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MATRICULA: Y000016325
Actividad: A.A. integradora 2
EL NUEVO PSICOANÁLISIS DE
KAREN HORNEY
tercer Cuatrimestre
Psicología social
221
3-octubre-20
introducción
Karen Horney fue una psicoanalista alemana de principios del siglo XX. Fundadora
de la psicología feminista y cofundadora de la psicología neofreudiana. Fue una de
las voces más críticas con las teorías de Sigmund Freud. Los repetidos cuadros
de depresión que sufrió durante su juventud la llevaron a formarse en Medicina,
consolidándose, finalmente, como psicoanalista. Desarrolló teorías revolucionarias
sobre la personalidad y la neurosis, que terminaron por desencadenar su
expulsión del Instituto Psicoanalítico de Nueva York.
Hechos históricos
aren Danielsen nació en Alemania en 1885. Estudió Medicina en las
universidades de Friburgo, Gotinga y Berlín, que aceptaban mujeres desde hacía
muy poco, y se graduó en 1913. Durante sus estudios conoció a Oskar Horney,
cuyo apellido adoptó después de casarse con él en 1909
Horney se mudó a los Estados Unidos con sus hijas en 1932 a causa del auge del
nazismo y del rechazo que sufrió por parte de Freud y sus seguidores. Allí entabló
relación y trabajó con otros psicoanalistas destacados como Erich Fromm y
Harry Stack Sullivan. Se dedicó a la terapia, la formación y el desarrollo de su
teoría hasta 1952, el año de su muerte.
El ser humano no está exclusivamente gobernado por el principio del placer; sino,
por dos principios principales: seguridad y satisfacción. Esta aseveración es la
piedra angular de su teoría.
Cada persona va a contar con unas necesidades fundamentales determinadas; las
cuales, están relacionadas con el alimento, el descanso, y el sexo. Dichas
necesidades deben ser satisfechas. No puede sintetizarse en una sola; por
ejemplo, el sexo como lo postula el psicoanálisis ortodoxo. No obstante, todas
estas necesidades pueden agruparse bajo la etiqueta de la búsqueda de la
satisfacción; las cuales, representan el principio del placer.
La teoría de Horney es posiblemente la mejor de las teorías que existen sobre las
neurosis. Ella, ofreció una perspectiva bastante distinta de entender la neurosis,
considerándola como algo bastante más continuo en la vida normal que los
teóricos previos. Concretamente entendió la neurosis como un intento de hacer la
vida más llevadera, como una forma de control interpersonal y adaptación. Esto
seria, por supuesto, aquello a lo que estamos dirigidos en nuestra vida cotidiana,
solo que parece que la mayoría de nosotros lo hacemos bien y los neuróticos
parecen que se hunden más rápidamente.
Todo desarrollo anómalo de causa psíquica vendría dado, además, por dos
características: por un lado, la extrema rigidez o labilidad en las reacciones y por
otro la discrepancia entre las capacidades y las realizaciones del sujeto. Ello
ocasionaría una hostilidad que habría de ser reprimida, dando lugar a la angustia
básica y la necesidad de desarrollar una serie de defensas caracteriales para
mantenerla a raya, defensas que irían empobreciendo paulatinamente la
personalidad y las posibilidades de éxito individual. Toda genuina neurosis, pues,
se construía para Horney como una neurosis de carácter y cuando no era así,
cuando se daba una personalidad, por así decir, intacta, se trataría de una mera
neurosis situacional, puesta en marcha por hechos actuales, la cual sería de
escaso interés psicoanalítico. Más concretamente, para Horney los verdaderos
desarrollos neuróticos tendrían las siguientes raíces conflictivas: 1. Dar y recibir
afecto. 2. Asuntos alrededor de la autoevaluación y la autoafirmación. 3.
Represión de la agresividad u hostilidad básica, que haría emerger la angustia
básica, afecto que sería el núcleo de toda neurosis, la cual posee tres rasgos
esenciales: la indefensión, la irracionalidad y el carácter de alerta de que algo no
va bien dentro de nuestro self. 4. De tal angustia básica se intenta escapar
mediante muy variadas defensas caracterológicas, entre las que destacan las
racionalizaciones, las negaciones, las narcotizaciones (drogas, viajes, trabajo,
compras), los escapes, las inhibiciones, los selfis parciales del conflicto, el
aislamiento social, las idealizaciones de sí mismo y las selfi o actings-out. 5. El
objetivo terapéutico debía ser, así, el de procurar elevar la autoestima y el
autocontrol del sujeto, evitando en el análisis aquellas interpretaciones que
lastimaran su ego, pues, si se hacía esto, se pondría en marcha la llamada
reacción terapéutica negativa, que Freud situaba en el eterno retorno de lo
pulsional y de la que Horney ya se había ocupado en 1936, manteniendo que
algunos pacientes no mejoraban por el temor a engendrar celos y hostilidad en los
otros; otra fuente de tal reacción terapéutica negativa sería la actividad
interpretativa autoritaria o crítica, sobre todo en el caso de pacientes que habían
tenido conflictos con cuestiones que gravitaban en las esferas de la necesidad de
poder y de la búsqueda de cariño (Horney, 1936). En resumen, los trastornos
neuróticos no son para Horney el resultado de conflictos pulsionales
intrapsíquicos, sino el producto de ciertas distorsiones afectivas sufridas en la
infancia, en particular carencias amorosas con los subsiguientes sentimientos de
soledad y abandono, lo que recuerda la las selfis ferencziana. Es más, Horney
resaltó, esta vez en la línea adleriana, que las neurosis se establecían cuando los
padres prefieren a un hijo en detrimento de otro(s), lo tratan con injusticia o falta
de consideración, interfieren en sus deseos y amistades o se burlan de sus
primeras manifestaciones de independencia, lo que ocasionaría la ruptura de la
naciente voluntad (concepto rankiano), así como la represión de la ira, la cólera u
hostilidad por miedo a perder el afecto de los padres.
Por lo tanto, para la Horney, los conflictos son excrecencias de las condiciones
sociales
Complejo de la repetición compulsiva. El hombre no repite ciegamente conductas
infantiles, sino que reacciona a situaciones de ansiedad surgidas de una
estructura de carácter que el hombre deriva de su vida anterior.
conclusión
Horney exploró las influencias culturales y sociales en el desarrollo de la
personalidad a través de toda su carrera. El rol prominente que le dio a estas
influencias sociales puede ser observado en dos de sus contribuciones al enfoque
psicoanalítico: su visión de las neurosis y lo que ella llamo “psicología femenina”.