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―La sociedad autófaga‖ de Jappe.

Capitalismo y narcisismo
El capitalismo fomenta el autoritarismo y el narcisismo que impiden que lo
superemos
Aurora Despierta
Publicado el Feb 6, 2020

Anselm Jappe es el autor del libro “La sociedad autófaga. Capitalismo,


desmesura y autodestrucción” (Pepitas ed. Febrero 2019, España). Hace por
tanto un año que se publicó, y conviene celebrarlo, pues es un libro
fundamental para entender el ascenso y expansión a escala de masas
del narcisismo como rasgo de la personalidad, su relación estrecha con la
evolución del capitalismo, y cómo del narcisismo sólo podemos esperar
nefastas consecuencias para nuestra supervivencia, pues no ayuda lo más
mínimo, sino todo lo contrario, a la superación del capitalismo. También
porque Jappe es un destacado miembro de la corriente comunista llamada
―crítica del valor‖ (wertkritik en alemán), que tiene mucho que aportar en la
denuncia del capitalismo y en cómo evitar equivocarnos en la lucha contra él.
Para una presentación de Anselm Jappe podéis acudir
a https://es.wikipedia.org/wiki/Anselm_Jappe

Las secciones de este texto son: I.- El narcisismo ha llegado para quedarse y
Jappe sabe por qué. II.- Cómo el capitalismo promueve el narcisismo y su
impotencia para superar este sistema. III.- El capitalismo, su decadencia, sus
límites internos y externos, y la wertkritik. IV.- El autoritarismo sigue aquí y
también la naturaleza humana. Las dimensiones del narcisismo. V.- La pinza
entre el autoritarismo y el narcisismo, amenaza nuestra supervivencia. VI.-
Salir de esto ¿cómo? Notas extensas. Recomendados y enlaces (a muchos
artículos, videos, audios…).
GUARDA este TEXTO para LEERLO con la ATENCIÓN que
MERECE y PÁSALO

I.- El NARCISISMO ha llegado para QUEDARSE, y JAPPE sabe POR


QUÉ

Se trata del narcisismo secundario -así se llama al fenómeno-, bastante


diferente a lo que se entiende vulgarmente por narcisismo (enamorarse de la
belleza de uno mismo) y también en el diagnóstico psiquiátrico (diríamos, el
narcisista ―puro‖ o 100%; menos del 1% de la población general, según la
psiquiatría), y por eso muchísimo más extendido y normalizado, en diversas
expresiones, que suponen una regresión de la psique, una forma de
―infantilización‖ de la gente (pero sin la inocencia y bondad de una buena
infancia).

Por lo que he leído de Jappe y en los tratados de psiquiatría, ésta serían las
características del narcisista de alta intensidad:
mucho egocentrismo (adecuado para un mundo competitivo, explotador e
indiferente a la suerte de los perdedores), una autoestima frágil, pero inflada y
hambrienta de reconocimiento (vía consumismo de cosas que revelen estatus u
originalidad, relacionarse con personas que destacan, redes sociales con
muchos me gusta, etc.), el orgullo excesivo por los logros (perfecto para
promover el ―emprendimiento‖, el ―hombre hecho a sí mismo‖, justificar los
privilegios adquiridos como resultado merecido del esfuerzo propio,
etc.), dificultad para admitir errores pues tienden a creer que siempre lo hacen
todo perfecto (mal asunto si necesitamos cambiar nuestro modo de vida y el
mundo), empatía escasa o ausente (buena adaptación a un mundo de
explotación, dominación e indiferencia ante el sufrimiento ajeno), dificultad
para reconocer en los otros unas identidades realmente diferentes entre sí y
ante él, con sus propios sentimientos y necesidades y que no existen para
satisfacer las suyas (esta característica lo asocia con la igualación e
indistinción de lo cualitativo por parte del trabajo abstracto o genérico de la
mercancía, como se verá), no asumir sus responsabilidades en su plenitud (así
no hay manera de tener una orientación política que pueda salvar a nuestra
especie de lo que le vendrá encima con el capitalismo), fantasías de
satisfacción sin reconocer los límites reales (como el capitalismo, sus agentes
incapaces de reconocer sus límites internos y externos, que comentaré), cree
que le envidian y envidia a los demás, muestra comportamientos y actitudes
arrogantes, de superioridad y prepotencia (en las circunstancias adecuadas
esto puede explotarse por los populismos, xenofobia, agresiones imperialistas,
tanto más cuando el narcisismo suele estar mezclado en la misma persona con
otros trastornos más agresivos, en general con el autoritarismo), no ve la vida
como un camino para evolucionar, madurar y realizarse como ser humano, lo
que incluye la frustración, el sacrificio y el dolor emocional inevitables (la
pena del duelo es el coste de haber amado a quien ya no está), sino como la
ocasión para satisfacer sus apetitos y lograr el éxito en la promoción de su
yo (vivir a través de la conquista de estatus social, del aplauso, del consumo
de mercancías, de la industria del entretenimiento, y de drogas diversas –
legales o no-). Estos rasgos se pueden encontrar hoy con mayor o menor
intensidad en una parte muy importante de la población aquejada de un
narcisismo que no tiene por qué ser el pleno (―puro‖ total) y que afectaría a
menos del 1% de la población (según el Diagnostic and Statistical Manual of
Mental Disorders: DSM-IV, 1994)

―Los desafíos que nos esperan en los tiempos próximos necesitan ser
afrontados por personas en plena posesión de sus facultades humanas, no por
adultos que permanecen niños en el peor sentido de la palabra.‖ (―El gato, el
ratón, la cultura y la economía‖, Jappe, enlace al final)

El capitalismo ha avanzado durante mucho tiempo de la mano


del autoritarismo (autoridad en la familia, la escuela, la empresa, el servicio
militar, las iglesias, el Estado…) y de la presencia de los rasgos autoritarios en
la personalidad de la mayoría de la gente, con diferente intensidad, y más en
unas clases sociales y estratos que en otras. Pero desde la década de los 60
del siglo pasado, y en las últimas sobre todo, ha ido avanzado la presencia de
los rasgos propios del narcisismo secundario (aunque su definición no sea
muy precisa, y existan varias interpretaciones sobre su génesis) en gran parte
de la población, sobre todo de la joven, pues ha estado menos expuesta al
formateo autoritario anterior, tanto en la familia como en la escuela, libre de
hacer el servicio militar y bastante desapegada de las iglesias.
Sin embargo, esto no ha supuesto una liberación real, pues no sólo sigue
habiendo cierta autoridad en la escuela y sobre todo en la empresa (mayor
vulnerabilidad ante el poder empresarial con el trabajo precarizado) y ante el
Estado democrático-burgués (no deja de mostrar su puño de hierro en
guante de seda, por no hablar de las formas abiertamente más autoritarias),
sino también la autoridad difusa pero muy real y poderosa del mercado de
trabajo regido por los intereses y legislación burguesa, de la obligación de
trabajar para justificar el derecho a vivir aunque no haya empleo, de la
necesidad de adaptarse sí o sí a las innovaciones tecnológicas “inevitables”
(en realidad impuestas por la dinámica capitalista de la competencia, el
interés de la burguesía y de su Estado para controlarnos mejor, etc.),
desarrollar las cualidades laborales y psicológicas que exige el mercado
(saber venderse, agradar, poner a disposición del capital toda tu iniciativa y
creatividad…), de todo lo que se nos hace tragar desde nuestra posición de
personas “libres” que aceptan y por tanto asumen como propio y se
responsabilizan (hasta con fervor) de lo que en realidad se les está
imponiendo contra sus más profundos intereses (la servidumbre
liberal analizada por Jean-Léon Beauvois, libro recomendado al final), y sobre
todo porque seguimos atados a los condicionantes más profundos e
inadvertidos del capitalismo (la producción de mercancías en condiciones de
explotación del trabajo asalariado; el predominio de la faceta genérica o
abstracta del trabajo, la plusvalía o parte no pagada de aquél; la mercancía,
la ganancia, y su protección por el Estado; el carácter fetichista de la
mercancía; el “sujeto automático” de la dinámica capitalista espontánea…);
algunos de ellos los veremos, aunque sea por encima.
El resultado es que la personalidad (de los trabajadores/as en particular) no se
orienta espontáneamente hacia la creatividad revolucionaria (cuestionamiento
del sistema hasta su raíz), sino hacia el narcisismo (combinado con el
autoritarismo) y su acomodo en el capitalismo, identificándose con sus valores
implícitos y hasta explícitos (dinero, trabajo, autoridad, irresponsabilidad
social…). En las condiciones actuales, esto ya supone un peligro general para
la especie, pero también crea en las personas conflictos internos que pueden
ser muy destructivos para las personas próximas y ellas mismas. Esto tiene
muy amplias expresiones que Jappe describe, y sobre todo, muy graves
consecuencias a la hora de luchar contra el capitalismo y ser capaces de
superarlo.

Jappe no tiene por qué tener razón en todo lo que dice, ni falta que hace, pues
eso no debe exigírsele a nadie cuando lo que plantea es muy profundo, amplio
y novedoso, pues muchas veces, siendo demasiado críticos, se corre el riesgo
de aplastar una planta todavía emergente y débil, pero que si se la permite
crecer puede dar lugar una sequoia gigante, o como también se dice,
podríamos ―tirar al niño con el agua sucia‖. Considerar sus análisis, sin duda
nos ayudará a avanzar, gracias a él y a la vez superando las posibles
deficiencias de su planteamiento. Ocurre como con Marx: si ahora podríamos
subir más alto que él, es porque antes él nos ha llevado sobre sus hombros
hasta donde estamos.

Y digo esto porque seguro que los más entendidos podrían debatir durante
años lo que Jappe dice de Descartes, Kant, y las distintas corrientes del
psicoanálisis, la psiquiatría, y sus enfoques sobre el narcisismo secundario.
Todo eso es, ciertamente, muy interesante y hasta intelectualmente
apasionante, pero podríamos estar discutiendo sobre tal o cual detalle,
enfoque, precisión, mientras se nos viene encima una III Guerra Mundial o
cualquier otra catástrofe, como la climática. A mí lo que más me importa de
Jappe no es exactamente lo que dice, sino todo lo que
puede inspirarnos (aunque estuviese muy equivocado en tal o cual aspecto)
cara a reconocer los obstáculos a nuestra autoliberación y qué podríamos
hacer para superarlos. Es como en un diálogo que no sea un monólogo de
sordos, en el cuál la intervención de cada uno no expresa sólo su punto de
vista previo al debate sino, cada vez más según avanza, el que está
alcanzando gracias a la puesta en común de la reflexión, y así, a lo que se
llega puede ser algo que jamás habría conseguido cada uno por su cuenta.

Jappe, con su análisis del narcisismo, como podrá comprobar el lector/a, tiene
además el mérito de que, por esta vía, nos ayuda a comprender mejor las
implicaciones, no sólo económicas, sino psicológicas y antropológicas, de que
en una civilización, la faceta abstracta o genérica del trabajo y su
representación universal a través del dinero, y el automatismo de la
valorización de esa abstracción (capital-dinero-ganancia), adquieran
semejante prevalencia sobre el trabajo concreto y los valores de uso para
satisfacer las necesidades humanas. Tranquilas/os que lo iremos viendo. El
fundador de esta corriente crítica, Robert Kurz, en su análisis de 1991 sobre el
hundimiento del bloque del Este ―socialista‖ y sus implicaciones también
para todo el capitalismo (―El colapso de la modernización‖ datos al final) ya
demostraba la relación entre ese hundimiento y el papel de la faceta abstracta
del trabajo. Pero se comprendió mejor el análisis concreto de la ―chapuza‖
económica del Este, que sus fundamentos teóricos que afectaban al
capitalismo mundial. Por eso decía Kurz en una entrevista ―La teoría de la
crisis, en especial, fue denunciada sin más como «apocalíptica» [sin embargo
fue confirmada ya en gran parte por la crisis iniciada en 2007-8, cuando se
propalaba que el capitalismo florecería hasta el fin de los tiempos]. A mí, me
llamó la atención que tanto la recepción positiva como la negativa se habían
restringido casi exclusivamente al estadio analítico, mientras que los
fundamentos teóricos de la crítica al trabajo abstracto y a la forma-
mercancía no fueron reconocidos o fueron vistos como una especie de «OVNI
teórico».‖ (Entrevista a Robert Kurz: Nuevos y viejos combates, 2004,
enlace al final)

Mi intención no es hacer una simple reseña o un comentario general del libro,


ni contar todo los temas que trata. Eso ya lo han hecho muchas personas y
seguro que mejor de lo que lo haría yo, y podéis recurrir a ellos con los
enlaces que os aporto. Mi interés no es sólo volver a recomendaros el libro,
sino que tengáis ganas de leerlo y sobre todo ayudaros a que desde el principio
se os haga más fácil su lectura y comprensión, no en la parte dedicada al
narcisismo en las distintas teorías (aunque esté algo familiarizada con el tema
desde mis lecturas en los 70s y 80s, ahora mismo me desborda), sino en la
relación del narcisismo con el trabajo en sentido genérico, universal o
abstracto y el valor-trabajo y la ganancia capitalista, de modo que no veáis en
él un ―OVNI teórico‖. Y en especial que tenga una utilidad política para
todos, incluso para quienes nunca leerán el libro. Por eso incluyo también mi
(primera) valoración de algunos puntos centrales (los que ahora más me
importan políticamente) de la corriente de la crítica del
valor o wertkritik (originalmente alemana, ahora llamada, en el separado
grupo Exit, ―crítica de la disociación del valor‖ por referencia al papel de las
labores domésticas protagonizadas por las mujeres y su relación con la
creación de valor, aportado por Roswitha Scholz). De ahí la importancia
también de las secciones V y VI de este texto que, pese a estar las últimas,
pueden ser las de mayores consecuencias prácticas. Por eso este texto se
parecerá poco a las habituales reseñas o comentarios académicos, pues lo
anima ante todo una preocupación militante (NOTA 1).

Quienes queráis conocer ya directamente sobre el libro y su autor podéis oír la


grabación de la presentación del libro en la librería de Traficantes de sueños,
en https://www.traficantes.net/actividad/%C2%ABla-sociedad-
aut%C3%B3faga%C2%BB-anselm-jappe ; también y descargable para
guardar en el ordenador en https://www.ivoox.com/en/la-sociedad-autofaga-
anselm-jappe-audios-mp3_rf_33372615_1.html Así me ahorro tener que
explicar tantísimas cosas.

II.- CÓMO el CAPITALISMO promueve el NARCISISMO y su


IMPOTENCIA para SUPERAR este SISTEMA

Procuraré exponerlo del modo más sencillo que soy capaz, aun a riesgo de
simplificar, sabiendo que quien quiera conocer la posición original de Jappe
puede acudir al libro y a artículos cuyo enlace aporto.

Sin pretensión de mucho rigor antropológico o histórico, a fin sólo de


transmitir la idea fundamental, pensemos a través de estos supuestos
personajes: un indio de las praderas del Oeste, un artesano, un capitalista
multimillonario, algunos obreros.

Supongamos que tenemos un poblado de indios de las praderas de lo que


luego sería el Oeste de los EEUU, antes de la llega del hombre blanco. Viven
de la caza del bisonte del cual aprovechan todo (casi como nosotros del
cerdo), tanto para alimentarse, como para cubrir sus tiendas, hacerse prendas
de vestir, herramientas, tendones para los arcos, etc. También recolectan
plantas y sus frutos. Pescan algo en los ríos. Con su esfuerzo toman de la
naturaleza directamente todo lo que tienen. Trabajan para sí las familias y el
poblado, cooperando y repartiéndose el resultado. No rinden tributo a ningún
poder económico o político o militar por encima de ellos. Ocasionalmente,
con algún otro poblado o tribu, con los objetos que les sobran, practican lo que
consideran un intercambio satisfactorio para ambas partes, aunque a veces
(cambio simple) no sepan valorar el esfuerzo y los riesgos que cuesta
conseguirlo y no intercambien equivalentes (trueque). No conocen el dinero.
Acumulan pocos bienes pues deben transportarlos ya que se trasladan de un
lado a otro según los ritmos de la naturaleza (estaciones) y la migración de los
animales que cazan. Su relación con el mundo es directa, las cosas son lo que
son, y su utilidad es la que evidencian, aunque también crean en el espíritu del
gran búfalo blanco y en otros que habitan las fuerzas naturales (el trueno, el
sol…).
Pasemos ahora a otro estadio. Una sociedad poblada por familias de
campesinos que trabajan para sí (no son asalariados ni los tienen), producen la
mayor parte de lo que consumen, pero con frecuencia necesitan comprar a
otros que son artesanos (zapateros, herreros, carpinteros, sastres…). Ahora
apenas se recurre al trueque pues sería muy complicado y habría que dar a
veces demasiadas vueltas (necesito cambiar esto con Fulano para que me dé lo
que sé que quiere Zutano a cambio de lo que yo quiero de él). Así que para
facilitar el intercambio tenemos el dinero, que es un intermediario, mediador
equivalente de valor universal en el que se traducen todos los valores de
cambio de las cosas (estimados por la medida universal que es el tiempo
promedio –o socialmente necesario– que cuesta producirlas). En términos de
valor para el intercambio, un trabajo concreto de 20 horas (trabajando el
cuero) es igual a un trabajo concreto totalmente diferente de 20 horas
(trabajando la madera) o a varios trabajos concretos que no tengan nada que
ver entre sí pero que sumen 20 horas. Los trabajos concretos se diferencian
entre sí enormemente, sin embargo todos tiene en común una faceta, que es la
del trabajo genérico o abstracto que suponen, o sea, el trabajo que han
costado, y que se mide en tiempo, y esto permite tener una medida de
comparación de trabajos totalmente diferentes en su faceta concreta. Si la hora
de trabajo equivale a 2 diners (así se llama esta moneda), mi trabajo de 20
horas lo vendo por 40 diners y con eso puedo comprar productos que sumados
tienen un valor de 40 diners. Por eso, el artesano trabaja para crear su
mercancía (no tiene asalariados) de 20 horas, la vende por 40 diners y a
cambio compra alimentos, unos calcetines, leña para la cocina y material de
trabajo para reponer lo consumido o gastado, que suman un valor de 40
diners. A veces, en previsión de un problema de salud grave que le impida
trabajar durante bastante tiempo, o porque le gustaría hace mejoras en el taller
o comprar una herramienta mejor que sabe que alguien utiliza en un pueblo
lejano, decide que va a comer con más frugalidad, que su esposa le zurza los
calcetines una vez más, etc., así que no se gasta todo el dinero que ha ganado
y ahorra un poco. Pero su relación con el dinero no es la del avaro que está
obsesionado con atesorarlo. Al contrario, para él el dinero no es más que un
medio para conseguir bienes de consumo y de producción para su trabajo y
seguir viviendo de su trabajo, y nunca podrá ahorrar una cantidad importante
por lo que en herencia a sus hijos les dejará el taller, sus herramientas y
conocimiento, nada más. No utiliza el dinero para invertirlo contratando un
asalariado, o invertirlo en otro artesano contratándolo como asalariado. El
dinero le permite normalmente la reproducción simple de su negocio (reponer
los gastado y mantenerse al nivel anterior de herramientas, etc.), y sólo
cuando se aprieta el cinturón y ahorra e invierte en su propio trabajo consigue
una reproducción ampliada (alguna herramienta mejor, ampliar el espacio del
taller…)

Entre el indio de las praderas y la sociedad de artesanos ya hemos visto


aparecer dos diferencias enormes: la dedicación de todo el esfuerzo del
artesano a la producción de mercancías (no el cambio informal o el trueque
ocasional) y la creación del dinero, como otra mercancía, pero universal al
servicio de su intercambio.

El dinero no es un bien concreto que sirva para trabajar o para consumir, pues
con el dinero no se puede hacer ningún trabajo (a nadie se le ocurre quemarlo
como sustituto de la leña para la cocina) y tampoco sirve como alimento
aunque tenga algunos minerales (moneda metálica) o fibra vegetal (papel
moneda). Cuando el zapatero hace un par de zapatos ha creado un valor de
uso o utilidad (para los pies de alguien) y un valor de cambio o valor (tantas
horas de trabajo, que suponen tanto trabajo-valor o valor-trabajo, equivalente
a otro igual, y ambos, traducido a tanto valor de cambio o dinero). Pero con el
dinero, tenemos algo cuyo valor de uso no es más que su valor de
cambio (equivalente universal). El mismo trabajo incorporado en un par de
zapatos manifiesta dos facetas: por un lado la faceta concreta del trabajo que
sirve al valor de uso, y por otro lado, la faceta general, genérica, universal o
abstracta del trabajo (la de las X horas de trabajo, intercambiables por X
horas de cualquier otro tipo de trabajo de cualquier campesino o artesano de
muy diferentes oficios), que sirve al valor de cambio, que se traduce en precio
(con un margen de variación dependiendo de la falta de equilibrio entre la
oferta y demanda, y de la tasa de ganancia media que ahora no viene a
cuento) a través del dinero.

Si pudiesen pensar los zapatos, para ellos, como mercancía en su faceta


de valor de uso, como portadores de la faceta de trabajo concreto, es muy
importante el pie que quiera calzarlos (ni más pequeños ni más grandes que su
talla, de caballero o de señora). Los valores de uso, son siempre muy
concretos, generalmente no sirven para una cosa y para otra muy diferente,
aunque pueda dársele ocasionalmente esa utilidad que no es la propia (un
martillo es para meter clavos, pero con él también se puede golpear una
cabeza). Pero para los zapatos como mercancías en su faceta de valor de
cambio, portadores de la faceta genérica del trabajo, lo importante es ser
cambiados por un valor cuando menos equivalente (dinero o trueque)
en trabajo abstracto, indiferente al valor de uso y trabajo concreto que lo
precediese o acompañase. Es más, a la faceta abstracta le importa bien poco
que se realice plenamente la faceta concreta con tal de que lo haga ella. Si
luego el comprador/a tiene tantos zapatos que estos no los usa nunca o
raramente, ya no es un problema para la faceta de trabajo abstracto, pero si
sería una frustración para el valor de uso de los zapatos, si tuviesen
sentimientos. Pero ambas facetas se necesitan, pues si el zapato es de pésima
calidad o feo, no se venderá, y si el zapato no se vende pese a su buena
calidad (hay demasiado zapato en oferta o la gente no tiene dinero), no tendrá
ninguna oportunidad de usarse.
Al dinero le resultan bastante indiferentes los valores de uso. No en vano
está emparentado directamente con la faceta abstracta del trabajo (viene a ser
su hijo). Sirve tanto para adquirir una cosa como la contraria, para ahorrarse o
despilfarrarse. Aunque la mayor o menor existencia de los valores de uso,
también puede afectar a su valor como moneda. Se puede desvalorizar, no
porque el billete o la moneda metálica se desgasten demasiado, sino porque
por muy nuevos que sean, se hayan emitido de más, demasiado dinero en el
mercado para el valor de las mercancías que deberían representar, y para
resolver el desajuste hay que subir los precios; o revalorizar la moneda, si hay
menos dinero que valor en mercancías, bajando los precios de las mercancías
(NOTA 2)

De la sociedad del indio/a cazador-recolector, hemos pasado a la sociedad de


la producción simple (sin trabajo asalariado) de mercancías, propia del
artesano. En la sociedad del indio/a de las praderas, la economía se reduciría
al ―yo me lo guiso, yo me lo como‖, la autosuficiencia, y sólo muy
ocasionalmente, cambio simple o trueque de bienes que, a cada parte, le sobra
e interesa del otro. No se puede decir que sea una sociedad caracterizada por
la producción de mercancías, no sólo por el volumen, sino porque quizás ni
siquiera lo que se destina al trueque haya sido pensado inicialmente con ese
objetivo, sino cuando se presenta la ocasión. Sin embargo, la sociedad del
artesano está orientada totalmente a la producción de mercancías pues, salvo
el agricultor que puede comer de los alimentos que producen su tierra y
ganado, todos necesitan producir algo que vender a cambio de poder
alimentarse. Así que nos encontramos con una sociedad que puede
representarse con el siguiente esquema de funcionamiento: el artesano
produce mercancías que vende por dinero que le permite comprar mercancías
diversas para mantenerse él y reponer el material de trabajo utilizado, para
reproducir el ciclo. En este proceso obtendría, en condiciones normales, sin
engaños, y de equilibrio de oferta y demanda, tanto valor de cambio como el
que ha dado, esto es, habría un intercambio de valores iguales (20 horas de
calzado por 20 horas sumadas en alimentos, calcetines, leña, reposición de
material de trabajo…). Esto se podría representar así: Mercancía – Dinero –
Mercancías. O también Ma –D –Mb. Siendo el valor de Ma igual a la suma de
los valores (horas, valor-trabajo, valor de cambio) de Mb, pero representando
trabajos concretos, valores de uso, diferentes.

De esta manera, no hay modo de enriquecerse, pues se intercambian valores


iguales y no se explota el trabajo de otros (esclavo, siervo, asalariado). Puede
mejorar la situación inventando nuevos métodos de trabajo, o ahorrando para
adquirir medios mejores, etc., que permitan un aumento de la productividad
(menos trabajo necesario para producir el mismo bien), y con ello mejorar el
nivel de vida, pero no atesorará dinero ni lo invierte en otro trabajo que no sea
el propio (NOTA 3).
Con el surgimiento de la producción de mercancías como modo habitual de
vida, el indio/a verá que aquí ha habido una revolución total, pues él actúa en
el mundo para conseguir directamente los bienes, valores de uso, que
necesitan él, su familia y su tribu (la caza del bisonte es una labor colectiva y
el resultado se reparte entre todos) y excepcionalmente, algo que le sobra
(deja de ser un valor de uso para él, aunque no lo previese así), lo utiliza para
el trueque, el intercambio directo de productos. Sin embargo, el artesano
siempre está produciendo bienes que son valores de uso ¡para otros! no para él
(aunque algún par de zapatos o silla, etc., se lo haya quedado). Que lo que le
interesa de su producción es el valor de uso que suponga para otros y así
obtener él lo que busca, el valor de cambio o dinero para comprar los valores
de uso que sí necesita o desea (alimentos, etc.). El indio/a practica el trueque
con gente que es de otra tribu y el artesano vende y compra a la gente de su
―tribu‖ de su comunidad.

Lo que aquí me interesa destacar es la relación del artesano con el trabajo y


con el dinero, que nos parece normal y sana, pues el dinero no es más que un
medio útil, práctico, para intercambiar el resultado del trabajo de cada cual.

Es cierto que además del trabajo concreto expresado en unos zapatos, un


armario, etc., tenemos en cada una de esas mercancías un trabajo genérico,
universal o abstracto expresado en tiempo de trabajo (el promedio
o socialmente necesario, no el del torpe y lento, ni tampoco del súper-
habilidoso y rápido), horas de trabajo. Pero en esto no hay ningún problema,
pues si queremos intercambiar trabajos (yo te doy pares de zapatos a cambio
de tu trabajo de carpintería), la única manera de comparar valores de
uso diferentes (radicalmente distintos) es ver lo que tienen en común, y lo
único relevante que tienen en común todas las mercancías es el tiempo de
trabajo. Y si queremos evitar el engorro del trueque, utilizamos una mercancía
intermediaria de valor universal, que es el dinero, que por tanto representa
temporalmente determinadas horas de trabajo (hemos visto antes el caso de la
inflación).

En esta sociedad de artesanos, no hay ningún problema con la abstracción del


trabajo, pues la tienen contenida a su utilidad como medio de comparar
trabajos concretos que de otro modo, por diferentes, serían incomparables, y
no habría manera de tener un modo seguro de intercambiarlos justamente. En
cuanto a su representación en forma de la mercancía dinero, tampoco es un
problema, pues no utilizan el dinero para atesorarlo, pues apenas pueden
ahorrarlo, y lo quieren como intermediario que sólo durante muy poco tiempo
permanece en sus manos hasta que compran lo que necesitan.

Pero ¿qué ocurre cuando nos encontramos en la sociedad


capitalista? Aquí también procederé a una gran simplificación para que los
detalles de la vida real no nos hagan perder de vista lo fundamental y lo que
quiero resaltar y explicar para el asunto que nos trae entre manos, la relación
entre capitalismo y narcisismo.

Supongamos que tenemos a un ―hijo de papá‖, que ni siquiera ha terminado


sus estudios pues se ha dedicado a ―vivir a tope‖ su juventud durante el
tiempo de la universidad, pero que ha heredado una extraordinaria fortuna de
sus padres (de hecho, una de las mayores del mundo). No tiene en realidad
ningún oficio, pero puede pagar a expertos asesores que le dirán como
mantener y aumentar su fortuna y a la vez ―darse la gran vida‖. Sabe que tiene
inversiones de capital en un montón de empresas, de las más importantes en
las más diversas ramas de la economía, dedicadas a la producción (minería,
siderurgia, manufactura industrial, armadores de barcos de pesca de larga
estancia en alta mar, agricultura a gran escala y su transformación
conservera), el transporte (marítimo de contenedores), comercio (grandes
superficies y on line), los seguros, la banca, dedicadas a la importación y
exportación. Lo mismo invierte en la agricultura que en el sector del
armamento. Le es indiferente a qué se dedique el dinero mientras genere
ganancias, y el dinero ―no se queja‖ pues ese modo de proceder es el más
acorde con su naturaleza (la indiferencia ante lo valores de uso-trabajo
concreto y predominio del valor de cambio-trabajo abstracto). Le gusta el
dinero porque gracias al él puede viajar en avión privado para comer en tal o
cual país en el restaurante de un renombrado chef con muchas estrellas
Michelín, etc. También pegarse sus excursiones en yate privado, y pasar una
temporada en algunas de sus residencias de verano, de primavera, de otoño o
de invierno (aprovechando para esquiar). Tiene una colección de automóviles
de muy alta gama. Se viste con ropa y calzado de las mejores firmas y hasta
paga su propio sastre. Puede ahorrar mucho más dinero del que podría
necesitar ante los peores imprevistos de enfermedad, invalidez… Pero ésta es
la menor parte del dinero y la riqueza que posee. Tiene tanta que, si vendiese
todo, con ese dinero no sabría qué hacer, pues no podría ni comer, ni beber, ni
viajar, ni habitar mansiones, ni darse grandes fiestas, ni contratar prostitutas,
como para gastarlo todo, aunque viviese diez vidas de cien años cada una. Le
encanta ser rico y le gusta tener todas esas propiedades u otras cualquiera que
las sustituya, por el mismo valor o superior. Sin embargo, no se considera un
vulgar materialista. También colecciona obras de arte y por eso se encarga de
que participen por él en las subastas. Cuando se aburre de alguna (ocurre muy
pronto, pues no puede ver en ellas más de lo que su pobre espíritu proyecta) y
hay oportunidad de venderla por más de lo que le costó, lo hace. Para tener
una experiencia estética no le basta con contemplar (de verdad) lo que tiene a
su alrededor, necesita ir a algún lugar muy exótico, especial, generalmente
lejano.

Comprueba que el dinero lo puede casi todo, comprar todo lo que se ponga a
la venta (sean cosas o voluntades), y que no huele, nunca delata su origen, por
mucho que éste apeste moralmente, que es casi omnipotente y está por encima
del bien y del mal. El dinero es el mejor detergente de las reputaciones; los
trabajadores/as pueden ―acordarse‖ del patrón por las malas condiciones
laborales y bajos salarios, pero el dinero ganado le permite relacionarse de tú a
tú con la más alta sociedad burguesa, sus políticos y militares; se ufana de sus
―amistades‖ famosas que le dan ocasión para salir junto a ellas en los medios
de comunicación (aunque él no tenga oficio ni arte alguno), y los demás le
tratan con extraordinaria consideración a cuenta de su dinero y poder. No me
resisto a incluir aquí el contenido de la viñeta humorística de Malagón –
Derecho al pataleo en el diario El País del domingo 26-1-2020, cuadernillo
de Ideas. Se ve a un hombre trajeado, con corbata, que con una mano sujeta lo
que puede ser el portafolios, y con la otra, una cartera-maletín en la que se lee
―World Economic Forum‖. Con una sonrisa forzada (se dibujan los dientes
fieramente) nos dice ―Entre el dinero y el amor, elijo el amor…–…. El amor
al dinero‖.

Como no puede dar más uso privado a su dinero (puede satisfacer cualquier
capricho), y su dinero y sus propiedades en medios de producción se
desvalorizan si no son utilizados, incluso si simplemente se mantienen tal
cual, si no toma iniciativas que se adelanten a las de la competencia, para
desplazarla del mercado antes de que ella lo haga con él, y acabar
perdiendo, el destino de su dinero es ―hacer‖ más dinero y asegurarse de
que esto continúe así. Y por eso se interesa por comprar a políticos, medios de
comunicación, iglesias… para que se encarguen de velar por sus intereses ante
el ―populacho‖. Aunque tampoco le haría falta corromper directamente a
nadie para tener protegidos sus intereses generales, pues el Estado está para
asegurar la estabilidad y continuidad de la sociedad (evitar que sus tensiones
internas la rompan) y si ésta es capitalista no puede sino representar de una
forma u otra, en su propia estructura jerárquico-burocrática y funciones, los
intereses capitalistas, y por tanto se convierte en el administrador público de
los intereses comunes a los capitalistas, y en su ―brazo armado‖ (ejército,
policía, tribunales, cárceles…). Pero el busca un control añadido y que tenga
su ―toque personal‖.

¿Cómo es esto posible? A diferencia del artesano, su ciclo de riqueza no es el


de Ma – D – Mb, terminando con el mismo valor de cambio aunque con
distinto valor de uso. El ciclo de riqueza del capitalista es empezar por
Dinero que invierte en Mercancías (medios de producción, trabajo vivo
comprado) seguida del proceso productivo, para vender el resultado por
Dinero. Claro que esta vez, no puede terminar con el mismo valor que como
empezó, pues sería absurdo invertir un dinero para obtener el mismo dinero
tras un largo proceso. Por eso el Dinero final es mayor, y hemos partido de un
valor de cambio X para llegar a un valor de cambio X+, a diferencia de lo que
le pasa al artesano que finaliza, en términos de valor-trabajo y de cambio,
como terminó al acabar su labor (Ma). Lo podemos expresar brevemente
así: D – M – >D (o D´, o D+).
¿Qué ha pasado aquí?. Entre el dinero inicial y el final, se nos ha metido el
proceso de trabajo asalariado por el cual el trabajador/a cobra un salario de
un valor no igual sino inferior al valor del trabajo que ha producido, por
eso hay explotación del trabajo, no estamos en la situación del artesano. Esa
diferencia de valor llamada plusvalor o plusvalía, es la que se acaba
traduciendo en beneficio, en la parte de más que se añade al Dinero inicial
invertido y recuperado con la venta.

Recordemos que el dinero representa el valor genérico o abstracto común a


todos los trabajos concretos (o sea, el tiempo de trabajo) y al dinero le resulta
indiferente el trabajo concreto que hay detrás (oculto en) de la
mercancía (si se ha pagado quiere decir que es un trabajo reconocido por la
sociedad y eso le basta), le da igual si hablamos de racimo de uvas o de
bombas de racimo, con tal de que le produzca un beneficio en forma de
dinero. Para el dinero que no representa la recuperación del dinero invertido,
sino el beneficio, lo que le importa es representar un trabajo genérico o
abstracto (que se mide en horas de trabajo eficientes, promedio) no
pagado (horas de trabajo no pagadas al asalariado, aunque teóricamente se le
paguen todas y se cumpla el mejor de los convenios de rama o de empresa).

No puedo extenderme aquí en más consideraciones sobre la teoría de la


plusvalía. Para quien necesite más información al respecto o quien desee
profundizar en ella, le invito a que lea cuanto antes mi estudio ―Plusvalía y
ganancia. Revisión urgente de una teoría necesaria‖ (9-1-2020) — un
planteamiento nuevo de la teoría de la plusvalía —
https://kaosenlared.net/plusvalia-y-ganancia-revision-urgente-de-una-teoria-
necesaria/

Si llevásemos al indio/a a la sociedad de los artesanos, teniendo como


referencia el trueque, todavía podría entender su funcionamiento, pues los
valores de uso, el aspecto concreto del trabajo, sigue siendo dominante, y su
aspecto abstracto o genérico (el tiempo de trabajo socialmente necesario)
secundario pero imprescindible para reconocer la necesidad de esa mercancía
y poder fijar el valor de cambio expresado en dinero.

Pero con el capitalismo hemos entrado en un mundo que el indio/a de las


praderas, que vive centrado en los valores de uso para cubrir sus
necesidades humanas ya no podría entender o le parecería propio de
dementes. Le parecería que estamos adorando a alguna especie de dios
absurdo de papel o metal, cuando entiende que sus dioses son bien reales y
poderosos, como los que habitan el sol, el firmamento estrellado, los truenos,
los bisontes, los ríos. Le parecería ridículo que un hombre sin esposa, sin
hijos, sin clan ni tribu, sin praderas en las que cazar, ríos en los que pescar, se
considerase rico porque tuviese dinero almacenado en su casa o en otro
edificio (banco). Y se asombraría que con ese dinero se pudiese comprar unas
tierras que son de todos y de nadie, o de la tribu que las puebla y caza en ellas,
o pagar a una persona para golpear a otra y encerrarla por muchos años o a
una gente para que haga la guerra por él.

Y es que ya no estamos en el reino de los valores de uso (el del indio), ni en


del intercambio de valores de uso (la producción simple de mercancías, del
artesano), sino en el reino de la generación de valor de cambio (dinero +) a
través de la prioridad al trabajo genérico o abstracto sobre el trabajo concreto
y el valor de uso, y no pagando una parte de ese trabajo abstracto (o tiempo de
trabajo).

Como dice Jappe: ―Lo que caracteriza al capitalismo es que es la única


sociedad en la historia en la que este lado abstracto ha llegado a ser más
importante que el lado concreto. Esto no es un hecho natural, sino un
hecho histórico‖ (―Criticar el valor. Superar el capitalismo‖ Anselm
Jappe, Jordi Maiso, José Manuel Rojo. Textos del encuentro-debate de 11 de
abril de 2015 en Enclave. Editorial Enclave de libros, 2015, página 47.
Subrayado mío).

El dinero, al pasar de mercancía equivalente universal para simplemente


comprar mercancías, a convertirse en capital que explota trabajo vivo y por
tanto se revaloriza a través del trabajo abstracto no pagado, se autonomiza
y pareciera que adquiriese viva propia, y que como un ser vivo, buscase su
reproducción, multiplicarse y extender su dominio. El dinero existe ahora
para ―hacer‖ más dinero. La expresión del valor de cambio del trabajo
genérico se sirve de su inversión en trabajo vivo concreto para volver a
aparecer como una cantidad de dinero mayor, esto es, de más trabajo genérico.
Una mezcla entre metamorfosis y Ave Fénix que renace de sus cenizas. El
capitalista le llamará a esto, la ―productividad del capital‖, ―poner el dinero a
trabajar‖, como si no fuese el trabajo vivo el único productivo realmente de
valor nuevo. Tanto el indio/a como el artesano, en su actividad iban de lo
concreto a lo concreto, aunque el artesano pasase brevemente por la expresión
del trabajo abstracto que es el dinero. El capitalista va de lo abstracto a lo
abstracto +, pasando por lo concreto.

El dinero-capital no es más que cristalización de trabajo pasado, ―muerto‖,


pero el dinero existe ahora para ―chupar la sangre‖ del trabajo vivo, como un
vampiro o muerto-viviente (creo que esta es una metáfora que ya utilizó Marx
en El Capital).

Y como si fuese una forma de vida, una especie depredadora o parasitaria, o


finalmente un cáncer, “el capitalismo necesita expandirse continuamente
colonizando nuevos aspectos de nuestras vidas, sociedades y ecosistemas.
En esa expansión, reproduce y amplía las diferencias sociales, y
reconfigura, pero también destruye, las bases de la vida.” (NOTA 4)
El capitalismo no afecta sólo a la producción, sino a todas las facetas públicas
y privadas de la vida, el trabajo y el ocio, hasta las relaciones amorosas, la
manera de entender el tiempo, el sentido de la vida, y la vida misma… Es toda
una civilización, un modo de estar/ser en el mundo.

El capitalismo, tras la acumulación originaria del capital (a base de expolio y


violencia terribles), una vez en marcha, no funciona por la voluntad de los
capitalistas y los trabajadores/as, sino a través de ellos, con su colaboración
semi-consciente, como sus ―funcionarios‖ de mayor o menor rango pues,
como dice Marx y Jappe (Kurz, etc.), hay un ―sujeto” automático (pongo las
comillas pues hay una contradicción entre los términos, pues un sujeto se
supone que se mueve por su voluntad, no automáticamente). Este sujeto
automático es como un motor que funciona para la valorización del capital o
―valorización del valor‖ (valor o trabajo abstracto convertido en dinero que
debe acabar siendo más dinero), y se alimenta (como la máquina de vapor con
el carbón, o el motor de explosión del automóvil con la gasolina) con la parte
del trabajo abstracto convertido en plusvalía y traducido en ganancia
monetaria o dinero. Este sujeto automático es lo que mueve al capitalismo.
Los seres humanos nos relacionamos danzando al son del ruido rítmico de los
ciclos económicos de este sujeto automático, pues nuestro referente es el
estado del dinero (bolsa, beneficios, salario) que es expresión del trabajo
abstracto. Por encima del trabajo socializado (a la manera capitalista,
anticomunitaria) está el vínculo que entre todos establece el dinero, no la
cooperación por satisfacer nuestras necesidades humanas. Por eso ese sujeto
automático, aunque deba recurrir a los valores de uso como medio para la
valorización, actúa de tal modo que acaba frustrando la satisfacción de las
necesidades humanas (a base de valores de uso) y el desarrollo integral del ser
humano, perjudicando la vida (humana y de muchas más especies), y siendo
una amenaza para su existencia. Si el capitalismo no causa todavía más
estragos es porque los seres humanos no somos unidimensionales (el papel de
―funcionarios‖ del capital), sino que atendemos a nuestras necesidades y
procuramos satisfacerlas incluso contra la lógica espontánea del capital y del
imperio de la mercancía, aunque sea de forma subordinada y muy limitada
(por ejemplo, la sanidad pública en condiciones, frente a la mercantilización
de la sanidad privada, pero acosada por la reducción de costos labores y de
impuestos para el capital, y los intereses de las farmacéuticas).

Sin embargo, consigue imponerse sin demasiadas tensiones gracias al


automatismo bendecido por el culto al dinero, al trabajo abstracto y
enajenado, a la propiedad privada de los medios de producción, que le rinden
sus ―funcionarios‖ altos, medios y bajos (trabajadores/as). Pues todos
reclaman más dinero o trabajo abstracto (como sea y para lo que sea) para
conseguirlo. Y lo peor es que pone dificultades al surgimiento de un
verdadero sujeto humano que sólo puede serlo revolviéndose contra el sujeto
automático, por tanto, un sujeto contra el capital, un sujeto
revolucionario, que podría surgir de los miembros de la clase trabajadora,
ante todo.

El indio/a no conoce cosa semejante al sujeto automático capitalista, pues


él/ella vive al ritmo de su hambre, sed, frío o calor, cansancio y sueño, ganas
de sexo y deseo de reproducción, de convivir con los miembros de su familia
y tribu, sus animales, y ser feliz; y para ello se mueve al ritmo de las
estaciones y las migraciones de las especies de las que depende. O sea, al
ritmo de la vida y de las necesidades humanas buscando su satisfacción en la
Naturaleza. No de un automatismo creado por el ser humano, mantenido a
diario por su actividad y que se vuelve contra él. El indio/a se relaciona con el
mundo directamente a través de su trato con la Naturaleza (recolección,
caza…), de los deberes y derechos en su tribu, de los espíritus de la naturaleza
y de los muertos a los que tiene especial acceso el chamán de la tribu. En su
actividad diaria procura que le sean propicios, y les da las gracias por lo que
obtiene, y directamente a los animales que caza por cederles su vida para que
ellos vivan, y limita su actividad recolectora y depredadora a lo que necesita,
hasta sentirse satisfecho (comer, calentarse…), y se conforma con eso, no está
constantemente reclamando más y más, y frustrándose por no obtenerlo, sino
agradecido por lo que tiene.

En el capitalismo, las relaciones de dominación y explotación quedan bastante


disfrazadas pues son entre personas libres e iguales, peor, entre empresas
―impersonales‖ y personas. En el feudalismo, el siervo de la gleba debía
entregar al señor feudal (con nombre y apellido) parte de la cosecha o trabajar
gratis en la parcela de terreno del señor feudal, por lo que saltaba a la vista el
trabajo que no se le pagaba, totalmente diferente de lo que el campesino se
quedaba o laboraba para sí. No necesitaba discernir un trabajo genérico o
abstracto, aunque lo pudiese traducir a tantas jornadas de trabajo al año en las
tierras del señor y tantas en las propias, pero eso no tenía otra trascendencia,
pues el señor feudal no pensaba vender aquellos bienes para conseguir un
beneficio en forma de dinero (lo que habría llevado a traducirlo para el
intercambio, aunque fuese de manera inconsciente, en tiempo de trabajo,
abstracto), sino consumirlos (junto con su familia y caballeros armados) como
valores de uso. Sin embargo, en la extracción de la plusvalía, supuestamente
se ha pagado un salario por el trabajo de toda la jornada, y no hay una sirena
en la fábrica que advierta de que, a partir de ese momento, se está generando
un trabajo que, por su faceta de trabajo genérico o abstracto, no se traducirá en
salario, sino en plusvalía que dará lugar al beneficio del capitalista. La
dominación del capital en el centro de trabajo ―no es nada personal, es
cuestión de negocios‖ (como diría un mafioso), y se debe a los ―imperativos
tecnológicos‖, la ―organización científica del trabajo‖, la ―ley del mercado‖,
las ―exigencias del mercado‖, la ―competitividad‖, la ―rentabilidad‖ etc. Todo
un conjunto de abstracciones impersonales justifican la extracción del trabajo
abstracto, y así se hace más difícil la comprensión inmediata del meollo del
asunto y enfrentarse a la explotación.

El indio/a sabe perfectamente cuándo un miembro de su tribu no se esfuerza


como debiera y procura aprovecharse de los demás, o cuándo una tribu hostil
se lleva sus bienes sin un intercambio convenido, robándolos directamente. Y
con todo el poder que tienen sus animales y sus dioses, no conoce ley tan
despótica como la del mercado, que se impone a través de los objetos que
hacen los humanos y que, pese a la abundancia, les condena a trabajar sin
cesar y a padecer miserias si no pueden hacerlo o aunque lo hayan hecho con
el mayor tesón. Hasta la abundancia puede ser castigada por el dios mercado
que ha exigido el esfuerzo por alcanzarla; y quienes necesitan de esos bienes
no tienen autorización para acceder a ellos aunque los tengan delante y
sobren, ni pueden cambiar nada por ellos, y aunque ofrezcan su esfuerzo en
alguna actividad en la que son hábiles, tampoco interesa, por muy fuertes y
sanos que se encuentren, por mucho que desesperen por hacer algo para otro.
Algo totalmente incomprensible, arbitrario y cruel a sus ojos, pues él/ella,
cuando se esfuerza en su tarea, sus dioses siempre le son favorables, y si tiene
una planta o un animal a mano, no hay fuerza externa a su esfuerzo y
habilidad que le impida tomarlo si lo necesita, y nunca adoraría a un dios que
puede ser tan cruel con ellos como el llamado mercado. Le parece una tortura
que una persona esté sentada durante horas sin apenas levantarse para nada, a
veces hasta controlando su tiempo si va al water, haciendo una misma tarea y
sin apenas cruzar palabra con los compañeros que tiene al lado, salvo para lo
que tenga que ver con su actividad, cuando no hay ningún animal posible
presa al que puedan ahuyentar con sus voces. Y sobre todo no puede entender
cómo los medios con los que producen sus bienes están acaparados por una
minoría cuando todos participan en su producción. Como si en su tribu, los
arcos y flechas, las trampas, redes, cestos, raspadores, que hacen entre todos,
se los quedase alguien y tuviesen que cazar, pescar, recolectar, preparar las
pieles, etc., para él, a cambio de una pequeña parte, ¡y tolerarlo!. ¡Si hasta su
caballo, si le maltratase, podría vengarse pegándole una coz.! Y para colmo,
él/ella, que participa en todas las decisiones que afectan a la tribu, ve como la
inmensa mayoría de los humanos del capitalismo dejan que a diario sean otros
los que tomen las decisiones más importantes que afectan a la colectividad ¡y
contra sus intereses!, apoyados por hombres armados que no son los guerreros
de la tribu que la protegen, sino los guardianes de ese poder.

El hombre común del capitalismo, sobre todo el urbanita, se relaciona con el


mundo a través sobre todo del dinero, su trabajo es para conseguir dinero, sin
dinero no puede vivir sino como un marginal, que también debe mendigar por
unas monedas. Y en su actividad diaria, aunque puede tener el dios de una
religión, antes debe acogerse a que le sean propicios los pequeños ―dioses‖ o
―espíritus‖ de la economía, esto es, la coyuntura económica, la oferta y
demanda de trabajo, la rentabilidad de su empresa y de la bolsa, el tipo de
interés, la prima de riesgo (de la deuda pública disparada), el porcentaje de la
deuda pública sobre el PIB (no vaya a haber recortes sociales y de empleo
público…)…

Si los espíritus y dioses del indio/a no son reales, sin embargo tienen una
relación estrecha con lo que es real, transparente y directo como valor de
uso para el indio, y le invitan a preservarlo. Para la persona en el capitalismo,
toda su economía no es una actividad espontánea próxima a la supervivencia
de un animal. Esto en sí no es malo, sino bueno. Pero no considera la
economía directamente a través de los valores de uso y de un trabajo que tiene
una clarísima natural social, aunque sea indirecta (división técnica y social del
trabajo, división internacional del trabajo), sino todo a través del dinero, de la
abstracción del trabajo, de la dinámica imperativa del capital de continuar
creciendo (D-M-D´). Pues aunque la productividad reduzca el tiempo de
trabajo necesario, debe compensarse la plusvalía produciendo más aunque no
haga falta –ya se encargarán la publicidad y la obsolescencia programada de
que compremos-, consumiendo así más recursos naturales, como si no hubiese
límite, de modo que se aleja, olvida y agrede a la Naturaleza que es su sostén,
y sin embargo acaba por creerse totalmente liberado de sus raíces naturales,
cayendo en la fantasía de que ―la mano invisible‖ del mercado ya se encargará
de encauzar las cosas y resolverlas a tiempo (¿cómo con el cambio
climático?). La naturaleza tiene un valor concreto, de uso, pero al enfocar la
producción al valor de cambio, al trabajo abstracto, tienden a olvidarse
los límites naturales de lo concreto, y como el dinero es un recurso
que no depende directamente de la Naturaleza, no parece haber límite para él,
más que el de la inflación, y el endeudamiento que posterga el pago para el
futuro y permite prolongar el ciclo del capital, como si la riqueza real fuese la
reproducción ampliada del dinero, y no los bienes valores de uso. A la fantasía
capitalista contribuyen conceptos-―dioses‖ como el PIB, medido en términos
de dinero, no de valores de uso, del impacto medioambiental y de la
desigualdad social. De ahí la creencia en un crecimiento eterno, en la
impunidad de expoliar los bienes naturales o ver la naturaleza como un
basurero que lo admite todo, etc. Sin embargo el indio/a sabe perfectamente
que su recurso, el bisonte, o cualquier otro, tiene un límite en el número de
ejemplares y en su reproducción (todavía no sabe que cuando llegue el
hombre blanco exterminará a los bisontes al punto de que los indios/as pasen
hambre). El indio/a diría que los dioses del humano del capitalismo ―están
locos‖, dando tan malos consejos, o que directamente buscan la ruina de la
Humanidad.

El indio/a debe hacerlo él/ella todo, sabe del esfuerzo que cuesta recolectar
frutos silvestres, o pescar, y no digamos enfrentarse al peligro de una manada
de bisontes, hacerse su ropa y calzado; vive en una relación directa, corporal,
con la naturaleza; vive el mundo a través de su actividad (mejor no llamarlo
trabajo pues se diferencia mucho de lo que ahora entendemos por tal) y de los
valores de uso que obtiene. Sin embargo, el ―hijo de papá‖ capitalista, es
incapaz de apreciar nada, precisamente porque disfruta de cualquier capricho,
y porque su relación con el mundo no es a través de la actividad o del trabajo,
de la búsqueda del valor de uso de las cosas, sino del dinero generado a través
del trabajo genérico (abstracto) no pagado, dándole igual el proceso de trabajo
concreto y los valores de uso creados, que bien puede ser valores de uso
destructivos de la vida, como el armamento. El indio también ―fabrica‖ arcos
y flechas para combatir a sus enemigos y a veces saquearlos, pero el coste
personal de la guerra puede ser para él tan grande (la muerte) que, de ninguna
manera, constituye su modo de vida ni destina a ello importantes recursos;
además, él debe enfrentarse personalmente, generalmente cara a cara, en un
cuerpo a cuerpo con sus enemigos, en lugar de mover los hilos desde un
despacho para atizar la guerra a través de sus políticos y medios de creación
de opinión pública, y que sean otros los que vayan a jugarse la vida. En todo
caso, lo que busca el indio son valores de uso (mujeres, caballos…) y no una
abstracción como el dinero, que reduce a cifras (salario) a los seres humanos
que intervienen en el proceso.

En su relación con la Naturaleza, el indio/a es consciente de su capacidad para


transformarla, que se limita a su capacidad para tratar lo que obtiene de ella
(piel de bisonte para hacer las tiendas de campaña, las ropas, etc.), pues no
puede cambiar el curso de los ríos, ni atravesar las montañas por dentro de
lado a lado, ni convertirlas en cantera de piedra. No le interesa que su medio
se altere al punto de poner en peligro a las manadas de bisontes, o que no
pueda beber el agua del río, etc. Tiene la mente centrada en el valor de uso.
Sin embargo, en el capitalismo es muy fácil que estas consideraciones
desaparezcan pues el valor de uso o su alteración en el futuro, son muy
secundarias en comparación con la realización de la ganancia ahora, pues su
objetivo no es el valor de uso, sino la valorización de la mercancía dinero
(expresión de trabajo abstracto pasado) a través del trabajo genérico o
abstracto vivo no pagado ahora. El valor de uso, de ser un fin, ha pasado a ser
un medio para la ganancia. Y el dinero, de ser un medio, se ha convertido en
el principio y el fin; el objetivo: aumentarlo. El capitalista (en especial si se
parece a nuestro ―hijo de papá‖) tiene centrada la mente sobre todo en el
dinero-beneficio. Por mucho que algo sea interesante (hasta para él), no lo
será lo suficiente si no asegura el beneficio, y cuanto más beneficio ofrezca,
más interesante podrá resultar, aunque su utilidad o conveniencia sean
cuestionables. La prioridad está en el trabajo abstracto en vez de en el
concreto. El capitalista está orientado sobre todo a la valorización a través del
trabajo abstracto no pagado. Esto al indio/a le sonaría a chino y locura, como
si él pretendiese la valorización de la Naturaleza, así, en abstracto y en
general, como si le diese lo mismo su realización a través de terremotos,
inundaciones, incendios, erupciones volcánicas, cambio climático, etc., en
lugar de lo que conoce como normalidad y preservarla, pues le permite extraer
valores de uso y vivir.
El trabajo genérico o abstracto o trabajo medido en horas (trabajo socialmente
necesario), no es en sí un problema, pues en el socialismo-comunismo
también nos servirá para comparar unos trabajos con otros (en una misma
rama, quién es más eficiente para aprender de él, que maquinaria o métodos
de trabajo son más eficaces), tomar decisiones de producción en base al
esfuerzo que más compensa (entre ramas o productos), y a la hora de la
distribución, aunque tampoco sea el único criterio a considerar. En la sociedad
de producción simple de mercancía (artesanos) la medición del trabajo
genérico o abstracto es el medio (no el fin), para permitir el intercambio de
mercancías de valores equivalentes (el tiempo de trabajo socialmente
necesario que contienen), por muy diferente que sea su valor de uso. Ahí el
trabajo abstracto no predomina sobre el trabajo concreto, no se autonomiza,
aunque exista el dinero, y éste, pese a su riesgo, sigue sometido a su utilidad
para los valores de uso.

Las categorías de ―la mercancía, el valor, el trabajo abstracto y el dinero‖, no


suponen aquí ningún problema relevante, pues falta el trabajo abstracto en
forma de ganancia-dinero, la plusvalía y la ganancia, que implican el trabajo
asalariado y capital. Es la plusvalía la que da al trabajo abstracto su
predominio social a través de la ganancia y su expresión en el dinero que se
convierten en el criterio rector de la economía (la inversión depende de la
ganancia monetaria). La plusvalía y la ganancia son por tanto las categorías
específicas y principales del capitalismo (no el trabajo abstracto y la
mercancía) que lo diferencian de cualquier otra sociedad en la que se
produzcan mercancías con las que comparte las categorías de mercancía,
valor, trabajo abstracto y dinero, pero no la plusvalía y la ganancia. Si no hay
plusvalía, por mucho trabajo abstracto, mercancía y dinero que tengamos, no
hay beneficio, más dinero La ausencia de ganancia no supone un problema en
el ciclo M-D-M. Sólo es un problema en el ciclo D-M-D´, del capitalismo,
pues entonces desaparece el incentivo para la inversión del dinero. En otros
tiempos, algunas mercancías (como las especias) daban extraordinarios
beneficios a los mercaderes, pero se debía al intercambio desigual, con los
proveedores (engañados muchas veces) y los compradores finales (enorme
desequilibrio entre oferta y demanda a favor de la primera), y ahí el ciclo ya
no era como el del artesano M-D-M, sino el ciclo mercantil D-M-D´ aunque
en la M no haya trabajo asalariado (NOTA 5).

En el capitalismo, el trabajo no pagado, como trabajo abstracto o


genérico, en forma de plusvalía, transformada en ganancia, se convierte
en la finalidad de toda la economía y por tanto en su motor. Este sistema
social no funcionaría si no hubiese al final un beneficio mercantil. Las crisis
son la expresión precisamente de las dificultades para convertir el proceso
productivo en ganancia. Por mucho que lo producido sea necesario para la
gente, se destruirá si la gente no tiene capacidad para pagarlo. La perversión a
la que se llega es tal que puede orientarse inversión y la producción sobre todo
a los armamentos en lugar de a los alimentos (cañones frente a mantequilla) si
permiten prever más ganancias, aunque sea acabando con la competencia de
otro Estado al que se considera enemigo.

Así que nos encontramos con este escenario: Un modo de producción que
no está enfocado a la producción de valores de uso para satisfacer las
necesidades humanas (como en el caso del indio), sino que ve en la
producción de valores de uso un medio para su finalidad, que es la de
generar valor de cambio (en forma de ganancia) a través del trabajo genérico
o abstracto no pagado. Ese valor de cambio o ganancia se expresa en la
mercancía universal que es el dinero. Al dinero le resulta indiferente el mundo
real de las cosas, y las necesidades, los valores de uso, no son para él más que
la circunstancia por la que circula en sus intercambios. La finalidad del
dinero-capital es la de generar más dinero-capital a través del trabajo abstracto
no pagado.

Y en cuanto al capitalista, si he escogido la figura del ―hijo de papá‖ es porque


me ayuda a transmitir de la forma más pura cuál es el tipo humano que mejor
se corresponde con el escenario expuesto. Tenemos a una persona que
representa al capital-dinero sin más añadido (no es ingeniero, etc.), y en su
expresión más rotunda (capitalista de todas las ramas de la economía) cuyo
interés es seguir obteniendo ganancias-dinero, independientemente de cómo
sea, indiferente al aspecto concreto, que cree que el mundo está a su
disposición, para satisfacer no sólo sus necesidades, sino sus caprichos. Es un
pobre de espíritu pero tiene el yo inflado gracias al poder que le da el dinero y
las personas que le adulan o dejan que se muestre con ellas. Ve el mundo
como una proyección de sus deseos, que debe ser manipulado y del que no
admite cuestionamiento alguno, de ahí que compre a las personas, los
políticos, medios de comunicación… Y si cree que hace falta para sostener su
posición privilegiada, recurrirá a la violencia más injusta, en modo de
represión y de guerra. Comparad con el retrato del narcisista con el que he
empezado este texto y comprobaréis que estamos ante una personalidad
narcisista (más en NOTA 6).

La cuestión es que ese ―hijo de papá‖ no es el resultado de una tara personal


congénita o educativa, pues aunque existiese, no podría llegar tan lejos ni
tendría las características que tiene, si no fuese por el capitalismo que, con sus
propios requerimientos (dinero que debe multiplicarse si no quiere disminuir o
ser eliminado por la competencia), le empuja, le da impulso, en esa dinámica.
Esto nos indica también que el capitalismo, con las características
de abstracción, indiferencia ante el mundo real, tiende a formatear el modo
de estar en el mundo del ser humano, su carácter. Y así ocurrirá que lo visto
en la personalidad del ―hijo de papá‖ capitalista, tienden a darse en todos los
seres humanos que viven en el capitalismo. Lo que hace Anselm Jappe en su
libro es un análisis de la expansión del narcisismo de la mano del capitalismo.
Si el capitalismo en su etapa decadente (desde comienzos del siglo XX) tiende
a ser cada vez más destructivo, ya hasta de la biosfera (cambio climático,
extinción de especies, riesgos de guerra atómica…), también produce un tipo
de ser humano que sería el perfecto ejecutor de sus tendencias, por su
egocentrismo, indiferencia, irresponsabilidad, destructividad: el narcisismo
más o menos presente en la personalidad de millones de personas.

La mayoría de la gente de lo que se viene en llamar la ―clase media‖ baja


(profesionales asalariados, pequeños agricultores o comerciantes que no
tienen empleados…) y también de la clase trabajadora, no pueden permitirse
tener con el mundo la relación del ―hijo de papá‖ capitalista. No puede ―darse
la gran vida‖. Pero sin embargo, a través de la venta de la mercancía o de su
trabajo asalariado para otro, a través del dinero, se relacionan con el mundo y
con las cosas del modo distanciado, hasta cierto punto indiferente e
irresponsable propio del trabajo abstracto convertido en ganancia o en
salario, y del dinero como forma indirecta de vincular a los humanos en una
sociedad que no llega a ser una comunidad.

A diferencia de lo que solía ocurrir con el artesano, el trabajo asalariado no


tiene por qué ser vocacional, sino un mero medio para ganarse la vida; y
aunque le guste su tarea puede que no esté necesariamente asociada a un
producto concreto (como el zapatero y sus zapatos) sino a cosas muy variadas
que formen parte de otras muy diversas, por lo cual hasta podría desconocer el
resultado final de su trabajo (por ejemplo, el soldador). Lo que se haga
(trabajo concreto) importa menos que el salario que se gane (expresión de
trabajo abstracto). La mayoría de los puestos de trabajo no están diseñados
pensando también en la satisfacción del trabajador/a durante el desempeño de
la tarea (trabajo concreto), tanto por lo que hace, como por su destino, y el
sentido de todo eso en la producción social de bienes para la satisfacción de
las necesidades individuales y colectivas, sino en función de la productividad,
del trabajo abstracto, del tiempo de trabajo convertible en plusvalía. Una
expresión clara de esto es el taylorismo y el trabajo en cadena, tan
divertidamente recogidos por Chaplin en su film ―Tiempos modernos‖ Así
que no es nada extraño que el trabajador/a también piense en esos términos y
no vea en el trabajo más que el modo de conseguir el salario que, a través del
dinero, es otra expresión de tiempo de trabajo (trabajo genérico o abstracto
pagado). Además, el destino de su trabajo escapa a su control, es un dominio
total del capital. De ahí también la indiferencia a lo que se haga con su trabajo
y todas sus implicaciones (comida ―basura‖, aparatos con obsolescencia
programada, armamento…), que el beneficio sirva en parte para explotarle a
él o a otros (invertirlo para explotar trabajo y obtener más ganancia), y la falta
de responsabilidad social que todo esto implica, como si no tuviese que ver
con él. Se preocupará mucho más de lo que pueda comprar con su salario
(gastos ordinarios, ir ocasionalmente a un restaurante, de vacaciones,
comprarse otro automóvil mejor, etc.) que del destino de su trabajo, incluso
aunque sea perjudicial. Si se conformase con eso, habrá interiorizado los
valores que emanan del capitalismo, y su actitud será una combinación de
autoritarismo (sumisión ante el dominio de clase, el poder del empresario, del
Estado) y de narcisismo (yo y lo mío, indiferencia ante el mundo que está para
compensar mi esfuerzo sin más responsabilidad por mi parte). Si el
capitalismo le permite vivir de un modo que le parezca aceptable,
seguramente no tendrá el menor interés en comprender en qué sistema social
vive, en conocer al menos la teoría de la plusvalía de Marx, y menos la
experiencia revolucionaria de su clase pues, para empezar, eso significa un
sentido de la responsabilidad por la comunidad y el futuro colectivo, y un
enfrentamiento (en su mente) con la autoridad, incompatibles con su
narcisismo-autoritario.

De hecho ¿cuántas protestas o huelgas han protagonizado los trabajadores/as


cuestionando el destino de su trabajo? Por ejemplo, sobre la calidad de sus
productos, o si el barco que están haciendo en la factoría naval es para el
ejército, para un crucero turístico altamente contaminante, para la pesca de
larga estancia en alta mar con artes que esquilman los recursos, etc., o lo que
les importa es sólo que haya encargos de trabajo a cuenta de empresas
privadas o del Estado y su ejército?

El trabajo precarizado individualiza más al trabajador/a y le empuja a una


competencia sostenida con otros por empleos peor pagados que antes, para
colmo como falso ―autónomo‖ (autoexplotado). Eso fomenta también el
individualismo y la falta de solidaridad, con un sentimiento de impotencia sin
compensación. Esto no tiene mucho que ver con el narcisismo, pero sí que lo
tiene si esa persona en concreto (no digo la generalidad de los precarizados,
sólo estoy ilustrando) se pasa horas buscando ―me gusta‖ y ―amigos‖ en las
redes sociales; necesita sentirse por encima de alguien, por ejemplo, de las
mujeres y por eso es un machista, dice ―todas son iguales‖, y además, cuando
tiene dinero, se ―va de putas‖; está resentido y piensa que la culpa la tienen los
inmigrantes que compiten por su puesto de trabajo o los ―servicios sociales‖;
se identifica con un equipo de futbol exitoso y sus forofos ultras y así se siente
partícipe de sus éxitos (aunque él no haya metido ni un solo gol), y en el
estadio deportivo puede insultar al jugador negro, etc.; o es un adicto de las
películas de superhéroes con súper-poderes o súper-capacidades, o de los
videojuegos disparando a soldados enemigos o malvados terroristas (él debe
sentirse del lado de ―los buenos‖).

Esto sólo se superará de raíz si se acaba con las condiciones sociales que dan
prioridad al trabajo genérico y al beneficio. Esto quiere decir que la
transformación revolucionaria no consiste en poner la propiedad de los
medios de producción en manos del Estado, o de los sindicatos, o de las
cooperativas o ni siquiera de los Consejos Obreros, o de lo que sea, y que no
debe debatirse entre la planificación burocrática centralizada o la autogestión
de la empresa para el mercado (nuevamente el ciclo D-M-D´ el beneficio y el
trabajo abstracto), sino que debe conseguir que predomine el trabajo concreto
(y como satisface las necesidades) sobre el abstracto, tanto como objetivo (no
al beneficio, no a la producción para el mercado que se ―regula‖ por el
beneficio, sí a la producción para satisfacer las necesidades humanas)
como medio (gusto o en el peor de los casos –trabajo duro y desagradable
inevitablemente que debería turnarse- sentido de responsabilidad por las
implicaciones sociales de la tarea). Eso significa que la búsqueda de la
eficacia y eficiencia, de la productividad, no pueden llevar a adoptar sistemas
deshumanizados como el taylorismo y otros (es mejor producir menos con un
sistema de trabajo que no cause sufrimiento mental o físico, a otro que
produzca más pero te sientas como un robot y te acabe afectando psicológica
y físicamente). Que la economía se considera como un organismo social, no
como empresas particulares que compiten. Que está dirigida conscientemente
(no por la mano del beneficio y ―regulada‖ por el mercado) y a satisfacción de
los productores (no de una dirección tecno-burocrática) (NOTA 7).

De ahí la necesidad de recuperar la denuncia de la plusvalía, y ponerla en el


centro, y no quedarse en el absolutismo de la crítica total de la mercancía
como me parece que hacen los de la orientación de la crítica del valor (ahora
llamada ―crítica de la disociación del valor‖ por referencia al papel de las
labores domésticas protagonizadas por las mujeres, pero seguirá utilizando la
tradicional por ser más breve), como Jappe.

Y ahora me meteré con un tema que es un auténtico toro de lidia de la


ganadería de Miura, al que sólo las/os valientes nos atrevemos a torear, con
riesgo de llevarnos una buena corná (pero más cornadas da el hambre…de
saber). ―Va por usted, maestro Marx‖. Me refiero al ¡fetichismo de la
mercancía! (música dramática, de suspense y de terror). Lo explicaré tal lo he
entendido, y como me gustaría que me lo hubiesen contado a mí.

Volvamos a nuestro querido e idílico pueblo de cuento, de la sociedad de


artesanos. Allí existe la mercancía y el dinero. Sin embargo ya sabemos el
papel tan limitado que tiene el dinero. En cuanto a las mercancías, no van a
comprarse a una gran superficie comercial a la salida de la localidad, en
automóvil, ni las encargan como hoy unas empresas a otras y les llegan en
contenedores marítimos o en palés. Aquí todo es mucho más sencillo, directo,
a muy pequeña escala y de tú a tú. El zapatero cierra por un rato su taller y se
va al del carpintero para comprarle una silla ya hecha o encargarle un armario
nuevo para sus herramientas. El carpintero, en otro momento, hará otro tanto y
se pasará por el taller del zapatero para comprarle unos cordones para sus
zapatos o encargarle unas botas. Cada uno, aunque compra mercancía con
dinero, puede establecer una relación directa de productor a productor, incluso
puede observar cómo está haciendo su labor, como cuando hoy vamos al taller
de un zapatero remendón para que nos ponga una suela nueva a los zapatos
(sí, algunas todavía lo hacemos en ocasiones). Aquí la producción de
mercancías es una labor particular (individual incluso), no existe una
planificación colectiva previa, todo pasa por el mercado (aunque eso no
suponga más que pasarse por el taller del otro), y tampoco se produce ―a
ciegas‖, pues la mayor parte de lo que se hace es por encargo o de muy
previsible venta (ahí estará una silla hasta que alguien la compre, que no
tardará mucho). De modo que entre el papel limitado del dinero, que cada
productor observa a otro laborar, que por la experiencia sabe el tiempo que le
lleva hacer un trabajo, que la producción está tasada, queda poca oportunidad
para el surgimiento de una cosa tan rara como el fenómeno de la fetichización
de la mercancía que enseguida analizaremos.

Pero ¿qué ocurre cuando, como en el capitalismo, la producción de


mercancías es masiva y se realiza en condiciones de explotación del
trabajo asalariado?.

Una mercancía es el producto de una labor que no es para el propio consumo,


sino destinada a los demás, y es una labor particular (―individual‖) pues no ha
sido decidida como resultado de una planificación colectiva de todos los que
intervienen en la producción social. Por eso es indirectamente social, y debe
ser a posteriori reconocida socialmente por el mercado (por su valor de
cambio y de uso), lo que entraña también una relación social indirecta a
través del dinero. Y la mercancía es producida en el marco de unas relaciones
sociales de producción que son las propias del capitalismo, con explotación
del trabajo en forma de plusvalía, etc., etc. La mercancía es un
objeto indirectamente social. El hecho de que sea así, hace que su componente
social y de explotación quede oscurecido, no sea transparente.

Los productores/as no se relacionan entre sí de un modo transparente, y


conociendo directamente el trabajo del otro, sino a través de las mercancías y
su circulación e intercambio en el mercado. Espontáneamente, con la
experiencia, y sobre todo con la presión de la competencia, tiende a llegarse al
equilibrio en el valor basado en el tiempo de trabajo socialmente necesario,
pues nadie está dispuesto a dedicar tiempo a trabajar (o a pagar a sus
trabajadores/as asalariados) para conseguir a cambio menos que otro.

El indio/a se relacionaba directamente con otro productor cuando quería


intercambiar algún bien mediante el cambio simple (sin atención al
intercambio de valores iguales) el trueque (si prestando atención a eso). En la
familia patriarcal de campesinos se reparte entre sus miembros las múltiples
tareas que deben hacerse: el hogar, la tierra, el ganado…; no hay intercambio
de mercancías entre ellos y todos disfrutan de los bienes. Aunque haya una
cierta especialización en las tareas según género, edad, condiciones físicas,
habilidad, todos saben más o menos el tipo de tarea de los demás, pueden
observarlo a simple vista, y cuando ponen en común todo su esfuerzo, saben
lo que hay detrás.

En el capitalismo, la mayoría de los compradores/as, desconocen muchas


veces al productor/a, sus condiciones de trabajo y vida (aunque no viva lejos,
en otro país o continente), sólo sabe de la mercancía y de su precio. Las
mercancías, alejadas de su lugar y condiciones concretas de producción, se
encuentran en un mercado físico (la plaza del mercado del pueblo, el mercado
de abastos, el hipermercado, etc.) o virtual (on line, aunque detrás hay todo un
mundo físico de almacenaje, transporte…). La necesidad de adquirir bienes
crea vínculos sociales, tanto para producirlos como para consumirlos. El
problema es que en el capitalismo, aunque a nivel de empresa se tiene que dar
una vinculación (bajo la explotación y dominación), a escala de toda la
sociedad, el protagonismo en el establecimiento del vínculo social no lo tienen
los procesos de producción (como ocurriría en caso de planificación social de
la producción), sino el proceso de circulación de mercancía, de intercambio.
Lo malo de esto es que así resulta que pareciera que no son los procesos de
producción, sino las mercancías las que se relacionan entre sí a través del
intermediario que es el dinero, que es otra mercancía: una mercancía se
cambia por dinero y el dinero por mercancía. En cuanto al valor de la
mercancía traducido en dinero, como muchas veces no hay equilibrio entre la
oferta y la demanda, y unas mercancías nos resultan más apetecibles, o más
atractivas, etc., pareciera que su valor dependiese en realidad de ello, de las
cualidades intrínsecas o atribuidas a la mercancía, de su valor de uso, o de su
valor simbólico, o de su belleza, etc. y no, en el fondo, del tiempo de trabajo
socialmente necesario para producirlas. La mercancía por tanto, adopta las
características propias de un fetiche, cargado de cualidades o poderes, más
allá de su valor de uso, y capaces de determinar su valor de cambio pasando
por encima del tiempo de trabajo socialmente necesario. La publicidad sabe
aprovechar este fenómeno y por eso dota a la mercancía de un aura, unas
cualidades que puede que no tengan nada que ver con el valor de uso de la
mercancía, y en la que se proyectan unos u otros deseos, y con eso quiere
conseguir la venta y con un mayor precio. Por ejemplo, asociar el automóvil a
la libertad, la aventura… aunque la mayor parte del tiempo se utilice para los
trayectos de casa-trabajo, o dentro de la ciudad, aguantando atascos y
perdiendo el tiempo buscando aparcamiento; ¿por qué será que en la
publicidad no lo asocian al atropello de un peatón o a una colisión en cadena
con incendio de los vehículos y muertos?.

La apariencia de unas relaciones entre mercancías, oculta las relaciones


sociales de producción que hay detrás. Y la distorsión de la causa del valor (el
trabajo), también oculta las relaciones sociales de producción que hay detrás.
Así como la mercancía no transparenta el trabajo que hay detrás de ella
(oculto en ella), ni sus condiciones, tampoco lo hace con la explotación que
hay en ese trabajo, el trabajo que no ha sido pagado con el salario. Cuando se
hunde un edificio en Bangladesh matando a las trabajadoras del textil que
están allí produciendo la ropa que luego nos ponemos, nos hacemos
conscientes (o ni siquiera entonces) de la explotación que hay detrás. Que por
tanto, nuestra relación con esa mercancía no es la del probador de ropa con
música ambiental, el dinero y la cajera del establecimiento, sino la de su
trabajo explotado y nuestro salario, también fruto del trabajo explotado. Lo
que está ocurriendo en el fondo y es más relevante, no es una relación entre
mercancías (ropa y dinero), o la relación entre la señora oferta y la señora
demanda (quizás una más gruesa que la otra, afectando algo al precio), o el
brevísimo contacto impersonal con la cajera (precarizada a tope, pero
atendiendo con una sonrisa muy profesional), o entre el valor de uso de ambas
mercancías y todo lo que le atribuyo por mi cuenta (―qué bonito es, me sienta
estupendamente, los hombres se girarán para admirarme y las mujeres
rabiarán de envidia; poderoso caballero es Don Dinero‖), sino la relación entre
productoras de unas u otras mercancías, sometidas además a
explotación (podemos incluir también a la sufrida cajera, al almacenista,
transportista…; y por mi lado, a mi salario, mi trabajo, etc.). Pero no es
una relación social directa entre productoras que organizan su producción (a
través de la planificación general), sino una relación social indirecta a través
de la mercancía y el mercado, y todos bajo el dominio del capital. Y el precio
del vestido no vendrá determinado por lo bonito que me resulte, sino por
el tiempo de trabajo socialmente necesario incorporado en él (su atractivo
estético no tiene una relación directa con lo anterior; a más trabajo
incorporado no necesariamente más belleza).

La fetichización de la mercancía también se da en el dinero, pues es otra


mercancía, y además mediadora universal, por lo que es fácil cargarla de
atributos, sobre todo si las monedas son de oro o plata (como si la magia del
valor estuviese en ese metal). Hoy en día su manifestación más brutal es
cuando el dinero circula en la ―economía de casino‖ de la especulación
bursátil; y al nivel del ciudadano corriente, cuando renta en el banco un
interés, pues pareciera que el dinero, por partenogénesis, él mismo solito,
estimulado por la presencia de más dinero, se reprodujese en forma de interés.
Pero el interés no es más que plusvalía, que obtiene el banco en sus
inversiones, sea como socio capitalista (plusvalía) o como acreedor (plusvalía
si es una empresa, detraimiento del salario si es un trabajador/a, una forma
indirecta de plusvalía pues del trabajo que se le pagó, le retira una parte), de
las cuales nos da una pequeña porción por haberle dejado nuestro dinero para
realizarlas.

El dinero se convierte en el vínculo social que, a través del mercado, relaciona


impersonalmente a los agentes de las muy diferentes ramas de actividad de
todo el mundo, permitiendo que exista una sociedad (capitalista) y
determinando el destino de su esfuerzo, de su vida, a través del imperativo del
beneficio. Por eso, el mercado puede relacionar intereses coincidentes (uno
quiere vender y otro comprar), pero no es capaz de crear comunidad, pues no
fomenta ni el conocimiento mutuo, ni la empatía y la solidaridad, sino la
competencia y la indiferencia por la suerte de otros (explotación, ruina, paro,
miseria…); se mueve por el beneficio particular, no el bien común, y menos
por el altruismo (NOTA 8). No hay una dirección conjunta y planificada del
esfuerzo social, a partir de conocer las necesidades y capacidades existentes,
sino un proceso espontáneo entre particulares que es ―regulado‖ por las
fuerzas anónimas del mercado (la llamada ―mano invisible‖); por eso tampoco
hay comunidad. Y tampoco hay comunidad porque la producción misma se
realiza en condiciones que suponen el dominio de una clase sobre otra a través
del monopolio de los medios de producción. La comunidad humana que
pese a todo se es capaz de crear, lo es contra la dinámica espontanea del
capital y del mercado, a través de las luchas y las organizaciones de la clase
trabajadora y sectores populares, incluso apoyándose en instituciones que no
aparecieron con el capitalismo y que el capital no ha conseguido desintegrar
del todo aunque las haya subordinado en gran parte, como la familia, las
iglesias, la escuela.

El dinero es también una mercancía, universal, y la más poderosa de todas,


pues si las demás podemos cargarlas de un aura especial que se transmitiría a
su poseedor, el dinero se puede convertir en la medida de la ―valía‖ de un ser
humano, no sólo cuando se puede comprar esclavos, o sobornar, sino también
para valorar a las personas libres, ―tanto tienes, tanto vales‖ (NOTA 9), e
importa mucho menos a qué te dediques, o la bondad social de lo que haces;
así un bróker especulador estará mejor considerado que un trabajador/a de la
limpieza que evita que por la suciedad contraigamos enfermedades, o que la
madre que cuida de los niños y de la abuela enferma; una mujer que trabaja
elaborando comida ―basura‖ parece más útil que si estuviese atendiendo
debidamente a sus hijos pequeños en lugar de aparcarlos en una guardería mal
atendida; una anciana que, por ayudar económicamente a un familiar en paro,
se priva de la calefacción y en casa se carga de mantas y ropa, como si
estuviese en la calle en un día muy frío, es más generosa que un
multimillonario filántropo que no se priva de nada personal y desgrava
impuestos con sus donaciones. El dinero muestra aquí también su faceta de
fetiche, pues casi se le atribuye la capacidad mágica de determinar el valor
humano de una persona.

En tanto, las personas cooperan, sí, pero bajo relaciones de dominación que
también les imponen que compitan entre ellas como individuos por el puesto
de trabajo o el ascenso en la empresa, o como parte de corporaciones
(competencia entre empresas) o como naciones y Estados (guerras
comerciales, guerras militares). Las relaciones de dominación, explotación,
desigualdad descarada, producen descontento, envidias, resentimiento, una
insatisfacción profunda ante la vida, pero difícil de verbalizar, que debe ser
calmada de alguna manera, y en auxilio de esto viene la sensación de poder
sobre la vida de otros, o el consumo por el consumo, con su gratificación
momentánea a base de ―tener‖ a falta de un ―ser‖ satisfactorio, confundiendo
la realización personal (maduración, expresión del ser), con el éxito en la
competencia o la autoexplotación, o con la ―felicidad‖ del ―pasarlo bien‖. La
―sociedad de consumo‖ real o no, o al menos sus valores y la aspiración a ella,
crean una demanda material y/o psicológica insaciable (sobre todo con la
obsolescencia programada, la publicidad, los productos fabricados ex profeso
para ser adictivos, etc.), una búsqueda de satisfacción que nunca puede
completarse, y a la vez un malestar difuso y poca tolerancia a la frustración,
tan propias del narcisismo. La vulnerabilidad real y la impotencia, al no saber
apuntar a sus causas profundas, se orienta hacia la falsa seguridad del sentido
de pertenencia ―tribal‖, en los forofos del fútbol, en la nación, en la búsqueda
de un líder fuerte, en el castigo de aquellos que se consideran una amenaza
(los inmigrantes, los de otro color de piel, o religión, etc.), tan propio del
autoritarismo.

Si en el capitalismo, para hacer posible la ganancia, lo dominante en la


mercancía es su valor de cambio (no de uso), expresión de la faceta abstracta
del trabajo, que por ser mercancía promueve una
relación indirectamente social que, con su abstracción (dinero), vela la
concreta relación social (de clase y explotación) que hay detrás, y que a cuenta
de esto resulta que pareciera que son las mercancías las que se relacionan
entre sí, que el valor de cambio de la mercancía depende de su valor de uso o
de otras de sus características reales o no, que el dinero (máxima
manifestación del trabajo abstracto) parece ser capaz de valorar hasta a las
personas, se entenderá la estrecha relación entre la faceta abstracta del trabajo
y la fetichización de la mercancía, que la causa de la segunda es la primera.
Aunque abstracción y carga de cualidades parezcan contradecirse y repelerse,
son como las dos caras de la misma moneda. La cara de la moneda que indica
su particular valor monetario (cuantitativo), es el equivalente al trabajo
abstracto, que es igual en todas las mercancías y sólo las diferencia por la
cantidad del mismo (como las cifras correspondientes a las diferentes
fracciones monetarias en forma metálica o de billete). La cara de la moneda
que incluye la imagen del rey (del Caudillo Franco en la peseta), otro
personaje importante, o cualquier otro símbolo relevante de la sociedad, es el
equivalente del fetichismo que carga de cualidades extraordinarias a las
mercancías en general, pues parece que se relacionasen entre ellas, y que su
valor viniese determinado por la oferta y la demanda o las cualidades
específicas de cada mercancía, y no por el tiempo de trabajo socialmente
necesario (de lo que es indicador la cara cuantitativa de la moneda).

Ser parte de todo esto, de la Mega-Máquina capitalista, nos hace partícipes de


un proceso destructivo de los seres humanos, de otras especies y de la biosfera
en general. Los apologistas del capitalismo dicen que es el sistema social más
acorde con la naturaleza humana, egoísta. La verdad es muy distinta. La
naturaleza humana en sí es básicamente buena (NOTA 10). El capitalismo es
un orden tan artificial, a contrapelo de la naturaleza humana, que crea tal
estrés, ansia e insatisfacción, desorden mental que, frecuentemente, acaba
traduciéndose en destructividad con respecto a las demás personas y seres
vivos, en un ―impulso de muerte‖ (no, ―instinto de muerte‖) que muchas
veces se acaba volviendo contra el propio individuo. Manifestación de esto
son los fenómenos cada vez más corrientes de matanzas en las escuelas,
violencia fanática y racista, violencia mortal contra las mujeres e hijos y
suicidio del asesino, etc., que parecen obra de locos. Esto es, el fenómeno
del Amok, que Jappe analiza a fondo en la última sección de su libro. Todo eso
es una expresión también del narcisismo relacionado con otros rasgos
destructivos como veremos. Acabar con esto exige un grado de
responsabilidad muy grande, pues supone implicarse en las condiciones más
profundas de nuestra civilización, en eso en lo que supuestamente no tenemos
ninguna responsabilidad (―es culpa de la sociedad‖, es culpa del ―sujeto
automático‖ diría ahora algún enteradillo listillo…). Y precisamente a eso no
puede llegar la irresponsabilidad del narcisismo. De ahí también que su
proliferación sea un grandísimo problema.

Así que ya hemos podido comprobar que las categorías del capitalismo, el
trabajo abstracto convertido en plusvalía y ganancia, el trabajo abstracto
convertido en salario, la mercancía y su sociedad (no comunidad), la
fetichización de la mercancía y del dinero, el imperio de la mercancía y sus
crisis, el papel del Estado como guardián de todo esto (con su autoritarismo y
destructividad), crean las condiciones favorables para que surja un fenómeno
como el narcisismo y otros peores.

En el feudalismo el intercambio de bienes entre el siervo y el señor feudal no


era a través de mercancías y dinero, sino transparente: los productos de su
trabajo a cambio de su ―protección‖ (un poco al estilo mafioso, la verdad). Por
tanto, no se daba el fenómeno de la fetichización de la mercancía. En la
familia patriarcal campesina, con su reparto de tareas, pero sin circulación
interna de mercancías, tampoco aparecía esa fetichización. Considerar que
esto de la mercancía capitalista, y no digamos de la explotación que hay
detrás, es algo consubstancial con la actividad humana y no un fenómeno
histórico con principio (el indio no producía mercancías, tampoco la familia
campesina patriarcal, ni el siervo medieval) y fin (se lo daremos nosotras), es
otra variante del carácter de fetiche de la mercancía, cargándola de cualidades
y poderes que en sí no tiene.

Pero aunque sepamos esto, las relaciones sociales establecidas a través del
mercado vuelven a imponerse espontáneamente una y otra vez a nuestra
conciencia que, si no hay un esfuerzo muy especial, analiza las cosas
superficialmente, empezando por lo que le dicen los sentidos, costándole
mucho ver más allá y tenerlo eso siempre presente. E incluso aunque lo
consiguiese, nada cambiaría si no acabase con las relaciones de producción
que generan el sujeto automático, el predominio del trabajo abstracto gracias a
la plusvalía. Por tanto no es una mera cuestión de confusión de la conciencia
que desaparecería con el conocimiento, sino el resultado de una dinámica
social objetiva que se impone a las prácticas sociales y también a la
conciencia. Es peor que si al indio, en el siglo XVIII, sin poderle aportar
pruebas sorprendentes como nuestra tecnología actual, se le dijese que la
Tierra no es plana sino una esfera enorme que gira sobre sí misma y alrededor
del Sol que también es una esfera de gas ardiente de un tamaño gigantesco
(muchísimas veces la Tierra) y que se encuentra a un distancia que ni andando
por el firmamento incontables vidas, podría alcanzar. Dada su relación con la
naturaleza, su pobreza tecnológica y nula ciencia, en su conciencia volvería a
imponerse de inmediato la creencia espontánea de lo ―evidente‖, que es el Sol
el que se mueve en el cielo y que es lo que parece, un disco de luz y calor, y
dada su dependencia de él, seguiría adorándolo, rogando su protección, para
que tras la noche vuelva a salir y traiga la luz, y tras el invierno vuelva alzarse,
calentar y derretir las nieves…

A esto se refiere Marx cuando dice (los subrayados son míos): ―El
descubrimiento científico ulterior de que los productos del trabajo, en la
medida en que son valores, constituyen meras expresiones, con el carácter de
cosas, del trabajo humano empleado en su producción, inaugura una época
en la historia de la evolución humana, pero en modo alguno desvanece la
apariencia de objetividad que envuelve a los atributos sociales del trabajo.
[…] así como la descomposición del aire en sus elementos, por parte de la
ciencia, deja incambiada la forma del aire en cuanto forma de un cuerpo
físico.‖ (Marx El Capital, Libro primero, cap. 1, Mercancía y dinero).

Quiero terminar esta sección con una reflexión sobre la crítica del valor. Cito
a Jappe que parafrasea al primer impulsor de la corriente de la crítica del
valor: ―Kurz afirma en su último libro, Geld ohne Wert, que no podemos
hablar de comercio, dinero o mercancías en sociedades precapitalistas y que
lo que podría parecérseles tenía funciones en verdad profundamente
diferentes‖ (página 28 de su Prefacio de 2106 en ―El colapso de la
modernización‖ de Robert Kurz, 1991).

Estoy de acuerdo, pero más bien en sentido inverso. Me parece que para
encajar una teoría, negar lo que quiere Kurz, es forzar demasiado los hechos.
El camino que hay que seguir es el inverso, y me explico. Al contrario de lo
que viene manteniendo la ortodoxia marxista, no hay continuidad de la ley del
valor (intercambio de valores iguales de trabajo abstracto) entre esas
sociedades con comercio, dinero y mercancías, y el capitalismo, ni
mediante realización de la ley del valor metamorfoseándose (como si fuese su
destino o lógica de desarrollo natural e interno), ni mediante salto cualitativo
dialéctico, triple salto mortal que valga (véase el estudio de Robert
Kurz ―Cañones y capitalismo. La revolución militar como origen de la
modernidad‖, enlace al final). Lo que caracteriza al capitalismo y hace que su
―ley del valor‖ sea otra cosa, es la plusvalía que no sólo da el predominio al
trabajo abstracto sobre el concreto, sino que echa abajo lo fundamental de la
ley del valor que es el intercambio de valores iguales. Pues como he
argumentado en mi estudio revisando la teoría de la plusvalía, no hay
intercambio de iguales entre fuerza de trabajo y salario, sino
intercambio desigual directamente entre el trabajo y el salario, y también hay
de hecho un intercambio desigual entre las ramas de la producción con muy
diferente composición orgánica del capital cuando se llega a la tasa media de
ganancia que implica una transferencia de plusvalía de las de menor a las de
mayor composición, y por tanto no pueden vender por un precio que refleje su
valor, sino por los llamados precios de producción (por debajo o por encima
del valor, y sólo las que promedian la composición orgánica de capital, por su
valor). Para no extenderme más remito a mi estudio, con enlace al final. Esto
quiere decir que para dejar de liarnos con conceptos chicle, puede que lo
mejor fuese reconocer lo siguiente: la ley de valor sí funcionó en las
sociedades precapitalistas en las que había, sobre todo, artesanos, pero lo que
funciona en la capitalista, es otra cosa, y tal vez mejor si la llamásemos la ley
del plusvalor, pues lo que se busca al final del ciclo no es mercancías (valores
de uso) por el mismo valor de lo vendido (M-D-M), sino una ganancia en la
mercancía universal o dinero. Popularmente podría llamarse la ley de la
ganancia, pero científicamente sería más correcto llamarla la ley del
plusvalor (no la ley del valor).

III.- El CAPITALISMO, su DECADENCIA, sus LÍMITES internos y


externos, y la wertkritik

Es cierto el agotamiento del modelo de crecimiento fordista-keynesiano a


finales de los 70s, que la expansión de la microelectrónica en la producción
civil a partir de la segunda mitad de la década de los 70s (transistores y
microprocesadores que los sustituyen) volvió obsoleta la tecnología de la
economía de la URSS, la llevaron a su hundimiento y el paso a la propiedad
privada, de lo que era Capitalismo de Estado, a finales de los 80s. Pero esto
afectó a todo el capitalismo mundial, pues debido a la expansión de la
microelectrónica se agudizaron los problemas de extracción de la plusvalía y
de su realización en la venta, a cuenta del menor trabajo vivo a explotar y de
la menor demanda solvente, lo que se pretendió compensar con el recurso al
endeudamiento estratosférico y la financiarización especulativa, lo cual
desembocó en la crisis iniciada en 2007-8, pero agudizándose el declive por
la creciente automatización gracias a la robótica, con menor trabajo vivo que
reduce todavía más la fuente de la plusvalía, apuntando así a secar la raíz del
capitalismo, señalando su límite interno y anunciando su final. Señalar el
papel de la microelectrónica, de este nuevo gran paso del capitalismo a su
límite interno, hacia su final que puede ser catastrófico para la Humanidad y
no inevitablemente liberador, es sin duda un mérito de la corriente de
la crítica del valor o wertkritik en alemán (Kurz ―El colapso de la
modernización‖ 1991).

Pero contradiciendo lo que tantas veces repite Jappe (también Kurz), la


corriente de la wertkritik, no creo que el declive del capitalismo (su etapa
de decadencia) comience con la expansión de la microelectrónica. Todo lo
mencionado antes son fases o jalones ciertos y de enorme importancia en una
decadencia larga, de evolución irregular y variadas manifestaciones (como
ocurre también en los humanos según se van haciendo muy mayores), que se
inicia ya con la I Guerra Mundial (1914-8), cuando el capitalismo ya se
convierte en una amenaza para la Humanidad (atacando mortalmente no sólo
a los pueblos de las colonias, sino a la metrópoli, al corazón del capitalismo),
por la pelea por el reparto del mundo necesario para los imperialismos en su
explotación y realización de la plusvalía. Sigue con la crisis económica
mundial de 1929, una expresión clara de las contradicciones internas del
capitalismo para la explotación y realización de la plusvalía. Los nazi-
fascismos, el estalinismo, los mitos democráticos y la II GM (1939-45).

No hay que esperar a la microelectrónica y su reducción drástica del trabajo


vivo en comparación con la época fordista (cadenas de producción con
importante cantidad de trabajadores/as) para comprender que mucho antes, -y
por no retroceder hasta las matanzas de la I GM o de la II GM-, por ejemplo,
con la inauguración de la era nuclear (1945) el capitalismo, con más evidencia
todavía, no podía ser declarado menos que una amenaza para la Humanidad,
un modo de producción, sistema social o civilización decadente. Los peores
momentos de la ―guerra fría‖ a cuenta del armamento nuclear, se dieron con
la ―crisis de los misiles‖ (instalados en Cuba por la URSS) en 1962, y la crisis
de los ―euromisiles‖ (intento de instalación en Europa de los misiles
norteamericanos de alcance medio Pershing y Cruise ) a comienzos de los 80s
hasta 1983. Es decir, ya antes de la explosión de la microelectrónica a partir
de los 70s y de la que conocemos hoy en forma de ordenadores personales,
teléfonos móviles, robótica en la fabricación de automóviles, etc. Pero es
cierto que con la microelectrónica y su reducción del trabajo vivo al que
extraer plusvalía, el capitalismo, sin necesidad de una gran crisis económica,
se acerca como nunca a su límite interno en la ―valorización del valor‖
(dinero-plusvalía-ganancia). Similar a cómo, en la decadencia avanzada ya de
una persona, llegada a los 80 años, se encuentra muy cerca de su límite,
aunque no haya contraído una enfermedad grave, y no digamos con los 90
años, aunque la decadencia haya empezado varias décadas antes. El límite
definitivo es el agotamiento de
los telómeros (https://es.wikipedia.org/wiki/Tel%C3%B3mero — —
https://www.redaccionmedica.com/secciones/oncologia-medica/la-velocidad-
de-acortamiento-de-los-telomeros-predice-la-longevidad-9317 ) aunque se
pueda fallecer mucho antes por multitud de causas, y la decadencia aparezca
mucho antes del recorte definitivo de los telómeros.

Comprender cuándo empieza el declive del capitalismo, su decadencia como


civilización, cuándo es ya una traba clara, e incluso una amenaza para la
Humanidad, es importante para su juicio histórico, para demostrar la engañifa
del discurso de la modernidad, del progreso gracias al capitalismo y su Estado,
para entender que nuestra legitimidad para acabar con el capitalismo no es de
ahora, ni de hace unas décadas, sino cuando menos ya de un siglo. De lo
contrario, no sólo no nos cargaremos de suficientes razones, sino que
podríamos caer en un criterio economicista (límite a la plusvalía), tan propio
de la mentalidad capitalista en la que lo importante es el trabajo abstracto,
sólo que ―invertida‖ (como al capitalista, del dinero le importa la ganancia, y
al trabajador, el salario).

Esto nos ayuda a comprender también quienes son nuestros enemigos y


nuestros falsos amigos; por qué el ―socialismo‖ de la URSS no formó nunca
parte del progreso y liberación de la Humanidad, sino de la decadencia
mundial del capitalismo y de la opresión sobre la mayoría de nuestra especie,
aunque el nazismo fuese todavía más monstruoso. Es necesario también para
hacer un balance justo de la lucha de los trabajadores/as. Si el fracaso,
quedarse en el sindicalismo y el reformismo, era inevitable porque el
capitalismo todavía era progresivo para la Humanidad y por tanto no le habían
llegado los tiempos para ser superado, o por otras razones que debemos
resolver si no queremos persistir en ellas.

Durante toda la decadencia las condiciones objetivas estaban reclamando la


superación del capitalismo por una revolución socialista-comunista, y no la
continuación del capitalismo a base de adaptaciones, guerras, huídas hacia
adelante, y parches. Sobre esto ya me he explicado extensamente en un libro,
enlace al final, y espero volver sobre ello en otro texto pendiente de terminar.

El capitalismo vive su prolongada (ya un siglo) época de decadencia. Es desde


entonces una traba al desarrollo de la Humanidad, y una amenaza a su
existencia, por las crisis económicas que se irán haciendo cada vez más graves
y dolorosas (más mecanización y acumulación de capital constante, menos
trabajo vivo a explotar, menos tasa de ganancia, más transferencia de
plusvalía desde las empresas menos mecanizadas, a las más mecanizadas, para
una tasa de ganancia media inferior), por el agotamiento de recursos naturales
(petróleo, gas natural…), la crisis medioambiental (en particular la climática),
por el riesgo creciente de tensiones militares que pueden llevarnos a una III
Guerra Mundial nuclear, por el riesgo de surgimiento de una Inteligencia
Artificial General (IAG) que sería una amenaza para la Humanidad.
Ahora el capitalismo, debido a la proximidad de su límite, sobre todo si se
relanza la 3ª revolución industrial de la microelectrónica con lo que llaman (de
momento, un tanto propagandísticamente) la 4ª revolución industrial (big data,
internet de las cosas, etc.), y le añadimos los límites ―externos‖ (provocados
por el mismo: agotamiento de recursos, crisis medioambiental…), puede
llegar al colapso como civilización, quizás hasta el colapso de la posibilidad
de una civilización basada en la industria, incluso a la autodestrucción de la
Humanidad.

Dejarnos deslumbrar por los ―30 gloriosos‖ (1945-75), el avance de la


microelectrónica, la globalización, la inteligencia artificial, los viajes
espaciales, la sociedad de consumo, el ―aumento del nivel de vida‖, de la
esperanza de vida, etc., y aparcar en un segundo plano todas las guerras
(mundiales y locales), dictaduras, genocidios, despilfarro, degradación
medioambiental, embrutecimiento, infantilización y sinsentido del
capitalismo, en el fondo no es más que dejarse deslumbrar por el fetichismo
de la mercancía, por su aura de modernidad y progreso, seguir adorando el
trabajo encadenado y sus éxitos, a la Mega-Máquina, y poner en segundo
plano todo lo que de degradante de la naturaleza humana y destructor de la
vida tiene el capitalismo (es lo que más debiera importarnos), como si otro
mundo no hubiese sido deseable y posible ya antes de la I GM, y la especie
humana, para su plena realización, debiese pasar por este calvario y el infierno
en el que puede terminar. Estaríamos haciendo algo muy parecido a lo que el
capitalismo hace: en su balance, en el Activo incluye su crecimiento y
desarrollo, y la democracia, y en el Pasivo, sólo quiere incluir sus crisis; pero
deja las guerras, las represiones, las dictaduras, la degradación
medioambiental, y todo lo demás, a la cuenta de otros (los militaristas, los
fascistas, los dictadores, ―la actividad humana‖, etc.), como si no fuese él la
causa última de todo eso, incluso su promotor más directo. Esta actitud
también tiene que ver con el narcisismo, con considerar a los demás como
seres que están para satisfacerle, con la falta de empatía. Los millones de
muertos en las guerras no merecerían nuestra compasión y rebelión, sino
entenderlo como el ―abono‖ que ha utilizado la Historia para permitir que la
planta del capitalismo siga creciendo y desarrollándose, dándonos sus flores
perfumadas de modernidad y de progreso y sus manzanas envenenadas. ―El
muerto al hoyo y el vivo al bollo‖ dice el refrán. ¡Echemos tierra sobre el
asunto y quejémonos sólo por lo que nos pase a nosotros!. La wertkritik,
siendo consecuente, no puede sino llegar a esta conclusión, incluso a la que en
el futuro espero poder exponer, de lo que llamo ―la mirada marciana‖ (similar
a la del indio).

No me extenderé en el retrato. Para avanzar en esto os remito a mi


texto ―Horizonte 2050, superando el capitalismo o condenados‖ (20-12-
2019) – estudio de la cuestión del colapso, y propuesta mundial de un eslogan-
marco para la confluencia de las luchas y la elaboración política, sucesor del
de ―Otro mundo es posible‖ — — https://kaosenlared.net/horizonte-2050-
superando-el-capitalismo-o-condenados/

IV.- El AUTORITARISMO SIGUE AQUÍ y también la NATURALEZA


HUMANA. Las dimensiones del NARCISISMO

El auge experimentado por el narcisismo no puede llevarnos a olvidar (no lo


hace Jappe) que el autoritarismo sigue teniendo mucha fuerza. Y no hay
razones para que desaparezca del todo, sino al contrario, que vuelva a
expandirse en algunos aspectos al menos.

Puede ser verdad lo que dice Jappe de que un capitalismo ―puro‖ desplegado
sin fricciones (como la influencia de modos de producción previos todavía
presentes) hasta su final lógico, llevaría a cabo la expansión plena del
narcisismo, de por sí ya suficientemente negativo y destructivo. Pero el
capitalismo no es sólo una economía, con unas categorías como el trabajo
abstracto, el valor, la mercancía, el dinero (también presentes en una ideal y
armoniosa sociedad de artesanos, recordemos), y sus correspondiente
fetichismo de la mercancía e influencia en la psique humana, sino unas
relaciones sociales que implican una explotación (de ahí el trabajo abstracto
como plusvalía) y dominación de clase. Una forma social que también
necesita del Estado para poner cierto orden en el capitalismo (el Estado
burgués juega muchas veces el papel de la ―mano invisible‖, pues el mercado
puede volverse caótico, incapaz de regular nada), mantener bajo control el
conflicto social evitando que la sociedad se desgarre o una parte de ella se
vuelva contra el mismo capitalismo. Y el Estado es imprescindible al
capitalismo desde el principio (incluso para la acumulación originaria del
capital, con su violencia), hasta el final, cuando puede ser la última tabla de
salvación para la clase dominante, e incluso para la gente el único elemento
capaz de poner algo de orden (opresivo) al caos de la desintegración social de
una civilización en implosión que abriría la ―caja de Pandora‖ de todos los
males. El capitalismo (incluso bajo la forma de propiedad jurídica privada) es
inseparable del Estado. No analizaremos correctamente la realidad del sistema
si nos quedamos en las categorías económico-sociales del valor, mercancía,
dinero. Ni la sociedad capitalista más democrática puede convertir en
democrático el capitalismo y su Estado que por su naturaleza intrínseca son
relaciones de explotación y dominación de clase, y las relaciones de
cooperación sólo se dan bajo esa condiciones de explotación-dominación, la
competencia, y la violencia. En la empresa y en el Estado tenemos ya dos
elementos fundamentales de autoridad. Por tanto, el autoritarismo, aunque
suavizado o disfrazado, tiene que estar presente en el capitalismo.

El auge del narcisismo no es una muestra de la madurez del capitalismo, de


que está en su punto de mayor esplendor, sino precisamente de
la decadencia del capitalismo, de que está llevando hasta el final su lógica
interna, su lado oscuro, insaciable, irresponsable, destructivo y
autodestructivo. La decadencia del capitalismo empezó a comienzos del siglo
XX, antes del despliegue inicial del narcisismo (década de los 60s en EEUU).
La característica más marcada de esa decadencia es precisamente la guerra
(mundiales y locales) y el armamentismo (nuclear…), y no hay orden más
autoritario que el militar y sus conflictos, y la próxima (sobre todo en
condiciones de colapso de la civilización capitalista) pudiera ser la III GM. De
aquí también que el narcisismo no se despliegue en solitario, sin la compañía
del autoritarismo

La decadencia del capitalismo no tiene una evolución uniforme en todas sus


facetas. Como en el ser humano, puede haber diversos ritmos de decadencia
para las diferentes capacidades físicas (sentidos, reproducción, fuerza, estado
de los órganos, resistencia a las enfermedades…) y mentales (inteligencia,
memoria, madurez personal…). Por eso el capitalismo, en su decadencia,
puede tener a la vez: guerras mundiales, amenazar con la autodestrucción
nuclear, llegar a la Luna, dar un salto tecnológico con la microelectrónica, la
productividad y el consumo pero que agota los recursos naturales y contamina
el medio ambiente, o social con la sanidad pública y las pensiones de
jubilación durante muchos años, pero en pocos países, impedir el colapso de la
economía con la muleta de una deuda gigantesca y la especulación que puede
acabar por hundirla (crisis 2008), degradar gravemente el medio ambiente con
el cambio climático y ver en las renovables un nicho de negocio, naves a
Marte en tanto millones de personas carecen de medio de transporte adecuado
para llegar a un centro médico que les queda lejos, los avances prodigiosos de
la informática y ponernos en riesgo de surgimiento de una I.A.G. psicópata…
Decadencia no quiere decir: hasta aquí todo iba bien, a partir de aquí todo irá
mal. El capitalismo con el despliegue de sus contradicciones, se ha convertido
claramente desde el inicio del siglo XX (no XXI) en una traba y en
una amenaza para el desarrollo y existencia de la Humanidad. Y en concreto,
en el plano psicológico, esto sucede de la mano del autoritarismo y del
narcisismo (la alienación y el fetichismo de la mercancía son hechos objetivo-
subjetivos que ya vienen ―de serie‖, desde el inicio).

Un pilar fundamental de la personalidad autoritaria, como es la obediencia


(acrítica) a la autoridad, en la que se apoya toda estructura de poder y en
particular la empresarial y estatal, sigue estando muy presente en la
actualidad y sigue siendo muy peligrosa. Así lo demuestra un experimento
espectacular (por lo extraordinario y al ser un espectáculo en sí mismo) tan
reciente como el realizado en 2009 en Francia, un país de lo más democrático
para los parámetros burgueses y con los sindicatos más fuertes de toda
Europa. No es Corea del Norte, ni Irán, ni Turquía, ni la región de española de
Murcia donde en las elecciones generales de 10-11-2019 la derecha del PP
(26,51%) y la ultraderecha de Vox (27,99%), sumaron el 54,50% de los votos
¿qué resultado habría tenido allí este experimento? Mejor no saberlo.
Adoptó la forma de un falso programa piloto de concurso (con participantes y
mucho público que desconocían que era un experimento) para la televisión
francesa llamado “La zona extrema” (La zone Xtreme), que dio lugar al
documental ―El juego de la muerte‖ (se puede encontrar en Youtube, y
también en https://www.documaniatv.com/social/el-juego-de-la-muerte-
video_dba6c9925.html parte subtitulado, resto doblado;
y https://gloria.tv/post/Y7bhd4mZZ9EJ2qrm7nA1ZhwPT de tve2 todo
doblado), versión modernizada de los experimentos sobre el tema que hizo en
los años 60 Stanley Milgram. Dicho experimento televisivo fue asesorado
por el psicólogo social progresista Jean-Léon Beauvois, autor del ―Tratado
de la servidumbre liberal. Análisis de la sumisión‖ (Editorial La Oveja
Roja. 2008, prologado por Slavoj Zizek), cuyas conclusiones son también
importantes. Sin duda seguirán vigentes también las actitudes situacionales
que permitieron el terrible experimento en 1971 de Philip Zimbardo de la
―cárcel‖ de la universidad de Stanford (EEUU), con un abyecto
comportamiento de carceleros y presos voluntarios, como lo demuestra lo que
ocurrió en 2003 en la prisión de Abu Ghraib (Irak) a manos de los militares-
carceleros norteamericanos. Le dediqué al ―concurso‖ un extenso análisis
en ―Tu enemigo está en ti. Mírate en este espejo. Una clave de lo que nos
pasa‖ (29-3-2016), enlace al final.

El auge de la extrema derecha en países con una democracia tan consolidada,


tan liberal y con tanto peso de la socialdemocracia durante décadas, como
Suecia, o nuevamente en Alemania, Francia, Italia y otros países, como el
ascenso de Vox en España (de momento en la burguesía, policías, militares, y
gente que siempre ha votado a la derecha), demuestran que el carácter
autoritario sigue teniendo un peso enorme que se refleja en la elección de los
votantes, en la política institucional (NOTA 11).

Porque la sumisión de las masas no es sólo una cuestión de miedo a la


represión, ni de dominio ideológico (la ideología dominante es la de la clase
dominante), ni la indefensión aprendida (a base de mucha frustración o
castigo que conduce a la resignación y renuncia ni a intentarlo NOTA 12)
sino que el capitalismo tienden a moldear a su imagen y semejanza la psique
de sus servidores (estén arriba o abajo en las relaciones de explotación y
dominación), según el momento de su evolución histórica.

Y ahora toca inducir en el ser humano, más que en otros tiempos, los rasgos
narcisistas de la personalidad, buena adaptación a los requerimientos del
capitalismo, sistema que ahora impera más que nunca al haber desaparecido o
reducido al máximo lo que antes persistía, con fuerza, de modos de
producción pre-capitalistas, con su correspondiente influencia en la psique
humana, y también en la resistencia a su ―formateo‖ por el capital (el origen
reciente campesino o artesano influyó de muchas maneras –algunas positivas-
en la lucha del proletariado). Pero con esto ocurre algo parecido a lo que
sucede con la religión. Las creencias religiosas influyen en la psique, pero
primero son creadas por los humanos. El capitalismo, feudalismo, esclavismo,
comunidades originarias igualitarias…, patriarcado y matriarcado… todas son
relaciones sociales humanas, creadas por los humanos porque su psique lo
permite, lo tolera y lo impulsa en determinadas condiciones históricas, aunque
luego sufra las consecuencias.

Rechazar que el ―homo sapiens capitalista‖ se corresponda con la forma más


realizada, elevada, de la naturaleza humana, no puede llevarnos a negar la
existencia de la propia naturaleza humana, tanto física (prácticamente la
misma desde el inicio de nuestra especie, ahora más altos, quizás más guapos,
más saludables, con más esperanza de vida, con mayor mestizaje) como
psíquica. Para no extenderme demasiado en esto último y no perder el hilo de
la argumentación central os remito a la NOTA 13.

Que el narcisismo sea un cambio importante, con una dinámica regresiva y


muy peligrosa, no debe llevarnos a pensar que por ello el ser humano ya no es
el que era, que no existe una naturaleza humana lo suficientemente firme,
estable, o que la mutación antropológica (psíquica; página 150 del libro de
Jappe) a cuenta del narcisismo, equivalga a una mutación en la especie
humana surgiendo algo que ya no sería propiamente el anterior ser humano,
por lo que creo que queda mejor la expresión que otras veces utiliza
de regresión antropológica, pues explica lo que ocurre.

La concepción del narcisismo de Jappe tiene sus raíces en el psicoanálisis, y


por tanto, no es necesariamente el reconocido por la psiquiatría, que tiene
unos criterios de diagnóstico propios y lo cataloga como trastorno narcisista
de la personalidad, que en esa forma afectaría a un porcentaje de personas
bajísimo (menos del 1% de la población). En internet hay acceso completo
al DSM-IV. Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales.
— http://www.mdp.edu.ar/psicologia/psico/cendoc/archivos/Dsm-
IV.Castellano.1995.pdf ——- En cuanto a las posibilidades de superarlo,
existen. Véase aquí —
https://www.msdmanuals.com/es/professional/trastornos-
psiqui%C3%A1tricos/trastornos-de-la-personalidad/trastorno-de-la-
personalidad-narcisista

Aunque comparten una falta o escasez de empatía, hay más esperanzas con un
narcisista que con un psicópata, que es más duro, no tiene problema de
autoestima (necesidad de admiración) ni tendencia a caer en la depresión por
su falta, como el narcisista. Teniendo en cuenta que el narcisismo que anuncia
Jappe no tiene por qué llegar ni de lejos en la mayoría de la gente al grado
reconocido por la psiquiatría, las esperanzas de que quienes lo padecen
puedan superarlo son mayores.
Que en una persona se combinen los rasgos narcisistas y los autoritarios, me
parece posible cuando incluso ―es frecuente que los individuos presenten al
mismo tiempo varios trastornos de la personalidad pertenecientes a grupos
distintos‖ (página 646 del libro, 657 del pdf) ―Los trastornos de la
personalidad histriónico, límite, antisocial y paranoide pueden asociarse con
el trastorno narcisista de la personalidad.‖ (página 676 del libro, 687 del pdf,
del DSM IV)

Esto es importante, pues el histriónico, en su deseo por ser el centro de la


atención, tiene similitudes con el narcisista, aunque éste quiere o cree ser el
más importante y perfecto y de ahí la atención que se le debe; y me parece que
los ejemplos de autodestructividad, y destructividad, el fenómeno del Amok,
no encajan con el narcisismo, sino más con los trastornos de la
personalidad límite, antisocial y paranoide; siendo el primero más
autodestructivo que los otros. La ―pulsión de muerte‖ sería más o menos
propia de esos otros trastornos, pero no del narcisismo. Pero esto no es lo más
importante, pues la realidad no se manifiesta generalmente a través de casos
puros, como si fuesen conceptos que se materializasen, y lo más preocupante
es que abundan cada vez más todos esos rasgos y comportamientos dañinos,
―cada loco con su tema‖ o varios ―temas‖ revueltos en la misma persona, que
luego la psiquiatría procura catalogar con mayor o menor acierto (más por
síntomas que por su génesis y dinámica, muchas veces poco clara), Esto no
quiere decir que no tenga importancia conocer a fondo estas cuestiones, que
debamos conformarnos con la informalidad y el eclecticismo, sino que no
debemos dejar que nos intimiden y ―aten las manos‖ con unos criterios que
pueden ser muy cuestionables por mucho que ahora se vistan de saber
científico y tengan el visto bueno de las instituciones. La psiquiatría también
es deudora de una visión del mundo hipotecada por la ideología dominante
que es la burguesa, a la que no escapan del todo los esfuerzos científicos.
Conviene no olvidar la colaboración de figuras de primera fila de la
psiquiatría e instituciones oficiales de psicología en recientes prácticas de
tortura científica de lo más crueles. Una muestra en el
documental ―Monstruos eminentes‖ emitido por La Noche Temática de tve2
(1-2-2020) y que se puede ver
en https://www.documaniatv.com/politica/monstruos-eminentes-
video_9102d356c.html

He mostrado que el autoritarismo sigue estando muy presente, y mostraré


como creo que se combinará con el narcisismo. Pero el estatus de ambos
rasgos no es el mismo en la psiquiatría, pues no se reconoce un trastorno
autoritario de la personalidad, como sí del narcisismo. Sin embargo, hay
estudios que revelan la importancia del autoritarismo y como se relaciona con
toda la estructura de la personalidad, como los realizados en su día
por Adorno y Fromm, que recomiendo al final. Es asombroso que el DSM no
reconozca el autoritarismo. La explicación estaría en que no parece un
trastorno, pues está extendidísimo, lo tenemos metido hasta la médula, parece
natural (experimentos de Milgram, etc.), y porque es un recurso fundamental
en el poder de las empresas, iglesias e instituciones más importantes del
Estado, y tampoco es cosa de cuestionarlo y de que se enfaden con los
psiquiatras ¿verdad? La clasificación clínica o no, no es algo que me
preocupe, pues hay muchas cosas en discusión entre los mismos psicólogos y
psiquiatras (se puede comprobar por los textos de los que luego aportaré
enlaces), y que en el futuro seguro que darán lugar a revisiones taxonómicas.
Así, hay quien ve en el narcisismo una manifestación ligera de la psicopatía.

Por eso, aunque haya mencionado la clasificación oficial de la psiquiatría no


quiere decir que esté de acuerdo con todo lo que digan. Hay muchos expertos
que cuestiona algunos aspectos, como la tendencia a crear más y más
supuestos trastornos que terminan medicándose con fármacos (buen negocio
para la industria), cuando si son problemas reales debiera irse a las causas que
están en otro sitio, muchas veces de tipo social, relaciones humanas, y que su
pretendida solución a través de la farmacología es una forma de control social
que además a veces acaba generando perjuicios mentales. En vez de reconocer
la raíz social de muchos problemas, la ideología dominante lleva a
psicologizarlos e individualizarlos, en suma, despolitizarlos, y cargarlos a la
espalda de cada uno ―allá te las compongas, toma esta pastilla‖. Es alucinante
que los DSM no reconozcan a la psicopatía, como trastorno de la personalidad
ni como nada, sino sólo a la que tiene una sanción legal por su
comportamiento antisocial (trastorno antisocial de la personalidad), cuando
resulta que también existen, lo dicen los psiquiatras, los psicópatas
integrados socialmente y disciplinados (no impulsivos irracionales) que
alcanzan importantes posiciones de poder; pero a esos no les persigue la ley y
no acaban en la consulta del psiquiatra. El último DSM es el V, de 2013.
Véanse estas interesantes reflexiones ―Psicópatas integrados/subclínicos en
las relaciones de pareja: perfil, maltrato psicológico y factores de
riesgo‖ Varios autores —-
http://www.papelesdelpsicologo.es/pdf/2169.pdf —– ―Psicopatía, ideología
y sociedad‖ – Inmaculada Jáuregui Balenciaga —-
https://www.redalyc.org/pdf/181/18101805.pdf —
https://revistas.ucm.es/index.php/NOMA/article/view/NOMA0808230083A/
26371 —– ―Revisión de la psicopatía: Pasado, presente y futuro.‖ Sebastián
López —-https://www.redalyc.org/pdf/2332/233229143007.pdf —– ―La
inadecuada identificación de la psicopatía con el trastorno antisocial de la
personalidad‖ Marta María Aguilar Cárceles —
http://criminet.ugr.es/recpc/19/recpc19-13.pdf

Hay casos de personas cuyo cerebro apunta a la psicopatía, pero que jamás se
han comportado como tales. Lástima que no recuerde el título de una serie
documental emitida por televisión española, canal 2, en la que un científico
neurólogo que estaba investigando las señales de psicopatía en el cerebro, se
sorprendió al descubrir que esas eran las características del suyo, y sin
embargo, por haber recibido desde bebé tanto respeto, cuidados y amor en su
familia, vivido en un ambiente sin delincuencia y recibido una buena
educación (por eso era neurólogo) no había desarrollado pautas de
comportamiento antisocial y criminal, sino al contrario, por lo que era también
un buen esposo, padre, y médico con sus pacientes. Otro caso es el de quienes
no hayan sido tan afortunados en su infancia y entrado en esa vía criminal,
pues esto hace que se produzcan determinadas conexiones (o desconexiones)
en el cerebro, circuitos de reacción aprendida y espontánea de resentimiento,
ira y violencia, que ya resulta muy difícil o imposible de revertir.

Si pese a tener un cerebro de psicópata hay posibilidades de no llegar a


comportarse como tal, y los narcisistas tienen más posibilidades de curarse
que los psicópatas antisociales (ya muy endurecidos), eso aumenta nuestras
esperanzas para afrontar el narcisismo de baja intensidad (generalmente, así
podría llamársele) cada vez más difundido en la gente, que no por eso deja de
ser muy peligroso para nuestro presente y futuro.

Pues dice Jappe ―Pero ¿cuáles son las causas históricas de este auge del
narcisismo? Un retorno generalizado a formas psíquicas preedípicas
[complejo de Edipo; psicoanálisis] constituye una verdadera mutación
antropológica y tiene necesariamente causas muy importantes‖ (páginas 149-
50) ―A lo largo del siglo XX lo que se produjo en la sociedad fue más una
verdadera ―alza de la tasa de narcisismo‖ que un aumento del número de
personas completamente narcisistas‖ (página 153 de ―La sociedad autófaga‖).

V.- LA PINZA entre el AUTORITARISMO y el NARCISISMO,


AMENAZA nuestra SUPERVIVENCIA

Por si el futuro que nos espera con el capitalismo no fuese ya suficientemente


malo, y no hubiésemos tenido bastante con el autoritarismo, ahora se añade
otro factor, el del desarrollo de los rasgos psicológicos narcisistas, en la
mayor parte de la población, y en particular en las generaciones jóvenes (las
menos afectadas por la educación familiar y escolar
marcadamente autoritaria que padecieron las generaciones mayores), que son
precisamente las que directamente deberán enfrentarse a ese futuro temible.

El narcisismo es un rasgo psicológico opuesto a la empatía, la solidaridad,


por tanto, al internacionalismo proletario, VITAL para sobrevivir a
nuestra época y superarla.

Cuando más se están desarrollando y multiplicando los rasgos narcisistas, es


cuando más necesaria sería una personalidad centrada sobre todo en
el nosotros (resultado de la colaboración, con respeto a la individualidad, no el
del colectivismo autoritario y totalitario que la aplasta) en lugar de en
el yo y lo mío, centrada en el sentimiento de comunidad y no en el
individualismo, con mucho sentido de responsabilidad ante el mundo en el
que viven y lo que dejará para las generaciones futuras, y así poder sumar las
fuerzas necesarias para asumir colectivamente las enormes tareas que nos
permitan superar los gigantescos retos que tiene delante nuestra especie. ¡Casi
nada!

Pero el narcisismo existe y combinándose con el autoritarismo. El


principio de autoridad es fundamental en la empresa y en el Estado burgués, y
en éste, especialmente en sus funciones represivas (policía, tribunales,
cárceles) y guerreras (ejércitos). El capitalismo tiende a resolver los
problemas y conflictos que atenazan su desarrollo con la ―solución‖ de las
guerras: guerras para la conquista de las colonias, guerras con otras potencias
por el reparto de las colonias, guerras por la descolonización para que otro
imperialismo ocupe el espacio dejado por el colonialista en retirada, guerras
por el reparto general del mundo, guerras para controlar las principales fuentes
de energía o materias primas… La decadencia muy avanzada del capitalismo
y su tendencia a crisis mundiales cada vez más acusadas, y un horizonte de
posible colapso civilizatorio agravará esa propensión a la guerra, a escala
planetaria. Si esta evolución hacia la ―resolución‖ de las contradicciones del
capitalismo ya fue factible dos veces (guerras mundiales) apoyándose en el
tipo de personalidad predominantemente autoritaria, (también en la clase
trabajadora, aunque menos acusada que en otras clases sociales), ahora y en el
futuro, con un peso mayor de las características narcisistas, sería más fácil,
dado el grado de egocentrismo, individualismo e irresponsabilidad ante el
mundo que es propio del narcisismo.

El sistema se quita las responsabilidades de encima todo lo que puede, y las


carga sobre el individuo. De este modo el narcisista vuelve a ser el centro del
mundo, pero en negativo. Hoy el sistema promueve el discurso de una hiper-
responsabilización imposible de la vida individual para ocultar sus
determinantes colectivos y estructurales: ―lo que te pase es responsabilidad
tuya, no de los demás ni de la sociedad‖. Si hay problemas ecológicos, el peso
se pone en lo que cada individuo puede hacer en sus prácticas de consumo y
residuos, a la vez que se le invita a consumir compulsivamente (dando rienda
suelta a las tendencias narcisistas, sobre todo en las fechas en que se
promueven las rebajas en los comercios), y se pone menos el acento en las
actividades contrarias al medio ambiente, que son básicamente la mayor parte
de las actividades económicas y sobre todo su motor más allá de la
satisfacción de las necesidades, que es el beneficio (recurriendo a la
obsolescencia programada, etc.). Esa individualización de los problemas es
totalmente irrealista y por tanto no puede ser asumida en la práctica, pues las
personas aisladas llegan donde pueden, o sea, a muy poco. El verdadero
resultado de esta hiper-responsabilización, es el desentendimiento y la
irresponsabilidad por lo que les pase a los demás y a todos como comunidad
humana, pues ―si el mundo no es responsable de mí, yo no lo soy del mundo;
y a mí que no me exijan más, que llego hasta aquí‖. Esta consecuencia era
perfectamente previsible y quienes han promovido esta orientación seguro que
lo sabían.

La atomización de la clase trabajadora en individuos, la precarización del


empleo, los falsos autónomos, les resta fuerza y confianza en lo que pueden
llegar a conseguir colectivamente; bastante carga sienten con la
responsabilidad de llegar a fin de mes, sacar adelante los hijos…, como para
cargar sobre sus espaldas el colosal peso del futuro de la Humanidad y del
planeta; así que mejor ignorar, evadirse o autoengañarse con que son
suficientes pequeños compromisos personales, y es todo lo que le toca o
puede hacer (―ya distribuyo la basura para el reciclaje, el resto es
responsabilidad de los políticos, que para eso les pagamos‖, etc.). En otros
tiempos, el sentido de responsabilidad por los hijos pequeños, frenaba la
militancia pues ―si me encarcelan ¿qué será de mis hijos?‖. Hoy día, la
maternidad y paternidad se ha retrasado muchos años, pero eso no se ha
reflejado en un mayor tiempo de militancia social y política, sino al contrario.
La juventud de hoy es, en este sentido, mucho más débil psicológicamente (sí,
sé que no es un concepto científico, pero es correcto intuitivamente) que la de
los 60-70s, y ésta ya lo era con respecto a las de las décadas de los 10s a los
40s del siglo pasado, que hubieron de pasar experiencias durísimas. Visto que
va aumentando la media de edad de la población, el número de ancianos y de
edad muy avanzada, y que esto tiene un efecto político conservador, se verá
agravado cuando los jóvenes de hoy envejezcan si ni siquiera durante su
juventud tuvieron una fase importante de rebeldía social, ni adquirieron
ninguna experiencia positiva y gratificante (para su autoestima, sentido de su
identidad personal, etc.) en la lucha social y política. No serán unos ancianos
como los que hoy se movilizan por las pensiones, en buena parte porque ya lo
hicieron en las décadas de los 70s y 80s.

La ruptura política inter-generacional se profundizará cuando la escasez lleve


a plantearse qué hacer con una parte de la población muy anciana cuya vida se
prolonga por los avances sanitarios y médicos, y que consume sin producir
nada. La política de recortes se orientará a los gastos sanitarios, y la ayuda a
las personas dependientes, y las primeras víctimas serán los más ancianos.
Desentenderse sería tanto más fácil por el resentimiento de las generaciones
más jóvenes con las más ancianas, dada su irresponsabilidad ante cuestiones
que entonces ya estaría pasando una notable factura, como el cambio
climático.

Los rasgos de personalidad autoritario y narcisista, aunque distintos, se


combinarían, si bien de diferente manera en el tiempo. En una primera
fase, predominaría el narcisismo que, con su irresponsabilidad individualista,
nos llevaría a la derrota total al no querer asumir las tareas que la realidad
impone para liberarnos del capitalismo y sus consecuencias; a la vez
presionará, para intimidar y pervertir, la faceta autoritaria, que se expresará en
el ascenso de la ultraderecha. En un segundo tiempo, una vez derrotados, el
autoritarismo se impondría para alistarnos bajo la disciplina de nuestros
estados, para lo que serviría de enganche el narcisismo que pone su propia
satisfacción por delante de la de todo el mundo, en este caso, de otros pueblos,
sobre los que volcaría su frustración e ira por el hundimiento de sus pasadas
aspiraciones. Una combinación perfecta a la hora de asistir sin pestañear al
genocidio de todos aquellos pueblos que supongan una competencia u
obstáculo a lo que se entienda como la propia supervivencia. Es más,
probablemente asistamos a una cierta ―superación‖ del narcisismo mediante
un refuerzo de las tendencias autoritarias, pues el narcisismo, al verse
impotente para enfrentar y resolver los gigantescos problemas que a la
Humanidad se nos vienen encima, en su desesperación puede replegarse y
dejar que afloren con fuerza las tendencias autoritarias que seguirán existiendo
en las personas y que reclamarán que alguien, un líder carismático (caudillo,
führer…) les ―saque las castañas del fuego‖, y eso tendrá sin duda un carácter
populista-fascista aunque se disfrace de cualquier otra ideología (el
estalinismo no se diferencia mucho). Esta es una vía más fácil y rápida de
―rectificación‖ del narcisismo que una superación real hacia una conciencia de
comunidad democrática, asumiendo las responsabilidades personales y
colectivas hasta la raíz de los problemas, y hasta sus últimas consecuencias
(con riesgo de la propia libertad y vida).

VI.- SALIR de ESTO ¿CÓMO?

En esta situación tan difícil, de extrema debilidad de la clase trabajadora,


cuando el capitalismo es cada vez más una amenaza para la existencia de
nuestra especie, cuando las condiciones objetivas y subjetivas parecen
conspirar en nuestra contra, debemos comprender cómo pueden también
ayudarnos si sabemos encararlas.

Para empezar debemos tener muy en cuenta lo que el mismo Jappe nos
dice: ―El valor no es una estructura ―total‖. Es ―totalitario‖ en el sentido en
que aspira a transformar todo en mercancía, pero no podrá lograrlo porque
una sociedad de esas características sería completamente insoportable (por
ejemplo, no habría más amistad, amor; educación de los niños,
etc.).‖ (Prefacio a ―El colapso de la modernización‖, página 27). Es decir,
que tenemos una base objetiva, en las necesidades humanas, para poder seguir
resistiendo a la presión del valor. La naturaleza humana se adapta y somete en
gran parte al valor, pero no es mutada por el valor a su completa imagen y
semejanza, incluso pese a lo que llama Jappe, la mutación antropológica del
narcisismo. Pero la dinámica del valor puede acabar destruyéndonos por otra
vía, como la III Guerra Mundial, la catástrofe medioambiental con una subida
de las temperaturas imposible de controlar, apocalíptica, etc.
Jappe tiene más razón de la que parece a primera vista, y de lo que
generalmente los/as revolucionarios entendemos por intervención política. De
lo que he explicado en la NOTA 13, y de estas palabras de Jappe se puede
sacar la conclusión de que en esta lucha contra el narcisismo y el
autoritarismo, de su indiferencia ante la gente, contra la influencia del trabajo
abstracto y su indiferenciación de las cosas, destinándolas a un fin que no
debiera ser el suyo, la primera línea del frente de batalla no está en la lucha
en la empresa o en las calles, etc., sino en el hogar, en la crianza de las
criaturas. Ahí es donde con el amor a los bebés empezamos la primera
batalla contra el narcisismo, el autoritarismo, el formateo hacia el capital-
Estado. De ahí que el permiso de materinidad y paternidad, tal como lo he
planteado en la Nota 13, tenga una importancia estratégica que
normalmente no sabemos reconocer (sobre todo los hombres, y tampoco
muchas feministas, y en general los que no tienen hijos/as). Si alguien piensa
que esto es una cursilada de abuela, es que no conoce lo dura que puedo ser y,
sobre todo, todavía no ha entendido nada de las verdaderas fuerzas de la vida
contra el gran destructor de la vida que es el capitalismo, ni comprendido que
esa es ya su verdadera naturaleza pese a su fachada de ―progreso‖ y
―elevación del nivel de vida‖. ¿De dónde creéis que sacamos la fuerza y la
inspiración para resistirnos a toda la mierda que el sistema nos arroja encima a
diario, a nuestro condicionamiento a cuenta del fetichismo de la mercancía,
del trabajo abstracto, del culto a la mercancía y al dinero, a la autoridad
patronal, estatal, o de la presentadora de un falso concurso de televisión que
nos exija torturar a un presunto concursante (el experimento antes
mencionado), si no es del respeto, del amor a la vida, estrechamente
relacionado con el sentimiento de empatía, sin el cual es imposible la
solidaridad y no digamos el internacionalismo proletario, lo único que
podrá unir políticamente y salvar a esta Humanidad de su autodestrucción?
¿De dónde creéis que sacaremos las fuerzas y la inspiración para detener el
curso al colapso de la civilización, una III GM, los genocidios, la extinción
masiva de especies, o a la emergencia de una Inteligencia Artificial General
(IAG) psicópata que ya empieza a asomar la patita? (sí, reíros) ¿De dónde
creéis que sacaremos las fuerzas y la inspiración para acabar con el
capitalismo pero sin que levantemos en su lugar una mierda como el
estalinismo o vete a saber qué? ¿Del odio al capitalismo? Sí, el odio destruye,
arrasa, pero es incapaz de construir nada nuevo y mejor. Sólo del amor por la
vida auténtica, desarrollada, completa, y no de querer más (más dinero, mejor
posición social, etc.) es de donde sacaremos las fuerzas colosales y
la inspiración necesarias para acabar con esto y crear un mundo nuevo y
mejor. Debemos impedir que corrompan ese amor a la vida, o podemos darnos
por jodidos, queridos/as (merecéis que me dirija así a vosotros/as si habéis
sido capaces de llegar hasta aquí desde el principio). Ni con las mejores
condiciones objetivas podríamos lograrlo sin esa llama, y menos teniendo
tanto en nuestra contra.
Para elaborar este texto (pese a sus deficiencias), me he pegado una paliza
mayor de lo que podáis creer, y por eso me he ganado también alguna
regañina de la familia. Pero habrá valido la pena si en el corazón de un solo
lector/a he conseguido inspirar una llama con lo que acabo de deciros. Pues de
lo contrario, todo lo demás, miles de razonamientos y argumentos, por muy
profundos, radicales y anticapitalistas que sean, se asentarán en la arena, y a la
menor dificultad o revés se hundirán, y se los llevará el viento del olvido. No
tengo ni tiempo ni ganas para revisarlo, pero creo que vale la pena leer un
texto que publiqué hace años “Horizonte 2050: Socialismo o Mega-Crisis.
Recuperar nuestra vida y salvar la Tierra. Una propuesta de
Marco” (14/05/2011), que todavía se puede leer en ―Recopilación textos de
Aurora Despierta en el viejo old.kaos‖ (29-5-2017), enlace al final de éste.
Prosigo en el plano en el que estamos habituados.

El capitalismo y sus estados provocarán cada vez más descontento en la clase


trabajadora y sectores populares. Por supuesto que esto puede tener una salida
reaccionaria (es muy probable), pero también podría tenerlo revolucionaria a
condición de que no confiemos en que se logrará por el curso espontaneo
de las cosas, sino por nuestra intervención más consciente contra las
tendencias que llevarán ese descontento al molino de la reacción o a perderse
por el desagüe.

He descrito cómo el predominio del trabajo abstracto y la indiferencia del


trabajador/a hacia su trabajo concreto, son un factor importante, acompañado
por la sociedad de consumo y sus fantasías insaciables, en la germinación de
las tendencias narcisistas. Pero también tenemos a muchos trabajadores/as a
quienes les gusta su oficio, con vocación profesional, pero que se ven
frustrados por las condiciones de trabajo propias del capitalismo y que no se
sienten compensados por el salario, incluso aunque fuese algo mayor, y en los
que, por tanto, la indiferencia ante el mundo, es menor, y no ven la salida en la
avidez del consumismo y sus fantasías. Incluso entre los trabajadores/as que
sienten indiferencia o rechazo por su labor, también puede existir la aspiración
a una labor con sentido para ellos, como ven que la tienen otros o la desean
para sus hijos.

Tanto unos como otros trabajadores/as se verán presionados a luchar ante la


pérdida de capacidad adquisitiva de sus salarios, el empeoramiento de las
condiciones de trabajo o la pérdida de empleo y la miseria del subsidio de
paro, o desvalorización de las pensiones de jubilación o contra la represión
mediante despidos o de sus protestas por la policía, etc. Si no se resignan y
luchan, el proceso mismo de la lucha que exige buscar y dar apoyo (apoyo
mutuo), cooperación, no pensar sólo en uno mismo, tomar las decisiones
democráticamente, someterse a las decisiones de la mayoría, apoyar a los que
lo están pasando peor, etc., ya es en sí mismo una forma de terapia de
grupo contra las tendencias autoritarias y narcisistas. Se suele decir que la
vida nos hace madurar a golpes, a veces pasando por dolorosas crisis y trances
que si no acaban con nosotros, nos hacen más fuertes y más sabios (o menos
estúpidos), aprendemos lo que es la vida en realidad, a valorar lo que de
verdad es importante, etc., y quisiéramos poder transmitir eso a los demás,
aunque demasiadas veces no sabemos aprender si no es por escarmentar en
nuestra propia cabeza.

Si los trabajadores/as van a la huelga, lo más importante no es por qué entran


en ella (puede ser por sus aspiraciones consumistas), sino lo que pasa durante
el proceso y como salen de ella. Si es como individuos egoístas que sólo
puntualmente han tenido una unidad de acción por un interés común, o como
compañeros pues han aprendido a valorar otras cosas como más importantes
(o al menos tanto) que un aumento salarial, y que por eso, aunque no lo hayan
conseguido y además hayan perdido el salario de los días de huelga, no se
arrepienten y se sienten orgullosos de su lucha, de su unidad, de su dignidad
como personas y trabajadores/as.

En las descripciones de las experiencias revolucionarias, incluso de las


grandes luchas (como Mayo del 68 en Francia), los testigos insisten en el
nuevo espíritu que anima a la gente, en la transformación que experimentan,
en cómo se despliegan sus mejores facetas de entusiasmo, entrega,
generosidad, cooperación, comunicación, respeto por todos, ruptura de los
valores tradicionales reaccionarios y represivos, subordinación del yo a
un nosotros al que no domina nadie (ningún caudillo), la superación de la
sensación de aislamiento e impotencia por la de la de comunidad y fuerza del
colectivo en lucha, pasar del deseo individual (al menos tal como se expresaba
antes y que buscaba saciarse consumiendo alguna mercancía) a las
necesidades colectivas… Se produce una especie de catarsis, y aunque sea por
un período de tiempo corto, muchas personas es como si hubiesen hecho una
terapia de personalidad y mandado a la basura algunos de sus rasgos y
potenciado al máximo otros. Y a veces estos procesos estallan
inesperadamente (aunque con el tiempo se descubra unas condiciones que
impulsaban a ello), sin saber bien cómo ni por qué (la causa aparente puede
ser hasta poco importante, pero funcionar como la gota que rebosa un vaso),
sorprendiendo a los propios protagonistas y a los espectadores, incluso a los
revolucionarios/as que estaban soñando durante años con algo así.

Con esto no quiero decir que podemos estar tranquilos, cruzados de brazos,
confiando en que eso llegará seguro, pues puede que no (con el autoritarismo
y el narcisismo combinados nos lo estamos poniendo todavía más difícil de lo
que ya era antes). Debemos trabajar mucho para que ocurra y para que cuando
suceda nos coja lo más preparados posible para impulsar el movimiento, no se
eche (o lo echen) a perder, y llegar hasta donde convenga que lo haga
teniendo en cuenta las circunstancias, pues tampoco es cosa de precipitarse si
las condiciones no aconsejan tomar ya determinadas decisiones que suban la
apuesta. No será nada fácil, sino muy difícil dada la extrema debilidad de la
que partimos.

¿Y qué cosas podemos hacer? Pues muchísimas, pero prestando siempre


especial atención a las más relevantes, a las que más pueden aportar cara al
futuro, pues no se trata de caer en el activismo, pues para activismo, el de los
pollos a los que se les ha cortado la cabeza, y que tras su agitada carrera sin
sentido, terminan desplumados y en la cazuela.

Por ejemplo, hay que hacer esto mismo. Dar a conocer un buen libro que al
menos nos ayude a identificar mejor los obstáculos a salvar, si no queremos
darnos de bruces una y otra vez. Con respeto al narcisismo y el autoritarismo,
debemos comprenderlos mejor, cómo se dan, cómo se combinan, cómo
podemos tratarlo cara a sus implicaciones sociales y políticas sin poder
recurrir a la terapia individual o de grupo con un psicólogo. Y revisar
principios, métodos y prácticas todo lo que haga falta.

Además de comprender el papel de la faceta abstracta del trabajo, es


imprescindible facilitar que los trabajadores se apropien de esto del modo que
resulta más accesible para ellos, esto es, la teoría del valor-trabajo, de la
plusvalía, del salario y la ganancia. Por ello, recientemente, he publicado un
estudio sobre la teoría de la plusvalía y su revisión, haciendo un
llamamiento para la organización internacional de un debate que termine por
resolver sus deficiencias, y que recomiendo al final. La crítica del valor, del
trabajo abstracto y la mercancía, ―a palo seco‖, no tiene la menor oportunidad
de calar en la clase trabajadora. Debe comunicarse a través de la denuncia de
la plusvalía, que a su vez debe ser revisada pues si ha fracasado en su
implantación en la clase trabajadora no es sólo por las derrotas, las llamadas
traiciones o el cambio de las condiciones objetivas (desindustrialización,
precarización…), sino por sus propias debilidades. Según la teoría, y expone
Jappe, el fetichismo de la mercancía no se resuelve explicándolo pues
espontáneamente resurge de las condiciones capitalistas de existencia y sólo
se puede erradicar eliminando éstas. Pero con la conciencia de la plusvalía no
ocurre igual, pues atañe directamente al bolsillo del trabajador/a y a su
actividad laboral. Por supuesto que la mera conciencia no cambia la realidad,
pero asumida la teoría de la plusvalía, ese conocimiento no se pierde, salvo
que se aparque por vivir en un tiempo de derrota, reflujo, contrarrevolución.
Por tanto, es ahí donde AHORA debemos poner el peso de la denuncia, y a la
hora de la transformación revolucionaria, tener bien en cuenta todo lo relativo
al trabajo abstracto, la mercancía y el fetichismo de la mercancía para eliminar
todas las condiciones sociales de las que emana (NOTA 14).

Si hay un sector social que todavía esté en condiciones de hacer la crítica


del trabajo abstracto y llevarla a la práctica, está en los miembros de la
clase trabajadora a través de la denuncia de la plusvalía, pues otros
sectores sociales se encuentran todavía más alejados de esa posibilidad.
Sin ese sujeto revolucionario, en forma de fuerza social contra la sociedad de
clases, el capitalismo desembocará en su colapso y muy probablemente
nuestra autodestrucción. Los miembros de la clase trabajadora creadora del
trabajo abstracto, la plusvalía y la ganancia son, salvo casos menores, los
únicos que están en condiciones de generar el grueso de la fuerza
social capaz de acabar con el capitalismo, en lo que sería una caída
controlada, antes de que sencillamente se nos caiga encima aplastándonos del
todo. Todavía no se han hecho cosas fundamentales que podrían ayudarlos a
empoderarse contra el capital. Por eso no debemos descartarlos por todas sus
debilidades e impotencias hasta hoy, pues nos jugamos
demasiado Precisamente cuando nos estamos acercando al peor período de la
existencia del capitalismo, al que supone la mayor amenaza para nuestra
especie, lo que es nuestra última esperanza de salvación, el niño proletario
(clase trabajadora) ¿vamos a arrojarlo junto con el agua sucia de sus miserias?
¿No merecen estas condiciones un análisis más fino del proletariado del que
ha hecho la corriente de la wertkritik.

Yo creo que quedan motivos para confiar todavía en que del proletariado
(clase trabajadora) pueda surgir esa fuerza social contra el capital y contra él
mismo en cuanto que clase como parte inseparable del capital. Pero no, si
seguimos con lo que generalmente se viene haciendo y proponiendo durante
casi dos siglos (sindicalismo, reformismo, Capitalismo de Estado,
cooperativismo, autogestión…). La constitución de los trabajadores/as
asalariados en fuerza social, como sujeto revolucionario empieza por su
recuperación de la teoría revisada de la plusvalía. Sin esto, no estará
preparada, y la reacción de los trabajadores/as ante las próximas enormes
turbulencias del capitalismo, de los shock materiales y psicológicos a los que
someterá a la gente, probablemente será una gran desorientación que puede
acabar en desesperación, impotencia, para terminar arrojándose en brazos de
cualquier alternativa que parezca ofrecerles un alivio o la solución, aunque sea
un moderno populismo-neofascista, o neo-capitalismo de estado, cualquier
cosa antes que el mayor esfuerzo que exige la comprensión de la verdadera
raíz de los problemas y saber contra qué obstáculos materiales y humanos hay
que enfrentarse, y combatir con todos los medios que las circunstancias
exijan.

Tras la experiencia de un siglo, creer que las masas trabajadoras serán capaces
de encontrar por sí mismas el camino a su autoliberación, como hacen el
recorrido hasta la reivindicación de aumento salarial, sin una importante
ayuda y orientación por quienes estamos en mejor posición política (no estoy
proponiendo una dirección-dominación partidista tipo leninista), es demasiado
fuerte y arriesgado, como confiar el futuro de uno mismo a que le toque el
gordo de la lotería: está dentro de lo posible, pero también de lo más
improbable. Y cuando llegue la gran tormenta, todas las fuerzas de la
confusión, la demagogia, la represión, se desatarán con una fuerza todavía
desconocida, y si previamente no se ha sembrado, no se cosechará. Y la
corriente de crítica del valor, debiera ser la más consciente de esto, pues para
ella, la espontaneidad e incluso las teorizaciones supuestamente más
revolucionarias, vienen siendo de siempre una forma de adaptación a lo
fundamental del capitalismo, por mucho que se alce en armas contra él, o lo
―revolucione‖.

Escribe Jappe en su Prefacio al libro de Kurz ―El colapso de la


modernización‖: ―El trabajador, en tanto trabajador no está fuera de la
sociedad capitalista, pero [creo que debiera decir pues] constituye uno de sus
dos polos. De los análisis de Marx podemos concluir que ―una revolución de
los trabajadores contra el capitalismo‖ es una imposibilidad lógica; sólo puede
existir una revolución contra el sometimiento de la sociedad y de los
individuos a la lógica de la valorización y el trabajo abstracto.‖ (página 15).

Marx divergiría completamente de esto, no sólo porque él confiaba


plenamente en la clase trabajadora como sujeto revolucionario, sino porque
del capítulo I de volumen I de El Capital, del que tanto se inspira la corriente
de crítica al valor, no se concluye eso, precisamente contra ―los trabajadores‖,
ni siquiera contra ―la clase‖.

Entonces ¿de dónde surgirá ese movimiento revolucionario? ¿De la masa


amorfa de la ―multitud‖, de Toni Negi?. Una cosa es la clase y otra diferente
los miembros que la componen, seres humanos con sus necesidades humanas
de desarrollo más allá de las de su clase. La clase trabajadora es el otro polo
del capital y no puede existir sin el otro polo, y consolidarse como clase es
terminar consolidándose como clase del capital, al contrario de lo que ocurría
con la burguesía cuya consolidación suponía su liberación de los restos del
feudalismo y frente al proletariado. Los trabajadores/as, en cuanto colectivo
de personas, no son necesariamente lo mismo que la clase. Su humanidad no
se reduce a la faceta de trabajador/a para el capital, y sus contradicciones y
enfrentamientos con el capital pueden llevarse más allá de los límites de su
condición de clase. Si esto no fuese así, Jappe también debiera descartar a las
personas de esta clase como posibles revolucionarios y entonces ¿de dónde
saldrían esos ―individuos‖ que se vuelven contra ―la lógica de la valorización
y el trabajo abstracto‖? ¿de la burguesía, de la pequeña burguesía, del lumpen-
proletariado…?

Al igual que millones de pequeños propietarios campesinos se han arruinado a


lo largo de la historia del capitalismo, se han desclasado y las mismas
personas han pasado a formar parte del proletariado o de su ejército de reserva
(desempleados en busca de trabajo y presionando a la baja los salarios), el
colectivo humano que ahora constituye la clase trabajadora, las mismas
personas (o la inmensa mayoría) pueden empezar a ―desclasarse‖, no
aspirando a convertirse en masa en pequeños burgueses propietarios de un
negocio o profesionales autónomos (condenados muchos a ser falsos
autónomos o depender del capital medio o grande), sino en
un colectivo, fuerza social, por constituir otro colectivo diferente, el de
los trabajadores/as libremente asociados en el trabajo socializado (no
individual, artesanal, etc.). Es de ahí de donde vendrá la revolución contra el
capital hasta su raíz más profunda. No seré yo quien haga la apología del
―materialismo dialéctico‖, ni de la dialéctica hegeliana-marxista llena de
errores, imposibles triples saltos mortales lógicos creyendo que puede caer de
pie, pero hay que reconocer que en esto puede inspirar mucho más que la
tosca lógica formal expuesta en este caso por Jappe.

Diverjo de lo que dice Jappe, Kurz y toda su corriente, sobre el sujeto y la


clase trabajadora, como si ya no valiese, pues no está fuera, exterior, aparte
del sistema, pues ¿acaso hay en la civilización capitalista y en este punto de su
evolución, alguna clase social o sector social relevante –no sólo
individualidades de diverso origen o situación social- que lo esté, y que sea
capaz de generar una revolución y llevarla hasta el final? Hasta hoy, por
mucho que se han intentado, no se ha encontrado, y no hay motivos para
esperar que aparezca, y menos con el análisis que del capitalismo (ya una
civilización) hace la corriente de la wertkritik. Los trabajadores/as asalariados
somos seres humanos que conformamos un colectivo que ahora es una clase
del capital (en su parte de capital variable como trabajo vivo actual, y su labor
pasada, como capital constante –medios de producción-) pero, partiendo (no
quedándonos en) de la lucha por nuestras reivindicaciones inmediatas,
podemos ir cambiando de actitud, de objetivos, y constituirnos en
una fuerza social contra el capital y a la vez ―contra sí mismos‖ en cuanto
que clase consubstancial al capital (es la que le da vida y reproduce), para
pasar a convertirnos en el colectivo de trabajadores/as libremente asociados,
hasta la extinción como clase social junto a todas las demás. Y si subrayo la
lucha es porque en la lucha por un aumento salarial lo verdaderamente
importante no es éste (se puede conseguir o no, para tal vez diluirse en la
siguiente subida de precios), sino lo que la lucha aporte en el camino a la
constitución como sujeto que lucha por su autoliberación. Pero no debemos
engañarnos. La historia ha demostrado que la acumulación de luchas
reivindicativas parciales no lleva a la revolución. Debe haber una variación en
los objetivos, y la revolución no se consolida si no se sabe orientar la lucha
hacia la superación del capitalismo hasta su raíz, por tanto, de la misma clase
trabajadora. No es factible plantear una lucha contra el capitalismo y su
Estado burgués, de golpe, como totalidad, sin mediación, sin pasos previos,
parciales y que vaya avanzando en esa dirección, pues no es así como se da la
toma de conciencia revolucionaria por parte de las masas, como consigue la
seguridad en la justeza de los objetivos, como se aprende a distinguir a los
falsos amigos, como se desarrolla la capacidad de autoorganización, la
combatividad, como se adquiere confianza en las propias fuerzas, la
determinación de luchar hasta el final y con todas las consecuencias. No es
así, sin pasos previos, como se puede superar el autoritarismo y el narcisismo
en las masas, que necesitan de un largo proceso de luchas, de experiencia, de
―terapia de grupo‖ (en la lucha de masas), para madurar psicológicamente y
adoptar los rasgos de la creatividad revolucionaria. El problema es cómo
articular la marcha de lo particular a lo global, en base a qué denuncias y
reivindicaciones.

Este planteamiento de colectivo que pasa de clase en sí (para el capital)


a clase para sí (contra la burguesía, pero dentro de la lógica del capital
privado o estatal…) a clase ―contra sí‖ (contra su misma existencia como
clase que es inseparable de la existencia de una clase explotadora y
dominante), y que debe estar presente ya antes de la revolución (no sólo en el
socialismo cara a la superación definitiva de la existencia de las clases) lo
planteé ya hace muchos años contra las ideologías obreristas vulgares de
―darle la vuelta a la tortilla‖ y de apología del ―poder de clase‖, del
proletariado como ―clase dominante‖, que siempre habían acabado sirviendo
como tapadera para el poder de otra clase (NOTA 15).

También debemos llevar bien alto la denuncia del imperio de la mercancía y


del beneficio, reclamar que la finalidad de los bienes producidos debe ser
servir como valores de uso para satisfacer las necesidades humanas, no para
otros fines (armamento, vigilancia, represión, etc.), y no como medios para el
beneficio, y que deben estar a disposición de la gente aunque el capitalismo
niegue a unas personas la posibilidad de trabajar y tener medios de pago, o no
estén en condiciones de hacerlo aunque se les brindase (enfermos, ancianos,
niños y adolescentes, madres con bebés…). El derecho a una vida en
condiciones aceptables está por encima del derecho al trabajo, por muy
humanizado que sea. Denunciar la apología del trabajo, cuando menos sentido
tiene pues hasta el mismo capital reclama cada vez menos el trabajo vivo, pero
a la vez lo quiere imponer como condición para que podamos vivir (léase
el Manifiesto contra el trabajo, enlace en Recomendados).

Si no queremos caer en el activismo (actividad sin brújula ni método


apropiado), necesitamos también profundizar en una cuestión fundamental,
como es la comprensión del estadio actual del capitalismo, sobre nuestro
programa, sobre la estrategia y la táctica. No hay ejército que quiera vencer
que no se plantee esto, y la transformación social también necesita de esta
planificación de la lucha si no quiere fracasar una y otra vez. Por eso he
escrito también un libro sobre eso para aportarlo a un debate sobre estas
cuestiones en el que debe participar cuanta más gente mejor, y que
recomiendo al final. Relacionado con lo anterior, también necesitamos una
valoración del curso histórico, o sea, de lo que puede ocurrir en las próximas
décadas, y cómo podemos afrontarlo del modo más inteligente posible. Por
eso he propuesto a la consideración de todas/os un eslogan-marco
internacional (Horizonte 2050, superando el capitalismo o condenados), cuyo
texto recomiendo al final.

Para avanzar en la práctica son imprescindibles propuestas para la lucha de


modo que se aprovechen al máximo los esfuerzos, se explote al máximo las
debilidades del enemigo, y se potencien al máximo los resultados. Por eso,
durante la lucha contra los recortes sociales españoles y europeos (la Troika)
propuse una línea de unidad con objetivos comunes con portugueses,
franceses, etc., que he expuesto muchísimas veces en mis textos, y ahora en la
propuesta de lucha por las pensiones, y que tenéis en el artículo que
recomiendo al final, y que debiera inspirar como método y orientación, para
otras luchas futuras, pues pone en el centro de la lucha por reivindicaciones
inmediatas, la unificación de las luchas dándoles un objetivo común y
el internacionalismo proletario para superar la división y el aislamiento tras
las fronteras estatales, lo que será CRUCIAL en el futuro si no queremos ser
derrotados.

Debemos hacer estudios de psicología social desde lo que más nos interesa
para hacer posible la transformación social y personal, reconocer los
obstáculos para saber cómo salvarlos. Por eso recomiendo el libro de Jappe,
también el de José María Chamorro “Capitalismo, izquierda y ciencia
social. Hacia una renovación del marxismo” (ver al final), y también he
escrito algo sobre eso, aunque todo ya no esté disponible en Kaos en la red.
Seguro que hay mucho, interesante y útil por descubrir y difundir entre
nosotros.

Por supuesto, identificar a los enemigos y los falsos amigos (partidos,


sindicatos, etc.), para denunciarlos; y las debilidades de quienes están de
nuestro lado, para superarlas. Y siempre reconocer la necesidad que tenemos
de las aportaciones y críticas de los demás, pues si ―cuatro ojos ven más que
dos‖, muchas cabezas ―bien amuebladas‖ pensando sobre lo mismo e
intercambiando sus reflexiones, llegan mucho más lejos que una.

Por último, expresar un deseo. A ver si hay alguna editorial valiente que se
atreva a publicar lo que dice Jappe que es la principal obra de Kurz ―El libro
negro del capitalismo‖ (Schwarzbuch Kapitalismus. Ein Abgesang auf die
Marktwirtschaft ) de casi mil páginas (no confundir con otra obra del mismo
título y dos autores publicada por la editorial Txalaparta).

NOTA 1.- Mi intención desde hace tiempo era poder estudiar a fondo y de
forma sistemática la extensa obra de Anselm Jappe (pues es lo más accesible
en España de la corriente de la crítica del valor, a falta de conocimiento de
alemán o portugués) y poder hacer muchas consideraciones, pero no sé
cuando estaré en condiciones de hacerlo (ni si podré), y además en febrero de
2020, se cumple ya un año desde la publicación del libro en España. Por eso
he decidido que no conviene demorar más esta invitación a las personas que
puedan estar interesadas, pues lo que nos ofrece Jappe es muy relevante para
nuestro tiempo, lo cual no significa, por supuesto, que sea indiscutible. Corro
el riesgo de ―meter la pata‖ en alguna cosa por no haber podido hacer el
referido estudio, pero estoy convencida de que con este esfuerzo de
divulgación (de ahí también la cantidad de enlaces a textos, videos, audios)
haré más bien que mal, y los demás siempre podrán corregir mi criterio, pues
no tienen por qué atenerse a él, ni necesitan de una ―maestra‖. Muchas veces,
pretender lo mejor, es enemigo de lo bueno (o regular al menos) que ya es
factible y suficiente de momento. Sería presuntuoso, egoísta y tonto por mi
parte sacrificar esta tarea de divulgación (modesta pero importante
socialmente) a un posible posterior trabajo que tal vez no llegue nunca (ahora
disfruto de una cierta ―tregua‖ en mi estado de salud, pero las treguas siempre
acaban, a veces porque una de las partes la rompe unilateralmente y de modo
sorpresivo). Lo más interesante es que el mayor número de personas conozcan
los asuntos, reflexionen, debatan y gracias a esa labor colectiva saquen las
conclusiones más útiles para la lucha, y no esperar a que aparezca algún/a
genio que sepa del asunto a la perfección y lo resuelva. Una pieza de este
artículo formaba parte inicialmente de otro trabajo mucho más extenso
pendiente de terminar, y lo aprovecho ya para reducir su extensión (lo he
hecho también con otros temas como el colapso del capitalismo y curso
histórico, y la plusvalía) y completar esta presentación. Como siempre,
empiezo a escribir y me cuesta parar porque un asunto lleva a otro y ese a otro
más… Pero en algún punto hay que acotar el tema y terminar, y ya estoy
agotada.

NOTA 2.- Pues si el valor-trabajo de las mercancías suman un millón de


horas (le corresponderían dos millones de diners; 2 por hora), y en diners
tenemos un valor nominal de tres millones, no podemos comprar mercancías
por tres millones pues no superan los dos, por lo cual, los poseedores de un
millón de diners sobrantes podrían quedarse con una moneda que no sirve
para nada. Para arreglar este desajuste, habrá que subir los precios de las
mercancías, y el valor de cambio de la hora de trabajo, pasaría de 2 a 3 diners
(1 millón de horas x 3 diners = 3 millones de diners). Ahora, con el mismo
valor dinero, se podrá comprar menos horas de trabajo. En el caso inverso, si
lo que escasea es el dinero, o se emite más (lo normal), o con menos valor
dinero se podrá comprar más horas de trabajo, pues los precios tendrían que
bajar. Invirtiendo los valores del ejemplo anterior, si tenemos 3 millones de
horas y sólo 1 millón de diners: 3 millones de horas x 0,33333 diners la hora =
1 millón de diners.

NOTA 3.- Por eso, el origen del capitalismo no viene de la laboriosidad,


frugalidad y ahorro de los artesanos, de la ampliación del intercambio de
valores iguales (ley del valor), sino del intercambio desigual y el saqueo,
como denunció Marx en El Capital en el capítulo dedicado a la acumulación
originaria del capital, y como ha clarificado mucho más Robert Kurz en su
estudio ―Cañones y capitalismo. La revolución militar como origen de la
modernidad‖, con enlace al final.

De ahí que la forma del valor en el capitalismo, no es el resultado natural (ni


dialéctico) de la evolución del valor desde la producción simple de
mercancías, sino del establecimiento de unas relaciones sociales de
dominación a través del expolio y la violencia que, por la privación a los
productores directos de los medios de producción, permite poner en marcha
este mecanismo que es el capitalismo y cómo se expresa en él el valor de uso,
el trabajo abstracto y la mercancía, y que una vez en marcha el proceso se
automatice, y parezca que esas categorías tengan propiedades sociales y sean
las que dirijan todo, como si fuesen una fuerza de la naturaleza, y además
haya una gran dificultad en comprender por qué las cosas valen lo que valen,
y atribuir al medio de intercambio (sobre todo si es el oro o la plata y no el
papel moneda) un valor intrínseco (el oro y la plata serían en sí dinero), de
manera que la relación no es entre las facetas abstracta del trabajo (su valor)
sino entre cosas con una misteriosa cualidad particular que determina las
condiciones de intercambio, y por ende, entre los humanos. Si no se explica
esto, parece que son categorías ―platónicas‖ las que se encarnan en la realidad,
en vez de ser la conceptualización de la misma. Somos los humanos los que
establecemos relaciones sociales y luego quedamos atrapados en sus reglas
que parecen adquirir vida propia y servirse de los humanos; pero nosotros
podemos acabar con eso pues somos quienes permitimos su existencia con
nuestro trabajo diario. Aunque el método de exposición del problema aconseja
también ese tratamiento, empezar por ahí (por el orden lógico), como hace
Marx en El Capital, en vez de por el orden histórico (la acumulación
originaria del capital), tiene sus consecuencias teóricas negativas que explico
en mi texto de revisión sobre la teoría de la plusvalía. Por eso disiento en esto
de lo que entiendo que dice Jappe. Además, Marx, para no caer en el
idealismo (como Proudhon con sus valores eternos), explica claramente cómo
surgen las categorías, comparando diferentes modos de producción, parecido a
lo que yo he hecho comparando al indio, el artesano y el capitalista.

NOTA 4.- Luis González Reyes (miembro de Ecologistas en Acción) en la


interesante ―Introducción. Diálogo para una sociedad
rojiverde‖ en ―Decrecimiento vs Green New Deal‖ Varios Autores, de
la New Left Review en español (25-5-2019), que podéis leer
aquí https://www.traficantes.net/editorial y la publicación en concreto
aquí https://www.traficantes.net/libros/decrecimiento-vs-green-new-deal ——
Dos tomos extraordinarios En la espiral de la energía. De Ramón
Fernández Durán y Luis González Reyes —
https://www.ecologistasenaccion.org/29055/libro-en-la-espiral-de-la-
energia/ ——- Dossier Decrecimiento de El Viejo Topo n 258-259 Julio de
2009, incluyendo una entrevista a Anselm Jappe —
https://opsur.files.wordpress.com/2010/02/1287.pdf

El trabajo abstracto-plusvalía-ganancia-dinero, con su lógica y dinámica


expansiva, indiferente a su soporte o portador concreto, pasando de uno a otro,
con tal de seguir siendo el mismo al final (pero aumentado), me recuerda
mucho a lo que casi es su metáfora (hay muchas diferencias), el
parasito victicito del excelente falso documental titulado “La Gran Guerra
Marciana (1913-1917)”, que es una mezcla de I Guerra Mundial e invasión
extraterrestre ucrónica, varias veces emitido por tve2 y que se puede ver
en https://www.documaniatv.com/historia/la-gran-guerra-marciana-1913-
1917-video_69dd1707a.html —- Incluso al ocurrir este fenómeno en ese
tiempo, parece también una metáfora de la llegada de la decadencia del
capitalismo con la Primera Guerra Mundial, aunque el futuro que le sigue en
todo caso se parecería a ―los 30 gloriosos‖ iniciados en 1945.

Ya que cito un texto sobre decrecimiento, etc., aprovecho para publicitar una
vez más el libro de José Iglesias Fernández, ―La miseria del decrecimiento.
De cómo salvar el planeta con el capitalismo dentro‖ (Una lectura crítica
del libro de Carlos Taibo. En defensa del decrecimiento. Sobre capitalismo,
crisis y barbarie) que podéis encontrar
en http://rbis.coordinacionbaladre.org/docsfiles/archivos/lamiseriadeldecrecim
iento.pdf — También
en http://rentabasica.net/decrecimiento/decrecimiento/lamiseriadeldecrecimien
to.pdf

Y como no voy a ser menos ¡faltaría plus!, también mi texto «―La izquierda
ante el colapso de la civilización industrial‖ de M. Casal.
Debatiendo» (18-2-2017) — libro debatiendo el de Manuel Casal Lodeiro e
investigando por mi cuenta — http://kaosenlared.net/la-izquierda-ante-el-
colapso-de-la-civilizacion-industrial-de-m-casal-debatiendo/ — ERRATAS:
En la página 100 del documento en pdf, o punto 13 del capítulo XIX.- ¿QUÉ
SÍ HACER?‖, dice:―porque el pico del petróleo ya se habría alcanzado en
2015‖, y debe decir: ―porque el pico del petróleo ya se habría alcanzado en
2006‖. Y un poco más adelante, donde dice: ―la culpa al capitalismo (a la
gente por su consumismo, etc.)‖, debe decir: ―la culpa al capitalismo (no a la
gente por su consumismo, etc.)‖ — Para descargar directamente
el documento completo en archivo PDF — http://kaosenlared.net/wp-
content/uploads/2017/02/Colapso-libro-debatiendo-PDF.pdf

NOTA 5.- Por eso resulta confuso lo que dice Jappe muchas veces y expresa
también así: ―el valor y el dinero, la mercancía y el trabajo abstracto, como
datos negativos y destructores, típicos sólo del capitalismo‖ (―De lo que es el
fetichismo de la mercancía y sobre si podemos librarnos de él‖, enlace al
final). Si dijese: ―el valor y el dinero, la mercancía y el trabajo abstracto,
como datos negativos y destructores sólo son típicos del capitalismo‖ entonces
podría estar de acuerdo, aunque deberíamos analizar qué suponía para los
proveedores el comercio que daba ganancias a los mercaderes (como las
especias y otras). Pero esas categorías de Jappe no son sólo del capitalismo, y
fuera del capitalismo no tienen de por sí esos efectos destructores. Su
predomino sólo se da en el capitalismo, por mediación de la plusvalía, posible
por el monopolio por la burguesía de los medios de producción, o la falta de
dominio por los trabajadores/as de esos medios, y la producción ―regulada‖
por el mercado, vía el beneficio, en el ciclo D-M-D´, no en el ciclo M-D-M.

La plusvalía es trabajo abstracto, pero no sin más, sino expresión de una


dominación y explotación de clase. El ciclo D-M-D´ no es sólo un ciclo del
trabajo abstracto que se valoriza sino, ante todo, una relación social posible
por la privación a los trabajadores/as del dominio de los medios de producción
y la orientación de la producción al mercado para el beneficio, mediante la
extracción de plusvalía. Si insisto en esto no es porque crea que Jappe no lo
sabe (absurdo) o porque no me parezca importante la clarificación sobre el
trabajo abstracto y el mercado (a tener muy en cuenta para el socialismo) sino
porque poniendo tanto el foco en el trabajo abstracto, dejar en muy segundo
plano la plusvalía, lleva de diluir la relevancia de las diferencias de clase
implicadas en la producción de trabajo abstracto, se corre el peligro
de devaluar la lucha de clases y el papel en ella de la clase trabajadora más
allá de desmitificaciones necesarias. Pues aparte otras consideraciones
importantes sobre la clase trabajadora que haré en otro lugar de este texto, las
posibilidades de generar un sujeto revolucionario parten del conflicto entre
clases, de la lucha de clases, aunque luego queramos que tenga una
orientación mucho más radical, incluso con la existencia misma de la clase
trabajadora (par inseparable de la burguesía). En esa devaluación caen los de
la crítica del valor, pues son muchas las declaraciones en ese sentido de
Jappe, también de Kurz, y creo que mucho más en Postone (no es de la misma
corriente, pero anda cerca). Y su relevancia a la hora de fijarnos las tareas
teóricas y la práctica política es muy grande, y no digamos las consecuencias
históricas. En mi caso me parece que para todos/as es prioritario resolver
problemas muy importantes de la teoría de la plusvalía precisamente para
posibilitar que de los miembros de la clase trabajadora y empezando por sus
luchas todavía como clase, en la lucha de clases, pueda surgir el sujeto
revolucionario, que no se entenderá ya propiamente como clase, sino como
colectivo fuerza social contra el sujeto automático, el imperio del trabajo
abstracto, la mercancía y la existencia misma de las clases (también la
trabajadora y su par la burguesa)

Además, también hay otro factor muy importante en la reproducción y


generación de las clases sociales, y es la división social del trabajo, entre
pensantes y ejecutantes, y la gran diferencia de conocimientos sobre
cuestiones centrales. Por mucho derecho democrático que exista, si unos
saben y otros no, al final las decisiones se irán decantando siempre del lado de
quienes saben. Una clase trabajadora con bajo nivel de cualificación, o con
conocimientos muy parcelados, fácilmente puede ser presa de una dinámica
burocrática o sólo aparentemente participativa, en la cual, quienes de verdad
conocen las cuestiones fundamentales, pueden usar su posición para conseguir
privilegios materiales y adoptar medidas que vayan reinstaurando, con muchas
justificaciones ―razonables‖, los mecanismos del capitalismo o de otra
sociedad clasista de explotación y dominación. Y no vale con decir que ahora
existe un grado de cualificación grande de la clase trabajadora, si vemos la
súper especialización en la que se incurre, y cómo está a escala mundial, no
sólo en los países más avanzados y en los sectores de tecnología punta. En
España ―la generación más preparada de su historia‖ ha dado muestras
sobradas de su ineptitud y desidia para abordar las cuestiones generales
políticas más sencillas (como lo que tantísimas veces he explicado sobre la
lucha contra la política de austeridad), pues se ha acostumbrado a la súper
especialización, incluso múltiple, pero sin el menor interés por tomar la menor
iniciativa e investigar por su cuenta y descubrir lo que está ahí pidiendo a
gritos ser reconocido pese a tener la información a un clip de distancia en su
ordenador o un toque en su esmarfon (para que se entienda mejor de lo que
hablo, remito al final a mis artículos sobre pensiones y pensionistas que son
una buena introducción al tema; y para otro, al estudio que publiqué sobre el
fósforo y las existencias de fosfato de roca; o sobre la IAG; pese a partir yo de
cero en el conocimiento de ese tipo de materias). Se ha demostrado hasta la
saciedad que la burguesía no tenía nada que temer de la alfabetización de las
masas, ni siquiera del ingreso masivo en la universidad. Con semejante actitud
ante la vida, la explotación y dominación de clase están garantizadas hasta la
extinción de nuestra especie, pues ―la generación más preparada‖ puede ser
también la peor preparada, la que tiene la peor actitud, para dirigir su vida en
tiempo convulsos. Y el narcisismo, en sus facetas de egocentrismo e
irresponsabilidad ante el mundo, también tiene que ver con esto.

NOTA 6.- Mi supuesto del ―hijo de papá‖ narcisista me sirve para exponer el
caso es su mayor pureza, pues el capitalismo necesita ahora menos que nunca
de un propietario que sea un esforzado directivo entregado en cuerpo y alma a
la gestión de sus negocios y que viva austeramente con el objetivo de invertir
en la producción su capital acrecentado, cuando todavía no existía la llamada
sociedad de consumo. Lo que hace a una persona ser un capitalista es ser un
―funcionario‖ del capital y apropiarse de una parte de la plusvalía, como los
empleados asesores de nuestro ―hijo de papá‖ que le sirven sin ser los
propietarios y hacen el papel de directivos. Dadas las características de su
existencia (mero propietario del capital que no tiene ninguna relación personal
con el esfuerzo del trabajo, la creación de nada), es el candidato perfecto para
ser un narcisista, por su desinterés, desapego e indiferencia de la realidad
concreta pues no le importa de dónde provenga su ganancia con tal de que no
le cause graves problemas personales con la ley, su impotencia real (no tiene
oficio, otros le preparan hasta la comida) compensada por su sentimiento de
omnipotencia práctica (el dinero lo puede todo, y tiene dinero a paladas),
igualación de todo por el dinero (la pregunta es siempre ―cuánto cuesta‖,
―cuánto pides por ello‖, cualquier persona puede comprarse, es sólo cuestión
de un precio mayor o menor, por tanto también todas las mujeres son en el
fondo unas putas…), insatisfacción porque nada puede terminar de llenarle (el
amor de una compañera e hijos que no tiene y aunque los tuviese,
seguramente ―amigos‖ interesados, prostitutas…), actitudes arrogantes y
prepotentes, se siente superior, piensa que todo el mundo le envidia y envidia
a cualquiera que brille socialmente más que él, deseo de controlarlo todo
(comprar políticos, periodistas, etc.) y rabia si pierde el control en algo
(desprecio por el ―populacho‖ y sus protestas que le encantará se repriman con
mano dura).

En mis lecturas sobre la psicopatía, los autores sospechan que los llamados
psicópatas integrados (pasan por personas normales) tienen una especial
presencia en la élite del poder económico, político y militar. De ahí los pocos
o nulos escrúpulos morales con los que actúan muchas veces sirviendo sin
pestañear a los requerimiento impersonales de la lógica del capitalismo y su
Estado burgués, pese al sufrimiento que eso pueda causar a millones de seres
humanos.

Anseml Jappe dice ―(se sabe que el lugar por excelencia para encontrar
―perversos narcisistas‖ se encuentra en los niveles de dirección: ciertas
investigaciones empíricas han llegado incluso a demostrar que, entre los
dirigentes de las empresas, los narcisistas están ampliamente
sobrerrepresentados. Parece que ser un perverso narcisista ayuda mucho a
hacer carrera).‖ Pero también que ―La agresión deliberada contra el mundo,
los hombres y la naturaleza que caracteriza al capitalismo no es el resultado
de una inclinación por el mal por parte de los dirigentes –incluso si esto
puede añadirse en ocasiones-, sino que es en sí misma consecuencia de esa
indiferencia básica.‖ (páginas 159-62 de ―La sociedad autófaga‖). La
ejecución de la dinámica del capital, indiferente a la vida, tiene en los
psicópatas integrados y en los narcisistas, sus mejores ―funcionarios‖ que, si
pueden, también le darán su ―toque personal‖. Y el capitalismo, con la
dinámica social que crea, fomenta la existencia de estas personas y su
promoción social.

Por tanto, la causa última de nuestros males no está en el 1% de la población


(―somos el 99%‖, eslogan estúpido del movimiento Occupy Wall Street), tanto
porque somos menos como porque el capitalismo no es cosa de un grupo
humano –los burgueses-, sino una relación social en la que todos
participamos, también los trabajadores/as, manteniendo a diario el sistema con
nuestro trabajo y plusvalía, muchas veces con fervor. Tampoco radica, como
se decía antes, en ―las doscientas familias‖ de plutócratas, ni tampoco en los
bancos, el capital financiero (como denunciaban sobre todo los nazis para
desviar la atención del capitalismo al que sirvieron del modo más feroz, y
ahora hacen tantos anti-neoliberalismo), salvando al capital productivo de
mercancías (cosas) como si fuese inocente, ―bueno‖. La causa está en el
propio mecanismo interno del capitalismo: el beneficio basado en la plusvalía
(trabajo genérico), obtenida de la parte del trabajo nunca pagada al
trabajador/a, y que se materializa en las mercancías (sean bien o servicios).

NOTA 7.- Ahora bien, aunque todavía no lo tengo claro, sospecho que, en
tanto no se consiga desarrollar y generalizar a todos los países, todas las
ramas de la actividad y todos los centros de trabajo relevantes, los métodos de
cálculo que vendrían de la mano de la digitalización, la informática o
inteligencia artificial, habría que seguir dándole al mercado una
función, limitada, sobre todo para conocer la relación entre la demanda y la
oferta de determinados bienes, establecer el tiempo de trabajo socialmente
necesario, y regular así la producción en su detalle. De lo contrario, me temo
que una planificación al detalle necesitaría de tal cantidad de trabajo contable
y administrativo que disminuiría las posibilidades de reducir el tiempo de
trabajo (tiempo libre necesario para muchas cosas, entre ellas, la participación
política) y repartir el existente entre más personas, generaría una gigantesca
burocracia con sus riesgos (quien administra y reparte, se puede llevar la
mejor parte), y entorpecería la producción de bienes para satisfacer las
necesidades de la gente (es más fácil calcular para la industria pesada que para
la ligera de bienes de consumo, como demostró la planificación de la URSS).

Se podría facilitar la tarea eliminando la variedad de productos del mismo tipo


que sólo respondan a intereses comerciales. Pero aun así, la solución
definitiva sólo puede venir de la digitalización, y de las posibilidades que
ofrecería para la conexión de todas las empresas y puesta en común de sus
datos, como si fuesen las secciones de una misma corporación. Sin embargo,
tampoco se puede tomar esto alegremente, pues no podemos correr al punto
de generar una Inteligencia Artificial General (IAG), en tanto no tengamos
garantizado que sea absolutamente segura para nosotros y no se convierta en
una amenaza (ved mi estudio al respecto). Ni podemos olvidar que hay un
límite en los recursos naturales y que deberemos saber atender a las ventajas y
desventajas tanto de la centralización como de la descentralización de la
producción, de la circulación de bienes desde larga distancia o de proximidad,
en la división internacional del trabajo.

En tanto habría que recurrir, secundariamente, a un mercado con funciones


limitadas y rompiendo a la vez el ciclo D-M-D´ que espontáneamente acaba
generando capitalismo y desigualdad social. El marxismo ya hizo hace mucho
tiempo la crítica del cooperativismo como un ―capitalismo obrero‖ que más
pronto que tarde genera su propia capa burguesa, como es evidente en el
cooperativismo existente. Otro tanto se puede decir de la ―autogestión‖ de la
empresa para el mercado ―socialista‖.

Por consiguiente, lo principal sería no regirse por el beneficio y la plusvalía, y


no tanto que a cierta escala no haya mercado, mercancía y dinero. El dinero
podría tener limitado su uso. El mercado habría dado de un modo sencillo,
aunque tampoco perfecto (sin destinar trabajadores/as a ello ni crear una
burocracia), información valiosa sobre la oferta y demanda de ese producto.
Pero las decisiones sobre la distribución de los recursos (si se mantienen en la
empresa, se amplían o se reducen) para el siguiente ciclo, no correspondería
ya a la empresa, sino a la planificación común, que vela por el interés común
y la satisfacción general de las necesidades. La empresa, de motu propio, no
podría decidir utilizar recursos (en forma de dinero o lo que sea), que llevasen
a una reproducción ampliada de sus recursos (equivalente a la reproducción
ampliada del capital, cuando se invierte la ganancia en un nuevo ciclo de D´-
M-D´´), ni tampoco invertirlos en otra empresa para participar de sus
ganancias, pues entonces estaríamos de hecho en el ciclo D-M-D´. A lo sumo,
por defecto, en tanto un organismo superior no tome otra decisión, procedería
(al modo del artesano), a la reproducción simple, esto es, la reposición de sus
recursos materiales y humanos, sin incremento alguno. Si lo conveniente fuese
reducir su producción (lo indicaría la demanda), la decisión sobre qué hacer, a
dónde destinar el trabajo humano que sobrase, no recaería en la empresa, y en
todo caso el trabajador/a no sufriría una merma en sus recursos (corriendo a
cargo de la colectividad) y así no pasaría a integrar ningún ejército de reserva
de trabajo que presionase a la baja los ingresos de los demás. El dinero
serviría al intercambio entre determinadas empresas (entre otras, la circulación
de productos sería directa, como entre las secciones de una misma empresa,
sin convertirse en mercancía). En cuanto a los trabajadores/as no cobrarían su
parte directa (hay otra indirecta en educación, sanidad y otros servicios
públicos, bienes comunes y colectivos; y diferida, en jubilación) en bonos de
trabajo (no son dinero, sino un certificado de su tiempo de trabajo que sólo
sirve para intercambiar por determinado equivalente en bienes de consumo),
sino en dinero. Esto, si pudiesen ahorrar una cantidad, les permitiría, sumando
esfuerzos personales (formando cooperativas pidiendo fondos a particulares),
tomar medidas de emprendimiento con iniciativas innovadoras, sin tener que
esperar al visto bueno y la ayuda o asunción del asunto por las instituciones
públicas, que a veces podría ser muy lento o sin la suficiente visión de futuro
para comprender las ventajas del proyecto a largo plazo. Caso de tratarse de
algo negativo, la colectividad podría impedir que empezasen u ordenar parar y
negarle cualquier apoyo. También permitiría que se asegurase más la libertad
de expresión al poder crear una publicación propia, sin depender de los
medios de comunicación y editoriales públicos.

Lo más importante es que el dinero ya no tendría la función de inversión para


el beneficio (D-M-D´). Por tanto no habría motor en la ganancia y el dinero.
El dinero vería así reducida su función a la de indicador del estado de la oferta
y demanda, de reponedor de lo usado, y para facilitar nuevas iniciativas a
grupos de particulares. No estaríamos ni en la empresa capitalista, ni en el
cooperativismo en el capitalismo, ni en la autogestión ―socialista‖ de la
empresa, que acaban moviéndose por el beneficio; pero tampoco en la
imposible pretensión (cuando todavía las condiciones son desfavorables) de
planificarlo todo al detalle desperdiciando trabajo en ello y creando una
burocracia que puede parasitar los recursos. Todo esto es muy provisional. Lo
adelanto por si alguien quiere seguir este hilo de reflexión, pues no sé cuándo
podré abordar este tema a fondo y tal vez ¡revisarlo de arriba abajo!.

Hay un libro que no sé sí podré llegar a leer pero que me parece prometedor y
pudiera ser interesante para alguien y por eso lo menciono ―Ciber-
comunismo. Planificación económica, computadoras y democracia” Paul
Cockshott y Maxi Nieto (Editorial Trotta, 2017). Podría prometérnoslas muy
felices, pero debemos tenerse en cuenta el problema del agotamiento de
muchos recursos materiales, y los riegos de que emerja una Inteligencia
Artificial General psicópata o en el mejor de los casos hipócrita, en el
capitalismo sobre todo, pero también en el socialismo si no se trata el asunto
con el más estricto control y previsión de su evolución jamás imaginado para
garantizar que sea amistosa (no paternalista) con nuestra especie, y no una
amenaza.

NOTA 8.- Incluso ya prácticamente ha desaparecido, primero ante los


supermercados, luego los hipermercados de las grandes superficies y ahora el
comercio on line, el pequeño comercio familiar de barrio obrero, donde
socializaban también las mujeres compradoras y se podían reforzar los lazos
de vecindad y apoyo mutuo, el comerciante aportaba recursos económicos
para las fiestas del barrio que también ayudaban a socializar en el mismo
entorno, y tiempo atrás fiaba a las compradoras hasta que cobrasen el jornal y
pudiesen saldar la deuda. Ahora es el trato impersonal con la cajera, el
anonimato y el aislamiento efectivo (nada se puede comparar al trato
presencial donde es posible un contacto visual y hasta táctil), y la tarjeta de
débito o el préstamo caro.

NOTA 9.– Ernest Mandel, que fue un importante economista y dirigente


marxista-trotskista, contaba esta anécdota tan extrema para nuestras
costumbres, pero muy reveladora: «Esta manifestación encuentra su expresión
en el lenguaje cotidiano. Me han explicado que en la ciudad de Osaka, la
capital comercial e industrial más importante del Japón, el modo más común
de dirigirse a las personas al encontrarse con ellas no es ―¿Cómo está usted?‖,
sino ―¿Cómo va el negocio?‖ o ―¿Está usted haciendo dinero?‖» (―Alienación
y emancipación del proletariado‖ página 34, Editorial Fontamara, 1978; una
recopilación de textos de Mandel). Hará ya 40 años, un amigo que
recientemente había vuelto de los EEUU (creo que estuvo sobre todo en
Florida, donde era muy corriente oír hablar español en la calle y
establecimientos públicos) comentaba que allí, al muy poco de ser presentado
a gente, enseguida le preguntaban ¡cuánto ganaba!, no sólo a qué se dedicaba.

NOTA 10.- Muy interesante e innovador el libro del neurólogo Donald W.


Pfaff ―El cerebro altruista. Por qué somos naturalmente buenos‖, Herder,
2017. No os perdáis este documental extraordinario emitido por tve2 en La
Noche Temática, titulado ―La revolución del altruismo‖ que se puede ver
en https://www.documaniatv.com/social/la-revolucion-del-altruismo-
video_431298e7d.html

Entiendo que el problema de la maldad estriba fundamentalmente en que esa


bondad se machaque desde bebés con un trato falto de la suficiente
responsabilidad, atención y amor por las criaturas (de mil formas,
aparentemente inocuas y practicadas durante miles de años). De que, como
han demostrado experimentos con bebés, nuestra necesidad de sentido de
pertenencia a un grupo (aunque sea muy reducido de personas) nos puede
llevar a limitar la bondad y el altruismo a ese ―nosotros‖ y negarla a ―ellos‖,
aplicando un doble rasero moral. Añadamos que el sistema social establezca
(consciente o inconscientemente), una dinámica que pervierta a las personas,
como ocurre con las sociedades de clases y Estado, y en particular el
capitalismo a través de la empresa, el mercado, el dinero, el mercado, el
Estado, y también de instituciones como la familia, la escuela, las iglesias, los
roles que deben cumplirse en cada una de esas situaciones, la intrusión de la
mercancía hasta donde no debiera (niños jugando con sus maquinitas en vez
de entre ellos, socializándose y madurando). Pero no podemos echar toda la
culpa al orden social. Las posibilidades de maldad también se apoyan en el
hecho evidente de que, desde el punto de vista social y psicológico, tenemos
más en común con los chimpancés (macho dominante, agresivos,
depredadores) que con los bonobos (predominio de las hembras, procuran
resolver las tensiones practicando el sexo). También en que, al parecer, el
cerebro humano no está plenamente maduro hasta los veinte y pocos años, y
en tanto le resulta más difícil controlar sus impulsos y emociones, y se puede
ver afectado negativamente por la drogadicción y otras causas; si tenemos en
cuenta que durante miles de años la esperanza de vida no era como hoy, que la
gente se casaba y reproducía muy pronto, con muchos partos para que al
menos algunos hijos sobreviviesen, que también se iba muy jóvenes a la
guerra y resultaba bastante fácil formatear sus cerebros para eso, podremos
entender mejor muchas cosas. También el hecho de saber que moriremos, a
falta de algo más importante que consiga darnos paz, hace que esperemos
prolongar nuestra vida si tenemos pendiente el consumo de algunas cosas, y si
acumulamos muchas posesiones que podemos dejar en herencia, será como si
prolongásemos nuestra presencia (o su huella) más allá de la muerte. Por
supuesto también existen casos de personas que por traumatismos,
enfermedad, ven afectadas partes cruciales del cerebro, como la prefrontal del
neocortex que les dificulta controlar su comportamiento y les vuelve más
violentos, imprevisibles… Teniendo en cuenta todo este cóctel y la múltiple
proporción de sus ingredientes, puede bastar con poner a personas normales
en una situación especial, en la que unos deban jugar el rol de presos y el otro
de carceleros, para que emerja lo peor de cada uno (experimento en 1971 de
Philip Zimbardo).

Por esto también, es tan fundamental en nuestro mundo globalizado potenciar


el conocimiento mutuo de las gentes para superar los sentimientos estrechos
de pertenencia, comprender que formamos todos una gran ―familia‖ humana,
permitir que surja la empatía que da pie a la solidaridad y el apoyo mutuo. De
ahí, aparte otras muchas razones, que el internacionalismo proletario sea lo
que nos pueda salvar en un mundo capitalista decadente que verá crecer
exponencialmente sus tensiones guerreras.

NOTA 11.- Por si todavía no la conocéis, no podéis dejar este mundo sin ver
esta extraordinaria película (creo que en España nunca la han emitido por
televisión, ni en las cadenas públicas, así estamos todavía), fiel en todo su
horror a lo que sucedió, una lección del tipo de cosas que sin duda volverán a
ocurrir cuando este sistema entre en crisis y guerra generalizada, sobre todo en
su colapso, y de la mano de hombres henchidos de autoritarismo y narcisismo
(la raza superior, el sentimiento de omnipotencia, el resentimiento bestial,
etc.). La película ―Masacre. Ven y mira‖ director Elen Klimov, 1985, sobre
los sucesos en Bielorrusia durante la invasión nazi —
https://www.veoh.com/watch/v6591367XngY9PnD . También hay que ver
esta serie de documentales a base de entrevistas, Shoah (1985) de Claude
Lanzmann, que hace bastantes años emitieron por tve2 de madrugada —
https://zoowoman.website/wp/movies/shoah/. — También el documental en
dos partes ―Das Reich. Una división SS en Francia‖ (emitida varias veces
por tve2) que en documaniatv están con un título algo diferente
en https://www.documaniatv.com/historia/la-division-mortal-de-hitler-das-
reich-1-6-de-junio-de-1944-10-de-junio-de-1944-video_388209888.html —
https://www.documaniatv.com/historia/la-division-mortal-de-hitler-das-reich-
2-10-de-junio-de-1944-8-de-mayo-de-1945-video_4034bf1f6.html

NOTA 12.- ―Si algo demuestra tanto el experimento de Milgram como este
libro [el artículo está dedicado en su mayor parte a aprovechar lo que plantea
el ―Tratado de la servidumbre liberal. Análisis de la sumisión‖ del psicólogo
social Jean-Léon Beauvois] es que la sumisión de la clase trabajadora, aunque
con algunas similitudes, no es el resultado del fenómeno llamado indefensión
aprendida por Martin Seligman con su experimento con un perro sometido a
descargas eléctricas aleatorias que no podía evitar y que cuando
posteriormente se le ofrecía la oportunidad de escapar ya no sabía
aprovecharla (ver el artículo ―El mantra del “todos son iguales”:
indefensión aprendida, fatalismo y disonancia cognitiva” de Iria Meléndez y
otros en Diagonal https://www.diagonalperiodico.net/saberes/mantra-del-
todos-son-iguales-indefension-aprendida-fatalismo-y-disonancia-
cognitiva.html ) aunque sí tiene que ver con la llamada disonancia cognitiva,
y con lo que podríamos llamar resignación aprendida en la primera infancia.
Cierto que una clase trabajadora derrotada y aplastada por la
contrarrevolución puede sufrir también de indefensión aprendida, pero
el origen de la sumisión de la clase trabajadora no es ese, sino
una resignación aprendida y una servidumbre voluntaria con libertad de
elección, no del todo verdadera. Al menos es así desde que el capitalismo
echó sus raíces, se estableció firmemente, y ya no tenía que recurrir a los
métodos violentos, rapaces y brutales de lo que Marx describió como
la acumulación originaria del capital.‖. Esa servidumbre voluntaria con
libertad de elección es la que analiza Beauvois en su libro. Esta es una cita de
mi texto en pdf que ya no es accesible ―Sumisión de la clase trabajadora.
Psicología social. Estilos empresariales. Trabajo hoy. Alternativa PDF 28
páginas‖ (2/9/2013) PDF con imágenes, en color, 28 páginas ——
http://2014.kaosenlared.net/especiales/e2/indignacion-
globalizada/item/67164-sumisi%C3%B3n-de-la-clase-trabajadora-
psicolog%C3%ADa-social-estilos-empresariales-trabajo-hoy-alternativa-pdf-
28-p%C3%A1ginas.html

Sobre la indefensión aprendida (a veces también llamada ―impotencia


aprendida‖) – https://es.wikipedia.org/wiki/Indefensi%C3%B3n_aprendida —
https://disenosocial.org/indefension-aprendida/ —-
; https://www.youtube.com/watch?v=bkxygUbwdN0 (Desaprender la
indefensión aprendida | Lluis Torrent | TEDxLeon). Sobre la conformidad al
grupo ; — https://www.youtube.com/watch?v=j_FhjulHaGw (¿SOMOS
BORREGOS? | Los experimentos de Solomon Asch ).

Todos estos procesos no son el origen de la sumisión de la clase trabajadora.


El origen está en la necesidad de vender su trabajo por no tener acceso al
dominio de los medios de producción. Tratándose de una sumisión ―libre‖ (a
diferencia del esclavo o del siervo de la gleba), el mecanismo que funciona es
el analizado por Beuvois, sutil, pero muy poderoso, sobre todo hoy. Esto
se refuerza por la dinámica capitalista del sujeto automático (valorización del
valor-dinero) que no permite detenerse y tiene sus consecuencias negativas si
se entorpece sin una alternativa de cambio radical; y del fetichismo de la
mercancía que pone un velo a la relación social real hay que detrás, y que se
basa en la explotación del trabajo. Y se ve reforzado por la ideología
dominante que surge espontáneamente de esas condiciones de existencia
alienadas y fetichizadas, y que se sistematiza todavía más para justificar lo
que haga falta (ayudado de la familia, la escuela, la iglesia, los medios de
comunicación, el servicio militar, la política con una u otra orientación).
Como conviene amaestrar a las personas cuanto antes mejor para la sumisión
en la explotación y su orden de dominación y a la compensación de la
frustración consumiendo cosas (mercancías que nos venden), se empieza
haciendo con los bebés acostumbrándoles a una economía del amor (de
las caricias, en sentido amplio de expresión cariñosa, que diría el Análisis
Transaccional) que les lleve a la resignación y la sumisión, y cuando no se
utilizan métodos autoritarios, funciona la desatención e irresponsabilidad
(aunque sea involuntaria) de los padres que dejan a sus hijos al cuidado de la
televisión, el smarfon, exponiéndoles durante horas a la publicidad de
juguetes, etc., en los canales de televisión especializados en los niños, creando
necesidades innecesarias y la impresión de que el mundo está para
satisfacerlas, y para ―compensarles‖, cediendo a caprichos que no les hacen
ningún bien y que generalmente pasa por el consumo de mercancías. Y como
todo este arsenal no es siempre suficiente para mantener sometida a la clase
trabajadora a la medida de los intereses del capital en cada momento (puede
querer detener el ascenso de la lucha por mejores condiciones de vida y más
derechos políticos; o imponer recortes a todo y para ello debe vencer su
resistencia), aunque la clase trabajadora se someta en lo fundamental (incluso
una importante subida salarial o la exigencia de libertad sindical, no
cuestionan el capitalismo, sino que puede contribuir a dinamizarlo y evitar
cuestionamientos mayores), o puede que alguna ver se atreva a rebelarse
contra el capitalismo mismo, es por lo que se refuerza con todos los demás
métodos que queramos añadir, desde la doctrina del shock, o las más duras
experiencias represivas contrarrevolucionarias en la línea de los experimentos
más duros de indefensión aprendida, entrando aquí en escena totalmente el
Estado burgués con todos su arsenal. Aunque algunos de estos refuerzos, para
las personas se dan en diferentes momentos de la vida (en la niñez o en la vida
adulta), muchos lo hacen de forma combinada con más o menos intensidad
según el momento. Pero debemos tener en cuenta el principio, la causa, pues
de lo contrario podríamos querer eliminar alguno y aunque lo consiguiésemos
(al menos temporalmente) no terminaríamos de resolver el problema.

NOTA 13.- La psique humana no es una ―hoja en blanco‖ en la que se pueda


escribir cualquier cosa, e impunemente para su equilibrio y supervivencia. Lo
demuestra que hay unos límites pues, pese a la enorme variedad de
civilizaciones y culturas a lo largo de la historia, por debajo de todas esas
capas, existe una naturaleza humana (inalterable salvo evolución natural de la
especie –mutaciones- o manipulación genética) que nos permite reconocernos
como diferentes entre los animales parientes próximos, y que se expresa en: –
gestos, emociones, sentimientos, necesidades de cuidados y relación
afectiva, –necesidad de vivir con otros, pues no somos como el orangután, de
vida solitaria, sino como los gorilas, chimpancés y bonobos, que viven en
grupo, – necesidad para los bebés, durante al menos el primer año de vida, de
una relación intensa y amorosa con su madre, fundamental para el debido
desarrollo de su cerebro y que no se carguen de estrés y endurecimiento
emocional, – necesidad de asumir separaciones a poder ser sin traumas
(destete, ir con sus iguales a un lugar de socialización y estudio, el duelo por
rupturas amorosas o fallecimientos…), – de que la ―separación‖ de la madre
sea un proceso más natural porque la criatura ya siente colmada de ese amor,
y con la seguridad de que siempre estará ahí, busque espontáneamente la
autonomía, – necesidad de compartir el afecto de las figuras maternas o
paternas con la otra parte y los hermanos/as, – de relacionarse con los iguales
y el mundo y sus reglas (empezando por los juegos y juguetes), – de la
amistad, – de la sexualidad, el amor y la reproducción, maternidad y
paternidad, – del humor y de la risa – de la danza, algo de canto, algo de ritmo
musical, contar relatos, – de explicarnos el mundo, – del trato a los enfermos y
ancianos, empezando por los familiares, – de sentido de pertenencia hacia
círculos cada vez más amplios de la especie humana (hasta las generaciones
pasadas y futuras de toda la especie), – de la relación con otras especies y la
Naturaleza…, cuestiones básicas universales, a las que se ha dado respuestas
más o menos diferentes con resultados también diversos (unos más felices o
dolorosos que otros), según la civilización, el modo de producción.

Quiero detenerme en el punto ―– de que la ―separación‖ de la madre sea un


proceso más natural porque la criatura ya siente colmada de ese amor, y con la
seguridad de que siempre estará ahí, busque espontáneamente la autonomía,‖.
En las últimas seis décadas se ha extendido mucho la situación,
que contribuye al narcisismo, de que la criatura no puede tener esa saciedad y
seguridad de amor aunque su madre estuviese capacitada para dárselo, pues su
madre está demasiado tiempo ausente (ha debido ir a trabajar por un salario,
por necesidad y/o porque se supone que las cadenas del trabajo asalariado y la
competencia por escalar puestos profesionales es la forma en que la mujer
debe liberarse –¡como si eso hubiese supuesto alguna liberación para los
hombres y les hubiese librado de las formas más acabadas de alienación,
explotación, dominación y destrucción de vidas humanas generadas por el
capitalismo, desde las dictaduras a las guerras!-), ha dejado al niño/a
demasiado pronto en un centro al cuidado de un personal insuficiente y que
nunca podrá dar a la criatura la atención personalizada y amorosa que necesita
para sentirse colmada y segura. Sólo el descenso muy marcado de la natalidad
en los últimos lustros está obligando a facilitarla aumentando el tiempo
remunerado a las asalariadas (y autónomas) de permiso por maternidad. Pero
sigue siendo insuficiente para las necesidades de apego y desarrollo neuronal
y psicológico de la criatura. El permiso laboral para el cuidado de la criatura
debe aumentar todavía más, al menos como en Suecia que son 480 días (1 año
y 115 días o 16 semanas y 3 días) y en España 16 semanas o 112 días. (más
detalles en https://diariosanitario.com/suecia-un-paraiso-para-la-maternidad/ )

Durante los primeros meses después del parto debería ser ejercido por la
madre, por razones naturales biológicas y psicológicas que no debemos
ignorar y violar por el bien de ambas partes (sobre todo de la criatura, aunque
creamos que no pasa nada, sí pasa y se observará con el tiempo sobre todo).
La reclamación de igualdad económica, social y política, no puede ignorar
la diferencia natural y tratar a todos como si fuesen lo mismo. La maternidad
no es lo mismo que la paternidad, ni lo será nunca por mucho que el padre
participe desde el principio en el cuidado de los hijos/as, pues en el padre no
se producen los cambios biológicos y psicológicos de la madre en su relación
con la criatura, salvo que esté desnaturalizada por la represión sexual-afectiva
o el narcisismo, etc. Lo que debe hacerse en todo caso es compensar y corregir
las posibles consecuencias negativas de la diferencia, para que no haya
una desigualdad de recursos y de poder social. Y esto no debiera pasar
necesariamente por trabajar (eso es lo que el capital nos quiere hacer creer y
nosotras/os tragamos por el culto al trabajo –asalariado además-). La
independencia económica de la mujer-madre no pasa necesariamente por
trabajar, sino por tener recursos suficientes sin depender de nadie en
particular, sino de la comunidad (en nuestro caso, del Estado en tanto no lo
hagamos desaparecer). En la primera parte del permiso, debiera ser la madre
la que lo disfrute, y el padre participaría en su tiempo libre, y más tarde usará
el permiso, de lo contrario, quien sale perdiendo seguro, es la criatura, y al
final es toda la sociedad la que paga las consecuencias, aunque no se dé
cuenta de las causas. Y deben crearse las condiciones de facilitación y
compensación necesarias para que la maternidad no se retrase tanto, pues ya
es contra natura, y causa perjuicios a la larga, pues si la madre muere a los 85
años, el hijo/a puede tener sólo 55 años, y cuando se le muera la abuela, el
nieto/a puede tener 25-30 años.

¡Vale ya de confundir la liberación de la mujer con la de las burguesas


empeñadas en hacer su carrera como ejecutivas de empresa y caer en todas las
taras de los hombres. Y de concebir la igualdad según los parámetros del
capital, para el cual todo es igual, todo da lo mismo, con tal de que asegure su
beneficio!

Si la prioridad en el permiso de maternidad/paternidad, la debe tener la madre


y durante bastante tiempo, eso no quiere decir que el padre no pueda y deba
implicarse y mucho desde el primer momento. Es muy importante que
establezca un fuerte vínculo empático con la criatura, pues eso lo ablandará
también a él y hará que se resquebraje su coraza autoritaria y que por tanto
ejerza tanto de ―funcionario‖ del sistema empresarial-estatal para el formateo
del niño/a.

Por lo dicho, el narcisismo no se debe pretender superar por la imposición de


la autoridad (paterna) que impone un super-yo normativo (entonces caeremos
en la personalidad autoritaria), sino evitar por la satisfacción de la necesidad
del amor proveniente de la madre sobre todo (ha estado 9 meses en su vientre
y mamado de ella), la sensación de seguridad y pertenencia (a lo que sea la
familia en cada caso) y la búsqueda espontánea de autonomía, y así se evitaría
hasta el llamado complejo de Edipo, y luego la ―necesidad‖ de ―romper‖ con
la madre a cuenta de la autoridad del padre. Esto exige por tanto que la madre
tampoco esté sometida, que no tenga reprimida su sexualidad y capacidad de
amar, pues cuanto mejor, más libre y segura se sienta, mejor podrá dar amor a
su criatura.

Hay que tener cuidado con cómo manejamos el concepto del complejo de
Edipo. En la familia patriarcal, con la madre oprimida y reprimida ella en su
sexualidad y afectividad, se dificulta su relación espontanea y verdaderamente
amorosa con sus criaturas que quedan hambrientas de afecto, y por eso el
padre, desde el punto de vista de la criatura, se convierte en competidor de la
atención por la madre (también otros hermanos/as, de donde surgen los celos),
y el padre, para formatear a las criaturas en el autoritarismo para adaptarlas al
capitalismo, lucha contra los lazos que todavía unen a la criatura con su
madre, pues resultan demasiado ―blandos‖, ―femeninos‖, para la dureza e
insensibilización que exige el sistema. El resultado será que, el hijo sobre
todo, debiéndose identificar con la figura de autoridad, adoptándola como
muleta de fuerza aparente para una identidad real aplastada (la máscara o
coraza del yo), no habiéndose resuelto la carencia de amor, se buscará
compensarla con el poder sobre las cosas y las personas, a las que habrá de
controlar, y en el amor, ser celoso y posesivo, no sea que se vea privado ―otra
vez‖. Por tanto, el complejo de Edipo no es algo innato en el ser humano, sino
una reacción de defensa ante una carencia injusta. Lo ideal sería que no
hubiese esa carencia y por tanto tampoco esa reacción de defensa, no
apareciendo el complejo de Edipo. Pero que no se dé el complejo, no indica
necesariamente que no exista esa carencia, sino que la figura de la madre está
demasiado ausente como para crear ese vínculo, y también la figura del padre
como para verlo como un rival, o sea, mucho peor que cuando existe el
complejo. La ―superación‖ del complejo de Edipo, no es su resolución feliz y
madura, sino la renuncia definitiva y el acorazamiento, el endurecimiento por
el super-yo autoritario, o sea, peor. El narcisismo es pre-edípico, o sea, que ni
siquiera ha llegado a establecer el lazo con la madre que expresa el complejo
de Edipo, pues todavía tiene menos satisfecha su necesidad de afecto,
sustituida con la atención distanciada de los padres y la ofrecida a través de la
satisfacción oral y la reducción del estrés mediante el chupete y luego de las
mercancías (montones de juguetes, televisión, esmarfons ―niñera‖). De ahí
seguramente su búsqueda de ―compensación‖ del vacío interior provocado por
la carencia afectiva, a cuenta de una avidez sin límite (―pide cosas y se te
darán‖), y de ―compensación‖ de la sensación de fragilidad interna a cuenta de
la sensación de poder al acceder al ―mundo‖ y controlarlo con sólo apretar un
botón del mando a distancia o pasar el dedo por el esmarfon, y la satisfacción
de caprichos sobre cosas, sin aprender los límites realistas que aceptaría con
naturalidad si contase con la verdadera atención, amor y sensación de
protección y seguridad de los padres. El problema de la ―infantilización‖
narcisista no es que se haya ―pegado demasiado a las faldas de la madre‖ o
que ―la madre se lo consiente todo‖ y entonces deba intervenir la autoridad
paterna para poner las cosas en orden y permitir la maduración del niño/a, sino
que el niño/a ha recibo ―caricias de plástico‖ (como dirían en el Análisis
Transaccional), no verdadera atención y cariño y por eso sigue reclamando y
lo seguirá haciendo durante toda la vida, ―compensándose‖ con una imagen
inflada del yo, etc. El problema de nuestra especie desde hace algunos miles
de años no es ―demasiada madre‖, sino ―poca madre de buena calidad‖, no por
culpa de ellas, sino para empezar, del patriarcado, que necesita seres humanos
endurecidos para el mundo de la explotación, la dominación y la guerra.

Sin amor, no se puede apreciar realmente nada, nada es único y perfecto (pese
a sus defectos), ni puede emerger lo mejor de las personas; el primer gran
amor es (o debiera ser) el amor a la madre, y su amor hacia nosotros dura (si
nada lo estropea) hasta su muerte, y así el nuestro porque ella nos ha dado el
regalo más grande –y devaluado- del Universo, la vida; y si esto no existe,
aparecen los rasgos propios de los trastornos de personalidad (o como se los
quiera clasificar), con su escasa o nula empatía, no distinguir y valorar a los
seres humanos por lo que son, sino para lo que me sirven, etc. (léase en el
cuento “El principito” de Antoine de Saint Exupéry, el capítulo XXI de su
relación con el zorro y lo que éste le
enseña; http://bibliotecadigital.ilce.edu.mx/Colecciones/ObrasClasicas/_docs/
ElPrincipito.pdf ). Me contaba una enfermera veterana que había atendido
durante años a muchos enfermos/as próximos a la muerte que nunca había
oído que en sus lamentos llamasen al padre, siempre a la madre, y lo mismo
ocurre con los soldados heridos en combate, sobre todo si son jóvenes. Tal vez
empiece esto a cambiar con la mayor implicación del padre en el cuidado de
los niños/as. Dar a las criaturas todo el cariño y seguridad afectiva que
necesitan no las vuelve mal criadas, pues es natural en ellas responder al
cariño auténtico con cariño y fraternidad, aunque difieran en su expresividad
(véase, enlace antes, el video ―La revolución del altruismo‖).

Por eso, si queremos poner coto al desarrollo tanto del autoritarismo como del
narcisismo u otros trastornos de la personalidad debidos en gran parte a la
falta de amor, habría que asegurar cuatro cosas. Que la madre tenga una
sexualidad y afectividad maduras, no reprimidas, y que por tanto sea capaz de
dar mucho amor auténtico a su criatura. Que la madre no esté sometida a
nadie (para ello asegurar comunitariamente medios de vida suficientes para no
depender de un hombre ni de otra persona, lo que no quiere decir que no viva
con quien le parezca bien). Que se pueda dedicar de pleno a la maternidad
durante mucho tiempo (véase como orientativa la baja de maternidad en
Suecia). Que después se reintegre a una actividad fuera del hogar en la que no
haya explotación y dominación, pues esas relaciones condicionan la
personalidad y por tanto, el trato con las criaturas y la educación que se les da
para integrarse en ese mundo, por consiguiente, ésta sería en realidad la
primera condición.
Si no existiese una naturaleza humana psíquica, estable a través de los
tiempos, pese a sus diversas manifestaciones, no podríamos comunicarnos ni
entendernos hoy con personas de tribus de cazadores-recolectores que todavía
existen en África y sobre todo en el Amazonas, o nos resultarían
incomprensibles las obras de arte rupestre del Paleolítico, o del teatro griego,
o la Ilíada y la Odisea de Homero, la Biblia (sobre todo el Antiguo
Testamento), los escritos de los romanos, no podríamos admirar las esculturas
griegas y romanas, las pinturas romanas de Pompeya (lo de los egipcios, sus
gigantes de piedra y pirámides, ya es más especial, como los moái de la Isla
de Pascua), por corresponder a modos de producción tan alejados del
capitalismo.

Desgraciadamente, en lo psíquico, de partida, somos mucho más semejantes al


chimpancé que al bonobo (antes llamado ―chimpancé pigmeo‖); tenemos
menos en común con el gorila y menos aun con el orangután. Pero pese a eso
seguimos teniendo un fondo bondadoso (libro ―El cerebro altruista‖ de
Pfaff) que puede florecer en vez de truncarse como tantísimas veces ocurre y
como tiende a torcer la presión de las relaciones sociales de producción
capitalistas (trabajo abstracto, plusvalía, mercado, dinero) y su Estado
burgués. Según sea el trato que se dé al ser humano desde el nacimiento,
puede llevar a una psique equilibrada y al florecimiento de sus cualidades más
creativas y respetuosas con la vida, o a la más desequilibrada, destructiva con
su semejantes, los demás seres y él mismo (desde las autolesiones al suicidio);
a una vida apacible o al sufrimiento extremo. Es decir, que existe un
―mecanismo‖ psíquico que pueden funcionar óptimamente o estropearse, que
es más o menos funcional o disfuncional a las necesidades de la vida en
general.

NOTA 14.- En cuanto a los temas de la alienación y el fetichismo de la


mercancía y el valor, sin duda es importante profundizar en esto, para
comprender mejor los obstáculos objetivos y subjetivos a los que nos
enfrentamos a diario, saber qué debemos superar en las tareas de la
transformación revolucionaria de la sociedad y abordar incluso antes. Pero
desde hace mucho tiempo, es muy urgente una revisión de la teoría de la
plusvalía que en algunos aspectos nos debería resultar casi evidente -como
creo haber demostrado en mi revisión de la misma-, y que –a diferencia de los
discursos sobre el fetichismo de la mercancía o de la alienación- tendrá una
utilidad clara desde ahora mismo en la intervención política de masas, en el
empoderamiento de la clase trabajadora.

NOTA 15.- Robert Kurz, en su libro ―El colapso de la


modernización‖ (1991, primera edición en español, en 2016, Argentina),
decía al final del mismo, antes del breve glosario, lo siguiente referente a la
revolución necesaria ―Esto sería de hecho una revolución, pero ya no donde
una ―clase‖ al interior de la forma mercancía (y construida por ésta)
―triunfe‖ por sobre alguna otra ―clase‖ como sujeto antipódico.‖ ―Para ello,
sin embargo, debe emerger primero un movimiento destituyente como fuerza
social, y esto sólo puede acontecer en la consciencia‖.

Kurz en la parte final del libro hace unas previsiones que en buena parte se
cumplieron con la crisis de 2007-8 (la primera edición del libro, en alemán, es
de 1991), lo que ya tiene un gran mérito, y sabemos que el futuro tenderá a ser
en sus grandes líneas como lo describe. Pero no ofrece como alternativa más
que una revolución en la conciencia sin saberse en qué sector social o clase
social podría darse, y a partir de que reivindicaciones impulsarse. De ahí la
desvalorización del posible papel de la clase trabajadora y de la lucha de
clases, y la dificultad para ofrecer una táctica que parta de los conflictos
existentes para elevarlos hasta el cuestionamiento de raíz del capitalismo.

Sin llegar a los extremos de Kurz, hace muchos años, de mi cosecha, sin tener
ni idea de los planteamiento de Kurz, ni de su existencia ni la de su corriente,
ni nada, ya me plantee la cuestión de la fuerza social (no clase) proletaria que
se debía levantar incluso contra sí en cuanto que clase, ya antes de la
revolución, pues en tanto que clase sólo puede persistir en su existencia si lo
es para el capital, sea bajo la forma privada, autogestionada o estatalizada. Y
aunque la superación de la clase lleve su tiempo, el objetivo debe estar
siempre muy presente en la conciencia y en las prácticas, a riesgo de
estancarse en el supuesto ―dominio de clase‖ que sólo llevaría a retroceder.
Una primera formulación pública de la fuerza social ya está en el capítulo I.-
La crisis de la militancia y del sujeto revolucionario de mi libro “[LIBRO]
Militancia, la crisis de finales de los 70 en España. Unas lecciones y
orientaciones para hoy” (10-12-2007, pero ya no se puede descargar el pdf,
que es donde estaba completo). Insistí en textos posteriores, y ya más
desarrollado y explícito hasta en el título, en el texto ―Proletariado del siglo
XXI: contra la alienación, ―contra sí‖ como clase, para sí como seres
humanos‖ (16-5-2008), lo que en ese momento (en España al menos) sonaba
a absurdo o error garrafal. Esos textos ya pueden volverse a localizar en Old
Kaos en la red. Pero para poder leerlos enteros es imprescindible la
recopilación que publiqué cuando ya no podían verse. Ahí van los
enlaces https://kaosenlared.net/libro-militancia-la-crisis-de-finales-de-los-70-
en-espa-a-unas-lecciones-y-orientaciones-para-hoy/ —-
https://kaosenlared.net/proletariado-del-siglo-xxi-contra-la-alienaci-n-contra-
s-como-clase-para-s-como-seres-humanos/ — — ―Recopilación textos de
Aurora Despierta en el viejo old.kaos‖ (29-5-2017) —- Recopilación
selección documentos de diciembre 2007 a diciembre 2011 en el viejo Kaos
en la red, en archivo PDF — http://kaosenlared.net/recopilacion-textos-
aurora-despierta-viejo-old-kaos-2/ — y descarga directa del archivo PDF
en http://kaosenlared.net/wp-content/uploads/2017/05/Recopilacion-textos-de-
Aurora-Despierta-en-OLD-KAOS-PDF.pdf . Si dos cabezas, sin ninguna
relación entre sí, y partiendo en buena parte de razonamientos diferentes,
llegan a una conclusión muy parecida, quizás no se trate de dos
extravagancias.

LIBROS de JAPPE y otros relacionados más o menos con la crítica del


valor: Algunos de los textos de Anselm Jappe disponibles en castellano son
los siguientes: Guy Debord (1998), en Editorial Ana-grama, Criticar el valor.
Superar el capitalismo (con Jordi Maiso y José Manuel Rojo) (2015), en
Enclave de libros. Y en la editorial Pepitas de Calabaza, los siguientes: El
absurdo mercado de los hombres sin cualidades. Ensayos sobre el fetichismo
de la mercancía (con Robert Kurz y Claus-Peter Ortlieb) (2009), Crédito a
muerte. La descomposición del capitalismo y sus críticos (2012) y Las
aventuras de la mercancía (2016). La sociedad autófaga. Capitalismo,
desmesura y autodestrucción (2019).

―El colapso de la modernización. Del derrumbe del socialismo de cuartel a


la crisis de la economía mundial‖ Robert Kurz 1991. Prefacio de Anselm
Jappe en 2016. Editorial Marat 2016 (en España lo distribuye Traficantes de
sueños). —— El Prefacio de Jappe se titula ―Elementos para una historia de la
crítica del valor‖. Otra traducción en archivo
pdf https://www.google.com/url?sa=t&rct=j&q=&esrc=s&source=web&cd=1
6&cad=rja&uact=8&ved=2ahUKEwiUjeWk2aPnAhWGO8AKHb5cDuI4Ch
AWMAV6BAgGEAE&url=https%3A%2F%2Frevistas.unc.edu.ar%2Findex.
php%2FNOMBRES%2Farticle%2Fview%2F21237%2F20765&usg=AOvVa
w0LT_irB31HCt9Lbtqlrz6Q —— — La primera sección del libro (17 páginas
de las 285 del libro) http://natxo.com.ar/wp-content/uploads/2016/12/El-
colapso-de-la-modernizacion-capitulo-1.pdf

―El colapso de la modernización‖ – 15 años después.- Entrevista a Robert


Kurz – https://www.exit-
online.org/link.php?%20tab=transnationales&kat=Espanol&ktext=El%20cola
pso%20de%20la%20modernizacion%20-%2015%20anos%20despues ——-
Entrevista a Robert Kurz: Nuevos y viejos combates 2004–
https://lapeste.org/2018/09/entrevista-a-robert-kurz-nuevos-y-viejos-
combates/ —- también en http://www.rebelion.org/noticia.php?id=11547 —
——- Una reseña de libro de Kurz, por Lorena Acosta Iglesias, pdf –
https://media.proquest.com/media/hms/PFT/1/3JLKB?_s=1IwOo0ZeWa%2B
CN0W%2BeXORlvab%2By4%3D ———– Una crítica trotskista a Kurz —
―Una revolución sin sujeto y un sujeto sin revolución (sobre el libro de
Robert Kurz, El colapso de la modernización)‖ Pablo Riednik – He
encontrado algunas coincidencias en la crítica , que se reconocerán en mi
texto- https://revistaedm.com/verNotaRevistaTeorica/328/una-revolucion-sin-
sujeto-y-un-sujeto-sin-revolucion-sobre-el-libro-de-robert-kurz-el-colapso-de-
la-modernizacion ———- Guía de bibliografía de la crítica del valor –
http://data.over-blog-
kiwi.com/1/48/88/48/20151017/ob_7bcca5_bibliografia-critica-del-valor-en-
cast.pdf ——– Roswitha Scholz –
https://es.wikipedia.org/wiki/Roswitha_Scholz ——- Roswitha Scholz – ―El
patriarcado productor de mercancías. Tesis sobre capitalismo y
relaciones de género‖ Pdf directamente descarga http://constelaciones-
rtc.net/article/download/815/869/ ——– ―Tiempo, trabajo y dominación
social. Una reinterpretación de la teoría crítica de Marx‖ (1993) Moishe
Postone. Madrid. Editorial Marcial Pons.2006. En internet puede aparecer
alguna edición en pdf. También en http://comunizar.com.ar/biblioteca/ ———
―Marx Reloaded. Repensar La Teoría Crítica Del Capitalismo‖ Moishe
Postone. Buscar en http://comunizar.com.ar/biblioteca/

ENLACES a sus textos o reseñas de sus textos o de su corriente: Anselm


Jappe – Guy Debord (Anagrama 1998) el líder situacionista – buscar
en http://comunizar.com.ar/biblioteca/ —— Carta de Debord a Jappe –
https://www.alasbarricadas.org/forums/viewtopic.php?f=24&t=55637 ——-
Anselm Jappe ―Espectáculo: fase suprema de la abstracción‖ (sobre Guy
Debord) — http://esfulletperdut.ourproject.org/wp-
content/uploads/2013/08/058-Guy-Debord.-Espectaculo.-Fase-suprema-de-la-
abstraccion-impresion.pdf

Anselm Jappe ―De lo que es el fetichismo de la mercancía y sobre si


podemos librarnos de él‖ — Es también el Prólogo de Jappe a textos de
Marx en El Capital, el apartado cuatro del capítulo I (―El carácter de fetiche
de la mercancía y su secreto‖) y el capítulo II (―El proceso de
intercambio‖), con una nueva traducción (ya no dice ―fetichismo de la
mercancía‖ sino el ―carácter de fetiche de la mercancía‖) en el libro publicado
por Pepitas de calabaza ―El fetichismo de la mercancía (y su secreto)‖ Karl
Marx — https://kmarx.wordpress.com/2016/12/04/de-lo-que-es-el-fetichismo-
de-la-mercancia-y-sobre-si-podemos-librarnos-de-el/

Anselm Jappe ―Ser libres para la liberación‖ –


https://lapeste.org/2014/08/anselm-jappe-ser-libres-para-la-liberacion/ —-
http://www.alasbarricadas.org/forums/viewtopic.php?t=53803 con
comentarios ; — http://www.semanario-
alternativas.info/archivos/2012/8%20agosto/229/PORTADA/paginas%20port
ada/Articulos/ser_libre.html —
https://enelhorizontedelacrisis.files.wordpress.com/2013/01/libres-para-la-
liberacic3b3n.pdf — http://el-radical-libre.blogspot.com/2012/08/ser-libres-
para-la-liberacion-anselm.html

Anselm Jappe ―¿Ya se volvió obsoleto el dinero?‖ —


http://alasbarricadas.org/forums/viewtopic.php?t=51723 —
https://www.jornada.com.mx/2011/12/23/opinion/018a1pol —
https://desobediencias.wordpress.com/2013/10/10/ya-se-volvio-obsoleto-el-
dinero/ — https://www.exit-
online.org/textanz1.php?tabelle=transnationales&index=3&posnr=187&backt
ext1=text1.php

Anselm Jappe ―Tesis sobre las raíces del mal‖ (un resumen de sus
posiciones) – – https://kaosenlared.net/tesis-sobre-las-raices-del-mal/ ——–
Anselm Jappe ―Cambiar de caballo‖ —
https://enelhorizontedelacrisis.files.wordpress.com/2013/01/cambiar-de-
caballo.pdf ——- Anselm Jappe ―Las sutilezas metafísicas de la
mercancía‖ — http://www.krisis.org/1998/las-sutilezas-metafisicas-de-la-
mercancia/

Anselm Jappe ―Trabajo abstracto o trabajo inmaterial. En el horizonte de


la crisis: teoría y crítica de la sociedad capitalista‖ Texto en el que se basó
la presentación de Anselm Jappe en la cuarta sesión del curso el 13 de abril de
2015, ―¿Más allá del fetichismo de la mercancía? La civilización del trabajo y
su descomposición―. El original italiano puede encontrarse en el libro Anselm
Jappe: Contro il dentro (Milano: Mimesis, 2013, pp. 15-34) ¿Trabajo abstracto
o trabajo inmaterial?.—
https://enelhorizontedelacrisis.wordpress.com/calendario-sesiones-
2015/anselm-jappe-trabajo-abstracto-o-trabajo-inmaterial/

Anselm Jappe ―Algunas buenas razones para liberarse del trabajo‖ —


https://lapeste.org/2017/12/anselm-jappe-algunas-buenas-razones-para-
liberarse-del-trabajo/ ——- Anselm Jappe ―Sobre la civilización del trabajo
y su descomposición‖ —
https://capitalycrisis.wordpress.com/2015/04/07/anselm-jappe-sobre-la-
civilizacion-del-trabajo-y-su-descomposicion/ ——– Anselm Jappe ―El gato,
el ratón, la cultura y la economía‖ con especial atención a la cuestión
del narcisismo (su génesis) y la infantilización de masas —- https://www.exit-
online.org/textanz1.php?tabelle=transnationales&index=4&posnr=156&backt
ext1=text1.php

Entrevista a Anselm Jappe en El Viejo Topo n 258-259 Julio de 2009 Sobre


decrecimiento — http://www.decrecimiento.info/2018/08/entrevista-anselm-
jappe.html ——- Entrevista ―Ningún problema actual requiere una
solución técnica Se trata siempre de problemas sociales‖ –
http://rebelion.org/noticia.php?id=255190 ——- Entrevista ―El fin del
capitalismo no será pacífico‖ — http://www.revistahincapie.com/anselm-
jappe-el-fin-del-capitalismo-no-sera-pacifico/ —– Entrevista con Anselm
Jappe sobre marxismo y la crítica al valor —
https://radiozapatista.org/?p=15965 ——– Entrevista Crítica del Valor.
Crisis terminal del capitalismo y movimientos emancipatorios —-
https://www.nodo50.org/ekintza/2018/critica-del-valor-crisis-terminal-del-
capitalismo-y-movimientos-emancipatorios/ ——- Entrevista a Anselm Jappe
en el diario El Confidencial (creo que no se puede poner el enlace por ser
diario de prensa) sobre su libro ―La sociedad autófaga‖ – ―La capacidad para
absorber las protestas es uno de los puntos fuertes del capitalismo‖ ——–
Acceso a textos de Jappe y otros –
https://enelhorizontedelacrisis.wordpress.com/bibliografia-recomendada/ —
— Enlaces a artículos de Jappe en español –
http://bibliotecacuadernosdenegacion.blogspot.com/2017/01/articulos.html —
——- Varios de JAPPE y de Maiso en – Constelaciones. Revista de Teoría
Critica. Vol.5 (2013) Teoría crítica de la subjetividad. www.constelaciones-
rtc.net — http://constelaciones-rtc.net/issue/view/49/pdf_5

«Anselm JAPPE – La société autophage. Capitalisme, démesure e


autodestruction» — por Alfonso Figuerido Francisco — http://constelaciones-
rtc.net/article/view/2865/pdf ——– ―JAPPE, A., Las aventuras de la
mercancía, Logroño: Pepitas de Calabaza, 2015‖ por Jorge del Arco Ortiz –
http://constelaciones-rtc.net/article/view/1537 —- http://constelaciones-
rtc.net/article/view/1537/pdf

―El tablero aúreo. Consideraciones sobre la teoría del valor en Robert Kurz‖ –
Clara Navarro Ruiz — http://constelaciones-rtc.net/article/view/1161 –
http://constelaciones-rtc.net/article/view/1161/pdf

web que empezó con la crítica del valor, con Robert Kurz (fallecido en 2012,
el 18 de julio, día tan especial para los españoles): GRUPO KRISIS en
español — http://www.krisis.org/navi/espanol/

Manifiesto contra el trabajo http://www.krisis.org/1999/manifiesto-contra-


el-trabajo/ —- Otro lugar para el texto https://lapeste.org/2017/01/grupo-
krisis-manifiesto-contra-el-trabajo/ —
otro https://capitalycrisis.wordpress.com/manifiesto-contra-el-trabajo-1999-
grupo-krisis/

Robert Kurz ―La degradación de la cultura‖ —


https://www.rebelion.org/hemeroteca/cultura/040429rk.htm —— Robert
Kurz – ―Las lecturas de Marx en el siglo XXI‖ – Prólogo a su libro ―Leer a
Marx‖ — https://www.rebelion.org/hemeroteca/izquierda/kurz290602.htm —
Capitulo V – https://www.mail-archive.com/marxist-leninist-
list@lists.econ.utah.edu/msg02929.html ——– Robert Kurz. ―Cañones y
capitalismo. La revolución militar como origen de la
modernidad‖ https://www.exit-
online.org/textanz1.php?tabelle=transnationales&index=4&posnr=106&backt
ext1=text1.php ——- Robert Kurz.- ―El doble Marx‖ – https://www.exit-
online.org/textanz1.php?tabelle=transnationales&index=4&posnr=107&backt
ext1=text1.php

Artículos de Robert Kurz en Rebelión –


http://www.rebelion.org/mostrar.php?tipo=5&id=Robert%20Kurz&inicio=0
——- Varios textos de Kurz “El pensamiento de Robert Kurz” —
https://web.archive.org/web/20110912060551/http://www.elortiba.org/kurtz1.
html —- http://www.elortiba.org/old/kurtz1.html

De “El libro negro del capitalismo” de Robert Kurz, el libro entero en


alemán https://www.exit-online.org/pdf/schwarzbuch.pdf . Partes en
portugués: —
Prólogo https://web.archive.org/web/20190613203758/http://www.obeco-
online.org/rkurz433.htm —- Introducción a la nueva edición de
2009 https://web.archive.org/web/20190613203548/http://www.obeco-
online.org/rkurz432.htm — Historia de la primera revolución
industrial, http://www.obeco-online.org/rkurz444.htm — otras partes del libro
: — http://www.obeco-online.org/rkurz442.htm — http://www.obeco-
online.org/rkurz440.htm — http://www.obeco-online.org/rkurz441.htm —
http://www.obeco-online.org/rkurz436.htm — http://www.obeco-
online.org/rkurz434.htm — http://www.obeco-online.org/rkurz435.htm –.
Pueden incluir más traducciones al portugués
en http://obeco.planetaclix.pt/ (en el enlace se ilumina y parpadea un NEW).

Una entrevista a Robert Kurz – Sobre el ―Libro negro del capitalismo‖


¿Una vida humana? Sólo sin mercado, estado y trabajo —
https://www.exit-
online.org/textanz1.php?tabelle=transnationales&index=2&posnr=102 —
también en https://www.aporrea.org/actualidad/a12031.html

Quién fue Robert Kurz — https://es.wikipedia.org/wiki/Robert_Kurz ——–


En memoria de Robert Kurz (1943-2012) – Miguel
León http://rebelion.org/noticia.php?id=153760

Una separación del grupo Krisis, y a donde se fue Kurz: Grupo Exit (Krise
und Kritik der Warengesellschaft ; Crisis y crítica de la sociedad mercantil )
Textos en español https://www.exit-
online.org/text1.php?tabelle=transnationales&index=4 — textos en portugués
y alguno en español — http://obeco.planetaclix.pt/ Muchas posibles entradas
organizadas por temas, autores, entrevistas, etc.

web francesa sobre la crítica del valor — http://www.palim-psao.fr/ —


http://www.palim-psao.fr/2015/10/bibliografia-en-castellano-critica-del-
valor-wertkritik.html —— Otra web en similar línea: Capital y crisis. Teoría
crítica del valor-trabajo – Pero solo anuncia seminarios sobre el tema –
https://capitalycrisis.wordpress.com/

Cristina Ventura ―¿Es posible una acción política partiendo de la teoría del
valor-trabajo?‖ — https://capitalycrisis.wordpress.com/2016/06/18/es-
posible-una-accion-politica-partiendo-de-la-teoria-del-valor-trabajo/
In memoriam, fallece Moishe Postone (1942-2018) —
https://vientosur.info/spip.php?article13656 —- Artículos de Daniel Tanuro
sobre la obra de Postone: — https://vientosur.info/spip.php?article11804 el 1
y su pdf https://vientosur.info/IMG/article_PDF/La-actualidad-de-la-teor-a-
del-valor-de-Marx_a11804.pdf —
; https://vientosur.info/spip.php?article11806 el 2 y su pdf –
https://vientosur.info/IMG/article_PDF/Tiempo-trabajo-dominaci-n-social-y-
destrucci-n-ecol-gica_a11806.pdf

Varios textos de la corriente y comentadores (descargable pdf)


en: Constelaciones. Revista de teoría crítica Núm. 8-9 (2017): Marx, la
Teoría Crítica y el presente: Legados, actualizaciones, reapropiaciones. —
http://constelaciones-rtc.net/issue/view/55 — http://constelaciones-
rtc.net/issue/view/55/pdf_7 —— Constelaciones. Revista de teoría crítica
Núm. 5 (2013): Teoría crítica de la subjetividad. — http://constelaciones-
rtc.net/issue/view/49 — http://constelaciones-rtc.net/issue/view/49/pdf_5 —–
Cuadernos de Negación https://cuadernosdenegacion.blogspot.com/ ——–
Cuadernos de Negación nº 11, dedicado al trabajo abstracto, el valor, la
plusvalía, la mercancía —
https://cuadernosdenegacion.blogspot.com/2018/05/nro11-contra-la-
valorizacion-de-la-vida.html

VIDEOS (fijándose en los que Youtube ofrece a la derecha, hay más y en


otros idiomas): Entrevista a Anselm Jappe sobre marxismo y crítica al valor
— https://www.youtube.com/watch?v=XwAXoTwYQC0 ——- Conferencia
Anselm Jappe – En busca de las raíces del mal (4 horas y media; es más
cómodo leerlo en sus artículos, muy pesado tener que traducir) —
https://www.youtube.com/watch?v=NT3Y3B2mlmk ——- Anselm Jappe y
la teoría crítica del valor Wertkritik en Pepitas de calabaza (es un comentario)
— https://www.youtube.com/watch?v=fe6CdrXVDQg ——- El fetichismo de
la Mercancía Karl Marx Anselm Jappe Pepitas de Calabaza wertkritik (es un
comentario) — https://www.youtube.com/watch?v=NZPh0CYtOpE ——— II
Seminario Internacional de reflexión y análisis Anselm Jappe (no está Jappe,
otra persona lee su texto ―Ser libres para la liberación‖ —
https://www.youtube.com/watch?v=2uSy3ZoIdHo ——– ¿Crisis o declive
del modelo capitalista? Sobre los limites internos de la acumulación del
capital – -(Jordi Maiso)- (sólo es sonido, por eso, ver en Audios, más
abajo) https://www.youtube.com/watch?v=QhbiORA7qpA —– Jordi Maiso –
Sujeto automático y emancipación —
https://www.youtube.com/watch?v=r9V2uEJ8SBA (también hay en Audios,
más abajo) —– Canal Instituto de Transición Rompe el
Círculo (capitalismo, energía, informática) —
https://www.youtube.com/channel/UCtTaeaDl9qHZKKmMaonFLCg/videos
. Web http://rompeelcirculo.org./ — http://mostolessinpetroleo.blogspot.com/
AUDIOS (en ivoox hay opción de descargar y guardar el archivo en el
ordenador): Anselm Jappe —
https://www.ivoox.com/Anselm%20Jappe_sb.html?sb=Anselm%20Jappe —-
Jordi Maiso —
https://www.ivoox.com/Jordi%20Maiso_sb.html?sb=Jordi%20Maiso ——-
¿Crisis o declive del modelo capitalista– Sobre los límites internos de
acumulación del capital –(Jordi Maiso) https://www.ivoox.com/crisis-o-
declive-del-modelo-capitalista-sobre-los-audios-
mp3_rf_11338614_1.html?autoplay=true ——— Jordi Maiso – Sujeto
automático y emancipación — https://www.ivoox.com/Sujeto-
autom%C3%A1tico-y-
emancipaci%C3%B3n_sb.html?sb=Sujeto+autom%C3%A1tico+y+emancipa
ci%C3%B3n ——- El ―patriarcado productor de mercancías‖. Debate
con Roswitha Scholz. Audio – https://www.traficantes.net/node/148344 ——
Jordi Maiso, presentación de Roswitha Scholz –desde el minuto
8:55 https://www.ivoox.com/sesion-6-estrategias-tacticas-audios-
mp3_rf_11534137_1.html?autoplay=true —— Lorena Acosta ―Robert Kurz y
Moishe Postone: dos propuestas de teoría crítica de la sociedad capitalista en
la actualidad‖ — https://www.ivoox.com/lorena-acosta-robert-kurz-moishe-
postone-dos-audios-mp3_rf_19597719_1.html

SOBRE el FETICHISMO de la MERCANCÍA : ―El Capital‖ de Marx de


tres libros (I, II y III), que la editorial Siglo XXI presento también en 8
volúmenes de bolsillo, edición de Pedro Scaron. Se puede descargar como zip
o sueltos en https://proletarios.org/ . Pueden leerse on line y descargar la
página htm (excepto el volumen 7 que corresponde a una parte del libro III
que no han incluido on line), en https://webs.ucm.es/info/bas/es/marx-
eng/capital.htm ——– Marx ―El Capital‖, libro primero (de tres) —
https://webs.ucm.es/info/bas/es/marx-eng/capital1/ — Marx El Capital, Libro
primero, cap. 1, Mercancía y dinero (donde pone [87] 4. El carácter fetichista
de la mercancía y su secreto ) — Marx El Capital, Libro primero, cap. 2, El
proceso del intercambio.

Isaak Illich Rubin – https://www.marxists.org/espanol/rubin/index.htm –


―Ensayos sobre la teoría marxista del valor‖ Cuadernos Pasado y Presente
53, 1974 — https://www.marxists.org/espanol/rubin/1928/isaak-rubin-
ensayos-sobre-la-teoria-marxista-del-valor-1928.pdf —– Isaak Illich
Rubin. Historia del pensamiento económico. Un breve repaso al
curso (1924) — https://www.marxists.org/espanol/rubin/1924/historia-pensa-
econ.htm ——– Fetichismo de la mercancía —
https://divulgacionmarxista.wordpress.com/2013/11/30/fetichismo-de-la-
mercancia/ ——- Audios sobre el fetichismo de la mercancía (tomadlo en
dosis moderadas,
aconsejo) https://www.ivoox.com/fetichismo%20de%20la%20mercancia_sb.h
tml?sb=fetichismo%20de%20la%20mercancia
Investigaciones sobre el papel del autoritarismo

Constelaciones. Revista de teoría crítica Vol. 10 (2018): Violencia


socializadora y dinámicas autoritarias en el horizonte de la crisis. —
http://constelaciones-rtc.net/issue/view/135 — http://constelaciones-
rtc.net/issue/view/135/pdf_8

El clásico “El miedo a la libertad” de Erich


Fromm, http://ciudadanoaustral.org/biblioteca/04.-Erich-Fromm-El-miedo-a-
la-libertad.pdf ; también una obra muy especial, la histórica investigación-
encuesta a trabajadores/as alemanes entre 1929-31 (previa a la subida de
Hitler al poder), reveladora de aspectos importantes de su mentalidad y
psicología, dirigida por el Instituto de Investigación Social (del que surge la
llamada Escuela de Frankfurt), publicada por Erich Fromm, con el
título “Obreros y empleados en vísperas del Tercer Reich. Un análisis
psicológico-social” editorial Fondo de Cultura, 2012; y “Estudios sobre la
personalidad autoritaria” de Th. W. Adorno, en Escritos sociológicos II,
vol. 1, Akal; aunque no supera el punto de vista del ala izquierda del burgués
Partido Demócrata de los EEUU, tiene algunas cosas interesantes el libro de
George Lakoff ―Puntos de reflexión. Manual del progresista‖ Península
2008. Una reflexión con un text en https://g7e9.wordpress.com/2011/12/01/la-
personalidad-autoritaria/

OTROS AUTORES RECOMENDADOS. Aunque tengo mis divergencia,


una aportación importante, incorporando una problemática tan echada de
menos en el marxismo como es la psicología social e individual, es el libro
de José María Chamorro “Capitalismo, izquierda y ciencia social. Hacia
una renovación del marxismo” (Gavagai, España, 2019, 581 páginas, tamaño
grande, letra pequeña, muy denso). Como es una editorial poco conocida, de
escasa difusión, para haceros una idea del contenido del libro copio de la
contraportada ―Este libro tiene tres partes. En la primera se expone una
renovación de la teoría marxista por la vía de remediar su gran carencia; pues
siendo el marxismo una teoría general de la sociedad, no integra, como sería
necesario, una teoría psicológica en su núcleo. Esa carencia, que en tiempos
de Marx era disculpable, pero no en el presente, ha perjudicado el desarrollo
de temas marxistas fundamentales, como el de la ideología, el de las clases
sociales, el de la revolución como puerta de entrada al socialismo y el de la
fabricación del ―hombre nuevo‖. Hoy puede encontrar remedio si se utilizan
de manera adecuada los materiales y conceptos que han ido ofreciendo, desde
los años 40 del pasado siglo, las disciplinas básicas del campo de la ciencia
social, así como la teoría de sistemas y la cibernética. En la segunda parte se
utiliza la teoría marxista así renovada para desarrollar una crítica al
capitalismo (incluido el más ejemplarmente socialdemócrata), y no sólo a su
economía, sino ante todo a sus formas de socializar (de fabricar a los
individuos) y a su naturaleza de plutocracia disfrazada, que hace al
capitalismo incompatible con la democracia. En la tercera parte se reflexiona
acerca de cómo debería organizarse una izquierda anticapitalista y cuáles
deberían ser sus tareas fundamentales, lejos de apremios del electoralismo que
caracteriza a los partidos políticos prosistema, imitados por la izquierda
marxista.‖ ——– Jean-Léon Beauvois –―Tratado de la servidumbre
liberal. Análisis de la sumisión.‖ Con prólogo de Slavoj Zizek. Editorial La
Oveja Roja. 2008, 270 páginas.

Corsino Vela .- Capitalismo terminal. Anotaciones a la sociedad


implosiva — https://traficantes.net/libros/capitalismo-terminal — Corsino
Vela.- La sociedad implosiva — https://traficantes.net/libros/la-sociedad-
implosiva — Corsino Vela y otros – No le deseo un Estado a nadie. A
propósito del “conflicto catalán” seguido de unas consideraciones para
entenderlo. Pepitas de Calabaza. 2018. ——— Audios. Sobre Corsino Vela,
―La sociedad implosiva‖ —
https://www.ivoox.com/sociedad%20implosiva_sb.html?sb=sociedad%20im
plosiva — Sobre Corsino Vela ―Capitalismo terminal‖ –
https://www.ivoox.com/capitalismo%20terminal_sb.html?sb=capitalismo%2
0terminal —- Sobre Corsino Vela —
https://www.ivoox.com/Corsino%20Vela_sb.html?sb=Corsino%20Vela ——

De mis textos, recomiendo para el caso esta brevísima selección: ―Pensiones


y nuevo ministro de la austeridad y la derrota‖ (15-1-2020) — un balance
y una propuesta https://kaosenlared.net/pensiones-y-nuevo-ministro-de-la-
austeridad-y-la-derrota/ ——- ―Plusvalía y ganancia. Revisión urgente de
una teoría necesaria‖ (9-1-2020) — un planteamiento nuevo de la teoría de
la plusvalía — https://kaosenlared.net/plusvalia-y-ganancia-revision-urgente-
de-una-teoria-necesaria/ ——- ―Horizonte 2050, superando el capitalismo o
condenados‖ (20-12-2019) – estudio de la cuestión del colapso, y propuesta
mundial de un eslogan-marco para la confluencia de las luchas y la
elaboración política, sucesor del de ―Otro mundo es posible‖ — —
https://kaosenlared.net/horizonte-2050-superando-el-capitalismo-o-
condenados/ ——– «―Ética para máquinas‖ de Latorre. La I.A. psicópata.
Llamamiento» (19-11-2019) — un extenso estudio sobre el peligro para la
Humanidad de la Inteligencia Artificial General y una orientación política
contra ella https://kaosenlared.net/etica-para-maquinas-de-latorre-la-i-a-
psicopata-llamamiento/ ——- ―Pensionistas ¿Así les traicionarás? Guía
para vencer‖ (14-3-2018) —- http://kaosenlared.net/pensionistas-asi-les-
traicionaras-guia-para-vencer/ ———- ―Cuenta atrás hacia el colapso, y
nosotros ¡en Babia!‖ (23-6-2017) —- http://kaosenlared.net/cuenta-atras-
hacia-colapso-babia/ ———- ―Programa político. Más allá del electoral, de
mínimos-máximos y de transición‖ (14-3-2017) — la crítica que ya hace un
siglo necesitábamos — http://kaosenlared.net/programa-politico-mas-alla-del-
electoral-de-minimos-maximos-y-de-transicion/ ————- ―Capitalismo:
modo de vida decadente. Notas sobre estrategia y táctica‖ (20-10-2016) –
Libro, archivo PDF de 200 páginas — http://kaosenlared.net/capitalismo-
modo-de-vida-decadente-notas-sobre-estrategia-y-tactica/ —- Para descargar
directamente el archivo pdf — http://kaosenlared.net/wp-
content/uploads/2016/10/Decad-capit-estra-tact-EN-PDF1.pdf ———– ―El
Mayo del 68 real, contado a la generación 15M y del precariado‖ (11-5-
2016) — con versión PDF con imágenes, —- http://kaosenlared.net/el-mayo-
del-68-real-contado-a-la-generacion-15m-y-del-precariado/ — Enlace directo
a la versión pdf http://kaosenlared.net/wp-content/uploads/2016/05/Mayo-68-
para-15M-en-PDF-a.pdf ——— ―Tu enemigo está en ti. Mírate en este
espejo. Una clave de lo que nos pasa‖ (29-3-2016) con un análisis detallado
del concurso-experimento ―La zona extrema‖ del documental ―El juego de la
muerte‖—— http://kaosenlared.net/tu-enemigo-esta-en-ti-mirate-en-este-
espejo-una-clave-de-lo-que-nos-pasa/ ——-―2030. Crisis energética y
capitalista. Lucha laboral, de clases y la izquierda. Orientaciones.
Campaña Marco. PDF‖ (2/3/2015) —– con versión PDF —
http://kaosenlared.net/2030-crisis-energetica-y-capitalista-lucha-laboral-de-
clases-y-la-izquierda-orientaciones-campana-marco-pdf/ — Y directamente al
archivo pdf — http://kaosenlared.net/wp-content/uploads/2015/03/Horizonte-
2030-en-pdf.pdf

Para ACCEDER a mis artículos, informes y libros. Los artículos del 11


de enero de 2015 hasta hoy, los podéis encontrar poniendo
esta nueva dirección https://kaosenlared.net/autor/aurora-despierta/ a la que
también os lleva si hacéis clic en mi nombre en el artículo. Para vuestra
comodidad, tenéis la relación y enlaces correctos a los textos previos al 20-10-
2016 en ―Capitalismo: modo de vida decadente. Notas sobre estrategia y
táctica‖ (20-10-2016) – Libro, archivo PDF de 200 páginas —
http://kaosenlared.net/capitalismo-modo-de-vida-decadente-notas-sobre-
estrategia-y-tactica/ —- Para descargar directamente el archivo pdf —
http://kaosenlared.net/wp-content/uploads/2016/10/Decad-capit-estra-tact-
EN-PDF1.pdf —– Ahí funcionan los enlaces de los artículos desde el día 21-
12-2011 hacia hoy, y también la descarga de los archivos pdf adjuntos, aunque
los artículos anteriores al día 15-1-2015 (cuando se adoptó el sistema Word
Press) se hayan pasado en diciembre de 2019 al Old Kaos y pone como
autor/a no su nombre sino el común a todos de ―Autor de Old Kaos‖ (ese
nombre se llega a prolongar, compartiendo con la previa denominación
genérica de autor, hacia atrás hasta el 21-10-2011) y los anteriores al 17-12-
2011 como común ―Autor de Kaos 2014‖, que corresponde al old kaos
original (se prolongan hacia atrás hasta el 7-11-2003). Pero yo empecé a
publicar en kaos a finales de 2007. Os recomiendo que os descarguéis los
archivos pdf, no sólo por su interés, sino por si hubiese más cambios en la
web que llevasen a que se perdiesen. Desde el 26-5-2014 para atrás ya no
están accesibles para descargar los archivos pdf. Los míos previos al 11-12-
2011 corresponden a lo que antes de diciembre de 2019 y durante años fue
el Old Kaos en la red. En los años recientes los artículos fueron inaccesibles
al estar desactivado old-kaos. Ahora se puede acceder, pero las direcciones
URL se han modificado, por tanto, no sirven los enlaces que incluí en mis
documentos. Tampoco figura como autor/a el real, sino uno genérico como
―Autor de Kaos 2014‖, y los archivos pdf adjuntos han desparecido. Pero los
míos se pueden identificar porque en el texto tenía la costumbre de explicar
cómo localizar fácilmente mis materiales, por lo que ponía mi nombre. Para
conocer los míos más importantes tenéis la ―Recopilación textos de Aurora
Despierta en el viejo old.kaos‖ (29-5-2017) —- Recopilación selección
documentos de diciembre 2007 a diciembre 2011 en el viejo Kaos en la red,
en archivo PDF — http://kaosenlared.net/recopilacion-textos-aurora-
despierta-viejo-old-kaos-2/ — y descarga directa del archivo PDF
en http://kaosenlared.net/wp-content/uploads/2017/05/Recopilacion-textos-de-
Aurora-Despierta-en-OLD-KAOS-PDF.pdf –. Los últimos cambios en la web
de kaosenlared han hecho que desaparezcan los comentarios que ya había en
los artículos. Eso ha supuesto una pérdida importante en aquellos en los que
mediante los comentarios había profundizado o aportado datos y pruebas
relevantes a cuestiones planteadas en el texto y mantenido un debate
interesante con algunos de los comentaristas.
https://kaosenlared.net/la-sociedad-autofaga-de-jappe-capitalismo-y-
narcisismo/?fbclid=IwAR0z8So4xIH8ZvD0nNEQnff9EsIgojMWwPjDUzyYqTk10BLJn82no9jF4EI

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