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14/1/21 14:40

INTRIGAS DE LA UNITED FRUIT

Así nacieron las “repúblicas bananeras”


La estadounidense United Fruit fue la empresa que inventó las “repúblicas bananeras” de Iberoamérica. Impuso
sus intereses en la política interna de casi una decena de países

Plátanos en un almacén de United Fruit, 1948 (Library of Congress)

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CARLOS HERNÁNDEZ-ECHEVARRÍA
14/01/2021 07:00 | Actualizado a 14/01/2021 11:11

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Escribió Pablo Neruda que, cuando Dios creó el mundo y lo repartió


entre las grandes multinacionales estadounidenses, “la Compañía
Frutera se reservó lo más jugoso, la costa central de mi tierra, la dulce
cintura de América”. Y es cierto que durante un siglo la United Fruit
estadounidense trató a muchos países latinoamericanos como si el
mismo Dios se los hubiera entregado para hacer con ellos lo que
quisiera. Para cultivar su oro amarillo, la banana, la empresa no dudó en
amenazar, maltratar y matar. Y si un gobierno se rebelaba ante esto, se
cambiaba al gobierno.

Ahora que es la fruta más popular del mundo y se consumen 100.000


millones de unidades cada año, es difícil recordar que hace no tanto era
un manjar exótico y desconocido en la mayor parte del planeta, un
producto que en Estados Unidos solo estaba al alcance de los más ricos.
Es posible que hubiera seguido siendo así si no fuera por la visión de
negocio de un joven neoyorquino llamado Minor Cooper Keith.

La forja de un imperio

En 1873, Keith estaba construyendo una línea de ferrocarril en Costa


Rica y empezó a cultivar bananas junto a la vía del tren para alimentar a
sus trabajadores. No tardó en darse cuenta de que aquellas frutas
tropicales que a él le salían tan baratas multiplicaban su valor al llegar a
los muelles de Nueva York o Nueva Orleans.

Diez años después, ya había negociado con el gobierno costarricense la


cesión de 325.000 hectáreas de tierras vírgenes y una exención de
impuestos de 20 años. También se había casado con la sobrina del
presidente del país. En 1899, Minor Keith fundó junto con otros
empresarios la United Fruit.

Minor Cooper Keith, fundador de United Fruit, entre 1915 y 1920 (Library of Congress)

La empresa, que será conocida en Latinoamérica como “el pulpo” por


sus numerosos y hábiles tentáculos, arrancó con presencia en Costa
Rica, Jamaica y Panamá, pero pronto llegó también a Honduras y
Guatemala, y más tarde a Colombia, Ecuador, Cuba y la República
Dominicana.

La United Fruit se hizo con miles y miles de hectáreas de plantaciones,


en ocasiones, gratuitamente. A principios de los años treinta controlaba
el 90% del mercado mundial de bananas. Dado que su producto estrella
era perecedero, desde su fundación tenía a su servicio 50 barcos, la
conocida como “gran flota blanca”, para transportarlo. En las siguientes
décadas siguió haciéndose con nuevos buques.

Un huésped incómodo

Desde el principio, una parte básica del negocio fue mantener a raya a
los gobiernos de los países latinoamericanos donde crecían las bananas.
Ya en 1911, Sam Zemurray, un treintañero recién llegado a Honduras y
que acabará siendo presidente de la United Fruit, organizó una
expedición de mercenarios para derrocar al presidente Miguel Dávila
después de que este se negara a concederle ciertas ventajas.

Cuando la United Fruit no lograba sobornar a los que mandaban o forzar


un golpe de Estado que los sacara del poder, sabía que casi siempre
podía contar con el apoyo del gobierno estadounidense.

Trabajador de la United Fruit Company, 1913. (Dominio público)

En 1928, por ejemplo, sus 25.000 trabajadores colombianos se declararon


en huelga pidiendo algunas mejoras básicas. Un mes después,
Washington amenazó al gobierno de Bogotá con una invasión militar.
Fue entonces cuando las autoridades colombianas ordenaron al Ejército
disparar contra una concentración de huelguistas en la llamada
“masacre de las bananeras”.

Chiquita Banana
La cara amable de la United Fruit en el norte
Aunque en Latinoamérica la United Fruit no tardó en ganarse una
reputación siniestra, para el consumidor estadounidense la
empresa presentaba una fachada muy diferente. Desde los años
veinte, la compañía gasta una fortuna en publicidad y promete
que sus bananas curan la celiaquía, la obesidad, son ideales para
los bebés... La multinacional tiene incluso un “departamento de
Educación” que prepara charlas en los colegios sobre las
bondades de la banana y reparte panfletos a los niños.

En los últimos compases de la Segunda Guerra Mundial hasta crea


su propio dibujo animado, la “Señorita Chiquita Banana”, a
imagen y semejanza de la famosa cantante Carmen Miranda. En
unas décadas, con el nombre de United Fruit ya muy manchado
por los abusos de la compañía, esta se rebautizará como Chiquita.

Chiquita Banana The Original Commercial

Dominar el relato

El gran esfuerzo de relaciones públicas de United Fruit en el mercado


doméstico tiene facetas bastante oscuras. En los años cuarenta, la
multinacional contrató a Edward Bernays, el conocido como “padre de
las relaciones públicas”.

Bernays era un sobrino de Sigmund Freud que emigró de niño de Viena


a Estados Unidos y utilizó las enseñanzas de su tío sobre la mente
humana para perfeccionar las técnicas publicitarias. En su etapa en la
United Fruit, el producto que promocionó con mayor éxito fue un golpe
de Estado en Centroamérica.

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En 1951, Jacobo Árbenz había sido elegido democráticamente como


presidente de Guatemala. El mandatario proyecta una reforma agraria.
Su gobierno aprobó la expropiación de buena parte de las tierras que la
multinacional tenía sin cultivar y se comprometió a indemnizarla según
el valor que la empresa había dado a las fincas en sus declaraciones de
impuestos. La United Fruit reclamaba mucho más, y contó con el apoyo
del gobierno de Estados Unidos.

Bernays ideó una campaña para tildar a Árbenz de comunista y decir


que su reforma agraria “la habían redactado en Moscú”. La United Fruit
pagaba viajes a Guatemala a periodistas de grandes medios y les
“organizaba” testimonios falsos de bombas, algaradas comunistas y
asesores soviéticos. También distribuía por los centros del poder en
Washington informes anónimos sobre “el peligro comunista en
Guatemala”.

Jacobo Árbenz con su esposa, en 1955. (Dominio público)

El golpe llegará en 1954. En una operación denominada PBSUCCESS, la


recién nacida CIA financia el entrenamiento en Nicaragua de un
pequeño ejército golpista al mando del coronel Carlos Castillo Armas.
Cuando el golpe triunfa y Árbenz sale hacia el exilio, el nuevo presidente
Castillo anula todas las reformas que han perjudicado a la United Fruit.

En Guatemala, la United Fruit probablemente hizo valer sus relaciones


con la administración republicana del presidente Eisenhower. La CIA
organizó el golpe mientras su director era Allen Dulles, y el ministro de
Exteriores estadounidense que condenó la expropiación a la empresa
era su hermano, John Foster Dulles. Ambos habían trabajado como
asesores para la multinacional bananera.

Una influencia en declive

Irónicamente, aquel gran éxito de United Fruit marcó el inicio de su


declive. Apenas unos días después del golpe, el Departamento de
Justicia estadounidense acusó formalmente a la compañía de violar las
leyes antimonopolio.

Es el primer paso de un largo camino judicial que llevará a la empresa a


trocearse y a abandonar algunas de sus plantaciones en América Latina,
centrándose más en el negocio de la distribución. Sin embargo, no
renunció a algunos antiguos vicios.

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FRANCISCO MARTÍNEZ HOYOS

Cuba, el cortijo de Batista


JULIÁN ELLIOT

En enero de 1959, Fidel Castro entra victorioso en La Habana. Un


pequeño grupo de revolucionarios ha acabado con la dictadura de
Batista, buen amigo del gobierno de Estados Unidos que había visitado
varias veces las 8.000 hectáreas que la United Fruit tenía en Cuba.

El nuevo líder también conocía bien la empresa. Ángel Castro, el


inmigrante gallego padre de Fidel, había trabajado para la United Fruit y
le debía en buena parte su fortuna.

Fidel Castro durante su visita a Estados Unidos en 1959. (Dominio público)

El gobierno comunista decidió nacionalizar todas las propiedades de la


United. Dos años después, la compañía ponía al servicio de la CIA dos
buques de su “gran flota blanca” para el intento de invasión de Cuba en
el desembarco de la bahía de Cochinos. El acuerdo lo habían gestionado
en secreto el fiscal general Robert Kennedy, hermano del presidente, y
algunos directivos de la compañía.

United Fruit tenía problemas con los tribunales, con las huelgas y con
las enfermedades que afectaban a sus bananas, y, para colmo, ya ni
siquiera era capaz de organizar un golpe de Estado exitoso. La compañía
empieza a perder dinero y estrena la década de los setenta con un nuevo
nombre (United Brands) y perdiendo la primera posición en venta de
bananas en Estados Unidos. La enorme crisis que vive queda
trágicamente expuesta a la luz pública el 3 de febrero de 1975.

Las autoridades acusaron a United Brands de haber


sobornado al presidente hondureño para frenar una
subida de impuestos 

A las 8 de la mañana, el presidente de United Brands, Eli Black, revienta


con su maletín la ventana de su despacho en el mítico edificio PanAm
de Nueva York y se arroja al vacío desde el piso 44. Como suele pasar con
United Fruit, había un secreto directamente relacionado con forzar la
mano a un gobierno latinoamericano.

Solo dos meses después de la muerte de Black, las autoridades acusaron


a United Brands de haber pagado un soborno millonario al presidente
hondureño Oswaldo López Arellano para frenar una subida de
impuestos a la compañía. El escándalo provocó un nuevo golpe militar
en Honduras y United Brands acabó declarándose culpable de haber
pagado a un ministro.

Viejos pecados

La United Fruit sigue viva, aunque desde finales de los ochenta se llama
oficialmente Chiquita Brands, tomando el nombre del famoso dibujo
animado que dio a conocer sus bananas. Desde que salió de una quiebra
hace veinte años, la multinacional se ha esforzado en dar una imagen
diferente. Sin embargo, siempre queda algún rastro del pasado.

En 2007, Chiquita se declaró culpable de haber financiado a un grupo


paramilitar colombiano de extrema derecha, las Autodefensas Unidas
de Colombia. La compañía reconoció haber dado a este grupo al menos
1,7 millones entre 1996 y 2004 para obtener “protección” para sus
plantaciones y empleados.

Plantación de Chiquita Brands en Costa Rica. (KraYa / CC BY-SA 4.0)

Durante años, este tipo de trampas y abusos fueron el día a día de la


United Fruit: violencia, sobornos, explotación, intervencionismo... Sus
excesos convirtieron a la empresa en la personificación del imperialismo
para millones de latinoamericanos. La pegatina azul de Chiquita era
sinónimo de dominación en un puñado de países a los que les tocó ser
“repúblicas bananeras”. Todavía hoy se arrastra su doloroso legado.

Este artículo se publicó en el número 633 de la revista Historia y


Vida. ¿Tienes algo que aportar? Escríbenos a
redaccionhyv@historiayvida.com.
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