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Diplomatura universitaria en filosofía de la liberación,

movimientos sociales, geopolítica y religiosidad en abya yala.


Cuarta Cohorte 2020

Clase “Psicología de la Liberación en Abya Yala: articulaciones otras entre y con los
feminismos.”

Por Andrea Stefanía Sierra Bonilla.

Nuestra región ha sido caracterizada por el flujo y activismo de diferentes movimientos


sociales, de punta a punta Abya Yala ha levantado sus voces y sus cuerpos para denunciar
las desigualdades, opresiones y violencias que nos atraviesan. Hoy sabemos que muchas de
esas desigualdades nos han sido heredadas desde la apropiación colonial, que las opresiones
siguen siendo el resultado de un sistema patriarcal presente y que las violencias no son más
que las acciones de los Estados Nacionales ausentes; hoy sabemos eso, entre otras cosas
más. Pero ¿para qué se levantan las voces y se hacen visibles los cuerpos? ¿Qué alcancen
tienen las denuncias y las calles? ¿A quién, o a quiénes, le reclamamos? Podríamos decir
que la exigencia, el pedido y la demanda buscan, por sobre todo, una verdadera justicia
social. De este activismo sin duda lxs protagonistas son cada uno de los cuerpos que
conforman los movimientos sociales, los mismos quienes también han dado lugar a la
pregunta por ¿cuál sería el aporte de la academia a estas luchas? Y, puntualmente, ¿En qué
sentido las disciplinas sociales acompañan y representan un aliado en estas luchas?

Esta clase tiene por objeto contribuir a un acercamiento sobre las relaciones existentes entre
la psicología de la liberación y los feminismos; y en cómo este potencial encuentro da
cuenta de un escenario otro de lucha y resistencia en Abya Yala. Para ello es necesario
enunciar algunos reclamos compartidos, o nudos centrales; así como, desde una mirada
situada e implicada adelanto que es una clase escrita en primera persona cuyos subtítulos se
han tornado afectaciones personales en tanto las atravieso vivencial y políticamente. Antes
sería relevante elucidar que, como seguro han venido transitando en clases anteriores de la
diplomatura, esta propuesta busca también ser una crítica a la matriz colonial que opera
bajo la Colonialidad del poder, del ser, del saber, cosmogónica y del género 1 en Abya Yala
como ya han enunciado algunxs autorxs 2; así como al sistema patriarcal, capitalista y

1
Explicitadas en el vídeo de la clase.
2
Ver por ejemplo, Quijano, Mignolo, Lugones, Walsh.
heteronormativo que sigue permeando geopolíticamente nuestros territorios y cuerpos,
reproduciendo lógicas de racialización y desigualdad.

La cuestión de los cuerpos en un breve recorrido por los feminismos.

Mi cuerpo, mi primera lucha.


-Mural callejero.

Los cuerpos sin duda ocupan un lugar central en el activismo y en la historización de Abya
Yala. El primer territorio que violentaron, usurparon y despojaron fueron nuestros propios
cuerpos. Esta concepción de cuerpo-territorio ha sido un aporte de los feminismos
comunitarios3 quienes al decir del Colectivo Miradas Críticas del Territorio (2017)
proponen que incluso antes
de la colonización el
territorio-cuerpo de las
mujeres de América Latina
manifestaba formas
específicas de explotación
como mujeres. Señalan que
para saquear la tierra y sus recursos, los cuerpos de las mujeres son un objetivo porque han
sido siempre las custodias, generadoras y regeneradoras de lugares donde se reproduce la
vida. Finalmente argumentan que las luchas para la recuperación y defensa de sus
territorios y sus tierras deben ir de la mano de la lucha por la recuperación de su territorio-
cuerpo porque “las violencias históricas y opresivas existen tanto para mi primer territorio
cuerpo, como también para mi territorio histórico, la tierra.” (ibíd., p. 16)

Han sido también relevantes los aportes de las Teologías feministas de la Liberación 4
quienes al decir del Colectivo Miradas Críticas del Territorio (2017) han desarrollado la
noción de cuerpo como espacio político-religioso. Desde una mirada crítica a la teología y a
la iglesia católica tradicional a la que consideran patriarcal, ponen en cuestión la imagen
dominadora de Dios y proponen superar la visión cristiana tradicional basada en la dualidad

3
Ver por ejemplo: Cabnal (2012); Guzmán (2014); Paredes (2014); entre otras.
4
Ver por ejemplo: Ivone Gebara (Brasil), Conspirando (Chile), Católicas por el derecho a decidir (Ecuador y
Perú), Colectivo de Teólogas feministas de Perú
cuerpo espíritu; para la iglesia tradicional, la transcendencia se alcanza mediante cuerpos
sometidos: cuerpos disciplinados. Sin embargo, para ellas se llega a la trascendencia a
través de cuerpos entendidos como fuente y territorio de inspiración. Persiguen el fin de
liberar el cuerpo de las mujeres y argumentan que la primera dimensión de vulneración en
las personas se da en el cuerpo. (ibíd., p. 17) En este sentido, podríamos señalar que tanto
los feminismos comunitarios como las teologías feministas de la liberación ponen el acento
en el cuerpo como el primer territorio violentado, y proponen una visión liberadora donde,
por un lado, se alienta a las luchas de la recuperación del cuerpo-territorio, al tiempo en el
que se defienda la vida, la tierra; y por otro lado, se logre una identificación de cómo ha
operado el poder religioso con el fin de liberar el cuerpo femenino.

Asimismo, resulta relevante señalar el aporte de la Teoría Queer5/cuir6, quienes se


interesan, entre otras cosas, por el modo de interacción cuerpo-mundo, cuerpo-afuera, sobre
lo que avanzó Lópes Louro (2004) para dar cuenta de la clasificación de los cuerpos. “Hoy,
como antes, la determinación de los lugares sociales o de las
posiciones de los sujetos en el interior de un grupo es referida
a sus cuerpos. A lo largo de los tiempos, los sujetos vienen
siendo catalogados, clasificados, ordenados, jerarquizados y
definidos por la apariencia de sus cuerpos.” (Ibíd, p. 6) Estas
marcas en el cuerpo han resultado un análisis fundamental
para comprender relaciones y procesos de racialización 7 que
aún hoy continúan siendo reforzadas y reproducidas en
diferentes prácticas. Al decir de Louro “Se dice que los
cuerpos cargan marcas. Podríamos, entonces, preguntar:
¿dónde es que se inscriben? En la piel, en los pelos, en las
formas, en los rasgos, en los gestos ¿Qué “dicen” de los cuerpos? ¿Qué significan? ¿Son
tangibles, palpables, físicas? ¿Se exhiben fácilmente, a la espera de ser reconocidas? ¿O son
una invención del mirar del otro?” (Lópes, 2004) Valdría la pena entonces qué tantas
violencias continúan atravesando nuestros cuerpos por las marcas que llevamos, marcas que

5
Ver por ejemplo: Paul B Preciado, Lopes Louro, Valeria Flores, Judith Butler.
6
Aparece Cuir como una forma de apropiación del concepto en el continente latinoamericano, sin acudir a la
lengua inglesa colonizadora.
7
Denuncia mayormente desarrollada por los feminismos negros o feminismos de color.
han sido clasificadas por un sistema colonial, racista y heteronormativo. Así, los reclamos
de los feminismos comunitarios, las teologías feministas de la liberación y las teorías cuir
condicen con la voz de las calles: mi cuerpo, mi primera lucha.

Me gustaría enunciar que la cuestión por los cuerpos desde algunos feminismos es
relevante para avanzar sobre las relaciones existentes entre la psicología de la liberación y
los feminismos en la medida en que lo corporal termina siendo un telón de fondo
compartido. La psicología en general tuvo por objeto las personas, lxs humanos, los
cuerpos8; los feminismos han avanzado ampliamente sobre la presencia y agencia de los
cuerpos para sus principales denuncias y movilizaciones, y la psicología de la liberación
particularmente se propuso liberar los oprimidos, los cuerpos violentados.

Psicología ¿de la Liberación?

Realizar una psicología de la liberación exige


primero lograr una liberación de la psicología.
-Ignacio Martín Baró

Cerca de las últimas tres décadas del Siglo XX la Psicología logra un intercambio de gran
relevancia, pues en medio de un álgido contexto latinoamericano, surge un encuentro entre
la Psicología y la teología de la liberación, y es así como un hombre, revierte lo que hasta
ese entonces se conocía como psicología. Era El Salvador, un lugar atravesado por las
diferentes formas de desigualdad y guerra para ese entonces, y en el medio estaba Baró 9
encarando la demanda por otro tipo de Psicología, denuncia que probablemente leía en las
miradas de lxs salvadoreñxs en tiempos aquellos. “Si queremos que la Psicología realice
algún aporte significativo a la historia de nuestros pueblos, si como psicólogos queremos
contribuir al desarrollo de los países latinoamericanos, necesitamos replantearnos nuestro
bagaje teórico y práctico, pero replanteárnoslo desde la vida de nuestros propios pueblos,
desde sus sufrimientos, sus aspiraciones y luchas.” (Baró, 2006: p. 11) La anterior
afirmación marcó sin duda otro comienzo para la psicología, sobre todo para la psicología
social preocupada por grupos y pueblos, centrándose por sobre todo en las vidas cotidianas
más desiguales y oprimidas, actuando en la realidad, alentando más a un intervenir en la

8
Muy lejos de una visión meramente biologicista como ya nos mostraron algunas perspectivas feministas.
9
Ignacio Martín Baró. Teólogo de la Liberación y precursor de la Psicología de la Liberación.
acción, en la praxis, y no solamente aferrarse a la teoría. Son varixs lxs autores que
coinciden en el significativo aporte de la psicología de la liberación para la comprensión de
un proyecto amplio, de teoría y práctica liberadora que nace en contextos de trabajo para y
con las poblaciones oprimidas en toda Abya Yala; un proyecto que acentuó en el continente
latinoamericano una corriente teórica pensada desde y para su propio contexto.

Replantearse el verdadero rol de una psicología en pos del bienestar de las comunidades
significó una metamorfosis de gran valor para la disciplina, y con ella para cada unx de lxs
psicólogxs que, a la voz de Baró, fueron despojadxs de un status científico ubicado en el
laboratorio para comprender que en la calle y con la gente también se hace psicología, pues
como bien replicaba Baró: “la psicología latinoamericana debe descentrar su atención de sí
misma, despreocuparse de su status científico y
social y proponerse un servicio eficaz a las
necesidades de las mayorías populares” (Baró,
2006: p. 11) Asimismo, la psicología de la
liberación sirvió como sostén, si se quiere, para la
consolidación de otras áreas de la disciplina
psicológica, como es el caso de la Psicología
Comunitaria, que en el accionar y pensar
latinoamericano logró articulaciones importantes
con la psicología de la liberación.

Esta psicología de la liberación le permitió a la psicología latinoamericana una primera


posibilidad de descolonizar la forma de hacer conocimiento que veníamos heredando
densamente desde EEUU y Europa. Con la posibilidad de mirarnos situadamente, de
centrar nuestra praxis en nuestro propio pueblo se nos brindó un abanico de acciones
conjuntas, potenciarnos entre nosotrxs para lograr esa verdadera liberación, y aquí nos
encontró el feminismo.

Psicología y feminismo desde Abya Yala.

La universidad, la academia, no construye un


conocimiento útil para la lucha de los pueblos.
-Adriana Guzmán.
Antes de presentar una potencial relación quisiera hacer visibles algunas incomodidades: en
primera instancia, sé que la psicología, concebida como ciencia dura tradicional10, también
ha sido aparato estatal represivo contra muchos cuerpos, y ha contribuido a la clasificación
de los cuerpos mediante manuales de diagnóstico que, al menos en un principio,
respondieron a lógicas heteronormativas, machistas y patriarcales; pues bien, quisiera
señalar que justamente no es esa la psicología a la que hago referencia, que quisiera dar
cuenta de una disciplina que también ha podido deconstruirse, descolonizarce y, si se
quiere, perdonarse. Por otro lado, sé de la profunda deuda que lxs academicxs, o quienes
trabajamos en la academia, tenemos con la sociedad, con el afuera, con los movimientos
sociales, sé de las exclusiones que, en el intento de desarmar, hemos consolidado como
parte de la universidad; pero también quisiera señalar los valiosos intentos que se hacen
desde nuestras convicciones como docentes, estudiantes y habitantes de la academia,
quienes, en algunos casos, hemos forjado proyectos de extensión universitaria que hacen
visibles esos puentes, pero por sobre todo también hemos hecho del aula un escenario de
lucha. Son muchos los intentos que seguro desde la exigencia por la educación pública y
gratuita, entre otros, quienes habitamos la academia pretendemos ser útiles para la lucha de
los pueblos. Y quizá, esta propuesta y unión de palabras –psicología y feminismo- es una
de esas.

Como ya vimos anteriormente, el lugar de los cuerpos es central en las denuncias de los
feminismos, y muchas de estas luchas condicen con algunos supuestos de la psicología
habilitando así caminos de andanza conjunta “la relación entre psicología y feminismo ha
sido persistente, continua y productiva en el tiempo, tomando distintas formas,
dependiendo de las contingencias históricas y geográficas” (Reyes, Mayorga & Menezes,
2017: p. 1) Lo cual nos invita a observarnos situadamente, hoy en Abya Yala, esta relación
se hace necesariamente presente. En palabras de Ferrer y Bosch (2003: p. 253): Cuando
hablamos de Psicología feminista nos referimos al intento de desmitificar la pretendida
neutralidad del conocimiento psicológico y de cuestionar los valores, prejuicios y
estructuras de autoridad académica y científica tradicionales, poniendo de manifiesto el
androcentrismo subyacente a una buena cantidad de presupuestos de la Psicología

10
Particularmente desde los inicios del modelo conductista como instrumento en algunas guerras.
tradicional y cuestionando por tanto sus resultados y conclusiones. Uno de los grandes
intereses de la psicología de la liberación fue el trabajar en pos de los pueblos oprimidos,
acento que retomó parte de la psicología comunitaria en su trabajo con comunidades, y que
hoy fundamenta, también, gran parte de la intervención feminista en contextos cuyas
realidades de diversas mujeres son marcados por múltiples violencias y desigualdades.
Cualquiera de las formas de trabajo y acompañamiento con estas personas y comunidades
requiere ese compromiso ético y político, también enunciado ya por la psicología de la
liberación, la psicología comunitaria y el feminismo.

Género ha sido un concepto central para los feminismos, y ha habilitado otras lecturas y
articulaciones con la psicología, tal es el caso, por ejemplo, de la categoría
interseccionalidad definida a la voz de Crenshaw (1989) como “la expresión de un sistema
complejo de estructuras de opresión que son múltiples y simultaneas con el fin de mostrar
las diversas formas en que la raza y el género interactúan para dar forma a complejas
discriminaciones de mujeres” (p. 139). Concepto aportado por los feminismos y que
permite dimensionar la relación con la psicología
comunitaria, pues en nuestro trabajo con
comunidades y grupos nos encontramos con
personas rodeadas de múltiples opresiones,
muchas de estas mujeres que hoy son lideresas
sociales, cabezas de hogar, víctimas de conflictos
armados, guerrilleras o miembras de grupos
armados al margen de la ley, víctimas de
crímenes de Estado, referentes sociales
importantes en sus pueblos, presas políticas; y
esas tantas que inventan mareas verdes para gritar que aquí estamos, en la defensa de
nuestros cuerpos y de nuestras vidas. Realidades que, sin duda, modificaron el panorama de
lo que años atrás observaba Baró alentando su llamado por otro tipo de psicología, esa
pensada por y para la liberación del pueblo.

En definitiva, la articulación psicología de la liberación y feminismo constituye la


posibilidad de pensar escenarios otros de construcción colectiva para perseguir una
autentica justicia social. Espacios conjuntos donde la lucha sea cotidiana, impregne las
calles, pero también nuestras aulas y vidas cotidianas.

La geopolítica de los cuerpos –mi cuerpo- en Abya Yala.

Vivir en la Frontera significa que tú


no eres ni hispana india negra española
ni gabacha, eres mestiza, mulata, híbrida..
atrapada en el fuego cruzado entre los bandos
mientras llevas las cinco razas sobre tu espalda
sin saber para qué lado volverte, de cuál correr…
(…) Cuando vives en la frontera
la gente camina a través tuyo, el viento roba tu voz,
…debes vivir sin fronteras
ser un cruce de camino.
-Gloria Anzaldúa

He decidido dedicar un fragmento de esta clase a hacer compartido mi sentir de estos


últimos tiempos, más allá de los tiempos excepcionales producto de la pandemia que
vivimos sociedad, hay varias situaciones que vienen cautivando mi atención y emociones.
Soy una mujer migrante, una colombiana viviendo en la Patagonia argentina, desde que
migré comprendí las distintas violencias y afectaciones que se atraviesan cuando, desde una
mirada interseccional, eres mujer, migrante y, podría decir, estereotipadamente
colombiana11; pese a que, en este sistema-mundo ya enunciado anteriormente soy
profundamente consciente de los privilegios que ha tenido mi trayectoria migratoria, siendo
mujer blanca académica y de clase media. No obstante, la migración me permitió devenir
mujer desde la agencia, hallar a otras mujeres migrantes desde lo sororo y conocerme y
reconocerme. Sin embargo, una de las afectaciones mayores de esta experiencia ha sido
sentir el dolor de mi país natal a distancia, pues hoy en Colombia la guerra resuena en los
cuerpos más oprimidos, en los cuerpos de líderes y lideresas sociales, en los cuerpos de
jóvenes que se atreven a pensar otra Colombia, en los cuerpos de nuestros pueblos
originarios, en nuestros cuerpos-territorios. Una entonces se pregunta ¿cómo puede luchar
un pueblo si la violencia amenaza sus propias vidas? Colombia ha sido un país marcado por

11
Atendiendo a la estereotipación e hipersexualización de lo que se considera es o debe ser una mujer
colombiana.
el conflicto armado y múltiples guerras, la principal de estas ha sido el silencio de un
Estado cómplice de masacres y muertes, un narco-estado que recrudece la política
neoliberal y de ultra derecha que ha gobernado históricamente en el país. Muchxs de lxs
colombianxs no queremos callar, y hallamos en estos escenarios también la posibilidad de
denunciar y hacer visible la violencia sistemática que atraviesan nuestros territorios. Es
necesaria una psicología de la liberación feminista en nuestro continente que cuide el
principio de la no violencia y que persiga la justicia social que empieza con la defensa de la
vida, de nuestras vidas. Por la existencia de nuestros cuerpos, de nuestras primeras luchas
Abya Yala es, en definitiva, un cruce de caminos.

Bibliografía obligatoria:

Baró, I. (2006). Hacia una psicología de la Liberación. Revista Electrónica de Intervención


Psicosocial y Psicología Comunitaria, 1(2), 7-14. ISSN 1851-3441
Sierra, A. (2020) “Psicología de la liberación y feminismo: la potencia de un encuentro ”
En Revista Psicolatina N. 33 : Puerto Rico p. 89-93, ISSN 1870-350X. Disponible en:
HTTP://PEPSIC.BVSALUD.ORG/PDF/PSILAT/N33/A10N33.PDF

Bibliografia Ampliatoria.

López Louro, G. (2004). Marcas del cuerpo, marcas del poder. En Um corpo estranho.
Ensaios sobre sexualidade e teoría queer. Belo Horizonte-São Paulo: Autêntica.
(Trad.: Alonso, G. y Herczeg, G.)
Colectivo Miradas Críticas del Territorio desde el Feminismo. (2007) Mapeando el cuerpo-
territorio. Guía metodológica para mujeres que defienden sus territorios. Clacso:
Quito.
Reyes, M.I., Mayorga, C., & Araújo Menezes, J. (2017). Editorial Sección Temática
Psicología y Feminismo: Cuestiones epistemológicas y metodológicas.
Psicoperspectivas. Individuo y Sociedad, 16(2), 1-8.
Viveros Vigoya, M. (2010). La sexualización de la raza y la racialización de la sexualidad
en el contexto latinoamericano actual. Recuperado de
http://www.bivipas.unal.edu.co/handle/10720/663

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