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UNIVERSIDAD DE LAS AMERICAS

ESCUELA DE PERIODISMO
“PROGRAMAS DIGITALES” Prof.:
Claudio Silva Romero

La Sociedad de la Información: modelo de desarrollo.


Octavio Islas y Fernando Gutiérrez, coordinadores del Proyecto Internet-Cátedra de
Comunicación Estratégica y Cibercultura, son miembros activos de la Media Ecology Association
(MEA).

En los años recientes, el término “Sociedad de la Información” se ha convertido en referencia


habitual en los discursos político, académico y mediático contemporáneos. Políticos,
periodistas, académicos e investigadores, insisten en evocar tan ambiguo concepto para
designar aquellas sociedades “deseables” a las cuales se supone habrá de conducirnos la
“globalización”. Para los “tecno-optimistas”, la Sociedad de la Información y el Conocimiento
representa la promesa de poder transitar a una sociedad cualitativamente diferente, en la cual
el acceso a la información podría contribuir a elevar la calidad de vida de las personas. La
Organización de las Naciones Unidas (ONU) confía en la posibilidad de que la “Sociedad de la
Información”introduzca una nueva ecología cultural que efectivamente contribuya a hacer del
mundo una organización más habitable.
Hace poco más de cuarenta años, en La comprensión de los medios como extensiones del
hombre, Marshall McLuhan, había anunciado el tránsito de la llamada “Edad Eléctrica” a la
“Sociedad de la Información”. Respecto a las capacidades transformadoras inherentes en las
tecnologías de información, el célebre filósofo canadiense nos había advertido: “Los efectos de
la tecnología no se producen al nivel de las opiniones o de los conceptos, sino que modifican los
índices sensoriales, o pautas de percepción, regularmente y sin encontrar resistencia”
(McLuhan, 1977: 39). Neil Postman agregaría que el cambio tecnológico es ecológico y no
aditivo (Postman, 1992).
Los tecno-apocalípticos, en cambio, denuncian que determinadas aplicaciones de las avanzadas
tecnologías de información y comunicaciones, contribuyen a afirmar el imperialismo cultural.
De acuerdo con Armand Mattelart, “la cultura global” corresponde al sistema de dominación
que con brutal violencia ha impuesto Estados Unidos en el mundo, y las avanzadas tecnologías
de información y comunicaciones están subordinadas a los propósitos de control y expansión
de la hegemonía que ejercen las clases dominantes: “La denominada cultura global va en
búsqueda de los universales o coeficientes de agrupación de audiencias más eficientes. Este
discurso sobre el mercado único de imágenes se basa en la capitalización de las referencias y
de los símbolos culturales universalmente reconocidos. Si se observa una convergencia cultural
de los consumidores o una confluencia de actitudes y comportamientos hacia un estilo de vida
global, es porque antes hubo inversiones en educación del consumidor, destiladas a lo largo de
los años por los anuncios publicitarios, las películas y los programas, sobre todo los de Estados
Unidos, considerados como soportes naturales de universalidad. Esta alfabetización mediática
con denominador planetario ha sentado las premisas de la aldea global que, evidentemente se
recuperan de M.McLuhan (…) Pero, según los partidarios de la idea de commonality, el factor
más importante en la aceleración del desarrollo de un estilo de vida global único (single global
lifestyle) sigue siendo la lengua inglesa, agente de homogeneización por excelencia, que se
impuesto como lengua universal (Mattelart, 1999: 413-414).
Además de responsabilizar a Estados Unidos de imponer su particular visión de la cultura
global, Mattelart señala a IBM como co-responsable de la expansión de la ideología de la “soft-
machine” en las sociedades contemporáneas: “Fuera de los recintos gerenciales, IBM es, para
sus detractores, la que convierte el progreso tecnológico en peligro para las libertades, la
encarnación de la sociedad de control, la sociedad de la máquina blanda”. Al amparo de tan
radical mirada, las avanzadas tecnologías de información y comunicaciones desempeñan el
papel de aparatos ideológicos del imperialismo y la Sociedad de la Información representaría el
espectro de la sociedad de la dominación total.
Muchos de los aspectos medulares de la llamada “Sociedad de la Información y el
Conocimiento”, fueron anticipados décadas atrás por agudos visionarios del cambio
tecnológico, como Daniel Bell, Alvin Toffler, Marshall McLuhan, Harold Innis, Neil Postman y
Walter Ong, entre otros. De acuerdo con la destacada investigadora Claudia Benassini Félix,
colaboradora en el Proyecto Internet del Tecnológico de Monterrey y en la Cátedra de

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Comunicación Estratégica y Cibercultura, a Daniel Bell precisamente corresponde el mérito de


haber introducido la noción de “Sociedad de la Información”, a mediados de la década de 1960:
“Según Bell, en razón misma del progreso técnico, las actividades de tratamiento de la
información son inducidas a reemplazar las actividades industriales de manipulación de la
materia que el siglo pasado había tomado el lugar de las actividades agrícolas. El avance de la
industria se haría cuando la información sustituya (de ahí la importancia de la investigación y
de su relación con las tareas de concepción de los productos) a la producción pesada. Las
consecuencias generarían que el valor-saber sustituyera el valor-trabajo, y que ocurrieran
profundos cambios en la composición de las clases sociales, con el incremento de una clase
media asalariada y provista con un alto nivel de formación” (Benassini: 2003)
En La Tercera Ola (1980), el destacado futurólogo Alvin Toffler, también anticipó con singular
claridad el advenimiento de “la Sociedad de la Información”. De acuerdo con Toffler, hace más
de 10,000 años “la Primera Ola”, impulsada por la revolución de la agricultura, introdujo
trascendentales cambios en la historia. No sin enfrentar profundas dificultades, en la “Primera
Ola” fue posible transformar las condiciones de vida de los primitivos cazadores y recolectores,
quienes formaron sociedades de campesinos, en las cuales la productividad dependió
principalmente del formidable despliegue de la fuerza humana, la fuerza animal, el sol, el
viento y el agua. Resultaron beneficiados de esa gran transformación, quienes con oportunidad
comprendieron que la nueva organización social estaría centrada en el campo.
En la “Segunda Ola”, la revolución industrial desencadenó profundos cambios en la historia,
dando lugar a una nueva civilización centrada en la industria y en la producción a gran escala.
La productividad empezó a depender de la relación que el hombre estableció con las máquinas.
Aquellos que no comprendieron oportunamente el significado de la racionalidad económica que
imponía el desplazamiento del nuevo orden quedaron rezagados en el campo, limitados
sensiblemente en sus capacidades de producción. De acuerdo con Alvin Toffler, en la agonía de
la “Segunda Ola” irrumpieron nuevas tecnosferas, sociosferas, infosferas y energosferas.
La Tercera Ola –afirmó Toffler-, introducirá un nuevo tipo de sociedad, la cual descansaría en la
información, el conocimiento y la creatividad. En las sociedades de la Tercera Ola la
productividad dependerá del desarrollo de nuevas tecnologías, las cuales permitirían al hombre
“hacer menos y pensar más”.
De acuerdo con Alvin Toffler, la “desmasificación” representa la principal característica de los
medios de comunicación de la “Tercera Ola”. Internet puede ser considerado como el medio de
comunicación “nativo” de la “Tercera Ola”, pues además de ser un medio eminentemente
“desmasificador”, susceptible de proporcionar servicios personalizados, respondiendo a las
exigencias de cada usuario, también produce y reproduce entornos inteligentes.
A diferencia de Daniel Bell o de Alvin Toffler, cuyas tesis efectivamente anticiparon los
acontecimientos que perfilarían el tránsito hacia la llamada Sociedad de la Información y el
Conocimiento, el sociólogo Manuel Castells confeccionó su interpretación de la “Sociedad Red”
a partir de las evidencias sobre las cuales habían venido trabajando desde muchos años atrás
algunos de los más destacados investigadores de la llamada Escuela de Toronto. De acuerdo
con Claudia Benassini Félix, el concepto “Sociedad de la Información”, por lo menos ha
atravesado por tres etapas reflexivas:
“El primero: los intentos por caracterizar este nuevo panorama partiendo de nociones previas
procedentes de diversas disciplinas, entre las que la sociología y la economía tuvieron un lugar
protagónico. Prevalecen, sin embargo, dos posiciones antagónicas entre las que media un
continuum de alternativas producto de las diferencias generadas por la propia Sociedad de la
Información, tanto entre contextos socioculturales como entre las experiencias individuales y
grupales. La primera que no necesariamente supone la cerrazón, reflexiona desde diversas
disciplinas sobre las implicaciones del nuevo panorama, particularmente sobre las nuevas
maneras de relación con los otros -en tanto alteridades-, así como en la inevitable brecha
digital. La segunda, optimista, se centra en las bondades de las nuevas posibilidades
comunicativas y en las que están por venir, aunque identificando parte de los obstáculos.
En los orígenes de la discusión estaban procesos que se percibían como distintos y que, en
consecuencia, era necesario reconocer y asumir una posición, no necesariamente en los

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extremos, sino entre los mismos. Y fue a partir de las experiencias individuales y grupales, de
los diversos contextos socioculturales y de las diversas perspectivas para comprenderla que la
Sociedad de la Información fue cobrando forma, en tanto noción que subsume una diversidad
de fenómenos e implicaciones, tanto en los ámbitos antes mencionados como en la educación,
el entretenimiento y las diversas posibilidades abiertas por la nueva comunicación, entre otros.
En un segundo momento -que necesariamente se traslapa con el primero, en tanto
construcción de la noción-, la evolución de las comunicaciones producto de la Sociedad de la
Información se caracteriza, en un extremo, por un optimismo casi desbordante. Las
comunicaciones mediadas por la computadora han abierto infinidad de perspectivas a los
usuarios. Los recorridos hipertextuales a través de Internet, aunados a la creciente construcción
de sitios propios con diversas finalidades han propiciado nuevas formas de comunicación y de
interactividad. El empleo de este nuevo medio de comunicación se ha hecho extensivo a buena
parte de variadas actividades cotidianas. El correo electrónico se ha popularizado, lo mismo
que la disponibilidad de un equipo de cómputo, ya sea personal o en cibercafés. Pero en el otro
extremo subsisten no sólo las diferencias marcadas tanto por la brecha digital como por otros
fenómenos, en cuyo origen no sólo está la lucha por el poder, sino contradicciones axiológicas
que confunden las perspectivas. Dificultades para navegar, plagio, virus, hackers y otros
problemas realmente ponen en duda las posibilidades de una comunicación horizontal.
Como puede observarse, hasta aquí el recurso retórico utilizado para describir los dos
momentos por los que atraviesa la Sociedad de la Información ha sido la bipolaridad.
Ciertamente, al menos una parte de las discusiones se ha organizado de la misma forma. Sin
embargo, el riesgo es caer en una percepción equivocada sobre la Sociedad de la Información,
particularmente desde el nuevo panorama de las comunicaciones. No es todo lo homogénea
que hasta aquí se ha planteado. De aquí el tercer momento para su caracterización en tanto
noción.
El tercer momento, que también de manera necesaria se traslapa con el primero y el segundo,
supone abandonar la percepción homogénea y abstracta de la Sociedad de la Información, para
volver la mirada hacia sus habitantes, en tanto público de un nuevo medio de comunicación.
Supone, en consecuencia, retomar la investigación tal como Bell lo había propuesto en su
primera caracterización. Tal como sucedió con los medios tradicionales de comunicación,
pareciera que los usuarios de los nuevos medios los han aceptado sin gestos y, lo más
importante, sin un proceso de adaptación -domesticación, en términos de Roger Silverstone.
Este proceso debiera conducir a la toma de conciencia de que la Sociedad de la Información
está conformada por comunidades de sentido, justamente producto de las comunicaciones
mediadas por computadora. Comunidades de sentido que generan nexos de pertenencia y
cierto tipo de rituales de acercamiento al otro, más allá del puro encuentro virtual y en torno a
los intereses comunes tan diversos como su constitución.
Adicionalmente, tal como Bell visualizó a la Sociedad de la Información no pasaba de ser una
utopía. Como otros pensadores que predijeron un nuevo estado de cosas, el sociólogo
norteamericano no vislumbró la complejidad de lo que estaba prefigurando. El libre acceso a la
información y la comunicación horizontal constituyen tan sólo dos ejemplos para la
constatación de esa utopía que, paradójicamente, ilustran la posibilidad de que las
comunidades de la información constituyan una forma más viable de acercarse a un fenómeno
hasta ahora visto por muchos como si fuese homogéneo. Algo más sencillo que explicar la
heterogeneidad dentro de la uniformidad” (Benassini: 2003).
En nuestros días, el término “Sociedad de la Información” ha perdido su encanto. A ello
contribuyen los decepcionantes resultados que arrojó la primera parte de la Cumbre Mundial de
la Sociedad de la Información, en Ginebra, Suiza, en diciembre de 2003. Las naciones del
mundo desarrollado de ninguna manera parecen dispuestas a contribuir a reducir la brecha
digital. En Japón, por ejemplo, las principales compañías de electrónica avanzada y
telecomunicaciones desprecian el término “Sociedad de la Información”, y en cambio ubican
como escenario deseable el de la “Sociedad de la Ubicuidad”, al cual aspiran acceder en el año
2010.

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1 La “Sociedad de la Información, fase superior de la aldea global mcluhaniana

En 1964, hace ya poco más de cuarenta años, la editorial McGraw-Hill Book Co., publicó la
primera edición de Understanding Media: The extensions of man (La comprensión de los medios
como extensiones del hombre), tercer libro de Marshall McLuhan. En 1969, Editorial Diana
imprimió la primera edición en castellano, y en 2003 la editorial Ginko Press sacó a la venta la
“versión crítica” del libro más importante de Marshall McLuhan, aunque no precisamente su
best seller, el cual ha sido traducido a 20 idiomas. Herbert Marshall McLuhan nació el 21 de julio
de 1911, en Edmonton, Alberta, Canadá. En la Universidad de Manitota estudió la licenciatura
en Letras y la maestría en Artes. A los 31 años de edad se doctoró en la Universidad de
Cambridge. En su tesis doctoral analizó la obra del dramaturgo inglés Thomas Nashe. McLuhan
se desempeñó como catedrático de las siguientes universidades: University of Wisconsin at
Madison, University of St. Louis, Assumption College, St. Michael’s College, University of Toronto
(Canadá).
La primera edición de La comprensión de los medios como extensiones del hombre, dio amplia
y positiva notoriedad a Marshall McLuhan, particularmente en Estados Unidos y Canadá. En
cambio en América Latina, no pocos académicos e investigadores de las ciencias de la
comunicación menospreciaron las tesis de McLuhan, quien fue considerado pensador
“funcionalista y pragmático”. En México, por ejemplo, uno de los primeros cuestionamientos a
las tesis de McLuhan corrió a cargo de Carlos Monsiváis, quien en Días de Guardar –su primer
libro, cuya primera edición fue publicada en diciembre de 1970-, incluyó el texto “México a
través de McLuhan. Proyecto de guión radiofónico a manera de sketch, homenaje al espíritu
didáctico de la carpa”. Monsiváis inició así el referido texto:
“Marshall McLuhan. Síntesis tan breve como falsa como inevitable como rudimentaria: Marshall
McLuhan, profesor y pensador canadiense. Sus teorías, acerbamente originales,
sospechosamente aplicables a cuanto cabe entre cielo y tierra, se han difundido a través de un
medio para él obsoleto: la imprenta. Sus libros básicos: (The Mechanical Bride, The Gutenberg
Galaxy, Understanding Media, The Médium is the Message, War and Peace in the Global Village,
Verbo Voco Visual Explorations) lo han situado bajo la peligrosa luz cotidiana de los mass
media. Profeta de la era electrónica, se ha visto homologado con Einstein, descendido a
farsante, ascendido a genio, rebajado a simulador”. (Monsiváis. 1988: 364):
En cambio, a contracorriente de las rígidas tendencias que orientaban el estudio y la
investigación de las ciencias de la comunicación en México, en la década de 1970, donde el
radicalismo althusseriano admitía un lugar privilegiado, el destacado publicista Eulalio Ferrer
Rodríguez, y el reconocido investigador de la comunicación organizacional, Carlos Fernández
Collado, advirtieron con singular claridad la importancia que con el paso de los años llegarían a
adquirir las tesis de McLuhan en el desarrollo de las Ciencias de la Comunicación. Mientras no
pocos académicos e investigadores mexicanos descalificaban las tesis de McLuhan por razones
fundamentalmente ideológicas, don Eulalio Ferrer inclusive publicó algunos ensayos de
McLuhan en la indispensable colección Cuadernos de Comunicación.
En América Latina, además de rendir culto a los radicales pronunciamientos de Louis Althusser,
la academia de comunicación concedió una importancia definitivamente desmedida a la
llamada “teoría de las mediaciones”, la cual definitivamente resulta muy limitada para
emprender la investigación de las acciones comunicativas en el imaginario del ciberespacio. En
el imaginario conceptual de las Ciencias de la Comunicación, es indispensable emprender la
construcción de una “teoría de las interfases”, y el punto de partida naturalmente es McLuhan.
El repertorio de temas asociados a Internet, cibercultura, comunicaciones digitales, Sociedad de
la Información en los cuales han incursionado investigadores de la “Media Ecology”, partiendo
de McLuhan, es tan interesante como extenso. Gary Gumpert (Queens College) y Susan
Drucker (Hofstra University) estudian el fenómeno del desplazamiento de energía desde la
locomoción al ciberespacio; John Phelan (Fordham University) ha centrado su atención en las
interfases; James Beniger (University of California at Annenberg) ha emprendido el análisis de la
economía política del ciberespacio; Neil Kleinman (University of Baltimore) se ha dedicado a
estudiar el futuro de los derechos de propiedad intelectual en la Red; Herbert Zettl (San

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Francisco State University), y Jay David Bolter (Georgia Institute of Technology) han centrado su
atención en la realidad virtual; Mark Giese (The Pennsylvania State University at Hazelton) se
ha dedicado a documentar el desarrollo de la Red, desde sus inicios como ARPAnet; Ronald
Jacobson (Fordham University) estudia la reconfiguración del sentido de lo público y el acceso a
la información a través de Internet; Joseph Barret (The Wall Street Journal) aspectos financieros
de la economía digital; Terri Toles Patkin (Eastern Connecticut State University) posibilidades
del ciberespacio como escenario de la ecología de la comunicación educativa; Michael Beaubien
(editor de Enciclopedy of Molecular Biology and Biomedicine) la conformación de etnias y
organización de grupos humanos en la Red; Sue Barnes (Marymount Manhattan College) temas
de ecología y psicología de los cibernautas; Margaret Cassidy (New York University) la
fenomenología de la construcción de las “experiencias” en el ciberespacio; Stuart Moulthrop
(University of Baltimore) la configuración del tiempo en Internet; Stephanie Gibson (University
of Baltimore) las posibilidades pedagógicas del ciberespacio; Paul Lippert (East Stroudsburg
University) la representación cinemática del ciberespacio; Judith Yaross Lee (Ohio University)
semiótica de los lenguajes y códigos de las herramientas de comunicaciones de Internet; Philip
Thompsen (William Jewell College) modelos de influencia social en la Red; Richard Cutler
(Fordham University) tecnologías y desarrollo de relaciones humanas; Mark Lipton (New York
University) cibersexo e identidad; Lance Strate (Fordham University) cibertiempo. Derrick de
Kerchove, director del Programa McLuhan de Cultura y Tecnología, y profesor del Departamento
de Francés de la Universidad de Toronto, Canadá, es autor de por lo menos tres libros
dedicados a emprender el estudio de fenómenos ciberculturales a través de las tesis de
McLuhan.
McLuhan hoy representa una obligada referencia en el estudio de las comunicaciones digitales,
en el desarrollo de la “teoría de las interfases”, en el estudio mismo de Internet –“el medio de
comunicación inteligente”-, y por supuesto, en la perspectiva posible de la llamada “Sociedad
de la Información”. Míticos desarrolladores de la Red y una nueva generación de investigadores
de las comunicaciones digitales hoy reconocen las tesis de McLuhan como obligado referente
teórico-conceptual en su trabajo intelectual. Miembros de las llamadas “comunidades sensibles
de Internet” también reconocen a Marshall McLuhan como uno de los principales visionarios de
la Red, y distinguen a La comprensión de los medios como extensiones del hombre como obra
clásica y de obligado culto. Alan Kay, por ejemplo –cuyo talento resultó definitivo para el
desarrollo de Apple Computers, y que concibió las computadoras laptop y es considerado
supremo arquitecto del lenguaje de programación Smalltalk, desarrollado por miembros del
Grupo de Investigación del Aprendizaje (GIA), en el Centro de Investigación de Xerox, en Palo
Alto, California, a comienzos de 1970-, afirmó que gracias a la influencia de McLuhan, y
particularmente a través de la lectura de La comprensión de los medios como extensiones del
hombre, fue capaz de comprender a las computadoras como medios (Johnson: 50). De acuerdo
con el destacado investigador estadounidense Steven Johnson, en La comprensión de los
medios como extensiones del hombre, es posible ubicar “radicales pronunciamientos” sobre el
advenimiento de la era digital. Por ejemplo, en uno de los primeros párrafos del libro, McLuhan
afirma:
“Después de tres mil años de explosión por medio de técnicas fragmentarias y mecánicas, el
mundo de Occidente entra en implosión. Durante las eras mecánicas prolongamos nuestros
cuerpos en el espacio. Hoy en día, después de más de un siglo de técnica eléctrica, hemos
prolongado nuestro propio sistema nervioso central en un alcance total, aboliendo tanto el
espacio como el tiempo en cuanto se refiere a nuestro planeta. Estamos acercándonos
rápidamente a la fase final de las prolongaciones del hombre, o sea la simulación técnica de la
conciencia cuando el desarrollo creador del conocimiento se extienda colectiva y
conjuntamente al total de la sociedad humana, del mismo modo en que ya hemos ampliado y
prolongado nuestros sentidos y nuestros nervios valiéndonos de los distintos medios”
(McLuhan, 1977:26-27).
Efectivamente es posible entender los medios de comunicación como prolongaciones del
hombre. Las avanzadas tecnologías de información y comunicaciones nos introducen en la
sucesiva conformación de ambientes culturales. Cada nuevo medio de comunicación

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transforma la forma cómo creamos y nos comunicamos, modificando además al sistema de


medios de comunicación en el ambiente cultural vigente (proceso de re-mediación). La
mediamorfosis es posible porque el contenido de todo medio de comunicación es otro medio de
comunicación.
El telégrafo fue el primer medio de comunicación que alteró nuestra perspectiva de tiempos,
espacios y movimientos de la información: “No fue sino hasta el advenimiento del telégrafo que
los mensajes pudieron viajar más aprisa que un mensajero” (McLuhan, 1997: 121). McLuhan
consideraba al telégrafo como la “hormona social” que dio inicio a la velocidad instantánea en
el movimiento de la información. Los paralelismos que es posible advertir entre la introducción
del telégrafo y el advenimiento de Internet, resultan sorprendentes. De acuerdo con McLuhan,
el telégrafo introdujo la “era de la angustia”: “el hombre había iniciado una exteriorización o
prolongación de su sistema nervioso central, que actualmente, con las emisiones vía satélite, se
acerca a una prolongación de la conciencia” (McLuhan, 1997: 308).
La introducción de cada nuevo medio de comunicación y sus efectos sobre la velocidad con la
cual es desplazada la información, efectivamente alteran nuestra percepción cultural del
tiempo y el espacio. El notable incremento de la velocidad con la cual circula la información
admite ser considerado como uno de los rasgos distintivos de Internet, y representa una de las
premisas fundamentales de la Sociedad de la Información y el Conocimiento, y también, por
supuesto, de la llamada “Sociedad de la Ubicuidad”. En el libro Negocios a la velocidad del
pensamiento. Utilizando un sistema nervioso digital, Bill Gates afirmó que Internet implantaría
un “sistema nervioso digital” en las organizaciones, y que la velocidad sería considerada como
“paradigma fundamental” del nuevo milenio.
La velocidad y el cambio efectivamente parecen ser inherentes al desarrollo mismo de Internet.
La capacidad de transformación de Internet desborda nuestra imaginación. Cada año son
introducidas nuevas aplicaciones, los horizontes de la convergencia tecnológica se extienden, y
atractivas oportunidades de negocio se desprenden de la formidable evolución de Internet. El
Internet de banda ancha representa una auténtica remediación de Internet que multiplica sus
posibilidades, permitiendo tener acceso a servicios y aplicaciones a velocidades
considerablemente más rápidas que las alcanzadas a través de módems convencionales. En los
próximos años, el acceso a Internet de banda facilitará la incorporación del video a las
aplicaciones existentes, por ejemplo: conferencias, mensajería y juegos, además de estimular
el desarrollo de contenidos en video creados por los usuarios. El acceso a Internet de banda
ancha podrá anticipar la introducción de la Web TV comunitaria. Por lo anterior algunos
especialistas afirman que la masificación del acceso a Internet de banda ancha estimulará
significativamente el desarrollo del comercio electrónico y la e-economía.

La Sociedad de la Información: modelo de desarrollo hegemónico o espacio para


prácticas tecnológicas con sentido social
Adriana Cely

Introducción

A continuación se presenta el análisis crítico de la visión economicista de la Sociedad de la


Información, imperante en este momento que se manifiesta como ambigua pero que en el
fondo esto le permite navegar de forma clara por lo cimientos sociales y agudizar las
diferencias sociales en el mundo. La Sociedad de la Información puede estar en todo caso
justificada en la necesidad de consolidar un proyecto de desarrollo plural y sustentable, más
esto no es lo que existe.
En este sentido se desmonta en algunas categorías fundamentales la visión hegemónica de la
Sociedad de la Información al mismo tiempo que se presentan otras visiones con un sentido
social. Así se presenta el análisis de documentos como el presentado por la Sociedad civil en la
Cumbre Mundial de la Sociedad de la Información (2003), como el elaborado por Mística una
experiencia colectiva propiciada por Funredes.
El propósito fundamental de este documento es lograr proponer nuevas visiones de una

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Sociedad de la Información necesitaría y posible en el marco de anclar referentes reales para el


análisis y propuestas de políticas, planes y proyectos que busquen construir una sociedad de la
Información con sentido social.
La primera parte del trabajo presenta el análisis crítico de la visión hegemónica de sociedad de
la información altamente publicitada y en la segunda parte se presenta la visión alterna con sus
categorías fundamentales.
Elementos constitutivos de la Sociedad de la Información
Históricamente la idea de sociedad regida por la información, tiene su origen en el proyecto de
modernidad occidental (Mattelar, 2002) De tal forma que la idea de sociedad racionalizada es
muy anterior, entonces, a la invasión del lenguaje informático y de la noción contemporánea de
información. Está en la necesidad de buscar un lenguaje único comprensible por la mayoría,
que en el transcurso del siglo XVII y XVIII se entroniza a la matemática como arquetipo de la
razón, como modelo de razonamiento y de acción útil.
La concepción de construir una sociedad racionalizada y productiva se despliega con el proceso
de industrialización y se confunde con los avances del pensamiento de lo cifrable y de lo
medible como norma de perfectibilidad de la sociedad, como parámetros del universalismo. Se
interrelaciona con la evolución de las doctrinas de la organización y reorganización de la
sociedad. Las concepciones funcionales de la sociedad y la idea positiva de su organización y
desarrollo.
La noción misma de Sociedad de la Información se gesta paulatinamente a partir del fin de la
segunda guerra mundial. Una serie de neologismos se encarga de anunciar la promesa de una
nueva sociedad: managerial, poscapitalista, poshistórica, posindustrial, tecnotrónica, etc. Todos
preparan el advenimiento de la "Sociedad de la Información" que se institucionaliza
definitivamente a partir de los años setenta. La esperanza que, al salir del conflicto, el inventor
de la cibernética, Norbert Wiener, pone en el potencial emancipador de las tecnologías de la
inteligencia artificial (Mattelart, 2002)
La crisis económica de la década de los 70 que presenta la era industrial permite que surja una
nueva sociedad, configurada por la creación de mercados globales y de productos de alto
consumo (rápido) y apoyado por las nuevas máquinas de información, o por el hecho del salto
tecnológico convergente y cuya genealogía se asienta en el agotamiento y consecuente
modificación de las estrategias de crecimiento, así la Sociedad de la Información se
fundamenta en "la exaltación de los valores de progreso y prosperidad que este proyecto
debería perseguir como objetivos" (Becerra, 2003:24).
Desde el punto de vista político el proyecto se plantea en el debate acerca del fin de la historia,
en el que Francis Fukuyama adapta el concepto hegeliano para señalar la caída de las ideas de
progreso, del ideal utópico y otras insignias de la modernidad, y paradójicamente también se
presenta el proyecto de la Sociedad de la Información, que se construye a partir de le reedición
de los ideales modernos anclados en la idea de progreso indefinido, la creencia en el desarrollo,
la esperanza en el porvenir, la confianza en la integración y la creencia en la providencia del
mercado. Ambas discusiones nacidas en el seno gubernamental norteamericano (1).
Históricamente desde la mitad de los años cincuenta la ciencia política estadounidense corre
parejo con las tesis de los fines o crepúsculos: de la edad de la ideología, de lo político, de las
clases y de sus luchas, de los intelectuales protestatarios y, por ende, del compromiso, en
provecho del auge de un intelectual volcado hacia la toma de decisiones. En la nueva sociedad
prometida, el pensamiento empresarial, el positivismo gerencial, sustituirá a lo político. En los
años setenta, con el perfeccionamiento de los métodos objetivos para explorar el futuro,
empezaron a multiplicarse los best- sellers de anticipación de la sociedad tecno-informacional,
sinónima de pleno empleo, de fin del Estado-Nación, de democracia interactiva. A partir de los
años setenta, la noción de Sociedad Informativa saldrá a los think tanks y de los medios
académicos para convertirse en principio operacional en manos de los gobiernos de los grandes
países industriales (Mattelart, 2002).
Entonces ¿a qué podemos llamar SI?, ¿Cómo entendemos hoy día la SI? Presentaremos algunas
visiones críticas que nos permitirán plantear el problema de definir la Sociedad de la
Información. Su ambigüedad como característica y como problema, ya que no existe con

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claridad una visión de la SI, sino perspectivas de una idea que se publicita permanentemente
en los medios de comunicación, los gobiernos y en la cotidianidad, pero que en realidad carece
de significado o referente que permita comunicar con claridad lo que se expone cuando
decimos, por ejemplo, políticas para el desarrollo de la Sociedad de la Información, ¿se trata de
dotar computadores a la población?, ¿de desarrollo de contenidos?, ¿de conocer la relación
simbólica de los ciudadanos con la tecnología?, ¿de presentar opciones de uso y apropiación
tecnológica? ¿de educar? ¿de comercialización de productos tecnológicos?, ¿de todo esto
junto?.
En este sentido coincidimos con la conceptualización de Becerra (2003), cuando explica que en
las ciencias sociales no se ha logrado vertebrar una definición homogénea, ya que, por un lado
hay un problema de orden estructural pues el proyecto bautizado como Sociedad de la
Información se halla en una etapa temprana de desarrollo ya que se refiere a procesos sociales,
de tal forma que sería aventurado construir una definición categórica de la puesta en marcha
de lo que vaya materializando esos procesos sociales.
También el término Sociedad de la Información alude a varios significados, por lo que una de
sus características es la ambigüedad, que aparece como problema de aprehensión y
conceptualización, y como herramienta funcional para la difusión y utilización masiva de la
denominación. Esta ambigüedad permite postular múltiples objetivos con un mismo significante
sin que exista una obligación de precisar el significado.
De tal forma que la SI que se apoya en las tecnologías de la info-comunicación, presenta el
siguiente contraste:
Es ambigua en su definición, es huidiza en su conceptualización y alude a una diversidad de
usos, procesos y productos, mientras que por otro lado sus soportes tecnológicos ostentan las
cualidades inversas: eficacia, velocidad, previsibilidad, codificación (que supone la traducción
de todo contenido al código binario 0-1), aislamiento del ruido (en tributo a la cibernética y la
teoría matemática de la información) y control. (Becerra: 2003:30).
Además de las diferentes posturas intelectuales, posiciones teóricas, que surgieron del debate
a partir de los años sesenta, permitieron diferentes nominaciones tales como: sociedad
telemática, sociedad tecnotrónica, sociedad opulenta, sociedad del ocio, sociedad del
conocimiento, sociedad post-industrial, sociedad global y sociedad de la información. Todos
estos nombres se originan en la necesidad de dar explicación a los cambios sociales generados
en las últimas décadas, y la consolidación del modelo económico perseguido basado en la
liberación y privatización.
De tal forma que las relaciones de poder social en la estructura económica es transformada y
con ella el conjunto de relaciones sociales cotidianas. En estos cambios las tecnologías de la
info-comunicación, sobre todo las surgidas a partir de la microinformática y las
telecomunicaciones, desempeñan un rol protagónico en el desarrollo de las fuerzas
productivas.
En este modelo, la información, no está sólo como recurso ideológico manifiesto en el discurso
sobre la presunta diversidad de la oferta de información y entretenimientos y la invocada
democratización del acceso, sino también como un insumo productivo, toda vez que está
contribuyendo a reformar la lógica el procesamiento de la producción y la circulación de bienes
y servicios.
Sin embargo, hay otros autores que tratan de dar un sentido a los cambios sociales
contemporáneos, así el sociólogo Alaine Touraine (2001) ubica dos perspectivas entorno a la
definición de la Sociedad de la Información, en la primera se afirma que la sociedad de la
información se originó como la sociedad industrial, fundada en el empleo masivo de la energía.
En el caso de la Sociedad de la Información las tecnologías de la información son un nuevo tipo
de fuerzas productivas.
En la segunda perspectiva Touraine (2001) establece que el mundo tecnológico en esta
sociedad llega a independizarse de los otros aspectos de la vida social. Es decir que la
tecnologías estaría definidas como un primer mum movens (movimiento silencioso) básico,
principal pero siendo puramente instrumental no determina ni la organización de la sociedad ni
las formas de poder ni las ideologías dominantes.

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La idea que defiende Touraine (2001) o su tesis central es que existe una sociedad no
unificada, en la que las poderosas tecnologías de la información no están determinadas por la
política, la religión o el tipo de propiedad y, en cambio, no crean por sí mismas un tipo de
sociedad, de vida cultural o política. Dice: "debo añadir: si el conjunto social tiene todavía una
unidad, no podemos encontrarla del lado de la tecnología".
Castells (2001b) en su caso, considera que todas las sociedades son, en el fondo, sociedades de
la información. Lo diferente de este período histórico es un nuevo paradigma tecnológico
presagiado por la Revolución de las Tecnologías de la Información -centrada en torno a un
grupo de tecnologías de la información-. Lo nuevo es el procesamiento de la tecnología de la
información y el impacto de esta sobre la generación y aplicación del conocimiento.
Por eso, Castells (2001b) expresa no usar nociones como economía del conocimiento o
sociedad de la información sino el concepto de "informacionalismo: un paradigma tecnológico
basado en el aumento de la capacidad humana para procesar la información entorno a las
revoluciones gemelas de la microelectrónica y la ingeniería genética" (p.125)
Plantea el informacionalismo como paradigma tecnológico que está sustituyendo al
industrialismo como matriz dominante de las sociedades del siglo XXI. Entiende que la
tecnología de la información de esta época tiene una relevancia histórica mayor porque ha
marcado el comienzo de un nuevo paradigma tecnológico sobre la base de tres rasgos
distintivos importantes: su capacidad de procesamiento en auto expansión en cuanto a
volumen, complejidad y velocidad, su capacidad de recombinación y su flexibilidad de
distribución.

Mattelart (2002) emplea el término Sociedad del Conocimiento, de aparición más reciente, a fin
de colmar las carencias y las ambigüedades de la noción de Sociedad de la Información. Sin
embargo, critica el uso de la noción genérica de conocimiento, porque tiene el defecto de
esquivar la cuestión de la pluralidad de los saberes y de sus protagonistas: los saberes
fundamentales o sabios, los saberes aplicados de los expertos y los contraexpertos, los saberes
ordinarios surgidos de las múltiples vivencias de la cotidianidad. Piensa que uno de los aportes
mayores de la ruptura epistemológica que, en los años ochenta, han significado el nuevo
paradigma del retorno al sujeto en las ciencias humanas y sociales es precisamente la
rehabilitación de los saberes procedentes de las experiencias vividas.
De tal forma que Mattelart (2002) ante la noción singular y unívoca de conocimiento, prefiere la
expresión alternativa de Sociedad de los saberes para todos y por todos, para designar el
proyecto de sociedad equitativa, sacando provecho de las nuevas tecnologías de la información
y de la comunicación. Esta denominación tiene el mérito de contrarrestar la tendencia que se
observa en las esferas del poder llamado global, a retomar la difusión vertical del conocimiento
en las estrategias de construcción de los macro-usos de las nuevas tecnologías de la
información y de la comunicación.
Esta última visión de Mattelart (2002) de una sociedad de los saberes, en conjunto con la de
Castells es la visión que queremos esté presente en la idea de desarrollo de los países con
dificultades en el acceso a la tecnología en todos sus ámbitos relacionados bien con la
productividad, la salud o la educación. Debe dársele a la sociedad de la información un
entramado social que soporte y le dé sentido a las herramientas en su contexto, de otra forma
no podrá fortalecerse la idea de la Sociedad de la Información entendida más como sociedad
plural de los saberes en el marco del paradigma infocomunicativo donde se estimule una visión
económica, política y cultural de la creación y participación a partir de los saberes sociales
existentes en la ciudadanía.

El informacionalismo y los recursos infocomunicacionales, como descriptores de una


Sociedad de la Información de la hegemonía económica

Castells (2001b) expone claramente que la revolución de la tecnología de la información indujo


la aparición del informacionalismo como cimiento material de la nueva sociedad. En esta la
generación de riquezas, el ejercicio de poder y la creación de códigos culturales han pasado a

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depender de la capacidad tecnológica de las sociedades y las personas, siendo la tecnología de


la información el núcleo de esta capacidad.
Da una importancia básica a la tecnología de la información como herramienta indispensable
para la puesta en práctica efectiva de los procesos de reestructuración socioeconómica y
porque ha permitido el desarrollo de redes interconectadas como una manera "autoexpansiva y
dinámica de organización de la actividad humana" (2001b:406). La revolución de la tecnología,
la reestructuración de la economía y la crítica de la cultura convergieron hacia una redefinición
histórica de las relaciones de producción, poder y experiencias sobre las que se basan las
sociedades.
Así Castells explica el surgimiento de una nueva sociedad frente a evidencias que demuestra
en su trilogía La Era de la Información. Evidencias de las transformaciones estructurales de las
relaciones de producción, cambios en las relaciones de poder y en las relaciones de
experiencia. "Estas transformaciones conllevan una modificación igualmente sustancial de las
formas sociales de espacio y tiempo, y la aparición de una nueva cultura" Castells (2001b: 410)
Establece situaciones de cambio que muestran las transformaciones sociales. En el campo
laboral, señala que el nuevo sistema de producción se redefine el papel del trabajador. Se
establecen diferencias entre los trabajadores calificados y genéricos. Distinciones centradas en
la educación "esto es la incorporación de conocimiento e información" (Castells, 2001b:411).
Diferencia la cualificación y la educación, entendiendo a esta última como el proceso mediante
el cual se adquiere la capacidad de redefinir constantemente la cualificación necesaria para
una tarea y acceder a otros métodos y fuentes para adquirir dicha cualificación y es lo que
llama trabajadores reprogramarles, que son flexibles a las necesidades y cambios suscitados en
la "empresa red" (2001:412)
Bell (1976) también hace énfasis al proceso de formación pero fundamentalmente en la forma
como se organiza la ciencia. Comenta que en el siglo XIX la ciencia era una profesión individual,
pero en el siglo XX los científicos han llegado a organizar y coordinar su investigación individual
dentro de una comunidad de aprendizaje. Existen redes de conocimiento.
El conocimiento, como lo comprende Bell (1976), en la era postindustrial se valora por las
posibilidades de crecimiento económico de las naciones:"la sociedad pos-industrial, como
resulta evidente es una sociedad del conocimiento en un doble sentido: primero, las fuentes de
innovación derivan cada vez más de la investigación y del desarrollo; segundo, la carga de la
sociedad –que se mide por una mayor proporción del PNB y una mayor tasa de empleo- reside
cada vez más en el campo del conocimiento". (Bell, 1979:249)
Esto demuestra lo que señala Castells (2001b) que la economía informacional/global es
capitalista, pero el capital está transformado al igual que el trabajo en la nueva economía, aun
cuando la regla sigue siendo la producción en aras de la ganancia y para la apropiación privada
de la ganancia, sobre la base de los derechos de propiedad (esencia del capitalismo).
Explica en detalle tres niveles de apropiación del capital hoy día, y señala que sólo el tercer
nivel relacionado con procesos de apropiación de los beneficios por parte del capital, determina
un rasgo del capitalismo informacional, y se debe a la naturaleza de los mercados financieros
globales. Los márgenes de ganancias en el mercado de valores, bonos o divisas son superiores
a las inversiones directas y esto es debido a las condiciones tecnológicas en la que funciona el
informacionalismo.
Su capacidad tecnológica e informacional para rastrear sin descanso todo el planeta en busca
de oportunidades de inversión y para pasar de una opción a otra en cuestión de segundos,
pone al capital en movimiento constante, fundiendo en este movimiento capital de todos los
orígenes, como en los fondos de inversión (Castells, 2001b.p.413)
Pero la manera en que estos procesos económicos afectan las relaciones de clase es compleja.
Así existen diferentes maneras de comprender las relaciones sociales, por un lado pueden estar
centradas en la desigualdad social en cuanto a renta y posición social, de esta forma se
establecen los estratos sociales, "desde esta perspectiva, el nuevo sistema se caracteriza por
una tendencia a aumentar la desigualdad y la polarización sociales." (Castells, 2001b:414)
El autor establece tres principales razones que dan cuenta de estas desigualdades. Por un lado
las diferencias entre trabajo programable, que viene de una formación especializada y

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altamente productiva, y el trabajo genérico prescindible. Otra razón es la individualización del


trabajo que afecta la organización colectiva, con lo que los sectores más débiles de la mano de
obra quedan abandonados a su suerte. La desaparición del Estado del Bienestar privando a la
gente de la seguridad social que de forma individual no puede tener.
Una segunda manera de ver las relaciones de clase está referida a la exclusión social, de esta
Castells la presenta como la "desvinculación existente entre los individuos como tales y los
individuos como trabajadores/consumidores en la dinámica del capitalismo informacional a
escala global" (Castells, 2001b: 414). Este tal vez es la relación más delicada que se presenta
en esta nueva dinámica económica en el que el mercado excluye a un número importante de
personas tanto como productores como consumidores, por su condición de trabajadores
genéricos (no capacitados) prescindibles, que rotan fácilmente y con mucha discontinuidad en
trabajos formales o informales, que en ocasiones rozan con la ilegalidad. Aquí entran también
aquellos trabajadores que se quedan atrás en la carrera competitiva y son expulsados de la
clase media menguante y que constituyó la fortaleza de la sociedad capitalista en el era
industrial.
Una tercera forma -que consideramos clave en este trabajo- para la definición de la Sociedad
de la Información, es la que establece las relaciones de clase según quiénes son los
productores y quién se apropia del producto de su trabajo. Castells explica "Así la innovación es
la principal fuente de la productividad, el conocimiento y la información son los materiales
esenciales del nuevo proceso de producción y la educación es la cualidad clave del trabajo, los
nuevos productores del capitalismo informacional son los generadores de conocimiento y los
procesadores de información cuya contribución es extremadamente valiosa para la empresa, la
región y la economía nacional". (2001b: 415)
Esto se debe a la necesidad de diversificar los mercados ya agotados de la sociedad industrial,
que demandan nuevos productos dinámicos, de consumo rápido para dar paso a otros nuevos.
El estudio del mercado, de los consumidores es otro factor en el que la información juega un rol
fundamental, que se ha centralizado en profesiones especializadas como el Marketing. De igual
forma la información especializada en el movimiento de los mercados y las inversiones es
fundamental para la toma de decisiones en los mercados financieros los cuales constituyen la
dinámica hoy del mercado mundial.
En resumen, las divisiones sociales verdaderamente fundamentales de la era de la información
son: primero la fragmentación interna de la mano de obra entre productores informacionales y
trabajadores genéricos reemplazables. Segundo, la exclusión social de un segmento
significativo de la sociedad compuesto por individuos desechados cuyo valor como
trabajadores/consumidores se ha agotado y de cuya importancia como personas se prescinde.
Y, tercero, la separación entre la lógica de mercado de las redes globales de los flujos de capital
y la experiencia humana de las vidas de los trabajadores. (Castells, 2001b:416)
Las relaciones de poder también están siendo transformadas por los procesos sociales ya
identificados. Además de factores como la globalización del capital, la multilateralización de las
instituciones de poder y la descentralización de la autoridad de los gobiernos regionales y
locales producen una nueva geometría del poder, induciendo quizás una nueva forma de
Estado que para Castells (2001b) sería el Estado Red.

De igual forma las empresas han estrechado relaciones configurando redes de poder a través
de alianzas, fusiones o corporaciones que agrandan sus acciones y diversifican sus productos,
convirtiéndose en grandes multinacionales y transnacionales, algunas con mucho más riquezas
y poder que los Estados mismos.
En el caso de la industria cultural se puede vislumbrar tres niveles que establecen jerarquía
entre: primero las empresas multinacionales de grupos más grandes y poderosos con mercados
globales, segundo los ubicados en las regiones y tercero los que están en los países. Todos los
niveles funcionan de manera conjunta, apoyándose en la apertura de mercados y en la
comercialización de productos de bienes y servicios, muchas de estas aperturas se poyan en la
desregulación de los Gobiernos, ya que domina el mercado. La dinámica de las industrias
culturales en cuanto a su poder y dominio sobre las naciones es un ejemplo de ese Estado red.

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La política en este juego de poderes se convierte en teatro y las instituciones políticas en


órganos de negociación más que en sedes de poder de decisión colectiva, la representación
personalizada y el liderazgo individualizado sustituye a los agrupamientos de clase, la
movilización ideológica y el control partidista de la era industrial. En este sentido "el sistema
político se va vaciando de poder" ya que los electores se cuidan de dar su voluntad a
representantes del Estado que los perjudique. (Castells, 2001b p.416)
El poder se diluye y se centra en los valores culturales de los ciudadanos que se ven
representados o no por el actor político que quiera acaparar estos sentimientos. En este
aspecto se presentan batallas culturales que son las batallas de poder en la era de la
información, que se dan fundamentalmente en los medios de comunicación y por los medios de
comunicación, escenario para el debate y del control. Sin embargo no son los medios los que
ostentan el poder. "El poder como capacidad de imponer la conducta, radica en las redes de
intercambio de información y manipulación de símbolos, que relacionan a los actores sociales,
las instituciones y los movimientos culturales, a través de iconos, portavoces y amplificadores
intelectuales".(Castells, 2001b:418)
Otro aspecto de transformación en la Sociedad de la Información son las relaciones de
experiencia en la era de la información en su transición a un modelo de relación social
construido, primordialmente, por la experiencia real de la relación. Es decir ya no se siguen
modelos de conducta sino que existen formas de sociabilidad real.
Sin embargo uno de los aspectos más interesantes y complejos que ha traído los cambios en
las relaciones de producción, poder y experiencias de vida en la Sociedad de la Información o
Sociedad Red –como la define Castells- es la transformación de los cimientos materiales de la
vida social, el espacio y el tiempo.
Justamente las formas de concepción de tiempo y espacio son para Giddens (1997) la primera
condición para el desanclaje término que utiliza para explicar el despegue –separación- de las
relaciones sociales de sus contextos locales de interacción y reestructurarlas en indefinidos
intervalos espacio-temporales. Al igual que este autor consideramos que estamos en una etapa
de radicalización y universalización de la modernidad por ello es fundamental entender las
categorías que la cimientan. Las categorías establecidas por Giddens sobre la modernidad se
amplían y especifican para comprender mejor las transformaciones presentadas en la SI sin
embargo en este caso nos referiremos solamente a la relación tiempo-espacio.
Giddens (1997) explica que el dinamismo de la modernidad deriva de la separación del tiempo
y el espacio, en segundo término del desanclaje de los sistemas sociales y, en tercer lugar, del
reflexivo ordenamiento y reordenamiento de las relaciones sociales.
En las culturas premodernas existían modos de cálculo del tiempo, como calendarios. Sin
embargo la estimación del tiempo, que configuraba la base de la vida cotidiana, relacionaba el
tiempo con el espacio. Su relación era casi obligatoria ya que no se podía saber la hora del día
sin hacer referencia a actividades u otros indicadores socio-espaciales. El cuando estaba casi
universalmente ligado al dónde o identificado por los acontecimientos naturales.
Así el tiempo estuvo relacionado al espacio, hasta que la uniformidad de la medida del tiempo
con la aparición del reloj -a finales del siglo XVIII- llegó a corresponderse con la uniformidad en
la organización social del tiempo. El reloj expresó una dimensión uniforme del tiempo de una
manera abstracta cuantificándola de tal forma que permitió la precisa designación de las zonas
del día, como por ejemplo la jornada laborar.
La configuración del tiempo como una categoría cuantificable permitió unificar y organizar el
mundo, homologar los calendarios y estandarizar el tiempo en las diferentes regiones que hasta
el momento cada una tenía sus propios horarios o tiempos.
El vaciado del tiempo –categoría desprendida de la relación con la cotidianidad- es una
precondición para el vaciado del espacio, y el primero tiene prioridad, ya que la coordinación a
través del tiempo es la base del control del espacio (Giddens, 1997).
El desarrollo del espacio vacío puede entenderse a partir de la separación del espacio lugar.
Entendido, esto último, dentro de la noción de local, es decir asentamientos físicos de la
actividad social ubicada geográficamente. En las sociedades premodernas coinciden el espacio
con el lugar "en muchos aspectos y para la mayoría de la población, están dominadas por la

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'presencia'" (Giddens, 1997:30). El advenimiento de la modernidad paulatinamente separa el


espacio del lugar al fomentar relaciones entre los ausentes localizados a distancia de cualquier
situación de interacción cara a cara.
El desarrollo del espacio vacío va unido a dos factores: los que permiten la representación y
aquellos que hacen posible la sustitución de unidades espaciales.
Giddens considera calve para comprender la dinámica de la modernidad la separación entre
tiempo-espacio y su formación dentro de estandarizadas y vacías dimensiones, porque corta las
conexiones que existen entre la actividad social y su anclaje con los contextos de presencia.
Esto permite abrir un abanico de posibilidades de cambio al liberar de las restricciones
impuestas por hábitos y prácticas sociales.
Teniendo claro las características del tiempo y el espacio en la modernidad, vemos que en la
sociedad informacional ha surgido una cultura de la sustitución de los lugares por el espacio de
los flujos y, la aniquilación del tiempo, por el tiempo atemporal: cultura de la virtualidad real.
Para Castells (2001b) la virtualidad real vendría a ser un sistema en el que la propia realidad
está plenamente inmersa en un escenario de imágenes, un mundo de representación, en el que
los símbolos no son sólo metáforas sino que constituyen la experiencia real. "La base material
que explica porqué la virtualidad real es capaz de apoderarse de la imaginación y los sistemas
de representación de la gente es su existencia en el espacio de los flujos y el tiempo
atemporal" (p.420)
Las características de esta virtualidad social están por un lado en las funciones y los valores
dominantes de la sociedad organizados en simultaneidad, sin contigüidad, es decir en flujos de
información que escapan de la experiencia incorporada en algún lugar. Por otro lado, los
valores e intereses dominantes están construidos sin referencia al pasado o al futuro, en el
espacio atemporal de las redes informáticas y lo medios electrónicos, donde todas las
expresiones son instantáneas o carecen de consecuencia predecible.
Esta virtualidad constituye nuestra realidad en la Sociedad de la Información porque es dentro
de la estructura de esos sistemas simbólicos atemporales y sin lugar donde construimos las
categorías y evocamos las imágenes que determinan la conducta, inducen la política, nutren los
sueños.
Una categoría importante para comprender las dinámicas entre la tecnología y la sociedad
contemporánea es el análisis de los aspectos infocomunicacionales, que se refieren a la
industrialización creciente de la información, de la cultura y de los intercambios sociales, así
como el rol desarrollado por las tecnologías de la comunicación acompañando los cambios
sociales y culturales. (Miège, 1987). El concepto de info-comunicación plantea la articulación
entre economía y comunicación, entre economía y cultura.
Se utiliza este término porque se refiere tanto a los equipamientos tradicionales y nuevos como
a los flujos de información y cultura procesados convencionalmente o mediante tecnologías o
metodologías en el caso de la documentación o búsqueda de información (Ford, 2001)
En la infocomunicación subyace el concepto de información como cultura, o como forma
simbólica que, según señala Abril (2003), es un modo histórico-cultural determinado en la
textualidad y en la forma y operaciones particulares de conocimiento, una episteme; al mismo
tiempo la información constituye una configuración del ecosistema comunicativo y textual. De
tal forma que la concepción funcionalista-positivista de la información como recopilación y
distribución relativas de los acontecimientos del entorno resulta reductiva, ya que la
información no sólo informa sobre el entorno, sino que informa el entorno. La información no es
reductible a una función ni aun efecto cognitivo, porque comprende una compleja matriz de
significación, un conjunto de condiciones formales y prácticas para producir sentido.
De tal forma que el estudio del sector infocomunicacional permite elucidar la morfología de la
Sociedad de la Información, toda vez que ésta aparece revestida de un discurso promotor que
acentúa potencialidades tecnológicas, e infiere que esas potencialidades redundarán en una
mejora de la calidad de vida de los ciudadanos.
Hay que dejar claro que las diferencias infocomunicacionales no se restringen al equipamiento.
Atienden las zonas críticas del patrimonio y la memoria sociocultural, sus formas de

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almacenamiento, procesamiento, uso estratégico y, también los sistemas de recopilación y de


cumplimiento o no de los derechos de la información y a la comunicación.
En relación al análisis de los cambios infocomunicacionales de las sociedades, Becerra (2003)
señala que en la revolución informacional se desarrolló en las tres últimas décadas del siglo XX
y presenta tres grandes modificaciones:
Primero se convierte la información en insumo y en factor fundamental en la reestructuración
de los procesos productivos: las actividades de info-comunicación introducidas en los procesos
productivos han cambiado estructuralmente estos procesos, es decir la manera como se
elaboran bienes y servicios.
En segundo término el costo de la producción y procesamiento infocomunicacional es menor, es
decir el costo del procesamiento y transmisión de la información a escala industrial y masiva es
considerablemente menor en los albores del siglo XXI que durante todo el siglo anterior. La
tercera gran modificación está en la capacidad de producir, procesar, almacenar y enviar
volúmenes cada vez mayores de información.
Teniendo claro las áreas fundamentales de cambios vemos que las zonas críticas que
involucran el desarrollo de la sociedad informacional están en el acceso y en la habilidad de
codificación y decodificación, en las posibilidades materiales de acceso para producir, procesar,
almacenar, distribuir, recibir, buscar, decodificar la información.
De tal forma que dentro de la lógica moderna la Sociedad de la Información se presenta como
proyecto que anida una promesa de un mayor bienestar según se logre un progreso, que se
manifiesta como ideología. En esta propuesta de Sociedad se vislumbra también en su discurso
tecnológico una reedición de algunos de los fundamentos del ideario positivista, en donde una
de las lógicas de este pensamiento es la asociación mecánica entre el progreso, el bienestar y
la ausencia correspondiente de conflicto. Correlativamente el conflicto social es referido como
una amenaza para el desarrollo exitoso de la sociedad informacional, y es visto más como un
problema particular de adaptación a los cambios que como producto necesario e inherente a
las condiciones de desarrollo de la sociedad.
En el planteamiento de Becerra (2003), también se identifica el proceso de formación-
educación como la acción de adaptar a los individuos a la meta del progreso que la Sociedad de
la Información va desencadenando. Esto está referido al desarrollo de nuevas habilidades y
capacidades con el propósito de configurar una fuerza laboral adecuada para lidiar con los retos
de un mercado distinto al de la era industrial. Esto también corresponde a los presupuestos
positivistas que asocian el progreso al orden y a unas estrategias de cohesión social.
Aun cuando la idea de lo social solo queda a nivel discursivo, ya que la Sociedad de la
Información tiene realmente una fundamentación económica, con objetivos guiados por la idea
del libre mercado. Esta concepción guía las políticas internacionales y toca los ámbitos
infocomunicacionales directamente, ya que los procesos comunicacionales e informativos están
guiados en función de beneficiar al mercado, de tal forma que las políticas de promoción de
servicio universal y estatus de servicio públicos de los medios y los espacios
infocomunicacionales quedan sujetas a las leyes del mercado. Las consecuencias de depender
del mercado consisten en poner límites muy reales a los que la gente puede esperar alcanzar.
"El mercado no proporciona participación sino consumo" (Elliott, 1987).
Reconstruyendo una visión autónoma de Sociedad de la Información: elementos prioritarios
La ambigüedad en su significado e intencionalidad del término Sociedad de la Información, tal
como se ha explicado permite también la posibilidad de construir y manejar el sentido para una
reelaboración del significado de las prácticas económicas y tecnológicas en función del
desarrollo de las poblaciones. Es una propuesta recatar el concepto y redimensionarlo en
función de las necesidades de los países marginados del proyecto pero que alguna forma sirven
sustentadores del sistema.
Por otro lado consideramos que tal como establece Touraine (2001) la tecnología no es el
elemento unificador de la sociedad actualmente, cual podría ser entonces, ¿la cultura? o ¿la
Comunicación? Votamos más por esta última que debe ser expuesta como categoría central,
aun cuando no es objeto de este trabajo extendernos aquí es importante ubicar el sentido de
una sociedad tecnificada en un centro humano y no técnico.

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También como se ha expuesto una de las características fundamentales de la Sociedad de la


Información se constituye desde la visión económica de proyecto que respalda y beneficia al
mercado global de sectores de poder, de igual forma cómo dentro de esta estructura la
información como dato cobran un valor mercantil en el que se establecen situaciones críticas
de marginalidad social y en el que la educación y el conocimiento especializado recobra
importancia.
De igual forma se reconoce la existencia de una revalorización de conceptos y términos como
conocimiento y saberes que son necesarios rescatar en el contexto social del ciudadano, a fin
de construir una sociedad de la información verdaderamente posible para todos.
Es así como exponemos la sociedad de los saberes dentro del paradigma infocomunicacional y
como la información constituye un valor simbólico que nos desancla y virtualiza la realidad, sin
embargo paralelamente a estas situaciones se construyen relaciones y prácticas sociales con la
tecnología, la información y el conocimiento que son necesarios analizar.
Lo virtual de nuestras relaciones y de los objetos que elaboramos pueden recobrarse anclando
su sentido a un contexto social, esto es fundamental para el análisis de la relación de las
tecnologías en cuanto a su uso y apropiación
El asunto central para los países excluidos pasa por desarrollar visiones propias y reflexiones
que conlleven a exigir una Sociedad de la Información plural, que ofrezca un panorama de
oportunidades y permita a su vez la equitativa para el desarrollo y la competencia en igualdad
de condiciones.
En la declaración de principios de la sociedad civil en la Cumbre Mundial de la Sociedad de la
Información en el 2003, - producto de la discusión a partir de documentos similares elaborados
desde cada una de las regiones- se sintetiza los puntos de discusión para la construcción de
una sociedad de la Información que atiendan las necesidades humanas.
En este documentos se expone la necesidad de consolidar una visión social de la tecnología, y
de forma textual exponen:
Reconocemos que no hay ninguna tecnología neutra respecto a su impacto social y, por
consiguiente, la posibilidad del llamado principio "de neutralidad tecnológica " en los procesos
fundamentales de toma de decisiones resulta una falacia. Reviste suma importancia elegir
cuidadosamente opciones técnicas favorables a la sociedad en su conjunto, a la hora de
introducir nuevas tecnologías, y ello desde su diseño hasta su despliegue y aplicación.
Normalmente, es muy difícil rectificar efectos sociales y técnicos negativos de los sistemas de
información y comunicación que se descubren ulteriormente a su proceso de diseño, por lo cual
estos sistemas errados pueden ocasionar daños duraderos. Prevemos una sociedad de la
información y la comunicación en que las tecnologías se conciban y apliquen de manera
participativa, para impedir o reducir a un mínimo sus consecuencias negativas. (Declaración de
la Sociedad Civil en la Cumbre Mundial de la Sociedad de la Información, 2003:4)

La visión que se elabore de la Sociedad de la Información es la que podrá contrarrestar la visión


de carácter único, virtual y economicista de la sociedad actual, en este sentido se trata de
llevar una nueva reestructura del concepto y sus significados en el contexto ciudadano, a partir
de políticas nacionales que guíen las acciones empresariales privadas y públicas. Además de
analizar los indicadores sociales en la construcción de la sociedad de la información que ya se
gesta en el interior de las comunidades.
Ver la sociedad de la información como una sociedad de verdadero desarrollo del conocimiento
y respeto por los saberes tradicionales e innovadores, permitirán comprender la tecnología
como una herramienta para la apropiación y adaptación a las exigencias de los pueblos.
Un elemento central que debe tenerse claro es el enfoque de las diferencias
infocomunicacionales que comprenden varios aspectos:
En primer lugar desde el equipamiento. Es decir en la medición de recursos tecnológicos
aplicados a la información y la comunicación, para el almacenamiento, procesamiento e
intercambio y difusión de datos y construcción de información y conocimientos. Aquí se miden
cantidad de líneas telefónicas, aparatos de televisión, prensa, telefonía móvil, empresas
proveedoras de conexión a Internet entre muchos más indicadores (2).

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En segundo lugar desde la marginación de un número importante de memorias y culturas que


se da en el proceso de globalización de productos culturales que privilegian la información
desde la perspectiva de los países industrializados.
Los nuevos sistemas globales de información como es el caso de Internet y los principales
buscadores o de las enciclopedias globales en CD-ROM como Encarta de Microsoft, privilegian
la información de ciertas culturas, obviamente las de los países industrializados y marginan y
disminuyen, simplifican e incluso procesan de manera errada a muchas otras (Ford, 2001:119)
Aquí influye la manera como las industrias culturales se han conformado y consolidados en
monopólicos grupos multimedia que centralizan y homogenizan la información que circula por
el mundo. Esto implica la necesidad de políticas infocomunicacionales y culturales y el estudio
del propio patrimonio cultural, material y económico que trate este asunto.
La tercera perspectiva sitúa el problema de las desigualdades desde el receptor enmarcado
dentro del espacio de lo que ve y recibe como en lo que hace o produce, es decir dentro de lo
que Fischer, 1984 conceptualizó como el derecho a ser visto, dentro de lo que se entiende
como "información socialmente necesaria" (Schiller, 1996) es decir, aquella que necesita el
ciudadano para decidir sus acciones políticas, económicas y sociales.
En esta tercera perspectiva consideramos importante además incluir lo que el receptor requiere
para adiestrarse en materia de manejo de las nuevas herramientas, es decir, de qué forma los
contenidos están elaborados para ayudar al procesamiento y comprensión de las realidades
que nos atañe. Construcción de contenidos que realmente sirvan para incorporarse y
adiestrarse en materia cognoscitiva sobre lo que se discute y necesita en la sociedad de la
información desde una perspectiva local y global. Con ello se contrarreste las polarizaciones
sociales descritas por Castells y explicadas en este trabajo.
Esta última y tercera perspectiva encierra el interés de este estudio, unido a un enfoque que
pone a las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) como una poderosa
herramienta que favorece los principios que inspiran el enfoque del Desarrollo Humano. Un
desarrollo que debe estar relacionado con las necesidades locales y debe aprenderse para
potenciar las habilidades y saberes de la sociedad.
En este sentido los agentes fundamentales involucrados en este proceso de aplicación de la TIC
para el Desarrollo Humano son el Estado para la producción de políticas públicas que
garanticen la distribución de oportunidades con la mayor equidad posible, y marque un sentido
social y cultural de las mismas. La empresa privada como espacio para la producción de
soluciones que pueden ser generadas y puestas en el mercado y por último la sociedad que
debe velar por el interés público evitando que la industria ejerza con estrategias excluyentes y
procurando que el Estado ejerza su rol normativo, supervisor e interventor.
Sociedad de los saberes: con un sentido social de la tecnología

Aquí expondré un ejemplo de trabajo colectivo que ha marcado una concepción de las prácticas
tecnológicas de carácter social. Se trata del proyecto Mística quienes coordinado por la
Fundación Redes y Desarrollo (FUNREDES) han establecido una visión del uso tecnológicos
inspirado en principios de Isticometría, lo cuales establecen que los indicadores para el estudio
del impacto social de las Tecnología deben estar desarrollados dentro de procesos
participativos, así lograr vincular las prioridades de desarrollo establecidas por las comunidades
y elaborar "los indicadores, en concordancia con la relevancia social, de los fenómenos a los
que apuntan, relevancia que no se puede abandonar a las pre -concepciones de las élites o
actores dominantes. En perspectiva, el propósito es que las sociedades, los/las actores/actrices
y especialmente las personas que deben disfrutar sus beneficios, tengan participación en el
proceso de formulación de las políticas públicas" (MISTICA, 2002:4)
Entre los puntos que consideramos necesario resaltar está la visión de la tecnología y las redes
como Internet, como herramienta que no sólo interconecta maquinas, sino que conforma una
gran red humana que establece relaciones de diferente tipos. También que en el caso de
Internet y los recursos tecnológicos para la comunicación no deben considerarse como
herramientas para la realización de nuevas formas de intercambio comercial, como está en su
actual sentido apoyado por el sector privado sino que permite promover la dinámica de

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estructuras y relaciones económicas, políticas y sociales alternativas a las tradicionales. Ver la


tecnología y las redes como Internet movidas únicamente por las fuerzas del mercado
reproducirá e incrementará las diferencias sociales existentes, por ello la sociedad civil tiene un
papel fundamental en definir los nuevos tipos de relaciones y de construcciones sociales que
debería desarrollarse a partir de la incorporación de las de las tecnologías de información y
comunicación. Este no es sólo un asunto de gobiernos y empresas.
El documento arrojado por la comunidad de Mística (2004) titulado "Trabajando Internet con
una Visión Social" establece una serie de principios y lineamientos para analizar la tecnología
de redes, entiéndase Internet, para la conducción de las acciones y la elaboración de
propuestas para su uso equilibrado, para ello emplean categorías como acceso equitativo, uso
con sentido y apropiación social de la tecnología.
Consideran que la conjugación de los tres aspectos de forma simultánea es fundamental para
lograr un impacto social positivo, al incorporar la Internet y -nosotros añadimos- a la
tecnologías para la producción, en la cotidianidad de la ciudadanía.
Así definen el acceso equitativo como la posibilidad de que todas las personas tengan acceso a
los beneficios del uso tecnológico, e incorporan a esta categoría tanto el acceso a la tecnología
como el desarrollo de las capacidades técnicas y metodológicas para poder hacer un uso
efectivo de las potencialidades que ella ofrece. Afirman que las barreras para el acceso
equitativo, no son sólo técnicas y de costos, también son educativas, lingüísticas y culturales.
Es así como el análisis y las propuestas entorno al uso y adquisición tecnológica deben girar en
torno a la búsqueda de alternativas de conexión y capacitación gratuitas o a bajos costos, así
como también las políticas, la toma de decisiones y la gobernanza de la Internet. La definición
de las políticas que tienen que ver con los dominios, los costos de los espacios en la Internet y
los aspectos legales que giran alrededor de esta tecnología, es fundamental para lograr
cambios que canalicen las visiones e intereses de los usuarios marginados.
Establecen diferencias entre el uso y el uso con sentido de esta herramienta tecnológica. Se
busca entonces promover el uso que relacione las necesidades de los diferentes grupos
sociales y la búsqueda de alternativas para resolverlas utilizando la tecnología.
Hacen hincapié en la apropiación social de la Internet, de tal forma que esta herramienta
adquiera un significado en la cotidianidad de los grupos sociales y se constituya en una
herramienta para la generación de nuevos conocimientos que les permita transformar las
realidades en las cuales se encuentran insertos.
Consideran que la generación de conocimiento implica desarrollar el proceso de pensar y ésta
es una acción de carácter absolutamente humano. La Internet nos ayuda en este proceso y lo
facilita porque hay dentro de ella experiencias similares, lecciones aprendidas, nuevas ideas
sobre lo mismo, recibimos aportes, ampliamos nuestras visiones, discutimos ampliamente con
personas y grupos de muchas partes del mundo
Es así como el proceso de generación de conocimientos sucede fuera de la Internet. Es
necesario superar el mito de que la información es conocimiento y que, por consiguiente, el
sólo hecho de estar conectado a la Internet permite obtener más conocimiento.

Conclusiones

En la necesidad de elaborar un discurso mundial realmente plural que refleje la diversidad


entorno a las necesidades y prioridades de temas tecnológicos, hay que actuar para fortalecer
la visión de la tecnología que la comprenda como herramienta canalizadora y potenciadora del
bienestar social. Por ello es prioritario desmitificar la visión de la tecnología como recurso que
contiene en si misma el saber y el progreso, de la falsa creencia de que su tenencia nos
transforma en mejores seres. Esta es una visión que imaginamos y simbolizamos como posible
y real, y que nos desancla de nuestro entorno.
Es así como hay que retomar el sentido real del uso de la tecnología, ubicándola como
herramienta no neutral, necesaria más no imprescindible, que requiere ser abordada desde los
contextos culturales particulares. De esta forma la construcción de elementos tecnológicos
deben ser manejados con igualdad de oportunidades y bajo un esquema democrático.

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Consideramos fundamental seguir trabajando en la construcción crítica de la Sociedad de la


Información, tanto de la expuesta como proyecto global, como de aquella que ambiciona
desarrollar espacios sociales propios. De igual forma proponer proyectos que impulsen el
desarrollo de programas que hagan posible la prácticas desde las experiencias locales con uso
tecnológicos, así como potencias la formación de una masa crítica en torno a ella. Es
importante tener experiencias de construcción de contenidos en la red, así como potenciar un
panorama tecnológico diverso y con conocimientos compartidos a través de políticas que
promuevan el contacto y la formación en temas científicos y tecnológicos .
Aquí ya se expuso algunas herramientas teóricas que permiten abordar nuestras realidades a
través de categorías e indicadores que logren la propuesta de políticas, proyectos y acciones
para el desarrollo de una Sociedad de la Información con sentido social.
Bibliografía

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Castells, Manuel. Teorías para una nueva sociedad. Cuadernos de la Fundación M. Botin

[1] La idea de Sociedad de la Información queda conceptualizado políticamente como un plan


gubernamental de las Autopistas de la información presentada por el secretario de gobierno Al
Gore
[2] Para mayor información revisar: Estudio para la creación de una sesión sobre "Indicadores
de l Sociedad de
Información en Educación, Ciencia, Cultura, Comunicación e Información" en el "Observatorio
de la Sociedad
de la Información" de la UNESCO Montevideo. Susana Finquelievich Silvia Lago Martínez, Néstor
Correa,
Alejandra Jara, Ariel Vercelli. Disponible en http://www.links.org.ar

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