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Política, piedad y jurisdicción

Cultura jurisdiccional en la Monarquía Hispánica


Liébana en los siglos XVI-XVIII
Política, piedad y jurisdicción
Cultura jurisdiccional en la Monarquía Hispánica
Liébana en los siglos XVI-XVIII

Miriam Moriconi

Rosario, 2011
Política, piedad y jurisdicción. Cultura jurisdiccional en la Monarquía Hispánica. Liébana en
los siglos XVI-XVIII / Miriam Moriconi - 1a ed. - Rosario: Prohistoria Ediciones, 2011.
182 p.; 22,5x15,5 cm. - (Historia Moderna; 5)

ISBN 978-987-1855-04-9

1. Historia de Europa. 2. Monarquías. I. Título


CDD 940

Fecha de catalogación: 29/11/2011

Composición y diseño: mbdiseño


Edición: Prohistoria Ediciones
Diseño de Tapa: Pillud
Ilustración de tapa: fragmento de la “Carta topográfica de los términos de Pendes y Cabañes
separados por varias líneas divisorias - 1769”, ARCHV, Planos y Dibujos, Óleos, 5.

Este libro recibió evaluación académica y su publicación ha sido recomendada por reconoci-
dos especialistas que asesoran a esta editorial en la selección de los materiales.

TODOS LOS DERECHOS REGISTRADOS


HECHO EL DEPÓSITO QUE MARCA LA LEY 11723

© Miriam Moriconi
© de esta edición:
Tucumán 2253, (S2002JVA) – Rosario, Argentina
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Este libro se terminó de imprimir en Booverse, Buenos Aires, Argentina, en el mes de febrero
de 2012.

Impreso en la Argentina

ISBN 978-987-1855-04-9
A mi hija Sara
a quien deseo que compruebe
que es posible un modo mucho más
encantador de conocer Liébana
que el que a ella le ha tocado
Índice
Siglas y abreviaturas más utilizadas .............................................................. 11

Prólogo .............................................................................................................. 13

Agradecimientos............................................................................................... 17

Introducción ..................................................................................................... 19
La comarca lebaniega ............................................................................................ 20
Recursos documentales.......................................................................................... 25
7UD]RVKLVWRULRJUi¿FRV........................................................................................... 31
Territorio, espacio jurisdiccional y región ....................................................................... 42

CAPÍTULO I
Liébana, del nombre al territorio ................................................................... 57
In terra libanense .................................................................................................. 58
La Merindad ......................................................................................................... 59
Provincia y corregimiento ...................................................................................... 66
Valles, aldeas, villa y señoríos ............................................................................... 69

CAPÍTULO II
La jurisdicción del Infantado.......................................................................... 77
Cortesanos y señores ............................................................................................. 79
La construcción de la jurisdicción ........................................................................... 83
Los corregimientos................................................................................................ 88
El “buen gobierno” en Lon y Brez .......................................................................... 90
Alcaldes mayores versus alcaldes ordinarios ............................................................ 94

CAPÍTULO III
Las jurisdicciones eclesiásticas ....................................................................... 101
Diócesis y señorío ................................................................................................. 110
Los arciprestes ...................................................................................................... 118
“Para servicio de Dios y bien de las animas”............................................................ 123
Cuando la costumbre inmemorial pierde fuerza de privilegio .................................... 128
El recurso de la excomunión mayor ........................................................................ 131
10 Política, piedad y jurisdicción

CAPÍTULO IV
Piedad y jurisdicción........................................................................................ 145
Ecclesiae, parroquias y feligreses ........................................................................... 147
Los señoríos monásticos ........................................................................................ 150
Religiosidad, imágenes y reliquias .......................................................................... 157
La construcción de las devociones .......................................................................... 159
La devoción a Santo Toribio y la jurisdicción monástica ........................................... 161
El Santo Madero y los “excesos” de la jurisdicción .................................................. 162
“A la vista de la Santísima Cruz” ............................................................................ 163
“Abrir el camino del cielo”: los dominicos de San Raimundo .................................... 169
Un caso de violación de la inmunidad eclesiástica .................................................... 172

CONCLUSIONES............................................................................................ 177
Siglas y abreviaturas más utilizadas
AGS Archivo General de Simancas
AHMP Archivo Histórico Municipal de Potes
AHPC Archivo Histórico Provincial de Cantabria
AHN Archivo Histórico Nacional (Madrid)
AHRCHV Archivo Histórico de la Chancillería de Valladolid
PARES Portal de Archivos Españoles
UNR Universidad Nacional de Rosario
CEM Centro de Estudios Montañeses
Nov. Rec. Novísima Recopilación
&156 &HQWUH1DWLRQDOGHOD5HFKHUFKH6FLHQWL¿TXH )UDQFLD
CIC Canon Iuris Canonici
&6,& &RQVHMR6XSHULRUGH,QYHVWLJDFLRQHV&LHQWt¿FDV (VSDxD
DOHISCAN Documentación Histórica de Cantabria
PTR Patronato
LEG Legajo
Prólogo

E
l presente libro es fruto de una tesis de Licenciatura que excede con mucho
las condiciones que habitualmente se requieren de un trabajo de esa natura-
leza, pero su desarrollo se halla muy en consonancia con las preocupaciones
de quien lo ha elaborado. La profundidad de las investigaciones implicadas abarcan
DSDUWDGRVDORVFXDOHVKDGHGLFDGRFDStWXORVGHXQFDODGRELEOLRJUi¿FR\FRQFHSWXDO
inusual que abarca desde la concepción acerca de la organización social del espacio,
la pormenorizada consulta a numerosas compilaciones de fuentes éditas e inéditas
–algunas procedentes del Archivo Histórico Municipal de Potes– vocabularios, dic-
cionarios, crónicas y variados tipos documentales que pudiesen permitir un mayor
DFHUFDPLHQWRDODVLJQL¿FDFLyQFRQWHPSRUiQHDGHORVGDWRVWRSRQtPLFRVMXUtGLFRV
MXULVGLFFLRQDOHV\KDJLRJUi¿FRVXQDQiOLVLVKLVWRULRJUi¿FRGHOVLJQL¿FDGRGHODVH[-
presiones jurisdicción y cultura jurisdiccional y de las jerarquías que acompañan al
poder jurisdiccional, de su alteridad respecto de nuestra propia cultura política, de su
multipolaridad dotada de potestad para estatuir normas y administrar justicia creando
jurisdicción bajo la premisa de que territorium est spatium armatum iurisdictionis,
así como de los problemas que genera el tratamiento de la región histórica como
REMHWR KLVWRULRJUi¿FR XQ UHFRUULGR FUtWLFR DFHUFD GHO GHVDUUROOR GH /LpEDQD FRPR
corónimo de un territorio con identidad propia, el alcance y características de las
atribuciones jurisdiccionales de la Casa del Infantado y de la complejidad del entre-
cruce de jurisdicciones con los señoríos eclesiásticos y con el rico nivel de acceso a
recursos de la cultura jurídico-política por parte de los concejos, muy experimenta-
GRVHQODFRQWLHQGDMXGLFLDOTXHLPSHGtDHVWDEOHFHUXQRUGHQHVWDEOH\GH¿QLWLYRGH
subordinación jurisdiccional, la heterogeneidad de las jurisdicciones de las diversas
instituciones eclesiásticas y el solapamiento de sus facultades –aspectos tratados con
notoria minuciosidad– hasta la integración de las prácticas devocionales, la hagiogra-
fía y las reliquias en la construcción del equipamiento político del territorio.
El estudio del tema se inició en el interior de un proyecto de investigación acerca
de la “Estructuración de las relaciones entre la sociedad y el Estado en la confor-
mación de la monarquía española entre los siglos XIII y XVIII” –como la autora
rememora– con el de la estructuración del poder y de sus relaciones con la sociedad
entre la crisis bajomedieval del feudalismo y la del Antiguo Régimen, período cuyo
Q~FOHRVLJQL¿FDWLYRVHORFDOL]yHQODFRQIRUPDFLyQGHODVRFLHGDGFRUSRUDWLYD\ODV
PRQDUTXtDVDEVROXWDVHXURSHDVDSDUWLUGHODLGHQWL¿FDFLyQGHORVDFWRUHVVRFLDOHV
GH OD FRQ¿JXUDFLyQ GH VXV LGHQWLGDGHV SROtWLFDV \ GH VXV SUR\HFWRV VRFLRSROtWLFRV
Más tarde, participaría en el proyecto de investigación titulado “Actores y espacios y
14 Política, piedad y jurisdicción

sedes del poder político en la Monarquía Hispánica durante el Antiguo Régimen (siglos
XV-XIX)”, en el cual, cada uno de los integrantes esbozó con mayor claridad cuál sería
su ruta investigativa. El eje central de aquel proyecto giró en torno al estudio de las
estructuras de poder propias de la sociedad corporativa entre los siglos XV y XIX, en
la Monarquía Católica Hispana, en la cual no existía durante ese período una esfera
GHGHUHFKRS~EOLFRGH¿QLGD\GLVWLQJXLGDGHODGHORVLQWHUHVHVLQGLYLGXDOHVRGHODV
estrategias sociales. Por ello se consideró central por el equipo, la indagación acerca
de los actores colectivos, y entre ellos las oligarquías urbanas y aldeanas tanto en la
PHWUySROL FXDQWR HQ OD SHULIHULD GHO ,PSHULR +LVSiQLFR LGHQWL¿FDGDV SRU VXV SUR-
puestas políticas en sentido amplio (económicas, religiosas, sociales), entendiendo
por tales los proyectos y las estrategias dirigidas a actuar sobre el poder en sus diver-
sos organismos centralizados y descentralizados, y sobre la sociedad en los distintos
fraccionamientos internos de los grupos sociales y de acuerdo con las expectativas
de los sujetos (discernibles en algunos casos como cabezas de linaje, jefes de una
clientela, etc.), así como en cuanto a las prácticas jurídicas y políticas destinadas a
mantener diversos grados de exclusión en el ejercicio de las capacidades de acción
de las personas, bajo la convicción de que todos participan a través de la maior pars,
que es común a todo el período. De ello resultaría un excelente trabajo de Miriam
Moriconi acerca del “Comportamiento político de los actores sociales en el concejo
de Potes (siglos XV-XVIII)”, expuesto en las III Jornadas Internacionales de Historia
Moderna y Contemporánea. Desde allí se abocaría a abordar la cultura política juris-
diccional a partir del caso concreto de Liébana, reivindicando la importancia de las
agencias políticas, jurídicas e institucionales en cuanto al conocimiento de las lógicas
comunitarias del Antiguo Régimen.
A ello seguirían los trabajos realizados en el proyecto de investigación acerca de
“La monarquía hispánica: poder político, ordenamientos jurídicos, prácticas cultura-
les entre los siglos XIII y XVIII” en los cuales se profundizó la temática encarando
el estudio de la monarquía hispánica como una particular forma de poder político
(monarquía agregativa) cuya transformación involucró tanto la institucionalización
de los reinos peninsulares como la incorporación de otros reinos y territorios LQ¿HOHV
por conquista y colonización. El protagonismo de la monarquía castellana en aquel
proceso, se examinó desde una perspectiva centrada en la multiplicidad de privilegios
(bajo la forma de fueros, inmunidades o capitulaciones) otorgados por los monar-
cas durante este proceso así como por la conservación de ordenamientos jurídicos
plurales que corresponden a las tradiciones de derecho y costumbre de los distintos
territorios de los reinos agregados. Sin renunciar a sus jurisdicciones y competencias,
los monarcas castellanos cedían la administración de las mismas y el ejercicio pleno
de potestades –y con ello mucho más que la mera administración de justicia –habi-
litando la creación de espacios de producción normativa y dominación expresados
Miriam Moriconi 15

en instituciones gradualmente convertidas en campos de fuerza donde se negociaba


y regulaba la lucha por los recursos en la escala local y el de una monarquía que
se constituía como hispánica. Los diferentes reinos, como espacios jurisdiccionales,
fueron arena de disputa de agentes con capacidades políticas dispares pero concu-
rrentes, entre los cuales sobresalía la summa potestas regia. Las redes de dependen-
FLD IDPLOLDVOLQDMHVFOLHQWHODV GH¿QtDQODWUDPDGHUHODFLRQHVSHUVRQDOHV&DPSR
de luchas y expresión del resultado de las mismas en calidad de instituciones que
tomaban decisiones vinculantes para toda la comunidad, el poder político involu-
cra en su naturaleza la movilidad, la negociación y la incertidumbre como factores
estructurantes. En el marco de jurisdicciones superpuestas y en tensión entre sí, la
normativa, plasmada en los ordenamientos jurídicos y producto de esas relaciones
políticas, expresaba la creación de dispositivos multidireccionales, obedientes a ese
tejido de intereses divergentes aplicables a un mismo territorio y a sus habitantes. Es-
tos avances hallaron expresión en un artículo de la autora, de igual título pero mayor
envergadura investigativa, que se publicaría en Política, cultura, religión. Del Anti-
guo Régimen a la formación de los Estados Nacionales. Homenaje a Reyna Pastor,
Prohistoria Ediciones, Rosario 2005, en el cual se propondría la exploración de las
pugnas políticas y de las tensiones culturales, religiosas y económicas en el interior
de ciertas comunidades locales del valle de Liébana en cuanto espacio jurisdiccional,
en sus formas y prácticas administrativas de gobierno y justicia.
Si este fue el desarrollo central de sus indagaciones, no ha sido el único que de-
dicara al territorio. Por el mismo derrotero transcurrieron sus trabajos de exploración
de las ordenanzas de Liébana acerca de la relación entre policía e higiene pública
TXHDXQTXHH[SXHVWDHQMRUQDGDVGHODHVSHFLDOLGDGQRKDQKDOODGRODIRUPDGH¿QL-
tiva para su publicación bajo su exigente estándar de trabajo.
Sin embargo, destaco la importancia y sutileza del presente trabajo en un campo
de investigaciones muy poco frecuentado en el presente en nuestro ambiente univer-
VLWDULRSHURTXHKDÀRUHFLGRDODPSDURGHODVSRVLELOLGDGHVOLPLWDGDVSHURSUHVHQWHV
de comunicación entre ambientes universitarios argentinos y españoles para el cono-
cimiento de lógicas antiguorregimentales que palpitan y dan sentido a instituciones y
procesos de territorialización que se desarrollaron en América a partir del siglo XVI.

María Inés Carzolio


Agradecimientos

L
as páginas de este libro son producto del trabajo de investigación-escritura de
larga duración y sobrevivientes de la recurrente tentación de descartar todo lo
hecho y volver a comenzar. Pero también, de modo innegable, son expresión
de un trayecto de formación en el campo académico y de sostenimiento afectivo que,
independientemente de los resultados conseguidos, merecen mi reconocimiento.
En primer lugar quiero agradecer a Mariana Della Bianca y a Marta Bonaudo
que algo tienen que ver con mi gusto por la historia europea. Ellas están presentes
en ese largo trayecto cuyo inicio ubico en sus clases de historia medieval pero que
discurriendo en concursos y trabajo de cátedra, las encuentra una vez más para recibir
sus aportes en el tribunal de defensa de la tesis que inspira este libro.
Si investigar sobre un período tan lejano ya de partida representa un problema
a salvar, investigar con base documental en archivos que se encuentran a un océano
de distancia, por momentos, parece insuperable. El gran obstáculo que constituyen
esas distancias ha sido salvado por condiciones institucionales y humanamente favo-
rables como es el hecho de que la Escuela de Historia de la Universidad Nacional de
Rosario cuente entre su planta docente con una profesora como María Inés Carzolio.
Con ella he compartido todos estos años como alumna, como tesista, como adscripta
a la cátedra de Historia de España y como docente en Historia de Europa Moderna.
No puedo dejar de hacer explícito el valor que sus saberes y su enorme generosidad
han tenido y tienen no solamente en mi trayecto académico sino en la formación de
una generación de docentes e investigadores en esta institución. A ella debo el mayor
reconocimiento. Por su intermedio, y por la solidaridad en la que ella nos ha educado,
profesores, colegas y archivistas españoles pusieron a disposición documentos que la
investigación fue reclamando y que no alcanzábamos a relevar en nuestras respecti-
vas visitas a los archivos españoles.
Por estas mismas redes académicas activadas por María Inés Carzolio y, a riesgo
de olvidar algunos nombres que anudan su trama, debo agradecer a Reyna Pastor
TXLHQRSRUWXQDPHQWHGHVGHHO&RQVHMR6XSHULRUGH,QYHVWLJDFLRQHV&LHQWt¿FDVHQ
Madrid (CSIC) me brindó lo necesario para acceder a bibliotecas y archivos espa-
ñoles, a Elisa Álvarez Llopis quien en plena tarea de vaciamiento de fondos del Ar-
chivo de la Real Chancillería de Valladolid rescató los expedientes judiciales que le
solicitábamos. A todos aquellos que como Bernard Vincent, Griselda Tarragó, Víctor
3HUH\UD(YDQJHOLQDGHORV5tRV\)DFXQGR0HVVHUHFRQWULEX\HURQFRQVXVYDOLRVRV
comentarios o, simple pero vitalmente, con su buena disposición para facilitar mi
DFFHVRDPDWHULDOHVELEOLRJUi¿FRV
18 Política, piedad y jurisdicción

(VSHFLDOPHQWHPLLQ¿QLWRDJUDGHFLPLHQWRD7RPiV0DQWHFyQSRUVXDWHQWDOHF-
tura y su tiempo dedicado a colaborar para transformar mi tesis en este libro.
A Miriam Barriera por acompañarme con su gran afecto y su arte.
A Darío Barriera, docente, compañero de cátedra y de proyectos de investiga-
ción, editor de mi primer artículo sobre este tema, intelectual de referencia en mi
LQGDJDFLyQ GH VHQGDV KLVWRULRJUi¿FDV TXLHQ PH LPSXOVy D VHJXLU HQ FDPLQR D~Q
cuando ni sospechábamos el entrañable vínculo que en el presente nos une. Desci-
frar tramos de manuscritos, compartir discusiones sobre esta materia y, simplemente,
HVFULELUFRQHOVRQLGRGHIRQGRTXHHMHFXWDFRQHOWHFODGRGHVX0DFKDGXOFL¿FDGR
VLJQL¿FDWLYDPHQWHPLV~OWLPRVHVIXHU]RVSDUDFRQFOXLUHVWHWUDEDMR
Y gracias a la vida porque desde el principio de la mía sigue a mi lado Lydia,
mi querida mamá.
Introducción

E
sta investigación analiza el funcionamiento de las jurisdicciones en un ámbito
territorial del norte de España en una época en que se integró a la Monarquía
+LVSiQLFD(QSDUWLFXODUVHGHWLHQHHQHODQiOLVLVGHORVFRQÀLFWRVGHULYDGRV
de las superposiciones jurisdiccionales y administrativas, a partir de una muestra
de casos en la cual se despliegan distintas vías de resolución a diversas instancias
FRQÀLFWLYDV/DUHÀH[LyQDWLHQGHDORVUHFXUVRVXWLOL]DGRVHQODVQHJRFLDFLRQHVHQWUH
vecinos de concejos y autoridades locales y territoriales. El estudio focaliza en Lié-
bana, una comarca agraria de la España Cantábrica durante los siglos XVI-XVIII,
ámbito en que son objeto de análisis materias como la organización y ejercicio de la
autoridad, el poder político, la jurisdicción, la religiosidad y la dominación. La pers-
SHFWLYDTXHSHUPLWLyGLVHxDUHVWHSUR\HFWRVHKDGH¿QLGRDSDUWLUGHHVWRVLQWHUHVHV\
GHVXYLQFXODFLyQFRQLGHDV\SUR\HFWRVKLVWRULRJUi¿FRV ocupados en estas materias.
Aquí, por lo tanto, se estudia la cultura política jurisdiccional a partir de un caso
concreto reivindicando la importancia de las agencias políticas, jurídicas e institu-
cionales en el conocimiento de las comunidades antiguo regimentales. Los objetivos
HVSHFt¿FRVSRUVXSDUWHDWDxHQDODQiOLVLVGHODVIRUPDV\GHODVSUiFWLFDVDGPLQLV-
WUDWLYDV±HOJRELHUQR\ODMXVWLFLD±HQODVFRPXQLGDGHVORFDOHVTXHGH¿QHQHOHVSDFLR
jurisdiccional del valle de Liébana. Se examinan en concreto las pugnas políticas, las
tensiones culturales, religiosas y económicas que tramaron el equipamiento político
de este territorio y evaluando las matrices del poder político y las formas en que se
procesó la producción del orden antiguo regimental en el territorio lebaniego. Para
realizar estas tareas se ha construido un vasto corpus documental y se han revisado
críticamente las publicaciones disponibles sobre el tema, poniendo en mutua relación
los diversos puntos de vista para ofrecer así un panorama útil desde el punto de vista
LQIRUPDWLYRSDUDDTXHOORVLQWHUHVDGRVHQXQSUREOHPDKLVWRULRJUi¿FRGHRUGHQPiV
general como es el de las formas del poder político1 en el Antiguo Régimen.

1 Esta expresión es una manifestación de la recepción del paradigma jurisdiccionalista y de una línea de
trabajo cultivada en nuestro medio académico. La misma fue utilizada por los integrantes del equipo
de investigación que dirigía la Dra. María Inés Carzolio en la UNR y, paulatinamente, a partir de la
DSOLFDFLyQGHODVSUHPLVDVWHyULFDVGH$QWyQLR+HVSDQKD3DEOR)HUQiQGH]$OEDODGHMRHQWUHRWURV
IXHLPSRQLpQGRVHWDQWRHQORVHQFXHQWURV\UHXQLRQHVFLHQWt¿FDVFRPRHQORVSUR\HFWRVDFUHGLWDGRV
con el Programa de Incentivos Docente (PID) por la Secretaría de Ciencia y Técnica de la UNR: Ac-
tores, espacios y sedes del poder político en la Monarquía Hispánica durante el antiguo régimen (s
XIV-XIX), dirigido por: María Inés Carzolio y Carlos Calderón. Vigencia: 2001-2003; La Monarquía
Hispánica: poder político, ordenamientos jurídicos y prácticas culturales. (Siglos XV-XIX), dirigido
por: María Inés Carzolio y Darío Barriera, 2005-2007; La Monarquía Hispánica: formas del poder
20 Política, piedad y jurisdicción

La comarca lebaniega
El tratamiento del pasado de los hombres siempre insta a delimitar espacios y tempo-
ralidades como una operación vinculada a la construcción del objeto y esto no resulta
un ejercicio ajeno a la presente propuesta de estudio histórico de Liébana entre los
siglos XVI-XVIII. El problema de la utilización de las categorías espaciales implicó
UHDOL]DUXQDVHULHGHUHÀH[LRQHV\WRPDUDOJXQDVGHFLVLRQHV(OQRPEUHGHOSULPHU
corpus documental al que accedí cuando comencé a investigar sobre este tema, la Co-
lección Diplomática del Monasterio de Santo Toribio de Liébana,2 compelía inexo-
rablemente a un lugar y la exigencia de comprenderlo estuvo dictada desde el primer
momento del análisis empírico. José Ángel García de Cortázar observaba que “una
sociedad organiza el espacio pero este espacio es estudiado como algo distinto, al
margen de la sociedad que lo ha organizado”.3 Esta opinión que recuperé al inicio de
la investigación ordenó mis presupuestos de partida. Si la opción analítica consistía
HQQRKDFHUGH/LpEDQDXQPDUFR³JHRJUi¿FR´XQHVSDFLRa priori históricamente
inteligible,4 es decir, dotado de todas las claves interpretativas –sea porque la mirada
se posaba en las prácticas, en los discursos, en los procesos o en acontecimientos allí
localizados– la pregunta que se imponía clamaba: ¿qué era Liébana además de un
nombre que acompañaba al del productor de esa documentación?
De este panorama asomó, con un carácter casi excepcional de urgencia, una
operación que para otros trabajos históricos, ya sea porque se comprende como dato o
porque se experimenta el lugar como cercano a la identidad territorial del historiador,
supone un presupuesto de la investigación. En cambio, para las condiciones de la em-

político, del poder social, de la justicia. (siglos XV-XIX), dirigido por: María Inés Carzolio y Marta
Bonaudo, Vigencia: 2008-2012.
2 ÁLVAREZ LLOPIS, María Elisa; BLANCO CAMPOS, Emma y GARCÍA DE CORTÁZAR, José
Ángel Colección Diplomática del Monasterio de Santo Toribio de Liébana (1300-1515), )XQGDFLyQ
Marcelino Botín, Santander, 1994. En adelante Colección...
3 GARCÍA DE CORTÁZAR, José Ángel La sociedad rural en la España Medieval, Siglo XXI, Madrid,
1988; GARCÍA DE CORTÁZAR, José Ángel Sociedad y organización del espacio en la España
medieval, Universitat de València, Valencia, 2004, p. 50.
4 Al respecto SESMA MUÑOZ, Ángel y LALIENA CORBERA, Carlos –coordinadores– La pervi-
YHQFLDGHOFRQFHSWR1XHYDVUHÀH[LRQHVVREUHODRUGHQDFLyQVRFLDOGHOHVSDFLRHQOD(GDG0HGLD
8QLYHUVLGDGGH=DUDJR]D3DUWLFXODUUHOHYDQFLDVREUHHVWDUHÀH[LyQHQQXHVWURPHGLRDFDGpPLFR
han tenido BARRIERA, Darío G. “Procesos espaciales y ciudad en la historia colonial rioplatense”,
en Prohistoria, Núm. 6, 2002, pp. 153- 164; “Después de la microhistoria. Escalas de observación y
principios de análisis: de la microhistoria al microanálisis radical”, en Ensayos sobre microhistoria,
-LWDQMiIRUD0RUHOLD³(VFDODVGHREVHUYDFLyQ\SUiFWLFDVKLVWRULRJUi¿FDV/DFRQVWUXFFLyQGH
horizontes alternativos de investigación”, en DALLA CORTE, Gabriela; GARCÍA JORDÁN, Pilar
y otros –coordinadores– X Encuentro Debate América Latina Ayer y Hoy: homogeneidad, diferencia
\H[FOXVLyQHQ$PpULFD, Publicaciones de la Universidad de Barcelona, Barcelona, 2006, pp. 15-36;
'$//$&257(*DEULHOD\)(51È1'(=6DQGUDLugares para la historia. Espacio, historia regio-
nal e historia local en los estudios contemporáneos, UNR Editora, Rosario 2001; BARRIERA, Darío
y ROLDÁN, Diego Territorios, espacios y sociedades, UNR Editora, Rosario, 2004.
Miriam Moriconi 21

presa investigativa de la cual es producto este libro realizado en Rosario, Argentina,


a comienzos del siglo XXI cómo ubicar Liébana no era un interrogante cualquiera.
El mismo no implicaba –ni implica– la misma carga de sentido para quien realiza una
investigación desde esas coordenadas que para aquél cuyas coordenadas son, para
decirlo brevemente, las de un historiador español de cualquier tiempo. El caso es que
ubicar Liébana, para señalarlo a otros, planteó una serie de problemas que condujeron
a tomar ciertas decisiones y, ese conjunto de decisiones representó los inicios –y si se
quiere, por qué no, los indicios– para componer los contornos del problema.
Liébana es hoy una comarca que se encuentra en el norte de la Península Ibéri-
ca, en el sudoeste de la denominada región cantábrica (Mapas 1 y 2). Sin embargo,
también se ha divulgado la caracterización de la propia Liébana como región; al
UHVSHFWR SXHGH REVHUYDUVH TXH PLHQWUDV OD SULPHUD GH¿QLFLyQ UHJLRQDO REHGHFH D
una construcción política reciente, la segunda, alude a la “región natural”, un objeto
KLVWRULRJUi¿FRTXHKDFHWLHPSRKDSHUGLGRVXFUpGLWR1RREVWDQWHHVWHHQWRUQRFRQ
personalidad acusada invitó a la investigación.
Se pensó este espacio y, con los conceptos de García de Cortázar, se lo compren-
dió como “…el proceso y el resultado de la traducción de la estructura de poder de
una sociedad en el ámbito en que se halla instalada y que, con su acción, contribuye
a cotar”, consecuentemente, se observaron sus aspectos físicos, imaginarios simbóli-
cos, y sus manifestaciones “en los tres niveles de la realidad social: el administrativo,
en forma de encuadramientos de la población, el material, en forma de testimonios
tangibles, fundamentalmente, poblamiento, paisaje agrario, vías de comunicación y
HGL¿FLRV\HOPHWDIyULFRHQIRUPDGHSHUFHSFLyQ\YDORUDFLyQGHGLVWLQWRVHVFHQD-
rios, a veces sintetizados en un topónimo o un corónimo”.5
De los contornos diferenciales de Liébana suele subrayarse su aislamiento geo-
JUi¿FR (V HVWH un medio físico de alta montaña en la Cordillera Cantábrica, una
comarca que integra un conjunto de valles montañosos en que se crea una peculia-
ridad climática mediterránea dentro de la España Atlántica. Es un espacio con una
VXSHU¿FLHDSUR[LPDGDGH unos 550 km2 y cumbres que superan los 2.600 m de altura
dentro del conjunto conocido como los Picos de Europa. Cercado por esas montañas
\DWUDYHVDGRSRUHOUtR'HYD\VXVGRVSULQFLSDOHVDÀXHQWHV±HO4XLYLHVD\HO%X\yQ±
se encuentra el gran valle de Liébana.

5 GARCÍA DE CORTÁZAR, José Ángel “La organización socioeclesiológica del espacio en el Norte
de la Península ibérica en los siglos VIII a XIII”, en SESMA MUÑOZ, Ángel y LALIENA CORBE-
RA, Carlos –coordinadores– La pervivencia del concepto…, cit., p. 13.
22 Política, piedad y jurisdicción

Mapa 1
Mapa ilustrativo de la ubicación actual de Cantabria en España

Mapa 2
Ubicación actual de Liébana en Cantabria
Miriam Moriconi 23

Es preciso señalar en este punto que, aún cuando es corriente la expresión “valle de
Liébana”, la misma encierra una cierta paradoja. Debido a los contrastados niveles
GHOUHOLHYHQRVHWUDWDHQUHDOLGDGGH³XQ´YDOOHVLQRGHXQDFRQ¿JXUDFLyQGHFXDWUR
valles cuya toponimia en el período que aquí se estudia correspondía con los nombres
de Valdebaró, Cereceda, Valdeprado y Cillorigo (Mapa 3).
El cerrado relieve lebaniego determina un microclima singular. En el fondo del
valle de Liébana el clima mediterráneo se transforma progresivamente y, a medida
que se asciende, predomina el clima atlántico húmedo hasta alcanzar características
subalpinas en las altas cumbres de los Picos de Europa. En estos pequeños y profun-
dos valles, la gran variedad climática favorece una multitud de formaciones vegeta-
les, hoy visibles en plantaciones de encinas, alcornoques, hayas o robles y en prados
de pastos, huertas y tierras de cultivo. A juzgar por los frutos de la tierra mencionados
en la documentación utilizada, a más de seis siglos que nos separan del pasado que se
KDLQGDJDGRVDOYRHVFDVDVPRGL¿FDFLRQHVODPLVPDVHKDPDQWHQLGRSUiFWLFDPHQWH
LQDOWHUDGD$HVWRVUHODWLYRV³EHQH¿FLRV´GHXQFOLPDUXGR\GHXQWHUUHQRiVSHURVH
sumó entonces el trabajo de los hombres y mujeres, que se expresó tempranamente
en la variedad de especies que componían el pago de los diezmos.
Este medio, a la vez que constriñe a los pobladores del valle, no ha tallado más
profundo que otras prácticas culturales y religiosas en lo que algunos –recuperan-
do el léxico decimonónico y vidaliano– denominan la personalidad de Liébana. Así
por ejemplo, puede observarse cómo Liébana es también el nombre que designa la
construcción de unas comunidades erigidas en el horizonte siempre presente del cris-
tianismo. Destaca en este sentido la motivación de cultivar plantas productoras de lo
que García de Cortázar ha denominado especies sacramentales, llamadas a convertir-
se en el cuerpo y la sangre de Cristo. El trigo y la vid, cultivos mediterráneos para los
FXDOHVQRWRGDVODVVXSHU¿FLHVGHHVWDV]RQDVUHVXOWDEDQVHUODVPiVDSWDVORJUDURQ
extenderse por la promoción religiosa vinculada con el cumplimiento de la liturgia
sacramental de la Eucaristía, aunque, lógicamente, el fundamental argumento de su
presencia en el paisaje agrario era la orientación hacia el sostenimiento alimentario
de la comunidad doméstica campesina.
La apariencia impenetrable del relieve también se desvanece si nos detenemos
en otra dimensión: la percepción del paisaje lebaniego. Las altas y escarpadas monta-
ñas que debieron atravesar los monjes benedictinos que se instalaron en estos valles,
no fueron obstáculo para emprender la construcción material que devendría también
simbólica de las obras arquitectónicas del cenobio. Junto al de Santa María de Piasca
o el templo mozárabe de Santa María de Lebeña, el Monasterio de Santo Toribio es
actualmente parte del patrimonio arquitectónico por el cual Liébana ha adquirido
presencia en las ofertas de circuitos turísticos, culturales y religiosos.
24 Política, piedad y jurisdicción

Mapa 3
Reconstrucción jurisdiccional (siglos XVII-XVIII)
FRQEDVHHQODDFWXDOUHSUHVHQWDFLyQFDUWRJUi¿FDGH&DQWDEULD

(QXQYDOOHDSHQDVSREODGRFX\RSHU¿OUXJRVRGHFDVDVEDMDVFRQYLUWLyDORVSLFRV
montañosos en telón de fondo, destaca la presencia física del cenobio que produjo
la fuente incitadora de este trabajo; dando la espalda a los Picos de Europa perma-
nece el Monasterio de Santo Toribio. Erguido más allá de lo que parecía ser el sitio
OtPLWH SDUD TXH VX FRQVWUXFFLyQ IXHUD PDWHULDOPHQWH SRVLEOH HO HGL¿FLR IRUMy ±HQ
igual o mayor medida que la comunidad que albergó– un imaginario que se dibuja
en todo el valle: dispersas aldeas con rústicas viviendas y algunas torres, símbolo
del poder religioso y señorial, en un ámbito plagado de ermitas, iglesias y capillas.
La Cueva Santa, la ermita de Santa Catalina y la de San Miguel también constituyen
marcas en ese paisaje, hogaño reveladas en imágenes textuales de las fuentes docu-
mentales, trazadas en los testimonios judiciales, en las relaciones de posesiones y
derechos apeadas por el Monasterio y los concejos y mencionadas en los privilegios
o en las ordenanzas locales. En este sentido, el monasterio corona la expresión de lo
que aquí denominaremos un paisaje devocional. La carga simbólica expresada en la
PDWHULDOLGDGGHOHGL¿FLRPRQiVWLFRVHFRPSOHWDFRQODSUHVHQFLDGHXQDUHOLTXLDGH
Jerusalem: el Lignum Crucis\HOFXHUSRGHOVDQWR7RULELRDTXLHQORV¿HOHVDWULEX\HQ
propiedades milagrosas. Estos elementos devocionales tanto como el privilegio que
Miriam Moriconi 25

el mismo ostenta desde el año 15126 aun hoy hacen del monasterio –servido ahora
SRUIUDQFLVFDQRV±\GHOYDOOHGH/LpEDQDXQFHQWURFDSLWDOGHDWUDFFLyQGH¿HOHV\
peregrinos cristianos.

Recursos documentales
La investigación sobre este territorio ibérico de la Monarquía que sustenta el presente
trabajo tiene sus inicios en el año 1994 y está absolutamente ligada a una propuesta
de mi directora de tesis de licenciatura María Inés Carzolio. La misma consistía en
trabajar con un corpus documental que en ese momento acababa de ser publicado:
la Colección Diplomática del Monasterio de Santo Toribio de Liébana.7 La edición,
FRPSXHVWDGHDSUR[LPDGDPHQWHGRFXPHQWRVLQFOX\HEXODVSRQWL¿FLDVFDUWDVGH
arrendamientos, compras, ventas, donaciones, sentencias, informaciones, pleitos y
testamentos que entre los años 1300 y 1515 incumben a la comunidad del cenobio y
a todos aquellos que se relacionaron con ella –a veces en aspectos cruciales y otras en
cuestiones menos trascendentes. La transcripción y edición de los mismos completa-
ba la documentación de esta entidad monástica que anteriormente había sido reunida
y transcripta por Luis Sánchez Belda.8
Iniciado en esa instancia, el análisis documental fue dando algunos resultados
parciales de la investigación que oportunamente fueron comunicados en publicacio-
nes y encuentros académicos.9/DGLYHUVL¿FDFLyQWHPiWLFDGHVSOHJDGDHQODIXHQWH

6 Colección..., Doc. 400, 1513; Doc. 401, 1515 %XODVGH/HyQ;FRQ¿UPDQGRHOMXELOHR. El Año Jubilar
Lebaniego se celebra el año en que la festividad de Santo Toribio, el día 16 de Abril, cae en domingo.
En esta celebración quienes pasen por la Puerta del Perdón del monasterio que se abre oportunamente
en esa ocasión reciben gracias eclesiásticas especiales tales como la indulgencia plenaria. Esta gracia
sólo se concedía durante una semana, desde el domingo de Santo Toribio hasta el siguiente, el 23 de
abril, que coincidía con domingo de Pascua de Resurrección. El papa Paulo VI en 1967 amplió ese
período jubilar a un año entero.
7 Colección…
8 SÁNCHEZ BELDA, Luis –editor– Cartulario de Santo Toribio de Liébana, Archivo Histórico Nacio-
nal, Madrid, 1948.
 025,&21,0LULDP³&RQÀLFWRVHQWUHVHxRUHVPRQiVWLFRV\FRQFHMRVHQOD&DQWDEULD%DMRPHGLHYDO
el caso del Monasterio de Santo Toribio y los concejos de Liébana”, ponencia presentada en VI Jorna-
das Inter-Escuela-Departamento de Historia, UNLPam, La Pampa, 1997; “Comportamiento político
de los actores sociales en el concejo de Potes (siglos XV-XVII)”, en CARZOLIO, María Inés y BA-
RRIERA, Darío –compiladores– Política, Cultura, Religión. Del Antiguo Régimen a la formación de
los Estados Nacionales. Homenaje a Reyna Pastor, Prohistoria, Rosario, 2005, pp. 99-121; “Higiene,
Cultura y Política. El ideal de ‘limpieza y honestidad’ en villas y aldeas lebaniegas en los siglos
XVI-XVII”, ponencia presentada en V Jornadas Nacionales de Historia Moderna y Contemporánea,
UNMP, Mar del Plata, 2006; “Discursos contaminantes. La limpieza de los espacios comunes en la
península Ibérica (siglos XV –XVIII)”, ponencia presentada en VI Jornadas Nacionales de Historia
Moderna y Contemporánea, UNLu, Luján, 2008; “Una novedad no usada jamás&RQÀLFWRVFRQFHU-
nientes al ejercicio de la jurisdicción de los Duques del Infantado en Liébana. Siglos XVI-XVIII”,
HQ6pSWLPDV-RUQDGDV,QWHUQDFLRQDOHVGH+LVWRULDGH(VSDxD)+(%XHQRV$LUHV³'HULYDVGH
26 Política, piedad y jurisdicción

propició TXHVHGH¿QLHUDQP~OWLSOHVLQWHUHVHVLQYHVWLJDWLYRVDOJXQRVGHORVFXDOHV
conforman este trabajo.
Indagar la cultura jurisdiccional en la Liébana de Antiguo Régimen condujo
necesariamente a consultar y ampliar el corpus construido en el punto de partida.
La aplicación de varias instituciones de Cantabria en la tarea de edición de fuentes
ha resultado substancial al poner a disposición de investigadores, importantes masas
documentales tales como: las ordenanzas de Liébana que abarcan el período que va
desde el siglo XV al XVIII,10 algunos privilegios concedidos a la villa de Potes,11 los
apeos de los años 1515 y 1538 del Monasterio de Santo Toribio12 y unos manuscritos
originales que se encuentran en la Biblioteca Municipal de Santander.13 En el mismo
plano también hay que subrayar que la Revista Altamira editada por el Centro de
(VWXGLRV0RQWDxHVHVQRVyORKDFRQVWLWXLGRXQDLPSRUWDQWHIXHQWHELEOLRJUi¿FD para
aproximarnos a la producción de los historiadores locales sino que ha facilitado el
acceso a transcripciones de documentos como es el Memorial y advertencia de Juan
Gómez de Bedoya de 1595.14
Las principales fuentes documentales no impresas que aquí se citan han sido
de naturaleza notarial y judicial. En este sentido, la mayor parte de las referencias
documentales proceden del Archivo Histórico Municipal de Potes y del Archivo de la
Real Chancillería de Valladolid.15

la devoción en un complejo ámbito jurisdiccional de la Monarquía Hispánica. Liébana, siglos XVI-


XVIII”, en VII Jornadas Nacionales de Historia Moderna y Contemporánea, UNCuyo, Mendoza,
2010.
10 PÉREZ BUSTAMANTE, Rogelio y BARÓ PAZOS, Juan El gobierno y la administración de los
pueblos de Cantabria, Tomo I. Liébana, Universidad de Cantabria, Santander, 1988. En adelante:
Ordenanzas…
11 3e5(=%867$0$17(5RJHOLR³(O5pJLPHQPXQLFLSDOGHODYLOODGH3RWHVD¿QHVGHOD(GDG0H-
dia”, Apéndice, en Altamira, Santander, 1979-1980. En adelante: Privilegios…
12 CARZOLIO, María Inés; DA GRACCA, Laura y VASALLO, Rossana Documentación de Santo To-
ribio de Liébana “Libro Antiguo de los Apeos” (Apeos 1515 y 1538))XQGDFLyQ0DUFHOLQR%RWtQ
Santander, 2000. En adelante Apeos...
13 SOLÓRZANO TELECHEA, Jesús Ángel Documentación Medieval en la Biblioteca Municipal de
Santander. Manuscritos originales (945-1519), en Anejo de AMEA, UNICAN, Asociación Cántabra
de Estudios Medievales, Consejería de Cultura, Turismo y Deporte del Gobierno de Cantabria, San-
tander, 2007. En adelante: Manuscritos…
14 Memorial y advertencia de Juan Gómez de Bedoya, mediante las cuales se podía restaurar y enrique-
cer la Provincia de Liébana en breves años y hacer otros muy buenos efectos. Guadalajara, 23 de julio
de 1595. AHN, Osuna, LEG.1811, nº 10; transcripto por PÉREZ BUSTAMANTE, Rogelio “Memo-
rial y advertencias para restaurar y enriquecer la provincia de Liébana. Año de 1595”, en Altamira,
Núm. 1, 1978, pp. 99-120. En adelante: Memorial…
15 El acceso a sus respectivos fondos y el relevamiento de documentos in situ no podrían haber repor-
WDGRDHVWDLQYHVWLJDFLyQHOEHQH¿FLRTXHVLJQL¿FyVXGLJLWDOL]DFLyQ\GLVSRQLELOLGDGHQOtQHDGXUDQWH
el último tramo de la investigación. URL: www.archivohistoricodepotes.es y www.mcu.es/archivos/
MC/ACV/index.html (Registro de Ejecutorias del Archivo de la Real Chancillería de Valladolid),
respectivamente.
Miriam Moriconi 27

Asimismo, se han consultado los protocolos notariales pertenecientes a Liébana


del Archivo Histórico Provincial de Cantabria. No obstante que el mayor peso del
trabajo de archivo se realizó con la documentación alojada en los citados archivos,
no es menor el valor que asignamos a la compulsa documental en otros repositorios a
través del Portal de Archivos Españoles. En el Archivo Histórico Nacional (Madrid)
se ha consultado documentación, incluso de fechas anteriores y posteriores al período
indagado, que permitió componer las relaciones que los señores laicos y eclesiásticos
establecieron en este ámbito lebaniego. En la sección Nobleza referida a la Casa del
,QIDQWDGRVHUHOHYDURQGRFXPHQWRVDORMDGRVHQHOIRQGR³&DVDGH2VXQD\)HUQiQ
Núñez”. En la sección Clero, sub-sección Libros se localizaron una sentencia, un
traslado de sentencia y una provanza de derechos jurisdiccionales vinculados a plei-
tos sostenidos entre el Monasterio de Santo Toribio con dos concejos de Liébana.16
En la misma sección, sub-sección Códices del mismo archivo, fueron consultadas las
Constituciones sinodales del obispado de León, recopiladas por Bartolomé Santos de
Rissoba, obispo de la diócesis (1651), quien recopiló las sinodales de los años 1636
y 1647 que constituyeron la base normativa del gobierno diocesano del cual también
era parte el espacio jurisdiccional bajo análisis.
'HO$UFKLYR*HQHUDOGH6LPDQFDVVHREWXYLHURQODV%XODV3RQWL¿FLDV\FRUUHV-
pondencias entre reyes y obispos depositadas en la sección Patronato. Asimismo,
ha sido consultado en este sitio el Catastro de Ensenada (1753) en particular sus
“Respuestas Generales”. Su relevancia para la investigación que nos proponíamos
devenía del tipo de información que brindaron a un cuestionario impreso las autori-
dades locales auxiliadas por peritos, lo cual no si bien no implica la estricta veracidad
de todos los datos tampoco puede concebirse como pura invención. El Interrogatorio
publicado mediante un Real Decreto del 10 de octubre de 1749 compuesto de 40
preguntas sobre el nombre, límites, jurisdicción, fuentes de riqueza de los vecinos y
el concejo, descripción de campos, casas, cultivos, ganadería, comercio e industria,
y número de contribuyentes.
El acceso a los expedientes de la Casa de Contratación de Sevilla alojados en el
Archivo de Indias se ha concretado gracias a la selección, recopilación y transcripción
realizada por José María González-Cotera Guerra de los pasajeros a Indias naturales

16 Sentencia escrita que fue dada entre el convento de esta casa y el concejo de Santibañez sobre el mon-
WH\RWUDVFRVDVFRPRHQHOODDSDUHFHSRUH[WHQVR\VREUHODVWDEHUQDV, AHN, Clero, Libros, 11420,
año 1465, s/f.; Traslado de la sentencia entre esta casa y la villa de Potes sobre 2000 y 500 marave-
dies y los 26 cantaros de vino y las tres ofrendas que han de haber los clérigos por el servicio de la
iglesia de San Vicente, AHN, Clero, Libros, 11418, año 1482, s/f.; Este libro es pesquisa de testigos e
provança de escripturas como el alcalle que es puesto por el prior de Santo Toribio entre los vasallos
del monasterio puede e debe al llegar todas demandas e pleitos çeviles mayores e menores demandar
HVVHFXVLRQH¿QHWHUPLQR, AHN, Clero, Libros, 11426, año 1470.
28 Política, piedad y jurisdicción

de Liébana.17 Lo valioso de esta selección y reorganización de la fuente reside en la


sistematización de documentos con ingente información. Se trata de expedientes que
FRQWLHQHQGDWRVVREUHOXJDUGHUHVLGHQFLDR¿FLR\YtQFXORVGHSDUWLFXODUHVTXHVyOR
aparecían nominados en otros documentos utilizados en esta investigación y que no
QRVSHUPLWtDQXQDSUHFLVDLGHQWL¿FDFLyQR¿OLDFLyQIDPLOLDURVRFLDO6LELHQFDGDXQR
GH HVWRV UHJLVWURV ¿JXUD HQFDEH]DGR SRU XQ WLWXODU HO PLVPR GD FXHQWD GH PiV GH
un pasajero ya que era usual que el viajero llevase consigo su familia, sus parientes,
entre ellos a uno o más criados acerca de los cuales se detallan desde la condición
de naturaleza y vecindad hasta sus rasgos físicos y señas particulares. Asimismo,
están transcriptos los nombramientos de albaceas y disposiciones testamentarias in-
formación que ha permitido conocer los bienes legados y el destino que los mismos,
siguiendo, o no, lo autorizado por los difuntos han tenido en Liébana.
Se recurrió también a una obra jurídica de suma importancia para el período
como es la Política para Corregidores y Señores de vassallos, en tiempo de paz, y de
guerra: y para Perlados en lo Espiritual, y Temporal entre legos, Jueces de Comis-
VLRQ5HJLGRUHV$ERJDGRV\RWURV2¿FLDOHVSXEOLFRV\GHOD,XULVGLFLRQHV3UHHPL-
nencias, Residencias y salarios dellos, y de lo tocante á las Ordenes, y Cavalleros
dellas de Jerónimo Castillo de Bobadilla (1597).
Del mismo modo se consultaron obras morales, de propagandística católica o
técnicas en el uso del vocabulario eclesiástico18 y otras obras que ofrecen perspec-
tivas sintéticas sobre el ordenamiento social y territorial, aportaciones tan variadas
como Censo de Población de las provincias y partidos de la Corona de Castilla en
el siglo XVI;19 España dividida en Provincias e Intendencias, y subdividida en Parti-
dos, Corregimientos, Alcaldías mayores, gobiernos políticos y militares, así realen-

17 GONZÁLEZ-COTERA GUERRA, José María Pasajeros a Indias de Liébana y sus valles circundan-
tes 1503-1790 según la documentación del Archivo General de Indias, Santander, 2005. En adelante:
Pasajeros a Indias…
18 Manual de confessores y penitentes de Martín de Azpilcueta (1554); Directorio moralGH)UDQFLVFR
Echarri añadido y corregido por Antonio López Muñoz (1770); (VSDxDVDJUDGD7HDWUR*HRJUi¿FR
Histórico de la Iglesia de España, Tomo XXXIV que Contiene el estado antiguo de la santa iglesia
esenta de Leon con varios documentos y escrituras concernientes á los puntos que en él se tratan...
GHO53)U0DQXHO5LVFR30DULQ(GLWRU0DGULG Discurso sobre el nombramiento de los
obispos de Pedro Inguanzo y Rivero, Madrid (1836); 'LFFLRQDULR GH GHUHFKR FDQyQLFR˪ de Michel
André (1847);&XUVRGHGLVFLSOLQDHFOHVLiVWLFDJHQHUDO\SDUWLFXODUGH(VSDxD˪ de Joaquín Aguirre
(1848); Diccionario de derecho canónico arreglado a la jurisprudencia eclesiástica española antigua
y moderna, Editora Rosa y Bouret, París, 1854; Instituciones del derecho canónico de Pedro Benito
Golmayo, Vol. 1, Madrid, 1859.
19 Se utilizó la copia realizada por Tomás González del Libro del repartimiento de los ocho millones
de Donativos en virtud de las averiguaciones que se hicieron de las vecindades del reino en 1591,
Imprenta Real, Madrid, 1829.
Miriam Moriconi 29

gos como de órdenes, abadengo y señorío (1785-1789);20 Claros varones de Castilla


GH )HUQDQGR GHO 3XOJDU  21 Tratado del Real Derecho de las Medias-Anatas
Seculares y del Servicio de Lanzas a que están obligados los Títulos de Castilla;22
el Semanario erudito, que comprehende varias obras inéditas, críticas, Morales,
instructivas, políticas, históricas, satíricas, y jocosas mejores autores antiguos, y
modernos, de Antonio Valladares de Sotomayor (1787-1791); el Diccionario Geo-
JUi¿FR(VWDGtVWLFR+LVWyULFRGH(VSDxD\VXV3URYLQFLDVGH8OWUDPDU o Diccionario
de Madoz formalizado entre 1845 y 1850 por Pascual Madoz.
Como sugiere esta retahíla de fuentes no faltan noticias sobre Liébana, pero la
desigual distribución y, en particular, la parcialidad de la documentación respecto de
ODUHSUHVHQWDFLyQGHODWRWDOLGDGVRFLDOSUHVHQWDURQGL¿FXOWDGHVDHVWDLQYHVWLJDFLyQ
que, si bien en su mayor parte están enunciadas en cada capítulo del libro, ameritan
unas breves consideraciones.
Es un gesto muy común a los historiadores de las sociedades antiguo-regimen-
tales, en especial entre quienes han seguido las prácticas microanalíticas en pequeñas
poblaciones, renunciar a la ilusión de captar documentalmente esa totalidad social
más fácilmente aprehensible en las sociedades contemporáneas. Esta renuncia está
condicionada por la preservación de actas notariales, parroquiales o judiciales más
D¿QHVDFDSWDUODUHOHYDQFLDS~EOLFDGHORVDJHQWHV±WLWXODUHVGHR¿FLRVGHPDQGDQWHV
demandados, testigos, etc.– y por la selectividad social mediante la cual prácticamen-
te desaparecen las mujeres, los pobres y los niños con nulas capacidades jurídicas. A
las condiciones históricas que atraviesan a los productores de estas fuentes se suma
la propia selección que el tiempo ha obrado en la conservación de los documentos.
&RPRUHÀH[LRQDED*LRYDQQL/HYLDFHUFDGHOD6DQWHQDGH*LRYDQ%DWLVWD&KLHVD³/R
TXHSRGHPRVVDEHUGHHVWRVSRFRVFHQWHQDUHVGHSHUVRQDVGH¿QDOHVGHOVLJOR;9,,HV
UHVXOWDGRGHODFDVXDOLGDG\GHODVFDUDFWHUtVWLFDVGHODHVWUDWL¿FDFLyQGHODUHDOLGDGHQ
la que vivieron; han quedado lagunas, oscuridades y ausencias.”23
La carencia de series completas y homogéneas exigió el recurso a una abultada
cantidad de documentos muy heterogéneos que permitieron describir la comunidad y
analizar algunos de sus comportamientos.
La consulta de las obras impresas mencionadas proveyó a la investigación de
XQDVHULHGHLQIRUPDFLRQHVTXHFRQWULEX\HURQDHVSHFL¿FDUHOYRFDEXODULRUHVSHFWRGH
ciertas funciones de las instituciones eclesiásticas y seculares, el ordenamiento social
\WHUULWRULDODXQTXHFRPRVHDGYHUWLUiHQHO&DStWXOR,¿MDUOtPLWHVSUHFLVRVDFDGD

20 Edición digital de la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes por cortesía del CSIC. URL: www.cer-
vantesvirtual.com
21 Se utilizó la versión editada por don Gerónimo de Ortega e Hijos de Ibarra, Madrid, 1789.
22 (O7UDWDGRSHUWHQHFHD-RVHSK5H]DEDO\8JDUWH\VHXWLOL]DODHGLFLyQGHOD2¿FLQDGH'%HQLWR&DQR
Madrid, 1792.
23 LEVI, Giovanni La herencia inmaterial, Nerea, 1990, p. 48.
30 Política, piedad y jurisdicción

una de estas instancias era la tarea más compleja. La exposición de los modos y las
voces que estipularon la elasticidad de parte de ese vocabulario que aquí se ofrece
UH¿HUHDQWHVTXHDGH¿QLFLRQHVHVWDEOHFHVDODVGL¿FXOWDGHVGHORVFRHWiQHRVSDUD
¿MDU HQ XQ QRPEUH D DTXHOOR TXH ÀXFWXDED SHULyGLFDPHQWH \ TXH HVWDED HQOD]DGR
directamente a las acciones-negociaciones de los hombres en este espacio que com-
SDUWHODDUWL¿FLRVLGDGDGPLQLVWUDWLYDGHOD&DVWLOODGHODVPHULQGDGHV'HVGH3HGUR
I y el Libro Becerro de las Behetrías (1351-1352)24 D)HUQDQGR9,\HOCatastro del
Marqués de Ensenada (1750-1754), encuestas que han sido referencias insoslayables
HQQXHVWURHVWXGLRTXHGyPDQL¿HVWRHOLQWHUpVSRUPHGLU¿MDUOtPLWHV\GLYLVLRQHV
Lógicamente, para concretarlo debieron pugnar contra la falta de uniformidad en los
FULWHULRVPHWUROyJLFRV¿VFDOHVWULEXWDULRV\MXULVGLFFLRQDOHV25
La heterogeneidad de la grafía de los notarios y los diferentes usos de la len-
JXDKDQRIUHFLGRGL¿FXOWDGHVHVSHFt¿FDVDODQiOLVLVFLHQWt¿FRGHODGRFXPHQWDFLyQ
Aunque podría interpretarse que las lenguas romances son para el hispanohablante
actual más familiares que el latín, muchas veces términos idénticos son utilizados
con sentidos muy distintos. Para evitar lo que en traducción se denominan los IDX[
amis se ha recurrido a los diccionarios más cercanos a la época estudiada como el
Tesoro de la Lengua española o castellana (1611) de Sebastián de Covarrubias26 o el
Diccionario de Autoridades (1726-1739) de la Real Academia Española.27 Cada una
GHODVFLWDVRSRUWXQDPHQWHDSRUWyFODULGDGDHVWDFRGL¿FDFLyQFXOWXUDOGHORVXVRVGH
determinadas expresiones. Al contrario, incluso si el latín resulta al hispanohablante
actual una lengua lejana, la familiaridad con el formulismo y los modos de escribir
en lengua romance revela que la versión de los latinazos destilada por la pluma de los
amanuenses locales era una suerte de habla romance arropada con las declinaciones
de la lengua que la iglesia, con ánimo de distinguirse de otras instituciones laicas,
continuó usando hasta los siglos modernos. De modo que el latín que aparece en los
GRFXPHQWRVXWLOL]DGRVHQHVWDLQYHVWLJDFLyQQRORVWRUQyPiVLQÀH[LEOHVDODFRP-
prensión que el grueso de la documentación. El lenguaje técnico de la época Moderna
también ha ofrecido un reto analítico. Para una mejor interpretación de términos que
UHTXHUtDQGH¿QLFLRQHVUHODWLYDVDGDWRVWRSRQtPLFRVMXUtGLFRVMXULVGLFFLRQDOHV\KD-
JLRJUi¿FRVVHXWLOL]DURQREUDVHVSHFt¿FDV

24 AGS, Patronato.
25 )(55$5,1Òf(=ÈQJHO&$5$1'(729$55DPyQCastilla dividida en dominios según el libro
de las Behetrías, Real Academia de la Historia, Madrid, 1958; SOLINÍS ESTALLO, Miguel Ángel La
DOFDEDODGHOUH\¿VFDOLGDGHQHOSDUWLGRGHODVFXDWURYLOODVFiQWDEUDV\ODVPHULQGDGHV
de Campoo y campos con Palencia, Universidad de Cantabria, 2003.
26 COVARRUBIAS, Sebastián de Tesoro de la lengua castellana o española, Edición facsimilar estable-
cida por Martín de Riquer según la impresión de 1611, con las adiciones de Benito Remigio Noydens
SXEOLFDGDVHQODHGLFLyQGH$OWD)XOOD%DUFHORQD
27 Disponible en http://buscon.rae.es/ntlle
Miriam Moriconi 31

En cuanto a los criterios de transcripción de documentos, se ha combinado la


UHSURGXFFLyQH[DFWD\¿HOGHORVGRFXPHQWRVFLWDGRVFRQDGDSWDFLRQHVTXHIDFLOLWDUDQ
ODOHFWXUD&RQHVWH¿QVHDFWXDOL]yODRUWRJUDItDORVDFHQWRV\VHFRPSOHWyODVDEUH-
viaturas del original, con excepción de las de uso más común y general. Con respecto
a los topónimos, optamos por usar el nombre más usual en los siglos XVI y XVIII
adaptando su ortografía a las normas actuales.

7UD]RVKLVWRULRJUi¿FRV
)UHQWHDODSURSHQVLyQDFRQFOXLUUiSLGDPHQWHTXHXQDGHWHUPLQDGD]RQDHVXQWH-
rritorio, en el recorrido de la investigación hemos consolidado la convicción de que
esto no es un dato dado; más bien, la determinación de un estatuto territorial es objeto
de un trabajo complejo. Durante el Antiguo Régimen, la extrema variabilidad de las
condiciones locales de la territorialidad se deben fundamentalmente a su intrínseca
ÀXFWXDFLyQVREUHHOWHUULWRULROHEDQLHJRQRDFWXDEDVyORXQSUR\HFWR³HVWDWDO´VLQR
principalmente, agencias políticas, económicas y religiosas que, de manera concu-
rrente, desplegaban sus intereses concretos y un modo de comprender su radio de
acción que surtía un efecto localizado sobre el suelo y la población aún cuando se
tratara de intervenciones en nombre del rey o de la propia Monarquía Hispánica. La
tónica del problema puede conducir a interpretar el trabajo que aquí presentamos
dentro de las producciones de una historiografía “local”, pero nos anticipamos acla-
UDQGRTXHDXQFXDQGRQRVRFXSHPRVGHSUREOHPDVTXHDIHFWDQDODFRQ¿JXUDFLyQ
del territorio lebaniego, las preocupaciones que articulan este análisis no se asientan
en el carácter excepcional e irrepetible del mismo –rasgo característico de las histo-
riografías locales y, sobre todo, de las localistas– sino que están vinculadas a un con-
MXQWRPiVDPSOLRGHUHÀH[LRQHVTXHJLUDQHQWRUQRDODVUHODFLRQHVH[LVWHQWHVHQWUHOD
FRQVROLGDFLyQGHXQWHUULWRULRXQL¿FDGR\XQDIRUPDSDUWLFXODUGHOSRGHUSROtWLFRHQ
la Monarquía agregativa.28
Al centrar ODDWHQFLyQHQOD3HQtQVXOD,EpULFDVHSXHGHD¿UPDUTXHHVSHFt¿FD
\QHXUiOJLFDPHQWHHVWDSUHRFXSDFLyQDFHUFDGHODFRQ¿JXUDFLyQGHXQHVSDFLRMXULV-
diccional de la Monarquía Hispánica sigue los trazos de una historiografía que alentó
la deconstrucción de la idea de un Estado y de quienes relativizaron los alcances y
FRQFUHFLRQHVGHXQSUR\HFWRHVWDGRFDSD]GHXQLIRUPDUH¿FD]PHQWHHOWHUULWRULR/D
DVXQFLyQGHHVWDVHQVLELOLGDGKLVWRULRJUi¿FDLPSOLFyYROYHUDFRQVLGHUDUXQDYH]PiV
en esta oportunidad desde la localización propuesta, las dimensiones de la centrali-
zación política y de las concesiones de poder político a los señores de tierras junto

28 RUSSELL, Conrad y GALLEGO, José Andrés Las Monarquías del Antiguo Régimen, ¿monarquías
compuestas?, Editorial Complutense, Madrid, 1996; GIL PUJOL, Xavier “¿Centralismo e localismo?
Sobre as relaçôes políticas e culturais entre capital e territorios nas monarquias europeias dos séculos
XVI e XVII”, en Penèlope, Núm. 6, 1991, pp. 119-144.
32 Política, piedad y jurisdicción

con las exenciones jurisdiccionales obradas o no por la administración monárquica


y, paralelamente, sopesar los niveles de autonomía de las autoridades en las adminis-
traciones de gobierno local.
Para concretar este itinerario, disponemos de una suerte de “mojones” hallados
en las sendas abiertas por los cultores del antiestatalismo29KLVWRULRJUi¿FRTXLHQHV
han lidiado contra la presunción de unidad del espacio político antiguo regimental
construyendo una perspectiva jurisdiccionalista en ocasiones con fuertes anclajes
en aquellas vertientes menos universalistas de la historia del derecho o en la histo-
ria jurídico-institucional, pero, sin duda, también con propuestas elaboradas desde
una historia social y cultural de las relaciones de poder.30)XHURQVLJQL¿FDWLYRVHQ
HO GHVDUUROOR GH ORV SDVRV LQDXJXUDOHV GH HVWD OtQHD KLVWRULRJUi¿FD ORV GHVDUUROORV
provenientes del campo de la historia del derecho que se ocuparon de relacionar las
creaciones de derecho con los presupuestos políticos y socioculturales que les sirvie-
URQGHIXQGDPHQWR)UDQFLVFR7RPiV\9DOLHQWHTXLHQUHVFDWDEDHVWDFRPSHQHWUD-
ción de intereses entre historiadores del derecho e “historiadores no juristas”, señaló
que esta experiencia que había nutrido tempranamente la historiografía medievalista
se interrumpió con la recepción de Annales y debido al desdén de los historiadores
annalistas hacia el derecho y a los historiadores del derecho.31 El mismo historiador
señalaba que en España, en especial por parte de los historiadores de la historia po-
lítica moderna, este divorcio o ignorancia recíproca, muy frecuente en la década de
1960 había comenzado a superarse a partir de los años 1980. Valoraba positivamente
HOFDPELRGHVLJQRGHHVWDUHODFLyQ\UHÀH[LRQDEDVREUHVXVFDXVDV³/DGHGLFDFLyQ
creciente de historiadores juristas a la época moderna y el abandono de un método

29 Aunque en los últimos años las producciones dentro de esta línea tornan a esta una materia práctica-
mente inabarcable, en nuestra formación han sido claves: CLAVERO, Bartolomé “Institución política
\GHUHFKRVDFHUFDGHOFRQFHSWRKLVWRULRJUi¿FRGHµ(VWDGR0RGHUQR¶´HQRevista de Estudios Políti-
cos (Nueva época), Núm. 19, 1981; Tantas personas como estados. Por una antropología política de
la historia europea, Trotta, Madrid, 1986; HESPANHA, António Manuel “Para uma teoria da história
institucional do Antigo Regime”, en Poder e instituiçoes na Europa do Antigo Regime. Colectânea
de textos, Lisboa, 1984; “A historiografía jurídico-institucional e a morte do estado”, en Anuario de
Filosofía del Derecho, Núm. III, 1986, pp. 191-227; Vísperas del Leviatán. Instituciones y poder po-
lítico (Portugal, siglo XVII), Taurus, Madrid, 1989; Cultura jurídica europea: síntesis de un milenio,
7HFQRV0DGULG)(51È1'(=$/%$/$'(-23DEORFragmentos de monarquía, Trabajos de
historia política, Madrid, 1992.
30 &/$9(52%DUWRORPp*5266, 3DROR720È6<9$/,(17()UDQFLVFR±DFXUDGL±Hispania.
Entre derechos propios y derechos nacionales, Giuffrè, Milán, 1990. Esta compilación de trabajos
GLVFXWLGRVHQHO&HQWURSHUODVWRULDGHOSHQVLHURJLXULGLFRPRGHUQRGH)ORUHQFLDHVLOXVWUDWLYDGHOD
doble vertiente que cultivó y anima esta historiografía, entre quienes se encuentra también uno de los
más destacados cultores de la antropología jurisdiccionalista: António Manuel Hespanha.
31 720È6<9$/,(17()UDQFLVFR³/DKXHOODGHO'HUHFKR\GHO(VWDGRHQHO~OWLPROLEURGH)HUQDQG
Braudel”, en GROSSI, Paolo –a la cura di– Storia sociale e dimensione giuridica, Giuffrè, Milán,
1986, pp. 245-273.
Miriam Moriconi 33

normativista (basado en la tácita y errada creencia de que las instituciones son lo que
las leyes dicen que son) por parte de nosotros, ha facilitado el acercamiento.”32
Algo similar advirtió Gil Pujol cuando observaba que lo que había tenido lugar
no era meramente “un retorno de la historia política, sino sobre todo una manera
nueva y compleja de entender la vida política de la Edad Moderna en la que el dere-
cho producido de una manera esencialmente no estatal, no se encerraba en ámbitos
estancos de soberanía territorial –como sucederá en época posterior…”, sino que
se articulaba en un espacio europeo y a valores y ámbitos característicos de aquella
época tales como: la gracia, la amistad, la gestión doméstica, el contrato, el don, la
liberalidad, la corte. 33
$Vt OD OtQHD KLVWRULRJUi¿FD TXH HVWLPXOy ORV SODQWHRV DQWHULRUPHQWH DOXGLGRV
está cifrada en la destitución del concepto de estado para analizar realidades políticas
anteriores al siglo XIX.
+D\TXLHQHVFRQFHGLHQGRLPSRUWDQFLDDOOHQJXDMHGHORVFRQWHPSRUiQHRV¿MD-
ron como punto de partida la diferenciación en el uso del propio término. Sabido es
TXHHQORVVLJORV;,;\;;ODSDXODWLQDFRQ¿JXUDFLyQEXURFUiWLFRDGPLQLVWUDWLYD\
ODFLPHQWDFLyQGHXQHVSDFLRMXUtGLFRXQL¿FDGRIXHDFRPSDVDGRSRUHOSURFHVRGH
creación de una identidad nacional que coronó esta forma de poder político que se
denominó Estado.

³(O(VWDGRVLJQL¿FDSRGHUDEVROXWRPRQRSROLRGHODVIXHQWHVGHO
derecho, burocracia, unidad de mando sobre el territorio: el concep-
to actual de Estado —completamente elaborado por la publicística
jurídica decimonónica a la conclusión del proceso secular de cons-
trucción de una soberanía unitaria y centralizada— es inseparable
de aquella parábola de la modernidad de la cual éste es una expre-
sión emblemática.”34

Sin embargo para los siglos medievales, como ha analizado Pietro Costa, estado im-
plicaba la mención a un grupo social y, posteriormente, se fue operando una progre-

32 720È6<9$/,(17()UDQFLVFR³(VFXHODVHKLVWRULRJUDItDHQODKLVWRULDGHOGHUHFKRHVSDxRO 


 ´HQ&/$9(52%DUWRORPp*5266,3DROR720È6<9$/,(17()UDQFLVFR±DFXUDGL±
Hispania. Entre derechos…, cit., p. 44.
33 GIL PUJOL, Javier 7LHPSRGHSROtWLFDSHUVSHFWLYDVKLVWRULRJUi¿FDVVREUHOD(XURSDPRGHUQD, Uni-
versidad de Barcelona, Barcelona, 2006, p. 278.
34 COSTA, Pietro “La soberanía en la cultura político-jurídica medieval: imágenes y teorías”, en Res
publica, Núm. 17, 2007, p. 34.
34 Política, piedad y jurisdicción

VLYD PXWDFLyQ GH VX VLJQL¿FDGR KDVWD DGTXLULU HO FRQWHQLGR VHPiQWLFR GHO WpUPLQR
actual.35
/RVDSRUWHVGH%DUWRORPp&ODYHURFRQVXVFXHVWLRQDPLHQWRVDODGH¿QLFLyQGHOD
forma del poder político36 en las sociedades de Antiguo Régimen en tanto que Estado
WUD]DURQPiVGH¿QLGDPHQWHORVFRQWRUQRVGHOSUREOHPD\DFWXDOPHQWHQRHVGLItFLO
observar que los mismos han fraguado en estudios que dieron consenso a su propues-
WDDFHUFDGHTXHHQ~OWLPDLQVWDQFLDHVWDGH¿QLFLyQQRDOXGHDXQDUHDOLGDGKLVWyULFD
VLQRDXQDFRQVWUXFFLyQKLVWRULRJUi¿FD37 Eran los años iniciales de la década de 1980
cuando el autor observó que el término Estado Moderno³VXUJLySDUDLGHQWL¿FDU\
FDOL¿FDUDODSRVWHULRULQVWLWXFLyQSROtWLFDGHOD(GDG&RQWHPSRUiQHDH[WHQGLpQGRVH
retrospectivamente a los siglos inmediatos de la Edad Moderna…”.38

35 8QDQiOLVLVGHOHPSOHRGHOWpUPLQR\VXVGLIHUHQWHVDFHSFLRQHVR¿FLRVDVYXOJDUHV\R¿FLDOHVHQORV
siglos que nos ocupan puede consultarse en LALINDE ABADÍA, Jesús “Depuración histórica del
concepto de Estado”, en AA.VV. El Estado español en su dimensión histórica)DFXOWDGGH'HUHFKR
Málaga, 1984, especialmente en pp-31-32 y pp. 52-53. Desde una perspectiva similar de estudio
de los lenguajes políticos de la época puede consultarse el artículo de GIL, Xavier “Del Estado a
los lenguajes políticos, del centro a la periferia. Dos décadas de historia política sobre la España de
los siglos XVI y XVII”, en DE BERNARDO ARES, José Manuel –editor– El hispanismo anglo-
norteamericano: aportaciones, problemas y perspectivas sobre Historia, Arte y Literatura españolas
(siglos XVI-XVIII), Tomo II, Publicaciones Obra Social y Cultural Cajasur, Córdoba, 2001.
36 La expresión que utiliza Bartolomé Clavero es Institución política. Como anticipamos en la Intro-
ducción de este libro, formas de poder político obedece, en primer término a la construcción de una
perspectiva no instrumentalista del poder. El poder no se concibe como “un objeto” o como “una
cosa” que alguien pueda tener, quitar, o usar, sino que es una relación en la cual algunos sujetos,
disponiendo de unos recursos materiales o simbólicos consiguen hacer prevalecer su voluntad y sus
intereses en relaciones de derechos y en relaciones de fuerza. Cuando la concreción de esta voluntad
y la materialización de estos intereses tienen implicancias vinculantes para una comunidad lo denomi-
namos poder político. Todos los comportamientos, discursos, prácticas y todos aquellos hechos rela-
cionados con el poder político no siempre se manifestarán de idéntica manera, por ello, la expresión
forma de poder político alude a su condición histórica.
37 ³/DV&RQVWLWXFLRQHVGH¿QLUiQD(VSDxDSURJUDPDUiQ&yGLJRVHVSDxROHV\HVWDEOHFHUiQHOSURFHGL-
miento para la producción de un derecho español. Dato tan básico, difícilmente se advierte con la
carga de una historiografía contraria y con la base que la misma historia le brinda […] favoreciéndose
el mismo cambio, la operación conjunta se cumple; surge con el derecho español, la historia de Es-
paña que al pasado se proyecta”, CLAVERO, Bartolomé “Anatomía de España. Derechos hispanos
y derecho español entre fueros y códigos”, en CLAVERO, Bartolomé, GROSSI, Paolo, TOMÁS Y
9$/,(17()UDQFLVFR±DFXUDGL±Hispania. Entre derechos…”, cit. pp. 76-77. Asimismo, Carlos
Garriga ha vuelto a resaltar que la vinculación entre aquella historiografía y los procesos históricos en
los que se desarrolla no es en absoluto casual. Si en sus inicios ésta estuvo activamente comprometida
con la invención de la tradición estatal, la misma, se ha manifestado con nuevos bríos en épocas más
recientes y al calor de la crisis del Estado, en GARRIGA, Carlos “Orden jurídico y poder político en
el Antiguo Régimen”, en Istor, Núm. 16, México, 2004.
38 &/$9(52%DUWRORPp³,QVWLWXFLyQSROtWLFD\GHUHFKRVDFHUFDGHOFRQFHSWRKLVWRULRJUi¿FRGHµ(VWD-
do Moderno’”, en Revista de Estudios Políticos (Nueva época), Núm. 19, 1981, pp. 43-57.
Miriam Moriconi 35

“Interróguese a la jurisprudencia de YHUERUXPVLJQL¿FDWLRQHsobre


la acepción jurídica de Hispania –proponía Clavero– y se obtendrá
este tipo de respuesta: los territorios de Portugal, Castilla, Navarra,
Valencia, Aragón y Cataluña en su precisa y determinada distinción
de derechos […] Esta era la situación, de independencia de derecho
por encima de una dependencia de dinastía o de diferencia de terri-
WRULREDMRXQDXQLGDGJHRJUi¿FD´39

6XFUtWLFDDIHFWyDJUDQSDUWHGHOFDPSRKLVWRULRJUi¿FR\DTXHQRH[LVWtDQSRUHQWRQ-
FHVWUDEDMRVVLJQL¿FDWLYRVTXHDERUGDUDQDTXHOODVFRQVWUXFFLRQHVPHQRV³HVWDWDOHV´
GHODVFRQ¿JXUDFLRQHVSROtWLFDVGHOD(GDG0RGHUQDFRPRHUDQHORUGHQUHOLJLRVRHO
orden familiar, el señorío y los corpora. Hacia 1960 Jaume Vicens Vives había aco-
metido el análisis del orden político de los siglos XVI y XVII desde una perspectiva
feudo corporativa antes que estatal; sin embargo, su intuitiva y excepcional propuesta
IXHUHVFDWDGDUHFLpQHQORVDxRVSRU)HUQiQGH]$OEDODGHMRTXLHQFRPSUHQGLy
TXHHQHVHHVWXGLRKDEtDSHU¿ODGRWHPSUDQDPHQWHODLPDJHQGHXQVLVWHPDSROLFpQ-
WULFRGHSUREOHPiWLFDFDOL¿FDFLyQHVWDWDO40
¿Cómo pensar estas realidades políticas en estos términos cuando en los dis-
FXUVRVFRQWHPSRUiQHRVFLUFXODEDQÀXLGDPHQWHDQWLJXRVFRQFHSWRVFRPRrepublica,
civitas, regnum e, incluso, imperium? Como había advertido Clavero, el concepto,
paulatinamente, debía construirse conforme al trayecto de la misma investigación
histórica y sobre la propia experiencia política objeto de indagación.41
Esta misma inquietud fue la que condujo a António Hesphana a considerar as-
pectos parcialmente desatendidos en estudios sobre la temática que hicieron posi-
ble los particulares desarrollos institucionales del reino de Portugal. Allí, además,
OHUHVXOWyIDFWLEOHLGHQWL¿FDUPHFDQLVPRVGHHTXLOLEULRGHSRGHUHQORVLQWHUVWLFLRV
creados entre las instituciones y las propias prácticas jurídico-políticas.42 Vísperas
del Leviatán sintetizó empíricamente la propuesta antropológico-jurisdiccionalista de
Hespanha quien, al estudiar la administración local, la administración señorial y la
corporativa sin subordinarlas de antemano a la explicación de la dinámica de funcio-
namiento de los “aparatos” centralizados de la administración monárquica contribu-
yó a deconstruir una de las imágenes más naturalizadas de ese hipotético Estado. Aun
FXDQGRHODXWRUKDGHGLFDGREXHQDSDUWHGHVXREUDDOWUDWDPLHQWRGHODFRQ¿JXUDFLyQ
“preeminencial” del poder monárquico, son casi inexistentes los elementos estatales

39 CLAVERO, Bartolomé “Anatomía de España…”, cit., p. 58.


40 &/$9(52 %DUWRORPp ³'HEDWHV KLVWRULRJUi¿FRV HQ OD KLVWRULD GH ODV LQVWLWXFLRQHV SROtWLFDV´ HQ
VVAA Problemas actuales de la Historia, Salamanca, 1993, p. 203.
41 CLAVERO, Bartolomé “Institución política y…”, cit., p. 45.
42 HESPANHA, António Vísperas del Leviatán. Instituciones y poder político (Portugal, siglo XVII),
Taurus, Madrid, 1989.
36 Política, piedad y jurisdicción

presentes en las acciones político-administrativas en ese territorio que contribuyan


a ponderar los presupuestos que, por el contrario, han resaltado las historiografías
construidas desde perspectivas estatalistas.43
En rigor, ni racionalidad en el gobierno, ni escisión entre economía y política
–ya que las decisiones económicas son también políticas– ni uniformidad de las fuen-
tes de derecho ni en la administración de la justicia, ni despersonalización de las fun-
FLRQHVEXURFUiWLFDVQLKRPRJHQHLGDGGHXQVLVWHPD¿VFDOQLPRQRSROLRGHOSRGHU
sobre una comunidad territorial, ninguna de estas materias, alternativa o conjunta-
PHQWHGHVWDFDGDVFRPRFDUDFWHUtVWLFDVGH¿QLWRULDVGHORTXHGHVGHPDWULFHVWHyULFDV
marxistas44 o weberianas45 o desde la ciencia política, conceptualizaron como Estado,
resultaron evidentes para Hespanha en los datos empíricos del caso portugués.
6LHQ³,QVWLWXFLyQSROtWLFD\GHUHFKR´&ODYHUR\DSRGtDFRQFOXLUTXH³OD¿FFLyQ
del concepto ha podido ciertamente incidir en toda su representación”, luego de Vís-
peras de Leviatán y con la sumatoria de trabajos congruentes con esta línea interpre-
tativa, el piso de trabajo hermenéutico disponible para emprender una tarea como la
que aquí se propone permite avanzar en un terreno más estabilizado. La imagen de
ODXQL¿FDFLyQWHUULWRULDOHLQVWLWXFLRQDOTXHFRQVWUX\HURQODVGLYHUVDVOtQHDVGHQWUR
del paradigma estatalista se ha trizado46 y han comenzado a emerger con fuerza unos

43 Para el caso castellano son emblemáticos MARAVALL, José Antonio Estado moderno y mentalidad
social (siglos XV a XVII), Revista de Occidente (dos volúmenes), Madrid, 1972; GONZÁLEZ ALON-
SO, Benjamín Sobre el Estado y la Administración de la Corona de Castilla en el Antiguo Régimen,
Siglo XXI, Madrid, 1981.
44 )UHQWHDODPRGDOLGDGGHODH[WUDFFLyQGHODUHQWDIHXGDOPHGLDQWHODXWLOL]DFLyQGHPHGLRVGHFRHUFLyQ
extraeconómica, Karl Marx caracterizó el advenimiento de la modernidad por la escisión entre la
esfera de la economía y la de la política. La explicación de que la realización de la plusvalía sólo re-
quería de mecanismos económicos que activaban las clases explotadoras, fundó la concepción de que
la política solo era un envoltorio externo del proceso de explotación. Un análisis detallado acerca del
sentido fundamental que desde esta perspectiva teórica y en la historiografía marxista se concede a las
estructuras político-estatales, burocráticas-administrativas, económico-¿QDQFLHUDV H LGHROyJLFDV GHO
Estado Absoluto en HESPANHA, António “O Estado Absoluto. Problemas de interpretação histórica”
en (VWXGRVHPKRPHQDJHPDR3URI'RXWRU-RVp-RDTXLP7HL[HLUD5LEHLUR)DF'LUHLWR&RLPEUD
Coimbra 1979.
45 Dentro de la tipología de los sistemas políticos diseñada por Max Weber, el Estado respondía al mode-
lo legal-racional al cual correspondían aquellas características de la modernidad política que referimos
más arriba.
46 Ni para Koenigsberger ni para Elliot el estado nación ha sido la forma habitual del poder en Europa
Occidental. Ni España, ni Gran Bretaña eran un estado-nación, ni un solo reino en el siglo XVII. El
primero acuñó el concepto de “estado compuesto” en 1975, KOENIGSBERGER, H. G. Dominium
Regale or Dominium Politicum et Regale, ,QDXJXUDO/HFWXUH)LQJ¶V&ROOHJH/RQGRQ(OVHJXQ-
do en 1992 utilizó el de “monarquías compuestas” para caracterizar a las monarquías de la Europa de
los siglos XVI, XVII, ELLIOT, John H. “A Europe of Composite Monarchies”, en Past and Present,
Núm. 137, 1992, pp. 47-71. Conrad Rusell estudiando a la Monarquía británica habló de “reinos múl-
tiples”. Este autor ha podido mostrar cómo, pese a la construcciones intelectuales acerca de un poder
soberano unitario de Jean Bodin o a las aspiraciones expuestas en la teoría de Thomas Cromwell para
Miriam Moriconi 37

espacios jurisdiccionales donde tienen lugar acciones políticas, tan relevantes como
ODVTXHÀX\HQSRUORVFDQDOHVKDELOLWDGRVSRUODIyUPXODSROLVLQRGDOHQODDGPLQLVWUD-
ción monárquica. Son éstos, laboratorios excepcionales para indagar en los niveles
más bajos de aquellas, además de las relaciones de poder entre el rey y el reino, la
realidad de la capacidad de mando, la experiencia vivida cotidianamente por quienes
deseaban tener autoridad en alguna materia y quienes aceptaban, cuestionaban o re-
chazaban la misma. En resumen, unos espacios en los que el juego de relaciones, de
FRQÀLFWRV\QHJRFLDFLRQHVHQWUHORVDJHQWHVFRQVWUXtDQMXULVGLFFLyQ
El concepto de jurisdicción ha sido aplicado tanto a nivel territorial como insti-
tucional. En los tiempos medievales la expresión procede de una particular forma de
construcción del poder político que ante todo se manifestaba a través del ius dicere,
esto es, la potestad para declarar el derecho y establecer la equidad.47
En el Antiguo Régimen la noción de jurisdicción se torna hacia la esfera de
DFFLyQ\GHFRPSHWHQFLDLQVWLWXFLRQDOSDUDPDUFDU\GH¿QLUHOWHUULWRULR+HVSDQKD
denomina paradigma jurisdiccionalista al paradigma de acción político-administra-
tiva48 propio de estas comunidades. Como ya lo había anticipado en otro artículo,
cuestionando la concepción de la teoría política liberal que proponía la oposición
“gobierno-administración”, este autor insinuaba que la palabra “administración” le
parecía de todo menos inocente:

“Na verdade, a actividade administrativa nao se esgota numa sé-


rie de regulamentos ou numa constelaçao de cargos, decorrentes da
vontade arbitrária do poder. O exercício quotidiano do poder político
–a que chamamos administraçao– é, antes, uma prática corporizada
em coisas –o espaço, os equipamentos e procesos administrativos,
as estruturas humanas da administraçao, o saber administrativo, a
mentalidade administrativa (que nada tem a ver com a teoría políti-
ca ou com a ‘ciencia da administraçao’).”49

oponerse al papa, la realidad se presentaba como un “patchword de jurisdicciones” donde un poder


soberano unitario y una ley como imperativo nunca podrían ser más que meras aspiraciones utópi-
cas. RUSSELL, Conrad “Gran Bretaña a comienzos del siglo XVII: monarquía compuesta y reino
múltiple” en RUSELL, Conrad y GALLEGO, José Andrés Las Monarquías del Antiguo Régimen,
¿monarquías compuestas?, Editorial Complutense, Madrid, 1996, p. 32.
47 COSTA, Pietro Iurisdictio. Semantica del potere politico nella pubblicistica medievale (1100-1443),
Giuffrè, Milano, 1969; MANNORI, Luca “Per una preistoria della funzione amministrativa. Cultura
giuridica e attività dei pubblici apparati nell’età del tardo diritto comune”, en Quaderni Fiorentini per
la Storia del Pensiero Giuridico Moderno, Núm. XIX, 1990, pp. 345-415.
48 HESPANHA, António Vísperas de Leviatán…, cit., pp. 215-218.
49 +(63$1+$$QWyQLR³&HQWURH3HULIHULDQDV(VWUXWXUDV$GPLQLVWUDWLYDVGR$QWLJR5HJLPH´)DFXO-
tade De Direito Universidades Nova, Lisboa, 1986. Disponible en www.fd.unl.pt/docentes_docs/ma/
amh_MA_3900.pdf
38 Política, piedad y jurisdicción

De estas consideraciones generales resultan encuadres oportunos para un estudio


como el que aquí se propone ya que es en este ámbito donde se vislumbra la im-
pronta procesal del paradigma jurisdiccionalista y donde se encuentran los canales y
dispositivos fundamentales que permiten comprender esa construcción activa de la
jurisdicción, característica de estas comunidades.
/D³FXOWXUDMXULVGLFFLRQDO´UH¿HUHDODVSUiFWLFDVSROtWLFDVTXHWLHQHQOXJDUHQ
HVWHPRGRGHRUJDQL]DFLyQ\JHVWLyQGHOSRGHUTXHVHYHUL¿FDFRQHVFDVDVYDULDQWHV
en todos los espacios políticos europeos desde la Baja Edad Media KDVWD¿QDOHVGHO
siglo XVIII. Los autores que reconocemos como parte de una vertiente historiográ-
¿FD MXULVGLFFLRQDOLVWD FRQ PiV DQFODMH HQ OD KLVWRULD MXUtGLFD GHO GHUHFKR GHVWDFDQ
principalmente que este modo de organización y gestión del poder concierne a una
trama doctrinal y jurídica-institucional precisa.50 Hay quienes lo han explicado sin
ambages: “lo que hoy se entendería como actividad administrativa se llevaba a cabo
por vías jurisdiccionales: eran los mismos órganos encargados de resolver litigios
(corregidores, audiencia, consejos, etc.) quienes mediante similares procedimientos,
proveían a la gobernación de la monarquía”.51 António Hespanha explica la comple-
jidad del proceso llevado adelante durante los siglos modernos. A partir de la recu-
peración por diferentes vías dogmáticas de conceptos jurídicos clave vinculados a
las funciones del poder tales como PHUXP PL[WXP LPSHULXP, iurisdictio, iudicum,
arbitrium, iustitia, oeconmia, potestas VHIXHGH¿QLHQGRFRQFHSWXDOPHQWHXQSRGHU
político que, en particular en el ámbito de las actividades político-administrativas de
la Corona, “dejaba de dedicarse a una actividad pasiva de defensa del orden socio-
jurídico establecido y se mostraba, progresivamente, como una administración “acti-
va”, creadora de situaciones políticas nuevas”.52
(OKHFKRGHTXHOD0RQDUTXtD+LVSiQLFDVHGH¿QLHUDFRPRXQDPRQDUTXtDFD-
tólica no es un dato que pueda soslayarse en estos siglos en los cuales la confesiona-
lidad adquirió capital importancia.53 Es en este ambiente religioso donde las concep-
ciones y la función de la justicia conservan y refuerzan la impronta de una profunda
convicción en la cosmogonía cristiana y en la concepción corporativa de la sociedad.
'HDFXHUGRFRQORSULPHURVHKDGHVWDFDGRTXHODVFRQ¿JXUDFLRQHVVRFLDOHV\SROt-
ticas, materiales y simbólicas de estas comunidades, aunque permeadas ya en estos

50 GARRIGA, Carlos “Orden jurídico y poder…”, cit.; AGÜERO, Alejandro “Las categorías básicas de
la cultura jurisdiccional”, en Cuadernos de derecho judicial, Núm. 6, 2006, en particular p. 22.
51 DÍEZ-PICAZO, Luis María “La potestad jurisdiccional: características constitucionales”, en Parla-
mento y Constitución, Núm. 2, 1998, p. 69. Disponible en www.uclm.es/area/constitucional/parla-
mento.asp.
52 HESPANHA, António Vísperas de Leviatán…, cit., p. 217.
53 )(51È1'(=$/%$/$'(-23DEOR³,JOHVLD\FRQ¿JXUDFLyQGHOSRGHUHQODPRQDUTXtDFDWyOLFD
(siglos XV-XVII). Algunas consideraciones”, en Actes du colloque: Etat et eglise dans la genese de
l´etat moderne, Casa de Velázquez, Madrid, 1986, pp. 209- 216.
Miriam Moriconi 39

siglos por las concepciones renacentistas que ubicaban al hombre en relación más
activa con el orden social,54 derivaban de la concepción más profunda de un universo
de creación divina y, por lo tanto, ajeno a la voluntad humana.55 No era ni la voluntad
GHORVJREHUQDQWHVQLODGHORVJREHUQDGRVODTXHGH¿QtDTXpHUDORMXVWR\TXpHUDOR
injusto, qué era lo lícito y qué lo ilícito o qué era lo políticamente posible o imposible;
WRGRHVWRHVWDEDGH¿QLGRSRUXQRUGHQDQWHULRU\VXSHULRUDORVKRPEUHVLQFOXVRGHO
mismo monarca.56 Esto se encuentra relacionado con lo segundo, pues se comprende
que el individuo no estaba en el origen de la constitución política de la organización
social, por el contrario era ésta la que le atribuía un determinado papel social o un
conjunto de derechos y deberes.57 En las condiciones que acabamos de describir la
idea de individuo era completamente ajena a estas comunidades de Antiguo Régi-
men, pues estos sólo existían en tanto que partes de un agregado colectivo. La lógica
de este imaginario político era que todos propendían al bien común. El modo en que
se concebía la existencia corporativa hacía compatible la fragmentación política con
la creencia en un ordo universal. Lo que imperaba era una noción orgánica (corpus)
según la cual los diversos miembros cumplían una función dentro del todo, distin-
guiéndose cada uno de acuerdo a un orden ‘natural’ de jerarquía que determinaba su
diferencia cualitativa y su carácter necesario e irreductible.58
Los corpora, como la familia, la ciudad, el reino o el imperio, lejos de contra-
ponerse a la idea de una totalidad armónica eran vitales componentes de un esquema
de unidad, integración y jerarquía.59 Este ideal de ordenación política de la sociedad,
GHDFXHUGRFRQORTXHVHHQWHQGtDTXHHUDVXHVWUDWL¿FDFLyQQDWXUDOOOHYDEDDOHVWD-
blecimiento de estatutos diferentes a cada uno de los cuales correspondía una función
social; es lo que en la teoría social y jurídica del Antiguo Régimen se denominaba
un estado o un orden60 y, aunque no se consentía que eran los hombres quienes or-

54 Sabido es que el descubrimiento de América, el Renacimiento y la Reforma supusieron cambios sig-


QL¿FDWLYRVHQHOKRUL]RQWHFXOWXUDOHXURSHR\TXHODVJHQHUDFLRQHVTXHYLYLHURQORV~OWLPRVWUDPRVGH
los siglos XV y XVI atravesaron procesos de cambio HQVXVUHIHUHQFLDVUHOLJLRVDV\¿ORVy¿FDVTXH
fueron trastocando sus concepciones acerca de un orden inmutable y natural.
55 Alejandro Agüero ha señalado que “Aunque desde el siglo XVII las tesis contractualistas pudieran
discutir esta convicción profunda de la cosmogonía cristiana, seguirá estando en la base de la con-
cepción de justicia de la Monarquía católica hasta épocas bien tardías” AGÜERO, Alejandro “Las
categorías básicas…”, cit., p. 23.
56 AGÜERO, Alejandro “Las categorías básicas…”, cit., p. 23.
57 HESPANHA, António “As Estructuras Políticas…”, cit.
58 HESPANHA, António Vísperas de Leviatán…, cit., pp. 242-256.
59 AGÜERO, Alejandro “Las categorías básicas…”, p. 25.
60 Respecto al modo idealizado, y en extremo convencional, en que puede sostenerse el vínculo entre el
estado y la función correspondiente a la teoría de los tres órdenes en los siglos modernos cuando han
aparecido nuevas funciones que ponen en crisis a las tradicionales jerarquías jurídico-políticas ver en
particular HESPANHA, António “La teoría de los tres órdenes”, en Vísperas de Leviatán…, cit., pp.
242-256.
40 Política, piedad y jurisdicción

ganizaban sus comunidades políticas, en alguna medida, el estatuto de los diferentes


estados comportaba poderes de dirección política o exenciones ante la dirección po-
lítica de otros. Pero, en todos los casos, cualquier intervención en la vida política de
la comunidad sólo se legitimaba por la necesidad de conservación de aquel equilibrio
natural. Así, estas intervenciones que entendemos como manifestaciones del poder
político, estaban asociadas a una función inaplazable: “dar a cada uno lo suyo”,61 es
decir, hacer justicia y un acto de justicia suponía, siempre, jurisdicción. Entonces,
una de las claves de la cultura jurisdiccional era la justicia; la otra clave, el poder
como iurisdictio.
La noción de iurisdictioFRPRKHPRVDQWLFLSDGRUH¿HUHDODSRWHVWDGSDUDGHFLU
HOGHUHFKR\HVWDEOHFHUODHTXLGDGORFXDOFRQ¿HUHGLPHQVLyQSROtWLFDDOSRGHUTXH
emana de la jurisdicción. Las sentencias, los estatutos, las ordenanzas son actos de ju-
ULVGLFFLyQ\FRPRWDOHVVXYLUWXGQRUPDWLYDFRQVLVWHHQUHÀHMDUHQXQFRQWH[WRHVSH-
Ft¿FRDOJ~QDVSHFWRGHORUGHQWUDVFHQGHQWH62 De este modo rigen y están organizados
los diversos dispositivos institucionales legitimados por su misión de “mantener la
paz” y “dar a cada uno lo suyo”. Pero no existe una sola autoridad dotada de iuris-
dictio, por el contrario, existen jerarquías de poder jurisdiccional. En función del tipo
GHFRQÀLFWRV\GHOiPELWRVRFLDOVREUHHOFXDOVHWLHQHSRWHVWDGSDUDMX]JDUVHGH¿QHQ
poderes jurisdiccionales de distinto tipo. El único que no reconoce un poder jurisdic-
cional superior y que no puede ser juzgado por otro es el rey, quien ostenta la suprema
jurisdicción y por ello se dice “soberano” –porque soberano es “lo más alto”.63
Para pensar las funciones del soberano en su calidad de cúspide del poder de
OD0RQDUTXtD+LVSiQLFDYROYHPRVD&ODYHURTXLHQD¿UPyTXH³«UHLQDUVLJQL¿FD
no gobernar, no establecer y dirigir un gobierno sino hacer justicia, reconocer y ga-
rantizar el derecho. El rey es entonces, ante todo y sobre todo, lo es él mismo, juez.
Esta era su tarea esencial y característica.”64 Pero además, el rey era fuente de toda
jurisdicción. La potestad civil y la jurisdicción temporal no le fueron concedidas al

61 Acerca de la naturaleza política, la funcionalidad de gobierno de la justicia distributiva y su rol como


canal de actualización del poder, consultar CÁRCELES DE GEA, Beatriz “La ‘justicia distributiva’
en el siglo XVII (Aproximación político constitucional)”, en Chronica Nova, Núm.14, 1984-1985, pp.
93-122.
62 Cfr. AGÜERO, Alejandro “Las categorías básicas…”, p. 29.
63 REAL ACADEMIA ESPAÑOLA, 'LFFLRQDULRGHODOHQJXDFDVWHOODQDHQTXHVHH[SOLFDHOYHUGDGHUR
sentido de las voces, su naturaleza y calidad, con las phrases o modos de hablar, los proverbios o
refranes, y otras cosas convenientes al uso de la lengua [...]. Compuesto por la Real Academia Espa-
xROD7RPRVH[WR4XHFRQWLHQHODVOHWUDV679;<=Imprenta de la Real Academia Española, por
ORVKHUHGHURVGH)UDQFLVFRGHO+LHUUR0DGULGS
64 CLAVERO, Bartolomé “La Monarquía, el Derecho y la Justicia”, en MARTÍNEZ RUIZ, Enrique y
PAZZIS PI, Magdalena de –coordinadores– Instituciones de la España Moderna. 1.- Las Jurisdiccio-
nes, Madrid, 1996, pp. 15-38.
Miriam Moriconi 41

rey para disfrute personal sino para el justo gobierno de los súbditos.65 Los poderes
temporales, desde los altos tribunales de la Corte hasta las magistraturas locales de
las villas y ciudades, pasando por los señores jurisdiccionales están vinculados al rey.
La importancia y la calidad de la intervención del poder real debe comprenderse en
esta clave de la lógica de Antiguo Régimen en la cual el poder se encuentra distribui-
do entre múltiples instancias. En este espacio político la superioridad jurisdiccional
del monarca no excluía la existencia de otras jurisdicciones, incluso cuando estas
operaban en el mismo espacio de imputación de la iurisdictio del rey.66 El poder
de la Corona, aunque por sus atribuciones simbólicas y prerrogativas jurídicas se
constituía como poder preeminente, coexistía con el poder de los señores laicos y
eclesiásticos, con los poderes de las corporaciones y de las familias, con el poder de
los concejos o regimientos. Se concebía que todos en sus derechos y en sus fueros
contribuyeran a la realización de un mismo propósito y por ello no existía una estric-
ta regulación competencial de cada una de las partes del todo67 de ahí la intrínseca
FRQÀLFWLYLGDGMXULVGLFFLRQDOGHHVWRVHVSDFLRVSROtWLFRV\ODFXOWXUDSROtWLFDJHVWDGD
por estas comunidades.
Aquellas lecciones acerca de que la historia no se construye de forma apriorís-
tica aplicando modelos teóricos a la investigación empírica están presentes en es-
tos lineamientos que hemos trazado con el propósito de establecer una perspectiva
KLVWRULRJUi¿FDD SDUWLUGH OD FXDO HULJLUHVWD SURSXHVWD 'HVGH XQD YLVLyQ DPSOLD\
abarcativa, esta perspectiva que considera la alteridad de las comunidades de Antiguo
Régimen en la cual “el rey es fundamentalmente juez y la Monarquía primordialmen-
te justicia”,68 opera como una suerte de “traductora” de los datos de los documentos
seleccionados en los que encontramos cifrados esos trazos culturales. En los aspectos
particulares de los desarrollos analíticos referidos destaca, principalmente, la posi-
bilidad de dilucidar categorías de una cultura jurídica que construye un discurso del
poder político vinculado de forma excluyente a su concepto de justicia.69
6LELHQHVHQHVWDWUDPDGRFWULQDO\MXUtGLFDLQVWLWXFLRQDOGRQGHVHGH¿QHQQR-
FLRQHVHVSHFt¿FDVDFHUFDGHOJRELHUQRODDGPLQLVWUDFLyQ\ODMXVWLFLDDTXtVHSURSR-

65 CASTELLANO, Juan Luis “El rey, la corona y los ministros”, en LÓPEZ-CORDÓN, María Victoria;
DEDIEU, Jean-Pierre; CASTELLANO, Juan Luis –editores– La Pluma, la mitra y la espada: estu-
dios de historia institucional en la edad moderna, Marcial Pons, Madrid, 2000, p. 31.
66 HESPANHA, António Manuel “El espacio político”, en La gracia del derecho, Centro de Estudios
Constitucionales, Madrid, 1993, p. 105.
67 HESPANHA, António Manuel Vísperas de Leviatán…, cit., p. 235.
68 CLAVERO, Bartolomé “La Monarquía, el Derecho y…”, cit., pp. 15-38.
69 Los elementos sustanciales de la tradición política están sostenidos por una teología moral común, por
un ius commune y la continuidad de los iura propria. Al respecto y, particularmente para una compre-
VLyQGHODFUHDFLyQ\ODLQÀXHQFLDTXHHQHVWRVVLJORVWXYRHOGHUHFKRFDVWHOODQRSRUODSUHWHQVLyQGH
la Corona de Castilla de ser la cabeza de Hispania, consultar CLAVERO, Bartolomé “Anatomía de
España…”, cit.
42 Política, piedad y jurisdicción

ne que la misma no llega a determinar ni a condicionar unívocamente las prácticas


políticas, por lo que –y esta es la base empírica del presente trabajo– también com-
ponen la cultura jurisdiccional muchos otros recursos que no necesariamente son
FRQFLHQWL]DGRVQLHVWiQSUHYLDPHQWHGH¿QLGRVHQGRFWULQDVMXUtGLFDVRUHOLJLRVDVQL
encontramos formalmente institucionalizados pero que, sin embargo, son activados
por los agentes al tiempo de negociar, reclamar, consolidar o disputar espacios juris-
diccionales. Giovanni Levi, por ejemplo, ha destacado que durante los siglos XVI y
XVII se enfrentan en Europa tres modelos doctrinales diferentes cuyas consecuencias
SROtWLFDVUHVXPHHQWUHVPRGHORVGH³VREHUDQLGDG´TXHLQÀX\HURQHQODVVRFLHGDGHV
políticas europeas con sus diferencias. Sin embargo, destaca que estas diferencias
“han incidido poco en la diversidad de instituciones, ya que todas han asumido pro-
gresivamente modelos relativamente parecidos”, lo cual conduce a este autor a reali-
zar sugerencias metodológicas tales como que las causas profundas de las diferencias
no deben encontrarse en las formas políticas sino en los comportamientos y relacio-
QHVHQWUHORVJUXSRV\ODVLQVWLWXFLRQHV\HQODUHVROXFLyQGHFRQÀLFWRVUHOLJLRVRVHFR-
nómicos, ideológicos y sociales. “Una atención microhistórica hacia los grupos, la
HVWUDWL¿FDFLyQ\ODVUHODFLRQHVVRFLDOHVTXHVyORHQODPLQXFLRVDSHUVSHFWLYDGHXQD
lectura al microscopio podrán crear la instrumentación conceptual necesaria para una
descripción compleja, pero más realista, del tejido social de la política del pasado”. 70
Los desarrollos doctrinales de la primera modernidad alentaron una producción
jurídica y unos nuevos diseños institucionales contribuyendo al potenciamiento del
poder central pero en ámbitos locales y comarcales, componentes sustanciales de
este campo de experiencias político-administrativas, permanecieron competencias
normativas y jurisdiccionales particulares. Utilizamos la expresión jurisdiccional –
lejana, distante y ajena a la cultura jurídica estatal– para dar cuenta de una cultura
política donde la condición de existencia de una multiplicidad de centros de poder
político residía en la potestad que detentaban algunos agentes de estatuir normas y
administrar justicia. Allí donde lo hacían estaban declarando el derecho, es decir,
estaban creando su jurisdicción.

Territorio, espacio jurisdiccional y región


Si como decían los juristas medievales: territorium est spatium armatum iurisdictio-
nis es decir, el territorio es el espacio políticamente equipado,71 desde la perspectiva
de análisis de la cultura jurisdiccional, una de las operaciones analíticas que concier-
QHQ D HVWH WUDEDMR FRQVLVWH HQWRQFHV HQ GH¿QLU HO HVSDFLR MXULVGLFFLRQDO OHEDQLHJR
dentro del territorio de la Monarquía Hispánica. Planteado el problema teórico que

70 Al respecto consultar “Microhistoria”, en Actas I Encuentro de Historia de Cantabria, Universidad de


Cantabria, Santander, 1999, pp. 53-63.
71 HESPANHA, António “El espacio político”, en La Gracia del Derecho, cit., pp. 102 y ss.
Miriam Moriconi 43

nos permite abordar qué cosa es un territorio en la época moderna donde las circuns-
cripciones jurisdiccionales se superponen y se solapan unas con respecto a otras en
el mismo ámbito territorial, nos resta emprender el problema empírico. Esto supone
discernir los modos en que actúan y son reconocidas las autoridades jurisdiccionales
y analizar las formas en que operaban esas múltiples jurisdicciones en las relaciones
HQWUHORVKDELWDQWHVGHODVFRPXQLGDGHVORFDOHVDOWLHPSRGHFRQ¿JXUDUHOHVSDFLR
OHEDQLHJR (Q HVWH VHQWLGR OD GL¿FXOWDG DWDxH D OD FRPSUHQVLyQ GH ORV QLYHOHV GH
reconocimiento o de rechazo que, desde las instituciones locales o agencias parti-
culares, se planteaban al ejercicio de las jurisdicciones realengas, señoriales –laicas
o eclesiásticas– o concejiles y en qué medida estos comportamientos permiten o no
concebir a Liébana como un lugar, un espacio, un territorio o una región.
El análisis de base regional en sus diferentes modalidades disciplinares –histó-
ULFDJHRJUi¿FDHFRQyPLFDDQWURSROyJLFD±FRQVWLWX\HXQDDSUR[LPDFLyQPHWRGROy-
gica que permite incardinar los procesos sociales en el espacio. La región construida
KLVWyULFDRFLHQWt¿FDPHQWHHVXQHVSDFLRVRFLDOTXHORVLQYHVWLJDGRUHVXWLOL]DQPHQRV
en el sentido de un territorio estrictamente delimitado que como espacio de análisis.
Esto es, un área de límites imprecisos y móviles según las variables a analizar en cada
caso.72 Sin embargo, en particulares circunstancias socioculturales, como ha sabido
observar García de Cortázar, la región es para el político, un objeto que se presenta
como “un espacio de límites muy precisos, dentro de los cuales debe actuar”. Por esta
razón su región es un espacio social sujeto a las vicisitudes de una historia que com-
parte con un espacio más amplio pero en el que está individualizado por unas señas
de identidad y por una conciencia de cohesión regional lo cual facilita la imposición
de una circunscripción administrativa. Ahora bien, siguiendo este razonamiento, la
región administrativa ha sido previamente “no tanto una ‘región histórica’ (lo que
implica variación en sus límites) cuanto una ‘región eterna’”. Es precisamente en este
punto en el que se abren todas las posibilidades para que historiador y políticos anu-
den sus relaciones. Pues, como advierte el autor de referencia, hay quienes piensan
“que sólo la historia (para algunos; la prehistoria) es capaz de proporcionar argumen-
WRVVyOLGRVSDUDDSR\DUXQDGHWHUPLQDGDFRQ¿JXUDFLyQWHUULWRULDOGHO(VWDGR3RUHOOR
VHDIDQDQHQEXVFDUORVWDQOHMRVWUDWDQGROXHJRGHPRGL¿FDUQXHVWURYRFDEXODULR´73
En el proceso de producción de una historia de este marco regional una instancia
inaplazable es, entonces, la consideración que la historiografía ha concedido a esta
problemática. En primer lugar, observamos que la mayor parte de las producciones
sobre el pasado local o regional lebaniego que van desde el siglo XIX hasta el pre-

72 &IU*$5&Ë$'(&257È=$5-RVpÈQJHO³/DUHJLyQ6XMHWRKLVWyULFRREMHWRKLVWRULRJUi¿FR´HQ
Actas I Encuentro de Historia de Cantabria, Universidad de Cantabria, Consejería de Cultura y De-
porte, Santander, 1996, p. 42.
73 GARCÍA DE CORTÁZAR, José Ángel “La región. Sujeto…”, cit., p. 42.
44 Política, piedad y jurisdicción

sente han considerado que la región “histórica” es Cantabria, lo cual replica en una
abultada cantidad de estudios que, aún cuando abordan temas y problemas de historia
local, convergen en una suerte de saco común de la historiografía cantábrica.74 Pasan-
do revista a este enorme repertorio no es posible negar que la historia regional haya
renovado sus problemas y sus metodologías; sin embargo, los modelos de tratamien-
to del tema regional no siempre ofrecen estímulos para componer el objeto de este
estudio. Las limitaciones conceptuales, metodológicas y técnicas siguen presentes
en este campo y podemos declarar que los estudiosos españoles padecen similares
GL¿FXOWDGHVDODVTXHDTXtVHSUHVHQWDQDODERUGDUHODQiOLVLVGHHVRVHVSDFLRVFXDQGR
se trata de períodos históricos tan lejanos en el tiempo. Si para este caso, uno de los
PiVSHVDGRVFRQGLFLRQDPLHQWRVUHVLGHIXQGDPHQWDOPHQWHHQODGLVWDQFLDJHRJUi¿FD
y cultural de los hombres y mujeres de Liébana; para los historiadores peninsulares,
a quienes se considera más cercanos a esta “idiosincrasia” y con acceso privilegiado
a los repositorios documentales, no siempre ha sido posible despojarse de las intui-
FLRQHVSURSLDVGHVXVSUHVHQWHVDORFXSDUVHGHOSDVDGR\HQWUHHVWDVGL¿FXOWDGHVOD
de nombrar el espacio y el territorio donde se localizan los temas investigados no es
ODPHQRU$VtKDVWDODVSURGXFFLRQHVKLVWRULRJUi¿FDVGHKDFHVyORXQSDUGHGpFDGDV
son expresivas de esto que señalamos cuando sitúan en la región de Cantabria o en
“la actual región de Cantabria” los problemas que abordan cualquiera sea el período
estudiado.
En el panorama más amplio de los trayectos de la historiografía española ha sido
VREUDGDPHQWHVHxDODGRTXHODFRQ¿JXUDFLyQGHODGLVFLSOLQDKLVWyULFDFRQYHUJLyFRQ
las acciones que propendían a la consolidación de un estado-nación. En tal sentido,
se ha comprendido la adopción de este marco territorial como punto de partida de los
estudios del pasado como una operación que contribuyó –y aún sigue haciéndolo– a
crear y reforzar “cultura estatal”:

“Aunque ‘Estado’ sea –o quede reducido a– un nombre puramen-


te convencional, está cargado de consecuencias: el Estado es pro-
ducto –y productor– de cultura estatal. En primer lugar, construye
XQDHYROXFLyQ¿QDOLVWDTXHOOHYDDOHHUHOSDVDGRGHVGHHOSUHVHQWH
adoptando la perspectiva de lo-que-acabó-por-suceder: mostrando
el presente como apogeo del pasado, tiende a seleccionar y acomo-

74 Expresión de esta operación son la publicación de los dos tomos de SUÁREZ CORTINAS, Manuel
Historia de Cantabria. Un siglo de historiografía y bibliografía 1900-1994 )XQGDFLyQ 0DUFHOLQR
Botín, Santander, 1994; las Actas del Encuentro de Historia de Cantabria, cit. Cabe mencionar en este
~OWLPRFDVRODSRVLFLyQGLVLGHQWHTXHUHVSHFWRGHHVWDFRQVWUXFFLyQKLVWRULRJUi¿FDGH&DQWDEULDFRPR
región plantea la presentación de José Ángel García de Cortázar.
Miriam Moriconi 45

dar el material histórico en función de un destino, que resulta así


legitimado.”75

En esta senda, ha sido particularmente demostrada la impronta que en la historio-


JUDItDSHQLQVXODUKDWHQLGRHOUpJLPHQGHOJHQHUDO)UDQFLVFR)UDQFRWDOHVDVtTXHVH
concede que la recuperación de los estudios regionales coincide con las ventajosas
condiciones que habilitaron su desaparición. El énfasis asignado a esta interpretación
ampliamente consensuada entre quienes han analizado la trayectoria de la investiga-
ción histórica regional española, en ocasiones, puede conducir a equívocos si previa-
mente no se deslinda el ámbito desde el cual comenzaron a gestarse las produccio-
QHVYLQFXODGDVDHVDÀRUHFLHQWHKLVWRULRJUDItDUHJLRQDO'RVKLVWRULDGRUDVDUJHQWLQDV
especialistas en esta problemática han sabido reconocer dentro de este agregado de
investigaciones aquellas que han sido generadas en los centros periféricos al núcleo
de poder académico y aquellas otras portadoras de novedades teóricas que contribu-
\HURQDGHOLQHDUHOSHU¿OPiVFLHQWt¿FRGHODKLVWRULDUHJLRQDOHQHOLQWHULRUGHOFDPSR
académico.765H¿ULpQGRVHDOFDVRHVSDxRO)HUQiQGH]\'DOOD&RUWHKDQDVLJQDGRHV-
pecial valoración a las oportunidades políticas inauguradas a la caída del franquismo
en la dinámica del campo y han ubicado en este ámbito un frente de reacción ante
ODVSUiFWLFDVKLVWRULRJUi¿FDVDQXHQWHVDOSUR\HFWRQDFLRQDOLVWDGHOUpJLPHQGHSXHVWR
La concreción institucional de esas “oportunidades políticas” fue la apertura de las
facultades de Letras y uno de los gestos en los que más claramente pudo leerse dicha
reacción fue la recuperación de los estudios regionales con la que se sustanciaban los
LQLFLRVGHODUHQRYDFLyQKLVWRULRJUi¿FDGHODGpFDGDGH
6LHOHVWDGRQDFLyQKDEtDVLGRHOPDUFRGHUHIHUHQFLDGHODFRQ¿JXUDFLyQGHOD
historia,77 el proceso de consolidación de las Comunidades Autónomas exigió por
su parte la revalorización de obras de carácter regional y local. La España de las
$XWRQRPtDVHVFHQDULRGRQGHVHHPSUHQGLHURQODVE~VTXHGDVGHODD¿UPDFLyQGHORV
particularismos históricos y culturales desde las distintas comunidades, ha constitui-
do un factor decisivo en la emergencia de una historiografía llamada ella misma a
legitimar los procesos sociopolíticos sobre los que se asienta el sistema autonómico
español. Por esta razón no debe sorprender el hecho de que la historia local haya ser-
vido a las políticas regionalistas a través de un proyecto cultural ligado estrechamente
a la reivindicación identitaria. En efecto, la dimensión local de algunos procesos o
fenómenos históricos ha sido objeto de estudio al compás de la emergencia de nuevos

75 GARRIGA, Carlos “Orden jurídico y poder…”, cit., p. 10.


76 )(51È1'(=6DQGUD'$//$&257(*DEULHODLugares para la Historia, UNR Editora, Rosario,
2001.
77 ANDERSON, Benedict Comunidades Imaginadas, )&(0p[LFR:,//,$065D\PRQG³/D
cultura de las naciones”, en Hacia el año 2000, Crítica, Barcelona, 1984; HOBSBAWM, Eric Nacio-
nes y nacionalismos desde 1780, Crítica, Barcelona, 1991.
46 Política, piedad y jurisdicción

sujetos políticos que exigían el reconocimiento de su historia –a la que consideraban


excluida, marginada por la historia general o nacional. En algunos casos, los más
profusamente tratados, han operado reforzando una política separatista o incluso in-
dependentista, asumida por regiones cultural e históricamente diferenciadas a nivel
lingüístico y jurídico.
En los casos de Cataluña, País Vasco, Galicia o Navarra en tanto áreas históri-
camente diferenciadas –concebidas en términos “regionales” respecto del Estado es-
SDxRO±KDQORJUDGRUHGH¿QLUVHHQWpUPLQRVDXWRQyPLFRVDSDUWLUGHODUHHODERUDFLyQ
del imaginario nacionalista.78
En este sentido, la aparente particularidad del caso de Cantabria es que el com-
ponente nacionalista de la nueva construcción identitaria no habría alcanzado las
FRWDVGHORVFDVRVDQWHULRUPHQWHFLWDGRV(VWRQRVLJQL¿FDTXHODWUD\HFWRULDHQHO
proceso de construcción del imaginario de una “nación cántabra” no haya sido de
larga duración. Si en cuanto a la constitución como Comunidad Autónoma este ima-
ginario se presenta como de más reciente construcción, no obstante, se ha apelado a
la búsqueda de unos antepasados muchos más remotos que en otras comunidades.79
Como veremos más adelante, en estas operaciones con el pasado se han exhumado
GHEDWHVSUHVHQWHVHQHOVLJOR;9,HQWRUQRDODGHOLPLWDFLyQJHRJUi¿FDSHURWDPELpQ
cultural de los antiguos cántabros. Pero fue sin dudas tras la Constitución de 1978
cuando SRUSULPHUDYH]VHDOFDQ]yODD¿UPDFLyQGHOSDUWLFXODULVPRGHXQPRGRPX-
cho más exacerbado y a partir del cual se dio paso a la conformación de una Comu-
nidad Autónoma.80
Antes que la lengua –aunque hay quienes sostienen la existencia de “hablas”
cántabras–81ORVYtQFXORVpWQLFRVUHVLJQL¿FDGRVSRUHOYRFDEOR³QDFLyQ´KDQIXQGDGR

78 &IU)(51È1'(=6DQGUD'$//$&257(*DEULHODLugares para la…, cit., pp. 209-245.


79 MONTESINOS GONZÁLEZ, Antonio “Presentación”, en $162/$)(51È1'(=$OEHUWREstu-
dios sobre la sociedad tradicional cántabra: continuidades, cambios y procesos adaptativos, Uni-
versidad de Cantabria, Santander, 1995, pp. 9-12. También se alude a ese modo de búsqueda de los
RUtJHQHVHQ)(51È1'(=$/%$/$'(-23DEOR³(QWUHµ*RGRV¶\µ0RQWDxHVHV¶5HÀH[LRQHVVREUH
XQDSULPHUDLGHQWLGDGHVSDxROD´HQ)(51È1'(=$/%$/$'(-23DEORMateria de España. Cul-
tura política e identidad en la España Moderna, Marcial Pons, Madrid, 2007, pp. 287-321.
80 Los inconvenientes que exhibe el caso de Cantabria al tiempo de buscar la articulación de un movi-
PLHQWRGHD¿UPDFLyQUHJLRQDOLVWDDELHUWDPHQWHFHQWUtIXJRKDQVLGRLQWHUSUHWDGRVFRPRFRQVHFXHQFLD
de la posición “castellanista”. Esto es que gran parte de los elementos identitarios básicos de la región
estaban estrechamente vinculados a Castilla y de allí el carácter centrípeto de su particularismo re-
gional. Suarez Cortina ha sostenido que “en sus expresiones culturales y en sus vínculos económicos
Cantabria ha permanecido sólidamente unida a Castilla”. Al respecto consultar SUÁREZ CORTINA,
Manuel Casonas, hidalgos y linajes: la invención de la tradición cántabra, Universidad de Cantabria,
Santander, 1994, pp. 53-58.
81 ÁLVAR LÓPEZ, Manuel $WODVOLQJtVWLFR\HWQRJUi¿FRGH&DQWDEULD, Arco-Libros, Madrid, 1995.
Un ejemplo de militancia por esta reivindicación lingüística cántabra es Plataforma Esclave un con-
MXQWRGHDVRFLDFLRQHVFXOWXUDOHVTXHHQEDVHDWUDEDMRVGH¿OyORJRV\H[SHUWRVGHIHQGtDQHOcántabru
Miriam Moriconi 47

la reivindicación de la localidad y de un pasado del cual debería ocuparse la historia


regional rechazando el modelo estatal central lanzado por la historia general. Aún así,
la historiografía regional cantábrica presenta experiencias matizadas en las cuales
puede observarse que el nuevo impulso de los estudios regionales, señalado por los
DXWRUHVTXHYHQLPRVFLWDQGRVHJHVWyHQODFRQÀXHQFLDGHORVQXHYRVHVSDFLRVLQVWL-
tucionales académicos y otros no académicos representados por instituciones cultu-
rales tradicionales. Por esta razón es conveniente referir que, como en otros ámbitos,
la historia regional de Cantabria y sus respectivas historias locales no nacen con la
renovación del campo académico en los años 1970 sino mucho antes.
La exploración de un pasado regional nutrió las producciones de los eruditos
locales aunque éstos carecieran de una formación universitaria en tanto historiadores
\ SHUPDQHFLHUDQ DMHQRV D OD +LVWRULD FRPR GLVFLSOLQD FLHQWt¿FD \ FRPR SURIHVLyQ
Algunos de ellos estuvieron vinculados a la actividad religiosa, a otros se los en-
cuentra hoy en una suerte de panteón regional de los ilustrados; en realidad, muchos
de ellos provenían de profesiones liberales. Todos compartían una condición: antes
TXHODDVSLUDFLyQDXQDGHWHUPLQDGDUHÀH[LyQHSLVWHPROyJLFDORTXHSULPDEDFRPR
móvil de sus estudios históricos era el vínculo afectivo con el terruño. Al menos
así lo explicitó, entre otros, Javier Ortiz Real en ocasión de recibir una invitación a
colaborar en una publicación colectiva cuando en su declaración de agradecimiento
aludía a “la posibilidad de escribir unas líneas sobre la historia de Liébana, comarca
de Cantabria tan amada por mí.”82 Recién en las últimas décadas la historia local o
regional ha pasado a ser un terreno legítimo de historiadores universitarios de recono-
cido prestigio académico. Aunque estos últimos han sostenido que en los trabajos del
primer tipo destaca el “mero anecdotismo”, la observación no ha impedido que obras
como la de Mateo Escagedo Salmón hayan podido ser valoradas en la senda de un
“positivismo metodológico rankeano”.83 La dedicación de este párroco de Santillana
al pasado medieval y moderno de Cantabria también ha sido interpretada como una
suerte de repliegue. De acuerdo con Ramón Maruri, la elección de estos períodos,
IDFLOLWDEDODYROXQWDGGHHOXGLUHODQiOLVLVGHOFDPELRGHOFRQÀLFWRGHODFRQIURQWD-
ción ideológica, política, social y cultural. Al mismo tiempo estos períodos históricos
suministraban datos y experiencias en las que anclaba cómodamente la operación de

\VHUHXQLHURQHQHOSDUDODQ]DUXQPDQL¿HVWRSRUODSURWHFFLyQGHORTXHFRQVLGHUDQTXHHVVX
patrimonio lingüístico.
82 ORTIZ REAL, Javier “Aproximación a la historia de Liébana”, en GARCÍA SAIZ, Ramón Liébana,
la tierra como era, 1985. Esta condición bajo las cuales se produjeron las historias locales y regionales
WDPELpQKDVLGRREVHUYDGDHQ)(51È1'(=6DQGUD'$//$&257(*DEULHODLugares para la…,
cit., pp. 209-245.
83 MARURI VILLANUEVA, Ramón “La Cantabria Moderna en la Historiografía”, en Historia de Can-
tabria…, cit., Tomo II, p. 17.
48 Política, piedad y jurisdicción

construir un pasado e inventar una tradición84 en la que dominaron los argumentos


y supuestos ingredientes constitutivos del “ser” de los cántabros tales como la honra
GH OD FULVWLDQGDG YLHMD OD KLGDOJXtD OD OXFKD FRQWUD ORV LQ¿HOHV OD FRORQL]DFLyQ \
evangelización y el espíritu de libertad que divulgarían estos “montañeses ilustres”.

“Hace dos mil años, al penetrar en la historia con las conquistas


romanas, destaca en el norte peninsular, un pueblo indómito que
a lo largo de la prehistoria, ha venido formándose sobre una base
aborigen a la que se funden sucesivas oleadas de tribus nómadas:
EL PUEBLO CÁNTABRO.”85

&RQWLQXDGRUHVHQODKXHOODGH(VFDJHGR6DOPyQFRPR)HUQDQGR%DUUHGD0D]D6R-
lano o José Simón Cabarga llegaron a publicar sus trabajos hasta aproximadamente
los años 1970. Todos ellos estuvieron aglutinados en torno al Centro de Estudios
Montañeses (CEM), cuya fundación en 1934 representó la institucionalización de la
investigación histórica en Cantabria. Se ha juzgado al CEM como “el vehículo más
importante para la perpetuación del conocimiento histórico en la región hasta la for-
PDFLyQGHOD)DFXOWDGGH)LORVRItD\/HWUDVGHOD8QLYHUVLGDGGH&DQWDEULD´,86 buena
prueba de esto la constituye la vigencia de su órgano de difusión: la revista Altamira.
<DHQORVDxRV¿QDOHVGHODGpFDGDGHGHQWURGHO&(0±FUHDGRUGHIHQVRU
y difusor del “tradicionalismo regional”, de la “percepción de lo regional desde po-
siciones netamente conservadoras”– comienza a producirse también una renovación
JHQHUDFLRQDO(VWHUHOHYRLQFLWyXQDFLHUWDGLYHUVL¿FDFLyQLGHROyJLFDPHWRGROyJLFD\
la multiplicación de los campos a investigar. En cuanto al ámbito de la historiografía
modernista son reconocidos como dechado de este proceso de profesionalización de
los estudios históricos Joaquín y María del Carmen González Echegaray, José Luis
&DVDGR 6RWR 5RJHOLR 3pUH] %XVWDPDQWH$JXVWtQ 5RGUtJXH] )HUQiQGH] R 0DQXHO
Vaquerizo Gil. Sus trabajos, citados en el desarrollo de esta tesis, atestiguan sus tra-
yectos que van desde la catalogación y edición de fuentes hasta las investigaciones
en historia económica, social, política, institucional y religiosa.

84 A partir de la propuesta de Eric Hobsbawm y acerca de la relación entre la invención de la tradición y


la identidad regional en Cantabria puede consultarse SUÁREZ CORTINA, Manuel Casonas, hidalgos
y linajes: la invención de la tradición cántabra, Universidad de Cantabria, Santander, 1994. Además
de las fuentes citadas por este autor otra manifestación de lo que aquí se sostiene en LLORENTE
)(51È1'(=,OGHIRQVRRecuerdos de Liébana, 1882, edición facsimilar, Maxtor, Valladolid, 2008,
en particular pp. 13-14 y Cap. XI.
85 El subrayado en el original. DE LA LAMA, José María “La Liébana”, en GARCÍA SAIZ, Ramón
Liébana, la tierra como era…, cit., p. 27.
86 SUÁREZ CORTINA, Manuel “Región, Regionalismo e Historia. La invención de la tradición en la
Cantabria Contemporánea”, en Historia Contemporánea, 1, 1994. p. 230, citado por MARURI VI-
LLANUEVA, Ramón “La Cantabria Moderna…”, cit., p. 17.
Miriam Moriconi 49

En 1979, la Institución Cultural de Cantabria de la Diputación Provincial de


Santander acogió la idea del CEM de publicar una colección de Bolsillo sobre la
historia de “la provincia” y el primer libro que vio la luz en este proyecto fue el
de Joaquín González Echegaray Cantabria a través de su historia. La presentación
estuvo a cargo Manuel Vaquerizo Gil quien luego de proponer un recorrido por la
producción de historia regional, destacaba que “solo hoy en día los historiadores
SDUHFHQ¿MDUVHFRQPD\RUDWHQFLyQHQODGRFXPHQWDFLyQFRQVHUYDGDHQORVDUFKLYRV
PXQLFLSDOHV\GHRWUDVMXULVGLFFLRQHVDQLYHOSURYLQFLDORFRPDUFDOD¿QGHLQLFLDU
el conocimiento de las historias locales, integradoras de la Historia General”.87 Con
este gesto se presentaban como nueva generación e incursionaban en el campo histo-
ULRJUi¿FRFRQ³XQDDSUR[LPDFLyQJOREDODORVSUREOHPDVTXHSODQWHD/D0RQWDxDHQ
el siglo XVI”.88 De este modo, el grupo procuró erigirse en una suerte de nexo entre
el propio CEM y la Universidad de Cantabria. No obstante, sostiene Maruri, que ha
VLGRHVWD~OWLPDLQVWLWXFLyQDFDGpPLFDDUDt]GHODFUHDFLyQHQGHOD)DFXOWDGGH
)LORVRItD\/HWUDVFRQVXVVHFFLRQHVGH+LVWRULD\*HRJUDItDODTXHKDSRVLELOLWDGR
XQDUHQRYDFLyQSURJUHVLYDPHQWHPiVVLJQL¿FDWLYDGHORVHVWXGLRVKLVWyULFRVUHJLR-
nales modernistas. Este autor ha respondido elogiosamente al interrogante acerca
de la calidad de los vínculos entre la historiografía regional o local modernista y la
constitución en 1981 de la Comunidad Autónoma de Cantabria. Si bien reconoció
que el CEM acabó integrándose en la Institución Cultural de Cantabria, fundada en
1967 por iniciativa de la Diputación Provincial, él adjudica a la Asamblea Regional
HODSR\RIXQGDPHQWDOTXHUHFLELyHOFDPSRKLVWRULRJUi¿FRYLQFXODGRDOFRQRFLPLHQWR
GHO³SDVDGRUHJLRQDO´HQWUH¿QDOHVGHOVLJOR;9\FRPLHQ]RVGHO;,;
Al mentar ese apoyo en el sentido de un impulso a la profesionalización de
los estudios históricos regionales sin duda VH KDFtD UHIHUHQFLD D OD ¿QDQFLDFLyQ GH
una tarea que implicaba dinamizar múltiples áreas correlacionadas por la investiga-
ción histórica. Los proyectos estaban coparticipados entre la Asamblea Regional y
la propia Universidad a través de un convenio que se denominó Cátedra Cantabria.
Las actividades de la Cátedra correspondientes al año 1992, se orientaron al rescate
y puesta en valor del patrimonio cultural de la región, abordándose de esta manera
XQSUREOHPDFODYHSDUDORVLQLFLRVGHXQDLQYHVWLJDFLyQFLHQWt¿FDHOGHODVIXHQWHV
históricas. Durante ese mismo año, y bajo la dirección del profesor Juan Baró Pazos,
&iWHGUD&DQWDEULDDEUHYyHQHODQiOLVLVGHODVUDtFHVKLVWyULFDVSHU¿ODQGRD&DQWDEULD
como región. Es dentro de este mismo marco institucional donde también se celebró

87 GONZÁLEZ ECHEGARAY, Joaquín Cantabria a través de su historia, Institución Cultural de Can-


tabria, Diputación provincial, Santander, 1979, p. 8.
88 Vaquerizo Gil, en el año 2000 comenzó su gestión como Director del Archivo Histórico Provincial
de Cantabria, y es quien estuvo a cargo de la coordinación del trabajo de organización, restauración,
descripción y digitalización de toda la documentación del Antiguo Régimen conservada en el Archivo
Municipal de Potes.
50 Política, piedad y jurisdicción

el convenio editorial Asamblea Regional-Universidad bajo el cual se publican las


colecciones de libros Serie Universitaria y Biblioteca Básica.
En el ámbito municipal, la autonomía política regional se ha plasmado en la
puesta en marcha de la recuperación y conservación del patrimonio histórico regio-
nal a través del rescate de los de archivos. En Liébana, ejemplos de esta marcha lo
presentan la organización del Archivo Histórico Municipal de Potes y la publicación
GHIRQGRVGRFXPHQWDOHVOOHYDGDDFDERSRUOD)XQGDFLyQ0DUFHOLQR%RWtQ$PEDV
acciones resultaron fundamentales para emprender los proyectos de estudios históri-
FRVDSDUWLUGHORVSDUDGLJPDVGHLQYHVWLJDFLyQFLHQWt¿FDSURSXJQDGRVHQHOiPELWR
académico. Así lo expresaba en 1995 desde las páginas de Historia de Cantabria
Ramón Maruri Villanueva al declarar que “Instituciones públicas y privadas, polí-
ticas, económicas, sociales y culturales –añádanse a todas las hasta ahora citadas la
)XQGDFLyQ 0DUFHOLQR %RWtQ &DMD &DQWDEULD &iPDUD GH &RPHUFLR \ DOJXQDV PiV
que puedan ir surgiendo– tienen ante sí el reto –y la responsabilidad social de acep-
WDUORFUHHPRV±GHFRQWULEXLUFRQVXVLQLFLDWLYDV\UHFXUVRVDDPSOLDULQWHQVL¿FDU\
divulgar el conocimiento del pasado de la región con la que tienen el compromiso de
mejorar su presente y, de esta manera, su futuro”. Su apuesta era a “un conocimiento
fugitivo de saberes anticuarios, de ensimismamientos y de esencialismos regionalis-
tas para convertirse en explicador de realidades actuales y, en el terreno de la historia
comparada, de semejanzas y de diferencias respecto de otras regiones. Contribuyente
H[SOLFDGRUHQGH¿QLWLYDGHODSURSLDKLVWRULDGH(VSDxD´89
/D)XQGDFLyQ0DUFHOLQR%RWtQIXHFUHDGDHQFRQHOREMHWLYRGHFRQWULEXLU
a paliar las necesidades y promover el desarrollo social de la región de Cantabria. A
partir de esta tarea de proyectar un futuro para la región también se volvieron las mi-
UDGDVKDFLDHOSDVDGRUHJLRQDO\HQHODxR¿JXUDEDHQVXVPHWDVODUHFXSHUDFLyQ
de acervos documentales. En esa fecha, la institución puso en marcha el proyecto Do-
cumentación Histórica de Cantabria (DOHISCAN) e inauguró la colección Historia
y Documentos articulando el trabajo de profesionales e historiadores vinculados al
campo universitario. El proyecto estuvo integrado por un equipo estable, dirigido por
José Ángel García de Cortázar, Emma Blanco Campos, Elisa Álvarez Llopis, y –en
calidad de colaboradores– otros miembros del Área de Historia Medieval pertene-
cientes al Grupo de Historia Urbana Medieval, dirigido por Beatriz Arízaga Bolum-
buru. Sus publicaciones permitieron acceder a importantes colecciones documentales
de la Cantabria Medieval y Moderna.
&RPR D¿UPiEDPRV DO FRPHQ]DU HVWH DSDUWDGR HQ HO VLJOR ;9, HO KXPDQLVWD
aragonés Jerónimo Zurita y Castro (1512-1580) en su obra Cantabria: descripción de
sus verdaderos límites (1580), publicada en 1683, a más de cien años de su redacción,

89 MARURI VILLANUEVA, Ramón “La Cantabria Moderna en la Historiografía”, en Historia de Can-


tabria…, cit., Tomo II, p. 20.
Miriam Moriconi 51

inicia la defensa de la territorialidad de Cantabria en sentido restringido o “monta-


xDFDQWDEULVWD´IUHQWHDOWySLFR³YDVFRFDQWDEULVWD´GHVXWLHPSRTXHLGHQWL¿FDEDOD
geografía de los antiguos cántabros con las actuales provincias de Guipúzcoa, Álava
y Vizcaya.90 Se trataba de un momento caracterizado por el desbordamiento de las
fronteras seculares y cuyo elemento de unidad lo constituía la Monarquía Católica.
La integración de los reinos a la monarquía motivó a los cronistas a acotar el ámbito
espacial y temporal de sus indagaciones del pasado y en este sentido Zurita abrevó
en fuentes latinas, en especial en escritos de historia y geografía de la antigüedad
clásica buscando la verdadera localización de los cántabros, el territorio de la antigua
Cantabria.91
Según su tesis el territorio cántabro estaba formado por las Asturias de San-
tillana y Trasmiera, con las Montañas y Cinco Villas y Aguilar de Campóo, con la
comarca de Medina de Pomar, además de las tierras palentinas de Pernía, vecinas de
Liébana. La preocupación por localizar la geografía de los cántabros no desapareció
en el siglo XVIII. En 1798 se publicó la España SagradaGH(QULTXH)ORUH]FX\RYR-
lumen XXIV se tituló “La Cantabria. Disertación sobre el sitio y extensión que en el
WLHPSRGHORVURPDQRVWXYRODUHJLyQGHORVFiQWDEURVFRQQRWLFLDVGHODVFRQ¿QDQWHV
y de varias poblaciones antiguas”.92
La importancia que concedemos a estas obras se centra en la apropiación que
de ellas hicieron hacia el siglo XX los defensores de la identidad cántabra. Así, la
importancia de la obra de Zurita radica, entre otras cuestiones, en la iniciativa de su
re-edición en el año 2000 y en valoraciones como la del periodista José Ramón Sáiz
quien, desde su foro virtual, rescató las tesis zuritianas expresando:

“Estos hechos nos demuestran la importancia de la historia, de su


defensa y protagonismo en la expresión de identidad de un pueblo,
algo en lo que venimos insistiendo desde hace años, frente a quienes
asumen la autonomía cántabra como algo que carece de sustancia y
contenido histórico al amparo de la Constitución de 1978.”93

En la determinación de la localización se jugaba nada menos que la defensa de un


rasgo identitario fundamental como es el de la resistencia de los cántabros, en este
caso frente a las legiones imperiales romanas.

90 IGLESIAS GIL, José Manuel “Estudio preliminar”, en Cantabria: descripción de sus verdaderos
límites de Gerónimo de Zurita, Universidad de Cantabria, Santander, 2000.
91 IGLESIAS GIL, José Manuel en “Estudio preliminar”, cit., p. 27 y p. 35.
92 De acuerdo con Manuel Suarez Cortina, se trataría de “la última cruzada del montañocantabrismo por
DUUHEDWDUFRQFDUiFWHUGH¿QLWLYRODVSUHWHQVLRQHVYDVFDV´YHU68È5(=&257,1$0DQXHOCasonas,
hidalgos y…, cit., p. 13.
93 Disponible en www.joseramonsaiz.es/hemeroteca/2000/190800.htm. Consulta del día 4 abril de 2005.
52 Política, piedad y jurisdicción

Con todo, y aunque todas estas operaciones contribuyeron a la construcción


KLVWRULRJUi¿FD \ DO IRUWDOHFLPLHQWR GH XQD región cántabra, en la edición del año
1995 de Cátedra Cantabria, advirtiendo el gran peligro que acechaba a los estudios
regionales, Iglesias Gil se preguntaba: “…¿hasta qué punto, y por la presión de las
GHPDQGDVGHOSUHVHQWHQRHVWDUHPRVIDOVHDQGRODKLVWRULDFUHDQGR¿FFLRQHVKLVWRULR-
JUi¿FDVFRQVWUX\HQGRODPHPRULDKLVWyULFDGHXQSXHEORTXHQRHVUHDOPHQWHVXMHWR
colectivo de un acontecer histórico?”94 También García de Cortázar –al comprobar
la acusada regionalización de los estudios históricos en ocasión del I Encuentro de
+LVWRULD GH &DQWDEULD± UHÀH[LRQy VREUH ODV DFWLWXGHV KLVWRULRJUi¿FDV YLQFXODGDV D
HVWDÀRUHFLHQWHSURGXFFLyQ\UHFRUGDQGRODVUHODFLRQHVHQWUHKLVWRULDGRUHV\SRGHU
político, sugirió “que quienes, desde la historia, deseen asegurar una identidad re-
gional para Cantabria abandonen sus esfuerzos de búsqueda en el pasado y los sus-
tituyan por un compromiso de construcción de un futuro mejor para la región.”95 En
su presentación, trató de los usos del vocablo región, observando que el mismo se
utilizó para referir a espacios de escalas tan diferentes como “la Liébana, Cantabria,
la cornisa cantábrica o el arco atlántico”. Asimismo remarcó la diferencia entre las
IDFHWDVKLVWyULFDHKLVWRULRJUi¿FDGHODUHJLyQDOVXVFULELU

“…un corónimo, en cuanto proyecto político o voluntad igual-


mente política de mantenimiento de una determinada situación de
individualidad regional puede permanecer invariable y por ello
mentalmente aglutinante de la población regional por encima o por
GHEDMRGHORVÀXMRVHFRQyPLFRVVRFLDOHVRFXOWXUDOHVYLYLGRVSRU
aquélla.”96

Con lo señalado por García de Cortázar y, de cara a la constitución de las autono-


mías, puede colegirse que Cantabria como espacio de identidad, es producto de una
voluntad política: la que se propuso colmar de sentidos históricos el marco institu-
cional que, en 1833, Javier de Burgos diseñara como provincia de Santander. Mani-
¿HVWDQXQDLPSURQWDVLPLODUODVSURSXHVWDVKLVWRULRJUi¿FDVTXHWUD]DQXQDOtQHDGH
continuidad histórica cuya sociogénesis sería la siguiente: provincia de los Nueve
Valles (1544-1581), Provincia de Cantabria (1778), Provincia Marítima de Santander
(1801), Provincia de Santander (1833), Comunidad Autónoma de Cantabria (1981).97

94 RUIZ DE LA PEÑA, Juan Ignacio “Memoria histórica y registro de fuentes”, en GARCÍA DE COR-
TÁZAR, José Ángel –editor– La memoria histórica de Cantabria, Universidad de Cantabria, Asam-
blea Regional de Cantabria, Santander, 1996, p. 20.
95 GARCÍA DE CORTÁZAR, José Ángel “La región. Sujeto…”, cit., p. 48.
96 GARCÍA DE CORTÁZAR, José Ángel “La región. Sujeto…”, cit., p. 39.
97 0217(6,126*21=È/(=$QWRQLRHQ$162/$)(51È1'(=$OEHUWREstudios sobre la socie-
dad tradicional cántabra: continuidades, cambios y procesos adaptativos, Universidad de Cantabria,
Miriam Moriconi 53

No fue una tarea imposible rastrear en la bibliografía que aquí hemos consultado
ORVWLSRVGHWUDWDPLHQWRTXHKDQGDGRFRPRUHVXOWDGRODDSDULFLyQKLVWRULRJUi¿FDGH
lo que García de Cortázar denominó “modelos de región”.98 Actualmente, cuando
historiadores que estudian a comunidades de Antiguo Régimen desde las matrices
del campo académico y reconocen a Cantabria como región y como región admi-
nistrativa, están pensando en el territorio de la actual Comunidad Autónoma. Y es
TXHSHUGXUDQHQ&DQWDEULDSHUFHSFLRQHVTXHVHPDQL¿HVWDQHQDFXVDGRVFRQWUDVWHV
que lejos de cualquier pretensión de cohesión regional por fuera del nivel adminis-
trativo político, presentan muestras de identidad fragmentaria. Lo que en el Antiguo
Régimen podría expresarse como una suerte de dualismo entre villas (por las cuatro
villas de la costa) y valles, ha devenido en los pares antagónicos llanura/montaña,
Cantabria urbana/Cantabria rural, costa/interior. Como lo ha demostrado fehaciente-
mente Suárez Cortina, Cantabria ha carecido de elementos materiales y simbólicos
fundamentales a la hora de consolidar una cohesión regional. Entre todos ellos, tres
factores son los que explican la tesis del autor: la realidad territorial de la Cantabria
medieval y moderna, los vínculos socioeconómicos, culturales y mentales con Cas-
tilla y la ausencia de una devoción uniforme como componente simbólico integrador
de la identidad regional.99
(QHVWHVHQWLGRHQHOSHUtRGRTXHDTXtVHHVWXGLDQRSRGUtDD¿UPDUVHTXH/LpED-
QDHVWXYLHUDLQFOXLGDHQ&DQWDEULDWDQWRHQODVUHSUHVHQWDFLRQHVFDUWRJUi¿FDV 0DSDV
4 y 5) como en las declaraciones de los coetáneos sobre sus vínculos de naturaleza o
ámbitos de residencia (ver Capítulo I) no hemos podido corroborar que un lebaniego
GHHQWRQFHVVHLGHQWL¿FDVHFRPRFiQWDEUR
En contrapartida, estos mismos factores nos impulsan al desafío de abordar la
Liébana del Antiguo Régimen.
La relevancia que puede tener el estudio de este espacio jurisdiccional periférico
no se reduce al aporte de conocimiento empírico que conlleva todo estudio local o
FRPDUFDO/DSURSXHVWDHVFRQWULEXLUDOFDPSRKLVWRULRJUi¿FRTXHUHIHULPRVWRPDQGR
este ámbito como un observatorio de prácticas culturales, devocionales y económi-

1995, p. 30; BARÓ PAZOS, Juan “Prólogo”, en ESTRADA SÁNCHEZ, Manuel Provincias y dipu-
taciones: la construcción de la Cantabria contemporánea (1799-1833), Universidad de Cantabria,
Santander, 2006, pp. 14-15.
98 El autor reconoció al menos cinco tipos: “región natural”, “región percibida o histórica”, “región
administrativa impuesta”, “región administrativa parcialmente consensuada” y “región metafísica”.
GARCÍA DE CORTÁZAR, José Ángel “La región. Sujeto…”, cit., pp. 40-46.
99 (VWDVD¿UPDFLRQHVVHHQFXHQWUDQIXQGDPHQWDGDVHQ68È5(=&257,1$0DQXHOCasonas, hidalgos
y…, cit., pp. 58-64.
54 Política, piedad y jurisdicción

cas que, a la vez que componen un espacio, traman el equipamiento político de este
territorio.100
Indagar un ámbito fuertemente señorializado como este permite opciones de
recorte tales como el abordaje de estructuras señoriales o institucionales como son el
señorío ducal, el señorío monástico o la administración municipal. Sin embargo, al
constituir estos registros analíticos los lineamientos más transitados en los estudios
que admiten aproximarse al conocimiento sobre el pasado histórico de Liébana,101
una exploración sobre las implicancias de la condición jurisdiccional de cada una de
estas instancias de poder y dominación se proyecta como un nuevo aporte. Si bien
hallamos en estos estudios una valiosa base de partida, la lógica que aquí ordena el
análisis es bien diferente pues, como ya hemos mencionamos, es del orden de las
DJHQFLDVMXULVGLFFLRQDOHVTXHFRQ¿HUHQHOFDUiFWHUFRQ¿JXUDFLRQDOGHHVWHWHUULWRULR
Y en este punto, distanciándonos de aquellas estrategias que se ocupan, casi exclusi-
vamente, de señalar las desviaciones del caso respecto de un modelo de referencia,
el estudio de esta experiencia política en los niveles local y comarcal se propone
FRPRXQDFRQWULEXFLyQDOFRQRFLPLHQWRGHHVWHUDVJRGH¿QLWRULRGHODIRUPDGHSR-
der político de la Monarquía Hispánica que revela su característico policentrismo en
la producción de normativa, en la administración de la justicia y en gobierno de sus
territorios.

100 La noción de territorio como espacio políticamente equipado porta una larga historia conceptual; nos
KHPRVPDQHMDGRFRQODFLWDGDGH¿QLFLyQGH$QWyQLR+HVSDQKD\SDUDHOiPELWRULRSODWHQVH'DUtR
Barriera adapta el concepto de “ordenamiento territorial” propuesto por la geografía francesa. De
DFXHUGRFRQVXGH¿QLFLyQFRQFHSWXDO³HTXLSDPLHQWRSROtWLFRGHXQWHUULWRULRGHVLJQDDOSURFHVRTXH
incluye acciones de diversos agentes y de distinto tipo- que tienden a conseguir un resultado orientado
por esta voluntad de ordenamiento- y las expresiones simbólicas o físicas que este accionar va impri-
miendo tanto en el terreno como en la concepción de su relación con las instituciones políticas”, en
BARRIERA, Darío “Un rostro local de la Monarquía Hispánica: justicia y equipamiento político del
territorio al sureste de Charcas, siglos XVI-XVII”, CLAHR, Vol. 15, núm.4, 2006, pp. 378-379.
101 GAUTIER DALCHÉ, Jean “Le domaine du monastère de Santo Toribio de Liébana: formation, struc-
ture et mode d’explotation”, en Anuario de Estudios Medievales, Núm. 1, 1965; CARZOLIO, María
,QpV³)RUPDVGHJHVWLyQGHOSDWULPRQLRPRQiVWLFRHQ6DQWR7RULELRGH/LpEDQDVLJORV;9\;9, HQ
Cuadernos de Historia de España, Núm. LXXIV, Buenos Aires, 1997; VASSALLO, Rossana “Estruc-
tura y dinámica del dominio de Santo Toribio de Liébana (XIII-XVI)”, Tesis doctoral, UNLP, La Plata,
2009. Disponible en www.memoria.fahce.unlp.edu.ar; PÉREZ BUSTAMANTE, Rogelio y BARÓ
PAZOS, Juan El gobierno y la…, cit., Tomo I. Liébana; PÉREZ BUSTAMANTE, Rogelio “El Régi-
men municipal…”, cit.; CARRASCO MARTÍNEZ, Adolfo “Alcabalas y renta señorial en Castilla: los
LQJUHVRV¿VFDOHVGHOD&DVDGHO,QIDQWDGR´HQCuadernos de Historia Moderna, Núm.12, Universidad
Complutense, Madrid, 1991, pp. 111-122; El Régimen señorial en la Castilla Moderna: las tierras de
la Casa del Infantado en los siglos XVII y XVIII, Tesis doctoral, Universidad Complutense de Madrid,
1991.
Miriam Moriconi 55

Mapa 4
Caminos principales que bajan a los Puertos desde las Peñas Altas que dividen a Castilla.
Año 1748
Fuente: AGS, MPD, 12, 156.

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