Está en la página 1de 35

LA NORMA LINGÜÍSTICA: CONCEPTO Y MARCO TEÓRICO

Objetivos y bibliografía

Objetivos

Este primer tema versa sobre la norma lingüística. En él trataremos de definir este
concepto, reflexionaremos sobre el término más adecuado para denominarlo y
estudiaremos cómo funciona realmente la norma

 en la comunicación lingüística en general,

 y en la evolución de las lenguas hacia su constitución como lenguas de cultura.

También trataremos de familiarizarnos con la historia de nuestro idioma (para ver de


qué manera se llegó a conformar en él la norma actual) y con los principales
instrumentos de normativización con que cuenta actualmente el español: la Real
Academia Española de la Lengua y los medios de comunicación.

Como se trata de un tema bastante extenso, lo vamos a dividir en tres partes. En esta
primera trataremos sobre cómo funciona la norma en la comunicación lingüística,
dejaremos para la segunda parte el estudio de su papel en la evolución histórica de las
lenguas hacia su constitución como lenguas de cultura y reservaremos para la tercera
parte la articulación de la norma a partir de las distintas variedades del español.

Desglosados uno por uno, estos son los principales objetivos de esta primera parte del
tema:

 Asumir la necesidad de combinar descripción y prescripción en nuestro


acercamiento a la lengua española en relación con su uso en los medios de
comunicación.

 Comprender el concepto de norma como inherente al funcionamiento de la


comunicación lingüística.

 Conocer y manejar los distintos conceptos de norma.

 Distinguir los usos técnicos de los conceptos de corrección y ejemplaridad.

 Reflexionar sobre los distintos criterios de evaluación que se aplican a la hora de


juzgar los enunciados, en concreto los de los medios de comunicación, de

1
acuerdo con los distintos saberes o competencias que los hablantes ponemos en
práctica a la hora de construir nuestros discursos.

 Evaluar la oportunidad y adecuación de distintas etiquetas manejadas como


nombres de la lengua ejemplar: oficial, nacional, etc.

 Considerar las características y funciones propias de la lengua estándar.

 Asimilar los conceptos de elaboración intensiva y extensiva, estandarización,


nivelación y normativización para vertebrar con su ayuda la historia de la
constitución del estándar español.

Bibliografía de lectura obligatoria

Demonte Barreto, Violeta (2005): “La esquiva norma del español. Sus fusiones y
relaciones con la variación y el estándar”. En R. Álvarez y H. Monteagudo
(eds.): Norma lingüística e variación. Unha perspectiva desde o idioma
galego, Santiago de Compostela, Consello da Cultura Galega / Instituto da
Lingua Galega, págs. 13-301.

García de la Concha, Víctor (2014): “La construcción de una política panhispánica”,


en Víctor García de la Concha, La Real Academia Española. Vida e historia,
Madrid, RAE.

Otra bibliografía recomendada

Demonte Barreto, Violeta (2001), «El español (ab)suelto. Algunos ejemplos del léxico y
la gramática», II Congreso Internacional de la Lengua Española. El español de la
sociedad de la información [en línea]
(http://cvc.cervantes.es/obref/congresos/valladolid/ponencias/unidad_diversidad_del_es
panol/1_la_norma_hispanica/demonte_v.htm)

López García, Ángel (1995), «La unidad del español: historia y actualidad de un
problema», en M. Seco y G. Salvador (coors.), La lengua española hoy. Madrid:
Fundación Juan March, 77-85.

Pascual, José Antonio y Emilio Prieto de los Mozos (1998), «Sobre el estándar y la
norma», en Conrad Kent y M.ª Dolores de la Calle (eds.): Visiones salmantinas (1898 /
1998). Salamanca, Universidad de Salamanca / Ohio Wesleylan University, 63-95.

Introducción - Descripción y prescripción lingüísticas: ciencia vs. norma

La Lingüística, desde su constitución como disciplina independiente y durante la mayor


parte de su historia (que, como se sabe, es bien reciente), se ha caracterizado por un
férreo rechazo de la prescripción gramatical en favor de la descripción científica.

1
http://www.uam.es/personal_pdi/filoyletras/vdemonte/norma.pdf
2
Podemos ver un ejemplo de tal actitud en las siguientes palabras de André Martinet:

«La lingüística es el estudio científico del lenguaje humano. Un estudio se llama


científico cuando se funda sobre la observación de los hechos y se abstiene de
proponer una selección entre estos hechos en nombre de ciertos principios estéticos o
morales. "Científico" se opone, pues, a "prescriptivo". En el caso de la lingüística es
particularmente importante insistir sobre el carácter científico y no prescriptivo de su
estudio. Al ser el objeto de esta ciencia una actividad humana, hay una gran tentación
de abandonar el dominio de la observación imparcial para recomendar un determinado
comportamiento, de no anotar lo que realmente se dice, sino de dictar lo que es preciso
decir. La dificultad que existe para separar la lingüística científica de la gramática
normativa recuerda la que existe para separar de la moral una verdadera ciencia de
las costumbres» (André Martinet, Elementos de lingüística general. Madrid, Gredos,
1970, pág. 11).

En cierto modo, este rechazo de la actitud prescriptivista que había caracterizado a la


gramática tradicional ha tenido consecuencias positivas, como el abandono de una
valoración mal entendida de los hechos lingüísticos, que había llevado a postular la
existencia de lenguas mejores y peores. Una defensa de esta nueva postura se puede ver
en la obra de Juan Carlos Moreno Cabrera, La dignidad e igualdad de las lenguas:
crítica de la discriminación lingüística (Madrid: Alianza, 2000).

Sin embargo, más adelante veremos que otras consecuencias del rechazo absoluto por
la prescripción no han sido sino perjudiciales para nuestra comprensión del
fenómeno lingüístico.

Causas del rechazo frontal de la prescripción en la lingüística "científica"

En general, podemos identificar dos causas principales en el surgimiento de esta


actitud de rechazo hacia la consideración de la norma (rechazo que, en última
instancia, se debe a la errónea confusión entre norma y prescripción):

 Una voluntad cientificista por parte de los lingüistas, que los llevó a tratar de
emular las características propias de las ciencias naturales, a fin de conferir
también a nuestra disciplina un estatus científico prestigioso.

 El reconocimiento generalizado de la realidad de la variación como aspecto


intrínseco a la naturaleza del lenguaje.

Como consecuencia de lo primero, y dado que las ciencias naturales no tienen nada que
ver con normas prescriptivas sobre el comportamiento de los objetos que estudian, sino
que poseen un carácter exclusivamente descriptivo, lo científico se oponía, para muchos
autores, no ya al dictado prescriptivo de normas, sino incluso al reconocimiento de la
actuación de normas en la comunicación lingüística. De ahí que en vez de sobre normas
se haya querido hablar, en la lingüística estructuralista, sobre interrelaciones del
sistema, y en la escuela generativista, de principios innatos.

Como consecuencia de lo segundo, del reconocimiento de la variación, se adoptó una


actitud relativista de acuerdo con lo cual el lingüista debería limitarse a describir todas
las variedades posibles, sin entrar a hacer valoraciones sobre su estatus. Sin embargo,

3
como acabamos de ver, las valoraciones no son necesariamente impuestas por el
lingüística, sino propias de los hablantes. Y, en tal caso, como es natural, el estudio
está obligado a explicar tales valoraciones. En efecto, los lingüistas no pueden olvidar
que los hablantes rigen su comportamiento por determinadas normas y que ellos
mismos valoran unas normas con respecto a otras. Tanto la existencia de normas
como el hecho de que estas sean siempre plurales y constituyan, en consecuencia,
alternativas dotadas de diferentes grados de prestigio, son realidades inherentes al
lenguaje.

La combinación de descripción y prescripción es un rasgo característico de las


mejores gramáticas del español

A los argumentos, si no a favor de la reconciliación entre descripción y prescripción, sí


a favor de la necesidad de volver a dar cabida, en el estudio lingüístico, al concepto de
norma, para estudiar cómo funcionan efectivamente las diferentes normas en la
comunicación, hay que añadir una tercera reflexión: la combinación de descripción y
norma ha sido constante en las mejores gramáticas español. Así que esto debe constituir
un indicio de que se trata de dos realidades indisolubles.

Veamos algunas citas que lo avalan:

«La gramática de una lengua es el arte de hablarla correctamente, esto es, conforme al
buen uso, que es el de la gente educada» (Bello, Gramática de la lengua castellana
destinada al uso de los americanos, "Nociones preliminares", Barcelona: Linkgua,
2005).

«Gramática es el arte de hablar y escribir correctamente. Propónese, por tanto,


enseñar a conocer el valor y oficio de las palabras, el modo de formar con ellas
oraciones y el de pronunciarlas y escribirlas» (RAE 1931, "Introducción").

«Convencido de que la gramática debía ajustarse a los conocimientos lingüísticos


contemporáneos, me negaba, empero, a que el texto se convirtiera en tratado teórico en
detrimento de las exigencias didácticas y normativas. [...] La tendencia normativa,
desde los mismos orígenes de la gramática, la hemos heredado todos [...]. Toda
gramática termina o empieza por ser normativa. Y, al cumplir con el compromiso
contraído, también esta gramática aconseja normas, siempre, eso sí, sin espíritu
dogmático» (Alarcos, Gramática de la lengua española (Madrid: Espasa-Calpe, 1994).

«Una gramática española no es una gramática del español como lengua histórica (con
toda su arquitectura), lo que no sería posible, ni tampoco del español como lengua
común (con sus formas regionales y sus diferentes niveles), lo que ya sería factible,
pero no sin enormes dificultades, sino sólo de un modo ejemplar o considerado tal (y
aun esto sin toda la correspondiente variedad de estilos de lengua)» Coseriu (El
problema de la corrección idiomática, Manuscrito. inédito. Tübingen: Archivo Coseriu
(Nr. B XXXIV, 16, www.coseriu.de).

En la tradición gramatical española, hay, sin embargo, una excepción a este panorama
general de reconocimiento de que la descripción gramatical entraña la propuesta de
normas. En el Esbozo de una nueva gramática de la lengua española, publicado por la

4
RAE en 1973, se afirma explícitamente que se trata de una obra sin carácter normativo,
pero no por voluntad de cientificismo, sino...

«Por su carácter de simple proyecto, el presente Esbozo carece de toda validez


normativa».

Conclusión: De acuerdo con estos argumentos, se comprenderá que la perspectiva de


esta asignatura no puede ser otra que la de combinar descripción y prescripción,
pero no desde una actitud normativista, sino debido al hecho de que las normas que
se aconsejen serán, precisamente, las que los propios hablantes cultos juzgan como
más apropiadas para la distancia comunicativa en la que se mueven los
profesionales de la información y los medios de comunicación.

Los distintos conceptos de norma. Norma(s) histórica(s) descriptivas y norma


prescriptiva

Para entender mejor por qué es imposible describir de manera adecuada cómo funciona
la comunicación lingüística sin tener en cuenta el concepto de norma, es necesario
constatar la existencia de dos acepciones diferentes de este término.

1. Norma1: Por una parte, la norma se entiende como un hecho prescriptivo, en el


sentido de lo que debe ser. Esta acepción del término es de etimología latina.

En latín, norma hacía referencia, en un principio, a la 'escuadra usada por los artífices
para arreglar y ajustar los maderos, piedras y otras cosas'.

( De ahí pasó a denominar también 'la justeza con la que deben encajar las piezas'.

( Y, en tercer lugar, la 'regla sobre la manera como se debe hacer o está establecido que
se haga cierta cosa'.

De estos significados procede el uso de norma como sinónimo de canon, modelo, guía,
ejemplo.

En lingüística, este uso de norma equivale a la norma de corrección o norma


prescriptiva: 'modelo idiomático con respecto al cual debe ajustarse la conducta
lingüística de los hablantes instruidos' = canon lingüístico, ejemplaridad idiomática.

2. Norma2: Por otra parte, el término norma se refiere a hechos, no prescriptivos,


sino consuetudinarios, es decir, que han devenido costumbre, a lo que es:
normal en determinadas comunidades, grupos sociales o situaciones de
comunicación. En esta acepción, el término procede de la palabra normal,
préstamo del francés no documentado hasta el s. XIX, en el sentido de 'lo que se
tiene como corriente, ordinario y usual'.

( En lingüística se establece, como tecnicismo, con la etiqueta de norma


consuetudinaria = tecnicismo acuñado por Coseriu en un artículo de 1952, titulado
"Sistema, norma y habla").

5
Esta otra norma sería hábito, tradición idiomática. Designa, por tanto, a todo hecho
lingüístico que, pese a ser constante, es extrafuncional o asistemático. Se trata, por
tanto, de un concepto relativo entre la abstracción del sistema (la lengua como una red o
estructura de elementos relacionados por oposición) y la concreción del habla.

Ahora bien, ¿cómo funcionan esta norma consuetudinaria y el sistema en los actos
lingüísticos concretos? La siguiente cita, en la que

 «lo anecdótico y personal» se refiere al nivel individual,


 «lo distintivo y funcional» al sistema, dentro del nivel histórico,
 y «lo regular y constante» a la norma, también dentro del nivel histórico,

lo explica de una manera muy clara:

«En los actos concretos del individuo, junto a lo anecdótico y personal, ha de estar
implicado lo distintivo y funcional, es decir, el sistema, so pena de caer en la
incomunicación. Pero también ha de estar implicado en ellos lo regular y lo constante,
la norma, so pena de que el hablante quede comunicado, pero desarraigado de su
comunidad (la norma es el aspecto más evidente del peso de lo social en el lenguaje).
Precisamente por esto, no es la lengua como sistema la que constriñe la actuación
individual, sino la norma (Coseriu), en cuanto que es hábito colectivo hecho tradición
idiomática (pero que el hablante no siempre conoce en su totalidad). El sistema de
Coseriu es un sistema de posibilidades abierto a la función comunicativa (y opera en
la conciencia del individuo: de hecho, según Coseriu, cuando el hablante no conoce
la norma se guía por el sistema, es el fenómeno de la analogía). El sistema "vigila" que
se mantengan las distinciones comunicativas y hace posible que las torsiones creadoras
del individuo, despegadas de toda norma, sigan comunicando» (Méndez 1999, "La
norma idiomática del español: visión histórica", Philologia Hispalensis, XIII, 109-132).

A pesar de que, como hemos visto, se pueden distinguir dos acepciones distintas del
término norma, esto no significa que ambos tipos de normatividad/normalidad no se den
nunca conjuntamente. Más bien parece que la conjunción de ambas normas da lugar
a la lengua ejemplar, que es tanto una norma2 (consuetudinaria) como una norma1
(modelo). Y es que, cuando se tiene algo como norma, se lo tiene, al mismo tiempo,
muchas veces, tanto por costumbre como por obligación. Así, en las situaciones de
distancia comunicativa es al mismo tiempo normal=habitual el uso de determinadas
rasgos que, a la vez, coinciden con la norma prescriptiva.

Esto mismo explica, en la siguiente cita, el lingüista mexicano Luis Fernando Lara:

«Las normas (preceptos) se pueden obtener por generalizaciones empíricas que se


infieren de lo que es norma (costumbre). La costumbre se hace precepto cuando se
codifica y una vez hecha norma, se adopta como elemento de juicio y establece el
modelo de lo que debe ser (funciona como norma ejemplar). Y viceversa: la existencia
de pautas que rigen un comportamiento (normas prescriptivas) se manifiesta en el ser
las cosas, en la regularidad, en el hábito (normas consuetudinarias)» (Luis Fernando
Lara, 1976, El concepto de norma en lingüística).

Norma ejemplar y variación lingüística

6
La distinción entre corrección y ejemplaridad

En el uso cotidiano de la lengua, es muy común emplear el término correcto con dos
sentidos diferentes:

 para evaluar enunciados particulares cuando respetan una determinada norma,


normalmente la ejemplar,

 para calificar las modalidades lingüísticas de más o menos correctas, de acuerdo


con el mayor o menor uso que se hace de ellas en la distancia comunicativa.

Como se ve, se trata de dos significados completamente distintos del término correcto,
que en un caso se aplica a enunciados del nivel individual y en otro caso a
modalidades del nivel histórico.

Para evitar la confusión, podría resultar recomendable reservar el término correcto


únicamente para la evaluación de enunciados del nivel individual y adoptar otro
término (aquí vamos a proponer ejemplar) para la constatación de cuál de entre todas
las modalidades lingüísticas que coexisten en una determinada lengua es la que los
hablantes adoptan como modelo para la distancia comunicativa.

Más adelante insistiremos en esta diferencia y la explicaremos de manera más


pormenorizada. Pero antes tenemos que detenernos también en otra cuestión: el juicio
de corrección/incorrección con respecto al acatamiento o no de una determinada norma
idiomática no es el único tipo de juicio que podemos (ni que solemos) realizar cuando
nos enfrentamos a cualquier discurso. Normalmente, además de con respecto a su
concordancia o no con respecto a una determinada norma (del nivel histórico), también
emitimos valoraciones que tienen que ver, por una parte, con principios universales del
lenguaje y, por otra, con aspectos del tipo de discurso en particular o de la situación en
concreto en que nos hallemos.

Así pues, para ofrecer una imagen completa de la evaluación de un enunciado o hecho
de habla es preciso recuperar la distinción de Coseriu entre los niveles universal,
histórico y actual del lenguaje, que en el apartado siguiente asociaremos con los
distintos tipos de saberes que conforman la competencia de los hablantes.

Niveles de análisis del lenguaje y tipos de saberes correspondientes en la


competencia de los hablantes

A la hora de organizar la complejidad del lenguaje resulta muy útil, distinguir,


siguiendo a Coseriu, tres niveles de análisis diferentes:

7
De acuerdo con estos tres distintos niveles de análisis del lenguaje propuestos por
Coseriu, es posible distinguir también distintos tipos de saberes correspondientes, en los
que cabe articular la competencia del hablante. Cada uno de estos saberes comprende
distintos tipos de facultades que ha de dominar cada hablante competente:

Niveles de análisis del lenguaje, tipos de saberes y tipos de valoración de los


enunciados correspondientes

La buena o mala puesta en práctica de tales saberes por parte de un hablante solamente
se puede juzgar en sus actuaciones particulares. Es decir, a la hora de evaluar un
determinado enunciado, no tenemos en cuenta únicamente su corrección (o nivel de
adecuación con respecto a la norma que trata de realizar), sino también otros aspectos,
relacionados con competencias universales o discursivas.

Veámoslo en la siguiente tabla:

8
Con la ayuda de algunos ejemplos, que tomamos prestados -como también la propuesta
teórica- de Coseriu, se verá más claro qué tipo de juicio emitimos en relación con cada
uno de estos saberes.

A primera vista, un enunciado como Las cinco vocales del español son cuatro: a, e y u
nos resulta extraño. Averigüemos por qué. Si lo observamos más de cerca, vemos que,
en realidad, no incurre en ninguna incorrección idiomática. La palabra vocal es
femenino en español y concuerda en femenino con el determinante plural las. El verbo
ser está correctamente conjugado en plural. El orden de palabras, la puntuación, el uso
de las mayúsculas y las tildes son correctos. Entonces, ¿qué falla? Pues que de acuerdo
con nuestro conocimiento del mundo cinco cosas no pueden equivaler nunca a cuatro y
cuatro cosas no se pueden enumerar únicamente mediante tres elementos. Así pues, el
problema de este enunciado, sus defectos de construcción, no tienen que ver con lo
lingüístico, sino con lo elocucional: se trata de un enunciado que resulta incongruente
cuando se lo evalúa desde el punto de vista del nivel universal del hablar.

Sí habría habido incorrecciones idiomáticas si hubiéramos escrito Los cinco vocales


están cuatros, por ejemplo. En ese caso, habríamos emitido un enunciado tanto
incongruente como incorrecto.

En cuanto a los juicios de valor que tienen que ver con el nivel del discurso, es posible
construir enunciados que respeten o que infrinjan tres aspectos distintos: la adecuación
con respecto al referente, la conveniencia con respecto a los interlocutores y la
oportunidad con respecto al momento. Veamos un ejemplo de infracción de cada uno de
estos aspectos.

Si vamos de copilotos en un coche y le decimos al conductor: en la próxima


intersección que sea número primo gira hacia el lado contrario al que deberías girar
cuando quieres entrar en una rotonda en Escocia, no parece que estemos emitiendo un
enunciado adecuado con respecto al referente, ¿verdad?, en este caso proporcionar unas
indicaciones lo más claras posibles de una determinada dirección (aunque sí sería
adecuado emplear esa designación si estuviéramos implicados un determinado
pasatiempos o juego de inteligencia).

9
Un ejemplo de enunciado inconveniente con respecto a los interlocutores puede ser
interpelar de la siguiente manera a un profesor de Universidad: Illo, perdona que ayer
no viniera a casa, pero es que me quedé encerrao por dentro en mi keli.

Por último, un ejemplo de enunciado inoportuno con respecto al momento del habla
podría ser formular la siguiente pregunta delante de unos niños de cuatro y cinco años,
aunque dirigida a otro adulto: ¿Has metido ya debajo de la cama el regalo del ratoncito
Pérez?

En honor a la verdad, a los juicios de congruencia/incongruencia,


corrección/incorrección y adecuación/inadecuación (relacionados todos ellos
exclusivamente con el componente social del lenguaje), los juicios de suficiencia o
insuficiencia que tienen que ver con el componente biológico. La siguiente tabla
muestra ya el panorama completo:

Lo correcto frente a lo ejemplar

LO CORRECTO

De acuerdo con lo que acabamos de ver, podríamos definir lo correcto como una
valoración propia del nivel discursivo, cuando este es juzgado respecto al nivel
histórico. Se trata, por tanto, de una propiedad de los discursos que realizan
correctamente las reglas del saber idiomático.

En este sentido, hay que tener cuidado de no incurrir en las siguientes confusiones
comunes:

10
Primera confusión común

Para evitar la primera de las confusiones comunes sobre las que vamos a advertir, hay
que tener claro lo siguiente:

 La corrección o la incorrección se evalúan siempre en el nivel individual del


discurso. Los términos correcto/incorrecto se aplican, por tanto, únicamente a
dicho nivel.
 El criterio que se emplea para evaluar si un determinado enunciado es correcto o
incorrecto con respecto a una determinada norma es, obviamente, el
conocimiento de la norma en cuestión, que pertenece al nivel histórico.

Como se observa, la realidad evaluada (el enunciado) y el criterio que se emplea para su
evaluación (la norma) pertenecen a niveles de análisis del lenguaje diferentes (el
enunciado evaluado pertenece al nivel del discurso o nivel individual, mientras que la
norma con respecto a la cual se evalúa un determinado pertenece al nivel histórico).
Esto hace que algunas personas piensen que el juicio de corrección se aplica al nivel
histórico del lenguaje. No es así: de ese nivel histórico procede el criterio que
necesitamos para calibrar el grado de corrección o incorrección de un enunciado, pero la
evaluación se realiza exclusivamente en el nivel individual de los enunciados
concretos.

Por esta razón, carece de sentido decir que una determinada variedad de normas
(consuetudinarias) dentro de una lengua, como por ejemplo un conjunto de normas
geográficas o dialectales, es incorrecta. Las modalidades dialectales (como las
variedades sociales y situacionales) NO SON ENUNCIADOS CONCRETOS DEL
NIVEL DEL HABLA, sino NORMAS DEL NIVEL HISTÓRICO. Como mucho,
podemos decir que determinados rasgos dialectales, o sociales o situacionales NO
SON EJEMPLARES, puesto que no gozan de prestigio para la distancia comunicativa
(pero no que no sean correctas en el sentido técnico que estamos dando al término
corrección en este tema).

Segunda confusión común

Por lo general, en la lengua cotidiana, los términos correcto/incorrecto se emplean para


evaluar, exclusivamente, si un determinado enunciado se ajusta o no a la norma
prescriptiva. Por ello se tiende a pensar que hay únicamente una pauta de corrección
posible. Sin embargo, esto no es así.

 Para valorar un determinado discurso como correcto o incorrecto hay que saber
de antemano a qué norma concreta dentro del saber idiomático pretende
ajustarse, qué norma del diasistema sigue o pretende seguir.

 Ya hemos visto que dentro de una lengua histórica hay diferentes tipos de
modalidades geográficas, sociales y situacionales. Esto quiere decir que hay, por
tanto, diferentes normas. Así que, antes que nada, hay que averiguar en qué tipo
de situación comunicativa se produce un determinado enunciado y, por tanto,
qué norma determinada trata de seguir.

11
 Es posible incurrir en incorrecciones tanto al hablar o pretender hablar la lengua
ejemplar, como al hablar un dialecto u otra variedad.

En efecto, si tenemos en mente el modelo de la cadena variacional de Koch y


Oesterreicher, recordaremos cómo en situaciones informales, de máxima inmediatez
comunicativa, lo esperable es que los hablantes dejen aflorar sus rasgos diatópicos más
fuertes, algunos rasgos diastráticos carentes de prestigio y los rasgos diafásicos más
característicos de la lengua coloquial. En tales situaciones, algunos hablantes de
modalidades dialectales distintas a la que se emplea comúnmente en el lugar en que se
desarrolla una determinada interacción (por ejemplo, un hablante asturiano que está de
vacaciones en Málaga), tratan de imitar la modalidad dialectal de ese lugar (la
modalidad andaluza de Málaga) y, normalmente, no suelen ser capaces de realizar
correctamente las normas de esa modalidad. En este caso, los enunciados de nuestro
hablante asturiano serían incorrectos con respecto a la norma que trata de seguir, que en
este caso sería la andaluza.

Otro ejemplo: pensemos en una persona de más de 50 años que tratara de hablar de
acuerdo con la norma de la modalidad juvenil del español peninsular de hoy en día pero
que incurriera en continuas infracciones con respecto a tal norma. Los enunciados de
esa persona serían, en ese caso, incorrectos con respecto a la norma juvenil que
estuviera tratando de realizar.

LO EJEMPLAR

A diferencia de lo correcto, lo ejemplar no es una propiedad de los discursos, sino de


las técnicas históricas del hablar, en concreto, de alguna de las normas que conforman
una determinada lengua. Un juicio de ejemplaridad no es, por tanto, una evaluación de
un enunciado particular, sino una comprobación de índole histórica que trata de
averiguar, en un estado de lengua sincrónico determinado, qué modalidad constituye la
norma ejemplar, esto es, qué norma es considerada por los hablantes como modelo de
prestigio para la distancia comunicativa.

Dado que se trata del modelo de prestigio para la distancia comunicativa, lo ejemplar
constituye la pauta de corrección solo para los discursos que pretenden realizar esa
técnica, no para los demás, que poseen otros criterios de corrección diferentes,
dependiendo de la norma que traten de realizar.

Posturas o ideologías erróneas que confunden lo correcto y lo ejemplar

Una vez que hemos establecido la distinción entre lo correcto y lo ejemplar y que ha
quedado claro

 que la modalidad ejemplar constituye el modelo de actuación preferentemente


para los discursos propios de la distancia comunicativa

 y que no hay una única posibilidad de realizar un enunciado correctamente, sino


que lo que se considere correcto o incorrecto depende del tipo de norma a la que
el enunciado trata de ajustarse,

12
podremos entender mejor por qué dos ideologías lingüísticas enemigas, como la postura
excesivamente conservadora y la postura excesivamente tolerante, están equivocadas.

1. La ideología lingüística conservadora o purista se caracteriza por una defensa de


la unidad idiomática estricta. Sus partidarios abogan por una reducción de lo
correcto a lo ejemplar, de manera que exista un único criterio de corrección para
todas las actuaciones lingüísticas.

o Evalúan todos los discursos de acuerdo con si realizan o no la norma


ejemplar.

o Se trata, pues, de una actitud de censura que pretende eliminar todo uso
distinto del que concuerda con la ejemplaridad.

o Con ello parecen apostar por una unidad del idioma en forma de
uniformidad absoluta, mediante la eliminación de la variación.

Sin embargo, como ya hemos visto, debido a su historicidad, la existencia de variación


en el lenguaje es algo intrínseco a su propia naturaleza y resulta, por tanto, una quimera,
pretender su eliminación.

Las lenguas históricas no están compuestas por una única norma, de manera que los
mismos usos ejemplares debieran valer para cualquier empleo, independientemente de
la situación comunicativa. Como hemos visto, tal como muestra el modelo de la cadena
variacional, no hay exclusividad funcional de ninguna norma, sino pluralidad real de
normas de ejemplaridad de diferente nivel y 'radio de acción' distinto. Y es que las
gramáticas de los hablantes no son monolectales, sino polilectales.

Además, los conservadores o puristas entienden la unidad del idioma como equivalente
a su fijeza o estaticidad absoluta. Consideran que la norma es una realidad inamovible,
ya realizada, un producto terminado, por lo que excluyen todo lo nuevo e inédito.

PERO, como sabemos, las lenguas no son productos estáticos, sino técnicas dinámicas
del hablar, a las que es intrínseca la capacidad de crear, debido al universal lingüístico
de la creatividad, y que, debido al universal de la historicidad, están sujetas a cambios
y transformaciones a lo largo del tiempo.

2. La ideología lingüística liberal o tolerante comete el error inverso: sus


defensores reducen lo ejemplar a lo correcto (es decir, que no se decantan por
ninguna norma como la norma ejemplar, sino que consideran todos los usos
igualmente correctos):

 Para ellos todo uso es bueno/aceptable, ya que realiza algún tipo de saber
idiomático.

Sin embargo, como hemos visto al principio de este tema, las valoraciones lingüísticas
no proceden de los lingüistas, sino de los propios hablantes, por lo que pretender que
todo uso va a ser juzgado de la misma forma, independientemente del prestigio que le
confiera la sociedad, constituye también una quimera.

13
Por otra parte, sería necesario que los liberales o tolerantes admitieran la utilidad de la
norma ejemplar en relación con

 la realidad teórica e histórica del problema de la unidad idiomática (puesto que


en ausencia de una norma ejemplar más o menos estable es muy difícil mantener
la unidad de una comunidad lingüística y conseguir, por tanto, que la
comunicación entre hablantes de zonas geográficas diversas de esa comunidad
sea posible).
 la validez e importancia de lo ejemplar como factor de cohesión política y social
y como hecho de cultura (a menos que se domine el estándar es muy difícil el
ascenso o la promoción social a determinadas profesiones, así como el acceso a
la cultura literaria, por ejemplo).
 lo razonable y bien fundado y, más aún, la oportunidad y necesidad político-
cultural de la planificación lingüística bien entendida (que busque, por ejemplo,
dar una buena formación lingüística a toda la población, con ayuda de la cual se
eviten las diferencias sociales que van ligadas a las diferencias de competencia
lingüística).

Lengua frente a dialecto. Los conceptos de lengua, dialecto, habla

Una lengua histórica no es una realidad homogénea. Si deseamos estudiar sistemas


homogéneos, hemos de dividir el diasistema lingüístico en variedades sintópicas,
sinstráticas y sinfásicas (es decir, en normas de zonas geográficas relativamente
homogéneas, normas de grupos sociales relativamente homogéneos y normas propias de
situaciones de comunicación relativamente homogéneas). Pero en este caso ya no
estaríamos ante lenguas reales, sino ante lenguas funcionales, constructos homogéneos
a los que metodológicamente conviene reducir la heterogeneidad lingüística para su
estudio.

De acuerdo con esto, aunque lengua y dialecto suelen presentarse como realidades
enfrentadas, en una relación que podríamos representar gráficamente de la siguiente
manera:

14
lo cierto
es que los dialectos no se enfrentan a las lenguas, no tienen con ellas una relación
excluyente, sino que necesariamente están contenidos en las lenguas. Ya vimos que una
lengua está formada por un sistema o conjunto de reglas nucleares esenciales, que se
llevan a cabo mediante convenciones normales o habituales en ciertas zonas (normas
dialectales o variedades diatópicas, es decir, dialectos), en ciertos grupos sociales
(normas o variedades diastráticas) y en ciertas situaciones (normas o variedades
situacionales):

Y, en el uso, tal como explica el modelo de la cadena variacional que ya hemos


estudiado, lo que se oponen no son la lengua por una parte y los dialectos por otra, sino
la norma ejemplar de la lengua (que no equivale, obviamente, a la totalidad de la
lengua) frente al resto de normas (diatópicas, diastráticas o diafásicas) que no son
modélicas para la distancia comunicativa.

En relación con la variación diatópica, la norma ejemplar sería una especie de norma
común o modo de hablar supra-dialectal. Por lo general, que una modalidad lingüística
tenga o no estatus de lengua depende, precisamente, entre otras cosas, de que posea una
norma ejemplar, pero esa norma ejemplar NUNCA constituye la totalidad de la lengua:

LENGUA: «Sistema de comunicación y expresión verbal propio de un pueblo o


nación, o común a varios». «Sistema lingüístico que se caracteriza por estar
plenamente definido, por poseer un alto grado de nivelación, por ser vehículo de
una cultura diferenciada y, en ocasiones, por haberse impuesto a otros sistemas
lingüísticos» (DRAE).

Como podemos observar, la definición de lengua del DRAE destaca:

1. La posesión de un sistema lingüístico diferenciado y un alto grado de nivelación,


es decir, el hecho de que una lengua posee normas establecidas mediante
gramáticas, ortografías y difundidas mediante la enseñanza y los medios
comunicación.

15
2. Su imposición en la diacronía (es decir, en el transcurso del tiempo), frente a
otros sistemas (como veremos más adelante que fue el caso del castellano en su
conversión a español).

3. El hecho de que lengua y nación no son realidades equivalentes, puesto que un


mismo sistema lingüístico puede ser común a varios pueblos o naciones.

Veamos ahora cómo define el diccionario académico el concepto de dialecto:

DIALECTO: «Sistema lingüístico derivado de otro; normalmente con una


concreta limitación geográfica, pero sin diferenciación suficiente frente a otros de
origen común». «Estructura lingüística, simultánea a otra, que no alcanza la
categoría de lengua».

Como podemos observar, la definición de dialecto del DRAE destaca:

1. Su carencia de difusión culta y su limitación geográfica (esto es, su


reducción a la inmediatez comunicativa).
2. Su similitud con otras variedades (puesto que comparte con ellas el
mismo sistema).
3. La ausencia de elaboración normativa (o de una norma ejemplar,
adecuada para la distancia comunicativa).
4. Su convivencia (y reparto de funciones) con una lengua (mejor sería
decir con otras modalidades de la misma lengua, en particular con la
norma ejemplar, que asume las funciones propias de la distancia
comunicativa, dejando para el dialecto la zona de la inmediatez).

Ninguna modalidad lingüística está predestinada a ser lengua o dialecto. Hay formas
que fueron en su origen dialectos y más tarde adquirieron el estatus de lenguas, de
acuerdo con el siguiente esquema:

dialectos → lenguas (castellano → español)

También hay lenguas que han dejado de existir como tales y han quedado
desmembradas en dialectos (latín → lenguas romances)

Veamos, por último, la definición de habla, pero no la definición que corresponde a


este término por oposición a sistema y norma, sino en relación con la variación
diatópica:

HABLA: se utiliza para designar variedades restringidas que pueden venir de un


dialecto fragmentado o que nunca pasaron de ser locales, sin llegar a la relativa
unidad del dialecto. Suele tener menos cohesión que un dialecto y variar de pueblo
a pueblo.

Dialectos históricos o primarios y secundarios

Hemos visto que el latín se fragmentó en distintos dialectos, que dieron lugar, en
muchos casos, a las actuales lenguas romances. Algunos de estos dialectos, procedentes
directamente del latín, fueron subsumidos bajo el paraguas de otra norma ejemplar

16
diferente de la latina, y quedaron reducidos a variedades diatópicas. Sin embargo, como
su origen es simultáneo al del dialecto que más tarde devino fuente de la nueva norma
ejemplar, se denominan dialectos primarios o dialectos históricos:

DIALECTOS HISTÓRICOS: nombre que reciben los dialectos del latín que no
han llegado a alcanzar la categoría de lenguas: aragonés y leonés. Las
circunstancias sociopolíticas y culturales les impidieron alcanzar un uso culto que
les diera categoría de lengua, porque los núcleos históricos (Aragón, León) que
hubieran podido afianzarlos perdieron poder y sus variedades fueron quedando
reducidas al ámbito campesino y retrocedieron frente al castellano, que desempeñó
el papel de lengua culta.

Para diferenciarlos de los anteriores, se llaman dialectos secundarios del español los
dialectos surgidos, secundariamente, una vez implantado el castellano como lengua
común:

DIALECTOS SECUNDARIOS: dialectos no derivados directamente del latín, sino


del castellano: andaluz, canario, murciano, ¿español de América?

Los nombres del modelo de lengua ideal

Hasta aquí hemos estado manejando el término de norma ejemplar para hacer referencia
al modelo de lengua (a la vez prescriptiva y consuetudinaria) que sirve de referencia
para los discursos propios de la distancia comunicativa y que funciona como variedad
supra-dialectal por encima de las variedades diatópicas que comprende una misma
lengua histórica.

Otras denominaciones posibles habrían sido lengua oficial, lengua nacional, lengua
común o estándar.

En todos estos sintagmas el primer problema es, sin duda, el sustantivo lengua, porque
da la impresión de que, efectivamente, la variedad ejemplar constituye la totalidad de la
lengua, que es algo que ya hemos dicho que conviene evitar pensar, puesto que las
lenguas son, necesariamente, conjuntos de diferentes variedades. Con todo, aun
sustituyendo el sustantivo lengua por los marbetes norma o variedad, algunos adjetivos
como oficial, nacional o común siguen resultando problemáticos. Vamos a ver,
entonces, por qué habría que descartar la mayoría de ellos como sinónimos válidos de
ejemplar, y por qué solamente conviene considerar, como tal sinónimo, el término
estándar.

Lengua oficial

Lengua oficial es un término ambiguo, y, por tanto, inapropiado. Puede hacer


referencia a dos realidades diferentes:

Lengua oficial1: lengua por la que se rige la vida pública y administrativa de un


pueblo, lengua en la que se redactan y promulgan las leyes que regulan la vida de
un Estado.

En este sentido,

17
«Es oficial una lengua, independientemente de su realidad y peso como lengua social,
cuando es reconocida por los poderes públicos como medio normal de comunicación en
y entre ellos y en su relación con los sujetos privados con plena validez y efectos
jurídicos» (Sentencia del Tribunal Constitucional citada por F. González Ollé, "El
largo camino hacia la oficialidad del español en España", La lengua española, hoy,
Madrid, Fundación Juan March, 1995, págs. 39-61).

Pero otra posible acepción del término, en la que subrayo la palabra estilo para llamar la
atención sobre el hecho de que tal "lengua" no equivale a la totalidad de un sistema o
diasistema lingüístico, sino que se trata únicamente de una de sus formas o normas
posibles, es la siguiente:

Lengua oficial2: estilo de lengua de la administración y la vida política y jurídica;


aparece en todos los textos redactados por distintas fuentes con carácter oficial ( a
veces se filtra a la prensa

En este sentido, podríamos decir que el siguiente recorte de prensa presenta,


precisamente, una filtración de este estilo administrativo:

En el primer sentido del término, quizá podríamos pensar que se está haciendo
referencia al modelo propio de la distancia comunicativa (puesto que se alude a la "vida
pública") y admitir, por tanto, la sinonimia de oficial y ejemplar. Sin embargo, en
absoluto debemos confundir lo ejemplar con el estilo administrativo al que remite la
segunda acepción. Así pues, para evitar esta posible confusión, es mejor descartar este
término como posible nombre de la norma ideal o modélica para la distancia.

El término oficial podría inducir a pensar, además, que es necesaria una sanción
gubernamental de algún tipo para disfrutar de una norma ejemplar. Y este, como
veremos más adelante, no tiene por qué ser siempre el caso.

Lengua nacional

La siguiente tabla resume las ventajas y los inconvenientes que presenta el uso del
término nacional como sinónimo de ejemplar:

18
Lengua común o general

Es cierto que la norma ejemplar es la única norma común a toda la comunidad


lingüística, porque, como hemos dicho, neutraliza los rasgos diastráticos y diatópicos.

Sin embargo, aunque es común en la función que le es propia, no lo es en su


disponibilidad y acceso por parte de todos los hablantes. Que la norma ejemplar sea una
norma accesible a todos los hablantes es más bien una pretensión que una realidad. Se
trata, en efecto, únicamente de un desiderátum, en la medida en que no todos los
hablantes llegan a desarrollar la competencia lingüística necesaria como para dominar el
estándar en toda su plenitud, aunque ese es precisamente uno de los objetivos
principales de la enseñanza obligatoria.

Para lograrlo, los mejores instrumentos con que cuenta la planificación lingüística son la
enseñanza y la difusión de esta norma por parte de los medios de comunicación

Norma estándar

19
El mejor sinónimo del término ejemplar para hacer referencia a la variedad que sirve de
modelo para la lengua de la distancia es estándar.

De acuerdo con su etimología, se trata de un nombre generalizado desde fines del s.


XVIII para hacer referencia a la variedad del inglés usada por la gente culta. Se trataría,
pues, en origen, de una norma diastrática. Sin embargo, en español ya no posee este
matiz de significado, por lo que es perfectamente aplicable no a la norma culta en
concreto, sino a la norma supra-dialectal por la que los hablantes de todas las clases
sociales se decantan en situaciones de distancia comunicativa.

Resulta, por tanto, una denominación no comprometedora, que encierra sentido de


normalidad (consuetudinaria, sobre todo), sin connotaciones de corrección.

A continuación se reproducen diferentes definiciones de este concepto, algunas, como


se verá, más críticas que otras:

«la forma codificada de un idioma que es aceptada y sirve de modelo a una comunidad
relativamente grande» (P. Garvin y M. Mathiot, "La urbanización del idioma guaraní,
problema de norma y cultura", P. Garvin y Y. Lastra, Antología de etnolingüística y
sociolingüística, México, UNAM, 1974).

la primera lengua a la que presta atención la lingüística académica, puesto que es la


que utilizan los lingüistas (Hudson 1980: 34, ápud Demonte 2001, "El español estándar
(ab)suelto. Algunos ejemplos del léxico y la gramática", cf. apéndice 1).

«aquella forma de lengua que se impone en un país dado, frente a las variedades
sociales o locales. Es el medio de comunicación más adecuado que emplean
comúnmente personas que son capaces de servirse de otras variedades. Se rata
generalmente de la lengua escrita y propia de las relaciones oficiales. La difunden la
escuela y los medios de comunicación» (Dubois et al. ápud Pascual y Prieto 1998: 3;
cf. apéndice 1).

«Es bien sabido que una variedad estándar no es únicamente una variedad geográfica.
Por el contrario, el estándar debe entenderse como una intersección de lectos, o dicho
sea con mayor precisión, como una variedad convencionalmente superpuesta (O'Grady,
Dobrovolsky y Aronoff 1997: 510) al conjunto de variedades geográficas, sociales y
estilísticas de una lengua» (Pascual y Prieto 1998: n. 6; cf. apéndice 1).

«Al ser el medio de intercomprensión más amplio y extendido, el estándar se transmite


en las escuelas y favorece el ascenso social; frente a los dialectos y sociolectos, es el
medio de comunicación más abstracto y de mayor extensión social". (Lewandowski
1982: 201, ápud Demonte 2001)..

Por ello, negar la norma estándar y predicar la enseñanza exclusiva del dialecto
supondría condenar a ciertos grupos a quedarse sin movilidad social.

Suzanne Romaine nos proporciona una definición aún más extensa de este concepto de
lengua estándar:

20
lengua estándar = «variedad altamente codificada que ha recibido el grado de desarrollo
y elaboración necesario para servir a una amplia gama de funciones. El proceso de
normalización convierte a una variedad en estándar fijando y regulando su ortografía,
morfología, sintaxis, etc., por medio de diccionarios y gramáticas, que sirven como
autoridad en la enseñanza prescriptiva de nativos y extranjeros.

La normalización no es una propiedad inherente, sino una característica adquirida, o


mejor, deliberada y artificialmente impuesta. Las lenguas estándar no surgen en el
transcurso de una evolución lingüística «natural» ni nacen a la existencia de repente,
sino que son creadas mediante planificación consciente y deliberada.

Puede argüirse con cierta razón que la normalización y las lenguas estándar son
invenciones europeas. La mayor parte de la lenguas estándar actuales de Europa
surgieron en un clima de intenso nacionalismo político y fueron en parte fruto de la
necesidad de crear símbolos ideológicos comunes e ideales de patria compartidos. [El
castellano experimenta su primera normalización seria con Alfonso X, pero es en el
Renacimiento (siglos XV y XVI) cuando, coincidiendo con la unificación llevada a
cabo por los Reyes Católicos y con la expansión exterior, Nebrija publica la primera
Gramática (1492) y el primer Diccionario (1495) de una lengua que justamente
entonces se empieza a llamar también «español». La normalización de las otras lenguas
peninsulares ha coincidido asimismo con períodos de auge nacionalista, y no es
casualidad que sea precisamente ahora, en la llamada «España de las autonomías»,
cuando se esté intentando la conversión en lenguas estándar de variedades hasta ahora
tenidas por «dialectos»]. Los modelos seleccionados para la codificación fueron los que
se usaban en capitales como Copenhague, París o Londres [Burgos o Toledo], que eran
sede de la corte, centros comerciales y financieros. La normalización de estos modelos
la llevaron a cabo con éxito la imprenta y las clases medias flamantemente letradas, que
las convirtieron muy pronto en instrumentos de movilidad y progreso sociales.

En algunos países hay instituciones especiales, como la Académie Française o la Real


Academia Española en España, que tienen control y responsabilidad sobre cuestiones
lingüísticas. Tales instituciones definen qué cuenta o no como «correcto», por ejemplo,
qué es o no «español estándar». Sin embargo no es suficiente para una lengua tener
normas de facto, o gramáticas y diccionarios. Probablemente todas las comunidades
evalúan ciertos tipos de lenguaje como «buenos» o «malos».

Ninguna otra variedad tiene los recursos y el prestigio del estándar escrito. El hecho de
que exista como un objeto descrito en los libros de gramática produce la idea de que es,
de alguna manera, la lengua «verdadera» y «legítima», y que las otras variedades son
versiones degeneradas o corruptas de ellas. [a veces también se dice que una palabra
dialectal "no existe" porque no está en el diccionario]» Suzanne Romaine (El lenguaje
en la sociedad: una introducción a la sociolingüística; traducción y versión española de
Julio Borrego Nieto. Barcelona: Ariel, 1996: 107).

La norma ejemplar o estándar: propiedades y funciones

La definición de norma estándar que ofrece Suzanne Romaine coincide en lo


fundamental con la definición de lengua (o mejor, norma) ejemplar propuesta por
Coseriu.

21
Lo ejemplar es, para este autor, el ideal de lengua que se constituye dentro de la
lengua común y actúa por encima de ella, convirtiéndose en su norma ideal. No
tiene por qué ser único, como la lengua estándar, y puede haber lenguas
ejemplares en cada una de las variedades nacionales de la lengua española.

A continuación se enumeran los principales rasgos definitorios de la norma ejemplar-


estándar:

1. Coincide habitualmente con la norma culta. Debido a que constituye un ideal


lingüístico, se suele asemejar a los usos prestigiosos propios de las clases cultas.
(Esto no es de extrañar si acudimos al modelo de la cadena variacional que
vimos en el tema 1, puesto que en la distancia comunicativa lo esperable es que
se realicen los rasgos lingüísticos socialmente más prestigiosos y esos son,
justamente, los de la norma culta).

2. Posee un amplio dominio de acción. Se trata de una norma suprarregional y


unificadora; de ahí que sea promovida por la enseñanza, los medios
comunicación, la administración, la ciencia, la literatura... (En efecto, una de las
características de la distancia comunicativa es, justamente, que su dominio de
acción es bastante más amplio que el de la inmediatez, puesto que en situaciones
de distancia podemos dirigirnos a un auditorio muy amplio, compuesto por
gentes de las más diversas procedencias, en un tipo de interacción que suele ser
pública y que cuando adopta una forma escrita o está sujeta a grabación sonora o
audiovisual, está pensada para perdurar en el tiempo).

3. Su constitución en norma ejemplar es convencional, no está basada en criterios


lingüísticos, sino socio-políticos o económicos. No hay, pues, en principio,
ninguna razón estrictamente lingüística que haga preferible un determinado
rasgo a otro (ya sabemos que tanto el significante como el significado de los
signos lingüísticos son arbitrarios). La única razón por la que se prefieren unos
determinados rasgos a otros es únicamente el prestigio social del que gocen tales
rasgos.

4. Su superioridad no es debida, por tanto, a su corrección intrínseca (además, ya


hemos visto que no se trata de una modalidad más o menos correcta, sino
ejemplar), sino que le viene conferida por su función cohesionadora, cultural...

5. Con todo, es posible que alcance una superioridad verdaderamente lingüística,


en la medida en que tras el proceso de elaboración por el que suele verse
afectada, dispone del más amplio caudal de posibilidades expresivas de todo el
conjunto de modalidades de esa lengua.

6. No coincide con ningún geolecto, es decir, no se identifica con la forma de


hablar de ningún lugar en particular, porque se trata de una abstracción, de un
ideal de compromiso suprarregional. Es, por tanto, un error confundir la norma
ejemplar o estándar del español con la variedad diatópica del español de Madrid,
de Valladolid, de Salamanca, etc. Todas esas normas geográficas del español son
normas diatópicas y no equivalen, por tanto, al estándar, por más que en su
pronunciación se asemejen más que otras variedades de nuestra lengua a la
escritura.

22
7. No es fija e inamovible (como parecían desear los puristas), sino una técnica
bastante estable, pero que admite pluralidad de normas y está sujeta a cambio
como todas las variedades. De hecho, la razón de ser de que los profesionales de
los medios de comunicación deban conocer cómo se establece y cómo se
transforma la norma culta de su lengua estriba, justamente, en que tal norma está
sujeta a continuos cambios que van a repercutir en el desempeño de sus labores
de redacción, locución, etc.

En la siguiente tabla se ofrece una síntesis de las principales propiedades del estándar,
de acuerdo con (Gallardo 1978):

Por último, y de acuerdo, de nuevo, con (Gallardo 1978), en la siguiente tabla se


presentan las principales funciones del estándar, en relación a las propiedades ya vistas:

23
24
¿Castellano o español?

A la hora de denominar nuestra lengua, los términos castellano y español poseen


idéntica extensión, pero distinta intensión. Es decir, ambos términos se refieren a la
misma realidad (esa es su extensión, el conjunto de referentes que caen dentro del
ámbito de designación de un vocablo), pero lo hacen poniendo de relieve, en su
significado, aspectos diferentes de dicha realidad (esa es la intensión); en otras palabras:
aunque ambas etiquetas se aplican exactamente al mismo objeto (una determinada
lengua), cada una de ellas destaca unas características peculiares de esa lengua en
detrimento de otras.

Para comprender mejor esta diferenciación, conviene distinguir entre la distinción de


uno y otro término desde un punto de vista diacrónico (en la evolución de la lengua a lo
largo del tiempo) y sincrónico (de acuerdo con la situación actual de la lengua
española).

Desde un punto de vista diacrónico, castellano era el nombre que recibía la variedad
originaria procedente del latín, que más tarde se convirtió, tras un largo proceso de
extensión geográfica y expansión a diferentes tipos de situaciones comunicativas (luego
veremos que esto último se denomina técnicamente proceso de elaboración lingüística)
en la lengua común de la Península. Llegado tal punto, pareció preferible sustituir la
antigua denominación de castellano por español, puesto que ya no eran únicamente los
castellanos quienes la hablaban, sino también los otros pueblos de la Península Ibérica.
Tal era, además, y lo sigue siendo, el término que se usaba para llamar a nuestra lengua
en otros idiomas europeos: Spanish, espagnol, spagnolo.

Desde un punto de vista sincrónico, se decantan por usar el término castellano para
referirse a su lengua materna los latinoamerianos y los españoles que dominan, además
del español, otra lengua propia (catalanes, vascos y gallegos). Por el contrario, los
hablantes peninsulares que no proceden de comunidades bilingües parecen preferir el
término español.

Así pues, el empleo del término castellano puede deberse:

 al deseo de hacer hincapié diacrónico en los orígenes de la lengua.


 al deseo de diferenciar la nación España de su lengua, puesto que la lengua
también se habla en América y en comunidades que, para poner de relieve que
el español es un Estado plurilingüe (y que existen por tanto, no una sino cuatro
lenguas españolas), prefieren no aplicar el adjetivo relacionado con el país a
ninguna de esas cuatro lenguas.

Ambas perspectivas no son incompatibles, puesto que tanto una como otra conciben la
lengua con independencia de la nación española (en su origen anterior a la existencia de
tal nación, o en su expansión posterior más allá de los límites de España o dentro de los
límites del Estado, pero en lugares con distinto sentimiento nacional).

El término español, por último, parece preferible para quienes desean resaltar el hecho
de que se trata de una lengua elaborada, distinta del dialecto originario del que
evolución (el castellano), y que los hablantes de otras lenguas conocen únicamente
como Spanisch, Spanish, espagnol...

25
La norma y los conceptos de lengua hablada y lengua escrita (medial y
concepcional)

Como hemos visto anteriormente, la existencia de una norma ejemplar no hace que el
uso de la lengua sea monolítico, ya que no excluye, incluso para quien trata de
orientarse de acuerdo con el modelo de esta norma, al margen de variedades dialectales
o diastráticas propias de la inmediatez, la ocurrencia de variación diafásica o, lo que es
lo mismo, situacional. Ahora bien, la homogeneidad de la norma ejemplar es mayor en
lo escrito que en lo hablado; y, dentro de lo escrito, es también mayor en la prosa
científica que en la literatura.

Tal hecho tiene, por una parte, causas mediales, que están en el origen de la afinidad
entre norma y escritura:

«Normalización y alfabetización son dos procesos que van de la mano, puesto que
aprender a leer y a escribir presupone la existencia de una variedad escrita codificada,
y una lengua sólo está normalizada cuando es posible producir en ella textos escritos.
Una lengua que se escribe admite normas reguladoras mucho más fácilmente que
aquella que sólo existe de forma oral. La posibilidad de prescribir ciertos usos como
correctos y de proscribir otros como incorrectos se funda en la existencia de medios
que permitan registrarlos y abstraerlos del acto mismo de la emisión» (reificación)
(Romaine, 1996: 110).

De hecho, en muchas ocasiones, en lenguas en que, como ocurre en la nuestra, debido a


la enorme extensión geográfica del español, existen diferentes modelos ejemplares, los
conflictos sobre qué rasgo sea más o menos adecuado para la norma ejemplar se dirimen
acudiendo a la escritura. Así, para Lope Blanch, la coincidencia o distanciamiento de las
diferentes normas cultas del español con respecto a lo escrito medial constituía un
criterio decisivo para manifestar su preferencia por una u otra:

«la conservación de hiatos en casos como peor, teatro, poeta, es norma superior a la
representada por su diptongación -pjor, tiatro, pweta- por más que ésta se la propia del
habla mexicana (o, al menos, sea admisible en su realización culta). [...] Por la misma
razón parece preferible la norma mexicana conservadora de la -d- intervocálica,
inclusive en la terminación -ado- que la madrileña, eliminadora de tal fonema» (Lope
Blanch, 1991: 1183).

Pero nos enfrentamos también, sobre todo, a causas concepcionales. Ya hemos visto que
la homogeneidad a la que contribuye el respeto de una misma norma ejemplar es un
requisito asociado a las situaciones de máxima distancia comunicativa:

26
Esto es así porque las constelaciones comunicativas inmediatas favorecen la aparición,
en el discurso, de fenómenos dialectales, sociolectales y situacionales estigmatizados
por la modalidad propia de la distancia comunicativa, mientras que los discursos de la
distancia comunicativa son mucho más homogéneos.

Ejemplaridad, variación y unidad del español: hacia una concepción pluricéntrica


de la norma ejemplar del español

Hasta ahora hemos estado hablando, preferentemente, de norma ejemplar en singular.


Sin embargo, esta no parece ser la situación del español:

«Hoy día concurren normas cultas diversas en los vastos territorios donde se practica
el español como lengua materna. Ya no es posible sostener, como un siglo atrás hacía
Leopoldo Alas, que los peninsulares somos los amos del idioma» (Alarcos, 1994,
"Prólogo" a Gramática de la lengua española. Madrid: Espasa-Calpe).

«La idea de "normas cultas" en plural para el español procede, al parecer, de la


aparición en 1958 de Aspectos metodológicos de la dialectología hispanoamericana, de
Rona, quien oponía en su estudio el criterio de corrección (que identificaba con las
normas cultas regionales) al de ejemplaridad (que hacía referencia a la norma
castellana o académica del español peninsular, que, según el lingüista uruguayo,
constituiría el ideal lingüístico o norma ejemplar de los países hispanohablantes.

Una idea similar sostuvo Rosenblat (1967) al diferenciar entre las normas cultas, de
carácter oral, y la norma ejemplar, fundamentalmente ligada a las manifestaciones
literarias.

Según el sociolingüista alemán Heinz Kloss (1978), la estandarización puede ser


monocéntrica, bicéntrica o pluricéntrica. En el caso del español tendríamos claramente
una estandarización policéntrica, ya que la gran heterogeneidad del español americano
desde el punto de vista de las normas lingüísticas no permite hablar de estandarización

27
bicéntrica, con un único centro en Hispanoamérica y otro en España» (Micaela
Carrera de la Red y Francisco José Zamora Salamanca, "Americanismos en la prensa
bonaerense", en César Hernández, Germán de Granda et al. (eds.), El español de
América. Actas del III Congreso Internacional de El español de América. Valladolid, 3
a 9 de julio de 1989. Valladolid: Junta de Castilla y León/Consejería de Cultura y
Turismo, 1101-1109; aquí págs. 1101-1102).

Hemos visto, cuando hemos definido las propiedades y las funciones de la lengua
estándar, que esta variedad carece de marcas diatópicas, en la medida en que constituye
el punto de referencia para el resto de variedades. Pues bien, parece que determinados
rasgos del español americano no pueden ser tratados como diatópicos, precisamente
porque, en su radio de acción, constituyen verdaderos estándares americanos y no
variedades diatópicas del español peninsular, en tanto en cuanto la norma europea ya no
es un punto de referencia para ellos.

 corresponden, como estándar, en su territorio, a la lengua de la distancia, a la


escrituralidad, y, por esta razón, no entran en la cadena variacional;

 como estándares constituyen obligatoriamente el punto de referencia para todas


las variedades y marcas diasistemáticas en la región en cuestión, es decir,
también para la variación diatópica.

Todo esto hablaría a favor de admitir que, en el caso del español, no nos enfrentamos
con una única norma ejemplar, sino que estaríamos ante una lengua pluricéntrica. Ahora
bien, pluricentrismo no tiene por qué significar, necesariamente, fragmentación. De
hecho, las actuales tendencias unificadoras de la literatura y de los medios audio-
visuales se han visto también favorecidas por las leyes del mercado, interesado en tener
cuantos más posibles clientes mejor; de manera que nos encontramos en una situación
pluricéntrica estable, en la que la intercomprensión es posible debido a que cada vez
más hispanohablantes conocen y respetan como legítimos los rasgos propios de
estándares ajenos.

Los procesos de elaboración y estandarización en la constitución histórica de una


norma ejemplar

Una vez que hemos definido el concepto de norma lingüística y que hemos estudiado,
en los apartados precedentes, cómo funciona realmente la norma en la comunicación
lingüística en general, abordaremos ahora cómo funciona la norma en la evolución de
las lenguas hacia su constitución como lenguas de cultura.

Aquí nos contentaremos con ver los conceptos teóricos que no permitirán dar cuenta, de
una manera precisa, de cómo es el proceso de constitución histórica de una norma
ejemplar, aunque los ejemplos que veremos de las distintas fases de tal proceso serán
del español. En la segunda parte del tema, una vez dominados los conceptos teóricos
necesarios, trataremos de familiarizarnos con la historia de nuestro idioma (para ver
de qué manera se llegó a conformar en él la norma actual) y con los principales
instrumentos de normativización con que cuenta actualmente el español: la Real
Academia Española de la Lengua y los medios de comunicación.

Los procesos de elaboración y estandarización lingüística

28
En la primera parte de este tema hemos definido los conceptos de norma
consuetudinaria y norma prescriptiva y hemos visto cómo la variedad estándar de una
lengua es, al mismo tiempo, la norma consuetudinaria y prescriptiva propia de la
distancia comunicativa. Esto quiere decir, obviamente, que junto a la existencia de una
norma estándar o ejemplar se presupone que en una lengua histórica conviven otras
variedades de diferente estatus, la mayoría de ellas relegadas al uso propio de la
inmediatez comunicativa.

Pues bien, es la constitución en estándar de una variedad determinada lo que sirve de


punto de referencia para la instauración del espacio variacional de una lengua. Esto es
así en la medida en que el estándar constituye el parámetro calificador del resto
variedades, que son variedades dialectales, sociolectales o diafásicas ajenas al ámbito de
la distancia comunicativa precisamente en la medida en que difieren del estándar que se
emplea en las situaciones de comunicación formales; de ahí que la constitución del
espacio variacional de una lengua dependa de la existencia de un estándar

Ahora bien, ¿qué es una variedad estándar desde el punto de vista de su conformación o
constitución histórica? Pues, simplemente, una variedad que ha sido sometida tanto a un
proceso de elaboración extensiva e intensiva como a un proceso de estandarización,
gracias a los cuales ha pasado de la inmediatez a la distancia comunicativa. Debido a la
similitud entre la distancia comunicativa y la escritura, este proceso se denomina, en su
conjunto, escrituralización de una variedad oral.

Veamos, entonces, en qué consisten estos procesos, esto es, cómo podemos definirlos.

Elaboración extensiva e intensiva

La elaboración de una determinada modalidad lingüística es el proceso mediante el


cual esta modalidad se apropia de las situaciones y recursos lingüísticos propios de
la distancia comunicativa, que antes le habían resultado ajenos, porque habían
estado bajo el dominio de otra lengua o variedad.

La elaboración es, pues, en síntesis, la apropiación del ámbito de la distancia por parte
de un idioma aún no escrituralizado.

Hay dos tipos de elaboración: extensiva e intensiva.

La elaboración extensiva equivale al empleo paulatino de una determinada


variedad, anteriormente restringida al ámbito de la inmediatez comunicativa, en
todas las tradiciones discursivas (tipos de textos, tipos de situaciones de
comunicación) vigentes en la vida de la comunidad lingüística, es decir, consiste en
una ampliación de funciones y situaciones comunicativas desde la inmediatez hacia
la distancia.

Así, por ejemplo, si una variedad que comenzó empleándose exclusivamente para la
comunicación cotidiana en el ámbito familiar extiende sus usos a tipos de textos
jurídicos, o a diferentes tipos de tradiciones literarias, que antes se llevaban a cabo en
otra lengua o en otra variedad, podemos decir que está experimentando un proceso de
elaboración extensiva. Como se puede imaginar, la elaboración extensiva en absoluto
tiene por qué ser un proceso políticamente dirigido, sino que es perfectamente posible

29
que una determinada variedad se elabore por iniciativas ajenas a cualquier tipo de
autoridad.

Ahora bien, dado que el tipo de recursos lingüísticos que se necesitan para la
comunicación propia de la distancia comunicativa es distinto al que empleamos en la
inmediatez, la elaboración extensiva de una variedad previamente restringida a la
inmediatez comunicativa no puede tener lugar sin la correspondiente elaboración
intensiva de esa variedad.

La elaboración intensiva de una variedad lingüística consiste en el desarrollo, en el


seno de dicha variedad, de estructuras lingüísticas que satisfagan los requisitos
universales de la distancia comunicativa, para la que esta variedad ha de resultar
operativa.

Algunos recursos lingüísticos necesarios para las funciones propias de la distancia


comunicativa, de los que las modalidades en elaboración suelen dotarse son los
siguientes:

1. Recursos que hagan posible una coherencia textual


intrínsecamente lingüística, basada en una formulación
lingüística lo más explícita y cohesionada posible, que no
haga necesario acudir al contexto en busca de la
completud semántica que se echa en falta en textos
escasamente elaborados. Algunos ejemplos de estos
recursos en el español actual son organizadores de la
información textual como los conectores Por una parte,
por otra parte, así las cosas, que suelen estar ausentes en
las interacciones prototípicamente informales que no
precisan tales elementos de cohesión para ser coherentes.

2. Recursos que permitan una fuerte integración sintáctica,


de manera que las relaciones interoracionales resulten, de
nuevo, lo suficientemente explícitas para que no haya
necesidad de inferirlas por el contexto. En español actual
para conseguir esta fuerte integración sintáctica se utilizan
conjunciones como "a causa de...", "en la medida en
que...", "con el objeto de...".

3. Intensificación de la hipotaxis o subordinación, de


manera que se potencie la integración sintáctica.

4. Recursos léxicos que permitan una gran variación y


precisión léxicas, que permitan llevar a cabo
referencializaciones lo más explícitas posibles, de manera
que, una vez más, se minimice la necesidad de recurrir al
contexto para interpretar los textos. Así, mientras que en
situaciones de comunicación informales tendemos a
emplear sustantivos de significados vagos como cosa, o
verbos de significado muy amplio como hacer, cuanto
más aumenta la distancia comunicativa y más

30
especializado es el tipo de discurso, más preciso es el
léxico que se espera que utilicemos

5. Potenciación del campo simbólico en detrimento del


campo deíctico, de aparición más frecuente en la
inmediatez comunicativa, cuyas condiciones, a diferencia
de las de la distancia, permiten el anclaje de lo lingüístico
en el contexto. Mientras que en la inmediatez podemos
referirnos a objetos presentes en la situación con palabras
como esto, eso, aquello y al momento temporal con aquí,
ahora, etc., los deícticos tienen que ser sustituidos por
signos de significado no dependiente del contexto en
cuanto salimos de la inmediatez comunicativa. Por eso, un
profesor puede colgar en un despacho una nota con el
texto "Ahora vengo", y se entiende perfectamente que
"ahora" es un momento cercano al de haber colgado la
nota y al momento en que un alumno la ve en la puerta, y
que "vengo" se refiere a acudir al despacho, pero no
puede hacer lo mismo en el foro de la plataforma (que
conforma una situación de comunicación de mayor
distancia que la propia de las notas en las puertas de los
despachos), donde se necesita que especifique qué día, a
qué horas, y en qué despacho se lo va a poder ir a ver.

Un ejercicio que podéis hacer de forma autónoma para daros cuenta de cómo la
distancia comunicativa precisa elaboración intensiva es grabaros contando algo que
hicisteis ayer y ponerlo después por escrito. Ya veréis como los recursos lingüísticos
que empleáis en un tipo de situación y en otro son diferentes.

Estandarización

A los procesos de elaboración extensiva e intensiva, se suman, en la conformación


histórica de una norma ejemplar para su uso en la distancia comunicativa, los procesos
de estandarización.

La estandarización de una variedad consiste en su normalización prescriptiva, en


la institucionalización de un estándar, esta vez sí, dirigida por alguna autoridad
(lingüística, política, social, económica...).

Al igual que hemos visto que ocurre con la elaboración, el proceso de estandarización
contiene también un anverso y un reverso.

Desde un punto de vista externo, la estandarización (estandarización externa, por


tanto) consiste en la selección de una determinada variedad como variedad
diatópicamente neutral, y diastrática y diafásicamente elevada, de manera que se
imponga, por encima de las variedades diatópicamente marcadas y diastrática y
diafásicamente bajas, como modelo supra-regional común para la distancia
comunicativa.

31
Desde un punto de vista interno, la estandarización (estandarización interna) se
lleva a cabo mediante la codificación (en forma de manuales, diccionarios,
compendios normativos, etc.) de los mecanismos lingüísticos propios de la variedad
estandarizada, en todos sus niveles: fónico (ortofonía), morfosintáctico (gramática
normativa) y léxico (léxico normativo).

De esta manera se constituye un conjunto de obras de referencia sobre el estándar que


suponen la garantía de su relativa estabilidad a lo largo del tiempo y el espacio, y que, al
mismo tiempo, posibilitan la amplia expansión y difusión del estándar mediante su
enseñanza con ayuda de estas obras de referencia.

Nivelación, normalización y normativización

En muchas ocasiones, los procesos de elaboración y estandarización de una variedad


van acompañados por otro tercer proceso, de nivelación o resolución de los cambios en
marcha en ese momento. De esta manera, se da mayor fijeza y estabilidad a la lengua y
se reducen las posibilidades de variación.

Otro término que debemos manejar en este contexto es el de normalización o


normativización.

Ya hemos visto que la elaboración extensiva e intensiva de una lengua no tienen por
qué estar guiadas por una planificación lingüística consciente y ser, por tanto, fruto de
una labor de prescripción. Sin embargo, cuando esto ocurre, se suele hablar de los
procesos de elaboración y de estandarización conjuntamente como de un proceso
global de normalización. En este sentido, la normalización de una variedad se
definiría como el proceso de planificación lingüística por el que, de acuerdo con
determinadas decisiones normativas acerca de una variedad que se desea elaborar y
estandarizar, se proponen y codifican determinadas soluciones fonéticas,
morfosintácticas, léxicas y ortográficas como estándares para la comunidad en cuestión.

Ahora bien, en la historia reciente de Cataluña, el término normalización se ha


empleado en otro sentido, muy similar al que nosotros hemos conferido, de acuerdo con
HEINZ KLOSS, al término elaboración extensiva. De acuerdo con esto,

normalización es, en Cataluña, el 'proceso por el que una lengua postergada trata
de recuperar vigencia social, prestigio y generalización de uso'.

Como se ve, la única diferencia entre normalización y elaboración extensiva sería el


hecho de que una variedad normalizada no es una variedad que proceda de la
inmediatez y nunca haya estado en la distancia, sino más bien una variedad que desea
recuperar ese uso para la distancia comunicativa del que ya disfrutó o estuvo a punto de
disfrutar en alguna ocasión.

Para evitar la confusión, cuando se desea hacer referencia a la elaboración y


estandarización planificadas de una variedad se emplea, entonces, en lugar del término
normalización, la rúbrica alternativa de normativización.

De acuerdo con los procesos vistos, sería posible esbozar un esquema de la historia de
la configuración de un estándar de acuerdo con los siguientes pasos:

32
1. estandarización externa = selección de una determinada variedad como fuente
del futuro estándar.

2. elaboración extensiva/intensiva de dicha variedad = uso cada vez mayor de esa


variedad en situaciones comunicativas propias de la distancia y desarrollo de los
recursos lingüísticos necesarios para llevar a cabo tales funciones.

3. estandarización interna: codificación del estándar en forma de diccionarios,


gramáticas, ortografías normativas...

4. difusión social (entre hablantes cultos) y geográfica (superposición a resto


variantes) .

5. constitución del espacio variacional de la lengua a partir de la disponibilidad de


este estándar = nivelación y unidad de la lengua histórica

El proceso de estandarización del español

El proceso de elaboración y estandarización de las normas ejemplares de las lenguas


romances, herederas del latín, se origina con el siguiente trasfondo histórico:

En la sección anterior hemos ofrecido un esquema de los pasos sucesivos en que se


descompone el proceso de estandarización de una lengua en su conjunto. Para la
estandarización del castellano en particular, es posible proponer el siguiente esquema:

1. elaboración extensiva: Se da, sobre todo, en el s. XIII, con la aparición de los


cantares de gesta, la poesía trovadoresca o del mester de clerecía, que llevaron el
uso del castellano a tradiciones discursivas literarias que antes habían sido
competencia exclusiva del latín.

2. La mayor elaboración intensiva del castellano tiene lugar de la mano del gran
auge experimentado por la prosa jurídica auspiciada por Alfonso X El Sabio.

33
3. Estandarización externa: En cuanto a la selección de una determinada variedad
como fuente de la norma prescriptiva, los primeros tiempos se decantaron por la
norma toledana (pero no en un sentido geográfico, sino porque era en Toledo
donde se encontraba la corte; por lo tanto, la selección de la norma tuvo que ver,
como ocurre siempre, con factores de prestigio social).

4. Estandarización interna: los primeros pasos hacia la codificación del


castellano se dieron con la Gramática de Nebrija, de 1492, y con la redacción de
los primeros vocabularios, es decir, diccionarios, latino-españoles, monolingües
castellanos, como el de Covarrubias de 1611, o castellano-francés, castellano-
portugués, etc.

5. La mayor empresa de difusión geográfica del castellano estuvo encarnada por


la Reconquista y la conquista de América. Durante este período, el castellano se
superpuso al resto de variedades romances (algunas de las cuales hemos visto
que han quedado relegadas a la inmediatez comunicativa, en forma de dialectos
históricos) que se hablaban en la Península. Esto supuso el: arrinconamiento del
galaico-portugués, el leonés, el aragonés y el catalán al ámbito de la inmediatez.
Con todo, en épocas posteriores el catalán y el galaico-portugués sí llegaron a
experimentar sus propios procesos de elaboración.

La extraordinaria difusión geográfica del castellano hizo inevitable el surgimiento de


dialectos secundarios, como el extremeño, o el andaluz. De hecho, este último fue la
fuente principal del español que se llevó a América.

6. La mayor nivelación del español, esto es, el mayor proceso de reducción de la


variación existente y de fijación de determinadas soluciones para procesos que
aún eran objeto de cambios en marcha tuvo lugar durante los Siglos de Oro.

7. Por último, la etapa de normativización del español, es decir, de fijación


prescriptiva, se inaugura con la fundación de la RAE en 1713.

La estandarización reciente de las otras lenguas cooficiales en España

Como se puede colegir del esquema anterior, la estandarización del español ha tenido
lugar durante un larguísimo proceso, que ha durado siglos, y que en sus inicios fue
ajeno a una planificación lingüística dirigida desde instancias políticas determinadas.
No se puede atribuir tal intención ni siquiera a la figura del Rey Sabio. Y es que
Alfonso X, que como hemos dicho dio un gran impulso a la elaboración intensiva del
castellano gracias a su prosa jurídica, prefería para otros géneros textuales otros idiomas
romances (por ejemplo, el galaico-portugués para la lírica).

Las otras lenguas cooficiales en España han seguido, en su historia reciente, un proceso
mucho más rápido de estandarización, que podemos resumir así:

1. selección de una norma = estandarización externa

2. codificación en diccionarios y gramáticas = estandarización


interna

34
3. elaboración extensiva: fomento de las publicaciones en esa
lengua y de su empleo en los medios de comunicación

35

También podría gustarte