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Sociología política

Niklas Luhmann

Edición de André Kieserling


Traducción de lván Ortega Rodríguez

F.. D T O R A L T R O T T A
Lo traducción de esto obro ha recibido uno ayudo de Goethe-lnstilut,
institución financiado por e l Ministerio de Asuntos Ex1eriores de Alemania .

ÍNDICE GENERAL

C OLECCIÓN E STRUCTU RAS Y P ROCESOS


S erie C iencias S ociales

Nota editorial............................................................................ .......... 9

Parre 1
EL ASPECTO SOCIOLÓG ICO DE LA POLÍTICA

1. Delimitación disciplinar de la perspectiva sociológica ................... . 15


2. Marco de referencia teórico: la teoría de sistemas ............. .... ........ . 23
3. Complejidad social ...................... ........................................ ......... . 31
Título origino!: Politische Soziolog1e
4. La función y el lugar del sistema político ...................................... . 36
© Editorial Trolla, S.A., 2014 5. La política en la sociedad y en otros sistemas sociales ................... . 44
ferroz, 55. 28008 Madrid
Teléfono: 91 543 03 6 1
Fax: 91 543 14 88 Parte 11
E-mail: ed1toriol@trotto.es
EL SISTEMA POLÍTICO DE LA SOCIEDAD
http://www.lrotto.es

© Suhrkomp Verlog, Berlín, 201 O 6. Diferenciación dinámica vertical de l sistema político: gobierno ..... 51
7. Diferenciación dinámica horizontal del sistema político: especifica-
© lvón Ortega Rodríguez, poro lo traducción, 2014 ción funciona l ................................................ ............................... . 61
Cvolquier formo de reproducción, d,stnbvc,ón, comvnicoc,ón pú· 8 . Interpreraciones concomitantes ........... ..... .................................... . 75
blico o transformación de esta obro solo puede se, realizado con 9. Legitimidad .............. .......................... .................................... ....... 86
lo ovtorizoción de sus titvlores, salvo excepción prevista por fo ley. 10. Auronomía y diferenciación interna ............................. .. ............... . 95
Diríjase o CEDRO (Centro Español de Derechos Reprogrólicos)
si necesito fotocopiar o escanear algún fragmento de esto obro 11. Po lírica y administración .............................................................. . 105
(wwwconlicencio.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 45). 12. Modelo analítico de l sistema político ................. .................... ....... . 114

ISBN: 978-84-9879-533·2
Depósito Legal: M-29766-2014

Impresión
Cofós, S.A.

7
SOC I OLOGÍA POLÍTICA

Parte III
ADMINISTRACIÓN

13. Función y diferenciación dinámica del sistema administrarivo ..... .. 131


14. Situación del entorno y autonomía del sistema de la administra-
ción ..................... .................. ...................... ................................. . 148 NOTA EDITORIAL
15. Potencial de comunicación ........................................................... . 163
16. Racionalidad de la decisión de la administración .......................... . 173
17. Programación de fines y oportunismo .................. ........ ........ ........ . 189

Parre IV
POLÍTICA

18. Función de la política ....................... ............................................ . 209


19. Siruación del entorno, lenguaje e independencia de la polírica ...... . 218 Cuando Niklas Luhmann aún enseñaba en Bielefeld, en codo momento
20. Racionalidad de la política ............................................................ . 23 1 era posible dirigirse a su secretaria para tomar en préstamo el texto aquí
21. Límites de la diferenciación dinámica ........................................... . 269 presentado. A los esrudiant!,':S empeñados en la sociología que rodeaban a
Luhmann, a l igual que al edicor de este volumen, no había que decirles lo
mismo dos veces. Así pues, el libro publicado aquí por primera vez ha-
Parte V bía tenido ya previamente algunos lectores. A e llos la publicación que
PÚBLICO aquí presentamos no les dirá apenas nada nuevo, con una salvedad muy
informativa de la que hablaré más adelante.
22. Diferenciación dinámica de los roles del público ......................... .. 287 No obstante, también al público especializado en sociología, lo mismo
23. Diferenciación interna de los roles del público ............................. . 296 que a parte de la opinión pública en un sentido más amplio, le resultarán
24. Público de la admi nistración ......................................................... . 304 familiares algunas tesis de este libro. Y las fundamentales de entre e llas
25. Roles políticos del público .. .......... ....... ......................................... . 321 las encontrarnos ya formuladas en otras publicaciones del autor. Desde , ,
26. Enrolamiento ............................................................................... . 336 sus comienzos sociológicos en los años sesenta, en los que surgió también
27. Opinión pública ........................................................................... . 350 este texto, Luhmann se ocupó reiteradamente de cuestiones de sociolo-
gía política 1• Sin embargo, mientras que los conceptos y argumentos ban
Índice analítico .................................................................................. . 363
sufrido desplazamientos, Luhmann ha permanecido inalterable acerca de
sus tesis centrales sobre la estructura de la política moderna, acerca de la
diferenciación dinámica -interna a la sociedad- de su sistema y su di-
ferenciación interna en política y administración. Los cambios posterio-
res en la teoría de sistemas han modificado únicamente el contexto in-
mediato en el que se sitúa la sociología política de Luhmann pero no sus
enunciados principales, no el texto mismo.
¿Cuál es la honestidad intelectual con la que cabe plantearse la pre-
gunta de qué lectores deberían desearse para este libro?

1. Una breve expos ic ió n de los fundarnenros conceptuales es ofrecida en el a rtículo


«Soziologie des politischen Systems»: Kolner Zeitschrift fiir Soúologie und Sozialpsycho-
logie 20 (1968), 605-733.

8 9
SOCIOLOGÍA POLÍTICA N OTA EDITORIAL

Comparado con el volumen editado a partir del legado con el tí- pero que por otro lado ya se echaba en fa lta. Si al lecror le viene dado
tulo Die Politik der Gesellschaft [La política de la sociedad] (Fráncfort ahora un libro sociológico sobre política en el que no se habla del poder
d.M., 2000), que codifica la posición del Luhmann tardío, el texto aquí político ni de sus fundamentos simbióticos en la violencia psíquica, ello
expuesto representa no solo el primer intento de tratamiento sistemático no se debe, por tanto, a que el poder le resulte ajeno a la teoría desiste-
del tema, sino también el más rico en contenido respecto de este asunto. mas --como una vez le reprochó Parsons- sino a las conocidas dificulta-
Tiene tanto nuevo que ofrecer que este libro tampoco aburrirá a los lecto- des del autor para coordinar los planes de publicación con el veloz ritmo
res ya conocedores de Luhmann - por ejemplo, sobre la construcción del de desarrollo de su propia teoría.
muro de Berlín, o sobre la enajenación estructural entre la administración No es el concepto de poder, sino el de rol, el que sostiene aquí la con-
y su público, que no cabe resolver sin más con la «cercanía al ciudadano»; cepción presentada; y lo hace hasta ta l punto que sorprenderá a los parti-
sobre el dudoso placer de los líderes políticos de tener que convencer no darios de este concepto que aún quedan. Esto se aplica en especial a las
solo como portadores de roles sino como personas completas; sobre el tesis de Luhmann sobre aquella diferenciación de los roles políticos del ,
marxismo como ideología de los países que entonces estaban bajo regíme- público que sustituye a l clásico concepto de unidad de la voluntad popu-
nes socialistas y sobre el parcido único burocrático que lo interpretaba- . lar --concepto clásico que una ciencia empírica no puede emplear por
Los no conocedores, sin embargo, encontrarán más aquí que en cual- carecer este de referencia empírica y que, como afirma Luhmann, tam-
quier otro texto que se les pudiera recomendar para iniciarse en la sociolo- poco puede utilizarse en la versión de una voluntad mayoritaria, ya cla-
gía política. De las grandes monografías de Luhmann, cabe comparar este ramente reducida respecto de la representación ide'al- .
volumen con la Rechtssoziologie [Sociología del derecho] (Reinbek, 1972), De acuerdo a la concepción original, esta sociología del público po-
que apareció algunos años más tarde. En ambos casos, nos encontramos lítico debía conformar la tercera parre del libro; esro es, debía estar an-
con un escrito que quiere ser dos cosas al mismo tiempo. Por una parte, tes de las partes sobre la administración y sobre. la política de partidos.
pretende ser manual de una sociología especial, al tiempo que quiere con- Posteriormente, Luhmann decidió subordi narla a estas dos partes. Esto
formar una teoría sistemática de sus objetos. Y tanto en un caso como en tiene sencido por dos razones: por un lado, porque la diferenciación in-
orro se ha logrado con mucho éxito el doble propósito de legibilidad y terna de los roles del público se correspondía con la diferenciación se-
transparencia del conjunto. Quien considere que la teoría de Luhmann gún la poHtica de partidos y según La administración -y consecuente-
del sistema político de la sociedad moderna resulta inaccesible debería po- mente apenas cabía entenderla sin estas otras-; por otro lado, porque
ner a prueba su parecer en este volumen. los tres sistemas parciales del sistema político debían ser tratados ahora
A partir de las conversaciones con Luhmann se pudo saber que el texto en la secuencia de grados de su diferenciación dinámica. En primer lugar
estaba escrito hacia mediados de los años sesenta pero que no fue publica- se presenta la administración, diferenciada dinámicamente en extremo,
do en su día. No pregunté entonces por los motivos pero uno de ellos po- que no conoce consideración legítima alguna de otros roles propios de
dría ser que había un capítulo sobre la teoría sociológica del poder, con el los funcionarios. Luego están los po líticos públicamente visibles, que se
que claramente había de terminar el libro y que no solo estaba sin publicar sitúan bajo observación pública y que por tanto, llegado el caso, tam-
sino también claramente sin escribir. Un primer examen del legado permi- bién deben justificar políticamente la acción no política cuando tiene im-
te sacar a la luz una parte hasta ahora desconocida del manuscrito que trata plicaciones críticas respecto de la confianza. Y fina lmente están los roles
sobre la diferenciación de los roles del público pero en él falta, al igual que del público, menos diferenciados dinámicamente, del elecror, del autor de
antes, todo rastro de la anunciada teoría del poder. A partir de la histo- una moción o del interesado políticamente que busca influir en la legis-
ria de las obras de Luhmann, cabe suponer que no disponía aún de la teo- lación; son estos unos roles en los que la percepción de los propios inte-
ría general de los medios de comunicación 2 -que en las publicaciones reses es tan legítima que solo cabe mostrar mediante análisis socio ló-
posteriores constituye e l contexro conceptual de su teoría del poder3- gicos las precauciones, con todo existentes, frente a una disolución en
lo plenamente privado y panicu lar, unas precauciones que también están
2. Una exposición anterior se encuentra en J. Habermas y N. Luhmann, Theoríe der integradas en estos roles. .
Gesellschaft oder Sozialtechnologie?, Fráncfort.d.M., 1971 , pp. 342 ss. ¡¿Teoría de la so- Sin embargo, la adaptación de las citas internas del manuscrito a la
ciedad o tewología social?, Amorrortu, Buenos Aires, 1991). posición a lterada de estos capítu los fu e realizada solo parcialmenre por
3. Expuesta por vez primera e n Macht, Sturtgart, 1975. [Poder, Anthropos/Un iver-
sidad Iberoamericana/Pontificia Universidad Católica de Chile, Rubí (Barce lona)/México
Luhmann. El editor tuvo aquí que emplearse a fondo. Otras intervencio-
D. F./Sanriago, 2005]. nes en el texto no fueron necesarias, aparte de las o rtográficas. Junto al

10 11
SOCIO LOGÍA POLITICA

texto, esta edición contiene también un índice de materias realizado por


mí, lo mismo que una serie de notas para unas lecciones sobre sociología
política que acompa11aban al manuscrito*. Claramente pensadas como
apoyo mnemotécnico para las clases, pueden servir también, en este mis-
mo sentido, a los lectores de un libro por el cual, con pocas excepciones,
se orientan.
He de expresar mi agradecimiento a Veronika Luhmann-Schroder,
titular de los derechos del texto, y asimismo a Eva Gilmer, quien ha es-
tado al cuidado del proyecto para la editorial Suhrkamp.

Bielefeld, marzo de 2010


ANDRÉ KlESERLING

Parte I

EL ASPECTO SOCIOLÓGICO DE LA POLÍTICA

• Esras nora5 no han sído incorporadas a la presente edición en castellano [N. del E.).

12
DELIMITACIÓ N DlSCIPUNAR
DE LA PERSPECTIVA SOCIOLÓGICA

Quien se aproxima al ámbito de la acción política desde la perspectiva


disciplinar de la socio logía no se encuentra con u n campo sin a rar. Por
un lado, quien actúa e n política ya sabe él mismo, en cie rto sentido, lo
que quiere y ya sabe bajo qué circunstancias actúa. Además, desde hace
mucho tiempo, el acontecer polít ico ha estimulado el examen científico
y la crítica. H ay cie ncia política e n mú ltiples fi guras. El significado d el
oficio lleva consigo que el saber político sea ya, en un grado elevado, u n
saber sobre el que se ha reflexionado, un saber d iscutido y generalizado;
un saber q ue no descansa solo en el conocimiento de los compañeros o
en circunstancias concretas. Antes de que el soció logo se adentre en este
campo, habrá de examinar su equipamiento para la investigación y h abrá
de reflexionar acerca de qué es lo que le capacita para obtener más sa-
ber o un saber particular, o incluso un mejor saber. No obstante, deberá
reflexionar sobre todo acerca de lo q ue le distingue d e la ciencia política.
¿Cuál es el aspecto específicamente sociológico de la política?
La discusión actuaJ de esta cuest ión aporta poco de instructivo, más
allá de la constatació n fáctica de un mutuo tránsito de la una a la otra d e
la ciencia política y la sociología política 1• Las fronteras de ambas disci-

J. Véase, en c;tc sentido, R. Bendix y S. M. Lip~ct, «Pol irical Sociology: A Trend


Reporr and Bibliography•: Currellt Soaology 6 (1957), 79-169; S. M. Lipser, •Sociology
and Polirical Science: A Bibliographical Note •: American Sociological Review 29 (1964),
730-734; O. Scammler, «Gesellschaft und Pohr1k•, en W. z,egenfu8 (ed.), Handbuch da
Soziologie, Stuttga n , 1956, p p. 730-754; J. Meynaud, «Schwieri gkc1ten der wisscnschaft-
lichen Politih: Zeitschrift fiir Po/1tik 6 (1959), 97-112 (109 ss.); H. P. Schwa ri, •Problcme
der KooperJtion ,on Polirikwissenschaft und So21ologie in Westdeutsehland•, en D. Obern-
dorfer (cd.), Wissenschaftlicbe Pol,tik: Eine E111/1ihnmg III Cmnd/rage11 ihrer Trad,11011 w,d
Theorie, Friburgo Br., 1962, pp. 297-333; W. G. Runciman, Social Science and Política/
Theory, Cambridge, 1963. Para Peter von Ocrtz.en («Übcrlcgungen zu r Stcllung dcr Poli-
tik unrer den Sozialwissenschafcen•, en Festscbrift Otto Sa111111/er, Colonia/Opladen, 1965,

15
EL ASPECTO SOCIOLÓGICO DE L A POLIT ICA DELIMITAC I ÓN D I SC I PLINAR DE LA PERSPECTIVA SOCIOLÓGICA

plinas parecen desdibujarse. No parecen distinguirse con claridad ni los esquema para la división del trabajo. Más bien, los sociólogos deberían
intereses relativos al objeto ni los métodos ni los puntos de partida para tratar de reconocer qué intenciones, compromisos y medios cognosci-
la construcción teórica, aunque se conceda a la ciencia política una mayor tivos de su propia disciplina salen a la luz en los numerosos conflictos
amplitud en el despliegue de sus intereses. Podría estar uno tentado a bus- fronterizos. Y en especial, respecto de la ciencia política, no sería cuestión
car la «culpa» de ello en la ciencia política, cuya autocomprensión inde- tanto de eliminar la confusión existente mediante una u otra propuesta de
terminada y rica en controversias no permitiría ninguna delimitación cla- delimitación, cuanto, más bien, de extraer de dicha confusión las cla-
ra de sus fronteras. En ello hay, en todo caso, una cosa que es correcta, a ves correctas.
saber, que no le corresponde a la sociología política definir por sí sola la Los conflictos fronterizos son solo una parte de una problemática mu-
posición teórica, el objeto y los límites de la ciencia política 2, con lo que cho más general que se le presenta a la sociología. Como ciencia que se
tampoco le corresponde decidir en solitario la cuestión de la delimita- ocupa con la vivencia y la acción humana, la sociología debe presuponer
ción. Por otro lado, no debería desconocerse el hecho de que también la el sentido -esto es, el saber- constituido de modo cotidiano8 . Aunque
sociología debe reconocer su parte de responsabilidad por la confusión no sea capaz de desarrollar una metodología fiable a partir del «enten-
actual y debe darle fin. La sociología es una ciencia reciente y por ello der», ha de ganar su objeto en primer lugar a través de su entender el
expansiva, que se extiende hacia otras disciplinas. Allí donde se encuentra sentido del objeto pretendido. En esta medida, puede decirse que la socio-
con ámbitos de saber ya constituidos, y que se ocupan igualmente con la logía, por su esencia, sigue siendo una crítica ilustradora y esclarecedora
acción humana, surgen dificultades relativas a la delimitación. La socio- del saber constituido, si bien -sa trata ilustración y crítica con un estilo muy
logía del derecho tuvo su contribución más importante justamente como determinado y de un tipo nuevo. Este estilo de ilustración sociológica es
teoría sociológica fundamental de la jurisprudencia3 . La sociología de las el que perfila lo propio de la investigación sociológica en relación con la
organizaciones se sitúa en una relación problemática con la teoría clásica realidad -y por tanto también con la realidad política- así como en re-
de las organizaciones y de las empresas4, un encuentro a partir del que lación con otras ciencias.
parece desarrollarse una ciencia interdisciplinar de las organizaciones5 • Hasta el final del siglo XVIII, las ciencias de la acción --comprendidas
Ocurre algo similar en la sociología del comporramienco y la ciencia de bajo el título de «filosofía práctica» y completamente determinadas por
las administraciones 6 . La sociología del lenguaje muestra, cuando menos, la ética- se habían concebido a sí mismas como ciencias consejeras. De
marcadas intersecciones con la ciencia conductista del conocimiento7. Y acuerdo a esta concepción, su tarea consistía en presentarle al agente cuál
la zona fronteriza entre la sociología y la psicología es tan amplia y tan era su acción correcta. Por ello, su aparato de conceptos fundamentales
densamente poblada que reclama el estatus de un ámbito autónomo, a debía corresponder con el horizonte pragmático de sentido de la acción,
saber, el de la psicología social. No se debe, pues, únicamente a lo indisci- tenía que encajar en él. Las ciencias de la acción debían orientarse según
plinado de los participantes el que la sociología política no esté en dispo- fórmulas relativas a fines y disposiciones generalizadas de acción (virtu-
sición de llegar a un entendimiento con la ciencia política acerca de un des), de las cuales pudiera afirmarse la verdad y la bondad. ¿De qué otra
manera habría podido la ciencia rendir cuenta de su objeco sino mediante
pp. 101-118 (109 s.)) las dificultades de delimitación de un concepto amplio de política la reproducción representativa de la acción misma, mediante la con-
se encuentran más entre la cie ncia política y una teoría sociológica de la socied3d. gruencia del conocer con la esencia de la acción y mediante la apropia-
2. Cf. a este respecto H. Schelsky, Ortsbcst im1111mg der deutschen Soziologie, Dussel- ción de la estructura de finalidad que viene vivida y referida por el agen-
dorf/Colonia, 1959, p. 11
3. Cf. sobre codo E. Ehrlich, Gnmdleg11ng der Soziologie des Rechts, Múnich/Leip· te? ¿De qué otra manera se habría aproximado a la esencia de la acción?
zig, 1913. Esta concepción resultaba tan natural, tan evidente, que la postura con-
4. Cf. R. Konig, «Einige grundsarzliche Bcmerkungcn iibcr die Mikroanalyse in dcr traria, que empezó a desarrollarse en el siglo XIX, ha tcnÍdo difíci l hasta
Betriebssoziologie": Kólner Zeitschri(t (ür Soziologie wui Sozia/psychologie 8 (1956), 46-64; hoy tomar conciencia de su principio propio. Y es que esta otra postu-
R. Maynz, «Die Organi,atiom,soziologic uml ilire Baiehung<::11 zur Orga11i,atiu11sld1re•, en
E. Schnaufer y K. Agrhe (cds.), Orga11isation, Berlín/Baden-Badcn, 1961, pp. 29-54 ra busca conocer la acción no mediante la aproximación, sino mediante
5. Como muestra monumental de esta tendencia, cf. J. G. March (ed.), Handbook o(
Organizations, Chicago (IL), 1965.
6. Más deralladamence sobre este rema cf. N. Luhmann, Theorie der Ven11alt1mgswis- 8. Cf., a este respecto, los diversos estudios de A. Schiitz, reunidos en Alfrcd Schiirz,
senscha(t, Bestandsatt(11ahme 111ui Entwur(, Colonia/Bedín, 1966. Collected Papers, 3 vols., La Haya, 1962, es¡pec. «Common Scnse and Scienrific lnrerpre-
7. Cf., por ejemplo, T. T. Segerscedt, Die Macht des Wortes: Eine Sprachsoúologie, ration of Human Action •, primeramente pulblicado en Philosophy and Phenomenological
Zúrich, 1947. Research 14 (1953), 1-38.

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EL ASPECTO SOC I OLÓGICO DE LA POL I T I CA DEL IMI TAC I ÓN DISC I PLINAR DE LA PERSPECTIVA SOCIOLÓG I CA

la roma de distancia, no con un enfoque congruente, sino aplicando pers- adquirió el rasgo de descubrido ra, desenmascar~dora y desacreditador~.
pectivas incongruentes. Un programa así resulta obviamente absurdo. Se tomó la libertad de destruir los conceptos onentadores del agente s111
Y precisamente por ello tiene éxito. reconocerlos en su función y sin poder susrituirlos 11 . La universalización
Este nuevo modo de conocer dando rodeos se hizo valer sobre todo de esta te ndencia destructiva, mediante la llamada sociología del saber,
en la sociología y en la psicología. Sin embargo, en los tiempos convulsos permitió quitarle severidad a este proceder -un sufrimiento compartido
del siglo XIX y comienzos del siglo XX había abarcado ya también otras es un sufrimiento a medias-, pero no cambió nada en lo fundamental.
muchas corrientes intelectuales y les había generado inseguridad 9. Su éxi- Básicamente todas estas «teorías de factores» son con juntos conceptua-
to descansaba en que hacía estallar el carácter limitado del horizonte de les presociológicos, puesto que, mediante su pugna por e_xplicar los sis-
acción, del mundo referido por el agente, y con e llo estaba en disposi- temas sociales a partir de causas simples y elementales, pierden de v1~ta
ción de aprehender y elaborar más complejidad de la que resultaba acce- la objetividad social que siempre está ya constituida de modo comple¡o.
sible al agente mismo. Las teorías de factores fracasan, finalmente, al cometer los mismos
Las ciencias de la acción tradicionales, determinadas por la ética, solo errores que las teorías de fi nes, a saber: emplean un esquema intelectual
habían considerado las posibilidades que podían ser concebidas como po- de una complejidad excesivamente peq_u eña. El aleja1_~iento de la~ teo-
sibilidades propias por parte del agente. Las nuevas técnicas cognoscitivas rías de fines fue puesto en marcha media nte la prec1s1o_n, en _la pnm~ra
-que comportan una toma de distancia- se esfuerzan, por el contrario, Modernidad de la verdad científica e n ciertas venficac1ones 1ntersub1e-
en entender la acción bajo aspectos que le son inconscientes a l agente y tivamenre vi~culanres. La verdad, en este sentido, se la podía esperar al-
que pueden permanecer así. Es más, el esclareci miento de estos aspectos canzru: en todo caso, en referencia a causas, pero no en referencia a fi-
puede incluso, en determinadas circunstancias, destrozar su capacidad de nes; d;ntro de una causalidad mecánica, pero no teleológica. Con este
. ., d
acción, puede mermar 1a fuerza de mot1vac1on e sus metas .
. JO
cambio no se resolvió otro problema, que desde entonces ha de1nosrra-
Reaccionando a la pérdida de verdad de los fines, al desmoronamien- do ser el problema crítico, a saber: los fines específicos y la~ causas es~ecí-
to de la explicación teleológica de la acción, estas perspectivas incon- ficas no son apropiados para explicar suficientemente los sistemas sociales
gruentes se buscaron, en primer lugar, en causas latentes no susceptibles complejos, dado que, como representaciones _fundamentale~, r~sultan ex-
de ser consideradas como motivos. La acción, así, estaría en verdad deter- cesivamente simples para dichos sist emas sociales. Por cons1gu1ente, cabe
minada por condiciones económicas de existencia, por selectivas legalida- observar en los más recientes desarrollos teóricos de la sociología, un da·
des biológicas en la lucha por la existencia, por la libido originaria, por el ro paso desde las teorías de factores a las teorías de sistemas. Y _es única-
miedo, por el instinto de imitación o por lo que sea en cada caso. Las re- mente en este paso donde se constituye la sociolo?ía como una_ c1~n:'ª a ~-
presentaciones de fines y las explicaciones relativas a situaciones, hechas tónoma basada en conceptos fundamentales genu inamente soc1olog1cos 1 .
por el agente, serían, por el contrario, mundos aparentes artificialmente En la medida e n que la sociología se fue consolidando mediante una
construidos. Serían ideologías, racionalizaciones, sublimaciones sin un va- teoría de los sistemas sociales, fu e ganando un instrumental analítico ge-
lor de verdad que les fuera propio. De este modo, la explicación científica neral que resulta especialmente apropiado para estados de cosas comple-
jos. El incremento del potencial pa ra la compleJtdad se puede ver tanto
en los nuevos desarrollos de la teoría de sistemas corno en los mé todos
9. Cf. K. Burke, Pennanence and Cha11ge, Nueva York (NY), 1935, pp. 95 ss.; este
autor nombra, como ejemplos de esta perspective by inco11gruity, la expresión irreligiosa de funcionales requeridos para ella 13 . La teoría general de sistemas l 4 pare-
N ie tz.sche mediante símbolos incongruentes, la confrontación, como «contempo ráneas»,
de cu lturas históricamente alejadas entre sí, la técnica de Bergson de la urilización de con-
tradicciones para la crítica de abstracciones, las orientaciones modernas del arte, en espe- 11. Cf. a este respecro, con más detalle, N . Luhmann, «Wahrheit und ldeologie »: Der
cial literarias, así como Marx, Darwin y el psicoanál isis. Cabría encontrar muchos Otros Staat 1 ( 1962), 431-448. .
ejemplos. La ampliación de este fenómeno apenas puede explie,1rse solamente mediante el 12. Esta concepción la defiende, sobre todo, T. Parsons, The Structure o( ~ocia/ Ac-
gozo en escandalizar; ha de ser concebida como expresión de un interés cognoscirivo trans- t ion, Glencoe (IL), 1937 [La estmctura de la acción social, Guada~rama, Ma~nd, 1968].
formado, para el que, desde ese momento, ha de encontrarse una forma y, con ello, una Se rrata de una obra que, sin embargo, desde muchos puntos de vista, y en virtud de los
normalidad. desarrollos posteriores de la teoría sociológica de sistemas, está superada. .. .
10. Cf. \Y/. E. Moore y M. M. Tumin, «Some Social Functions of lgnornnce•: Ame- 13. Cf. también N. Luhmann, «F unkcio nal e Methode und Systemtheonc»: S0z1ale
rican Sociological Reuiew 14 (1949), 787-795 ; L. Schneider, «The Ro le of rhe Category of Welt 15 (1964), 1-25. . .
Ignorance in Sociological T heo ry: An Exp lorarory Sraremenc•: American Sociological Re· J4. Aquí ha de pensarse, en especial, en la «teoría genera l de sistemas», impulsada por
uiew 27 (1962), 492-508. el biólogo Ludwig von Bertalanffy. Dicha teoría la creó su portavoz en e l anuario General

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El ASPECTO SOCIOLÓGICO DE LA POLÍTICA DELIMITACIÓN DISC I PLINAR DE LA PERSPECTIVA SOCIOLÓG I CA

ce haber evolucionado desde una teoría del encaje de las partes en un gruente y la autocomprensión vincu lada a metas del agente se presta a
todo -esto es, desde un problema de ordenación meramente interno- ser salvado mediante el proceder según el cual ambas esferas de sentido
hacia una teoría de sistema/entorno donde se investigan las condiciones son puestas bajo el denominador único de una fórmula común del proble-
para el mantenimiento de sistemas en un entorno extremadamente com- ma. La fó~mula es esta: aprehensión y reducción de la complejidad.
plejo e imprevisiblemente fluctuante en el que tanto los sistemas mismos El problema de la complejidad, la necesidad de llevar una mu ltipli-
como sus entornos son tratados como variables. El método se funda en cidad de posibilidades en un tiempo limitado a un sentido actualizable,
esta problemática de continuidad que permanece indeterm inada por se presta a ser empleado como último problema referencial de todos los
una doble variabilidad. Dicho método analiza los rendimientos que man- análisis funcionales, y ello en diferentes niveles de complejidad, a saber,
tienen el sistema en relación a funciones latentes y manifiestas, negativas para sistemas de acción, para modelos de decisión y para situaciones del
y positivas; y ve en cada función, además, únicamente un esquema com- comportamiento concreto. Las teorías de sistemas, y entre ellas especial-
parativo, que puede ser realizado de modos muy diversos y funcional- mente la teoría de sistemas sociales, pueden analizar los sistemas de ac-
mente equivalentes. · ción bajo el punto de vista referencial y funcional de una reducción de
Si esta explicación es adecuada, entonces rambién arroja luz, al mis- la complejidad extrema del mundo a través de un proyecto «subjetivo»
mo tiempo, sobre el fundamento interno a partir del cual unas perspec- del mundo y a través de una estabilización, una estructura sistémica, que
tivas científicas congruentes fueron sustituidas por perspectivas incon- sostenga este proyecto y que sea de menor complejidad (y esto quiere de-
gruentes. Las posibilidades de aprehender, en un proyecto de acciones cir: de un orden superior). Las teorías de la decisión manejan lenguajes
guiadas por fines, un campo complejo de posibilidades y de reducirlas específicos relativos a la resolución de problemas que son propios de las
a cuestiones decidibles acerca del sentido son limitadas. Los medios ex- matemáticas, del derecho, del cálculo económico o de la programación
positivos empleados para ello, el esquema fin/medio, la ley de causali- de máquinas y construyen, con ayuda de estos lenguajes, modelos de de-
dad que vale ceteris paribus, los tipos de sentido utilizados, invariables e cisión empleables de múltiples maneras. En estos modelos quedan fijadas
idénticos en cuanto a las premisas, y, ante todo, el uso irreflexivo del len- las condiciones bajo las cuales las propuestas de decisión, o sus pasos sin-
guaje demuestran ser científicamente insuficientes. Quedan minados y gulares, pueden ser aceptados como soluciones de problemas. En todo
cuestionados por cuanto presuponen una complejidad ya reducida, una ello ha de presuponerse que hay sistemas de acción que están estructu-
complejidad cuya elaboración por parte del agente no viene rendida y rados de cal modo que pueden solucionar sus problemas de esta manera.
efectuada; y, por tanto, no se responde de ella. Esros métodos expositivos Las planificaciones de acción relativas a la situación presuponen, en de-
resultan, empero, afirmados simultáneamente en su función, puesto que finitiva, una situación concreta estructurada de acuerdo a puntos de vis-
absorben la presión de una complejidad desbordante y, por ello, solo de ta relativos a fines; esto es, presuponen un estado de cosas en el mundo
esta manera posibilitan la acción con sentido. fuertemente simplificado, el cual posibilita la elección con sentido entre
Con estas consideraciones, se abre camino una posibilidad de suavi- unas pocas alternativas abarcables por la mirada sin que medie un exce-
zar la aguda discrepancia entre la teoría capaz de verdad y la praxis ca- sivo periodo de tiempo. '\
paz de acción 15. El abismo entre la ciencia que entiende de modo incoo- Estos tres puntos de partida de la funcionalización pueden ser lleva-
dos a un orden de complejidad decreciente y en una relación de coope-
ración recíproca, en la medida en que las teorías de sistemas fija para las
Systems de la Sociery for che Advancement of General Systems Theory (desde 1956). Ha teorías de la decisión unos planteamientos de problema estructurados, y
de pensarse también, rendo más allá, en la teoría cibernética de sisremas.
15. En cuanto a si la ciencia política, que aquí no enrra directamente bajo nuestra con- estos fijan para la acción concreta unos modelos de decisión en la for-
sideración, puede ser postulada para establecerse como ,reco11strucción• de aquella fi losofía ma de programas de decisión. Lo fructífero de esta cooperación se basa,
política tradicional, es algo que en todo caso permanece sujeto a cuesrión. Esta exigencia es pues, en que los puntos de partida singulares no pueden ser mezclados,
elevada por W. Hennis, Politik u11d praktische Philosophie: Eine Studie zur R.eko11stmktio11
y en especial, en que estos no pueden ser remitidos a una axiomática co-
der politischen \Vissenschaft, Neuwied/Berlín, 1963. Por lo demás, también surgen, en el re-
m?lino de los intereses investigadores relativos a la historia del espíritu, represenrociones si- mún; al contrario, se mantienen en su diferenciabilidad, de tal manera
milares. Cf., por ejemplo, K. Hespe, Die E11twicklu11g der Staatszwecklehre i11 der deutschen que de las teorías de sistemas no cabe esperar ninguna propuesta de ac-
Staatsrechtswissenschaft des 19.Jahrh1111derts, Colon ia/Berlín, 1964. Cabe conceder a estos
esfuerzos e l que el nivel problemático perdido de la filosofía po lítica tradicional ha de ser
ganado de nuevo. Pero esto no puede tener lugar mediante la asunción de sus soluciones celectuales y por tanto, en especial, poniendo radicalmente en cuestión la explicación teleo-
a los problemas, sino únicamenre mediante la reproblematización de sus presupuesros in- lógica de la acción y el mérodo •tópico» del incremento de l consenso.

20 21
El ASPECTO SOC I OLOG I CO OE LA POLfTI CA

ción, ni tampoco la reducción de la complejidad exrrcma -frente a las


teorías de la decisión y de la acción-, sino solo el cumplimiento de tareas
previamente consLru idas.
Cuando se identifica la sociología como teoría de los sistemas socia-
les, entonces ha de esperarse que los problemas de delimitación que 2
le son propios, y que en un momento dado fueron considerados desde la
confrontación con la ética, se planteen ahora en relación con las teorías MARCO DE REFERENCIA TEÓRICO:
de la decisión. Esto vale también para la sociología política. Si su socia, la LA TEORÍA DE SISTEMAS
ciencia política, puede consolidar su autocomprensión dentro del mar-
co de una teoría de la decisión y contentarse, así, con elaborar la raciona-
lidad especifica del cálculo político, es algo que queda por esperar. Ha-
bría aquí una importante laguna por colmar, puesto que, ciertamente, los
procesos decisorios internos a la burocracia, en sus programas, los hemos
construido minuciosamente en lo tocante a lo jurídico y lo económico;
sin embargo, sobre la racionalidad propia del comportamiento político El rodeo por el que hemos elaborado una delimitación disciplinar de la
sabemos poco. per~pcctiva sociológica merece la pena si ahora se aplica para esbozar
las premisas teóricas de las investigaciones que siguen. La pertenencia de la
sociología política al ámbito disciplinar de la sociología invita a emplear
como concepto fundamental el concepto de «sistema político»1•
En ello ha de aclararse, ante todo, en qué sentido hablamos desiste-
ma y en qué sentido la acción política puede ser vista como un sistema de
un tipo particular. Falca una teoría general de sistemas reconocida, tanto

1. El empico de esre concepto de -sistema político• es característico de una dirección


de la invesrigaci6n reciente, extendida sobre rodo en los Estado~ Unidos, que viene reque-
rida tanto por politólogos como por ~ociólogos. Véase, por ejemplo, F. X. Sutton, «Social
Thcory and Comparattve Poliric,•. en H. Ecks1e111 y D. E. Aptcr (eds.), Com¡,aratiue Poli-
/les, Nueva York/Londres, J963, pp. 67-81; D. l'..ISlon, «An Approach to the Anal)sis of Po-
lineal S)·sccms•: World Politics 9 ( 1957), 383-400; Íd., A Framervork for Polrtical A11alysis,
Englcwood Cliffs (NJ), 1965; Íd., A System Analys,s o/ Political Lr/e, Nueva York/Londres/
Sydncy, 1965; C. A. Almond, «lniroduction: A ru nctiona l Approach ro Co mpararive
Pol1t1CS•, en G. A. Almond y J. S. Coleman (cd\.), The Politics o/ the Deuelopi11g Arcas,
Prmceton (NJ), 1960, pp. 3-64; Íd., «A Developmcncal Approach to Pohtic:il Sysrems•:
World Politics 17 (196.S), 183-214; H. J. Spiro, •Comparauvc Politics: A Comprehens,vc
Approach•: Tbe American Poli/leal Setence Reu,cw 56 (1962), 577-595; S. N. Eisenstadt,
«Prim111vc Pol itica l Systcms: A Prcl1111mary Comparativc Ana lysis•: American A11thropolo-
gist 6 (1959), 200 220; Íd., The Política/ Systems o( f.mpires, Londres, 1963 !Los sistemas
po/ít,cos de los imperios, Madrid, Revista de Occ,dcnte, 19661; St. Bemard, • Esquisse
d'une théorie srructurelle-foncnonelle du Srsceme Pohuque•: Rev11e de l'l11sti111t de Sociolo-
gie 36 (1963), 569-6 14; Íd., Leco11/11t /ra11co-marocai11 1943-1956, 3 vols., Bru~elas, 1963
(espcc. vol. 11); N. Luhmann, Grimdrcchte als lnstrtution: Ei11 Be,trag wr polit1schc11 Sozio/o-
gie, Berlín, 1965, pp. f 4 ss.; Ch. B. Robson, •Dcr Begriff des 'pol itischen Sysrems'»: Ko/11er
Zeitschr,(t {iirSozrologie u11d S0zi11lphilosophie 17 (1965), 521 -527; H. V. Wiscman, Politi·
cal Systems: Some Sociological Ap¡,roaches, Londres, 1966; T. Parsons, • The Poliucal Aspect
of Social Structure and Process•, en D. F..ascon (cd.), Varieties o{ Polrtical Tbeory, En¡;lewood
Cliffs (NJ), 1966, pp. 71-112; y para el nivel comunitario, cf., por ejemplo, N. 1~. Whitten,
Jr., «Powcr Structurc and Sociocultu ral Changc in Latin American Commun itics•: Social
Forces 43 (1965), 320-329.

22 23
El ASPECTO SOCIO LÓGI CO DE LA POLITICA M AR C O oe REFERENCIA TEÓRICO : LA TEOP.IA DE SISTE MAS

mente no consiste en acciones concretas, sino solo en unos selectos as- vertidas en objetos de investigación, ya que dichas fro nteras quedarían
pectos de sentido de determinadas acciones. Esta concepción es defen- definidas justamente a través de premisas del análisis. En todo caso, po-
dida, por razones mccodológicas generales, por Talcott Parsons5 , y e n el drían servir para dejar al margen, fuera de las fronteras, aquello que,
ámbito de la ciencia política, de manera muy acusada, por David Easton6. en un determinado contexto teórico, no se quiere tener en considera-
Este es el segundo problema fundamental de la teoría de sistemas que de- ción.
bemos elucidar en primer término. En el caso de los sistemas de acción se añade, además, que las accio-
En cierto modo, el problema es un problema aparente, pues toda con- nes son actos intencionales que pueden hacer conscientes conexiones de
cepción de realidad -y no solo la científica- procede de un modo se- sistema y fronteras de sistema. Esta delimitación consciente de fronteras
lectivo. Las cosas o acontecimientos concretos no pueden nunca ser vi- en la vida social misma es el mecanis mo más importante de la formación
venciados actualmente en su plena concreción7 • La cuestión, por tanto, y conso lidació n de sistemas sociales. Los mismos agentes disti nguen: no-
ú~ica~ente puede ser la de quién decide sobre la selecció n y según qué sotros y los o tros. El científico tiene libertad para elegir, para investigar
criterios. Aquí, la teoría de los sistemas analíticos tiende a una peligrosa este o aquel sistema; po r ejemplo, puede investigar no el conjunto de la
confusión, a saber, la de identificar el esquema selectivo de relevancia del administració n del Estado sino unas autoridades disciplinares determi-
agente mismo con el de la ciencia que procede analíticamente, o bien la nadas. Sin embargo, únicamente pu ede tomar esta decisión en conexión
de recubrir aquel con este. Esto es jusro lo que no ha de ocurrir en una con las estructuras que se perfilan e n la vivencia de los agentes mismos.
cien~i~ d e_ la acción que quiera cosechar las ventajas de una técnica cog- Falsearía su cerna, por ejemplo, si, r e firié ndose a órdenes sociales arcai-
noscitiva mcongruentc. cos -extremadamente simples y apoyados en la familia-, quisiera dis-
En la teoría general de sistemas encontramos este mismo concepto tinguir e ntre el «sistema político», el «sistema económico», el «sistema
analítico de sistema, anee todo, con la forma de la tesis de que el lugar re ligioso», etc.; y ello a pesar de que dichos órdenes estaban caracteriza-
donde el observador delinea las fronteras del sistema depende de su pun- dos, precisamente, por e l hecho de que, en la conciencia de los partici-
to de vista y de sus intereses de invesrigació n 8 • Esta concepción está en pantes, no había en modo alguno este tipo de construcciones de sistema
conflicto, sin embargo -y a menos que se la debilite notablemente-, sino que, más bien, el ordenamiento era vivenciado y efectuado de una
con la tendencia a investigar precisamente las relaciones sistema/entorno, manera funcionalmente indiferenciada.
esto es, los rendimientos estabilizadores de fronteras y los procesos rcba- El tercer punto de discusión concierne la pregunta de si el análisis
sadores de estas. Si la mencionada concepción fuera correcta, entonces no funcional de sistemas sociales ha d e presuponer esrruccuras de sistema
cabría ver y comprender cómo las fronteras de sistemas pueden ser con- constantes y en qué sentido debe hacerlo. La llamada teoría estructural-
funcional se sintió e n la necesidad de presuponer ciertas estrucruras de
sistema como premisas teóricas9 y, consecuentemente, ha sido amplia-
5. Acerca de la disrinc1ón de Parsons entre concrete r analytical sysums, en los que el mente criticada por estática y conservadora, así como por estar dema-
ce_nrro de gravedad parece desplazarse con cada vez ma yor fuerza en fovor del segundo tér-
mino, cf. 11,e Stmcture o/ Social Action, Glcncoc (LL), 2 1949, pp. 35, 731 s. 11.A estnictura siado sesgada a favor de la armonía 10• Entretanto, el mismo Parso ns, en
de la acci611 so~ia/, Guadarrama, Madrid, 1969); o también T. P,1rsons y N. J. !>melser, Eco- e l curso de la elaboración en cuanto a contenidos de su teoría del sistema
nomy an~ Soc1ety, Glencoe (IL), J 956, pp. 14 ss. Cf. también, a este respecto, M. J. Lcvy, de acción, parece apartarse lentamente de esta asunción de una necesa-
J r., op. ctt., pp. 199 ss.; 1-1. M. Johnson, Soc10/ogy, Nueva York (N'I), 1960, pp. 56 ss. ria delimitación estructural de todo análisis fun cional 11 • También aquí, la
6. Cí. A _Framework (or Polttica/ A11alysis, cit., pp. 37 ss. Cf. asimismo M. J. l.evy,
Jr., Modem1tat1on and the Stm cture o/ Societies: A Setting for lntemational A//airs, 2 vols.,
Princcton (N.J.), 1966, vol. 1, pp. 19 ss. y 175 ss. 9. Cf. como una formulación pa rricu larmcn1e típica,• Talcmt Parsons' lntroduc-
7. Cí. E. Husserl, Cartesianische Meditationen 1111d Pariser Vortrdge, Husserlia na, rion•, en M. Weber, The Theory o/ Socm/ and Eco11om1c Organization, Londres/Ed1mburgo/
vol. 1, La Haya, 19~0, pp. 96 s, aceroi de. la ~videncia, imperfecta porque solo es prc- Glasgow, 1947, pp. 20 s.
sunnva, de la experiencia del mundo. (Med1tac1011es cartesianas, trad. de M . García-Bató, 10. Es1a crítica es especialmente severa en R. Oahrendorf, •Struktur und Funktion:
FCE, Madrid, 20091. T alcotl Parsons und die Enrwicklung dcr so21ologischen Thcorie»: Kolner l.eitscl,rift /ur
8. C(., por eiemplo, A. D. Hall y E. R. Hagen, «Dcfininon of System•: Cenera/ Sys- Soziologie 1111d So:úalps)'chologie 7 (1955), 491 -5 19; Íd., «Oul of Utopía: Toward a Reonen-
tems 1 (1956), 18-~8 (2~); H. M. Blnlock y A. B. Blalock, • Towacd a Clarrfioiuon of Srstem tatton oí Sociological Analysi$• : The America11 jounial o/ Sociology 64 ( 1958), 11 5-127.
Anal ys1s 111 the Social Sc1enccs•: Philosopl1y o/ Scie11a 26 ( 1959) 84-92 · H. von Foerstcr 11. Teóricamente, anre todo, en v1rrud del hecho de que la dicotomía esrrucru ra/pro-
S.
• Ün Sclf-Organizing System~ and rheir Env1ronments•, en M. C. Yov1ts) Camcron (eds.)' ccso y perdurac16n/cambio queda rola, de ral mane ra qu e también cabe representarse el
Se/(-Organizi11g Systems, Nueva York/Oxford/Londres, 1960, pp. 3 1-48 (36); A. Kuhn, TI,; cambio de esrrucruras. Cf. en especial T. Parsons, •Sorne Considerarions on thc TheOI")
Stlldy o(Society: A Uni(ied Approach, Homewood (IL), 1963, pp. 48 ss. oí Social Change•: Rmal Soc1ology 26 ( 1961 ), 219-239; y en general acerca del dmanc1a -

26 27
MARCO DE REFERENCIA TEÓR I CO : LA TEORiA DE SISTEMAS
EL ASPECTO SOCIOLÓGICO DE LA POLÍTICA

pregunta de partida, al menos la de los críticos, parece planteada de un sin conexión con ella t 4 • Una concepción así impediría las posibilidades
modo demasiado simple. de comparar sistemas políticos de diferentes tipos o la limitaría a siste-
Es correcto decir que todo sistema complejo de acción ha de estar es- mas «similares». Sin embargo, es precisamente e n los análisis comparati-
tructurado pues, de otro modo, no podría excluir ninguna otra posibili- vos de sistemas políticos muy heterogéneos -de países desarrollados y de
dad y se disolvería en el caos. Las estructuras de sistema son las que, en países en vías de desarrollo, de Estados configurados autoritaria o demo-
primer lugar, posibilitan la formación de expectativas de comportam ien- cráticamente, de manera liberal o socialista- donde residen las posibili-
to relativamente fiables y, con ello, interacciones en sistemas. Sin embar- dades de futuro no solo de la ciencia política sino también de la sociolo-
go, en tanto estructuras de objeto, ellas son solo tema de la investigación gía política 15 • Una comparación no r,esulta fructífera como comparación
científica y no, simultáneamente, también premisa suya. Igualmente aquí estructural -por ejemplo de ministros de la presidencia con ministros de
debemos guardarnos de mezclar ambas perspectivas: lo que para el agente la presidencia, idonde uno tenga una cancillería estatal y el otro no!-.
es una estructura invariable no precisa por e llo ser empleado también en Al contrario, solo lo será si se hace por referencia a una función y ello en
el análisis científico como estructura invariable para este. calidad de comparación de soluciones de problemas que son de diferen-
Asimismo, es correcto decir que a todo análisis científico debe sub- te tipo pero funcionalmente equivalentes 16• Si se quiere emplear el méto-
yacerle una estructura propia e n forma de premisas teóricas que per- do funcional-comparativo de manera fundamental y universal, y si no se
manezcan constantes. Sin embargo;'el análisis funcional encuentra sus quiere sustraer a la comparación ningún objeto en e l árnbico de investiga-
constantes en funciones, no en estructuras. No obstante, muchas fun- ción de la ciencia -sino que, al contrario, todo se quiere aprehender a la
ciones pueden ser dependientes de estructuras. Tales funciones secun- luz de otras posibilidades- entonces también esto obliga a pasar de teo-
darias únicamente pueden ser explicadas bajo el presupuesto de deter- rías estructural-funcionales a funcional-estrucnirales. La metodología tie-
minadas estructuras de sistema. Solo pueden reconocerse las funciones ne aquí sus consecuencias para la construcción de la teoría.
de una «maquinaria partidisra» 12 corrupta o del comportamiento táctico Si se sigue este razonamiento, entonces la teoría de sistemas precisa
de los burócratas que buscan conservar la confianza de los diputados de de un problema fundamental corno punto de vista funcional, que trascien-
su comisión parlamentaria 13 si ello se hace bajo el presupuesto de una
determinada estructura parlamentaria del sistema político. Por princi- 14. Por consiguiente, tampoco ha de secundarse la concepción de R. Be ndix y
S. M. Lipset, según la cual la ciencia política habría de ocuparse de las instirucioncs que for-
pio, sin embargo, la sociología ha de dejar abierta la posibilidad de ana- man y reparten el poder, mientras que la sociología política, por el conrrario, debería presu·
lizar estas estructuras también como soluciones de problemas funda- poner estas instituciones (cf. Íd., «Political Sociology»: Current Sociology 6 (1957], 79-99).
mentales; esto es, debe dejar abierta la posibilidad de reproblematizar Justamente en tanto que disciplina parcial de la sociología la sociología polírica no puede
estructuras de todo tipo. Y ha de estar, en último término, en dispo- renunciar de esta manera a rratar los problemas esrrucrurales. Más bien, resulra obvia la con-
cepción exactamente opuesta.
sición de preguntar por la función de la construcción del sistema en 15. Como punto de partida importante de l interés estadounidense en este ripo de
general y por la función de la estructura a secas. La teoría estructural- comparaciones, véanse las formulaciones en R. Macridis y R. Cox, «Research in Compa·
funcional, con ello, ha de ser conducida hacia la construcción de una rative Polirics»: American Political Science Review 47 (1953), 64 J-675. Véase, asimismo,
teoría funcional-estructural. K. von Beyme, «Moglichkeiren und Grem.en der vergleichenden Regierungslehre•: Poli-
tische Vierteljahresschrift 7 ( 1966), 63-96. .
Para la sociología política sería particularmente desastroso que vin- 16. Cf. a este respecco Fr. Bourricaud, «Science polirique et sociologie: Réflexions
culara fundamentalmente sus investigaciones a estructuras de sistema d 'un sociologue•: Revue Franyaise de Science Politique 8 ( 1958), 249-276 (251 ss.); A. AJ.
previamente dadas. Por ejemplo, sería desasrroso que fijara sus investi- mond, «lnrroducrion ... », c it.; Fr. W. Riggs, «Modcls in rhe Comparacive Srudy of Public
gaciones según el tipo sistémico de la democracia parlamentaria occi- Administration•, en Fr. W. Riggs y E. W. Weidncr, Modcls c111d Priorities in the Comparati-
ve Public Administratio11, Special Series No.1, Chicago (IL), 1963, pp. 6-43 (14 ss. y 21 s.);
dental y que, con ello, dejara otras teorías para otros tipos de sistema cf., asimismo, E. Fr;ienkel, Das amerikanische Regierwzgssystem, Colonia/Opladcn, 1960,
pp. 242 s., o K. W. Deursch, The Nerves o( Goverm11e11t: Modcls o( Political Communi-
miento de la concepción inicial de una rcoría estructural-funcional, cf. Íd., «Die jüngsten
cation and Control, Nueva York/Londres, 1963, p. 15. Para una exp licación sobre el mé-
rodo funcional como método comparativo en genera l, cf. N. Luhmann, «Funkrion und
Enrw1cklungen m der scrukrurell-funktionalen Theorie»: Kolner Z,eitsdirift (ür Soziologie
undSozialpsychologie 16 (1964),30-49. Kausalitiic• : Kolner "Zeitschrift (iir Soziologie tmd Sozialpsychologie 14 (1962), 617 -644.
12. Cí. R. K. Merton, Social Theory a11d Social Structure, Glencoe (IL) i 1957 Por lo demás, sin embargo, cambién la comparación estructural encuentra siempre nue,·os
pp. 71 ss.; o E. C. Banfield, Political ln/111e11ce, Nueva York (NY), 1961. ' ' partidarios, puesto que hace posible u11a limitación más rigurosa del pbntcamicnro cemá·
13. A este respecto, cf. A. Widavsky, The Politics o( the Bt-,dgelary Process, Boston/ tico. Véase, en este sentido, por ejemplo, F. Heady, Public Ad111i11istration: A Comparative
Toronto, 1964. ['erspective, Englewood Cl iffs (NJ), 1966, espec. pp. 15 s.

28 29
EL ASPECTO SOCIOLÓGICO DE LA POLITICA

da todas las construcciones específicas de sistema y que pro porcione la


ft_mción de la con_strucció n del sistema como tal. Se trata d e un punto de
vista de referencia en cuya perspectiva todos los sistemas sean compa-
rables, sea cual sea su tipo. Resu lta obvio que, para esta tarea se em-
plee a~u:lla formulaci_ón del problema gracias a la cual la soci¿logía se
emancipo de las doctrinas congrue ntes sobre la acción -primero en la 3
dirección de unas perspectivas causales incongruentes y, finalmente en
la de las teorías de sistemas- . Nos referimos al problema del exces~ de COMPLEJIDAD SOCIAL
complejidad. Sistemas de codo tipo amplían los fundamentos de l viven-
ciar y del actu~r mediante la aprehensión y la red ucción de la complejidad
del mundo. Dichos sistemas amplían la referencia de sentido de la acción
más allá d e lo que el agente mismo puede aprehender y tomar en consi-
deración en su presente actual. Le proporcionan puntos de conexión en
cuyo carác_cer de tener s~ntido_ (su verdadero «ser », su «validez») pueden
apoyarse sin que el sentido mismo tenga que ser rendido. Y esto ocurre
a través del hecho de que los sistemas se estabilizan en un mundo cx- Reflexionar acerca del problema de la complejidad del mundo r acer-
c'.·e~1~adamentc complejo que plantea la perspectiva de inabarcables po- ca de la función de la construcción de sistemas nos llevaría muy lejos del
s1b1hdades, y lo hace con un orden superior y más fuerte, esro es con tema de la socio logía política. Debemos restringir el campo d e nuestra
menos complejidad. Por consiguiente, también se puede caraeteri;ar la consideración a la complejidad social, donde nos es permitido suponer
función de la construcción de sistemas como la función d e absorción de que se encuenrra el problema referencial de la política. Por complejidad
complejidad. social ha de encenderse una propiedad del mundo, a saber, aquella según
Obtendremos, con ello, la sociología política como teoría del sistema la cual t0do sentido en el mundo viene sustentado por una multiplic idad
político. La expresión «sistema político» no ha de entenderse ni como el de sujetos. Estos cuales c;on, en igual medida, fuentes originarias de su
colectiv~ del pueblo que forma un Estado ni como la mera organización vivenciar y actuar -esto es, son, en igual med ida, un yo- de tal manera
del gobierno y la administración. Ni el concepto alemán de Estado ni la que roda coincidencia en el vivenciar y actuar debe ser concebida como
concepción ang_losajo~a del_govemment resultan aquí apropiadas para lo contingente. Cualquier otra persona, en canto es otro yo, podría actuar
qu~ hoy se emp1~za a 111 vest1gar como «sistema político». Lo que viene re- y experimentar de otra manera a como lo hago yo. Nada va de suyo. Con
f~ndo es aqu~I sistema ,social ~e.acción que, de acue rdo al sentido prima- ello no se dice que toda comunidad sea accidental, sino que ha de ser vis-
n o de sus a~c1o nes, ~sta especializado en la función política. Sin embargo, ta como un problema. La contingenc ia social, la absoluta falta d e fiabili -
por lo <lemas, este sistema, como todo sistema social es un sistema de ac- dad del alter ego no es afirmada como un hecho sino que, más bien, q ueda
ción qu~, _fre~~e a su ento r'.10, muestra _un orden s~1perior y necesitado planteada como un problema referencial. Con ayuda de este problema,
d e estab1lizac1on; y es un sistema que, por ello, está en condiciones de cabe reconocer y comparar mecanismos de conjunto, los cuales colabo-
apre!1ender y ~educir la complejidad de su entorno de acuerdo a puntos ran a que este problema de la contingencia se resuelva y a que el orden
d e vista selecnvos que le son propios. social quede fáccicame m e constiruic.lo.
Sin embargo, el problema social no queda planteado con esta nitidez
y radicalidad hasta el siglo XX. No es si no el siglo XX el que radicaliza la
asunción de las condiciones sociales de la vivencia hasta llegar a la tesis de
que una idéntica obje::tividad - y con ello un mundo- queda constituida
sobre la base de la comunicación social 1. Con esto, los presupuestos in-

l. Abrió camino en la difusión de e~ra convicc16n la cesis de l lusserl acen.:.1 de la


•conscirución inrersub1cciva• del mundo, y su cuescio nablc intenro d e acordarla con un sub·
jerivismo trascendenta l y ~egológico,,. Cf. sobre todo E. Husse rl, Cartesia11ische Meditatio-
11en ,md Pariser Vortrage, H usserliana, vol. 1, La Haya, 1950. (Med1tacio11es cartesianas,

30
3J
EL ASPECTO SOCIOLOGICO DE LA POLIT I C A COMPLEJIDAD SOCIAL

telecruales de los teóricos políticos clásicos resultaron alterados de ma- Ya en estas dobles formas se puede leer que para este pensamiento
nera decisiva. Y todo esto ha ocurrido sin que, hasta ahora, en la ciencia se trata fundamentalmente de evitar inconvenientes y garantizar ventajas
política o en la sociología política, se haya registrado este giro, y sin que se para las personas individuales, quienes, en tanto seres que actúan, buscan
hayan considerado sus consecuencias para la propia disciplina. mantener su vida en un mundo donde los bienes son escasos y las necesi-
La teoría clásica de la política, que arraiga en los antiguos, había sido dades urgentes. La competencia por bienes escasos es el problema referen-
al mismo tiempo teoría de la sociedad. La sociedad, desde Platón hasta cial que hace necesaria la formación de una sociedad política. Por consi-
Kant, fue vista enteramente como una sociedad políticamente configura- guiente, pues, es también la teleología de la acción (y no, por ejemplo,
da, como polis, civitas, societas civilis 2 • Para juzgar esta tradición --que una teoría de sistemas) la que define el horizonte de problemas donde se
hasta nuestros días sigue operante en la abarcadora pretensión de orde- despliega la ciencia política tradicional como teoría de la sociedad 4 •
nación del concepto alemán de Estado- resulta decisivo reconocer el Con todo lo que tiene de drásticamente cercano a la vida, la noción
fundamento y razón que hizo que tuviera sentido esca mezcla de teoría de amenaza y dependencia social del hombre expresa una gran compleji-
política y teoría social. Dicho fundamento reside en un concepto insufi- dad pero presupone, sin embargo, que la otra persona es alguien que, en
ciente de la complejidad social. principio, puede elegir libremente entre ser amigo o enemigo. Por tanto,
Hasta entrados en el siglo XX, la complejidad social no era concebida en esa medida, la o tra persona no es de fiar. Puede mostrarse dispuesta
como una contingencia del mundo, sino que quedaba ligada a necesida- a ayudar, a intercambiar y a compartir, pero también puede robar y ma-
des humanas. El hombre, en su esencia, quedaba definido corno animal tar. Escas posibilidades fascinan a la teoría de la sociedad política hasta la
rationale, que existe con otros, pero para sí, en un mundo ya existente, y Modernidad. La teoría de los fines del Estado y de las formas del Estado
que depende de otros (únicamente} a través de las necesidades derivadas se relaciona con esta problemática fundamental. La noción del contrato
de sacar adelante su vida. Amenazado por otros y dependiente de otros, de Estado es un medio más para diferenciar este tipo de complejidad an-
el hombre debe adaptarse a un orden social, que es, al mismo tiempo, tes y después de su reducción. Al mismo tiempo, es un medio para cons-
un orden político por cuanto procura solucionar este doble problema del truir racionalmente la reducción misma como acción conforme a fines
estar amenazado y de la dependencia (metus et indigentia) de ral modo (acción ética). Sin embargo, en ningún lugar se dibuja un intento de poner
que queden garantizadas la paz y la justicia3 (pax et iustitia). en cuestión, a partir del pensamiento político, la posibil idad de verdad,
sentido y ser, así como tampoco la posibilidad de proyectar la sociedad
como un sistema político orientado hacia dichas cuestiones.
FCE, Madrid, 2009]. Como variaciones de esta tesis, en las que se renuncia al primado tras-
cendental de la •egología•, cf. Martín Heidegger, Sein und Zeit, Tubinga, 6 1949, pp. 114 ss.
No obstante, en la medida en que se profundizan las consideracio-
(Ser y tiempo, trad. de J. E. Rivera C., Madrid, T rorta, 3 2012, pp. 134 ss.]; J.-P. Same, L'etre nes comprensivas que penetran en las condiciones sociales del vivenciar
et le néant, París, 30 1950, pp. 273 ss. [El ser y la nada, Losada, Buenos Aires, 2005]; M. Mcr- humano ligado al sentido, nos encontramos con que se socavan y de-
lcau-Ponry, Phénoménologie de la perception, París, 1945, cspcc. pp. 398 ss. [Fenomeno- rrumban las posiciones de la experiencia natural e ingenua del mundo así
logía de la percepción, Península, Barcelona, 2000]. Cf., asimismo, K. Lowith, Das Indivi-
duum i11 der Rolle des Mitme11sche11, Múnich, 1928; M. Adler, Das Rdtsel der Gesellschaft:
como, simultáneamente, las de 'la metafísica oncológica, que era la que
Zur erke1111tniskritischen Gru11dleg1mg der Sozialwissenschaft, Viena, 1936; y como consi- sostenía la doctrina de la sociedad política. La teoría política no puede ya
deración crítica de la postura de Husserl, d. A. Schütz, «Das Problem der transzendenta - seguir presuponiendo que el hombre y e l mundo existen sin más en un or-
lcn lntersubjektivitiir bei Husserl»: Philosophische R.imdscbau 5 (1957), 81-107; H. Ze lc- den naturalmente dado de antemano, aunque sea de manera incomple-
ncr, «Das lch und die Andcren: Husserls Beitrag zur Grund legung der Sozialphilosophie•:
Zeitschrift fiir Philosophische Forschung 13 (1959), 288-.115; R. Tou lemont, L'essence de la
ta, ni que, en esa medida, quede ya reducida la infinita complejidad de
société se/011 Husserl, París, 1962; M. Theunisscn, Der A11dere: St11die11 zur S0ziala11thro- otros estados mundanos posibles. En cada una de las disciplinas de las
pologie der Gegenwart, Berlín, 1965, pp. 15 ss. ciencias sociales -sobre todo, en la sociología y en la teoría de la acción
2 . Para la ruptura con esta concepción en Hegel, d. e l acerrado rraramiemo de racional- el problema de la contingencia social es descubierto de nuevo.
M. Riedel, «Hegels 'bürgerl iche Gesellschaft' und das Problem ihres geschichtlichen Ur-
sprungs•: Archiv (ür Rechts- und Sozialphilosophie 48 (1962), 5.39-566. Véase para un Dicho problema queda determinado como un problema de armonización
mayor detalle acerca de este asunto el capítulo 8 .
.1. No supone ninguna diferencia esencial el que se vea en e l estar amenazado y en
la dependencia el motivo raciona l que -Opera inmed iaramenrc en la reunión de los hom- aceptación de una razón del hombre que sea común y de un mismo tipo. Con esta asun-
bres o si se lo ve únicamente como el fundamento para la aceptación de un instinto social ción, se encubre el problema radica l de la contingencia social del mundo.
narural que es el que luego reúne a los hombres -como se dice bajo la influencia sobre codo 4. Cf. Aristóteles, Política 1, 1, 1252 1-9, donde este razonamienw queda claramente
de Aristóteles-. Para ambas variantes teóricas, por lo demás, es una premisa inevitable la expuesto.

32 33
EL ASPE CT O SOCIOLÓG I CO DE LA POLÍTICA CO MPL EJI DAD SOC IAL

de expectativas de comportamiento, un problema que ha de resolver cada visto desde la perspectiva del problema referencial de la complejidad so-
interacción y cada acción racional en situaciones sociales5 • Con ello, el cial, solo puede ser un sistema parcial de la sociedad.
problema de la armonización de expectativas recíprocas queda planteado La misma consecuencia se impone con mayor fuerza al retrotraer-
de tal manera que apenas puede ser trabajado por la teoría política. Junto nos a la teoría de la constitución intersubjetiva de todo sentido en el mun-
a los medios específicamente políticos de armonización de la expectativa do y del sentido del mundo mismo. Esca teoría presupone el mundo como
cabe descubrir otros a los que no se puede adscribir un carácter político absolutamente contingente7 o, lo que viene a ser lo mismo, como extre-
sino que, al contrario, han de ser presupuestos en la acción política. Es madamente complejo también desde un punto de vista social. En esta
el caso de la socialización y la adaptabi lidad de las personalidades, los consecuencia reside la reducción y reconducción de todo sentido a ren-
mecanismos del dinero, la hisroria vivida y recordada en común, las necesi- dimientos formadores de sentido y, por tanto, a su funcionalización. Pos-
dades impuestas de un mundo de cosas técnicamente complicado, etcétera. tula una teoría trascendental de la constitución inte rsubjetiva del sentido.
Si esto es así, entonces la sociedad y el sistema político debe n ser en- Y en ello hay también un diseño y proyección del problema que resulta
tendidos por separado6, puesto que los dispositivos y mecanismos de demasiado amplio como para que la teoría política pueda a prehenderlo
decisión específicamente políticos no agotan lo que tie ne que ocurrir en por completo. Ya el paso de una teoría de la constitució n intersubjetiva
la sociedad para que se reduzca la complejidad social. El sistema político, a una teoría de la sociedad como sistema -que el mismo Husserl se re-
presentó con coda simplicidad- es bastante difícil 8 .
La antigua teoría de la sociedad política descansaba en una visión
5. Cf. ace rca de la double conti11gency de tod a interacción con la que todo socio de- «natural» del mundo, en un permanecer anónimos ele los rendimientos
pende de los otros y en la que, al mismo tiem po, cua lquier otro podría actuar, T. Parsons
y E. A. Shils (eds.), Toward a General Theory o( Actio11, Cambridge (MA), p. 16; T. Parsons,
constitutivos de la conciencia. Por ello podía ella mezclar teo ría política
The Social System, Glencoe (l L), 1951, pp. 10 s. y 36 ss. Parsons ve en esre problema e l y teoría de la sociedad; y por ello podía ver la formación y conservación
motivo para que todos los s1SCemas sociales deban institucionalizar una esrrucrura norma- de la sociedad como un problema político. La radicalización del rango de
tiva, con el objeto de asegurar la «complementariedad de las expectativas de comportami en - problemas de la dimensión social de ka experiencia humana fuerza a con-
to•. Como muestra el desarroll o posterior de su teoría del sistema de acción, esta contingen-
ci~ social es, empero, so lo un problema sistémico entre otros, por lo que no es empleado
cebir la sociedad y la política corno sistemas sociales diferentes y a or-
como concepto fundamenral axiomático. denarlos recíprocamente. Con ello, la pregunta por la función específica
En la teoría de la decisión racional, han sido sobre codo la ceoría de juegos y la teoría y por las características estructurales específicas de un sistema polírico
de las organizaciones apoyada en e lla las que han reconocido como prohlema fundamenta l -a diferencia de la sociedad en su conjunto- cobra una significación
el de la «indeterm inación racional» de rodas las situaciones socia les. Cf., sobre todo, J. von
Neumann y O. Morgensen, Spie/theorie und wirtscha~liches Verhalte11, Wurzburgo, 1961, crítica.
pp. 9 ss.; d., asimismo, J. Marschack, Towards an Economic Theory o( Orga11ization and
In(ormation, en R.M. Thrall, C. H. Coo mbs y R. L. Davis (eds.), Decisio11 processes, Nueva
York/Londres, 1954, pp. 187-220; Íd., «Elements for a Theory of Teams•: Management
Science J ( 1955), 127-137; G. Gafgen, Theorie der wirtschaftlichen Entscheidzmg: Untersu-
ch11nge11 zur Logik 1md okonomischen Bedeutu11g des ratio11ale11 Handelns, Tubinga, 1963,
pp. 176 ss.
6. También para Wiseman, Political Systems: Some Sociological Approaches, Lon -
dres, 1966, pp. 4 7 y 98 s., la división conceprual emre Esrado y sociedad es prcsupucsro
para el surgimienro de una sociología política. Las consecuencias de esta teoría para una
teoría de la soc ied ad no pueden ser descritas aquí. Surge, po r ejemplo, la pregunta de si tiene
sentido definir las fronteras de la sociedad mediante las fronteras de los siste mas po líticos.
Desde una perspectiva temporal, ya Lorcnz von Stcin (Geschichte der sozialen Beweg1mg in
Frankreic/1 von 1789 bis auf wisere Tage, Lcipzig, 1850) había pasado esto por alto y había
destacado que una sociedad podía perdurar por encima de las diversas consti tuciones po lí-
ticas. Desde una perspectiva espacial, aún hoy se acepta genera lmente que las fronreras del
Estad o y la sociedad co inc ide n. Típico en cuanto a la inseguridad en rorno a esta cues - 7. Sobre la imposición de este problema de la contingencia del mundo a través de la
tión resulra A. Kuhn , The Study o( Society: A Unified A¡,proach, Homewood (IL), 1963, fenomenología trascendental, cf. ta mbi én H. Blume nberg, Lebenswelt ,md Teclmisienmg
pp. 2 12 s. y 541 ss. Dado que también las «culturas• fracasan como criterios de delimitación, u11ter den Aspekten der Phii11omenologie, Turín, 1963, pp. l3 s. y 28 s.
al amp liarse la civilización técnico-industria l solo qued a, po r lo demás, pensar la soc iedad 8. Cf. a este respecto R. Toulcmont, op. cit., con una panorámica abarcadora. Cf.
como sociedad mundial y la mu ltiplicidad de los sistemas políticos como principal obs- también del mismo autor «La spécificité du social d'aprcs Husse rl »: Cahiers i11tematio11aux
táculo de la pa:z: mundial. de Sociologie 25 (1958), 135-1.51, y las consideraciones de H. Zel rner, are. cit., p. 306.

34 35
LA FUNCIÓN Y EL LUGAR DEL SISTEMA POLITICO

lebridad la definición de la política mediante el esquema amigo/enemi-


go propuesro por Car! Schmitr-3. En ocasiones, también se puede poner
de relieve el riesgo de la acción en lo imprevisible, esto es, la asunción de
responsabilidad, mediante una acción más o menos irracional4. Todas es-
4 tas concepciones tienen su legitimidad propia. Y tienen también un carác-
ter cuestionable que les es propio cuando estas elevan la pretensión de ser
LA FUNCIÓN Y EL LUGAR DEL SISTEMA POLÍTICO una proposición sobre la esencia de la cosa política. Por consiguiente, po- ~
dría ser aconsejable renunciar a una proposición sobre la esencia y esfor-
zarse, en su lugar, por clarificar la función específica de la política.
Para ello, las proposiciones sobre esencias pueden servir, al menos,
de hilos conductores. Así, destaca el hecho de que, más o menos clara-
mente rodas ellas van con la intención de reducir la complejidad. El po-
der es 'un medio grandioso de simplificación de situaciones en el sentido
.
de lo que uno mismo quiera. Las fórmu las acerca de fines presuponen es-
La pregunta sobre dónde haya de encontrarse la esencia de lo político tas simplificaciones como naturaleza de la cosa. Las esquematizaciones
es un viejo asunto de discusión en la teoría política y que, al parecer, no es amigo/enemigo sustituyen situaciones claramente complejas mediante
algo que vaya a aclararse de manera concluyente. Muy frecuentemente se una dicotomía toscamente simplificadora. Por su parte, la acción irracio-
nombra al poder como centro de lo político 1. Otros autores determinan nal - dado que, al parecer, no hay otra cosa que funcione- reduce la
lo político, sobre fundamentos muy antiguos, mediante fórmulas como complejidad a través de la facticidad de la ejecución de lo que quiera que
la justicia, la paz, el bien común. O bien, sin más, lo determinan a secas sea. Al menos, el problema fundamental de la política resulta apresable
como cumplimiento de los sistemas de finalidades 2• Ha ganado cierra ce- en todas estas teorías. Se trata del problema de la complejidad social, que
cada uno tiene ante sí pero que ninguno aprehende como tal. Como teó-
. l. Cí., por ejemplo, M. Weber, Wirtscha(t 1111d Gesellscha(t, Tubinga, 4 1956, p. 29, ricos de la esencia de la política, competirán entre sí ad infiniturn, pues
o Id. , Cesammelte politísche Schri(te11, Tubinga, 2 1958, pp. 493 ss., con el acento puesm proclaman posibilidades de solución del problema de la política como
en la apÜcación de la coerción íísica en un ámbiro determinado; H. Heller, Staatslehre, Lei-
esencia de la cosa misma que son equivalentes funcionales y que, por ello,
den, 1934, pp. 23 s.; 11. D. Lasswell, Polítics, Who Cets \'i/hat, \Vhe11, How, Nueva York
{NY), 1936; V. O. Kcy, Jr., Politics. l'artíes and Pressure Croups, Nueva York (NY), 31953, tienen idéntica legitimidad. Estas teorías pueden ser aprehendidas en
pp. 4 ss. Como autores más recientes, cf., por ejemplo, M. G. Lange, Politische Soziologie: una teoría unitaria solo desde el punto de vista de su problema de refe-
Eine Ei11(iihrung, Berlín/Fráocfort d.M., 196 l, pp. 9 ss.; M. Freund, Politík, Ha11dworter- rencia, esto es, tomadas como rendimiento de resolución de problemas.
buch der Sozia/wisse11schaften, vol. 8, Sturrgart/Tubinga/Gotinga, 1964, pp. 356-37 1 (356);
G. G. Gordon Catlm, Systematic Polítics: E.leme11ta l'olitica et Sociologica, s. l. (Universiry Sin embargo, este problema de referencia, como hemos visto en la últi-
ofToronro Press), L962, pp. 65 s.; M. Duverger, Sociologie Politique, París, 1966, pp. 13 ss. ma sección, es aprehendido con demasiada amplitud. La aprehensión y
2. En esce sentido Heller (op. cit., pp. 89 s.) había apunrado, frenre a Weber, a la la reducción de la complejidad social es la función de la sociedad a se-
necesidad de una acción que planrea meta~ (que Weber, in abstracto, evidemememe, cas; y no cabe mantener la mezcla de sociedad y sistema político. El sis-
n~nca habría dispurado) y este •argumemo» es hoy muy repetido. Véase P. von Oertzen,
"Uberlegungen zur Stellung der Polirik uiucr den Sozialwisscnschaften», en Festschrift Ouo
Sammler, Co lonia/Opladen, 1965, p. 103, con más referencias. Sobre codo, es la sociolo- dfragen des modernen Staatcs»: Rechl, Staat, \'f/irtscbaft 3 ( J 951~, 126-165 (135)! e Íd.,
gía de Parsons la que se orienta primariamente según el concepto de fin. Tiene la imporcan- «Der Bercich der Regierung», en Festschri(t für R11dolf Smeud, Gounga, 1952, pp. 2.)3-301
te ventaja ceórica de hacer que la Íórmula de fines tenga la misma amplitud en su empleo (272) o, desde la teoría de sistemas, R. J. Pcnnock, «Political Devclopmenr, Po lirical Sysrerns
que el concepto_de pod_er. Ambos criterios son válidos para sistemas sociales de todo tipo and l'oliucal Goods»: World Politics 18 (1966), 415-434.
s1 no se los restringe amfic1almen1c. Cf. T. Parsons, «On the ConcepL of Polirical Power•: 3. Der Begri(( des Politischen [1932], Berlín, 1963 [El concepto de lo político, Alian ·
Proceedings of the American Philosophical Society 107 (1963), 232-262; Íd. , «The Po- za, Madrid, 20051. ..
litical Aspect oí Social Structure and Process», en D. Easron (ed.), Varieties o( Politi- 4. Cf., por ejemplo, la acentuación de lo «creador» de la política en A. Schiiffle, «Uber
cal Tbeory, Englewood Cliffs (NJ), 1966. Véanse concepciones simi lares en O. K. flechr- den wissenschaftlichen Begriff der Polirik•: "leitschri(t fiir die gesamte Staatswissenschaft 53
heim (ed.), Gnmdlegung der Politischen Wissenscha~, Meisenheirn/Glan, 1958, pp. 70 ss.; (1897) 579-600. Ello queda reforzado en K. Mannhcirn, Jdeo/ogie 1md Ulopie, Fráncfort
0

W. C. Mitchell, The American Polity: A Social and Cultural lnterpretation, Nueva York/ d.M., ; 1952, pp. 95 ss. O bien, como ejemplo de expresión fascista: «La actividad_del_go-
Londres, 1962, pp. 7 ss. Como intentos más recientes de precisar, en cuanto a los conte- bierno es una acrividad imprevista, es imp revisible por su propia naturaleza•> (G. D. Fem, La
nidos, Íórmulas d e fines como criterio d e lo polícico cf., por eje mplo, U. Scheuner, «Grun- Frmzione di govemo e il Gran Consiglio del Fascismo, 2 vols., Roma, 1939-1941, l, p. 79).

36 37
EL ASPECTO SOCIOLÓGICO DE LA POLiTICA LA FUNC I ÓN Y El L UGAR DEL SISTEMA POLiTICO

tema político solo puede ser un sistema parcial de la sociedad. La teoría La caracterización del sistema político no puede ser derivada única-
del sistema político presupone, por tanto, una teoría de la diferenciación mente a partir de su función. Ha de presentarse una determinación estruc-
estructural de la sociedad en sistemas parciales, los cuales están orientados tural (y esto vale como regla universal, aunque frecuentemente desconoci-
según funciones específicas. Y la sociología política más reciente parece da, del método funcional, puesto que una función, normalmente, puede
desarrollarse precisamente en esta direccións. ser cumplida de modos diferentes y funcionalmente equivalentes; esto es,
La función específica de este sistema parcial que es la política no se no fija estructuras). La función resulta de la referencia al problema de la
relaciona con toda la complejidad socia l sino únicamente con aquellos complejidad social. El modo en que esta función se cumple puede ser des-
problemas de la sociedad que ya no puede ser absorbidos «por sí mismos» crito a través del concepto de la decisión vinculante. Parsons procede de
mediante mecanismos que actúan más o menos latenteme nre, ni que tam- un modo formalmente similar cuando torna como función específica del
poco pueden ser resueltos mediante la lucha individual. Hay complejida- sistema político el goal attainment, cuando emplea asimismo el mecanis-
des que requieren otro tratamiento. Es el caso de la complejidad que no mo de comunicación del poder para una ulterior caracterización del sis-
está ya dominada mediante el lenguaje o mediante verdades -esto es, tema político y cuando sitúa en el concepto de poder el aspecto de la de-
que no puede ser dominada mediante lo que vale como «naturaleza»-. Es cisión vinculante.
también el caso de la complejidad que no puede ser dominada mediante El que esta reducción a través de la «decisión vinculante» tenga éxi-
instituciones, la congruencia de intereses, la historia común o el consen- to significa que en el sistema político hay procesos selectivos de elabo-
so. Y es igualmente el caso de la complejidad que no puede quedar con- ración de información que están en curso y cuyos resultados son siem-
fiada a la reducción drástica mediante la definición de una situación de pre aceptados por el entorno social del sistema, sea cual sea el motivo.
amigo/enemigo sin que, con ello, se ponga en riesgo la existencia y co- Las razones de esta aceptación no pertenecen al concepco de sistema
hesión de la sociedad. Estas complejidades requieren un tratamiento es- político. No obstante, hay ciertamente razones para la obediencia de
pecial que se encuentra entre estas alternativas de la institucionalización las que ningún sistema político duradero puede prescindir. Es el caso,
y del conflicto abierco. Requieren, justamente, un tratamiento político. El por ejemplo, de la posesión de modos de coerción visibles, de un am-
sistema político queda confrontado con los problemas «abiertos» de plio consenso respecto de los roles o de la legitimidad (en un sentido
la sociedad y los resuelve mediante la decisión vinculante. Al hacerlo, la que consideraremos más adelante). Sin embargo, ya por el hecho de que
vinculación no se relaciona con e l sistema político mismo sino, en pri- se trata de una multiplicidad de razones completamente heterogéneas,
mer término, con el sistema social abarcador del conjunto de la sociedad, de que otras razones pueden presentarse y de que la distribución de la
donde cumple su función el sistema político. El sistema político redu- importancia entre ellas es variable, se hace desaconsejable oscurecer el
ce la complejidad no solo para sí mismo -como lo hace un organismo concepto de sistema político introduciendo estos puntos de vista. Ten-
como condición para su supervivencia en un mundo excesivamente com- ' dremos que volver a considerar con detenimiento esta cuestión. En pri-
piejo-, sino, en primer lugar, para su entorno, que tiene él mismo, a su mer término, lo que ha de quedar establecido firmemente es que un
vez, el carácter de un sistema abarcador 6 • sistema político únicamente se sostiene cuando logra para una socie-
dad-y en la medida en que lo hace- lo sigu iente, a saber, que los pro-
cesos selectivos que transcurren en determinados roles y contextos de
5. Esto se aplica de una manera especialmente nírida y bien meditada en la socio- roles proporcionen un carácter vinculante para otros roles. Esta deter-
logía política en la que rrabaja Talcorc Parsons. Se relaciona con uno de los muchos pro-
minación de función deja muchos flancos abiertos y resulta, justo por
blemas sistémicos de su teoría genera l .del sisrcma de acción, esto es, el problema del goal
attamment y trata de subsistemas del sistema socía l que están primariamente orientados a ello, apropiada como concepción conceptual fundamental de una so-
esta función. Cf. en especia l T. Parsons, «The Polirical Aspect ... », cit. c iología política comparativa.
. 6. Esta diferencia debería ser la razón esencial para dejar de lado la analogía del orga- Sin embargo, no solo e l concepto de decisión es un concepto for-
msmo en la sociología política. Los organismos y los s istemas sociales que se les asemejan
se si rúan en una relación indeterminada y difusa respecto de un en corno excesivamente com-
mal, sino que también lo es el concepto de problema, que apunta a la
plejo, un entorno cuya complejidad debe reducir como condición de su supervivencia a rrn- complejidad social que aún está abierta; y este deja en suspenso cuá-
. vés de procesos selectivos de selección de informaciones relevantes. Los sistemas políticos, les sean los problemas objetivos de los que se trate. La definición de la
por el contrano, presuponen un entorno con caracreres de sistema, curnple11 en este entorno función política como un decid ir que resuelve problemas no contiene
una función específica y pueden, por tanto, contar con una disponibi lidad generalizada a ser
apoyados por su entorno. Pueden, con e llo, plantear exigencias más e levadas a su entorno
criterio referido a contenido que esté encaminado a indicar qué pro-
y rendir un orden más rico en presupuestos de lo que podrían hacer en ranto organismos. blemas en una sociedad (y cuántos) han de ser politizados en tanto re-

38 39
EL ASPECTO SOCIOLOGICO DE LA POLITICA
LA FUNCIÓN Y EL LUGAR OEL SISTEMA POLÍTICO

quieren una decisión 7. Ha de presumirse, naturalmente, que el tipo y las dizada conciencia de problema y, la mayor parce de las veces, con posibi-
circunstancias de los problemas abiertos han de ser significativos para el lidades de acción articuladas y mutuamente excluyences9 • Se trata, pues,
lugar social del sistema político, para sus centros de gravedad, para su ta- de una situación donde lo correcto no se muestra por sí mismo. Es más
maño y su grado de autonomía social. El campo de problemas y la com- puede decirse que se trata de una situación en la que n_o hay ningun_a_ so-
plejidad propia de la sociedad parecen ser determinantes para lo que el lución correcta. La política no solo debe filtrar y exdun otras pos1b1ltda-
sistema político deba rendir y, por canto, ser. Pero esto son justamente des, debe resolver problemas. Y esto solo puede darse centralizando la
cuestiones de la investigación empírica para las que no cabe que sean de- competencia de decidir en determinados roles, los cuales, a pesar de su ,
cididas de antemano mediante el marco de referencia y de conceptos fun - aislamiento, pueden elevar e imponer la pretensión de decidir de modo
damentales de la teoría 8 • vinculante para el conjunto de la sociedad. Un problema así, nacuralmen-
Las indeterminaciones de nuestro concepto de sistema polít ico han re, no puede ser resuelto mediante e l proyecto de una acción individual.
de entenderse como indeterminaciones meditadas y puestas estratégica- Presupone la formación de un sistema social de acción que desc~rga la
mente. La indeterminación de la «decisión vinculante» sustituye las teorías acción hasta cal punto que la realidad inverosímil puede convernrse en
tradicionales del poder y el consenso. La indeterminación de las formu- realidad e incluso en rutina. A través de la estabilización general de una
laciones de los problemas y, con ello, del objeto de la decisión sustituye a estructura de sistema cabe resolver más problemas, y más variados, que
las teorías tradicionales relativas a fines. En ambos casos, en lugar de las planteando fines y medios para acciones individuales. Ello es así porque,
presumas expresiones sobre la esencia, se presentan posibilidades de mediante la generalización, se logra una distribución de intereses que es
variación limitadas y funciona lmente estructuradas. de otro tipo. Para la reducción de la complejidad tenemos, pues, a nuestra
Esto, sin embargo, únicamente es posible cuando la teoría de sistemas disposición, un modo indirecto de proceder, que da un rodeo. Dicho
puede ser presupuesta como suelo firme no solo para la teorfri de la so- proceder requiere, al menos, de dos pasos. En primer lugar, se necesita
ciedad sino también para la teoría política porque todo límite de variación implantar un sistema que tenga encomendado, de modo general, la de-
posible únicamente se deja fijar teóricamente como condiciones del man- cisión sobre problemas, un sistema que será aceptado de modo general
tenimiento de un sistema. También en la cosa misma se muestra que una gracias a su general carácter ventajoso. A continuación, en segundo lugar,
teoría política concebida en términos funcionalisLas ha de ser una reoría se necesitan las decisiones mismas sobre los problemas, que quedan cu-
de sistemas. Una producción de decisiones vinculantes ha de ser garanti- biertas por el sistema como un todo y únicamente pueden ser boicotea-
zada como un rendimiento continuo únicamente cuando se construyen das atacando el sistema 10•
sistemas sociales para ello, unos sistemas que pueden sostenerse a sí mis- Otros detalles los dejarnos para capítulos posteriores. Una nota pre-
mos en un entorno con exceso de complejidad; y ello en la medida en liminar, con todo, es necesaria. Si tanto e l conjunto de la sociedad como
que dichos sistemas definen su función específica como su problema y la el sistema político -y otros sistemas parciales de la sociedad- son vi~-
cumplen como una resolución de este. 1 cos como sistemas sociales propios, se hace necesario aclarar la referencia
Para la acción política, el campo de problemas que hacen política una
acción resulta precario en un doble sentido. Por un lado se hace presente
con frecuencia la complejidad residual de la sociedad, la cual no queda re- 9. En la medid a en que está justificado que, en la teoría sociológica del sistema po-
ducida mediante mecanismos de absorción que actúan de modo latente. lítico, la función política central viene dada, de modo. variado, abreviador }' drama~i.z~t!Or,
La acción política tiene que ver, por tanto, típicamente, con una agu- como absurption o( demands. Cf. en especial S. N. E1senstad1, • Bureaucraq' and l _olmcal
Devclopmcm», en J. LaPalombara (ed.), Bureaucracy ami l'olitical Development, Prmceton
(NJ), 1963, pp. 96-1 19; y, a este respecto, la co~1tribución_del propio LaPalombara en es~e
mismo volumen, pp. 28 ss. CL, asurnsmo, D. Easr~n, A f:amework (or Po/11,ca~ A11aly~1s,
7. Esto lo desraca rambién Sr. Bernard, • Esquisse d'une chforie srructurellc-fonctio- EngJewood Cliffs (NJ), 1965, pp. 112 ss., 199 ss.; Id., A System Analys,s o( Pol,t,cal L,(e,
nclle du Systeme Politiquc»: Revue de tlnstitut de Sociologie 36 ( 1963), p. 582. Nueva York/Londres/Sydney, 1965, pp. 128 ss.
8. Entre los autores estadounidenses, es especialmente Fred R.iggs quien ha recono- 1O. Se observa la similitud de este argumento con el argumento, del derecho natural,
cido este signiíicado para investigaciones comparativas de una teoría de sistema/emorno de la doctrina del contrato del Estado. Tambié n la distinción de Rousseau entre volonté
que mantiene abiertos los dos lados. Cf. para el método de Riggs, de este autor, «Models générale y volonté de tous riene su justificación interna en es'.a.difcrencia enrre escructura y
in the Compararive Scudy of Public Adminisrration•, en Fr. W. Riggs y E. W. Weidner, Mo- proceso. El paso adelante que se da respecto de estas expos'.c1ones cstnb~,.sobre codo, en
de/s and Priorities in the Comparative Public Administration, Special Series No.1, Chicago el conocimiento de que, en todo ello, no se traca de aconrec11mentos h1stoncos, o de man -
(IL), 1963, pp. 10 s.; respecto del contenido, sobre codo cf. The Ecology o( Public Admi- datos del derecho narural o racional, ni tampoco de diferencias objetivas sustanciales, sino
nistration, Londres, 1961.
meramente de mecanismos inteleuivos de una posible construcción de sistemas.

40 41
EL ASPECTO SOCIOLÓG I CO DE LA POLÍTICA LA FUNC I ÓN Y EL LUGAR DEL SISTEMA POLÍTICO

de sistema para cada afirmación sobre funciones y rendimientos funcio- Si examinamos una vel más nuestras consideraciones sobre el carác-
nales11 . Si uno le adscribe una fun ció n a una acción, expectativa, rol o ter compartido de la función política desde este punto de vista, se nos
institución, ha de decirse para qué sistema, si es que el enunciado ha de muestra en sí misma la doble refe rencia de sistema. La función política
ser íntegro. Esca molesta necesidad se presenta de nuevo si consideramos le muestra diversos rostros al sistema de la sociedad y al sistema político.
la diferenciación interna del sistema político en otros sistemas parciales, Para el conjunto de la sociedad , la red ucció n de la complejidad residual,
sobre todo en política y administración. Dicha necesidad, sin embargo, no en e l sentido que hemos considerado, es una función e n alto grad o in-
ha de ser evitada dando un rodeo. La distinción de referencias de sistema determinada. Para el sistema político, dicha reducción, por el contrario,
se relaciona con una característica esencial de la dife n:nciació n funcional. consiste en el pro ble ma secundario, y ya fuertemente determinado, de
Lo q ue le sirve a un sistema parcial no le sirve con ello eo ipso también al tomar decisiones vinculantes que ayuden a asegurar la persistencia del
sistema del conjunto, y ello aunque quede firmemente claro que el siste- sistema político en un determinado o rden social. Resulta obvio que am-
ma parcial cumple una función primariamente positiva en el sistema del bas formulaciones del problema no convergen sin más y que en modo
c_onjunto. La utilidad d e un sistema político para la sociedad no signi - alguno plantean las mismas decisiones. Lo que queda claro, más bien, es
fica, en modo a lgu no, que to do deba hacerse para promover e l sistema que depende esencialmente d e la construcción d e estructuras en el nivel
político. Igualmente, la necesidad de una adminisrr.ición burocrática en el de la sociedad y de la ordenación de ciertos mecanismos de la comunica-
sistema político no justificn todo lo que está al servicio de la ndministra- ción el que se dé «por sí misma» - y en qué medida- tal coincidencia.
ción. Este cipo de atajos se o frecía n bajo los pre~upuesros teleológicos Con este problema de convergencia quedan pe rfiladas las preguntas
de la antigua teoría política. La teoría de sistemas debe y puede evitarlos. que se plantean para los siguientes capítulos de la segu nda parte 12• Antes
Ella parte de que todo sistema que quiere mantenerse en un mundo mur de ir tras la pista de estas preguntas, si n e mbargo, ha de desvelarse una
complejo ha de resolver una multitud de problemas que cuales no pue- omisión y ha de traerse n colación una aclaración. Hemos mostrado «el»
den ser dominados en su totalidad al mismo tiempo. Cada solu ción de sistema político como sistemn parcial del sistema de la sociedad y no he-
pro blemas tiene, más bie n, e fectos y repercusio nes «disfuncio na les» en mos tomado en consideración si no habrá también acción política en
otras necesidades de sistema. A un sistema parcial funcional y específi- otros sistemas sociales como, por ejemplo, fam ilias, asociaciones o em-
camente ímplantado no le puede ser permitido, por parce de la socie- presas. De hecho, así es. Debemos dedicarle, pues, un capítulo más a esta
dad, que crezca sin límite. Es más, l::t mayor parre de las veces no se le cuestión.
puede permitir siquiera un equilibrio óptimo con su entorno, pues arras
funciones se verían mermadas. Dicho de otro modo, la convergencia de
rendímienros funcionales en un sistema - si se la quiere investigar- debe
presuponerse corno problemn y no como prem isa. El relativismo de sis-
tema del método funcion al es una inevitable garantía frente a una ima-
gen del mundo excesivamente armónica en el sentido de la máxima «uno
para tod os, codos para uno».

11 . Esta exigencia viene seiialada con insistencia, sob re iodo, por parte de T.ilco1t Par-
son\. Los críticos que le reprochan una imagen en exceso armónu:a del orden social pasan
por alto, la mayor parte de las veces, esca y otra, reservas, s11nphíicando a ~u manera la
compleja arquitectura de la teoría de sistemas de Parsons. Una buena exposición del pro-
blema, aunque no perfilada dentro lo~ parámetro, de la teoría de sistemas, ,e encuentra
en N . Elias, • Problc ms oí lnvo lvcmcnr and Dcuchrnent»: 111e British Joumal o/ Sociolo-
gy 7 ( 1956), 226-252 (246 ss.). Asimismo, también la reoría de la empresa se ha encon· 12. Una noción parecida resuen,1 e n un lugar de~tacable de la teoría de las organiza·
rrado con el problema de la «suboptimización•. Véase, por e1emplo, Ch. Hnch y R. Mc- ciones de Barnard: «fata contribución ~imulcánea a dos orgamz.ac1one~ mediante un úni-
Kean, •Suboptimizauon in Operauon Problem\•, en J. F. McCloskey y FI. N. Trcfcthen co acm parece ser el hecho crítico en toda organización compleja; esto es, el complejo es
(eds.), Operations Rese':rch for Management, vol. 1, Balrimore (M D), 1954, pp. 168-186; convertido en un rodo orgánico por dicha contribución• (Ch. l. Barnard, Tht F1111ctio,rs
para_~sfuerzos má; recientes por enco ntrar una so lución ,m:itcmática a este prob lema, cf. o( the Exewtive, C:imbridge [MAi, 1938, p. 11 2 [Las funciones de la élite dirigente, lns·
Y. lpn, Ma11ageme11t Coals and Accounting for Co11trol, Ams1cr<lam, 1965. riruro de Estud ios Políticos, Madrid, 1959]).

42 43
lA POlÍTICA EN LA SOC I EDAD Y EN OT R OS SISTEMAS SOCIA L ES

emplazados ante la necesidad de reducir la complejidad social. Por con -


siguiente, puede hacerse exigible en todos los sistemas sociales que se
llegue a decisiones que no resulten de suyo evidentes y que, con todo,
sean vinculantes. La acción política, po r tanto, ha de esperarse en todos
5 los sistemas sociales con alguna complejidad y duración.
Cuando, por ejemplo, se habla «de política» en referencia a las tácti-
LA POLÍTICA EN LA SOCIEDAD cas inte rnas a una organización, de lanzamiento, impleme ntación o blo-
Y EN OTROS SISTEMAS SOCIALES queo de puntos de vista o inte ncio nes, ello no viene referido en absolu-
to al modo de una imagen o una analogía 4 • Se trata, en estos casos, de
auténtica política, aunque sea en in.arcos más reducidos y sin tener en
cuenta la cuestión de si se trata de organizaciones estatales o no esta-
tales. Existe una política de asociación que es original; y e llo no es así
porque los estatutos de la asociación puedan ser referidos a un Derecho
estatal positivo y tengan, en esa medida, una referencia de Estado, s ino
~a concepción dominante vincula estrechamente el concepto de lo polí- porque la función de la acción política también debe quedar cumplida
tico con el del Estado 1. Una mínima referencia al Estado sería necesaria, en las asociaciones. H asta para las acciones religiosas resulta inevitable
según esta concepción, para seña lar una acción como política. No cabe una marca de actividad política. Asi, e ncontramos consejos eclesiales y
aquí establecer una conexión con las definiciones de la política relati- profesores de teología ocupados en hacer presentes tanto las minorías
vas a sus contenidos, ya sea a t ravés del poder, de las meras o de lo que como las mayorías, e n elaborar actas y en escribir cartas a l direcror.
sea. Desde la perspectiva de las premisas de la ciencia política esta li- Igua lmente, en el ámbito del sistema económico, hay políticas origina-
mitac ió n sigue siendo a rbitraria 2 . Dado que nosotros, sin emb~rgo, no les de empresa junto a la política económica estatal. Y por último, pero
tomamos como base el concepto de Estado que viene referido en esta dis- no por ello menos importante, tenernos una política de consumo del
cusió n, podemos -y necesitamos- no decidir esta cuestión. Para la so- hogar fam iliar. En todos estos casos, estamos ante procesos de reduc-
ciología política y, en especia l, para una teoría del sistema político la ción de la complejidad social.
cuestión se plantea de otro modo. ' Igualmente, resulta complicado e n la mayor parte de los sistemas
~n primer lugar, en la teoría sociológica general debe distinguirse en- parciales de la sociedad (cuando no está excluido) el darle carácter de
tre _sistema s?c.1al [Sozialsystem] y sociedad [Gesellschaft], puesto que la sistema a la acción política y, con e llo, institucionalizarla con pleno re-
SoCiedad es u111~ame;1te un sistema social entre otros. La sociología -tal conocimiento de su función . Todavía los sistemas de dirección y admi-
Y como remarco energ1camente sobre todo Parsons- no es únicamente
ciencia de la sociedad sino teoría del sistema social. Y en este sentido la como sistema autosuficicnre,,. Cf., asimismo, T. Parsons, Societies. EJJOlutionary and Com-
sociología ha de ocuparse de la sociedad en tanto cipo especial de sisre~a parative Perspectives, Englewood Cliffs (NJ), 1966, pp. 2, 9 s. La problemática de esta defi -
soc1aP. Todos los sistemas sociales, y no solo la sociedad, se encuentran nición - pasa por al!o que las sociedades, y justo cuando se las define como sistema, rienen
también un enromo del que dependen- no debe llevar a rechawr la distinción, como tal,
entre sociedad y sistema social. Otra posibilidad sería la de de finir la sociedad como sistema
l. Cf., por ejemplo, G. Jdlinek, Allgemei11e Staatslehre, Darmstadt, 1 1959, pp. J3 ss.; social al que le incumbe la instirucionalización de los mecanismos de red ucción últimos. En
H. Tnepel, Staatsrecbt ,md l'olít ik, _Berlín, 1927, p. J 1; H. Heller, Staatslehre, Leiden, 1934, eslc sentido, cf. N. Luhmann, «GesellschaÍl•, en C. D. Kcnia et al. (eds.), Sowjetsystem und
PP· 203 ss.; W . Greve, Zum Bcgnff der politischen Partei. Festgabe (ür Erich Kau(mann, demokratische Gesellschaft: Eine vergleichende Enzyklopiidie, Friburgo/Basilca.Niena, 1968,
sr.urrgart/Coloma, 1950! pp. 65-82 (71); U. Scheuner, Der Bereich der Regierung. Festschrift pp. 959-972.
(ur _Rudo/( Smend, ~orn~ga, 1952, P_P· 253-J~ l (272 s.); M. Prélor, La science politique, 4. Cf. T. Burns, «Micropolirics: Mechanisms of lnsrirucional Change»: Administra-
Pans, 1961 ;_C. J. Fned nch, D1e po/1t1sche W'.ssenscha(t , Friburgo/Múnich, 1961, pp. 6 s. tive Science Quarterly 6 (1961), 257-28 1; Íd., «Des fins et des moycns dans la direction
(en referencia al government). Para otras opiniones, cf., por ejemplo, O. Spann, Kurzge- des enrrep rises: polirique inrérieure et pathologie de l'organisation•: Sociologie du travail 4
fafstes System der Gesellschaftslehre, Berlín, 1914. ( 1962), 209-229; A. Wildavsky, The Politics of the Budgeta,y Process, Boston/To ron-
2. Accidental, dice W. ':le¡mis,Politik und praktischePhilosofJhie, Ncuwied, J963, p. 16. co, J 964; N. E. Long, «Thc Adminiscrative O rgan ization as a Política! Sysrem», en S. Mai lick
. 3. Cf:, por e¡emplo, 1. 1arsons y E. A. Sh1ls (cds.), Toward a General Theory o( Ac- y E. H. Van Ness (eds.), Concepts and lssues in Administrat.ive Behavior, Englewood Cliffs
11011, Can_ibndge (~), p. 26, con la dcfin_i~ión: «Una sociedad es un tipo de sistema social (NJ), 1962, pp. 110- 121; véase también J. M. March, «The Business Firm as a Political
que contiene en s1 mismo todos los reqms1tos previos esenciales para su mantenimie nto Coalition»: The J ournal of Politics 24 (1962), 662-678.

44 45
EL ASPECTO SOCIOLÓGICO DE LA POLÍTICA LA POLITICA EN LA SOC I EDAD Y EN OTROS SISTEMAS SOC I ALES

nistración de las grandes empresas siguen teniendo con toda claridad el cernas y los procesos, problemas subsiguientes y cargas sobre el compor-
carácter de sistema político autónomo. En la mayor parce de los casos, tamiento. Con ello no viene ligada pretensión alguna de upo concepcual -
sin embargo, tenemos que, en los sistemas parciales de la sociedad, los teórico. Permanece abierta la posibilidad de estudiar el cumplimiento de
problemas que deben decidirse políticamente no se presentan con la su- la función política de absorción de la complejidad residual también
fic iente frecuencia y coherencia como para justificar el que se etiqueten en otros sistemas que no pueden rendir la for mació n de un sist~ma par-
como tales problemas que requieren solución política y encomendar roles cial político propio y que, por tanto, ofrecen problemas especiales a la
específicos. Cabe reconocer, con bastante frecuencia, los com ienzos de acción política.
una formación de subsistemas; es el caso, por ejemplo, de cuando un mi-
nistro emplea para su «política doméstica» a otras personas, otros canales
de comunicación y otros medios de influencia distintos a los de su política
estatal -y por tanto, él mismo es empicado de otro modo-. Con todo,
la consolidación específica en roles de un subsistema [Subsystem] político
en sistemas parciales de la sociedad tiene estrechos límites, puesto que se
trataría ya del sistema inferior [UntersysternJS de un sistema inferior.
En la próxima parte, consideraremos con qué dificultades tiene que
bregar la separación del sistema parcial político de otros contextos de ro-
les en el nivel de la sociedad. Esto explicará, al mismo tiempo, por qué
apenas se llega, en sistemas más pequeños, a una diferenciación dinámi-
ca [Ausdi(ferenziemngJ en forma de sistemas como la que se ha descrito.
A los «políticos» de sistemas más pequeños les fa lta, pues, la legitimación
específicamente política. Han de operar a partir de otros fundamentos de
rol. Precisan, para llevar a cabo una política interna al sistema, de funda-
mento:; de poder mayormente externos, ya sea como propietario o ac-
cionista mayoritario, como jefe de la administración políticamente co-
locado, como comerciante estimado que resulta elegido presidente de una
asociación benéfica, o como un conocido profesor que participa en un
puesto de reparto de fondos. Ligados a sus roles principales, no pueden
dedicarse a funciones plenamente políticas ni temporalmente ni a mo<lo
de representación.
Bajo escas circunstancias, tiene todo el sentido que orientemos la so-
ciología política primariamente al caso modélico en el que se ha logra-
do la diferenciación dinámica y autonomización de un sistema político
específico, esto es, la sociedad [Gesellschaftj. En ella cabe estudiar de la
mejor manera tanto el surgimiento como las particulares condiciones de
estabilización de un sistema político, lo mismo que las diferenciaciones in-

5. La sociología política de Talcorr Parsons -si nos es dado juzgar a partir de los
fragmentes hasta la fecha publicados- evita estas dificu ltades al trabajar con un concepto
analítico de sistema y, por consiguiente, no tiene por qué prestar atención a si los parricipan-
tes viven también efecrivamence e l sistema inferior como un sistema. Con este presupuesto,
el proceso de la formación de sistemas inferiores puede ser seguido de una manera arb i-
rrariamenre amplia y encuentra sus restricciones en los límites del interés científico. Cf., en
especial, T. Parsons, «The Política! Aspect of Social Srructure and Process», en D. Easron
(cd.), Varieties o( Political 111eory, Englcwood Cliffs (NJ), 1966.

46 47
Parte II

EL SISTEMA POLÍTICO DE LA SOCIEDAD


6

DIFERENCIACIÓN DINÁMICA VERTICAL


DEL SlSTEMA POLÍTICO: GOBIERNO

Uno de los rasgos más llamativos del desarrollo teórico-sociológico de


los últimos afios consiste en que de nuevo ha establecido contacto en tér-
minos amistosos con la idea de evolución*. El temor a operar con jui-
cios de valor ocultos y la querencia antihistórica del primer funcionalismo
-que había llevado adelante un frío, cuando no gélido, rechazo de toda
noción de progreso- parecen haber sido quebranrados 1• Ciertamente,
el trato y la ocupación de muchos afios con la teoría de sistemas han de-
jado una huella imborrable. La evolución ha de ser vista como evolución
sistémica; y por ello, el problema de los estados sistémicos estabilizables
domina la concepción de la evolución. Asimismo, otras reservas respecto
del concepto de evolución muestran que no querría uno idenrificarse con
Spencer; es el caso, sobre todo, del rechazo de una necesidad histórica o
sometida, en algún modo, a una ley causal. Y sin embargo, ¿quién conoce
con precisión a Spenccr? Hay, al menos, un pensamiento que, inadverti-
damente, apunta de nuevo a este auto y que queda aún más reforzado por
la orientación teórico-sistémica. Se trata de la idea según la cual la dife-
renciación funcional y estructural es la variable crítica del avance de la
humanidad 2 .

• Traducimos aquí Entwicklung por «evolución». En los contextos de esta obra


donde el rérmino no venga referido estrictamente a una concepción evolutiva preferimos
•desarrollo». Con codo, hay expresiones como Entwicklungsliinder («países en vías de desa-
rrollo») en los que no cabe emplear el término •evolución», pero en las que ha de tenerse
preseme, para esta exposición, que Luhmann está empleando un mismo término [N. del T.].
l. Cf., a este respecto, K. E. Bock, «Evol urion, Function and Changc»: American So-
ciological Review 28 (1963), 229-237, y la panorámica ofrecida por H. 1-lartmann, «Stand
und Enrwicklung der amerikanischen Soziologie•, en Íd. (ed.), Modenie Amerikanische So-
úologie: Neuere Beitriige zur sozio/ogischen Theorie, Stuttgart, 1967, pp. 2-134 (70 ss.).
2. Cf., por ejemplo, T. Parsons, •lmroducrion to Part Two•, en T. Parsons, E. Shils,
K. D. Naegelc y J. R. Pitts (eds.), Theories o( Society, G lencoc (IL), vol. !, pp. 239-264; Íd.,

51
El SISTEMA POLÍTICO DE LA SOCIEDAD DIFERENCIAC I ÓN DINÁMICA VERTICAL DEL SISTEMA POLIT I CO

La diferenciación funcional significa incremento de la complejidad sistema simple, indiferenciado y funcional-difusamente estructurado 4 sir-
propia del sistema diferenciado. Situándonos en este punto, podernos aña· ve, pues, como concepto de partida para esta teoría evolutiva. Marca una
dirle esta teoría evolutiva al marco de referencia estructural-funciona l especie de punto limítrofe histórico, un umbral antes del cual puede ha-
indicado en los capítulos anteriores. Y con ello podemos decir que la so· ber, quizás, una evolución antropológica pero no sociológica. El sistema
ciedad evoluciona hacia una mayor complejidad propia y que, de este simple es la concepción de la sociología relativa a un status natura/is. En
modo, es más capaz de aprehe nder el mundo con mayor complejidad y ella, es posible aclarar, una vez más, el giro desde las teorías de la acción
de reducirlo a sentido. La complejidad propia de la sociedad queda in- hacia las teorías de sistemas, que ha iniciado la sociología y que determi-
crementada por el hecho de que una multitud de sistemas pequeños de na, asimismo, la relación de la socio logía política con la teoría política
igual tipo -donde cada participante lo sabe todo, lo ve todo, lo pue- tradicional.
de todo y lo vive todo con los otros; unos sistemas, pues, donde la com- Con las concepciones de un estado originario -ya vengan propia-
plejidad ha de ser restringida a la capacidad de aprehensión del indivi- mente referidas histórica o sociológicamente o ya lo sean solo metodoló-
duo- quedan sustituidos por sistemas sociales relativamente grandes que gicamente- se lleva lejos un estado extremo para, en comparación con
no resultan ya completamente abarcables por la mirada. Estos sistemas él, despojar de su evidencia y problcmatizar el estado presente como un
sociales forman sistemas parciales dentro de sí mismos para funciones es- codo. La perspectiva de la problematización depende de una teoría pre-
pecíficas, por lo que están funcionalmente diferenciados. La estructura supuesta. Las descripciones de un status natura/is de la teoría política tra-
de los sistemas pequeños citados en primer lugar está configurada de un dicional procedían de la explicación releológica de la acción, a saber, de
modo funcional-difuso. Consisten de hecho, esencialmente, en unas po· la concepción según la cual el hombre, en la acción, tiene como fin su be·
cas personas conocidas; conocen solo unos pocos roles --como roles fa- neficio y donde las circunstancias pueden ser favorables o desfavorables.
miliares o relativos a la edad- de los que se valen las personas en cada El favor o el disfavor, la ayuda o la amenaza, se vuelven irreconciliables
caso, mientras que, por lo demás, hay únicamente una repetición de lo en la absolutización y arrojan pues, desde lados contrapuestos, luces y
mismo. Frente a ellos, los sistemas funcional -específicamente diferencia- sombras sobre el estado fáctico del conjunto de la sociedad. Esta oposi-
dos son proporcionalmente grandes y pueden variar sus sistemas parcia- ción irreconciliable contribuyó de manera nada despreciable al dcscré-
les, dt:ntro de ciertos límites, si n consecuencias para el conjunto; pueden,
pues, aceptar una multiplicidad de estados diversos y, por consiguiente,
pueden perdurar ante más alteraciones de su entorno 3• El concepto del dcr, «Cognitive Aspects of Self and Motivation•, para los sisremas sociales, H. M. Schroder
y O. J. Harvey, «Conceptual Organiz.1tion and Group Srrucm re», ambos en O. J. Harvey
(ed.), Motivation a11d Social lnteraction: Cognitive Determi11a11ts, Nueva York (NY), 1963,
~Sorne Considerarions on the Theory of Social Change• : Rural Sociology 4 (1961), 219-239; pp. 95-133 y 134-166. Como expresión sociológica respecto de la conexión de la comp leji-
Id., Societies: Evolutionary a11d Comparative Perspectíves, Englewood C li ffs (NJ), 1966, dad sistémica y de la capacidad de absorber las variaciones del entorno, cf. también M. Ban·
pp. 22, 24 y en más ocasiones; Fr. W. Riggs, «Agraria and Industria », en W. J. Siffin ton Roles: An lntroduction to the Study o( Social Relations, Londres, 1965, pp. 45 ss. Y para
(ed.), Toward the Comparative Study o( Pu~lic Administratío11, Bloomington (IN), 1957, la ciencia política, cf., por ejemplo,$. P. Huntingcon, «Political Developmenr and Political
pp. 23-116; y con notables limitaciones, cf. Id., «Administrative Deve lopmenr. An F,Jusive Decay»: World Politics 17 (1965), 386-430 (393 ss.).
Concept», en J. D. Monrgomery y W. O. Siffin (eds.), Approaches to Developme11t: Politics, 4. Esra concepción está elabo rada muy acusadamente en la teoría de los países en
Adminístration and Change, Nueva York; 1966, pp. 225-255; D. Easwn, •Political Anthro· vías de desarrollo de Fr. W. Riggs, Admi11istratio11 in Developi11g Cou11tries: The Theory o(
polo¡,ry», en B. J. Siegd (ed.) , Bien.nial Review o( A11thropology 1959, Sranford (CA) , 1959, Prismatic Society, Lloston (MA), 1964. Riggs construye los conceptos de (used y dif(racted
pp. 210-262 (espec. 240 ss.); N. J. Smclser, Social Change in the Industrial Revolutio11: An societics para señalar e l principio y el fina l de l:i evolución. Esto~ tipos son expuestos como
Applicatio11 o( Theory to the Lancashire Cotton [11dustry 1770-1840 , Londres, 1959; tip()S ideales sin problemática propia. En virtud de ello surge la impresión -que Riggs se-
B. F. Hoselitz, «Economic Po licy and Economic Developmenr», en H. G. J. Aitken (ed.), guramente no confirmaría haciendo un examen serio- de que toda problemática social
The State and the Economic Growth, Nueva York (NY), 1959, pp. 325-352. Hay nume- es resulrado de una mezcla pasajera de ambos aspectos en las prismatíc societies y que, por
rosos estudios en J. LaPa lombara (ed.), Bureaucracy and Political Development, Princeton tanto, estaría dla misma condicionada por la evolución. No sorprende que de ahí resulte
(NJ), 1963, por ejemplo, pp. 39 ss., 122 ss. y 184; S. N. Eisenstadt, «Socrnl Change, Di· un dictamen parricularmenre sombrío de la situación de los países en vías de desa,rollo. Al
fferenriarion and Evolution»: America11 Sociological Revíew 19 (1964), 375-386. Como mismo tiempo, este caso atestigua cuál es e l significado que le corresponde al marco con·
confirmación interesante de parte de la cibernética, ci. también M. Maruyama, • The Sc- ceprual de una teoría de la evolución para e l juicio de los estados sistémicos en la evolu-
cond Cybernetics: Deviation-Amplifying Mutual Causal Processes»: General Systems 8 ción. Cf., a este respecto, Fr. W. Riggs, «Administrarive Development: An Elusive Concept•,
(1963), 233-24 J. en J. D. Montgomery y W. J. Siffin (eds.), Approaches to Deuelopmeut: Politics, Administra·
3. Cf. a esce respecto, en especial, W. R. Ashby, Design (ora Brain, Londres, ¿1954, y tion and Change, Nueva York, 1966, pp. 225 -255; a hí tenemos la modificación del mismo
H. A. Simon, • The Arch1recrure of Comp lexity»: Proceedings o( the American Philosophical Riggs de su arrículo, y en p. 238 el concepto de sistema no diferenciado es reto mado Y
Society 106 (1962), 467-482; para los sistemas sociológicos, cf. O. J. Harvey y H. M. Schro· caracterizado como un purely heuristic devíce [un instrumenro puramente heurístico].

52 53
EL SISTEMA POLÍT I CO DE LA SOC I EDAD DIFERENCIACIÓN D I NÁMICA V E RTICAL OH SISTEMA POL Í T I CO

d ito del derecho natural en tanto derecho natural, puesto que no perm itía resulte indiferente quién hace qué. Como sistema, la fam ilia tiene, p ues,
síntesis alguna. más potencial de complej idad de lo que puedan tener, ind ividualmente,
La teoría de sistemas ha superado estas dificultades arraigadas en las sus miembros, especialmente los niños, los mayores y, posiblemente, tam-
teorías de la acción. Su concepción del sistema simple no proyecta hasta el bién las mujeres.
extremo las circunstancias favorab les o desfavorables, sino que se apo- Este tipo de diferenciación de roles no permite, empero, separar se-
ya en una variación de la medida de complejidad donde las circunstan- gún roles las funciones relig iosas, políticas, económicas y culturales 6 • Su
cias favorables y desfavorables pueden ser ap rehendidas por un sistema d iferenciabilidad q ueda desatendid a e n la estructura de roles y, conse-
de acción y pueden ser aprovechadas selectivamente en la acción. En este cuentemente, tampoco p uede ser reconocida por los participantes. En la
aspecto, puede hablarse, en el nivel teórico, de un avance significativo. medida en q ue se configura un orden de estatus, se entiende de suyo que
Una segunda ganancia está estrechamente ligada con lo que acabamos de el rol promine nte del cabeza de fam ilia es quie n da el compás de tod as
mencionar, a saber: la teoría de sistemas tiene mejores opciones de verifi- estas funcio nes. T iene, por tanto, poco sentido diferenciar, en un orden
cación histórica o etnológica que la teoría del paraíso perdido o de la lu- de la sociedad como este, entre sistemas parciales religiosos, políticos,
cha de todos contra rodos. económicos y culturales7 • Y en esra medida, las fami lias y las socieda-
Parece que los órdenes sociales más arcaicos del tipo de la sociedad, des basadas en la tribu quedan, de hecho, estructuradas de una manera
en los que se abarcan todas las necesidades de los hombres y a los que funcional-di fusa.
podemos retrotraernos (con el senrido de comunidades de origen), son A e llo se añade que la lógica y la legal idad evolutiva específicas de
las familias y las tribus. Para estas sociedades no tiene validez la ídenti- los sistemas puros de parentesco no es apropiada para la totalidad de los
fica·c ión de sociedad y política, mediante la cual una época posterior se puntos de vista relativos a las exigencias de la vida en común de carácter
caracterizó a sí misma. Lo que vale para estas sociedades es una idenri- social y la lucha por la existencia. Hay dos posibilidades. La primera con-
ficación, previa a esras, entre sociedad y comunidad tribal. La tribu, por siste en que la naturaleza y el estado evolutivo técnico-cu ltural fuerzan a
razones antropológicas generales, es el sistema social inevitable por an- la vida en común dentro de grupos muy pequeños. Los aborígenes de Aus-
tonomasia. Es el sistema que, en su forma originaria, transfiere el poder tralia, los bosquimanos y los esquimales son ejemplos de ello 8 . Así pues, el
sumo del entorno a un sentido vivenciable y ligado a la acción, y ello para
necesidades humanas. La tribu es, con ello, de acuerdo a su función, la
sociedad. base de una estructura inrerna diferenciada del Kibbutz. Sobre esce rema es una buena refe-
rencia[. Valler, «Strucru ral Differentiation, Producrion lmperacives and Communal Norms:
Con este resultado, sin embargo, el tipo sistémico-teórico del sistema The Kihburz.111 Crisis»: Social Forces 40 (l:962), 233-242.
simple no queda verificado en sentid o riguroso. Ya las familias muestran 6. Como intento de distinguir este tipo de subestructuras de la familia, cf. M. J. Lcvy,
una estructura de roles diferenciada, debida a sus inherentes diferencias J r., The Family Revo/ution in Modem Chirra, Cambridge (MA), 1949.
de edad y a sus problemas relativos a la cria nza y al cuidado; )' tienen, 7. Esto lo intentan, de una manera enteramente consecuente, autores que emplean
un concepto analítico de sistema. Cf., por e jemp lo, S. N. Eisenstadt, The Política/ Syste!n
asimismo, un orden normativo correspondiente (tabú del incesto, obliga- o(Empires, Londres, 1963, p. 5. Resu lta, sin embargo, cuestionable la conclusión de la exis-
ciones de ayuda, etc.)5. Pertenece a la estructura de la familia el que no tencia de sistemas parciales políticos a partir de la necesidad de satisfacer funcione~ políli·
casen rodos los sistetnas de la sociedad, como lo es coda conclusión de estructuras a partir
de funciones. El concepto del sistema analítico tiene b desventaja de que encubre lo cues-
5. Por tanto, y debido a estas funciones de la familia que son necesarias pa ra la su- tionable de esta conclusión. Por lo demás, resulta muy dudoso hasta qué med ida pueden
pervivencia de la humanidad, la sociedad, como tal, no puede ser nunca un sistema simple. tomarse en absoluto decisiones po líticas en este nivel de la evolución. Cf. M. Gluckman,
Los sistemas simples únicamente son capaces de sostenerse como sistemas parciales de la Custoni'and Con(/icl in Africa, Oxford, 1955; Íd., l'olitics, Law and Ritual in Tribal So-
sociedad. Esto constituía un consenso c ientífico en la antigua tradición eu ropea que veía ciety, Oxford, J 965, pp. 8 1 ss.; J. van Velsen, The Politics o( Kinship: A St~dy in Social
las relaciones enrre hombre y mujer, entre podres e h ijos, entre señor y siervo, como so- Manipulation Amo11g the Lakeside Tonga of Nyasaland, Manchester, 1964. Estos amores,
ciedad simp le, pero no así la casa y la sociedad polícica. Cf., a este respecto, M. Riedel, por ejemp lo, han mostrado contundentemence que la función pacificadora del gobierno
«Zur Topologie des klassich-policischen und des modern-naturrechdichen Gesd lschafcs- político puede ser_ satisfecha en gran medida por un si.s~ema de marrim?nios y pa rentesco
begriffs•: Archiv (iir Rechts- tmd Sozialphiloso{Jhie 51 (1965), 291 -3 18 (297 s. y 309 s.). ampliamente ram1f1cado y complicado, el cual hace d1fic1I encontrar aliados para un con-
El incento impres(onante en nuestros días por fundar la sociedad como un sistema simp le flicro, pues apenas hay apoyos que no deban mantener rclac ion~s de rol, con la Otra parre.
- 1 kiburz israelí- podía ponerse e n marcha, por tanto, con un notable apoyo financie- 8. Cf. el primer tipo en la clasificación de los sistemas políticos en Afr,ca en M. Forres
ro y polícico del entorno, así como en cond iciones de desarraigo de la fam ilia como sistema. y E. E. Evans-Pritchard (eds.), A(rican l'olitic.i/ Systems, Oxford, 1940, reimp. Londres/
Y d icho intento fracasa, fina lmente, ante el hecho de que un entorno que proporcion:i este N ueva York/Townto, 1964, pp. 5 s. Para Austra lia, cf. por ejemplo R. Lauriston Sharp,
tipo de apoyo espera decerminados rendimientos que solo pueden ser producidos sobre la ~People Without Politics-= Systems of Polir.ical Control and Bureaucracy in Human Socie·

54 55
El SISTEMA POLÍTICO DE LA SOCIEDAD DIFERENC I ACION D I NÁMICA VERT I CAL DEL SI STEMA POLiTICO

par~ntesco, y ahora en especial el parentesco ligado al matrimonio, se ga a una diferenciación dinámica vertical de roles específicos de gobierno
extiende hasta el más allá del mayor de los órdenes político-económicos y, con ello, a la configuración de un sistema político sobre las familias 14 •
de la vida en cornún 9 • Ha de entrar en escena un principio de delimita- El gobierno político en este sen tido surge pues, en primer lugar (o,
ción territorial que defina, a través de su terrirorio, y frente a ulteriores en todo caso, en gran medida) en tribus más grandes que son conscientes
r:l~~iones tri.bales, la unidad más estrecha y autárquica 1º. La segunda po- de su raíz común y que, sobre esta base, pueden institucionalizar las vin-
s1b1lidad estriba en que las condicion~s permitan una convivencia de gru- culaciones específicas relativas al comportamiento e internas a la tribu.
pos mayores consistentes en una multtplicidad de familias procedentes de De un modo característico, el gobierno político no se hace posible -al
un mismo tronco (diferenciación segmentada). En ese momento su rgen tiempo que necesario- sino cuando la economía, mediante el tránsito
problemas de decisión de un nuevo tipo que no pueden ser ya resuelws a la agricultura y la ganadería, alcanza un estado evolutivo tal que exige
dentro de la famfüa. En un primer momento, pueden ser considerados la propiedad, lo que trae consigo un cierto bienestar y, simultáneamen-
y decididos en encuentros ocasionales de los cabezas de familia u. Solo te, una cierta necesidad de decisión 15 . El fundamento de la pretensión de
pue~e ll~~arse a tomar decisi?nes c~ando existe el suficiente potencial una atención especial, de encaje en el orden global de la vida y de ob-
de d1recc10n sobre la base de d1ferenc1as de estatus generacionales, milita- servancia de sus mandatos, es -y, en un primer momento, lo sigue sien-
res, económicas~ religiosas dentro de un orden en sí mismo igualitario 12. do- el parentesco; y no lo es, por ejemplo, el mero hecho de la convi -
Y esto quiere decir que, en este nivel de la organización social, la política vencia en el espacio 16 • De un· modo característico, se configura entonces
n~ está separada de otros ámbitos de roles de la sociedad; y significa, asi- una costumbre, institucionalmente fijada, de conferirle una prominencia
nusmo, que no puede estabilizarse el gobierno político como tal 13. Ante especial a una familia de la tribu y transferirle, con consecuencias regla-
todo, 1~ necesidad de decidir ante requerimientos exigentes ya no puede das, un rol político dirigente 17. En todo caso, sin embargo, estos sistemas
se~ cubierta_ ~n modo a~~un~ ?esde roles secundarios carentes de poder y presuponen, de acuerdo a su idea, que las relaciones tribales pueden ser
baJO la pres1on de la u111ficac1on. El potencial de este tipo de sistemas para abarcadas por la mirada y que resultan, por ello, limitadas en su tama-
aprehender y reducir la complejidad está limitado por la estructura inter- 110. Se prestan a desarrollarse, mediante encrelazamienros, hacia sistemas
na y ~~ da para n~~s. A través de l\ichas internas de rango, superposicio- mayores con un parentesco más alejado, una conciencia de pertenencia
nes behcas, asunc1on de modelos a¡enos o de cualquier otro modo, se lle- más laxa y sin un gobierno central. Sin embargo, en último término, la
mezcla de sistema de parentesco y orden político, esto es, la estructura
funcional-difusa de estas sociedades, configura una barrera para una ul-
ties. Proceedings o( the 1958 Annual Spring Meeting o( the American Eth11ologica/ Society terior evolución 18 • Cuando, a consecuencia de emigraciones o guerras,
Seatrfe (WA), 1958, pp. 1-8. '
9. En esrn inherenc~ falra de límites de los puros sistemas de parentesco, Talcott Par·
sons ve una ?e~1l1dad dec1s1va de las sociedades primitivas que se fundan solo en el paren·
resco Y ve as11n1smo un obsr~cul?para la posterior evo(uci?n, un obstáculo que puede ser 14. La amp lia discusión sobre e l «origen del Estado• o sobre la existencia de ,,socie-
superado 1~ed1ante la ~srab,hzac1on de un dom inio cermonal (Societies: Evolutionary and dades sin Estado» tenía presente esre problema pero trató de aprehenderlo con una alter-
Comparative Perspect1ves, Englewood/Cliffs [NJI, 1963, pp. 37 s.). nativa innecesariamente rígida. D. Easton, «Political Anrhropology», cir., pp. 238 ss., se-
_1O.. En e_ste senri~o'. no se confirma la antigua tesis de que el parentesco y el dominio ñala, correctamenre, que resulta más adecuado representarse la evolución histórica como
t~rmonal serian pr1nc1p1os ~el orden legal )' político (cf., por ejemplo, H. S. Maine , A1t- · un proceso de creciente d iferenciación. Cf., en un sentido similar, A. Almoncl y J. S. Co-
c1ent Law, The World Class1cs, Londres, 1959, pp. 93 ss.) que se seguirían el uno a l otro. leman (eds.), The Politics o( the Developing Areas, Princeton (NJ), 1960, pp. 2-64.
Véase, por ejemplo, R. H. Lowie, The Origí11 o(the State, Nueva York (NY), [927; o l. Scha- 15. Cf, por ejemp lo, l. Schapera, op. cit., p. 126.
pera, Government and Politics, Londres, 1956, reimp. 1963. 16. • La idea de que un cierro número de personas debí:1 ejercer derechos políticos en
11. Como ejemplo de una sociedad sin jefes como la descrita puede verse a los amba, común simplemente porque sucedía que vivían dentro de los mismos límites topográficos
que v,ven en la frontera entre Uganda y Congo. Cf. E. H . Winrer, Bwamba: A Structural- era algo cotalmenrc extraño y monstruoso para la primitiva Edad Antigua• (H. S. Maine, op.
Functiona~ A11alysis o( a Pat~ilineal Society, Cambridge, s. a., espec. pp. 86 s. y l02 ss. cit., p. 108).
12. Esto resu lta especialmente claro en el ejemplo de los somalíes, investigado por J7. Ejemplos de ello pueden encontrarse en J. Midd leton y D. Tair (eds.), J'ribes Wli-
l. M. Lew1s, A Pastoral Democracy: A Study of Pastoralism and Politics Amo11g the Northern thout Rulers: Stwiies in African Segmenta,y Systems, Londres, 1958. Cf. asimismo J. Van
Somali of the Hom o( ¿frica, Londres/Nueva :ork[[oronto, 1961, espec. pp. 196 ss. Para Velsen, The Politics o( Kinship: ¡\ Study in Social Manipulation Among the Lakeside Tonga
otros casos cf. ~-. li. Wmter, op. cit., o L. Posprsal, «Kapauku l'apuan Political Strucrure», en o( Nyasaland, Manchester, 1964, espec. pp. 188 ss.; l. M. Lewis, op. cit., pp. 203 s~.
Systems o( !oht1cal _Control and Burea11cracy iu Human Societies, Proceedings o( the 1958 18. Aristóteles (Política L252 17) caracteriza con exactitud la aldea como «co lo ·
Annual Sprmg Meetmg o( the Amencan Eth110/ogical Society, Seattle (WA), 1958, pp. 9-22. nia de casas• (apoikía oikías), esto es, como una c(lnstrucción habiracional previa a la casa
13. D. Easwn, •Polrr~c~I Anthropology», cit., p. 237, denomina el aspecto po lítico de «cuyos miembros son denominados por muchos también hijos de la misma leche o hijos de
este orden •co11t111gent polmcal system• [s1srema político contingente]. hijos».

56 57
EL SISTEMA POLÍTICO DE LA SOCIEDAD DIFERENCIACIÓN D IN Á M ICA VERTICAL DEL S I STEMA POLÍTICO

se llega a superposiciones tribales y culturales; o cuando las necesidades mente el caso de diferentes modos de comunicación o de lenguajes ente-
de la defensa, la construcción y el mantenimiento de sistemas de irri- ramente distintos para el trato con quienes están puestos al mismo nivel
gación -o cualesquiera otras razones- hace que se requieran mayores o más alto. Y es finalmente también el caso de diferentes libertades en re-
lazos de unión, entone.es ya no basta con el sentido de la pertenencia lación con la religión y el derecho. Esta síntesis de aspectos muy diver-
por parentesco para garantizar un estatus prominente de roles de go- sos del comportamiento dentro de un esquema de orden consis~ente,
bierno ni para el reconocimiento de las decisiones vinculantes. Se hace donde un elemento apoya al otro, no habría sido a lgo que las poblaciones
entonces necesar io estabilizar el dominio político con independencia tribales simples hubieran podido representarse. La conexión no h~bría
de las relaciones de parentesco. Es este un avance esencial en el senti- º.
sido manifiesra 2 Ahora esca es capaz de convencer de que es una d1st111-
do de una evolución hacia fundamentos abstractos de las relaciones so- ción, natural y evidente, entre lo superior y lo inferior. La acepta~ión
ciales; una evolución que, simultáneamente, hace necesario un orden del gobierno político sobre el fundamento de la cosm mbre o la confian-
más complejo de la sociedad. za, del fatalismo o la creencia en la legitimidad, queda independizada de
La estabilización de este tipo de gobierno se logra siguiendo el mo- los lazos de parentesco. Esto es, quedan estabilizadas de un modo gene-
delo jerárquico, esto es, con ayuda de la representación de una diferen- ral. Con ello, a través de la generalización de una conexión de sentido, se
cia, dada por naturaleza, entre lo superior y lo inferior. Este modelo ha alcanza un decisivo avance evolutivo21 . Las sociedades que disponen de
de distinguirse de la división más antigua según el rango de las socieda- una estructura de dominio permanente -y que no disponen solo de una
des de parentesco segmentadas -gracias a Southhall1 9 hemos pasado a estructura de dominio que se improvisa en los casos de necesidad o que
prestar atención a este hecho-. Estas únicamente eran capaces de una está ligada al parentesco- se muestran normalmente como superiores
construcción «piramidal» de los segmentos de parentesco individuales en a las otras. Salvo en casos de catástrofe total, su estructura permanece Y
tanto ponían de relieve, por ejemplo, las familias principales de los pue- se mantiene también cuando es asediada y subyugada. Ello es así porque
blos, los clanes o las tribus. Sin embargo, con ello, en cada nive l, se repe- ha incorporado otros mecanismos sociales al gobierno, sobre todo la reli-
tirían unos roles por principio del mismo tipo y con un poder menguante gión, la organización militar y la economía; y los estabiliza en la medida
en el rango superior. En un orden así, el rango no podía ser implementado en que los presupone.
con efectividad para satisfacer necesidades regulativas o para necesidades A la vista del significado de la noción de jerarquía y a la vista de sus
adaptativas o innovadoras. repercusiones que llegan hasta las <;;oncepciones actuales de Estado y so-
Frente a ello, el orden jerárquico acentúa la significación unitaria y ciedad, result~ aconsejable analizar este éxito de una manera sistém ico-
transversal de una diferenciación funcional entre lo superior y lo inferior. teórica con algo más de precisión. Al hacerlo, nos encontramos con dos
A través de la constricción de la imagen de este esquema, una multiplici- momentos relacionados que podríamos caracterizar como pluralidad de
dad de estructuras muy diversas -y que en principio no se pertenecían niveles e indetermi nación estructural de los procesos internos al sistema.
mutuamente en modo alguno- quedan entremezcladas en una diferen- Ya nos hemos encontrado con las ventajas de una pluralidad de niveles
ciación unitaria y vertical. Es el caso de la distinción de roles, las dife- (esto es, el carácter indirecto de la elaboración de información).ª) hablar
renc;:ias de prestigio y su gradación, una división de tareas, un poder di- de la problemática de la supervisión 22 de roles especiales de dec1s1ón con
rectivo y una obligación de obediencia que van de arriba a abajo pero
no de abajo a arriba - esto es, una asimetría de la relación de roles-. Es 20. Sobre este punto, y muy acertadamente sohre el ejemplo de las tribus indias. ame-
el caso también de una duración independiente de la situación y de nume- ricanas, cf. W. Miller, «Two Concepts of Auchoriry»: The Amenca11 Anthropolog1st 57
rosos mecanismos secundarios, como la simbólica del estatus. Es igual- (1955), 271-289; reimp . en J. D.Thompson et al. (eds.), Comparative Studies in Adminis-
tratio11, Pirrsburg (PA), 1959, pp. 93-115.
21. Cf., a este respecto, el concepto de los e1Jolutionary 11ni1Jersals de T. l'arsons, «Evo-
19._ Cf. A. W. Southhall, Alur Socíety: A St11dy i11 Processes and Types o( D0111i11ation, lutionary Unive rsa ls in Socicry»: American Sociological Review 29 (~964_), 339-357. Par-
Cambridge, s. a., 19.53, pp. 249 s. David Aptcr ha aceptado y adoptado, en una reoría de sons incluye expresamente, entre los evolutio11ary universals de la h1srona humana de las
la modernización, esta distinción de pirámides )' jerarquías, cf. The Political Kingdom in civ ilizaciones, la legitimación cultural del gobierno político y de su orga nización burocrá-
Uganda: A Study in Burea,~cratic Nationalism, Princcron (NJ), 1961, pp. 86 ss.; Íd., The tica (y esto quiere decir: una legitimación que no depende ya del parentesco). .
Politics o[ Modemizatio11, Chicago/Londres, 1965, pp. 91 ss. Sobre la diferencia con las 22. Esca valoración posiriva de la indeterminación estructural muestra los rec1enres es·
estructuras de liderazgo más simples de las sociedades arcaicas cf., asimismo, M. D. Sahlins, fuerzos para una ceoría de sistemas más fuertemente ligada al entorno, que está ganando
•Poor Man, ~ch Man, Ch ief: Political Types in Melanesia and Polynesia»: Comparative terreno. Véase el concepto de la requisite variety en W. R. Ashby, An lntroduct,011 to Cy-
Stttd1es 111 S0c1ety and History 5 (1962-1963), 285-303. bemetics, Londres, 1956, pp. 206 ss.; véase, asimismo, W. Wicser, Organismen, Strukture11,

58 59
EL SISTEMA POLÍT I CO DE LA SOCIEDAD

competencias decisorias vinculantes. Este tipo de especialización única-


mente puede alcanzarse cuando los roles especiales reciben un apoyo ge-
neral; esto es, cuando son dotados con medios y legitimidad sin tener en
cuenta el resultado de los procesos individuales de decisión. El consenti-
miento para la decisión es compartido, igualmente, de modo general y por 7
adelantado; y solo posteriormente adquiere mayor consistencia de senti-
do mediante procesos de elaboración de información específicos al rol. La DIFERENCIACIÓN DlNÁMICA HORIZONTAL
complejidad del entorno queda así reducida en dos pasos efectuados entre DEL SISTEMA POLÍTICO: ESPECIFlCAClÓN FUNCIONAL
otras estructuras de motivación de tal manera que, en conjunto, puede lle-
garse a decisiones que nunca habrían podido ser motivadas en un solo
acto. En virtud de lo anterior se ha ganado un incremento observable en
el ritmo de decisión y, con ello, se ha ganado tiempo para situaciones crí-
ticas, pues en los roles de gobierno se puede actuar en el caso singular
sin la obtención del consenso. Esto le permite al sistema social mante-
nerse bajo condiciones que cambian rápidamente en un entorno fluctuan- Lo que se ha ganado mediante la estab_ilización ins~irucio,~al de un ~o-
te; esto es, le permite tener un entorno temporalmente complejo. Por otro bierno jerárquicamente situado por encuna de familias y tribus es un m-
lado, mediante estos roles de gobierno, la estructura queda estabilizada crcmento de la capacidad de rendir cuentas con un entorno temporal Y
de modo indeterminado en lugares decisivos. Se asegura el hecho de que objetivamente complejo, así corno de la capacidad de sa~ir a su en~uentro
se decidirá, pero no qué se decidirá. La indeterminación estructural es actuando con sentido. Gobiernos de este tipo los ha habido, por e¡emplo,
una característica esencial de codos los sistemas que quieren superar un en los reinos asiáticos y africanos hasta la Modernidad. Ha de dudarse, sin
mínimo de complejidad propia. H an de instalar centros de coord inación embargo, de que, en codo ello, se haya tratado de g~biernos p~r_amente
y control corno centrales para lo imprevisro 23. De este modo, a través de políticos y, con ello, de un sistema parcial de la sociedad espec1f1camen-
s~ estructura, se le hace posible al sistema que sea elástico, que asuma te político. El que se pongan jerárquicamente d~ _reh~~e los r?les de go-
diversos estados, esco es, que sea compatible con más entornos. Y esto bierno no significa, simultáneamente, una espec1f1ca_c1on funciona~~~ s~
significa: poder tener un entorno objetivamente más complejo. sentido basada en una encomienda meramente pol1t1ca de la d ec1st0n .
Al contrario, para el éxito de esta liberación del vínculo con los c?~cex_t?s
de parentesco resulta decisivo, presumiblemente, qU<~ una c,spec1f1cac1on
como la seí'lalada se encuentre ya subyacente en primer termmo Y que
el sistema de gobierno guarde el carácter de una estructura multifuncio-
nal. La diferenciación vertical y horizontal de la sociedad nunca se habría
podido alcanzar simultáneamente en un solo p~so. _Las ca~acidades má-
gicas y las funciones rituales, en su carácter m1scenoso e 111d1spen~able,
dan lugar ciertamente a las primeras expectativas ele cornportam,ento,
Maschinen: Z11 einer Lehre vom Organismus, Fráncfort d.M., 1959, pp. 76 ss.; Sr. Beer, ponen separadamente a personas o roles específicos fuera de los víncul?s
Kybernet,k und Ma11agement, Fráncfort d.M., 1962; y de la ciencia de las organizaciones, cf., de parentesco normales y los aíslan frente a ellos. Esro capacita, al mis-
!'ºr ejemplo, M. Dalton, Men \Y/ho Ma11age, Nueva York/Londres, 1959, espec. pp. 243 ss.; 2
mo tiempo, para la percepción de funciones políticas no partidistas • El
r. Burns y G. M. Sralker, The Manageme11t o{ bmovatio11, Londres, 1961; V. A. Thompson,
«BureaucraC)' and lnnovanon»: Atlministrative Scie11ce Q11arterly 10 ( 1965), 1-20; N. Luh-
mann, Recht und Automation in der offe11tlichen Verwalt1111g: Eine verwa/tungswissenscha~. 1. También Parsons distingue la separación de una familia y una responsabilidad po·
fiche Untersuch,mg, Berlín, 1966, pp. 23 s. y 52 ss. lírica específica de la especificación de la forma política. Cf. T. Parsons, E. Shils, K. D. Nae·
23. P. G. Herbst, «A Theory of Simple Behavior Systems,, : H11man Relatíons 14 gele y J. R. Pites (eds.), Theories o(Society, Nueva _York (NY), 1961, ~o l. l, pp. J0-79 {4~).
(1961), 71-94, 193-239 (72 y 193, respectivamente). fare autor define la diferencia en- 2. Cf., por ejemp lo, J. Middlcron y D. Ta,r (eds.), Tr1bes W,thout Rulers: Stud,es
tre sistema~ simples y comp lejos mediante la carencia o existencia de estas centra les de in A(rican Segmentary Systems, Londres, 195~, pp. 14 s. Ha de observars~, ~~1pero, que en
coordinación y control, que trabajan de un modo no inmediaro para el 011tput del sistema sociedades marcadas y delimitadas por la noción de parcmesco re~~lra d1fic,I inrnt11c1onali·
y esto parece ser un criterio secundario. zar y fijar roles aislados. Se encuentran así, en gran medida, ca.mb1en aspectos rehg,osos so-

60 61
D I FERENCI A CIÓ N DINÁ M ICA HORIZO NTAL DEL SISTE MA POLÍT I CO
EL SISTEMA POLÍ TI CO DE LA SO C I EDAD

punto de partida para poner verticalmente de re lieve los cargos políti- pequeñas decisiones necesarias quedan a cargo de l cabeza de familia. El
cos por encima de las relaciones de parentesco está, en rodo caso, ligado poder coactivo y decisorio del padre de familia, por tanto, llega muy le-
por entero a sanciones mágico-religiosas. Todo ello se corresponde con jos y queda aprehendido por el derecho del sistema político únicamente
una cierta presión y necesidad de pensar de un modo determinado. Para en sus trazos gruesos y externos5. La escasa intensidad de efectuación del
todo orden estructurado de manera unitario-jerárquica sería inconcebi- sistema po lítico hacia abajo hace innecesario separar roles políticos en
ble que los roles superiores fueran responsables respecto de los subor- el conjunto de la población para cada uno. En la conciencia de la pobla-
dinados, pues ello anularía la distinción entre lo superior y lo inferior y ción no hay ningún «elector», nadie que tenga una opinión y que sea ca-
comprometería la jerarquía mediante un principio que se le opone. La paz de discutirla, ningún adepto a un partido, nadie que utilice instalacio-
cima de la jerarquía solo puede ser hecha respo nsable hacia arriba, hacia nes públicas, etc. Como máximo, en las grandes capitales de los grandes
los antepasados, los espíritus de los muertos o los dioses (lo que no ex- imperios se extiende de este modo hacia abajo la separación social de un
cluye que el pueblo reaccio ne muy drásticamente ante una señal de dis- sistema político.
favo r de los dioses) 3 • Finalmente, también parece que su carácter mulri- Como el sistema de parentesco está necesitado de lugares prominen-
funcionaJ resu lta inevitable para la estabilidad interna de una estructura tes - y también políticos- y dado que, sin embargo, surgen junto al mis-
de gobierno como la descrita. Los roles prominentes del sistema se ex- mo burocracias gubernamentales organizadas de manera distinta al paren-
tienden, entonces, no al secto r político, sino al militar, a l religioso y al tesco, encontramos que los con flictos entre órde nes resultan inevitables
económico. La estructura queda asegurada mediante la congruencia con y que marcan de modo característico los problemas de este estado de
el estatus. No hay ningún estatus que fuera susceptible de ser razonado la sociedad. No todas las sociedades logran concluir en una solución es-
fuera de dicha estructura, ninguna contrajerarquía que pudiera crecer a table, como la lograda, por ejemplo, e n el Imperio chino y en el J apón
partir de dudas sobre la primacía. de los tiempos de Tokugawa 6 . El punto caliente del conflicto estriba, por
Otra característica de estos órdenes social-políticos jerárquicos sim- una parte, e n los problemas sucesorios que tienen las familias que gobier-
ples es que deben permanecer para la familia fun ciones políticas desta- nan y que muy frecuentemente solo pueden ser resueltos mediante el ase-
cables. Los roles políticos resaltados desde el punto de vista del gobierno sinato de los candidatos que hay en exceso. Por otra parte, el conflicto se
están ocupados con rareas religiosas y militares o con esfuerzos relativos encuentra tam bién en la administración local; esta debería ser sumisa y
a la autoconservación y al enriquecimiento. No ven como tarea suya la de leal a la burocracia local del gobernante pero, con frecuencia, subyacen
regular o «desarrollar» el comportamiento diario de la po blación, de una vínculos de pare ntesco en el lugar de su administración 7 • Los proble mas
población que vive dentro de unos modos sancionados y acuñados de
manera firme y tradicional, sin que haya muchas a lternativas y con es- ge, 1953, espec. pp. 121 ss.; Ch. Drckmeier, Kingship and Commwtity i11 Early India, Sran-
casa necesidad de decisiones. ford (CA), 1962, espec. pp. 271 ss.
5. Acerci de las funciones políricis en la fami lia tradicional china cf. M. J. Lcvy, J r.,
Por lo demás, el potencial de comunicació n de los cargos po líticos, The Family Revolutio11 in Modern China, Cambridge (MA), 1949, pp. 159 ss., 232 ss. O tro
sobre todo el de quienes están en la cima, no es suficiente para cubrir la ejemplo conocido es la posición soberana del pater familias en el derecho romano .. La des-
necesidad de decisiones vinculantes de la población dispersa en.pequeños politización de la familia mediante la formación de estructuras unívoc.is de dccmón (por
grupos. Las aldeas se encuentran frecuentemente lejos de los centros de ejemplo, mediante la igualdad de derechos o media nte una pedagogía complicada) es, pues,
únicamenre posible cuando el sistema político de la sociedad ha devenido capaz de dar
formación de la voluntad política y llevan su propia vida de manera re- rendimientos.
lativamente amárquica, también desde un punto de vista polírico 4 • Las Por lo demás, ha de no tarse que aún h oy, en la defi nición del Estado como monopo-
lio de la violencia legítima, se pasa por airo qu e este monopolio encuenrra sus límites en las
familias y que el e mpico de la viole ncia física sigue siendo legítimo en ellas.
bre el rol legitimados a través de la ascendencia; esto es, bajo e l punro de vista de la pecu- 6. A este respecto cf. E. A. Kracke, Jr., Civil Service in Early Sung China, Camb rid-
liar cercanía con los muertos ?e la tribu o e l carácter hereditario de una potencia mágica. ge (MA), 1953, pp. 960-1067. Una Colllparación de las soluciones ~h ina y japonesa se en-
3. Son conoc_idos los c¡emplos sac~d os de la historia del Imperio chino . Cf., para cuentra en M. J. Levy, Jr., Modernization fmd the Structure o( S0c1et1es: A Settmg (or In-
casos e~reramen'.e dtstmtos, E: E. Evans-Prn_chard, T,he Divine Kingship o( the Shi/luk o/ the temational A((airs, Princeton (NJ), 1966, vol. l, pp. 1 l5 ss.
Anglo-L::gypttan Sudan, Cambridge, 1948; re1mp. en Id., Essays in Social Anthropology, Lon- 7. Cf. L. A. Fallers, Bantu Bureattcracy: A Century o( Political Evo/11tion amo11g the
dres, 1963. Basoga o/ Uganda, Chicago/Lond res, 2 1965. Este autor ofrece un ejemp lo_ expl icado de una
4. CE., a este respecto, Fr. W. Riggs, «Agraria and Industria•, en W. J. Siffín (ed.), burocracia a fricana. Abundanre mate rial se encuenrra asimismo en A. l. Richards (ed.), East
Toward the Comparative Study o( P11blic Administration , Bloomington (IN), 1957; A(rican Chie(s: A St11dy o( Politica f Developw ent in Some Uganda and Tanganyika Trib~,
A. W. SomhhaU, Afur Society: A Study in Processes and Types o( Domination, Cambrid- Lo ndres, 1959. Para la India, Reinhard Be ndix ofrece un panorama general y referencias

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El SISTEMA POLÍTICO DE LA SOCIEDAD DIFERENC I AC I ÓN DINÁM I CA H OR I ZONTAL DEL SISTEMA POLÍT I CO

de este tipo no surgen más que cuando el sistema de parentesco pierde su bitos han de ser llevados a una forma compatible con la diferenciación
función de portador del orden social y cuando el sistema de gobierno funcional de la sociedad. Esta condición general tiene múltiples aspectos.
se especializa en funciones puramente político-administrativas, quedando De ellos, han de esbozarse, al menos de pasada, los más importantes,
incrementada, con ello, su capacidad de rendimiento. de tal manera que se haga comprensible la proble mática tanto históri-
~ En comparación con esta diferenciación simple y vertical, e l poten- ca como estructural de la configuración de las entidades estatales de la
cial del sistema político para la elaboración de información y la roma de Modernidad.
decisiones queda visiblemente incrementado cuando se logra poner a dis- l. Los ámbitos parciales de la sociedad deben verse incrementados
posición de las instituciones y procesos del sistema político un tiempo en sus rendimientos de tal modo que puedan cumplir suficiencemence sus
de trabajo más distendido, esto es, una mayor capacidad. Para e llo se re- funciones, esto es, de manera que --estructuralmente y según sea necesa-
quiere que, en el nivel de la sociedad, se ponga a disposición y se apoye un rio- puedan desechar «excedentes» no comprometidos y puedan recurrir
número mayor de roles para funciones específicamente político-adminis- a otros sistemas sin desencadenar complicaciones estruccuralcs9. En térmi-
trativas. Se requiere, asimismo, que en estos roles se reúnan informacio- nos generales, pues, tenemos que en la sociedad debe estar institucionali-
nes y experiencias; e igualmente es preciso que se puedan configurar, para zado un grado más alto de libertad en el sentido de una posibilidad de ac-
una acción conjunta, unas habilidades, unas capacidades y una con- ción que no esté dirigida a necesidades apremiantes y que no se encuentre
fianza que no pueden estar universalmente extendidas en el conjunto de estructuralmente sujeta; todo ello para que los sistemas parciales puedan
la sociedad y que no se pueden esperar de cualquiera. Cuando la políti- adaptarse los unos a los otros sin que se rompan bajo las exigencias de
ca y la administración se convierten finalmente en una responsabilidad de este proceso en su estructura.
profesionales, entonces los órganos de decisión correspondientes pueden Así, por ejemplo, es conocido y muy debatido el hecho de que la eco-
funcionar de manera continua sin que, por ejemplo, los miembros de las nomía, si ha de crearse un sistema administrativo burocrático, debe dispo-
asambleas legislativas tengan que volver a sus casas a cultivar sus campos. ner de suficientes recursos en metálico, unos recursos que, en cada apli-
Con una diferenciación dinámica como esta de roles específicamente polí- cación, no se encuentren comprometidos. Esto es, ha de disponer de un
ticos o burocráticos viene ligada una pérdida de aquel tipo de control so- capital monetario que pueda serle retirado sin provocar escasez 1°. M e-
cial implícito que venía ejercido en las identidades de rol o las constelacio- nos habitual es la consideración comprensiva de que, cuando aumentan
nes personales de roles. Un político o un burócrata que ya no ha de tener los requisitos de comportamiento en sociedades diferenciadas, también
en consideración sus propios roles en contextos de interacción familia- se espera de las familias un rendimiento mayor en ciertos aspectos, así
res, económicos, religiosos o culturales, debe ahora ser controlado desde como una mayor elasticidad interna. Así, la socialización, el reajuste men-
fuera. Y esto significa que ha de ser controlado según criterios explícitos tal de las cargas y un consenso más in tenso para un mundo más restringi-
o condiciones de éxito. Se inicia, así, una transición desde unos fundamen- do y por tamo más cercano a la acció n LJ son contribuciones de la familia
tos tradicionales de la legitimación hacia unos fundamentos racionales.
Las dificultades y el frecuente fracaso de esca separación y autonomi- 9. S. N. Eiscnsradt (op. cit., p. 26, y más veces) habla, en csce sentido, de freefloati11g
zación de un sistema parcial político de la sociedad han sido tratadas por resources. Un aspecto esencial de esta disponibilidad es, naruralmeme, la liberación respec-
Eisenstadt dentro de una investigación de amplio espectros. Eisenstadt to de víncu los fijados por nacimiemo o parentesco (de manera adscriptiva). Esto lo subraya
· también Parsons de otro modo. Cf., por ejemplo, T. Parsons, •lntroduction to Pare Two",
muestra convincentemente que e l logro y la estabi lización de un sistema en Íd. et al. (eds.), T/Jeories of Society, Glencoe (1 L), vol. 1, pp. 244 ss., o Íd., •Some Consi-
parcial de la sociedad relativamente autónomo, y relacionado primaria- derarirms on rhe Theory of Social Change•: Rural Sociology 4 (1961), pp. 230 s. Cf., por
mente con la política y el gobierno, depende unos presupuestos socio- lo demás, también S. N. Eisenscadt, «Transfonmarions of Social, Political and Cultura l Or-
estructurales especificables. Ante todo, otros ámbitos parciales de la so- ders in Modernization": American Sociologic.al Review 30 (1965), 659-673; M . .J. Levy,
Jr., Modemh;ation and the structure of Societies ..., cit., vo l. 1, pp. 33 ss.
c iedad deben ser correspondientemente autonomizados, especificados e 10. Véanse las conocidas exp licaciones de Max Weber, W!irtschaft 1md Gcscllschaft,
incrementados en su rendimienco. Dicho en pocas palabras: estos ám- Colonia/Berlín, 1964, pp. 705 ss.; véase asimismo J. A. Schumpcrer, «D ie Krise des Sceuer-
Staares•, en Aufsiitze wr Soziologie, Tubinga, 1953, pp. 1-71; S. M. Lipset, Soúologie der
Demokratie, Neuwied/Berlín, 1962, pp. 42 ss.
bibliográficas, cf. Natiorr-Buildiflg a!ld Citizenship: Studies of our Ci'Janging Social Order, 11. Cf., en este sentido, T. Parsons y R. F. Bales, Family, Socialization a11d lnteractio11
Nueva York/Londres/Sydney, 1964, pp. 216 ss. Process, Glencoe (IL), 1955; D. Claessens, fanrilie 111ul We,tsystem: Eine Studie zr,r «zweiten
8. Cf S. N. Eisenstadt, The Political Systems of Empires, Nueva York/Londres 1963. sozio-k11/turelle11 Geburt» des Me11schen, Berlín, 1962; P. L. Berger y H. Kellner, «Die Ehc
[Los sistemas políticos de los imperios, Revista de Occidente, Madrid, 1966). ' und die Konstrnkrion der Wirklichkeit": Soziale Welt (1965), 220-235.

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EL SISTEMA POLÍTICO OE LA SOCIEDAD
DIFERENCIACIÓN D I NÁMICA HOR I ZONTAL DEL SISTEMA POLÍTICO

y que el sistema polírico de la sociedad debe cambién tener en cuenta. Es- gido e implementado parcialmente una exclusividad de pertenencia-, los
tas contribuciones deben producirse con relativa independencia de cuáles esfuerzos religiosos de la Modern ida~ se concentran en fr~nq_uear _la ten-
sean las decisiones que en cada caso se tomen en el sistema político y con sión entre el dogma y la fe en el sentido de una efectuac10n 111d1V1dua_l _Y
independencia también, por ejemplo, de cuál sea el partido que vote cada activa. Con ello va ligado un paso atrás respecto de la corresponsabd1-
miembro de la familia 12• Un incremento así del rendimiento y la autono- dad por las particularidades del acontecer político y económico o por los
mía de la familia es alcanzado mediante la especificación de sus funciones resultados de la investigación científica, sin que se renuncie a la preten-
y la generalización de su estructura. Ante todo, se a lcanza descargando sión general de ofrecer una explicación última del sentido de la vida
de otras muchas funciones -por ejemplo, las funciones políticas- y a humana.
través de la instinicionalización, como fundamento del matrimonio, del 2. Con la especialización funcional y la diferenciación se incremen-
amor en el sentido de una pasión individual y no regulable socialmente. tan en la sociedad, simultáneamente, las autonomías parciales y las de-
Al igual que antes, la familia es el centro de control social, porque única- pendencias independencias e interdependencias- También se a ltera la
mente en ella son visibles conjuntamente todos los roles sociales del indi- estructura de roles. En lugar de las combinaciones personales de roles apa-
viduo. Sin embargo, los controles vienen mediados por un principio muy recen cada vez más conexiones objetivo-complementarias de roles de dife-
d ifuso de adhesión individual, de tal manera que escos resultan compati- rentes personas. Esto significa que la integración de la sociedad no puede
bles con las exigencias, muy distintas y llenas de conflictos, de una socie- ya lograrse a través de la consideración de los otros _roles propios (e'.1 au-
dad fuertemente diferenciada. sencia de comunicación), sino que esta ha de vemr rendida mediante
Un tercer ejemplo de esta evolución está tomado del ámbito de la re- procesos de comunicación. Los rendimientos de comunicación en el
ligión. Aquí, el hacerse autónomo del ámbito de la política depende, en interior de los sistemas parciales individuales -y entre los 1msmos-
primer término, de la generalización de los símbolos religiosos y de la in- deben aumentarse e intensificarse 15 •
dividualización del miedo 13. Esto le abre al sistema político un mayor ám- Sin embargo, los rendimientos del lenguaje general como s?porte de
bito de acción para la acción legitimable, por una parte, y nuevas fuentes la comunicación permanecen esencialmente constantes en el penodo tem-
<<morales», por otra. Desarrollos en esta dirección son observables desde poral históricamente observable (esto significa que no se puede aumen-
mediados del milenio anterior al nacimiento de Cristo en diferentes regio- tar esencialmente el rendimiento de comunicación hablando más rápido
nes como, por ejemplo, en la India, en Oriente Próximo y en el área me- o mejorando el vocabu lario o la gramática) 16 . El aumento y la intensifi-
diterránea. No llevan, sin embargo, a una legitimación autónoma (pura- cación de la comunicación solo pueden lograrse dando rodeos, sobre
mente política) del sistema político. Para ello se requiere una separación todo 1) mediante la formación de lenguajes disciplinares en rnnto len-
estructural mucho más intensa entre la política y la religión en todos los guajes específicos para la solución de problemas, ~om_o por ei~mplo el
ámbitos de rol, la cual no comienza a configurarse hasta la Baja Edad lenguaje de las matemáticas; 2) mediante la orga111zac1ón meditada del
Media, desembocando luego en el principio moderno de la «separación
proceso de comunicación, que apunta a un reforzamiento d~ su -~fec~o se-
entre Iglesia y Estado» 14 . Después de que las grandes religiones univer- lectivo; 3) mediante una reproducción técnica de la comu111cac101~ smgu-
sales hubieran alcanzado ya tempranamente una independencia respec- lar en los llamados medios de comunicación de masas, y 4) mediante la
to de los vínculos adscriptivos y una orientación de acuerdo a criterios
universales de creencia correcta -y después de que incluso hubieran cxi-
15. Cf., por ejemplo, 1-'r. W. Riggs, , Agrar~a and Industria,,, cit.: pp. 73 ss. Rcsuha
llamativo, por lo demás, que las condiciones sociales de las democracias esca~les (r~cog1-
12. Acerca de la llamariva estabilidad de la fami lia incluso en catástrofes políticas d.,
das, bajo el punto de visea del estado del des:1rr0Bo económ ico, por S. M. L,pset, S0z1o-
como investigaciones empíricas, H. Thurnwa ld, Gegenwartsprobleme Berliner Familien ,
logie der Demokratie, cit., pp. 36 ss.) son, esencialtnente, las pamcularcs densidades de
Berlín, 1948, )' H. Schclsky, Wa1ullunge11 der deutschen Familie in der Gegenwart: Darste-
comunicación en Estados democráticos estnbles. .
l/1mg ,md Deutung einer empirisch-soziologische11 Tatbesta11dsa11(11ahme, Dorcmund, 1953.
J 6. No es en modo alguno casual que el lenguaje recib:t la presión de estas exigen-
13. Esta formulación viene dada de acuerdo con Ch. Drekmeier, Kingship and Com -
cias y que, desde la Baja Edad Media, se aplique una ~ifcrcn ci~c_ión teórica.entre ser y len-
munity in Early India, cit., p. 289. Se rraca de una investigación que resulta aclarada bajo
guaje, aunque en un primer momento fuera por mouvos teolog1cos. Anterio rmente _se ha-
la luz del ejemplo de la India.
bía aceptado predominantemente que las palabras eran parce_esenc1_a l de las cosas m_1~mas,
14. Acerca de esta significación para el surgimiento del moderno orden racional de
que las señalaban, y que no eran solo un «soplo». ':=f. b cons1der~c1ón ~': esta cuesnon en
la sociedad, cf., por ejemplo, O. Brüner, •Das Problem einer europaischen Sozialgeschich-
e l Crátilo de Platón. No es hasta la Baja Edad Media cuando la omrntac1on de pensamten-
ce~: Historische Z,eitschrift 177 (1954), reimp. en Ne11e Wege der Sozialgeschichte: Vortriige
co nominalisrn le da al hombre la libertad de denom inar una cosa como él quiera y como
u11d Au(siitze, Gotinga, 1956, pp. 7-32 (22 ss.).
le inrerese.

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EL SISTEMA P OLiT I CO DE lA SOCIEDAD D I FERENCIACIÓN D I NÁM I CA HORIZONTAL OH SISTEMA POL Í TICO

institucionalización de los medios generales de comunicación, q ue incre- precisa ni conoce normas abstractas, ni siquiera valores abstractos. Para la
mentan su seguridad respecto de los efectos 17 • interacción objetiva de las acciones basta el nivel concreto de los roles.
Estos medios de incremento deben estar de acuerdo con aquellas mis- La relación entre dichos roles puede ser elaborada llegando hasta el indi-
mas instituciones que garantizan las libertades exigibles en cada uno de los viduo y puede ser trasladada a este mismo, de manera que cada momento
sistemas parciales de la sociedad; es más, deben incluso estar entremezcla- apoya al otro. Por este medio se llega a esa homogeneidad asombrosa
dos con ellas. Así, la seguridad respecto de los efectos de la comunicación y a esa similitud de las historias vitales en los órdenes sociales arcaicos.
se logra justo mediante aquellos mismos medios que en cada sistema ins- Justamente porque el orden social emplea la unidad de la persona como
tituciona lizan aquellas libenades; por ejemplo, mediante el dinero, me- principio estructural tenemos que ella no puede dar como rendimiento
diante el poder legítimo, mediante la autoridad científicamente cubierta o ningún «individualismo».
mediante el amor. A estos medios se les ex ige, pues, seguridad respecto de Sin embargo, la capacidad de una persona para asumir roles d i-
los efectos y libertad. Esto es condición de un grado superior de generali- versos es limitada. Por consiguiente, los órdenes mono-estructurales del
zación de las correspondientes expectativas de comportamiento. tipo descrito no pueden superar una medida muy pequeña de com-
3. Otras modificaciones quedan desencadenadas en virtud de que, plejidad. Cuando la evolución, mediante la especialización y la diferen-
en los órdenes socia les funcionalmente diferenciados, ha de cambiarse ciación, multiplica el número de roles requeridos, deben encontrarse
la forma típica de la vinculación entre roles. La diferenciación de roles nuevas formas de combinación de roles y de separación de estos. Para
avanza en tal medida que la combinación de roles en las personas indivi- que sean tempora l y objetivamente combinables, los roles individuales de-
duales no queda ya fijada medi:rnte la estructura social; consecuentemen- ben orientarse según criterios universales, independientes de la persona
te, no puede ser ya presupuesta sino que ha de ser confiada, en mayor o y de sus relaciones particulares. Con ello se da inicio a un proceso de
menor medida, al azar. racionalización de los roles que lleva a un primer plano de la reflexión el
También los órdenes sociales simples conocen roles cada vez más di- efectuar, en cada caso, de efectuaciones específicas. Al mismo tiempo,
versos y por ello conocen la diferenciación de roles. Pero estos se apoyan exige normas y valores abstractos, en suma, ideologías, según las cuales se
en que los roles portadores de conflictos y que deben ser combinados lo puede decidir qué roles han de asumirse y quién debe hacerlo, así como
son, en cada caso, en una persona. La vinculación de estos roles queda cuándo ha de hacerse y para lograr qué efecto 19 .
pues fijada a través de la estructura del sistema social sobre la base de Solamente con esto, sin embargo, no puede dominarse la multiplici-
unos roles inevitables de género y edad. El cabeza de familia es, en cali- dad de roles y la complejidad interna de los órdenes sociales fuertemente
dad de tal, requerido para las armas, es responsable de la observación <le diferenciados. Ha de añadirse a todo ello una medida mayor de división
los rituales, es propietario y productor, miembro del consejo de la tribu, de roles, de indiferencia institucional frente a los «otros roles», en cada
etc. Precisamente porque esta combinación está hecha a medida de las caso sin actualizar, de los pares [Partners]. La indiferencia frente a otros
posibilidades de comportamiento de una persona típica ocurre que estos roles debe estar permitida, ha de ser inofensiva e incluso, dado el caso,
órdenes sociales pueden intercambiar personas sin alterar la estructura tiene que ser preceptiva20• Ha de ser por principio irrelevante -por to-
de roles. Los sucesores entran fácilmente en la combinación de roles ya
formada sin que haya otras obligaciones de roles dependientes de ellos
tenencias. Para un ejemplo de la antropología política, cf. Fr. Barth, Political Leadership
que les hagan entrar en conflicto 18 • Por canto, un orden social así no Amo11g Swat J>ath,ms, Londres, 1959.
19. M. J. Levy (Modemizalion and the structure o( Societies .. . , -cit., vol. 1, p. 197) ve
17. Cf., para este punto, principa lmente el concepto de los lenguajes de dirección ge· en esca problemática de la diferenciación compleja de roles un fundamento del síndrome,
nera lizables de Talcott Parsons, espe_c. en «On the Conccpt of ln íluence••: Public Opinio11 propio de los órdenes socia les civilizados, en e l que se dan unas orientaciones y tendencias
Quarterly (1963), 37-62; también Id., «Die jüngsren Enrwicklungen in der strukture ll - racionales (que inciden en e l rendimienro), universalistas, funcional-específicas, neutrales
funktionalen Thcorie»: Kolner 'Zeitschrift fiir Soziologie und Soúalpsychologie 16 (1964), respecto del sentimiento y que evitan el contacto íntimo.
pp. 30-49 (37 SS.). 20. Por lo demás, este es el sentido socio lógico de la moderna ideología de la igua l-
18. Cf., a este respecto, M. fortes, «Thc Structure of Uni lineal Descent Groups•: Ame- dad, en especia l de l principio legal de la igualdad ante la ley. Cuando la igualdad queda pos-
rican A11thropologist 55 (1953), 17-4 l (espec. p. 36). Una elaboración más básica de esta tulada en este sentido, significa que es evident e por sí misma y que la desigualdad ha de
noción se encuemra en S. F. Nadcl, The Theory uf Sucia/ Structure, G lencoe (IL), 1957, ser fundamenrada. La desigualdad, empero, no es otra cosa que el hecho de que, en ciertos
pp. 68 s. No obstante, este tipo de ordenación (con las vinculaciones de roles fijadas de conrexros de roles, «otros ro les• son tenidos en consideraci6n; esto es, que alguien es dispen-
modo rígido e instituciona l) no puede ser vista como poseedora de validez universal. Hay sado de pagar impuestos porque es de noble linaje, o que algu ien tiene la preferencia en un
también sociedades relarivamenre simples que han instirucionalizado la elección de per- cruce porque viaja en una carroza del Estado, o que obtiene una vivienda porque tiene mu-

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El SISTEMA POL Í TICO DE LA SOC I EDAD DIFERENC I ACIÓN DINÁMICA HOR I ZONTAL DEL SI STEMA POLÍTICO

mar un ejemplo del ámbito político-administrativo- cuál es la tribu a más fundamental- tan pronto como tiene lugar una división horizon-
que pertenezca un político o fu ncionario, cuántos bienes tenga, a qué reli- tal de la sociedad en sistemas parciales funcional-específicos. La jerarq uía
gión pertenezca, con quién pase su tiempo libre, etc. En la medida en que social unitaria se rompe por su escaso potencial para la complejidad. En
una indiferencia así frente a todos los roles no poüticos de la sociedad no cada u no de los sistemas parciales de la sociedad se forman, las unas junto
está asegurada estructuralmente -la indiferencia estructural, obviamente, a las otras, múltiples pirámides de estatus que son autónomas y que ya no
también p uede encontrar expresión en el principio de la justa represen- pueden ser remitidas a p rincipios consistentes de rango. La política, la
tación proporcional-, queda inserto un principio selectivo en el sistema economía, el oficio eclesiástico, la cie ncia, el arte -y, recientemente,
político bajo la forma de una combinación privilegiada de roles; un prin- también el entretenimiento de masas- ofrecen caminos de ascenso sepa-
cipio selectivo que restringe la capacidad de recibir y elaborar informacio- rados. El rango bajo un determinado punto de vista no es reconocido, sin
nes, especialmente para la absorción de conflictos sociales 21 • más, en otro. Alguien que no ha servido en el ejército puede encontrase
La división de roles hace imprevisibles las combinaciones persona- en la cima del Estado, y los profesores deben esperar en la cola del pelu-
les de roles. En la medida en que no puede ser realmente confiada al azar, quero. Sobre todo, las relaciones de rango son imprevisibles en los cornac-
la selección de personas para los roles se convierte en un problema que tos con desconocidos. Los contactos r equieren, por canto, una llamativa
ún icamente puede ser resuelto mediante procesos conscientes y según la simbólica de estatus, o bien quedan armonizados según e l tono imper-
medida de ciertos criterios. Esto exige una medida superior de movi lidad sonal-objetivo o informal-amigable de la igualdad. Ante codo, en los con-
social en dirección horizontal y vertical, un sistema de documentación de tactos entre las pirámides de estatus se mantiene la igualdad de rango y
capacidades para ciertos roles. En especial, se requiere un sistema edu- para ello se ponen en juego reglas. Y ello es así aunque de vez en cuando
cativo cuyo desarrollo pase por la obtención de certificados, así como puedan surgir dudas. Es el caso por ejemplo, en las grandes organizacio-
un mercado de trabajo en funcionamiento que pueda asegurar una ofer- nes, de cuál e::s el nivel en el que las cimas pueden hacerse más pequeñas o
ta igualitaria y, con ello, una continua ocupación y provisión de roles 22 • de mediante quién pueden ser recibidos los Bearles. En ese caso, el ran-
Por último, pero no menos importante, le pertenece a este orden el que go relativo al estatus pierde su función de otorgar u na segura su periori-
el estarus pueda ser obtenido casi únicamente a través de la decisión en dad para situaciones imprevisibles, esto es, una función de reducción de
organizaciones23 • complej idad para quien posee estatus, con lo que queda también para el
4. La o rdenación del estatus no se cambia únicamente bajo puntos sistema político, en mayor o menor medida, como medio de poder es-
de vista relativos a la selección, sino también -y de una manera mucho tructural men ce asegurado 24 •
5 . La diferenciación fu ncional lleva crecientemente a una marcada
especificación de los contactos sociales. Más a llá de un círculo de relacio-
chos hijos, etc. Así pues, el principio de igualdad quiere decir, fundamentalmente, que la nes íntimas necesariamente restringido, cualquiera ha de mantener nu-
persona por sí sola no es, en modo alguno, un principio con sentido para la combinación
merosos contactos, en parte sumame111te fugaces, en los que únicamente
de roles. Al conrrario, rodo acto de generar tal combinación requiere una fundamentación
objetiva y fundada. Sobre este punto de un modo más exhaustivo cf. N. Luhmann, Gnmd- interesan los roles y en modo alguno las personas individuales. Amplios
rechte als lnstitution: Ein Beitrag wr politischen Soziologie, Berlín, 1965, pp. 162 ss. ámbitos de la acción social se vuelven, así, impersonales. Esto trae con-
21. De este modo, no dche afirmarse en modo alguno de manera general que la se- sigo una descarga de complejidad, pero exige también, por otro lado, la
paración de roles y la indiferencia del sistema político es siempre «correcra» y que siempre
ha de ser recomendada. En la absorción de exigencias y contradicciones dentro del sistema
renuncia a la exposición y satisfacción de necesidades personales en tanto
político entra más que solo la igual accesibilidad para todos. Puede muy bien ocurrir que no resulten relevantes para los contextos de rol vigentes en cada momen-
un principio selectivo en forma de excesiva interconexión de determinados roles - por to. Uno debe ap render a controlar y aplazar los deseos y sentimientos,
ejemplo, la nobleza y «b educación y la propiedad»- con los del sistema político resulte los estados de ánimo y los enfados, hasta que haya llegado el momento
inevitable para impedir de enrrada un desbordamiento con conflictos irresolubles.
22. Un3 rnercantilización como la descrita se ha hecho evidente para rodos los ro les de
trabajo profesional. Tampoco es raro que los cónyuges, después de la decisión de casarse, 24. Cf., a este respecro, por ejemplo, Fr. W. Riggs, The Ecology of P11blic Admi11is-
sean solicitados por instituciones similares al mercado, aunque el principio del amor cargue tration, Londres, 1961, p. 25. Es destacable, asimismo, que la investigación de Richard
este comportamiento con especiales dificulrades de exposición. Para los científicos en for- L. Harris y Robert N. Kearney acerca de los sistemas de administración de dos países «de-
mación, las grandes sociedades científicas, los congresos y las publicaciones cumplen fun- sarrollados• diferentes se haya encontrado con una superioridad de estatus muy clara de la
ciones similares al mercado. burocracia en la sociedad menos fuertemente diferenciada (cf. R. L. Harris y R. N. Kcar-
23. t\ este respecto, cf. N. Luhmann, Funktio11en tmd Formen fonnaler Organisation, ney, «A Comparative Analysis of the Adrniniscrati,•e Systems in Canada and Ccylon»: Ad-
Berlín, J 964, pp. 156 ss. ministrative Science Qttarterly 8 [19631, 339-360).

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EL SISTE M A POLITICO DE LA SO CIED AD DIFERENCIACIÓN DINAMICA HORIZONTAL DE L SISTEMA POLITI CO

oportuno. Bajo la p resión de estas exigencias de comportamiento, la paradas del vínculo con el parentesco de sangre y que tome existencia
psique humana queda cransformada, cabe decir «civilizada» 2S. Paz y sus- independiente con la ayuda de representaciones mágico-religiosas. Esto
tento, pax et iustitia, los grandes temas y temores del filosofar po lítico- ha tenido lugar con éxito en numerosos casos históricos que son indepen-
social tradicio na l, qued an aho ra asegurados en la vida no rma l media n- dientes los unos de los otros. Son eje mplo d e e llo e l Imperio chino, el
te el rendimiento incre mentado del sistema político. Por consiguieme, a nriguo Egipto, los diversos imperios del M edio Oriente, las ciudad es-
el homb re puede d ispone r de un plazo más amplio, puede vivir según el Estado d e la culrura mediterránea an rigua, los principados indios, Siam,
re loj, puede volverse cortés, pued e soportar más tensiones de t ipo se- el califato árabe y sus estados sucesores, el imperio de los incas y el de los
cundario, puede desarrollar una sensibil idad social y pued e absorber más aztecas, los estados feudales surg idos d espués d e las migracio nes de p ue-
cargas antes de «salirse de su pape l». En o tras palabras, puede aprender blos a l fi nal del Imperio romano, así como J apón, los d iversos reinos d el
una personalidad individual en d isposició n de asimilar numerosos con- África negra y otros más.
flictos irresueltos, así como problemas de un orden social muy comple- La consolidación de estos gobiernos en sistemas de fijación de las d e-
jo. Asimismo, dichos confliclos y p roble mas los puede, cuando no solu- cisiones vincula ntes -que acLúan según unos programas propios y que
cionar, sí al menos desplazarlos hacia lo socialmente inofensivo a través no están ya ligados a través de combinaciones de roles en la sociedad- se
de mecanismos intrapsíquicos. Un sisLema político diferenciado social- encuentra con dificultades máximas. Dicha consolidación fracasa, la ma-
mente de forma dinámica presupone un ciudadano del Esrado que sea yor parte de las veces, ante el dominio en la sociedad de modos de pensar
civilizado en e l modo aquí descrito. A este ciudadano se le puede supo- y de expectativas con orientación tradicional. Esto!> además fuerzan al
ner que, en caso de insatisfacción con las d ecisiones políricns, no rom- sistema político a justificarse en términos u·adicio nales, en contrad icción
pa escaparates sino que siga unos procesos judiciales contencioso-admi- con sus ambiciones estrucrura les 27 • Y e l fracaso se da asimismo, en espe-
nistrativos; esro c:., que no se presente como turba sino como elector. Y cial, ante la escasa capacidad del sistema político par.1 la elaboración de
ello signi fica siempre: esperar. Como puede verse en los países en vías daros y la comunicación. No es hasta la modernidad cuando irrumpe y
de desarro llo, esla presuposició n no está justificada sin más. Su cumpli- surge con éxito esta consolidación.
miento depende de unos procesos de transformación psíquica muy len- La diferenciación de la religión, la política, la economía, la cu ltura y
tos y de hondo arraigo. la formación individual de la per:.onalidad ~e había logrado ya en la Baja
Si ponemos ahora ame nosotros todas estos numerosos y diversos Edad Media de una manera relativamente amplia. La reflexión filosófica
cond ic io nes y problemas resu ltantes d e la especificación fu ncional, en- había alcanzado e n la escolástica un grado de abstracción cal que faci litó
tonces se nos hace comprensible q ue solo unas e5casas constelaciones una consideración crítica y una inversión de sus premisas. A trav6s de la
históricas pueden colaborar al éxiro en este paso evolutivo. Aunque e., diferenciación estructural-funcional, que estaba en sus inicios, se desen-
cierro, tal y como ha indicado Eisensradt26, que una y otra vez se han cadenaron tensiones, como, por ejemplo, la de que las crisis económicas
dado inicios de esta especificación e n los p rimitivos imperios burocrá- no podían ser ni dominadas políticamente ni explicadas religiosamente
ticos, la estabilizació n duradera de un o rde n social ho rizontalmente di- d entro del marco del dogma recibido en la tradició n. Asi mismo, con esta
ferenciado --donde el sistema político ha quedado especificado en fun- misma diferenciación se hicieron preguntas que en un primer momento,
ciones parciales- solameme ha sido lograda en la Europa determinada como de cost~mbrc, iban dirigidas a la religión. Una ola de fanari¿ación
por la M odern idad. religioso-reformadora fue la consecuencia de todo ello, la cual sin em-
Comparada con lo anterior, una divisió n únicamente vertical y jerár- bargo ya no dio paso a institucio nes esrnbles 28 sino quc sc fue desvane-
quica de los roles políticos de gobierno (pero no únicamente políticos) pa- ciendo en las guerras confesiona les d e p rincipios de la Modernidad. De
rece haber sido más simple. Tiene menos presupuestos complejos en una
sociedad menos compleja y solo exige, en lo esencial, que la legitimidad
27. La orienrac1ón trad1cio11,1I (quc aquí solo ¡,miemos señal.ir) es la de reducir un tipo
de la d ecisió n po lítica y la confia nza en el gobierno político queden se- de complejidad en canro In presuponemos ya r.cduc,da por una bistona común. Ello resulta
inevirable, al igual que con las nociones funcionalmente equ ivalcnccs de un «lenguaje del ser•
o un «derecho narur:il-. mientras la sociedad no pueda formar e i1miwcionalizar unos me-
25. Para profundizar en e~ro, cf. N. Elias, Über den Prou/1 der Z,jv,/1sat1011: soúoge- canismo~ efecti\Os de reducción pla111fic.1da )' sclecri,•a de complejidad. Cf., a e,1c rcspecro,
11etische iaul psychogenetische U11tersuch11ngen, 2 vols., Basilea, 1939. [Sobre el proceso de N. Luhmann, «Reflexivc Mcchanismen•: Soú.zle \Velt 17 (1966), 1-23.
ci11i/1zaci6n, FCE, Mad rid, 20 11 l. 28. Sobre este punro, una buena rdcrcncia e, O. Kamms1ed1, Sekte 1md soúale Bewe-
26. The Po/itica/ System o( Empires, cir. g1111g: Sozio/ogische A11alyse der Td11(er III Münster ( 1.534/35), Colonia/Opladcn, 1 966.

72 73
EL SISTEMA POLÍT I CO DE LA SOC I EDAD

estas guerras surgió el «Estado» moderno como insta nc ia neutral, cuya


efectividad racional se concibió como necesaria aunque al mismo tiempo
problemática 29 . Cabe extraer algo de información acerca de estos aconte-
cimientos a partir de las interpretaciones que los acompañan. El pensa-
miento acerca del de recho y el Estado en la Modernidad vibraba ante 8
la exigencia de explicar un fenó meno socio-político sin que tuviera a su
disposición la perspectiva distanciada de la teoría sociológica. Aunque INTERPRETACIONES C ONCOMfTANTES
una descripción en cierto modo apropiada de esras corrientes de pensa-
miento quede fuera de los límites de nuestras investigaciones, resulta, sin
embargo, útil seguir la pista, en algunos ejemplos, a la reacción inmedia-
ta del pensamiento en esta nueva situació n antes de que prosigamos su
análisis sociológico.

No es hasta el siglo XIX cuando encontramos una ruptura radical con las
categorías tradicionales del pensamiento socio-político, que estaban he-
chas a la medida de ó rdenes sociales más a ntiguos y más simples. No es
casual que sea en el siglo que dio naci mie nto a la socio logía. Solo entonces
aquellos mecanismos sociales que perrn iLen -como hemos visro- una di-
ferenciación de la sociedad en sistemas parciales específicos para una fun-
ción ganan toda su reputación como objeros legítimos y de primer o rden
para la discusión filosófica, c ientífica, literaria y política. Libertad y di-
nero, amor y éxiro, trabajo y civilizació n quedan así elevados a «valores»,
a falta de una mejor elaboración filosófica. Solo el siglo XIX crea la posi-
bilidad de analizar sociológicamente estos mecanismos mismos y sus
1
valores, el sistema político y sus ideoiogías.
Hasta el umbral del siglo XIX, el pensamiento socio-político permane-
cía, sin embargo, encerrado dentro de los antiguos métodos, conceptos
fundamentales y construcciones intelectuales de la «fi losofía práctica» 1•
En virtud de ello, ante una mirada superficial se mantiene la apariencia
de una continuidad y no siempre se puede rastrear con faci lidad la reac-
ción a las nuevas relaciones que transforman com pletamente el sentido
de conceptos ampliamente empicados.

1. Cf. a este respecco W. Hcnnis, f'olitik w1d praktische Philosophie: Ei11e Studie zur
Reko11struktion der politische11 \'ílissenschaft, Neuwied/Bcrlín, 1963. En este intemo de una
reconstrucción de la ciencia política, cf. supra, capítulo 1, nora 15. Cf., asimismo, M. Rie-
dcl, «Hcgels 'bürgerliche Gcsellschaft' und das Problem ihres gesc,hicht lichen Ursp rungs":
Arcl7iv für Rechts- und Sozia/philosophie 48 (1962), 539-566, e Id., «Zur Topologie des
klassisch-po litischen und des modern -narurrechtlichen Gesellschaftsbegriffs»: Archiv {ür
Rechts- ,md Sozialphilosophie 51 (1965), 291-3 18; J. Habermas, •Die klassische Lehre von
der Po litik in ihrem Verhalrnis zur Sozialphilosop hie», en Theorie 1md Praxis: Soúalphilo-
29. Cf., por ejemplo, R. Schnur, I11divid11alism11s tmd Abso/11tism11s: Zur politische11 sophische Stuaien, Neuwied/Berlín, J963, pp. 13-5 1, quien empero si túa antes la ruprura
Theorie vor Thomas Hobbes, Berlín, 1963. decisiva. [Teoría y praxis. Estudios de filosofía social, Tecnos, Mad rid, 1997].

74 75
El SISTEMA POllTICO DE LA SOCIEDAD INTERPRETACIONES CONCOMITANTES

Las doctrinas acerca del contraro de Esrado y el derecho natural se sionalmence ne utral --0 al menos tolerante- en la medida de lo po-
encuentran ya en la Anrigiiedad. Soberanía y representación son concep- sible }' concentrado en la decisión específicamente política. Ciertamente,
tos que se remontan a la Edad Media. La distinción entre oikonomia y la distinción entre fami lia y sociedad política es considerada en detalle3
fJo/iteia recibe nueva vida, aunque en la Edad Media hubiera sido aban- y es verdad que la división entre la casa y el gobierno del príncipe impli-
donada ante los estados feudales. Es aC.n enseñada por Kant y C.nicamenre ca unas dificultades considerables para los juristas4 • Sin embargo, la gran
se hace imposible por la aparición de las nuevas «economías nacionales». teoría no ve en codo esto su problema principal. Lo que hace que este go-
Asimismo, también se mantiene la explicación teleológica del sentido de bierno parezca tan problemático y tan necesitado de fundamenración es,
la acción y de las instituciones sociales en relación a fines, aunque la críti- justamente, la ruptura de aquellas garantías sociales dadas en virn1d de la
ca filosófica y científico-natural de las causae finales hubiera destruido su urdimbre de roles de la sociedad. La amenaza no reside ya en el anriguo
pretensión de verdad. En el concepto de sociedad, la cominuidad queda problema del tirano, del capricho personalmente determinado, sino en
sujeta y asegurada mediante la fórmula civitas sive societas civilis. la estructura de la sociedad, que hace necesario un instrumento tan peli-
Sin embargo, las mismas palabras alteran su significado cuando son groso para su autocontrol.
pronunciadas en situaciones diferentes. Los mismos conceptos no indican Por consiguiente, la sociedad queda definida como una societas, como
lo mismo cuando responden a diferentes pregunras. Este cambio de senti- la reunión racional de individuos respecto de fines -también para ello
do que se produce de modo subracente puede ser expuesto con el con- hay, empero, prefiguracione~ antiguas-. La estructura tradicional de ti-
cepto general de la sociedad políticamente constituida. pos de :.ociedad iJeológicamcnte determinados queda minada por la teo-
El sentido del anriguo concepto de koinonía politiké (o, posterior- ría de un impulso social nawral e individual y más tarde por una doctrina
1~1enre, civitas) permanece ligado a la división vertical del gobierno polí- de la acción ligada a intereses privados5 • En la reunión de estos indivi-
tico. Solo cabe aprehenderlo suficiencemence cuando se presta atención duos, que actúan de acuerJo a sus propio!> intereses reconocido~, no se
al hecho de que la esencia de la polis consiste en no ser oikos. La polis traca ya de la fundación de la politeia, sino, mediante un contrato de go-
110 es dirigida despóticamente corno lo es el oikos sino que es un:i comu- bierno adicional, de la fundación de la policía. No se espera que la per-
ni_dad de los hon:ibrcs libres, conformada por encima de las familias y las manencia y la duración vengan de la virtud, la justicia y el idéntico dis-
tribus. En ella, c1ertameme, la comunidad de linaje, asentamiento y tra- tanciamiento respecto de 101. valores particulares. Anees al contrario,
diciones sigue ~iendo afirmada como ethos y nomos, pero no está deter- d icha permanencia y duración es esperada de un potencial de decisión
m in.ada por vínculos paniculares ni por intereses específicos, sino que se específicamente político con el que se asegura la paz y se persigue activa-
decide de acuerdo a la razón. La koi11011ía politiké es, pues, el lugar en el mente el bienesrar. Las posibilidades más elevadas de los hombres quedan
q_ue el hombre realiza sus posibilidades más elevadas, el lugar de la justi- confiadas a la religión y no ::.on real izadas en la política.
cia en el sentido de una distancia idéntica respecto de codos los valores Apenas se tiene conciencia de la imen!>idad de esre cambio en el inte-
Y rodas las necesidades específicas. Su constitución, la politeia, es el orden rés por los problemas respecto de la Antigüedad, pues para ello habría
universal, el que tiene dur::ición. Con estas ideas queda solemnizado el
elevarse de la sociedad por encima de la familia y la tribu. Esta nueva
conquista de la política que se sirú::i en un orden superior, la cual muy ,·ol. 11, pp. 109 s~.); l. Kant, Metapbys,k der S1t1en , S46 (Philomph1~chc Biblimhek, Leip·
zig, 1870, p. 152).
pronto (ya en la Anrigiiedad) toma dimensiones de Estado mundial se
J. Cf. el mismo c.ipítulo de l.ocke que hcmo~ catado o Chr. Wolff, Ven11111(t1ge Ce·
conviene incluso, en san Agustín, al transferirlo a la civitas dei en el ;ei- da11kc11 vo11 dem Rl!sc/lscl1a(tliche11 Leben der lvlm)d,en ,md insonder/Jeit dem gcmeine11
no de la gracia. ' Wese11, Fráncforc d.M./Lcipzig, 4 1716.
Cuando los pensadores de la Modernidad hablan, como si fueran si- 4. Un ejemplo e~ la gran controversia en torno a la cuesuón de si, en este contexto,
frcnce .1 todos los derecho~ que se le oponen - )' por encima de dios- puede ser cons-
nónimos, de la civitas en términos de societas civilis, civil society, com-
trmdo el ius emme11s del príncipe como domi11111m. Cf. Hugo Grotius, De 111,e bel/is ac
111011wealth o, más tarde, Estado 2, tienen otro problema ame sí a saber pacis libri tres 11, 14, S 7 (citado según la edición de Ámsterdam, 1720, p. 416) y las re·
el del «Leviatán», esro es, el gobierno convertido en autónom~, confe~ serva~ de Pufendorf respecto del uso del conccpro de domi11i11111 en este concexw (cf. op.
cit., VIII, 5, S 7, vol. ll, pp. 425 ss.). Más referencias en G. Meyer, Das Recbt der Expro-
piat,011, Leipzig, 1868, pp. 125 ss.; o en O. ,·on <..1crke, Jol,am1cs Althusius 11nd die Ent·
2~, Cf., por cjemp!o, J. Locke, Two Trear,ses o( Civil Govemment 11, 7 (citado según iv1ck/1111g der naturrccJ,1/,clum Staatstheoric, Aalen, 5 1958, pp. 295 s.
la cdic1on de_ Everyman s L1brary'. Londres, 1953, pp. 154 ~s.); S. Pufendorf, De iure 110 • 5. Cf., asimi~mo, Fr. Jona~. ~zur Aufgabcn\tcllung der modcrnen Soz1olog1e•: Ar-
t11rae et genttum /1/m octo, VI 1 (citado según la edició n de Fráncforc d.M./Lcipzig, J 744, chiv (iir l<echts- 1111d Soúalphi/osophie 52 (l966), 349-375 (espcc. 363 ss.).

76 77
EL SISTEMA POLiTICO DE LA SOCIEDAD
INTERPRETACIONES CONCOMITAN TE S

de tenerse como presupuesto imprescindible una comprensión socioló- nuestros días frente a la técnica- 11. AJ contrario, la máquina era un mo-
gica de la diferenciación funcional-estructural que acaba de iniciarse. delo para la limitación del poder mediante la _ra~ón referida a fines. El
En la «filosofía práctica» falta un proceso paralelo a la crítica de la Esco- Estado debería (únicamente) efectuar los rend11111entos para los que fue
lástica, un proceso desplegado a través de la nueva metafísica y la nueva creado. Asimismo, el símil con la máquina deja claro que el Estado ~o
concepción de la ciencia -nominalista, subjetiva y funcionalista- que podría tener rendimiento alguno si no actuara conforme a sus propias
actúa solo indirectamente. Sin embargo, en numerosas figuras de pen- leyes internas. De modo similar, todos l?s esfuerzos p_or alumbrar, P:0-
samiento, ya sean tradicionales o de un tipo nuevo, cabe leer que este pagar y aclarar una razón de Es_tado propia -en el s:~udo de una téc111c_a
nuevo campo es observado de un modo atento y despierto; y en ellas se de mantenimiento y reforzamiento del sistema polit1co- estaban habi-
ve también que los esfuerzos para un diagnóstico y una terapia son rá- tados por intenciones de limitació n 12. El hecho de pre~cindir de la moral
pidamente puestos en juego. .· corriente, válida para cualquiera y acuñada por la sociedad, queda com-
Ante todo, merece destacarse el modo en el que fueron desarrol la- pensado por el complicado cálcu lo racional y el riesgo incrementado al
das las antiguas doctrinas acerca del contrato de Estadu 6 • Mientras que la que queda expuesto quien actúa en asuntos de Estado 13 • Cabe reco??-
Edad Media, con escasas excepciones, únicamente conoce los contraeos cer una tendencia a desplazar los problemas y a efectuar una reducc1on
de señorío y vasallaje donde el pueblo viene presupuesro como totalidad desde fuera hacia dentro, esto es, desde la moral general de la sociedad
capaz de acción - y, en virtud del contrato de Estado, queda confron- hacia el interior de la política de Estado, la cual, por mor de su función
tado ante el soberano como una universitas con sus propios derechos- específica, no raramente ha de actuar bajo puntos de vista v~lor~tivos que
a hora encontramos que nuevos pensadores, como Richard Hooker7 o han sufrido un desplazarnienro o debe operar, 111cluso, segun signos mo-
Johannes Althusius8 , recoman la idea antigua de un contrato social. Y no rales invertidos.
es sino a través de este contrato como se constituye aquella totalidad ca- Este mismo desplazamiento desde fuera hacia dentro se encuentra
paz de contraro. Ambas nociones son ahora combinadas en la teoría igualmente en un nivel mucho más fundamental por cuanto ca~bia el
dominance 9 . Sobre el fundamento del pactum unionis queda sellado el sentido de la noción de derecho natural. El derecho natural que vincula
pactum subiectionis con el soberano 10• En la medida en que es discutida a los hombres en virtud de la verdad dada por la naturaleza del ente se
la construcción jurídica en panicular y sus consecuencias, en esa misma convierte en el derecho natural que vincula ahora a l hombre a través de
medida resulta interesante la distinción misma. Es el primer síntoma de la naturaleza de su razón, que él ha de controlar en la razón paralela-
una separación consciente entre la sociedad y el sistema político segú n mente conformada de sus iguales. Anteriormente, el derecho natural se
el criterio de unos fundamentos de derecho diferenciadores. había convertido en un símbo lo de la complejidad ya reducida de la so-
Asimismo, en este contexto ha de situarse también la concepción me-
canicista del Estado como máquina. Dicha concepción no tenía e n modo
alguno el sentido de arrojar al hombre al dominio total de la arbitrariedad 11. Cf. C. Schmitt, «Der Sraar als Mechanismus bei Hobbes und Descarces•, e n Dem
sin alma y sin habla --<:amo cabría suponerse a partir de las aversiones de Gediicht11is a11 René Descartes (Berlín , 1937), Archiv (ür Rechts- 1md Soúalphilosophie 30
(1937), 622-632. .
12. Cf., sobre todo, Fr. Meinecke, Die Idee der Staatsriiso11 i11 der 11euere11 Geschu;hte,
Múnich/Berlín 21925, con un concepto fundamental de razón de Escado particu larm ente
6. Cf., a este respecto, como panorama, O. von Gierke, op. cit., pp. 76 ss.; G. Je- ahistó rico. Cf.: asimismo, G . Ritter, Die Diimonie der Machi , Múnich, 6 1948.
ll inek, Allgemei11e Staatslehre, Darmstadt, 3 1959, pp. 201 ss. 13. En las manieriscas doctrinas acerca de las razones de Estado, en las que en -
7. O( the Laws o( Ecclesiastical Polity (citado según la edición de la Everyman's Li- tra profusamente Schn ur (/11divid11alism11s und Absolutismus: Zur politischen Theorie v?r
brary, Londres, 1954), 1, 10, pp. 187 ss. Tho111as Hobbes, Berlín, 1963, pp. 50 ss.), fa Ira, empero, este momento de compensacion
8. Política methodice digesta, Herborn, 3 1614, reimp. Aa len, 1961, espec. el «Schc- de una regla de razón aprehensible. Sin embargo, la razón de Estado q~ iere decir solo esto.
ma Poliric<1I• y las expl icaciones fundamentales del capítulo l. Sin embargo, este modo de ver no se impone. Por lo demás,_ el cálcu! o, 1usto deb1d_o a su ra-
9. Resuha bastante significativo que las posiciones monistas, que únicamente reco- ciona lidad aprehensiblc, debe ser secreto. La razón no requiere aqu1, como en el _siglo xv1n,
nocen un contrato socia l, se radical icen súbitamente en la nueva rea lidad diferenciada, ya la esfera pública [Ó((entlichkeitJ como confirmación, si no que está ya conceb ida dentro
sea para retirarle todo derecho a l pueblo (Hobbes) o bien para retirarle codo derecho al de la dimensión de la validez y accesibilidad intersubjecivas. Sobre es_ce fu~?amento_ se.de-
sobera no (Rousseau). Tienen mucha notoriedad, pero no se imp lernema11. sarrolla posccriormeme, a partir de una polémica concra los arcana 1mperu, la teona hbe-
10. Cf., como exposición que ha tenido gran influencia, Pufendorf, op. cit., vol. 11, ral de la opinión públic,1. A este respecto, cf. también C. Schmicr, Diege,stesgesc/11chthche
pp. 127 ss. o Íd., De o((icio homi11is et civis iuxta legem naturalem libri duo, n, 6, § 7-9 Lage des hellligen Parlame11tarism11s, Berlín, 3 1961, pp. 47 ss. Este autor, sm ernh_argo, re-
(citado según la edición de Ca mbridge, 1735, pp. 293 s.). Pufcndorf s itúa como requeri- calca el contraste en la histor ia del pensamiemo y no su b:ise en el nuevo n po de inrersub-
do, entre ambos conrrat0s, aún un decretum que establezca con firmeza el gobie rno. jetividad de la razón.

78 79
EL SISTEMA POLÍTICO DE LA SOCIEDAD INTERPRETACIONES CONCOM I TANTES

ciedad. Interpretaba un orden social sancionado tradicionalmente como nos y por explicarlos como derechos susceptibles de ser defendidos ante
surgido de sí mismo y e1Jcontrado tal cual, o como creación divina. En un tribunal. Por este camino se llega, en el siglo XIX, al Estado de dere-
todo caso, lo interpretaba como un orden que, por su esencia, había ya cho. En un primer momento, empero, el derecho estaba cortado por el
excluido otras posibilidades. Ahora, la reducción de la complejidad se patrón de la explicación teleológica de la acción. Se trataba de un dere-
convierte en asu nto de la razón humana. Las reglas según las que ope- cho de los justos fines de la acción y, con ello, era simultáneamente jus-
ra y su aceptada repartición igualitaria entre todos los hombres parecen tificación y obligación. El término ius, por ejemplo, quedó firmemente
garantizar todavía unos límites frente a la arbitrariedad. Cuanto menos, anclado en este doble sentido y no fue hasta la Modernidad cuando se
cabe pensar en una puesta a prueba de todas las posiciones. Por boca de reelaboró como representación de una pretensión subjeti va -un proce-
Voltaire escuchamos que la nueva regla de la razón exige quemar los vie- so que hace fundamenta lmente imposible una autovinculación armónica
íos libros de leyes y construir de nuevas el orden del derecho a partir de del derecho 14- . La libertad (iausencia de víncuJos!) es ahora pensa-
la razón. Presupone, sin saber de qué depende todo ello, que el hombre ble como derecho . La protección de los derechos bien ganados frente al
está en disposición de reducir la complejidad de todas las posibilidades Estado se hace independiente de la prueba de un fundamento de dere-
de acción mediante la decisión racional. Esto lleva, sin remisión, al re- cho natural; esto es, queda descargada de la problemática de las fuentes
sultado de una posirivización del conjunto del derecho. del derecho e integrada en el derecho positivo 15 . Surgen la doctrina de los
Frente a esta inquietante indeterminación y apertura al futuro, no fal- derechos humanos y la de los derechos de propiedad dignos de protec-
tan intentos de ponerle freno. Se han nombrado ya las restricciones inma- ción; y fina lmente, en el siglo XIX, surgen los «derechos subjetivos públi-
nentes de la racionalidad propia de la construcción del Estado, de la polí- cos» dirigidos contra el Estado en su funcionamiento.
tica de Estado y del derecho general del Estado. Mediante el principio de Otra reorganización del pensamiento sobre el derecho viene ligada a
la separación de poderes, escas restricciones son ampliadas hasta lo ins- lo anterior, aunque resulte menos llamativa. Se llevó a cabo más tarde y
titucional y lo efectivamente operante respecto del poder. Mengua la sobre todo más lentamente, a saber: el reajuste desde unos programas de
confianza en las vinculaciones externas religiosas, teleológicas o iusna- fines hacia unos programas condicionales. El intento de domesticar jurí-
turalistas de las cimas del sistema político, así como su capacidad para dicamente la nueva configuración del gobierno a través de sus fines, que
ser precisadas e implementadas. Consecuentemente, se intenta sustituir en un primer momento parecía razonable y obvio, fracasó ante la necesa-
la vinculación externa mediante un equilibrio interno de poder. Hay en ria indeterminación de la fórmu la de fines 16 . Dicho intento se transmutó
esto una renuncia a una estructura jerárquica unívoca del sistema políti- románticamente en la doctrina del Estado corno un fin en sí mismo y, en
co sin renunciar a la capacidad de decisión. Un proyecto genial. Menos
claro les resulta a quienes idean esta solución que, con ello, transfieren a J4. Sobre este respecto es excelente M. Villey, «Les origines de la notion de droit sub·
su sistema parcial político el tipo estructural de la nueva sociedad. Aún jcctif», en Íd., Le~ons d'histoire de la J>hi/osophie du Droit, París, 1957, pp. 249-283. Acer-
ca de la significación de Hobbes para este cambio, cf. L. Srrauss, The J>o!itica/ Philosophy o(
no se ve que la sociedad misma se ha reestructurado sobre la base de fun- Hobbes: lts Basis a11d its Genesis, Chicago (IL), 2 1952, pp. 155 ss., e Id., Nat11rrecht und
ciones específicas en sistemas parciales. Al contrario, se intenta dar al sis- Geschichte, Stuttgart, 1956, espec. pp. 188 s. Como lll1 intento destacable de anular esta
tema político delgovernment esta forma estructural de la diferenciación evolución para el caso de la dogmá1ica de los derechos fundamenrales, cf. P. Haberle, Die
funcional con más autonomía que tienen los sistemas parciales. Esta es Wesmsgarantie des Art. 19, Abs. 2 Gnmdgesel'l;: Zugleich ein Beitrag zwn i1ZStitutio11e/le11
Verstiindnis der Crundrechte tmd z11r Lehre vom Gesetzesvorbehalt, KarlHuhe, 1962.
posiblemente la respuesta más consecuente y más exitosa a este nuevo 15. Véase especialmente la polémica. que rnvo un amplio efecco, de Grotius con-
problema, dado que con ello se da lugar a una armonía estructural entre era la distinción entre las fundamenraciones del derecho basadas en el derecho natural y
la sociedad y sus sistemas parciales políticos. Únicamente queda abierta el derecho positivo como criterio de la protección frente a la expropiación (op. cit., 11 ,
una cuestión sobre la que deberemos volver, a saber: si la diferenciación S 8); cf., asimismo, por ejemplo, J. A. Crusius, Tractatus historico -politico-iuridici de
praeminenti dominio principis et rei publicae: in subditos, eomm bona, ac it,s quaesitum,
funcional del government es suficiente o si no ocurrirá más bien que el cap. XIII, 5, en Íd., Opusc11la uaria, Miinster, 1668. Para más detalles cf. O. von Gierke,
sistema político socialmente diferenciado de modo dinámico va mucho op. cit., pp. 268 SS.
más allá de los órganos de gobierno, de tal manera que coma prioridad la 16. También en este nivel, al igual que con el concepto de ius, fracasa la antigua
diferenciación entre política y administración. , posibilidad de pensar unificadamente la facultad y la restricción legales. Cf. W. Merk,
Oer Gedanke der gemei11e11 Beste11 in der deutschen Staats- und Rechtsentwicklimg, Darm-
J unco a estos esfuerzos en pos de una nueva endoconstrucción del stad1, 1968, pp. 66 ss. Sobre el tipo de esfuerzos para especificar las relaciones fiables de
poder político apropiada para las nuevas relaciones, se dan otros por medio a fin véase, por ejemplo, el intento, que fue el último, de N. Th. Gonner, Deutsches
reconstruir las perdidas vinculaciones de la sociedad como límites exter- Staatsrecht, Landshuc, 1804, pp. 418 s.

80 81
INTERPRETACIONES CONCO MI TANTES
EL SISTEMA POLiTICO DE LA SOCIEDAD

la práctica, fue abandonado en el siglo x1x 17. Poco a poco, se priva de la naturaleza o la historia. Asimismo, instituciones invariables como la
releva~1cia_ jurídica a la inferencia de la fiabilidad de los medios a partir Iglesia o la Corona no bastan ya para simbolizarlos. Han de ser elabo-
de la fmahdad a estos «modos de deducción del Estado policial»ts_una rados en el mismo sistema político y el trabajo presupone la organiza-
inferencia que en un primer momento es aún imprescindible-19_ En lugar ción. Esta necesidad de organizar la política y de trabajar políticamente
de la racionalidad relativa a un fin, entra en escena la forma condicional es, empero, concebida en un primer momento con el vocabulario de la
de la norma legal, que hace depender determinadas consecuencias de de- tradición; se la llama «democracia», esto es, gobierno del pueblo, y es
terminados estados de cosas: si A, entonces B. Con ello, queda institucio- caracterizada de una manera que Je es propia. Parece pues como si úni-
nalizado un modelo de relaciones que permite montar artificialmente camente se tratara de un cambio en la forma de Estado -algo ya expe-
las unas en relación con las otras, causas externas y efectuaciones ínter~ rimentado con frecuencia-, de un desplazamiento del poder supremo
nas específicas; esto es, permite proporcionarle al entorno una función desde el soberano hacia el pueblo; com o si se tratara, pues, de un pro-
desencadenante de procesos de decisión. Esta forma garantiza un alto blema que, en caso necesario, pudiera ser resuelto mediante la revolu-
grado de interdependencia entre sistema y entorno -tendremos que ción, cuando en realidad debe implementarse -y se implementa- un
volver sobre e llo-; y lo hace aunque esta fuera ofrecida al sistema po- modo de funcionar del conjunto del sistema político que es de un tipo
lítico únicamente como un formu lario previo, aun por completar, para enteramente nuevo, más complejo y abstracto. De modo correspondien-
la autoprogramación. Compensa la positivización del derecho. Esta es temente no realista opera la nueva teoría de la constitución liberal y de-
la función del Estado de dcrecho 2º. . mocrática del Estado, que conecta con las revoluciones francesa y ameri-
Con ello, la forma del programa y su ejecución resultan adecuadas cana y que se ocupa principalmente de la producción de un gobierno de la
para las nuevas exigencias. Sin embargo, el proceder de la programa- mayoría, de asegurarlo, así como de los peligros del mismo 21 • C laramen-
ción queda abierto. La nueva variabilidad de la elaboración de leyes y te, este concepto tiene una función de transición y, en esa medida, una
la planificación de fines plantea unas exigencias correspondientemen- misión histórica.1 Así se explica tanto la utilización de categorías tradi-
te elevadas al proceso de preparación política y pericial, que en un pri- cionales como el que nos detengamos a l llegar a la forma de gobierno
mer momento apenas son reconocidas. Los fundamentos de decisión no -que ha de cambiarse-. Ni sus presupuestos intelectuales ni sus inquie-
pueden ser ya tratados, en esta nueva situación, como dados a través de tudes ofrecen, empero, un concepto adecuado de las nuevas realidades
que se están desarrollando. Lo más grave aún, quizá, es que está actuando
una infravaloración de la complejidad objetiva y social de intereses po-
17. Cf., a este respecto, e l panorama de K. Hespe, Zur Entwicklung de-r Staatszweck- líticos, de temas y problemas de decisión; una multiplicidad que exclu-
lehre in der deutschen Staat~rechts111isse11schaft des 19. jahrhunderts, Colonia/Berlín, 1964.
18. Así, O. Mayer, Deutsches Venualt1mgsrecht, Leipzig, J 895, vol. I, p. 284,
ye hablar de un gobierno de la mayoría en ningún sentido empíricamente
nora 20. aprehensib le.
l9. Para mayor detalle a este respecto, c f. N. Luhmann, Rechi 1md Automation in der Sin embargo, hay a lgo que sí tiene lugar, a saber: se reelabora el con-
offentlichen Verwaltimg: Eine verwaltungswissenschaftliche Untersuclmng, Berlín, 1966, cepto de representación 11. La representación, en la Edad Media, y más
pp. 35 ss. Co mo continuador de la anngua doctrina encontramos, entre los autores recien-
tes, a H. Krüger, Allgemei11e Staatslehre, Stuttgart, 1964, pp. 58 s., 260 s., 828 ss.
20. La e~pos1ción jurídica del Estado de derecho acenrúa, por el comrario, mayor-
memc, solo. la 1d'.!:l_ ~ás restnngida de la pro~ección de los derechos subjetivos. Está por ello 21. Sob re este asunto resulta valiosa la lectura d e R. A. Dahl, A Preface to Democra-
en escasa d,spos1c1on para _aprehender con¡unramenre las condiciones sociales y políticas tic Theory, Chicago (IL) , 1956. [Un prefacio a la teoría democrática, Grupo Editor Lati-
del Estado de derecho. Los mtenros de superar la vieja oposición entre Estado de derecho Ji- noamericano, Buenos Aires, l 9891.
b~ral y democracia igt1alitaria aclarando las premisas de valor comunes, como se ha empren-
22. La ruptura no es aún visible en las conrroversias enrre los Whigs y los Tories; no
dido sobre todo en Suiza, no pueden susricuir un análisis sociológico de las condiciones de se articula hasta la polémica de l'aine frente a E. Burke. Cf. Th. l'aine, The Rights o( Man,
~n Estado de derecho estable. Cf., a este respecto, W. Kagi, «Rec htsstaat und Demokra- espec. H, 3 (cirado según la edición de Everyman's Library, Londres, 1954, pp. 165 ss.).
n~», en Festgabe (iir Giacometti, Zúrich, 1953; R. Baum lin, Rechsstaat und Demokratie. La exposición clásica se encuentra en J. Se. Mili, Considerations 011 Representatiue Gov-
Eme Untersuchimg der gegenseitigen Beziehung von Demokratie 1111d Rechtsstaat tesis doc- ernment (citado según la edición de Everyman·s Llbrary, Londres, 1954, pp. 171 ss.).
toral! Berna/Zúrich, 1954. Como panorámica general de la relación entre la p~lítica y la [Consideraciones sobre el gobiemo representativo, Alianza, Madrid, 2001j. Para una pa-
noc10n de Estado de derech~ d., sobr_e todo, U. Scheuner, «Begriff und Enrwicklung des norámica sobre el desarrollo del pensamient0, cí. A. Gibbons, Ideas o( political represen-
Rechrssraats•, en H. C:ombo1s y E. 'X'.1lkens (eds.), !vlacht u,(d Recht. Beitriige zur /utheri- tation in />arliament, Oxford, 1914, pp. 1651 -1832. En la teoría alemana del Estado de de-
schen Staatslehre der Gegenwart, Berlm, 1956, pp. 76-88; e Id., «Die neuere Enrwicklung recho, el proceso transcurrió con mayor continuidad, pero también aquí no fue sino hasta
des Rechrsstaats 111 Deutschland•, en Feslschrift Deutscher Juriste11tag, Karlsruhe, 1960,
el sig lo XIX cuando se logró situar en los actos la noción de la Stelluertre-tung fundada e n
vol. II, pp. 229-262. el Kol/ektivuollmacht. Cf., a este respecto, la exp osición de «AJlgemeines konstimrion nelles

82 83
EL SI STEMA POLÍTICO DE LA SOCIEDAD I NTERPRETACIONES CONCOMITANTES

allá, era la exposición y representación de unidades sociales (esto es, no zón de Estado, la separación de poderes, los derechos subjetivos, el Es-
visibles al modo de las cosas) tales como los estados, corporaciones, fun- tado de derecho, la democracia, la representación - y debería tratarse
daciones, ciudades, iglesias, gremios, etc. Era la defensa de estas mismas además del concepto de soberanía, la moral del servidor del Estado, el
en su ser, en sus intereses y en sus derechos bien fundados en tanto par- principio de igualdad, así como de otros- no encuentran su conexión
te de un todo o -lo que venía a ser lo mismo- como manifestación interna en una teoría unitaria y consLstenre. Son experimentados más bien
de este todo incorpore et in membris. A la exposición representativa le como sucesión de teorías que muniamente se combaren y apartan la una
pertenecía -como una vez más ha señalado Habermas 23 - un marco pú- de la otra. Su unidad es la de un problema social latente, que les queda
blico y pleno de luz. Este era el único que permitía que se valorase co- oculto a ellas mismas y que, cuando menos, no entran en la teoría como
rrectamente el ser de lo particular pero al mismo tiempo lo integraba y problema formulado.
lo atenuaba en sus particularidades e incongruencias. La coordinación Únicamente la sociología (de hecho, solo la sociología del siglo XX)
no transcurría, en primer término, sobre la base de procedimientos de se hace con un instrumental de complejidad suficiente para poder formu-
decisión y reglas de votación sino sobre acuerdos de compromiso. Re- lar y explicar este problema fundamental de la diferenciación estructural-
sidía, sobre todo, en las condiciones de manifestación. La mera práctica funcional de la sociedad. No es sino ella la que puede arriesgar a desligar-
del proceso de repre~entación era la unificación y encontrar el derecho, se de las teorías sobre el sentido referido en la acción, sobre el horizonte
no su producción 24 . ético de valores del agente con codo lo que es digno de esfuerzo, de las
La noción de representación se altera bajo la presión de las nuevas teorías sobre todo lo que es bueno o también malo [schlecht] y malvado
exigencias de complejidad y variabilidad. Pierde su carácter fijo y se con- [bose]. Solo ella tiene el ánimo de medir la acción con las perspectivas,
vierte en el trabajo de fuerzas y capacidades [Krafte] especialmente cualifi- incongruentes con ella, de una teoría de sistemas.
cadas para la preparación de decisiones. El momento de la representación La teoría sociológica, y en especial la sociología política, no ha alcan-
del particular dentro del todo recula y queda reemplazado - en todo caso zado aún el rango de la doctrina tradicional sobre la política y la socie-
según la idea- por una exposición con argumentos del bien general so- dad. Sin embargo, sería errado tomar como medida la tradición y exigirle
bre la base de una elección a través de los individuos; una exposición que, a la sociología aquel modo antiguo de hablar dirigiéndose directamente a
sin embargo, únicamente puede causar impresión a través de expectativas. la cosa. La sociedad moderna se ha vuelto tan compleja que ya no puede
En esta nueva noción de representación queda creado el fundamento para ser concebida con las antiguas herramientas intelectuales, que han perdi-
un proceso de generalización de intereses. Por una parte, dicha generali- do peso para la acción y sus fines y medios. La complejidad de la teoría
zación tiene lugar a través del hecho de que el individuo está socialmente ha de ser incrementada de manera correspondiente. Un ejemplo de ello
aislado, esto es, fundamentalmente pensado solo como «rol» de elector. lo proporciona el siguiente análisis del problema de la legitimidad.
Por otra parte, tiene lugar a través del hecho de que el mandato imperati-
vo se olvida y los representantes del pueblo quedan ligados únicamente a
su conciencia moral, es decir, a los procesos de elahoración organizada de
información que ponen en su lugar.
Estas diversas doctrinas presociológicas sobre el derecho y el Estado,
este concepto de sociedad, esta concepción mecanicista del Estado, la ra-

Staacsrechr•, en R. von Mohl, Geschichte 1md Literatur der Staatswissenschafte11, vol. I,


Erlangen, 1855, pp. 265 ss., y la panorámica de K. von Beymc, •Reprasenrativ es und par-
lamcntarisches Regierungssysmn. Eine bcgriffsgeschichtlic hc Analyse»: Politische Viertcl-
iahresschrift 6 (L965), 145-159.
23. Cí. J. Habermas, S1mkturwa11del der Óffentlichkeil. Untersuch1mgen zu einer Ka-
tegorie der biirgerliche11 Gesellschaft, Ncuwied, 1962, pp. 17 ss. [La transformación de la es-
fera pública, Gusravo Gilí, Barcelona, 2004].
24. Cf., a este respecto, también el trabajo, rico en materiales, de Chr. Müller, Das
imperative und das freie Ma11dat: Überlegunge11 z.ur Lehre von der Repriisentation des Volkes,
Leiden, 1966.

84 85
L EGIT I MIOAO

poco nos es dado esperar gran cosa de su combinación. Un funciona rio


de la administración al que, en cada decisión ind ividual, se le dejara libre
respecto de si esforzarse por el con senso o implementar medios coer-
citivos seguiría sin lograr m ucha libertad y descarga a través de una al-
ternativa como la q ue se le presenta. Se trata, más bien, de descargarle
9
también del peso de esta a lternativa y de organizar sus roles de tal manera
que tenga que pensar acerca de la corrección de las decisiones indi vidua-
LEGITIMIDAD
les pero no sobre su implementabilid ad. Esta toma de distancia y este
apartarse es un presupuesto de toda organización compleja del proce-
so de decisión. Quien ha de decidir debe, por así decir, poder servirse del
símbolo «decisión vinculante» como de una pieza de moneda. Solo a llí
donde la aceptación de la decisión queda de este modo asegurada de ma-
nera incuestionada pueden organizarse procesos para encontrar deci-
siones que sean abarcadores, indirectos, caracterizados por la división del
Forma parte del conjunt0 recibido de consideraciones comprensivas de trabajo y que se presupongan m u tuamente. Cabe designar como legiti-
la teoría política - esas que se proclaman reiteradamente y que dicen
midad de las decisiones a esta precondición general de una organización
poco- lo de que un sistema político no puede estar fundado únicamen- compleja de la decisión. Este concepto de legitim idad quiere decir, pues,
te ni en la coerción física ni" en el consenso actual. En alguna relación y
que la toma incuestionada de decisiones vinculantes del sistema político
mezcla debían reunirse las posibilidades de coerción y el consenso, con
queda asegurada con independencia de las estructuras de motivación con-
el fin de posibilitar el gobierno político 1. Más allá de esta afirmación re- cretas y personales.
Resulta claro q ue la legitimidad no puede consistir solamente en una
sulta más interesante la pregunta de por qué esto es así. '
mezcla apropiada de coerción y consenso (en el sentido, por ejemplo, de
Un sistema político q ue para implementar sus decisiones dependiera
que solo son coaccionados aquellos que no obedecen voluncariamente).
del apoyo de la coerción - p lanteada concretamente con ese propósito-
Más bien, el concepto se refiere a l resultado de un proceso de abstrac-
tendría un fundamertto de motivación demasiado estrecho y, con ello, un
potencial de complejidad excesivamente escaso. Su capacidad de decisión ción y generalización de expectativas de comportamiento que difiere y
hace retroceder la severa a lternativa entre coerción o consenso concreto
no iría más allá de su violencia coercitiva y - lo que quizá resulta aún más
-es más, la hace relativamente carente de significado2- . La coerción y
decisivo- debería elaborar conjuntamente en cada decisión informacio-
el consenso son adelantados como posibilidades y las relaciones no son ya,
nes sobre las posibilidades de coerción y debería comunicarlas de ma-
pues, cargadas por comunicaciones actual-motivadoras, sino que vienen
nera igualmente conjunta. De esta manera, la elaboración de decisiones
determinadas por el hecho de tener en consideración la acción poten-
como tal apenas podría ser dividida y racionalizada por sí misma. La situa-
ción no sería distinta si para cada decisión hubiera de crearse un consenso cia 13. En este nivel del contar con posibilidades, Jo real en el futuro puede
permanecer sin decidir. Es más, debe estarlo. Y este no quedar decidido
concreto. También esta exigencia debilitaría visiblemente la capacidad
significa descarga. Si la e lección entre aceptar o no aceptar la decisión
de decisión, esto es, el número de decisiones posibles -el parlamento
polaco es un ejemplo de ello-. Además, recargaría de tal manera el es- recae ya en este nivel, entonces cabe ahorrarse el que se provoque, en
modo alguno, la posible realidad; se la puede evitar dando un rodeo. En
caso potencial de comunicación del sistema que el sistema político no
ese caso, el intercambio de comunicaciones en como a la pregunta de si el
podría alcanzar ninguna complejidad propia digna de mención.
Si tanto la <.:ot:n:ión <.:omo d <.:onsenso a<.:tuales tienen, como exigen-
cias de motivación, estos !imitadores efeccos retroactivos, entonces tam- 2. En esra medida, solo para una mirada superficial resulra una paradoja -aunque
ciertamente requiera una consideración-el que Fran~ois Bourricaud vea la esencia espe-
cífica de la política en la formación de consenso mediante el hecho de tener a disposición
1. Cf. el panorama sobre numerosas variantes de opinión acerca de este tema en posibilidades de coerción (cf. «Science politique et sociologie: Réílexions d'un sociolo-
E. V. Waher, •Power and Vio lence»: American Political Science Review 58 (1964), 350-360. gue»: Revue Fran~ise de Science Politique 8 (19581, 249-276).
Cf., asLm1smo, Se. Bernard, «Esquisse d'une rhéorie scrucnirelle-íormelle du sysreme pol ici- 3. Véase la conocida formu lación de la m/e o( anticipated reactions en C. J. Fried-
que•: Revue de /'/nstitut de Sociologie 36 (1963), 569-614. rich, Constitutional Govermnent and Democracy, Boscon (MA), 1941, pp. 589 ss.

86 87
El SISTEMA POLÍTICO DE LA SOCIEDAD LEGITIM I DAD

consenso o la coerción nos la podemos ahorrar o, cuando menos, puede · Si la validez de las decisiones vinculantes está instilucionalizada de
simplificarse en gran medida. Asimismo, por último, es posible entonces ral modo que quien la acepta puede esperar acuerdo y descarga de res-
ahorrarse e l que se traigan a colación motivos personales de cualquier ponsabilidad, entonces la decisión puede convertirse e1~ un símbolo q:1e
índole para una elección como la que aquí describimos; ello es así porque puede ser transmitido. El estrechamiento de las alternattvas, la reducc1on
la elección ya no es actual en modo alguno y una fundamentación per- de la complejidad que viene ligada a todo ello, es aceptada por c ual-
sonal -por ejemplo, acerca de por qué uno paga sus impuestos- no la quiera como premisa de la decisión, sea como sea la situación concreta
espera ya nadie. en la que se hace relevante., A nadie se le ocurre ponerse a negociar con el
Un proceso como el descrito, de generalización de la roma de decisio- cobrador del autobús o de la autopista acerca de horarios de transporte,
nes (un proceso en el que dicha toma de decisiones se hace además evi- sobre las tarifas, sobre las paradas, etc.5 • Antes bien, las decisiones toma-
dente), solo puede llevarse a efecto con apoyo social. Sin el acuerdo con das son tratadas como hechos mientras no haya puestas a disposición
otros, el individuo no podría distanciarse tanto de sus motivos personales. vías específicas para la impugnación o la modificación. Quien obedece
La legitimidad presupone la institucionalización. Esto cabe considerar- la decisión puede evitar, con ello, conflictos relativos al rol, puesto que
lo como fuera de toda discusión. Merece la pena, sin embargo, analizar su acción le será aceptada como justa o, al menos, inevitable. Mientras,
con algo más de precisión esce proceso de institucionalización. al contrario, la legitimidad del decidir es difícilmente alcanzable (o no se
Cuando las expectativas de comportamiento o los roles -aquí, los alcanza en absoluto) allí donde se contraponen expectativas de comporta-
del ciudadano de un Estado que acepta las decisiones- son instituciona- miento. Es el caso, por ejemp lo, de las expectativas de comportamien-
lizadas, ello tiene un doble significado: por una parte, el agente, cuando to de la familia o de la tribu, de la hermandad de sangre o de un código
actúa en su rol de acuerdo a las expectativas, puede contar con mayor se- de honor aplicable a un grupo social. Por el contrario, si la aceptación
guridad e,z torno al consenso. No tiene que poner a prueba la situación yueda asegurada de manera típica y sin conflictos, y sf puede ser pr~vo-
de consenso. Puede partir del supuesto de que cualquiera que experi- cada bajo determinados presupuestos reglados (por e¡emplo, la «arnbu-
mente con él su comportamiento lo aprueba tácitamente. Quien quiera ción de competencias» de los puestos decisivos), entonces el proceso de
presentar oposición deberá hacerlo expresamente y deberá fundamen- elaboración de decisiones puede ser descargado de ocuparse preventi-
tar su concepción. Cuando esta expectativa de acuerdo está asegurada vamente de la motivación del que es desti natario de la decisión. Puede
de alguna manera, la acción se hace tan evidente que ya no se presenta permanecer abierta, en el caso individual, la cuestión de si el destinatario
como acción personal. No queda ya la acción dirigida al agente, sino a acepta porque él mismo lo ve así o por el miedo ante las medidas coer-
la norma, a la institución, a la comunicación que dispone. No es coex- cirivas existentes; queda abierto si acepta por una fidelidad al Estado
perimentada como expresión de una decisión libre, como personalmente emocionalmente internalizada o por indiferencia o falta de tiempo.
causada, como rasgo esencial de un carácter individua l y, consiguien- Todos estos grupos de motivos serán empleables, en cada caso, solo
temente, no necesita ser expuesta como acción personal. No hay que res- de un modo limitado; esto es, serán «escasos»: son inevitables como fun -
ponder de ella, no ha de ser explicada o, dado el caso, disculpada. La damentos reales de la legitimidad, puesto que toda institucionalización
institucionalización no garantiza únicamente, pues, el apoyo a la acción
mediante la seguridad respecto del consenso sino que, a una con ello,
viene dada la descarga de responsabilidad personal así como, igualmente, Joumal of Abnormal and Social l'sychology 63 (1961), 302-310; H. M. Ly~d, 011 Shame
and the Search for ldentity , Londres, 1958, pp. 186 ss. Sobre b depe ndencia del proceso
la necesidad de crearse unos motivos personales. La acción puede ser es- de rendimiento causal de cuentas de la acción respccm de los hechos insrirucionalcs dados
tabilizada como rutina impersonal con tanta mayor evidencia y fluidez cf. F. Heidcr, «Social Perceprion and Phenomenal Causality»: Psychological Review 51
cuanto más intensa sea la institucionalización4. (1944), 358-374. Que la necesidad de morivos personales solo se presenta en un compor·
rami ento problemático e institucionalmente no asegurado queda adec uadamente expuesto
por A. Strauss, Mirrors a11d Masks. The Search for Identity, Glencoe_ (IL), 1959, pp. 45 ss.
4. Acerca del efecto de descarga de las instiruciones, cf. fundamentalmente A. Geh- 5. E. Kati )' S. N. Eisenstadt («Sorne Soc1olog1cal Observattons on the Response
len, Urmensch u11d Spiitkultur. Philosophische Ergeb11isse und Aussagen, Bonn, 1956, of fsracli Organizations to New lmmigrants»: Administrative Science Quarterly 5 [ 1960\,
pp. 22 ss. y 37 ss., e Id., Anthropologische Forsclnmg, Rcinbck, 1961, pp. 70 ss. Cf., asi· pp. 113· 133, espec. pp. 125 s.) ilustran con el ejemplo d~l.título de la obra citada su tesis de
mismo, E. E. Jones y J. W. Thibaut, • Interaction Goals as Bases of lnference in I nrerper- que en países en vías de desarrollo -o ante una pohlac,on no adaptada~ la bl!rocrac~a.-
sonal Perccption•, en R. Tagiuri y L. Pettullo (eds.), Perso11, Perceptio11 and /11terperso· la adm inistración ha de ocuparse de los roles y motivos de los desnnatanos de las dec1s10-
na/ Behaviour, Stanford (CA) 1958, pp. 151-178; E. E. Jones, K. E. Da vis y K. J. Ge rgen, nes; consecuentemente, ha de asumir funciones po líticas y docentes y, bajo la presión de
«Role Playing Variations and Their lníormarional Value for Person Perception»: The estas exigencias, ha de desburocratizarse.

88 89
H SISTEMA POLÍTICO DE LA SOCIEDAD LEGITI H I DAD

ha de conectar con motivos fácricamente disponibles 6 • Sin embargo, esto no sean únicamente pasivos, sino también activos. Esto, a su vez, solo
depende de que se asegure la recepción de las decisiones estatales con es posible cuando se logra separar los roles políticos del público de sus
independencia de si estos grupos de motivos se encuentran en el caso in- otros roles; esto es, cuando pueden diferenciarse dinámicamente no
dividual y con independencia de cómo se encuentren y en qué propor- solo los roles de gobierno del sistema político, sino también los roles
ciones lo estén. Consecuentemente, la legitimidad de sus decisiones ha del público en dicho sistema7. El desarrollo del sistema político exige una
de ser asegurada -y, en este nivel, institucionalizada- mediante un «democratización» de su elaboración de decisiones.
simbolismo abstracto de la validez, con el objetivo de hacer a la buro- Naturalmente, esto no puede significar que, a consecuencia de lo an-
cracia independiente de las oscilaciones del campo de los motivos. Si, terior, el individuo vaya a estar incli111ado a observar las leyes o aceptar las
con ayuda de esta generalización, se logra conformar una gran burocra- decisiones de la administración porque se le haya concedido, en la forma
cia capaz de rendimientos con un profundo potencial especializado de de- del derecho al voto, una influencia mínima que a efectos prácticos nunca
cisión, entonces otros sistemas parciales de la sociedad - por ejemplo, la resulta decisiva. Una especulación como la que acabamos de mencionar
economía, la educación, las familias y los sistemas de acción religiosa- se había facilitado la introducción de formas democráticas de gobierno tras
adaptan a la existencia de un mecanismo como el descrito para la decisión la pérdida de los fundamentos religiosos y tradicionales de legitimidad.
sobre problemas y desmantelan su propio potencial de percepción de fun- Su realización, empero, no resulta plausible ni psicológica ni sociológica-
ciones políticas. En ese momento, el proceso del decidir legítimo puede mente. :El sentido del proceso democrático de legitimación descansa,
sustentarse a sí mismo en gran medida. Esto significa que puede justificar- justamente, no en el principio de un intercambio directo, sino en una
se mediante su éxito y mediante interdependencias estructurales en la so- diferenciación de roles que conduce el proceso de comunicación entre
ciedad, lo que hace posible reducir al mínimo la provisión de motivos de gobernante y pueblo mediante rodeos. De esta manera queda destensa-
obediencia particulares y drásticamente cercanos a la acción, tales como la da la confrontación directa, que traería consigo conflicros8 • El derecho
coerción o la lealtad. Así pues, en virtud de la legitimidad, se desplaza el al voto actúa así en una doble dirección: por una parte, le da al individuo
problema desde la provisión para la implementar la decisión hacia el pro- la posibilidad de descargar, sin consecuencias, irritaciones individuales
ceso de preparación de la decisión. En particular, el problema se despla1,a en el otro rol de elector; y a l mismo tiempo, por otra parte, institucio-
al proceso de depuración política de los fundamentos de la decisión me- naliza la base de un sistema de procesos políticos de elaboración de infor-
diante el cual queda asegurado, en unos términos muy generales, q'ue el mación que, como tales, obtienen confianza con independencia de las
decidir permanece dentro de los límites de lo aceptable. 1 votaciones individuales, puesto que más o menos aseguran que el sistema
En la medida en que los motivos particulares para aceptar una deci- político no tomará ningún tipo de decisiones «impopulares».
sión -tales como la coerción, la confianza, el intercambio, la gratitud .. En resumen, queda por afirmar que, en el caso de la legitimidad, se
o la intuición- o bien se derrumban o bien dejan de ser suficientes, se trata de decisiones acerca del resultado de un proceso social de genera-
hace consiguientemente necesario desplazar la provisión de legitimidad lización de las actitudes respecto del sistema político; un proceso que,
desde la frontera del output del sistema político a la frontera del input de sobre todo, transcurre por las vías de una neutralización <le los ámbitos
este. Se hace necesario igualmente diferenciar estos límites con preci- de motivos de tipo personal. Presupone, por una parte, estructuras y
sión y garantizarle a la población unos roles en e l sistema político que procesos sociales de carácter general que descargan al individuo de la
responsabilidad personal por su obediencia. Por otra parte, presupone
una elaboración de la información en el sistema político mismo que es
6. En este sentido, podría ampliarse la tesis explícitamente formulada por Parsons
o Deutsch -pero poco difund ida- de que la confianza política y la disposición al reco- comple ja y que va por rodeos. Dicha elaboración le permite al indivi-
nocimiento exigen un capital mínimo de real assets en la forma de una violencia coercitiva duo una reacción personalmente motivada pero también cuida de que
implementable, que empero no requiera cubrir cada decisión individual, sino que, con esta reacción quede generalizada, en el proceso subsiguiente de su ela-
ayuda del proceso de legitimación, puede ser ampli:imente cubierto. Cf. T. Parsons, «On boración, hasta el punto de que el sistema político pueda decidir con in -
rhe Concept of Pofirical Power•: Proceedings of the American Philosophical Society 107
(1963), 232-262; Id., «Some Reflections on the Place of Force in Social Process•, en dependencia de los motivos personales cuando estos no se sumen con
H. Eckstcin (ed.), Intemal War: Problems and Approaches, Nueva York/Londres, 1964, todas sus fuerzas. Esta indiferencia y per manencia de una elaboración
pp. 33-70, y K. W. Deursch, The Nerves of Govemment. Models o( Polit1cal Commumca-
tion a11d Control, Nueva York/Londres, 1963, pp. 120 ss. Lo ap licable a la vio lencia coer-
citiva se puede afirmar igualmente respecto de otras fuentes de motivación breves; por 7. Trataremos este asunto con mayor detalle más adelante en el capírulo 22.
e¡emplo, la comprensión interiorizada [Einsichtj o la confianza. 8. Cf. el modelo esbozado infra, p. 117, y las expl icaciones que hacemos al respecto.

90 91
EL SISTEMA POLiT I CO DE LA SOCIEDAD LEG I TIM I DAD

de problemas relativamente racional sostiene el rendimiento decisorio del zación del reconocimiento, que lo hace indiferente frente a las diferencias
sistema político y se convien e, con ello, en el fundamento propio de su de estructuras personales de motivación y que, en virtud de ello, estabiliza
legitimidad.'· el sistema de elaboración de las decisiones. La concepción de la legitimi-
Para poder comenzar este análisis sociológico debe ampliarse e l con- dad como fe en los principios significa, por el contrario, que la estabilidad
cepto presociológico de legitimidad. Como concepto del derecho ya era de un sistema político queda asegurada -de un modo ideal-típico y en el
conocido en la Edad Media y fue empleado para rechazar la usurpación y mejor de los casos- mediante este ripo de fe. Dicho con mayor precisión,
la tiranía9• En especial, el concepto de legitimidad sirvió a la restauración queda asegurada mediante la congruencia de la fe en la legitimidad con la
posnapoleónica para fundamentar la reposición de todos los derechos pretensión de legitimidad. Este no es, en modo alguno, el caso en todas las
de soberanía 1°. En la teoría jurídica este concepto es entonces adoptado y circunstancias. Una congruencia como la descrita puede fijar unos prin-
generalizado. Primero es equiparado con el gobierno fáctico y posterior- cipios como fundamento de la acción (por ejemplo, la trad ición) y estos
mente empleado para apuntalar la problemática de un principio de lega- principios se pueden volver poco adecuados en un mundo rápidamente
1idad puramente positivista. Ya con ello -y junto a intentos de fundamen- fluctuante. Pueden mermar la capacidad de aprendizaje e innovación del
tación desde el derecho natural- surge la idea de que se trata menos del sistema político. Pueden llevar a una discrepancia visible entre estructuras
principio de justificación, o del derecho de soberanía, que de la convic- de rol y premisas de valor. Pero, sobre todo, tampoco ponemos plen~mente
ción fácricamente extendida sobre la validez del derecho 11 • Esta concep- al descubierto los procesos sociales que apoyan la recepción de las decisio-
ción, según la cual el concepto de legitimidad proporciona un motivo nes como válidas si únicamente buscamos procesos de institucionalización
de reconocimiento de decisiones (aunque no necesariamente el único), o imernalización de los principios de gobierno. No solo una fe común,
a saber, la fe en su carácter vinculante, es algo que ha encontrado am- sino también una común indiferencia o una común carencia de otra salida
plio reconocimiento también en la politología y la sociología 12. En ello pueden llevar a que el poder de un sistema político permita ser emplea-
se desliza fácilmente un error -sugerido por el concepto de «fe»- a sa- do bajo la forma de decisiones legítimas e incuestionadamente aceptadas.
ber: que el reconocimiemo de la validez vinculante de una decisión que- Se precisa de este concepto ampliado de legitimidad, por ejemplo,
da intercambiado por la fe en el principio de su justificación. para poder analizar el caso raro de un experimenro no premeditado, esto
Una fe en los principios como la descrita es, empero, ella misma, úni- es, el que ha emprendido en esta cuestión la República Democr~tica Ale-
camente un conciso motivo aislado. Puede ser considerado como un mo- mana. Mientras sus fronteras hacia el Oeste permanecieron abiertas -y
mento de refuerzo que incrementa las oportunidades de un gobierno de cualquiera que permanecía allí lo hacía voluntariamente- la República
encontrar obediencia (tal y como Max Weber dice expresamente). Con Democrática Alemana podía, de hecho, apoyar la legitimidad de sus deci-
ello, sin embargo, e l análisis pasa por alto el proceso propio de gencrali- siones exclusivamente en una reflexión atribuible a las personas. Había la
posibilidad de evitarlo en unas circunstancias que sobrepasaban amplia-
mente el normal ius emigrandi. El individuo era, en virtud de ello, ciuda-
9. Los principios de legitimación dominante~ y muruamcnte contrapuestos eran e l
consenso de l pueblo y e l consentimiento por parte del sobe rano anrerior. No es hasta la dano provisional del Estado hasta nuevo aviso. Este aceptaba el régimen
Modernidad cuando se presenta la idea según la cual la facticidad y la efectividad del go- político, en todo caso, mediante una decisión atribuible a su persona -su-
bierno, en todo caso a largo pino, pueden ser un fundamento de legitimidad. Con ello, puesto que no lo afirmara en sus principios-. Y precisamente esta depen-
entran claramente en la argumenración consideracioo es de razón en lugar de rígidas con- dencia de la motivación personal -incluye ndo la convicción- no ofre-
sideraciones de derecho.
1 O. Véase la exposición retrospecriva de F. Brockhaus, Das Legiti111itiitsprim:.ip: Ei11e ció en modo alguno una base suficiente para la legitimación. La seguridad
staatsrechtliche Abha11dlu11g, Leipzig, 1868. El mismo Brockhaus representa la equiparación respecto de las decisiones que resulta exigible en los grandes sistemas de
positivista entre legitimidad y apropiación fáctica del poder. administración no puede apoyarse exclusivamente en la convicción o en
11. Véase G. Jellinek, Allgemei11e Staatslehre, Darmstadt, 1]959, pp. 332 ss.. Cf., otros motivos personales - sean del cipo que sean- puesto que los meca-
asim ismo, el panorama de la discusión en I t. Welzel, A11 de11 Gre11ze11 des Rechts. Die Frage
11ach der Rechtsgeltung, Colonia/Opladen, 1966. nismos sociales de la habituación y del hacer algo evidente no se asientan
12. Véase, por ejemplo, M. Weber, Wirtscha{t und Gesellsc/Jaft, Colo nia/Berlín, 1964, allí donde un comportamiento es tenido por voluntario, como personal-
pp. 22 ss. y 157 ss.; y, a este respecto, J. Winckclmann, /.,egimitiil u11d Legalitiit in Max mente condicionado y, con ello, como variable. El 13 de agosto de 1961 13
Webers Herrscha/tsoziologie, Tuhing~, 1952; G. Ferrero, Macht, Berna, 1944; C. J. Fried-
rich, «Die Lei:¡irimitiir in polirischer Perspektive»: Politische Vierteliahreschrift 1 (1960)
pp. 119-132; Id., Ma11 and 1-li.s Govern111e11t, Nueva York, 1963, pp. 232 ss.; S.M. Lipser,
Soúologie der Demokratie, Neuwied/Berlín, 1962, pp. 70 ss. 13. Fecha del inicio de IJ construcción del muro de Berlín [N. del T.].

92 93
El SISTEMA POLÍTICO DE LA SO C IEDAD

se dio lugar a una situación diferente y, en sus consecuencias prácticas, la


conciencia de legitimidad cambió en el sentido de una aceptación imper-
s?~al sin que _ine?ie cuestionamiento. Desde entonces, nadie necesita jus-
tificar, ante s1 mismo o ante otros, un comportamiento «normal» con el
Estado como sí lo hace con una decisión personal. La validez de las deci- 10
siones no es contestada ni siquiera por aquellos que le rehúsan el consen-
so interno
. y queda reconocida corno tal validez - es decir, no solo volun- AUTONOMÍA Y DIFERENCIACIÓN INTERNA
tariamente-. Surge así un credo estatal que no presupone ningún tipo de
pr?f~sión de fe i~eológica. Que este tipo de confesiones ideológicas sean
ex1~1?as y orgamzadas, y que puedan pertenecer a la aceptación de las
dec1s1ones, es otra cuestión. La única oportunidad de fundar un Estado
sobre la convicción personal fue abandonada el 13 de agosto de 1961.

Entre las hipótesis generales de la teoría de sistemas que pueden aprove-


charse para la sociología política se encuentra la aceptación de una co-
nexión entre la autonomía del sistema y la diferenciación interna al siste-
ma.<Por autonomía entendemos la posibilidad de un sistema para poner
él mismo causas que puedan contribuir al mantenimiento de una distin-
ción entre sistema y entorno, esto es, al mantenimiento de un orden supe-
rior y menos complejo dentro del sistema. Un sistema que quiera alcanzar
un cierto grado de autodeterminación frente a su entorno ha de desarro-
lla r una cierta complejidad propia para poder organizar mecanismos se-
lectivos de elaboración de informaciónfy esto significa, en todos los casos
de orden superior, una diferenciación funcional. Por otra parte, una di-
ferenciación funcional de mecanismos internos es únicamente alcanza-
ble cuando el sistema no es por entero dependiente de alteraciones con-
tingentes del entorno sino que puede compensar las perrurbaciones en
sus mismas relaciones con el entorno, con lo que tiene una cierta liber-
tad de e lección sobre la cuestión de a qué debe reaccionar -y cómo-
en interés del mantenimiento de los fondos organizados del sistema. La
diferenciación funcional y la autonomía en el sentido de la relativa inva-
riabilidad autorregulada en la relación con su entorno se presuponen
mutuamente 1•
Para poder emplear esta hipótesis general en los sistemas políticos
se requieren dos pasos preparatorios: en primer lugar, ha de localizarse
con mayor precisión qué significa la autonomía para e l sistema político y
cómo se ha desarrollado en el transcurso del desarrollo histórico. A~imis-
mo, posteriormente deben elaborarse las consecuencias de una creciente

l. Enconrramos unas consideraciones opo rtunas acerca de conex iones emre la com-
plejidad de los sistemas y la autonomía de los sistemas políticos en S. P. Huntingron, «Po li-
cical Dcvclopmem and Political Dec.1y»: World Politics 17 (1965) 386-430 (393 ss.).

94 95
AUTONOMÍA Y DIFERENCIACIÓN INTERNA
EL SISTEMA POLiTICO DE LA SOCIEDAD

autonomía para la ordenación interna del sistema político. Solo entonces der espontáneo y carente de fundamento. Más bien, se trata de autopro-
podrá emprenderse en la siguiente sección el intento de esbozar un mode- gramación. Esta programación no está al servicio de la separación, sino
lo del sistema político y de sus relaciones en la sociedad que esté a la altura de la conexión entre sistema político y sociedad. Se hace necesario en la
de estas exigencias y que subyazca bajo las consideraciones ulteriores. medida en que el orden social estructural-unitario y fu ncional-difuso se
La antigua teoría político-social europea había visto la esencia de la disuelve y sus mecanismos de integración tienen que ser reemplazados.
sociedad en su autosuficiencia (autarquía) y había tenido, consecuente- Las vinculaciones sociales implícitas de la acción política mediante el en-
mente, por necesario el fundamentar, mediante un orden político, la so- trelazamiento de roles personales -que han de ser rotos en el transcurso
ciedad por encima de los intereses particulares de las familias y de los ofi- de la diferenciación dinámica estructural y en la autonomización del siste-
cios ya diferenciados. Con ello, se mezcló la representación del sistema ma político- quedan reemplazadas por vinculaciones explícitas que úni-
político con la de autarquía. A través de un orden político, la sociedad camente pueden ser elaboradas a través de procesos decisorios del mismo
debía alcanzar aquella plenitud e independencia que le obsequiarían la sistema político y que solo pueden ser moldeados en forma de programas
perduración a partir de sí misma y le otorgarían al mismo tiempo plenitud de decisión. En especial, para el sistema político, la autonomía del sistema
armónica. El concepto de autarquía está pensado según el patrón de un consiste en la posibilidad de decidir acerca de ciertas premisas del pro-
sistema sin entorno. Quiere esto decir que un sistema encuentra en sí pio decidir, esto es, de decidir en el decidir acerca de decisiones -con
mismo todos los presupuestos necesarios para su existencia. otras palabras, en el hacerse reflexivo del proceso de decisión 3- . Tam-
Para el concepto de autonomía en el sentido moderno y propio de la bién el concepto de la positividad, de la estabilidad de los fundamentos
teoría de sistemas se aplica lo concrario2 • Dicho concepto se refiere a un de la decisión, describe señeramente este estado de cosas en la literatura
sistema que existe en dependencia del entorno, que toma rendimientos jurídica.
y da rendimientos y que, justo por ello, dehe ejercer un conrrol selectivo El que la auroprogramación no sirve para separar sino para vincu lar el
sobre los procesos que vinculan al sistema con el entorno. El postulado sistema político y el entorno de la sociedad es un hecho que puede verse
de la autarquía considera posible un cierre hermético de las fronteras del especialmente en los tipos de posibles programas de decisión. Presuponen
sistema. Así, hasta el siglo XIX, China y Japón se explicaban a sí mismos que entre el sistema y el entorno fluyen. comunicaciones, desde el uno al
como autárquicos y no interesados frente a los wmerciantt:s t:uropt:os orro y viceversa; y ordenan este proceso de comunicación según el prin-
que estaban penetrando en dichos países. En el caso de la autonomía, ocu- cipio causal, desde la perspectiva de causas y efectos. Esta esquematiza-
rre justo al revés, pues esta tiene como presupuesto la interdependencia ción deja abiertas dos posibilidades diferentes que cabe separar mental-
de sistema y entorno, dado que ella regula un intercambio que sobrepasa mente. Así, o bien un acontecimiento del entorno queda puesto como
las fronteras, de comunicnción y rendimiento entre sistema y entorno, un causa que efectúa un efecto en él; o biien el sistema mismo decide cau-
intercambio que solo es posible bajo este presupuesto. Por consiguiente, salmente sobre un determinado efecto que ha de ser efectuado en el en-
el concepto de autarquía es incompatible con la representación de una romo. Aunque, de hecho, el proceso causal produce un entrelazamiento
influencia del sistema a través de su entorno y significa asimismo un po- sin fin entre sistema y entorno -dado que todas las causas son también
der absoluto sobre sí mismo. Resulta empero perfectamente concebible efectos y todos los efectos, causas-, estas dos posibilidades deben ser di-
que un sistema autónomo se deje influir. Es más, cabe pensar que, con ferenciadas dentro de una especificación programática de determinadas
el creciente tráfico con el entorno, puedan crecer b influencia ajena y causas o determinados efectos. De modo correspondiente, hay a dispo-
la autonomía propia. sición dos, y solo dos, formas fundamentales de programación de de-
Merece la pena no perder de vista esta distinción fundamental cuando cisiones4. Por una parce, el programa puede fijar determinadas infor-
se trata de hablar de la autonomía del sistema político. Con una creciente
diferenciación funcional, dicha autonomía únicamente puede ser desple- J. En gener:il, sobre este asunto, y sobre l:1 (unción de este tipo de reflexividad en la
gada como autonomía en este sentido y no como autarquía. La autonomía reducción de la complejidad, cf. N. Luhmann, «Reflexive Mechanismen»: So:t.iale Wlelt 17
del sistema político no significa, pues, el encapsulamiento autosoberano (1966), 1-23.
4. Para una elaboración más de cerca de esta distinción y para su aplicación en otros
respecto de las influencias de la sociedad. No significa un ejercicio del po-
contextos de _invc.srigación, cf. N. Luhmann, •Lob dcr Routinc»: Verwaltungsarchiv 55
(1964), 1-JJ; Id., Offentlich-rechtliche Entschiidigimg rechtpolitisch betrachtet, Berlín, J 965,
2. Cf., en este punto, K. W. Deutsch, The Nerves o(Govemment. Models o( l'oliti~al pp. 29 ss.; Íd., Recht w1d Automation in der offeutlichen Verwaltung: Eíne venvaltungswis-
Com111unicatio11 and Control, Nueva York/Londres, 196.J, passim, por ejemplo, pp. 128 ss. senschaftliche Untersuchung, Berlín, 1966, pp. J5 s~. En un sentido simi lar, cf. también

96 97
El SISTEMA POLITICO DE LA SOCIEDAD AUTONOMÍA Y D I FERENCIACIÓN I N TERNA

,naciones que pueden desencadenar una acción dada del sistema. Tieue Por primera vez en la historia universal, el sistema político reclama
entonces la forma de un programa condicional y dice así: cuando el es- y alcanza la plena soberanía sobre el derecho. El derecho queda subor-
tado de cosas en cuestión se dé, deberá actuarse de determinada manera dinado al proceso organizado de decisión de acuerdo a su sustancia y no
-o no se deberá actuar, o se estará autorizado a ello-. Mediante un solo de acuerdo a su uso. No es otra cosa lo que significa la promu lgación
programa así, se le asigna al entorno de la sociedad un rol desencade- de «constituciones». Más o menos al mismo tiempo se abandonan los in-
nante, una especie de autoridad, derivada y no jerárquica, sobre la ad- tentos de determinar la acción del Estado mediante fines dados por la
ministración. Por otra parte, en el otro caso, hay un determinado efecto naturaleza. La norma del derecho y la tarea del Estado son vistas -con
al que se apunta como meta, un efecto que el sistema quiere efectuar en múltiples salvedades procuradas por la teoría- como premisas de de-
su entorno. Este efecto se lo pone el sistema como fin. Dicho sistema cisión autocreadas.
decide, pues, de acuerdo aun programa de fines, acerca de los medios Mediante la autoprogramación autónoma se incrementa visiblemen-
apropiados con los que puede alcanzarse el fin. · te la variedad - por emplear un concepto de la cibernética-. Esto es, se
Estos dos tipos de programas llevan a dos modelos y técnicas de de- incrementa la elección de posibles estados de sistema. Cuanto mayor es la
cisión diferentes. Los programas condicionales son el ámbito de trabajo variedad del sistema, tanto más complejo puede ser el entorno cuyas in-
encomendado a los juristas. El centro de gravedad ele la actividad deci- formaciones el sistema puede tomar y elaborar. Si la sociedad misma se
soria reside aquí en una exposición de los programas y en el análisis de hace más compleja mediante la diferenciación funcional, crece con ello
informaciones en sus características desencadenantes de programas. Los igualmente, en general, la necesidad de reducción de esra complejidad me-
programas de fines, por el contrario, son el dominio de trabajo decisorio diante decisiones. Y con ello crecen las exigencias al sistema político. Este
propio de las ciencias económicas. Aquí se trata de cómo un fin -bajo sistema debe incrementar su propia variedad en un entorno de sociedad
condiciones concomitantes más o menos drásticas- puede ser alcanzado que se vuelve cada vez más complejo. No ha de limitarse exclusivamente
de la mejor manera. Sobre el significado de estos diferentes lenguajes de a aumentar su rendimiento de trabajo en la medida en que incremen-
decisión volveremos en el capítulo sobre la administración. En este mo- ta cada vez más el número de oficinas, personal o medios económicos.
mento, primero es necesario establecer qué tienen en común los dos tipos Debe acrecentar también su elasticidad y su ritmo de adaptación. Y a
de programa. partir de un determinado umbral de evolución esro solo es posible hacien-
Haciendo una mirada recrospecciva hacia la historia del Estado mo- do que el proceso de decisión sea organizado reflexivamente. De este
derno y hacia la historia del pensamiento que la acompaña, llama la aten- modo, el sistema gana la posibilidad de decidir también acerca de sus mis-
ción que la diferenciación dinámica social del sistema político lleva a una mos programas de decisión.
positivación plena y bastante consciente de los fundamentos de la deci - La institucionalización de los cambios del derecho y del cambio en
sión. En la reflexión teórica sobre este proceder, el naufragio del derecho las metas -esto es, la institucionalización de la incertidumbre- plantea
natural y de la vinculación teleológica de los fines de la acción del Estado ahora nuevas exigencias a esta organización interna que hasta el momento
son los hitos decisivos del cambio - los cuales se hacen visibles en virtud resultaban desconocidas. La problemática del control y la dirección queda
del nuevo tipo de autonomía del sistema político-. En el siglo XIX, la le- resicuada desde fuera hacia dentro. Los peligros de la libertad, los riesgos
gislación, que anteriormente era posible solo como ejercicio <le unos de- de la autoprogramación, deben ser simultáneamente posibilitados y mi-
rechos de soberanía específicos y limitados, como medida urgente o como nimizados mediante la organización. Estas exigencias se muestran, sobre
reposición o clarificación del derecho antiguo, se convierte entonces en todo, desde dos puntos de vista: por una parte, se presentan como exi-
un asunto corriente del Estado y, pronto, en una rutina burocrática5• gencia a la racionalización interna de la administración; y por otra parte,
como exigencia a la organización de apoyo político de la administración.
Desde los dos puntos de vista han de transformarse autocomprensiones
G. Vicers, The Undirected Society: Essays on the Human lmplica1io11s o( lnd11strializatio11
in Canada, Toronto, 1959, pp. 60, 63 }' 98 s.; T. Eckhoff y K. Dahl Jakobsen, Rationa/i-
anteriores y deben convertirse en procesos de resolución de problemas.
ty and Responsibility m Administrative and Judicial Dec1s1on-Making, Copenhage, 1960; El problema de la racionalización interna recibe su impulso del hecho
H. Hax, Die Koordi11ation von Entscheidungen: Ein Beitrag zur betriebswissenscha/tliche11 de que, en los mismos sistemas poi íticos que han de programarse, debe
Organisationslehre, Co lon ia, 196.5, pp. 73 ss. distinguirse cuidadosamente entre los procesos de producción y los de
5. Sobre la idea del derecho que ha llevado a cabo este cambio en Alemania es ins-
tructivo E.-W. Bockenfordc, Gesetz und gesetzgebende Gewa/t. Vo11 den Anfangen der utilización de los programas de decisión. Un programa de decisión, en
deutsche11 Staatslehre bis zur Hohe des staatsrechtlichen Positivismus, Berlín, 1958. efecto -ya sea un programa condicional o un programa de fines-, so-

98 99
El SI STEMA POLÍTICO DE LA SOCIEDAD AUTONOM Í A Y DIFERENCIACIÓN I NTERNA

lamente puede cumplir su función de estructuración, descarga y simplifi- lización de las decisiones sobre programas. No se trata aquí, en primer
cación del proceso de decisión cuando, en el proceso de decisión progra- término, como suele suponerse, de un problema de poder -por ejemplo
mado, este es aceptado acríticamente como premisa y cuando no queda de la implementación de las leyes o de la realización de los fines- sino de
puesto en cuestión. Este requerimiento no excluye que, en otro lugar un problema de sentido. Del flujo diario de informaciones -por ejem-
dentro del sistema, se haya desarrollado -o se vaya a desarrollar- dicha plo, del flujo de los casos legales necesitados de una decisión que se n?s
cuestión y que se haya problematizado el sistema mismo. No obstante, presentan- han de extraerse y fijarse programáticamente aquellos mis-
los procesos de decisión programados y programadores han de permane- mos puntos de vista que sirven como premisas de la decisión. La cons-
cer separados. De lo contrario, en el lugar donde ambos estuvieran mez- trucción de una jerarquía compleja de decisiones sobre programas, de-
clados entraría en escena una sobrecarga de complejidad indeterminada cisiones sobre subprogramas y decisiones sobre ejecuciones incrementa,
y el potencial del sistema para la elaboración de constelaciones de pro- en el transcurso de la división del trabajo, la capacidad de decisión del
blemas extremadamente complejas y alterables quedaría notablemente sistema. Sin embargo, por otra parte, desencadena contradicciones inter-
menguado. nas en las orientaciones parciales, así como roces y conflictos. Y para
El alcance de esta exigencia se puede ver especialmente en el hecho todo ello han de crearse roles de trabajo destinados a la coordinación y
de que esta es transgredida una y otra vez, así como en las razones por las el concrol6•
que es. En los programas condicionales - por ejemplo, los programas ju- , Junto a esta agudización de la problemática de la racionalización se
rídicos- se configuran hábitos de explicación típicos que modifican, de- presenta, como una consecuencia más de la creciente autonomía y varie-
limitan y precisan el programa mismo a partir de las experiencias de la dad del sistema político, una agudización de la problemática del apoyo
praxis cotidiana de decisión. La ,,jurisprudencia permanente» de los tri- [Unterstützung]. Todo gobierno conformado según roles, todo gobierno
bunales superiores es el ejemplo niás impresionante del cipo de programa- dinámicamente diferenciado, esto es, no autárquico, depende del apo-
ción apócrifa que se efectúa en passant en la decisión programada y que yo dado a través de la sociedad o, dicho con mayor precisión, a tra-
desarrolla, a partir del caso particular, «principios rectores,, para otros vés de otros sistemas parciales de la sociedad7 . Hemos tratado ya en
casos. En la medida en que la creación jurídica por parte de los jueces el capítulo anterior el aspecto pasivo de este apoyo, esto es, la acep-
parece ser inevitable, también se hace dudoso, en esa misma medida, si tación de las decisiones. Desde un punto de vista activo, este apoyo
el legislador tomará nota de él y aprovechará la posibilidad de «dejar a se corresponde con estar disponible para poner a disposic ión medios
cargo de la jurisprudencia,, la decisión de los puntos problemáticos del materiales y acción humana; esto es, se corresponde principalmente
programa, es decir, de desplazar dicha decisión fuera de la esfera de la con la disponibilidad para aportar dinero para el sistema político, así
acción políticamente responsable. como con la disponibilidad para asumir roles en el sistema político.
En los programas de fines, se encuentra lo opuesto a esta mezcla de En la medida en que el sistema político se estructura de manera variable
competencias en la exigencia -que una y otra vez se presenta y que, en -y en que, por tanto, ha de permanecer indeterminado-, deben plan-
cada caso, resulta iluminadora- de tener siempre a la vista el sentido de
los fines al elegir los medios, así como el de los fines de los fines e inclu- 6. El paralelismo de esca problemática en los programas condicionales y e n los pro-
so el sentido del último fin del Estado. Y esta exigencia será legítima gramas de fines no ha sido aún tenida en cuenta. En e l caso de los programas condiciona·
mientras con ella venga referida únicamente la eliminación de medios les, sin embargo, -y en nuevas cons ideracio nes del problema de la elaboración jurídica
inapropiados. por parre de los jueces- se halla una bue na exposición de la d ificu lcad para sepa rar la
función legisladora del proceso originario del decidir judicial. Cf., sobre todo, J. Esser,
Sin embargo, no sirve para rechazar medios no económicos o que, Grundsatz und Norm in der richterlichen Fortbildung des l'rivatrechts, Tubinga, 1956.
de algún modo, conlleven consecuencias. Un defensor del medio ambien- Respecto de los programas d e fines, sobre todo ha de re tenerse una intuición que se hace
te se vería desbordado si tuviera que decidir también si el fin de la defensa presente en la litcramra especia lizada de las ciencias empresa riales, a saber, que las cadenas
larga, de fine, y medios generan orientaciones sobre la decisiones que resu ltan contradic-
de la naturaleza merece en general que se gaste en él la totalidad de los torias en sí mismas. Esto es, no se coord inan por sí mismas sino que plantean exigencias
fondos presupuestarios o si no sería mejor construir escuelas con di- más complicadas de coordina~ión y comrol. Cf., por ejemp lo, Y. ljiri, Management, Goals
chos fondos. Con este tipo de consideraciones, le quitaría peso a su pro- and Accounting (or Control, Amstcrdam, J 965 .
grama y confundiría todas las competencias. 7. Acerca del co ncepto de support en este sentido, d., por ejemplo, T. Parsons, «'Vo-
ting' anJ th e Equilibrium oí 1hc American Political System», en E. Burdick y A. J. Brodbeck
En los sistemas políticos autónomos, estas dos marcas muestran serios (eds.), American Voting Behavior, Glencoe, (lL), 1959, pp. 80-120; D. Easron, A Syste111s
problemas estructurales como son los límites de la capacidad de cenera- Analysis o( l'olitical Li(e, Nueva York/Londres/Sydney, 1965, pp. 151 ss.

100 101
El SISTEMA POLÍTICO DE LA SOC IEDA D AUTONOMÍA Y OIFERENCIACION I NTER N A

tearse exigencias mayores a la organización del apoyo político. No puede igualmente sus propios lenguajes para la resolución de problemas y me-
permanecer confiado sin más a un consenso institucional presupuesro que dios de influencia, así como sus propias fronteras con el entorno.'Desde
haría aparecer la Corona y el Altar como sacrosanros. No posee, pues, un los puntos de vista de la teoría de sistemas, este proceder puede ser ca-
marco fijo y definido, dentro del cual bastase con el simple ejercicio de racterizado a través de diferentes formu laciones. Y estas, en cada caso,
determinados derechos o privilegios, o con la entrada de intereses per- arrojan luz sobre diferentes aspectos de una y la misma cosa.
sonales o grupales como presupuesto del apoyo político. Más bien, el apo- El sistema político se ve hoy típicamente frente a una creciente com-
yo ha de ser e laborado y generalizado procesualmente. plejidad de la sociedad y debe, por tamo, incrementar, mediante la pro-
Dos cosas tienen que darse: no cab<:: contentarse ya con escuchar las gramación autónoma, su capacidad de elaborar problemas complejos e in-
voces que se hacen oír, que dan fe de sí mismas y que, en virtud de su po- formaciones rápidamente cambiantes; y ha de hacerlo para mantener un
sición social, están en situación de prestarle fuerza a su palabra. La arti- equi librio sostenible entre complejidad del entorno y complejidad propia.
culación de las exigencias y condiciones de apoyo no debe quedar exclusi- Con el proceso de la diferenciación interna, el sistema político satisface
vamente confiada a los intereses estructuralmente favorecidos de algún a su nuevo tipo de autonomía, a su diferenciación dinámica en la socie-
modo, por ejemplo, a los aristócratas o a los ricos. Más bien, dicha ar- dad y, por tanto, en último término, a la diferenciación funcional de la
'J
ticulación se encuentra subordinada y referida a organizaciones de inte- sociedad misma. Si la diferenciación funcional se implementa como es-
reses que, como organizaciones, pueden hacerse cargo, en principio, de tructura dominante de la sociedad, entonces los sistemas parciales pri-
cualquier tipo de interés -aunque se admita que los mineros pueden marios de la sociedad han de ser tambié n diferenciados funcionalmente;
organizarse con mayor facilidad que las empleadas del hogar y que, de y esto significa, para el sistema político, ante codo, separación de políti-
ahí, resulten diferentes oportunidades políticas-. Por otra parre, estos ca y administración. Mediante esta diferenciación en dos sistemas parcia-
intereses no pueden ser inyectados en brnro dentro <lel sistema político les organizados y conrradiccorios, el mismo sistema político mantiene una
por la sencilla razón de que no son, en modo alguno, programas de de- estructura llena de contradicciones y se hace cargo de los problemas con-
cisión que puedan ser puestos en práctica. No solo han de ser articula- secutivos a este carácter contradictorio como una carga cotidiana de com-
dos, sino que también han de ser trabajados a fondo de múltiples ma- portamiento. A través de este carácter contradictorio interno -que ata
neras; se les debe dar densidad hasta que sean temas capaces de generar al sistema político a sí mismo y a su complejidad interna- , la exención
consenso o hasta ser «periciones» políticamente atractivas. Estos ínrere- de vínculos externos y sociales queda compensada por contextos de roles,
ses deben ser equiparados con orras posibilidades y, en todo este proceso, por instituciones, tradiciones y convicciones generales y abarcadoras. Para
han de ser generalizados de tal modo que puedan ser aceptados en el re- el sistema político, el problema de la complejidad social queda despla-
pertorio de los programas de decisión disponibles. Todo esto ha de ser zado desde el exterior hacia el interior, con el fin de que pueda lograr-
efectuado en el interior del sistema político, si bien de una manera tal se la aplicación de mecanismos racionales de resolución de problemas.
que poco tiene en común con el decidir programado de la administración. Una relación equilibrada, que requiere de tantos presupuestos, sola-
Ha de tratarse de unos procesos de elaboración de información que deben mente puede alcanzarse y mantenerse cuando de hecho se logra dejar que
separarse estructuralmente de los procesos de decisión de la burocracia. la política y la administración operen y cooperen con diferentes funcio-
· En los sistemas políticos autónomos y que se programan a sí mis- nes y con criterios de comportamiento contradictorios. Este es el proble-
mos, la diferenciación funcional y estructural entre política y adminis- ma fundamental, el que, en las investigaciones que siguen, sustituye y
tración se convierte en aquel mismo medio con el que la problemática precisa nuestro problema de partida de la complejidad social. Si los dos
de nuevo tipo queda, si no resuelta, sí al menos moldeada según una sistemas parciales se mezclan y confunden, por ejemplo bajo una común
concepción de esta que la hace susceptible de ser resuelta. Las exigen- ideología de fines, entonces el sistema político experimenta una regre-
cias a la política y la administración aumentan de tal manera que única- sión hacia un orden interno mucho más simple, como por ejemplo el de
mente pueden ser separadas y dominadas bajo condiciones de compor- una jerarquía -simple o doble- de Partido y Estado. En estos casos, el
tamiento que en cada caso son diversas y mutuamente incongruentes. La sistema político se encuentra fijado con mucha mayor fuerza a unas pre-
política y la administración configuran diferentes sistemas parciales del misas de la decisión que pueden ser objetivas -referidas a un contenido
sistema político con sus propios roles y expectativas de comportamien- objetivo- o de valor; todo ello por la sencilla razón de que su propia
to. Estos sistemas parciales tienen también sus propios criterios delimi- variedad no basta para variar valores últimos. También un o rden como
tados y, consecuentemente, su propia racionalidad practicable. Y tienen este puede ser por entero un o rden con sentido, especialmente en las

102 103
El SISTEMA POLÍTICO DE LA SOCIEDAD

sociedades que aún no están plenamente diferenciadas y que no precisan


ni pueden soportar un sistema político rico en contradicciones. El orden
del sistema político, en todo momento, únicamente puede ser juzgado
en relación a un estado de sociedad presupuesto.
No obstante, en las investigaciones que siguen, tomaremos como base 11
una teoría del sistema político funcionalmente diferenciado y, con ello,
el problema de la separación de política y administración. La elección de POLÍTICA Y ADMINISTRACIÓN
este punto de partida no viene como consecuencia de que un sisrema
como este sea mejor que otro en algún sentido valorativo; y en modo al-
guno se elige porque se asuma que es el correcto para sociedades de cual-
quier tipo. Nuestra elección se debe solamente a que la teoría del objeto
más complejo ha de ser también la teoría más compleja. De esta manera,
los órdenes más simples y menos fuertemente diferenciados son com-
prensibles a partir de dicha teoría, mientras que, al contrario, las teorías
de dichos órdenes no bastan para concebir órdenes más diferenciados 8•
Las representaciones habituales de la relación entre política y administra-
ción parten de una premisa de unidad. Suponen, sin señalar siempre esta
asunción como cal, que la política y la administración viven -o deberían
vivir- de acuerdo a una representación común de lo correcto. En este
asunto se da una distinción secundaria según si esta unidad es vista de ma-
nera ideal y normativa, si se la ve como anclada en los fines del Estado,
en los valores o en una imagen de hombre; o si bien, al modo positivista,
dicha unidad queda confiada a la política para su resolución. En cada
caso, se espera una armonía de la orientación fundamental en contexto
de acción político-administrativo. El que las soluciones a los problemas
puedan tener sentido y ser correctas desde un punto de vista político pero
que, por el contrario, desde el punto de vista de la administración, pue-
dan ser incorrectas -o a la inversa- es algo que en la medida de lo
posible queda o bien ignorado o bien reconducido -en calidad de inde-
seable efecto colateral- a la insuficie11cia humana, y en especial a un fra-
caso de los políticos.
Sobre este fundamento de una organización homogénea del sentido,
la relación de política y administración se expone de dos maneras diferen-
tes: mediante la distinción entre arriba y abajo; y mediante la distinción
entre fin y medio. Ambos modelos mentales son esquemas de coordina-
ción y, en cuanto tales, están ligados a la premisa de unidad. La acción
política y el decidir político son vistos, en relación a la administración,
como puestos por encima. La admi111istración únicamente es considera-
da como ejecución subordinada de lo que desde arriba ya estaría fun-
damentalmente decidido. La política actúa arriba, la administración es
ejecutada abajo. Por otra parce, se encuentra una y orra vez la concep-
ción de que la política establece firmemente los fines y la administración
8. Esto lo mostrará con detalle el modelo esbozado en el capírulo 12. se limita a elegir los medios adecuados para la realización de estos fines

104 105
El SISTEMA PO LITICO DE LA SOCIEDAD POLÍTICA Y AOM I NISTRAC I ÓN

y los aplica. Ambas concepciones son después proyectadas y fundamen- a través del medio. Con esta subordinación, la posibilidad de una discre-
tadas la una en la otra 1 • La política mantiene el lugar de arriba porque es- pancia emre estructura y proceso, sociológicamente tan interesante, que-
tablece los fines, que naturalmente han de ser previos a los medios; y a la da puesta a un lado -lo cual es también una técnica de simplificación-.
inversa, la política puede establecer fines solo porque su lugar, que está Resulta obvio que, en nuestros días, estas simpl ificaciones no pasan
, arriba en la jerarquía, le posibilita distribuir instrucciones vinculantes. ya sin ser examinadas. Ambos modelos - tanto el orden de comunicación
A esta congruencia entre la diferenciación jerárquica y la diferencia- en forma de órdenes y mandatos prop io de la jerarquía como el orden de
ción según fines y medios le subyacen unas llamativas analogías estruc- medios y fines del proceso causal- han sido en los últimos años objeto
turales: en ambos casos se traca de una relación extremadamente simple, de una severa crícica2 • Su insuficiencia ha arruinado teóricamente a la
que por principio consta de dos miembros pero que se presta a ser repetida disciplina académica estadounidense de la Public Administration, espe-
en cadena. Ya esta estructura garantiza una disposición clara al precio de cialmente dependiente de una clara delimitación entre política y admi-
un potencial muy escaso para la complejidad. A esto hay que afiadirle que nistraciónJ. Las objeciones conducen a aquella característica que cons-
los modelos son construidos asimétricamente a partir del mismo funda- tituye la estrucrnra y func ión del modelo clásico - lo que le da su peso a
mento. fndican una relación de variabilidad unilateral: solo un lado es va- dichas objeciones- . La representación linear y en cadena del curso de
riable y lo es según el punto de vista rector del orro lado, que permanece acontecimientos es, segú n dicen, demasiado simple, y deben tenerse en
constante. Los fines permanecen consrantes, solo los medios son elegidos cuenta relaciones colarerales. La aparente asimetría está permanente-
y alterados según el criterio de los fines. Las a lternativas de los subordina- mente amenazada, dado que los fines, de hecho, nunca podrían ser e le-
dos están a disposición de los superiores pero no al revés. En esta forma gidos sin consideración de los medios y los subord inados influirían a sus
estructural de la asimetría se encuentra una simplificación esencial de la superiores como estos a aquellos. La jgualdad d e sentido e ntre la estruc-
situación, una técnica en acción de reducción de complejidad. Si tuviéra- rnra formal y proceso fáctico es una ficción, pues junto a las relaciones
mos que variar A en consideración a B pero también variáramos Ben con- y procesos formales los hay informales; y estos últimos no encajan con
sideración de A, entonces el sistema, por principio, e~1'aría abierto a todas los esquemas formales ni de la jerarquía ni de la re lación medio/fin . En
las posibilidades y seguiría siendo complejo hasta el infinico. Su adapta- resumen -dicen en esta crítica- el mundo de la organización no resulta
ción al entorno permanecería a merced del azar y los procesos de decisión tan simple como estos modelos preveían.
dentro del sistema no serían racionalmente concluyentes. Las estructuras Se podría tratar de evirar esta crítica diciendo que los modelos de la
asimétricas posibilitan, por el contrario, llegar a resultados dentro de un jerarquía y los esquemas d e fines y medios no son ya tomados como des-
periodo delimitado de tiempo y que el sistema mismo, en determinadas cripciones de la realidad o como normas sino como estrategias de reduc-
condiciones, elige. Aporran una ganancia de tiempo y autonomía que con ción de complejidad. Cierramente, ello se ajusta más a su función, pero
frecuencia tiene una importancia crítica para la supervivencia.
Estas simplificaciones, estratégicamente importantes, de la duplicidad 2. Encontramos una recapitulación de los ,1rgumenros esenciales en N. Luhmann,
(repetible) y de la asimetría en el sentido de una va riabilidad unilateral «Zweck-He rrschaft-System. Grundbegriffe und Pram issen Max Webers• : Der Staat 3
conectan a su vez -como tercer miembro- con la aceptación de que la (1964), 129- 158 (133 ss.).
estructura de este modelo es realizada mediante procesos de igual sentido. 3. Cf., a este respecto, H. Kaufmann, «Emerging Conílicts in the Doctrines of Public
Administration•: The American Politica/ Science Review 50 (1956), 1057-1073; M. Landau,
La preeminencia de lo que está arriba se lleva a cabo en la .forma comuni- «Thc Concept of Decision-Making in che 'Field' u f l'ublic Administranon•, en S. Mailtck
cariva de la orden a quien está por debajo. El fin es efectuado causal menee y E. H. Van Ness (eds.), Conce¡,ts and IsS11es in Ad111i11istrative Be/1a11ior, Englewood C liffs
(NJ), 1962, pp. 1-28. Como crítica muy influyente de la de limitación med iante el esquema
de medios y fine~, que en los años cuarenra de~encadenó una fuerte orientación lucia las teo·
1. Este es, por lo demás, uno de los l11gares en los que se presentan paralelos cxaccos rías sobre el liderazgo y la decisión, cf. H. A. Si man, Das Ven11alt1mgsha11deln. Ei11e U11terS11·
entre la teoría polírica y la teoría de las organizaciones (sobre esro cf. rambién H. Kaufman, chimg der E11tscheidu11gsvorgiinge i11 Behijrc/e11 und privaten Unternehmen, Sturtga rt, 1955;
«Organiz.ation Theory and Política) Theory•: The American Political Science Review SS Íd. , •Recent Advances in Organization Thcory•: Research frontiers in Politics and Govern-
[1964), 5-14). L1 congruencia del esq11ema fines/medios)' la organización jerárquica es la me11t, Brookings Lectures (1955), Washington DC, 1955, pp. 23-44; D. Wa ldo, TheAdmi-
premisa de la doctrina clásica de la o rgan ización que proporciona criterio y medida. Vé;i- nistrative State. A Study o( the Politica/ Theory o( American Public Administration, Nueva
se, por ejemplo, \Y/. Scbramrn, Die betrieblichen Funktionen und ihre Orga11isatio11, Ber- York (NY), 1948; P. H. J\ppleby, Policy and Administratio11, s. l. (Universiry of Afabama
lín/Le ipzig, 1936, p. 41; F. Nordsieck, Betriebsorga11isMio11. Lehre und Techmk. Textband, Press), 1948. Por o rro lado, e l esquema de delimitación, que ha sido ya frecuentemente no-
Snmgarr, 1961, espec. pp. 34 ss.; J. A. l.itterer, The Analysis o( Orga11iz:atio11s, Nueva queado, revive a fa lta de otras propuestas. Es el caso, recientemente, de F. Heady, P11blic
York/Londres/Sydney, 1965, pp. 246 ss. Administratio11: A Comparative Perspective, Englewood Cliffs (NJ), 1966, p. 2.

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EL SISTEMA POLÍ T ICO OE LA SOCIEDAD POLÍTI C A Y ADM IN ISTRAC I ÓN

provoca que salga aún más a la luz su capacidad limitada de rendimiento. única de autoridad y, consecuentemente, sigue estando sobrecargado de-
Los modelos, paca ser aplicables, deben presuponer la validez de los fines, bido a las necesidades de autorización que simu ltáneamente van crecien-
esto es, la validez de un orden jerárqui.co de competencias de mando; y do. Se tienen a disposición unas técnicas de descarga más efectivas en las
por tanto, en esa medida, han de presuponer una complejidad ya reduci- programaciones de decisión condicionales, es decir, en aquella forma
da. Y lo que se tiene que presuponer no puede darse como rendimiento. de programa que subyace al decidir jurídico y que posee cada vez mayor
Con estas consideraciones llegamos a un aspecto de este modelo in- significación en la administración pública. Si a los puestos subordinados
telectual que ha recibido poca atención hasta el momento y que está a se les prescribe una regla de decisión con !a forma «enrodo caso, si A, en-
disposición de la determinación de la relación entre política y administra- tonces B», entonces estas premisas tienen validez independientemente
ción: su capacidad de aprehender la complejidad. El alto rendimiento de de si se p~esentan los acontecimientos que desencadenan una decisión y
estos modelos para reducir complejidad en un sentido simple y cercano a de la frecuencia con que lo hacen.
la acción tiene su reverso en la circunstancia de que su capacidad de apre- Dentro del programa, las informaciones que desencadenan decisio-
hensión de complejidad está rigurosamente limitada. El potencial para nes no necesitan ser previstas ni tampoco uansmitidas. Con ello, el flujo
tener en cuenta el valor de los fines individuales tiene unas restricciones vertical de la comunicación queda esencialmente descargado y, al mismo
muy palpables; y lo mismo vale para la capacidad de decisión de una cima tiempo, son creadas autoridades derivadas y no jerárquicas5 . Quien pueda
jerárquica. Esto ha de sonar particularmente sospechoso después de que aún transmitir informaciones que desencadenan decisiones tiene capa-
hayamos establecido que una ampliación observable de la complejidad y cidad para llevar a cabo determinadas decisiones. Sobre este fundamento,
variedad interna del sistema político es característica del sistema político se desarrolla un tráfico interno y externo de puestos subordinados, sobre
en el desarrollo que este tiene en la Modernidad. Por consiguiente, resulta quienes los superiores solo pueden imecvcnir ocasionalmente en forma
obvio que se busquen caminos para ampliar la capacidad de aprehensión de planificación o de resolución de perturbaciones6 •
del orden jerárquico y de la racionalidad relativa a fines, extendiéndola a La limitación de la racionalidad de fines reside, por el contrario, en un
contenidos complejos y en variación; todo ello sin quebrar la estructura potencial demasiado escaso del fin singular para tener en cuenta el valor.
de estos modelos o debilitar su rendimiento reductivo. Tales posibilidades Una ampliación en la dirección de una complejidad mayor ha de tomar,
se dan de hecho. Estas se descubren cuando, consecuentemente, se exami- pues, la forma de la implementación de premisas de valor adicionales en d
nan las teorías y técnicas de decisión jurídicas y económicas. No es nin&'ll- cálculo de la decisión. Esto tiene lugar fijando las condiciones colaterales
na casualidad, pues, que los desarrollos recientes en los dos ámbitos de la para la elección de los medios, presupuestando los límites de los costos; en
teoría de la decisión encuentren su estímulo oculto en este problema de el caso ideal, se hace mediante un cálculo económico que se esfuerce por
la complejidad. La teoría de la decisión ha de seguir la nueva autonomía obtener resultados óptimos. Con ello, no se abandona la relación simple de
del sistema político. Sin embargo, también sus posibilidades son limitadas. medio a fin sino que se establece una comparación con otras posibilidades.
La limitación del modelo jerárquico reside, sobre todo, en el potencial La lógica interna de estas dos formas de programas, de la programa-
de comunicación y de elaboración de información que tiene la cima. En ción condicional y la de fines, define el horizonte de los afanes por ob-
este punto se ha pensado --en la reciente ciencia de las organizaciones- jetivar y racionalizar el proceso de decisión en la administración. El es-
en descargar al jefe mediante la delegación, esto es, mediante la prolon- fuerzo para dominar unos contenidos cada vez más complejos en estos
gación hacia abajo de la jerarquía; o bien se ha pensado en dicha descarga lenguajes de decisión tiene plenamente sentido para la administración.
mediante ayudantes, jefes de personal, etc. 4 • Sin embargo, con ello no se Queda así cumplida la función específica de la administración, a saber, la
renuncia al principio de la unidad de mando. El jefe sigue siendo la fuente
5. Sobre este punto cí., con más decalle, N. L~ihmann, «Lob der Routine»: Verwal-
4. De la inabarcable literatura, d., por ejemplo, H. Mechler, Führungskriift.e brauchen t1mgsarcbi11 55 (1964), 1-33 (espec. pp. 22 ss.), e Id., Funktimie11 und Fo/gen formaler
Entlast,mg, Stuttgart, 1956; E. Schmalenbach, Ub&r Dienststellengliedenmg im Groftbe- Organisation, gerlín, 1964, pp. 97 ss. Cf., asimismo, V. A. Thompson, Modem Orga111za-
trieb, Colonia/Opladen, 1959, pp. 18 y 75 ss.; E. Dale, Plamting and Developing tbe Com- tio11, Nueva York (NY}, 196 1, pp. 64, 75 ss. y 84.
pany Stmcture, Nueva York (NY), 1952, 6 1959, pp. 83 ss.; J. M. Pfiffner y F. P. Sher- 6. La penetración de este estilo de trabajo horizontal )' cooperativo resulta fre-
wood, Administrative Organization, Englewood Clifís (NJ), 1960, pp. 153 y 170 ss. Para cuentemente tomado en consideración. Cf., en lugar de otros, H. P. Barhdt, Jndustrie-
una acritud crítica respecto de la posición del problema cf. A. Bavelas, «Communicarion and biirokratie, Stuttgarr, 1958; o M. Crozier, Le phénomene burea11cratique, París, 1963 (por
Organizarion», en G. P. Schultz y Th. L. Whisler (eds.}, Management Organization and ejemplo, pp. 32 s., Ll4 ss. y 142 ss.). Th. Ellweia, Einfiilmmg in die Regienmgs- 1md
the Computer, Glencoe (lL), 1960, pp. 119-130. Verwaltungslehre, Sruttgart, 1966, pp. 15.5 s.

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EL SI STEMA POLITICO DE LA SOCIEDAD POLiTICA Y ADMINISTRACIÓN

elaboración, de acuerdo a un programa, de decisiones vinculantes. lgual- -que buscan reconocer los fund amenros del decidir correctamente- no
menre -y precisamente por ello- la relación entre política y administra- cabe pensar en otras posibilidades, pues para ellas una decisión solo
ción no es formulable en el lenguaje de decisión propio de la adminis- puede ser correcta o incorrecta. Una teoría sociológica del sistema políti-
tración. Las premisas jurídicas y económicas de la decisión son lenguajes co ofrece, por el contrario, espacio para la noción de que la política y la
especializados de resolución de problemas. Presuponen que los problemas administración son diferentes sistemas comunicativos de elaboración de
y las condiciones para su resolución están definidos y que una decisión es información, funcionalmente especificados y que po r ello o peran de ma-
correcta si resuelve el problema bajo las condiciones dadas. Con la deci- nera separada. Se trata, sin embargo, de sistemas que dependen los unos
sión correcta su problema queda resuelto. Bajo premisas corno escas la po- de los otros en tanto sistemas parciales, que se permiten mutuamente
lítica no puede operar. Su función consiste, justamente, en la producción su autonomía y que deben coopera r los unos con los ou os 8• Una teoría
de las condiciones que puedan servir de base para que la solución de de- de sistemas puede concebir funcional y estructuralmente concextos de
terminados problemas sea una decisión correcta. Su racionalidad propia acción como una unidad también cuando se le presentan al agente como
depende de su función y no puede, por tanto, ser la de la administración. controvertidos y conflictivos. Es más, pueden incluso explicar la función
Para poder hablar de la relación entre política y administración no misma de estas controversias.
basca, pues, con prolongar sin más las representaciones del orden propias La acción política sirve, en lo esencial, para reducir la complejidad
de la administración al espacio político. Esto causaría necesariamente de- de las posibilidades de la sociedad con tal amplitud como para que pueda
cepciones7. La forma en cadena del principio de jerarquía y del esquema decidirse de fo rma vinculante y sin el riesgo de una resistencia importan-
de medio/fin parece presentar corno a lgo obvio tales prolongaciones. Los te. La administración se ocupa, por el contrario, de la realización de lo
programas condicionales son derivados por los juristas a parcir dé nor- políticamente posible y necesario mediante la elaboración de decisiones
mas superiores. Dichos programas en principio son pensados, en todo vinculantes, y e llo según el criterio de unas premisas de decisión ya es-
caso, como programas condicionales, y los fines son ligados a fines más tablecidas (hoy, por lo general, decididas de modo positivo). Estas dos
universales a los que sirven como medios. Sin embargo, con ello se llega, funciones pueden rastrearse hasta en las sociedades más simples. Al me-
como máximo, a las fronteras políticas de la administración, donde aque- nos, pueden encontrarse con el sentido de una separación entre, por
llas premisas últimas les son tomadas de las manos a los políticos. No se una parte, la e laboración de las decisiones donde hay rivalidad acerca
llega, sii1 embargo, a una comprensión adecuada de los procesos políticos de la determinación del contenido y, por orra, la ejecución de las deci-
mismos. De este modo, la política queda concebida exclusivamente como siones -o lo que es lo mismo, su implementación-9 • En un primer mo-
frontera de la administración pero no es concebida en sí misma. mento, sin embargo, ambas funciones eran satisfechas por una estructu-
El incremento de la complejidad -aprehensible en órdenes jerárqui- ra unitaria, el sistema de parentesco, y eran separadas únicamente según
cos o mediante la racionalidad relativa a fines- y la mejora de los corres- situaciones y condiciones. Así, la negociación política de los contenidos
pondientes lenguajes de decisión de la administración no deberían ser un de decisión tenía lugar típicamente en relaciones externas entre las lí-
camino para aproximar la política y la administración o para concebir su neas segmentadas de la tribu (linajes, danes, etc.), mientras que la ejecu-
conexión. Al contrario, la discrepancia entre política y administración se ción e implementación quedaban garantizadas por la estructura interna de
presenta aún con tanta mayor claridad cuanto más conscientemente que- estas subunidades de la tribu. Se trata, en conjunto, de un orden equili-
den elaborados los lenguajes de decisión de la administración, de acuerdo brado que se apoya, sin e mbargo, en que el círculo de acción político-
a su función específica. administrativo no se encuentre dinámicamente diferenciado del orden
Con e llo, se hace dudoso el que la unidad de polírica y administración general de la vida. Si esto ocurre en el marco de aquella misma evolu-
se deba seguir buscando en premisas de decisión comunes y en criterios ción que expusimos e n los capítu los 6 y 7, enronces este equi librio de
Je racionalidad coincidentes. En e l marco de las disc.:iplinas científicas partida queda perturbado. Ya no puede tratarse de los mismos sistemas
parciales que hacia afuera actúan po]fticamente y hacia dentro adminis-

~- Un ejemplo de el lo es la constante queja por las interferencias «no objetivas» y 8. Estas nociones las desarrolla también, con análisis más descriptivos, R. Wi lde·
«políc,camente motivadas» en la administración. Tales quejas son formuladas por juristas rnann, Macln und Konsens als Problern der lnnen - und Au{Ienpolitik, Fráncfort d.M./
y por personas de disciplinas relacionadas con la racionalización, y son comprensibles a par- Bonn, 1963, cspec. pp. 173 ss.
tir de sus puntos de vista. Sin embargo, desde esta perspectiva, no puede decidirse acerca de 9. Cí., a esre respecro, espec. M. G . Smmth, «On Segmentary Lineagc Systems-= The
la justificación de esta queja. joumal o( the Royal Anthropological Instit11te o( Great Britain and /re/a,,d 86 (1956), 39-80.

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EL SISTEMA POLITICO DE LA SOCIEDAD POLITI CA Y ADMINISTRAC I ON

trativamence. El equilibrio de ambos círculos de funciones debe volver a diferenciación funcional interna que le es propia 10• Si quiere cumplir su
crearse dentro de un orden más complejo mediante una diferenciación función en el contexto de una sociedad como la que acabamos de des-
estructural más intensa. La distinción entre situaciones y relaciones ya no cribir, este sistema político debe incrementar su complejidad propia y su
resulta suficiente. Se configuran así, en e l marco de un sistema político capacidad para absorber contrad icciones. La separación de política y
de la sociedad dinámicamente diferenciado, sistemas parciales funcional- administración se agudizará en la medida en que el sistema político se es-
específicos para la política y la administración. pecialice en una función parcial en la sociedad.
La diferenciación interna del sistema político entre política y admi- Naturalmente, esto no ha de entenderse como una evol ución ne-
nistración no necesita solamente buscar su equilibrio coord inador en un cesaria. Ciertamente hay otras posibilidades para estabilizar la relación
capital de convicciones o actitudes comunes sin las cuales se desintegra- entre sociedad y sistema político sobre unos fundamentos funcional-
ría. Basta con un acuerdo en el que quede asegurado que para ambos siste- mente diferenciados de manera menos intensa. Los órdenes políticos
mas parciales -la política y la administración- la continuidad del siste- que - de cara a un establecimiento de metas de carácter económico-
ma total que los abarca siga siendo una condición de la decisión. Dentro buscan el camino de una sociedad abarcadoramente politizada mues-
de un orden como este pueden, pues, ser institucionalizadas orientacio- tran una separación de política y administración que no tiene el mismo
nes de la acción contradictorias sin que el lo ponga en peligro la continui- rigor, sino que, en todo caso, presenta una especie de división del trabajo
dad del sistema político. Y parece que un sistema político que puede redu- burocrática. El ejemplo de numerosos países en vías de desarrollo -so-
cir de este modo su necesidad interna de consenso al acuerdo estructural bre todo la Unión Soviética- muestra que la tensión interna de la fun -
y a unos «valores» últimos -que, por ello, poco dicen- está en disposi- ción política para tomar decisiones vincu lantes acerca de problemas
ción de ganar aquella complejidad propia que le corresponde a su función también puede quedar cubierta de otro modo, a saber: mediante una
en una sociedad diferenciada. ideologización extrema de roda acción pública. Bajo tales condiciones,
La acción político-administrativa se convierte en un sistema social se- naturalmente, tampoco puede la burocracia sustraerse a la apelación
parado en la medida en que queda dinámicamente diferenciado, de acuer- ideológico-política. A lo sumo, puede conseguir una cierta autonomía
do a roles, respecto de otros entrelazamientos sociales; e igual mente se técnica como parte de la élite política, sostenida por la confianza en su
convierte en un sistema social separado en la medida en que queda empla- lealtad 11 • La separación de la política y la administración no es, pues, la
zado autónomamence respecto de la función específica de encontrar deci- única solución de problema que resulta pensable. Hay equivalentes fun-
siones vinculantes sobre problemas. En la medida en que esto ocurre se cionales. Pero parece que dicha separación, bajo las condiciones socio-es-
hace patente lo contradictorio de esta función, lo que debe ser asumido tructurales generales de la diferenciación funcional, presenta especiales
por el sistema político como un problema estructural central. La tarea ventajas y que una separación insatisfactoria entre política y administra-
encomendada consta de dos elementos: la decisión y la vinculación. Por ción puede convertirse en un freno para una evolución de la sociedad
ello, constituye un problema -y permanece como tal- el sencirse- en esta dirección.
vinculado-a-una-decisión. Una solución a un problema que sea buena
en la medida de lo posible y que sea consistente con otras decisiones no
es siempre la más aceptada. Cuanto más complejo sea el contexto de 1O. Esta conexión de diíerenciación de la sociedad y diferenciación interna· del sis·
rema político en políric::i )' administración se ha hecho consciente sobre todo en investi-
decisión, tanto mayor será la probabilidad de que los dos componentes gaciones recientes sobre los países en vías de desarrollo. Cf., por ejemplo, S. N. Eiscn-
de la tarea no coincidan sino que discrepen. ·cuando un sistema político stadt, •Bureaucracy and Burcaucrariz,1tion»: C urrent Socio/ogy 7 (1958), 99- 164 (espec.
está especializado en esta función este debe, sin embargo, poder quedar pp. 110 ss.) e Íd., «l'roblems of Emerging ~ureaucracics in Developing Areas and New
justificado por sus dos lados. Resulta entonces obvio que se ha de desarro- Statcs•, en B. F. Hoselitz y W. E. Moore, Jndustrialization and society, s. l. (UNESCO-
Mouron), l963, pp. 159-174; L. W. Pye, «The Policical Concexr of Nacional Develop-
llar una correspondiente división del trabajo. A saber, han de tomarse menr», en l. Swerdlow (cd.), Deuelopm,mt Administration. Co11cepts and Problems, Syra-
aquellos mismos procesos con los que se constituyó el fundamento de cusc (NY), 1963, pp. 25-43; J. LaPalombara (cd.), Bureaucracy and Political Deuelopmenl,
la vinculación -el poder legítimo- y han de separarse de aquellos que Princeton (NJ), 1963 (por ejemplo, pp. 41 s. y 123); Fr. W. Riggs, «Adminisrrative Deve-
sirven para la elaboración objetiva de las decisiones correctas. Es decir, lopmcnr: An Elusivc Concepc», en J. D. Moncgomery y W. J. Siffin (cds.), Approaches to
Deuclopmcn/; l'o/itics, Admi11istratio11 and Change, Nueva York, 1966, pp. 225-255.
hay que separar la política y la administración. 11. Cf., a csce respecto, A. Diamanc, Bureaucracy in Deuelopmental Mouemenl Regi-
Así pues, a la diferenciación funcional de la sociedad, que lleva a la mes: A Bureaucrat1c Modei (or Deue/oping Societies, Occasional Paperde l Comparatiue Ad·
especificación de la función del sistema político, le responde este con una ministration Gro11p de la American Society for Public Administration (octubre de 1964).

112 113
MODELO ANALlflCO D EL SISTEMA POLITICO

Antes de entrar en una discusión más pormenorizada de este modo,


ha de aclararse una cuestión previa, a saber, la cuestión por el sustrato al
que este modelo se refiere ¿De qué tipo de realidad empírica se trata pro-
piamente? Sin duda, el modelo se refiere a sistemas construidos a partir
12 de acciones fácticas -pues nos dedicamos a la sociología-. La cuestión,
con todo, es la de cuál es el nivel de generalización en el que la com,truc-
MODELO ANALÍTICO DEL SISTEMA POLÍTICO ción del sistema y de los subsistemas aprehende el sentido de la acción y lo
lleva por sus vías. Más concretamente, se ha de aclarar si nos referimos
a un sistema que consiste en personas o solo en roles o solo en progra-
mas, o, incluso, exclusivamente en valores•.
Los niveles más inferiores de la generalización los hemos separado
y tenido en cuenta ya en las consideraciones anteriores. Un orden de so-
ciedad funcionalmente diferenciado no está en disposición de asignar
de una vez para siempre a personas concretas sus lugares en el orden del
HasLa el momento hemos reunido los fundamento'> para poder concordar todo. Precisamente el sistema político -y en especial sus subsistemas de
las consideraciones de este capículo con el esbozo de un modelo general la política, administración y público- no conoce una ordenación uní-
del sistema político de una sociedad funcionalmente diferenciada, sistema voca y exclusiva de personas dentro de los límites de un sistema, a di-
que se ha vuelto autónomo. Este modelo ha de entenderse como relarivo ferencia de las sociedades tribales. Nadie puede ser «solo» funcionario.
a un determinado estado de evolución de la sociedad. No se quiere decir, Los políticos también pertenecen a la población. Los funcionarios, por su
pues, que renga validez universal. No conLiene, ni en su conjunto ni en sus parte, si no pueden ser políticos, sí que pueden convertirse en políticos,
partes individuales, motivos que fuercen a fijar determinadas estructu- etc. Una sociedad funcionalmenLe difere nciada alcanza su grado más in-
ras concretas (por ejemplo, formas de o rganización burocrática o tipos ferior de concreción en el nivel de los roles. Sus sistemas pueden solo
de partidos políticos) y que excluyan otras posibilidades de ordenación consistir en roles, no en personas2 . Así, de hecho, son los roles loi, que
funcionalmence equivalentes. Tampoco este modelo viene referido de configuran el susrrnto de nuestro modelo de sistema.
forma exclusiva. Se trata de un modelo l.ociológico de sistema del que se Aún en este nivel, la diferenciación dinámica social, y sobre todo la
puede inferir que no coincide necesariamt:nte con los fines subjetivos diferenciación interna del sistema polírico, es bastante difícil de institu·
de los agentes ni con el sentido referido de su acción, sino que tiene en cional11ar. Apenas quien separe su rol como solicitante de una licencia
cuenta las funciones y estructuras latentes y no excluye las contradic- de construcción de su rol como propietario, cliente del banco o padre
ciones y conflictos ni en las estructuras ni en las metas de la acción . N o
fija tampoco ninguna solución de problemas ideal-típica en el sentido 1. Esta distinción de diferentes niveles de la generalización de la referencia ~i!,témica
de que toda prohlcmárica se resuelva en armonía a medida que el mo- de las JCC1011es se corrC)ponde, en su c:Mrucrura externa -cuando no también en su princi-
delo es realizado en la realidad social. Más bien, este modelo únicamen- pio de orJcn mterno, en ~u alcance teórico y en b ordenación ele lo, pasos- con l.1 noción
te reclama esbozar un orden de sistema para un comportamiento difícil de Parso11) de la hierarchy o( control, en la que P.irson~ distingue entre roles, collectw1ties,
nor111s y t•.ilues. Cf. la exposición en T. Parsons, «Durkhcim's Contribution to thc Theory
-pero posible- en condiciones muy complejas. Se limita, pues, a es- of lnrcgration oí Social Systcms•, en K. 11. Wo(fí {cd.), Emite 011rkheim ( 1858-19 J 7), Co-
bozar un orden de la definición, disrribución y reducción de cargas de lumhu, (011), 1960, pp. 118-153 (122 &~.). e Id., •An Oudine oí thc Social S1•srcms•, en
comportamiento en el sistema político bajo las condiciones estructurales T. Par~on,, E. Shils, "- D. Naegele y J. R. P,ns, Theones (or Scx,ety, Nueva York (NY), 1961,
de una sociedad muy compleja. Y busca igualmente mostrar la posibili- vol. 1, pp. .30-79 (41 ss.) o Íd., «D1e 1üng,1en Entw,ddungen in der Mrukrurell-funkuonalen
Theoric»: Kolner 7.e1tsdmft (ür Sozwlog,e 1111d S0z111/pl1ilosoph1e 16 ( 1964), 30-49 (36 s.).
dad de un orden estable bajo estas condiciones pero no contiene garantía Véase taml11én la esrructu raci6n en corno a sitw11io1111/ facilities, 111obilizatio11 inro orga11ized
alguna de estabilidad. Con la ayuda de este modelo, tamo la ciencia como roles, 11om1s y values, que en cieno modo ,e aparrn de la de Parsom, en N. J. Smel~er. Theory
la praxis son capaces de reconocer con algo más de precisión cuáles son of Collutrve Behav,or, t-;ue,•a York (NY), 1963, pp. 12 ,,.
2. Sin embJrgo, permanece abierta la pregunr,1 de qué pcr~onai. asumen qué roles,
los problemas que se presentan y que deben ser resueltos en la diferencia- ra111bién para sistemas de ,,gnificado, íucrrementc diferenciado\. No, enconrr.1remo~ con
ción dinámica de un sistema político. El.te modelo, sin embargo, no supo- esta pregunta de nuevo en el capítulo 26, desde el punto de vista del rcclucamicnro de roles
ne en modo alguno una receta para una acción con éx ito asegurado. polírico-admmisrrarivm.

114 115
EL SISTEMA POLÍTICO DE LA SOCIEDAD MODELO ANALÍTICO DE l SI STEMA POLIT I CO

de familia. Que los partidos y asociaciones de intereses están vinculados


mediante roles a través de diversas uniones personales es algo tan conoci-
do como las dificultades de muchos ministros para separar su rol como
político de partido del de jefe de la administración. Tales diferenciacio-
nes en niveles de rol, por tamo, no siempre rienen senrido. Justamence, el
hecho de que permanezcan en la falta de claridad hace que puedan tener
funciones positivas de alivio del tráfico fronterizo entre sistemas parcia- Política Administración
les. En estos casos, la diferenciación es llevada a cabo únicamente en el ~
... ...
nivel de los programas de decisión. Y le corresponde a los roles mutua-
mente ligados con menos fuerza el actuar simultáneamente en sistemas
diversos sin desmoralizar. El mismo orden de valores viene pensado jerár-
y
...
C'd
y
...
y
Observar
!
Satisfacción Carga
>, :§>
quicamente la mayor parte de las veces y resulta diferenciable en sus ni- e ><
o. UJ
veles inferiores. Hay valores típicos de partido y de departamento. Hay <
valores de la política -por ejemplo, el poder- y valores de la adminis-
tración -por ejemplo, la ausencia de fallos-. En los valores últimos,
empero, se realiza típicamente un intento de síntesis del sistema político
-e incluso de la sociedad como un todo- aparte de una diferenciación
correspondiente a la construcción de subsistemas. en la sociedad.
Debemos seguir teniendo presente esta construcción en múltiples es- y administración. Los ejes horizontales, por el contrario, indican una se-
tratos de la diferenciación dinámica de sistemas de acción aunque, en lo paración entre, por una parte, los roks de trabajo o rendimiento en la
que sigue, no la vayamos a tener siempre en consideración sino que que- política y la administración -la mayor parte de las veces, roles profesio-
dará presupuestá. En el caso del sisrema político y sus sistemas parciales nales-, orientados según intereses ajenos; y, por otra, los roles político-
--cuya estrucrura queda descrita en nuestro modelo- la carga principal administrativos del público, orientados de acuerdo a intereses propios y
de la diferenciación se encuentra en el nivel de los roles y de los progra- percibidos solo ocasionalmente. .
mas o criterios de racionalidad. Constituye un presupuesto esencial de Si confrontamos estas dos perspectivas de clasificación, resultan cua-
este orden el que las estructuras de los roles y de los programas se recu- tro posibilidades combinatorias que pueden explicarse como sistemas par-
bran los unos a los otros al menos aproximativamenre, pues ambos ni- ciales del sistema político: la política profesional, la administración pro-
veles sostienen la diferenciación y, por tanto, la complejidad del orden fesional, los roles de público ligados a la política y los roles d e público
en su conjunto. A partir de estos niveles que sostienen la complejidad, ligados a la administración. Las fronteras entre cada uno de los sistemas
las personas concretas son posteriormente movilizadas y son ideologiza- parciales deben ser pensadas como variables según cuál sea el peso que
das en torno a valores abstractos\ Todo ello para que puedan ajustarse le corresponda a las partes individuales en el proceso de reducción de
a las exigencias de una sociedad compleja en alto grado. , complejidad. El modelo, pues, da lugar a realizaciones muy diversas. Pue-
En detalle, nuestro modelo distingue el sistema político (en rectángu- de, por ejemplo, haber casos en que los roles profesionales hagan retro-
los) de su entorno (en círculos). ceder a los roles del público hasta tal punto que apenas les quede a es-
Al sistema político le pertenecen los sistemas parciales y separados tos significación alguna. Resultará entonces típicamente necesario que la
de la política y la admin istración, separados por una línea fronteriza que función de los roles del público -por ejemplo, la articulación de intere-
no está definida con toda nitidez. Asimismo, están los correspondientes ses- se cumpla conjuntamente en la política y la administración. Muy
roles del público, los cuales quedan repartidos según regulen el tráfico con frecuentemente se encuentran ejemplos -especialmente en los países en
la política o con la administración. Los ejes verticales del sistema políti- vías de desarrollo- de cómo la burocracia administrativa posee un sobre-
co indican, pues, una separación, que penetra hasta el público, de política peso notable mientras que la política ,es reducida al mínimo. Asimismo,
esto lleva a que e l sistema parcial expansivo deba cargar -y puede que
3. Es decir, ajustados para la función de justificación de las acciones. Sobre este punto, sobrecargar- con b s funciones de los sistemas que han sido obligados
cf., con más detalle, N. Luhmann, «Wahrheit und ldcologie•: Der St.aat l (1962), 431.-448. a retroceder. Esto es, lleva en este caso a que la administración no pue-

116 117
EL SISTEMA POLIT I CO DE LA SOCl(DAO MODELO ANALIT I CO DEL SISTEMA POLITICO

da presuponer sin más el poder legítimo, sino que debe construirlo asu- sistema político. Cuanto mayor sea la intensidad con la que estos roles
miendo la función política. Un tercer ejemplo de tales desplazarnienros del enromo están conectados con roles denrro del sistema político, tanto
-que traen consigo la con~ecuencia de que la estructura y la (unción no menor es la diferenciación dinámica y tanto más difusa es la estructura
se encuentran ya en armonía- sería el de que la representación de inte- de la sociedad. Cuanto más efectivas son las delimitaciones que separan,
reses poseyera una significación mucho mayor de la que tiene la elección. en las personas individuales, los roles político-administrativos de otros,
También entonces ha de contarse, típicamente, con que los intereses, en tanto más lejos va la diferenciación dinámica y tanto mayor es la auto-
su camino hacia los órganos centrales de decisión, deben ser generalizados nomín con la que el sistema político puede operar5 •
en el proceso mismo de representación. Esto es, debe contarse con que la Asimismo, ha de observarse q ue la diferenciación dinárnic::i de la so-
representación de intereses tiene cumplir aquella (unción que esta no le ciedad en cada uno de los sistemas parciales del sistema político puede
permite a la elección política. llegar lejos de maneras diversas. Normalmente, se esperará que la admi-
La diferenciación del entorno tenida en cuenta por este modelo se nistración, en virtud de su orden burocrático, estará diferenciada diná-
corresponde con su diferenciación interna. El modelo parre así de una co- micamente de la forma más intensa; más intensamente, por ejemplo, que
rrespondencia entre diferenciación interna y diferenciación del entorno. la política, donde la personalidad de los políticos tiene una sign ificación
El sistema político ve su entorno no de una manera «objetiva .. (esto signi- funcional plenamente dorada de sentido. Igualmente, de los políticos se
ficaría «compleja en exce~o» ), sino «subjetiva», a saber, ral y como esre esper:1 que pondrán más rigurosamenre al margen su1, intereses puramen-
perfi la su estructura interna de elaboración de iníormación 4 • «Subjetivo» te personales de lo que se espera que hagan los electores. Y estos últimos,
no significa, naruralmencc, arbitrario. J.::I proyecto del entorno debe dar por su parte, tienen menos ocasiones de expresar intereses personales y de
sen11do, debe poner al sistema en situación de poder reducir complejidad poner en juego sus otros roles que el interesado.
real, pues de lo contrario el :.1stema no puede acn1ar con sentido} acruan- Visto con detalle, la distinción emre políticos, personal de ndminis-
do él mismo. tración )' público ofrece una imagen insuficiente y muy preliminar de la
La distinci6n principn l en el entorno de nuestro modelo deja a un difcrcncinción del entorno desde la perspectiva del sistema político. Los
lado la cuestión de si los roles del entorno quedan conectados con el siste- políticos, por ejemplo, los podemos subdividir más según partidos o re-
ma político mediante personalidades (y de este modo, dichos roles pueden gione!>; el personal, según su procedencia en la sociedad o según su forma-
influir en el sistema político) o si no lo están. Los sistemas políticos ajertos ción; el público, ~cgún clases o, funcionalmente, según roles económicos,
son, normalmente, sistemas enteramente externos, a no ser que el sisce- culturales o religiosos. El modelo subraya que todas estas diferenciaciones
ma político del que partimos no sea un Estado soberano. El entorno de u lteriore~ son de naturaleza secundaria para e l sistema político y que este,
la propia sociedad del sistema político, por el contrario, alcanza más o cuando mira hacia fuera, debe distinguir a grandes rasgos acerca de si
menos el sistema político en virtud del hecho de que los roles del siste- los problemas objetivos se relacionan con «otros roles» de los políticos,
ma político son percibidos por portadores que también han de desem- del pen,onal de administración o del público.
peñar otros roles en sociedad. Se trata del problema, que ya hemos con- Si comparamos las fronteras del sistema político con el entorno, por
siderado varias veces, de l.t «diferenciación dinámica en la sociedad» del una parte, y sus fronteras interiores, por otra, entonces llama la atención
que en ambos casos se empleen formas diferentes de separación de ro-
les. las fronteras exteriores del sistema político respecto de la sociedad
4. Esta noción de que los ~,~temas ven su entorno «suh1cuvamentc», ~cgun la medí
da de sus propios cri1erios de se lección, para Jdlptar b complc¡idad .1prchcns1hlc a las pro· (esto e~, con la excepción de lo!> otros Estados que con1 raponen) atravie-
piJs capacidades de clJboración de da1os, ha ~ido formulada de modos diverso~ por parte san igualmente las personalid:1des individunles. Quien asume roles en los
de la reciente teoría de las orga111uc1ones r de b decb1ón. Véa~c. por ejemplo, K. E. Boul- sistemas políticos es siempre, e inevicablemente, portador de otros roles
dmg, The lmage. Knowledge m /.,fe and Society, Ann Arbor (~11), 1951',; J. C. March y
en la sociedad. Debe cuidar en sí mismo de que sus diferentes roles no se
H. A. Simon, Orgm11zatio11s, Nucv,1 York/Londm,, 1958, pp. 15 1 s.; W. J. Gore, Ad111i11is-
trat111e Decisio11-Maki11g. A/ le1mstic Model, Nueva York/Londre~/Sydney, 1964, passim, confundan. Están combinados en una persona, pero lo c~tán de una ma-
por ejemplo, p. 67; C. W. Churchman, W. Shcll) y G. L. Bryan (eds.), H11111a11 J11dgments nera tan laxa que la persona sirve, ciertamente, de portadora idéntica de
and Opt,mality, Nueva York/Londres/Sydncy, 1964, pp. 45-5 3. (f., asimismo, A. Schiiri,
«Equality and 1he Meanmg Srruc..'turc oí che Social World•, en L. Bruson el al., Aspects o(
l lu1111111 Equality. Fiftee11th Sy111pos11,m of tl,e Co11fere11ce of Sc,ence, PJ11/osophy and Re 5. Aquí confirmamos el punto de vista indicado más arriba, en p. 104, de que un
ligio11, Nueva York (NY), 1956, pp. 33-78, reimp. en A. Schíi1,, Colfected Papers, vol. 11, modelo de sistema diferenciado puede manifestar conjuntamente estados indiferenciados,
La Haya, 1964, pp. 226-273. pero no a l revés.

1 18 119
El SISTEMA POLÍTICO DE LA SOC I EDAD MODELO ANALITICO DEL SISTEMA POllTICO

los diversos roles, pero su personalidad está desactivada como principio ras interiores las personas asignadas a diferentes sistemas parciales se
de la consistencia de los roles y de la susceptibilidad de las expectativas encuenrran puestas las unas frente a las otras, la conexión de los roles es
para ser transferidas. Solo de esta manera puede el sistema político en ge- aquí en realidad estrecha, puesto que entre estos roles debe producirse
neral ser constituido como un sistema consisteme en sí mismo. Esto se una conexión de ncción. Constituye u111 proceso decisivo para la construc-
aplica en panicular cuando las personas individuales traen consigo otros ción del sistema e l que las combinaciones J e roles personales deban ser
roles en número inabarcable y esros, como tales roles, ni pueden ni de- puestas en las fronteras exteriores del sistema en la medida de los posi-
ben ser coorJinados en el sistema político. ble, mientras que, por el contrario, todas las combinaciones de roles ne-
Las fronteras interiores, por el contrario, descansan típicamente en cesarias y complementarias han de ser integradas en el sistema.
una división de personas que actúan con roles diversos pero mutuamente •Aparte de estas estructuras del sistema político y de su entorno que
complementarios. Encontramos una importante excepción en las fron- construyen fronteras, el modelo indica (con flechas) procesos comuni-
teras entre la política y la administración. Allí se establece una unión cativos y lo hace en el sentido de un ciclo. El sistema político es un siste-
personal entre los roles dirigentes de a mbos sistemas en los puestos di- ma de elaboración de informaciones -en e llo consiste la reducción de
rectivos; y ello como un mecanismo de vinculación y no de separación. complejidad-. En él, cada sistema parcia l está en disposición de plantear
Por lo demás, las fronteras entre los sistemas parciales quedan marcadas premisas de decisión para otros según e l criterio de un determinado o r-
por el hecho de. que más allá de las fronteras se actúa en dirección a algo den. Los electores r los interesados influyen en la política en diversos
contrapuesto. Este trazado de fronteras mediante la separación de roles nivele!. de generalización. La política, a su vez, programa e informa a la
complemenrari os se le dibuja a la conciencia con mayor claridad, y ello administración igu,1lmente en diferentes niveles d e generalización. La ad-
ya por el hecho de que los roles deben ser puestos en juego al mismo ministración vincu la, mediante sus decisiones, al público en el sen tido
tiempo y, frecuencemenrc, de manera contrapuesta. De este modo, los de una carga o Je un beneficio. En el público, escas experiencias con de-
«límites del Estado» se experimentan con la mayor claridad en la frontera cisiones vinculante~ se convierten en morivo1. para el comportamiento en
entre política y roles del público, o entre la administración y los roles del los orrol> roles como elector o como inreresado.
público. Lo cierto, sin embargo, es que ocurre al revés. ' Este ciclo de influencia delinca únicamente la dirección dominante de
Las fronteras exteriores, cuando han de ser in~titucionalizadas, son la comunicación 7. Para mantenerlo fluyendo se exige 1111 flujo contrapues-
mucho más drásticas, dado que los diversos roles de la persona indivi- to de comunicaciones. Una influencia duradera solo puede ser :isegurada
dual no tienen nada que ver entre sí y apenas puede pasar nada de uno y ejercida en forma <le interacciones. La e lección presupone, por ejem-
a otro y viceversa. Los roles de padre de fami lia, del ahorrador favore- plo, que los electores están in formad os de sus posibilidades y de los fun-
cido por primas, o del presidente de una asociación de coleccionistas de damentos racionalc1, de la elección de la decisión a través de la política.
sellos resultan irrelevantes para las expectativas dirigidas a un político o La programación de la administración mediante la política exige que esta
un rrabajador de la administración (o que estos se dirigen a sí mismos). última sea instruida por parce de la administración acerca de las posibili-
No han de acrivarse en el contexco d e l sistema político. Por el contra- dades de decisión que tienen sentido y que pueden ser llevadas a cabo.
rio, la acción complementaria conforme a roles vincu la con mucha fuerza Y la administración, por su parce, no puede decidir exclusivamente de
puesto que cada participante conoce el rol de su compañero y debe hace; acuerdo a programas, sino que ha de dejarse informar por el público an-
presuposiciones respecto de su componamienro6 • Aunque en las fronte- tes de decidir.
En este orden del siste ma -q ue prevé un ciclo dominante aunque
equilibrado por comunicaciones contrapuescas- hay una serie de proble-
6. Esca rec1pr~1dad da expresión al concepto de Mead del role·takmg, al menos en mas típicos que cabe esperar. Así, por ejemplo, el flujo opuesto de infor-
el comcxco de un an.1li;1s mucho m.ís fundament.11 del proceso de constiruc1ón del sentido maciones es considerado frecuentemente como sospechoso --<:uando no
Y de la. 1d_enn?a~. Cf., en especial, M!nd, Sel{ ami Society f~om the Standpoint o/ a Social
8el:av1or1st, Ch1cago (IL) 1934, pass1111, espec. pp. 254 s.; Id., rhe Philosophy of the Ac:t, ilegal- en relación con la administración y la política, o en relación con
Ch1cag~ (I_L) 1938, pass1111, en espec. pp. 544 ss. y 610 s. Véase asimismo R. H. Turner,
«Role-1 akmg: 'Proccs; versus Conformity' #, en A. M. Ro~c (cd,.), Human Bel,av,or and
Soc!al Proc:esses: An /111ert1c:lio111st Apprnarh, Ro,t1Jn (MA), 1962, pp. 20-40. En la socio- 7. Acerca de la función simbólica de esca donunación rratarcmos con m5, dccalle
logia de 1.as o rgan11.3c1ones, al igual que en la ,ociologfa políuca, apenas se encuenrran posteriormente en el capítulo 19. Unas observaciones críucas acerca de los rudimentos de
plan!eam1enros que lleven a una aceptación de e,ra noción. Una excepción la co nsrituyc una concepción jerárquica con poder delegado, que aún cabe ver en e~re modelo, la, encon·
M. Edclman, The Symbolic Uses of l'olitics, Urh:rna (IL), 1%4. tramos, por c,emplo, en E. I3arker, Ref/ect1011s 011 Go()cnmrent, Londres, 1942, pp. 42 ss.

120 121
CL SI STEMA POLITICO DE LA SOC I EDAD MODELO ANALIT I CO DEL SI ST[MA POL Í TICO

la política y los electores o interesados. Este es, sin embargo, funcional- que tiene una significación fundamental para la diferenciación dinámica
m~nte. necesario. Pero permanece siendo depend iente, según su sentido de la sociedad, a saber: la autonomía de los sistemas parciales. Sobre este
y fmaltdad, de la orientación principa l del ciclo de influencia y permanece terna aquí solo hemos de exponer el contexto teórico a modo de panorá-
en marcha por mor suyo. mica, mientras que dejaremos los an:ílisis paniculares para los siguientes
Otro problema se encuentra en que el sistema parcial estructuralmen- capítulos sobre los sistemas parciales del sistema político.
te dominante en cada caso ejerce una especie de coerción de estilo a quie- 10
.i Tal y corno se ha expuesto más arriba , por «autonomía» entende-
nes en él desempeñan un rol. El tráfico de roles entre los sistemas parcia- mos nosotros -en el nivel del sisrema político y en el de sus sistemas
les es llevado a cabo según las expectativas y de acuerdo a los criterios parciales- la capacidad de autodeterminación de las propias premisas de
d.e comportamiento del sistema parcial dominante, también cuando este decisión. Mediante la autonornización de los sistemas parciales, la com-
sistema dominante ha de ser influido y especialmente entonces. Así, el plejidad no dominada queda desplazada y aparrada del nivel del sistema
público de la administración está sometido a la obligación de estilo de la en su conjunto. La capacidad de un cenero del sistema, por ejemplo de
burocracia: tiene que rellenar formularios}' responder a preguntas; debe una cima jerárquica, para elaborar problemas complejos en situaciones
tener paciencia, ha de reprimir sus reacciones airadas y hacerlas encajar muy poco claras resulta limitada. Mediante la t0lerancia de la autonomía
en un esquema específicamente previsto para escas y debe tragarse los dentro de los sistemas parciales - la cual evidentemente debe tener sus lí-
enfados ligados a ello8 • La administración, por su parre, en sus fronte· mites- un sistema puede aumentar su capacidad de complejidad (y con
ras con la p~lítica, toma. nece!>ar_iamenre rasgos políticos: debe adaptar- ello su propia complejidad interna). En un entorno de sociedad fuerte-
se a las condtc1ones tácncas del Juego polícico 9 . La política, a su vez en mente diferenciado, un sistema político debe servirse de esta estrategia
la medida en que busca dirigirse a los electores o interesados, le die~ al de auronomía interna cuando se quieren tener en cuenta las exigencias de
pueblo lo que qu_iere oír. En esta obligación de estilo, que sobrepasa las su entorno. Al menos, deberá hacerlo mientras no se hayan desarrollado
fronteras de los sistemas, se encuentra ciertamente un momento integra- unas técnicas muy eficaces para la planificación y el cálculo como las que
dor. Por otra p.arre, este ti~o <le integración plantea especiales exigencias conocemos en la actualidad.
de cornportam,enro a los s1sremas parciales. Somete a sus fronteras a una Las condiciones de esta autonomía interna son rigurosamente diferen-
ley que no es la suya propia, de tal manera que sus roles de frontera han tes para cada uno de los sistemas parciales. Se orientan según la función y
de estar en disposición de ac1 uar según múltiples lenguajes y, llegado el estructura específicas del sistema parcial. Por consiguiente, son di fe rentes
caso, con_ doble n1_oral; y todo ello ~in que el sisrema parcial mismo pier- para la política y para la administración. Cabe distinguir, sin embargo, al-
da su caracter autonomo y su c:ipac1dad de rendimiento. gunos rasgos generales fundamenralcs que son comunes a codos los sis-
El modelo ~n ciclo del sistema político permire así mostrar que los temas parciales y que, por tanto, deben ser delineados aquí. Se encuen-
problemas paniculares de las fronteras de los sistemas parciales del sis- tran en tres direcciones diferentes. Est:is son la dimensión social, esto es,
tema político ~ue hasta el mornenro han sido vistas por sí mismas- la cuestión acerca de con quién mantiene el sistema relaciones de interac-
son consecuencia de una estructura general y que, por tanto, no pueden ción; la dimensión temporal, es decir, la cuestión acerca de cuándo -y en
ser tratados aisladamente o eliminados. Son una «consecuencia disfun- qué distribución temporal- se encuentran escas inreracciones; y la di-
c1ona.l» de la di.fcrenciación funcional y, corno cales, han de aceptarse si mensión objetiva, esto es, la cuestión de cuál es el sentido objetivo que
!>e qmere este tipo <le orden de sistema. llevan consigo estas interacciones entre sistema y entorno.
, Después de. esras cons1der~ciones, podemos hablar ahora con algo En la dimensión social enwntramos la precondición más importante
mas de profundidad ele otra variable que no cabe ser leída inmediatamen- de la auconomía en la diferenciac ión del entorno según diferentes partici-
te a partir del esquema del modelo. Se trata, sin embargo, de una variable pantes en la interacción. Cuando el sistema depende de la interacción con
otros entornos para el cumplimiento de su función específica, encontra-
8. Sohre e\te fenómeno mucha\ veces lamentado, cí., cmre otros r. Morse in Marx mos que este se vuelve relativamente independiente en virtud de la com-
•The Higher Civil Se,vice a~ an Ac1ion Group in Western Pol111cal Dc,,ciop111ent• en J w'. plejidad de esra interdependencia 11. En cada relación singu lar de f roncera,
Palombara (ed.), B'!re,maacy and Poh11cal Development, Pnnceton (NJ), 1963, ~p. 62-95
(espec. la p. 85),_e Id., D.is Dilemma des Verwalt1111gsmam1es, Berlín, 1965, pussim.
. 9. Tamb1~n sobre este punto, cf. el escrito ya cirado de Morscein Marx. Véa~e a~i- 10. Cf. capírulo I O.
m 1s1110, en especial, R. Sch11ur, S!ralegie 1111d Takllk bei Verwalt1111r>srelonne11 Badcn-Badcn J 1. Se ha insistido cspeci:ilmcncc en la sociologfa de l.1 hurocrac1a y en la ciencia ge-
1966. <> I' ' ,
neral de la~ adminisrracioncs en el punto de Vl\la según el cual la diferenciación del cntor-

122 123
EL SISTEMA POLITICO DE LA SOCIEDAD MODELO ANALÍTICO DEL SI STE MA POLIT I CO

puede remitirse a las exigencias de sus otras fronteras y, consecuente- En la dimensión temporal, la ganancia en autonomía depende decisi-
mente, no es dirigido de manera precisa e incondicional por parte de vamente de que la entrada y la salida, el input y el output, puedan ser tem-
u n determinado sector del entorno. poralmente ligados de manera recíproca, de tal manera que las causas del
En todo ello es preciso observar que la diferenciación del entorno en entorno y el efecto del entorno no coincidan sino que, entre ellas, haya
la perspectiva de cada uno de los sistemas parciales resulra distinta. La ad- d isponible un lapso de tiempo en el que el sistema pueda elaborar las in-
ministración, por e je mplo, si la consideramos desde el ámbito de la políti- formaciones entrantes según e l criterio y medida d e las propias premisas
~a exterior, tiene que ver con la política, con los roles de público y con los de decisión 13 . Dicho de otro modo, e l sistema debe tener tiempo, de tal
mtereses personales del propio personal; en ello, las dos primeras fronte- manera que su estructura no se desintegre durante el tiempo que necesite
ras se enc~encran dentro del sistema político, mientras que la tercera, por para reaccionar autónomamente a los estímulos del entorno. Ha de poder
el contrario, lleva hacia fuera y, en esa medida, resulta especialmente pro- retrasar reacciones y posponer decisiones. Es esta una exigencia tanto de
blemática 12• La administración puede, frente al público, confiarse en que- los sistemas que exclusivamente se auroconservan como de los sistemas es-
dar cubierta mediante las decisiones políticas; y frente a la política puede pecificados funcionalmente y según los rend imientos 14 •
invocar los asuntos importantes y las relaciones reales del público. Frente Para todos los sistemas parciales, esta separación del input y el output
a ambas fronteras, la administración puede (icon precaución!) poner en la es un fundamento esencial de su autonomía y de la eficiencia funcional.
balanza los límites de sus capacidades de rendimiento y d e resistencia. En
el caso de la política se da una constelación de enrorno d e otro tipo, que
consta ?e electores e ime_resados, de las particularidades personales y pre- 1i El modelo input/outpul goza de gran reputación ~n la reciente ciencia de las o r-
ganizaciones, sob re todo desde el punto de vista de que posi bil ita, dentro del sisrema, la
ocupac10nes de los políticos, así como en la administración burocrática. introducción de procesos causales comple¡amcnte orgamzados. El hecho de que se trarc
La política tiene que producir un equilibrio entre las exigencias de estos de una estructura que presupone que e l sistema riene ti empo es visto como algo ev idente
sectores del entorno; pero este equilibrio ha d e ser de un tipo dis tinto al y viene señalado en relativamente pocas ocasio nes. Por consiguien te, falta también una
teoría que pudiera si tuar esre modelo en una concepción aba rcadora. Véase, por ejem-
de la_ administración, de tal manera que esta, normalmente, no puede ser
plo, K. Deursch, «On Com munication Mode ls i n thc Social Sciences•: The Pubfic Opi11io11
dommada por un segmento determinado del entorno. Quarterly 16 (1952), 356-380; J. B. Kno x, The Sociology o( Industrial Relatio11s, Nueva
York (NY), 1955, pp. 144 ~s.; T. Parsons y N. J. Srnelser, Economy and Societ)', Gle ncoe
(!L), 1956; Chr. Argyris, Perso11ality and Organization, Nueva York (NY}, 1957, espcc.
~o es una condición_ del _ma~tenimienro ~e sistemas ~specíficos a un fi n. Cf., por ejemplo, pp. 248 ss.; R. M. Stodgill, Individual Behavior and Group Achievement, Nueva York
F. Eu lenburg, Das Gehe,mms der Orga111sat1on, Berlin, 1952, pp. 44 ss.; S. N. Eiscnstadr, (NY), 1959, pp. 13 s., 196 ss. y 278 ss.; S. L. Optner, Systems Analysis (or Business Mana-
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i:ea hl~•: General Systems 7 (1962), 269-282; W. J. Gore, op. cit., pp. 22 s.; N. Luhmann, Developi11g Areas, Princeton (NJ), 1960, pp. 3-64; P. G. He rbst, «f,. Theory of Simple Be-
hmkttonen 1md Fo/gen (onnaler Organisation, Berlín , 1964, pp. 132 ss. Aparte de esco, en- havior Systems•: Human Relations 14 (1961), 71-94, 19.3-239, e ld.,Auto11omous C roup
co ntramos en la teoría de la empresa, y como núcleo de esra ciencia, la elaboración de es- F11nctioning: An Exploralion in Behaviour Theory a11d Measurement, Londrés, 1962, es-
trategias raci? nales del _comportam iento de una empresa en un entorno diferenciado según pec. pp. 14] ss.; A. K. Rice, The Enterprise and its Environment. A System Theory o( Ma-
mercados. Vease, por e¡emplo, los esbozos de M. Lohmann, Ein(ühnmg in die Betriebswirt- nagement Organization, Londres, 1963, espec. pp. 16 ss. y 198 ss.; B. M. Cross, •Whar
scha(tslehre, Tubinga, 3 1959_, p. 23; o en S. Clelland, «A Short Essay on a Manageria l Theory are you r Orga nization's Objeccives? A General Systems Approach ro Planning•: Human
of th~ F1rrn •, en K. E. Bou ld,ng y W. A. Spivey (cds.), Lmear Progranm¡¡ng and the Theory o( Relations 18 (1965), 195-216; y menos pronunciadamente, la obra principal del mis-
the Fmn, Nueva Yo~k (NY), 1960, pp. 202-216 (203 )' 205). También subyace aquí dara- mo autor: The Ma11agi11g o( Organiuitio11s. The Administrative Struggle, 2 vols., Nue-
menre, aunque no siempre de manera expresa, la concepción de que la diferenciación del va York/Londres, 1964; D. Easton, A Framework o( Political Ana/ysis, Englew\lod C li ffs
entorno en d iferentes l~~rca~os. es presupuesto de la autonomía decisoria de la empresa. (NJ}, 1965, e Íd., A Systems Aualysis of Polit ical Li(e, Nueva York/Lond res/Sydney, 1965.
12. Como aclarac1on, indiquemos de nuevo un d esp lazamie nto esencial de nues- La mayor parte de las veces se subraya en estas obras que este modelo tiene va lidez um,·crsal.
t ro modelo fre nte a las representaciones de la vida cotidi ana. Los intereses personales y Frente a e llo, Fred Riggs señala con razón que el modelo tiene su significación principal
«orros roles•. ~el person:1-I de_la admi111~tr~ción se encuentran fuera del sistema político, pa ra las sociedades funcionalmenre diferenciadas, cf. Fr. Riggs, Administratio11 in De11elo-
los roles polit1co-ad m1msrrauvos del publico, por e l contrario, están d entro de l sisrema pi11g Co1111tries. The Theory o( Prismatic Society , Boston (MA). 1964, pp. 195 s._ .
p~lít_ico y fuera están solo l~s intereses personales y •otros roles» de quienes pertenecen aJ 14. En las e mpresas, esta exigencia de tiem po viene represen tada por e l 1mpcrat1-
pu blico. El que la concepc1on que suhyace a nuestro modelo es más correcrn viene indica- vo de liquidez. Presupone, por tanto, e l mecanismo monetario. La liqu idez es la posibil idad
do por d hecho de que la administración no pone im pedimento algun o a comar comuni- de aplazar las decisiones de consumo cuyo con ten ido está indererminado a la par que, con
cacto nes de los roles del público y a elaborarlas de acuerdo a un sentido, mie ntras que, a l todo, quedan aseguradas. Solo las empresas con liquidez. pueden separar d input y el outp,<t
comrano, cuando se trata de dar expresión y releva ncia a los intereses personales de los y, con ello, obtener una ganancia. En los sistemas políticos, la posesión de l poder legítimo
mi embros d e la admin istració n, se construyen barre ras claras y efectivas. tiene una función a náloga.

124 125
EL SISTEMA POLÍTICO DE LA SOCIEDAD MODELO ANALÍTICO DEL S I STEMA POL I T I CO

Ni la política queda fijada, mediante la elección política, en torno a de- lización observable de la comunicación en romo a la decisión de unas po-
terminados programas de la admi nistración, ni tampoco en la administra- cas alternativas de personas o programas -esto es, prescindjendo de toda
ción se ha decidido sobre la decisión vinculante con planificaciones soste- motivación particular- 16 • De un modo similar, entre la política y la admi-
nidas desde la política. También para la capacidad funcional del público nistración la comunicació n queda ordenada en dos sentidos, au nque e llo
en el sistema político hay un presupuesto indispensable, según el cual las se da no tanco mediante vías diferenciadas cuanto mediante diferentes
experiencias con una administración no pueden transformarse eo ipso en modos de argumentación . Está la influencia inmediata)' justificada de los
decisiones de elección, sino que únicamente han de hacerlo después de partidos de gobierno en la adm in istración mediante la ocupació n de sus
una reflexión y de una elaboración bajo determinados puntos de vista. puestos directivos; y también, en medida creciente, hay también una in-
La democracia no es, en modo alg uno, un plébiscite de tous Les jours, fluencia política a través del contacto inmediato entre políticos de todos
sino que está ligada, por su sentido, a l ritmo temporal de las elecciones y los partidos y los funcionarios en puestos de dirección. Po r otra parce,
los plazos. El ciclo de influencia tiene, visto desde este ángu lo, el sentido sin embargo, se hacen valer también consideraciones más generales, es-
de proporcionarle a todos los sistemas participantes más o menos tiempo pecialmente en los rasgos fundamentales de la legalidad y de la produc-
para la elaboración de información; un tiempo del que no dispondrían, en tividad - lo mismo que en la prescrita torna en consideración de la masa
la misma medida, en un choque directo de concepciones contrapuestas. de programas de decisión ya implementados-. Estas consideraciones más
En la dimensión objetiva, la cond ición de autonomía que parece de- generales mantienen otras situaciones, otros participantes posibles y, fi-
cisiva es la de que el tráfico comunicativo entre los sistemas parciales del nalmente, la continuación del sistema. Así, se cuida de que los seguidores
sistema político puede darse en al menos dos niveles diferentes de la ge- con funciones políticas encuentren el aparato a su disposición. AJ me-
neralización del sentido 15 . Esta diferenciación significa que hay al menos nos esa es la idea. Se procura que también el sistema permanezca «con
dos vías legítimas de comunicación y dos modos legítimos de argumenca- liquidez». Solo con este presupuesro resulta posible la e lección política,
ción. Uno de ellos le permite a los sistemas parciales defender su particu- el juego parlamentario y el trabajo racional de decisión según criterios
lar interés en sí mismo; y en el otro estos se encuentran ligados al punto propios de racionalidad.
de vista general del mantenimiento del orden del conjunto. La distinción Para el manten imiento de la autonomía y de la eficacia funciona l de
recíproca y el equilibrio de estos dos niveles de sencido causan dificulta- los sistemas parciales, así como del ciclo de influencia entre ellos, no so-
des similares -o quizá mayores- a las de la separación entre el input y el lamente resulta exigible una formación funcional-estructural de subsis-
output. Los sistemas parciales únicamente pueden obtener y conservar au- temas. La diferenciación ha de ir más allá y debe comprender también el
tonomía, sin embargo, cuando ambas posibilidades de comunicación son proceso de elaboración de in formación según criterios sociales, tempora-
legítimas, cuando existen la una junco a la otra y cuando pueden ser em- les y objetivos. Deben desbrozarse y despejarse roles, fronteras de entrada
pleadas simultáneamente o de manera sucesiva; y ello con las dificultades y salida y niveles de sentido; y en este quedar separados han de ser estabi-
fácticas y los problemas de exposición que se puedan dar. lizados artificialmente. Resulta obvio que ello, visto desde una perspecti-
Así, el público tiene, por una parte, la posibilidad de presentarse ante va sociológica, requiere de una actividad extraordina riamente rica en pre-
la administración_o la política como solicitante, querellante o interesado supuestos y que le exige una notable disciplina tanto a las actitudes de los
en un asunto que le es propio. Sin embargo, por otro lado, está sujeto a participantes como al comportamiento diario. Una ordenación así no
la decisión vincu lante de la administración o a la coerción oscurecedora resulta, en modo alguno, evidente por sí misma. Resulta tan exigente que
de la trastienda política. Por otra parte, el público tiene una influencia ni siquiera en e l caso de los participantes puede lograr aquella evidenc ia
vinculante -bajo la forma de la elección política- en la configuración que poseían las instituciones más antiguas y más simples de tipo jerárqui-
d e la política. Pero esto solo tiene lugar por vías que fuerzan una genera- co. Precisan, por tanto, en gran medida, de una continua reflexión y
esta depende de un apoyo científico.
15. Los rasgos fundamentales de esta noción han sido introducidos por Talcort Par- El lugar que la socio logía política podría tornar aquí resu lta de las ne-
so ns e n su teoría de l double interchange ent:re los subsistemas de los sistemas sociales. cesidades de su objeto. En tanto sociología, no se presenta --con función
Parsons, sin embargo, no relaciona esta noción exclusivamente con el problema de la ge·
nerali1.ación de sentido de tipo objetivo (sachlich), sino que la vincu la con la diferencia-
ción del entorno. Cf. la exposición en T. Parsons y N. J. Smelser, op. cit., pp. 70 ss., o en 16. Cf., a este rcspecco, especialmcnce T. Parsons, «·Voting' and rhe Equ ilibrium of
T. Parsons, •Ge neral Theory in Sociology•, en R. K. Merron, L. Rroom y L. S. Coctrell, the Amencan Polincal Sysrem•, en E. Burdick y A. J. Brodbcck (cds.), American Voting Be-
J r. (eds.), Sociology Today, Nuev3 York (NY), L959, pp. 3-38 (16 ss.). havior, G lencoe (lL), L959, pp. 80-120.

126 l 27
EL SI STEMA POLÍTICO DE LA SOCIEDAD

de consejera- exponiendo la acción correcta en el lado de la praxis, al


modo como lo hacía la antigua ciencia política. Solo puede llegar a ser
una ayuda para la reflexión 17 en las condiciones de un orden social cre-
cientemente complejo y debe abandonarse la fonción de consejero, que
operaba con unas premisas mucho más restringidas.

Parte 111

ADMINISTRACIÓN

17. Esta expectativa se superpone con el rol que Helmut Schelsky, por consideracio-
nes de orden más fundamental, querría asigna rle a una «reoría trascendental de la sociedad•.
Cf. Íd., Ortsbestimmung der deu!Schen Sozio/ogie, Dusseldorf/Colonia, 1959, pp. 93 ss.

128
l
13

FUNCIÓN Y DIFERENCIACIÓN DINÁMICA


DEL SISTEMA ADMINISTRATIVO

La consideración de cada uno de los sistemas parciales del sistema polí-


tico comienza con la administración y continúa entonces «en el sentido
contrario a las agujas del reloj» - esto es, contra la dirección principal del
flujo de comunicación en el sistema político- hada los roles de público.
J La administración -y con ello entendemos aquí todos los procesos de
decisión organizados y programados en el poder legislativo, el ejecutivo y
el judicial- es aquel ámbito del sistema político que se ha diferenciado
dinámicamente y se ha hecho autónomo más tempranamente desde
el punto de vista histórico y con mayor intensidad en los resultados. Lo
que ahora puede ser la política no se produce sino a partir de esta diferen·
ciación dinámica de la burocracia 1: En el ejemplo de la administración
cabe estudiar de la mejor manera el modo en el que esta diferenciación
dinámica es llevada a cabo, lo que significa y cómo queda garantizada la
conexión con la sociedad a pesar de la introducción de severos meca-
nismos de separación. Esto no es por casualidad, sino que resulta de la
posición de la administración al finaE de aquel proceso de reducción de
complejidad que empieza con la articulación de intereses y exigencias
a través del público y que desemboca en decisiones vinculantes. La ad-
ministración debe presuponer rendimientos dentro del sistema político,
debe seguir elaborando lo que ya se encuentra ahí y, consecuentemente,
se deja impresionar en primer término por las premisas de decisión ya
firmemente establecidas en el sistema político. Esto exige un aislamien-
to más o menos impermeable frente a influencias díscrepantes de otros
ámbitos de rol de la sociedad. Esto viene a ser una descarga de la tarea de
tener en cuenta «otros roles» de los participantes en el proceso de deci-

l. Esto lo afirma igualmente, coneccando con Max Weber, R. Bendix, Nation·


Building and Citizenship: Studies o{ our Changing Social Order, Nueva York/Londres/Syd·
ney, 1964, p.106.

131
ADMINISTRAC I ÓN FUNCIÓN Y D I FERENCIACIÓN D INÁM ICA DEL SISTEMA ADMIN I STRAT I VO

sión, lo que actúa a favor de una elaboración de la información objetivo- y que requiera rendimientos debe quedar equi librada por una dirección
específica y tiene como meta el decidir correcto. socioemocional, que recae en el más popular. Este debe poder apelar
La función de la administración ha de ser consecuentemente conce- y activar internamente a los miembros del grupo. Debe ser alguien que
bida como producción de decisiones vinculantes acerca de problemas bajo pueda ocuparse de la cohesión y la motivación. Esto es, ha de ser alguien
el presupuesto de una complejidad ya reducida. La admi nistració n puede que pueda ayudar a crear un capital de disponibilidad que pueda ser em-
hacer esta presuposición -y puede, por consiguiente, concentrarse en el pleado por los más capaces para determinadas metas. Normalmente, es-
trabajo de decisión bajo determinados criterios de orientación- porque tos dos roles del líder más popular y del más capaz no coinciden puesto
anteriormente ya han tenido lugar procesos políticos de elaboración de que plantean exigencias muy diversas. Por ello, en e l mejor de los casos,
información cuyos resultados pueden ser tomados como input del siste- se satisfacen por separado. Solo los «grandes hombres» pueden unir estas
ma de la administración y pueden ponerse como premisas de decisión. dos funciones en ellos mismos.
Este requisito de orden se relaciona con premisas de decisión de diverso Esta teoría retoma la adopción de variables heterogéneas -pero de
tipo, a saber, con la organización, con personas y planes o programas. Su igual importancia- de toda vida grupal, a saber, una dimensión expresi-
significado esrructurador y de descarga resulta esclarecido de la mejor va y otra instrumental. Acepta pues, que los problemas divergentes de la
manera mediante un análisis de la estructura jerárquica del sistema de la unificación de las voluntades y del incremenro de rendimientos han de
administración y de su particular dependencia de un programa. Con ello ser resueltos siempre conjuntamence4 • No vamos a juzgar aquí el valor
no volvemos a la concepción clásica de la relación entre política y ad- empírico de esta teoría. Ella establece un presupuesto que, mirando más
ministración en el sentido de la distinción entre lo superior y lo inferior de cerca, se puede y debe desmontar, a saber: que ambas actividades de
o entre fin y medio 2 • Más bien, nos preguntamos por los presupuestos y dirección en los roles del sistema -esto es, internamente al sistema y recí-
consecuencias de estos roles de ordenación en un orden de conjunto del procamente- deben ser producidas. El sistema puede ser redimido de esta
sistema político concebido según la teoría de sistemas. obligación de combinar cosas incompatibles si logra cumplir una de escas
Las jerarquías son estructuras asimétricas. Ordenan una escala de ran- funciones mediante procesos externos, es decir, si consigue desplazarla
go y poder. Asimismo, deben resolver el problema de la procedencia y hacia fuera. El sistema no precisa entonces de «grandes hombres», no ne-
legitimidad del poder, a diferencia de los órtknes con una repartición cesita esperar a que se dé esta contingencia. No precisa tampoco confi-
del poder difusa o simétrico-igualitaria. La pregunta puede formularse gurar ro.les de dirección de diferentes tipos y estilos contradictorios de
siguiendo el problema de la cima de la jerarquía, a saber: ¿quién le da au- dirección los unos junto a los otros ni requiere confiar su armonización
toridad a la cima? ¿Quién le da el derecho a la decisión última? al azar de un maridaje corno el descrito. Cuando la conformación de la
Aquí se dan, por principio, dos soluciones diferentes, que nosotros jerarquía y su legitimación pueden quedar garantizadas, entonces el sis-
podemos distinguir como solución interna y externa. Para la solución tema es capaz de institucionalizar una pura dirección de la actividad y
interna, la reciente investigación sobre grupos pequeños en la llamada del rendimiento, una dirección que puede ser hecha independiente del
«teoría de la doble dirección» ha elaborado un modelo representativo·1. consenso y del apoyo dentro del sistema5 . Presupone, entonces, el con-
Esta teoría dice que una dirección en grupos orientada de acuerdo a tareas
4. Talcott Parsons emplea esta dicotomía de lo expresivo y lo instrumental junto
2. Puede recordarse aquí la crítica del capítulo 11 . al esquema interior/exterior de b teoría de sistemas para la definición de sus cuarro pro-
3. Cf., como punto de partida, R. F. Bales, lnteraction Process Analysis: A Me- blemas sistémicos. Cf., por ejemp lo, l:i exposición en T. Parsons, «General Theor)' in So-
thod for the Study of Sma/1 Croups, Cambridge (MA), 1951; cf., asimismo, por ejem- ciology», en R. K. Merton, L. Broom y L. S. Conrcll, Jr. (eds.), Sociology Today, Nueva
plo, R. F. Bales y Ph. Slater, «Role Differentiation in Small Decision-Making Groups», York (NY), 1959, pp. 3-38 (5 ss.).
en T. Parsons y R. F. Bales (eds.), Family Socia/i:¡;ation and /nteraction Process, G lencoe 5. El que esto nunca pueda lograrse en toda su extensión -puesto que la fuerza de
(IL), 1955, pp. 259 -306; Ph. E. Slater, a Role Differentiation in Small Groups»: American motivación de la dirección formalmente implanrnda riene sus límices- es, sin embargo,
Socio/ogical Review 20 (1959), 300-3 1O; V. Williams, «Leadership Typcs, Role Differen- algo seguro. Fue esta consideración de las cosas la que animó a buscar ejemplos de doble
ciation and System Problems•: Social Forces 43 (1965), 380-389; A. Eczioni, «Dual Lea- dirección formal e informal también en el marco de los sistemas sociales formalmente or-
dership in Complcx Organizations»: American Sociological Review 30 (1965) , 688 -698. ganizados. En estos casos, sin embargo, la dirección informal del más popular del grupo
Como panorámica de referencia, cf., por ejemplo, J. W. Th ibaur y H. H. Kelley, The So- riene para su despliegue solo un campo limicado, a la par que está conjuntamente insti-
cial Psychology of Groups, Nueva York (NY), 1959, pp. 278 ss., o R. Kónig, «Die infor- tucionalizada una regla de decisión de conflictos a favor del líde r formalmeme instalado.
mellen Gruppen im lnduscriebetrieb», en E. Schnaufor y K. Agthe (eds.), Organisation, Véase también la justa observación de Fr. Wekz de que •las acma les relaciones jerárquicas
Bcrlín/Baden-Baden, 1961, pp. 55- 118 (112 ss.) de autoridad en las empresas industria les no resultan apoyada~ por las exigencias internas

132 133
ADMINISTRACION FUN CIO N Y D I HRENCIACION DI NÁM ICA DEL S I STEMA ADMINISTRATIVO

senso únicamente en un sentido fuertemente generalizado, como reco- función fronteriza descansa su poder y su independencia respecro de sus
nocimiento de las fuentes externas del poder y de la legitimidad. subordinados, esto es, la estructura asimétrica del gobierno jerárquico.
Por estos motivos, para implantar una administración racional de · Con ello tenemos algunos puntos de referencia para responder a la
sistemas políticos resulta necesario un fundamento externo de la cima. pregunta de cuál es la forma en que la administración recibe_c~mpleji-
De otro modo, la administración no podría independizarse de las condi- dad ya reducida de la política, a saber, e n la forma de establec1rn1enro de
ciones azarosas que hemos mencionado y no podría evitar un bloqueo unas competencias de decisión últimas e inapelables, así como en la de-
recíproco de los diferentes roles y estilos de dirección. Para la legitin~a- terminación de personas que puedan ejercerlas; en otras palabras, en la
ción externa de la cima hay diferentes posibilidades cuyas di ferenc1as creación y ocupación de puestos en la cüna 9 • Sin embargo, <::Sto no pue-
resultan significativas para la d iferenciación dinámica y la razona~ihdad de permanecer así. Una limitación a premisas de decisión organizativas
de la administración6 • La cima puede ser legitimada de manera religioso- y personalmente fijadas haría que la dirección política de la ~~°;inistra-
tradicional o puramente política7. En cada caso se relaciona con un mun- ción oscilase entre dos extremos. O bien, por un lado, se definman muy
do externo a la administración al que ella proporciona acceso 8 • Sobre esta ajustadamente las competencias o se dejaría paralizada la adminisrra-
ción respecto de un entorno social Auctuante. O bien, por otro lado, se
a la emp resa, sino las externas• (Vorgesetzle zwischen Manageme11t 1111d Arbeitern, Snnr- favorecería ampliamente la arbitrariedad personal dentro de un marco
gart, 1964, p. 32). de amplias competencias. Un tercer tipo resulta inevitable corno proceso
6. En este sentido, nos enconrramos, también en el marco de referencia conceptua l adicional en sistemas muy co mplejos, a saber: e l establecimiento político
y fundamental de la teoría de sistemas, con aquella conexión de los principios de la legiti-
mación del gobierno y de la racionalidad de la admin istración que Max Weber romó como
de las premisas de la decisión y la dirección mediante planes y organiza-
base de Sll teoría de la administración. Max Weber, sin embargo, plantea junto a las legi- ciones de la administración mediante la política.
timaciones del gobierno tradicional y carism:ítico (esto es, inestable) la legirimación racio · La relación entre política y administración no ha de ser malinter-
nal o legal Jel gobierno con personal ,1dministrativo-burocrático. Esto es, en ú ltim_a ~nstancta pretada como un acto de implantación e institución que ocu rra una sola
p lantea la legitim~ción de l:i :idminisrración a través de sí misma y de los princ1p1os de su
rendi111ienro (d. M. Weber, Wlirtschaft 1111d Gesel/schaft, Tubinga, 4 1956). En esre contex- vez o que ocurra raramence. Es un proceso de comunicación continuo que
to, el significa do d e los procesos políticos no queda correcta mente considerado, po_r más re- pasa por encima de las fronteras, también -y por el lo mismo- cuando
ceptivo que Weber se haya mostrado respecto de estos. Frente a ello, es preciso se~alar _que la política y la administración son sistemas parciales separados. En los
la raciona lidad formal- legal no puede ser una fuente socialmente estable de monvacioo Y puestos, a largo plazo fijos, de los parlamentos, de los gobiernos o de las
legitimación puesto que su principio de la popularidad es excesivame nte co.rnple,o Y no
tiene límites. Los fundamenros del gobierno burocráticamente o rga nizado h,rn de buscar· autoridades superiores, la política introduce continuamente otras per-
se también aquí en rendimiento5 externos a b admi nist ración, y han de bu~carsc justa1~1~ntc sonas y planes o programas como premisas de decisión, en los que se
en los procesos políticos que fijan las prem isas organizativas, personales y progr:unaucas complementan la dirección en torno a la elección pe rsonal y en torno a
de bs que parte la administración.Justamente porque la administració n ha de_ser rac,o·
la programación. Pueden, incluso, sustituirse parcialmente según resul-
nafüada con vistas a rendimientos específicos, no pllede ser legitimada por ~í misma, smo
que precisa, con ramo mayor motivo, una descarga mediante procesos exte rnos. de con- te más sencillo obtener el consenso en torno a personas o programas.
formación de l poder legítimo . El proceso histórico que disuelve las formas trad1c1o_nales Sin el carácter permanente y continuo de este proceso de reducción
de gobierno no lleva a un maror emremezck1rse de legitimidad y racionalidad sin.o.' ¡usra- de complejidad desde la política a la administración, el mismo siste-
menre al revés, a L1na d ife renciación m.ís i11tensa de las do~, de ral manera que leg1nm1d 3d
ma político no podría alcanzar el alto grado de complejidad )' variedad
y racionalidad pueden ser rendidas en procesos en cada caso apropiados para cada una de
ellas.
de fundamentos de la decisión que exige la sociedad moderna -por
7. Esta distinción se corresponde con la <lisnnción arriba consid erada (caps. 6 Y7) ejemplo, no podría lograrse positivización alguna del derecho-. Y esto
acerca de la diferenciación dinámica vertical y horizontal. . significa que no solo la función de la administración, sino también la
8. Véase como elaboración de esta noción, Fr. Riggs, ~Bu reaucrats and Pol,ncal
función política, han de ser cumplidas por un rendimiento y una activi-
A
Developmenr: Paradoxical View•, en J. LaPalombara (ed.), Bureaucracy and Poli!ical De·
dad continuos. La política misma se convie rte e n la «vida continua del
velopment, Princeton (NJ), 1963, pp. 120-167 (158 ss.). Riggs considera que las d 1f1cultades
específicas de los países en ,•ías de desarrollo se fundan, entre otros elementos. en que l_a Estado» 10 • •
lcgirimación externa del gobierno med iante la rel igió n no funciona ya, miem-ras que la leg!·
timación mediante la sola política aún no lo hace. De esta manera, la cima de IJ ¡erarquia
de la ad ministración se convic rre en una prisionera de su prop ia buroc racia. Cf., ª, este 9. Nos ocuparemos con más detalle dd problema d e la organización de las c imas
respecto, la exposición, a partir del problema de la legitimación, de las relaciones pol,incas a l tra tar e l problema de la separación d: po deres (cap. 14). . . ..
de Irán en L. Bindcr, lran: l'olitical Development i11 a Cha11gi11g Society, Berkeley/Los Ange· 1O. Esto va contra A. Schaffle, «Uber den wissenschahlichen Begnff d er Polit1 k»:
ks, 1962. Zeitschrift (ür die gesamte Staatst.(lissenscha~ 53 (1897), 579-600. Este autor pretende fon-

134 135
ADMINISTRACIÓN FUNCIÓN Y DIFERENCIACIÓN DINÁM I CA DEL SISTEMA ADMINISTRATIVO

Si el ámbito de decisión de la administración que<la construido con conceptos de la teoría de sistemas 12. Los rasgos esenciales de este mode-
ayuda de la política de este modo, entonces la administración puede al- lo son la fundamentación a través de un gobierno legitimado de forma
canzar una gran complejidad propia y, empero, puede permanecer capaz legal y racional; una organización jerárquica con nombramiento de supe-
de decidir. La política, entonces, se ocupa de que la complejidad indeter- riores desde el exterior, es decir, desde arriba; división funciona l del
minada de la sociedad no advenga a la administración de forma no me- trabajo; impersonalidad de la orientación, que se conduce en el marco de
diada, sino como una complejidad determinada de una multiplicidad de unas competencias acordes con reglas generales que se pueden aprender.
difíciles programas de decisión. Su organización funcional-específica en el Son, asimismo, rasgos esenciales la separación entre el lugar de trabajo y
trabajo de decisión exige y conduce simultáneamente a que los roles de la la familia, así como la separación entre los medios de trabajo y la pro-
administración queden separados e independizados de otros roles so- piedad. Lo son también un salario cuya provisión esté garantizada, una
ciales que tengan quienes desempeñan dichos roles de la administración. especialización para este trabajo que dura toda la vida y que es específica
Una precondición de esta diferenciación dinámica es que la administra- de la profesión, al igual que un particular prestigio en la sociedad sus-
ción pueda apoyarse en una política en funcionamiento, que transforme ceptible de gradación a través de un ascenso en la carrera profesional. El
la complejidad indeterminada en complejidad determinada. Allí donde modelo se apoya, muy claramente, ei:1 los dos componentes de la regla
este presupuesto no es satisfecho, o es mal satisfecho, la administración estructural y de la división de rolesl.l_ El orden jerárquico de las compe-
permanece dependiente de un entramado de roles, más o menos robusto, tencias de decisión y la orientación según reglas están al servicio de la
con la sociedad. regla estructural. Las otras características están al servicio de la división
El modelo ideal-típico de burocracia de Weber' 1 permite reconocer de roles, esto es, de la diferenciación dinámica del sistema de la adminis-
con claridad este estado de cosas, aunque Weber no lo formulase en estos tración. La separación encre el lugar de trabajo y la familia desactiva las
vinculaciones operantes de los r<>les relativos a la familia. La separación
entre los medios de trabajo y la propiedad de los funcionarios, así como
dar su concepro de la política en una oposición a la vida del Esrado en movmuento. [La la garantía de salario y asistencia hacen que su trabajo en la administra-
rcfcrenc(a a la «vida conrinua del Estado» se corresponde con una expresión empicada por ción sea independiente de su rol en la economía. No debe, ni puede, por
Mannhe1m, por lo que cabe pensar que se rrara de una referencia indirecta (N. del T.)].
11. . Cf. M. Weber, Wirtschafi u11d Gesellschafi, cit., pp. 55 J ss.; para conrraposicio- lo general, repercutir en su salario. La particular ordenación de esta-
nes críncas véase, por ejemplo, C. J. Friedrich, •Some Observacio11s on Weber's Analysis tus del servicio público hace posible asimismo, desde esta perspectiva,
of Bureaucracy», en R. K. Merton, A. P. Gray, B. Hockey y H. C. Sclvin (eds.), Reader in la independencia de la adm inistración respecto de la sociedad. Por una
B11rea11cracy, Glencoe (IL), L952, pp. 27-33; Ph. Selznick, •An Approach to a Theory of Bu- parte, lo hace posible por cuanto la administración puede encontrarse
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}oumal of Socio/ogy 68 (1962), 299-308; A. L. Srinchcombe, «Bureaucrati c and Crafr Ad-
miniscrarion of Producrion: A Comparacivc Study»: Administrative Science Quarterly 4
(1959), 168-[87; E. Litwak, «Models of Burcaucracy Which Pcrmit Conflict": The Ame-
rican }oumal of Sociology 67 (1961), 177- 184; A. Diamanr, «The Bureaucratic Modcl: de estas im•estigaciones se intenta probar la validez universal de este modelo a parrir del
Max Weber, Rejecred, Rediscove red, Reformed», en F. H eady y S. L. Stokes (eds.), Pa- material empírico, con lo que se desconoce el semido de esra construcción ideal-típica.
pers in Comparative PublicAdministration, Ann Arbor (MI), 1962, pp. 59-96; R. H. Hall, 12. En detalle, CÍ. N. Luhmann, «Zweck -He rrschaft-System: Grundbegriffe und
«lntraorganizational Structural Variation: Application of the Bureaucratic Model•: Ad- Pramissen Max Webers»: Der Staat 3 (1964), 129-158.
ministrative Science Quarterly 7 (1962) 295-308; Íd., «The Concept of Bureaucracy: An . 13. También R. Bendix (Na1io11-811ildi11g and Citizwship: St11dies of our Chm1gi11g So-
Empmcal Assessmenc»: The American joumal of Sociology 69 (1963) 32-40· W. De- c,al Order, Nueva York/Londres/Sydney, 1964, p. 115) destaca estas dos variables críticas:
lany, •Patrimonial and Bureaucratic Adminiscrarion»: Administrative Science Qt~arterly 7 •Una se refiere a la naniralcza de la autoridad ejercida ·sobre un personal administrativo, J:¡
(1963), 458-501; H. Hartmann, «Blirokratische und vo lunraristische Dimensionen im or- otra a l acondicionamiento y aislamiento organizativo de ese persona l que afecta la imple-
ganisierten Sozialgebilde»: jahrb11ch (iir Sozialwissenschafi 15 ( [964), 115-127. En muchas mentación d e las órdenes».

136 137
ADMINISTRACIÓN FUNCIÓN Y DIFERENC I ACIÓN DINÁM I CA DEL SI STEMA ADMINISTRAT I VO

literarios) 14 • Otros mecanismos de la d ivisión de roles no resultan evi- serían la consecuencia inevitable 17 • Mediante la impersona lidad, además,
dentes a primera vista. Pueden estar encerrados en exigencias referidas a se hace posible un grado mayor de individuali?ad, p~esro q ue .la indivi-
las convicciones o en el estilo expresivo de l comportamiento. Asim ismo, d ualidad de! individuo dentro del sistema social no nene ya, sin excep-
por ejemplo, e l principio de la ocu pación proporcional de puestos en ción, consecuenc ia estrucwral alguna. Frente a la representación habi-
poblaciones religiosa o regiona lmente diferenciadas puede servir -me- tual del «hombre masa impersonal», ha de afirmarse que impersonalidad
diante el modo en el que estas oposicio nes son debidamente considera- e individualidad no se excluyen, sino que, justamente, se presuponen mu-
das- para expresar indiferencia frente a los mismos puntos de vista de tuamente. Esro se debe a que un sistema social únicamente puede da r
las agrupaciones 15 . como rendimiento e l ind ividualismo si, al mismo tiempo, su estructura
Esta diferenciación d inámica del sistema de la administración se pre- se protege de las consecuencias d isgrega?oras de est: principio 1:-_ ~a im-
senta en la imagen de la acción de la administració n como impersona- persona lidad de la orientación según c nte n os ob1et1vos de de.c1s1o n lle-
lidad de sus modos de orientación internos y externos16. Tanto en sus va asimismo a una neutralización sentimental del comportam iento. Los
contactos internos como externos, la administración, según su autorre- se~timientos'no son ni manifestados ni mediados, ni se hace de ellos fun-
presentación ideal, debe ser independien_te ~e.las relaciones d~ rol media- damento de las decisiones (a no ser que puedan tomar la forma abstracta
das únicamente a través de una persona 111d1v1dual. Ello es as, porque, en de «valores» impersonales). De este modo, se incrementa la capacidad de
la multipl icidad de roles y personas dentro de una sociedad compleja, las especialización, de transformación y de aprendizaje de una sociedad;_ e~,
combi naciones personales de roles no pueden ya presentar ningún tipo una palabra, su complejidad. Ello se hace, empero, al coste de la pos1b1-
de permanencia, reiterabilidad y fiabilidad. Todo intento, en una ad- lidad de la integración sentimental del ind ividuo en su mundo laboral 19 .
ministración moderna, de que las relaciones persona les -donde todas
las particularidades individuales y todas las relaciones de rol del otro 17. Sobre este punto, cf. H. Daheim, Die S0zialstrukt11r eiries Biirobetriebes: Ei11e Ein-
participante requieren ser tenidas en cuenca- se pongan en lugar de las zel(allstudie, tes is docrora l, Colonia, ! 957, pp. 143 ss. y 280 ss. Cf., asimismo, R. K. Mc r-
impersonales sobrecargaría de complejidad la administración y la arroja- ton, Social Theory and Social Stmcture, Glencoe (IL), 1 1957, pp. 204 s. fTeorÍ<1 y .est;uctura
ría muy rápidamente a un nivel mucho más simple de procesamienco. sociales, trad. de F. Torner y R. Borques, mtrod. de M. Bungc, FCE, Mex,co D. 1· ., 2~02];
P.M. Blau, The Dynamics o( Bureaucmcy, Chicago (IL), 1955, pp. 68 ss. [La lmrocrac,a en
Cada caso sería d iferente según fuera quien participase. Los confl ictos de la sociedad moderna, Paidós, Buenos Aires, 1962].
roles, las presuposiciones contradictorias y las decepcio nes personales 18. En las burocracias modernas, por ejemplo, puede uno imaginarse por ejemplo
una serie de ca rgos impersona les, universa lmente accesibles, con~o una carrera in~ividua!,
en cuyo transcurso el individuo no solo sigue siendo él mismo, sino que solo realiza su SJ·
14. Esta independencia del sistema de estacus presupone una multiplicidad de pirá- mismo propiamente a través del hecho de que es preferido a ocros. Véas~, en. escc senndo,. la
mides sociales de csratus reconocidas. Véase, a este respecto, también in(ra, pp. 339-340. a lca valoración del principio de la carrera profesional para la moder111zac,611 de la socie-
No se puede alcanzar si el sistema político representa la única ordenación del estarus de la dad en D. E. Apter, The Polítics o( Modernization, Chícago/Londres, l 965, espec ralmcn-
sociedad, ni tampoco es alcanzable cuando la ordenaci~n político-administrativa del ~Sta· re pp. 152 ss. [l'olítica de la modemizaci6n, Paidós, Buenos Aires, 1972]. En la burocra-
cus no se encuenrra reconocida en b sociedad. En este último caso, como lo muestra el e¡cm- cia de l antiguo Siam, por el contrario, la persona estaba can entreverada con el _cargo que
plo de los funciona rios indios en la administración colon ial británico-india, la función pú- quien lo desempeñaba, al ser ascend ido, debía cambiar su nombre, esto es, su ,denndad,
blica es empleada únicameme como medio de ascenso hacia un nuevo estraro social, en con el objeto de sep:irarse de las lealtades simultáneamente personales y formales de su
este caso, íundado sobre todo en b poses,ón de rierra. Véase, a este respecto, B. S. Cohn, c1rgo anterior. . .
..Thc lnitia l British Jmpact on India: A C1se Srudy of the Bena res Region»: The )011mal o( J 9. Esta «consecuencia disfuncional» de la unpcrsonalrdad es frecuentemente lamen-
Asían Studies 19 (1960), 418-431. tada. Véase, para una expresión típica de este lamento,_P. M. Ulau'. Bureaucracy.in ~o-
J5. Esto, naturalmente, no es v~lido pa ra el caso en el que el sistema proporcional dem Society Nueva York (NY), 1956, p. 3.3; Cl1r. Argyns, Personality and Orga111zat1011:
sirve para enrolar a portavoces de e.ida uno de los grupos e introducirlos en el sistema de l,1 The Con/líe; Betwee11 the System and the Individual, Nueva York (NY), 1957, pp. 62 s.;
administración, de lo~ que se espera justamente una representac ión de su grupo. M. E. Dimock, Admi11ístrative Virality, Nueva York (NY), 1959, p. 184; J. _Bensman _Y
16. Esta caracte rística de la acción impersonalmente organii:ada fue puesta de re- B. Rosenberg, «The Meaning of Work in Burcaucratic Sc)Ciety•, en M. R. Srein, A. J. V1-
lieve con pesar cuando no con reproche, sobre todo en los años vcinre. Véase, entre dich y D. l'-1. Whitc (eds.), Identity and Anx1ety, G lencoe (IL), l 960, pp. l s, 1- ~97 (J 84 s.);
otros, Th. Gei~er, «Zur Soziologie der lndusrriearbe it und des Berriebs»: Die _Arbeit 6 G. Jaeger y Ph. Selznick, •A Normative Theory of Culwre•: Anumcan Sooolog1cal Re-
(1929), 673-689, 766-781 (768 ss.); G. Briefs,.Betriebs{ühnmg 1111d Bet~1ebslebe11 m.der_ln- view 29 ( 1964), 653-669 (658 s.}. Tras estas posturas se encuentra la acepració~ de u.11:1 d~-
dustrie, Sruttgart, J 934, espec. pp. 26 ss.; F. Eulenburg, Das Gehe,mms der Orgamsat1?11, terminada necesidad de estructura del ser humano según la cual este solo esra en d1spos1-
Berlín, 1852. pp. 78 ss. También hoy es mencionada, pero por lo general domina la 1111· ción de desarrollar una personalidad «auténtica» a través de una identi íicación emocio n: 1
presión de que se rrata de una variable más necesitada de p recisión y exp li~ación, máxime con aspectos de su entorno. Esta h ipótesis, sin embargo, debe ser puesta a prueba. As,,
cuand() -como con rodos los conceptos ncgarivos- puede habl arse de impersonalidad el experimento de Kenneth J. Gergen suscita dudas acerca de s, una atmósfera personal
en ~entidos 1m1y diversos. es realmente esencia l para una confirmación de la presentación de sí mismo, cf. Id., •The

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AOMINISTI\ACION FUNC I Ó N Y O líEI\EN C IA C I ÓN DINÁMICA DEL SISTCMA ADMINISTRATIVO

Las administraciones que quieren alcanzar un alto grado de complej i- ce firm e el hecho de que la capacidad de la administración para elaborar
dad propia deben institucionalizar un estilo impersonal de trabajo, esto informaciones muy complejas, mú ltiples y cambiantes solo puede incre-
es, han de poder hacerlo evidente. Ello no excluye que, justamente en memari.e si, al mismo ricmpo, se logra un cierro aislamiento de los roles
una atmósfera de trabajo en sí misma impersonal, sean tácticamente Ctti- respecto de la sociedad 22 .
les algunas relaciones personales en particular y que quepa acumularlas El modelo weberiano de la burocracia aprehende, pues, la diferen-
para formar un capital de trabajo valioso 20. Sin embargo, estas relaciones ciación dinámica en roles de la administración a partir de la sociedad
tienen siempre un carácter antiestructural e informal, que desp liega sus en los rasgos fundamentales más importantes en los que se presenta. Y
efectos justamente como excepciones. Debe dis1inguirse esto de la cues- expresa así las condiciones del éxito de la burocracia en lo referido a los
tión acerca de hasta qué punto se logra la diferenciación dinámica en la rendimientos. La comprensión teórica de este fenómeno puede, empero,
sociedad de los roles de la administración y la correspondiente institu- ser profundizada y llevada a unas perspectivas más generales si ponemos
cionalización de un ethos de trabajo que no esté oriencado en la persona. como base una concepción en términos de la teoría de sistemas23.
Esto no puede ser predicho a partir del modelo sino que solo puede ser La diferenciación de roles lleva siempre a la disolución de contextos
examinado como variable empírica21 . Entretanto, sin embargo pcrmane- de acción inmediatos, restringidos y personales, donde los roles se anu-
dan en la persona y a través de la persona. En las sociedades diferencia-
Effcc1~ of lnrerarnon Goal, and Personalistíc Feedback on 1he Present.111on oí Sclí•: jo11m.i/ das, las acciones del individuo quedan separadas mediante fronteras de
o( Personality a11d Social l'sycbo/ogy 1 ( 1965), 4 1J-424. sistema que lo recortan y delimitan como persona. Sus acciones son en
20. Ejemplo, de ello no faltan, véase, por ejemplo, 11. E. D,1lc, The Higher Cwil Ser parte asignadas a este y en parte a aquel sistema social. En tanto perso-
v,ce o( Great Bntain, Londres, 1941, pp. 141 ~,., 187 s., y ¡1,1SSim; H. L Wilensky, Jntellec-
na, no le resulta sin más posible movilizar un ámbito de participación
tu,1/s m Labor Umons: O,g,mizational l're.ssures 011 Pro(ess1011al Roles, Glencoe (IL.), 1956,
espec. pp. 61 ss.; L. Mend1ct.1 y Núñet, Socíología de la Burocracia, Mé>.1co, 1961, pp. 48 s.; para otro. Mengua la po~ibilidad de dar un sentido personal al contexto
J. Bensman y A. Vidich, • Power Cl1ques in llurcaucratíc Sociccy•: Social R1•search 29 globa l de acción <le una persona y, con e llo, al mismo tiempo, mengua
(1962), 467-474; Fr. Morseun Mar:>., •Conrrol and Respon,íh1lí1¡ m Adminisrratton: Com la seguridad de actuar correctamente en tanto persona. La acción co-
parauve Aspec1s•, en F. Hcady y S. L. Stokes (cd,.), Papers m Comparative 1'11bl,c Adm,
n1srratio11, Ann Arbor (MI), 1962, pp. 145- 17 J ( 164 ss.); N. E. Long, •Adminí,tr,mve Com
rrecta conforme al rol en cada uno de los sistemas no garantiza ya que
mumcation", en S. Mailick y E. H . van Ness (cd,.), Concepts and lssues 111 Adm111istrative el agente será aceptado como persona. L::i seguridad elemental que en-
BehaL'tOr, Englewood Clifü (NJ), 1962, pp. 117-149 (144); D. Bra>·brooke, «Thc l\l¡•srcl') contraba en aquellos <.·omexros simples de acción -y que eran simul-
oí faecutive Su"ess Re-examined •: Admm,strat,ve Sc,ence Qiwrterly 8 (1964), 533-560 táneamente aumentados en su densidad ~ocia) y personalmente- debe
(545 s.); R. L. K.1h11, D.M. Wolfe, R. P. Quinn y D. J. Snock, Orga11izat1011al Stress: S111d1es
in Role Co11(lict a11d Amb1g11ity, Nueva York/Londres/S)•dncy, 1964, pp. 201 s.; J. S. Berli- ser sustituida por formas más abstractas de seguridad. Esta seguridad la
ner, 1-acto,y and f.fa,tager in the USSR, Cambridge (l\lA), 1957, p. 182) passm,. encuentra en la individualidad de una personalidad móvil en sus roles
21. En gencr,11, se acepta que la d1ferenciac16n din.1m1,,1 en lo, paí,cs índusmales estj
mucho m;Ís avanzada que en los paí,c~ en vfas de de~arrollo. Véase, por ejemplo, la com-
paración de lo, bancos en México y lo, Estados Unidos en L. A. Zurchcr, Jr., A. Meadow parative Sociology 5 (l 964), 73-77, con la hipótesi, de 4uc un,\ postura impersonal exigida
y S. l.. Zurcher, «Value Oriencarion, Role Conflict, and Alaenation From Work: A Cross· desde la adminisrraetón ha de ser corregida por la persona hacia lo personal, micntr:is que
Culrur.11 Study•: American Sociolog,cal Review JO (1965), 5.39-548, que confirma esca su una postura personal exigida, por el contrario, debe '>Cr corregida hacia lo impersonal.
posición. Para más ejemplos de países en vías di: desarrollo cf. M. Berger, U11rea11cracy 22. A este resultado ca111b1én nega, en relación con las organíz:1c1ones en general,
and Society in Modem Egyf)t: A Study o( the l ligher Civil Service, Prínceton (NJ), 1957, S. H. Udy, «Adminístrati,•c Rationa liry ... •, cit. En un sentido simílnr, cf. W. R. $con,
espec. pp. 114 S\.; G. H. Fox y Ch. A. Jomer, • Percepnon~ of rhc V1etnamcsc Public Ad- «Theory oí Organí2:1t1ons•, en R. E. L. Fari<; (ed.), Ha11dbook o( Modem Socio/o¡,')•, Chí-
ministration Scrv1cc•: Ad111i11is1,ative Scie11ce Q,wrterly 8 (1964), 443 -481. Por otra parre, cago, 1964, pp. 485-529 (500 ~.). Como contrac1cmplo resuha intere\ante la exposición
no cahc duda de que también en los países indusrriales - donde la adm1nístrac1ón burocrá- de la evolución de una organización hacía una sociedad mediante una rnulríplicación de
tica, con todas su, exigencia,, se ha converndo en una ínsrnución firme- la orientación un - los role~ que hizo imposible mantener la ,eparacíón de roles, y que es necesaria desde un
personal se topa con los límites de lo ~uscepuhle de tener senrido ) dt lo p~íquicameme punto de vista orgamzarivo, cf. S. Diamond, «From Orgamzation ro Sociecy: Virginia in
posible. Como muestras de restos de orienración perso,ul que no e~ irrelevante y que es rhe Sevcntcench Ccnrnry•: The American Journa/ o( Sociology 63 (1958), 457-475.
sen tida como legítima, cf., por ejemplo, R. G. Francis y R. C. Stonc, op. cit., pp. 105 ss. 23. Dejamos abierta la cuestión de hasta qué punto Max Weber, con su concepción
)' las referencias b,bliográfica, en pp. 142 ss.; G. l lartfiel, l.. Sedar,s y D. Claes\cns, Beamu de la acción social y de su orientación en torno al ;entído se acerca a una teoría general del
wuf Ange$telltc III der Venvaltimgspyram,de: Orga111satio11ssoúolog1sche 1md venvaltungs- ~Í;tema de la acción, una cue;uón que ha mvesngado Talcott Parson) (The Stmcture of
recht/,che U111ersuchunge11 it/;er das /:,11tsche1d1111gshandc/11 i11 der K.0111111u11afven11altu11g, Social Ac1to11, Glenrne [ILI, 1937 [La estnictllra de la acción social, Guadarrama, Madrid,
Berlín, 1964, pp. 112 ss.; Fr. Weltz, Vorgesetzte twischen Ma11agement und Arbeitem, Smtt- 1969)). En la exposición de Weber del tipo ideal de la burocracia no ;e halla contenida,
garr, 1964, espec. pp. 46 ss. Cf., a este respecto, también N. Pare! y J. Kolag.1 , •Personal- con la suficiente cl:iridad, una 1coría de sistemas como la que viene referida; por tanto, las
lmper,onal Bchavíor: A Varíation of the Wcbenan Model•. l,,ternat1011al Jo11mal o( Com- consideraciones que siguen no pueden ya apoyarse en Max Weber.

140 141
ADMINISTRACIÓN FUNCIÓN Y D I FERENCIAC I ÓN DINÁMICA DEL S I STEMA ADM I NISTRATIVO

(que, por ejemplo, se atribuye una carrera como mérito). La encuentra rración- pueda ser resuelco con independencia del entorno; en segundo
asi~ismo en la capacidad de función de los sistemas en los que participa. lugar, que los principios objetivos de la identificación de rol no precisen
Y fma lmence la encuentra también en ciertos mecanismos de la traslación ya ser tomados inmediatamente del entorno; y en tercer lugar, que la a~-
de efectos desde un sistema a otro, por ejemplo, con dinero o prestigio ción en roles de la administración pueda ser separada de su dependencia
social. respecto de los correspondientes roles del entorno -y que, en su lugar,
. Uno de los medios más esenciales para obtener de nuevo esta seguri- pueda ser hecha dependiente de medios internamente utilizables y con-
dad sobre fundamentos más abstractos es la organización formal de siste- trolables como el poder o el dinero-. En codos estos puntos de vista, la
mas sociales, que no solamente sean compatibles con la diferenciación de diferenciación dinámica nunca puede llevar a un pleno recorte y delimita-
rol~s y su movilidad, sino que presupongan ambos y, simultáneamente, ción de todas las dependencias que no se han filtrado políticamente. Sin
def111an las fronteras de los sistemas sociales así organizados2 4 • También embargo, para la complejidad y variedad de la administración tiene una
las a_dminis~ra~~one~ ~a~ de ser orga~izadas formalmente en el rasgo de importancia decisiva hasta qué punto cabe acercarse a esta meta. Los pro-
su ~1ferenciac1on dmam1ca en la sociedad. La organización formal es el blemas de la seguridad, de la identificación con el rol y del influjo me-
con1unco de aquellas expectativas de comportamiento que ha de reco- diante dependencias, por tanto, tienen que ser consideradas, siquiera bre-
nocer un miembro como condición de su pertenencia dentro del sisre- vemente. Ello debe ser así si ha de surgir una imagen bien perfilada del
rn~, de aq~ellas expectativas, por tanto, que regulan la entrada y la problema de la diferenciación dinámica.
salida. Qrnen entra como miembro en un sistema administrativo debe El problema de la seguridad, que surge con el desgarro de los entra-
som~terse ~lobalmente a estas expectativas, las cuales, en último término, mados en la sociedad de roles y solidaridades, no queda definitivamente
remiten al input por parte de la política; sobre todo, ha de someterse a resuelto por la organización formal, puesto que la participación en princi-
r~_avés del reconocimiento de las premisas de decisión fijadas -o aún por pio ha de ser separable y las condiciones para la pertenencia como miem-
fi1ar- en la estructura de puestos, en la ocupación de puestos y en los bro deben ser en principio variables. Como mecanismos que crean Y
programa_s de _decisión. Con ello, al mismo tiempo, quedan fijadas aque- añaden seguridad social y económica, han adquirido significación en el
llas venta1as ligadas a la condición de miembro y que pueden motivar curso de la historia los bienes, en especial la posesión de tierra por parte
para la_ e.nrra~fa y la permanencia dentro del sistema. Ambos aspectos de de los funcionarios, un men;ado ele trabajo abierto para él y garantías
la part1c1pac1ón pueden ser fijados dentro de unas fronteras determina- legales específicas.
das con un alto grado de indeterminación. Permanecen abiertas sobre La posesión de tierras por parte de los funcionarios o sus fami lias
todo, en virtud del hecho de que las transformaciones futuras so;1 reco- fue la salida que encontraron numerosas burocracias premodernas. Se en-
nocidas conju~ramence de antemano. Esto significa, al mismo tiempo, cuentra aún, ampliamente, en las administraciones del absolutismo re~)
que las obl1gac1ones y los derechos no pueden ser equilibrados en el in- europeo. Esta le daba al funcionario una cierta seguridad frente a los peli-
dividuo, sino en el sistema como un todo. No es la acción individual 0 gros del servicio público y a las oscilaciones de la gracia de su Señor; Y ha-
su éxito lo que recibe honores, sino el sometimiento a las expectativas cía superfluas las garanrías referidas a la contratación y manutención. Por
formales de comportamiento. Los derechos y las obligaciones resultan otro lado, esta exigencia limitaba el reclutamiento para los cargos más
del rol como miembro del sistema de la administración. De este modo, se elevados del servicio público a determinados estratos de la sociedad.
crea el fundamento para la construcción de sistemas administrativos Esto transcurría sobre la base de una necesar ia combinación de roles en
para grandes empresas que son muy complejos y variables. la sociedad -sobre todo económicos- y de roles burocráticos, lo que
Tomado en sí mismo, sin embargo, la organización formal no es aún limitaba la movilidad de la administración y hacía de la administración
garantía alguna para la diferenciación dinámica de la sociedad o para una garante del statu quo social.
un alto grado de complejidad y variedad de la administración. Un estado Frente a ello, la garantía de seguridad por vía del mercado de traba¡o
así solo p uede ser alcanzado cuando otras tres soluciones de problemas -esto es, de las posibilidades, en cada caso abiertas, de otra ocupación
concurren con la que .hemos mencionado. Estas son, en primer lugar, que laboral- ofrece una mayor movilidad social. Pero justamente por la con-
el problema de segundad -que ahora se presenta dentro de la adminis- sideración ofrecida a esta movilidad surgen otros peligros. Esta concep-
ción fue realizada en cierra medida en Estados U n idos y, a primera vista,
24_. Esre concepto de organización formal es expuesto con detalle en N. Luhmann, parece particularmente adecuada para un orden social fuertemente dife-
F1mkt1onen und Folgen fom1aler Organisation, Berlín, 1964. renciado. Sin embargo, lleva a una especialización de los fu ncionarios que

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'1
AOMINISTRACIÓN FUNCIÓN Y DIFERENCIACIÓN D I NAM ICA DEL SISTEMA ADMINISTRATIVO

está fuertemente ligada a las diferentes disciplinas especialiladas y que no través del modo en el que la administración identifica el núcleo de sus
resulta propia y específica de la administración; y lleva, igualmente, al roles, esta se relaciona con su entorno, en el que debe actuarse de acuer-
predominio del program staffing, en oposición al career staffing. Así pues, do a roles. Los principios generalizadores de la combinación de acciones
marca característicamente el tipo de contribución a la decisión por par- en vista de la unidad de un rol son, por ejemplo, un rango prominente, un
te de la administración, así como las formas de enrolamiento. Por lo de- credo que es esperado, un interés o la pertenencia a grupos.
más, motiva a los funcionarios a que, en su formación y en sus contactos En los sistemas de administración, codos estos principios -y algunos
-antes o durante su actividad en el servicio público- , se acomoden a más- pueden ser utilizados. Según sea el principio dominante, resulta-
otras posibilidades de ejercer su oficio. Esto es, se les motiva a permane- rán diferentes posibilidades de enrolamiento y diferentes modos de con-
cer ,,con capacidad de intermediación» y a iniciar o cuidar relaciones tribución a la decisión de la administración. Resultarán también distintos
personales que, llegado el caso, podrían posibilitarles una continuación puntos de partida para el control político, distintos «estilos de administra-
de su carrera fuera del servicio público. De este modo -y mirado desde ción» y distintas instrucciones escénicas para el comportamiento cotidia-
la perspectiva de un corte transversal en el tiempo- se alcanza una di- no. Por otro lado, estos tipos de roles se corresponden con determina-
ferenciación de roles; es decir, se alcanza una diferenciación para situa- das formas de garantía y seguridad de los funcionarios: el rango y el credo
ciones o para determinados periodos de tiempo. Sin embargo, esta no presuponen la posesión de tierras. Los roles relativos a intereses, en el me-
vale para coda la longitud temporal del currículum individual, la cual jor de los casos, son reclutados en el mercado laboral mediante program-
por lo demás es potente a la hora de generar motivos. staffing y encuentran también al lí su seguridad. Para los roles de miem-
La tercera forma, la pura garantía legal del funcionario mediante las bro, la garantía y seguridad jurídica resulta adecuada. Por codo ello, y
premisas de decisión del mismo sistema político, se ha desarrollado sobre por otras razones -por ejemplo, referidas a la legitimación cultural-,
todo en la tradición funcionarial alemana desde el siglo x1x 25 . Esta solu- estos principios de los roles son dependientes, en diferente medida, de
ción es casi un truco acrobático pero asegura, sin embargo, a los funcio- factores del enromo. Únicamente uno de estos principios, el principio
narios frente a los riesgos debidos al sistema político y lo hace dentro del puramente formal de la condición de miembro, está en disposición de
mismo sistema. Hace a los funcionarios extremadamente dependientes definir todos los demás y hacerlos independientes del entorno.
del sistema político y de la orientación política que tenga en cada momen- Los roles de convicción, en primer término, tienen una gran e lasti-
to. Consecuencemence, exige que el esratus legal del funcionario en este cidad en virtud del hecho de que trasladan su criterio hacia el interior y
sistema quede despolitizado; esto es, ha de quedar desligado de la política los hacen así independientes de las alteraciones del entorno. Se prestan
cotidiana mediante garantías constitucionales y judiciales. Si esto se logra así, dentro de ciertos límites, a especificarse como ethos del funcionario,
de manera fiable, entonces esta solución permite impulsar con la máxima como actitud interna del oficial, del comerciante honorable o del pastor
amplitud la diferenciación dinámica del sistema de la administración. que vive su fe. Resulta obvia su significación para el comienzo de una di-
Al igual que en la cuestión de. la seguridad, en el problema de la ferenciación funcional más intensa de la sociedad en religión, política,
identificación con el rol también cabe pensar en diferentes soluciones, de economía, cultura, vida familiar, etc, en la Europa de la Baja Edad Me-
las que depende la medida de la división de roles que cabe alcanzar. En dia y de la Modernidad. Por otra parte, aunque son posibles las ascesis
todo ello se trata de lo siguiente: el contexto de acción de un rol no resul- del credo en una dirección muy específica, el cambio de credo está mal
ta, la mayor parte de las veces, evidente por sí mismo y no ha de seguirse visto. El credo es un principio de identificación personal. El individuo,
de la situación o de la «similitud» de las acciones individuales. Al con- pues, debe permanecer fiel a su credo. En una sociedad móvil, esta rigidez
trario, requiere un principio generalizador, que haga comprensible y es- puede convertirse en un obstáculo. A esto se añade que la capacidad de
perable por qué quien desempeña un rol, por ejemplo, el de ,,padre», debe especialización del trabajo supera ampliamente la capacidad de especia-
actuar de una manera en un momento dado y de orra manera en otro. A lización de los credos. La sociedad no puede, ni con mucho, institucio-
nalizar para todos los roles unos modelos de credo particulares. La cre-
25. Los fundamentos históricos de este desarrollo (a diferencia, por ejemplo, del es- ciente complejidad y variedad de sus sistemas parciales y, en especial, de
tadounidense) no pueden mostrarse aquí con detalle. Ante todo, fue sígnificarivo que en su administración, hacen que el credo se reduzca y pase de una función
Alemania las fuerzas liberal-progresistas de la época vieran en la administración el garanre identificadora e integradora a un mero valor de apelación, el cual dirige,
del derecho -y no, por ejemplo, el posible opresor del pueblo- y que consecuentemente si acaso, únicamente situaciones extremas, por ejemplo, situaciones de
crararan de defenderlo frente al capricho de los monarcas. Sea como fuere, la función de la
insrirución ha sobrevivido a los motivos que la crearon. soborno.

144 145
ADMINISTRACIÓN FUNCION Y DIFERENC IA C I ÓN DINÁMICA DEL SI STEMA ADMIN I STP.ATIVO

En cuanto al principio de rango, este ha perdido su función idencifica- ción. Y es a la par el mismo principio que puede ser aprendido, al menos
dora de los roles de la administración por otras razones. Presuponía una en el proceso educativo de la familia.
escala de rango unívoca y típicamente esperable en el tráfico externo de Las burocracias administrativas que, <le este modo, quedan determi-
la administración. Solo entonces podía el funcionario reunir la multipli- nadas mediante la organización formal y, mediante un potencial de de-
cidad de sus acciones en el principio de un rango en cada caso superior cisión correspondientemente alto, han de conservar para sí el derecho a
(y solo roto hacia arriba). Este presupuesto no puede quedar satisfecho en la selección de sus miembros. La dignidad y alteza personal es, junco
órdenes sociales diferenciados con una multiplicidad de pirámides de es- a la autonomía del programa, uno de sus medios decisivos de dirección 27•
tatus. Las localizaciones en el rango se muestran condicionadas por la De otro modo, la formalización no puede implementarse, pues depende
situación, deben ser en todo caso mediadas -si es que han de sostener en de las decisiones de entrada y sal ida. Todos los criterios de adscripción
algún modo el comportamiento- y no pueden, por tanto, definir los ro- establecidos para la condición de miembro que designan a individuos
les como tales en su núcleo. para los cargos - ya sea por razón de nacimiento o por «indispensabilidad
Los puntos de vista relativos a la finalidad resultan inadecuados como personal»- resultan tóxicos para la administración. La ocupación de car-
criterios definitorios de los roles de la administración ya solo porque mu- gos de carácter político tampoco ha de ir demasiado lejos, puesto que el
chos de los roles de la administración, si no la mayoría, no se orientan respaldo personal en la política hace posible sustraerse a la aucoridad
en modo alguno según finalidades -esto es, según determinados efectos formal, si no de la ley, sí en cambio a la del superior.
apreciados-, sino que se orientan según programas condicionales. Vol- El orden y disposición internos en torno al proceso de enrolamiento
veremos sobre este punto en el capítulo 16. Lo que aquí nos queda por es un aspecto de una característica mucho más general de las administra-
afirmar es que la administración no puede, en idéntica medida, identificar ciones dinámicamente diferenciadas. Para ellas resulta generalmente típi-
sus roles ni a través de unos efectos y resultados que se tengan en apre- co que sustituyan las dependencias de roles externas por dependencias in-
cio, ni mediante relaciones de rango ni a través de determinados cre- ternas de medios, esto es, que incernalicen los controles sobre la acción
dos. Asimismo, tampoco puede ordenarse al entorno social. Permanece de sus miembros a partir de los medios. Y es que, en efecto, no solo las
dependiente del más formal de los principios de rol, el principio de la finalidades y las condiciones desencadenantes de la acción son prem isas
condición de miembro. que le ponen límites a la acción de la administración, sino que lo mis-
Si la pura condición de miembro en el sistema de la administración mo ocurre con los medios. Un departamento que recibe solo unos pocos
formalmente organizado se convierte en un criterio de rol (la doctrina marcos no necesita ser programado.Junto al personal mismo se presen-
sobre el Estado de derecho llega a esta concepción y la sanciona en el si- tan -como medios en este sentido- sobre todo el poder legítimo, des-
glo XLX con la noción de que el Estado es una «persona jurídica» para la plegado en un abanico de competencias, y los medios monetarios, dis-
que sus «órganos» proporcionan «declaraciones de voluntad») entonces tribuidos por el presupuesto. Es esta una distinción que proseguiremos
se hace posible confiar el contenido de las expectativas de rol a proce- en el capítulo 17, abordando su significación para la coordinación y la
sos de decisión internos al sistema. Estos especifican los requisitos de la acción exterior de la administración. Aquí interesa solo como caracte-
condición de miembro y, simultáneamente, le confieren relevancia ex- rística significativa de los sistemas de administración dinámicamente di-
terna. Los roles quedan, así, permeables a decisiones del cipo de las que ferenciados, según la cual en ellos los límites de la acción se convierten
se deciden de manera interna al sistema y la corrección de su decidir se en restricciones internas al sistema y, con ello, se pueden volver objeto
convierte en su único criterio 26 . Sobre la base de este criterio, y según de procesos de decisión.
la necesidad, pueden ser formalizadas como premisas de decisión fina-
lidades, diferencias internas de rango e incluso -como sabemos por el
derecho disciplinario- credos. El principio de la condición de miembro
abarca y media todos los demás criterios de rol. Se traca del mismo princi-
pio que permite la más severa diferenciación dinámica de la administra-

26. Solo en un orden así tiene sentido igualar los roles y el programa de decisión, 27. Una consideración que se corresponde con la aquí expresada la encontramos
como dice H. A. Simon, «On che Concept of Organi:iational Goal»: Administrative Sciert- en Th. Ellwein, Ein(ühnmg in die Regierungs- 1md Verwaltu11gslehre, Stutrgart, 1966,
ce Quarterly 9 (1964), l-22 (l3). p. 201.

146 147
SITUACIÓN DEL EN T OR.NO Y AU T ONOM I A DEL SISTEMA DE LA ACM I N I STF\ACIÓN

mentados. En este capítulo nos ocuparemos de las estrategias de auto- !ª


nomía y en e l próximo lo haremos co11 el incremento en el rendimiento
de la comunicación.
De cara a una panorámica de las condiciones de u_na mayor ª~_tono-
14 mía del sistema de la administración debemos distinguir la d1mension so-
cial, la dimensión objetiva y la dim~nsión temporal de I~- elabo~ación de
SITUACIÓN DEL ENTORNO Y AUTONOMÍA la información 1• La dimensión social trata de la orienrac10n segun los sis-
DEL SIST EMA DE LA ADMIN ISTRACIÓN temas de participantes en la administración en tanto sujero_s que actúan
autónomamenre. En la dimensión objetiva, se trata del ~entido_ de deter-
minadas decisiones o acciones a diferencia de otras. La dimenszon tempo-
ral, por último, tiene en cuenta el tiempo que tiene un sis~e!n.a para dejar
que transcurran procesos de decisión .autónoma mente dmgidos.
En la dimensión social es condición fundamental de toda autono-
mía una diferenciación del ;ntorno en diferentes sectores.de los q~e nin-
La creciente diferenciación dinámica en la sociedad de los ro les de la ad- guno, por sí solo, puede dominar el sistema. Una distancia apro~i_mada-
ministración no lleva a la construcción de un sistema de administración mente igual a todos los sectores del entorno - y u n acorde equil1~rado
autárquico que se sostenga sobre sí mismo. Más bien, se dibuja para di- de dependencia e independencia en relación con cada uno de dichos
cho sistema una evolución como la que antes establecimos para el sistema sectores- previenen a la administración de ser dommada por una de
político en su conjunto. Esta evolución hace que crezcan simultáneamente sus fronteras y de quedar reducida, con ello, a un me':_o ane_xo, a un ~r,a-
la dependencia y la independencia del sistema respecto de su entorno. zo alargado de determinados sistemas del entorno. Esta difere_~ciacion
Ello es así por el hecho de que la complejidad del sistema se incrementa. del entorno debe ser vista en relación a la continuidad Y fu nc10n de la
Los sistemas complejos, en comparación con los sistemas simples, se dejan administración· esto es ha de ser vista de forma relativa al sistema. Por
influir bajo muchos más punros de vista sin que su exi:;tencia quede con orro lado, no s~lo está ~utorizada a estar presente en Ja r~presentación
ello puesta en cuestión. Y tienen, al mismo tiempo, más posibilidades de de la administración, no solo puede ser su propio idcano, smo que ha de
configurar y fijar criterios propios de selección, los cuales dirigen los ser institucionalizada en el entorno, de cal manera que no solo los roles
procesos intensificados de comunicación entre el sistema y el entorno. de la administración, sino también los roles del entorno que le corres-
Ganan una mayor influencia en el entorno por cuanto simultáneamente ponden, actúen de forma correspondiente. ,
le dan más espacio al entorno para que influya en ellós. La diferenciación ' En el modelo analítico del sistema político esbozado en el capitulo 12
d inám ica tiene lugar mediante el establecimiento y la conservación de cabe leer que, desde el punro de vista de la administración Y respecto de
fronteras entre el sistema y el entorno, lo que incrementa las exigencias su función, debe di:;tinguir:;e en primer término - y como en todo sistema
a la comunicación entre sistema y entorno, así como las exigencias a la formalmente organizado- enrre el enromo de los intereses persona(es Y
autonomía del sistema. En los procesos que vinculan sistema y entorno otros roles de sus miembros, por una parte, y el entorno d_e_ los no miem-
-lo mismo que en los criterios estructurales que regulan estos procesos- bros, por otra. Posteriormente, se debe distinguir roles polincos Y roles de
ha de aspirarse a un grado mayor de conciencia y explicación. Desde un público dentro del entorno de los no miembros. Y dentro ?e estos. roles
punto de vista causal e histórico-evolutivo, se trata al mismo tiempo de una se debe hacer distinciones según el criterio de las diferenc~ac1~nes ex~st~n-
condición y una consecuencia de la creciente diferenciación d inámica. tes. Por ejemplo, en el ámbito de la política se ha de ~1stmgu1r as~ciacio-
La autonomía y un potencial de comunicación observable son presu- nes de intereses y partidos políticos, partidos de gobierno Y partidos de
puestos para que la administración pueda concentrarse en su función espe- oposición. En cuanto al ámbito del público, debe distingmrse entr~ roles
cífica de elaboración de decisiones correctas y para que, con ello, pueda religiosos, económicos, culturales y familiares, así co'.1:º c?~fesiones,
rendir una contribución propia a la función en la sociedad del sistema sectores económicos, ciencia y arte, etc. La ulterior ramificac1on de estas
político. A la comprensión de la administración moderna le pertenece,
por tanto, una consideración de las estrategias con las que la autonomía · d e1s,sccma
• · en su e 0 1,¡·unro viene contenido en el
1. Un panorama sumano po I'mco
y el potencial de comunicación de la administración pueden verse incre- eshozo de modelo analítico del capítulo 12.

148 149
SI TUACIÓN DEL E NT ORNO Y AVTONOMIA DEL S I STEMA DE LA ADMINISTRACIÓN
ADMINISTRACION

tuaciones individuales de la vida política3 . Cualquier impulso dirigido a


disti1:ci~1~es':º puede ser considerada aquí, por más que, en la práctica,
la política y que lo atraviese ha de convertirse en una decisión igualmente
sea s1gnif1cat1va para el día a día de la administración. Debemos conten-
vinculante. En ocasiones, incluso, vista la insuficie ncia de la representa-
tarnos con oc_uparnos ?e _la distinción -hecha con trazos gruesos- entre
ción política, a la administración le viene ad judicada expresamente una
personal , polmca y publico como entorno e.le la administración. Y el lo
función de representación de los intereses del público frente a la política 4 • •
con el fin de que, a partir de esta fundamental diferenciación del entorno
Po r otra parce, los intereses del público, en codos los sistemas que se
se elaboren y extraigan algunas condicio nes de la autonomía así como lo;
límites de su realización en e l caso de la administración . . ' legitiman como de mocracias, son ciertamente el último valor de referen-
cia de la acción de la administración. No obstante, son tratados de acuer-
En los casos históricamenre conocidos de los sistemas de adminis-
tración burocráticos, cabe determinar cuáles son los sectores de su entor- do al criterio de unos programas políticamente decididos de antemano y
no, por ejemplo inmediatamente de acuerdo a los deseos del público. Las
n.? e~1 los que se apoya principalmente y a cuáles ha servido en primer
termino. No se encuentra ningún caso de una orientación primaria al preferencias y motivos personales del oficial de la administración han de
permanecer, ciertamente, invisibles, dado que no pertenecen a la adminis-
público. No obstante, sí ocurre, por un lado, que se encuentran numero-
s~s variantes de una atención repartida entre gobernantes y estratos di - tración, ni siquiera al sistema político. Sin embargo, son ciertamente ne-
cesarias para concretar decisiones y para dirigir el proceso de reducción
rigentes de la sociedad, hasta llegar a una dependencia política casi total
respecw del gobernante. y hay también, por otra parte, ejemplos de bu- que va del programa a la decisión. Todos los entornos de la administra -
ción coman parte, pues, e n su proceso de decisió n. Y lo que proporciona
rocracias que estaban primariamente inceresadas en el servicio a sí mismos
de_ sus ~,iembros. Resulta destacable, asimismo, que estas orientaciones y limita esta influencia es la estructura de este proceso de reducción de
complejidad mediante la elaboración de decisiones correctas según e l
~n.manas, por razones estructurales, no podían quedar aseguradas su-
f1c1en_remente. D_e. esta manera,_ en el transcurso de la historia de algu- criterio dado por programas.
nos siste mas polmcos burocranzados se han dado fuertes osci laciones
como. por ej<:_mplo e n C hina, el lmperio bizantino, Persia o e l imperi~ 3. Esto es válido, sobre todo, allí donde los procesos políticos son estructurados me·
colo111al esp~nol 2 • Con este ripo de orientaciones primarias resulta típico <liante un sistema mu lripartidisra y donde, en virnid de ell o, la provisionalidad y carácter
q.ue venga li~ado un g rado relativamente menor de especificación fun- no vincu lante de acciones puramente políticas resulta pan icu larmente clara. Los sistemas
unipartidisras separan la polírica y la adminisrraci6n con mucha menos claridad, en especia l
ctonal Y de diferenciación dinámica de la sociedad. Ante todo, po rque la cuando una ideología abarcadora les ofrece entender la ad111inisrraci6n como políticamen-
~ayor Farte de las v~ces es difícil separar entre las posiciones de la admi- te neurral. Esta cuestión de la neutralidad de la administración fue discutida con especial
nistr~c10n _Y_ la propiedad de la tierra; y también porque una formación vivacidad en la República de Weimar, donde desempeñaha un papel la esperanza de po·
previa suf1c1ente para el trabajo en la administración solamente resulta dcr salvar el Estado en la neutralidad de la adm inisrrac1ón:· Cf. H. Nawiasky, Die Stellung
des Bernfsbeamte11 im parlame11tarischen Staat, Múnich, 1925; A. Kongen, Das deutsche
disponible e n pequeños estratos sociales. Berufsbeamtent11m und die parlame11tarische Demokratie, Berlín/1.eipzig, 1928; C. Schmirr,
Frente a ello, es típico y necesario de las administraciones d e los Esta- «Das Prohlem der innenpoli tischen Neutra litat des Sraares•, en Íd., Verfassunsrechtliche
dos_ in~ustriales de la Mo~~rn!dad el que, mediante su mismo proceso de A11fsiitze aus den Jahre11 1924-1954: Materia/en z11r einer Verfassungsle/Jre, Berlín, 1958,
dec1s10n, se alcance un equ1 l1bno entre las influencias de estos tres entornos pp. 41 -59. Véase, asimismo, la exposición más descripti va del problema actua l en R. W il -
denmann, Machi und Konsens als Probfem der ln11e11- w,d Au{?e11pofitik, Frá°ncfort d.M./
esto es, entre vínculos políticos e intereses del público, así como estructu~ Bonn, 1963, pp. 146 ss. Más allá de esca d iscus ión, Fr. Morsrein Marx se fija en las expe-
ras de personalidad y mo tivos del personal. Ningún entorno tiene atribui- riencias anglosajonas en «Bcrufsbeamtcnrum in England•: Zeitschrift fiir die gesamte Staats-
da una clara primacía. La política tiene ciertamente un acceso legítimo wissen.schaft 89 ( l930), ~49-496; Íd., Amerika11ische Verwalt1111g: Ha11ptgesichtspu11kte uttd
Probleme, Berlín, 1963; Id., «The Higber Civil Service asan Acrion Group in Western Poliri·
a los puestos de cima e n el parlamento y e l gobierno -en los que se cal Developmem», en J. LaPalombara (ed.), Hureaucracy ami Political Deuelopme11t, Prince·
~ormulan l~s programas de decisión- ; pe ro la burocracia, por deba- ron (NJ) , 1963, pp. 62-95 JHurocracia y desarrollo político, Paidós, Buenos Aires, 1970]. En-
JO de esta cima, se e ntiende como igualmente neutral freme a las fluc- conrramos una comparación de las constituciones estadoun idense y alemana en E. Fraenkcl,
•freiheit und polirisches Bescatigungsrecht der Beamten in Deurschland und den USA•, en
Veritas, fustitita, Libertas, Berlín, 1953, pp. 60-90 y en R. Bendix, Nation-811ilding and Citi·
2. Véase la panorámica en S. N. Eisenstadr, The Politicaf Systems o( Empires, Nueva
zenship: Studies ofour Changi11g Social Order, Nu eva York/Londres/Syd ney, 1964, pp. l l6 ss.
York/Londres, 1963, pp. 273 ss.! co n más referencias bibliográficas (Los sistemas políti- 4. Así, po r ejemplo, Ch. M. Willse, «The Reprcscntarive Funcrion of Burcaucracy»:
cos de.los imperios, M adrid, Revista de Occidente, 1966). Para la concepción teórica, cf.
The Americatt Politicaf Science Reuiew 35 (19 4 l) , 510-5 16; N. E. Long, «Bureaucra-
ran~b,en la_ pr?puesta ~e~- M. Bb~ y~- R. Scott de distinguir entre tipos de o rgan ización cy a nd Constilutionalism»: The American Politica/ Science Reuiew 46 (1952), 808-818;
segun el cmeno del pnnc1pa l henef1c1ano (Formal Organh:ations: A Comparatiue Approach
San Francisco (CA), 1962, pp. 42 ss.). ' J. M. Pfiffner y R. V. Presthus, Pubfic Administration, Nueva York, 1 1953, pp. 530 ss.

150 151
ADMINISTf\AC I ON SITUAC I ÓN OEL ENTOf\NO Y AUTONOMiA OEl SISTEMA OE LA ADMINISTRACIÓN

Junco a estas cuestiones relativas al equilibrio, se presenta el problema políticos de cargos no políticos pueden consistir en ser miembro de un
de la severidad con que puede llevarse a cabo la separación para el caso de partido, en tener funcio nes activas dentro de un partido o también, fuera
la diferenciación del entorno. Cuanto más severa sea la separación, tanto de roda organización, en relaciones particularmente buenas con un parti-
mayor será la autonomía. Este problema no se refiere a las fronteras entre do, las cuales son cuidadas y aprovechadas por ambas partes. Rara vez
administración y entorno sino a las incompatibilidades de rol que se dan la administración podrá permitirse ignorar este tipo de roles colaterales,
en el entorno entre cada uno de sus seccores5 . No pueden evitarse del todo en sí mismos exclusivamente personales. Como roles colaterales de su-
las intersecciones de los sectores del entorno. También los funcionarios bordinados, estos pueden poner en riesgo la jerarq~1ía y pueden echarla
y los políticos pueden presentarse como público y no rara vez logran ven- abajo mediante un cortocircuito. Sin embargo, por el contrario, pueden
tajas especiales o, cuando menos, una tramitación acelerada. Especial- ser empleados en la administración como medio para influir en círculos
mente crítico resulta e l caso en el que, so capa de «otros roles» del fun- políticos. Por ejemplo, pueden ser empleados para e nviar a la política
cionario -en sí mismos poco importantes-, se hallan roles políticos. unos mensajes que, en boca de un ministro, tendrían un peso excesivo, se-
Este caso ha de ser cuidadosamente distinguido del de la combinación rían desfavorables para los principios o para la coalición, o resultarían
político-administrativa notoria y oficial que encontramos en las oficinas inaceptables por alguna razón. En codo caso, este tipo de líneas directas
del diputado, del ministro o de los cargos políticos. En estos puestos de da paso a comunicaciones que no cabe incluir en programas, que no
cima, se trata de combinaciones de roles con sentido y altamente móviles, pueden sentar precedente o que, por o tras razones, no pueden ser ex-
que están al servicio de la mediación entre política y administración, y puestas. Respecto de cuál sea el fin que domine una de estas líneas, pue-
que se encuentran ocupadas de manera móvil en relación con esta do- den ser diversos y pueden cambiar- Visco desde el ámbito del poder, el
ble orientación. Con otro tipo de ocupaciones políticas -por ejemplo, vínculo no tiene por qué perjudicar a la administración. Y, sin embargo,
por la vía del patrocinio por parte de un partido político- se crean por politiza la acción de decisión de la a dminisrr.ación y desplaza e l peso re-
el contrario otras combinaciones de roles que no se sostienen en virtud lativo de sus entornos hacia la política, dado que también ha de pagarse
del cargo sino de las personas. Estas combinaciones no están armoniza- la influencia en la política obtenida de este modo.
das ni con las exigencias funcionales del sistema político ni con las de El significado de una insuficiente separación de roles entre personal
la administración. Igualmente, tampoco muestran una necesaria movili- y político puede presentarse bajo una luz algo más matizada si incluimos
dad en toda doble cond ición de rniembra6. Este tipo de roles colaterales bajo nuestra consideración una condición más para la plena aurononúa
de los sistemas y si vemos, también a.quí, límites a su realización. De un
5. La distinción entre estos dos problemas relativos a fronteras resulta especialmente modo «ideal», la autonomía del sistema de la administración quedaría
importante en relación con la ocupación política de cargos, tal y como habr.á de mostrarse. asegurada si los sectores del entorno únicamente se encontraran a través
6. Sobre este tema véase, fundamentalmente, Th. Escheoburg, Amterpatronage, de la mediación de la administración, si únicamente pudieran comu ni-
Sruttgart, 1961; R. Wi ldenmann, op. cit., pp. 146 ss.; H. J. Varain, Parteien 11nd Verbiin- carse acerca de la administración. Una constelación así equivaldría a la
de: F.ine St11die,wer ihren Att/bau, ihre Ver(lechtung und ihr Wirken in Schieswig-Hols-
de una empresa monopolística en la economía que sea la única en dispo-
tein 1945-1958, Colonia/Opladcn, 1964; P. G. Richards, Patronage in the British Go11em-
me11t, Londres, 1963, con un conceptO amplio de patrocinio; y como investigaciones sición de conectar determinados mercados. En un entorno como este, la
estadounidenses recientes, empíricamente fundamentadas, pero limitadas a un fragmento administración tendría el monopolio para interpretar recíprocamente a
muy pequei\o, cf. F. F. Sorauf, «Scate Patronage in a Rl~ral Counry»: T_he American Politi- sus participantes. Solo ella podría representar los intereses del público o
ca/ Science Review 50 (1956), 1046-1056; D. P. Moy111han y J. Q. Wtlson, «Parronage m
New York $tate 1955-1959•: The American Política/ Science Review 58 (1964), 286-301. del personal frente a la política; e igualmente solo ella podría explicar la
Un fundamento empírico fiab le para evalua r la amplirud del patrocinio político es algo
de lo que, en términos concepruales, se carece. Sería ya bastante comp licado aprehender
los casos en los que motivos políticos en la elección han resultado decisivos dentro de un de un cargo activo y ambicioso que busca vínculos políticos para ampliar su ámbito de
concurso. En ese caso, habría de distinguirse entre los patrocinios referidos a lo asistencial influencia. En conjunto, las ricas experiencias americanas parecen mosrrar que el patro-
y los referidos al gobierno. (Th. Eschenburg, op. cit.); en ello, posiblemente, tcndrí~mos cinio no puede propo(cionar ningún instrumenro político aprovechable, puesro que unas
que, en e l primer caso, se sobrecargaría la administración con personal poco cual1f1cado relaciones tan laxas, fundadas en la gratimd o la lealtad, no se prestan a ser pasadas y cen-
y, eo el segundo, con roles colaterales de carácter político. Asimi_smo, habría de ce~ersc tralizadas. Por otra parre, el patrocinio funda, indudablemente, un «ca piral» de re laciones
en cuenta que muchos que han sido asignados como enlaces polmcos en la adm1n1Stra- personales entre política y administración que resulta relativamen_te inmune frente a las
ción se despolitizan bajo la presión de su nuevo entorno; de esta manera, pues, no todos vicisitudes de la vida política y que, por así decir, e l partido de gobierno puede llevarse
los casos de patrocinio constirnyen un problema. Asimismo, y de manera inversa, pueden consigo a la oposición, de tal manera que queda sustraído a l influjo a través del mecanis-
su rgir también roles colaterales de carácter político sin que medie patrocinio; es el caso mo de la elección política.

152 153
SITUACIÓN DEL ENTORNO Y AUTONO MÍ A DEL SISTE MA DE LA ADMINISTRACIÓN
ADMIN I STRACIÓN

qué contactos, quién dispone de qué relaciones exteriores y quién posee,


política ante el público y el personal. La exclusividad de un derecho de o precisa, ciertas informaciones. Por lo demás, mediante una diferencia-
representación ororga grandes libertades a la representación; y se sabe ción de estatus de estos establecimientos de fronteras se hace expresa una
que las burocracias históricas entendían que hacían uso de estas liber- reglamentación del primado de determinados entornos. No es por azar
tad~s entre el pueblo y los monarcas absolutos. Un monopolio así no se que la cima de una jerarquía administrativa se encuentre en un ministro
sostiene y~. El público tiene unos legítimos accesos inmediatos a la políti- político, y no en ciertas oficinas para el público. El contacto con la políti-
ca, por mas que no se pueda tasar en demasía la capacidad de rendimien- ca ocupa típicamente un rango superior al detentado por e l contacto con
to d_e estas vías de comun icación. Igualmente, también el personal -para el público -este, por consigu iente, ha de enviar emisarios políticamen-
sus intereses personales y con la ayuda de asociaciones de funcionarios- te relevantes, si es que quiere llegar alto en la jerarquía de la adminis-
busca para_ sí un acceso directo a la política, con el objeto de no depen- tración- . Asimismo, la mayor parte de las veces, los puestos de rango
der exclusivamente de la representación a través de los superiores. Los normal no son competentes para el t rato con el público sino que ello le
sectores del entorno de la administración tampoco están herméticamente corresponde a los puestos superiores.
cerrados y aislados a llí donde no hay ninguna combinación de roles. La Estas condiciones para la dimensión social que hemos reunido, es-
administración tiene que competir con otras fuentes de información de ros límites y técnicas de la autonomía de la administración, nos ofrecen
sus pares ~n- el entorno. En ello se muestra que es un sistema parcial de un únicamente un corte transversal analítico de las condiciones g lobales. La
orden pol1t1co abarcador y que, como tal, debe aceptar cierras limitacio- autonomía no puede ser obtenida y mantenida únicamente en esta dimen-
nes de su a~todespliegue. Ello no excluye que pueda aprovechar un mal sión -esto es, únicamente mediante la diferenciación del entorno-. Han
func10nam1enro de otros canales de comunicación, con el fin de aproxi- de cumplirse unas condiciones correlativas dadas bajo un punro de vista
~arse al monopolio de exposición en ámbitos parciales -que en princi-
objetivo y temporal.
pio no le es dado- y de compensar con ello carencias en otros ámbiros En la dimensión obietiva, las condiciones de la autonomía de la admi-
del s1stem~ político mediante el incremento de la propia autonomía. nistración se encuentran, sobre rodo, en la forma de una diferenciación,
En el interior de la administración esta diferenciación del entorno se de dos niveles de sentido, del contacto entre administración y entomo.
corresp?nde con una _diferenciación interna a través de la cual se dirigen Ambos niveles asumen diferentes funciones y pueden, en determinadas
y coordman las relaciones exteriores. Los contactos con el entorno es- circunstancias, posibilitar un comportamiento contradictorio, en virtud
tán organ!zad?s de manera específica a las fronteras y aparte de esto, se del hecho de que estos niveles van en sentidos opuestos. Se distinguen
d~stacan amb,tos enteros de la administración mediante una cercanía o mediante e l grado de su generalización. En el nive l general de contacto,
lepnía mayor respect~ d~ determinadas _fronteras 7; De modo típico, se la relación de los sistemas participantes queda equilibrada; en el nivel
cuida el trato con el publico en lugares diferentes a los del tráfico con la concreto, lo es la relación de sus simaciones y acciones. El nivel general
política o,º~ diputados no se apretujan ante las ventanillas). [gualmente, regula el contacto pero puede también ser puesto en cuestión por parte
para el trafico con el personal qua entorno, hay departamentos o seccio- de este. Los niveles, pues, no se encuentran completamente separados el
nes de person~l especí~icas8 . En virtud de ello, pueden reunirse y alma- uno respecto del otro, si no que pueden desplazarse problemas de uno a
cenarse experiencias e mformaciones de una manera específica al e ntor- otro. De esta manera, el contacto concrero que transcurre cotidianamen-
no. Se pr_estan_ ~er empleadas a fondo con tanta mayor efectividad, y en te afirma simultáneamente las normas si estas no han sido puestas en
la admm1strac1on resulta previsible quién va a ser tenido en cuenta para
cuestión.
Esta concepción, formu lada de manera muy abstracta, se aprehende
con claridad can pronto como la ilustremos con el ejemplo de la admi-
7. Cf. Th. Ellwein, Ein(ührung in 1ie_ Regierungs- und Verwalt1111gslehre, Srurt-
g~rt, 1??6, pp. 84 ss. y 122 ss. Este autor d1mngue, por ejemplo, los ámbitos de la admi- nistración. Una administración dinámicamente diferenciada, convertida
nmrac1on _según su mayor cercanía o lejanía respecto de la política. De modo análogo, en sistema, mantiene con sus entornos -de la política, del público y del
ha! tamb,en zonas donde hay una cada vez menor cercanía a l público, así como ámbitos personal- unas relaciones, en cada caso distintas, en estos dos niveles de
mas delicados desde un pumo de vista personal-político que otros. sentido. En ellos, por una parte, se «cambia» reconocimiento del sistema
8. Para el problema y la problemática de este tipo de csr:iblccimienro de fronteras,
cf., en genera l, N. Luhmann, Fwzktionen und Fo/gen forma fer Organisation Berlín J964 y por otro acción ventajosa.
pp. 220 ss.; además de la bibl iografía all_í indicada, cf. también R. L. Kahn,' D. M. Wolfe'. En la relación con la política, la administración depende, ante todo,
R: P.. Qu111n y D. .J. Snock (eds.), Orga111zat1011al Stress: Studies in Role Conflict and Am- de que su estructura legal, su cálcu lo económico y sus decisiones ya to-
btgznty, Nueva York/Londres/Sydney, 1964, pp. 99 ss.

l55
154
AOMINISTRACION SITUACIÓN OE l ENTORNO Y AUTONOMÍA OEL SISTEMA OE LA ADMIN I STRA C IÓN

macias sean también reconocidas como vinculantes por parte de la polí- través de aquel nivel general del contacto de sistemas. Esta d irección en
tica y que no resulten saboteadas por intervenciones políticas singula- absoluto funciona sin que haya fallos. No logra evitar que la adminis-
res9. La administración mantiene, así, una cierta provisión de fondos tración, frente a los deseos políticos, se muestre resistiéndolos y boico-
para sus programas y decisiones, que son perfectamente compatibles con teándolos. Tampoco logra evitar que los políticos, en casos particulares,
el principio de que todo es alterable. Sus leyes, por ejemplo, no pierden soliciten decisiones ilegales o no rentables económicamente. Por canto se
automáticamente su validez cuando otro partido llega al poder 1°. Cierta- trata aquí de reconocer a tiempo que hay en juego cuestiones más fun-
mente, todo programa y toda decisión deben ser variados según el de- damentales y que el problema debe ser puesro en juego en el nivel ge-
seo de la política, pero esta alteración ha de tomar determinadas for- neral -y rico en consecuencias- del contacto. Es este un nivel donde
mas, debe estar armonizada con los demás programas que permanecen pueden ser activadas argumentos, motivos y ayudas institucionales de
en vigor y tiene que tomar en consideración los intereses del público mucho mayor alcance. El juego táctico de los participantes consistirá tí-
-que vienen condensados en formas legales-. Sobre todo, hay en todo picamente, entonces, en el intento de alcanzar o evitar estos niveles ge-
ello una restricción consistente en que de ninguna manera todo puede nerales de sentido.
ser cambiado de una sola vez. Las restricciones de este tipo pueden ser '· Las relaciones entre la administración y el público se encuentran or-
aseguradas mediante u na justicia sustraída al acceso político. Sin embar- denadas de un modo estructuralmente análogo. Aquí queda señalado el
go, estas restricciones están también en el interés sistémico de la política nivel general de sentido del contacto a través de la legitimidad previamen-
por la razón de que son condiciones de la capacidad funcional y de la te asegurada de las decisiones una legitimidad reconocida por el público
complejidad del aparato administrativo. Así, solo en referencia al control cuando, a grandes rasgos, los procesos políticos rinden satisfactoriamente.
de dicho aparato es corno puede la política encontrar su propio orden, La legitimidad significa reconocimiento de la administración como siste-
como lucha en competición de los partidos o como burocracia de partido ma que coma decisiones. Por debajo de este nivel y dirigido por el mismo
único. Y solo de este modo pueden prometerse al público rendimientos se trata del contenido de las decisiones individuales. En ellas, el público
decisionales cuidadosamente meditados. contribuye ejerciendo su acción mediante la exposición de intereses y de
En el marco de esta armonía de los intereses de los sistemas parciales información. Tampoco aquí queda excluido que los miembros individua-
-una arrnonía fijada en términos generales- tenemos que la administra- les no acepten y que permitan que se llegue a la coerción, esto es, a una
ción debe permanecer abierta a la información política concreta; debe ser prueba de fuerza y poder entre sistemas. igualmente, tampoco puede evi-
políticamente dócil. De este modo, la administración acepta continua- tarse con seguridad que la administración quebrante la ley y que, con ello,
mente premisas de decisión negociadas políticamente. Le da así ocasión vaya más allá de los límites de su legitimidad cubierta en términos político-
a la política para cumplir promesas hechas al público y tiene de esce modo programácicos. En la medida en que este tipo de infracciones de la ley no
una cobertura política para sus decisiones individuales. Y tiene igualmen- queden reparadas dentro de instituciones burocráticas -por ejemplo, me-
te aquella reducción de complejidad sin la cual no podría en modo alguno diante la jurisdicción- debe existir la posibilidad de que el procedimien-
decidir «correctamente» según cualesquiera criterios. Este flujo de infor- to se politice como un caso particu lar y sea transferido a aquel nivel ge-
mación del procesamiento cotidiano de la información queda dirigido a neral y rico en consecuencias. Ambas salidas, la coerción y la politización
en el caso particular, son fenómenos secundarios extremadamente raros
para el caso del sistema de la adminisuación de los Estados industriales.
9. La vinculación legal se ha hecho en gran parce evidente en los órdenes de so cie- En la relación de la admin istración con su personal la generalización
dad plenamente civilizados, de ral modo que los políticos no pueden ya permitirse políti-
came11te infracciones legales. En cuanro a la neutralización política en el ámbito del cálcu- queda asegurada mediante aquel mecanismo de la condición de miembro
lo económico esto se produce en menor medida. Cf., a este respecto, Th. Ellwein, op. cit., que anteriormente hemos conocido como fundamento de la organización
pp. 89 ss. y 115; o N. Luhmann, Recht und Automation in der offent/ichen Ven11altung: formal 11. Las condiciones de entrada y salida regu lan, en términos gene-
Eine verwaltwigswissenschaftliche Unters11chu11g, Berlín, 1966, pp. 116 ss.
rales, qué derechos y deberes vienen ligados con los roles de miembro.
10. El que esta continuidad no resulte en modo alguno evideme por sí misma, sino
que haya de ser valorada como un logro de la civilización, lo enseña una mirada retrospec- En las fronteras trazadas de este modo, quien entra en la administración
tiva a los comienzos del derecho positivo. En un prin1er momento, la concepción natural ha de permanecer preparado para trabajar según el criterio ele las premi-
y evidente era la de que las reglas legales, los comratos, etc., se hacían efectivos en virtud
de la decisión de quien políticamente ostentaba el poder; no vinclllaban a sus sucesores,
sino que debían ser confirmadas o renovadas. Un ejemplo típico lo constitu)'e la continua
renovación del edicto de los pretores romanos antes de su fijación por parte de Adriano. l l. Cf. capímlo 13.

156 157
ADMINISTRACIÓN S ITUAC IÓN DEl ENTO RN O Y AUTONOMIA OEl SISTE MA D E lA ADMINISTRACIÓN

sas de decisión que le vengan continuamente comunicadas 12 . En el trans- del sistema de la administración, la autonomía solo tiene sentido cuando
curso del proceso de comunicación, é l mismo tiene la posibilidad, de la administración tiene tiempo suficiente para aplicar sus programas.' No
recordar los límites de su subordinación y, con ello, de apelar a la rela- está autorizada a desintegrarse como s istema social durante el tiempo de
ción propia de la condición de miembro en general. Del mismo modo, reflexión que precisa para decidir correctamente 13 . Ninguna autonomía
la administración también puede plantear la cuestión de la continui- -es más, ninguna construcción de sistemas- tendría lugar si una causa
dad de la pertenencia frente a miembros inadecuados o insubordina- del entorno generara inmediatamente un efecto en el entorno, si la ocu-
dos. También este es un modo de desplazar problemas desde la rela- rrencia del príncipe fuera ley y la solicitud del ciudadano fuera un acto
ción concreta de comunicación al nivel general y director de sentido. administrativo. La administración debe estar en disposición de trazar sus
Evidentemente, para que la conducta cotidiana fluya y no renga fric- fronteras también temporalmente. Para ganar tiempo de elaboración, la
ciones se requiere que lo que acabamos de describir no ocurra con administración debe separar su input y su output también temporalmente
de masiada frecue ncia. y no solo socialmente, según los participantes, u objetivamente, según los
Si dejamos en el trasfondo las particularidades de estas tres fronteras contenidos de sentido.
de sistemas y realzamos lo comú n, se hace manifiesto que, en el caso del Todo esto suena evidente, pero se vuelve inmediatamente problemá-
sistema de la administración altamente complejo de los Estados indus- tico si se plantea la pregunta de cuánto tiempo se le podrá otorgar a la
triales, esta doble estructura del contacto en todas las fronteras de siste- administración o, con orras palabras, cuánto tiempo podrá esperar el e n-
mas está institucionalizada. La diferenciación de estos niveles de sentido torno, o que rrá hacerlo. La disponibilidad a espe rar del entorno deter-
hace posible quitarle al contacto cotidiano la carga de los problemas fun- mina, en gran medida, el grado de complejidad e interdependencia de
damentales de l reconocimiento mutuo y colocarla en procesos de ela- los programas·y de las decisiones que puede lograr una administración.
boración de informació n muy complejos y ricos en presupuestos. Dicho Cuantas más conexiones de sentido deban ser elaboradas en una decisión,
con pocas palabras, esca diferenciación hace posible el incremento del po- cuanta más complejidad deban aprehender y reducir, cuanto mayo r sea el
tencial para la complejidad. Una administración puede alcanzar un alto número de oficia les que deban enrolar, tanto mayor será normalmente la
grado de autonomía y complejidad propia únicamente bajo el presupues- duración del proceso de decisión. En determinadas circunstancias - pero
to de que, por una parce, es reconocida corno sistema más allá de sus no ilimitadamente- la administración puede evitar la presión de su com-
fronteras y de que, por otra parce, encuentra roles de correspondencia plejidad interna acelerando su ritmo de trabajo 14• El comportamien-
para sus contactos cotidianos dados bajo condiciones variables. La ad- to contrapuesto de la prolongación de los tiempos de trabajo, que se
ministración, pues, solamente puede construir una estructura propia de presenta como dilación , es una estrategia funcionalmente equivalente
programas de decisión cuando su continuidad y su elaboración a través para mitigar esta presión de los probl emas 15 . En todo e llo, cabe idear
de los miembros queda asegurada de un modo general. También aquí-lo
mismo que en el caso de la diferenciación del entorno- estamos ante
13. Cf., a este respecto, elsign ificado de la variable tem po rale n la teoría cibernética de sis-
una condición estructural que debe quedar garantizada mediante el siste- tema, de W. RossAshby, Design (ora Brain, Londres,21954, espec. pp. 135 s., 144, 177 y 184.
ma político como un todo y que toma parte en la administración como 14. Pueden encontrarse observaciones acertadas sobre la conexión general de inter-
sistema parcial del sistema político. , dependencia y ritmo en canco fenó meno de civi lización e n N. Elias. Über den Proze(I der
Zivilisation. Soziologische und /)sychogenetische Untersuc/nmgen, Basilea, 1939, vol. 11,
En la dimensión temporal, que aquí abordamos en último lugar, tie-
pp. 337 s. [El /)roceso de la civiliz.ación, FCE, Madrid, 20 l I J. C f. también la co nsidera·
nen validez otras condiciones de la autonomía. Corno autoprog ramación ción de la conexión entre especificación de roles y brevedad de tiempo e n W. E. Moore,
Man, Tim e and Society, Nueva York/Londres, 1963 .
15. Bajo el punro de vista de la Lentitud de la burocracia, esta solu ció n del problema
12. El derecho administrativo alemán refleja esta diferencia en e l concepto de «rela- ha sido, desde hace tiempo, una característica más o menos crítica del comportamie nto
ción de fuerza especial » y d istingue rigurosamente entre los actos administrativos que in - típicamente burocrático. Cf., por ejemplo, R. Do ucet, «La Bureaucratie et les Bureaucra-
tervienen e n la posición jurídica del empl eado --es deci r, que no tienen efectos en e l en- tes»: Joumal des économistes 78 (1919), 209-227 (210); Fr. Morstei n Marx, «F reihcic
torno y que po r tanto son impugnables- y aquellos que no lo hacen, sino q ue se limitan und Blirokratie: Z ur Natur des Amrsschimmels»: Archiv (iir Rechts- ttnd Sozialphiloso-
a dar forma a los roles que los empleados han adoptado generalmente. C f., por ejemplo, phie 42 (1956), 351-382 (356 ss. y 361 ss. ); L. Mendiera y Núñez, Sociología de la buro-
K. Obermayer, Verwaltungsakt tmd im1erdie11stlicher Rechtsakt, Srurrgarr/Múnich/Hanno- cracia, México, D. F., 196 J, espec. pp. 46 s.; R. Dubin, «Business Behavior Behaviorally
vcr, 1956; W. Brohm, «Verwalrungsvorschrifte n und besonderes Gewalrverha lmis»: Die Viewed», en C hr. Argyris et a l. , Social Scie11ce Approach to Business Beha11ior, Homewood
o(fentliche Verwaltung 17 (l 964), 238-25 1; H. Ma lz, «Das Beam tenvcrhaltnis als beson- (lL), 1962, pp. lJ-55 (30 ss.). Asimismo, se e ncuentran referencias interesantes de inten-
dercs Gcwalrverhalrnis»: Zeitsc/Jrift fiir Beamtenrec/Jt 12 ( 1964), 97-102. tos de deshacerse del problema a golpe de decreto, según los cides, ila rapidez d ebería

158 159
ADMINISTI\ACIO N SITUACIÓN DEL ENTORNO Y AUTONOM IA OH SISTEMA DE lA ADMINISTRA C IÓN

e implementar técnicas de o rganización y procedimiento. Por ejemplo, («adecuados»), pero e llo se logra sin tener en cuenta la racionalidad del
es típico de las comunicaciones verticales y apoyadas en el rango que proceso de decisión, esto es, casi inevitablemente, haciendo un cálculo de-
precisen de menos tiem po que las horizontales. Una ordenación del masiado amplio. Tampoco la presión política o personal permite apenas
trabajo unilateralmente o rientada a ganar t iempo debería, empero, tener cambiar algo. En to do caso, se logra una c ie rta aceleració n para algunos
ciertas desventajas típicas respecto de la motivación para el trabajo, la procesos individuales a costa de otros 18 }En el capítulo 24 volveremos so-
disponibilidad para aprender, la racionalidad de la división del traba- bre las tensiones en la relación entre administración y público que surgen
jo, la sensibilidad para los e rrores y otras cuestiones. Finalmente, no se aquí. En este capítulo, solo nos queda afirmar que la autonomía de las
puede pasar por alto que l:i gan:rncia de tiempo para e l sistema significa, administraciones mo de rnas es también relativamente grande en la e lec-
no pocas veces, una pérdida de tiempo para cada uno los procesos to- ción del momento temporal de sus d ecisio nes, por lo que en todo caso
mados individualmente; por ejemplo, cuando casos de un mismo tipo son una creciente complejidad del sistema administrati vo no pa rece ser un
reunidos y, en ese momento, son acumulados y resueltos rápidamenre't1. obstáculo para ello.
Si es correcto decir que la variable temporal está estrechamente co- Si ahora le echamos un vistazo a las condiciones y restricciones de
nectada con muchas otras variables organizativas -si hubiera indefinida- la aut0nomía de la administración desd e las perspectivas sociales, ob-
mente mucho tiempo disponible no habría problemas- y si es correcto, íetivas y temporales, entonces salta a fa vi5ta su entre lazamiento con el
además, que la autonomía y complejidad alcanzables por parre del sistema problema de la complejidad de la administración. La autonomía es exi-
de la admini5tración dependen del tiempo disponible, entonce!> la pregun- gible para mantener con capacidad de rendimiento a sistemas de mayor
ta de cómo gana tiempo la admin istració n adquiere una enorme signi - complejidad. Precisan de sus procesos internos de decisión - unos proce-
ficación: A diferencia de la empresa privada, que gana tiempo mediante la sos de gran efecto- para regularse a sí mismos. Por otro lado, también
formación de capital -e:.to es, mediante mecanismos monetarios- > la complejidad se convierte en garante de la autonomía. Tampoco lapo-
que en ello permanece dependiente del funcionamiento e.le la econo- lítica se permitirá intervención alguna que no venga aseso rada a menos
rnfa, encontra mos que e l tiempo de la administración se apoya en pri- que quiera lograr el estancamiento de los asumos. Un sistema altamente
mer término en el mecani~mo de poder, esto es, en el funcionamiento del complejo no puede ser dirigido de manera precisa desde una de sus fron-
sistema político 17 • El tiempo de la administración consiste en la libertad teras ~egún la ley de causa y efecro. Debe colaborar continuamente si es
de decidir o de no decidir, una libertad revestida de poder. El poder no que ha de ser no solo perturbado sino estimulado para determinados com-
permite ni ser distribuido con una dosificación precisa ni que produzca portamienros. De ello resultan consecuencias de amplio alcance para el
intereses, y por tanto no permite calcular costes en él. Con e llo viene estilo de la planificación y ma nejo de estos sistemas. Volveremos sobre
dado que también el tiempo que a la administración le es confiado para ellas en el último capítu lo de esta parte.
la decisión dehc permanecer rclarivamente indeterminado. Ciertamen- La tesis de que los sistemas administrativos altamente complejos de-
te, para muchos comportamientos cabe establecer plazos, fijos o elásticos ben ser relativamente autónomos precisa, finalmenre, de una garantía
frente a un malentendido. Con esta tesis no se toma posición alguna res-
pecto del tema, viejo y muy discutido, del poder de la burocracia 19• De
unirse a la mmuc10~1dad!; cf., en csce sencido, M. Fellner, •Grundfragcn de\ Verwalcun¡:~- esta d1scw,ión nos separa ya en primer lugar nuestro concepto de admi-
vcrfahrens•, en 1!. R. Külz y R. Neumann (eds.), Staatsburgcr 1md Staals¡(em1/t, Karlsru -
he, 1963, vol. 11, rp. 345-363 (350 s.).
. 16. Asin11si110, b auto111ar11acic.ín de l::t aJministración ha llevado a una ganancia Je 18. Entonces, cambién el punro remporal en que se decide es una reserva par., intcr-
nempo para el s1\tenu que no ~e presta a ser ,aldado en la forma de una tramitación pre camhios y ,oluciones de compromiso de todo tipo, para estrategia~ C(lntr.ipuestas lo nmmo
v1.1 de casos ind1v1duales sino que consiste en que, por mor de la velocidad de flujo, m.h que para otra~ conscienremente da1iina, o •de castigo• de los miemhros de la adm1m~1ra-
casos puedan ser elaborados con el mismo o menor personal. ción. Es un refugio para la muesrra de deferencia o para reaccion.ir anee irritacione~. lo
17. Con ello no se debe negar o disminuir la signiíic,ic1ón del mecanismo monetario que no pudría ya hacerse efectivo en la cosa mism3 con una program,1c1ón exh:1u,t111a del
par~ la admin iscraci?n desde otro, punr~s de visea. Por principio, sin embargo, la admi111s- decidir. Sobre el amplio uso de esra libem1d nos cucm,1, de Aménc,1 Lati na, L. Mcndieta
rrac1ón es hecha l11111tadamentc 111dcpcnd1entc del paso del tic111pu no med iante la formación y Nuñcz, op. cit., pp. 127 s.; cf., asimismo, Fr. Mors1cin M arx, Das Dilemm a des Verwal-
de capital sino wlo mediante la formación de poder. Se trata de un principio que, por ejem- t1mgsman11es, Berlín, 1965, pp. 158 s.
plo, queda protegido por la anualidad del -presupuesto r que recicntemenre ha sido puesto 19. Para una de las mejores expo,1c1011es sohre este tema, cf. B. Gournay, •Un groupe
en peligro con los at,1ques a csre principio. Esri\ cuestión se sitúa en escrccha conexión con dirigéanr de la société fran~aise: Les grand, foncrio1111.11re~·= Revi,c Fra11ft1ise de Sc1e11ce Poli-
la distinción e nt re expectativas de orden y de distribución, y ~erá abordada una vez más tique 14 ( 1964), 215-242(231 ss.); cf., asimismo, R. Bcndix, •Bureaucracy and rhc Prohlcrn
en el capítu lo 17. o f Powcr•: Puólic Admi11istratio11 Re11ie111 5 ( 1945), 194-209, reimprcs1611 en R. K. Me non,

160 161
ADM I NISTR.ACIÓN

nistración, que se refiere a la producción, sin más, de decisiones de cipo


vinculante, también en los parlamentos y los juzgados. Esto es, se refiere
más bien al concepto de govemment antes que al de poder ejecutivo. Por
otra parte, lo que frecuentemente subyace a la discusión son simples teo-
rías del poder, las cuales, por ejemplo, subrayan que la inevitabil idad de la 15
posición o del saber significa ya poder 20 . Si la autonomía implica también
poder sobre sí, entonces con ello no viene dado todavía, en modo alguno, POTENClAL DE COMUN ICACIÓN
un poder sobre otros. Y la inevitabilidad de la función no sign ifica aún en
modo alguno que quien desempeña la función posea la posibi lidad de or-
ganizar el poder y aprovecharse de este. Finalmente, en el temor de que
la burocracia haya usurpado poder -o vaya a hacerlo- se esconde, in-
advertidamente, la premisa clásica de una suma de poder constante. Ello
ocurre en la medida en que se acepta que una ganancia de poder de la bu-
rocracia debe llevar a una correspondiente pérdida de poder por parte de
los políticos o incluso del pueblo. En este punto, tenemos únicamente la Todos los sistemas sociales reducen la complejidad de su mu ndo y cons-
posibilidad de mantenernos libres frente a este cipo de conclusiones. No truyen, con ello, sentido. En el transcurso de este proceso, elaboran infor-
será hasta la última parte de nuestras investigaciones cuando tendremos maciones (también cuando este proceso no es organizado corno «trabajo»)
los medios suficientes para aprehender algunas de estas cuestiones dentro y dependen, por tanto, de la comunicación entre sus participantes. Su
de una teoría general del poder*. rendimiento comunicativo limita su capacidad de aprehensión de com-
plejidad. Su proyecto de mundo no puede mostrar más posibilidades de
las que pueden transmitirse y ponerse en la base de la acción social.
Para los sistemas sociales simples, el lenguaje configura la frontera
interior de su mundo. El lenguaje es una «visión del mundo» 1 y posibil i-
ta hablar rápidamente y entenderse en un corro lapso de riempo, esto es,
permite actuar con celeridad en un comple jo sistema de sentido. El len-
guaje es un fundamento imprescindible de toda concepción y reducción
de la complejidad en los sistemas sociales. Su rendimiento, con todo, pa-
rece permanecer, en lo esencial, constante en la parte hisroriográficamen-
te visible de la historia de la humanidad. Los sistemas sociales simples, por
tanto, en su rendimiento comunicativo, no van esencialmente más allá de
lo que en cier:to modo el le nguaje dice de sí mism o . El lenguaje les atri-
buye su ser. Se presenta, por consiguiente, como «lenguaje natural», del
mismo modo que el derecho, en primer término, es experimentado como
«derecho natural». Esto es, se presenta como parte del ser mismo 2 • Las pa-
labras son vistas como propiedades de las cosas. Y tan «lógico», constan-

t. Es así como reza la conocida fórmula de Humboltli. Véase, sobre todo, W. von
Humboldt, Über die Verschiedenheit des menschlichen Sprachba11es und ihren Einf/uss a11(
die geistige Entwicklung des Menschengeschlechtes, e11 Werke, ed. de A. Flitner y K. Gie l,
A. P. Gray, B. Hockey y H. C. Sclvin (eds.), Reader in B11reaucracy, Glencoe ([L), 1952, vol. 111, Darmstadt, 1963, pp. 368 ss., espec. pp. 433 s. [Sobre las diferencias de la estructura
pp. 114- 135. del ienguaie humano y su influencia sobre el desarrollo intelectual de la humanidad, trad. de
20. Contra ello, tenemos justamente a M. Weber, Wirtschaft 1md Gesellschaft, Tu- A. Agud, Anthr<>pos, Barcelona, 1990].
binga, 4 1956, pp. 26 s. 2. La exposición clásica de esta concepción del lenguaje se encuentra, ya como teoría
• Esta parte del libro, claramente, quedó sin escribir IN. del E.]. y por ello dudosa, en el Crátilo, de Platón.

162 163
AD M IN I STRAC I Ó N POTE N CIAL DE CO MUN IC A CIÓN

te y ordenado como lo está el lenguaje se presenta también e l mundo. Es expo ne la doctrina clásica sobre las organizacio nes, que la organización
este un mundo de meno r complejidad, en el que toma n parre rodos los sea una consecuencia del poder del gobernante o de l propietario)4. ,
mie mbros de la sociedad de mane ra ple na. Da do que ni el rendimiento del lenguaje ni la amplitud de la capaci-
Se alca nza o tra ga na ncia de complejidad, más a llá de la d ada po r el dad de atención y de contacto del ho mbre pueden ser esencialmente am-
lenguaje, media nte la dife renciació n fun cio nal de la socie dad. Esta hace pliados, rudo incre mento del porencial de comunicación y del rendimien-
posible que en los sistemas parcia les de la sociedad - po r eje m plo, en co de reducción ha de ser alcanzado med iante la organización. El carácter
la econo mía, en la ciencia o en la polít ica- se e labo ren más intensiva- )imita do de la amplitud de la capacidad de ate nció n y de contacto del
mente cierras seccio nes de l mundo sin te ner e n c uenta si o tros á mbitos hombre es el proble ma crítico a l que se re fi ere todo rendimiento de or-
podrán mantener su comprensió n del asunto. Así pues, e ntre los sistemas ganizacio nes5. No es sino en los últimos pocos años cuando ha sido pos-
parcia les de la sociedad, el proceso de comunicació n ha de ser intensifi - tulada - y se ha hecho visible en algunos principios6- una teoría de las
cado y perfil ado en to mo a la t ransfere ncia de complejidad ya reducida. organizacio nes y, e n particular, de la división del trabajo y de la técnica de
Mientras qu e el lenguaje, e n su conjunto, sirve a numerosas funciones comporta miento especialmente referida al proceso de decisión. Esta reo-
- no solo a la transferencia de sentido, sino ta mbién a la autoexposición ría no puede ser aquí presupuesta ni tampoco, naturalmente, e laborada.
y la expresión de sentimie ntos, a la puesta a prueba y el reforzamiento de T ene m os que con fo r m arnos con esta blecer a lgunas de las transforma -
la solidaridad , a la enseñanza y a pre ndizaje de ha bilida des sociales y la cio nes a las que está sometido el contacto comunicativo ele me ntal de
mo ti vación para proseguir el contacro- 3 aho ra, en nume rosas relaciones, las p e rsonas c ua ndo su comportamie nto está especializad o - a través
se de pende de una informació n precisa y fi able. de la o rganizació n- en la elabo ración común de info rmació n. Una al te-
Los sistemas adm inistrativos o rganizados son, en sus re laciones con el ración tal del comportamiento natura l permite transmitir una representa-
entorno, y por tanto también en su transcurrir interno, una consecuencia ció n acerca del mod o como, en las ad ministraciones, es incrementad o el
de esta necesidad de transmisión de complej idad ya reducida. Su fu nción potencia l de comunicación a través de la organizació n de sistemas y cuá-
consiste en encontrar una selección a partir de un ámbi to estructurado de les son los mecanismos sociales niveladores requeridos para hacer posible
posibilidades y establecerla como solució n correcta d e proble mas. Per- este efecto y hacerlo estable.
manece sin tener contacto directo con las cosas en el ámbito de lo verbal
(a no ser tinta y papel). Sin e mbargo, va más allá del mero uso del lengua-
4. En l:i rec iente investigació n estadounidense sob re las org~nizaciones se encue n-
je para a prehe nder más complejida d y para pode r reduc ir y reconducir
tra --con mucha frecuencia más implícita q ue explícitamente- una te ndencia a d isol-
de manera fiab le a una solució n correcta! En comparación con el habla a ver los problemas d e pod e r en problemas de comun icación sin que la relación teórica d e
secas, hay aquí un rendimiento adicio nal, q ue mayormente q ueda explica- ambos quede suficienteme n te esclarecida. Así, su rge e n ocasiones la imp resión de q ue
do como a plicació n del pode r. Esta es, si n embargo, una explicación pre- todos los problemas pueden ser resueltos con un hablar mucho más amable y con u na
correcta co mpre nsión; o, al menos, de q ue rod as la~ ap licacio nes del poder d eberían po-
limina r y casi tautológica. So lo un a nálisis más preciso del proceso comu-
ner en marcha este intento. Mediante la exigencia de deriva r la teoría del poder de la
nicativo, en e l que el poder es construido y a plicado, permitirá dejar claro teoría de la organ izació n del proceso d e com un icación, estas conclusiones no q ued an ya
cómo tiene lugar este rendimiento adiciona l respecto de la me ra habla y cubiertas.
q ué problemas deberán con e llo ser resueltos. El poder es, pues, la gene- 5 . C h. l. Barnard, The F1mctio11s of theExecutive, Cambridge (MA), 1938, pp. 104 ss.,
con consideraciones que han sido precursoras p¡ira la moderna teoría de las organizaciones.
ralizació n del efecto de un re ndimie nto re ductivo ind ivid ual y depende 6. Cf., como pano rámica sobre algu nos principios de investigación y para referencias
del modo y del a lcance de las posibilidades que son reduc idas, así como de bibliográficas, N. Lu hmann, Theorie der Verwalt1mgswisse11scha~ : Besta11dsaufnahm e und
los mecanismos generalizado res que aseguran la transmisió n de los efec- E11tw11r{, Colo n ia/ Be rl ín, 1966, pp. 47 ss. El d esarrollo ulterior qued a impedido, sobre
tos. Desde ambos p untos de vista, el poder es un resultado de la organi- todo, por dos p rejuicios: el co ncepm de decisión sigue vi nculado en am püa med ida a un
rendim icnro reducto r de sistemas psíquicos (po r ejem plo, vistos como ~actos de vo luntad
zació n del proceso de e labo ració n de informació n (y no ocurre, como de l ind ivid uo») y no es aprehend ido sociológicamcnte como proceso de un sistema social
(por ejemplo, como absorción general de com plejidad mediante la comuni cación a los de-
3. Esta multi pl icidad de las funcio nes de l comporcamie nro lingüístico-comunicati· más de las premisas de decisión). La teoría de la división del trabajo sigue, pues, ampl ia-
vo se p uede ver particularmente bien en la vida famili a r. Po1· lo demás, los ó rdenes socia- menre orie ntada a la acción productora de las cosas (esto es, a la producción industr ial),
les a rcaicos ofrece n buenos ejemplos de un co111porta miento aú n no especializado en la la cual pe rm ite una fragme ntación en partes. Y esta teoría, en cambio, no está orientada a la
tra nsmisión d e información. Cf., a este respecto , B. M a linowski, «The Prob lem of Meaning elabo ración d e in formación e n común. Dicha elaboración tiene que contar con ámbitos
in Primiti ve Languages», en C. K. Ogden e l. A. Richards The Meaning o( Mea11i11g, Lon· de ate nció n enrrecruzados. Y este tipo de ámbitos o bien aprovechan con sentido este entre-
drcs, 10 1960, pp. 296-3-16. ' cruzam ien to o bie n deben eliminarlo para econo mizar el escaso potencial de atención.

164 165
ADMINISTRACIÓN
POTENCIAL DE COMUNICACIÓN

En los sistemas sociales que, como las administraciones, están especia- Frente a ello, es típico de los sistemas organizados de elaboración de
lizados en la elaboración de datos, pueden observarse este tipo de trans- información el que traten de poner bajo controles este difuso haberse en-
formaciones en las premisas del comportamiento, en el comportamiento tendido previamente, que traten de arrojar luz sobre él y de hacerlo cons-
mismo y en referencia a las consecuencias del comportamiento. ciente. Es asimismo típico que intenten decidir ellos mismos sobre Las pre-
En las situaciones naturales, no disrorsionadas por la organización, misas de la decisión y, con ello, que traten de establecer racionalmente, y
es un presupuesto de todo entendimienco un difuso haberse encendido hasta nuevo aviso, cuáles son las asunciones de las que parte cada contri-
previamente que se basa en una historia vivida en común. Este haber- bución individual. Solo así pueden ser coordinados los rendimientos de
se entendido previamente va mucho más a llá del conocimiento común decisión altamente complejos e interdependiences. La historia del siste-
de una lengua e incluye, por ejemplo, asunciones sobre expectativas y ma queda así establecida como la historia de las decisiones previas en
normas comunes de comportamiento; sobre la simultaneidad de la vi- los registros y la confianza es sustituida por las actas. Al mismo tiempo,
vencia y del tiempo que transcurre para todos igual de rápido; sobre la el proceso de la comunicación queda descargado de la función de activar
accesibilidad por todos lados de las cosas para todos; sobre el carácter continuamente de nuevo sus premisas e implicaciones y de afirmarlas con
intercambiable del punto desde el que se hace la observación; sobre el sa- cllol. Se sostiene firmemente ya con decisiones explícitas. El hecho de que
ber y no saber que cabe esperar de los otros, ecc.7. Estas premisas toman la organización formal -que busca alcanzar esto- pueda activar solo una
un carácter normativo dado que se es dependiente de ellas, de tal mane- parte del conjunto de la realidad vital del sistema social una y otra vez,
ra que un boicot de esros fundamentos comunes -por ejemplo mediante constituye un lugar común de la reciente sociología de las organizacio-
la desconfianza, con preguntas incisivas acerca de los fundamentos, nes. Sin embargo, tampoco puede discutirse el hecho de que dicha orga-
con un comportamiento basado en premisas no esperadas o median- nización transforma profundamente la situación de la interacción natu-
te otros comportamientos similares- tropieza con el rechazo cuando ral elemental. La esencia comunicativa de la administración alcanza una
no ya con sanciones8 • En todo ello, operan la historia y el haberse en- mayor complejidad, una alterabilidad más fiable y un ritmo de desarrollo
tendido previamente, la mayor parte de las veces de manera Latente9; más rápido si las premisas de cada comunicación pueden ser fi jadas cla-
asimismo, se convierten en premisas solamente de manera puntual en ramente y citadas con faci lidad cuando ello es requerido. No es casual
el caso de que haya perturbaciones. El proceso comunicativo tiene la que el concepto de las premisas de decisión se sitúe en el centro de la re-
función de afirmar sus premisas de manera continua, precisamente en ciente reo ría de las organizaciones centrada en la teoría de la decisión 11 •
virtud de que emplea tales premisas solo implícitamente y no permi- En el marco de la programación de premisas de decisión hay numero-
te tematizarlas 10 • sas técnicas que regulan la carga de comunicación y que se acuerdan con el
potencial de comunicación alcanzable. Por una parte, se distinguen los di-
7. Alfred Schiin: ha llamado la atención sobre premisas de este ripo y ha intentado ex-
ferentes principios de la división del trabajo según las exigencias plantea-
plicarlas como «mundo de la vida» lLebensweltJ. Cf. A. Schütz, Collected Papers, 3 vols., das a la comunicación que se coordina. Por otra parte, hay, en amplia me-
La Haya, 1962-1966. dida, posibilidades de sustituir instrucciones relativas a un caso particular
8. H. Garfinkel ha desarrollado experimentos reveladores en esre sencido. Cf. «A por regulaciones generales que ahorren comunicación. Finalmente, ha
Concepcion of, and Experimcncs with, ·Trust' as a Condition of $table Concerted Ac-
cions•, en O. J. Harvey (ed.), Motivation and Social lnteraction: Cognitive Detemtinants,
de representarse el nivel de exigencia q ue ha de resultarle suficiente a
Nueva York, 1963, pp. 187-238; e Íd., «Scudics of the Routine Grounds of Everyday Ac- una decisión como una variable con cuyo cambio la carga de comunica-
tivities•: Social Problems 11 (1964), 225-250. ción se incrementa o cae. Las decisiones óptimas precisan de más infor-
9. En la literatura fenomenológica, esca latencia queda descrica como «anonima- mación y más comunicación que las decisiones meramente útiles. Todo
to» del alter ego que co-opera. Esro quiere decir que quien vive y experimenta no es cons-
ciente de la constitución social de su mundo de la vida y de la complejidad de otras posibili·
ello son temas conocidos y ampliamente discutidos de la ciencia general
dades que esrá encerrada en dicha constirución. Cf., por ejemp lo, A. Schün:, Der sinnhafte de Las organizaciones y aquí no podemos entrar en ellos con detalle.
Au{bau der sozialen Wlelt, Viena, 1932, pp. 220 ss. [La construccion signifú;ativa del n-umdo Hasta aquí llega lo referente a las premisas de la comunicación. Para el
social, Paidós, Barcelona, 1993). comportamiento comunicativo mismo resulta significativo -en las admi-
10. Una forma de esta afirmación que ha sido muy tenida en consideración es la
broma. Cf. N. Luhmann, F11nktione11 tmd Fo/gen formaler Orga11isatio11 , Berlín, 1964, nistraciones- que la esperada productividad venga perfilada según el pa-
pp. 341 ss. Junto a el lo hay medios puramente lingüísticos; por ejemplo, el tono de una afir-
mación mediante adjetivos cargados de valoración, que únicamente pueden ser uti lizados 11. Cf., por ejemplo, H. A. Simon, «Administrative Decision-Making»: P11blic Ad-
de manera casual sin que se le responda al adjetivo como tal. ministratio11 Review 25 (1965), 31-37 (espec. pp. 34 ss.).

166 167
ADMINISl RAC I Ó N POTENCIAL OE CO M UNICACIÓ N

trón de la comunicación en un sentido enteramente especial, a saber, el Je que quie n participa esté preparado para utilizar la in formación recibida
la comunicación del resultado de una elaboración de información, esto como premisa de decisión; este, pues, debe haber tomado medidas para
es, según el patrón d e la transmisión de un rendimiento reductivo 12 • De ello. La garantía de una ulterior utilización de la info rmación procesada
los otros componentes de la comunicación, por ejemplo, de los expresi- es lo ún ico que le proporciona su sentido a codos los esfuerzos por incre-
vos o motivadores, ha de hacerse abstracción, dado que representarían mentar el potencial d e comunicación. No se ha d e trabajar únicame nte
u na carga inútil para la función específica de la administración. Ni la para el «cementerio de actas».
autoexposición de la p ersona ni la motivación para prosegui r e l contac- Sin embargo, este problema result a difícil de resolver en la práctica.
tO son algo que haya de ser rendido en el mismo proceso d e trabajo. Lo En toda administr:ición, pueden y deben ser institucionalizadas formas in-
primero debe ser aplazado, lo segundo debe ser asegurado mediante la cuestionadas de transferencia de efectos y su reconocimiento ha d e ser
motivación general para la condición de miembro. Una descarga y una formalizado como requisito para la conc.lición de miembro. Esto ocurre
especificación funcional del proceso comunicativo como la descrita in- en virtud del hecho de que se c rean posibilidad es de la decisión interna
crementa el rendimiento. Es presupuesto para que la comunicación se que vinculan a los otros participantes, sobre toe.lo mediante una organiza-
perfile con precisión de acuerdo a la «información exigible»; esro es, ción jerárquica de las competencias de d ecisión 14 • No rodas las comu nica-
para que no se proporcione ni más ni menos sentido que el necesario 13. Al ciones fácticas emplean este tipo de competencias de decisión; es más,
mismo tiempo, el mismo proceso de decisión del !>istema puede también solo una pequeña parte de ellas lo hacen. La posibilidad de dar lugar a una
ser ordenado según la división del trabajo. Ello el. así cuando las contribu- decisión ha de darse e n todos los casos más importantes. De otro modo,
ciones singulares al proceso de deci:,,ión del sistema son exteriorizadas la elaboración de la informació n evemualmente no podría concluirse y
y repartidas de tal modo que se pueden alcanzar las venrajal, de la espe- los conflictos no podrían ser resueltos.
cialización así como evitar l:i duplicación del trabaJo. De e~ta manera, las Con ello no queda garantizado, ni mucho meno!>, que las comunica-
contribuciones se vuelven auten tificables. Si una comunicación perma- ciones informadoras, que no pretenden competencia alguna, no vayan a
nece poco clara o discutida, o demuestra ser falsa, cabe remitirse a l men - desembocar finalm ente en decisiones- Presumiblemente, la cuota de pér-
sajero. Este es visible como autor y es responsable; y no puede negar que didas de lo escrito e n vano en las administraciones es relativamente a ira,
tenía en mente una determinada comunicación. Esta imputabilidad no sobre todo en los 111veles de rango sup erior. Ello depende de que no todo
efectúa únicamente un disciplinamiento anticipatorio del rendimiento trabajo puede ser estructurado previamente a parcir del resultado, de
laboral, sino wmbién una esencial aceleración d e los procesos de clarifi que es, pues, un fenómeno colateral d e la superior complejidad e incerti-
cación de sentido y de control; esto c1>, efectúa igua lmente un incremento dumbre de la situació n d e decisión.
del potencial de comunicación en su conjunto. Un sistema social organizac.lo que, desde diversos puntos d e vista --en
Si la especificación del comportamiento comunicarivo es llevada a premisas, ejecución )' efectos-, ponga el comportamiento comunicativo
cabo hasta este punto, entonces igualmente han e.le sacarse consecuencias bajo la peculiar disciplina de la unilateralidad y del incremento en el ren-
en el ámbito de los efectos del comportamiento. Estas no pueden dejarse a dimi en to ha de satisfacer d eterminadas exigencias. Sin dicha satisfac-
merced del azar o de la comprensión de los destinatarios; tanto más cuan- ción, este sistema social no sería posible como sistema socia l de inte-
do se le ha privado al proceso de la comunicación de fuerta de promo- racción. Ante todo, es necesario que, en gran medida, haya absorbido
ción y motivació n. La comunicación individual misma no se ocupa ya de complejidad a través de su estructura_ Y ello, sobre rodo, desde dos pun-
tos de vista: la motivació n p ara el trabajo d ebe haber sido asegurada d e
12. También aquí habrí:t que hacer nol3r que la •productividad esperada• no cabe
ser equiparada con la plena realidad social, smo que solo proporciona la orientación pruna -
ria del sistema. fa hoy generalmente admittdo que junto a l.1 comunicación formal se d.1 ocr.1 14. l la de disnngu,rse igualmente entre la\ comunicac1one~ que prerendcn tomar
informal, qu e junto a la dirccl3 )' responsable se da también la mdirc.:cta y en111.1scarada, a,í competencias para la decisión vinculante de aquella~ que no lo h,1cen . Cf., igualmenre,
como el que estos fenómenos •Contra-estrucrurnlcs» sean necesarios y cumplan funciones la dis1111ción entre •siste ma de competencias.. y •sisr..: rna de comunicaciones• en H. Al-
posinvas. Cf. N. Luhmann, F1mktionen ,md Folgert fomw/er Orga11isatim1, cit., cspcc. bach, •Org.1nisacion: Be1nebliche•, en l-la11dw6rterúuch der S0zialwisse11cha/tc11, vol. 8,
pp. 190 ss. ) 363 SS. Sturrgarúfubinga/Gounga, 1964, pp. 111 - 117. Frente a ello, no me parece posible ~eparar,
13. Véase el concepto de •determimdad exigible• en J. Pu:tzsch, quien scilala justa- conceptual y empíricamente, los proce~m de decisión, el ílu¡o de mformación )' el de comu-
mente este postulado, cf. Die Jn(onnation III der i11dustrielle11 U11temefm11111g: Gnmdziige nicación, t.11 r como propone H . Albnch en su csrud,o • Entscheidung~prozcsse und lnfor-
ei11cr Orga11isatio11stheorie fiir elektro11iscl,e Date11verarbeit1111g, Colonia/Opbden, 1964, mationsfl u8 in d cr Unre rn chmensorganis:uio n •, en E. Schnaufer y K. Agthe (eds.), Orga-
p. 41. 11isatio11, nerlín/Badcn-U:1den, 196 1, pp. 355-402.

168 169
ADMINISTRACIÓN POTENCIAL DE COMUNICA C IÓN

modo general, por lo cual, al mismo tiempo, las distinciones individua- curalmentc, mediante el título y la posición de rango-. Todo ello recarga
les en los motivos de acción q uedan niveladas en lo posible. El flujo de la la economía de la organización, pero disminuye relativamente poco la
comunicación debe fluir con fiabilidad, y ello con independencia de las ejecución del trabajo.
estructuras de personalidad de quienes lo mantienen fluyendo, hasta Otra consecuencia típica es la estrechez de los fundamentos para e l
cuando los participantes no pueden estar presentes. Por otra parce, el entendimiento. Se parte de un mínimo de consenso específico a los roles
comportarnienro debe quedar «programado» mediante la decisión pre- y se permanece, por lo demás, indiferente frente~ los otros roles d_el_com-
via. Ello es así porque una comunicación en la que falte coda motivación pañero. La relación cordial está limitada a las ex1genc1as de la actividad y
personal d irecta presupone los requ isitos de otras reglas de selección y el rendimiento y no profundiza hacia lo personal. Por consiguiente, no se
elaboración de informaciones. llega a un con'senso amplio, abarcador y fiable, q ue resultase suficien-
Una absorción de complejidad mediante estructuras de sistema como te para efectuar cambios de rumbo, para superar crisis o para poner en
la descrita tiene siempre éxito en mayor o menor medida. Un resto de marcha un nuevo tipo de comportamiento que en un primer momento
problemática no resuelta permanece y adviene al comportamiento coti- resulta delicado. Con esta estrucnira interna, no cabe esperar de la buro-
diano en una forma transformada. Quizás lo haga corno «consecuencias cracia ni virtudes combativas ni disposición al riesgo, pues no pueden
dishmcionales» de las decisiones de estruccura dominantes o en la for- activar ningún apoyo social para ello. .
ma de «costes» psíquicos de la condición de miembro 15 • A la realización Del hecho de que la comunicación esté organ izada de modo auténti-
de un potencial de elaboración de información alto y especializado per- co, imputable y responsable, surgen obstáculos para la com~n~cación de
tenece también, consecuentemente, el que estos problemas derivados un tipo particular 16 . Tienen tanto mayor peso cuanto mas 1nmed1ata-
puedan ser resueltos o, al menos, que se los pueda mantener dentro de los mente afectan a la función de elaboración de la información. Sobre todo,
límites de unas dificu ltades e impedimentos a la actividad que entren la comunicación escrita y, en particu lar, aquella dirigida hacia arriba,
dentro de lo tolerable. queda tan procesada bajo el fi ltrado de rodo lo que pueda resultar sos-
Algunos ejemplos pueden aclarar esro que acabamos de decir. Las pechoso, que de ningún modo puede dañar al emisor. Con ello, queda
necesidades expresivas de la autoexposición no pueden ser enteramen- desfigurada la información que e l receptor podría recibir para poder
te expulsadas de la marcha del trabajo y de sus modos de comunicación. cumplir su carea. Con controles resulta difícil ponerle remedio, pues-
Anee codo, influyen en lo que puede ser conjuntamente comunicado de to que estas armas sufren de idéntica corrosión. Más bien, podrá espe-
modo indirecto. Los medios de expresión están, sin embargo, muy restrin- rarse que un avance hacia una comunicación aún más impersonal - y
gidos y frecuentemente solo son interpretables por los iniciados. También donde la comunicación automatizada vaya más lejos- mitigará esta pro-
el medio ensefia a renunciar a la originalidad. Y, sin embargo, se hace uso blemática.
de todas las posibilidades para transmitir a los demás quién se es -me- Otros problemas consecutivos se relacionan con la diferenciación di-
diante el tamaño de la fachada de cristal del despacho, el tamaño del escri- námica de la sociedad, con la separación entre sistema y entorno en tanto
torio, los colores de los sobres, lo que viene facultado por su firma; y, na- condición del incremento de la actividad y el rendimiento. Los presupues-
tos particulares de la comunicación y el entendimiento, creados en la ª?-
ministración, no se pueden presuponer en el entorno. Esto hace necesario
15. Esta concepción de las estrucruras de sistema como tales que rec iben, transfor-
man, reducen y transmiten contradicciqnes y conflictos se amplía en la teoría de sistemas distinguir, en el lenguaje.y estilo de la comunicación, _entre trá~ico inc~r_i~r
general y sociológica, en particular en la sociología de las organizaciones. Cf., p<>r ejemp lo , y exterior; y hace necesario, igualmente, someter las 1nformac1ones dmg1-
G. Sjoberg, «Concradiccory Funcrional Rcquiremencs and Social Sysrems»: The Joumal das hacia fuera a una particular elaboración. Lo que, internamente, pue-
o( Conflict Resolutio11s 4 (1960), 198-208; N. J. Smelser, Theory o( Collective Behavior, de decirse de forma abreviada y abiertamente, no puede bajo ningún con-
Nueva York (NY), 1963, pp. 67 ss. y passim; P. M. Blau y W. R. Scott, Formal Organiza-
tions: A Comparative Approach, San Francisco (CA), 1962, espec. el resumen de pp. 242 ss.; cepco ser llevado hacia fuera sin que se suavice. En ocasiones, el enromo
A. N. Bertrand, «The Stress/Strain Element of Social Systems: A Micro Theory of Con- contiene más información, y más segura, que la poseída en el interior; Y
flict and Change»: Social Forces 42 (1963), 1-9; R. L. Kahn, D.M. Wolfe, R. P. Quinn y en ocasiones también el entorno posee menos. De manera típica, la comu-
D. J. Snock, Organizational Stress: Studics i11 Role Con(lict and Ambiguity, Nueva York/
Londres/Sydney, 1964, espec. el resumen de pp. 392 ss. Véase, asim ismo, W. J Gorc,
Administrative Decision-Making: A Heuristic Model, Nueva York/Londres/Sydney, 1964, 16. Se erara de un tema muy abordado en la ciencia de las organizaciones. Cf., en lu-
pp. 38 ss., para e l concepto de una particular tension 11etwork al servicio del procesamien- ga r de otros, L. O. Thayser, Administrative Communication, Homewood (IL), 1961, espec.
to y resolución de este tipo de tensiones. pp. 143 SS.

1.70 171
ADMINISTRACIÓN

nicación con el entorno no viene presentada como conclusión forzosa de


unos hechos conocidos sino más bien como una decisión fundada. Y no
ocurre rara vez en el ámbito jurídico que, en la fundamentación se en-
. . '
cierre necesariamente más trabajo que en la decisión misma. Si se acepta
que, frente ~ 1~ política, siempre ha de fundamentarse de nuevo por qué 16
110 se ha d ec1d1do, entonces cabe evaluar cuáles son los requisitos d e ex-
posición bajo los que la administración se sostiene por sí sola mediante la
RACIONALIDAD DE LA DECISIÓN DE LA ADMINISTRACIÓN
diferenciació n entre lo interior y lo exterior. Y habrá de fundamentarse
también por qué no resulta posible concentrar todo el po te ncial de co-
municación en la carga d e decisión.
Finalmente, ha d e considerarse que no solo el envío de comunicacio-
nes, sino también su recepción desde el entorno, está condicionada a tra-
vés de la e~tr~~tura _Y ligereza de la com unicación interna. Faci litar para
una cosa s1g111fica, siempre, complicarlo para otra. Así, la red interna de
comunicación funciona como un filtro selectivo frente al entorno. Lo
q~e en el si~tema puede ser transmitido es percibido con preferencia 11. La Desde que se tuvo que abandonar el tradicional modelo teleológico de
d1ferenciac16n de los lenguajes y modos de comunicación, hacia el inte- acción y la d eterminación de la racionalidad mediante auténticos fines,
rior y el exterior, hace que la sensibilidad de la administración hacia in- no se ha podido fundamentarse ya una teoría genera l de la acción racio-
form~ciones de nue~os tipos se convierta en un problema, para el cual, nal 1. Esto permite que se nos presente como pleno de sen tido que to-
por e¡emplo, han de implementarse unas particulares exigencias para co- memo~ como punto de partida el que solo haya racionalidad específica
rregí r carencias del sistema. al sistema. De este modo, nos confrontamos, asimismo, con las conside-
Estas pocas consideraciones adicionales, siruadar> en lo!> márgenes de raciones comprensivas de la sociología sobre las consecue ncias de una
nues~ro ~:ma, debería~ d.ejar c.l~ro que un incremento del potencial de co- creciente diferenciación funcional-estructural de la sociedad en sistemas
muntcac1011 de la adm1111srrac1on no !lolo es un programa de racionaliza- parciales relativamente autónomos. No cabe ya reducir a un denomina-
ción sino que se trata t:imbién de una posibilidad real que, sin cmbar- dor común los criterios de selección, de o rdenación de pasos en la d eci-
ª!
?º' pone equilib_rio social bajo exigencias crecientes; requiere de él la sión y valoración de resultados en el derecho, en la investigación c ie ntí-
1nrroducc1on, funcionalmente consciente, de numerosos mecanismos de fica, en el cákulo económico, en la realización d e una obra de arte o en
c?~rec~~ón y c?mpensaci?n !,.en último tér~ino, requiere de una pla- la táctica política. Ante codo, no es ya posible reducir la multiplicidad
nif1cac1011 de sistema soct0log1ca. Esta necesidad de una teoría con un de las racionalidades a una distinción d e fines ni remitirlos, en último
potencial superior para la complejidad se nos hará más clara cuando vol- término, a un fin común. La raciona!idad de fines parece ser una forma
vamos de nuevo sobre e l problema de los criterios del contenido de la específica de racionalidad e nrre otras y solo parece funcionar en deter-
decisión, sobre el problema de la racionalidad de la administración de- minado!> ámbitos ele la sociedad de una manera adecuada al sistema y al
cisoria. entorno -por ejemplo, en la producción industrial-. En particular, el
desarro llo del de rec.:hu positivo y, muy recientemente, el d e la automati-
zación de los procesos de decisión sugieren la suposición de que hay al-

1. Véase La exposición y crítica de los esfuerzo, en pos de una ~xio111ácica cl.iusurada


y abarcadora de la acción racional en I'. Suppes, «The Philosophical Rclevance of Occision
Theory•: 1he }011mal o( Ph,losophy 58 ( 196 1), 605-614. De ahí se ha sacado la concl u-
sión, por parte de otro~ autores - y que nosocro~ tomamos aquí para un aná li m socioló-
gico-, de que los crirerios de racionalidad han de ,cr relativizados en relación a ~1Stcmas o
17. Así, tamb1é~, J. G. Marc h y H. A. S11non, O,ganiwcions, Nueva York/Londres, enromo~ de sistema. Véa~e M. W. Shclly y G. L. Bryan, «JudgementS and che L1nguage oí
195~, pp. 164 ~·, quienes ven en ello un proceso de •absorció n de inseguridad• a través Decision», en Íd. (eds.), / luma11 )11dgem e11ts a11d Optimality, Nueva York/Sydney, 1964,
de sistemas sociales. pp. 4-36 ( 15).

172 173
ADMIN I STRACIÓN RAC I ONALIDAD DE LA DECISIÓN DE LA ADMINISTRACION

ternativas para las racionalidades de fines 1 . Por consiguiente, no podrá a cada impulso; y ello por consideración de otras posibilidades o de com-
evitarse que se responda a la pregunta de en qué formas y según qué cri- plejos efectos retroactivos con demasiados resu ltados adversos" El que
terios queda racionalizada la decisión de ral manera que la respuesta sea esta perspectiva puede llevar a ver como una desventaja la incalculabi li-
diferente de un sistema a otro. Asimismo, tampoco podrá evitarse bus- dad de las consecuencias, o incluso la misma novedad, es a lgo conocido
car el sentido de estas diferencias en distintas funciones de la sociedad, y es un signo de que la administración, con mucha frecuencia, no sabe ya
ámbitos del entorno y problemas relativos a la auroconservación. habérselas con su complejidad propia.
La administración, a diferencia de otros ámbitos parciales del sistema Si esta disposición del carácter burocrático debe ser valorada como
político, encuentra su función específica en la elaboración de soluciones consecuencia disfuncional de aquel principio sistémico de la consistencia,
justas a problemas sobre la base de unas premisas de decisión políticamen- entonces esto se aplica, con mayor fuerza, para un segundo problema. Los
te establecidas. Por «justicia», sin embargo, ha de entenderse aquí una re- instrumentos con los que la administración controla y expone la consis-
lación de las decisiones entre sí. tencia de la decisión no recubren ya con exactitud la función de absorción
Dado que la administración puede partir de una complejidad social de exigencias políticas y de la complejidad de la sociedad.""La administra-
reducida en lo político y en la sociedad -esto es, que opera en un cam- ción se sirve sobre todo de la conceptualización jurídica y del cálculo de
po ya estructurado- , está ella en disposición de alcanzar una cierta medi- costes de la economía para posibilitar la comparación con otras decisio-
da de consistencia en b solución de problemas, dentro de un espacio de nes. Estas técnicas permiten precisar, según la racionalidad de la decisión,
decisión limitado pero aún no abarcable por la mirada 3 . Esca consistencia, el postulado sociopolítico de la consistencia, que en gran medida resulta
naturalmente, no puede significar que se quede libre de contradicciones poco claro; y ello con un ostensible sacrificio de sentido y alcance. Los
en un sentido comrolable y rigurosamente lógico. Bajo ningún concepto lenguajes de decisión y control de la administración se convierten, así,
puede presuponerse, para la administración en su conjunto, una ordena- en meras sustitutorias que, al ser más fáciles de manejar bloquean el que
ción del rango de codos los valores relevantes que esté libre de contradic- se pueda ver la función sistémica de la administración 4 • Este proceder
ciones o siquiera una ordenación transitiva. Y tampoco se puede aspirar de una susátución (siempre insuficiente) de problemas externos por in-
a ello. Más bien, la compatibilidad de las decisiones solo puede consistir ternos no es solo la fuente de codas las dificultades de adaptación de la
en que determinadas soluciones a problemas bloquean otras tan poco administración respecto de su entorno. Es asim ismo el fundamento de
como resulte posible. Cuanto más alta sea la consistencia susceptible de lo que dicho proceder introduce de problemática no resuelta dentro
ser alcanzada, tanto mayor será el número de metas políticas que podrán de los programas de decisión de la administración -también de su «di-
resultar acomodadas y estabilizadas en una rutina; tanto mayor será la ca- ficultad»- y con ello de los problemas referenciales según los cuales se
pacidad del sistema político para absorber exigencias y tanto mayor podrá orientan los rendimientos de decisión internos a la administración.
ser la complejidad de su entorno social. . En el punto central de la transformación de los problemas externos a
Esta función, ampliamente absorbente, es, en primer término, de una internos se sitúa la programación de la decisión. Con ello ha de entender-
importancia decisiva para la perduración y autonomía del sistema de la se un requisito general en las condiciones de la decisión correcta según
administración. También (y justamente) frente a los movimientos fluc- las cuales deben decidirse numerosos casos individuales.
tuantes de la política, la administración queda independizada en virtud Sin programación, la consistencia de las decisiones no podría alcan-
del hecho de que cuida y defiende la consistencia de la decisión con lo zarse, o solo se podría lograr en relaciones muy simples·. Resulta impen-
ya decidido y con lo que aún queda por decidir en el futuro. Igualmente, sable comparar y armonizar cada decisión individual con todas las demás
queda independizada también mediante el hecho de que no puede ceder decisiones y posibilidades de decisiones o siquiera con una parte conside-
rable de estas. La abundancia y complejidad de posibilidades fuerza a la
generalización, esto es, a la construcción de programas de decisión que
2. Cí., a este respecto, H. P. Dreitzcl, «Rationales Handeln und politische Orien-
regulan, en cada caso, una multiplicidad de decisiones y que pueden ellos
tierung: Zur Soziologie des politischen Verhaltcns in dcr wissenschaftlichen Zivi lisarion»:
Sozia/e Welt 16 (1965), 1-26; N. Luhmann, Recht ,md A11toma1ion in der offentli-
chen Verwaltung: eine venvaltungswissenschaft/iche U11tersuchung, Berlín, 1964, espec.
pp. JJ4 SS. 4. La acción selectiva de las simp li fic::icíones de la comunicación, que hemos señala-
3. Cf. C. J. Friedrich, Man and his Government: An Empirical Theory o( Politics, do en el capítu lo anterior, se hace visible también aquí. Un resu lrado similar de la repre-
Nueva York (NY), 1963, pp. 471 s. También este auror ve en la consistencia de la decisión sión de trabajo no programado por programado es señalado como Gresham 's law o( plan-
(en un sentido no definido con precisión) un rasgo esencial de la burocracia. ni11g por J. G. March y H. A. Simon, Organizations, Nueva York/Londres, 1958, p. 185.

174 175
ADMINISTRACIÓN RACIONAllOAD DE lA DECIS IÓ N DE LA ADMIN ISTRACIÓN

mismos ser comprendidos bajo programas a los que están subordina- da de consistencia en la decisión a pesar del alto grado de complejidad.
dos --es decir, que agrupan las decisiones en un orden cuasi jerárqui- Esta autoprogramación no significa, sin embargo, clausura alguna fren -
co-5. El resultado es que las decísiones sobre casos no son, en lo esen- te al entorno. Más bien, d irige, el flujo de comunicación que vincula a la
cial, inmediatas, sino que únicamente han de ser ajustadas, las unas con administración con su entorno. Por consiguiente, también las condicio-
las otras, en el plano de los programas. Asimismo, se da también como nes de la autonomía, que hemos considerado en el capítulo 14 -a saber,
consecuencia el que la ejecución del programa solo puede entonces ser la diferenciación del entorno, la separación de los planos objetivos de
exhibida en el estrecho horizonte de las condiciones de justicia y correc- sentido del tráfico con el entorno y la separación temporal del input y
ción previamente dadas, en las que se presenta una necesidad de coordi- el output- se relacionan con el flujo de comunicación entre la adminis-
nación que va más allá del programa. tración y su entorno. Y es que «autonomía» no significa otra cosa sino
En la misma medida en que esta simplificación resulta inevitable en que la administración está en disposición de dirigir este flu jo de comu-
principio así también resulta problemática su ejecución. Para poder desa- nicación según sus propios programas de decisión. Las condiciones de
rrollar esta problemática derivada, se hace primero necesario volver sobre la aut0nomía posibilitan la autoprogramación pero, por otro lado, la
la función general de la administración y sobre su problemática sistema/ autoprogramación sirve igualmente para estabilizar estas condiciones.
entorno. De ello resulta que, en las administraciones, hay dos tipos funda- En la dimensión social, la administración define y concibe, con ayuda
mental menee distintos de programas de decisión, cada uno de los cuales de sus programas, su propia iden tidad. No es sino en virmd de dicha
con problemas secundarios y estrategias de decisión diferentes. Si no se identidad corno puede tener una multiplicidad de entornos. Y emplea
tiene esto en cuenta, la consideración del asunto va a parar muy fácil- sus programas, por ejemplo su derecho, como base unitaria de compor-
mente a los márgenes demasiado estr~chos del lenguaje de decisión eco- tamiento frente a todos los entornos. Visto desde un punto de vista ob-
nómico o jurídico, con lo que no ofrece, para la administración pública, jetivo, la separación entre programa y decisión sobre casos hace posible
ninguna concepcíón ampliamente utilizable6. aquelll diferenciación entre planos de sentido mediante la cual la admi-
La función sociopolítica de la administración exige, como hemos vis- nistración puede generalizar, bajo de.manda, su contacto con el entorno.
to, un alto grado de diferenciación dinámica y de autonomía. «Autono- La separación temporal entre causas en el límite del input y efectos en el
mía» significa autodeterminación de las premisas del propio comporta- límite del output lleva a una diferenciación de tipos de programa y len-
miento. No se trata de la autonomía de una existencia autorreferencial guajes de decisión. De esta manera, la administración, med iante la elec-
que descansa en sí misma sino de un comportamiento en el contexto ción del tipo de programa, puede decidir conjuntamente si quiere orien-
causal del entorno. tarse según el límite del input -esto es, según el pasado- o según el
' Para las administraciones, la autonomía sign ifica autoprogramación. límite del output -esto es, según el futuro-. Como quiera que se em-
El empleo de sus procesos decisorios sobre la base de sus propias premisas plee esta libertad de elección - incluso de elección de programa- no
de decisión es un presupuesto para que pueda alcanzarse una cierta medi- puede en ningún caso arrancar a la administración de su entorno, sino
que únicamente puede variar el tipo de su conexión con el entornoi,El en-
tretejimiento indisoluble entre sistema y entorno no se efectúa mediante
5. El principio fundamental de la teoría clásica de las organizaciones, la noción de el contenido o el tipo de los programas de decisión, sino que viene presu-
una congruencia enrrc la jerarquía de puestos y un esquema de medios y fines, encuentra en puesto en su forma general. También en el caso de las administraciones
esta necesidad de orden una cierta confirmación. En la reciente reorfo de las organizaciones,
es sobre codo Simon quien acentúa el paralelismo entre la conscrucción de orgauizacio- autónomas se da el que pueden, en todo caso, decidir sobre cómo quie-
nes y la de programas. Cf., por ejemplo, J. G. March y H. A. Simon, op. cit. , pp. 150 ss. ren adquirir influencia y ejercitarla en el contacto con su entorno; pero
Sobre las jerarquías de deci sión en particular, cf. también H. A. Simon, «The Archirecrurc no pueden decidir si quieren hacerlo.
of Complexity»: Proceedings of the American Philosophicol Society 106 (L962), 467-482, Esto puede aclararse con un análisis de ambos tipos de programas de
y G. Gafgen, Theorie der wirtschaftlichen Entscheidung: Untersuchungen zur Logik und
oko110111ische11 Bedeutung des rationalen Ha11del11s, Tubinga, 1963, pp. 212 ss. y 311 ss. decisión, a saber, los programas condicionales y los programas de fines,
6. Por ejemplo, la concepción arriba considerada de las jerarquías de decisión es que cabe distinguir con ayuda de la separación entre input y output7. En
sustraída al lenguaje de decisión de la ciencia económica, que piensa en términos de una
racionalidad de fines,)' es util izable solo muy limitadamente (a saber, en el sentido de las
jerarquías de las fuentes de l derecho). Por lo demás, apenas hay puntos de parrida para la 7. Cf., a este respecto, con mayor detalle, N. Luhmann, «Lob der Routinc»: Ver-
o(denación je rá rquica de los conceptos jurídicos (po( ejemplo, el derecho civil, el derecho waltungsarchiv 55 (1964), 1-33; Íd., Recht und Automation in der offentlichen Verwal-
penal, el derecho contractual, el derecho de compraventa y el derecho de reclamación). tung... , cit., pp. 35 ss. Una distinción simila r se encuentra en H. Hax, Die Koordination

176 177
ADMINISTRA C I ÓN RACIONALIDAD DE LA DECIS ION DE LA ADMINISTRAC I ÓN

un caso, el programa conecta con el límite del input, pero en un deter- en calidad de input. Esto sería absurdo. El flu jo de comutticación sobre-
minado estado de cosas del entorno, y establece cuál es la decisión que pasa continuamente ambos límites. La oposición descansa únicamente
siempre debe desencadenarse -o la única que puede desencadenarse- en cuál es el límite en el que la complejidad queda reducida mediante el
cuando se presenta tal estado de cosas. Este estado de cosas adquiere así programa y en cuál mediante la decisión programada. Los programas
la cualidad de ser causa de la decisión. El programa mismo es un progra- condicionales establecen que determitnadas causas (excluyendo otras)
ma condicional porque hace depender la decisión de determinadas con- causan la decisión o la no decisión. Efectúan, así, una reducción de todas
diciones. Con este tipo de programas, el sistema se hace dependiente de las causas posibles a una determinada (o a algunas) y dejan a merced de la
estados de cosas dados y le confiere a aquel participante en el entor- decisión, y quizá del azar, qué efectos surgen de a hí. El programa reduce,
no que puede informar sobre tal estado de cosas una especie de autoridad pues, el ámbito de las causas. Los programas de fines, por el contrario,
derivada y no jerárquica. Esto es, mediante la comunicación a la admi- establecen que determinados efeccos (excluyendo otros) pueden justificar
nistración puede desencadenar o bloquear con antelación determinadas la decisión, como quiera que el proceso concreto de decisión encuentre la
decisiones. constelación de las causas y como sea que elija los medios. El rendimiento
En el otro caso, el núcleo del programa no lo constituye una causa reductivo del programa reside aquí en permitirse la indiferencia frente a
sino un efecto; se relaciona, pues, con el límite del output. Estos progra- otros efectos, a consecuencias colaterales o a costes. Se encuentra, pues,
mas son programas de fines. Un determinado efecto queda puesto como en el ámbito del efecto, mientras es cu,estión del mismo proceso de deci-
invariable debido a su valor como fin y la decisión se relaciona con la sión el elegir el medio en relación al fin, así como reducir las causas.
elección de medios con los que este fin puede ser alcanzado. Esros fines, Únicamente hay estos dos tipos fundamentales. La estructura del tiem-
sin embargo, se convierten en un programa solo cuando señalan una ne- po, que fuera del presente solo conoce el pasado y el futuro, así como su
cesidad duradera y no pueden ser satisfechos y dejados a un lado con una explicación mediante el esquema causal de causa y efecLO, no permiten
aplicación puntual de medios. otras posibilidades. Esto no excluye, empero, que los tipos de programas
Como se ha dicho, la autonomía de la administración depende de una puedan quedar suavizados y mutuamente intercalados hasta quedar des-
separación de los límites temporales y, con ello, de los tipos de progra- figurados. La validez de un fin puede hacerse dependienre de determina-
ma. Mediante esta separación, la administración gana la posibilidad de das condiciones; la acción condicionada no puede ser definida de manera
emplear, en cada caso, un tipo de programa para la delimitación y varia- precisa y sin alternativas, sino a través de un fin. Asimismo, cambién los
ción del otro tipo. Esto es, permite elegir programas condicionales por programas condicionales pueden ser puestos en marcha debido a deter-
mor de determinados fines y, en otros contextos de decisión, permite de- minados fines, esto es, en el marco de programas de fines a los que están
limitar programas de fines mediante condiciones. Resultan esenciales subordinados. Es el caso, por ejemplo, de cuando se publican directrices
para estos programas tanto el hecho de que estos tipos de programas relativas a las condiciones en las que puede concederse presupuesto a un
sean mutuamente excluyentes («o bien, o bien») como su capacidad de di- club deportivo para construir un campo de deportes. Se trata, por tanto,
ferenciación y elección entre ellos. Si su decisión estuviera simultánea- de modelos ideal-típicos, aquí representados con extrema simplificación,
mente definida mediante causas y efectos, entonces no habría ninguna a partir de los cuales pueden componerse, según demanda, programas
posibilidad de elección y la decisión resultaría superflua e incluso lo sería de decisión.
e l s~stema mismo. El significado de esta distinción según tipos fundamentales no puede
La distinta orientación respecto de los límites no quiere decir, eviden- leerse a parcir del número de casos puros. Posiblemente no los haya en
temente, que el flujo de comunicación, en cada caso, solo traspase uno de absoluro 8• La distinción es rica en consecuencias debido a que ambos tipos
los límites temporales. Esto es, no quiere decir que, por ejemplo, las de- agrupan lenguajes de decisión de tipos enteramente diferentes. La dis-
cisiones condicionalmente programadas no puedan ser referidas al límite
del output y que no tengan efectos de ningún tipo. Asimismo, tampoco 8. Especialmente, aceptamos, en codo c:aso, que ninguna acción del Estado puede
quiere decir que, en las decisiones programadas respecto de fines no que- darse sin referencia alguna a los fines y, a la inversa, que ninguna puede darse tampoco
pa tener en consideración ningún tipo de información sobre el entorno sin ninguna relevancia legal, esro es, sin referencia a programas condicionales. La antigua
doctrina acerca del acspacio libre de derecho• de la acción del Estado -de una reserva
de pura acción re lativa a un fin- ha sido abandonada en nuestros días. Cf., enrrc otros,
von Entscheidungen: Ei11 Beitrag zur betriebswisse11schafolichen Orga11isatio11slehre, Colo- E. Bccker, « Verwa ltung und Verwaltungsrechtsprechung•: \leroffentlichungen der Verei-
nia, 1965, pp. 73 ss. 11igu11g der Deutschen Staatsrechtslehrer 14 (1~56), 96-135.

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ADMINI STRACIÓN RA CIONALIDAD DE LA DEC I SIÓN DE LA A D MINISTRACIÓN

tinción entre la técnica jurídica de decisión y el cálculo económico admite cuenta debe y puede presentar exigencias políticas. Un sistema corno el
ser remitida a esta oposición. Y con ello no se distinguen solamente dos descrito debe contar con que habrá un desbordamiento no coordinado
lenguajes diferentes de resolución de problemas, sino que también se dis- debido a deseos relativos a la progra mación y la decisión. Y ocupa sus
ri nguen formas de argumentación y construcción de consensos, de estudio centrales políticas y su administración menos con la planificación del fu -
y de investigación, así como correspondientes agrupaciones de expertos. turo que con la clasificación y reducción d e tales exigencias, esto es, con
igualmente, y no en último lugar, también se distinguen puntos de partida absorber complejidad de la sociedad. En gran medida, suelta el control d e
para una influencia oculta en su resultado de preferencias condicionadas los problemas sobre los que decide porque deja su «evolución» en manos
personal o socialmente. del no programado «libre desarrollo de todas las fuerzas», esto es, <le to-
Ningún sistema que sea en algún modo complejo puede apoyarse ex- das las fuerzas que pueden imponerse. En lo fundamental, estos sistemas
clusivamente en programas de fines o en programas condicionales. Sin viven con un fumro no planificado y no reducido. Y esto solo es posible
embargo, los programas se distinguen de un modo muy fundamental se- cuando su pasado y presente les ofrecen suficiente seguridad, cuando,
gún cuál sea el tipo de programa al que le den primacía. Aunque esca dis- por tanto, según el criterio internacionalmente exigido, se ha alcanzado
tinción se refiere a la administración, no cabe aislarla en ella, sino que re- un airo grado d e desarrollo económico y cultural.
percute en el tipo de procesos políticos que tienen sentido, en e l rol del Las decisiones estructurales de este tipo se trasladan a la praxis de la
público y en la relación a los ámbitos no políticos de la sociedad. administración, por vía de la frecuencia y la altura jerárquica de la elec-
En una caracterización a grandes rasgos, cabe decir que los «estados ción de d eterminados programas, y acuñan el estilo de su racionalidad.
policiales» del absolutismo - y en nuestros días los países en vías de Justamente en la administración es donde esto no puede darse nunca en
desarrollo, incluyendo los Estados de planificación socialista- se atienen un sentido exclusivo. El lenguaje de los juristas y el del cálculo económico
primariamente a programas de fines 9 • En ello se expresa una decisión son empleados continuamente el uno jumo al otro. De igual modo, lo que
estructural-política para el futuro, a saber para la reducción del futuro puede convertirse en derecho y lo que resulta accesible al cálculo difie-
a unos determinados efectos que han de efectuarse, una reducción que re de un sistema a otro. Debemos, por tanto, analizar escos dos lenguajes
debe ser llevada a cabo políticamente y luego mantenida 10 . La necesidad de decisión con algo más de exactitud, puesto que para la particular ra-
de ideología de estos órdenes es grande. Tienden a sistemas monopar- cionalidad de toda administración resulta típico que se diferencie de este
tidistas con el fin de filtrar, ya en su origen, toda comunicación política modo todavía una vez más.
en relación a los fines decididos de antemano, de tal manera que ningún Como prototipo del trabajo de decisión bajo programas condiciona-
otro fin pueda ganar fuerza política o actualidad. Evidentemente, estos les, nos sirve la decisión jurídica. Sin embargo, no necesariamente codos
sistemas no tienen más, ni menos, futuro que otros, pero privan de carác- los programas condicionales tienen un carácter legal en el sentido de que
ter vinculante a los hechos del pasado -a la complejidad ya reducida- puedan quedar fijados como programa desde una posición facultada para
y deben apoyarse, por tanto, en un funiro reducido. En el Estado de promulgar leyes 12. Las normas legales, sin embargo, han tomado la forma
derecho, que le da el primado a la programación condicional 11 , las in- de programas condicionales, al menos en los sistemas políticos que se en-
versiones del pasado son estados de.cosas y derechos que pueden desen- tienden a sí mismos por Estados de derecho, mientras que los fines, como
cadenar decisiones. Establecen, en el transcurso de una nueva revisión tales, han perdido su valor legal 13 . La mayor parte de los programas
política, las condiciones bajo las cuales el público puede recibir decisio- condicionales que caracterizan el perfil y el comportamiento decisorio de
nes de la administración. Quien no se sienta suficientemente tenido en las administraciones de Los Estados de derecho consisten en normas lega-
les. Y, por tanto, el trabajo de decisión de los juristas puede tomarse por
representativo del proceso que queremos investigar.
9. Esce primado se muescra, por ejemplo, en que e l fin del plan, comn cal, tiene ca-
rácter lega l.
10. El que también en las burocracias del Oeste se dan escas tendencias a la planifica-
ción del futuro, y ello, empero, si n garanría y seguridad po lítica creíble, es algo que nrnes- 12. Sobre todo, b creciente automatización <le la decisión administrativa fuerw a la
tra convincentemente H. Bülck, « Wirtschafrsverfassung- und Wirtschafrsverwalrungsrccht programació n condicional también allí donde no se trata de aplicar el derecho, )' en par-
in narionaler und übernationaler Sicht», e n Staat imd Wirtscha(t im nationalen 1111d iiberna- ti cularidades que las mismas normas legales d ejan como algo abierto, puesro que, <le otro
tio11ale11 Recht, Schriftenreihe der Hochschule Speyer, Berlín, 1964, pp. 1.5-42 (31 ss.). modo, las máquinas no podrían recibir instrucciones de manera unívoca.
11. Esto se muest ra, por ejemplo, en que las violaciones del derecho no pueden ser 13. Sobre este punto, con más detalle, cf. N. Luhmann, Recht imd A11tomatio11 in der
justificadas mediante cálculos económicos convincentes. offe11tlichen Verwaltung... , cit., pp. 35 ss., con m:ís referencias.

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ADMINISTRACIÓN RACIONALIDAD DE LA DECISIÓN DE LA ADMINISTRACIÓN

El rendimiento específico de los juristas resulta de la complejidad ya decisión, es un rendimiento artificial de un desarrollo tardío del derecho,
reducida, pero aún considerable, de sus programas de decisión. Esta com- el cual funciona únicamente de u na forma más o menos acorde a sentido
plejidad significa, pues, que los estado de cosas que están por venir no (según la complejidad de la materia). Tanto la necesidad de un trabajo de
permiten que las J ecisiones encajen por sí mismas, sino que ha de cfec- decisión que aporte densidad de sentido como la necesidad de unos me-
lllarse un trabajo que debe aportar densidad de sentido. Tanto las in- dios de pensamiento abstraeros y no específicos a un programa -esto es,
formaciones como los programas aparecen, en primer término, con una precisamente el anhelo de consistencia- dibujan las fronteras de una se-
cierta indeterminación en el campo de visión, con un ámbito de otras po- paración de tareas entre la promulgación de leyes y su aplicación.
sibilidades que, caso por caso, deben ser reducidas a un sentido unívoco. Con ello, nos situamos ante la pregunta sobre el lugar desde donde el
Esto solo puede ocurrir en un proceso d e confrontación entre la informa- jurista to ma los temas y motivos necesarios para la reducción de la com-
ción sobre un caso y el programa. En este proceso, la información sobre plejidad, más allá del contenido del programa y la lógica. Dicho con otras
un caso queda subsumida al mismo tiempo que el programa queda ex- palabras, nos situamos ante la pregunta sobre qué es lo que le determi-
plicado; e igualmente en este proceso ocurre que la subsunción estimu- na a elegir una decisión jurídicamente fundamentable entre otras. Para
la la explicación y la explicación la subsunción. De este modo, se intenta ello hay, ciertamente, numerosos motivos inmanentes a l rol 15. Por ejem-
garantizar la consislencia de la decisión y facilitar la previsión de esta plo, ewí la facilidad o elegancia de la íundamentación, la aplicabilidad
mediante la aplicación de los mismos elemernos de pensamiento r de de fórmulas retóricas que se han ejercitado, y los precedentes, frecuente-
las mismas construcciones. A su servicio se encuentran, en cierta medida, mente utilizados y, por ello, fácilmente recordados. Tenemos también el
conclusiones lógicas -sobre t0do conceptos jurídicos abstractos no espe- reconocimiento que una decisión y su fundamentación pu ede encontrar
cíficos a un programa- figuras de pensamiento y medios de argumenta- entre los colegas o superiores por ser una acrividad especializada o por
ción. Es e l caso del derecho subjetivo, del contrato, de la propiedad, de la la orientación elegida. Está rambién la posibilidad de aislar el caso indivi-
representación, del dolo, de la negligencia, de la naturaleza de la cosa, de dual y de proteger la norma frente a consecuencias imprevistas para casos
la igualdad, del acto administrativo, de la responsabilidad por riesgo, cte. posteriores. Asimismo, está el que se eviten complicadas mediaciones
Esros conceptos constituyen la sustancia teórica <lel derecho y pueden ser fácticas y registros de pruebas, que se harían necesarias con otras expli-
aprendidos. Asimismo, como su validez no es específica para un progra- caciones; y tenemos también el asegurarse mediante una «opinión do-
ma, unos nuevos programas de derecho pueden producir resultados im- minante», todo ello entre otros muchos motivos inmanentes a l rol. El
previsibles. La racionalidad propia de este trabajo jurídico de decisión no significado de este tipo de consideraciones ha de ponerse en gran valor
es el resultado de su grado de corrección lógica, sino de su función. E\ el y aminora el peso de la queja, frecue ntemente planteada, de una «jw,ticia
res ultado, pues, de que reduzca la complejidad del campo de posibilidades de clases». Otros motivos resultan de la toma en consideración de los
normativamente regulado a unas decisiones determinadas y de que entien- «efectos prácticos» de las decisiones, h asta en los casos en que este pun-
da que así garantiza, en cierro modo, la consistencia del decidir. to de vista no puede ser mencionado en la fundamentación. Justamente
En escas circunstancias, el trabajo decisorio de los juristas no puede ser porque el programa condicional está concebido a partir de causas es que
concebido únicamente como una elaboración de los casos individuales de puede ser concreti zado mediante una consideración previa de los efec-
acuerdo a programas firmemente establecidos. Dicho trabajo es siempre, tos (del mismo modo, al revés, los programas de íines son concebidos a
cuando se trata de decisiones problemáricas, simultáneamente una elabo- partir de los efectos r, por tanto, en el caso particular, emplean la dife-
ración del programa mismo. Una rigurosa separación entre la promulga- rencia de las causas, esto es, de los medios, como criterio adicional) 16.
ción de leyes y su aplicación, al modo como es postulada y expuesta en la
fundamentac ión de la decisión jurídica, en realidad no es posible 14 • La se-
15. Por ello numerosos aurorc~ se ven obligados a configurar el concepto problcmJ-
paración entre la decisión programadora y la programada, mediante la
tico del •input del inrerior del sisrema•. Cf. D. Easron, A Systems Analys,s o( Politic.il l.i(e,
diferenciación dinámica de una legislación separada del proceso lega l de Nueva York/Londres/S)'dncy, 1965, pp. 55 s.; o G. A. Almond, •A Dcvelopmenral Approach
to Polirical Sysrems•: World Polir,cs 17 (1965), 183-214 ( 194).
16. FI método de explicación •teleológico• o • funcion.il •, frecuencemenre recomen-
14. Esto es algo hoy ampliamente reconocido no solo en la sociologfo del dere,ho, dado, se refiere, en lo fundamental, a esta concreción mediante el principio contrario.
si no también en la teoría del derecho. Cf., entre o tros, J. Esscr, Gnmdsatt ,md Nom, ;,, der Pero este llcv::1, sin embargo, para legitimarlo y poder emplearlo en la fundamentación de
nchterliche11 Fortbildw,¡¡ des Privatrechts, Tub111ga, 1956 [Pri11cipio y 11onna e11 la elabora- la decisión, a la no conformidad a derecho de la norma misma, cuya ah\tracción, precisa-
ción junspmdencial del derecho JJrit>ado, trad. de V. Fiol, Bosch, Barcelona, 1961]. mente, descansa en la indiferencia frente a lo~ efectos.

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ADMINISTRACIÓ N RACIONAL I DAD DE LA DEC I S I ÓN DE LA ADMIN I STRACION

Los motivos de decisión inmanentes al rol y la consideración previa presuponen programas de fines. Buscan al_canz:ir la co~sisten~ia de la de-
de los efectos no excluyen, naturalmente, que haya otro tipo de preferen- cisión en la medida en que, partiendo de f111es con sentido, eligen los me-
cias que también surtan efecto. Ya de hecho, en la vista previa de los efec- dios de tal manera que surja el menor número posible de efectos colatera-
tos, se presenta justamente la pregunta según qué va lores las alternativas les perjudiciales y de tal modo que se bloquee el me nor número posible
singulares pueden ser elegidas como buenas o malas. Asimismo, la selec- de otras posibi lidades. En el caso ideal de una decisión «óptima», el con-
ción de información entrante no programada exactamente es posible solo junto de consecuencias es comparado con el '?~ junt? de alternativas y se
con la ayuda de reglas de selección más o menos conscientes. Por ejemplo, elige lo más ventajoso. Esto presupone cuannficaoon tanto para la com-
tenemos la pregunta de si la financiación de los partidos se ajusta o no a paración como para la elección, es decir, en la práct_ica, ~n cálculo ~o:1e-
la Constitución; o si, en el caso del hurto, es un atenuante que el infrac- tario. No podemos considerar aquí e l asunto can d1scut1do de _los limites
tor se haya destacado largos afi.os como combatiente; o si los beneficios de la optimización en las empresas privadas. _P ara las ad~1m1strac1ones
relativos al desarrollo industrial de la región justifican la autorización, públicas -con sus estructuras de valor comple1as y no equilibradas ~ con
para un fabricante, de una segunda residencia en un espacio natural prote- su abarcadora responsabilidad política respecto de las consecuencias-
gido. Todo ello, sea cual sea La decisión, única mente puede decidirse so- los cálculos de optimización, en la práctica, no son susceptibles de llevar-
bre la base de valoraciones preco ncebidas. Aquí se intro ducen e n el pro- se a cabo o solo lo son con simplificaciones inacepcables 18 . Con ello, que-
ceso de decisión, sin lugar a dudas, representaciones del valor generales da excluida la posibilidad de derivar unas soluciones que sean las únicas
de roda la sociedad, específicas a un estrato social, específicas a un grupo, correctas empicando métodos puramente racionales y que persua~lan de
o purame nte personales; y ello de una manera y en unas circunstancias manera intersubjetivamente obligatoria a partir de programas previam en-
que resultan difíciles de determinar empíricamente 17 . te dados. Al igual que en el ámbito de la jurisprudencia, tampoco aquí se
Sociológicamente, lo que llama la atención no es tanto el hecho de da la posibilidad de llegar a una decisión solo con la lógica y sin valora-
q ue estas influencias no programadas se presenten como la fuerza con que ciones intermedias programadas 19 .
el las resultan diezmadas y destrozadas mediante la racionalidad integrada
en el organismo admin istrativo. Esto ocurre, por ejemplo, mediante la di-
ficultad objetiva de la decisión, mediante procesos de aprendizaje previos 18. Cf., con más detalle, N. Luhmann, «Ka nn die Verwaltung wirrschafdich ha_n·
y propios a la especialidad, a través dd a lto grado de articulación y com- deln? »: Venvaltttngsarchiv 51 (1960), 97-115; _ T Eckh~ff y K. D~hl Jacobson, Rattonallly
prensibilidad del razonam iento, o mediante los mencio nados motivos in- and Responsibility in Admi11istrative and j 11d1cial Dec1s1011 -Makmg, Copenhague, 1960.
Aunque este estado de cosas, a poco que se examine el pr?blcma del cálculo de la opt~-
manentes al rol. Tiene lugar asimismo mediante una especie de controles mización, no puede discutirse, encontramos ,rna y ~tra vez mtcnco~ de ~~spertar el ,meres
-relativos a la ética propia de un estado o situación- de las J ecisiones por las definiciones superlativas del carácter económico de la adm1111strac1on en .ta~to postu·
buenas y malas por parte de los colegas de profesión. Así, queda ga- lado. Véase, por ejemplo, L. Mühlhaupr, . oer Grundsatz der Wmschaftlichke1t 111 der Ge-
rantizado que influe ncias de este tipo, aún cuando sean imprescindi- meinwirtschaft und die Problemarik ihrer Messung»: Fimmzarclnv, n. s. 8 (194 1), 94- 114;
K. Mellerowicz, «Wirtschafrlich keic in der offentlichen Verwaltung•, en Di~ Wirtscha(t-
bles como auxilia res de la reflexión y fac il itadores de la decisión, no lichkeit in der of(ent /ichen Verwaltung, Berlín, 1953, pp. 125-148; H . Wmckelm~nn,
van a convertirse, en ningún caso, en un instrumento fiable del gobier- .Wircschaftl ichkeir der offentlichcn Ve rwa lrung»: 'Zeitschri(t (iir ha11delswissenscha/t~rche
no orientado a metas. Todo ello de tal manera que no puedan entrar a Forsch,ing 8 (1956), 557-573; e Íd., en Betriebswirtscha(tliche Forschung ,md Praxis 11
competir por la direcció n política. (1959), 385-392. Cf., asimismo, la prccavLda rom~ de distancia de ~- Blsc_hofsbe.rger,
Durchset.zrmg wu/ Fortbildimg der betriebswirtscha{tl1che11 Erkem1tmsse III dero((e11tlzche11
De un tipo enteramente distinto, y sin embargo funciona lmente aná- Verwaltung: Ein Beitrag wr Verwalt1111gslehre, Zúrich/St. Ga llen, 1964, espec. PP: 23 ss.
logos, son los proble mas que se presentan con el cálculo económico. Estos y 35 s.; A. Hiirtl, «Wi rtschaftlichkeit•, en Fr. Morstei1~ Mar)( (ed.), Verwaltimg: ~me em-
(,,hrende Darste/1,mg, Berlín, 1965, pp. 282-296. As1m1smo, una bue~a panorom1ca ?e
los métodos estadounidenses de cálculo se encuentra en M. S. Fcldste111, «Cost-Benef1t-
17. La investigación de la procedencia social y la movilidad de l esrnmcnro jurídico, Analysis and Invesrment in che Public Sect~r~: Public J\dmi'.tistration 42 (1954), 351-3.72.
que puede realizarse con los métodos habiruales del sondeo empírico, no es, naturalmence, 19. Este resultado arroja una luz crítica sobre la op11116n, frecuentemente defendida,
susciruta alguna de la investigación de la influencia de estos factores en el resultado del de que la autonomía y neutralidad de la administración fren~e .ª la p~lítica ~~bría de ren11-
proceso de decisión. Las tesis de Dahrendorf sobre los roles y la influencia de l jurista han tirsc a una lógica vi nculante de la decisión, fren te a la cual las ''.1¡~re11c1as pol1t1~as se ~~strn·
de ser tomadas con precaución. Véase R. Dahrendorf, «Oeutscbe Richter: Ein Beitrag zur rían como «no objetivas». Si su lógica fuera vincu lante, la adm~nmrac,ón podn~ ser ~m~1da
Soziologie der Oberschicht•, en Gesellschq(t und Freiheit: Z ur soziologischen A11alyse der con precisión por la política. _No_rend~ía, e,ntonces, ~uto!"'on11a 111 la, necesitan~. Mas bien'.
Gegenwart, Múnich, 1962, pp. 176-196, e Id., Gesellscha(t 1md Demokratie in Deutschland, se trata justamente de la 1nsmuc1onalizac1on de un amb1to de no-log,ca ob¡euva, una no
Múnich, 1965, pp. 260 ss. lógica en pasos pequeíios y controlables, los cuales, aunque no puedan se r llevados a cabo

184 185
ADM I NISTRA CIÓN RA CIONAL I D AD DE LA DECIS I Ó N DE LA AOMINISTI\ACIÓN

Esto no significa, sin embargo, que la comparación d e consecuencias el resultado del proceso de decisión. Tampoco en el ámbito de b progra-
no pueda ser pracricada, metodizada y racionalizada rambién en la admi- mación de fines pueden, pues, los mo delos de decisión basados en el cál-
nistració n pública 20 . Por ejemplo, siempre es posible subsanar deLermi- culo -si pretenden delinear un comportamiento realizable en u n tiempo
nadas soluciones antieconórnicas. T ambién cabe formular exigencias co- limitado- quedar totalmente impermeabilizados frente a influencias ex-
laterales, como límites de coste y de tiempo, para las cuale,; ha d e bastar ternas no programadas. Esto es, no pueden hace rse impermeables a unas
sobr~d_amente la decisión efectiva en cuanto a los fines; y este tipo de influencias del tipo de las referidas a la sociedad en genera l, de las especí-
cond1c1ones d~ aprove~habilidad _pueden variar con la experiencia y pue- ficas al estrato social, al grupo o de las personales. La absorción de estas
den_ s~~ revesnd~s de 1_rnportanc1a o desprovistas de ella según cuámas influencias pertenece a la racionalidad de la decisión, siempre y cuando
pos1b1lidades de¡en abiertas, esto es, según la medida en que dificu ltan con e llo e ntend::imos el cumplimiento de la fun ción y no, meramente, la
el descu~rimient~ ? e soluciones adecuadas 21 . De este modo, se incorpo- observación de de terminadas reglas de la lógica.
ran requ1s1tos ad1c1onales en las premisas de decisión programadas, con Podemos recapirular lo anterior diciendo que, al hacer un análisis más
los que ot~os ámbitos d e decisión quedan libres, son ap oyados o que- preciso d e ambas formas de programas y le ng uajes de decisión, se han
dan garantizados frente a efectos retroactivos. Así ocurre, por ejemplo mostrado unos límites de te rminables de la programabilidad de la deci-
cuando la planificación del trazado d e una carretera d ebe ser llevado~ sión y de su racio nalizació n intersubjetiva mente vinculante. Estos lími-
cabo ahorrando costes pero a l mismo tiempo se debe evitar dando un tes no pueden tomarse apresuradamente como límites de lo alcanzable
rodeo~el e~paci_o n:1tu~al protegido «A»,_debe producirse un b~en rrayec- para la racionalidad de la administración, más allá de los cuales empezaría
to hacia el area 111dusmal «B», se debe evitar en lo posible las expropiacio- la arbitrariedad personal, el az::ir y la irracional idad. Ha de evaluarse una
nes y aún han d e satisfacerse otras condicio nes. extensión mayor d e la orientación di sciplinar-pro fesi onal que lleve el es-
Cada vi:1, que no puede garanrizar::.e una única solución correcta, se fuerzo por la consistencia de la decisión también allí donde fallan la lógi-
presenta el proble ma de los motivos selectivos adicionales tanto en lo ca y los modelos rigurosos de dccisió11. También las consecuencia~ lógica-
labor jurídica de d ecisión como en el cálculo económico. l;or un lado mente insostenibles son disciplinadame nte ejecutadas en el marco ge neral
la multiplicidad de soluciones aceptables (fundamentables o adecuada~ de una oriencación profe~ional y se exponen a una crítica con un nivel de
para el fin) es un necesario facilitador de la decisión. El sistema puede exigencia disminuido.
mantener una estructura con un airo potencial para la complejidad so- En este sentido, los conocimiento~ de la burocracia en relación a la
lamente cuando puede contarse con esa multiplicidad. Por otro lado e l ciencia de la d ecisión no son solo ciencia aplicada sino también una ins-
que las posibilidades utilizables sean múltiples obliga a elegir una de elias. rirución política. Ciertamente, estos conocimientos y estas compete ncias
Con ello, las disrincio nes de la organización y de la naturnleza de la co- han de verse de forma mucho más heterogénea -y prestando atención a
municación, el poder, y los motivos d e la decisión, personal o socialmen- sus diversas capas- de lo que h izo Max Weber. El «conocimiento» local
te condicionados, se vuelven relevantes para la decisión22. Actúan sobre de estados y personas, de expectativas y presuntas resistencias, de histo-
rias prevías y programas de decisión con sus obstáculos específicos, consti-
sin refere~cia a valores, sí que están desligados del combare político y de o tras regla~ del tuye un inevitable saber específico de l puesto de trabajo que es de un tipo
enrend11111c11to muruo. especial. Sin embargo, dicho saber propio del puesto de trabajo no per-
. 20. Experiencia\ particulares, que han sido intensamente observadas tambat'n (n f.1 mite ser profesionalizado en el sentido al que nos hemos referid o aquí23 •
c1enc1a, se presentan, por c1emplo, en los planes ludrológaco) Jmencano). Véase, adem:ís
de M.S. Fclds_tem, art. en., p_or e¡cmplo, R. M cKean, Effic1e11cy in Covemment 71irough
System A11alys1s w1~h E111pl1as1s 011 \'llater Resources Development: The Eco11omics of l'roiect se apoya la exige ncia de Simon y 01ros para uwcstigar la nucrdependencia cncre organiza-
Eval11a_11011, Cambridge (t-.1.A), 1~6 J; A. Maas et al., Desig11 o/Wlater-Reso 11 rce Systems: New ción y decisión. Par:i la repercusión de la siruac1ón del poder, véase, por ejemplo, C. Kaysen,
T~chmques fo_r Relatmg Cco11om1c Ob¡ectwes, E.11gmeeri11g A11alys,s and Cot•emmental P/a 11 - •T he Corporarion: 1low much l'ower? What Scope?•, en E. S. Ma~on (cd.), 11,e Corpora-
mng, Ca mbridge (MA), 1962. 11011 Íl1 Modem Sodety, Cambridge (MA), 19 59, pp. 85 105, y para los motivos personal o
2_1: . Simon habla, en r_e (ación _co n este asu nt o, de viable o satisfying decisions, por socialmente co ndic1011ados d. O. E. W1lliamson, The Eco110111ics o( Discretionary Behavior:
opos1c1o n ~ opt11mzmg dec1s101,s. Cf. H. A. Simon, Models of Ma11, Soc,a/ a11 d R.at1o 11a/: Managenal Obiectives i11 a Theory of the Fimt, Englewood Cliffs (NJ), 1964; J. Bidling-
Mathemat1cal Essays 011 R.ational I fo111a11 Behai11or in a Soaal Seuing, Nueva York/Lon- ma1er, U11temelm1en1e/e,i 1md U11temelm1erstrategien, Wicsbaden, 1964; A. Moxter, «Prafe-
dres, 1957. renzstruktur und Akuntatsfunknon des Unrcrnehmers•: 7.ellschrift (úrbetnebsw,sse11schaft ·
~2. Esra consideración de las cosas empicw a abr irse paso también en la teoría eco- fiche Forschimg 16 (1964), 6-35.
116 n11ca ~e_la empresa. El lo es así desde que se sabe que el mercado no ofrece fundamentos 23. Hasta donde yo sé, el primero e n refe rirse a esta distinción fue Talcort P:usons,
de la dec1s1ón tan unívocos como había asumido la 1corfa econi>n1ica clásica. Sobre este tema en una comraposici6n con Max Weber. Véase la inrroducción en M. Webe r, Tbe Theory of

186 187
ADMINISTF\ACIÓN

Las ciencias empíricas relevantes, en especial la psicología y la sociología,


se sitúan bastante lejos de la administración. Por mucho que, de vez en
cuando, la administración sepa valorar sus contribuciones a la hora de
aclarar el estado de los hechos, en esa misma medida estas disciplinas
siguen sin poder sostener un saber reductor de la complejidad -y ello de 17
acuerdo a su autocomprensión metódica y al grado de su complejidad-.
Esto se apl ica igual menee para la sociología política en el sentido que sub- PROGRAMACIÓN DE FlNES Y OPORTUNlSMO
yace a csras investigaciones. Por lo demás, estas ciencias empíricas renun-
cian a una profesionalización específica a la ad ministració n. Y lo hacen
por su amp litud de temas. Hasta el momento, y a pesar de numerosos
planteamientos en este sentido, no se ha podido fijar una ciencia especí-
fica d e la administración 24 ni teórica 25 ni institucionalmenre26. La profesio-
nalización especializada d e la burocracia se apoya, por tanto, en primer
término, en aquellas disciplinas que se ocupan especialmente d e la elabo-
ración y exposición de decisiones. En la Europa continental, sobre todo, El capítulo a nterior nos ha agudizado la visión de los límites de la progra-
se apoya en la jurisprude ncia. El siscema político sigue siendo aquí depen- mabilidad de las d ecisiones. •También la programación es solo un pro-
diente de la actividad de un sistema parcial unificado de la sociedad, el ceso de decisión y, como tal, le resulta imposible absorber ella misma
cual, frente a la política, garantiza siempre una cierta independe ncia27. toda complejidad. Únicamente decid e sobre las premisas d e decisión
de otras decisiones, sin acepta rlas en su totalidad. Estos límites de la
programabilidad, sin e mbargo, se pue den explicar desde otro punto d e
vista. Así, apuntan a una necesidad de un comportamiento oportunis-
ta, cuya racionalidad funcional propia debe ser especialmente destacada,
dado que, a la luz d e la teoría d e la dec isión dominante, n o resulta fá-
Social a11d Economic Organiwtion, Nueva York/Londres, 1947, rccd. 1964, pp. 58 ss. Des- 1
cilmente reconocible 1•
de c nronces, y en oposición al saber del rol loca lmente ligado, hay una abundante literatura.
Como ejemp lo del pla ntea mi enro teórico en el análisis de roles, véase A. W. Gouldner, El problema de la relación entre la programación de fin es y el opor-
«Cosmopolirans and Locals: T oward an Analysis of Latent Social Roles»: Administrative tunismo ha de ser concebido en primer lugar, y con la necesaria gravedad
Science Q11arterly 2 (1957-1958), 281 -306, 444-480. y carácter fundamental, como un problema de sistema. No se tra ca, sin
24. No podemos profundizar más aquí en la abigarrada imagen ofrecida por la for- más, de aquellos estados de cosas que e n la teoría clásica de las organi-
mación y la a pli cación del saber en la admi nistración de los Estados Unidos. La d iscip lina
específica Public Admi niscration y su sociedad académica, la American Sociery far Public zaciones quedaban circunscritos con los conceptos de delegació n y eva-
Administration, han contribuido aquí de manera esencia l a una profesiona lización espe- luación. Esto es, no se trata simplemente de la garantía de un margen de
cífica a la administración, con su propio código ético profesional de conducta, un código maniobra para la d ecisión, de que se asuma y se ex ija que esta se lleve a
de la objetividad, insobornab ilidad y neutralidad política. Sin embargo, aprehenden solo cabo en conform idad con las normas previamente dadas y programadas.
una parre re lativamente pequeña del conjunto del personal de la administración acadé-
micameme formado. Cf., como inrroducción, Fr. Morstein Marx, A111erikanische Verwal-
tung: Hauptgesiditspunkte ,md !'rob/eme, Berlín, J 963. En Francia, la École Nationalc J. En la reciente ciencia de las organizaciones, se encuentra un número apreciable de
d'Administration, fundada en 1945, ha dado un impulso decis ivo a la cohesión social y análisis que elabo ra n la racionalidad del co mportamicmo oporrunista (aunque no siempre
profesional de los altos cargos. Sin embargo , no ha podido fomenta r en igual medida b con este concepto en el tírulo), y ello en oposición a las teorías de la decisión domina ntes
puesta e n común de una orienración profesional y científica. que coman en cuenta criterios de valor «rransirivos». Véase, por ejemp lo, Ch. l. Barnard, The
25. Sohre este asunto, cf. N . Luhmann, Theorie der Verwalt1111gswisse11schaft: Be- Ftmctions o( the Executive, Cambridge (MA), 19.18; pp. 200 ss.; H. A. Si mon, D. W. Smirh-
standsaufnahme rmd Entwurf, Colonia/Berl ín, 1966. bu rg )'V.A. Thompson, l'ul,/ic Administra/ion, Nueva York (NY), 1950, pp. 122 y 389 ss.;
26. Sobre este punto, cf. K. von dcr Groeben, R. Schnur y Fr. Wagener, Über die J. G. March y H. Simo n, Organit,ations, Nueva York/Londres, 1958, pp. 109 s.; M. Dal-
Notwendigkeit einer neuen Verumltrmgswisse11scha(t, Baden-Baden, 1966. to n, Men \'(/ho Manage, Nueva York/Londres, 1959; Ch. E. Lindb lo1~, «Thc Science of 'Mu-
. 27. Este significad o de la interconexión de la o rientación profesional y el control ha de ddl ing Through'•: Public Administration Review 19 (1959), 79-88; Id., The lnte/ligence o(
ser d iferenciado, natu ra lmente, de la protección del rol, q ue, en la adm1111straci6n, le ofre- Vemocracy: Dec1sion-Maki11g Through Mutual Adjustment, Nueva York/Londre~, 1965;
cen al especialista las asociaciones profesionales como asociaciones de inrercscs. Cf., a este A. Wi ldavsky, The Politics o( the Budgetary Process, 13oston/Toronro, 1964; Fr. Morstein
respecto, V. A. Thompson, Moder11 Organization, Nueva York (NY), 1961, pp. 110 ss. Marx, Das Dilemma des Verwalt1mgsman11es, Berlín, 196.5, espec. pp. 184 ss.

188 189
ADMINISTRACIÓN PROGRA MA CIÓN DE FINES Y OPORT UNI S M O

/
Se trata más bien de esta conformidad misma. Es oportunista un compor- valores, y cuanto mayor es el estado de cumplimiento de rodos los va-
tamiento que se orienta según preferencias cambiantes, esto es, que em- lores individuales, tanto más rápidamente ha de cambiar el sistema sus
plea programas contradictorios, en tanto que unas veces se le dirige una preferencias y tanto más oportunista mente debe poder actuar para po-
atención privilegiada a este valor y otras a aquel otro a costa del resto. der promover, en una sucesión acelerada de turnos, todo valor a costa de
Tan pronto como los sistemas sociales sobrepasan un determinado cualqu ier otroJSi esta dinamización de la justicia alcanza un determinado
umbral de complejidad, pueden y deben, sin embargo, seguir identificán- ritmo, se vuelve perceptible. En ese caso, apenas puede evitarse el soca-
dose con determinados valores e institucionalizarlos como posibles fines vamiento de la fuerza motivadora de los programas de decisión. El opor-
legítimos. Sin e mbargo, no puede n establecer determinadas relaciones tunismo, en ese momento, debe ser legitimado corno actitud, racionaliza-
transitivas de rango entre estos valores. Su orden de rango, más bien, debe do como comportamiento e institucionalizado como función.
ser relativizado de acuerdo a la situación o al estado de cumplimiento de La inclusión de orientaciones oportunistas en una teoría abarcadora
todos los demás valores reconocidos 2 . En especial, un sistema político que de la racionalidad de la administración es también necesaria porque, al me-
se dedica a la reducción de la complejidad de la sociedad no puede menos nos en el ámbito de la racionalidad de fines, no es en modo a lguno posible
que decidir de acuerdo a preferencias cambiantes. Precisa de una estruc- racionalizar sin situarse en unas posicio nes artificialmente estrechadas
tura de valores compleja y contradictoria, con espacio para prio ridades no y, po r ello, necesitadas de un reajuste 4 • Toda posición de una finalidad
determinadas y no establecidas3 • No puede, por ejemplo, comprometerse descansa sobre una neutralización oscurecedora de otros aspectos valora-
de modo general, y de una vez para siempre, a tener la cultura por más im- tivos de las consecuencias de la acción5 . El fin sirve, ciertamente, como un
portante que la higiene, o la libertad por más importante que la paz. Más punto de vista relativamenre invariable para la comparación de diferentes
bien, ha de tener la posibilidad de perseguir fines culmrales al coste de fi - medios, pero lo hace únicamente en la. medida en que aísla determina-
nes económicos, de perseguir fines económicos al coste de militares y mi- dos efectos marcados, un proceder que no se puede mantener en todas
litares a l coste de cu lturales. Debe tener la posibilidad de dejar irresucltos las situaciones de la vida. Es por principio imposible traer a nuestra con-
problemas familiares por motivos religiosos pero, por el contrario, ha sideración alternativas de acción comparables y funciona/mente equiva-
de exigir un ,sistema educativo que socava los fundamentos religiosos de la lentes sin neutralizar valores que se tienen en alta estima y que, en otros
familia, etc'. Cuanto más compleja y contradictoria es la estructura de contextos, ni se pueden ni se quieren ni se deben neutralizar. La raciona-
lidad de fines, como cipo de programación, solo puede ser consolidada y
refinada hacia una mayor complejidad cuando los fines no son afirmados
2. Véanse, como particularmente esenciales: D. Braybrookc y Ch. E. Lindblom, A
Strategy o( Decision: Policy Eualuation as a Social Process, Nueva York/Londres, J 963. en jerarquías de medios y fines, de viejo cuño y aparentemente consisten-
En relación con las empresas, R. M. Cyert y J. G. March (A Behauioral Theory of the Fim,, tes, en las que todos los conflictos que de ella surgen son atribuidos al
Englcwood Cliffs [NJI, l 963, pp. 35 s. y 11 8) dedican unas consideraciones específicas a
esta seque11tial atlention to goals [arención secuencial a mecas]. Cf., asimismo, las conside-
raciones de A. K. Rice (The E11terprise and lts Enviromnent: A System Theory of Manage· 4. Una clásica considerac ión de estas y o tras consideraciones se e ncuentra en
ment O rganizatíon, Londres, 1963, pp. 13 s.)' 188 ss.) acerca de que hay organizaciones G. M yrda l, «Das Zweck- Mittel-Denken in der Nariona lükonom ie»: Zeitschrift für Na ·
que deben cumplir mu/tiple tasks with f/uctuating priority Lrnú lciples careas con prioridad tionalókonomie 4 (1933), 305-329; reimp. en Íd., Das Wertproblem in der Sozialwissen·
flucruanrel. En la teoría alemana de la empresa la ~regla de paso estrecho» de Gurenberg schaít, Hannover, 1965, pp. 213-233. Myrdal, sin embargo, fo rmula sus tesis únicamente
de la planificación empresarial ofrece un princip io similar, según el cua l el ~sector míni- en relación al debate sobre la neutralidad valorativa. Se limira por ra mo a comprobar las
mo» do mina en cada ocasión. C(. E. Gutcnberg, Gnmdlagen der Betriebswirtscha(t.slehre, premisas de valor (y co n ello el presupuesto d e la decisión política) en todo cálculo relati-
vol. 1, Berlín, 'º1965, pp. 162 ss. Para la administración p(1blica no hay esre ripo de con- vo a la racionalidad de fines. Está íuera de sus inrenciones el intenta r una teoría del cam-
sideraciones. Posiblernenre se debe únicamente a que el principio de las preferencias con- bio oportunista de o rientaciones de valo r. S<>brc todo, se atiene firme mente a la teoría de
tradictorias y cambiantes es practicado aquí con toda evide ncia. la d ecisión económico-racional como a una especie de ley matemática d e la naniraleza.
3. Este mandaro de la razón prácrica se puede ver hasta en la dogmática de los dere- Asimismo, un interés en la racionalidad de un futuro cam bio de valo res, que podría hacer
chos fundamenta les. Si se: c:utic:n<lcn los derechos fundamenrales como valores, en tonces se soportable esta premisa, empieza a despenar jusco ahora. Cf. T. C. Kooprnans, «O n Flc-
debe re lativizar su carácter absoluto mediante fórmulas de ponderación. Para ello, la recien- xibiliry of Furure Preference», en M . W. SheUy y G. L. Byran (eds.), Human Judgments
te dogmática busca fórmulas que, al menos, no hagan aparecer a la luz pública la contradic- a,,d Optima/ity, Nueva York/Londres/Sydney, l 964, pp. 243-254.
ción y la necesidad de modos de decisión oportunisras. Cf., por ejemplo, P. Lerche, Überma{! 5. Una aplicación de esta noción acerca de la adm inistración pública se encuen-
und Verfassungsrecht: Zur Bi11dimJ? des Gesetzgebers 011 die Grundsiitze der Verhiilt11ismii{!ig- tra en H. A. Simon, D. W. Smithburg y V. A. Thompson, Public Administration, Nueva
keit 1111d der Erforderlichkeit, Colonia, 1961 ; y, en especial, P. Haberle, Die \Vesensgehalts- York, 1950, pp. 488 ss. No es por azar que encontremos d icha aplicación en a mores que d i-
garantie des Art. 19 Abs. 2 Grundgesetz: Z ug/eich ein Beitrag wm institutio11ellen Verstiindnis rigen su atención al oportunismo que es necesario pa ra la continuidad (véase, por ejemplo,
der G nmdrechte und zur Lehre vom Gesetzesvorbehalt, Karlsruhe, J 962. ibid., pp. 389 ss. ).

190 191
AO M IN I STI\ACIÓ N PI\OGI\ AM AC I Ó N O E FI N E S Y O P ORTUN I SM O

hombre6. Al contrario, esta consolidació n tie ne lugar cuando se presen- sisrentes sino que solamente se afanan por asegurar la posibil id ad d e un
ta un comportamiento opo rtunista, conscientemente controlado, de cam- cambio de preferencias. Garantizar la liquidez de una empresa es una
bio de preferencias o de uso simultáneo de programas contradictorios7 • estrategia de este tipo 8 , mantener un potencial de poder político no afir -
El o po rtunismo capaz de rendimie nto es, po r consiguie nte, un re- mado ideológ icamente es otra. Los esfu erzos para cuidar la confianza y
quisito para la continuidad de codo sistema social con un o rden de valores las buenas relaciones, en pos e.le prestig io en la so ciedad o de u n estatus
complejo y rico en co ntradicciones. En especial, sin embargo, es un requi- alto, tienen también este sen tido de aplazar decisiones -y con ello a fir-
sito de sistemas políticos que, en un ento rno fu erte mente diferenciad o, macio nes d e valor definitivas- a la par que, empero, estas quedan ase-
deben co nfigurar grandes capacidades de absorción de exigencias contra- guradas. Tod os los sistem as sociales q ue retiran una parte de sus fuerzas
d icrorias y conflictos sociales. Por o tro lado, el mandato de la institucio- de la inmed iata p rosecución d e fines y que se dedican al cuidado de estos
nalizació n de modos de comportamiento oportunistas está e n contradic- capitales o estas libertades de decisión buscan, con ello, un equi librio en-
ció n con otros requisitos de continuidad. Su realizació n, po r tanto, tiene tre vinculació n p rogra mática y o po rtunidad, entre establecimien to d e
consecuencias disfunci onales. El oportunismo debilita el poder persuasi- valo res en el p resente y la posibilidad d e una disposición futura aún no
vo de los valo res y programas individ uales. Debilita, pues, la motivació n. d eterminada, sin desacredita r los progra mas de cada mo me nto med ian-
Ade más, sabo rea la separació n fun cional y estructural entre po lítica y te contradicciones públicas. Se acepta con facilidad que, jumo a la reali-
administ ració n, cuyas líneas fro nterizas q uedan delinead as justamente zació n de fi nes, también ha d e cuidarse la liquidez, las Pt-tb lic Relations,
mediante el acto d e programación. En la medida en que la administración el po der, etcétera9 •
se o rienta de manera o po rtunista, entra e n e l círculo de funcio nes de la Para aliviar la tensión entre progr am ación d e fin es y o po rtu nismo
po iítica:, Pa ra alcanzar una plena comp re nsió n de )as tensiones est ructu- parece esencial, asimism o, q ue en los modos d e o rientació n d el sistema se
rales en sistemas políticos de gran complejidad, no solo debemos seguir la distinga clara y recíprocamente entre valo res y programas 10 • También los
pisca d e la o rientació n segú n programas y sus d ificu ltad es in ma nentes. programas son, evidentemen te, premisas de decisió n cargadas de va lo res.
No solo debe mos contemplar las instituciones que legiti man, o siquiera Los fi nes, a l igua l que las no rmas, son vividos y experimentados como
posibilitan, un compo rtamiento oportunista. Al contrario, ad emás se tie- puntos de vista para favorecer ciertas acciones frente a otras. Solo así pue-
ne que aclarar también cómo la contradicció n e ntre ambas necesidades den satisfacer sus fun cio nes, esto es, reducir la co mplejidad y o rienta r
del sistema puede ser red ucida. la acció n. Los programas que d efinen con p recisió n relacio nes de valo r
En primer lugar, ha de a firmarse que el oportunismo, de ninguna ma- deben ser, empero, alte rables en un sistema social complejo. Por encima
nera, toma siempre, y exclusivamente, la fo rma de una programación -o de ellos, por tanto, ha d e haber u n estraco de p untos d e vista sobre valo -
ejecución de programa- que resulte abiertamente contradictoria. Opor- res, unos puntos de vista relativamente invariables, que sean acep tad os
tunistas son también todos los esfuerzos que sirven únicame nte al man- como fijos y universalmente válidos, est o es, que estén institucionalizados,
tenimiento d e la opo rtunidad. No se d irigen d irectamente a fines incon- pero que no puedan ser conducidos a una relació n de rango e ntre ellos.

8. Y en este caso, qued a explicada con roda claridad también la contradicción e ntre
6. Este e rror es asimismo mantenido po r el traramicnro de los con flicros que resu lca programación de fines y oporrun ismo. La maximiiación de ganancias y la liqui dez son fi nes
dominante e n rodas partes y que viene como consecuencia de una id entificación demasia- divergentes, una contrad icción que en las ciencias empresa riales clásicas solo podía ser sal-
do estrecha co n fines subord inados y medios, entend id os como un fenómeno psicológico vada, y de manera insuficiente, mediante el postulado de la ilimi rada capacidad de créd ito
o sociológico. Véase, cnrre o rros, C. Wesr C hurchman, Predictio11 and Optima[ Decisio11: de la empresa haciendo·cálculos económicame nte racionales, y que hoy encuentra uaa ate n-
Philosophical Issues of a Science o( Va /ues, Englewood Cliffs (NJ ), 1961, pp. 309 ss. La ción creciente. Cf., entre o tros, H. Albach, /11vestitio11 1111d Liquiditiit, Wiesbaden, 1962.
independenc ia de estos conflictos respecto d e estrucruras de mo tivación personales viene 9. En la reciente literatura de la sociología d e las organ i1.aciones hay una tendenc ia a
remarcada con razón por H . A. Simo n, «On the Concepr of Organ izatio nal Goa ls»: Ad- agudizar esta oposición en el sentido de una disc repancia fundamental entre modelos d e fi-
ministrative Science Q uarter/y 9 (1964), 1-22 (16 s.). nes y modelos de sistemas (o lo que es lo mismo, mod elos de efectividad y modelos de man-
7. La teoría de la decisión económ ico-racional llega a idéncico resultado tan pro nto tenimiento de la exisrencia). Véase, por ejemplo, A. W. Gouldncr, •Ürga nizational Ana ly-
co rno reconoce que e l análisis de un fin en medios que si rven a este fin como fines subor- sis», en R. K. Merron, L. Broom y L. S. Comell, Jr. (eds.), Sociology Today, Nueva York
d inados para la selección de otros fi nes es un comportamiento que, necesariamente, genera (NY), 1959, pp. 400-428, o A. Etzio ni , «Two Approaches to Organ izationa l Analysis: A Cri-
orientaciones contrad ictorias. Cf., a este respecto, Y. ljiri, Mana~ement Goals a11d Accoun- tique and a Suggestion»: Administrative Science Quarterly 5 (1 960), 257-278.
ti11g (or Co11tro l, Ámsterda m, 1965 [A11á lisis d e obietivos y contro l de gestión , ICE, Ma- 10. Esta d istinción se en marca en el conrexro d e una tipo logía general de formas d e la
drid , 1976), co mo inte nto de hace rse con escas contradicciones con método5 matemát i- vinculació n, objetiva y relativa al sentido, de la acción a sistemas a través de personas, ro les,
cos, esto es, en el marco de una inconsiste ncia tolerable. programas y val ores, a los que nos hemos re ferid o anteri orme nte, en el ca pítulo 12.

192 193
ADMINISTRACIÓN
PROGRAMAC I ÓN DE F I NES Y OPORTUNISMO

La higiene, la protección de la naturaleza, la reducción del trabajo, la in- tivas al instante. Se es tolerante con los representantes de o tros valores
vestigació n científica, la garantía de un nivel de vida mínimo para todos, y únicamente se les pide un tiempo de espe_r~. . . .,
la protección de la maternidad o la simplificación de la ad ministración son La alterabilidad de los programas de dec1s16n de la adm1n1strac1on, de
algunos ejemplos de valores marcados como positivos. Por otro lado, la sus normas y fines, encuentra, sin e mbar~_o, límites p~rceptibles _e~, el he-
criminalidad juvenil, la devaluación monetaria, las muertes por accidentes cho de que en el público se configuran y ft¡an expectativas d_e dec1_s1on q_ue
de tráfico o la contaminación del agua son ejemplos de valores tenidos por son convertidas en punto de cristalización de planes de acción _e mvers10-
negativos. Todos estos valores vienen institucionalizados de tal modo que nes de largo alcance. Todo cambio, por tanto, puede traer consigo efectos
nadie corre el peligro de encontrar contradicciones, o de hacer el ridícu- retroactivos imprevistos y daños resultantes difíciles de minusvalorar.
lo, si se posiciona pública y políticamente a favor o en contra de ellos. Cuanto mayores sean las interdependencias internas tanto más sensible
Otros sistemas globalizan aún más sus valores y los despegan todavía más resulta un sistema frente a cransformaciones 11 • Un cierto remedio preven-
respecto del plano de los programas. Afirman, así, la construcción del tivo lo ofrece la posibilidad legal-técnica, que en lo que sigue habrá de
socialismo, la paz entre los pueblos, la independencia nacional, etc., lle- aclararse, acerca de si las posiciones dependientes de programas pueden
gando a símbolos abstractos como la verdad y la justicia, con los que, gozar de una protección monitori~ o no. La dis:inción jurídica entre dere-
incluso, se busca formular la autocomprensión del hombre en el mundo chos subjetivos y derechos reflexivos (me1or dicho, refle1os de derechos)
como valor. tiene este sentido 12 . Esto, sin embargo, no es suficiente, puesto que tam-
Sin estar seguro acerca de por qué puede uno emplearse a fondo y en- bién programas sin garantía jurídica pueden muy_ frec~entem_ent~ ser e:11-
contrar acuerdo, no podría nadie empezar una discusión, hacerse presen- pleados en virtud de q ue se confía en ellos 13 • El 111teres momtono ~0} 1t1 -
te promocionando algo o formular propuestas de programas. Para esta camentc relevante puede ir más lejos y ser más relevante qu_e el ¡und1~0;
estructuración previa de la discusión, es necesario que determinados va- y por regla general es así. En 1~ vi_da política normal_de ~~c1e<lades dife-
lores se presenten, por principio, como aceptados y consentidos al largo renciadas, por canto, el manre111m1ento (o la desvalor~zac1~n solo ,~detec-
plazo y de manera general. Por consiguiente han de «valer,, como valores rable-niveladora) del statt-t quo se convierte en un prmc1p10 esencial que
individuales, aislados y con independencia de una relación de rango entre simplifica la contabilidad de la planificació~ y que entonces pue1~ per-
ellos. De esre modo, sobre la relación entre valores solamente puede de- fectamente ser recomendado como principio moral. Toda vanac1on, en
cidirse en un nivel concreto, esto es, mediante la programación y con la un orden así, ha de ser expuesta no como redistribución sino como una
ayuda de mecanismos generales como el poder o el dinero. A esta pro- mejora bajo determinados puntos de vista 14 • Todas las estrategias opor-
gramación le es propio el efectuarse mediante la decisión (mientras que
los valores no pueden ser establecidos en su validez mediante una deci-
sión) y le es propio el ser alterable mediante la decisión. Si la alterabili - 11. Por ello hemos defendido anteriormente (cap. 10) la rcsis de que las depend~n-
dad de los programas se convierte en un principio, se hace patente que cias e independencias so lo pueden crecer conjuntamente! pues un incremento de las in-
los valores en cada caso desventajosos quedan postergados solo durante terdepend encias so lo puede quedar compensado por un mcremento de las funciones de
un instante y solo en una relación especial. Esto es, no se les da juego separación. . . . . ..
12. Véase, entre otros, O. Bachof, ~Reflex:wirkungen und sub1ekt1ve Rechre 1m offent-
de manera provisional y bajo unos determinados puntos de vista. No se Lichen Rechr», en Gediichtnisschri~ für \Va/ter Je/linek, Múnich, 1955, pp. 287-307. .
discute su validez, no son rechazados como valores y sus representantes 13. La jurisprudencia alemana, que podía contemplar este estado de cosas en su ?r3::1s
no quedan descalificados como personas. Así pues, también los valores coridiana de casos, ha llevado, en las últimas década~, a una lenta pero constante ampl.,a~1on
del concepto de derecho subjetivo. Esta mengua cre~ientemente el mar~e.n de movm11en-
a los que no se les presta atención pueden resultar afirmados y, con una ro de la legislación y la masa de maniobra de la polínca y fuerza a la poltt1ca a t~mar co~-
consideración más detenida, pueden ser traídos a colación con tanto ciencia de los daños resu ltantes de nuevos programas en forma de costes de la m¡ere nc1a
mayor derecho. Siguen valiendo y, a causa de una serie de impedimentos, en derechos existentes. .
se acumulan en el sentido de una urgencia aún mayor. Si se logra sepa- 14 Esta noción ha sido elaborada por Lindblom en el sentido de una estrategia de
disjoin~ed incrementalism . Véase, por ejemplo, R. A. Dah l y Ch. E. Lindblom, Po~itics,
rar de esta manera entre valores y programas, entonces ocurre, justamen- Economics and Welfare, Nueva York/Evanston/Londres, 1963, pp. 82 ss.; Ch. E. Lmd_b -
te, que la variabilidad de los programas puede servir para asegurar la lom, «Policy A.nalysis»: The American Eco11omic Reuiew 48 (1958), pp. 298-312; A. O. ~1r-
estabilidad de los valores. Los conflictos de valores quedan así resuelros sch man n y Ch. E. Lindblom, «Economic Developn_1ent, Rcsearch and Development, Policy
en una sucesión temporal y suavizados en su gravedad descalificadora. Making: Sorne Converging Vicws»: Behauioral Sc1e11ce 7 (1962), 211_-222; D. Braybrooke
)' Ch. E. Lindblo111, A Strategy o( Decision: Policy Eua/11at1on as a Soaal Process, Nueva
En cada caso, únicamente hace falta que se decida entre prioridades rela-
York/Londres, 1963.

194 195
ADMINISTRACIÓN PROGRAMACIÓN DE FINES Y OPORTUN ISMO

tunisras encuentran en el statu quo un punto de partida de complejidad La función de este tipo de asociaciiones de intereses en los aconteci-
limitada e intentan operar sin tocar estos fundamentos. El «estado po- mientos de la administración no puede ser debidamente valorada si se
sesorio» queda garantizado como base segura de consenso desde la que contraponen los valores y los intereses; si, por ejemplo, los primeros son
pueden discutirse y resolverse los movimientos alcistas y las cuotas de cre- atribuidos al Estado y los segundos a la sociedad; o si los primeros son iden-
cimiento. Las dimensiones del oportunismo posible dependen , pues, de tificados con el bien común y los segundos sin embargo con la esfera pri-
la circunstancia del exceso dispon ible que puede ser repartido. vada. No existe tal contraposición. Todo valor, también el «bien común»,
Una progresión del desarrollo impulsada oporrunisramente en el es, como punto de vista singular, una abstracción, que se vuelve injusta tan
modo que hemos descrito no resulta realizable en cualquier tipo de sis- pronto como se la intenta afirmar de manera general y exclusiva 16 . El pro-
tema. Queda posibilitado, o en todo caso favorecido, por determinadas blema reside en el orden de este proceder de la mediación, que debe asegu-
estructuras fuera y dentro de la administración, adecuadas a este modo rar que todos los valores, cuya relevancia política no se puede discutir sin
de habérselas con una complejidad mayor. Dos de estas condiciones es- más, se hagan oír en e l proceso de encontrar decisiones y que, de vez e n
tructurales han de ser seleccionadas y consideradas, puesto que parecen cuando, puedan encontrar atenció n. La diferente capacidad de los repre-
ser particularmente ripícas de la administración pública de la República sentantes de intereses para llevar a término su tarea puede ser un fastidio,
Federal Alemana. Hablamos de una estructura plural del poder en el en- en particular cuando su resultado no cabe relacionarlo con e l rango de
torno políticamente relevante de la administración y de un sistema de la sus valores. El mayor mal, sin embargo, se da cuando el sistema político
administración que se ocupa más de decisiones referidas a la distribución no está, en modo alguno, en disposición de elaborar, de manera oportu-
que de órdenes e inte rvenciones. nista, una constelació n de valores compleja y rica en contradicciones en
Una estructura de valores pluralista solo se mantiene viva mediante una medida suficiente, sino que, por falta de capacidad, debe aferrarse a
una estructura pluralisra del poder. Presupone que todo interés que pue- una jerarquía de valores previamente decidida de una vez para siempre.
da formularse como valor encuentra su portavoz en el curso del procesa- Las asociaciones de intereses no so lo buscan influir en la política sino
miento de la información. Del mismo modo que las decisio nes programá- también en la administración. Buscan e l camino que les haga partícipes lo
ticas de rechazo, retraso o satisfacción solo parcial no niegan el valor en
cuestión, así tampoco privan a sus portavoces de la posibilidad de procla-
marlos de nuevo cuando la constelación haya cambiado y las circuns· al tiempo que estabiliz:an un pumo de vista que reclama una validez permanente que dichas
asociaciones representan con independencia de personas de cualquier ideología política y
rancias parezcan más afortunadas. El pluralismo de los órdenes de valor cualquier admi nistración. Además, solo la especificación de las metas pos ibili ta la agrupa-
no puede quedar garantizado únicamente a través de los partidos polí- ción libre y móvil, del mismo modo que, a la inve rsa, la instirncionalización riene como pre-
ticos, a los que corresponde la función de la generalizació n y la inte- supuesto la libe rtad de asociación. Véase, a este respecto, J. La-Palo mbara, «The Inter-
gración. Solamente un sistema polifacético, y políticamente imposible de ese and Limitacions of lncerest Group Theory in Non-American Fiel<l Sicuation»: )011mal
o( l'olitics 22 (1960), 29-49; Fr. W. Riggs, Administration i11 Developing Co1mtries: The
igno rar, de asociaciones de intereses libremente cerradas, permite garan- Theory of Prismatic Society , Boston (MA), 1964, P;>· 164 ss.; L. Binder, lratt: Political
tizar una continua observació n y análisis del proceso de programación Deve/opment in a Changing Society, Berkeley/Los Angeles, 1962, pp. 177 ss. La prime-
bajo aspectos valorativos muy específicos, al tiempo que permite ac.umu- ra gran monografía sob re el rema (M. Weiner, The l'olitics o( Scarcity: Puúlic Presmre and
lar suficiente poder, experiencia y relaciones para, en el caso particular, Political Response in India, Chicago (lL], 1962) deja claro hasta qué punto e l desarrollo
ulterior de este tipo de grupos de intereses dependerá de que la política y la administración
poder hacer partícipes en el discurso, con énfasis, a determinados valo- conformen un número suficiente de puntos de partida para negociar sobre intereses especí-
res. Solo bajo este presupuesto pueden las centrales políticas simplificar ficos. Esto es, d ependerá de que estén orientados de una manera suficientemente oportu-
la escena mediante la asunción de que todo está en orden cuando nadie nista. Por lo demás, una mirada retrospectiva hacia la historia de la libertad de reunión nos
se hace ofr15 . Solo bajo este presupuesto «esperar a la protesta» es una muestra que también en Europa la libre reunión e n torno a intereses específicos se impuso de
manera definitiva solo lentamente y solo después de la ind ustrialización. Sobre este punto
máxima po lítica con sentido. cf. Fr. Müller, Korporation und Assoú,1tio11: Ei11e Problemgeschichte der Vereinigungsfrei-
heit im Deutschen Vom1iir:1;, Berlín, 1965.
15. El subdesa rrollo polícico de los países en vfas de desarrol lo queda igualmente ex- 16. En este sentido, una conside ración del asunto, que Jonas formula para los inte-
puesto en estos puntos. Cierramence, la mayor parte de las veces no les faltan grupos que reses, va le igualmente para los va lores: «Quien hoy afirme defender, junto a los intereses,
buscan influcnc.ia política o que interfieren en la administración. Sí que faltan, si n embargo, o tras cualidades ocu ltas, se condena a situarse fuera de la sociedad, que acepta perfecta-
grupos que libre y sistemácica mente esté n co nfigurados para reclamar intereses y valores mente la represe ntación de intereses, pero no de verdades» (Fr. J onas, So:dalpbilosophie
esp ecíficos. En la especificación reside la diferencia decisiva y e l progreso del d esa rrollo. Y der i11d11strielle11 Arbeitswelt, Stuttgart, 1960, pp. 136-137). Los valores son tan poco capa·
es que así las asociaciones de intereses se apa rtan de la competición por la dirección política, ces de verdad como los intereses.

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PROGRAMAC I ÓN OE FINES Y OPORTUN I SMO
AOMINISTRA C IÓN

más pronto posible en el proceso de elaboración de decisiones vinculantes a la mediación a través de la red de comunicación vertical y horizontal de
a la par que lo más inmediatamente posible. Y lo hacen ya tenga dicho ca- la administración en la medida en que «su hombre en e l ministerio X» no
mino su punto de partida en la política o en la administración. Esta meta, disponga de competencias decisorias delegadas 18 •
según las circunstancias, cabe realizarla o bien más en contacto con uno de Si dentro de la admin istración crece la necesidad de toma de deci-
los partidos -de los dominantes o de los receptivos a intereses específi- siones de manera oportunista, puede lhacerse finalmente exigible que se
cos- o bien en contacto con las instituciones burocráticas, en particular a extraigan consecuencias estructurales. Las asociaciones externas se con-
través del acceso a diputados influyentes del pa rlamento o a departamen- vierten, entonces, en factores internos de la decisión y estas relaciones ex-
tos cercanos a la burocracia ministerial. Cuando se trata de valores muy ternas deciden sobre la facu ltad de un funcionario para implementar deci-
especiales, los contactos han de establecerse relativamente pronto y en lu- siones en mayor medida que la ubicación en la jerarquía. No es enronces
gares especializados o subordinados de la jerarquía de la administración. la unidad de la administración la que se convierte en su modelo sino su
Allí se intenta, entonces, construir el consenso que, en las ulteriores ne- carácter «representativo». No se trata ya de que los controles políticos de
gociaciones se presentará con la pretensión de ser intocable. En no pocas una estructura bien integrada protejan desde arriba frente al mal uso de
ocasiones, los puestos de contacto de la administración funcionan, de un las competencias sino que lo hace la necesidad de que, en una estructura
modo interno al sistema, como porcavoces de los intereses con los que han pluralisca y competitiva, se construyan coaliciones para alcanzar decisio-
llegado a un entendimiencoL7• Así ocurre ya sea en el caso de que hayan nes. Y no en último lugar, también las formas de enrolamiento han de ser
entrado en la administración como sus hombres de contacto, ya en el de ajustadas a esta situación, unas formas que deben garantizar que todo inte-
que no quieran importunar a sus pares del entorno, o bien en el de que rés legitimable encuentre su portavoz en la administración 19• Este tipo de
frente a estos quieran mostrarse como socios eficaces en la negociación, órdenes puede resultarle extraño a los especialistas de la administración
así como también en el caso de que tengan miedo de retomar nueva- europeos y puede repugnarlcs como inmoral. No _o bstante, es importante
mente las d ifíciles negociaciones con las asociaciones de intereses. La darse cuenta de que tampoco este viene construido según el principio de
posición de los puestos de contacto es, entonces, particularmente fuer- la arbitrariedad ilimitada. Tiene sus consecuencias internas, y en este sis-
ce cuando los otros puestos de la administración que toman parte en el tema, por ejemplo, una jerarquía rígidamente organizada, que tratara de
proceso de decisión -por ejemplo, los superiores o los restantes depar- gobernar a base de órdenes, tendría forzosamente efectos funestos.
tamentos- no tienen en su mano, bajo su control, los hilos que conec- En todo caso, sea cual sea la extensión hasta la que pueda irse en este
tan con este entorno particular de las federaciones deportivas, o de la mi- sentido, la necesidad de consenso crece en un orden social complejo en
nería, de las asociaciones de profesores o d ADAC [Automóvil Club de
Alemania], por lo que dependen de los mediadores del contacto. Este 18. Encontramos unas buenas observaciones de esta infiltración de los intereses en
la administración, por ejemplo, en J. M. Gaus y L. O. Wolcot, Public Administra/1011 and
tipo de contactos externos hacen a los subordinados autónomos respecto
the US Department o( Agriculture, Chicago (IL), 1940; R. Bendix, Higher Civil Serva11ts i11
de sus superiores. En particular, estos contactos externos sustraen de la American Society: A Study o( the Social Origin, the Careers, and thc Power-Power Positio11
dirección política a los funcionarios cuando su éxito no puede quedar ase- o( Higher Federal Administrators, Bouldcr (CO), 1949, pp. 95 ss.; Ph. Selznick, TVA and
gurado dando órdenes, esto es, cuando no son dirigibles desde arriba. Las the Crass Roots, Berkeley/Los Ángeles, 1949; V. O. Key Jr., Politics, Parties and Pressure
Groups, Nueva York (NY), 11953, pp. 721 ss.; A. Leiser;on, «[mercsr Groups in Administr:i-
oportunidades de las asociaciones especiales de intereses descansan, así, rion,,, en Fr. Morscein Marx (e<l.), Elements o( Public Admi11istratio11, Englewoo<l Cliffs
en amplia medida, en el hecho de que, en sistemas complejos, los con- (NJ), 2 1959; H. W. Ehrmann, «French Bureaut:racy and Organized lnrcrcsts•: Adm1111s-
tactos externos no pueden quedar centralizados en la cima sino que el tralive Sc1e11ce Q11arterly 5 (1961), 534-555; H. Ecksrein, Pressure Group Polit1cs: The
consenso del entorno debe buscarse a través de los departamentos y de Case o( the British Medica/ Associatio11, Londres, 1960; Th. Eschenburg, Herrschaft da
Verbii11de, Srurtgarr, 1955; Fr. Morstein Marx, Ei11(ülmmg in die Biirokratie, Neuwied, 1959
los puestos subordinados. Este consenso, entonces, ha de ser alcanzado [El Estado administrativo: una i11troducci6n a la burocracia, Escuela Nacional de Adminis-
como un hecho que restringe el ámbito de decisión. Al mismo tiempo, rración Pública, 1975]; W. Hennis, «Vcrfassungsordnung und VerbandseinfluG•: Politischc
sin embargo, esto significa que los interesados han tenido que renunciar Vierteljahreschri/t 2 (1961) , 23-35; R. Wildenmann, Machi und Konsens als Problem der
lnne11- und A11(se11poli1ik, Fráncfort d.M./Bonn, 1963, pp. 170 ss.; Ono Stammer et al., Ver·
biinde 111uí Gestetzgeb1111g: Die Ein(/11/foahme der Verbiinde au( die Gestaltu11g des Perso11al-
17. En la liceranira americana sobre el asunto se cncuencran no pocas formulaciones vertretu11gsgesetus, Colonia/Opladen, 1965.
que suscitan la impresión de que el conjunto de la burocracia de la admi nistración es un ór- 19. Especialme nte iluminador para el contraste descrirn es W. Sayre, «Bu reaucracics:
gano de las asociaciones de mtercses. Véase, por ejemplo, Ch. M. Wi ltse, «The Representa- Some Contrascs in Syscems»: lndian jo11rnal o( Public Adnzinistration 10 (1964), 219-229.
cive Function of Bureaucracy»: The American Political Science Review 35 (194 1), 510-5 16. E.sre auror realiza una comparación entre los sistemas administrativos americano y brirfoico.

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AO M INISTRACIO N PROCRAMACION OE FINES Y OPORTUNISMO

lo re ferente a valores d o nde no pueden ser institucionalizadas relacio nes La presió n de d icha supercomplejidad de relacio nes d e valor, ricas
generales d e rango entre valo res. El consenso puede sustituir la clarifi- en contr~diccio nes y que han de ser niveladas solo de modo o portunista,
cació n de las relaciones de valo r. El acuerdo de los intereses concernidos no solo 111crementa la necesidad de consenso sino que, además, le da un
antes de la decisión hace superfluo justificar después de la decisió n ape- nuevo
. . tono. al estilo dominante d e la a dministración. Sobre todo las ad- )

lando a valo res. En la med ida en que la 1mpleme11tación de las decisiones m1111srrac1o nes que han de trabaja r bajo escas condiciones del entorno en-
concernidas se hace evidente, la problemática queda desp lazada hacia el cuentran más fácil gobernar mediante decisiones de d istribución que con
proceso de su elaboración. Do nde la resiste ncia carece de sentido ha de ~ecisio nes d e intervención. Asimismo, como forma de comunicación, pre-
buscarse la influencia. La posibilidad de to mar decisiones vinculantes con f1 ~r~n las .r~ansferencias de ?inero a la o rden. Evidentemente, ninguna ad-
independencia del acuerdo del público no se pone en duda. Sin embargo, rn1111strac1o n puede renunciar a un ttpo u otro d e decisión. Sin embargo,
allí donde haya espacio para el opo rtunismo - sobre todo, por tanto, en cabe observar claros d esplazamie mos e n los centros de graved ad d esd e la
la elabo ración de prog ramas de decisión- se convierte en una tentación administració n interventora a la administración distributiva. Es el caso,
el tratar y resolver las cuestio nes de valor como cuestio nes de consenso. po r ejemplo, del sistema político de la República Federal Alemana.
La necesidad de valo r y la necesidad de consenso, el op orrunismo y la pro- La literatura sobre derecho administrativo ha observado este cambio
gramación de fines, d eben ser armonizados en la med ida de lo posible; y con la máxima atención 21 p uesto que d icho cambio amenaza con socavar
esto solo pued e ocurrir cuando los incluimos en el p roceso de elaboración las formas tradicionales de proteger e l derecho, d ependientes de la inje-
d e decisiones que se han de programar y los nivelamos mediante la elec- rencia. Como motivo, arguye que la complejidad del Estad o ha aumenta-
ción del programa. El programa busca, pues, un consenso alcanzable y, do y que la autarquía del individuo ha disminuido. De esca manera, el Es-
aJ mismo tiempo, maximizar la consistencia de la decisión. Se relacionan tado, cada vez más, no puede actuar solo interviniendo e impidiendo, sino
con ello la estrategia y la táctica de la elaboració n de decisiones, a saber: que también ha d e rendir y nivelar. Esto es correcto, pero d ebe aclararse
la pre historia de los recíp rocos puntos de partida y pronunciamtencos, la con i:nayor precisió n el mo d o en que la gran comple jidad e interdepe n-
autoridad de la jurisprude ncia y de la ciencia, el peritaje de árbiLros «inde- dencia de los procesos e n la socied ad se convierten e n p ro blemas de d e-
pendientes», las posibilidades de una exposición púb lica aceptable, el li- cisió n internos a la administració n.
mitado potencial de contacto y comunicació n de los evenruales o bjeto res, La creciente interdependencia de los rendi mientos en la sociedad lle-
etc. l 'odos estos punros de vista, y otros más, se convierten en medios con va a q ue los sistemas parcia les y los procesos que causan p enurbacio-
los que recíprocamente se intenta sacar ventaja y maniobrar desde posi- n_es estén cada vez menos cap acitad os para eliminar dic has perturba-
cio nes en las q ue d ebe concederse el consenso o, en todo caso, desde las c io nes. Las fábricas de auto móvi les no co nstruyen calles. Esto lleva a que
que no puede ya formularse un disenso. La elabo ració n del programa se pres~ntt:n más pro bler1:1as necesitad os de decisión y a que, po r ta nto,
plantea, así, requisitos de tiempo, caurela y capacidad de negociació n q ue haya mas q ue venga adscmo al aumen to pu rame nte cuantitativo de careas
y persona l de la administració n, eso que tantas veces se ha Lamencado22.
son tan elevados que el parlamento, por estos motivos -y no por motivos
Este incremento significa que e l d esplazamiento d el cenero d e gravedad
relacio nados con a lgu na esp ecialidad o disciplina- , no pued e ya elabo -
d esde las d ecisio nes de injerencia a las decisio nes d e distri bució n no
rar sus decisio nes por sí solo, sino que, e n gran parce, d ebe d elegar en el
transcurre en la forma de un crecimie nto d istinto de ambos tipos d e d e-
poder ejecutivo. Sin duda, la administración, ba jo la presión de estos ele-
cisió n. Las gra ndes interdependencias en el entorno sig nifican, ad emás,
mentos, toma en sí elementos de la acción política 20.

20. Una cierta desburocratiiación de la administración y, sobre todo, un debilita- jidad del ~momo. Por consiguiente, puede afirmarse de modo general que la compleji-
miento de su estrucu1ra jerá rquica es el co rrelaw necesa ri o de un e nt orn o excesivame n- dad excesiva del emorno pone en peligro la estructura 1crárq111ca de la adrnini,tración· o
te complejo. Esto ha sido :tfirmado para el caso de las fluctuaciones rápidas en el tiempo d icho a la inversa: cabe afi rmar q ue esta estrucrura presupo ne una med ida notable de ;e-
po r A. L. S1111chcombe, • Bu reaucra tic and Craft Admm1strarion oí Production: A Com- ducuón de cornplcJ1dad a través de procc~os políticos.
parative Study~: Administ rative Science Quarterly 4 (1 959), 168-187, y por T. Burns y . 2 1. Cf., e n especial , E. Forsrhoff, O,c Venvaltung als Le1s11mgstrager, Stutigarc/ller-
G. M. Stalkcr, Tbe Management of lnnovatton, Londres, 1961. Para el caso de la comple- lm, 1938; H . Hubcr, Rec/11, Staat 1md CeseUschaft, Berna, 1954; W. Lepsien, Pri11zipie11
jidad d isciplinar enco ntramos cons1derac1ones similares en V. A. Thompson, Modeni Or- der Le1stu11gsveTWaltung, tesis doctoral, Münstcr, 1961; P. Badura, ~Die Dase111svorsorge
ganizatio11, Nueva Yo rk (NY), 196 l ; esras se encuentran en la tc~is de q ue la cspeciafü:a· als Vc rwalrungszwcck de r Lcisrungsverwa lrung u11d der soziale Rechrsraa t•: D1e offe111/icbe
ción y la orientación 1erárqu1ca se contradicen muruamenre. La concepción aquí expuesta de Venva/ttmg 19 (1966), 624-633.
qu e la co mplejidad valorariva del e ntorn o introdu ce e n la administració n un oportunismo 22: Cf., a este respecto, C. 11. Ule (ed.), D1e E11t1v1ck/1mg des of/entlichen Die11Stes,
desde abajo compleme nta esta orra tesis haciendo referencia a otro aspecto de la comple- Co lonia, 196 1.

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AOMINISTRAC ION PROGRAMA C IÓ N DE F I NES Y OP O RTUNI S MO

que el potencial de genera r da ño de las injerencias particulares crece y, de mod o fun cio nal-específico les resulta difícil proyecta r y re presenta r.
en muchos casos, se vuelve imprevisible 23 • La carga de la sociedad ha de A ello se añade que e l po der del Estado, en casos de confl icto, es siempre
ser generalizada y hecha calculable en la medida de lo posible. Esto es, un superpoder, y que po r ello sus límites pe rmanecen poco cla ros. La re-
ha de ro mar principalmente la forma de limitacio nes de la acción regu- troalimentació n de in formac ió n es, al aplicar la po testad de la o rden, re la-
ladas de modo general po r leyes y una direcció n establecida para el lar- tivamente escasa26. Cuando se coman las decisiones individuales, no hay
go plazo, mientras que los e fectos específicos han de ser perseguidos más lugar para po ne r a prueba los límites de la potestad de la o rden; única-
con la exigencia que con la carga de determinados intereses24 • Tambié n mente se hacen visibles cuando la legitimidad está destruida y se llega a la
po r ello las decisio nes de distribució n crecerá n más que las que asignan sublevación. Por estas ra:wnes, también e n e l ámhito de la aplicació n de
cargas. A ello se añade finalmente que una alta interdependencia se pre- la fuerza la burocracia debe encontrar en sí misma los límites; y ello, em-
senta también como especificación de los valo res e intereses, por lo que pero, e n la forma de fundamentos de la decisió n ideológicamente consis-
la ad ministración debe introducir su estilo de decisió n y su mecanismo de tentes, cuyos valo res están institucionalizad os en el entorno. En el á m-
coordinación. bito de la aplicación de la fuerza, cod o oportunismo es particularme nte
Las administraciones basadas en dar órdenes enc uentran su problema delicado, y los problemas de coordinación li mitan la complej idad que el
en la integración de acciones orientadas a va lo res o fin es que son direc- sistema puede alcanzar.
tamente incompatibles. Resuelven, mediante la decisión, contradicciones Las decisiones de d istribución, po r el contrario, tienen mejores o po r-
que son vividas como inmediatas contradicciones de sentido. Por el con- tunidades de ser aceptadas fuera de la administració n y tiene n posibi lida-
trario, las administraciones de d istribución se ocupan con contrad iccio- des de coord inació n más móviles dentro de esta. Son aceptadas como una
nes que meramente vienen dadas por la escasez de medios2.1. Consecuen- ventaja por q uienes se ven favo recidos y lo son por los demás porq ue no
temente, han desarrollado uno gran tolerancia a las contradicciones de encuentran la carga directamente como un resultado de una decisión en
sentido en los fi nes y valores; y pueden por tanto o perar en un entorno particular. Son coordinadas, principalmente, por el mecanismo mo ne-
muy complejo y plura lista. Esto es más d ifícil para las administracio nes tario, a saber, mediante los límites de una suma previame nte dada. La
basadas en dar ó rdenes; y no solo por su problema, sino también por su medida de la carga g lobal to lerable de la sociedad a través de su sistema
medio pa ra resolver los problemas. Las decisio nes de injer enc ia se ba- po lítico se convierte en un asunto cen tral. Por consiguiente, queda fijada
san en el poder legítimo, esto es, en un medio de comunicaci ón q ue no bajo co ntroles políticos y distribuida a las rareas individuales media nte el
permite ser cuantificado ni distribuido sino q ue únicamente se deja apli- presupuesto. La distribución de la su ma puede llevarse a cabo sin ajustarse
car como un codo. To do empleo de la fue rza legítima hace que el siste- o bjetivamente -o siq uiera según el rango- a los valores pro movid os.
ma po lítico mismo aparezca como cal y este, en caso de conflicto, ha de Antes bi en, esta sig ni fica una conside ració n mutua e n e l sentido de que
respo nder de forma central. Por ello, el empleo de la fuerza presupo- para codo valo r no está n dispo nibles codos los medios sino solo unos
ne una concepción valorativa del interés público reguladora y [imitadora, medios limitados. Esta coord inació n fo rma l posibilita, con ello, un a lto
una concepción q ue a las burocracias de decisión modernas y organizadas grado de especializac ió n y particularizació n de fi nes con re lacio nes de
rango variables. La ex pectativa, frecuentemente fo rmulada, de q ue los
fines han de ser ponderados recíprocamente en su valor relativo dentro
23. Esro es así con independencia de si el daño se presenta como una pérd ida ele de- del ma rco de las discusio nes sobre e l presupuesto es algo que no solo
recho y si, po r tanto, ha ele ser repa rada. Presum iblemente, sin emba rgo, la crecienre in-
te rdependencia llevará ta mbién a una elaboración cada vez más refi nada de los de rechos exige e n demasía a la praxis27 sino q ue también contradice la necesidad
subjerivos y, con ello, a un incre menro de las consecuencias de injerencias tales que des- de incre me ntar la complejidad de la administració n para poder satisfa-
encadenen exigencias. Sob re estas consideracio nes, he o rientado propuestas e ncam inadas
a la reforma del derecho de indemn ización públ ico-lega l. Véase N. Luhma nn, Óffentlich-
rechtliche l:.111schiid1gu11g rechtpolitisch betrachtet, Berlín, 1965, espec. pp. 18 ss.
24.. En este sentido, la democracia de masas de l Estado del bienestar, que opera con 26. Esta noción se ve enfatizada en e l sentido de una oposició n fundamental en-
subvenciones, no se desarrolla en oposición a la concepción liberal del Estado, sino como tre coerc1on e i11íorrnatio11 en D. E. Apter, The Politics o( Modemization, Chicago/Lon-
una consecuencia de esre. Así, la universalidad de las cargas y la especificación de las acciones d rcs, 1965 [Política de la modemizació11, Pa idós, Buenos Aires, 1972].
benefacroras vienen forzosa mente dadas con la creciente inrerdepe ndencia de la sociedad. 27. Cí. la exposición y la crícica de u n «ex perimcnro• en esre se ntido, real izado e n
25. También Geoffey Vicke rs se orienca según la dife re ncia de esros dos prob lemas el Deparra mento d e Agricul n1ra de los Estados Unidos, en A. Wildavsky y A. Ham mo nd,
de consistencia en su distinción en tre allocative e integrative decisions. Cf. The Arto(Judg- «Comprehensive ve rsus Incrementa l Budgeti ng in che Departmenr of Agriculru re-= Admi-
ment: A Study o( Policy Maki11g, Londres, 1965, pp. 207 ss. 11istrative Science Quarterly 10 ( 1965), 321-346.

202 203
ADMINISTRACIÓN PR O GRAMACIÓN DE FINES Y OPORTUNISMO

cer mejor una sociedad compleja28 • No queda, pues, coordinada la ad- secuentemence, inevitable por principio 30 • Dicho dilema puede definirse
ministración de distribución en torno a relaciones de rango enrre valo- de la siguiente manera: las simplificaciones de la decisión que la adminis-
res o prioridades generales sino que lo está únicamente, y de manera tración trae consigo para poder decidir sobre problemas de mayor com-
mucho más formal, en rorno a una conciencia de la escasez. Asimismo, plejidad le dan simultáneamente al entorno poder sobre ella. Habíamos
los límites de su acción no resultan ni de la resistencia de su entorno ni visto en el capírulo anterior que, en la medida en que los programas de
del sentido objetivo de un orden valorarivo general abarcador, sino de decisión le dan espacio a la administración para más decisiones correctas,
los costes. Este cipo de limitación posibilita una racionalización mediante así también la esrructura de motivación de quienes pertenecen a la ad-
el cálculo segú n la regla de un juego de suma cero. Las tareas deben ser ministración, esto es, un cierto entorno personal, se torna relevante para
armonizadas con la previsión presupuestaria, en la que cada tarea deter- el resultado de la decisión. La misma descripción vale para el oportunis-
minada bloquea otras carcas en el grado correspondiente. mo en la elaboración de los programas de decisión, un oportunismo ne-
La influencia política de la administración se adapta a este estilo de cesario y, al mismo tiempo, no exento de sospecha. En la medida en que
la distribución oportunista. Si en la administración quedan dispuestas po- una administración se entrega al oportunismo de la cambiante satisfac-
sibilidades de llegar a decisiones vinculantes, el político se verá tentado ción de valores -que aprehende una alta complejidad y que apenas exclu-
de hacer uso directo de estas, concentrándose en aumentar o rebajar los ye de antemano «otras posibilidades»- se abre a las influencias del entor-
presupuestos en favor de ciertos valores, con el fin de obtener vino políti- no. Y esca apertura hace que, para los miembros de la administración, se
co de la vid de la administración. El que inevitablemente se vea facilitada convierta en un asumo litigioso la administración de esta amplia facultad,
la decisión de la administración se convierte, entonces, en la base so- y ello con toda razón. En la medida, pues, en que la administración se
bre la que la política y la administración llegan a un entendimiento, con faci lita a sí misma la decisión, pierde sus buenos argumentos con los que
unos requisitos de cálculo racional relativamente escasos. Así, cabe obser- puede apartar a los pares del entorno que le urgen. No tiene ya la capaci-
var que las comisiones parlamentarias, orientadas primariamente a lo- dad de dejar claro, de manera convincente, por qué una decisión ha de
gros políticos, activan en las tareas de decisión del ejecutivo consideracio- ser cornada únicamente de tal modo y no de otro.
nes sobre reglas forma les y sobre los hábitos de distribución que se están Dicho de orro modo, la administración, por sí sola, no puede con
introduciendo 29 . Y, evidentemente, también un diputado que ha logrado demasiada complejidad. Para que la administración pueda dar lugar a su
la mayor dotación de una partida presupuestaria apenas encontrará puer- contribución propia y específicamente funcional a la reducción de la com-
cas cerradas cuando se pronuncie en el ministerio a propósito de deter- plejidad, la complejidad general de la sociedad tiene ya que estar reducida
minados deseos relativos a la distribución. A la presión de los interesados en cierta medida. La capacidad para ejercer funciones de otros sistemas
desde abajo se le une la presión de la política desde arriba, sin que la admi - parciales del sistema político, y de la sociedad en su conjunto, es tam-
nistración pueda siempre evitar que ambas direcciones de la presión con- bién una condición para la actividad de la administración. Esto nos lle-
verjan. Si se llega a esta convergencia, entonces la administración queda va, de nuevo, a la tesis fundamental general de la teoría de sistemas, según
desconectada del proceso de toma de decisiones y solamente sigue siendo la cual la capacidad de un sistema para aprehender y reducir la compleji-
empicada para legitimar y promulgar la decisión tomada. dad solo puede incrementarse mediante la diferenciación interna, esto
Estos fenómenos ambiguos apenas pueden sortearse con exhorta- es, únicamente mediante el hecho de que el sistema mismo se hace com-
ciones graves y apelaciones morales. No se traca, en primer término, Je plejo. Esta tesis se confirma aquí por su contrario, a saber: la sobrecar-
una cuestión de buena voluntad. Más bien, los problemas abordados re- ga de complejidad de un sistema parcial con complejidad, esto es, con un
miten a un dilema de la administración estructuralmente instalado y, con- oportunismo demasiado alto, pone en peligro la diferenciación sistémica
interna y sugiere medios de reducción extremadamente drásticos, que
producen un corrocircuito y que ignoran las fronteras encre sistemas.
28. Una buena considcra.:1ón de las cstr,ncgias y tácuc.t\ <le los dcpar1.1mcnros en Li
Íijac16n de los enfoques presupuc~tarios viene expuesta en A. Wildavsky, The Pol,tics o( Si esta interpretación teórico-sistémica del dilema entre programa-
the 811~getary l'rocess, B0st0n{I oronro, 1964. Véase también Th. Ellwein, F.11,(iilmmg in ción de fines y oportunismo alcanza e l núcleo del problema entonces se
die Reg1erungs-1md Verwa/11111gslebre, Srungarr, 1966, pp. 150 ss., acerca de los límites <le
es1e proceso competmvo de dcc1s1611.
29. Véase l., panorámica ~obre esre ripo de cntrela:ianuemos en H. C,olz, • Mit- JO. Sobre el concepto de este upo de orga111u,1to11al dilemmas e~tructuralmcnte con-
wirkung parlamcntanscher Aus~chiisse beim 11:tushalrsvollzug~: Die o((entlicbe Verwal- dicion.1do~, cí. P. M. Blau y\'</. R. $con, Fonnal Org,wiwtions: A Comparative Approach,
t1111g 18 (1965), 605 -616. San Francisco (CA), 1962, espec. pp. 222 y 242 ss.

204 205
ADMINISTRACIÓN

sigue que, en último término, solamente el orden de conjunto del siste-


ma político puede, si no solucionar el problema, sí al menos suavizarlo
hasta el punto de que resulte resoluble en la administración. La carga de la
reducción de complejidad ha de ser repartida en los roles del público,
la política y la administración, y ello de tal manera que haga posible para
cada sistema parcial una aportación parcial con sentido en su propio cam-
po de entorno, bajo diferentes presupuestos, reservas de información y
criterios de racionalidad. Y ha de haber formas de comunicación con las
que se pueda transferir complejidad reducida --esto es, una ya lograda se-
lección y densificación de la información- desde un sistema a otro. Solo
como parte del sistema político está la administración en disposición de
obtener la necesaria autonomía para su función específica de elaboración
de decisiones correctas.
Para la administración, esta condición sistémica general puede ser
aprehendida con mayor precisión como problema de la planificación po-
lítica de sus premisas de decisión. Los programas de decisión han de reci- Parte IV
bir, a través de la planificación política, una forma que ofrezca suficiente
atención a los lenguajes de decisión propios de la racionalidad de la ad-
POLÍTICA
ministración, a saber, los de la programación condicional y los de la re-
lativa a fines. Solamente en este caso cabe esperar de la administración
que resuelva por sí misma el dilema, persistente o disminuido, entre pro-
gramación de fines y oportunismo. Solo entonces encuentra ella, en el
derecho positivo autoformado y en los programas de fines enteramen-
te calculados, motivos lo suficientemente convincentes para rechazar in-
fluencias externas no previstas en el programa mismo y que tampoco es-
tán preparadas para asumir responsabilidad política mediante cambios en
el programa.
Con esto, sin embargo, solo se ha aprehendido un aspecto de la pla-
nificación política, el que está del lado de la administración. Este aspec-
tO no puede dominar sin desplazar a la burocracia el centro de gravedad
dentro del sistema político. No solo los resultados de la planificación,
sino también sus condiciones en el medio político, han de ser tomados en
consideración. Se trata de una función fronteriza entre política y adminis-
tración, que compromete a las dos. No podremos abordar el complejo
global de la planificación política hasta después de habernos hecho una
idea de la especial función y modo de actuar de los procesos políticos.
Se trata de una tarea que nos ocupará a partir de ahora. Un capítulo sobre
la planificación política concluirá la próxima parte.

206
l
1

18

FUNCIÓN DE LA POLÍTICA

' En comparación con las acciones de los «órganos del Estado», del govern-
ment, esro es, del ámbito aquí señalado como administración, los proce-
sos propiamente políticos han encontrado una prominencia y visibilidad
mucho menores; y consecuentemente, han recibido mucha menor aten-
ción científica plena. El interés de la ciencia en los partidos políticos, por
ejemplo, no ha ganado intensidad hasta este siglo 1 ; y aún hoy falta una
teoría plenamente elaborada de los procesos políticos en tanto sistema
parcial del sistema político 2 ~EI motivo de esta insuficiente exposición del
ámbito de los procesos políticos bien merece una pregunta por el lo.
Ciertarnence, la razón no estriba solamente en que la política se haga
siempre detrás de puertas cerradas o e n que, a quien se sitúa fuera le re-
sulte siempre difícil echarle un vistazo a las salas llenas de humo donde
se reúnen los grupos parlamentarios o a las secretarías de los partidos.
También la administración elabora sus decisiones excluyendo ampliamen-

1. Sobre todo desde Moisci Ostrogorski, La démocratie et l'organisation des partis


politiques, 2 vo ls., París, 1903. La «teoría general del Esrado• alemana recibe este nuevo
material solo a regañadientes. Jellinek lo asigna, ¡por ejemplo, a la teoría de la sociedad y se-
ñala que •la vida del partido, como toda vida, muestra tantos elementos extraños y de los
que no pueden rendirse cuenras que mucho en ella hace imposible un tratamiento científico
desde una posición superior• (G. Jellinek, Allgemeine Staatslehre, Darnmadt, 3 1959, p. 114,
nota 1 l'/eorfa general del Estado, FCE, Madrid, 2012)). Esta clasificación en la sociedad
se encuentra aún en la más reciente «teorfa general del Estado» de f-1. Krüger, Allgemeine
Staatslchre, Stuttgart, 1964, pp. 371 ss.
2. Una consecuencia de esta situación científica son ciertas dificultades termino ló -
gicas, como la de que no podemos evitar el empleo de la palabra ~político» ni en la descrip·
ción del sistema ni en la de los ámbitos parcia les que hemos de abordar ahora. UJ expresión
«sistema político» ha de quedar reservada, pues, para el sistema en su conjunto, mientras
que p:1ra el siscema parcia l de lo político en sen tido restringido tenemos a nuestra dispo-
sición conceptos como «política» o • procesos políticos». Esra antiestética amb igüedad es
lo único que perm ite evitar que se continúe empleando el concepto de Estado, que ig ual-
mente lleva a malentendidos.

209
POLÍTICA FUNCIÓN DE LA POL Í TICA

re la esfera pública, y a su vez los políticos se presentan de buena gana en debe ser racionalizada de tal modo que, a pesar de un cambio continuo
la esfera pública con exposiciones escogidas y votadas. La exposición pú- y «normal» de programas y personas, no pierda su continuidad y su
blica es, en los dos ámbitos, un problema que solo puede ser resuelto con capacidad de rendimiento. Esto se alcanza, sobre codo, mediante una es-
una preparación previa no públicá.:: La diferencia, en lo que toca a la sig- tructura de puestos más abstracta que posibilite una modificabilidad de
nificatividad manifiesta, remite, más bien, a que el sistema político como las tareas, competencias, personas y modos de comunicar en todos los
un todo encuencra su sentido y el punto culminante de su ciclo de comu- puestos. Por otro lado, el apoyo político de la decisión no puede ya ser
nicación en la publicación de decisiones vinculantes. Y remite asimismo supuesto como instirucionalmente dado de forma previa puesto que ha
a que ello es exclusivamente asunco de la administración en sentido am- de relacionarse con premisas de decisión variables. Este apoyo debe ser
plio, que abarca el poder legislativo, el ejecutivo y la justicia, mientras reunido y recordado caso por caso, esto es, ha de ser conscientemente
que no es asu nto de la política. Los órganos del Estado que producen producido en la vida política. La política se convierte en un proceso de
decisiones están en el punto de mira de la esfera pública, mientras que decisión de un tipo que le es propio. El incremento del rendimiento de la
los políticos deben esforzarse por ocupar estos órganos para obtener be- administración en el sentido de una alta complejidad y alterabilidad de
neficios políticos a partir de la prominencia que allí quepa alcanzar. su temática presupone, por parte del público, una correspondiente movi-
Contribuye, asimismo, a la visibilidad pública de los roles de la admi- lización y susceptibilidad para ser influido. En la vida diaria han de dar-
nistración el que estos queden diferenciados dinámicamente de la so- se alternativas de comportamiento -esto es, libertades- que puedan ser
ciedad_como roles de un tipo específico, esto es, que su acción les pueda reguladas. El comportamiento, en cierta medida, ha de ser desligado de
ser ambutda de forma unívoca. En los procesos puramente políticos de la determinados vínculos, ya estén fijados por la naturaleza o el nacimien-
articulación de intereses y del impulso de exigencias, de la concentración to. Así debe ser si e l sistema político ha de tener la posibilidad de tener
generalización y ampliación de temas políticos - así como los proceso; una acción efectiva en la sociedad y si ha de tenerla no solo de manera
~e. formación y consolidación del poder, del consenso y del apoyo po- disruptiva o represora sino con sentido. Cuando, en medida notable, se
ltnco de personas y programas- resulta menos claramente reconocible llega a la regulación de la vida cotidiana a través de las decisiones del
una separación en roles de la acción como la que hemos descrito. Y con- sistema político -que son transmitidas como tales- encontramos, sin
siderada desde un punto de vista histórico, dicha separación represen- embargo, que la complejidad abierta de orras posibilidades no se deja ab-
ta un dato más reciente. Los sistemas de gobierno burocrático estaban sorber mediante los roles de decisión por sí solos. Se hace entonces públi-
consolidados ya desde hace tiempo, toda vez que la función política de camente visible que se podría haber decidido también de otra manera; y
la construcción del poder legítimo estaba aún garantizada de un modo so- de este modo el apoyo político de la decisión se convierte en un problema.
cialmente institucional. En un primer momento, la función política - rea- La violencia coercitiva no basta por sí sola para asegurar la legitimidad de
lizada a través de la «naturaleza» de las evidencias legales y morales, así la decisión si no viene apoyada por evidencias carentes de alternativas. El
como por el torno y el alear, y cubierta frente a otras cuestiones- no apoyo político puede ser proporcionado o puede fracasar. Sobre él ha de
fue experimentada como necesidad de cie..rtos rendimientos funcionales decidirse en todo caso. Un nuevo tipo de movilidad política del público
específicos. También aquí la evolución de la sociedad parece haber evi- se hace inevitable. Esto, sin embargo, significa, o bien que deben crearse
tado q~e se dieran muchos pasos de una vez. El mundo antiguo había roles políticos del público capaces de decisión, o bien que debe sugerir-
producido los modelos de_ la burocracia y de la democracia en lugares se que la libertad de decisión le sea retirada al público. En todo caso,
separados y fue la Modertlldad quien las irguió la una al lado de la otra. junto al problema de la variabilidad, surgen premisas de decisión de tipo
Esos fundamentos del gobierno político institucionalmente anclados administrativo y, conjuntamente con ello, surge el otro problema de la
inmóviles y tradicionales, saltaron por los aires tan pronto como el siste~ posible fluctuación del apoyo político. 1
ma político sobrepasó un cierro umbral de complejidad propia, esto es, Resulta obvio que el aprovechamiento del margen de decisión de la
tan _p_r?nco co~o entró en escena el gobierno con sus propias premisas de administración, que siempre es de nuevo programable, por una parte, y
dec1s!on y se hizo, :ºn ello, au_rónomo. Esta evolución, expuesta con pro- las alteraciones de la disponibilidad para el apoyo político, por otra, no
fundidad en el c~p1tulo 1O ba10 el título de «Autonomía y diferenciación van de suyo en el mismo sentido. Cuanto mayor sea en el sistema el núme-
interna», hace necesaria una nueva estructura de sistema más abstracta e ro de posibilidades aprehendido y realizable, tanto mayor será también el
indeterminada, que no solo regule la decisión, sino ta~bién la decisión peligro de desintegración. La política tiene la tarea de evitar una disolu-
sobre las premisas de decisión. Por una parte, la administración ahora ción de esta naturaleza. Cuando crece la complejidad del sistema políti-

210 211
POLITICA fUNC I ON DE LA POLÍ T ICA

co, el problema de esta integración no puede ya quedar confiado a ins- puede quedar confiado el uso del sello «decisión vincu lante». El trabajo de
tituciones invariables pero tampoco al azar en forma de opinión pública la política se refiere a este problema. A ella le viene dado, por una de sus
o de la entrada en escena del líder capaz de persuasión. La política ha fronteras, la variabilidad del apoyo político mediante roles de público;
de ser racionalizada y sistematizada como parte de la continua empresa y, por la otra, la variabilidad de las premisas de decisión de la adminis-
pública aunque fuera de la administración. Esta necesidad se sitúa tras tración. Mantiene su función específica únicamente a través del hecho de
la «obligación de una forma democrática» a la que están expuestos to- que, en ambos entornos, este tipo de variabilidades están institucionali-
dos los sistemas políticos modernos. Dicha necesidad, por tanto, ha de zadas; y por ello tiene que cuidar de que las variabilidades no transcu-
constituir también el núcleo de una teoría de la democracia. rran de forma no coordinada en los dos entornos. ,
El cumplimiento de esta función mediante el t rabajo incumbe sobre Esta función de la política es mucho más compleja y exigente de lo
todo a los partidos políticos, configurados como organizaciones perma- que fueron capaces de imaginar las antiguas teorías de la soberanía del
nentes para garantizar a los cambios de personas y programas, de valores pueblo, de la representación o de la voluntad popular como causa última
y lealtades, un marco fijo y una conexión con el apoyo político alcanza- de todo poder público. No se trata meramente de un problema de reparto
ble a través del público. El significado de esta actividad de Los procesos del poder (bajo el presupuesto de que viene dada una suma de poder cons-
políticos fuera de la administración burocrática se deja ver especialmen- tante). Tampoco se traca de una transferencia de efectos desde un ámbito
te en el peligro a l que está expuesto un sistema político dinámicamente a otro. Esto es, no se trata únicamente de ayudar a la «verdadera volun-
diferenciado y autónomo como el presentado. Un fuerte incremento y tad popular» a que tenga éxito frente a un gobierno tiránico que busca su
centralización del poder político coincide con la pérdida de antiguas propio interés o que es flemático. Ni tampoco ocurre a la inversa, es decir,
vinculaciones sociales entre roles -que simultáneamente proporciona- no se trata de impedir una tiranía de la mayoría sobre las minorfas4. Más
ban seguridad y control social- así como con una visible movilidad del bien, la elaboración de información política debe contar con que sus pun-
apoyo político: Los puntos de referencia se ponen en movimiento, al tos de partida y sus metas son variables independientemente los unos de
igual que las fuentes del apoyo. La prensa refuerza el valor de novedad los otros. Y la variabilidad por ambos lados significa, inevitablemente, una
y el efecto de amenaza de todo acontecimiento que reduce esta variabi- aira complejidad indeterminada. Todas las informaciones políticamente
lidad. Cualquiera que lea el periódico recibirá así la impresión de una relevantes han de ser leídas al mismo tiempo en un horizonte de condicio-
crisis permanente en su ámbito de interés. De ahí pueden surgir, con mu- nes de apoyo fluctuantes y en un horizonte de cambiantes posibilidades
cha facilidad, movimientos que, aumentando en sus proporciones sin de programación. Y solo mantienen su valor informacivo en referencia a
parar, embarullan e l equilibrado encaje de rendimientos funcionalmen- estos horizontes de otras posibilidades. Así, en la política solo puede ha-
te específicos y devuelven el sistema a niveles más primitivos de la evolu- ber, en todo momento, construcciones provisionalmente sostenibles que
ción. Así ocurre ya se trate de tendencias a la politización del conjunro hayan surgido de que dos series de variación queden mutuamente refe-
de la sociedad -esto es, de tendencias encaminadas a la supresión de su ridas y definan -una respecto de otra- puntos de vista de la selección.
diferenciación funcional- ya de una irrupción descontrolada de pasio- Esto es, solo puede haber construcciones surgidas de que se busquen pro-
nes políticas en forma de revoluciones o de movimientos fanáticos de gramas en pos del acuerdo alcanzable a la par que se trata de ganar apoyo
masasl. Para prevenir a tiempo este tipo de perturbaciones, a las que un para programas posibles.
sistema fuertemente diferenciado es típicamente propenso, deben ser En todo ello, resulta esencial que ambos tipos de variabilidad no pue-
permanentemente vigiladas las condiciones bajo las cuales le viene dado dan darse con independencia de los procesos políticos. El apoyo político
a la administración el apoyo político y bajo las que - por así decir- le solo puede ser entonces movilizado en forma de roles de público -por
ejemplo el de votante político- cuando hay política. Igualmente, la posi-
civación del derecho y de los fines, así como la estructura de puestos de la
J. Cf., a esre respecto, las consideraciones de N. J. Smelser, Theory o( Collective administración, presupone que haya política. Por consiguiente, tampoco
Behavior, Nueva York (NY), 1963, pp. 180 ss., acerca de las condiciones estructurales de
aazes políticas. Smclser presenra las siguientes condiciones: l) una estructura política muy
diferenciada; 2) una «racion:ilidad polírica• institucionalizada donde las decisiones están
relativamente libres de consideraciones no políticas; 3) la posibilidad de conmutar y retirar 4. Las teorías clásicas de las formas de Estado liberales y democráticas, que conec-
el apoyo político; 4) un medio generalizado de incercamb10 -en este caso poder-que pue- tan con este tipo de problemas, son, por el lo, irremediablememe inadecuadas. Esto lo ha
de ser intercambiado, con e l que se puede regatear y que puede se r almacenado (esto es, señalado también, con una crítica perspicaz de sus premisas, R. A. Dahl, A Pre(ace to De-
prometido para una entrega futura). mocratic Theo,y, Chicago (IL), 1956.

212 213
POLÍTICA FUNC I ÓN DE LA POLiTICA

son las alteraciones de ambos entornos de la política algo que pueda lle- otros puntos temporales y en otros contextos objetivos. Y solo cuando
varse a cabo sin el concuiso de la política. La política no determina por queda garantizado que esto tiene lugar ocurre que la comunicación si n-
sí sola lo que encuentra apoyo del público y lo que se convierte en pre- gular sostiene el poder. Tal generalización presupone la estructura. No
misas de decisión, sino que lo codetermina. Solo así le es posible tomar puede ser llevada a cabo en el cielo donde todo es pos1_ble 01 tampo_co e~
una posición de mediadora y ejercer su iníluencia en una de sus fronteras situaciones imprevisibles donde no pu eden preverse m consecuencias, nt
según el criterio de las condiciones de su otra frontera. La influencia de la alternativas, ni sacrificios exigidos ligados a una reducción de este tipo.
política en sus dos entornos, sin embargo, es ella misma una variable, no Más bien, las posibilidades de conformar poder solo pueden crecer con la
una constante, en tanto es una magnitud previamente dada de competen- medida de complejidad elaborada y reducida.
cias de decisión. La influencia en uno de los entornos depende, pues, de la Los procesos políticos tienen una función específica para la legitima-
influencia en el otro y viceversa. Y ambas capacidades de influencia solo ción del poder5 • Configuran el poder legítimo en virtud de que reducen
son susceptibles de incrementarse relacionándose la una con la otra. La aquella complejidad indeterminada y excesiva que viene dada en el siste-
política puede activar más apoyo del público -y más general- cuando ma político, y reducen esta complejid ad mediante el hecho de que con-
es capaz de subsumir más deseos del público a través de la fijación de pro- figuran el poder. Ambos aspectos se pertenecen. mutu~menre, son_ dos la-
gramas de decisión. Y a la inversa, la política puede influir en la adminis- dos de uno y el mismo proceso. Su congruencia def111e la esencia de la
tración con mayor fuerza y precisión si puede garantizar su apoyo político política, a saber, su modo específico de reducción. En la articulación y
para un ámbito de programas de amplio alcance, de ta l modo que pueda generalización de intereses y valores, en la creación de consenso y en la
hacer a la administración independiente de otras fuerzas de la sociedad. consolidación de poderes de representación con el consenso asegura-
También en esta medida es típico de la política actuar bajo las condicio- do, en el trabajo semántico de «temas» políticos, en la movilización del
nes de una alta complejidad indeterminada. Para poder operar efectiva- apoyo de candidaros o propuestas objetivas, en el aprendizaje y puesta
mente, debe presuponer siempre actividades y efectos que aún no se han a prueba de destrezas políticas, en el cuidado del aspecto de organizacio-
realizado. Esto es, ha de especular sobre su éxiro. La acción política, ya nes y posiciones, así como mediante otras múltiples estrategias similares,
en virtud de sus condiciones estructurales, es una acción arriesgada, de- queda configurado, de un tirón, el poder legítimo y queda reducida la
pendiente de su éxiro, confiada y que recubre créditos e informaciones. complejidad. Este proceder tiene, muy claramente, un estilo distinto al
Estas consideraciones nos dan, al mismo tiempo, la clave de un aná li- de la investigación científica, al de la creación a rtística, al de la compro-
sis más preciso de la función del sistema parcial de los procesos políticos. bación religiosa de la fe o a la toma jurídica de decisiones. Sin e mbargo,
La situación de la política es, en conjunto, demasiado compleja y dema- hay algo común a todos estos modos de reducción, a saber, que eliminan
siado poco estructurada como para que a todo tipo de influencia política otras posibilidades mediante el modo particular en que fundan conexio-
le venga adscrito el carácter de poder legítimo o de decisión en algún nes de sentido.
modo vinculante. Antes de que el poder legítimo pueda ser aplicado ha de Si en el sistema político crece la complejidad y variabilidad en el sen-
ser creado. Solo c uando toda la complejidad de las posibilidades del tido que hemos descrito, entonces la legitimidad del poder no puede ya
sistenJa político -por ejemplo, la de establecer cualquier ley o perse- venir dada mediante la «naturaleza» o la «historia,, -esto es, mediante
guir cualquier fin- queda reducida en la medida de lo posible, puede instituciones que presentan una complejidad ya reducida- sino solo me-
implementarse el poder legítimo como mecanismo selectivo secundario. diante un trabajo continuo. Este trabajo ha de ser llevado a cabo y organi-
Al mismo tiempo, en el proceso de reducción, aquella complejidad inde- zado en este mismo sentido político: La legitimidad es hecha dependiente
terminada queda estructurada en temas aprehensibles y alternativas de- del procedimiento por parte de la organ ización y, sobre todo en la teo-
cidibles de poder político. ría liberal del Estado, queda ligada al mismo. El poder legítimo es ahora,
Así pues, y como desarrollaremos con mayor profundidad en la últi- como felizme nte lo formula Bourricaud, «un poder que acepta o incluso
ma parte de nuestras investigaciones, el poder es la generalización de la
relevancia de rendimientos reductivos singulares. Que haya de sostenerse 5. Esra afirmación no ha de ser encendida como si la política fuera la única fuente de
una agricultura poco rentable, que un determinado desarrollo extrapolíti- legitimidad, esro es, como si todas las causas relevantes fueran puramente políticas. Según
co haya de tenerse por amenazante, que el diputado X sea el futuro minis- nuestros análisis generales de l concepro de legitimidad (cf. supra, cap. 9), una tesis ran radi-
cal no puede se r defendida. La política, más bien, solo puede llenar el margen que le dejan
tro de defensa, etc., no ha de permanecer como una determinada declara- otros facto res políricos. Un margen, sin embargo, que, en sociedades funcional mente di -
ción en particular, sino que han de ser apoyadas por otras, también para ferenciadas, procura ser muy grande.

214 215
POLÍTICA FUNC I ÓN DE LA PO L ÍTI CA

instituye su propio proceso de legitimación»6 . También aquí la nueva au- la legitimidad de la administración, o que la administración participe
tonomía y diferenciación dinámica del sistema político muestra que la del carácter partidista del partido. La re lación entre política y adminis-
legitimidad no puede ser fundada simplemente en estructuras fijas de la tración es concebida como la relación de una doble burocracia desde e l
sociedad sino que debe ser elaborada en el mismo sistema político. Se punto de vista de Clna división del trabajo armónica y relativa a fines. Los
trata de un proceso que, mediante procesos de comun icación continuos, sistemas rnu lcipartidistas están, más bien, dispuestos a dejar a la política e l
es remitido al entorno del sistema político, a la sociedad, y que está con- punto de vista partidista que aún no es legítimo. Resuelven la contradic-
trolado de acuerdo a esta. , ción en el plano temporal, en la medida en que consideran todo gobierno
Si en la política el poder legítimo está aún por ser construido, enton- político de un parrido como provisional y susceptible de ser contestado.
ces la política aún no puede ser legítima. Lo que ha de venir rendido no Así pues, un partido o grupo de partidos no puede reclamar el poder le-
puede ser presupuesto. La acción política, por canco, aú n no es vinculante gítimo como un sistema organizado de un tipo que le es propio sino que
ni legítima; y en este «aún no» ha de entenderse se encierran oportunida- solo puede hacerlo en virtud del apoyo polític6 para una determinada
des por aprovechar. El político, en la medida en que no actúa en el cargo política. El hechizo de la aplicación de lo partidista en el plano de lo legí-
como órgano del Estado y no decide de forma vinculante, puede hacer timo queda explicado mediante el consenso del pueblo, lo cual, evidente-
uso de las ventajas del carácter provisional, partidista y oposicional de su mente, es también un tipo de negación ideológica de la contradicción.
expresión, esto es, puede tomarse libertades verbales. Puede lanzar temas, Sin embargo, la contradicción permanece, como quiera que se la
proclamar valores, sacarle brillo a símbolos, sin que tenga que establecer- exponga y se la quiera expulsar interpretándola, porque se funda en e l
los al mjsmo tiempo como programas. No necesita dañar a otros, ni si- mismo proceso de reducción. La contradicción no se deja eliminar ni con
qwera a otros políticos, y, bajo la protección de no estar vinculado, puede la paradoja en «un solo partido» ni mediante la perpetuación de la insufi-
presentarse en la esfera pública con palabras que suenan bien y con una ciencia en el nombre del pueblo, por más que la forma de su exposición
abarcadora voluntad de exigir. Así, puede tratar de capitalizar el consen- no deje de tener significación para su trato práctico. En última instanc!a,
so y montar posiciones sin comprometerse con aplicaciones muy especia- la tensión entre partidismo y legitimidad se encuentra entre las contradtc-
les de este poder. Por otro lado, debe aspirar al éxito y ha de pretender el ciones grandes y fructíferas del sistema político, esto es, pertenece a aque-
poder de decidir. Toma el éxito por adelantado, trabaja con él y proyecta llas contradicciones instaladas escruccuralmence con las qut: se aprehende
lo que haría si tuviera que decidir. Por ello, necesita esforzarse continua- el problema originario de la complejidad excesiva e indeterminada y con
mente apuntando hacia el todo y hacia lo valioso. Esto no le fuerza, em- las que dicho problema queda transformado en algo practicable. La ne-
pero, a un cálculo exacro de los costes de sus propuestas y a una exacta cesidad de transformar el partidismo en legitimidad, con el objetivo de
transmisión de dicho cálculo, sino más bien a una generalización de unos poder alcanzar el poder y mantenedo, se sitúa, pues, en c ierto modo,
intereses y valores demasiado específicos. La política es política de parti- como un problema sustitutorio, más manejable e instructivo, que se pone
dos y permanece como tal; y, en tanto expresión de una parte, es y per- en lugar del problema originario de la complejidad excesiva. '.
manece sin fuerza y carácter vinculame para el todo. No obstante, sí que Con esta transformación de la posición del problema, se da también
es política de un partido que hace como si pudiera representar el todo un primer paso hacia la absorción de incertidumbre. AJ mismo tiempo,
y se propone hacerlo. se trata también de un paso que enreda a la política en prejuicios ideoló-
Los sistemas políticos se distinguen entre sí, de una manera muyesen- gicos acerca de las orientaciones sobre valores en las que puede ganarse
cial, según el modo y forma en que consiguen expresar estrncturalmente legitimidad, así como sobre los símbolos con que esta puede alcanzarse.
-y aprovechar en la praxis- esta contradicción de un partido capaz de El análisis sociológico puede, empero, evitar toparse con esta vincula-
gobernar. Los sistemas monoparcidistas, o los órdenes políticos que les ción ideológica en la medida en que pregunta por su función y, con ello,
son próximos, tratan típicamente de reprimir la contradicción e intentan descubre el problema de la complejidad excesiva como problema de re-
alcanzar una «integración de partido y Estado». El que haya un solo par- ferencia. Sin embargo, esto solo signi fica que, desde el punto de vista de
tido constituye hasta tal punto una paradoja que la contradicción no es esta problemática abarcadora, hay diferentes ideologías que se hacen
ya sentida como tal sino que los concepcos se transforman. En ello, con la comparables en calidad de funcionalmente equivalentes. Pero no signifi-
coloración de la ideología, se puede dejar que e l parrido participe más de ca que la referencia a valores como orientación de la acción pueda, sin
más, ser sustituida. La sociología confronta cada compromiso con a lter-
6. Fr. Bourricaud, Esquisse d'une théorie de l'autorité, París, 1961, p. 7. nativas; con ello lo aclara y lo confunde pero no lo hace superfluo.

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SI T UA C IÓN DEL ENTORNO. LENGUAJE E I NDEPENDEN C IA DE LA POLITICA

posibilitado por este proceso en su conjunto y que resulta estabilizado


como conquista de la civilización-. De todo este conjunto, tomamos,
en primer lugar, la relación entre la situación del entorno, el lenguaje y la
autonomía de la política en tanto sistema parcial del sistema político.
19 Hacemos esro con el objetivo de que:, tras aclarar esra relación, alcance-
mos en el próximo capítulo una panorámica sobre diversos sistemas de
SITUACIÓN DEL ENTORNO, partidos que resuelven el problema de la política y que, en esta medida,
LENGUAJE E INDEPENDENCIA DE LA POLÍTICA pueden ser tenidos por racionales.
Todo sistema, y con ello también todo sistema parcial del sistema
político, se encuentra en un mundo objetivado y universalmente válido
y especialmente en un entorno único cuya estructura tiene carácter pers-
pectivista, cuyas distinciones entre proximidad y lejanía, entre lo igual y
lo diverso, entre lo importante y lo no importante, entre lo urgente y lo
aplazable, resultan de la particular situación del sistema en cuestión y de la
La diferenciación dinámica de la sociedad separa en gran medida el sis- particular problemática respecto de su continuidad. Así, la administración
tema político respecto de los roles, que están aJ servicio de la satisfac- se encuentra, en el sistema político, e11 tensión entre la política y el públi-
ción inmediata de necesidades. La política no es un placer, tiene poco que co; y queda del imitada frente a los intereses personales y otros roles de los
ver con cómo hacemos acopio de provisiones, cómo nos calentamos, nos miembros de la administración mediante una frontera exterior. Los pro-
educamos o encontramos mujer. La acción política, en general, se ha es- cesos políticos han de llevarse a cabo entre el público y la administración;
pecializado con palabras y símbolos de un tipo determinado. La dife- y en ellos intervienen también, filtrados a través de una frontera exterior,
renciación dinámica de la sociedad es la condición previa para que un intereses personales y otros roles de los políticos; La otra situación, la
sistema pueda especializarse en este tipo de trabajo y que no sea inco- otra constelación del entorno, exige y posibilita otra contribución al
modado con otros problemas que no pueden reconducirse a sus palabras mantenimiento del sistema político en su conjunto. Del particular ámbi-
y símbolos. Al mismo tiempo, la diferenciación dinámica y el incremen- to del entorno de la política cabe obtener imporcances indicaciones so·
to a ella ligado de la complejidad del sistema político crean problemas bre su propia problemática de sistema y sobre el modo en el que puede
que únicamente pueden ser resueltos mediante determinados tipos de cumplir su función . Esta conexión emre construcción de sistema, ámbito
elaboración de información lingüístico-simbólicas. del entorno y fw1ción precisa, por tanto, de un análisis cuidadoso.
La cuestionable legitimidad de lo partidista es un problema del tipo ,i Si se sigue la exposición oficial del sistema político democrático,
que hemos señalado, esto es, un problema que requiere ser tratado por la encontramos que los procesos políticos están al servicio de la transfor-
vía de la elaboración de símbolos. No se presenta sino cuando el sistema mación de la voluntad popular en decisiones vinculantes. Operan como
político, y en él la política, está dinámicamente diferenciado con cierra transmisores de la voluntad, con el rol de un mensajero que conoce cier-
amplitud y cuando ha ganado complejidad propia. En ese momento, ne- tamente el mensaje pero que no lo puede alterar. Visto de este modo, la
cesita ser resuelto con medios que solamente están disponibles en un sis- política, en sentido estricto, no rinde contribución propia alguna a la ela-
tema como este. Una comprensión plenamente sistémico-teórica de esta boración política de la información; y por consiguiente sus fronteras
conexión exige que se tengan muchas cosas en cuenta al mismo tiempo. exteriores deben estar herméticamente aisladas frente a los intereses
Ha de tenerse en consideración, pues, el proceso de diferenciación diná- personales y otros roles. La voluntad popular no puede quedar falsea-
mica de la sociedad y de la diferenciación interna en funciones requerida da, en su camino hacia la decisión, por caprichos personales, por rela-
para dicha diferenciación d inámica. Se debe tener en cuenta también el ciones aisladas o por intereses particulares personalmente cercanos a
incremento de la especialización en la relación con el exterior y el incre- los políticos. '
mento de la complejidad en el interior, que se ganan mediante la dife- Este ideal, que se corresponde con el ideal de la administración ple-
renciación dinámica. Han de considerarse, asimismo, las transformacio- namente determinada y que lleva a cabo leyes, deja abierto el modo en
nes en los problemas y las transformaciones, ligadas a estas primeras, en el que, en absoluto, acontezca algo, e:I modo en el que se llegue a una ela-
las posibilidades de resolver los problemas -cuyo dominio solo queda boración alteradora de informaciones, a una reducción de complejidad.

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POLÍTICA SI T UACIÓN DEL ENTORNO. LENGUAJE E I ND EPENDE N C I A D E LA POLiTICA

Se expone así, fundamentalmente, un ideal estático; y el lo, narnralmente, requiere una comunicación en sentido contrario; en todo caso así ha de
para ocultar la dinámica. En su estatismo, el ideal tiene la importante fun- ser cuando, en condiciones de una complejidad muy elevada, no puede
ción de simbolizar la existencia de todo el sistema político corno sedimen- haber seguridad alguna acerca de cuál es el mensaje que se espera, cuál va
tación de la vo luntad popular. Despierta con ello confianza po lítica, da a «llegar» o cuál puede tener éxito. Ya la exposición de aquella simbólica
una sensación de seguridad y de que los acontecimientos son contro- de la dirección dominante de la comunicación se enreda en este dilema.
lables' ; pero no se puede emplear como análisis de la realidad. Viene comunicada de vuelta hacia el público, en sentido opuesto y, con
Una consideración más detenida muestra que este ideal de la demo- ello, se hace de ella un rendimiento que entra en contradicción consigo
cracia en modo alguno se toma de la nada, sino que, en cierto modo, está mismo. Los políticos que se han estilizado muy acentuadarnente como re-
en conexión con la realidad, aunque la abstrae selectivamente. Subraya y presentantes del pueblo pueden, justamente por ello, dejar de ser dignos
absolutiza la dirección dominante de la comunicación del sistema político. de confianza.
El valor simbó lico de esta exposición del ideal descansa e n el dominio Esre mismo dilema se encuentra e n otros rendimientos comunicati-
de esta dirección de la comun icación desde e l pueblo hacia la administra- vos de la política. Es sistém icamente típico de ella. Continuamente la co-
ción, pasando por la política, y de nuevo de vuelta hacia el pueblo. Sobre municación expuesta tiene como meta inducir decisiones correctas de la
este dominio descansa,_pues, la idea de un control fi able y no restringido administración según la vo luntad del público y por su interés. No obs-
de los acontecimientos. No puede pasar Jo que el pueblo no quiere. Es esta tante, la exposición misma busca obtener la confianza y apoyo poiíticos
una importante noción de la garantía y seguridad que hace de sí mismo el a través del público; y muy frecuentemente, buscan crear la voluntad que
sistema político después de que se haya desprendido de fundamentos re- ella misma presupone. En el proceso d e la generació n de la exposición,
ligiosos. Cuidar y mantener esta simbólica es un elemento esencial de la estas dos orientaciones hacia metas - que no rara vez resultan contra·
política misma, una contribución, apenas sustituible, al cumplimiento de dictorias- deben ser llevadas a un equilibrio.
su función . Ya no hay política abiertamente no democrática. Con ello, la Típicamente, esta política se encuentra inserta entre sus dos fronteras
política se somete a la dirección dominante de la comunicación, a l menos de sistema, con la administración y con el público, y por consiguiente se
en lo que profesa de sí misma. ve necesitada de hablar un doble lenguaje, cuando no de actuar con d oble
Sin embargo, la comunicación unilateral, en tanto institución perma- moral. Ambas fronteras exigen de la política diferentes modos de comu-
ne nte, no es instituciona lizable. Ya el exceso de comunicaciones que ad- nicación, según su estilo y contenido. Así, la administración ha de ser pla-
vienen a los políticos le da el rol decisivo de realizar la comunicación, de neada y el público ha de ser tranquilizado. La administración necesita
llevarla a efecto. De ninguna manera puede absorber, o siquiera e laborar, mensajes que sean apropiados como premisas de decisión y que puedan
todo lo que le se le trae. Su atención selectiva queda puesta en marcha integrarse en un encaje ya existente de programas de decisión sin que su r-
como filtro de l proceso de comunicación; y obviamente no puede ser diri- jan dificultades demasiado grandes. El público necesita mensajes que con-
gida y manejada mediante las informaciones que advienen sino solo a tra- figuren y confirmen identificaciones simbólicas (como sustirnto de satis-
vés de las disposiciones y convicciones ya disponibles. El político, por facciones que se consumen inmediatamente) y que permitan asi mismo s u
consiguiente, apenas configura sus convicciones a partir de los mensajes integración en el encaje de símbolos disponible de la cultura política, esto
procedentes del público. Debe estar ya convencido para que las infor- es, que citen los valores reconocidos. Para poder combinar todo esto,
maciones puedan siquiera llegar a él y ser recordadas por él en situacio- la política se sirve de un lenguaje que le es propio 3 y que posibilita vin-
nes de decisión 2• Asimismo, para mantener en marcha el flujo de la co- culaciones ricas en sentido entre ambas exigencias. •Un esquema acredita-
municación, y para mantenerlo dentro de unas fronteras con sentido, se do para este fin es, por ejemplo, la exposición de algo como algo: de
gastos en armamento como contribución para asegurar la paz, de pa-
l. Desd e la perspectiva de un acto ceremonial, esta simbó lica es analizad;1 por trocinios personal-políticos como medidas para asegurar una dirección
M. Ede lman, The Symbolic Uses o( Po/itics, Urbana ([L) 1964. Cabe comparar con
R. Smend (Ver(assimg und Ver(assungsrecht, 1928, reimp. en Íd., Staatsrechtliche Abhand-
lungen und andere Au(siitze, Berlín, 1955, pp. 119-225), q uien describe fenómenos simi- 3. C(. H. D. Lasswcll, N. Leites et al., Langttage o( Poli tics: Studies in Qua11titative
lares desde la perspectiva de una constirución de realidad espiri cual. Semantics, C.imbridge (MA), 1949. Véase, asimismo, e l análisis del lenguaje po lítico en
2. Véase, a este respecco, R. A. Bauer, l. de Sola Poo l )' L. A. Dexter (eds.), Ame- M. Edelman, op. cit., pp. 114 ss. Ede lman ve, empero, la función del lenguaje político
rican Business and Public Policy: The Po/itics o( Foreig11 Trade, Nueva York (NY) , 1963, en una coordinación de la vivencia de mass a11die11ce y pressure groups, no en una media-
pp. 415 SS. ción enrre público y administración.

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SITUACIÓN DEL ENTORNO . LENGUAJE E I NDEPENDEN CI A DE LA POLÍTICA
POL Í T I CA

democrática de la. administr~ción, de racionamientos y asignaciones de mire, en último término, a un problema de tiempo, a saber, a que no to-
cuotas ~omo rnedtos .necesarios para asegurar la independencia nacional, das las necesidades pueden ver aplazada su sacisfacción 6 •
de subs1d1os a los agnculcores corno medidas para la mejora de la estruc- Mediante el aplazamiento de las necesidades, cabe alcanzar una cierta
tura agraria o, en términos más generales, de subvenciones como mejoras separación entre medios y fines en tanto d iferentes estaciones de un pro-
estructurales .. Es ~l c~so también de los aumentos de sueldo para los ceso causal que lleva tiempo, con el resultado de que ambas estaciones
profesores umvers1tanos como fomento de la ciencia, del establecimien- pueden ser variadas en referencia mucua7 • Se pueden realizar fines esta-
blecidos con medios diferentes y variablemente puestos el uno con el otro
to de u.n ~uevo ,departam,ento como co~cribución a la simplificación de
o el uno tras el otro. Y se puede, a la inversa, establecer y modificar fines
~a adm1mstrac1on, etc. Formulas abreviadas como adaptación a ... , me-
JOra de .. . , contribución a ... , asegurar el. .. , sirven al mismo fin y a des- en relación a un potencial d isponible. De este modo pueden descompo-
viar !a atención. Sin embargo, también hay comunicaciones específicas de nerse combinaciones de necesidades demasiado compactas y funcional-
frontera. Las reuniones de comité no abiertas al público pueden insertar- mente difusas, satisfaciendo así con mejores posibi lidades la adaptación
se plenamente, según las circunstancias, en la planificación de la adminis- a lo que viene dado.
tración, al tiempo que un discurso ante la convención anual de la liga de Por otro lado, estas perspectivas instrumentales no permiten ser lle-
empresas_ p_uede estar e1~teramente dedicada a nombrar y jurar los símbo- vadas al extremo. En la medida en que, como sistemas, se orientan ins-
los y estnb11los de esta liga. Una cierta comprensión de la conexión entre trumentalmente hacia efectos alejados en el tiempo -esto es, en refe-
rencia a fines- se presentan problemas actuales como consecuencia de
esc~1~a y afir':1~ción debe quedar supuesta. En todo ello, sin embargo, un
polmco tamb1en ha de comprometerse a un mínimo de consistencia en sus todo ello. La solución a estos problemas no puede ser aplazada junto con
declaraciones. Hace bien, por tanto, en los contactos específicos de fron- los efectos. Sobre todo, no pueden aplazarse las soluciones a los pro-
tera, en in~aginarse los representantes de las otras fronteras como oyentes blemas del mantenimiento del sistema en el tiempo que media hasta la
mudos, as1 como en prestar atención a los límites de su tolerancia. consecución del fin, así como tampoco pueden hacerlo las soluciones al
· Llevado a una fórmula general de teoría de sistemas, se trata en este problema de la formación de confianza. Así pues, en lugar de la satisfac-
coníl icto de la distinción entre aspectos de la acción, o necesidades del sis- ción inmediata, debe crearse la certeza de que el esfuerzo y la paciencia
tema, instrumentales y expresivos4. En la relación con la administración merecen la pena y de que el futuro se presentará tanto más satisfactorio .
domina el estilo de c?municación instr~tmental que planea el futuro leja- Esto puede ocurrir, en gran medida, mediante procesos configuradores
no; se trata .de un estilo .que est~blece cter~os puntos de referencia para el de símbolos y mediante procesos de identificación. Sin embargo, en todo
comportam1enro posterior en c1rcunstanc1as altamente imprevisibles. En caso, ha de dedicarse una parte de las fue rzas a estas necesidades per-
d
relación con público, es .cucst!ó.n_ de dirigirse a -y fortalecer- dispo-
manentemente agudas que surgen como consecuencia del aplazamien-
to de fines -una parte que queda sustraída a la inmediata prosecución
s1c10nes emocionales y a d1spontb1lidades para la acción o la espera soli-
dificadas en símbolos. '
La distinción entre variables instrumentales y expresivas - desarro-
llada en .la investigación de grupos pequeños, empleada especialmente o( Socio/ogy 66 (1960), 54-59; A. Enioni, A. Comparative Analysis of Complex Organi-
zatio11s: 011 Powcr, /n110/vc111e11t and Their Corre/ates, Nueva York (NY), 196 l, pp. 91 s.
en 1~ sociología de la fami lia y adoptada por Parsons en la teoría general y passim; Íd., •Dual Lcadership in Complex Organization»: American Sociologic.al Rc-
de sistemas- no está suficientemente aclarada en sus fundamentos'. Re- view 30 ( 1965), 688-698. Cf., asimismo, la distinción, tomada de Durkheim, entre varia-
bles de problema instrumentales y consunrivas, con cuya ayuda construye el problema sis-
témico de su teoría de la acción. Es el caso, por ejemplo de T. Parsons, «General Theory
. 4. ~n un sentido similar disringue S. M. Lipset (Soziologie der Demokratie, Ncu·
in Sociology», en R. K. Merton, L. Broom y L. S. Cottrell (cds.), Sociology Today, Nueva
w1ed/Berlt'.1'. 1962, pp. 70 ss.) entre la capacidad de función y la legitimidad de las inscicu-
c1ones pohncas. Igualmente se pronuncia Th. Ellwein, Einfülmmg in die Regierungs- ,md York (NY), 1959, pp. J-58 (5 ss.).
6. Así lo afi rma también en principio Parsons. Cf., por ejemplo, «The Poinr of View
Verwaltungslehre, Sturrgarr, 1966, p. 17 1.
of che Aurhor•, en M. Black (cd.), The Social Theories o( Talcott Parsorzs, Englewood Cliffs
5. Algunas referencias bibliográficas: R. F. Bales, I11teractio11 Process Analysis: A
Method for tbe Study o( Smal~ Groups, Cambridge (MA), 1951 ; T. Parsons, R. F. [~a les (NJ), 1961, pp. Jl 1-363 (324).
7 . Apter pa rece rener presente un aspecto similar de la distinción enrre valores con-
Y E. A. Sh1 ls, Workmg Papers m the Theory o( Action, Glencoe (lL), 1953; T. Parson s y
sumivos e instrumentales cuando se atiene a la scparabilidad de fines y medios en el caso de
R. F. Ba~es, Fa,m/~, S0c1altzat1on and lnteraction Process, G lencoe (IL), 1955; Ph. E. Slarer,
una orientación instrumental. Cf. D. E. Apter, The Política/ Ki11gdom in Uganda: A Study i11
«Role D1~ferennat1on 111 Small G ro upso: American Sociological Review 20 (19 59), J00-31 O;
Burea11cratic Nationalism, Princcron (NJ), 1961, p. 85, e Íd., The Politics of Modemizatio11,
J. W. Th1b~u,t y H. H. Kclley, The S?cial Psychology o( Groups, Nueva York (NY), 1959, Chicago/Londres, 1965, p. 85.
pp. 278 ss., 1h. M. Marcus, «Exprcss1ve and Insrrumenral Groups~: The American Joumal

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POLITICA SITUACIÓN DEL ENTORNO , LENGUA JE E I NDEPENDENCIA DE lA POLÍTICA

de los fines 8- . Si traducimos esras consideraciones desde el tradicional corno del sistema social. Indican diversas estrategias de adaptación al
lenguaje antropológico de las necesidades y su satisfacción al lenguaje enromo de un sistema. Presuponen, pues, si han de ser separadas, una co-
cibernético de la reducción de complejidad, entonces estas pueden tam- rrespondiente diferenciación del entorno. Si un sistema quiere emplear
bién ser formuladas diciendo que no toda complejidad puede ser reducida estrategias de reducción instrumentales y expresivas, si qu iere hacer uso
con modos que remiten al largo plazo y dan rodeos (esto es, modos que de estrategias de largo plazo y que dan rodeos junto a otras que son sim-
son ellos mismos complejos) sino que, junto a ellos y complementariamen- ples e inmediatamente efectivas, entonces su entorno debe estar ordena-
te, ha de haber formas de reducción drásticas y cortocircuitadas, que esta- do de tal manera que un ámbito parcial se muestre más receptivo hacia
bilicen a los anteriores de manera indirecta. El problema ante el que nos aquellas estrategias mientras que otro lo haga hacia estas.
encontramos, pues, es un problema de diferenciación y de puesta en con- Mientras que es típico de los grupos pequeños el que se separe de este
tradicción de medios de reducción. Con la introducción de medios de re- modo entre el entorno de los miembros y e l de los no miembros -así
ducción complicados e indireccos, parece crecer igualmente la necesidad como el que, separados, sean reducidos- tenemos que, en la política, las
de formas de reducción inmediatamente actuales que operan de forma necesidades socioemocionales de los políticos entran de nuevo en escena.
contrapuesta a los primeros. La separación entre necesidades instrumen- Su satisfacción, quizás proporcionando un alto estatus y una significación
tales y expresivas, entre aspectos de la acción o simplemente roles que se pública, es un aspecto de la adaptación del sistema político a su entor-
encuentren en órdenes sociales complejos, es una posibilidad, no de solu- no de sociedad. Sobre todo, es un aspecto del atractivo y la ocupabilidad
cionar dicha contradicción pero sí de hacerla al menos tolerable. de los roles políticos. Dentro del sistema político en sentido riguroso, la
Si se ha de emplear esta distinción de variables instrumentales y ex- distinción entre funciones instrumentales y expresivas es principalmente
presivas en el ámbito de la política, entonces previamente tiene que des- em{Jleada, por el contrario, para diferenciar e integrar las relaciones de la
cartarse un malentendido al que tiende la orientación socio-psicológica política con la administración y con el público. Una vinculación entre co-
de la investigación de grupos pequeños y que incluso ha afianzado. La municación instrumental y expresiva le ofrece a la política la posibilidad
distinción no puede ser equiparada con la oposición entre interior y ex- de influir en el público sobre la administración dando un rodeo y en el
terior, de manera que se entienda esta como si las variables insrrumentaJes largo plazo. Todo el lo al mismo tiempo que se obtiene un apoyo político
estuviesen al servicio de la adaptación al entorno según fines, mientras de forma inmediata, sin que se dependa de un feedback a la decisión de la
que las variables expresivas, por el contrario, servirían a la estabi lización administración, de una reacción objetivamente adecuada del público a
interna de un sistema9. Más bien, ambas variables se relacionan con el en- la administración.
En la relación con la administración, la política meramente puede es-
tablecer premisas para decisiones vinculantes. Esto es, solo puede decidir
8. Una buena exposición de csce dilema a partir del ámbito de la sociología de las acerca de decisiones que luego habrán de ser tomadas (o, también, no to-
organi7,aciones se encuentra en Ch. Perrow, •Organizational Prestige: Some Functions and madas) en un encaje muy complejo de t0mas en consideración y de exá-
Disfunctions•: The American Journal of Sociology 66 (1961), 335-341; E. Goffman, The
Presentation of Sel( in Everyday Life, Carden Ciry (NY), l l959, p. 33, habla de un dilemma menes de contingencia, con unos contenidos individuales y unos efectos
of expression versus action general. Se encuentran observaciones en este sentido también en que los políticos apenas han de considerar. Sus decisiones son ajustadas
P.M. Blau, The Dynamics of Bureaucracy, Chicago (IL), 4 1963, pp. 155 s.; P. B. Clark y en cadenas de miembros intermedios largas y complicadamente entrete-
J. Q. Wilson, «Incentive Systems: A Theory of Organi1.acion»: Adminislrative Science Quar- jidas; y solo entonces son remitidas a l público. Y según el tipo de progra-
terly 6 (1961), 129-166 (144); A. K. Cohen, «The Sociology of che Deviant Act: Anomie
Theory and Beyond•: American Sociological Review 30 (1965), 5- l 4 (12 s.). ma, su efecto inmediato es más o menos indeterminado, por no hablar de
9. Esta es la concepción de la investigación en grupos pequei'1os, que considera la los efectos a largo plazo. Ahora más que nunca encontramos que solo
satisfacción de las neces idades socioemocionales de los miembros de los grupos como un en casos muy aislados le es al público posible atribuir las in tervenciones
prob lema interno de los grupos. Con ello se presupone tácitamente que un grupo consiste y distribuciones -que llegan a él por estos caminos indirectos y múlti-
en personas -junto con sus necesidades personales concretas- y no en coles. Se mua de
una concepción que, en la teoría socio lógica de sistemas, es visea desde hace tiempo como plemenre sinuosos- a una línea política determinada, a un partido o si-
insostenible y que ha sido abandonada. Si pasamos a la teoría de los sisrem:is de roles, en- quiera a un político; y por ello solo raramente le es posible sancionar el
ronces resulta inevitable considerar también la satisfacción, en cada caso, de una p:irte de comportamiento político mediante decisiones en su voto. Esta posibilidad
las necesidades socioemocionales de los miembros, como un problema externo del grupo,
un problema ligado al entorno. La diferenciación de variables expresivas e instrumentales
se presenta, entonces, como lLDa diferenciación funcional ligada al entorno, que puede llevar entorno, por ejemp lo mediante la distinción entre miembros y no miembros, ofrece puntos
a una d iferenciación esrrucrural de modos de comunicación, o incluso de roles, cuando el de referencia para ello.

224 225
SITUACIÓ N DEL EN T O RN O. LENGUAJE E I N DE PEND E N C IA DE LA P O LÍ T ICA
POLÍTICA

de una acción conforme a sentido en la dirección de la comunicación do- aseguradas con otras abiertas y aún inc iertas encuentra su problemárica,
minante en el sistema político no está, con todo, bloqueada. Sigue exis- por tanto, no en una relación lógica u objetiva. Se trata, al igual que en e l
tiendo pero, a la vista de sus dificultades, e l sistema político -tan pron- caso de la determinación de lo indeterminado o de la reducción de com-
to como se sobrepasa un cierto umbral de complejidad- necesita formas plejidad, de un problema de tiempo 15 • Es necesario que un futuro , que
complementarias y funcionalmente equivalentes de formar y mante ne r el permanece lo suficientemente indeterminado , quede asegurado en medi-
apoyo político; y las encuentra e n una relación de comunicación expre- da suficiente como seguramente actual. iY actual significa aquí no suceder
siva y abreviada entre política y público, la cual permite configurar un una sola vez, sino a cada momento! Si el futuro debe permanecer abierto,
apoyo político a través de procesos configuradores de símbolos 1°, vincu- entonces se requiere un continuo rendimiento del asegurarse que opere
ladores de sentim ie ntos e identificadores. Todo ello sin estar a la espera de un modo inmediatamente actual. La acción se sitúa, entonces, some-
del inseguro feedback a las decisiones de la administración. 1¡ tida a discrepantes exigencias relativas a aplazar decisiones y satisfaccio-
Con una creciente complejidad y sinuosidad del actuar y con una cre- nes, al tiempo que, sin embargo, quedan aseguradas ya de modo actual1 6 .
ciente necesidad de tiempo, crecen igualmente, con ello, ta mbién las exi- Este problema no lo resuelve un político confiado en que el futu-
gencias de soportar estados de cosas ambivalentes, polisémicos e incier- ro le dará la razó n. No es él sino el público quien ha de confiar en él. La
tos11. La tolerancia de la ambivalencia es, sin embargo, una disposición garantía y seguridad de una confianza política continua no puede que-
psíquica difícil y necesitada de apoyo 12. Su difusión en el público solo pue- dar confiada excl usivamente a la satisfacción futura. Cuando menos, el
de quedar presupuesta dentro de unos lími tes muy estrechos; y en todo buen fin debe ser expuesto ya actualmente y ya en él ha de ser alabado
caso necesita un apoyo a través de estructuras consolidadas en cuyo marco y convertido en asunto de convicción general. Cuantas más posibilidades
esta tenga sentido. Si dicho apoyo falta, hay un gran peligro de que la deba dejar abiertas el futuro, tanto más complejo es el ámbito de actua-
ambivalencia sea considerada como incertidumbre y de que «se reduzca ción y con tanta mayor fuerza resulta diferenciado dinámicamente el sis-
a sí misma» en fo rma de movimientos políticos incontrolables 1.l. tema político como un todo. La motivación en virtud de un fin común
La seguridad que capacita para tolerar situaciones ambivalentes y fracasa, e ntonces, porque no puede subsumir ya bajo este fin codas las
provisionalmente abie rtas solo puede ser, en tanto tal seguridad, una vi- posibilidades y porque esras no pueden ya queda r programadas mediante
vencia actual, presente 14 • La relación entre estructuras de sentido fijas y dicho fin. Y, naturalme nte, fracasa la tradición como fundam ento de
roda seguridad en romo a la acción. Las exigencias de la acción de tipo
instrumental -o que, e n general, planean el futuro- por un lado, y
1O. , Algo sim ilar quiere decir D. E. Easton con su d istinción enrre speci(ic y diffuse sup-
port, cf. Id., A System Analysis o( l'ol11tcal L1fe, Nueva York/Londrcs/Syd11ey, 1965.
11. Esto lo recalca también R. E. Lane, «The Decline oí Policics a nd Ideology in a 15. Una comp rensión adecuada de este problema presupone una teoría del tiempo
Knowledgeable Society•: American Sociologica/ Review 31 (1966), 649-662 (655 ss.). como reducció n de complejidad que aquí no se puede exponer. En codo caso, se bloquea
I 2. Cf. E. Frenkel-Brunswik, «lntolerance of Ambiguiry asan Emocio nal and Pcrccpcual el acceso a este problema si se contraponen, si guie ndo la concepción d omi nante, las es-
Personaliry Variabb:}011ma/ o(Personality 18 (1949), 108-143; P. R. Hofstiitter, Ein(iíhru11g tructuras y los procesos como lo objetiva rnenre fi jo y lo objetivamente flu yente, puesto
i11 die Sozialpsychologie, Scurrgart, 1959, pp. 160 ss. [lntrod11cción a la psicología social, Luis que entre estas dos objetivaciones se escapa la esencia del riempo. En lugar de esro, ha de
Miracle, Barcelona, 1966]. También en la literatura de la sociología de las organizaciones se distinguirse entre exisrencias que perduran y acontecim iencos. Las existencias que perdu-
presta crecientemen re atención al carácter problemático dt' las situaciones ambiva lentes. Es ran son identificadas a través de la duración del presente, co n independencia del cambio
el caso, por ejemplo, de M. Dalcon, Me11 Who Ma11age, Nueva York/Londres, 1959, cspec. de los puntos temporales. Son siempre solo actuales y, en este sentido, son seguras. Los
pp. 243 ss., qu ien ana liza e l rema desde e l punro de visea de las cualidades para d lide- acontecimienros tienen su principio de ide nridad e n un punro tempora l al que se aferran,
razgo. Es el caso, asimismo, de M . Crozier, Le phé110111e11e b11reaucratiq11e, París, 1963 [El con independencia de que el avance del presente haga que el futuro se convierta en pasa-
fenómeno burocrático, rrad. de E. Abril, Amorrom,, Buenos Aires, 19691 desde el punto de do. Solo mediante el carácter contrad ictorio de esta identificación, donde cada elemenro
visea dd poder. Desde la perspectiva de una carga para el compo rtamiento general y estruc- presupone la variabi lidad del otro, surge la imp resión de que e l tiempo fluye. El tiempo,
ruralmenre determinada, c f. R. L. Kahn, D. M. Wolfe, R. P. Quinn y D. J. Snoek, Orga11i- empero, es el acontece r de las existencias que perduran. En el caso del problema que rrata-
zatio11al Stress: Studics in Role Con(lict aud Ambigiiity, Nueva York/Londres/Syd ney, 1964. mos en este texco, se trata de darle una forma a las existencias aseguradas acru alm enre, que
13. Sobre la red11ction o( ambiguity median te la conducta co lectiva, véase N. J. Sme l- les haga tolerab le una gran medida de inderern,i nació n y apertura de los acontec imientos
ser, Theory o(Collective Behavior, Nueva York (NY), 1963, pp. 81 ss. [Teoría del compor- -e n definitiva, de comp lejidad-. De este modo, se incrementa la com pl ejidad que reduce
tamiento colectivo, FCE, México O. F., 1989); y para un ejemp lo en panicular, cf. O. Rams- el ~flujo d el tiempo•.
tedt, Sekte 1.111d soziale Bewegung: Soúologische Analyse der Tiiufer i11 Münster (1545/JS), 16. Maurice Duverger señala, en una observación durante una d iscusión, •q ue en
un país debe haber d os circuitos de confianza, un ci rcu ito medial y un circuico en el que
Colonia/Opladen, 1966.
14. En esre senrido tenemos algu nas observaciones acertadas en G. H. Mead, The las personas rengan la impresión de esrar cercanas a l plano de gobierno» (en L. H amon y
Philosophy o( the Act, Ch icago (IL), 19.18, p. 175. A. Mabileau [eds.], La pcrso11nalisation du pouvoir, París, 1964).

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POLÍTI C A SI TUACIÓN DEL EN T ORNO . LENGUAJE E INDEPENDENCIA DE LA POLÍTI C A

las exigencias de tipo expresivo - que aseguran el presente-, por otro, ción dominante. Esto quiere decir que no puede ser expuesta y practicada
entran pues en abierta confrontación mutua. La aclaración de los símbo- abiertamente como problema. La simbólica de la dirección de la comuni-
los no sirve, sin más, al esclarecimiento de los programas de la adminis- cación dominante finge que la política solo tiene su input por medio del
tración. Más bien, resulta típico que la aclaración deba contar con ha- pueblo y que transmite su output (micamente a la administración. Esto es,
cer que algo no quede claro. Frente a este dilema, la expresividad y la finge que la diferenciación temporal en input y output coincide exac-
garantía simbólico-emocional del presente han de ser planeadas y orga- tamente con la diferenciación social de diferentes entornos. Visto de esa
nizadas de tal manera que no obstruyan el futuro. Las exposiciones po- manera, la diferenciación temporal entre input y output no podría ser em-
líticas se convierten entonces en un problema y la política ha de ser orga- pleada en ganar tiempo para una mediación entre entornos diferentes;
nizada como un sistema particular que, entre otros, pueda resolver este el consumo de tiempo de la política sería así, en todo caso, una pérdida
problema de la producción de exposiciones. Para ello, debe prepararse de tiempo condicionado por la técnica de comunicación. En la simbóli-
para un comportamiento decisorio selectivo, ha de poder aprender y tie- ca de la dirección de la comunicación dominante no hay lugar previsto
ne que afianzar sus propias fronteras. En la protección de estas fronte · para una política que decide libremente. Esto no es casual y tampoco
ras, ha de seleccionar racionalmente los símbolos emocionalmente pro- Jo es por falta de conocimiento. La simbólica está al servicio de la se-
picios, debe calcular exhaustivamente su querer espontáneo y tiene que guridad del sistema político en su conjunto; y por consiguiente ha de
producir sus exposiciones. En pocas palabras, ha de obrar contradicto- negar el carácter de sistema de una multiplicidad de sistemas parciales,
riamente y, con ello, ha de poder satisfacer las exigencias contradictorias tanto de la política como de la administración. La subordinación de las
de sus fronteras. Solamente los sistemas tienen la capacidad de satisfacer exposiciones políticas a esta simbólica de la «democracia» es la ley es-
exigencias de carácter contradictorio, de memorizar experiencias y em· tructural de la política, que queda delineada mediante su pertenencia a l
plearlas de modo innovador, o de separar entre comunicaciones internas sistema político.
y externas. Y solo los sistemas pueden hacer todo ello de ral manera que Sin embargo, esta ley estructural no es ninguna fijación de la direc-
la producción de su exposición permanezca invisible y sin que resulte des- ción del flujo de comunicación concreto sino solo un conglomerado de
acreditada su capacidad de impresionar. reglas de la influencia en la administración (por ejemplo, de la ocupación
, Estas consideraciones pueckn resumirse en la noción de un necesario de puestos) y de la exposición simbólica de esta influencia, unas reglas
«cambio de liderazgo» de funciones específicas de frontera, el cual exige cuya observancia puede combinarse con otras necesidades. Hay suficien-
una formación de sisternas 17 • La política, una vez más, debe orientar su tes tácticas retóricas y expositivas que posibilitan una estabilización con-
comportamiento comunicativo hacia las necesidades de perfeccionamien- trafáctica de los símbolos. Aparee de esto, la distinción y vinculación de las
to de los programas de la administración y tiene que dirigirse al público, emisiones instrumentales y expresivas del comportamiento político ofrece
de n uevo, con una exposición ritual y que cuide los símbolos. Todo ello importantes posibilidades de combinación que hacen que la contradicción
con el fin de poder rendir cuentas a ambos entornos de manera alternati- casi desaparezca. Según la simbólica de la dirección dominante de la co-
va. Para ello, se requiere una cierta libertad de decisión acerca del cuán- mun icación, predomina la referencia de sentido instrumental, dirigida a
do y el cómo, que debe quedar asegurada sistémicamence. La diferencia- la administración. Lo que expone lo elige típicamente la política a par-
ción del entorno, como hemos visto antes 18 , es una condición previa de tir de la reserva de temas de la administración. Habla, así, de reducción de
la autonomía del sistema. Sin embargo, el la exige igualmente que la auto- impuestos, de construcción de escuelas, de la protección de los precios
nomía sea utilizada. de la leche o de leyes de prensa. El cómo expone ella estos remas ofrece,
Sin embargo, la libertad para tal cambio de liderazgo de funciones además, suficientes ocasiones para exhibir una solidaridad actual con el
específicas de fronteras no viene dada arbitrariamente. Más bien, que- público en valores y símbolos. El «qué» domina al «cómo»; el tema al
da estructurada mediante la simbólica de la dirección de la comunica- esti lo. En todo caso, así es en la exposición. Pero en la producción de la
exposición, sin embargo, se puede escoger el tema en referencia a cuá-
17. Hablamos del «cambio de liderazgo• de las funciones en conexión con A. Ge- les son las oportunidades que proporciona para un ritual correcto, para
hlen, Der Mensch, Bonn, 61958, pp. 360 s. [El hombre, Sígueme, Salamanca, 1987]. Este rendir cuenta de todos los valores relevantes sin que haya perturbacio-
autor remite la relativa independencia de las capacidades humanas de acción respecto de im- nes, para un juramento de símbolos importantes o, incluso, para derro-
pu lsos y entornos específicos al hecho de que el ver, el apresar, e l oír, ecc., se pueden dirigir
e l uno al otro de fo rma alterna.
ches de maestría. El ,,qué» fija la atención, el «cómo» abriga más incons-
18. Cf., supra, capítulo 10. cientemente; y justo por ello el «qué» puede ser empleado para fijar la

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POllTICA

atención y distraer así <le! modo en que se encuentr:i en tensión respecto


de los procesos formadores de símbolos y fijadores de sentimientos.
Con estos esfuerzos, la política intenta superar su propio partidismo y
mostrarse como catalizador de la amalgama de voluntad pop11lar y de-
cisión de la administración, mostrándose, con ello, como legítima. Pero
esta mera, como se ha mostrado, exige de ella rendimientos que no pue- 20
den ser legitimados junto con ella. Como sistema, no puede ser lo que
no debe efectuar. Así, depende de que sus exposiciones de símbolos pue- RACIONALIDAD DE LA POLÍTICA
dan, de hecho, crear y vincular senrimientos. O bien, depende de que, con
análisis sociológicos y con la revisión de sus exposiciones, crezca, al mis-
mo tiempo, la comprensión de esta situación trágica.
Los sistemas políticos de órdenes sociales modernos y fuertemente di-
ferenciados hace tiempo que han sobrepasado aquel umbral de compleji-
dad a partir del cual deben quedar separados los procesos políticos de la
administración y d público y han de ser organizados en forma de sistemas.
Las comunicaciones políticas tienen, pues, una perspectiva interna, según En la complejidad indeterminada del ámbito de las posibilidades de ac-
la cual son producidas, y una perspectiva externa, en la que son expuestas. ción políticas, el análisis funcional <le la política no solamente encuentra
La discrepancia de estas perspectivas y su resultado, un simbolismo ma- su problema de referencia. fate problema determina también lo que en
nipulador, posibilitan una combinación de procesos selectivos desde di- la política puede ser considerado como racional y correcto. Son racionales
ferentes puntos de vista que refuerzan el carácrer selectivo. Este refuerzo los rendimientos si resuelven los problemas sistémicos y en la medida en
del carácter selectivo resulta inevitable en sistemas altamente complejos. que lo hacen, comribuyendo con ello al manrenimienro del sistema. Los
Como en la administración han de programarse normas y fines, esto sig- p~o?lemas de la política son distintos a los de la administración, sin per-
nifica que también debe decidirse sobre premisas de decisión, por lo que 1u1c10 del hecho de que ambos tipos de problemas deben ser superados
también en la política han de valorarse valores y han de exponerse símbo- en el sistema político. La racionalidad de la acción política no puede, por
los. No hay ya d erecho natural, sino que, más bien, todo ha de ser llevado tanto, ser equiparada con la racionalidad de la decisión de la administra-
a esta función, so pena de exclusión de otras posibilidades. Y esto quie- ción. Tampoco permite ser medida con ayuda de los criterios de raciona-
re decir: mediante una conexión consecutiva de procesos selectivos que lid~d de. ta administració~ o subordinarse a ellos en el sentido de que la
operan con criterios diferentes. rac10nalidad de una política pueda ser leída en la justicia de la decisión
Si ha de mantenerse un nivel tan alto de complejidad, entonces no de la administración que ella trae consigo. La política no tiene a su dis-
hay elección respecto de esre asunto. Sin embargo, con esto no hay nada posición tantos puntos de referenc ia fijos para calcular la consistencia ele
decidido acerca del contenido de los símbolos y de los programas de la la ~ecisión como los tiene en la administración. Más bien, la política sir-
administración que pueden satisfacer estas exigencias y modos de trata- ve ¡ustamence para crear estos puntos de referencia y para ponérselos a
miento. Tampoco quedan con ello delineadas -y menos aún determina- dispo!>ición de la administración en forma de premisas de decisión. Así,
das- las estructuras y modos de acción medianre los cuales puede ser ha de dudarse acerca de ~i la racionalidad de la acción política puede, en
organizado y hecho realidad un carácter sclecrivo de la política como el absoluto, ser concebida como consistencia de las decisiones'.
que hemos descrito. Solamente hemos ganado una representación algo La interacción de política y administración, que hemos tratado de
más exacta del problema de la complejidad política y del margen de sus concebir como un proceso de reducción de complejidad, ha sido hasta la
posibilidades de solución. La cuestión acerca <le cuáles son las variables
estructurales y los sistemas de partidos a través de los que puede que-
dar llenado este margen de maniobra es algo que dejamos para el próxi- l. Esro, \IO cmh.1rgo, <>curre con frecuencia. Véase, por eiemplo, B. Barry, />olitica/
Argume11t, Londres, 19_65, pp. 33 ss. Este .rntor mma de l,1 teoría económica el concepto
mo capítu lo. Y los c1cmplos de con~1stenc1a y lu ego los debilita. Una crítica pormenorizada y convin-
cente de esta rac1on:1hdad de la con~1~1encia en el ámbito de la política la encontramos en
Ch. E. Lmdblom, '111e lntell1gcnce o( Democmcy: Decisio11-Maki11g Tf1ro11gb M11tual Ad-
¡ustmeut, Nueva York/Londres, 1965.

230
231
RACIONALIOAO DE LA POLÍTICA
POLITICA

fecha, Ja mayor parre de las veces, prensada en un esquema unitario de partidistas consiguen eficaces posibilidades de simplificación adiciona-
racionalidad común y ha quedado expuesta con ayuda de la distinción les mediante el hecho de que pueden representarse la situación política
entre fines y medios. Así, la política establecería los fines y la administra- como una situación de lucha de los partidos enfrentados entre sí. La eli-
ción decidiría sobre los medios. Esta concepción es, sin embargo, insos- I minación de alternativas puede ser llevada a cabo, en parre, a través de la
tenible -como hemos vis ro en el capítulo 16- puesto que de ninguna lucha entre los partidos, esto es, por tanto, fuera de la organización del
manera puede la racionalidad de la administración quedar construida ex- partido en particular. Frence a ello, los sistemas monopartidistas depen-
clusivamente como una lógica de fines y medios; y sobre todo, es insos- den de que toda exclusión de alternativas sea llevada a cabo dentro de
tenible porque permanece enteramente sin aclarar cómo puede llegarse una organización de partido. Y en la medida en que para ello se requieren
de modos racionales a una decisión acerca de fines (aunque sea mediante luchas, dichos sistemas dependen de que esta exclusión de alternativas
la elección de estos fines como medios para fines superiores)2. se lleve a cabo so capa de una colegialidad, ideológicamente apropiada,
Y, precisamente, permanece sin respuesta la pregunta acerca de cómo de camaradas de partido. Las metas mismas de la lucha no pueden, enton-
la política puede llegar a determinaciones en un campo de posibilidades ces, ser tenidas por racionales 3 . Según cuál sea el sistema elegido, así se
extremadamente complejo. diferenciarán las fórmulas sustitutivas de la complej idad y los criterios de
El que para la racionalidad de la acción política pueda darse un pro- comportamiento racional. Debernos investigar de forma separada estos
blema de referencia necesitado de solución no significa que este problema dos tipos fundamentales con sus respectivas variantes (sistema multiparti-
solo pueda ser correctamente resuelto de una única manera. Hasta en el dista o bipartidista, y ambos con o sin proporción en el reparto de pues-
ámbito mejor estructurado de la adminisrración podíamos identificar dos tos de la administración, por una parte; y siscemas monopartidistas en
· tipos diferentes de programas en búsqueda de racionalidad, los cuales, to- sentido riguroso o con partidos dominantes o hegemónicos, por otra);
mados individualmente, eran incomparables. En la política, distintos sis- todo ello con el objetivo de poder compararlos desde el punto de vista
temas de partidos sostienen y realizan la absorción de incertidumbre. En de su racionalidad.
ello hay algo común que posibilita una comparación ligada a un proble- Un sistema multipartidista lleva la discrepancia entre partidismo y le-
ma. Sin embargo, los sistemas en los que esto ocurre pueden minimizar, gitimad, y con ello la complejidad de la política, a l espacio público y para
de diferentes modos, este problema y llevarlo a reglas de comportamien- solucionar esta contradicción inrroduce el mecanismo de la vocación polí-
to susceptibles de ser aprendidas o, incluso, a rutinas cotidianas. Para el tica en calidad de procedimiento de reparto de cargos entre los partidos
problema de obtener premisas para decisiones legítimas --dentro de un (en todo caso, de escaños en el parlamento, y ocasionalmente también de
procedimiento partidista y aún no legitimado de elaboración de informa- puestos en el gobierno o la administración). Para poder alcanzar un alto
ción- se debe encontrar, una vez más, una definición más restringida, grado de complejidad, renuncia a los elementos fundamentales de la uni-
una fórmula sustitutiva operacionalmente empleable. Dicha formula ha dad organizativa, a saber, a un sistema de valores común, a una organiza-
de capacitar para proporcionar mejores instrucciones de trabajo y prome- ción de dirección unitaria y a una garantía de decidibilidad de todos los
ter más consenso. Se debe perfilar con mayor precisión el modo en que conflictos -todo lo cual solo puede quedar garantizado en la burocra-
ello ha de hacerse. Esta condensación de problemas no puede ser destila- cia-. Igualmente, fundamenta la interdependencia de la acción política
da a partir del problema originario del exceso de complejidad. Presupone solamente a través de una parquedad artificialmente institucionalizada,
la formación de sistemas en el ámbito de la política de partidos y produce, precisamente la parquedad del acceso a l poder legítimo, un poder por e l
en este contexto, sus propias consecuencias y problemas resultantes, los que consiguientemente debe lucharse, o al menos negociarse, de acuerdo
cuales no son inmediatamente comparables con los de otros sistemas. a reglas determinadas 4 • De este modo, el comportamiento político que-
Los sistemas de partidos se distinguen estructuralmente en el estilo de da estructurado, en principio, como una lucha por cargos entre múltiples
la racionalidad anhelada, en primer término, según tengan abierto el acce-
so al poder legítimo a múltiples partidos o solo a uno. Los sistemas rnulti- 3. En la práctica, sin embargo, tampoco los sistemas monopartidistas pueden re-
nunciar al medio de reducción de la lucha. Se sienten permanenremence desafiados e in-
volucrados en la lucha. Y cuando no pueden ya imaginarse enemigos políticos en forma de
2. No resulta, por tanto, en modo alguno sorprendente que la delim itación de la oposicores por «hostilidad de clase•, • plutócratas• o «imperialistas•, entonces la política
polítioi y la administración según el esquema de medios y fines esté en estrecha conexión exterior se hace tanto más peligrosa.
con la concepción de que la política es una acción ~creadora» e irracional. Cf. las referen- 4. Desde un ámbito de consideración distimo, E. Lirwak y L. F. Hilton desarrollan
cias dadas anteriormente en el capírulo 4, nota 4. un modelo de relaciones entre sistemas que se aproxima al que hemos esbozado. Ci. Íd.,

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POLÍTICA
~ A C I ONALIDAD D E LA PO L ÍTICA

partidos, principalmente por un número fiíado de escaños en el parla- terios de éxito, hacerlos así unívocos y, en tanto criterios, sustraerlos de
mento, que periódicamente han de ser distribuidos de nuevo mediante la la controversia política. Cuál sea el resultado de una votación es por lo
elección política. general algo sobre lo que ni se duda ni se discute7 . Incluso las victorias
Dado que el sistema político y, en particular, su administración están electorales por la mínima son aceptadas por parte de los perdedores, a
dinámicamente diferenciados, la lucha política no tiene ya que desarro-
pesar del amplio alcance de sus consecuencias8. Asimismo, resulta lla-
llarse (como en la Edad Media) en corno al reparto de derechos de sobera- mativo que, en este sistema de partidos, hay dos problemas - la reduc-
nía. Ello significa que no tiene ya que desarrollarse en corno a su combi- ción de la complejidad y el cambio de quien detenta el poder- que por
nación invariable (relativa a la propiedad, hereditaria) con otros roles de
sí solos serían muy difíciles de solucionar pero que aquí se combinan de
la sociedad, sino solo en torno a la distribución de ventajas e inconve- manera que facilitan la solución de ambos problemas. La oportunidad
nientes disponibles mediante la administración de los derechos de sobe-
y el peligro del cambio de poder son los puntos de referencia respecto
ranía, los cuales pertenecen a una unidad social permanente, el «Estado», de los cuales los partidos establecen su táctica política, esto es, reducen
y están vinculados a puestos abstractos (cargos). Estos «puesros» han de
complejidad. Con ello, se ofrece una cierta prospectiva de que lo~ _pa r~i-
poder ser presupuestos. Deben quedar ofrecidos como pretextos para la dos salvaguardarán también la movilidad del poder como concepc1on sis-
lucha política. En esta medida, la política, como mínimo, depende estruc- témica, es decir, que se adaptarán a las condiciones para o btener o perder
turalmente de una burocracia estatal vigente 5 • Ello significa, entre otras el poder9. El proble ma del cambio de gobierno, e n tanto estructura ~I
cosas, que las competencias de los puestos por los que se lucha no han de proceso reductivo de elaboración de información, puticipa de su coti-
depender del número de votos favorables. Significa, por ejemplo, que no dianidad y puede, con ello, perde r su fuerza expl?s1va. El 111t~rcamb10
son dosificados según el número de votos en cada caso alcanzado sino que
de personas en posiciones dirigentes pue de ser considerado connnuarnen-
los puestos existentes solo pueden ser transferidos o no transferidos en ce de manera análoga a la alteración de programas y ser llevado a cabo
calidad de tales puestos.
según las reglas y resultados de la lucha política. Es más, P?rece que este
·: Bajo estas condiciones, la racionalidad de este proceder es la de un problema del cambio de gobierno, que deparaba tantas d1f1culcades a los
juego de suma cero bastante bien calculable puesto que la ganancia de un
sistemas monopartidistas, no queda tan bie n resuelro por los sistemas
partido es siempre, necesariamente, y en la misma medida, una pérdida
multipartidistas por cuanto llevan a cabo el cambio de poder frecuente-
para el otro 6 • Solo de este modo es posible, asimismo, cuantificar los cri- mente sin fundamento suficiente y, con mayor frecuencia aún, sin conse-
cuencias esenciales. ,
«lnterorganizarional Analysis: A H yporhesis on Co-ordination Agencies»: Administrative Los partidos que quieren aprovechar las posibilidades de cálculo ra-
Science Quarterly 6 {1962), 395-420. cional que les vienen dadas con este orden se pondrán como meta el cri-
5. Por lo demás, evidentemente, hay que considerar que un sistema <le partidos
como este presupone una administración que organiza y lleva a cabo estas elecciones, y terio de su éxito la vicroria en las elecciones y la obtención de escaños;
cuya neurralidad política, a l menos en este contexto funcio nal, no ofrece lugar a dudas. y subordinarán ~tras consideraciones a esta meta. Por ejemplo, elegirán
Llevar a cabo ambos presupuestos - la insrirucionalización de los c riterios de éxito y la
implementación de una ad ministración neutra l respecto de la política de partidos- con-
lleva grandes dificultades para numerosos países en vías de desarrollo. Sobre las d ificulta-
7. El sign ificado de esta univocidad de la decisión queda pa rri cularme nce puesto de
des específicas de poner en obra elecciones e n los países en vías de desarrollo, cf. J. J. Ma-
rel ie,·e po r T . Parsons, .Th e Pol itical Aspccc of Social Strucrure and Process•, en D. Eas-
quee y M. d'Hertcfclc, Elections en société féodale: Une ét11de sur l 'introduc'.ion dtt vote
ton {ed.), Varieties o( Political Theory, Englewood Cl iffs (NJ}, 1966, pp. 71-112 (8~ ss. ).
populaire au R11a11da-Un111di, Bruselas, 1959; W. J. M. Mackenz1e y K. Robmson (eds.),
Five Elections in Africa, Oxford, 1960; T. E. Smith, Elections in Developing Cotmtries: A 8. La victoria clccroral d e Ke nnedy, por muy estrecho margen, e n las eleccio nes
Study o( Electoral Procedure Used in Tropical A(rica, South-East Asia and tlie British Ca-
presidenciales de Estados Un idos e n 1960 fue accpt~da por e l d errota do Parri1o _Re~ubli -
cano a pesar de tener ante sí considerables opo~tun1dades de 1m~ugnar las.~racucas y _re-
ribbean, Londres, 1960. En codos estos casos, los aucorcs se apoyan en las experiencias
sultados elecrora les e n determinados estados. S1n cmb~rgo, una 11npugnac1on como esta,
de las adm in istraciones colon ia les. Los prob lemas actuales en los Estados de América del
que habría llevado a producir inseguridad a largo plazo, hubi era sido, a unque legalmenre
Sur son otro ejemplo. Cf., asimismo, C. O'Leary, T/Je Elim ination o(Corrupt Practices in
British Elections 1868-1911, Oxford, 1962. posible, una infracción de las reglas de juego y hubiera quedado en susp~nso. .
9. El que hayan de añadi rse otras condiciones para ha~e~ 111ofens1v_o e l cambio de
6. En este caso se da conjuntamente una institucional ización a rtificial de una suma
gob ierno -a saber, la neutralización política de c iertas cond1cwnes previas Y _de ciertos
de poder constante. Es esca una condición del proced er que la teoría política clásica hahía
símbolos- es un asunro que considerare mos más adelante. Med iante la sola lógica de este
afirmado como naturalmente dada, de un modo más o menos claro. Volveremos con más
detaUe sobre este problema en e l marco de la teoría del poder. (F.sta parte del libro quedó sistema de pa rtidos no puede quedar excl uido, evidentemenrc, que _los parcidos se esfuercen
sin escri bir (N. del E.)I. por llegar a l poder siguiendo las reglas del juego para luego cambiarlas una vez alcanzado
el poder.

234
235
POLIT I CA RAC IONALI DAD CE LA POLÍTICA

sus dirigentes, sus alianzas, la exposición que hacen de sí mismos y, sobre extravíos patológicos debidos a la cortedad de miras, a un reprobable
todo, los valores e intereses que reivindican y los símbolos a los que ape- egoísmo o a la debilidad humana, que hvbieran de ser evitados. Al contra-
lan, desde el punto de vista de su adecuación como medios para la meta rio, se trata de perversiones con sentido de la moral pública, sin las que no
formal del éxiro electoral; y no harán a la inversa, esto es, no buscarán podría alcanzarse un alto grado de compl ejidad sistémica 13 •
el éxito electoral de determinados programas o personas por adhesión . ' ¿Por qué? Un alto grado de complejidad sistémica requiere que se
a estos 10• En vircud de todo ello, se llega en la política a un llamativo in- pueda elegir incluso sobre premisas de decisión, esro es, que los procesos
tercambio de medios y fines respecto de las expectativas normales en la de decisión del sistema político se vuelvan reflexivos, es decir, que pue-
sociedad. Mientras que, según la concepción general, el programa objeti- dan ser apl icados a sí mismos. Este cipo de reflexividad no puede quedar
vo debería ser la meta y el éxiro electoral el medio para lograrla, vemos asegurada en el solo nivel de los programas (como programación de la
que el partido calcula al revés y elige los fines del punto de vista habitual programación). Sin embargo, es posible concebir fines y establecimientos
como medio para los medios habituales, que con ello se convierten en de fines y normativizar el establecimienro de normas. No obstante, de ese
fines en sí mismos. Mediante esta perversión del orden normal de valores, modo se llega a un creciente vacío de contenido en los programas o a
queda apartado un ámbito particular de racionalización específica al sis- que estos solo sean relevantes en lo referido al procedimiento. Llegamos
tema (pero no de validez general) con el objeto de posibilitar una mejor así a unos programas que no dan de sí instrucciones suficientes para e l
integración de las metas del sistema y las posibilidades de continu idad. comportamiento selectivo y reductor 14. Esta experiencia también atesti-
La racionalización sistémico-funcional queda así lograda al precio de una gua que el lenguaje de decisión de la administración no puede sostenerse
cierta enajenación moral en relación con el entorno. por sí mismo: no puede volverse reflexivo por sí mismo. La positivación
Fenómenos similares provocan órdenes sociales fuertemente diferen- del derecho y de las tareas como puestas por sí mismas requiere que no
ciados también en otros ámbitos. Por ejemplo, el principio de maximiza- solo la programación sino también la formación de valores se haga re-
ción de la ganancia de la empresa privada invierte el habitual rango y flexiva. Esto es, requiere que no solo se pueda decidir sobre programas
orden de valores, que considera el rendimiento, y no la ganancia, como sino también sobre valores. Los valores particulares que determinan la
fin de la empresa 11 • Asimismo, la sociología de las organizaciones ha des- elección de los programas de decisión también deben poder ser ellos mis-
cubierto desplazamientos de fines y medios como fenómenos típicos en mos valorados. Para ello se han conformado, en el desarrollo político de
todas las grandes organizaciones 12 • No se trata, en todos estos casos, de la Modernidad, dos estrategias funcionalmente equivalentes, que coinci-
den con la distinción estructural entre sistemas monoparridistas y multi -
10. Esro ha sido señalado, sobre codo, por J. 11. Schumpeter, Kapitalismus, Sozialis-
partidiscas. Así, en los sistemas monopartidistas, la reflexividad del valo-
"'.us 1md Demokratie, Bem~, 1946, pp. 427 ss. [Capitalismo, socialismo)' democracia, Or-
b1s, Barcelona, 1988]. Partiendo de e,te punro, y con los medios imelcctuales de la teoría
económica clásica, Anrhony Downs trata de elaborar tesis sobre el cálculo político racio- in die soziologische Theorie, Sturtgarc, 1962, p. il72; J. J. Rohde, Soziologie des Kra11ken-
nal, cf. A11 Eco11omic Theory o( Democracy, Nueva York, 1957 [Teoría económica de la ha11Ses: Zur Ei11(iihn111g in die Soziologie der Mcdizin, Stuttgarc, 1962, pp. 179 ss.
democracia, rrad. de L. A. Marrín Merino, Aguilar, Madrid, 1973 1. 13. Esto viene subestimado por parre de los intenros de hacer valer de nuevo el ele-
11. Hay que achacar a esro las dificultades de la instirncionali:wción en la soc iedad mento amateur y, con ello, la moral social general frente a l gobierno de los políticos pro-
del esfuerzo de la economía privada por obrener ganancias, unas dificu lradcs de las que fesionales, una tendencia rcpresenrada en especial por J. Bryce, con una repercusión du-
romamos conciencia echando la mirada atrás hacia la Baja Edad Media o haciendo una radera. Cf. Íd., The American Commo11wealth, Nueva York (NY), 2191 O.
comparación con los países en vías de desarrollo. No resulta en modo alguno evidcnrc 14. Cf., :i este respecto, H . A. Simon, Das Venvaltungshandeln: Eine Untersuch,mg
que la socied_ad acepte y apoye en uno de sus sectores esta moral particular de la búsqueda der E11tscheind11ngsvorgiinge in Behórderr tmd priva/en Unternehmen, Srungart, 1955, es-
de _La.ganan.cia: C~., a este respecto, de modo_gener~I, G. Simmel, Philoso¡,hie des Ge/des, pec. pp. 3 s., y la certera crítica de H. J. Storing, «The Science of Administration: He rbert
Mu111ch -Le1pz1g, 1920, espec. pp. 229 ss. [Ftloso(w del dwero, rrad . de R. García Cota· A. Simon•, en H. J. Sroring (ed.), Essays 011 the Scienti(ic Study o( Politics, Nueva York
relo, lnsrituto de Estud ios Políticos, Madrid, 1976). Cf., asim ismo, K. Burke, A Grammar (NY), 1962, pp. 63-150 (7 3 ss.), quien subraya lo indispensable de un apoyo subsidiario
o/Motives, Cleveland/Nueva York, 1962, pp. 9 1 ss. de juicios de valor. Junto a la inevicabilidad de los juicios de valor exisre un segundo mo-
12. Véase, por ejemplo, R. Michels, Zur Soziologie des Parteiwesens, reimp. de la 2.' tivo para la no independencia del puro programar por e l hecho de que los programas de
ed., Stungarr, s. a. [1957], espec. p. 348; R. K. Merron, «Bureaucraric Structure and Pcrso· los niveles superiores deben tener una mayor duración, puesto que deben durar a través
nalityo: Social Forces 18 (1940), 561-568, reimp. en Íd., Social Theory a11d Social Stnrcture, de numerosas reprogramaciones subordinadas. Debe n, por tanto, poner entre paréntesis
Glencoe (IL), 2 1957, pp. 195-206 [Teoría)' estructura sociales, FCE, Méx ico D. F., 2002-J; todas aquellas abstracciones de v:ilor que lle,,en a lo especial, puesro que estas presupo-
R.M. Maclver, Social Causation, Bosron (MA), 1942, pp. 320 s. [Causación social, FCE, nen un cambio rápido de orienr;ición, tal y como hemos ,,isto en la teoría del oportu ni s-
México D. F., _J 949]; P. M. Blau, Bureaucracy i,r Modem Society, Nueva York (NY), 1956, mo. La instrucción que con e llo ha de resulrar ha de ser proporcionada posrergadamenre
pp. 93 ss.; D. E. S11ls, The Voltmteers, Glencoe ([L), 1957, pp. 64 ss.; P. Heint2., Ein(iihnmg mediante la polírica o el oporrunismo de la adminisrración.

236 237
POLÍT I CA RAC I ONALIDAD D E LA P OL I T I CA

rar se convierte en un aspecto determinante de u na ideología unitaria 15 • expuesta como motivo (o que solo puede serlo en círculos restringidos y
En los sistemas mulcipartidiscas, dicha reflexividad se alcanza mediante la selectos), sino que para ello se ha de elegir el otro lenguaje de la moral
perversión de los valores, esto es, instrumentalizándolos de manera rela- pública. La exposición, pues, debe ser calculada, pero el cálcu lo no ha de
tiva al sistema. ser expuesto.
La solución que hemos mencionado en último lugar -la permutación El empleo de la moral pública como medio de exposición política no
de medios y fines que subordina, en calidad de medios, el conjunto de va- se presenta en sí mismo como algo difícil, pues de todos modos una expo-
lores de la sociedad a los puntos de vista de la victoria en las vocaciones, sición con fuerza persuasiva debe desechar o encubrir otras posibilidades.
de la victoria eleccoral y de la obtención de puestos- es una solución que, Así, cuando se ofrece el programa y el éxito electoral del partido como
obviamente, no puede ser proclamada como ideología universalmente único camino para la salvación del pueblo, no se precisa seguir reflexio-
válida con carácter vinculante para e l conjunto de la sociedad. El esfuerzo nando sobre la cuestión de qué es ahí medio y qué es fin. En todo caso,
político consciente no se dirige, en un orden como este, a metas general- permanece una sombra de insinceridad en los políticos. La sospecha de
mente reconocidas; y la función de la política, a saber, la conformación que sus exposiciones son algo fabricado, y de que esta fabricación viene
de fundamentos legítimos de la decisión, queda satisfecha de una manera motivada de un modo determinado que no queda expuesto, se encuentra
esencialmente latente. A la praxis política le falta una conciencia dirigida ampliamente extendida y contribuye a la mala reputación de la política
al todo. En rodo caso, no puede elevar pretensión alguna de verdad y se e incluso a una desconfianza, frecuentemente exagerada, frente a todo
torna peligrosa cuando se intenta poner en práctica. lo político. En estas circunstancias, se facilita la tarea de la política si sus
El intercambio político de fines y medios permanece, así, como una situaciones comunicativas están estructuradas de tal modo que no se le
estrategia de la política, sin pretensión de relevancia para otros ámbitos. puede dar expresión alguna a esta desconfianza, ya sea porque los man-
Las <lesviaciom:s del pensar general, por lo demás, deben quedar conteni- datos de la sociedad relativos a la cortesía y el tacto lo impiden, ya sea
das dentro de unos límites y deben ser equilibradas en el orden de conjun- porque la unilateralidad de la comun icación en los medios de comuni-
to mediante otros mecanismos. Puede partirse de que los procedimientos cación de masas lo hacen imposible. Sin embargo, si la política se confía a
selectivos que se orientan de acuerdo a la meta formal de la victoria en este cipo de restricciones de la comunicación, la enajenación mutua entre
las e lecciones llevan, en parte, a unos resultados diferentes a los que, por política y público crecerá.
ejemplo, trata de realizar una interpretación particularizada del bien co- Asimismo, estas discrepancias exponen a los políticos al peligro de los
mún por la vía del desarrollo económico -y que, por tanto, persigue de deslices públicos y las indiscreciones intencionadas, puesto que de conti-
forma inmediata la funcionalidad-. Dado que en un campo de comple- nuo tienen que hablar, interna y externamente, en diferentes lenguajes.
jidad tan alta no puede haber, de codos modos, resultados unívocamente Una parte de sus fuerzas, por tanco, debe desviarse hacia el dominio de la
correctos, tenemos que este tipo de divergencias no necesitan construir expresión y el control de la información, otra parte a atenuar o apaciguar
objeción alguna frente a uno u otro procedimiento de reducción. Todo cuando se han hecho visibles embarazosas contradicciones. Otras fuer-
modo de proceder, sin embargo, tiene sus puntos de peligro específicos zas vienen ligadas por dependencias y solidaridades que tienen su origen
y sus específicos problemas resultantes; y por tanto, necesitan sus pro- en la posesión de informaciones no susceptibles de ser expuestas. Si ade-
pios correctivos y contrapesos en el sistema, los cuales deben estar insti- más la prensa difunde de manera preferente este tipo de informaciones
tucionalizados junco con los modos de proceder, pues de otro modo se que desacreditan, no sorprende que la indiscreción, deliberada o atenua-
acumularían las consecuencias disfuncionales y, finalmente, se desacre- da, se convierta en el mismo modo de comunicación por el que el políti-
ditaría el procedimiento. co individual puede destacarse sobre el anonimato del complejo aconte-
Para salvar la distancia de la discrepancia entre la racionalidad de cer político y por el que puede lograr un perfil personal. Las experiencias
la política de partidos y la moral pública, resu lta esencial que la política del entorno de Bonn muestran lo difícil que resulta en estas circunstancias
misma vea en ello un problema y, sin embargo, no adapte sus cálculos, mantener la unidad de la exposición pública de las unidades sociales, por
sino sus exposiciones, al orden de valores generalmente aceptado 16. A ejemplo, de los diferentes partidos, o también de los diferentes órganos del
la racionalidad del cálculo político le pertenece también que no puede ser Estado (por ejemplo, el Consejo de Mrnistros) tomados individualmente.
Si este análisis ya da como resultado que un sistema rnultipartidista
15. Sobre esre punto trararemo~ con más detalle más adelante, pp. 249 ss.
no puede ser un ideal político, sino que claramente muestra debil idades
16. Cf., sobre este asunco en detalle, el capítulo anterior. visibles, esta impresión se refuerza aún más cuando se piensa en el carác-

238 239
POLÍTICA RACIONALIDAD DE LA POLÍTICA

ter aún-no-legítimo de lo relativo al partido respecto de sus consecuen- caso, tenga cada elector, así como sobre su conexión con dete rminadas
cias. Los partidos no poseen una posición desde la que pudieran recha- decisiones o proyectos de decisión del sistema político, supondría una
zar las exigencias del público de forma legítima (a menos que la exigencia exigencia excesiva para su pote ncial de elaboración de informac ión. La
contraviniera símbolos políticamente neutra lizados). Deben, al menos, política, por tanto, ha de conformarse con operandos en gran medida
dar la apariencia de que toman en serio toda «petición» que se les trae. simplificados, con puntos de refere ncia para la presumible voluntad de los
Puestos bajo el denominador de «intereses» y personalizados, los deseos eleccores 21 . Se orienta por síntomas. Sirven como síntomas de la volun-
de decisión son, en un sentido último, iguales, siempre que las necesidades tad de los e lectores, por eje mplo, las elecciones complementarias en los
vitales fundamentales hayan quedado satisfechas. Hay en estos sistemas sistemas con ley electoral mayoritaria. En los Estados cuya construcción
una especie de derecho fundamental a desear y exigir 17 . El sistema polí- es regional, esta función la cumplen las elecciones regionales. Tenemos,
tico, por tanto, debe trabajar con fi ltros ilegítimos -o al menos extra- asimismo, la prensa, que dice conocer la voluntad de los eleccores y que,
legítimos- si quiere evitar que su administración se encuentre inundada presumiblemente, la co-determina22 . Están también los sondeos de opi-
por una multiplicidad de exigencias no compatibles 18. Típicamente, no ha nión o las indicaciones de las asociaciones de intereses sobre el voto y la
de evitarse, a pesar de la separación, una cierta politización de la admi- intención de voto de sus seguidores, así como sobre sus condiciones - un
nistración. Dicha politización se da --como lo muestran en especial algu- sistema autocreado y continuamente cuidado de símbolos con los que se
nas experiencias en Estados Unidos 19- apartando problemas política- cree tener emocionalmente identificado al elector- y otros elementos.
mente irresueltos y trasladándolos a la administración. Se trata, pues, de Posiblemente, constiniye también una o rientación sobre los sínto mas la
una politización oportunista, no ideológica. Mientras que para los siste- asunción, ampliamente extendida en la política, de que el elector decide
mas monopartidistas el problema, como veremos 20, reside en la produc- primariamente sobre la base de sus intereses económicos. Se subraya, de
ción de sensibilidad política en medida suficiente, aquí las dificultades, esta manera, el mínimo común denominador como determinante, en es-
a la inversa -y a consecuencia de premisas estructurales invertidas-, se pecial porque tiene la ventaja de poderse medir en términos de dinero.
encierran en el mantenimie nto de un mínimo de sordera política. Tan pronto como las informaciones ttienen un valor sinto mático atraen
Otros problemas consecutivos remiten al hecho de que, a pesar de la atención hacia ellas. Estas estructuran y simplifican situaciones de
todas las precisiones del cálculo político -mediante premisas relativas acció n excesivamente complejas y quedan con ello pote nciadas en sus
a la constancia de la suma y mediante la formal ización de las metas- la efectos. Sirven como equivalentes de certeza.
incertidumbre acerca de las alternativas que se preferirán sigue siendo re- Si la política, forzada por la necesidad, empieza a trabajar con sínto-
lativamente alta, pues difíci lmente puede preverse la reacción del elec- mas en lugar de con hechos, entonces los controles sobre los hechos se
torado. Una tarea de informar sobre los estados de ánimo que, e n cada convierten en un medio para gana r influencia política. De este modo, los
sondeos de opinió n se convierten en un problema para la democracia 23 .
17. G. Vickers, The Undirected Society: Essays 011 the Human lmplications o( fndus-
trialization in Canada, Toronro, 1959, p. 127. Este autor habla, en referencia a este pumo, 21. En la teoría de las organizaciones y de la decisión es hoy algo en principio recono-
de un right to create wants que en la jerarquía de los derechos hum anos de libertad es mejor cido que los costes de creación y elaboración de información han de ser incluidos en el cál-
que no esté en una posición demasiado alta. · culo. De 111anera típica, se incrementan con las exigencias de racionalidad. Por consiguiente,
18. Un exceso de ex igencias políticamenre imposibles de rechazar resulta observable se vuelve en gran medida algo irracional el que se pugne por la mayor racionalidad sobre la
en muchos países en vías de desarrol lo, lo mismo que en democracias mulcipartidistas am - base de informaciones completas y seguras; y a la inversa, con codo esto se pasan a ver bajo
pliamenre desarrolladas. Solo en parte cabe aislar este problema, con éxiro observable, me· una luz más favorable estrategias de absorció n de ince n idumbte que anteriormente se ha-
dianre técnicas como la inflación larcnte u otras formas de satisfacción. Para una ve rsión brían tenido por irracionales. El fenómeno aquí tratado de la o rientación sintomática gana,
teórica de esca problemática, véase el concepto del input ouerload en D. Easton, A Systems con ello, un sign ificado que va mucho 111:ís allá del ámbito de la política.
Analysis o( Political Life, Nueva York/Londres/Sydney, 1965, pp. 57 ss. O puede verse tam - 22. El que esta presunción puede sostenerse sobre unas bases débiles lo muestran in-
bién la referencia al ciclo de sanciones que pueden surgir con la po,ver deflation a partir del vestigaciones csradou nidenses y británicas. Véase, por ejemplo, P. F. Lazarsfeld, B. Bcrel-
fallo de las posibilidades legítimas de rechazo en T. Parsons, ,Sorne Reílections on che Place son y H. Gaudet, The People's Choice, Nueva York, 1948; W. Schramm (ed.), The l'rocess
of Force in Social Process•, en H. Eckstein (ed.), Intemal War: Problems a,uJ Approaches, a11d Effects of Mass Comm1111ication, Urbana (IL), 1954; J. T. Klapper, The Ef(ects o( Mass
Nueva York/Londres, 1964, pp. 33-70 (61 ss.). Communication, Glencoe (IL), 1960; D. Trenaman y J. McQuail, Teleuisio11 and the Po-
19. Una buena referencia en este a5unro es R. Bcndix, Higher Civil Servants i11 Ameri- litical /mage, Londres, 196 1. _
can Society: A Study o( the Social Origi11s, the Careers, and the Power-Positio,, o( 1-figher 23. Cf., a este respecto, C. Ramney, «Do che Polis serve Democracy?», en B. R. Be-
Federal Administrators, Bouldcr (CO), 1949, pp. 95 ss. rclson y M. Janowitz (eds.), Reader in Pub/ic Opinion and Co111111unicatio11, Glencoe
20. Cf. in(ra, pp. 249 ss. (IL), J 950; W. Hennis, Mei111mgsforschu11g und repriisentative Demokratie, Tubinga, 1957;

240 241
POLITICA RAC I ONALIDAD DE LA PO L IT I CA

La prensa no busca solo influencia sobre los electores, sino que busca la ello, se sustrajeron a la lucha part~dista, con mayor o menor éxito, deter-
influencia más precisa, efectiva y rápida sobre la imagen que la política minados valores, no rmas y roles 11nportanres para el sistema, ~uedando
se hace de la influencia de la prensa sobre el elector. El elector mismo, si políticamente neutralizados14 • Aquí se e~cue,~t~a, por lo <le mas, uno_ d_e
quiere actuar racionalmente, debe tener en cuenta, junto al efecto cuan- los motivos por los que los sistemas mu lt1part1d1stas no pueden ser eng1-
tificado, también el efecto expresivo y sintomático de su votación. En dos prescindiendo enteramente de la ideología. Necesitan los rudimentos
las elecciones al parlamento de un Land, debe tener en cuenta también la de una ideología común -por ejemplo, de una ideología del Estado de
situación política en la República Federal. Ha de vigilar que no solo las Derecho o del liberalismo económico- para legitimar tabúes políticos Y
cifras y mayorías tomadas en absoluto tengan valor orientativo para el para, por el contrario, quitarles estímu lo y posibilidades de éxito a even-
político, sino que también lo tengan también «tendencias» e incluso au- tuales violaciones de estos.
mentos y disminuciones mínimos del número de votos. Y en general, el Este tipo de tabuizaciones resultan, en buena medida, no problemáti-
equivalente de certeza de la información sintomática se convierte en el cas en el plano de los valores individuales, que de todos modos los recono-
sustituto del consenso. En lugar del encendimiento de todos con todos, ce cualquiera. Ningún partido se lanzaría en campaña contra el derecho Y
entra en escena la orientación acerca de lo que otros piensan acerca del la justicia, contra la libertad, la educación, la familia, etc. en tanto valores.
hecho de que otros piensen que ... En el caso de las normas -por ejemplo los derechos fundamentales, la re-
Si un mundo como el descrito apenas queda estabilizado mediante gulación de la separación de poderes, e l procedimiento de la elaboración
prejuicios verificables, entonces la capacidad de aprendízaje de la polí- de leyes, etc.- resulta aún más difícil de alcanzar, pero en numerosos ca-
tica se convierte en un problema. En la misma medida en que son favo- sos se logra de manera convincente y duradera. Justo en este momento,
rables las condiciones de aprendizaje en un orden que puede prescindir la neutralización política de roles en el sisrema político se tropieza con
de una estructuración previa forzosamente normativizada de las percep- dificultades dado que pone en riesgo la función y la influencia de la po-
ciones y comunicaciones, así también tenemos q ue las dificultades de lítica, al rie;npo que deja abierto qué otras influencias concurrirán ~n _el
previsión y de imputación ulterior de la vol untad del elector limitan las vacío de poder. En la práctica, se tratará siempre de roles de la adm1111s-
posibilidades de aprendizaje. Para la interpretación de los resultados e lec- tración; y mediante la neutralización de dichos roles 1ebe asegurarse la
torales hay, la mayor parte de las veces, un notable margen de interpre- consistencia de la decisión, que en la política no es tenida suftc1enternen-
tación y, comprensiblemente, este margen es empleado más como con-
te en cuema25 •
firmación que como corrección de la línea que un partido ha seguido Parecen ofrecerse los unos junto a los otros, múltiples tipos de so-
hasta el momento. Mientras que en los sistemas monopartidistas, ideo- luciones a este difícil ~roblema. Se puede confiar a los roles la influencia
lógicamente ligados de manera rigurosa, la estructura restringe la capaci- política, pero se los ha de canalizar estrictamente_; esto es, ~an _de ser au-
dad de aprendizaje, aquí el carácter no estructurado de las sicuaciones tie- torizados solo en determinadas formas . Así, por e1emplo, la ¡usttc1a puede
ne el mismo efecto conservador. quedar influida solo por la vía de la legislación y ella misma vela por la
Finalmente, ha de pensarse a este respecto que la victoria e lectoral no observación de estos límites. Otra posibilidad es que la función de los ro-
es la meta del sistema político mismo sino solo una meta parcial de sus
les neutralizados quede perfilada de tal modo que estos o bien no tengan
partidos políticos que, visto en conjunto, debe quedar compensada y equi-
competencia alguna para decisiones vinculantes o bien_ solo puedan ac-
librada en su unilateralidad. Esta compensación no se da ya de la manera tuar sobre instancias políticamente dependientes (por e¡emplo, los tnbu-
antigua y jerárquica mediante la cual la meta parcial de la victoria en las
nales de cuentas) o de cal forma que únicamente puedan ejercer funciones
elecciones quedaba concebida corno un medio para fines «superiores»
tales que para eÚas en la política puedan crearse equivalentes func iona-
y se subordinaba a estos. Esto no tendría efecto en medida suficiente, , ' ' 26
les con mayor o menor éxito (como en el caso de los bancos centrales) .
dado que estos fines superiores deberían entonces quedar tan abstraídos
que permanecerían vacíos de sentido y sin valor reductivo. En lugar de
24. Ea la med ida en que estas neucralizaciones pueden tener éxito, puede distinguirs_e
entre la lucha en el sistema y la lucha contra el sistema (incluyendo estas nusmas ncurrah-
R. Frohner, «Tragr die Meinungsforschung zur Entdemokrarisierung bei?•: Pub/iz.istik 3 zaciones). Véase, por ejemplo, M. Duverger, Sociologie Polilique, París, 1966, pp. 283 ss.
(1958), pp. 157-164; U. Lohmar, l1111erp,1rteiliche Demokratie: Eine U111ers11ch11ng der \ler· [Sociología política, Aricl, Barcelona, 1982]. .
fasswzgswirk/ichkeil politischer Parteien in de, B1md~srep11blik De11tschland, Sturrgarr, 1963, 25. Cf., a este rcspecro, lo dicho anteriormente, pp. 148 ss. .
pp. 102 ss.; G. Schmidtchen, Die be{ragte Natio11: Uber den Einf/u{! der Meimmgsforsch1mg 26. Este imporcante caso de la neutralización po líti~a de !os bancos cenr~ales ha sido
a11( die Politik, Fráncforr d.M./1-lamburgo, 2 1965, pp. 273 ss. muy poco tenido en cuenta, hasta la fecha , por la 1nvesngac1on en polito log1a, en socio-

242 243
POLÍTICA RACIONALIDAD DE LA POLÍTICA

Como regla, se podrá entonces establecer que, a diferencia de los valores dado el caso está obligado a ello. Cualquiera tiene, pues, la oportunidad,
y las normas, los roles, o sistemas de roles, solo pueden ser neutraliza- pero se encuentra ante la necesidad de ganar y conservar una sólida ma-
dos políticamente cuando se da una movilidad suficiente para el despla- yoría del público. En esta situación, resulta ventajoso representar una
zamiento de los problemas, de tal manera que puedan resolverse proble- oferta de satisfacción de todos los valores relevantes que sea amplia en la
mas importantes también fuera de estos lugares o incluso en contra de su medida de lo posible y no destacarse, pues, por una 'dI eo 1og1a
, se1ect1va
. 28 .
voluntad. Al sistema biparcidista se le atribuirán, pues, tendencias a la modera-
Hasta el momento, habíamos hablado, sin mayor diferenciación, de ción. Al igual que en la economía con la competencia en un contexto
sistemas multipartidistas. Después de esta panorámica sobre el estilo y de oligopolio, tampoco aquí la competencia lleva a una diferenciación,
los límites de su racionalidad, han de considerarse ahora, al menos bre- sino a una igualación de la oferta. Esta tendencia queda aún más reforza-
vemente, algunas variantes esenciales. Abordamos, en primer lugar, a la da por el hecho de que los partidos se relevan en el poder, con lo que
distinción entre dichos sistemas según sean dos o más los partidos con po- aceptan, por regla general, las innovaciones de su competidor; esto es,
sibilidades de participar en la administración del poder legítimo (esto es, han de defender estas innovaciones junto con su competidor pues, de lo
sistemas biparcidistas o multipanidistas en este otro sentido más restrin- contrario, surgiría un tira y afloja demasiado costoso -por ejemplo en-
gido). Posteriormente, abordaremos la cuestión de si la lucha electoral tre economía de mercado y economía de planificación centralizada,
solo viene dada en torno a los escaños en el Parlamento o de si, con este entre nacionalizaciones y reprivatizaciones 29- . Muy frecuentemente,
reparto, al mismo tiempo y de acuerdo a una expectativa firme, se decide los partidos no pueden ofrecerle al público alternativas objetivas sino
sobre la distribución de los puesros directivos del poder ejecutivo (siste- solo personales, las cuales, en el mejor de los casos, pueden recibir apo-
ma proporcional). yo de una cierta diferenciación superficial de los programas de los par-
El sistema bipartidista 27 queda caracterizado por el hecho de que cada tidos. Por consiguiente, queda justificada la pregunta de entre qué puede
uno de los dos partidos debe ser capaz de dirigir el gobierno por sí solo; y decidir propiamente el elector en los sistemas bipartidistas.
.Bajo escas condiciones, los partidos obtienen pocas instrucciones de
logía y en teoría del Estado, si lo comparamos con el ejemplo tradicional de la justicia. comportamiento a partir de la lucha política misma, a menos que se tra·
Cf., sin embargo, la importante contribución de H. J. Amdt, Politik u11d Sachverstand im ce de jugadas a corto plazo, por ejemplo aprovechando los errores tác-
Kreditwiihrrmgswesen: Die ver/assungsrechtlichen Gewalte11 1md die F1111ktio11 vo11 Zentral- ticos del otro bando. La carga principal de la reducción de complejidad
ba11ke11, Berlín, 1963. La política de restricción del crédito del Banco federal alemán a partir
de 1965, que actuó como un freno en la economía, deja claras sus consecuencias políticas,
queda desplazada hacia los procesos de decisión internos al partido, al
esro es, cuáles son los problemas que pueden surgir aquí. Las sospechas contra una políti-
ca autótloma de los bancos centrales, que no pueden ni necesitan responder políticamen- liste des partís politiques, París, 1953; P. Campbell, French Electoral Systems and Elec-
te de sus acciones, se agudizan en especia l cuando, en virtud de dicha polírica, queda tan tions 1789-1957, Londres, 1958, pp. 30 ss., o C. Leys, «Models, Theones and che Thcory
limitada la movilidad de la política presupuestaria o financiera que la responsabi lid ad por of Polirical Parries»: Political Studies 7 (1959), reimp. en H. Eckstein y D. E. Apter (eds.),
el efecto de conjunto -por ejemplo, en el valor de la moneda o la medida de inflación Compara tive Poli tics: A Reader, Nueva York/Londres, 1963, pp. 30?·3 15. Hay, pues,. ej.em-
que resulta tolerable, así como en la orientación de las inversiones públicas o en el pleno plos de que también la ley electoral mayoritaria ha produc1do.s1sremas mult~parnd1stas
empleo- no se encuentra ya en lugnrcs políticamente controlables, de manera que que- (los Países Bajos, entre J 880 y 1918; cf., a este respecto, las exphcac1ones, en cierro modo
daría sustraída a la e lección política. justificadoras, en G. Geismann, Poliiische Stmktur imd Regienmgssystem in den Niederla11 -
27. Las causas del surgim iento de estos sistemas bipartidisras no puede ser abordada de11 fráncforr d.M./Bonn, 1964, pp. l29 ss.), y asimismo las experiencias de la República
aquí d.e manera apropiada. En ninguna p:-irre son introducidos por ley. La ley elector:il f-ed~ral Alemana después de 1949 sciialan que las rendencias a un sistema biparridista tam-
mayoritaria juega un importante papel, de acuerdo a una convicción mayoritaria. Véase, bién pueden hacerse efectivas en una ley e lectoral proporcional solo ligeramente modifi-
co mo ejemplo de defensor comprometido de esta postura, F. A. Hermens, Demokratie 1md cada en el sentido de una lcv electoral mayoritaria.
Anarchie? U11tersuch1mg iiber die Verhiilt11iswabl, Fráncfon d.M., 195 J, o M. Duverger, Die 28. Véase, para el ejer~plo de los Estados Unidos, E. E. Schacrschneider, Party Go-
politische11 Parteie11, Tubinga, 1959 [Los partidos políticos, trad. de J. Campos y E. González. vemment, Nueva York (NY), 1942, pp. 85 ss., en el marco de una exposición, por 1~ ~e-
Pedrero, FCE, México D. f., 1957]. Por otro lado, la cuidadosa investigación empírica de más excelente del sistema biparcidista. Cf. asimismo, por e1emplo, V. O. Key, Jr., Pol1t1cs,
R. Wildcnmann, W. Kalrefleiter y U. Schlcth parece apoyar en lo esencial esca asunción ob· Parties a11 d Pr;ssure Groups, Nueva York, 1 1953, pp. 231 ss. El que se renuncie a ideologías
tenida de modo más deductivo o a partir de impresiones (•Auswirkungen von Wahlsystcmen selectivas y diferenciadoras no significa, naturalmente, que la acción política care~ca, por
auf das Parreicn- und Regierungssysrcm dcr Bundesrepublik•, en E. K. Scheuch y R. Wil· completo, de ideología. El «fin de la era de las ideologías•, tan frecuememenre afirmado,
denmann [eds. ], Zur Soúologie der Wahl, n. 0 espec. 9 de Kolner Zcitschrift fiir Soziologie es quizá solo una señal de que los vínculos ideológicos comu nes se han vuelto de nuevo
und Soúalphilosophie, Colonia/Opladen, 1965, pp. 74- 112). Por otro lado, aumentan las evidentes por sí mjsmos. .
voces que discuten una determinación primaria, o incluso significativa, por parre de la ley 29. Esca necesidad ha llevado, por ejemplo, en Gran Bretaña a una notable aproxi-
electoral. Cf. G. E. Lavau, Partis politiques et réalités sociales: Contribution a une étude réa- mación de las metas y programas del Partido Conservador y del Partido Laborista.

244 245
PO L ITI C A RA CIONALIDAD DE LA POllTICA

igual que en los sistemas monopanidistas. Su o rganización gana una re- partido determinado, sin asignarle:: en solitario la responsabilidad po r las
levante significación política 30• Esto es, ganan significació n po lítica el decisiones pasadas y sin poder prever su peso en las negociaciones para
grado de centraliz.ación o descentralización de b influencia, y el modo formar coalición que vendrán posteriormente. La situación es, para él, tan
en que se enrola a sus miembros y en que !,e hace uso d e estos; lo mismo imprevisible que necesita otros auxilios de la decisión, no racionales -so-
ocu rre con e l modo y elasticidad de las lealtades de los miembros y de bre todo, puntos de referencia relativos a la cosmovisión, a los mcereses o
los aparatos principales <le los partidos, así como con las regulaciones del a los gru pos- para que este partido mantenga la proximidad con él, pase
ascenso en el panido, sus fuentes de financiaci ó n, la intensidad y altitud lo que pa!>e e n la adminiscraciónl 1•
jerárquica que alcanza e l contacto, y otros aspectos. En lo íundamental , Para distinguirse ante los o jos de los electores, por tanto, no les
lo que queda sujeto al voro es la ca pacidad d e rendimiento de este tipo basta a los pa rtidos con el hec ho d e configurar una unidad personal-
de organizaciones, y nada más. organizativa que esd o bien en e l poder o bien en la oposición. Los par-
El margen de decisión de la organización del partido no queda ase- tidos deben diferenciarse ideológicamente o mediante la identificación
gurado solo mediante la complejidad objetiva y social de la situación po- con determinados símbolos, intereses, descinos, siste::mas sociales o estra-
lítica -para casi todos los proyecto!. el pa rtido tiene bueno!, a migos a fa- ros de la sociedad . Todo ello para darle motivos a un círculo restringido
vor y en conrra-, sino rnmbién mediante el hecho de que pa ra gobernar de cleccores para que les voten. Naruralmente, aq uí también la partici-
le basta con una sólida ma}'oría en el parlamento. No necesita maximizar pación en e l poder desgasta el poder ideológico de persuasi ó n, e n par-
el número de votos y no precisa asumir excesivos esfuerzos y costes para ticular bajo las condiciones de una coalició n. Sin embargo, dado que
conseguir hasta el ú ltimo voto. En la curva de la concesión, hay puntos de elector no necesita convicciones sino solo auxilios para la d ecisión, y
saciedad tras los que comienza la libertad para decir «no». Y hay runros dado que, de todos modos, no viene dada una clara responsabilidad por
de culminación a partir de los cuales resulta venrajoso decir «no», pues la la decisión, tenernos qu e es pos ibl e concederle a los partidos un an1plio
!.atisfacción de más deseos repelería a más adeptos de los que ganaría. Sin margen para las tácticas oportunistas e n e l marco de sus principios.
embargo, el partido no conoce estos puntos de saciedad, dado que los re- La carga de la d ecisión del partido, tomado individualmente, es me-
sultado~ electorale!. resultan difícilmente previsibles. Su organización in- nor que en el sistema bipartidisra, pero también lo es la autono mía. Ello es
terna, que sería la e ncargada de encontrar dichos puntos de saciedad, no así porque estos tienen que mantener su «imagen» ante los ojos de los elec-
puede resolver con suficiente seguridad esta tarea en un emorno demasia- tores. Las siruacioncs políticas están más fuertemente estructuradas para
do complejo. En su lugar, se ocupa de su propia complejidad y de los pro- cada partido en virtud d e su propia identidad. Muchas posibilidades que-
blemas resulrantes de esta. T ambién este es un caso de desplazamiento del dan excluidas ya solo con dicha estructuración, por lo que el ámbito de
problema desde fuera hacia dentro, con el que queda d e nuevo menguado decisión e n el caso de los problemas ob1erivos es más simple. Sin e mbargo,
el problema originario de la excesiva complejidad. T ambién por ello, en el ahora es la cuestió n de las coaliciones -que se presenta periódica mente-
sistema bipartidista, se vuelve racional para el elector el elegir la organiza- la que se convierte en el punto candente de incertidumbre, donde en úl-
ción del partido que, a su juicio, sea más capaz de rendimie nto. timo término deben crearse hechos s in suficientes puntos de referencia.
En sistemas con más de dos partidos (sistemas multipartidistas), In La incertidumbre de la formación de coaliciones puede quedar resuel-
complejidad política queda reµ.a rrida d e otros modos, y por tanto son ta, y transformada d e nuevo en una caden:.i de problemas para el com-
Otros los mecanismos y esrrate::gias que propo rciona n su reducción. En es portamiento cotidiano, cuando la pa rticipación de todos los partidos en
tos sistemas, hay más de dos partidos capaces de gobernar, pero normal- la coa lición -o de algunos determinados- se vuelve típica y espe rable
mente no uno por sí solo. El gobierno tiene lugar, pues, típicamente, me- sin considerar las exigencias de la voración que haya en cada caso. Puede
diante la formación de una coalición. El elector tiene que decidirse por un hablarse, e n este respecto, de sistemas proporcionales. El resultado de
las elecciones políticas se expresa, e ntonces, no solo e n la distribución
30. V1sro desde la perspccriva de la sign ificación de esra cuestión, la bibliografía sobre de los esc,1ños en el Parlamento, sino también, más o menos automárica-
los .Pr~csos de decisión internos a los parrido~ sigue siendo dispersa. Sobre rodo, folra una mentc, e n la distribución de las posiciones dirigentes en el ejecutivo. Se
:1pl1cac16n a este campo de los nuevos conocunienro~ de la soc,ologín de las organiiacionc, han llevad? a la práctica siste ma!. de este tipo, p or ejempl o, en Austria,
)' de la rcoría de las organizac1oncs. Todo ello al riempo que el saber empírico va incremcn-
r:lndose lcntamcnre. Cf., en especial, R. T. McKenz1c, Pol,ttsc:be Parteien III Engla11d: D,e
Macbtvertei/11,rg i11 drr Konsen,ative11 1md in der Laúourpartei, Colonia/Opladen, 196 1; 3 1. Cf., a esrc respecto, A. Downs, An Economic I heory o( Democracy, Nueva York
U. Lohmar, op. <1t. (NY), 1957, espec. pp. 98 s.

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POLITICA RA CI ONALIDAD DE LA PO L ÍTICA

Suiza y el Líbano. Estos conducen a que la decisión parlamentaria por queda estructurada de cal modo que compiten entre sí por el poder legíti-
mayoría sea evitada, teniéndola por un mecanismo de último recurso, y a mo; posteriormente, mediante procesos de decisión internos que buscan
que los conflictos sean llevados al ejecutivo. Ahí no hay ya posibilidad de mantener y desarrollar la continuidad del partido en cuestión mediante la
un acuerdo continuo, pues todos los participantes administran sus «pro- adquisición del poder legítimo. La reducción en dos pasos es un procedi-
pias» competencias, cuya interacción resulta inevitable dentro de cam- miento que ofrece notables ventajas, aunque en ninguno de los pasos sea
biantes constelaciones de intereses y ámbitos de dependencia. Hemos de visto y resuelto el problema global y originario de la complejidad 35 .
tolerarnos por las buenas o por las malas. Por ello, es típico que se encuen- Pasamos ahora a los sistemas monopartidistas, que rechazan este
tren reglas de proporcionalidad en sistemas con situaciones de conflicro modo de proceder en pasos discrepantes, pero que llegan a resultados si-
intensivas o equilibradas que no puedan permitirse el empleo del princi- milares por otros caminos, a saber, mediante la diferenciación entre ideo-
pio de la mayoría como mecanismo represor 32 . La continuidad de las logía y acción.
coaliciones lleva, entonces, a la institucionalización de la disponibilidad Los sistemas monopartidistas resultan aconsejables cuando la com-
política para llegar a soluciones de compromiso entre los partidos -y plejidad global del sistema político, o incluso de la sociedad en general,
no dentro de los partidos, corno en los sistemas bipartidistas- dado queda comprend ida dentro de una construcción ideológica global )' debe
que todos los partidos de la coalición se sitúan bajo la ,,ley de la resis- ser reducida sobre esta base. La ideología es, entonces, la constitución, en
tencia en situaciones alteradas de poder y dependencia» 33 • sentido propio, del proceso político. Es ella la que dirige lo que resulta ad-
En lo que roca a los resu ltados, este orden significa, empero, que la misible como sentido en el plano de los valores y programas. En el plano
complejidad política no resulta dominada en la esfera propiamente po- de los roles, a la ideología le corresponde e l partido único, que se concibe
lítica, sino que queda desplazada hacia la administración y allí debe ser como portador de la única ideología y que se ve, mediante ella, justificado
procesada y terminada a costa de las funciones específicas de la adminis- en su pretensión de unidad y exclusividad36 . La sol ución del problema de
tración. Y también en la administración los observadores preocupados la política compleja, la mezcla de los aspectos instrumentales y expresivo-
por lo jurídico fijan aún más desplazamientos de las competencias fácticas consuntivos de la experiencia, es algo que se espera, en primer lugar, de la
frente a las legalcs34. Los acuerdos de compromiso efectuados en el con- ideología. Debe hacer presentes metas a largo plazo, por ejemplo, objeti·
texto de la táctica de las coaliciones aseguran, ciertamente, una forma de vos de desarrollo y ha de equiparlas wn sentido, seguridad y capacidad de
conexión de la decisión; pero no garantizan incondicionalmente la consis· o rientación. El proyecto de la ideología fija los limites del sentido fiab le y
tencia programática que la administración debe procurar que tenga lugar. absorbe, con ello, aquella complejidad extrema que pone en peligro toda
Los sistemas proporcionales pagan sus efectos de reconciliación con la orientación con sentido. Dentro de un marco así fijado, son postuladas
pérdida de numerosas ventajas que podrían extraerse de una separación como alcanzables, explícita o implícitamente, o rientaciones de la acció n
más rigurosa entre política y administración. libres de contradicciones; por ejemplo, de tal forma que todas las contra-
Todas estas soluciones del problema de la racionalización del com- dicciones sean tratadas como inestables y queden disueltas en la marcha
portamiento político surgen, a pesar de su variedad, de una raíz común. del desarrollo dialéctico. La racional idad unitaria de la acción parece posi-
Se apoyan en el hecho de que la complejidad del ámbito de la política ble a partir de ciertas posiciones históricas, y en último término parece ser
queda reducida en dos pasos incomparables: en primer lugar, mediante
la constitución de una multiplicidad de partidos cuya situación general
35. No podemos exponer aquí los fu ndamentos teórico-sistémicos de una reducción
en dos pasos incomparables como la aquí presentada. Indiquemos aquí, no obstante, que
32. Sobre este punto trataremos más de cerca posceriormenre, véase infra, pp. 322 ss. los rendimientos del lenguaje descansan en una diferenciación similar entre constitución
33. Una buena consideración de estos comexros viene dada por G. Lehmbruch, Pro- de un reservorio general de significados y su aplicación en acciones concretas de expre-
porzdemokratie: Politisches System 1111d politische Kultur in der Schweiz uud Ósterreich, sión. Otro ejemplo sería e l del mercado, que se apoya en el mecanismo monetario.
Tubinga, 1967. Véase también R. Marcic, Die Koalitio11sdemokratie: Das osterreichisc/Je 36. Cf., a esre respecto, R. Ben<lix, Herrschaft und Industriearbeit: U11tersuchu11-
Mode/1 im Lichte der Wiener rechtstheoretischen Schule, Karlsruhe, 1966. Sobre la discu- gen über Liberalismus rmd A11tokratie in der Ceschichte der Industrialisierung, Fráncfort
sión)' el rechazo de este rema en Suecia, cf. D. A. Rustow, The Po/itics o( Compromise: d.M., 1960, pp. 453 ss. [Trabajo y autoridad en la industria: las ideologías de la dirección
A Study o( Porties and Cabinet Govemment in Sweden, Princecon (NJ), 1955, pp. 219 ss. e11 el curso de la industrialización, Eudeba, Buenos Aires, 1966]. Esre auror destaca especial·
La exposición de Rusrow del sistema político en Suecia deja claro, asimismo, que un airo mente la conexión entre unidad de la ideología )' estrucrura de la autoridad en el partido.
grado de disponibilidad pa~a las soluciones de compromiso puede darse también de mo- Resulta evidentemente superfluo debatir sobre si la autoridad es tornada por mor de la
dos diferentes a los de la institucionaliración de las regulaciones de la proporción. ideología o si la ideologfa lo es por mor de la autoridad. Lo decisivo es que la estabi lidad
34. Véase R. Marcic, op. cit., pp. 44 ss. solo puede alcanzarse a través de un proceso de reforzamiento mutuo de ambos factores.

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RA CIONALIDAD DE LA POLITICA
POLÍTICA

una exigencia de la continuidad de la sociedad. El socialismo marxista es nes como «errores» por parte de la jerarquía de l partido; todo ello sin
el único gran intento de realizar en profundidad este modo de reducción. que con lo anterior se haya distinguido rigurosamente entre un descui-
Ningun? de los_ sistemas monopartidisras orientados de otro modo ha ge- do evirable y una lega lidad estructural psíquica y socia l 18 . De acuerdo
nerado 1deologia alguna que esté a la altura del problema. con la exposición oficial, esta exigencia carece de contradicciones y está
Si se hace esta presuposición de ~na ideología unitaria en toda la so- justificada. Por consiguiente, el partido únicamente «ayuda» a la admi-
ciedad (no específica a un grupo o a un estrato social) entonces no riene nistración en el cumplimienro de sus tareas. En la praxis, la proclamada
sentid? ~justa~ el sistema político, y su diferenciación 'interna en política consistencia de la ideología se transforma en un riguroso control e.le la ad-
Y admm1strac1ón, a una complejidad extrema, a una multiplicidad inde- ministración, la cual, por su parte, defiende la lógica objetiva y las condi-
Lerminada e imprevisible de problemas y de posibilidades d e resolución ciones de éxito de su ámbito de trabajo mediante estrategias de indepen-
de problemas. El reconocimiento de conceptos divergentes de racionali- dencia de todo tipo 39 . Este tipo de «carencias» de la administración no le
dad en la política y la administración se hace, enconces, innecesario. Un permanecen ocultas al partido, el cual -pues necesita una auronomía de
cuidado institucional dirigido a este reconocimiento resultaría dañino la administración, con sus leyes propias en tanto sistema social, pero no
puesro que, minaría la -~nidad y capacidad de persuasión de la ideología'. puede aceptar ideológicamente esta autonomía- reacciona a ellas con
Se eleva as'. la prerens1on de que se hace verdadera y consciente políríca reestructuraciones, reorganizaciones o campañas educativas 40 •
para la sociedad como un todo, esro es, de que se planifica. La ideología, si ha de garantizar su función integradora, debe quedar
Por otra parce, e l orden social y los contextos de decisión son tan formulada de manera general e indererminada, de tal manera que puedan
complejos que, en el plano de los roles, no puede pensarse ya en una mez- darle sentido a nuevos ámbitos. La administración necesita, por el co n-
cla estr~crural de_~olític~ y administración dentro de una jerarquía polí- trario, programas de decisión precisos y formulados con proximidad a
tica unaana al v1e10 esulo. Así, se elige una posibilidad intermedia: la la acción, a saber, normas legales, objetivos de planes, prioridades, etc.,
po_lítica Y la administración, el partido y la burocrncia, se subordinan a que puedan ser empleadas con rapidez. No puede planificar ni judicializar
la td~ología común y se diferencian mediante su relación con fa compleji- según el canon de los escriros sagrados, sino que precisa de un estrato in-
d.a_d interna ~e esta ideología. Una separación de política y administra- termedio de premisas de decisión, cuyo carácter ideológicamente libre de
c1on resulta ciertamente prevista pero se realiza solo de manera incomple- objeciones esté certificado y pueda ser afirmado hasta nuevo avi!.o. Ha
ta. Permanece, en lo c.:sencial, limitada a l plano de los roles. Respecro al de poder apoyarse e n una explicación, en cada caso válida, de la ideolo-
p_e_rsonal, perm~~ecen~ ~n gran p~rce, fuertes interrelaciones: la organíza- gía y del lugar histórico. Y de vez en cuando se le ha de indicar cómo se
c1on de la a_dm1111strac1~n queda 11nprcgnada de miembros del partido en deben interpretar correctamente los acontecimientos inesperados y cómo
tod~s l~s mveles _d e la Jerarquía, con el objetivo de garantizar una vigi- transcurren las líneas más allá de las cuales uno se «desvía». Y tiene que
lancia s111 excepciones de todas las etapas del proceso de reducción me- indicarse, asimismo, cuál es el pasado al que se está aurorízado a remitirse
diante el partido. Las profesiones de fe referidas a valores son idénticas
en ambos ámbitos; y en el plano de los programas se encuentra, al me- 38. Con mayor rigor aún se formula, en parte, que el partido ex1¡;e una max1miLa-
nos ~n los programas cumbre del desarrollo político, una planificación c1ón simultánea de meta~ contrad ictorias. Véase, por ejemplo, A. G. Frank, «The Organi-
comun que abarca la política y la administración. zanon oí Fc:on_omic Acuvity in the Sovicr Union •: \'i/eltwirtscharftlichcs Archiv 78 ( l 957),
pp. 104 156; Id., «C,oal Ambigu,ry and Conílictmg ScandarJs: An Approach to thc Study
. A c_onsecuencia de una fuerte mezcla personal y de una integración of Orgamiauon•: 1-/11111a11 Orga11iwt1011 17 ( 1958-1959), 8-13; R. Bend1x, Na1io11-B111ldi11g
1deológ1ca, la administración está sujeta a una doble jerarquía a saber a su a11d Cit1w11ship: Studrcs o/ Our Cl1a11gmg Social Order, Nueva York/Londres/Srdney, 1964,
propia jerarquía y a la del partido 37 • Esto hace posible que l~s efect~s co- pp. 169 ss. [Estado n.1cional y ci udadanía, Amorrorru, Buenos Aires, 1974].
39 .. Cf., por ejemplo, D. Gnrnick, Marrage111e11l o( the Industrial Frmr i11 the USSR,
latcr~les imprevistos, las consecuencias disfuncionales y los costes im- Cambridge (/\lA), 1954; J. S. Berlmer, Facrory and Manager in the USSR, Cambridge
prt:v1stos d~ la burocracia, de sus respectivas formal> de organización o de (MA), 19.57; J. Korn:11, Overcerrtra/1:r.ation in Economic Ad1111111stra11011: A Critica/ A11aly-
sus respectivos programas, sean tratados y combatidos sin contemplacio- s1s Based cm Expenerrcc i11 Hurrgar1a11 Light l11d11stry, Londres, 1959, espec. pp. 11 7 ~\. En la
medida en que las estrategias ilegales se conviene11 en condiciones parn el éxito, se presen-
tan grave~ desventajas. El rendimiento depende de relacione~ inCormale~, personales. Todo
37. C~., 3 ~ste respeeto, y para lo que sigue, entre orros, J. A. Armsrrong, The Sotm:t cambio de ¡xrsonal quiebra sus fundamentos. El sistema de la adminisuac1ón, en este ámbito
811rea11crat1c Elite: A Case Study o/ t/Je. Ukmi11.ia11 Apparat11s, Nueva York (NY), 1959; ele rendimiento, solo puede alcanzar una com~~le11dad rela11vamente e~c.as,1.
C. Bcck, «Party Control and Bureaucram.auon 111 Czechoslovakia•: Jo1m1al o/ Politics 23 40. l lay muchos testimonios de ello en H. Hamel, Das sowjetische Herrscha(tspr111úp
( 1961), 279-294. des demokratiscben Ze11tralism11s III der \r/irtscha/tsordmm¡: M1ttelde11tsciJ/a11ds, Berlín, J 966.

250 251
POLÍTI C A RAC I O NA LIDAD DE LA POLITICA

y a cuál no. Esca contrihución, que está presupuesta, viene rendida por la desventajoso y drásrico-. Cuanto me nos quizá se beneficie de esta ganan-
«conciencia revolucionaria», por el partido que interpreta y controla. cia de estructura y previsión el comportamiento innovador, que anhela
También aquí la política es evidentemente formación de poder y per- novedades; y aquí se amontonan, asimismo, también los problemas prin-
manece como tal. Ni siquiera e n Yugoslavia se convierte en un ocupar- cipales de este tipo de o rden.
se con la ideología de tipo puramente literario, científico o humanitario. Así pues, las ventajas de una orientación fundamental de cipo ideoló-
Pero el modo en el que el poder puede quedar conformado, en que e l gico no pueden quedar encerradas y aseguradas en instituciones invaria-
rendimiento reductivo de las comunicaciones individua les puede genera- bles, aunque dicha orientación ideológica intente apoyar ciertas nociones
lizarse, viene dado previamente media nte la presuposición d e la ideolo- centrales con la apariencia de un conocimiento científico --corno legali-
gía. El uso del poder queda verbalizado en una medida inusualmence aira. dad histórica aparentemente demostrada- o que lo intente de otras ma-
Construir frases, la difusión de eslóganes, las profesiones públicas de fe, el neras. La justificación de la acción no debe perder su carácter absoluto y,
tomarle a alguien la palabra, La exhibición de declaraciones y las opo- sin embargo, ha de estar ligada a contenidos cambiantes 43 • Fácticame nte,
siciones a las declaraciones se convierten en el medio cotidiano de la polí- la ideología siempre está-en-obra, y ha de ideologizar conjuntamente su
cica41 . El poder permanece encerrado en la ideología. La exégesis se con- estar-en-obra. No se realiza a sí misma mediante creencias sobre el ser
vierte, como Lo fo rmula Dorf Sternberger42, en tarea de gobierno. Con ingenuas y expresadas mediante tesis, sino como un proceso reflexivo
ello no solo se quiere d ecir (como resulta evidente) que todas las comu- cuya peculiaridad consiste e n una continua aplicación sobre sí mismo.
nicaciones públicas ha n de permanecer en el marco de la ideología. Más En este proceso también son valorados los valores úlLimos, al tiempo que
bien, la ideología transforma la complejidad indeterminada de pol ítica son, llegado el caso, transvalorados en relación a su funció n ele orientar la
y sociedad en una complejidad determinada o al menos determinable. acción. La ideología es, en su núcleo, reflexividad del valo rar ; y el por-
Con ello establece, al mismo tiempo, los problemas abiertos y latentes tador institucional de esta reflexividad es e l parrido 44 •
del mantenimiento y exposición de la ideología en el lugar del problema La doctrina de la «unidad de teoría y praxis» sirve, en la ideología mar-
originario de la complejidad políticosocial. A partir de este problema de xista, como puerta de entrada y como fórmula de legitimación de esta re-
la complejidad extrema deben resolverse los problemas consecutivos a la flexividad. Este postulado es, en su exposición dialéctica, una fórmula para
complejidad d e la ideología que, con todo, siguen siendo observables. la complejidad infinita, puesto que sign ifica que la teoría varía con la praxis
Ocurre así igual que con los sistemas multiparcidistas que han de soportar y ]a praxis con la teoría d e cal manera que, simplemente, rodo es posible 45 •
y resolver una persistente lucha por el poder. Todas las ideas son experimentadas y vividas aquí como ligad as a la acción,
Si se impone la ideología como cosmovisión, entonces los contextos todas las afirmaciones se vuelven profesiones de fe, y toda acción, por con-
objetivos y las oportunidades d e consenso se prestan mejor a ser evaluadas siguiente, ha de ser auscultada en sus implicaciones para la ideología. En
y calculadas. El comportamiento gana en previsión. Esto se aplica, sobre este principio de la reflexividad colapsa, una y o tra vez, la separación
todo, al comportamiento conforme. Pero también vale, y de una manera entre ideología y acción, aquella inevitable dualidad de tácticas e n la re-
muy d ecisiva, para el comport_a miento que rehúsa, que niega la ideología. ducció n de la complejidad; y una y otra vez ha de ser estabilizada de nue-
Así ocurre para que se restaure la complejidad originaria y para que el vo para que, a l menos po r un tiempo, se sepa qué es lo correcto. Con rara
comportamiento de rechazo se entienda a sí mismo como ataque a la ideo-
logía, como lucha contra el sistema - solo que con un modo de reducción
43. «La Ideología Un iversal justifi ca cada nueva polírica de partido en términos ab-
solutos», constata R. Bendix, Natio11-Buildi11g .ond Citizenship ... , cic., p. 174.
41. Una reunión y análisis d e los antiguos discursos del primero de mayo en la Un ión 44. Cf., a este respecto, sobre rodo, L. Kolakowski , Der Mensch ohne Altemative:
Soviérica la encontramos en H. D. Lasswell, N. Leites et al., La11guage o( Politics, Cam· Vo11 der Moglic/1keit 1md Unmoglichkeit , Marxist zu sei11, Múnich, 1960, espec. pp. 24 ss.
brige (MA), 1949, pp. 233 ss. Cf. también E. O. Maetzke, «Die Parteisprache in der Sow· [E/ Hombre sin alternativa: sobre la posibilidad e imposibilidad de ser marxista, Alianza,
jetzone (ei ne gruppenspcachl iche Unrcrsuchu ng)•: Vierteliahrshefte (ür Zeitgeschichte 1 Madrid, )970).
(1953), 339-346. Desde una perspectiva sociológica, resulta interesante la continuamcllle 45. Más s ignificativo aún es cómo se arraiga d e nuevo esra doctrina en el pr incipio
subrayad:1 unidad de palabra y actitud, que puede ser o ingenuamente creída o címcamen· fundamental de toda dialéctica, a saber, que la verdad es siempre concreta (y, por ello,
te fingida; y en ambos casos contribuye a la estabilización del sistema polírico, pues no solo posible ligada a la praxis). El concepto de lo concreto sugiere aquí, a l mismo tiempo,
depende de las actirudes en la polírica el que las comunicaciones puedan ser p lemuncnre una comp lej idad infinita y una complejidad redu cid a y oculta, con ello, mediante su ambi-
contro ladas. valencia imcrna. Véase, para el modo típico de arg111ne ntación, el manual Cnmdlagen der
42. D. Srernberger, Gru11d imd Abgrtmd der Macht, Frá ncfort d.M., 1962. [F1111da- marxistischen Philosopbie, Berlín, J 196 1, pp. 66 1 s. [r. V. Konstantinov, Fundamentos de
mento y abismo del poder, Sur, Buenos Aíres, 1965]. la filosofía marxista, Grijalbo, México D. F., 1965].

252 253
POLÍTICA RACIONALIDAD DE LA POLÍT I CA

gravedad y claridad, se encuentran las exigencias de complejidad infinita Al igual que la concepción de la ideología en con junto, también su
y de reducción; y fuerzan una solución de esta contradicción correspon- utilización ha de prestar atención al mantenimiento de la reflexividad del
dientemente consciente, a saber, mediante la organización y el trabajo. proceso políticoadminiscrarivo de decisión. No puede ser dogmatizada de
Si una ideología ha de ser manejada racionalmente como fundamen- repente o sumergida de nuevo en un sentido natural-invariable47 , de tal
to de la reflexividad del valorar, su función debe ser hecha consciente y manera que la función de los conceptos no sería ya entendida. Esto exige
tiene que emplearse como punto de vista para la orientación. También una lucha ininterrumpida contra las tendencias de la conciencia humana a
aquí es el pensamiento marxista el que nos da el mejor ejemplo. Así, .el ~e- cosificar sus objetos, una lucha que en e l ámbito político apenas encuentra
nómeno de la ideología queda descubierto en los otros, en los cap1tahs- condiciones favorables. Además, se hace siempre necesario desprenderse
tas en su foncionalidad latente. La utilidad de la ideología queda aprendi- de elementos pasados; esto es, se hace necesario actuar sin estar atados
da'y la ideología resulta así formada de tal modo que su funció n puede por la historia 48. El derecho a contradecirse a sí mismo debe estar previsto
hacerse manifiesta. Se llama entonces «teoría» de la acción y su función, en la ideología al menos para el partido; y no ha de desacreditar al agente
públicamente expuesta, se explica como «principio del partido». mientras actúe para el partido. El partido tiene el plan correcto del futu-
Mientras que en el sistema multipartidista la disponibilidad de los ro, conduce hacia un fururo ya fijado. En esto halla la suficiente seguridad
programas y valores se alcanza mediante un intercambio, relativo.a~ sis- como pata liberarse del pasado, así como para decidir lo que, con todo,
tema, de fines y medios, el sistema monopartidista hace de la reflex1v1dad quiere conservar de historia propia. Lo que hace al verdadero marxista no
y de su portador, el partido, un momento central de una ideología de va- es permanecer fiel a sus principios sino permanecer al día49 .
lidez universal. El partido articula la conciencia justa del momento histó- A este peligro de la dogrnarización viene estrechamente ligado el otro
rico, una conciencia que, en este momento, puede determinar la acción, peligro del hacerse ideológico de la ideología. Con ello viene referido el
puesto que esta se deja determinar por aquella. Mientras que el sistema que la ideología pierde su función directora y queda fijada en una concep-
mulriparcidista debe neutralizar políticamente c iertos valores y normas ción determinada porque, de esta manera, integra la sociedad y legitima
para sustraerlos de la lucha de partidos, el sistema monopartidista ha d_e los roles del partido junto con sus vested interests, a pesar de que haya
sustraer ciertos elementos de la ideología a la perturbación en su segun- otras estructuras de la sociedad que lentamente han cvoluciónado hacia
dad por parre de la reflexión. En el mejor de los casos, esto último se hace un grado mayor de complejidad. El fenómeno es difícil de formular, tal
exponiendo los fundamentos de la ideología como independientes de la y como debe indicarlo la formulación paradójica. Cuanto menos, a los
conciencia, esto es, se exponen de modo materialista. La profesión de observadores sensibles les parece como si el estilo voluntarista y arre-
fe materialista es un requisito funcionalmente importante de la ideología batado de la afirmación de la ideología de los primeros tiempos del co-
que pretende ser ideología del conjunto de la sociedad (y no ya «ideolo- munismo se hubiera mudado en un estilo más defensivo de cuidado de
gía de clase•>). Ante codo, es la forma intelectiva de las ideologías que P\1e- la ideología, a saber, el estilo de la advertencia y del rearme moral. Bajo
den tener éxito en órdenes sociales d iferenciados y altamente comple¡os este último estilo, de manera no reconocida, acecha la posibilidad de que
la que se encuentra condicionada por este problema de la reflexividad la ideología pueda hacerse irrelevante y el partido, superfluo50 •
del decidir, del valorar y del programar. La antigua división conceptual
del mundo en materia y forma -o materia y espíritu o conciencia- se
sigue llevando adelante, pero queda subordinada a aquella función de
46 47. Con razón rechazan los marxistas ver caracterizada su ideología como dogma.
asegurar y delimitar los procesos reflexivos de sclección . Quieren saberse disrinros a los dogmáticos, quienes se pretenden en posesión de fórmulas
seguras para toda ocasión. Sin embargo, evidencemenre, solo con remisiones de tipo verbal
46. No es esto lo que Kant pretendía cuando transformó en «conccpros de reflexión» y conceprual no queda resucito el prnblema.
los conceptos tradicionales de lo determinable y la determinación (materia y forma); lo úni· 48. Cf. K. \Y./. Deutsch, «Cracks in che Monolith: Possibilities and Parrerns oí Disin-
co que pretendía expresar era la referencia al modo trascendental de conocimiento (véase tegrarion in Totalirarian Systems», en C. J. Friedrich (ed.), Totalitarianism: Proceedi11gs o(
Kritik der rei11en Vernunft, B 3 16 ss. (Crítica de la razó11 pum, nueva ed. rev. de P. Rabas, a Con(erence He/d at the American Acaderny o( Arts a11d Sciences, Cambridge (MA), 1954,
Tau rus, Madrid, 20 J31). Pero la elevación de estos conceptos de la realidad inmediata- pp. 308-333, reimp. en H. Eckstein y D. E. Aprer (eds.), Comparative Politics: A Reader,
mente dada es presupuesto de su utilización ideológica. Esta ucilización, por su parre, hace cit., pp. 497-508 (498). Este autor habla, a este respecto, de the embarrassment o( previous
exigible que se busquen orros conceptos teóricos para el proceder de la determinación d.e commitments.
lo determinable. Dichos conceptos teóricos no ti enen ya obligaciones para con la metafísi- 4 9. Cf. L. Kolakowski, op. cit., pp. 7 ss.
ca onrológica. Concebimos, por consiguiente, la determinación de lo determinable no como 50. Cf., a este respecto, z. Brzezinski, «The Soviet Political Systcm: Transformation
formación de materia, sino como reducción de complejidad. o r Degeneration?•: Problems o(Cornrmmism 15/l (l966), 1- 15, espcc. 12 s.

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POLITICA RAC I ONALIDAD DE LA POLÍTICA

Otras dificultades remiren a que las exigencias a los rendimientos re- consecuencias. Es este un consenso que, no en último lugar, documenta
ductivos de la ideología, a su empleabilidad como auxiliares de la de- también la intención general de evitar explicaciones «imposibles» de la in-
cisión y la explicación, procuran situarse muy elevadamente, no se dejan novación. En la construcción de este tipo de consenso sobre el cambio, se
aislar en determinadas situaciones y, en la práctica, resultan imprevisibles. hace uso del partido como de una estructura de diferenciación del poder
La ideología únicamente puede cumplir sus funciones de orientación me- que, al mismo tiempo, diferencia la relevancia del consenso. No solo tiene
diante una alta consistencia simbólica y un alto grado de formulación de importancia quién puede ser ganado para nuevas ideas. La ordenación
sus valores, sus programas y sus explicaciones de hechos. Este impe- del poder del partido les permite a los iniciados reconocer también quién
rativo de consistencia y formulación pone en peligro la capacidad de debe ser ganado, aquellos cuyo consenso previo cuenta -y en qué lugares
transformación de las premisas de la decisión cubiertas por la ideología. lo hace-, cuyo consenso arrastra a los demás tras de sí o los presupone.
Corno ocurre siempre con las interdependencias fuertes, estas peque- Les permite reconocer, asimismo, qué cambios personales deben ser im-
ñas variaciones pueden hincharse hasta convertirse en avalanchas y tener plementados, cuándo una nueva orientación ha ganado tanto impulso
consecuencias imprevisibles. Las innovaciones, por tanto, han de ser in- que ya no se la puede negar sino en codo caso evitar. Y permite recono-
troducidas de una manera extraordinariamente cuidadosa, siendo sensi- cer cuándo debe uno, a más tardar, solidarizarse con dicha orientación
bles a sus implicaciones lógicas y simbólicas; y en la medida de lo posible, para no dejar perder la conexión. Un ordenamiento así estrucmra la in-
han de ser introducidas aislándolas en cuestiones objecivas singulares o en troducción mediante la discusión de transformaciones en la ideología.
ámbiros parciales5 1• Se ocultan frecuentemente bajo una versión del nue- Tal ordenamiento facilita o dificulta esta introducción según qué con-
vo programa que conceptualmente no dice nada52. No rara vez deben ser secuencias tenga la renovación. Y lo hace también según cómo -y para
retiradas o suavizadas cuando las consecuencias se hacen visibles y el pro- quién- vaya él a encajarla y armonizarla en la historia del sistema en su
ceso de transformación amenaza con quedar fuera de control\\ conjunto y en las biografías de sus actores principales. En la cupida con-
Bajo estas circunstancias, el riesgo de un cambio solo puede ser to- sistencia del todo, las renovaciones esenciales no pueden introducirse sin
lerado si un amplio consenso ayuda a superar la incertidumbre de las que la historia haya de ser reescrita. Así, para las oportunidades de lograr
el consenso, no es poco importante la cuestión de quién necesita un nuevo
pasado, desde qué punto de vista lo precisa y cómo puede este ser crea-
51. La rcccp,;;ión inicial de la socio logía empírica en el macerialismo dialéctico es un do. En todo caso, el cenero de la discusión es el partido. Así es ya por el
ejemplo modélico de ello. La legitimación de la investigación sociológica parece posible hecho de que su estructura está necesitada de dosificar el modo de pro-
bajo el presupuesto de que se ocupa únicamente de relaciones empíricas,_concreta~ y _espe- ceder, la responsabilidad por los pasos parciales y la relevancia del con-
ciales, unas relaciones que no contradicen las leyes genenilcs del matcna l1smo h1stonco,
sino que solo pueden ser afirmadas e n variables a isladas. Véase, a este respecto, G. K1ss, senso. La discusión no es necesariamente oculta o confidencial, pero no
Cibt es ei11e «marxistische» Soziologie?, Colonia/Opladen, 1966, cspec. pp. 21 ss. l ~~ Cien- tiene su núcleo ordenador en la esfera pública. No son infrecuentes las
cia política, lo tiene, naturalmente, mucho más difícil para establecerse, dado que apenas difusiones públicas dirigidas. No toman, sin embargo, la esfera pública
puede evita r hacer juicios de conjunto sobre el sistema político u ocuparse con temas que como medio para encontrar la verdad o como árbitro, sino solo como
implican tales juicios de conjunto. Otro ejemp lo, la recepción de la cibernética, es consi-
derado por K. Messelken, «Zur Rolle von Semiotik und Kybernerik in der marxistischen medio para transformar la situación en la discusión del partido, para di-
Philosophie: eine wissenssoz1ologische Fallstudie»: Sozia/e Welt 16 ( 1965), 289-308. solver nudos o evitarlos, para crear nuevas situaciones o modos de ar-
52. Esto vale especialmente para las olas de descentralización que arrasrran a la orga- gumentar, o para bloquear antiguas 54 . Todo esto presupone, en los par-
nización de la economía desde hace algunos años. En el eje ccntralización/descemralizoción ticipantes en la discusión, una capacidad de juicio y w1 conocimiento de
cabe moverse de manera ideológicamente desvinculada de aquí para allá y, quizá, rendir
cuenta, a través de este movimiento, de problemas resultantes, puesto 4uc, nawralmen- la situación, lo cual excluye de entrada a los no iniciados, al tiempo que le
te no cabe discutir que tanto la centralización como la descentralizació n son necesarias. da a la discusión la apariencia de un acto cerrado.
ln~luso en ese caso, la discL1sión se reduce a ,,proverbios» (en el sentido de H. A. Simon, Las consecuencias disfuncionales de esca ordenación de los procesos
• The Proverbs of Adrninistracion»: Public Administration Review 6 [1946), 53-67}; esco políticos son, en primer lugar, las de una gran empresa. Así, por ejemplo,
es, se reduce a principios de o rganización que han de posrnlar siempre, conjuntamente, su
opL1esto. Cf., a esre respecto, H. Hamel, op. cit., una investigación 4~e, sin embargo, que-
da desvalorizada mediante una premisa de suma constante de poder ingenuame nte presu - 54. Una comparable •refuncionalización,, de la esfera pública en la democracia oc-
puesta y que desconoce la idea fundamental del centralismo democrático, a saber, que cidental es la tesis central de J. Habermas en Strukt11rwa11del der Offe11tlichkeit. Unter-
la influencia de arriba abajo y de abajo arriba puede ser incrementada a l mismo n empo. suchungen zu einer K.ategorie der biirgerlichen Gesel/schaft, Ncuwied, t 962 (véase cspec.
53. Cf., a este respecto, para el ámbiro del derecho, O. Kirchheimer, «Die Rcchtspflege pp. 215 ss.). [Historia y crítica de la opinión pública: la transfonnació11 estructural de la
und der Begriff der Gesetzlichkeir in der DDR»:Archivdes offentlichenRechts 85 (] 960), 1-65. vida pública, Gustavo Gilí, Barcelona, 2004].

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POLITICA RA C IONALIDAD DE LA POLITICA

se tiene que contar dentro del partido con norables dificulrades de co- nización de un partido para incrementar su poder, tanto más difícil le
municación, sobre todo para lo que concierne a las informaciones ideo- resultará tratar a sus detentadores del poder como programas de deci-
lógicamente delicadas o que no pueden ser definidas con seguridad. En sión intercambiables, así como relevarlos mientras sigan con vida. Ello
toda gran empresa, las verdades desagradables quedan reprimidas y lle- es así porque para lo anterior, y en contradicción con la estructura for-
vadas a los márgenes, dado que, con razón o sin ella, se presume que la mal, habría de reunirse más poder en los puestos subordinados que en la
?esgracia tomará la revancha sobre quien las saque a la luz pública. Las cúpula. Esperar la muerte del líder sobreexige la paciencia y deja el cam-
infor.maciones desventajosas solo llegan a ponerse en primer plano si se bio de poder a merced de un azar que no está coordinado con las necesi-
l~s dtluye estadísticamente o si se hace algún otro tipo de suavización. dades de la decisión. Provocar la muerte del líder en caso de necesidad
~Sto aminora la sensibilidad política del partido -por lo demás, ya agudiza las tensiones internas, dado que enronces el d etentador del poder
ideológicamente preesquematizada- también en el tránsito coridianoSS. no solo debe luchar por su poder, sino también por su vida56 • Para el
Otros problemas consecutivos ganan un peso singular mediante la sistema supone, claramente, una ventaja que el cambio de poder, cuando
posi~ión particular que el partido roma en el sistema político; sobre todo se requiera, sea efectuado con posibilidades de sobrevivir para quienes to-
mediante el hecho de que este reclame fácticamente, aunque no jurídica- man parte en él -o incluso con perspectivas de obtener una pensión-;
mente, el monopolio de la decisión última e inapelable. A diferencia del y consriruye también una ventaja que el poder pueda ser transferido sin
caso de la administración, la dirección del partido no queda puesta y leg1 - mengua en él si no encuentra ya apoyo suficiente en el grupo dirigente57 •
umada desde fuera; y a diferencia del sistema multipartidisra, no se mues- Por ramo, mediante el cambio de poder no solo pueden resolverse pro-
t~~ su id?~1eidad o no idoneidad en e l feedback a corro plazo de la elec- blemas de restitución, sino también funciones, inmanentes al siste111a, de
c1on polmca. Tanto la preservación como el cambio en la dirección han adaptación e innovación, una conquista cada vez más imprescindible en
d_e s~r llevados a cabo en procesos internos al partido que encuentran en un contexto de complejidad y variabilidad crecientes.
s1 mismos las causas y criterios. El que esta solución no esté excluida, y que quizá incluso pueda que-
. Los autoanálisis fiables hechos desde las cúpulas directivas de los par- dar institucionalizada de modo duradero, es lo que parecen enseñar las
tidos son, comprensiblemente, muy poco frecuentes. Entretanto, puede experiencias de la Unión Soviérica después de la muerle de Stalin58_ Re-
aceptars~ que los procesos propios de grupos pequeños, junto con alian- sulta claro que el grado de insrirucionalización del partido como organi-
zas relativas a un cálculo táctico y una cierta falta de consideración en el zación permanente el> un factor decisivo. Posiblemenre, en el caso de los
ª.provechamiento de las ventajas d el poder, contribuyen a que se crista sistemas cuyo poder no está apoyado externamente sino internamente
l1cen Y afiancen rendimientos esperables de dirección. La necesidad de construido, resulta típico que el poder relativamente mayor no esté en la
motiv~r int:rnamente sin una posición externa plantea, sin duda, eleva cúpula - un pasaje más o menos angost0 de la red de comunicación-
das ex1genc1as a las fuerzas situadas en la cima. Por falta de una garantía sino en los nódulos de la comunicación subordinados a la cúpula. En
e.structurada, únicamente podrá aquí entrar en juego un equi librio rela- todo caso, para un desarrollo como este pueden encontrarse numerosos
t'.vamente lábil de las fuerzas en juego, un equi librio que cambia de un ejemplos en forma de conserjes, shogunes, grandes visires, jefes de poli-
sistema a otro y de una época a otra.
Más importante aún es el problema de cómo se puede hacer reflexi- 56. Para una consideración de los problema; con!>Ccurivos en los casos de muerte,
cf. J. H. 1lcrz, «The Problcms of Succersorship in D1ct,1torial Reg1mc;: A Srud)' of Com-
va la estructura de poder para que t:imbién los detentadores del poder pararivc L,1w and l1minaion~»: The]oumal o( Politics 14 (1952), 19-40. Cf., a~im1smo,
s~an superpodcrosos al tiempo que, si n embargo, puedan ser intercam- C. J. Fricdnch, Ma11 a11d Jlis Govemme11t: An Empincal Theory o( Politics, Nucv,1 York
biados. La reflexividad de la ideología y de los procesos de decisión no (!'!Y), 1963, pp. 502 S\., con un espcc1JI acenro en l.1 ;1gnificación de los partidos conso-
lidados p:ira la solución de csre problema. Véase, adcm.ís, el cuaderno I del Joumal of Jn-
as~g.ura auromáticamentc también la reflexividad del poder -que ad-
tema/101111/ Af(a1rs 18 ( 1964) sobre Statesmen and S11aemon en diferentes Estados.
mm1stra la primera-. Cuanto más ceñidamente jerárquica sea la o rga- 57. Algo ;imilar se aplica para el cambio de liderazgo en los parudos de los siste mas
multipartid,~tas, el cual, empero, no afecrn inmedia tJmente a la administración, pue~to
que es poco problemático. Cf., a este re~pccto, U. Lohmar, op. cit., pp. 85 s.
55. También en los si~1cm31, multipamdbtas parece que. funciona mal la transmi - 58. Cf. Z. Brzezinski, art. cic., quien cuenta la solución de este problema como lo
sión de 1.n~orm:1c16n de arriba abajo. Y la d1recc1ón del parndo confía, para la transmisión que decide ~obre la rransform.,ción o la degeneración del sistema. Véa~, asimismo, lo~ aná-
d e la opinión pública, más en lo~ instituto~ dcmoscópicos que en sus propio~ miembros. lisis detallados de M. Rush, Política/ S11ccessíorr in tl,e USSR, Nueva York/Londres, 1965,
Véa~e, ª..este re~pecw, R. Mayni, • Lokale Partcigruppen in dcr klcinen Gcmeindc»: Zeit- y de 11. R. Swearer (ed.), The Politics o( S11cces.sion i11 the USSR: Materials on Khmshev's
sclm(t (ur Pol111k 2 (1955), 59 ~~.; U. Loh111,1r, op. cit., pp. 40 ss., 54 )' 102 ss. Rise to Leadership, Bosion, 1964.

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POLITICA RACIONALIDAD DE L A POtiTICA

cía, subgenerales y por último - pero no por ello de menor importancia- Finalmente, la capacidad d e aprendizaje encuentra limitaciones en
también en forma de se-:retarios del partido. Esto aclararía, asimismo, el hecho de que la ideología busca también aprehender y estrncrurar pre-
por qué los sistemas monopartidistas conformados de manera estable no viamente la posición de los problemas. iPor ello, basa la percepción de los
son partidos de «un hombre fuerte», sino que sus cúpulas formales con- problemas, lo mismo que su solución, e n una comprensión limitada y se-
sisten en un gremio que puede ser gobernado desde el cargo de secretario lectiva de los problemas. Un control ideológico de la génesis de los pro-
del partido o desde el politburó. blemas como el que hemos descrito tiene una significación fundamental
Otros problemas secundarios se relacionan con las dificultades de l pa ra la acción de equilibrar el sistema político y le da a la distinción e ntre
aprendizaje en un funcionamiento del partido ideológicamente estructu- sistemas multi- y monopartidistas un alcance que va mucho más allá de l
rado y, al mismo tiempo, burocratizado. Entendemos aquí el aprendizaje ámbito de los procesos políticos en sentido restringido.
como asunción de nuevas experiencias con una correspondiente reestruc- Al considerar la función general del sistema político de tomar deci-
turación d e las premisas de decisión, esto es, como una transformación siones vinculantes ya nos habíamos encontrado con el hecho de que el
estructural. La capacidad de aprendizaje en un orden como el que estamos conct:pto d e problema indica una variable que pued e tomar diferentes
describiendo no viene dificultada por falta de estructuras y por exceso de formas 61 • Esto hace posible comparar sociedades desde el punto de visra
complejidad -por ejemplo, por falta de claridad en las referencias de las de cuáles son los problemas que politizan en tanto necesitados de deci-
informaciones de feedback- . Al contrario, dicha capacidad padece bajo sión. Asimismo -y tal y como encontramos aquí- puede plantearse la
la estructura de las premisas ideológicas de conducta, que recargan las pregunta de dónde quedan articulados los problemas necesitados de deci-
iniciativas con riesgos notables, y no rara vez con peligro para la libertad y sión dentro del sistema político. Esto es, cabe plantear la pregunta de
la vida, desmotivando, asimismo, numerosas propuestas de cambio como cómo quedan repartidos los controles sobre la posición de los problemas
totalmente carentes de perspectivas de éxito. A ello se añade que el par- (a diferencia de la elección de soluciones) en el sistema político, lo mismo
tido, que administra la ideología, vive en una tensión no reconocida con que la pregunta de cuáles son las consecuencias que tiene esta localización.
fuentes de innovación esenciales, a saber, la ciencia y la eficiencia técni- Los sistemas multipartidistas tiend en a admitir una formulació n ili-
ca y disciplinar. La ciencia afirma un monopolio del saber, cuya validez mitada de deseos de decisión a través del público62 • La idea es que los
intersubjetiva está asegurada dt: una mane ra metódicamente obligato- deseos de decisión queden a rticulados a través de los roles de público.
ria. La ideología, para poder participar de esta validez, debe ofrecerse En la práctica, las asociaciones d e inte reses o frecen una ayuda decisiva
como ciencia59 , pero su responsabilidad por los resultados es mayor y su en lo que toca a la formulación. Por otro lado, surgen numerosos pro-
re ndimiento reduccivo es más incisivo. La ideología no puede permitirse blemas a partir de las dificul tades de d ecisión y d e las inconsistencias
la descompromctida profesión de hipótesis por principio falsables, puesto programáticas de la administración, unos problemas que son reenviados
que sus símbolos deben implicar y ligar sentimientos. Tampoco puede a la política como deseos de perfección. De manera típica, la articula-
quedarse sin más con el estado de los conocimientos que en cada caso vie- ción de los problemas no se encuentra en las organizaciones que en rodo
ne asegurado, sino que ha de cubrir el saber científica mente posible. En caso han de llevar sobre sí la responsabilidad d el gobierno, esto es, e n
esta situación delicada, la ideología es extraordinariamente sensible frente los partidos. En otras palabras, dicha articulación no viene ligada a una
a la crítica en el nombre de la ciencia o· de la técnica60 . También esro su- elección decisiva de las soluciones de los problemas mediante identida-
pone una carga para sus posibilidades de aprendizaje.
pri me r o rden. El pa rtido, e n ronces, depende del en ro lamiento en sus filas de un número
59. No rara vez, por ramo, se ve la esencia de la ideología justamente en la falsa pre- suficiente de inte lecruales reconocidos, sean cua les sean las co nsecuencias que ell o pueda
tensión de ciemi ficidad. Cf., enrre otros, Th. Ge iger, Jdeologie und Wahrheit: Eine soúolo- tener para la consistencia de la ideología y para \a docilidad jerárqui ca del partido.
gische Kritik des De11ke11s, StuttgartNicna, 1953. [Ideología y verdad, Amo rrortll, Buenos Sin embargo, el que una separación funcional-estructural entre funcionari os políticos y
Aires, 1972). la intelligentsia científico-técnica tuviera consecuencias fatales no justifica apenas los presa-
60. Esta sensib ilidad se convierte en un elemento de peligro especialmente cuando gios de decadencia, como lo~ que presenta M. Garder, Die Agonie des Sowjetsystems, Fránc-
la intelligentsia científico-técnica se arrinchera en la burocracia de la admi nisrración, esto fort d.M., 1966.
es, cuando la separación de roles entre partido y burocracia admi nistrativa separa, al mismo 61. Cf. supra, capítulo 4.
üempo, la política y la intelligentsia científico-administrativa. Una separació n como esta 62. En Geoffrcy Vickei:s c ncomram o~, por el contrario, reparos en e l sentido de que
no se la puede permirir la política puesto que, en la medida en que una sociedad del bien- el right to create wants esrá demasiado valorado en la jerarquía de los derechos de libe rtad de
estar está convencida de que su bienestar depende de la ciencia y de la técnica, la posesión las sociedades occidentales. Cf. The Undirected Societ)•: Essays 011 the H11111a 11 lmplicatio11s
)' el carácter dirigible de esra i11tellige11tsia se convienen en un factor de legitimación de o/ Jndustrializatio11 in Ganada, Toronco, 1959, pp. 138 ss.

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RACIONALIDAD DE l A POLÍTICA
POLÍTICA

des de roles. La política del partido, pues, queda inundada con deseos de sistema cuyo potencial para la elaboración de información esté ajustado
decisión y se concentra en una selección, filtrado, generalización, nive- para esta especificación simplificada del problema. Un pluralismo de
lación y reducció n de ex igencias cuyo surgimiento no puede controlar. intereses limitado es plenamente aceptado en los sistemas monoparti-
Trabaja esencialmente bajo presión, tiene que luchar con un permanente distas y es, incluso, reconocido y organizado como funcionalmente irn-
exceso de exigencias, necesita una estructura pluralista para desarrollar portante65. La sensibilidad del sistema político respecto d e la sociedad
una suficiente sensibilidad para todos los deseos y tiende a descargar una no puede ser nunca tota lme nte sustituida por el despliegue de poder en
parte de la carga de decisión en la administración, la cual no debe com- órdenes sociales complejos que deben regular el comportamiento co-
portarse de modo más o menos oportunista bajo la presión de esca tidiano mediante decisiones político-administrarivas66. El «contacto con
complejidad no dominada políticamente. Con el control sobre la posición las masas trabajadoras» se convierte en un eslogan, en objeto de oca-
de los problemas también se pierde para los partidos, con mucha facili- sionales campañas de partido, en palanca para una crítica a una inva-
dad, la capacidad para una planificación previsora. sión67. Esto no queda sin producir ningún efecto. Tampoco la praxis
Los sistemas monopartidistas ambicionan un equilibrio algo distinto de las decisiones unánimes de los órganos del Estad o está autorizada
entre la planificación y la sensibilidad para las exigencias. Ningún sistema a disimular el hecho de que en la política hay en todo caso alterna-
político puede renunciar completamente a la sensibilidad respecco de las tivas que deben ser discutidas a fondo e incluso puestas en combate.
exigencias ni a la planificación. Sin embargo, la acentuación claramente Sin embargo, el consenso sobre la ideología, y con ello sobre la limi -
se presta a ser desplazada. Cuando se logra, con coerción y con otros me- tación no solo de los argumentos sino también de los problemas, es
dios, insritucionalizar una ideología como ley de la opinión púb lica, no se presupuesto de la discusión y ga rantía de una mayor dispo nibilidad al
presentan ya a la luz pública problemas que no hayan pasado ya el test entendimiento . Las posibilidades pluralistas de expresió n que vienen
de la ideología63 • Todos se admiran del trabajo de desarrollo del parti- garantizadas no serían suficientes si fuera cuestión de que las creen-
do, así como de su lucha por la paz y el entendimiento de los pueblos; y cias religiosas tuvieran sus propios derechos frente al progreso econó-
a lo sumo se da qué pensar sobre cómo pueda mejorarse la una o el otro. mico, si la vida fa miliar los tuviera frente al incremento d e la produc-
En los sistemas de pensamiento marxista esta esquematización se rea- ción o frente a los programas de integración política; tampoco serían
liza de cal manera que todos los problemas se dejan reducir a problemas suficientes si la investigación científica tratara de hacer va ler sus propios
técnicos o económicos. No hay ya, por ramo, problemas para la política derechos también para el caso de conflicto con la ideología y si estos pro-
que no puedan ser resueltos con un incremento del potencial económico. blemas cu vieran que ser tratados en el sistema político como necesitados
También en este cfccro de simplificación se acredita el principio funda- de una decisión para cada caso (y no decididos previamente de una for-
mental de la ideología. Visto desde la política exterior, lo que llega a la ma general). La capacidad de un siste 1na así para la absorción d e con-
64 tradicciones y conflictos no llega muy lejos.
política son, pues, solo problemas de la distribución de bienes escasos .
Para esro, un sistema monopartidista es suficiente. Es decir, basta con un Los sistemas monopartidisras pueden impedir que se presenten en
la ideología problemas insolubles y contradicciones a través de una con-
63. Cuando esto no se fogra, está cambién la posibilidad de perm itir una discusión
ideológica controvertida. Sin embargo, esta queda instintcionalizada como políticamente ca-
rente de consecuencias. El rol de la Iglesia católica en la actual Polonia es un ejemplo de esto. la política corno allocatio11 o( valucs es descriprivamente d ifícil de con tradecir. Pero que la
64. Sorprendenremence, la concepción dominante en la ciencia po lítica de los Esra- misma defi nición sea también aprop iada para b econom ía debería dar que pensar.
dos Unidos expone también la funció n del sistema político como discribución de bienes 65. Véase, por ejemp lo, J. J. Wiarr, «Elements of che Pluralism in the Polish Poli1ical
limirados, sin darse cuenta de hasta qué punto socava con e llo el sentido de la apertura de System»: The Polish Sociological B11/leti11 ( L966), 19-26; z. Brzezinski, are. cir., pp. 9 ss.;
los problemas del sistema multipartidista. Véase, enrre otros, D. Easto n, A Framework (or M. Sch wartz, «C1;echoslova ki a: T oward One-Party PI u ralism ?»: Problems o( Comm1111 ism J6
Political Analysis, Englewood C liffs (NJ), 1965, p. 50, o M. J. Levy, Jr., Modemization (1967), 2 1-27. Corno estudio de un caso particular, que se ocupa de descubrir procesos de
a11d the Struct11re o( Societies: A Setting (or Jnternational A(fairs, l'rinccton (NJ), 1966, decisión internos ricos en confl ictos dentro de sistemas en apariencia ideológicamente
vol. 1, pp. 290 ss., vol. 11, pp. 346 ss. Sin embargo, si e n po lítica, efectivamente, fuera so lo unitarios, véase S. l. Ploss, Conf/ict and Decision-Making in Soviet Russi<J: A Case St11dy o(
cuestión de la distribución de valores distribuibles, deberí.t bastar con un sistema mono· Agricultura/ Policy 1953-1963, Princeton (NJ ), 1965.
partidisrn. Por lo demás, las experiencias con lo que es producido y clabor.1do en los pro- 66. Maurice Duvergcr recalca tamb ién que este problema relativo a un.t sensibi lidad
blemas políricos dcmro de los sistemas mulcipartid istas admiten la explicació n de que o política suficien te se presenta jusramemc e n los siste mas monopartidistas. Cf. Die (10/itischen
bien de hecho ya so lo hay problemas eco nó micos o de que tamb ién e n los sistemas rnulti- Parteien, cit., pp. 269 s. Cf. también L. V. Padgett, «Mexico's O ne- Parry System: A Re-Eva-
partidistas hay incegrado un fi ltro percep tivo (no ideológico) que favorece la rransform.t- luation»: American />olitical Science Review 51 ( 1957), 995-1008.
ción de todos los prohlemas en un denominador con::i(m económico. La determinación de 67. Cf., a este respecta, R. Bendix, Herrschaft 11nd lndustriearbeit ... , cit., pp. 5 1 1 ss.

262 263
POLÍTICA RACIONALIDAD DE LA POLITICA

junción intelectual y organizativa de la articulación del problema y de tidista no se encuentra en una relación necesaria con estos modos parti-
su solución. Alcanzan una considerable capacidad de planificación que culares de reducción. De manera complementaria, pues, han de indicarse
descansa en una gran congruencia entre la visión del mundo, la com- dos variantes que se dejan inferir teóricamente de la distinción entre es-
prensión de los problemas y las técnicas de decisión. Justamente es esta tructura y función. Así, el esquema estructural del «partido único» puede
consistencia interna la que alberga en sí el peligro de que la coordina- ser implementado para otras funciones distintas a la administración de la
ción interna del sistema político se desarrolle a expensas de su coordi- ideología. Esto ocurre con frecuencia en los países en vías de desarrollo. Y
nación externa, esto es, de su relación con la sociedad. En particular, si a la inversa --como lo muestran ejemplos tomados del campo marxista-
el desarrollo del conjunto de la sociedad ha de transcurrir en el senti- la reducción a través de una ideología común puede también alcanzarse
do de una creciente diferenciación funcional-estructural -un sentido, permitiendo otros partidos mientras haya uno de e llos que domine in-
pues, en el que la economía, lo mismo que la política, solo precisa ser condicionalmente y sin ser cuestionado.
utilizada como sistema parcial-, entonces puede llegar un día en que la -~ Los procesos políticos de los países en vías de desarrollo ofrecen un
capacidad de elaboración de los problemas de un sistema político como cuadro extraordinariamente variado del que aquí no podemos nosotros
el descrito no resulte ya suficiente para aprehender y decidir en los con- rendir cuenta ni siquiera de manera aproximada. Con todo, cabe destacar
flictos que se están desarrollando. Esto vale en tanta mayor medida por ciertos rasgos típicos fundamentales si nos retrotraemos a nuestro aná-
cuanto este tipo de política encuentra su base en la indoctrinación de la lisis de partida, esro es, a las condiciones de una mayor complejidad del
ideología en el conjunto de la sociedad. Ello fuerza a una amp lia poli- sistema político. La meta global de un desarrollo económico forzado de la
tización de toda acción pública. La economía queda politizada, puesto sociedad exige programas de decisión variables, con primacía de la pro-
que la política aún puede decidir sobre problemas económicos. En ge- gramación de fines. Las condiciones generales de la ~ociedad, esbozadas
neral, aunque es cierto que la diferenciación dinámica del sistema po- en el capítulo séptimo, sin embargo, no están aquí presentes, o no lo es-
lítico a partir de la sociedad es posible en lo que roca a los roles - lo tán en un principio. El alto grado de complejidad debe ser controlado
mismo que la diferenciación interna del sistema político en política y canto en los programas de la administración como en su apoyo político.
administración-, vemos que dicha diferenciación tropieza, en el plano Los programas primero deben ser posicivizados, deben quedar expresa-
de los programas y de los valores, con unos límites muy estrechos, pues- dos con mayor precisión y tienen que ser institucionalizados de manera
to que la ideología tiene una escasa tolerancia. Estas desventajas tienen variable en forma de leyes. El apoyo político primero tiene que ser movi-
tanto mayor peso por cuanro el sistema político no construye antenas lizado, esto es, ha de quedar desligado de vínculos adscriptivos invaria-
para su percepción (no se trata solo de un contacto deficiente con las bles y debe quedar ligado a los programas de cada caso. Y a l mismo
masas) y en la medida en que no logra capear su insuficiencia en forma tiempo debe dominarse la inseguridad de la coordinación de ambas di-
de discrepancias internas. Un orden político que se pone a prueba en un recciones de variación que surge de todo esto y que en la situación de
desarrollo económico forzado, y que por tanto se subordina a conside- reorganización será aún mayor de lo normal. En esta difícil situación, un
raciones de carácter económico, deberá ser presumiblemente transfor- sistema monoparridista libre de ideologías y que se comporta de modo
mado en profundidad cuando la solución de los problemas económicos puramente oportunista tiene ciertas oportunidades de éxito. Las tiene,
ya no domine, cuando la economía no sea ya el sistema parcial director por ejemplo, bajo la forma de un partido de masas que pone en cuestión
de la sociedad. O bien, se bloqueará el posterior desarrollo de la socie- el monopolio del gobierno de la burocracia y organiza el ascenso de una
dad hacia un mayor grado de complejidad y se convertirá en una carga nueva élite; o en la de un partido dirigente que se apoya en los poseedo-
para e l progreso 68 • res de estatus ya existentes69• La estructura simple de un partido único se
No todos los sistemas monopartidistas alcanzan el rango del proroti- acomoda a las necesidades de orientación e integración de una sociedad
po con ideología marxista que hasta el momento hemos tratado. No to-
dos encuentran su justificación interna en el hecho de reducir la comple- 69. En este sentido, R. Schachter («Single-Party Systcms in West Africa»: T/Jc Ame-
jidad de la política mediante una ideología común y por tanto mediante rican Political Review 55 í 196 11, 294-307) distingue entre mass parties y patro11 parties.
un partido. En tanto estructura de procesos políticos, el sistema monopar- Igualmente tenemos a M. L. Kilson, «Authoritarian and Single-Party Tendencies in African
Politics»: World Politics 15 (1963), 262-294; véanse las pp. 268 ss. para la def9rmación de
la ideología marxista en África. Como volúmenes amplios cf., asimismo, G. M. Carrer (ed.),
68. Se encuentran frecuentemente pronósticos de este ripo, hechos con tintes más o A(rica11 One-Party Systems, lthaca (NY), 1962, y J. S. Colernan y C. G. Ros~crg, Jr. (eds.),
menos sombríos. Véase, por ejemplo, Z. Brzezinski, arr. cir., pp. 13 ss. Political f'arties and Nationa/ /11tegratio1t in Tropical A/rica, Berkeley/Los Angeles, 1964.

264 265
POLÍTICA RAC I ONALIDAD DE LA POLIT I CA

disgregada y desligada de los vínculos tradicionales, la cual aún no está distas, muestra con cuántas dificulLades tiene que contar una comparación
madura para la ideología, aún no ha conformado opinión pública alguna de diferentes sistemas de partido72 • El mero contabi lizar diferentes tipos
y que se orienta de manera personal antes que objetivo-programática. Por estructurales no lleva muy lejos. Estructuras iguales pueden servir para
consiguiente, también resulta característica de estos países una incomple- funciones muy diferentes; y al contrario, una determinada función puede
ta diferenciación dinámica del partido respecto de otros ordenes de rol de ser cumplida por mu y diversas estructuras funcionalmente eq uivale ntes.
la sociedad70 • Una comparación de los sistemas de partidos presupone, por canto, una
Otra variante del sistema monopartidista viene dada cuando la fun- clarificación de los contextos funcionales - y esto quiere decir: del sis-
ciún <le reducción ideológica de la complejidad política está fijada pero tema- en los que opera el sistema de partidos73 •
la estructura del sistema de partidos viene modificada por la admisión de Como punto de vista comparativo, por tanto, ha de hacerse visible
más partidos. En ese caso, hay ciertamente múltiples partidos pero falta y debe presuponerse aquel problema a través del cual quedan introduci-
una característica esencial del sistema multipartidisra, a saber, que sus pre- dos los procesos políticos en el sistema político. En otras palabras, ha de
tensiones de poder sean comparables. hacerse visible aquel problema con cuya solución los procesos políticos
Encontramos ejemplos de lo anterior e n sistemas políticos del cumplen su función específica en e l sistema político. Este problema lo
campo comun ista, por ejemplo, en Polonia o en la República Democrá- hemos definido, en términos generales, como el problema de la compleji-
tica Alemana. Aquí e l margen de variación no va muy lejos. La unidad de dad política y, con mayor precisión, co mo e l problema de la variabil idad
la ideología exige la concentración del poder político y de la competen- independiente de los programas de decisión y del apoyo político en sis-
cia de dar explicaciones en un solo partido. Los otros partidos no están temas políticos complejos. La solución de este problema exige esfuerzos
permitidos como competidores por el poder, sino como elementos de específicos, esto es, permanentemente organizados, en roles políticos se-
este pluralismo pulíLico limitado. Pueden afiliar sus propios miembros, leccionados para ello, los cuales pueden ser reunidos como «partidos».
pero no pueden presentar sus propias listas elecrorales, esto es, no pue- La diferenciación dinámica puede llegar can lejos en los sistemas mul-
den presentar su propio programa en las elecciones. Sirven como recep- tipartidistas que puede comprender también la orientación según valores
táculo de grupos particulares, que por este camino no obtienen acceso y puede pervertirla para su uso en la política. Con ello vienen ligadas las
directo al poder pero pueden en cambio ejercer presión sobre e l partido ventajas de una complejidad y variabi lidad muy altas del sistema pulíLico.
en el gobierno. Se erara, por su func ión, de pressure groups. La autoriza- La reflexividad de los procesos de decisión y la reflexividad del poder, so-
ción de estos parcidos incrementa la sensibilidad política del sistema sin bre todo el problema del cambio de poder, admiten separarse. La capa-
poner en peligro el poder del partido en e l gobierno 71 . \ c idad de absorción de conflictos y contradicciones sociales puede quedar
Esta mirada de soslayo a diversas variantes, que ha sido necesaria en visiblemente incrementada. Un sistema político así puede tener un entor-
la consideración tanto de los sistemas monopartidistas como nmlriparti- no de sociedad muy complejo y puede conformar para este entorno mo-
dos de reducción apropiados. Todo esto va a expensas de la consistencia
temporal y objetiva de la decisión político-administrativa. Las pretensio-
70. Esto no se apl ica solamente a los partidos de los jefes de la tribu, que conectan
con los órdenes de estatus existcnres, sino también a los partidos de masas, que asumen nes de consistencia, ancladas en el raci.onalismo tradicional, se muestran
funciones de previsión para las variadas necesidades vitales de sus miembros. Sobre la varie- de todas maneras como ilusorias en sociedades muy complejas, y clara-
dad de este tipo de actividades del partido, cf., por ejemplo, Th. Hodgkin, African Political mente deben quedar rebajadas. Esto únicamente es posible cuando los sis-
Porties: An /11trod11ctory Cuide, Harmóndsworch, 1961, pp. 141 ss. cemas del entorno del sistema político, especialmente la economía, la re-
71. No se debe confund ir con lo aquí descr iro los sistemas mu ltipanidistas con pare i-
dos dom inantes que no admin istran una ideología dominante y que funcionalmente esrán ligión, la cultu ra científi co-técnica, la fami lia y, no en último lugar, las
también orientados según el tipo del sistema multipartidista. Cf., a este respecro, M. Duver- personal idades individuales obtienen un alto grado de autonomía propia
ger, Die politischen Parteie11, cit., pp. 316 ss. Ejemplos de ello nos lo ofrecen, por ejemplo ,
la India, con la posición especial del Partido del Congreso -conmovida, sin embargo, desde
las elecciones de 1967- , el Partido Laborista de Israel (Mapai) o el Partido de La Revolución 72. Para otros intentos de una tipología comparativa de partidos políticos véase, so-
lnsritucional de México (PRI). A diferencia de los sistemas ideológicamente centralizados, bre todo, M. Duverger, Die politischen Parteien, cir., y S. Neurnann (ed.), Modem Political
en estos casos el acceso al poder legítimo no les está expresamente vccado a los otros parti- />arties: Approaches to Comparative Politics, Chicago (IL), 1956 IPartidos políticos moder-
dos. Tienen lugar, por ejemplo, auténticas e lecciones políticas y no solo «elecciones» de una nos: Iniciación al estudio comparativo de los sistemas políticos, Tecnos, Madrid, 1965).
lista unitaria. La posición del partido dominante tampoco viene justificada ideológicamen- 73. Contra la tipología de Duverger (Die politische11 Parteien, cit.) ~e ha objetado,
te, pero en la práctica está ran afianzada que una alteración en el campo del poder no puede sobre todo, que no toma en consideració n este contexto y que los partidos son comparados
esperarse y los otros parridos, por tanto, quedan reducidos a la función de pressure groups. como sistemas sin entorno en una ;ibsrracción modé li ca. Véase G . E. Lavau, op. cit.

266 267
POLITI C A

con formas propias de consistencia (balances, fe, lógica, amor, concien-


cia) y, con ello, quedan protegidos frente a variaciones del sistema polí-
tico. En el sistema político mismo, mediante una rigurosa separación de
política y administración, la racionalidad pervertida y su oportunismo
pueden ser en parte controlados y puestos a un mismo nivel. 21
Bajo todos estos puntos de vista, los sistemas monopartidistas con-
forman un estilo distinto -aunque no siempre concluyente- de racio- LÍMITES DE LA DIFERENCIACIÓN DlNÁMICA
nalidad política. Tratan de aprehender la indeterminada complejidad
del ámbito político mediante una ideología bastante compleja pero ya en
cierto grado determinada y consistente. Plantean, por tanto, grandes exi-
gencias en cuanto a la unidad de la orientación y la planificación. Y por
mor de dicha unidad desisten de una diferenciación funcional-estructural
demasiado fuerte, ya sea en la relación del sistema político con otros
ámbitos de la sociedad -a los que no les pueden ser concedidos «dere-
chos fundamentales»-- ya sea en el sistema político en su relación con la Las cérnsideraciones precedentes sobre la función, la autonomía y la ra-
política y la administración. No dirigen, pues, la consistencia que cabe ser cionalidad de la política han impulsado nuestras representaciones sobre
alcanzada de acuerdo a un existente pluralismo de la sociedad; al con- un tratamiento de esta parte del sistema político en términos de la teo-
trario, dirigen el pluralismo permitido según su capacidad para una ela- ría de sistemas hasta tal punto que ahora podemos retornar la pregunta
boración ideológicamente consistente de información. planteada al comienzo acerca del grado de diferenciación dinámica se-
Frente a los sistemas de partidos que cuentan ya con un alto grado de gún roles de la política y podemos convertirlo en tema de un capítulo
complejidad política, se encuentran otros que aún deben crear esta com- por separado. En primer término, se trata, naturalmente, de una varia-
plejidad, sobre todo, desde un punto de vista temporal, como variabilidad ble empírica. H asta qué punto cabe distinguir roles puramente políticos
y movilidad. Es típico de numerosos países en vías de desarrollo el que, en una sociedad y hasta qué punto son también separados de hecho en la
mediante movimientos políticos, traten de alcanzar lo que solo puede ser vida social es algo que puede ser muy diferente de un sistema a otro. Asi-
un desarrollo del conjunto de la sociedad en todos los ámbiros funciona- mismo, los sistemas se distinguen según la extensión en que subordinan
les. Eligen como palanca y catalizador un dinamismo estructuralmente los roles políticos y de otro tipo a los mismos valores y programas de ac-
simple, y por tanto no exento de peligros, que ha de crear aquellos pre- ción, según el grado en que exigen consistencia en la ejecución de diferen-
supuestos que son los únicos sobre los cuales se puede, en general, op- tes roles y según el punto hasta el que prevén incompatibilidades entre
tar con sentido entre sistemas monopartidistas ideológicamente ligados y diferentes roles --de tal manera que no se pueda ser, al mismo tiempo,
sistemas multiparridistas. político y mujer, político y capitalista, político y judío, político y funcio-
nario-. En todas estas preguntas, no hay solo una única posibilidad
transitable. Los sistemas políticos pueden ser institucionalizados de mane-
ra estable de maneras muy diversas y con una medida muy diferente de
diferenciación dinámica.
Esto, con todo, no quiere decir que uno deba retrotraerse a la inves-
tigación de sistemas singulares incomparables. Más bien, ha de intentar-
se que la diferenciación dinámica no quede planteada como un estado
concreto, sino más bien como una variable vinculada con otras variables.
Todo ello para que, de este modo, se limite el número de combinaciones
posibles y se comparen sistemas desde el punto de visea de si encuentran
una combinación capaz de subsistí r -y de cuál encuentren- . En este sen-
tido, las consideraciones que hemos hecho hasta el momento sugieren que
asumamos una conexión entre diferenciación dinámica, complej idad sis-

268 269
POL ITI CA LI MIT ES DE LA O I FEREN C l,t, C I Ó N D INÁM I C A

rémica y auto no mía. De acuerdo a esta hipótesis, estas tres variables solo }' conviccio nes do minantes. Ocurre en la po lítica exactamente lo contra-
son susceptibles de incrementarse de mane ra conjunta. Esto es, una d ife- rio a la administració n, que puede llevar a cabo a plena luz sus elaboradas
renciació n d iná mica más intensa exige una mayor complejidad sisté mica consideraciones legales y econó micas y encontrarse con pocos o bservado-
y una mayor autonomía; y lo mismo a la inversa: solo pued e gana rse una res o con o bservad o res poco ate ntos, pero no ta les que pro reste n contra
mayor auto nomía y una mayor complejidad sistémica median te una di- los fundamentos mo ra les d e su estilo d e d ecisió n. \
fe re nciación dinámica más intensa. Algo similar ocurre co n el grado de complejidad sistémica alcanzable.
C ua ndo, pa rtiendo d e esta hipó tesis, se pregunta po r los límites d e la H abíamos visto que la situació n del ento rno y la posición <le los proble-
dife re nciación dinámica de los procesos po lítico s, se hace necesario te- mas de la po lítica muestran una mayor complejidad que la d e la admi-
ner a la vista previame nte los lími tes de la autonomía y de la complejidad nistració n2. La po lítica no puede lograr una complejidad <le la estructura
sistémica del á mbito po lítico, puesro que ec;tas variables code te rminan e l o rganizativa de los programas de decisió n que sea idéntica a la que tie-
g rad o d e d ifere nciació n d inámica d orada de sentid o. Arrojan luz, asimis- ne la administració n. El núme ro de sus accio nes es meno r. Sobre todo, la
mo , sobre e l mo tivo por e l que la dife re nciació n diná mica d e la socie- po lítica no o frece, 111 en los sistemas mono partidista!. ni en los mulriparri-
dad - a l igual que la auto nomía y la complejidad sisté mica- no puede n distas, puntos de referencia ad ecuados pnra una diferenciación funcio nal.
llevarse a cabo ta n a mpliamente en la po lítica como en la ad m inistració n. Puede haber, e n los partidos to mados individualmente, unas tende ncias
Hemos tratad o de fi jar los lím ites de la a uronomía del ámbito pura- más o menos acusadas a la burocratizació n, y con ayuda de esta pued e
me nte político e n la Íó rmula d e la legitimidad pro blemática de los pa r- ha be r cargos del pa rtid o d iversos e n c ua n to a su func ió n. C on to do,
tidos. En los sistem as m o nopa rridistas esre proble ma no se p resenta, o en términos generales, el principio de difere nciació n de la po lítica es un
permanece aún latente, porque el partido afirm a representar la mo ral de l p rincjpio segmentad o y no fu ncio naP. Esto qu iere decir que se configu-
con junto de la socied ad, con lo que no hace uso d e autonomía algu na para ran sistemas pa rciales d e l mismo tipo, que persiguen las mismas mera s,
sí mismo co mo siste ma, sino d e una compe te ncia d e decisió n pa ra el o r- que en este caso son la conformación d e pode r po lítico y de influ encia
de n del conjunto. La consecue ncia d e e llo es un g rad o correspo ndie nte- sobre la administración 4 • Los sistemas con dife renc iación segmenta<lo ra
mente me no r de d ifere nciació n d inámica de la socied ad, sobre to d o una no pueden, ni con mucho, alcanzar la complejidad d e los !.iste mas fu ncio -
po litizació n d e la socied ad y una socializació n d e la po lítica. nalmente d iferenciad os; y po r ello, en este sentido, la polínca permanece
En los sistemas mulripartidistas, por el contrario, la pro fc sio rtaliza- subordinada a la administración. Con una formulac ión algo distinta, po-
ció n d e la acción polít ica y su mo ral pa rticu lar encontraro n ya muy p ron- dría decirse as imismo q ue el d esnivel d e complejidad entre el entorno y el
to - tras el establecimiento <le lo~ partidos en senrido mo derno- aten- sistema es mayor en e l caso de la política d e lo que lo es en el d e la admi-
ció n y oposició n 1• Sin e mbargo, estos esfue rzos por ro mpe r con la mo ral nistració n; y ello significa que esta se encuentra e n una situació n de com-
específica d e la «maquinaria de los partidos» y por re introducir e n la polí- plejidad relativamente indeterminada y que le falta la posibilidad de una
tica compo nentes amateurs y procedentes d e la sociedad no se vieron re- determinación racional d e esta complejidads.
compensado!. con un éxi to duradero. En tod o caso, em pero, como hemos
visto, los partidos, al me nos en sus exposicio nes, siguen bajo la presión de
nega r las reglas pro pias de su cálculo po lítico y d e referirse a los símbo los 2. Esto significa, e ntre otra< co\a\, que la púlíuca ha d e poder contar con forma~ má~
dr.hucas de reducción de la comp lejidad que la adm1111stración. A.í, por ejemp lo, no puede
pre~cind,r del esquema am1golenem1go como medio de red ucción de la complejidad.
l. Sobre rodo, las p rimeras grande~ invesrigac1011cs d e las bu rocracia, d e los pamd m J . Sobre la distinción e ntre d 1fc renciac ión segme nradora y funcio nal e n ge11cr,1 l
a comienzos de este siglo por pa rte de Osrrogowsky, Bryce y M ichels habí:m d irigido ,u cf., po~ e1e mp lo, T . Parsons y N. J. Smelser, Economy a11d Society, Glencoe (IL), 1956,
atención al hecho de que los procesos de decisión internos al parndo no er.111 representa pp. 25) ~-
civos de la sociedad. De ahí surgió la e>-1gcncia de quchrancar el poder en b política de lm 4. Como intento de~tacable de contraponer la p o línca, ,obre la ba~e de su princi-
profesio nales corrup tos y traer a mm1te11r5, de qu ienc, cabría c,pcrar una rcpre~em ac1ó11 pio de difcrcnc1,1c16n scgme ntad ora, a la admi nistración, d., por ejemplo, G. M . Snmh,
de punto~ de vista mo rales de ca rácte r general. Se rrarab,1 de u11 movimiento cspccialmc11tc •011 Segrncnt ,lr)· Lineage Syste ms»: '11,e Journal o( the Royal A11tl1ropological /11sti111 -
típico de la escena estadounidense y, sohre todo, defendido vigorosamente por J. Brycc, te 86 (1956), 39-80. Véase, a este re~pccto, asim ismo, D. E:mo n, • Po litical Anth rop o-
The American Commo11wealtl1, Nueva Yo rk, l9 l0. Un efecto retardado de e;ta crítica se en- logy•, en B. J. Siegcl (ed.), B,ennial Review o( Anthropology 1959, Sranford (CA), 1959,
cue ntra aú n hoy en la gran d 1fu,1ón de c lt:cciones 110 ordenada~· por los pamdo~ que hay pp. 210-26 2 (22. 1 <5.) .
e n lo; Es1ados Un idos, especialme nte en lm nive le, co muna les. Véase a este res pecto, por S. C f., a este re~pecto, la d1st i11c1ó n cnrre co mpl ejidad o rga nizada y no o rg:m1zada
eje mplo, E. C.. Lee, The l'olitic.s o( No11¡1,misa11shi¡1: A St11dy o( C11/i(omia City Elections, e n L. von Bcrrala nffy, •Gen eral Sys te m Th eory: A C ritica! Rcv iew»: Ge11eral Syste111s 7
Berkeley/Los Angeles, l 960. (1962), 1-20 (2).

270 271
POLÍTICA LÍM ITE S DE LA OtFEI\ENCIACIÓN D I NÁMICA

Una menor autonomía y una menor complejidad propia traen consi- za de trabajo, como substrato para procesos de información en curso) son
go, asimismo, que la política, en una medida notable, dependa de apoyos empleadas para funciones políticas. Su rendimiento no consiste en la eje-
para la decisión procedentes de su entorno. Sin embargo, también la políti- cución fiable de programas previamente dados. Se programan a sí mismos
ca se ha hecho tan compleja en órdenes sociales modernos y ampliamente y pueden entonces orientar la decisión política y administrativa en lugar
desarrollados que la complejidad como tal empieza a actuar aisladamen- de los programas objetivos. Su significación política reside en que pueden
te. Cualquiera no puede tener voz en la política de manera convincente y exponer y manifestar una conexión de expectativas y modos de conducta
efectiva por la sencilla razón de que los conocimientos necesarios para relativamente consistente que no puede ser proporcionada por otras per-
ello no están difundidos de manera generalizada. Su propia compleji- sonas de esca forma 7 • Atraen hacia sí una confianza que es intransferible.
dad blinda también a la política frente al asalto de fuerzas de la sociedad Este tipo de personalidades no ha de ser tratada aquí en su efecto causal
que buscan puestos e influencia. Los principiantes no pueden llegar muy en la marcha de los negocios o en las decisiones de los electores8 -un
alto en seguida. Han de contar con un apreciable tiempo de aprendiza- efecto difícilmente desencrañable-. Al contrario, ha de ser abordada me-
je y adaptación. Admitiendo todo esto, no cabe empero pasar por alto el ramente en su función simbólico-expresiva. Una necesidad de este rendi-
hecho de que la segregación de la política en roles tropieza con unos lí- miento puede presentarse en dos planos diferentes de significado, a saber:
mites infranqueables. El desnivel entre la complejidad del problema po- en la legitimación del sistema político, con o sin reestructuración de ins-
lítico (a saber: coordinar las variantes de las condiciones para el apoyo tituciones legitimadoras (roles, programas o valores), por un lado; o en
político y las variaciones de los programas de la administración), por un la integración cotidiana de necesidades instrumentales y expresivas, por
lado, y la complejidad propia y la capacidad de rendimiento de las organi- otro. En los dos casos, que frecuentemente resu ltan difíciles de distinguir
zaciones puramente políticas, por otro, es demasiado grande corno para en la vida política concreta, se introduce la persona lidad individual como
que la política por sí sola lo pudiera salvar. Deben poder presuponer que generalización concreta de expectativas de comportamiento, con el obje-
su entorno les echa una mano y que les pone a su disposición, de una u to de descargar otras formas de generalización. El carácter presente de su
otra manera, una complejidad ya reducida. · vida-simu ltánea-con-otros posibilita hacer presente el fururo y convencer
Evidentemente, esto puede darse de cualquier manera. Ha de tra- ahora de lo que va a ser objeto de expectativa y de esperanza.
tarse de elaboraciones previas utilizables políticamente y que, sobre
todo, no restrinjan la autonomía relativa de la elaboración política de la por ejemplo, G. Burdeau, «Réílexions sur la personnalisation du pouvoir»: Res Publica 5
información. Nos hemos encontrado ya con uno de estos tipos de apo- (1963), 125-139; y especialmente las actas de las E111relie11s de Diion: L. Hamon y A. Ma-
yos a la decisión, a saber, los síntomas de la presunta voluntad de los elec- bileau (eds.), La perso11nalisalio11 du pouvoir, París, 1964, en cuyo punto central se sitúa
el poder legitimador de las personalidades políticas y la normalidad de su entrada en es-
rores, que, en los sistemas multipartidisras, le posibilitan a los partidos cena. Menos provechosa es la investigación de los Estados Unidos, que apenas puede ren-
una orientación continua. Este tipo de síntomas deben serle señalados a dir cuenta de la función social de las personalidades individuales, especialmente cuando
la política por su entorno dentro y fuera del sistema político. No limi- trabaja con categorías puramente psicológicas (así, por ejemplo, L. J. Edinger y K. Schuma-
tan la diferenciación dinámica de la política en roles; al contrario, justa- cher, Personlichkeit 1md politisches Verhalten, Coloni;i/Opladen, 1967). Cf., asimismo, el
volumen colectivo de D. Marvick (ed.}, Political Decision-Makers, s. l. (Nueva York), 1961,
mente la presuponen. De otros apoyos a la decisión no cabe decir esro con y J. D. Barber, The Lawmakers: Recruitment and Adaptation to Legislalive Life, New Ha-
el mismo cono decidido. Queremos ocuparnos con algo más de deta lle ven/Londres, 196.5. Para los países en vfas de desarro lla, véase, por ejemplo, L. W. Pyc,
de dos de ellos, posiblemente los más importantes, con el objeto de hacer l'olitics, Personalily a11d Nation Building: Bunna's Search for Tdentily, New Ha ven/Lon -
dres, 1962, espec. pp. 244 s~.
visibles, en estos ejemplos, la conexión entre complejidad sistémica, au-
7. El concepto de personalidad carismárica de Max \'llcber describe un caso más res-
tonomía y diferenciación dinámica. Consideraremos, en primer lugar, el tringido en el que lo inhabitual no es interpretado simplemente como individualidad sino
problema de la «personalidad política»; relacionándolo con este abor- como dores sobrenaturales y se lo convierte en fundamento de una exigencia de obedien-
daremos el significado político de las asociaciones de intereses y, final- cia. Estas interpretaciones tenían su sentido en un tiempo en el que el individualismo como
w] aún no estaba insritucionalizado y, por tanto, no podía competir con las insrirucioncs.
mente, hablaremos de la relación entre política y ciencia.
Hoy los políticos no neccsiran carisma alguno. Pueden ganarse la confianza como indivi-
Con el término «personalidades políticas»6 queremos describir a per- duos a través de su autoexposición, de su estilo, de su hiscoria viral y de su cosmovisión,
sonas que, en su individualidad, en su carácter único (y no solo como fuer- contribuyendo con e ll o a superar crisis de confianza en el ámbito de lo institucional.
8. Cf., a este respecto, la exposición del estado indecidido de la investigación en
R. Lane, Po/itical Life: Why People Gel lnvolved in Polilics, G lencoe (IL), 1959, pp. 24 s.;
6. El significado de las personalidades para la política ha ocupado, en los últi- o en V. O. Key, Jr., Public Opinion and American Democracy, Nueva York (NY), 1961,
mos años, comprensiblcmenre, sobre codo a los sociólogos y politólogos franceses. Véase, pp. 247 SS. )' 467 S.

272 273
POLiTICA LÍMITES DE LA DIFERENCIACIÓN DINÁMICA

El que se trate aquí de rendimientos hechos a través de la individuali- <lamente identificables y es fijada como un programa personal con su co-
dad no excluye la pregunta por las precondiciones sociales y por las con- rrespondiente biografía. El problema reside en la discrepancia que surge
secuencias. En ambos casos, la dependencia de la individualidad significa entre imagen y efecto. Eisenhower no sacó provecho del prestigio de un
simultáneamente, para el sistema político, dependencia de la sociedad. La general victorioso9, el mismo Macmillan no pudo presentarse en tiempo
política, ante todo, depende de que la sociedad forme. y haga disponibles de elecciones como super-mac y en el destino de Erhard se mostró que
las personalidades con el perfil individual requerido: Investigaremos en solo con un currículum ideal para el trabajo de relaciones públicas no se
el próximo capítulo este requisito, dentro del marco más amplio de un ca- hace política. En esta forma derivada, se puede intentar solucionar el
pítulo sobre el enrolamiento. Aquí interesa en particular la conexión entre problema en la política, por ejemplo, con un cuidadoso «reajuste» de la
estructura de la sociedad y necesidad de enrolamiento. Si únicamente unas imagen y mediante un trabajo continuo en la conciliación de la imagen
personalidades estilizadas de una manera específica a un grupo o un estra- y la realidad.
to socia l pueden tener éxito en la política, entonces han de existir gru- Otros problemas surgen de determinadas consecuencias de la aplica-
pos o estratos sociales que produzcan los correspondientes rendimientos ción política de la individualidad personal, a saber, del hecho de que la
educativos y que tengan lista una reserva de aspirantes con talento. Esto personalidad individual rompe rodas las separaciones de roles y traza lími-
presupone una jerarquía social incuestionadamcnte constituida y polí- tes, con ello, a la diferenciación de roles 10 . Las personalidades prominen-
ticamente no discutida; una jerarquía ordenada a la diferenciación en la tes son interesantes y políticamente relevantes en todos los aspectos de su
política, la economía, la educación, la sociabilidad, etc. Si esta jerarquía vida.\ Por poner algunos ejemplos de los últimos años, estas personalida-
de estatus se disgrega bajo la presión de una más severa diferenciación des son fotografiadas el día de Navidad en el sofá con el nieto en el re-
funcional de la sociedad, entonces ya no puede ser un tipo determinado gazo; su comportamiento en guerras pasadas o bajo regímenes an~crio-
(por ejemplo, el mandarín instruido, el propietario de tierras o el caba- res es mirada con lupa; deben hacer públicas sus acciones en propiedad
llero educado en determinadas escuelas) el que medie entre la sociedad y -y llegado el caso, ponerlas en venta- si se quieren ocupar determina-
la política, sino únicamente la personalidad individual convincente. Se dos puestos. Han de dimitir si su mujer p ierde la integridad ceremonial
trata de unas personalidades que, justo por medio de su carácter atípico, o la voluntad de cooperar, o echan a perder su carrera si obran torpemen-
se sitúan por encima de todos los intereses, estratos y grupos; y que por te respecta de la cuestión del tipo de escuela que prefieren para sus hijos.
ello han de tener un efecto generalizador. Este tipo de personalidades
solo las puede ofrecer la sociedad cuando ha institucionalizado un alto
grado de individualismo y cuando ello se da en todas sus instituciones,
r No tienen vida privada. Cuando les es conced ida su esfera íntima, me-
diante el tacto o la ley, significa esto meramente que pueden rechazar, cu-
biertos por el consenso general, a periodistas o interrogadores molestos y
pero sobre todo en las familias y en la educación de los estratos superiores. se les concede una cierra libertad para su autoexposición.
Esta dependencia de la sociedad no puede ser superada, pero sí sua- Una mezcla así de roles mediante la individualidad no es solo un des-
vizada cuando el sistema político logra tomar el control de la estructu- tino personal, sino que al mismo tiempo es un foco de peligro para el_ sis-
ración de la personalidad para fines de la política -y en la medida en tema político. El apoyo político es aquí !buscado por la vía de los motivos
que lo hace-. Estos esfuerzos no interesan aql!Í en sus detalles técnicos,
sino como medios del sistema político para, frente a la sociedad, obtener
una relativa autonomía y seguridad frente a accidentes. Los procesos de 9. «Eisenhower era un general victorioso, pero lke se encerró muy cuidadosam ~nte,
y parece que ~in gran esfuerzo, en el personaje apacible d el buen pa~re de familia, del 1_ub1-
aprendizaje y socialización de la vida política, sobre todo la exigencia lado escrupuloso, del miembro simpático del Rotary Club y del gran1ero amateur ~pre~1ado
de una carrera en organizaciones políticas, tienen aquí su significado. Sin por sus vecinos en el campo,, , como formu la Franc;ois Bourricaud en «Su r deux meca~mnes
embargo, las capacidades y virtudes que se precisan para abrirse camino de personnalisatioo du pouvoir», en L. Hamon y A. Mabileau (eds.), La perso11nal1sat1on
hacia posiciones elevadas no son, muy frecuentemente, idénticas con d11 pouuoir, París, 1964, pp. 391 -419 (417 s.). Cf., a este rcspecro, ramb1~n Ph. E. Con-
verse y G. Dupeux, «De Gaulle and Eisenhower: The Public lmage of che V1ctonous Gene-
las que, llegados allí, pueden mostrarse y emplearse. Así, los políticos ral», en A. Campell et al. (cds.), Elections a11d the Political O rder, Nueva York/Londres/
profesionales, después de una carrera sostenida, se presentan frecuen- Sydney, 1966, pp. 292-345. , .
temente a la luz pública con una cierta palidez y una pulida carencia de 10. La ún ica forma de legitimación que no muestra este efecto, y que sena compar1blc
perfiles definidos. Deben entonces ser renovados y adquirir los tonos con una plena diferenciación dinárnica del sistema político, es la legitimación racional -leeal
(esto lo señala también T. Parsons, «The Political Aspect of Social Structure and Process~, en
de una personalidad significativa. Su imagen es minuciosamente calcu- D. Easton [ed.], Varietieso( Political Theory, Englewood C liffs (NJ), 1966, pp. 7 1-112 [821)
lada por asesores, es condensada en torno a algunas propiedades rápi- y esca es, por ello, al mismo tiempo la más problemática.

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POLITICA LIM IT ES DE LA DIFERENCIACIÓN DINÁM I CA

no políticos del público. Y esto se hace también renunciando a diferen- la política precisamente en el hecho de que no son organizaciones pura-
ciación dinámica. «Se traen de vuelta al primer plano -señala Ulrich mente políticas y que, por tanto, no pueden ser concebidas como sistemas
Lohmar- las particularidades de las personalidades privadas y políticas parciales del sistema político, al modo como lo son los partidos políticos.
de las que cabe asumir que se ganarán al elector para el portavoz» 11 . El po- En tanto sistemas sociales organizados, las asociaciones de intereses
lítico se sirve así de acontecimientos en su entorno que no puede dominar se distinguen tanto de la burocracia del Estado como de los partidos polí-
y que, frecuentemente, tampoco puede prever, los cuales, sin embargo, ticos 16. Las asociaciones de intereses son uniones libres y formadas sobre
sí que pueden perturbar, cuando no destruir, las funciones simbólicas de fundamentos móviles para el fin de la prosecución de intereses específi -
la personalidad política. De este modo, resulta comprensible que la po- cos, delimitados con mayor o menor precisión, sin asum ir responsabili-
lítica, incapaz de controlar los acontecimientos, se esfuerce al menos por dad política propia por decisiones colectivas y vinculantes. Todos estos
controlar las informaciones sobre los acontecim ientos, pues, en el fondo, momentos son esenciales. Sobre ellos descansa la posición particular y la
no son los acontecimientos mismos, sino solo las informaciones sobre función específica de estas asociaciones de consol idar intereses, de arti-
los acontecimientos, las que influyen en el acontecer simbólico. El control cularlos, de plasmarlos en puntos programáticos susceptibles de negocia-
de la información puede aquí sustituir, en cierta medida, a la ausente ción, así como de vincular, en cualquier caso, los intereses representa-
diferenciación dinámica de los roles políticos; pero naturalmente tiene dos. La movilidad de las posibilidades de entrada y salida garantizan un
sus propios problemas. Si las sociedades más simples podían conseguir el alto potencial de consenso. La dirección de la asociación no puede alejarse
ocultamient0 de la muerre de un rey durante años, la actual densidad y demasiado de la verdadera opinión de los miembros mismos, en una de-
movilidad de la comunicación excluye los controles de la información en mocracia interna escasamente desarrollada. La organización de la aso-
muchas cuestiones y hacen arriesgados los intentos de ocultamiento en lo ciación garantiza, igualmente, una cierta generalización de los poderes
relativo a sus implicaciones simbólicas. de decisión. No se puede votar cada declaración con todos los miemhros,
Otro ámbito de contacto en el que los límites entre política y demo- las comisiones de negociación han de ser relativamente indeterminadas
cracia pueden ser trazados únicamente de una manera indeterminada e y la confianza en la dirección de la alianza ha de ser otorgada de forma
imprecisa, puesto que la política depende de rendimientos previos de la global. No resulta menos esencial el que solo intereses específicos - y
sociedad, viene ocupada por las asociaciones de intereses. La perspectiva no, por ejemplo, verdades- estén representados; y ello, asimismo, y <le
funcionalista de estas investigaciones y su concentración en el sistema forma típica, solamente para el ámbiro de determinados roles y no para
político condiciona que el fenómeno, bastante compacto, del cuidado y el conjunto de esferas virales de hombres concretos. En virtud de todo
exigencia organizados de intereses particulares se haga relevante desde esto, los fines de la asociación ganan en flexibilidad, capacidad de adap-
diversos puntos de vista; y condiciona, por tanto, que dichos puntos de tación y aptitud para llegar a soluciones de compromiso, lo que queda li-
vista deban ser considerados separadamente 12 • Se los ha de considerar, mitado solamente por los procesos internos de decisión de la asociación
así, en primer lugar, como estrechamiento del margen de decisión de una y por su capacidad para motivar a sus miembros.
administración que actúa oportunistamente 13; en segundo lugar, como Según esta imagen oficial de sistemas separados para la articulación
fuente de síntomas de la supuesta voluntad de los electores 14; y e n tercer de intereses, para la legitimación política y para las decisiones vinculan-
lugar, asimismo, como recapitulación y reforzamiento de un determinado tes, las actividades de la asociación de intereses debería restringirse a pro-
tipo de roles de público 15 •1 Aquí interesa una perspectiva más amplia, a cesos de comunicación entre los sistemas. Esto es, deberían ser estabili-
saber, el hecho de que las asociaciones de intereses poseen su valor para zados en la forma de ro les y contra-roles en sistemas separados. Así, el
representante legal de la asociación de intereses es atraído al ministerio
y escuchado como asesor en la elaboración de proyectos de ley. El pre-
l l. Innerparteiliche Demokratie: Ei11e Untersuchung der Verfassungswirklichkeit po-
litischer Parteien in der Bundesrepublik Deutschland, Stutcgan, 1963, pp. 104 s. sidente de la asociación de intereses le escribe al ministro. Las oficinas de
12. Una exposición de ot(o tipo sería posible y necesaria si se cambiara la refe· prensa de un partido toman postura frente a los ataques públicos a los
rencia de sistema de los análisis y estos se centraran en las asociaciones de intereses o en congresos de una asociación. Esta es una importante forma de vincula-
singu laridades de estas. En esta exposición, e l sistema po lírico se presentaría como uno de
los entornos de aquel sistema situado temáticamente en el punro central.
13. Véase supra, pp. 196 ss. · 16. Por más que también las definiciones teóricas de la •esencia» o del ,,concepto»
14. Véase supra, pp. 240 s. del partido -o de la asociación de i.ntereses- puedan ser difíciles y puedan superponerse,
15. Véase infra, pp. 333 s. en la práctica la distinción no plantea motivo algu no de preocupació n.

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POLiTICA LÍMITES DE L A OIFERENCIACION D INÁM I C A

ción, cuando no la dominante, entre las asociaciones por una parte y los suelva a una estructura de roles más fuertemente diferenciada y con una
partidos o autoridades por otra. Se adapta a la diferenciación general de integración a través de una conducta complementaria de rol.
roles de público y de roles políticos o de la administración. Parece, sin El problema parece residir en la relación entre complejidad y poten-
embargo, que por sí sola no es suficiente ni para las asociaciones ni para cial de comunicación. Acabamos de ver que la situación del entorno so-
los partidos. En todo caso, ella no agota las formas de influencia posibles breexige a los procesos políticos en el sentido de una complejidad grande
y empleadas. Junto a esta comunicación entre roles complementarios, es al par que indeterminada; y hemos visto que la política, por ello, está for-
empleada de nuevo la antigua forma de la armonización de círculos socia- zada a emplear medios de reducción extremadamente drásticos (por ejem-
les de acción mediante la combinación personal de roles. Esto último, a plo, la orientación según síntomas, la es,quematización amigo/enemigo).
su vez, merma la diferenciación dinámica de la política de partidos y, en Así, un alto grado de complejidad no puede ser procesado y resuelto solo
menor med ida de la administración. con procesos comunicativos explícitos que satisfagan todos los pasos de
Para explotar esta vía de influencia, las asociaciones de intereses in- selección lógicamente necesarios. El potencial de comunicación de las
tentan, con mayor o menor éxito, infiltrar a «su gente» en los partidos, organizaciones políticas no es, ni de lejos, suficiente para ello, especial-
en los parlamentos o, incluso, en las auroridades administrativas - por mente mientras las posibilidades organizativas en poder de la adminis-
ejemplo, con el argumento de que solo quien ha vivido en un medio pue- tración para el incremento del rendimiento comunicativol9 no se encuen-
de juzgar correctamente sobre él 17- . Esto puede tomar la forma de la tren disponibles en la misma medida. La reducción de la complejidad
doble condición de miembro, especialmente en relación con los parti- política no puede esperarse exclusivamente de los procesos de comu-
dos o el parlamento. En el caso de las autoridades de la administración, nicación que operan, aquí y allá, entre sistemas o entre roles separados
es más típico un enrolamiento de funcionarios de las asociaciones que pero complementarios. Junto a dichos procesos debe haber también posi-
abandonan sus anteriores puestos pero que traen consigo sus círculos bilidades de una selección carente de comunicación; y una de estas po-
de conocidos y sus lealtades. Debe dudarse de que, por este camino, sibilidades es la combinación personal de roles, que dispone al portador
las asociaciones puedan configurar un instrumento de liderazgo fiabl e de varios roles a tomar en consideración sus otros roles que le son pro-
y con mayor éxito 18 • El aprovechamiento de las condiciones dadas per- pios en otros sístemas.
manece vinculado a relaciones personales y se presta difícilmente a ser Las acumulaciones de puestos y lealtades en asociaciones, partidos y
organizado y centralizado. En la medida en que los grandes grupos no administraciones tienen, por tanto, una esencial función integradora. Sin
puedan quedar bajo control de tal modo que se apoyen mutuamente en embargo, en una sociedad y en un sistema político que le dan primacía a
la administración o en el parlamento (el mejor ejemplo son las «facciones la diferenciación funcional -estructural, estas acumulaciones llevan una
verdes» de algunos parlamentos de los Liinder), nos encontramos con que existencia en la sombra, cuando no son condenadas a la ilegalidad. Su
la lealtad de los emisarios enviados sufre, en su nuevo medio, una fuerte activación en procesos de comunicación expresos, por ejemplo, el apelar
corrosión. Ello es así porque este nuevo entorno tiene sus propias leyes. a este tipo de conexiones, presupone la cercanía social, la confianza, la
De este modo, queda abierto de muchas maneras quién toma a quién a su protección frente a la indiscreción y otras medidas de precaución simila-
servicio. Antes de que se lamente una enajenación y dirección externa de res. Esta discriminación en la sociedad no ha de extraviar a los sociólo-
los partidos y de las administraciones por parte de las asociaciones, ha gos y llevarles a una discriminación teórica apresurada. Un orden político
de aclararse primeramente qué funciones tienen este tipo de combinacio- necesitado de más consenso del que puede crear mediante negociaciones
nes de roles para el sistema político y por qué no tiene éxito el que se re- precisará, en el futuro, de combinaciones personales de roles, mientras no
pueda institucionalizar otras soluciones, funcionalmente equivalentes, del
problema de la reducción. En este sentido, también se ponen límites a la
17. Cf., a este respecto, con abundante docu mentación, H. J. Varcin, Parteie11 und diferenciación dinámica social de los procesos políticos.
Verbiinde: Eine Studie über ihren Au{bau, ihre \ler(lechtung 1md ihr Wirken in Schleswig-
Holstein 1945-1958, Colonia/Opladen, 1964, espec. pp. 183 ss. y 277 ss. Para los parti-
, Situaciones comparables o aún de ocro tipo surgen en la relación en-
dos, cf., asimismo, U. Lohmar, /nnerparteiliche Demokratie: Eine Untersuchung der Ver(as- tre la política y la ciencia. Si las asociaciones podían ofrecer consenso en
sungswirklichkeit politischer Parteie11 in der Bund.esrepublik Deutschland, Sruttgarr, 1963, virtud de su propio interés (un consenso, en esa medida, convincente), la
pp. 92 ss. Para la burocracia, cf. Th. Eschenbu rg, Amterpatronage, Stuttgart, 1961, pp. 66 ss.
18. También, a este respecto, se muestran escépticos los observadores estadounidenses.
Véase, por ejemplo, e l dictamen de H. Kaufman, «Emerging Conflicts in rhe Doctrines of Pu-
blic Administration•: The American Political Science Review 50 ( 1956), 1057-1073 (1068 s.). 19. Cf., a este respecro, supra, ca pítulo 15.

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POLITICA LIMITES DE LA DIFERENCIA C IÓN DINÁM I CA

ciencia por su parte puede prometer el consenso de todas las personas sen- resulta otra función de la ciencia, una función que admin istra un monopo-
satas. Desde el comienzo de la Modernidad, la ciencia europea se ha espe- lio, a saber, el monopolio en la distribución de símbolos de consenso in-
cializado en elaborar teorías -y afirmarlas en la experiencia- de las que tersubjetivo obligatorio. Y en este símbolo la política está inmediatamen-
se ha podido pretender la certeza del conocimiento de una manera ínter- te interesada. Con su ayuda, los políticos pueden negarles la razón a sus
subjetivamente vinculante. Así ha sido ya sea porque el conocimiento se opositores. Quien rechaza los conocimientos científicamente asegurados
basa en reglas operacionales -que por principio cualquiera puede rea- se separa de la comunidad de las personas racionales }' pierde, con ello,
lizar- ya sea porque queda afirmada mediante percepciones que cual- el derecho a poder influir en las decisiones colectivamente vinculantes.
quiera puede efectuar por sí mismo. Los éxitos espectacu lares de esta El empleo simbólico de la ciencia en la política está, en todo caso, al
investigación científica le han otorgado un prestigio tan elevad o a sus servicio de la reducción de la complejidad mediante la el iminación de al-
enunciados que su valor de consenso apenas puede superarse. lr contra ternativas. Este proceder, sin embargo, debe ser coordinado con las ne-
la ciencia se ha convertido por completo en algo absurdo. En el ámbito cesidades drásticas de reducción de la política, con fijaciones de valor y
de las afirmaciones que ella domina, es únicamente posible una crítica tomas de partido, y ha de apoyarlas. Por tanto, no se deja controlar ni
inmanente a la ciencia, a saber, una crítica ella misma científica de deter- justificar científicamente paso por paso. Por otro lado, la relación no
minados conceptos, hipótesis, teorías o métodos, con la meta de reem- ha de entenderse como si la ciencia fuera t raída a colación solo a poste-
plazarlos por otros mejores o de refutarlos como en contraposición con riori para darle una apariencia de objetividad a decisiones ya tomadas. La
valores asegurados. previsión del potencial de consenso que la ciencia es capaz de movilizar
Esca especial posición institucional de la ciencia en la sociedad de puede, asimismo, inclinar el proceso político de decisión en un sentido u
nuestros días (y nosotros hablamos aquí solo de dicha posición) puede ser otro, especialmente cuando no se contraponen intereses políticos de peso.
aprovechada en el sistema político en dos direcciones. Y cada una de es- Pero el empleo de la ciencia se efectúa dentro de una perspectiva incon-
tas dos posibilidades parece interesar primariamente, según el caso, a la gruente, para fines que no son los suyos. Dicho empleo no viene debido
administración o a la política 20. El saber científico puede ser transferido, al contenido de verdad de sus enunciados sino a su valor de consenso y a
esto es, puede ser adoptado en el proceso de decisión de la praxis de la las posibilidades de autoinrerpretación respetable que ella ofrece.
administración y puede hacerse allí técnicamente aprovechable. La admi- Con lo anterior se corresponden las formas de la vinculación, de la
nistración está primariamente interesada en esta posibilidad. Para po- cooperación y de la comunicación, hasta llegar a un entrelazamienco fi-
der coordinar una posición práctica de los problemas y una selección nanciero y de roles. En un proceso, frecuentemente imperceptible, en el
científicamente probada de informaciones y alternativas, precisa de una que los conceptos se transforman en eslóganes y los eslóganes [Schlagwor-
forma de cooperación entre científicos y personas encargadas de la apli- te] en palabras que se lanzan como un arma arrojadiza [Schlag-Wort], ve-
cación práctica que sea relativamente estrecha y que pueda permanecer mos que al científico dispuesto a cooperar se le arrebata la mercancía de la
anónima o, en todo caso, informal. Cuando la administración intenta mano. Su vocabulario es hecho comprensible. Las restricciones y reser-
ganarse a grandes nombres de la ciencia como expertos, se debe a la inse- vas son omitidas, o no, dependiendo de si tratan el asunto principal, y
guridad acerca de las cualidades de otros científicos, pero no se hace con las consecuencias se sacan de la política misma. Una pregunta seria es la de
la intención de emplear estos nombres como símbolo para el consenso. hasta qué punto aquí (como respecto de las asociaciones de intereses) ha
Por el contrario, en la política se erara, precisamente, de esta función de llegarse a combinaciones de roles entre política y ciencia 22• Mientras la
de símbolo. Aquí, la complejidad de las situaciones de la acción es tan ciencia sea controvertida en una medida suficiente, la política podrá bas-
grande que faltan los puntos de partida y las posiciones de problema para tarse globalmente con una selección de expertos, esto es, podrá simple-
una información y asesoramiento técnicos mediante la ciencia21 • De ahí mente citar lo que pretenda emplear. Nos encontramos también con
vinculaciones más estrechas que permiten pasar por alto las inseguridades
20. En una discusión extensa acerca del asesoramiento científico en el sistema político,
de la prognosis de los expertos. Sin embargo, la investigación por cuen-
esra distinción es frecuentemcmc pasada por alto. Así, J. Habermas, en su trabajo «Verwis·
senschaftlichte Politik und offentliche Meinung», en R. Reich (ed.), Humanitiit imd polili·
sche Verantworlung, Erlenbach/Zúrich/Sturtgart, l 964, pp. 54-73, documenta sus cons id e· 22. Cf., a este respecto, la discusión del foro de Be rgedorí sobre las cuestiones de
racio nes con un material que no está comado de la política, sino de la adminllitración. la sociedad industria l libre acerca del cerna ~wissenschaftl iche Expertcn und poli tische
2 1. En contextos delimitados, esto sí se da, naturalmente. Pensemos, por ejemplo, en Praxis - Das Problem der Zusammenarbeir in der hcutigen Demokratie.., en Protokol-
el ámbito de los sondeos de op inión respecto de cuestiones políticamente relevantes. /e 23, l lamburgo, 1966.

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POLITICA LIM I TES DE LA DIFERENCIACIÓN DINÁMICA

ta propia, en ranto es un negocio concluido con uno mismo, no puede Si los sistemas ideológicamente determinados encuentran especiales
nunca alcanzar el mismo valor de consenso que una investigación rea- dificultades en relación con la ciencia debido a una diferenciación funcio-
lizada e n insrituciones independientes. Su función, en general, puede nal insuficiente, también es cierto que, por el mismo motivo, esros siste-
encontrarse más bien en la rápida conrracrítica, en la contraposición mas se ven más favorablemente situados respecto de los interesados que
científica de posiciones científicas. También esto presupone un mercado las democracias multipartidistas. Las comunicaciones de exigencias, in-
científico rico en controversias. cluso la declaración de intereses, quedan sometidas a un control abarca-
Con ello, nos toparnos con ese momento que neutraliza con la mayor dor y, en virtud de ell o, se hacen inofensivas para el sistema político. La
fuerza el peso de consenso cercano al absoluto de la ciencia y que obs- represión de los deseos inaceprables puede tener sus propios problemas,
taculiza su organización como poder político. A saber, nos encontramos pero estos problemas no se presentan en el sistema político como proble-
con la controversia científica. Siempre es posible, siempre puede infla- mas que deban ser solucionados. Y lo que, en un primer momento, puede
marse de nuevo, está institucionalizada conjuntamente. El monopolio en venir forzado como una conformidad ilusoria en la exposición de lo!> in-
la distribución de los símbolos de certeza intersubjetiva es asunto de la tereses podrá transformarse -esca es la esperanza- en una conformidad
ciencia, pero «la ciencia» ni está organizada en una jerarquía decisoria real de intereses, una vez que toda comun icación de expectativas opuestas
unitaria ni permite la formación monopolista de los carteles de expertos. esté efectivamente impedida. Este cálculo se apoya en la asunción de que
Con la libertad de la ciencia queda, al mismo tiempo, asegurada la auto- una diferenciación funcional má~ intensa de la sociedad -y con ello, una
nomía de la política. diferenciación dinámica más intensa del si!>tema político de sus referen-
Sin esta libertad , la relación entre ciencia y política es mucho más ten- cias sociales- resulta innecesaria. Si esto es así, enconces los límites de la
sa e, incluso, está sometida a una presión para fusionarse. En los siHernas diferenciación dinámica del sistema político, que es el tema de este capí-
ideológicamente dirigidos, que buscan una construcción global de la so- tulo, no son, de hecho, un problema real. Si esta suposición es correcta o
ciedad, no se puede permitir una autonomía política y social de la cien- no, será algo que decida, a largo plazo, el destino de lo~ sistemas ideoló-
cia, pues la ideología misma se presenta como ciencia y, por tanto, ha de gicamenrc dirigidos.
imponerle a la ciencia su imperativo de consistencia. Los enunciados
científicos, en todos los aspectos en los que entra e n contacto con la
ideología, también han de responder políticamente. Las controversias
científicas que no pueden ser esquivadas por los ámbitos ideológicamen-
te tabuizados deben ser decididas con atención a sus implicaciones ideo-
lógicas. No solo está en juego la corrección de los enunciados individua-
les sino también, por encima de ello, la cuestión de !>i quien realiza los
enunciados tiene, o no, una conciencia íalsa y dañina para la sociedad.
Ni para el científico ni para el político se da la libertad de azuzar contro-
versias científicas y de distanciarse, con ello, de determinadas opiniones
u orientaciones disciplinares. No de este modo inofensivo --esto es, me-
diante la!> controversias como tales-, sino solo media nte el dominio de
la ciencia, es como dicha ciencia puede garantizarle su autonomía a la
política. Este dominio se muestra como cada vez más difícil. Con una
creciente complejidad de la investigación, una responsabilidad política
global respecto de todos los enunciados y de la orientación del desarroUo
de la ciencia, en sus numerosas disciplinas, se hace cada vez más proble-
mática, aunque esta se limite a un control de las implicaciones simbólicas.
Como ocurre con frecuencia con las correlaciones invariables, cabe plan-
tearse finalmente la pregunta de quién dirige a quién. La política puede,
así, meterse en situaciones en las que debe darse por satisfecha si esras pre-
guntas no son planteadas abiertamente para su decisión.

282 283
Parte V

PÚBLICO
22

DIFEREN CIAC IÓ N DINÁMICA DE LOS RO LES D EL PÚBLICO

Los sistemas políticos de las sociedades mode rnas, tal y como han debi-
do mostrar las investigaciones de la sección a nterior, está n caracte riza-
dos por una a mplia diferenciació n diná mica de los contextos de sent ido
y expecrarivas en la sociedad y han ganado un aleo grado de autono mía
en su autorregulació n. Los niveles de sentido que sostienen esta di fe re n-
ciación dinám ica son la fo rmación de roles y la normativización. Los sis-
temas políticos se caracterizan, pues, por un airo grado de separación de
roles y de peculiaridad de sus normas y criterios de racionalidad, que es-
tán ligados a una funci ón polhica específica y que no puede n, sin más, ser
trasplantados a otros ám bitos de la sociedad.
En el ámbito de la administració n burocrática este modo de autono-
mía se presenta abierta me nte a la luz del día. T ambié n se ha discutido el
gobierno político como gobierno absolu to y soberano desde estos puntos
de visra. Esto se a plica menos a los procesos po líticos en conjunto, q ue
han sido considerados sobre todo como representación de fuerzas de la
sociedad, esto es, en el sentido de una transmisió n y una co nexión de sen-
tido, y no en el de unos procesos de separación. Lo que menos visible se
ha hecho es la d iferenciació n fu ncional y la autonomización en el ámbito
al que nos referimos con el concepco de roles del público. Ni la distinción
anglosa jona entre govemment y civil society, ni la alemana encre Estado
y sociedad, han podido re ndir cuenta satisfactoriamente de este fenóme-
no. Solo una teoría del sistema político establece un marco de refere ncia
conceptual e n el que puede n ser consideradas las cuestiones acerca de la
diferenciación diná mica y la autonomización de ro les especiales del pú-
blico. Hablamos de una teoría que -frente a la concepción a nglosajona
del governm ent- ~e ext ienda también al público y que frente al con-
cepto alemán de Estado- integre el público en el sistema político sola-
mente e n forma de ro les pero no e n ta nto personas.

287
PÚBLICO D IF ERE N C IA CIÓ N DINÁMICA DE LO S ROLES DEL PUBLICO

Este fenómeno de la diferenciación dinámica de roles especiales del dependiera de todo -<:seo es, en el que todo tuviera que ser alterado si en
público ha sido pasado por alto en la tradición de la ciencia política. En algún lugar algo cambiara- vendría a set· lo mismo que el caos 2 • Así, la es-
las doctrinas acerca del contrato cocía! se ha disuelto, por ejemplo, en tabilidad de un sistema político también depende de que existan, respecto
una distinción temporal entre el «antes» y el «después». Los individuos se de la sociedad, mecanismos de separación simu ltáneamente vinculantes y
agrupan en un público. Las teorías liberales llegaron entonces a la llama- separadores, de tal manera que la política y la administración sigan siendo
tiva concepción de que justamente las personas privadas (las que leían, determinables en la sociedad, pero sin que cada alteración actúe sin filtra-
discutían y criticaban) eran el público 1• La simultánea distinción entre do en el sistema político.
Estado y sociedad permanecía teóricamente dependiente de la representa- Este necesario filtrado se da mediante una combinación particular de
ción del vínculo y no capacitaba para considerar la diferenciación de roles exigencias de rol y autodeterminación individual, mediante aquella com-
que se estaba iniciando. binación que en el siglo XIX se presentó corno un gigantesco combate en-
Que de este modo se pasara por alto un importante estado de cosas tre coerción y libertad. Toma diferentes formas según se lleve a cabo para
cenía su fundamento no solo en prejuicios teóricos, sino en la cosa misma. los roles del público ligados a la administración o a los roles políticos.
La diferenciación dinámica va aquí menos lejos que en otros ámbitos par- Para la diferenciación dinámica social de los roles de los participantes
ciales del sistema político. A ello se añade que el carácter de sistema de en la administración resulta decisiva su juridificación. Se alcanza median-
estos roles de l público puede ser puesto en duda; que este, cuando me- te el hecho de que el Estado de la modernidad se concibe como Estado de
nos, está menos claramente configurado que, por ejemplo, en el caso de la derecho, que se representa los ciudadanos como sujetos de derechos con
burocracia de la administración. Los roles del público no son un sistema; sus propios derechos y que únicamente pe rmite injerencias en los de-
cada uno, por sí mismo, es un pequeño sistema que puede mantenerse rechos subjetivos que estén reguladas por ley. En la versión ideológica
relativamente constante respecto de otros roles del individuo. Esta inva- de este principio de legalidad de la administración se encuentran, en un
riabilidad se muestra, por ejemplo, en el hecho de que el individuo, tras primer plano, los «valores» de la libe rtad y de la seguridad del derecho,
divorciarse, sigue votando a l mismo partido, que el ascenso social deja sin unos valores que merecen protección. Desde un punto de vista socioló-
variación sus preferencias po líticas y su influencia en la administración, o gico, es igualmente importante el principio de indiferencia que apoya a
que la evolución de su propiedad no se traduce inmediatamente en activi- los valores citados. El tratamiento legal significa tratamiento según cri-
dad política. Este tipo de invariabilidades, sin embargo -en la medida en terios especiales universalmente aplicados; y ello con independencia de
que en efecto existen-, son fenómenos que se descubren solo estadísti- cuáles sean los otros roles que eje rce el ciudadano fuera de l contexto en
camente. No son tan llamativos como el superpoder concentrado del go- el que se da la injerencia, esto es, con independencia del estamento y de la
bierno político «absoluto» y no cautivan la atención al modo de una plaga, religión, de la capacidad y el parentesco. También se da dicha aplicación
como hace la administración. El carácter poco llamativo no significa, sin con independencia de cuáles sean los méritos que la persona concernida
embargo, que carezcan de significado~ La diferenciación d inámica de los ha ganado en unos contextos de rol inactuales para el caso, como los de
roles del público puede operar sin que se la reconozca como estrucrnra y músico de baile, luchador en el frente, político o salvador de una vida.
sin ser reconocida en su función, pero de ahí no se sigue que sea menos Sobre todo, esta aplicación es independiente de cuál sea la relación de
importante para la estabilización del sistema político que, por ejemplo, la
autonomización de la política y la administración. Este análisis lleva a de- 2. Enconrra1nos con frecuencia l::i definición del concepto de sislcma -en buena me-
cir que es un mérito específico de la investigación sociológica el haber des- dida no pensada- como un encaje en el que todo d epe nde <le rodo. Véase, por ejemplo, res-
pertado el interés por las funciones y estructuras latentes y el haber agudi- pecto de la sociedad, L. J. He nderson, Pareto ·s General Sociology, Cambridge (MA), 1935,
zado los métodos de observación para ello. p. 114; Ch. l. Barnard, The F,mctions of the Executiue, Cambridge (MA), 1938, p. 77;
Todo orden social fuerremenre diferenciado, si quiere mantener la lnstitut für Sozialforschung, Soziologische Exkurse, Fráncfort d.M., 1956, p. 22. Cf., asi-
mismo, G. A. Almond, «lnrroduction: A Functional Approach to Compa rative Politics»,
autonomía de sus sistemas parciales, necesita funciones de separación y en G. A. Almond )' J. S. Coleman (cds.), The Politics o( the Deueloping Areas, Princeton
mecanismos de filtro que eviten que toda alteración dentro y fuera de los (NJ) , 1960, pp. 3-64; W. C. Mitchell, The American Polity: A Social a11d Cultural lnterpre·
sistemas dados continúe de manera imparable. Un sistema en el que todo tation, Nueva York/Londres, 1962, pp. 3 s. Una concepción como esta puede ser defen-
dida, en rodo caso, par:i sistemas por emero simples. Resulta llamativo, por lo demás, que
R. A. Johnson, Fr. E. Kasr y J. E. Rosenzweig (The Theory and Ma11agement of Systems,
1. Cf. J. Habermas, Struktunvande/ der óffent/ichkeil. Untersuchungen :w ei11er Nueva Yo rk {N)1, 1963, p. 5) empleen esta definición amp liada del concepco de sistema
Kategorie der bü,gerlichen Gese//scha(t, Neuwied, 1962, espec. pp. 40 ss. para definir e l concepro de caos, presumiblemente con mayor razón.

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DIFEREN CIACIÓN DINÁMICA DE LOS ROLES DEL PUBLI CO
PÚBLICO

estatus en que se encuentra el ciudadano respecto del funcionar io que sarse políticamente si quieren presentar una concepción políticamente po-
coma la decisión; es decir, no depende de si, según reglas generales de la sible y, por ejemplo, han de apuntar a un cambio en quienes detentan el
sociedad, este ciudadano ha de reclamar un rango superior o inferior. Esta poder o en un artículo de la Constitución dentro de un marco global que
noción se expresa también como el principio de «igualdad ante la ley». Si permanece estable. Con esta coerción de estilo queda garantizado que el
todos los ciudadanos son iguales, esto solo puede significar que los roles sistema político seguirá existiendo a pesar de transformaciones esen-
no percibidos por todos deben permanecer, por principio, sin ser tenidos ciales. Se garantiza que no codo se convertirá en un problema al mismo
en cuenta, y que su consideración en un caso particular -es decir, un tra- tiempo sino que la reducción de complejidad ya efectuada, la historia del
to desigual- precisa de fundamentación3. sistema político ya condensada en estrucntras, permanecerá conservada
La desigualdad de trato, pues, está excluida en tan poca medida como en lo esencial.
lo está la intromisión en los derechos. No obstante, de ambos se hace Un orden de interacción de este tipo no es una limitación sino una
un problema de decisión cuya solución requiere de una fundamentación condición para la influencia social en el sistema político. Fija esbozos ge-
aceptable. Los principios de la libertad y de la igualdad sirven como es- nerales de roles, esto es, premisas de comportamienco, no el comporta-
quema de la pregunta por la razón suficiente de lo contrario. miento mismo. Sigue siendo, por tanto, compatible con un alto grado de
,1 Resulta obvio que una diferenciación dinámica de los roles del pú- libertad individual y es lo que le da sentido y posibilidades de efectividad.
blico según criterios universalmente aplicables es una condición funda- Más allá de esto, los resultados de la reciente ciencia de los análisis
mental de la administración racional de las grandes empresas. En la mul- electora les indican, de una manera muy sugerente, que la libertad perso-
tiplicidad de roles y estams de las sociedades modernas, cualquier otra nal en órdenes sociales fuertemente diferenciados no solo es posible sino
disposición sobrecargaría de complejidad la administración, la obligaría también necesaria. Cumple, por su lado, una función esencial para la es-
a ver cada caso -con todo su trasfondo- como algo único y excluiría tabilización del sistema político dinámicamente diferenciado. La libertad
toda división del trabajo especializada. Menos fácil de poner al descubier- posibilita, pues, la personalidad individual, esto es, hace posible establecer
co, pero no menos significativa, es la diferenciación dinámica de los roles un sistema especial de la elaboración de la vivencia como medio indeter-
del público en el ámbito de la acción política. Esca tiene lugar, al menos minado entre los diversos roles del individuo (religiosos, económicos,
en parte, a través de las condiciones de cooperación y en parte a través del culturales, familiares, políticos). Y de este modo hace posible separarlos
hecho de que la sociedad pone en manos del individuo más motivos de los estrucmralmente. La libertad, vista desde una perspectiva sociológica, es
que puede evaluar políticamente. Por esta última razón, el individuo riene un mecanismo de la separación de roles.
que escoger y, con ello, intercalar su personalidad individual entre la so- En la medida en que todos los ámbitos parciales se desarrollan en el
ciedad y el sistema político . . sentido de una creciente complejidad, todo tipo de automatismo en
Quien, desde el público, quiere actuar de manera políticamente efec- el vínculo entre ellos se hace peligroso y, al tiempo, queda más o menos
tiva ha de emplear las mismas vías de comunicación y modos de expresión excluido. Aquellos antiguos mecanismos de coordinación rígida median-
que pueden tener efectos en el sistema político. Debe poner una cruz en te identidades de rol se suprimen. De la vivencia religiosa no resulta ya,
las papeletas electorales, ha de presentar peticiones, financiar asociacio- sin más, lo que políticamente hay que hacer. Las relaciones familiares no
nes y escribir carras al direcror; debe asimismo participar en las discusio- le dejan establecido al individuo, sin más, si es cuestión de impugnar o no
nes políticas con argumentos presentables y tiene que comprometerse con una decisión de la administración. Ni siquiera graves crisis económicas co-
las diferentes condiciones de la interacción. De lo contrario si elige un yunturales han tenido como resultado un incremento automático de la ac-
mal medio, encuentra que no se le presta atención o que ni siquiera se le tividad política5 • Las correlaciones de este tipo no están excluidas. Sobre
enciende lo que propiamente quiere. Hemos hablado ya de una coerción todo, no están prohibidas. Pero quedan mediadas mediante decisiones
general de estilo en esce sentido 4 • Hasta las rebeliones tienen que expre- personales. Esto es, quedan filtradas mediante sistemas de elaboración de
la vivencia de muy diverso tipo donde es muy poco verosímil que reac-

3. Sobre esta inrerpretación del principio de igualdad se habla con más detalle
en N. Luhm~nn, Grtmdrechte als lnstitution: Ein Beitrag wr politische11 Sozio/ogie, Ber- 5. Así, ni siquiera donde esto se presenta con mayor faci lidad, esto es, en la rela-
lín, L965, pp. 162 ss. (Los derechos fundamentales como institución. Aportación a la so- ción entre economía y política, ha podido la ciencia de los análisis electorales establecer
ciología política, Universidad lberoamericana, México D. F., 2010]. correlaciones generales encre necesidad y acti,•idad. Cf. R. E. Lane, Political Life, Why
4. Cf. su{Jra, capírulo 10. People get involved in Politics, Glencoc (IL), 1959, pp. 104, 173 y 329 s.

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PUBLICO
DIFERENC I ACIÓN DINÁMICA DE LOS ROLES DEL PÚBLICO

cionen igual a los mismos acontecimientos. Los aconteci mientos econó- personalidad política. También puede reaccionar cambiando por capricho
micos, cultu rales, religiosos e incluso políticos no pueden efectuarse de sus preferencias según la última impresión en cada caso o puede reaccio-
forma directa sino solo entrecortada. T odo ello se da bajo el presupues- nar con una racionalidad (persuadida a sí misma) de la política del voto
to de que se tiene éxito al institucionalizar efectivamente la individual idad cuidadosamente sopesada. Asimismo, puede buscar el apoyo y la confir-
de la decisión tomada e n el ínterin y al li berarse de una uniformización mación social y decidir así el modo como su opinion leader8 puede repre-
social masiva de las reacciones. sentarlos ante él o su grupo pequeño9 en comunicacio nes personales.
Una mediación psíquicamente regulada resultaría, por su parre, sos- ' Todas estas soluciones, y otras más, del problema de la excesiva com-
pechosa si sustituyera las vinculaciones enrre roles por el víncu lo a de- plejidad son, vistas desde el punto de vista del individ uo, mecanismos fun-
terminados mecanismos psíquicos, si, por ejemplo, entregara el sistema cionalmente equivalentes de la reducción. Para la autonom ía del sistema
político a los neuróticos o a las <<personalidades autoritarias» o a quienes político, se depende, de manera decisiva, de que ninguno de estos grupos
buscan su vía de escape en la agresividad. Puede haber condiciones de la de motivos domi ne en el público -tampoco la única racionalidad supues-
sociedad que hagan que la política se presente como un campo de acción ta pero en modo alguno la única posible- sino que permanezca aquel
particularmenre atractivo para este tipo de personalidades, quizás como carácter alternativo a través de la individualidad de las reacciones proce-
el único campo de acción con sentido6 • En general, sin embargo, los me- dentes de la política y la administración. Y es que este no estar fijado del
canismos psíquicos de resolución de problemas son demasiado múlti- público es el fundamento de la autonomía del sistema político frente a
ples como para que de ellos puedan surgir movimienros políticos deter- otros ámbitos de la sociedad, lo mismo que es el fundamento del hecho
minados. Lo que cabe verificar en personalidades individuales se anula de que la gana11cia de esta autonomía esté ligada a un esfuerzo continuo
en la masa 7. T odo movimiento político, por tamo, debe poder remitirse por la aprobación política 1°.
a una multiplicidad de estructuras de personalidad que lo sostengan. La En el caso de los medios auxiliares de la decisión del público, necesa-
motivación individual es otra historia, sus consecuencias para el sistema riamente irracionales -sean de tipo psíquico o social-, es característico
político otro tamo. Sus efectos son mediados de forma tan compleja y un carácter indirecto que les es propio. Ayudan a la reducción de comple-
se pierden de tal modo~en la masa que el punto de partida individual no jidad pero no determinan el comportamiento. No funcionan, pues, como
resulta ya reconocible. El sistema político ha ganado una complejidad, mecanismos para asegurar la influencia. El sistema político solo puede
una autonomía y un peso específico que pueden neutralizar ampliamente ganar en autonomía denrro de una dependencia indirecta de la sociedad.
no solo determinados vínculos de roles, sino también determinados gru-
pos de motivos en sus consecuencias. '·
8. CL infra, pp. 330 s. con más referencias.
Una condición previa esencial de esta neutralización es la multiplici- 9. A esre respecto, véase, por ejemplo, H. McClosky y H. E. Dah lgren, «Primary
dad y la complejidad de las conexiones de rol combinables a través del Group lnfluence on Parry Loya ltp: American Political Science Rcview 53 (1959), 757-776;
individ uo, que «sobredeterminan» al individuo y lo hacen, así, no suscep- R. E. Lane, Political L1fc ... , cíe., pp. 187 ss.; W. Erbe, «Social lnvolvcment and Polirical Ac-
tible de cálculo. De la multiplicidad de sus roles sociales, el individuo al- tivity: A Rep lication and Elaboracion»: American Sociological Review 29 (1964), 198-215.
10. Consideraciones similares han llevado, entre tamo, en la cieucia de los análisis
berga numerosas propuestas para una decisión político-administrativa, electorales, a una valoración positiva de los ll amados e lectores flotantes. En ello ha actuado
las cuales, empero, no pueden sin más traer al frente lo justo, sino que igL1almencc la representación de que juscamenre el elector racional y b ien informado ha de
incluso pueden contradecirse. Dicho individuo depende de un mecanismo decidir de modo cambiante y que el lo tiene pleno sentido. Las investigaciones cstadísricas
adicional de selección y elaboración. Y este mecanismo lo puede encon- no siempre confirman una correlac ión como la establecida. CL, por ejemp lo, B. Berelson,
P. F. Lazarsfe ld y W. N. McPhee, Voting: A Study o( Opi11ion-Formation in a Presidential
trar el individuo en sí mismo. Este puede tolerar apáticamente, como Campaign, Chicago, J 954, espec. pp. JJ s.; véase, asimismo, los resultados, más cercanos a
elector, la sobreoferta de posibilidades fragmentariamente abarcables con la expectativa clásica, del esmdio de Colonia sobre la elección del Bundestag de 1961, refe-
la mirada, o bien puede aceptar con celo un asunto determinado o una rida en M. Kaase, «Analyse der Wcchselwahler in der Bundesrcpublik•, en E. K. Scheuth y
R. Wildenmann (eds.), Zur Soziologie der \Vah/, n. 0 espec. 9 de Kolner 'Zeitschrift (ür Soúolo·
gie und So:úalpsychologie, Colonia/Opladen, 1965, pp. 113-125. Véanse, igualmente, b pa·
norámica sobre la discusión en .M. G. Langc, Politische Soziologie: Eine Ein/ühnmg, Berlín/
6. Algunas rendcncias en esre semido han sido fijadas por R. E. L~ne, Political
Fráncforc d.M., 1961, pp. 122 ss. y los aná lisis críticos ele los resulrados de la invesrigación
Life .. . , cir., pp. ·119 s.
habidos hasra la íecha en H. Daudc, Floating Voters and the Floating Vote, Leiden, 1961. El
7. Cf., a este respecto, en especial, R. E. Larn;, «Poli tica l P<.:rsónalily ami Elecrora l
hecho de «no estar fijado el público» es u n fe nómeno más complejo y se refiere asimismo
Choice»: The American l'olitical Science Review 49 (1955), J73-190, para la diferencia
a la carencia de corre laciones estructuralmente forzosas, sin consideración del hecho de si el
enrre personalidades autoritarias e igua lira rias.
individuo saca de ahí la consecuencia de un voto cambiante o no.

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PÚBLICO DIFEREN CI A C IÓN D I NAM IC A DE LO S ROLES DEL PUBLICO

Este carácter indirecto hace posible aprehender la contribución ac- traejemplo de los países en vías de desarrollo 1 2 . Su estructura de sociedad
tiva del público al funcionamiento del sistema político en roles específi- y su nivel de formación no permiten una diferenciación dinámica de roles
cos de elector, solicitante de una moción, orador en una discusión, etc., del público, o apenas lo hacen. Por consiguiente, faltan formas de articu-
y circunscribirse a la articulación de intereses y exigencias políticamente lación de intereses lo suficientemente independientes canto de la política
relevantes 11 • La articulación de los fundamentos político-adminisrrativos como de otros ámbitos funcionales de la sociedad. El político no obtiene
de la decisión se hace necesaria en la medida en que las antiguas evidencias suelo bajo sus pies. No puede conectar con la división existente y sus
se disuelven -evidencias éticas, de derecho natural o como quiera que se segmentos de orden tradicionales. Debe, por tanto, trabajar con esló-
articulasen-; se vuelve necesaria en tanto se disgregan los vínculos im- ganes que per manecen dentro de una exposición indiferenciada de los
plícitos de roles y por cuanto estos han de ser sustituidos por premisas intereses, en especial, con los eslóganes de la independencia nacional y
explícitas de decisión. Si se logran diferenciar dinámicamente los roles del de la ambicionada prosperidad económica. Así, la política no es capaz de
público y ordenarlos al sistema político, entonces este proceso de articula- producir convincentemente su propio rendimiento de la generalización
ción puede llevarse a cabo dentro de las fronteras del sistema político (y de intereses, de reducción de exigencias y de construcción de posiciones
no, por ejemplo, en la economía, en la educación pública, en las [glesias o programáticas susceptibles de consenso y apoyadas por el poder. Y en rela-
en los grupos íntimos). En el caso de que haya la suficiente libertad y dis- ción con la administración, se presenta corno una prescindible imitación
tancia institucionalizadas respecto de otros ámbitos de la sociedad, enton- de modelos ajenos.
ces este proceso de articulación puede estar adaptado a las particulares , La diferenciación dinámica de los roles del público que es capaz de
posibilidades de expresión, a las vías de comunicación y a las posibilida- una articulación de intereses y exigencias aut0mática y relativamente des-
des de consenso del sistema político. No queda, pues, previamente fija- ligada es igualmente un elemento esencial de la diferenciación funcional
do por el sistema político, pero sí queda, en cierta medida, dirigido por de los sistemas políticos y un presupuesto para que también otras partes
las condiciones del éxito. Una programación político-ideológica de la ex- del sistema político puedan especializarse funcionalmente en un rendi-
posición de intereses resulta pensable pero en modo alguno es necesaria. miento que les sea propio. Estas cesis no cabe, empero, generalizarlas y
En una articulación automática de intereses y exigencias cabe visuali- asumir que el proceso político se agota en entrechocar y nivelar entre sí
zar la función específica de los roles del público dinámicamente diferen- una pluralidad de intereses. Los rendimientos del público para el sistema
ciados. Consisten en una exposición de la complejidad de la sociedad en político no consisten únicamente en la articulación de intereses y exi-
el lenguaje específico del sistema político, esto es, en una forma que pue- gencias, no quedan, pues, conducidos sobre roles del público dinámica-
de ser tomada y elaborada en el sistema político. Si esta función queda mente diferenciados. Junco a ello, está, ante todo, el importante ámbito
cumplida, entonces los procesos propiamente políticos pueden conectar funcional del enrolamiento para los roles político-administrativos. Ade-
con ella. Encuentran, entonces, el material con el que tienen que ocupar- más, no nos es dado suponer que el proceso de articulación de intereses es
se y pueden, por su parte, especializarse en generalizar intereses y reducir un proceder unitario, que pueda ser ejercido principalmente por asocia-
exigencias. Los intereses y las exigencias formulados son, igualmente, ciones de intereses. Ambas explicaciones defectuosas resultan compren-
confirmaciones condicionadas de apoyo político. En la med ida en que la sibles en que actualmente la investigación politológica se centra en las
política los aprehende y elabora, puede ella producir un rendimiento es- instituciones de representación, en particular en las elecciones y los par-
pecífico y, con ello, al mismo tiempo, tratar de mantener el apoyo que tidos, así como en las asociaciones de in te reses. Deberemos confrontar
asegura su permanencia y continuidad. estos temas en los capítulos que siguen. Antes de ello, se deberán conside-
El significado de la articulación de intereses no está, con ello, limitado rar primero, en los capítulos 23, 24 y 25, diversas formas y niveles de la
a ella misma o a una función puramente expresiva. Contribuye esencial- articulación de intereses. Son estos unos capítulos que tienen por objeto
mente al manrenimiento de un sistema político func ionalmente diferen- la diferenciación de los roles del público en los del público de la admi-
ciado. Esto puede hacerse visible, al igual que en otros casos, con el con- nistración y el público político.

11. Sobre este concepto de la articu lación de los inrereses cf. G. A. Almond, «lmro- 12. Cf., a este rcspccro, Fr. W. Riggs, The Eco/ogy o( Public Administration, Lon-
duction ... », cit., pp. 33 ss., quien ve en ello una necesaria función de input de todo siste- dres, 1961, p. 68; L. W. Pye, «The Political Contexr o( Nacional Dcvclopmenr», en l. Swerd-
ma po lítico. Cf., asimismo, D. Easro n, A Systems Analysis o( Political Life, Nueva York/ lord (ed.), Deve/opment Administration: Concepts and />roblems, Syracuse (NY), 1963,
Londres/Sydney, 1965, pp. 35 ss., sobre input o( demands. pp. 2.S-43, espec. pp. 36 s.

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D l fEREN C IAC I ON INTERNA DE LOS ROlES DEL PUBLICO

exactitud, queremos preguntar por cómo se logra efectivamente el filtra-


do que luego puede ser expuesto como rendimiento de la razón.
Como mecanismo principal de selección sirve una diferenciación de
los roles del público. En los roles del público se verifica, una vez más, la
23 regla general de que, en los órdenes sociales diferenciados, los sistemas
participantes deben diferenciarse y deben subdiferenciarse, a su vez, en sus
DIFERENCIACIÓN INTERNA DE LOS ROLES DEL PÚBLICO sistemas parciales. La posición unitaria del «hombre común>• respecro de
la «superioridad» queda subdividida tan pronto como el sistema se dife-
rencia a sí mismo con mayor intensidad. En relación con la separación ge-
neral de política y administración, han de separarse diversos roles de aso-
ciado, según el individuo tome parte en la política o en la administración.
Los dos ámbitos de contacto plantean distintas exigencias de comporta-
miento que llegan hasta el esti lo expresivo de la conducta, por ejemplo,
la medida de libertad sentida y susceptible de ser expuesta. Dejan que las
La simbólica de la dirección dominante de la comunicación en el sistema expectativas de comportamiento divergentes cuajen, que se encuentren
político exige cerrar el ciclo de la comunicación, de tal manera que el ciu- según la situación, de tal manera que, finalmente, se tome consciencia
dadano pueda, con la praxis de decisión de la administración, transformar de que, en contacto con la burocracia, se ha de desempeñar un rol distin-
sus experiencias en comunicaciones a la política y, dado el caso, en deci- to al que ha de desempeñarse en contacto con la política. En un caso, son
siones sobre si se otorga o se rehúsa el apoyo político. Del mismo modo los roles de quienes buscan información, de los solicitantes, de quienes se
que, mediante esta simbólica, la política se sitúa bajo el mandato de la quejan, de quienes son rehusados. En el otro caso, se rrata del observador
sensibilidad y la administración bajo e l mandato de la docilidad política, pasivo de la escena política, del elector, del compa11ero en la discusión,
igualmente el público está bajo la expectativa de la reacción racional. La del interesado, de quien busca contacto con personas políticamente in-
capacidad de reacción del público, simbolizada en la figura del elector fluyentes para llevar a cabo o impedir determinados proyectos.
racional, es la piedra angular en la exposición de sistema oficial de una Esta diferenciación de los roles del público es una consecuencia de
democracia. \, la separación de política y administración pero es más que esco. Gana un
Sin ciertos puntos de referencia en la realidad, esta simbólica de la di- sentido que le es propio, que afirma la separación de política y administra-
rección dominante de la comunicación no podría nunca cumplir funcio- ción y que, más allá de esta, asume una función esencial para el sistema
nes puramente simbólicas 1• El público debe estar constantemente conven- político como un todo. Rompe la reacción espontánea del público y po-
cido de la posibilidad y de la realidad de las reacciones racionales. Para sibilita una transformación escalonada de la vivencia en acción mediante
ello, por tanto, en primer lugar, deben haber posibilidades de reacción el hecho de que esta distribuye el comportamiento en múltiples niveles.
institucionalizadas como tales. Por otro lado, una vía de reacción unilate- Mientras e l hombre común se sitúe frente a su superioridad única-
ralmente organizada es tan poco institucíonalizable como las comunica- menee dentro de un rol, resu ltará impensable darle poder sobre su señor.
ciones en una sola dirección.!Justamente si la política y la administración El poder se encontraría con un poder igual y se neutralizarían mutuamen-
son separadas en forma de sistema se hace imposible remitir las reaccio- te. Un ~rden jerárquico presupone la univocidad de la escala de poder y
nes a las decisiones de la administración sin más a la política, dado que rango. Unicamenre puede prever que el individuo habrá de adaptarse a las
esta únicamente puede elaborar determinados tipos y una cantidad deli- decisiones de su autoridad. En el mejor de los casos, puede serle dada la
mitada de informaciones. Un proceso de filtrado es necesario. La simbó- posibilidad de pronunciarse de la manera más sumisa. Esro significa, en
lica oficial espera este filtrado de la razón del elector. Queremos pregun- el caso típico, que el afectado solo tiene a su disposición una única rela-
tar, primeramente, por el apoyo institucional de esta razón; o con mayor ción de rol como vía para reaccionar, el cual se sitúa bajo esta misma ley.
Debe, por tanto, reaccionar de inmediato. Ciertamente, puede acumu-
l. En este scmido, estaríamos autorizados a manifestar un justificado escepticism<> lar su rencor hacia dentro, pero si quiere descargarlo, entonces encuentra
freme a la tesis de M. Edelman acerca de que se trata simplemente de símbolos de expo- que no hay disponibles posibilidades de expresión dentro del sistema po-
siciones. Cf. The Symbolic Uses of Politics, Urbana (IL), 1964. lítico. En cierto modo, debe sublevarse sin ro les, atacando el poder como

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PÚBLICO DIFERENCIACIÓN I N TER NA DE LOS ROLES DEL PÚBLICO

tal2. El mismo gobernante debe mantener un estrecho contacto con el les. Para la política se aplíca, quizás, la condición inversa. Aquí no hay blo-
pueblo, puede (y esto es característico) que deba mezclarse, camuflado, queo de la comunícación mediante programas o competencias previamen-
entre et pueblo y ha de desarrollar una gran sensibilidad hacia los lími- te decídidas. Todo está abierto y es factible en los límites de lo que puede
tes de lo tolerable si no quiere poner en peligro su gobierno. El potencial encontrar un consenso influyente. Por otra parte, el individuo no tiene
de comunicación del sistema político queda fijado sobre esta relación de abierto todo el campo para su entera constelación de intereses. Ha de ex-
roles, queda fuertemente estructurado y por tanto tiene escasa capacidad presarse de tal manera que su deseo pueda convertirse en ley para otros.
de rendimiento para la elaboración de información. Los fundamentos -1 Ninguna de estas relaciones de roles k otorga al ciudadano una liber-
del gobierno pueden, ciertamente, venir expuestos de forma simbólica, tad sin límites o una paz sin perturbaciones. Una níega lo que la otra tit:-
pero no pueden ser discutidos. ne en perspectiva. Ambas ofrecen una mezcla diversa de oportunidades e
Si los roles del público son diferenciados, entonces se le quita el agui- impedimentos, de ventajas e inconvenientes. Se gana con ello, ante todo,
jón a este «o bien, o bien», a este gobierno que exacerba el «cueste lo que complejidad, a saber, la posibilidad de comportarse dentro del sístema po-
cueste». Hay, entonces, dentro del sistema político, vías de comporta- lítíco según criteríos contradictorios. El ciudadano puede pasar de un rol
miento legítimas más o menos claramente estructuradas respecto de los a otro, no en cada caso particular pero sí por principio. Puede, por ejem-
roles, que ciertamente no ponen en cuestión la vinculación de la decisión plo, tratar de politízar determinadas experiencias con la admínistración y
pero que sí hacen posibles las contraofensivas. El ciudadano puede eva- atraer la acencíón; o bien puede esforzarse en alcanzar, por vías políticas,
dirse hacia otros roles, ya sea para darle expresión a su enfado en otras decisiones de programa o personal que Je proporcionen un terreno para la
situaciones frente a otro público, ya sea darle un impulso a la transfor- prosecución de sus propios intereses. Respecto de si las vías políticas son
mación de Ías premisas de decisión que le disgustan. viables, para quién lo son, con qué obstáculos y con qué costes, así como
En una primera mirada panorámica a grandes rasgos, que debe prime- lo que, en cada caso, presuponen estas en cuanto a relaciones, pasado co-
ro dejar de lado codos los detalles y las distinciones de sistemas, desde un mún, potencia personal, etc., constituye una variable que puede comar va-
punto de observación tan distanciado, cabe distinguir fundamentalmente, lores muy diversos. En los sistemas polítícos de las comunas dominarán
y antes de tado lo demás, los roles de socio frente a la política y frente a la relaciones distíntas a las que haya en el nivel del Estado, en los sistemas
administración. Se trata de una mirada que deja de lado los detalles y que, monopartidistas serán distintos a los ele sistemas multipartidistas. En un
por tanto, no entra ni en la distinción de partidos y asociaciones de inte- orden determinado puede ser útil conocer un «testimonio de sangre del
reses, de autoridades administrativas y tribunales, de sistemas estatales y movimíento», que pueda implementarse frente a las burocracias de par-
comunales, de órdenes monopartidistas y multípartídistas; ni tampoco en- tido subalternas. En otros sísrcmas, las relaciones con los líderes de las
tra en la diferente acentuación con la que determinados sistemas polírícos asociaciones son ímportantes, por cuanit0 pueden dar la apariencia de
hacen uso, cada uno por su parte, de estas posibilidades de la estructura- hablar por un gran número de electores. O bien puede bastar con la im-
ción~sí, frente a la administración, los roles del público se especializan presión de una carta al director o con mover a los diputados locales com-
en colaborar en la elaboración de decisiones programadas. Se especiali- petentes a una «pequeña interpelacióm,. En otros casos, son los clubs y sa-
zan, pues, en un contacto en el que el interés del individuo puede ser ex- lones de la alta sociedad, que admiten a los políticos advenedizos, quienes
puesto en su plena indivídualidad y puede ser llevado a que se le tenga en ofrecen posibilidades de contacto. En otros cuentan las grandes fami lias o
consideracíón, pero donde, sin embargo, no puede ponerse en cuestión la las fraternidades religioso-políticas. A todos esros elementos diversos, que
competencia de la última decisión por parte de las autoridades o tribuna- en modo alguno deben ser banalizados, les es común y decisivo el siguien-
te aspecto, a saber: que mantienen abierto un segundo camino, índepen-
díente de los procesos de decisión de la administración e introducido bajo
2. Para evitar esto y enconlrar puntos de anclaje para una :iurolegitimación de la otras leyes. Este camino le da al público oportunidad de dirigirse a perso-
rebelión dentro del sistema polírico, los rebeldes aprovechan la diferenciación jerárquica
del gobierno, de modo que, en nombre del gobernante, se dirigen contra su servidor que nalidades políticas influyentes que no le deben obediencia a ningún supe-
se sirve a sí mismo de manera infiel. Estos movimientos, que R. Bendix ha caracte rizado rior invisible, para quienes las leyes no son premisas, sino productos de su
como populisl legitimism. (cf. Natio11-buildi11g and Citízenship: Studies of Our C/Janging accíón, unos productos modificables y de los que ha de rendirse cuenta.
Social Order, Nueva Yorl</Londres/Sydney, 1964, pp. 45 ss.), han de ser vistos como un fe- La política, en otras palabras, debe ser capaz de dar lugar a un es-
nómeno de cransición. Este presupone precisamenre una diferenciación del sistema político
rigurosamente vertical, esto es, un cierto nivel de complejidad, pero no conoce aún la se pa- trecho contacto propio con el público, debe sustraerlo de la comunicación
ración de política y administración. política y ha de preparar para ello modelos de rol. La mayor amplitud

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PÚBLICO DIFERENC I ACIÓN I NTERNA DE LOS ROLES DEL PÚBLI C O

posible de este contacto, su accesibilidad para cualquiera es la exigencia En estas exigencias que surgen de que la separación objetiva exige, si-
ideal, que sin embargo está en contradicción con el rango de atención y multáneamente, una separación temporal de los roles de públjco, se en-
contacto, inevitablemente limitado, del político. Sobre codo, sería de todo cierran algunos estímulos que fuerzan imperceptiblemente a la generaliza-
punto ilusorio reclamar idéntica influencia para todos. Dicho brevemen- ción de las peticiones políticas. Empezar pronto es algo que solo se puede
te: sería incompatible con la necesidad de intensificar el mandato impe- con proyectos más o menos fundados en principios. Como individuo, solo
rioso de la reducción de complejidad. El elemento principal es que el ca- encuentra interés quien puede mostrar sus heridas. Igualmente, la larga
mino político para el público debe permanecer abierto, y ha de estarlo de duración del tratamiento objetivo filtra remas que solo son actuaJizables
tal manera que la administración deba contar, sin excepción, con que las de manera ligada a la situación y que no se prestan a ser exagerados en su
informaciones que lanza hacia abajo encuentran, de alguna manera, el importancia como casos modélicos o de prueba. Las exigencias tácticas
camino hacia arriba y que desde allí la están velando. de la planificación temporal hacen que se presente como aconsejable de-
Como quiera que esté configurado el doble sentido en la marcha de jar el asunto en manos de un representante versado, en unas manos que
los contactos entre público y política o administración, en todo caso esta reúnen muchas cosas y que, en la concentración, prosigue hacia ade-
separación de roles presupone que el ciudadano tiene tiempo, que (por lante con mayor efectividad pero de manera menos individualizada. El
razones externas e internas) es capaz de esperar. El tiempo es empleado tiempo, pues, opera en su conjunto como un mecanismo auromático de
solo para el cambio de roles, pero lleva implícito un cambio de situacio- generalización y de reducción de complejidad. Temas que una y otra vez
nes, asociados y auroexposiciones que no puede ser llevado a cabo impul- son nombrados y que permanecen actuales se muestran, con ello, como
sivamente ipso facto. El tiempo, sin embargo, es también exigible porque políticamente relevantes. Han superado una primera prueba en el largo
la política y la administración son sistemas de interacción cooperativos, camino hacia la decisión vinculante.
que generan sus propios plazos y que pueden ser influidos solo en el rit- De manera similar a la diferencia temporal, las distinciones objetivas
mo de su propio tiempo. La próxima reunión de grupo parlamentario entre los roles del público exigen la generalización de los anhelos de de-
no será hasta el martes, el diputado Paul Müller no estará en su distri- cisión. Esto queda claro si se ve la relación recíproca de los diversos ro-
to electoral hasta dentro de dos semanas, del congreso sindical no ha de les del público desde el punto de vista de un flujo de comunicación que
esperarse una decisión sobre determinadas cuestiones, el ministro está ac- va de los roles ligados a la administración a los roles políticos. Aquellos
tualmente visitando los países en vías de desarrollo y no está disponible. permiten la exposición concreta de intereses en el marco de lo que es
Solo cuando un proceso se deja encajar en este ritmo de los plazos y las relevante para determinados programas de decisión. Si un tema pasa de
citas, y solo cuando dicho proceso puede fluir con este ritmo, sin perder aquel ámbito al político, entonces ha de traspasarse un umbral de sepa-
actualidad con el tiempo, es que tiene alguna oportunidad de convertirse ración donde queda detenido lo políticamente inesencial o irrealizable.
en un asunto político. Y ello sin tener en cuenta el hecho de que justamen- Ciertos argumentos deben ser desechados y otros han de ser añadidos e
te por ello hay también estrategias ligadas a los plazos y que la acción inventados. Esto se aplica con toda claridad cuando el enfado sobre de-
política, en ocasiones, consiste en confundir los plazos, en intercalar nue- terminadas consecuencias de los programas debe ser conducido por la
vos plazos en los calendarios ya fijados o en aprovechar el atasco en los vía de la reprogramación. Debe ser ideológicamente inflado o ataviado
plazos de otros en favor de la propia actividad libre de obstáculos. con votos de los electores. Incluso en aquellos cuestionables casos-límite
A ello se añade que los plazos en la política y entre la política y la ad- fronterizos en que los políticos tratan de satisfacer los deseos particulares
ministracion difícilmente pueden ser coordinados, o no pueden serlo en de clientes individuales, aquellos han de servirse de un lenguaje genera-
modo alguno. El ciudadano tiene que habérselas con dos sisremas y por lizado. Quien ha visto rechazada su solicitud de autorización de una se-
ello no puede estar seguro de localizar a su diputado antes de que haya gunda residencia en un espacio natural protegido puede encontrar la oca-
expirado el plazo del recurso legal en su práctica administrativa. Si quiere sión de enviar un diputado al ministerio. Este, sin embargo, explicará el
aprovechar las posibilidades que Je son ofrecidas, no solo debe armarse de caso particular exclusivamente como ejemp lo de una praxis de rechazo
paciencia sino que también debe proveerse de la capacidad de planifica- de solicitudes del distrito «A» que, con carácter general, resulta demasiado
ción temporal a largo plazo. Con los proyectos políticos, especialmente, rigurosa y fundamentalmente sospechosa, y que no se sostiene al compa-
ha de empezarse pronto, si se quiere evitar verse apremiado. Básicamen- rarla con la de orros distritos. O bien expon<lrá que no se ha llegado, en
te, ha de empezar tan pronto que aún apenas sea posible encontrar inte- modo alguno, a la ponderación de intereses prevista en la ley. Aunque to-
rés y atención. dos los participantes entiendan lo que está en cuestión propiamente, sus

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PÚ8LICO DIFERENC I AC I ÓN I NTERNA DE LOS ROLES DEL PÚ8LICO

posibilidades de expresión y sus modos de argumentación están fi jados en que esta queda determinada por la praxis de decisión del sistema po-
e n el nivel de la validez universal, de tal manera que no todos los mo- lítico. También en un Estado con una estructura políticamente descentra-
t ivos pueden ser llevados al discurso. lizada, el interés político se concentra en el nivel nacional, sobre tod o a
La pregunta es, evidentemente, la de cómo este filtrado puede ser im- partir de la sensación de que propiamente solo se hace política en dicho
plementado en el caso individual y todo lo lejos que le es dado llegar. No nivel, mientras que en los otros niveles la política significa, en mayor o
le es dado romper el ciclo de la comunicación en el sistema político. H a menor medida, una injerencia en la administración 4 •
de seguir manteniéndose una «retroalimentación» entre administración y Recapitulando -y como fundamento de los análisis específicos de
política con ayuda del público. A la política no le es dado limitarse a crecer los roles del público políticos y de los roles ligados a la administración,
en planificaciones siempre nuevas, debe conectar con lo existente y dejarse que vienen seguidamente- cabe afirmar que su separación tiene una fu n-
influir por cómo han resultado las decisiones ya programadas y qué pro- ción esencial para el mantenimiento del ciclo de comunicación que hemos
blemas se han presentado como consecuencia. En este sentido, los Estados considerado, en el capítulo 12, como aspecto dinámico de nuestro mode-
centralizados y los descentralizados plantean exigencias muy diferentes. lo general del sistema político. Esta separación de los roles del público no
Los sistemas unitarios, que encauzan los procesos políticos a una úni- quiere decir que las experiencias del público con la administración carez-
ca cúpula estatal y que solo conocen una descentralización administrativa can de significado para la política -esto es, que no puede ser traducida a
deben esperar de su ciudadano que reaccionará a una mulLiplicidad de ex- lo político-, sino simplemente que esto solo puede ocurrir de una ma-
periencias con la administración dentro de un único sistema de procesos nera determinada y general izadora. Como resulta típico de los sistemas
políticos. Esto es, deben esperar que generalice intensamente su reacción funcionalmente diferenciados, la separación no excluye la vi nculación,
y que incluso sus mismas experiencias contradictorias, alternantemente sino que únicamente sirve para especificarla e inte nsificarla. La separa-
buenas y ma las, lleven a una única suma cuando decide en tanto elector. ción de los roles significa, por tanto, no un estar contiguamente de par-
En una construcción federal del Estado -o cuando se pone un mayor tes del sistema sino solamente que, en el flujo de la comun icación entre
acento en la autoadministración comunal en el sentido de una autonomía las partes, han de estar integrados unos fil tros que actúan de tal modo
relativa de sistemas políticos pequeños y no soberanos- al ciudadano le que cada parte, en la comunicación con otras, mantiene su propio estilo y
es ofrecida una reacción con varias posibilidades pero también le viene no queda sobrecargada con las preocupaciones de los demás, esto es, con
exigida. Debe entonces, adicionalmente, distinguir entre lo que pertene- complejidad. El tipo de filtrado, el proceso de generalización y reducción
ce, política o administrativamente, al nivel de los Liinder o al del Estado de complejidad, es aquel rendimiento que mantiene cohesionado al siste-
federal. Si q uiere reaccionar políticamente a la administración, encuen- ma político como sistema y que, al mismo tiempo, cumple su función sis-
tra que ello presupone notables conocimientos de la estructura y, sobre témica en relación con el e ntorno.
todo, conocimientos legales. Ha de poder desenredar y afirmar las premi-
sas y rendimientos de decisión, ya se trate, en el caso de los resultados que
le perjudican, de las consecuencias de una ley federa l, ya de una ley propia
de un Land, ya de unas decisiones de la autoadministración de tipo local,
ya de las consecuencias del sistema de compensación financiera o ya sea
de la política de subvenciones nacional o de los Estados. Con una fuerte
interdependencia de las decisiones en codos los niveles, tal y como resu l-
ta cada vez más típico, lo anterior lleva a una sobreexigencia que blo-
quea la reacción política a la administración en amplios ámbitos, o que la
desvía por canales equivocados3 • Por ello, debe uno preguntarse si esta
construcción es realmente adecuada para acercar la política a los ciuda-
danos o si, más bien, no le dificulta el politizar su vivencia, en la medida

3. Se corresponde con ello la circunstancia de que el edit0 rial del Fmnk(urter Allge- 4. Cí., a este respecto, la exposición hecha a partir de los E.5taclos Un idos y Gran Bre-
mei11e Zeit,mg de l 19.11.1966 afirme, en relación con las elecciones regionales bávaras, que 1aí1a en R. E. Lane, Política/ Life, Why l'eople get involved in Po/itics, Glencoe (IL), 1959,
«en Baviera se ha decidido sobre el gobierno federa l» (por lo demás, no fue así). pp. 318 s., que parece reforza r esta suposición.

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PUBLICO DE LA ADMINISTRACION

jos como para esperar, de estas relaciones, la regeneración de un orden


político derrumbado.
Aunque es cierto que esta imagen de quien se asocia a la adm inistra-
ción como de alguien racional, informado e inceresado no ha experimen-
24 tado la misma crítica frustrante que la correspondiente imagen originaria
del elector político, la situación es, con todo, similar en ambos casos.
PÚBLICO DE LA ADMIN ISTRACIÓN El ideal clásico se apoya en una sobreexigencia por principio de la acción
en entornos muy complejos. No se debe esperar de la acción misma una
excesiva reducción de la complejidad, sino que -especialmente en tanto
sociólogos- se han de poner anee nuestros ojos las estructuras sistémicas
en cuyo marco se actúa. Los roles que el público puede asumir frente a la
administración están marcados previamente por unas premisas de com-
portamiento de la administración que vienen estructuralmente fijadas. Y
lo están hasta cal punto que los márgenes para una libre reconfiguración,
En comparación con el material puramente científico disponible sobre para la publicidad, para la vivificación enfervorizada o para el entendi-
los roles políticos del público -obtenido a partir de una larga reflexión miento cordial son muy escasos. Entre las razones de lo anterior, no es la
sobre la democracia y la representación así como a través de la recien- menos importante la de que aquí el producto final del trabajo político-
te ciencia de los análisis electorales- encontramos que nuestro saber administrativo viene como algo ya dado. Se trata de un proceder que, en
sobre el ámbito mucho más cotidiano de la relación de la administra- gran medida, ha de presuponer un aleó grado de complejidad ya redu-
ción con su público está escasamente cultivado y resulta inseguro 1. Por cida en forma de coerciones estructura les. Quien busque relaciones más
consiguiente, también nuestras ideas y expectativas respecto de los ro- plásticas debe dirigirse a la política.
les ligados a la administración del público resultan poco claras y ll enas Después de haber rrarado ya la administración, queremos aquí entrar,
de contradicciones. Pocos libros se dedican propiamente a este tema 2 una vez más, en algunas de sus características sistémicas, puesto que ellas
y las consideraciones ocasionales en las publicaciones periódkas no lle- - de forma análoga a lo que vimos de la coerción de estilo abarcadora que
van muy lejos 3 • Esce estado contrasta llamativamente con las expecta- se da en las interacciones entre sistemas4 - colorean los roles del públi-
tivas que, en tiempos del Barón de Stein, se pusieron en las relaciones co y estructuran previamente sus posibilidades de despliegue. Tales carac-
entre la administración y el público, unas expectativas que fueron can le- terísticas son, sobre codo, la especialización de la administración en ela-
borar decisiones vincu lantes, la complejidad de la administración, su
diferenciación interna y su especialización -que en muchas ramas de la
l. P. M. Blau y W. R. Scott, Fonnal Orga11izations: A Comparative Approach, San
Francisco, ~962, P_P· 59 ss. Estos aurores señalan, en su panorámica del tema • The Organi - administración permiten la realización en masa ele decisiones-, y la pro-
zanon and 1ts Pubhcs», que aquí hay muchas bgunas por cubrir en e l nivel más genera l de la gramación de la decisión.
socio logía de las organizaciones. . Mediante su especialización en elaborar decisiones, las administra-
2. Cf., principalmente, K. A. Lindemann, Rchorde und /Jürgcr: Das Verhíiltnis zwi-
sc/Jen Ven11allting 1111d Bevolkenmg in ei11er deutschen Mittelstadt, Dannstadt, l 952; M . .Ja-
ciones se distinguen claramente de las empresas de prestación de servi-
nowitz, N. Wright y W. De lany, Public Administration and the Public: Perspecti11es Toward cius. Las empresas especializadas en la prestación de servicios -por ejem-
Go11emment in a Metropolitan Community, Ann Arbor (MI), 1958; G. S. Spineti, Le rela- plo, las escuelas, los hospitales, las agencias de viajes, las orquestas o las
zioni pubb/iche 11ella pubblica am111i11istrazio11e 11egli enti pubblici e a partecipazione statale, cárceles- tienen su peculiaridad en que sus presraciones son producidas
Roma, 21959.
3. Véase, por ejemplo, H. Finer, «Officials and the Public»: Public Admi11istration 9
para los clientes, o con ellos. Los clientes deben ponerse a sí mismos, o
( 193 !), 23-36, y otras conrribuciones en este número; G. A. Almond y H. D. Lasswell, «Ag- sus asuntos, a disposición. Su cooperación es condición del éxico5 . Por
gress,vc Behavior by Cliems Toward Publ ic Relief Administrators»: American Political Scien-
ce Review 28 (1934), 634-655; M. Siguan, «La Adm ini stración y el público»: Revista de
Administración pública 41 (1963), 9-27; A. Debrie, «Comment l'adminisrr:1t1011 peut hu · 4. Cf. supra, pp. 122 s.
man,ser son acnon»: LA sc1e11za et la tecnica della organizwzione ne/la pubblica amminis- 5. Véase la consideración básica d e nuesrro punto de ·vista en T. Parsons, Stmctu-
trazione 10 (1963), 58-64; H. Hammer lei n, ~Die Verwaltungsinformation als Mirtel der re a11d Process in Modern Society, Glcncoe (lL), 1960, pp. 7 l ss. Para casos pcrtinenres
Verwa ltungsführung»: Die offentliche Verwa/tung 17 (1964), 119- 126. de los efectos retroactivos de esta exigenc ia, unos efectos imcrnos al sisrema, véase, por

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PÚBL I CO PÚBL I CO DE LA ADMINISTRACIÓN

ello, los contactos con el cliente y sus problemas toman una significación se adopta la estructura social propia de la relación de prestación de ser-
preferente. El mantenimiento de las necesidades y de la disponibilidad a vicios'º· La acción de decisión de la administ ración tiene lugar casi exclu-
cooperar de los clientes se convierte en un requisito apremiante para la sivamente en el nivel verbal, por lo que cabe ser abstraída y especializa-
continuidad al que han de subordinarse otros puntos de vista más formal- da. No depende de la cooperación del público ni con mucho en la misma
organizativos. La burocratización -y esto siempre significa: también la medida que las prestaciones de servicios en sentido riguroso. La admi-
complejidad- tiene planteados unos límites6 . Las dificu ltades de la tarea nistración está, en gran medida, descargada por la política de esta nece-
han de ser resueltas, pues, sobre todo, en la cooperación inmediata con sidad de cooperación. La política, por su parte, asegura que la existen-
los clientes y no pueden ser absorbidas de antemano mediante estructuras cia y el modo de funcionar de una burocracia de decisión programada y
y procesos. Por lo demás, para los sistemas de este ripo, la elección de los operante de modo impersonal resulte socialmente rolerable. La depen-
clientes que han de ser tratados o no se convierte en un problema críti- dencia de su público por parre de la administración queda perfilada, en
co y la ley a este respecto es importante para la continuidad 7 . Las em- lo esencial, en torno a cuestiones de obtención de información y de acep-
presas de prestación de servicios, especialmente aquellas con ambición tación de las decisiones. Con la obtención de información, el ciudadano
profesional, deben estar dispuestas a rechazar clientes inapropiados o a está en parte interesado en la cooperación, en parte es sustituible, y en
poder librarse de ellos 8 • parte los enunciados pueden ser coercibles. La aceptación ha de asegurar-
Todo esto muestra cuán intensamente, y por motivos de principio, se se en parte mediante la legitimidad de la decisión, en parre mediance
distinguen las administraciones de las empresas de prestación de servicios. la coerción. En comparación con las auténticas empresas de prestación
Ciertamente, la administración también se enciende de múltiples maneras de servicios, la administració n puede y d ebe operar dentro de una rela-
como «servicio al pueblo». Con ello se ofrece únicamente, sin embargo, ción muy distanciada, abstracta y especializada con el público -ello es
un modo de legitimación, un principio de convicción y de estilo9, pero no condición de la autonomía de su decisión- y debe renunciar al contacto
social elemental como medio de control social recíproco .. La adminis-
ejemplo, H . S. Becker, « The Professio nal Dance Musician and his Audience»: The Ameri-
tración debe ser controlada únicamente de manera polític~Su éxito no
can j ournal o/ Sociology 57 (1951), 136-154; Ch. E. Bidwel l y R. S. Vree land, «Collegc debe, por principio, depender del encanto personal del funcionario indi-
Education and Moral Orienrations: A.n Organizational App roach»: Administrative Scien- vidual o de la disponibilidad de una parte lo suficientemente grande de la
ce Quarterfy 8 (1 963), 166-191; E. Rubingron, «Org¡injz.¡itional Scr¡iin~ and Key Roles»: población para colaborar concretamente. Si así fuera, la administración se
Administrative Science Q uarterly 9 ( 1965), 350-369.
6. En la observació n de un ca mbio en la concepción del servicio en las cárceles es-
expondría y quedaría a merced del azar. Por más que sea bienvenido el
tadounidenses y en los establecimientos psiquiátricos --que han pasado de plantear unos participante comprensivo y dispuesto a cooperar, y por mucho que este
fines meramen te relativos al a islamiento y la custodia a otros de índole terapéutica- se ha pueda facilitar el trabajo, la tendencia va en el sentido de hacer a la ad-
afirm ad o una reo rganización de las insrimciones formal es en informales, en muchos ca- ministración independiente de ello.
sos con una carga propia más intensa del personal emp leado. Véase, e ntre o rros, O. Grus-
ky, •Role Conflict in Organizacion: A Srudy of Prison Camp Offic ia ls»: Administrative
Cuando la política le hace posible a la administración obtener distan-
Science Quarterly J (1959), 452-472; y para los centros hospitala rios, W. R. Rosengren, cia e independencia, y cuando le hace pos ible estabilizarse en el nivel de la
«Communicario n, Organization, and Conduce in che 'Therapeutic Milieu'»: Administrati· pura comunicación verbal, entonces la.administración puede ser edificada
ve Scie11ce Qttarterly 9 ( 1964 ), 70-90. hasta convertirse en un sistema de elaboración de decisiones muy comple-
7. Una investigación que deja especialmente clara esta conexión en un caso excepcio-
nal es la de B. R. Clark;The Open Door College: A (',ase Study, Nueva York/Toronto/Lon- jo, profundamente especializado y al modo de una gran em presa. Enton-
dres, 1960. ces, la complejidad propia se convierte e n otro momento estructural que
8. En ello se presenta, natu ralmente, el problema de c uál es son los criterios según la enajena del público. Un alto grado de complejidad hace a la adminis-
los que se ejerce esta selección y en qué med ida el sistema, e n la elecció n de estos criterios,
esto es, en un nivel más general, permanece independiente de su enromo.
9. Hay algunas investigaciones de la sociología de las organizaciones acerca de estas vicios. Las ideologías del serv icio hacen posible emplear, como justificaciones, e l esfuerzo
• ideologías del servic io». Cf., por ejemplo, R. G. Francis y R. C. Sto ne, Service a11d Procedu- de bueoa fe, la correcta disposición menral o el accede r a los deseos de los Otros en lugar
re in Burea11cracy, Minneapolis (MN), 1956; B. R. Clark, «Adule Ed ucation in Traasition: A de l éx ito. Se extiend en, sob re todo, allí donde a la adm inistración le fa lra n programas d e
Study of Institucional lnsecuriry•, en University o/ California P11blications in Sociolog)' a11d fi nes y criterios de éxito q ue sean u nívocos.
Social lnstitutions 1/2 ( 1956), 43-202; P. Nokes, «Purpose and Efficiency in Humane Social 10. Con e ll o no ha ele negarse que, en el marco ins ritucional del ejecutivo estata l, pue-
Instirutions»: Human Relations 13 (1960), 141 - 155 ; P. B. C lark y J. Q. Wilson, •Incentive d a n ase nta rse empresas como escuelas u hospitales, que primariamente da n lugar a presta·
Systems: A Theory of Organizarion»: Admi11istrative Science Quarte-rly 6 (1961), 129-166 ciones d e servic ios. Este ripo d e organizaciones, sin embargo, desde un pun to de vista fun-
(]48). Estas investigaciones en parte conciernen a auténticas empresas de prestación de ser- cional, no so n adminiscracion es.

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PÚBLICO PÚBLICO DE LA ADMINISTRACIÓN

rración invisible e impenetrable para el público. El nivel de información bre la base de programas previamente decididos y muestra asimismo este
del público respecto de la administración ha de tenerse por extraordina- estilo de su trabajo. Con ello, parece evitar la irritación o la intercesión de
riamente escaso, por más que falten investigaciones fiables 11. Por más que las personas. Le permite c iertamente a l individuo que exponga él mismo
la administración ponga buena volumad para hacerse comprensible y para sus intereses, pero toma de esta exposición únicamente aquello que de an-
acompañar sus decisiones con una profusa fundamentación, apenas cabe temano ya quería saber; y deja tras de sí a su visitante con la sensación
cambiarse este hecho de la impenetrabilidad para el públ ico 12 . Tan visible de que no ha sido correctamente escuchado, de que no se le ha entendido
como la burocracia es en tanto <<caja negra», como fenómeno compacto bien o, incluso, de que se ha abusado de él. ,
de la vida cotidiana, así de impenetrables son también para la población La decisión programada lleva además, típicamente, a que el problema
sus procedimientos de trabajo y sus consideraciones particulares. de los errores gane una significación central y atrape la atención11 . La ad-
La especialización de la decisión de la administración significa, ade- ministración busca decisiones correctas, esto es, libres de errores. Ve y
más, que entre determ inadas personas de la administración y del público trata las comunicaciones del público desde el punto de vista de las fuen-
exclusivamellte pueden tener lugar contactos escasos y esporádicos. Según tes de error o de auxili os para la evitación, descubrimiento, subsanación
lo que el ciudadano quiera o deba hacer, será enviado una y otra vez a un o disculpa de los errores. Para el público, no resulta de suyo evidente la
despacho de la administración distinto. Los encuentros tienen, por tan- cooperación en esta caza del error ni le resulta obvio ver en ello el sentido
to, el carácter de lo contingente y pasajero, no dan pie alguno a tener en de sus roles propios. También esca diferencia de actitud puede convertirse
consideración contacros ultcriores 1.l. Los participantes no traban conoci- en fuente de malentendidos y decepciones.
miento personal y entienden que no está en juego el haberse entendido Si reunimos ahora ante nuestra micada todas estas características es-
previamente que permitiera un modo de expresión más libre 14 • Este ca- tructurales de la relación entre administración y público, y si tenemos asi-
rácter de la impersonalidad queda aún más reforzado en virtud del hecho mismo en cuenta que su peso se va a reforzar antes que debilitar, entonces
de que la administración, en gran medida, busca decisiones correctas so- no se podrá profetizar un éxito arrollador de un cuidado de las public
relations por parre la burocracia. Con el abismo que queda abierto entre
11. Cf., sin emba rgo, las afirmaciones <le M. Janowir-i, N. Wright )' W. Delany, op.
el público y la administración no cabe sin más esperar que e l público se
cit., pp. L5 SS. creerá a ciegas la auroidealiza<.:ión de la adm inistración. El buen sentido
12. Los esfuerzos de los rribuna les contencioso-administrativos a lemanes en pos de un de esos esfuerzos apenas se discute hoy 16 y en Alemania viene protegi-
reforzamiento de la «protección de la confianza» a l revocar los acros de la administración do como «derecho constitucional del gobierno a un trabajo propio en la
que resul ten defectu<>sos es un ejemplo de las co nsecuencias jurídicas da<las a partir de esre
estado de cosas. Típicamente, no cabe esperar otra cosa que e l que el ciudadano reconozca esfera pública contra e l celo de los políticos» 17 . No debe minimizarse
las decisiones defectuosas como tales. A ello se adaptan tamh ién las consideraciones legal- la utilidad de una política de prensa bien dosificada, de una explicación
políticas. Cf. el § 37 del Musterentwur( eines Verwa/lungsver(ahrengesetzes, Colonia/Ber- a tiempo de los proyectos de interés general o particularmente delicados,
lín, 1964, y F. Becker y N. Luhmann, Verwalt1mgsfefJ/er und Vertrauenssclmtz: Moglich- así como de un hábil hacerse con el control de los ataques públicos. Típica-
keiten gesetzlicher Regelung der Rücknehmbarkeit von Verwalt11ngsakte11, Berlín, 1963.
13. Esto cambia can pronto como los defensores de una causa, ya sean abogados
o representantes de inte reses, asumen los intereses de una multiplicidad de ciudadanos
y visitan con frecuencia cada vez con ocasión de algo distinro al mismo Íuncionario. En 15. Cf. N. Luhmann, Recht 1111d A11to111atio11 in der offentliche11 Venvalllmg: Eine
estos casos, pueden construirse sistemas de contacto donde los parcicipantes actúan se- 11erwalt,111gswisse11schaftliche Untersttchung, lkrlín, 1966, pp. 75 ss.
gún ,,la ley del volverse a ver e n situaciones <le po<ler e intereses cambianres» y sub liman L6. Especialmente profuso ha sido el modo en que se ha considerado esta cuestión en
su inrerés en forma de interés por el mantenimiento de la buena relación. Los juristas b- la literatura estadounidense. Véase, por ejemplo, J. L. McCamy, Government Publicity, C hi-
meman csre fenómeno extendido, sobre todo que se esquiven las garantfos del Estado de cag<>, 1939; Z. Chafee, Covernment and Mass Communications, Chicago, !947; D. B. Tru-
derecho. Véase, por ejemplo, E. Forsrhoff, Lehrbuch des Verwaltungsrechts, vol. 1, Mú- man, The Govemmental Process, Nueva York, 1951, reimp. 1962, pp. 463 ss.; J. M. Pfiffner
n ich/Berlín, 8 196L, p. 70; H. P. lbse n, Ó((e11tliche Subvcntionienmg Privatcr, Berlín/Co- y R. V. Presthus, Public Administration, Nueva York, 1 1953, pp. 130 ss. Para Gran Breta-
lonia, 1956, p. 14, notas 23 y 16; CI.-D. Ehlermann, \Xlirtschafts/e11k1mg tmd Entschii- ña, véase M. Ogilvy-Webb. The Govemmenl Explains: A Study o( the Iniormations Serviccs,
digung, Heidelberg, 1957, pp. 38 s., 50 s. y 146 ss. Ha de verse también, sin embargo, Londres, 1965.
que estos sistemas de contacto intermediarios garantizan la fluidez del contacto y pueden 17. Véase H. Hiimmerlein, are. cit.; Íd., «Public Relarions der offemli chen Verwal-
incrementar la influencia de ambas partes. Cf. también E. J. Folcy, •Officials and rhe Pu- rung•: Die offentliche \lerwaltung 16 (1963), 364-371; Íd, Verwaltimg und Ó((entlichkeit,
bl ic»: Public Administration 9 (l 931) 15-22; J. 13ensman y A. Vidich, •Power C liqu es in Dorrmund, s. a.; R. Schnur, Strategie 1111d Taktik bei Verwaltungsrefon11e11, Baden-Ba-
Bureaucratic Society»: Social Research 29 (1962), 467-474. den, 1966, pp. 27 s., y sobre rodo la monografía de W. Le isner, Of(entlichkeitsarbeit der
14. A este respecto, véanse las exp licaciones fundamentales de H. Garfinkcl, «Studics Regiemng im Rechtsstaat: Dargestellt am Beispie/ des Presse- imd Infonnationsamtes der
o i the Rourinc Grounds of Everyday Activities»: Social Problems 11 (1964), 225-250. Bundesregienmg, Berlín, 1966.

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PUBLICO PÚBLICO DE LA ADMINISTRACIÓN

mente, se tratará en ello, sin embargo, de un sondear previo, de limar los o btener de e llos comprensión y apoyo a cambio de influencia. Esta estra-
extremos más ásperos, de circunnavegar o disolver los agarrotamientos. tegia ha de verse como intento de la administración para liberarse de las
Dicho en pocas palabras, se tratará de estrategias para las que habrá d e de- dificultades con el entorno integrándolas en e l sistema.
searse una mano afortunada en el caso particular, pero de las que, sin em- La integración mediante cargos honoríficos en la administración es-
bargo, no cabe esperar una mejora fundamental en las relaciones entre el tatal y comunal de fuerzas de la sociedad fue el planteamiento fundamen-
público y la administración. Todo intento de la administración para cons- tal de los reformadores prusianos a comie nzos del siglo XIX y era tenido
truirse a gran escala un mercado propio de apoyo político se convertiría, como principio de la autogestión aún por parte de Rudolf von Gneist 22.
en el proceso, en política, y debería ser rechazado por las fuerzas políticas Presuponía, sin embargo, unas c iudades relativamente pequefias y unos
si es que ha de mantene rse la separación entre política y administración 18. contactos entre público y administración limitados a determinados estra-
Igualmente tendremos que juzgar de manera escéptica los efectos de tos sociales. Estos presupuestos conllevaban la posibilidad de que el con-
las «campafias de cortesía e n la administración», que se repiten perió di- tacto ganase e n densidad. En la medida en que estos presupuestos caye-
came nre 19. La paciencia a l escuchar y la amabilidad sin compromisos al ron, la noción de autogestión hubo de ser reformada. En lugar de quedar
aconsejar son propiedades agradables de l funcionario. Aquí se trata me- apoyada en la cooperación mediante cargos honoríficos, cuvo que hacerlo
ramente de una atenuación de los problemas consecutivos a un recíproco en la autonomía de la asociación política de la comuna -esto es, su auro-
a lejamiento entre el publico)' la administración, no d e una supresión del programación- y con ello se creó la posibilidad d e transferir, siguiendo el
mal. El trabajo en la esfera pública y la cortesía se presentan ante e l fun- modelo del Estado, la separació n entre política democrática y administra-
cionario como una exigenc ia permanente, sin que pued a esperar gran- ción burocrática también a las comunas 23 • Ahí se encontraba, igualmente,
jearse el agradecimiento de una emergente convicció n relativa a la ciuda- el hecho d e que se entendía que el problema d e la separación entre públi-
danía estatal. Deberá abandonarse la esperanza de que vaya a surgir una co y admi nistración no podía ser resuelto mediante combinaciones perso-
convicción de Estado justamente en el contacto entre administración y nales de roles. Igualmente, las esperanzas depositadas en toda asunción de
público, o de que, de a lguna ma ne ra, el Espíritu se haga realidad2º. Desvía obligaciones mediante cargos honoríficos no se habían visto satisfechas24•
d e los procesos políticos que se dedican a esta función. Experiencias algo mas favorables nos vienen narradas desde los Es-
Otros planteamientos para salvar el abismo entre administració n y tados Unidos. Allí el principio de la unidad de la admin istración y de su
público los encontramos en los esfuerzos para <<cooptar» a ciudadanos coordinación jerárquica esta menos rigurosamente llevado a cabo que en
para la administración 21 , para incorporarlos dentro de una cooperación Alemania 25 . La integració n es sentida corno menos urgente . Por ello, es
mediante cargos honoríficos d entro del proceder d e la decisión, para posible subordinar innumerables auroridades particulares a un board d e
honorables ciudadanos activos, quienes en la práctica ejercen una función
menos directora que orientadora. Asimismo, como amortiguadores en-
18. Una resistencia así de la política frente a un c uidado demasiado diligeme y dema- tre la administración y e l público, sirven a la med iación del contacto, a la
s iado bien dotado de las Pu/;lic Relations es observable de múltiples maneras en los Estados
Unidos. Cf., además de la bibliografía indicada más arriba, H . A. Simon, D. W. Smirhburg absorción de la crítica recíproca y d e auxilio al entendimie nto mutuo 26 .
y V. A. Thompson, Public Admi11istratio11, Nueva York, 1950, pp. 416 s.; V. O. Key, Jr., También aquí, sin embargo, hay fuertes tendencias a pasa r cada vez más
Politics, Parties arid Pressure Groups, Nueva York, 3 1953, pp. 731 s. En todo ello se sitúa en
un primer plano, e n los Estados Unidos, la garanría de la división de poderes, mientras
que en otros países se discute más s i los servicios de in formació11 del Esrado desfiguran la 22. Véase R. von Gneisr, Selfgovenm1ent, Kom1111ma/11erfassu11g und Verwaltungsge-
igualdad d e oponunidades d e los pa rtidos a favor de los partid os de gobierno. Véase, po r richte in England, Berlín, 3 L87 l.
ejemplo, M. Ogilvy-Webb, op. cit., p. 194, o W. Leisner, op. cit., pp. 152 ss. Para las re- 23. Una exposición de esca evol ució n en el espejo de.la dogmática jurídica puede ver-
laciones alemanas, R. Schnur, 0/1. cit. , p. 28, nora 26. se en cualquier libro de derecho adm ini ~trativ o. Véase, entre otros, E. Forsrho ff, op. cit. ,
19. Es lo que afirma Fr. Morscein Marx, Das Di/emma des Venvaltimgsmannes, Ber- pp. 320 SS.
lín, 1965, pp. 157 s. 24. Volveremos, en el capítulo 26, sobre la necesidad de una separación entre enro la-
, 20. Véase, por ejemplo, R. Smend, Verfassung u11d Verfassungsrecht (1928), re imp. en miemo y apoyo político.
Id., Staatsrechtliche Ablumd/1111gen ,md andere Att{siitze, Berlín, 1955, pp. 119-276 (146 s. ). 25. Sobre la Constitución alemana, véase, por eje mplo , E. Geib, «Verwa ltungseinheir:
21. Sob re este concepto véase Ph. Selznic~, «Fou nd ations o f che Thcory CJÍ Organi- Prinzip und Gegentendenzen», en Fr. Morsrei11 Marx (ed.), Verwaltung: Eine ein(iihrende
zati on,,: American Sofio/ogical Review 13 (1948), 25-35 (33 ss.), e Íd., TVA a11d tbe Grass Darstcllung, Berlín, 1965, pp. 148- 162.
Roots, Berkeley/Los Angeles, 1949, espec. pp. 13 ss., 259 ss.; J. D. Thompson y W. J. Mc- 26. Cf. T. Parsons, Structure and Process in M odern Society, Glencoe (IL), 1960,
Ewen, «Organ iz:itional Goals ancJ Environment: Goal-Setting asan Tnte racrion Process•: pp. 64 y 86 ss.; J. L. Price, «Governing Boa rd s and Organizarional Effectiveness»: Admi-
American Sociological Review 23 (1958), 23-3 J (27 s.). nistrative Science Q uarterly 8 ( 1963), 36 1-378.

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PUBLICO
PU B LICO DE LA ADM INI S T RACIO N

hacia una dirección monocrática, que promete más eficiencia. El éxito de la lógica y la experiencia32. No se puede prescindir de e llas, esto es, no
de los sistemas de los board parece residir más en pequeñas autoridades se puede renunciar a e llas. La imagen pe rmanece, por tanto, vaga y difusa.
en lugares pequeños, donde puede lograrse que se consigan ciudadanos No es «operacionalizada» ni llevada al campo de lo que puede ser puesro a
influyentes para el board y darle así una mayor resonancia pública a la prueba; no queda elaborada y formulada en su inte rno carácter comradic-
autoridad 27. La descentralización del sistema escolar en Estados Unidos torio33. La imagen no se somete al test de la rea lidad. Justamente por ello,
da unos buenos puntos de referencia a este respecto 28 • Una reconfigura· no puede ser puesta sin más, en la base del contacto entre público y ad mi-
ción generaJ de los roles del público frente a la administración apenas cabe nistración. Marca los puntos de vista pero no con la misma fuerza el com -
ser alcanzada por este camino. Igualmente, tan pronto como se quisiera portamiento. De ahí resulta la posibilidad de un conformisme negatif 4 • Al
evaluar de forma más elevada, o expresarla organizativamente, le esta· igual que la imagen fre nte a la experiencia, así rarnbién el comportamien-
ríamos retirando a estas experiencias estadounidenses e l suelo bajo sus to es hecho inmune frente a la imagen. El cliché se mantiene y se guarda
pies. No admiten ser generalizadas. para su función específica, pero queda neutralizado como fundamento de
Después de todo esto, no ha de esperarse, por parte del público, una la acción. Así pues, el público vive simultáneamente en dos mundos. Por
asociación amisrosa y positiva con la administración. El predominio de las una parte, vive con una imagen negativa general de la «burocracia», que
visiones negativas sobre la burocracia y la administración -o incluso so- absorbe las malas experiencias; y, por otra parre, vive con representacio-
bre el Estado corno un codo- no es en absoluco, ciertamente, algo debido nes de la autoridad concretas y prácticas, que dirigen la expectativa y
al azar, ni tampoco un error que pueda ser eliminado mediante una ilus- acción inmediatas.
tración propagandística. Este tipo de imágenes negativas son queridas por- Podemos también ver ahora con mayor claridad a donde lleva e l tra-
que a ligeran y descargan. Están a l servicio de la expresión de protestas, de bajo propagandístico en la esfera púb lica, las campañas de cortesía y la
la explicación de decepciones, de la fijación y minimización de los senri- participación de los ciudadanos en e l mejor de los casos, a saber, no a una
mientos29; y justamente por ello cumplen una función positiva. Parece que buena o pinión de la ad ministració n, sino a una neutralización de las malas
una valoración estereotipadamente negativa de la administración asocia- para determinados contextos de proble mas o inte racciones. La adminis-
da al público constiruye una característica esencial de la actitud del públi- tración debe, por tanto, aprender a encontrar un modus agendi en una at·
co y está e ntre las orientaciones fundamentales de los rules del público3º. mósfera de rechazo desinformado. Ayudarfo a ello que proyectase su con-
Co mo resulta típico de los estereoti pos e imágenes que son necesa- cepción de los roles de asociado del público de la manera más legalista
rios3 1, estas imágenes quedan aseguradas frente a la refutación por parte y más apolítica que resulte posible. La juridificación y la despoli rización
son dos estrategias estrechamente e mparentadas mediante b s cuales los
27. Véase por ejemplo el informe de L. V. Rlankenship, «Power Srructure and Orga· roles del público ligados a la administración quedan perfilados según el
niza1ional Effectivcncss», en R. V. Presthus, Men al rhe To/1: A Study in Comm1miry Power,
Nueva York, 1964, pp. 368-404. parrón de funciones específicas, a l tiempo que vienen reforzados fre nte a
28. Véanse las consideraciones sobre la relación de school board y superintendent la filtración de resentimiento negativo. Se pueden especializar los contac-
en N. Cross, \Y/. S. Mason y A. \Y/. McEacheru, Explorations in Role A11alysis, Nueva
York, 1958.
32. Véase, a esre respecto, también las afi rmaciones d e K. A. Lindemann, op. cit.,
29. Desde aspecros psicológicos, cf., a esre respecto, Th. \Y/. Adorno, E. Frcnkel-Brun· pp. 96 SS.
swi k, D. J. Lcvinson y N. R. Sanford, The A11thontaria11 Perso11ality, Nueva York, 1950, 33. Es10 es especia lmente notorio para la investigación de la buroc racia. Cf., por
pp. 693 ss.; E. Jacques, •Social Systems as a De fence against Persccucory and Dcpressivc ejemplo, F. J . Foley, a rt. c it., p. 17, o M. J ::mowitz, N. Wright y \Y/. Dc lany, op. cit.,
Anxicry•, en M. Klein, P. H cimann y R. E. Muney-Kyrle {eds.), New Directio11s in Psycho- pp. 38 S. y 50 SS.
Analysis, Lond res, 1955, pp. 478-498 (489 s.). .H. Así lo afirma M. C rozier, Le ¡1hé11omene bureaucratique, París, 1%3, pp. 133 s., 136
30. Fa ltan, empero, sondeos más precisos. Los resultados de K. A. Lindemann, op. cit. , (véase también pp. IOJ ss.) para la adaptación interna a b em presa. De manera simi lar,
pp. 87 ss., segú n los cual es las va lo raciones • buen a,, y «regular» son el 36% y el 38 %, res· H. Popitz, H. P. Balu dt, E. A. J ue res y H. Kesring, Das Gesellscha(tsbild des Arbeiters, Tu-
pecrivamente, de lOdas las declar.ociones, mientra~ que solo un 9 % julgan a las auroridades bing:i, 1957, pp. 43 SS.; M. R. Lepsius, Slrttkluren und \'(/a11d/1111gen im hzdHstriebetrieb.
de una manera definirivamcnte negariva, po drían dar pie a poner en duda lo difusión de un M.únich, 1960, p. 54. Para la re lación e ntre público)' admi nistración, indica, sobre rodo,
estereoripo negativo de la burocracia. Entretamo, puede que, requeridos para una toma de S. J. Levy («The Public lmage of Govern me nr Agencies»: P11b/ic Administration Review 23
posrura crítica y reflexio nada, muchos juzguen de manera di ferente ;1 co mo lo hacen de ma· [1963], 25-29) que una imagen negativa de la adm inistració n no lleva necesariamenre,
ner a impulsi,•a y pragmática.
de ninguna mane ra. a intoxicar las relac io nes entre pÍlbli co y administración. Los partí·
3 1. Cf., por eje mp lo, H. P. Dreirzel, «S elbslbi ld und Gese llschaftsbild: Wissens· cipanres, después d e haherse resignado, se e ncue ntran y reúnen con expectativas m itiga-
soziologische Überlegungen zum lmage-Begriff»: Europai'sches Archiv für Soúologie 3 das, en un •diálogo en cono menor». Así lo dice e l com enta rio de D. M. , «Ré fl exio ns su r
( 1962), l 8 l-228 (t:Spec. 195 SS.). l' impopu lariré de l'adrninistrarion»: Revue Administrative 16 ( 1963), 128-JJO.

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PUBLICO DE LA ADMINISTRACIÓN
PUBLICO

tos en la aclaración de la situación legal. Y no rara vez el funcionario se En la medida en que se implementa la orientación legal, el público,
convierte en un consejero experto del público para aprovechar las opor- frente a la administración, se mete en los roles de personas jurídicas,
tunidades que el orden legal le ofrece al individuo35. que hacen valer sus derechos subjetivos y que, en caso de necesidad,
Aun así, la amplia vinculación jurídica de la acción de la adminis- podrían defenderlos por la vía de la jurisdicción administrativa. Sin
tración en su ejecución, así como de la jurisdicción de la administración embargo, en la medida en que se aplica la orientación legal, estas per-
dentro de la administración, es experimentada como una restricción im- sonas jurídicas no pueden recurrir a la actividad política. El derecho
puesta, tal y corno fue pensada. En realidad, lo que se introdujo como pro- es precisamente política pasada, hecha vinculante, que ha alcanzado va-
tección del ciudadano frente a la administración se ha ido convirtiendo lidez y que, por tanto, debe permanecer intacto. El camino largo y lle no
lentamente en protección de la administración frente a la política. Las li- de dificultades del procedimiento de los tribunales de lo contencioso-
mitaciones que la administración experimenta en sus fronteras con el pú- administrativo sirve así como vía de canalización de enfados y protes-
blico las transmite a sus fronteras políticas. La jurisdicción de la adminis- tas. En esta vía, el individuo acaba por agotarse y la op inión pública se
tración refuerza los rangos inferiores frente a los superiores. Quien, como ve llevada a la consideración de que La ley es la ley y debe seguir sién-
oficial de la autoridad, conoce y puede predecir la praxis de sus cámaras dolo, al mismo tiempo que a la administración se le debe dar ocasión
y del Senado, puede definir los límites de la acción. Es en la referencia a para corregir eventuales errores.
la «jurisprudencia permanente» donde termina el poder del ministro para Con ello llegamos a una cuestión que parece hacerse cada vez más
dar órdenes. Las comisiones de petición del parlamento tienen cada vez importante para la relación entre administración y público, a saber, la de
más que ver con asuntos en los que el representante ministerial previene si la ejecución de un proceder regulado puede contribuir a la legitima-
contra una injerencia en un pleito judicial en curso y en que pide el apla- ción de decisiones. La concepción clásica del procedimiento público, ta l
zamiento de la adopción de acuerdos hasta que resulte innecesaria gracias y como fue desarrollada e implementada por el pensamiento liberal so-
a una sentencia judicial. Quien, por lo demás, no protesta, aunque pue- bre el derecho y el Estado, aún veía el procedimiento primariamente
da, muestra su propia conciencia de injusticia. En el frente de la adminis- como medio para el esclarecimiento de la verdad y para la creación de l
tración, en su trato con poderosos que tienen intereses, se convierte en derecho. Pero no podría deberse en modo alguno al azar el que, preci-
un aspecto de la táctica el integrar dentro del procedimiento legal, lo más sameme en el tiempo del tránsiw del derecho natural al derecho posi-
pronto posible, los ámbitos de problemas en crecimiento, con el objetivo tivo, se empiece a apelar con fuerza renovada al procedimiento, como
de evitar una plausible alianza entre quienes tienen intereses y los políti- si este pudiera oponer resistencia a la nueva e inquietante variabilidad
cos. Se trata de una manera de proceder que, sin embargo, alberga el ries- y arbitrariedad del derecho. El procedimiento del establecimiento del
go de que las autoridades que actúan queden desacreditadas por los tribu- derecho, lo mismo que e l de la aplicación de la ley, deberían dejar aho-
nales y se vean entonces expuestas a críticas políticas aún más fuertes. Por ra sitio para la cooperación de la razón pública. De este mundo intelec-
lo demás, también la administración ejecutora se apoya crecienremente tual liberal, ni la representación de la esfera pública como medio para
en leyes y sentencias antes que en personas o asociaciones, pues con ello el esclarecimiento de la verdad y como medio de ilustración3 7, ni la idea
pueden sustraerse a las fluctuaciones de la política; y trata, asimismo, de de una participación de los ciudadanos en la decisión 38 mediante cargos
lograr que la injerencia política tome la forma de una transformación honoríficos, han podido mantener su significado. En cambio, puede de-
forma l-legal de programas de decisión ya existentes. Solo un nuevo de- batirse seriamente la presunción de que la participación en el procedi-
recho le autoriza a situarse por encima de una praxis jurídica existente. La miento de la persona afectada, esro es, el sentimiento de que es escucha-
fuerza de esta tendencia es difícil de minusvalorar, dada la fa lta de inves-
tigaciones empíricas y dado que la comparación de la relevancia de di- c/11mge11 iiber das Entscheidw1gsha11deln in der Kommunalvenvaltung, Uerlín, 1964) han
versas premisas de decisión resu lta complicada. Con todo, su significación confirmado, en su ámbiro limitado de observación, la presunción de una juridificación
se impone a todo observador de la administración alemana 36 . crecicnce de la acción de la administración. En esta obra (p. 104) se encuentra también la
notable afirmación de que los tribunales de lo contencioso-administrativo albergan «fre.
cuenremente la función de una instancia de orden general para el secror de la administra-
35. Para la explicación del derecho a la diferenciación dinámica de los roles del pú- ción concernido•.
blico de otras obligaciones de rol en la sociedad, cí. supra, pp. 289 s. 37. Cf., a esrc respecto, J. Habermas, Struktunva11del der üffentlichkeit. Untersu-
36. Los sondeos de G. Hartfield, L. Sedatis y D. Claessens (Beamte 11nd Angeslellte chungen zu einer Kategorie der biirgerlichen Gesellschaft, Neuwied, 1962.
in der Verwalttmgspyranzide: Organisationssoziologische und verwalt,mgsrechtliche U11ters11- 38. Cf., a este respecto, supra, pp. 31 1 s.

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PÚBLICO PÚBL I CO DE LA ADMll'JISTF\ACIÓN

da y cenida en consideración, pueden ponerla en disposición de acep- Se ven así llevados a un t rabajo ceremon ial no remunerado 41 . Cada
car la decisiónJ9. participante es conducido a especificar su insatisfacción y a dar motivos
Los mecanismos social-psicológicos que podrían provocar esta iden- comprensibles para poner de reli eve los puntos en disputa; y dirigiendo
tificación permanecen, sin embargo, en la oscuridad. El interaccionis- sus exposiciones, es llevado a reconocer las competencias de decisión. Fi-
mo simbólico parece ofrecernos ciertos puntos e.le referencia para una nalmente, se ve a sí mismo, una vez más, como alguien que se ha enreda-
aclaración 40 . Los procedimientos en los que toma parte el receptor de do y que no está ya en disposición de movilizar un amplio apoyo social
la decisión pueden ser concebidos como un drama de final incierto en o político para su causa o siquiera para padecer públicamente a causa de
el que todos los participantes colaboran. El progreso del procedimien- una gran injusticia moral. Se trata únicamente de cuestiones por las que
to exige una asunción mutua de roles implícitos a través de los cuales nadie va a las barricadas. Así, por ejemplo, de cómo ha de interpretarse
los participantes ponen en acción el procedimiento como un sistema una determinada cláusula de la reciente ley de expropiaciones. En este
ceremonial y se reconocé!n y fijan en sus exposiciones. Motivados por tipo de aislamiento y minimización de los problemas de deci.,ión, pierde
la oportunidad de poder darle una salida incierta a sus simpatías, los finalmente significado la pregunta de si el afectado acepta internamen-
miembros del público que participan se ven llevados a afirmar simbó- te la decisión o no. El orden social y político se hace, con esto, inde-
licamente - y a tomar en sus propias manos- roles y competencias, pendiente del acuerdo del individuo al a islarlo temática y socialmente a
normas y concepciones de fondo. través de su propio comportamiento y al desviar las eventuales protestas
haciendo que no cengan consecuencias. Esta misma indifere ncia frente a
las estructuras individuales de motivación -y frente al acuerdo o rechazo
39. Esto tiene tanta mayor val ide1. por cuanto -tal y con10 pretende poder afir- de los individuos- se expresa con el concepto de «validez» de los valores
mar una fuerte orientación de la investigación en sociología de las organizaciones-
la participación en los procesos de decisión parece reforzar la disponibilidad a acep- y normas. Los procedimientos están al servicio de realizar sin riesgos esta
tar las transformaciones en la organización y e l modo de rrabajar. Véase, por ejemplo, pretensión de validez en la vida social 42 •
L. Coch y J. R. P. French, «Overcoming Resistance ro Change»: J-i11ma11 Relalions l El alcance de este tipo de procedimientos reglados concierne, sin em-
(1948), 5 12-532; W. F. Whyre et al., Loh11 11nd L.eistung, Co lonia/Op la<len, 1958, bargo, únicamente al tratamiento de los casos individuales -si hacemos
pp. 188 ss., 247 y 255 ss.; J. R. P. French, J. Israel y D. As, •An Experimem of Partici-
parion in a Norwegian Factory»: l luman f{elations 13 (1960), J-19; R. Likerr, New Pat- abstracción de fenómenos secundarios de no poca importancia como los
tems o( Management, Nueva Yorkfforonro/Londres, 1961, pp. 26 ss., espec. pp. 39 ss.; efectos vinculantes prejudiciales, las quejas sobre el control de normas o
B. Bass Y H . J. Leavitt, «Some Experiments in Planníng and Operating•: Managemenl los controles del Tribunal Constituciona l al poder legislativo-. Solo en
Science 9 (l 963), 574-585. Por otra parre, campoco falwn juicios escépticos sobre los re-
su ltados obtenidos hasta la fec ha. Véanse, por ejemp lo, las contribuciones del volumen
esta medida proporcionan dichos procedimientos reglados una alternati-
colectivo C. M. Arensberg et al. (e<ls. ), Research in Industrial Human Relations, Nuev" va a la reacción política a las decisiones de la administración. Solo en esta
York, 1957 (por ejemplo, pp. 33 s. y 111 ); L. Sayks, Behaviur v( Industrial Work Groups,
Nueva York, 1958, espec. pp. 168 ss.; Chr. Argyris, Understandi11g Organizatio11al Beha-
vtor, Homewood (11.), 1960, pp. 114 s.; M. Crozier, Le phénoméne bureaucratique, Pa- 41. El que las infracciones a la ley dan motivo para un rescablecicnienro ceremo-
ns, L963, pp. 269 ss.; G. Strauss, «Some nores on Power-Equalization», en H. J. Leavitr nial de b ley es algo ya se1í::ilado por É. Durkheim, De la diPision du travail social, Pa-
(ed.), The Social Science o( Orga11izatio11: Fo11r Perspectives, Englewood Cliffs (NJ), L963, rís, 7 1960, pp. 35 ss. (/..a división del trabaio social, Akal, Tres Cantos (Madrid), 2001]
P~· _39-8~ (60 ss.). Una de las carencias más 5ignificarivas de toda esra discusión es su pri- (cf. cambién Id., Les regles de la méthode sociologique, París, 8 L927, pp. 80 ss. IL.as reglas
mitiva psicología. Falta el contacto con los recientes desarro llos en el ámbito de la teoría del método sociológico, Akal, Tres Cantos (Madrid), 200 11), que vio ahí una importan-
de la personalidad. re función positiva par:i las desviaciones. Véase también G. H. Mead, • The Psycho logy
40. Ha de pensarse, sobre rodo, en el concepto de Mead de role-taking, en e l análi- of Punitivc Justice»: The American }otmral o( Socio/ogy 23(l918), 557-602. Esra noción
sis de Burke de l comexto de acción como drama y en la teoría, que surge de ambos, de las puede se r transferida al procedim ienro legal en general. La continua sanri ficación del de-
exposicio nes s imbó licas. Véase, especia lmente, G. H. Mead, Mind, Sel( and Society fro111 recho puede también suceder en el procedimiento que únicamencc está al servicio de su-
the Standpoi11t o( a Social Behaviorist, Chicago, L934 [Espíritu, persona y sociedad desde primir la incertidumbre y no presupone previas infracciones de la le)'.
el punto de vi~ta del conductismo social, P:iidós, B:ircelona, J97,J]; Íd., The Philosophy 42. En un sentido mis general, esre rema ,de la •absorción de protestas» encuen-
of the Act, Ch1cago, 1938; K. Burkc, A Grammar o( Motives, e [d., A Rhetoric o( Moti- tra un creciente interés. Cf., por ejemplo, C. Kerr, J. T. Dunlop, Fr. H. Harhison y
ves, reed. en un solo vol. , C leve land/Nueva York, 1962. Asimismo, véase, por ejemplo, Ch. A. Myers, l11d11strialis111 and lnd11strial Man: The l'roblems vf Labor and Managemeltt
E. Goffman, The Presentation of Sel( i11 Everyday Life, Carden Cicy (NY), 2 ¡959 [La pre- in &onomic GroUJth, Camb ridge (MA), 1960, espec. pp. 194 ss.; A. Erzioni, A Compa-
se11tación de la persona en la '!ida cotidia11a , trad. de H. Torres Perrén y F. Seraro, Amo- rative Analysis o( Com¡1lex Orga11izations: 011 Pnwer lnvolvement ,md Their Corre/ates,
rrortu, Buenos Aires, 2009J; A.M. Rose, /-Juman Behavior a11d Social Processes: An Jnte- Nueva York, 1961, pp. 246 ,s.; R. Leeds, « The Ahsorption of Prorcsr: A Working Paper»,
ractivnist Approach, Bosron, L962; H. Dalziel Duncan, Commwzication and Social Order, e n W. W. Cooper, H. H. Leavit y M. W. Shelly (e<ls.), NeUJ Perspectives in Organization
Nueva York, 1962. Research, Nueva York/LondresiSydney, 1964, pp. 115- 135.

3 16 317
PÚBLICO PÚBLI C O DE LA ADMINISTRACIÓN

medida le come el terreno a la política. De acuerdo a esta concepción, las hay roles del público frente a la ley o dentro del proceso legislativo. La
decisiones problemáticas de los casos individuales no deben ser politiza- ley es experimentada por el público, pues, como premisa del comporta-
das, sino que han de quedar subsanadas en el marco de las instituciones miento en otros roles y la reacción, si es el caso, tiene lugar de un modo
burocráticas, lo que incluye a los tribunales. Esta regla descarga la vía po- puramente político. Por tanto, el filtro de los roles de la administración
lítica y apoya, al mismo tiempo, su función de generalización. Solo ella particu lares y antepuestos fracasa aquí. Para reglamentaciones generales
hace soportable la constante presión para la generalización de los intere- solo hay reacciones generalizadas. La ruptura de estas reacciones sucede,
ses, exigencias y exposiciones que se experimenta en la acción política. así, sin estrucmra de roles, en el espacio interior de la personal idad in-
Convertido en persona jurídica frente a la administración, el ciudadano dividual, en el de su campo de atención y en d de su desp liegue de in -
es instado a diferenciar las decepciones y las reacciones; y es requerido tereses. Esta vía de reacción, relativamente breve -pero que en algunas
para inclinarlas por la vía de los tribunales o por la de la política, según circunstancias se extiende a lo largo de todo un periodo electoral-,
quiera criticar la ejecución de unos programas de decisión jurídicos o tiene su propia problemática. Esto es, en situaciones muy complejas
lograr una reprogramación. Debe efectuar él mismo aquella separación - y allí donde se decide un número muy grande de cuestiones por la vía
de roles que le corresponde al sistema: la separación de roles de asocia- legislativa- puede llevar a la volubilidad del público y a que el proceso
do para la política y la administración. político padezca de una sobrecarga en lo que respecta a tomar la inicia-
Para la canalización de la reacción del público es significativo el modo tiva. Desplaza la necesidad de estructuras, esto es, la necesidad de re-
en el que las decisiones vincu lantes se encuentran con los intereses. Esto ducción de complejidad, hacia la política. En estas circunstancias cabe
puede tener lugar, por una parte, mediante decisiones generales, prin- observar una comprensible tendencia .a trastrocar las decisiones sobre
cipalmente leyes, que son publicitadas y que deben ser obedecidas por leyes en problemas de interpretación, esto es, a desplazados, en tanto
cualquiera en determinadas situaciones. Por otro lado, puede darse me- problemas abiertos, a la administración ejecutiva, frente a la cua l el pú-
diante determinadas notificaciones de la administración dirigidas al indi- blico tiene unos roles específicos; todo ello para desviar de este modo al
viduo y que le plantean premisas de decisión exclusivamente dirigidas menos una parte de la reacción hacia los procedimientos adm inistrativos
a él. Ambos tipos de decisión, vistos desde los intereses del individuo, y los procesos de lo contencioso-administrativo. La carga directa del in-
pueden favorecer o pueden suponer una carga. Así, según este esquema dividuo mediante leyes es, por lo demás, y también por motivos técni-
hecho a grandes rasgos, hay decisiones generalmente favorables, deci- co-legales, un fenómeno bastante raro. Prevalecen las leyes que deben
siones que de modo general suponen una carga, decisiones particular- llevarse a cabo dentro de la administración mediante actos administra-
mente favorables y decisiones que en particular suponen una carga. Si tivos favo rables o que suponen una carga.
contraponemos esta salida diferenciada de información de la adminis- La diferencia entre favorecer y suponer una carga mediante actos ad-
tración con el interés del individuo en tanto principio selector y trans- ministrativos tiene, en todo caso, sus consecuencias estructurales cuando
misor, entonces no cabe esperar una continuidad de la elaboración del el acto de desencadenar la ulterior elaboración de la información en el ci-
flujo de información mediante los roles del público. La reacción misma clo de la comunicación del sistema político queda confiado el individuo
contiene, más bien, una tendencia que en parre bloquea y en parte es en sus roles de la administración. El individuo, pues, reacciona primaria-
selectiva, una tendencia que tiene una destacable significación estrucm- mente a las cargas y los favores en tanto quedan por debajo de sus expec-
ral; y ello no en el sentido de que los «intereses privados» cubran ahora el tativas. De este modo no surge una exposición comp leta de los intere-
«interés público». La sociología política debe dirigir su atención espe- ses. Los favores particu lares son, típicamente, cargas para la generalidad.
cífica hacia este tipo de consecuencias de los dispositivos públicos de la Quien, sin embargo, se ve con unas cargas impuestas debido a los favores
democracia y del Estado de derecho, unas tendencias que permanecen recibidos por otros, no tiene, por regla general, ni rol ni motivo suficien-
latentes pero que son estructuralmente significativas. te como para notificarlo. Así, la atención es dirigida hacia determina-
Respecto de las decisiones generales hay que afirmar, ame todo, que das cargas en virtud de las condiciones para estimular la continuidad de
frente a ellas no puede consolidarse ningún rol del público que sea un la elaboración de información, mientras que los favores particulares a ex-
rol particu lar de la administración. Aquí la burocracia ofrece muy pocos pensas de lo común y general son aceptados sin resistencia. También los
punros de partida para una acción cooperadora u opuesta del miembro tribunales de lo contencioso-administrativo se ven conducidos a esta
individual del público. Aunque, debido a las consecuencias sacadas de perspectiva distorsionadora, dado que estos solo pueden actuar a partir
las leyes, puedan darse procedimientos administrativos o judiciales, no de una queja individual. Y resulta suficientemente significativo que la fi-

318 319
PUBLICO

gura de un «defensor del interés público,,, que debería equilibrar esta ca-
rencia, no haya podido ganar signi ficación práctica alguna. Las conse-
cuencias para la generalidad se diluyen y pierden hasta tal punto que no
cabe contabilizarlas. El principio de la «ponderación de intereses» favore-
ce, como principio, los intereses materiales particulares del individuo 43 • 25
Únicamente en su acumulación se hace visible la carga de todos después
de un tiempo, por ejemplo, bajo la forma de un aumento continuo del ROLES POLÍTICOS DEL PÚBLICO
volumen de los impuestos; y en ese momento no se puede ya remitir a
determinadas decisiones del pasado. Una reacción política sigue siendo
posible y se hace, finalmente, necesaria; pero no se orientará ya de acuer-
do al descontento acumulado sobre los resultados sino más bien según
determinadas decisiones fallidas que tienen carácter de causa. La capa-
cidad de aprendizaje de un sistema así será escasa si esta carencia no re-
sulta corregida en otro lugar, por ejemplo, mediante una planificación
centralizada. Pueden describirse como roles políticos del público aquellos roles que hay
en el público y que están dirigidos a la política, esto es, que dirigen, desde
el lado del público, la interacción entre los pertenecientes al público y los
políticos. Llegamos con ello a un ámbito del sistema político que la teo-
ría democrática clásica había intentado aprehender y concebir desde el
concepto de representación 1• Nosotros tenemos aquí en cuenta esta teo-
ría únicamente en la medida en que afecta a los roles del público. El mejor
modo en el que cabe caracterizarla es mediante el hecho de que esta acep-
ta como teoría la simbólica de la dirección dominante de la comunica-
ción. Su rema lo ve, por consiguiente, en el problema de la transferen-
cia de expectativas, intereses y exigencias desde el ámbito del público al
de la política y la administración, esto es, a los procesos de decisión del
sistema político! Ve su tema, asimismo, en la transformación de los in-
tereses privados en públicos, de los intereses particulares en generales,
los cuales, mediante dicha transformación, quedan supuestamente im-
plementados. Esta transferencia y cambio en la forma de los puntos de
vista relativos a la decisión es, y permanece, un problema importante.

l. Sobre los precursores y sobre la formación de esta teoría de la representación o


de las consriruciones representativas, cf. supra, pp. 83 s. Sobre exposiciones más recientes,
interpretadoras, modificadoras y restrictivas, cf., por ejemplo, G. Leibholz., Das Wesen der
Repriisentation tmd der Cestaltwandel der Demokratie in 20. Jahrhundert, Berlín, l 1960;
U. Scheuner, ~Das reprasentativc Prinzip in dcr modernen Demokratie», en Festschrift
(ür Hans Huúer, Berna, 1961, pp. 223-246; Íd., «Politische RepdisemaLio11 und lmeres-
seoverrrerung .. : Die offentliche Verwaltung 18 (1965}, 577-58 l; C. J. Friedrich, Man and
His Covemment: An Empirical Theory o( Politics, Nueva York (NY), 1963, pp. 301 ss.;
S. Lqndshut, ,, Der polirische Begriff der Reprasenrarion »: Hamburger Jahrbucb fiir Wirt-
schafts- 1md Cesel/schaftspolitik 9 (1964), 175-186; A. H. Birch, Representative and Res-
ponsible Covem111e11t, Londres, 1964; M. Sobole wski, •The Vorers' Political Opinions and
43. Cf., con más detalle, sobre este punto, N. Luhmann, Recht und Automation i11 Elecrions: Some Problerns of Political Representation», en festschrift für Cerhard Leibholz,
der offentlichen Verwa/tung.. . , c it. Tubinga, 1966, vo l. 11, pp. 345-366.

320 321
PUBL IC O RO L ES POLÍT I COS DEL PÚBLICO

Cuestión distinta es, empero, si esta concepción del problema es ya algo público están diferenciados dinámicamente en medida suficiente y cuan-
que haga posible una comprensión teórica adecuada. do, al mismo tiempo, e n el interior del sistema político, los sistemas par-
En todo caso, no basta con explicar en forma de teoría la simbólica de ciales y roles individuales vienen diferenciados en el sentido de que ela-
la dirección dominante de la comunicación; ni basta con limitarse enton- boran y reducen la comp lejidad del sistema del conjunto, en sus ámbitos
ces a buscar los medios mediante los cuales se pueda realizar de la mejor individuales y bajo diversos puntos de vista. También la separación entre
manera posible una insistente comunicación a la política de intereses, exi- público, política y administración es diferenciación funcional-estructural
gencias y posturas valorativas del público. Reflejar y hacer presentes en en este sentido. No cabe concebir esta diferenciación, en medida suficien-
la política los deseos del público, una transferencia fiel e idéntica, punto te, con una simple contraposición entre sociedad y Estado, o e ntre in-
por punto, en el proceso de decisión no garantiza aún estabilidad alguna tereses privados y públicos. Esta diferenciación no puede ser concebida
del sistema político; y deja, asimismo, sin clarificar, cómo tiene lugar a suficientemente a menos que se elabore la diversidad de las perspectivas
transformación de los intereses privados y particulares en los públicos selectivas, la relación de ordenación de las premisas y los resultados de la
y generales. En la necesidad de llegar a mayorías capaces de gobernar -y elaboración de información, así como la complementariedad de los rendi-
de limitar, en atención a ello, la representatividad de la representación- mientos funcional-específicos en el conjunto del sistema político. Solo de
se anuncian otros intereses sistémicos. Estos intereses son hoy amplia- este modo puede hacerse visible que el proceder de la representación, al
mente reconocidos y tenidos en cuenta. La pasividad del público con la sobrepasar las fronteras entre sistemas parciales que hay entre el público y
que nos encontramos, su aparentemente escaso interés en sus intereses y la política, permite efectuar una transformación del sentido y del contexto
en el proceso de su representación es algo, en todo caso, que no ha pasado de elaboración de las informaciones políticamente relevantes.
desapercibido. No obstante, dicha pasividad queda anotada como un he- Para ulteriores consideraciones, tomaremos dos puntos de vista que
cho y es empleada para explicar una actividad de la política no prevista no pueden ser tratados por la teoría de la representación. El primero co-
en las constituciones representativas; pero no se la concibe como una necta con el problema de la diferenciación dinámica y se refiere al modo
solución de determinados problemas sistémicos ni se concibe que fun- de formación de los inrereses y conflictos, que son introducidos e integra-
cionalmente tenga sentido. Estas observaciones y esta percepción de los dos en el sistema político por la vía de los roles del público mediante pro-
hechos únicamente podían ser detectados como un debilitamiento y la cesos de representación. El segundo concierne la diferenciación funcional
modificación de la teoría de la representación. El fracaso de las consti- de los roles del público. ,
tuciones representativas en numerosos países en vías de desarrollo deja La diferenciación dinámica de los roles políticos del público significa
claro que deben cumplirse presupuestos socio-estructurales muy com- que su función -sobre todo la de proporcionar apoyo político y articu-
plejos si es que la comun icación desde el público hacia la política real- lar los intereses y exigencias- es movilizada en relación con la sociedad
mente ha de ser institucionalizada como dominante y representativa. Que y con las instituciones político-administracivas. Esto es, queda sometida a
el concepto de representación no es ya suficiente como teoría es algo votación. La estabilidad del sistema político queda así apo)'ada justamente
cierto. Comienza la búsqueda de otras orientaciones2 • en la variabilidad de sus fundamentos en la sociedad, y no ya en su inva-
· Una sociología política que proceda de la teoría de sistemas deberá riabilidad. Si con ello la movilidad y la alterabilidad, posibilidades de la
comenzar de una manera mucho más compleja. En la versión que aquí de- decisión y del cambio de rol, se convierten en fundamentos de la conti-
fendemos, la teoría de sistemas postula una conexión variable de diferen- nuidad del sistema político, entonces han de estar presentes corno con-
ciación dinámica de la sociedad, complejidad sistémica, diferenciación in- dición previa. La movilización política del público no se hace tolerable,
terna funcional y autonomía relativa del sistema político y de sus sistemas con sentido y necesaria hasta el momento en que los restantes ámbitos
parciales. La simbólica de la dirección dominante de la comunicación y, han alcanzado una medida correspondiente de multiplicidad de ro les,
en especial, la teoría de la representación presuponen todo esto sin expli- de especificación y movilidad de estos. Un incremento de la movilidad
citarlo. Y es que una comunicación por rodeos y que transcurre en círculo política, por el contrarío, resulta arriesgado cuando la movilidad gene-
dentro del sistema político solo es posible cuando los roles políticos del ral de la sociedad no lleva el mismo paso por motivos económicos, cu l-
turales o de otra índole 3 •
2. Véase, por c1emplo, S. M. Lipser, Soziologie der Demokratie, Neuwied, 1962,
o G. A. Almond y S. Verba, The Civic Culture: Political Attitudes a11d Democracy in Five 3. La «revo lución de las expectativas crecienres» y el que se hagan inseguras las
Nations, Princcron (NJ), 1963. condiciones fluctuantes del apoyo político en muchos países en víos de desarrollo consti-

322 323
PÚBLICO ROLES POLITICOS O El PÚBLICO

Así pues, si la sociedad - bajo el punto de visea que se quiera- está Esto no quiere decir que un orden de sociedad así estructurado no
dividida p rimariamente en grupos de personas orientados de manera pueda soportar ningún cipo de movilidad política ni diferenciación diná-
funcional-difusa; y si estos grupos se sienten conectados para, más o me- mica alguna de los roles políticos del público, sino que los problemas de
nos, todas las cuestiones de la vida, entonces la movilización de la parti- esta movilización, en ese caso, deben ser interceptados y apaciguados en
cipación en el sistema político lleva únicamente a que los grupos pongan la política. Si las tendencias de la sociedad a la pilarización son fuertes,
los roles políticos de sus miembros al servicio del interés que tienen en entonces la política no puede ser institucionalizada como tratamiento de
su propia existencia y continuidad, así como a ponerlos al servicio de sus conflictos, o solo puede serlo de manera notablemente atenuada. Un in-
metas grupales4. Se llega entonces a una arriesgada integración vertical o tento de solución es emprendido por los sistemas proporcionales que
«pilarización»5 de los roles sociales y políticos. Entre los pilares de con- anees hemos abordado 7. Estos le prom eten una parte proporciona l del
cepciones virales e intereses - integrados en sí mismos pero mutuamente poder a todos los grupos políticamente relevantes y, en la práctica, desac-
contrapuestos- prevalece un escaso contacto y poca movilidad. Transitar tivan el principio mayoritario como modo de decisión en conflictos. Asi-
de un orden grupal a otro en determinadas situaciones o para perseguir mismo, muchos países en vías de desarrollo, con una diferenciación social
fines específicos no resulta posible o, en rodo caso, se Je ponen muchas di- y una movilidad mucho menores, deben descargar la política de material
ficu ltades. Si entonces se forman los correspondientes roles dirigidos a la conflictivo de una manera aún más decidida. Cuando han de configurarse
política, entonces estas oposiciones son llevadas a la política y, mediante roles políticos del público que son móviles, estos países deben organizar
sus condiciones de comportamiento, se ven transformadas en un conflicto los procesos políticos desde puntos de vista relativos a la integración, y
por el acceso al poder político, esto es, quedan agudizadas. Si las divisio- esto invita a un sistema monopartidista8. De este modo, se priva a los roles
nes de intereses más importantes y los frentes de conflicto quedan repre- políticos del público de b movilidad de su objeto, es decir, de la posibili-
sentados de este modo en la política - lo que puede ocurrir a través de los dad de elegir, y con ello se le quita severidad al prob lema.
partidos relativos a una cosmovisión, de los partidos de grupo o de inte- Con todo, tampoco los sistemas con un grado más elevado de dife-
reses- entonces será de suponer que la lucha política acentúe y agudice renciación social y política de roles pueden dar lugar a una representación
los conflictos de la sociedad, en lugar de desorientarlos a través de frentes exacta -esto es, a ninguna correlación precisa- entre constelaciones
de conflicto transversales, «puramente políticos», y facilitar con ello una de intereses en la sociedad )' agrupamientos políticos de fuerzas. Pre-
cisamente porque es imposible pueden estos sistemas poner el conflicto
solución. Cuantos menos temas de conflicto y menos parridos haya, canro
mayor será el peligro de que la sociedad se configure continuamente en puramente político como mecanismo m inimizador de problemas. Con
la multiplicidad de situaciones de interés específicas de un rol y con la
frentes desgarradores en todas las cuesriones, que pueden incendiarse, por
fluctuación de los procesos que activan, resulta imposible un reflejo de
ejemplo, en torno a oposiciones religiosas, a diferencias lingüísticas, na-
esta situación. Sobre esta base, la política no podría producir rendimien -
cionales o tribales, las cuales posteriormente, con ayuda de la política, se
to organizado alguno. Debe y puede ganar una autonomía relativa frente
extenderán a rodas los problemas decisivos. Una representación fiel de las
a los conflicros de la sociedad; y debe organizar su propio conflicto según
oposiciones sociales en la política plantea problemas difíciles y frecuente-
los criterios específicamente políticos de la lucha por el poder, apropián-
mente insolubles en la integración y la creación de consensos6 •
dose, según las circunstancias, de este o aquel impulso de la sociedad,
de este o aquel material de intereses. Los procesos políticos y sociales
ruye un ejemp lo de esre problema. Co n razón duda, por ranro, S. P. Hunrington de qw: -nótese- deben seguir siendo susceptibles de correlación9; pero la
se pueda celebrar la movilización del público político en los países e n vías de desarrol lo
como, en sí mismo, un índice de un (progresivo) desarrollo político. Cf. «Poliucal Deve-
lopmenc and Po lirical Decay»: \'(/orld Poli tics J 7 (1965), 386-430. 7. CL supra, pp. 247 s.
4. En la teoría de Almond de la conexión enrre democracia y cultura política, este fe- 8. Véase, a este rcspecro, las recomendaciones de S. P. Huntíngron, arr. ci t. , so·
nómeno queda aprehendido bajo el concepto de isolative political c11//11re. Véase G. A. Al- bre la función inregradora de lo~ $isrc111as monoparridisras africanos cf., asimismo,
mond y S. Verba. op. cit. R. Schachcer, «Single- Party Systems in West A/rica»: The American Political Science Review
5. Sobre este concepto que proviene de la sociología neerlandesa y su significado para (1961), 294-307, reimp. en H. Eckstein y D. E. Apter (eds.), Comparative l'olitics: A Ren-
la política, cf. G. Geismann, Politische S1rukt11r 1md Regierungssystem in den Niederlandeu, der, Nueva York/Londres, 1963, pp. 693-705. Esta integración de la sociedad a través de
Fráncforc cl.M./Bonn, 1964, pp. RS ss., sobre la base de J. P. Krnij1, Verzuiling, Zaandijk, 1959. un partido no ha de ser confundida , naturalmente, con la integración vertica l ele grupos y
6. Este parece ser uno de los morivos por los que la ley electoral proporcional en partidos, esto es, con e l fenómeno de la pi lariza.ción. ·
la sociedad neerlandesa, tendente de todos modos a la pilarizac ión, presenta dificu ltades 9. También T. Parsons, en «'Voci ng' and che Equil ibrium of che American Políci-
políricamenre visibles. Véase la exposición en G. Geisma nn , op. cit. cal Systcm», en E. Burdick y A. J. Broclbeck (cds.), American Voti11g Behai,ior, G lencoe

324 325
PUBLICO ROLES POLIT I COS DEL PÚBLICO

correlación misma debe convertirse en objeto de decisión política. No sistemas políticos muy simples es pensable que estos tres tipos de roles
viene dada como algo invariable sino que sigue siendo dependiente de coincidan - pues todos viven conjuntamente todo y proporcionan apoyo
la situación, del azar, de las destrezas de los participantes y de los recur- debido a rendimientos que satisfacen- en relaciones más fuertemente
sos de los que, en cada caso, dispongan los opositores. Y sigue dependien- diferenciadas, estas funciones deben ser separadas entre sí mediante ro-
do, asimismo, de cuáles sean las alianzas que se muestren sólidas y de les y han de ser equilibradas en una compleja relación de interdependen-
por cuánto tiempo lo hagan. cia funcional.
En estas circunstancias, gana una especial significación el problema Quienes pertenecen al público pueden tomar parte en e l drama, para
de con qué roles y con qué oportunidades diferentes puede el público ellos montado, de la política como observadores, como lectores de perió-
tomar parte en el juego político. Una representación «justa» ni ha de al- dicos, radioyentes, telespectadores o asistentes a una reunión. Estos roles
canzarse ni tiene sentido cuando la estructura de la sociedad se apoya pri- se corresponden con la acción simból ico-expresiva en la política. El solo
mariamente en los roles y no en las personas. Una noción tan simple sobre hecho de saberse observados obliga a los políticos a obrar tomando en
el criterio no resuelve el problema descubierto en el vínculo entre siste- consideración al público. Pues ciertamente no todos los pliegues de su
ma político y sociedad. Sin embargo, la problemática que viene referida existencia y codos los meandros de sus tácticas están de cara a la esfera
con lo anterior reaparece en los problemas de la adecuada diferenciación pública y están arreglados en su aspecto para presentarse ante los ojos
de los roles políticos del público y de las posibilidades de interacción co- del público.
municativa entre el público y la política. Ciertamente, solo mediante este Sin embargo, la acción política debe ser expuesta públicamente de a l-
tipo de diferencias de roles no pueden ser resueltos los problemas socio- gún modo, y esta exposición se sitúa bajo la exigencia de permanecer sien-
estructurales planteados en la construcción de la sociedad y de su siste- do consistente y digna de confianza. En esta medida, a través de la obser-
ma político. Sin embargo, cuando, a través de una creciente moviliza- vación, se ejerce un tipo de influencia, aunque no en el sentido de una
ción de la sociedad, se inicia una recolocación del sistema político sobre influencia efectiva de cara a un fin y que asegure una meta.
la base de la estabilización a través de un comportamiento de rol variable, Dado que la política es extremadamente compleja y que no puede ser
deben encontrarse formas más móviles y diferenciadas para la coordina- seguida en detalle por parte del observador, que tiene otras cosas q ue ha-
ción de público y política que las de la mera representación. cer, y dado que el observador sabe que no puede ver entre bastidores, hay
Frente a la política, quienes pertenecen al público pueden adoptar ciertas informaciones sintomáticas que adquieren una significación deci-
una multiplicidad de roles diversos, más o menos claramente delimitables siva. Así, lo mismo que los políticos tantean al público en busca de sín-
entre sí. Para obtener un panorama a grandes rasgos, cabe dividir estos comas de una presunta voluntad del electorado 1 t, igualmente el público,
roles en tres grupos funcionales: observación disciplinadora, provisión de dentro de sus roles de observador, está atento a los síntomas de la fiabili-
apoyo político y articulación de intereses y exigencias 10 . Mientras que en dad. No tiene la suficiente información ni una capacidad de juicio for-
mada como para poder valorar apropiadamente cada rasgo de la política,
(IL), 1959, pp. 80-120 (92 s.) señala que «la implicación del voto con los grupos solida- pero sí que puede formarse un juicio más o menos apropiado, más o me-
rios en la sociedad sucede de manera t:il qu e, aunque haya correlación, no hay correspon- nos racional, sobre la fiabil idad de las personas. Con ello, el público no
dencia exo.cca enrre la polarización política y otras bases de la diferenciación•. En cual- ejerce ningún control objetivo - en cuanto a su contenido- de la gestión
quier caso, Parsons parece aquí, influido por la c iencia de los análisis electorales de Estados política, sino solo un control simbólico simplificado de su confianza en
Unidos, valorar en demasía el momenro de la solidaridad grupal de tipo sentimemal y per-
sonal. Si ruviera este significado, entonces la política apenas podría distanciarse, se llegaría a el gestor. A ello pertenece el que, en caso de una quiebra de la confianza,
una pilarización. reaccione de una manera en extremo acerada y que el político, o el parti-
1O. Los autores que se orientan según el modelo de input/output distinguen, en su ma- do que le apoya, resulten descalificados. El alto riesgo de la confianza en
yor parte, solamente role~ que contienen efectuaciones activas de comunicación, a saber, la los procesos que no se conocen encuentra su expresión en lo drástico de
exigencia y el apoyo. Véase, por ejemplo, D. E:isron, A Systems A11alysis o( Po/itical Li(e,
Nueva York/Londres/Sydney, L965, pp. 37 ss.; G. A. AJmond, «A Dcvclopmental Appro- la reacción a informaciones sintomático-desacreditadoras 12• Sería errado
ach to Political Sysrems•: World Politics 17 (1965), J 83-214; W. C. Micchcll, The American
Polity: A Social a11d Cultural l111erprctatio11, Nueva York/Londres, 1962 (que introduce un
input más, los .recursos,.). En todo ello, no se valora suficientemente la eíenividad pasiva 11. Cf., a esre respecto, supra, pp. 240 s.
de la mera observación. Por lo demás, en todos estos casos no se trata de un input que la l2. Cabe hacer la misma observación, por lo demá5, respecto de los políticos y los
sociedad introduzca en el sistema político, sino de un proceso interno dentro del sistema cargos de la odmin istrnción. En este punto, es excelente e l trabajo de A. Wildavsky, The
político al que ya pertenecen los roles del público. Pol,tics o( the 1311dgetary Process, Boston/Toronto, 1964.

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PÚBLICO ROLES PO L ÍTICOS DEL PÚSLI CO

exigir aquí justicia, ponderación de la culpa o indulgencia al juzgar peca- les del público, que no sería posible, o lo sería muy esporádicamente
dos menores. en sociedades dife renciadas; y garantiza, justo mediante esta indiferenci~
Sin duda, la sensibilidad de la confianza del clima político varía de frente a singularidades, el ejercicio continuo e idéntico de la función de
un país a otro. La sensibilidad de la esfera pública británica, por ejemplo, observar. Se trata aquí de un ejemplo de que en órdenes sociales fuerte-
no ha sido alcanzada, ni de lejos, en la República Federal AJemana. Inclu- mente diferenciados deben e ncontrarse form as más fuertemente generali-
so políticos que malemplean su posición para actos de revancha pe rso- zadas de coordinación de situaciones, pla nes temporales, obligaciones de
nal pueden aquí seguir gobernando. Esto puede te ner diferentes razo nes; rol e intereses.
pe ro significa, en efecto, que el mero observar actúa de manera poco Con la permanencia, los medios de comunicación de masas aseguran,
disciplinada y que deben surgir otros roles del público -por ejemplo, al mismo tiempo, la inevitable pasividad del rol de espectador. No puede
los del exigir interesado y la concesión concreta de consenso- para de- oponerse inmediatamente, ni preguntar, ni decir su opinión, ni protestar,
finir el marco de acción de la política. al menos no frente a la fuente de información. La comunicación es uni-
Dado que los ámbitos de vivencia de los políticos y de los roles del lateral por razones técnicas y, por tamo, obvias. El observador queda así
público están delimitados y se encuentran muy alejados entre sí, se hacen especializado en observar. Las limitaciones que debió asumir con los roles
necesarios sistemas especiales que medien entre ellos. Esta tarea queda activos pueden, por tanto, olvidarse. Para su actividad política, queda re-
asignada principalmente a los llamados «med ios de comunicación de ma- mitido a otros roles.
sas», la radio y la televisión 13 • T ienen, en este contexto, la función de ga- Sin embargo, este tipo de roles activos también deben venir dados.
rantizar la permanencia y pasividad del observar, contribu yendo con ello Mucho del impulso crítico queda, en todo caso, estancado en el obser-
a la forma específica de estos roles especiales del público. var; en particular cuando las informaciones vienen dadas como cada vez
A través de los medios de comunicación de masas, la función de ob- nuevas e inmediatame nte desechadas. Esto fascina y adorrnece 14 . Uno se
servar queda separada de la necesidad de presencia e n persona y, con ello, acostumbra incluso al permanente sentimiento de crisis que los medios de
también de la vocación relativa a tiempos y plazos. Se mantiene, así, in- comunicación de masas sugieren y mantienen. Uno se abona a los esta-
cluso, siendo independiente de los motivos individuales y de otro tipo de dos de eme rgencia y aprueba lo que parece necesario para eliminarlos.
obligaciones de rol. La observación ininte rrumpida, la acción político- Así, el rol de puro observador absorbe muchas tensiones y necesidades de
administrativa y el efecto disciplinador de tal observación pueden así acción 15• Y, sin e mbargo, el observador perdería su sentido y su función
quedar asegurados con independencia de si alguien tiene tiempo y ga- disciplinadora si no hubiera esa posibi lidad de reacción activa. El obser-
nas de recibir informaciones políticas. Y pueden quedar igualmente ase- vador sería tratado como una cosa y quedaría frustrado. Debe haber dis-
gurados con independe ncia de cuándo alguien tiene tiempo, ganas y de ponibles, por tamo, posibilidades de tránsito a otra constelación de ro les,
quién los tenga, ya sea en el tren de cercanías o en el desayuno, e n la pau- con otras oportunidades y limitacio nes. Y ambos roles, los pasivos y los
sa del congreso o en las noticias de la tarde o en la susurrante comuni- activos, deben ser mutuamente acordados desde algunos puntos de vista,
cación de los esposos leyendo el periódico. La sujeción y la dispersión por ejemplo en la temática autorizada.
indeterminadas de las noticias mediante los medios de comunicación de Para la actividad política hay una multiplicidad abierta de posibilida-
masas ahorra, pues, una sinc ronización concreta de roles políticos y ro- des de comportamiento que solo e n parte está consolidada en forma d e
roles 16 • De manera característica, el comporta mie nto político ocasional,
13. Visto globalmente, es ev idente que los medios de comu nicación de masas no tie-
nen únicamen te esta función. En tanto sistemas concret0s, operan multifuncionalmente y es 14. Escas observaciones se aplican, nacuralmente , a la prensa libre de las democracias
justo esco lo que constituye la solidez de su existencia y lo que les da base para sa tisfacer fun- occidentales. Frente a ella, la prensa de ex he>rtación y p romulgación de los sistemas ideo-
ciones es pecíficas. En el sistema político, por eje mplo, tienen además la función de fabricar lógicamente integrados es can aburrida qu e se hace interesante de nuevo jusrameme por
síntomas de la voluntad de los electores. Asimismo, ha de pensarse en funciones no políti- e l hecho de que debe ser leída con mucha atención, entre líneas y eras e lh1s, para obcene r
cas de cipo económico, emp resa rial y cu ltural. El centro de gravedad en esta agrupación de in formación.
funciones puede desplazarse y la relación de mezcla puede tener una apariencia muy dive rsa 15. lnvesrigadores insp irados por el psicoan:ílisis se explic;rn este efecto como satis-
en el caso individual. La prensa puede hacer negocio de public itar como entretenim iento los facción susritucoria mediance la participación simbólica en el drama del proceso político.
escándalos de la política. Puede emp lear un rono distinguido y buscar influenc ia política en Véase, por ejemplo, M. Ed elm an, The Symbo/ic Uses o( Politics, Urbana (IL), 1964, passim,
determinados estratos. o impu lsar el comentario instruido de los aconcecimiemos políticos por ejemplo, p. 9.
como fin en sí. Puede, como prensa de partido, promo ver la propaganda electoral )' satisfa- 16. Aquí, como e n otros casos, hemos d e guardarnos del e rro r de ver todo comporra-
cer una medida mínima de co ndicio nes colaterales económicas y culcura les. micnco social en contextos de ro les. El que los modos de comportamiento deban ser reuní-

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ROLES PO L Í T ICOS OH PÚBLICO
PÚBL I CO

incluso el acumulativo e interesado no es vivido como parte integrante de sión y en la soltura al exponer, o en el estatus social --como quiera que
un rol político específico. Es el caso, por ejemplo, de la discusión política esté fundado-. El proceso de formación de opinión política vive aquí de
en la tertulia con colegas del trabajo, o en la fami lia, los acentos políticos rendimientos de ordenación que son producidos en otra parte en la socie-
de un discurso hecho desde un púlpito o una cátedra, los comentarios dad y que no pueden quedar plenamente incluidos en el sistema político 19.
subsiguientes a las observaciones políticamente relevantes en los círcu- ' Visea desde la perspectiva del individuo, la actividad carente de roles
los de amigos, etc.; en definitiva, de todo lo que contribuye a la forma- puede ser mucho más efectiva que la percepción de sus propios roles po-
ción de la opinión política. La ciencia empírica de los análisis electorales líticos como, por ejemplo, con el ejercicio de su derecho al voto. Puede,
tiene la significativad de darle renovada fuerza a aquellas actividades for- con ello, porenciar su efectividad, al menos mientras los demás no se vuel-
madoras de opinión que se conocían desde hacía mucho tiempo; pero ella van activos en la misma medida. Este efecto de refuerzo, sin embargo,
misma no ha podido certificar ningún rol social fijo para la actividad de co- depende en amplia medida de que otros ciudadanos perciban roles pro-
municación densificada y políticamente influyente del opinion leader 17• pios en el sistema político o que, en todo caso, tengan acceso a tales ro-
Esto no es casualidad. Asumir un rol social implica la visibilidad y les, esto es, que puedan elegir ser miembros de un partido o ayudantes vo-
consistencia de un contexto de acción mayor, que incluye el pasado y el luntarios en campañas electorales, que puedan elegir la pertenencia a una
futuro, y que por tanto implica responsabilidad 18 • La acción debe ser in- asociación de intereses o que puedan adoptar otros roles de contacco en
tercalada en otros roles y ha de ser esperable de manera fiable. En un or- el sistema político. En efecto, como reflejo del hecho de que el siste ma
den de sociedad que tiene un sistema político dinámicamente diferenciado político está dinámicamence diferenciado en el nivel de los roles y de que
conforme a roles encontramos que todo rol político debe adaptarse con la política misma debe ser ejercida en roles firmemente delimitados y or-
sentido a este sistema. Sin embargo, la influencia en el proceso elemental, ganizada cada vez más como trabajo, encontramos que también los mo-
y de grupos pequeños, de la formación de opinión política se apoya en dos de comportam iento complementarios pasan a estar bajo la presión
amplia medida en medios no políticos que no admiten ser dinámicamen- del rol. Los ciudadanos deben aprender, en un proceso de adopción de
te diferenciados. Se apoya, así, en la difusa proximidad social y en la con- roles implícitos, las condiciones de la intervención con senrido y deben
fianza fundada a través de ella, en la capacidad personal de causar impre- adaptarse a ellas. De lo contrario, no serán entendidos ni tenidos en cuen-
ta por parte de los políticos. Esto vale tanto para electores como para
dos en un rol y hayan de ser vividos como soci:1lmente plenos de sentido y proyectados, quienes escriben carcas al director; ranro para gente que recoge firmas
así como el que deba rendirse cuenta de ellos o, por el contrario, que su contexto pueda para una iniciativa popular como para manifestantes; y para miembros de
permanecer latente y ser ignorado, está más bien condicionado por la estructura del sistema un partido que protestan contra el rumbo seguido por la cúpula lo mismo
socia l de cada caso, que es e l que posibilita una disrribución selectiva de atención e inaten-
ción y que, en virtud de ello, hace posihle la integración. La sociología de las organizacio-
que para visitantes que desean hablar con un diputado. ,
nes se ha copado con este estado de cosas. Véase, por ejemplo, i\. W. Gouldncr, «Cosmo- Los roles complementarios que conectan al público con la política tie-
polirans and Locals: Toward an Analysis of Latenr Social Roles•: Administrative Science nen que cumplir dos funciones diferentes: articular intereses, expectativas
Quarterly 2 (1957-1958), 281.-306 y 444-4 80. y exigencias, por una parte, y proporcionar apoyo político por otra. Los
17. Opinion leader es alguien que preren<le de sí que, compararivameme, se acuda
más a él que a otros en cuestiones políticas para recibir consejo, o alguien que (i !) ha trata-
sistemas políticos pueden, por canto, distinguirse según si logran -y en
do de ganarse a otros recientemente para sus ideas políricas. Cf., a este respecto, sobre codo, qué medida- diferenciar estructuralmente los roles del público según el
P. F. Lazatsfeld, B. R. Berelson y H. Gaudct, The People's C/1oice: How the Voter Makes criterio de estas funciones, esto es, poner la comunicación de intereses y
Up His Mind i11 a Presidential Campaign, Nueva York, 21948 (trad. alemana, Wahlen und exigencias, por una parte, y de apoyo político, por otra, en roles en cada
Wiihler: Soz.io/ogie des Wahlverhaltcns, Neuwied, l 964); E. Karz y P. F. L1zarsfeld, Per-
sonal lnfluence: The Par/ Played by People in the Flow of Mass Conmmnication, Glcncoe caso diferentes.
(IL}, 1955; B. R. Berelson, P. F. Lauirsfcld y W. N. McP hee, Voting: A Study o( Opinio11
Formatio11 i11 a Pre.sidential Campaign, Chicago (IL), 1954, espec. pp. 109 ss.; y a este res-
pecc, E. Burdick y A. J. Brodbeck (eds.), American Voting Be/Javior, G lencoc (IL), 1959, 19. El hecho de que este tipo de órdenes de infl uencia funciona lmente difusos dom ina
passim, espec. pp. 337 ss.; E. M. Rogers )' D. G. Carrano, «Methods of Measuring Opi- en sociedades simples y que en ellas es presupuesro para e l ca rácter decidiblc de los proble-
nion Leadcrship»: Public Opinio11 Quarterly 26 ( 1962), 435-44 l. Las d ificultades metódi- mas, es algo que hemos visto ameriormeme, pp. 5 1 ss. El caso del opinio11 /eader indica que
cas y objetivas que a lberga este concepto descans:111, en amplia medida, en que no señala rnmpoco los órdenes sociales fucrremenre d iferenciados}' altamente comp lejos pueden pri-
ningún ro l social inculcado, con límites fijados, a la conciencia. varse completamen te de aq1.iellos mecanismos simples de reducción de complejidad. Y mues-
18. Véase, a este respecto, D. Claessens, «Ro lle und Veramwortung»: Soziale Welt 14 tra igua lmente que también aquí cump len su función los procesos tradicionales, informales
y que esrructuralmcme no han de ser ordenados de manera precisa; y la cumplen aunque sea
(1963), 1-13; reimp. en Íd., F11rcht 1111d gesellscha(tlicher Dmck ,md andere A11fsatze, Dort-
a la sombra del edificio del sistema.
rnund, 1966, pp. l 02-115.

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PUBLICO ROLES POLÍTICOS DEL PUBLICO

Una diferenciación como la descrita puede ser akanzada haciendo información. Sin embargo, por otro lado, esta promoción de intereses no
que el derecho a decidir sobre el apoyo político con un «sí» o un «no» se resulta ya inmediatamente legítima, por lo que a los costes de información
vea reconocido formalmenre y sea ejercido en un rol particular, a saber, y cálculo han de añadirse los de la influencia, por ejemplo, los del mante-
el del derecho político al voto. El derecho político al voto no solo separa nimiento de una red de buenas relaciones o de una burocracia asociativa.
el rol de elector de otros roles no políticos de este 20 -una separación lle- El sentido de esra separación entre roles de apoyo y roles de promo-
vada a efecto medianre la abstracción de los temas electorales, así como ción no consiste, empero, en que al público le quede abierta la elección
mediante el carácter general, igual y secreto del voto- sino que separa entre dos canales de influencia diferentes y que en cada uno de ellos se dis-
rambién de otros posibles roles políticos del público. Es el caso, en espe- tribuyan diferentes ventajas e inconvenientes. La separación mantiene la
cial, de los roles para promover intereses. La elección política ofrece po- complejidad y autonomía en otros ámbitos del sistema político. Lo que se
cas ocasiones para la comunicación de intereses y deseos de decisión, impide o dificu lta es un intercambio directo de satisfacción de exigencias
personales o de grupo. Obliga a una fuerte abstracción y generalización a cambio de apoyo político. Si el cíudadano estuviera frente al político
de la comunicación, dado que solo puede elegirse entre muy pocas alter- solo en un único rol, donde tuviera que formular exigencias a l tiempo
nativas, de tipo personal u objetivo, que están previamente formuladas. que garantizar o negar apoyo, se impondría una transacción al modo de
El elector, por tanto debe abstraerse en gran medida de sus motivos indi - un trueque.' La política podría recibir apoyo solo para la confirmación
viduales cuando se acerca a la urna electoral. Esto no significa, sin embar- de determinadas decisiones. Es decir, no podría ser separada de la admi-
go, necesariamente que estos motivos sean reprimidos y que no puedan nistración. Quedaría fijada en sus fronteras con el público y no ganaría
ser vividos en el sistema político. Con todo, son rechazados en este lugar, una posición generalizada que posibilite una mediación encre intereses en
el de la elección política, y son remitidos a otros roles posibles para llevar la política. Si las relaciones entre el público y la política quedan concen-
adelanre intereses que no tienen relación directa con la garantía de apoyo tradas en un solo rol, resulta en la práctica inevitable sustraerle al públi-
político, esto es, que quedan remitidos a influencias enfocadas sobre co la decisión real sobre el proporcionar o denegar apoyo político; y se
«relaciones», a campañas de opinión, a la participación en asociaciones hace inevitable restringir la notificación de apoyo político a manifestacio-
de intereses, etcétera. nes ocasionales de aclamación, con el objetivo de mantener la necesaria
Una d iferenciación así le da diferentes oportunidades a ambos ti- autonomía de la elaboración político-ad ,ninisLrativa de problemas\ Una
pos de rol y los somete a diferentes restricciones. La influencia por la vía separación de los roles de apoyo y de los roles de promoción permite,
de la elección política está legalmente asegurada y llega hasta el sistema por el contrario, darle al público la posibilidad de elegir entre el «sí» o el
burocrático de la adm inistración. En las elecciones, se decide sobre la «no» en relación a determ inadas personas, grupos o programas de la po-
ocupación de los puestos del poder legislativo y, frecuentemente, tam- lítica, manteniendo, sin embargo, la autonomía de la polírica. Así ocu-
bién del ejecutivo. Por otro lado, para el elector tomado individualmen- rre puesto que aquí el proporcionar o denegar apoyo político no puede
te, esta influencia es mínima y tiene un efecto muy indeterminado en la conectarse directamente con la satisfacción de determinadas exigencias
praxis de decisión de la burocracia. No le compensa, pues, al individuo, sino que, al contrario, solamente es posible una relación de intercambio
empicar un coste de tiempo, esfuerzo e información para proporcionar- muy fuertemente generalizada, a saber, un apoyo globa lmente propor-
se una correcta decisión sobre el voto. Quien calcule racionalmente la cionado a cambio de una satisfacción genérica. También en este punto
movilización de sus fuerzas, preferirá permanecer desinformado y de- cabe observar que la creciente complejidad del sistema global únicamente
cidir en la elección política de manera irracional (y al revés, por tanto, puede ser alcanzada a través del reforzamiento de la autonomía de los
una decisión electoral «lo más racional posible» le será presentada al in- sistemas parciales, de una diferenciación de roles más intensa y de una ge-
dividuo, por parte de la sociedad, como una acción irracional) 2 1• Frente a neralización de las relaciones de comunicación e intercambio entre los
ello, la prosecución política de intereses se presta mucho mejor a estar en sistemas parciales.
consonancia con específicas situaciones de motivos y anhelos de decisión. Sin embargo, esta separación entre roles de apoyo y de promoción no
Esto compensa, pues, en mayor medida, el empico de tiempo, esfuerzo e puede excluir su conexión mutua. Las experiencias en un rol deben, por
principio, ser transferibles a los otros. De lo contrario, ambos roles no
podrían pertenecer a un único sistema. Además, en la praxis de refor-
20. Hemos rrarado esra diferenciación dinámica en el marco del ca pirulo l O.
21.. Cf., a este respecto, en dccalle, A. Downs, An &onomic Theory o( Democracy,
zamiento de los roles de promoción del público se forman asociaciones
Nueva York, 1957, pp. 207 ss., cspec. pp. 240 ss. de intereses que buscan la influencia política y pugnan, por tanto, por

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PUBLICO f\OLE S POLÍTICOS DE L PUBLICO

llegar a un nivel superior, a un intercambio de satisfacción de exigencias <lantes oportunidades a los intereses organizados -y estos no son ne-
a cambio de apoyo. cesariamente al mismo tiempo los más importantes o justificados-.
Este tipo de acuerdos pueden determinar las decisiones políticas con- Las venrajas de una separación de roles para e l apoyo político y para
cretas en mayor o menor medida 22 • Con todo, la separación entre roles la articulación de inte reses y exigencias son en amplia medida indepen-
de promoción y roles de apoyo sigue operando aquí. Solo de una manera dientes del modo en que son ordenados los procesos políticos. Estas ven-
muy incierta e indeterminada pueden las asociaciones de intereses ofrecer tajas puede n ser cosechadas sobre todo en sistemas multipartidistas,
votos a cambio al modo de un trueque. Solo muy pocas organizaciones, pero también los sistemas monopartidistas, que no someten e l a poyo polí-
las que cierran filas, estarían efectivamente en disposición to deliver the tico a elecció n política, crean para su expresión roles y ocasiones espe-
vote 23 • Igualmente, los partidos únicamente puede n aceptar determina- cíficas. Y es que la disposición al apoyo político de l régimen, si no puede
dos programas de decisión para el caso de su victoria e lectoral y, cuando pone rse a prueba en la decisión libre del público, debe ser demostrada de
hay una multiplicidad d e partidos, solo para el caso de que puedan abrir- una manera particularmente convincente. Dicha disponibilidad no puede,
se paso en las negociaciones de coalición. El trueque se diluye, pues, en en este caso, venir cargada con exigenc ias o condiciones, no puede se r
un intercambio de esperanzas no garantizadas. A ello se añade que las formu lada corno «sí, pero», o como un <<Sí, a condición de que». Y si n
asociaciones de inte reses se ven requeridas para elaborar los mismos embargo, también en los sistemas monopartidistas son inevitables cier-
intereses que representan, para ligarlos y cribad os, para generalizarlos ras exposiciones de intereses a través d el público. No obstante, debe n
y reforzarlos, para darles un revestimiento de bien común y para redu- entrar en la política por o tra puerta, po r ejemplo, mediante miembros
cirlos a lo que, de m anera realista, cabe alcanzar. Posiblemente, se ven individuales del pa rtido, mediante g remios locales u órganos d e auto-
requeridas incluso para fabricar intereses d efendibles de acuerdo al cri- gestión industrial y deben presentarse, en adelante, no como intereses pri -
terio de la situación política y d e sus posibilidades24 . En definitiva, de- vados, sino como una versión especia l de una sección del interés públi-
ben tomar a b política una parte d e su trabajo. Así pues, la influencia de co. Con mayor nitidez que e n los sistemas multiparridisras, se evita en
las asociaciones de intereses parece consistir hoy menos en operaciones los sistemas monopartidistas una afirmación de la política al modo de un
de trueque o en amenazas y más en que, e n primer té rmino, son capa- trueque, pues aquí se da un peso aún mayor a la autonomía de la política
ces de ayudar a la política en la reducció n d e su complejidad. El traslado de fre nte al público.
eventuales relaciones de intercambio a este nivel presenta, pues, evidentes
ventajas. Por otro lado, no ha de negarse que esta solución de problemas
desfigura la igualdad de los pertenecie ntes a l público y ofrece abun-

22. C f. , e n especial para la actividad política de las asociaciones, K.-H. Diekers-


hoff, •Aufsiitzc zur empirischen Ermirtlung von Ycrbandsmacht und Yerbandsaktiviraren
wahrend des Wahlkampfes»: Soziale We/t 16 (1965), 319-338.
23. De la praxis estadou nidense se dice también que son raras las amenazas de las
asociaciones de intereses acerca de sanciones en la elección política y que, incluso, son
vistas como una falta de táctica. Cf. L. \Y/. Milbrath, «Lobbying as a Communicatio n Pro-
cess•: Public Opinion Q uarterly 24 (1960), 32-53. •Cua nd o los porravoccs de los grupos
de presión amenazan con represalias e n las urnas, como alguno imp rude ntemente hace de
vez en c uando, normalmenrc apuntan al legislador con una pistola descargada•, comenta
Y. O. Key, Jr. , Public Opinion and American Democracy, Nueva York, 196 1, p. 522.
24. El que tambié n en las asociaciones de intereses se forman oligarquías de asocia-
ción, que re tira n al ind ividuo la articulación de sus intereses, es un fenómeno amplia me n-
te comentado. Véase una buena investigación de un caso particular en O. Garceau, The
Política/ Li(e o( the American Medica/ Association, Cambridge (MA), 1941. Por lo demás,
no pocas veces se da el caso de que los interesados no reconocen ya sus intereses después
ele que estos h::iy,in sido eb borados. Las personas interesadas que están parcicularme nce
bien situadas buscan, por ta nro, ev itar la mediación de la asociación y dar lugar a un co n-
tacro directo con p(>líticos prom inentes. Véase, por ejemplo, lo que afirma F. Hunrer, T op
Leadership, U.S.A. , Chapel Hill (NC), 1959, p. 149.

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ENROLAMIENTO

puede trabajar el sistema político. Esta regla del consentimiento, sin em-
bargo, solo tiene sentido si previamente se ha implementado una elemen-
tal división del trabajo, esto es, cuando el mismo interesado y que da su
consentimiento no es quien dirige los tratos. Hemos tratado esta división
del trabajo anteriormente desde el aspecto estructural de la diferencia-
26
ción vertical 1• Aquí ha de ser observada desde otro punto de vista, a sa-
ber, el de la movilidad personal.
ENROLAMIENTO
Si determinados roles de dirección de los traeos deben ser dinámica-
mente diferenciados, entonces una parte del público debe ser llevado a
roles particularmente definidos. Para estos roles tienen validez, enton-
ces, condiciones específicas de entrada y salida, reglas específicas para la
condición de miembro de una organización formal, que no conciernen
en general a todo ciudadano del Estado 2 • Estos roles de la condición de
miembro deben prever siempre, al mismo tiempo, derechos y obligacio-
nes especiales, pues una organización en la que no es evidente que todo el
El modelo analítico general de un sistema político funcionalmente dife- mundo sea miembro debe estar conformada de tal manera que sea atracti-
renciado, que esbozamos en el capítulo 12, solo tiene en cuenta relacio- va y productiva. La contribución que viene rendida en este tipo de roles
nes de rol y procesos de comunicación. Visto desde la perspectiva de la para el mantenimiento del sistema político es, por canto, un honorable
pregunta por los presupuestos para la continuidad de un sistema político rendimiento extra frente al proceso general de apoyo político y ha de
diferenciado, se hace patente que este modelo es incompleto. No rodos distinguirse de él. Cuando se trata de este tipo de órdenes -esto es, de
los rendimientos requeribles para el mantenimiento de un sistema políti- unos órdenes en los que no es ya el caso que cualquiera participe del
co vienen producidos mediante roles de esce sistema. Así, ya puede estar mismo modo en todos los aspectos del proceso po lítico- el público
ampliamente introducido el proceso de formulación de fundamentos de debe dar un doble rendimiento: por una parte, debe rendir apoyo po-
la decisión políticamente tolerables, ya puede haber roles particulares lítico y articulación de intereses y exigencias en determinados roles del
del público y procesos polícico1, abandonados y, con ello, facilitados. Esto público; y por otra parte, debe efectuar un enrolamiento para los roles
solo no basta. En el capírulo anterior hemos visto que la diferenciación di- político-administrativos en los que escas informaciones de entrada conti-
námica funcional de los roles del público presupone procesos psíquicos y núan siendo elaboradas.
sociales de reducción de complejidad que transcurren fuera del sistema El que estos dos rendimientos deban ser producidos no significa aún,
político, que dependen, por tanto, de un orden psíquico y social prees- por sí solo, que deban serlo por separado, esto es, con independencia el
tructurado. A ello se añade otro punto, que queremos tratar aquí, a saber, uno respecto del otro. La separación no es una necesidad vital para siste-
que la diferenciación dinámica del sistema político solo puede ser llevada mas políticos más simples. Sin embargo, ofrece notables ventajas y se hace
a cabo en el nivel de la formación de roles, pero los roles, de algún modo, inevitable cuando el sistema debe sobrepasar un determinado nivel de
deben ser ocupados por personas que actúan. Esta ocupación no resulta complejidad. La separación hace posible especificar funcionalmente am-
problemática para los roles mismos del público, pues al público pertenece bos procesos por separado y, con ello, incrementarlos en su rendimiento.
todo el mundo. Por el contrario, para los roles político-administrativos se Esto es, permite distribuir apoyo político según unos puntos de vista pu-
requiere una selección a partir del público, puesto que estos roles presen- ramente objetivos y relativos a las necesidades de determinados progra-
tan requisicos mayores y mas específicos. La pregunta es cómo tiene lugar mas; y permite asimismo efectuar el enrolamiento según puntos de vista
puramente objetivos y referidos a la adecuación para determinadas tareas
esta selección.
Los roles del público que resultan ya reconocibles como tales están ya especializadas. Y ello sin que ambas decisiones estén ligadas entre sí y se
especializados en determinadas funciones, a saber, en funciones de articu-
lación de intereses y requisitos situadas en muy diversos niveles de senti- 1. Cf. supra, capítulo l O.
2. Como teoría de la organización formal, que parte de esta noción fundarnencal
do y vías de contacto. Con esta contribución, viene otorgado un consen- de las condiciones especiales de pertenencia, cf. N. Luhmann, Funktionen und Fo/gen for·
timiento al consenso, esto es, queda garantizado el crédito con el que maler Organisatio11, Berlín, 1964.

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PÚBLICO ENROLAM I ENT O

obstaculicen mutuamente. Si se logra este tipo de separación, entonces el garantizar (o denegar) apoyo político; la di fe renciación de diversas vías de
sistema a lcanza una complejidad muy alta, puesto que se distinguen las ascenso en la sociedad y la separación de política y administración.
cuestiones objetivas y las cuestiones personales; asimismo, las soluciones a En los ó rdenes sociales arcaicos - incluidos aquellos donde se logró
los problemas pueden variar en los dos ámbicos de manera independiente. la diferenciación dinámica del gobierno político- e l enrolamie nto y el
Al igual que con la diferenciación de los roles del público, que hemos tra- apoyo esraban ligados a idénticos crite rios adscriptivos (es decir, fijos) y
tado en el capítulo anterior, aquí se traca también de impedir que el inter- con ello estaban invariablemente acoplados. En un o rden así, no había es-
cambio particular tenga ventajas inmediatas, con el objetivo de posibilitar tructuralmente ninguna alternativa. Solo la más antigua de las líneas do-
una elaboración de la información indirecta, por rodeos y compleja. minantes de la tribu podía esperar consenso para las decisiones políticas
Esta alta variedad estructural es, sin embargo, mu y difícil de institu- por parte de sus parientes triba les. Es frecuente, entonces, que el asesinato
cionalizar y no puede ser llevada al extremo. Se prestaría a ser maxi miza- del jefe de la tribu - motivado quizás por un ma l efecto de la magi a o la
da únicamente en el caso límite de un sistema político totalmente planifi- pérdida de la gracia del cielo- sea la única posibilidad de variar el apoyo
cado en su integridad. Y es que hay intereses contrapuestos que resultan político y la ocupación de los roles. El d esarrollo ulterior transcurre en
útiles; sobre todo e l de que las personas como tales son factores de con- general, de manera paralela a la creciente diferenciación dinámica del 'sis-
senso apenas prescindibles, que se ganan la confianza, que pueden cris- tema político que va desde un enrolamiento adscriptivo a otro orientado
talizar consentimienco en corno a ello~ como personas, por una parte, y según los rendimientos4 •
por otra el de qU<: este rendimiento es necesario justamcme en sistemas El primer gran paso hacia la separación de enrolamienro y apoyo con-
políticos fuertemente diferenciados porque dan lugar a una forma de con- sistió en separar la legitimidad del gobierno político del presupuesro de un
senso objetiva y altamente generalizada, un consenso para todo lo que esta parentesco con el gobernante y en fundarlo en signos particulares de una
persona asiente y emprende3• Por con~iguiente, es completamente com- vocación religiosa, de una elección, del derecho tradicional de una deter-
prensible y apenas puede evi tarse que las decisiones personales deban minada fami lia o lo que quiera que sea. En lo esencial, ~in embargo, e n
ser utilizadas una y otra vez para obtener o cimenta r apoyo político, LOdo ello permanecía, que la ocupación de los ca rgos políticos más eleva-
aunque con e llo se renunc ie a las ventajas de una variabilidad in depen- dos venía dada, al menos en apariencia, por un automarisrno esrrucrural,
diente de las decisiones relativas a l enrolamiento y e l apoyo. Como re- por ejemplo, sobre la base de derechos hereditarios y no sobre la base
sulta típico de la diferenciación fun cional en general, un sistema político de una decisión libre, pues de o tro modo no se podría haber a lcanzado la
que quiera separar el enrolamiento y el apoyo debe ser equilibrado res- necesaria estabilidad. Con una elección carence de presupuestos, se ha-
pecto de exigencias contradictorias. bría dejado el gobierno político, en una sociedad poco diferenciada, a
En estas circunstancias, la separación de las decisiones sobre el e nro- merced del conflicto> la arbitrariedad. En cualquier caso, en las ciudades-
lamiento y el apoyo debe ser vista como el resultado de un largo proceso Estado de la Antigüedad este riesgo e ra enfrentado con mayor o menor
evolutivo, como una ganancia evolutiva que plantea elevadas exigen- éxito, e incluso se institucionalizó la separació n entre cargo y persona
cias a la estructura del sistema y que c;olo puede ser estabilizada cuando para los roles de gobierno. Con ello, estos f_c;rado<; se convirtieron en el
pueden resolverse numerosos problemas consecurivos dentro del sistema. modelo clásico de la construcción mode rna del Estado.
Para el desarrollo mismo parece que han tenido g ran significación cua- La otra vía para una separación y racionalización de la política de e n-
tro conquistas, que se han alcanzado poco a poco: la liberación del enro- rolamiento vendría dada por los inicios de una administración burocrática
lamiento de vínculos adscriptivos, esto es, una generalización social de la en los antiguos imperios de China, Egipto y Oriente Medio y, más tarde,
ocupación de roles; la diferenciació n dinámica de roles particul:ires para en el Bajo Imperio romano. En estos casos, la construcció n jerárquica del
conjunto del sistema político ofrecía un marco seguro para una política
J. Cf., por e1emplo, H . Coldhamer, •Puhlic Opm1on and Pcrsonaliry.: American
personal más o menos elástica y adaptada por debajo del nivel más ele-
joumal o( Sociology 55 (1950), 346-354 . La c iencia de los análisis electorales no ha ob-
tenido, cornprensiblemente, ningún rcsulcado genera liz.,ble respecto de la cuc~nón de si 4. Así viene afirmado también en D. Easton, «Politica l Anthropology•, en B. J. Sie-
~on las personas o los programa, electorales qu,ene~ mouvan con mayor fuerza. Cuando gd (ed.), 81e1111wl Reuiew of Anthro¡10/ogy, 19 59, Sranford (CA), 1959, pp. 210-262
menos, el variado demno de mucha, personalitbdes políucas atraen va~ debe dar que pen- (244 s_.); M. J. I_evy, Jr., Modem1U1t1011 and the Stmcture o( Societ,es: A Set1i11g (or /n-
sa r y ha de prevenirnos frente a una sobrevaloración del aspecto pcr~onal en la política_ te~1wt1011al A/(atr~, Pnnccton, 196~, vol. 11, pp. 440 ss.; R. Bcndix, Nat1011-811ildmg and
Véase, por ejemplo, a este respecto, la toma de posición de V. O. Kcy, Jr., Public Opin ion C1t1ie11sh1p: St11cl1es o( O ur Cha11g111g Social Order, Nueva York/Londrcs/Sydney, J 964,
and American Democracy, Nueva York, 1961, pp. 466 ~\. pp. 11 5 s.

338 339
PÚBLICO ENRO L A MI EN T O

vado. El enrolamiento, y, en parte, incluso el imercambio de personas en Un pri mer presupuesto consiste en la diferenciación dinámica de los
cargos, podía venir planteado como un derecho a disposición del gober- roles del público para la formulac ión de las cond iciones del apoyo polí-
nante, pero podía ser empleado por él solo dentro de los límites, muy es- tico, un terna que hemos tratado en profundidad e n el capítulo 22. Si el
trechos, de su poder fáctico y de un potencial de organización y comuni- enrolamiento ha de quedar emplazado en procesos de decisión, esto es,
cación muy incompleto. Con facilidad al gobernante se le escapaba de las si debe ser llevado a cabo en el mismo sistema político, entonces tambié n
manos la decisión personal cuando tenía que ser impugnado el sustento de los procesos que construyen el conse nso para ello deben transcurrir en el
quien desempeñaba un cargo a partir de una asignada posesión de tierras, mismo sistema político y no han de estar ligados con demasiada fuerza a
en torno a la que luego inevitablemente cristalizaban intereses fam iliares condiciones externas. Un político, o un funcionario, naturalmente, pue-
y relativos al autoabastecimiento. Solo en la medida en que se impuso la den verse bajo la acción de motivos extrapolíticos (por ejemplo, debido a
economía monetaria pudo el enrolamiento del personal de la administra- su religión, a sus relaciones personales o a la gratitud por servicios ante-
ción hacerse independiente de la asignación o presuposición de un patri- riores). Sin embargo, este tipo de decisiones son cada vez más atípicas, la
monio y solo entonces pudo él basarse en exigencias objetivas del cargo. exposición de sus motivos debe ser retocada y aunque hubieran de encon-
Cabe presumir que no es por azar que, en la prehistoria de la Moder- trar sus motivos determinantes fuera del sistema político, apenas podrían
nidad europea, se hayan desarrollado la democracia política y la adminis- dejar de considerar las necesidades y forzosi dades de la ejecución del car-
tración burocrática la una al lado de la otra, y no con juntamente. Liberar go. Una cosa es que, en la promoción de funcionarios a propiados, se
ambos aspeccos del enrolamiento en roles al mismo tiempo y hacerlos de- prefiera a los católicos por razones de su representación proporcional o
pendientes de decisiones habría supuesto una sobrecxigencia para el or- que, en la adjudicación de candidatu ras, se tenga n igualmente e n cuenta
den de la sociedad. El modo de enrolamiento de las antiguas repúblicas los orígenes como trabajadores o el haberse destacado como soldado en
basadas en cargos no permitía construcción alguna de burocracias grandes el frente; otra cosa muy distinta, por el contrario, es que el sacerdote del
y permanentes -quien desempeñaba el cargo durante un tiempo seguía lugar, como tal sacerdote, ostente la presidencia de un gremio político
dependiendo de la ayuda de su personal doméstico- lo mismo que, a la o que a los sind icaros les sea permitido ocupar un minisrerio de tal modo
inversa, la burocratización presuponía que un gobierno político estabiliza- que este sea un fin para sus medios.
do era aquel que permanecía al margen de una política de personal arbi- Asimismo, ha de renerse e n cuenta la c.:onexión entre la complejidad
traria. Cabe inferir de lo anterior que una sociedad que puede rendir una del sistema político, o de sus sistemas parciales, y de las formas de e nro-
ocupación variable de roles políticos y administrativos debe satisfacer no- lamiento. Una alta complejidad del sis tema político lleva, e n la políti-
tables exige ncias, sobre todo un alto grado de complejidad interna. ca y en la administración, a que deban satisfacerse unas visibles condi-
De modo similar a corno ocurría en el caso de la autono mía 5, se ve ciones previas antes de que algui en pueda, e n modo alguno, obrar e n
también aquí que la alta variedad interna de un sistema político solo re- uno de los roles del sistema; y lleva asimismo a que deban introducir-
sulta posible bajo particulares presupuestos estructurales y que solo puede se unos tiempos de apre ndizaje notables antes d e que alguien pueda
mantenerse de forma estable con un esfuerzo continuo. Dicha variedad in- dominar roles difíciles. Los tiempos de aprendizaje son típicamente, a
terna significa, pues, que la ocupación de los roles se convierte fund amen - la vez, tiempos de la «social ización». Los principiantes no solo apren-
talmente en cosa de decisión, de la selección a partir de un ámbito grande den informaciones y destrezas sino ta mbién los sentimie ntos adecua-
de posibilidades; y significa también que el consenso para ello no puede dos y una actitud hacia las expectativas de comportam ie nto dominan-
ya venir institucionalmente presupuesto sino que debe ser creado expre- tes que les posibilita permanecer e n el sistema. Este estado de cosas
samente en el proceso de decisión. Esto es únicamente posible si el pro- dificulta la entrada inmediata de nuevas fuerzas o de nuevos grupos e n
ceso de decisión transcurre de manera organizada y si puede quedar sufi- el sistema6. Cuando, bajo presión de la sociedad, debe llevarse a cabo
cienteme nte aislado de influe ncias ajenas, de la presión de la sociedad y una introducción de personas de este t1po, se llega, casi inevitablcmen-
de la sobrecarga con exigencias excesivamente co ntradictorias. Solo así
resulta institucionalizable el principio por el que cualquiera del público 6. C f. S. P. Hu ntington, • Political Development and Política! Decap: World Poli-
t1cs 17 (1965), 386-430 (402 s.). Esre auror ve en esta conexión de complejidad y formas
puede convertirse en político o fun cionario. de enrolamiento, a la vez, una garanría de mayor autonom ía de los sistemas complejos. So-
bre las particulares dificu ltades de ajustar, en los ¡países en vías de desarrollo, la formació n
política de roles, la socialización y el enrolamiento, cf. también L. W. Pye, Politics, Perso-
5. Cf. capítulo l O. nality and Na1ion -B1tilding: B1mna's Search for fdentily, New Haven/ London, 1962.

340 341
PÚBLICO ENROLAMIENTO

te a un drástico acortamiento de las cadenas de decisión y a una sim- Esto se aplica, en todo caso, cuando la política y la administración
'
plificación de la acción. establecen largas y arduas carreras de progresión automática. En la ocu-
Deberemos dudar, naturalmente, de que la complejidad, por sí sola, pación de los cargos se debe, pues, tener en c uenta a quienes, en el inte-
sea capaz de garantizar una política de personal autónoma. Otro p~es~- rior, llevan ya tiempo esperando; y saltarse los pasos habituales mediante
puesto de una política de personal relativamente independiente, y e¡_erc,- gente de fuera se convierte en una excepción. A través de una combina-
da en el mismo sistema político parece ser que, en todo ello, no se e¡erza ción como esta de alternativas de ascenso en el exterior del sistema polí-
un monopolio en la sociedad del estatus, el ascenso y el sustenco7 • De tico y reglamentación aplazadora y generadora de inseguridad en el inte-
otro modo, la presión d e la sociedad sería demasiado fuerte corno ~ara rior, queda refrenada la afluencia hacia los roles políticamente efectivos
que, en el sistema político, pudiera esta quedar dom111ada, solo median- y los cargos públicos. Ciertamente, surgen auténticos problemas de enro-
te procesos de decisión y sin mayor ayuda institucional. Umcamente se lamiento para el sector público cuando no está en disposición de aplicar
conoce un enrolamiento de libre acceso -incluyendo las cúpu las- allí flexiblemente sus reglas internas para la ocupación de cargos 9 . Más aún
donde la sociedad conoce varias pirámides de estatus y varias vías de que en el caso de la administración, es la política la que parece sufrir de
ascenso. poco atractivo, lo cual llama la atención tanto más cuanto capacita para
Esta condición queda típicamente satisfecha en los órdenes sociales ocupar los roles de mayor prestigio en la sociedadlº. La política de per-
modernos fuertemente diferenciados. El individuo puede llevar adelante sonal y la ocupación de roles se convierten con ello, en la administración
su carrera' en la Iglesia o en los sindicatos, en la empresa, en administra- y más aún en la política, en un ámbito de decisión rico en problemas que
ción o en la política, en la economía o en los medios d: ~ntretenimi~n:o está bajo la presión de exigencias contradictorias. Debe encontrar conti-
público. En un orden así, ha de contarse con que la polmca y la adminis- nuamente un equilibrio entre oferta y demanda, entre regla y excepción,
tración no tienen ya, sin más, posiciones que ofrecer que valgan la pena, entre el atractivo del sistema político y 1.as otras posibilidades del aspiran-
y que pueden seleccionar el personal del público a voluntad. Debe con- te, lo mismo que entre la promoción especial de gente de fuera prome-
tarse, más bien, con que se puede ganar más en la economía_dque en la tedora y el mantenimiento de una vía de ascenso con perspectivas de
administración. Y ha de contarse con que un científico reconoc1 o, un pe- futuro. De este modo, el problema del partida, esto es, la movilidad per-
riodista popular, un astronauta fa moso, un «inadaptado» o un «cual- sonal en la sociedad y en su sistema político, pierde su fuerza explosiva;
quiera» no encontrarán el ascenso ofrecido en la política lo suficiente- queda reducido a un problema decidible en el .:aso concreto y se resuelve
mente atractivo respecto del modo y capacidad de atracción del estatus en el caso concreto basándose en una información más o menos rica.
que han tenido hasta el momento8 • Finalmente, la movilidad del enrolamiento y su separación de los pro-
cesos de apoyo político vienen exigidas por la separación de política y ad-
7. Un ejemp lo muy interesante de este tipo de monopolio se encuentra en 1~ ~uro-
ministración, esto es, por la diferenciación funcional-estructural del sis-
cracia del antiguo Siam. Se caracterizaba por una libertad relativamente alta y por dec1S1on:s tema político. Hemos señalado ya en el capítulo 11 que este tipo de
relacionadas con el ingreso y el ascenso que seguían el modelo chmo, todo lo cual venia diferenciación disgrega el sistema político en dos ámbitos parciales cuyas
posibi litado por un prestigio social si n competencia del superior. Por o rro lado, _este or- expectativas de comportamiento y criterios de racionalidad no tienen que
den debía presuponer en la monarquía su cúp ula polírica como alg? dado mcuesnonable-
mente y tenía solo escasas posibilidades de articular 1nce_reses y?.e 1ntervcn1r t~ansforma-
ser indefectiblemente consistentes. Por consiguiente, puede emplearse
dorameme en la vida social. Estaba al serv1c10 de la adn11 111Strac1on de su propio prcsc1g10 esta inconsistencia, fiable dentro de unos límites, p::ira la organización de
soc ial que sostenía las decisiones sobre los empicados, pero que, al mismo tiempo, impedía una contigüidad de diversas condiciones de entrada y modos de e nrola-
su or¡'emación según aurémicos criterios referidos al rendimiento. Véase, a este respecto,
J. N. Mosel, «Thai Adminiscrativc Be havior», en W. J. Siffin (ed.), Toward the Comparative
Study o/ Public Administration, Bloornington (IN), 1957, pp. 278-331; E. L. _Shor, ,,The 9. Cf., a este respecro, las observaciones de M. C rozier sobre e l problema del en-
Thai Bureaucracy»: Administrative Scie11ce Quarterly 5 (1960), 66-86; W. J. Stffm, ~Pcrson- rolamienro en la administración francesa, que presenta unas reglas de ascenso particular-
ncl Processes of che Thai Bureaucracy», en F. Heady y S. L. Stokcs (cds.), Papers 111 Com- mente rígidas: Le phénomene bureaucratique, París, 1963, pp. 384 s.
parative Public Administratio11, Ann Arbor (MI), 1962, pp. 207-228; Fr. Riggs, Thailand: LO. Véanse también los daros ofrecidos en R. E. Lanc, Political Life: Why People
Modernization o/ a Bureaucratic Polity, Honolulu (HI), 1966. . Get Involved in Politics, Glcncoe (IL), pp. 207 s. (basado en H. Canrril [ed.J, P11blic Opi-
8. Cf. L. G. Seligman, «Political Recruitment and l'arty _Srructure: A Case St~1dy»: nion 193.'i- 1946, Pri11ccto11 [NJ), 1951, pp. 529 y 534). Este autor seilala que los padres
f'olilical Science Review 55 (1961), 77-86 (85). Esre autor mcncwna, entre los mecanismos estadounidenses no toman e n consideración que sus hijos hagan carrera po lítica. En Ale-
de elaboración de las listas de candidatos, también «un proceso que puede ser denominado mania habría una tendencia a achacar resulrados similares a prejuicios antidemocráticos
reclutamiento forzoso•. respecto de la política.

342 343
PÜHICO ENROLAMIENTO

miento, así como para organizar una separación de enrolamiento y apoyo esencial para la función específica de la administración 11• De la adminis-
de muy amplio alcance. tración, se espera un decidir programado. Debe realizar determi nados
Para el caso de la política en sentido estricto resulta característica una fines o reaccionar ante determinados estados de cosas de una manera
menor medida de separación entre enrolamiento y apoyo político. En un previamente marcada. De este modo, la personalidad individual queda
sentido fundamental, se aplica también a la política que el apoyo no se el iminada como factor de decisión en la medida de lo posible. Evidente-
encuentra ligado imprescindiblemente a la persona, esto es, con otras mente, esto no se logra nunca por completo. También las administraciones
palabras, que el público no apoya todo lo que emprenden determinadas son sistemas sociales gestionados por personas con una necesidad de ren-
personas ni apoya únicamente lo emprendido por estas personas. Por otro dimienros contraestructurales. Sin embargo, tanto los modelos económi-
lado, el valor de ciertas personas para crear consensos es un elemento irre- co y jurídico del correcto decidir son, por principio, indiferentes de quién
nunciable de la política, de tal modo que se otorga prominencia, publici- decida. Un resultado óptimo es tal sea quien sea el que lo calcule; y de la
dad y puestos a las personas que pueden suscitar y cristalizar el consenso. misma manera, una sentencia debería ser igual a otra aunque en cada caso
La ocupación de roles en la política no puede darse con éxito sin tener en venga dictada por un juez diferente. Esta neutralización de la persona en
cuenta esta función. su individualidad es un principio estructural de la administración 12 • Por
Hasta la fecha, la ciencia de los análisis electorales y la observación consiguiente, el enrolamiento, e n la administración, debe orientarse es-
científica de los procesos políticos no ha ofrecido claves seguras acer- pecíficamente segú n las capacidades para decidir correctamente y no,
ca de si son las personalidades o los programas objetivos los que, en por ejemplo, según la capacidad para activar consenso y apoyo para de-
el caso particular, prevalecen y en qué circunstancias lo hacen. Ambos terminados programas.
puntos de vista son difíciles de separar en virtud del hecho de que las Mientras la administración decida según criterios universales, que no
personalidades, en general, no se presentan a sí mismas corno subjeti- dependan de las relaciones personales, de similitudes o de pertenencias,
vidad caprichosa, sino que se identifican con un determinado plantea- el problema del enrolamiento perderá su significación estratégica para la
miento objetivo. En cualquier caso, la doble posibilidad de la orienta- relación entre administración y público, dado que los miembros del pú-
ción del elector según personas o programas es un elemento central de blico no pueden injerir en la adrniniscración mediante amigos, familiares
la estabilización del sistema político. Así es en la medida en que la po-
lítica puede sacar adelante un programa que resulta delicado; o que no
J l. Una panorámica del rratamienro del enrolamicmo dentro de la administración e n
está formulado con la ayuda de personalidades (por ejemplo, la entrega los países europeos viene dado por B. Chapman, The Pro(essio11 o( Gouemme11t: The Public
de Argel por parte de De Gaulle), lo mismo que, a la inversa, la ausen- Service in Europe, Londres, 1959, pp. 79 ss.
cia de personalidades políticas convincentes puede quedar compensada 12. En esta medida, la ciencia clásica de las organizaciones tenía razón cuando exi-
por un programa objetivo atractivo. Lo importante es, por tanto, que gía que la seleccié>n de personal se había de orientar según las tareas y no, por ejemplo,
que estas se orientaran según la persona. Cf., por ejemplo, Fr. W. Ta)•lor, The Principies
el carácter alternativo de estas dos posibilidades, funciona lmente equi- uf Scie11tific Manageme!lt, Nueva York/Londres, 1914, p. 7 [Principios de la administra-
valentes, de ganar apoyo político se conserven y que el sistema no se ción científica, Herrero Hermanos, México D. F., 1985); L F. Urwick, The Eleme11ts o(
confíe y entregue unilateralmente e n personas o programas. De ahí se Administration, Nueva York/Londres, s. a. (1943), pp. 35 ss. (trad. alemana: Cru11dlage11
le presenta a la política la exigencia de regular la seleccíón y el ascenso ,md Methoden der Unternehmensfiihrrmg, Essen, 1961 ); E. F. L Brech, The Principies and
Practice o( Manage111e11t, Londres/Nueva York/foronto, 1953, pp. 35 s.; L. A. Allen, Ma-
de las personalidades políticas no solamente desde el punto de vista de nageme11t ami. Orga11izatio11, Nueva York/Londresrroronto, 195S, pp. 308 ss. (rrad. alema-
sus destrezas tácticas, sino también ·del de su capacidad de publicitarse na, Management wzd Organisation, Gücersloh, s. :a. ). Si bien hoy, de manera predominante,
en la esfera pública. Esto es, se le presenta la exigencia de no dejar a la se subraya la inrerdependencia de ambas cuestiones, aunque solo sea porque carece de
selección confiada exclusivamente a las luchas intraburocráticas de eli- sentido generar posturas que no pueden ser sosten idas de manera adecuada. Véase, por
ejemplo, Ch. l. Barnard, The Functsons o( the Executive, Cambridge (MA), 1938, p. 218;
minación dentro de las organizaciones políticas sino que, con la sufi- E. .Schmalenbach, Uber Dienststelle11g/,ederu11g im Gro(Jbetriebe, Colonia/Opladen, 1959,
ciente antelación, debe ponerse a prueba el efecro de una personalidad pp. 18 ss.; E. Dale, Planning and Deueloping the Company Organizatio,1 Structure, Nueva
en la esfera pública. York, 1952, pp. 50 ss. [Cómo planear y establecer la organización de una empresa, Reverte,
Jvlientras que en la política los procesos de enrolamiento personal México D. F., 1970]; E. D. Chapple y L. R. Sayles, The Measure o( Management, Nueva
York (NY), 1961, pp. 98 ss. R. Sriirkle, An¡1ass1mg der Organisation anden Menschen, Ber-
y de apoyo político pueden estar ciertamente diferenciados pero nunca na, 1960; W. E. Moore, The Conducto( the Corporatio11, Nueva York, 1961 , pp. 39 ss. Con
separados por completo, en la administración, por el contrario, tal sepa- ello no se quiere decir que la persona, en su peculiaridad individual, mantenga una función
ración es por principio susceptible de ser llevada a cabo, e incluso resulta en el proceso de decisión y que, en relación a este, deba ser elegida según roles.

344 345
PUBLICO
ENROLAM I ENTO

o camaradas y no pueden <lar lugar a decisiones propici.1s. En su lugar, la


creciente despersonalización de la decisión. El e lector se deja determinar
cuestión del acceso a la administración y del inílujo en e lla se hace refor-
mediante motivos personales, más aún el interesado. No obstante, estos
zadamente problemático y crecienremente necesitado de organización u.
motivos personales no aparecen ya expresados en las consecuencias de
Se establecen represenranres profesionales para el traro con la adminis-
la elección y en la representación de lo~ intereses. El político tiene, como
tración, oficinas de contacto y asociaciones de intereses, los cuales, si
persona individual, una influencia esencial y con sentido en la configura-
bien no pretenden influir en el proceso de enrolamiento, sí que mantie-
ción de los programas de la administración en la medida en que, como
nen «buenas relaciones» con la administración. La base de contacto no
pers?na, puede crear o representar un consenso; se trata, ,;in embargo, de
viene ya dada de manera evidenre y relativa a la sociedad sino que debe
una 111fluencia que, al ser personal y estar al servicio de la activación del
ser creada expresamente.
apoyo político, no legitima ninguna decisión política vinculante. En los
En lo organizativo, esta separación de enrolamiento, decisión objeti-
puestos que deciden de manera vincu lante según el criterio de los pro-
va y apoyo social se logra mediante el hecho de que los roles de la admi-
gra~as que han de ser sostenidos políticamente, la persona, por el con-
nistración -y aquí han de contarse, en sentido amplio, también los esca-
ños parlamentarios, las oficinas del gobierno y los roles <le juez- quedan trario, queda neutralizada, puesto que ahora puede presuponerse que el
programa es políticamente aceptable y que puede serle exigido al público.
instirucionalizados como «plazas», por contraste con los roles puramente
políticos_. El principio de la plaza es un principio de movilidad. Quiere Y puede presuponerse, asimismo, que ahora solo es cuestión de que, so-
esto decir que los roles son identificados de manera puramente organi- bre la base de este programa, se comen las decisiones justas. El receptor
zativa y que todos los contenidos (personas y tareas, rango, modos de de este tipo ele decisiones, el ptíblico, ti ene entonces, a su vez, el derecho
comunicación y equipamiento de medios) pueden ser variados sobre la n reaccionar de una manera personalmente afectada; para ello, ricnc, en
base de la constancia de este punro formal de rcferenci:1 14 • Si los roles los roles del público, unas posibilidades de expresión limitadas. De este
quedan fijados como plazas, entonces también están ahí aunque no estén modo, es posible elaborar informaciones sucesivamente de acuerdo a pre-
ocupados. Esta existencia simboliza ya un apoyo político para la plaza misas de decisión en parte personales y e n parte no personales, satisfacien-
como cal. Está previsto en el presupuesco y en el plan <le organización, do así alternativamente necesidades contradictorias del sistema político.
o incluso e n la constitución. Acerca <le la ocupación de las plazas puede La conexión entre el enrolamiemo para roles y el apoyo político puede,
y debe, emonccs, decidirse en cada caso. Y aquí el criterio de selección entonces, ser evidente en los roles del público (cualquiera formula su apo-
viene ofrecido por las características (variables) inherentes a la plaza, ta- yo en sus roles políticos); en la po lítica, dicha conexión debe ser produci-
les como e l rango, las tareas, el equipamiento, cte. La decisión sobre el da mediante la coordinación de atractivo y ocupación de roles; y en la
personal puede, en virtud de ello, ser racionali1.ada de acuerdo a criterios administración debe quedar resuelta, en la medida de lo posible, de tal
objetivos específicos. manera que esta pueda trabajar lo más apropiadamente posible, sin pres-
De acuerdo con todo lo visto, resulta evidente una diferencia en la tarle atención a l apoyo que recibe.
actitud respecto del problema del enrolamiento en la política y en la ad- Si este razonamiento es ya muy complejo -tiene en cuenta la sepa-
ministración. Dicha diferencia queda suavizada mediante el hecho de que ración de enrolamiemo y apoyo político en su aspecto evolutivo y en su
se hacen presentes en su validez no solo de forma contigua sino también distribución en la estructura diferenciada del sistema político- además se
sucesiva. Se efectúan en estadios diversos de un proceso unitario de ela- añade que la ocupación de los roles político-administrativos ha de ser con-
boración de la información. En el ciclo de la comunicación de nuestro cebida como un rendimiento de input por parte del público para el man-
modelo, la política, con sus criterios de decisión, se pone en juego antes tenimiento del sistema po lítico. Al comienzo de este capítulo establecimos
que la administración. Este proceso es, al mismo tiempo, un proceso de ya que el público produce su contribuc ión no solo mediante la formula-
ción de condiciones para el consenso e n los roles del público, sino que,
más allá de ello, debe preparar capacidades personales para que, en el sis-
13. fara conexión de orient,1ci6n univcrsalista y problemática referente a la influen· tema político, pueda actuarse e n general. Este requisito va más lejos de lo
cia la ve rambién R. Bcndix, op. c,t., p. 129.
. 14. La sociologí,1 de las orgJmucionc~ emplea, por lo general, un concepto de po·
que se ve a primera vista. Abarca no solo un determinado estado de for-
s1c1ón que no está definido, o no lo está con <.laridad. Tampoco el concepto de cargo de mación y las instituciones que lo-garantizan. En primer término, debe
la rrad1 c16n del derecho canón ico y el derecho público, ligado a un fin previamente dado, quedar asegurada una suficiente liberwd respecto de las ocupaciones ur-
aprehenden el principio de la completa variabi liclad. Sobre la concepci6n defendida en e l gentes o forzosamente necesarias, por ejemplo en la fami lia, o de las acti-
texto cf., con más detalle, N. Luhmann, op. ctt., pp. 141 ~-
vidades requeridas para la sarisfocción de necesidades económicas ciernen-

346
347
PÜSLICO ENROLAMIENTO

tales. Todo ello ha de hacerse para que un número suficiente de personas que hemos tratado en los capítulos 4 y 7 desde el punto de visea de los
tenga suficiente tiempo para la política y la administración. Asimismo, presupuestos socio-estructurales de la diferenciación dinámica de un sis-
tiene que ser posible liberar a esras personas para un trabajo aparente- tema político. Y de hecho, el que la sociedad haya aprendido a vivir en
mente improductivo. El público debe aprender que la asunción de roles un orden funcionalmente diferenciado es, asimismo, el presupuesto más
político-administrativos distancia socialmente, que esra interrumpe los general y esencial del enrolamiento de roles especiales político-adminis-
vínculos normales de la convivencia. Y debe aprender así que, en el po· trativos a partir del público.
der político o en las oficinas burocráticas, no se puede intervenir a pro·
pósito de obligaciones que, en cada caso, son particulares -familiares
o de amistad-, ni tampoco a colación de una igualdad de creencias o
de experiencia vital. Se requiere, pues, la disponibilidad para «entregar
a sus hijos»15 • En definitiva, estas mismas actitudes, que hacen rolerable
para el individuo una movilidad de los roles y carreras, deben ser apren-
didas y ampliadas 16 • Estas consideraciones nos conducen de nuevo a lo

15. También desde este punto de vi~ta, el «atraso» de los países en ví:ts de desarrollo es
una ilusrración de lo que viene exigido en órdenes sociales funcionalmenre diferenciados con
mayor fuerza y de lo que debe funcionar cuando ha de sobrepasarse un determinado umbra l
de desarrollo. En los países en vías de desarrollo, las costumbres del traro socia l «narural» lle-
gan frecuentemente lejos en su pe netración en la política )' la administración, de ral manera
que se ve como algo por comp leto normal el que se espere de los funcionarios gratitud por
obsequios recibidos o preferencia para los parientes. Una actirud diferente se encontraría
con menor comprensión por parte del público -en la medida en que no está «occidental i-
zado,,- incluso entre quienes no sacarían provecho en ese caso particubr. Lo que observa-
dores occidentales caracterizan, inadecuadamente, como corrupción y nepmismo, está en la
base de potentes instituciones de la convivencia natural de las personas. Estas instituciones
necesitan haberse ganado primero un público antes de que pueda separarse el enrolamien-
to para los roles político-administrativos. Como prueba~ tomadas de la extensa bibliografía,
cf., por ejemplo, W. O. Reeve, Public Administration in Siam, Nueva York/Londres, 1951,
p. 61; L. A. Fallers, Ban/11 Bureaucracy: A Cent11ry o( Politica/ Evolutio11 among the Basoga
o( Uganda, Chicago/Londres, 1 1965; M. Berger, B11reaucracy and Society in Modem Egypt:
A Study o( the Higher Civil Service, Princeton (NJ), 1957, pp. l 16 s.; Fr. W. Riggs, The Eco -
/ogy o( Public Administration, Londres, 1961, pp. 49, J 10, J36 ss. y passim; B. F. Hoselit1.,
«Levcls oí Economic Performance and Bureaucraric Srructures», en J. LaPalombara (ed.), Bu-
reaucracy a11d Politica/ Developrnent, Princeron (NJ), 1963, pp. 168-198 (19 J); J. D. Kings-
ley, «Bureaucracy and Polirical Developmenr with Particular Reference to Nigeria», en
ibid., pp. 301 -317 (306); R. Braibanti, «Public Bureaucracr and Judiciary in Pakisran»,
e n ibid. , pp. 360-440 (388 ss.); L. A. Zurcher, Jr., A. Meadow y S. L. Zu rcher, «Value Orien-
tation, Role Conflict and Alienarion From Work: A Cross-Cultural Study»: American Soáo-
/ogical Review 30 (1965), 539-548.
16. A este respecto, hay multitud de publicaciones. Como ejemplos, \'éase, por ejemplo,
C. W. Mil ls,Me11sche11 im Bii,.o, Colonia/Dcutz, 1955; N. H. Martín y A. L. Srrauss, «Parrerns
oí Mobility Wirhin Industrial Orgamz:nions»: The Journal o( Business 19 (195 6), 10 l-11 O;
P. M. Blau, «Social Mobility and Interpersonal Relarions•: American Sociological Review 21
(1956), 290-295; O. E. Super, The Psychology o(Careers, Nueva York, 1957; R. Presthus,
The Organizatio11al Society: An Analysis anda Theory, Nueva York, 1962; Ph. Fellin
y E. Litwak, • Ncighborhood Cohesion Under Co ndirions of Mobiliry»: American Socio-
l<>gical Review 28 ( 1963), 364-376; Fr. H. Go ldner, «Oemo.tion in lndusrrial Manage·
menr»: American Sociological Review 30 (1965), 71 4-724; M. Abrahamson, «Cosmopo·
liranism, Dependence-ldentification and Geographic Mobiliry»: Administrative Science
Quarterly 10 (1965), 98-106.

348 349
OP I NIÓN PÚBLICA

mún posesión no pueden ser presupuestas en el público, como si de la


opinión pública pudiyran esperarse resultados, esto es, una acción simi-
lar a la de un órgano:'Si se quiere mantener la noción de la esfera pública
como de una instancia crítica, se la debe presentar mediante una organi-
zación u organizaciones2, porque no es la esfera pública no estructurada,
27 sino solo los sistemas los que pueden, en condiciones de alta comp leji-
dad, dar como rendimiento una crítica con sentido y una efectiva ilus-
OPINTÓN PÚBUCA tración3. Esta concepción, sin embargo, corre el riesgo de no poder ya
delimitar el fenómeno de la opinión pública respecto de la elaboración
organizada de la información. Y a esto último estaríamos autorizados a
decidirnos solamente si quedase garantizado que, efectivamente, no hay
ninguna otra función de la opinión pública aparte de la de caja de reso-
nancia crítica para la acción político-administrativa. ·.
Tgualmente problemática es la tendencia contrapuesta a extender el
concepto a todos los puntos de vista y actitudes influidos por la psicología
de grupos, o en todo caso, a los considerados por los políticos y los órga-
El sistema político de una sociedad fuertemente diferenciada queda diná- nos esratales 4 • Sin esta última restricción, e l concepto pierde todo contor-
micamente diferenciada en el nivel de los roles y de los problemas, y ob- no, dado que todos los puntos de vista y las actitudes están socialmente
tiene con ello, su particular estructura. Este proceder, y los problemas codeterminadas. Mediante la restricción, en cambio, la opinión pública
que cle él resultan, lo hemos puesto en primer plano en las consideraci~- se convierte en un mero momento de la elaboración político-adminis-
nes que hemos hecho hasta el momento. Sin embargo, no codas las exi- trativa de la información, y queda abierto por qué ha de ser tenida en
gencias funcionales ni todas las condiciones de continuidad se dejan fi¡ar consideración en absoluto.
en este nivel de sentido. No todos los problemas se prestan a ser solucio- Ante estas controversias, apenas cabe esperar que ocuparnos con el
nados a través de la formación de roles y la atenuación de los problemas objeto «opinión pública», con la historia de este concepto o con los mé-
que vienen como consecuencia de una determínada formación de roles. todos y resultados de la demoscopia vaya a llevarnos más lejos o a arrojar
' En definitiva, la formación de roles es solo una posibilidad entre muchas una concepción que pueda utilizarse. Una precisión es posible únicamente
para combinar sentido y expectativas de comportamiemo. El proceso de con la ayuda de un marco de referencia conceptual que fije la teoría y los
comunicación mediante el que los sistemas sociales reducen complejidad conceptos con los que pueda quedar definido el concepto de opinión pú-
necesita de mucha más orientación que la que los roles, por sí solos, son blica y resulte aclarado en su función . AJ mismo tiempo, es una piedra de
capaces de proporcionar. El tema de la opinión pública, con el que nos en- coque para los intentos teóricos de tipo más general el que alberguen en
contramos ahora, y sobre todo la teoría del poder, que enlazará con esce sí una posibilidad de valorar debidamente lo que debe presumirse como
capítulo•, no se dejan dominar con la sola ayuda del concepto de rol. contenido objetivo tras el concepto tradicional de opinión pública.
El concepto de opinión pública no se refiere hoy a ningún estado
de cosas unívocamente definible y unánimemente reconocido. La antigua
Demokratie, T11binga, 1957) querría, en principio, restablecer el anriguo concepto liberal
concepción liberal de la esfera pública política como medio de la Ilustra- de opinión pública. .•
ción y del control crítico de la acción estatal por parce de personas pnva- 2. En esre senrido es como cree Habermas que puede mantenerse la nocaon de una
das apenas encuentra partidarios•. Tanta actividad y tanta razón en co- «esfera pública crítica». Cf. Stmkturwandel der Óffentlichkeit. U11tersttchunge11 zu einer
Kategorie der bürgerlichen Gesellscha~, Neuwied, 1962.
3. Cf., en este sentido, también N. Luhmann, «Soziologischc Aufklarung»: Soziale
Welt 18 (1967), 97-123 [«La Ilustración sociológica», en La i/ustraci611 sociológica y otros
• La reoría del poder aquí anunciada presumiblemente no llegó a escribirse [N. del E.].
emayos, trad. de H. A. Murena, Sur, Buenos Aires, 1973]. . . .
l. Con rodo, ocurre rambién lo siguiente, a saber, que el antiguo concepco liberal 4. Así, por ejemplo, P. R. Hofstauer, Die Psychologie der of(ent/1chen Mem,mg, V,c-
es mantenido y, en cambio, se anotan únicamente alteraciones en los medios de expresión na, 1949; G. Schmidtchen, Die befragte Nation.· Úber den Einf/11/I der Meimmgs(orschu11g
e influjo. Es el caso, por ejemplo, de H. Krüger, Allgemein~ Staatslehre, Sruttgart, 1964, auf die Politik, Fráncfort d.M./Hamburgo, 1965, p. 337; V. O. Key, J(., Public Opinion and
pp. 437 ss. La consecuencia, naturalmenre, es que las relaciones actuales, con este cn~e- American Democracy, Nueva York, 1961, p. 14.
rio, quedan mal delimitadas. También W. Hennis (Meimmgs(orschu11g tmd repriisentative

351
350
PÚB L I C O OP I N I Ó N PUBll C A

Si se parte del concepto fundamental de una teoría funcional-estruc- tico, la institucionalización lleva a que el consenso pueda ser esperado
tural del sistema social, y en especial del sistema político, entonces resulta como normal sin mayor prueba y, sobre todo, sin conocimiento de la
obvio que no se determine la opinión pública como un agregado de carac- peculiaridad personal del compañero. Y lleva, asimismo, a q ue no solo
terísticas de personas individuales, susceptibles de ser preguntadas en una la elección de los temas y el punto de vista, sino también la expectativa de
consulta. Esto es, resulta obvio que no se determine la opinión pública de consenso quede socialmente cubierta. Quien permanece e n el marco
una manera óntjco-cualitativa sino que se la conciba a partir de su fun- de estos temas y puntos de vista puede estar seguro de no haberse com-
ción para el proceso de comunicación interhumano. La comunicación in- portado erróneamente aunque uno u otro le contradigan. Q uien tiene
terhumana es, en último término, siempre un comportamiento humano otra opin ión, tiene una presunció n e n su contra. Debe, cuando menos,
simple, a saber, la transmisión de signos con sentido; y por consiguiente toma r la iniciativa, debe exponer su punto de visea expresamente y de ma-
está limitada en su potencial de cornplejidad:1 Todas las técn icas ingeniosas nera comprensible en sus detalles. Y e n todo caso, debe fundame ntar.
para preparar, faci litar técnicamente y reproducir el proceso de media- Mientras, al contrario, resulta característico de los cernas y pu neos de vista
ción no ayudan a que, en un periodo de tiempo limitado, se transmitan institucionalizados justamente el que no precisan ser elaborados y fun-
expresamente solo unos pocos signos y que puedan ser convertidos en damentados sino que pueden quedar presupuestos 6 •
objeto de una vivencia común y consciente. La pregunta, por tanto, es: Esto se relaciona con el hecho de que la discrepancia viene atribuida
<cómo se llega a la selección de estos pocos signos a partir de la totalidad personalmente y debe responderse de ella. Es decir, fuerza a una exposi-
de signos posibles y de las combinaciones de estos que vienen dispuestas ción de sí y a un compromiso, mientras que quien nada a favor de la co-
por el lenguaje? rriente no destaca. No rara vez, ya esta distribución de la iniciativa, de
No se necesita una única respuesta y no puede haberla. Sin duda, la carga de tener que fundamentar y de la visibilidad personal impiden la
las estructuras de In personalidad y los mecanismos intrapsíquicos para transmisión de contenidos de sentido iITTesperados. Un avance como este
su mantenimiento y defensa desempeñan un importante papel, que no presupone, asimismo, una especial presión de motivos. Además, la insti-
podemos tomar en consideración dentro del marco de una investiga- tucionalización de temas apropiados y p untos de vista posibles está muy
ción sociológica. Igualmente, es seguro que el orden social coma parte frecuentemenre ligada a una normativización en el sentido de que lasco-
en la preselección de un repertorio más restringido de temas posibles. municaciones correspondientes son también requeridas y este requeri-
El que varias personas caigan, o no, en la cuenta de los mismos temas miento se prosigue también con un comportamiento que lo contradice.
es algo no puede quedar exclusivamente confiado a los procesos intrap- Quien discrepa, se ve entonces no solamente perjudicado en lo que toca al
síquicos y que, desde un pu nto de vista social, no puede confiarse al reparto de cargas sino que además ha de esperar sanciones: es rechazado,
azar. Para poder proseguir las relaciones comunicativas durante un pe- es objeto de burlas, es despreciado y deja de ser escuchado.
riodo de tiempo (y esto es un presupuesto de toda transmisión comple- Esta institucionalización de temas no ha de ser vista sin más en el sen-
ja de sentido) debe alcanzarse, al menos, un acuerdo sobre la elección y tido de la antigua teoría de las instituciones. Es decir, no debe verse como
la continua variación del tema; y para ello debe imperar un mínimo de una coerción al comportamiento exte rna, de la sociedad y, en el mejor de
consenso en los puntos de vista. Este consenso sobre temas y puntos los casos, interiorizada psicológicamente. No ha de ser visea simplemen-
de vista aceptables no puede ser creado en la misma situación. Ha de te corno «presión de la opinión pública». La medida en que este tipo de
poder quedar presupuesto en forma rudimentaria, en todo caso, para inscicucionalizaciones queda reforzada con sanciones y se imponen como
que la comunicación pueda empezar; y dicho consenso puede entonces motivos es completamente variable. Básicamente, resulta car.acterístico
ser puesto a prueba med iante la comunicación, se lo puede restringir o de la opinión pública en el sentido de la teoría liberal-y también en el de
ampliar, puede extenderse a temas arriesgados o íntimos en la medida la actual concepción liberal-democrática- el que e n modo alguno precise
en que nos vamos conociendo5. ser una opinión uniforme sino que, precisamente, también le ofrezca
Como toda expectativa social, estos temas de la comunicación tam - un buen número de oportunidades a quien quiera cristalizarse y hacerse
bién pueden ser institucionalizados. Más allá del consenso puramente fác - visible en contra de la corriente, con la sola condición de que se pueda

5. Como intento de probar experimentalmente este tipo de premisas de la comunica- 6. En esre se,;tido, la antigua concepción liberal de que la opin ión púb lica es una o pi -
ción, nornrnlmenrc no comunicables conjuntamente con la comun icación, cf. H. Garfinkel, nión siempre fundamentada es correcta en un sentido distinto, por cuan ro puede ser rratada
,,Srudies o( the Rourine Grounds o( Everyday Acriviries»: Soc,al Problems 11 (1964), 225-250. C()mo opinión fundamentada y, por consiguiente, no precisa ya ser fundamen tada.

352 353
PÚBLICO
OPINIÓN PUBLICA

detener en algún momento7 • La función de las inst itucionalizaciones de bilidad de otras opiniones, que sea tomada en serio. Pero por sí misma
los ternas y la medida en que esta función queda cumplida no pueden ser no es motivo suficiente para renunciar a temas y puntos de vista. Un en-
leídas solamente, ni inmediatamente, en el grado de conformidad entre tendimiento razonable acerca de que una determi nada opinión es mejor
las elecciones de temas y los puntos de vista. La institucionalización de te- que otra se tiene por posible y dicha posibilidad, sin embargo, no está ya
mas está al servicio de la reducción de complejidad. Permite partir del he- fundada por el ser del objeto referido sino, más bien, por la natura leza
cho de que la elección de temas y sus premisas quedan cubiertas a través de determinadas capacidades humanas. La posesión de estas capacidades
del consenso. Esta es, por tanto, necesaria, pues toda comunicación debe vale como condición para ser admitido en la sociedad y para la discusión
presuponer unas premisas consentidas para garantizar su carácter selecti- pública de asuntos políticos.
vo; e incluso las discrepancias únicamente pueden ser transmitidas en un Evidentemente, el gobierno político nunca se había dejado fundar ex-
mundo intersubjecivamente constituido de cosas, acontecimientos, temas, clusivamente, o primariamente, en la d iscusión, pues la disposición moral
símbolos, valores, que, por lo demás, permanecen intactos. En todo ello, de responder ante la razón y de adaptarse a ella no puede suponerse. A
el concepto de la premisa correlaciona con el de la institucionalización. lo largo de la Modernidad, se agudizan y profundizan los conflictos de la
Así como no todo puede convertirse en tema al mismo tiempo sino que sociedad, primero de tipo religioso y luego de tipo económico y social.
cada elección de temas tiene premisas que no pueden ser cotematizadas, Con ello, las oportunidades de consenso quedan puestas en cuestión más
así tampoco todo consenso necesario como modus vivendi puede ser pro- allá de los juegos teóricos del escepticismo antiguo, de tal manera que
blematizado de una sola vez y afirmado a través de la comunicación, sino queda amenazada la unidad de la sociedad, convirtiéndose, con ello, en un
que debe quedar cubierto por la institucionalización. Ni el uso como pre- problema político. Con el objeto, si no de resolver este conflicto, sí cuan-
misas impide la tematización de una noción en el momento posterior ni to menos de poder mantenerlo dentro de unos límites tolerables, el siste-
tampoco el carácter de una institución impide que la cuestión del consen- ma político queda dinámicamente diferenciado de la sociedad y es incre-
so quede planteada expresamente. Cualquier giro de este tipo presupone mentado en su capacidad de rendimiento en dirección a una novedosa
premisas e institucionalizaciones como medio para su ejecución. Y siem- complejidad y autonomía. Sin embargo, puesto que el sistema político
pre cuesta tiempo y por ello fuerza a renunciar a otras comunicaciones. debe absorber conflictos políticos, tanto menos puede aún confiarse en
En esta función de engrosar el rendimiento de orden del lenguaje, de las oportunidades de consenso de la sociedad. La moral y la razón de la
estructurar las oportunidades de consenso y de reducir la complejidad, sociedad no pueden ser ya ratio status .
las institucionalizaciones de temas son un fenómeno universal de la con- . Mediante este proceso de la diferenciación dinámica, el problema de
vivencia h umana. Se hacen necesarias tan pronto como la convivencia no la legitimidad y del control del gobierno se agudiza de una manera nue-
queda ya determinada exclusivamente por la naturaleza sino, más allá va. Sin embargo, dicho problema no puede ser resuelto mediante la opi-
de ella, también por el lenguaje. nión pública. Este intento de la teoría liberal del Estado y de la sociedad
No obstante, en un primer momento, las instituciones, y el lenguaje de afirmar la opinión publica, en un nuevo sentido, como poder supremo
mismos, son concebidas como iguales a la naturaleta, son vi ven ciadas en y como instancia última, mediante la cual el Estado se vuelve racional, es
los entes como naturaleza de la cosa y tenidas por susceptibles de ser ver- algo que, en esta sociedad diferenciada, solo puede ser ideología. Esto es,
daderas. De esta manera, el consenso no se hace problemático en tanto solo puede ser una construcción intelecrual con cuya ayuda quedan gene-
convención sino como vivencia correcta. Ya en el pensamiento amiguo ralizados determinados intereses de la burguesía y son impuestos frente a
se aísla un ámbito particular problemático respecto del consenso, el del las clases dominantes, una construcción intelectual que, sin embargo, fra-
mero opinar, donde, a través del diálogo público, deben explicitarse las casa en el intento de defender a la burguesía frente a las clases inferiores.
premisas comunes y donde primero han de elaborarse los consensos. For- Si se investiga el fracaso de esta teoría liberal con mayor precisión, se
ma parte del opinar que se tenga conjuntamente conciencia de la posi- hace visible que dicha teoría sobrevalora las posibilidades de comunica-
ción dadas en la sociedad; y lo hace en las tres dimensiones: la objetiva,
la temporal y la social (y correspondientemente, había infravalorado la
7. La antigua ceoría de la opinión pública, deb ido a su concepro insuficiente de
institución -concebido sirnplemenre en un sentido estructural- , debía orieucarsc como necesidad de institucionalización y organización). El error residía en
contraria a la tradición, la autoridad y la forma fijada. Por ello no podía ver cuál es su una evaluación errónea del problema de la complejidad. Si lo corregimos,
propia función, a saber, justamence la de la institucionalización de los temas. conservaremos el punto de partida de una teoría sociológicamente apro-
8. Sobre esto, cf. supra, pp. 67 s. vechable de la función y modos funcionales de la opinión pública:

354 355
PÚBLICO OPINIÓN PÚBLI C A

Objetivamente, la opinión pública venía sobreexigida por la expecra- a la situación perrenece a la institucionalización de la opinión pública.
tiva de decisiones o de comunicaciones similares a decisiones. Debía pro- Dejar en el anonimato es legítimo.
porcionar a la política los resu ltados de un proceso de comunicación Discutir hasta llegar a un acuerdo acerca del horizonte común de la
clarificador, dehía poder repartir instrucciones. Cuanto menos, algunos vivencia, el «mundo de la vida» de Husserl, y fijarlo, sería, entonces, igual-
roles de comunicación especiales, con una función representativa, debían mente una empresa sin perspectivas de éxito. Dicho horizonte requiere
estar en disposición de comunicar la opinión pública sobre determina- un estilo propio de confirmación consensual, quizá mediante un dejar en
das cuestiones como siendo de un cierto modo y no de otro, después de suspenso, mediante el tono amable o a través de la respetuosa conside-
que sus portadores, los diputados, los periódicos, etc., hubieran infor- ración de la esfera de los otros. Ante este horizonte, se identifican en -
mado correspondientemente. En codo ello, se desconocían los límites de tonces objetos posibles de consenso o disenso temático y son puestos en
la capacidad de fijación temática del consenso 9 • Un orden social precisa movimiento. El cambio de remas y opiniones de la opinión pública se
continuamente de más consenso del que puede poner en temas y hacer hace posible como un cambio ordenado ante un trasfondo constituido
manifiesto mediante pronunciamientos responsables que vinculan al in- de otro modo; y puede ser mantenido en movimiento para la satisfacción
dividuo.1El consenso tiene una función operativa, que es justamente la cambiante de todos, siempre y cuando rodos renuncien a enzarzarse con
de un horizonte del comportamiento comunicativo que no está fijado el otro con verdades de ouestra propia cosecha.
con precisión, la de aceptación de un previo estar de acuerdo sobre la De lo anterior se sigue que también la fijación temf,oral de las opinio-
mayor parte de los temas; y dirige, con ello, la selección de los contenidos nes de la opinión pública ha de ser un problema. La teoría liberal había
apropiados de la comunicación sin que el participante corra el riesgo de creído a la opinión pública capaz de tener buenos motivos. Había recono-
una puesta a prueba en serio de su acuerdo ni tampoco el de una toma cido, ciertamente, su fluctuar inestable y le había atribuido el progresivo
de postura personalmente vinculante. descubrimiento de puntos de vista siempre nuevos. Sin embargo, en lo
Cuanto más intensamente se diferencie el orden social, tanto más fundamental, no había podido resolver el problema de cómo haya de
necesario se hará dejar pendiente la cuestión del consenso en todos los ganarse una forma fija a partir de este proceso tornasolado del cambio
temas más fundamentales -particularmente en las premisas de valor y en incesante. Sobre todo, lo que falta es una comprensión de la función de
las preferencias personales- y arreglárselas con acuerdos pasajeros y prag- precisamente este fluctuar. Todo establecimiento invariable de sentido,
máticos. Un consenso operativo es suficiente, queda determinado en al- como verdad, como opinión fundada, como norma o como valor, al que
gunos temas y en los demás es empleado como un ficticio fundamento debamos atenernos con firmeza, es un rendimiento intencional que re-
de la acción respecto del cual hay un acuerdo tácito de que es mejor no quiere atención y motivación, y que compromete unas fuerzas corres-
ponerlo a prueba. La opinión pública consiste, por consiguiente, en una pondientes de manera tal que fácilmente puede esto hacerse inoportuno
parte esencial, en contenidos de sentido empleados solo de manera im- en un mundo cambiante y móvil. Si la opinión pública ha de cumplir su
plícita, en horizontes de la comunicación que no pueden convertirse en función de preselección de temas posibles en una sociedad diferenciada y
tema de una comunicación o de un programa de decisión formulado con un alto grado de movimiento en los contactos, entonces no le está
en modo alguno; todo ello sin que deba plantearse la alternativa entre permitido condensarse en verdades o valores fijos. Presuponiendo csros
consenso o disenso ni decidirse sobre ella con una gravedad innecesaria puntos de vista, ha de poder variar sus temas.
y posiblemente de consecuencias funestas. Por consiguiente, la opinión La variabi lidad no sign ifica, en modo alguno, caos o desorientación.
pública permanece anónima. No resulta personalmente individualizada La alternativa entre continuidad o transformación no se plantea nunca de
y mucho menos fijada en determinados contactos cara a cara. Y tal in- forma absoluta. La opinión pública de sociedades móviles encuentra solu-
dividualización no puede plantearse como un proyecto ni tampoco exi- ciones intermedias; sobre todo, dándole una limitada esperanza de vida a
gida. La institucionalización de esta indeterminación personal y relativa los temas políticos'º · La unificación de Europa, la nueva constitución de

1O. Lo susceptibilidad de la opinión pública para cansarse, y la consiguiente presión


9. Por lo demás, se comete el mismo error en la demoscopia, por cuanto seleccio- para cerrar asunros, ha sido referida por primer.a ,,ez, hasta donde yo sé, por G. W. All-
na tomas de postura forzadas y cree que, con ello, puede llegar a un juicio sobre la medi - port y J. M. Faden, «Thc Psychology oí Newspapers: Five Tentative Laws»: Public Opi-
da de acuerdo o desacuerdo entre las personas. Cf., a este respecro, las observaciones es- 11io11 Quarterly 4 (1940), 687-703 (702 s.). Acaban de perfilar su tesis cuando llegan a
cépticas de F. Zwcig, «A Nore on Public Opinion Rcscarch in Social Studies»: Kyklos 10 decir que, con la intensidad de los sentimientos que toman parte, crece al mismo tiempo
(1957), 147-155. la presión para cerrar los asunros.

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PUBLICO OPIN I ÓN PUBL I CA

Estados satélites o de universidades, parques naturales, la reunificación todo riesgo; y puede ser empleado también para ataviar ocasiones ce-
de Alemania, la depuración de los gases de combustión, la reforma del remonia les o pa ra rellenar pausas en la conversació n. Puede ocurrir
ajuste financiero, la seguridad en el automóvil, los planes de educación, que un hablante no encuentre el momento a t iempo y siga hablando
la participación de los trabajadores en la empresa, la vacunación contra la sobre remas ya muertos, mostrándose así como alguien anticuado q ue
poliomelicis, etc., todos ellos son remas que rienen una hbtoria vital rípi- no está ya a la altura de los tiempos. Quien estaba identificado con el
ca más o menos larga. Deben ser inventados, vegetan frecuentemente du- tema debe ahora aceptar soluciones a pare ntes. Q uien quiera resolver el
rante un tiempo largo hasta que han reunido la fuerza necesaria para una problema mismo deberá observar y buscar un nuevo tema que pueda
carrera política y ha llegado al momento oporruno para ello. En este es- enganchar con su problema.
tadio, pueden aún ser controlados por parte de los gobernantes, pueden Dado que, en todo momento, se ha llegado a una multiplicidad de
ser rechazados o redirigidos. Luego alcanzan rápidamente el punto culmi- Lemas que están con vida y en diversas fases de su carrera, hay siempre
nante de poder persuasivo en el que arrollan numerosas resistencias, en el ocupación para todo tipo de dores políticas, en el público y en la po-
que son inmunes a los reparos y en el que deben ser acomodados en los lítica profesional, para descubridores, promotores, aurorizadores y
programas de la admi nistración. Sus oponentes deben contentarse ahora personas que repiten literalmente. Pueden elegir diversos roles, según
con una táctica dilatoria, puesto que el tema, como cal tema, no está ya las dotes, la preferencia personal o según lo que tengan que ganar o
para ser reprimido. Pasado alg(m tiempo, se hacen visibles los primeros perder_ Por lo demás, a través de la observación precisa de la historia
fe nómenos de cansancio. Uno puede, y debe, pronuncinrse de mnnera de los remas, y solo de este modo, cabe descubrir los temas en los que
más disranciada respecto del rema y ha de incorporar los problemas se puede arriesgar, nadar contra la corriente y destacar, o bien, qui zás,
de este tema a su exposición. Pronco pierden su fuerza de difusión y se empezar un tema nuevo en medio del remolino que está surgiendo.
petrifican en símbolos a los que se les muestra el respeto debido en et En todo ello, ha de prestarse atención a las combinaciones de roles con
discurso; o bien se marc hitan y desaparecen de la discusión. Los temas sentido, y sobre todo a la adecuación co n el estatus, a saber: los jóve-
muertos y entumecidos están más muertos que los que no han nacido, nes que repiten literalmente no están cualificados para grandes carre-
puesto que su historia bloquea su renovación. Si no han resuelto su pro- ras; los presidentes de Estado no deben adentrarse en otros terrenos
blema, este debe renacer como un rema nuevo. para descubrir nuevos temas. El mandato común para Lodos los polí-
Un número li mitado de este tipo de temas, superpuestos en o leadas ticos es, por lo demás, el de que se mantenga n al d ía respecto de los
más o menos largas, estructura la discusión política en cada momento. temas sobre los que hablan, de tal manera que no se presenten como
Las posibi lidades de comunicación con sentido resultan del estado de descubridores de un rema que ya ha pasado su cénit o que presupon-
desarrollo que en ese momento tiene un tema. Las novedades, en es- gan como conocido o asegurado un tema que aún no ha sido in tro-
pecial las que acuñan un símbolo, las novedades verbales, son premia- ducido de ningu na manera. En esa medida, están todos ellos sujetos
das en gran medida. Q u ien tenga éxito con una novedad podrá hacer a la opinión pública. El destino común de codos los políticos es, asi-
carrera fu lgurante con su tema durante un tiempo. Por otro lado, el mismo, el de que no pueden identificarse con un solo rema de manera
riesgo que corre es visible, en especial cuando desvela su tema dema- excl usiva si n que, con ello, el destino de ese rema se convierta en su
siado pronto (demasiado pronto para una carrera del tema o para su propio destino; y es su destino común también el de que, en la medida
propia carrera). Asunto distinto es el de reconocer remas ya nacidos y en que se especializan en los roles, específicos a cada fase, de descubri-
se fialarse como su p ro moror, lo que funcio na por sí mismo. No rnra vez dor, promotor, etc., han de cambiar, en esa misma medida, sus temas
los promotores le arrebatan a los descubridores el terna de las manos. con rapidez.
Por otra parce, otras comunicaciones están al servicio de proporcio- Como ya se ha dicho, con una movilización de esta índole de la
narle a un tema «más seguro» la sanción de un mayor acuerdo y con- opinión pública no se crean, de ninguna manera, unas relaciones caóti-
firmación, o freciéndole, con ello, una amp lia repercusión -lo cual cas, sino que la co mplejidad objetiva de los temas queda reproducida
puede tener lugar más o menos puntualmente y, con ello, con mayor mediante la complejidad temporal de la situación de los temas. Para
o menor mérito-. Se comunica entonces que «también el general Mül- poder actuar, no solo ha de conocerse el sentido sino también la his-
ler está a favo r de la distribución de la píldora anticonceptiva». Si se toria y el estado actual de un tema. De manera correspondiente, se
ha impuesto el tema con la ayuda de este tipo de autorizaciones, enton- incrementan las exigencias de o rientación. No se puede ya actua r de
ces también puede ser citado sin peligro por pane de quienes recelan de manera adecuada sobre la base de unas opiniones correctamente for-

358 359
PUBLICO
OPINIÓ N PÚBLICA

madas sino solo sobre la base de una información constante. No solo nalización de temas se hace más eficiente. A pesar de la multiplicación
es imposible alcanzar una información comprehensiva en los roles co- de las posibilidades de crear problemas políticos, esta institucionaliza-
munes de la sociedad -como por ejemplo el de «ciudadano»- sino ción puede seguir estructurando las oportunidades de comunicación y
que tampoco es posible lograr una información constante. Por con- puede seguir condensándolas en forma de modelos de comportamien-
siguiente, y con la excepción de algunas convicciones extendidas de to capaces de consenso. Todo ello podrá darse a condición de que la
modo general y que son relativamente fijas en el tiempo, no hay ya opinión pública se reestructure de manera correspondiente, esto es, si,
opinión pública relevante del conjunto de la sociedad, relevance para desde los motivos y valores universalmente válidos, pasa a quedar em-
codos los rol~s del individuo y que el sistema político pudiera reflejar plazada en problemas e intereses, si es vincu lada a temas móviles y
críticamente.. En este sentido, es asimismo necesaria una corrección queda especializada en el sistema político.
de la teoría liberal desde un punto de vista social, en relación al porta-
dor de la opinión pública. La opinión pública queda aprehendida por
la tendencia a la diferenciación funcional de la sociedad y, en su sector
político, queda diferenciada dinámicamente junto con el sistema po-
lítico. Esto no quiere decir que ahora solo los políticos profesionales
puedan vivenciar la opinión pública y en modo alguno significa que
solo ellos puedan crearla. También los roles del público pertenecen al
sistema político. Y continuamente se presenta el hecho de que perso-
nas privadas pueden crear temas a los que son afectos y pueden intro-
ducirlos en la política. Así, los «planes de educación» y los «parques
naturales» le deben un impulso decisivo y resonancia política a Helmut
Becker, en el primer caso, y al comerciante de Hamburgo, Top fer, en el
segundo. Y solo así numerosas asociaciones de intereses logran hinchar
sus temas de tal manera q ue ya no puedan seguir siendo ignorados. Con
todo, esca creación y desarrollo de temas se lleva a cabo siempre en el
ámbito de la comunicación específicamente política (y no, por ejem-
plo, en la bolsa, en el aula o en la iglesia). La elección y tratamiento de
los temas presupone, en otras palabras, el horizonte más restringido
del sistema político, en la medida en que los remas deben tornar un
carácter político. En último término, es cuestión, en todo ello, de la
politización de problemas; y los conocimientos y habilidades necesa-
rios para esto solo pueden obtenerse, con el necesario grado de con-
densación, dentro del contexto de la comunicación específicamente
política.
Por consiguiente, podemos establecer una serie de características
de la opinión pública política que habían quedado desatendidas en la
teoría liberal del Estado y de la sociedad, a saber: la separación objeti-
va entre horizonte y temas, con problemáticas de consenso diferentes
en cada caso, con diferente movilización de los temas y especificación
de estos; y todo ello según el criterio de las exigencias y condiciones del
sistema político de cornunicación dinámicamente diferenciado con-
forñ1e a roles. De este modo, el potencial de com plejidad de la opinión
pública puede, al parecer, ser incrementado y adaptado a lo que resulta
exigible en una sociedad funcionalmente diferenciada. La institucio-

360 361
ÍNDICE ANALÍTICO

acción, cienci~ ele la: 17s., 2 4 b:tncos centrales: 243


:m:,ón polínc.1: 214ss. broma: 166
admini,rración: U J ss.
- , apoyo en el entorno ele l..1: 150 c.aheza de fan11li,1: 63ss.
- , JU{OllOmía de la: 148,. c:íkulo de costes: 175
- , auronomía temporal de la: 158ss. cambio de gobierno: H5
- como carga o como s.uisfocción: 319 cap.1cidJd de ap rendizaje político: 24 2, 260s.
- , diferenciación del entorno de l.1: 149s. cargo honorífico: .l l Oss.
- / empresas de prestación de servicio\: c.ir1sma: 273 n. 7
305s~. cic lo de mfluenc,a (v. rb. elm.:1.ciún domi-
-, expo\lción hacia fucr,1 de la: 171s. nante de la comunic...1ción): J 2 lss.
- , Íunci6n de la: 132 ciencia de los .rn álisis electora les: 293 11. 10
- , 1urisd1cción de la: 314 ciencia polínca: 15ss.
- / personal: J 57,. ci11d:1dcs-Estado, 339
- / público: 157, 304ss. civ1l1zac1ón (proceso): 72
- , racionalidad de la: l 73ss. cliente~: 305s.
- , s1wació n del entorno de la: 14 8s. coerción / con~en~o: 86),.
- , valoración negativa de la: 112s. coerción de e\tilo: 122, 290~.• 305
- , visib il idad pública ele la: 210 comhina~ioncs per~onales de role\: 67,
adm1111scración mtenemora / .1dm1111strJ· 138, 279
ción distriburiva: 201 compete ncia (Ko11k11rrenz}: 245
Jmor: 66~s. comple11d.id
apO)O político: 212ss., 221, 293, 332 - del mundo: 205,., 30
- / cn rol.mti ento político: 338ss. - , desnivel de: 271 s.
- , roles para el: 34 1 - ~ocial: 3 1ss.
.1probación pol ítica: 293 comunicación: 16J)s., J50ss.
arriba,/aba10 (v. tb. Jerarquía): 105 comunicación política informal: JJOss.
asociaciones d e inrcreses: l 96ss., 276ss. concep tos jurídicos: 176 n. 6, 182
,1tracuvo de los cargos políticm: 343 condición de miembro: 142, 145ss.
aurocxposición: 170 confi.1 nz.1: 327s.
,llltonomía: 95ss., l 23s., l 49ss., 176 consi,rc nc1a: l 75ss.
:iuroprogramación: 97, 99, J 76 - de la decisió n: l 74ss.
- de la ideología: 256

363
SOCIO L OG IA POL I TICA ÍNDICE ANALÍTICO

construcción del muro de Berlín: 93s. fin/ medio: I05ss. legi timidad / partidismo: 230ss. -, mulriparcidistas: 235ss., , 246s., 261
contactos con la administración: 306ss. fi nes: 18s., 109, 146 legi timidad / racional idad: 134 - , proporcionales: 247s., 325
contrato de Estado: 33 - del Estado: .lJ lenguaje: 67, 163ss., 249 n. 3S p;:itrocinio: 1S2s.
control social: 64, 66 - , función de los: 19 J ss. - po lítico: 221 permutación fines/ medios: 236ss.
cooptación: 310 formación de coaliciones: 246~. libertad: 290s. persona(s): 69ss., 115s.
cuantificación: 185 función del sistema político: 3 8ss. personalidades políticas: 272ss., 338, 344
funciona l-difuso: 52ss., 97,324 marxismo: 249ss. perspectivas incongruentes: 12
decisión vinculante: 38ss. funcional-específico: 52 mecanismos psíquicos: 292 perturbaciones: 201
democracia (v. tb. d1recci6n dominante de funcionario medios de comun icación de masas: 328s. pilarización: 324s.
la co municación): 83, 229 - , garanrfo legal del: 144 mercado de trabajo: 143 pi rámides de estatus: 7·1, 3 42
derecho narural: 54, 79 - , movilidad del: 143 métodos fu ncionales: 19 planificación política: J80s., 206
derechos humanos: 81 - , posesión de tierra del: 143,340 micropolítica: 45ss. plazas: 346
derechos reflexivos: 195 - , roles políticos colaterales de l: 152-153 modelo de burocracia (v. tb. desburocrari- plazos: 300
desarrollo económico: 265 fururo actual: 227ss. zación): 134 n. 6, 136ss. poder: 165, 210ss., 249ss.
desburocrarización: 201 motivo: 88ss. política
diferenciación del enromo: 123s., 149s. generalización, niveles de la: 1 15, 126, movilización polícica: 323ss. - / adm inistcación: 105ss., 1 lOss., 155s.,
diferenciación dinámica (Ausdi((ere11- 155, J57s. mov im ient<)s de mas:is: 212, 226s. 229s.
z1en111g): 1 19 gobierno: 5 l ss., 57ss., 6 lss., 73, 92,., 298 muerte, .1sesinaco del que tiene el poder: - / administración en sistem::is monopar-
diferenciación funcional: 65, 71 ss., 95s. govemment: 30, 44 n. 1, 80, 162, 287 258~.• 276 tidistas: 259s.
diferenciación sistémica: 95 grupos pequeños: 224s. multifuncional (11. funcio nal-difuso) - , autonomía de la: 270
dignidad y alteza personal: 147 mundo de la vida: 166 - / ciencia: 279ss.
dimensión objetiva: 126 horizonte: 3.56ss. - en otros sistemas sociales: 44ss.
dimensión social: 123, 149 necesidades: 32 - , func ión de la: 209ss.
ideología: 249ss. neurra lización políuca: 243 - , racional idad de la: 231ss.
dimensión temporal: 125, L58s.
igualdad ante la ley: 290 políticos, vida privada de los: 275
dirección dominante de la comu nicación:
imagen: 275ss. observ.u, observador: 327 ponderación de intereses: 320
121, 220s., 229, 296, 322
imperios: 339 opinion leader: 330ss. posesión de ti errns: 14]ss., 340
impersonalidad: l 39s., 171, 308ss. opinión pública: 350ss. positivación, positivización del derecho:
elección política: 27.5
imputabi lidad: 168, 17 1 - , anonimato de la: 357 8 Is .
electo r racional: 296, 332
indiscreciones: 23 9 - , wnccpción liberal de la: 350ss. - /positividad del de recho: 97
clccrores flotantes: 293 n. 10
ind ividualismo: 139, 274 - , relevancia en el conju nro ele la socie- preferencias cam biantes: 190
enajenación
in fl uencias no programadas: 183s. dad de la: 3S9s. premisas de la decisión: 1 66ss.
- en tre política y público: 239
in novaciones: 25 6 - , temas de la: 357ss. f)ressure gro11ps (v. asociacio nes de inte-
- emre público y administracicS n: 3 1O
mput / 011tpu t: 125s. oportunismo: 189s., 195s., 20Dss. reses)
ente nder: J7
instituciona lización: 88s. organización formal: 142s., 147 principio de rango: 146
Estado, como máquina: 78s.
- de remas: 352ss. problema de la seguridad: 143
Estado de derecho: 81 s.
inceraccionismo simbólico: 3 16 países en vías de des:trrollo: 72, 113, procedimiento: 315ss.
estado de n:nuraicza (status natura/is): 53
intereses económicos: 241 140 n. 21,180,196 n. 15, 2]4 11. 5, producció n / exposición: 22 1, 228
estatus social: 70s.
inte r~ecciones de sectores del enrorno: 152 240 n. 18, 265, 294s., 322, .141 n. 6 programación: l 75ss., 193s.
esre reoripos: 3 12
estructuras de sistema: 27s. pa rentesco: 57s., 111, 33 9 - , límites de la: 187
jnarquía: 58ss., 71 parquedad: 233 programas condicionales: l08ss., 178ss.
evitación de errores: 309 jerarquía social: 274
evo lución: 5 lss. parricipantc racional de la administra- - / programas de fines: 81, 109
justicia de clases (v. infl uencias no progra- ción: 305 programas de fines: 185ss.
excedentes disponibles: 65s. madas)
existencias que perduran/aco nteci mie n- partidismo / legirimidad: 2 17 protección monitoria: 195
tos: 227 partido: 2 12, 244ss. public relations: 309s.
koinonía politiké (v. lb. sociedad política): 76 público de la administración: 154s.
expresi,•o / instrumental: 222ss. - sistemas:
legislación: 98, J 18s. - , bipartidisras: 244ss.
familia: 54ss., 65ss. -, monopartidiscas: 2 16, 249ss., 335 racionalidad forma l-legal: 134 n. 6
- / aplicación del derecho: 1.82s.
federalismo: 302 -, monoparridistas versus s. multi - razón: 355
legitimación (v. tb. procedimiento): 90ss.,
fi losofía práctica: 17, 75, 78 pa rtidistas: 262s. razón de Estado: 79
133s.

364 365
SOC I OLOGIA POLÍT I CA

reducción de complejidad: 106, 111, 224 - , diferenciación dinámica del: 6 Jss.,


reducción de exigencias: 262 l l.9
reflexividad de los valores: 25 3s. - , fromeras ex teriores/interiores de l:
relaciones personales: 138ss. 120s.
religión: 66ss. - , función del: 36ss.
representación: 84, 321ss., 325 - / sociedad: 33ss.
responsabilidad personal, descarga de la: 88 socialización polirica: 34 J
rol(es): 67ss., 89, 115ss., 124 n. 12 sociedad mundial: 34 n. 6
- de apoyo/ r. de promoción: 332s. sociedad política: 33s.
- de convicción: 145 societas civilis (v. tb. sociedad política): 76
- de electo r: 332 sociología política: 15ss.
- de fines: 144ss. sondeos de opinión: 241
- de frontera, r. de comacco: 122, 197 statu quo: l 95
-de la adm inistración (v. tb. funcionario): superioridad (autoridad [Obrigke1t]): 297
150
- del público: 287ss. temas: 352s.
-, de la adminiscración: 289s., 304ss. - , car rera de: 357s.
-, de la polírica: 290 1eoría de la doble dirección: 132
-, diferenciación dinámica de los: teoría de la sociedad: 32
288ss. teoría de sistemas: 23ss.
- , diferenciación interna de los: 296ss. - / teoría de factores: l9
-, juridificación de los: 289 tiempo disponible: 125, 158ss.
-, observador como: 327ss. tribus (v. tb. parentesco}: 54ss.
- , diferenciación de los: 55ss., 138, 140, trueque: 90, 333ss.
153
- , incompatibilidad de los: 269 unidad de teoría y praxis: 253
- , principio de idencificación: 144s.
validez: 92, 94, 3 17
separación de poderes: 80ss. valores: J90ss., 243
síntomas de la voluntad de l elector: 24 l., - / programas: 193ss.
272 variedad: 99
sisrema analítico: 2Ss. vías de ascenso: 137, 339ss.
sistema político visibi lidad pública: 210
- , autonomía del: 95ss. voluntad popular: 219

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