Está en la página 1de 5

1.

Discusión: Ante los límites del goce y su encuentro con la sublimación

A partir de lo esbozado anteriormente, el concepto de goce cobra


importancia, particularmente en contraste con la noción de deseo y significante, tal
y como aparece en la sesión del 5 de marzo del Seminario sobre las formaciones
del inconsciente. Dos sesiones después, dirá Lacan que el sostén del sujeto en sí
mismo es el sufrimiento, sostén que está en calidad de significante, siendo
curiosamente, su estandarte. Surge aquí una disyunción entre el goce y el deseo
ya que el sujeto no solamente busca satisfacer su deseo, sino que goza
deseando. Esto se articula con el segundo momento en que Lacan teoriza en
torno al goce y le da preeminencia al registro simbólico y cómo este toma
autonomía respecto al plano imaginario; al respecto Miller (2003) hace referencia a
la “imaginarización del goce” como primer acercamiento al concepto: aquello que
se resiste a la elaboración simbólica, llevándonos al plano de lo real. Vemos aquí
como hay un acontecimiento entre lo imaginario y lo simbólico. Sin embargo,
Lacan posteriormente le dará preponderancia a lo real y quitará su acento en lo
imaginario, en tanto cualquier objeto es factible de ser imantado por el lenguaje
con ese resto que escapa a toda elaboración. Surge aquí la importancia sobre lo
que está más allá de lo simbólico y que resulta imposible de aprehender,
insistiendo. Goce imposible en tanto está fuera del sistema pero, pesquisado en el
plano simbólico e imaginario, logra falazmente articularse. Evocando la metáfora
del vaso que Lacan retoma de Heidegger, (Lacan, 1961) la exaltación de la
materialidad de aquél instrumento que es llenado y luego ofrecido al Otro, tiene
como corolario, el vacío, cuyo contenido puede ser cualquier objeto, mas el
circuito, ese movimiento para acceder al objeto pareciera que es Todo.
Así las cosas, intentando comprender la desmesura y la segregación que
muestran los testimonios de violencia contra la mujer, la pregunta por los lugares
que “puede” ocupar una mujer para un hombre nos atañe en tanto estos lugares
fluctúan entre el rechazo de lo femenino o su acogida. Una mujer que, es no Toda
y, en los avatares del desencuentro con el partenaire (Un hombre), hace un
“esfuerzo” ante el enigma; pero el esfuerzo no es por la comprensión (la cuál está
atravesada por la lógica del vacío), el esfuerzo estriba en “abandonarse a lo
femenino” (Rovere & Zabalza 2013): “Esto requiere de un trabajo porque la
armadura fálica, sostén de lo masculino, es justamente lo que se resiste al
enigma, al vacío, a lo indeterminado, a lo ilimitado, en fin: a lo femenino” (p. 46).

La introducción del concepto de límite en los estragos de la violencia contra


la mujer, resulta partidario del goce estético como antesala de los movimientos
metonímicos que llevan al sujeto a posicionarse desde otro lugar, desde el cual,
en lugar de arremeter contra el enigma femenino, encuentre una forma diferente y
estatutaria de lazo. El punto de encuentro con la invención, se establece en el
desplazamiento, que acontece en cierta movilidad entre un sadomasoquismo y la
elevación estética a partir de “la-lengua”, cuyo lazo hace huella y transmite su
enseñanza: en este punto, evoco a Proust frente al lazo que se establece entre el
orgasmo logrado en el ámbito de la escena perversa y su exaltación y
materialización en la creación artística: la obra literaria, fruto de: “elevar el objeto
(…) a la dignidad de La Cosa” (Lacan, 1960)

Aquí cabría suponer – como lo establece Kristeva – que, si bien en la moral


(o desde esta) no se goza, es posible hallar en el hilo de las palabras un goce-
otro, justamente a partir de la experiencia del cuerpo. La autora lo nombra como:
Verbo-carne: “mordida gozosa, la mismísima carne de la lengua que prolonga el
cuerpo del otro y el propio cuerpo (2005, p. 242). El cuerpo y sus límites aparecen
representados en el silencio, en el exceso, en la aprehensión de los defectos del
otro y de sí mismo bien sea para exaltarlos o difamarlos, dinámica opuesta entre el
amor y el odio, paralelo que muestra aquella división entre lo espiritual y lo
terrenal, culpa y animadversión, blasfemia y sublimación: hombre y mujer todo ello
atravesado por la experiencia del sujeto (Jiménez, 2017).

La mirada puede tomarse como punto importante para comprender algo del
orden estético y del goce enigmático de una mujer. En este punto, ver se supera
en la tentación de hacerse ver, dar a ver simbólicamente. Hacer ver implica
imponer a algún otro la contigüidad de un espectáculo extraño donde quien
observa hace parte del espectáculo horroroso. Ahora bien, las aberraciones son
como amores donde la tara enfermiza lo ha cubierto todo, lo ha ganado todo.
Hasta en la más insensata, se sigue reconociendo el amor.

En su clase Anamorfosis del Seminario XI, Lacan (1964) establece un punto


desde el cuál el sujeto mira al objeto y puede otorgarle un lugar. Punto geometral
que evoca el estadío del espejo, texto en el cual Lacan alude a un i(a) atravesado
por el significante. Imagen esta que cobra brillo para aquél que mira y deja
translucir al deseo. No obstante, si articulamos el brillo (cuyo cariz está atravesado
por lo subjetivo) con las formas en que se accede al objeto, más allá de los límites
de su imagen, dañándolo, el deseo queda velado por un goce que es exceso y
muerte. El lugar que le da Lacan a la anamorfosis, es un lugar otorgado al ámbito
del arte, no siendo exclusivo del artista, sino del espectador que es causado por
ese objeto. Al respecto cabría cuestionar la relación que pueda tener el arte con tal
destrucción que sostiene la tesis de este texto.

A esta altura, se busca una articulación del objeto causa, con aquello que
de excesivo aparece no sólo desde la pulsión escópica, sino de lo que es
transgredido más allá de los sentidos del sujeto, transgresión que se evidencia en
el cuerpo del otro, sus coordenadas quedan sumidas en la desfiguración,
aniquilación, expropiación, en últimas, castración cuyo fin reclama al parecer, una
satisfacción socavada. Reclama una comprensión del enigma sin mediar palabra,
sin tolerar el desencuentro, el rechazo; el cuerpo, como reservorio de
desencuentros (necesarios para establecer un lazo), de goce, goce sentido,
resulta dañado en calidad de siniestro, no dando lugar a algún signo que funde o
instaure el discurso que vuelve a la vida: “… en el nivel del más allá del falo –
más allá de la demanda – la palabra que escucha, hace hablar al cuerpo” (Rovere
& Zabalza, 2013; p. 35).

Conclusión

La disyunción que plantea este texto, cuyos significantes son el discurso


como aquello que hace lazo y la barbarie, como lo que surge por fuera de toda
simbolización y Ley, pretende poner en evidencia una problemática que mas que
tener un contenido social (el cual es evidente y las cifras y relatos lo testimonian),
guarda serias implicaciones clínicas que el Psicoanálisis busca exaltar. Ello, en
tanto la apuesta estriba en un intento de tener un punto de encuentro de tal
disyunción, reconociendo como antesala un quiebre en la disparidad hombre –
mujer y reconociendo un enigma femenino que puede ser bordeado de otra forma
diferente al daño. Por ello, el carácter de invención toma partido en este punto, a
fin de poder explorar manifestaciones que posibiliten el lazo social. La disyuntiva y
el posible encuentro se podría sostener entre goce y deseo, en tanto, tal y como
sostiene Muñoz (2018): “Del lado del deseo la falta-en-ser, del lado del goce el ser
como lo que se resiste a la nadificación del significante” (p. 18).

2. Bibliografía

Bersani L (1969). The anguish and inspiration of jelousy. En: The Fictions of Life
and of Art. United States. Oxford University Press. pp. 56-97.

Cabrera, J; Cristi, N. (2011) La silenciosa muerte de mujeres. Polémicas


feministas Vol. 1. 48-60

Incháustegui Romero, T. (2014). Sociología y política del feminicidio; algunas


claves interpretativas a partir del caso mexicano. Sociedade e Estado, 29 (2), 373-
400. 

Jiménez Urrego, AM. (2017). La relación entre celos, amor y deseo en “un amor
de Swann” (Tesis de Maestría no publicada). Universidad de Buenos Aires,
Buenos Aires.

Lacan, J. (1959 – 1960). Clase VIII del 20 de enero de 1960: El objeto y la cosa.
El Seminario, libro 7: La ética del psicoanálisis. Barcelona, Editorial Paidós.
(1959 – 1960). Clase IX del 27 de enero de 1961: De la creación Ex Nihilo.
El Seminario, libro 7: La ética del Psicoanálisis. Barcelona, Editorial Paidós.

(1964). Clase VII del 26 de febrero de 1964: La Anamorfosis. El Seminario,


libro 11: Los cuatro conceptos fundamentales del Psicoanálisis. Barcelona,
Editorial Paidós.

Miller, JA. (2003). Los seis paradigmas del goce. En: La experiencia de lo real en
la cura psicoanalítica (pp. 141 – 180). Buenos Aires, Editorial Paidós.

Muñoz, P. (2018). Goce y Pulsión. Rev. Universitaria de Psicoanálisis, 18, 15 – 25.


Recuperado de:
http://www.psi.uba.ar/investigaciones/revistas/psicoanalisis/trabajos_completos/rev
ista18/munoz.pdf

Lagarde, M. (2005) Los cautiverios de las mujeres: madresposas, monjas, putas,


presas y locas. Coordinación General de Estudios de Posgrado, UNAM. México

Segato, R. (2013) La escritura en el cuerpo de las mujeres asesinadas en Ciudad


Juárez. Buenos Aires: Tinta Limón.

Kristeva, J. (2005). El tiempo sensible: Proust y la experiencia literaria. Buenos


Aires. Ed. Universidad de Buenos Aires.

Rovere, C.; Zabalza, S. (2013). La palabra que falta es Una mujer. Buenos Aires,
Ed. Letra Viva.

También podría gustarte