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ELISA Y CARLOS

ELISA: (Presente) Hola, mi nombre es Elisa. Hoy tuve un día pesado en el trabajo, pero
cuando uno trabaja en lo que le gusta, es un cansancio placentero. Cada vez tengo menos
tiempo para ir al parque. Un lugar que me trae bastantes recuerdos, pero hay uno en
especial, por el cual procuro seguir con mi visita a ese lugar.
Tiempo atrás. Claudia está leyendo un libro, mientras que enfrente de ella, en una banca,
un joven está haciendo lo mismo, pero no deja de mirar a Claudia.
CARLOS: Robar es malo, eso lo sé y jamás lo haría, sin embargo, la vida me presenta hoy
mismo la oportunidad de conseguir un amor sincero.
Claudia mira al joven que leyó en voz alta, y prosiguió con su lectura.
CARLOS: Tal vez la belleza de una mujer puede brillar ante tantas cosas, que no percibe
que las flores que piden ser guiadas ante su luz.
Mientras Carlos decía esas palabras, miraba fijamente a Elisa, quien trataba de
concentrarse en su lectura sin dejar de escuchar al joven.
ELISA: (Voz en off) Sin buscarlo, la vida me presento de una forma romántica a Carlos,
que, aunque parecía un loco inventando poesía, llamó mi atención desde el principio.
CARLOS: Y las flores suplicaban una vez más la atención de aquella belleza elocuente
para ser por lo menos vista.
Elisa lo seguía observando y mostró una leve sonrisa. Carlos se acercó a Elisa, quien
cerro su libro y observaba los árboles.
CARLOS: ¿Qué tanto observas?
ELISA: (Voz en off) Lo mire fijamente, y aunque me gusto lo que dijo, no estaba
interesada en nadie.
Elisa se levanta y se va del lugar ante la mirada de Carlos.
ELISA: (Presente) Tal vez fui grosera en ese momento, pero la vida no se equivoca
cuando tienes que conocer a alguien. Al día siguiente, cerca de mi casa, pusieron una nueva
peletería y decidí comprarme un helado.
CARLOS: Hola ¿Cómo estás? ¿Por qué huiste ayer?
ELISA: (Sorprendida) No te conozco
CARLOS: Ahorita lo resolvemos. Hola, mi nombre es Carlos y gusto en conocerte.
ELISA: Yo me llamo Elisa.
CARLOS: Eres la primera clienta de hoy, así que pide lo que quieras que la casa
invita
ELISA: No te regañan por regalar un helado
CARLOS: (Riendo) No te preocupes, soy mi propio jefe y la heladería es de mis
padres. ¿De qué te gustaría? No me digas, creo que a ti te puede gustar este
sabor. Toma.
ELISA: (Probando el helado) Está muy rico, ¿de qué es?
CARLOS: Es la especialidad Charly’s cream
ELISA: (Presente) Y ese fue el primer día que pasamos juntos, charlamos por
horas hasta que fue hora de cerrar el negocio, Carlos pidió mi número y la charla
continúo por días y semanas. Todo iba maravilloso, amábamos dar largos paseos
en bici y perdernos en lugares boscosos. A Carlos le apasionaba la historia y
terminando la universidad, buscaba ser maestro para poder enseñar la historia a
los jóvenes, por mi parte era una chica más experimental, me fascinaba la química
Farmacéutica. Pero un día.
CARLOS: ¡Eli! Mira, acaban de publicar una convocatoria de un programa social
para poder impartir clases de historia a niños de provincia. Me encantaría unirme,
¿qué te parece?
ELISA: Que bien, y desde cuando esta la convocatoria.
CARLOS: Un compañero de la universidad que tuvo la oportunidad de ir, dice que
es maravilloso y que te puede abrir puertas como maestro.
ELISA: Pienso que es una oportunidad buenísima para cumplir tu sueño, pero
cuéntame en ¿dónde es o cómo funciona?
CARLOS: Pues mira, hay oportunidad en Oaxaca, Chiapas, San Luis Potosí y
Tabasco, te proporcionan casa y comida, el sueldo es meramente para
necesidades básicas, pero me iría por un año
ELISA: (Voz en off) En el momento quede impactada por que no quería
separarme de él tan pronto, y después de inhalar profundo dije ¡qué bueno que
existen los celulares y las redes sociales!
CARLOS: Perdón que todo esto sea tan rápido, pero es una oportunidad que no
puedo dejar ir. Te prometo hablarte todos los días para platicarte de cada clase.
ELISA: No te preocupes, te entiendo y es algo que has buscado. Y claro que nos
hablaremos todos los días, además un año se pasa muy rápido.
CARLOS: Acompáñame a mi casa para darle la noticia a mi mamá.
ELISA: Esta bien.
ELISA: (Presente) Carlos partió hacia San Luis Potosí y como acordamos
hablábamos todos los días sobre sus clases. Ahorre lo que podía de mi beca y en
las vacaciones siguientes lo alcance a instancia. Al llegar a la estación de
autobuses, mire a una persona de espaldas con la misma descripción de Carlos y
cuando me acerque no era él, Carlos divertidísimo veía la escena al otro lado de la
calle. Al verlo, lo abrace.
CARLOS: Te extrañe mucho
ELISA: Yo también
CARLOS: ¿Qué quieres comer?
ELISA: ¿Aquí hay pizza o hamburguesas?
CARLOS: jajaja claro que sí
ELISA: (Presente) Llegamos a la casa donde se hospedaba, la familia con la que
vivía Carlos nos había cocinado una especie de tamal gigante que estaba
riquísimo, comimos de nuevo y nos fuimos a pasear, así fue el mes que me quedé
con él, cada día me enamoraba más de él. No quería separarme de su lado, pero
el fin de mi viaje, llego.
CARLOS: Es muy gratificante ver el esfuerzo de los niños para salir adelante. Un
alumno me quiso dar una manzana en agradecimiento de que le enseñe a leer.
ELISA: Me da mucho gusto amor y me agrada verte feliz por lo que haces.
CARLOS: Desde siempre he tenido esta vocación de querer ayudar a las
personas y se siente muy bien
ELISA: Eso es algo que me encanta de ti. Te extraño mucho
CARLOS: Ya sólo faltan tres meses para que regrese, para que ya no nos
extrañemos.
ELISA: (Presente) Y lo extrañe más. Al día siguiente no pude hablar con él, tal
vez estaba ocupado, pero fueron pasando los días y semanas y no sabía nada de
él. Pensé muchas cosas, que me había olvidado, que conoció a alguien más y que
no era tan importante como yo creía que lo era. Quería odiarlo y maldecirlo, pero
no podía. Se me fueron las ganas de todo, no comía y no podía dormir bien,
odiaba sentirme así, mis amigas me visitaban cada tres días e intentaban
alegrarme y gracias a ellas trate de seguir adelante. Un día recibí una llamada.
ELISA: ¿Bueno?
MAMÁ: Hola Elisa
ELISA: ¿Quién habla?
MAMÁ: Soy Elena, la mamá de Carlos. Disculpe que te moleste, pero te quiero
decir algo importante.
ELISA: (Voz en off, asombrada) Al escuchar aquella noticia, me quede en shock,
la vista se me nublaba y no podía respirar. Acompañe a su mamá a San Luis y nos
recibió el director de la escuela.
DIRECTOR: Lamento mucho darles esta noticia sobre el profesor Carlos, un
hombre excepcional, créanme que hicimos lo que pudimos.
ELISA: ¿Pero dígannos que fue lo que paso?
DIRECTOR: El profesor Carlos y sus alumnos se fueron de campamento para
visitar una zona arqueológica, el viaje era de una semana, cumplido el plazo y al
ver que no regresaron intentamos localizarlos, pero no hubo resultados así que se
inició una búsqueda. Toda la comunidad apoyo y por fin ayer lo encontraron,
según los expertos en la zona donde acamparon hubo un desprendimiento de
tierra, al parecer mientras dormían quedaron sepultados, lamento que se enteren
hasta ahora pero su agenda y celular los traía consigo y no teníamos un numero
en donde comunicarles, lo lamento mucho, hemos arreglado con el Ayuntamiento
para los gastos funerarios.
ELISA: (Voz en off, asombrada) Estar en su funeral fue horrible, saber que no lo
vería jamás era aún peor, mis amigas y mi familia me apoyaron.
ELISA: (Presente) Ya pasó un año de eso y mi corazón se siente mejor, los
padres de Carlos se mudaron y la heladería aún se conserva vigente, con otros
dueños, claro, y yo… yo todavía voy cada viernes a caminar al parque, para leer y
recordar su poesía.

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