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ÍNDICE
I. PSICOLOGIA DE APRENDIZAJE
II. LA PSICOLOGIA DEL APRENDIZAJE DEL ADULTO.
III. FUNDAMENTOS PSICO-PEDAGÓGICOS
3.1 Psicología de aprendizaje de adulto
IV. FUNDAMENTO PSICOEDUCATIVO DEL PROCESO DE ENSEÑANZA/APRENDIZAJE
4.1 El enfoque cognitivo-constructivista
4.2 Factores intrapersonales del proceso enseñanza/aprendizaje
4.3 Factores socio ambientales e interpersonales del proceso de enseñanza/ aprendizaje
REFERENCIA BIBLIOGRÁFICA
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I. PSICOLOGIA DE APRENDIZAJE
Es común que los autores de artículos acerca del constructivismo sugieran que ... "no disponemos
aún de una teoría comprensiva de la instrucción ... " y que " ... nuestro marco de referencia es un
conjunto de teorías y de explicaciones ... " (ColI, 1989). También, que" ... no puede decirse en
absoluto que sea un término unívoco ... se puede hablar de varios tipos de constructivismo" (Carretero,
1994). Además, se dice que" ... no puede hablarse del constructivismo como una escuela propiamente
dicha (Lucio, 1994)". Sugiero que es posible plantear que el constructivismo es una forma o tal vez
una extensión del "boom" cognoscitivo, y que se puede allí buscar lineamientos que ayudan a entender
más el enfoque.
Muchos de los conceptos que subyacen al movimiento constructivista tienen historias largas y
distinguidas, apreciables en las obras de Baldwin, Dewey, Piaget, Vygotski, Bruner, y otros
importantes investigadores y teóricos. Las metodologías y enfoques del constructivismo actual
incluyen lenguaje total, enseñanza de estrategias cognitivas, enseñanza cognitivamente guiada,
enseñanza apoyada (scaffolded), enseñanza basada en alfabetización (literacybases), descubrimiento
dirigido, y otras (véase, p.e., Harris y Pressley, 1991; Palincsar y Klenk, 1993; Reid, 1993; Rogoff,
1990; Tharp y Gallimore, 1989).
El planteamiento de base en este enfoque es que el individuo es una construcción propia que se
va produciendo como resultado de la interacción de sus disposiciones internas y su medio ambiente,
y su conocimiento no es una copia de la realidad, sino una construcción que hace la persona misma.
Esta construcción resulta de la representación inicial de la información y de la actividad externa o
interna, que desarrollamos al respecto (Carretero, 1994).
Poco se sabe o se dice del grado de diferencia entre la realidad y la construcción, y en muchas
situaciones (asignaturas, experiencias, eventos) es importante que exista una concordancia bastante
alta entre realidad y construcción. Así es posible sugerir que el punto clave del constructivismo no
está tanto en el resultado del aprendizaje, como el proceso de la adquisición del conocimiento.
Pero no se debe sucumbir a la tentación de pensar que el aprendizaje es idealmente alguna forma
de descubrimiento auto guiado. A menudo los alumnos se involucran en la construcción efectiva de
conocimientos dentro de ambientes relativamente didácticos. Además, entidades e ideas científicas,
típicamente construidas, validadas y comunicadas a través de las instituciones de las ciencias, son
poco probables. de ser descubiertas por individuos a través de su propia experiencia empírica (Driver
et al., 1994).
Las estructuras cognitivas son las representaciones organizadas de experiencia previa. Son
relativamente permanentes y sirven como esquemas que funcionan activamente para filtrar, codificar,
categorizar y evaluar la información que uno recibe en relación con alguna experiencia relevante. La
idea principal aquí es que mientras captamos información estamos constantemente organizándola en
unidades con algún tipo de ordenación, que llamamos 'estructura'.
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Uno de los conceptos esenciales en la obra de Vygotski es el de la zona de desarrollo próximo.
No es otra cosa que la distancia entre el nivel real de desarrollo, determinado por la capacidad de
resolver independientemente un problema, y el nivel de desarrollo potencial, determinado a través de
la resolución de un problema bajo la guía de un adulto o en colaboración con un compañero más
capaz'. Piaget planteó que para que el alumno aprenda, requiere de un estado de desequilibrio, una
especie de ansiedad la cual sirve para motivarlo para aprender.
Coll explica que el marco psicológico del constructivismo, a grosso modo está delimitado por
enfoques cognitivos (Coll, 1989., p. 156).
Al comenzar con Piaget, Coll enfatiza el desarrollo de la competencia cognitiva general del
estudiante, es decir, su nivel de desarrollo operatorio. Reconociendo la existencia de los
conocimientos previos pertinentes, como lo hizo Ausubel, Coll sugiere que el currículo debe tomar
en cuenta la relación entre el estado de desarrollo operativo y los conocimientos para establecerse una
diferencia en lo que al alumno es capaz de aprender solo y lo que es capaz de aprender con el concurso
de otras personas (énfasis de Coll), para ubicarse en lo que Vygotski llamó la zona de desarrollo
próximo la cual delimita el margen de incidencia de la acción educativa (de nuevo, énfasis de Coll).
"La educación escolar debe partir pues del nivel de desarrollo efectivo del alumno, pero no para
acomodarse a él, sino para hacerlo progresar a través de su Zona de Desarrollo Próximo, para
ampliarla y para generar eventualmente nuevas Zonas de Desarrollo Próximo" (p. 165).
De allí, Coll insiste que la cuestión clave de la educación está en asegurar la realización de
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aprendizajes significativos, a través de los cuales el alumno construye la realidad atribuyéndole
significados. Para tales fines, el contenido debe ser potencialmente significativo y el alumno debe
tener una actitud favorable para aprender significativamente. Coll plantea que la significatividad está
directamente vinculada a la funcionalidad y dice que: "cuanto mayor sea el grado de significatividad
del aprendizaje realizado, tanto mayor será también su funcionalidad" (p. 167)
La lectura de Bandura (1978) pudiera sugerir lo inverso, es decir que la significatividad resulta
de la funcionalidad y no vice-versa, pero es valioso reconocer y establecer la relación. ¡Continúa Col!
con el planteamiento de que el aprendizaje requiere una intensa actividad por parte del alumno, y que
cuanto más rica sea su estructura cognoscitiva, mayor será la posibilidad de que pueda construir
significados nuevos y así evitar memorización repetitiva y mecánica. Además, el aprender a aprender
constituye el objetivo más ambicioso de la educación escolar, que se hace a través del dominio de las
estrategias de aprendizaje.
Encuentro muy positivos, ¡dos aspectos de Col! Primero, aunque plantea un enfoque nuevo,
donde el aprendizaje es más dinámico y el papel del descubrimiento es mayor, reconoce que, " ... no
renuncia en absoluto a planificar cuidadosamente el proceso de enseñanza/aprendizaje, no renuncia a
plantearse y responder con la mayor precisión posible las preguntas tradicionales del currículum: qué
enseñar, cuándo enseñar, cómo enseñar y qué, cómo y cuándo evaluar" (p. 173).
Esto significa el diseño de las situaciones de enseñanza, no con los postulados y teorías de los
conductistas de antaño, pero si en formas parecidas ya que las preocupaciones clásicas de la educación
siempre están.
Para ayudar a delimitar cuales son los contenidos más importantes, ¡Col! Sugiere la línea de
Vygotsky de aprendizaje mediatizada por la cultura del grupo social al que pertenece, la cual establece
y modela el tipo de aprendizaje específico y las experiencias educativa
Nos encontramos ante una sociedad que se caracteriza por el cambio. Sin duda, los últimos
veinte años han sido la confirmación más exacta de que nuestra época es radicalmente diferente de
las que nos han precedido. La rapidez del cambio es, a todas luces, el rasgo más característico de
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estos años finales del siglo veinte y comienzos del veintiuno.
Nos hallamos, pues, ante un conjunto de situaciones de una complejidad inusitada y todas estas
transformaciones afectan sobre todo al sujeto que directamente está comprometido en las mismas:
Los adultos deben ajustarse a este permanente cambio y tomar decisiones para poder sobrevivir
manteniendo una calidad de vida adecuada. Sin embargo, la mayor parte de los sistemas educativos
no dan respuesta, de forma suficiente, a las necesidades de educación que estos tienen para poder dar
adecuada réplica a la sociedad cambiante en la que viven. La educación, a diferencia de otras épocas,
no ha de procurar enseñanzas para un mundo conocido, sino para un mundo caracterizado por un
cambio permanente, que puede dar lugar a situaciones imprevisibles.
Se trata, pues, de prever un sistema de educación que pueda dar respuesta a las necesidades de
los adultos en una sociedad en cambio permanente, se trataría, en definitiva, de una educación que
preparara para la anticipación y la innovación, y dejara de ocuparse de una educación para la
adaptación. Nos encontramos en el tránsito de una sociedad industrial a la postindustrial, siendo este
tipo de sociedad al que nos dirigimos, el que va a constituir el marco de la educación de adultos.
Si consideramos la sociedad postindustrial, podemos señalar los siguientes factores como los
más característicos de este tipo de sociedad:
Es pues, esta, una visión prospectiva de la sociedad postindustrial presentada como una visión
idealista de la historia, donde se conseguirá el bienestar gracias a una gestión inteligente de los
recursos y grandes dosis de tecnocracia al servicio del crecimiento. A. Tourain (1969) nos presenta
una sociedad postindustrial, separada de la industrial y distinta en la que el modo de producción y la
economía se hallan programados. En esta sociedad la investigación, la transmisión y la formación del
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saber son los momentos más privilegiados del conocimiento. Es un tipo de sociedad centrada en la
creatividad; en consecuencia, lo esencial es la capacidad de programar el cambio, y, por tanto, la
capacidad de manipulación de la clase dirigente.
Aparece una nueva alienación, la de reconocer los intereses de la clase dominante como intereses
propios. El hombre alienado es aquel que reconoce como suyas las orientaciones sociales de la clase
dominante.
Este tipo de educación sólo es compatible con la Educación Permanente, una educación que, si
desea ser innovadora y apta para la sociedad postindustrial, no sólo se ocupará de la manipulación de
símbolos lingüísticos y numéricos sino también de los valores, de su análisis y su formulación. Y
todo ello, desde la necesaria óptica del enfoque inter- disciplinario. El aprendizaje innovador se
propone devolver el aprendizaje activo a todos los que se encuentran habitualmente confinados en la
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sociedad a un papel pasivo de asimilación. La clave de este objetivo se halla en la participación, que
permite al estudiante examinar los lugares recónditos del conocimiento, poner en tela de juicio su
importancia y significado y replantear, combinar y organizar sus ideas, siempre que ello sea necesario.
M.A., Escotet (1990) afirma: La educación es sencillamente un proceso sin fin y el aprendizaje
un viaje continuo sin retorno. El CEBA y de forma más general la Escuela, tiene que revolucionar su
naturaleza actual para estar cambiando sin pausa, para crear impronta en su comunidad de que el
aprendizaje es la capacidad del hombre para anticiparse al futuro, para resolver las situaciones nuevas,
para arriesgarse a pensar para seguir aprendiendo.
La adultez: Antes de seguir avanzando debemos delimitar y determinar qué es y qué significa
ser adulto en nuestra sociedad. Esta delimitación como cualquier otra, no es tarea fácil, de ahí que
tomemos como punto de partida su definición etimológica.
El término adulto procede del verbo latino adolescere, que significa crecer; así adulto se deriva
de la forma del participio pasado adultum: el que ha terminado de crecer, el que ha crecido. Del
mismo modo adolescente se deriva del participio de presente adolescens: el que está creciendo. Así,
en nuestra cultura, se entiende por adulto la persona que ha dejado de crecer y está situada entre la
adolescencia y la vejez, por tanto, es el período más largo de la vida humana. Cronológicamente la
adultez abarca los 4 decenios comprendidos entre los 20 y los 60 años, aunque estos límites varíen
según las culturas, los contextos sociales y los individuos y a su vez se puedan señalar distintas etapas.
Según la UNESCO, se considera adulto al: individuo que posee todas las funciones somato-
psíquicas correspondientes a su especie. Jurídicamente el término adulto equivale a «mayoría de
edad» por lo que el sujeto vive y actúa en la sociedad según su propia responsabilidad y no bajo la
tutela de otros. El momento en que se adquiera la mayoría de edad está determinado por la edad
cronológica que marca la ley, que se rige por criterios políticos, sociales y psicológicos. Esta edad
varía según la época, los lugares y el medio social. En España y gran parte de los países del mundo
occidental, se alcanza a los 18 años y lleva consigo un estatus legal que da derecho al voto. Este
hecho, junto con el desempeño de un trabajo retribuido y posteriormente la elección de pareja y la
paternidad, serían los tópicos que vendrían a definir la adultez. Sociológicamente se considera adulta
a una persona que está integrada en el medio social, ocupando un puesto y en plena posesión de sus
derechos, libertades y responsabilidades. Esta situación conlleva haber superado un proceso que se
desarrolló a lo largo de la infancia, la adolescencia y la juventud, en el seno de la familia, la escuela
y el grupo de coetáneos.
El hombre adulto, necesita vivir en sociedad, y uno de los rasgos madurativos en este ámbito es
la integración dentro de la comunidad al servicio de los intereses comunes. Lowe (1978) señala que
la madurez es un período de responsabilidad e influencia, en el que los adultos están a cargo de las
cosas, las dirigen y representan el modo de ser de éstas en la sociedad. Psicológicamente la cuestión
es más compleja. El término adulto se emplea como sinónimo de madurez de personalidad y hace
referencia al adulto cabal, persona responsable que posee plenitud de juicio, seriedad y dominio de sí
mismo. Folliet (1960) da un concepto global de adulto, definiéndolo como: Aquel hombre que ha
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dejado de crecer y ha logrado la talla normal en todos los rasgos de su ser. En psicología no abundan
los estudios referidos a la adultez como etapa específica del ciclo vital humano y los que se han hecho
adoptan con frecuencia una perspectiva sociológica en la que cobra especial relevancia el cambio de
roles debido a acontecimientos vitales.
Autores como Allport, Erikson, Lowe, Maslow y Browmley que consideran la adultez como
estado, meta o aspiración, les resulta difícil de definir, pues equivale a «personalidad madura» y como
tal, responde a criterios y características que no siempre son abarcables en su totalidad desde una
perspectiva psicológica, por las implicaciones éticas y sociales que comportan. Los análisis estáticos
que se han realizado deberían sustituirse por otros con una perspectiva más dinámica que considere
la adultez como una etapa evolutiva dentro del ciclo vital, teniendo en cuenta que posee características
que no siempre son definibles, porque su aparición o ausencia dependen, en gran parte del medio
social.
Kholer (1960) manifestaba la imposibilidad de describir un estado adulto en sí, pero a la vez, la
necesidad de definirlo. Desde esta postura ambivalente escribió: Heredero de su infancia, salido de
su adolescencia y preparando su vejez, el adulto es un DESARROLLO HISTÓRICO en que se
prosigue o debería proseguirse la individualización del ser y su personalidad. Esta misma idea aparece
en Browmley (1974) cuando señala: “La edad madura y la vejez son partes de un proceso histórico.
Lo que lleguemos a ser depende, en gran parte, de lo que somos ahora, que a su vez es consecuencia
de lo que fuimos en el pasado”.
Todos estos conceptos de adultez son globales y resulta difícil de encontrar otros en términos
más precisos, debido quizás, a que los estudios psicológicos sobre la vida humana se han centrado
fundamentalmente en torno a la niñez, la adolescencia y la vejez. A ello se le suma otra dificultad, el
hombre adulto se desenvuelve en una etapa cronológica en la que interactúan sus bases biológicas y
el aprendizaje, que a su vez están intensamente media- tizados por el ambiente social y cultural.
Debido al interés creciente que la adultez está despertada en la vida política, social, económica,
cultural, los psicólogos están multiplicando las investigaciones y estudios sobre este período,
incomprensiblemente olvidado. La gran novedad y sorpresa producidas por los hallazgos de estos
estudios, han sido que la «Adultez» no podemos seguir considerándola por más tiempo como una
época de vida estable y tranquila, monótona y aburrida psicológicamente, porque en ella nos
encontramos con altos y bajos, avances y retrocesos, procesos de evolución y cambios tan decisivos
y profundos como los de las épocas anteriores.
La realidad de esos cambios es innegable. Ahora la principal preocupación entre los estudiosos
de la “Adultez” está en saber si estos procesos de cambio que son obvios obedecen a un orden, pauta
o secuencia previsibles, y si están o no perfectamente delimitados en el tiempo. Para unos estos
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cambios sí son previsibles, pero no se pueden delimitar cronológicamente más que de manera muy
imprecisa; para otros, en cambio, estos ciclos o niveles de edad por los que atraviesa el adulto camino
de la vejez son previsibles y se pueden delimitar cronológicamente. Tratar ahora de fijar el número,
la extensión y el contenido de cada uno de estos estadios, ciclos o etapas de la edad adulta constituye
para estos psicólogos uno de los mayores retos a los que tiene que enfrentarse.
Si bien son múltiples los aspectos que pueden incidir en el desarrollo del proceso de aprendizaje,
tales aspectos se pueden concretar en tres grandes apartados:
• Aspectos provenientes de las teorías sobre Psicología de la Instrucción y Psicología del
Aprendizaje
• Aspectos provenientes de la influencia de determinados factores intrapersonales: son
importantes los estilos cognitivos del sujeto, otros factores no estrictamente cognitivos de
personalidad (ansiedad, expectativas de control y concepto de sí mismo), la motivación del
alumno, y, sobre todo, sus propias estrategias de aprendizaje y trabajo intelectual autónomo.
• Aspectos provenientes de la influencia de determinados factores socio-ambientales e
interpersonales: son importantes el estudio de los escenarios educativos, el comportamiento
del profesor y sus estilos de enseñanza, las expectativas del profesor, y la interacción
profesor alumno y alumno-alumnos.
a) La concepción genético-cognitiva del aprendizaje (Piaget, 1956) Piaget opina que el nivel
de competencia intelectual de una persona en un momento determinado de su desarrollo
depende de la naturaleza de sus esquemas, del número de los mismos y de la manera en que
se combinan y se coordinan entre sí, dando lugar a la existencia de cuatro periodos
diferenciados de madurez cognitiva a lo largo de la vida: periodo sensoriomotor,
preoperacional, de las operaciones concretas y de las operaciones formales.
Según esta teoría, el profesor debe tener presente que es el alumno el protagonista del proceso,
que construye su propio conocimiento a través de las acciones mentales que realiza sobre el contenido
del aprendizaje. Es el propio alumno el que consigue alcanzar un estado de equilibrio cognitivo, a
través de un proceso de asimilación y acomodación, cuando en la interacción con los objetos existe
un desajuste óptimo entre los nuevos conocimientos y el nivel de desarrollo del sujeto.
Se ha de tener presente que el protagonismo del alum- no tiene un límite establecido por la
madurez cognitiva del propio sujeto; según el periodo de desarrollo en el que se encuentre la mente
del alumno tiene unas posibilidades de trabajo sobre la realidad y que, en el caso de la lengua, se
manifiesta de manera clara en el vocabulario, y en la posibilidad o no de comprender el pensamiento
concreto y/o el abstracto. Según el estadio de desarrollo cognitivo en el que está el alumno éste puede
utilizar un tipo de vocabulario determinado y posee un tipo de pensamiento u otro.
Según Piaget, en la práctica educativa el aprendizaje es- colar no debe ser sólo una recepción
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pasiva del conocimiento, sino que debe ser, en todo momento, un proceso activo de elaboración.
Antes de comenzar con las sesiones de aprendizaje, los profesores deberán definir y conocer el nivel
cognitivo de cada alumno, favoreciendo en la enseñanza las múltiples interacciones entre el alum- no
y los contenidos que debe aprender. A la hora de realizar la evaluación se tendrá en cuenta y se
relacionarán las competencias cognitivas que ofrece el periodo o estadio en el que se encuentra cada
alumno con las adquisiciones que el sujeto ha realizado.
Según esta teoría hay dos aspectos que matizan y concretan el currículo escolar:
Según Vigotsky, en toda práctica educativa se ha de tener en cuenta no sólo los contenidos (qué
se enseña) y los mediadores instrumentales (con qué se enseña), sino también los agentes sociales de
la educación (quién enseña); entendiendo por agentes sociales no sólo los profesionales de la
educación, sino toda persona adulta que está inmersa en el grupo social al que pertenece, vive y se
desenvuelve el alumno.
1. Que los nuevos materiales que van a ser aprendidos sean potencialmente significativos,
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que sean sustantivos dentro del corpus de conocimientos del área correspondiente,
significatividad lógica.
2. Que en la estructura cognoscitiva previa del sujeto existan las necesarias ideas relevantes
para que puedan ser relacionadas con los nuevos conocimientos; debe haber un ajuste entre
las ideas previas y las nuevas que se van a adquirir, significatividad psicológica.
Sólo cumpliéndose estas dos condiciones previas se favorecerá en el alumno una actitud
motivadora y de atención hacia el aprendizaje. Hacer una evaluación de las ideas previas existentes
en el alumno es importante no sólo para conocer las ideas que posee sino, también, de qué clase son.
El hecho de que el profesor conozca las ideas concretas que posee el alumno le proporciona una
información sobre la selección que tiene que realizar en las ideas nuevas como pun- to de partida para
el nuevo aprendizaje. También es importante conocer el nivel de generalidad y abstracción de estas
ideas previas, pues aporta al profesor una información complementaria y necesaria sobre si el
aprendizaje debe ser subordinado, supra ordenado o combinatorio. Éste sería el aspecto central de la
teoría de la asimilación de Ausubel.
Según Ausubel, el profesor tiene que fomentar en el alum- no formas activas de aprendizaje por
recepción; proporcionará al alumno los elementos de enlace, que él llama inclusores, que serán el
puente entre lo que el alumno ya conoce y lo que necesita aprender para que los nuevos conocimientos
sean asimilados significativamente. Ausubel propone la siguiente metodología, para que el
aprendizaje sea verdaderamente significativo:
• Presentar las ideas básicas unificadoras de una disciplina antes que las periféricas.
• Utilizar definiciones claras y precisas.
• Explicar las semejanzas y diferencias entre los conceptos que están relacionados entre sí.
• Exigir a los alumnos reformular los nuevos conocimientos con sus palabras.
1. La identificación de los objetivos: su definición debe hacerse con suficiente rigor y detalle
como para que sea posible en cualquier momento constatar si se han alcanzado o no.
2. La selección de sucesos, medios y materiales instruccionales: son las condiciones externas
del aprendizaje que pueden ser manipuladas.
3. La individualización de la enseñanza: se deben tener en cuenta los prerrequisitos de cada
tarea y el ritmo de progreso que se puede exigir a cada alumno en particular.
4. La evaluación: que debe consistir en una valoración de la ejecución del individuo
relacionándola directamente con los objetivos que se han establecido para una de-
terminada unidad de aprendizaje.
Los conocimientos que posee el alumno los tiene almacenados y organizados en su memoria a
largo plazo en forma de esquemas que deben ser activados para iniciar el proceso de aprendizaje. La
representación y adquisición de nuevos contenidos en la memoria no son copias pasivas de la realidad,
sino el resultado de los procesos constructivos del sujeto guiado por los esquemas.
Un factor estaría constituido por los propios patrones de aprendizaje o estilos cognitivos que cada
sujeto posee: son ciertos patrones, diferenciales e individuales, de reaccionar ante la estimulación
recibida. Cada sujeto se enfrenta con la realidad y asimila la información proporcionada por ésta de
forma propia y original. Se relacionan con la estructura de pensamiento del sujeto y se refieren a
cualidades o modos del conocimiento individual (dependencia/independencia de campo, reflexividad/
impulsividad, simplicidad/ complejidad cognitiva, etc.). El profesor, además de conocer qué patrones
tiene cada alumno, debe promover ciertos estilos cognitivos que aporten una mayor eficacia en el
proceso de aprendizaje.
La motivación del alumno es un factor básico del aprendizaje y del rendimiento académico.
Puede ser de dos clases: motivación externa, favorecida desde fuera del sujeto; y motivación interna,
debe interiorizarse en el alumno y traducirse en una búsqueda de metas educativas en las que se valore
el deseo de aumentar la propia competencia cognitiva. El alumno motivado buscará las metas de
aprendizaje por en- cima de la propia estima social o metas de ejecución.
Hay que destacar la influencia que tiene en los factores intrapersonales del proceso de
enseñanza/aprendizaje el entorno social en el que se desenvuelve el sujeto, y, más en concreto, socio
familiar, siendo determinante sobre todo para los niveles de ansiedad, aspiraciones, auto concepto y
autoestima, motivación y protagonismo del sujeto.
La existencia de marcos y contextos educativos ha estado postergada hasta hace poco tiempo por
la psicología occidental, y sólo recientemente han surgido corrientes que han propuesto acercamientos
más contextuales al estudio del desarrollo humano (Bronfenbrenner, 1979). Aunque, dentro de la
Psicología Evolutiva el parámetro edad es básico para conocer las posibilidades de aprendizaje, cada
vez va teniendo más importancia el parámetro contexto sociocultural para estimar y valorar la
maduración y adquisición de aprendizaje de los sujetos.
Una concepción constructivista del aprendizaje requiere una intervención del profesor también
constructivista, si bien el alumno es el responsable último de su propio proceso de aprendizaje, el
profesor no puede limitarse únicamente a crear las condiciones óptimas para que los alumnos
desplieguen una actividad mental constructiva, rica y diversa; el profesor ha de guiar y orientar esta
actividad, con el fin de que la construcción del alumno se acerque de forma progresiva a lo que
significan y representan los contenidos como saberes culturales de una comunidad humana.
Hoy hay razones suficientes como para creer que la construcción del conocimiento no debe
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entenderse como una empresa estrictamente individual. Es cierto que el alumno construye su propio
conocimiento, pero este proceso no lo hace en soledad sino en un ambiente de eficaces relaciones
interpersonales, tanto entre el alumno-profesor como entre alumnos-alumnos.
Por la importancia que tiene el aprendizaje del adulto mayor en todo proceso educativo, merece
la pena extenderse en este punto. Lógicamente, lo dicho acerca de la inteligencia y la memoria va a
afectar a los cambios en el aprendizaje de las personas adultas. El aprendizaje es algo que está
relacionado con la inteligencia y con la memoria, pero no podemos confundirlo con estas facultades.
Por otra parte, es evidente la relación entre memoria y aprendizaje, aunque tampoco podemos
confundir ambas facultades. Está claro que, si no se aprende, nada hay que recordar; pero, si la
memoria no es suficiente, poco podemos aprender. El aprendizaje, guiado por la inteligencia, se refiere
a las nuevas adquisiciones de conductas o conocimientos, y la memoria lo que hace es almacenar esas
nuevas adquisiciones para hacer uso de ellas y poder recuperarlas en el momento preciso.
En efecto, el aprendizaje del adulto mayor está vehiculado por la inteligencia y apoyado por la
memoria, está más relacionado con esas nuevas adquisiciones de las que hacemos uso a lo largo de
nuestra vida, adquisiciones que se supone que optimizan al ser humano, lo mejoran más allá de su
propio desarrollo biológico y genéticamente condicionado. En general coinciden los autores en
afirmar que el aprendizaje es una de las facultades humanas más complejas, difícil de identificar en
todos sus elementos y nada sencillo de medir y analizar. Se aprende en la infancia y se aprende en la
edad adulta, y en ambos casos puede haber procesos implicados que sean similares, pero lo que a
nosotros nos interesa es destacar las diferencias cualitativas que se producen en el aprendizaje durante
la edad adulta, aunque tengamos que reconocer de antemano que, por el momento, son pocas las
investigaciones referidas al aprendizaje en la edad adulta, sobre todo si las comparamos con las que
existen sobre el aprendizaje en la infancia.
Teniendo en cuenta la bibliografía que hemos consultado, tendríamos que decir que las
investigaciones sobre el aprendizaje en la edad adulta, aunque prometedoras, por el momento no nos
permiten establecer suficientes normas pedagógicas específicas o criterios propios que los educadores
puedan aplicar en los procesos de enseñanza-aprendizaje con las personas adultas.
Desde nuestro punto de vista, esto tiene que ver con la marginación que tradicionalmente Ha
padecido la educación de adultos y con la escasez de investigaciones que se han realizado de momento
en este sector de la educación. Además, los que trabajamos en este campo sabemos que, en muchos
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casos, investigaciones realizadas con niños se han elevado a una categoría general y, sin más, se han
extrapolado también a los adultos mayores.
Otras veces constatamos que no pocas conclusiones sobre el aprendizaje se han realizado en
situaciones casi de laboratorio y son el fruto de investigaciones, unas veces, sin sentido, y otras, con
un enfoque escolar, en las que la tarea consiste, por ejemplo, en aprender pares de palabras asociadas
o no asociadas, palabras seriadas, presentación de estímulos y petición de recuerdos, diferentes ritmos
en la presentación de estímulos, etc. En suma, son pocas las investigaciones basadas en las situaciones
normales de la vida diaria en las que una persona adulta aprende: en su trabajo, en su familia, a lo
largo de sus actividades sociales, o cuando expresamente participa de actividades formativas más
sistemáticas, etc.
Las primeras investigaciones sobre el aprendizaje en la edad adulta, como ya ocurriera con la
inteligencia y con la memoria, se han centrado más en su medida que en la comprensión de su
naturaleza. Así nos encontramos investigaciones que se han ocupado de medir el aprendizaje y
compararlo con el de los más jóvenes. Y nuevamente sucede, como con las mediciones de la
inteligencia, que los resultados de la comparación aparecen claramente afectados por la metodología
empleada. En general, cuando las pruebas que tratan de medir la capacidad de aprendizaje se basan en
materiales carentes de sentido los jóvenes salen mejor parados; por el contrario, con materiales
dotados de sentido no se aprecian diferencias significativas entre los jóvenes y los mayores.
La bibliografía que sobre este asunto ha consultado Úrsula Lehr le ha permitido resumir las
principales conclusiones sobre la capacidad de aprendizaje de los mayores. Según el resumen de Lehr
(1979: 103-105), las investigaciones que se han ocupado de comparar la capacidad de aprendizaje de
los mayores con la de los más jóvenes, ponen de manifiesto que las diferencias dependen, no tanto de
la edad, sino más bien de otros factores que agrupamos en dos categorías:
a) Factores relacionados con la naturaleza de la prueba. Por ejemplo, si las pruebas están provistas
de sentido, los resultados de los mayores son equiparables a los de los jóvenes; cuando se
elimina la velocidad de los resultados de la prueba, se nivelan las diferencias; si hay
entrenamiento previo a las pruebas, se reducen las diferencias; si el material de las pruebas se
presenta ordenado se aprende mejor. Pero las pausas intercaladas en la prueba dificultan los
resultados de los mayores, no así los de los más jóvenes. Por otra parte, parece que también el
tipo de aprendizaje influye en los resultados: el aprendizaje por partes favorece a los jóvenes
y el aprendizaje global a los viejos.
b) Factores propios de cada sujeto. Entre otros, la salud, la seguridad, la dotación inicial de
partida, la práctica y la familiaridad con el tipo de pruebas, la motivación y el uso de técnicas
de aprendizaje, el origen social, la formación escolar previa, el tipo de profesión, etc.
Algunos autores, con mucho sentido, han tratado de extraer conclusiones pedagógicas a partir de
las investigaciones sobre el aprendizaje. Este es el caso, por ejemplo, del psicólogo alemán Lówe
(1970; en Lehr, 1979: 107-109), que ha tratado de aplicar a la pedagogía de adultos los conocimientos
científicos procedentes de la investigación sobre el aprendizaje. Así establece una serie de principios
útiles para la formación de las personas adultas, afirmando que el aprendizaje se favorece, entre otras,
en las siguientes condiciones:
Pero, en nuestra opinión, tales principios, vistos en su conjunto, no son otra cosa que las conocidas
y clásicas leyes del aprendizaje, de orientación en s u mayoría conductista, algunos de los cuales
tienen, incluso, su origen en la experimentación con animales. El problema es que no podemos afirmar
que tales principios sean especialmente importantes para el aprendizaje de las personas adultas. Más
exacto sería afirmar que tales postulados son principios generales del aprendizaje y, por tanto, válidos
y aplicables para los adultos, pero también para los niños.
Con todo, algunos autores han comprendido las necesidades específicas que tienen los educadores
de adultos y han asumido el reto de aportar elementos diferenciales de lo que podría ser una pedagogía
sobre el aprendizaje de las personas adultas. En este sentido. Rice (1997: 555), basándose en
investigaciones más recientes, propone una selección de principios encaminados a mejorar el
aprendizaje en la edad adulta. Aunque algunos de los principios de Rice ya están implícitos en las
leyes del aprendizaje señaladas anteriormente por Lówe, no obstante, conviene que reseñemos los que
nos han parecido más importantes:
Un especial interés tienen en este sentido algunos trabajos que se están desarrollando en el campo
de la educación de adultos con la finalidad de aportar orientaciones específicas para el aprendizaje en
la edad adulta. Entre otras, se conocen las investigaciones de Brockett e Hiemstra (1993) sobre el
aprendizaje autodirigido, basado en la responsabilidad y en la madurez de las personas adultas. En tal
caso, sí que reconocemos aquí orientaciones específicas que, además, se basan en investigaciones
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realizadas con personas adultas. Hay que tener en cuenta que en la edad adulta existen condiciones
psicológicas más que suficientes para el autoaprendizaje, toda vez que, entre los rasgos psicológicos
de las personas adultas, como luego veremos, destaca la autonomía en la toma de decisiones y la
capacidad para asumirlas responsablemente.
En relación con el aprendizaje en la edad adulta, no podemos ignorar otros trabajos de interés: los
estudios de Saddington (1998), Bond y Wilson (1998) sobre aprendizaje experiencial a través de la
comunicación y la reflexión personal; los trabajos de Rogers y Freiberg (1996) sobre la facilitación
del aprendizaje en un clima de libertad y compromiso; las aportaciones de Vemer (1964) sobre la
jerarquía de roles en relación con los aprendizajes en las diversas edades que revelan el diferente uso
del tiempo que las personas adultas dedican al aprendizaje.
Una investigación que se realiza en España sobre el aprendizaje adulto es la de Ferrández, Gairín
y Tejada (1990) donde tratan de indagar, por un lado, la relación existente entre las características
personales del adulto y sus preferencias didácticas y, por otro, el modo en que el contexto de
aprendizaje puede condicionar la relación entre los agentes del acto educativo.
En la dirección de escudriñar los elementos diferenciales también están trabajando García García
y sus colaboradores (García García et al. 1998a: 123). Convencidos de la diferencia que experimentan
las personas adultas respecto a los niños cuando se enfrentan a la labor de aprender, en la revisión
bibliográfica que han hecho han encontrado diferencias importantes entre el aprendizaje de los adultos
y el de los niños y adolescentes. Por ejemplo, los adultos perciben el proceso de aprendizaje como una
contribución valiosa para su desarrollo, tienen ideas más claras sobre qué es importante aprender,
perciben el tiempo de forma diferente a los niños, su experiencia les permite conectar mejor los nuevos
aprendizajes, son más críticos respecto a las informaciones que contradicen su experiencia, las
motivaciones son más intrínsecas, en los procesos de enseñanza reclaman un trato más igualitario,
están más orientados a los problemas que a las materias, etc.
Más concretamente, en relación con el abandono de las enseñanzas, estos autores han encontrado
dos principales razones que parecen explicar los motivos que están en la base de algunos abandonos
por parte de las personas adultas: por un lado, la inadaptación escolar que experimentan en el proceso
de enseñanza aprendizaje (sentimientos de inseguridad, falta de dedicación, etc.); y, por otra parte,
razones extraescolares (problemas económicos, familiares, etc.). Según su opinión, estos dos motivos
diferentes de abandono de las enseñanzas están generando perfiles diferenciados de alumnos adultos
19
ante los procesos educativos que, al mismo tiempo, reclaman un modelo educativo diferente (García
García et al., (1998b: 144-150).
Pese a la importancia que sin duda tienen las anteriores contribuciones teóricas, consideramos
que las propuestas más elaboradas acerca del aprendizaje en la edad adulta son de Freiré (1992). Sus
aportaciones sobre el aprendizaje dialógico, aunque aparecen en casi todos sus libros, de forma más
explícita cruzan transversalmente su obra más importante. Pedagogía del oprimido, a medida que se
van articulando los supuestos y componentes de su teoría sobre la educación liberadora como un tipo
de educación que se opone a la educación bancaria. Para este pedagogo brasileño, el aprendizaje
resulta emancipador (es decir, liberador, optimizador) si la acción educativa es problematizadora y
esperanzadora, lo que sólo es posible mediante el diálogo intersubjetivo e igualitario entre educadores
y educandos.
Conviene destacar que el interés de la propuesta de Freiré sobre el aprendizaje dialógico no sólo
reside en las ventajas que tiene el diálogo como un medio efectivo para el aprendizaje (lo que además
han venido a demostrar los psicólogos sociales con las técnicas de grupo); más importante resulta
todavía el modo en que sitúa el diálogo (y sus características) en el centro de gravedad de los procesos
de aprendizaje, como condición ineludible para que la acción educativa sea crítica y transformadora.
En base a las teorías de Freiré, desde hace años vienen trabajando los miembros del Centro de
Investigación en Educación de Personas Adultas (CREA, según las siglas en catalán) de la
Universidad de Barcelona. Este grupo, específicamente dedicado a la investigación de la educación
de adultos, está interesado en estudiar las consecuencias educativas que se derivan de la concepción
dialógica del aprendizaje de Freiré que a su vez encuentra su base en la teoría de la acción
comunicativa de Habermas. Flecha, fundador de CREA, hace poco ha publicado un libro sobre este
tema titulado Compartiendo palabras, donde, además de desarrollar esta teoría sobre el diálogo en
relación con el aprendizaje, relata diferentes experiencias de quienes han conseguido importantes
aprendizajes a lo largo de su vida. Precisamente por ello, subtitula su libro El aprendizaje de las
personas adultas a través del diálogo (Flecha, 1997).
1) Principio del diálogo igualitario. Según Flecha, "el diálogo es igualitario cuando considera las
diferentes aportaciones en función de la validez de sus argumentos, en lugar de valorarlas por
las posiciones de poder de quienes las realizan" (p. 14). Por ello, este contexto de igualdad
representa la primera condición para el aprendizaje que, precisamente por la igualdad y la
validez de los argumentos, genera aprendizaje tanto en el alumno como en el profesor y lo
hace con más profundidad que las formas tradicionales de enseñanza.
2) Principio de la inteligencia cultural. En franca oposición a las teorías tradicionales sobre el
déficit de la edad adulta, según este principio, "todas las personas tienen las mismas
capacidades para participar en un diálogo igualitario, aunque cada una pueda demostrarlas en
ambientes distintos" (p. 20). En tal sentido, el concepto de inteligencia cultural se basa en las
habilidades comunicativas que poseemos todos los seres humanos, lo que nos permite resolver
problemas académicos y prácticos.
3) Principio de transformación. "El aprendizaje dialógico transforma las relaciones entre la gente
y su entorno" (p. 28). Esta es una idea ampliamente desarrollada por Freiré que, al igual que
20
otros autores (Habermas, Giddens, Apple, Giroux, Macedo, etc.), se distancia de quienes ven
la acción educativa en términos puramente reproduccionistas, como si los alumnos fuesen
meras víctimas de las estructuras y no sujetos racionales, capaces de conocer y actuar, es decir,
capaces de una acción transformadora.
4) Principio de la dimensión instrumental. Es importante este principio toda vez que
tradicionalmente se ha creído que el aprendizaje dialógico se opone al aprendizaje
instrumental. Lejos de ser así, insiste.
Flecha en que "El aprendizaje dialógico abarca todos los aspectos que se acuerdan aprender.
Incluye, por tanto, el aprendizaje instrumental de aquellos conocimientos y habilidades que se
considera necesario poseer. El dialógico no se opone al instrumental sino a la colonización
tecnocrática del aprendizaje" (p. 33). La clave, por tanto, no está en la naturaleza (supuestamente
diferente del aprendizaje dialógico frente al instrumental), sino en situarlos en el adecuado contexto
de diálogo que, si además es igualitario, fomenta la reflexión.
Otro de los componentes del grupo CREA, Ana Ayuste (1999), recientemente ha defendido su
tesis doctoral y en ella abunda en esta misma idea del aprendizaje dialógico, tratando de fundamentar
esta concepción interactiva del aprendizaje en los postulados de Habermas, Bruner, Piaget, Vygotsky,
Chomsky y del propio Freiré. Según Ayuste, el aprendizaje de las personas adultas tendrá efectos
emancipadores si, por una parte, se concibe que las personas adultas son capaces de conocer, aprender
y participar; y por otra parte, si se utiliza el diálogo entre los participantes como el medio más
adecuado para el desarrollo del conocimiento, la adquisición de competencias y el cambio social
(Ayuste, 1999: 377-383)
21
En resumen, a partir de lo dicho hasta ahora ¿qué podemos concluir acerca del aprendizaje en la
edad adulta? También lo podemos plantear de este otro modo: ¿qué cuestiones importantes debe tener
en cuenta un profesor para promover y mejorar el aprendizaje de las personas adultas? Debe quedar
claro que nos referimos a las personas adultas que deciden participar en algún proceso sistemático y
relativamente largo de formación; por ejemplo, quienes en una empresa asisten a actividades
formativas para mejorar sus competencias laborales, o los adultos que no tienen el título de Formación
Básica y asisten a un centro a recibir este tipo de enseñanzas, o quienes teniendo más formación desean
acceder a otros niveles del sistema educativo, etc.
Presentamos a continuación algunas conclusiones que nos parecen relevantes acerca del
aprendizaje en la edad adulta. Aunque estamos convencidos del carácter específico que tiene el
aprendizaje en esta edad, las conclusiones que exponemos a continuación deben ser consideradas
como provisionales o, en todo caso, como hipótesis de trabajo que podrían ser objeto de
investigaciones posteriores. Por supuesto, para elaborar estas conclusiones, nos basamos en la
bibliografía citada anteriormente; pero no sólo, también hemos tenido en cuenta para hacer este
resumen nuestra propia experiencia de formador de personas adultas y algunas investigaciones en las
que estamos trabajando (Medina, 1998, 2000). Creemos que la mayoría de las cuestiones a las que nos
vamos a referir son específicas de las personas adultas, aunque algunas se refieren por igual a todas
las edades, pero con un especial significado durante la adultez.
En todo sistema educativo, los Estudiantes deberían ser los actores más importantes. Por ello, vamos
a delinear algunos rasgos y expectativas de los estudiantes de los Centros de Educación Básica
Alternativa (CEBA) del Perú.
En los diversos informes reafirmamos esos rasgos, aunque queremos destacar algunos, de
acuerdo al Censo Escolar del 2012 reportó que el 5.76% de los estudiantes de los CEBA del país
tenían menos de 14 años (Cuadro N°1). En el sondeo que hemos realizado en el 2013 (Nota N° 3 y
Cuadro N° 2), hemos encontrado que un 9% de los estudiantes menos de 15 años. Dígitos más, dígitos
menos, la edad de los estudiantes es de jóvenes y adolescentes. Las cifras oficiales nos señalan que un
89.22% de los estudiantes de los CEBA son menores de 30 años.
22
La mayoría de los adolescentes y jóvenes se encuentran en Ciclo avanzado equivalente a la secundaria.
Cuadro N° 2
A partir del sondeo que hemos realizado, el promedio de edad de los estudiantes de los CEBA
es de 19.3 años de edad. El promedio de edad de los estudiantes varones es ligeramente inferior (18.8
años) al de las estudiantes mujeres (19.9). Las ¾ partes de los estudiantes se encuentran en el rango
etario de 15 a 24 años. Para el 2013, todavía encontramos un 9% de estudiantes con 14 y menos años
de edad.
23
De acuerdo a nuestro sondeo, apenas el 6.6% de los estudiantes son mayores de 34 años y los
que tienen de 45 y más años apenas llegan al 3.3%. La mayoría de estudiantes de los CEBA son
adolescentes o jóvenes y las personas adultas de la tercera edad son una minoría.
Analizando los resultados según diversidad de zonas, se percibe que en las zonas de Puno, Junín
y Huaura la edad de los estudiantes es mayor; mientras que en lugares como Lima Metropolitana,
Barranca e Ica decrece de manera significativa. Podría establecerse que existe una cierta correlación
entre contextos de mayor pobreza y menor modernidad con una mayor edad de los estudiantes; sin
embargo, esto no se cumple en el caso de Cutervo. Quizás una mejor pista de explicación sea la del
mismo carácter remedial de la EBA, junto con mayores y menores urgencias de subsanación de
carencias en Educación Primaria y Secundaria. En todo caso, importa hacer mayores precisiones en
este campo.
La cuestión etaria de los estudiantes de los CEBA no solamente tiene que ver con sus tareas y
compromisos de la vida cotidiana, sino también con sus expectativas y proyectos de vida. Aún más,
también con una forma de relaciones interculturales dentro de la comunidad cercana y a nivel de
globalización.
En la Región Puno, se pudo procesar los datos según las nóminas de matrícula de 818 estudiantes.
En esa muestra se llega a la conclusión que el 12% de los participantes de los CEBA Puno 2012, se
ha encontrado que un 56% de ellos al registrar su matrícula reportaron estar trabajando. Ellos
tienen un promedio de edad cercano a los 22 años. Los varones reportan mayores porcentajes de estar
trabajando. Cerca del 66% del total de estudiantes que trabajan, señalaban que tenían más de 30 horas
de jornada laboral a la semana (Cuadro N° 3)
24
Cuadro N° 3
En el Perú tenemos diversos Pueblos, cada uno con su propia identidad cultural. Sin embargo,
históricamente, se ha ido conformando una interacción de diversas culturas, una suerte de mestizaje
cultural.
La complejidad étnica, sin embargo, no termina allí, por dos razones fundamentalmente: la
primera es que mencionar las matrices por separado podría dar la idea de la existencia autónoma y
aislada de cada una de ellas, lo que es irreal. La segunda razón se basa en que cada una de estas
matrices es, a su vez, diversa. Lo propio y lo ajeno en el Perú de hoy y la identidad multicultural
25
peruana. Esta complejidad cultural se expresa en diversidad de formas: modos de vivir, costumbres,
comida, bailes, danzas, creencias, vestimenta, etc.
Inclusive podríamos hablar de una “cultura juvenil” en la medida que las personas menores de 30
años van perdiendo sus rasgos culturales de fuentes originarias y van aceptando acríticamente las
culturas externas. Pero debemos reafirmar que la “edad” no es el factor central que tipifica a los
adolescentes y jóvenes de hoy. Existen otros factores, como la clase social, el género y las
pertenencias étnicas y culturales que en ocasiones terminan siendo más importantes que la tenencia
de una edad determinada.
Uno de los aspectos que marca fuertemente el contexto de los jóvenes peruanos, es la nueva
reestructuración de la vida familiar. Nos damos cuenta que buena parte de las familias sufren la
ausencia de los padres principalmente por razones económicas. Esta ausencia trae como consecuencia
que muchos jóvenes vivan solamente con uno de ellos, por lo general es con la madre. En otros casos
viven con los abuelos y otros familiares, porque el padre y la madre no han querido asumir las
responsabilidades de una paternidad/maternidad no planeada.
Por ejemplo, en la Región Puno, hemos encontrado que cerca de las 2/3 partes de los estudiantes
de los CEBA (63.4%) tienen una familia organizada como contar con una madre que tiene formación
por lo menos educación primaria. Apenas un 4.3% provienen de familias, donde la madre tiene
educación superior.
Debemos insistir que cada Pueblo genera su propia cultura (interculturalidad); y esta cultura
propia es la base para cualquier proceso de aprendizaje. Sin embargo, los pueblos no viven aislados;
sino que interactúan entre sí, también en el campo cultural (interculturalidad). Pero no basta reconocer
la interculturalidad en educación, sino relacionarla a la autonomía-relación de cada Pueblo con otros
en lo económico, en lo social y también en lo político. Recogemos las tesis.
26
6.1 EXPECTATIVAS DE LOS ESTUDIANTES DEL CEBA
Nos propusimos indagar acerca del por qué los estudiantes se matriculaban en los CEBA. El
sondeo que hicimos a los estudiantes tenía una pregunta abierta para responder. Al procesar los
instrumentos aplicados a 1556 estudiantes de 51 CEBA en seis regiones del país, nos encontramos
que la mayoría absoluta de los encuestados nos había respondido señalando un para qué. En los
sectores populares, las prácticas no se justifican mayormente con una racionalidad causal, sino
con una intencionalidad práctica.
Cuatro finalidades prácticas quedaron claramente definidas, en el sondeo que hemos realizado (ver
Cuadro N° 5). Un 45.9% de nuestros encuestados respondió en el sentido de estar matriculado para
poder culminar la Educación Secundaria y así proseguir estudios superiores (universitarios o no
universitarios). Este requerimiento era más sentido en el tramo de edad de 24 y menos años. Esta
expectativa es decreciente conforme suben los años de edad. En los estudiantes de 24 y menos años,
esta intencionalidad es del 49% de los estudiantes; mientras, que esta expectativa sólo equivale al 26%
de quienes tienen 45 y más años. La expectativa es similar en hombres y mujeres.
Creemos que la expectativa de seguir estudios superiores es un justo derecho de los estudiantes de
CEBA, en la medida que su población es mayormente joven y vive en un contexto donde se ha
impuesto la idea de la “meritocracia” formal. La educación ya no se le ve como un valor de uso, sino
de cambio; como un prerrequisito para poder trabajar y así tener ingresos, para consumir. No es casual
el haber constatado en la ciudad de Nazca (Ica), la existencia de un CEBA privado con alta demanda,
en la medida en se ha organizado como un “colegio pre-universitario”, eliminando inclusive algunas
áreas curriculares.
Una segunda finalidad práctica es la de poder culminar la Educación Secundaria, para tener la
correspondiente certificación y así poder tener el prerrequisito formal exigido en un trabajo presente
o potencial. Esta finalidad práctica fue expresada por el 29.6% de nuestros encuestados. Por ejemplo,
muchos nos han señalado: “me interesa el cartón, para poder sacar mi licencia de conducir”, “en mi
actual trabajo, me exigen certificados de secundaria completa”, “para manejar mi moto-taxi, me
están exigiendo este requisito”. Es interesante anotar que este requerimiento es más sentido en los
varones que en las mujeres.
En la visita de campo que hemos hecho en la Dirección Regional de Educación de Ica (primer semestre
2013), muchos docentes de los CEBA reclamaban la necesidad de “tener talleres”, o sea, dar una
orientación productiva en la formación de los estudiantes. Sin embargo, “estos” estudiantes, en su
mayoría absoluta, no tienen requerimientos de formación laboral, sino de tener la certificación formal.
27
PRIORIDAD 3: Ayuda a relacionase mejor con sus hijos o nietos.
Una tercera expectativa que asigna un 8.7% de nuestros encuestados tiene que ver con la de poder
ayudar a los hijos o los nietos. Este requerimiento se da en las mujeres jóvenes. En los testimonios
que se presentan después, se ratifica vivencialmente esta finalidad. Al respecto, anota Rosa María
Torres: “En todas las regiones, países y culturas, las mujeres que no saben leer, ni escribir confiesan
que una de sus mayores motivaciones para aprender tiene que ver con la vida escolar de sus hijos:
ayudarles a hacer las tareas, sentirse más seguras para acudir a la escuela, asistir a las reuniones de
padres de familia, hablar con los profesores, etc. Es tan importante la educación de padres y madres
para el bienestar de los niños… El derecho de niños y niñas a la educación básica debería incluir el
derecho a madres y padres educados”
Para un 5.3% de nuestros encuestados, los estudios en los CEBA les permite tener cierta seguridad.
“Para que no me engañen” es la respuesta de un cuarto sector de nuestros encuestados.
Hay otras razones personales que señalan los estudiantes justificando su presencia en los CEBA. Ellas
tienen que ver con exigencias variadas de la vida cotidiana: Saber leer bien para poder ver una película
en otro idioma, pero con subtítulos en castellano; leer la Biblia; poder viajar sin temor, leyendo
indicaciones, etc. Tenemos un conjunto de testimonios personales muy interesantes sobre el particular,
Cuadro N° 5
Perú 2013. Razones que dan los Estudiantes, respecto al para qué están matriculados en los
CEBA.
28
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