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Las pruebas que evalúan el lenguaje pueden formar parte de baterías generales que valoran
diversas funciones cognitivas como el Programa Integrado de Exploración
Neuropsicológica: Test Barcelona (1990) o la Escala LuriaNebraska (Golden, Hammeke y
Purisch, 1980) o bien estar específicamente diseñadas para explorar el procesamiento
lingüístico en particular.
La evaluación de las alteraciones del lenguaje desde una perspectiva clásica tiene como
objetivos:
De esta época data la división entre afasias no fluentes, caracterizadas por un lenguaje de
esfuerzo y situadas en regiones prerolándicas y afasias fluentes, consecuencia de lesiones
posrolándicas y que manifestaban un severo trastorno de la comprensión, acompañado de
una producción fluente, aunque patológica, con emisiones excesivas (logorrea), parafasias y
dificultades en la evocación verbal.
En el siglo XX fueron otros los investigadores que enriquecieron los conocimientos sobre
las afasias. Luria, el conocido neurólogo soviético, elaboró una teoría neurofisiológica de la
patología del lenguaje y diseñó sus propias pruebas para la evaluación de pacientes. Más
tarde, baterías como la de Luria Nebraska (Golden, Hammeke y Purisch, 1980) retomarían
su teoría.
Más allá de la presencia de los síntomas mencionados clásicamente por los neurólogos, se
comenzaron a realizar descripciones fonéticas, fonológicas, morfológicas, sintácticas y
semánticas. Ya no sólo se trataba de clasificar a los pacientes en cuadros, sino también de
describir la cualidad de sus producciones y limitaciones en la comprensión.
Estos aportes enriquecieron las tareas incluidas en las baterías. Por ejemplo, en las pruebas
verbales complementarias del Test de Boston (Goodglass y Kaplan, 1996) se propone una
exploración psicolingüística de la comprensión auditiva, que contempla cuestiones tales
como la comprensión de oraciones en voz pasiva o de distintas clases de complementos
preposicionales. En tanto que para la valoración de la expresión se tiene en cuenta la
capacidad del paciente para producir verbos o formular oraciones interrogativas.
Los otros instrumentos elaborados a partir de una perspectiva clásica aportaron precisión y
claridad respecto de los cuadros clínicos que se venían describiendo desde el siglo XIX.
También permitieron una cuantificación de suma utilidad para los trabajos en grandes
poblaciones. Por otra parte, baterías muy extensas, como el Test de Boston (Goodglass y
Kaplan, 1996) proveen de un amplio corpus de material para el clínico o el investigador que
desee avanzar en una descripción cualitativa del desempeño de los pacientes y efectuar un
análisis del rendimiento entre pruebas.
La batería está organizada en las siguientes secciones, que cuentan con diversos subtests:
El Test de Boston es una prueba ampliamente difundida que permite obtener material
abundante y variado del paciente y que se ha utilizado profu sámente tanto en la clínica
como en investigaciones en los últimos años. Si bien permite obtener un perfil general del
lenguaje, no posee una base teórica clara u homogénea que ayude a comprender la génesis
de los trastornos o a elaborar estrategias terapéuticas.
Por otro lado, es importante señalar que a pesar de la pequeña muestra utilizada el trabajo
realizado por GarcíaAlbea y Sánchez Bernardos proporciona datos sobre la validez y
confiabilidad de este instrumento que lo posicionan entre los pocos que cuentan con este
tipo de información en español.
Figura 1. Test de Boston: Perfil características del habla
Comprensión auditiva y visual de frases: los sujetos deben emparejar una frase
escuchada o vista con uno de dos dibujos posibles. Posee 60 y 45 frases,
respectivamente, con distinta complejidad (orden canónico, voz pasiva, etc.).
Finalmente, las 4 pruebas de memoria intentan relevar los déficits de memoria fonológica
comúnmente asociados a las alteraciones del lenguaje. Está conformada por las siguientes
subpruebas:
La BADA resulta ser una batería con un gran potencial para determinar alteraciones en
componentes y/o procesos lingüísticos a través del análisis cualitativo de los errores y de la
comparación del rendimiento de un paciente en las distintas pruebas. Sin embargo, carece
de estudios acerca de sus propiedades psicométricas, es decir, no cuenta con datos sobre su
validez y confiabilidad. No obstante, la diversidad de pruebas que presenta este test permite
la obtención de inferencias diagnósticas precisas y con evidencia convergente entre tareas y
variables. Sin embargo, la extensión que esto conlleva, puede, en ocasiones, ser un
obstáculo dado el tiempo que insume su administración completa.
Por último, es destacable que este instrumento es una verdadera adaptación y no sólo una
traducción del original. En palabras de los autores de esta versión: es una adaptación al
español que aprovecha la ventaja de que la lengua original [el italiano] sea una lengua
latina, más próxima al español, lo que provee indicios de su posible validez ecológica en
nuestra población.
Bibliografía: