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Por dichos motivos, los selladores de fosas y fisuras (en adelante, SFF) se utilizan como parte
de las medidas preventivas habituales de la caries, tanto a nivel individual como a nivel
comunitario en poblaciones de alto riesgo.
Los selladores se pueden describir como aquellos materiales que, situados en las superficies
dentarias, son capaces de unirse a las mismas (mediante unión micromecánica o enlaces
fisicoquímicos), creando una película impermeable a las bacterias potencialmente cariogénicas
y a sus productos: rellenan los detalles retentivos de la anatomía dentaria y los suavizan,
haciéndolos más fácilmente accesibles a la autolimpieza durante la masticación y a las cerdas
del cepillo dental, e impiden la colonización bacteriana y la difusión de los productos
generados en el metabolismo bacteriano de los hidratos de carbono.
La evaluación del riesgo de caries debe realizarla el profesional con su experiencia clínica y
mediante el uso de indicadores como: la morfología dentaria (forma y profundidad de las
fisuras), el diagnóstico clínico, la historia de caries, la aplicación de flúor, los hábitos de higiene
oral y la alimentación del paciente:
Historia previa de caries: dientes primarios y/o dientes permanentes con predominio oclusal o
interproximal.
Historia familiar.
Exploración:
- Morfología dentaria retentiva: fosas y fisuras estrechas que propicien el acúmulo de placa
bacteriana y dificulten el acceso del cepillo dental.
- Existencia de factores favorecedores de lesiones cariosas: maloclusiones, patologías en el
esmalte como hipoplasias o fisuras, entre otros.
2. Clasificación de selladores
La mayoría de los selladores utilizados hoy en día son productos que contienen bisfenol A
glicidil metacrilato (Bis-GMA) y, en menor proporción, se usan los basados en ionómeros de
vidrio (por su menor capacidad de retención y menor resistencia a la abrasión), estando
indicados sobre todo en dientes parcialmente erupcionados difíciles de aislar de posible
contaminación salival, debido a que los ionómeros son hidrófilos y la humedad presente en
dentina facilita su penetración en lugar de interferirla como ocurre con las resinas.
Los criterios para clasificar los SFF se basan en las siguientes características: composición
química del producto base (metacrilatos e ionómeros de vidrio), si poseen o no un relleno de
matriz inorgánica inerte (vidrio, cuarzo, porcelana), mecanismo de inicio de la polimerización
(química en autopolimerizables, fisicoquímica en fotopolimerizables), aspecto o cualidades
cromáticas (claros o translúcidos, opacos y coloreados) y si tienen adición de otro producto
que aumente su eficacia (híbridos y con flúor).
Resinas con o sin adición de matriz orgánica inerte. Cuando las resinas se utilizan como
selladores incorporan pocas partículas de relleno (de pequeño tamaño: micropartículas), ya
que esto aumenta su viscosidad y dificulta la fluidez necesaria para penetrar adecuadamente
en fosas, surcos y fisuras (a diferencia de cuando se utilizan como material para restauraciones
de cavidades practicadas en operatoria dental, en las que el producto requiere mayor dureza y
resistencia al desgaste por abrasión).
Todos ellos poseen, sin embargo, propiedades similares respecto a efectividad y retención.
Independientemente del tipo de producto base utilizado como sellador, se requieren una serie
de características físicas y clínicas que aseguren su eficacia. Así, los selladores idóneos son
materiales:
3. Técnicas de aislamiento
Los selladores se utilizan fundamentalmente en odontología preventiva.
El aislamiento del campo es un procedimiento odontológico que permite separar o
independizar la zona de trabajo (diente o conjunto de dientes) del resto de la cavidad oral
mediante diversos métodos, buscando crear las condiciones más adecuadas para la
intervención. Es muy utilizado en procedimientos de odontología conservadora. Sus funciones
principales son las siguientes:
El aislamiento absoluto puede diviEl aislamiento absoluto separa de forma total la zona de
trabajo del resto de la cavidad oral, impidiendo cualquier tipo de comunicación entre ambos.
Se considera la técnica de aislamiento más eficaz. Figura 3. Dique de goma. dirse en dos grupos
según la cantidad de dientes aislados. Podrá ser unitario (únicamente se aísla una pieza), o
plural (se aíslan a la vez dos o más piezas). Aunque el aislamiento unitario resulta más fácil y
menos engorroso para el profesional, es recomendable la utilización del plural, ya que
garantiza una mayor comodidad a la hora de trabajar y una menor filtración de fluidos orales
por los márgenes de la perforación del dique.
- Perforador de diques
- Clamp o grapa
- Aro de acero
- Aletas
- Pinza portaclamps
- Arco de Young o portadique
- Hilo dental
- Selección del dique, del clamp y del número de dientes a aislar, según las necesidades
del caso.
- Maniobras previas al aislamiento:
- Sujeción y amarre del clamp
- Perforación del dique en el lugar donde debe ser atravesado por el diente
- Lubricación del dique con vaselina por ambos lados, para facilitar su inserción. Es
recomendable lubricar también los labios del paciente, para evitar su rápida
deshidratación.
- Colocación del dique en boca: existen varias técnicas para realizar esta fase:1.Primero
se asienta la grapa en el diente, cerciorándose de que queda completamente firme, y
luego se aplica el dique de goma. 2. Colocación simultánea del clamp y del dique.
- Fijación del arco portadique, tensando y desplegando el dique.
- Terminación del asentamiento interdental del dique (Figura 17), utilizando hilo de seda
y cuñas de madera para evitar que se desenganche
Su finalidad principal es secar el campo operatorio e impedir que el flujo salival alcance y
contamine el área de trabajo. Además, retira y protege los tejidos blandos adyacentes,
mejorando la visualización del campo operatorio. Solo proporciona un aislamiento eficaz a
corto plazo y no está indicado en el tratamiento de conductos, a menos que sea imposible
realizar un aislamiento absoluto.
El aislamiento relativo, aunque tiene una aplicación más sencilla, rápida y menos engorrosa,
presenta grandes inconvenientes frente al aislamiento absoluto, y en los casos en los que se
utiliza material restaurador que precise de una superficie totalmente seca puede asociarse a
fracasos en el tratamiento (contaminación de la superficie a restaurar por saliva u otros
fluidos).
Para llevar a cabo el sellado de fosas y fisuras se requerirá diferente material e instrumental,
dependiendo de que dicha técnica se lleve a cabo con resina compuesta o con ionómero de
vidrio, y de que se practique o no ameloplastia (apertura con fresa de fosas y fisuras). En todos
los casos el material para la preparación y acondicionamiento de la superficie dentaria es
común:
- Pincel (de plástico desechable, para aplicar sobre la superficie del diente el gel de
ácido fosfórico, la resina líquida) o jeringuillas (de un solo uso o de varios usos, con
boquillas desechables).
- Instrumento plástico: de material metálico o material plástico con diferentes formas,
para modelar la resina y/o el ionómero de vidrio antes de que polimericen, sonda de
endodoncia, PK Thomas o conformador de surcos.
- Discos y gomas de resina de pulido, y mandril (para sujetar el vástago de los discos de
pulido en el mango del contraángulo).
Antes de proceder al grabado de la superficie con ácido, hay diversos autores que
recomiendan realizar una apertura de fosas y fisuras, aumentando la superficie de adhesión
posible y la retención del producto utilizado como sellador (ameloplastia). Sin embargo, hay
otros profesionales (entre los que se encuentra la Sociedad Española de Odontopediatría), que
no recomiendan dicha técnica alegando, entre otros motivos, que si el sellador fracasa y se
despega, aumenta el riesgo de desarrollo de lesiones cariosas.
Tras esto, debe secarse la superficie dentaria durante 20-30 segundos (jeringa de triple función
del equipo dental) hasta que el aspecto de la misma sea de color blanco mate (aspecto de
tiza). El campo operatorio debe mantenerse perfectamente seco y evitar en todo momento la
posible contaminación salival de la pieza grabada (es una de las principales causas de fracaso
en la técnica de sellado). El objetivo del grabado ácido es crear microporosidades en el esmalte
dentario que faciliten la penetración y la retención del sellador.
Hay diversos estudios que documentan que la utilización de un agente adhesivo dentinario
sobre la superficie grabada, como paso previo a la colocación del sellador, aumenta la
retención del sellador y disminuye las posibles microfiltraciones en los márgenes del mismo.
Está especialmente indicado cuando no puede garantizarse la ausencia de contaminación
salival, en piezas parcialmente erupcionadas y con aislamiento relativo de campo operatorio,
ya que los adhesivos dentinarios son hidrofílicos.
Los adhesivos son resinas fluidas que penetran por los microporos del esmalte y reaccionan
con el colágeno y el calcio de la dentina, uniéndose a la misma (unión química y unión
mecánica a través de las microrretenciones de resina en los poros del esmalte). Deben
fotopolimerizarse durante 15 segundos aproximadamente antes de proceder a la aplicación
del sellador. El componente mayoritario de los adhesivos suele ser resina acrílica muy fluida,
similar a la que forma la matriz orgánica de los composites.
Los selladores (de resina o de ionómero de vidrio, fotopolimerizables o autopolimerizables), se
aplican mediante un pincel fino o aplicador plástico (o aplicador comercial de jeringuilla) por la
superficie grabada. Se comprueba que se extienden correctamente sobre la misma y que no se
han formado burbujas que generen zonas de menor resistencia al desgaste y a la abrasión.
Para ello, se utiliza una sonda de exploración o una sonda periodontal que asegura la
aplicación en las zonas menos accesibles y elimina las posibles burbujas.
4.5. Polimerización
Los principales controles a realizar durante el procedimiento para asegurar la calidad del
mismo durante todas sus fases son:
El flúor o fluoruro es un elemento natural que está presente, en muy pequeñas cantidades, en
alimentos como el pescado azul; en algunas verduras, como la col y las espinacas; en cereales,
como el trigo y el arroz; en frutas, como las uvas, y en el té. Cumple funciones tan importantes
como el fortalecimiento de los dientes y de los huesos. También lo podemos encontrar en la
mayoría de los dentífricos y en el agua potable de muchas ciudades.
A partir de este precipitado de CaF2 se produce un intercambio más profundo del ión F con la
hidroxiapatita en el que, por diversos mecanismos de intercambio (recristalización,
crecimiento del cristal, absorción, etc.), los oxidrilos son reemplazados por el ión flúor,
formándose fluorhidroxiapatita, compuesto estable y permanente. Esto aumenta
significativamente la resistencia del esmalte a la desmineralización. Este intercambio se realiza
más en superficie, no englobando la totalidad de la masa dental como en el caso del flúor
preeruptivo (Figura 2). La principal función de la aplicación de flúor por esta vía es la
remineralización de la superficie externa dental, confiriéndole una mayor resistencia. Este
mecanismo sirve también para remineralizar lesiones de caries incipientes (manchas blancas)
que pueden permanecer estables y no avanzar hacia una lesión de caries cavitada.
Los fluoruros sistémicos son aquellos que ingresan al organismo por vía oral de forma natural o
artificial, por medio de diferentes vehículos, y su acción se produce en todo el organismo a
través de su absorción en el tubo digestivo.
3.1.1. Fluoración de las aguas
La fluoración artificial del agua de consumo público constituye la medida más eficaz y
económica para la profilaxis colectiva de la caries. Según las últimas cifras reportadas, la
fluoración del agua reduce la incidencia de caries en un 40-50 % en el caso de la dentición
temporal, y un 50-60 % en la dentición definitiva.
Así, probablemente haya que empezar a hablar de una cifra óptima entre 0,6 y 0,8 mg/l de
fluoruro en agua de consumo para los países desarrollados, ya que este agua se utiliza para la
elaboración de productos industriales y esto aumentaría la ingesta de flúor derivada de la
fluoración del agua.
La mayoría de los vegetales y la carne contienen menos de 1 mg/l de fluoruros en estado seco.
El contenido de estas sales en las plantas parece depender de la especie y no del tipo de suelo.
La leche de vaca suele contener menos de 0,2 mg/l. En cambio, el té puede contener hasta
aproximadamente 60 mg/l, y algunos pescados (enlatados y ahumados sobre todo) y mariscos
pueden llegar a unos 30 mg/l.
El mejor vehículo alimentario para cumplir esta función de vehículo de flúor en la alimentación
en muchos países ha sido la sal. La concentración de flúor que se añade a la sal de mesa es de
250 mg/kg de sal, observándose una reducción de caries derivada de este consumo entre el 36
y 53 %.
La eficacia de los fluoruros tópicos en forma de gel depende de tres factores principalmente:
La mayor reducción de caries se logra con las mayores concentraciones y la mayor frecuencia
de aplicación, como es lógico, aunque debe valorarse la concentración apropiada para cada
caso.
Los geles de flúor son, por lo general, el método más extendido en la consulta odontológica,
debido a su fácil aplicación y a la rapidez de uso, motivo importante de elección a la hora de
aplicarlo en niños, que suelen ser los principales beneficiarios de este tipo de sistema.
Los geles actuales contienen una concentración de 1,23 % de fluoruro de fosfato acidulado
(AFP) con un pH de 3-4. Esta acidez del gel obliga a los fabricantes a añadirles ácido fosfórico,
generalmente a una concentración del 1 %. Este compuesto final incorpora el flúor a la
superficie dental de un modo más eficaz. Los geles de flúor utilizados actualmente con mayor
frecuencia son los llamados geles tixotrópicos, que no son auténticos geles, sino soluciones
viscosas que, bajo presión, se vuelven muy fluidas y acceden con mayor facilidad a los espacios
interproximales (al colocar la cubeta y apretarla contra los dientes, fluirán con mayor
facilidad). La efectividad anticaries de los geles de APF hallada tras la realización de ensayos
clínicos en escolares de comunidades no fluoradas es de alrededor del 26 %. La frecuencia de
aplicación de los geles de APF al 1,23 % dependerá del riesgo de caries de cada individuo, de
las fuentes adicionales de aporte de flúor (agua fluorada, colutorios o dentífricos) y se
establecerá de forma individualizada según se muestra en la Tabla 2.
Los barnices de flúor son otra forma de aplicación profesional que presentan un contenido
más elevado de flúor, entre 0,1 % (1.000 ppm) y 2,26 % (22.600 ppm). Son de consistencia
viscosa y endurecen en presencia de la saliva, debiendo distribuirse de forma manual sobre las
superficies dentarias.
Deben ser pincelados individualmente por cuadrantes con aislamiento relativo (algodones),
poniendo cuidado en introducir el producto en las superficies interproximales. Una vez
aplicados, fraguan en un tiempo aproximado de 2 minutos y permanecen adheridos a la
superficie del diente por un tiempo superior a las 12 horas.
Fueron la primera forma de aplicación de flúor tópico en el consultorio dental. Se usan con
palillos aplicadores que en un extremo tienen una torunda de algodón. Las soluciones acuosas
deben ser aplicadas sobre los dientes secos y aislados, manteniendo un contacto de 4 minutos
sobre las mismas. Su dificultosa manipulación, su técnica minuciosa y su elevado coste
económico, hacen que no sean una opción hoy en día para la aplicación de flúor profesional.
Los preparados de autoaplicación presentan la ventaja de permitir una aplicación frecuente del
producto y, por lo tanto, una mejora en la continuidad del tratamiento, además de reducir los
costes al eliminarse la intervención de un profesional.
Los geles de autoaplicación más utilizados son el gel de AFP y el Figura 4. Gel de
autoaplicación. fluoruro sódico neutro en una concentración del 0,05 % y el fluoruro de aminas
con una concentración del 1,25 %. La forma de aplicación de estos preparados es mediante la
elaboración de unas cubetas prefabricadas o elaboradas en una clínica dental (semejantes a las
empleadas para los blanqueamientos dentales) o mediante el cepillado con el producto, como
si de una pasta de dientes se tratase. La efectividad anticaries que han demostrado este tipo
de preparados es del 25 %, siendo mayor cuando se aplican en cubetas.
Se utilizan soluciones diluidas de sales de flúor con las que se realizan enjuagues bucales
diarios o semanales. Deben recomendarse a partir de los 5 años, para asegurarnos de que el
niño no ingerirá el líquido. Para uso diario, puede emplearse una solución de fluoruro sódico al
0,05 %, con la que se enjuagará durante un minuto la boca evitando su ingestión. Como
alternativa, puede practicarse un enjuague semanal de fluoruro sódico al 0,2 % y se aconseja
no ingerir nada en la siguiente media hora (Figura 5). El paciente debe tomar 5-10 ml de
colutorio (según edad) y mantenerlo moviéndolo por toda la boca durante al menos un
minuto. Se recomienda hacer movimientos asociados a presión de los carrillos para intentar
introducir el líquido por los espacios interproximales. La efectividad anticaries de los colutorios
depende del tipo empleado y la dosificación, siendo la media de un 30 %.
La dosis recomendada de este tipo de productos para los niños con alto riesgo de caries y que
consuman agua no fluorada (asumiéndose que el agua puede tener una concentración baja de
flúor natural) es la siguiente:
Edad Recomendación
- De 0 a 24 meses – Nada
- De 2 a 6 años 0,25 mg de flúor al día
- De 7 a 18 años 0,50 mg de flúor al día
4.2. Gel de uso profesional de flúor entre 5.000 y 12.500 ppm de flúor
Pueden utilizarse tanto en dentición temporal como permanente, siendo muy útiles para la
prevención de la caries dental. Dado que no existe paso sistémico, son más seguros que los
geles y pueden usarse a cualquier edad en la que sea posible aplicarlos sin riesgo (colaboración
del paciente). Se aplicará el mínimo de producto posible, colocándose únicamente en las
superficies de riesgo y entre 2 y 4 veces al año, dependiendo del riesgo de caries.
El uso masivo de dentífricos fluorados durante los últimos 30 años ha supuesto una de las
principales razones del importantísimo descenso de la incidencia de caries dental en la
población. El cepillado dental con pasta con flúor es lo más cercano al método ideal de salud
pública, ya que su uso es práctico, barato, aprobado culturalmente y de gran alcance. Las
recomendaciones del uso de pasta fluorada del protocolo son las siguientes:
- Entre 6 meses y 2 años, dos veces al día con una pasta de dientes con 500 ppm de
flúor y la cantidad similar a un guisante.
- Entre 2 y 6 años, dos veces al día con una pasta de dientes con entre 1.000 y 1.450
ppm de flúor y la cantidad similar a un guisante.
- Por encima de 6 años, dos veces al día con una pasta de dientes con 1.450 ppm de
flúor y la cantidad de 1-2 cm
Cuando se usa pasta de dientes con flúor junto a otros medios de aporte de flúor, debe
tenerse en cuenta el efecto acumulativo del flúor, sobre todo en niños menores de 6 años de
edad. Debe tenerse cuidado para asegurar que exista un equilibrio, maximizando el efecto
protector del flúor y minimizando el riesgo de padecer fluorosis dental.
- Dosis letal cierta. Es la dosis que produce la muerte del individuo con toda seguridad.
En el caso del FNa se halla en 5-10 g (2,2- 4,4 g de F) para un adulto de
aproximadamente 70 kg (debería beber de 5.000 a 10.000 litros de agua fluorada con
1 ppm de F) y en un niño de 2 años y unos 10 kg de peso, el nivel de F sería de unos
350 mg (debería beber 350 litros de agua fluorada con 1 ppm de F) (Tabla 3).
- Dosis tóxica probable. Es la dosis que hace precisa una inmediata intervención
terapéutica y hospitalización ante la posibilidad de consecuencias tóxicas graves.
Generalmente, esta dosis se asocia a un consumo de 5 mg/kg de peso. En función de si
la ingestión se produce en una única toma o en tomas diferentes, podemos
encontrarnos ante dos cuadros clínicos producidos por una dosis tóxica probable:
Intoxicación aguda: al ingerir una dosis única de 300-375 mg de flúor. Debe
neutralizarse al máximo el potencial tóxico del flúor mediante calcio vía oral, inducción
al vómito y observación hospitalaria.
Intoxicación crónica: se produce por la ingesta repetida de cantidades altas de flúor
sin llegar a las de la intoxicación aguda, produciéndose una fluorosis (descrita
posteriormente).
- Dosis tolerada de seguridad. Es la dosis que puede ser ingerida sin producir toxicidad
aguda y suele corresponder generalmente con la cuarta parte de la dosis letal cierta.
5.1. Intoxicación crónica por flúor: fluorosis
Cuando las concentraciones en agua potable sobrepasan las 8-10 ppm, además de las
alteraciones dentales, se presentan signos de fluorosis esquelética, caracterizada por
hipermineralización de los huesos, formación de exóstosis y calcificación de los ligamentos y
del cartílago, que pueden llegar a causar deformidades óseas en los casos más graves.
Radiológicamente, la fluorosis ósea se caracteriza por un aumento de la densidad ósea, más
fácilmente observable en la pelvis y la columna vertebral.
Las recomendaciones a la hora de realizar una aplicación de flúor en cubeta son las siguientes:
- Aplicar fluoruros tópicos solo en niños con riesgo de caries. Niños que residen en zonas
de agua fluorada o realizan enjuagues con flúor en colutorio no deben recibir este
beneficio.
- Aplicar no más de 2 g de gel por cubeta (40-50 % de su capacidad). En los espacios
interdentarios se utilizará un hilo dental embebido en gel si se considera necesario
- Usar el eyector de saliva durante su aplicación y mantener la cabeza del paciente
inclinada hacia delante para evitar su deglución.
- Limpiar los dientes para remover excesos de gel una vez terminada su aplicación.
- En pacientes con restauraciones cerámicas es necesario usar geles con pH neutro.
6.2. Técnica de aplicación de gel de flúor con cubeta desechable
Una vez finalizado el proceso de aplicación del gel de flúor conviene advertir al paciente de una
serie de puntos importantes:
- No debe consumir ningún tipo de alimento (sólido o líquido) hasta que no transcurra al
menos 1 hora.
- Es conveniente que no escupa una vez abandone el sillón dental.
- Los enjuagues (incluso con agua), hasta pasada una hora, no se encuentran
recomendados.
- Evitar pasar la lengua por las superficies dentarias durante 1 hora para evitar retirar el
flúor remanente.
- No tomar lácteos hasta pasadas 8 horas. Aunque la absorción del flúor se realiza en la
primera hora, para los posibles restos remanentes con actividad se recomienda un
periodo de abstinencia de lácteos mayor
La diferencia entre el cálculo y la placa dental es que esta última es una película bacteriana que
se adhiere a los dientes, removida fácilmente a través de un correcto cepillado y su
composición es en un 80 % de contenido orgánico y en un 20 % de contenido inorgánico. En
cambio, el cálculo dental tiene una composición inversa a la placa dental, posee un 20 % de
contenido orgánico (agua, bacterias y células descamadas de la cavidad oral, entre otros) y un
80 % de contenido inorgánico (principalmente, carbonato de calcio y fosfato de calcio), y su
remoción no es tan sencilla.
1.2. Patogenia
Una vez que la placa bacteriana se encuentra adherida a la superficie dental y no es retirada
mediante la higiene convencional por el paciente y los fenómenos de aclaramiento salival, se
genera un depósito sobre los dientes: la materia alba. Posteriormente, la placa sufre una serie
de cambios desde esta materia alba hasta una placa madura a la que se llega en dos o tres
Finalmente, la placa madura se calcifica en un tiempo variable, que puede ir de días a semanas,
en función principalmente del pH. La calcificación de la placa se inicia desde el calcio y el
fosfato de la saliva que precipita en hidroxiapatita, bruxita y whitlockita. En un primer lugar, se
mineraliza la matriz intercelular de la placa y, finalmente, las propias bacterias semanas. La
placa madura se compone de hongos filamentosos, microbiota esencialmente anaerobia,
apareciendo treponemas en las áreas con menor oxígeno.
Cálculo supragingival es la expresión usada para referirse al que se forma por encima del
margen gingival, mientras que el subgingival se refiere al que se forma por debajo de este.
El cálculo subgingival no es visible en una exploración directa por estar situado debajo del
margen de la encía. En cantidades suficientes es visible al examen radiográfico, ya que es
radiodenso. Generalmente, está presente en pequeños depósitos que no muestran
preferencia particular por la cercanía a los conductos de las glándulas salivales. Es denso y
duro, de forma aplanada, marrón oscuro o verde oscuro, entre pardo y negro, y está muy
firmemente adherido a la superficie de los dientes. La composición del cálculo subgingival
depende menos del sitio de formación que la del cálculo supragingival.
La detección del cálculo supragingival es bastante sencilla, puesto que puede detectarse
visualmente. Basta con una exploración en la que mediante una sonda se objetive la presencia
de la placa calcificada y que no se trate de un depósito blando o alimentario. La jeringa de
aire/agua del equipo puede servir de ayuda, pues pulverizando aire ligeramente sobre la zona
que se va a explorar se puede tener una visualización del área sin saliva. Al mismo tiempo, el
aire separa ligeramente la encía libre, lo que permite visualizar directamente el inicio del área
subgingival, pudiendo observar si el depósito de cálculo se extiende apicalmente. No es
necesario el empleo de técnicas accesorias, como la radiología, para su diagnóstico.
2.3. Ultrasonidos
Los ultrasonidos emplean ondas sonoras de alta frecuencia para fracturar depósitos de cálculo
y, mediante la cavitación del agua, realizar un lavado mecánico de la zona. Esta vibración
desprende una gran cantidad de calor, por lo que la punta del instrumento está refrigerada por
un chorro de agua que cumple varias funciones:
Las principales morfologías que pueden presentar los insertos de ultrasonidos se clasifican en
los siguientes grupos:
El raspado y alisado es una técnica meticulosa cuyos beneficios clínicos derivan de la correcta
eliminación de la placa bacteriana y del cálculo subgingival. Este raspado y alisado consigue un
desbridamiento bacteriano de la superficie radicular, a la vez que la deja lisa, haciendo más
difícil que se produzca una nueva adhesión de bacterias en ese nivel.
El raspado suele iniciarse con una tartrectomía supragingival, generalmente realizada con
ultrasonidos, introduciéndonos ligeramente en la zona subgingival del diente para eliminar el
cálculo de mayor grosor y, posteriormente, proceder a eliminar los depósitos más pequeños o
de peor acceso, mediante las curetas. Los movimientos en el proceso de raspado deben ser
potentes, controlados y formando el ángulo correcto que precise la cureta que está siendo
utilizada. Si se aplica presión lateral insuficiente, se corre el riesgo de alisar el cálculo (se deja
una capa de cálculo muy liso y difícil de detectar y eliminar). Esto suele ocurrir en las zonas con
depresiones anatómicas dentales y en la línea amelocementaria (LAC), y es típico en personas
con poco entrenamiento. En cambio, si el movimiento de raspado se realiza con una fuerza
excesiva, se pueden producir indentaciones o muescas en la superficie radicular, que dejan
zonas susceptibles de ser colonizadas por bacterias con mayor facilidad.
Es muy importante ir repasando con la sonda, para así conocer la anatomía del diente, las
características de la bolsa y detectar si se ha eliminado todo el cálculo. Una vez terminado el
raspado, se realiza un nuevo paso de la cureta, apoyándonos esta vez con el talón y realizando
movimientos cortos y repetitivos, para generar un pulido o alisado de la raíz que ha sido
tratada. El alisado radicular tiene por objeto lograr una superficie radicular completamente
lisa, libre de cálculos y de áreas de reabsorción del cemento. Como el cemento expuesto a la
acción de las bacterias se considera contaminado por endotoxinas, se ha aconsejado la
remoción superficial del mismo con el propósito de eliminarlas completamente ya que, como
se sabe, al menos en cultivo de tejidos, impiden el crecimiento e inserción de los fibroblastos
en la superficie radicular.
La pasta abrasiva es una crema o gel dental que lleva incorporada en su composición partículas
que generan un acondicionamiento de la superficie dental, dejándola lisa (Figuras 17 y 18). El
poder abrasivo de las pastas se mide sobre la base del método RDA (abrasión radiactiva de la
dentina).
Lo ideal es la realización de un pulido que comience con una pasta que genere una mayor
abrasión para pasar a pastas de abrasión menor. De este modo, se deja una superficie más lisa
y sin surcos. Para extender la pasta sobre las superficies dentales puede emplearse una copa
de goma o un cepillo con cerdas de nailon montado sobre un contraángulo.
2.5.2. Pulido con espray de bicarbonato Se proyecta sobre el diente un espray de aire y
agua con una mezcla de bicarbonato micronizado. Es muy útil para eliminar
manchas extrínsecas de las superficies dentales, aunque las zonas interdentales no
pueden ser tratadas con este método, pues no tiene penetración. Debe orientarse
el espray con un ángulo aproximado de 45° con respecto al diente, siendo aspirado
en todo momento y protegiendo los tejidos blandos circundantes, pues pueden
sufrir erosiones producidas por las partículas.
3. Indicaciones y contraindicaciones
3.1. Indicaciones y contraindicaciones de la tartrectomía
La tartrectomía puede considerarse una primera fase del tratamiento periodontal y por ello se
encuentra indicada como primer paso del mismo. En pacientes que no presenten problemas
periodontales se encuentra indicada al menos una vez al año (aunque dependerá mucho de la
rapidez de calcificación de la placa bacteriana) en la población adulta general, para disminuir la
gingivitis asociada a los depósitos de placa calcificada supra y subgingival.
El raspado y alisado radicular se encuentra indicado cuando existen factores como la placa
subgingival, cemento afectado o tejidos orales inflamados, sangrantes o edematizados. Esta
técnica persigue eliminar la principal causa de inflamación a este nivel (placa bacteriana
calcificada), alisando además la superficie radicular para disminuir la capacidad de formación
de un nuevo biofilm en la zona tratada.
- Bolsas periodontales de más de 5-8 mm. En ese caso hay que realizar técnicas de
raspaje a cielo abierto o quirúrgicas.
- Furcas radiculares de difícil acceso. En estos casos se encuentra indicado levantar un
colgajo.
- Pacientes con hemopatías de la serie blanca, hemofilia, pacientes sometidos a
tratamientos prologados de corticoesteroides o inmunosupresores.
- Pacientes con neoplasias locales de naturaleza metastásica.
4. Afilado de curetas
5. Medidas de prevención
5.1. Medidas de higiene oral realizadas por el paciente
Una vez realizada la tartrectomía o el raspado y alisado radicular, el paciente debe realizar un
mantenimiento de su salud oral para conseguir alargar al máximo el tiempo entre unas
tartrectomías y raspajes y los siguientes.
Es importante reforzar las técnicas de higiene oral convencional, haciendo hincapié en las
técnicas de cepillado y el uso de métodos auxiliares para la higiene interproximal como pueden
ser: cepillos interproximales, seda o cinta dental e irrigadores dentales, El uso de colutorios
antiinflamatorios
No retirar todo el cálculo en los casos en los que este se sitúa subgingivalmente
Una vez comprobado, se ordenará el instrumental en la bandeja del paciente o del equipo para
su uso.
- Mediante sondas:
- Mediante radiografías: