Está en la página 1de 101

Esta traducción fue hecha de fans para fans, sin ningún

tipo de ganancia. Hecho para promover la buena lectura y


darle la posibilidad de leer el libro a aquellas personas que
no leen en inglés. 2
Puedes apoyar a la autora comprando sus libros y
siguiéndola en sus redes sociales.
¡Disfruta de la lectura!
Staff
Moderación
Yani

Traducción
Moreline
Arcy Briel
Yiany
IsCris
Emotica G. W
RRZOE 3
Astrea75
Veritoj.vacio

Corrección y lectura final


Yani

Diseño
Bruja_Luna_
Robsten
Índice
Sinopsis _____________________________________________ 5
1 _____________________________________________________ 6
2 ____________________________________________________ 11
3 ____________________________________________________ 20
4 ____________________________________________________ 35
5 ____________________________________________________ 39
6 ____________________________________________________ 45
7 ____________________________________________________ 54
8 ____________________________________________________ 57
9 ____________________________________________________ 66
10 ___________________________________________________ 70
11 ___________________________________________________ 73
12 ___________________________________________________ 80 4
13 ___________________________________________________ 86
14 ___________________________________________________ 91
Sobre la autora ___________________________________ 98
Próximo Libro _____________________________________ 99
Sinopsis
Sloane
No estoy a salvo.
No he estado a salvo desde hace un tiempo.
Corrí a Zeth por protección, pero Zeth también está en peligro. Con
Julio de un lado y el líder de los Widow Makers MC por el otro, lo más
inteligente sería correr. Sin embargo, he estado corriendo lo suficiente.
Esto es lo más cerca que he estado de encontrar a mi hermana en dos
años.
No puedo retroceder ahora.

Zeth 5
Mi mano derecha está siendo torturado en el sótano.
El tipo que intentó comprar la virginidad de Sloane está quemando sus
neumáticos en nuestra dirección.
Mi jefe psicótico se encuentra en una misión para encontrarme, y la
chica que se supone que debo mantener a salvo se ha metido en medio
de todo esto.
Solo otro fin de semana ventoso en el desierto de California.
¿Qué podría salir mal en las próximas 48 horas?

Blood & Roses #3


1
Sloane
Traducido por Moreline

Julio Pérez es un asesino.


Puede ser todo sonrisas y de conversación fácil cuando nos
encontramos en su estudio, pero puedo ver al hombre por lo que es: una
criatura peligrosa. Tal vez es por todo este tiempo que he pasado con
Zeth; puedo leer las líneas de Zeth como las líneas de un libro, pero puedo
ver que mi lectura instantánea sobre Julio también es diferente a su
manera. Zeth y Julio están cortados por una tijera diferente. Zeth es
peligroso de una manera primaria e instintiva. Es solo quién es. Es la
base de todo lo que lo convierte en él. Julio, por otro lado, no es
inherentemente peligroso. Es un hombre que ha elegido ser así. Se ha
ganado el miedo de quienes lo rodean, y usa su personalidad intimidante
como una capa. Como algo que puede quitarse y ponerse nuevamente 6
cuando le plazca. No sé por quién debería estar más preocupada; un
hombre que nació en la violencia, o un hombre que elige descender a ella.
—¿Me repite qué dijo que hace para ganarse la vida, señorita
Hawthorne? —pregunta Julio, pasando una mano carnosa por la
superficie pulida de su escritorio. Me arquea una ceja con escepticismo,
esperando pacientemente a que deje de abrir y cerrar la boca como una
idiota y le responda.
—Uh… Yo…
—Porque no es una prostituta, obviamente —dice, agitando la
mano en mi dirección—. Para empezar, no está exhibiendo las tetas y el
culo. Y en segundo lugar, su nombre es Naomi Hawthorne. No he
conocido a muchas prostitutas o estríperes con un nombre como Naomi
Hawthorne. —Pronuncia mi nombre falso como si supiera que eso es
exactamente lo que es.
Mierda. Cuando me preguntó mi apellido, le di el primero que se
me ocurrió: el nombre de mi profesor de español en la escuela secundaria.
Pareció apropiado en ese momento, pero ahora estoy empezando a ver el
error de mis formas. Debería haber dicho jodidos Brillos o algo así.
Lovelace. Un apellido de prostituta, no un apellido de dentista.
—No —le digo—. No soy una prostituta. Yo…
—Naomi es doctora —interrumpe Zeth, moviendo la cabeza para
mirar alrededor de la habitación lentamente, como si estar aquí lo
aburriera terriblemente. Cómo puede encontrarse tan tranquilo y sereno
está más allá de mí; Estoy sudando charcos de mi frente. ¿Y le dijo a
Julio la verdad? Por el amor de Dios. Como si no fuera increíblemente
fácil para un jefe de una pandilla mexicana averiguar en qué hospital
trabajo, y luego estaría totalmente jodida. Descubriría que no soy esta
persona Naomi Hawthorne, y luego me mataría y me enterraría en una
tumba poco profunda en algún lugar del desierto. Nunca encontrarían mi
cuerpo.
—¿Una doctora? —Julio parece impresionado y confundido al
mismo tiempo—. ¿Qué clase de doctora?
—Trauma —respondo sin dudar esta vez. No tiene sentido mentir
más.
—Huh. Interesante.
Zeth resopla.
—¿Lo es?
Julio se da vuelta para mirarlo con severidad.
—Por supuesto, hijo1. Las mujeres que generalmente terminan aquí
no suelen ser...
—¿Alfabetizadas? —Zeth está de mal humor. Ha perdido la tensión
nerviosa que llevaba en su cuerpo mientras nos dirigíamos al estudio, y
ahora parece enojado. Y aburrido. No sé si es real o si está actuando, pero
si lo está, está haciendo un buen trabajo. Sin embargo, su broma hace
7
reír a Julio.
—Exactamente. No son del todo de tu... digamos, calibre, Naomi.
¿Y cómo diablos terminaste cayendo en la cama con este bastardo
enfermo? ¿Le ha pasado algo traumático a su polla o algo así?
Zeth resopla pero no dice nada. Elijo morder el anzuelo: esta es una
excelente oportunidad para dejar de lado cualquier duda que Julio pueda
tener sobre mi presencia aquí.
—Supongo que se podría decir eso. —Le sonrío tímidamente a Zeth,
mirándolo por el rabillo del ojo, como si le estuviera transmitiendo un
sucio secreto—. Me invitaron a una de las fiestas de Zeth. Una sola
mirada y supe qué tipo de tratamiento necesitaba. Y sí, su polla
definitivamente estaba involucrada. Aunque creo que fui yo quien sufrió
el trauma.
Oh. Mi. Buen. Señor.
No puedo creer que realmente me esté obligando a decir estas
cosas. La sangre está subiendo a mis mejillas. Ya puedo sentirlas arder;
Solo espero que Julio atribuya mi color sonrojado a la intensidad del falso
recuerdo y no a la vergüenza. Un destello real de diversión brilla en los
ojos de Zeth. De repente me doy cuenta de que lo que acabo de decir
podría confundirse con la verdad. Fui a una de sus fiestas y dormí con él

1
En español en el original.
allí. Y, con toda honestidad, me folló ridículamente duro. Hago mi mejor
esfuerzo para no encogerme. Tengo la sensación de que Zeth está amando
esto. Ha encontrado un palillo de dientes en algún lugar y lo está pasando
de un lado a otro por su labio inferior, devolviéndome la mirada de reojo.
Aparentemente ya no está aburrido.
—Suena intrigante. ¿Se la chupaste?
Giro abruptamente para mirar a Julio. Zeth desliza lentamente los
ojos de mí al mexicano, también, mirando sin pestañear al otro hombre.
Todavía conserva el palillo en sus manos, presionándolo contra su labio.
El calor brota en la base de mi garganta, haciendo que el rubor, sin duda,
se vuelva más profundo.
—¿Disculpe?
—¿Le chupaste la polla? —pregunta Julio de nuevo, riendo. Hace
la pregunta como si no fuera nada. Como si no fuera realmente extraño
que lo preguntara.
—Bueno, sí, por supuesto que lo hice. —No creo que lo haya dicho
tan seductoramente divertida como me gustaría. Sueno más como una
colegiala nerviosa que como alguien que compartió la cama con Zeth
Mayfair y le siguió el ritmo. ¿Cómo demonios pensé que podía hacer esto?
No lo voy a lograr. Simplemente no. La mirada de complicidad en los ojos
de Julio me lo dice. Zeth se desploma en su asiento a mi lado, echa la
cabeza hacia atrás para mirar hacia el techo, jugando con su palillo de
dientes nuevamente.
8
—¿Ya casi terminamos aquí? Esperaba poder tomar algo para
calmar la resaca. Me está jodidamente zumbando la cabeza.
—Te diré lo que es bueno para una resaca, ese2 —dice Julio,
volviendo su atención a Zeth—. Que te chupen la polla.
Zeth rueda la cabeza hacia adelante. No parece impresionado.
Afortunadamente, Julio está demasiado ocupado evaluando la reacción
de Zeth para atrapar la mía, la cual es de horror absoluto. Quiere que lo
haga. Ahora. Enfrente de él. Esto definitivamente es una prueba. Zeth
sonríe, y la sonrisa es casi una amenaza.
—Acabo de follar a la chica hace dos segundos. ¿No lo oíste? —
Apunta el palillo sobre su hombro, haciendo un gesto no solo hacia el
corredor sino hacia el pasado reciente, cuando me hizo doblar dos veces
sobre su regazo mientras me abofeteaba el trasero hasta dejarlo en carne
viva.
Julio se encoge de hombros.
—Parecía que la estabas matando, seguro. Pero este lindo pedazo
de culo todavía está sentado aquí, girando su lindo cabello alrededor de
sus lindos dedos, así que sé que ese no fue el caso. —Le da a Zeth una
sonrisa, inclinándose hacia adelante sobre su escritorio—. ¿Qué pasa,

2
En español en el original.
hombre? ¿No puedes volver a levantarlo tan rápido? Sé que no es porque
seas tímido. Te vi follar a muchas chicas bajo este techo.
Curvo las manos involuntariamente ante eso. Estúpido que elija
enojarme por eso en este momento y no por el hecho de que un Jabba el
Hut3 mexicano con sobrepeso, quiera que me arrodille frente a él y le haga
una mamada a un tipo al que le tengo más que un moderado miedo.
Zeth asiente lentamente, pareciendo considerarlo.
—Supongo que sí. Pero eso fue hace un tiempo. Estoy un poco
más... ¿moderado?
—¡Y una mierda! —Se ríe Julio, pero sus mejillas se vuelven más y
más rojas por el momento. Esto resalta la telaraña de finos filamentos de
capilares sanguíneos reventados en sus mejillas, de aspecto púrpura y
enojado: aquí hay un hombre que bebe demasiado. Que se enoja
demasiado. Probablemente que se sale con la suya demasiado. Pero no
hoy.
—Lo siento, señor Pérez, pero no voy a darle un espectáculo privado
esta mañana. Ya ha establecido que no soy como sus otras chicas. Si
quiere una puta barata para entretenerse mientras Zeth recibe una
mamada, entonces, por supuesto, adelante. Pero me temo que tendrá que
encontrar a alguien que se valore un poco menos. Quizás una de sus
chicas lo complazca. Creo que me iré a leer junto a la piscina.
Me levanto. No recuerdo haberlo hecho, pero estoy de pie,
enderezándome en mi máxima altura, tratando de fijar lo que espero sea
9
una mirada indiferente para los dos hombres sobresaltados que me están
devolviendo la mirada. Zeth luce como si acabara de arrojarle un balde
de agua fría. Julio tiene la boca abierta, los ojos entrecerrados en
confusión, como si las palabras que acabo de decir en realidad estuvieran
en un idioma extranjero que claramente no habla.
Decir que empiezo a entrar en pánico sería quedarse corto. Ni
siquiera Zeth, un gran hombre, sin miedo a nadie, rechazó los deseos de
Julio sin rodeos. Me doy cuenta demasiado tarde de que probablemente
nadie lo haya rechazado tan bruscamente. Creo que si Zeth pudiera
cubrir sus ojos, lo haría. Julio se aclara la garganta, baja la vista hacia
su escritorio por un momento mientras trato de evitar sucumbir ante la
titánica sensación de alarma que de repente se acumula en mi pecho.
—¿Entonces no le importaría que trajera a otra mujer aquí,
señorita Hawthorne? —Julio hace la pregunta lentamente, mostrando
una moderación considerable. Mis palmas estallan en un sudor
incontrolable.
—Por supuesto que no. ¿Por qué lo haría? —A pesar de mis manos
húmedas y el color subiendo continuamente en mis mejillas, sé que esta
vez lo he logrado. Me las he arreglado para fingir un aire de completa

3
La protagonista hace referencia al personaje ficticio Jabba el Hut de la serie La Guerra
de las Galaxias, el cual es un alienígena gigante y con forma de babosa, comparándolo
con Julio.
indiferencia hacia Zeth que me hace dar un vuelco en el interior, mientras
que todo lo que se ve en el exterior es una ceja suavemente levantada—.
Me temo que parece confundir la dinámica de la relación que comparto
con Zeth, señor Pérez. No soy la que está de rodillas rogando por retazos
de su afecto. Es completamente al revés.
Zeth tose violentamente. Solo una vez. Creo que lo he sorprendido
con mi comentario tanto como me he sorprendido a mí misma. Intento
no reaccionar mientras salgo tranquilamente de la habitación. La puerta
apenas está cerrada antes de que me caiga contra la pared, mi corazón
explota en mi pecho, rebotando en mi caja torácica como un rápido
disparo. ¡Mierda, mierda, mierda! ¿Qué demonios he hecho? No se
suponía que la reunión fuera así, pero algo sobre ese asqueroso hombre
me hace hervir la sangre. Claramente tiene a las mujeres en baja estima,
y que me dijera tan casualmente que me degradara frente a él... en
ningún día de la semana iba a suceder eso. Sin embargo, gracias a mi
mal genio, acabo de crear un problema bastante considerable. Se suponía
que debía hacerle creer a Julio que era una puta... y parece que acabo de
dar a entender que Zeth lo es en su lugar.

10
2
Zeth
Traducido por Yiany e IsCris

Hay pocas cosas en esta vida que me han puesto a la defensiva. He


llegado a esperar cosas de mierda de gente de mierda, así que no es
sorprendente cuando uno de los chicos de Charlie, o incluso algunos de
mis propios muchachos, hace algo realmente jodido. Pero Sloane. Mierda,
Sloane sigue sorprendiéndome. A veces de maneras realmente buenas,
entretenidas o realmente jodidas. Y a veces de maneras
desesperadamente estúpidas e idiotas. Todavía no he decidido a qué
categoría pertenece su pequeño acto de esta mañana, pero cuando lo
haga, me aseguraré de que lo pague de una forma u otra. Necesita saber
que no puede sacar esa mierda aquí. No si quiere sobrevivir. Y puede que
no sea mucho, y puede que no tenga mucho, pero también estoy un poco
apegado a mi vida. Me gustaría conservarla todo el tiempo que pueda
también.
11
No voy a contarle sobre la reacción de Julio después de que ella
dejó su estudio. Pensará que está bien hablar con él de esa manera, y no
está bien. No está bien para mí. Ni para Alaska. Ni para Charlie. Ni para
nadie. Sin embargo, me sorprendió un poco cuando se rio.
Inmediatamente pensé que sacaría su arma le dispararía en la nuca, pero
en cambio, se rio como un maldito drenaje. Me dijo que entendía
totalmente por qué la había traído aquí, y algo más.
—Si ella te agota, hombre, me la envías directamente a mí, ¿de
acuerdo? No me importaría jugar con un pedazo de coño tan agradable
como ese.
Resulta que Sloane era solo la mitad del problema con Julio, y una
vez que había decidido que no era una amenaza, se movió rápidamente a
su otra preocupación: Charlie.
—Hoy te voy a necesitar, Zeth. Necesito que me expliques por qué
te escapaste de casa como un perro con la cola entre las patas. Además,
tu ayuda no iría mal. Tengo algunos asuntos que atender.
No había mucho que pudiera hacer o decir para rechazarlo. Si lo
hiciera, solo me haría ver como culpable.
—Bien. Feliz de ayudar. —Feliz de enterrar una bala en la parte
posterior de tu cabeza. Feliz de prender fuego a este lugar y bailar
alrededor del fuego resultante como un loco enloquecido—. ¿Qué tipo de
asunto tienes?
—¿Hay más de un tipo? —dijo, encogiéndose de hombros. Y así es
como terminamos en su sótano.
Nunca he estado aquí abajo. No, el sótano de un hombre suele ser
el lugar donde guarda su mierda más oscura. Si terminas en el sótano,
eres de su círculo interno o estás jodido de verdad. Espero sea lo primero,
pero honestamente, es más probable que sea lo último. El nivel inferior
es una serie de habitaciones pequeñas, cajas de hormigón vacías, sin
muebles y bombillas desnudas que cuelgan del techo. Está claro lo que
sucede aquí: ni siquiera estoy un poco sorprendido cuando veo las rejillas
de drenaje en el centro de cada habitación vacía mientras pasamos. En
la tercera habitación que pasamos, se instaló una cama de hospital y
Andreas Medina está tendido en ella, conectado a una vía intravenosa
con el brazo derecho enyesado. Está mirando televisión, pero su rostro
tiene un ceño permanente, definitivamente todavía está enojado porque
le di una patada en el culo. Sin embargo, no sabía que le había roto el
brazo. Eso me hace delirante y jodidamente feliz. El cabrón nunca debería
haber puesto un dedo sobre Sloane. Andreas se da cuenta que pasamos
y trata de sentarse, pero ya nos hemos ido cuando grita algo ofensivo y
en español en el pasillo detrás de nosotros.
Pasamos más puertas abiertas, hasta que llegamos a una en el otro
extremo del corredor que se encuentra cerrada. Ya sé quién está dentro
de esa habitación. No me he olvidado del tipo que Julio encontró espiando
12
a sus chicas afuera del complejo, y tampoco he olvidado las fotos que me
mostró Julio. Michael está detrás de esa puerta, y le rezo a todos los
santos que todavía esté vivo o voy a revelar mi cobertura aquí y ahora y
mataré hasta el último hijo de puta a mi alcance. Probablemente moriré
en el intento, pero saber eso no cambia mucho. No podré controlarme. Y
entonces todo estará realmente jodido. Sloane. No podré protegerla si
estoy muerto.
—Teo, abre la puerta —le ordena Julio al otro guardia que estaba
con Andreas cuando llegué al complejo. Sin embargo, Teo no es como
Andreas. Obedece sin expresar su jodida opinión en lo más mínimo. Y no
parece que me odie de la misma manera que Andreas. Solo hace su
trabajo y mantiene la boca cerrada. Esto podría hacer que la mayoría de
la gente piense que es una amenaza menor para alguien como yo, pero
en realidad es lo contrario. Andreas me ha mostrado su mano. Sé lo que
está pasando en su cabeza cada vez que miro al tipo. No tengo idea de lo
que está pasando en la cabeza de Teo. Eso lo convierte en un
desconocido. Una amenaza.
Teo se ocupa de todo cuando abre la puerta, y me preparo para lo
que sea que vayamos a encontrar al otro lado. ¿Mataré a un grupo de
personas en un segundo? ¿O haré mi mejor actuación? El volumen de
Julio bloquea mi vista por un segundo, pero luego lo veo.
Michael.
Sentado en un sillón, con las manos esposadas frente a él, mirando
televisión. No hay otros muebles en la habitación además de la silla y el
televisor, descansando sobre un astillado soporte de madera. No nos mira
cuando entramos. Simplemente se sienta erguido en la silla, con los ojos
enfocados en la pantalla. Las fotos que Julio le sacó a Michael, tomadas
cuando lo capturaron, mostraban que ya lo habían golpeado un poco,
había tenido un ojo morado desagradable y un labio partido, y había
asumido que continuarían con su persuasión, pero, extrañamente,
parece que me equivoqué. Se encuentra bien. Bueno, no está bien, bien,
pero no lo han maltratado más. Su ojo negro es de un púrpura intenso
contra el color café de su piel, pero los bordes exteriores han comenzado
a adquirir un color amarillo ictericia, y el labio ha tenido tiempo de hacer
una costra. Julio entra pesadamente en la habitación, haciendo una
pausa para tomarse un momento para evaluar el televisor.
—America's Next Top Model, ¿eh? ¿Eres gay, chico? —pregunta
Julio en un tono de conversación, como si estuviera realmente interesado
en la orientación sexual de Michael.
Michael, mi chico, mi mano derecha, sonríe de lado y levanta una
ceja.
—Sí. Por eso estaba mirando a todas esas chicas por las que me
encerraste aquí. Porque soy gay.
Julio resopla, asintiendo lentamente con la cabeza. Michael
finalmente quita su mirada indiferente de la televisión y la desliza sobre 13
Julio, sobre mí, y el silencioso Teo detrás de nosotros. Su expresión no
vacila cuando me ve. Estoy ovacionando como un maldito imbécil por
dentro. Seriamente. La mayoría de la gente se contraería o algo así,
mostraría algún signo de reconocimiento, pero no Michael. Conoce el
ejercicio aquí.
—Bueno —dice Julio—, supongo que es una buena idea para saber
cómo funcionan los cerebros de las chicas, imagino. ¿Ya aprendiste algo
interesante?
—¿Que son todas unas perras locas? —Michael se frota la nariz
con el dorso de la mano, aparentemente tranquilo en su entorno. Habrá
sido así desde que lo trajeron aquí, lo que sin duda los ha estado
volviendo locos, especialmente a Andreas, completamente loco. El
problema es que un pervertido al azar reventado por espiar a las chicas
mientras se duchan no reaccionaría con tanta calma. Probablemente se
estaría cagando en los pantalones. Puede que no tengan nada sobre
Michael, pero su actitud les dice bastante por sí misma. No es solo un
pervertido. Es alguien. Es alguien que alguien más va a extrañar. Julio
camina hacia la silla de Michael y levanta el control remoto. Apaga la
serie, lo que hace que Michael respire cansado y gire en su asiento, de
modo que su cuerpo finalmente nos esté mirando.
Nuestros ojos se encuentran por apenas una fracción de segundo,
y no obtengo nada. Ni una advertencia. Ni un destello de reconocimiento.
Nada. Tengo ganas de enviarle algún tipo de mensaje, pero no lo hago.
Hago eso y los dos estamos muertos. Michael ya lo sabe.
—Ya trajiste la artillería pesada —dice.
Julio chasquea los dedos y Teo sale corriendo de la habitación;
claramente han hecho esto antes.
—Sí, traje las armas grandes solo para ti, amigo. Te dimos un poco
de tiempo para pensar sobre lo que has hecho y por qué estás aquí. Ahora
hemos venido a charlar. ¿Algo en particular de lo que te gustaría hablar,
ese?
Teo regresa entonces, con un taburete de madera en cada mano.
Los coloca frente a Michael, y Julio se sienta en el primero. El otro
aparentemente es para mí. Me siento, tratando de entender cómo diablos
saldrá todo esto. Mal, supongo. Real y jodidamente mal.
—No particularmente —dice Michael, dejando caer la cabeza hacia
un lado. Tiene la camisa sucia, cubierta de sangre, no su sangre; el labio
no habría sangrado tanto y la nariz está bien, lo que significa que debe
ser de otra persona. Me gusta mucho eso. Mi chico Michael es
jodidamente peligroso cuando necesita serlo.
Sin embargo, Julio no está para nada impresionado con este
espectáculo de indiferencia. Se inclina hacia adelante, haciendo crujir la
silla debajo de él mientras su considerable peso corporal cambia.
—No tengo tiempo para torturar a la gente en este momento. Te 14
haré dos preguntas, y luego ya no usaremos más palabras. ¿Me
escuchas?
Michael mira brevemente de Julio a mí y luego a Teo, como si
considerara sus opciones. Incluso sé que se ven bastante jodidamente
sombrías en este momento. Pero Michael también sabe que lo respaldo.
No dejaré que las cosas vayan demasiado lejos antes de intervenir.
—Claro —dice—. Puedes hacer tus dos preguntas. No tengo ningún
problema para responder cualquier cosa que tengas que preguntarme.
Julio acepta esto con un simple movimiento de cabeza.
—¿Ves a este hombre? —Señala con el pulgar a la derecha. A mí.
Michael asiente con la cabeza, y una sonrisa demasiado amigable se
extiende en la cara engreída y gorda de Julio—. Excelente. ¿Alguna vez lo
has visto antes?
—No.
—¿Estás seguro? ¿Nunca has escuchado el nombre de Zeth
Mayfair?
—Nunca, hombre. —El rostro de Michael es una pared de ladrillos
mientras niega conocerme. Hemos sido amigos, socios de negocios,
amigos de bebida durante casi ocho años, pero al mirar a Michael
directamente a los ojos, nunca sospecharías que miente. No hay ni una
pizca de subterfugio en él; sus ojos están claros y no tiene un solo tic
para delatarlo. Podrías conectar a este tipo con un detector de mentiras
y encantaría la cosa. Julio es un bastardo persistente, sin embargo.
—¿Alguna vez escuchaste el nombre de Charlie Holsan?
—No.
—¿Entonces no fuiste contratado por alguien con ese nombre?
¿Para seguir a este hombre a mi casa? ¿Para perturbar la paz aquí?
Mierda. Entonces... ¿Julio sospecha que Charlie envió a Michael
para espiarme? Creo que en la cabeza de Julio eso es lo único que tiene
sentido, excepto que nunca se me ocurrió que podría llegar a esa
conclusión. He estado demasiado ocupado preocupándome porque la
verdadera razón es evidentemente obvia, pero ese no es el caso. Julio no
tiene motivos para sospechar que vine aquí con la intención de robarle
una chica. Quiero decir, ¿por qué lo haría? Eso no solo sería tonto. Sería
un jodido suicidio.
—Te lo dije. No conozco a este tipo, ni tampoco he escuchado esos
nombres. Fui despedido de mi trabajo con una buena paga —explica
Michael, como si hubiera tenido que contar esta historia antes—. Supe
de este lugar por mi primo. Dijo que tienes los mejores coños aquí, así
que pensé que podría venir a mirarlos primero. Es decir, quería ver a las
chicas primero. No quería gastar mi dinero en alguna prostituta vieja y
seca.
Así que esta es la historia que ha estado contando. Debe haber
tenido el dinero que le di cuando Andreas y sus tipos lo encontraron, era
15
mucho dinero. Demasiado para que una persona promedio lo tuviera
consigo. Pero suficiente si estuviera planeando rentar a una o dos de las
chicas de Julio Perez. El único problema es que las personas con
conocimiento que se encuentran en el mercado también saben que no
pueden simplemente aparecer en el lugar de Julio. Eso también es
suicidio.
Teo cambia su agarre en el rifle de asalto que está sosteniendo, ya
que tiene el mismo pensamiento. Julio asiente hacia él, considerándolo.
Tal vez no creyéndole, pero definitivamente considerándolo.
—¿Quién es tu primo, hombre? ¿Es alguien que viene aquí
seguido?
Esta es una pregunta importante. Si Michael se niega a decir el
nombre de su primo, está muerto. Si Michael le dice un nombre falso y
Julio sabe que miente, está muerto. No tengo ni idea de cómo saldrá de
esta. Me enderezo un poco en mi asiento, preparándome. Si veo que Julio
o Teo toman sus armas, estaré de pie y atacando antes de que puedan
empezar a disparar.
Con suerte.
Michael todavía no se ve molesto por la situación. Debo admitir,
sabía que Michael era una piedra dura, pero puedo ver el lento y
constante pulso de los latidos del corazón en su cuello y es jodidamente
apenas visible. Incluso yo me encontraría sudando un poco si estuviera
en esta situación, mirando el cañón de un arma capaz de acribillarme
con agujeros en menos de dos segundo.
—Bueno, mi primo es un cliente regular. Podría decirte su nombre
real, pero no creo que se sintiera impresionado.
Julio es quien no se encuentra impresionado.
—Ahora no es el momento de estar jodiendo, ese. Por favor
entiende… estás a punto de recibir un disparo en la cabeza y de ser
enterrado en un lugar muy poco placentero. Te invito a actuar en
consecuencia.
Michael sonríe ante eso.
—Entonces supongo que debo tomar tu invitación. El nombre real
de mi primo es algo que no puedo compartir contigo, pero reconocerás el
sobrenombre Rebel, ¿no?
Julio jadea como si Michael le acabase de dar un golpe en el
estómago. Se dobla por un momento, tratando de recuperar su aliento.
Teo reacciona a la sorpresa de Julio bajando el seguro de su rifle de
asalto, dando un paso adelante, y haciendo un sonido de tos nerviosa en
el fondo de su garganta. Quiere dispárale a Michael, o al menos quiere
saber si Julio quiere que le dispare a Michael. Inmediatamente Julio
gesticula con la muñeca para que retroceda.
—¿Eres el primo de Rebel?
Michael sonríe ampliamente, ojos rápidos y bastante divertidos.
16
—Su padre es mi padrino, también, si eso no es suficiente para ti.
—¿De casualidad le mencionaste esto a Andreas cuando te trajo
aquí abajo? —Julio se torna de un color verdoso. Su rostro cubierto de
un considerable brillo de sudor, que solo se suma al mal color, haciéndolo
lucir decididamente mal.
—No preguntó. —Michael levanta los hombros y las cejas al mismo
tiempo, el epítome de la indiferencia—. Parecía más interesado en usar
sus puños sobre mí. No hubo mucho tiempo para hablar.
He estado sentado a través de todo este intercambio en el borde de
mi asiento. Afortunadamente, Teo y Julio están completamente
distraídos por el anuncio de Michael como para prestar atención a mi
reacción. Y honestamente, no tengo idea de cómo se supone que debo
reaccionar. Michael es un idiota. Es un imbécil de grado A del más alto
nivel por estar mintiendo sobre algo así. Lo siguiente que sucederá es que
Julio llamará a Rebel y le preguntará si tiene algún familiar en el área
que podría aparecer sin avisar en su puerta. Este es el punto donde Rebel
le dirá a Julio:
—¡No! ¡Por supuesto que no! Mejor mata al cabrón mentiroso solo
para cubrirte el culo.
Rebel es el tipo de persona con la que no quieres cruzarte. El tipo
de hombre ante el cual los jefes de pandillas tiemblan en sus botas. El
tipo de hombre que tiene el poder suficiente para cerrar en los Estados
Unidos cualquier operación individual, legal o ilegal, que considere
conveniente. Jefe de la pandilla de motociclistas más grande de
California, Washington y Oregón combinados, Rebel también resulta ser
el mismo vil pedazo de mierda que intentó comprar la virginidad de
Sloane a Eli hace dos años. Es un hijo de puta violento. Aún más violento
que yo. Tiene una inclinación por las chicas en el comercio de pieles, las
compra o las contrata y luego tienden a desaparecer. Por eso intervine
cuando me enteré de Sloane. Y Michael acaba de afirmar que está
relacionado con el tipo.
¿Puede empeorar esta situación? Probablemente no. Julio no
parece saber qué hacer consigo mismo. Se inclina hacia atrás,
rascándose la barriga. Se sienta hacia adelante de nuevo, frunciendo el
ceño.
—¿Entonces, cómo propones que lo verifique? Porque esa es una
afirmación de locos, ese. Si me estás mintiendo, sabes que no puedo
matarte ahora. Tendré que hacer que mis muchachos te saquen la mierda
a golpes, y luego tendré que hacer que te traigan de vuelta de entre los
muertos de nuevo para que Rebel pueda matarte por usar su nombre.
Mierda, tiene razón. Tiene toda la razón. Rebel indudablemente
querrá matarlo personalmente. Sin embargo, Michael ni siquiera
parpadea ante la descripción de lo que le sucederá si se ve atrapado en
esta mentira. Está más tranquilo que nunca. 17
—Te diré qué, señor Pérez —dice Michael, su voz mezclada con la
falta de respeto suficiente para hacerme temblar—. ¿Por qué no tomas
una foto de mi rostro deslumbrantemente guapo y se la envías a mi
primo? Te dirá directamente si compartimos sangre.
Julio rechina los dientes en protesta mientras piensa en esto.
Finalmente, decide que esta es la única forma de confirmar lo que Michael
le dijo. Toma una foto con su celular y escribe un breve mensaje, luego
su celular hace un sonido de tintineo: Enviado.
Los siguientes minutos son brutales. Julio tiene el teléfono celular
sobre su rodilla, mientras mira a Michael. Puede que esté gordo y que
esté envejeciendo ahora, pero no hay duda de la amenaza en sus ojos.
Siempre he sabido que en algún momento moriré de una manera
bastante espeluznante, solo puedes esquivar las balas durante un tiempo
antes de que una de ellas finalmente golpee algo vital, pero debo admitir
que nunca pensé que sería en un burdel mexicano. Y nunca pensé que
estaría experimentando tanto miedo por la seguridad de la mujer que
dejaría sola en medio de ellos si llego...
Una luz blanca brillante ilumina la pantalla del celular de Julio, y
casi salta de su pierna cuando comienza a vibrar. Él está llamando. Rebel
realmente está llamando. Un texto lo habría hecho. Un breve mensaje
para hacerle saber a Julio que lo están engañando. Pero no. ¿Una
llamada telefónica? ¿Qué demonios significa eso?
Michael mira el teléfono con una ceja levantada.
—Si conoces a mi primo, señor Pérez, entonces sabrás lo poco que
le gusta que lo hagan esperar.
Una sospecha furtiva comienza a desarrollarse en la parte posterior
de mi cabeza. Simplemente no hay manera. De ninguna manera Michael
estaría tan seguro de sí mismo en este momento. No a menos que... a
menos que...
—Rebel, mi amigo. —Julio responde la llamada con cautela, como
si estuviera trabajando para llegar a la misma conclusión que yo—. Estás
bien, ¿eh? Lamento molestarte con tal...
La voz baja y retumbante en el otro extremo de la línea lo
interrumpe. Los ojos de Julio se ven grandes y redondos mientras
escucha, golpea distraídamente el costado de su silla con los dedos de su
mano libre. Teo también está nervioso. Sigue mirando a Michael y luego
a mí, claramente esperando que cualquiera de nosotros aproveche esta
oportunidad para atacar a Julio cuando está distraído.
Independientemente de si estos tipos creen que Michael y yo no nos
conocemos, claramente tampoco confían en mí.
—Bueno, no ordené eso, mi amigo, te lo aseguro. Soy... —Julio
cierra los ojos y exhala bruscamente. Se pellizca el puente de la nariz con
dos dedos—. Lo sé. Soy... —No parece que Rebel esté de humor para dejar
que Julio termine una palabra. Las mejillas de Julio pierden color
mientras continúa escuchando lo que el hombre del otro lado de la línea
tiene que decir—. Sí, estoy de acuerdo, mi amigo. Estoy totalmente de 18
acuerdo. Es inaceptable...
Un rugido amortiguado brota de los altavoces del teléfono celular,
y luego... nada. Julio baja el teléfono para mirar la pantalla. Como no
está acostumbrado a que la gente le cuelgue, la expresión de su rostro
indica que no puede creer que realmente le haya sucedido.
—¿Cómo está mi primo, señor Pérez? —pregunta Michael.
Entonces es verdad. No puedo creer que Michael haya estado
guardando esa mierda bajo llave durante tanto tiempo. ¿Y por qué
demonios ha estado trabajando para mí cuando sería un gran problema
en la organización de su tío? El bastardo presumido hace un buen trabajo
al ocultar la sonrisa que está desesperada por salir y florecer en su rostro,
pero el tono de su voz es demasiado satisfecho para ocultarlo. Julio es el
tipo de persona que mata a alguien por ser una mierda arrogante, sin
embargo no mata a Michael. En su lugar, inhala profundamente,
pensativo, deja el teléfono a un lado.
—Estaba definitivamente molesto ante la cara golpeada de su único
sobrino —dice lentamente. Mira hacia Michael—. Debo disculparme por
el mal trato que has recibido de las manos de mis hombres. Si hubiese
sabido, entonces…
Michael solo asiente.
—Un pequeño mal entendido, estoy seguro. —Sostiene las manos
en alto, haciendo un gesto con la barbilla hacia las restricciones—.
Asumo que no tienes problema en remover estas, ¿no? Están un poco
apretadas.
El rostro de Julio se vuelve morado. Con horror, vergüenza o enojo,
no lo sé, pero señala a Teo.
—Desátalo.
Teo, el empleado siempre complaciente, obedece sin parpadear.
Michael masajea sus muñecas, esa mirada petulante todavía en su
rostro.
—Me pregunto —dice—. ¿Si tienes un baño que pueda usar? He
estado aquí abajo por tres días. Una ducha no estaría mal.
La mayoría de los hombres huirían por sus vidas después de
escapar de una terrible experiencia en el sótano de Julio Perez, pero no
mi hombre. Por el brillo en sus ojos, parece estar decidido a quedarse. La
papada de Julio se tambalea; Está enojado después de todo, pero no
puede decir una palabra acerca de Michael tomándose libertades.
—Por supuesto, amigo mío. Por supuesto. —Se pone de pie y señala
hacia la puerta, todavía estremeciéndose con lo que solo puedo imaginar
que es una afrenta.
Michael está por seguirme, pero primero se vuelve hacia mí.
Extiende la mano.
—Lamento escuchar sobre tus problemas, hombre. Si necesita
ayuda con este tipo Charlie Holsan, házmelo saber. Estoy seguro de que
19
podría tirar de algunas cuerdas.
Quiero golpear al descarado imbécil en la cabeza. Si hubiera sabido
que era el primo de Rebel, podría haberle pedido que intentara tirar de
esas cuerdas hace un tiempo. Quizás no, sin embargo. Bailar con Rebel
es como bailar con el diablo. No quisiera deberle nada al hombre.
Estrecho la mano de Michael, apretando mucho más fuerte de lo
necesario. A cambio, Michael me brinda una sonrisa inocente y sale de
la sala de exterminio de Julio como si acabara de pasar un fin de semana
en el hotel Ritz.
3
Sloane
Traducido por Emotica G. W, RRZOE,
astrea75 & Veritoj.vacio

—¿Qué demonios fue eso?


Cuando Zeth regresa a la habitación más tarde ese día, no luce
feliz. De hecho, está furioso. Ha tenido casi ocho horas para calmarse
desde que estuvimos en la oficina de Julio esta mañana, debe haber
estado ansioso por encontrarme y castigarme desde entonces. Entra
airado a la habitación y se para frente a mí, donde estoy acostada boca
abajo sobre la cama, teléfono en mano. Se inclina, colocando las manos
a cada lado de mí, fulminándome con la mirada con un nivel de
intensidad que hace que se me ponga la piel de gallina.
—¿Qué estás haciendo, Sloane? 20
—Estoy enviándole un mensaje de texto a mi papá para
asegurarme de que tu amiga todavía esté viva. ¿Eso te parece bien?
La ira se desvanece temporalmente de sus ojos.
—¿Y lo está?
—Sí.
—Dame el teléfono.
—¿Qué?
—Dame el teléfono. —Intenta quitármelo de la mano, pero me
siento derecha, sosteniéndolo protectoramente contra mi pecho.
—No lo creo. Ya me harté de que me robes el teléfono.
—Sloane, solo... —Se detiene. Se frota el rostro con las manos y
luego la cabeza, gruñendo profundamente en la garganta—. Solo dime
qué ha estado haciendo.
—Ha estado ayudando a mi papá a prepararse para el campamento
juvenil de su iglesia.
Se le cae la expresión de la cara. Bien podría haber estado hablando
swahili; claramente no comprendió una palabra de ello.
—Lo siento, ¿lo puedes repetir?
—Campamento. Juvenil. De la iglesia. —Esas son las cinco
palabras que importan, creo. Tampoco le he dicho que mi padre, en
realidad, está planeando llevarse a la chica con él al campamento. No sé
qué tan bien le caerá.
—¿Y ella está de acuerdo con eso? —pregunta Zeth.
—Dice que lo está en el mensaje de texto que me envió.
—¡Oh, Dios mío, solo dame tu maldito teléfono! —Se abalanza en
su búsqueda nuevamente y esta vez se lo dejo. Parece genuinamente
preocupado por la chica y que yo lo esté molestando solo empeora las
cosas. No debería hacerlo. Debería estar haciendo todo lo posible para
calmarlo después del truco que hice antes, pero en cambio tengo ganas
de provocarlo. Enfadarlo un poco más. Ver justo hasta dónde puedo
presionarlo. El problema es que aún estoy enojada con él. Todavía
enfadada por esta mañana cuando mostró un lado de sí mismo que
simplemente nunca pensé que podría existir. Un lado dulce, vulnerable
que me hizo doler el pecho. "Me estás confundiendo". Eso fue lo que me
había dicho cuando me permitió acariciarle la espalda, el cabello. Cuando
se había aferrado a mí, todavía en mi interior, después de haber
terminado de tener sexo loco y enojado. Y luego había vuelto a arrastrar
rápidamente ese lado de sí mismo al calabozo frío, húmedo y oscuro
donde claramente lo mantiene encerrado y ha vuelto al modo imbécil. Y
sé que no lo imaginé. Zeth Mayfair sí tiene un lado vulnerable.
Lo observo mientras se desplaza a través de mis mensajes a Lacey 21
y a mi padre, observando sus reacciones. Sé lo que está leyendo:
Lacey: Solía gustarte mucho el rosa, ¿eh?
Yo: Síp. También solía gustarme nsync y dungarees.
Lacey: Sí. Tu mamá me mostró fotos.
Yo: ¡Ella se niega a dejarme superar la vergüenza! Voy a quemar
esas fotos.
Lacey: No lo hagas. Estará devastada. Es realmente encantadora.
También tu papá. Hoy me tuvo armando carpas con él todo el día.
Yo: Asegúrate de que no te use para trabajos de esclavo, Lace. Si lo
dejas, solo avísame y enviaré un rescate, ¿está bien?
Lacey: Está bien. Me gusta. Es divertido. ¿Saluda a Zee por mí?
Y luego, por supuesto, están los mensajes de mi papá.
Dr. Sloane, MD: Tu madre la sorprendió llorando en el baño esta
mañana. No me dijiste así que no husmearé, ¿pero esta chica parece un
poco devastada?
Yo: Un poco, sí. Pero por favor, no vayas a intentar arreglarla. Ya
está viendo a alguien para eso.
Dr. Sloane, MD: Bueno, no parecen estar haciendo un buen trabajo.
Yo: Solo mantenla ocupada, ¿de acuerdo?
Dr. Sloane, MD: Ya estoy en eso, chiqui.
Solo agradezco a la suerte que Lacey no escribió, saluda a mi
hermano en lugar de a Zee en su mensaje. Sería una forma bastante dura
para que él descubriera la verdad, que la joven que ha estado cuidando
durante los últimos seis meses es en realidad su pariente de sangre. Su
hermana. Zeth luce adorable mientras frunce el ceño ante mi teléfono,
volviendo a leer los mensajes de texto. Adorable de una manera
aterradora.
—¿Intentará convertirla? —pregunta.
Me encojo de hombros
—Puede que le pregunte en qué cree. Aunque no presionará. Él no
es así.
Zeth solo asiente ante esto. No puedo decir lo que está pensando.
Se ha retirado a algún lugar en lo profundo de sí mismo; en algún lugar
donde me costará llegar a él. Y luego, justo con la misma rapidez, parece
darse cuenta de lo que ha sucedido y sale a la superficie nuevamente,
arrojándome el teléfono.
—No respondiste mi otra pregunta. ¿Qué demonios pensaste que
estabas haciendo esta mañana?
Estoy empezando a pensar que este tipo es bipolar. Cambia tan
salvajemente de una actitud a la siguiente. No lo vi al principio. Solo
parecía arrogante y enojado todo el tiempo, pero he comenzado a darme 22
cuenta de algo; esas emociones negativas son sus anclas. Evitan que se
vaya a un lugar al que no quiere ir. ¿Tal vez el lugar al que se fue justo
ahora? Y me pregunto, ¿sabe que ha desarrollado este mecanismo de
defensa? Sinceramente lo dudo.
—Julio sabía que no era una prostituta, Zeth. No tenía sentido
mentirle al respecto.
—Entonces le mientes sobre mí en su lugar. Me conoce. Sabe que
yo nunca... —Comienza a pasearse, trabajando en desgastar el piso
pulido hasta hacer un agujero. Su expresión es tormentosa y tensa.
—¿Nunca harías qué?
—Nunca me sometería a una mujer. No así.
—Eso es una mierda. Me dijiste que te poseyera la primera vez
que...
Zeth levanta una ceja divertida hacia mí.
—¿Follamos? Ves, ni siquiera puedes decirlo. Es por eso que te dije
que me poseyeras. Porque hacer que lo intentaras simplemente era
demasiado delicioso. Te sientes tan incómoda en tu propia piel. Solo
quería que te liberaras de eso. Si tenía que jugar un poquito contigo, para
que pudieras hacerlo... —Es su turno de encogerse de hombros. Lo
fulmino con la mirada, mi temperatura subiendo.
—No me siento incómoda en mi propia piel. De nosotros dos, tú
eres el que no está cómodo en su propio cuerpo.
Una amplia sonrisa se extiende por su hermoso rostro,
increíblemente molesto.
—¿Me has visto, encanto? Me veo como un jodido modelo de
Abercrombie y Fitch.
Oh, el presumido, presumido bastardo.
—¡No, no lo haces! Te ves como un jodido criminal. Y eres un jodido
criminal.
—¿Un criminal que modela para Abercrombie y Fitch?
—¡Urgh! —Contemplo el arrojarle mi teléfono, pero luego lo pienso
mejor. Le lanzo una almohada en su lugar, lo cual no es tan satisfactorio
como lo habría sido el teléfono cuando golpea su cabeza. De todos modos,
está demasiado ocupado riéndose de mí para que le importe. De repente
me doy cuenta de lo que está haciendo. En realidad, está riendo. Riendo,
como una persona normal. Mi ira se desvanece. Me siento en silencio,
atónita por lo sorprendente que es el momento.
Levanta la almohada del piso a sus pies, todavía riéndose un poco
entre dientes. La arroja de nuevo a la cama, sin darse cuenta de la
reacción que ha causado en mí. Cómo me ha puesto completamente a la
defensiva.
—Bueno, independientemente del por qué, nos has puesto en una
23
poderosa situación jodidamente incómoda ahora, Sloane Romera.
Debiste haberme disparado y haber terminado con eso.
—¿Qué?
Se pasea hasta el vestidor donde esta mañana guardó su bolso de
lona negra, y sorpresa, sorpresa, saca la maldita cosa otra vez. Me
comienzan a sudar las palmas al verla.
—Tenemos que descubrir cómo hacer que Julio crea que tienes
tantas agallas como pretendiste tener, de lo contrario, los dos estaremos
en un montón de jodidos problemas, ¿o no? Ya sospecha jodidamente de
mí. Especialmente ahora que sabe que Michael no está aquí espiándome
para Charlie.
—Espera, ¿qué? ¿Michael está aquí? ¿Tu Michael?
Zeth resopla, llevando su bolso negro a la cama y abriéndolo a mi
lado.
—Se ha registrado en la habitación a dos puertas de nosotros.
Pavoneándose como si fuera el dueño del lugar.
—No entiendo.
—No es necesario. —Los niveles de diversión de Zeth parecen
haberse nivelado nuevamente. Se da vuelta para mirarme,
aparentemente terminó de jugar con su bolso de trucos—. Todo lo que
necesitas hacer es sacar algo de este bolso y usarlo conmigo. Y hacer que
me lo crea.
—Uhh...
—Hazlo. Ahora mismo.
—Yo... no puedo. No es tan simple, Zeth. No puedo decidir…
Se abalanza hacia mí, tapándome la boca con una mano.
—Deja de hablar. —Se sube a la cama, se cierne sobre mí, su rostro
a solo un centímetro del mío—. Deja. De. Hablar. Comienza. Ahora.
A pesar de sus palabras, puedo ver en sus ojos que no cree que
pueda hacerlo. Esto es exactamente lo mismo que cuando me pidió que
lo poseyera: piensa que soy demasiado consciente de mí misma para
hacerlo. Es muy cierto, pero también es muy molesto. ¿Quiere que
empiece? Bien. Voy a darle lo que quiere. Ya sé que no le gustará lo que
haré a continuación. Aún me está cubriendo la boca con la mano, así que
inclino la cabeza hacia un lado y aprieto los dientes sobre su dedo índice,
mordiéndolo.
—Sloane.
Muerdo más fuerte, mirándolo directamente a los ojos. Tuerce la
boca, pero no dice nada más. Tengo que liberarlo para la siguiente parte.
Tiene pequeñas marcas rojas en el dedo cuando retira la mano; eso me
hace sonreír por dentro, demasiado feliz de haberlo marcado por una vez. 24
—Quítate de encima —le ordeno.
Entrecierra los ojos.
—¿Por qué?
—No hagas preguntas. Haz lo que te digo.
Me sonríe, lobuno y peligroso. Quito la sonrisa de su rostro cuando
lo abofeteo con la palma abierta. Con fuerza. Se ve momentáneamente
aturdido.
—¿Necesitas que te lo repita? —le pregunto. Me arden tanto las
mejillas que debo verme ridícula, roja brillante y nerviosa, especialmente
con mi pecho subiendo y bajando tan rápido. Sin embargo, Zeth no está
mirando mi pecho o mis mejillas. Me está mirando directamente a los
ojos, paralizado. Puedo verlo en guerra consigo mismo por lo que le acabo
de hacer. Odia que lo abofetee. Odia que arremeta contra él de cualquier
manera; ya lo sé por experiencia. Y sin embargo, esto es obra suya. No
puede reaccionar. Me ha dicho que lo haga.
Se endereza lentamente, todavía mirándome. Una vez que se ha
alejado, me siento y salgo de la cama, tratando de no dejar que mis
nervios se apoderen de mí. Puedo hacer esto. Puedo hacerlo si no me dejo
entrar en pánico, ni siquiera por una fracción de segundo. Si lo hago,
nunca recuperaré mi determinación. Una parte de mí simplemente se
pregunta cuánto pagaré por esto más adelante.
La bolsa ya está abierta. La separo para poder ver mejor el interior,
y casi lo pierdo allí mismo. Nunca había visto algo así en toda mi vida.
Hay en parte un sex shop, en parte una ferretería allí dentro. Conociendo
a Zeth, no tengo idea de cuál de esas tiendas provienen los rollos de flejes
o los cuchillos envainados y francamente tengo miedo de descubrirlo. Hay
otras cosas allí: mordazas, esposas, trozos de cuerda, un elegante
vibrador plateado con forma de bala que parece nuevo. Además de todo
eso, hay un plumero, un arma y lo que sospecho que es un Taser. El rollo
de cinta adhesiva realmente termina todo para mí.
No me atrevo. ¿Con quién demonios estoy tratando aquí? Este es
un claro recordatorio de que Zeth es mucho más oscuro que cualquier
otra persona que haya conocido. Mucho más peligroso. Nunca ha
pretendido ser otra cosa, me recuerda una pequeña voz en mi cabeza.
Levanto la vista para encontrarlo mirándome de cerca, con las manos
apretadas a los costados. Es casi como si... casi como si lo hubiera hecho
a propósito. Me ha hecho mirar en la bolsa. Para que vea quién es él.
Debe pensar que voy a correr. Literalmente debe estar esperando que
suceda. Sin embargo, no soy así. No ahora, al menos. Tal vez volveré a la
reservada y tímida Sloane tan pronto como recupere a Alexis, pero hasta
entonces...
Recojo el arma.
—Levántate.
Zeth no podría verse más sorprendido si ya le hubiera disparado 25
con la cosa.
—Sloane...
—Dije que te levantes —Reviso el clip, quito el seguro y luego
apunto directamente a su pecho. Todavía estoy jadeando como una loca,
aún con la cara enrojecida, pero puedo sentir algo cambiando dentro de
mí. Ya no estoy nerviosa. No con esta arma en la mano. Zeth se levanta
lentamente, sin apartar sus ojos de mí.
—Cuando te dije que sacaras algo de la bolsa…
—Sí, lo entiendo. No esperabas que escogiera esto. Ahora quítate la
camisa.
Lo hace, deslizando la ropa sobre su cabeza rápidamente, como si
no quisiera quitarme los ojos de encima ni por un segundo. Quiero
tomarme un momento para apreciar la belleza del hombre semidesnudo
frente a mí, pero no puedo dejar que sepa lo que me hace. En lugar de
eso, apunto con la pistola a sus pantalones y levanto las cejas. Él me
entiende, esos también. Se quita los zapatos y se saca los pantalones,
todo sin apartar la mirada.
—¿Y ahora qué? —pregunta.
—Cállate. Ven aquí. —Camina alrededor de la cama y se para
delante de mí en sus bóxeres. Está tratando de intimidarme con su
tamaño, pero no funcionará. No esta vez. Debe ser una sorpresa para él;
tengo la sensación de que ha confiado en su estatura para asustar a
muchas personas durante mucho tiempo. Le quitaré esa ventaja—. Ponte
de rodillas. —Esta orden hace que se detenga. No creo que haya planeado
que las cosas fueran de esta manera. Ni un poco. No lo hace de inmediato.
Empujo el cañón de la pistola en su pecho, presionando lo suficiente
como para marcar la piel y los músculos. Entiende la idea.
Se arrodilla.
—Ahora pon las manos detrás de la espalda.
Obedece también. Lo rodeo, todavía apuntando con el arma hacia
él, hasta que alcanzo su bolso. Saco la cinta adhesiva a continuación. Mi
corazón está martilleando cuando corto un trozo, y me tiemblan las
manos como locas mientras le ato las muñecas. Sigo esperando que aleje
las manos y me agarre, pero no lo hace. Me deja hacerlo, aunque su
respiración se ha acelerado un poco, llegando más rápido y más fuerte.
Me quedo detrás de él, tomándome un momento para
recomponerme. Sé lo que le voy a hacer. Sé exactamente lo que haré, y la
perspectiva es a la vez emocionante y aterradora. Extiendo la mano y le
entierro mis dedos en el cabello de la nuca, agarrándolo y empujando su
cabeza hacia adelante. Él gruñe, pero no reacciona. No hasta que
presiono la pistola contra la parte posterior de su cabeza. Deja de
respirar. Sé que tiene los ojos abiertos porque sus pestañas largas y
oscuras son visibles en el ángulo inclinado en que le sostengo la cabeza,
pero no parpadea. No se mueve. Solo está mirando al piso, conteniendo
la respiración. 26
—Dime lo que sientes —exijo.
Zeth resopla por la nariz.
—Oh, ¿en serio? ¿Compartiremos nuestros sentimientos? ¿Ahora?
Vamos, Sloane.
Preparo el arma.
—¡Mierda! Bien. De acuerdo. Bueno, supongo que podrías decir que
me pregunto si me vas a volar la cabeza. ¿Feliz?
—Excelente. Eso es lo que estás pensando. ¿Cómo te hace sentir?
—¿Qué demonios?
—Estás arrodillado en el piso con una pistola presionada en la
nuca, preguntándote si estás a punto de morir. No me digas que no
sientes nada, Zeth.
—Muy bien, me estoy jodidamente cagando en los pantalones.
Estoy perdiendo mi mierda. ¿Eso es lo que quieres oír?
—Sí.
Deja escapar una risa mordaz.
—Maravilloso. Me alegro de no ser el único sádico en esta relación.
—No soy sádica. Y tú tampoco.
—Entonces, ¿qué coño estás haciendo, Sloane? —Suena
exasperado. Completamente al final de su genio. Guardo el arma de
nuevo en la bolsa, recordando rozar el seguro primero, y luego me
arrodillo detrás de él. Cuidadosamente acaricio con la punta de los dedos
el camino definido entre sus omóplatos, disfrutando mucho la forma en
que tiembla ante mi toque. Desde allí, paso los brazos sobre los suyos
para poder acariciarle el pecho y los abdominales. Estoy tan cerca de él,
mi pecho presionado contra su espalda. Su piel todavía huele a aire libre
y el ligero aroma a sudor masculino. Él es increíble. No puedo evitarlo;
Presiono cuidadosamente mis labios en su espalda, cerrando los ojos.
—Dios, Sloane —susurra. Nada más. No me pregunta nada.
Simplemente tiembla mientras paso los dedos por los planos de su
estómago y hacia abajo, hasta la parte superior de sus muslos. Le beso
los hombros, pasando la lengua sobre su piel caliente, lamiéndolo y
mordiéndolo suavemente esta vez. No tan fuerte como antes. Me duelen
las rodillas como el infierno, pero vale la pena solo por la forma en que
su cuerpo cobra vida contra mí, temblando y reaccionando a todas y cada
una de las caricias prodigadas.
La ira que acabo de utilizar, viviendo dentro de mí, eventualmente
se convierte en algo más embriagador, sexual y básico. El poder que tengo
sobre él en este momento se siente increíble. Podría hacer lo que quisiera
con él y… siendo realistas, probablemente él podría detenerme. Todavía
está arrodillado donde le dije que lo hiciera porque quiere, no porque lo
estoy obligando. Pero aún… 27
Deslizo mis manos más abajo, y luego aún más abajo hasta
encontrar lo que estoy buscando. Su pene está rígido, presionando contra
sus calzoncillos, rogando por ser liberado. Respira hondo cuando lo tomo
en mi mano y lo aprieto, como lo hizo en su departamento la segunda vez
que me acosté con él. No, no me acosté con él. Tenía razón antes. Lo follé.
—¿Me quieres? —susurro en su oído, rozando mis dientes contra
su lóbulo.
—Sí.
—¿Te comportarás si te dejo jugar conmigo en la cama?
Zeth hace un sonido bajo y gutural en el fondo de su garganta. Su
respiración es rápida ahora; nunca antes había estado así conmigo.
Nunca sentí como si él estuviera completamente perdido en lo que estaba
sucediendo. El control es importante para Zeth. Él siempre está a cargo,
siempre manejando lo que sucede entre nosotros, pero por primera vez
me doy cuenta de que no está manejando nada en este momento. No creo
que se haya dado cuenta todavía.
Me pongo de pie y lo dejo levantarse también. Tiene los ojos
encapuchados por sus párpados medio bajos. Quito el cuchillo de la bolsa
y corto la cinta adhesiva, liberando sus manos. Quiero que él pueda
participar en lo que planeo hacer a continuación. Engancha sus pulgares
en sus calzoncillos y se los quita sin que yo se lo pida. Y luego, ni dos
segundos después de pensar que en realidad se estaba entregando a mí,
me doy cuenta de lo equivocada que estaba. Creo que me he engañado a
mí misma con una falsa sensación de seguridad, porque en realidad estoy
sorprendida cuando él se lanza hacia adelante y me agarra por la cintura.
—¡Zeth!
En menos de un latido, una mirada hambrienta y enojada ha
reemplazado su expresión perezosa y dopada por el sexo. Está encendido,
efervescente de furia.
—Estás jodidamente loca, ¿lo sabes? —Me tiene sobre mis pies,
prácticamente sobre su hombro. Tres largos pasos y luego me arroja con
fuerza sobre la cama. Caigo sobre el colchón con un muy poco femenino
¡ufff! a medida que el oxígeno sale de mis pulmones. Golpeo con los pies,
tratando de levantarme de la cama y alejarme de él, pero no sirve de nada.
Soy todo brazos y piernas, en pánico, y Zeth es un depredador peligroso.
Clava mis brazos sobre mi cabeza antes de que pueda salir de la cama—
. Deja de luchar.
No puedo. Quiero hacerlo, pero mis instintos naturales
continuamente me advierten sobre confiar en un hombre que lleva un
Desert Eagle en su kit sexual, y no puedo evitarlo. Resopla impaciente y
luego baja su peso corporal encima de mí, inmovilizándome efectivamente
en la cama.
—Sloane, deja de pelear conmigo.
—¡Quítate de encima y lo haré! —Lamento haberle apuntado con el
arma. Lo lamento enormemente; No tengo idea de qué tipo de retribución
28
ha planeado, pero estoy segura de que no me va a gustar—. ¡Me dijiste
que lo hiciera, Zeth! ¡No puedes lastimarme por hacer lo que me dijiste!
Se eleva un poco, levantándose para mirarme bien. La ira en su
rostro se ha transformado en otra cosa.
—¿Lastimarte?
—¡Por el arma! —Tengo que quitármelo de encima. Lo necesito. Me
enfrento a él, pero el bastardo no se mueve ni una pulgada. Es un peso
muerto sobre mí.
—¿Qué quieres decir con lastimarte? —Su voz es fría. Distante.
—No… yo… —La incredulidad en su rostro finalmente lo entiende.
No parece que esté dispuesto a matarme. En todo caso, se ve horrorizado.
—Nunca te haría daño, Sloane. ¿Honestamente crees que lo haría?
Una pequeña voz responde inmediatamente que sí, pero no me
pertenece. Realmente no. Pertenece a ese traidor imitador de Pippa que
vive dentro de mi cabeza. Mi pánico disminuye, dejándome exhausta
debajo de él. Dejo de luchar.
—No. Yo…
Sin embargo, Zeth ve el parpadeo de la duda en mis ojos antes de
que pueda controlarlo. Su mandíbula se tensa.
—¿Alguna vez te he levantado una mano? ¿Alguna vez he...? —Se
apaga, exhalando bruscamente. Aparta la mirada por un segundo, y
cuando se vuelve hacia mí, su mirada es inquebrantable y me atraviesa—
. No lastimo a las personas que no pueden defenderse. No lastimo a las
chicas y nunca te lastimaré.
—Lo siento, no debería haber dicho eso. —Pero mientras lo digo, la
voz de Pippa está de regreso y en una misión. ¡El tipo te está clavando en
la maldita cama, Sloane! ¡Ahora mismo! ¿Qué demonios te pasa? Es casi
como si Zeth también pudiera escuchar esa voz. Con cuidado, se levanta
un poco, eliminando la mayor parte de la presión que ejercía sobre mí
con su cuerpo. Mantiene bloqueadas mis muñecas sujetándolas con las
manos, pero la tensión se alivia un poco, haciendo que me palpiten los
dedos dolorosamente mientras la sangre se precipita hacia ellos.
—Podría evitar que te vuelvas loca en alguna ocasión, Sloane, pero
nunca te haría daño así. Pensé que lo sabías.
He recuperado mi calma ahora. No está demasiado enojado por el
arma, puedo verlo, pero tampoco está demasiado contento conmigo.
—Solo pensé…
—¿Que te arrancaría la cabeza por amenazar con matarme? Sí,
bueno... —Se mueve ligeramente, presionándome de nuevo. La sutil
transferencia de peso parece despertar a mi cuerpo; Me doy cuenta de
que tengo las piernas abiertas, las rodillas dobladas, los pies planos
contra el colchón, y el enorme y poderoso cuerpo de Zeth se encuentra
29
entre mis piernas. Y él está desnudo. No es tímido con su cuerpo, no tiene
absolutamente ninguna razón para serlo, pero su confianza es más
profunda que una simple conciencia de su físico. Es otra cosa. Algo que
todavía no he podido identificar. Sea lo que sea, todavía está acostado
sobre mí y solo están la tela de mis vaqueros y mi camiseta que actúan
como una barrera entre nuestra piel. Zeth hace un sonido retumbante en
el fondo de su pecho, como si hubiera estado esperando que notara
nuestra posición enredada.
—No, que amenazaras con matarme no era exactamente lo que
esperaba —dice—. Pero te veías increíblemente sexy con una pistola en
la mano. ¿Sabes cómo usarla correctamente?
—Sí.
—Entonces eso es aún más sexy. —Baja la cabeza y me roza la piel
del cuello con los dientes, sorprendiéndome. El calor de su aliento hace
que mi piel se erice en carne de gallina, corriendo por mis brazos y
piernas, así como en el área sensible debajo de la oreja. Se me tensan
los pezones automáticamente. Mi cuerpo está muy por delante de mi
cabeza en este momento. Todavía estoy tratando de aceptar el hecho de
que acababa de tener a Zeth Mayfair a punta de pistola, y se sentía bien,
pero mi cuerpo anhela su toque. Queriendo sentirlo en todas partes a la
vez. Hace unos momentos, el peso de Zeth sobre mí se sentía como una
prisión, y ahora... ahora quiero que me asfixie con su cuerpo, para que
lo único que pueda respirar, ver, sentir y oler sea a él. Creo que hay algo
mal conmigo.
—¿Tienes más ideas sobre cómo harás para convertirme en tu
perra? —murmura. Siento las palabras formándose y vibrando a través
del fuerte y grueso pecho, enviando escalofríos a través de mí,
profundamente en mis huesos.
—No. —No puedo dar solidez a mi voz. Sueno sin aliento. Tan débil.
—Bien. Porque no vas a poder amenazarme con más armas
mañana por la noche. Y además… —agarra al dobladillo de mi camiseta,
levantándomela bruscamente con su mano libre—, te gusta más esto,
¿no? Te gusta obedecerme. Te gusta sentirte indefensa. Te gusta sentir
ese goteo de miedo, iluminando tu interior. Te hace sentir viva.
Tiene razón. Siempre la tiene. Odio que la tenga, pero también nos
ahorra muchos problemas. Me he sentido en control de mi propia vida,
disfruto de mi trabajo, pago mis cuentas, mantengo mi mierda limpia y
ordenada, y sin embargo no he tenido que tomar una decisión importante
en un tiempo. No he tenido que elegir enfrentarme a algo que cambiaría
las cosas enormemente para mí. Y elegir continuar lo que sea que esto
sea con Zeth, elegir seguirlo hasta Los Ángeles para encontrar a mi
hermana, elegir dejar que me toque, que me lama y chupe y me muerda
la piel, que lo obedezca, eso es lo que me ha hecho sentir que realmente
estoy viviendo.
Zeth tira hacia abajo la copa de mi sujetador negro, exponiendo mi
30
pecho. Se da un festín con los ojos ante la extensión de piel pálida que
ahora tengo en exposición, mirando con hambre la areola rosa pálida de
mi pezón. Hace ese delicioso sonido con la lengua en la parte posterior de
la garganta, como un animal hambriento, y luego se agacha y se lo lleva
a la boca. Al principio pasa la lengua por todas partes, jugando con el
capullo apretado, pero luego usa los dientes, pellizcando lo
suficientemente fuerte como para hacerme arquear la espalda en una
mezcla de placer y dolor.
—¿Me quieres dentro de ti, chica enojada? —Baja el otro lado de
mi sostén, liberando mi otro pecho, y entonces traza con la lengua hasta
la hinchazón de mi carne y lo toma en la boca, también. Se me escapa
un suspiro entrecortado, alborotando su cabello corto y despeinado.
—Sí. Te quiero en... dentro de mí.
Se ríe, aparentemente disfrutando de mi respuesta aturdida, y
luego se inclina hacia adelante, apretándose totalmente contra mí. Su
polla es acero endurecido que presiona contra mi muslo interior. Respiro
rápidamente, cerrando los ojos. Lo quiero. Quiero sentir su piel contra la
mía. Quiero sentir su polla rozando mi clítoris tan fuerte que la empujo
hacia atrás, levantando mis caderas para encontrarme con él.
—¿Tienes hambre, Sloane? Me quieres tanto, ¿eh? —Una sonrisa
lenta y prolongada se extiende como la miel en su rostro. La mirada en
sus ojos envía una ola de adrenalina y endorfinas corriendo por mi
cuerpo, impactando mis terminaciones nerviosas. Necesito estar
desnuda. Necesito estar desnuda ahora mismo. Intento comunicárselo,
pero todo lo que sale de mi boca es un gemido frustrado. Los ojos de Zeth
se dilatan, concentrándose en mí. Se muerde el labio inferior, su
respiración se hace más rápida, como si disfrutara de ese tipo de reacción
de mi parte. ¿Lo hace? ¿Puedo inspirar en él la misma reacción loca que
él inspira en mí cada vez que me muerde el cuello o me besa la piel?
Se empuja contra mí y dejo escapar un jadeo, tal vez un poco más
fuerte de lo necesario, pero aun así genuino en sus orígenes; se siente
increíble cuando hace eso. Me palpita el coño, desesperada por que lo
toque, y aun así estoy completamente vestida. Es una maldita parodia.
La sonrisa de Zeth se contrae. Sé que sabe que ese último gemido fue
excesivo, aunque no dice nada. En cambio, se balancea sobre sus
talones, con la polla en alto, orgullosa y ansiosa, rozando mi estómago.
Agarra los tobillos de mis vaqueros y luego tira sin siquiera molestarse
en desabrocharlos. No es fácil, pero no parece importarle. Solo está
decidido a sacarlos.
—Voy a intentar algo diferente contigo, Sloane. Y te va a gustar,
¿de acuerdo?
Por la peligrosa inclinación de su voz, estoy convencida de que esta
información debe ser tomada como una advertencia y no como un
consuelo.
—¿Qué vas a hacer? 31
Con un último golpe brusco logra arrancarme los vaqueros de mi
cuerpo.
—Espera y verás. —Mi camiseta es la siguiente. Me agarra de las
caderas y me tira hacia él en la cama, me levanta y me sienta, y luego me
la arranca por encima de la cabeza. Cae sobre mí como un hombre
poseído. Las tiras de mi sostén han caído sobre mis hombros, y mis
pechos aún están libres; tengo los pezones contraídos al máximo, casi
dolorosamente, y palpitan aún más cuando Zeth pone sus poderosas
manos sobre ellos.
—Tus tetas son increíbles —susurra—. Pero quiero verlas arriba.
—Me agarra y me sujeta a él como si no pesara nada. De rodillas, me
agarra de los muslos y se los pone sobre la cadera, indicando lo que
quiere que haga. Estoy muy feliz de complacerlo. Su polla se encuentra
atrapada entre nosotros, atascada entre nuestros cuerpos, y con cada
movimiento que hace, envía una sacudida de placer a través de mí. Me
besa y me lame el pecho, y me agarra fuertemente por la cintura con las
manos mientras se acomoda en una posición sentada conmigo sobre él.
Todavía llevo puestas mis bragas, pero eso no parece molestarle.
Toma cuidadosamente el material, lo junta y lo tira hacia arriba para que
el encaje agrupado aplique la presión más intensa sobre mi clítoris.
—¡Ah!
—Espero que no te gusten demasiado —dice, haciéndolo de
nuevo—. No creo que vayan a durar mucho tiempo.
Ya estoy jadeando. Siento las mejillas sonrojadas; demonios, todo
mi cuerpo se siente sonrojado. Siento como si una parte animal y
primitiva estuviera tomando el control cuando empiezo a balancearme
contra él, inclinándome para que nuestras caderas estén alineadas,
empujando y frotando y moliendo. Junto con el hecho de que él continúa
burlándose de mi ropa interior, tirando de ella con fuerza a medida que
me muevo, empiezo a sentirme ligeramente mareada. Sin aliento.
Delirante. No necesito exagerar el grito que dejo escapar cuando desliza
los dedos bajo el fino material de mis bragas y acaricia el calor resbaladizo
de mi coño. Estoy demasiado lejos para avergonzarme de lo mojada que
estoy. Lo mojada que me ha puesto. Solo lo acepto y me presiono con más
fuerza contra su mano.
Zeth se apoya en un codo y se inclina hacia atrás, acogiéndome,
evaluándome de la cabeza a los pies mientras libero mi cuerpo, dejándolo
hacer lo que quiera. Me inclino hacia adelante y coloco mis manos sobre
mi pecho, trazando con la punta de mis dedos sobre el oscuro derrame
de tatuajes a través de sus pectorales y sus hombros. El morado púrpura
de la cicatriz donde le dispararon justo debajo de la clavícula hace ahora
casi dos meses. Las elegantes y compactas líneas de sus sólidos
músculos. Estoy aprendiendo hasta su última línea, memorizándolas y
disfrutando inmensamente. Me siento borracha por él. La forma en que
se siente debajo de mí; la oscura y penetrante necesidad en sus ojos; sus 32
manos vagando sobre mis caderas, mis pechos, mi coño, por mis muslos.
Y no solo estoy borracha de cerveza por él. Estoy jodidamente borracha
de tequila. Dada vueltas. Muerta. Ciega con lo mucho que lo necesito. Lo
deseo.
—Eres jodidamente increíble —dice con voz ronca. No sé si son solo
mis oídos que funcionan mal, ligeramente ensordecidos por el rugido de
mi propia sangre y nuestros jadeos combinados en busca de oxígeno,
pero él suena borracho, también.
Desliza un dedo dentro de mí y es demasiado. No puedo soportarlo
más. Necesito algo más que sus dedos. Lo quiero todo, enterrado hasta
las bolas, golpeándome hasta que todo lo que vea sean estrellas. Lo
alcanzo e inhalo, un fuego nuevo ardiendo dentro de mí cuando agarro
su polla hinchada. Es enorme, rígida y suave como el mármol caliente.
La sensación de deslizar mi mano por él es la cosa más embriagadora de
la historia.
—Joder, Sloane. —Su cuerpo se contrae, sus músculos están tan
tensos como la cuerda de un arco—. ¡Joder! —Tampoco puede esperar
más. Me agarra, cayendo hacia adelante, así que estoy de espaldas otra
vez y él encima de mí una vez más. No pierde más tiempo. Me penetra,
después, guiándose hacia mí por lo que se siente como una eternidad. La
sensación estirada e hinchada de tenerlo dentro de mí es como una
alteración de la mente, como una droga. Puede sentir cuán urgentemente
lo necesito, debe hacerlo, porque inmediatamente se retira de mí y
comienza a follarme con la fuerza de un tren de carga.
Siento como si me empalaran, es tan duro.
—¡Oh, mierda! ¡Zeth!
—¿Estás bien?—gruñe.
Asiento, clavándole los dedos en la espalda. La aguda mordedura
de dolor lo anima, y se enciende, empujando una y otra vez. Me aferro a
sus hombros, sujetándome a él por la vida, y él... agacha la cabeza y me
besa los dedos. Se siente como si todo se ralentizara. Él... me besó los
dedos. Mierda. La sorpresa de su acción inconsciente no me distrae del
orgasmo que se construye. Se añade a él. Mi cuerpo es un naufragio
tembloroso mientras él continúa impulsándose hacia mí, cada una de
mis sinapsis se dispara independientemente para crear un crescendo de
sensación a través de mi piel.
—¿Qué tan fuerte quieres que te haga correr, Sloane? —jadea Zeth.
—Fuerte. Muy fuerte. Por favor. Por favor. —Creo que esta podría
ser su venganza; si se retira y me deja, sería muy injusto. Pero resulta
que no es lo que tiene en mente. En cambio, desliza su mano por mi
cuerpo y no se detiene hasta que llega a mi cuello. Una vez allí, me pasa
los dedos por la garganta y me aprieta. Lo suficientemente fuerte como
para bloquear el oxígeno.
—¡Zeth! 33
—Aguanta, chica enojada. Te va a gustar, te lo prometo.
Quiero arañar su enorme mano, intentar quitármela, pero la
mirada en sus ojos me hace pensarlo dos veces. No puedo evitar sentir
que esto es una especie de prueba. No lastimo a las chicas, y nunca te
lastimaré. Está viendo si confío en él. Está viendo si le permitiré hacerme
esto sin que me asuste. Médicamente, sé que tengo unos ocho segundos
de conciencia si presiona mi arteria carótida hasta el final. Si continúa
presionando más tiempo, siempre existe la posibilidad de daño cerebral
y muerte. Pero...
No está presionando hasta el final. Sentir esa enorme mano
alrededor de mi cuello es lo suficientemente aterrador como para
hacerme entrar en pánico, pero ahora puedo sentir lo que está haciendo.
Y no va a matarme. Ni siquiera hará que me desmaye.
Se necesita una gran fuerza de voluntad para deslizar las manos
hasta el torso de Zeth, colocándolas lo más lejos posible de mi propia
garganta. Es un movimiento de confianza, uno que no pasa
desapercibido. Zeth levanta las cejas, en agradecimiento o sorpresa, no
estoy segura, y hace un esfuerzo por reducir la velocidad de sus
movimientos. Me mira fijamente mientras se fuerza hasta lo más
profundo con cada empujón, presionando con fuerza contra mí,
asegurándose de que sienta toda su longitud mientras mete y saca su
polla de mi coño. Apenas puedo respirar, pero ya no tengo miedo. Tan
pronto como decido no entrar en pánico, la sensación de ser asfixiada se
vuelve... realmente se vuelve excitante. El oxígeno restringido que me está
habilitando, solo el suficiente como para permitirme ver con claridad, me
hace latir la cabeza de una manera vertiginosa y frenética. Mis sentidos
parecen estar hiperactivos; el calor de su lengua sobre mí, sus dientes
rozando la piel sensible de mis pezones, se siente como si estuviera
dejando chispas de fuego a su paso. Esto es lo más valiente que he sido
nunca. Un hombre peligroso tiene mi vida en sus manos, y lo estoy
disfrutando. Si soy honesta conmigo misma, me encanta.
Zeth se encuentra tan dentro de mí que siento como si fuéramos
una criatura carnal, moviéndonos al unísono, trabajando juntos para
alcanzar la misma línea de meta. Esa línea de meta también se acerca
rápidamente en el horizonte. Puedo sentirlo construyéndose, dando
vueltas alrededor de mi cuerpo, creciendo y pulsando... hasta... hasta...
—Mierda. ¡Mierda! Oh mi D… ¡voy a correrme, Zeth!
Me prometió que se sentiría bien. Se siente mejor que bien. Olvídate
de los fuegos artificiales. Esto se siente como si una maldita bomba
nuclear estuviera explotando dentro de mi cabeza. Trato de ahogar el
grito, pero no puedo mantenerlo bajo control. Como mis cuerdas vocales
están siendo oprimidas, no importa realmente de todos modos; apenas
hago un sonido.
—Santo cielo, chica. Sí, es cierto. Sigue, sigue. Córrete por mí,
Sloane. Córrete con fuerza.
Sé que, por el endurecimiento que siento dentro de mí y la tensión
34
en su voz, se está conteniendo, pero eso no dura mucho tiempo. Me
aseguro de ello. Me meto entre nuestros cuerpos y encuentro lo que estoy
buscando. Agarro sus pelotas y las aprieto suavemente, trabajándolas
con cuidado en mi mano, agarrándole el culo con mi mano libre, tratando
de arrastrarlo hacia mí aún más profundamente. Soy una cáscara hueca
después de ese orgasmo, débil y agotada, pero me las arreglo para abrir
los ojos lo suficiente como para ver cómo él consigue el suyo. Es algo
hermoso de presenciar. Con sus dientes desnudos, se golpea dentro de
mí y ruge cuando se libera.
Se mantiene erguido durante todo un segundo y luego se derrumba
encima de mí, respirando con fuerza. Lleva las manos a los lados, lejos
de mi garganta, y tomo mi primera bocanada de oxígeno en lo que deben
ser por lo menos tres minutos.
Y entonces sucede algo asombroso.
Nos quedamos dormidos.
4
Sloane
Traducido por Moreline

Está oscuro cuando me despierto. Muy oscuro. Como en medio de


la noche oscura. Sé que es malo que haya dormido tanto tiempo incluso
antes de recordar por qué. Donde estoy. Con quién estoy, el increíble
sexo, nada de eso. Me apoyo sobre el codo, tomando un gran aliento,
tratando de frenar mi corazón acelerado. Llego tarde a algo. Llego tarde
al trabajo. Realmente estoy llegando jodidamente tarde.
—Oh, Dios mío, ¿qué hora es? —Los turnos de la noche te
convierten en algo feroz; Es bastante común que me despierte una vez
que se haya puesto el sol, sin saber si voy o vengo. Pero luego me doy
cuenta de que estoy hablando con alguien. Alguien en la cama conmigo.
Esa parte definitivamente está fuera de lo común.
Zeth Mayfair se encuentra acostado boca arriba con un brazo
35
levantado sobre la cara. El otro brazo está doblado sobre su cuerpo, con
los dedos extendidos contra el estómago, y las sábanas retorcidas
alrededor de la mitad inferior de su cuerpo en un nudo apretado. Con
todo nuestro enérgico ejercicio anterior, la sábana ajustable ha
desaparecido en algún lugar y he estado durmiendo desnuda y sin
cubiertas sobre un colchón desnudo.
—Oh —es todo lo que logro decir. El reloj digital en la mesa auxiliar
marca las 6:42 pm en letras rojas. ¿A qué hora vino Zeth a buscarme?
No puedo recordar, pero debemos haber estado durmiendo durante
horas. Me siento, con cuidado de no hacer ruido, y me dirijo de puntillas
hacia el baño. Solo cuando me paro, siento algo resbaladizo, la
pegajosidad entre mis piernas y la alarma me inunda. Sin condón. No
usamos condón. De nuevo. Desde nuestro encuentro en mi casa y la
subsiguiente humillación de una píldora del día después, he estado
tomando la píldora anticonceptiva, por lo que no hay riesgo de que quede
embarazada. Pero aun así... soy una médica por el amor de Dios, y Zeth
Mayfair es un prostituto extraordinario. Debería saberlo mejor que esto.
He visto de primera mano la mierda desagradable que le puede pasar a
tus partes femeninas si eres imprudente con ellas. Me gustan mis partes
femeninas. No quiero que se apesten con clamidia, o peor.
Zeth y yo necesitamos conversar sobre eso. Mientras tanto, me doy
una ducha caliente y me visto. Realmente no tengo tiempo para hacer
mucho más que secarme el cabello con una toalla y aplicarme una
pequeña cantidad de maquillaje. Se supone que debo reunirme con las
chicas de Julio a las siete y media para una sesión de cuidados, y no
puedo darme el lujo de llegar tarde. A pesar de lo distractor que es estar
aquí con Zeth, no he olvidado quién más está aquí: mi hermana. Alexis
está aquí, en el mismo complejo, y que me condenen si no voy a
encontrarla finalmente esta noche. No podremos sacarla hasta mañana
por la noche; Zeth dijo anteriormente que con todos distraídos por la
fiesta, será la oportunidad perfecta para escaparse sin ser visto. Planes a
un lado, estoy tan nerviosa que me siento enferma. No he visto a Lexi en
más de dos años. He cambiado mucho desde entonces, y supongo que
ella también.
Zeth todavía está dormido cuando salgo del baño. Se encuentra
exactamente en la misma posición en que lo dejé; El hombre duerme
como muerto. Me escabullo a su lado de la cama, y luego pongo mi mano
sobre su pecho, riéndome, sabiendo lo frías que están.
La reacción es instantánea. Y violenta.
—¡Hijo de puta! —Está acostado en la cama un minuto, y al
siguiente me encuentro presionada contra la pared por la garganta y el
puño cerrado de Zeth se dirige hacia mí. Giro la cabeza justo a tiempo
para evitar que me golpee en la cara por poco, pero él ya está
retrocediendo para otro intento.
—¡Zeth! Zeth, ¡detente! —grito la última palabra. Levantando tanto
la voz como puedo con mi tráquea aplastada de verdad esta vez. 36
—¿Sloane? —Zeth afloja el agarre de su mano de inmediato,
soltándome para que me deslice por la pared en un montón flojo a sus
pies—. Oh joder. Mierda. Estoy... —Se apresura hacia la puerta y
enciende la luz—. Lo siento. ¿Estás bien?
Lo miro con inseguridad, frotando mi mano sobre mi esófago
magullado.
—Oh, sí. Estoy genial. Me pregunto por qué intentaste matarme,
supongo. ¿Después de decirme que nunca lastimarías a una pobre e
indefensa chica?
—Me quedé dormido. No quise hacerlo.
—¿El dormir te hace homicida?
Hace un sonido despectivo en el fondo de su garganta.
—Despertar en un entorno extraño con alguien acechando en la
oscuridad me hace homicida.
Levanto una ceja ante esto. Pippa estaría teniendo un día de campo
en este momento, pero no soy tan estúpida como para preguntarle cuál
es su problema. Esta es quizás la única cosa que siento que Zeth Mayfair
no me va a decir. Sospecho dado a la expresión vacía y completamente
cerrada en su rostro. Se queda allí, tenso y completamente desnudo,
mirándome, claramente esperando que pregunte. Sin embargo, no lo
hago. Extiende la mano, ofreciéndome ayuda para levantarme.
—Encontraré otro lugar para dormir esta noche. De esa forma no
tendrás que preocuparte de que te ataque a las tres de la mañana.
Acepto su mano, agradecida de que mi corazón finalmente haya
regresado a su ubicación correcta en la cavidad de mi pecho y haya
dejado mi garganta, donde había saltado cuando Zeth cargó contra mí.
No me gusta la idea de tener que dormir sola en la habitación toda la
noche. Sin embargo, tiene razón. Tampoco me gusta cómo suena ser
estrangulada en las primeras horas de la mañana.
—Podría simplemente noquearte con esa pistola.
Zeth me da una mirada divertida, sentándose nuevamente en la
cama. Se frota los ojos, algo muy normal para un ser humano tan
anormal.
—Ja. Sí, el arma. Probablemente deberíamos hablar de eso. Tienes
ganas de decirme por qué elegiste eso en lugar de algo un poco más...
¿divertido?
No pensé que preguntaría, para ser honesta, pero no tengo
problemas para decirle por qué. Me siento en la cama junto a él,
recostándome en las sábanas arrugadas. Huelen deliciosamente a él.
—Bueno, tenías razón antes. Desde que comenzamos todo esto, no
has hecho nada más que empujarme a liberarme. Darme cuenta de que
me estaba conteniendo. Me quitaste eso. Estaba tratando de hacer lo
mismo. Excepto que no estás físicamente restringido como yo, Zeth.
Estás en un bloqueo emocional. Cuando estás cerca de mí, haces todo lo
37
que puedes para no sentir nada. Así que yo tomé eso de ti. Te hice sentir
algo.
Me está mirando, con los ojos entrecerrados.
—¿Qué, crees que porque me asustaste como la mierda de repente
estoy arreglado y me voy a enamorar de ti ahora o algo así?
Eso le hace reír. Realmente no tiene idea.
—No. Oh, no, Zeth. No tienes que preocuparte por eso.
—¿Y eso por qué?
—Me ves como un juego. Un experimento. Algo con lo que jugar
hasta que obtengas el resultado deseado, momento en el que supongo
que ya no te seré de utilidad y encontrarás algo más interesante para
entretenerte.
Se gira para mirarme por encima del hombro. Los músculos de su
espalda contrayéndose maravillosamente cuando cambia de peso.
—Hay muchas chicas más rotas que tú, Sloane Romera. No tengo
interés en experimentar contigo.
—Oh, ¿en serio? Entonces, ¿qué demonios estás haciendo
conmigo?
—¿Esta es la conversación de “hacia dónde ves que se dirige
nuestra relación”?
—¡Dios, no! ¿Relación? No estamos en una relación. No sabemos
nada el uno del otro, Zeth. Eres el tipo que aparece en mi puerta y me
folla sin sentido cada vez que tiene ganas. Y yo soy la chica lo
suficientemente estúpida como para dejarte hacerlo. —Me ahogo con las
palabras, odiándolas, pero sabiendo que son ciertas. La cara de Zeth es
fría como la piedra, congelada en una expresión en blanco e indiferente.
Se mueve suavemente, se levanta de la cama y se pone la ropa. Cuando
me mira, el conflicto que veo en sus ojos me sorprende.
—Sé mucho de ti, Sloane. Sé todo lo que necesito saber. Si no sabes
nada de mí, eso depende de ti y de nadie más. Deberías darte cuenta de
que si quieres saber algo, todo lo que necesitas hacer es preguntar. Y no
eres la chica lo suficientemente estúpida como para dejarme hacer algo.
Eres la chica lo suficientemente estúpida como para no ver lo que está
justo delante de ti.
Agarra sus zapatos y ni siquiera se toma el tiempo para sentarse y
ponérselos. Simplemente los toma y se va, cerrando la puerta suavemente
detrás de él mientras sale. Creo que hubiera sido mejor si hubiera
azotado la puerta. Significaría que no estaba trabajando tanto para
controlar su ira abrumadora.
Estoy paralizada, sentada en la cama, tratando de descifrar sus
comentarios. Tratando de hacer cara o cruz por qué de repente se puso 38
tan... ¿qué? ¿Herido? Lo estaba. En realidad estaba herido. Oh, chico.
Y... ¿dijo simplemente que cree que estamos en una relación? ¿Que quiere
estar en una relación? Eso no tiene ningún sentido. Ninguno. El hombre
ni siquiera me deja besarlo por el amor de Dios. ¿Cómo demonios se
supone que debo procesar esto?
Me desplomo de nuevo en la cama, sintiéndome muy dolorida por
las actividades anteriores. Pero también me duele el corazón. Porque
tiene razón. Soy la chica lo suficientemente estúpida como para ver lo
que está justo delante de ella. En este momento me siento demasiado
estúpida para entender nada de eso. Zeth está emocionalmente atrofiado,
no hay duda de eso, pero resulta que yo también. ¿Cómo es que un
hombre como él, un hombre hecho para ser un arma de destrucción
masiva y un poco más, ha visto más en nosotros que yo?
5
Sloane
Traducido por Yiany e Iscris

El cielo parece una foto que vi una vez en el National Geographic.


Sin la contaminación de todas las luces de la ciudad, las estrellas son un
desorden incontable de luz sublime, girando a través de la noche con
evidente desprecio por lo inseguro que parece de repente. Me quedo
quieta por un momento, mi aliento empañando el aire nocturno del
desierto, y por un segundo es como si pudiera sentir la tierra girando bajo
mis pies. Como si fuera una pequeña mota de arena equilibrada
precariamente sobre la superficie estirada y tensa de un enorme tambor,
y podría volar al espacio en cualquier momento. Me siento pequeña y
desprotegida contra la inmensidad del cielo y, sin embargo, es tan etéreo
y hermoso. No he pasado nada de tiempo en el desierto, desde que era
niña, acampando con mis padres y demasiado joven para apreciar su
belleza, solo viendo los inconvenientes de estar sin amigos y sin
39
televisión, pero ahora mismo, me encantaría estar de pie y respirar un
poco más. Pero no puedo.
—Venga. Muévelo.
Me empujan, no muy suavemente, en la base de mi columna con
la culata del arma de Teo. Me alegro que sea él quien me lleve al edificio
de las chicas en el complejo y no Andreas. Mi primer encuentro con
Andreas no fue exactamente muy civilizado, y técnicamente estuvo a
punto de ser golpeado hasta la muerte por mí, así que dudo que albergue
tendencias favorables hacia mí. No tengo idea de cuánto tiempo estará
fuera de servicio, recuperándose donde sea que se recupere, pero espero
que sea al menos hasta mañana por la noche. Si todo va a nuestro favor,
estaremos en un Estado completamente diferente cuando Andreas
Medina pueda caminar de nuevo. Zeth, Alexis y yo, nos habremos ido
hace mucho tiempo. Dios, Alexis. Mi corazón late debajo de mi caja
torácica cuando pienso en volver a verla. Está a punto de suceder y no
me siento preparada. Se va a asustar cuando me vea. Espero que pueda
mantener la calma lo suficiente como para contener su sorpresa y no
arruinarme. Mucho depende de esta primera reunión. Si los guardias o
tal vez las otras chicas notan que algo está sucediendo, o el hecho de que
me parezco muchísimo a mi hermana, entonces quién sabe lo que harán.
Teo me da otro empujón firme de "aliento" y respondo. La casa de
las chicas es un gran edificio de estilo español de dos pisos rodeado por
una terraza. Parece agradable, el tipo de lugar en el que una familia
numerosa vacacionaría, quizás. Ciertamente, nada de eso grita guarida
de iniquidad, eso es seguro. Desde las flores del desierto y las suculentas
que crecen en macetas azules esparcidas por todo el lugar, hasta el
porche de entrada bellamente limpio y ordenado, está claro que este lugar
es mantenido por la mano de una mujer.
La planta baja se encuentra iluminada, emitiendo una luz suave
hacia la oscuridad. En el interior se escuchan las conversaciones y las
risas de las voces femeninas. No me atrevo. ¿Qué demonios estoy
haciendo? Se me acalambran las piernas, bloqueándose en sus
articulaciones. No puedo... no puedo entrar allí. ¿Y si está enferma o algo
así? ¿Y si la han golpeado? ¿Qué pasaría si les hubieran dado todas las
drogas para mantenerlas complacientes y mi hermana ahora es una
drogadicta delgada como un rayo con marcas en los brazos? Lo he visto
todo antes, en el hospital, por lo que imaginarlo es demasiado fácil. Dios,
no puedo entrar allí. Yo...
—Adentro me está esperando la comida, perra. ¿Has terminado de
mirar la puerta principal o qué? —Teo escupe en el suelo y mueve la
cabeza hacia el edificio.
La indecisión me desgarra. Pero sé que no es realmente indecisión.
Es cobardía. Tengo miedo de la condición en la que voy a encontrar a
Alexis. Y me temo que no podré arreglar lo que sea que le hayan hecho.
Está viva, sin embargo. Necesito aferrarme a eso. Pase lo que pase,
todavía está respirando y me necesita. No puedo decepcionarla más de lo
40
que ya lo he hecho.
—Bien, bien. Voy.
Y camino hacia adentro.
***
—¿Quién quiere tequila, perras?
Desde que Alaska me invitó a esta cosa, he estado imaginando a
jóvenes tristes que se arreglaban y acicalaban como geishas tristes, a
regañadientes se las embellecía para que un montón de hombres
desagradables se saciaran con ellas. La escena que me encuentro adentro
del edificio de las chicas no puede ser más alejada. Parece una jodida
fiesta de fraternidad.
—¡Tragos! ¡Tragos! ¡Tragos! —Un grupo de chicas se reúne
alrededor de una isla de mármol en una cocina de aspecto muy caro,
aplaudiendo como idiotas mientras una chica morena con el cabello
recogido en unos ruleros vierte vasos de chupito a sus clientes, como si
su otro trabajo fuera ser barman en Coyote jodidamente Ugly.
—¿Quién tiene la lima? —grita, echando una mirada llena de rímel
al grupo. Parece como si sus pestañas postizas se fueran a despegar cada
vez que pestañea. Me ve, sé que lo hace, pero su mirada pasa
directamente sobre mí como si ni siquiera existiera—. Vamos chicas.
¡Alinéenlos! ¡Alinéenlos!
Las chicas, hay siete, lamen sal de sus muñecas, bajan los tragos,
pellizcan trozos de lima en la boca y luego comienzan a reírse de nuevo.
—Veo que decidiste honrarnos con tu presencia después de todo,
¿entonces? —La voz fría viene de detrás de mí: Alaska. Entra a la
habitación con una copa de vino tinto en la mano, sostenida con una
ingeniosa disposición de los dedos y muñeca en un ángulo que se ve
elegante y precaria por decir lo menos. Lleva más ropa que las otras
chicas: un vestido negro ajustado que apenas le cubre el culo y muestra
una gran cantidad de escote. Las otras mujeres están vestidas con
pantalones cortos y tops, como si se estuvieran por ir a dormir. Hasta
ahora, ninguna resultó ser mi hermana.
—Sí, bueno, dijiste que viniera, ¿verdad? —Me siento tan fuera de
lugar en este momento, que considero darme la vuelta y salir corriendo.
La chica que vertió los tragos pudo haberme ignorado en ese momento,
pero parece que la presencia de Alaska ha electrificado al grupo y todas
están decididamente interesadas en la intrusa que ha invadido su espacio
vital.
Alaska resopla, mira por debajo de la nariz mis vaqueros y mi
camiseta, y toma un sorbo delicado de su vino.
—Lo hice. Pero, de nuevo, también pensé que estarías demasiado
ocupada con Zee para regalarnos tu presencia.
Siete pares de orejas se animan con este comentario. Una chica,
una rubia bajita con inocentes ojos azules, y no tan inocentes tetas
41
falsas, abre mucho la boca. Prácticamente corre hacia Alaska, juntando
las manos y sacudiéndose en las puntas de los pies.
—¿Acabas de decir Zee? ¿Como Zeth?
Se ve impresionada. Como si el bastardo gruñón que se enfureció
conmigo antes fuera una especie de leyenda del rock por el que haría
cualquier cosa, cualquier cosa, para conocer. Alaska levanta las cejas
estrechas de una manera cansina y un poco aburrida. Otro sorbo de su
tinto.
—Sí. Como Zeth —imita a las chicas con el amplio acento de Cali,
pero la rubia chilla demasiado fuerte para darse cuenta.
Alaska escupe la confirmación como si las palabras fueran veneno.
Por el contrario, una serie de miradas positivamente emocionadas se
intercambian entre las otras chicas. Una de ellas incluso se agarra del
brazo de otra, aparentemente demasiado emocionada para contenerse.
¿Qué. Demonios?
De repente me siento muy enferma. Una fría comprensión me
atraviesa, dejándome helada hasta los huesos. Él ha estado aquí antes.
Él y Julio se conocen bien. Me presenté en mitad de uno de los "eventos"
de Zeth. ¿Cómo no lo consideré? ¿Cómo no consideré que podría haberse
acostado con algunas de las chicas aquí? Demonios, podría haberse
acostado con todas.
A medida que van las reacciones, la respuesta de mi cuerpo a este
pensamiento es bastante exagerada. Una vez que el mareo y el aumento
de salivación se calman y sé que no voy a vomitar, logro sonreír
débilmente a la chica rubia que acaba de hacerme una pregunta.
—Disculpa, ¿qué?
—¿Pregunté si él vendrá esta noche? Quiero echarle un vistazo.
¡Georgia dice que es jodidamente enorme!
—Uh...
—Escuché —otra chica, con rizos rubios entra en la conversación—
, que tiene tatuajes en toda la cara como un Indio Rojo. ¿Es cierto?
Me muevo hacia atrás, tratando de poner un poco de espacio con
las otras mujeres, que ahora parecen acercarse como una manada. Una
hambrienta.
—No, ¿por qué demonios tendría…?
—¿Y qué hay de su polla? Viniste aquí con él, ¿verdad? Eres su
chica; Debes haberla visto. ¿Qué tan grande es? Escuché que se folló a
una chica tan fuerte que la llevó al hospital, la desgarró o algo así .
—No amiga. Ese fue Rebel. —La morena con los ruleros se une al
debate, corrigiendo las alocadas declaraciones de la otra chica—. Zeth es
el que dejó que esa chica sin hogar se mudara con él, ¿recuerdas? Benji
nos lo dijo. 42
La rubia enérgica abre los ojos hacia mí.
—Ooooh, ¿estabas sin hogar? ¿Cómo fue eso?
—Uh, no estaba sin ho…
—Pero vives con él, ¿verdad?
Alaska baja casualmente su copa de vino y se aclara la garganta.
Toda conversación en la sala cesa. Con un aplauso desdeñoso, Alaska
toma el control del asunto.
—Naomi no estaba sin hogar. Ella no vive con Zeth. Zeth es enorme.
Su polla es bastante grande, pero no la más grande del mundo. Y ahora
es el momento para que todas jodidamente se callen. —Me mira de reojo
con los ojos entrecerrados, y puedo ver claramente el disgusto dentro de
los fríos huecos azules—. Independientemente de lo que haya escuchado
sobre Zee, él ha traído a Naomi aquí como su compañera, no como su
ciega.
Un coro de jadeos infelices rodea la habitación. Todas parecen
horrorizadas por esta información, y estoy parada aquí boquiabierta
como una idiota porque ni siquiera sé lo que significa.
—¿Su... su ciega?
Alaska pone los ojos en blanco.
—Como en el póker. Para poder jugar, tienes que traer algo a la
mesa. Tienes que comprar tu entrada al juego con una apuesta. Un ciego.
Aquí somos todas ciegas, cariño. Nos pasan como deliciosos canapés para
que nuestros amos jueguen con cualquiera que traigan los otros
hombres.
Eso es... ¡eso es horrible!
—Pero soy la compañera de Zeth, así que no me van a pasar. —Las
chicas escuchan la nota de ansiedad en mi voz, y no la toman bien.
—Confía en mí, cariño. Tú eres la que pierde —dice Ruleros—.
Hacemos diez mil dólares por una noche como mañana. ¿Qué obtienes
tú? Apuesto a que Zeth Mayfair no está financiando esa cantidad de
dinero por una perra flaca.
—¿Qué? ¡No está... no me está pagando nada!
Eso las aturde hasta el silencio. Se miran como si hubiera una
conversación sin palabras y yo fuera la única que no puede escucharla.
Alaska me lanza una sonrisa petulante, recoge su vaso de nuevo y lo
inclina en mi dirección.
—¿Y no te dije que no fueras una imbécil con ellas? —Se ríe de esto,
y luego se da la vuelta y se va, cantando en voz baja.

***

A las chicas les lleva una eternidad superar la idea de que no soy
43
una prostituta. Les toma aún más tiempo que me perdonen por el tono
de disgusto en mi voz cuando exclamé que Zeth no me pagaba por mis
servicios. Es solo después de que el tequila comienza a fluir nuevamente
que logro que alguna de ellas hable conmigo, y eso es solo por participar
en tres tragos generosamente vertidos y gritar como una imbécil en los
lugares apropiados. Me salteé esta parte de la universidad por una razón;
No soy buena en ser una fiestera, y realmente se nota. Pone nerviosa a
otras chicas. Especialmente aquellas que se pintan las uñas de los pies
y se aprietan las tetas para comprobar su “trabajo” sin que sea
completamente incómodo. Ruleros, que se llama Dani, agarra un buen
puñado de las mías antes de que me dé cuenta de qué demonios está
pasando.
—Hmmm. Reales, ¿eh? Son agradables. Buen tamaño. No son
demasiado pequeñas, aunque tu silueta se vería mucho mejor si subieras
un par de copas.
—Sí, no me lucía bien la ropa antes de comprar estas —dice Sara,
la rubia que preguntó por Zeth por primera vez, tomando sus gigantes
doble F. Son las tetas más grandes que he visto. Estoy de mal humor
para decirle que el problema probablemente no era el tamaño de sus
senos y que tal vez tenía más que ver con el hecho de que llevaba ropa de
estríper, pero consigo abstenerme. No caerá bien, puedo decir. Además,
no estoy aquí para hablar sobre cirugía plástica. Estoy aquí para hablar
de Alexis. Para averiguar dónde demonios está.
La parte del acicalamiento de la noche comienza poco después del
cuarto trago de tequila. Aparecen estuches de cosméticos gigantes, tan
grandes como los estuches de herramientas de trabajadores e igual de
pesados, y las chicas comienzan a quejarse entre ellas, dando consejos
sobre el cuidado de la piel y practicando el maquillaje que planean usar
mañana por la noche. Todo el asunto del evento lo había considerado
como algo secundario, siempre en el fondo de mi mente, pero ahora se ha
puesto en primer plano. Un evento, como el que celebraba Zeth. Pero esta
vez sé que no habrá habitaciones oscuras para esconderse. No habrá
rincón al que retirarse y pretender estar fuera de todo. Voy a tener que
participar, y voy a tener que hacer que parezca convincente tanto por el
bien mío como por el de Zeth.
Sin embargo, de eso me preocuparé mañana. Debo concentrarme
en la tarea que tengo entre manos mientras estoy aquí. Comienzo con
preguntas generales, esperando una entrada para discutir otros asuntos.
—Entonces, ¿solo ustedes viven aquí? El lugar parece realmente
grande para solo siete de ustedes.
—Oh no, usualmente somos nueve —dice Sara—. Kady se fue a la
ciudad para hacerse una cirugía de nariz. Julio pagó por eso, ¿puedes
creerlo? Dijo que estaba desanimando a la gente y que nadie la follaría si
tenía la nariz aguileña de un viejo. Pagó por todo el asunto: el cirujano,
el hotel, los gastos, todo. —Suena celosa; Tengo la sensación de que Sara
tuvo que financiar sus divertidos pechos personalmente—. De todos
modos, una de las otras chicas, Chloe, fue con ella para hacerle
44
compañía. Y Sophia es la otra chica. Se fue a reunir con uno de los grupos
de chicos que vendrán aquí mañana. Volverá mañana por la tarde,
supongo. Chloe y Kady también, aunque Kady no estará trabajando.
Apuesto que tendrá los dos ojos negros. ¿Te imaginas lo mal que se…?
Sara sigue hablando, hablando, hablando, sin siquiera detenerse
para respirar, y repaso esta nueva información en mi mente. Chloe, Kady
y Sophia. No Alexis. Pero, de nuevo, sé que está aquí; Zeth me dijo que
había visto fotos tomadas por Michael antes de que lo atraparan, así que
le deben haber cambiado el nombre o algo así. No es Kady, eso es seguro.
Alexis es de huesos aún más finos que yo; nadie la acusaría de tener la
nariz aguileña de un viejo. Eso deja a Chloe y a Sophia. Mi corazón se
hunde cuando me doy cuenta de que no voy a poder hablar con Alexis
hasta mañana por la noche.
¿Y qué pasa si ni siquiera pudiera hablar con ella correctamente?
¿Qué pasa si estamos rodeados de personas toda la noche y la
oportunidad no se presenta? Supongo que solo tendré que hacerlo
realidad. Venga el infierno o caiga agua, voy a sacar a mi hermana de
aquí.
6
Zeth
Traducido por Emotica G. W & RRZOE

—¿Por qué demonios no me dijiste que eras primo de Rebel?


Michael se quitó la ropa sucia, manchada de sangre y se puso un
traje con buen acabado, como estoy acostumbrado a verlo. He pensado
en noquear al hijo de puta por ocultarme algo tan grande, pero es energía
desperdiciada. Tiene derecho a mantener mierda como esa bajo llave y
candado. Y hacerlo sangrar solo significaría que tendría que ir a
cambiarse nuevamente.
—No fue mi decisión, Zee. Te habría dicho hace tiempo, pero Rebel
no quiere que la gente sepa sobre la familia, ¿sabes? Piensa que es una
debilidad tener personas ahí afuera que valgan la pena secuestrar y
torturar. Malo para los negocios. Especialmente si estás en el tipo de
negocio en el que él está. Tiene enemigos, hombre. Grandes.
45
Gruño, bebiendo la cerveza.
—Tiene sentido. Aun así…
—Sí, lo sé, hombre. Lo sé. Podría habértelo confiado. Debí haberlo
hecho.
Michael sabe que Rebel fue quien ofertó por la virginidad de Sloane.
También sabe lo que siento por hijos de puta enfermos que secuestran
niñas y las violan contra su voluntad. Soy reservado sobre la mayoría de
las cosas, pero quizás esto es lo único sobre lo que he hablado.
Indudablemente sabía que no reaccionaría bien si hubiera descubierto
antes de todo esto que Rebel era sangre de Michael.
—¿Tuviste noticias suyas desde la llamada de Julio? —pregunto.
Michael asiente, recogiendo una cerveza del cubo de hielo junto a
la piscina y sentándose para unirse a mí.
—Por eso vine a verte. Vendrá aquí.
Señalo el piso a mis pies.
—¿Aquí? ¿Rebel va a venir aquí? ¿Por qué?
—Por el evento. Para asustar a Julio por causarme dolor. Para joder
con algunas chicas. No sé. Solo me dijo que lo espere.
Estas son noticias jodidamente fantásticas. Jodidamente.
Fantásticas. Una avalancha de problemas se presenta ante mí todos a la
vez, dándome un dolor de cabeza al instante. ¿Verá a Sloane y la
reconocerá? Eli, el investigador privado que maté debe haberle mostrado
fotos de ella para que él haya apostado jodidamente tanto por la
virginidad de una chica cualquiera. ¿Se portará bien? ¿Hará algo que mi
temperamento simplemente no tolerará?
Aunque, además de todo eso, también están las pequeñas ventajas
que se presentan. Si Rebel está aquí, Julio tendrá una buena jodida
conducta. Estará tan distraído, tratando de meter la nariz hasta el culo
de Rebel, que no me prestará atención a mí. O a Sloane. O a una
prostituta premiada escapándose del lugar. Además… nunca he conocido
a Rebel. Solo he escuchado su nombre pronunciado entre las pandillas
de moteros y los cárteles, susurrado como si el hombre fuera un jodido
dios o algo así. Esta es una excelente oportunidad para conocer al tipo y
ver cómo es. Para ponerle una cara al nombre. Y guardarlo en la memoria
para más tarde para que pueda matarlo a golpes, si surge la necesidad.
—¿Estás escuchándome, hombre? —Michael ya se bebió su
cerveza, y también está ofreciéndome una nueva—. ¿Pensé que ibas a
dejar a Lace con la doctora? ¿Dónde está?
—Oh. Con los padres de Sloane. —Tomo mi cerveza, reflexionando
sobre eso. Todo el asunto es algo irónico. Y preocupante.
—¿No son súper religiosos? 46
—Sí. Su papá es ministro. No hay nada más religioso que eso.
Michael sonríe cortésmente, aunque puedo decir que el hijo de puta
está sonriendo por dentro.
—¿Y saben sobre la tendencia de chica con chica de Lacey? ¿O el
hecho de que está decidida a suicidarse en la primera oportunidad que
se le presente?
Un golpe de pánico me atraviesa ante su última pregunta. Puede
que a Lacey se le haya dado por jugar con alguna chica desconocida aquí
y allá, pero no es lesbiana. No me importaría si lo fuera, comer coño es
adictivo. Puedo ver por qué a las chicas les gusta, pero la verdadera razón
por la que Lacey está jugando con las mujeres últimamente es porque
tiene miedo. Miedo a los chicos. Las mujeres son más suaves, más
amables, más agradables. Aunque llegará un momento en que Lace lo
superará. O al menos espero que lo haga. Eso tiene mucho que ver con
lo otro. Lo de morir. Sloane puede haberles dicho a sus padres que vigilen
a Lace como un halcón, pero en realidad no pueden entender lo jodida
que está la chica. No la conocen como yo. No conocen el nivel de
compromiso que ha dedicado a la causa de su propia desaparición.
Necesito jodidamente hablar con Sloane. Necesito hablar con el jodido
papá de Sloane. Si ella muere mientras la vigila...
Michael me trae de vuelta a la realidad, alejándome de
pensamientos de asesinato.
—¿Sloane tiene problemas con Lacey?
Esa es una jodida pregunta rara. Iba a tomar un poco de cerveza,
pero la botella solo llega hasta la mitad de camino a mis labios.
—¿Qué? No. ¿Por qué lo tendría?
Esto tiene a Michael riéndose entre dientes, sacudiendo la cabeza.
—No tienes ni idea, jefe. Estás follándote a Sloane, sin embargo,
eres tan protector con Lacey. La doc va a asumir que también estás
follándotela. O que solías follártela.
Amo a Michael como a un hermano, pero a veces es una mierda
estúpida.
—A Sloane no le importan mis ex. Probablemente no le importa si
estuve follando a Lacey. No es ese tipo de chica. Todo lo que le importa
es encontrar a su hermana. Soy un medio para un fin.
Michael me mira como si yo fuera la mierda estúpida.
—¿Es en serio?
—Sí. Bueno, no me ha pedido nada. —Y todas me piden algo. Un
número de teléfono; una segunda cita; una propuesta de matrimonio.
Sloane me ha pedido repetidamente que me largue como el infierno de su
vida, o bien podría haberlo hecho.
Michael se acerca y me da una palmada en la espalda. Se ve
extrañamente perplejo.
47
—Si crees eso, mi querido amigo, eres el hijo de puta más tonto del
mundo.
***
No he encontrado ningún otro lugar para dormir. De verdad, de
verdad debería, pero no lo he hecho. Estoy esperándola cuando regresa
de su fiesta de pijamas con las chicas de Julio. Ensancha los ojos cuando
me ve sentado en la pequeña mesa junto a la ventana, limpiando el Desert
Eagle.
—¿Qué estás haciendo aquí? —pregunta. Está usando el
maquillaje más pesado que alguna vez he visto. Tiene ese aspecto
ahumado en los ojos, lo cual los hace resaltar como locos.
—¿Lo mismo que tú has estado haciendo, supongo? Preparándome
para mañana por la noche.
—¿Llevarás el arma?
—Joder, sí. Y cualquier otra cosa que pueda usar para matar a un
hombre.
—Ahh, bueno, será mejor que Julio cuide sus cubiertos, entonces.
—Los cubiertos están a salvo. Puedo usar mis propias manos si las
cosas se ponen tan mal.
Un destello de preocupación transforma la expresión de Sloane.
—¿Esperas que se ponga tan mal?
—No. Tal vez. —Chasqueo el pestillo del arma—. Mejor prevenir que
lamentar. ¿Viste a tu hermana? —Esta es una pregunta peligrosa. No
puedo decir con solo mirarla lo que ha pasado en la otra casa. Estoy
suponiendo que si hubiera salido mal, estaría llorando
desconsoladamente, pero con Sloane nunca sabes. No es como ninguna
otra chica con la que he tratado. Es mucho más compleja que cualquiera
de ellas. Mucho más inteligente. Y mucho más jodidamente confusa.
Sloane viene y se sienta a la mesa frente a mí; la nube de perfume
que trae con ella es un poco dominante, pero no me sorprende en lo más
mínimo. Las chicas de Julio son de mano dura con todo: maquillaje,
bronceados, tetas, el paquete completo.
—No estaba allí —me informa Sloane—. Regresará mañana por la
tarde, a tiempo para la fiesta.
—Oh. —Eso no es genial, pero tampoco terrible. Todavía podemos
hacer que nuestro plan funcione. Aunque Sloane parece preocupada.
—¿Qué pasa?
Se pasa el pulgar por el labio inferior, mirándome fijamente. Estoy
a punto de decirle que me está poniendo muy jodidamente incómodo,
cuando me doy cuenta de que ninguna chica nunca me ha hecho sentir
jodidamente incómodo. Que me cuelguen si voy a admitir algo así ante
ella. 48
—He estado pensando en algo. Y no quiero que te enojes.
Bueno, esa es una jodidamente encantadora apertura para una
conversación. Me recuesto en la silla y dejo la pistola sobre la mesa. La
mira y luego respira hondo.
—Quiero saber si estás limpio.
—¿Qu- si estoy limpio?
—Sí. —Se mueve incómoda en su silla—. Ya sabes. Hemos tenido
mucho sexo sin protección, y quiero saber si no me has contagiado
alguna enfermedad desagradable o potencialmente mortal. Te has
acostado con todas estas prostitutas y...
—Guau, ¿qué mierda? —Estoy reproduciendo las últimas palabras
que salen de su boca, tratando de procesarlas—. ¿Me he acostado con
qué prostitutas?
Pequeños nudos de músculos saltan en su mandíbula cuando la
aprieta. La he hecho enojar, pero entonces, ¿qué carajos? Ella también
me ha hecho enojar. Sus ojos están ardiendo cuando dice:
—Pensé que siempre eras honesto conmigo. No puedes decirme que
no te has acostado con muchas mujeres.
—Me he acostado con muchas mujeres, Sloane. Pero nunca he
follado con una prostituta. —Suelta un resoplido que dice que no me
cree—. Dormir con alguien por dinero no es algo que me atraiga. En
absoluto. Todas con las que me he acostado alguna vez han estado más
que dispuestas. Tú misma incluida. —Puedo sentir mi temperatura
subiendo, pero puedo ver que también la de Sloane. Sus mejillas se han
vuelto de un rojo brillante.
—¿Oh, en serio? ¿Así que perdí mi virginidad en una habitación de
hotel en la oscuridad con un completo desconocido porque quise?
—Tú… —Retengo lo que realmente quiero decir. ¡Joder! Esa noche.
Esa noche va a perseguirnos por jodidamente siempre—. No lamento eso,
Sloane. No te forcé y no te pagué.
—No, pero se suponía que Eli debía hacerlo. Se suponía que debía
decirme dónde estaba mi hermana, ese era el pago, pero luego lo mataste
antes de que pudiera hacerlo. Entonces tienes razón. Supongo que no
obtuve ningún tipo de recompensa por sangrar por ti.
Se pone de pie de un salto, físicamente temblando de rabia. La sigo,
agarrándola del brazo. Ella gira y me abofetea; lo estoy esperando y lo
dejo venir. Me lo merezco. Probablemente merezco mucho más de ella.
Me permito sentir el aguijón, esperando a ver si se acerca más. Solo se
queda allí, temblando.
—Hubiera encontrado a Alexis mucho antes si no hubieras
interferido, Zeth —susurra. La acusación es clara en sus ojos; me culpa
de que Alexis haya estado atrapada aquí durante los últimos dos años.
—No la habrías encontrado. No tenía la información para darte,
Sloane.
49
—¡Eso es una mierda! Entré en esa oficina. Encontré a Eli sentado
allí con un maldito abrecartas sobresaliendo de su pecho. ¡Y encontré el
archivo que tenía sobre Alexis! Estaba justo allí en su archivador,
¡excepto que le habían quitado toda la información! ¡Por qué! ¿Por qué
hiciste eso?
Estoy haciendo mi mejor esfuerzo aquí, pero no tengo un gran
historial en el manejo de la ira. Solo lo que me enseñaron en la cárcel, y
eso nunca ayudó mucho. A la mierda, sin embargo. ¿Ella quiere
reconstruir esto? Podemos hacerlo.
—El archivo no tenía nada sobre Alexis, Sloane. Era todo sobre ti.
Eli tenía todos tus datos personales allí. Tenía fotos tuyas en el trabajo,
en tu auto. En tu casa. —Dejo que esa última parte permanezca entre
nosotros por un momento, dejando que todas las connotaciones se
desarrollen en su mente. Sus ojos son brillantes, pero la información
parece haberla sorprendido.
—¿Sobre mí? ¿Qué quieres decir con fotos mías en casa?
—Me refiero a fotos tuyas en la ducha, en la cama, caminando
desnuda. Tenía archivos de video de ti masturbándote, Sloane.
—¿Qué? —Su voz es un susurro. El horror en su rostro...
Mierda.
—Entré allí para obtener la información de Alexis para ti, pero Eli
se rio de eso. Dijo que sabía que tu hermana vivía en Los Ángeles, pero
no tenía idea de dónde. Le había contado un pajarito que una chica de
cabello oscuro había sido secuestrada por motociclistas y ahora estaba
trabajando para ellos. Sin embargo, ni siquiera te lo iba a decir, ¿de
acuerdo? Te iba a dar una línea de mierda que terminaría siendo un
callejón sin salida, y habrías tenido que volver a él para obtener más
información. ¿Y adivina qué? Ya no serías virgen, así que tendrías que
follar con tres tipos para obtener esa información falsa. Y así
sucesivamente. Una y otra vez. Y luego vi los otros archivos de las otras
chicas que tenía en su oficina. ¿Te molestaste en buscar en esos?
—¡Sí! Yo... —Pero ella se detiene. Toda su energía furiosa se ha
desvanecido; está mirando al piso, con lágrimas temblando en las puntas
de sus pestañas, mientras su cerebro va a mil por hora—. Los vi. Miré
algunas. Todos estaban... —Traga saliva—. Todos eran normales. Casos
regulares. Adúlteros y fianzas rotas.
Ahora me toca a mí sacudir la cabeza.
—No, no viste los archivos. Porque también los tomé. Me los llevé a
todos. Estaba haciendo lo mismo con al menos otras doce mujeres, y
estaba tirando de los hilos de todas y cada una de ellas. Destruí las fotos,
las memorias USB, el disco, todo. Y entonces tienes razón: maté a Eli. Lo
maté porque él me apuñaló primero. Aquí. ¿Quieres una jodida prueba?
—Me saco la camisa por la cabeza, girándola para que pueda ver las dos
pulgadas de tejido cicatricial estrecho donde Eli Horowitz me atrapó en
50
el costado con su estúpido abrecartas. ¿Qué clase de investigador privado
no tiene un maldito cuchillo? O un arma, ahora que lo pienso.
—Zeth... —Extiende la mano, le tiemblan los dedos, pero no me
toca la piel. Por la expresión de su rostro, está asustada. Cagada de
miedo. Mueve la cabeza en un pequeño gesto de negación—. Tenías esas
cicatrices antes. En el hotel. Las sentí.
—Tenía estas cicatrices, claro. —Señalo las cuatro marcas
irregulares en mi torso, las que me gané en Nueva York y mientras estaba
en Chino—. Pero esto... esto fue después. Después de verte en el hotel.
—Oh, Dios mío. —Sloane da un paso atrás, una, dos veces y luego
la parte posterior de sus piernas golpea la cama. Su culo golpea el
colchón con fuerza mientras se sienta—. No tenía idea. —Se cubre la boca
con las manos y respira ruidosamente entre los dedos.
—Y en respuesta a tu pregunta anterior, Sloane. Estoy limpio. Solo
me he acostado contigo sin usar protección. Pensé que era seguro, ya que
soy el único chico con el que has estado. Pero aún así. Necesitaba una
buena acusación de ETS para terminar bien mi día. Así que vete a la
mierda.
Quiero irme. Quiero salir corriendo de la habitación y cerrar la
puerta de un golpe tan fuerte que rompa sus goznes. Sin embargo, he
estado saliendo mucho recientemente y no podemos darnos el lujo de
seguir gritándonos en la villa de Julio. El tipo me matará más temprano
que tarde si seguimos arruinando su paz y tranquilidad. En cambio, le
doy la espalda, presionándome los ojos con los talones de mis palmas,
tratando de respirar a través de todo. Para intentar alejarme de toda
guerra con ella. Es por eso que follar y marcharme siempre ha funcionado
tan bien en el pasado. Si no te quedas para que la mierda se vuelva
incómoda, nunca tienes que pasar por esta mierda. Tenía un buen
sistema. Debería volver a...
Me pongo rígido cuando siento que me toca la espalda con una
mano.
—¿Por qué hiciste todo eso? —susurra.
—¿Qué parte? ¿Proteger tu modestia o evitar que te use un imbécil?
—Todo. ¿Por qué incluso interviniste en primer lugar? ¿Cómo
sabías que Eli estaba... me estaba vendiendo?
Es más fácil responder a estas preguntas de espaldas a ella. Más
fácil pero no simple. No sé si... no creo que pueda responderle
correctamente. Realmente no. Hago lo mejor que puedo.
—Mi tío Carl. —Así es como empiezo. Así es como han comenzado
muchas de las historias de mi vida. Con él—. Cuando mis padres
murieron, mi tío Carl me llevó con él. Era un pedazo de mierda, y solía
golpearme. Sin embargo, no fue tan malo. Esperaba el tiempo suficiente
para que sanara del último antes de volver a hacerlo. Y casi nunca me
rompió los huesos. Esa fue una pequeña misericordia, supongo. Las
cosas se pusieron realmente mal cuando tenía unos ocho años. Comenzó
51
a beber más. Lo que sea. Entonces aprendí a distanciarme de todo. Para
mí, Carl era como una herida supurante que se negaba a sanar y, sin
embargo, de alguna manera logré apagar las terminaciones nerviosas. Me
las arreglé para no sentir nada más. Me cerré y de repente pude manejar
todo lo que me estaba pasando.
»De todas formas. El hijo de puta murió hace tres años. Alguien lo
mató, lo cortó realmente bien. Tuve que ir al hospital para identificarlo,
y fue entonces cuando te vi. Estabas esperando un ascensor, y yo estaba
sentado allí, tratando de asimilarlo todo. Que estaba muerto y que había
caducado y que ya ni siquiera tenía que pensar en él. Y tú... Te miré y vi
que eras igual que yo. Algo te había ocurrido para hacerte apagar todo lo
que te rodea. Estabas caminando por la vida mirando, actuando y
sonando como todos los demás, pero no estabas. Habías dirigido cada
última parte de ti hacia adentro. Y yo... —Necesito golpear algo. Necesito
chocar mis puños en algo sólido y pesado. A la mierda esto. No debería
estar haciéndolo. ¿Qué demonios estoy pensando? Mis manos solo están
ansiosas por arder con algún tipo de dolor, pero en cambio siento algo
cálido y suave contra la piel desnuda de mi espalda. Esta vez no es su
mano. Exhalo, mirando hacia el techo. ¿Por qué me estoy saboteando
así? Son sus labios. Me está besando. Y se siente tan jodidamente bien.
Permanece quieta, como si estuviera esperando que me vaya. Cuando no
lo hago, presiona su cuerpo contra el mío y desliza sus brazos alrededor
de mi cintura, uniendo sus pequeñas manos sobre mi estómago.
Mierda.
Mierda, joder, maldito bastardo.
Bien podría terminar ahora. Esta enorme situación de mierda no
puede empeorar.
—Y... quería saber qué te había lastimado tanto, Sloane. Así que
decidí hacer eso. Y lo hice. Me enteré de tu hermana. Y Michael te siguió
cuando fuiste a ver a Eli esa primera vez. Y ahora aquí estamos.
Estoy esperando que reaccione, pero todo lo que hace es pararse
allí con sus brazos alrededor de mí y su frente presionada contra mi
espalda, respirando pequeñas y superficiales bocanadas de aire que sopla
sobre mi piel. Esta es mi primera vez. No tengo idea de cómo reaccionar
ante nada de esto. La única persona a la que le he contado algo de esto
es a Michael, y fueron solo las instrucciones en bruto. Sigue a la chica,
descubre lo que está haciendo, no dejes que te vea. Ese tipo de cosas.
Nunca le dije por qué, y él nunca preguntó.
Finalmente puedo sentir que va a hablar porque su respiración se
corta por un momento, como si se estuviera concentrando mucho en algo.
Y entonces…
—¿Cómo? ¿Cómo puedes ser tan bueno y tan peligroso al mismo
tiempo, Zeth? Eres una contradicción.
La risa mordaz brota de mí antes de que pueda contenerla.
—No hay nada bueno en mí. Te vi. Te seguí. Resolví lo que te hizo
52
cambiar. Hice planes para entrar en tu vida y manipularte como lo hizo
Eli. No soy mejor que él.
Puedo sentir su frente moviéndose contra mí mientras sacude la
cabeza.
—No lo eres. Eres mejor de lo que piensas. ¿Por qué no quieres
admitirlo? No puedes, ¿verdad? Ni siquiera para ti mismo.
Hay muchas cosas que no puedo admitir para mí mismo. Muchas.
Pero ser bueno no es una de ellas. No soy ciego: sé el tipo de hombre que
estoy mirando cuando me encuentro frente a un espejo.
—No te hagas ilusiones, Sloane. No hay nada aquí para ser
redimido. Nada aquí que puedas intentar arreglar.
Permanece callada por un rato. Probablemente no quería escuchar
eso. La mayoría de las chicas no lo hace. Todos piensan que pueden
cambiarte. Alisar los pliegues de tu jodida vida. Pero luego susurra:
—No voy a intentar arreglarte. Pero… me gustaría intentar
entenderte.
Tengo ganas de decirle la verdad. Que ni siquiera yo me entiendo.
Sin embargo, dudo que eso me sirva de algo. Así que me quedo allí parado
como un hijo de puta incómodo, tratando de no disfrutar de la sensación
de su delgado cuerpo contra el mío. Esto está jodido de cinco maneras
diferentes desde el domingo.
—¿Zeth?
Gruño una respuesta.
—¿Mmm?
—Necesito que hagas algo por mí.
Oh, aquí vamos. La parte en la que necesita algo. Yo necesito un
trago fuerte.
—¿Qué?
—Necesito que te des la vuelta y me abraces. ¿Puedes hacer eso?
Lo que pasa con Sloane es que ella nunca dice lo que creo que va a
decir. Definitivamente no esperaba que dijera eso. Quiere que la abrace.
Abrazar a alguien así, la forma en que realmente me está abrazando en
este momento, no se trata de sexo. Se trata de otra cosa. Algo que no
estoy seguro de poder que dar y, sin embargo, esta mañana
prácticamente le dije exactamente lo contrario, sabiendo cómo sonaba.
Eres la chica lo suficientemente ciega como para no ver lo que está parado
justo delante de ti. Bueno, ahora me lo está devolviendo. Me dice que lo
ve. Y lo quiere. Mierda. ¿Cómo terminó pasando esto? Debería haberle
dicho que tuve gonorrea e irme a dormir al sofá. Joder, joder, joder.
Ha permanecido tensa contra mí mientras he estado repasando
cada maldición que puedo pensar en mi cabeza, y sin embargo no me ha
soltado. No ha entrado en pánico ni ha corrido. Es mucho más valiente
que yo. Entonces me doy vuelta y la abrazo.
53
7
Sloane
Traducido por astrea75

Zeth no duerme conmigo en la cama. Duerme en el piso al otro lado


de la habitación, lo más lejos que puede de mí. Sé que está inconsciente
por el lento entrar y salir de su respiración, profunda y regular. Yo, por
otro lado, no puedo dormir. Esta noche no salió exactamente como
esperaba. Definitivamente no esperaba ver un lado de Zeth que
francamente me asustara, me hiciera sentir completamente vulnerable y
también como una completa hija de puta por culparlo por lo de Alexis
todo este tiempo. Si soy honesta, ni siquiera sabía que lo estaba
culpando. No hasta que fui y salí con esas chicas.
En su mayoría eran dulces y aparentemente felices, pero sus vidas
no eran exactamente lo que había imaginado para Alexis. Ella quería
estudiar arquitectura. Quería crear cosas hermosas que maravillaran a 54
la gente, y en lugar de eso ha estado tomando tragos de tequila y luego
haciendo que los muchachos la tomen a ella. Dios, ¿por qué lo pensé?
Solo la idea me hace sentir enferma. Necesito un café. Necesito a Pip.
Necesito la pequeña burbuja segura que he creado para mí en Seattle. O
la burbuja que había creado antes de que todo esto sucediera. Es
probable que no haya vuelta atrás ahora. No tengo idea si puedo irme a
casa sin que el jefe de Zeth intente matarme.
Saco mi celular de debajo de la almohada, necesito hacer algo. Me
dirijo automáticamente a los mensajes y presiono redactar.
Yo: ¿Estás despierta? Necesito una evaluación mental.

Y luego, unos momentos después,

Pippa: Sí. Como si alguna vez estuviera dormida a las 2 de la


mañana. ¿Qué pasa, chica? ¿Tus vacaciones no son tan relajantes como
deberían ser? Ya te digo, consigue un masaje de un chico hermoso. Eso lo
resolverá de inmediato.

Odio haberle mentido a Pippa sobre mi repentina desaparición,


pero le daría un ataque si supiera dónde estoy realmente. Y con quien
estoy. Y lo que planeo hacer. Todo, básicamente. Todo el arreglo le haría
explotar la cabeza.

Yo: ¡Masajes! ¡Sí! Lo estoy planeando. Pero en cuanto a relajarse...


Pippa: Sí, sí. Sé por qué no puedes dormir, mujer. Y sabes que no lo
apruebo.
Yo: No puedo evitarlo
Pippa: ¡Encontrar a otro chico te hará olvidar! ¡Ve y coquetea con los
surfistas hawaianos!
Yo: ¿Y si no quiero surfistas hawaianos?...

Casi no puedo escribir la siguiente parte. Admitirlo realmente para


mí misma.

...¿Y si solo lo quiero a él?

Pippa: Entonces todos estamos condenados.


Pippa: No te preocupes, chica. Te apoyaré en lo que decidas. Solo
creo que hay tipos mejores para ti. Intenta dormir un poco, ¿de acuerdo? 55
Paso la siguiente media hora agarrando mi teléfono,
preguntándome si ella tiene razón. ¿Estoy condenada si voy por este
camino? No puedo evitar pensar que sí. Él mismo lo dijo, no hay forma
de arreglarlo. Y si no me hubiera contado sobre Eli y sus planes para mí,
¿me sentiría así ahora? ¿Todavía querría salir de esta cama e ir y
acurrucarme en sus brazos en el piso? Dios, ¿por qué no puedo ser
honesta conmigo misma? Sí, me gustaría. Me gustaría. He querido estar
así con él desde hace un tiempo. Solo pensé que él no quería lo mismo,
pero ahora las cosas están un poco más claras...
¡Ja! Sí. Tan claro como el barro.
Me hago una bola, abrazando mis rodillas contra mi pecho. Solo
necesito dormir; Pippa tiene razón en eso. Cierro los ojos e intento forzar
la inconsciencia, pero no sirve de nada. Especialmente cuando un ruido
profundo comienza en la distancia, en el desierto. El sonido oscila y crece,
profundizándose con cada segundo que pasa. Trueno. Perfecto. Las
tormentas del desierto son violentas y ruidosas. No hay forma de que
pueda dormir hasta que pase.
—¡Abrir la puerta!
—¡Que están aquí!4

4
Ambas expresiones, en español en el original.
Las llamadas provienen del exterior, fuerte y cercanas. Son los
guardias, Teo y sus amigos quienes están vigilando la puerta. Y entiendo
suficiente español para saber que están gritando para que se abra esa
puerta. Porque están aquí, sean quienes sean. Salgo de la cama, bajando
las persianas para poder ver cuál es el ruido impío, y el cristal de la
ventana comienza a temblar en el marco.
Motocicletas.
No es un trueno después de todo, sino motos que ingresan a través
del portón abierto al complejo, tantas que pierdo la cuenta. Las elegantes
máquinas negras gruñen como animales heridos, y los sonidos de los
hombres riendo llenan el patio. Mi corazón late tan fuerte en mi pecho
que puedo sentir el pulso en cada parte de mi cuerpo.
—Rebel —dice Zeth. El timbre de su voz es tan profundo y
amenazante como el acelerador de las motocicletas—. Esa es la pandilla
de Rebel. —Me está mirando por la ventana, completamente quieto, su
pecho desnudo bañado por la brillante luz blanca de los faros de las
motocicletas que atraviesan la ventana.
—¿Quién es Rebel?
Zeth cierra los ojos.
—Alguien muy malo. Alguien a quien no quieres conocer.

56
8
Zeth
Traducción por Veritoj.Vacio & SOS yiany

Me despierto antes del amanecer, mirando al techo. No necesitaba


preocuparme por mi pesadilla al despertar, confundiendo a Sloane con
otra persona, no cuando en realidad no dormí en absoluto. He estado
pensando en cosas. En cómo manejar toda esta jodida situación. Lo
primero es lo primero, me levanto tan silenciosamente como puedo y
salgo. Hace un maldito calor aquí durante el día, pero por la noche el
desierto es frío. Nubes de vapor nublan mi aliento mientras doy un paseo
rápido. La fila de motocicletas apoyadas a lo largo de la villa es
preocupante. Las cuento, del uno al once. Once malditos Widow Maker.
No había apostado por esto. Había apostado por un montón de cosas,
pero Rebel apareciendo con sus chicos ni siquiera había figurado como
invitado en mi lista de mierdas que probablemente pueden pasar. Su MC
tiene su base en Nuevo México. Debe haber salido en cuanto colgó el
57
teléfono con Julio ayer y condujo todo el día y la noche hasta llegar aquí.
No es una buena señal. Trece horas con las pelotas aplastadas contra un
tanque de gasolina pondría de mal humor a cualquiera. Y por lo que he
oído sobre Rebel, se pone de mal humor fácilmente.
Pero, de nuevo, yo también.
De vuelta en la habitación, Sloane sigue durmiendo. Su cabello
parece como si un pájaro hubiera estado anidando en él, y hay marcas
extrañas en su mejilla por la almohada; es jodidamente hermosa. Me
siento como un imbécil parado ahí mirándola, así que doy pasos fuertes
en la habitación, haciendo suficiente ruido para despertar a los muertos.
—¿Zeth?
Hago una pausa para recoger la ropa de cama en la que dormí y
me giro para encontrarla medio sentada, parpadeando hacia mí a través
de enormes y soñolientos ojos de búho.
—Lo siento. No quise despertarte. —Sí, tenía la intención de
despertarte—. Probablemente deberíamos tener una conversación sobre
esta noche. —Esta noche. Julio y Rebel, dos perros grandes, atrapados
en un pequeño edificio con Dios sabe cuánta gente, ninguno haciendo
nada bueno. Y luego yo y ella en medio de todo esto. Sí, soy un hijo de
puta enfermo. ¿Por qué? Porque hay una buena posibilidad de que Julio
me mate. Y una oportunidad igual de buena de que Rebel reconozca a
Sloane. Y aun así mi polla se me pone dura cuando pienso en llevar a
Sloane a su evento.
—¿Sí? ¿Cuál es el plan?
—El plan es que te vistas y vengas a desayunar. Nadie se va a
levantar todavía. Podemos hablar y comer. —Mi estómago se queja como
si pensara que me han cortado la garganta y me he estado muriendo de
hambre durante días. Necesito sustento. Y necesito salir de esta
habitación antes de olvidar todo sentido de la razón y subirme a esa cama
con Sloane.
Se da palmaditas en la cabeza y debe tener una idea de lo que pasa
con su cabello; abre grande los ojos, pero se encoge de hombros. Me
encanta eso de ella. No le importa un carajo cómo se ve.
—Bien —dice, saliendo de la cama. Solo ha estado usando una
camiseta larga y bragas, y la vista de la piel desnuda hace que mi polla
se mueva en mis vaqueros. La chica tiene piernas hermosas—. ¿Habrá
café?
—Diablos, sí. Me aseguraré de ello.
***
Tenía razón. Los ocupantes de la villa siguen durmiendo mientras
me dirijo al comedor justo al lado de la cocina. Las criadas de Julio son
las únicas que están arriba y alrededor, preparando comida para los
huéspedes y sin duda preparando bocadillos para el pequeño espectáculo 58
de esta noche. Tomo dos tazas de café, un plato de frutas cortadas y
algunos bagels tostados y me instalo en una mesita en el rincón de la
habitación, esperando a Sloane. No tarda mucho en prepararse, otra cosa
que me gusta de ella. La última chica a la que esperé tardó más de una
hora en joder con su cabello y su maquillaje. Puedo decir que Sloane lleva
algo de maquillaje, pero no es mucho, solo rímel y un poco de brillo labial,
y su cabello está muy mojado. Parece como si lo hubiera secado con una
toalla, pero las puntas húmedas y dentadas están creando pequeños
parches oscuros y transparentes sobre sus pechos donde el agua se filtra
a través de su camisa. Se ve muy sexy.
—Ohhh, café —dice gimiendo mientras toma un sorbo, cerrando
los ojos. Me pregunto si se da cuenta de que es un movimiento
pornográfico total. Aunque dudo que haya estado viendo tanto porno. De
cualquier manera, la situación en mis pantalones, recuperada de antes,
de repente regresa triplemente. Estoy furioso esta mañana, y no tengo ni
idea de por qué.
—¿Entonces? —pregunta—. ¿Qué va a pasar esta noche?
—Bien. —Me muevo en mi asiento. Levanto el salero. Lo bajo de
nuevo—. Habrá mucha gente aquí. Vamos a encontrar a Alexis y luego
nos iremos de aquí mientras podamos. Dejaremos tu auto y nos iremos
en el mío.
Sacude la cabeza.
—Es el auto de mi padre. Me matará si no lo devuelvo.
Sloane está preocupada por el viejo auto de su padre, y estamos
sentados en un recinto lleno de gente que potencialmente quiere
matarnos... Bien.
—¿Puedes conseguir que esa cosa vaya a más de sesenta? —Parece
dudosa.
—Exactamente. Además, también tiene paneles de madera.
—¿Qué significa eso?
—Significa que no conduciré un maldito auto con paneles de
madera, eso significa.
Se acerca conspirativamente sobre la mesa, inclinándose hacia mí.
—Bueno, supongo que papá tendrá que estar feliz de tener a su
hija de vuelta en su lugar, ¿no? —Luce tan jodidamente feliz que mi
estómago se aprieta. Ni siquiera ha visto a Alexis todavía, pero tiene una
fe absoluta en que se irá de aquí con su hermana esta noche. Yo, por otro
lado, tengo algunas dudas.
—La mierda se va a poner fea muy rápido si Julio se fija en
nosotros. Tenemos que adherirnos al plan. Intentar ser invisibles.
Parece que esta idea la divierte.
—¿Y realmente crees que eso va a pasar? Contigo aquí. No
escuchaste a esas chicas hablando anoche. Están desesperadas por
59
verte. —El tono de su voz se vuelve un poco agrio, dejando claro lo que
siente al respecto.
—¿Así que por eso anoche quisiste hablar sobre si yo tenía alguna
enfermedad? —De la noche anterior es lo último de lo que quiero hablar,
pero esto es demasiado delicioso—. ¿Estabas celosa, Sloane? ¿Hmm?
Sloane se retuerce en su asiento, con las mejillas al rojo vivo.
—¡No, no estaba celosa! ¡Estaba preocupada por mi propia
seguridad!
Qué mentirosa. Oh, bueno. Déjala fingir si quiere.
—Sí, bueno como dije. No me acuesto con prostitutas.
—¿Qué hay de Alaska? ¿No cuenta porque es la amante de Julio?
—¿Alaska? Alaska no cuenta porque es una perra loca. He
rechazado a esa mujer más veces de las que puedo contar. —Sloane
levanta su taza de café hasta su rostro, pero puedo ver las arrugas en las
esquinas de sus ojos. Está sonriendo—. ¿Por qué? ¿Dijo que me la había
follado?
—Oh, ella lo dio a entender, eso es seguro. Algunas de las chicas
estaban especulando sobre… —Dirige los ojos hacia el sur, mirando
directamente a través de la mesa, viendo fijamente a mi entrepierna.
—¿Mi polla? ¿Estaban hablando de mi polla? —Oh, esto mejora
cada vez más y más. El rostro de Sloane es ahora de un brillante tono de
rojo.
—Alaska dijo que era grande, pero que había tenido más grandes.
—Nunca he follado a Alaska. Aunque probablemente me haya visto
la polla. Y estoy seguro de que ha visto más grandes. Alaska solía trabajar
en el porno. Los tipos que trabajan en esa industria son normalmente
raros.
—Bueno, estoy segura de que tú podrías trabajar en el porno,
entonces. —Tan pronto como las palabras salen de su boca, Sloane
comienza a ahogarse con su café. Tengo la impresión de que no quiso
decirlo en voz alta. Me muerdo las ganas de esbozar la mayor sonrisa
come-mierda del mundo.
—Oh, Sloane. ¿Acabas de hacerle un cumplido a mi polla? —Se
atraganta de nuevo, jadeando, intentando que le entre aire en los
pulmones. No puedo evitarlo; esto es demasiado fácil—. ¿De verdad
acabas de elogiar a mi polla? Casi me siento halagado.
—Quise decir que... oh, olvídalo. Sí, acabo de elogiar a tu polla. Es
enorme. Ahí tienes, ¿te sientes validado como hombre ahora?
Está haciendo un trabajo valeroso al tratar de reconocer sus
comentarios, pero aun así se siente avergonzada más allá de lo creíble.
—Ya me siento validado como hombre, Sloane. Me siento como un 60
hombre cada vez que te hago gritar. No, a la mierda con eso. Me siento
como un rey cada vez que te hago gritar.
Deja de balbucear y de reordenar las cosas en la mesa, y solo me
mira. Sus ojos están ardiendo. Es esa mirada en sus ojos la que lo hace.
No puedo detenerme. Un hombre no puede aguantar más que eso, y que
ella me mire así es lo único que me importa.
—Levántate, Sloane.
—¿Qué?
—Levántate. Sígueme. —Me levanto, abandonando mi café y mi
desayuno intacto, extendiendo la mano. Ella vacila por un segundo antes
de tomarla, y me sigue.
—¿Adónde vamos?
Llegamos hasta el pasillo antes de que me dé cuenta de que no
vamos a llegar al dormitorio. Camino lo suficientemente lejos como para
llegar a un hueco en el pasillo y prácticamente la levanto y la aplasto
contra la pared, golpeando mi cuerpo contra el suyo.
—¡Zeth!
—Sí, justo así. Escuchar mi nombre saliendo de tu boca así, eso es
lo que me hace sentir como un hombre —digo gruñendo. Su cabello
mojado me roza la cara mientras me inclino para besarle el cuello, la
mandíbula, la clavícula. Tiene un sabor fresco y limpio y es único en ella.
Me palpita la polla en los pantalones, tan jodidamente dura. Tengo que
tenerla. No puedo esperar.
Le arranco la camiseta por la cabeza e inmediatamente entierro mi
rostro en su escote. Las. Mas. Increíbles. Tetas. De todos los tiempos. La
sujeto con la mitad inferior de mi cuerpo, sus piernas envueltas alrededor
de mi cintura, y luego puedo agarrar esas hermosas tetas y apretarlas.
Sloane jadea, balancea la cabeza hacia atrás para exponer más su cuello.
No tengo suficientes manos. Quiero acariciarla y tocarla por todas partes.
—Maldita sea, chica. —Resoplo contra su piel, apretando mi polla
contra ella. Se siente increíble; quiero empujar más fuerte, hundirme tan
profundamente dentro de ella, hasta que grite lo suficientemente fuerte
como para despertar a toda la casa.
Es increíble. Tomo sus tetas y las junto para que los pezones
rosados y apretados estén erguidos, rogándome que juegue. Hace sonidos
de gemidos sofocados mientras la lamo, chupando cada pezón y luego
mordiendo lo suficientemente fuerte como para hacerla inhalar
bruscamente. Echa la cabeza hacia adelante y una sacudida de recuerdo
me golpea, ella besándome la última vez que la follé así. Cómo se inclinó
hacia adelante y presionó los labios contra los míos, hundiendo sus
manos en mi cabello. Cómo me prendió fuego. Puedo decir que también
está pensando en ese beso. Sería lo más natural del mundo besarla
ahora. Sería fácil. De repente, mi corazón está golpeando dentro de mi
pecho, cada latido cantando, no puedo. No puedo. No puedo. Me retiro
un poco y dejo que sus piernas se deslicen hacia abajo para que apoye
61
los pies en el suelo.
—¿Qué es...?
Le desabrocho los pantalones antes de que pueda terminar eso.
Preguntará qué está mal, y no quiero escucharlo. No quiero escuchar
nada sobre lo correcto y lo incorrecto. Toda esta situación, ella y yo, nada
de eso califica bajo ningún encabezado.
Le quitó los pantalones, sonriendo un poco cuando tiene que
apoyar las manos sobre mis hombros para mantener el equilibrio. No solo
los bajo; los arranco de su cuerpo y me llevo sus delicadas sandalias de
cuero.
Se para frente a mí en sus bragas, con las manos retorciéndose a
los costados, tratando de decidir si quiere cubrirse el pecho o no. Es toda
curvas y líneas suaves, delgadas pero femeninas, tímida pero
completamente inconsciente de la energía sexual que exuda.
Tengo que follar a esta chica.
Ahora mismo.
—Date la vuelta, Sloane. —Me mira con cautela, pero tiene el pecho
agitado. Está tan excitada como yo. Hará todo lo que le pida que haga
ahora. Ese pensamiento me enciende la sangre. Y teniendo en cuenta
dónde está la mayor parte de mi sangre en este momento, parece que mi
polla está a punto de explotar. Se aleja de la pared, girando lentamente,
dándome una última mirada vacilante sobre su hombro.
Echo un vistazo a su trasero con la ropa interior francesa de encaje
negro que se puso y he terminado. Me lleva tres segundos desnudarme
completamente. Paso mis manos por las líneas tonificadas de su espalda,
y ahueco sus nalgas, respirando hondo entre los dientes. No puedo
esperar. No puedo esperar para golpear esta cosa. Se necesita de una
moderación monumental para empujar suavemente a Sloane hacia
adelante, para que pueda apoyarse contra la pared. Esto tiene el efecto
que buscaba; está doblada por la cintura y me presenta su trasero. Y es
lo más hermoso que he visto.
Ella tiembla de necesidad. No estaba bromeando antes, me siento
como el rey del mundo cuando le hago esto. Deslizo las manos sobre sus
costados y me inclino sobre ella, alcanzando para palmearle los pechos.
Cuelgan, pesados y llenos, tan increíbles. Me siento como un niño en un
patio de recreo, y su cuerpo es mi propio paseo personal. Empujo mis
caderas contra ella y casi exploto allí mismo, y cuando inclina la espalda
como un gato y empuja hacia atrás.
—Joder, Sloane.
—Fóllame —responde—. Fóllame ahora. Por favor. Por favor…
Su súplica sin aliento es como música para mis oídos. Ya está
mojada para mí, puedo sentirlo a través de sus bragas, ya empapando mi
polla, así que no soy gentil. No puedo serlo. Tengo cero restricciones.
62
Agarro esas bonitas bragas y las rasgo, ni siquiera un poco arrepentido
por el desperdicio. Le compraré más. Le compraré miles de dólares en
encaje negro a cambio de estos ahora mismo. Es el intercambio más justo
que he hecho. Sloane grita; Puedo decir que está tratando de contenerse,
pero no tiene éxito. Estoy cantando como un jodido gallo en mi cabeza
por eso, por el hecho de que no pueda controlarse.
Agarro mi polla y la aprieto; se me tensan los músculos con la
presión, enviando una ola ardiente de adrenalina alrededor de mi cuerpo.
Sin embargo, no me hundo en ella de inmediato. Deslizo los dedos sobre
su coño empapado y masajeo su clítoris, trabajando mi polla al mismo
tiempo. Con cada pequeño golpe y movimiento de mis dedos, Sloane se
queda cada vez más sin aliento. La tomo por sorpresa cuando deslizo una
mano hacia atrás y uso la humedad resbaladiza en mis dedos para tocar
su trasero. De hecho, casi salta de su piel.
—¿Confías en mí, Sloane? —Nunca antes le había preguntado tan
directamente. Nunca le he pedido su confianza porque si me la da, me
aterra romperla. Pero no ahora. No con esto.
—Uhhh...
—Confía en mí. —Esta vez no es una pregunta. Es una orden. Froto
mi polla contra su coño, sabiendo que está causando fricción en los
lugares correctos, y uso mis dedos para provocar, acariciar y amasar su
trasero. Puede que nunca haya pensado que alguna vez lo haría, pero en
poco tiempo está presionando contra mí nuevamente. Disfrutándolo.
Presentándose a mí, permitiéndome aplicar más presión cada vez que
mece las caderas.
Empujo un poco más fuerte esta vez, insertando la punta del dedo,
y Sloane grita, su cuerpo tiembla tan fuerte contra mí que siento que
estoy vibrando.
—¿Te gusta eso? ¿Eh?
—Sí. Sí. Sí... —Parece que está completamente perdida.
He esperado lo suficiente. Agarro mi polla y la deslizo dentro de
ella, empujando tan fuerte que mis bolas se aprietan. Quiero ser rudo
con ella. Quiero lastimarla y dejar mis huellas digitales sobre ella, pero
no lo hago. Recojo su cabello y lo envuelvo alrededor de mi mano, y lo tiro
con fuerza. Lo suficientemente fuerte como para echarle hacia atrás la
cabeza y que su cuerpo se arqueé nuevamente, lo suficiente como para
que me incline hacia adelante y le muerda el hombro.
Jadea a través del dolor.
—¡Oh, joder!
Le muevo la cabeza hacia un lado, de modo que le acerco la barbilla
hacia mí, y puedo ver que no estoy traspasando ningún límite. Los ojos
de Sloane se giran hacia atrás, sus labios magullados se hinchan y se
separan mientras jadea mi nombre una y otra vez cada vez que me fuerzo
dentro de ella. Está apretada. Está tan jodidamente apretada que es casi 63
doloroso, pero de la mejor manera.
Me arriesgo a aplicar un poco más de presión con los dedos con los
que aún juego en su trasero, y responde suspirando, empujando contra
mí.
—Dios mío, Zeth. Sí. Por favor. Por favor…
Sí. Eso es lo que pensé. Está en el juego. Sin embargo, no soy un
maldito imbécil. Acabo de mostrárselo. Le he demostrado que le gusta.
—Por favor…
Mierda. Bueno, no soy un maldito imbécil, pero tampoco soy un
santo. Empujo mi polla dentro de ella lo más profundo que puedo, y llevo
un dedo hacia adelante al mismo tiempo, yendo despacio para poder
detenerme tan pronto como ella lo desee. Su cuerpo tiembla tanto, y
puedo decir que está luchando contra eso, pero no pide que me detenga.
Sus pequeños jadeos y gemidos son de placer tenso, no de un dolor que
todo lo consume. Puedo sentir mi polla dentro de ella a través de la pared
de su coño, y es... es solo... no puedo...
La follo. La follo duro. Sin embargo, calculo su reacción y actúo en
consecuencia cuando se trata de lo que está haciendo mi dedo. Cuando
parece que se está inclinando, cuando el placer se está convirtiendo en
dolor, me detengo por completo y uso ambas manos para agarrar sus
caderas. Con la influencia adicional, golpeo más fuerte que antes, mi
sangre canta por mis venas.
Puedo decir cuándo está a punto de correrse. Comienza a temblar,
pero sus músculos están tensos, tratando de mantenerla erguida. No
tengo la menor esperanza de contenerme. Nos corremos al mismo tiempo,
y ninguno de nosotros está callado. Lentamente bombeo dentro y fuera
de ella, recuperando el aliento. Debo ser un bicho raro, pero me da un
gran placer perverso frotar mi semen a través de los pliegues resbaladizos
de su coño y en su culo.
—¡Bravo! ¡Bravo!
Sloane se aleja de mi polla como si alguien acabara de arrojarnos
un balde de agua helada. En el pasillo, apoyado contra la pared opuesta
a nuestro rincón, un chico con una camiseta negra rasgada y vaqueros
rotos aplaude, sonriendo de oreja a oreja. No lo reconozco, pero es joven.
Como a principios de los veinte. Y es un Widow Maker; eso es obvio.
—Buen espectáculo —dice, todavía aplaudiendo—. No pensé que la
diversión comenzara, hasta esta noche. Obviamente me equivoqué. —
Sloane busca su ropa, jurando por lo bajo: su pánico no es tan divertido
como cuando alguien la atrapó en el baño. Ahora me enoja. Me giro y
cuadro mi cuerpo para estar de pie frente a ella, bloqueándola de la vista.
—Usualmente es educado anunciar tu presencia, imbécil —gruño.
Al diablo con que esté desnudo. Al diablo con que Julio se enoje. Romperé
la mandíbula de este tipo si las siguientes palabras que salen de su boca
no son lo siento.
Por suerte para él, lo son.
64
—Lo siento, hermano. Mi error. —Ya no se ríe. Levanta las manos,
luciendo adecuadamente preocupado por la expresión de mi rostro. Debe
haber pensado que yo también estaría avergonzado. Pero vivir en prisión
te quita todo eso. Tu modestia, tu humildad, todo—. No quise molestarte
así, hombre —continúa el chico—. Pero mierda, amigo. Estabas follando
en un pasillo.
Todavía creo que debería golpearlo. Ya tengo los puños cerrados
cuando Sloane me agarra del brazo.
—Está bien. Tiene toda la razón.
Se desliza desde detrás de mí, de alguna manera ahora
completamente vestida aunque luciendo poderosamente desaliñada.
Tiene las mejillas carmesí, pero se las arregla para mirar al chico a los
ojos. La cara del tipo palidece cuando la mira bien.
—Dios. ¡Jódeme! ¿Qué de...? —Su reacción es instantánea. Parece
que ha visto un fantasma.
—Mal, qué demonios estás... —Una voz, dominante y molesta,
viene de detrás de nosotros, y luego otro Widow Maker dobla la esquina.
Botas negras, vaqueros negros, camiseta negra, rematada con una
chaqueta de cuero que lleva la insignia VP sobre el bolsillo superior. El
tipo se detiene en seco cuando me ve, y esta vez es mi turno de parecer
que he visto un fantasma. Porque él es.
Cade Preston.
Hijo de puta Cade Preston.
Abre la boca, mirándome con absoluta sorpresa en el rostro.
—¿Zee? —Y luego, con el ceño fruncido—. ¿Por qué estás desnudo?
No se me ocurre nada más que decir, así que me las arreglo con lo
primero que se me ocurre.
—¡Tú! ¿Por qué demonios no estás muerto?

65
9
Zeth
4 años antes
Chino
Traducido por Yiany

—Esta comida sabe a mierda, hombre.


—Mmm. Sí, diría que hay una proporción bastante alta de mierda
aquí.
—A la mierda con una proporción alta, amigo. Todo esto es una
mierda. Las cosas blandas y marrones son mierda de perro. Que el pan
es mierda de caballo. Y ese pudín es mierda de pájaro, amigo, directo. Vi
a los equipos de demolición raspar esas cosas del techo.
Toco el trozo marrón de carne reconstituida en mi bandeja con el
tenedor de plástico, mirándolo con recelo. Marco me ve hacerlo; hace un
66
sonido burlón entredientes.
—Zee, hombre, esa es la peor mierda que hay. Es la propia mierda
de Colossus. Está en esa cocina poniendo pistas todo el día. Por eso los
negros no comen pastel de carne, hijo de puta.
Así es como se desarrollan las comidas todos los días en prisión.
Nos quejamos de ella, y luego la comemos de todos modos porque no
tenemos otra opción. Pero el día del pastel de carne es especialmente
malo. Colossus, el enorme tipo ruso que fue condenado por matar a su
esposa e hijos, también es el cocinero, y se deleita en quemar todo lo que
envía de la cocina. Su pastel de carne seco es asqueroso.
Hay bullicio en el comedor debido a las charlas y bromas
estridentes entre los reclusos, todos segregados en sus estereotipos
raciales apropiados. Supremacistas, blancos, negros, mexicanos,
italianos... No importa si no eres neonazi, pandillero, traficante de coca o
mafioso cuando estás afuera, dentro de estas paredes, tu herencia es tu
credo. El sistema se basa principalmente en el odio. Los negros odian a
los blancos, los italianos odian a los mexicanos y a los negros, los
mexicanos odian a los blancos, y los blancos odian a todos, incluso a
otros blancos si los provocas.
Estando a la deriva en medio de este mar de odio, me siento en una
mesa con Marco, quizás la persona más negra que he conocido, y Leroy,
que resulta ser mexicano. Hay una silla vacía al lado de Leroy, esperando
al cuarto miembro de nuestro grupo: Cade. Cade es blanco como yo, pero
ninguno de nosotros era lo suficientemente "blanco" como para unirnos
al Klu. Los Klu son quizás el grupo más grande después de los negros, y
no les gusta especialmente cuando se mezclan razas populares de piel
clara.
Nos llaman a los cuatro la ONU, un término que incluso los
guardias encuentran divertido. Somos parias. Comemos juntos, cagamos
juntos, nos duchamos juntos, corremos juntos en el patio. La única vez
que no nos estamos mirando las espaldas es cuando estamos encerrados,
pero solo somos nosotros y el tipo con el que estamos alojados. Y, en
general, la mierda no cae de uno en uno así.
—¿Dónde está tu chico? —pregunta Leroy, cortando su comida con
el tenedor de lado. Te vuelves competente cuando te dan un cuchillo de
plástico sin filo para cortar la comida de Colossus.
Marco mastica, con la boca abierta, el tenedor colgando libremente
de su mano.
—No sé. Sin embargo, está afuera. Hadley lo vio con la enfermera
hace una hora.
Estas son noticias. Noticias que no tienen sentido.
—¿La enfermera? ¿Por qué?
—Lo atraparon replicándole a uno de los guardias cuando salía del
aislamiento. Iban a meterlo de nuevo allí, creo, pero necesitaban la celda 67
para Barteaux. El loco hijo de puta se apuñaló de nuevo.
Por lo general, te preocupas de que otras personas te apuñalen en
la cárcel. Sin embargo, no Barteaux.
—Esa es la tercera vez que lo hace.
—Lo sé, hombre. —Leroy se ríe—. El hombre calcula que lo van a
trasladar si la administración cree que lo están atacando. Alguien
realmente le dijo al tipo que no se apuñale delante de las cámaras.
Marco deja salir su propia risa, señalando el extremo más alejado
del comedor.
—Oh. Esperen. Veo a nuestro chico.
Efectivamente, Cade se está abriendo paso entre las mesas, con la
bandeja en sus manos. Es un tipo grande, casi tan grande como yo. De
cabello oscuro y cubierto de tatuajes. Podríamos ser hermanos, pero no
lo somos. Lo enviaron a cumplir una sentencia de un año, por un crimen
del que se niega a hablar. Le salvé el culo de una paliza severa que Klu le
sirvió amablemente en su primer día, y desde entonces hemos sido
amigos. Cuando Cade se levanta y golpea su bandeja sobre la mesa, Leroy
le clava un dedo en la costura de las puntadas furiosas que se extienden
desde la sien de Cade hasta su pómulo.
—¿Qué te dije sobre el clavo, ese? No puedes tener esa mierda en
tu celda, hombre. Pondrán tu nombre sobre el agujero de tu celda de
aislamiento en donde te siguen metiendo a este ritmo.
Cade es un delincuente reincidente por contrabando o clavo si eres
Leroy. Hasta ahora, he visto su culo ser arrastrado al aislamiento por
hierba, un plumero y un teléfono celular (quién diablos sabe cómo
consiguió eso aquí). Frunce el ceño, apartando la mano de Leroy.
—Jódete, hombre.
Le paso un paquete de cigarrillos y levanto una ceja.
—¿Por qué fue esta vez?
Cade abre el paquete y toma tres, metiéndolos en el bolsillo
superior de su mono para más tarde.
—Imágenes obscenas de naturaleza sexual —recita, mientras se
echa la comida a la boca.
Marco estalla en risotadas.
—¿Pornografía? ¿Te encerraron durante una semana por mirar
coños?
Cade se encoge de hombros y se traga la comida.
—Me van a joder por cualquier cosa. ¡Lo sabes!
—Sí, hombre, lo hacemos. ¿Todavía te maltratan mucho? — 68
pregunta Marco.
Cade echa una mirada sospechosa alrededor de las mesas, con los
ojos entrecerrados. Respira profundamente. Desde que estuvo aquí, ha
sido blanco de ataques de los arios, los mexicanos y los guardias de la
prisión, aunque nadie dice por qué. El que menos dice es Cade. El
administrador de la prisión quiere que derrame sus agallas sobre algo, y
las pandillas temen que lo haga. Hasta ahora ha estado encerrado,
negándose incluso a decirnos a los tres nada sobre esta mierda oscura
que amenaza su vida a diario.
—Me ofreció protección a testigos esta vez —admite.
Leroy le golpea el brazo.
—Maldición, amigo. ¿Sabes que te dan un salario de por vida
cuando te unes a protección a testigos? Dinero gratis. ¡No tienes que
hacer nada por el resto de tus días!
—Aparte de mirar por encima del hombro —le digo. Cade me
asiente, lo entiendo. Los otros son delincuentes menores. Leroy irrumpió
en una ferretería y robó un taladro eléctrico. Ese crimen lo habría llevado
a Lompoc5 en lugar de a una prisión de máxima seguridad si el estúpido
hijo de puta no hubiera golpeado hasta la muerte al guardia de seguridad
que lo atrapó. La misma historia con Marco. Era un traficante de poca

5
La Institución Correccional Federal, Lompoc (FCI Lompoc) es una prisión federal
de Estados Unidos de baja seguridad para reclusos varones en California.
monta afuera, probablemente habría obtenido doce meses de seguridad
mínima si no hubiera agredido a un policía tratando escapar. Estos tipos
no tienen idea de cómo es trabajar en el crimen organizado. Yo sí, y Cade
también. No me lo ha dicho, pero sé que está muy metido en la mierda.
Protección a testigos no es tan seguro como lo hacen ver los policías y los
políticos. Siempre hay una manera. Una persona a quien amenazar. Una
computadora para hackear. Y luego estás muerto. Comemos nuestra
comida y ya no hablamos de ello.
Al final, preocuparse por un sistema de protección de testigos
defectuoso realmente no importa. Cade no puede unirse a protección a
testigos; Ni siquiera logrará salir de Chino. Tres semanas después,
durante uno de los raros momentos en que la ONU no está en sesión, un
ario llamado Spider apuñala a mi amigo tres veces por la espalda.
Riñones. Hígado. Pulmones. Un golpe profesional. Los guardias llevan su
cuerpo inerte por la pasarela, más allá de la puerta abierta de mi celda
donde estoy haciendo flexiones, dejando un río de sangre detrás de ellos.
No regresa.
La línea oficial es que Cade Preston murió por sus heridas.

69
10
Sloane
Traducido por IsCris

Este tipo, este extraño… luce peligroso. Zeth se detiene en el


pasillo, mirándolo fijamente, con la mandíbula apretada. ¿Lo acaba de
acusar de estar muerto? Tengo esta horrible sensación de hundimiento
en la boca del estómago. Parece que Zeth le puso una bala a este tipo, lo
enterró, solo para descubrir que se desenterró de su tumba poco
profunda y ha vuelto a la vida. Lo aterrador es que eso es completamente
posible. ¿Se suponía que Zeth debía matarlo? ¿Está a punto de desatarse
una guerra? Zeth solo toma su ropa y se viste, frunciendo el ceño
ligeramente.
—Oye, Mal, ¿por qué no vas a ver si los chicos necesitan algo? —
Mal se ve levemente molesto pero, ante una mirada severa del tipo de
cabello oscuro que se encuentra al final del pasillo, obedece y se va. 70
Ahora que está completamente vestido, Zeth parece haberse
compuesto un poco.
—¿Entonces eres Widower, Cade? Supongo que eso tiene sentido
—dice con aspereza. Suena... no tengo idea de cómo suena. No puedo
entender qué está pasando dada su expresión tormentosa. Cade raspa la
punta de una bota contra el talón de la otra y asiente.
—Supongo que sí, ¿eh? Probablemente estés muy confundido en
este momento.
—Podría decirse.
La tensión entre estos dos es sofocante. Cade parece un poco
compungido, mientras que Zeth definitivamente está a punto de explotar.
—Me trasladaron después de que me apuñalaron. Me pusieron en
aislamiento durante el resto de mi condena.
—¿Te pusieron en aislamiento durante cinco meses?
—Sí, hombre. Me presionaron mucho. Y luego mucho más fuerte.
No les dada lo que querían, así que me dejaron allí para que me pudriera.
Dijeron que sabía dónde encontrarlos si cambiaba de opinión.
Entonces la prisión. Zeth conoce a este tipo de la prisión, y por lo
que entendía, Zeth pensó que había muerto adentro. Me aclaro la
garganta, un recordatorio oportuno de mi existencia. Cade me mira,
sorprendido de verme todavía parada allí. Aparentemente, Zeth
sintiéndose de la misma forma.
—Uh, Naomi, ¿por qué no te preparas para más tarde? Necesito
tener una conversación con este tipo.
Una conversación. ¿Y no una conversación dirigida por los puños?
Tengo mucha curiosidad sobre quién demonios es este tipo, pero puedo
decir que no tiene sentido objetar. De repente me siento muy, muy sucia.
Necesito una ducha, y estoy un poco enojada con Zeth. ¿Me folla en un
pasillo frente a un completo desconocido, no tiene la decencia de notar al
completo desconocido y luego me abandona para salir con un viejo amigo
de prisión? Esto suena demasiado como algo sacado de la basura de Days
of Our Live6. Lo miro con agudeza y le doy la espalda, sin molestarme en
contestarle. Nuestra habitación se encuentra a solo seis metros de
distancia, seis estúpidos metros y no pudo llegar tan lejos, y estoy segura
de que escucha lo fuerte que resuena cuando cierro la puerta.
Estúpido.
Me duele el cuerpo por el sexo que acabamos de tener, más dolorida
en algunos lugares que en otros. Me desnudo de nuevo, considerando
quemar mi ropa cuando capto su olor por todas partes, y me doy la ducha
más caliente en la historia de las duchas. Comienza a tocar la puerta
poco después de que termino de bañarme, pero a la mierda si salgo
corriendo del baño solo porque ha decidido que ahora quiere verme.
Ignoro el martilleo intencionalmente hasta que escucho una voz 71
fuertemente acentuada gritando a través de la puerta.
—¡Hawthorne! ¡Señorita Hawthorne!
¿Hawthorne? Oh, sí, claro. Es el apellido de dentista que me puse
cuando Julio me preguntó mi nombre. Naomi Hawthorne. La puerta se
sacude sobre sus bisagras, suena como si se fuera a salir en cualquier
momento. ¿Qué demonios está pasando? Salgo de la ducha, me envuelvo
en una toalla y la abro.
Un chico mexicano bajo y con sobrepeso se encuentra de pie al otro
lado, con el pecho agitado y una pistola en la mano. Empiezo a cerrar la
puerta de un portazo, no me matarán a tiros en el baño de un burdel
mexicano, pero el tipo mete el pie en el hueco.
—¡Señorita Hawthorne! ¡Venga, por favor! Ayuda. ¡Necesitamos su
ayuda!
¿Mi ayuda? La adrenalina de repente entra en acción. Mierda.
Zeth quería matar a golpes a ese tipo después de todo. Debe haberlo
atacado o algo así. Suelto la puerta, empujo al pequeño mexicano y
agarro la ropa limpia que puse sobre la cama.

6
Days of Our Lives (a menudo abreviado como DOOL o Days ) es una telenovela diurna
estadounidensetransmitida por NBC . Es uno de los programas de televisión con guión
más antiguos del mundo, y se transmite casi todos los días de la semana desde el 8 de
noviembre de 1965
—¡Fuera! ¡Fuera! —Señalo la puerta, mirando furiosamente al
hombre; toma la indirecta y sale por la puerta entreabierta de espaldas a
mí mientras me visto.
—Bien, ¿dónde está? Muéstrame. —Probablemente ya haya
matado al otro tipo. No sé por qué piensan que puedo detenerlo, pero aun
así... ha estado diciendo todo este tiempo cómo debemos mantener la
cabeza baja. Cómo necesitamos no causar disturbios, y ahora él va y
termina…
Me detengo en seco. El gordo mexicano no me ha estado guiando
hasta Zeth. Me llevó al patio delantero frente a la villa, donde varias
chicas de la otra casa se encuentran de pie en círculo, abrazándose y
llorando, mientras un hombre arrodillado realiza reanimación
cardiopulmonar a un cuerpo en el suelo. Es una chica. Lleva zapatillas
blancas y vaqueros ajustados, y una camisa roja. No, no, su camisa no
es roja. Es blanca, pero el frente está saturado de sangre. Absolutamente
empapada en ella. El chico que realiza la reanimación se detiene,
jadeando, mirándose las manos como si no supiera qué hacer, por qué la
chica no se despierta cuando presiona su pecho. Entonces, mi instinto
entra en acción. Me apresuro y lo empujo fuera del camino, sin prestar
atención a los jadeos sobresaltados que escapan de los espectadores
cuando cae de lado. Me arrodillo y agarro la camisa de la chica,
levantándola.
La fuente de toda la sangre es visible al instante. Una herida de
bala, justo debajo del aro de su sostén. La giro hacia mí, estirándome
72
sobre ella para revisar la espalda. ¿Hay una herida de salida? No. No hay
herida de salida. Mierda. Y le dispararon en el peor lugar posible. En
estos días, las balas están diseñadas para que se rompan dentro de una
persona, destruyéndose en pedazos para causar el máximo daño a los
órganos internos. Y los órganos internos cercanos a esta herida son los
más frágiles e importantes de todos: el corazón. Los pulmones.
—Necesitamos llevarla adentro. Sobre una mesa. Levanto la vista
para encontrar una docena de rostros tensos observando cada uno de
mis movimientos. En las afueras, veo una cara familiar; es Michael. Se
pierde en el ajetreo cuando tres de los hombres, miembros de la misma
pandilla de motociclistas de Cade, se apresuran a llevar a la chica
adentro. Todavía no he determinado si la mujer está viva; Agarro su brazo
y camino con ellos mientras la llevan adentro. Con mis dedos índice y
medio, busco un pulso, lo encuentro débil y taquicárdico pero está allí, y
luego...
Un jadeo estrangulado se escapa de mi boca.
Oh, no. Oh, no, no... La pequeña marca de nacimiento en forma de
estrella en el interior de su muñeca me es más que familiar. Está grabada
en casi todos los recuerdos de la infancia que tengo. La he visto mil veces
antes. La reconocería en cualquier parte.
Nunca miré la cara de la chica, pero sé que es ella.
Sé que es Alexis.
11
Sloane
Traducido por Emotica G. W & RRZOE

Han tendido a Alexis en la enorme mesa de la cocina, y hay criadas


corriendo por todas partes chillando, llorando y hablando en español. El
chico de antes, el que estaba practicándole RCP, se encuentra de pie al
lado de la mesa, con las manos preparadas y listas para comenzar a
comprimir nuevamente.
—¡Aléjate jodidamente de ella! —Me abro paso a la fuerza entre las
personas que nos han seguido adentro y empujo al chico lejos—. ¡Tiene
pulso, idiota!
—¡Pero no está respirando!
—Está jodidamente respirando. Está inconsciente porque ha
perdido demasiada sangre. 73
El chico retrocede tambaleándose, pasándose las manos por el
cabello, manchándose de sangre toda la cara.
—Jamie me va a matar. Jamie me va a asesinar —es todo lo que
dice, una y otra vez. Está distrayéndome como la mierda.
—Necesito... —Joder, aquí no tengo nada de lo que necesito. Dejé
mi maletín médico en casa de mis padres. No pensé ni por un segundo
que tendría que hacer algún trabajo médico aquí. En retrospectiva, eso
fue realmente tonto, pero ahora no hay nada que hacer al respecto.
—¿Qué? ¿Qué necesitas? —El tipo se ha puesto de un blanco
fantasmal, le tiemblan las manos como locas—. Dime y te lo conseguiré.
¡Vamos! —Está entrando en pánico, al igual que yo.
—Necesito una bolsa de plástico, cinta adhesiva y un kit de
costura. Necesito alcohol, medicamentos recetados, agua hirviendo,
toallas, pinzas. El cuchillo más afilado que puedas encontrar. Ve.
Una jodida cirugía clandestina en mi hermana potencialmente
moribunda… en eso se está convirtiendo esto. Estoy luchando por
respirar. Hay una razón por la cual los médicos nunca tratan a sus
familiares, y mi corazón acelerado es parte de esa razón. Estoy
volviéndome loca, y la cirugía de trauma es como una forma de arte. No
muchas personas pueden hacerlo, todo se trata de mantener la calma
frente a la presión extrema, bloquear el caos, los gritos y el pánico que
tienen lugar a tu alrededor. Tienes que tener la mano firme el cien por
ciento del tiempo. En este momento, me tiembla tanto la mano que no
creo que pueda sostener ni un bolígrafo.
—Dime qué pasó. Dime exactamente qué pasó para poder
visualizar. —El tipo que estuvo aquí hace un momento ha desaparecido,
en una misión para encontrar los artículos que pedí. Otro hombre da un
paso adelante, veintitantos, vistiendo una camisa elegante y una corbata
de todas las cosas. Está usando vaqueros ajustados, los cuales parecen
tan fuera de lugar como su corbata.
—Soph recibió un disparo —murmura, frotando las palmas contra
sus vaqueros. Tiene las manos cubiertas de sangre. Quiero aplastarle la
cara.
—¡Puedo jodidamente ver que le han disparado, imbécil! ¿Con qué
tipo de arma le dispararon? ¿A qué distancia? ¿Desde qué ángulo?
El chico solo me mira sin comprender. Es una mujer quien
proporciona las respuestas, una rubia alta con penetrantes ojos verdes.
—Estábamos en una reunión. Salió mal. Encontramos a la policía
y tuvimos que correr. A Soph le dispararon con una Glock 22. A. calibre
40. El disparo vino desde unos seis metros de distancia, desde un lado,
así, pero desde lo alto. —Se mueve hacia mi izquierda, levantando la
mano en forma de pistola, apuntando directamente a mi pecho.
Entonces recibió un disparo desde poca distancia, hacia abajo y a
la derecha. La bala podría estar en cualquier lugar, podría haber
desgarrado absolutamente cualquier cosa. Una sensación de pura
74
desesperación me invade. Si estuviéramos en un hospital, si tuviera un
equipo quirúrgico, si tuviera un entorno estéril, máquinas de soporte vital
y tiempo, podría existir la posibilidad de poder salvar a Alexis. Tal como
están las cosas, en una cocina doméstica sin ninguna de esas cosas...
—Aquí, tengo todo lo que pediste. —El tipo regresa; en efecto, está
cargando en sus brazos todos los artículos que he pedido. Arroja todo
sobre la mesa junto a Alexis, cuya respiración superficial, rápida, casi
imperceptible, se ha acelerado desde que la trajeron adentro. Su cuerpo
está en shock masivo. Y si hago esto, si la abro, estoy a punto de
empeorarlo diez veces. Podría matarla.
Aunque la alternativa es que solo la deje morir en esta mesa de
cocina, y eso parece infinitamente peor que no intentarlo en absoluto.
—¿Naomi? —La complexión más grande que la vida de Zeth llena
la puerta, su rostro completamente en blanco mientras contempla el
desastre frente a él. Varias personas en la cocina se vuelven para ver
quién es este recién llegado, pero los demás siguen mirando fijamente a
Alexis. Soph, la llamó el chico. La conocen como Soph, las chicas
mencionaron a una Sophia anoche en la otra casa, y todas parecen
preocuparse por ella—. ¿Qué está pasando? —pregunta Zeth. Su voz es
rasposa; su presencia tiene un efecto extrañamente calmante sobre mí.
Me dejan de temblar las manos tan fuertes.
—Necesito que se despeje la habitación —digo, mi voz sonando
metódica y en control. No lo estoy, pero al menos sueno como si lo
estuviera. Zeth asiente, y me vuelvo hacia mi paciente, agarrando
rápidamente la bolsa de plástico y la cinta adhesiva. Rasgo la bolsa con
los dientes y coloco un parche cuadrado sobre la herida en el pecho de
Alexis. Lo fijo en su lugar, asegurándome que el plástico y la cinta
adhesiva formen un sello perfecto.
—Es ella, ¿no? ¿Qué estás haciendo? —La voz de Zeth es la única
en la habitación, ahora. No había notado a ninguno irse mientras
trabajaba, pero agradezco el silencio.
—Sí. Es ella. —Rápidamente le repito lo que me dijo la rubia,
mientras mantengo las manos sobre mi boquilla, observando y
esperando. Cuento hasta veinte, con una mano apoyada sobre el pecho
de Lexi, comprobando que todavía esté respirando.
—¿Sloane?
—Necesito averiguar si el pulmón ha sido perforado. Si es así, el
aire se escapará a través de sus pulmones. La bolsa de plástico se inflará
cuando salga de la herida. —Otros cinco segundos. Diez. Alexis todavía
está respirando, pero el plástico no se infla.
—Su pulmón está bien —digo, arrancando la bolsa de plástico y la
cinta de su piel. Es una pena que no pueda hacer una especie de prueba
de triaje similar para decir si le han rozado el corazón. La taquicardia
podría significar que sí, pero también simplemente podría significar que
75
está en shock. Lo que definitivamente lo está.
—¿Ahora qué? —Zeth no está entrando en pánico. Sus ojos están
fijos en mí, firmes, enfocados y alertas.
—Ahora tengo que intentar encontrar la bala. —Hago presión en el
estómago de Lexi, esperando sentir la firmeza que indica peritonitis, que
hay una hemorragia interna en alguna parte. Sin embargo, no la siento.
Eso significa que solo puedo seguir la trayectoria de la herida con las
pinzas que me han dado y, con suerte, si el destino está de nuestro lado,
encontraré la bala y no tendré que abrirla para evaluar visualmente el
daño.
Zeth reacciona rápida y decisivamente, dándome lo que necesito
cuando lo pido. Me encuentro con problemas casi de inmediato. Las
pinzas son demasiado cortas, son de cosmética regular y solo alcanzan
unos diez centímetros dentro de la herida. El alcohol que me han traído
para esterilizar es jodidamente aguardiente. Tengo que enviar a Zeth en
busca de algo con menos azúcar y basura añadida; regresa con vodka
ruso de alto grado y tengo ganas de besarlo. Pero luego, Lexi empeora
aún más, rematando todo con una respiración agónica, respiraciones
jadeantes, dificultosas; una señal desesperadamente mala que me dice
que o su corazón está bajo tensión masiva o tiene insuficiencia renal o
hepática.
—Joder. No sé qué hacer. ¡Joder! —Estoy desmoronándome. No
puedo jodidamente hacer esto. Ella va a morir. Me he preocupado
durante años porque esté muerta, pero no lo ha estado, y ahora la ironía
más colosal de todas es que está muriendo justo frente a mí y no puedo
hacer jodidamente nada al respecto.
Zeth me quita las pinzas de la mano y camina sigilosamente al otro
lado de la mesa de cocina, agarrándome por los hombros.
—Sloane. Sloane, mírame.
No lo hago. No puedo. Estoy mirando fijamente la cara pálida de mi
hermanita, observando cómo la muerte cierra su puño alrededor de su
complexión delgada. Sé que estoy llorando, pero no puedo sentir las
lágrimas. No puedo sentir mis respiraciones ásperas. Mi cuerpo no es mío
en este momento, ha sido ocupado por una fuerza mucho mayor y mucho
más poderosa que yo: el dolor.
—¡Sloane! —Me zumban los oídos cuando mi cabeza gira
bruscamente. Zeth me abofetea tan fuerte que veo estrellas. La expresión
en su rostro es sombría y decidida—. Sloane, está muriendo. Tienes que
pensar ¿Qué necesitas hacer? —Me sacude con fuerza.
—No sé en qué parte está dañada por dentro. Podría ser… podría
ser su corazón. Pero entonces podría ser… el hígado. O los riñones. No lo
sé.
—Está bien, bueno, tenemos que usar la lógica. Sus labios están
poniéndose azules. ¿Qué significa eso?
76
—Hipoxia. Falta de oxígeno al cerebro.
—¿Y qué causa eso?
—Paro cardíaco. Pulmón perforado. Tensión masiva en otros
órganos. —Cualquier cosa. Podría ser cualquier cosa.
—No es un pulmón perforado, ya sabemos eso. Y la trayectoria de
la herida es baja y alejada del corazón, por lo que tampoco es probable
que haya daños allí. ¿El paro cardíaco podría provenir de daño en el
hígado y los riñones?
—Sí. Causado por sangrado excesivo.
—Bueno. De cualquier forma, debemos abrirla, Sloane.
Necesitamos ver qué parte de ella está sangrando y tenemos que
arreglarlo. —Me da el cuchillo que el chico encontró para mí,
afortunadamente es un escalpelo. Y uno agudo. No tengo idea de a quién
pertenece o por qué Lo tienen, pero es una pequeña misericordia. Si el
único instrumento disponible para mí fuera un cuchillo vegetal, me
rendiría aquí y ahora.
»Puedes hacer esto, Sloane. Todo lo que necesitas hacer es
concentrarte.
Estoy mirando salvajemente por la habitación, tratando de pensar
en algo que pueda hacer, cualquier cosa, para evitar la necesidad de
cortar a mi hermana. Pero no hay nada. Absolutamente nada que pueda
hacer. Zeth toma mi rostro en sus manos y me mantiene quieta,
fijándome con la mirada.
—Tienes esto —dice.
Todavía estoy enloqueciendo. Todavía me estoy cagando, pero la
seguridad con que me lo dice me da un destello de esperanza. Puedo
hacer esto. Tengo que.
Un jadeo irregular desde la mesa me acelera los nervios. Alexis está
muriendo. Alexis se está muriendo, y no voy a dejar que eso suceda. No
después de todo, la decepcioné tanto cuando la secuestraron. Entonces
me necesitaba y no podía hacer nada al respecto, pero puedo hacer algo
en esto.
—De acuerdo. Muy bien. Estoy lista.
Los siguientes momentos suceden rápido. Empapo mis manos con
el alcohol, y luego giro a Alexis, dándole una última mirada para
asegurarme que no he pasado por alto la herida de salida.
—¡Mierda! —sisea Zeth.
Es un buen trabajo que he verificado. Desde que la trajo, se ha
desarrollado un moretón morado masivo y violento en toda la espalda.
Insuficiencia renal total y hemorragia interna definida. En la débil luz
amarilla del colgante en la cocina, no he notado una decoloración de su
piel, pero cuando la acuesto y miro los ojos, la ictericia es clara. 77
—Riñones —dice Zeth. Parece que no desconoce totalmente el
funcionamiento del cuerpo humano. Asiento, sintiendo una leve oleada
de alivio. Al menos cuando corte ahora, sé dónde demonios debería estar
cortando.
Hago la incisión, una línea audaz y profunda de aproximadamente
cuatro pulgadas de largo, horizontalmente a través de su abdomen en su
lado derecho, y todo cambia. Esto siempre sucede cuando opero. El
mundo se estrecha y se desvanece, por lo que la amplitud de mi atención
se centra únicamente en la carne debajo de mis dedos. El pánico, el miedo
delirante, la duda paralizante, todo retrocede, dejando una calma fría y
clínica a su paso.
Lleva tiempo inspeccionar la cavidad abdominal de Lexi. Hay
mucha sangre, y no tengo un equipo de enfermería para proporcionar
succión o hisopo. Aunque sí tengo a Zeth. Se mueve con una garantía
que refuerza mi confianza, y cuando aplica presión con los trozos rotos
de la toalla, limpiando la sangre para que pueda ver qué demonios estoy
haciendo, no me preocupa que la dañe. En otro mundo, en otra realidad
completamente diferente, Zeth habría sido un excelente cirujano. Es
inquebrantable. Completamente a prueba de bombas.
Pronto empiezo a encontrar metralla. El alivio es como un puñetazo
en el intestino. Literalmente podría llorar mientras muevo las pequeñas
piezas de metal retorcido del estómago de mi hermana. Tan pronto como
veo su riñón derecho, ese alivio se desvanece. Allí es donde quito el
fragmento de bala más grande de su cuerpo; está clavado entre las ruinas
del órgano, completamente destruido.
—Mierda. Mierda.
Zeth coloca su mano sobre la mía, fijándome con esa mirada otra
vez. Puede ver el desastre tan bien como yo, pero no está congelado por
el miedo.
—Todavía respira, Sloane. Aún tiene latidos cardíacos. Y todavía
tiene otro riñón, ¿verdad?
—Correcto. —Pero no es tan simple. Extraer un riñón es una
operación masiva; una persona muere de forma relativamente regular, y
esas operaciones tienen lugar en quirófanos diseñados para tratar
complicaciones. ¿Pero qué opción tengo? Ninguna.
Entonces hago lo que tengo que hacer. Quito el órgano diezmado,
la coso cuidadosamente con una aguja e hilo normales del kit de costura,
y luego cauterizo la herida. Después de eso, se trata de limpiar su cavidad
abdominal y coserle la espalda. Echo un vistazo a mis suministros y no
encuentro lo que ahora necesito.
Zeth me mira buscar frenéticamente, la expresión completamente
en blanco.
—¿Qué es? ¿Qué necesitas?
—Necesito encontrar algo para usar para una transfusión de
sangre. Somos del mismo tipo de sangre. Ella perdió mucha. Necesitará
78
más si tiene que llegar a un hospital.
Zeth solo gruñe ante eso.
—Es poco probable que te dejen llevarla a un hospital, Sloane.
Dejo de revolver y lo miro, mi corazón dando vueltas en mi
garganta.
—Espera. Qué mierda ¿De qué diablos estás hablando?
—Hablo de que tu hermana recibió un disparo. Los hospitales
están obligados a informar las heridas de bala a la policía.
—Sí, soy muy consciente de eso, Zeth. Trabajo en un maldito
hospital.
—Correcto. Entonces, ninguna de las personas aquí querrá que se
les ponga ese tipo de atención. Si tu hermana habla, los policías vendrán
a este lugar en dos segundos. Julio nunca lo permitirá. Querrán que se
recupere aquí. Si tiene una infección...
—¡NO HAY UN Y SI, ZETH! —Agarro lo primero que encuentro a
mano, el vodka, y lo tiro contra la pared. La pesada botella de vidrio se
astilla en mil pedazos, los fragmentos explotan en todas las direcciones.
Zeth ni siquiera se inmuta. Después de todo lo que acabo de hacer...
Después de que Alexis ha superado todo esto—. No hay y sí. Solo hay un
cuando. Ella necesita algunos antibióticos muy fuertes, ¡sin mencionar
los analgésicos y una jodida transfusión de sangre si incluso tiene la
esperanza de sobrevivir a esto! ¡Probablemente necesiten abrirla de nuevo
y arreglar el trabajo de mierda que acabo de hacer para extirpar uno de
sus órganos! —Me tapo la cara con las manos, tratando de recuperar el
aliento. Intentando y fallando—. Y en cuanto a llamar la atención de la
policía, creo que es un poco tarde para eso.
Zeth viene a mí, colocando sus manos sobre mis hombros.
—¿Qué quieres decir?
—Le dispararon con una Glock 22. A. Calibre .40. Sabes quién usa
armas así, ¿eh? Estoy segura que sí. Probablemente te hayan apuntado
con un par en el pasado. —Lo aparto de mí y me paso las manos por el
cabello. Zeth entrecierra los ojos y me mira fijamente.
—Sí. Policías —responde.
—No solo policías. El FBI lleva Glock 22. La DEA lleva Glock 22.
Los veo en las caderas de casi todos los agentes que entran por las
puertas del hospital. Si estos amigos tuyos ya tienen ese tipo de atención
centrada en ellos, si los agentes federales han estado disparando a la
gente, entonces es probable que ya estén buscando a Julio y a este jodido
MC que acaba de salir de la nada.
—Tienes toda la razón, cariño.
La voz asusta a Zeth casi tanto como a mí. Sin embargo, nuestras
reacciones son muy diferentes. Retrocedo desde la fuente de la voz, un 79
tipo bajo y ancho parado en la puerta abierta, mientras que Zeth saca su
arma.
Al extraño no parece importarle. Da un paso lento en la habitación.
—Los policías nos están buscando —dice. Él mira más allá de mí,
hacia el cuerpo boca abajo de Lexi, todavía acostado en un charco de su
propia sangre sobre la mesa—. ¿Está viva?
Mi corazón está en mi garganta. ¿Quién diablos es este tipo?
¿Cuánto tiempo ha estado parado allí? ¿Y qué demonios ha escuchado?
Parece que Zeth está a punto de dispararle en la cara. Doy un paso
adelante, moviéndome entre los dos: una víctima con herida de bala en
esta cocina es suficiente por un día.
—Sí. Apenas. Necesita la atención médica adecuada. ¿La conoces?
El tipo se encoge de hombros, apoyado contra la pared. Debe estar
entre los veinte y treinta años, cabello rubio sucio y, obviamente, no es
uno de los hombres de Julio. Es del MC, entonces. Confirma esto cuando
entra más en la habitación, se para al lado de Alexis, y veo el enorme
parche bordado en su espalda. Widow Maker. El ícono cosido a su cuero
es el de una mujer, con la cabeza inclinada, llorando. Parece una versión
grunge de Madonna.
—Sí, la conozco lo suficiente —dice—. Debo hacerlo. Es la chica del
jefe, después de todo.
12
Zeth
Traducido por astrea75

Alexis Romera ha estado saliendo con el presidente de Widow


Makers. Esta información es ciertamente más que un poco sorprendente,
pero bueno... Ya nada debería sorprenderme. Carnie, el tipo que casi le
provocó un infarto a Sloane con esta noticia, nos informa que Julio nos
está esperando en su estudio. Fuera de la cocina, una docena de
personas están apoyadas contra las paredes, sentadas en el piso, todas
pálidas y ansiosas. Una rubia alta va derecho a Sloane tan pronto como
la ve, y la agarra por los codos.
—¿Se encuentra bien? Está jodidamente muerta, ¿no?
¡Jodidamente muerta!
Sloane se libera del agarre de la chica y la guía hacia la puerta de
la cocina.
80
—No está muerta. Siéntate con ella y ven a decirme de inmediato
si su respiración cambia. Compruébale el pulso cada pocos minutos
también.
La rubia se dirige a la cocina, jadeando cuando ve toda la sangre.
Carnie nos acompaña por los pasillos, dándome la impresión de que Julio
le dijo que se asegurara de que viniéramos, o de lo contrario nos obligara
físicamente a ir. Ese pensamiento es bastante entretenido. Me gustaría
ver al bastardo intentar moverme. Y si incluso tocara a Sloane...
—Entren. —Carnie mueve la cabeza hacia el estudio de Julio; Al
otro lado de la puerta, Julio, Michael y Cade están esperando, sentados
torpemente alrededor de una gran mesa de roble pulido. Cade y yo apenas
pudimos hablar antes de que todo el infierno se desatara, pero tuvo
tiempo de decirme que Rebel es su amigo. Que ha sido un Widow Maker
toda su vida. No tengo idea de qué hacer con eso. Pensé que estábamos
en la misma onda, Cade y yo, y sin embargo, esta revelación pone ese
concepto completamente de cabeza.
—Ven y únete a nosotros —dice Julio, señalando las sillas vacías
en la mesa. Hay tres, una para Sloane y para mí, y luego una extra—.
¿Escuché que ha tenido una mañana bastante agitada, señorita
Hawthorne? —pregunta Julio. Une sus manos frente a él, atravesando a
Sloane con una mirada ártica.
—Eso podría decirse —responde Sloane. Se ve como algo sacado de
un jodido espectáculo de terror. Tiene sangre en las manos y en los
brazos, así como en toda la cara. Hay en su camisa y también en el
cabello. La respuesta seca y cortante que le dispara a Julio no oculta el
hecho de que no le impresiona su comentario simplista—. Nos iremos
pronto. Llevaremos a la chica al hospital.
—Oh, no lo creo, señorita Hawthorne. Sophia es una chica fuerte.
Estará bien.
Yo tenía razón. Sabía que él diría eso, por supuesto, pero tal vez
esperaba... Capturo la expresión de furia en el rostro de Cade, y verlo
corta todo pensamiento. Está tan enojado que una línea carmesí le sube
lentamente por el cuello.
—La chica va al hospital, Julio.
El gordo mexicano inclina la cabeza hacia Cade, sonriendo muy
levemente.
—Es solo un portavoz, señor Preston. Por favor, recuerda que eres
un invitado en mi casa, ¿eh?
—Puedo ser un invitado, pero Rebel está en camino. ¿Qué crees
que dirá cuando llegue aquí y su chica esté muerta?
Así que Rebel no está aquí todavía. Pero en camino... Esto podría
ser algo bueno. Sloane también ve la oportunidad y la aprovecha.
—Si nos vamos ahora, podemos llevarla a un consultorio privado
81
en San Bernardino. Los conozco allí. La mantendrán fuera de los registros
si se lo pido.
Julio apoya las manos sobre la mesa, considerándolas por un
momento. Cuando levanta la vista, hay una fría malicia en sus ojos que
me hace pensar que no le importa una mierda lo que Rebel le hará cuando
llegue. Pero estoy equivocado: esta mirada no se trata de Rebel. Esta
mirada es toda para mí.
—Me mentiste, ese. Tuve una conversación muy esclarecedora esta
mañana con un conocido tuyo. —Julio asiente con la cabeza hacia Teo,
quien hace lo que su maestro le ordena y trae una sola hoja de papel a la
mesa. Lo deja frente a Julio.
—Y él me contó algunas cosas muy interesantes sobre ti. Mira,
pensé que estabas aquí para espiar por Charlie todo este tiempo. No
esperaba que vinieras aquí para robar lo que me pertenece.
Julio desliza el papel sobre la mesa, y esta vez sé que no tiene
sentido mentir. Rick, a quien dejé en Anaheim buscando información
sobre la perra de la DEA que investigaba a Charlie, está atado a una silla,
mientras que la silueta borrosa de un hombre parcialmente fuera de toma
sostiene una barra de hierro. Empujo la foto hacia Julio, levantando mis
cejas.
Mierda. Mierda, jodida, mierda. Tengo que decir que no me importa
mucho que Rick reciba una paliza, pero esto significa que todo ha
terminado. Toda la estratagema se convierte en humo.
—Me tienes. —Levanto las manos—. Quería llevarme a una de tus
chicas. Se está muriendo en tu cocina en este momento, así que es mejor
que me dejes tenerla. Te quitaré todo el desastre de las manos.
—No estás tomando una mierda, ese. —Julio asiente a Teo; el chico
viene y se para detrás de mí, con la pistola flojamente en la mano. En un
momento, imagino que Julio le dirá que me explote la parte posterior del
cerebro. Tengo que admitir que Teo acechando detrás de mí con una
pistola es mucho menos atractivo que Sloane haciendo lo mismo—.
Sophia no es mi desastre. Rebel me la compró hace años y ha estado
metiendo la nariz aquí, molestando a mis chicas desde entonces. Si ella
muere, será porque es una perra entrometida que se ve atrapada en cosas
que no le conciernen. Tú, por otro lado, vas a esperar aquí con tu pequeño
pedazo de coño hasta que llegue Charlie. Entonces dejaré que te cuide.
Parece muy motivado hacia ese fin. Estaba especialmente enojado
cuando le envié una foto de tu pequeño amigo aquí.
Señala la imagen de Rick. Jodidamente perfecto. Probablemente
Charlie haya tenido tiempo de sobra para juntar dos y dos, pero al ver la
evidencia física de que Rick está viviendo y respirando después de
traicionar a Charlie, a los Wreckers... el tipo se pondrá furioso.
Michael ha estado sentado a través de todo esto con la misma 82
aceptación indiferente que siempre exuda cuando ve que se desarrolla
algo terrible. Sin embargo, no me engaño. Es una víbora, no una
serpiente de cascabel. Con él, no recibes una advertencia. Se levanta y,
casualmente, saca un cuchillo arrojadizo de la cintura de sus pantalones.
Julio lo mira, con el ceño fruncido.
—Siéntate, hijo. Esto no te concierne.
Michael no acepta su consejo. Le da la vuelta al cuchillo y lo clava
a través de la mano de Julio a la velocidad del rayo, sujetándolo a la
mesa.
—¡Hijo de perra! ¡Teo, mata a este hijo de perra! —El bramido de
Julio es lo suficientemente fuerte como para alertar a toda la puta casa.
Tal vez Teo esté demasiado aturdido por la acción descaradamente
suicida que acaba de tomar Michael, pero su pausa me da suficiente
tiempo para girar, agarrar el M16 de Teo y golpear al chico en la garganta.
Se desploma en el suelo como una muñeca de trapo. No puede respirar.
No podrá volver a respirar, dada la fuerza que puse detrás de ese golpe.
Sloane grita, saltando sobre sus pies, y ahora parece que todos están
gritando.
Julio está haciendo suficiente ruido para despertar a los muertos.
Estamos a punto de que quince guardias enojados asalten esta
habitación. Le dirijo a Michael una mirada de disgusto.
—Muy sutil, hombre.
Michael se apoya contra la mesa y libera su cuchillo de la mano de
Julio, y luego lo pone contra su garganta. El gran mexicano deja de gritar
y se congela. Como agradeciéndole por su silencio, Michael le da una
palmada amistosa en el brazo.
—No escuchaste lo que dijo antes de que entraras en la habitación,
jefe. Planeaba dejar que Andreas te cortara la polla. O al menos eso es lo
que pensé que dijo. Fue en Español.
Cade asiente.
—Sí. Eso fue más o menos lo esencial. —Se pone de pie y se da la
vuelta para mirar a Teo, que está quieto y silencioso en el suelo. Sin
embargo, Sloane no mira al tipo a sus pies; ella me está mirando.
Sus ojos están llenos de lágrimas.
—¿Tuviste que hacer eso?
Estrecho mis ojos hacia ella.
—¿Por qué no piensas en ello y lo decides? —Tiene que hacerlo por
ella. Tiene que decidir por sí misma. Me vuelvo hacia Michael—.
Necesitamos salir de aquí.
—Concuerdo. ¿Qué hacemos con él?
—Ustedes hijos de perra, ¿en serio creen que pueden salir de esta
mierda? —La piel de Julio es púrpura; saliva vuela por todas partes
mientras nos grita—. ¡Acaban de firmar sus propias sentencias de 83
muerte!
—Oye, Michael, ¿cuántas veces puede morir un hombre? —
pregunto, acercándome a los dos.
—Solo una vez, jefe.
—Sí, es cierto. Solo una vez —Acepto el cuchillo que me ofrece
Michael y lo sostengo frente a la cara de Julio—. Charlie ya ha pedido mi
muerte, hijo de puta. Por lo tanto, parecería que tienes un excedente en
cuanto a ese pequeño asunto. Ahora... —Deslizo el cuchillo por la mejilla
de Julio, mirando el metal reflejar sus ojos abiertos de terror hacia él—.
Los dos somos grandes jodidos perros, Julio, ¿recuerdas? Te ves en mí.
Ambos venimos de la mierda, como me lo recordaste el otro día. Así que
pregúntate, si somos tan parecidos, ¿qué harías si te encontraras en mi
posición ahora mismo? —Me agacho, con las manos apoyadas en mis
rodillas, encogiéndome de hombros pensativamente.
—No puedes matarme, puta7. ¡No te atreverías!
Levanto la mirada para encontrar que ahora Cade se unió a Michael
para pararse detrás de Julio. Tiene una expresión sombría en su rostro,
pero me da un fuerte asentimiento. Estoy contigo, hermano.
—Oh Dios mío. Dios mío, Dios mío, Dios mío, esto no está
sucediendo. —Sloane está tan blanca como una sábana detrás de mí.

7
En español en el original.
Realmente parece que va a vomitar en cualquier momento. No me mira;
en cambio me da la espalda y presiona su frente contra la pared,
respirando en superficiales y débiles respiraciones y cubriendo sus oídos
con sus manos.
Julio sonríe cuando lo enfrento de nuevo.
—Y estoy desarmado, Zeth. Le mostrarás a tu mujer qué clase de
asesino eres al cortarme el cuello, ¿eh?
Me apresuro hacia adelante, empujando mi rostro contra el suyo.
—Sí.
Arremeto con el cuchillo.
Pero el acero no golpea carne.
Julio ya se está orinando cuando le hago una señal a Cade: termina
el trabajo. El Widow Maker voltea su arma y baja la culata en la parte
posterior de la cabeza de Julio, derribándolo.
Soy un poco petulante cuando veo al bastardo sentado allí,
inconsciente, en su propia orina.
—Vamos. No estará inconsciente para siempre.
El maldito murmullo de Sloane cae, mientras se da vuelta
lentamente.
—¿No lo mataste? 84
Le rodeó la cintura con un brazo y comienzo a guiarla fuera de la
habitación.
—Julio Pérez es un malvado hijo de puta, Sloane, pero tenía razón
en una cosa. No mataré a un hombre desarmado.
***
Al instante queda claro por qué los guardias de Julio no vinieron
corriendo al escuchar los gritos de su jefe: no los escucharon. Los
motores de innumerables Mercedes, Lamborghinis y Harleys ahogan todo
excepto los gritos más fuertes en el patio delantero cuando la gente llega
en columnas de polvo anaranjado del desierto para la reunión de esta
noche.
Alexis es un frío y flojo peso en mis brazos. La rubia no había
querido que nos la lleváramos de la cocina, pero algunas palabras agudas
de Sloane y la perra retrocedió. Pasamos treinta segundos completos a la
intemperie, buscando mi auto; Michael lo ubica estacionado a un lado,
cubierto de polvo por haber estado expuesto al desierto durante cuatro
días. Dejo a Alexis en el asiento trasero, y Sloane entra detrás de ella,
acunando la cabeza de su hermana en su regazo.
Me subo en el lado del conductor y Michael entra a la derecha. Cade
se para en la ventanilla, mirando a la multitud de personas, buscando
una salida.
—Tendrás que ser rápido, hermano. Llamaré a los chicos de Julio
adentro y luego estaremos justo detrás de ti.
Arranco el motor, acelerándolo como loco. Estamos listos para
irnos. Cade extiende sus nudillos y golpeo los puños con él. Está a punto
de entrar, cuando un grito penetrante desgarra todo el ruido y Alaska
sale disparada de la villa.
Los motores ahogan sus gritos histéricos, pero uno de los guardias
la escucha lo suficientemente bien y señala a los demás. Cargan adentro,
con las armas listas.
—Mejor vete ahora, hombre. Te alcanzaremos. —Cade golpea el
costado del auto y corre de regreso a la villa. Hacemos lo que él sugiere,
y salimos de allí.

85
13
Sloane
Traducción por Veritoj.Vacio

Tomó tres horas llegar al hospital de San Jacinto, Julio sabe del
hospital de San Bernadino, así que tuvimos que tomar un desvío, y creo
que Alexis ha muerto un total de siete veces en el viaje. Su pulso ya casi
no existe, lento, irregular y débil, y me siento totalmente entumecida. Un
pesado silencio reina en el interior del auto mientras Zeth conduce, y
trato de olvidar dónde estoy. Olvidar todo lo que ha pasado desde que me
desperté esta mañana.
Está muy oscuro para cuando estacionamos fuera del hospital, y
solo ver el lugar me hace llorar. La ambulancia estacionada en el frente
y las luces que brillan en cada ventanilla prometiendo ayuda,
prometiendo rescate, es más de lo que puedo soportar. La tenemos aquí.
De alguna manera llegó hasta aquí. 86
Zeth la recoge del asiento trasero otra vez, y corremos adentro.
Michael se queda con el auto. Michael se lleva el auto. No sé qué le pasa
a Michael. Todo lo que me importa es Alexis.
La enfermera de guardia de la recepción deja caer su bolígrafo
cuando nos ve. Debemos lucir como el infierno, cubiertos de sangre y
polvo, trayendo a una chica medio muerta. Estoy analizando el estado de
Lexi antes de que la chica pueda procesar lo que está viendo.
—Herida de bala en el abdomen. Daño renal severo,
hemodinámicamente inestable, taquicardia e hipertensión. ¡Necesita que
la ingresen en un quirófano ahora!
La enfermera responde rápidamente, enviando una página de
emergencia para todos los cuerpos disponibles; un equipo de
reanimación y dos médicos llegan casi inmediatamente, llevándose a
Alexis sin siquiera mirarnos a mí y a Zeth. La enfermera se queda por
aquí, sin embargo. ¿Qué le ha pasado? ¿Cuál es mi relación con el
paciente? ¿Qué tratamiento ha recibido? ¿Sufre alguna alergia? ¿Qué hay
sobre la muerte?¿Desea que no la resuciten en caso de necesitarlo?
Respondo a todo a través del aturdimiento por el agotamiento y un nivel
de adrenalina que ahora se siente tóxico.
Después de eso, solo somos Zeth y yo. Solos. En la sala de espera
de un hospital.
—¿Sloane?
No puedo obligarme a mirarlo. En cambio, me largo a llorar. Dejo
que me rodee con sus brazos, y lloro durante Dios sabe cuánto tiempo,
sintiéndome cada vez más débil con cada momento que pasa. La
probabilidad de que Lexi lo logre es tan pequeña que ni siquiera puedo
calcular las probabilidades tan bajas. Y lo que pasó en el recinto... Zeth
matando a Teo...
—Sloane, ella va a estar bien. Se pondrá bien.
—¿Cómo puedes decir eso? —Lo aparto, quitándome las lágrimas
de los ojos—. ¿Cómo?
Zeth está tan tranquilo como lo ha estado durante todo este día de
pesadilla; se acerca a mí y me aparta el cabello del rostro, sacudiendo la
cabeza.
—Porque es tu hermana, chica enojada. Si es la mitad de fuerte
que tú, entonces estará bien.
No puedo creer que piense eso. Me levanto con las piernas
temblorosas y empiezo a caminar, abrazándome a mí misma.
—Dudé. Tardé demasiado tiempo. Probablemente ahora morirá, y
si hubiera actuado más rápido… —Respiro profundamente, luchando
contra las lágrimas. ¿Cuántas veces les he dicho a los internos que no
pueden dudar? ¿Cuántas veces? Y luego, en el momento en que más
necesito concentrarme, me congelo. Lexi me necesitaba y me congelé. Mis
miembros se sienten laxos, como si pudiera colapsar en cualquier
momento. Zeth viene y se pone detrás de mí, abrazándome como si
87
supiera que necesito estar de pie para esto.
—Fuiste valiente. Y fuiste jodidamente fuerte. Hiciste lo que tenías
que hacer. —Su voz es tan profunda, retumbando a través de su caja
torácica y vibrando en mi espalda. Tengo que admitirlo, estaba
aterrorizada de él en el recinto cuando atacó a Teo tan ferozmente.
Absolutamente aterrorizada. Pero sus palabras se han estado
reproduciendo una y otra vez en mi cabeza desde que le pregunté si tenía
que hacer lo que había hecho, y aunque suene enfermo, entiendo por qué
me dijo que lo resolviera por mi cuenta.
Entre enloquecer, pensando que mi hermana pudiera morir en el
camino hacia aquí, he repasado el escenario una y otra vez. He visto cómo
se desarrollaba mil veces, y también he imaginado todos los resultados
posibles: Zeth no actuando, y Teo disparando a Michael; Zeth tomándose
el tiempo para tratar de quitarle el arma al tipo y recibiendo un disparo
en el proceso; Zeth atacándolo de un millón de maneras diferentes, y cada
vez el resultado es el mismo. Alguien muere. Probablemente soy una
persona terrible, pero he llegado a la conclusión de que él... hizo lo
correcto. Y al dejarme pensar en eso, para averiguarlo por mi cuenta, sé
que es la verdad. Un hombre culpable se declarará inocente hasta que se
quede sin aliento. Que todo fue un accidente. Que fue otra persona. Que
no tenía otra opción. No habría aceptado que Zeth me dijera que tenía
que hacerlo en ese momento. Solo habría tenido miedo. Y todavía tengo
miedo... solo que no le tengo miedo a él.
Pongo cuidadosamente mis manos sobre las suyas, dobladas sobre
mi estómago, y dejo caer la cabeza sobre su pecho. Me sostiene. Me
sostiene ahora, y me sostuvo en la cocina de Julio Pérez, cuando más
necesitaba a alguien.
Fue quien me ayudó a superarlo.
—Tú también hiciste lo que tenías que hacer —susurro—. Ya lo sé.
—Ni siquiera necesito explicar de qué estoy hablando. Zeth lo sabe, y su
profunda exhalación me dice que ha estado esperando que me decidiera
por eso. Esperando desde que dejamos el complejo de Julio.
—Gracias —murmura.
Sacudo la cabeza, cerrando los ojos contra el escozor de las
lágrimas.
—No. Gracias a ti.
Quienquiera que sea, este hombre que me aferra con cautela, ha
matado para protegerme y me ha ayudado a salvar a mi hermana, por el
poco tiempo que sea. Va en contra de todos los instintos que tiene incluso
permaneciendo en este hospital ahora mismo, sabiendo el tipo de
preguntas que se van a hacer. Y lo está haciendo todo por mí. Puede
esconderse detrás de la violencia de su pasado todo lo que quiera, pero
estoy empezando a ver la verdad de él. Empiezo a ver el bien que tan
desesperadamente esconde a toda costa.
Nos mantenemos juntos por mucho tiempo, sin hablar. Solo 88
esperando, Zeth apoyándome contra él, respirando suavemente en mi
oído. Pasan dos horas cuando un médico viene a buscarnos. Una joven,
una residente como yo, con la misma expresión de negocios que uso
cuando vengo a dar malas noticias. Siento que mi garganta se cierra al
verla, mis piernas finalmente se doblan por debajo de mí.
—¿Señorita Romera? Usted es la hermana de Alexis, ¿correcto?
Asiento, sin poder decir nada.
—Alexis está en la UCI ahora. Tuvimos que reparar dos
hemorragias lentas en su estómago e intestino delgado, pero parece que
hemos solucionado todo. Hemos hecho todo lo que podemos. Hay un
riesgo masivo de infección debido a la primera vez que fue abierta, pero
tenemos confianza, señorita Romera. Si Alexis logra pasar la noche, hay
una buena posibilidad de que sobreviva.
Una buena posibilidad. Los médicos no usan esas palabras a la
ligera. Nunca las he dicho, el peligro de que sean contraproducentes y la
posibilidad de que alguien se deteriore de bueno a malo es demasiado
alta para mí. Esta mujer está cien por ciento segura de que mi hermana
sobrevivirá y simplemente se cubre el culo, o es sumamente negligente.
Estoy rezando para que se esté cubriendo el culo.
***
Zeth
Ninguno de los dos dormimos.
Ninguno come.
Nos sentamos juntos, esperando el amanecer, conteniendo la
respiración. Si Alexis logra pasar la noche, hay una buena posibilidad de
que sobreviva. Cuando sale el sol y no hemos tenido malas noticias,
Sloane pierde su lucha contra el cansancio. Se desmaya en las incómodas
sillas del hospital y duerme como un muerto.
La enfermera vuelve a las diez para decirnos que las estadísticas
de Alexis están mejorando. Todavía está inconsciente pero esperan que
se despierte en algún momento en las próximas horas. Tengo que decir
que soy el marido de Sloane, así la enfermera me dice algo de esa mierda
sin despertar a Sloane, y eso se siente jodidamente incómodo.
Al mediodía, Cade aparece a través de la ventana de cristal de la
sala de estar; me ve, ve a Sloane todavía desmayada, y me hace un gesto
hacia él.
—Amigo, te hemos estado buscando por todas partes. Este fue el
sexto hospital que intentamos antes de ver a tu hombre afuera.
89
Así que Michael nos ha esperado. Maldito héroe.
—¿Te escapaste de Julio sin problemas?
Cade se frota la parte de atrás de su cuello.
—Tuve un poco de resistencia mexicana si quieres. Sin embargo,
ninguno de los chicos se lastimó demasiado. —Se gira y se tensa mientras
mira hacia atrás por encima del hombro; tres hombres se acercan
rápidamente por el pasillo, y el que está al frente parece estar listo para
matar—. Oh, mierda. Dije que vendría a buscarte primero.
Me mantengo firme, en equilibrio, listo para empezar a lanzar
puños si es necesario. Después de todo lo que ha pasado, me importa
una mierda que estemos en un hospital. Me vendría bien la oportunidad
de romperle la cara a alguien.
El tipo de enfrente es un monstruo, y tiene las manos raspadas y
ya ensangrentadas. Parece que ha empezado la pelea sin mí. Mira a Cade
y dice:
—¿Es este?
Cade asiente.
—Sí, este es Zeth. —Se vuelve hacia mí con una mirada de
aprensión en su rostro—. Y este es...
—Sí, sé quién es —respondo—. Eres Rebel.
El tipo asiente. Está más tenso que una maldita cuerda de arco.
Aprieta el puño a los lados, respira profundamente y dice:
—Gracias, hombre. Gracias por ayudar a mi esposa.

90
14
Sloane
Traducido SOS por Arcy Briel

Mi hermana es una mujer casada.


Una serie de pensamientos pasan por mi mente cuando comprendo
esto. El primero y más importante de estos pensamientos es Con. Una.
Mierda. No.
Mi hermana fue secuestrada. Secuestrada. ¿Y luego, casi tres años
después, aparece casada? Una parte bastante considerable de mi cerebro
está asumiendo que este matrimonio fue forzado. La parte restante de mi
cerebro se dedica a imaginar formas brutales y dolorosas de matar a este
tipo Rebel sin que me arresten por asesinato. Soy doctora. Tengo acceso
a cualquier cantidad de sustancias que podrían usarse en cantidades
excesivas para causar daños irreparables al cuerpo humano. O al menos
puedo pensar en un objeto en particular en la bolsa de lona de Zeth que
91
ayudaría a solucionar a medias la situación. Si bien dispararle a Rebel
con una Desert Eagle no deshará el daño que ya se ha hecho,
definitivamente liberará a Lexi de futuros tormentos. Pero mis planes
homicidas se detienen cuando me encuentro con el tipo. Le pareció
oportuno abandonar el hospital cuando se enteró de que Lexi todavía
estaba dormida, pero regresa un par de horas más tarde, cuando estamos
esperando el permiso para ir a verla.
Cade parece tan nervioso como yo. Solo puedo imaginar que le
preocupa lo que Lexi me pueda decir si tengo la oportunidad de hablar
con ella antes de que Rebel pueda intimidarla para que diga algo que de
otro modo no podría. Sin embargo, sus nervios solo parecen aumentar
cuando un hombre alto y moreno con los brazos llenos de tatuajes
camina por el pasillo hacia nosotros. Zeth se encuentra apoyado contra
la pared frente a mí, con los brazos cruzados y los ojos fijos en mí
mientras veo al tipo acercarse. Cade se frota las manos sobre los muslos
y respira hondo.
—Ha dejado a los otros tipos afuera, muñeca. Solo tenle paciencia,
¿de acuerdo? —me dice.
—¿Tenerle paciencia? Voy a arrancarle las malditas pelotas.
Zeth esboza la sonrisa más malvada imaginable.
Cade, por otro lado, no parece tan divertido.
—Soph se enojará contigo si lo haces.
—El nombre de mi hermana es Alexis. Y este bastardo
probablemente le lavó el cerebro, ¿no es así, imbécil?
El tipo, que llega frente a mí, retrocede, elevando las cejas hasta la
frente. Lo que más me molesta, aparte del hecho de que es increíblemente
guapo de una manera de chico malo y duro, es que tiene el descaro de
parecer sorprendido por mi acusación. Me mira irritado.
—¿De qué demonios estás hablando, mujer?
—Estoy hablando de que obligaste a mi hermana a hacer... hacer
Dios sabe qué contra su voluntad. Te das cuenta de que un matrimonio
no es legal a menos que sea supervisado por un funcionario estatal,
¿cierto?
Rebel prácticamente resopla.
—En primer lugar, te equivocas. Carnie obtuvo la certificación en
línea; él nos casó en Nuevo México y enviamos la documentación.
Reconocido por cualquier tribunal en los Estados Unidos. Y en segundo
lugar, ¿qué demonios quieres decir? Soph dijo que nos diste tu bendición
de todo corazón. También dijo que estabas demasiado ocupada siendo
una maldita doctora para ir a la boda de tu propia hermana.
Estoy sacudiendo la cabeza, cerrando los ojos ante eso.
—Eres un maldito mentiroso. 92
Zeth resopla, le brillan los ojos con un indignante nivel de alegría.
Quiero golpearlo en la cara.
—¿Crees que esto es jodidamente divertido?
Se encoge de hombros, alejándose de la pared contra la que se
encuentra apoyado.
—De ninguna manera. Solo que nunca te he escuchado maldecir
tanto. Ni siquiera a mí.
Si piensa que mi lenguaje es malo en este momento, debería
encerrarme en una habitación con este delincuente y ver lo que le digo
entonces, sin espectadores inocentes alrededor para escucharlo.
—No estoy mintiendo. Estoy diciendo la verdad. No es que tenga
ninguna razón para justificarme ante usted, doctora Romera.
—¿Qué quieres decir con eso?
—¿Qué?
—¿Doctora Romera? Lo dices como si te hubieras tragado algo malo.
—Oh nada. Simplemente no entiendo por qué no has hablado con
tu hermana en tanto maldito tiempo. Te necesitaba, sabes. Y dónde
estabas, ¿eh? Tu maldito trabajo ha sido demasiado importante. ¿Tus
jodidos pacientes han sido demasiado importantes para irte, incluso
durante un maldito fin de semana? —Ahora se está enojando. No se ha
vuelto rojo como la mayoría de las personas cuando se enojan; se ha
puesto de un blanco pálido que hace que sus ojos azules parezcan aún
más fríos.
Jadeo, tratando de recuperar el aliento. No puedo creerlo. De todas
las cosas desordenadas y delirantes de las que acusarme. El tipo ha
perdido la cabeza.
—Claramente necesita medicamentos, señor. —Le clavo un dedo
en el pecho, esperando que le duela tanto como a mí me duele el maldito
dedo—. A mi hermana la sacaron de su casa y de su amada familia, ¡y tú
se la compraste a un maldito proxeneta! ¡Como si fuera jodidamente algo
para llevar! No puedes darme una lección sobre cuánto me preocupo por
mi hermana. ¡La he estado buscando todos los días desde que
desapareció! —La puñalada del dedo no fue suficiente. Golpeo mis
palmas contra su pecho, empujándolo lo más fuerte que puedo. Ni
siquiera puedo ver hasta qué punto Rebel se asombra, ¿quién demonios
se llama Rebel, de todos modos? Una banda sólida de músculos se traba
alrededor de mi cintura, y mis pies están repentinamente a quince
centímetros del piso. La voz de Zeth se encuentra en mi oído, oscura,
profunda e hipnótica.
—Vamos, ahora, chica enojada. Menos enojo.
Lucho contra él, pero no tiene sentido; los brazos del hombre están
hechos de acero reforzado.
—Bien. Bien, de acuerdo. Bien, estoy bien. ¡Jesús! —Debo estar
enojada. Aunque ya no creo en la iglesia, todavía tengo años de sermones
93
anti-blasfemia de mi padre en experiencia. Creo que tenía doce años la
última vez que dije Jesús sin que estuviera entre las palabras en nombre
de nuestro salvador, Señor y Amén.
Zeth me baja, aunque se demora en mi espalda, listo para
agarrarme sin duda. Intento despejar la visión de la pátina roja que ha
caído sobre todo. Para mi consternación, Rebel no está sobre su trasero
a un metro del pasillo. Está parado justo donde lo dejé, con el ceño
fruncido en su rostro.
—¿Entonces Soph no te dijo que estaba bien?
—¡No! ¡Probablemente porque no estaba bien!
—Me dijo que ya no querías saber nada de ella.
—Yo... eso... —Eso no tiene sentido. Quiero acusarlo de mentir,
pero esa expresión en su rostro... Rebel no es un maestro en ocultar sus
emociones como lo es Zeth. O tal vez es solo que me he convertido en una
experta en leer personas, al conseguir tan poco de Zeth todo el tiempo.
De cualquier manera, creo... creo que en realidad me está diciendo la
verdad.
Sobre el hombro de Rebel, una enfermera camina hacia nosotros
con un propósito. Su piel es de un color miel intenso, dos tonos más
claros que el de Michael, y me recuerda a una vieja maestra que tuve en
la escuela secundaria, la señora Whitson. Esa mujer no toleraba
pendejadas de nadie, por ninguna razón. Y la expresión de desaprobación
de esta enfermera es exactamente la misma que la de la señora Whitson.
—¿Qué está pasando aquí, gente? ¿Recibimos quejas de familiares
afligidos de pacientes muy enfermos de que hay peleas en los pasillos?
—Lo siento, yo… —No puedo terminar porque no lo siento. Todavía
quiero matar a este tipo. La enfermera me da una mirada de perra, será
mejor que termines la oración, pero Cade interviene; el cuero de su
chaqueta cruje cuando cruza los brazos sobre el pecho.
—¿Sophia está lista para recibir gente?
La enfermera le dirige una mirada enojada y luego transfiere esa
mirada a nuestro grupo, asegurándose de nivelarla a cada uno de
nosotros por un período de tiempo igualmente incómodo.
—No voy a llevar a un grupo de alborotadores problemáticos a la
habitación de una paciente enferma. Es gracioso, pero eso es lo primero
que nos enseñan en la escuela de enfermería.
Levanto las manos, sabiendo que esta mujer bien podría ser Dios
en este hospital; Es lo mismo en St. Peter. Si enfadas a Gracie, no irás a
ningún lado.
—Mira, lo siento, está bien. Solo estoy preocupada por mi hermana.
Si pudieras dejarme verla...
Rebel levanta una mano, entonces, también. 94
—Y yo obviamente estoy preocupado por mi esposa. Creo que
debería ir y verla primero, solo para hacerle saber...
—Cállense. Ambos pueden entrar y verla. Juntos. Sophia puede
elegir a cuál de ustedes imbéciles quiere echar. Ustedes dos —dice la
enfermera, señalando con el dedo autoritario a Zeth y a Cade—, esperen
aquí.
Zeth y Cade obedecen y esperan en el pasillo, y Rebel y yo seguimos
a la enfermera, por el pasillo, hacia un ascensor, subimos tres pisos
torpemente silenciosos, y luego a la UCI. Debería sentirme como en casa
aquí, la mayoría de mis pacientes con trauma comienzan o terminan en
una sala como esta en algún momento dentro de la duración de su
tratamiento, pero no me siento en casa. Me siento enferma. El olor a
desinfectante y el coro de las máquinas de soporte vital que se escuchan
detrás de las puertas cerradas enciende un nivel de pánico dentro de mí
que solo he experimentado una vez, ayer en la cocina de Julio Pérez. La
enfermera nos guía a una habitación y abre la puerta, dándonos a Rebel
y a mí una mirada de advertencia antes de desaparecer. Rebel entra
delante de mí, cubriéndose la boca con una mano.
Alexis está acurrucada en la cama del hospital, afortunadamente
no está conectada al soporte vital, pero luce mal. Tiene la cara pálida y
ojerosa, y sus ojos están inyectados en sangre. Pero lo más importante,
tiene los ojos abiertos. Nos ve en el momento en que entramos a la
habitación y abre la boca.
—Oh, Dios mío —susurra—. ¿Sloane?
De repente estoy jodidamente enojada de nuevo. He imaginado este
momento mil veces antes. Un millón. Y en ninguno de mis momentos
imaginados donde Alexis y yo nos reunimos, ella luce horrorizada. Está
abrumada, delirantemente feliz, llorando con lágrimas de alegría. No
agarrando la manta que le cubre las piernas con tanta fuerza que sus
nudillos se ponen blancos. Traga saliva, mirando de mí a Rebel y
viceversa.
—¿Qué haces aquí, Sloane?
—¿Qué estoy haciendo aquí? ¿Qué demonios estoy… —No puedo.
Ni siquiera...
Rebel, una columna de músculos y tatuajes imponentes, se mueve
a un lado de su cama y se sienta al borde de ella, agarrando su mano.
—¿Estás bien? —pregunta en voz baja.
La mirada de Alexis parpadea hacia él; asiente, los movimientos
robóticos de alguien completamente sin palabras.
—Bueno. Me alegra que estés bien —dice con cuidado—. Nena,
¿recuerdas cuando nos casamos? ¿Y dijiste que habría sido el día más
perfecto si solo tu hermana hubiera podido estar allí? Bueno, sobre eso...
Alexis intenta apartar su mano, pero Rebel tiene un agarre decente
aunque cauteloso sobre ella. 95
—Lo siento, cariño —dice—. Yo solo... no... —Hay lágrimas en sus
ojos. Alexis siempre fue del tipo de lágrimas de cocodrilo cuando no se
salía con la suya, pero se ven lo suficientemente genuinas. Está
temblando—. Juro que no quise mentirte. Y juro que te contaré todo.
Pero... ¿puedo tener un momento con ella? —¿Con ella? Alexis ve cuán
negro se está volviendo mi estado de ánimo y modifica sus palabras—.
Necesito un momento con mi hermana.
Rebel gruñe, se pone de pie y luego coloca un beso en la parte
superior de su cabeza.
—Ten cuidado —le dice—. La doctora Romera ataca cuando es
provocada.
Sale de la habitación, guiñándome un ojo mientras avanza. Pienso
en Zeth y en cómo reaccionaría ante algo así; probablemente le aplastaría
la cabeza a través de la ventana de observación. Si tan solo tuviera la
musculatura de Zeth.
—Puedes dejar de mirarlo así.
La voz de Alexis es un pico más fuerte ahora, pero sigue temblando.
—¿Cómo demonios debería estar mirándolo, Lex? ¿Debería estar
abrazando calurosamente a mi nuevo cuñado, el traficante de personas?
—Sí. No, espera. Él no es... no es lo que piensas, Sloane.
Apenas puedo creer lo que escucho. Le ha lavado el cerebro. Tiene
el síndrome de Estocolmo o algo así.
—¿Entonces no te secuestraron afuera de la universidad? ¿Y este
tipo no te obligó a casarte con él?
Alexis suspira y luego se pasa las manos sobre la cara. Las lágrimas
están cayendo ahora.
—Sí, fui secuestrada. Pero no por él. Él me ayudó —me dice a través
de sus manos. Cuando las retira, hay una marca feroz en su mandíbula—
. Y no me obligó a casarme con él, Sloane. Tienes que creer eso.
—Entonces, ¿por qué te casaste con el presidente de una pandilla
de motociclistas? Porque realmente estoy luchando por entender todo
esto.
Resopla, limpiándose las lágrimas de las mejillas.
—Me casé con él porque es mi otra mitad, Sloane. Mi otra mitad un
poco gruñona, un poco aterradora y profundamente maravillosa. Me casé
con él porque lo amo.
Todo esto es demasiado para mí. Entonces todo es verdad. Le dijo
a Rebel que ella no me importaba. Que no me molestaría en ir a su boda.
Necesito saber por qué, pero ahora tengo una necesidad más apremiante,
y esa es escapar. Después de toda esta preocupación, todas las pesadillas
sobre el uso y abuso de mi pobre hermanita, ella está dichosamente feliz.
Y casada. Jodidamente casada. No puedo respirar. Necesito tiempo para 96
pensar. Para procesar todo esto correctamente.
Me doy vuelta y me alejo, y no miro hacia atrás.
Llego a la planta baja, de regreso a donde estábamos esperando
antes.
—¡Oye, Sloane!
Es él, el bastardo tatuado, siguiéndome por el pasillo. Intento
alejarme de él, pero me agarra del brazo. Giro sobre mis talones, lista
para atacar de nuevo, pero me suelta, sosteniendo sus manos en el alto.
—No te enojes con ella, nena. Ha pasado por un infierno.
—¿Y fuiste tú quien la ayudó a atravesarlo?
Aprieta la mandíbula, entrecerrando los ojos, apenas lo había
notado antes, pero el color de sus ojos es tan azul que parecen hielo.
—No.
—Entonces, ¿cómo demonios terminó contigo?
—Tal vez eso es algo que ella debería decirte. Aunque, creo que
probablemente podrías aventurar una hipótesis fundamentada. —
Poniéndose la chaqueta de cuero y con una sonrisa irritante en la cara,
Rebel mueve la cabeza por el pasillo.
Hacia Zeth.
Nos está mirando; su silueta es la de un monolito imponente,
tallado en roca. Rebel sonríe.
—Ambas tienen un gusto similar en los hombres, después de todo,
cariño. A las dos les gustan oscuros y peligrosos.

97
Sobre la autora
Callie Hart es una de las autoras más
vendidas de novelas románticas negras de USA
Today. Es una romántica obsesiva a la que le
encanta dar un giro oscuro a sus historias. Sus
personajes son individuos imperfectos y
defectuosos que dictan cuándo come, duerme
y respira. Le encanta viajar y, a menudo,
escribe sus libros cuando está de viaje,
inspirándose en su entorno, a menudo único y
salvaje.

Si no está escribiendo, sin duda la


encontrarás con la nariz hundida en un libro,
o viendo programas en CW.

98
Próximo Libro

99

Sloane
Durante más de dos años, Sloane Romera ha centrado todo en
encontrar a Alexis. La vida iba a mejorar. Sería más fácil. Más feliz. Se
suponía que la pesadilla de tener una hermana desaparecida
terminaría, y se suponía que todo volvería a la normalidad.
Sin embargo, ahora que ha encontrado a su hermana, Sloane está
descubriendo que la vida tiene una forma de ridiculizar lo que
esperamos de ella.
Nada es más fácil.
Y lo "normal" se está enamorando de un hombre que quizás nunca
podría sentirse de la misma manera.
Zeth
Una larga historia de romper cosas con los puños le ha dado a Zeth
Mayfair una idea bastante buena de cómo salirse con la suya. Pero
cuando su objetivo, la única mujer soltera en la faz del planeta que
realmente siempre ha querido, solo es posible alcanzarlo arreglando
cosas en lugar de destruirlas, ¿cómo puede ajustar una vida de
violencia para hacerla suya de una vez por todas? ¿Y cómo puede
asegurarse de que ella esté a salvo?
La primera parte llevará tiempo. Pero la segunda...
La segunda parte es fácil.
Debe matar a Charlie Holsan.

Blood & Roses #4


100
101

También podría gustarte