Obras de arte), mención honorífica;
de carros y dos sillas de montar en el grupo VI (Ingeniería civil. Medios
de transporte), medalla de oro; de colección de árboles frutales y horta�
lizas en el grupo VIII (Horticultura y arboricultura), medalla de oro; de
objetos de caza en el grupo IX (Bosques, caza, pesca y pequeñas cose�
chas), en el grupo XII (Decoración y mobiliario para edificios públicos y
habitaciones), en el grupo XIV (Industria química), de objetos de palma
en el grupo XV (Industrias diversas), mención honorífica en París, 1900.
395.  Lara, Francisco, expositor de muebles de uso común en el gru�
po III (Muebles y accesorios) en París, 1889.
396.  Lara, José María, de la ciudad de Puebla, expositor de vestimen�
tas bordadas en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889.
397.  Lara, José, del distrito de Puebla, expositor de trajes para hom�
bre en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889.
398.  Lascar, Aurelio, de la ciudad de Puebla, expositor en el grupo
XII (Decoración y mobiliario para edificios públicos y habitaciones) en
París, 1900.
399.  Láscari, Luis, de la ciudad de Puebla, expositor de esculturas
en el grupo II (Obras de arte) y en el grupo XII (Decoración y mobiliario
para edificios públicos y habitaciones) en París, 1900.
400.  Latisnère, E., de la ciudad de Puebla, expositor de bebidas ga�
seosas en el grupo X (Alimentos) en París, 1900.
401.  Lavara, Francisco, de la ciudad de Puebla, expositor en el gru�
po XII (Decoración y mobiliario para edificios públicos y habitaciones) en
París, 1900.
402.  Lavara, Luis, de la ciudad de Puebla, expositor en el grupo XII
(Decoración y mobiliario para edificios públicos y habitaciones) en París, 1900.
380 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

403.  Lechuga, Anselmo, de Pahuatlán, expositor de tabaco en hoja


en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900.
404.  Lechuga, Bruno, de Pahuatlán, expositor de productos agríco�
las en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900.
405.  León Serrano, Lino, de Chiautla, expositor de productos fores�
tales en el grupo IX (Bosques, caza, pesca y pequeñas cosechas) en París,
1900.
406.  León, Manuel, de la ciudad de Puebla, expositor de máquinas
para preparar y labrar la madera en el grupo VI (Herramientas y procedi�
mientos de las industrias mecánicas) en París, 1889.
407.  León, Nicolás, expositor de carabinas estilo Remington en el
grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889.
408.  Letona, Santos L. de, (fábrica), del distrito de Puebla, exposito�
ra de géneros lisos y labrados de algodón en el grupo IV (Tejidos, vesti�
dos y accesorios) en París, 1889.
409.  Lezama, Refugio, de Acatlán, expositor de panela en el grupo
X (Alimentos) en París, 1900.
410.  Licona, Antonio, de Pahuatlán, expositor de tabaco en hoja en
el grupo VII (Agricultura) en París, 1900.
411.  Linares, Severo, de Cholula, expositor en el grupo XIII (Hila�
dos, tejidos y vestimentas) en París, 1900.
412.  Lions, Hnos., de la fábrica El León, del distrito Atlixco, expo�
sitores de planos y fotografías en el grupo II (Obras de arte), de proyecto
de aprovechamiento de las aguas del río San Baltasar en el grupo IV (Ma�
teriales y procedimientos generales de la mecánica) en París, 1900.
413.  Llacuri, Hnos., de la ciudad de Puebla, expositores de colchas
y sarapes en el grupo IV ((Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889.
414.  Llaguno, Vicente, del distrito de Teziutlán, expositor de taba�
cos labrados en el grupo V (Industrias extractivas, productos en bruto y
manufacturados) en París, 1889.
415.  Lobato, Emilio G., de la ciudad de Puebla, expositor de retra�
tos fotográficos en el grupo II (Educación y enseñanza) en París, 1889.
416.  López Vaal, Emilio (ingeniero), de la ciudad de Puebla, expo�
sitor de proyectos de reconstrucción del Hospicio en el grupo II (Obras de
arte), de sistema de andamios para construcción en el grupo VI (Ingenie�
ría civil. Medios de transporte), mención honorífica en París, 1900.
417.  López, Clemente, de la ciudad de Puebla, expositor de borda�
dos en cuero en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) y de piezas
anexo 381

sueltas de carrocería en el grupo VI (Herramientas y procedimientos de


industrias mecánicas) en París, 1889.
418.  López, Esteban, de la ciudad de Puebla, expositor de bordados
en cuero en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) y de piezas sueltas
de carrocería en el grupo VI (Herramientas y procedimientos de indus�
trias mecánicas) en París, 1889.
419.  Lozada, Luis del C., expositor de portarretratos en el grupo III
(Muebles y accesorios) en París, 1889.
420.  Lozano, Francisco, organizador de los grupos VII (Agricultu�
ra) y X (Alimentos) de la muestra poblana en París, 1900.
421.  Lozano, Lucio, del distrito de Puebla, expositor de calzados en
el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889.
422.  Lozano, Tomás, del distrito de Atlixco, expositor de productos
agrícolas en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900.
423.  Luna, Crescenciano, de Pahuatlán, expositor de productos
agrícolas en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900.
424.  Luna, Nicolás, de Pahuatlán, expositor de tabaco en hoja en el
grupo VII (Agricultura) en París, 1900.
425.  Macedo, Dolores J., de la ciudad de Puebla, expositor de bron�
ces artísticos en el grupo III (Muebles y accesorios), de aparatos de mecá�
nica general y piezas sueltas para caminos de fierro en el grupo VI (He�
rramientas y procedimientos de las industrias mecánicas) en París, 1889.
426.  Machorro, Aurelio, de la ciudad de Puebla, expositor de obras
musicales en el grupo III (Instrumentos y procedimientos generales de
las letras, las ciencias y las artes), medalla de bronce en París, 1900.
427.  Macotela, Benjamín, de la ciudad de Puebla, expositor en el
grupo XII (Decoración y mobiliario para edificios públicos y habitacio�
nes), en el grupo XIII (Hilados, tejidos y vestimentas) y de perfumes en el
grupo XIV (Industria química) en París, 1900.
428.  Madrid y Cabrera, del distrito de Atlixco, expositor de licores
en el grupo X (Alimentos) en París, 1900.
429.  Maillefert, Carlos, de la ciudad de Puebla, expositor de mate�
riales y aparatos para la industria química en el grupo VI (Herramientas
y procedimientos de las industrias mecánicas) en París, 1889.
430.  Maldonado, Ángel, de la ciudad de Puebla, expositor de foto�
grafías en el grupo III (Instrumentos y procedimientos generales de las
letras, las ciencias y las artes) en París, 1900.
431.  Manuel y Gisclard, Sucesores, del distrito de Puebla, exposi�
382 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

tores de sombreros en el grupo V (Géneros tejidos, ropa y accesorios),


primer premio en Nueva Orleans, 1884–1885; expositor de sombreros en
el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889.
432.  Manzano, Hilario, del distrito de Puebla, expositor de calza�
dos en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889.
433.  Manzano, Mariano, expositor de abrigos y rebozos en el grupo
IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889.
434.  Marín, Espiridión, expositor de accesorios para viaje en el gru�
po IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889.
435.  Marín, Juana, de la ciudad de Puebla, expositor de ajuar para
niño en el departamento de Manufacturas, premio en Chicago, 1893.
436.  Marín, Rafael, de Tepeji, expositor de licores en el grupo X
(Alimentos) en París, 1900.
437.  Márquez, Esteban, de Chignahuapan, expositor de aguas mi�
nerales en el grupo XVI (Economía social. Higiene y asistencia pública)
en París, 1900.
438.  Márquez, Miguel, de Cuaxtla, expositor de productos foresta�
les en el grupo IX (Bosques, caza, pesca y pequeñas cosechas) en París,
1900.
439.  Marrón, Ciríaco, de la fábrica El Valor de la ciudad de Puebla,
expositor de tejidos, marronesas y mantas en el grupo II, medalla de oro
en la Exposición Nacional de México, 1875; expositor de manta trigueña
en el grupo 5 (Géneros tejidos, ropa y accesorios), segundo premio en
Nueva Orleans, 1884–1885.
440.  Martínez Andrade, Miguel, de Nopalucan, expositor de pro�
ductos agrícolas en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900.
441.  Martínez Baca, Francisco (doctor), de la ciudad de Puebla, ex�
positor de estudios de antropología criminal en el departamento de Artes
liberales, premio en Chicago, 1893; expositor de obras científicas en el
grupo I (Educación y enseñanza), medalla de plata en París, 1900.
442.  Martínez Romano, Juan, de Acatlán; expositor de esencias en
el grupo XIV (Industria química) en París, 1900.
443.  Martínez, Andrés, de Cholula, expositor en el grupo XIII (Hi�
lados, tejidos y vestimentas) en París, 1900.
444.  Martínez, Cirilo, de Cholula, expositor en el grupo XIII (Hila�
dos, tejidos y vestimentas) en París, 1900.
445.  Martínez, Francisco, de Cholula, expositor en el grupo XIII
(Hilados, tejidos y vestimentas) en París, 1900.
anexo 383

446.  Martínez, Herlinda, de la ciudad de Puebla, expositor de cha�


leco y chaqueta de gamuza en el departamento de Manufacturas, dos
premios en Chicago, 1893.
447.  Martínez, José Diego, de Nopalucan, expositor de productos
agrícolas en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900.
448.  Martínez, Mucio (general y gobernador del Estado de Puebla),
expositor de cueros y pieles curtidas en el departamento de Manufactu�
ras, Premio en Chicago, 1893.
449.  Martínez, Pedro, de Zacatlán, expositor de vinos y licores en el
grupo X (Alimentos), mención honorífica en París, 1900.
450.  Martínez, Silverio, de Acatlán, expositor de licores en el grupo
X (Alimentos) en París, 1900.
451.  Martínez, Soledad, de la ciudad de Puebla, expositora de bor�
dados en el departamento de Manufacturas, premio en Chicago, 1893.
452.  Martínez, Soledad, del distrito de Tecali, expositora de labores
de mano en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889.
453.  Massien, Leontina, del distrito de Puebla, expositora de labo�
res de mano en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889.
454.  Mateos, Luis, del distrito de Puebla, expositor de calzados en
el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889.
455.  Matienzo, Juan, de la fábrica La Beneficencia, del distrito de
Cholula, expositor de mantas en el grupo II, mención honorífica en la
Exposición Nacional de México, 1875; expositor de algodón en el grupo
IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889.
456.  Maurer, Emilio, del distrito de Atlixco, expositor de harinas
en el departamento de Agricultura, premio en Chicago, 1893, expositor
de productos agrícolas en el grupo VII (Agricultura) y de harinas en el
grupo X (Alimentos) en París, 1900.
457.  Maurer, Serafín, del distrito de Atlixco, expositor de miel y
harina en el grupo VII (Productos alimenticios) en París, 1889.
458.  Mayet Castillo, Leopoldo, de la ciudad de Puebla, expositor en
el grupo I (Educación y enseñanza), medalla de plata en París, 1900.
459.  Medina, J. M. C., expositor de bordados en cuero en el grupo
IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889.
460.  Mellado, Ignacio, de la ciudad de Puebla, expositor de fustes
para sillas de montar en el departamento de Transportes, premio en Chi�
cago, 1893.
461.  Mena, Emilio y Hnos., del distrito de Puebla, expositores de
384 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

sombreros en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889.


462.  Mena, Juana, expositor de objetos de jarcia en el grupo IV (Te�
jidos, vestidos y accesorios) en París, 1889.
463.  Méndez, Florentino, expositor de abrigos y rebozos en el gru�
po IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889.
464.  Méndez, Miguel R., de Tetela de Ocampo, expositor de sedas
crudas y tejidas en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París,
1889.
465.  Mendoza, Celso y Cía., de Jalpan, expositores de licores en el
grupo X (Alimentos) en París, 1900.
466.  Mendoza, Everardo G., de la ciudad de Puebla, expositor de
grabados en el grupo II (Obras de arte) en París, 1900.
467.  Mendoza, Margarita, expositora en el grupo IV (Tejidos, vesti�
dos y accesorios) en París, 1889.
468.  Mercadanti, Antonio, de la ciudad de Puebla, expositor de
alambiques en el grupo VI (Herramientas y procedimientos de las indus�
trias mecánicas) en París, 1889.
469.  Mercadanti, R., de la ciudad de Puebla, expositor de alambi�
ques en el grupo VI (Herramientas y procedimientos de las industrias
mecánicas) en París, 1889.
470.  Mercado, Trinidad, de la ciudad de Puebla, expositor de fus�
tes para silla de montar en el departamento de Transportes, premio en
Chicago, 1893.
471.  Merino, Jesús, de Piaxtla del distrito de Acatlán, expositor de
productos forestales en el grupo IX (Bosques, caza, pesca y pequeñas co�
sechas) en París, 1900.
472.  Meza, José de Jesús, de la ciudad de Puebla, expositor en el
grupo XII (Decoración y mobiliario para edificios públicos y habitacio�
nes) en París, 1900.
473.  Mier, Sebastián B. de, presidente de la Comisión Mexicana
para la Exposición en París, 1900, de sus propiedades en el distrito de A
tlixco, expositor de los planos de derivación del río Atoyac y de produc�
tos agrícolas en el grupo VII (Agricultura) y de sus propiedades en Izúcar
de Matamoros expositor de azúcares en el grupo X (Alimentos) en París,
1900.
474.  Miera, Joaquín S., de la ciudad de Puebla, expositor de foto�
grafías en el grupo III (Instrumentos y procedimientos generales de las
letras, las ciencias y las artes), medalla de bronce en París, 1900.
anexo 385

475.  Mina La Amistad del distrito de Zaragoza, expositor de foto�


grafías de bocaminas, cuadros estadísticos y económicos en el grupo VI
(Herramientas y procedimientos de las industrias mecánicas) en París,
1889.
476.  Mina La Ventura, del distrito de Zaragoza, expositora de foto�
grafías de bocaminas, cuadros estadísticos y económicos en el grupo VI
(Herramientas y procedimientos de las industrias mecánicas) en París,
1889.
477.  Mina Los Tajos, del distrito de Zaragoza, expositora de foto�
grafías de bocaminas, cuadros estadísticos y económicos en el grupo VI
(Herramientas y procedimientos de las industrias mecánicas) en París,
1889.
478.  Mina San Patricio, del distrito de Zaragoza, expositora de fo�
tografías de bocaminas, cuadros estadísticos y económicos en el grupo VI
(Herramientas y procedimientos de las industrias mecánicas) en París,
1889.
479.  Ministerio de Fomento y distrito de Tecali, expositor de ónix y
mármol, gran premio, medalla de oro en Buenos Aires, 1880.
480.  Ministerio de Fomento y gobierno del estado de Puebla, expo�
sitor, primer premio, medalla de plata en Buenos Aires, 1880.
481.  Ministerio de Fomento y Municipalidad de Coayuca, exposi�
tor, mención honorífica en Buenos Aires, 1880.
482.  Miranda, Ramón. Organizador en el grupo VII (Productos ali�
menticios) la muestra poblana en París, 1889.
483.  Miranda, Soledad, de la ciudad de Puebla, expositora de pa�
ños de altar con bordado antiguo en el departamento de Manufacturas,
Premio en Chicago, 1893.
484.  Mirus, Manuel, de la ciudad de Puebla, expositor en el grupo I
(Educación y enseñanza), medalla de plata en París, 1900.
485.  Mont, Enrique, de Tehuacán, expositor de vistas fotográficas
de El Riego y de aguas minerales en el grupo XVI (Economía social. Hi�
giene y asistencia pública) en París, 1900.
486.  Montalvo, Luciano, de San Pablo Zoquitlán del distrito de Te�
huacán, expositor de productos forestales en el grupo IX (Bosques, caza,
pesca y pequeñas cosechas) en París, 1900.
487.  Montaño, Paz (profesora), de la ciudad de Puebla, expositora
de obras pedagógicas en el grupo I (Educación y enseñanza), medalla de
plata en París, 1900.
386 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

488.  Montaño, Sixto, de Tlahuapan, expositor de productos agríco�


las en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900.
489.  Montiel, Adolfo, de la ciudad de Puebla, expositor de jabones
y glicerinas en el grupo III (Productos naturales y manufacturados, mine�
rales y maderas) en Nueva Orleans, 1884.
490.  Montoya, Micaela B. de, del distrito de Teziutlán, expositora
en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889.
491.  Monzón, Tomás, de El Verde del distrito de Huejotzingo, ex�
positor de productos forestales en el grupo IX (Bosques, caza, pesca y
pequeñas cosechas) en París, 1900.
492.  Mora, José, de Tecali, expositor de joyería en diversos metales
y ónix en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889.
493.  Morales Pereira, Samuel (doctor), de la ciudad de Puebla, ex�
positor dos obras sobre higiene y beneficencias pública en el grupo VI
(Herramientas y procedimientos de las industrias mecánicas) en París,
1889.
494.  Morales, Dolores, del distrito de Puebla, expositora en el gru�
po IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889.
495.  Morales, Francisca, del distrito de Zacatlán, expositora en el
grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889.
496.  Morales, Ignacio, de Cholula, expositor en el grupo XIII (Hila�
dos, tejidos y vestimentas) en París, 1900.
497.  Morales, Juan, de Pahuatlán, expositor de tabaco en hoja en el
grupo VII (Agricultura) en París, 1900.
498.  Morales, Pablo, de la ciudad de Puebla, expositor de aparatos
de mecánica general en el grupo VI (Herramientas y procedimientos de
las industrias mecánicas) en París, 1889.
499.  Morales, Salvador, de la ciudad de Puebla, expositor de mo�
delos, planos y dibujos de obras públicas en el grupo VI (Herramientas y
procedimientos de las industrias mecánicas) en París, 1889.
500.  Morali y Cía., de la ciudad de Puebla, expositores de cactáceas
y flores en el grupo VIII (Horticultura y arboricultura) en París, 1900.
501.  Moreno, Alberto C., de la ciudad de Puebla, expositor de pre�
paraciones microscópicas en el departamento de Artes liberales, premio
en Chicago, 1893.
502.  Moreno, Edmigio, de Tehuacán, expositor de muestras de
mármol en el grupo XI (Minas y metalurgia) en París, 1900.
503.  Moreno, Eduardo, organizador de los grupos XIV (Industria
anexo 387

química) y XV (Industrias diversas) de la muestra poblana en París, 1900.


504.  Moreno, R. (señor), de Amozoc, expositor de estribos en el
grupo de Industrias que tienen el objeto de emplear fuerzas mecánicas,
en París, 1855.
505.  Mota, Gabriel, expositor de bordados en cuero en el grupo IV
(Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889.
506.  Muñoz, José María, de Ahuazotepec, expositor de productos
agrícolas en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900.
507.  Muñoz, Josefa, expositor de objetos de jarcia en el grupo IV
(Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889.
508.  Muñoz, Miguel, de la ciudad de Puebla, expositor de escultu�
ras en el grupo II (Obras de arte) en París, 1900.
509.  Narváez, Antonio P., de la ciudad de Puebla, expositor de ma�
quinaria agrícola en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900.
510.  Narváez, Darío, del distrito de Puebla, expositor de sombreros
en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889.
511.  Nava, Refugio, de la ciudad de Puebla, expositora de borda�
dos en el grupo XIII (Hilados, tejidos y vestimentas), mención honorífica
en París, 1900.
512.  Nieto, Joaquín, de la ciudad de Puebla, expositor de pasama�
nerías en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889.
513.  Niño de Rivera, Adalberto, de Tecamachalco, expositor de
confituras en el grupo X (Alimentos) en París, 1900.
514.  O'Farril y Guerrero, Gustavo, de la ciudad de Puebla, exposi�
tor de especialidades farmacéuticas y soluciones inyectables en el grupo
XIV (Industria química), mención honorífica en París, 1900.
515.  Obregón, José, de la ciudad de Puebla, expositor de un retrato
en el grupo VIII, medalla de plata en la Exposición Nacional de México,
1875.
516.  Ochoa, J. M., expositor de abrigos y rebozos en el grupo IV
(Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889.
517.  Ochoa, José, de Tecali, expositor de joyería en diversos metales
y ónix en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889.
518.  Ochoa, Rafael, del distrito de Puebla, expositor de calzados en
el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889.
519.  Olimán, Manuel, de la ciudad de Puebla, expositor de mues�
tras de ónix y objetos labrados en el grupo III (Productos naturales y ma�
nufacturados, minerales y maderas), segundo premio en Nueva Orleans,
388 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

1884–1885; expositor de piezas decorativas de ónix en el grupo III (Mue�


bles y accesorios), de frutas y figuras de ónix en el grupo IV (Tejidos,
vestidos y accesorios) en París, 1889; expositor de muestras y trabajos de
ónix y mármol en el departamento de Minas, un premio, de objetos de
ónix para escritorio y figuras relieves en el departamento de Manufactu�
ras, dos premios en Chicago, 1893; expositor de objetos de mármol y ónix
en el grupo II (Obras de arte), de colecciones de ónix en placas y bloques
en el grupo XI (Minas y Metalurgia), medalla de plata en París, 1900.
520.  Olivares, Luz, del distrito de Puebla, expositora de labores de
mano en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889.
521.  Olvera, Juan, de Zacatlán, expositor de productos agrícolas en
el grupo VII (Agricultura) y de colecciones de madera para construcción
y ebanistería en el grupo IX (Bosques, caza, pesca y pequeñas cosechas),
medalla de bronce en París, 1900.
522.  Ontiveros, José de la Luz, del distrito de Puebla, expositor de
trajes para hombre en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en el
grupo IV en París, 1889.
523.  Orozco, Enrique, organizador de los grupos IX (Bosques, caza,
pesca y pequeñas cosechas) y XVI (Economía social. Higiene y asistencia
pública) de la muestra poblana en París, 1900.
524.  Ortega, Antonio, de Acajete, expositor de productos agrícolas
en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900.
525.  Ortega, Paula Luz, de la ciudad de Puebla, expositora de mate�
riales y aparatos para la industria química en el grupo VI (Herramientas
y procedimientos de las industrias mecánicas) en París, 1889.
526.  Ortigoza, Cayetano, del distrito de Puebla, expositor de trajes
para hombre en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889.
527.  Ortiz y Borbolla Hnos., de la fábrica La Teja, expositores en el
grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889.
528.  Ortiz, Esteban, de Pahuatlán, expositor de productos agrícolas
en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900.
529.  Ortiz, Ignacio, expositor de materiales de construcción en el
grupo VI (Herramientas y procedimientos de las industrias mecánicas)
en París, 1889.
530.  Ortiz, José, expositor de materiales de construcción en el grupo VI
(Herramientas y procedimientos de las industrias mecánicas) en París, 1889.
531.  Ortiz, Narciso, de Tlacuilotepec, expositor de azúcares en el
grupo X (Alimentos) en París, 1900.
anexo 389

532.  Osino, Guadalupe, del distrito de Zacatlán, expositor de labo�


res de mano en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889.
533.  Osorio, Lorenzo F., de la ciudad de Puebla, expositor de colec�
ciones de pieles en el grupo V (Industrias extractivas, productos en bruto
y manufacturados) en París, 1889; expositor de pieles curtidas del país en
el grupo XIV (Industria química), medalla de bronce en París, 1900.
534.  Osorio, Miguel, de Quecholac, expositor de harinas en el gru�
po X (Alimentos) en París, 1900.
535.  Ovando, José María, de Chiautzingo, expositor de productos
agrícolas en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900.
536.  Padilla, Cruz, de Tlahuapan, expositor de muestras de maíz en
el grupo VII (Agricultura), medalla de bronce en París, 1900.
537.  Palacios Piñeiro y Fernández, Jesús, del distrito de Puebla, ex�
positor de trajes para hombre en el grupo IV (Tejidos, vestidos y acceso�
rios) en París, 1889.
538.  Palacios, Cristóbal, del distrito de Tehuacán, expositor en el
grupo III (Muebles y accesorios) en París, 1889.
539.  Palacios, Julio, del distrito de Puebla, expositor de trajes para
hombres en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889.
540.  Palacios, María de Jesús, de la ciudad de Puebla, expositor de
jabones finos en el grupo XIV (Industria química) en París, 1900.
541.  Palafox, Tomás, del distrito de Puebla, expositor de pelucas
y postizos en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889.
542.  Palma y Campos, Miguel, de la ciudad de Puebla, expositor
de una gramática en lengua azteca, de un catecismo y una constitución
política traducidas al náhuatl en el grupo II (Educación y enseñanza) en
París, 1889; expositor de una gramática azteca en el departamento de Ar�
tes liberales, premio en Chicago, 1893.
543.  Palma, Hilario, de Tlahuapan, expositor de muestras de frijol
en el grupo VII (Agricultura), medalla de bronce en París, 1900.
544.  Palomar Gómez y Cía., expositores de máquinas en el grupo
VI (Herramientas y procedimientos de las industrias mecánicas) en París,
1889.
545.  Pasquel, Mariano, de la ciudad de Puebla, expositor de ornamen�
tos antiguos en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889.
546.  Pastor, Manuel, de la ciudad de Puebla, expositor de piezas
sueltas de carrocería en el grupo VI (Herramientas y procedimientos de
industrias mecánicas) en París, 1889.
390 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

547.  Pastrana, Luis G., de la ciudad de Puebla, expositor de alfilete�


ros y macetas en el grupo III (Muebles y accesorios) en París, 1889.
548.  Pavón, Joaquín, de la ciudad de Puebla, expositor de planos y
proyectos constructivos en el grupo II (Obras de arte) en París, 1900.
549.  Pavón, Miguel, de la ciudad de Puebla, organizador de la
muestra poblana y expositor de sarapes en el grupo IV (Tejidos, vestidos
y accesorios), de materiales y procedimientos arquitectónicos en el grupo
VI (Herramientas y procedimientos de industrias mecánicas) en París,
1889.
550.  Paz y Puente, Francisco, de la ciudad de Puebla, expositor de
aguas minerales en el grupo XVI (Economía social. Higiene y asistencia
pública) en París, 1900.
551.  Peláez, Pedro, de Jaltepec, expositor de azúcares en el grupo X
(Alimentos) en París, 1900.
552.  Peralta, Jesús, de Tepexi, expositor de objetos de cerda y ju�
guetes de cuerda en el grupo XV (Industrias varias) en París, 1900.
553.  Peregrino, Pascual, de Tochtepec, expositor de productos agrí�
colas en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900.
554.  Pérez y Llaca, de Izúcar de Matamoros, expositor de azúcares
en el grupo X (Alimentos), medalla de bronce en París, 1900.
555.  Pérez, Amelia, del distrito de Puebla, expositor de labores de
mano en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889.
556.  Pérez, Cirio, de la ciudad de Puebla, expositor de materiales y
aparatos para la industria química en el grupo VI (Herramientas y pro�
cedimientos de las industrias mecánicas) y de aceites en el grupo XIV
(Industria química) en París, 1900.
557.  Pérez, Crispín, de Atzala, expositor de semillas en el grupo
VIII (Horticultura y arboricultura) en París, 1900.
558.  Pérez, José Dolores, del distrito de Zacatlán, expositor de obras
escolares en el grupo I (Educación y enseñanza) en París, 1900.
559.  Pérez, José M., expositor de bordados en cuero en el grupo IV
(Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889.
560.  Pérez, José María y Cía., del distrito de Puebla, expositores de
calzados en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889.
561.  Pérez, Manuel, de Hueyacatitla del distrito de Huejotzingo,
expositor de productos forestales en el grupo IX (Bosques, caza, pesca y
pequeñas cosechas) en París, 1900.
562.  Pérez, Manuel, de la ciudad de Puebla, expositor de pasama�
anexo 391

nerías y muestras de lanas y algodón en el grupo III (Muebles y acceso�


rios) en París, 1889.
563.  Picazo, Francisco, de Tlaxla, expositor de tabaco en hoja en el
grupo VII (Agricultura) en París, 1900.
564.  Pita, Joaquín, de la ciudad de Puebla, expositor de publicacio�
nes periódicas El Boletín Municipal en el grupo II (Educación y enseñanza)
en París, 1889.
565.  Polanco, Macedonio, expositor de lanzaderas para telar en el
grupo VI (Herramientas y procedimientos de las industrias mecánicas)
en París, 1889.
566.  Ponce y Guevara, Sucesores de Daniel Blumenkrón, de la ciu�
dad de Puebla, expositores de carros en el grupo VI (Ingeniería civil. Me�
dios de transporte) en París, 1900.
567.  Ponce, Trinidad, de Tlacuilotepec del distrito de Huauchinan�
go, expositor de productos forestales en el grupo IX (Bosques, caza, pesca
y pequeñas cosechas) en París, 1900.
568.  Pontón, José Mariano, de Chietla, expositor de productos agrí�
colas y aceites medicinales en el grupo VII (Agricultura) y de café en el
grupo X (Alimentos) en París, 1900.
569.  Pontón, José Mariano, de la ciudad de Puebla, expositor en el
grupo XIV (Industria química) en París, 1900.
570.  Popoca, Refugio, expositor de cereales en el grupo VII (Agri�
cultura), mención honorífica en París, 1900.
571.  Pozo, Ignacio del, de la ciudad de Puebla, expositor de méto�
dos de enseñanza en el grupo II (Educación y enseñanza) en París, 1889.
572.  Prado, Pedro, de Chiautzingo, expositor de productos agríco�
las en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900.
573.  Presno, Marcelino G., de Tlahuapan, expositor de harinas en el
grupo X (Alimentos), medalla de plata en París, 1900.
574.  Presos de la cárcel de Zacatlán, expositor de mantas tejidas en
el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889.
575.  Presos de la cárcel del distrito de Zaragoza, expositor de som�
breros en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889.
576.  Pueblo de San Buenaventura del estado de Puebla, expositor
de muestras de mezcal en el grupo VII (Productos alimenticios), primer
premio en Nueva Orleans, 1884–1885.
577.  Quijano, Alejandro, de la fábrica San José Mayorazgo de la
ciudad de Puebla, expositor de mantas en el grupo II, mención honorífica
392 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

en la Exposición Nacional de México, 1875; expositor en el grupo IV (Te�


jidos, vestidos y accesorios) en París, 1889.
578.  Quintana, Alejo, expositor de flores de cristal en el grupo III
(Muebles y accesorios) en París, 1889.
579.  Quintana, Santiago, de Xolalpan, expositor de productos agrí�
colas en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900.
580.  Quintero, Sebastián, del distrito de Puebla, expositor de pe�
lucas y postizos en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París,
1889.
581.  Ramírez Valenzuela (señor), de la ciudad de Puebla, expositor
de piezas sueltas de carrocería en el grupo VI (Herramientas y procedi�
mientos de industrias mecánicas) en París, 1889.
582.  Ramírez, Cristóbal, de Ahuazotepec, expositor de productos
agrícolas en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900.
583.  Ramos Martínez, Alfredo, de la ciudad de Puebla, expositor de
acuarelas en el grupo II (Obras de arte) en París, 1900.
584.  Ramos, Antonio, de la ciudad de Puebla, expositor en el grupo
XII (Decoración y mobiliario para edificios públicos y habitaciones) en
París, 1900.
585.  Ramos, Diego, del distrito de Teziutlán, expositor de coleccio�
nes de maderas en el grupo V (Industrias extractivas, productos en bruto
y manufacturados) en París, 1889.
586.  Ramos, Encarnación, de Los Reyes, expositor de productos
agrícolas en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900.
587.  Rangel y Hernández (señores), expositores en el grupo IV (Te�
jidos, vestidos y accesorios) en París, 1889.
588.  Raposo, Fructuoso, de la ciudad de Puebla, expositor en el
grupo XII (Decoración y mobiliario para edificios públicos y habitacio�
nes) en París, 1900.
589.  Rascón, Adelaida, del distrito de Tecali, expositora en el grupo
IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889.
590.  Ravelo, Yucundo, expositor de esculturas en madera en el gru�
po II (Obras de arte) en París, 1900.
591.  Rebattu y Esmenjaud, del distrito de Puebla, expositor de
sombreros en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889.
592.  Rebollo, Ismael, de Chiautla, expositor de productos forestales
en el grupo IX (Bosques, caza, pesca y pequeñas cosechas) y de esencias
de lináloe en el grupo XIV (Industria química) en París, 1900.
anexo 393

593.  Ricarte, Francisco, del distrito de Puebla, expositor de trajes


para hombre en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889.
594.  Río, Luz de, del distrito de Puebla, expositor en el grupo IV
(Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889.
595.  Rivadeneyra, Gustavo, del distrito de Atlixco, expositor de
productos agrícolas en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900.
596.  Rivas (señores), del distrito de Puebla, expositores de tejidos
de seda en el grupo III, medalla de oro con mención honorífica en la Ex�
posición Nacional de México, 1875; expositor en el grupo IV (Tejidos, ves�
tidos y accesorios) en París, 1889.
597.  Rivero y Mendívil (señores), de la fábrica La Providencia del
distrito de Cholula, expositores en el grupo IV (Tejidos, vestidos y acce�
sorios) en París, 1889.
598.  Rivero, Antonio, de la fábrica San Diego, expositor en el grupo
IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889.
599.  Rivero, Ignacio, de la hacienda de Texmelucan, expositor mues�
tras de cereales en el grupo VII (Productos alimenticios) en París, 1889.
600.  Roble, Carolina, del distrito de Puebla, expositora en el grupo
IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889.
601.  Robles, Aurelio, de Los Reyes, expositor de productos agríco�
las en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900.
602.  Robles, Enrique, de Los Reyes, expositor de productos agríco�
las en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900.
603.  Robles, José María, de Los Reyes, expositor de muestras de
frijol en el grupo VII (Agricultura), mención honorífica en París, 1900.
604.  Robles, León, de Los Reyes, expositor de productos agrícolas
en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900.
605.  Rodríguez (señoritas), del distrito de Teziutlán, expositoras en
el grupo III (Muebles y accesorios) en París, 1889.
606.  Rodríguez, Joaquín M., del distrito de Teziutlán, expositor de
obras pedagógicas en el grupo II (Educación y enseñanza) en París, 1889.
607.  Rodríguez, Valente, de Tochtepec, expositor de productos
agrícolas en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900.
608.  Rojas, Buenaventura D., del distrito de Puebla, expositor en
el grupo III (Muebles y accesorios) y en el grupo IV (Tejidos, vestidos y
accesorios) en París, 1889.
609.  Rojas, Doroteo, expositor de tinajas de barro en el grupo III
(Muebles y accesorios) en París, 1889.
394 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

610.  Rojas, Enrique M., de la ciudad de Puebla, expositor en el gru�


po XIV (Industria química) en París, 1900.
611.  Rojas, Rosa, del distrito de Tlatlauqui, expositor en el grupo IV
(Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889.
612.  Román, Juan Bautista, de Tepexi, expositor de objetos de otate
en el grupo XV (Industrias diversas), mención honorífica en París, 1900.
613.  Romano, J. y Cía., de Acatlán, expositores de panela en el gru�
po X (Alimentos) en París, 1900.
614.  Romero Andrade, Francisco, de Coyomeapan del distrito de
Tehuacán, expositor de productos agrícolas en el grupo VII (Agricultura)
y de productos forestales en el grupo IX (Bosques, caza, pesca y pequeñas
cosechas) en París, 1900.
615.  Romero, Andrea, del distrito de Puebla, expositora de jaleas
en el departamento de Viticultura, premio en Chicago, 1893.
616.  Romero, Francisco, de Coyomeapan, expositor de vainilla en
el grupo X (Alimentos) en París, 1900.
617.  Romero, Hilario, expositor en el grupo III (Muebles y acceso�
rios) en París, 1889.
618.  Romero, Isidro, de la ciudad de Puebla, expositor en el grupo
III (Instrumentos y procedimientos generales de las letras, las ciencias y
las artes), mención honorífica en París, 1900.
619.  Rosano, Jorge, expositor de muebles de uso común en el grupo
III (Muebles y accesorios) en París, 1889.
620.  Rosas, Francisco, del distrito de Matamoros, expositor de
rebozos en el departamento de Manufacturas, premio en Chicago, 1893.
621.  Rosas, Santiago, expositor de piedras de Tecali en el grupo VI
(Herramientas y procedimientos de las industrias mecánicas) en París,
1889.
622.  Rosete, Agustín, del distrito de Huauchinango, expositor de
publicaciones periódicas La Niebla en el grupo II (Educación y enseñanza)
en París, 1889.
623.  Rosete, José M., de la ciudad de Puebla, expositor de piezas
sueltas de carrocería en el grupo VI (Herramientas y procedimientos de
industrias mecánicas) en París, 1889.
624.  Rueda, Enrique, de la ciudad de Puebla, expositor de sustan�
cias inyectables en el grupo XIV (Industria química) en París, 1900.
625.  Rueda, Florencio, de Cholula, expositor de cordoncillo y galo�
nes en el grupo XIII (Hilados, tejidos y vestimentas) en París, 1900.
anexo 395

626.  Rueda, Julio, de Cholula, expositor de cordoncillo y galones en


el grupo XIII (Hilados, tejidos y vestimentas) en París, 1900.
627.  Rueda, Luis, expositor de máquinas para la fabricación de
pastas alimenticias y chocolates en el grupo VI (Herramientas y procedi�
mientos de las industrias mecánicas) en París, 1889.
628.  Rueda, Manuel, de la fábrica La Alsacia, del distrito de Puebla,
expositor de estampados de algodón en el grupo V (Géneros tejidos, ropa
y accesorios), primer premio en Nueva Orleans, 1884–1885, expositor en
el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889.
629.  Rueda, Manuel, de la fábrica La Asunción, expositor de géne�
ros lisos y labrados de algodón en el grupo IV (Tejidos, vestidos y acce�
sorios) en París, 1889.
630.  Ruiz, Carlos, de Zacatlán, expositor de plantas medicinales en
el grupo VII (Agricultura) en París, 1900.
631.  Ruiz, Domingo, expositor de armas en el grupo VI (Herra�
mientas y procedimientos de las industrias mecánicas) en París, 1889.
632.  Ruiz, Donaciano, expositor de carabinas estilo Remington en
el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889.
633.  Ruiz, Feliciano, de Tecali, expositor de joyería en diversos me�
tales y ónix en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889.
634.  Ruiz, J., de Tecali, expositor de joyería en diversos metales y
ónix en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889.
635.  Saavedra, Jesús, de la ciudad de Puebla, expositor de espuelas y
freno en el departamento de Transportes, premio en Chicago, 1893.
636.  Salas, Miguel (doctor), de la ciudad de Puebla, expositor en el
grupo XIV (Industria química) y de las aguas minerales del Paseo Nuevo,
su estudio, uso y propiedades en el grupo XVI (Economía social. Higiene
y asistencia pública) en París, 1900.
637.  Salazar, Julio, de Chiautla, expositor de productos agrícolas en
el grupo VII (Agricultura) en París, 1900.
638.  Salazar, Manuel P., de la ciudad de Puebla, expositor de poe�
sías en el grupo II (Educación y enseñanza) en París, 1889.
639.  Saldaña, Andrés, de la ciudad de Puebla, expositor de apara�
tos de mecánica general en el grupo VI (Herramientas y procedimientos
de las industrias mecánicas) en París, 1889.
640.  Saldaña, Antonio, de la ciudad de Puebla, expositor de apara�
tos de mecánica general en el grupo VI (Herramientas y procedimientos
de las industrias mecánicas) en París, 1889.
396 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

641.  Samaniego, Carlos, de la ciudad de Puebla, expositor de obras


musicales en el grupo III (Instrumentos y procedimientos generales de
las letras, las ciencias y las artes), medalla de bronce en París, 1900.
642.  San Martín, Eduardo, de la ciudad de Puebla, expositor de ma�
teriales y aparatos para la industria química en el grupo VI (Herramien�
tas y procedimientos de las industrias mecánicas) en París, 1889.
643.  Sánchez de Lorenz, Matilde, de la ciudad de Puebla, exposi�
tora de harinas y vistas fotográficas del Molino de San Francisco en el
grupo X (Alimentos), medalla de oro en París, 1900.
644.  Sánchez Hnos., del distrito de Acatlán, expositores de produc�
tos forestales en el grupo IX (Bosques, caza, pesca y pequeñas cosechas)
en París, 1900.
645.  Sánchez Ochoa, Gaspar, expositor de muestras de azufre en el
grupo V, medalla de plata en la Exposición Nacional de México, 1875; ex�
positor de muestras minerales extraídas del volcán Popocatépetl en el de�
partamento de Minería y Metalurgia, diploma y medalla en Filadelfia, 1876.
646.  Sánchez Ruiz, Marcos y Hno., de la ciudad de Puebla, exposi�
tores de objetos de caza en el grupo IX (Bosques, caza, pesca y pequeñas
cosechas) en París, 1900.
647.  Sánchez, Crispín, de la ciudad de Puebla, expositor de piezas
sueltas de carrocería en el grupo VI (Herramientas y procedimientos de
industrias mecánicas) en París, 1889.
648.  Sánchez, Evaristo, del distrito de Puebla, expositor de trajes
para hombre en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889.
649.  Sánchez, Luciano, de Pahuatlán, expositor de productos agrí�
colas en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900.
650.  Santillán, José M., expositor de flores de cristal en el grupo III
(Muebles y accesorios) en París, 1889.
651.  Seminario Conciliar, de la ciudad de Puebla, expositor de re�
glamentos en el grupo II (Educación y enseñanza) en París, 1889.
652.  Seone, Nicolás, de la ciudad de Puebla, expositor de pelucas
y postizos en el grupo IV (Tejidos vestidos y accesorios) en París, 1889.
653.  Silva, Anastasio, de Jicotepec, expositor de plantas textiles en
el grupo VII (Agricultura) en París, 1900.
654.  Silva, Simón, de Pahuatlán, expositor de tabaco en hoja en el
grupo VII (Agricultura) en París, 1900.
655.  Silva, Ventura, de Chiautzingo, expositor de plantas medici�
nales en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900.
anexo 397

656.  Solana, Gregorio, del distrito de Teziutlán, expositor muestras


de cereales en el grupo VII (Productos alimenticios) en París, 1889.
657.  Somellera, Edmundo, de la ciudad de Puebla, expositor de
obras musicales en el grupo III (Instrumentos y procedimientos genera�
les de las letras, las ciencias y las artes), medalla de bronce en París, 1900.
658.  Soriano, Domingo, de Atzala, expositor de productos agríco�
las en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900.
659.  Sosa, J. de la Luz, de la ciudad de Puebla, expositor de mate�
riales y aparatos para la industria química en el grupo VI (Herramientas
y procedimientos de las industrias mecánicas) en París, 1889.
660.  Steadman y Frager, de la ciudad de Puebla, expositor de foto�
grafías en el grupo III (Instrumentos y procedimientos generales de las
letras, las ciencias y las artes), medalla de bronce en París, 1900.
661.  Suez, Pedro V., del distrito de Teziutlán, expositor de café en
el departamento de Agricultura, premio en Chicago, 1893.
662.  Tapia, J. A., de Tochimilco del distrito de Atlixco, expositor de
harinas en el grupo VII (Productos alimenticios) en París, 1889.
663.  Tapia, Sóstenes, de la ciudad de Puebla, expositor de sillas de
montar en el grupo VI (Ingeniería civil. Medios de transporte) en París,
1900.
664.  Tarrada (señores), del distrito de Puebla, expositores de teji�
dos de seda en el grupo III, medalla de oro con mención honorífica en la
Exposición Nacional de México, 1875; expositor en el grupo IV (Tejidos,
vestidos y accesorios) en París, 1889.
665.  Téllez Dorantes, Antonio, del distrito de Puebla, expositor de
sillas de montar en el grupo VI (Herramientas y procedimientos de las
industrias mecánicas) en París, 1889.
666.  Téllez, Antonio, de Villa Juárez, expositor de muestras de café
en grano en el grupo VII (Agricultura), mención honorífica en París, 1900.
667.  Tenorio, Epigmenio, de Quecholac, expositor de productos
agrícolas en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900.
668.  Tenorio, Felipe, de Quecholac, expositor de muestras de maíz
en el grupo VII (Agricultura), medalla de plata en París, 1900.
669.  Tenorio, Joaquín, de Quecholac, expositor de muestras de sor�
go en el grupo VII (Agricultura), medalla de bronce en París, 1900.
670.  Tenorio, José de Jesús, de Quecholac, expositor de productos
agrícolas en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900.
671.  Tenorio, Manuel, de la ciudad de Puebla, expositor de borda�
398 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

dos en cuero en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) y de piezas


sueltas de carrocería en el grupo VI (Herramientas y procedimientos de
industrias mecánicas) en París, 1889.
672.  Teruel, Carlos G., organizador de la muestra poblana y expo�
sitor de muestras de azúcar en el grupo VII (Productos alimenticios) en
París, 1889.
673.  Testamentaría de Luis Haro y Tamariz, de la fábrica de Gua�
dalupe del distrito de Huejotzingo, expositora en el grupo IV (Tejidos,
vestidos y accesorios) en París, 1889.
674.  Testamentaría de Pedro Berges, de la fábrica La Constancia
Mexicana del distrito de Puebla, expositora en el grupo IV (Tejidos, ves�
tidos y accesorios) en París, 1889.
675.  Testamentaría de Ramón Sesma, de Chiapa, expositora de
productos agrícolas en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900.
676.  Testamentaría del Sr. Marshall, del distrito de Puebla, expo�
sitora de bronces artísticos en el grupo III (Muebles y accesorios) y de
aparatos de mecánica general y piezas sueltas para caminos de fierro en
el grupo VI (Herramientas y procedimientos de las industrias mecánicas)
en París, 1889.
677.  Tiffaine, Maurice, de la ciudad de Puebla, expositor de harinas
en el grupo X (Alimentos) en París, 1900.
678.  Tlaseca, Patricio, de Chietla, expositor de muestras de maíz en
el grupo VII (Agricultura), medalla de bronce en París, 1900.
679.  Tolentino, Pedro, de Pahuatlán, expositor de productos agrí�
colas en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900.
680.  Tolentino, Vicente, de Pahuatlán, expositor de productos agrí�
colas en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900.
681.  Torijano, Delfino (profesor), de la ciudad de Puebla, expositor
de obras escolares en el grupo I (Educación y enseñanza), medalla de
plata en París, 1900.
682.  Torres Cardona, Jesús, de Chietla, expositor de maderas finas
en el grupo XII (Decoración y mobiliario para edificios públicos y habita�
ciones) en París, 1900.
683.  Torres, Antonio, de Tlaola, expositor de plantas medicinales
en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900.
684.  Torres, Francisco, de El Verde, expositor de productos agríco�
las en el grupo VII (Agricultura), medalla de bronce en París, 1900.
685.  Torres, Ignacio, de la distrito de Puebla, expositor de sombre�
anexo 399

ros en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889.


686.  Torres, Juan, expositor en el grupo IV (Tejidos, vestidos y ac�
cesorios) en París, 1889.
687.  Toussaint, Carlos, de la ciudad de Puebla, expositor en el gru�
po I (Educación y enseñanza), medalla de plata en París, 1900.
688.  Toussaint, Luis, de la ciudad de Puebla, expositor de pelucas
y postizos en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889.
689.  Trapaga, A., de Tehuacán, expositor de muestras de azúcar en
el grupo VII (Productos alimenticios) en París, 1889.
690.  Traslosheros, José de la Luz, de la hacienda de Vicencio en el
distrito de Tecamachalco, expositor de tequesquite en el grupo V, diplo�
ma en la Exposición Nacional de México, 1875; expositor en el grupo XIV
(Industria química), medalla de bronce en París, 1900.
691.  Traslosheros, José María, de la municipalidad de Acajete, ex�
positor de plantas de uso industrial en el grupo V (Industrias extractivas,
productos en bruto y manufacturados), de miel, cereales y leguminosas en
el grupo VII (Productos alimenticios) en París, 1889; expositor de maíz y
lentejas en el departamento de Agricultura, dos premios en Chicago, 1893.
692.  Traslosheros, Juan, expositor de lencería en el grupo IV (Teji�
dos, vestidos y accesorios) en París, 1889.
693.  Trinidad, Prisciliano de la, de Jalpan, expositor de productos
agrícolas en el grupo VII (Agricultura) en París, 1900.
694.  Trujillo, Nicolás, de Jalpan, expositor de condimentos en el
grupo X (Alimentos) en París, 1900.
695.  Trumbull, Guillermo, expositor de hilos de lino en el grupo IV
(Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889.
696.  Uriarte, Carlos, del distrito de Puebla, expositor de trajes para
hombre en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889.
697.  Valdés, Claudio, expositor en el grupo III (Muebles y acceso�
rios) en París, 1889.
698.  Valencia, Tomás, de la ciudad de Puebla, expositor de piezas
sueltas de carrocería en el grupo VI (Herramientas y procedimientos de
industrias mecánicas) en París, 1889.
699.  Vallejo, José Fernando, de Zacatlán, expositor de obras mu�
sicales en el grupo III (Instrumentos y procedimientos generales de las
letras, las ciencias y las artes), medalla de bronce en París, 1900.
700.  Vallejo, Luis, expositor en el grupo IV (Tejidos, vestidos y ac�
cesorios) en París, 1889.
400 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

701.  Vargas, Antonia, de la Municipalidad de Amozoc, expositor


en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889.
702.  Vargas, Francisco, de la Municipalidad de Coayuca, expositor
en el grupo III (Muebles y accesorios) en París, 1889.
703.  Vargas, José, de la hacienda de El Carmen del distrito de Te�
huacán, expositor de muestras minerales en el grupo V (Industrias ex�
tractivas, productos en bruto y manufacturados) y de cactáceas en el gru�
po IX (Horticultura) en París, 1889.
704.  Vargas, Miguel, del distrito de Puebla, expositor de muestras
minerales en el grupo V (Industrias extractivas, productos en bruto y ma�
nufacturados) en París, 1889.
705.  Vázquez, Francisco, de Chietla, expositor de muestras de arroz
en el grupo VII (Agricultura), mención honorífica en París, 1900.
706.  Vega, Dolores, de la ciudad de Puebla, expositora de bordados
en el grupo XIII (Hilados, tejidos y vestimentas), medalla de bronce en
París, 1900.
707.  Vega, Gabino, de la ciudad de Puebla, expositor de piedras or�
namentales en el grupo VI (Herramientas y procedimientos de industrias
mecánicas) en París, 1889.
708.  Vega, Lucio, expositor de géneros de lana hechos a mano en el
grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889.
709.  Velasco Hnos. (señores), de la fábrica El Patriotismo del distri�
to de Puebla, expositores en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios)
en París, 1889.
710.  Velasco, Manuel, de la ciudad de Puebla, expositor de apara�
tos eléctricos en el grupo V (Electricidad) en París, 1900.
711.  Velázquez, Arturo G., de Cuautinchan, expositor de licores en
el grupo X (Alimentos) en París, 1900.
712.  Vergara, Amado, del rancho de Cuajinicuila del distrito de
Chiautla, expositor de productos forestales en el grupo IX (Bosques, caza,
pesca y pequeñas cosechas) en París, 1900.
713.  Vergara, Epigmenio, de la municipalidad de Jolalpan, del dis�
trito de Chiautla, expositor de “Parche maravilloso Monópolis” en el gru�
po XIV (Industria química), mención honorífica en París, 1900.
714.  Vergara, Rafael, del rancho de Cuajinicuila del distrito de
Chiautla, expositor de productos forestales en el grupo IX (Bosques, caza,
pesca y pequeñas cosechas) y de licores en el grupo X (Alimentos) en
París, 1900.
anexo 401

715.  Villegas, Agustín y Cía., de la fábrica La Victoria de la ciudad


de Puebla, expositores de estampados en algodón en el grupo II, medalla
de plata en la Exposición Nacional de México, 1875; expositor en el grupo
IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889.
716.  Villegas, Antonio, de la hacienda de El Carmen, expositor de
madejas de seda en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París,
1889.
717.  Villegas, Hermenegildo, expositor en el grupo IV (Tejidos,
vestidos y accesorios) en París, 1889.
718.  Villegas, J. M., de la ciudad de Puebla, expositor de muestras
de calzado en el grupo XIII (Hilados, tejidos y vestimentas), mención ho�
norífica en París, 1900.
719.  Villegas, Miguel, de la ciudad de Puebla, expositor en el grupo
V (Industrias extractivas, productos en bruto y manufacturados) en París,
1889.
720.  Villegas, Petronilo, expositor de géneros de lana hechos a
mano en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889.
721.  Viuda de Aldana, Paulina C., de la ciudad de Puebla, exposito�
ra de bordados en el departamento de Manufacturas, premio en Chicago,
1893.
722.  Viuda de Hernández e hijos, expositores en el grupo IV (Teji�
dos, vestidos y accesorios) en París, 1889.
723.  Viuda de Hernández, del distrito de Puebla, expositora de
muestras de mezcal en el grupo VII (Productos alimenticios), primer pre�
mio en Nueva Orleans, 1884–1885.
724.  Viuda de Ortega, María de J., de la municipalidad de Teteles,
expositora en el grupo IV (Tejidos, vestidos y accesorios) en París, 1889.
725.  Viuda de Rufiar, María Jesús Acevedo, de la ciudad de Puebla,
expositora en el grupo XIV (Industria química) en París, 1900.
726.  Viveros, Felipe, de Jalpan, expositor de muestras de frijol en el
grupo VII (Agricultura), mención honorífica en París, 1900.
727.  Yermo y Parrés, P. José M. (instituto), de la ciudad de Puebla,
expositor de trabajos de tipografía y encuadernación en el grupo I (Edu�
cación y enseñanza) en París, 1900.
728.  Zamora, Antonio, de la ciudad de Puebla, expositor de vistas
fotográficas de San Sebastián y aguas minerales en el grupo XVI (Econo�
mía social. Higiene y asistencia pública) en París, 1900.
729.  Zeniso, Cristóbal, de la ciudad de Puebla, expositor de mues�
402 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

tras de calzado en el grupo XIII (Hilados, tejidos y vestimentas), medalla


de bronce en París, 1900.
730.  Zepeda, Agustín, de Tehuacán, expositor en el grupo XII (De�
coración y mobiliario para edificios públicos y habitaciones) en París,
1900.
731.  Zertuche, Emilio, de la ciudad de Puebla, expositor de apara�
tos eléctricos en el grupo V (Electricidad) y de obturadores para aplica�
ción de cloroformo en el grupo XIV (Industria química) en París, 1900.
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php?script=sci_arttext&pid=S1515-59942000000200004&lng=es&nr
m=iso.
índice de ilustraciones

Ilustración 1. “El Palacio de Cristal, pabellón de The Great Exhibition of


the Works of Industry of all Nations, Londres 1851”��������������������������������49
Ilustración 2. “Vista interior de la nave oriental de la sala de la Exposición
de Londres en 1851”���������������������������������������������������������������������������������������50
Ilustración 3. “Vista panorámica del Palacio de la Exposición Universal
de París, en 1855, en los Campos Elíseos”���������������������������������������������������51
Ilustración 4. “Vista oficial de la Exposición Universal de París en 1867,
vista aérea del terreno de la exposición”�����������������������������������������������������53
Ilustración 5. “Vista de la Exposición de París en 1867, edificio principal
de la exhibición y globo volando en la distancia”��������������������������������������54
Ilustración 6. “Calle de las Naciones, en el Palacio del Campo Marte, cer�
ca de la fachada portuguesa”������������������������������������������������������������������������56
Ilustración 7. “La Torre Eiffel y el Campo de Marte visto desde Trocadero
Palace, París exposición de 1889”�����������������������������������������������������������������57
Ilustración 8. “Interior de la Galería de las Máquinas en la Exposición de
París de 1889”��������������������������������������������������������������������������������������������������58
Ilustración 9. “Fuentes luminosas”���������������������������������������������������������������59
Ilustración 10. “Vista panorámica de la Exposición Universal de París en
1900”�����������������������������������������������������������������������������������������������������������������60
Ilustración 11. “Entrada principal del recinto expositivo de la Weltausste�
llung, Viena 1873”�������������������������������������������������������������������������������������������63
Ilustración 12. “Pabellón de la empresa Krupp en la Weltausstellung, Vie�
na 1873”������������������������������������������������������������������������������������������������������������64
Ilustración 13. “Vista del terreno y los edificios de la Exposición Interna�
cional de Filadelfia en Fairmount Park, 1876”��������������������������������������������65
Ilustración 14. “La Exposición Centenaria del Algodón, Nueva Orleans,
Luisiana, abierta del 1° de diciembre 1884 al 31 de mayo 1885”�������������66
Ilustración 15. “Salón de Horticultura”�������������������������������������������������������67
Ilustración 16. “Exposición Colombina Mundial de Chicago 1893”�������68
436 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

Ilustración 17. Proyecto del “Palacio de la Exposición Internacional Mexi�


cana de 1880”���������������������������������������������������������������������������������������������������70
Ilustración 18. Exhibición de antigüedades mexicanas en el Egyptian Hall
�������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������171
Ilustración 19. Fotografía del pabellón mexicano construido por Léon
Méhédin para la Exposición Universal de París en 1867������������������������177
Ilustración 20. Parque de la Exposición Universal de París de 1867, vista
parcial en la que aparece, al centro, el pabellón mexicano: la Pirámide de
Xochicalco������������������������������������������������������������������������������������������������������179
Ilustración 21. La Alhambra mexicana en los terrenos de la exposición de
Nueva Orleans�����������������������������������������������������������������������������������������������183
Ilustración 22. Pabellón de México en la Exposición de París en 1889��186
Ilustración 23. Vista interior del pabellón mexicano, mostrando su monu�
mental escalinata y parte de la colección mexicana. París, 1889������������188
Ilustración 24. Vista del pabellón mexicano en la Exposición Universal de
París en 1900��������������������������������������������������������������������������������������������������191
Ilustración 25. Corte longitudinal, plano con ubicación y diseño de vitri�
nas del pabellón mexicano en la Exposición Universal de París, 1900�192
Ilustración 26. “Muestra de plata mexicana de 5 640 libras de peso en la
Exposición de Nueva Orleans, 1884–1885”�����������������������������������������������263
Ilustración 27. “Exhibición de alimentos en el Pabellón de México, Expo�
sición de París de 1889”��������������������������������������������������������������������������������270
Ilustración 28. “Vista interior del pabellón de México con el modelo de
un sistema de canales en primer plano, Exposición Universal de París de
1889”���������������������������������������������������������������������������������������������������������������271
Ilustración 29. Portada del libro de Samuel Morales Pereira. Puebla, su
higiene, sus enfermedades, México, Oficina Tipográfica de la Secretaría de
Fomento, 1888������������������������������������������������������������������������������������������������272
Ilustración 30. Colección de cactáceas del Distrito de Tehuacán, Puebla,
en París 1889��������������������������������������������������������������������������������������������������273
Ilustración 31. Ejemplo de los libros poblanos que se presentaron en la
Exposición Colombina en Chicago, 1892–1893�����������������������������������������285
Ilustración 32. Diseño del Palacio Industrial de Exposiciones, Ferrocarri�
les y Paseos, formado por los ingenieros Felipe Fortuño y Guillermo Hay,
en Puebla de Zaragoza, 1880�����������������������������������������������������������������������324
índice de tablas

Tabla 1. Grandes exposiciones universales, 1851–1900�����������������������������74


Tabla 2. Exposiciones internacionales especializadas, 1851–1900�����������75
Tabla 3. Clasificación de los objetos admisibles en la Exhibición de las
Obras de Industria de todas las Naciones, Londres, 1851������������������������82
Tabla 4. Esquema de clasificación de los objetos admisibles a la Exposi�
tion Universelle de Paris, 1855����������������������������������������������������������������������86
Tabla 5. Lista de clasificación de objetos. Exposición Universal de París,
1867�������������������������������������������������������������������������������������������������������������������88
Tabla 6. Clasificación de objetos admisibles en la Weltausstellung de Vie�
na, 1873�������������������������������������������������������������������������������������������������������������91
Tabla 7. Sistema de clasificación adoptado por la Dirección General Ame�
ricana en Filadelfia, 1876��������������������������������������������������������������������������������96
Tabla 8. Lista de clasificación de objetos. Exposition Universelle de Paris,
1878�����������������������������������������������������������������������������������������������������������������101
Tabla 9. Sistema de clasificación en la Exposition Universelle de Paris,
1889�����������������������������������������������������������������������������������������������������������������104
Tabla 10. Sistema de clasificación de los objetos en la World's Columbian
Exposition. Chicago, 1893����������������������������������������������������������������������������107
Tabla 11. Sistema de clasificación de los objetos �������������������������������������113
Tabla 12. Lista de grandes propietarios urbanos en el distrito de Puebla,
1892�����������������������������������������������������������������������������������������������������������������212
Tabla 13. Lista de grandes propietarios rurales en el distrito de Puebla,
1892�����������������������������������������������������������������������������������������������������������������214
Tabla 14. Colección mexicana y objetos poblanos en la Exposición Uni�
versal de París, 1855��������������������������������������������������������������������������������������235
Tabla 15. Colección mexicana y objetos poblanos premiados en la Exposi�
ción Internacional de Filadelfia, 1876���������������������������������������������������������247
Tabla 16. Objetos mexicanos premiados en la Exposición Continental
Sudamericana de Buenos Aires, 1880��������������������������������������������������������256
438 puebla en las exposiciones universales del siglo xix

Tabla 17. Objetos poblanos premiados en la Exposición de Nueva Or�


leans, 1884–1885��������������������������������������������������������������������������������������������265
Tabla 18. Objetos y productos poblanos en la Exposición Universal de
París, 1889�������������������������������������������������������������������������������������������������������274
Tabla 19. Objetos poblanos en la World's Columbian Exposition. Chica�
go, 1893�����������������������������������������������������������������������������������������������������������283
Tabla 20. Objetos y productos poblanos premiados en la Exposición Mun�
dial de Chicago, 1893������������������������������������������������������������������������������������286
Tabla 21. Objetos poblanos premiados en la colección mexicana presenta�
da en París, 1900��������������������������������������������������������������������������������������������295
índice de figuras

Figura 1. Organigrama de las dependencias gubernamentales involucra�


das en la representación de México en la Exposición Universal de París de
1855�����������������������������������������������������������������������������������������������������������������151
Figura 2. Organigrama de funcionamiento de la Junta Permanente de Ex�
posiciones y Protectora de la Industria del gobierno imperial de Maximi�
liano de Habsburgo��������������������������������������������������������������������������������������154
Figura 3. Esquema organizativo de la Comisión Mexicana para la exposi�
ción en Filadelfia en 1876�����������������������������������������������������������������������������161
Figura 4. Diagrama de flujo para organizar la muestra mexicana en Fila�
delfia, 1876������������������������������������������������������������������������������������������������������162
Figura 5. Organigrama de la Junta Central de Exposiciones del Estado
de Puebla, formada para integrar la colección poblana en Filadelfia, 1876
�������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������320
Figura 6. Esquema de la actuación del general Porfirio Díaz como comi�
sionado general para la exposición mexicana en Nueva Orleans en 1884–
1885�����������������������������������������������������������������������������������������������������������������326
Puebla en las exposiciones universales del siglo xix:
La inserción de una región en el contexto global de María de Lourdes Herrera Feria
se terminó de imprimir el mes de diciembre de 2014 en los talleres
de Ediciones del Lirio, con domicilio en Azucenas, 10,
Col. San Juan Xalpa, Ixtapalapa,
México, D. F., teléfono 5613 4257.

El cuidado de la edición y la composición tipográfica estuvieron


a cargo de Cristina González García.

El tiraje es de 1000 ejemplares.

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