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Fundamentos de Neuropsicología y Neurodiagnóstico

UNIDAD 4 ACERVO 4.4

EVALUACIÓN DEL LENGUAJE

Las pruebas que evalúan el lenguaje pueden formar parte de baterías generales que valoran
diversas funciones cognitivas como el Programa Integrado de Exploración
Neuropsicológica: Test Barcelona (1990) o la Escala LuriaNebraska (Golden, Hammeke y
Purisch, 1980) o bien estar específicamente diseñadas para explorar el procesamiento
lingüístico en particular.

En este capítulo se presentarán aquellos instrumentos exclusivamente destinados a analizar


de manera exhaustiva el procesamiento del lenguaje en lesionados cerebrales, como
también aquellos que evalúan algún aspecto específico, como la semántica, el discurso o las
habilidades pragmáticas. Las bases teóricas en que se fundan estas herramientas son
también muy diversas: desde un enfoque semiológico clásico, hasta un modelo de
procesamiento cognitivo o un modelo observacional tomado de la sociología de la
comunicación.

La evaluación del lenguaje según el modelo clásico

La evaluación de las alteraciones del lenguaje desde una perspectiva clásica tiene como
objetivos:

 Determinar la presencia de síndromes afásicos, permitiendo la clasificación y


agrupamiento de los pacientes en función de los mismos.
 Describir los síntomas que aparecen en esas alteraciones desde una perspectiva
puramente semiológica o una perspectiva lingüística.

Para lograr estos objetivos, durante el siglo XX se elaboraron instrumentos de evaluación


estandarizados y se introdujeron los grupos control con la finalidad de comparar los
resultados obtenidos por sujetos normales con los obtenidos por los pacientes. Con estas
baterías y pruebas, y siguiendo la tendencia de las investigaciones médicas y psicológicas,
se comenzó a dar cada vez más importancia a los estudios de grupo y se fueron dejando de
lado las descripciones de casos, que habían tenido su apogeo a partir de la tarea de los
neurólogos alemanes y franceses del siglo XIX. Wernicke, Lichteim, Kleist, Marie, Lordat,
entre otros, habían aportado valiosas descripciones de síntomas de pacientes afásicos y,
desde la perspectiva de las correlaciones anátomoclínicas, habían comenzado a elaborar
clasificaciones y "diagramas", retomados más tarde por otras perspectivas teóricas.

De esta época data la división entre afasias no fluentes, caracterizadas por un lenguaje de
esfuerzo y situadas en regiones prerolándicas y afasias fluentes, consecuencia de lesiones
posrolándicas y que manifestaban un severo trastorno de la comprensión, acompañado de
una producción fluente, aunque patológica, con emisiones excesivas (logorrea), parafasias y
dificultades en la evocación verbal.

En el siglo XX fueron otros los investigadores que enriquecieron los conocimientos sobre
las afasias. Luria, el conocido neurólogo soviético, elaboró una teoría neurofisiológica de la
patología del lenguaje y diseñó sus propias pruebas para la evaluación de pacientes. Más
tarde, baterías como la de Luria Nebraska (Golden, Hammeke y Purisch, 1980) retomarían
su teoría.

Dentro de la escuela norteamericana, Benson (1979) desarrolló una taxonomía de las


afasias que permitía la clasificación de los pacientes según tres parámetros de muy fácil
observación (véase Tabla 1). Esta taxonomía aparece claramente en algunos de los
instrumentos que aquí se describen, como la Western Aphasia Battery (Kertesz, 1982).

A partir de la década del setenta, la neuropsicología incorporó los desarrollos del


estructuralismo lingüístico. Nociones como las de lenguaje articulado (Martinet) o
desarrollo del lenguaje (Jakobson, 1974) sirvieron para describir los niveles en los que se
producían las alteraciones en los pacientes afásicos (Lecours, 1979; Buyssens, 1967) o el
modo en que se dañaban estructuras lingüísticas adquiridas.

Más allá de la presencia de los síntomas mencionados clásicamente por los neurólogos, se
comenzaron a realizar descripciones fonéticas, fonológicas, morfológicas, sintácticas y
semánticas. Ya no sólo se trataba de clasificar a los pacientes en cuadros, sino también de
describir la cualidad de sus producciones y limitaciones en la comprensión.

Estos aportes enriquecieron las tareas incluidas en las baterías. Por ejemplo, en las pruebas
verbales complementarias del Test de Boston (Goodglass y Kaplan, 1996) se propone una
exploración psicolingüística de la comprensión auditiva, que contempla cuestiones tales
como la comprensión de oraciones en voz pasiva o de distintas clases de complementos
preposicionales. En tanto que para la valoración de la expresión se tiene en cuenta la
capacidad del paciente para producir verbos o formular oraciones interrogativas.

Los otros instrumentos elaborados a partir de una perspectiva clásica aportaron precisión y
claridad respecto de los cuadros clínicos que se venían describiendo desde el siglo XIX.
También permitieron una cuantificación de suma utilidad para los trabajos en grandes
poblaciones. Por otra parte, baterías muy extensas, como el Test de Boston (Goodglass y
Kaplan, 1996) proveen de un amplio corpus de material para el clínico o el investigador que
desee avanzar en una descripción cualitativa del desempeño de los pacientes y efectuar un
análisis del rendimiento entre pruebas.

EVALUACIÓN DE LA AFASIA Y DE TRASTORNOS RELACIONADOS (TEST


DE BOSTON) (Goodglass y Kaplan, 1996)

El Test de Boston, es quizás, la batería más difundida en español. La primera edición en


nuestro idioma fue publicada en Argentina (Goodglass y Kaplan, 1974). Además, se cuenta
con una segunda edición publicada en España (Goodglass y Kaplan, 1996). Los autores se
plantean como objetivos:

1) Diagnosticar la presencia y tipo de síndrome afásico.

2) Evaluar el desempeño de los pacientes en un amplio rango de habilidades para


describirlo detalladamente en la evaluación inicial y poder detectar cambios en las
evaluaciones sucesivas.

3) Aportar un instrumento que sirva como guía del tratamiento.

La batería está organizada en las siguientes secciones, que cuentan con diversos subtests:

 Habla conversacional y de exposición: consiste en una serie de preguntas


(¿Cómo está usted hoy? ¿Hacía mucho que no venía por aquí? ¿Trabaja usted actualmente?,
etc.), la descripción de una lámina (mientras se presenta una tarjeta al paciente, se le pide:
"Dígame todo lo que está pasando en esta lámina") y unos minutos de conversación libre
(por ejemplo: "¿A qué se dedicaba usted antes de ponerse enfermo?", "¿Qué le parece este
hospital?"). A partir de estas actividades se puede establecer un perfil de características del
habla, que son difíciles de medir con puntuaciones objetivas. Se utiliza para cada una de
ellas una escala del 1 al 7, donde 7 es la anormalidad mínima y 1 la anormalidad máxima.

 Comprensión auditiva: consta de las siguientes subpruebas: Discriminación


de palabras (por ejemplo, presentando una lámina se pide "Señale la llave", "Señale la R",
"Señale quién está fumando", etc.); Identificación de Partes del Cuerpo ("Señale su nariz",
"Señale su dedo índice", etc.); Ordenes ("Cierre la mano", "Señale el techo, luego el suelo",
etc.) y Material Ideativo Complejo (el paciente debe contestar si o no a preguntas del tipo
"¿Se hunde una tabla en el agua?, ¿Sirve el martillo para cortar madera?", ¿Pesan más dos
kilos de harina que uno? ¿Se hunde una piedra en el agua?, etc.).
 Expresión oral: conformada por las pruebas de agilidad no verbal, que
apuntan a las habilidades articulatorias (por ejemplo, se solicita al paciente que repita una
serie de movimientos lo más rápidamente posible como "Contraiga los labios, relájelos",
"Abra y cierre la boca"); Agilidad verbal (se le pide al paciente que repita palabras en
forma rápida); Secuencias automatizadas (por ejemplo: los días de la semana, los meses del
año, etc.); recitado (el paciente debe completar refranes), Canto (se le pide a los sujetos que
entonen canciones) y Ritmo (el paciente tiene que marcar con un lápiz el ritmo que se
indica); Repetición de palabras frases y oraciones; Lectura de palabras; Respuesta de
denominación a preguntas (por ejemplo: "¿Dónde miramos la hora?", etc.); Denominación
por confrontación visual; Fluidez (animales) y Lectura de oraciones en voz alta.

 Comprensión del lenguaje escrito: incluye las pruebas de Discriminación de


letras y palabras; Asociación fonética (pruebas de designación de palabras con distintas
clases de distractores) y Comprensión del deletreo oral; Apareamiento dibujopalabra y
Lectura de oraciones y párrafos.

 Escritura: incluye Mecánica de la escritura (firma, domicilio, transcripción


de una oración); Deletreo al dictado y Denominación escrita por confrontación; Recuerdo
de símbolos escritos (alfabeto y números y dictado elemental) y Escritura narrativa.

 Pruebas verbales complementarias: incluyen la exploración psicolingüística


de la comprensión auditiva (comprensión de relaciones temporales, voz pasiva, posesivos,
etc.), la exploración psicolingüística de la expresión (valora aspectos morfosintácticos);
pruebas para síndromes de desconexión (como denominación al tacto con cada mano) y el
Test de vocabulario de Boston (véanse especificaciones en aquellas pruebas que evalúan
aspectos específicos del lenguaje).

 Pruebas no verbales complementarias: evalúan otras funciones cognitivas


cuyos déficit suelen aparecer asociados con la afasia, tales como la construcción, el cálculo,
la orientación, las praxias y las gnosias.

El Test de Boston, como ya se ha mencionado, permite obtener un perfil de características


del habla con una escala de severidad en las diferentes tareas (véase Figura 1) y otro perfil
con un resumen de los subtests y los percentiles por cada uno de ellos. Esto resulta
interesante ya que proporciona una idea general del desempeño de un paciente con un
simple golpe de vista. Asimismo, el manual del test brinda ejemplos de perfiles de
pacientes para los principales síndromes afásicos, a fin de ilustrar características salientes
que orienten al examinador al momento de relevar los resultados de las subpruebas.
En la segunda edición en español de este test, GarcíaAlbea y Sánchez Bernardos realizaron
una adaptación al español, que incluye los nuevos elementos que se habían incorporado a la
edición norteamericana y reconstruye las pruebas de la batería. Para ello tuvieron en cuenta
particularidades culturales de la población hispana y características de la lengua castellana.
Luego se aplicó la batería a una muestra de 40 pacientes afásicos. A partir del análisis de
los datos, los autores encontraron resultados convergentes con los obtenidos en la población
angloparlante del test original, a pesar de las diferencias en el tamaño de las muestras.
A diferencia de la primera edición, que contaba con puntuaciones (z) típicas, esta edición
las sustituyó por puntuaciones directas transformadas en percentiles para facilitar su
administración. Sin embargo, los autores resaltan la limitación del uso de percentiles
basados en una muestra tan pequeña como la española.

Existen otros trabajos normativos realizados en muestras de población colombiana. Por un


lado, el publicado por Roselli y cois. (1990). Por otra parte, Pineda y cois. (2000) analizan
los efectos de la edad, la escolaridad y el género a partir del estudio de una muestra de 180
sujetos normales de entre 16 y 65 años, estratificados en tres niveles de educación (de 0 a 5;
de 6 a 12; y más de 12 años de escolaridad). Se observaron diferencias significativas para
nivel de educación y grupo etéreo. No así para género, con excepción de algunas tareas de
lectura y escritura.

El Test de Boston es una prueba ampliamente difundida que permite obtener material
abundante y variado del paciente y que se ha utilizado profu sámente tanto en la clínica
como en investigaciones en los últimos años. Si bien permite obtener un perfil general del
lenguaje, no posee una base teórica clara u homogénea que ayude a comprender la génesis
de los trastornos o a elaborar estrategias terapéuticas.

Por otro lado, es importante señalar que a pesar de la pequeña muestra utilizada el trabajo
realizado por GarcíaAlbea y Sánchez Bernardos proporciona datos sobre la validez y
confiabilidad de este instrumento que lo posicionan entre los pocos que cuentan con este
tipo de información en español.
Figura 1. Test de Boston: Perfil características del habla

BATERÍA, PARA EL ANÁLISIS DE LOS DÉFICIT AFÁSICOS


(BADA) (Miceli y cois., 1998)

La BADA (Ferreres y cois., 1998) es una adaptación al español de la Batteríaper l'Analisi


dei Déficit Afasici, originalmente publicada en italiano (Miceli, Laudana y Burani, 1991).
Está conformada por 37 pruebas que tienen por objeto identificar componentes alterados y
conservados del procesamiento lingüístico en pacientes afásicos.

La batería consta de un manual de uso en el que se introducen los aspectos básicos de la


neuropsicología cognitiva, así como la fundamentación teórica del modelo que subyace al
diseño del instrumento ejemplificada a través del procesamiento en una tarea de lectura de
palabras. Luego, se explica la estructura de la batería y las normas generales para su
administración. A continuación, se explica detalladamente cada tarea, con las instrucciones
pertinentes y sugerencias sobre cómo realizar el análisis cualitativo de los errores y se
muestran los datos de los errores cometidos por sujetos de una muestra de 20 normales de
menos de 8 años de escolaridad. Esto permite distinguir entre el desempeño normal o
alterado de un paciente en cada subprueba. Sin embargo, los autores resaltan que un patrón
de error consistente dentro de una misma prueba y entre tareas resulta de mayor
importancia que un rendimiento por debajo de lo esperable para identificar componentes y
procesos alterados.

También contiene un protocolo de administración, otro de análisis en el que se vuelcan y


comparan los resultados de las pruebas y siete cuadernos para la presentación de los
estímulos pictóricos y escritos de las pruebas que los requieren.

La BADA está dividida en cuatro partes:

a) 6 pruebas que evalúan la fonología y ortografía sublexical.

b) 15 pruebas que evalúan el funcionamiento del sistema semánticolexical.

c) 12 pruebas de exploración de la estructura gramatical.

d) 4 pruebas de memoria fonológica.

Las tareas que evalúan los procesos sublexicales son:

 Discriminación fonémica: en la cual el paciente debe decidir si los pares de


sílabas presentados auditivamente son iguales o distintos.

 Emparejamiento auditivovisual: valora la capacidad para decidir si una


sílaba presentada auditivamente es idéntica o no a una presentada en forma escrita.

Ambas pruebas constan de 60 pares de estímulos en los que se controla la complejidad


silábica.

• Transcodificación de nopalabras: consiste en tareas de copia diferida, lectura,


escritura al dictado y repetición de secuencias de sonidos sin significado, con 15, 45, 25 y
36 estímulos, respectivamente, en los que se manipula la longitud silábica. Evalúa las rutas
perilexicales.

Las pruebas que evalúan el sistema léxicosemántico son:

 Decisión léxica auditiva y visual: requiere que el paciente establezca si los


estímulos presentados auditiva o visualmente corresponden al léxico del español.
Cada una de estas subpruebas contiene 80 estímulos en los que se controla la
frecuencia de uso y la categoría gramatical. Ambas evalúan el funcionamiento de
los léxicos de entrada auditivo y visual.

 Comprensión auditiva y visual de objetos y acciones: verifica la capacidad de los


pacientes para emparejar el nombre de un objeto o acción con uno de dos dibujos
posibles. Contiene 40 estímulos para comprensión visual y auditiva de objetos y
20 para acciones en los que se controla la categoría gramatical. Evalúa los
componentes implicados en los procesos lexicales de entrada y especialmente, el
acceso a la información semántica.

 Cenominación oral y escrita de objetos y acciones: está conformada por 30 y 22


estímulos para denominación oral y escrita de objetos y 28 y 22 estímulos para
acciones en los que se manipula la frecuencia de uso. Evalúa los procesos lexicales
de salida.

 La transcodificación de palabras: involucra varias tareas: copia diferida, lectura,


escritura al dictado y repetición con 10, 92, 46 y 45 estímulos respectivamente, en
los que se manipulan variables tales como longitud, categoría gramatical y
frecuencia de uso. Evalúa el estado de las rutas lexicales.

Entre las pruebas que exploran la estructura gramatical se encuentran:

 Juicios de gramaticalidad auditiva y visual: miden la capacidad de establecer si


una frase presentada auditiva o visualmente es gramatical o no. Constan de 48 y 24
estímulos, respectivamente. La mitad de los estímulos son oraciones
agramaticales. Evalúa los procesos sintácticos de entrada, específicamente los
procesos de análisis de las estructuras o parsing.

 Transcodificación de frases: repetición y lectura de frases y oraciones. Contiene 20


y 6 estímulos, respectivamente. Evalúan los procesos sintácticos implicados en la
entrada y la salida.

 Comprensión auditiva y visual de frases: los sujetos deben emparejar una frase
escuchada o vista con uno de dos dibujos posibles. Posee 60 y 45 frases,
respectivamente, con distinta complejidad (orden canónico, voz pasiva, etc.).

 Producción de frases: producción espontánea oral y escrita, descripción oral y


escrita de secuencias de imágenes, controlada y libre. Estas subpruebas apuntan a
establecer si el paciente puede utilizar distintos componentes del lenguaje oral y
escrito como morfología, léxico, estructura sintáctica.

Finalmente, las 4 pruebas de memoria intentan relevar los déficits de memoria fonológica
comúnmente asociados a las alteraciones del lenguaje. Está conformada por las siguientes
subpruebas:

 Memoria para el reconocimiento de palabras y no palabras: consiste en series de


palabras y nopalabras de longitud creciente en las que el sujeto debe decidir si un
estímulo se encontraba en la lista que ha escuchado antes.

 Repetición de palabras y no palabras: los pacientes deben repetir listas de palabras


y nopalabras de longitud creciente.

La BADA resulta ser una batería con un gran potencial para determinar alteraciones en
componentes y/o procesos lingüísticos a través del análisis cualitativo de los errores y de la
comparación del rendimiento de un paciente en las distintas pruebas. Sin embargo, carece
de estudios acerca de sus propiedades psicométricas, es decir, no cuenta con datos sobre su
validez y confiabilidad. No obstante, la diversidad de pruebas que presenta este test permite
la obtención de inferencias diagnósticas precisas y con evidencia convergente entre tareas y
variables. Sin embargo, la extensión que esto conlleva, puede, en ocasiones, ser un
obstáculo dado el tiempo que insume su administración completa.

Por último, es destacable que este instrumento es una verdadera adaptación y no sólo una
traducción del original. En palabras de los autores de esta versión: es una adaptación al
español que aprovecha la ventaja de que la lengua original [el italiano] sea una lengua
latina, más próxima al español, lo que provee indicios de su posible validez ecológica en
nuestra población.
Bibliografía:

 Jaichenco, V., Wilson, M. y Ruiz, A. (2007) Evaluación del lenguaje. En Burin. D.


I., Drake, A. y Harris, P. Evaluación neuropsicológica en adultos pp. 395-397.
Argentina: Paidos.

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