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Arte feminista en México.

El planteamiento de este ensayo surge del entusiasmo que existe en mí de aprender


de la mejor manera posible, es decir, aprender desde una perspectiva que responda
a mis valores morales.

Siendo una persona feminista, y observando la falta de mujeres que existe en el arte
y en su historia, y no debido a su inexistencia, sino a su exclusión. Me considero con
la necesidad de empezar mis estudios en el arte con esta visión.

Tampoco pretendo hacer de esto una queja, exponiendo todas las injusticias que las
mujeres han vivido en el contexto del arte, sino buscar soluciones a largo plazo,
crecer con este punto de vista, buscando que exista el reconocimiento y la seriedad
que se le debe a esta situación.

“Como nos menciona la autora Linda; ¿Por qué no han existido grandes mujeres
artistas?, a lo que ella misma responde que es debido a una falta que no está en
nuestra condición de ser mujer, sino en las instituciones y en nuestra educación;
nuestros símbolos, claves y señales. Con esta misma pregunta podemos darnos
cuenta que sucede lo mismo en cualquier otro campo (Nochlin, 2001:21).”

Es relativamente sencillo darse cuenta de esta situación, cuando empezamos a


estudiar historia del arte, o escuchamos en la vida cotidiana referencias a grandes
artistas, surgen cuestionamientos bastante lógicos.

“Ahora, para definir el concepto de arte feminista, la autora Hilda Monraz lo delimita
como la expresión artística de la militancia de algunas activistas que buscaba la
visibilidad del feminismo en las representaciones estéticas, manifestaciones
históricamente situadas en un contexto político donde el feminismo fue la ideología
base (Monraz Delgado, 2014:5).”

Limitarnos a decir que existe una exclusión de las mujeres en el arte no soluciona el
problema, por lo que hay que reconocer la importancia que el arte feminista cumple
en nuestra historia. De la misma manera que en la materia de historia en la primaria
y secundaria vemos como parte de la época post revolucionaria al muralismo, pues
tuvo un impacto social, y retrató el espacio social de su entonces.

Para adentrarnos en el contexto histórico, vamos a empezar por lo que se conoció


como segunda oleada de feminismo, que tuvo su origen en Estados Unidos, pero
que se fue desarrollando a la par en México.

“Esta etapa de la historia fue conocida como movimiento de liberación de la mujer,


esto debido a lo que Ángeles Mastreta describe como el reflejo de varios factores a
través de los cuales las mujeres tomaron conciencia de la opresión de que eran
objeto para transformarla en lucha política: un ingreso femenino masivo en el
mercado laboral, mayor número de mujeres matriculadas en la educación superior,
mujeres con preparación universitaria; el desarrollo de métodos anticonceptivos
baratos, eficientes y al alcance de la mano y la aparición de los movimientos de
protesta en los años sesenta, fueron fenómenos que contribuyeron a promover la
conformación de ese incipiente movimiento, que a lo largo de los años iría
desarrollándose, influyendo en la opinión pública y consiguiendo algunos cambios
en la condición de las mexicanas (Mastreta, 2000:15).”

Recordemos que esa época en nuestro país fue de cuestionarse y buscar el cambio
como nación hacia la prosperidad, pues después de la revolución la sociedad siguió
persiguiendo un poco las promesas que este movimiento había propuesto.

Tiempo después, con las reformas de Lázaro Cárdenas, la situación de derechos y


repartición de recursos de nuestro país se vio relativamente mejorada, pues por un
lado las riquezas se quedaban en México, y se apoyó al campo mexicano, pero por
el otro, el sector de la población que se vio beneficiado fueron en su mayoría del
género masculino, pues está de sobra decir que nuestro país desde hace tiempo
tiene conductas que excluyen a las mujeres en oportunidades.

Toda esta situación de reivindicación de los derechos humanos, algo de influencia


tuvo que tener en el movimiento de liberación de las mujeres, era claro empezar a
cuestionarse por qué estas oportunidades no eran directamente para ellas, cuando
son de igual manera merecedoras y capaces de llevar a cabo.
“Ahora, la mayoría de las feministas de la segunda ola estuvieron influenciadas por
la lectura de Simone de Beauvoir, escrito en 1949, así como por las tendencias
marxistas-socialistas del momento (Arguedas, 1977:229-249).”

Para la primera ola del movimiento feminista, o también conocido como sufragista,
el objetivo principal era conseguir el voto femenino, y derechos civiles en general,
pero uno de los factores cuestionados de esta primera ola es que era un movimiento
de mujeres burguesas, algo elitista y clasista, sin embargo, eso no significa que
tengamos que invalidarlo, y la lección para las feministas de la segunda ola se basó
también en aprender de los “errores” de el primero. Por lo que para la segunda ola
fue un movimiento más incluyente, y su principal objetivo fue los derechos en
materia reproductiva, aborto, anticonceptivos, vida sexual libre.

“Sin embargo, la diferencia que tiene el feminismo de la segunda ola con los otros
liberacionistas, fue que la liberación femenina cuestionó el sistema opresor
tomándolo como un orden de género en el que los hombres tenían la supremacía y
las mujeres debían ser sumisas ante tal jerarquía (Monraz, 2014:25).”

Vamos a ver cómo la producción de arte; espacio-temporal, y espaciales, sirvieron


de herramienta para el movimiento feminista, buscando una representación más
visual de su movimiento.

Encuentro una similitud con el movimiento feminista que hemos estado vivivendo en
los últimos años, pero más específicamente estos últimos dos años, todo este
lenguaje visual que el movimiento ha generado, los colores, símbolos, incluso
canciones que representan tan vividamente al movimiento, que forjan la historia,
teniendo un impacto social, que surge directamente de las artes.

“Se puede decir que gracias a la expresión artística del feminismo, hubo una
apertura importante en el mundo del arte plástico, la cual permitió que muchas
mujeres artistas ingresaran al escenario ya no como musas, sino como productoras
activas de arte plástico (Monraz, 2014:31).”
Esta parte del movimiento y su representación artística cumplió dos propósitos, pues
generaron un lenguaje visual muy fuerte, importante y representativo del
movimiento, y lograron hacerse un lugar en el mundo del arte destruyendo
prejuicios, provocando el cuestionamiento de la sociedad, y no tanto lo que se dijera
de las artistas feministas, sino la semillita de la duda, ¿por qué estas mujeres están
pintando eso?.

“Las aportaciones del arte feminista mexicano al arte mexicano en general se


encierran en los siguientes puntos: la crítica a los discursos de género existentes, es
decir, a la subordinación de las mujeres frente a los hombres, a su supuesto
carácter doméstico y maternal, así como a la anulación del placer sexual de las
mismas. Otra es la autorrepresentación, y autoconciencia de las mujeres artistas
que lo creaban y el tipo de arte que estaban haciendo, uno conceptual o alternativo,
en el que el significado de la creación vale más que la forma en que se presenta
(Monraz, 2014:93)”.

Ya para empezar a concluir, me parece importante mencionar la reflexión de Mónica


Mayer, feminista y artista visual que trabajó siempre como artista-feminista.

“No quiero dejar de mencionar, aunque seal al final, que para mí la lucha feminista
más canija ha sido la que libro contra mi propia educación todos los días. Cambiar
estos patrones de comportamiento para que mis hijos puedan crecer de otra
manera, o para que mis propias expectativas como mujer y como artista sean
diferentes, ha sido bastante grueso (Mayer, 1998:412).”

Como alumna de artes, y alumna feminista, estoy conciente que el feminismo que
hacemos hoy en día, y en el que la lucha continúa es la herencia y la manera de
honrar el trabajo, la lucha tan ardua que han hecho nuestras antepasadas.

Ciertamente todavía queda mucho por hacer, muchos prejuicios, paradigmas que
necesitan cambiar a la inmediatez, pues el mundo va hacia adelante, y no nos
podemos quedar atrás.
En la historia del arte, muchos movimientos artísticos han nacido de causas
sociales, y para eso está el arte, para revolucionar, para mover algo, por más
mínimos que sea, en la conciencia de nuestra sociedad, el trabajo de la artista está
claro, y tenemos mucho que hacer. Sin olvidar de dónde venimos, y hacia dónde
vamos.

Al estar en la universidad, en ambientes académicos, no podemos esperar que nos


den toda la información que necesitamos, ni que nos formen con ciertos valores, es
nuestra responsabilidad buscar nuestro camino por nuestra cuenta. Generar
nuestras expectativas, por más lejanas que luzcan, tenemos que seguirlas.

Porque dentro de unos años, nosotras vamos a ser quienes enseñamos el arte,
quienes pongamos el ejemplo, y quienes van a ocupar un lugar en el mundo del
arte. Un lugar por el que vamos a tener que luchar, del mismo modo que las
feministas de la segunda ola lo hicieron, pintar su lugar en el espacio público,
recuperar el espacio que por derecho nos pertenece, y hacer frente a lo que se
venga.
Bibliografía.

¹ ARGUEDAS, Lleda,

El movimiento de liberación nacional: una experiencia de la izquierda


mexicana en los sesentas​, en Revista Mexicana de Sociología, México,
Universidad Nacional Autónoma de México, 1997, Vol. 39, pp. 229-249.

² CORDERO, K., y SÁENZ, I,

Crítica feminista en la teoría e historia del arte, ​México, CONACULTA


FONCA: Programa de fomento a proyectos y coinversiones culturales, 2001,
432 p.

³ MASTRETTA, A. BARTRA, E., PONCELA, A. M., y JAIVEN, L,

Feminismo en México, ayer y hoy: Prólogo,​ México, Universidad Autónoma


Metropolitana, 2000, 97 p.

⁴ MONRAZ Delgado, Hilda,

Lo personal es político, y también artístico. El arte feminista en la Ciudad de


México. 1968-1993, México, CENTRO DE ESTUDIOS SOCIOLÓGICOS:
PROGRAMA INTERDISCIPLINARIO DE ESTUDIOS DE LA MUJER, 2014,
124 p.

Brisa Narova Cruz Romero


PREUNIVERSITARIO

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