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¿Cuándo obtuviste esa fe?. Esa medida de fe te fue dada cuando Jesús dijo en la
cruz “consumado es”. En ese momento (y cuando te convertiste, es decir, cuando
naciste de nuevo) te fue dada LA medida de fe que se necesita para cualquier
milagro. Lo uses o no lo uses, la tienes (es indistinto). Tiene que ver con que si
conoces lo que tienes o no.
La fe es una ley
Romanos, 3:27 ¿Dónde, pues, está la jactancia? Queda excluida. ¿Por cuál ley?
¿Por la de las obras? No, sino por la ley de la fe.
La ley de la fe (por ser precisamente una ley) opera equitativamente en todos
aquellos que tienen a Cristo en el corazón. Algo no puede ser categorizado como
una ley si no aplica de la misma manera pata todos y en donde quiera. Pero la
mayoría no cree que la fe sea gobernada por una ley.
Si alguien se tira de un edificio, del piso 8 o 9, se va a matar porque está operando
la “ley de la gravedad”. ¿Sera que Dios lo quiso ver morir?. ¿Sera que el Señor lo
castigó al no hacerlo flotar en el aire?. No. Dios no va a cambiar la ley de
gravedad para salvar su vida. Esta persona salto y está violando una ley. Y Dios
no puede violar sus propias leyes.
Y la Biblia dice que la fe también es una ley. La ley de la fe es una ley que incluso
Dios respeta. Es como una restricción que se autoimpuso Dios a sí mismo. Si
muchas veces no te sanas, no te logras comprar la casa, no sales de la pobreza,
etc., no es porque Dios es soberano y quiere que estés en esa situación sino
porque no están cumpliendo la ley de la fe o la estas violando. No tienes fe, no
siembras, no cosechas. Si tú no cumples la ley de la fe no tendrás sus beneficios.
Ahora, si tú cumples la ley de la fe, la fe se activa. Tienes que cumplir la ley de la
fe con corazón de niño.
Entonces tenemos que aprender cómo opera esa ley. Porque si no entendemos la
ley de la fe, como la gravedad, nos podemos matar. Hay gente que se muere sin
que Dios haya querido que se muera, que es pobre sin que Dios quiera que sea
pobre y que es infeliz sin que Dios quiera que sea infeliz. Dios dice: yo hice toda la
obra en la cruz, todos los regalos te los di allí, que lo entiendas o no entiendas es
tu problema, pero tienes la medida de fe que tuvo y tiene todo el mundo: la de
Cristo y los apóstoles. Si lo crees, entonces ya no me hables más de la montaña
sino háblale a la montaña de mí, dice el Señor.
Hace 4.000 años atrás la ley de la electricidad ya existía. Sin embargo, hombres
santos como Abraham o como Moisés no pudieron disfrutar de la electricidad.
¿Por qué?. ¿Les falto fe?. No. La ley de la electricidad estaba allí, antes que el
hombre la descubriera, ya Dios la había puesto en la tierra. Los hombres santos
del AT eran ignorantes de esa ley (no la conocían).
Hay personas que pasan necesidades porque desconocen el poder de Dios, son
ignorantes de lo que Dios les regalo. Son personas santas, son personas piadosas
pero ignoran las leyes de Dios y, entre ellas, la ley de la fe.
La incredulidad contamina y drena la fe
La incredulidad contrarresta la fe, provocando un cortocircuito. La incredulidad
drena y contamina la fe.
La mayoría de las personas en la iglesia guardan las oraciones no contestadas en
una carpeta a la que llaman “Dios es soberano”.
Muchos ministros, por ejemplo, cuando oran por un enfermo, lo hacen así: “Señor,
si es tu voluntad, sánalo y, si no, tu eres soberano”. Es verdad que Dios es
soberano, pero no podemos orar con falta de fe. Si no ocurre el milagro, decimos,
es porque Dios no quiso. Esto no es lo que el Señor nos dejó en las Escrituras. Él
dice: tú tienes que contrarrestar la incredulidad con fe.
Jesús va al monte, junto con tres discípulos, a transfigurarse, donde se encuentra
con Elías y Moisés. Mientras tanto, el resto de los discípulos lidiaban con un
endemoniado. Cuando Jesús vuelve, se acerca el padre del endemoniado y le
dice “tengo un hijo lunático, endemoniado y tus discípulos no lo pudieron liberar”.
Jesús no dijo “solo yo puedo reprender demonios” sino que dijo “generación
incrédula, hasta cuando voy a estar con ustedes” y no se lo dijo al padre del
muchacho sino a sus discípulos:
Mateo, 17:14 Cuando llegaron al gentío, vino a él un hombre que se arrodilló
delante de él, diciendo: 17:15 Señor, ten misericordia de mi hijo, que es lunático, y
padece muchísimo; porque muchas veces cae en el fuego, y muchas en el agua.
17:16 Y lo he traído a tus discípulos, pero no le han podido sanar. 17:17
Respondiendo Jesús, dijo: ¡Oh generación incrédula y perversa! ¿Hasta cuándo
he de estar con vosotros? ¿Hasta cuándo os he de soportar? Traédmelo acá.
Jesús ya los había entrenado y les había dado autoridad pero, aun así, los
discípulos no habían podido con este caso.
Mateo, 10:1 Entonces llamando a sus doce discípulos, les dio autoridad sobre los
espíritus inmundos, para que los echasen fuera, y para sanar toda enfermedad y
toda dolencia.
Pero tenemos un cristianismo incrédulo. El mismo enojo que tuvo Jesús con sus
discípulos, lo tiene también hoy con nosotros.
Mateo, 17:18 Y reprendió Jesús al demonio, el cual salió del muchacho, y éste
quedó sano desde aquella hora. 17:19 Viniendo entonces los discípulos a Jesús,
aparte, dijeron: ¿Por qué nosotros no pudimos echarlo fuera? 17:20 Jesús les
dijo: Por vuestra poca fe; porque de cierto os digo, que si tuviereis fe como un
grano de mostaza, diréis a este monte: Pásate de aquí allá, y se pasará; y nada os
será imposible. 17:21 Pero este género no sale sino con oración y ayuno.
Jesús resuelve el caso y luego sus discípulos le preguntan por qué ellos no habían
podido hacerlo. Ellos pensaban que Jesús les diría “porque ustedes no son como
yo”. Pero Jesús les dice “por vuestra poca fe”, es decir, por vuestra incredulidad. Y
les dice más: “este género, sale con ayuno y oración”.
Este pasaje de Mateo, 17:21 es, junto con otros, uno de los pasajes más
malinterpretados de toda la Biblia. Jesús no puede estar hablando aquí del género
de demonio que afectaba al muchacho porque si no, lo de Mateo, 10:1 no sería
cierto.
Lo recordamos:
Mateo, 10:1 Entonces llamando a sus doce discípulos, les dio autoridad sobre los
espíritus inmundos, para que los echasen fuera, y para sanar toda enfermedad y
toda dolencia.
Allí Jesús les había dado autoridad sobre los espíritus inmundos para para sanar
TODA enfermedad y TODA dolencia. Por lo tanto, no podría el Señor ahora
establecer una excepción y decirles que bueno, para echar fuera a algunos
demonios, en realidad, se necesitaba “algo más” sobre lo cual Él no les había
informado o que la autoridad que les había dado no era sobre todo espíritu,
porque hay algunos “más complicados que otros”.
El género al que se refiere el Señor, que se va con oración y ayuno, es el de la
INCREDULIDAD que estaba afectando a los discípulos y que les habían impedido
expulsar al demonio que atormentaba al hijo de aquel hombre. El género de la
INCREDULIDAD de los discípulos es el que se va con oración y ayuno y no el
demonio que atormentaba al muchacho.
Por eso no debes pedir más fe sino llevar tu incredulidad a cero, que fe ya hay la
suficiente, desde la cruz del calvario. La fe es una, no crece sino que es semejante
a un grano de mostaza, como dice el Señor.
MARCELO D. D’AMICO
Maestro de la Palabra – Ministerio Rey de Gloria