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REPRODUCCION SEXUAL DE LAS

ORQUIDEAS
Continuando con la reproducción que damos a conocer para los
recién iniciados en este hobby, les explicaremos cómo se
desarrolla la reproducción sexual de las orquideas
especialmente en la naturaleza.

La polinización de las flores es un capítulo sumamente


complejo en general, especialmente en estas plantas, dado que
las flores de las orquídeas son ligeramente diferentes a las
otras que vemos y conocemos comúnmente.

También esta diferencia se puede ver, porque es absolutamente


necesaria la intervención de múltiples agentes polinizadores
para realizar esta tarea.

Muchos científicos estudiaron la interacción de los insectos y


otros animales, con la polinización de estas plantas, y como
ejemplo citaremos a Charles Darwin, que en sus estudios de la
fauna y flora de la isla de Madagascar, al ver una flor de
color blanco de la orquídea Angraecum sesquepidale, descubre
un espolón en la parte trasera de la flor de 30 cm. de largo,
y vaticino la existencia de una polilla (mariposa nocturna)
que no había sido en ese momento encontrada y descripta por la
ciencia, con una larga proboscis (trompa que se arrolla en
espiral) de ese largo, como responsable de la polinización de
esta especie.

Años después esta polilla fue descubierta y clasificada por


los científicos como Xanthopan Morganii Praedicta, y así se
confirmó lo que Darwin había intuido y manifestado en sus
estudios.

El 97 % de las plantas de orquídeas necesitan la asistencia de


un agente polinizador para su reproducción sexual.
Uno de los motivos principales es que el polen en estas flores
no es un polvo, pues está agrupado en masas compactas
(polinias), y por lo tanto no puede ser llevado por los
vientos desde una flor a otra, como sucede generalmente con
muchas especies vegetales.

Mostramos abajo un bosquejo de las flores de las orquídeas,


para facilitar la comprensión de la explicación que daremos
sobre las tareas de polinización.

Los agentes polinizadores son múltiples animales como, moscas,


mosquitos, abejas, avispas, mariposas y hasta pájaros
especialmente colibríes en América.

Estos animales se detienen lo suficiente en las flores,


entrando entre el labelo y la columna atraídos por el polen o
el néctar, y/o por otros reclamos de las flores como pueden
ser los vivos colores, y olores que emanan de ellas,
atrayendo a los animales encargados de la reproducción.

De los varios animales que han contribuido a la polinización,


la evolución a establecido estrechas relaciones entre estos y
las plantas, con evidentes y claras ventajas para ambos,
llegando el momento en que una sola especie animal, se
especializa en una sola especie de orquídea, a tal punto que
no puede existir una sin la otra.

Para completar el panorama diremos que las polinias agrupadas


en pares, en cuatro o seis son viscosas unidas entre sí y con
un pedúnculo que las sostienen y que es adherente en su
extremo.

En la columna se han fusionado en un solo órgano las partes


femeninas (en color blanco en la columna) y masculinas (en la
antera) o sea los estambres y pistilo.

El estigma con las polinias se sitúa al frente de la columna,


apuntando hacia abajo por donde pasará el agente polinizador.
Cumple la columna dos funciones, suministra el polen en la
punta, y recibe cerca de la base el de otra flor de la
especie o de alguna otra especie afín a ella, efectuándose de
esa manera un hibrido primario natural.

Para hacer la transferencia de polen más eficiente las flores


han adoptado formas especiales para favorecer la tarea de los
polinizadores.

El insecto se introduce entre el labelo y la columna para


llegar al polen, obligado por el callo existente cerca de la
base del labelo a rozar la parte inferior de la columna, donde
está la antera con las polinias cubiertas con una caperuza.

Al salir de la flor retrocediendo, se lleva pagada erecta en


la parte superior de su cuerpo las polinias, de forma tal que
no le impiden el vuelo hasta la próxima flor de la especie.

Al llegar a otra flor y hacer la misma maniobra la polinia ya


inclinada hacia el frente, se adhiere al estigma de la flor,
quedando pegadas tan fuertemente, que a veces se han
encontrado insectos muertos pegados a las flores.

Las plantas atraen a los polinizadores de formas variadas como


ya hemos dicho, con regalos (polen, néctar), o con varios
engaños como son formas y colores parecidos a especies que
recompensan a sus visitantes polinizadores, o imitando
especies de plantas que sirven para que estos insectos pongan
sus huevos, y hasta la forma, colores, y demás características
de las hembras de la especie polinizadora, para atraerlos a
efectuar su misión.

En las especies con flores blancas es el perfume generalmente


nocturno el que atrae a las polillas (mariposas nocturnas)
para fecundarlas, y tenemos en el norte de Argentina la
Brassavola fragrans y B. perrinii con estas características.

Luego de esto las flores se cierran inmediatamente dejando de


emitir olores, mientras se desarrolla la fertilización en el
área del ovario que se convertirá luego en la vaina que
contiene las simientes, creciendo hasta su maduración.
Vainas en proceso de crecimiento (se ven restos de la flor en
el extremo)
Estas vainas tienen en su interior miles de simientes y en
ciertas especies incluso hasta millones.

No tienen sustancias de reserva para germinar y ni para las


primeras etapas de su desarrollo, por lo tanto necesitan en la
naturaleza una inmediata simbiosis con un hongo, para
sobrevivir (género Rhizoctonia).

Este hongo suele vivir en la corteza de ciertos árboles, por


lo tanto según la suerte de donde las lleva el viento, las
simientes pueden o no germinar según donde caigan, y por esta
misma razón la naturaleza hace producir tantos miles de
simientes, pues tal vez solo un 1 % o menos, llega a germinar
al encontrar el medio propicio para hacerlo.

Las simientes miden menos de 1mm. de largo y decimas de mm. de


espesor, y como se puede ver en la foto de la derecha (con
microscopio), solo tienen una cubierta de células como
protección exterior y el núcleo interior que germinará.
Vaina madura y simientes

Simientes vistas en microscopio

Si la corteza del árbol se halla el hongo simbionte, este


invade la simiente, y comienza el desarrollo de células no
diferenciadas, que se multiplican iniciando por su color verde
el proceso de fotosíntesis, hasta que el desarrollo tiene
varios milímetros de tamaño, y empieza la formación,
nacimiento, y crecimiento de las primeras células
diferenciadas, comenzando por las raíces y luego las
siguientes células como hojas futuras.

Así empieza un óptimo crecimiento, la planta luego se


independiza del hongo simbionte que le ha suministrado lo
necesario para la germinación, para las primeras etapas de
crecimiento y otros procesos biológicos, obteniendo sin
necesidad del hongo los nutrientes necesarios.
Cultivo de simientes in vitro

El hombre ha tratado de imitar a la naturaleza, al principio


desparramando simientes maduras sobre el medio de cultivo de
plantas de la misma especie, esperando que el hongo simbionte
las invada y germinen, con resultados no siempre demasiado
buenos.

Sin embargo puede ser una interesante experiencia para los


aficionados que les interese este tema.

Ante éstos resultados se comenzó a experimentar y a tratar de


hacer el cultivo in vitro, bajo condiciones de asepsia total,
donde se hicieron ensayos con Agar-agar y/o gelatinas, con el
agregado de jugo filtrado de tomates, pasando por agua de
coco, hasta la actualidad con más o menos complejas fórmulas
de productos, que le permiten a las plántulas vivir y germinar
creciendo y desarrollándose sin el hongo simbionte.

En la foto inferior se pueden observar los dos estados de las


células de las plantas al germinar, una de ellas es la
redondeada de células indiferenciadas, y la otra con una
protuberancia superior con células ya diferenciadas que serán
las futuras hojas.

Las finas raíces que las fijan al medio de cultivo (células


diferenciadas) no se ven, pues son prácticamente invisibles a
simple vista.
De esta manera se ha llegado a muy altos porcentajes de
germinación y vida de miles de especies (para evitar su
extinción) e híbridos, que ya superan en mucho la cantidad de
especies que se hallan en la naturaleza, en el afán de mejorar
la forma, el color, y otras características de las plantas que
habitan con nosotros.

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