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Introducción
Doctrina calvinista
Romanos, 5:12 Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por
el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos
pecaron.
2 Timoteo, 2:24 Porque el siervo del Señor no debe ser contencioso, sino amable
para con todos, apto para enseñar, sufrido; 2:25 que con mansedumbre corrija a
los que se oponen, por si quizá Dios les conceda que se arrepientan para conocer
la verdad, 2:26 y escapen del lazo del diablo, en que están cautivos a voluntad de
él.
Marcos, 4:11 Y les dijo: A vosotros os es dado saber el misterio del reino de Dios;
más a los que están fuera, por parábolas todas las cosas; 4:12 para que viendo,
vean y no perciban; y oyendo, oigan y no entiendan; para que no se conviertan, y
les sean perdonados los pecados.
1 Corintios, 2:14 Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu
de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de
discernir espiritualmente. 2:15 En cambio el espiritual juzga todas las cosas; pero
él no es juzgado de nadie.
La Biblia dice que los hombres son pecaminosos por naturaleza:
Génesis, 6:5 Y vio Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y
que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo
solamente el mal.
La depravación llega a tal punto que, siendo ofrecida la salvación a todos, todas
las personas la rechazan, prefiriendo estar en sus pecados:
Juan, 3:19 Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres
amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas.
Tienes que responder una pregunta: ¿el hombre esta radicalmente depravado?,
que es la única pregunta que debes hacerte, porque si el hombre está
verdaderamente muerto en sus pecados, si el verdaderamente aborrece a Dios, si
todos los hombres son igualmente malvados, entonces la pregunta es: ¿cómo es
que tu estas ahora creyendo en Dios y leyendo esto, mientras que algunos de tus
amigos, que incluso son más morales que tú, todavía lo aborrecen?. ¿Qué paso?.
Efesios, 2:8 Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de
vosotros, pues es don [regalo] de Dios; 2:9 no por obras, para que nadie se gloríe.
Ahora, digamos que el hombre esta radicalmente depravado y que no puede venir
a Dios, a menos que Dios lo arrastre hacia Él. Así que Dios viene a los hombres y
les dice: “cualquiera que doble sus rodillas delante de mí, cualquiera que acepte a
mi Hijo como su salvador, será salvo”. Ya que cada hombre esta radicalmente
depravado, todos ellos aborrecen a Dios. Todos ellos blasfeman contra El, se dan
la vuelta y caminan hacia el infierno. Todo el mundo se va al infierno ¿la culpa es
de Dios?. Entonces ¿quién será salvo?. Absolutamente nadie. Y si Dios no salva a
ninguno, porque todo el mundo es malo y lo rechaza ¿es Dios injusto en hacer
eso?. No.
Debes darte cuenta de esto: si Dios, ahora mismo, abre las puertas del infierno y
dice “todo el que quiera salir del infierno lo único que tiene que hacer es doblar sus
rodillas y reconocer mi señorío”, todos ellos cerrarían del golpe la puerta y se
quedarían en el infierno. Lo que sucede es que, a causa del “cristianismo
humanista” de nuestros días, no nos damos cuenta de que los hombres son
realmente malvados.
Te hare una pregunta: ¿has visto tú la película “El Señor de los Anillos”?.
Saruman, el Mago Blanco, hace esos horribles Orcos, que salen de la Tierra del
Mal. Bien. Cuando Aragorn y sus amigos masacran a los Orcos, como si fueran
insectos, cada vez que ellos matan un Orco tu gritas “si, bien hecho!”. ¿Por qué?.
Porque los Orcos son realmente malvados. Son perversos. Y ahí está nuestro
problema: no pensamos que los hombres realmente sean así. Pero los hombres
son realmente perversos. Los hombres realmente merecen el infierno.
Ahora bien. Tú puedes pensar: si los hombres no pueden venir a Dios ¿cómo
puede El juzgarlos?. Sería como juzgar a un hombre ciego porque no puede leer.
Si los hombres no pueden venir a Dios, entonces el hombre no es culpable, sino
solo una víctima. Pero esto es lo que tienes que entender: los hombres no
“pueden” venir a Dios porque ellos, en realidad, no “quieren” acercarse a Dios.
Ellos no se acercan a Dios porque ellos lo aborrecen y, por lo tanto, ellos son
responsables. El hombre es malo, Dios es bueno. Así que los hombres aborrecen
a Dios. Ellos aborrecen su ley. Ellos aborrecen todo acerca de Él.
La Biblia dice que los hermanos de José “no podían” hablar pacíficamente con el:
Génesis, 37:4 Y viendo sus hermanos que su padre lo amaba más que a todos
sus hermanos, le aborrecían, y no podían hablarle pacíficamente.
Los hermanos de José hablaban su mismo idioma. ¿Por qué no podían hablar
entonces con él?. Porque lo odiaban. Y es por esto mismo que jamás ningún
hombre vendrá a Dios. Si Dios viene y dice “muy bien, todos hagan su elección”,
nadie vendría a Dios. ¿Por qué?. Porque lo aborrecen. Y es por eso que son
juzgados por su moral, por su inhabilidad, es decir, debido a su incapacidad moral.
Todos ellos aborrecen a Dios. Por lo tanto, tienes a toda la raza humana, cada uno
de ellos esta caído. Cada uno de ellos es aborrecedor de Dios. Dios dice “quien
quiere ser salvo”. Y todos blasfeman el nombre de Dios, entran al infierno y cierran
la puerta de golpe. Eso es lo que tienes, porque los hombres son verdaderamente
malvados.
¿Por qué debería Dios escoger a la nación de Israel como su “gente peculiar”?. En
Deuteronomio esta la respuesta:
Deuteronomio, 7:7 No por ser vosotros más que todos los pueblos os ha querido
Jehová y os ha escogido, pues vosotros erais el más insignificante de todos los
pueblos; 7:8 sino por cuanto Jehová os amó, y quiso guardar el juramento que juró
a vuestros padres, os ha sacado Jehová con mano poderosa, y os ha rescatado
de servidumbre, de la mano de Faraón rey de Egipto.
¿Por qué debería Dios, desatendiendo completamente las leyes familiares de
Israel, escoger al hijo menor Jacob, en lugar de Esaú el mayor?.
Romanos, 9:10 Y no sólo esto, sino también cuando Rebeca concibió de uno, de
Isaac nuestro padre 9:11 (pues no habían aún nacido, ni habían hecho aún ni bien
ni mal, para que el propósito de Dios conforme a la elección permaneciese, no por
las obras sino por el que llama), 9:12 se le dijo: El mayor servirá al menor. 9:13
Como está escrito: A Jacob amé, más a Esaú aborrecí.
Lucas, 4:25 Y en verdad os digo que muchas viudas había en Israel en los días de
Elías, cuando el cielo fue cerrado por tres años y seis meses, y hubo una gran
hambre en toda la tierra; 4:26 pero a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a
una mujer viuda en Sarepta de Sidón. 4:27 Y muchos leprosos había en Israel en
tiempo del profeta Eliseo; pero ninguno de ellos fue limpiado, sino Naamán el sirio.
Sabemos los resultados de la predicación de nuestro Señor de ese mensaje:
Entonces esto es lo que tenemos sin la “elección de Dios”: tienes a todo el mundo
odiando a Dios y yéndose al infierno. Y la otra opción es esta: entre todos los
hombres malvados, para su propia gloria, y para mostrar su propia bondad, desde
antes de la fundación del mundo, El escogió un grupo de hombres, para
manifestar su gloria en ellos. ¿Es esto injusto?. ¿Dejo afuera a otros hombres?.
Tienes dos opciones: Dios salva a un grupo de personas por su propia soberanía
o todo el mundo se va al infierno (oíste bien: todo el mundo). Porque todos los
hombres son malvados. Y si, como creemos, fuera que Dios dijo: voy a redimir un
Pueblo y dárselo a mi Hijo, por mi propia “elección soberana”, Él no está haciendo
injusticia a nadie.
Ahora bien ¿cómo puede salvarlos?. Porque he aquí una pregunta: ¿estas
espiritualmente muerto antes de la conversión?. Si. Entonces ¿cómo vienes a
Cristo?. Si estas espiritualmente ciego ¿cómo puedes verlo?.
Tú eres un hombre muerto, algo tiene que hacer contigo. Si Dios te llama, tu no
iras porque lo aborreces, vas a correr lejos de Él. Es por eso que todos, mira,
escucha con mucha atención, en todas las confesiones cristianas, las antiguas
confesiones cristianas, en La Reforma, las confesiones bautistas tempranas, la
idea era que para creer en Jesús tu tenías que nacer de nuevo….
Pero, en cambio, nos han enseñado de esta manera: “si tú crees en Jesús,
puedes nacer de nuevo”. Esa es la diferencia. Porque si le digo al hombre muerto
“mira, hay un hospital cerca de aquí, allí te pondrán unos electrodos, vamos,
levántate y sígueme al hospital”, no tiene sentido, porque el hombre está muerto.
Así que cuando Jesús dijo “Lázaro, ven fuera”, tenemos un problema: Lázaro
estaba muerto ¿cómo pudo, entonces, oír la orden?. La orden no era solo para
darse. Al momento que se da la orden, Lázaro debe ser resucitado para ser capaz
de oír la orden y responder.
Es por eso que, probablemente, tú has escuchado el Evangelio por muchos años y
estas sentado allí y no te importa, tal vez en su momento hiciste una profesión de
fe y nada más y un día el Evangelio es predicado y ¡zas!!, el velo es corrido, la
ceguera es quitada y no solo eso sino que ahora lo deseas.
Algunas personas dicen: lo que Dios hace es llevarnos a un cierto punto y luego
nos deja decidir. Pero tenemos un problema con eso, porque si Dios solamente
ilumina la mente del pecador, entonces el pecador vera a Dios y más lo
aborrecerá. Entonces, Dios no solo ilumina la mente sino que, además, cambia el
corazón. Con un corazón nuevo, por primera vez deseas a Jesús y dices: lo amo y
estoy irresistiblemente atraído hacia Él. Lo quiero más que todo.
Este primer punto de vista es el sostenido por los “universalistas”: Cristo murió
para salvar a todos los hombres, de modo que todos los hombres serán salvos.
Este segundo punto de vista implica que Cristo procuró una salvación potencial
para todos los hombres. Cristo murió en la cruz, pero aunque pagó la deuda de
nuestros pecados, su obra en la cruz no es eficaz hasta que cada hombre tome la
decisión de aceptarlo y, de ese modo, ser salvo. Este punto de vista es el más
popular dentro del mundo protestante no calvinista.
Este tercer punto de vista sostiene que Cristo murió efectivamente para salvar a
cierto número de pecadores que merecían el infierno, a quienes el Padre, en su
soberanía, eligió (elección incondicional). El Hijo paga la deuda por estos elegidos,
satisface por ellos la justicia del Padre e imputa Su propia justicia a ellos, para que
sean salvos en Él. Este criterio es el que impera en el calvinismo.
Para el calvinismo, esta tercera postura (Cristo murió para salvar a un número
particular de pecadores) es la que más se ajusta a la Biblia:
Efesios, 1:4 según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que
fuésemos santos y sin mancha delante de él, 1:5 en amor habiéndonos
predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el
puro afecto de su voluntad,
Juan, 17:9 Yo ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por los que me diste;
porque tuyos son,
Mateo, 26:28 porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es
derramada para remisión de los pecados.
Mateo, 1:21 Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a
su pueblo de sus pecados.
El “llamamiento externo” puede ser descrito como “palabras del predicador”, pero
para que la salvación opere, ese “llamamiento externo” debe ser acompañado por
el “llamamiento interno” del Espíritu Santo de Dios.
Hechos, 16:13 Y un día de reposo salimos fuera de la puerta, junto al río, donde
solía hacerse la oración; y sentándonos, hablamos a las mujeres que se habían
reunido. 16:14 Entonces una mujer llamada Lidia, vendedora de púrpura, de la
ciudad de Tiatira, que adoraba a Dios, estaba oyendo; y el Señor abrió el corazón
de ella para que estuviese atenta a lo que Pablo decía.
Jesucristo dice:
Aquí el Señor está diciendo que es imposible que los hombres vengan a Él por
ellos mismos, sino que el Padre los debe traer.
Y continúa:
Juan, 6:45 Escrito está en los profetas: Y serán todos enseñados por Dios. Así
que, todo aquel que oyó al Padre, y aprendió de él, viene a mí.
El hombre puede oír el llamamiento externo, pero son los que han “aprendido del
Padre” los que responderán y vendrán a Cristo.
[5] Perseverancia de los santos
Juan, 6:39 Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que
me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero.
Al igual que el hijo pródigo, por mucho que avergonzó a su padre pidiéndole su
parte de la herencia (no estando muerto el padre), por mucho que haya gastado
su dinero en el pecado y no importando lo bajo que llegó a caer, con todo esto,
nunca dejó de ser hijo de su padre.