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“CIE-11 O DSM-V ¿CUÁL DEBEMOS UTILIZAR?


Lo primero que salta a mi vista, al analizar el artículo para valorarlo, es el modo
incorrecto en que, a mi juicio, se intenta dar valor al CIE 11, al contraponerlo
respecto al DSM 5, cuando se pregunta solo al director responsable de la
elaboración de este primer calificador, usando preguntas preparadas para,
“sutilmente”, mostrar sus bondades y ventajas respecto al segundo. En buen
cubano, esto me luce como: “una pelea de león a mono, y el mono (el DSM 5)
amarra´o”.
Lamentando no contar con la presencia de la otra parte de esta controversia
entre las dos herramientas que se contrastan en el artículo ─para su “defensa
permitida”─ y luego de leer el otro artículo indicado en esta tarea 2, podría
inferir, pecando de sesgo, que el DSM 5 resulta un instrumento mucho más
susceptible de parcialidad política que el CIE 11 (a esta afirmación le dejo, por
tanto, el beneficio de la duda).
A modo de cierre, y para no continuar por este camino, creo el artículo
adolece de la necesaria credibilidad para garantizar certidumbre en la
valoración de su auditorio, aunque despunta por la sutileza de su intento de
manipular. La falta de elementos ambivalentes en el análisis deja ver,
claramente, que la efectividad de su objetivo científico está subordinada
respecto del primordial que se traza el medio a través del cual se divulga dicho
artículo (vender de modo sensacionalista).
Más allá de la evidente rivalidad entre la psicología y la psiquiatría, o, digamos,
la rivalidad entre el CIE 11 y el DSM 5, atizada mediáticamente; dicho artículo
refleja, para mí, un particular momento en la Ciencia. Un momento en que la
Psicología, como “hija legítima” de su “madrastra clínica” (la Psiquiatría),
habiendo compartido con ésta “el mismo techo” (el tratamiento de trastornos
mentales), ha alcanzado desarrollo al punto de pretender ganar su espacio y
hasta independizarse, por ley dialéctica de la negación de lo novísimo, ya que
cuenta con las condiciones para que esta independencia tenga lugar (pues se
trata de una ciencia, y no una especialidad dentro de una ciencia; además, su
objeto de estudio, y contexto de actuación son mucho más amplios).
Estimo que este desarrollo de la psicología, como ciencia y práctica, supone
un cambio en paradigmas, en modelos mentales universales, que, en este
caso, se manifiestan y reflejan en la elaboración de un calificador para el
diagnóstico bajo la guía de un psicólogo (no de un médico, ni de un psiquiatra).
Desde mi profesión (psicología) lo considero muy conveniente: pues, los
criterios rectores de este director, a la hora de intentar diseñar el CIE 11,
parecen proponerse resolver problemáticas suscitadas con ambos calificadores
“en pugna”, durante el ejercicio práctico de la ciencia. El entrevistado dice
proceder desde la empatía y colocándose en el lugar del otro, de toda la
amplitud del potencial usuario de este calificador; lo que incluye, incluso, a
usuarios del (opositor) DSM 5. Por ello, al margen del éxito o fracaso de la
implementación de estos criterios en este producto, estoy convencido de sus
bondades en cuanto a intentar garantizar la claridad de la información de su
contenido (sin detrimento de su precisión científica), así como un incremento de
lo participativo y accesible, a la hora de su empleo práctico.
Asimismo, percibo las intenciones de este psicólogo de impregnar, a esta
herramienta (CIE 11), con la amplitud del campo de acción de la Psicología,
que no se reduce solo a diagnosticar para tratar enfermos (su objetivo
primigenio), sino a prevenir, y a promover salud a través del diagnóstico; algo
que considero muy conveniente en el enfrentamiento a las adicciones en el
momento actual. Aunque en el artículo también se percibe la fuerte influencia
hierática de las convenciones, los estereotipos y los intereses monetarios
asociados a la oposición a este propósito, de lo que decanto lo arduo y difícil de
esta tarea (o podría decir mejor: de su reto).
Llevando la valoración al contexto actual cubano (pues lo universal impregna
lo específico, alcanzando la realidad de nuestro país): opino que, en materia de
combate a las adicciones, el Sistema de Salud cubano cuenta con la ventaja de
su centralización, junto a la interrelación con otros Sistemas y Ministerios. Ello
permite una verdadera articulación de muchas instituciones que, desde
diferentes ámbitos, podrían colaborar en pos del mismo objetivo. Obviamente,
dicha articulación le aportaría una fortaleza predictiva enorme para proceder a
la prevención de adicciones y la promoción de salud, un campo muy vasto y
conveniente para ganar en este combate; aunque, desgraciadamente, en la
práctica real, muchos otros factores ─no precisamente vinculados a esta
centralización─, empañen esta cualidad. Ello, junto a otras “bondades” ya
expuestas que se realzan en el artículo, hablaría en favor de lo oportuno de
elegir el uso del CIE 11.
Para mí, no se trata del instrumento en sí, sino de quien lo diseña (de sus
propósitos, de sus objetivos, intereses, ganancias); también, y no menos
importante, se trata del contexto, “de sus tiempos”, lo que se ha hecho
ostensiblemente visible en ejemplos como: la exclusión de la homosexualidad,
la bisexualidad y de otros, antes considerados trastornos en la identidad
sexual; o del incremento de la diversificación de trastornos relativos a la
atención y la distractibilidad e hiperquinesia (mencionados por el conocido
profe: Dr. Roca).
Aunque la contradicción es fuente de desarrollo, opino que un mayor
desarrollo de la ciencia, y su reflejo, en cualquier producto humano (como el
CIE 11 y el DSM 5), necesita de la colaboración y el diálogo, acuerdo, o, al
menos, puntos de encuentro entre partes (APA - OMS), que al leer este
artículo, no los vislumbro con claridad. Al final, este “encuentro” deviene, en el
artículo, en la obligación rivalizante de elegir uno de estos calificadores.
Concluyendo: en ambos artículos a analizar, todavía pesa mucho el valor
político de la diferencia (porque la diferencia, cierta vez, tuvo una ganancia que
se encarga de actualizar, hoy, la parte beneficiada de esta diferencia, pero es
que esta actualización no es conveniente ni bien vista por la parte antes
perjudicada, que cada día se desarrolla y se hace más independiente.
Aún hay mucho camino por andar, los cambios no sucederán pronto.

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