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CALVINISMO

Introducción

El calvinismo es un sistema teológico protestante basado en la doctrina elaborada


por Juan Calvino (1509 – 1564) y otros teólogos de la época. El calvinismo pone el
énfasis en la autoridad de Dios sobre todas las cosas.

Calvino influyó notablemente en el desarrollo de las doctrinas de la Reforma


protestante. A los 27 años (1536), publico su obra “Institución de la Religión
Cristiana”. Esta obra, que fue revisada en diversas ocasiones durante su vida,
además de la numerosa colección de cartas pastorales y comentarios bíblicos,
constituye la base de la doctrina calvinista.

Doctrina calvinista

Los “cinco puntos del calvinismo”

La teología calvinista suele resumirse en los denominados “cinco puntos del


calvinismo”, los cuales fueron publicados como una respuesta detallada (punto por
punto) a los cinco puntos de la Protesta Arminiana. Jacobo Arminio (1560 – 1609)
fue un teólogo protestante neerlandés, fundador de la escuela protestante “anti
calvinista”. El propio Calvino nunca usó este “modelo de los cinco puntos” y nunca
combatió el Arminianismo directamente.

Estos puntos, pues, funcionan como un resumen de las diferencias entre el


Calvinismo y el Arminianismo, pero no como una suma completa de los escritos de
Calvino o de la teología de las iglesias reformadas en general.
Los “cinco puntos del calvinismo” son:

[1] depravación total (o inhabilidad moral de los hombres);


[2] elección incondicional;
[3] expiación limitada;
[4] gracia irresistible (o llamamiento eficaz); y
[5] perseverancia de los santos;

[1] Depravación total (o inhabilidad moral de los hombres)

A la luz de las Escrituras, el estado natural del hombre es de “depravación total” y,


por consiguiente, de una “inhabilidad moral” total para ganar o contribuir a su
salvación.

Cuando se habla de “depravación total” lo que se quiere decir es que, cuando el


hombre cayó en el Jardín de Edén, cayó en su “totalidad”. La personalidad
completa del hombre ha sido afectada por la caída y el pecado se extiende a la
totalidad de las facultades, la voluntad, el entendimiento, el afecto y todo lo demás.

Romanos, 5:12 Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por
el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos
pecaron.

Los hombres están esclavizados:

2 Timoteo, 2:24 Porque el siervo del Señor no debe ser contencioso, sino amable
para con todos, apto para enseñar, sufrido; 2:25 que con mansedumbre corrija a
los que se oponen, por si quizá Dios les conceda que se arrepientan para conocer
la verdad, 2:26 y escapen del lazo del diablo, en que están cautivos a voluntad de
él.

El hombre está ciego y sordo:

Marcos, 4:11 Y les dijo: A vosotros os es dado saber el misterio del reino de Dios;
más a los que están fuera, por parábolas todas las cosas; 4:12 para que viendo,
vean y no perciban; y oyendo, oigan y no entiendan; para que no se conviertan, y
les sean perdonados los pecados.

A diferencia del “hombre espiritual”, el “hombre natural” no está instruido:

1 Corintios, 2:14 Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu
de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de
discernir espiritualmente. 2:15 En cambio el espiritual juzga todas las cosas; pero
él no es juzgado de nadie. 
La Biblia dice que los hombres son pecaminosos por naturaleza:

[1] Por “nacimiento”:

Salmos, 51:5 He aquí, en maldad he sido formado, Y en pecado me concibió mi


madre.

[2] Por “práctica”:

Génesis, 6:5 Y vio Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y
que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo
solamente el mal.

Si este es el estado natural del hombre, se plantean las siguientes preguntas:

[+] ¿pueden los muertos darse vida a sí mismos?;


[+] ¿pueden los ciegos darse vista a sí mismos, o los sordos darse el oído?;
[+] ¿puede el no instruido enseñarse a sí mismo?;
[+] ¿puede el naturalmente pecaminoso cambiarse a sí mismo?;

Seguro que no.

Job, 14:4 ¿Quién hará limpio a lo inmundo? Nadie. 

Jeremías, 13:23 ¿Mudará el etíope su piel, y el leopardo sus manchas? Así


también, ¿podréis vosotros hacer bien, estando habituados a hacer mal?.

La depravación llega a tal punto que, siendo ofrecida la salvación a todos, todas
las personas la rechazan, prefiriendo estar en sus pecados:

Juan, 3:19 Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres
amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. 

Al respecto, Paula Washer (reconocido predicador norteamericano) explica lo


siguiente:

Tienes que responder una pregunta: ¿el hombre esta radicalmente depravado?,
que es la única pregunta que debes hacerte, porque si el hombre está
verdaderamente muerto en sus pecados, si el verdaderamente aborrece a Dios, si
todos los hombres son igualmente malvados, entonces la pregunta es: ¿cómo es
que tu estas ahora creyendo en Dios y leyendo esto, mientras que algunos de tus
amigos, que incluso son más morales que tú, todavía lo aborrecen?. ¿Qué paso?.

Si me dices que abriste tu corazón, yo te diré “no, no lo hiciste”, porque la Biblia


dice que Dios abrió el corazón de Lidia:

Hechos, 16:14 Entonces una mujer llamada Lidia, vendedora de púrpura, de la


ciudad de Tiatira, que adoraba a Dios, estaba oyendo; y el Señor abrió el corazón
de ella para que estuviese atenta a lo que Pablo decía.

Si tú me dices “bueno, yo me arrepentí”, yo te diré que el arrepentimiento es una


gracia evangélica en todas las confesiones, lo cual quiere decir que viene de Dios,
como un regalo.

Si tú me dices “bueno, yo creí”, yo te diría que, de acuerdo a Efesios 2, la fe


también es un regalo de Dios:

Efesios, 2:8 Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de
vosotros, pues es don [regalo] de Dios; 2:9 no por obras, para que nadie se gloríe.

Ahora, digamos que el hombre esta radicalmente depravado y que no puede venir
a Dios, a menos que Dios lo arrastre hacia Él. Así que Dios viene a los hombres y
les dice: “cualquiera que doble sus rodillas delante de mí, cualquiera que acepte a
mi Hijo como su salvador, será salvo”. Ya que cada hombre esta radicalmente
depravado, todos ellos aborrecen a Dios. Todos ellos blasfeman contra El, se dan
la vuelta y caminan hacia el infierno. Todo el mundo se va al infierno ¿la culpa es
de Dios?. Entonces ¿quién será salvo?. Absolutamente nadie. Y si Dios no salva a
ninguno, porque todo el mundo es malo y lo rechaza ¿es Dios injusto en hacer
eso?. No.

Debes darte cuenta de esto: si Dios, ahora mismo, abre las puertas del infierno y
dice “todo el que quiera salir del infierno lo único que tiene que hacer es doblar sus
rodillas  y reconocer mi señorío”, todos ellos cerrarían del golpe la puerta y se
quedarían en el infierno. Lo que sucede es que, a causa del “cristianismo
humanista” de nuestros días, no nos damos cuenta de que los hombres son
realmente malvados.

Te hare una pregunta: ¿has visto tú la película “El Señor de los Anillos”?.
Saruman, el Mago Blanco, hace esos horribles Orcos, que salen de la Tierra del
Mal. Bien. Cuando Aragorn y sus amigos masacran a los Orcos, como si fueran
insectos, cada vez que ellos matan un Orco tu gritas “si, bien hecho!”. ¿Por qué?.
Porque los Orcos son realmente malvados. Son perversos. Y ahí está nuestro
problema: no pensamos que los hombres realmente sean así. Pero los hombres
son realmente perversos. Los hombres realmente merecen el infierno.

Continúa Paul Washer:

Hablemos ahora de la “doctrina de la inhabilidad”, según la cual los hombres no


pueden, por si mismos, venir a Dios. Jesucristo dijo esto:

Juan, 6:44 Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere.

Ahora bien. Tú puedes pensar: si los hombres no pueden venir a Dios ¿cómo
puede El juzgarlos?. Sería como juzgar a un hombre ciego porque no puede leer.
Si los hombres no pueden venir a Dios, entonces el hombre no es culpable, sino
solo una víctima. Pero esto es lo que tienes que entender: los hombres no
“pueden” venir a Dios porque ellos, en realidad, no “quieren” acercarse a Dios.
Ellos no se acercan a Dios porque ellos lo aborrecen y, por lo tanto, ellos son
responsables. El hombre es malo, Dios es bueno. Así que los hombres aborrecen
a Dios. Ellos aborrecen su ley. Ellos aborrecen todo acerca de Él.

La Biblia dice que los hermanos de José “no podían” hablar pacíficamente con el:

Génesis, 37:4 Y viendo sus hermanos que su padre lo amaba más que a todos
sus hermanos, le aborrecían, y no podían hablarle pacíficamente.

Los hermanos de José hablaban su mismo idioma. ¿Por qué no podían hablar
entonces  con él?. Porque lo odiaban. Y es por esto mismo que jamás ningún
hombre vendrá a Dios. Si Dios viene y dice “muy bien, todos hagan su elección”,
nadie vendría a Dios. ¿Por qué?. Porque lo aborrecen. Y es por eso que son
juzgados por su moral, por su inhabilidad, es decir, debido a su incapacidad moral.
Todos ellos aborrecen a Dios. Por lo tanto, tienes a toda la raza humana, cada uno
de ellos esta caído. Cada uno de ellos es aborrecedor de Dios. Dios dice “quien
quiere ser salvo”. Y todos blasfeman el nombre de Dios, entran al infierno y cierran
la puerta de golpe. Eso es lo que tienes, porque los hombres son verdaderamente
malvados.

[2] La elección incondicional

La lógica calvinista, hasta aquí, sería la siguiente: si los hombres, a causa de su


naturaleza caída, son incapaces de salvarse a sí mismos (inhabilidad moral),
entonces el remedio debe descansar fuera del hombre mismo (esto es, en Dios).
¿Puede el muerto levantarse a sí mismo?. La respuesta inevitablemente debe ser:
“por supuesto que no”. Sin embargo hombres y mujeres son levantados de su
muerte espiritual, “nacidos de nuevo” como lo proclama el evangelio según San
Juan. Y, como son incapaces de llevar a cabo esta obra por ellos mismos, se
puede concluir que es Dios quien los levantó.
Por otro lado, como muchos hombres y mujeres no han sido vivificados, se puede
igualmente concluir que eso es porque Dios no los ha levantado. Si el hombre es
incapaz de salvarse a sí mismo, siendo la caída de Adán una caída total, y si sólo
Dios puede salvar, y si no todos son salvos, entonces la conclusión debe ser que
Dios no ha escogido salvar a todos.

Para el calvinismo, la historia de la redención es la historia de la “elección


incondicional”. Algunos creyentes tienen dificultad para creer que Dios pueda
pasar a algunos y escoger a otros, y sin embargo no parecen tener dificultad en
creer que Dios llamó a Abraham de la pagana Ur de los caldeos y dejó a los otros
morir en su paganismo.

¿Por qué debería Dios escoger a la nación de Israel como su “gente peculiar”?. En
Deuteronomio esta la respuesta: 

Deuteronomio, 7:7 No por ser vosotros más que todos los pueblos os ha querido
Jehová y os ha escogido, pues vosotros erais el más insignificante de todos los
pueblos; 7:8 sino por cuanto Jehová os amó, y quiso guardar el juramento que juró
a vuestros padres, os ha sacado Jehová con mano poderosa, y os ha rescatado
de servidumbre, de la mano de Faraón rey de Egipto.
 
¿Por qué debería Dios, desatendiendo completamente las leyes familiares de
Israel, escoger al hijo menor Jacob, en lugar de Esaú el mayor?.

Romanos, 9:10 Y no sólo esto, sino también cuando Rebeca concibió de uno, de
Isaac nuestro padre 9:11 (pues no habían aún nacido, ni habían hecho aún ni bien
ni mal, para que el propósito de Dios conforme a la elección permaneciese, no por
las obras sino por el que llama), 9:12 se le dijo: El mayor servirá al menor. 9:13
Como está escrito: A Jacob amé, más a Esaú aborrecí.

La doctrina que Jesús predicó en la sinagoga en Nazaret es, según el calvinismo,


la doctrina de “elección incondicional”:

Lucas, 4:25 Y en verdad os digo que muchas viudas había en Israel en los días de
Elías, cuando el cielo fue cerrado por tres años y seis meses, y hubo una gran
hambre en toda la tierra; 4:26 pero a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a
una mujer viuda en Sarepta de Sidón. 4:27 Y muchos leprosos había en Israel en
tiempo del profeta Eliseo; pero ninguno de ellos fue limpiado, sino Naamán el sirio.
Sabemos los resultados de la predicación de nuestro Señor de ese mensaje:

Lucas, 4:28 Al oír estas cosas, todos en la sinagoga se llenaron de ira; 


4:29 y levantándose, le echaron fuera de la ciudad, y le llevaron hasta la cumbre
del monte sobre el cual estaba edificada la ciudad de ellos, para despeñarle.

Al respecto, Paula Washer explica lo siguiente:

Entonces esto es lo que tenemos sin la “elección de Dios”: tienes a todo el mundo
odiando a Dios y yéndose al infierno. Y la otra opción es esta: entre todos los
hombres malvados, para su propia gloria, y para mostrar su propia bondad, desde
antes de la fundación del mundo, El escogió un grupo de hombres, para
manifestar su gloria en ellos. ¿Es esto injusto?. ¿Dejo afuera a otros hombres?.
Tienes dos opciones: Dios salva a un grupo de personas por su propia soberanía
o todo el mundo se va al infierno (oíste bien: todo el mundo). Porque todos los
hombres son malvados. Y si, como creemos, fuera que Dios dijo: voy a redimir  un
Pueblo y dárselo a mi Hijo, por mi propia “elección soberana”, Él no está haciendo
injusticia a nadie.

Ahora bien ¿cómo puede salvarlos?. Porque he aquí una pregunta: ¿estas
espiritualmente muerto antes de la conversión?. Si. Entonces ¿cómo vienes a
Cristo?. Si estas espiritualmente ciego ¿cómo puedes verlo?.

Tú eres un hombre muerto, algo tiene que hacer contigo. Si Dios te llama, tu no
iras porque lo aborreces, vas a correr lejos de Él. Es por eso que todos, mira,
escucha con mucha atención, en todas las confesiones cristianas, las antiguas
confesiones cristianas, en La Reforma, las confesiones bautistas tempranas, la
idea era que para creer en Jesús tu tenías que nacer de nuevo….

Pero, en cambio, nos han enseñado de esta manera: “si tú crees en Jesús,
puedes nacer de nuevo”. Esa es la diferencia. Porque si le digo al hombre muerto
“mira, hay un hospital cerca de aquí, allí te pondrán unos electrodos, vamos,
levántate y sígueme al hospital”, no tiene sentido, porque el hombre está muerto.
Así que cuando Jesús dijo “Lázaro, ven fuera”, tenemos un problema: Lázaro
estaba muerto ¿cómo pudo, entonces, oír la orden?. La orden no era solo para
darse. Al momento que se da la orden, Lázaro debe ser resucitado para ser capaz
de oír la orden y responder.
Es por eso que, probablemente, tú has escuchado el Evangelio por muchos años y
estas sentado allí y no te importa, tal vez en su momento hiciste una profesión de
fe y nada más y un día el Evangelio es predicado y ¡zas!!, el velo es corrido, la
ceguera es quitada y no solo eso sino que ahora lo deseas.

Algunas personas dicen: lo que Dios hace es llevarnos a un cierto punto y luego
nos deja decidir. Pero tenemos un problema con eso, porque si Dios solamente
ilumina la mente del pecador, entonces el pecador vera a Dios y más lo
aborrecerá. Entonces, Dios no solo ilumina la mente sino que, además, cambia el
corazón. Con un corazón nuevo, por primera vez deseas a Jesús y dices: lo amo y
estoy irresistiblemente atraído hacia Él. Lo quiero más que todo.

[3] Expiación limitada

La lógica calvinista, hasta aquí, sería la siguiente: si los hombres, a causa de su


naturaleza caída, son incapaces de salvarse a sí mismos (inhabilidad moral),
motivo por el cual Dios se ha propuesto salvar a un grupo de ellos (elección
incondicional), en la cruz, entonces, Cristo ¿por quién soportó el castigo?, y ¿para
quién procuró la salvación?.

Hay tres alternativas:

[1] Cristo murió para salvar a todo hombre, sin distinción;


[2] Cristo murió para salvar a nadie en particular; y
[3] Cristo murió para salvar a cierto número de personas;

[1] Cristo murió para salvar a todo hombre, sin distinción;

Este primer punto de vista es el sostenido por los “universalistas”: Cristo murió
para salvar a todos los hombres, de modo que todos los hombres serán salvos.

[2] Cristo murió para salvar a nadie en particular;

Este segundo punto de vista implica que Cristo procuró una salvación potencial
para todos los hombres. Cristo murió en la cruz, pero aunque pagó la deuda de
nuestros pecados, su obra en la cruz no es eficaz hasta que cada hombre tome la
decisión de aceptarlo y, de ese modo, ser salvo. Este punto de vista es el más
popular dentro del mundo protestante no calvinista.

[3] Cristo murió para salvar a cierto número de personas;

Este tercer punto de vista sostiene que Cristo murió efectivamente para salvar a
cierto número de pecadores que merecían el infierno, a quienes el Padre, en su
soberanía, eligió (elección incondicional). El Hijo paga la deuda por estos elegidos,
satisface por ellos la justicia del Padre e imputa Su propia justicia a ellos, para que
sean salvos en Él. Este criterio es el que impera en el calvinismo.

Para el calvinismo, esta tercera postura (Cristo murió para salvar a un número
particular de pecadores) es la que más se ajusta a la Biblia:

Efesios, 1:4 según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que
fuésemos santos y sin mancha delante de él, 1:5 en amor habiéndonos
predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el
puro afecto de su voluntad, 

Juan, 17:9 Yo ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por los que me diste;
porque tuyos son, 

Mateo, 26:28 porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es
derramada para remisión de los pecados. 

Es esta tercera alternativa la que hace justicia al propósito de Cristo de venir a


esta tierra a morir en la cruz:

Mateo, 1:21 Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a
su pueblo de sus pecados.

[4] Gracia irresistible (o llamamiento eficaz)

La lógica calvinista, hasta aquí, sería la siguiente: si los hombres, a causa de su


naturaleza caída, son incapaces de salvarse a sí mismos (inhabilidad moral),
motivo por el cual Dios se ha propuesto salvar a un grupo de ellos (elección
incondicional) y Cristo ha muerto por ese grupo (expiación limitada), entonces es
Dios quien provee los medios necesarios para que la salvación pueda acontecer
en ese grupo de elegidos (gracia irresistible o llamamiento eficaz).

Cuando el Espíritu Santo llama a alguien, ese llamamiento es irresistible, es decir,


no puede ser frustrado. Esta es la manifestación de la gracia irresistible de Dios.

¿Qué quiere decir gracia irresistible?. Cuando el evangelio se predica fuera de la


Iglesia o se lee la Palabra de Dios, no todos atienden ese llamado, es decir, no
todos, en ese momento, son convencidos de pecado y de su necesidad de Cristo.
Esto explica el hecho de que hay dos llamamientos:

[1] un “llamamiento externo”; y


[2] un “llamamiento interno”;

El “llamamiento externo” puede ser descrito como “palabras del predicador”, pero
para que la salvación opere, ese “llamamiento externo” debe ser acompañado por
el “llamamiento interno” del Espíritu Santo de Dios.

Una ilustración de esta enseñanza de gracia irresistible o llamamiento eficaz es la


siguiente situación descripta en el Libro de los Hechos de los Apóstoles:

Hechos, 16:13 Y un día de reposo salimos fuera de la puerta, junto al río, donde
solía hacerse la oración; y sentándonos, hablamos a las mujeres que se habían
reunido. 16:14 Entonces una mujer llamada Lidia, vendedora de púrpura, de la
ciudad de Tiatira, que adoraba a Dios, estaba oyendo; y el Señor abrió el corazón
de ella para que estuviese atenta a lo que Pablo decía.

Pablo (el predicador), habló al oído de Lidia y este es el “llamamiento externo”,


pero el Señor habló al corazón de Lidia y este es el “llamamiento interno” de gracia
irresistible. Los hombres y mujeres se resisten al evangelio de Dios por su misma
naturaleza. Por eso debe haber una gracia irresistible.

Jesucristo dice:

Juan, 6:44 Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere; y yo


le resucitaré en el día postrero.

Aquí el Señor está diciendo que es imposible que los hombres vengan a Él por
ellos mismos, sino que el Padre los debe traer.

Y continúa:

Juan, 6:45 Escrito está en los profetas: Y serán todos enseñados por Dios. Así
que, todo aquel que oyó al Padre, y aprendió de él, viene a mí. 

El hombre puede oír el llamamiento externo, pero son los que han “aprendido del
Padre” los que responderán y vendrán a Cristo.
[5] Perseverancia de los santos

La lógica calvinista, finalmente, se completa de la siguiente manera: si los


hombres, a causa de su naturaleza caída, son incapaces de salvarse a sí mismos
(inhabilidad moral), motivo por el cual Dios se ha propuesto salvar a un grupo de
ellos (elección incondicional), con lo cual Cristo murió en la cruz por ese grupo
(expiación limitada) y es Dios quien provee los medios necesarios para que la
salvación pueda acontecer en ese grupo de elegidos (gracia irresistible o
llamamiento eficaz), entonces es también Dios quien preservará a los salvos para
la vida eterna (perseverancia de los santos).

Esta enseñanza encuentra su sustento bíblico en:

Filipenses, 1:6 estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la


buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo; 

Juan, 6:39 Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que
me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero. 

Juan, 10:27 Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, 10:28 y yo les


doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi
mano. 10:29 Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede
arrebatar de la mano de mi Padre.

1 Corintios, 10:13 No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana;


pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino
que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar. 

Al igual que el hijo pródigo, por mucho que avergonzó a su padre pidiéndole su
parte de la herencia (no estando muerto el padre), por mucho que haya gastado
su dinero en el pecado y no importando lo bajo que llegó a caer, con todo esto,
nunca dejó de ser hijo de su padre.

La lógica es que la salvación que empieza en la mente y propósito de Dios debe


terminar en el cumplimiento de su infrustrable propósito en aquellos que están
eternamente unidos con su Salvador.

QUE DIOS LOS BENDIGA A TODOS!!!


Marcelo D. D’Amico
Maestro de la Palabra – Ministerio REY DE GLORIA

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