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El Pecado Social PDF
El Pecado Social PDF
Una de las primeros ensayos que publiqué en este blog trata acerca de mi intención de delinear
una Antropología del pecado. En dicho ensayo sostengo una hipótesis específica “tanto en el
catolicismo como en la otras vertientes del cristianismo es nuestra calidad de pecadores”. Eta
hipótesis se apoya en una cita del Eclesiastés que dice lo siguiente: “Todo está oído. Teme a Dios y
cumple con sus mandamientos, porque en esto consiste ser hombre. (Ecl 12:13).
Siguiendo el mismo lineamiento del escrito anterior defino pecado como la transgresión
voluntaria de preceptos religiosos; lo que para los hebreos ( )חטאtiene una acepción parecida al
acto de errar, ofendiendo con ello a Dios mismo. El pecado cobra objetividad frente al acto. En el
escrito anterior conluyo lo siguiente: “Un hombre se conforma a través de sus actos; estos actos
no son sólo morales sino inclusive psicológicos, lingüísticos o simplemente conforme a su
naturaleza.” Asumiento que si es posible una antropología del pecado, ésta tendría un corte
teleológico; contrario a las antropologías que se han hecho en los últimos años (partiendo del
evolucionismo hasta el estructuralismo).
El pecado social viene a colación con el advenimiento de las llamadas «ciencias sociales» cuya
fundación se debe a pensadores como Auguste Comte, Karl Marx, Max Weber, Émile
Durkheim, etc. En un ensayo homónimo, Augusto Sarmiento profundiza con mayor rigor el
contexto canónico previo que le da origen y validez a esta idea de pecado Social. Uno de
los antecedentes más significativos se basa en la exhortación apostólica Reconciliatio et
Paenitentia, del que ahora es Santo, Papa Juan Pablo II. El documento está fechado el 2
de diciembre de 1984, de modo que había pasado seis años después de haber sido Papa,
habrá tenido unos 64 años (aprox. ).
En el documento el Santo Papa intenta dar razón al respecto de la reconciliación y la
penitencia en la misión de la Iglesia de su tiempo y se encuentra dirigido al Episcopado, al
Clero y a los Fieles. Comienza aludiendo un pasaje del Evangelio según San Marcos que
dicta: «arrepentíos, y creed en el evangelio.»(Mr. 1:15). Lo que propiamente significa es
acoger la impronta de Cristo, de la adopción como hijo de Dios y, en consecuencia, de la
fraternidad.
El llamado de San Juan Pablo II es un llamado a la unión fraternal, contrario a la división que se ha
propiciado. Recordemos que estamos a cinco años de que la Guerra Fría, una guerra que si bien no
merece tal apelativo puesto que no existe un conflicto bélico evidente, sí dividió al mundo en dos
bloques: el comunista, representado principalmente por la Unión de Repúblicas Socialistas
Soviéticas y el capitalista, representado principalmente por Estados Unidos. Las preguntas que
están en el aire son ¿Qué debemos hacer los católicos en este clima de división ideológica?
¿Debemos intervenir o debemos tomar una postura neutral frente al conflicto ideológico?
También recordemos las duras críticas que se le hicieron a la Iglesia por su tibieza frente al
exterminio judía en la Alemania Nazi.1
Sumado a ello se encuentra la desigualdad de grupos, clases sociales, países; la discriminación por
motivos religiosos, económicos, políticos, étnicos, etc. Por lo que no es muy difícil adivinar que en
el seno de la misma iglesia se gesten este tipo de divisiones que hieren su propia unidad. La raíz de
dichas divisiones se encuentra contenida en el concepto mismo de pecado. Para aliviar el pecado
es necesario una Penitencia y ésta será necesaria sólo si el penitente la ve necesaria para la
reconciliación entre él y sus hermanos; con motivo de la absolución de sus pecados, labor que cae
en Cristo, pues sólo Cristo es redentor. Sólo así la herida ha de cicatrizar.
1
Ampliamente recomendable es la película dirigida por Costa-Gavras, Amén (2002) en donde se narra la
historia de Kurt Gerstein en sus intentos por denunciar ante el Vaticano las atrocidades que el partido Nazi
realiza con el gas Zyklon B en los campos de concentración.