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1 JUSTINIANO

Nacido en 482 en Tauresium, Iliria, en la península balcánica,

Procedía de una familia tracia muy humilde, encabezada por su tío Justino, el cual había
ascendido en el ejército hasta ser nombrado emperador (518). Justino I no tuvo
descendencia y designó como sucesor a Justiniano, asociándole al trono en el 527 (el
mismo año en que murió).

Al ser coronado, en 527, Justiniano tenía como objetivo restaurar la gloria del Imperio
romano . Su política vino marcada por un intenso programa de mejoras sociales muy
transgresoras, guiado por la inteligencia de su esposa y principal consejera, Teodora de
Bizancio.

Justiniano decidió clasificar y editar las leyes romanas. Para ello, encargo al jurista
Triboniano la redacción del código Justiniano, que incluyo todas las constituciones
dictaminaras desde la época del emperador Adriano. Por otra parte, mejoro la situación
de la hacienda pública y de la recaudación de impuestos, para sostener una organización
civil y militar más eficiente.

Además, Justiniano pensaba que el mundo cristiano debía tener una única autoridad
política: el emperador bizantino.

La mayor aportación del reinado de Justiniano al Imperio y a la historia de la


jurisprudencia fue la codificación completa del derecho romano.

El primer hito fue codificar todas las constituciones imperiales que aún eran válidas, es
decir, los decretos de los emperadores y sus respuestas a cuestiones legales, y crear el
Codex (código), que se convertiría en la ley suprema para todos los tribunales
bizantinos. Se codificó además el trabajo de los juristas anteriores, lo que supuso
consultar más de 2.000 libros.

Con estas ideas y con la ayuda de los generales Belisario y Narsés, Justiniano se
apoderó de los territorios vándalos del norte de África, Córcega, Cerdeña y de las Islas
Baleares; conquisto Italia y Sicilia, dominadas por los ostrogodos y por último ocupó el
suroeste de la España visigoda

La era de Justiniano fue la época de mayor esplendor de Bizancio. Con él se fueron


sumando territorios al Imperio y la cuenca del Mediterráneo volvió a ser romana.
Bizancio alcanzaba así su cenit y se convertía en un emporio comercial de primer orden.
Pero no iba a durar para siempre.

Después de la muerte de Teodora, en 548, Justiniano siguió reinando 17 años más. No


obstante, lo hizo sin la fuerza y el coraje suficientes para encauzar un gobierno que
empezaba a ir a la deriva. Aunque se negó persistentemente a delegar su autoridad, no
poseía ni la capacidad ni las ganas de ejercerla.

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