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Javier Abdala /Femando Álvarez Cozzi /Ignacio Bajter /Albert Bensoussan /Elvira Blanco /Lisa Block de Behar

Alexis Borla /Miguel Angel Campodónico /Pablo Cohén /Francisco Cunha /Elvio E. Gandolfo /Manuel García Rey
Héctor Iván González /Horacio Guerriero /Carlos María Gutiérrez /Fermín Hontou /María José Larre Borges /Oscar Larroca
Alvaro Lema Mosca /Carlos Maggi /Bruno Martinelli /Gustavo Martínez /Daniel Mazzone /Carlos Pellegrino
Claudia Pérez /Cristina Peri Rossi /Femando Rius /Alvaro Rodríguez de León /Emir Rodríguez Monegal /Jaime Roos
Hermenegildo Sábat / María Inés Silva Vila /Joaquín Torres García /Noemí Ulla /Silvia Viroga /Ariel Zúñiga
MALDOROR
Revista de la Ciudad de M ontevideo
sumario 5 Introducción / Lisa Block de Behar
6 La adultez, ese "Infierno tan temido" / Gustavo Martínez

12 Entrevista a Carlos Maggi / Pablo Cohén


18 Biografía novelada de J.C.O. / Femando Rius
20 Comparación, náusea y silencio en Tiempo de abrazar / Claudia Pérez
26 Carta a Onetti / Alexis Borla
30 Yo dormí en la cama de Onetti / Miguel Ángel Campodónico
34 El lugar Onetti / Daniel Mazzone
38 Juan Carlos Onetti cuando ya nos importa / Albert Bensoussan

MALDOROR 42 Una vasta conspiración de engaño / Elvira Blanco


Revista de la Ciudad
de Montevideo
48 Onetti, su vicio, su pasión y su desgracia / María Inés Silva Vila
N° 31 - Nueva Época
Setiembre de 2015 50 Entrevista con Jaime Roos / Pablo Cohén

maldorormontevideo@gmail.com 52 Tiempo de abrazar en su tiempo / J. Manuel García Rey


58 Juan Carlos Onetti / Elvio E. Gandolfo

62 Juan y los otros / Alvaro Lema Mosca


Director y Redactor Responsable
Carlos Pellegrino 66 La Santa María onettiana y la huida / Héctor Iván González

Consejo Editor 70 Última cita / Cristina Peri Rossi


Lisa Block de Behar
74 Juan Carlos Onetti: Cuando entonces o la (im)posibilidad de nombrar /
M iguel Ángel Campodónico
Silvia Viroga
Coordinación en Brasil
80 Vivir es soñar: la evasión en el primer Onetti / Bruno Martinelli
M anuel da Costa Pinto
NelsonAscher 86 Evocación de Juan Carlos Onetti / Noemí Ulla

Corrección y traducción 90 ¿Adaptación o transposición? de "Jacob y el otro" a "M al día para


Arturo Rodríguez Peixoto pescar" / María José Larre Borges

Diseño Gráfico 94 Utopía de un hombre que está aburrido / Lisa Block de Behar
Femando ÁlvarezCozzi
104 Cosas que suceden... / Ariel Zúñiga L.
ISSN: 1688-3551 108 La imagen poseída. Un comentario sobre Onetti y la descripción /
Ignacio Bajter
114 La nota en la novela / Alvaro Rodríguez de León
Imágenes de Pablo Abdala,
Fernando Alvarez Cozzi, 116 Mi primer Onetti / Emir Rodríguez Monegal
Francisco Cunha,
Fermín Hontou (Ombú), 120 Documentos
Horacio Guerriero (Hogue),
Oscar Larroca, 130 Datos biográficos
HennenegildoSábat (Menclii),
Joaquín Torres García. 135 Carlos Pellegrino (1944-2015)
La escritura en Onetti, áspera y prístina desde El pozo a
Dejemos hablar al viento, inaugura el surgimiento de la
n o v ela n u ev a la tin o a m e rica n a . C o sm o p o lita y
metropolitana, rompe el límite asfixiante del Uruguay
sin solazarse en lo prosaico y oficinesco ni en la divisa
regional. Escritor de linaje universal, él nos visita desde
el doloroso mundo de la náusea y su sublimación.

Carlos Pellegrino
Retrato de Onetti, J¡ :oto: Sandra Marroig
i bien prevaleció el criterio editorial
in mde
edpublicar
iata y con ocid a, a qu ien escrib e le consta qu e la
revistas que trataran temas y géneros diversos, contemporaneidad puede serle ajena y su tarea, determinada
abordados por autores procedentes de nuestro por la escritura, apela a la diferencia, que es su condición
país, de la com arca y de otras regiones del inevitable. Bastante ya se ha teorizado sobre esas ambivalencias
m undo, con m enor frecuencia pero igual con que la literatura cuenta.
convicción MALDOROR, Revista de la Ciudad Soslayando entonces las razonables conmemoraciones, no
de Montevideo, dedicó números íntegros a atender a un autor se cuestiona publicar ahora, con un atraso que las deroga, una
en particular o a d iscurrir sobre un contenido definido. serie siem pre vigen te de in v estig acio n es, ev o cacion es,
Atendiendo a esas dualidades y, sobre todo, considerando que caricaturas y ficciones, reunidas en una revista nacional
la precisión de las fechas suele ser un pretexto válido para dedicada a Onetti. ¿Cómo contextualizar la hondura crítica de
llevar a buen término proyectos que no pasaron de tales, esta los trabajos consagrados por estudiosos de la literatura con
vez, al recordar, en junio del 2014, que se cumplían 20 años de otros escrito s de carácter p aród ico? ¿O altern arlo s con
la m uerte de Juan Carlos Onetti, M ALDOROR se propuso estampas que evocan vividas aventuras personales de quienes
convertir en celebración el pesar de su ausencia. lo co n o cieron m ás o m enos fu g azm en te y refieren sus
De ahí que se haya decidido dedicar el presente número al aproxim aciones al autor o a sus narraciones? Legendaria, ya
reconocimiento de este autor muy uruguayo y muy mítico a la no es posible descartar la epopeya urbana, vernácula y
vez, de valiosa producción y de igual o mayor fortuna crítica. autóctona que forjan las obras de Onetti, una prolongación
No le faltó ni le falta a Onetti el ponderado aprecio de sus afortunada en la que se cruzan las irreverencias de la ficción
pares, escritores o críticos, de profesores estudiosos que cuando es parodia y homenaje, afinidades más de tono que de
analizan sus cuantiosas páginas, sus dichos sentenciosos, la tenor, textos narrativos, epistolares, poéticos que tienen a este
indolencia desconcertante de sus gestos y se rem ontan a autor como nombre propio común. El común denominador de
investigar sus influencias, tanto las del escritor que quiso una misma reverencia transgresiva, una suerte de veneración
adoptarlas como las ansiadas por autores que intentan acceder, a contrapelo que el registro burlón habilita. La ironía, la parodia
que es querer y ceder, a su aura. Son generaciones de fieles o y el sarcasmo no están ausentes de sus escritos como tampoco
cism áticos epígonos que siguen leyendo sus escritos com o si de las caricaturas de Onetti que aquí se publican. De rasgos
sigu ieran, co n trad icto rio s, los p aso s de una p asivid ad cargados, no excluyen la entrañable complicidad que el autor
memorable. entabla con sus personajes, esas figuras sombrías que anima y
Sin em bargo, las precariedades materiales inherentes al lo imitan. Insólito errante en calles y callejones, sin apartarse
régim en de revistas explican una vez más la periodicidad de la quietud del lecho, una postración querida la suya que
discontinua de MALDOROR que ha hecho de la incertidumbre emularía, tal vez sin proponérselo, la reclusión en la que Marcel
su paradójica tradición, apartándola de las cronologías y sus Proust, de salud quebrantada, se protegía del ruido y de su
puntuales convenciones. Por eso, también en esta oportunidad, mundanal acontecer para imaginarlo mejor.
parece necesario distinguir las causas de las cosas y prescindir N i lo s tem as n i lo s p la n teo s fu ero n su g erid o s a los
de las circunstancias que las provocaron. Si fue el carácter colaboradores que han contribuido a la realización de este
rotundo del aniversario el m otivo celebratorio de la pu­ núm ero y a quienes se formula el m ayor agradecimiento. Al
blicación, ahora ya no son las fechas redondas las que la leerlos reunidos, no deja de sorprender que los distintos
ju s tific a n . S u sp en d id a s p o r el q u eh a cer lite ra rio , las trabajos propuestos se com binen y se complementen entre sí
circunstancias de lugar y de tiempo son marcos lábiles -e s sin repetir tramas ni referencias, com o si el sabio azar, que
redundante decirlo- que la imaginación del autor sabe superar. favorece las coincidencias, las hubiera eludido. Q]
Aun en los casos en los que se interesa por una realidad L .B .d e B .
LA ADULTEZ,
ESE "INFIERNO
TAN TEMIDO''

Gustavo Martínez
i algo nos ha revelado Onetti es vengan
que existe
a élalgo
en lugar de tratar de infundirles vida y de hacerlas
mucho peor que la muerte de Dios y es la acción existir por sí mismas: "D espu és apagué la luz y me di vuelta
de una "d iv in id a d " crasam ente hum ana, esperando, abierto al torrente de im ágenes" (EP, 27). No basta
mediocre e irrelevante, capaz únicamente de con una mera actitud de disponibilidad. La vida breve no existe
propagar su propia medianía en seres creados por sí sola como para que acuda con solo esperarla. Debe ser
a su im agen y sem ejanza, para habitar un creída y creada m ediante un esfuerzo prolongado de la
"m undo" (ciudad apenas: Santa María) donde todo "se marchita im aginación y la voluntad, que haga posible ese tránsito
y degenera"1. Ese ya no pequeño sino ínfimo "d io s " se llama iniciático desde la realidad falsa y falseadora a la plenitud de
Juan M aría Brausen y, en La vida breve, consigue realizar el esa vida breve donde el individuo puede ser y existir en un
milagro (gracias a Onetti, no el que le alquila la mitad de una todo acorde con sus exigencias más íntimas. A diferencia de
oficina, ¿qué otra cosa podría alquilar Brausen que no fuera la Brausen, Linacero no se da cuenta de que la vida breve no es,
mitad de algo?, sino el otro, el real) de crear un universo ficücio ni podría ser nunca por su mism o carácter trascendente, una
y marcharse a vivir en él: "A hora la ciudad es mía, junto con el "recom pensa"8, como él piensa. Aparte de que no hay nada en
río y la balsa que atraca en la siesta"2. De este modo, gracias a su forma de ser y de vivir que lo haga m erecedor de una. El,
la fuerza de su im aginación y a la intensidad, fruto de la además, es demasiado escéptico como para lanzarse a una
desesperación, con que se entregó a ella, pudo escapar de una em presa tan absorbente como aquella a la que se entrega
existencia sin alicientes ni gratificaciones sobre la que se han Brausen".
precipitado y continúan haciéndolo todo tipo de golpes y Pero, como decíamos antes, una cosa es el acto de creación y
frustraciones: la ablación de un seno sufrida por su esposa otra su resultado. Hacer nacer de la nada10 a Santa M aría no
Gertrudis, el abandono por parte de esta y la pérdida del trabajo. implica necesariamente que esta sea un mundo superior a aquel
R ealizar la fantasía conjetu ral de Borges acerca de la en que vive y del que escapa su creador. Por el contrario, resulta
posibilidad de insertar mundos ("Tlon, Uqbar, Orbis Tertius") ser un fiel reflejo de este, de las limitadas perspectivas y las
o seres ("Las ruinas circulares") ficticios o soñados en el ámbito acotadas dimensiones espirituales de Brausen. Nada de los
de lo real, no parece poca cosa. Pero Brausen, "e l sin confianza", tremendos conflictos y pasiones de Yoknapatawpha, de sus
el "p iénselo dos veces antes de decirlo" (VB, 33), el incapaz personajes excepcionales en sus prejuicios y odios, en su
"n o ya de ser otro, sino de la misma voluntad de ser otro" (VB, violencia y sus desvarios. N ada tam poco de la vitalidad
62), no está en condiciones de evitar, por ser él lo que es, que desaforada ni de las catástrofes apocafipticas de Macondo. La
las criaturas con que pobló su ciudad imaginaria terminen Santa M aría de Onetti no es de Onetti, com o Yoknapatawpha
siendo iguales a él en lo esencial: mediocres, egoístamente lo es de Faulkner y Macondo de García Márquez. Es una ficción
individualistas3, solitarios y hostiles a todo compromiso, puesto de segundo grado (nada hay de primer grado en la existencia
que lo que él buscaba al crearlas era "ser libre, ser irresponsable de Brausen, todo es a medias: esposa con un solo seno, media
ante los demás, conquistarme sin esfuerzo en una verdadera oficina y hasta ficción a medias con O n etti...) nacida de un
soledad" (VB, 310). Y si bien tendrá en Santa María su plaza, la perdedor, cuya única hazaña ha sido crearla, pero que no ha
del Fundador, y hasta su m onum ento ecuestre4 (todo un podido dotarla, como es lógico, de lo que él no tiene: grandeza
sarcasmo de O netti y no solo a costa de su personaje) am bos de alma, valores que den significado a la vida o por los que
no serán más que la consagración espacial y en bronce del valga la pena jugarse al menos, alguna pasión absorbente o,
conform ism o y la irrem ediable m edianía de la ciudad y los mucho menos aún, algo que se parezca al sentido comunitario
habitantes en los que se proyectó. En cuanto creación de o a la solidaridad. Nada, com o no sea la vocación por la
Brausen5, Santa M aría no es más que la versión ampliada de la abyección y el fracaso que caracterizan a Larsen. Y un médico
penuria todo terreno que caracteriza al departamento de su descreído, decepcionado y prescindente, que escucha mucho
Fundador, al de la Q ueca y, de añadidura, a la media oficina m ás de lo que se involucra y da testimonio a lo sumo de todo
que le alquiló Onetti. Espejo y retrato de la pequeñez espiritual aquello con lo que rehúsa comprometerse.
y moral de Brausen del mismo modo que la estatua (jecuestre Sin embargo, en ese mundo sin más horizontes que el de
para colmo!) de este es la radiografía de la mezquindad sin seguir repitiendo sin sobresaltos lo que se viene haciendo desde
a te n u a n tes qu e ca ra cteriz a a p rá ctica m e n te tod os sus siempre, hablar mal de los demás como toda aventura intelectual
pobladores (sobran dedos de una m ano a la hora de buscar y soliviantarse en nombre de una moral vacua contra un
excepciones). prostíbulo que más parece un hospicio para prostitutas ruinosas
El gran logro de Brausen, el único, consiste en el acto de que otra cosa, asom an aquí y allá algunos personajes que
creación, no en lo creado; en ese form idable y sostenido sofocados por la atm ósfera de inercia espiritual y aním ica de
esfuerzo por trascender las m iserias de su vida presente (de Santa María, como Brausen lo estaba por la de su vida en Buenos
ese penoso vivir sin ser que ha sido su vida hasta el momento Aires, se evaden m ediante la locura o el suicidio. Se trata de
en que forja Santa María) que se narra en La vida breve. D e esa personajes femeninos, más abrum ados aún que los varones
voluntaria conjunción liberadora de frustración, desesperación por la mezquindad ambiente, debido el cúmulo de prejuicios y
e im aginación que le perm itió instaurar ese peculiar modo (y tabúes que pesan especialmente sobre ellos.
su ámbito, y sus protagonistas) de ser y existir que da título a Hay uno, sin embargo, el que motiva nuestro interés y el de
la novela. Esa vida breve que lo libera de todo lo que le negaba este artículo, que no se resigna a la auto-destrucción (aunque
"la totalidad del aire irresponsable", de todo lo que lo privaba "d e de todos modos la practica) y que resuelve hacer justicia (a su
la atm ósfera de la vida breve" (VB, 209-210), obligándolo a manera enferm a y retorcida, ¿pero es que hay algo que no lo
actuar en contra de sus inclinaciones y deseos más auténticos. sea en la Santa M aría de Brausen y su moral del proxeneta?) y
Esa vida a la que su precursor, Eladio Linacero, solo ocasional castigar el desengaño y la traición sufridos. Ese personaje es
y fugazmente accedía por no ser más que "u n pobre hombre Gracia César en " E l infierno tan tem ido", aquel donde no hay
que se vuelve por las noches hacia la sombra de la pared para fuego ni torbellinos incesantes, sino tan solo una cám ara
pensar cosas disparatadas y fantásticas"6. Por no tener la fe7ni foto gráfica qu e registra la sord id ez sin aten u an tes y la
la voluntad de Brausen y esperar pasivamente que esas "cosas" convierte en espejo de una mediocridad que todo lo degrada.

7
Aunque no lo sabía, Gracia César era una vocacional de la reservas de energía aún intactas (o que ella cree que lo están) y
vida breve, vivía para ella, para hacerla realidad en una existencia a la espera de una oportunidad las que la atraen hacia él. Pero
de pura intensidad em otiva, de lealtad a lo que se cree, de lo suyo no es un arrebato más o menos ciego, sino una elección
pasión irrestricta y entrega incondicional a lo que se ama. Una meditada (como lo será también su venganza) porque sabe
esp ecie de so brev id a d isp u esta siem pre a ren ov arse y muy bien lo que está en juego: no una mera aventura m ás o
experimentar con el fin de no estancarse en el no vivir cansino menos excitante; tam poco un m atrim onio convencional que
de la rutina. Gracia “estaba segura de la infinitud del universo padecer toda la vida. No, nada de eso, sino la realización "d e la
del amor, segura de que cada noche les ofrecería un asombro infinitud del universo del am or" (CC, 217). Es el absoluto en su
distinto y recién cread o"11. Tenía, en definitiva, convicciones, vida lo que Gracia César quiere y la incesante transfiguración
expectativas y proyectos, defectos todos en la Santa M aría de de esa vida por el absoluto. Por eso: "Durante muchos domingos
Brausen, condenados de antemano a la desilusión y el fracaso. le estuvo mirando en la plaza, antes de la función, con cuidadoso
Soñar no es recomendable en esa ciudad nacida, sin embargo, cálculo..." (CC, 217). Nada puede ser dejado al azar porque se
de un sueño impuesto a la realidad por la intensidad con que está jugando el valor y la significación de su existencia y su
fue soñado. Y no lo es porque ese sueño se quedó inevi­ persona.
tablemente empozado, apenas nació, en la mediocridad que Gracia César tiene 20 años y es virgen. Se ha conservado
pretendió dejar atrás porque esta era el material con que estaba voluntariam ente virgen a pesar de haber tenido dos parejas
hecho y la sustancia misma de quien lo soñó. Puesto que lo que antes de Risso: "H ab ía atravesado virgen dos noviazgos"
Brausen busca reconstruir (recuperar) a través de la vida breve porque "pensaba que el amor debía nacer y conservarse aparte,
son "lo s días hechos a la medida de nuestro ser esencial" (VB, no contaminado por lo que se hace para ganar dinero y olvido"
256) y ese ser esencial es de una grisura irremediable, no puede (CC, 215). Aunque pueda considerarse que ya ha entrado al
extrañar que la Santa M aría de la vida breve term ine siendo, m undo adulto puesto que trabaja (actriz de teatro, un trabajo
simplemente, la de la vida estrecha. Por algo la ciudad no es que la gente seria, "ad u lta", no suele aprobar, incluso hoy día,
más que un astillero en ruinas y un prostíbulo. U n prostíbulo cuando se trata sobre todo de sus hijas) por edad y por
que es un astillero de frustraciones y un astillero que es un mantenerse virgen es todavía, y m ás en el universo ficticio de
prostíbulo de ilusiones. U n lugar donde no se construye nada, Onetü, una adolescente, esto es, un ser no contaminado por las
donde se trafica con miserias. m iserias morales de la adultez, por sus renuncias y capitu­
G racia, por el contrario, bu sca u n absoluto, algo " n o laciones, con todas sus potencialidades de ser intactas, aún no
contam inado por lo que se hace para ganar dinero y olvid o" domesticada por y para la traición a sí misma, aún no integrada,
(CC, 215). Y ese algo es radicalmente distinto de lo que buscaba aún "apocalíp tica ".
Brausen. No es la irresponsabilidad solipsista de este, sino el Pero elige y lo hace mal. Porque Risso, para empezar, tiene
amor, es decir, un vínculo hondo y totalizador con el otro que 40 años y eso, desde la perspectiva de Onetti, es por sí solo una
hace que la existencia se vuelva significativa y auténtica: "só lo descalificación. N o se trata de la diferencia de edades. Aunque
se vive de veras cuando cada día rinde su sorpresa" (CC, 217). hubiese tenido diez o qu ince años m enos, nada habría
En cierto modo, Gracia parece ser la expresión de los mejores cambiado, porque Risso, con una u otra edad, sería lo mismo:
d eseos de B rau sen, com o el de hacerles co n ceb ir a los un adulto, es decir, un derrotado y un derrotista. Alguien que,
habitantes de la Santa M aría que había creado " e l am or como aun sin proponérselo, arrastra todo lo puro y pujante al pozo
un absoluto" y "reconocerse a sí mismos en el acto de amor y del vivir inautèntico. En la Santa María de Onetti, un adulto es
aceptar para siempre esta im agen" (VB, 296). Pero no de su un Larsen al acecho de alguien joven a quien entrampar en el
m áxim a realizació n , esa Santa M aría dom inad a por la prostíbulo de la adultez, de la vida com o mísera transacción
imbecilidad12, la maledicencia13, la mercia14y la falta de grandeza donde se vende el puro afán de autenticidad para obtener la
más aplastante15. Esa ciudad cuya topografía es la objetivación triste seguridad de un no ser sin sobresaltos. De pertenecer sin
simbólica de su chatura espiritual: "E l terreno de Santa María pertenecerse.
no tiene ninguna elevación de im portancia; la ciudad, la Lamentablemente, Risso no solo tiene 40 años, sino otros
Colonia, el paisaje total que puede descubrirse desde un avión, rasgos que no auguran nada bueno para alguien como Gracia.
baja sin violencia, llenando un sem icírculo hasta tocar el río; Es un cronista de hípica, no un verdadero periodista en busca
hacia el interior, la tierra es llana y pareja, sin otra altura notable de noticias importantes. Por lo general, los adultos de Onetti,
que la de los m ontes" (J, 155). En Santa María, no es solo el cualquiera sea su edad, ya no buscan nada. Y Risso es uno de
paisaje lo que baja, sino sus habitantes, succionados por el ellos. Lo suyo no es hacer nada creativo, por eso la primera
conformismo ambiente. Pero Gracia César no es de las que se imagen que tenemos de él no es la de alguien que escribe, sino
resigna a esa vida "llana y pareja" de un vegetar sin pasión ni que está "golpeando la m áquina" (CC, 213). De inmediato, la
sueños. repetición de "u n p o co " ("u n poco ham briento, un poco
Como su nombre lo indica, ese nombre donde se combinan enfermo", CC, 213) va creando en tomo a él un halo de medianía.
lo divino con lo imperial, lo cristiano con lo pagano, Gracia Risso siempre se queda a mitad de camino, salvo cuando al
César lo quiere todo y no está dispuesta a renunciar a nada, en final toma su decisión extrema. Las citas de la crónica que está
tajante contraste con la actitud habitual de los consabidos redactando ponen en evidencia lo convencional de su estilo. Y
p ob lad ores de Santa M aría, que viven, salvo con tad as la satisfacción que experimenta ante la gastada última frase
excepciones, por, para y en la renuncia. Tiene, además, una que acaba de escribir no contribuye en lo más mínimo a elevar
voluntad firme y sin fisuras16 (su otro punto de contacto y ya nuestra opinión acerca de él, como cronista al menos. Es más,
ninguno más con Brausen) de hacer realidad lo que cree y de a medida que el cuento se desarrolle, todos esos indicios se
vivir en función de ello. No es Risso quien la elige, sino ella a él convertirán en anticipaciones de futuras grandilocuencias,
porque intuye (no im porta que después él no esté a la altura) tanto más graves cuanto más huecas.
las p otencialid ades vitales latentes en su desesperanza: La profesión de cada uno no augura tampoco a la pareja esa
"adivinó que estaba amargado y no vencido, y que necesitaba unión auténticamente viva y perdurable a fuerza de inventiva
un desquite y no quería enterarse" (CC, 216-217). Son esas que am bos parecen desear, pero a la que solo uno de ellos

8
(Gracia) verdaderam ente aspira, y con todas sus fuerzas. misma tal com o es ("com prend id a") ni que la posibilidad de
Acabamos de referirnos al trabajo sin desafíos ni búsquedas y incidir en el modo de ser y de pensar ajenos ("con v en cer")
por el carril de lo esperable, de lo ya dicho hasta el cansancio, como a nivel de su vida personal procurará hacerlo con Risso.
que Risso desem peña sedentariam ente y sin entregar ni N o puede sorprender, en consecuencia, que ese hombre de
arriesgar nada de sí en la soledad acompañada, en la compañía prostíbulo todos los sábados, esto es, de falsa sociabilidad y
incomunicada, de la redacción17. No es casualidad que la "a m o r" fingido y tarifado, de "m ad ru gad as idénticas" y
primera im agen que tenemos de él sea, no la de un individuo actitudes repetidas, de una "siem pre flamante y triste corbata
con vida propia, sino la de un estereotipo: El Periodista: "Estaba de lu to "18(viudo de las ganas de vivir más que de su mujer) no
golpeando la máquina, un poco hambriento, un poco enfermo sea, como ella imaginó, "u n puente, una salida, un principio"
por el café y el tabaco, entregado con fam iliar felicidad a la (CC, 215). No comunica con el absoluto que ella ansia, no es
m archa de la frase y a la aparición dócil de las palabras" (CC, una salida sino una puerta cerrada hace tiempo y ya no es
213). Si esto pudiera decirse de O netti com o escritor, no capaz de em pezar nada. Tiene "e l som brero pringoso" (CC,
estaríamos celebrando su obra, su seguir vivo aun después de 217), com o lo están sus ideas y sentim ientos de toda la grasa
muerto. Risso está sentado, asentado y arrellanado en esa del conform ism o por el roce constante con Santa María y su
"fam iliar felicidad" que es la del redil, la de esa Santa M aría abulia derrotista. Todo en su imagen, aparte de ese sombrero,
donde " la única sabiduría aceptable era la de resignarse a sugiere que se ha abandonado, com o ese " g r a n cuerpo
tiem po" (CC, 217). De allí la docilidad con que las palabras indolente que él empezaba a dejar engordar" (CC, 217). Gracia
acuden a él, indicio de su propia domesticidad, de que repite César, en cambio, es toda voluntad y energía renovadoras. Basta
las que se vienen diciendo desde siempre sin poner nada suyo. con leer al respecto los dos prim eros párrafos de la sección 4
Vargas Llosa impuso con su talento una designación para los (la num eración es nuestra por razones de comodidad) donde
de su tipo: "escribidor". Y de mucho menos alcance que el de la se narra el com ienzo de la relación entre ambos. Todos los
tía Julia. Por algo ni siquiera se m enciona su nom bre cuando verbos principales (y son muchos) la tienen a ella como sujeto.
se lo muestra en su trabajo, en lo suyo, que es en realidad lo de A lo largo de toda la convivencia con ella, Risso parece capaz
otros, lo de siempre. Sólo empezará a tenerlo al final del tercer ú n icam en te de dos cosas: de u n ero tism o "fre n é tic o e
párrafo, cuando abra el sobre con la primera fotografía, porque indestructible" (CC, 217) y de hacer afirmaciones altisonantes
lo que le da una identidad que no merece, que lo saca de la que resultan huecas porque su form a de ser no condice en
mediocridad y lo estatuye com o individuo, es la excepcio- m odo alguno con ellas y, m ás que a G racia (no creem os que
nalidad de la experiencia a la que va a enfrentarse. respondan a un intento deliberado de engañarla, aunque de
Gracia César, por el contrario, no solo tiene nombre y apellido hecho lo hagan), parecen destinadas a convencerse a sí mismo.
sino que es actriz, alguien por lo tanto capaz de muchos roles, "T od o -insistía Risso-, absolutamente todo puede sucedemos
no de uno solo com o Risso, definitivamente instalado en el y vam os a estar siempre contentos y queriéndonos. Todo, ya
suyo de hombre m ortecino y amargo, que desempeña a toda sea que invente Dios o inventemos nosotros" (CC, 217). No es
hora y en todos lados (en la redacción, con Lanza, con su hija, casualidad que dos de las cuatro únicas veces en que "o ím o s"
con la que jam ás mantiene ni la sombra de un diálogo). Resulta el discurso directo de Risso en todo el cuento contengan
sintomático que a Gracia se la presente a partir de su imagen declaraciones semejantes. Se nos indica de esta manera lo
de actriz en las carteleras del teatro. Ella es lo que hace y está relevantes que son porque en ellas se compromete, siendo
dispuesta a hacer lo que quiere ser en la vida real también. No incapaz com o es de sostenerlas con sus actos, tal cual el lector
en vano a veces esa im agen aparece "c o n bigotes de lápiz o imagina mucho antes de que Gracia lo descubra. Si hay algo de
desgarrada por uñas rencorosas" (CC, 214). Santa María detesta lo que Risso no puede convencem os es que sea capaz de vivir
todo lo que sea cambio, transformación, aunque sea en imagen en permanente transformación, reinventándose cada día a sí
y sobre un escenario. Todo lo que le recuerde que es posible mismo y a su relación con la muchacha. Confunde "la furia de
vivir renovándose, auto-crearse cada día. Es cierto que a ella su cuerpo" (CC, 215) con el afán de autenticidad. Sabemos,
se le aplica también, al igual que a Risso, el "u n p o co ": "u n además, que "la enloquecida necesidad de absolutos" solo "lo
poco desafiante, un poco ilusionada por la esperanza de poseía durante las noches alargadas" (CC, 215). Y si de algo no
convencer y ser comprendida" (CC, 214). Pero lo suyo no tiene hay duda es que el absoluto no está sujeto a horarios, n i es
que ver con la crasa materialidad (las ganas de comer, que no cuestión de arrebatos, ni se agota en orgasm os. Risso es un
hambre verdadera; el m alestar por tanto café y tabaco) de la individuo dem asiado egoísta e irrem isiblem ente estancado
rutina llamada "v id a " en Santa María. Gracia César no está como para entregarse a una relación tan exigente como la que
instalada en la "fam iliar felicidad" de Risso, sino que es un ser Gracia pretende. N o en vano no la toma verdaderamente en
"alerta" (CC, 214) y que, aun desde la cartelera, "volvía a medias cuenta ("sin pensar casi en ella", CC, 215) y, cuando se casaron,
la cabeza para mirar la calle" (CC, 214), esto es, no niega la "crey ó que bastaba con seguir viviendo com o siem pre" (CC,
realidad, no desconoce el medio donde vive, pero no comparte 215).
sus coordenadas mentales y vitales (o no-vitales, porque "vida" Nada define m ejor a R isso que lo caracterización que hace
en Santa María no pasa de ser una metáfora) hasta el punto de Brausen de sí mismo y de su vida "com o moldes vacíos, meras
sentir desdén por lo que la rodea, como lo sugiere ese mirar representaciones de un viejo significad o m antenido con
por encima del hombro. Es muy joven y, por eso, conserva aún indolencia, de un ser arrastrado sin fe entre personas, calles y
la ilusión (atenuada, es cierto, por ese "u n poco" que la precede horas de la ciudad, actos de rutina" (VB, 148).
pero, al m ism o tiempo, reforzada por la casi redundante Por eso, cuando llegue el momento de la prueba, de reinventar
esperanza que la sigue). Pretende, además, "convencer y ser la relación y, en definitiva, de reinventarse a sí mismo, no
com prendida" y no sólo en sus papeles dramáticos, sino en la estará a la altura de lo que tan a la ligera proclamara. Solo
realidad, como lo va a intentar con Risso, y así le irá. Haciendo Gracia César, no él, se halla realmente convencida de que:
honor al incontenible dinamismo im plícito en su nombre y "Todas las posibilidades humanas podían ser utilizadas y todo
apellido (la gracia viene, desciende, se infunde; el poder estaba condenado a servir de alim ento" (CC, 220). De allí que,
imperial se impone) no espera menos que la aceptación de ella cuando tuvo que separarse de él para ir a actuar a El Rosario,

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no sintió que lo estuviera engañando al acostarse con el víctima (de allí lo logrado de ambos personajes). La perversidad
adm irador que había em pezado " a esperarla en la puerta del inconsciente de Gracia al acostarse con el admirador y después
teatro" (CC, 221). Era tan solo un m odo de incorporar una contárselo a Risso se vuelve deliberada e im placable cuando
nueva experiencia que enriqueciera su vínculo con Risso este la decepciona. La avidez de absoluto que la caracteriza no
mediante "aqu ella peculiar intensidad de amor que había admite cortapisas ni en la entrega ni en la venganza. Y la torna
sentido por Risso en El Rosario, junto a un hom bre de rostro por completo amoral tanto para la una como para la otra. Ni el
olvidado, junto a nadie, junto a R isso" (CC, 221). Actitud que adulterio (no lo vivió como tal) le creó un conflicto ni el hecho
da la medida de la ingenuidad (involuntariamente perversa) de que la hija de Risso sea una niña (a la que antes amó,
de Gracia y de su profunda e inmerecida fe en Risso, cuyas signifique eso lo que signifique, cfr. CC, 217) la detiene a la
grandilocuentes palabras evidentemente creyó al pie de la letra. hora de enviarle una de sus abyectas fotos. N o le importa
El adulterio (ella jam ás lo piensa como tal) solo fue una escena tampoco degradarse a sí misma (ni hacerle, tal vez ni siquiera
(de calidad lam entablem ente escasa, eso sí, a causa de su se dé cuenta, semejante homenaje a Risso) no solo por las fotos
partenaire, de allí ese "cierto desdén por la pobreza de lo que en sí, sino por todo el sórdido proceso previo que las hace
estaba agregando a su amor por Risso", CC, 221) dentro de esa posibles y que Risso no deja de im aginar (cfr. CC, 219). Es
obra que es su relación de pareja y que debería estar abierta a absoluta en la degradación como lo fue en el amor y porque lo
cualquier im provisación que pudiera enriquecerla. Puesto fue en el amor. A un así, para alguien que se mantuvo virgen
que, para ella, el amor es un absoluto que tiene el derecho (y el por pura pasión idealista, hasta encontrar al hombre que creyó
poder) de nutrirse de todo lo que lo rodea, la realidad, aun la poseído de su mismo afán, no debe resultarle nada fácil rebajarse
más sórdida (como la de acostarse con un hombre cualquiera, a los extremos a que se rebaja. Por eso resulta lícito preguntarse
que ni la atrae ni le im porta en lo m ás mínimo), tiene com o si " e l infierno tan tem id o" lo es solo para Risso. Después de
única función, siempre desde la perspectiva de Gracia, el creer en " la infinitud del universo del am or" (CC, 217) sumirse
proporcionar combustible que haga posible la renovación en las vilezas de una transacción sexual no buscada ni siquiera
incesante de ese amor. Al acostarse con el admirador, Gracia por sí misma y con hombres a los que seguramente desprecia
está haciendo que ocurra (no en vano dispone de la gracia y tanto com o a aquel admirador, se parece tanto o más a un
del im perio, el de su voluntad) algo de ese "to d o puede castigo auto-infligido que a una venganza. Es cierto que,
sucedem os" sobre el que Risso se había limitado a pontificar diferencia de otros personajes fem eninos de Onetti, Gracia
más de una vez. Ya que Dios no "in ven ta" (ni Risso tampoco), César no se suicida, pero " s e m ata" con cada foto que envía.
Gracia lo hace. Contárselo, después, es un tan conm ovedor Sin embargo, hay un castigo m ucho peor aún que el de la
como ingenuo acto de fe en él y en sus palabras, en que será fiel degradación que esas fotos m uestran y del que Gracia César
a ese pacto irrenunciable, a ese juego totalizador, totalitario, no es consciente. Al hacer lo que hace y, sobre todo, al arrojar
al que ella está aportando un nuevo ingrediente, una nueva prematuramente a una niña en el lodazal de la adultez, pervierte
dimensión, que se aparta de todo lo convencional. definitivamente a aquella jovencita de 20 años con vocación
Como no podía ser de otra manera, dentro de las coordenadas de absoluto y la transforma en quien la traicionó, en "hechura
del relato, Gracia tiene una concepción teatral de la vida y del de Risso, segregada de él para completarlo" (CC, 217). En aquello
amor. En el teatro, "la gente aceptaba el ju ego " (CC, 219) y que es su negación absoluta, en adulta, esto es, ateniéndonos a
siempre "caían naipes en respuesta al que ella arrojaba" (CC, la perspectiva de Onetti, en canalla. 01
220). Pero Risso no estará a la altura, no se plegará a ese "viejo
juego alucinante de ser una actriz entre actores, de creer en lo
que sucedía en el escenario" (CC, 219), por lo que ella quedará
suspendida en el vacío, ridiculamente expuesta.
Risso reacciona interpretando el papel consagrado desde
siempre y, por lo tanto, acorde con la enajenación que lo
caracteriza, con ese v iv ir sin ser, según lo socialm en te
establecido y aceptado: el del varón ofendido por lo que
considera una traición, pero al que introduce una variante
particularm ente cruel. N o hay gritos, ni insultos, ni golpes.
Solo el pedido a Gracia de que se desnude mientras le vuelve a
contar lo ocurrido. Todo eso mientras sonríe, y después se
m archa sin decir palabra a reunirse con su abogado para que
inicie el trámite de divorcio. D e este modo, la hum illa al
inducirla a "a c tu a r" lo que ella, aun equivocada, hizo con
honesta ilusión, rebajándola al rol de mera prostituta que se
vale de una historia sucia para excitar al cliente. El hecho de
que ni siquiera le informe que va a pedir el divorcio la reduce
ferozmente al nivel de simple excrecencia prescindible. No solo
no se dejó "con v en cer" por lo que G racia había pretendido
lograr. Tam poco se esforzó siquiera en "co m p ren d erla ".
D efraud ó así todas sus expectativas, las m ism as que él
gratuitamente había contribuido a alim entar con su hablar
facilón. G racia arrojó el naipe, pero Risso se descartó de ella.
Es este brutal desengaño, esta estafa sin atenuantes (ni
siquiera la juvenil ceguera de Gracia lo es) lo que desencadena
la im placable venganza de la muchacha, ese "infiern o tan
tem ido" en un todo coherente con su carácter y con el de su
Notas en cuando para ser feliz” (ER 39). No se crea Santa María con una actitud tan
conformista. Esta no habilita siquiera para pasar al departamento de la Queca o
alquilarle media oficina a Onetti.
1 OnetU, J. C.: Jintacadáveres, Madrid, 1981, Alianza Editorial, pág. 125. En adelante, J. 10 No olvidamos que Brausen afirma haber estado en Santa María, con lo cual le da
2 Onetti, J. C.: La vida breve, Madrid, 1994, Anaya & Mario Muchnik, pág. 30. En un carácter “ real" a su existencia: “ Sólo una vez estuve allí, un día apenas, en
adelante, VB. verano...” (VB, 24); ni que unas pocas líneas más adelante agrega: “ Santa María,
3 “ sólo la propia salvación puede ser un imperativo moral” (VB, pag. 63). porque yo había sido feliz allí, años antes, durante veinticuatro horas y sin motivo”
4 “ Miró la estatua y su leyenda asombrosamente lacónica BRAUSEN-FUNDADOR, (VB, 24-25). Pero un recuerdo dichoso no es material suficiente ni infunde a la
chorreada de verdín” . Y, unas pocas líneas más adelante: “ ...se volvió para mirar imaginación y la voluntad la energía necesaria como para un acto de creación como
al hombre y al caballo de bronce, inconvincentes, resignados, bajo el blanco sol de ese.
invierno” (J. C. Onetti, El astillero, Madrid, 1983, Cátedra, pág. 205). 11 Onetti, J. C.: Cuentos completos, Madrid, 1994, Alfaguara, pág. 217. En adelante, CC.
5 Es decir, en cuanto producto intra-ficticio de un personaje, no en lo que tiene que 12 Cfr. CC, pág. 177 (“ El álbum” ) y 327 (“ La novia robada” ).
ver con Santa María como creación literaria de Onetti, cuyo genio le permitió forjar 13 Cfr. J, pág. 77 y CC. Pág. 390 (“ La muerte y la niña” ).
textos memorables a partir de personajes y ámbitos de una sordidez ilevantable y 14 Cfr. CC, pág. 323 (“ La novia robada” ).
aparentemente irreductible a toda transfiguración estética. 15 Cfr. CC, pág. 202 (“ Historia del caballero de la rosa...” )
6 Onetti, J. C.: El pozo. Para una tumba sin nombre, Buenos Aires, 1977, Calicanto/ 16 “ Hacía planes y los cumplía” (CC, 217).
Arca, pág. 39. En adelante, ER 17 Resulta significativo al respecto que los dos colegas que aparecen hablando con
7 Los calificativos que utiliza (“ disparatadas” , “ fantásticas” ) son la más clara él, mejor dicho, hablándole a él porque solo los “ oímos” a ellos, sean designados
demostración de esa carencia, de que no es capaz de ver en esas “ cosas” (el no con un nombre, sino por la sección de la que se ocupan (Partidarias, Sociales).
término connota una postura peyorativa hacia aquello a lo que alude y que no es Nada de verdadero contacto, nada de verdadero conocim iento humano. Más
sentido com o digno de ser precisado, particularizado) nada que le parezca lo significativo aún es que, salvo cuando habla con Gracia, el texto jamás nos dé en
suficientemente válido como para consagrar todas sus energías a dotarlas de una discurso directo una respuesta de Risso a ninguno de los demás personajes (los dos
existencia independiente y duradera, como sí lo hace Brausen. colegas, el abogado Guiñazú, Lanza, su suegra). Es el narrador quien nos aclara, por
8 “ Pero aquella noche no vino ninguna aventura para recompensarme el día” (ER 27). ejemplo, que “ Risso dijo que sí” (CC, 224) al pedido de permiso para romper la foto
9 “ Pensaba haber llegado a un escepticismo casi absoluto y estaba seguro de que que le hace Lanza (cfr. CC, 224). Indicio indiscutible de que Risso, aunque deba
me bastaría comer todos los días, no andar desnudo, fumar y leer algún libro de vez suponerse que dijo algo en alguna o todas de esas conversaciones, no fue capaz de
decir nada relevante ni de entregar nada de sí que mereciera la pena de ser citado
textualmente en el discurso narrativo. Tal vez porque ya no hay más agua que sacar
del pozo, porque ya está muerto interiormente desde mucho antes de recibir las
fotos, desde mucho antes incluso de conocer a Gracia, por lo que su suicidio no será
más que la confirmación natural de su prolongada muerte en vida.
18 Tanto los fragmentos citados como el aludido en CC, 215.
Entrevista con Carlos Maggi,
dramaturgo, historiador, periodista
y símbolo de la generación del 45

"UN A DE LAS MARAVILLAS


DEL MUNDO ES QUE,
FELIZMENTE, ONETTI
NO DEJÓ NINGÚN DISCÍPULO
Pablo Cohen
altaban pocos días para que terminara el año 2014, hermosa en un escritor y, además, una ingenuidad, porque el
y Carlos Maggi, que acababa de publicar El libro tener zonas de pureza, para un tipo que desprecia todas las
de Artigas, un texto entretenido, didáctico y no convenciones, es un h ed ió raro e infantil.
apto para dogmáticos, estaba radiante.
El m otivo no era, desde ya, ninguno de los -¿Ante qué reacdonaba él? ¿Qué convendones le molestaban?
éxitos profesionales que a los 92 años de edad -La verdad es que él reacdonaba en un medio que estaba muy
seguía cultivando, sino la cercanía que el calendario marcaba corrompido. Uruguay había sido un ejemplo formidable para el
con el retorno al Uruguay de su hijo, M arco Maggi, el artista mundo. Había pasado un fenómeno, un cambio, una revoludón
visual ganador del Premio Figari cuya elegante obra forma pacífica, cuando se creó en el país un sistema de Estado benéfico.
parte del MoMa y muy pronto representaría al país en la Bienal El battlismo con toda su fuerza dio unos hijos que se creían tocados
de Venecia. por Dios porque venían de un padre fantástico, así que yo soy
Con la calma, la firmeza y la sensibilidad de siempre, Carlos, genial y ustedes me aplauden y a mí me gusta.
el abogado, periodista, historiador, colum nista del diario EL
PAÍS, redactor de la carta orgánica del Banco Central, ex -Ese era el efecto secundario no deseado.
director de Canal 5, coautor del libreto de la ópera II Duce y -Claro. A sí que la reacción de Onetti era decir «esos son
autor de las elogiadísimas obras de teatro El patio de la torcaza, unos idiotas a los cuales no hay ni que mirar». Nosotros lo
Frutos y Un cuervo en la madrugada, habló con M ALDOROR, seguim os y fum igam os esa generación y la silenciam os:
más que de su extensa carrera, de una generación, la suya, y de ¡dejaron de escribir! Cuando nos enteramos de que se leían los
un am igo del alma que hoy todos quisiéram os abrazar: Juan unos a los otros y se aplaudían, no lo podíamos creer. Además,
Carlos Onetti. la generación del 45 es una generación que viene de la
postguerra 39-45 y que, por lo tanto, vio el mundo hecho mierda.
-Usted ha publicado un libro en el que Artigas es figura Y de eso no se puede salir ni optimista ni encantado de la vida.
central. ¿Diría que ese personaje histórico tiene algo en común
con Onetti? -El pesimismo de Onetti, que por lo que usted dice es también
-(Ríe). Es una aproximación extraña. Lo primero que tienen el pesimismo de su generación, fue tomado por otra generación
en com ún es que los dos eran muy talentosos: cada uno en lo que nunca conoció a Onetti y que, sin embargo, cuando lee El
suyo se inventaban cosas formidables. Pero tam bién los une pozo lo toma com o una actitud vital y contemporánea. ¿Por
otra característica, que es el fenóm eno moral. Artigas era un qué ocurre eso?
actor político por vocación, caracterizado por una moral muy -Bueno, es muy difícil rehacer, por lectura y por referencias,
estricta, muy mantenida y muy diferente al mundo en el cual lo que pasa en un tiempo que todavía está sucediendo. El vivir
se movía. Y Onetti, que parecía un habitante de la noche y un día a día una guerra tan asquerosa com o la guerra 39-45, con
rebelde a todo con una vida extraña e irregular, en realidad era resultados nunca vistos para la especie hum ana, es una
una persona que estaba pendiente siempre de las obligaciones experiencia que, si te toca cuando tenés 10,15 o 20 años, no es
morales de su trabajo. El centro de su vida era escribir. lo mism o que nacer en un tiempo en que eso dejó de suceder,
ya que toda postguerra es un m om ento de alegría y de
-¿En qué radicaba su pureza, un atributo que a usted siempre esperanza. Nosotros teníamos com o hecho vital lo contrario:
le gusta resaltar? por más que dijeran lo que dijeran, aquello era una inmundicia
-En un conjunto de obligaciones que se autoim ponía y que moral y generalizada que cubría todo el planeta. Entonces, un
él exigía que los demás tuvieran. Si te dedicabas a escribir, tipo que hiciera de la literatura un ejercicio sagrado, com o
temas que prescindir de determinadas frivolidades, tenías que Onetti, era un tipo sensible.
entregarte totalmente y tenías que saber que no servían ni los
halagos ni los homenajes. Si no, escribir no era sagrado. -Pero más allá de la reacción de ese tipo, joven o de mediana
edad, tiene que haber algún elem ento en Onetti universal y
-Sin embargo, cuando uno lee el discurso que dio para aceptar atem poral para que su obra sea leída com o si hubiera sido
el Premio Cervantes, no parece que Onetti estuviera sufriendo escrita ayer.
aquella celebración del Quijote y, en una época m uy especial, -Sí, pero no te olvides de que Onetti tenía como profesión el
también de la libertad. leer y corregir los telegramas de la guerra. Onetti trabajaba en
-M irá: yo creo que él en el fondo estaba descolocado e una agencia y tenía una máquina que se llamaba "M argarita":
incóm odo y que el traje le tiraba de un lado y le chingaba del escribían en París y se leía acá, todo escrito por españoles de
otro. Onetti no era para eso, ¿no? Es más: él decía que no podía m edia lengua. Y ninguno era escritor ni nada que se le
hablar bien porque estaba mal de los dientes, cosa que no era pareciera. A sí que él recibía eso y con eso, en los diarios o las
cierta, y que había venido con su segunda dentadura porque la revistas en las que trabajaba, creaba algo mejor sobre esa misma
primera se la había prestado a Vargas Llosa (risas). cosa repulsiva. O sea que se alimentaba todos los días de la
repulsión humana, porque las noticias de una guerra son nada
-¿Onetti odiaba a Vargas Llosa? m ás que noticias malas. Te parecen buenas si los que matan
-No lo odiaba, pero le caía muy mal porque había aceptado son los tuyos y los que mueren son los otros. Pero de cualquier
una cosa tan mundana como ser candidato a presidente de la manera el ejercicio es exterminar al otro. Onetti era sensible a
República. Ese tipo de cosas le generaban desprecio. eso, a lo que entendía que era el desprecio sobre la condición
hum ana y, por otro lado, a lo que era la hermosura de ver la
-Una persona que los conoció bien a los dos me dijo que gente pura, de ver la gente encantada, lo que son las chiquilinas,
usted adoraba a Onetti pero que él quería mucho a Carlos lo que son los muchachos jóvenes que pueden ser mejores en
M aggi y lo consideraba íntegro. todo porque no tienen antepasados. Es, sin dudas, un hecho
-(Ríe con ternura). Sí: estoy seguro de que pensaba eso. Yo lo sensible. Y Onetti lo tomó y escribió un par de novelas sobre
sentía y me causaba gracia. En el fondo me parecía una cosa eso. Y a eso respondió después durante toda su vida.

13
-Por supuesto que había algo en ese rigor extrem o y en su era un bobo a le g re". H acer novelas para " l a ca u sa " era
calidad que im presionó a gente que vino a leerlo 40 años totalmente risible. El problema está en hacer novelas sacando
después. sangre, metiéndose en el asunto, es decir: no te podés escapar,
-Sí, claro. Pero el hecho de contar bien una historia estaba yo te voy a contar esto y a vos te va a pasar lo que yo quiero. Y
para Onetti totalmente sometido a contarla moralmente bien. lo que yo quiero es que sepas que el mundo no sirve para nada.
Así que no te hagas ilusiones, botija. Estás acá y este es un
-Ahora, usted dice en una vieja entrevista, publicada en un juego serio. Y además no sirve para nada.
libro académico de Estados Unidos, que con la pureza de Onetti
también tenía que ver que él ambientara sus historias en un -Antes de seguir con este tema tan divertido, el tema de la
lugar al que llamaba Santa María. ¿Cómo es eso? causa, ¿en qué medida diría que es culpa de Onetti y en qué
-Es lo mismo, es decir: está encuadrado en la personalidad medida es responsabilidad de quienes cimentaron una leyenda
de un sujeto que se forma, se cría, soporta eso com o una el haber moldeado la imagen de un hombre que solo vivía
realidad no solo horrorosa para todos sino que hace de eso su alcoholizado en la cama?
trabajo también. Onetti fue gerente de una agencia de noticias -La indiferencia de Onetti con respecto a las convenciones
y tan bueno que lo llevaron a Buenos Aires, donde estaba el habituales chocaba mucho. Lo que a él no le importaba, lo que
centro de la gerencia general de la Reuters. estaba por arriba o lo que "n o me vengas con eso porque ya lo
conozco", era un rompimiento general que él necesitaba para
-Cambiemos de tema. Así como Torres García tuvo discípulos poder hacer algo que nunca se había hecho. Eso era la escritura.
directos que tomaron vuelo propio sin renegar de sus raíces, Y por eso Onetti nunca alcanzaba lo que quería. Es decir, todo
com o Fonseca, M atto y Gurvich, también tuvo a otros que, eso era un rompimiento general que yo necesito para poder
pese a su calidad técnica, no llegaron a alcanzar un lenguaje hacer una cosa que nunca se vio y que va a ser esto que voy a
personal. Siendo que Faulkner fue su ídolo, ¿qué fue lo que escribir. Y siempre estoy por debajo de lo que estoy buscando
hizo que Onetti fuera Onetti, así com o García M árquez, a y esa es la cosa. Pero además Onetti tenía su pureza también en
diferencia de tantos otros, fue García M árquez? ese terreno. El jam ás probó una droga, salvo el alcohol. La
-El principio del arte es robar y matar. El robar está permitido si verdad es que el mareo del alcohol le daba un punto de libertad
luego yo mato. Es decir, yo puedo sacarle a fulano de tal todo lo incluso para escribir, para soltar su timidez, porque él era un
que quiero si lo que hago es mejor por sí mismo o por lo menos gran tímido. Ese aspecto de su personalidad es muy importante.
vale por sí mismo tanto o más de lo que hizo el otro. No estoy Aparte, en la función de inventar llega un momento en el que
copiando, sino que estoy matando para poder vivir, para poder uno corre el riesgo de caer en el abismo de la cursilería o de la
superar. Esa es la historia. Malraux decía que la contemplación de repetición. Porque un escritor debe evitar las tentaciones y
un buen amanecer no daba origen a un buen poema sobre el saber cuándo llega la soltura que permite encadenar todos los
amanecer. Y la vinculación de Onetti con Faulkner indica eso. aspectos de u na historia, com o si fuera otro el que está
Una de las maravillas del mundo es que, felizmente, Onetti no dejó escribiendo. Cuando decís "grande", "enorm e" o "profundo",
ningún discípulo. Nadie escribió como escribía él. Nadie planteó elegís, pero no elegís conscientem ente: viene solo.
la literatura como él la planteaba. Yo lo admiraba muchísimo. Y la
gente que tenía alrededor también, porque él tenía un talento -Qué hermoso cuando uno se da cuenta como lector de eso. El
absolutamente extraordinario y raro. Pero además, con todas las otro día leí una nota periodística fantástica que sostenía que,
brujerías a propósito de la moral de la cosa, eso se hacía muy pese a que Vargas Llosa es un gran ensayista, nunca va a tener la
atractivo para alguien que recién empezaba. Pero nadie lo imitó magia de García Márquez, porque Garda Márquez fluye. Y hace
porque era parte de lo sagrado. poco releí La increíble y triste histcnia de la cándida Eréndira y de su
abuela desalmada, y le aseguro que disfrutar a maestros como
-H ablando de esa dimensión de M alraux, le voy a leer una Melville, Capote, Wilde, Stevensono García Márquez, a los que la
pequeña cita de Fernando Pessoa, que era un artista finísimo: literatura, precisamente, les fluye por los poros, es lo más
"Q uien está al sol y cierra los ojos empieza a no saber lo que es maravilloso que hay. Esa aptitud para la ilusión es extraordinaria.
el sol y a pensar muchas cosas llenas de calor; pero abre los -Creo que Onetti escribía inducido por la libertad que le
ojos y ve el sol y ya no puede pensar en nada, porque la luz del daba en cierta m edida el alcohol. A todos los que escribimos
sol vale más que los pensamientos de todos los filósofos y todos nos cuesta soltarnos.
los poetas. La luz del sol no sabe lo que hace y por eso no se
equivoca y es común y es buena". -¿A usted también?
-Es muy bueno. Es excelente. -Mirá: el texto literario, el teatro, se oye, y el texto novelístico
se ve. Y eso viene con la manera de vivir, de ser, naturalmente
-Antes hablamos del pesimismo de su generación. Hay una a cada uno le toca. Yo pienso que los grandes genios lo tienen
cosa que me gustaría que usted precisara y es que el escritor todo. No solo ven sino que oyen, y además intuyen cosas
Hugo Fontana dijo, en una entrevista publicada en el diario cuando crean lo inexistente: allí todo va fluyendo. Ese el misterio
uruguayo EL PAÍS, que en el fondo Onetti era más piadoso que de la creación: nunca existió esto, yo junté dos palabras y
pesimista. ¿Esto es así? ¿Esa era su esencia? bastaron para que se hiciera. Ese fenómeno puede ser inducido
-Sí. Onetti era absolutamente piadoso. Son palabras bien de muchas maneras. Y en el caso de Onetti es muy notorio.
empleadas sobre la base de una cosa que era su característica,
es decir no hacerse ilusiones: "N o te creas que esto arregla -Y en su caso, ¿cómo es? ¿Cóm o es el punto de partida y
nada y, si pensás que lo arregla, m ejor dedícate a otra cosa". cómo funciona el asunto de que usted elabora, por un lado,
obras de teatro de una belleza y una profundidad impre­
-Su com prom iso era con su tarea, él no pensaba que estaba sionantes y, por otro lado, columnas de actualidad en los que
en Sierra Maestra. esos mundos imaginarios no pueden estar presentes?
-No, le parecía una cosa de bobos: "M irá, este se encandiló, -La gestación de una cosa y otra es absolutamente diferente.

14
El teatro tiene una gestación larga y un parto corto. Podés estar entonces ya éram os cuñados, pero él no m e saludó por seis
dos años con una obra de teatro que te da vuelta en la cabeza, se va meses (risas). Maneco fue m i gran amigo. Y además era un tipo
armando, la vas perfeccionando y en Ira la parte racional, entran formidable, de un talento incalculable.
cantidad de cosas diferentes y, de pronto, te ponés a escribir, lo
escuchás todo y lo escribís com o un taquígrafo. Es una -¿D e qué manera extraña usted tanto a M aneco com o a
caricaturización, pero por algo se escribe una obra de teatro en Onetti?
un fin de semana. En cambio, la novela, por lo regular es una -Eso se parece mucho a recordarse a sí mismo. M i percepción
especie de alucinación instantánea con la que el tipo está del cariño y del trato que tuve con mi gente más cercana implica
posesionado. Entonces, tiene que cumplir su propósito. En esa que yo estuviera presente conmigo ahí, es decir que es un tiempo
entrega consiste, además, la moral onettiana. Y la escritura conmigo adentro y con ellos también. La verdad es que ese tiempo,
ensayística se gesta en el papel, a diferencia de una obra de teatro, que es el mío, también es mi recuerdo. Y es indestructible.
que se realiza a lo largo del tiempo visitando un lugar y una gente.
-Una manera lógica de vivir esto es la nostalgia. Y otra, más
-¿Por qué usted piensa que le han quedado tan bien sus obras romántica, m ás afectiva, es pensar en esta gente del modo en
de teatro? que Pablo Atchugarry evoca a sus "m uertos queridos", que no
-Porque es más fácil escuchar que escribir (risas). lo han dejado.
-Es que son tipos muy importantes que no podés sacar de tu
-Eso es modestia. Desmitifiquemos otro aspecto de Onetti: vida. Cuando corre el tiempo pasado, y el recuerdo es eso, un
su supuesto izquierdismo. ¿Cóm o definiría usted la relación reuival, vienen ellos y no lo podés evitar, no lo podés disminuir,
intelectual y afectiva que él tenía con Batlle Berres? Cuando están en el lugar en el que estaban y siguen siendo lo más
estaba borracho, ; gritaba irónica o cariñosam ente "¡v iv a importante.
Batlle!"?
-Eso sí que es un tema complemente diferente. El, cuando gritaba -¿Y Maneco? Porque la gente sabe mucho de Onetti pero no
¡viva Batlle!, no se refería al viejo Batlle, como mucha gente pensaba: sabe tanto, sobre todo los m ás jóvenes, de M aneco. Usted ya
se refería a Luis. Onetti hablaba de Luis porque lo conocía y lo explicó su valor literario y hum ano, pero, ¿cóm o era él
quería. Y Luis era un tipo extraordinariamente atractivo en su personalmente?
vida normal, una persona de una bondad, de una comprensión de -Era un tipo muy refinado, más refinado que yo. A m í me
los demás, de una piedad muy grande. Y eso Onetti lo asociaba hizo bien su manera de ser en ese sentido. Lógicamente, los
con la pureza. Fijáte que Battle Berres estaba en un lugar en el que muchachos que comparten su formación tienen que parecerse.
tenía mucho poder, pero actuaba como un padre de familia. Para Fuimos a la misma escuela, estuvimos con los mismos maestros,
nosotros era un espectáculo muy curioso. admirábamos las mismas cosas, detestamos las mismas cosas,
conocim os a los escritores, nos pasó lo m ism o con ellos,
-Pero usted también quiso mucho a Batlle. d esp reciam o s a la in m en sa m ay oría co n u na so b erb ia
-Claro, por la misma razón, porque además lo veíamos, y eso adolescente y endiosam os a los m ism os con una ingenuidad
era importante, en cierta medida perdido frente a lo que había adolescente también. Así que él participa mucho de m i manera
que hacer, y con una disponibilidad y una entrega brutal por la de ser y es una parte im portantísima de mí.
gente. Era una persona auténtica. Y la verdad es que nosotros
no lo pudimos ayudar porque no teníamos capacidad en ese -¿H ay algo que hoy usted siga teniendo en com ún con
momento. Y cuando tuve que decir que no, dije que no porque cualquier persona de la generación del 45?
la política no era lo mío. Pero la verdad es que el espectáculo -Sí -sonríe-, sigue siendo así para los que quise y tuve en mi
de Luis Batlle tratando de hacer lo mejor y lo que podía, pero corazón encantado de la vida. Y sigue siendo así para los que
siendo superado, bu eno... Digamos que no era pudiente. rechacé, a los cuales no les tengo ningún odio pero tampoco
les tengo afecto. Fueron mis contrincantes. A veces m e resulta
-O sea que no tenía la capacidad ejecutiva de Batlle y Ordóñez. muy divertido pensarlo.
-Tenía mucha de las condiciones que se necesitan para ser
un tipo grande. La grandeza a veces consiste en saber -¿Q uién fue su contrincante m ás célebre?
concretam ente para donde hay que ir: es un instinto del -M i contrincante m ás seguro era un com pañero de clase en
conductor. Lo del viejo Batlle, con esa manera torrencial de la escuela, Emir Rodríguez M onegal. H icim os toda d ase de
hacer cosas, pareciera que se desbordaba y que iba a volcar. cosas el uno contra el otro. Y luego tam bién hicim os muchas
Pero no. Battle Berres estaba en otra cosa. Aunque el viejo cosas a favor del otro.
debía tener sus dudas y sus errores, pero la distancia los borra.
En cambio, Batlle Berres era de carne y hueso y estaba ahí. Y - ¿Cómo era Ángel Rama?
tuvo que enfrentar problemas muy serios. -Un tipo formidable. Ángel Ram a era un hom bre lleno de
talento y de finezas, lleno de percepción acertada, un gran
-¿Onetti también admiraba a Battle y Ordóñez? lector, un gran m aestro que tenía todas las condiciones de
-Sí. De eso no se salva ningún uruguayo (risas). alguien capaz de desentrañar y de sopesar lo que significa una
obra literaria. Era un tipo muy bien dotado, muy talentoso. Los
-¿Pero cómo lo ayudó a usted profesional y humanamente Rama, todos ellos, tenían una cosa rara, los tres: Carlos, que era
Batlle Berres? el abogado y que era mayor que yo, Germán y Ángel. Esos tres
-Battle Berres me sirvió para entender que la política, un lío Rama, hijos de un chofer, eran excelentes figuras en cualquier
en el que se m etieron muchos amigos míos, no era para mí. situación cultural en la que se los pusiera.
Una vez le dije a M aneco Flores Mora, en mi opinión el mejor
escritor de toda la generación, que estaba perdiendo el tiempo -Y buenas personas, ¿no?
dedicándose a la política porque allí había más halagos. En ese -Sí, p ien so que fu ero n ex celen tes. L o s vi en m uchas

15
contingencias en donde se probaba eso de manera importante. -¿Usted leía a María Inés Silva, su mujer, y ella lo leía a usted?
Si no, no los hubiera querido tanto. -Nos leíamos, sí. Lo difícil era leerles a los demás.

-¿C uál fue el gesto m ás conm ovedor que una persona de la -¿Por qué?
generación del 45 tuvo con usted durante la dictadura? -Porque después de una lectura había siempre una matanza.
-(P ie n s a )... N o sé, no m e acu erd o . N o m e doy tanta
im portancia. N o m e fijo qué es lo que m e pasa a m í (risas). -¿Con los amigos?
-¡Con los amigos más queridos!
-¿Q ué obra de Onetti prologó usted?
-Ninguna. Y jam ás lo hubiera hecho porque no m e gusta, -Pero no con su m u jer...
pese a que lo estoy haciendo contigo ahora, chupar rueda. Eso -No, con m i m ujer había complementación, había consejos:
de ser am igo de Gardel, de estar al lado y de m irarlo cuando "Y o haría tal cosa, poné esto, sacá esto". H abía una confianza
canta, no es lo mío. tan grande... mucho m ás grande que con los amigos.

-Con la perspectiva que da el tiempo, ¿qué opinión tiene, -Eso es lindo, mucho más lindo que lo insoportable que debió
exclusivamente desde el punto de vista literario, de Felisberto haber sido el rutinario intercambio entre Borges, Bioy, Silvina
Hernández? y Victoria Ocampo.
-Yo era de los que más lo quería y de los que más le respetaba, -Sí, sí (ríe). Nuestras m ujeres fueron discretas y buenas. No
porque Felisberto era capaz de poner en fuga a m ucha gente conozco ningún affaire feo en ese grupo tampoco. Curioso,
desprevenida. Era más tímido que Onetti y en la conversación ¿no? Q]
estaba siempre com o alerta y asustado. Lo cierto es que lo iba
a ver a veces a AG ADU, donde trabajaba. A hí había un
m ostrador que dejaba un espacio grande en el que estaba la
oficina y, contra la pared de esa " L " que el mostrador cercaba,
estaba la mesa de Felisberto. Entonces yo llegaba, lo saludaba
con la m ano y él me miraba, me hacía un gesto chico y seguía
trabajando. Yo esperaba. A veces me iba, pero a veces él venía.
Y me decía: "N o quiero salir del lugar donde estoy porque
puede verme el jefe" (risas). Oíme: ¡era un tipo de 50 años y yo
tenía 25! Pero se asustaba por eso. Felisberto era un tipo muy
especial, muy nervioso, que movía las manos y estaba a la
defensiva para salir de todo comprom iso, para que nadie lo
hiriera. Y contaba chistes muy malos (risas).

-¡Q u é divertido! ¿P ero cu and o u sted lo lee, ¿su obra


concuerda con aquella personalidad?
-No, ¡es otra cosa! Felisberto tenía una pastosidad muy
especial, y recuerdo especialm ente un encuentro con un tipo
genial, Jules Supervielle, en el que Supervielle le hizo una
recom endación fabulosa y detallista sobre un personaje
fem enin o . A hora, F elisb erto es un tipo que in v en tab a
maravillosamente bien. Era eso: un gran inventor. Y era un
gran amigo. Y la espía África de las Heras, su mujer, conversaba
con m i m ad re de co stu ra y de co cin a y se ap reciab an
muchísimo.

-¿Era una gran profesional?


-Oím e, ¡era una actriz formidable! Jugaba de esposa de
Felisberto y lo hacía muy bien.

-¿Tienen algo en com ún Onetti y Felisberto?


-Nunca los vi juntos. En común, así, personalmente, nada y
en la literatura, tampoco.

-Term inem os hablando de la im portancia que tuvieron las


mujeres de Onetti, Mañero y, naturalmente, Carlos M aggi en
vuestras vidas.
-D e ellas, la única que padecía el m al de la literatura era mi
m ujer. Según M ario Arregui, yo no era el m ejor escritor ni en
m i propia cam a (risas). La verdad es que fueron buenas
mujeres, no nos complicaron la vida, no hubo ninguna tragedia,
no hubo nunca ninguna perturbación y eran com pañeras
bu enas e in telig en tes que podían segu ir todas nuestras
pretensiones.

16
SlPISIIIft

flp s§ll^ filili


Biografía no novelada de J.C.O. Recibirá un prem io hidalgo
de los de lanza en astillero
Onetti, y vestirá un frac protocolar
usted nacerá un día que no le va
nublado por el desaliento ni le viene.
de un cigarrillo a medias, Escribirá seis décadas,
en una patria de horma provinciana cuatro verdades,
y para una fecha embotellada dos poemas:
cuando ya no importe. una vid.
Tendrá un hígado blindado, Al Uruguay transoceánico
labios brindados, volverá
manos para Reuters, en un pesado dirigible de celuloide
pies para Marcha, y su ojo cam aleónico
lentes en falsa escuadra, hará como que nos mira
raya en la pared y no me miren.
como tope de sus fábulas La opinión pública,
y en la cuenca fresca de un aljibe espectro sociológico de moda,
la luna en standby, repetirá que usted es un antihéroe
legible bajo el agua plana. decúbito dorsal.
Fundará esa ciudad de novela Con gran optimismo
en una llanura iletrada será invocado su pesimismo,
habitada por algunos secuaces de la palabra. su existencialismo
Y se fundará a sí mismo y su abismo.
según el acta manuscrita Al fin,
en papel de estraza, recostará su cabeza
incluida alguna grosería castellana. en la onomástica "O "
Será menos leído de un diccionario de escritores,
que los considerados horóscopos, como santo
los titulares mayúsculos del país o la república en santoral profano.
y los m ensajes de texto, Será un bendito maldito.
donde hoy se aloja el idioma. Le donará su dentadura a Vargas Llosa;
Será crítico y criticado, a Dolly, el último travelling de su rodaj
aguador y bebedor, y la vida breve a Dios,
amargo y desabrido. quien, según trascendidos,
Pero sabrá leer la borra oscura ya vivió la suya.
del alma humana.
Irá preso a una cárcel cilíndrica Onetti,
que desmentirá la geometría de los calabozos usted nacerá un día,
aunque no su desconsuelo. -está escrito-
Doctas tesis y conferencias con el próxim o lector
intentarán exonerar que decida alumbrarlo.
de un significado solitario
a la caja negra de sus páginas.
Su apellido segregará un adjetivo.
Irrumpirá, entonces,
con precintos y solapas
en todas las ferias del libro,
esos supermercados editoriales.
Allí lo exhibirán cautivo
en un monitor, electrónico capitel
de una pilastra falsa,
y en camiseta.
Se casará por cuarta vez
pero ni idea.
COMPARACIÓN,
NÁUSEA Y SILENCIO
EN TIEMPO DE ABRAZAR
Claudia Pérez
Et puis, encore au-dessous, la Nausée, timide ser som etido a la relación producción de deseo-saciedad
comme une aurore. (Sartre, La Nausée, 1938) mediática. El ajeno, el distante, no se enajena solamente en el
El ha hecho todas las cosas apropiadas a su com prom iso de su nueva vida libertaria, sino que también,
tiempo; también ha puesto el mundo en sus como otra opción más cercana a nuestra novela de aprendizaje,
corazones, sin que el hombre llegue a descubrir va descubriendo su ajenidad, la del mundo y de sí.
la obra que Dios ha hecho de principio a fin.
(Eclesiastés3,lT) Se puso el sombrero y caminó unos pasos en el andén
sin trenes ni gentes. Seguía viendo la cabeza recostada en
el hombro, la sonrisa tan dulce, el brazo hacia él... Aquella
sonrisa y aquel gesto que habían quedado consigo, que
ublicada con anterioridad a El pozo (1939), y
nadie podría sacarle. Nadie, nadie. La sonrisa y el gesto
quizás por ello menos visitada críticamente, o suyos. Que ella hiciera lo que quisiera. Que ocurriera
tal vez por el resabio sentimental que escapa cualquier cosa. Cuantas veces lo deseara, él podría volver
de su texto -tam bién por la pérdida temporal a tenerla; alargada hacia él en la sonrisa y el gesto.
Dejándole la ternura de aquella sonrisa; el gesto de la
que sufrió-, Tiempo de abrazar es la novela que
mano. Nadié, pasara lo que pasara. Un extraño sentimiento
me ocupa en esta visita a la obra de Juan Carlos de hostilidad hacia Virginia le endureció la cara. Ah, no;
Onetti. "Todo tiene su momento y cada cosa su tiempo bajo el ya, ni ella misma podría quitarle la imagen llena de
cielo" (Eclesiastés 3,1) alude intertextualmente el título. Y es en gracia de aquella muchacha, parada en el estribo del tren
que se iba, sonriéndole a él, mirándolo a él, estirando
ese tiempo que me quiero situar, no en el de dejar hablar al
hacia él la caricia de la mano. (TDA, 59)
viento. Es en el momento de descubrimiento del desgano vital
y la hipocresía, y la creencia en la donna angelicata. Pero una Sin intentar sustentar solam ente en este argum ento la
especie particular de esta donna, que algo semeja también a la poeticidad del fragmento, sin duda cabe señalar, y subrayar,
imagen andrógina de San Sebastián.1 que d ebe trib u to a la re p e tició n com o p ro ced im ien to
magnético, mágico, fundam ental en la lírica. Esa repetición,
Regresaron al tren, despacio, mirando las baldosas
cuadriculadas del piso. Acompasadamente, los pies de la
en la narrativa, toma la fuerza del 6 j 8 oh, encabezado por
muchacha tocaban el suelo y se arrastraban un poco. sintagmas, u oraciones de relativo. En sí misma, la estructura,
Tocaban y se arrastraban; tocaban, se arrastraban... de estilo aparentemente cotidiano o coloquial desde el punto
—Bueno, ¿te gusta sentirme un muchacho? de vista lexical, encierra una simetría importante. Figuras de
Volvió, como despertándose.
—Sí... No sé. Me gusta sentirte así: un poco. Me parece que dicción por repetición: geminatu) en "Nadie. Nadie; anadiplosis
estamos más juntos; como si hiera más fácil entendernos. al entrelazar expresiones a fin y a com ienzo de frase. Una
No me gustaría que fueras como todas, cien por ciento estructura basada en entrelazamientos y repeticiones, con un
mujer, hasta la saturación. Es como los perfumes; y el olor
movimiento general de varios arranques para desencadenar el
de los polvos. Están bien. Pero si tengo que olerlos mucho
tiempo me indigestan. A veces, hasta que todo lo femenino extenso período final encabezado por la interjección. La
llega a darme náuseas. (TDA, 58)1 2 arquitectura, por tanto, del pasaje, en tanto que acción,-caminar
por el andén vaciado de seres, o cuyo acto de vaciam iento se
Toda tradición, toda estructura mítica de la literatura, en la debe a ese ocultam iento que describe Sartre, de la conciencia
casi soberana interposición crítica, sea esta una crítica abierta, que se enfoca y ya no percibe el fondo. Com o gestus, queda la
codificada, nacionalista o no, encierra la peligrosidad del orden tautología, potente, del final.
del discurso, del peso de la tradición simbólica. Cuando un
autor se ubica en ese lugar cerrado de la erudición, sacarlo de La repetición va armando, entonces, la imagen estructurada
la cita puntual, del detalle vital, del locus -no amoenus-, del en torno a la grafopeya. Ese punto quisiera tomar para el
rigorismo de un canon interpretativo, constituye una empresa com ienzo balbuceante, deliberadam ente no-categórico, que
que implica cierta travesura, una pirueta intelectual. parece llevarnos a aquel artista definido por Baudelaire como
Conminada por un éxtasis juvenil onettiano, m e ubicaré en el pintor de la era moderna, a m edio cam ino entre la ciudad
el lugar de esta novela que prefigura un universo de ficción despersonalizada y la autoexploración de sí. Poco parece tener
desencantado, donde la distancia del personaje central con las para decirnos este texto, definidam ente misógino, en una
normas sociales, los amores, los encuentros, los negocios, está primera lectura, donde ya se prefiguran los tipos onettianos
marcada por la distancia, la soledad, la admisión de un nivel de reconocibles en otras novelas.
realidad y un nivel de percepción personal disentidora, extraña.
Esa distancia del universo "real", se vive como tejido indiscutido Tres aspectos queremos analizar en este relato, que pueden
de representaciones interpenetradas con el acontecimiento. sintetizarse en la narración de la vida dadora de sentido
unívoco, la m elan colía de incom pletitud entendida com o
Antes de tolerar que su amor se fuera cultivando en m elancolía de género, la náusea frente a la modernidad. El
pacíficas veladas en casa de Virginia, en el ambiente primer aspecto responde a la necesidad de entender el mundo
familiar que acabaría por limar la belleza de las palabras, mediante una narración que armonice el adentro y el afuera, la
la sinceridad de los ojos, la inteligencia de la sonrisa, la
espontaneidad de las manos; antes de que su amor fuera conciencia de sí y la experiencia del mundo. La narración
deformado brutalmente para poder encajar en los límites ordena, establece principio y fin, causalidad y efecto. El
del noviazgo, prefería renunciar a Virginia. O se amarían p rin c ip io d e la c o m p a r a c ió n rig e e s te p ro c e s o : dos
en una forma absolutamente personal —de él a ella y de
dimensiones se conectan y se m uestran coexistentes en el
Virginia a él, sin consejos, vigilancia y toda la interminable
serie de elementos familiares que van ensuciando el amor sintagma.
hasta hacerlo costumbre— o todo quedaría en la parte
del prólogo que habían vivido hasta ahora. (TDA, 52)

Existencia en el sentido de la vivencia enajenada del hábitat, 1 Tema ya estudiado por Roberto Echavarren (com p.) en Andrógino Onetti.
Montevideo: Amuleto, 2007.
presentando el trabajo, rendim iento y mercancía, apto para 2 Tiempo de abrazar, TDA de aquí en más.

21
1 - Comparación: la vida como un relato la frente y dirigía preguntas inútiles con aquella voz
dulce que no había necesidad de entender.

La narrativa m odelizadora de mundo, el relato, la diégesis


frente a la m im esis platónica, constitu ye una form a de La memoria poética nos lleva a vincular estas comparaciones
comprensión de un universo que implica dos procesos. El uno, con la célebre cortazariana de Rayuela: "Y hay una sola saliva y
ir hacia el mundo, a la trascendencia de sí, y comprenderlo un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mí
m e d ia n te u na e x p lic a c ió n co m p re n siv a a la m ed id a. como una luna en el agua (Cortázar, Rayuela, Cap. VII).
H erm éuticam ente, ir hacia, para Ricoeur; la com paración En definitiva, y si seguimos a Le Guern, el símil parecería la
perm ite conocer el m undo a través de lo com prendido. figura apropiada, para marcar la presencia de una imagen y de
Aristóteles refiere al símil en la Retórica, diferenciándolo de la una relación cualitativa, no cuantitativa (Le Guern, 52), pero
metáfora por la presencia del como, una especie de metáfora; la en los casos tratados sin transferencia, y sin desarrollo figural.
m etáfora constituye una similitudo brevior para Quintiliano. Potente y clara, no omite la calidez.
Si pensamos, con Bertinetto, que la diferencia entre ambas
figuras no es formal, sino que alude a funciones pragmáticas y 2.- Una tautología: la náusea del mar
cognitivas, es decir, la com paración une dos entidades y dos
No estaba en condiciones de soportar aquel
campos, mientras la metáfora fusiona entidades separadas, la
estúpido torneo de ingenio. (TDA, 16)
diferencia resulta clara semánticamente. La comparación pone
en contacto seres u objetos de una m isma categoría. Lo que En la herencia moderna de la distancia con respecto al mundo,
distingue al símil de la comparación es la irreversibilidad de la lejano, industrializado, tecnologizado ahora, la náusea sartreana
comparación, "cuyos términos no podrían intercam biarse" puede establecerse como una aproximación conceptual a esa
(Mortara, 286). manifestación, vinculada al sentimiento totalizador del fin de
A nuestro criterio, la presencia de símil y com paración -no Tiempo de abrazar. Es por ello que la tríada comparación-náusea-
tanto metáfora-, en la novela mencionada radica en la presencia melancolía se presenta como llave microlectora.
de dos niveles de m undo: el cotidiano, apagado, de las
estructuras agobiantes del rol, y por otro, el idealizado, el También eso da la Náusea. O más bien es la Náusea. La
creado mediante la construcción de la comparación. Es decir, Náusea no está en mi; la siento allí, en la pared, en los
establece la analogía entre esos dos niveles, en relación de tirantes, en todas partes a mi alrededor. Es una sola cosa
con el café, soy yo quien está en ella. (La náusea, 22)
copresencia, como base comparativa. No se sustituyen, ambos
coexisten, y este es uno de los ejes temáticos y formales centrales
Indiferente a la escisión yo-otro, la náusea, de etimología
de la novela.
marina, se inmiscuye en la totalización del mundo, una especie
A g reg u em os el concep to de P erelm an, que señ ala la
de asco por la existencia. J.Jasón, Julio Jasón progresivamente,
diferencia ('ñireforo y tema en la analogía. Deben, generalmente,
se sustrae de la proyección mecánica de su vida hacia las
pertenecer a campos diferentes, o presentar asimetría. El tema
palabras imposibles de la muchacha, jovencísima amada frente
encierra la conclusión, el foro los términos que sirven para
al amante, en clave platónica. No hay, sin embargo, posibilidad
sostener el razonamiento (571). Normalmente se conoce más el
de autoerigirse mediante un proyecto de libertad.
foro que el tema, apela a lo sensorial, el tema presenta la
abstracción, la generalidad.
Trabajosamente se puso de pie, abrochó el saco y comenzó
a recoger sus libros. Jasón cruzó el salón para apagar la luz.
M encionaré brevemente dos casos en la novela: Triste y hastiado; infinitamente triste y hastiado. Con la
cabeza baja, la mano irresoluta acariciando la pequeña
palanca de la luz. Infinitamente cansado de la puerca vida.
El viento le movía el cabello como la caricia de una
Estomagado. Una columna de humo sucio le iba del
mano distraída (42). estómago al cerebro. Atravesado por el espeso chorro de
humo, arañaba despacito el conmutador. (TDA, 1-2)
Y la voz. Tenía una voz caliente, movediza, suave, como
una mano (22). Señalo este pasaje, porque la imagen potente está construida
en torno a la acción cotidiana, acciones de partida, la mano en
En este caso no existen dos niveles, a mi criterio. Si bien ambos el conm utador y la colum na de hum o. El m ecanism o de
casos abarcan la grafopeya, utilizan los rasgos externos, y la mano repetición, ampliando estructuralmente en correspondencias
aparece omnipresente, creando la isotopía semántica. El primer triste-hastiado-infinitam ente, progresa hacia el neologismo.
caso comparante es un movimiento y el comparado es la acción La im agen sartreana siguiente toma la figura de la serpiente,
de la caricia. Lo que se conoce, lo que se ve, es el foro. Se alude a que muta el neologismo onettiano a la palabra absurdo, sonidos
algo, no presente vivendalmente, que es necesario traer, como la inarmónicos. La serpiente adormecida por M edea para que
mano. Metáfora del adjetivo en el segundo caso, para la voz. Mano Jasón sustraiga el vellocino.
puede ser metonimia de la imagen materna, que nos lleva al final
La palabra Absurdo nace ahora de mi pluma; hace un
de la novela, también con voz y mano.
rato, en el jardín, no la encontré, pero tampoco la buscaba,
no tenía necesidad de ella; pensaba sin palabras, en las
Estaba enamorado de la adolescente y se sintió lleno de cosas, con las cosas. El absurdo no era una idea en mi
agradecimiento hada sí mismo. Se daba gracias por querer cabeza, ni un hálito de voz, sino aquella larga serpiente
a Virginia. muerta a mis pies, aquella serpiente de madera. Serpiente
Sintió ruido de pasos; y cuando vio la sonrisa que le traía o garra o raíz o garfas de buitre, poco importa. Y sin
M amá, com prendió cuánto bien le había hecho al form ular nada claram ente, com prendía que había
quedarse en la cama. Invalidado por la enfermedad, volvía encontrado la clave de la Existencia, la clave de mis
a ser el hijo pequeño a quien se protege y se cuida. Náuseas, de mi propia vida. En realidad, todo lo que
Inmóvil bajo las cobijas, estafaba años al tiempo y Mamá pude comprender después se reduce a este absurdo
volvía a tener un niño melancólico y tierno. Era a la fundamental. Absurdo: una palabra más; me debato con
criatura reconquistada a quien ella arropaba, acariciaba palabras; allá tocaba la cosa. Pero quisiera fijar aquí el

22
carácter absoluto de este absurdo. (La náusea, 130) uncido a un paradigma moderno es donde emerge este discurso
críptico y oscuram ente em anado y copiado, en sucesivas
A modo de glosa, la totalidad del sentimiento de lo absurdo inspiraciones que hasta hoy emplean sus motivos constructores
se infunde en los actos de la vida cotidiana, estableciendo en la de mundo: el hombre, existencialm ente solitario y arrojado a
naturaleza la mentira de la urbanidad. Romee rus optas, absentem un mundo que no comprende y enfrentado a un sí-mismo que
rustíais urbem tollis ad astra levis horaciano. Porque desde el tampoco comprende.; alejado radicalmente de una cotidia-
concepto de civilización asociado a progreso, hasta la forma neidad embotadora, desgajándose en un camino de soledad y
social de la vida urbana, la anáfora del isocolon señala el doble aceptación de su propia animalidad.
mundo, engaño a los ojos, y reconecta con una búsqueda de
yo íntegro, sumido en la continuidad de Bataille. El viento le movía el cabello como la caricia de una
mano distraída. Si, camarada. En la ciudad no se vivía. Se
producía dinero, se ganaba dinero, se compraba, se
Aflojó la corbata con un movimiento maquinal y aspiró vendía... La verdad estaba allí, en la naturaleza. En los
el aire fuerte y áspero. Esta era la vida. Todo lo demás frutos de los árboles, en las tetas de las vacas, en la miel
mentira. Monstruosa mentira la civilización, la farsa y de los panales. Tener la fuerza de huir de la ciudad,
sórdida civilización de los mercaderes. Tan burda la romper con ella, para siempre. Reintegrarse a la tierra,
mentira que bastaba llenarse un momento los pulmones negra, al pasto verde, el cielo azul. Ir arrancándose a
y el cerebro con la atmósfera de un pedazo de campo, pedazos, día a día, las costras que la ciudad había
para que apareciera evidente. Mentira los edificios segregado sobre su alma, lavarse en el aire limpio las
grotescos con el guiño de los sangrientos letreros mugres ciudadanas. Y levantarse una mañana, intacto,
luminosos. Mentira la superficie pulida de las calles. puro, fuerte, delante del paisaje luminoso y dilatado. Ser
Mentira los trenes veloces y trepidantes. Mentira las él íntegramente. (TDA, 42)
fábricas de chimeneas audaces, ensuciando día y noche
los arrabales. Mentira las máquinas brillantes, mostrando
con impudicia sus extrañas de acero. Mentira las calmas Ante una abundante bibliografía crítica y admirativa del
veladas de familia, bajo la dorada araña eléctrica del paisaje onettiano en nuestra literatura, solam ente m e he
comedor. Mentira el juego estúpido de los ascensores, propuesto analizar algunos pasajes de Tiempo de abrazar,
rebotando incansables en la planta baja para subir hasta
básicamente su estructura retórica, su valor sentencioso y
el 9oo 22° y volver a caer. Mentira las ediciones milenarias
de los periódicos, con sus groseros titulares retintos. descriptivo de una etapa bíblica.
Mentira los movimientos acompasados de las grúas Esa descripción del m undo femenino, a partir de las citas
eléctricas encima de los barcos de carga. Mentira la lluvia que transcribiremos, da cuenta sí de un universo sombrío y
metálica de las máquinas de escribir en las oficinas.
Mentira la multitud de las calles, de los campos de
hostil, donde la soledad es inherente al ser, pero también de
deportes, de los hipódromos, de los teatros, de las una inquietud. Por eso el Eclesíastés dom ina el título de la
manifestaciones erizadas de estandartes, de los lentos novela, desencantado señalamiento de la vana vanidad del ego
paseos crepusculares por las calles de moda. Toda una frente a la intemporalidad del Dios.
canallesca m entira, una farsa hábilm ente dirigida.
Pioneers, progreso, cultura, directores, honestidad
5 tiempo de esparcir piedras, y tiempo de juntar piedras;
comercial, hombres austeros, mujeres honestas... Río sin
tiempo de abrazar, y tiempo de abstenerse de abrazar;
maldad ni odio, bajo la transparencia del cielo redondo.
6tiempo de buscar, y tiempo de perder; tiempo de guardar,
(TDA,42)
y tiempo de desechar;
(...)

Frente al extenso período citado, período ya que está


com puesto por varios m iem bros encabezados por frases, la 12Yo he conocido que no hay para ellos cosa mejor que
alegrarse, y hacer bien en su vida;
alternativa hermenéutica elegida lleva a decodificarlo como la
13y también que es don de Dios que todo hombre coma
manía de la melancolía, el éxtasis del furor hiperconstructivo, y beba, y goce el bien de toda su labor.
como catedrales de palabras. Veamos, como última instancia,
su contrapartida, el silencio. Podría ciertam ente pensarse que este estupor frente a la
temporalidad, y por esa razón hemos incluido el pensamiento
3.- Silencio: melancolía de Aristófanes sartreano, tiene que ver con una im posibilidad juvenil con
adm itir el ser en el tiempo, y la no fijeza. Una búsqueda
Cuando Aristófanes toma la palabra en el Banquete, explica la neoplatónica de esencialidad. Ese neoplatonicismo se conecta
añoranza amorosa mediante el m ito del andrógino. Luego de con la imagen erótica del cuerpo-otro, que hemos visto. El
la separación que realiza Apolo en sus cuerpos, com o castigo melancólico odia y ama a la vez. Seleccioné una visión crítica
por com batir contra los dioses, les volvió la cabeza para que feminista:
vieran el lado de la escisión, "p ara que el castigo los volviera
m ás m odestos" (102). Su tendencia de ahí en m ás será la de Gracia sintetiza en un personaje de tres dimensiones los
recobrar el antiguo estado de fusión, de los tres tipos de tres arquetipos femeninos de Onetti: la muchacha, la mujer
y la prostituta. Es la virgen de veinte años cuando se casa
andrógino, "S e da el nom bre de am or al deseo de recobrar
con Risso, el clásico cuarentón que le enseña todos los
aquel antiguo estado" (103). De ese estado de incompletitud y caminos de la sexualidad y la convierte en mujer, término
de perpetua añoranza llegam os al deseo del m elancólico de ambivalente para los personajes masculinos onettianos, tan
recuperar lo perdido. El planteo kristeviano vuelve a la madre ambivalente, que por su misma incapacidad para aceptar a
una verdadera mujer, Risso, al haberla apartado para siempre
y al no logos, por tanto, a un estadio pre-simbólico.
con un insulto desvaído, la convierte en prostituta. (Ocampo.
"El infierno tan temido")
Q uizás porque la im pronta onettiana de configuración de
m undo poético se im plantó de form a potente en cuanto El amor se transforma, como en casi todos los amantes
onettianos, en imaginación y recuerdo, en ficción que se
modelización estético-literaria, y su implantación transcurrió
evade ante la imposibilidad de enfrentarse con la realidad
en un paradigma intelectual dominado por una "masculinidad" (Ocampo).
escritural, no nos identifiquem os con las frases de evidente
m isoginia que se encuentran en su narrativa. Y de ese canon No dudaríamos, recorriendo la obra de Onetti, en visibilizar

23
ese dualismo medieval prostituta/ santa en la imagen femenina. la producción del arte sublimado. Por eso la imposibilidad de
responder por parte de Jasón, ante la pregunta de la muchacha:
En el fondo de la habitación, Lima fumaba charlando a
veces en voz baja con Landbleu y las dos chicas. Una, Apareció de improviso un tren, ya casi junto a ellos el
morena, delgada, muy quieta. La rubia era alta, muy gran ojo dorado.
pintada y con aspecto resuelto. Si Lago dejara de caminar — ¿Te gustaría que yo fuera un muchacho?
—no podía sustraerse a la contemplación del efecto de la Un interrogante y burlón "socratismos" se extravió entre
luz en su rostro, cuando se acercaba a la mesa — él podría sus risas y el ruido del tren que se detuvo resoplando.
hacer un pequeño estudio fisonómico con las muchachas. Por un momento caminaron entre los empujones de la
Por lo tanto, era indudable que la morena —Virginia gente presurosa. Una maleta cuadrada con anillas de
Nosecuanto — era perezosa y sensual. María Teresa debía m etal. Una m ujer tocada con una m antilla negra,
ser activa, sincera, fuerte... Bien. Land tuteaba a las dos y colgando una canasta del brazo. Un humo blanquísimo
las trataba con una indiferencia que denunciaba la en grandes pelotas que giraban despacio.
intimidad. —Q uería decirte si le gusta encontrarm e algo de
muchacho.
El clásico pasaje de El pozo así parece atestiguarlo. Jason silbó, vacilando.
—Hum... Es difícil contestar eso. Largo y difícil.
—Sintetice. Tiene cerca de un minuto.
He leído que la inteligencia de las mujeres termina de
crecer a los veinte o venticinco años. No sé nada de la —Me estaba acordando de aquel Mo. Ella levantó la cabeza,
inteligencia de las mujeres y tampoco me interesa. Pero casi unidas las cejas.
el espíritu de las muchachas muere a esa edad, más o —A qu ello de si existe lo que no conocem os. El
menos. Pero muere siempre; terminan siendo todas pensamiento fabricando la reaMdad, o cosa así. (TDA, 57)
iguales, con un sentido práctico hediondo, con sus
necesidades materiales y un deseo ciego y oscuro de
parir un hijo. Piénsese en esto y se sabrá por qué no hay O bsérvese que el giro lingüístico, pensam iento y logos
grandes artistas mujeres. Y si uno se casa con una creando la realidad, necesidad de la pregunta exploratoria y
muchacha y un día se despierta al lado de una mujer, es dadora de identidad, es precedida por la im agen del gran o jo
posible que comprenda, sin asco, el alma de los violadores
de niñas y el cariño baboso de los viejos que esperan con dorado.
chocolatines en las esquinas de los liceos. (El pozo, 1939)
Comme si cette grande colère m'avait purgé du mal,
vidé d'espoir, devant cette nuit chargée de signes et
C laro está que pod ría argum entarse que el n arrad or
d'étoiles, je m'ouvrais pour la première fois à la tendre
cuestiona una construcción de género, basada en el sexo indifférence du [172] monde. (Camus. L'étranger) Qj
b io ló g ico , y en el eje m u je r-m ate rn id ad . M u jer-p a rir-
vulgaridad-no inteligencia. La descripción de Cristina, en la
novela que nos ocupa, lo sustenta.

Se dehi vo un instante juntando las cejas, Cristina. Cristina


desnuda, de pie frente al espejo, mientras él fumaba tirado
en la cama. En el vestíbulo del teatro, con el abrigo azul
marino y el pequeño paraguas debajo del brazo. La cabeza
en primer plano, despernada, mirando acercarse la suya...
Acaso había hecho una tontería enojándose con ella. Era
muy linda, muy linda. Sí; estúpida, charlatana, vulgar,
con una manera de alzar los hombros que crispaba los Bibliografía
nervios. Pero, no obstante, sin embargo, a pesar de todo...
Sí; había sido un tonto. Con ella, nada de dudas ni Aristóteles. Retórica. Madrid: Alianza, 1998.
problemas filosóficos. (TDA, 4)
Biblia de Jerusalén. Bilbao: Desclée de Brouwer, 1978.

Sin embargo, y más allá de argumentar sobre contextos Butler, Judith. El género en disputa. México: paidós, 2001.
epocales y subalternidades actuales, existe la posibilidad de Camus, Albert. Eétranger. http://classiques.uqac.ca/classiques/cam us_albert/
enfocarlo como un modelo de contrasexualidad, entendida esta etrang er/cam usetra nge r.pd f
como un análisis crítico de la diferencia de género y de sexo, Cortázar, Julio. Rayuela. http://red.ilce.edu.mx/sitios/micrositios/cortazar_aniv/pdf/
producto del contrato social heterocentrado, cuyas per- 8_Cielo_Rayuela_Nbro.pdf
forma ti vidades normativas han sido inscritas en los cuerpos Kristeva, Julia. Sol negro. Depresión y melancolía. Venezuela: Monte Ávila,
como verdades biológicas (Butler, 2001). Ejercicio despectivo, 1991.
la actitud de Julio Jasón, abandonando a M edea por la joven Le Guern, M ichel. Sémantique de la métaphore et de la métonymie. Paris:
Larousse, 1973.
princesa que sucumbe a su magia y perece envuelta en el
vestido, "y las carnes, a m odo de lágrim as de pino, fluían de Mortara Garavelli, Bice. Manual de Retórica. Madrid: Cátedra, 1988.
sus huesos con los mordiscos invisibles del veneno: espantosa Ocampo, Aurora M. “ La m ujer en El infierno tan te m id o ” . http://au rora-m -
visión" (Medea, 1200). Si la contrasexualidad apunta a sustituir ocam po.blogspot.com /
este contrato social que denominamos Naturaleza por un Onetti, Juan Carlos. Tiempo de abrazar, h ttp ://w w w .o n e tti.n e t/e s /n o ve la s /
contrato contrasexual, todo es construcción, todo es tecnología. tiem po_de_abrazar
Volvemos a la resistencia jasoniana a la ciudad, su retorno a lo http ://in a b im a .g o b .d o /d e sca rg as/b iblio te ca F A IL /A u to re s% 2 0 E xtra n je ro s/0 /
Onetti,%20Juan%20Carlos %20%281909-1994%29/Onetti,%20J uan%20Carlos%20-
que hoy sería el lumbersexual. Judith Butler y Beatriz Preciado %20Tiempo%20de%20%20Abrazar.pdf
darían cuenta de esta narración como una contrapartida por
Perelman, Cháím y Lucie Olbrechts-Tyteca: Tratado de la argumentación: la
ironía, o por absurdo, del deseo de androginia, una señal
nueva retórica. Madrid: Gredos, 1994
moderna de la parafernalia tecnológica del sexo, inscribiéndose
Platón. Banquete. Buenos Aires: Austral, 1962.
en el cuerpo mediante el habí tus. Una lectura contemporánea
podría dar cuenta de la melancolía de género, impulso matricida Preciado, Beatriz. Manifiesto contrasexual. Madrid: Opera prima, 2002.
vuelto contra el sujeto femenino, tristeza voluptuosa ligada a Sartre, J.P. La náusea. México: Época, 2008.

24
CARTA A ONETTI
Alexis Borla
¿£¿U
"don't be a writer, be writi 11g" Su novela Juntacadáveres (1964) tiene la solvencia de quien
Williain Faulkner e scrib e con un esp e jo , se e n tre c ru z a n cla ra m e n te las
c a ra c te rís tic a s de sus p e rso n a je s g en era n d o a n títe sis
Sr. J. C. Onetti, constan tes, y de esa búsqueda de antítesis que usted realizó es
q ue surge, desde mi hu milde punto de vista, la errónea imagen
e re d a cto esta s lín e as en m i ca rá cter de de nuestro pueblo. Describe la estación de trenes de Santa
representante de m i pueblo, habitante de mi María com o "deshabitada" y al pueblo com o "alicaíd o ", por
tierra. No ofendido pero sí apesadumbrado por sólo mencionar un (1) adjetivo. Yo dudo que usted haya estado
la som bra que u sted ha d ejad o sobre mi alguna ve/ en esa estación de trenes, ¿sabe? Dudo que la
querida ciudad de Santa M aría, a la que lia conozca. Y lo hago porque nadieque haya estado en la estación
tenido por bien dedicar tantas horas de sesu da ignoraría el enorm e reloj (casi un Big Ben sudamericano, le
aunque no muy elogiosa escritura. Y e s justamente esta última diré) que hay en el centro de la misma. Es cierto que el reloj
cuestión la que me ocupa, pues su escritura, ciertamente vertirá 1 hace decenios que no funciona y que está bastante venido a
en cuanto a las descripciones sobre m i herm osa aunque menos pero aún así es enorme, y usted omite mencionarlo.
im perfecta (claro está) ciudad, nos ha generado algunos Aparte, el hecho es que los pocos pero fieles habitantes de
problemas de imagen, que aún después de tantos años persisten Santa María viven tan cómodos en nuestra ciudad que no tienen
injuriosamente sobre cada esquina santa, sobre cada María q ue voluntad alguna deabordar un tren y abandonarla, como suele
habita aquí. suceder en las supuestas ciudades hermosas desde las que usted
En caso de que m i planteo no sea claro me voy a esm erar en ha de escribir. Asumo que generó esa imagen de Santa María
ser específico a pesar de m i im pericia com o escritor, torpeza porque se vio en la obligación de crear relaciones simétricas
que espero sepa com prender pues no todos poseem os el don que se contrapongan entre espacios disímiles, para dotar de
de esa prosa fluida y sinuosa que usted bien cultivó, ma 1q ue ese modo de cierta coherencia interna sus libros.
me pese. Su s e n tid o del a b s u rd o e x is te n c ia l es c ie rta m e n te
U sted dedicó buena parte de lo que lleva escrito a mi du da d, compartible, pero noto una obsesión religiosa trasuntando
en novelas com o La vida breve, El astillero y Juntacadáveres, algunas cuestiones de su obra. Tal ve/ llevar las pesadas ilúdales
diseñó lo que vendría a ser una trilogía de Santa María, y mi de JesuCristo lo ha m arcadoa usted como para no poder obviar
intención es la de hacer un breve pero intenso contrapunto estas cuestiones. Iniciales que, no quiero dejar de mencionar,
sobre alg u no de los h echos y p erso n ajes qu e d escribe. usted utiliza para dar nombre a Junta Cadáveres, el apodo de
Entenderá que mi condición de santam ariense m e exige este su personaje, ciertam ente opu esto a Jesu cristo en tanto
gesto, que ha venido siendo ignorado por mis correligionarios proxeneta. Así como Dios creó el Edén y a Eva, usted hace que
pero se im pone como una apología necesaria pa ra limpiar un Larsen quiera crear un Paraíso de lo impío, puesto que este
poco la no muy favorable identidad que usted con su infatuación nuevo Dios es un proxeneta y Eva su empleada, digamos para
por Santa M aría describió en su trilogía. mantener las formas. Esa reinvención (opuesta) del cielo en la
El aislamiento en que vivimos actualmente me impide conocer tierra es la cruz que hoy Santa M aría lleva. Su escritura es de
si los rumores de su m uerte son reales o, como diría M ark un excesivo virtuosismo, usted parece escribir soñando y
Twain, exagerados, sea como sea dirijo esta carta ante usted destruyendo su propio sueño. Pero eso no m e enceguece y
con el mayor de los respetos. puedo percibir que sus escritos se vinculan de un modo mucho
Santa María es una ciudad llena de vida y expectativas, no es m ás frecuente con las teorías lacanianas del sujeto y la
un sitio donde el tiempo "en lugar de avanzar, da vueltas sobre representación, que señalan la incom pletud com o pulsión.
sí mismo y se muerde la cola", como dijo un tal M ario Vargas Sus escritos se relacionan con la noción de signo que hace una
Llosa (alguien sin relevancia, tampoco hablamos de un candidato distinción entre experiencia y representación, eso que Lacan
siquiera al Nobel...) seguramente alentado por sus descripciones, llama "el Objeto A ", un coeficiente de experiencia que no puede
que están sesgadas y son de lo poco que sabemos existe sobre ser expresado nunca por el lenguaje y permanece latente, como
nuestro herm oso pueblo en m ateria de Literatura, lam en­ impulso cuestionador en la psiquis humana. El signo se revela,
tablemente. así, como un artefacto generado a partir de procedimientos
Déjeme decirle, Sr. Onetti, que a pesar de su limitada fama artificiales y no naturales. Artefacto con el cual se crean
(que tampoco es tanta, pues las letradas autoridades militares mundos, esos mundos que crearon sus personajes para huir y
de su país lo desconocen según he sabido...) yo no pienso dejar aislarse, apartados como usted (erróneamente, insisto pues es
qu e sus p a la b ra s p in ten a San ta M aría co m o un sitio mi deber) considera a Santa M aría. De hecho, en El astillero
empantanado, lleno de burdeles (hay una cantidad justa y (1961), donde usted describe la decadencia de un ya de por sí
coherente de ellos), mala vida y estancam iento social. Si bien decadente Junta Larsen y su posterior muerte, puede percibirse
asumo que puede ser que alguien malentienda nuestra extrema cómo traslada características del personaje a la ciudad, que
unión com o pueblo y cohesión interna como cierto grado de no tiene culpa de lo que sucede al atormentado personaje. Su
aislamiento, me veo en la necesidad de refutar dicha hipótesis, uso de frases largas y complejas, sus descripciones anudadas,
los habitantes de Santa María somos tan abiertos al mundo como anegadas de figuras poéticas que requieren de una elaboración
los de cualq uier otra ciudad. Si no estamos muy al tanto de las lógica por parte del lector, crean una narrativa en la cual el
novedades en cuanto a cultura y noticias no es porque no lector tiene que leer sin apu i arse: una velocidad extrema haría
deseemos hacerlo, más bien hemos sido m arginados, y no al texto inasequible, mientras que una muy detenida lo haría a
dubitaré en decir que su famosa trilogía ha contribuido a esa uno hundirse en las arenas movedizas. Este tipo de narrativa
m arginación. Nadie ya nos informa sobre cosas elementales crea una sensación de extenuamiento en el texto mismo pero
como pueden ser los escritores promisorios o las novedades de no cansa. Ese extenuamiento va muy acorde con la situación
política internacional, Santa M aría no es un paréntesis en el narrada, y con la decadencia de los personajes; pero muy
planeta, Santa María ha sido forzada a vivir en el ostracismo, y discorde (alejada de nuestro corazón) con Santa María, una
eso claramente no es lo mismo. ciudad que no se cansa, pues el m ovimiento de lo mism o no
cansa, sólo es latido, reflejo. Santa M aría puede ser rutinaria, suyas a mi ciudad. Erich Fromm mencionó que algunas personas
pero jam ás está agotada, simplemente se repite, porque lo que sólo pueden ser libres únicam ente en el sentido de que
está bien merece ser repetido, y Santa M aría está bien. Siento consiguen quedarse solos, aislados, y que se abruman por una
que en su afán de hacer un texto con sentido usted trasmitió inquietud y un insoportable sentimiento de dudas contra­
características de sus personajes a mi querida ciudad, y siento dictorias. Soliloquios infernales, que erosionan como una gota
que no somos merecedores de las mismas. Para un solipsista cayendo sobre la frente de un condenado. Se sobrevive a eso
no confeso como usted quizá los sentimientos carecen de valor, con el recurso de fabricarse otras identidades, inventándose
pero no para mí, que trajino mi ciudad día a día, con la misma seudónimos, mintiéndose a sí mismo, imaginando otros seres
voluntad que mis huraños coterráneos. No son caprichos míos, a través de los cuales se pueda escapar de la realidad. Algo que
a m enu d o se lo lee p e rso n a liz a n d o lo s o b je to s y sus vem os constantem ente repetido en esta trilogía que tanto he
características ("rodeado de las cam isas a cuadros de los mencionado. No es m i intención que usted se retracte de sus
cam ioneros...", por poner un ejemplo...) y en esa madeja de libros, Sr. Onetti, pues su prosa es tan atractiva que uno no
confusión de identidades es donde usted se mueve con más puede m ás que sen tirse elogiad o en la crítica, m uchos
habilidad. De esa confusión surgen m alentendidos como la desearíamos poder alabar Santa María con las mismas palabras
imagen sombría que adjudica a Santa Ma ría, ciudad que lejos con que usted prácticamente la insulta. Pero tenga por bien,
de ser sombría reluce en su bonhom ía diaria, expresada en aunque sea en honor a la m emoria de Juan M aría Brausen (a
modo de serenidad y silencio. Tristes no son nuestros habitantes q u ien tan to m en cio n ó en La inda breve), co n sid era r el
sino sus personajes, de hecho, el único personaje que ríe lo sentimiento herido de un habitante de esta hermosa ciudad, se
hace por locura: Angélica Inés, la hija de Jeremías Petrus, con lo digo como ciudadano y ya no com o Gobernador de Santa
una risa boba que, más que agradar, asusta. María. E23
Es ciertamente penoso que, siendo la novela un género aún
no muy cultivado en nuestra lengua, usted llegue con sus
metaficciones en las que incluye habitualmente sueños dentro
de historias ficticias para manchar nuestro buen nombre. Su J. C. Brausen, Gobernador de Santa María
desencanto político se presenta a cada instante, tanto como 02/06/1991
ese nihilismo tan onettiano, si me permite adjetivar usando su
apellido, cosa que no creo que alguien haya hecho antes.
Para ir cerrando, estim ado Sr. Onetti, ahondaré en una
cuestión que ya introduje cuando mencioné la estación de
tren de Santa María. Usted escribe con una marcada preferencia
por lo que se llama narración homodiegética, si seguimos a
Gérard Genette, donde se presenta no sólo como testigo de la
acción, sino que abandona toda vocación decisoria para
terminar protagonizando un yo dubitativo, que se llena de
cuestionamientos y parece considerar las preguntas como una
entidad superior a sus respuestas. No es justam en te un
personaje heroico el que representa, sino que introduce un
punto de vista con el cual la "relatividad" forma parte de la
obra, siendo la forma de contar la historia tan importante como
la historia misma. Todas esas características que enlentecen el
relato enlentecen tam bién a Sa nta M aría, com o le comenté. Y
he llegado a creer que tienen que ver no con su voluntad de
"hablar mal de Sa nta Ma ría", sino con una suerte de narrador
patológico que se apodera de usted r ada vez que se pone a
escribir. Esos personajes soñadores al punto del autismo, esos
vivientes de minuciosas fantasías con descripciones forenses,
silencios ominosos y apologistas de la ausencia, no son sino
partes de su ser, tomando forma y nombre: Juan Carlos, Junta
Cadáveres y JesuCristo se desdoblan por toda su obra. Y siento
que nos echa la culpa de lo que usted padece, por así decirlo.
Su yo se le va filtrando, com o en "u na tumba bajo la cual se
filtra la pertinaz lluvia". Su rigurosa arquitectura literaria
apenas puede ser disimulada pero está tugurizada por su propia
forma de ser, el propósito de deformación de lo real mediante Bibliografía
el relato reflexivo con reminiscencias existencialistas a la Jean
Vargas Llosa, Mario. El viaje a la ficción. Madrid, Alfaguara, 2007.
Paul Sartre es deliberado y explícito. No sólo cada obra tiene
una geografía propia (que me temo no pertenezca a mi Santa Fromm, Erich. El m iedo a la lib ertad. En http://w w w .circpau.org/pdf/
María sino a una Santa M aríaalterna que usted imaginó), sino 2.3.5.1 .miedo a la libertad..pdf 03/11/2014
que la totalidad perteneciente a la obra actúa según leyes Genette, Gérard. 1972. Figuras III. Barcelona, Lumen, 1989.
precisas de un "cosm os de propiedad", com o lo llamaba el D Angelo, Carbajal y Marchilli. Introducción a tacan. Buenos Aires, Ed. Lugar,
"fu n d a d o r" de Yoknapatw pha, W illiam F aulkner. Pero 1984.
Yoknapatwpha sólo existía en el delirio del autor, no com o Onetti, Juan Carlos. La vida breve. Buenos Aires, Sudamericana, 1950.
Santa María. - El astillero. Montevideo, Alfa, 1961.
Yo creo que usted trasladó, sin querer hacerlo, características - Juntacadáveres. 2a. Ed., Montevideo, Alfa, 1966.

28
Caricatura: Hermenegildo Sabat

29
YO DORMÍ
EN LA CAMA DE ONETTI

Miguel Ángel Campodónico


stoy en Madrid con Beatriz, mi esposa. Llamo
por teléfono a Onetti, nunca he hablado una
palabra con él y m e parece que lejos del
Uruguay es una buena oportunidad para
c o n o ce rlo . E n M o n te v id e o n o lo h a b ía
intentado, me alejaba el ruido provocado por
sus perseguidores, todos aquellos que al conocerlo buscaban
jactarse de un sueño realizado. Por eso me había negado a entrar
en ese infierno tan temido. Supe, incluso, de alguien que intentó
sobornarlo llevándole una botella de vino a su apartamento de
la calle Gonzalo Ramírez con la esperanza de que lo recibiera.
La contestación de Onetti -en voz alta, tanto que el visitante lo
escuchó- cuando Doli, su esposa, le anunció que fulano quería
verlo no había hecho otra cosa que aumentar la leyenda: "Decile
a fulano que se vaya, pero que deje la botella". Prefería entonces
no dar un solo paso para conocerlo, con botella o sin ella. Al fin
de cuentas, estaba haciendo lo que Armonía Somers me había
dicho más de una vez: "n o te preocupes por conocer a los
escritores, leelos".
O netti no sabía quién era yo, quiero decir que no tenía
ninguna razón importante para estar enterado de mi existencia.
Mi libro de cuentos y mis dos novelas publicados hasta entonces
nada tenían que ver con mi deseo de conocerlo. Yo quería
simplemente charlar con Juan Carlos Onetti de quien tantos
comentarios había escuchado. Estaba casi convencido de que
no me recibiría a pesar de que cuando lo llamé invoqué a un
amigo común. Para mi sorpresa nos invitó a alm orzar en su
apartamento al día siguiente.
Con la autoridad que me daba no llevar ni un solo ejemplar
de mis libros, allá fuimos -era abril de 1987- con la curiosidad
propia de quien va a conocer a un autor de quien casi todos los
escritores en el Uruguay no hacían otra cosa que incorporar
nuevos elementos para que su im agen de bebedor y lector
acostado creciera sin pausa.
Diez minutos después de nuestra llegada, a las doce en punto,
ya estábamos en el living tomando whisky en el aperitivo ritual
que precedería al almuerzo. Onetti por momentos hablaba más
con Beatriz que conmigo, al m enos la m iraba más a ella,
seguram ente lo habían atraído sus calm ados ojos verdes,
también era sabido el m otor que lo ponía en marcha cada vez
que estaba cerca de una mujer. Aunque no tuviera ojos verdes.
Beatriz no acostumbraba tomar alcohol, pero el whisky era un
manantial que no cesaba de caer sobre Onetti y sobre mí. Los
cigarrillos, en este caso de los tres, incorporaban al ambiente
un tono neblinoso que extrañam ente se adecuaba al aspecto
físico que m ostraba Onetti. Su cara, su expresión, su manera
de hablar, eran signos de una imagen decadente.
El momento del almuerzo parecía que no llegaría nunca, en
cambio continuaban multiplicándose los vasos de whisky. Yo
me preguntaba cómo era posible que Onetti tomara de esa
manera, extremo que, sin embargo, no me impedía seguirlo en
una carrera que no había previsto el punto de llegada.
Finalmente, nos levantamos para almorzar y caminamos hacia
el comedor. Entonces, el whisky fue sustituido por el vino
tinto, mientras las copas se vaciaban y volvían a llenarse con la
m ism a rapidez con que el w hisky había desaparecido y
regresado anteriormente.
Los postres ya habían pasado, el almuerzo había terminado.
Dejamos el comedor y regresamos a los sillones en los que otra
vez salida de no se sabe dónde apareció la botella de whisky. Y
los vasos. Y el manantial que continuó regándonos.
Ya cerca de las tres y media de la tarde apoyé mi vaso sobre
la mesa, me levanté, experim enté una extraña sensación, no
podía quedarme quieto, a algún lado tengo que ir, me dije.

31
Onetti creyó que yo iba al baño y me explicó cóm o llegar a él. El astillero que mostró con orgullo. La irónica dedicatoria que
Caminé tambaleante, en un principio me pareció que algo él escribió en aquel abril de 1987 con letra cuidadosamente
giraba, después fue el apartamento todo el que me envolvió organizada no dejaba duda alguna de que nuestra visita había
con danzas ligeras a pesar de lo cual yo seguí cam inando en sido una ürvasión que había durado bastante más de lo esperado:
dirección a la nada, ahí seguramente todo estaría quieto. Pasé "Para mis queridos Campodónicos que se allegaron por cinco
frente a una habitación, miré de reojo y vi una cama que se minutos y permanecen hoy: junio de 1992. Con mucho amor.
ofrecía im púdicamente. Probablemente, esta sea la felicidad Madrid 1992". No estuvimos cinco años en su apartamento, es
de la nada, pensé, por algo le gusta tanto a Onetti estar acostado. verdad, pero también es cierto que a todos nos pareció que eso
Entonces había llegado a destino. Entré en la habitación. Me era lo que había sucedido.
acosté en la cama de Onetti, quizás debiera decir que me tiré En aquellos tiempos -insisto, abril de 1987- hacía dos años
en ella, divisé el techo y boca arriba fue lo último que observé. apenas que la democracia había vuelto en el Uruguay. El doctor
Me dormí profundamente. No recuerdo exactamente cuánto Julio M aría Sanguinetti, amigo de Onetti y el presidente que
tiempo estuve durmiendo, pero creo que más o m enos una inauguró el nuevo período democrático lo había invitado más
hora y media después me desperté sobresaltado por una mano de una vez a regresar. Incluso, se había anunciado que se le
que me golpeaba en el hombro acompañada por una voz entregaría un premio en un acto especial en M ontevideo que
profunda que exclam aba: "¡d espertate de una vez, che!". tendría el carácter de desagravio por lo que había soportado
Cuando abrí los ojos, ahí estaba Onetti a mi lado, según me durante la dictadura militar. Eran tantas las conjeturas que se
pareció una figura colosal erguida sobre mí y sobre los libros hacían para intentar una explicación sobre la negativa de Onetti
amontonados en la rnesita de luz que yo recién descubría. a vivir ese tiempo de abrazar, que yo, antes de irnos de su
Todavía maltrecho abandoné mi posición acostada que según apartamento, le pedí que me dijera por qué no quería volver.
todos los vaticinios hubiera tenido que ser la de él y siguiéndolo Su respuesta se elevó por sobre las im aginativas y sesudas
me dirigí nuevamente al living, mientras le pedía disculpas esp ecu lacion es que abu ndaban en el m u ndillo cu ltural
por haber caído en el pozo del sueño y lam entándom e por uruguayo: "N o quiero que las mujeres que me conocieron me
haberlo obligado a convertirse en una especie d ejuntacadáveres vean en este estado, ¿te imaginás lo que sería para m í?".
en aquella tumba con nombre en la que había transformado a su Ya en la calle nos recibió una suave brisa, para que yo pudiera
cama. Y cuando otra vez estuve sentado en un sillón me dije refrescarm e continuamos cam inando y dejamos que hablara el
que estaba en el equivalente de un astillero en el que yo viento. ESI
reposaría a la espera de que mi humanidad fuera calafeteada.
Me equivoqué de medio a m edio o de w hisky a whisky, una
nueva botella había reem plazado a la inútil que ya había
cumplido su destino.
Beatriz y O netti habían estado conversando -¿de qué?-
durante todo el tiempo que yo había dormido en el pozo, ella
fumando y él tomando y fumando. También yo, empujado por
la actitud de Onetti, tomé algún whisky más, pero después
para m i vergü enza m e declaré derrotado, m e rendí sin
condiciones a una botella de refresco exhibiendo la inocultable
cara de la desgracia. M ientras tanto, él continuó consumiendo
el líquido de siempre al tiempo que de vez en cuando le pedía
a D oly que le trajera cigarrillos. La respuesta era inva­
riablem ente "pero, Juan, fum ar no te hace bien", aunque
inmediatamente después que la voz se había apagado aparecía
Doly con la cajilla en la mano. ¿De qué hablamos los tres? ¿De
qué? No lo recuerdo.
El tiempo ya no contaba, Doly se fue de tarde a ensayar y
cuando regresó de noche todavía estábam os ahí en el living.
Tod os, n osotros, los cig arrillo s y la botella de w hisky,
parecíamos haber pasado a formar parte de la decoración del
apartamento para siempre. Repuesta de su asombro, Doly creyó
necesario llevar su papel de anfitriona hasta el último extremo
y encargó por teléfono comida a la rotisería ubicada en la
esquina del apartamento. Onetti continuó tomando whisky
antes de la cena, vino mientras la comía y nuevamente whisky
después de terminarla. El manantial no se agotaba, seguía
dándole lo que él buscaba. ¿Qué buscaba? No lo sé.
Nos fuimos a las doce de la noche, es decir, permanecimos
en su casa exactamente doce horas, durantes las cuales Onetti
no dejó de tomar ni sintió la necesidad de acostarse durante
diez minutos para comprobar al m enos cómo le había dejado
yo su refugio horizontal. Nada lo detuvo, se había propuesto
terminar con los líquidos que habían sobrevivido. Y lo logró.
¿Para qué? No lo sé.
Ningún libro tenía cuando entré, sin em bargo salí con uno
de Onetti. Nos regaló la edición de Seix Barral de tapa dura de

32
EL LUGAR ONETTI
A proxim aciones a una caricatura m agistral
del país au tocom p lacien te

Daniel Mazzone

Caricatura: Fermín Hontou (Ombú)


Y tan farsantes como yo. Se burlan del piejo, de mi, las cosas en Uruguay. En este m arco se fue construyendo el
de los treinta millones; no creen siquiera que esto lugar Onetti.
sea o haya sido un astillero; soportan con buena
educación que el viejo, yo, las carpetas, el edificio y
Segunda aproximación: Desde el lugar Onetti se gigantiza el
el río les contemos historias de barcos que llegaron,
de 200 obreros trabajan do, de asam bleas de malentendido y como se sabe, las caricaturas no suelen ser de
accionistas, de debentures y títulos que anduvieron, fácil recepción. Demandan cuotas variables de hum or o de
arriba y abajo, en las pizarras de la Bolsa. No creen, autocrítica. De no existir acabada conciencia sobre aquellos
me doy cuenta, ni siquiera en lo que tocan y hacen,
aspectos que la caricatura exagera, pueden producirse ese tipo
en los números de dinero, en los números de peso y
tamaño. Pero trepan cada día la escalera de hierro y de situaciones tan comunes entre los rioplatenses: leer a Onetti
vienen a jugar a las siete horas de trabajo y sienten y no entender de qué habla. Ciertamente su literatura alegórica,
que el juego es más verdadero que las arañas, las alusiva -la metáfora no lo sería si nombrara la co sa- requiere
goteras, las ratas, la esponja de las maderas podridas.
Y si ellos están locos, es forzoso que yo esté loco. interpretación, hipótesis hermenéuticas, cierta tenacidad. Pero
Porque yo podía jugar a mi juego porque lo estaba además, no debería caerse en la ingenuidad de pretender que
haciendo en soledad; pero si ellos, otros, me la enunciación onettiana sea más inteligible que la versión
acompañan, el juego es lo serio, se transforma en lo colectiva de la realidad a la que alude. Sorprenderse por las
real. Aceptarlo así -yo, que lo jugaba porque era
ju ego- es aceptar la locura. dificultades que plantea su lectura es com o desconectarlo de
su circunstancia, o fingir ignorancia del rol que cabe a cada
Monólogo interior de Larsen (El astillero) uno, por acción u omisión, en la construcción de sentido. El
lugar Onetti sería entonces, aquel desde el cual se procura una
inteligibilidad posible. Donde se dice algo oscuro, referido a
stamos tan habituados al malentendido y la una oscuridad precedente.
confusión, que ante cada reaparición, como la
d el e s c á n d a lo de P lu n a co n su re m a te Tercera aproximación: El lugar Onetti temñnó de construirse
macondiano incluido, sabemos de antemano por una casualidad. Es probable que desde M ontevideo o
que todo epilogará de manera abstrusa, trunca, Buenos Aires, la repercusión de su obra no llegara a la
sin explicaciones. Simplemente se dejará de dimensión que alcanzó en Madrid. La recepción de una obra
hablar de ello, o quedarán flotando versiones encontradas sin de ese porte, requería un calado que las sociedades rioplatenses
síntesis posible. Las autorid ad es ni siquiera se sentirán no estaban en condiciones de otorgarle. Sólo después de que
obligadas a inform ar por qué m ás de un centenar de ex algunos referentes como Antonio M uñoz Molina entendieron
funcionarios de la ex empresa de participación estatal, cobraron y "com p raro n " la m arca O netti, ciertas elites uruguayas
un abusivo seguro de paro por más de dos años, cuando el accedieron a pegar su nom bre al del escritor. Claro que lo
uruguayo de a pie tiene derecho a un máximo de seis meses. Es hicieron a través de lugares comunes, no sobre Onetti sino
sólo uno de los escándalos recientes, pero revelador de una sobre la celebridad. Cuando el ditirambo ya es innecesario para
cu ltura poco transparente, cuyas co nsecu encias no son el elogiado y representa un beneficio mayor para el que elogia,
fácilmente perceptibles ni m ensurables -co m o un avión que es im probable que pueda eludirse el tufillo que delata la
no vuela o un plan económico que fracasa- y por eso no parecen adulación.
pagarse costos políticos significativos. Esta es, se me ocurre,
la exp licación de que el tem a no figure en las agend as Si b ien el b ra z o e je c u to r e v id e n te de su e x p u lsió n
importantes, de mirada tan satelital que no perciben la gravedad correspondió a la corporación m ilitar (responsable de tantas
de que "la gente" se quede a medio entender, a medio elaborar, atrocidades durante el período de facto), debe convenirse que
o a m ed io so sp e ch ar. De h ech o , y au n sin su esta tu s el propio Onetti impidió deslegitimar aquella medida extrema,
problemático, el tsunami de las discursividades abstrusas con negándose a venir cuando el ex presidente Sanguinetti lo invitó
su déficit de sentido, socava un poco más cada vez la autoestima a su asunción presidencial, precisamente cuando se restauraba
y la credibilidad colectiva y acumula ese tipo de malestar que la democracia. Paradojas uruguayas, el pretexto pueril que
engrosará el bajón del todo da lo mismo. utilizaron para echarlo -la firma del fallo que premió un cuento
mediocre- fue la casualidad que lo proyectó a la más dinámica
También nos quedamos sin saber por qué seis meses antes del sociedad española, que em pezaba a sacudirse sus propios
mundial Brasil 2014, la conducción que dirigía bien los intereses demonios dictatoriales. Se apresuraron los tiempos y un Onetti
del fútbol, fue removida con participación inequívoca de la cúpula casi postum o volvió al Río de la Plata hecho leyenda, Premio
política y en beneficio ostensible de oscuros intereses. Cervantes, ya universal.

Son calas que ilustran una construcción discursiva opaca, Cuarta aproximación: como el lugar Onetti es ineludible, los
de medias verdades, ininteligible, característica de un país beneficiarios de la opacidad intentarán vaciar su contenido.
binario, sin matices ni refinamientos para pensar ni resolver. Los académicos del prime time, negarán al Onetti de El pozo
La salida fácil -la política la utiliza a m enudo- es señalar a (1939) el de "aquí no hay nada" y encomiarán el país modelo y
medios y periodistas, com o responsables de esta situación y la nostalgia que de él padeceríamos los uruguayos. Y lo volverán
no lo son. No al menos en forma excluyente y probablemente ni a negar en El astillero (1961), en que adm itió que había algo:
siquiera principal. Es verdad que en los medios -tradicionalesy fábricas fundidas. Lo negarán por la vía de ensalzar presuntos
nuevos- se configuran las agendas cuyo sentido se consolida en paraísos perdidos, a sabiendas de que nadie les va a pasar factura
la conversación colectiva, pero la cadena de responsabilidades por sus incongruencias cuando elogien superficialm ente al
reconoce más de un actor. Y si bien es cierto que los medios crítico del país m odelo. Esas sutilezas son para latitudes
cuestionan insuficientemente al poder, no lo es menos que van europeas, no para comarcas toscas que hasta ignoran que
tan a fondo como se les exige. Podría decirse que cada sociedad podrían exigir otra cosa y no conform arse con versiones
llega a poseer la calidad de la verdad que se procura. Y así son anodinas y descafeinadas de hechos escandalosos. Desde el
Aproxim ación final: El lugar Onetti sería el de la repre­
que nos aterrorizan, el grado cero del utópico "Com o el Uruguay sentación del absurdo, el de la caricatura de una enunciación
no hay", el del capitalism o de am igos y la sustitución de errática. Su logro m ayor es la construcción del arquetípico
importaciones con medidas arancelarias, que no obligaba a los Junta Larsen, "cifra y clave del mundo narrativo de O netti", al
empresarios a hacerse cargo de la calidad. El país del "com pre decir de Emir Rodríguez M onegal. Pero toda la obra está
nacional aunque sea malo, joróbese, ayude a la patria". Una de las poblada de escenas como ésta, de El astillero, en que el ingeniero
formas de evitar abrir la puerta de ese desván, es construir un Kunz estudia un plano "hecho diez años atrás, de una máquina
Onetti raro, maldito, sórdido, y toda la ocurrente retahila de perforadora que podía dar cien golpes por minuto. Kunz sabía
adjetivos débiles que nada agregan, sólo inin teligibilidad y vacío. que en el mundo rem oto se vendían máquinas capaces de
Mientras tanto El astillero seguirá fundido y esperando a Godot. descargar quinientos golpes por minuto. Trabajaba siete horas
diarias porque estaba seguro de que era capaz de m ejorar el
Quinta aproximación: el lugar Onetti, no es un monumento viejo proyecto (...) convencido de que, con algunas m o­
o un mausoleo, sino un nuevo punto en la construcción cuyo dificaciones, la perforadora podría, teóricamente, descargar
sentido se alcanza junto a otros puntos que aislados entre sí, ciento cincuenta golpes en sesenta segundos".
nada revelan. El sentido se alcanza cuando se unen los puntos
y ello sólo se logra si se desea unirlos. Una lectura más atenta, Si esta representación simbólica del Uruguay de hace 50 años
que vaya más allá del desdén al primer presidente democrático tiene asidero, es probable que las modalidades discursivas que
que tuvo el país tras la dictadura, podría revelar, por ejemplo, la obra de Onetti caricaturiza tengan alguna responsabilidad
que la expulsión, ya expresa o implícita, es un procedimiento en la autoestima baja de un país vendedor de commodities que
recurrente en nuestra forma de resolver conflictos. Eduardo m algasta energías a sabiendas pero sin adm itirlo, que se
Acevedo Díaz, José Enrique Rodó, o hasta el propio Artigas, lo autoconcibe chico sin serlo y percibe al m undo com o una
sufrieron y murieron fuera. Onetti se sumó a esa constelación amenaza y no como una oportunidad.
que desnuda el modus operan di de una sociedad con di­
ficultades para contener el talento que genera. Y quizá sea del caso em pezar a adm itir que si la verdad
proviene de un juicio colectivo que no pertenece a nadie pero
Sexta aproximación: al lugar Onetti no se llega sólo por deseo que representa cabalmente a la mayoría -com o sostiene Patrick
ni por entera elección propia, sino por la actitud que se ponga Charaudeau- es hora de hacerse cargo de que la forma en que
de manifiesto frente al choque del meteorito. Así lo describió m ediatizam os en Uruguay es pobre e insuficiente. Y que
Antonio Muñoz Molina: ocu parse de ello es tan d ecisiv o com o h acerlo sobre el
aggiomamiento cognitivo y la actualización tecnológica. Es el
A l p o co tie m p o d e lle g a r O n e tti a M a d rid le h ic ie ro n mejor legado que podemos recoger de esta caricatura magistral
u n a e n tre v ista en la te le v isió n . Y o la v i p o r ca su a lid a d , y
que nos entregó conmovedoramente su percepción oscura con
n o e x a g e r o s i d ig o , a l c a b o d e c a s i v e in te a ñ o s, q u e
a q u e lla e n tr e v is ta fu e el p rin c ip io d e u n a in flu e n c ia fogonazos de claridad enceguecedora. Q|
d e c isiv a e n m i v id a . Y o n o h a b ía o íd o a n a d ie h a b la r de
lite ra tu ra co n la fa lta d e é n fa sis, co n la m e z c la de p a sió n
p u d o ro sa y d esap eg o n o d el to d o ficticio co n q u e h ab lab a
a q u e l h o m b re d e a p e llid o ita lia n o y v o z ta n d e m o ra d a
c o m o su s a d em a n es. F ren te a la rim b o m b a n cia esp a ñ o la
(lo s e sc rito re s e sp a ñ o le s q u e a p a re c ía n e n to n c e s e n la
te le v is ió n te n ía n a sp e c to d e g o b e rn a d o re s civ ile s, o de
m a n te n e d o re s d e Ju e g o s F lo ra les) a q u el h o m b re exh ib ía
u n a n a tu ra lid a d u n p o co a u s e n te , fa tig a d a y c o rtés. P or
esa é p o ca y o a n d a b a e n fe rm o d e lo q u e el m is m o O n e tti
lla m ó lit e r a to s is , q u e e s u n a e n fe r m e d a d a la q u e
s u c u m b e n s ie m p r e lo s a s p ir a n t e s a e s c r ito r e s , lo s
ferv o ro so s artistas a d o lescen tes d e pro vincias, y e n virtu d
d e la c u a l u n o c o n v ie rte la lite r a tu ra e n su relig ió n , su
a b s o lu tis m o y su m a r tir io , y tie n d e a p r e fe r ir a lo s
e sc rito re s m á s o b v ia m e n te lite ra rio s, y a im a g in a r ese
o fic io c o m o u n a e s p e c ie d e s a c e r d o c io m ís tic o o de
d e s tin o . A to d a e s a b a s u r a r o m á n tic a y o a g r e g a b a
en to n ces la p asión p o r u n lib ro excelen te d e M a rio V argas
L lo sa , La orgía perpetua, e n e l q u e la fig u ra d e F la u b e rt se
c o n v ie r te e n e l s ím b o lo d e l e s c r ito r a n a c o r e ta ,
d iscip lin a d o , ca si o fic in ista , in d ifere n te a to d o lo q u e n o
se a su o b ra , a ta d o a e lla c o m o a u n a tira n ía la b o ra l d e la
q u e e x tra e , d e sp u é s de u n a d e stila c ió n d e se sp e ra d a y
d o lo ro sa , a lg u n a s lín e a s g e n ia le s. P e ro a q u e l tip o , e n la
tele v isió n , esta b a d icien d o ex a cta m en te lo co n tra rio : q u e
él e sc rib ía s ó lo c u a n d o le e n tra b a n g a n a s , q u e ig u a l se
p a sa b a d o s d ía s se g u id o s e sc rib ie n d o q u e tres m e se s sin
h a c e rlo , q u e esc rib ía de c u a lq u ie r m o d o , d e n o c h e , e n la
c a m a , e n p e q u e ñ o s p a p e lito s q u e lu e g o se e x tra v ia b a n
e n tr e lo s c ig a r r illo s y lo s lib r o s y q u e su m u je r lo s
re c o g ía : el o fic io d e e sc rito r, e n su s p a la b ra s, s e v o lv ía
so lu ble en los hech o s co m u n es d e la vida. In m ed iatam ente
m e p u se a b u s c a r a lg ú n lib ro d e a q u e l h o m b re , O n etti.
P e ro n o e ra fá c il e n c o n tra rlo s.

El encuentro de M uñoz Molina con Onetti se dio como el de


cualquier rioplatense. Caricatura: Fermín Hontou (Ombú)

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JUAN CARLOS ONETTI
CUANDO YA NOS IMPORTA

Albert Bensoussan
s la última novela del ilustre uruguayo la que au to r, c o m o el C erv an tes; de tod as fo rm a s, esa n o v e la de
V a rg a s era m e jo r q u e la m ía . E n su b u rd e l h a b ía u n a
nos ofrece ese título de apertura: Cuando ya no
o rq u e sta , y e n el m ío n o.
importe, publicada en 1993, un año antes de la
muerte de Juan Carlos Onetti. Pero quisiera
Donde se ve que Onetti hablaba como escribía, con humor y
h a b la r a q u í - e v o c a r b re v e m e n te co m o
picardía.
corresponde a nuestra "vida b reve"- la cuarta
Mario Vargas Llosa, de hecho, es un admirador mcondicional
etapa de su tetralogía, escrita y publicada después de La vida
del gran Onetti al que ha dedicado algunas páginas fulgurantes
breve (1950), El astillero (1961) y Juntacadáveres (1965), en razón
en su novela Los cuadernos de don Rigoberto, y sobre todo un
de haber sido el traductor al francés de tres obras suyas: esa
amplio libro titulado El viaje a la ficción, ensayo sobre Juan
última, la que más esfuerzos me costó, en 1986, luego La novia
Carlos Onetti, en 2008, que traduje en seguida Voyage vers la
robada (conjunto de cuentos), en 1987, y el relato Cuando
fiction. Le monde de Juan Carlos Onetti, Gallimard, colección
entonces en 1989. Y orgulloso de haber sido ese traidor del que
Arcades, 2009. Un libro que me aclaró estupendamente toda la
dijo un día, socarrón, nuestro novelista: "Ese traductor se mama
obra del uruguayo, en su homogeneidad, en sus ambiciones
y es mujeriego", lo cual, en su lenguaje metafórico, significaba
literarias, en su milagrosa originalidad.
sencillamente que la traducción le había gustado, y que había
¿Qué nos dice, pues, Onetti en el cuarto acto de su tetralogía
gozado de ella como de un buen whisky o de una bella mujer.
y bajo ese título "eclesiástico": Dejemos hablar al viento, que
Por otra parte, el hilo que me unió a Onetti se llamaba Héctor
remite al famoso libro del E clesiastés y su alusión a la vanidad
Bianciotti —notemos la rica rim a—, otro hijo riop la tense, que
de las vanidades y al viento de las palabras? Ese desengaño
me recomendó en Gallimard, editor francés de la mayor parte
último del escritor que se conforma con esperar en la soledad
de la obra de Juan Carlos.
extranjera y los vapores de sus paraísos artificiales el final de
El cuarto libro se titula Dejemos hablar al viento, novela que,
su escritura tiene cierto parentesco con el proceder del escritor
publicada en 1979, salió solamente en 1997 traducida al francés
porteño Ernesto Sábato quien, en el tercer y último tomo de su
por el gran traductor Claude Couffon, tristemente desaparecido
trilogía, El Ángel de las tinieblas, ajusta cuentas con su creación
en 2013. Tam bién m urió Bianciotti, en 2012. Y O netti se
y consigo mismo. De una manera que diría similar, si no fuera
extinguió en su exilio y su reclusión madrileña en 1994: Vingt
que el estilo de O n etti es m u ch o m ás v a llein cla n esco .
ans après... mi artículo quiere ser también, para esos seres
Flamboyant, diría y o en francés.
admirados y amados, una oración fúnebre, mi kaddish.
Sin em bargo no se puede entender el último acto de Onetti
Juan Carlos Onetti había huido de la dictadura de su país
sin referirse al segundo, que es el corazón de esa tetralogía,
después de la triste experiencia de la cárcel y en España había
constituido por la novela de título m ás claramente metafísico,
ejercido varios oficios, literatura aparte, que no le daba lo
La vida breve. El relato es referido por un narrador-personaje,
su ficien te, com o p o rtero , g uard a n o ctu rn o o m ozo de
Juan M aría Brausen, un periodista, a im agen del autor, o un
equipajes. Siempre ha habido algo picaresco en la vida de
escribidor, que ha tom ado una habitación en un hotel de
Onetti, lo cual se refleja bien en una novela tan nómada como
Buenos Aires con el propósito de escribir un guión de cine
juntacadáveres. Cuando la televisión francesa lo visitó en su
que le han encargado. Pero no consigue librarse de la inmensa
piso madrileño, el periodista Ram ón Chao y el cineasta José
inquietud que siente por la próxima ablación de un seno de su
M aría Berzosa nos ofrecieron un retrato del gran escritor a
querida Gertrudis (enferma de cáncer); por lo cual se distrae,
manera de agua fuerte: la realidad de su vida dentro de unas
mata el tiempo y su angustia espiando a su vecina de habitación,
condiciones precarias se parecía a lo vivo a una de esas
Queca, que alimenta sus fantasmas y demonios (en el sentido
descripciones de El pozo o de El astillero: un mundo riopla tense
que da Vargas Llosa a esa palabra). Entonces se desplaza la
venido a menos, que Juan Carlos sin duda había trasportado
historia paulatina y furtivamente hacia una ciudad colonial a
con él salien d o de San ta M aría. D o cu m en to p recio so ,
orillas del Río de la Plata, de nombre Santa M aría, donde un
indispensable para conocer al viejo titán de las letras uruguayas,
médico cuarentón de dudosa moralidad vende morfina a una
quien era entonces un hombre sobreviviente en su cama de
de sus pacientes. Descubrimos pronto que esa ciudad de Santa
viejo egrote, envuelto en hum areda de tabaco y vapores de
María, el m édico Díaz Grey y la misteriosa morfinóm ana son
alcohol, y, con el único diente que le quedaba en boca, capaz
tres elem en tos salid os de la im agin ació n de B rau sen y
de decir, con su humor de costumbre, que él también había
constituyen el segundo plano de dicha historia. Desde luego,
sido joven, bello y con todos su dientes y ... pero dejemos hablar
tenem os que considerar a D íaz G rey com o la proyección
el viento de sus palabras en la entrevista de Ramón Chao:
psicoanalíüca del mismo Brausen y, por eso mismo, su paciente
m orfin óm an a no es otra qu e la d olorosa y d esd ich ad a
S e ríe , y o b se r v o su b o c a d e sd e n ta d a , e n la q u e só lo
q u ed a u n s u p e rv iv ie n te e n p rim e ra lin ea . Gertrudis. El relato transcurre, pues, entre esos dos mundos,
-¿ Q u é m ira s, ch e? ¡Y o te n ia u n a d e n ta d u ra ex c e le n te , y trasladando al lector alternativamente de Buenos Aires a Santa
se la re g a lé a V a rg a s L lo sa !1 María, y de Santa M aría a Buenos Aires, en un movimiento de
vaivén que, disimulado bajo la apariencia del realismo, es, de
Y el diálogo acaba así: hecho, un viaje entre la realidad y la imaginación —o la ficción.
¡A bajo las m áscaras! L o cu al aclara, p or eso m ism o, la
P u e s le fu e m u y b ie n , p o rq u e e n 1 9 6 6 g a n ó el p re m io
originalidad de Onetti, quien a la inversa de los grandes
R ó m u lo G alleg o s p o r La casa verde, y tú q u ed a ste fin a lista
co n Juntacadáveres. creadores de ciudades o lugares m íticos, el Faulkner de
-E l R ó m u lo G a lle g o s se d a p o r la o b ra c o m p le ta d e u n Yoknapatawpha, el Rulfo de Cómala o el García M árquez de
M acondo, cuida m ucho de situar su Santa M aría en el plano
plausible del "fantasm a" (en el sentido psicoanalítico) o de la
1 Película TV ORTF Berzosa/Chao, archivo de la INA, París; se puede leer la
fantasía, aunque nos deja la clave: Buenos Aires, ciudad
totalidad de la entrevista en el Blog de mi amigo Ramón Chao — del que fui
también el traductor al francés— : “ Bienvenido al blog de Ramón Chao: Onetti, el
hormigueante de negocios y de prostitución. Como lo había
documental. 27 mayo, 2014” , http://ramonchao.wordpress.com/ revelado, en 1927, a los lectores franceses n uestro gran

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rep o rtero A lb ert L o n d res sigu ien d o las h u ellas de las del asqueroso Céline, es prueba elocuente del "fracaso" absoluto
"franchuchas" camino de Buenos Aires: La traite des blanches. del Creador de toda esa fábula, el omnipresente Brausen: para
Brausen, pues, espía a través del tabique a su vecina, una entrar a Santa María hay que pasar por debajo de una banderola
prostituta llam ada Queca, que recibe a sus clientes en la significativa: "ESCRITO POR BRAUSEN". Cada tiempo del relato
habitación contigua. Allí recibe también a su cafisho, Arce, se calcula y cuenta en "brausen" contante y sonante —moneda del
que acabará por matarla, y en eso tam bién percibimos bien la país—, mientras que de una historia a otra sólo nos separa la
dimensión segunda de esos dos personajes que no hacen más distancia de un libro. Así, en los estertores de su pluma aplicada y
que reflejar, en el plano psicoanalítico, al narrador carcomido cuidada, de la que dejan constancia sus cuadernos escritos en
por la inquietud y a su esposa prometida a la muerte. Con esas letras mayúsculas —como se puede ver en el Archivo de la
dos cajas de resonancia sucesivas, entendemos bien, entonces, Biblioteca Nacional en Montevideo—, Juan Carlos Onetti pone en
el pleno sentido del título La vida breve. orden sus papeles antes de la gran salida, del gran salto, del salto
Y llegam os al último tiempo de su tabulación: Juan Carlos mortal, y, en mía última duda, vacilón sin vacilación, en la última
Onetti convoca por última vez a sus criaturas y a la ciudad página de la novela, inmola por el fuego, atizado, avivado por el
fantaseada de Santa María para una confrontación que el tiempo viento de sus vividas palabras, toda su creación. Q]
se encargará, luego, de precipitar en la nada. Confrontación es
la palabra idónea, ya que tenemos aquí dos discursos y dos
ciudades frente a frente: el discurso de un “yo" en la primera
parte del relato opuesto a un "é l" en la segunda, aplicados los
dos a M edina (un patroním ico que, hay que subrayarlo,
significa también ciudad, en árabe. ..y e n la topografía española:
Medina del Campo, Medinaceli...); la ciudad de Lavanda —hay
que entender "la banda", o sea la banda costera y oriental que
designa claramente a Montevideo — enfrentada a la mítica Santa
María, y bien sabemos que es la proyección imaginaria de
Buenos Aires.
El exergo inglés de la novela:

Do not more
Let the wind speak
That is paradise.

es de Ezra Pound, pero Onetti sólo menciona sus iniciales E. P.


Y bien vem os aquí, en efecto, un Edén, pero borrado y
desfigurado. Un "paraíso perdido" que el autor se complace
en evocar entre las sábanas tibias de Frieda, pero que, hecho
una nueva Sodom a y G om orra, atraerá hacia sí, in ev i­
tablemente, en la última página de la novela, fuego y azufre.
A ntes, los personajes h abrán d esfilad o, ap resu rad o s,
enfermizos, en un enredo algo descoyuntado y extravagante,
que nos puede recordar las novelas policíacas de un Chandler
—maestro admirado a orillas del Río de la Plata, por ejem plo
por un Juan José Saer cuyo protagonista, en Cicatrices (otro
libro que traduje al francés en su tiempo: Le Mai argentin),
toma prestada la identidad de Philip Marlowe. M edina, que
recobrará en la segunda parte su oficio de comisario de policía,
aparece en el exilio de Lavanda com o ex-m édico que pone
inyecciones a un hombre en las últimas —tema decididamente
recurrente el de la muerte —, pero tam bién cafisho y pintor
que, como es debido, se acuesta con sus modelos, lindas chicas
"ofrecidas" por su querida y "protegida" Frieda, después que
ella las haya consumido —porque Frieda y Medina comparten
las mismas amantes. De la misma m anera que Frieda se da al
mismo tiempo a Medina y al hijo natural de éste, Seoane. Y
¿qué encontramos del lado de Seoane ['Du côté de chez Swann”]?
Un drogadicto alcohólico, vom itado y varado en el arenal de
Lavanda, enclaustrado en la habitación de su querida y puta a
quien acabará por matar otro tema bien conocido por los
lectores de La vida breve. Por cierto, hay muchos otros hilos de
enredo en la trama de un novelista nunca falto de historias, de
imaginación o de reminiscencias literarias. De paso podremos
saludar a la mamá de Meursault muerta en el asilo (" Aujourd'hui,
Maman est morte. Ou peut-être hier"). El extranjero, en efecto, es
otra clave que abre la puerta a los "clam ores" que rodean al
condenado a muerte. Y toda esa "podredumbre humana", digna

40
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UNA VASTA
CONSPIRACIÓN DE ENGAÑOS

Elvira Blanco

satisfeí.
la vida no es más que una vasta haberse perdido después de la m uerte de M urguía2. Sonia
conspiración para engaitarme U Alessandro, quien anotó las variantes de este texto, llama la
atención sobre "la tenaz autocorrección que se observa en los
Fernández en "Jacob y el otro"
m anuscritos" y al respecto de dichas variantes, anota, entre
otras: "en los originales el nombre del luchador es Constant le
erdam m t, verdam m t, verdam m t" re p ite el Marin; al cambiarlo a Jacob van Oppen el autor hace múltiples
protagonista en el cuento de Onetti. ¿Qué es cambios en el texto para subrayar su identidad alemana" (XLII).
lo que maldice o condena Jacob? Quizás sus Más allá de la existencia de varios manuscritos y fotocopias
días en San ta María, su espera por un nuevo de manuscritos, todos ellos nos confirman le Marín como primer
premio que no llega o su propio pasado. Como nombre adjudicado por el autor al personaje que luego sería
el autor nos ha acostumbrado, la verdad nunca Jacob van Oppen. Esto nos rem itiría a un caso de inscripción
la sabremos, ni sus personajes la saben, el mismo doctor -primer dentro de un marco m imético, donde el Particular Ficcional
narrador- nos aclara que "era necesario resignarse, aceptar representa a un Particular Real (Dole •el. 1998:22), pues le Marin
como inalcanzable el conocimiento de la parte que trajeron los existió fuera de la ficción. Lo extraño es que no se haya
dos forasteros" (263)1. rastreado aún este nombre. En el manuscrito figura el apellido
Quizás también por ello, tantas lecturas se han realizado sobre com o Le M arin, sin em bargo norm alm ente en las referencias
"Jacob y el otro" (1960), diálogos que se lian entablado con sus históricas aparece com o le Marin.
posibles símbolos, con sus personajes, en búsqueda de "la verdad Siguiendo esta pista, sabem os que O netti no pudo verlo
de aquella historia" como dice el médico. No pretende ser esta pelear en 1910, cuando le M arin estuvo en Buenos Aires, por
la lectura que la halle, por el contrario, sabiendo imposible primera vez y ganó el C into de Oro en lucha libre en victoria
hacerlo, simplemente se volverán a entreverar las piezas del sobre Paul Pons apodado "El Coloso" y a pesar de la oposición
juego ficcional, siguiendo algunas de las instrucciones que el de los otros jugadores, allí presentes, entre ellos el famoso
escritor compuso para que el lector lograra la reconstrucción Kara Alunen, conocido com o el Turco o El M onstruo de
del mundo (Cf. D ole•el, 1998.44). Oriente. En 1924, luego de múltiples luchas, volvió a obtener el
Estas piezas forman parte de dos ám bitos explícitos en el campeonato del mundo en Buenos Aires.
cuento: el de la lucha y el de la guerra. Explícitos, porque los Sin em bargo, quizás en otras oportunidades, en la misma
lectores sabemos que Jacob practica la lucha libre, que ha sido ciudad, Onetti o haya podido ver, ya que durante la Segunda
cam peón del m undo en esa m odalidad y que pretende G uerra M undial, le M arin viajó por nuestro continente
reco n q u istar el título. A p aren tem en te y de form a m ás ofreciendo espectáculos de lucha libre y estuvo nuevamente
disimulada, la guerra parece concentrarse en la canción Lili en la capital argentina. El texto muestra que el escritor conocía
Marlen que el Príncipe canta a Jacob. Am bas piezas, se van sobre este deporte y sobre la vida de Constant también, así lo
expandiendo en profundidad, permitiéndonos otorgar nuevas revelan los varios detalles que se esparcen por el cuento. La
complejidades al cuento. trayectoria de le M arin es sorprendente y difícil de armar igual
que la de un personaje onettiano. Difícil de rastrear, ya que no
Primera pieza: la lucha se posee una bibliografía completa, su vida tam bién parece
configurarse en piezas de un insólito rompecabezas.
El tema de la lucha es una pieza que crea otras y cada una de Su verdadero nombre era Henri Herd, tomó el pseudónimo
ellas abre nuevas cada vez que se pretende rastrear alguna. La de Constant le M arín, en su primera competición profesional
primera y más importante se inicia en el manuscrito del cuento en la Exposición Universal de Lieja en 1905, la razón parece
donde se percibe que el primer nom bre del protagonista no haber sido la admiración por Constant le Boucher -u n o de los
era Jacob van Oppen sino: Constant le Marin. primeros cam peones de lucha libre-, se dice que adoptó le
A partir de aquí, otro aspecto del cuento comienza también Marin, por sus ansias de viajar, las que realmente se cumplieron.
a ju g ar: los nom bres de sus p erso n ajes. El m an u scrito Al estallar la Segunda Guerra Mundial, viajó por América del
consultado, en la Biblioteca Nacional, se encuentra en un Sur y solo volvió a Europa una vez finalizada la guerra,
cuaderno espiral de tapas negras, el cuento está incompleto. falleciendo en Bélgica en 1965.
En él, el personaje que más tarde será Jacob, aparece com o Herd, al igual que Jacob, tiene una identidad confusa, es
Constant Le Marin. El tratamiento de los manuscritos ha sido belga, pero su apellido es alemán, porque sus padres eran
realizado por Ana Inés Larre Borges (1995) quien ha accedido prusianos y toma un sobrenombre. Quizás hablara alemán igual
a más de una versión del cuento, en su estudio Larre Borges que Jacob3, quien sin em bargo, posee un apellido holandés,
comenta que "A l convertirlo en Jacob van Oppen, además de relacionado con la lucha libre, ya que dentro de esta modalidad,
asignarle toda la significación mítica del nombre bíblico [ ...] , se llam a open justam ente al tipo de golpe que da al príncipe:
Onetti le estaría dando un origen distinto" (100). M ás adelante "Sin necesidad de mover su cuerpo, el campeón alzó un brazo
agrega, en un pie de página, refiriéndose al pasaje del cuento desde la cadera y golpeó la mandíbula de O rsini con la mano
donde Jacob dice: "-V ie jo pu erco- en alem án purísimo, casi abierta" (297).
prusiano" que "esta frase permanece invariable tanto en el A pesar de su apellido holandés, Jacob maldice - " Verdammt”-
original manuscrito como en el m ecanografiado. Prueba de e invoca a Dios -"G ott"- en alem án y lo calma una canción
que Onetti pensó su personaje como alemán aun antes de alemana. Por la m isma época de Constant le Marin, hubo un
cambiarle el nombre de Constant Le M arin por el de Jacob van im portante luchador alem án llam ado justam ente Jacobus o
Oppen" (123). Jacock Koch, quien peleó con los cam peones mundiales de su
En el trabajo emprendido por Daniel Balderston (XLII) sobre ép o c a , e n tre e llo s , e n 1 9 1 1 , co n F ra n k A lv in G o tch ,
algunos manuscritos onettianos anota: "A na Inés Larre Borges estadounidense, hijo de alemanes, quien luego de jubilarse,
pudo consultar otro manuscrito hace unos años, uno que Onetti viajó, desafiando, igual que Jacob en el cuento, a quien luchara
le había regalado a Enrique Estrázulas y que éste a su vez había con él por d inero, ag u an tan d o q u in ce m inu tos sin ser
concedido a Julián M urguía [...]. Este m anuscrito parece derribado, ni una sola vez tuvo que pagar.

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Si bien Kara Ahmen, era conocido como el Turco, de esta de Granada una referencia al luchador Ochoa, campeón mundial
nacionalidad también fue Almet Bilek, quien murió en Alemania de 1912 en Madrid, quien peleó con el mismo Constant en
a donde había emigrado, un año antes de la publicación de 1922, en la plaza de toros de Deva, en Guipúzcoa? El mismo le
"Jacob y el otro", Bilek ganó en los Juegos Olímpicos de Roma M arín puede ser el Triturador de Lieja ya que ese es su lugar
la medalla de oro y M uzahir Sille de la mism a nacionalidad, de nacimiento, placa con su nombre lo recuerda allí y hoy en
también la ganó, en la misma olimpíada, pero en otra categoría. día, en las fiestas de Outremeuse -u n antiguo barrio de la ciudad
Sille tam bién vivió en Alemania y aún se encuentra vivo. La de L ieja- desfilan gigantes que representan al luchador.
lucha libre de diferentes formas une a los luchadores turcos
con los alemanes. Segunda pieza: la guerra
Otras posibles m enciones al pugilismo surgen en el cuento
como la de Lewis "P o r Lewis; por lo m enos vivió y fue un D esde El Pozo (cuya prim era versión pod ría fecharse
hom bre" (268), dice Jacob, sin em bargo otra vez se oculta la alrededor de 1933), Onetti nos ha hecho referencias a Alemania,
verdad, con similar pronunciación, quizás se refiera al pugilista tanto en sus ficciones com o en sus artículos periodísticos, la
Louis, Joe Louis, famoso especialm ente por su pelea en 1936, más contundente sin duda, son las palabras preliminares de
con el alemán M ax Schmeling, considerado en la época un Para esta noche (1943):
prototipo de raza aria.
Una mención temporal, anuncia el Príncipe: "Todo el mundo En muchas partes del mundo había gente defendiendo con
quiere ver al campeón, se explica, antes del torneo en Amberes", su cuerpo diversas convicciones del autor de esta novela, en
lo que se reafirma en "¿Y cómo íbamos a saltearnos Santa Ma ría 1942, cuando fue escrita, La idea de que solo aquella gente
estaba cumpliendo de verdad un destino considerable, era
en gira que es el prólogo de un campeonato mundia I?" (264). Si
humillante y triste de padecer.
nos apoyamos en estas como las únicas referencias temporales Este libro se escribió por la necesidad -satisfecha en forma
del texto, la ficción se desarrollaría antes de 1920, año de la mezquina y no comprometedora- de participar en dolores,
inauguración de los Juegos Olímpicos de Amberes, donde por angustias y heroísmos ajenos, Es pues un cínico intento de
primera vez desfiló la bandera olímpica creada por Con bertin liberación.7
en 1914, con los cinco aros.4
En el manuscrito, además de Amberes, se menciona: "los El texto deja constancia de lo que el hecho bélico representó
restos de pureza del príncipe escuchaban con respeto las para el autor y su generación. En el cuento de "Jacob y el otro"
fatigadas m entiras: el regreso de Le M arín al trono, faja, la otra pieza im prescindible es la guerra, que com o la de la
cintu rón de oro m undial de todos los pesos, inm inente ludia, se conforma por otras tantas que desarman y confunden.
campeonato en Amsterdam, N.Y [sic], M arsella o Bruselas, el Ambas contienen los campos de enfrentamiento, confrontación
retorno a la gloria, al dinero, a la juventud" En 1928,1951 y y por extensión dentro de su espacio, la de luchadores,
1943, hubo respectivamente encuentros de diferen tes categorías vencedores, perdedores, estrategias, destrezas, tram pas,
de lucha libre en estas ciudades europeas y en 1959 en Nueva heridas; todos ellos elementos que encontramos en el cuento.
York5. El primer elem ento que se relaciona con la guerra es la
Otras referencias son: "E l año que viene en el Palais de Glace canción que Orsini canta a Jacob. Quizás esta canción funcione
vuelve a conquistar el título" (264), ¿en París?, allí, en el Palais com o un disfraz más, com o una de las m áscaras que la lucha
de Glace, en 1921, justamente le Marín ganó el Campeonato del libre comenzó a usar por los años de publicación del cuento o
Mundo. Existió un edificio del mismo nombre en Buenos Aires, com o los sobrenom bres que ocultan y establecen dobles
donde en algún momento parece haber habido espectáculos de referencias y cam inos sin salida. La guerra, igual que la lucha
lucha libre, a pesar de que fue diseñado originalmente com o grecorromana, forma en el cuento una atmósfera, una cadena
pista de patinaje. con eslabones que se abren y se pierden en el texto, el telón de
Otra mención es: "U n a exhibición de lucha grecorromana otro fondo de contenidos que se resbalan en la lectura.
entre el cam peón -volvería a serlo antes de un añ o - y los Hans Leip, curiosamente estuvo en el mismo frente de batalla
mejores atletas de Santa M aría" (266). El tiempo condicional en 1915, con Constant le Marín, solo que en bandos enfrentados.
del verbo -volvería- aclara al lector el resguardo que toma el Allí, supuestamente Leip escribió la poesía que recién en 1937,
Príncipe, él sabe que esto no sucederá. Se menciona lucha sería publicada con otras de su autoría bajo el nombre de Das
grecorrom ana donde solo se pueden em plear los brazos y el Lied eines jungen Soldaten auf der Wacht. El compositor Norbert
cuerpo de cintura para arriba; en la libre, los luchadores agarran Schultze le puso música ese mism o año con el nom bre Das
a sus rivales de cualquier parte de su anatomía. En la pelea del Mädchen unter der Láteme y Lala Andersen fue la primera que
cuento, Jacob solo usa su cuerpo y los brazos, pero su la cantó sin demasiado éxito. El resto de la historia es conocido
inmovilidad antes de agarrar y lanzar al rival fue "contra todas bajo el nombre de una canción: Lili Marlen.
las reglas". Jacob solo gana engañando. La canción normalmente se relaciona con la Segunda Guerra
Existe una foto de Constant le Marín con su promotor, George Mundial, sin embargo, se escribió a partir de la Gran Guerra, lo
Kennedy, ex luchador6, quien armaba peleas con desafíos por que allí vio Leips inspiró su poema y fue lo mism o que vio
dinero. ¿Sería inspiración del cuento la disputa de M ontreal Herd/le M arín: las trincheras del Frente Oriental. Lili Marlen
en 1913, prom ocionada por el m ism o K ennedy?, donde forma parte del dolor de la Primera Guerra Mundial, las tropas
Constant, luego de un agarre ilegal como el de Jacob, pierde de R om m el, en 1941, p id iero n qu e rad io B elg ra d o la
contra Stanislaus Zbyszko. La lucha también acabó en pelea y transmitiera, alguien como Josef Goebbels la quiso prohibir,
rumores de estafa. sin éxito; así, Lili Marlen logró algo extraño, el ser aceptada
Dice el Príncipe: "Por algo todos se inventan un sobrenombre por los dos bandos, para 1942, la canción ya era cantada en
im bécil y cómico, unas palabritas, para que las pongan en los inglés. Ella une dos períodos de tiempo, dos guerras y las dos
carteles. El Buffalo de Arkansas, el Triturador de Lieja, el son parte de Herd/ le Marín9.
M ihura de Granada. Pero Jacob van O ppen solo se llama, Durante la Primera Guerra Mundial, Henri Herd formó parte
además el campeón del M undo" (294). ¿Sería acaso el Mihura del Corps expéditionnaire beige des autos-canons-mitrailleuses y

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allí se hizo famoso no solo por la arenga que enseñó en francés a la narración, se centra en Jacob/C onstant y en su doble
los rusos: "On va leur couper la tête!" -refiriéndose a los turcos-, proyección de luchador en la guerra y en el deporte, la ficción
también por su valor dem ostrado en varias oportunidades. no ha cortado la relación con el mundo real, al contrario, de
Alcanzado por tres balas, Herd saltó de su vehículo destruido ella surgen las pistas a seguir, aquellas que posiblem ente se
por el fuego enemigo, se ref ugió en una trinchera y a pesar de seleccionaron, en algún momento, para la construcción de un
sus graves heridas se arrastró hasta sus líneas donde se mundo nuevo.
necesitaron tres hom bres para transportarlo. Por este y otros Esta vez las claves de acceso se han centrado en los nombres
actos de valor recibió cinco m enciones y cuatro veces la Cruz diseminados y enmascarados en la textura10. En el manuscrito
de San Jorge, máxima condecoración zarista. consultado también figura como Andrea el personaje de Adriana
Los belgas, franceses y británicos ayudaban a los rusos en el y donde más tarde se escribió para publicar verdammt, aparece:
Frente del Este, del otro lado estaban las líneas turcasy alemanas. " - Hot frendom" y también: " - Hot endoma, hot frendomma, hot
En 1914, los turcos se habían unido a los alem anes y a los frendoma". Si bien la letra de Onetti es clara en todos los casos,
austríacos a quienes los rusos habían logrado repeler ese año9. surge la grafía d iteren le: frendoma, en doma, frendom, el rastreo
El escuadrón de Herd, junto a otros, quedó encerrado en realizado al respecto no ha llegado a ninguna posibilidad que
Kiev, esto resultó que su vuelta a casa fue vía Vladivostok, por aclare estos términos.
el Pacífico, llegando a los Estados Unidos -quienes ya habían Queda aún un nombre, que quizás pueda abrir otra pieza,
entrado en guerra y recibieron a cam peón com o h éroe-, sobre la cual tampoco hemos encontrado trabajo realizado: el
cruzando el Atlántico, hasta Bélgica. Aquellos viajes por los príncipe Orsini.
que adoptó su seudónimo no quedarían nunca en su vida como
simples añílelos. ¿Tercera pieza?: El Príncipe
Una vez finalizada la contienda, Herd era un herido de guerra
con un objetivo: volver a ser le Marin y reconquistar el título. El lector lee el mundo de referencias en diferentes niveles de
Ejemplo de gran tenacidad y voluntad, en 1921, se convirtió en sim ulación. Sin em bargo, ¿por qué O rsini? ¿Q uién es el
Campeón del Mundo otra vez en París y e n 1924, en Buenos Aires. Príncipe Orsini?, otra vez las sugerencias e insinuaciones
A pesar de las lesiones significativas consiguió su objetivo, aunque pueblan nuevos posibles significados.
parece que obtenerlo no fue fácil, ya que lo logró revalidándolo. El movimiento de esta pieza nos puede llevar a El Principe
La ludia por conseguir el campeonato que tiene Jacob en el cuento (1513) de M aquiavelo, quien en el capítulo VII y XI cita a la
también sería por la que pasó Herd. Luego estuvo en varias giras familia Orsini, una de las m ás antiguas, ilustres y poderosas
por América del Sur, en 1933 se encontraba México, enri­ fam ilias reales italianas. A ella pertenece Pier Francesco,
queciéndose considerablemente. conocido también com o Vicino Orsini, condottiero nacido en
Al comenzar la Segunda Guerra ya estaba viejo para el Bomarzo, Italia, en 1523. O tra época, otras guerras en las que
ejército, cuenta su leyenda que abandonó su Buick en el muelle el Príncipe Orsini luchó ya al servicio papal, ya en contra,
de Burdeos y se tomó el último barco para Buenos Aires donde vivió los horrores y deseó el retorno a su palacio.
estuvo hasta 1946, cuando regresa a su patria. Desde mediados Al regreso de las guerras, hizo erigir edificios y esculturas
de 1941, hasta 1955, Onetti reside en Buenos Aires. Otra vez fantásticas en el parque de su propiedad en Bomarzo11. Durante
"las pistas se em brollan" (263) como dice el médico. casi treinta años, entre 1552 y 1580, a las órdenes del príncipe, los
En el cuento surgen más referencias a la guerra, Orsini le comenta escultores y los arquitectos fueron trabajando enormes rocas y
a Jacob que "sin disdplina no hay moral" (267) y el narrador dice construyendo edificios. Surgieron figuras extrañas como un
que "Mientras bebía un trago con mucha soda, el príndpe organizó elefante con una torre en la grupa que sujeta con la trompa el
su batalla. Ocupar una colina puede ser más importante que perder cuerpo rendido de un legionario, las interpretaciones aluden al
un parque de munidones" (284), se refiere a la estrategia de escape símbolo del conodmiento al mostrar las desgracias de todo
que planea el personaje. También el narrador explica que para conflicto. También la del Coloso, donde el gigante desgarra con
ganar se necesitaba el milagro de la transformadón de Jacob "su sus propias manos mi cuerpo humano, que representaría la victoria
regreso a los años anteriores a la guerra". Si la alusión al del bien sobre el mal y la victoria sobre uno mismo.
Campeonato de Amberes se toma como elemento temporal de la Diferentes m ensajes pueblan el Parque de los Monstruos,
ficdón, "los años anteriores" aluden a antes de la Primera Guerra como también es conocido, numerosos epígrafes en esculturas
Mundial (1914-1918). y arquitecturas, que orientan conceptualm ente el posible
Van Oppen canta bajo la ducha Yo tenía un camarada. Usada significado referencial, sentencias, a veces herméticas, o en
aún en la actualidad por varios ejércitos, su verdadero título es forma de dilemas. El Parque fue el triunfo de Orsini en los
Der gute Kamerad, antigua canción alemana del siglo XIX, más momentos de paz luego de la lucha.
conodda por su primer verso: Ich hatt' einen Kameraden, tiene un El refinado Príncipe del cuento, con su acento italiano,
sentimiento muy diferente a la otra canción que surge en el cuento acompaña el presente de Jacob y parece haber compartido algo
pues se reladona con lo fúnebre y la letra no es de amor ni nostalgia, del pasado, engaña y seduce y como el lector y los habitantes
sino de muerte. Ambos camaradas avanzan juntos, hasta que una de Santa María queda sorprendido con la lucha final. Quizás el
bala se dirige a ellos: "¿es para mí o es para tí?" dice la letra, la bala verdadero vencedor sea Mario, como analiza Alma Bolón en
fue para el camarada, la candón finaliza: "Yace a mis pies como si su estudio del cuento (2010), quizás como en la lucha bíblica12
fuese un pedacito de mí. Quiere alcanzarme su mano mientras lo único que queda claro es la lucha en sí. Cualquiera sea la
estoy recargando. No te puedo dar la mano, ¡descansa en la vida interpretación, hay una sorpresa en el texto. El que parece
eterna mi buen camarada!» Van Oppen canta la canción antes de vencido, no lo está.
prepararse para su rutina. A esa altura de la ficción, nadie sabe Durante tiempo pensamos que era viable leer en el cuento
cuál de los dos personajes caerá y ambos son camaradas en la una referencia a la posibilidad del resurgim iento del peligro
misma ludia, como lo fueron en la guerra los alemanes y los turcos de una guerra. El vencido podía resurgir y vencer, inclusive si
enfrentando a la Triple Entente y sus abados. el apellido de Jacob fuera alemán, la referencia sería clara, pero
Hasta aquí el cam po de referencias externo, donde se ancla el mundo onettiano no permitiría algo tan simple. A partir de

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esta idea es que surgió el rastreo de las piezas. Hoy no
descartam os el plano bélico que existe en el cuento, pero
creem os que el centro está en la lucha final y la lectura de El
Príncipe de Maquiavelo vuelve a ser un posible movimiento ya
que Orsini nos llevó a él. Con respecto a las cualidades que se
deben poseer para conseguir el éxito dice en el capítulo VII:
"asegurarse [de] triunfar por medio de la fuerza o fraude, [...]
d ese m b arazarse de los h o m b res qu e p u ed en y d eb en
perjudicarle [...] conservar la amistad de los reyes y príncipes,
de modo que ellos tengan que servirle con buena gracia".
También a Maquiavelo se le adjudica famosa frase: "A unque el
engaño sea detestable en otras actividades, su em pleo en la
guerra es laudable y glorioso, y el que vence a un enemigo por
medio del engaño merece tantas alabanzas como el que lo logra
por la fuerza".
Se rescatan dos lecturas antagónicas, que serían las dos caras
del personaje: la voluntad encarnada en el luchador ya vencido,
lleva al triunfo y este puede alcanzarse por medio del engaño.
Jacob vence de forma fraudulenta, destroza al enem igo igual
que el Coloso del jardín del príncipe O rsini y deja a todos
atónitos. El engaño gana en la lucha y en el cuento. Ambas
guerras europeas quedan unidas por las diferentes piezas.
Dentro de esta vasta conspiración de engaños solo queda algo
claro, Herd/le Marín/ van Oppen son luchadores, pasaron por
una guerra, de alguna forma salieron heridos, volvieron y
también de alguna forma triunfaron. ESI

Bibliografía

Balderston, Charles. (Ed.) “ Estudio filológico preliminar. Onetti, Juan Carlos”.


Novelas cortas. Poitiers: Centre de Recherches Latino-Américaines-Archivos, Notas
2009: XL-LX, octubre 2014 http://www.mshs.univ-poitiers.fr/crla/contenidos/
Archivos/filologica/filologic_60.pdf. 1Se utiliza la edición de Corregidor, 1974: Cuentos Completos.
“Introducción del Coordinador. Onetti, Juan Carlos”. Novelas cortas. Poitiers: Centre 2 Al referirse al estudio de los manuscritos realizado por Balderston, Pablo Rocca
de Recherches Latino-Américaines-Archivos, 2009, p. XXI-XXIX, octubre 2014 comenta: “ Manuscrito de Jacob y el otro, del que nos proporcionó una fotocopia
h ttp ://w w w .m s h s .u n iv -p o itie rs .fr/c rla /c o n te n id o s /A rc h iv o s /filo lo g ic a / el escritor Washington Benavides” (XLIII). Esta fotocopia, que desconozco, es la
filologic_60.pdf. que estudiaría D’Alessandro, según nos confirmó y a la cual también accedió
Larre Borges. El m anuscrito al cual accedí no figura en ningún momento el
Bolón, Alma. “ Jacob y el otro’ y el juego de las identidades” . NUEVO TEXTO nombre: Jacob van Oppen.
CRÍTICO, vol. 23, N° 45-46, 2010:141-146. 3 Eso explicaría por qué aún pensando Onetti a su personaje com o le Marin
comente que hablaba en“ un alemán purísimo, casi prusiano” .
Dole*el, Lubomír. Heterocósmica. Ficción y mundos posibles. Madrid: Arco Libros, 4 Esta fue la Olimpiada número VI, la anterior debería haberse desarrollado en
1998. Berlín pero la guerra lo había impedido. En Amberes se recordaron a los atletas
muertos en la contienda y no se invitó a Alemania, Austria, Bulgaria, Turquía,
Delforge, Paul. “Henri Herd”. Connaître la Wallonie. 2012. Institut Destrée, octubre, Rumania ni Polonia. Holanda no obtuvo medallas en lucha.
2014 http://connaitrelawallonie.wallonie.be/fr/wallons-marquants/dictionnaire/herd- 5 En 1959, fue gran ganador en Nueva York, el famoso luchador argentino Antonino
henri-dit-constant-le-marin#.VEcOJiKG-So. Rocca. Anteriormente, en 1936, el gran Joe Louis se había enfrentado en la misma
ciudad con el alemán Max Schmeling, donde sufrió una famosa denota.
Denoël, Robert, éditeur. 2 0 0 5 /2 0 1 5 .Témoignage de Cécile Brusson. 6 Ver: https://www.flickr.com/photos/library_of_congress/3201065673/
http://www.thyssens.com/08temoignages/brusson_cecile.php. 7 Para esta noche. Poseidon. Buenos Aires, 1943.
8 Las diferencias que presenta la canción del cuento con el original son mínimas
Gaudreau, Serge. “Les soirées musclées du parc Sohmer” . SPORT ET SOCIÉTÉ, y se deben más que nada a actualización de la grafía como grosssen por großen.
24 mars 2013 http://www.sportetsociete.com/publications/251/. 9 Fue en esa retirada que los turcos cometieron el Genocidio Armenio.
10 Otras referencias al mundo externo a la ficción surgen en: Burmeister, quien se
Larre Borges, Ana Inés. “Jacob y el otro o el relato como duelo” . DESLINDES encuentra jugando con el médico cuando lo llaman para atender a Mario, quizás la
Revista de la Biblioteca Nacional. 1995: 97-108. referencia sea el famoso Karl Hermann Konrad Burmeister, quien vivió en Argentina
“Jacob y el otro: papeles originales". DESLINDES Revista de la Biblioteca Nacional. varios años. Otra, de la misma categoría, esta vez irónica, es: Testut, mencionado
1995:108-111. por el médico con respecto a los huesos de la cara de Fernández, la referencia es:
“Jacob y el otro: estudio de variantes”. DESLINDES Revista de la Biblioteca Leo Testut.
Nacional 1995:112-130. 11 En 1962, un año después de la publicación de “Jacob y el otro” , Manuel Mujica
Láinez publicó su novela Bomarzo, el protagonista es Pier Francesco Orsini.
Onetti, Juan Carlos. Cuentos Completos. Buenos Aires: Corregidor, 1974. 12 Al respecto ver el trabajo de Ana Inés Larre Borges: “Jacob y el otro o el relato
Para esta noche. Buenos Aires: Poséidon, 1943. como duelo ” (1995).

46
1
■Cp^l ^ j ^ v i - ^ 'l f w ^ . x^V,./ " i W;

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K P Ä
mMm ¡Sil
ONETTI, SU VICIO,
SU PASIÓN Y SU DESGRACIA

María Inés Silva Vila


ada vez que Onetti venía de Buenos Aires, íbamos consigo m ism o n i u n a urgente defensa cultural q u e hacer, ni
u n p rem io m in isterial p ara cobrar. E scribirá p orq u e es su
a alguna de esas cantinas que no usan mantel sino
vicio, su pasión y su desgracia.
papeles blancos para cubrir las mesas y dejan la
mercadería a la vista, como una escenografía: los
Todo esto estaba implícito en aquel "si no fuera por" con que se
jam ones colgando y las botellas acostadas,
burlaba de nuestra dispersión,
durmiendo un sueño de borracho, en los estantes.
A pesar de ser un hombre tan serio y tan en serio, Onetti siempre
Una noche deddi-mos apuntar más alto. Terminamos frente a
ha tenido sentido del humor; sabe filtrarlo en las conversaciones,
Morini. Ya estábamos por entrar, cuando Onetti se detuvo y dijo:
casi como una acotación al margen. A veces no es más que una
-Yo no debería entrar aquí.
palabra, pero bien colocada.
Maggi, más conocedor, se abstuvo de preguntar, pero yo lo hice.
En una ocasión le pidió a Maggi que lo acompañara a ver una
-Le prometí a cierta persona que no entraría sin ella.
casa que quería comprar y al final compró, en la calle Williman.
La respuesta no me aclaró demasiado.
Pertenecía a un veterinario y era una casa vieja, demasiado grande
Nos divertíamos con los misterios de Onetti, aunque en ocasiones
para dos personas, pero el jardín fascinó a Dolly desde el primer
fastidiaran un poco. Como aquella vez, cuando nos despertó el
momento.
timbre a las dos de la mañana, en la casa de la calle Martí, sonando
Recorrieron los diferentes ambientes con la dueña de casa, pero
como una mala noticia. Maggi fue a abrir, muerto de sueño y yo me
el que hizo las veces de guía fue el vendedor, que cumplía ese inútil
quedé escuchando desde la puerta del dormitorio.
rito del oficio de anunciar lo que rompe los ojos. La mujer se limitaba
Sobreponiéndose al ruido de la lluvia, oí la voz de Onetti que se
a marcar las mejoras arquitectónicas que le había aportado al
negaba a pasar y explicaba:
inmueble su marido, el veterinario.
-Necesito que me lleves al Parque Rodó.
-Y esta es la cocina —llovió sobre mojado el vendedor, frente a la
Se quedó en el zaguán mientras Maggi se vestía. Cuando volvió,
cocina— El mármol... empezó a decir y se interrumpió.
un cuarto de hora después, le pregunté qué pasaba.
Se oía claramente el ladrido de un perro, pero el hombre, siempre
-No sé, contestó, mientras se quitaba el impermeable.
partidario de las explicaciones innecesarias, preguntó:
-Pero, ¿adonde lo llevaste?
-¿Qué es eso?
-Lo dejé en una esquina.
-Un paciente —dijo Onetti superponiéndose al
-¿Y no le preguntaste nada?
ladrido.
-Muerto, antes de darle el gusto.
Ya antes de conocerlo me habían contado la anécdota con la
Sí, por momentos Onetti es un personaje de Onetti. No es que se
mellizachica. Las mol lizas eran dos muchachas de la madrugada
lo proponga, nada de esto tiene que ver con una pose. Hay algo de
del Metro y se diferenciaban por parecer una más aniñada que
juego, es cierto, pero es un juego que responde a la misma necesidad
la otra. Una noche Onetti invitó a la mesa a la melliza chica y
que lo lleva a escribir: la necesidad de vivir una segunda vida, de ser
haciendo humor con lo que en el fondo lo enternecía, le preguntó:
él mismo y de ser otro, a la vez. El riesgo es —para los demás, no para
-¿Verdad que además de ser analfabeta no sabés leer ni escribir?
é l— que esos reclamos literarios lo sorprendan sin un lápiz en la
-Verdad, señor Onetti —contestó la muchacha.
mano, porque entonces puede suceder que lo despierte a uno a las
Un día, mucho después, cuando ya vivíamos en la calle Araucana
dos de la mañana, nada más —y nada menos — que para contar con
y empezá-bamos, a pesar nuestro, a ser señores, Onetti llamó a
alguien que le siga el juego.
Maggi por teléfono.
Por lo general, exigía mucho menos de nosotros. Pasábamos el
-Te llamo porque tengo la mano dolorida de escribir, para que
tiempo en ese lindo intercambio que es una diaria entre amigos, sin
lo sepas —se jactó— y además quiero que escuches algo y me
que él usufructuara jamás nuestra admiradón para colocarse en la
digas quién es. Por el auricular salió una voz chillona, insoportable,
posidón de maestro. Sólo a veces y a pedido contaba lo que estaba
cantando una milonga o un tanguito primitivo.
escribiendo, pero nunca leía en voz alta como hadamos los demás,
-Rosita Quiroga —dijo Maggi, por decir algo.
entre nosotros. Creo que le daba pudor. Lo más que hada era
-¡No, gloria... p .J ¡Es Gardel en un disco de 45 pasado a 78!
adelantamos un ejemplar mecanografiado.
Ni siquiera el Mago estaba a salvo.
Como buen novelista, no podía sustraerse a la curiosidad que
La última vez que vimos a Onetti fue en Madrid, en el 77. La
provoca ese extraño fenómeno que son los demás. Quería saber de
necesidad de exiliarse, después de una prisión absurda e
nosotros, de los amigos y enemigos, siempre a su estilo, sin
injustificable, lo había llevado allí. Llegamos con Marco, mi hijo y
demostrar demasiado interés, pero buscando la ampliadón de
con Daniel Amaro y su guitarra, para alegrar aquel encuentro en el
noticias. También, por supuesto, se interesaba por nuestros
fondo doloroso, porque sabíamos que íbamos a pasar años sin verlo.
respectivos engendros literarios. Siempre lo liada con todos, desde
Al entrar en el lindo apartamento de Avenida de América pensé,
la época del café Metro.
no sin cierta vergüenza, que Onetti estaba viviendo en Madrid
-¿Estás escribiendo algo? —preguntaba.
mucho mejor que en Montevideo.
Si uno caía en el lugar común de explicar que tenía una idea
Comimos pollo esa noche, charlamos, sacamos fotografías,
fonnidable, pero que no había podido escribir por tal o cual razón,
Daniel cantó sus tangueses, mientras Onetti tomaba vino y
se burlaba:
escuchaba, aprobando con la cabeza. Pero seguramente las
-Claro, si no fuera por...
menciones de Montevideo que hay en las canciones de Daniel o
Para él, no había nada que justificara el hedió de no escribir (para
acaso los recuerdos que le provocaba nuestra presencia allí, lo
un escritor, se entiende). Ya lo había dicho desde las páginas de
llevaron a necesitar algo más y a preguntar:
MARCHA;
-¿Por qué no te cantas un tango?
C u and o u n escritor es algo m á s qu e u n aficionad o, cuando Lo que realmente estaba pidiendo en ese momento, era algo
pid e a la literatu ra algo m á s q u e los elogios de ho nrad os que no podía darle ni Daniel ni nadie, era volver al tiempo del
ciudadanos que son sus am igos, o burgueses co n m entalidad apartamento de Gonzalo Ramírez o de la casa de la calle Williman
b u rg u esa qu e lo so n d el arte, co n m ayúsculas, p o drá v erse
ob ligad o por la vida a h acer cu alquier clase de cosas, p ero
y poder oír una audición de Gardel, que era para lo único que
seguirá escribiendo, n o porque tenga m i deber qu e cum plir encendía la radio. ESI

49
Entrevista con Jaime Roos,
leyenda de la m úsica popular latinoam ericana,
cinéfilo y ávido lector

"LOS QUE
MALINTERPRETARON
A ONETTI, LO HICIERON
DEBIDO A SU DOGMATISMO
O A SU MALA INTENCIÓN"
Pablo Cohen

ilustración: Óscar Larroca

50
ara entender la pasión que Jaim e R oos explicará -¿Cuándo tomaste' conciencia de que O netti era uno de los
en esta entrevista, hay que aclarar u n equívoco: grandes escritores que leerías en tu vida?
n o tod os lo s m ú sicos populares, p o r creativos -C u a n d o p asé la ad o lescen cia, cu an d o m e tocó em p ezar a
q u e sean, d ed ican sus en erg ías solam en te a la vivir dentro de sus cuentos, cu an d o tom é conciencia real de la
m ú sic a . D e h ech o , h a y e n la ca s a d e e s te m ú sica y d el eq u ilibrio de su prosa.
u ru g u a y o u n lu g a r m u c h o m á s im portante
para las letras q u e p ara lo s sonidos. -El Uruguay de 2015, ¿en qué medida es un país "onettiano»?
N o podría ser de otra m anera tratándose de u n artista al que el -S ig u e sién d o lo p o r su id io sin crasia, q u e a pesar d e estar
escritor M au ricio R osen co f definió certeram ente com o "u n im ita n d o co n ü n ú a e n p ie. P o r su v ien to y su invierno, sin los
hom bre m uy culto, m uy fino, m uy inteligente y m uy cuidadoso". cu ales no habría O n etti n i tantas otras cosas.
Es que en las horas de Roos no solo hay espacio para clásicos de
la canción popular com o "S i m e voy antes que vos", "A m ánd ote" -Onetti nunca quiso mezclar sus ideas políticas con su arte.
y "L os O lím picos", para el entusiasmo despertado por novedades ¿P or qu é p en sás qu e esa e lecció n m u ch as v eces se ha
com o e l álbum " E n vivo en el R ío d e la P lata" o para conciertos malinterp retado?
com o el que el m iércoles 22 de ju lio pasado ofreció en el Teatro -Y o n u n ca la m a lin te rp re té . Q u iz á s te re fie ra s a l sen tir
Solís co n la contundencia, el profesionalism o, el carism a y el re v o lu c io n a rio p re d o m in a n te e n la s e s fe ra s c u ltu r a le s a
sentido estético de siem pre. Tam bién hay lugar, y vaya cuánto, m ed ia d os d el sig lo X X , q u e p rá c tica m e n te e x ig ía q u e lo s
para la lectura. artistas h icieran de su obra u n a rm a p olítica. A q u ello s qu e lo
D esd e Jo h n L e C arré hasta P etros M árk aris, M arg u erite m alin terp retaro n lo h icie ro n deb id o a su d o g m atism o o a su
Yourcenar y A d olfo Bioy Casares, cuya novela El sueño de los m ala intención.
héroes convirtió en canción bajo el nombre de "M ilonga de Gauna"
para el filme homónimo de Sergio Renán, buena parte de su tiempo, -La desazón, la tristeza y el vacío que Onetti transmitía,
en L a Floresta o en Ciudad Vieja, Jaim e Andrés Roos Alejandro lo ¿podían convivir en ti con el goce absoluto por la lectura?
disfruta frente a u n libro, especialmente cuando el m undo ya se ha -Claro que sí. La tristeza o el vacío existencial son tan hum anos
id o a dorm ir. y cotidianos com o la alegría y la euforia am orosa. Lo que cuenta
Q uizá por eso no sea extraño que este gran m úsico quiera tanto es la belleza de la plum a, la profundidad del relato, la capacidad
a Ju an C arlos O netti. Y acaso sea esa avidez, sin m enospreciar el de m antener en vilo al lector.
"factor talento", la causa principal de su enonne oficio para escribir
letras sintéticas, herm osas y profundas que, com o en el caso de -Teniendo en cuenta que lees compulsivamente, ¿en qué
"T em a del hom bre solo", apuntan directo al corazón; "R ecién vi a lugar dirías que está Onetti en tu larguísima lista de monstruos
m i extraño, con el rostro familiar/ ahora entiendo el resto, cuando sagrados literarios?
m e mira mal/ el del espejo soy yo. ..extraño animal/ A lguiendijo -T en g o una cu riosa form a de catalo g ar a lo s artistas: lo s de
que nacem os, y que m orim os solos/ Yo que n a d varias veces, m i barrio y lu eg o lo s d el m u n d o . D e m i b a rrio está la plana
suscribo todo". m a y o r sag rad a: O n etti, B o rg es, F elisb erto . Y lu eg o vien en
"Sh ak esp eare and C om p an y ". M e reconforta darm e cuenta de
qu e esto s qu e te m encion o, de p o r aq u í nom ás, tam bién son
-¿Cuándo leiste a Onetti por primera vez y gracias a quién? universales.
-A los 14 años, cuando mi madre comenzó a coleccionar
"Capítulo Oriental", fascículos sobre la historia de la literatura -P ero en térm in os g enerales, ¿en q u é m ed id a d irías q u e te
uruguaya. in flu y ó O n etti para escribir canciones?
-N o lo sé. T od o lo im p o rtan te qu e vi, leí y escu ch é son
-¿Cuál de sus obras leiste más y por qué? influencias intangibles, sublim inales. A veces algunas se hacen
-El pozo y sus cuentos completos. Porque lo necesito. Además presentes, a v eces otras. Y m e sorp ren d o cu an d o aparecen,
de Los adioses, su novela preferida y tam bién la mía. pu esto qu e no las convoco. IS3

-El espíritu de su obra, ¿en cuál canción tuya crees que está
más presente?
-Hay un tema que escribí para mi primer álbum, llamado "E l
infierno tan tem ido" en alusión al título de su cuento. Pero no
es realmente onettiano. Los más influidos han sido seguramente
"C andom be del 3 1 ", "L a s luces del Estad io" y "B rin dis por
Pierrot". El recitado de este último está directamente inspirado
en una idea de Onetti, adaptada al personaje-protagonista en
un lenguaje futbolero.

-¿Por qué una obra pensada para una generación tan distante
sigue teniendo vigencia literaria pero también humana?
-La vigencia humana se mantiene por su forma "m oderna"
de abordar la realidad, su actitud cruda y su lenguaje directo,
propio del siglo XX, tan cercano a nosotros.

-¿En qué medida pensás que Onetti supo desmarcarse de


Faulkner, siendo que en realidad nunca dejó de idolatrarlo?
-Cuando leo a Onetti no lo confundo con Faulkner.

51
Caricatura: Hermenegildo Sábat

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TIEMPO DE ABRAZAR
EN SU TIEMPO
J. Manuel García Rey
En la vida ordinaria acontece con frecuencia que Uno de los objetivos de este trabajo es proponer Tiempo de
llega uno a encontrar una idea que buscaba, llega
abrazar com o una precedente o un escalón que nos lleva a El
a darle forma, es decir, a obtenerla, sacándola de la
nebulosa de percepciones oscuras a que representa, Pozo. Así establecido el orden cronológico que me interesa,
gracias a los esfuerzos de presentarla a los demás. surge un sentido, un significado para El pozo que se perdería
El pensamiento es lenguaje interior y el lenguaje si el orden fuera el inverso.
interior brota del exterior.
H ay en esta p rim era n o v ela alg u n o s elem en to s que
Miguel de Unamuno
desaparecerán casi por com pleto ya a partir de El pozo. Se
aprecian, por ejemplo, atisbos de hum or y, sobre todo, está la
presencia de la esperanza que parece prometer una salida al
o hay argumentos válidos a esta altura que
m u n d o a g o b ia n te qu e se d e s c rib e y q u e d esa p a re c e
p o n g a n en d u d a el p a p e l fu n d a m e n ta l
m isteriosam ente entre una novela y otra. Tam bién llama la
(entiéndase también fundador) que la obra de
atención la corriente lírica positiva de origen rom ántico
Onetti representa en la última (¿debería decir
(siem pre introducida en el relato m ediante m ecanism os
p en ú ltim a?) m od ernid ad de la litera tu ra
vanguardistas) que invade cada tanto el relato.
riopla tense.
El protagonista, Julio Jason, vive la urgencia del amor y del
Antes de concebir sus geografías im aginarias como Santa
sexo, y este le presenta dos caras: una se llama Cristina, una
María, antes de perfilar sus personajes más detenninantes, más
actriz que despierta su apetito sexual y su cinismo, y la otra,
conocidos (Díaz Grey, Larsen), ya se encuentran en los relatos
Virginia Cras, lleva el sello del amor y la entrega: tiene dieciséis
de Onetti la rabia y el desencanto, el desarraigo existencialista;
años y es todo lo sana que se puede ser en este mundo, virgen
un hondo sentimiento de fracaso, trágico por lo inevitable,
y, por tanto, incontaminada. El esquem a no es nuevo, pero
amargo por lo evidente y rotundo. Pero tam bién se aprecian
Onetti lo desarrolla sintéticamente y con la técnica más eficaz.
en estos textos, escritos en la década de los 30, la madurez y la
Cristina, citada en el Capítulo I mediante una entrada del stream
clara dirección del discurso onettiano, un discurso consciente
o f conciousness, es una relación que existe (aunque están
de su técnica y de sus necesidades.
peleados); Virginia, en cambio, es una desconocida que aparece
Su narrativa arranca con una energía nueva, una sacudida
en el largo capítulo III y se concreta com o am ante en el V, a
violenta (una especie de Jrisson nouveau) en el charco tranquilo
espaldas y com o contrapartida de una secuencia anterior
de la literatura nacional1. Los trabajos tempranos de Onetti
desarrollada entre Jason y Cristina. Cara y cruz, luz y sombra.
muestran ya temperamento, carácter y arrojo. Tempranamente
La sexualidad presenta vertientes, ángulos desde donde se la
consciente de la trascendencia social del sexo, su capacidad de
aprecia en su com plejidad (la relación sadom asoquista,
dominio y del silendamiento al que somete, al que está sometido,
enrevesada y maligna con Ana María en El pozo, semejante a la
es capaz de mostrarlo con una intensidad inusitada. Tiempo de
que Jason m antiene con Cristina), asunto que lleva a Jason a
abrazar ( TA) y El pozo ( EP) giran en tom o a este tema; este tema,
descubrir que la relación que le interesa (que puede mantener)
que podría limitar a un escritor ofuscado, da humanidad y vigor
requiere otra cosa. Virginia modifica una pregunta anterior —
a sus narraciones que consiguen trascender la casuística de sus
que demora dos páginas en ser contestada —:
personajes y sus acciones.
La coherenda del mundo ficdonal onettiano ya ha sido marcada —Bueno, ¿te gusta sentirme un muchacho?
reiterad am en te; preten d o señalar aqu í la p recocid ad y Volvió como despertándose.
detenninadón con que esos temas aparecen y el temprano control - Sí... No sé. Me gusta sentirte así: un poco. Me parece que estamos
en la aplicadón de sus técnicas2. La amargura, el asco, la initadón más juntos; como si fuera más fácil entendernos (TA, 83).
ya están plenamente instalados en Tiempo de abrazar.
En algún estudio se ha señalado la existencia de una primera Jason encuentra en la adolescente ese punto de camaradería
versión extraviada de El pozo, escrita entre 1930 y 1931 (32 pp., que le ayuda a crear una relación abierta, no basada en trucos
o temores3. Agrega:
según I. de la Torre). Sin descartar la posible veracidad del dato, lo
encuentro poco probable; hay, por otra parte, quien asegura que
— [ ...] No me gustaría que fueras como todas, cien por ciento mujer,
la publicación de Tiempo de abrazar es del año 1940 (posterior a El hasta la saturación (TA, 84).
pozo), mientras que en la edidón Cuentos completos, de Alfaguara,
1994, se afirma que Tiempo de abrazar fue escrita en 1943. También Todo esto esconde un temor, un miedo profundo respecto al
en la edidón de Bmguera se dta esta fecha. Sin embargo, la mayor otro, a su desconocimiento:
parte de las referencias la sitúan en 1934, fecha que se adapta a los
criterios que manejo a la hora de relacionarla con El pozo (es lo Entonces él sintió un repentino odio, una salvaje fiereza instintiva
ante la hembra tan quieta a su lado, ante su tranquila voz, ante la
que afirma el autor en "Sem blanza de un genio rioplatense",
oscura mano que no huía (TA, 71).
prólogo a Los siete locos, de Roberto Arlt, edición de Bonpiani, de
1971). Escribe Onetti: La premura sexual, expresada con violencia y generada en el
tapujo social, está ya m arcada en la tercera página:
[ . ..] allá por el 34, yo padecía en Montevideo ana soltería o viudez en
parte involuntaria. Había vuelto demiprrimera excursión a Buenos Air es
fracasado y pobre. Pero esto no importaba en exceso porque yo tenía
Recordó la pared reluciente de los lavatorios. Más humana, menos
veinticinco años, era austero y casto por pacto de amor, y sobre todo, pared. Leyendas y dibujos obscenos se sucedían en sus mosaicos,
porque estaba escribiendo una novela " genial" que bauticé Tiempo de
renovándose diariamente. Cuartetas torpes, gritos rabiosos de
abrazar [...] (La nuei’a novela latinoamericana, 2, p. 366). sexualidad. El primer día que entró allí había visto aquello con
disgusto, pero luego, en un rincón oscuro descubrió dos palabras
dibujadas con rasgos grandes y armoniosos. Abajo, unafirma: Louise.
Hay, sin embargo, en el texto la referenda au n hecho histórico Una confesión simple y animal. Louise quería. ¿ Y qué? Él quería,
real que data algún fragmento más allá del 7 de junio de 1937 todos querían (TA, 7).
(fecha de la muerte de Jean Harlow, dtada en la página 90), que
despierta en el protagonista una llamativa sucesión de imágenes Jason está mirando una pared recién blmqueada y recuerda la
amargas en tomo a la cultura norteamericana y a la muerte. leyenda (con rasgos armoniosos) Louise quería. ¿ Y qué? El quería,

53
todos querían. No se puede ser más contundente. La formulación Jason quiere aproximarse, ponerse a la altura del obrero, pero
de la pregunta retórica m arca la dimensión que el personaje es un intelectual y así lo tiene que ver el otro, porque él vestía como
otorga a la cuestión. Hay un reto (¿Y qué?), pero también los otros. Las mismas palabras, los mismos modales. Era justo que el
constatación: es lo que hay. El sexo está visto como un engaño, otro hubiera desconfiado y hasta que se hubiera burlado (TA, 66). En
porque el ser humano es incapaz de mostrarse como es porque Linacero, la reacción contra el comunista (que lo llama fracasado
no hay gente sana como un animal. Hay solamente hombres y desclasado chancho burgués (EP. 65) llega a ser cruel e, incluso,
mujeres y que son unos animales (EP, 39). Se trata de bestias mortifica su acento extranjero (que me hace comprender cabalmente
sucias que no pueden comprender nada (EP, 40), y tienen lo que puede ser el odio racial EP. 67), y asegura, contradictorio: Lo
pescuezo, porque cuello tienen los niños y las doncellas (EP, 42). odio y le tengo lástima (EP. 63).
Las reacciones de Linacero son violentas y pasan con rapidez El sexo no es libre, no es gratuito: Esa noche le dije que nunca
de la ironía a la m ordacidad; otras veces ataca con una me iría con ella pagándole (EP, 45), le dice Linacero a Ester, una
obscenidad o reacciona con cinism o o con crueldad. prostituta que tam poco lo entiende. Tam bién el sexo se
La sexualidad se presenta com o un conflicto difícil de convierte en una relación burguesa6. Una clase social que
superar4; la relación con Virginia hace nacer la esperanza aunque Linacero llama morralla (EP, 71) y odia y acusa de todos los
no encuentra continuidad en ningún otro personaje femenino. vicios hum anos: Y cuando a su condición de pequeños burgueses
Esto explicaría parte del problema que vive Linacero en El pozo. agregan la de intelectuales merecen ser barridos sin previo juicio
Cecilia, su mujer, se ha transformado (aquella Virginia se ha (EP, 70); no se sabe si com o escoria o mediante las armas.
transformado) y él se mueve por los tugurios del puerto entre La amargura está en lo que se ve, en lo que nos amenaza, en
prostitutas y rnacrós. El capítulo VI de Tiempo de abrazar (que el m iedo al fracaso y la necesidad de vivir: Quería la vida, nada
se ha desarrollad o vida ind epend iente5 con el título de más que la vida [...] Llegar a tener la energía necesaria para
“Excursión") podría aclarar algo este punto. tomarla vida como a una mujer (TA, 8.). Si la novela está
El texto se plantea, de entrada, como "una pequeña evasión": un em ponzoñada (Pensó en lo fácil que le sería estrangularlo allí -a
viaje en tren ("Ida y vuelta, segunda, 0,40"). Va a ser el locus amoenus su profesor de francés, viejo, infatuado, pusilánime-, en la
imposible. Hay una madre que canta lavando ropa y unos niños soledad del corredor. Pero sentía asco con solo imaginar sus dedos
semidesnudos, rubios y de grandes cjos azules como desflores de la en la piel rojiza del pescuezo (TA, 14), no está envilecida, muy al
enredadera (TA, 60). En El pozo, entre las gentes repugnantes del contrario: parece más un grito que una queja, un puñetazo
patio, la mujer también lava ropa pero es gorda y no canta sino generado en la rabia y no en el resentimiento: Luchar, luchar
que rezonga, un niño anda en cuatro patas, con las manos y el hocico contra todos; contra la inmensa estupidez humana, contra la
embarrados. No tenía más que una camisa remangada y, mirándole cobardía de la bestia humana (TA, 117).
el trasero, me dio por pensar en cómo había gente, toda en realidad, Si uno pudiera hacerse entender por completo, sin discursos... (TA,
capaz de sentir ternura por eso (EP, 11). 67), se lamenta Jason, intuyendo que la palabra está ya marcada
A Jason no le resulta difícil imaginar la vida que podría llevar, para el juego de cartas, porque vive en el mercado lingüístico,
y curiosam ente no piensa siquiera en Virginia, con la que como afirma Bourdieu (CS, 123). Y porque las palabras remiten a
empezaba a intimar un poquito antes: las cosas, pero también a las palabras, por lo que el lenguaje no es
solamente privilegio del hombre, es también su prisión7.
Solo. Hacerse la comida con sus manos, cuidar los árboles... Se veía,
medio cuerpo desnudo, altas botas, tostado el rostro dentro de la En el relato “ Los niños del bosque" el adolescente Raucho
barba. ¿ Qué necesitaría? Un caballo, tal vez un perro, una escopeta,
su pipa, libros (TA, 59). explica con rabia y angustia: Éste es el problema. Pensar en todos
los años que nos esperan de no estar contentos y de vivir entre los
Identifica la libertad con lo no contam inado: Fantástica dos mil millones de bestias con olor a oveja (CC, 76).
libertad de todo su ser, purificado y virgen, como si comenzara a
divisar el mundo (TA, 60). Y un poco más adelante afirma: Esto Y, un poco m ás adelante, el temor al contagio le hace decir:
era la vida, todo lo demás mentira. M onstruosa mentira la
Pero vas a apestar a oveja y no te vas a sentir el olor. Como los otros.
civilización, la falsa y sórdida civilización de los mercaderes (TA, La única manera de ser leal y decente es no transigir. No alegrarse,
61). Y reflexiona: Se nacía y la ciudad lo tomaba a uno y lo iba estar siempre asqueado y contra todo. Que vengan los años; voy a
haciendo a su antojo (TA, 62). andar arrastrando las patas pero siempre alerta; con solo mirar
Al co m ienzo el n arrad o r d eja o ír tres fragm en tos de reconozco la inmundicia de todo. Cuando me quieran engañar escarbo
y escarbo. Tengo fe en la inmundicia y escarbo hasta encontrarla.
conversaciones que m arcan problemas y conflictos habituales Entonces me quedo tranquilo y muestro los dientes (CC, 76-77)*.
para ir deslizándose en la medida que se aproxima al campo, al
mundo idealizado, elem ental y pacífico. Pero la excursión se En el capítulo VII de Tiempo de abrazar, justam ente después
cierra con la conversación que sostiene con un hombre que de la excursión de Jason, se observa un hecho importante: Jason
trabaja con un pico y le pregunta: vence el miedo y cruza una barrera, la salvajefiereza instintiva
(TA, 71) que ya mencioné. Allí se instala la esperanza. Este
-¿ P a g a n b ie n ?
E l h o m b re v o lv ió a so n reír a lz a n d o lo s h o m b ro s co n in d iferen cia:
sen tim ien to p repara una lu ch a, p ero esta no lleg a rá a
-Q u é q u ie re q u e p a g u e n ... desarrollarse. No se sabe qué ocurrió, dónde se perpetró el
-Ya llegará el día en que los degollemos a todos... (TA, 6 5 ). desastre. Sólo se ve un Jason de cuarenta años que se llama
Eladio Linacero (si se me permite esa licencia, si se está de
La actitud de Jason contrasta curiosam ente con la se puede acuerdo con ella), convencido de la imposibilidad de escapar
observar en El pozo, en donde Linacero critica con mordacidad del laberinto de soledad y amargura en que está perdido. Surge
a Lázaro, su compañero de pieza comunista: aqu í un p esim ism o ra d ica l qu e ya había en tra d o tan ­
gencialmente en aquel relato.
El pobre hombre inventa el apocalipsis, me habla del día de la
revolución (tiene una frase genial, "cada día falta menos"), y me
Si bien Tiempo de abrazar es una novela publicada tardíamente
amenaza con colgarme, hacerme fusilar por la espalda, degollarme e inacabada, tiene algo así como un cierre urgente que se parece
de oreja a oreja, tirarme al río (EP, 66). a un reto. Y esto m e permite apuntar algunos rasgos de estilo.

54
Se trata de una docena de páginas9, y no de las mejores, de Linacero puede ser la otra cara de Virginia Cras. Aclara el
literariamente hablando. Sin embargo sirven para centrar, ya, discurso indirecto libre las ideas de Jason:
una parte gruesa de la temáüca onetüana y para fijar, de alguna
manera, el ambiente, el clima en que la misma se desarrollará. Estaba resuelto a no estropear la sensación que le daba la muchacha
convirtiéndola en una novia. Antes de tolerar que su amor se fuera
No es, por tanto, extraño que tenga afinidad con el mundo
cultivando en pacíficas veladas en casa de Virginia, en un ambiente
psíquico y temático de El pozo. familiar que acabaría por limar la belleza de las palabras, la sinceridad
Esas páginas constituyen un capítulo form ado por cuatro de los ojos, la inteligencia de la sonrisa, la espontaneidad de las manos;
partes ( TA, 103-118): la primera es la cita de Julio Jason con el antes de que su amor fuera deformado brutalmente para poder encajar
en los límites del noviazgo, prefería renunciar a Virginia. O se amarían
padre de Virginia y las b es últimas, el último encuentro del de una forma absolutamente personal - de él a ella y de Virginia a él, sin
mismo con la adolescente. Hay, por tanto, en realidad dos consejos, vigilancia y toda la interminable serie de elementos que van
secuencias: aquella cita y el encuenho largo de los enamorados, ensuciando el amor hasta hacerlo costum bre- o todo se quedaría en la
unas horas, tal vez hasta que ella se marcha. En la última parte parte del prólogo que habían vivido hasta ahora (TA, 75).
la narración parece tomar velocidad y acaba en un final abierto.
Un m onólogo interior llevaba a Jason a una duda dolorosa: Y
Constato a lo largo de estas páginas la urgencia y algunos
luego, si los años deformaran a Virginia, y a la muchacha fresca
elementos que me parecen espurios en el estilo. Y ese final
e incontaminada sucediera la señorita honesta, arrepentida de
podría llamarse con más exactitud, incompleto.
aquel extravío de la adolescencia [...] (TA, 76). Y en El pozo se
Quizá haya sido una buena jugada del azar (aun sospechando
observa la triste transform ación de Ceci en Cecilia Huerta de
que el azar no existe) que El pozo figure como su primera
Linacero. Se b a ta de un cam bio degradante, un proceso de
novela. Es mucho más amarga, es verdad, pero es sin duda más
ensuciamiento que la convierte en una mujer con paso reposado
co h eren te y m ás redond a, con un p rin cip io y un fin al
y cauteloso, con cara seria y amarga.
volatilizados, esfumados, si se quiere. Pero agota sus temas.
Desde el inicio la narrativa onettiana presenta unos temas
Resultaría interesante y esclarecedor conocer el final verdadero
insistentes (el asco, la bisteza, el bacaso, el hastío, la libertad,
que, sospecho, existió para Tiempo de abrazar. Los textos
el sexo, la vejez, la hipocresía, la incom unicación...) y un tono,
publicados en MARCELA (en 1943) parecen escritos con urgencia
que se mueve entre la ironía y el sarcasmo, siempre con la
o necesidad y recuerdan demasiado al mundo psicológico a la
voluntad de épater le bourgeois y/o la furia incontrolable. El
obra del 1939. La entrevista de Jason y el padre de Virginia, la
tono también vincula de manera evidente las dos novelas
adolescente enam orada, es plano y de una redundancia
hatadas.
agotadora, excesiva, previsible: la insistencia en las acciones
Quizá la narrativa de Onetti surja de un odio furibundo,
hieráticas del pequeño burgués, sus gestos maquinales, su
la rg o y m ed itad o , co n tra la b u rgu esía, a la qu e culpa
vestimenta, sus irónicas referencias al mundo de las finanzas,
explícitam ente de los mayores vicios. El peor: la hipocresía.
etc. La segunda y la tercera secuencias abundan en un ejercicio
Así lo expresa Eladio Linacero, que es una especie de renegado,
que Onetti evita en el resto de su obra y son más habituales en
de rebotado de la existencia; si no fuera un soñador (inventor
otras realidades sociales (el Caribe, por ejemplo). Se trata del
de aventuras10) resultaría un perfecto ejem plar del nihilismo
uso de expresiones afectivas com o vida querida, dulzura, nena,
más exacerbado. El regisho varía poco: [...] se me importa poco
que abren unas tonalidades donde se mezclan el mal gusto, el
de todo (EP, 12); Se me da la gana (EP, 14); No sé si esto es
lugar común y la cursilería. La cuarta secuencia es la última, y
interesante, tampoco me importa (EP, 31); [...] le dije que todo me
esta sí lleva peso y determinación: el héroe se lanza al río con
importaba un com o (EP, 38); [...] se me importa un com o (EP,
el cuchillo entre los dientes. Podría estar anunciando el inicio
72)u; Cordes, Ester y todo el mundo, menefrego. Pueden pensarlo
de El pozo, solo que Linacero inicia su andadura con el peso
que les dé la gana, lo que deben limitarse a pensar (EP, 81). Esta
del fracaso y su amargura.
insistencia en la negación, en la terquedad, este placer enfermizo
La última página de Tiempo de abrazar, en concreto, es la que
de la soledad y el apartamiento alimenta secretamente a Eladio
parece anunciar la primera de El pozo. Ya están presentes la
Linacero en un raro juego sadomasoquista.
mtendón y el estilo en general y asoma la psicología de Linacero;
El humor ha desaparecido y rara vez se embarca Linacero en
claro que a este otro Jason le ha pasado algo al parecer más grave
un viaje lírico aunque sea muy breve; pero lo que parece peor
que lo experimentado en la enbevista con el padre de Virginia, el
es que ha abandonado la esperanza com o si El pozo fuera
ejecutivo. En el momento final sentía que estaba lleno de un odio
verdaderam ente el infierno dantesco. H an desaparecido
profundo y alegre (TA, 118). Va a ducharse, pero está excitado,
también la energía y la vitalidad que hacían de Julio Jason un
parece un soldado atrincherado luchando conba el enemigo:
héroe con posibles, un gigante Raskólnikov que sabría completar
su babajo de superhombre: el ansia irrebenable de fusilar la
Luego empezó a caminar. Tres pasos, vuelta, tres pasos. [ ...] Lo
empujarían, lo golpearían, queriendo hacerlo seguir como hasta ahora, hipocresía con que se cierra el relato no se realizará, pero sí, la irá
al paso lento de siempre. No importaba, confiaba en la fuerza de su desnudando con parsimonia a lo largo del tiempo. Q]
odio. En el límite en el que terminaran las energías de su amor,
vendría el odio en su ayuda. Y otros ayer, ahora, mañana y pasado,
cada vez más numerosos, dando la cara al espeso rebaño humano. El
hambre, el cansancio, el desesperado deseo de abrir las ventanas, de
respirar. El ansia irrefrenable de higienizar la vida; de fusilar la Notas
hipocresía, la injusticia, la mentira. Bestias inmundas... Tres pasos,
vuelta, tres pasos (TA, 1 1 8 ). 1 En 1939 escribe Onetti en MARCHA: “ No hay una literatura nuestra [...] El hecho
de que no nos vemos representados en las diversas formas literarias que por aquí
Por momentos el lector tiene la im presión de estar abriendo se estilan, alcanza para demostrar que algo hay, una manera, un concepto de la
vida, una idiosincrasia, una simple esperanza que late escondida, buscando a
otro libro, de haber enbado en la habitación del conventillo en
ciegas la voz que la muestre [ . . . ] ” (AA, 17). En el mismo ejemplar dice de Carlos
la que Eladio Linacero desarrolla su pozo existencial. El ritmo
Reyles: “ Sus aliñadas manos de hombre de la minoría quitaban rusticidad a todos
m arcial recuerda la cosa bélica y el sentimiento equivale a la los tem as” (AA, 22).
hora d e fusilar la hipocresía (TA, 118). 2 Tiempo de abrazar es la novela menos tram posa de Onetti, con menos
Sin embargo, enbe los relatos falta un eslabón. Cecilia Huerta ocultamlentos, aunque podrían aplicársele las observaciones taxativas que George

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Steiner hace sobre la novela moderna, cuando afirma que ha cambiado la emoción mucho sentido) tenga elementos comunes. Se podña pensar, Incluso, que “ Los
por la dificultad técnica. También puede decirse que no tiene acción, que la historia niños del bosque” fuera anterior a Tiempo de abrazar.
como tal ha sido desarticulada y convertida en portadora de motivos ideológicos, 9 Esas páginas aparecen como capítulo XIX (en la edición que manejo deberían llevar
filosóficos o psicológicos (Lenguaje y silencio, p. 254). el número XIII) y fueron publicadas en MARCHA en algún número de 1943. Hay algo
3 Es posible que el personaje esté intentando en este gesto huir de la conducta más, el que lleve el número XIX (TA, 103) pone de manifiesto algunas cosas: dice
hipócrita de la que acusa al medio ambiente (a la burguesía, en particular) y a que falta parte del relato y puede querer decir también que esa docena de páginas
las normas de la llamada pastoral cristiana que ya estaban claramente presentes publicadas en 1643 fueron escritas después con la Intención de cerrar el texto.
en el corazón del pensamiento griego o grecorromano, como señala Foucault 10 Una tuneión semejante (la Imaginación, el sueño, la Invención como el único
(HS, 2,17). consuelo de una existencia sufrida y aplanada) se aprecia en personajes de Héctor
4 El conflicto se muestra aquí desde el punto de vista masculino; en “ El infierno tan Galmés y de Juan Mareé, narradores coetáneos, pero en distintos continentes.
temido” el lector se asoma al otro lado. 11 En El juguete rabioso, de Arlt (que Onetti conoce de memoria, NNL, 365),
5 Fue publicado en MARCHA, en 1940. aparece la expresión: todo se me da un ardite (p. 15), en medio de un lenguaje que
6 Podría pensarse en la pastoral cristiana a que se refiere Foucault en Historia de rescata la expresión popular (rajar, p. 12; pichinchas, p. 48; espérensen, p. 36;
la sexualidad. cachar, p. 38, etc.) como único camino para hacer verosímil el relato. El lenguaje
1 R. Barthes, Variaciones sobre la escritura, p. 189. que el escritor debe emplear es uno de los temas capitales que Onetti trata desde
8 Observo que en Cuentos completos (Alfaguara, 1994) se incluye este texto que MARCHA en los inicios del semanario. Entonces escribe: No hay aún una literatura
se declara perteneciente a Tiempo de abrazar. En una edición de 1978 (Bruguera, nuestra, no tenemos un libro donde podamos encontrarnos. [...] El lenguaje es,
Libro Amigo, Barcelona) se afirma que es de abril de 1936. Resulta completamente por lo general, un remedo del que está en uso en España o un calco de la lengua
imposible incluir “ Los niños del bosque” en Tiempo de abrazar, y por más de un francesa, blanda, brillante y sin espinazo. No tenemos nuestro idioma; por lo
motivo. Me detengo en algún aspecto destacable: no hay nada en común, ni en menos no es posible leerlo (AA, 17). Las leves marcas de un español ajeno al
ambientes ni en personajes, aunque la temática (y eso parece lógico y tiene rioplatense desaparecen casi por completo en El pozo.

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Caricatura: Hermenegildo Sábat

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n su momento Gusta ve Flaubert inventó un Novela larga, compleja, juega como casi nunca se ha hecho
Diccionario de lugares comunes donde acumuló antes o después con la estructura, con las relaciones autor/
las tonterías automáticas que se suelen apilar personaje/invención, a partir de una situación existencial de
en una conversación, al estilo de "Rubias: más caren cia: la ab lació n de un seno de su esp osa llev a al
fogosas que las morochas" (la contrapartida protagonista a una inmóvil desesperación. La necesidad de
para las morochas repetía la frase, invertida). escape lo em puja por una parte a relacionarse con Queca, la
Si uno quisiera comprar, sin abrir el paquete, el "m ito Onetti", prostituta charlatana que vive pared de por medio y, sobre
su ficha diría en ese diccionario: "Onetti, Juan Carlos: vivía todo, a transformar el encargo de un guión para el cine en la
tirado en la cama, inventó la ciudad de Santa María (basada en fundación minuciosa, progresiva de Santa María, una ciudad
otra de Faulkner) donde ocurrieron todos sus relatos, para él el del Litoral con sus personajes nacidos al mism o tiempo (el
mundo era una mierda, y las mujeres solo servían mientras fueran famoso doctor Díaz Grey nunca recordará qué le pasó antes
muchachas, después perdían la virginidad y parían, se volvían de los 30 años). En las últimas páginas los personajes reales o
calculadoras y frías. Fue un adelantado del 'boom' latinoamericano ficticios recorren el carnaval de Santa M aría disfrazados,
de los '60". recordando por adelantado el clima también pueblerino y final
Los años, como siempre, han pasado y esos lugares comunes de Los inútiles de Federico Fellini.
se han ido derruyendo, m odificando, llenando de otros Después de dar vueltas por otras editoriales, Los adioses fue
sentidos. En realidad vivió refugiado en una cam a (cum­ editada al fin por Sur en 1954. Encarna la medida exacta y
plimiento de una de sus plegarias atendidas) recién cuando todas las virtudes de la nouvelle o novela corta. Basada en la
recaló en España, y debido a la dolencia en una pierna. Si bien figura de un famoso basquetbolista real, en la primera línea el
inventó la ciudad de Santa M aría, no todos sus relatos se almacenero del pueblo de las sierras de Córdoba (no Santa María)
desarrollan allí, y muchas veces lo hacen con un desgano donde se refugia para curarse la tuberculosis lo recibe con
cercano a la inexistencia. Es cierto que algunos de sus libros mirada de experto. Dos mujeres sucesivas (una madura, la otra
son las versiones de un fiel absoluto de su admirado Faulkner, joven) lo visitan alternadamente. Las carambolas de la realidad,
pero otros (El astillero, por ejemplo) parecen ir aún más allá siempre tapada por una pared, por cartas cruzadas o por la
que el maestro en el ejercicio muy personal de algunas de sus mirada colectiva y juzgadora de otros integrantes del pueblo,
herram ientas: la dem ora, el carácter inexplicable de las tejen una m adeja que puede equipararse con Otra vuelta de
conductas hum anas, la herm osura esencial de cualquier tuerca de Henry James por su ambigüedad. El propio Onetti se
em presa grande que se desmorona milímetro a milímetro. ha entretenido en alentar a medias las versiones sobre la "clave"
Ahora que el ruido del "boom" es historia, las cosas se han del misterio (el incesto, por ejemplo). Es más funcional al texto
reacom odado y los mejores logros de O netti siguen adelante mismo la tesis de Analía Capdevila, que ve en él "la experiencia
en el tiem po, esp erand o a buena p arte de la literatu ra de la lectura del secreto", no de su develación.
latinoamericana. A esta altura ya es im posible no leer La vida
breve como la novela que hubiera querido escribir Cortázar en Hombre de suerte
Rayuela.
Después de oficios diversos, Onetti aparece en 1939 en otra
Una mitad de tres fundación: la del semanario MA ECHA de Carlos Quijano, del
que sería secretario de redacción con cama adentro. Discutió
La obra de Onetti, abundante y compleja, cam bia com o una con Quijano (a quien El pozo no le había gustado nada) en
joya multiforme sus facetas en el tiempo. Libros o relatos que 1941, e ingresó casi en seguida a la agencia de noticias Reuters,
parecían cum bres en otra época han reducido su poder de que poco después lo trasladaría a Buenos Aires, donde viviría
sugerencia e im pacto narrativo. O tros que estaban en la hasta 1955.
penumbra pasaron a un primer plano. Cuanto más se aleje quien A llí publicó libros sucesivos dedicados a algunos de los
la lea de la leyenda y el mito, más libre estará de acercarse a ella mejores nom bres de la cultura argentina de ese momento:
sin llevar una cóm oda cartilla canónica de peores y mejores. Oliverio Girando, Norah Lange, Eduardo Mallea, el crítico Julio
No es necesario ser onettiano para disfrutar a fondo con El E. Payró (muy amigo también de Quiroga). Cuando aparece la
pozo. En pocas páginas planta sus obsesiones básicas: el poder historia de am or de Los adioses la dedica a Idea Vilariño,
de la im aginación, las frases de filo so fía cru d a y feroz primera de la serie uruguaya: Una tumba sin nombre la dedicó
disparadas como una ametralladora, la figura de la adolescente a su hija Litty, La cara de la desgracia (1960) a la com pañera del
o casi niña que es una cifra de lo inalcanzable, la m anía de resto de su vida, Dorotea M uhr (Dolly); El astillero (1961) al
querer reproducir literalm ente el momento de la felicidad político y am igo Luis Batlle Berres.
cuando ya ha quedado atrás. Es prosa que tiene la síntesis y el Desde el '5 5 terminaría por hacerse famoso su pequeño y
latido de la poesía por un lado, y la ferocidad de la filosofía a frío departam ento de la calle Gonzalo Ramírez, donde Dolly
martillazos de un N ietzsche o un panfleto por el otro. Más la tenía que aflojarse los dedos con un calentador Primus para
sombra inconfundible de su admirado Céline en su himno a los practicar con el violín. Pero ya se trataba de un rigor espartano
poderes de la noche: "quien no pudo sentirla así no la conoce". m ás que de una realidad ineludible. La pareja haría de la
Escrito por primera vez a comienzos de los años '30 lo reescribió tolerancia una pasión m utua m ás duradera que la pasión
con la potencia hoy intacta en 1939, cuando un par de amigos amorosa misma. A esa altura Onetti había ido publicando en
imprenteros lo invitaron a estrenar una m áquina M inerva los sellos más prestigiosos y exigentes de las dos orillas de
recién comprada. entonces (Sudamericana, Sur, Número, Alfa, Fabril, Arca). En
La vida breve apareció en Sudamericana en 1950. Fue uno de 1962 recibía el Prem io Nacional de Literatura. Desde 1957 fue
los dos títulos de autor uruguayo de ese sello (el otro era Nadie director de Bibliotecas M unicipales de M ontevideo.
encendía las lámparas de Felisberto Hernández) que habitaron Algunas fotos de la época lo muestran alto, bien trajeado,
primero las mesas de saldo de la calle Corrientes, después las incluso con un som brero digno de las m ejores películas de la
de la Avenida 18 de julio de Montevideo, durante muchos años. "serie negra", en pose impecable. Pero los ojos sensibles, y los
grandes anteojos, develaban al Hombre que ya había convertido para escribir El astillero, y porque el am biente prostibulario y
la literatura en su pasión más honda. Con el paso de los años, la el tono de "serie negra" no son el fuerte de Onetti); con el clima
cara se iría desnudando de otras superficies, com ida por esa "am ericano" ála Steinbeck de "Jacob y y el otro" (el único texto
mirada, ahora como de asombro, incluso de divertido asombro. ideal para una película); y con las forzadas peripecias de
El g ran co rte b io g rá fico y g eo g rá fico lo p ro d u jo su "H istoria del Caballero de la Rosa y de la virgen que vino de
participación como jurado en un concurso de MARCHA. Nunca Liliput", "L a novia robada", "Justo el treintaiuno" (que ocupa
había tenido suerte con los concursos: por lo general salía su verdadero lugar com o capítulo de Dejemos hablar al viento)
segundo como participante, y como jurado le pidieron alguna y "M atías el telegrafista".
vez que explicara por escrito su juicio (pasó en el concurso de "E l infierno tan tem ido" y "Bienvenido, Bob" son un caso
Prim era Plana/Sudam ericana, donde prem ió a Juan Carlos especial: considerados clásicos en otros tiem pos, hoy no
Martelli). En MARCHA pidió en cambio que figurara en el acta escapan del todo de ser ilustraciones (muy bien escritas) de
su crítica a los aspectos sexuales a su juicio innecesarios del ideas convencionales: la juventud se pudre, la venganza cruel
relato premiado de Nelson Marra. Contra todo sentido común es otra forma del amor femenino.
el cuento, áspero y explícito sobre el clima represivo imperante, Como placer lateral, vale la pena leer "E l posible Baldi" (con
se publicó con rapidez, y sin que lo leyera Quijano. El resultado mucho de Arlt), y tanto Cuando entonces (otra vez la anécdota,
fue el cierre del sem anario y el encarcelam iento de Quijano, esta vez casi pura, de noticia policial) com o Cuando ya no
Qnetti y Mercedes Rein (también jurado). Su visión del mundo importe, una despedida magistral. Desordenada y vital, con
se corporizaba de pronto de modo incomprensible. Quedó en tiradas de ambiente "latinoam ericano" (a tal punto que Santa
un estado cercano a la catatonía, y solo el apoyo continuo de M aría ha subido en el mapa), incluye también algunas de sus
Dolly, las presiones internacionales y los amigos le permitieron mejores páginas (o párrafos) confesionales. Supuesta suma
sobrevivir con la máquina sensible intacta. Pudo descubrirlo desprolija (y m ezclada por accidente) de papeles, termina
cuando un viaje a Madrid hizo que finalmente se quedaran allí aceptando allí la presencia cercana de la muerte e imaginando
con Dolly. Primero convencido de que había perdido el "otro su destino final en un cem enterio de M ontevideo. Las dos
m undo" de la literatura, iba a descubrir que no solo aún podía, últimas palabras son el título de un libro de Denis M olina, un
sino que podía hacerlo a la vez igual y distinto: escribió tres am igo de los viejos tiempos: "hay o había o hubo allí, entre
libros memorables. Ganó el Cervantes en 1980, y en su discurso verdores y el agua, una tumba en cuya lápida se grabó el apellido
de aceptación desbordó de agradecimiento a los españoles, y de mi familia. Luego, en algún día repugnante del mes de agosto,
al Quijote. lluvia, frío y viento, iré a ocuparlo con no sé qué vecinos. La losa
no protege totalmente de la lluvia y, además, como ya fue escrito,
Adentro y afuera lloverá siempre". Q]

El latido más auténtico y profundo de Onetti surge cuando


está en esa especie de crisol donde la visión desesperada y
cruel de la condición hum ana se mezcla con la piedad y el
amor por una parte. Y donde el lenguaje fluye por otra con un
fraseo entre opaco y lírico, tan inconfundible como los músicos
esenciales de cualquier corriente (clásica, jazz, tango), cercano
a la poesía, fundiéndose con la filosofía tanguera o existencial,
salvándola de su carácter de juez tajante.
Es lo que ocurre en el último párrafo de Tan triste como ella,
una contrapartida exacta (y a la altura) de La dama del perrito
de Chejov: en uno el amor avanza a pesar de todo, en el otro el
amor se destruye con el mismo carácter implacable. Pocas veces
Onetti llegó a tal lucidez respecto a las trampas de los hombres
y las mujeres cuando conviven.
Uno puede ser onettiano fanático, o estar escribiendo una
tesis sobre él, y leer todo, o descubrir (puede ocurrir) que es un
autor que no le interesa. Pero si quiere quedarse con lo mejor
e intransferible hoy, aparte de los tres textos ya mencionados
conviene poner en fila El astillero, donde el personaje del macró
Larsen alcanza su estatura máxima; y Dejemos hablar al viento,
pareja inelu d ible de La vida breve, donde Larsen vuelve
agusanado de la tumba, y donde a Santa M aría la arrasa un
incendio. Entre los relatos no hay que perderse "U n sueño
realizado", la mejor expresión de la relación vida/sueño/muerte;
"L a cara de la desgracia", tan ambigua a su manera como Los
adioses; o "Ejsberg, en la costa", donde la expresión de la
nostalgia y la esperanza pueden brillar sin traicionar la tensión
interna del lenguaje onettiano.
Leídos hoy, suenan menos originales y más cerebrales, más
dependientes de Faulkner, algunos de los textos que se apoyan
en la anécdota. Es lo que pasa con el laborioso montaje de
testimonios de Para una tumba sin nombre, con buena parte de
]untacadáveres (tal vez porque la interrumpió a medio camino

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JUAN Y LOS OTROS

Álvaro Lema Mosca

Caricatura: Fermín Hontou (Ombú)

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ra de noche y afuera la oscuridad cubría la un m aletín en la mano. Era pequeño, de escaso pelo rubio y
ciudad con ese tinte nostálgico que sube desde tendría unos cuarenta años. Quizás un poco más. Buscó con la
el puerto y se expande por las calles húmedas mirada y se arrimó a una mesa, donde otro hombre de baje lo
de la Ciudad Vieja. Estábam os con Hoski, esperaba. Hizo una seña con la mano y pidió una copa.
L o u rd e s S ilv a , S a n tia g o P e re ira , L u cía Seguimos con la charla, lentamente, como arrastrando las
D elbene, y creo record ar que tam bién se palabras que se volvían pesadas e insistentes. Alguien lanzó la
encontraban Horacio Cavallo y Débora Quiring en El Sótano, primera piedra para calentar el debate.
un bar que sugerentemente llevaba ese nombre para llamar al -No entiendo su manera de manejar las historias. No es clara,
pozo en el que nos sumergíamos a beber y escuchar música hay que admitirlo. Todo se reduce a un mero acto de creación...
cada viernes a la noche. Un jazz sonaba de fondo contemplando -No es necesaria la claridad en ese caso. Él no era claro ni
nuestra soledad. para hablar, por qué habría de serlo para escribir...
-A m í m e gusta p o rq u e es la m ejo r ex p resió n de la -Al fin de cuentas todo se simplifica en sus deseos de ser
impasibilidad frente al mundo -sentenció Hoski. dios... Con Santa María, por ejemplo.
Los otros nos miramos. -Todos los escritores queremos ser dios.
-Sí, pero es mucho más que eso -dijo una de las mujeres-. Él -Hay algo con sus obsesiones proyectadas todo el tiempo en
creó toda una manera de hacer literatura, de ser literatura... los personajes ¿no creen? Las mujeres jóvenes y hermosas a
Y resaltó los verbos para que entendiéramos cuál era su las que codició siempre, el rechazo por las viejas y gordas, su
propósito. atracción por lo andrógino, los prostíbulos y el cigarrillo...
-D e allí el padrinazgo sobre los otros escritores de su -¡Pero eso no está mal! Es parte de su universo, de eso que
generación... nos empecinamos en llamar “universo"... ¿vieron? Ahí tienen
-Yo creo que lo mejor son sus personajes -me animé a agregar- otra vez lo de dios...
: es de los pocos que puede meterse adentro de ellos y navegar -Es cierto. Todos los escritores manejan los mismos elementos
por sus venas de los pies a la cabeza. Los conoce de antemano una y otra vez.
y, sobre todo, conoce lo peor de ellos. ¿Quién se atreve a mirar -De todas formas, no entiendo por qué le estamos buscando
los ojos de los personajes con esa entereza? N inguno de explicaciones a su titeratura. Es en vano. Existe y está ahí, tan
nosotros puede hacer eso. viva como nosobos.
Los demás asintieron. En la mesa de al lado, un hombre tomaba Al rato, el hom bre rubio que acababa de entrar dejó al otro
algo en silencio. El barman le gritó desde detrás del mostrador: solo en la mesa, se nos acercó siempre con el m aletín en la
- Eladio, ¿te sirvo otro trago? mano y pidió disculpas.
El hom bre asintió apenas con la cabeza. N osotros per­ -Están hablando de Onetti -dijo-. Yo conocí a ese hombre.
manecim os en silencio, sumidos en nuestros pensamientos. Bastante hosco, pero buena gente.
Cuando el barman se acercó, le preguntó con despreocupación: Pensé que no existiría mejor forma de describblo. Al cabo
-¿Esperas a Ana María? de un momento, agregó:
El hombre movió la cabeza una vez más. -Pienso que solo podía ser simpático a mujeres fantasiosas o
-Hay muchas cosas que no m e gustan de él. Creo que lo amigos íntimos... M i nom bre es D íaz Grey. Soy médico. Si lo
mejor son sus cuentos -dijo otro, tal vez Pereira. ven, mándenle mis saludos.
-Todo lo suyo es bueno -respondió Cavallo-. Su m anera de Saludó con la cabeza y se retiró del lugar. Nos costó un par
manejar el lenguaje es excelente. ¿Quién puede usar tantos de segundos darnos cuenta de lo que acababa de suceder y así,
adjetivos y no equivocarse? en silencio, fuimos mirándonos las caras de desgracia, las manos
Nos desanimamos ante aquella verdad irrefutable y la derrota temblorosas, los labios húmedos.
devino un silencio aún más espeso, casi tangible. En el fondo -Debe ser un bromista -agregó Lourdes con esa sonrisa que
del lo cal, u na m u jer jo v e n reía co m o una ad o lescen te lleva im pregnada en el rosbo, pero en el fragor de nuestras
coqueteando con un hombre algo mayor que ella. La noche se reflexiones las ideas em pezaban a mezclarse y adquirían un
fue volviendo cada vez más oscura y el viento empezó a golpear cariz m ucho m ás nítid o, capaz de asu star a cualquiera.
los cristales de las ventanas com o qu eriend o en con trar Rápidamente pensé en el nombre escuchado anteriormente y
resguardo. En un rincón en penumbras, un hombre miraba desvié la mirada a la mesa de al lado. Como si fuera un insulto,
unas fotografías sueltas. Dolía la expresión de sus ojos y pensé pronuncié su apellido casi en un susurro. Los o bos me miraron
que posiblem ente estuviera m irando im ágenes de algún con terror.
familiar muerto. E l h o m b re de la b arra ap en as h ab lab a y so b re todo
-El otro día estuve leyendo lo que escribió como periodista - contemplaba a la muchacha como si se tratara de un tesoro, de
dijo Quiring, que tam bién es periodista-: todo se resume en un negocio próximo en el cual había invertido mucho. Era
qué es la literatura y en la ética del oficio de escribir, sin dejar pequeño y grueso, con el cráneo redondo, casi calvo a no ser
de lado el espíritu y las reacciones hum anas... Ustedes me por un m echón solitario que se aplastaba co n b a la oreja y
entienden... la envidia, la burocracia, la ignorancia... m iraba a la joven con la boca entreabierta, estrem eciendo el
-T o d a s las m ise ria s -a g re g ó D elb en e-. E n u na ob ra labio inferior al respirar. Entendimos rápidamente que no podía
autorreflexiva como la suya existe la necesidad de que sus ser otro que el Juntacadáveres y que la muchacha con la que
personajes sean así ¿no? Solo pueden contemplarse a sí mismos hablaba fuera seguramente una de las tantas que pasaban por
sumidos en el más profundo letargo, en esa abulia constante... su vida, solo que su caso tiraba abajo el apodo. Lucía Delbene
-Aunque es cierto que su prosa es muy uniforme, muy correcta m iró con tristeza al que observaba con detenim iento las
-siguió Hoski-. Nunca se animó a jugar con otras técnicas, con fotografías allá en el fondo, y dejó caer su nombre resbala­
otros procedimientos más rupturistas... dizamente sobre la mesa:
-Por eso no pudo entender la obra de Puig cuando la leyó - -Risso.
agregué y les recordé el episodio. Quisimos acercarnos y decirle algunas palabras de aliento,
De pronto, un hombre ingresó al local. Venía de traje. Traía aconsejarle, pero hablar con él y con los otros hubiera sido un

63
atrevim iento que nos habría costado la falta de coraje que
empezaba a nacer en nosotros.
Y fue inevitable no girar hacia la otra mesa donde antes estaba
D íaz G rey y ahora se encontraba el otro, tan huraño y
ensim ism ado. Lo fuim os observando con detenim iento y
siempre en silencio, com unicándonos con las m iradas y los
gestos nerviosos. Hoski parecía divertido, pero en el fondo
todos temíamos encontrarnos con lo desconocido. Bebía en
silencio con la m irada perdida en un punto fijo del salón y
parecía un pobre desgraciado sin aspiraciones.
Supimos entonces, como si de una letanía se tratara, que era
Brausen.
Lentamente fue m oviendo la mano derecha y tomó algo de
encima de la mesa. Era un libro de tapas oscuras. Perplejos
ante sus gestos, espiamos cada uno de ellos como si se tratara
de una pintura postimpresionista, un cuadro de Cézanne o de
Gauguin. Y el sobresalto se terminó de completar, como un
vaso que se llena de agua, cuando nos negamos a leer las letras
estampadas en la tapa. Pero, pese a la negación, allí estaban las
palabras como en la más acertada clase de gramática: el artículo,
luego el sustantivo y por último, el adjetivo.
Entonces nos levantamos presurosos y salimos del bar. Pero
al cruzar la puerta, nos detuvimos en seco, sobresaltados por la
extrañeza que ahora era todo paisaje ante nuestros ojos. No
recordábamos aquella calle, ni aquella fachada, ni aquellos
edificios. No le prestam os atención al hombre alto de gafas y
labios gruesos que fumaba lentamente en la esquina, pero la
sorpresa fue inabarcable cuando divisamos a lo lejos, la plaza
oscura y la silueta definida, innegable, del monum ento al
diosbrausen en medio de ella. M|

64
LA SANTA MARÍA
ONETTIANA Y LA HUIDA

Héctor Iván González


a narrativa de Juan Carlos Onetti se caracteriza vida y huir con la rubia de ojos negros, con la recompensa, una
por tópicos como la desolación, la nostalgia, la vez que se ha liquidado a los crim inales? En ese sentido la
violencia y la m anifestación de la sexualidad. literatura de Onetti es tan trivial com o el sueño de cualquier
N o hay elem ento en su obra que no esté hom bre común, pero tan trascendente que no hay ser que no
íntimamente relacionado con la vida. Lo vital lo haya am bicionado en algún momento. (Somos pocos, los
hace que el mism o Onetti sea un punto de que querem os fenecer en el calor de la refriega). Pero si
referencia del universo que se m aterializa en su emblem ática pensam os en el contexto actual, desde el m ás hum ilde de los
Santa María. Por eso, al introducirse en sus páginas uno es trabajadores hasta nuestros políticos tecnócratas, todos quieren
persuadido de que la nostalgia está en ese lugar y, por ende, trabajar, llenarse los bolsillos o las arcas, según el caso, y
todos somos habitantes natos de ella. Dijo Ezra Pound que el retirarse a vivir de sus "ahorros".
cariz de lo renacentista era, por encima de todo, un estado de Santa María surge por un asunto real, la prohibición de Perón
ánimo. Así sucede con lo onettiano, uno puede sentir que sus de que las dos orillas, la uruguaya y la argentina, estén
libros influyen un peculiar estado de ánimo, donde no son comunicadas, según lo expresó el propio Onetti. Sin embargo,
relevantes la técnica en sí misma ni los retos a la imaginación. en él, más que una Yoknapatawpha faulkneriana, es un locus
En la literatura de Onetti encontramos una forma de percibir el amenus (lugar agradable), donde haya total libertad, lo que se
mundo: m aterializa. Tam bién es cierto que ni ahí sus personajes
descansan de los peligros de la ciudad y de las situaciones que
No había podido escribir el argumento de cine para
Stein; tal vez no podría nunca salvarme con el dibujo de
los ponen en zozobra, lo cual les da verosimilitud, ¿quién quiere
la larga frase que bastaría para devolverme nuevamente personajes autocomplacientes? Sino que, además, se muestra
a la vida. Pero si yo no luchaba contra esa tristeza que los protagonistas cumplen una de las premisas del hombre
repentinamente perfecta, si lograba abandonarme a ella
y mantener sin fatiga la conciencia de estar triste; si moderno, en versos de Cavafis: "A l arruinar tu vida en esta
podía, cada mañana, reconocerla y hacer que saltara parte del mundo / la has arruinado en todo el universo".
hacia mí desde un rincón del cuarto, desde una ropa
caída en el suelo, desde la voz quejosa de Gertrudis .1
Juan Carlos Onetti también representó una forma diferente
de concebir al escritor. Cuando uno repasa su currículum puede
Podem os pensar en el inicio de El Pozo, de El astillero y de constatar que estuvo en el fragor del periodismo, de la edición
Juntacadáveres y notar el im pulso de ese ánimo, agostado, y del trabajo más anodino que pudiera encontrar. Respetado
hastiado y quizá condescendiente con la realidad. por uno de los padres de la literatura rioplatense, Roberto Arlt,
Además, Onetti muchas veces presenta en sus historias una O netti entró dando pasos certeros con la publicación de El
de las características de la novela p oliciaca clásica. Los pozo que retrata en gran medida el espíritu de su autor. Es
personajes viven confortablemente, llevan un orden y, en un bastante conocida la anécdota de que Arlt hojeó las páginas
mom ento inesperado, algo los interrumpe: un accidente, un del relato de Onetti y preguntó a u n hombre ubicado al lado de
asesinato o un proyecto que les resolverá asuntos pragmáticos. él: "D ecim e vos, Kostia, ¿yo publiqué una novela este año?", el
En ese momento, los personajes (como un detective privado hombre negó: "Anunciaste, pero no pasó nada", "Entonces, si
que se dispone a resolver el caso) se preparan a acom eter la estás seguro de que no publiqué ningún libro este año, lo que
tarea. Algo les promete que en el futuro recibirán la recompensa, acabo de leer es la m ejor novela que se escribió en Buenos
el dinero, la mujer, la cura o el retiro para ser Ubres y felices Aires este año".
igual o m ucho m ás que antes de dedicarse a resolver el Lo que nos inaugura Eí pozo no sólo es el m ejor libro de ese
desaguisado. Siempre hay una tarea por hacer. M e pasa por la año de 1935, sino el am biente que se respira en las obras de
mente el inicio de "Jacob y el otro", espléndido cuento donde aqu el jo v en -v iejo Ju an C arlos O netti; con descripciones
el paradigmático Dr. Díaz Grey interrumpe su partida de cartas, pormenorizadas de los espacios, el autor nos muestra la forma
aun cuando le ofrecen sólo firmar el acta de defunción, y en que la realidad es sandia, como una foto desleída de lo que
negándose señala que a él sólo se le m ueren en la mesa de fue alguna vez el presente. Se vislumbra, en la lejanía, el recuerdo
operación. Pienso en "Juntacadáveres" Larsen que debe preparar de una mujer a quien la voz narrativa amaba, a su lado la realidad
el prostíbulo, lograr el negocio y poder vivir plácidamente. y el sueño se entrem ezclan dejando al personaje anhelante,
Todos tienen ese rasgo tan onettiano y tan im portante que nostálgico y solo, completam ente solo. Esto nos hace pensar
nos puede revelar de dónde surge Santa María como una suerte en la figura que ocupa la mujer en la literatura de Onetti. Por lo
de meta-ciudad y de metáfora del retiro. Hace algunos años, la regular, se trata de m ujeres, casi diríam os, terriblem ente
editorial ERA, de M éxico, publicó algunas cartas de Onetti sensuales, gruesas, de cad eras anchas, senos enhiestos,
dirigidas a Julio E. Payró, pintor, intelectual y am igo íntim o turgentes, un adelanto del paraíso. En cierto modo, podríamos
del escritor. Por m edio de éstas podemos ver un aspecto de pensar en mulatas o mujeres de un refinamiento tal que infligen
O netti que no es m enos im portante, a saber, su carácter de dolor a quien lo presencia:
am ante y conocedor del arte plástico. Particularm ente le
llamaban la atención los pintores impresionistas, Van Gogh y La mujer avanzó con sencillez hasta recuperar su sitio
sobre la alfombra; estaba seria sin severidad y, aunque no
Gaugain, y Rousseau "E l aduanero", epíteto que se originó lo miraba, tampoco escondía los ojos. Tenía el torso
por modus vivendi de este artista del arte naïf. En estas cartas desnudo y los grandes pechos con t inuaban a Izados, casi
rígidos, con puntas demasiado abultadas. Diez Grey vio
Onetti expresa, en reiteradas ocasiones, su afán por huir a "la la cadena y el medallón, el repentino brillo del cristal
isla", así le llama, lo cual se ve inspirado en muchos sentidos sobre la diminuta fotografía .2
por el arte que retrata grandes extensiones de paisaje, con
mesetas, juncos, vados y playas. Rasgos de un mundo aislado, La presencia fem enina perm ea en la obra, siempre se está
alejado de las grandes confluencias. tratan d o de co n q u istar a la m u jer o siem pre se le está
La "isla" aparece desde muy temprana edad en Onetti como extrañando, es un ritomello que también está en la realidad de
la libertad añorada, no planteada en términos sociopolíticos, Onetti. D el m odo que en este fragmento de La vida breve, la
sino com o un auténtico espacio de calm a y confort. Y, en tensión emocional se transforma, se intensifica, cuando aparece
realidad, ¿no se trata de esto las novelas policiacas, salvar la la m ujer o cuando se le recuerda. Porque, hay que decirlo,
Onetti era un amante im pertérrito de las Damas, así, con ese o sí la buscaba, pero al no obtenerla no le afectaba, lo que
término arcaizante y ominoso. La Dama y la prostituta eran el buscaba Onetti era la huida, la isla, el desdoblam iento que
paraíso perdido del m ayor narrador que haya tenido el podemos constatar en el cinismo de que Larsen pueda inventar
Uruguay. un lugar en su novela y luego largarse a vivir ahí mismo, como
Por su parte, si uno tiende una mirada retrospectiva a la obra quien se ríe de las convenciones del realism o y hace lo que
de marras, a los cuentos y a las novelas, se notará que siempre siempre quiso el joven Juan Carlos, tomar un barco que se
hay una pulsión erótica, fuerte, palpable hasta el punto de que estrellara en la nada del siempre y del jamás. ESI
llega a ser un tanto grotesca y casi sórdida. Como la chica del
cuento "E l infierno tan temido", que en su afán de recuperar al
hombre le envía fotos obscenas a él y luego a la familia política
de éste. Fotos que caen en manos de la madre de su esposa Notas
fallecida, de la hija, y que sólo buscan hacer patente el despedró
de una amante que no perdona haber sido abandonada en el 1 Novelas I, Obras Completas I, de Juan Carlos Onetti, ed. Hortensia Campanella,
preámbulo Dolly Onetti, pról. Juan Villoro, España: Galaxia Gutenberg. Círculo de
idilio.
lectores, p. 449.
2 Op. cit. 452.
Si pensaba en Risso, evocaba un suceso antiguo, volvía a 3 Cuentos Completos, Juan Carlos Onetti, prólogo de Antonio Muñoz Molina,
reprocharle no haberle pegado, haberla apartado para
México: Alfaguara, p. 219.
siempre con un insulto desvaído, una sonrisa inteligente,
un comentario que la mezclaba a ella con todas las demás 4 Op. cit. 223.
mujeres.3

Yendo m ucho más allá de la descripción políticam ente


correcta, aséptica, Onetti deja claro que las m ujeres también
tienen deseos, tam bién gozan con el sexo y tam bién sienten
rabia de ser privadas de esa satisfacción.

Había empezado a creer que la muchacha que le había


escrito largas y exageradas cartas en las breves
separaciones veraniegas del noviazgo era la misma que
procuraba su desesperación y su aniquilam iento
enviándole las fotografías. Y llegó a pensar que, siempre,
el amante que ha logrado respirar en la obstinación sin
consuelo de la cama el olor sombrío de la muerte, está
con den ado a persegu ir -p a ra él y para e lla - la
destrucción, la paz definitiva de la nada .4

Hay un poco de cinismo en su perspectiva, hay otro poco de


valentía, pero sobre todo, hay m ucho conocimiento de causa,
pues se siente que nadie como él ha puesto atención a sus
com pañeras. En alguna ocasión, el docum entalista Jorge
Rufinelli, comentó que Juan Carlos Onetti le confesó en su
exilio en España que lo que extrañaba más de Montevideo eran:
"Los amores". También reiteró una frase onettiana que se vuelve
adagio: "Q u e quede constancia de que jam ás seduje a una
mujer, siempre fui seducido,.. .y tengo pruebas".
Es por eso que se percibe que en la pasión contenida de
Larsen o de D íaz Grey está presente la pulsión de Onetti, esa
suerte de vibración por los detalles, los rastros, que adelantan
algún tipo de información en la conquista. Aquí no se trata de
retom ar elementos del rom anticism o tardío, a lo Baudelaire,
ni de hablar de una suerte de problema tizadón de las relaciones
de pareja en la primera mitad del siglo XX, aquí se trata pura y
llanamente de la búsqueda literaria de una obra que responda
a una necesidad personal, peculiar y casi intransferible. Una
obra que se hacía con la pasión del amante, y no del esposo
regido por la obbgación, una obra que se fraguaba en la mente
de un escritor que no pretendía ni la obtención de puestos
púbHcos ni de llegar a ser una celebridad; Onetti es pura y
"esencialm ente" un hombre de infinito talento, de vastísima
cultura, que ponía en papel sus inquietudes y obsesiones
personales. Es por esto que gozaba de un humor desenfadado,
un infinito sentido común que no le permitía tomarse en serio.
Como citó Juan Villoro, cuando M ario Vargas Llosa le ganó el
prem io Róm ulo Gallegos con su novela La casa verde, Onetti
co n testó que lo que p asaba es qu e en am bas n o v elas
(refiriéndose a Juntacadáveres) había burdeles, pero en la de
Mario había orquesta. Onetti no buscaba la fama ni la celebridad

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ilustración: Fernando Álvarez Cozzi
ULTIMA CITA

Cristina Peri Rossi

Foto: Hermenegildo Sábat


a última vez que vi a Juan Carlos Onetti fue el 15 Entré. Onetti estaba sentado al borde de la cama, sin apoyo,
de junio de 1986. Es raro que yo, que tengo una con su infatigable pijama a rayas que a m í me hacía recordar
relación completamente subjetiva y romántica dos cosas: a los presos de las películas y a Oliver Hardy, en
con el tiempo recuerde una fecha con precisión; alguna de esas sátiras que me hacían reír de chica.
pero lo sé porque lo vi por última vez el día después Había dos o tres periódicos alrededor, abiertos en las páginas
de la muerte de Jorge Luis Borges. de cultura, donde se hablaba de Borges; del Borges vivo,
Algo muy característico de las últimas citas es que casi nunca escritor, y del Borges muerto, fabulador.
sabemos que son las últimas, por lo cual discurren con una -¿Viste que se m urió Borges? -m e dijo, en cuanto me vio.
am abilidad, tranquilidad y sim patía que no tendrían si -Sí -le dije. Se fue a morir a Ginebra -agregu é-.
supiéramos que serán las últimas. -¿Vos conocés Ginebra?- me preguntó.
No era el destino de este encuentro. Juan Carlos Onetti me -No -le dije. La guardo para la vejez.
había llamado por teléfono (cosa insólita en él, a quien le gustaba -Se fue ahí porque no quería m orirse en Buenos Aires -m e
poco hablar con alguien cuyo rostro no veía, que debía recordar informó. (Se ve que había leído los periódicos temprano.) Miró
como si fuera una foto ñja) quince días antes, desde su casa de mi vaso. ¿Qué estás tomando? -m e preguntó.
Madrid a mi casa de Barcelona. No éramos amigos, no nos veíamos -Coca-cola -le dije.
con frecuencia, pero nos leíamos mutuamente (mi interés por los -¿No tomás vino? -m e preguntó. Recordé que todas las veces
textos suele ser completamente independiente de la persona que que nos habíamos visto, me hizo la misma pregunta.
los lia escrito) y a pesar de todas nuestras diferencias, de edad, de -El vino me hace mal -le dije.
sexo, de talante, de intereses, com partíam os una pasión: Observé que en la m esita de luz había una botella de vino
Montevideo. El diálogo telefónico había sido breve. tinto, peleón, y un vaso más alto que el mío, lleno. Él había
-Estoy deprimido -m e había dicho con voz baja, grave. empezado a beber desde temprano.
Siento una inmediata simpatía por los deprimidos, los tristes, -Hay mucha gente a la que el vino le hace mal -m e informó.
aunque detesto a los amargados. A Hierro Gambardella1 le hace mal. A mí, no. A mí el vino me
-Yo tam bién estoy deprimida -le dije, en un esfuerzo por hace bien.
establecer puentes. -¿Estás seguro? -le pregunté. Mi padre decía lo mismo, pero
-Pero yo m ás -m e dijo, terco. siempre andaba deprimido.
Ese era el J. C. Onetti que yo conocía: él, más. Me provocaba -Estaría deprimido cuando no bebía -m e dijo, terco.
una simpatía casi maternal esa necesidad egotista de ser más, -¿N o has leíd o los en say os sobre el alco h olism o y la
tan varonil. (Habría que hacer una tesis, ahora que se celebran depresión? -le pregunté, provocadora.
los cien años de su nacimiento, acerca de los sentimientos -Yo estoy deprimido por otra cosa -m e dijo.
maternales que inspiraba a las mujeres, que tendemos a proteger -¿Por qué estás deprimido? -le pregunté.
a las víctimas o a quienes nos manipulan con su tristeza. Sería -Porque extraño M ontevideo -m e dijo.
escasamente literaria: fundamentalmente, psicológica.) Hubo un silencio.
Hubo una pausa. -¿Cuánto hace que no vas a M ontevideo? -m e preguntó.
-¿Por qué no venís a verme? -m e preguntó. -Fui en diciembre pasado -le dije. Vos podrías ir, si quisieras
No esperaba esa invitación. N o era frecuente. Además, yo -le d ije-. Ya no hay dictadura, ¿sabés?
estaba sin un duro y no podía pagarme el viaje hasta Madrid. -No es por los milicos -m e dijo.
Entonces recordé que había aceptado dar una conferencia -¿Por qué no vas? Mirá, todavía la gente está contenta porque
en Bellas Artes sobre la poesía maldita. Tenía billete de ida y cayó la dictadura. Los uruguayos som os tristes, pero están
vuelta asegurado. contentos porque ya no hay milicos. No se ve ni uno por la
-Bueno, le dije, dentro de quince días tengo que ir por Madrid calle -le dije.
a dar una conferencia. Si querés, te visito. -N o voy porque estoy deprimido -m e contestó.
Pareció contento con la posibilidad. -N o se va a notar -le dije. Está todo el m undo deprimido.
El día en que falleció J. L. Borges, el 14 de junio de 1986 no Serás uno más.
hacia demasiado calor en Madrid. Yo había dado un paseo por -¿Qué querés? ¿Qué vaya con esta pinta? -m e respondió, airado.
Recoletos, tomado un café en El Espejo, frente a su bella vitrina Lo miré. Tenía la cara un poco inliada, los ojos más saltones
m odernista, escuchado el cantar de falsos pájaros en los que nunca, com o si fuera hipertiroideo.
semáforos de la calle de Alcalá, y compré los diarios, donde me -Él era diez años mayor que yo -dijo, y entendí que se refería
enteré de la muerte de Borges. Había quedado en ver a Onetti a Borges.
esa tarde, pero luego de leer la noticia, pensé que no sería una -Ya lo sé, pero vos estás sano, no te vas a morir todavía -agregué.
visita oportuna. Seguramente, ahora sí estaba MAS deprimido. -¿Vos leiste hoy los periódicos?
Llam é por teléfono. Atendió Dolly. Le pregunté si no era Le dije que sí.
mejor esperar otro momento para ver a Juan Carlos, pero me -¿Te fijaste cóm o escriben estos españoles? -m e preguntó.
dijo que no, que fuera ahora mismo: estaba leyendo los diarios Tenía enfrente la doble página del diario El País, donde había
y despotricando. una serie de necrológicas sobre Borges escritas por conocidos
Cuando llegué a su casa, Dolly me recibió con su habitual profesores y escritores peninsulares.
cordialidad. La perra iba detrás. -Fíjate éste -y me señaló mía columna de ese diario-: "Borges
-Juan está en su cuarto -m e dijo-, leyendo los periódicos. Está soñaba en tigres". ¿Cómo que "soñaba en"? ¿De dónde sacaron
muy triste por la muerte de Borges. ¿Qué te doy para tomar? a este tipo que escribe así?
Pensé que era mejor entrar a su habitación provista de algo Yo también lo había leído.
para beber. Seguram ente iba a tener que hablar yo todo el -M irá -le d ije-: Es un profesor de literatura hispánica de la
tiempo y sufro de faringitis. M e sirvió una Coca-Cola en un Universidad de Barcelona, pero es catalán, y en catalán, se
vaso grande. En el camino hasta la habitación, el líquido perdió dice "soñar en" y no "soñar co n ".
su espuma. -Por eso me fui de Barcelona -d ijo, con esa ironía brutal que

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yo reconocía muy bien. Es la mía, cuando no siento ternura. adolescente esquiva y solitaria y él un cincuentón amargado y
La perra rondaba por el cuarto, y se acercó a olfatearme. escéptico me preguntara por ella, en la ciudad de Madrid, el 15
-¿La vista a M arta A rtagaveytia en M ontevideo? -m e de junio de m il novecientos ochenta y seis.
preguntó, de pronto. Me pareció una pregunta rara. Nunca Nunca escribí el cuento pero he hecho varias cadenas de
habíamos hablado de ella, pero yo conocía los rumores acerca cinco eslabones posibles. Cualquier día escribo la historia. ¡Jj
de una furtiva pasión de Onetti por aquella adolescente que
fuera, bellísima, hija de un m édico amigo.
-La vi -le dije.
-¿Sigue tan hermosa com o antes? -m e preguntó.
Hii e un gesto ambiguo.
-Sufrió mucho con la dictadura -le respondí. Le ahorré lo
que yo le había dicho a Marta, cuando nos reencontramos:
"Sólo la dictadura ha podido con tu belleza".
Dicen que entre dos personas que no se conocen en dos
lugares remotos del planeta, sólo m edian cinco enlaces para
que se encuentren. ¿C uáles habían sido los enlaces que
permitieron que Onetti me preguntara por Marta? Me prometí
escribir un cuento sobre eso.
-¿Sabes una cosa? -m e preguntó, como un estribillo.
Me quedé callada.
-Vos cada día escribís mejor. Yo te leo -m e dijo. Pero no
puedo leer a casi nadie, de los españoles. No me gustan. ¿Qué
me recomendás? Nota
Pensé un momento.
-El ( Hoño en Lisboa de Antonio M uñoz Molina -le dije. 1 Hierro Gambardella fue embajador uruguayo en Madrid luego de la caída de la
dictadura.
-M ejor se lo decís a Dolly. Ella apunta y después va y me lo
compra.
La perra había decidido sentarse en mi falda. Onetti la miró
con despecho.
-La perra no me quiere -d ijo -. Se va con cualquiera, menos
conmigo -agregó -.
-Como todas las mujeres, ¿verdad? ¿Cuándo vas a dejar de
ser un machista de mierda? ¿Vos la querés a la perra?
-No me quiere -insistió, y se zam pó un buen trago de vino.
Yo sabía que estaba coqueteando.
-Todos te queremos. Q uizás es que vos no querés mucho a
nadie -le dije.
Se alzó de hombros.
-Es porque estoy deprimido -se defendió.
Entró Dolly y la perra se bajó de mi falda, fue a su encuentro.
-¿V es?-com entó Onetti, am argado-. Primero la perra se va
contigo y después con ella. Los españoles escriben m uy mal.
Por eso yo no los leo. ¿Q ué puedo leer que no sea español?
-Ballard -le d ije- Leé a J. G. Ballard. Te va a gustar. Es tan
triste com o vos, pero es un poeta. Un gran poeta. Como M ax
Ernst.
-Anota -le ordenó a Dolly.
Yo había terminado mi Coca-Cola.
-Si vas a M ontevideo, no le preguntes a Martita por mí -m e
sugirió. Yo estoy hecho un viejo feo.
-Al que no le deprime beber alcohol -agregué yo. Pero te
prometo que la perra te quiere -term iné.
Le di un abrazo. Le qu ed ó un p oco grande, u n poco
incómodo, como un traje de otra talla. Estaba mejor en pijama.
Cuando me despedí de Dolly, me dijo:
-Está muy deprimido por la muerte de Borges.
Cree que él también se va a morir pronto.
Pensé en mi padre, que había conservado su cáncer en
alcohol.
-N o lo crea s - l e resp o n d í. El a lc o h o l tiene g ran d es
propiedades de conservación. Pero deprime, esa es la verdad.
Me fui tratando de im aginar cuáles eran las cinco personas
que había entre M arta y yo para que el viejo Onetti, que
seguramente se había enam orado de ella cuando era una
Foto: Hermenegildo Sábat
JUAN CARLOS ONETTI
CUANDO ENTONCES
O LA (IM)POSIBILIDAD
DE NOMBRAR

Silvia Viroga
Si (co m o el g rie g o a firm a e n e l C ra tilo ) vida para ingresar al de la muerte. Lamas, por su parte, apartado
el n o m b re es a rq u e tip o d e la co sa ,
del juego amoroso por la propia M agda, al incluirlo en un
en las le tra s d e ro sa e stá la ro sa
y to d o el N ilo e n la p a la b ra Nilo triángulo condenado al fracaso por la presencia y el amor del
Comandante, también deja de jugar y se exilia en Lava nda, salí-
Jorge Luis Borges: El Golem de ese m undo lúdico en aparente compañía y entra al mundo
de la soledad y el desamparo. El Comandante, para quien el
Inútil decir más. gran juego es el del poder, muere tratando de acceder a él y
N ombra r alcanza abandonando a M agda por su esposa, que "no pasa de ser una
mulata gorda", pero rompiendo también las reglas del juego.
Idea Vilariño'. Poema 43 Lo lúdico adquiere además una forma convivial por parte de
los jugadores, ya que esto implica la reunión de dos o más
personas que se hacen co-presentes en una encrucijada espacio-
a obra de Onetti Cuando entonces fue publicada temporal cotidiana. Así Magda, los que acuden a Eldoradoy al
en 1988 por la Editorial Sudamericana, cinco No Ñame, el Comandante, Lamas, todos ellos cumplen un ritual,
años antes de su última novela, Cuando ya no una ceremonia más o menos falsa, más o menos verdadera, en
importe, aparecida en 1993. Sugestivamente el la que estos seres se hacen compañía, son compañeros en el
adverbio "cuando", que aparece en am bos sentido etimológico de " cum" (con) y "pañis" (pa n); comparten
paratextos, alude, en los dos relatos, a un el pan, aunque la ceremonia no sea igualmente sacra para todos.
tiempo casi caótico desde el punto de vista del enunciado (el En el palco del cabaret donde los personajes se conocen, "noche
relato se construye a través de recurrentes analepsis) y que no tras ni vhe", "cada noche", los hom bi es (La mas entre ellos) reaIizan
se nombra de forma definitiva ni precisa, ya sea porque no un encuentro de whisky y asedio de la prostituta, unido al falso
interesa , ya sea porque depende de oíros elementos para respeto que muestran ante la figu ra del Coma ndante, q ue es qu ¡en
hacerse visible. Simulacro, tal vez de un "illo tempore" mítico paga los tragos. Una vez más, el juego termina cuando todos
que necesita (re) fundarse desde la enunciación, pero que no deben admitir que jugar no puede ser conjugado en primera
logra hacerlo plenamente, pues la posibilidad de dar nombre a persona del plural, nosotros, sino en la tercera, ellos.
los seres y objetos que pueblan el mundo ficcional se torna por Ta I como señala Lamas ante su na n a la rio:
m omentos imposible porque, o no hay nombre, o hay, pero
Todos condenados al fracaso porque ya sabemos cual es el
solo para sustituir al verdadero, a I que ocultan, en ese tiempo final ¡le todo triunfo pasajero. Pero hablo. ¡Upo. ¡le sentirse
fuera del tiempo. Como señala Borges1, "en el principio de la fracasado antes de que nos toque la hora (...) cuando hayo
literatura está el mito, y asimismo en el fin". balance, me encuentro con anotaciones contrariasy decisivas.
Emparejan o anidan salud, dinero y lo ¡pie llamamos amor.
"C u and o", "entonces", "d o n d e", son los tres adverbios en
Todo eso muere al enfrentarse con la indiferencia, primer
tornoa los cuales gira el " axismundi” narrativo. Estos términos anuncio de vejez. Todo es déje, vu y ni ganas tengo de pedirle
y la com binación que entre ellos se produce acentúan la que se detenga a ningún momento fugaz.
imposible posibilidad de nombrar y clausurar, de esa forma, la
creación del mundo. Al igual que el Fausto de Goethe, Lamas no pretende detener
¿A qué espacio/s, tiempo/s, lugar/es refieren? De la polifonía el instante, aunque no puede olvidarlo y ese m omento fugaz
narrativa que ofrece la nouvelle, ¿a quién/es les es dado el de compañía y su consecuente soledad lo mantienen en una
privilegio de nombrar? ¿Todos son nombrados con un único acción que no es salvadora sino, tan solo, sobreviviente.
nombre? Si volvemos al paratexto inicial y los intertitulos, veremos que
Ni siquiera el relato resulta una nominación de la "verd ad" hay allí un juego alusivo y elusivo a la vez, pues "cuando" hace
ficcional, porque esta descansa en el "lector cómplice", tal como referencia a un tiempo (a I de Magda con Lamas, con el Comandante,
quería Cortázar, que es quien reconstruye el puzle final donde al transcurrido en Eldorado, en el No Ñame, en el apartamento de
todas las piezas terminan adquiriendo su lugar, es quien San Telrno, en el de Santa Fe, en Lavanda, en Buenos Aires), a la
recepciona los adverbios paratextuales y los dota de sentido. vez que alude a lo ocurrido “entonces", en esos tiempos. Pero
Las diferentes voces narrativas y su equistienda2, solo acceden elude, porque ningún relato narrado por la polifonía de voces
a una ínfima parte del universo creado y sus certezas. transmite todos los datos, no nos otorga (porque no lo posee) el
"Cuando entonces", pues, además de resultar im pertinente conocimiento absoluto que permitiría nombrar sin reparos y
desde el punto de vista sintáctico, posee una aparente ausencia culminar la tarea creadora.
significativa que deviene en una unión meramente lúdica, pero Por su parte, el "donde" anafórico que inicia un discurso que
no nombra nada. vuelve sobre sí mismo, aunque no siempre con los mismos
Sin embargo, el juego cumple su función. Permite a los seres narradores y protagonistas masculinos (aunque sí con el personaje
d ism inuir o disim ular el d escontento con el m undo cir­ femenino: Magda, La Mujer), corresponde a las cuatro partes en
cundante, reemplaza a la vida permitiendo al hombre distraerse, que se divide la nouvelle: "Donde Magda es nombrada", "Donde
apartarse de sí mism o y su verdadera realidad. Es un ritual y Magda esamada", "Donde Magda esapartada", "Donde la teletipo
una cerem on ia, pues reitera y rein stala ciertas form as escribe el final".
prim igenias donde, aun cuando la libertad pueda estar Si quisiéramos reconstruir y nombrar sin elisiones este periplo
presente, hay norm as y reglas a las que no se puede escapar. adverbial, habría que plantearse como posibilidad significativa
Eludirlas, transgredirlas, implica salir del juego. Esto es lo que jugar con lo que no está y restituir el nombrar. Tendríamos así
ocurre con los principales personajes del relato. que " cuando” los tiempos y espacios dominados por Lamas, el
Cuando el juego de la prostitución acaba porque pasa por Comandante, Pastor de la Peña, los habitúes de Eldorado y el No
alto la ley m ism a del ju ego (no enam orarse), M agda, la Ñame transcurren, "entonces" suceden ciertos hechos irreversibles
protagonista, comienza otro juego, el del am or y la "casita" que se ciernen sobre la protagonista como un destino trágico
donde vive "como" un matrimonio con el Comandante, y cuando inexorable y que están íntimamente ligados y se corresponden
este, finalmente debe terminar, ella sale del gran juego de la con un “ámetC en q ue Magda es "nombrada", "amada", "apartada"
y, finalmente y sin conexión a párente (también esto es parte del darle no solo nombre, sino forma. Comienza así, desde el
juego narrativo que no puede explicitarse porqne al nombrarlo p rin cip io , el ju e g o de alu sió n / elu sió n , del re ta ce o de
dejaría de ser juego)/'donde la teletipo escribe el final". reformación, de la (im)posibilidad de nombrar verdaderamente
Los adverbios refieren, pues, al lugar y tiempo, a "cuando" y porque nombramos lo que conocem os y, al conocer, somos
"donde" esos hechos ocurren y transcurren y "entonces” funciona capaces de nomina r, en una relación dialécüca que está ausente
como un nexo entre ambos q ue permite reconstruir las omisiones en el primer narrador, pero no totalmente en Lamas.
de aquello que delx'ría, lógicamente, acompañar a cada adverbio. Dice Daniel Gil (2005):
A su vez, esta nouvelle de múltiples narradores-narratarios
que funcionan casi quiásmicamente, de también múltiples Dios es el SER. El SER, un nombre, no un verbo (...) Dios
potencia y acto; forma y materia; esencia y existencia; SER y no
focalizadores, puede estructurarse, por parte del lector, en dos
SER, autocontradicción que se resuelve en el darse (ser ahí) (...)
grandes partes: "Cuando" (Capítulos 1 y 11) y "Entonces" El espacio es solo atributo de Dios. Solo se es siendo, deviniendo,
(C a p ítu lo s III y IV ). C ada a d v erb io p arece en ca b ez a r viniendo a ser. desaparecer, evanecer (¿Evanacer?), aparecer.3
proposiciones subordinadas: "cuando" Magda e s nombrada y (1998,147yss.).
amada, "entonces" esapartada y solo un elemento tecnológico,
impersonal, meca nico, concluye el reía lo. Lamas posee el don de nombrar a Magda porque la ha amado,
Es así que tiempo y espacio si' tornan, tam bien, protagonistas porque se ha dado y, por lo tanto, ha sido. Pero también, y
cuyas referencias se encuentran en la historia y en el relato. precisamente por todo eso, ha tenido que desaparecer exiliándose
Esto, a su vez, nos revela un "donde", lugar narrativo, de voluntariamente en Lavanda y volviendo a crearla a través de la
en u n ciad o y de en u n ciación , no solo de esp acio, cuya palabra mientras realiza una actualización dolorosa del recuerdo
ambigüedad continúa en el nombre femenino, Magda, que frente a alguien con quien no volverá a mantener una charla tan
permite identificar a la protagonista dentro de ese mundo casi ínfima, pues, realizada la confesión, el pudor parece eludir la
exclusivamente masculino. comunicación más profunda.
El nombre Magda, como sa hemos, tiene u n origen bíblico y También la confesión de Magda es frente a alguien con quien
proviene de "migdal”, del griego "to rre", es decir, fortaleza. no volverá a encontrarse, un desconocido sentado junto a ella en
Pese a esta nominación, también elusiva, Magda no es ni virgen rre bar, el No Ñame. Nuevo juego de los nombres. Magda no sabe
(la torre aparece como símbolo de la virginidad), ni permanece que su interlocutor se llama Pastor de la Peña y él ignora el nombre
enhiesta en todo el relato ya que, una vez perdido el amor del de la mujer que lo ha elegido como confesor. Ninguno de los dos
Comandante, se desmorona y el corolario es el su iridio. sabrá nunca el nombre del otro, aunque en el simbólicamente
Esta muerte, tal como ocurre en general en la obra onettiana, no epónimo No Ñame, la enhiesta, y ahora destruida torre, no podría
adquiere proporciones trágicas y el amor, su causa en este caso, haber encontrado un destinatario mejor de su catarsis que un
es doloroso y no alcanza categoría de eternidad. Los personajes pastor de la peña, de la roca, pues el verdadero nombre de Magda
no logran la salvación ni por la una ni por el otro, hecho que es Petrona (de piedra) García.
refuerza la idea de soledad, desamparo vital, caída existencial, Este nombre, el auténtico, solo lo conoce la teletipo, al final,
que tampoco llega a adquirir nombre pues se la disfraza con hechoque impidea Lamas conectar los nombres diferentes con la
conceptos que aluden a un amor no correspondido que involucra misma persona:
a un triángulo amoroso. Este tampoco se nombra, ni siquiera es
(...) Le dije que la edición de ayer se titulaba (,..)E l crimen Je
percibido como tal. Para Lamas M agda es Magda, para el
la avenida Santa Le y el ejemplar que se estaba haciendo tal
Comandanle, ella es su amante," la Polola", y para Magda su amor ve: luciera un interrogante: ¿Lúe suicidio o crimen 7 (...) -
único e irrepetible es el Comandante. Cuando se relaciona con Sabemos ¡/ue la mujer -le dije- se llamaba Petrona García,
Lamas, piensa en elm ilitary no en el periodista y le confiesa: sin antecedentes conocidos hasta ahora.

-Perdóname si te lo digo. Pero ln verdad es ¡¡ue todo el tiempo, Desconocemos asimismo, porque nunca se dice, el nombre del
1 1 1 1 1 1 1 / 1 1 0 estuvimos locos y yo hice y vos hiciste, todo el tiempo narratario de Lamas, destinatario de sus confesiones y primer
pensaba en el, imaginaba ¡/ue m i con el. Dios mío. M e parece testigo, junto con el lector, del acto de nombrar a Magda. Este
¡/ue estoy enamorada. O a un pasito muy corto de enamorarme
prüner narrador, al mencionar el nombre de la prostituta, actúa
-de pronto puso una cara pensativa y extraña-, ¿Pero te das
cuenta, querido? Te hice cornudo. Toda la noche metiéndote como vicario de Lamas, la nombra en lugar de, acentuando el
cuernos. juego de alusión/ elusiónalque nos hemos referido. El autor, Onelti,
Dios en este universo narrativo, deposita la responsabilidad en
M agda es nombrada por primera vez al comienzo de la otro, alteridad ajena al amante frustradoy que la menciona sin
nouvelle por un narrador que nunca la conoció y que pronto que exista para él un referente concreto para ese signo indicial.
desaparecerá para dejar oír la voz de Lamas en un relato casi Es el propio Onelti quien resuelve un paratexto epígrafe que
monológico y ca tá rtico, donde con tiesa el amor por la mujer y pertenece a un poema de Wall Whitman4 y que actúa como
su ignorancia respecto al nombre verdadero: antecedente de los hechos narrados y como preámbulo a la
creación de los espacios y tiempos en que se inserta la acción
Ido juro que se llamara Alagda, Alagdalena. Tal v e: fuera así, narrativa y los personajes:
tal ve: el nombre lo invento alguno de los parásitos, ya
borracho (...) Alguno de la barra nuestra la bauticé Flor de Yo la veo cerca, a mi lado,
Te. Nunca se supo su nombre verdadero. con silenciosos labios,
dolida y trémula.
Más adelante, en el Capítulo 111 ("Donde Magda es apartada"),
Pastor de la Peña, narratario de un relato también catártico de El poema, es el siguiente:
Magda, igual que el que Lamas realiza al com ienzo frente al
Una ve: pasé por una ciudad populosa,
primer narrador, la llamará simplemente, "la m ujer".
e imprimí en mi cerebro, para uso futuro,
Si bien es el primer narrador-narratario quien nombra a sus espectáculos, arquitectura, costumbres, tradiciones.
Magda, lo hace a instancias de Lamas, a quien corresponde Pero ahora de toda esa ciudad solo recuerdo

76
a una mujer a quien encontré casualmente allí, militar). A la primera Magda corresponde "la covacila" de San
y que me retuvo porque me amaba;
Telm o, en Independencia al 800, a la segunda, el lujoso
día tras día y noche tras noche estuvimos juntos
-todo lo demás lo he olvidado hace mucho tiempo-. apartamento 306 de Santa Fe al 1000. Este adquiere la condición
Recuerdo, digo, solo a aquella mujer que apasionadamente me estrechaba. de un santuario, templo dedicado al amor verdadero, al que se
Otra vez vagamos, nos amamos, nos separamos. honra estrenándolo solo con él y viviendo allí un simulacro de
Otra vez me tiene de la mano, ¡no te vayas!
m atrimonio. Lamas visita este lugar, pero la intimidad con
Yo la veo cerca, a mi lado,
con silenciosos labios, M agda se lleva a cabo en el otro, pues el de Santa Fe es regalo
dolida y trémula. del Com andante y solo él tiene derecho de posesión sobre el
cuerpo y el alm a de la mujer.
Trasladado al relato, el verbo "am ar" es otra forma de aludir Por últim o, existen dos periódicos opuestos en su im ­
eludiendo a lo que no puede nombrarse, pues ¿qué nombre portancia y categoría, al igual que el resto de los espacios, uno
ponerle al sentimiento que une a M agda con Lamas? Ella lo en Buenos Aires y otro en Lavanda. Ambos sin nombre, réplica
posee, pero no lo percibe como su amor, tal vez ni siquiera de un N o Ñame. En el segundo se cumple el voluntario exilio
comprende la magnitud de lo experim entado a nivel sen­ de Lamas, que no es otra cosa que un largo y lento aprendizaje
timental por el periodista, ya que en su universo amatorio solo del olvido. En Lavanda comienza el relato:
tiene cabida el Comandante quien, por un tiempo, le permite
jugar a ser otra. Ya no Magda, m enos aún Petrona García, tan Lina vez más la historia comenzó, para mí, en el día-noche
solo "m i Potota". de Santa Rosa. Estábamos, con Lamas, en una cervecería
Aludimos ya a la estructura quiásmica, especular de la obra. bautizada Munich, en Lavanda. El calor aumentaba en el
local,, lleno de ansiosos, humo y voces. Había un repicar
En ese sentido, creem os que la elección de los versos que continuo y acrónico de jarras y cubiertos. Fue entonces que
constituyen el epígrafe no es arbitraria, como tampoco lo es la nacieron y se fueron extendiendo, aunque truncadas, Magda
del poema del que se desprenden. Sabemos que en el arte vale y su vida.
tanto lo dicho como lo no dicho, esto último se torna presencia
por ausencia. Si el epígrafe alude claramente a M agda y al Es en estos espacios donde M agda y Lam as experim entan
recuerdo que ha dejado en Lamas, el poema no es ajeno al la m ism a secuencia v ital: conocim iento, am or, pérdida,
texto. Hay, en efecto, una m ujer que ama, se separa y es soledad. La pérdida es la del abandono, este provoca la
apartada, a la vez, y quisiera decir "¡n o te vayas!", en una con fesión catártica (en M agda ante Pastor de la Peña, en
populosa ciudad. Esa m ujer es siem pre M agda, pero el Lam as ante el prim er narrador) y su consecuencia lógica es
destinatario de su súplica es el Comandante, cuyo nombre el ap a rta m ien to v o lu n ta rio qu e im p lica el a islam ien to
tam bién ignoram os y solo reconocem os por su graduación absoluto. Se trata de dos seres libres, en el sentido en que lo
militar. Hay en Whitinan, al igual que en el texto de Onetti, una entiende Erich From m 5, respecto a la categoría de hom bres
mujer nombrada, aunque solo sea como "una m ujer", amada y que pueden denom inarse así solo porque han alcanzado la
apartada. soledad y el aislam iento. Por eso se trata de personajes
También mantienen esta relación especular los espacios, las conflictivos con su entorno, m arginados, sin lugar definitivo
situaciones, las confesiones. en el m undo y que intentan la huida psíquica, a través de la
En cuanto a los espacios, estos funcionan de a par, pero locura, o física, a través de la m uerte.
pares frustrados y frustrantes donde todo aquello que se Resulta asim ism o especular la relación confesional de los
concreta lleva en sí el germen de su disolución. Hay dos personajes. Lam as, M agda, Pastor de la Peña, poseen, al
cabarets, Eldorado y el No Ñame, dos apartamentos, el de San narrar sus h istorias de vida, esas que los d efinen com o
Telmo y el de Santa Fe, dos lugares posibles para Lamas, personajes y los sacan parad ójicam ente de la anonim ía de
Lavanda, Buenos Aires. la m u ltitu d , p ara h a ce rlo s in g re s a r en la (im )p o sib le
Eldorado, nombre de la utopía, del "n o lugar", es el cabaret capacidad de nom brar del individuo, narratarios que, a su
donde Lamas conoce a Magda y donde es testigo de la relación vez, narran. Lam as se confiesa frente al prim er narrad or
que se teje entre ella y el Comandante. Sitio sórdido, com o la que instala, con su relato, la d iégesis. M agda se confiesa
mayoría de los espacios onettianos, donde pululan los borradlos ante Lam as y, luego, ante Pastor de la Peña quien, a su vez,
y las prostitutas, aquellos que se constituyen en perdedores narrará los hechos ante la policía.
aún antes de haber perdido. El No Ñame, albergando también a Pese a esto la im posible posibilidad de nom brar persiste,
los fracasados, con el nom bre que no es nom bre, que lo pues nom brar im plica crear, abarca a un verbo y a un
identifica por la ausencia de identificación, es el bar donde sustantivo, es un "s e r ah í" que se alcanza viniendo a ser,
M agda y Lamas toman la última copa cuando el Comandante pero tam bién desapareciendo.
está ausente por "viaje de perm iso" y donde "la m ujer" se Si, com o dice A ries, " e l recuerdo confiere al m uerto una
confiesa ante Pastor de la Peña. Ambos espacios recrean un suerte de in m ortalid ad ", esta no es alcanzada por M agda,
ám b ito de in tertex tu a lid a d con cierto s clá sico s film es pues nadie sabe que la m ujer encontrada por Pastor de la
norteamericanos, en especial el No Ñame con "la sonrisa y la Peña en el apartam ento de la calle Santa Fe, "s in cab eza" y
atención de Simons, el barman negro" que despierta en el lector "e l enorm e revólver m ilitar a su la d o ", es la m ism a m ujer
ecos de Casáblanca, su bar y su piano. nom brada, am ada y apartada por Lam as y el C om andante.
Estos espados (des)cubren las reladones amorosas de Magda O tro tanto pasa con este últim o, cuyo nom bre nunca se
con el periodista y el m ilitar asignando a cada uno su lugar: m enciona.
Eldorado pertenece al Comandante, aunque Lamas comience Todo es huidizo en esta nouvelle, com o el Ser, com o el
su relación con Magda allí, y el No Ñame queda reservado para H om bre, com o la V ida y la M uerte. Todo posee nom bre y,
el periodista cuando suple, con su am or frustrado y no sin em bargo, nada puede ser verdaderam ente y fielm ente
nombrado, la ausencia presente del Comandante. nom brado porque hacerlo llevaría a dejar de jugar y cuando
En cuanto a los apartamentos, estos tam bién refieren a la el juego termina, acaba el Nom bre, las leyes que lo rigen y el
doble condición de M agda (prostituta, m ujer amada por el convivio entre los seres que juegan . Tal vez por eso, todos

77
los p ersonajes están condenados desde el principio, desde
el origen.
Como dice Daniel Gil (1998, 151):

(...) el hombre es palabra, signo que denota, el hombre un n-


hombre: Adán, sombra de Dios; y Dios hizo otra sombra, la
hombra que habla. Pero todavía no, falta la serpiente (...)
Dios los mal-dice (...) fueron con-fundidos. Adán y Eva se
fueron co-no-ciendo, no siendo juntos.

Es la historia de la humanidad y sus metonimias: Lamas, el


Comandante, Magda, gran hombra/sombra del n-hombre que no
fue. Es el "cuando", el "entonces" y el "donde" del sepulcro vacío
que deja al mundo, al hombre y a la mujer, espejos de Dios, en la
angustia y la soledad más absolutas, condenados a la muerte o a
una existencia sin nombre, que es casi lo mismo. M|

Bibliografía

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1995). Montevideo, Trilce, 1996.

Notas

1 Borges, Jorge Luis: "Parábola de Cervantes y de Quijote” en El Hacedor. Buenos


Aires, Emecé Editores, 1960.
2 Al hablar de “equisciencia” partimos del término “equisciente” que Oscar Tacca
adjudica al narrador cuando este habla “ ... hipostasíándose a un personaje” y por
lo tanto posee un “conocimiento obligadamente parcial (...) posee una suma de
conocimientos igual a la de su personaje” . Tacca, Oscar: Las voces de la novela.
Gredos, Madrid, 1989, pp. 66 y 72.
3 El subrayado es nuestro.
4 Whitman, Walt: Hojas de hierba, sección Hijos de Adán.
5 Fromm, Erich, citado por Aínsa, Fernando: Las trampas de Onetti, Montevideo,
Alfa, 1970.

78
VTVIR ES SONAR:
LA EVASIÓN
EN EL PRIMER ONETTI

Bruno Martinelli

Fermin Hontou (Ombu)

80
uan C arlos O netti (1909-1994) com enzó a pesimista de la existencia donde en procura de los sabores que
p u blicar su narrativa en 1933. D esde sus la realidad niega, el hombre acude a la evasión: los sueños, la
iniciales cuentos editados en Buenos Aires en fábula, la escritura se tornan así en tenues alivios para jugar a
su primera estadía de cuatro años, ya muestra ser otro en la piel de la representación. José Pedro Díaz llamará
aspectos que serán claves en su literatura "espectáculo im aginario" a este procedimiento evasivo típico
posterior y que tendrán un lugar marcado en de la narrativa onettiana, aunque no exclusivo de esta, al mismo
su primera nouvelle El pozo (Montevideo, 1939), originalmente tiempo que Vargas Llosa hablará de un "viaje a la ficción".
escrita en 1932, en un m anu scrito extraviad o según ha
recordado el autor. Las líneas que siguen se adentrarán en un estudio comparativo
entre dos textos fundadores de la literatura de Onetti: El posible
La crítica se ha detenido largamente en la literatura de Onetti Baliti (1936) y El pozo (1939), previos a la construcción literaria de
y ha insistido sobre las características de sus personajes, seres Santa María. En un sitio, el Baldi que la realidad ha definido, un
incomunicados, abatidos por la vida, escépticos, golpeados joven abogado que se percibe exitoso, apenas una hormiga en el
por la juventud que cesa y deposita para siempre la adultez de Buenos Aires que medra vorazmente; cruzando el ancho río pero
un individuo incapaz de cumplir sus aspiraciones juveniles. más cercano de lo que sugiere la apariencia, se halla Eladio
Desde su inicial narrativa, el autor desarrolla una visión Linacero, un cuarentón enraizado en una sucia pensión de
Montevideo, quebrado entre la soledad y el ensueño que darán
lugar a la escritura. Dos narraciones publicadas en capitales
enfrentadas, en el rigor propio de un siglo XX camino a la guerra
más cruel de la que se tenga noticia; dos naciones en plena
configuración y búsqueda de identidad. Desde ámbitos en
principio opuestos Onetti entabla una mirada que tiende un puente
espacial y psicológico.

Inventar la ciudad
Juan María Brausen, criatura onettiana, edifica literariamente
a Santa María en La vida breve (1951) y esta invención se trastoca
en realidad ficcional. El interés del autor por la ciudad llegó a
ese nivel literario de extraordinaria solidez, pero antes fue
proclam a desde las páginas del sem anario MARCHA de
Montevideo donde se desempeñó como secretario de redacción
durante 1939 y 1940. Por entonces, bajo el seudónim o de
Periquito el Aguador, un joven Onetti lanzaba su piedra sobre
el charco literario nacional cuyas ranas “deben haber criado
pelos de puro viejas e inmóviles" (30/XII/ 39).

C on una fuerte dosis de provocación, a través de un


"alacraneo literario" com o lo calificará dos décadas después,
Onetti apunta a un "escritor no hombre de letras, el anti­
intelectual" (30/ VI/39), en clara oposición a la realidad nacional
que percibe con desprecio. En su columna que inicia setiembre,
se opone a la literatura de temática rural, a esa pretendida
"literatura nuestra" de "color local", cargada de "ranchos de
totora, velorios de angelito y épicos rodeos". Observa cóm o
Uruguay se centraliza cada vez más en la capital recibiendo
gran influjo inmigrante, sin embargo la literatura nacional no
toma partido de la riqueza de esos movimientos: "Entretanto,
Montevideo no existe. Aunque tenga más doctores, empleados
públicos y almaceneros que todo el resto del país, la capital no
tendrá vida de veras hasta que nuestros literatos se resuelvan a
decirnos cómo y qué es M ontevideo y la gente que la habita".

Angel Rama ha dejado claro que Onetti no inventó la literatura


urbana en Uruguay, la narrativa de José Pedro Bellan y la poesía
del peruano Juan Parra del Riego son solo algunos de los ejemplos
previos. No obstante, sin duda es Onetti el principal impulsor de
esta nueva literatura basada en la dudad contemporánea, el primer
novelista moderno del país según el mismo Rama, el padre
intelectual de la llamada Generación Crítica o Generación del 45.
Es curioso observar cómo Onetti, ya en 1956, reseña con algo de
celebradón la aparidón de Poemas de la oficina de Mario Benedetü,
un libro que tocaba temática tan cotidiana y urbana, y había
conseguido el "milagro poético" de venderse bien.
Una narrativa atenta a la cambiante ciudad del presente, que profesional que la habita, por m omentos ensordecedora, no
incorpore formas modernas con una mirada puesta en Europa obstante M ontevideo se ubica en sus antípodas, es más
y, por supuesto, en la literatura norteamericana. Esta preo­ provinciana, se reduce a la m irada de un personaje llamado
cupación acompaña a Onetti en su Buenos Aires de los años treinta Eladio Linacero en evidente encrucijada existencial. El retrato
y en el Montevideo que finaliza la década teniéndolo sumergido supera con creces la visión de Rama de Montevideo como "eco
en los heroicos inicios de MARCHA, aunque también rees­ atenuado" de la capital vecina. La narración en primera persona
cribiendo El pozo y llevando al papel sus novelas Tierra de nadie es esencial a tales efectos, Linacero elige qué piezas mover y
(publicada en 1941) y Tiempo de abrazar, que recién llega a imprenta su coyuntura vital trastoca cualquier indeseable objetividad.
en 1975 gracias a la investigación de Jorge Rufñnelli. En reseña a
esta última publicación, Emir Rodríguez Monegal aporta detalles: De una u otra forma, no parece tan im portante el hecho de
“Onetti no sólo tardó en descubrir a Onetti; también hizo todo lo nom brar la ciudad ya que siempre se tratará de una ficción.
posible para que las etapas (sin duda difíciles) de ese des­ Tal vez inspirado en la frase de W ilde " la vida im ita al arte"
cubrimiento quedaran obliteradas. Aunque publicó en revistas y largamente citada por Onetti, Vargas Llosa escribió: "N o son
páginas literarias de periódicos algunas de sus producciones las novelas las que imitan a las ciudades (solo las malas novelas
iniciales, no tuvo apuro por recogerlas en libros y además permitió tratan de hacerlo y por eso fracasan) sino las ciudades las que
la circulación de leyendas sobre el extravío, aparentemente terminan imitando a las grandes novelas que fingen imitarlas
definitivo, de sus ejercicios narrativos iniciales. Durante mucho y en verdad las inventan" (2009:62).
tiempo se supo que una de sus primeras novelas, Tiempo de abrazar,
con la que había obtenido mención en un concurso de 1940, estaba Baldi Linacero
perdida" (1975:68).
Un joven Baldi camina solo por la gran urbe que progresa. Su
Ram a plantea algunos m atices a partir de las afirmaciones m archa es segura porque lo que queda del día (tal vez
de O netti en relación a la literatura urbana: "E s más probable ilusoriamente su futuro) está a salvo y en orden. En su bolsillo hay
que O netti quisiera afirm ar que la literatura —pensando dinero, el tacto sobre el mismo ayuda a aumentar esa seguridad
siempre en la narrativa — debía expresar la nueva ciudad que del hombre exitoso en la gran ciudad. Pero ese dinero y su goce
era Montevideo, en esto eco atenuado de la monstruosa ciudad efímero nacen de la confrontación, son "los honorarios de Antonio
porteña: una ciudad tensa, dramática, moderna, más que nunca Vergara contra Sam uel Freider". Baldi ha estudiado, es el
parecida a las europeas y norteam ericanas o m ás decidida a profesional que la Buenos Aires optimista ansia.
parecérselas" (RAMA, 1967:68).
"Sintió de improviso que era feliz; tan claramente, que casi
Esta afirm ación sirve para adentrarnos en la ubicación se detuvo, como si su felicidad estuviera pasándole al lado, y él
espacial de los relatos ya referidos de este "O netti antes de pudiera verla, ágil y fina, cruzando la plaza con veloces pasos".
O netti", según ha puntualizado Ruffinelli. En ninguna de las El narrador en tercera persona y omnisciente elegido por Onetti
dos narraciones se nombra a la ciudad real a la cual se hace nos confia los sentimientos de su personaje, información que,
referencia, pero aparecen elementos que evidentemente la advertida con el bagaje del verdadero Onetti, nos hace pensar
confirman. El joven Baldi se encuentra varado en una "isla de en cierta mirada cruel característica del autor. La referencia
cemento" y se desplaza por una ciudad de veloces autos, luego continúa m ás adelante, relacionando el destino de Baldi con
transita frente al Congreso recordando su plácida noche en su novia Nené, todavía joven y deseable: "se necesita un cierto
Palermo, sintiendo el "viento cálido" que el subterráneo deja adiestramiento para poder envasar la felicidad. Iban a lanzarse
colar por la rejilla. Es una ciudad en plena ebullición que crece en la fundación de la Academia de la D icha".
incluso bajo tierra, es la principal capital de Sudamérica,
"monstruosa ciudad porteña" al decir de Rama frente a la cual Todo es equilibrio en Baldi, lugar común por donde transita
Onetti siente atracción, es joven, reciente su mudanza y no es cóm odam ente, el personaje recuerda con detalle y cierta
dato menor recordar que su adolescencia estuvo marcada por cursilería el goce de la noche pasada junto a su novia: "la verja
un opuesto: un paraje rural llamado Villa Colón. de Palermo, el beso entre jazmines de la última noche. La cabeza
despeinada de la mujer caía en su brazo. Luego el beso rápido
Algo similar sucede en El pozo, M ontevideo no se nombra en la esquina, la ternura en la boca, la interm inable mirada
directamente pero surgen elementos inconfundibles: la rambla, brillante". Pero en ese mismo trayecto la presencia de una mujer
el puerto, la calle Eduardo Acevedo y Juan Carlos Gómez, el rubia y de claros ojos, pequeña, detalladamente descripta por
barrio Capurro, pero es un retrato poco elegante, contaminado el narrador, terminará destrozando la segura identidad del
por la narración en primera persona del protagonista. Si bien personaje. Ni bien ve los ojos de la mujer posados en él, Baldi
el texto fue inicialmente escrito en 1932, el extravío del mismo entiende que sim plem ente con proponérselo podría con­
(cabe recordar lo ya citado de Rodríguez Monegal) llevó a una quistarla: "Y si él quisiera...". Ante la amenaza que implica la
n u eva red acció n , esta vez en M o n tev id eo , co n O n etti p resen cia del otro, B ald i erig irá un sen tim iento de su­
trabajando en MARCHA. Hugo Alfaro, adm inistrador del perioridad frente a esa mujer a la cual abordará buscando placer
semanario, recuerda la habitación de Onetti por entonces: en el engaño. Este juego, a modo de anagnórisis griega, lo
"Barroca de libros, papeles, carpetas, primus y cama turca, era enfrentará a su propia realidad.
al mismo tiempo cocina, alcoba y escritorio. Allí mismo Onetti
escribió El pozo por esos m eses". (ALFARO, 1984:18). Cruzando el Plata, Montevideo es más que un "eco atenuado"
de su rival vecina. Del exterior de la ciudad en crecimiento, la
"L a gran ciudad porteña y su compañera del Plata, ciudades narración se vuelca a un mísero cuarto de pensión, al relato
jóvenes y formadas por sucesivas ondas inmigrantes, con poca fragmentario de un alma encerrada, agobiada en un cuerpo
cohesión sod aly pocas tradiciones profundas" (DIAZ, 1989:64). que está a punto de cumplir cuarenta años y entiende necesario
Onetti sugiere una Buenos Aires voraz, excitante para el joven sangrar. La narración es en primera persona, quién escribe sus

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"memorias" o "extraordinarias confesiones" es Eladio Linacero siquiera recuerda el rostro de la prostituta) Onetti alude al sentido
y se encuentra solo, sem idesnudo, dispuesto a alternar en su (fundamentalmente emotivo) de lo que está observando: "mientras
escritura vivencias de su m undo real y de su m undo onírico. el n ovelista d ecim onónico se d eten ía en gen eral en las
Vive con Lázaro, un m ilitante político a quien evoca con descripciones físicas y en los gestos de sus personajes, y procuraba
desprecio y lástima, sentimientos que redundan en todo el que de su representación en la mente del lector éste pudiera captar
texto. En una entrevista televisiva que dio en 1977 para el el 'sentido' de la imagen resultante (su temperamento, su estado
programa "A fondo" de Soler Serrano, Onetti expresó, con la de ánimo, su disposición, su destino...), la prosa de Onetti opera
primera edición de El pozo en sus manos: "Y o lo sigo queriendo, en sentido inverso: su texto enumera las impresiones que su
pero naturalmente después tuve que largar amarras, salir de aspecto debería provocamos, y somos nosotros quienes hacemos
esto que era un cuento intimista, totalmente personal, no hay que la im agen que se conform e en nuestra m ente pueda
un solo personaje, después vino todo esto...". sostenerlas" (DIAZ, 1989:39).

La narración en tercera persona de El posible Baldí, el narrador En Mi primer Onetti (1985), uno de los últimos textos escritos
omnisciente que nos descubre los pensamientos y sensaciones por Rodríguez Monegal, el crítico establece un puente con lo
plenas de su criatura, se enfrenta a ese "cuento intimista, totalmente dicho anteriormente: "M e interesaba en particular la insistencia
personal" que es El pozo, de narrador interno y cargado en aislar un objeto —la mano del protagonista, por ejemplo — y
presumiblemente de aspectos autobiográficos. La relación de convertirla en expresión de un todo. Hoy hablaría de metonimia"
parentesco entre Onetti y sus personajes (y de estos entre sí) ha (2003:373). Este procedimiento de factura fauLkneriana está
sido largamente sugerida. A modo de ejemplo, en un prólogo de claramente presente en este "hom bro izquierdo, enrojecido, a
1970 a las Obras completas del autor, Rodríguez Monegal expresó: punto de rajarse", metonimia evidente de esta prostituta de la
"Juan María Brausen, legítimo descendiente de Linacero, y otra cual no conocemos ni siquiera el rostro, mujer que trasciende por
máscara (persona) del autor" (2003:499). la huella que el duro oficio deja en su carne.

Linacero es uno de los tantos personajes onettianos marcados Esta elección al momento de la descripción conlleva, según
por la imposibilidad de una real comunicación, quizá sea por Díaz, a una participación activa del lector. Citando a Sartre, "la
ello que recurre a la escritura. Lejos está de gozar la gracia imagen se define por su intención". Esto parece más evidente
juvenil de una novia, su vida adulta está signada por la soledad en El pozo que en El posible Baldi, ya definido en parte por la
y la miseria: "N u nca m e hubiera podido im aginar así los propia elección del tipo de narrador. Este juego entre forma y
cuarenta años, solo y entre la mugre, encerrado en la pieza". contenido a nivel descriptivo se vincula asim ism o (lo ha
Pero su pasado conoció de un pasaje por la universidad y de señalado nuevamente Díaz) con el planteo de Linacero en
un casamiento con Cecilia Huerta, a quien amó: "com o un hijo relación a la mentira: "S e dice que hay varias maneras de mentir;
el amor había salido de nosotros". Califica a este sentimiento pero la más repugnante de todas es decir la verdad, toda la
como "m aravilloso y absurdo", visitante de todas las almas verdad, ocultando el alma de los hechos. Porque los hechos
aunque ajeno a éstas. Pero las personas con estas calidades no son siempre vacíos, son recipientes que tomarán la forma del
abundan, "y las que lo son, es por poco tiempo, en la primera sentimiento que los llene".
juventud. Después comienzan a aceptar y se pierden". Bajo la
óptica del narrador ha pasado esto con Cecilia y en el vano Baldi y Linacero son hijos del mismo hacedor, criaturas
intento de recuperar este absurdo maravilloso, Linacero ha signadas por realidades distantes, en apariencia antitéticas
sido tildado de realizar "actos propios de un anorm al" según que no obstante tienen algo en común: la recurrencia a la evasión
constata un sumario judicial que él mismo cita. y, a través de esta, la confirm ación de que la realidad no nos
llena como individuos.
El protagonista de El pozo ya ha vivido lo que Baldi todavía
parece experimentar, pero ese tiempo se ha ido para siempre, La evasión
el espíritu de las m uchachas, piensa, muere a los veinte o
veinticinco años. Una vez casados Cecilia cambió: "term inan Eladio Linacero se encuentra solo luego de su fracaso
siendo todas iguales, con un sentido práctico hediondo, con m atrim onial. No tiene tabaco. El pasaje hacia el núm ero
sus necesidades materiales y un deseo ciego y oscuro de parir redondo de los cuarenta años lo ha llevado a escribir, es
un hijo". Linacero se aparta de la esposa que quiere ser madre, consciente que no sabe hacerlo aunque "escribo de mí mismo".
que ha perdido su espíritu de m uchacha, y parece colocar en Usa verbos en el presente del lector que en cada recepción
su lugar la figura de la prostituta, en la nouvelle encarnada encienden la desdicha del personaje. Es él mismo quién se
fundamentalmente por Ester. sincerará (habla de "m em orias" y de "confesiones") sobre la
veracidad de lo escrito: escribe sobre "hechos reales" y sobre
Así Onetti inicia esta nueva literatura urbana, poniendo en la aventuras que son parte de un "soñar despierto", aunque aclara:
escritura de su personaje "una cosa sencilla", la finagen de una "si alguien dijera de mí que soy 'un soñador', me daría fastidio".
prostituta (todavía no Ester) con "el hombro izquierdo, enrojecido, Reflexiona sobre el proceso de escritura que está llevando
a punto de rajarse" mientras en un discurso directo se queja ("sin adelante, pensando implícitamente en un lector que lo excede:
indignarse, sin levantar la voz, en el mismo tono mimoso con que "Todos quedaríamos contentos".
saluda al abrir la puerta") de los veinte hombres diarios que la
visitan sin afeitarse, refregando su barba siempre en el mismo Hay una necesidad vital de expresarse y de expresarnos lo
hombro. La imagen es de una eficaz provocación, en especial que siente. No es la adulación del lector lo que aguarda, es
h acia esa lite ra tu ra co rrecta, escrita por p ro fesio n a les fundamentalmente una necesidad de escapar del tedio ("hace
universitarios, que Onetti tanto aborrecía. Díaz ha insistido sobre horas que escribo y estoy contento porque no me canso ni me
el alejamiento del autor de la típica descripción realista, donde aburro") y de hacer comprensible su mundo. En el mismo año
más que describir con precisión la apariencia física (Linaceroni y nuevamente desde MARCHA, Onetti es coherente al respecto:

83
"[E l verdadero escritor] escribirá porque sí, porque no tendrá ambos, tam bién resultó estéril, ya no hay regreso posible.
más remedio que hacerlo, porque es su vicio, su pasión y su Quien no pretende un regreso al pasado es el joven Baldi ya
desgracia" (27/X/1939). El 30 de diciembre dirá: "Solo se trata que su presente lo m uestra en plenitud, su identidad parece
de buscar hacia adentro y no hacia afuera, humildemente, con definida y autocomplaciente. No aparece en él una necesidad
inocencia y cinismo, seguros de que la verdad tiene que estar consciente de evadirse de la realidad a través de un soñar
en una literatura sin literatura y, sobre todo, que no puede despierto, como posiblemente no lo necesitara Linacero en los
gustar a los que tienen hoy la m isión de repartir elogios, tiempos en que el amor había nacido "com o un hijo" entre él y
consagraciones y prem ios". Es sin duda El pozo un claro Cecilia. Pero la presencia de esa m ujer "ru bia y extraña" lo
ejem plo de todo ello, libro que en su primera edición vendió turba, hay una parte de ella que constantemente lo señala: su
apenas unas decenas, y que a nivel de prensa solo cosechó una mirada de ojos claros, azules, "lo rozaba de vez en vez". Más
reseña realizada por Francisco Espinóla. adelante el narrador insistirá en el poder de esa mirada: "todas
las luces espejándose en sus ojos", "chorreaba una mirada a
O netti ubica a su personaje en dos grandes planos: el de la Baldi y volvía a mirar hacia adelante", "y a estaba la mujer,
realidad, compartido con Lázaro, Cordes, Ester y el recuerdo adherida a su rostro con los grandes ojos azules".
de Cecilia, y el plano del ensueño, ubicado siempre en un paisaje
exótico diferente (el cual oficia de prólogo) y finalm ente Como bien plantea Roberto Ferro, la presencia del otro se
protagonizado por la danza de una joven desnuda llamada transforma en una am enaza para Baldi. El personaje cam ina
Ana María. Este personaje perteneció a la realidad de Linacero seguro, "recorre las calles de Buenos Aires sin traspasar las
y murió con dieciocho años, seis meses después de una tensa fronteras de la diferencia, sin animarse a revisar la entretela de
escena que el narrad or confiesa con crudeza. La joven , su identidad" (2012:72); la presencia de la m ujer m arca "u n a
resucitada en ese soñar despierto, no conoce la decadencia ya diferencia que pone en tensión su identidad", se instala allí "la
que ha quedado detenida en su pureza adolescente. Visita al alteridad como una crisis" (70).
soñador por las noches. Es elocuente el cam bio en el tiempo
verbal luego de que conocemos su m uerte: "A n a M aría era Baldi se siente todavía dueño de la situación, luego del roce
grande. Es larga y ancha todavía cuando se extiende en la cabaña de la primera serie de miradas el narrador vuelve al lugar común
y la cama de hojas se hunde con su peso". de su personaje que sigue reflexionando sobre su dicha y lo
planificado para la noche. Pero la mujer venía cam inando con
Linacero es consciente de lo erótico de esta aventura, pero él, a unos metros, su aparición vuelve a turbarlo y allí, bajo la
aclara que es una "entre mil, nada más. Ni sombra de mujer en mirada de Baldi, el narrador la describe detalladam ente:
las otras". No obstante, es evidente su peso ya que es a ella a la pequeña, de im permeable color oliva, pelo rojizo, sombrero
cual le dedica una m ención central en sus confesiones. El sin alas, perfil afilado, "taco n es dem asiado altos, que la
intentar generar un puente entre estas dos situaciones vitales obligaban a cam inar con lenta m ajestad" y una constante
(realidad y ensueño) genera un natural conflicto ya que no ojeada fugaz que chorrea sobre el personaje que ve cuestionada
parece haber traducción posible: "E l resultado de las dos su identidad.
confidencias me llenó de asco. No hay nadie que tenga el alma
limpia, nadie ante quien sea posible desnudarse sin vergüenza". Baldi colabora en apartar de ella a un "hom bre bajo y gordo"
Sus dos confidentes fueron Cordes, un poeta, y Ester, la que la estaba importunando y allí se inicia un breve diálogo. La
prostituta. Ella no com prendió y Cordes, luego de leer un mujer demuestra un hondo interés por él, cam inan juntos con
extenso poem a que conm ovió a Linacero, escuchó una de las la seguridad todavía en Baldi de que será "hasta cruzar la plaza".
aventuras ubicada en la bahía de Arrak, pero lo hizo con cara La m ujer denota en su acento ser extranjera y confiesa: "H ay
de "lástim a y d istancia". El confesor se sintió hum illado y fue algo raro en usted, tanta fuerza, algo quem ante... Y esa barba,
despectivo: "M e tiro en un rincón y me im agino todo eso. que lo hace tan orgulloso". M ás adelante sintetizará: "T an
Cosas así y suciedades, todas las noches". distinto a los o tro s...". Esta mirada ajena pone en crisis la
identidad de Baldi, al tomar contacto con la mujer el personaje
Díaz parte de Barchelard con su "L e cogito du réveur". Según "debe aceptar su propia alteridad, dejar que em erja el otro de
la interpretación del uruguayo, "e l soñador despierto puede sí m ism o" según plantea Ferro (70).
encontrarse a sí mismo no según el principio cartesiano del
'pienso, luego existo', sino del 'sueño, luego existo', que De esta forma Baldi acepta conversar, "sin saber si era por
fundamenta al ser en la imaginación creadora. Es la afirmación vanidad o por lástim a". La escenografía de este encuentro no
del goce de soñar y de la sugerencia de lo imaginario. Se trata, es casual: es un trozo de la gran metrópolis en plena obra, con
para el soñador, de una expansión gozosa del ser, de una máquinas y herramientas bajo los toldos, un rincón "donde la
experiencia de plenitud (...)" (DÍAZ, 1989:20). noche era más fuerte". Este estado de transición se corresponde
con la situación de Baldi, quien construirá desde el discurso
Es el caso de Linacero que solo encuentra plenitud en la nuevas identidades para sí mismo.
im aginación, en ese soñar despierto. La realidad no le es
su ficien te com o tam p o co su p ro p ia len g u a ya qu e su De aquí en más la narración romperá la linealidad y se
experiencia se torna inefable: "L o que yo siento cuando miro a consolidará (como tam bién sucede en El pozo) a partir de un
la mujer desnuda en el camastro no puede decirse, no conozco montaje entre dos series: por un lado lo que el texto sugiere
las palabras". Cierta desdicha em ana de no poder elevar ese como realidad (fundamentalmente la narración inicial), y por
sueño a la realidad, ni en el cam po de la literatu ra ("el el otro, la evasión a esa realidad que se alimenta del relato de
surrealismo es retórica") ni en el de la realidad misma: por un aventuras y el folletín. En su afán de inventar otros Baldi, el
lado Cordes y Ester no lo han comprendido, por el otro, la personaje no recurre al mundo sino a la literatura. Atrás quedó
posibilidad de cumplir la fantasía del regreso a los tiempos en el Baldi "hecho de múltiples repeticiones de lugares comunes"
que su mujer era "C eci" y el amor todavía se alimentaba entre (72), este es puesto en crisis por esa mirada y esa valoración

84
que le exigen ser otro. Entre ambas series, propio de todo breve discurso directo de Baldi en la misma línea evasiva: "Ese
m ontaje o de todo collage que deja a la vista la "violencia del dinero que te di lo gano haciendo contrabando de cocaína. En
injerto" al decir de Ferro, se produce una tensión entre realidad el N orte". Quizá, com o decíamos antes, es cercano el cam ino
e imaginación, entre la verdadera identidad del personaje y del ensueño para este hombre sensato que, ya enterado de su
las identidades que inventa, que no son otra cosa que las renuncia, no estaría dispuesto a aceptarla; un cam ino que "en
identidades a las cuales (conscientemente o no) ha renunciado. su esencia, significa un acto heroico de confianza en las cosas
que la vida tiene para todos" (ESPÍNOLA, 1940) pero que, en
Esta literatura se caracteriza por la hipérbole y la desmesura, definitiva, la vida nos está negando.
Baldi emerge como un héroe cargado de incesantes y exóticas
aventuras que intentan sorprender (y burlar) a esa m ujer que Linacero y Baldi, desde ám bitos inicialm ente opuestos,
mira y escucha extasiada. La prim era de ellas es la de m ayor desembocan en una realidad compartida, una asumida con la
extensión y peso: en Africa del Sur Baldi se dedicaba a "cazar aridez y el desánimo del hombre ad ulto, la otra revelada a un
negros", no necesitaba saber inglés porque "las balas hablan jo v en a p artir de un otro que pone en crisis su propia
una lengua universal". Los ojos de la m ujer que ha desen­ configuración com o individuo. La seguridad sobre la propia
cadenado esta otredad "seguían pidiendo con tan anhelante identidad parece instalarse como una forma de ceguera. Estos
hum ildad", que la descripción se intensifica con notables personajes de Onetti (tal vez todos los hum anos vueltos su
elementos macabros. reflejo) no logran hacer tangibles sus sueños (la juventud es
una promesa que la adultez casi nunca confirma), la forma más
Ferro p lan tea que esta d esm esura del relato " e s una plena de vivir entonces estará en la propia evasión de la
posibilidad de fractura con la m olienda de la repetición realidad: ensueño, fantasía, escritura... De existir una plenitud
cotidiana, buscar en lo desconocido lo que la experiencia de la real, esta encierra su propio devenir. Q]
repetición parece negar". Incluso el autor va más allá: "L o que
está enjuego, entonces, es la mimesis realista como dispositivo
privilegiado de representación del m undo" (74).

El juego es practicado con gozo por Baldi, quien termina


renunciando a sus planes seguros para la noche. Siguió "creando
el Baldi de las mil caras feroces que la adm iración de la mujer
hacía posibles". Pero, ya envuelto en la seguridad de ser otros,
"pudo pensar en él como en un conocido" y es allí donde surge Bibliografía básica
la revelación que lo lleva al desconsuelo: "Comparaba al mentido
ALFARO, HUGO; Navegar es necesario. Quijano y el Semanario “MARCHA” .
Baldi con él mismo, con este hombre tranquilo e inofensivo
Ediciones de la Banda Oriental, Montevideo, 1984.
que contaba historias a las Bovary de plaza Congreso. Con el
Baldi que tenía una novia, un estudio de abogado, la sonrisa ALFARO, HUGO (ed.); Antología de MARCHA 1939. Talleres Gráficos “ 3 3 “ ,
respetuosa del portero, el rollo de billetes de Antonio Vergara Montevideo, 1970.
contra Samuel Freider, cobros de pesos. Una lenta vida idiota,
como todo el m undo". BLIXEN, CARINA; Juan Carlos Onetti. Aproximación a El Pozo. Editorial Técnica,
Montevideo, 2002.
El Baldi revelado no fue capaz de estas aventuras que acaba de
DÍAZ, JOSÉ PEDRO; J.C. Onetti. El espectáculo imaginario, II. Arca, Montevideo,
referir, "n o se había animado a aceptar que la vida es otra cosa,
1989.
que la vida es lo que no puede hacerse en compañías de mujeres
fieles, ni hombres sensatos. Porque había cerrado los ojos y estaba ESPINOLA, FRANCISCO; El pozo (reseña crítica). Diario EL PAÍS, Montevideo, 18/
entregado, como todos. Empleados, señores, jefes de las oficinas". IX/40. Extraído de transcripción parcial en: DÍAZ; J.C. Onetti'. El espectáculo imaginario,
Ya lo había dicho Iinacero en relación a las personas que se vuelven II. Arca, Montevideo, 1989, pp. 98-99.
adultas: "comienzan a aceptar y se pierden".
FERRO, ROBERTO; Onetti. La fundación imaginada. Corregidor, Buenos Aires,
2012 .
Ese Baldi seguro de su identidad se enfrenta —gracias a una
m ujer a la cual consideró "histérica y literata" — a su propia ONETTI, JUAN CARLOS; El pozo. Arca, Montevideo, 1967.
realidad, a su "lenta vida idiota, como todo el m undo". N o es
casual que sienta odio por ese otro que abrió sus ojos, y que ONETTI, JUAN CARLOS; Cuentos completos. Alfaguara, Buenos Aires, 2009.
insista en dejarle dinero, como si se tratara de una prostituta,
como sutil forma de venganza de quién se siente burlado. ONETTI, JUAN CARLOS; La vida breve. Editorial sudamericana, España, 1995.

ONETTI, JUAN CARLOS; Artículos: 1939-1968. Galaxia Gutenberg, Barcelona,


De esta forma el personaje asume conscientemente su renuncia
2013.
a otras identidades y, por tanto, a un realmente vivir, a una vida
que implique aventuras. Este reconocimiento parece ser el paso RAMA, ÁNGEL; Origen de un novelista y una generación literaria. En ONETTI, JUAN
previo a este soñar despierto onettiano, ya que, como plantea CARLOS; El pozo. Arca, Montevideo, 1967.
Espinóla en su reseña de 1940, "D e la misma imposibilidad de la
renuncia nace el ensueño". Como sucede con Iinacero o con RODRÍGUEZ MONEGAL, EMIR; Obra selecta. Biblioteca Ayacucho, Caracas, 2003.
Brausen, el soñar y el fantasear serán las principales formas de
RODRÍGUEZ MONEGAL, EMIR; “ Onetti: una escritura censurada”. PLURAL, v. 4,
evasión, el verdadero refugio frente a la hostilidad del mundo.
n° 43, abril 1975, p. 68-71. Artículo extraído de http://www.archivodeprensa.edu.uy

Al despedirse a lo lejos, con la m ujer todavía sin entender, VARGAS LLOSA, MARIO; El viaje a la ficción: el mundo de Juan Carlos Onetti.
levantando los billetes al aire, O netti finaliza el relato con un Alfaguara, Montevideo, 2009.

85
EVOCACION DE
JUAN CARLOS ONETTI
Noemi Ulla

stamos en Madrid, en una calurosa tarde de deslumbrada por la variedad de sus personajes y aventuras
julio del año 2013, adonde el Centro de Arte urbanas.
Moderno ha tenido la amable idea de invitarme L uego de evocar estas lecturas surgió la propuesta de
para una en trev ista q u e m e realizará la Mariángeles: cómo llegué por primera vez a tener la suerte de
escritora Mariángeles Fernández, estudiosa de ser leída por escritores. Y recordé el premio a mi primera
la obra de Julio Cortázar. "L os maestros de novela, Los que esperan el alba, cuvo jurado integraron Augusto
mis cuentos" es el tema que elegí, tan difícil como amplio para Roa Bastos, C arlos C arlino y Bernardo V erbitzky en un
ajustarse a la herencia que dejan las lecturas. Después de con curso organizado por la D irección de C ultura de la
mencionar algunas de la infancia que exhibían el habla de Provincia de Santa Fe. Mi narración ol recía, además de lo
España, siempre seductora, aunque también me confundía imaginario, un testimonio de las reuniones realizadas por
entonces al com pararla con nuestro lenguaje rioplatense: los jóvenes intelectuales y poetas en el restaurante Ehret de la
cuentos infantiles de Calleja, regalo de unos tíos mayores, los ciudad de Rosario, con lecturas en voz alta de poem as de
de la colección Marujita, regalo de mi padre. Más tarde, además Baudelaire, Eugenio Móntale, Borges, Salvatore Quasimodo,
de los clásicos venerados, aquella novela de Pío Baroja que leí discusiones políticas y literarias, amores y amoríos de los años
en mi adolescencia rosarina a los catorce años, Mala hierba, sesenta. Con el paso de los años, aquella novela fue considerada

86
muy bien por la crítica que, en opinión del poeta Osvaldo que, jun lo a |uan Ca ríos Onetti, integra ron M ercedes Rein y
Aguirre1, ofrecía en clave de ficción un testimonio de la época Jorge Rui ti noli i.
y de sus protagonistas. Por m i parte, con el paso del tiempo, De inmediato en la sala, sentada en la primera fila, muy
encontré esa novela demasiado testimonia 1, a ú n recorda ndo próxima a Mariángeles y a mí, surgió la voz de Dorotea (Dolly)
que la literatura, tanto como el trabajo crítico, se organiza Muhr, esposa de Onetti, diciéndome con toda cordialidad:
sobre la base de una tradición, cuyos elementos a bsorbemos y/ "¡¡¡E ras tú!!!". Lo decía por mi cuento "L a viajera perdida"
o desdeñamos, en palabras del escritor suizo Jean Starobinski2. prem¡ado entonces. No nos conocíamos, pero de inmediato so
Sigu¡endo con la entrevisla en el Centro de Arte Moderno de esta bledo u na conten te de simpatía y ernodón que: Dolly Onetti
Madrid, me referí entonces a la segunda experiencia de ser avivó seña lando lo q ue habría significado para ellos si el primer
leída por escritores, y surgió aquello que nunca olvido: el premio hubiera sido "L a viajera perdida". Dolly aludía con
recuerdo del concurso de cuen los que organizó el Semanario claridad a la d¡ciadura militar que había soportado entonces el
MARCHA de M ontevideo y cómo residiendo ya en Buenos Uruguay. El cuen lo "E l guardaespaldas" del escritor Nelson
A ires, me sentí bautizada por Juan Carlos Onetti, con el premio Marra premiado en primera instancia, cuento testimonial y de
a mi cuento "L a viajera perdida", en el certam en literario denuncia que la dictadura no había dudado en condenar,
realizado en la República Oriental del Uruguay en el año 1975 castigando con el cierre de MARCHA, hum illando al jurado

87
con el encarcelamiento, al que sucedió luego la diàspora, y los que tuve la ventura de oír el nombre de Felisberto y, en cuanto
terribles problemas subsiguientes de aquellos tiempos que se crucé a M ontevideo, busqué sus libros. Volviendo a Onetti,
vivían. En el caso de haber recibido "L a viajera perdida" el creo que de una manera algo intuitiva desperté a la sabiduría
primer premio, reflexionó Dolly, se habrían evitado tantas de sus narraciones, ignorando aún el valioso juicio de otros
angustias y m alestares, aunque tam bién observam os todo lo escritores estudiosos de su obra.
que significó para nuestro escritor el reconocim iento y los Algunos cuentos de Onetti que recuerdo con mucho agrado,
honores que luego le brindó España, el prem io Cervantes en inquietud y placer son "E l posible Baldi", "E l infierno tan
1980. tem ido", "Bienvenido, Bob", "L a casa en la arena" y debería
E n tre tantos ho n ores, recu erd o u na m uy in teresan te nom brar toda su obra narrativa, de mi preferencia novelas
entrevista televisiva del año 1976, a cargo del periodista Joaquín breves y cuentos. Casi podría confesar, coincidiendo con el
Soler Serrano, donde Juan Carlos O netti se m uestra muy escritor español Antonio M uñoz M olina, quien después de
agradado de vivir en España y reconocido por la simpatía y la recordar los variadísimos cambios en su vida, escribió "u n o de
adhesión que había despertado como escritor en ese país, los pocos rasgos que m e unen a quien fui y ya no soy, es la
además de ilustrarnos en la charla sobre el origen de su obra lectura de Juan Carlos O netti"7. Toda vez que recorro páginas
n a rra tiv a , re fe rirse con b en e p lá cito a o tro s e sc rito re s de Onetti, sean cuentos, sean novelas, El astillero, Tierra de
contemporáneos, a los amigos, a los misteriosos eslabones de nadie, Para una tumba sin nombre, Dejemos hablar al viento,
la creació n literaria, m o strar con gran gen erosid ad su encuentro en ellas una ruptura con la habitual narrativa,
adm iración por Faulkner y por Hem ingw ay, con todas sus hallazgos que se deslizan dentro de frases inquietantes,
d iferen cias, por Pío B aro ja y R am ón d el V alle In clán , meditaciones que sacuden con fuerza al lector.
reconociendo también que fueran tan opuestos. Opiniones que Sabem os que en su tiempo, en la escritura de El pozo (1939),
habría que tener siem pre en cuenta para disfrutar de la su primer novela breve, Onetti había reaccionado con firmeza
literatura. contra la poética heredada, la del realismo, incorporando
Y así llegó entonces, a nuestra charla con M ariángeles, la reflexiones que hacían posible un enlace entre el lector y el
mención de uno de mis admirados maestros: Juan Carlos Onetti. escritor para la facilidad o inm ediatez de la comprensión, un
Fui lectora de Onetti, como de Felisberto Hernández, desde la poco a la manera de Law rence Sterne en Tristram Sliandy,
primera hora en la ciudad de Rosario, en mis años de estudiante, creando un puente llano que hacía al texto sorprendente e
aunque lamentablemente con independencia de la enseñanza invalorable. Y toda esta innovación en medio de italianismos y
universitaria, que apuntaba en forma indiscutible a la literatura lunfardism os naturalm ente incluidos, con la fuerza de la
testim onial o com prom etida, rechazando el cultivo de la im pregnación coloquial en el uso de la técnica que Antoine
im aginación, dejando de lado el estud io de O netti y de Compagnon designó "wc/rkingpapeE' o la del "trabajo a la vista"
Felisberto y de otros escritores como Borges, Bioy Casares, como la llamó M acedonio Fernández, en otra de sus rupturas
Silvina Ocampo. Cuando busqué libros de Juan Carlos Onetti, con la escritura heredada.
quedé prendada de las novelas Los adioses, El pozo, Tierra de Desde entonces, cóm o no penetrar en el misterio de toda su
nadie, y entre los cuentos, "U n sueño realizado" me estremecía narrativa abandonándose al silencio, a la fuerza, al acento de
indefectiblemente toda vez que lo leía. sus frases, a la im pronta de su significativa sintaxis que abre
A la narrativa de O netti había dedicado un muy especial puertas extrañas a la realidad de todos los días, aclarando lo
capítulo Hugo J. Verani en su libro De la vanguardia a la oscuro de la noche del pensamiento, donde se revelan com o
posmodernidad: narrativa uruguaya (1920-1995)3 y recien ­ sacudidas que de pronto nos hacen abrazar a un escritor como
temente afirmó sobre El pozo4: "O netti intuye la singularidad pocos, que adoptamos ya para siempre, para que no nos olvide,
de El pozo, su rad ical renovación de la narrativa hispa­ para que nos acom pañe en nuestros m omentos de mayor
noam ericana de su tiempo. Su idea de 'escribir sin hacer intimidad en el mundo en que nos encontramos.
literatura', el rechazo del 'escribir b ie n , o sea, su desprecio de Al p regu n tar a B o rges el p erio d ista fran cés G eorges
la literatura estetizante y discursiva, de la prosa carente de Charbonnier cómo reconocía la literatura, éste respondió "Y o
autenticidad interior, toman cuerpo con una intensidad no la reconozco de una manera física. Hay algo que cambia en mí.
alcanzada por los narradores de ese entonces". Por su parte, No me atrevo a hablar de la circulación de mi sangre o del
M aría Angélica Petit y Ornar Prego Gadea, autores de Onetti: ritmo de mi respiración, [...]"8.
la novela total (Montevideo, Seix Barrai, 2009), que tuve el placer Esto es lo inexplicable -a firm o -, lo que sentimos cuando
de presentar en Buenos Aires, se detuvieron en Los adioses en leem os a O netti. Y para m ejor definir ese transporte, ese
un estudio anterior, con la siguiente afirm ación"O netti debe traslado, esa mudanza hacia lo que nos lleva a una comunión
ser señalado como un escritor que, luego de asimilar la lección con su obra, dejem os al m ism o Onetti joven, que desde el
de los grandes renovadores del género, se internó por caminos primer m om ento de su experiencia literaria, oyendo a su
que le son propios, que paralelamente exploraban los padres personaje Cordes en El pozo9, conoce ya el enigma por el que
del nouveau román"5. hoy nos preguntamos:
E n ese tiem p o de m is p rim era s le ctu ra s o n e ttia n a s "Y o fumaba en silencio, con los ojos bajos, sin ver nada. Sus
desconocía, salvo el detenido estudio preliminar de Ángel Rama versos lograron borrar la habitación, la noche y al mismo Cordes.
a El pozo6, las apreciaciones de otros críticos. Y aquí aparece Cosas sin nombre, cosas que andaban por el mundo buscando
una digresión que creo im prescindible. U n año antes de la un nombre, saltaban sin descanso de su boca, o iban brotando
fecha de ese estudio de 1965, Ángel Rama viajó a la ciudad de porque sí, en cualquier parte rem ota y palpable. Era -pen sé
Rosario invitado por el Dr. Adolfo Prieto, para dictar el después- un universo saliendo del fondo negro de un sombrero
sem inario "Enfoques sociológicos de la literatura" ante los de copa. Todo lo que pueda decir es pobre y m iserable
estudiantes de la Facultad de Filosofía y Letras, entre quienes comparado con lo que dijo él aquella noche". Q1
me encontraba. Fuera de programa, con notoria admiración,
nos habló de Felisberto Hernández que acababa de fallecer,
contándonos diversas anécdotas de su vida. Fue la primera vez Buenos Aires, 23 de m arzo de 2015.

88
Foto: Hermenegildo Sábat

Notas

1 Osvaldo Agulrre, “ La vuelta redonda del tiempo” , La Capital, Rosario, 31-3-13. Revista Iberoamericana, número dedicado a la Literatura uruguaya, dirigido por
2 Jean Starobinskl, “ La literatura. El texto y el Intérprete” , en Jacques Le Goff- Lisa Block de Behar, Vol. LVIII, jullo-dic. 1992, Núms. 160-161, p. 1129)
Pierre Nora, Hacer la historia, v. 2, Barcelona, Laia, 1974, p.175-189. 6 Juan Gados Onetti, El pozo, seguido de Origen de un novelista y de una generación
3 Hugo J. Verani, De la vanguardia a la posmodernidad: narrativa uruguaya (1920- literaria, por Ángel Rama (fechado en 1965), Montevideo, Arca, 1969, p. 53-107.
1995), Montevideo, Trilce, 1996, p. 77-115. 7 Antonio Muñoz Molina, (Prólogo a los Cuentos completos
4 Juan Carlos Onettl, Cartas de un joven escritor, correspondencia con Julio Payró. de Juan Carlos Onettl: Buenos Aires, Alfaguara, 2009, p. 11).
Edición crítica, estudio preliminar y notas de Hugo J. Verani, México, Trilce, 2009, 8 El escritor y su obra, entrevistas de Georges Charbonnier con Jorge Luis Borges,
p.22. México, 1067, Siglo XXI, p. 26. “A partir de qué momento diríais que aparece la
5 María Angélica Petit y Ornar Prego Gadea, “Los adioses de Juan Carlos Onettl, literatura? ¿Cómo reconoceria?" pregunta Charbonnier.
un modelo de escritura hermética abierta” , 9 Juan Carlos Onetti, El pozo, Ob. cit., p. 44.

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¿ADAPTACION
O TRANSPOSICIÓN?
DE "JACOB Y EL OTRO"
A "MAL DÍA PARA PESCAR"
María José Larre Borges
Ustedes deben conocer la historia de las dos cabras La pregunta que subyace en este asunto es la siguiente:
mientras comen los rollos de un film adaptado a
¿cuándo un film se conforma con ilustrar planamente un relato
partir de un best-seller. Y una cabra le dice a la otra:
"Yo, prefiero el libro". o cuándo logra trascender su material original para ofrecer al
espectador una obra cinematográfica singular, de valor propio?
Alfred Hitchcock, a propósito de la adaptación de El asunto es tan vasto que un solo artículo no sería suficiente
Rebecca
para abarcar todas las d im ensiones que sus respuestas
merecerían. La opción es, luego de esta primera introducción,
intentar apoyarme en un caso particular para analizar los
uchos son los escritores cuyas obras han sido
elementos que entran en juego en el hecho de la adaptación
fuente de inspiración para posteriores filmes.
cinematográfica de una obra literaria.
Por mencionar solo algunos, lejanos en tiempo
y e sp a cio : T o lk ie n , S to k er, T. W illia m s,
Ish ig u ro , C e rv a n te s, D u m as, B ra d b u ry , Dos uruguayos en España
Dickens, Wilde, los grandes dramaturgos de la
La idea era hacer una pellada que pudiera conjugar
Grecia clásica, Mann, Zweig, García Márquez, Skármeta... La muchos géneros: el drama, con matices de comedia,
lista es infinita, pues desde el nacim iento del séptimo arte, el suspenso y también hasta el western.
hace poco más de 100 años, la literatura es materia fecunda
para la construcción de los respectivos guiones. Alvaro Brechner

No por joven, la literatura uruguaya no ha estado ajena a este


En efecto, desde sus orígenes, el cine ha establecido con la
fenómeno. En particular, en el caso que nos ocupa, hemos visto
literatura relaciones contradictorias y complejas. M ientras el
adaptaciones de narraciones de Juan Carlos Qnetti (1909-1991) de
prim ero ha procurado afirmarse com o un arte "autónom o",
"L a cara de la desgracia", "E l infierno tan temido" y El astillero.
constantemente ha recurrido a los clásicos de la literatura para
Autores de innegable influencia en su obra, como Faulkner, Camus,
nutrirse de ellos. La opinión más generalizada entre el público
Dostoievsky o Conrad, fueron llevados a la pantalla con resultados
es que el producto audiovisual de este difícil diálogo es menos
dispares. El propio Onetti participó en la adaptación del guión de
interesante que la obra original. U n relevamiento superficial
demuestra que la historia del cine está plagada de obras de arte
Cacique Bandería (1975, Héctor Olivera), basada en el cuento "E l
basadas en novelas o en piezas teatrales. La cuestión es, entonces, muerto" de Jorge Luis Borges. No le era ajeno, por lo tanto, el
lenguaje cinematográfico, no solo por este trabajo sino también
saber de qué manera el cine puede arribar a traducir sobre la
gran pantalla obras literarias sin traicionarlas y, al mismo por su larga trayectoria como periodista cultural. Todas estas
películas fueron filmadas en Argentina, país en el que, como
tiempo, conservar su propia singularidad de arte "visual".
sabemos, nuestro autor alternaba su residencia con su tierra natal,
hasta su exilio definitivo español.
La pareja cine tiler a tura fue am or a primera vista. Cuando
Georges Meliés realiza, en 1902, El viaje a la luna, se inspira en
la obra de Verne De la tierra a la luna. M ientras todavía el cine Pero la primera adaptación de una obra de Onetti filmada en
permanece mudo, encuentra en las obras de Victor Hugo (El territorio uruguayo se produjo hace escasos cinco años. C on
hombre que ríe, Paul Leni, 1928) o de Dumas, una inextinguible la dirección de Alvaro Brechner (nacido en 1976 y afincado en
fuente de inspiración. Porque el cine logró desarrollar, en su España) y la coproducción de Uruguay, España, Argentina y
época insonora, una gramática y unas articulaciones muy finas, Alemania, la productora Expresso Films estrenó "M al día para
una estética que no pertenece más que a sí mismo, hasta el pescar", largometraje que surge de una adaptación del relato
punto que varios críticos consideran que el pasaje al cine "Jacob y el otro", coincidiendo con la donación del archivo
sonoro -tan resistido por Chaplin- fue una regresión en tanto Onetti a la Biblioteca Nacional, y con el apoyo de su viuda,
retorno a la teatralidad, a la literatura. Dorothea Dolly Muhr, en 2009, centenario del nacim iento del
narrador.
No obstante, este maridaje artístico continuó dando frutos
de excelencia: varias novelas produjeron grandes clásicos de Mal día para Jacob **
la historia del cine (solo a modo de ejemplo, citamos a Lo que el
viento se llevó, de Víctor Fleming) y los mismos escritores se Onetti es Onetti. Y yo no soy Onetti.
interesan en el nuevo arte, pasándose a este en forma puntual
Alvaro Brechner
(como Malraux realizando Espoir, 1938-39) o incluso más regular
(el ejemplo de Robbe G rillet o de Duras quizás sean, de los
Puede leerse la breve reseña en la difusión de la época:
casos más emblemáticos).
La ópera prima de Brechner cuenta la fascinante historia de
Al comienzo de los años 50 François Truffaut, por entonces amistad entre un acabado ex campeón mundial de lucha
joven crítico, defiende con vehemencia el cine francés "d e libre que aun cree ser el "hombre más fuerte de la tierra", y
su manager, quien en los últimos años le ha protegido de la
ca lid a d ", rep ro ch an d o en p articu lar a los cin eastas de
cruda realidad, llevándole de gira por pueblos perdidos,
conformarse con llevar a la gran pantalla solo a los clásicos organizando exhibiciones deportivas y desafíos arreglados
canónicos de manera totalmente academicista ( Rojo y Negro en secreto.
de Autant-Lara, Notre-Dame de Paris y La princesse de Cléves de
Jean Delannoy, por ejemplo). Más allá del innegable sabor publicitario del párrafo anterior,
Opone a este cine polvoriento otro en primera persona donde es interesante detenerse en algunos adjetivos: la historia es
el realizador sería, como un escritor, el autor de una obra personal "fa scin a n te", el cam peón está "a ca b a d o ", su m ánager lo
e íntima. Sin embargo, tanto Truffaut como otros cineastas de la "p ro teg e", la realidad es "cru d a ", los pueblos son/están
Nouvelle Vague, adaptarían también obras literarias. "perd id os" y las exhibiciones están arregladas "en secreto".

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¿De dónde surge la "fascinación" que operaría com o cam ada Empieza a anochecer, hora propicia para la tragedia: se encienden
para el espectador? De una pareja de perdedores, en medio de las luces callejeras y se aproxima una ambulancia con la sirena
una realid ad ad v ersa... una atm ósfera trem end am en te prendida. La calma inicial se ve impregnada del olor a tragedia.
onettiana, que suma el "secreto" com o señuelo, que tanto La voz en offdel relator de la pelea lo confirma. El inicio, entonces,
empapa la narrati va del escritor. con poco diálogo y mucha acción, se corresponde con el inicio
del cuento, por lo menos en la dimensión temporal. No es exacta,
Una crítica sin firma aparecida en FOLHA DE SAO PAULO empero, esa correspondencia, pues en el relato original nos
afirma, en la misma línea discursiva de corte publicitario, que enteramos del hecho a través de la voz del médico, que narra en
se trata de una ópera prim a de Brechner -sin m encionar primera persona y abandona el juego de mesa para acudir a su
siquiera a Onetti- en que se puede ver una mezcla de Ll luchador deber. Se ve la marquesina del Teatro Apolo y la ira del pueblo
con Nueve reinas, seguramente para captar a un espectador manifestada en el incendio provocado. Es un comienzo abrupto,
con dos film es m uy populares en la década pasada. El juicio, con fracciones de segundo de introducción, a la manera del relato
em pero, es bastante simple y reduccionista y no hace justicia onettiano. La presencia de un patrullero policial reafirma el clima
a la compleja labor de transposición, en que la película es, a la de desorden. Es recién al final y luego de la versión de Orsini, que
vez, más y menos que el film. nos sabremos que, pese a sus miedos, Jacob ganó, pero lo hizo
irrespetando todas las normas previamente pactadas, pues arrojó
Comencemos por los títulos elegidos. "Jacob y el otro" (1961) al Turco al instante por los aires. La suave música de violines, que
hace alusión al nombre de uno de los personajes principales, que no ha cesado desde el inido, contrasta con los gritos y desmanes
porta no por azar un bíblico nombre, el luchador que enfrenta al del público asistente a la pelea. El diálogo inicial camino y en el
Ángel, y un "otro" que es... ¿Orsini, su protector, o su inesperado Hospital es de una fidelidad casi absoluta al relato original. La
rival sanmariano el Turco Mario, comerciante, a todas luces, de sugestiva frase de "mediocre heroicidad" del médico: "A mí los
muy pocas luces? Si nos inclinamos por la primera de las hipótesis, parientes se me mueren en la mesa" instala un personaje de una
estaría destacada esta pareja quijotesca, exótica, que viene a determ inación desconocida en este pueblo detenido, solo
romper la monotonía de un pueblo perdido. Pero el otro también comparable con la de Adriana, la novia del Turco, la responsable
es su contrincante, que acepta inesperadamente el desafío sin intelectual de la pelea. Salvo que el doctor actúa de doctor, cuando
saber que es una estafa y paga carísimas las consecuencias. es un ser indolente y desesperanzado, mientras Adriana es joven,
Entonces nos enfrentamos a una primera decisión de adaptación: va a ser madre, está resuelta a obtener ese dinero porque
el cambio del nombre original del relato al film, travestido en "M al genuinamente lo necesita.
día para pesca)7', tan enigmático como elíptico. Sin duda, mucho
más efectista. Y una advertencia del director al espectador, algo Todo el anterior no ha sido más que el introito. Aparecen los
así como: "Esto no es una pipa" de Magritte. Se parece, la re­ créditos en amarillo y rojo fuertes, acompañados de una potente
presenta, pero no es. y contrastante música tropical, plena en su trompetería. Ahí
sabemos que la película está "basada en Jacob y el otro, de Juan
El cuento original está organizado en forma polifónica, Carlos Onetti", por lo que estamos advertidos que será una
dividido en seis partes que corresponden a tres voces: en la adaptación más o menos libre, escrita por el director y uno de los
primera, "cuenta el m édico", las siguientes cuatro son obra de protagonistas. En el interior del ómnibus de transporte público en
"e l narrador" (una boutade de Onetti), partes en que el titular que se desplazan Orsini y su protegido, los personajes están
de la enunciación cede paso al diálogo en forma permanente y caracterizados como de un pueblo andino, lo que resulta de un
la última es la versión de Orsini. El relato tiene una estructura color local que poco tiene que ver con el universo de Santa María.
circular: comienza con el final -e l desafiante agonizando pero Es quizás un ardid publicitario para que, paradójicamente, la
vivo, en el Hospital, junto a su novia encinta que lo repudia acción pudo haber ocurrido en cualquier lugar de América del
por el fracaso- y finaliza con la pelea y sus consecuencias - Sur. En el cuento, se m enciona que am bos habían estado
una hecatombe colectiva- y la aparición de los enfermeros. previamente en Colombia, Perú, Ecuador y Bolivia. Pero, como
dice Brechner, "Si un cineasta no tiene algo que aportar a una
La película fue inicialmente concebida como cortometraje obra literaria, no debería adaptarla".
pero que devino en "larg o ", algo bastante infrecuente en las
adaptaciones en que, en general, el texto original es mucho Conocemos a Jacob y Orsini en una analepsis, en que el
más extenso que el tiempo del film, por lo que fue necesario primero m uestra sus dotes de luchador libre y el segundo su
agregar escenas y personajes. Comienza con un gran plano capacidad como seductor. Al decir del médico: "había nacido
general de un ancho río, para luego ir cerrando el ojo hacia los para la felicidad". De los 500 pesos originales que surgen del
pobres botes de un pequeño puerto. Los grandes planos cuento (la oferta por quien sostenga tres minutos el asedio de
generales, con cám ara en frecuencia en gran angular, se Jacob) en la película se habla de mil dólares, lo que, otra vez, es
co rresp o n d en en los g u iones lite ra rio s co n m om en tos una oferta más comprensible en cualquier país del mundo. La
descriptivos. Los planos medios, se prestan en forma ideal para pareja se corresponde con la grafopeya y etopeya del universo
los diálogos o descripción de personajes y los primeros planos onettiano: Jacob, enorme, torpe, m usculoso aunque ya viejo,
son un recurso muy efectivo a la hora de retratar las emociones, ciclotímico, místico, bebedor, ingenuo, un niño-grande y triste
los pequeños gestos y detalles significativos. En síntesis, que vive de glorias pasadas. Orsini es un estafador, astuto,
podríamos, simplificando, afirmar que los planos generales seductor, adulador extremo, finge en m odales y títulos una
son útiles para las descripciones, los medios para acelerar la supuesta aristocracia que lo hace un timador bastante patético.
narración y los planos-detalle para delatar la em oción o los "E sto no se trata de mentir -d ic e - es com o el cine (...) o com o
hechos aparentemente anodinos que precipitarán la peripecia. la m agia". De él, dice el guionista-director: "Onetti time una
frase maravillosa para describirlo; dice que había “nacido para
El entorno sonoro combina ruido am biente -con conver­ crear el clima tibio y húmedo donde florece la amistad y se aceptan
saciones, ladridos, graznidos- con una suave música de violines. las esperanzas". Eso cinematográficammte es infilmable, pero te

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da el aire de acerca de qué tipo estás hablando" . Entre ellos hablan alternados de los luchadores, el aliento del público, el reloj
siempre en inglés, lengua que obviam ente no aparece en el como símbolo del paso implacable del tiempo, la cámara lenta
cuento original, sino que Jacob farfulla en alemán y el narrador en los escasos segundos que culm inan con la caída de Turco,
no traduce:" Verdammt!" (¡Maldita sea!) o “Gott" (Dios). Jacob que se hace tan interminable com o dolorosa.
es fuerza bruta y O rsini la otra cara de la moneda: retórica
pura. Pero... ¿quién protege a quién? Conocemos, en los créditos finales, que la película fue filmada
en Minas, San Carlos y Montevideo: ahí el secreto de Brechner
La reconstru cción de época está am bientada, desde el para recrear su propia y mítica Santa M aría, y más allá del
vestuario, los edificios, la escenografía, en los años 70. Hay acierto en las locaciones elegidas, quizás la mayor fidelidad al
una aggiomanúento tem poral evidente, considerando que el texto inspirador haya sido la reproducción de la atmósfera de
relato fue publicado diez años antes y sabemos que Jacob era Santa María. Dijo con acierto Tomás de Mattos: "U na aventura
joven en los años previos a la guerra, por lo que puede deducirse que comienza y m antiene casi hasta el final pasos de comedia
que se ambienta alrededor de 1955. Nos enteramos, a través de pero que desde el inicio se sabe que terminará en tragedia.
la primera entrevista con el periodista que publicitará la pelea, Una aventura que transcurre en un lugar exótico y mítico,
que el pueblo está en temporada de pesca. No es un dato que pero que tiene una trama de interés universal".
aparezca en el cuento, de ahí la falta de correspondencia con el
título original. Simbólicam ente, el día es malo para pescar... El final es de melodrama, quizás lo m ás alejado a Onetti en
¿incautos, dinero, ilusiones, felicidad? to d o el g u ión : el cam p eó n se va so lo en u n ó m n ibu s
(notoriamente, un homenaje a la vieja Onda), "despachado"
Hay libertades transm ediáticas que van m ás allá de la por Orsini, quien tira al río la cajita de m úsica y retorna al
adaptación, lo que lleva a pensar que estam os frente a una pueblo com o viejo vaquero, tal vez en busca de Adriana...
transposición. Por ejemplo: el personaje del periodista, en el Igualmente, volviendo al inicio y en palabras del médico, no
cuento, tiene una incidencia apenas marginal. En el film y sorprende este final un tanto hollyxuoodense (“bogartiano ",
encarnado por César Troncoso, el mismo personaje cobra una citando nuevam ente a Tom ás de Mattos). Como afirm a el
im portancia clave. Asimismo, hay una alusión a que Orsini personaje del médico, en la primera parte; “Pero era necesario
juega a las cartas en el texto original, mientras que Brechner resignarse, aceptar como inalcanzable el conocimiento de la parte
elabora una escena entera a partir del dato. que trajeron consigo los dos forasteros y que se llevarían de manera
diversa, incógnita y para siempre". H1
En cuanto a las canciones, se destacan las dos "Funiculí,
funiculá" en episodios que acompañan al cosmopolita Orsini,
o "L ili M arlene", que opera como insólita canción de cuna
para Jacob. Ambas son utilizadas en el film, tanto en forma
diegética como extra diegética. La música, nos enteramos en
los títulos, fue compuesta por M ikel Salas.

En relación a la otra pareja, tan despareja como la anterior,


Adriana es pequeña y fuerte, determinada y el Turco Mario es
tan grande como tonto. Se trata, tal vez, de una minúscula
Lady Macbeth, que manipula a su pareja a su antojo para
conseguir lo que desea, en el texto más agresiva y fría, pero
igu alm ente cod iciosa que en el film . Sus d escrip cion es
coinciden con las originales, salvo por un detalle: el narrador
afirma que Adriana era, para Orsini, "judía o algo así". No
aparece en el film una velada posibilidad que Orsini y Jacob
sean nazis que se esconden mientras sobreviven malamente,
pero sí en el cuento. "Siem pre estoy en un lugar que es una
pieza de hotel de un país de negros hediondos", dice el blondo
y muy europeo Jacob.

Hay objetos indicíales del universo onettiano que comparten


relato y film: los omnipresentes cigarrillos con su atm ósfera
humeante, el alcohol -siem pre el alcohol- y también las cajitas
de música y las tarjetas de presentación del Príncipe Orsini,
que operan a modo de cheque en blanco del timador.

Original del film es también la escena en que, casi a modo de


La dolce vitta, vemos a Jacob jugando como un niño en la fuente *Juan Carlos Onetti. Un sueño realizado y otros cuentos [2a edición del libro de
p u eblerina, alertand o a la p o blació n con u na cond u cta 1951, con el agregado del cuento “Jacob y el otro” , mencionado en el concurso de
desajustada a su edad y tamaño, com o cuando llora sin parar la revista LIFE en español, 1960], Montevideo, Banda Oriental, 1965.
en la intimidad, al tiempo que hace sonar una cajita de música.
*Mal día para pescar. Película hlspano-uruguaya escrita, producida y dirigida por
Alvaro Brechner. Protagonizada por Gary Piquer, Jouko Ahola, Antonella Costa y
La escena de la pelea es llevada a pantalla valiéndose de César Troncoso. El guión fue escrito en colaboración con Gary Piquer y está
recursos diversos: planos intercalados, un uso inteligente de la inspirado en el cuento “Jacob y el otro” de Juan Carlos Onetti. Se estrenó en el
ilu m inación de d ireccio n a n u estras m irad as, lo s g ritos Festival de Cannes en 2009.

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UTOPÍA DE UN HOMBRE
QUE ESTÁ ABURRIDO
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Reconoció ese tono exacto de gris que sólo los M ARCH A con seudónim os com o Periquito el aguador o
miserables pueden distinguir en un cielo de
Groucho Marx, es el mismo que adopta en las cartas que envía
lluvia...
a Carlos Quijano, el director del sem anario, aquellas que
Qnetti, E l a s t ille r o . suscribe con su propio nombre propio o las que le envía a Emir
y cuyas copias tengo a la vista.
... y o sigo mirando a través de los cristales de mi
ventana, aguardando el ansiado diseño de
felicidad. Es curioso. Como si la estampa de Onetti cifrara una cuidada
composición legendaria más del desaliño, apenas se diferencian
Qnetti, "Reflexiones de un decadente". sus dichos del habla de sus personajes o de los diálogos parcos
y tajantes de esos otros hombres, paisanos, peones, matreros,
matones, creados por el culto orillero de Borges. Habría cierta
o h a b ía p re v is to q u e e l títu lo de e s ta s deuda impensada o un indeseado afán de identificación ya no
anotaciones partiría de un cuento de Borges y con Borges sino con las viñetas que caricaturizan a algunos de
si bien reconozco que esta reescritura de la sus héroes, o de los así llamados antihéroes, protagonistas del
cita no es feliz tam poco sugería felicidad el espacio mítico donde coinciden y com parten sus aventuras
título del que parte. Por otro lado, tampoco fue literarias am bos autores. Se entrevé un acercam iento en los
feliz la conocida cita, concertada por Em ir patios oscuros del desm antelado caserón literario que oficia,
Rodríguez Monegal, en la que ambos escritores se encontraron, según la escenografía, de conventillo unas veces, de pensión o
un encontronazo, se podría decir, emulando el léxico de algún prostíbulo, otras. Toda esa parafernalia sórdida del Bajo pero,
narrador de Onetti. en el caso de Onetti, vivida desde la cama, tendido por un
cansancio proverbial o por un vino laico, que revelan fotos,
Dadas estas circunstancias distintas y desafortunadas que anécdotas, hastíos cultivados por la leyenda pero que la
suceden a partir de una misma cita, una palabra que, en español, biografía no desmiente.
logra aludir en u n régim en de coincidencias a una con­
currencia auspiciosa: la referencia o reverencia a un autor así A u nque no m e atrev ería a co n sid erar airad as -o
como a lo dicho por él, sin descartar la reunión sentimental y simplemente insolentes- las provocaciones de Onetti, no dejan
deseada que, en la cita, el encuentro concierta. de resonar como las voces de esos compadritos que merodean
en las esquinas de sus narraciones o bordean sus veredas
Encuentro o desencuentro, la cita tuvo lugar y fueron varias descuidadas, desafiando desde los arrabales crepusculares que
las oportunidades en que Emir refirió las alternativas de esa se p ro lon g an en n och es pelead oras, ya d esv an ecid a la
reunión que, muy allegado a ambos escritores, él mismo había decoración nostálgica, los episodios reales, triviales, que
propiciado pero, siempre según su relato, la armonía faltó a la ocurren entre compases de silencio, pases y cortes de un baile
cita. Sin embargo, eran varias las coincidencias que prometían quebrado apenas entrevisto. Una danza macabra y barrial
una muy amable y muy interesante velada. Rioplatenses los presagia el duelo criollo, el dolor inevitable de la muerte en
dos, sus datos no distaron demasiado: Borges había nacido puerta, donde dos actores desaparecen am parados por la
d iez añ o s an tes que O n etti y m an tu v o esa d iferen cia sombra de borrosos umbrales, am bivalencias de pasajes que
anticipándose ocho años a su muerte. Oriundos de esta misma inician una construcción que no interesa o no existe. No son
reg ió n tam bién fu ero n g eo g ráficam en te p ró x im o s sus m u ch as m ás la s co in c id e n c ia s , p e ro su ficie n te s para
fallecimientos ya que ocurrieron en Europa: en Ginebra Borges, fundamentar antagonismos demasiado conocidos.
Onetti en M adrid. No sería fácil reconocer otras afinidades
aunque el rechazo recíproco, eso sí, fue igualmente rotundo y, Un humor bastante negro
a distancia, análogo. Ninguna atracción entre ellos, ninguna
co rrien te de sim p atía. U na m u tu a ig n o ran cia y cierta En "O netti sin seudónimos. Ensayos", la sección que María
hostilidad de palabra y de gesto, confirm aban que Borges Angélica Petit presenta al final del libro en que recoge las
ignoraba la obra del escritor uruguayo y que este no dudaba colaboraciones del autor en MARCHA y otros textos,1aparece
en descalificar al colega porteño. " Usted perdone Guevara" r Empieza así:

Sin embargo las asperezas atribuidas a Onetti, que coinciden Hace un año, cuando Fidel Castro confirmó la muerte de
Ernesto Che Guevara, publiqué en la revista "Cuba" las
con la silueta igualmente rispida de sus narradores, podrían
siguientes lineas.
confundirse a su vez con los buenos aires malevos que definen
a varios de los personajes de Borges. La presumida estampa "El decir está tan gastado que produce pudor reiterarlo.
sombría, el coraje mezquino, las dudosas andanzas insinuarían Desde los periodistas con prisa hasta los quiméricos
com padritos de Jorge Luis Borges: M u r i ó en s u le y .
una vaga identificación con la tristeza de compadritos que
También, no importa el abuso, M u r i ó c o n la s b o t a s
supo venerar la épica criollista del autor de Ficciones. Si bien p u e sta s . (...)"
las diferencias cuentan, sus figuras se recortan en un entorno
suburbano com ún, porteño o m ontevideano, anim ando En sus escritos no abundan las m enciones a Borges y las
(idesanimando sería más preciso) ficciones de un realismo a pocas que formula son bastante capciosas.
con trapelo, escenarios al m enos cercanos en los que la
im aginación de los dos autores discurría tal vez sin que ellos M ás aún, por elocuente, rescataría una carta que, con
mismos se lo propusieran. membrete de REUTER, dirige Onetti a Emir, a quien interpela
con convencional afecto de aparente y respetuoso saludo.
Próxim o al espacio de la supuesta verdad de la escritura, Tampoco descartaría la sorna a la que sus exabruptos irónicos
periodística o epistolar, el tono, además de coloquial ofensivo no son ajenos. La recurrencia retórica de su ironía podría
a veces, que cultiva O netti en los artículos publicados en suponerse análoga a la de Borges, pero no lo es, dado que el

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tono sarcástico, el enojo -escrito y teatral- siempre de trazo sus bosquejos que titula, precisamente, Una dudad sin nombre.5
grueso, diferencia las iracundas salidas de O netti de las
conciliaciones contradictorias, la serenidad paradojal con que Tal vez esa obliteración del nombre que propuso el Maestro
el autor del El otro, el mismo intenta com prender el m undo o del con structivism o ju stifica la consabid a aspiración de
proponer las oposiciones de su cosmovisión unitaria. universalidad de su prédica, la afanosa búsqueda en la ciudad
real y geográfica de las huellas de la Ciudad Ideal, el modelo de
A pesar de su extensión, vale la pena transcribir toda la misiva perfección que la Antigüedad procuró construir pero que solo
de Onetti, sin fecha y, a partir de sus anuncios literarios, deducir quedó en utópicas intenciones estam padas en la escritura o
ese dato, que no suele indicar, como sucede en la mayor parte representadas por pinturas de atribución vacilante.
de su correspondencia. Gracias a la muy generosa disposición
de la Rare Books and Speríal Collections de la Universidad de Anónimo tam bién el artista o una primera persona, com o
Princeton, tengo entre mis manos la posibilidad de compartirla indica la gramática y la autobiografía legitima, sus andanzas e
con los fervorosos lectores de un escritor que convirtió su impresiones podrían sugerir la figura del flaneur, definida por
co rresp o n d en cia en u na reserv a de in g en io , su g en io teorías que prestigian los pasos de quien se pierde en la
inconfundible, medrando el expediente del género literario multitud, un paseante, también voyeur, que se complace en ver
basado en formas de querida y espontánea sinceridad a las que sin ser visto:
adhiere. En las cartas no evita su habitual desparpajo, ese que,
con la mayor naturalidad, supo fraguar. Circulo entre la gente, oigo sus voces, una sonrisa, un
gesto, dos que hablan en una esquina, otra que saluda.
¿Qué me liga a todo esto? Nada y todo. Nada, porque a
Pero, si por enojosas no se evitan las comparaciones, es necesario nadie conozco ni sé de nadie, pero todo, porque yo
reconocer que no es mejor el tono ni el talante de una evocación también soy un hombre.
que Borges, el personaje epónimo del Borges, de ese demasiado
voluminoso libro donde Adolfo Bioy Casares configura más de De la misma manera que los desplazamientos históricos y las
una vez una semblanza discutiblemente amistosa del que fuera su superposiciones de obras, de instituciones, de creencias
gran amigo (aunque esas revelaciones sean parte de otra historia ("Tempio cristiano sul tempio pagano"), denotan las marcas
de la que las fantasías de la memoria no está libre): arqu itectónicas y cu lturales de ép ocas sucesivas, O netti
suprimió la ciudad de un saque, derogando su mero estatuto
BIOY: A Vlady le gusta "El infierno tan temido", de Onetti.
de existencia, incluso nominal, instalando en su nombre otra
BORGES: ¿De qué trata? ciudad, la trillada Santa María que la saga logró imponer. Otra
BIOY: Un hombre deja a una mujer. Para vengarse, ésta le utopía, o distopía, según la term inología de teorías que
envía asiduamente fotografías pornográficas (de ella). atienden esa ciudad revisitada por las peregrinaciones rituales
Cuando las reciben también los compañeros de trabajo y
la hija del hombre, éste se suicida. de la crítica. En esa ficción urbana se cava Una tumba sin nombre
BORGES: Qué raro que le guste a Vlady. Es una idiotez (1949), vacío verbal donde retum ba el silencio; el sepulcro
ese cuento.3 donde hasta la muerte desaparece.

Se deduce que Borges no habría leído "ese cuento" que "T od os nosotros sabemos cóm o es un entierro en Santa
resume Bioy y solo se perm ite opinar a partir de unas pocas M aría" dice el narrador.6 El tono lúgubre, "desaprensivo,
palabras, dem asiado sucintas para un relato que data de irónico" de un color local que se esfuma en una monótona falta
m uchos años atrás, antes de que tuviera lugar ese presunto y de color donde predomina el negro, el contradictorio color
destemplado veredicto. que no existe com o tal:

Es cierto que la severidad de Onetti no queda atrás: (...) confía todo, en apariencia, a los empleados y se
dedica, vestido de negro, pei-nado de negro, con su
triste bigote negro y el b rillo discretamente equívoco de
"[Entretanto M ontevideo no existe]" consta de una media los ojos de mulato, a mezclarse entre los dolientes, a
docena de notas breves que aluden a la inexistencia de la capital estrechar manos y difundir consuelos.
en la am bientación gauchesca de los cuentos presentados en
un concurso convocado por MARCHA. Los autores prescinden Una situación incómoda
de las lu ces de u na ciud ad sitiad a por trad icion es que
desconocen el im aginario urbano: No buscaremos los parentescos proustianos, ni
rusos ni shakesperianos. En este terreno, somos
pocos y nos conocemos hasta el aburrimiento.7
Lo malo es que cuando un escritor desea hacer una obra
nacional, del tipo de lo que llamamos "literatura nuestra",
se impone la obligación de buscar construir ranchos de Emir se divertía evocando ese no muy afortunado encuentro
totora, velorios de angelito y épicos rodeos.4 que tu vo lu gar en Buenos A ires. A u nque la dim ensión
riop latense haya sido bastante m ás m oderada, las inco­
Publicado el 25 de agosto de 1939, fecha discutida pero que modidades de la situación recuerdan la atmósfera que se creó
celebra la independencia del Uruguay, Onetti pronuncia más por la participación de varias celebrid ad es en una cena
de una vez la sentencia a muerte de la ciudad aunque se dirige conocida e igualm ente fracasada, ocurrida décadas antes.
a los escritores uruguayos, sus contemporáneos, endilgándoles In v itad os P roust, Joyce, D iagh ilev, P icasso, Stravinsky,
una severa amonestación. Son tantas a su entender las carencias coincidieron en la que resultó ser una velada malograda que,
literarias que atentan contra la capital cultural del país que la sin violencia pero con similar y previsible contrariedad, sucedió
severidad de su invectiva se extiende y se transforma al pasar en un elegante hotel de París.
al libro de Torres García que empieza por derogar su nombre.
Otra versión esta de la desaparición de la ciudad donde registra, Vale la pena transcribir el relato que le dedica Em ir a esa
en una hermosa publicación, sus anotaciones manuscritas y deslucida reunión realizada en la otra orilla de un mismo río:

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En uno de mis viajes a Buenos Aires [Onetti] me pidió que Si bien se había atribuido a la timidez de Onetti o a la
le presentase a Borges, a quien yo conocía a través de una
impaciencia, que la larga espera exaspera, más bien justificaría
larga admiración y trato personal. En mía cervecería déla
calle Corrientes, que en sus altos albergaba entonces aúna esos desplantes violentos com o formas protocolares de la
de las más siniestras organ ¡/aciones peronistas (fue demolida agresividad con las que el escritor uruguayo pretendería
a cañonazos por los tanques de la Revolución de 1955), desacralizar la figura del creador indiscutible y cuestionar la
llevé a Borges a conoc:er a ( inetti. No sé sila natural timidez
devoción de la que él mismo no habría renegado. Pero, a pesar
de Onetti o la larga espera, provocaron ese aire fúnebre,
claramente teñido por la cerveza, con que nos recibió. Estaba del entredicho, Borges no se ofendió, al contrario, le agradeció
hosco, como retraído en sí mismo, y a la defensiva. Solo a su anfitrión el gusto de haber conocido a Onetti sin dejar de
salla de su isla para atacar con una virulencia que nunca le advertir"con gran cortesía":
había visto. Era obvio que él había leído a Borges y que
Borges no lo había leído ni tal vez lo leería nunca. La
conversación saltaba sin progresar, hasta que de golpe, -¿Por qué habla como un compadrito italiano?
Onetti embistió con una frase que se dejaba silabear como Toda la noche, y sin que mi oído lo hubiera registrado,
un verso de tango: Onetti estuvo censurando a Borges al arrastrar las sílabas
—Y ahora que están juntos, díganme, explíquenme ¿quéle más que de costumbre, deliberadamente, como un acto
ven a Hen rv James, qué le ven al coso ese? fonéticamente agresivo y suicida.12
Inú til aclarar que también ( ínettihabia leído a James y que
era tan i a paz i orno cualqu ¡era de valorar sus méritos. Pero Años después, ya en los sesenta, vuelve a divertirse apostando
la frase quería decimos otra cosa. Infortunadamente, tanto
Borges como yo la tomamos literalmente y nos pusimos a una vez más a la inútil distinción que dispensan los nombres
e\'pl ¡car con gran entusiasmo genuino la obra de James, lo propios, mofándose, y con razón, de vtx:es que pretenden
que le veíamos. Hasta desarrollamos pedagógicamente una identificar logrando lo contrario.
comparación entre el mundo aparentemente realista pero
en realidad abstracto de James y el fantástico pero muy
concreto de Kafka. Citamos libros y cuentos, críticas y Esta carta fechada "D iciem bre 18 de 1962", procedente de
opiniones. Yo estaba en la gloria.8 M ontevideo, donde parece dirigir una nota formal de cuño
casi notarial, el estilo es tan teatral com o sus enojos literarios:
Amigos Emir y Onetti desde la iniciación literaria de ambos
y prolongada esa amistad según las afinidades afectivas que Sr. Emir Rodríguez Monegal
"H1 País"
los reiterados encuentros favorecían, los amigos comunes, las Presente
publicaciones que habilitaban las páginas de NUM ERO,
intercambiaron ambos efusivos saludos y confidencias que En el número de "El País", correspondiente al lunes 17 de
recoge una correspondencia guardada cuidadosamente entre Diciembre, se publica un artículo suyo respecto a la
literatura divertida y a la literatura que pretende ser arte.
los papeles de Emir. Debo agradecerle la bondad de entreverar mi nombre
con otros, tan indudablemente inmortales como el mío:
Amigos Emir y Borges, un escritor que, en la cum bre de su Martínez Moreno, Flaubert, Benedetti, Proust, etc.
Considero imprescindible dar las gracias, además, por
gloria, le dedica al crítico uruguayo un conm ovedor escrito
citarme junto a Jorge Luis Borges. Pero, en esta instancia,
de reconocimiento donde encomia la amistad q ue, desde años, me llama Iván Carlos Onetti.
los reúne en una m isma pasión literaria. Cree Borges "qu e la Por razones que no hacen al caso, Ud. Sabe - y
amistad es una de las pasiones de nuestros países. Quizás la probablemente sólo Ud. - que me llamo, en realidad,
Iván Karlovitch Onetowsky. Con el seudónimo de Juan
mejor (...) la am istad es lo que se siente a lo largo de nuestra
Carlos Onetti he publicado toda mi obra literaria y he
literatura".9 vivido en este país m ediante documentos irreme­
diablemente falsos. No puedo encontrar ningún motivo
Sin em bargo no logró Em ir interm ediar ni conciliar la que justifique este casi tercio de infidencia que Ud.
Comete tan intempestivamente. En la imposibilidad de
re la ció n en tre lo s dos e sc rito re s, ni d ism in u ir el d e­
creer que la referida y perniciosa revelación haya sido
sentendimiento de una competencia, una especie de rivalidad hecha de m anera deliberada, con el propósito de
-en el sentido original y fluvial del térm ino-que no previo ni arrojarme a las garras del macartismoy a la imbecilidad
logró evitar. A pesar de sus esfuerzos, no fue posible favorecer casi inconcebible de las transmisiones radiales del
mediodía, me permito solicitarle una explicación que
la cortesía del diálogo porque no se dio, ni atenuar una aversión
devuelva tranquilidad a mi alma.
que tampoco disimula el título de la sección que le dedica:
"Encuentro (y desencuentro) con Borges".10 Juan (Iván) Carlos (Karlovitch) Onetti
(Onetowsky)
Por los años 1948/49 se sitúa [ese] encuentro en el Buenos
Aires peronista entre Borges y Onetti, al que me tocó Rúbrica: Onetti
asistir como moderador. Aunque siempre ha denunciado
ciertas exquisiteces borgianas, Onetti es uno de los En la copia que tengo ante mis ojos agrega de puño y letra:
primeros t onocedores uruguayos de la obra del narrador
a rgentino, y en L a p id a b r e v e ha aprovechado algunos de
Reiterado para Emir,
sus puntos de vista sobre la ficción dentro de la ficción, 18 - junio - 1969
la plu ral ¡dad de perspectivas del narrador, la inserción
de un mundo imaginario dentro de otro.11 Rúbrica: Onetti13

Lns irreverencias entre coloquiales y espontáneas, vulgares De la m isma manera que jugaban los niños a la escondida,
con frecuencia, q ue prodiga Onetti en sus escritos periodísticos O netti ju eg a a los nom bres propios y así recurre a una
son prácticas caricaturescas deljoum alese, una jerga de la que onom ástica lúdica similar para definir el origen irlandés que
él mismo se burla, escarneciendo el oficio para escandalizar adopta v revela O'Nettv, interpretando veleidades celtas que
no solo al burgués sino al progresista (el anacronism o vale). no son tan raras en autores rioplatenses. Por su parte también
Con ese mism o desenfado epistolar se regodea en cartas Bioy Casares lrabía bautizado a su famosa cuñada como O'Field,
cruzadas com o espadas entre cofrades, Rodríguez Monegal Vicky o Victoria, si no me equivoco, para mencionarla, pero
fue u no de los destina la rios más fraternos. casi de incógnito en una de sus narraciones. Más alejado, ya

97
no el galaico-portugués o campo, Marcel Duchamp o Marcel A n d erson . "C o n la ex cep ció n de M alrau x, tod os eran
del Campo nombra, como otros de sus camaradas surrealistas, norteamericanos".15
a RroseSélavy.
Los días transcurren iguales, todos grises. " ¿ Y si fuera gris
Desprovistos de significado, los nombres propios habilitan todo gris, ('I tínico color del color local de esle pa¡saje nuestro?
las aventuras sem ánticas a las que se arriesgan los hablantes
que no se resignan a esa ausencia de sentido, nada menos que Ese mismo artículo "Entretanto, Montevideo no existe", que
en palabrasa las que confían su identidad. El artista traduce el se citaba antes, term ina refiriéndose precisam ente a ese
significado de su nombre, una licencia que no se encuentra prólogo:
carente de gracia al asignarle contenido al vacío semántico.
Entre el mar y el campo, entre la rosa y la vie-en-rose, Sélavy I )ecía Wilde -y esta es una délas frases más Intel ¡gentes
c'estlavie,& veces enigmáticos, los homófonos cruzan fronteras que se han escrito-que la vida imita al arte. Es necesario
onomásticas o gramaticales en virtud de una morfología lábil que nuestros literatos miren alrededor suyo y hablen de
ellos v de su experiencia. Que acepten la tarea de contamos
que no los legitima lingüísticamente. ¿Cómo considerarlos cómo es el alma de su ciudad. Es indudable que sí lo
propios cuando carecen de significado si se entiende por hacen con talento, m uy pronto M ontevideo y sus
propiedad el "Significado o sentido peculiar y exacto de las pobladores se parecerán de manera asombrosa a lo que
ellos escriben.17
voces o frases"?

Más que aludir a la leyenda negra que se ha difundido


¿Cómo pin ra Iizar nombres que se u tilizan solo para designar
respecto a Onetti y que él mismo reivindica,15si de colores se
y d istinguirá individuos? Una pluralización maliciosa que
trata, no dejaría de ad vertir los d escolorid os grises, las
divierte por asestar una clara irreverencia a la condición
apariciones espectrales-dos veces espectrales- de un mundo
individual que, por el nombre, apenas distingue y acredita
donde el narrador de Onetti se com place en desahogar su
algún papel o tarjeta plashficados:
desgano, ti na suerte de apatía que gana (o desgana) también al
Querido Rodríguez Monegal: lector. M enos que negro, el hum or del narrador se propaga
Allí va algo de la novela para Marcha. Cuando lo miré entre las páginas y un hum o gris se desprende de la escritura
me di cuenta de que la novela es muy buena; claro que del paisaje también humano que se pierde en la suciedad de las
d esp u és M artín ez M oreno su rg irá traslad an d o
puertas entreabiertas, enturbia las casas de cemento, edificios
pronombres y segundo gerundios y que usted se mandará
su bello brulote citando a Guyau, José Enrique Rodó y grises, calles em papadas, cielos, viento, nubarrones, luces
otras suciedades. (1) [La llamada se intercala manuscrita mortecinas, barcos, barros:
como texto de la nota al pie que, con caracteres más
pequeños, aparece al final: Aunque por pura admiración El nuestro es un mundo gris, con cielo de ceniza y alma
a "Para esta noche" termine mudándose a la calle Ossorio
de notario de pueblo.19
y por pura hipocresía le robe una ese.] Pero el pueblo
sufriente, la masa escarnecida y sudorosa está conmigo.
A fin de mes iré por allí a fundar una capilla literaria P o d ría ser u na v isió n re a lis ta la su ya, típ ica , m uy
destinada a escupir sistemáticamente en el asado de los montevideana, sin duda, pero asim ism o muy próxim a a las
pululantes jorges luises Borges y los que el fundador
trabajó, copió, adoptó, de libros di' inglés que todavía no corrientes cinem atográficas distantes que el neorrealism o
estaban traducidos en Chile. Pero antes de eso recibirá abarcara. Las descripciones de Onetti, los ambientes cargados,
usted, usted no, Carlitas Quijano, un artículo de Groucho ir r e s p ir a b le s , la s m a n c h a s de h u m e d a d en p a re d e s
Marx o como se escriba acerca de eso que llaman literatura d esca sca ra d a s de em p ap elad os que cu elg a n a m ed ias
uruguaya y mucho más acerca de los literatos, los
in te le ctu ale s, los eru d itos y tanto p u nticom ista despegados, los vidrios rotos, la miseria de tugurios inhabitables
engendrado en la facultad de Derecho en la tibia habitados por personajes débiles, decaídos, perdidos en una
atmósfera de Valery [corregido, sic] y vía ()ribe, o de los misma confusión. Desfilan contra un fondo donde hasta las
dos o cuatro u ocho nombres inseparables que estén
sombras desaparecen en una fiesta pobre; allí resuenan casi
ahora de moda. Bueno; esto es para el futuro y el futuro
p erten ece a D ios, sien d o , por o tra p arte, m uy mudas las letras del tango que se saben impresas en páginas
inescrutable.14 igualm ente descolorid as, aunque nunca tu vieron color.
Realismo, en efecto, pero apagado, como la penumbra de la
Un humor negro o más bien gris sala que permanece a medialuz una vez terminado el film, un
film viejo de fantasmas que se proyectan sobre los telones grises
También a fines de invierno, en un período de del lugar. Tal vez la grisura, que se filtra entre blancosy negros
días lluviosos o de niebla, I )íaz Grey preguntó
por el señor I .arsen.
de filmes viejos o de quienes encuentran en la grisaille esa
m ediocridad de un vivir trasnochado, com o "u n remedo
Onetti, J u n t a c a d á v e r e s, apresurado de la compasión".

El tiem po húm edo, los cuartos desvaídos, las cortinas Varias tesis y ensayos han analizado el humor negro20, un
revenidas, los hombres infelices, los días tristes. Días grises, color que se define por la ausencia de color o, mejor, por la
Díaz Grey o gray days un nombre que invierte y adopta las negación del color como entendía Andró Bretón. Su Antología
iniciales del personaje epónimo de El retrato de I lorian Cray, la del humor negro (1939) inaugura un género inspirado en films,
única novela de Oscar Wilde cuyo prólogo O netti elogia, la cuentos o novelas negras, que lo preceden. Aterradoras las
obra del irlandés, una nacionalidad que hubiera querido narraciones de su Antología, ilustran vértigos de ultratumba,
adoptar. M aría Inés Silva Vila recuerda la lisia de autores y tramas espeluznantes que remiten a Jonathan Swil l, a Edgar
obras que, escrita en una servilleta del café Metro, Onetti Alian Poe, a Isidore Ducasse y se asocian a los espléndidos
recom endaba a sus contertulios: Faulkner, H em ingw ay, juguetes fúnebres que consagran a México, según entiende el
Steinbeck, John Dos Passos, Dreiser, Sinclair Lewis, Sherwood propio Bretón, "com o la tierra de elección del humor negro".

98
El pozo, Tierra de nadie, La vida breve, Los adioses, Para una de las condolencias que se limitan a un pésam e m ecánico y
tumba sin nombre, La cara de la desgracia, El infierno tan temido, ridículo, consabido estereotipo de velorio luctuoso y ritual:
Tan triste como ella, Juntacadáveres, La muerte y la niña, son sus
títulos entre otros de similar desolación. No hace falta extender Adoptemos una filosofía adecuada y reconozcamos que
"no somos nada".25
los aciagos anuncios de una tituliteratura (el neologismo es de
Onetti)21 que podría hacer arribar la famosa An tología de Breton
Pesimista, su hum or concentra la am argura en un adem án
hasta nuestras costas. M ás que melancólica la obra de Onetti
que, entre amable y adusto, pasa de un mate al otro:
parece atraída por una especie de tentación o tendencia de la
que un rom anticism o oscuro, un neorrom anticism o o, mejor,
Nos hemos convertido en un pueblo con espíritu de
un necrorromanticismo, no renegarían. velorio.26

M enos truculentas, menos siniestras que las visitas de "The No hay forma de confirmar la fidelidad del brutal comentario
Angel of the O dd" de Poe, o más dramáticas que la Melancolía que Bioy atribuye a Borges pero, fechas al margen, Onetti ya
del alicaído ángel de D urero, que sigue m editabundo y había previsto los desaciertos de un lector que no interpreta,
cabizbajo contem plando con desazón los sím bolos de su no comprende, no lee o no ve. En una de esas cartas que le
en to rn o , los in d icio s estrem eced o res de una fatalid ad dirige a Em ir a propósito de su crítica sobre La vida breve,
semejante no están ausentes de las tramas de Onetti. No solo escribía Onetti (y la cita es larga y vale):
los poetas románticos consagraron a este estado de desánimo
sus profundos designios y dedicaron a la tristeza, al ennui, al (...) Claro que uno no escribe para gustar; esto no es muy
spleen, al esplín, las angustias más personales de sus desvelos importante ya que hay un mecanismo automático que
declara fuera d éla cuestión a todo aquel que no guste de
literarios. Cito, casi al azar, una estrofa inicial del poem a de
lo que publicamos. Pero también es verdad que se escribe
Jules Laforgue, montevideano tam bién él, que resum e esta y se publica con la más o menos consciente seguridad de
continuidad melancólica en uno de sus raptos de "Sp leen" ya que los demás entienden, que todas las intenciones son
muy lejos de la Ciudad Vieja, de Policía Vieja o de otras vejeces obvias y que cuando digan que sí o que no lo estarán
haciendo en función de todo lo que uno supo que estaba
que no llegó a vivir: poniendo en el libro. Y no es así; la gente no entiende, no
ve elefantes, no hablemos de los matices, las contenidas
Tout m'ennuie aujourd'hui. J'écarte mon rideau, insinuaciones de que tal vez estuvimos tan orgullosos
En haut ciel gris rayé d'une éternelle pluie, cuando escribíamos. Todo esto, porque usted entendió
En bas la rue où dans une brume de suie lo que importa entender de la LVB; y si después de la
Des ombres vont, glissant parmi les flaques d'eau. disección hubiera rechazado la calidad del libro y el
talento del autor, no tendría importancia en lo que a mis
¿Onetti precursor de Jules Laforgue como lo fuera Kafka de sentimientos paternales se refiere. Porque usted estaría
negando exactamente la cosa que yo escribí; no otra,
Kierkegaard?22 La escenografía de un libreto com ún asimila deformada, manca, tartamuda, que nada tendría que ver
las imágenes del soneto de Laforgue a la visión de Onetti. Como con la novela. —Quedamos, pues, en que tuve ganas, que
la huella poética de su sem i-com patriota, la de O netti se me pareció lógico, convertirme en bestseller y agotar
mis ediciones en 24 horas haciéndole llegar un ejemplar
desdibuja velada por el cielo gris que amenaza lluvia, por las
único de cada una. —La otra reacción fue de agradable
brumas que oscurecen calles y casas, sombras que se deslizan vergüenza: me pareció excesivo su trabajo crítico y tenia
entre charcos donde no se reflejan luces que no existen, ganas de atajarlo diciéndole: pero por qué se molestó, y
hombres que viven acostados y aburridos, bostezando: está bien, y muchas gracias. . —Aparte de todo esto,
aparte de que el tema fuera LVB, el trabajo me parece
admirable por la forma en que está construido; opinión
Je mange, et baille, et lis, rien ne me passionne... que com parten todas las personas inteligentes que
Bah ! Couchons-nous. - Minuit. Une heure. Ah ! chacun dort ! leyeron N°. Es seguro que será la única crítica de endeveras
Seul, je ne puis dormir et je m'ennuie encor. del libro, tal como pintan las cosas: y no porque no haya
o no pueda haber cosas buenas, brulotísticas o elogiosas,
D ecía O ctavio Paz que la poesía rom ántica oficia en el sino porque la crítica exige una capacidad de objetivación
extremadamente escasa. ...- Ahi anda un capítulo de
subsuelo de la sociedad, predicando desde allí negación y novela para Número; reitero todo lo que le dije a Idea:
crítica, prácticas aptas para celebrar una "cerem onia en las si no les gusta o no les sirve. Cuénteme qué sucede
tinieblas".23 Menos solemnes, maestros de la ironía, Laforgue y cuando mío vuelve a encontrarse en Montevideo, después
que se agotó el sentimentalismo del retorno.—Tengo
Onetti, semi-bufones24 ambos, se burlan de esa gravedad que
muchas ganas de charlar con usted, de todo y de lo que
encuentra la fórmula fúnebre en una resignación convencional, estoy haciendo y proyecto; parece que la solución debe
el salvoconducto que apenas permite salir del paso por medio quedar en sus m anos, ya que, como uruguayo, es

99
millonario.- Contésteme; entretanto podemos charlar de Y en esta tierra solo los muertos no protestan. Que
esta manera. mientras hay vida hay bronca.29
Un amistoso abrazo
Onetti
Tam bién sin fecha, en otra carta que dirige O netti a su
Algo: ¿Usted no se opone a que le escriba alguna vez "Q uerido Em ir" protesta por una nota sobre La vida breve, que,
contestando a pedazos la nota sobre el libro? No polémica evidentemente, no podía complacer al autor:
ni justificación, sino un juego que tal vez le agrade por
curiosidad.27 Em piezo por rechazar con todas m is energías las
acusaciones: cara de caballo triste y smitología transparente.
Hasta ahí la carta. Considero correctos los demás reparos; no tengo
argumentos para discutir la equmomelancolía, salvo
opiniones que podrían calificarse de no desmteresadas;
¿Humor rosado? en cuanto al empleo de símbolos solo puedo darle mi
palabra de honor de que nunca jamás, de que pocas
Ahora bien, cuando Bretón en su Antología presenta el cosas h ab rá en lite ra tu ra que m e re su lte n m ás
repugnantes.30
fragmento de "The Lobster Quadrille" de Alice'sAdventures in
Wonderland, se preguntaba
La respuesta de Emir indica la fecha: 21 de setiembre de 1951
y permite aproxim ar la del intercambio postal y la de la carta
Humour rose? Humour noir? Sans doute est-il bien
anterior de Onetti. Escribe Emir:
difficile de préciser

Querido amigo:
¿H um or rosa? ¿R rose Selavy? ¿H um or negro? Humo, Le estoy debiendo hace días esta carta. Pero, Ud. sabe: el
humano, humor espectral que difunde lo siniestro cotidiano. regreso al hogar, a la patria, a la rutma, etc. ¿Puedo
Como señalaba M ario Praz los espectros del romanticismo decirle que me gustó mucho que a Ud. le gustara que a
mi me hubiera gustado LBV? Ahora, eso sí: no retiro lo
rondan del lado de la sombra. Fantasmas de negro avanzan y se
de equino (al fin y al cabo es solo un punto de vista
desvanecen en un cortejo lúgubre, de entierro o de carnaval o, masculino, desmentido o corregido por las numerosas
desorganizados, desarticulados, m uertos de risa intentan mujeres que Ud. sabe mejor que yo); sostengo también
evadirse por el humor. El cansancio pesa, abruma, aburre. lo de simbología transparente. ¿No se acuerda de todo El
señor Albano, todos los disfraces, todas las máscaras, todos
Indolentes, los personajes como las personas de la ciudad
los Brausen mío? Que Ud. lo haya hedió sin esa intención,
inventada pasan sin ganas al borde del vacío: que Ud. no vea símbolos sino figuras o gestos o actitudes,
eso es otra cosa. Y conste que tengo de mi lado al erudito
"L a ciudad sin N om bre" es una pura ficción. Los Benedetti, que ha leído su obra casi con tanto cuidado
personajes que intervienen, simples muñecos, sin realidad como yo (y digo casi no por vanidad sino antigüedad) y
humana, solo sirven para materializar el drama que se que ha escrito un lindo prólogo para sus Cuentos que
juega en el mundo actual. anteayer fueron a la imprenta. Otrosí digo: Escríbame
sobre lo que Ud. piensa de lo que yo pienso, etc. etc. de
LVB. Haremos así m i lindo volumen que investigadores
En los m ism os años, el prólogo de la Antología es de 1939,
futuros se encargarán de editar primorosamente cuando
Bretón procura asir la elusiva definición de esa indolencia con ambos estemos fiambres y yo solo sea una nota al pie de
palabras ajenas: página en su biografía.31

Le rúe, en tant que l'une des plus fastueuses prodigalités Emir continúa en términos de amistosa ironía, hablando de
de l'homme (...) est au bord du néant, nous donne le Idea, de Alsina, de Céline, intercalando noticias, reflexiones,
néant en nantissement.28 comentarios. La carta es extensa y los caracteres desleídos de
la copia no aseguran una lectura fiel, pero son tan interesantes
Citando a Valéry, decía Bretón en el Prólogo, "L a palabra esas anotaciones que conserva la colección de Princeton que
humour es intraducibie", pero no solo la palabra o la definición difícilmente logro evitar la transcripción entera. O netti le
lo son. Sobre todo porque la paronomasia de esa cita de Bretón responde y siempre en el m ism o tono provocador de una
apunta hacia el abismo y el vacío donde prefiere jugarse el "contestación" que se com place en disentir pero de la que no
todo por el todo o la nada por venir. está exenta el respeto afectuoso, la réplica tajante, inteligente,
la amistosa relación que deposita en la confianza la prioridad
El francés todavía d istingue -y la d istinción im porta- de intereses literarios compartidos, en los que convergen las
humour de humeur, deslizand o el tema hacia la biología diferencias y anim a la inquebrantable lealtad bajo forma de
v isceral y teorías que la m edicina fund am entaba en la correspondencia:
Antigüedad. Según sus d octrinas un hum or negro, u n m al
hum or producido por la bilis negra, determ inaba el carácter Querido Emir:
atrabiliario, un mal carácter que se m anifiesta en melancolía,
que es en su orig en "b ilis n e g ra ", reto rn an d o por vía Algunas cosas que hacer, algunos motivos de distracción,
etim ológica al otro sentido, al del hum or negro, funesto, la historia de Junta nuevamente interrumpida por otra
nouvelle que atropelló por sorpresa; más o menos esos
irreverente que ju ega con la m uerte. A tal punto que el son los motivos de m i demora. Aunque el principal es
hum or negro podría ser el principio de todo hum or, tout que lo mejor es enemigo de lo bueno y siempre espero,
court. La m elancolía se confunde con la ironía al rebelarse para escribirle, el momento ideal de soledad, de calma,
de entusiasmo, que rara vez aparece. Negocios primero:
contra la im posibilidad de no dejar de ser uno y la fatalidad
Claro, como usted viene de la City quiere experimentar
de dejar de ser, la inevitable m ortalidad, el castigo por una las teorías recién aprendidas acerca del arte de explotar
rem ota e irrem isib le felix culpa, que revela el absurdo de la indígenas: por eso pregunta cuánto me reservo, como
condición humana demasiado humana, del hum or que no la autor, de las fabulosas ganancias que dé el librito. ¿Y
cuánto como pagador de la composición y abrochador
redime, del hum o que se pierde entre nubes. En palabras de
del libro? ¿Y cuánto para Canel que puso el papel, el
O netti, en pocas palabras decía G roucho M arx: original de Picasso y la máquina plana? Propongo un 50

100
para Número y 25 y 25 entre Canel y yo. Pero si la El trópico es calor, exceso y colorinche. El nuestro es un
administración no está conforme, que fije lo que quiera mundo gris, con cielo de ceniza y alma de notario de
y aquí está mi visto bueno. pueblo. No, no éramos fríos ni calientes, éramos tibios.35
De todas las interpretadones leídas y oídas acerca del brulote
alsiniano, la suya es la más agradable; trataré de adoptarla.
Sin embargo, o por eso mismo, no adscribiría las narraciones
Bueno, me quedo sin protestas con la cara de Yatasto y
con muchas acepto la simbología. Pero me había olvidado de O n e tti al g é n e ro de la fic c ió n n e g ra (lite r a ria o
de lo que más duele: detalles de mal gusto. Aceptarlo cinematográfica). Como ya se decía, no es el suyo un humor
sería admitir que mi sentido deautocrítica equivale al de solo negro ni transcurren oscuros sus tiempos que no aspiran
cualquier escritor rioplatense (bueno, conocemos las
a "la etern idad, un juego o una fatigada esperanza" ,36 La gama
excepciones; pero es común que gente que sabe opinar
y distinguir lo bueno y explicar porqué, fracasa cuando de grises cubre aventuras exánimes, desventuras de figuras
se trata de lo suyo) y también que es otro el que escribe. desfiguradas tanto por los bostezos como por las vicisitudes
Pero se trata de gustos y la discusión es difícil.32 reducidas a cansancio:

La fatiga de saber Pero todo esto me aburre. Se me enfrian los dedos de


andar entre fantasmas.35
Tragedia y comedia concurrían en un mismo tiempo teatral
y ancestraI suscitando manifestaciones de catarsis i|ue no solo Como en la Müdigkeitsgesellschaft,el ensayo que Byung-Chul
responden a la piedad o al terror. Estrem ecido el espectador H an publicara en Berlín en 2010,38 un lib rito qu e refiere a La
llora conmovido por la agónica revelación del actor o llora de sociedad déla fatiga, debería recuperar una vez más la literatura
risa, a punto de morir de risa, en la comedia. Las máscaras no de lafatiga. Antes que Byung-Chul H an,que Borges, que Onetti,
encubren el sufrimiento de situaciones trágicas ni la comicidad Mallarmé reconocía y se lamentaba que
de burlas que divierten. Una máscara grotesca festeja la gracia
en la comedia; otra máscara, desencajada a su vez, horroriza. La chair ral triste, hélas ! et j'ai lu tous Ira livres

Los ejemplos de esa mancomunidad tragicómica son remotos


Y mucho mucho antes, el Kohelet, El que sabe, en hebreo,
y siguen vigentes en los episodios violentos que convierten el
concluía el E clesiastés en términos melancólicos, una negación
humor en la actualidad de una masacre igualmente trágica.
que la filosofía griega tampoco habría impugnado:
Antes de que se produjeran los hechos de violencia que asolaron No hay fin de hacer muchos libros; y <i mucho estudio
nuestro país en el siglo XX, una etapa de guerrillasy dictadura, fatiga la carne.39
Carlos Real de Azúa se preguntaba si habría que considerar a la
del Uruguay una sociedad amortiguadora,33 refiriéndose a la Fatiga, cansancio, fastidio, hastío, tristeza, melancolía; en
in legración de "convicciones deprimen tes y hasta fa ta Iislas q ue una palabra, malhumor. El desaliento gana y no solo los
m nchos uruguayos abrigan sobre su nación". personajes, tam bién las personas descreen cansad as de
discursos, de grandes palabras, de consignas que se repiten,
Sin apartarse de la visión pesim ista de un Uruguay de de imposturas impuestas, de violencias que no dan tregua.
degradación progresiva, decía Onetti en 1940: Son numerosos los artículos en los que Onetti se debate contra
ese infortunio mayor de una guerra que no termina de contar
(...) No olvide que estamos en Montevideo -una célula sus muertos, que no termina. "L a guerra permanente",40es uno
de la sesera hace un guiño, nos dice buenas noches y de esos artículos fechado en 1939, el año en que inicia las
queda seca de aburrimiento. (...) para ser político, mujer, publicaciones bajo seudónimo; el mism o año en que se inicia
burrero, hincha de fútbol, escritor y artista, para serlo
con éxito, es necesario tener la imaginación difunta.34 MARCHA y que em pieza la Segunda Guerra M undial. ¿Le
habría dado la razón su literatura a Theodor Adorno?
Reduciendo esa amortiguación que Real de Azúa atiende en sus
El hombre tiene cuarenta años y se hamaca en la silla del
dimensiones nacional y política a los descoloridos matices del paisaje
café, con aire aburrido. De vez en cuando bosteza, saca el
litera rio de Onetti, de sus personajes y de la uniforme paleta que cigarrillo de la boca y deposita la ceniza en la taza vacía.
entona su imaginación, volvería a recordar que para Onelli (...) Oye las voces que disputan en las mesas. I ,afrontera

101
de Holanda, el viaje de Jorge VI, la flota rusa, el nuevo
Bertha. El hombre bosteza, hunde en los bolsillos las
A
manos enfriadas. Bizerta, Praga, Línea Siegfried... Mueve
los hombros y la cara sin afeitar se agrava aburrida.
(...) vive desterrado en un extraño suelo de jubilados y
seres sin pasión. Bosteza contra la calle, dejando caer el
pucho maloliente. Y, además, él sabe, todos ellos -
Chamberlain, Hitler, Daladier- se acercan como espectros
al final. (...)
El hombre calcula distraído: veinte, treinta, millones de
muertos.41
JT-lj i 4-1
Com o si la cuantificación no contara. Incluso, cuando
estampa en El pozo una de sus frases más célebres remitiendo a
nuestras escasas glorias, esa referencia vernácula se inscribe
en el escenario de la Segunda Guerra M undial. Aburrido de
Hanka, aburrido de estar tirado en el catre, del decaimiento
que le producen sus im presiones nebulosas, im potente su
indolencia, tristón, como si se sintiera conforme y contento
de estarlo, el escritor-narrador-personaje, reflexiona sobre las
horas que lleva escribiendo, preguntándose:

(...) Fuera de todo esto, que no cuenta para na-da, ¿qué se


puede hacer en este país? Nada, ni dejarse engañar. Si
uno fuera una bestia rubia, acaso comprendiera a Hitler.
Hay posibilidades pa-ra una fe en Alemania; existe un
antiguo pasado y un futuro, cualquiera que sea. Si uno
fuera un voluntarioso im bécil se dejaría ganar sin
esfuerzos por la nueva mística germana. ¿Pero aquí?
Detrás de nosotros no hay nada. Un gaucho, dos gauchos,
treinta y tres gauchos. (...)

El repudio a la guerra se confunde con el repudio de lo


cotidiano y ambos se confunden en un mismo decaimiento. La
indignación ante el avance de las tropas nazis anula otras
emociones y, como si hubiera ocurrido, la invasión "ocupa"-en el
sentido militar del término- su pensamiento al grado que, para
preservarse de las consecuencias de esa ocupación militar,
dice haber dejado de leer las noticias de los diarios:

Por graves razones de higiene mental, he dejado de leer los


textos diarios desde aquel 1°. De setiembre en que nos despertaron
a las seis de la mañana para comunicarnos que "la aviación
alemana bombardeaba Varsovia".

El abatimiento es profundo y con razón. N o hay salida. Si al


com ienzo se orientaban estas consideraciones a partir de la
desidia propia de "u n hombre que está cansado",42 volvería al
principio para dar cuenta de un cansancio que asum e el
narrador de Onetti e, igual, circula:

(...) debo confesarle que todo lo que se relaciona con la


guerra, dictadores, bombardeos, hundimientos y stukas
me tiene ya fatigado.43

En ese cuento el narrador de Borges recordaba la misma


guerra a la que alu d e el personaje de O netti que, bajo
seudónimo, no oculta el agobio de una fatiga similar. Su utopía
se extiende en una llanura pero no solo ese no lugar figura en
ningún mapa sino tampoco en esa vastedad se estudian ni la
historia, ni las cronologías y los pocos nom bres que restan se
olvidan. Insólito, el siguiente diálogo tiene lugar

En el fondo divisé una suerte de torre, coronada por una


cúpula.
-Es el crematorio -dijo alguien-. Adentro está la cámara
letal. Dicen que la inventó un filántropo cuyo nombre,
creo, era Adolfo Hitler.

Coincidencias al margen, ya se sabe que las marcas de La

102
náusea (1938) de Sartre, poco tiem po después se hacían Notas
evidentes en El pozo (1939) y, anacronismos al margen también,
1 Mana Angélica Petit. Juan Carlos Onetti. Periquito el aguador y otros textos. 1939-
se acercan, hasta la náusea en los juegos de Rayuela (1963):
1984. Cuadernos de MARCHA/lntendencia Municipal de Montevideo, 1994.
2 Idem. Año XXX, N° 1420, el 11 de octubre de 1968, p. 31.
(...) de lana, m etros de lana, lanada, langnórisis,
3 Adoilo Bioy Casares. Borges. Martes, 7 de octubre es la fecha que registra este
lanatúrner, lannapuma, lanatomía, lanata, lanatatidad,
diálogo que se atribuye a 1980. Ediciones Destino, Buenos Aires, 2006.
lanacionalidad, lanaturalidad, la lana hasta la náusea pero
4 Onetti. Periquito... Op. cit., pp. 21-23.
nunca el ovillo.44
5 Joaquín Torres García. Una ciudad sin nombre. Montevideo, 1941. Edición facsimilar.
Imprenta AS, Montevideo, 1974.
U na m u jer borracha, sucia, un inod oro, catres, sillas 6 Juan Carlos Onetti. Obras completas. Prólogo de Emir Rodriguez Monegal. 2a.
despatarradas y sin asiento, una hoja de afeitar, diarios clavados edición. Ed. Aguilar, Madrid, 1979, p.988.
en las ventanas en vez de vidrios, amarillentos, la utilería de los 7 Idem . Periquito... Op. cit., p. 25.
escritos de O netti em bandera la descomposición, desagrado, 8 Emir Rodríguez Monegal. “Prólogo” . Op. cit., p. 15.
repugnancia, "e l asco por tod o". 9 Jorge Luis Borges. “ Borges y Em ir” . Diseminario: la desconstrucción, otro
descubrimiento de América. Coordinación de Lisa Block de Behar. Edit. Xyz, Montevideo,
1987, p. 117.
Sabe llenarse la boca con una palabra y la hace sonar
10 Rodriguez Monegal. Op. c it, p. 14.
como si escupiera.
11 Ibidem.
-¡Fra... casado!
12 Rodriguez Monegal. Op. c it, p. 16.
La dice con la misma entonación burlona con que se
13 Onetd, Juan Carlos; 18/12/1962; Emir Rodriguez Monegal Papers, Box 11, Folder
insultan los chicos en la calle.45 3; Manuscripts División, Department ofRare Books and Special Collections, Princeton
University Library.
Repulsión pero también "m iedo" al fracaso, "terror" sagrado 14 Onetti, Juan Carlos; fecha desconocida; Emir Rodriguez Monegal Papers, Box 11,
o profano, ¿acaso no es esa la pluralidad de significados que Folder 3; Manuscripts División, Department o1 Rare Books and Special Colledions,
no diferenció el latín horror, la voz ambivalente que en la historia Princeton University Library.
15 María Inés Silva Vila. “Allegro ma non troppo” . Cuarenta y cinco por uno. Editorial
del español precede a aborrecer, el vocablo que significa "Tener
Fin de Siglo, Montevideo, 1993, p. 24.
aversión a alguien o algo", en su primera acepción, y "aburrir", 18 Gray: “ between black and white ¡n color. 11 something ¡s similar to this color, you
en su segunda y tercera? SI can say that it is a grayish color. 0 Grey - an achromatic color of any lightness
between fie extremes of black and White” , explica el One look Didionary.
17 Onetti. Periquito el aguador.., MARCHA, Año I, N° 10. O p.cit, p. 23.
18 Harina de Castilhos Lucena. Um retrato do escritor quando jovem: Os anos iniciáis
de Juan Carlos Onetti. Universidade Federal do Rio Grande do Sul, Programa de
Pós-Graduagáo em Letras, Instituto de Letras, Porto Alegre, 2012.
18 Onetti. Periquito el aguador.. .Op. cit. “ ¡Ay de los tibios!” . MARCHA, Ario III, N° 86,
28 de febrero de 1941, p. 5.
20 Ángela B. Dellepiane. “ El humor negro y lo grotesco en Juan Carlos Onetti” .
CUADERNOS HISPANOAMERICANOS, Madrid, 1974, pp. 239-256.
21 Onetti. Periquito, Op. c it, p. 101.
22 Borges. “ Kafka y sus precursores” , Otras inquisiciones. SUR, Buenos Aires,
1952.
23 Octavio Paz. Los hijos del limo. Seix Barral, Barcelona 1974, p. 90.
24 André Bretón. Anthologie de l ’humour noir. Gallimard, Paris, 1992, p. 937.
25 Onetti. Periquito. Op. c it, p. 118.
26 Ibidem.
27 Onetti, Juan Carlos; fecha desconocida; Emir Rodriguez Monegal Papers, Box 11,
Folder 3; Manuscripts División, Department of Rare Books and Special Collections,
Princeton University Library.
28 Bretón. “Préface” . Op. cit. Paris, 1992, p. 868.
29 Onetti. Periquito...Op. c it, p. 105.
30 Onetti, Juan Carlos; fecha desconocida; Emir Rodriguez Monegal Papers, Box 11,
Folder 3; Manuscripts División, Department of Rare Books and Special Collections,
Princeton University Library.
31 Rodríguez Monegal, Emir; 21/09/1951; Emir Rodriguez Monegal Papers, Box 11,
Folder 3; Manuscripts División, Department of Rare Books and Special Collections,
Princeton University Library.
32 Onetti, Juan Carlos; fecha desconocida; Emir Rodriguez Monegal Papers, Box 11,
Folder 3; Manuscripts División, Department of Rare Books and Special Collections,
Princeton University Library
33 Carlos Real de Azúa. Uruguay, ¿una sociedad amortiguadora? Montevideo, 1984,
http://www.autoresdeluruguay.uy/biblioteca/carlos_real_de_azua/textos/bibliografia/
uruguay_unasociedad.pdf
34 Onetti. Periquito el aguador... Op. c it, p. 82.
35 Onetti. Periquito... Op. c it, p. 118.
36 Borges. Historia de la eternidad. Emecé, Buenos Aires, 1953, p. 11.
37 Onetti. Obras completas. El pozo. Op. c it, p. 71./
33 Byung-Chul Han. La société de la fatigue. Circé, Union Européenne, 2014.
39 Eclesiastés. 12:12.
49Onetti. Periquito..., Op. c it, p. 97.
41 Onetti. “El hombre tiene cuarenta años” . Periquito... Op. c it, p. 7.
42 Borges. El libro de arena. Emecé, Buenos Aires, 1975.
43 Onetti. Periquito... Op. c it, p. 102.
44 Julio Cortázar. Rayuela. 5a edición. Sudamericana, Buenos Aires, 1967, p. 358.
45 Onetti. Obras completas. El pozo. Op. c it, p. 71.

103
COSAS QUE SUCEDEN...

Ariel Zúniga L.
1. Sánchez Robaina). Constela signos poéticos y literarios
del Río de la Plata.
ecibo una solicitud para escribir un texto, me
El título de la película, La Nube de Magallanes, es el nombre
llega desde el obeso e informe territorio, a veces de una galaxia que sólo puede ser vista en el hemisferio sur.
tenebroso, que se conoce com o la red; para mi Los personajes y las escenas están concebidos para
tranquilidad de inm ediato identifiqué quien interrelacionar fragmentos de las obras de diversos poetas
y escritores rioplatenses: Definirá Agustini, Adolfo Bioy
lo solicitó, ¡pero cómo extraño las estampillas!
Casares, Jorge Luis Borges, Julio Cortázar, Witold
U n texto que recuerde, evoque, un evento que se llevó a cabo Gombrowicz, Felisberto Hernández, Jules Laforgue,
veintiocho años atrás en la ciudad de M ontevideo y en el que Conde de Lautréamont, Eduardo Milán, Juan Carlos
participé. Se trata del rodaje de un largom etraje (ochenta Qnetti, Armonía Somers, Jules Supervielle.
Uno de los núcleos de interrelación de todos estos signos
m inu tos) en d ieciséis m ilím etro s y a co lo r, La nube de es el siguiente: un folleto publicado en los años cuarenta
Magallanes, que se realizó en distintas locaciones de la ciudad por el fotógrafo, pintor y director de cine experimental
de M ontevideo en noviem bre de 1987. Com o se trató de una Hans Richter, en el que explica su proyecto para filmar
obra de autor en el más estricto sentido de la palabra, nada El Minotauro, proyecto que nunca se Oevó a cabo.
En un cine al aire libre, con la pantalla frente al mar y las
puede decirse sin mencionar, en primera instancia, a su autora: butacas de piedra, que se encuentra en la playa de
Adriana C onfieras, nacida en M éxico en 1953. Estudiante de Montevideo, se exhibe el inexistente film Minotauro. Los
cine, delicada pintora, amante de la danza y la m úsica con­ espectadores son Felisberto, el niño fcaro y una niña.
Al terminar el film Minotauro, los personajes mitológicos:
temporáneas, armada de una amplia cultura literaria, Adriana
Teseo, Dédalo, M inotauro, Ariadna, y los catorce
viajó al Uruguay en 1985. El recuerdo de su salida se precisa sacrificados se perderán por la ciudad de Montevideo
porque salió de la ciudad de M éxico en el últim o avión com o en otro laberin to, cruzándose con sus tres
autorizado a em prender el vuelo desde nuestro aeropuerto espectadores, integrándose a escenas conducentes a
mostrar los diversos textos literarios y repitiendo una
internacional, minutos antes, minutos después de que la ciudad
vez más la trama mítica esencial.
fuera sacudida por uno de los más dolorosos temblores de las Así, en La Nube de Magallanes, Teseo y el Minotauro se
últimas décadas, la mañana del 19 de septiembre de 1985 y enfrentarán dos veces: una, elípticamente en el existente/
cuyos pasajeros probablemente no se enteraron de la catástrofe inexistente film experimental de Richter, la otra bailando
un tango en una esquina sombría de Montevideo. Dice
hasta llegados a su destino. Borges: "El tango expresa directamente algo que los
A sí lo recuerdo y ¡cóm o no evocar entonces aquí, tan poetas de diversas épocas han querido decir y a veces no
im previsible y peculiar inicio de viaje! lo han logrado: la convicción de que pelear puede ser
una fiesta. El tango-milonga, sobre todo, suele transmitir
esa belicosa alegría cuya expresión ensayaron los
Nos encontramos mi día en la ambigua geografía del mundillo del
rapsodas griegos y germanos".
cine. Nuestras atracciones e intereses coincidían y siempre fue
satisfactorio y enriquecedor estar en comunicación con ella. No
El guión que me presentó, dibujado en color plano por plano
puedo menos que evocar aquí nuestro primer encuentro, hada
-m ás com pleto que un simple story board- en una enorme
finales de los años setenta del siglo pasado, durante la presentadón
página blanca, doblada en pliegos como se ven los folios de los
de su primer ejercido escolar, Lecciones de poesía, basado en la obra
libros antes de pasar a la costura, era brutalm ente atractivo y
Hölderlin de Peter Weiss y cuyas imágenes recuerdo. El evento se
convincente, la experiencia de tenerlo en las manos inolvidable.
llevó a cabo en la salita de proyección de la Casa del Lago, espado
Un acto creativo en el más amplio sentido de la palabra que se
cultural bien conoddo de la dudad de México. Asistimos mía docena
resumía en una frase: film ar es preciso.
de espectadores y, al finalizar los quince minutos de proyección,
N unca m e ha convencido del todo que film ar sea preciso,
habría lo que pomposamente llamaron un debate con la autora. En
por el contrario, pero ¿quién puede resistir la idea de la
mi recuerdo, induyéndome, nadie dijo nada y ella contó detalles de
precisión?
su proyecto. Desde ese momento nos frecuentamos, conversamos
A provechando la escritura de estas líneas, reconsidero
eindusocolaboramos;cainddimosy disentimos.. .Un día me enteré
aquella experiencia y sigo creyendo que m i primera reacción
que, al final de un complejo proyecto fílmico, había deddido ir a
fue la correcta y que debí conocer, antes que nada, el folleto de
pasar mi necesario tiempo de descanso a la República del Uruguay.
Hans Richter, "u no de los núcleos de interrelación de todos los
Volvió a México mi año después, semanas más semanas menos, con
signos del proyecto". Pero no pudo ser, este había permanecido
mi proyecto pardalmente auspidado por el Instituto Nadonal del
en Uruguay y yo no lo conocería hasta después de iniciado el
Libro del Uruguay y en el que colaboraba también la Biblioteca
rod aje. N o d igo esto porqu e co n o cer el folleto hubiera
Nadonal local.
cam biado la decisión de integrarm e al proyecto, eso ya no
M e mostró su proyecto y m e solid tó ser el fotógrafo de lo
im p o rta, sin o p o rq u e m e h a b ría p e rm itid o u n a m ejo r
que sería un largometraje. M e halagó su confianza, desde
aproximación. El guión dibujado plano por plano que m e fue
luego, pero no consideré ser la persona idónea para el proyecto.
p resen tado, y cu yas p articu larid ad es form ales m e con­
E n aq u el en to n ces h ab ía aban d o n ad o m i activ id ad de
vencieron de participar -aportando incluso fondos-, tenía una
cam arógrafo para convertirm e en director (algún significado
función similar a la que tuvo originalmente el folleto de Richter
se oculta detrás de ese término), y contaba con borradores,
que Adriana Confieras m e obsequió y conservo.
ejercicios y ensayos fílm icos en m i haber. El proyecto de
Hoy día me resulta inevitable una comparación entre el guión
Adriana era com plejo y los recursos disponibles escasos. Lo
y el folleto en que se origina. Irónica dicotomía de un proyecto
expresé, sugerí nombres de quienes harían un excelente trabajo,
que no se realiza pero inspira y otro que ve la luz y otorga
pero ella m antuvo su petición de que yo fuera el fotógrafo.
existencia al primero, ambos atados entre sí en el terreno de la
M e parece apropiado transcribir aquí la sinopsis que Adriana
utopía. El proyecto del cineasta alem án concede un papel
escribió para la película porque coind de con lo que me dijo
fundam ental al aspecto económ ico -n o dudo que la falta de
del proyecto.
fondos suficientes para producirlo haya sido la causa de su
"La estructura del guión es galáctica, en el sentido de inexistencia com o p elícu la - y, justam ente, en ese prim er
Haroldo de Campos ("prosa diseminada", acota Andrés encuentro entre Adriana y yo, con el guión en la mano, el tema

105
principal fueron los costos. Ella presentó el cálculo del costo a Un retrato para Dickens de Armonía Sorners. El niño Icaro
del rodaje, nosotros abordamos lo que podría ser el nuestro (David García) abandonando sus alas sobre la playa o Gombro
desde aquí y, al final de la reunión, ofrecí aportar los fondos (Eugenio Zares) llegando al boliche de la calle Bacacay; la mujer
hasta que se concluyera la copia corregida de la película (Florencia Varela) que se oculta y se deja ver por el hombre
terminada. (Daniel Montero) en la escena en una calle que remite a El Pozo
de Juan Carlos Onetti. Una vez concluidas estas notas, otras
2. imágenes que tampoco olvido surgirán y me sentiré mal de no
Viajé a Montevideo en 1987, en compañía de quien colaboraba haberlas incluido todas, como si fuera posible repasar sin
conmigo en los asuntos técnicos y la iluminación, D on Jesús detenerse, una y otra vez, lo vivido.
Zavala Herrera. En sus años m ozos había colaborado con un Para cerrar el fluir de estas im ágenes no puedo m enos que
im portante fotógrafo del cine mexicano, Alex Phillips, en Los evocar el momento más intenso, para mí, de todo el rodaje.
Olvidados de Luis Buñuel, donde se ganó el apodo Ojitos Una noche, en la entrada de un boliche, cuando Teseo (José
em ulando al niño cam pesino de la película, y en la Dama de Telechea) y Minotauro (Jorge Esmoris) bailan al ritm o de El
Shangai de O rson W elles, alg u nas de cu yas escen as se pollo Ricardo -seg ú n nos contó Adriana, lo escuchó en una
realizaron en la costa mexicana. estación de radio apenas unos días después de su llegada a
Los primeros días en Montevideo debían ser dedicados a labores Montevideo y fue, sin duda, la semilla de lo que sería un día su
de preproducción, pero el equipo local de colaboradores tenía película. También se cortaron ramas, ex profeso, esta vez para
todas las respuestas y pude, entre visitas a locaciones y comidas, ser movidas y sugerir el viento, y se escondieron lám paras en
obtener más de una satisfacción, como la de encontrar alguna los sihos más inverosímiles para producir manchas de luz que
primera edición en un par de mercados de viejo y librerías. De enriquecieran la composición, una vez más gajes de cine pobre.
todos los momentos vividos en Montevideo durante esos primeros Experiencia enriquecedora, situaciones que se presentan,
días el más intenso para mí fue, sin duda, la visita que hicunos en cosas que suceden...
el Palacio Salvo al departamento de la escritora Armonía Sorners,
uno de cuyos textos formaría parte de la película. 3.
Mi tarea, concretamente, consistió en colocar la cámara en los Volví unos años después a M ontevideo, en 1993, y me tomo
siüos que se me indicaron y filmar las acciones puestas en escena la hbertad de evocar aquí esa visita porque se produjo una
de acuerdo al ritmo previamente acordado. El orden cotidiano situación que permanece viva en mí. Desde que leí, adolescente,
del rodaje nunca coincide con la cronología final de una película; Tierra de nadie, la obra de Juan Carlos Onetti ha tenido para mí
los rodajes se inventan una cronología propia y aquellos que han u na im p o rta n cia p rim o rd ia l y, cu a n d o se p re sen tó la
participado en alguno lo saben. Los momentos específicos que posibilidad de "encontrarm e en M ontevideo", imaginé poder
mejor recuerdo carecen de orden. Por ejemplo, Ariadna (Paula percibir la presencia o la ausencia del escritor en algún sitio de
Ortega) está sentada en una de las mesas de la confitería Oro del Santa M aría. Fue sin duda esto lo que más peso tuvo en mi
RHn, a un lado de la ventana, y tiene frente a sí una copa de lo que decisión de colaborar en La nube de Magallanes. Una madrugada,
parecía ser vino pero de la que nunca bebe. Es mediodía y al durante esa segunda visita -y a no sé como m e enteré, pero en
fondo, detrás de la ventana, una mancha de luz muy intensa altera mi memoria era evidente que todos lo sabían y se lo transmitían
el equilibrio entre el exterior y nuestra escena en el interior. Hay unos a otro s-, m e integré a una línea de espera frente a una
que proceder, no hay üempo para esperar un cambio de luz librería que, horas más tarde, abriría sus puertas y pude adquirir
exterior y no disponemos de filtros para cubrir la ventana. Chucho uno de los primeros volúmenes, venidos de España, del último
Zavala, con su experiencia y sin esperar a recibir instrucción libro del maestro: Cuando ya no importe...
alguna de mi parte, basándose en el sitio en que se encuentra la
cámara, decide cortar las ramas de un árbol cercano para producir En aquel marzo comprendí que mi inquietud, a veces
tan vecina de la angustia, nacía por una larga ausencia
una sombra, reducir la intensidad del fondo y equilibrar así nuestro
de Elvirita.1
en cuad re... En esa tarea se vio favorecido por el aplauso
espontáneo de algunos espectadores que, sin duda, nunca antes 4.
habían asisfido au n rodaje pero apreciaron lo que estaba haciendo M e parece que con la cita de Onetti se cierra el texto, pero la
con las ramas, sostenidas por él mismo, estoico, apenas fuera de la tentación de una m ejor conclusión posible de estas líneas me
zona cubierta por el encuadre. Gajes del cine pobre. Se nos dijo exige, por así decir, referirme una vez más al folleto Minotauro
que La nube de Magallanes era la primera película uruguaya, y de Hans Richter. Tal vez se deba a que no soporto la idea de
multitud de reacciones de simpatía de la gente en la calle parecía leer sobre un documento tan peculiar -lo que le puede suceder
confirmarlo, pero tengo que decir que aún hoy no sé que hay de a algún lector de éstas lín eas- sin tener al m enos una idea
cierto en esa información. m ínim a de sus características. Se trata de un cuadernillo
No olvido el placer intenso que manifestaba El Conde (Gabriel rectangular (formato vertical) de 21.5 cm x 14 cm, con ocho
Vieira, escritor, con quien conversé incansablemente) mientras páginas en papel blanco (amarillas por el paso del tiempo) y
co n d u cía un herm oso A sto n M artin d escap o tab le que una portada en cartondllo delgado rojo. Todo en inglés, el
correspondía a su personaje (Lautréamont); o los mom entos exterior de la portada dice The Minotaur, a film project by Hans
sublimes en que la bailarina (Verónica Steffen) se desplaza por Richter, en la contraportada aparece una lista de treinta y tres
la arena porosa de la playa com o si se tratara de la tarima de patrocinadores entre los que destacan artistas plásticos como
fina madera de un estudio de danza. Cómo olvidar a Felisberto Arp, Calder, Ducham p, D e Kooning, M ax Ernst, M an Ray,
(Sergio Elena Hernández, nieto del escritor) representando a galeristas como Leo Castelli, gente del mundo del arte como Peggy
su abuelo, recostado sobre el pasto en un parque mientras Guggenheimy del mundo del cine como Fritz Langy Peter Lorre,
describe, en voz fuera de cuadro (lo que se conoce com o voz
off), lo que ve a su alrededor. Inolvidable tam bién resulta la
escena donde el fotógrafo (Javier Navarro), con su cám ara e
indumentaria de época, prepara la toma fotográfica que remite 'Juan Carlos Onetti. Cuando ya no importe, Alfaguara literaturas, 1993, p. 98.

106
todos ellos cercanos sin duda a Hans Richter. En el reverso de la
portada, en la sección inferior, una leyenda especifica que "para
mayor información y particulares [hay que] dirigirse a H. R.
Productions", con un domicilio y teléfono en el centro de
Manhattan. Aunque especulé antes en el por qué no se realizó, la
pregunta permanece sin respuesta.
En la primera página interior del folleto se hacen tres preguntas:
¿qué es el Minotauro?, ¿por qué el Minotauro hoy? y ¿para quién
un film sobre el Minotauro? Preguntas que no hice y Adriana no
tuvo que responder sin alterar por ello nuestra colaboración. A la
segunda pregunta, resumiendo, Richter responde que "la vida es
el laberinto en que cada hombre pelea con su propio Minotauro",
que "cada mujer es una Ariadna" y, finalmente, que "a causa de
estas verdades eternas el Minotauro tiene sentido h o y "... El paso
desde los años cincuenta hasta hoy no ha modificado la validez de
sus preguntas ni de sus respuestas. A su tercera pregunta Richter
responde, no sin entusiasmo, que "d e tres a cinco millones de
personas, tan sólo en los Estados Unidos, han desarrollado el gusto
por un tipo de películas más maduras". Cita a Cocteau, a Dreyer,
a Wilder. En la segunda página cita frases de Kracauer, de Max
Ernst y algunas de revistas como Life y Sight & Sound. En la tercera
página hace un resumen de la música, la literatura y el cine que
titula Los primeros cincuenta años, y la ilustra con una fotografía
donde aparece con Georges Melies en el Castillo de Orly, habitación
del cineasta francés hasta su fallecimiento en 1938. Portento de
presentación de un proyecto. En las siguientes tres páginas hace
una presentación de su carrera cinematográfica y del proyecto
en sí, cuya duración sería de 90 a 100 minutos, con música de
Darius Milhaud y Edgar Varese y escenografías de Max Ernst y
Marcel Duchamp. Para concluir escribe:

Tal como los antiguos mitos griegos fueron contados


como excitantes aventuras, incorporando un significado
más profundo, así es El Minotauro, un cuento de aventura,
pasión, misterio, fantasía y comedia, con pantomima,
música, danza, canciones y diálogo.

La última página está dedicada a la producción y a solicitar


apoyo financiero, ilustrada con una fotografía donde Richter
recibe un Premio Internacional de Cine.
La inclusión del proyecto de Richter en La nube de Magallanes,
al que Adriana otorga existencia en una pantalla al aire libre,
no solamente com parte una misma utopía sino que otorga
sentido al suyo.
En febrero de 2001 la desesperanza causada por el súbito
fallecimiento de Adriana, de cuyo estado de salud no tenía
idea -teníam os una cita justo la mañana siguiente "porque
tenía algo urgente que com unicarm e"-, me condujo de nuevo
al folleto de Richter, como ahora estas líneas. Durante el velorio
conocí al poeta M anuel Ulacia y acordamos que escribiría un
texto. De inmediato busqué a Lisa Block para solicitarle también
un texto suyo, contacté, a través de un amigo en Brasil, a
Haroldo de Campos y me proporcionaron el ensayo y el poema
que perm itieron arm ar un volumen que titulamos Adriana
Contreras, fragmentos de obras y se publicó en el segundo
semestre del mismo año. El libro incluye obra pictórica, el guión
completo de La nube de Magallanes con fotografías del rodaje,
el guión de Cygnus, en las aguas heladas del cálculo egoísta , un
diagrama del proyecto Las santas Sebastianas y una cronología
completa de su trabajo creativo. M anuel Ulacia falleció antes
de poder vernos de nuevo y a él le dedicamos el volumen.
M ientras concluyo estas líneas se deja sentir un temblor de
baja intensidad, común en estas tierras, cosas que s u c e d e n . M

marzo, 2015
Foto: Hermenegildo Sábat.

LA IMAGEN POSEÍDA
UN COMENTARIO
SOBRE ONETTI Y LA
DESCRIPCIÓN
Ignacio Bajter
" s o n la s fo r m a s Pudo leer la serie de ensayos Para una nueva novela, traducido
la s q u e n o s d ic e n
en 1965, en el que Robbe-Grillet considera la relación del
f in a lm e n t e
q u é h a y en e l fo n d o lenguaje con el shock del objeto, de la mirada con la naturaleza
d e la s c o s a s (extraña, distante) de lo observado. Con el aviso de que no es
a h o r a b ie n , q u é e s el a r t e un teórico sino u n escritor que reflexiona sobre sus libros y sobre
s in o a q u e llo p o r lo c u a l
lo que proyectil escribir, Robbe-Grillet se había detenido en la
la s fo r m a s d e v ie n e n e s t ilo
y q u é es e l e s t ilo descripción para intentar cambiar, ilusamente, el curso de la
s in o el h o m b r e " historia de la novela. En términos afines a lo "onettiano", habla de
un hombre que describe "una aventura pasional de las más
Jean-Luc Godard, H is to r ia o s ) d e l c in e
obsesionantes, hasta el punto de deformar muchas veces su visión
y suscitar en él imaginaciones que rayan en el delirio". Víctor
Suaid, Eladio Linacero, Juan María Brausen, Larsen, el comisario
Q uien escribió el extenso poema del que se Medina y otros personajes de Onetti se ajustan a ello.
ex trajo este ep íg rafe, v isitó a O n etti en

©
Madrid, lo escuché de Dolly Muhr: estaba allí En una consideración acerca de la novela decimonónica,
porque quería conocer al hombre que había que buscaba conqn ¡star los espacios privados, los mobiliarios
creado a los personajes que veía todos los días y la vestimenta q ue el lector, a su vez, pudiera tener a la vista,
en la calle. Obsesionado por la im agen que Brunetiére había escrito -lo cita M artín Cerda en un ensayo-
construye la historia, Godard tenía en los planes filmar "Jacob que las d escrip ciones en Balzac "s o n características del
y el otro" y buscaba, como lo escribió después, la redención de personaje, com o es la caparazón del a n im al". Robbe-Grillet
lo real en la ficción. En una entrevista reciente, Dolly M uhr conocía Le chef d'œuvre inconnu, al pintor Frenhofer en el que
agregó un detalle: "L a idea que tenía era hacer la película y C ézanne pudo recon ocerse y al que Picasso le prodigó
luego un diálogo entre los dos sobre el arte". Sin que ambos lo admiración y aguafuertes, y mantuvo el interés por la función
supieran, habían tenido un desencuentro temprano, en Buenos descriptiva (leía la novela com o una superficie visual) y daba
Aires, cuando uno era un viajero joven que entraba en América un juicio provocativo, una falsa novedad: "A ntes pretendía
del Sur y un crítico casi anónimo, y el otro un empleado de una reproducir una reaI idad preexistente; ahora afirma su función
agencia de publ icidad, un escritor a quien se le había revelado creadora". Ya en el ('studio "Impresionismo, expresionism oy
en la calle, caída del cielo, la idea de su novela más ambiciosa. gram ática", publicado en alem án en 1927 en la época d e A la
Onetti tenía un personaje, Brausen, hastiado del mundo, que recherche du temps perdu, Elise Richter escribe que el estilo
había aceptado escribir un guión de cine. im presionista consiste en presentar "la im presión sensorial
Si en lugar de traducir y enviarle a Aragón Un jardín para la desligada de sus causas y de tal manera que aparece com o
muerte, de Paulina M edeiros, Godard hubiera traducido La representación principal loque antesera representación parcial
vida breve, que en 1951 tenía pocos meses de publicada, habría y accesoria". Si se acepta que la im presión sensorial puede
encontrado otras perspectivas para crear realidades alternas, traducirse con las técnicas de la descripción, el comentario de
percibir los objetos y modificar, com o buscaba, la sintaxis del Richter -tam bién el tramo de su ensayo que considera la
cine. Habría encontrado, en medio de la realidad psicotizada transición del impresionismo al expresionismo- es muy preciso
de la novela, una suma de casos en los que la descripción como para ubicar a Onetti en la historia de los estilos literarios. Y las
hecho del lenguaje crea un mundo y levanta un estilo, potencia form ulaciones de Robbe-Grillet, que O netti pudo leer, lo
la na n ativa y establece una poética de la imagen. inscribirían dentro de la tradición de una "novela nueva" en
castellano, separado de los antecedentes franceses del siglo
El problema de la mirada y su relación con el observador, el XIX que lo abrum aban com o m odelos insuperables, y de las
fenómeno de la visión como experiencia de escritura, se había obras del nouveau roman a las que no dejaba de atacar.
renovado en Francia a partir de Les gcnnmes, de Alain Robbe-
Grillet, en 1953, un poco antes de que Godard estrenara su Muy tem prano, O netti encuentra en la descripción un
primer cortometraje. Cuando Onetti entró, un poco tarde, en recurso a I que se mantiene fiel. Por un lado le permite contener
la discusión que propiciaba el nouveau román, fue tajante y ('I flujo del tiempo de la narración, incluso desconfigurarlo y,
desdeñoso: "N o me interesan los novelistas como Robbe-GriUet. por otro, resguardar y reafirmar la individualidad extrema y la
Creo que ellos trabajan la literatura como una disciplina de "autenticid ad " de sus personajes. En "A venid a de Mayo-
labora torio y en un sentido totalmente intelectual tratando de Diagonal-Avenida de M ayo" la descripción hace una grieta,
hacer n na novela objetiva, casi fotográfica. Lo curioso está en interpone la distancia liberadora de Víctor Suaid con respecto
que por esa vía de un supuesto objetivismo tan sólo han llegado al cen tro de B u en os A ires, donde parece atrap ad o. La
a un casi completo subjetivismo" ("La literatura: ida y vuelta", descripción da las primeras señales urbanas con una técnica
Réquiem por Faulkner y otros artículos, 1975). que toma la forma de un arte y crea referencias exteriores y
una trama emocional. Por el cam ino de Suaid se levanta la
Robbe-Grillet es, a pesar de Onetti y aunque no lo hubiera ciudad y se divide la experiencia del paseante: "se puso debajo
leído, un crítico fértil. "H ace poco escuché a Robbe-Grillet en de sí mismo, como si el suelo fuera un espejo y su último yo la
un coloquio realizado en Pau", escribe Onetti en "Reflexiones imagen reí lujada. (...) se vio, pequeñoy solo, en medio de aquella
de un lector", en 1978, "A llí demostró una inteligencia y una quietud infi ni ta que continuaba extendiéndose".
egolatría extraordinarias. Y lo que él y otros han escrito sobre L en tam en te, O n etti absorbe con la m irad a el m undo
el noveau román resulta infinitam ente superior a las obras, fragmentado que representa. Un poco después del cuento que
novelas y cuentos, que la m oda m encionada ha producido". publicó en un diario de Buenos Aires en 1933, le escribe al
A un en el desprecio general, pues creía "u n a locura" el crítico de arte Julio E. Payró: "Siempre he sacado poca o ninguna
propósito de "liquidar a Balzac", que Robbe-Grillet compartía utilidad de mis lecturas sobre técnica y problem as literarios;
con Michel Butor, Onetti valora el aspecto que le corresponde. casi todo lo que he aprendido de la divina habilidad de

109
combinar frases y palabras ha sido en críticas de pin lu ra .Y un loco") con otro, figurado, incomprensible para los demás,
poco en las de música" (1937). Cuando discute a Faulkner, en "artístico". Como cuadros que se despliegan y dan sentido a lo
privado, le niega a Payró que existan criterios distintos para narrado, se interpone al relato la quietud de la descripción, la
juzgar novela y pintura. Antes de publicar El pozo, con su falso "envoltura" de una atmósfera. En Onetti: el ritual de la impostura
Picasso en la tapa, es ya un artista moderno entregado al paisaje (2009), H ugo V erani pudo ver con el au xilio de nuevos
sereno, al retrato y la naturaleza muerta, un adm irador de documentos (las cartas a Payró) y el sustento conceptual de
Cézanne. Con un gran desprecio de toda regla académica, crea autoridades académ icas, procedim ientos de la pintura en El
cuadros y los incrusta -c o n la temporalidad propia de la pozo, y citó a un poco frecuentado trabajo de Richard Young
im ag en - com o secuencias detenidas en el tiem po de la en el que se observa el parentesco entre el personaje de Ana
narración. Puede tomarse "L o s niños en el bosqu e", que María y las dos versiones de la M aja de Goya. Se pueden
permitió publicar recién en Tiempo de abrazar y lo s cuentos de establecer afinidades con formas conocidas -Beatriz Vegh
1933 a 1950, de 1974, como un experimento que conciba el encontró "u n Cabrerita" en un retrato del pintor M edina y
ritm od e la fo rm a y e l color con la "plástica" d éla frase. destacó que el pintor Casal, de Tierra de nadie, se inspira en el
japonés Uta m aro-, no obstante las imágenes m ás densas, por
Aquel "proyecto de una novela", com o lo cabficó el editor el m aterial con que están hechas, sean intransferibles a otro
Jorge Ruííinelli, fue hallado en un cuaderno escolar con el lenguaje que no sea el propio estilo de Onetti. Linacero es
título "Pequeño ensayo sobre el adjetivo y la composición capaz de vaciar su autorretrato ("sen tir la form a de mis
llamado 'Los niños en el bosque', y escrito por J. C. Onetti en pómulos, la frente, la nariz, casi tan claramente como si me
abril de 1936". Es un texto virtuoso, cifrado en clave descriptiva. viera en un espejo, pero de una m anera más profunda") y
evocar, con la euforia de ver, paisajes íntim os y m elancólicos
Era una tarde del verano reciente, en la playa, con un sol que sostienen el tiempo y el espacio de lo narrado.
abriéndose y cerrándose en abanico, papeles sucios y
Es la función descriptiva, intensa v lírica, la que precipita un
arrugados,botellas vacías, trenzados macizos de arbustos
que hacían la som bra para la pereza de la siesta. m ecanism o de dos lases igualmente objetivas (un m undo
Temblaban, combadas, las líneas blancas del oleaje. dentro de otro) con el que Onetti crea nuevas relaciones entre
el hom bre y las cosas. Cuando Linacero dice a Ester, una
El "ensay o " contiene el m otivo que será la obsesión del prostituta del puerto, su fantasía en Holanda, "N ederland",
com isario M edina, pintor, en la novela culm inante, Dejemos describe -co m o si la im aginación fuese una v en tan a- la
hablar al viento, publicada en 1979. "L o s niños en el bosque" im presión de lo que será Santa María: "E l balcón da a un río
está cruzado de visiones que se despbegan en la obra de Onetti por donde pasan unos barcos como chalanas, cargados de
(una galería de imágenes que Medina llama "m useo de figuras madera, y todos llevan una capota de lona impermeable donde
de cera") y contienen una actitud feroz: "T en go fe en la cae la lluvia. El agua es negra y las gaba rras van bajando despacio
inmundicia y escarbo hasta encontrarla. Entonces m e quedo sin hacer ruido" (El pozo).
tranquilo y muestro los dientes". Aunque algunos personajes anteriores parecen vivir allí, no
En un cam po de palabras que exige a la función adjetiva, muy lejos de las barcas de Monet, es Linacero (elartista radical,
O netti encu entra lo que lu eg o reco n o ce en C élin e ("la el Baudelaire de M ontevideo) quien inaugura la serie de
ferocidad, la mugre y el regusto por la bazofia"), y configura el quienes se mantienen en el umbral, con un alto grado de lucidez
fondo de El pozo, cuya escritura tiene consecuencias, a modo y vigilia, de lo que se presenta como ficción de primer grado y
de réplicas, en lo que escribe después de 1939 y hasta el final. los sueños com o continuación de esa realidad.
Veamos a Eladio Linacero, el artista antiburgués, el sujeto
óptico. Sus confesiones de una noche, en pocas páginas, son la Hace décadas se señaló la cercanía de El pozo y La náusea,
entrada de la narrativa uruguaya en las "form as m odernas", publicada en francés en el año 38. Los escritos de Robbe-Grillet
como escribe Ángel Rama en 1965, una "pieza fundamental de sobre la escritura de la m irada en R oquentin acercan al
la literatura -y la estética". Habría que ver cómo y dónde Onetti personaje de Sartre a Eladio Linacero. "E l hombre m ira al
dice por única vez en El poza la palabra "belleza". Habría que mundo, y el m undo no le devuelve su m irada", escribe en Por
ver qué quiere decir y cóm o en el texto se liga, antes que a lo una nueva novela, se rompe el "pacto metafísico". Manet y otros
estrictam ente narrativo, a la descripción. El siempre citado im presionistas -Joseph-Em ile M uller lo observa al pasar-
prim er párrafo, el primer movimiento de la "confesión" de también miraban con desapego, sin tomar partido, sin juzgar,
Linacero, plantea con una formulación sencilla una paradoja un poco a la manera de un objetivo de fotógrafo. No se trata,
de la visión: "H ace un rato me estaba paseando por el cuarto y en pintura, de la "fría objetividad" denunciada por los críticos
se me ocurrió de golpe que lo veía por prim era vez". Por ese del nouveau román, pues si bien no hay pasión cuando se mira
hallazgo en la superficie de un lugar común, por esa imagen sí la hay cuando se pinta. Robbe-Grillet no refiere a la pintura
cristalina y descriptible, pasa la "p u reza", entendida por los impresionista sino de la descripción plástica en Sartre, sigue a
críticos d(> Onetti com o un conflicto moral antes que por un Roquentin y sus observaciones tienen sentido en Onetti: "A l
problema perceptivo, tratad o -h asta agotarse- en la pintura posarse de pronto en un detalle, lo aísla, lo extrae, querría
de aquella época. traerlo por delante, constata su fracaso, se afana con ahínco,
Las descripciones en El pozo son fundam entales y tienen no logra ya ni separarlo del todo ni colocarlo de nuevo en su
consecuencias en el arte de narrar. La im agen repetida de las sitio (...) la sensación de 'absurdo' no está lejos".
cosas (un cuarto, una ventana, gestos, rostros) sólo puede Están dadas las palabras de alta frecuencia a partir de El pozo.
mostrar su propia degradación. La escritura busca, por el Aquella que condena al m undo ("fracaso") y la que establece
contrario, producir un quiebre, una ruptura de ese devenir, y otro, "absurdo", creado dentro de los límites del primero y
será desdi' el principio un intento de ver por primera vez, de bajo la misma ley óptica. El fundido mental que realiza Linacero
entrever la pureza y con ello redimir lo real en la ficción. Entre con las que cosas son un extrem o de la obsesión descriptiva,
aquello que Linacero tiene delantey lo q u e imagina, fantasea, un tipo de conciencia desplazada hacia la sinestesia, la
sueña, lo descrito conecta el mundo representado (el "m undo "audición coloreada" de laq u e habla Richter com o "carácter

110
peculiar del arte impresionista moderno". Es como si el artista blancas y circulares que se iban extendiendo suavemente
bajo mis ojos.
forzara lo que tiene delante hasta desintegrarlo, como si revelara
y llenara el vacío en la misma visión. Roquentin busca el color
y el argumento, un tono de razón existencial, y Linacero la En la invasión al apartamento délaQui-oi, Brausen se detiene
captura de un "torrente de imágenes", "fracciones de tiempo". anle un reflejo y se distingue entre sombras, absorbido por la
Esta compulsión es afirmada por Brausen en La vida breve, que imagen reflejada ("dejé de verm ey contemplé, sola en el espejo,
rinde culto a los objetos acechándolos con la mirada, "com o libre de mis ojos, una mirada chata, sin curiosidad, apacible"). El
un técnico que buscara la pieza que falla en una maquinaria", apa ríamenlo H gua nía otra versión del aleph. Se puede decir que
y funda Santa María a partir de una visión nocturna, un brutal en una muda habitación del centro de Buenos Aires, sobre un
estímulo sensorial que asocia m anchas de colores con gritos. mueble Ileño de objetos, se difracta -en lugar de concentrarse- el
Ya se ha dicho que el "su eño holandés" de El pozo, acaso universo. El lenguaje intenta dar idea de lo simulláneo, una visión
flamenco (por el marco, las ventanas, por el nivel de detalle), de la suma de objetos, para oponerse y quebrar lo sucesivo y
crea el arquetipo primitivo de la ciudad que será el ámbito fugaz. En un punlo se disuelven las imágenes que a lguien es capaz
estab le de la ficció n de O n etti. Segú n las p ion eras in ­ de percibir. Ahí mismo Brausen descubre "el clima de una vida
vestigaciones de A P A Vorenkamp -citado por Francisco Calvo breve en la que el tiempo no podía bastar".
Serraller en El bodegón- la expresión still leven, de origen El capítulo "N aturaleza m uerta" concentra con plenitud la
holandés, se encuentra a mediados del siglo XVII en los Países relación entre el lenguaje y los objetos en la escritura de Onetti
Bajos y se traduce luego com o still life, en inglés, vie coye o vie (un tema para la investigación gramatical y lingüística, un
coite en francés, vida inmóvil o inmovilizada, naturaleza muerta tema ilimitado), el comienzo del insinuar como un deliberado
en Onetti siguiendo la tradición hispana. Este último es el título aspecto del relato, la sugestión como una cuaIidad del arte de
de un capítulo de la primera parte de Ea vida breve, un ejemplo narrar. Lo real -p o r llamar de algún modo a la totaI idad de la
fulgurante del poder de la descripción. A la altura de "Naturaleza experiencia- puede descomponerse, a na liza rse, y con ello es
m uerta", Brausen ha fundado ya Santa M aría (capítulo II), inevitablemente una imagen, un signo en rotación. Cuando la
cuando en una dolorosa escena junto a su mujer, Gertrudis, visita clandestina en la habitación de la Queca se aca ha, cuando
contempla el brillo de una ampolla de morfina. "Estaba un poco la descripción inviste a la im agen y la revela, "el tiempo se
enloquecido, jugando con la ampolla, sintiendo mi necesidad había cumplido", dice el narrador de La vida breve. Este aspecto
creciente de im aginar y acercarme a un borroso m édico de de la temporalidad de la imagen es muy difícil de desentrañar.
cuarenta años" (Díaz Grey, "u n médico que vende morfina"). Queda a la vista que no hay puntos fijos en la relación entre las
La imaginación de Onetti responde al orden de una simetría cosas, y por ello: no hay (no puede haber) verdad en el reía to,
que no acaba en el espacio q ue crea en Ea vida breve, sino en lo sino versiones. Los objetos son definidos por un punto de vista,
que escribe antes de la novela de 1950 y en lo que escribí' por una posición tematizada en el motivo del pintor ante la
después. La pieza de Buenos Aires donde Brausen, tirado en la tela. El narrador de El astillero hace un retrato de la mujer de
cama, crea Santa María tiene al otro lado una habitación de las Gálvez que nadie podría pintar: "Ella no era una persona sino
m ism as dim ensiones. En el pasaje en el que B rau sen - el acto, la facultad de mirar; y lo mirado, Larsen, la habitación,
convertido en Arce para engañar a la Q ueta- viola la intimidad la luz amarilla, el tenue vapor de los alimentos, no eran más que
del apartam ento vecino y entra en él, Onetti escribe la m ayor puntos de referencia".
prueba de su matriz pictórica. El detenimiento ante la solidez y el peso de la materia muestra
el m ecanism o de la im aginación, un pliegue de marcos y
Había una faja caída v arrugada en la puerta del balcón ventanas, como en el "su eñoholand és". Brausen, cuyo poder
y la mesa; alguna ropa de mujer colgaba en las sillas; y es el de un dios, pasa de habitar un espacio interior, el de la
sobre la carpeta azul y el adorno de encaje blanco, junto
Queca, a un paisaje desierto donde se aquietan la dulzura y la
a una botella de Chianti envuelta en paja, entre frutas,
paqueti's de cigarrillos llenos o aplastados, si' alzaba piedad. "M e desperté y estuve asomado a la ventana", dice
oblicuo un gran marco de retrato, viejo y macizo, vacío, Julio Stein en el abrupto final del capítulo "Naturaleza muerta",
con el vidrio roto que aún parecía temblar. V habla de Mami, sola enla playa. Como en el cine, la metonimia
está m ediada por una composición de lugar. De una imagen,
No sólo a lo largo de este capítulo deja la idea de que narrar de un personaje a otro, de una sensación y un color a un
es un pretexto para poseer la transparencia de la im agen, el contrapunto, Onetti establece un juego de simetrías dentro de
detalle pleno, la trama creada por las variaciones del lenguaje. su obra. La visión que D íaz Grey, cum pliendo el deseo de
Si en "Los niños en el bosque" todo era un ejercicio inacabado, Brausen, tiene de Santa María, es similar a la que imagina
en La vida breve la descripción es un misterio: Linacero: "la forma aguda, blancay negra de la balsa, rodeada
por espuma y reflejos que la distancia fijaba como excrecencia"
La luz caía verticalmente del techo y luego de tocar los
objetos colocados sobre la mesa los iba penetrando sin
(La vida breve).
violencia. El borde de la frutera estaba aplastado en dos Sobran ejemplos para probar que la vista está por delante y
sitios y la manija que la atravesaba se torcía sin gracia; sus estímulos (la temperatura de la luz en "La novia robada", el
tres m anzanas, dim inutas, visiblem ente agrias, se geometrismo de El astillero) no tienen comparación con otros.
agrupaban contra el borde, y el fondo de la frutera
mostraba pequeñas, casi deliberadas abolladu ras y v ie ja s L oque pesa e impone el ritmo "m oroso" del estilo de Onetti es
man chas que habrarr sido restregadas sin resultado. Había la imagen, la figura plástica que guarda consigo un aspectode
u n pequeño reloj de oro, con sólo tura aguja, a la izquierda lo invisible. Pasajes innumerables hacen un recorrido por las
de la base m aciza de la frutera que parecía pesar formas, los contornos y los tonos, las cualidades primarias de
insoportablemente sobre el encaje, de hilo, con algunas
vagas e interrumpidas manchas, con algunas roturas que los objetos matizados por la luz. La estética de Onetti pone en
alteraban bruscamente la intención del dibujo (...) dos relación al lenguaje con la fugacidad, a la figuración con lo
pequeñas manzanas amenazaban rodar y caer al suelo; elusivo, a la palabra con la imagen. Desde El pozo, cómo pintar
una oscura y rojiza, va podrida; la otra, verde y
la luz y poseer el "torrente de im ágenes" es una pregunta que
empezando a pudrirse (...) En el centro de la mesa, dos
1imones secos chupaban la luz, arrugados, con manchas responde con la descripción. Cuando trata de vender un cuadro,

111
el com isario M edina, en Dejemos hablar al viento, dice: "C asi
siempre fracasé con los paisajes y las na l nra le/a s muertas. Debe
ser lo mejor, pero a él no le interesan".
Godard está en el principio y una entrevista de 1998 justifica
que regrese al epílogo. Años después de la visita a Madrid
mantenía la opinión de que oponer lo visual a lo escrito es
"engañoso". No filmó "Jacob y el otro" pero liizo una película,
en 2001, Eloge de l'amour, que es un elogio a Onetti. Existen
varias relaciones del escritor uruguayo con el cine -u n arte
que no olvida "la manzana de Cézanne", segú n Godard- aunque
por su experiencia literaria, por la dimensión y el sentido de la
d e s c rip c ió n n o p u e d a n e n u m e r a rs e sin o fra c a s o s y
desencuentros. Si Godard lo hubiese encontrado en Buenos
Aires, aquella vez leja na, y hubiese traducido La vida breve, el
escritor habría entrado en los años 50, a I iguaI que Borges, en
la historia (francesa) del cine.
Ante la portada de nn libro de André La harthe, Georges Didi-
Huberm an encontró una analogía entre el revolotear de una
m ariposa y "e l carácter soberano y a la vez fugaz de las
miágenes dnematográticas", y dtó allí mismo una carta de Goethe
en la que este da a en tender a un amigo (en 1770) q ue la cacería de
falenas es un capricho de los músicos románticos. "M e hubiera
gustado clavar la noche en el papel como a una gran mariposa
nocturna", se lee en el l ina I, amanecido, de El pi >;<>. B j

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112
113
LA NOTA EN LA NOVELA

Álvaro Rodríguez de León


o va m ás entre nosotros, me voy y n o sé si voy a volver. Y o q u ería u n escritor
p ero vos so s un fra ca so ".

Esa breve nota, qu e m e encontré cu and o llegué a casa, n o pod ía ser m ás q ue


el final de una historia sin futuro y con u n pasado lam entable. M uy inteligente
com o fue siem pre, m e dejó la n o ta b a jo u n a n o v ela d e O netti. Sab ía q ue era
esa mi novela favorita y en co n tré la n o ta p o rq u e m e lla m ó la aten ció n q u e ese lib ro no
estu viera en su lu gar en la biblioteca.

Sinceramente no m e afectó m u ch o el h ech o de q u e ella se m arch ara, y a m e lo esp eraba,


pero no hice n ad a p ara ev itarlo . P ien so q u e lo b u en o es q u e ah o ra vo y a ten er m á s tiem p o
para leer y escrib ir. V olv er a escrib ir m i n o v ela, y a m e d ijo e l tip o de la ed ito ria l (ni m e
acuerdo de su nom bre), q u e no debo intentar parecerm e a O netti. Y a sé q u e n o soy él, que ni
a los talones le voy a llegar jam ás. E s lo q u e m e decía siem p re m i ah o ra ex-novia, y razó n no
le falta pero a mí poco m e im p orta ah o ra q u e m e lo diga o no, porqu e ella ja m á s en ten d ió la
perfección de sus palabras, la em oció n q u e sien to a l le er Tierra de nadie o La muerte y la niña.

Esa noche, otra nociré fría y lluviosa en M ontevideo, no podía hacer otra cosa qu e quedarm e
en mi casa del barrio de La Teja para sentarme a leer La vida breve. M ientras m e sirvo u n vaso
de vodka con un poco de agua tónica y hielo, me río u n poco. E lla sacó la n o v ela d e su lu g ar
para llamar mi atención pero, sobre todo, para que viera la n ota qu e m e había dejado, pero esa
nota ya está en la basura. Traté de recordar cuantas veces había leído esta novela desde qu e
mi abuelo me la regaló hace muchos años, pero no podía, fue hace tanto que la em p ecé y ni
puedo pasar muchos días sin leerla.

No sé cuánto tiempo pasó, pero sé que me quedé dormido, no sé si por el cansancio o el


alcohol. Lo que sí es seguro es que el alcohol se hizo sentir porque me dolía mucho la cabeza,
por eso me preparé un café. Soltero o no yo tenía que ir a trabajar y esta resaca tenía que
quedarse en casa.

Había decidido la noche anterior volver a leer La vida breve, pero me la olvidaba sobre la
mesa por lo que a último momento, antes de salir, tomé mi novela, la puse en la mochila y corrí
a la parada. Otra vez llegué tarde; en realidad, era tal mi impuntualidad acostumbrada que
a nadie le importaba que viniera tarde o que no viniera.

Tarde llegaría, y tarde llegué, aunque eso nada cambió. La misma rutina de siempre frente
a la computadora, dedicándome a responder mails y apuntar pedidos en una planilla. La
rutina se puede volver muy tediosa pero, por suerte, tenía un libro a mi lado que me ayudaba
a pasar el tiempo. Fue allí que recibí un mail de un amigo que dirige una publicación literaria,
pidiéndome que le envíe algunos de mis trabajos sobre Onetti para publicarlos en su revista.

No dudé y em pecé a corregir el ensayo sobre la vida en La vida breve que tenía en mi
computadora. No es fácil, todavía no terminé, pero algún día se lo haré llegar. Vaya uno a
saber cuándo. ES!

115
MI PRIMER ONETTI*

Emir Rodríguez Monegal


ue m uy a g itad a esa p rim era sem an a de uruguaya del medio siglo (1966), sino a las personas y figuras de
noviembre de 1985 cuando, ya muy avanzada Carlos Quijano y Real de Azúa, de Martínez Moreno, de Alsina,
su enfermedad, Emir Rodríguez Monegal llegó de Benedetti, y de todos los extranjeros que haciendo yo la
a M ontevideo luego de varias décadas de página literaria pasaron entonces por M ontevideo, com o
ausencia. Numerosas entrevistas, concurridas Bergantín, Camus, Juan Ram ón Jiménez, Borges, Neruda,
reuniones familiares y amistosas se alternaron Barea". Atendiendo de alguna manera ese deseo, aquí se publica
con nostálgicos recorridos por las calles que recordaba, nuevamente un texto que habría sido incluido en una obra
deteniéndose en las casas que había habitado, en los locales de mayor, inconclusa y en gran parte inédita.
instituciones donde había enseñado y en aquellos donde había
dedicado a la crítica la sólida y vasta erud ición de sus L. B. de B.
conocimientos y la rigurosa precisión de sus lecturas. Con los
días contados, ¿cómo lograba Emir relatar tantas anécdotas,
indicarle a Selrna los ángulos más adecuados para sacar fotos
que ya no vería, comentar con Haroldo, festejando episodios 1. En los m ism os cursos de preparatorios volvía a en­
del pasado? contrarme con Carlos M aggi y M aneco Flores, que fueron mis
condiscípulos en el Lycée Français de 1933. M aggi y M aneco
Después de transcurridas largas veladas de conversaciones, eran una pareja brillante, alegre, y muy enterada de todo el
de encuentros estremecidos por las expectativas de una fatalidad mundo literario. Yo los veía y oía opinar y me sentía estimulado
inminente, recordando los años en Montevideo con más humor y no era capaz de im aginarme em ulándolos siquiera. Sabía
que melancolía, luego de una conferencia que prodigó ironías que andaban por sacar una revista literaria cuyo título era
en complicidad con un público que, sorprendido, celebraba la APEX. La revista estaba impresa en papel de envolver fideos y
gracia inesperada de sus doctas ocurrencias, desbordando la recogía colaboraciones de gente muy joven, a excepción de
sala Vaz Ferreira de la Biblioteca Nacional, recibió en una Juan Carlos Onetti. Para M aneco y Maggi, éste ya se había
cerem onia íntima el premio que le otorgó la Presidencia en convertido en m aestro. Yo los veía con su revista y sus
reconocimiento a una vida extraordinaria consagrada a la anécd otas de O netti y, aunque tuvieron la gentileza de
literatura. invitarme a colaborar, no tuve coraje. La timidez me vedaba
toda ficción, la crítica, que sentía fuertemente, me parecía
Con la salud demasiado quebrada, en horas de la tarde del trivial cuando yo trataba de convertirla en palabras. Así que
viernes 9 de noviembre de 1985, Emir insistió en dictarme las m e hice el avestruz y dejé pasar la oportunidad.
líneas sobre Onetti que se vuelven a publicar aquí. Casi a punto
de partir hacia New H aven de regreso al Hospital de Yale, Pero seguía fascinado el desarrollo del grupo. Se solían reunir,
sabiendo que la am bulancia lo esperaba para llevarlo al tarde en la noche, en el café Metro de la Plaza Libertad. Era un
Aeropuerto de Carrasco junto a Selma Calasans, escuchábamos café de aquellos a la española, cavernoso, con espejos oscuros
desde la biblioteca el diálogo que Isaac mantenía con el médico y una atmósfera de cigarrillos exhaustos y ceniza en las solapas.
que decía conocer a Em ir de nom bre, de renom bre más bien, Creo que fui un par de veces para mirar a Onetti de lejos. Yo no
por las referencias proporcionadas por su madre, que conocía fui nunca fanático del café; adem ás m e gustaba volver a casa
sus artículos publicados en MARCHA y compartía la ilustración antes de medianoche, para asegurarme un par de horas de
de las críticas que habilitaban cada viernes un mundo nuevo y buena lectura. Tampoco bebía, o casi no bebía, de modo que la
deslumbrante a sus muy fieles y fervorosos lectores. idea de quedarm e charlando hasta la madrugada m e parecía
una pérdida de tiempo.
Em ir dictó con voz firme este texto que, en contradicción
con el tiempo y su devenir, tituló "M i primer O netti". Sospecho Esto no impedía que, com o la luciérnaga, m e muriese de
que sabía que no solo sería su último escrito sobre Onetti sino ganas de acercarm e a aquella luz sombría que em anaba de
su último escrito. Pensaba incluirlo en su postumo El taller de Onetti.
Saturno, q u e h ab ría sid o el seg u n d o to m o de su s M e­
morias, dedicado a evocar el u niverso de M ARCH A y el Por esa época, descubrí que Alsina conocía a Onetti y así se
período de esos años de feliz actividad crítica, editorial y formó otro eslabón que, casi sin querer, se iba tejiendo a mi
docente. Comentó que solo había elaborado algunos borradores alrededor. Aunque a la distancia, y en forma vicaria, empezaba
que, presumo, no pudo term inar y que tam poco llegué a a sentir que me acercaba al cogollito de la vida literaria
conocer. montevideana. Anécdotas de Onetti completaban la leyenda.
Parece que se quedaba hasta la madrugada en el café y que al
E ran días de huelga en M ontevid eo y, por esa razón, cierre se iba a una am ueblada con algunas de las muchachas
detenidas las actividades, los aviones no operaban en el que no tenían cliente. Caridad bien entendida. M ucho más
Aeropuerto de Carrasco. Sin embargo Víctor Garín, el director tarde, en Dejemos hablar al viento, encontraría confirm ación
del A eropuerto, anunció por teléfono que, por decisión escrita de este episodio com o la historia de las mellizas.
gremial, los trabajadores interrum pirían el paro con el fin de
que pudiera acceder Emir al avión de PAN AM ERICAN y, en 2. Un día de 1943 el encargado de la sección literaria
conocimiento de las dramáticas circunstancias que atravesaba, de M ARCHA, Dando Trelles, que era cineasta, me invitó a
habían autorizado el despegue a la hora anunciada. colaborar con reseñas bibliográficas. La avestruz dijo que no.
Pero al fin fue persuadida a sacar la cabeza al aire. Escribí
En una de las entrevistas que concedió en aquellos días de su varias. La más im portante, tal vez, sobre la tercera novela de
estrem ecedora visita, m anifestó el vivo deseo de que se Onetti: Para esta noche. Cuando la escribí, no sabía en qué
publicara en nuestro país ese volum en que consideraría "n o avispero me metía. Mi punto de vista era estrictamente literario.
estrictam ente las cuestiones literarias, que traté en Literatura Había leído El pozo (1939) y Tierra de nadie (1941) y hasta

117
conocía fragmentos de novelas inconclusas o descartadas por
Onetti. M e puse a analizar no el libro mismo sino sus técnicas
de representación de la realidad. Me interesaba en particular
la insistencia en aislar un objeto -la mano del protagonista, por
ejemplo- y convertirlo en expresión de un todo. Hoy hablaría
de metonimia. Entonces hablé de Faulkner, porque usaba ese
procedimiento. Yo sabía que Onetti era un gran admirador del
narrador sureño. Es más: el primer Faulkner que leí, Santuario,
fue en la versión cubana de Lino Novás Calvo que había
publicado Espasa-Calpe en Madrid en una colección de Hechos
Sociales (1934). En ese contexto, la delirante novela gótica de
Faulkner parecía un documento real sobre la venta clandestina
de licores en el sur de los Estados Unidos. H abía un solo
ejemplar del libro en M ontevideo y estaba en la Biblioteca del
Centro de Choferes. Gracias a Roberto Ares Pons, que tenía
algún contacto con el gremio, conseguí el libro que Onetti no
se cansaba de elogiar.

M i crónica bibliográfica llamó la atención en el pequeño


charco montevideano (porque no era frecuente que los autores
nacionales fuesen analizados literariam ente y menos en sus
recursos formales). Esto quedaba para la estilística. La reacción
de Onetti fue muy curiosa y me llegó a través de una larga
carta de Alsina que, desde Buenos Aires, me comunicaba la
curiosidad por saber quién era ese pedante. Parece que le
preguntó a Carlos M artínez Moreno, encargado de la sección
Teatros de MARCHA, y que Carlitos le contestó: "E s un joven
efebo, amigo de Alsina". Entonces, yo tenía veintidós años. Me
vestía generalmente con trajes gris acero. Me creía horrible.
No me aguantaba en el espejo. Hubiera querido parecerme a
Leslie Howard en Pygmalion, y lo que veía reflejado era una
versión acriollada de Latin Lover, un Valentino de suburbio.

O netti se quedó con la última palabra. Le dijo a Carlitos


Martínez: "Bueno, ahora me voy a leer unas páginas de Faulkner
así puedo seguir escribiendo". De esta manera carnavalizó mis
opiniones.

3. Una de las consecuencias más felices de la reseña sobre


Onetti fue que, una tarde, Martínez Moreno me dijo que Onetti
estaba en M ontevideo y que quería conocerme. M e armé de
valor y con Carlitos fuimos hasta el viejo Tupí-Nambá, hasta la
Plaza Independencia, y allí estaba el gran hombre. Casi en
seguida y sin mucho preliminar nos dijo: "U stedes son unos
relojeros suizos". Traducción: su literatura era vida; nuestra
crítica, un artificio. Hubo una pausa. Yo me animé a indicarle
que él no andaba muy lejos del relojito. Un hombre que conocía
a fondo a Dostoyievski, a Céline, a Faulkner, no era un naif,
expendedor de entrañas. Onetti no dijo nada pero tampoco
dejó caer la m áscara de Juntacadáveres. Nos despedimos
amablemente porque sabíamos que aquella reunión había sido
una charada. Así fue que conocí a m i primer Onetti.l M

* En: Homenaje a Emir Rodríguez Monegal / Lisa Block de Behar... /et al/; traducción
del inglés por Beatríz Pereda. Montevideo: MEC, 1987, pp. 143-144.

118
Caricatura: Hermenegildo Sábat

mal
ONETTI
Maestro de
escritores a

en su tierra
¿Quién mató a
Arbelio Ramírez?
A CASI DOS M E S E S D E L T R A ­
G ICO E P IS O D IO , L A M U E R T E
G E UN P R O F E S O R P E R M A N E ­
C E EN E L M I S T E R I O , S IN Q U E
LA P O L IC IA A P O R T E N IN G U N
IN D ICIO . f ^

O nelli achata stis anécdotas o Gutiérrez las exagera. Es octubre de 1961, O nelli está instalado en M ontevideo. Carlos María
Gutiérrez lo visita en su apartam ento y publica para REPORTER (n° 25) la entrevista, Hermenegildo Sábat lo retrata. Tres
semanas después, un lector de la revista acusa la hipérbole. Es Juan Carlos Onelli, quiere volver al control de su personaje.

121
122
por C A R L O S M A R IA G U T I E R R E Z

l apartamento es. pequeño y párete amoblo A los 52 años, Onetti en lo rnejoi trodición de los

E por uno parejo de adolescente*: un p ic k -u p , un


violín en su estuche, no dentellado* libro» en lo
biblíoteco (que mezcla alguno sofisticado botella
de vodJro entre los volúmenes)), uno porod de madero rús­
escritores de lo época- ha recorrido uno bueno variedad
de oficios: anarquista conspirativo í"me posaba interro­
gando o fado e l mundo si podio haber uno revolución
tocia! que no eliminara la hbtufod"), encor godo de cernir
tica donde cuelgan fotografía», caricaturas, recortes y el trigo en la lolvo del Servicio Oficial de Semillas, secre­
afiches. torio de redacción de Marcha, gerente de uno agencia
Dorotea, la dueña del violín, ha dispuesto harina sobre de publicídod, voluntario poro lo Guerra Civil españolo,
una mesa inmaculada. Con sus bellas monos, adentros sí* lerorca municipal de Montevideo. Como en todo escritor,
gue atentamente la conversación, comienzo el rito casero: también, sus experiencias personales han sido transmu
preparar (a masa pora oigo que después olerá como los todas en la obra. Pero una de las claves para explorar
dioses desde el horno de la cocina contigua. El esposo más allá del rostro fingidamente inexpresivo y de los
de Doroteo (con su rostro hosco y tierno, su moroso char­ negativas a concederse importancia, esta en oxaminar
la. la mirada miope perdida en su gran taza de café y cuáles de tus experiencias elige pora recordarlas en un
encogiéndose de hombros a cada pregunta, como eludien­ personaje o en uno situación: lo Queco de lo vida breve,
do toda complicidad con el mundo que funciona fuero del era uno prostituto que vivía pared por medio de tu apar­
pequeño apartamento) es Juon Cortos Onetti, quizás el tamento, publicitaba conversaciones, encuentros omoro­
mejor escritor uruguayo viviente; cuando menos, el más lú­ sos y largos charlas telefónicos con lo madre o tro-
cido, inteligible y fiel a tí mismo de los contemporáneos, vós del débil tabique medianero; su cuento É l in fie r n o ta n
Dorotea dejo un momento de amosar porque le piden te m id o proviene do uno historio {verdadero» que uno vez
más cofé, Pero en el umbral de la cocina, con las tazos le contó luis Botile Borres, Bienvenido. Bob, otro cuento,
azules en la mono, se detiene pora escuchar las frases sé sirvo de algunos rasgos de un critico famoso por su
que Onetli construye despacio, resumiendo sus ideas sobre ¡ntelectualismo. que fue su amigo Desde el jovo nouto*
literatura comprometido: didocto que en 1929. inflomado de ¡nocente entusiasmo,
—Me posó que hice un descubrimiento revolucionario: iba o pedir ol embajador ruso un pasaje poro osistir per­
(bajando lo voz) lo lit e r a t u r a es un arte Yo quiero sonalmente al hecho de un pois construyendo el socia­
expresar nado m ái que lo oventuro del hombre, el no* lismo, hasta el autor traducido en Europa y sólidamente
sentido de lo vida. Gente que yo quiero mucho y es ma­ o sentado en los piones de los más importantes editores
ravilloso, v a a morirse, sin embargo. Hoy algo terrible y latinoamericanos que es ohora, están los etapas de un
permanente en eso. lo aventura humano no tiene por qué autodidacto Ellos incluyen la frecuentación de mucha gen­
tener tugar ni époco. Me o Icón r a c o n d e s c r ib ir la . te conspicua, la aproximación o lo raíz de los hechos y
Después, precisa: de los actitudes de los hombres que ninguna actividad
—Adoremos No quiero decir que esto tea la Verdad puede dar como el periodismo, el aprendizaje del des­
en l/fero/uro. Pero e» mi descubrimiento personal. precio hacia los políticos que se organizo con notable ra­
pidez en Ta mayoría de los regímenes lotmoamenconos
..como ¡efe de la Agencio Reuter en Buenos Aires, Onetti
entrovistò o Perón had a I9éé, y recogió confidencias del
general sobre su insospechado desdén por los mosos)

C
O N sus a meo jos, su traje oscuro y el peto que
comienzo a platearle, Onetti parece o primera Quizás por su trashumando, repartida desde 1930 en­
vísta el buróciato que —además— es realmente. tre aquí y Buenos Aires, quizás por su confesado modelo
A mí no me ha posado n a d o —dice—. Nunca William Faulkner, Onetti ha conseguido ordenar en un
he hecho un viaje, a p a r t e d e ir a B u e n o s A ir e s .“' (Es ine­ sistemo propio y de circuito cerrado, lodos fos conoci­
xacto: hacía 1956 fue a Solivia, participó en el sonado mientos adquiridos en tres décadas dedicados o operar
incidente de periodistas uruguayos baleodos por indios dentro de un tipo de sociedad cuyos estratos él hu reco­
borrachos un domingo de elecciones, obtuvo en un viejo rrido en varias direcciones y durante mucho tiempo. Sus
sombrero que aún conserva un agujero de bolo calibre personajes y sus lugares geográficos reaporecen o lo largo
38 que le respetó lo frente). Pero rebajar sus experiencias de su obra editada y, de cierto modo sutil, coexisten en
o la categoría de hechos vulgares, ochotar sus onécdotos, Onetti —en este Onetti de ahora, con su pequeño aparta­
es pora Onetti otra forma de rechazar ese mundo con el mento muy doméstico y Doroteo lidiondo con la harina—
que no está de ocuerdo y cuyo invasión resiste. otros Onetti más espectaculares.

EN UN APARTAMENTO Eli EN TE A LA RAMBLA, UN HOMBRE


QUE CONOCE COMO POCOS A LOS RIOPLATENSES MEDITA
EN SU PROXIMA NOVELA, MIENTRAS SUS COMPATRIOTAS
COMIENZAN RECIEN A CONOCERLO, EN EL EXTRAN JERO SE
LE CONSIDERA UNO DE LOS MEJORES NOVELISTAS DE HA-
BLA ESPAÑOLA Y SUS CUENTOS SE TRADUCEN AL FRANCES.

27

123
i

A uiiagen má» recibida de O n e t t i (quizá» culti­

L vada por Al mi«mo con secreta »a tal acción, es


lu de uno tierna hotqi/adod, la de uno corteza
rugosa, que de vez en cuando deja escapar la
»avio b a imagen es admitido por cotí todos, r u a n d o er»
f 'e l o m b a ¡ a d o r ru»o, un gordito m u y s im p á tic o y muy
culto, me preguntó »1 yo «abro ru»o. lo c o n te s t ó q Ue ni
u n o polobio. p o r o que aprendería lo gramático, enton­
ce» movió lo cabeza tr is t e m e n t e , d i j o como r o l l o s o n a n d o ,
"catorce declinaciones . , y y o c o m p r e n d í q u e e l viaje
la lo lap a de Puta etfa noche un biógrafo anónimo lo des- quedaba cancelada ' 7.
cribe como un hombre que "cree en muy pocos co m í, rara
ver habla de «fien y nunca lo i •»cribe" , O cuando dedica
i» tu «tpota lo cora de lo desgracia, " a Dorotea Muhr,
a gran impronta »obre ta experiencia de Onetti

L
Ignorado perro d*t la dicha".
e» Bueno» Aire», lo metrópoli» enorme que, a d i­
Pero a la tercera lax a de cafó, tlempre que la charla
ferencia do Montevideo, permanece todavía uni­
tea en cancha propio (ésto. la temana patad a, en tu
d a por innúmero» cordone» umbilicales o la pro­
oparinmonto). Oneffi te trontformo en alguien mucha má»
vincia. a la vida de pueblo suburbano, a l picara o al Ira-
accetlble que evo intimidante descripción de tus redacto-
catad a que viene desde su «olor dormido y te zambulle
ret de solapa* y de tu» críticos Primero hoy negativo»
en la calle Corriente». Para lot muchacho» montevideano»
( ' '¿ q u é voy a decir de m i? H a b l ó c o n C a r io * M a g g i que
de 1930. Bueno» Aire» era la tentación desconocida y lo
me conoce o fondo BI p u e d o contar mucha« ro ta r í; pero aventura; ti lo» muchacho», ademó», tenían como Onetti
detpuót. cuondo Im picgunto» y lo» respuesta» te a fir­ la picotón de lo literatura, podía ter también la Tierra
man, hoy que dejarlo hablar. Prometida.
En ota época no habió Sofocábanos. pero tampoco
Onetti integraba pena» literario» ni te dab a con ¡óvene»

O
NETTI tiene muy pentodo tu biografió, pero (evi­
eteritoret inédito» f 't i te cito o quíenet o r a n m i t amigos,
dentemente) no para tu publicación intercambia­
no w a t o reconocer o ninguno; ninguno hizo n a d a im p o r ­
ble en lat revista» de elogio» Utmariov tina co­
t a n t e " ) . La vococióo literaria era pora él un asunto serio,
mo el que ho llegado o una etapa donde hay
pero no te revestía con lat formo» extorioret consagrada»;
que poner a l día lo »apariencia vital del mismo modo que aunque Onetti no lo dice, uno puede imoginórsalo como
lot aporte« |ubilotoriot A»i, lot anécdota» y lo» episodio» un flaco lleno de timideces y actitudes agudo» (el retrato
han tido decantado« y tlatificodo». »urgen en el momento de su hijo Jorge, en e»ta nota, es admirablemente p a re ­
oportuno poro ilustrar con fuer xa y grocia un recuerdo. cido a lo» del padre en ese tiempo) que escribía y escribió.
En »i m momento», hay que lorgarlo tolo, «¡n interrum­ De todos modo», intento la conquista de Buenos Aires,
pido, para enterarte de cóma pudo «er realmente el co> pero nodo de contactos con Quiroga, con Vigif ni con
m i e n t o da un periodista fmoáo hacia 1939 i Qolpitm me tanto» orientales ilustrado» que han hecho pie en la otra
mandó flamen paro la Secretaría de Redacción de "Mor» orillo Se vo como «mpleadito, a una firma comercial Y
rho", en el primer número me poté A8 hora» parado en el golpe de Uríburu fe corla o los poco» meses lo tenta­
el taller, un dormir/ e ra uno época bravo, pero cuondo tivo, Vuelve.
d e d a l l e t i a , Ourpino me llevaba a comer o l Aginia y me "¿Q u é hacia de»pué» en Montevideo1? Bueno; en p r i m o r
reponía o bu»« de topo de toHtigo y whí»4y"J o ni fra­ termino, conspirar en fot cafés." Sin definición partidaria
caso dn un adolouxni» mor »ato que quería irte o la ÜftSS (hoy, cuondo uno »e arriesga a un intento de definición

124
ONETTI
»obro sus preforenelos, bufa: "¿Yo, b a H U s ta ? ” ) entonee* a d u a r u n d o c to r ; lo mítmo un mozo d e c a f ó o u n b o l e ­
a n d o por lo izquierda y el golpe de Estado de Térro lo te r o d e c in e . Los u r u g u a y o s a n d a m o s p o r m á s adentro.
cao a contrapelo Pero, fiel a su deliberado opacidad, tam­ U n a v e z tu v e que hacer un viaje o p r o v in c ia s , y d e s c u b r í
poco recuerda nada heroico do eso» años. Habla obte­ a lo s e n tr e r r k s n o s . Esos son los u r u g u a y o s d e lo Atyen*
nido un empleo púbilco, en el Servicio Oficial de Semillas. U n a . M u y p a r e c id o s a n o s o tro s , d e d ic a d o s m e n o s o l a a p a ­
"Musculosamente —rememora con una sonrisa- c a r g a b a r e n t e y o lo f o r m a l q u e a la s cosa» q u e corten p o r d e ­
bobas, li t e r a l m e n t e h a b l a n d o " Pero, a l mismo tiompo, el b a j o ."
puesto era Ideal para meditar, para leer- Estaba a cargo Y después viene una lógica confesión: "Creo que a San­
de una tolvo, en la que debió verter una bolsa de semillas to Marta (el mismo pueblo que hixo aparecer en otra no­
de lanío en tanto. Se la ochaba al hombro, la volcaba, vela y que es el marco de El astillero) l a f a b r i q u é como
y volvía o su libro o a sus pensamientos, en una gran compensación por mi nostalgia do Montevideo."
plexo donde no habla nadie. "Por esa época escribí una Buenos Aires no pudo sustituirle nunca la ciudad uru­
novela de amor. Ero una cota muy linda. Se llomabo guayo. Le proporcionó éxito material, te dio editores y el
"Tiempo do A b r a z a r " ; p e r d i l o t origino/«." conocimiento de tipos, situaciones y problemas que for
Realmente, lo primero Importante que debe haberle ocu­ man la experiencia de un escritor, poro el uruguoyo que
rrido a Onetti en osa época, os el ofrecimiento que le habla en Onetti nunca se rindió o la fahudod intrínseca
hace Cortos Quijana hacia 1939, para que ocupe la Se­ de la gran ciudad. Es revelador apuntar que, pese o ha­
cretarla de Redacción de un nuevo semanario que se llama ber pasada allí más de uno década como escritor cono­
M a r c h a . Allí se encuentra con gente variada: Paco Espi­ cido, periodista exitoso (en Reuter y como secretarlo de
nóla hace la Sección Literario, Rene Arturo Dmpouey y un redacción do y Loa) y ejecutivo publicitario, no opo-
|oven nervioso y moñudo llamado H, Ahina Thevenel los rezca mezclado a ninguna de las facciones en que se di­
comentarlo» cinematográficos. "—Y vos, ¿qué hacías?" vide ol mundo intelectual de Buenos Aires. Sus únicos ami­
" —Yo, de lodo. A l principio no sabio n a d a . E/ p r i m a r nú» gos escritores (íntimos, es cieno) son Oliverio Girondo y
moro me pareció u n a c o t o h o r r i b l e , t é c n ic a m e n t e . P e r o su mujor Norah longo. Pero a los grandes bonzos —Mo-
d e s p u é s m e f u i a f i r m a n d o . Y a d e m ó t d e lo S e c r e t a r i o , m e Iloa, Borge», Martínez Estrada, Ocampo y a sus epígonos —
e n c a r g u é d e una s e c c ió n que se l l a m a b a l a P ie d r a e n los trotó más bien de lejos. "A Sorgos lo vi d os o tre s
e l C h a r c o . A h , y e s c r ib ió c u e n to s . P e r o n o lo s firmaba con v e c e s e n m i v id a —dice l l e v a d o p o r M a r t i n Mú/íer.
mi n o m b r e , p o r q u e n a d i e m e c o n o c ia y o l s e m a n a r io h a *
b í a q u e d a r l e c a l i d a d ; entonces lo s h a c i a a p a r e c e r c o m o
tr a d u c c io n e s d e e s c r ito r e s e x t r a n je r o s y le s i n v e n t a b a f i n NTRE 1953 y 1954, Onetti comienzo a pensar
m aj im p o n e n te s . C ó m o s e r ia , q u e u n a v e z D io n is io T r illo
v in o a p r e g u n t a r m e d e d ó n d e s a c a b a e so s cuentos Io n
ra r o s /1
E en el regreso. Luis Batlle Berros está en el go­
bierno, y jóvenes colaboradores políticos suyas
quo también son oscritores. han madurado leyen­
do al hermano mayor expatriado y —casi— se considoran
De ese año es la primero novela editada. E l P o z o . Fue
un experimento entre amigos. Casto Canel y Juan Cunha sus discípulos, quieren traerlo paro el diario A c c ió n . M a ­
hablan Instalado un taller de imprenta y E l P o z o salló en n u e l Flores Mora, Carlos Maggi, Zelmor Mlehellnl, tratan
una edición de 500 ejemplares, con un papel muy humilde sucesivamente de facilitarle las cosas para que se Instale
y con algo más: un dibujo de Picasso on la tapa, firmado en Montevideo En ese momento Onetti tiene un alto puesto
por Picasso pero desconocido por Picasso El autor de la en uno agencia de publicidod que - aprovechando fran­
ilustración era un aficionado de nombre Juan Carlos Onet­ quicias obtenidas de Perón por una entrevista informal
ti. entre Jorge Batlle Ibáñex y el ministro Angel Borlenghi—
obre una sucursal en Montevideo Onetti se decide, y viene
a Montevideo. Los primeros tiempos son prometedores*
vuelve a hacer periodismo en A c c ió n , mantiene su jerar­

A
fínes de 1939, la Segunda Guerra Mundial cam­
bia lo vida de mucha gente; de Juan Corlas quía y su bleneslor económico en la agoncío, tiene tie m p o ,
Onetti entre otros. Lo agencia noticiosa británica comodidad y estímulo para seguir escribiendo. Pero la
Reuler Instala una oficino en Montevideo, y lo tranquilidad duro poco; Perón restablece las rotlrkcio-
nombra Secretario. M archa ya sobe cominar y no hoy que no» do viaje con Buenos Aires. 1955 encuentra a Onetti
pasarse 48 horas seguidas en el taller. haciendo crónicas en A c c ió n , y con un puesto burocrático
La época de Reuter (en Montevideo, y después en Bue­ —no gran cosa— en el Concejo Departamental Después
nos Aires, adonde también fue como Secretario) le d a el batllismo pierde las elecciones. Acción reduce su per»
tiempo para escribir en seria. Cuando termina el ira bajo sonal y Onetti otros diriam llegó lo época de los vacas
de la oficina, Oneiit se sienta y despacha varia» página» flacos queda en libertad do poder decir, como la se­
por modrugada. " L a m a d r u g a d a es l a h o r a d e l a v e r d a d mana pasado, durante esta charlo en su apartamento*
—dice—. A l l í n o h a y e n g a ñ o " A h o r a p u e d o d e d ic a r m e a e s c r ib ir t r a n q u i l o , M
En 1943 llega la oportunidad de la segunda conquista El edificio donde Onetti escribe en la alta madrugada
de Buenos Aires. La Reuter lo traslado a su sucursal ar­ mientras sorbe el café de Dorotea, y va coleccionando
gentina, con la misma jerarquia de Montevideo. Los años en la pared de madera caricaturas de Sábai y fotografías
de Buenos Aires son fundamentales para Onetti. Losada de sus años mozos, está habitado por buenos matrimonios
le había editado en 1942, T i e r r a d e n a d i e , obra ganadora burgueses, algún anciano jubilodo y varios muchachonet
de un concurso. ( " C o r r e lo l e y e n d a d e q u e lo e s c r ib í e n que te reúnen en la esquina, y van a patear uno pelota
u n a semana; na e i cierto. Me encerré e n l a r e d a c c i ó n d e en el compilo contiguo a la ramblo. Pocos saben que ese
M a r c h a u n a t o m o n a , si, p a r a poner en orden l o t m a te * hombre delgado y hosco del aparlamento 24, que saluda
r ía le s q u e venía proporondo de muchos meses atrás," El con un breve movimiento de cabeza y mueve apenas los
mismo año de la llegado a la Reuter bonoerense, Posei» ojos de miope tras los gruesos lentes, cuando los encuen­
dón le compra P a r a e s t a n o c h e , y Sudamericana le edi­ tro en el ascensor, es uno de los cuolro o cinco grondet
tará L a V i d a B r e v e , en 1950. Además, escribe regularmente escritores octuoles de América Latina. Pero, ¿por qué irían
cuentos para el suplemento literario de L a N a c i ó n . a saberlo, si durante casi veinte oños tampoco lo han so*
No es extraño que situaciones, personajes y ambientes, bido en Montevideo más que unos cuantos iniciados?
seon (aparentemente) argentinos en casi todos sus libro»,
Pero hoy do» rasgos significativo». Uno lo ha explkitado
Rodríguez Monegal agudamente, en el estudio de Onetti UERA de los agremiaciones intelectuales, alejado
que acom paña esta nota: la n a r r a t i v a de Onetti interpola
toponimia» y apellidos uruguayos en sus descripciones pro­
vincianas, y la geografía de su» libros reúne rasgos de
ambos países en un mismo pueblecílo o en un rio. El otra
F de los concursos del Ministerio de Instrucción Pú­
blica y de los epistolarios corteses de nuestros
escritores autóctonos, Onetti permanece dentro
de su c o r t e z a rugoso, cuidando celosamente su descubri-
corre algo má* subterráneamente: es una sutil nostalgia de bienio: l o li t e r a t u r a es un arte. Lo generación que lo si­
Onetti p o r lo uruguayo, entendido como uno acentuación guió —Benedetti, Marfinez Moreno, algunos poetas serios—
de lo» sentimiento», una profundidad mayor pora vivir, entendió quo debió comprometerse con su época y erigir
un pudoroso sentido del sufrimiento y del amor, que con­ a la literatura en portavoz de una problemático actual y
tagia a sus protagonistas. La pregunto clásica ( " ¿ Q u é d i ­ uruguaya. Tampoco se ha plegado Onetti o ese bando de
f e r e n c i a encontró i e n t r e l o t p o r t e ñ o s y lo s m o n t e v id e a - los lúcidos: orgulloso mente solitario, pero al mismo tiempo
nosV ) tiene una explicación más honda en Onetti: " P o r con la modestia de no intentor que sus ideas se impongan
supuesto, lo s p o r te ñ o s t o n m á s superEic/a/es; quiero d e c i r , a n a d i e ni de polemizar con nadie, sigue dedicado a la
s ie m p r e se están i n t e r p r e t a n d o o t i mismos. Un doctor por- única torea que concibe en el escritor: escribir sobre lo
teño, se viste y a c t ú a , s ie m p r e , c o m o s u p o n e que d e b e que él ho llamado " l o a v e n t u r o d e l h o m b r e ."

125
ONETTI

h a c ié n d o s e a o jo s v is ta s * o e l p u e rt o lo o cu p e
EL ASTILLERO”,
m e n t a e n L a c a « d e l a a r e n a , r e la t o q u e
o tro . Q u e te a G ó m e z /e l d e la m u je r e m b a ra z a ­ p u b lic ó en la c o le c c ió n tit u la d a U n su e ñ o r e a li­
d a 1 e l q u e a m e n a c e c o n u n c h a n t a je a P e t r u s z ad o <19511. O t r a n o u v e lle d e O n e t t i , U n a tum­
o e l c h a n t a je lo e je c u t e o tr o . Q u e e l d e se n la c e ba sin n o m b r e < t9 5 9 '. ta m b ié n o c u r r e e n S a n t a
in v o lu c r e la m u e r te de dos o m á s h o m b r e e , n a d a M a r í a y h a s ta m e n c io n a a l p a s a r la V illa P e ­

FRAGMENTO DE
Im p o r ta . L a tr a m a , e l a r g u m e n t o , n o es m ás q u e t r a s . E l c u e n t o c o n q u e O u e lli o b t u r o m en ció n
e t c e b o c o n q u e J u a n C a r lo s O n e t t i m a n tie n e en e t C o n c u r s o o rg a n iz a d o p o r L ife e n E sp añ ol
a le r t a la a t e n c ió n d e su i r r i t a d o l e c t o r , d e su 1 /9 6 0 ' y q u e se lla m a J a c o b y e l o tr o , e stá asi­
d e v o to l e c t o r , d e s u e s c la v o l e c t o r . m ism o a m b ie n ta d o e n S a n ia M a r ía . T o d o s e sto s
e le m e n to s in d ic a n la c r e a c ió n d e un m u n d o im a ­

UN MUNDO PROPIO L a o tra h isto ria


g in a r io , u n a c iu d a d d e p r o v in c ia * re c o s ta d a a u n
q r a n r io . q u e v in c u la E l a s t ille r o a lo q u e p o d ría
lla m a r s e La S u g a d e S a n ia M in ia
L a v e rd a d e ra ftin to ria c o r r e p o r d e n t r o y e stá C o m o h iz o B a lz a c c o n su C o m e d ie H u m óm e.
h e c h a d e ta i s ile n c io s , la s p a u s a s . lo s h ia to s , d e c o m o r e p it ió y p e r f e c c io n ó F a u t k n c r en su c ic lo
e *a h is to r ia s u p e r f ic ia l. E s la h is t o r ia d e u na s o b r e Y o k n a p t u h a t r p a . J u a n C a r lo s O n e t ti h a
c o n c ie n c ia s o lit a r ia qu e te o r e ta a l p a s a d o , a un i n c r u s t a d o en la r e a lid a d d e l m u n d o r io p la te n s e
m u n d o e n q u e f u e fe liz y fu e h u m illa d o , en bu.«. u n t e r r i t o r i o a r t í s t i c o q u e tie n e c o o rd e n a d a s c la ­
c a d e h u e lla » p e rd id a s d e u n a s a lv a c ió n , ta m ­ r a s y se c o m p o n e d e fr a g m e n to * a r g e n tin o s v
b ié n p e rd id a , d e u n s e n t id a f i n a l p a r a u n a v id a u ru g u a y o * Y a lo s e r u d it o d e l f u t u r o re c o g e rá n
N iititr a «ritiro lu cra rlo Km lr ftodriyruej' M oiu^al s in s e n t id o , C u a n d o L a r sen re g re sa a S a n t a M a ­ lo s ra s g o » <u n a a lu s ió n a la c a p it a l a r g e n tin a
— <!“ «■ U*we !* * ’» Hwnpo dfHlu Ju rgar u n «rnbd|.i r ia lle r a a s u s e s p a ld a s a u n q u e e so cólo se s a b e u n a p la z a A r t ig a s , la m e n c ió n d e un C a m in o d e
premutaci di» Ju a n Carlo« D u etti couio Ju ntao <tm wo» t a r d e ■ un ja r ra d o d e m a r r ó , u n a c o n d e n o tos T r o p a > qu e va n in d ic a n d o p u n to » r e c le » d e
C o n c im o U teran*. de i.K r ei» t:-|uiiint rxum tu» eti v u na e x p u ls ió n V u e lv e , m ás v i r i o v g a s ta d o , a
•»I» « rliru ln el ultim o lib ro del gruu p K tlt a r u ru - u n u n iv e r s o e x t r a íd o d e la tr a d ic ió n ru>pfaton*e
f i u j o SU «ndUiiis «r m ir r e lam birti al prato de la e n re d a r s e en ta b is to r ta co n tu s a d e la liq u id a , A h o r a h a s ta c e r t i f i c a r e«a c o m ú n v in c u la c ió n e n ­
olir« d* Ottetti. jr comi« ir tu 1« ariTibluna» et* paglu«« efori d e t A s t ille r o d e P e t r u s . en u n a n o me.no» t r e lo s re la to » q u e O n e t t i fia id a e s c r ib ie n d o d e s ­
tu tenore» c o n t u s a y m o r o s ís im a s e d u c c ió n d e la h i ja d e d e 1950.
P e t r u s 'a c a b a se d u cie n d o a ta f á c i l c r ia d a », en
lo» m e d io c re s n e g o ciad o s d e lo» e m p le a d o * de
Petras Un lu g a r poético
P e r o d e b a jo d e e ra e sp e sa y o s c u r a ca p a a n e c ­
. O S P E C H O . de g olp e lo que toda» lle g a n d ó tic a e l le c ío r r a d c s v u b r tc n d o d e a p o co y c a s i J u n t a T xsrsen ya e sta b a e n te r o a u n q u e en e s -
• t W 1 •* co m p r e n d e r m a s ta r d e o mu te m - r e t r o s p e c tiv a m e n te la o tra h is t o r ia d e L a r s e n : c o r z o , e n u n c a p itu lo d e t a vida b ic v e A tti a p a ­
p ro n o : que c í a el ú n ico h o m b re vivo en la h is to r ia d e u n a n e c e s id a d d e a m o r y i verda­ re c e <p JSO co rn o ‘ u n h o m b r e p eq u eñ o y im ie
un m u n d o o cu p ad o po r fu n ta s rn a s que d e ra co m u n ic a c ió n q u e I r e s t á n n e g a d o » P o r ­ »o. co n lu b o ca e n t r e a b ie r t a , e stre m e c ie n d o el
la c o m u n ic a c ió n e ra im p o sib le y n t tú-» qu e to d a tu v id a la q u e L a m e n c o n o c ió fu e la la b io I n fe r io r a l r e s p ir a r , la lu * c a la a m u rilla
q u ie ta d e se ab le . que t a n to d a b a lu lá s tim a co m o m e n i tr a . e l b e so p a r r ic id a co n q u e c o r o n a la te s ­ so b r e su c r á n e o red o n d o , co x i ca lv o , h a d a b r i­
e l o d io, que ut» to le r a n t e h a s tio un a p a r tic ip a ­ ta J e P e t r u s la m u je r a la q u e u so c o n a n tig u a lla r la p e lu sa o s c u r a el m e c h ó n M ilitarlo a p la s­
c ió n d iv id id » e n t r e el r e s p e to y la «ensu ulidn d ta b id u riu . L a q u e s ie m p r e h a a ñ o ra d o L a r s e n es ta d o c o n t r a la c e j » ’* L u e g o se c o m p le ta su r e ­
e r a n lo ú n ico que p o d ía s e r e x ig id o y co n v e n ía c re e r en atan m e n tir s e q u e a to o r a le re a lm e n te t r a t o ro ti o tr o s r a s g a s : la n a r iz p u r g a y d e b u tila ,
dar E s t e m o m e n to d e r e v e la c ió n . q u e t ie n e r ! ta pe n a e n c o n t r a r a a lg u ie n q u e le p r u e b e q u e e l p u lg a r d e u n a m a n o e n g a n c h a d o en e l c h a ­
p r o t a g o n is ta h a c ia la m ita d d e E l a s tille r o B u e - no es e l ú n ic o se r v ir a en un m u n d o d e <adn- le c o . la s p r e g u n ta t d e lib e ra d a m e n t e le g a je un* d e
n o * «4irr» C o m p a ñ ía G e n e r a l F a b ril E d ito r a v e re s . su c o n fu s a c o n i< er*ació n P e r o en e sta ñ á p ela e ra
t 9 t t , ! t t p p . , s in te tiz a d e m o d o a d m ir a b le la P o r e sa . a ! m a rg e n d e «u» a c tiv id a d e s m ed io ­ im p o n ib le p r e v e r a q u é p ra d o de s o le d a d y m ise ­
so le d a d la im p o s ib ilid a d d e c o m a n i ra c ió n el c re s d e te d u r c tó n d e la h ila d e P r t r u i p d e re - r ia iba a lle g a r e se h o m b r e g o rd o , d e tu te n t u d
h o r r o r d e u n m u n d o s o tip s is ta q u e e stá n en la o rg a n iz a c ió n d e l e ro s io n a d o a s t ille r o L a r s e n va ya p e r d id a .
e n tr a ñ a d e e sta s ó rd id a u d e so la d a n a v e ta . ta n te a n d o >cotti a rie g o e n u n m u n d o s in r e lie v e S ó lo en E l a s t ille r o se red o n d e o e l r e t r a t o . *e
P o c o im p o rta que J u n t a L a r * m ^ a a ile d e en b u sca d e u n a m an o d e »irrd a d . E s a m a n o e x i s ­ Pe to que lie r a d e n t r o L a r s e n «u fig u r a *e c o n -
a mu a o tro e x t r e m o d e fa s d o sc ie n to s pripinus, te en e l lib r o y L a t te n s a b e q u e es la d e la m u je r v ie r t e en c if r a de to d a la h u m a n id a d E n t r e ta
que r e c o r ro r o r itu r e c e * In d ir ía n r ía q u e rn d e d e G ó m e z P e r o r t a m u je r q u e p e rt e n e c e a o tr o , in s ta n t á n e a d e Lo vid a b re v e y e l r e t r a t o c o m ­
lo m o ro sa riu rfad d e S a n ta M a r í a a l a s t ille r o d e esa m u je r d e v ie n tr e h o r r ib le m e n te h in c h a d o por p le to d e E l a s t ille r o , su c r e a d o r J u a n Car/o*
J e r e m ía s P e t tu » . q u e In c u r s tim e en un partido e l e m b a ra z o , n a e» p a ra él- L a c o r t e ja c o n e l G u e lfi h a m a d u ra d o n o ta b le m e n te E n 1950 l a
«ecfti» d r h u m illa c io n e s y d e la murria. rep etid a V iriti d ¡ ítm u la d a c in is m o p e ro n o p a ra o b te n e rla vid a b re v e fu e ja p ru e b a d e l e n o r m e ta le n to n a - ,
o r í in d a d co n afpttrta m u je r qu e a cu ñ a por re r sin o p a ra d e fn r te s tim o n io d e *u re c a n o o im e in to . t r a m o d e O n e t ti C o n s tr u id a c o n un r ig o r q u e
íu * i / í r . P o c a im p o r ta q u e la in m o to efu siva V cu a n d o la c r is i» c u lm in a , r u a n d o e stá a c o s a d o »Alo e l a n a lis i» m á s ce ñ id o l i n d a a p a r e n te im ­
V ftim plr/ a tr a m a s e a s u s c e p t ib le d e un r m r m r n p o r l o i in v is ib le » s a b u e s o s d e tu d e - tr u c v t o n . t ie ­ p la c a b le e n su b u s ta d e l e s t ilo , tr ia y m o ro s a , 1
a n e c d ó tic a — J u n t a L a r te n r e g í n a a l p u e b lo . n e un u ltim o n lu r ín n u f e e n c u e n t r o c o n la m u t f r . Ite ra b a n la c u lm in a c ió n u n n a r r a d o r qu e c u t r e s
d e sd e d o n d e fu e ra e x p u ls a d o , a r e c o n s t r u ir su Vrt h e rid a d e ¡ta r to . E n to n c e s L u n c n h u y e h o ­ n o r c in i a n t e r io r e s «El nozo. T ie r r a d e n a d ir P a ­
V id a — y que to nfcnetorr d r l fe c fo r fo d e l ro to r- rr o riz a d o . ra e sto n o ch e * h a b ía d e m o s tr a d o a lta * d o t n
tor> sea c a p a s d e e n c o n t r a r en s u c e s iv a s c o p a *
s u p e rp u e sto ' la s A « o * d e u n a tn tr ig a q u e r o m . P e r o L a vida b re v e se h a b la d e fa d o a la v is ta
t o r a a fa n e n a P e t m » u a *u h i ja s e m iid io ta o to d o e l a n d a m ia je t é c n ic o E r a c o m o s t O n e rfi
to c a , a la c ria d a d e e sta h i la o do* e m p icad as R eg reso a la m u erte ñ u ñ ie ra tir a d o lo m e d ra «tn « iñ e r e s c o n d e r ta
" i a « o E t p r e s tid ia t fa d o r h a c ia to* t r u c o * p e ro
d e P e t r u s a ta m u je r <p r o te r v a m e n te i* n i6 n 'a -
xa d a d e u no d e estos f.n que L a n e n rtó so p o rto esi la v id a S o p o rt a ta m b ié n tos e x p lic a b a S u ta ra n a p r e n d iz a je co a
A q u i la a n t e d a ta Otilo c u e n t a lo m ó* e x te r n o la m e n tira dW s e x o , la m e n tira d e tos a d n le s ce n - C é tín e u c o n F a u tk n e r e ra d e m a s ia d o e v id e n te .
e in s ig n ific a n te P o r q u e l a q u e o c u r r e l« fe r e * o íe% en flo r , ta m e n tira d e lo s v ie jo * v is io n a r io s U n o s año» d e sp u é s c u a n d o e x c rib e EJ a s tille r o
p oco, o pudo h a b e r o c u r r id o d e o tr a «MmÉO Q u e c o n n e g o cio s en ru in a , to m e n tira d e la pedirla ya O n e t t i e stá en c a m in o d e u n a m a d u re z qu e
L a r sen sea n o m b ra d o p e r e n te p e ñ e ra ! d e l A * ti- V h a sta la m e n tira d e o tro s s u ic id a * . P e r o r e ta n ­ s ig n ific a so b re ñudo d e s p o ja ni le n to , e lip s is , c o n ­
l le r o d e P e tru s í a b a n dom ada. e n tra m p a d o , d e * . d o se e n fr e n t a coi» to m u je r ru g ie n d o y san a r a n ­ c e n t r a c ió n fa n á tic a -n to p e r ip e c ia in t e r io r p o r
d o , fin ge E s a r * to v id a P e r o e s t e c ín ic o . e *(e e so «e cefi m e n o s a ñ o r a to* a n d r m in », au 'irm e
s ó r d id o , este, i m in a r m a r ro e s un r o m d n liro d e a/qn sn b re tó re n en Jo# U lu la * d e e q d a c a p ii uto.
m e n e ó « , un n i m ita s e n s ib le q u e «e a c o ra z a d e Con s u .» mu m òrti v u re su to m to lito « c r ia nos.
p o d re d u m b re v c ie n o y lla n to tú m id o p a ra « o t o a u e so b re to d o *e tw* e * un p ro g re d iv o e h n -
a v e n ta r q u e e l m u n d o p io la la in o c e n c ia qu e la s d a r» e en to lY fr fu d m t m a te ria n a r r a tiv a . E s e
m u je r e s q u e m ie re m n t d e ja n un d io d e s e r nm> m u n d o d e l a sfífte r n d e c r é p it o y poíim roxo en
c h a c h a * q u e to i>ida irru m p e e n e l m u nd o d e s ­ q u e cn u a m e n to t r a t a L n t s c n d e »o rla r a u e e stá
tr o z á n d o lo to d o ¿• rirortrdo a ig r. e*n g lo r ie ta tiu e e s d i r a d e la
V illa P e * u< w d o n d e se*" • en có m o d a * c u n ta *
L a ú ltim a d e lir a n te lu g a d e fa t n e p p o r e l serna trotes a ta to ra h i ja d e P e t r u s : e»o ca si ito
L A IN C O M U N IC A C IO N , LA c ir c u lo f i n a l d e »« in f ie r n a e s u n a fu g a d e la ert q u e a s is te fa s c in a n d o * m - h a tu d o a ta r e ;,
v id a m ism a C a m a ELuh<> U tu n e r o qu e h u ia de a tos wtnpfwMr**jto* d - to m n * e r e m b n m ratto y
F R IA Y D O L O R O S A D E S E S ­ tu á m b ito en El pozo f g jg i po r Jo * su rtio s q u e
te c a n ta b a co m o J u a n M a rín B r a u s e n q u e e s ­
m á s a l fo n d o to d o e l nueW o d e S o n t a M o r ia y
r i r i o. so n e l lu n a r p o é tic o en q u e O ite/ fi ñ a «a-
c a p a b a d e u n a m e d io c re re a lid a d su b u rb a n a en
P E R A N Z A E X I S T E N C IA L , L a vida b r e v e <1950*, ¡ m e n tá n d o s e o tr a p e rso ­
bidr» i r c re a u d n / p o r m era M isliiwarton n ím o s-
f«frica po r m íto a ro s a s im p a tia e n t r e et p a is a je y
n alid ad v h a sta c re a n d o un m u nd o e n te r o e s te
UNA S E N S U A L I D A D R E ­ n ñ e r o p ro ta g o n is ta d e O n e t ti. e n fr e n ta d o c o n
e l s e r i u n a t * * r n i P a ra to »oTedoif d e L a r s e n v a ra
su h a m b re d e pnin u n te n d ó n w ir.i tu d e s c u b r i­
ta » ra íc e s m ism as d e Ja v id a se fu g a po r la m ie n to d e *e r e l ú n ic o h o m b r e v in o e n t r e fa n ­
C O N D IT A , SON L A S C O N S ­ m u e r te T o d a la n o vela tie n e ta m a r ra /simbólica
d e l r e a m a a l país d e tos m u e r to s . A s i co m o U ti-
ta sm a s
P o r e so et e s t ilo m a n tie n e esa te n s ió n nu m í-
T A N T E S Q U E D E F IN E N E L ses d e sc ie n d e e n b u te n d e ta s so m b ra s e n la
O d t-eji u E n e a s b a ta n t ó r e r n o y ft a u ie «e h u n ­ • -da q u e p e r m ite H n ru to r e sfa n o v e la n o siilo
d e en la C iu d a d d e D ite . J u n t o Tarden re g re sa co n eJ a b a fo a n t e c e d e n te d e F a u t k n e r , sin o ron
U N IV E R S O C R E A D O PO R a S a n to M a rta g a t o m u erto fi n a l . to i tr a b a jo s m á s m oderno» d e to e sc u e la o b je ­
t iv a . Ato e s q u e O n e t ti e s te tro ta íir fo d e p o n e rse
*
O N E T T I: A M E D IO C A M I­ i to m oda ( d e to d o s m o d o s . E l a s tille r o va e s t a ­
ba e s c r ita e n 1957> s in o o y e la m ixta e stá po­
U n iv erso rio p laten se n ié n d o se a to n o co n O n e tt i, E s e le c to r q u e anu a ri­
NO E N T R E LA S O R D ID E Z to a R o b b e - G r itt e t y a M ic h e l B u f a r q u c t fe iw a
P o r m ás d e uu h ilo e s t á v in c u la d a e s to u ltim a p a u s a d a m e n te to» p a r a lit ic a t n o r r ia s d e S a m u e l
Y L A P O E S IA . CON E S O S n o ve la d e O n e t t i co n i » v a v a sto c u e rp o n a r r a -
ttv o L a c iu d a d d e S a n ta M a r ía en q u e m u r r e
B e c k e t t a u e tr a n s ita sin im p a c ta n cía por i #
sq u a re o M o d e r a lo C a n ta b ile de M a r g u e n ic D u ­
g ra n p a r le de El a s tille r o a p a r e c ió po r p rim e ra
ELEM EN TO S, EL E S C R I ­ vez en tai viti» bre v e . E n esa ciu d ad *e re fu g ia
ra s , e s uu fe r ín r q iie va esfd m ad u ro p a ra O n e tti.
E n e s t e e s c r it o r u ru g u a y o e n c o n t r a r á no m e-
la fa n ta s ia d r J u a n M a r ia B r n u te n la va c r e a n ­
T O R HA O R G A N IZA D O UN do de a p o ca la va p o b la n d o d e se re s, a c a b a p o r
nos sin o m ás r ig o r , u na pisiófl a t o n nuda y a le ­
g ó ric a d e l u n iv e rs a q u e e stá in c re íb le m e n te *
In co rp o ra rla a 1« r e a lid a d po r I r te a b a n d ir v e rt id a en té r m in o s d e n o v e la un ím p e tu v it a l
V A S T O M UNDO N O V E L IS ­ re a lm e n te e n e lla F a l c e to * s e r e s q u e c re a B r a u -
sen e stá e l d o c to r D ía z G r e y , q u e h a c e lin a a p a ­ Í ue d e s m ie n te ta >a p a r e n t e ‘ n c g a t iv íd a d y s o r-
ú fe : d e l a s u n to . E n c o n t r a r á so b re to d o q u e e t
T IC O , A L A M A N E R A D E rició n se rti wd a ría en E l a s il ilm » co m o p íelo c o ­
n o ced o r d e to h is to r ia lo c a l
c in ism o , la d e se s p e ra n z a , ta fr u s t r a c ió n d e »«
profaffoMMfa « o fe im p id en * e r ta m b ié n un a/nta
BA LZA C Y DE FA U LKN ER. S a n ta M a ria e s t á ta m b ié n a l fo n d o d e o tra
« r r n íu r « d e O to ; G r e y de to que queda d o u -
t ie r n a v d e s g a rr a d a . E n c o n t r a r á , en /in. una
o b ra m a e stra ♦

30

126
respecto a mi* ulcts pollllewi o a mi posición
u tas uue m e ofrece lo R , O. del Uruguay en i » i .
Todas la s persona* que m e co n o ce n las saben tunta
el bostezo. Gutiérrez tomó *u* apuntes debajo de un

OPINION uílche electoral q u e no deja lugar » dudas Por otra


parte aclaro, inútilmente, que n u n ca conocí ¿poca al*
Kurtn do vacas «ordos. Yu posó el m edio ligio y «-*-
toy McuitLiinbiadu ¥ feliz.
7* Me di-ripido ron un agradecimiento final que
le hayan confiado la critico de "El Astillero’* » Emir

DE LOS Rodríguez Monegai y que éste haya comprendido y


amado n Lumen J u n t a cadàvere*.
A te n ta m e n te ,
JU A N C A R L O S OMETTI
M o n te v id eo

Gaceta de espectáculos
Señor Secretarlo:
Ante lodo, deseo felicitarla* por la revista qur *
mi luicio continúa manteniendo un digno nivel peno-
dístico, pese a alguno« defectos dr menor Importan*
cía. Creo que la idea de hacer secciones especiali­
zad un contribuye al mituibo de la revista entre «ui
lectores y er<*o pie ellas han nido hasta ahora rea­
lizados con botona capacidad Pero considero que nu
deberían Iniciarse jm. cc tone* que al poco tiempo it t*
e sta ría y o si e je r c ie r a la c r it ic a cin ziiiiito g rfiflca «In rtpareccn >íin • i.luarruncs F e ex el caso de Gachí
co n n ccr el le m tu a ic i.uH‘m í»to*j-íific.j situ a c ió n qu©, de Espectáculos, que en loa Último* número* parné
po r lo m enu». pu ed e c a lific a r s e min lig e ro * a p r e c ia c io ­ hubi-r sido s.iiiiiiimt.. |>c+r comentarios c inf«rin«cio­
nes. sin in te n ció n di* rnnU**ilurt o b je tiv a m e n te ! co m o nes de cine, h e c h a * con la solvencia habitual de fí.
innlita Alsinu Thevenet, pero fatalmente pnreíale* como re­
P a r a te rm in a r a m ic o G o tá n . y sig u ien d o et e je m p lo flejo de los fSpiM’tóutilon que interesan * luf moo-
rju c puso o s t ili desili- «■! titu lo de su ù ltim a no to * Z a- tcvidcohOK
EoUite ro
____
_luen
ten pi por de me<!¡a su e. la—s p ara
¿cu an d o usted ________
tu s za p a to s” !, ________________
. . xus
n e c e s ita u n
_ zapatón, e lis e un
¿Qué puaó con luí iew»Aas do teñir» v dr niusícs
que uparcciiiii j í principio? ; 0 as que no ínter rum
zap ateril q u e h o ya a b razad o su p ro fesió n p o r u n p ar u Ion lectores'' Como asidua concurrente a «poetó*u*
de
* “ e m p iui jjo
onr e s d‘ el* corazón*1 o , ad e m ás d e ca rd ia co , lo* teatrales v m u sical« , me permito Nupoñer que
q u ie r e q u e co n o zca líalo s lo s se c re to s de su o fic io ? anmoB muchos tu* ir teresado* en que se preste .úrn*
M A R IO C F E R N A N D E Z ció« a ente imin«> de bis manifaftaciones artUtirai.
M o n tev id eo Espera que G»c»U d* Espectáculo« vuelta. Cira*
píela,

Coidos gordos H IL O A G
Montevideo.
DE MARQUEZ

Señor Secretario:
üiQÜK LA M EN TA BLE!M t te n taoyd$Du1n) une se
untan oblíjpnloa o publicar «»» » r ía d* mentira* y
bdftcdudcs de las que se tienen que valer lo* íide-
listas" par» pertemlcr turificarse, me reitero a In
declaración enviada por la Embóbala de Cuba v pu­
blicada en el N" 25 de R E P O R T E R de facha í l de
octubre corriente
Qué lastima hacerles el calda ¿ordo • u i*:rjuK'ir» de
la Gran Democracia del Norte y las de iodo nues­
J O Y E R IA |
tro hemisferio y favoreciendo u Ioh i hi, . . h .,ii , h. v los
dudosos
P A R IS
Yo sabemos que R E P O R T E R no se solidarizo pero IM FO NE PRECIOS EN
pura la inmensa mnyniía de lo» que leen superficial- RELOJES OE
mente, da la m-iumcíóii de apoyu de una causa tun
horrenda CALIDAD
UNA C R IO L L A D E M O C R A T IC A
D E L A S Q U E G R A C IA S A DIO S
H A Y M U CH AS
Montevideo

Colega conforme JILA


Se mu Secretar ¡oí O ro
Mi* felicitaciones por , 1 número de R E P O R T E R 17 tfufc-r* $ 1 8 0 .-
del ll del efe C«*nx> eob au, t'ream« que me ul< ura
en verdad el triunfo del mapnifico esfuerzo d r Us-
U d aL
Me oleara, la repito, ver que R E P O R T E R urracicntu
* ii Jerarquía Le con fimo» qur ¡iluimu* mi mero« ante­
riores me hablan parecido lilferlOjPCS a lo que ustedes
Min capares «le hacer Perú este N** 25 es una h i i ,í
ra revista", con verihulero sentido perindiutieu A«il
y a la vez pcmrcdara dr positivo interés
Refiriéndome sólo u los articulo» que mñ* me Inte­
resan por el trina, en lo personal, m r parecen e xce­
lentes los referentes a O ndti y a Arbt'lm Ramireg.
.isi Cuino tas niitns sobre rl viaje de NardonO á Es
taitón Unido» y sobre la limitecmn oficial a tos
•IqrimnMiro» del Soviet, por la "objeiivirtud dinmm-
c u ' mu si valen t-iid* término: * m n rpie lian -ido
en carad as
Que REPORTER sipa crvcimdi», t - mi triojor d> «o
di cordial »mino
C A R L O S A SOI-AHI
tn dr Julio MIO Paysuiufú.

O n e lti no fue guarrero


Sdiur Sucre Vario:
V Agradezco a R EP Q B T B JI ta desproporciónenla
»temiun de hubcrim dedicado vutafula y tiñei na» en
•m número «Jcl 11 riel c u rr^ fllt
2** Como yo también cabrero ful comprendo y
disculpo los errores de Sábai al ele s .r la» foto* tule-
c linda» y liw ite G utiérrez al loctmntrult la apresu­
rada entrevista
3* Leyendo REPORTER tur entelé y •i qu« era
poseedor de un Sti-lmiit per forado por una bul» cali­
bre 3A producto de ta iñó* terrible bal al la onirrida
en Solivia duran! e l siiti o q u e tra ta m o s de se g u ir
soportando. ACU U A
4" Examinado H « »obrero p o r e x p e r to , que n o
lo r n m , O r o
hace al caso nombrar nulo, acordaron que el aun-
je r a prod u cid o —por la v e je z en el S te tsu n , cla ro — 420 . "
só lo podio habei sid o o rí« m n d o par una 45 y, p r e fe ­
r e n te m e n te . d el tip o riuitidurn,
5^ Examinado nuevamente el sombrero, confiesa
carecer de orificio de salida. En corum-cueheia, le 45.
JOYERIA
dunidom o no. permanece dentro de mi cráneo. Lo
que tal vez dé una pista a los lectores de mis nove­
P A R IS
il 0E JULIO 1429 y 145?
la* siguiente* o la descomunal batalla en E l A lio de fiiN T E AL MONUM. AL CtUCHQ
loa Paz. Gracias n Dios tuve entonces a mi lado ai
Dr, José Pedro Cardoxo. que veló por m| y no ten­
drá inconveniente en atentlgunr.
" *■ * 1~ÍJ~ con fusione* que derivaron
Ursidos nota» de Gutiérrez

El hallazgo de estos artículos y su digitalizadon los hicieron Rodrigo Echániz y Maxim iIi <i no Basi le, Licenciados en comunicación
y activos participantes en la construcción del sitio w eb Publicaciones periód ieas dei Uruguay.

127
C o rre s p o n s a le s M ontevideo, viernes 2 5 do noviem bre de 19 83.

Juan Carlos Onetti


Reflexiones de un que aquel niño participó con poca ver­
güenza se pueden extraer, iitcmorizar
fragmentos con los cuales un rezagado
diferencia de mi compatriota, el
irrescatable poeta surrealista podría componer un

A Conde de Lautrcamont de la rama


legitima -nunca hice un pacto
contra las familias. Por eso pido
perdón a las madres por recordarles un
día que debe haber sido el espanto y
que mencionaré al final. Y también rue­
poema. Ahí recuerdo y cedo generosa­
mente retazos no olvidados: Primero es­
tá el Gran Rey de Borgoña. recipiente
aguantador de todas las quejas de la hu­
manidad, después tenemos pastorcillos
descorteses: un capitán ascendido ipso
go que se me excuse por hablar de mi fació a coronel sin necesidad de campa­
mismo, como se verá, era inevitable. casualmente, llevaba mi mismo nombre. bia y ofensa cuando las oía decir o im­ ñas gloriosas; una señora que ofrece la
Considero odioso el yo y rememoro La infancia amorosa de aquel niño poner con carteles floreados que supon­ mejor de sus hijas, no por tercería sino
que hace años y allá en Buenos Aires, un fue muy desdichada. No porque se ena­ go llamarían arte: “ La escuela es tu se­ por inescrutables razones poéticas; tam­
periódico tuvo la feliz ocurrencia de ir moraba en vano de alguna compañera de gundo hogar’’. Y . para colmo, "La maes­ bién hubo la conjunción de una rosa y
computando las veces en que mandata­ clase, sino porque le fue imposible amar tra es tu segunda madre", un clavel. Y. para terminar con este pa­
rios, padres de la patria y políticos aspi­ a ninguna de las maestras que le locaron Terminadas las clases aquel niño te­ réntesis, existió un andelito de oro del
rantes empleaban en sus mensajes y dis­ en suerte. Más tarde conoció que en algu­ nia una agridulce compensación. (Un que dieron fe un sencillo y un marqués.
cursos la palabra YO. No recuerdo quién na parte existían maestras jóvenes, bien- par de años antes de que aparecieran los Agrego que jamás pude averiguar qué
fue el ganador en esta oficiosa encuesta. humoradas, esbeltas que recibían con carteles de desafío clavados en el pláta­ era un "andelito**. Ningún memorioso,
Pero, según creo, ninguno de los aludi­ sonrisas manzanas obsequiadas por ni­ no agonizante del terreno casi baldío. ningún diccionario me lo aclaran. Pero
dos pensó, o fue enterado do que el yo- ños de amor a primera vista. O por Los carteles variaban: “ Llevamos pelota su metal era valioso.
ísmo es odioso. Y los contabilizados alumnos adulones que, camino del cole­ lleven cancha" o “ Picdiahita después de Pero el caso es que el escuálido cíni­
yoes llegaron a cientos o miles. gio habían frotado y refrotado la fruta la matiné*'. Porque ninguno de nosotros co de las rondas siempre se enamoraba
También supe de un versificador de en una manga hasta darle un aspecto in­ o del barrio rival era capaz de perderse de la última amiga de su heramana -era
por allá, por Tierra Caliente que no sólo comible de cera. las reiteradas muertes inminentes de un barrio de muchas mudanzas-, y su
padecía adicción irrefrenable al yoismo, Pero el niño homónimo no fue afor­ “ Perla Güite*’ en la matiné de las tar­ pequeña hermana hacía de mensajera
sino que cada vez que pronunciaba la tunado. En el recuerdo sus maestras su­ des). del amor y siempre regresaba con res­
cesivas parecían elegidas para que odiase Pero antes de fútbol y guerrillas ha­ puestas negativas, de esas que llaman de
bendita palabra se golpeaba el pecho
con el índice para evitar que algún des­ el colegio. Ahora, tan tarde, llegó el mo­ bía que enfrentar los corros infantiles, subido tono.
mento de una venganza que ya no puede tal vez los mismos que inspiraron a An­ Y lodo esto, lector paciente, como
pistado no comprendiera que él hablaba
herir a nadie. Las inventó hirsutas, pre­ tonio Machado uno de sus poemas más abusivo prólogo a la alegría que me in­
de él, que ¿I elogiaba a él. Y tan popular
desodorantes, con caras caballunas, mal tristes. Con lo que aventajó a lo que en vadió cuando abriendo mi periódico me
y graciosa llegó a ser esta costumbre que
engordadas, solteronas, no bastante que­ Neruda fue propósito declarado y cum­ encontré con un titular que decía: “ Un
un caricaturista lo representó con el pe­
ridas. Y mi indignación casi lacrimosa de plido. millón de niños no irán hoy al colegio*'.
cho atravesado por el dedo, que sobresa­ Se trataba de una huelga de los em­
lía por la espalda. ofensa y vejación mr hacía llorar de ra­ De las canciones infantiles de las
presarios dueños de los coches de trans­
De modo que, advertido, reniego en porte escolar. Asunto de pesetas, asunto
forma transitoria del yo y evoco la figu­
maloliente y que no me interesa. Lo que
ra de un niño perdido e irrescatable que.
sí importa, para mí y tal vez para otros
que no hayan perdido en el viaje por los
años los fragmentos, rebabas de infancia
que a veces persisten, la alegría que pro­
duce esta millonada de niños que, sin
aviso, se encontraron con un día sin es­
cuela, sin deberes, sin obediencias, sin
maestras. No es poco sentir por sorpre­
sa un millón de alegrías dentro del pc-
cho.

E xclusivo para J A Q U E
E F E - M arzo 1 9 8 3 ©

I-I
*' p ,
, n„ Mndonos
d i b u j o .... <.A R . T
ai™)0 de,
|a cara
ü‘ nA B A T cnsuiandonoa a cara de
c. Onetti no había salo publicado nunca, hacerlo « para JA Q U E un verdadero privilegio. En la tarca
, . ' ... , M;.nchi -su genialidad, su conducta, su ejemplo- cjirtqnm-n,
de reconstrucción que hay hoy, detrás de toda tarea uruguaya veraaatra, la legendaria i iuma «v •
-
ONETTI EN INTERNET

Entrevista a Juan Carlos Onetti en el programa Afondo de la


Radiotelevisión Española, 1977. https://www.youtube.com/
watch?v=G8OqacWgG1A

Entrevista a Juan Carlos Onetti en el programa Encuentros


con las letras de Radiotelevisión Española, 1977. https://
www.youtube.com/watch?v=CnvdG8O9Ab4

Juan Carlos Onetti. Un escritor. Entrevista a cargo de Jorge


R u ffin e lli y Ju lio Ja im e s. h ttp s:/ / w w w .y o u tu b e.co m /
watch?v=35Ds4k4rXCc

El Dirigible, de M ario Dotta, 1994.


https://www.youtube.com/watch?v=844fnE6LYIg

129
Onetti, por Horacio Guerriero (Hogue)

DATOS BIOGRÁFICOS
A b d a la , Ja v ie r . M o n tev id eo , 1971. V iv e y tra b a ja en bien estos carecen de un valor relevante para alguien más que él
Montevideo Desde 2001 es Profesor Encargado de Curso, Area mismo. Convencido de que la fama no lo cambiará simplemente
de Volumen en el Espacio, Taller de Talla en M adera Instituto porque no la va a conseguir, va por la vida colaborando cuando
Escuela N acional de Bellas Artes, UDELAR, M ontevideo, puede con algunas publicaciones de las que es aficionado.
Uruguay. Primer Premio en el Encuentro Internacional de
Escultura San Martín de los Andes, Argentina. En 2004 obtiene Campodónico, M iguel Angel. Escritor montevideano autor de
el Premio Morosoli de Escultura. dos libros de cuentos y de ocho novelas una de ellas en Francia.
Dedicado a la no ficción ha publicado más de diez títulos en ese
Alvarez Cozzi, Fernando. Montevideo, 1953. Integra el grupo género algunos de gran difusión.
Octaedro entre 1979y1982. Miembro fundador delNúdeo Uruguayo
de Videoarte en 1989. En 1977participa del Salón Latinoamericano Cohén, Pablo. Nació en 1983 en Montevideo. Es periodista
de la 10a. Bienal de París. Entre 1990y el2000 sus videos se muestran cultural, oficio que ha ejercido en EL OBSERVADOR durante
en varios festivales internacionales de videoarte entre los que se cinco años y luego en la revista D 05SIER, en el suplemento ADN
destacan: Festival Franco-Latinoamericano de Videoarte (Bogotá, Cultura del diario LA NACIÓN y en la Revista Ñ del diario CLARÍN.
Santiago, Buenos Aires y Montevideo), World Wide Video Festival Es autor de los libros D' Ambrosio, publicado en 2011, y Nacional y
(La Haya, Holanda), Video Brasil (San Pablo). En e l2001 participa su cultura, publicado en 2014 junto al diario EL PAÍS, donde también
de la IH Bienal del Mercosur en Porto Alegre. En 2010 forma parte ha compartido la histórica columna «Producto Culto Interno/
del envío uruguayo, a la Médiations Biennale de Poznan, Polonia. Externo» con Carlos Maggi. Fue editor de Cultura y Espectáculos
En el 2014 participa de la 2a. Bienal de Montevideo. Obtiene el del semanario BÚSQUEDA y actualmente escribe en la sección
Premio del Salón Municipal en 2007 y el Premio Figari a la Cultura del bisemanario argentino PERFIL y trabaja en el área
trayectoria artística en 2008. periodística de la empresa Tenfield.

Bajter, Ignacio (Maldonado, Uruguay). Investigador, crítico, Cunha, Francisco (Montevideo, 1983). Trabaja hace más de diez
forma parte del departamento de investigaciones de la Biblioteca años como diseñador gráfico e ilustrador de manera autodidacta
Nacional de Uruguay. Desde 2007 escribe sobre literatura en el e independiente. Trata de mantener un estilo personal en sus
semanario Brecluí, de Montevideo, y en publicaciones extranjeras. trabajos, con un fuerte componente de la ilustración. En internet
Su trabajo más reciente fue la edición de una serie de cartas de se puede conocer más acerca de su obra www.fran.uy y sobre su
Felisberto Hernández a Jules Supervielle junte) a una selección de estudio www.Mundial.uy.
correspondencia, de varios autores, recibida por Hernández entre
1940 y 1963 ( Revista de la Biblioteca Nacional, 10,2015). Gandolfo, Elvio E. (1947). Ha vivido en Rosario, Buenos Aires y
Montevideo. Editó con su padre la revista literaria EL LAGRIMAL
B ensou ssan, A lbert es universitario, escritor y traductor. TRIFU RC A . In teg ró el eq u ip o co o rd in ad o r de EL PA ÍS
Profesor de lengua y literatura española de las universidades de la CULTURAL. Editó en narrativa La reina de las nieves, Ferrocarriles
Sorbona y de Rennes, es Doctor en estudios ibéricos y «Docteur Argentinos, Cuando Lidia vivía se tjuería morir, Cada vez más
es Lettres» por la Sorbona. Escritor, publicó unos treinta libros cerca (cuentos), Boomerang (novela), Omnibus (novela corta), El año
(novelas, relatos, ensayos, poesía). Traductor, es la voz francesa de Stevenson. Primer trimestre (poesía). Es traductor y antologo.
de Mario Vargas Llosa desde hace 45 años, y tradujo también,
entre otros, a los escritores Juan Carlos Onetü, José Donoso, García Rey, Manuel. Es egresado del Instituto de Profesores
Manuel Puig, Alfredo Bryce Echen ique, Guillermo Cabrera Infante, "A rtigas" (IPA) y Licenciado en Filología Hispánica por la
Zoé Valdés, Héctor Abad, Eduardo Halfon... y Lisa Block de Behar. Universidad Complutense. Publicó lírica, narrativa, crítica literaria,
ensayo y colabora esporádicamente en periódicos y revistas de
Blanco, Elvira. Doctora en letras por la Universidad de San Pablo, España y de América. Afincado hace varios lustros en España,
Profesora de Literatura en el Instituto de Profesores "A rtigas" y imparte cursos de Lengua y Literatura Española en A Coruña e
en la Universidad Católica Dámaso Antonio Larrañaga en investiga, sobre todo, obras de escritores uruguayos. Algunos de
Montevideo, es autora, entre otras obras, de La creación de un sus libros son los poemarios La pulpa de los días (2006) y Acaso
imaginario. La generación literaria del 45 en Uruguay (2007) y toda la luz y antología (2013), un libro misceláneo, El papel nunca
Literatura brasilera: del realismo al hip-hop (2011). está en blanco (2011) y las novelas Perseguido como Orestes (1992)
y Relato impar (2014).
Block de Behar, Lisa (Montevideo, Uruguay). Doctora por la
E colé des Hautes Etudes en Sciences Sociales de París con una tesis González, Héctor Iván. Nació en la Ciudad de México en 1980.
sobre la retórica del silencio, por la que recibió el Premio al ensayo Escritor y traductor. Hizo estudios de Lengua y Literatura
literario Xavier Villaurrutia al publicarla en México en 1984. Fue Francesas en la Universidad Nacional Autónoma de México. Fue
profesora de Teoría Literaria y Lingüística en el Instituto de editor en la Facultad de Derecho de la misma casa de estudios.
Profesores "Artigas" y en la Universidad de la República, donde C o la b o ra co n o b ra v aria en p u b lica cio n es co m o E ST E
aún se desempeña en la Facultad de Infomiación y Comunicación. PAÍS, CRÍTICA DE LA BU AP, TIERRA ADENTRO, PERIÓDICO
Ha sido profesora visitante, conferencista y responsable de DE POESÍA (UNAM), ESTUDIOS DEL ITAM y mantiene el
se m in a rio s en u n iv e rsid a d e s n o rte a m e ric a n a s , e u ro ­ blog hombresdeaguaLblogspot.com. Ha escrito un libro de ensayos
peas, latinoamericanas y de Israel. Obtuvo el "Prize Research y una novela que permanecen inéditos. Actualmente trabaja en su
Award" de la Fundación Alexander van Humboldt. Sus libros están segunda novela.
accesibles en http:/ /www.analisis.edu.uy/materialesánicio
G u e rrie ro , H o racio (H ogu e). D ep artam en to de F lores,
Borla, Alexis. Estudió decenas de cosas, leyó otras y siente Uruguay. A partir del año 1978 comienza a trabajar com o
curiosidad por el resto. No va a destacar sus supuestos logros caricaturista en el diario El Día. U n año después ingresa en la
académicos o intelectuales ya que o bien carece de los mismos o Agencia de Publicidad Ferrero & Ricagni e inicia su carrera

131
dentro del campo publicitario. Posteriormente lo hará como crítico, autor de copiosa obra que sobresalió, especialm ente
director de Arte en Grey Publicidad y como director de la Agencia com o dramaturgo al punto de convertirse en el autor teatral
Cuatro Ojos. En el año 1982 ingresa en el taller del artista Q ever más premiado del Uruguay.
Lara y a partir de ese momento comienza a desarrollar una labor
artística, fundamentalmente a través del dibujo. En los comienzos M artin elli, Bruno (Rosario, Colonia, 1984). Es Licenciado en
de los años 90 participa de un taller de grabado invitado por el Ciencias de la Comunicación por la Universidad de la República
maestro Luis Solari. Concurre invitado dos veces al Festival de y Profesor de Literatura egresado del Instituto de Profesores
Caricatura Internacional de St. Steve en Perpignan, Francia. Ha "Artigas" (tPA) de la ciudad de Montevideo. Es docente efectivo
publicado sus trabajos como ilustrador en Argentina, Brasil, Puerto en Educación Secundaria. Ejerce el periodismo, adem ás de
Rico, España y Estados Unidos. Actualmente dibuja en vivo en el escribir ensayo y poesía.
programa periodístico Código País y realiza las caricaturas para
una tira animada semanal en Telemundo 12; ilustra para el M artín ez, G ustavo. Profesor de Literatura, egresado del
periódico económico 5 Días de Madrid y su obra artística personal Instituto de Profesores "A rtigas" (IPA). Ejerció la docencia en
está expuesta en forma permanente en la Somniac art Gallery en la enseñanza secundaria pública y privada. Se desempeñó como
Nueva York. profesor de Literatura Española I y III y Corrientes Literarias
en el IPA entre 1990 y 2009. Ha publicado, entre otros, estudios
Gutiérrez, Carlos M aría (Montevideo 1926-1991). Periodista, críticos sobre Julio Cortázar, Juan Rulfo, Augusto Roa Bastos
humorista, narrador, poeta, ensayista y dibujante, fue uno de los y artículos de su especialidad en la revista digital ESPÉCULO
más destacados intelectuales de su generación, habiendo de la Universidad C om plutense y en SIC de la Asociación de
desempeñado precursoras actividades como corresponsal de Profesores de Literatura (APLU).
prensa en el exterior, en una época en que estas funciones no eran
frecuentes en el Uruguay. Con un intenso compromiso político desde M azzone, D a n iel (San José de M ayo, 1948). M agister en
su juventud, hizo de su militanda un empeño mayor, que ejerció Periodism o (Universidad de San A ndrés, Buenos A ires).
durante toda su apasionada vida, inclusive en los años de exilio. Coordinador académico en la Universidad ORT Uruguay. Entre
1986 y 1993 publicó cuatro libros de relatos, entre ellos Jam sesión
Hontou, Fermín (Ombú). Digamos que nací en Montevideo en la Posta del Angel, Nico Pérez (Premio Municipal, 1990). Fundóy
hace más de medio siglo (durante el siglo XX). Desde muy dirigió la revista EL ESTANTE (1995-2000) y desde 2005 ha
temprano comencé a dibujar, viéndolo hacer a mi madre, quién, publicado libros de ensayo y de investigaciones discursivas:
entre el café con leche y la cena, nos dibujaba a mí y a mis hermanos, Desenfocados (2005), Hispanoamérica: interpelación a losfundadores
casi siempre de perfil. En esos años vivíamos en la "ciudad" de (2011) . Hujfington Post vs New York Times ¿Qué ciberperiodismo?
Meló y a veces mi padre me llevaba de recorrida por viejos boliches (2012) , Cibermedios y lectores en busca de un modelo (2013).
y casi "pulperías", donde se hallaban colgados almanaques de
ALPARGATAS, con los hoy célebres dibujos de Florencio Molina Pellegrino, Carlos (Montevideo, 1944 - 2015). Músico, escritor,
Campos (creo que entrerriano argentino)... Ese descubrimiento paisajista, docente. Miembro del Núcleo de Música Nueva y de la
de mi niñez fue definitivo para terminar de acendrar mi profesión Sociedad Uruguaya de Compositores, ha estrenado composiciones
de hoy (publico mis dibujos desde el año 1981). en Uruguay y en el extranjero, realizado la ambientadón sonora
de muchas exposidones, obras de teatro y vídeos. Es autor de
Larre B o rg es, M aría Jo sé . Es P rofesora de L iteratu ra y cinco libros de poesía y de la novela Yod (1984). Diseñó jardines
Licenciada en Comunicación Social con posgrados en Inves­ privados, así como parques y paseos públicos, fue cofundador de
tigación Social, Pedagogía Audiovisual y Educación Artística. la U nión Latinoam ericana de Paisaje y dirige desde 1976
Tam bién M aestranda en Enseñanza Superior. Presidió la MALDOROR.
Asociación de Profesores de Literatura del Uruguay (APLU) entre
2011 y 2013. Estudió en Uruguay, Argentina, Canadá e Inglaterra. Pérez, Claudia. Doctora en Letras por la Universidad Nacional
Actualm ente se desem peña como Inspectora Nacional de de la Piafa. ANO, Sistema Nacional de Investigadores, Investigadora
Literatura (Consejo de Educación Secundaria). Nivel I. Asistente efectiva y Profesora Adjunta (interina) del
Departamento de Teoría y Metodología Literarias de la Facultad
Larroca, Oscar (Montevideo, 1962). Artista plástico y docente, de Humanidades y Ciencias de la Educación (Universidad de la
ha participado en numerosas exposiciones en Uruguay y en el República). Docente de la Cátedra de Literatura en la Escuela
extranjero, colaboró como ilustrador de semanarios, diarios y Multidisciplinaria de Arte Dramático "Margarita Xirgú" (EMAD)
en textos de publicidad, también actuó com o escenógrafo y desde el año 1991. Participante de diversos congresos regionales;
diseñador gráfico. Dirige LA PUPILA. Revista uruguaya de ha publicado recientemente Crayencour, Hadrianus. Lafigura del
artes visuales y es autor de La mirada de Eros (2004) y La emperador en el imaginario homoerótico femenino.
suspensiái del tiempo (2007).
Peri Rossi, Cristina. Nació en Montevideo en 1941, reside en
Lem a M osca, Alvaro (Florida, 1988). Es Profesor de Literatura España desde1972. Poeta y narradora ha alternado los dos géneros
y Licenciado en Ciencias de la Com unicación. Publicó los sin pausa. Siendo jo v en se hizo conocer en M ontevideo
poem arios De esta manera tan inusual (2012), Un mundo de especialmente con los relatos de Los museos abandonados y con la
nadas (2013) y la novela El silencio de las sombras (2014). Dirigió novela El libro de mis primos. Es activa colaboradora de diarios de
la revista ONCE entre 2011 y 2013. Ha publicado cuentos, poesía aquel país, en el cual ha recibido varios premios y donde ha
y artículos de investigación literaria en su país, Argentina, publicado numerosos títulos.
Brasil, España y Alemania.
R iu s H errero , F ern a n d o . L icen ciad o en C ien cias de la
M aggi, Carlos (M ontevideo, 1922 -2015). Integrante de la C o m u n ica ció n y P ro feso r de S em ió tica y T eoría de la
Generación del 45, narrador, ensayista, periodista, libretista y interpretación en la Universidad de la República. Ha publicado

132
a rtíc u lo s en d iv e rso s m ed io s p e rio d ístico s y re v ista s la prehistoria indoam ericana (1939), La ciudad sin nombre
especializadas y fue guionista de televisión y de espectáculos (1941), Universalismo constructivo (1944), Mística de la pintura
musicales. (1947), Lo aparente y lo concreto en el arte (1949) y New York
(inédito hasta 2007). Fue editor de las revistas CERCLE ET
R od ríguez D e León, Alvaro. En 2015 llegué a m i tercera CARRE (que en M ontevideo siguió publicando con su título
década de vida, desde m i nacim iento en febrero de 1985 en en castellano) y REM OVEDOR. Obras suyas integran las
Cardona, ciudad en la que viví hasta 2009. Emigré a la ciudad colecciones de arte moderno de los principales m useos del
de Colonia del Sacramento en busca de un cambio, que llegó de mundo.
diversas maneras. Una de ellas fue el nacim iento del blog
deaquiajupiter.blogspot.com, en el cual he publicado diversos Ulla, Noemí. Nacida en Santa Fe (Argentina), es Doctora en
trabajos literarios, y otra fue el nacim iento de una novela Filosofía y Letras por la Universidad de Buenos Aires y Profesora
homónima, que no guarda relación directa con el contenido universitaria, además de crítica literaria, ensayista y narradora.
del blog. En 2013 me establecí en Montevideo para comenzar la Entre sus numerosos libros se mencionan Aventuras de la
carrera de Comunicación y en 2014 publiqué la novela De Aquí imaginación. La insurrección literaria: de lo coloquial en la
a Júpiter. narrativa riopla tense de los años 1960 y 1970 (19%), Una lección
de amor y otros cuentos (2005), Conversaciones con Adolfo Bioy
Rodríguez M onegal, Emir (Meló, Cerro Largo, 1921 - New Casares (2000), Variaciones rioplatenses (2007), Nereidas al
Ha ven, Connecticut, 1985). Crítico y ensayista, colaboró en el desnudo (2010) y Bailarina de tres brazos (2011).
semanario MARCHA a partir de 1943 y dirigió su página literaria
desde 1944 a 1959. Colaboró en las revistas SUR (Buenos Aires), Viroga, Silvia. Es Profesora de Literatura egresada del Instituto
PLURAL y VUELTA (Ciudad de México), ECO (Bogotá), REVISTA de Profesores "Artigas" de Montevideo. Ex-Inspectora Nacional
IB E R O A M E R IC A N A (P ittsb u rg h ), en EL P A ÍS y JA Q U E de Literatura y ex-Docente de Teoría Literaria en el Instituto de
(Montevideo), entre otras numerosas publicaciones periódicas. Profesores en el que se formó, está finalizando su tesis de Maestría
Fue cofundador y redactor responsable de la revista NUMERO, en en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación sobre
Montevideo; fundó y dirigió MUNDO NUEVO en París. Profesor Teoría e Historia del Teatro.
de literatura en el Instituto de Profesores (Montevideo), fue
designad o profesor de L iteratu ra Iberoam erican a en la Zúñiga, A riel. Nace y vive en México (1947). Estudios de Historia
Universidad de Yale. Autor de incontables ensayos sobre literatura del arte en la Sorbona, París. Estudios de cine en la Universidad
iberoamericana, autor de obras sobre los mayores escritores del Nacional Autónoma de México. Realizador de cinco largometrajes,
continente (Borges, Rodó, Neruda, Bello, Quiroga, AcevedoDíaz, dos mediometrajes como fotógrafo y múltiples documentales para
Onetti, de Andrade, Oswald y Mário), y sobre los autores de la televisión, en particular sobre artistas plásticos. Abandonó la
narrativa de lengua hispana y portuguesa que transformaron la cinematografía y se dedica a la investigación y publicación de
literatura en las últimas décadas del siglo XX. textos sobre el arte y sus hacedores.

Roos, Jaim e. Nació el 12 de noviembre de 1953 en Montevideo,


hijo de padre francés, René Roos, y de madre uruguaya de
origen libanés, Catalina Alejandro. A lo largo de su carrera,
Roos recibió la m edalla Delm ira Agustini y la M ención de
Honor Senador Faustino Sarmiento y ganó el Premio Fabini, el
Premio Graffiti, el Premio ACE y el Premio Gardel. Autor de la
laureada película Tres Millones, Roos se ha convertido en uno
de los músicos populares más exitosos en la historia del Río de
la P lata g racias a d iscos com o "F u e ra de a m b ien te " y
"M ediocam po" y a canciones com o "Brindis por P ierrot",
"Cuando juega Uruguay", "Piropo" y "Colombina".

S á b a t, H e rm e n e g ild o (M o n tev id e o 1933). D ib u ja n te,


periodista, fotógrafo y artista plástico que, aunque se inició
en la adolescencia en publicaciones m ontevideanas, alcanzó
una destacadísima actividad y amplio reconocimiento público
a partir de más de medio siglo como caricaturista e ilustrador
en medios de prensa de Buenos Aires.

S ilv a V ila , M aría In és (Salto, 1926 - M ontevideo, 1991).


Escritora. Su prim er libro de cuentos fue La mano de nieve.
Luego publicó otros libros de cuentos y Salto Cancán, novela que
fue destacada por la crítica.

T orres G arcía, Jo a q u ín (M ontevideo 1874-1949). Pintor,


escultor, teórico del arte, escritor, profesor. Fundador de la
Asociación de Arte Constructivo, en su Taller montevideano
se formó uno de los m ás im portantes movimientos artísticos
uruguayos del siglo XX. Algunos de sus libros son Notes sobre
art (1913), El descubrimiento de sí mismo (1917), Metafísica de

133
Onetti, por Francisco Cunha

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Foto: Daniel Behar.


¿Es de la tierra? No, de los dos reinos Carlos Pellegrino
se alimenta su amplia naturaleza. (M ontevideo, 2 0 /1 1 /1 9 4 4 -2 0 /0 8 /2 0 1 5 )
Con más arte doblaría las ramas de los sauces
quien tomó su saber de esas raíces.

Rainer María Rilke, S o n e t o s a O r feo


Ingeniero agrónomo desde 1977, Carlos Pellegrino se impuso
en el ambiente cultural uruguayo por su polifacética personalidad,
incursionando con encantadora persuasión en los dominios de la
literatura, la música, las artes visuales, el paisajismo, la docencia y
los em prendim ientos editoriales. Pero sobre todo era un
Al cumplirse 20 años de la m uerte de Juan Carlos Onetti, a formidable causeur en encuentros privados o en intervenciones
m ediados del año pasado, Carlos Pellegrino propuso que públicas donde siempre dejaba la impronta de su ünagmación, a
M ALDOROR, Revista de la Ciudad de Montevideo dedicara un veces de ram ificaciones infinitas. En un medio tímido en
número en su memoria y homenaje. Nadie pudo haber previsto manifestarse, Pellegrino afirmaba su presencia, siempre recordable
entonces que esta iniciativa suya redoblaría el reconocimiento por sus originales e intrépidas observaciones que podían
y, como un súbito reflejo sobre el cristal quebrado, llega ahora descolocar al conferenciante de turno.
a m ultiplicar sus propósitos en las palabras de sus buenos
amigos. Se comprom etió siempre y con profesionalismo, aunque la
puntualidad y los plazos no le preocupaban. Estudió con Héctor
Sería ím probo el afán de abarcar, desde una perspectiva Tosar, Jannis Xenakis y Karlheinz Stockhausen, para citar
individual, la pluralidad incontenible de los dones de Carlos, algunos de sus maestros, com puso en el área de la música
sus proyectos iluminados, interminables, muchos terminados. electroacústica (estrenó en el Montevideo y el Festival de Música
En su exuberante espontaneidad, eran una versión viva, locuaz Electroacústica de Bourges), para ambientaciones sonoras en
y elocuente, de quien, observando rituales y cerem onias, el teatro y exposiciones (Tiro al blanco, Alianza Francesa, 1976,
prescinde de los plazos de la temporalidad, por eventual, instalaciones de A gueda Dicancro, Fernando A varez Cozzi,
secular y profana. del video Paisaje 1 presentado en la 3aBienal del Mercosur, son
algunas), siempre en estrecha vinculación con los artistas
U na noción d iscutible del tiem po la suya que, en las visuales manteniendo una agudeza ejemplar.
incerüdumbres del futuro, vislumbraba el advenimiento de una
eternidad anticipada. A un cuando su im aginación solía Profesor de Parques y Jardines en la Facultad de Agronomía
co n v ertir las d esm esu ras del esp acio astral en p arcela y coordinador de la Licenciatura en Planificación y D iseño de
domésüca, como parte de su domicilio particular, prefería no Paisaje, en colaboración con la Facultad de Arquitectura y la
reparar en el transcurrir de décadas, años, días, horas. Acaso Facultad de Artes, profesor de Estética del Sonido en Ciencias
"¿Puede verse la hora en una flor?", se preguntaba otro poeta. de la C o m u n ica ció n , o b tu v o el m áster en estru ctu ra s
Invenciones precarias los calendarios, los horarios, las agendas, A m bientales Urbanas, 1988, y más tarde el doctorado en
los relojes, cuando se trata de administrar esa ausencia que es Arquitectura y Urbanismo de la Facultad de Arquitectura de la
ahora el tiempo sin tiempo donde habita Carlos, ya habituado, Universidad de San Pablo, 2000. Viajó por numerosos países e
sin querer, sin pensar, a esa posteridad infinita. intervino en simposios y congresos en Francia, Italia, Alemania,
Finlandia, Portugal, Sudáfrica y Brasil.
Las inspiradas composiciones e interpretaciones musicales,
sus felices ocurrencias poéticas, la arm onía de sonidos que Becario de la Fundación Fulbright, trabajó como investigador
exaltan las palabras o notas del paisaje, el murmullo de las hojas, en la Universidad de Berkeley y en la de Arizona (Estados
literarias o vegetales, acordaban esa remota inquietud artística Unidos). Realizó paisajes acústicos urbanos en video sobre
que el mito asigna a Orfeo, músico, poeta o mago y profeta. Si, M ontevideo y Colonia, exhibidos en el exterior (Buenos Aires,
al disponer un reconocimiento a Onetti, Carlos había imitado Madrid, Belfort, Nueva York). Recibió, en un trabajo colectivo
el gesto del héroe mitológico, intentando recuperar de las con los arquitectos Femando Fabiano, Gastón Boero y Eugenia
sombras la sombra del escritor, también la tentativa actual de P erossio el prem io para la construcción del Memorial al
restituir su figura lo replica. Es plural y afectuosa la diversidad Holocausto del Pueblo judío en la rambla de M ontevideo, 1994,
de esta mirada de Orfeo, que desde aquí se vuelve hacia Carlos declarado M onum ento H istórico Nacional, adem ás de autor
en las páginas de su revista, una revisión que pretende rescatar de varios jardines privados y de proyectos para la conservación
la deslumbrante disparidad de sus dones, procurando restituir, de la naturaleza. Es mencionado especialmente en el apartado
por medio de estos fragmentos de entrañable amistad, los sobre Uruguay en el Oxford Companion o f Garden, Londres,
vestigios dispersos de su genio. 1988, y miembro de la New York Academy o f Sciences desde
1994. Am igo y colaborador de los paisajistas Roberto Burle
Es ahora el m om ento de agradecer a quienes en el pasado M arx y Leandro Silva Delgado, fue cofundador de la Unión
con tribu yeron generosam ente, gracias a las inap elables Latinoamericana de Paisaje.
gestiones de Carlos, a que MALDOROR, Revista de la Ciudad de
Montevideo continuara publicándose, tanto com o a quienes Desde 1981 dirige la revista M ALDOROR que condujo, en
hoy, movidos por el deseo de reconocer sus fértiles y variadas sus años recientes, hacia un nivel editor internacional. Además
prop u estas, han co labo rad o para que su asp iració n de tuvo tiempo de escribir cinco libros de poesía y una novela, de
homenajear a Onetti no se sumara al oscuro silencio que dejó cartas manuscritas con letra apretada pobladas de divertidos
con su lamentada partida. dibujos.

Consejo Editor Nelson Di Maggio

137
Creías, Carlos, como muchos otros compartimos, que la vida quietos. Y se fue justamente en esta época en la que están de moda
no se acaba..., que se sigue tejiendo desde esos lazos que unen quienes prefieren dormitar para no ver la nada que poco a poco
lo temporal con lo eterno y mantienen vivo todo ese fervor y los envuelve. El vado que ha dejado Pellegrino ensancha esa nada.
esa alegría que tú experimentabas y comunicabas a los demás.
Ese amor a la verdad y la belleza que daban plenitud a tu vida, Es alarmante.
a lo que hacías y a la visión que tenías de la realidad y de las
personas que ibas encontrando. Miguel Ángel Campodónico

Por eso experimentamos tu proximidad..., que no te fuiste y


sigues vivo entre nosotros, que tu siembra no terminó y continúa
germinando en tus alumnos y en cuantos se cruzaron contigo o te
acompañaron en la aventura apasionante de tu vida... Un tema de conversación
Una vida tan fecunda que sigue palpitando y descubriéndose ¿Cómo hablar de Carlos Pellegrino? ¿Cómo no hablar de su
en los que te quisim os y los que están conociéndote ahora. elocuencia si de hablar se trata? ¿Cóm o no alabarla o no
reconocer la gracia verbal que convertía cada conversación en
María Elena Pellegrino de Carrau un acontecimiento de lucidez extrema, cada comentario en un
episodio memorable?

Sin descartar la plenitud teológica y humorística del término,


No puedo acostum brarm e a tener que hablar de Carlos en esas incidencias del diálogo el estado de grada no le era
Pellegrino en pasado. Su presente ha sido drásticamente abolido ajeno. El fervor festivo y la hilaridad alternaban con las
y, a partir de esa realidad para m í inaceptable, fui condenado d esm esu ras de una im a g in a ció n d esafo rad a qu e so lía
a mirar únicamente hacia atrás. estrem ecer las convenciones de una sociedad que no las
escatim a, revelando sentidos y sinsentidos a la par. Las
Un atrás que, nublado por la tristeza, veo muy lejano. Demasiado. agudezas de un discernim iento excepcional le perm itían
Entré en su mundo arborescente debido a su inquieta costumbre advertir el absurdo de convicciones sometidas a norm as que
de buscar tozudamente para encontrar. Lo conocí ya no recuerdo no aplicaba ni consentía.
cuándo ni dónde, crueles agujeros negros de mi memoria que no
tiene la menor intención de iluminar el escenario olvidado. Sea Detractor de la incondicionalidad de prem isas partidarias,
como sea, de algo estoy seguro, m e invitó a publicar un texto en de los automatismos impensados que la opinión generalizada
MALDOROR y, después, a participar de la consecuencia de su multiplica, no disimulaba su crítica severa y divertida a la vez.
idea removedora -una de las tantas que lanzó como saetas- que F u lgu ran tes, las palab ras d isp arab an ch isp as en todas
se tradujo en la publicación de la antología Diez relatos y un epílogo, direcciones, enardeciendo los infortunios de una historia
editada en 1979 con un postfacio de Armonía Somers. Al año nacional o mundial, de una cultura que se sigue degradando a
siguiente fue él quien se propuso para integrar la mesa de la vista, una decadencia precipitada que sus críticas mordaces
presentación, junio a Héctor Galmés y Roger Mirza, de mi primera y ju stas, jo co sas, sus intervenciones siem pre oportunas,
novela Donde llegue el Río Pardo, publicada en 1980. Estoy en parte siempre inesperadas, no moderaban.
conforme, acabo de lograr una pequeña victoria, ahora puedo
asegurar que lo conocí antes de 1979. Ya lo dije: el atrás es Conciliando descaro y discreción, no desconocía el gusto
demasiado lejano. aristocrático de m olestar ("le goût aristocratique de déplaire",
com o decía el poeta). Es cierto que los raptos lúdicos de su
Y después todo, hasta nuestra participación en un poco discurso solían irritar a los biempensantes de tum o o a quienes
fructífero congreso -co m o casi todos- en San Pablo, pero asumen y detentan el poder simulando impugnarlo, tantos que
e sp e c ia lm e n te su re siste n cia im b a tib le a a ce p ta r qu e prefieren no com prender que, audaz, la verdad sea dicha,
M ALDOROR desapareciera. Discutimos mucho por ese tema cuando es disidente, cuando no es la suya.
y por otros pocos, a veces acaloradamente, claro, pero nos
reímos más y nos burlamos de quienes no eran como nosotros Genio e ingenio se confundían en los desbordes inteligentes de
queríamos. La sinceridad ante todo. Él fue directo, burlón, su improvisación discursiva que, a manera del impromptu musical
talentoso, inquieto descubridor, timonel que a veces parecía y repentino, se originaba en una sabiduría sin alardes, que brotaba
perder el rumbo pero que, sin embargo, lograba llegar a puerto tan natural como los paisajes soñados desde esas quintas hondas
transpirando pero sonriente. y misteriosas de Lezica o desde las sombrías bibliotecas medio
ocultas por los crecimientos de una vegetación frondosa, de hojas
Sí, todos han hablado de sus variadas actividades, no es el otoñales y amontonadas como las páginas sueltas de insospechados
momento de repetirlas, me alcanza con definirlo como un amigo manuscritos que sus amigos van encontrando en lugares insólitos.
con una cultura profunda, lector em pedernido con múltiples En esos paisajes no faltaban las flores que, nombradas y ordenadas
conocimientos sin ánimo exhibicionista. Quizás alguien pueda según sus estrictas propiedades, eran parte de su antología
pensar que era una especie de académico, sin em bargo yo personal, un universo poético al que ingresaba como quien ingresa
defiendo su postura antiacadémica en tanto nada tenía que en religión, o a la inversa.
ver con el borroso significado que se la da hoy, entre nosotros,
al término academia. Curiosa y desinteresada, sin cálculos oportunistas, la alegría
irreverente de su conversación, culta e inasible, descubría un
Se fue un tábano que no dejaba de afilar el aguijón para saber profundo y sin alardes, el saber que no procede de
despertar, para incomodar a los cautos, para zarandear a los desvelos enciclopédicos ni de arduas teorías -ta n efímeras

138
com o las fechas que las m arcan- ni de la contracción atenta a Carlos Pellegrino logró entrar en mi memoria como más le
pensativas y estudiosas lecturas. Poesía, música, botánica, gustaba: como si siempre lo hubiera conocido, como una presencia
paisaje, docencia, su genio supo conciliar en los sonidos del necesaria de perfil bajísimo. Uno se lo encontra ba en eventos o en
espacio las sonoridades poéticas del ambiente urbano y agreste, esquinas, casi siempre en forma imprevista, y disfrutaba de su
reuniendo con singular modulación y maestría conocimientos pensam iento lum inoso. Después fui descubriendo amigos
que suelen dispersarse, como disci plinas, en campos diferentes. comunes o reconociendo como tales a algunos de sus parientes.
Es como si nos hubiéramos presentado nosotros mismos.
Fue Carlos Real de Azúa quien, en diciembre de 1976, como
quien lega un don, nos presentó a Carlos, a Isaac: y a mí, Tenía una gran cultura -n o sólo en conocimiento sino en
propiciando desde entonces el privilegio com partido de la a ctitu d - que usaba fecundam ente pero jam ás ostentaba.
felicidad que la amistad entra na b le depara, y así perd u ra. Librepensador renacentista, cultivó varias ciencias y artes con
seriedad, inspirac ión y modestia, hasta un extremo de aversión
a la solemnidad que, para el que no lo conocía, podía aparecer
Lisa Block de Behar como frivolidad. Nada más lejos de q uien nunca afirmaba algo
que no hubiera pensado y pudiera fundamentar.

Tenía la gracia cervantina de reírse de sí mismo pero, cuando


estaba convenc ido, el librepen sad or no se detenía ante
Si existiera un tratado del paisaje habría unantesyundespués autoridad ni presión soda 1alguna; era el que se a trevía a decir
deCarlosPellegrino. Porque, después deCarlos, el paisaje dejó de que el rey estaba desnudo en medio de cualquier corte, así
ser, para nosotros, aquel lugar ele imagen postal y comenzamos a como era respetuoso frente a los humildes.
habitarlo, a escucharlo, a experimentarlo desde todos nuestros
sentidos, incluso aquellos que aunestamos descubriendo. Apenas un gesto lo pinta entero. Cuando murió un pariente
judío que aprecia ba, lo encontré en el cementerio, a pa reciclo del
Luego aprendim os su esc ritura, com o huella y como gesto aire como era su costumbre, con un manojo de ramas del árbol de
en la manifestación singular de todo lo creado; como vehículo Judea florecidas. En ese cementerio no judío, él testimoniaba su
de un designio Divino. Y de su lectura aprendimos, entonces, respeto ecuménico por medio de las floresque dejó, probablemente
a desentrañar la historia y el espíritu de los lugares; aprendimos sin que nadie más lo viera ni supiera de su homenaje.
sobre la magia con que la materia viviente expresa los climas;
aprendimos sobre nosotros mismos, nuestra m iraday nuestro Vaya en su homenaje la floración de esta lenta e indec isa
horizonte. primavera, y los c íc licos despertares de las siempre renovadas
primaveras.
Fue a partir de sus enseñanzas que el horizonte del paisaje
planetario se hizo uno con el horizonte del sentido de la María Simón
existencia.

Tal fue siempre, en nuestro profesor y amigo, esa contagiosa


sed por revelar los secretos del universo, expresados biológica Conocí a Carlos Pellegrino a través de Fernando Álvarez
y poéticamente en el mundo que habitamos, que debió conjurar C ozzi en el "c u a rte l g en eral" del N ú cleo U ruguayo de
saberes de la Ciencia y del Arte, procurando conciliar lo medible Videoarte, ubicado en la calle Blandengues 1542. Participé como
con lo inefable y leer la fórmula matemática com o quien da ed ito r en el video Mal de Ojo de 1995 -p rim e r trabajo
lectura a un verso. colaborativo entre Carlos y Fernando-, ex periencia q ue daría
lugar al proyecto Cruz del Sur, una serie de paisajes acústicos
Hoy, desde el parque de la Facultad de Agronomía en Sayago realizados en las ciudades de M ontevideo, Colonia y Buenos
hasta los más diversos paisajes y jardines de la región y del Aires. Carlos era muy exigente con sus com posiciones y se
mundo, se activa en nuestro espíritu la extrañación de la Palabra tomaba su tiempo para llegar al resultado que realmente lo
que ha pronunciado a la creación y, al m ism o tiempo, la dejara conforme, característica que ponía nervioso a Fernando,
conciencia de que han sido las generosas señales de nuestro y que sería determinante con el tiempo de realización de la
mentor las que han hecho posibles estas vivencias. serie de Paisajes, que finalmente se prolongó por ocho años,
quedando la ciudad de San Pablo pendiente.
Querido Carlos, hoy que has llegado, más allá de aquel
horizonte fascinante, a tu Paraíso añorado, sigues viviendo Me gustaría resaltar la mirada de Carlos, sutil como creador
desde nuestros corazones y verás com o, tam bién, sigues e incisiva en las reuniones sociales; uno no necesitaba escuchar
creando para hacer reales tus sueños del mundo como poema sus comentarios, bastaba con mirarlo. No perdonaba la falta de
absoluto a través de nuestros pensamientos y nuestras obras. rigor, ni las posiciones complacientes, y el hum or corrosivo
era su herram ienta pred ilecta a la hora de desm antelar
¡Gracias por com partir tu don y gracias por tu amistad! mediocridades varias.

La obra de Carlos Pellegrino, desarrollada en diversas áreas


Keiko Ikichi y fruto de sus intereses múltiples, aún espera para ser difundida
Beatriz Díaz y apreciada en su justo valor. Una tarea de todos y cada uno de
Rafael Dodera los que tuvimos el privilegio de trabajar con él. Que así sea.
Margarita Montañés
Femando Martínez Agustoni Enrique Aguerre

139
Q u izás C a rlo s P elleg rin o fu era del in itiva m en te el O tro . ofrecía. De inmediato se desarrolló entre nosotros una estrecha
amistad que duraría más de cinco décadas. L oque más valoré
Su disonancia era parte de un juego que proponía para de Carlitos es que se arriesgaba, por encim a de cualquier
romper con cualquier molde. No es fácil definirlo. No soportaba protocolo y a veces hasta de las reglas del llamado "d ecoro",
las categorías. tan parsimoniosas en nuestra sociedad vernácula de aquellos
tiempos.
Fue docente de la Facultad de Información y Comunicación,
enseñó Lenguaje y Estética del Sonido. Entonces ocurrió que, a la hora de presentar m i único libro
de poesía, titulado Intacto el corazón, Carlitos m e ofreció el
Era incómodo, sobre todo con los ritualesy sus intérpretes. ja rdín de su ca sa en Colón. Allí, al atardecer y bajo un rosedal
M antenía algunas rutinas, com o por ejem plo los domingos que había plantadosu abuelo, el editor HeberRaviolo de Banda
por la mañana, cuando solía hacernos escuchar un concierto Oriental presentó mi libroyleyó sus poemas, en tanto amigos
de piano por teléfono a los amigos, lo que no era más que una y conocidos bebíamos en comunión un vino casero que la mamá
apertura musical para una charla sobre lo cotidiano. Seguía el de Carlitos había hecho especialmente para la ocasión.
presente con la atención que un espectador dedica a la obra de
teatro, y no podía sustraer su crítica ante la mínima impostura. Su amistad fue una excepción com o pocas: leal, afectuosa,
dinámica, entusiasta y continua. En las b u en a sy en las malas,
Indescifrable, nunca. Era previsible en el afecto, una gracia me incluyó siempre en sus proyectos con un optim ism o y un
que le fue dada y que compartió. Fue sustantivo, aunque sobren empuje del que yo carecía. Fue capaz de confiarme muchas de
todos los adjetivos para describirlo. Vivió la fe entendida como sus penas y el trasfondo de sus logros, y significó para mí una
el encuentro con los otros, tantos otros como él mismo. referencia a la hora de revisar mis m aneras de pensar a veces
obsoletas. La última vez que vinoa casa, al regreso de su viaje
Cuando describía, la confluencia de miradas, tonos, tropos por la Amazonia, a donde había ido para grabar los sonidos
era parte de una celebración que hacía de ese mom ento el originales de los pájaros, en los cuales podía inspirarse para
momento. Sentíamos que pasaba algo, aunque no supiéramos componer música, me trajo un brazalete hecho con grandes
bien qué era lo que sucedía. Su risa abría y cerraba cada semillas de color púrpura, hilvanadas, una a una, por las mujeres
observación, de forma expresa e irreverente. Siempre hubo nativas.
una mirada en Carlos.
No habrá, ya lo sé, otros am igos así.
No evidenciaba un conocim iento rutinario de las cosas y
menos de las convenciones que trivializan las palabras, qu iza s Teresa Porzecanski
por eso se dedicó a la poesía, a la música y a los jardines. El
tiem po y el espacio y otras coordenadas que solo Carlos
entendía hicieron de él el Otro.

Federico B eltramelli Es difícil pretender resumir, encasillar o simplemente intentar


una síntesis de la noble esencia que nutría la personabdad de
Carlos Pellegrino. Y ello no es posible en virtud de su inabarcable
espectro de inquietudes, de su voluntad manifiesta de ampliar
el conocimiento hasta la última frontera posible y, en especial,
"No habrá ninguno igual, no habrá ninguno ..." por su d ara disposición a interna rse en múltiples intereses, de
la más variada naturaleza.
M uchas cosas habrían de cam biar en m i vida cuando, una
fría mañana del invierno del 72, me llam ó un tal Carlos In g en iero , p a isa jista , Doc tor en estru ctu ra s urbanas,
Pellegrino, ingeniero agrónomo, quien, habiendo leído mis especialista en aspectos ambientales, experto en composición
libros de cuentos cortos, había encontrado en ellos un "alg o " y en electrostática. Forma do duran te toda la vida, y con espíritu
especial, según dijo, que le había hecho rastrear mi teléfono generoso, en Uruguay, Brasil y Francia, entre otros lugares.
para conocerme e invitarme a formar parte, junto a un par de Pero, ad em ás, sus p referen cias tam bién pasaron por la
otros escritores que él también había elegido, de un grupo literatura. Fue un poeta distinguido, que todavía hoy se puede
destinado a fundar una revista literaria que se llam aría recordar en Versatorio, Yod, Claro, Caja Arca y Te juego un
M ALDO ROR. Ellos eran H éctor Galm és, M ario Levrero, puñado de perros. Le restaba importancia a su labor cultural y lo
Amanda Berenguer y José Pedro Díaz, apadrinados por un hacía con especial humildad, pero se alegraba si era objeto de
agregado cultural francés erudito llamado Paul Fleury. Cuando, com entario algún verso propio, que él veía lejano y con
fin a lm en te , nos reu n im o s y nos p re sen tam o s, m ú sica razonable ajenidad.
electroacústica, filosofía, escritura, composición, fotografía,
Wittgenstein, y nada de ingeniería, nacían constantemente de Lo veíam os en forma regular. Estaba abierto a escuchar y a
su fascinante y compleja personalidad. conversar sobre cualquier tema aportando, con senc illez, esa
cultura que lucía simple porque era profunda y, a la vez, segura
Hija y nieta de inm igrantes jud ios huidos de una Europa y austera. Sin perjuic io de lo c ual, si algo tuvo siempre, sin
racista, vi en Carlos una suerte de príncipe renacentista, re­ hacer alarde', era capacidad para trasmitir conocim ientos de
encarnado en ese muchacho alto y espigado, cuya verborragia manera jovial, amigable y especialmente c álida.
ininterrumpida y resplandeciente hipnotizaba por la velocidad,
m ultiplicidad y sim ultaneidad de sus m etáforas y por la Sus preocupaciones, que eran obsesiones, se c entraron por
excepcional capacidad de sugestión y descontractura que largo tiempo en su revista MALDOROR. Se sentía orgulloso de

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la obra, obrero in can sable de su finan ciam ien to , de su sintió el rum or de la barca y entrevio al barquero Carente.
coordinación y de su publicación. Jam ás perdía la fe. Recibía
ideas, caminaba detrás de soluciones, de aportes académicos y Compañero de estudios desde 1965,
de estética m oderna y revolucionaria. Sin desmayos. Y sin am igo luego en los campos de la literatura,
enojos ante los obstáculos, que fueron muchos. y en toda irrupd ón que ocupara a la máquina de querer
pensar y querer saber,
Lo vamos a recordar siempre. Simpático, respetuoso, sensible j teníamos veinte años!
al arte y a la cultura, pero en especial hum ano y cariñoso.
Y yo sin saber nada, yo resguardado en la im agen que me
Para honrar su memoria recurrimos a una poesía suya de dejó su última llamada
Claro (1976) que de alguna forma se aproxima a su vida y a su días antes;
esas llamadas de Carlos que nunca se sabía qué preguntas o
B ú sq u ed a in satisfech a respuestas
encerraban
Bosque la voz que cava
En el silencio un d aro iluminador Pero Aqueronte es doloroso,
Tengo que decir un bosque sin em bargo no es com o el dolor pensado o sentido desde
N o todavía muy daro este lado del rio;
Puede ser demasiado discontinuo es otro.
O más espeso acaso.
Es el dolor-que-ya-no-es, com o el propio Aqueronte que se
Hasta pronto Carlos. convierte en estero
-y deja de ser río.
Héctor Defféminis
Jacinto Muxí Carlos fue -y así solía definirlo- un alma dolorida
Luis V. Muxí que tuvo que rearmarse desde el m argen durante casi toda
su vida,
a com o diera lugar. No sabemos si lo logró.

Fue el últim o renacentista nacido en el exilio 500 años


Geografía del Aqueronte después;
suerte haberlo conocido,
O podríamos traducirlo como geografía del dolor. pena no haberlo entendido.
La muerte del Otro me ha estado merodeando en estos últimos
meses Ya pasó lo peor, amigo!
y la reflexión sobre la m uerte se instaló en mi pensamiento
recientemente. Ricardo Larrobla
20 de agosto de 2015
Hace años que busco una meditación sobre ella,
tal vez más de veinte,
sin conseguirlo;
pero ahora, cuando el limite toma cuerpo (o sea espacio)
-y adquiere su propio tiempo- Amigo de mucho tiempo, con el cual compartí momentos de
sí comienzo a pensar sensibilidad y de gran sentido del humor. Escritor, músico,
en esa geografía de aquel río de la mitología griega docente, agrónomo, paisajista, fue un trabajador multifacético.
por el cual el barquero Carente conduda a los recién muertos Y por décadas director y redactor responsable de MALDOROR.
hasta el Hades o el Érebo Revista de la Ciudad de M ontevideo, en cuyo Editorial del
-el terruño de los que mueren. núm ero del 26 de ju lio de 2007 dijera que: " E s nuestra
contribución para construir el pensar y decir fu tu ro s".
Tras la muerte de Luis Gil, hace un mes y medio,
ayer me llega de golpe y sin aviso, Poeta, sigue entre nosotros...
desolada y solapada
la muerte de Carlos Pellegrino. Renée Pietrafesa Bcnnet

Im prevista para mí (hada pocas sem anas m e llam ó por


teléfono y sonaba como siempre)
pero se abandonó, aterrorizado, a unos dolores
que quiso engañar y driblear com o un M essi cualquiera. Para llegar al comienzo
El cáncer en seis meses, que escondió hasta para sí mismo,
le devoró paso a paso. Siem pre es difícil exponer los sentimientos, al m enos para
mí. Pero tratándose de Carlos no lo puedo hacer de otra manera.
Y ayer a las 5 de la mañana Nos conocimos por medio de Yamandú Canosa, quien me
cuando la gente aun no em pieza a morir comentó que le habían presentado una persona muy especial
(porque nadie muere entre las 4 y las 5 y media) qu e v o lv ía de E u rop a, d on d e h ab ía estu d ia d o m ú sica

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electroacústica y que tenía un aparato que, en aquella época, barroca, contemporánea, jazz, bossa nova, etc. Y cuando me
era el paradigma de la modernidad: un sintetizador de sonido. hablaba de miles de temas al mismo tiempo, terminaba tocando
Era el año 1975. Carlos tenía apenas treinta y un años, y yo el piano com o si estuviera en un rodeo pialand o reses,
veinte. Cuando lo conocí tuve la sensación que era alguien que galopando como loco y discutiendo, al mismo tiempo, en una
no podía evitar hacer alarde de sus conocimientos. Al mismo rara mezcla de filosofía, risas y notas falsas.
tiempo tenía como un poder de atracción. Su mirada de ave de L o c o n o c í en lo s a ñ o s 70 en el G roupe de m usique
rapiña y su muy especial sentido del hum or atrapaban, sin expérimentale de Bourges (GM EB), cuando apareció ju n to
duda. Por suerte esto ú ltim o pudo m ás que la prim era con Coriún Aharonián, y nos hicim os desde entonces muy
impresión. am igos.
Allí quedó un tiempo como «alumno»: «Hago cosas...»
Fueron años trabajando juntos en diferentes asuntos, desde -m e decía con entusiasmo- «que funcionan y que a la gente
la diagramación de todos los números de MALDOROR a partir le gustan». Y am agaba una sonrisa m ientras me miraba,
del 12, además de los cuatro videos que hicimos juntos entre com o esperando un com entario, y largaba la carcajada.
1995 y 2006. Quedaron algunos proyectos sin terminar: un
video y una instalación que tendré que completar solo. Pero Beatriz Ferreyra
no es de eso de lo que deseo hablar.

H ay qu ien es so stien en que venim os a este m u ndo a Carta abierta a Carlos Pellegrino
perfeccionarnos espiritualmente. Que nacemos una y otra vez
hasta alcanzar la perfección. Y que en ese periplo no estamos Querido Carlos:
solos. Nos acompañan otros espíritus con los que encarnamos Mientas leo los testimonios que trazan tus andanzas en estas
siempre. Si es verdad, Carlos es sin duda uno de esos espíritus tierras tan maltratadas, veo un chisporroteo en tus ojos azules.
compañeros. Nadie desconoce la fe que Carlos profesaba. Era ¡¡Qué sobresalto emotivo y alegre en ellos!! Todos te recuerdan
un católico profundamente convencido. Pero, al mismo tiempo, con amor, ternura, respeto, pero también mucha tristeza.
su espiritualidad traspasaba el corsé de la iglesia organizada. Puedo recordarte o, m ejor dicho, seguir viviéndote con la
Teníamos como una cierta conexión que iba más allá de las alegría de haberte conocido, con el asom bro de nuestra
palabras. Recuerdo que una vez, al verme, dijo que me veía incomparable amistad lúdica, aun risueña en tus momentos de
diferente. Que no sabía qué era, pero que yo no era ya la persona depresión y angustia. H az dejado en todos los lugares, en
de antes. No le dije en ese momento lo que me sucedía. Había aquellos que te hemos conocido, un surco de posibilidades
tenido mi primera experiencia sexual, algo tardía, reconozco. inauditas, que sigue vibrando en quienes quieran destruir viejos
Él se había dado cuenta. Era muy intuitivo y observador. Otra caminos, bifurcar hacia lo desconocido.
vez estaba yo sumamente angustiado. Me pidió que me acostara Sí, te escribo com o si estuvieras a m i lado o, m ejor dicho,
en el piso y cerrara los ojos. Empezó a aplicarme reiki. A los estás en este momento aquí en casa, como siempre has estado,
pocos minutos sentía un enorme calor. Transpiraba y lloraba. haciendo chistes, conversando sobre temas profundos, fútiles,
Cuando terminó me sentí renovado. No hicieron falta las divertidos. Nuestra amistad ha sido un largo y enriquecido
palabras. camino entre Uruguay y París, entreverando textos y música,
cariños y risas. Dejás un abismo, pero también huellas muy
Tam poco hicieron falta la tarde que lo visité en el Hogar queridas para todos nosotros. No puedo decir otra cosa, vos
Alem án. Apenas traspasé la puerta vi en su m irada que, sabés.
probablemente, era la última vez que nos veríamos (al menos
en esta vida). Ya no era esa mirada penetrante. Tampoco era Beatriz
una mirada de miedo. Es difícil de describir. Logró ver en una París, 4 de setiembre de 2015
tablet la revista ya armada. Solo me dijo que no le gustaba la
tapa. Nunca le gustaban mis primeros bocetos de tapa. Se lo
hice recordar y esbozó una sonrisa. No llegó a ver el segundo
boceto.

Femando Alvarez Cozzí Son infrecuentes, raros, quienes mantienen siempre despierta
una ávida curiosidad por las múltiples facetas del mundo y de
la vida, proclives a moverse en los más diversos ambientes y en
distintas com unidades, con un fervoroso interés por las
singularidades de cada una y de sus distintos, ocasionales o
Nuestra relación musical era un diálogo que podía durar recurrentes, interlocutores.
eternamente. Cuando se enardecía y hablaba rápido, pasando Aún más escasos son quienes conservan, a pesar de que se
de una idea a la otra en una especie de catarata verbal, yo le acumulen los años, un espíritu lúdico, una encendida inventiva
decía: «Carlos, respira...», y él se quedaba en suspenso con la y una voluntad pertinaz por concretar lo que alguna vez fueron
mitad de la palabra en la boca... ensoñaciones, por hacer realidad proyectos que, inclusive, él
El problem a con Carlos y la m úsica acusm ática es que lo sabía, solo fructificarán, si acaso, en un futuro en el que no
nunca quiso que yo escuchara alguna de sus composiciones. estará presente.
Nunca se consideró compositor. Lo poco que realizó fueron Pocos los que, con inextinguible voluntad y renovada alegría,
sonorizaciones para videos, espectáculos culturales y, quizás, em p ren d en , m a y o rm en te in co m p re n d id o s, o rig in a les
una que otra pieza. iniciativas, que vinculan y utilizan habilidades que están
dispersas y a nadie se le ocurría reunir o fusionar.
A él le fascinaba, en verdad, toda la música, fuera antigua, Los que se ocupan y preocupan, a la vez, de la superficie y la

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apariencia de las cosas y de los mundos interiores, apenas áridas, que disgregan y disuelven la tierra en savias nutritivas:
columbrables, de la sensibilidad y creatividad humana, de la los naranjos, las gardenias, los heléchos, las viñas, rododendros,
cubierta vegetal y del relieve, de los sonidos, de las formas y las orquídeas, las camelias, todas plantas peregrinas de lejanos
colores, los textos, las argumentaciones, las im ágenes y las horizontes que aquí se aclim ataron y viven para siempre.
invenciones. Asimismo supieron entender la belleza sünple del monte nativo,
Acaso solo uno se m antenga en el em peño de persistir, sin evadido de las selvas misioneras: el timbó, el ingá, el guabiyú,
otro recurso cierto que la convicción de que esa era una tarea el urunday, que aparecen entre lianas, gigantescos, al amparo
a la que su propia vida también iría asociada, en la continuada del abrigo de las barrancas del río, y plantaron ejem plares de
publicación de MALDOROR. Revista de la Ciudad de Montevideo. ibirapitá de resonancias guaraníes. Sus flores amarillas, con
Con este núm ero que ahora el lector tiene en sus manos, se vocación de río, todavía florecen en verano. C onocieron
propone un homenaje a su prodigioso tesón, que fue pródigo también la ciudad más íntima, la de los patios, oasis de sombra,
en realizaciones. en un Salto que claudica con los soles del vera no.
M i am igo Carlos, jardinero y paisajista, tenía el don de
Arturo Rodríguez Peixoto establecer el mundo allí donde estuviera, pero también sabía
crear, como paradoja, un intimismo. Habitaba un jardín secreto
donde se pensaba de otro modo, se oían con los ojos los "acordes
del paisaje", la frescura del agua se intuía en los sonidos, el
perfume de los aires se tocaba con los dedos.
Mi amigo Carlos Pellegrino Su voz nos guiaba, com o el hilo tenue pero incorruptible de
la certeza plena, sin forzarnos. Lo seguíamos, dóciles, seguros
Como todas las cosas sustanciales, primigenias de la vida, la de encontrar al final de ese cam ino alam bicado un tesoro de
amistad de Carlos me vino de un jardín. Un jardín que, como oro puro, otros mundos de universos, un hundirse en jardines
todos, venía a su vez de otros y de otros, trasvasados, que prodigiosos, de esmeraldas, de perlas que se m ira n e n fu 1gores
con firm an la in finitu d de la m em oria que siem pre nos con orientes de luces trastocadas. Nos transporta ha a los patios
transporta a uno perdido que extrañamos y nos falta. impregnados de secretos de otros patios, con afectos de amores
Fue en ocasión de la creación de un jardín en el Parque heredados, atisbados, infiltrados, saturados de m em orias
Solari, proyecto en el que se empeñaran Carlos y Leandro Silva inauditas, llevadas por genes inm ortales que nos cuentan el
Delgado, y que ahora existe, enclavado en medio de antiguos tesón infinito que tiene la semilla, que nos llevan al origen, al
pinares. Así empezó, con diálogos en idiom as de plantas, Jardín de los Jardines.
acequias y senderos, la unión de Carlos con "e l Salto Oriental", Puede sonar irrespetuoso tomar palabras ya dichas, ajenas,
como elegía llamarlo. El nombre antiguo, como de familia, que quizás reiterativas, y repetir, con Antoine de Saint-Exupéry,
se quiere. su despedida: "Moi, j'étais fait pour être jardinier'', para despedir
En el otoño de 1988 am bos pa isajistas decidieron hacer un también a Carlos y com partir esta aspiración com o certeza.
homenaje a Roberto Burle Marx en Salto. En la plenitud de sus Intuyo que, en el jardín estelar del universo, del arte y de la
ochenta años, el adivino de las plantas ocultas de las selvas música, allí seguro loseguiréencontrando.
amazónicas sería el anfitrión ideal y venerable pa ra da r cabida
al "Prim er Encuentro Iberoamericano de Paisajism o" -Salto, Isidra Solari
22 al 28 de Mayo de 1988-, en el que participarían representantes Salto Oriental, setiembre de 2015
de América Latina, los más conocidos, dispersos en sus países
de origen.
Se reunían, en Salto, un lugar recóndito, al soslayo de muchas
acechanzas, para establecer cánones, ponencias, acuerdos en
lo que consideraban significativo en la sinfonía pictórica de
estos paisajes de A m érica que parecían incom prendidos
todavía. Un lugar que consideraban benévolo, de tiempos lentos
y apacibles, acogedor para establecer la arm onía de un
encuentro al que acudieron Roberto Burle M arx, Ana María
Derno de Fiore y Pradial Gutiérrez de Argentina; Rosa Greña
Kliass y Fernando Chacel de Brasil; M aría Cecilia Fajardo y
Alfonso Leiva de Colombia; Carlos Contieras Pagés de México;
John Stoddart de Venezuela.
Las reuniones, con agendas nutridas, se hicieron en dau s tros
académicos en los que hubo discusiones de argumentos sólidos
y amistosos. Lograron acuerdos que m arcaron un hito en el
conocim iento y la conciencia del paisaje, una profesión que
se autodefinía y cam inaba con un proyecto com ún hacia el
futuro. Y en esta primera reunión de integración formula ron
las bases de una asociación que los representaría, además de
redactar, con sensible clarividencia, una "C arta de Salto" que
contiene recomendaciones para proteger su paisaje frágil y la
salvaguarda necesaria para la perduración de su m edio
ambiente.
R e co rriero n los ja rd in e s ce n te n a rio s co n p la n ta s de
aristocracia jardinera, im plantadas en sus suelos de arenas

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Una mirada que nos vea
y recorra el paisaje al revés
del hondo pasaje de memoria
que nos ve

Carlos Pellegrino

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